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La Criminalistica Un poco de historia

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La Criminalística: un poco de historia…
Mgter. Romina Brabo Guerra1
El derecho a la justicia constituye uno de los derechos fundamentales del ser
humano, que debe ser garantizado por el Estado. En este contexto, la investigación de
hechos delictuoso cobra un papel sumamente relevante. Se plantea entonces la
necesidad de una investigación criminal, científica, objetiva, que guíe hacia la verdad
“real”, y a su vez, a la identificación de los/as autores/as del “crimen”. Paulatinamente, la
providencia divina, los testimonios, la confesión, dejaron de constituir pruebas suficientes
y fehacientes para juzgar a una persona.
Al pensar en el origen de la Criminalística como hoy la conocemos debiéramos
remontarnos a la Europa de principios del siglo XIX, más precisamente a la París de 1809.
Si bien la inquietud y curiosidad por resolver lo que llamamos “crímenes” puede
considerarse aún más atrás en la línea del tiempo, se manifestó de forma interesante para
ésta época y lugar.
París padecía altos niveles de inseguridad. El director de la policía de Napoleón y
su personal no hallaban una estrategia certera que les permitiera brindar a la comunidad
la contención que merecían y reclamaban. Fue entonces cuando a Joseph Fouché –
director de la policía de París- puso en marcha una arriesgada jugada, que si era eficaz,
significaría el éxito de su gestión o de lo contrario representaría un fracaso tal que
marcaría de forma indeleble su carrera. El gran interrogante resonó en el aire de las
reflexiones y tensiones,” ¿quién mejor que un criminal para guiarnos hacia la solución de
este problema que nos aqueja?”.
Fue así como llega a escena Jean Baptiste Vidoq, ladrón experimentado, de
larga trayectoria, y con una fama entre los delincuentes más buscados por la justicia
francesa. Este experto representaba la fuente más interesante de información para la
policía parisina, y por ello, luego de llegar a un acuerdo -cuyos términos son desconocidos
por la historia-, este famoso criminal acepta aportar sus conocimientos al servicio de la
comunidad, y revelar los misterios del mundo criminal y sus modus operandi.
1
Docente universitaria-investigadora. Áreas disciplinares: Antropología Social-Metodología de Investigación. En:
Universidad Nacional del Nordeste-Universidad de la Cuenca del Plata. Corrientes-Argentina.
1
Vidoq no sólo ayudó a la policía, sino que con el tiempo se convirtió en un
miembro renombrado de sus filas, ganándose una reputación como investigador gracias a
su alto índice de casos resueltos (más del 50% desde su ingreso y hasta su retiro en
1827). Todo esto se concretó gracias a su particular método para resolver y prevenir
delitos. Este transformado delincuente encontró la clave para lograr sus objetivos: el uso
de la deducción; además creó el primer fiche criminal para reconocer a los reincidentes, y
asentó las bases de la balística moderna. Pronto el trabajo superó a Vidoq, por lo que
comenzó a formar nuevos “investigadores”, algunos de ellos miembros de la policía y
otros ex delincuentes; fue así como en 1812, puso en acción una de las primeras
unidades especializadas en la investigación del crimen conocida “La Sureté”.
No pasaría mucho antes de que el modelo de La Sureté llegara a oídos de la
policía inglesa. En 1829, sir Robert Peel (1788-1850) impulsa la creación de la famosa
“Scotland Yard”. Si bien durante muchos años esta fuerza logró mantener segura a la
sociedad británica, llegaría un criminal que pondría en duda su fortaleza: Jack el
Destripador. La investigación de sus aberrantes crímenes desveló que los métodos
aplicados por la policía no estaban a la altura de las circunstancias. Desde 1888 a 1892,
cuando finalmente se cierra el caso, la Scotland Yard no pudo identificar al culpable.
