Subido por Chiara Rocha

Notas del Derecho Privado

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Capítulo 1
Principios generales del derecho
Sumario: 1. El derecho en general. 2. Normas jurídicas. 3. Las ramas del derecho. 4. Las fuentes del
derecho. 5. Análisis de las fuentes formales del Derecho Privado. 5. 1. La ley. 5. 2. Usos y costumbres. 5.
3. Contratos. 5. 4. Sentencias. 5. 5. Otras fuentes formales. 6. La empresa y el derecho.
1. El derecho en general
El hombre es un ser que necesita vivir en sociedad, interactuando y relacionándose con
otros hombres, como condición esencial para desarrollarse en forma normal y plena.
Todo individuo tiene necesidades, deseos y potestades, cuyo ejercicio, a través del
comportamiento social de cada uno, puede producir conflictos y controversias con
los demás.
Para evitar los conflictos de intereses originados en la convivencia en sociedad,
resulta indispensable que existan reglas que deban ser respetadas por todos.
Reglas de las cuales surjan las acciones y conductas que deben ejecutarse y las
que deben evitarse.
Entre las normas de conducta de los hombres, cuando actúan en sociedad, existen
normas morales, de uso social y de derecho o jurídicas. Estas últimas son las que nos
interesan en este curso, con especial atención a las que se vinculan con las relaciones
económicas en el ámbito de la actividad privada.
2. Normas jurídicas
El derecho cumple la función esencial de servir para prevenir la anarquía y el desorden
social, impidiendo que cada hombre imponga compulsivamente su voluntad, su interés y
su egoísmo sobre los demás.
Cada hombre, desde el punto de vista del derecho, se constituye en un sujeto jurídico,
lo que significa que para el derecho es titular o centro de derechos y obligaciones.
Las normas jurídicas o de derecho presentan características especiales que las
distinguen de las demás reglas de conducta humana: Son impuestas o reconocidas por
la autoridad del Estado (*), con el fin de ordenar las relaciones del hombre en la
sociedad.
Se diferencian de las normas morales, por cuanto éstas actúan en la conciencia interior
del hombre, dependiendo de su convicción. Además, las normas morales no son
coercibles.
Se distinguen también de los usos sociales en que éstos, si bien son impuestos por una
fuerza exterior, no lo son por parte del Estado, sino por presión social.
Las normas jurídicas integran asimismo un sistema, es decir, se presentan como un
conjunto de reglas coordinadas y subordinadas entre sí.
Presentar al derecho como un conjunto de normas es sólo una visión parcial o de una
sola dimensión de las múltiples que éste presenta. Así podemos sostener que es
necesario que esas normas sean validadas o se encuentren apoyadas en el valor
justicia.
Cuando estamos frente al derecho vigente, o al que es efectivamente aplicado, nos
referimos al derecho positivo (*), para distinguirlo del conjunto de principios normativos
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Derecho Privado - Capítulo 1 - Generalidades
de carácter universal y permanente puramente ideales, al cual se denomina derecho
natural (*). Este último sería equivalente a la "idea de justicia", en función que sólo
puede ser considerado como derecho lo justo.
Dicha idea de justicia se puede advertir en una máxima que se repite desde hace
muchos siglos. Se dice que todos los preceptos del derecho se pueden sintetizar en
tres principios generales de los cuales derivan todos los demás: Vivir honestamente,
no hacer mal a otro y dar a cada uno lo suyo (“iuris praecepta haec sunt: honeste
vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere”, Institutiones*, I, 1, 3).
Cabe aclarar que el derecho no es sólo una construcción puramente teórica o de
principios, sino que se trata de un fenómeno de la realidad social. Además del
aspecto o dimensión normativa (en cuanto es un sistema coactivo de reglas) y ética
(por medio del mismo se realiza el valor justicia), el derecho presenta otras
dimensiones tales como antropológica, sociológica, cultural, económica, etc.
(Martínez Paz).
Estas distintas realidades sociales hacen que las reglas sean diferentes en distintos
Estados. Y esas realidades sociales también cambian en un mismo Estado, con el
transcurrir del tiempo, lo cual genera la necesidad de que las normas jurídicas se
modifiquen para adaptarlas a estas cambiantes realidades.
3. Las ramas del derecho
Para una mejor organización y sistematización la masa de normas que integra el
derecho positivo ha sido clasificada o dividida en ramas, según las relaciones que se
regulan o el contenido de las normas (ejemplos: derecho constitucional, derecho penal,
derecho civil, derecho comercial, etc.).
Las ramas están aumentando, habiendo aparecido nuevas divisiones (ejemplos:
derecho ambiental, derecho de la seguridad social, derecho aeronáutico, derecho
bancario, etc.).
A pesar de estar dividido en ramas, el derecho constituye un sistema donde las normas
se coordinan y subordinan entre sí. Así tenemos que las normas que están en la
Constitución Nacional son las de mayor jerarquía debiendo todo el resto del
ordenamiento estar subordinadas a éstas (ver Constitución Nacional, art. 31).
No existen límites precisos entre las distintas ramas. Constituyen sistemas relativamente
cerrados, referidos a un sector de realidad social, con caracteres propios y diferentes a
los demás. Tienen autonomía, pero para solucionar un caso concreto suelen confluir
normas de diversas ramas, por ejemplo, constitucionales, administrativas, financieras,
civiles, penales, etc.
Entre esta masa de normas que integran el sistema de derecho se puede hacer una
primera distinción entre dos ámbitos básicos:
- Derecho Público: Es la esfera de actividad que el Estado se reserva para sí mismo,
en cuanto ente soberano y para el cumplimiento de sus fines. Básicamente nos
encontramos con relaciones de subordinación entre los sujetos en las cuales uno de
ellos (el Estado) está dotado de imperio o potestad para exigir a los demás el
cumplimiento de una conducta. Dentro del derecho público se encuentran: el derecho
constitucional, administrativo, financiero, procesal, penal, internacional público, de la
navegación, etc.
- Derecho Privado: Es el ámbito de actividad reservado a la persona para el libre
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desenvolvimiento de su actividad en las relaciones con las demás personas y dentro de
la comunidad. Estamos ante relaciones de coordinación. Pertenecen al derecho
privado: el derecho civil, comercial, minero, del trabajo, etc.
Lo propio del ámbito público es que las normas de derecho estén contenidas en la ley.
Es la forma como se manifiesta el imperio del Estado que exige unilateralmente el
cumplimiento de conductas. En el ámbito privado, en cambio, lo característico es el
contrato, que revela la expresión de una voluntad común entre dos sujetos, que se
encuentran en un plano de igualdad para dictarse ellos mismos sus propias reglas de
conducta.
4. Las fuentes del derecho
La referencia efectuada a las leyes y los contratos nos llevan a tratar las fuentes del
derecho. Si bien existen diversas clases de fuentes del derecho, son dos las que más
nos interesan: las fuentes materiales y las fuentes formales.
Se denominan fuentes materiales del derecho a los factores o elementos que
proporcionan el contenido a las normas. Son las necesidades y problemas, sociales,
culturales, económicos, gremiales o de otra naturaleza, que las normas jurídicas quieren
resolver; las finalidades o valores que quiere realizar a través de dichas reglas. Ello
pone de manifiesto las diversas y múltiples dimensiones del derecho (Martínez Paz),
que no se presenta sólo como un conjunto o sistema de normas. Las fuentes materiales
están integradas por elementos sociológicos, políticos, económicos, sicológicos, etc.,
que son estudiados por las respectivas ciencias.
En cambio, son fuentes formales del derecho los modos externos en que se
manifiestan las normas con contenido obligatorio, teniendo en cuenta su origen.
El derecho positivo (*) se reconoce y manifiesta a través de sus distintos orígenes. Así
tenemos normas dictadas por el legislador (leyes), por los jueces (sentencias), por la
convivencia social (costumbre) o por los particulares (contratos).
En nuestro país el derecho se expresa básicamente mediante normas escritas,
generales, dictadas por la autoridad competente para hacerlo. Son en general leyes
desde la propia Constitución Nacional, pasando por los Códigos, (Civil y Comercial,
Penal, del Trabajo, etc.) y también los decretos del Poder Ejecutivo, las acordadas de
los tribunales superiores de las provincias, las reglamentaciones de la Comisión
Nacional de Valores, las circulares del Banco Central, etc. En todos estos casos
estas instituciones actúan como legisladores en el ámbito de su competencia,
dictando normas escritas y generales.
Sin embargo, como ya adelantamos, las leyes no son las únicas reglas jurídicas que
integran el sistema de derecho. En una gran cantidad de materias, el propio Estado
reconoce a los particulares la facultad de dictarse ellos mismos las reglas de
derecho a las cuales deberán someterse. Estas últimas son las reglas que surgen
de los contratos. Son también importantes las reglas no escritas que surgen de las
costumbres, especialmente las que son propias de algunas actividades comerciales.
¿Cuáles son las competencias que deben asignarse al Estado y cuáles a la
iniciativa privada, para el dictado de normas jurídicas? Es una cuestión que no
puede contestarse en abstracto, ya que los sistemas de asignación de funciones
suelen variar, conforme a las necesidades de los diversos países y concepción
filosófica de sus gobiernos (Vítolo).
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5. Análisis de las fuentes formales del Derecho Privado
En este punto nos dedicaremos a trabajar en torno a las fuentes formales del Derecho
Privado, constituidas por: la ley, la costumbre, los contratos y las sentencias.
Destacamos que es un tema de fundamental importancia práctica, ya que nos sirve para
determinar de donde surge la regla jurídica que se aplica para solucionar cada caso
concreto.
Brindaremos los rasgos distintivos de cada una, a fin de comprender su alcance y las
diferencias existentes entre las mismas, especialmente en el ámbito del derecho
privado.
5. 1. La ley
En un sentido amplio, debe considerarse como ley a toda regla social obligatoria,
emanada de autoridad competente. Por consiguiente, no sólo son leyes, como
fuentes formales en sentido amplio, las que dicta el Poder Legislativo, sino también
los decretos que dicta el Poder Ejecutivo, las circulares del Banco Central de la
República Argentina, las acordadas de la Corte Suprema de Justicia de la,
Ordenanzas, Edictos policiales, Acordadas dictadas por el Poder Judicial, etc.
En síntesis, debemos considerar a la ley como fuente formal del derecho, no sólo en su
sentido restringido de norma jurídica emanada del Poder Legislativo, sino en un sentido
amplio y general, como todo derecho legislado por autoridad competente.
Todo el conjunto de leyes tiene un orden jerárquico. La más importante es la
Constitución Nacional. Toda norma jurídica, para tener validez, debe estar de acuerdo
con la Constitución, que es la ley suprema o “super” ley (conf. Constitución Nacional,
art. 31).
En algunos casos, esas normas que están escritas, disponen conductas obligatorias,
que no pueden ser dejadas de lado por las personas, por cuanto ponen en juego
cuestiones de interés general o colectivo. Son normas que se denominan por ello de
orden público (*) o imperativas a las que alude el art. 12 del Código Civil y Comercial
(en adelante CCC o Código).
Existen otras, en cambio, que han sido establecidas por el legislador, especialmente en
materia de contratos, que rigen sólo en caso de ausencia de convenio expreso por parte
de los contratantes. Son normas meramente dispositivas o supletorias, que permiten
que las personas se aparten de ellas y establezcan algo distinto de acuerdo a su
conveniencia (CCC, art. 962). Rige plenamente en estos casos, el denominado
“principio de autonomía de la voluntad”.
Según el art. 19 de la Constitución Nacional, las personas tienen derecho a realizar
todos los actos que no sean expresamente prohibidos por la ley. Como consecuencia
de este principio, toda limitación a la libertad o autonomía de la voluntad de las
personas debe ser establecida mediante una ley.
Las disposiciones supletorias no restringen esa libertad, sino que son una ayuda del
legislador a los contratantes, permitiéndoles usar, si así lo quieren, el modelo que está
en la ley (así lo indica expresamente el art. 962 del CCC).
Las leyes, para ser obligatorias, deben ser publicadas (CCC, art. 5). Existe un periódico
destinado a efectuar dichas publicaciones, que se denomina Boletín Oficial (*). Una vez
efectuada la publicación, tienen vigencia desde el día que ellas determinen. Si no dicen
nada al respecto, son obligatorias después de los ocho días siguientes al de su
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publicación oficial (CCC, art. 5).
En principio, las leyes tienen vigencia indefinida, pero éstas pueden ser derogadas total
o parcialmente por otras leyes posteriores.
La reunión orgánica de todas las normas escritas que pertenecen a una rama del
derecho, en un cuerpo único, constituye lo que se denomina código.
En nuestro país existe un código en el que se encuentra la mayor parte del derecho
privado vigente: el Código Civil y Comercial de la República Argentina. Este tiene
vigencia desde el 1° de agosto de 2015. Existen asimismo numerosas leyes
complementarias de ese código, todas las cuales integran el sistema de derecho
privado en nuestro país.
5. 2. Usos y costumbres
La costumbre (*) es la observancia constante y uniforme de una regla de conducta por
los miembros de una comunidad social, con la convicción de que se cumple con una
regla jurídica. Dos son los elementos que presentan las costumbres: un elemento
objetivo, que es la repetición de una misma conducta; y un elemento subjetivo que es la
convicción de quienes repiten esa conducta de que lo hacen en cumplimiento de una
norma de derecho que así lo impone.
Es la fuente material por excelencia, especialmente de las relaciones comerciales. Con
ello se quiere indicar que en nuestro sistema, en el que la principal fuente formal del
derecho es la ley, el contenido de las leyes no es un invento del legislador, sino que
usualmente se trata de poner por escrito en una norma lo que ya está vigente en la
costumbre.
Cumple también la costumbre una función de perfeccionamiento del derecho legislado,
sirviendo para que éste vaya evolucionando y adaptándose a las nuevas realidades a
través del tiempo.
El art. 1 del Código reconoce a los “usos, prácticas y costumbres” como una fuente
jerárquicamente equiparable a una norma escrita o convencional.
Las palabras “uso”, “práctica” y “costumbre” son utilizadas por el artículo 1 del Código
Civil y Comercial para indicar que son vinculantes –obligatorias- cuando las leyes o
los interesados se refieren a ellos o en situaciones no regladas legalmente.
Algunos diferencian entre estos conceptos sosteniendo que la costumbre es una
conducta que se cumple con la convicción de estar respetando una norma obligatoria, lo
que no sucede con los usos. Con la palabra “uso” y “práctica” se hace referencia a una
costumbre en pequeño o individual, aplicable sólo a ciertas actividades. Consideramos
que pueden utilizarse las tres expresiones como sinónimos ya que el Código no las ha
diferenciado explícitamente.
El art. 964 inciso C, prevé la aplicación como regla para integrar los contratos, “los usos
y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido
declarados obligatorios por las partes o porque sean ampliamente conocidos y
regularmente observados en el ámbito en que se celebra el contrato, excepto que su
aplicación sea irrazonable”. Encontramos aquí los elementos que integran las
costumbres y los requisitos para que éstas sean aplicadas.
Existen diversas clases de costumbres. Según su función, suelen clasificarse en:
1°) Interpretativas que son las que se utilizan para determinar el alcance o sentido de
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una norma (o interpretarla). En el art. 1063, por ejemplo, se establece que para
interpretar el significado de las palabras debe recurrirse al “uso general”, excepto que
tengan un significado específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de los
“usos y prácticas del lugar de celebración”.
2°) Integrativas que sirven para llenar las lagunas del derecho (*). Completan las reglas
jurídicas cuando la ley o el contrato no las han previsto. Son las referidas en el art. 964
inciso C que remite a los usos y prácticas del lugar de celebración para integrar las
cláusulas de los contratos; y
3°) Contrarias a la ley que son las que se apartan o contradicen un texto legal y que de
acuerdo al art. 1 del Código no pueden tener efectos derogatorios de la ley.
