EL JUEGO DEL ESCONDER Hace mucho tiempo que dejé de ser niño joven, adulto…La verdad es que hace mucho tiempo que soy viejo, muy viejo… Aún así, recuerdo perfectamente las historias que mi madre y mi abuela me contaban sobre unos pequeños seres que habitaban en las casas y que se divertían escondiendo cosas que unas veces aparecían en los sitios más extraños y otras no volvían a encontrarse jamás. Aquellos seres que se llamaban “martinicos” siempre me han acompañado y yo, aunque haya gente que no crea en ellos, estoy seguro de que existen. Sin ir más lejos anoche tenía preparada la basura para bajarla a la calle pero estaba muy cansado y me acosté. Pues, aunque alguno de vosotros no lo crea, cuando me levanté por la mañana la basura había desaparecido. Los martinicos se habían encargado de ella. Y eso no es nada, os voy a contar algunas cosas prodigiosas de mis amigos que a buen seguro os parecerán sorprendentes. También ya hace mucho tiempo, en cierta ocasión, iba yo por la calle con mi carrito de la compra cuando de repente oí unas vocecillas que me gritaban -¡Para! ¡Mira en esa caja de cartón! Miré a mi alrededor y no vi a nadie pero enseguida supe que eran mis amigos los martinicos que se habían escondido en el carrito y me estaban avisando de algo… En efecto, en el suelo había varias cajas de cartón y una de ellas parecía que se movía. Me acerqué y, no sin cierto reparo, abrí aquella caja misteriosa. Cuál no sería mi sorpresa al ver que en su interior había un pequeño perrito asustado, hambriento y muerto de frío. Lo saqué con cuidado, lo arropé lo mejor que pude con mi bufanda, lo metí bajo mi abrigo y me lo llevé a casa. Los martinicos muchas veces se escondían en el carrito y yo hacía como si no lo supiera. Así se daban el paseo y se divertían de lo lindo. Aquella excursión había salvado la vida de aquel perrito que a partir de entonces me acompañaría y que hoy es casi tan viejo como yo. Lo cierto es que aquellos seres diminutos disfrutaban como locos por las noches en la ciudad. Iban rebuscando, separando, clasificando todo lo que se pudiera reciclar. Para ellos ”el juego del reciclaje” era “el juego del esconder” que era lo que más les gustaba hacer en el mundo. Hacían equipos y mientras unos recogían todo tipo de vidrio, otros iban acumulando latas y tetra briks y el resto papel y cartón. Se vestían del color que les tocaba según el contenedor apropiado. De manera que se repartían en tres equipos: 1…El AZUL para el papel y el cartón. 2…El VERDE para el vidrio. 3…El AMARILLO para las latas y los tetra briks. Al terminar la tarea volvían satisfechos a casa con la alegría de haber hecho algo bueno. Yo los escuchaba cómo se reían y comentaban unos a otros lo productiva que había sido la noche. Al fin y al cabo el juego del esconder siempre había sido su mayor entretenimiento. Parece mentira pero hay personas que no saben que hay que reciclar y tiran todo donde sea y como sea ¡Cómo van a creer en seres maravillosos como los martinicos si ni siquiera creen que nuestro planeta lo es y que hay que cuidarlo! Los martinicos además de reciclar (o como ellos llamaban “esconder “ ) y echar cada cosa en el contenedor apropiado, también hacían labores propias de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas. Igual que salvaron a mi perrito, siempre que encontraban algún animalito abandonado lo llevaban a alguna casa en la que sabían sería bien recibido (ellos saben los secretos de las casas y de sus dueños ), lo ponían en la alfombrilla de la puerta, llamaban al timbre y salían corriendo a toda pastilla. De igual forma, cuando era una planta la que encontraban, la llevaban a algún parque y allí la trasplantaban e incluso se preocupaban de regarla y cuidarla. Los martinicos en verdad son unos seres fantásticos, duendecillos que trabajan incansables y que disfrutan haciéndolo. Pero también he de confesaros que algunos son aún más viejos que yo y que se alegran infinitamente cuando ven cómo hay personas que al igual que ellos se preocupan por hacer las cosas bien y cuidar así de nuestro Planeta. Así que cuando tiréis algo acordaos de mis amigos, que son los vuestros, y pensad que aunque no los veáis ellos si os ven y que todas las noches salen a las calles a esconder lo que no está en su sitio. Tirad cada cosa en el contenedor apropiado y animad a todos para que también así lo hagan. FIN