Mientras tanto, el siglo XIX continuó avanzando, pero no sin acontecimientos
claves para la Criminalística. Científicos europeos provenientes de las distintas ramas del
saber -como la química, la física, la medicina-, brindarían un aporte invaluable a esta
ciencia, que no sería bautizada sino hasta finales de siglo; cuando un joven juez de
Instrucción austríaco llamado Hans Gross, en 1894, preocupado por mejorar la capacidad
de los jueces para decidir en casos delictivos, sistematiza los conocimientos hasta
entonces reconocidos vinculados a la investigación de un hecho delictuoso, en una obra
que denominó “El Manual del Juez de Instrucción como sistema de Criminalística”. Más
tarde la obra se publicaría en diferentes idiomas; en América Latina, Lázaro Pavía la editó
en México, en 1900, traducida al español por Máximo Arredondo, bajo el título de “Manual
del Juez” (Moreno González, 1986).
Como toda ciencia, la Criminalística, en su proceso de evolución, ha atravesado
distintas fases a lo largo de la historia. En este sentido, consideraremos las etapas de la
investigación científica del delito propuestas por Bernardo de Quirós, que figuran en la
obra del Dr. Roberto Albarracín “Manual de Criminalística” (1971), y que Héctor Juan
(2004) rescata en la propia.
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La primera de las etapas mencionadas por el español Quirós, está íntimamente
vinculada con el inicio de nuestra reseña histórica, y se denomina etapa equívoca.
Durante este período, a los fines de tener un mayor conocimiento de los procesos
delictivos y mejorar las posibilidades de aprehender a los delincuentes, las instituciones
encargadas de prevenir y reprimir la delincuencia, incorporaban a delincuentes para
convertirlos en efectivos policiales.
Ante los tristes resultados de la primera etapa, se optó por incorporar a la policía
a personas que no tuvieran antecedentes delictivos, que poseyeran ciertas facultades
útiles a los fines de la investigación de hechos criminales, y evidenciaran vocación para la
función policial; sin embargo, estos “proto-criminalistas”, no desarrollaban su tarea en
función a un método científico, sino que actuaban -como lo indica Héctor Juan (2004)-,
empíricamente. Este momento del proceso representa el segundo período de Quirós: la
etapa empírica.
Llegaría más tarde la última y actual fase en la línea del tiempo de Bernardo de
Quirós: la etapa científica, en donde los intérpretes de los “testigos mudos” -aquellos
indicios encontrados en el lugar del hecho- a través de los conocimientos científicos y los
recursos técnicos aportados a la investigación pueden reconstruir el hecho e identificar a
su autor o autores.
Durante el siglo XX, los conocimientos construidos y recursos ideados para la
Criminalística llegaron a Latinoamérica, -a la Argentina llegarían a principios del siglo XX-,
y fueron incorporados a fin de auxiliar a la justicia. En este orden de ideas, es importante
aclarar que durante un tiempo –tal vez hasta los años 60 y 70- se emplearon distintas
denominaciones como sinónimos de Criminalística, como ser: “Técnica Policial”,
“Investigación Criminal”, “Ciencia de la Policía Judicial”, “Arte de la Policía Judicial”,
“Policía Judicial Científica” y “Policía Científica”; pero la esencia del término empleado por
Hans Gross se mantenía en todas ellas.
Se comenzarían a perfilar de esta manera, los expertos en Criminalística,
quienes en el sector policial, se dedicarían a reconstruir un hecho presuntamente
delictivo, en base al estudio metódico y meticuloso de los indicios debidamente
documentados, recogidos y trasladados de la escena del crimen. Auxiliando de esta
manera a los órganos encargados de administrar justicia; en principio del fuero penal,
para más tarde extenderse a todo el Derecho Positivo. Este fue uno de los importantes
avances de la Criminalística.
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Al mismo tiempo, se harían evidentes las tensiones por delimitar el campo de la
Criminalística, a fin de distinguirse de otras ciencias como la Criminología, o la Medicina
Legal. Paulatinamente la confusiones se despejaron, a medida que cada una de estas
ciencias auxiliares de la justicia, fue definiendo su objeto de estudio, sus métodos, sus
principios, sus objetivos, y finalidades, distinguiéndose así una de la otra, y asentando su
autonomía.
Pero aún quedaban más cambios por experimentar.