El valor de la costumbre ha sido reflejado en el art. 1° del Código, el cual dispone
como regla general, que los usos y costumbres no pueden crear derechos, sino cuando
las leyes o los interesados se refieran a ellos o en situaciones no regladas legalmente.
Observamos, como ejemplo, que en la regulación del contrato de franquicia, el Código
de manera expresa remite a la aplicación de los usos y costumbres comerciales
locales o internacionales (art. 1514, inc. E). En la compraventa de cosas muebles, el
art. 1147 que se refiere al plazo de entrega de la cosa vendida, remite a la aplicación de
las costumbres antes que a la ley, si dicho plazo no ha sido fijado en el contrato. Son
muchas las referencias a los usos y costumbres que hace el Código, bastando esas dos
que hemos mencionado como ejemplos.
Surge ahora de la ley una clasificación de los usos y costumbres, de acuerdo al ámbito
donde rigen, distinguiéndose entre locales e internacionales (CCC, arts. 1161).
Ha quedado como doctrinaria la clasificación según la materia en la que se aplica y que
distingue entre: 1°) Usos generales, que son los que se aplica a todo acto jurídico; y 2°)
Especiales que rigen en determinadas actividades especiales, como el comercio de
lanas, cueros o cereales, en la actividad bancaria, los contratos de franquicia, etc.
También debe advertirse que se encuentran normas de orden público (*) que dejan sin
efecto la aplicación de las reglas de las costumbres en el art. 1096, el cual declara
aplicables -antes que las costumbres- las normas del Código a todas las personas
expuestas a las “prácticas comerciales”. Es decir, se aplican en primer lugar las
normas legales y solamente en caso de no regularse la conducta por la ley, se
aplicará las costumbres o prácticas comerciales.
Sumamos a lo expuesto que el art. 1800 permite que las costumbres se sumen a las
leyes como fuente alternativa de obligaciones, frente a una declaración unilateral de
voluntad.
Finalmente, vale hacer presente que el Código Civil y Comercial se refiere en varias
partes a las “buenas costumbres”, las cuales deben ser consideradas como el conjunto
de reglas impuestas por la moral social.
5. 3. Contratos
En una economía de mercado, el Estado debe actuar según el principio de
subsidiariedad, respetando la iniciativa privada y la realización de negocios lícitos
por los particulares.
En nuestro ordenamiento jurídico dicho principio de subsidiariedad tiene vigencia,
especialmente, como regla básica en materia de contratos (*), posibilitando que las
personas elaboren sus propias normas jurídicas individuales, que resultan de
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aplicación obligatoria a sus relaciones.
Esta atribución que tienen los particulares de dictarse ellos mismos las reglas o normas
jurídicas que están obligados a cumplir, se reconoce por los artículos 958 que indica
que las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido, dentro
de los límites impuestos por la ley, el orden público (*), la moral y las buenas
costumbres, y 959 que indica que todo contrato válidamente celebrado es
obligatorio para las partes.
Por lo tanto, para una parte de la doctrina con la que estamos de acuerdo, los contratos
son fuente formal de derecho, dejando a salvo que la posición contraria tiene gran
número de adherentes.
Nuestra posición nos permite clarificar el orden en que se han de aplicar las normas
jurídicas frente a un caso concreto: 1°) Cuando estemos frente a un contrato, primero se
debe aplicar la “ley del contrato”, es decir lo que las partes han convenido
expresamente en las cláusulas del mismo. 2°) Sólo frente a la ausencia de una
convención expresa en el contrato, se aplica la ley. Y 3°) Ante ausencia de convención
expresa en el contrato y de disposición legal que regule la cuestión, se deberán buscar
las reglas que se aplican, en la costumbre. Esta es la regla general.
El orden antes mencionado se altera sólo frente a leyes de orden público (*), las que no
pueden ser derogadas por la voluntad de las partes (CCC, arts. 12 y 958). Por ejemplo:
El art. 1198 fija un plazo mínimo de dos años para la locación de inmuebles,
cualquiera sea su destino.
En los casos de leyes de orden público o imperativas, la restricción a la libertad de
contratación se funda en la protección de intereses generales o del bien común (*) que
el legislador ha considerado prudente que sean asegurados de esta manera.
Para que no queden dudas, el segundo párrafo del art. 12 se refiere al fraude a la ley,
prohibiendo todo medio que sirva directa o indirectamente para violar estas
disposiciones de orden público.
5. 4. Sentencias
Un criterio similar al que se expuso con respecto a los contratos, se aplica a las
sentencias (*), las cuales constituyen también reglas obligatorias para quienes han sido
partes, en el proceso judicial donde dicha resolución ha sido dictada. También dejamos
a salvo que una importante parte de la doctrina no considera a las sentencias como
fuente formal del derecho, con argumentos similares para excluir como fuentes formales
a los contratos.
5. 5. Otras fuentes formales
Suele hacerse referencia a la jurisprudencia (*), doctrina (*) y equidad (*) como otras
fuentes formales del derecho. Sin embargo, no se trata verdaderamente de tales ya que
la función que cumplen no es la de establecer reglas obligatorias, sino que sirven para
el mejoramiento y perfección de las leyes y las otras fuentes formales del derecho. No
han sido contempladas en el Código como fuentes. Se puede indicar también que son
éstos elementos que sirven para interpretar la ley junto a las costumbres interpretativas.
La única excepción que podemos referir, es la que surge de los denominados fallos
plenarios (*) y los que tienen como finalidad unificar los criterios judiciales, que
establecen jurisprudencia obligatoria que debe ser aplicada por todos los tribunales que
pertenecen al fuero donde han sido dictados. Por ese motivo, pueden ser considerados
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estas resoluciones judiciales excepcionalmente como reglas obligatorias y también
fuentes formales del derecho.
Destacamos finalmente que el Código Civil y Comercial reconoce expresamente varias
figuras que sirven para guiar la correcta aplicación del derecho o ejercicio del derecho,
incluyendo en su título preliminar disposiciones sobre el principio de buena fe (art. 9), la
prohibición de actuar con abuso del derecho (art. 10), abuso de posición de dominante
(art. 11) y en fraude a la ley (art. 12).
6. La empresa y el derecho
La realidad social muestra la existencia de unidades económicas que tienen su
propio carácter y movimiento, tienen "vida propia", con independencia del
propietario o de los sujetos que participan o se vinculan con ella.
Observamos que los dependientes y el principal dedican sus esfuerzos al "negocio"
o a la “empresa” y no a la persona de su titular. Los terceros tratan con el titular a
través de la "empresa". Se consigue crédito también a través de la “empresa” que
sería la verdadera titular del crédito.
A pesar de verificarse esta realidad de organizaciones empresarias como unidades
económicas, no existe un concepto general y único de empresa en el derecho, ni
una rama del derecho que esté estructurada sobre la base de los elementos y
actividad de las empresas. Sólo existen conceptos de empresa que se dan en
diversos ordenamientos legales, pero que se han regulado y desenvuelven con las
finalidades propias de cada uno de esos ordenamientos y que no pueden ser
generalizados o utilizados más allá de esos ámbitos específicos.
En el Código se hace referencia a la empresa como actividad cuyo desarrollo exige
llevar contabilidad y registros contables (art. 320). En la Ley General de Sociedades
19.550 el concepto se utiliza a los fines de definir la tipicidad de las sociedades (art.
1). En la Ley de Contrato de Trabajo 20.744 (art. 5), que contiene la mejor definición
legal sobre el instituto (aunque aclara que la definición es “a los fines de esta ley”),
el objetivo es determinar quien es el responsable por la relación laboral.
La Ley General de Sociedades (19550) frente a toda sociedad supone la existencia
de una empresa. Así surge del art. 1° de dicha ley. Dice dicho artículo: Habrá
sociedad si una o más personas en forma organizada conforme a uno de los tipos
previstos en esta ley, se obligan a realizar aportes para aplicarlos a la producción o
intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios y soportando las
pérdidas.
Bien podríamos tomar esa definición para caracterizar la empresa, eliminando las
referencias al “tipo” de sociedad para aplicarla a toda empresa, aún a aquellas
unipersonales cuya existencia no hacen nacer una persona jurídica.
A pesar de esta omisión del sistema legal de definir la empresa prescindiendo del
carácter de persona jurídica o de persona humana del empresario (sujeto que se
encuentra al frente de la empresa), pueden destacarse los siguientes elementos
necesarios para que exista una empresa para el derecho: a) Un mínimo de medios
materiales y personales (naturaleza, capital y trabajo); b) Una mínima medida de
organización unitaria para la coordinación de los elementos naturaleza, capital y
trabajo; y c) todo ello destinado al cambio o a la actuación en el mercado.
Paralelamente, la actividad de las empresas no se desenvuelve sólo en la esfera de
las relaciones entre los particulares, sino que interesa cada vez más al derecho
Derecho Privado - Capítulo 1 - Generalidades
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público. El Estado interviene en la economía, incluso mediante el desempeño por
parte de mismo del rol de empresario a través de las empresas públicas, sociedades
del estado, etc.
En los últimos tiempos, el denominado “modelo neoliberal” -que tiende a ser
aplicable como sistema universal- produce la retracción de la actividad del Estado
como empresario, con una general tendencia hacia las privatizaciones,
desregulación de la economía y apertura internacional; ello no significa una pérdida
de influencia de lo público en las relaciones privadas.
Especialmente a raíz de la crisis bancaria internacional del año 2008 se está
registrando actualmente una revisión del modelo global.
La intervención del Estado en la actividad de las empresas, tiende a dejar de lado el
modelo neoliberal, haciéndose efectiva por medio de la protección legal del derecho
a la libre competencia, de los derechos de los consumidores y la creación de
organismos públicos especializados en dichos asuntos.
Esta tendencia significa que el Estado va aumentando cada vez más su influencia
sobre las empresas. En nuestro país nos encontramos con una fuerte presión
tributaria, la reiterada suspensión de pagos a los acreedores del Estado (leyes de
consolidación de pasivos del Estado), el mal manejo del gasto público, el
endeudamiento externo, la política aduanera, las modificaciones en el régimen
cambiario, la pesificación y confiscación de depósitos bancarios, restricciones
cambiarias, etc. Todo ello tiene enorme repercusión sobre las empresas, tanto
públicas como privadas.
Todos los principios y normas jurídicas, tanto de derecho público como de derecho
privado, que convergen y se refieren a la organización y funcionamiento de las
empresas, es lo que conformaría el contenido del derecho empresario o derecho
comercial actual, que es el objeto principal de estudio en este curso.
Sin embargo, debemos reconocer que existen grandes dificultades para delimitar un
concepto jurídico de empresa y armonizarlo con los demás. Esta dificultad es el
mayor obstáculo para que pueda ser considerado el derecho empresario como una
rama autónoma del derecho. Sólo se trata por ahora de un método para organizar el
estudio del sistema legal y el dictado de este curso.
(*) Ver glosario.
Bibliografía
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española., 22° edición,
www.rae.es
TORRE, Abelardo: Introducción al Derecho. Perrot, Buenos Aires, 1972.
Glosario
Bien común: Razón esencial o causa orientadora de la existencia del Estado.
Conjunto de las condiciones sociales que permiten y favorecen el desarrollo integral
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Derecho Privado - Capítulo 1 - Generalidades
de las personalidades. En su contenido, comprende el bien “esencial” para el
desenvolvimiento intelectual, moral y cultural del hombre y el bien “instrumental”,
comprensivo de los medios materiales necesarios para la subsistencia (Dromi). El
preámbulo de la Constitución Nacional usa la fórmula “bienestar general” que se ha
considerado equivalente a bien común, conforme jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.
Boletín Oficial: Publicación periódica en la que el Estado cumple su obligación de dar
publicidad legal a sus actos, como las leyes, decretos, llamados a licitación pública,
remates judiciales, citaciones judiciales, etc.
Contrato: Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una
declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos (CCC, art. 957). Su
naturaleza es la de una norma o ley individual y fuente objetiva de derechos (CCC,
arts. 959, 962 y concordantes).
Costumbre: Comportamiento de hecho general, constante y uniforme, sentido como
socialmente necesario. También puede ser definida como la observancia constante y
uniforme de una regla de conducta por los miembros de una comunidad social con la
convicción de que responde a una necesidad jurídica (De Ruggiero - Maroi).
Derecho: Sistema de normas coercibles, que rigen la convivencia social o la conducta
humana en su interferencia intersubjetiva (Torré). Explicación: Sistema de normas:
porque es un conjunto ordenado y jerarquizado de reglas de conducta. Coercibles:
Susceptibles de ser aplicadas mediante la fuerza, en caso de inobservancia. Rigen la
convivencia social: Rigen las relaciones de los seres humanos entre sí.
Derecho positivo: Derecho vigente o efectivamente aplicado.
Derecho natural: Conjunto de principios normativos, puramente ideales, de validez
universal y permanente. Para algunos, estos principios ideales no son otra cosa que la
idea de justicia.
Doctrina: Estudios de carácter científico que los juristas realizan acerca del derecho
(García Maynez). Conjunto de teorías y estudios científicos, referentes a la
interpretación del derecho positivo, para su justa aplicación (Torré).
Empresa: Coordinación de diversos elementos: capital, naturaleza y trabajo,
destinados al trueque (Vivante). Podría agregarse como otro elemento, la
presentación de una unidad económica. Se trata entonces de una unidad
económica organizada mediante la cual el empresario actúa en el mercado
(Raisch). A pesar de ello, en el sistema legal no es centro de relaciones jurídicas ni
sujeto de derecho (Romero). El art. 5 de la Ley de Contrato de Trabajo (20744)
contiene una definición de empresa, aunque exclusivamente a los fines de las
relaciones laborales, indicando: se entiende como "empresa" la organización
instrumental de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una
dirección para el logro de fines económicos o benéficos.
Estado: Forma de organización política de la comunidad para asegurar el bien común
(ver). Sus elementos esenciales son el territorio, la población y el poder. Bidart Campos
le agrega un cuarto elemento: el gobierno. El Estado de derecho se caracteriza por
establecer la división del poder en funciones, garantizar a los ciudadanos sus derechos
fundamentales, limitando eficazmente el poder político por medio de normas
constitucionales. Según la manera en que se distribuye el poder en el territorio, existen
diversas formas del Estado, entre las que se distinguen al Estado unitario, federal o
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confederación.
Equidad: Se la considera tradicionalmente como la justicia del caso particular, cuyo fin
es atemperar el excesivo rigorismo de las leyes. Cumple la función de corregir la
injusticia que puede derivar de la aplicación de una ley a un caso concreto (Torré).
Fallo plenario: Sentencia dictada por las Cámaras de Apelación, que cumple la
finalidad de unificar la jurisprudencia contradictoria.
Gobierno: Personas y órganos que ejercen el poder del Estado, encaminado al logro
de sus finalidades, dentro de un marco de competencias determinadas por la
Constitución y las leyes.
Institutiones: Libros destinados en la antigüedad a la enseñanza del Derecho Romano.
Existen dos versiones principales: las escritas por el jurista Gayo (siglo II) y las
recopiladas por disposición del emperador Justiniano I (sigo VI). Son considerados
como antecedentes de las figuras jurídicas más importantes del Derecho Civil moderno.
Jurisprudencia: Conjunto de resoluciones de los tribunales. En un sentido estricto: el
conjunto de sentencias uniformes o que han sido dictadas en el mismo sentido.
Laguna del derecho: El ordenamiento jurídico regula todas las conductas humanas y,
por lo tanto, todos los casos tienen solución jurídica. Las conductas que no están
reguladas por la ley o la costumbre, están comprendidas en la llamada norma de
libertad, principio según el cual todo lo que no está prohibido está permitido (Legaz y
Lacambra). No existen en consecuencia lagunas del derecho. A pesar que la expresión
es incorrecta y puede causar confusión, se utiliza para hacer referencia a un caso no
previsto por la ley (Torré).
Norma jurídica: Regla de conducta humana coercitiva, impuesta o reconocida por la
autoridad de Estado, con el fin de ordenar las relaciones del hombre en la sociedad.
Orden público: Parte del ordenamiento jurídico que regula los principios que se
consideran esenciales por parte de la comunidad, limitando la autonomía de la voluntad
de los sujetos. En las normas de derecho privado consideradas de orden público, en
general, existe primacía de voluntad colectiva sobre la voluntad individual, con el
propósito de defender los derechos de quien se considera más débil, como sucede con
los derechos de los trabajadores, consumidores, locatarios, etc. El concepto de orden
público ha ido evolucionando con el tiempo, habiendo tenido influencia fundamental en
el mismo los cambios sociales producidos en el siglo XX. De una limitación a la
autonomía de la voluntad sólo en los casos de defensa de instituciones básicas del
Estado (familia, moral, buenas costumbres, etc.), se pasa a su aplicación en los ámbitos
económico y social, para tratar de proteger a quienes se consideran más débiles o se
encuentran en condiciones más desfavorables al contratar (trabajadores, consumidores,
inquilinos, etc.) o, directamente, para imponer una política económica (p. ej.: ley de
emergencia pública 25.561 que deroga la ley de convertibilidad 23.928). Se ha
precisado que cuando se habla de orden público se mira a la causa que produce la
imperatividad de ciertas leyes La imperatividad sólo se predica de las leyes cuya
observancia no pueden dejar de lado las convenciones de los particulares, en tanto que
el carácter de orden público alude a los motivos o fundamentos por los cuales se
dispone esa imperatividad de la ley (Llambías). Clases de orden público: Dentro de
este orden público económico, como asimismo en el orden público en general, un
importante sector distingue o diferencia entre un orden público de protección y
un orden público de dirección. Siendo este último, el orden público de dirección,
12
Derecho Privado - Capítulo 1 - Generalidades
aquel por el cual los poderes públicos se proponen realizar ciertos objetivos
económicos, a cuyo fin en algunos casos los actos privados quedan sujetos,
dentro de otras medidas, a autorizaciones estatales y es menester una
apreciación concreta de la situación de que se trate, por una autoridad
competente, dándose la aprobación cuando el Estado no se opone al contrato
pero quiere controlarlo. El orden público de protección es aquel que tiende a
resguardar a una de las partes, pero también -y principalmente- el equilibrio
interno de los contratos.
Sentencia: Decisión de un juez que pone fin al proceso, estableciendo la solución del
conflicto.
Capítulo 2
El Derecho privado: Principios generales e instituciones propias del derecho
privado
Sumario: 1. El Derecho Privado. 2. Método del Código Civil y Comercial. 3. Los sujetos del derecho.
4. Clases de personas. 5. Personas humanas. 6. Atributos de las personas humanas. 7. Nombre. 8.
Estado ó estado civil. 9. Domicilio. 9.1. Domicilio especial. 9.2. Domicilio legal y domicilio real. 9.3.
Cambio y conservación del domicilio. 9.4. Domicilio de las personas jurídicas. 10. Capacidad. 10.1.
Capacidad de derecho. 10.2. Capacidad de hecho o de ejercicio. 10.3. Incapacidad de derecho. 10.4.
Capacidad restringida e Incapacidad de hecho. 11. Menores de edad. 11.1. Capacidad laboral del
menor a partir de los 16 años. 11.2. Situación patrimonial del menor que trabaja a partir de los 16
años. 11.3. Capacidad patrimonial del menor que obtuvo título habilitante. 11.4. Emancipados por
matrimonio. 12. Personas con capacidades restringidas y pródigas. 13. Inhabilitación concursal. 14.
Representación de los incapaces de hecho. 15. Personas jurídicas. 15.1. Concepto. 15.2.
Clasificación de las personas jurídicas. 15.3. Representación de las personas jurídicas. 15.4.
Capacidad y responsabilidad de las personas jurídicas. 15.5. Comienzo y fin de las personas
jurídicas. 15.6. Atributos de las personas jurídicas. 16. Persona y empresa
1. El Derecho Privado
La principal rama del derecho privado es el derecho civil (*). Su nombre se debe a
que encontramos allí el “derecho común”, denominado de esta manera por cuanto
regula las relaciones jurídicas que conciernen a situaciones cotidianas, generales o
comunes a cualquier persona en sociedad. También se ha indicado que allí están
contenidas las reglas que se vinculan con los derechos del ciudadano (en latín:
“cives”).
En este sentido se ha indicado que el ser humano, antes que comerciante,
agricultor, trabajador o empresario, es fundamentalmente persona, integrante de una
familia, titular de relaciones patrimoniales que le sirven para obtener lo necesario
para su subsistencia y en general sometido a su nacimiento, crecimiento y muerte.
Estas circunstancias y condiciones generales y propias de cualquier ser humano por
el solo hecho de serlo, son propias de las normas del derecho civil.
Cuando en otras ramas del derecho privado se establecen reglas diferentes a las
reglas comunes del derecho civil, las mismas resultan “especiales” para esa parte de
la realidad que regulan, como las que contienen algunas figuras propias del derecho
comercial o el derecho laboral.
Estas disposiciones del derecho civil en tanto son reglas comunes, también sirven
para suplir lo que se omite regular en leyes especiales. Vale decir, cumple también
una función supletoria para llenar las lagunas de las demás leyes.
Así por ejemplo, el artículo 4 de la ley 11867 que regula la transferencia de fondos
de comercio, dispone que el documento de transmisión sólo podrá firmarse después
de transcurridos diez días desde la última publicación, plazo que tienen los
acreedores afectados por la transferencia, para notificar su oposición. No indica la
ley 11867 si son días corridos, hábiles comerciales, hábiles judiciales, etc. Para
suplir la omisión indicada, debe recurrirse a lo que establece el Código Civil y
Comercial al respecto, el cual ha contemplado la solución en su artículo 6.
El Código Civil y Comercial de la República Argentina, el cual tiene vigencia a partir
del 1° de Agosto de 2015, hoy es la principal fuente formal de nuestro derecho
privado.
Con anterioridad a dicha fecha, teníamos en Argentina dos códigos. Por un lado, el
2
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
Código Civil, redactado por Dalmacio Vélez Sársfield, que rigió en nuestro país
desde 1871. Y por otro lado, regía desde 1862 el Código de Comercio, que había
sido redactado por el mismo Vélez Sársfield conjuntamente con otro jurista llamado
Eduardo Acevedo.
La existencia de dos códigos diferentes hasta el año 2015 es producto de la
evolución histórica. Si bien la actividad comercial existe desde la antigüedad, en la
historia del Derecho, recién en la Edad Media el comercio empieza a exigir reglas
especiales y diferentes a las del derecho común.
Ello se produjo como consecuencia de las necesidades propias de esa época, en la
que van apareciendo normas especiales que regulan principalmente el comercio
marítimo, actividad para la cual resultaban inconvenientes las normas de derecho
común que estaban vigentes en ese momento.
En una primera etapa, estas normas especiales para el comercio se aplicaban a los
actos realizados por una “clase” de sujetos: los comerciantes en el ejercicio de su
profesión, para lo cual debían agremiarse en la corporación de comerciantes de su
ciudad. Luego, al generalizarse la actividad, se optó por enunciar una serie de
conductas o situaciones, que fueron denominados como “actos de comercio” (*), los
que siempre eran regidos por la ley comercial, sin interesar la calidad de comerciante o
no de la persona que los realizaba.
Las reglas y soluciones que encontraron los comerciantes para resolver sus conflictos,
basadas fundamentalmente en los usos y costumbres propios del comercio, resultaron
en algunos casos tan buenas, que terminaron generalizándose al ser aceptadas e
incorporadas por el derecho común. Este fenómeno por el cual el Derecho Civil
(derecho común) adopta como propias las normas del Derecho Comercial -es decir,
cuando las normas especiales del comercio se transforman en normas comunes- ha
sido denominado “comercialización” del Derecho Civil.
Simultáneamente a este fenómeno de comercialización del Derecho Civil, se produce
otro descripto como fragmentación o dispersión del Derecho y que se ha producido con
gran notoriedad en el ámbito de las normas del Derecho Comercial. El sistema de
reglas especiales que integraba el Derecho Comercial en el siglo XIX (muchos países
se dictaron códigos de comercio en ese siglo), empezó a fragmentarse en leyes que
regulan diversas instituciones. Ello se produce principalmente en el siglo XX.
Estas leyes especiales, forman especies de “micro sistemas” autónomos, que
contienen reglas propias, en las que encuentran solución casi todos los problemas que
presentan los institutos regulados, realidad que se advierte claramente en el derecho
argentino.
Siguiendo la tendencia mundial, nuestro país dictó su Código de Comercio en el año
1862 y luego, en sucesivas y múltiples modificaciones, se derogaron las dos terceras
partes de las normas que originalmente integraban dicho código.
Las figuras reguladas en esas normas derogadas, fueron motivo de leyes especiales,
cuya normativa -especial como ya indicamos- sirve para solucionan prácticamente
todos los problemas y dudas que generen estas instituciones. Así por ejemplo, en
materia de sociedades comerciales, usualmente se encontrarán las soluciones en el
propio texto de la ley de sociedades comerciales; y en lo que allí no encuentre solución
seguramente aparecerá en normas del derecho común y no en el resto del
ordenamiento comercial.
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
3
El ordenamiento comercial se encontraba dividido entre una parte general que como
señalamos había perdido su razón de ser, por convertirse en derecho común, por un
lado, y por otro, por fragmentarse en una gran cantidad de leyes especiales.
Las cuestiones que no estaban contempladas en estas leyes (y costumbres)
especiales, ordinariamente no encontraban solución en las disposiciones del Código de
Comercio, porque directamente no existían tales normas. Y por lo tanto, para llenar los
vacíos de estos micro sistemas legales, debía recurrirse al Código Civil haciendo que
perdiera sentido la existencia de un sistema general de derecho comercial.
Estas leyes comerciales relativamente independientes o autónomas, se han dado en
materias tales como seguros, títulos de crédito, transferencias de fondos de comercio,
sociedades comerciales, concursos (*), bancos (*), bolsas y mercados de valores (*),
prendas con registro, tarjetas de crédito, fideicomisos, etc. Cada uno de estos institutos
se ha separado del sistema general del Derecho Comercial (lo poco que de él queda),
pasando a estar regulado cada uno por una ley especial.
Por otro lado, tenemos que, principalmente en el siglo XX, cobra importancia
fundamental para la economía el fenómeno de la empresa, como consecuencia de la
producción industrial y comercialización de bienes en forma masiva. Durante la época
de la revolución industrial se desarrollaron una gran cantidad de empresas con
diversas finalidades. En la etapa de neoliberalismo que vivimos hoy, se registra el
fenómeno de la globalización y concentración de empresas, lo cual ha potenciado los
cambios.
Como toda empresa implica una unidad o centro de relaciones económicas, se ha
propuesto que también sea considerada como centro o unidad de relaciones jurídicas,
formando una nueva rama del derecho denominada Derecho de la Empresa o Derecho
Empresario o Derecho Empresarial.
Esta nueva rama está en proceso de evolución y está empezando a perfilarse con
bastantes dificultades. Se opone a ella, principalmente que, en el Derecho, las
unidades de relaciones jurídicas se estructuran sobre la base de la existencia de una
persona. Y, como veremos más adelante, las empresas no son sinónimo de sujetos de
derecho, lo cual impide en esta etapa de la evolución que sean consideradas como
centro de relaciones jurídicas.
El fenómeno de la empresa, además, comprende cuestiones que hacen al Derecho
Público, como las que se refieren a la intervención del Estado en la economía, al
Derecho Fiscal, al Derecho del Trabajo, al Derecho Aduanero, etc. Y en los últimos
tiempos, se suman también las normas que hacen a la libre competencia y su
contracara que es la protección al consumidor.
Tal variedad de aspectos hace imposible todavía que el Derecho Empresario sea
considerado como una rama del Derecho o como una categoría en la que pueda
fundarse la construcción de un sistema. Sin embargo, no puede ignorarse que la
realidad exige al Derecho en este momento, que se armonicen el conjunto de normas
jurídicas que regulen los distintos aspectos de la empresa, sobre la base de un mismo
modelo económico (Roitman), tendencia que marca la evolución del Derecho
Comercial en las últimas décadas.
El sistema descripto se encontraba en crisis principalmente por la pérdida de
especialidad de las normas comerciales que se han ido convirtiendo en derecho
común, al ser adoptadas por el derecho civil como propias. La actividad económica
de cualquier persona en general, sea o no comercial, ya no requiere reglas
4
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
especiales y diferentes. Al ir desapareciendo esa necesidad también desaparece la
justificación de la regulación de todos los contratos comerciales que tienen su
mellizo en el derecho civil (p.ej. los contratos de compraventa, mandato, mutuo,
depósito, etc. pueden ser comerciales o no).
Frente a esta realidad, el proceso histórico de evolución del derecho privado llega al
Código Civil y Comercial vigente desde 2015, en el cual se vuelve a reunir o unificar
en un solo cuerpo de leyes normas civiles y comerciales. Por otro lado, quedan
vigentes la mayor parte de las leyes especiales que forman esos “micro sistemas
legales” a los cuales nos referimos con anterioridad.
2. Método del Código Civil y Comercial
El método del Código Civil y Comercial argentino (en adelante lo identificamos como
CCC) se basa en distinción entre los derechos de familia y los patrimoniales y estos
últimos en reales o absolutos (*) y personales o relativos (*).
Los derechos personales u obligaciones, son relativos porque sólo se dan respecto a
un sujeto pasivo (deudor) determinado de antemano. Así por ejemplo, si el
comprador adeuda el precio de la mercadería adquirida al vendedor, sólo entre ellos
dos existe tal relación. El vendedor como acreedor del precio, sólo le puede exigir al
comprador que pague el mismo.
En cambio, los derechos reales son “erga omnes” o contra todos. El propietario de
una lapicera puede exigir a todos que respeten su derecho a hacer lo que desee con
esa lapicera (puede regalarla, venderla, usarla y romperla si quiere sin que nadie
tenga derecho a impedirlo, como principio general del sistema).
Esta distinción entre derechos reales y personales es la espina dorsal del método del
Código Civil.
Dicho código tiene un título preliminar, el cual se refiere a la aplicación de la ley en
el tiempo y en el espacio, los modos de contar los intervalos del derecho y otros
principios generales. Las disposiciones de este título preliminar se aplican a todo el
derecho en general y no sólo al derecho privado, de allí su enorme importancia.
Así, por ejemplo, si en la cláusula de un contrato o en una ley se consignara un
plazo de “cinco días”, sin indicarse si se trata de días hábiles o corridos ni señalar
horarios, resultará aplicable lo dispuesto en el título preliminar (CCC, art. 6).
Igualmente, si se fija un plazo por parte de una ley especial, como la ley de
transferencia de fondo de comercio o ley de seguros, que no regulan sobre el modo
de contar los plazos, deben aplicarse los mismos artículos de la ley común.
El Código Civil y Comercial se encuentra luego dividido en seis libros: Libro I: Parte
General, en la que se trata las personas, los bienes, hechos y actos jurídicos y la
transmisión de los derechos; Libro II: Las relaciones de familia; Libro III: Derechos
personales, en el que se refiere primero a las obligaciones, y luego a los contratos y
otras fuentes de obligaciones; Libro IV: Los derechos reales; Libro V: La transmisión
de derechos por causa de muerte; y Libro VI Disposiciones comunes a los derechos
reales y personales.