Ante el escenario del siglo XX, la necesidad de la profesionalización de la
Criminalística no se hizo esperar. Progresivamente, sólo profesionales con título
acreditado podrían ejercer las funciones propias de la ciencia; asimismo, se delinearían
las fronteras de las incumbencias específicas. Era evidente la necesidad de marcar la
“jurisdicción” de esta “nueva profesión”, y aplicar estrategias para su fortalecimiento.
Para Abbott, el proceso de profesionalización es la construcción de lo que él
denomina “jurisdicciones”, desde un punto de vista jurídico:
La jurisdicción expresa el vínculo entre la profesión y una esfera particular de trabajo. A
través de prácticas culturales que suponen conocimiento abstracto, las profesiones
construyen jurisdicciones sobre cada problema. Sobre la base de una construcción exitosa
de tales problemas, las profesiones demandan ciertos derechos, en relación a los clientes y
al estado. (Belmartino, 1999, p.91).
La Criminalística comenzó a andar entonces el camino de la profesionalización, a
fin de alcanzar la exclusividad sobre un determinado conjunto de problemas, sobre un
mercado específico, por el cual ha competido y compite con otras profesiones.
Magalí Sarfatti Larson, sostiene que el monopolio del mercado profesional, se
garantiza legalmente, a través de la formación y entrenamiento en un ámbito científico.
Entre las décadas del 60 y del 70, los esfuerzos para lograr la formación de los expertos
en Criminalística en el ámbito universitario darían sus frutos.
La Universidad Nacional de Buenos Aires, a través del expediente 630.729/66
implementa la Licenciatura en Criminalística, que dependía del Instituto de Derecho Penal
y Criminología en el ámbito de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Juan, 2004).
En 1974, la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), “(…) ante la carencia de
peritos judiciales, que en número y con la necesaria competitividad, puedan
desempeñarse como auxiliares de la Justicia en la zona de influencia de la Universidad
(…)” (Plan de estudio de la carrera, pp.2-3), crea el Instituto de Ciencias Criminalísticas y
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Criminología, junto con la carrera de Criminalística y Criminología, en el ámbito de la
Universidad pública y nacional.
En el año 1977, la Academia Superior de Estudios Policiales de la Policía Federal
Argentina crea la Licenciatura en Criminalística, que luego se anexa como carrera de
grado al Instituto Universitario de esta fuerza policial, por resolución 120 del año 1991
(Juan, 2004).
Las últimas décadas del siglo XX y el joven siglo XXI serían testigos del
nacimiento de nuevas carreras de pre-grado y de grado vinculadas a la Criminalística.
Vale detenerse un momento ante el breve recorrido histórico desarrollado hasta
aquí, para evidenciar que la Criminalística desarrolla sus límites en dos sectores claves: la
justicia y la policía.
Sin embargo, la dinámica de la realidad de este joven siglo, demuestra señales
de que esos límites se han expandido a nuevos ámbitos.
Ya en el plan de estudios de la Licenciatura en Criminalística de la UNNE,
aprobada por resolución ministerial número 0263/04, se advierte esta expansión. De
acuerdo con dicho currículum, el licenciado en Criminalística podrá desempeñarse en los
siguientes ámbitos:
-Los Juzgados Civiles, de Instrucción, Laborales, de Paz y Federales. De la
Dirección General de Aduanas, Bancos Provinciales, Nacionales, Municipales y Privados.
Compañías de Seguros, Fuerzas de Seguridad de nivel Nacional y Provincial. -El ejercicio
la profesión en forma autónoma, por ejemplo asesorías a entes u organismos
gubernamentales y no gubernamentales.-En la Docencia Universitaria, en las disciplinas
comprendidas en su Perfil de Formación; así como en las Instituciones que se ocupen de
problemas
vinculados
con
la
Criminalística.-En
la
participación
en
equipos
interdisciplinarios para realizar actividades de docencia, investigación, capacitación y
servicios.
Las distintas universidades del país que implementan carreras de grado o
pregrado vinculadas a la Criminalística, se hacen eco de esta iniciativa, contemplando el
ejercicio de la profesión tanto en el sector público como el sector privado, considerando
por ejemplo, empresas financieras, bancos, compañías de seguro.