El derecho, en general, se presenta a veces como conjunto de reglas de conducta,
normas o leyes a lo que se denomina derecho objetivo para distinguirlo del derecho
entendido como facultad o derecho subjetivo, como por ejemplo, derecho a estudiar,
derecho a ejercer el comercio, derecho a que se respete la vida, derecho a exigir el
cumplimiento de un contrato.
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
5
En este último caso, frente a la estructura de todo derecho subjetivo distinguimos
tres elementos: 1°) sujeto o persona, 2°) objeto, y 3°) causa (eficiente). Los tres
elementos sirven para ordenar y sistematizar el estudio de la parte general del
derecho privado y que pasamos a considerar en este capítulo y los dos siguientes.
3. Los sujetos del derecho
Las personas (*) para el derecho son los sujetos de las relaciones jurídicas y por lo
tanto portadores o titulares de derechos y obligaciones. Basta ser hombre para ser
considerado persona por el derecho y, como tal, titular de derechos y obligaciones
(no sucedía lo mismo en épocas en que se admitía legalmente la esclavitud puesto
que los esclavos no eran titulares de derechos y obligaciones).
El derecho moderno reconoce derechos o atributos esenciales a toda persona por el
solo hecho de serlo. Tradicionalmente se han considerado como tales al nombre,
estado, capacidad y domicilio. Aunque también existen derechos que derivan de la
personalidad o "dignidad" del hombre, como el derecho al honor, a la intimidad
personal y familiar, a la propia imagen, a la integridad física, etc., que también deben
considerarse esenciales.
Vale aclarar que los animales no pueden ser considerados titulares de derechos por
cuanto no son sujetos para el derecho. Cuando se dice que la ley protege a los
animales o se hacen referencia los derechos de los animales, en realidad debe
interpretarse que los que se protegen legalmente son los sentimientos de piedad y
de amor generalizado que tienen los hombres (que sí son sujetos de derecho) por
los animales.
Adelantamos que el concepto de "personalidad" es distinto al de "capacidad" (*) al
que más abajo nos referimos en detalle.
4. Clases de personas
¿Pueden existir además del hombre otras personas? El derecho civil universal
distingue entre: 1°) La persona individual, física o natural, persona de existencia
visible o “persona humana” como la denomina el Código (CCC, art. 19) y 2°) La
persona colectiva, de existencia ideal, o persona jurídica (CCC, arts. 141 y sgtes.).
A su vez, las personas jurídicas son clasificadas en personas públicas y privadas
(CCC, art. 145).
5. Personas humana
El Código Civil y Comercial no ha dado un concepto de persona humana indicando
solamente que la existencia comienza con la concepción, por lo que extiende su
protección a las personas que todavía no han nacido. En este último caso, el
derecho civil les reconoce la posibilidad de adquirir derechos como si hubieren
nacido (CCC, art. 21), condicionados al nacimiento con vida.
El derecho civil también alcanza a las personas que han dejado de existir (y por lo
tanto no son ya personas), regulando la situación del patrimonio después de su
muerte física, lo que se denomina sucesión universal, la cual es tratada en el libro V.
6. Atributos de las personas humanas
Las personas, desde su nacimiento, tienen diversos atributos o cualidades
esenciales para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus obligaciones que
son reconocidas por el derecho privado: nombre, domicilio, capacidad, y estado civil.
Son todos caracteres necesarios (sin ellos no hay persona) innatos (basta el
6
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
nacimiento con vida para su adquisición plena), vitalicios, inalienables (no están en
el comercio y son de orden público) e imprescriptibles (no se extinguen por el
transcurso del tiempo).
A la par de los cuatro mencionados en el párrafo anterior -los cuales consideramos
en los puntos siguientes-, existen los denominados derechos personalísimos (como
a la salud, a la integridad física, a la vida, al honor, a la imagen personal, etc.), cuya
regulación excede completamente el marco del derecho privado y que también
deben considerarse atributos esenciales de las personas, los cuales son igualmente
incorporados al Código a partir del art. 51 (y que nosotros no consideramos por
exceder la finalidad de este curso).
Con respecto a las personas jurídicas, no se puede decir que tienen atributos
esenciales igual que las personas humanas. A su respecto, el sentido del
reconocimiento legal de su existencia es distinto, ya que son recursos o
herramientas del sistema legal tendientes a organizar y facilitar la vida en relación y
desarrollo de diversas actividades. Por lo tanto, no se pueden aplicar a las personas
jurídicas los mismos atributos que a las personas humanas o, por lo menos,
utilizarlos en el mismo sentido.
Así, por ejemplo, con relación a las personas jurídicas, se ha indicado que no tienen
vida privada (Mosset Iturraspe); que el derecho de éstas a la privacidad de sus
papeles y correspondencia sólo se vincula con su patrimonio; que el nombre se
vincula con la penetración en el mercado, que las personas jurídicas no tienen
estado civil, etc. Inclusive en el caso de las sociedades de hecho, que son sujetos de
derecho, existe la posibilidad que no tenga nombre, lo cual no implica la violación a
ningún derecho. En cambio, el nombre para las personas humanas, sirve para
indicar una relación de familia y no puede faltar.
Los atributos, para las personas jurídicas, se tratan exclusivamente de cuestiones
patrimoniales que no se vinculan con el honor, ni con derechos personalísimos (que
no tienen las personas ideales y que son exclusivos de las personas humanas).
7. Nombre
El nombre es el modo obligatorio de designación de las personas y sirve para
distinguirlas en su individualidad. Este elemento fundamental para identificar a las
personas sirve para vincularse con otras personas y con la comunidad.
La ley lo reconoce al mismo tiempo como un derecho y un deber (CCC, art. 62).
Presenta como caracteres el de ser: necesario, único, inmutable (conforme CCC, art.
69), salvo motivos justos, y está fuera del comercio. Se encuentra protegido por la
ley, que ha establecido acción de reconocimiento y de recuperación, si es usado por
otra persona, por ejemplo, en personajes de fantasía o cosas (CCC, art. 71).
Presenta dos elementos: prenombre y apellido (conf. CCC, art. 62).
Se establecen diversas restricciones por parte de la ley, en cuanto al prenombre, no
aceptándose nombres extravagantes, los apellidos como nombres, no más de tres
prenombres, etc. (CCC, art. 63).
El apellido puede ser simple, compuesto o doble. Los hijos llevan el primer apellido
de uno de los padres, siendo facultativo agregar el del otro (CCC, arts. 64 y sigts.).
En el caso de los hijos adoptivos se aplica la misma solución (CCC, art. 68).
El doble apellido, en consecuencia, es el que resulta de la agregación en segundo
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
7
lugar del apellido del otro padre. El compuesto es el integrado por dos o más
elementos inseparables, de modo que la omisión o supresión de uno de ellos
determina que la denominación pueda ser trunca (por ejemplo: Juan “de Garay”).
También prevé la ley que los cónyuges están facultados a utilizar el apellido del otro
precedido o no por la palabra "de". En caso de divorcio, se puede prohibir que lo siga
utilizando, por motivos graves (CCC, art. 67).
La protección legal del nombre también se extiende al seudónimo (CCC, art. 72).
Lo atinente con el nombre y apellido de las personas guarda estrecha relación con
un derecho fundamental como lo es la identidad personal, lo que se asocia de
manera íntima también con la idea misma de dignidad de las personas.
En cambio, el nombre comercial denominado por la ley 22362 como
“designación”, no es un atributo de una persona humana, sino un elemento
constitutivo del establecimiento industrial o comercial que sirve para distinguirlo de
los demás. Es un bien inmaterial sobre el cual el comerciante o empresario ejerce el
derecho de propiedad y es parte de su patrimonio –es un activo intangible-, por lo
que puede cederlo sólo cuando transfiera el establecimiento comercial; sirviendo
para la identificación de un sujeto en el tráfico mercantil y la actividad empresarial.
El nombre de una persona también puede ser registrado como marca o utilizado
como denominación de una sociedad o razón social. Si el nombre de una
persona humana es usado en forma ilegítima o indebida, el titular del nombre puede
reclamar que cese el uso y que se indemnicen los daños y perjuicios sufridos (CCC,
art. 71).
La denominación o razón social identifica a una sociedad y sirve para imputarle
jurídicamente los actos de quien actúa en su nombre (ley 19550, art. 10, inc. 2). La
designación identifica el nombre o signo con que se designa una actividad con o sin
fines de lucro (ley 22.362, art. 27). En otras palabras, sirve para identificar la
empresa. Y la marca sirve para identificar el origen comercial o industrial de un
producto o servicio (ley 22362, art. 1 y sgtes.).
Ampliaremos sobre el nombre comercial y las marcas cuando los tratemos entre los
elementos de la hacienda comercial, haciendo desde ya presente que estas figuras
pueden estar vinculadas entre sí, pero son distintas.
8. Estado o estado civil
El estado de una persona o estado civil (*) consiste en una posición del individuo en
el grupo familiar y en la sociedad a que pertenece. Así decimos que una persona es
casada, soltera, hijo, padre, divorciado, etc.
El estado civil Influye en la capacidad de las personas e incide sobre sus derechos y
obligaciones. Así por ejemplo los cónyuges no pueden celebrar entre sí ciertos
contratos (una compraventa o una donación entre cónyuges es nula), tienen deberes
recíprocos (cohabitación, fidelidad, asistencia); los padres no pueden contratar con
sus hijos menores (el contrato sería nulo); ciertos grados de parentesco impiden
contraer matrimonio, etc.
En una acepción amplia, el estado es cualquier situación en que puede encontrarse
una persona (estado de demencia, de falencia o quiebra) o las cosas, patrimonio y
bienes; y que por sí sola genera derechos y obligaciones. Así podemos decir que ser
empresario es un estado especial del cual deriva la obligación de llevar libros de
8
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
contabilidad (CCC, art. 320).
Ampliaremos sobre el estado civil en cuanto se vincula con las relaciones de familia,
matrimonio y parentesco en el capítulo 9.
9. Domicilio
La noción jurídica del domicilio sirve para ubicar a los sujetos de derecho, de una
manera precisa en un lugar, para el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de
las obligaciones que el ordenamiento legal les atribuye. A tales fines, se establecen
una serie de reglas que permiten superar la necesidad de seguir a dichos sujetos (o
sus representantes) en su constante movilidad.
Por lo tanto, para el derecho, domicilio es el asiento jurídico de la persona, o el lugar
donde se considera que una persona tiene el centro de sus relaciones. Es el lugar
donde legalmente se ubica una persona y sirve también para fijar la competencia de
las autoridades (CCC, art. 78). Es un concepto jurídico que no debe confundirse con
el simple hecho de residencia, morada o habitación.
Para entender mejor las reglas legales sobre el domicilio, advertimos que en la ley
se distinguen diversas categorías. En primer lugar, el domicilio puede ser especial o
general. A su vez el domicilio general puede ser legal (de derecho) ó real
(voluntario).
El domicilio general es único, vale decir, que se puede tener sólo un domicilio
general. En cambio, se pueden constituir varios domicilios especiales.
El Código regula sobre el domicilio y sus distintas clases en los arts. 73 al 78.
¿Dónde deberá ser dirigido un reclamo, una notificación, una citación o un
emplazamiento?
Deberá respetarse el siguiente orden: 1° al domicilio especial; 2° al domicilio legal; y
3° al domicilio real. Es decir, si existe un domicilio especial deberá dirigirse al mismo
sin importar los demás. Si no han constituido las partes un domicilio especial (CCC,
art. 75) deberá indagarse si el notificado tiene domicilio legal (los casos del art. 74).
Y finalmente si no existen, ni domicilio especial ni legal, corresponderá hacerlo al
domicilio real (CCC, art. 73). Si no se respeta este orden no podrá considerarse
válida la notificación y la misma no habrá producido efectos legales.
9. 1. Domicilio especial
El domicilio especial es el que se establece para determinados actos jurídicos. Por
ejemplo, es común constituir un domicilio especial para la ejecución de un contrato
(CCC, art. 75). Este domicilio convencional (así denominado cuando se constituye
un domicilio especial en un contrato), tiene una gran importancia práctica porque
asegura a los contratantes la posibilidad de hacer efectivas las notificaciones, sin
necesidad de indagaciones ulteriores sobre el domicilio real (o legal) de la
contraparte, que sí puede ser libremente cambiado en forma unilateral y sin que se
tenga la información sobre dicho cambio.
En este sentido, el domicilio especial no puede cambiarse sin que preste su
consentimiento la otra parte del contrato. Como el domicilio especial integra una
cláusula del contrato no podrá ser cambiado sin modificar dicho contrato, lo cual
solamente puede hacerse si todos los contratantes están de acuerdo. De todas
formas, no podría la otra parte negarse abusivamente a aceptar el cambio pedido
por la otra parte debido a necesidad o razones fundadas.
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
9
Cualquier notificación que deba ser dirigida a una persona con motivo de un contrato
en el cual ha constituido un domicilio especial, deberá ser necesariamente dirigida a
ese domicilio para que pueda ser considerada válida. Precisamente, para determinar
el lugar donde debe dirigirse una notificación, en primer lugar, deberá indagarse si
se ha constituido un domicilio especial.
Por otro lado, la ley Tributaria tiene una regulación propia respecto del domicilio
fiscal. Este debe ser considerado como un domicilio especial a los fines tributarios
(ley 11683, art. 3 y su reglamentación).
Finalmente, la ley ha incorporado una nueva modalidad para constituir domicilio
especial, que es por medio de una dirección de correo electrónico. La ley 27551 del
año 2020 ha modificado el art. 75 del Código, a fin de autorizar que se constituya
como domicilio especial un domicilio electrónico en el que se tengan por eficaces todas las
notificaciones, comunicaciones y emplazamientos que allí se dirijan.
Sin embargo, puntualizamos que el legislador en el nuevo art. 75 indica que las partes
pueden “además” constituir un domicilio electrónico. De lo cual interpretamos que no podría
constituirse solamente un domicilio electrónico, sino que, al domicilio tradicional, podrá
agregarse un domicilio electrónico para notificaciones.
9. 2. Domicilio legal y domicilio real
Las personas pueden tener solamente un domicilio general, que puede ser legal o
real. Reiteramos que el domicilio real se aplicará para el caso que no se presente
ninguno de los supuestos fijados por la ley como domicilio legal.
El domicilio legal, es el lugar donde la ley presume, sin admitir prueba en contrario,
que una persona reside de una manera permanente para el ejercicio de sus
derechos y cumplimiento de sus obligaciones, aunque de hecho no esté allí presente
(CCC, art. 74). Está impuesto por la ley, es un domicilio forzoso y constituye una
presunción iuris et de iure (*).
El artículo 74 enumera los distintos casos en que las personas tienen domicilio legal.
Analizamos el primero a título de ejemplo: Los funcionarios públicos, tienen su
domicilio en el lugar en que deben cumplir sus funciones, no siendo éstas
temporarias, periódicas, o de simple comisión. Así, por ejemplo, un juez, tiene su
domicilio legal donde se encuentra su juzgado. El supuesto que más se vincula con
las empresas comerciales, es el del inciso cuarto, el cual fija un domicilio legal
especial en los establecimientos o sucursales de las personas jurídicas, para la
ejecución de las obligaciones contraídas por los agentes locales.
Quienes no tienen un domicilio legal, es decir, no están en ninguna de las hipótesis
que regula el artículo 74 del Código, tienen un domicilio real o voluntario. De
acuerdo al art. 73, para determinar el domicilio real de las personas, primero
deberemos indagar si ejerce actividad profesional o económica, en cuyo caso lo
tiene en el lugar donde la desempeña para el cumplimiento de las obligaciones
emergentes de dicha actividad. Si no ejerce actividad profesional o económica, el
domicilio real se ubica en el lugar de su residencia habitual.
Por último, la ley da una solución práctica, refiriéndose al domicilio ignorado,
permitiendo en tales casos que se notifique a una persona en el lugar donde se
encuentra o en su defecto en el último domicilio conocido (art. 76).
9. 3. Cambio y conservación del domicilio
Puede operarse el cambio de domicilio incluso de un tipo de domicilio a otro. Así, por
10
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
ejemplo, un juez tiene su domicilio legal en su juzgado y cuando deja de serlo (se
jubila o renuncia), pasa a tener un domicilio real que se encuentra en su residencia
habitual.
En el caso del domicilio real, éste puede cambiarse de un lugar a otro (art. 77). Esta
facultad no puede ser coartada ni por contrato, ni por disposición de última voluntad.
El cambio de domicilio se verifica instantáneamente por el hecho de la traslación de
la residencia de un lugar a otro, con ánimo de permanecer en él y tener allí su
principal establecimiento. Son aquí necesarios los dos elementos, a los que antes
hicimos referencia: hecho y ánimo.
Si bien el domicilio especial también puede ser cambiado, no puede serlo
unilateralmente, ya que todo cambio debe ser consentido por los contratantes. De
allí su eficacia, ya que permite la localización de los sujetos de una manera precisa,
sin necesidad de seguirlos en su constante movilidad.
9. 4. Domicilio de las personas jurídicas
En el ámbito de las personas jurídicas (CCC, art. 152) y en especial para las
sociedades comerciales (reguladas por la ley 19550), la palabra domicilio tiene un
significado diferente y se encuentra desdoblado con el concepto de sede social. El
domicilio para las sociedades comerciales es la jurisdicción o ciudad donde se
encuentra radicada la sociedad y lo que en el lenguaje común se denomina
dirección, en la ley de sociedades se llama sede social. Ejemplo de sede sería
Avenida Colón 184 de la ciudad de Córdoba.
Ejemplos de domicilio para las personas jurídicas serían Córdoba, Carlos Paz,
Bahía Blanca. Sirve la diferencia que se hace en materia de sociedades comerciales
para permitir que se cambie la sede sin modificar el contrato social (no se considera
una modificación de un elemento esencial del contrato y podría hacerse por decisión
del órgano de administración sin consultar a los socios). A diferencia del domicilio
social, que únicamente puede ser cambiado modificando el contrato social (y por
tanto previa decisión de los socios) (CCC, art. 152 última parte).
Para dar mayor seguridad, el art. 5 de la ley 19550 exige que las sociedades hagan
constar en la documentación que de ellas emane, la dirección de su sede además
de los datos que identifiquen su inscripción registral.
El domicilio de las personas jurídicas está regulado por el art. 152 del Código, el cual
resulta de sus estatutos o de la autorización que se les hubiere dado para funcionar.
Como regla gneral, todas las notificaciones efectuadas en la sede inscripta de las
personas jurídicas.
El mismo artículo establece una situación especial para las sucursales o cuando
tienen varios establecimientos diferentes, fijando un domicilio especial en esas
sucursales y establecimientos para las obligaciones que han sido contraídas en
ellos. Así por ejemplo, si una persona debe reclamar por una factura emitida en una
sucursal, a ese lugar deberá dirigirse.
10. Capacidad
Se trata de un concepto desdoblado en otros dos. Por una parte tenemos la
capacidad de derecho, de "goce" o para ser titular de derechos (CCC, art. 22). Y por
otro, la capacidad de hecho, de obrar o de ejercicio (CCC, art. 23).
10.1. Capacidad de derecho
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
11
Consiste en la posibilidad, aptitud o grado de aptitud para adquirir derechos y
contraer obligaciones, por sí o por otras personas. El artículo 22 nos da el concepto.
Toda persona por el sólo hecho de serlo, tiene capacidad de derecho, es decir,
puede ser titular de derechos y obligaciones.
No es posible que exista una persona sin que tenga este atributo, ya que sería
instituir la muerte civil, que no es admitida hoy en el sistema legal. Por eso mismo,
las incapacidades de derecho nunca pueden ser absolutas indicando el art. 22 que
la ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o
actos jurídicos “determinados”.
El principio elemental que se aplica al respecto, es que son permitidos todos los
actos y todos los derechos que no fuesen expresamente prohibidos,
independientemente de la calidad de ciudadano y de la capacidad política que
pudiere tener una persona (Constitución Nacional, art. 19).
10.2. Capacidad de hecho o de ejercicio
Consiste en la aptitud de las personas humanas de ejercer por sí sus derechos y
cumplir sus obligaciones. Se denomina también capacidad de ejercicio. Presupone la
existencia de voluntad (a la que tratamos en el capítulo siguiente).
En este caso, puede existir plenamente o faltar totalmente. La regla general es que
la capacidad existe por lo que la incapacidad es la excepción (CCC, arts. 23 y 31).
Cuando exista un sujeto incapaz de ejercitar por sí sus derechos (conforme CCC,
art. 24), para suplir esta incapacidad, la ley organiza un sistema de representación
(*). La capacidad de hecho depende de la edad y la salud mental.
Además, se establece que los menores van adquiriendo capacidad para ciertos
actos en forma gradual a medida que van cumpliendo años. Más adelante volvemos
sobre este atributo.
10.3. Incapacidad de derecho
Como ya indicamos, las incapacidades de derecho no pueden ser absolutas ni
generales, debiendo limitarse a ciertos actos (CCC, art. 22).
Estas incapacidades se establecen por el sistema, para proteger principios
superiores, de orden público, moral y buena fe. Son dispuestas para evitar
incorrecciones o conflictos de intereses.
A título de ejemplo, se pueden citar los distintos incisos del art. 1002 del Código que
por ejemplo prohíbe a los jueces comprar (y realizar cualquier otra clase de contrato)
sobre los bienes que estuvieren en litigio en los procesos en los que interviene.
Todas las prohibiciones establecidas en el art. 1002, apuntan a preservar la rectitud
en el desempeño de las actividades vinculadas con el manejo de los intereses
ajenos, evitando la tentación del aprovechamiento ilegítimo, que la confianza y los
conocimientos sobre determinados asuntos confieren a quienes representan o
patrocinan intereses de otros.
La sanción que se establece frente a la violación de una prohibición legal (como las
referidas en el párrafo anterior), es que el acto resulta inválido. El acto padece de
una nulidad absoluta y no tiene valor alguno.
Dada la naturaleza que tienen, las incapacidades de derecho no pueden ser
generales sino sólo para ciertos actos que la ley establece. Desde que se abolió la
12
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
esclavitud no existen incapaces de derecho absolutos.
10.4. Capacidad restringida e incapacidad de hecho
Cuando nos referimos a quien tiene capacidad de derecho, ubicamos a la persona a
quien se reconoce como titular de un derecho. Cuando hablamos de capacidad de
hecho, ubicamos a quien tiene la capacidad de ejercer un derecho por sí mismo y sin
necesidad de hacerlo por medio de otro. Lo mismo sucede con relación a los
deberes.
Si bien el principio básico es que las personas tienen capacidad plena, existen
situaciones de falta de madurez o de imposibilidad de hacer efectivo por sí mismo el
ejercicio de los derechos que tiene una persona.
El sistema protege a estas personas a cuyo fin los encuadra como incapaces y se
les nombra un representante que la ley establece. Por ello se los denomina
representantes legales.
Una persona que tiene un año de edad y que es propietaria de un inmueble, tiene
capacidad de derecho para arrendarlo. Pero no puede dicha persona firmar el
contrato de locación ya que no puede ejercer personalmente sus derechos. Para
protegerlo la ley lo considera icapaz de hecho, y exige que sus derechos los ejerza
por medio de un representante legal que cuide sus intereses (en este caso por
medio de sus padres).
La sanción legal frente a la violación de una incapacidad de hecho es la de nulidad,
pero en estos casos es relativa, ya que está sujeta a confirmación por el propio
incapaz cuando deja de serlo (por ejemplo, cuando adquiere la mayoría de edad) o
su representante legal, si es beneficioso para el incapaz.
La enumeración de las personas que tienen incapacidad de hecho absoluta es
efectuada por el artículo 24 del Código, a cuya lectura remitimos. Existen otros casos
especiales los que a continuación pasamos a considerar.
11. Menores de edad
Son menores las personas que no hubieren cumplido la edad de dieciocho (18) años
(CCC, art. 25). Antes del año 1969 la mayoría de edad se alcanzaba a los 22 años.
Luego, entre 1969 y hasta el año 2009, la mayoría de edad se obtenía a los 21 años.
El Código vigente a partir del 2015 mantiene la adquisición de la mayoría de edad a
los 18 años.
En consecuencia, para el sistema legal el principal efecto de alcanzar la edad
prevista por la ley, es dejar de ser incapaz de hecho. Como curiosidad apuntamos
que la mayoría de edad se alcanza el día del cumpleaños número dieciocho.
Nuestro sistema distingue entre menor adolescente a la persona menor de edad que
cumplió trece años (art. 25) a fin de otorgarles la facultad de tomar algunas
decisiones (como por ejemplo sobre tratamientos médicos invasivos como lo prevé
el art. 26), Incluso a partir de los 16 años se reconoce ya al menor adolescente como
un mayor para las decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo.
Esta distinción es irrelevante para la capacidad, ya que la regla es que los menores
de edad son incapaces. Sin embargo, la ley les va otorgando capacidad para realizar
algunos actos a medida que avanzan en edad (CCC, art. 26).
Los siguientes son ejemplos de actos que la ley autoriza especialmente a realizar a
los menores de edad: 1°) A partir de los 10 años de edad, para adquirir posesión de
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
13
las cosas (CCC, art. 1922); 2°) Pueden contraer matrimonio a partir de los 16 años
con autorización de sus representantes o antes de cumplir 16 años con dispensa
judicial (CCC, art. 404); 3°) A los menores adolescentes, para reconocer hijos (CCC,
art. 680, ultima parte) etc.; 4°) Decidir sobre tratamientos médicos (CCC, art. 26).
Por la sola circunstancia de llegar el día en que una persona cumple 18 años, ésta
adquiere la capacidad de ejercer plenamente sus derechos. La partida de
nacimiento, es el medio probatorio suficiente para acreditar esta situación (CCC, art.
96).
En lo que se refiere a la administración del patrimonio de un menor de edad, la
misma está a cargo de sus padres, regla general establecida por el art. 685. Para
disponer estos bienes, los padres necesitan autorización judicial (art. 692). Las
rentas obtenidas de dicha administración deben ser destinadas al menor, para su
subsistencia, educación, salud, etc. (CCC, art. 698).
Finalmente, se contemplan algunas excepciones, como el art. 684 para celebrar
contratos de escasa cuantía de la vida cotidiana, los que se presumen realizados por
el menor con la conformidad de los progenitores y el art. 667 para el menor fuera del
país o alejado de sus progenitores.
11. 1. Capacidad laboral del menor a partir de los 16 años
Los menores, a partir de los 16 años de edad, pueden celebrar contratos de trabajo.
La última modificación efectuada al art. 32 de la ley 20744 (Ley de Contrato de
Trabajo modificada por la ley 26390 del año 2008) fija en 16 años la edad mínima
para celebrar contrato de trabajo. Se estableció dicha edad mínima como medio de
protección de los derechos de los niños y preservarlos de la explotación laboral.
Para estos menores (a partir de los 16 años de edad y hasta que cumplen 18 y por
tanto adquieran la mayoría de edad y plena capacidad civil), se exige la autorización
de los padres para trabajar, aunque la existencia de la autorización se presume
(CCC, art. 683).
Vale aclarar que, si estos menores son autorizados por la ley para contratar una
relación laboral como dependientes, son parte de dicho contrato y tienen facultad
para reclamar su cumplimiento, como sería el cobro de las retribuciones (y por tanto
otorgar y firmar los recibos correspondientes). Desde el punto de vista de las
obligaciones asumidas por el menor éstas recaen únicamente sobre los bienes cuya
administración está a su cargo (CCC, art. 683 última parte).
11. 2. Situación patrimonial del menor que trabaja a partir de los 16 años
Se presume que los menores, si ejercieren algún empleo, profesión o industria,
están autorizados por sus padres para todos los actos y contratos concernientes al
empleo, profesión o industria (CCC, art. 683). Si ese menor es contratado para
desempeñarse como cajero, se presume que se encuentra autorizado a realizar
pagos y cobranzas que son propias de esa actividad.
Por otro lado, esos menores tienen la libre administración y disposición de los
ingresos que obtengan por su trabajo (CCC, art. 686, inc. a).
Para dar un ejemplo que aclare el punto: Si un menor es propietario de un inmueble,
los padres lo administran como regla general (CCC, art. 685). Ello les permite cobrar
los alquileres del inmueble y lo que cobren es administrado por los padres. En
cambio, si el inmueble es comprado por el menor con el producto de su trabajo, el
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Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
propio menor lo administra y por tanto cobra para sí los alquileres. También podrá
disponer libremente del inmueble y de los alquileres.
11. 3. Capacidad patrimonial del menor que obtuvo título habilitante
El legislador ha presumido que el menor que obtiene un título habilitante ha
demostrado la madurez y el desarrollo mental aptos como para el ejercicio de su
profesión y defender sus intereses (Bueres y Highton).
Por lo tanto la ley permite que estos menores ejerzan por cuenta propia su profesión,
sin necesidad de previa autorización. Y con respecto a los bienes que adquieran
producto de su actividad profesional, se les permite administrar y disponer
libremente de éstos (CCC, art. 30).
Puede advertirse que la situación no es igual que los menores entre 16 y 18 años
que trabajan bajo relación de dependencia para quienes se exige autorización de
sus padres (más allá que esa autorización se presume, los padres podrían no darla).
Para determinar si los bienes de propiedad de estos menores han sido adquiridos
con ingresos provenientes del ejercicio de su profesión, habrá que indagar la
especificación que se haga de su origen al momento de la compra, estando
facultado el menor para estar en juicio por acciones vinculadas a ellos (CCC, art.
30).
11. 4. Emancipados por matrimonio
Existe en nuestro sistema legal un caso de cesación de incapacidad de los menores
antes de que cumplan la mayoría de edad. Dicha situación se denomina
emancipación (*) y se produce exclusivamente por matrimonio (CCC, art. 27).
La edad mínima para contraer matrimonio se ha fijado en 18 años (art, 403, inc. f)
pero se permite a partir de los 16 años siempre que se cuente con autorización de
los padres o en su defecto dispensa judicial (CCC, arts. 404 y 645, inc. a); o aún
antes de tener 16 años siempre que un juez conceda una dispensa judicial (CCC,
art. 404). Dicha dispensa judicial puede ser otorgada por el juez con o sin
autorización de los padres del menor.
El matrimonio produce la emancipación del menor de edad quien adquiere la
capacidad plena en todos los casos equiparándose su situación a la de un mayor de
edad, como regla general (CCC, art. 27).
Un matrimonio de un menor sin autorización ni dispensa judicial, se considera
igualmente válido y que también produce la emancipación del menor.
Las limitaciones a la capacidad de estos menores emancipados se encuentran en
los artículos 28 y 29, donde la ley ha establecido actos prohibidos y otros que deben
ser autorizados.
Finalmente, vale aclarar que los menores emancipados por matrimonio gozarán de
plena capacidad laboral cualquiera sea su edad (no rige a su respecto la limitación
de la edad de 16 años).
12. Personas con capacidades restringidas y pródigas
El art. 32 del Código establece el juez puede restringir la capacidad para
determinados actos de una persona mayor de trece años que padece una adicción o
una alteración mental permanente o prolongada, de suficiente gravedad, siempre
que estime que del ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
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persona o a sus bienes. Situación parecida se establece respecto a los pródigos en
el art. 48.