No sólo los planes de estudio de las carreras universitarias reflejan la expansión
del campo de acción de la Criminalística. Héctor Juan (2004), por ejemplo, en su obra
expresa que:
La Criminalística contemporáneamente ha extendido su radio de acción. Si bien es cierto que su
origen parte de una exigencia del Proceso Penal para la producción de la prueba científica, la
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competencia actualmente resulta mucho más amplia dentro del considerable campo del Derecho
Público y Privado. A pesar de todo ello, conserva actualmente una evidente independencia en la
aplicación de los conocimientos sobre otro terreno que no sea el estrictamente jurídico y que está
reservado para la práctica profesional realizada en el sector privado. (p.32).
En el siglo XX y el siglo XXI, fenómenos multidimensionales como la
globalización, el neoliberalismo, la sociedad de la información y del conocimiento,
imprimen su huella en la realidad, dando a luz un escenario con una dinámica de cambios
sumamente acelerada, que alcanza los planos social, económico, cultural y político. Las
profesiones no podían mantenerse ajenas a esto, y experimentan como consecuencia,
transformaciones en la formación, en la estructura laboral, y en las identidades
profesionales. Por su parte, la Criminalística, durante su proceso de definición como
profesión, también es alcanzada por los efectos de los nuevos contextos.
A fines del siglo XX, y durante esta primera década del siglo XXI, el perfil del
alumnado de las carreras universitarias relacionadas con la ciencia evidenciaría ciertos
cambios interesantes.
Por muchos años, la Criminalística fue una ciencia que sólo atraía a aquellas
personas que formaban parte de las fuerzas de seguridad o que bien aspiraban ingresar
en sus filas.
Sin embargo, sujetos con nuevas perspectivas, respecto a cómo y dónde ejercer
la profesión, decidieron ingresar en las distintas carreras de grado o pregrado, a fin de
formarse como expertos en Criminalística o en alguna de sus ramas.
En el caso del Instituto de Ciencias Criminalísticas y Criminología de la UNNE,
durante los primeros años de la carrera, si bien la misma se encontraba en el marco de
una universidad pública, los/as alumnos/as pertenecían solamente a las fuerzas de
seguridad; quienes acudían a esta casa de altos estudios a fin de capacitarse.
Los responsables de carreras vinculadas con la Criminalística de otras
universidades del país, también denotan que en un principio los/as estudiantes miembros
de las fuerzas de seguridad eran mayoría, pero el panorama fue cambiando a medida que
la Criminalística era más conocida por la población, sobre todo a través de los medios de
comunicación.
El perfil profesional del criminalista es reflejo del cambio. Los/as profesionales
diseñan y ponen en marcha estrategias que les permiten plantar bandera en los nuevos
sectores laborales, donde advierten que es posible aplicar los conocimientos técnicos y
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científicos de la Criminalística, construyendo así un ámbito académico y laboral para la
ciencia, con nuevas características y visiones para el futuro.
BIBLIOGRAFÍA:
Belmartino S. (1999). Nuevas reglas de juego para la atención médica en la
Argentina-¿Quién será el árbitro? Buenos Aires: Lugar Editorial.
Díaz Barriga, Á. (1997). Didáctica y currículum: Convergencias en los
programas de estudio.
Juan, H. R. (2004). Introducción a la ciencia Criminalística. Mendoza:
Ediciones Jurídicas Cuyo.
Moreno González, R. (1986). Manual de Introducción a la Criminalística. (5
ed.). México: Editorial Porrúa S.A.
Panaia, M. (2007). Una revisión de la sociología de las profesiones desde la
teoría crítica del trabajo en la Argentina. Colección documentos de
proyectos.
CEPAL
Buenos
Aires.
Disponible
en:
http://www.eclac.org/publicaciones/xml/9/33099/DocW29.pdf
Pérez Rubio, A. M., Godano A. F., Buontempo, M. P., Barbetti, P. A. (2002).
Los Universitarios y el Mercado de Trabajo-Crónica de una relación
compleja. Corrientes: EUDENE Editorial Universitaria de la Universidad
Nacional del Nordeste.
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