La declaración de inhabilitación por pródigo importa la designación de un apoyo (así
denomina el Código a quien se designa para cumplir esta función), que debe asistir
al inhabilitado en el otorgamiento de actos de disposición entre vivos y en los demás
actos que el juez fije en la sentencia (CCC, art. 49).
Los otros casos de capacidad restringida pueden llegar a la inhabilitación, pero
también puede dictarse una medida con otra clase de apoyo (CCC, art. 32) respecto
de quienes se encuentren en estas situaciones. La sentencia debe determinar la
extensión y alcance de la restricción y especificar las funciones y actos que se
limitan (CCC, art. 38).
Los inhabilitados podrán otorgar los actos restringidos solamente con la intervención
de las personas de apoyo o curadores.
Estos inhabilitados no son incapaces; el curador no los representa ni los reemplaza
en los actos en los que interviene, sólo los "asiste" y complementa en los actos
restringidos.
13. Inhabilitación concursal
Las personas que han sido declaradas en quiebra (*) sufren de una inhabilitación
especial, resultando desapoderados de todos sus bienes, que son motivo de
incautación (*) para ser afectados al proceso concursal y cancelar el pasivo.
Sin embargo, no se trata esta inhabilitación concursal de una incapacidad, sino que
los actos realizados por quien ha sido declarado en quiebra sobre los bienes objeto
de desapoderamiento, son inoponibles (*) a sus acreedores. La misma sanción de
inoponibilidad (*) corresponde a los actos prohibidos o sujetos a autorización judicial,
en el concurso preventivo (*).
La administración y disposición de los bienes sujetos a desapoderamiento en la
quiebra está a cargo del Síndico, funcionario designado judicialmente en el proceso
concursal para ocuparse de ello con la finalidad de cancelar el pasivo de quien se
encuentra en quiebra (*).
14. Representación de los incapaces de hecho
El Código organiza el régimen de representación (*) de los incapaces en los artículos
100 y siguientes. Se trata de una representación legal, puesto que surge de la ley y
no de la voluntad del incapaz; y necesaria, ya que no se puede prescindir de ella,
también por surgir de la ley
La representación (*) de los incapaces es extensiva a todos los actos que no pueden
ejercer por sí mismos (CCC, art. 101) con excepción de ciertos actos personalísimos
en los que no puede ser representado, como por ejemplo testar o celebrar
matrimonio.
La representación (*) por los padres se denominó tradicionalmente patria potestad (*)
aunque el código no utiliza esta expresión tradicional y en su lugar habla de
“responsabilidad parental”.
La representación (*) de los menores que no están bajo responsabilidad parental, se
denomina tutela (*) y está a cargo de un tutor y la los demás incapaces, curatela (*)
estando a cargo de un curador (CCC, art. 101).
16
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
Además de los representantes legales o necesarios, los incapaces son también
representados por el Ministerio Público, bajo pena de nulidad (CCC, art. 103). El
Ministerio Pupilar -así suele también denominárselo- no realiza actos a nombre de
los incapaces, ni es su representante legal. La representación (*) consiste en que
obrando a favor de sus intereses, concurre con su dictamen en todo litigio en que el
menor sea parte, y controla la actuación judicial o extrajudicial de sus representantes
necesarios. Su función esencial es de asistencia y control. Se suele indicar que se
trata de una representación “promiscua” por mezclarse con la representación de los
padres o del tutor.
Para los inhabilitados o quienes tienen capacidad restringida no existe
representación (*) por parte del apoyo que se le designa, sino sólo "asistencia". Ello
significa que debe otorgar el acto (de disposición de bienes) el propio inhabilitado
pero en forma conjunta con el apoyo que lo asiste (CCC, art. 102).
Destacamos también un caso especial en materia de capacidad laboral. El art. 33 de
la Ley de Contrato de Trabajo (20744) dispone que las personas desde los 16 años
están facultadas para estar en juicio laboral en acciones vinculadas al contrato o
relación de trabajo y para hacerse representar por mandatarios mediante el
instrumento otorgado en la forma que prevén las leyes locales, debiéndose cumplir
en cualquier circunstancia las garantías mínimas de procedimiento en los procesos
judiciales y administrativos establecidos por el artículo 27 de la Ley 26.061, que crea
el sistema de protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes
Finalmente, debe advertirse que la responsabilidad parental, tutela, curatela y apoyo
están expuestos al control judicial para cuestiones conflictivas, e igualmente de
suscitarse conflictos entre incapaz y quien se desempeñe en las funciones referidas.
15. Personas jurídicas
El Código tiene una regulación general de las personas jurídicas en su Libro 1 a la
que se agrega la regulación especial para las sociedades, las cuales están
reguladas por la ley 19550 denominada “Ley General de Sociedades” (CCC, art.
150, el cual contiene una remisión en forma expresa a las leyes especiales).
15. 1. Concepto
El reconocimiento como personas de los entes ideales, tiene un fundamento
diferente al reconocimiento de personalidad de los seres humanos. La realidad
demuestra que los hombres tienden a agruparse para unir sus esfuerzos
individuales, con la finalidad de obtener resultados que beneficien a los partícipes y
a la sociedad en general.
La ley toma en cuenta esta realidad y utiliza la técnica de reconocer a este grupo de
individuos, como si fuera una persona diferente a la de los miembros que la integran.
La ley recurre a la técnica de “personificar” a esta organización, la que se denomina
persona jurídica (*) para distinguirla de la otra clase de persona (la persona humana
que en la realidad es la única que existe) a la que nos referimos en los puntos
anteriores.
La persona jurídica permite establecer una "organización autónoma" con patrimonio
propio y capacidad de gestión que se distingue como otra persona diferente de sus
miembros con autonomía patrimonial, para simplificar las relaciones.
Dos presupuestos se requieren para el reconocimiento de la personalidad jurídica
por parte de la ley: 1°) Se asienta sobre una realidad: la existencia de un grupo
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
17
humano organizado; y 2°) La existencia de un fin que interese al bien común.
Desde otro punto de vista, puede decirse que mediante este recurso o técnica de
reconocer como persona independiente a una organización, la ley garantiza el
derecho constitucional de asociarse con fines útiles, constituyéndose ésta en una vía
de ejercer libremente una actividad económica (Constitución Nacional, art. 14).
El Código las define en el art. 141, reconociéndoles la calidad de persona para el
derecho, con existencia diferente a sus miembros.
Al considerar a una organización como persona se le atribuye un patrimonio propio y
diferente de los patrimonios de cada uno de las personas humanas que integran la
organización (CCC, art. 143).
15. 2. Clasificación de las personas jurídicas
Las personas jurídicas pueden ser de carácter público o privado (CCC, art. 145). El
art. 146 enumera a las primeras y el art. 147 a las segundas. El Código regula sobre
las personas jurídicas privadas, ya que las personas jurídicas públicas son reguladas
por leyes que pertenecen al derecho administrativo (CCC, art. 147).
Finalmente cabe acotar que existe una clase diferente de personas que no
encuadran en públicas ni privadas. Se las suele encuadrar como ente público no
estatal para explicar la naturaleza de instituciones en cuya creación puede haber
intervenido el Estado, pero que son integradas por particulares, o que, aun sin
injerencia del Estado en su constitución, ejercen algún tipo de función pública. En
esta categoría encontramos a los colegios profesionales y sindicatos en quienes el
Estado delega algunas de sus funciones.
A los fines de cumplir con los objetivos y fines para los cuales han sido creadas, a
las personas jurídicas se les reconoce plena capacidad para adquirir derechos y
contraer obligaciones. Obviamente que nos estamos refiriendo a la capacidad de
derecho (*). En cambio, las personas jurídicas son incapaces absolutos de hecho, ya
que necesariamente deben actuar por intermedio de una persona humana que las
represente. A ello nos referimos en el punto siguiente.
15. 3. Representación de las personas jurídicas
Las personas jurídicas pueden adquirir derechos y contraer obligaciones por medio
de sus representantes legales, los cuales surgen de sus estatutos, actos
constitutivos y sus modificaciones (CCC, arts. 150, inc. b y 158). Las personas
jurídicas, por su propia naturaleza, son incapaces de hecho absolutos y por lo tanto
actúan frente a terceros sólo por medio de una persona humana que las representa
(CCC, art. 158).
Ese vínculo entre una persona jurídica y la persona humana que actúa en su nombre
ha sido explicado de diversas maneras. Quienes ven a las personas jurídicas como
un incapaz absoluto de hecho, sostienen que éstas actúan por medio de sus
representantes legales, asimilando la situación a las personas humanas.
En los últimos años, se ha gestado la llamada “teoría del órgano”, que ha tratado de
renovar el concepto de representación (*), la que no ha sido totalmente aceptada.
Sostiene que los administradores son funcionarios (órganos) de la persona jurídica,
por lo que tienen voluntad propia distinta de los entes individuales que la integran.
Equivaldría a una fusión entre representante y representado actuando las personas
humanas directamente por la persona jurídica. Si bien esta teoría ha servido para
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Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
explicar algunas cuestiones, especialmente en materia de sociedades comerciales,
para otras situaciones resulta insuficiente, por lo que debe volverse a la teoría
general de la representación (Nissen).
Para que se impute un acto a una persona jurídica, su representante debe obrar en
nombre de ésta y obrar dentro de las atribuciones que tiene. Si se extralimita, no
quedará obligada la persona jurídica, sin perjuicio de la obligación de resarcir los
daños y perjuicios que recaerá sobre la persona individual que actuó invocando tal
representación (CCC, art. 159).
Para no extralimitarse en sus funciones se exige a los administradores que actúen
en cumplimiento del objeto. Precisamente, la persona jurídica se diferencia de sus
socios por el patrimonio que funciona como centro de imputación de acuerdo a su
objeto. Es decir, el objeto será la medida de la responsabilidad patrimonial de la
actividad de los administradores. Mientras dicha actividad no sea notoriamente
extraña al objeto, será imputable al patrimonio de la persona jurídica.
15. 4. Capacidad y responsabilidad de las personas jurídicas
Las personas jurídicas tienen capacidad plena para todo lo que no les esté prohibido
(CCC, art. 141). Aunque, tienen limitaciones por la propia naturaleza de las cosas
(ejemplo: no podemos hablar a su respecto de derechos de familia) y se aplica a
ellas el principio de especialidad.
Este último principio (especialidad), referido a las personas jurídicas, consiste en que
solamente pueden realizar los actos necesarios para alcanzar los fines de su
institución (CCC, art. 141). Como consecuencia de la especialidad, el objeto de cada
persona jurídica actúa como límite a su capacidad ya que sólo pueden realizar los
actos relacionados con dicho objeto.
Por lo tanto, para determinar si una persona jurídica está realizando un acto dentro
de sus facultades, habrá de tenerse presente lo que indiquen al respecto sus
estatutos, contrato social, carta orgánica, reglamento o el instrumento de
constitución que corresponda. Y el otro elemento a tener en cuenta es la
designación del representante y la organización de la representación (por ejemplo si
se prevé que deben actuar conjuntamente dos o más personas para representar el
ente).
También resulta importante advertir que estos sujetos tienen una responsabilidad
diferente a la de sus integrantes, la que se hace efectiva con el propio patrimonio de
la persona jurídica. Esta situación no implica dejar de lado la responsabilidad que a
las personas jurídicas les corresponde, por los daños a terceros que causen sus
representantes en cumplimiento de sus funciones (CCC, arts. 143 segundo párrafo,
y 160) y de la responsabilidad subsidiaria o solidaria que corresponda a los
miembros de cada tipo de asociación (por ejemplo: a los socios de una sociedad
colectiva).
En síntesis, cuando se hace referencia a una persona jurídica, ello supone que se
trata un ente distinto a sus miembros, con capacidad jurídica plena para adquirir
compromisos propios frente a terceros. Se puede decir que el derecho reconoce a su
respecto un “centro de imputación diferenciada” de derechos y obligaciones.
15. 5. Comienzo y fin de las personas jurídicas
El nacimiento de una persona jurídica se opera con su constitución (CCC, art. 142) y
por lo tanto no requieren la autorización del Estado (salvo excepciones establecidas
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
19
por ley). De esta forma se deja atrás la vieja discusión sobre considerarlas personas
desde su inscripción o desde la constitución.
El final o desaparición de una persona jurídica, se produce por las causales
enumeradas en el art. 163 entre las que se cuentan, por decisión de sus miembros,
vencimiento del plazo, consecución de su objeto, declaración de quiebra, etc. Sin
embargo cabe puntualizar que si se opera una causal de disolución, no desaparece
automáticamente como persona jurídica, sino que se inicia la etapa de liquidación
que tiene por objeto la realización del activo y cancelación del pasivo (CCC, art.
167).
Podemos decir entonces (lo dice la ley expresamente para el caso de las sociedades
comerciales) que la extinción de la personalidad se produce recién con la finalización
de la liquidación (ley 19.550, arts. 101 y 112). El representante legal de estas
personas, mientras dure la etapa de liquidación, es el liquidador (Ley General de
Sociedades 19.550, art. 102). Este órgano es el que se encarga de liquidar o
enajenar los activos para cancelar los pasivos y luego dar los destinos que
corresponden al remanente.
15. 6. Atributos de las personas jurídicas
En los artículos 151 y siguientes se regulan sobre los atributos y efectos de las
personas jurídicas. El artículo mencionado se refiere al nombre, el cual sirve para
identificarla y distinguirla de todas las demás personas. Se exige que se indique la
forma jurídica adoptada (por ejemplo: asociación civil, sociedad anónima, sociedad
cooperativa, etc.) y que el nombre cumpla los recaudos de veracidad, novedad y
aptitud distintiva, ampliando la incompatibilidad del nombre con marcas, nombres de
fantasía, designaciones, etc. que pertenecen a otras personas.
Ya nos referimos al domicilio de las personas jurídicas en el punto 9.4, a la
capacidad en el punto 15.4 y en general al alcance de los atributos en relación a las
personas jurídicas en la parte final del punto 6 de este capítulo, a los cuales nos
remitimos.
Aunque deben tener un plazo de duración, el mismo puede estar ilimitado en el
tiempo (CCC, art. 155). Asimismo, deben tener un objeto preciso y determinado
(CCC, art. 156) y tener un patrimonio pudiendo inscribir preventivamente a su
nombre bienes registrales mientras la persona jurídica este en formación (CCC, art.
154).
Existe una relación fundamental entre patrimonio y objeto social, puesto que desde
la constitución de una persona jurídica se afectan los bienes al desenvolvimiento de
una actividad determinada (finalidad u objeto). Al mismo tiempo, se afectan esos
bienes y los derechos que se adquieran con la actividad que desarrolla esa persona
jurídica, a la garantía de los acreedores nacidos de las relaciones generadas por esa
actividad.
16. Persona y empresa
En nuestro sistema legal la empresa no es un sujeto de derecho, sin perjuicio que en
el lenguaje común se utiliza en este sentido y que pueden encontrarse muchas
coincidencias.
Conforme advertimos en el capítulo primero, no existe un concepto jurídico general y
único de empresa como categoría jurídica, no siendo posible por lo tanto que se
asimile ésta a una persona jurídica. Esta situación ignora la realidad que nos
20
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
demuestra, especialmente frente a una gran empresa, que ésta se convierte en una
unidad independiente de su titular.
Sin embargo, como la empresa es producto del obrar del hombre, siempre detrás de
ésta, considerada como organización económica, se encuentra por lo menos una
persona.
Esta persona titular de la empresa a quien denominamos empresario, puede tratarse
de una persona humana o jurídica. Aunque la forma natural en la que se organiza la
empresa es la de una persona jurídica (Ley General de Sociedades 19550, art. 1).
La falta de coincidencia entre ambos conceptos, hace que una misma persona,
humana o ideal, pueda ser titular de varias empresas y, a su vez, una empresa
puede pertenecer a varias personas.
En lo que se refiere al sujeto que denominamos empresario, advertimos que nuestro
sistema legal, a diferencia de otros más modernos, no tiene un concepto de
empresario. Si bien aparece que toda persona jurídica por la organización que se le
requiere se convierte en una empresa, también existen los empresarios individuales.
La figura del empresario, cuando se trata de una persona humana, está asociada en
el art. 320 a quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de
una empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios,
para imponerles la obligación de llevar contabilidad y realizar estados contables. Se
identifica allí un verdadero estado civil que tiene como consecuencia una obligación:
la de llevar contabilidad.
(*) Ver glosario.
Bibliografía complementaria
CURÁ, José María: Código civil y comercial de la nación comentado: orientado a
contadores, Buenos Aires, La Ley , 2014, T 346 A 54635.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Glosario
Acto de administración: Dentro de los actos patrimoniales se han diferenciado dos
grandes categorías: actos de administración y actos de disposición. No existe una regla
legal que indique el criterio a seguir en esta clasificación por lo que la distinción la
hacen la doctrina y la jurisprudencia. Actos de administración son los que tienden por
procedimientos normales a la conservación y explotación del patrimonio, así como al
empleo de los frutos o rentas. Así, cobrar los alquileres o reparar un edificio son actos
de administración. En cambio, actos de disposición son los que producen una
modificación sustancial en los valores o en el contenido del patrimonio. La venta de un
edificio es un acto de disposición. Considerando la distinción desde un punto de vista
económico, se ha indicado que los actos de disposición son aquellos que afectan
bienes del capital no circulante, o que afectan sustancialmente el patrimonio, y actos
de administración aquellos que emplean rentas o bienes de capital sin modificarlos.
Acto de disposición: Ver “acto de administración”.
Administración: Ver “acto de administración”.
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
21
Buena fe: Principio fundamental que actúa sobre el contenido de toda relación jurídica,
nacida de las obligaciones y negocios y que se exterioriza en la integridad de los
aspectos de su desenvolvimiento, pero en especial en la conducta debida para con el
cumplimiento de ella (De los Mozos - Danz).
Capacidad: Aptitud o facultad de las personas para adquirir derechos y contraer
obligaciones.
Concurso preventivo: Proceso judicial que tiene por finalidad eliminar el estado de
cesación de pagos en que se encuentra una persona, evitando la declaración de
quiebra y consiguiente liquidación de su patrimonio. La declaración de la apertura del
concurso preventivo permite que el deudor continúe administrando su patrimonio con la
vigilancia del Síndico, un funcionario que se designa a estos fines y para el
cumplimiento de otras importantes funciones en el proceso concursal, como el de
auditoria contable en el proceso de verificación de créditos.
Curatela: Institución que tiene por objeto la protección de los incapaces mayores de
edad, como los dementes y sordomudos que no saben darse a entender por escrito.
También se aplica: a) A los condenados con penas privativas de la libertad. El art. 12
del Código Penal dice: “La reclusión y la prisión por más de tres años ... Importan ... la
privación, mientras dure la pena, de la patria potestad, de la administración de los
bienes y del derecho de disponer de ellos por actos entre vivos; b) a la protección de
derechos de incapaces en general en cuestiones relacionadas a negocios o bienes
determinados vinculados con éstos.
Derecho absoluto: Se habla en este sentido cuando el derecho subjetivo otorga a
su titular un ámbito de poder que, con carácter general, debe ser respetado y
reconocido por todos los demás miembros de la colectividad. La absolutividad de
estos derechos se encuentra referida al sujeto pasivo de los mismos y no al
contenido del derecho, en el sentido de ilimitado, pues evidentemente ninguna
organización social conoce derechos infinitos o ilimitados, sino siempre circunscritos
a unos márgenes de actuación a su titular que permitan igualmente el ejercicio de los
derechos de los demás.
Derecho civil: Es el derecho común que tiende a regular todas las relaciones jurídicas
humanas. Se refiere a la situación de la persona dentro de la comunidad, mirada en sí
misma, es decir, lo que le es inherente; como miembro de la familia y como titular de
un patrimonio. Constituye un tronco común del cual se desprenden ramas especiales
del Derecho Privado, como el Derecho Comercial, el Derecho Laboral, etc..
Derechos relativos: por contraposición a los absolutos, se califica de relativos a
todos aquéllos que conceden a su titular la posibilidad de exigir a cualquier otra
persona, pero no a los demás en general, el desenvolvimiento de una conducta
determinada.
Disposición: Ver “acto de administración”.
Emancipación: Acto de liberación del menor sujeto a la patria potestad o
responsabilidad parental, mediante el cual éste queda liberado de la incapacidad que
pesa sobre él, anticipándose a la mayoría de edad (Argeri). Actualmente se obtiene
sólo como consecuencia de haber celebrado matrimonio.
Estado (civil de las personas): Posición del individuo en el grupo familiar y en la
sociedad a que pertenece. No existe una regulación general única en nuestro sistema
legal, sino que surge de diversas disposiciones legales. Cuando una persona es
22
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
casada, soltera, hija, padre, madre, divorciada, etc., ello puede influir en su capacidad,
e incidir sobre sus derechos y obligaciones. Ejemplos: los cónyuges no pueden
celebrar ciertos contratos, tienen deberes recíprocos (cohabitación, fidelidad,
asistencia); los padres no pueden contratar con sus hijos menores; ciertos grados de
parentesco impiden contraer matrimonio, etc. En una acepción amplia, como
equivalente a situación jurídica: cualquier situación en que puede encontrarse una
persona (estado de demencia, de falencia) o las cosas (patrimonio, bienes).
Fiador: Persona que garantiza el cumplimiento de una deuda ajena. En una
acepción amplia, fianza equivale a garantía. Así se interpreta el artículo 28 inciso 3°
del CCC, que prohíbe a los menores emancipados afianzar obligaciones. En un
sentido estricto, es un contrato por el cual una persona se constituye en garante de
las obligaciones asumidas por otra, a título personal.
Incautación: Pérdida de las facultades de administración y disposición de los bienes
que sufre una persona declarada en quiebra. Dichos bienes son puestos en poder
del Síndico, funcionario concursal encargado de la liquidación de los bienes
desapoderados en interés de los acreedores.
Inoponibilidad: Falta de eficacia de un acto con relación a terceros. Si bien el acto
es válido y existe entre partes, el mismo no tiene efectos con respecto a terceros,
quienes pueden proceder como si el acto no existiera. En las quiebras, el sistema de
inoponibilidad concursal tiende a privar de efecto a ciertos actos realizados por el
deudor, con relación a los acreedores y en la medida del perjuicio causado a éstos.
Quiebra: Proceso judicial que tiene por finalidad la eliminación del estado de cesación
de pagos de una persona, mediante la liquidación de todos los bienes que forman su
patrimonio. El producido de esa liquidación es distribuido en forma igualitaria y
proporcional entre todos sus acreedores. Se denomina también quiebra al estado
jurídico de una persona, producido por la sentencia judicial que la declara. Es uno de
los procesos que forma el género denominado “concursos” regulados por la ley 24522,
integrado también por el concurso preventivo (ver), que tiene por finalidad superar la
cesación de pagos evitando la quiebra, mediante un acuerdo del deudor con sus
acreedores.
Nombre: Es el modo obligatorio de designación de la persona y sirve para distinguirla
en su individualidad.
Nulidad: Sanción de invalidez prevista por la ley, por la cual el acto jurídico pierde la
posibilidad de producir efectos por presentar un vicio o defecto en el momento de su
constitución.
Patria potestad: Conjunto de derechos y deberes que incumben a los padres con
relación a las personas y los bienes de sus hijos menores de edad no emancipados
(Belluscio). El Código Civil y Comercial denomina a esta figura “responsabilidad
parental”.
Patrimonio: Es la universalidad jurídica de todos los derechos activos y pasivos
pertenecientes a una persona en cuanto son bienes, esto es, en cuanto son
susceptibles de apreciación pecuniaria. De acuerdo a una concepción finalista, se dice
que es el conjunto de bienes afectados a un fin jurídico. Es posible la existencia de una
persona, sin patrimonio (si no tiene bienes) o con más de un patrimonio (por ejemplo
en la herencia aceptada con beneficio de inventario, declaración de quiebra,
sociedades y fideicomisos).
Derecho Privado - Capítulo 2 - Sujetos
23
Persona: Ser o entidad capaz de derechos y obligaciones, aunque no tenga
existencia individual física, como las asociaciones, sociedades, fundaciones y el
propio Estado en todas sus formas. Esta definición coincide con la que expresa el
Código Civil y Comercial Argentino, al decir que son personas jurídicas todos los
entes susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones (CCC, art. 141) y
que las personas humanas tienen aptitud para ser titular de derechos y deberes
jurídicos (CCC, art. 22).
Persona jurídica o de existencia ideal: Una creación del derecho fundada en la
realidad social, en virtud de la cual los grupos humanos organizados, en atención a
sus fines, son investidos de personalidad jurídica y considerados sujetos de
derechos y deberes jurídicos para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación (CCC, art. 141).
Presunciones legales: Juris et de jure: cuando frente a determinadas
circunstancias, la ley impone una consecuencia que no admite prueba en contrario,
porque con ello se preserva el interés común, reglas morales, o asegurar la
efectividad de una institución. Juris tantum: cuando frente a determinadas
circunstancias la ley presume una explicación pero admitiendo la prueba en
contrario. Ejemplos de presunciones juris et de jure: CCC, artículos 74, 2451, etc.
Ejemplo de presunciones juris tantum: CCC, arts. 332, 367, 899, etc.
Representación: Fenómeno jurídico que se produce cuando un individuo (el
representante) ejecuta un negocio jurídico en nombre de otro (el representado), de
modo que el negocio se considera celebrado directamente por el representado y los
derechos y obligaciones emergentes del acto pasan al representado. Para que
exista representación, la actuación del representante debe ser por cuenta (interés)
ajena y en nombre ajeno.
Tutela: Derecho que la ley confiere para gobernar la persona y bienes del menor de
edad, que no está sujeto a patria potestad o responsabilidad parental, y para
representarlo en todos los actos de la vida civil (CCC, art. 104). El menor sujeto a esta
institución se denomina pupilo.
Capítulo 3
El objeto de los derechos
Sumario: 1. Generalidades. 2. Cosas y bienes. 2. 1. Concepto. 2. 2. Clasificación de las cosas. 2. 3. El
dinero. 2. 4. Bienes registrables. 2.5. Bienes con relación a las personas. 3. El patrimonio. 3. 1.
Elementos que lo integran. 3. 2. El patrimonio como garantía de los acreedores. 3. 3. Universalidades de
hecho. 3. 4. Patrimonio fiduciario. 3.5. Patrimonio en cesación de pagos. 4. Protección de la vivienda. 5.
Objetos vinculados con las empresas: la hacienda comercial.
1. Generalidades
No todos los derechos tienen propiamente un objeto, ya que existen derechos
subjetivos de distinto tipo. Por ello no se puede dar una respuesta general.
Así por ejemplo, en los llamados derechos inherentes a las personas (*), como el
derecho a la integridad física o el derecho a la intimidad, no habría propiamente un
objeto por cuanto no podría ser considerada la propia persona, como organismo
viviente y espíritu, directamente como objeto de derechos (las personas son sujetos y
no objeto de derechos). En el Derecho Constitucional se suelen identificar como
“derechos humanos” y su protección es preocupación fundamental del derecho público.
En los derechos potestativos (*) como -por ejemplo-, los que se derivan de la patria
potestad o la tutela, se presenta una situación similar. La persona del menor tutelado o
su protección no podría ser tomado como un objeto sino sólo como un sujeto de
derecho.
En realidad, se tratan éstos de casos en los que se confunden los elementos (sujeto y
objeto serían lo mismo) o directamente faltaría el objeto. Son situaciones
excepcionales en los que no se puede identificar claramente un objeto de estos de
derechos.
Fuera de estos casos especiales, volviendo a la división entre derechos personales y
reales, tenemos que el objeto de los derechos son los siguientes:
En los derechos personales (*) o derechos creditorios u obligaciones, consiste en una
prestación. Se entiende por prestación a una conducta que un acreedor puede exigir a
su deudor, consistente en dar, hacer o no hacer.
En cambio, el objeto de los derechos reales (*), es una cosa (más abajo precisamos
el concepto legal de cosa).
Entre los derechos que sí tienen un objeto, advertimos que la Constitución Nacional
protege el derecho de “propiedad”, lo cual es interpretado en un sentido amplio, como
aquellas situaciones en las cuales una persona es “titular” de un derecho que recae
sobre bienes materiales o inmateriales. En sentido económico podríamos referirnos a
los “activos”, que en este sentido son definidos por el diccionario como conjunto de
todos los bienes y derechos con valor monetario que son propiedad de una empresa,
institución o individuo.
El Código Civil y Comercial regula jurídicamente sobre los objetos del derecho,
refiriéndose a bienes y cosas propiamente dichas, consideradas en sí mismas o en
relación a los derechos que puedan tenerse sobre los mismos (denominado como
propiedad en sentido amplio por la garantía constitucional), a lo que nos referimos a
continuación.
2. Cosas y bienes
2
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
2. 1. Concepto:
El Código Civil y Comercial en el art. 15 comienza refiriéndose al patrimonio indicando
que está integrado por los bienes de los cuales una persona es “titular”. Luego en el
art. 16 define las cosas indicando que son los bienes materiales susceptibles de tener
valor. Desde el punto de vista del derecho, entonces, se necesitan dos elementos para
que un objeto sea considerado como “cosa”: 1°) que se trate de objetos corporales
(que se puedan ver o tocar, como una lapicera o un libro); 2°) La exigencia que el
objeto tenga un valor se interpreta en sentido económico, pero con criterio amplio. Así,
una fotografía vieja de un pariente o un mechón de cabello de un hijo, pueden ser
considerados como cosas.
También se incluye dentro de las categorías de cosas, la energía y las fuerzas
naturales susceptibles de apropiación por el hombre, por haberse así dispuesto en
forma especial por el Código (CCC, art. 16).
Las cosas y los objetos inmateriales susceptibles de valor integran un concepto más
general. Son considerados como bienes (art. 16). Las cosas, por lo tanto, son una
clase de bienes: los materiales. La facultad que tiene una persona de exigir a otra el
pago de una suma de dinero (se trata de una obligación de dar) o, en otras palabras,
un crédito dinerario, entra en la categoría de los bienes (o derechos) y no se trata de
una cosa.
Asimismo, el conjunto de todas las cosas y objetos inmateriales que pertenecen a
una persona forman su patrimonio (art. 15).
2. 2. Clasificación de las cosas:
El Código tiene diversas clasificaciones de las cosas consideradas en sí mismas.
Estas clasificaciones tienen importancia práctica, la cual resaltamos en cada caso.
a) Muebles e inmuebles
La más importante división de las cosas, es entre muebles e inmuebles. Las cosas
inmuebles (o raíces) son las que están fijas en un lugar determinado y no pueden
trasladarse de un lugar a otro. A su vez los inmuebles lo son por su naturaleza, o por
accesión (CCC, art. 225 y 226). A continuación, analizamos la clasificación de los
inmuebles:
1°) Son inmuebles por su naturaleza el suelo, las cosas incorporadas a él de una
manera orgánica y las que se encuentran bajo el suelo sin el hecho del hombre (art.
225). Las plantas, la tierra y las piedras adheridas al suelo son ejemplos de
inmuebles por su naturaleza. Estas cosas se encuentran por sí misma inmovilizadas,
como
2°) Son inmuebles por accesión las cosas muebles que se encuentran realmente
inmovilizadas por su adhesión física al suelo, con tal que esta adhesión tenga el
carácter perdurable (art. 226). Son ejemplos de inmuebles por accesión física los
edificios y construcciones.
Las cosas inmuebles por su naturaleza o por accesión, dejan de serlo desde que son
retiradas del inmueble al que pertenecen, transformándose a partir de ese momento en
cosas muebles. Y al revés, las cosas muebles dejan de serlo y se convierten en
inmuebles cuando son incorporadas a uno.
Son cosas muebles las que pueden desplazarse de un lugar a otro, sea moviéndose
por sí mismas o sea que sólo se muevan por una fuerza externa (art. 227). Se incluyen
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
3
dentro de las cosas muebles a los animales (o semovientes) y también a las partes
sólidas del suelo que son separadas de él, piedra, tierra, etc.
La clasificación entre cosas muebles e inmuebles tiene su importancia en diversos
aspectos jurídicos. Resaltamos las que consideramos más importantes para este
curso.
1° En cuanto a la forma de enajenarlos (venderlos es la manera más común de
enajenar o “hacer ajena” una cosa), la regla es que los inmuebles sólo pueden
trasmitirse por escritura pública (CCC, art. 1017). En cambio la enajenación de los
bienes muebles no requiere formalidad y la transmisión de su propiedad se hace por la
simple entrega (o tradición).
2° La prescripción adquisitiva o usucapión (*), se produce en los inmuebles por la
posesión pública y pacífica en plazos que se fijan en diez o veinte años según el caso.
Con respecto a las cosas muebles se aplica el principio de que la posesión vale por
título (CCC, arts. 760 y 1895), salvo para las cosas robadas o perdidas que se
adquieren por la posesión de buena fe durante dos años (1898, última parte).
3° El Código regula en forma especial el contrato de compraventa de cosas muebles,
para el que se establecen reglas diferentes a las demás compraventas (CCC, arts.
1142 y siguientes).
4° En lo que se refiere a las derechos reales de garantía, la hipoteca tiene por objeto
los inmuebles y la prenda para gravar las cosas muebles.
b) Cosas divisibles o indivisibles
Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en porciones reales sin ser
destruidas, cada una de las cuales forma un todo homogéneo y análogo tanto a las
otras partes como a la cosa misma (CCC, art. 228).
Una suma de dinero es divisible. Un departamento de un dormitorio en un edificio en
propiedad horizontal no lo es. Si los dueños (condóminos) de ese departamento
quieren dividirlo o reclamar su parte, la solución legal es su liquidación (venta) para
distribuir entre ellos el producido de la liquidación. Esta es la mayor importancia que
tiene esta clasificación.
Por otro lado, se ha establecido una limitación a la facultad de dividir las cosas. No
podrán dividirse las cosas cuando ello convierta en antieconómico su uso y
aprovechamiento. Asimismo, se ha dispuesto que en materia de inmuebles, las
autoridades locales (por ejemplo la Municipalidad para los terrenos que están dentro de
la ciudad o la Provincia para los campos que están en su jurisdicción) podrán
reglamentar la superficie mínima de la unidad económica (art. 228 segunda parte).
c) Cosas principales y accesorias
Son cosas principales las que pueden existir por sí mismas y son accesorias
aquellas cuya existencia y naturaleza son determinadas por otra cosa de la cual
dependen o a la cual están adheridas. La consecuencia es que las cosas accesorias
tienen el régimen jurídico de la cosa principal (CCC, arts. 229 y 230).
d) Cosas consumibles y no consumibles
Son cosas consumibles aquellas cuya existencia termina con el primer uso. Son
cosas no consumibles las que no dejan de existir por el primer uso que de ellas se
hace, aunque sean susceptibles de consumirse o deteriorarse después de algún
tiempo (CCC, art. 231).
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Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
Esta distinción concierne a la naturaleza misma de la cosa. El dinero es cosa
civilmente consumible, falto de identidad y desaparece con su uso. Las cosas
consumibles son siempre fungibles. No al revés. Por ejemplo: un libro, un reloj, un
televisor, son cosas fungibles (porque se pueden sustituir por otros iguales) y no
consumibles porque no dejan de existir con su uso.
e) Cosas fungibles y no fungibles
Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo de la especie equivale a otro
individuo de la misma especie, y pueden sustituirse por otras de la misma calidad y
en igual cantidad (CCC, art. 232).
En esta clasificación no se tiene en cuenta una cualidad de la cosa en sí misma. La
distinción debe hacerse sobre la base de la intención que las partes han tenido. De ello
depende que se encuadre una cosa en una u otra categoría. Si se ha tenido en cuenta
el género (como una mercadería producida en serie) o el individuo (como diferente a
todos los demás). Ejemplo: No son equivalentes una medalla a otra medalla igual, si
una es un recuerdo de un pariente. Esa característica de ser un recuerdo la hace
única. Obviamente que la medalla de recuerdo es no fungible y no podrá cambiarse
por la otra.
Esta distinción entre cosas fungibles y no fungibles tiene su importancia en cuestiones
tales como el objeto de los contratos. Así, los contratos de locación y comodato sólo
pueden celebrarse sobre cosas no fungibles. En cambio, el contrato de mutuo o
préstamo de consumo tiene por objeto sólo cosas fungibles.
f) Frutos y productos
Conforme lo indica el art. 233 del Código, fruto es todo aquello que una cosa rinde de
un modo regular, normal, periódico, sin alteración de su sustancia. Puede tratarse de
frutos naturales (espontáneos de la naturaleza, crías de ganado, fruta), industriales (por
industria o cultivo de la tierra) o civiles (rentas: alquileres, intereses, salario por trabajo
personal).
En cambio, son productos los que se obtienen alterando o menoscabando su sustancia
(como arena o piedra de una cantera, leña o petróleo). Así tendremos entre los bienes
que se consideran gananciales a los frutos de los bienes propios (CCC, art. 465, incs.
C y d), pero no a los productos de dichos bienes que son propios.
g) Cosas que están en el comercio y fuera del comercio
Están en el comercio todas las cosas cuya enajenación no fuere expresamente
prohibida (234). Por ejemplo, la estatua de una plaza, es absolutamente inalienable
por encontrarse fuera del comercio. No puede ser objeto de un contrato privado.
Tampoco podrían serlo un misil militar o uranio enriquecido para usarse en bombas
nucleares. Un contrato sobre estos bienes sería nulo.
La ley permite que pueda disponerse voluntariamente que se prohíba la enajenación
de una cosa (con lo cual pasaría a estar fuera del comercio) aunque también se ha
puesto limitación a dicha prohibición de enajenar. Así un condómino puede acordar con
los demás la indivisión de una cosa común hasta por diez años (CCC, art. 2000).
2. 3. El dinero
El dinero tiene las importantes funciones de ser medio de cambio y medida de valor.
Es cosa mueble, fungible, consumible, divisible y tiene “curso legal” ya que el
acreedor no se puede negar a recibirlo en pago.
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
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La expresión “papel moneda” designa a los billetes que circulan como moneda y que
pueden ser convertibles o no, según se admita la posibilidad de cambiarlo por la
suma especificada en dicho instrumento, como puede ser un metal precioso.
La moneda extranjera no es considerada jurídicamente como moneda. El art. 765
del Código establece que la obligación debe considerarse como de dar cantidades
de cosas y el deudor puede liberarse dando el equivalente en moneda de curso
legal.
También es importante tener en cuenta que se aplica como regla en nuestro sistema
legal el “principio nominalista”, que significa que una obligación de dar una suma de
dinero se cumple pagando la suma nominal correspondiente (conf. CCC, art. 766).
Por lo tanto, no se admite como principio legal ningún tipo de indexación o ajuste por
la devaluación de la moneda (ley 25561, art. 4). Esto implica por ejemplo que no se
podría pactarse el precio de alquileres ajustables de acuerdo al aumento del costo
de vida. La cláusula de un contrato que así lo estableciera sería nula. Se trata de
disposiciones de orden público económico o general, que por su naturaleza no
pueden ser dejadas de lado por una cláusula contractual.
2. 4. Bienes registrables
Existen algunos bienes que tienen gran importancia, principalmente económica,
respecto a los cuales se ha considerado necesario publicitar quien es su titular y su
condición (por ejemplo: embargos y gravámenes). Ello se hace disponiendo su
inscripción en registros públicos, a fin de otorgar una mayor seguridad y certeza
sobre su situación jurídica.
Así, para transferir la propiedad de inmuebles, automóviles, buques, marcas, patentes
de invención, fondos de comercio, etc., se exige, con diversos efectos, que esos actos
se hagan públicos por medio de su inscripción en los registros que la ley dispone. Por
la misma razón se los denomina bienes registrables.
La categoría de bienes registrables surge del art. 1890 del Código. A la importancia y
efectos de los registros públicos nos referimos más adelante en el capítulo que trata
sobre los derechos reales.
Adelantamos que la publicidad registral se justifica por ser el más eficaz instrumento
de seguridad jurídica en la constitución, modificación y extinción de derechos sobre
dichos bienes. Dicha inscripción otorga publicidad y hace oponible a terceros el acto
inscripto (CCC, art. 1893).
2.5. Bienes con relación a las personas
Distingue el Código entre los bienes pertenecientes al dominio público, bienes del
dominio privado del Estado y bienes de los particulares (CCC, arts. 235, 236 y 238).
Solamente las últimas dos categorías están sometidas al régimen del Código. Los
bienes de dominio público no están en el comercio y no pueden ser objeto de actos
ni -por tanto- de contratos de derecho privado.
3. El patrimonio
3. 1. Elementos que lo integran
El patrimonio es la universalidad jurídica de todos los derechos pertenecientes a una
persona en cuanto son bienes, esto es, en cuanto son susceptibles de apreciación
pecuniaria. Está integrado por la totalidad de los derechos reales, personales,
intelectuales, etc. De acuerdo con el artículo 15 del Código, el conjunto de los bienes
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Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
de una persona constituye su patrimonio, aunque debe interpretarse que también
comprende los pasivos o al menos que está relacionado directamente con los pasivos.
Se lo considera como universalidad de derecho, puesto que se presenta como una
unidad formada por la totalidad de activos y pasivos, los que se encuentran bajo la
gestión de su titular, lo que implica la facultad de disponer y administrar los bienes que
lo integran.
Tiene tanta importancia este tema que, según la teoría clásica el patrimonio es
considerado como atributo de la personalidad. En este sentido, todo sujeto de
derecho es titular de un patrimonio, aunque no tenga activos, ya que el mismo
consiste en una aptitud o disposición potencial para adquirir bienes o incorporarlos a
su patrimonio.
Por esta misma razón, se sigue aceptando como un principio liminar que no puede
haber una persona sin patrimonio, aunque carezca en absoluto de bienes (por eso
señalamos en el párrafo anterior que tiene una posibilidad “potencial” para adquirir
bienes), ya que siempre tiene aptitud para adquirirlos quedando por ello incorporarlos a
ese patrimonio.
Otra consecuencia que derivaba de la doctrina clásica, es que una persona sólo puede
tener un patrimonio. Sin embargo ello ha sido dejado de lado por el sistema legal,
permitiéndose hoy que una persona sea titular de más de un patrimonio. Esta situación
se presenta cuando se trasmiten bienes en fideicomiso o –más precisamente- en
calidad de dominio fiduciario.
Actualmente se abre camino la concepción finalista que considera al patrimonio
como al conjunto de bienes afectados a un fin jurídico, teoría que posibilita que una
persona tenga más de un patrimonio.
En el caso del fideicomiso, los bienes trasmitidos en propiedad fiduciaria están
destinados al cumplimiento de la finalidad fijada en el contrato de fideicomiso.
También nos encontramos ejemplos de patrimonios independientes que pueden
considerarse sin dueño o titular. Esto sucede con la herencia indivisa. Por un lado el
titular de esos bienes ha fallecido y por lo tanto ya no existe, y por otro, los
herederos todavía no han incorporado los bienes y deudas a su propio patrimonio.
Algo parecido sucede con el patrimonio de una persona declarada en quiebra. Al
quebrado o fallido se lo desapodera de sus bienes que son incautados y entregados
al síndico de la quiebra. El síndico se encarga de liquidar esos bienes y pagar a los
acreedores pero no es el titular de los bienes ni tampoco un representante del fallido.
Con respecto a las personas jurídicas o de existencia ideal, es obvio que son
titulares de un patrimonio. Y todos los derechos y obligaciones, aunque afecten
intereses de los hombres que las constituyen, no pueden ser considerados como de
estos últimos; sino de la persona jurídica y es aquí donde ésta es considerada
propiamente como una persona diferente a los miembros que la integran.
3. 2. El patrimonio como garantía de los acreedores
En el Derecho de las Obligaciones existe una fórmula referida a la responsabilidad del
deudor, que indica que el patrimonio del deudor constituye la garantía común de los
acreedores (también se utiliza la expresión “prenda común” en reemplazo de “garantía
común” aunque en un sentido no técnico de “prenda”, instituto que más adelante
trataremos). El principio está incorporado a los arts. 242 y 743 del Código.
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
7
Esta expresión significa que el patrimonio, como universalidad, como un todo ideal
formado por todos los bienes presentes y futuros de una persona, está afectado a la
agresión jurídica de sus acreedores, quienes pueden utilizar todas las vías legales para
hacer efectivo sus créditos, pidiendo para ello la liquidación de los bienes de su deudor
(ver Cód. Civil, arts. 242 y 743).
De este principio clásico se deriva otro: el de la indivisibilidad del patrimonio, en virtud
del cual todos y cada uno de los bienes presentes y futuros que integran el activo del
deudor se encuentran afectados a la cancelación de todos y cada uno de los pasivos,
en forma indeterminada.
Así, por ejemplo, si un deudor no paga la suma de dinero que debe, su acreedor tiene
la facultad de reclamar judicialmente que la suma de dinero le sea quitada a su deudor
para entregársela. O si no tiene dinero, podrá pedir (por medio de un juicio y remate
judicial) el embargo y posterior liquidación de bienes que integren el patrimonio de su
deudor, suficientes para obtener el pago de la suma de dinero con el producido de esa
liquidación.
Este principio no es absoluto y encuentra su límite en los bienes que resultan
indispensables para cubrir necesidades primarias y proporcionar a su dueño un mínimo
bienestar, del cual no puede prescindirse sin que sean afectadas la dignidad del
individuo y de su núcleo familiar.
¿Cuáles son esos bienes inembargables e inejecutables?
La inclusión de bienes en esta categoría evoluciona con el paso del tiempo de la mano
del avance de los procesos tecnológicos y las variaciones económicas. El art. 744 del
Código contiene una enumeración de estos bienes inembargables
El fundamento para proteger estos bienes es que el derecho debe garantizar que las
personas lleven una vida con un mínimo de dignidad, por más deudas que tenga. Hoy
no se concibe que una persona pueda vivir dignamente sin tener bienes elementales
como podrían ser heladera, televisor, mesa, sillas, camas, ropa, etc..
Por lo tanto, se ha dispuesto que no podrán ser afectados estos bienes elementales
por los acreedores salvo que se trate de bienes de lujo. El Código identifica estos
bienes como “ropa y muebles de uso indispensable” (art. 744, inc. A). Con la expresión
“de uso indispensable” se deja abierta esta clase de bienes para que se vayan
incorporando nuevos con la evolución de la sociedad.
En esta misma categoría de inejecutables se comprende a los inmuebles afectados al
régimen de vivienda prevista por los arts. 244 y siguientes del Código, al cual nos
referiremos especialmente más abajo, así como los haberes jubilatorios y previsionales
(ley 24241), las indemnizaciones por daño moral (art. 744 inc. F), etc.
Finalmente, debe tenerse presente que todos los acreedores pueden ejecutar los
bienes de su deudor en posición igualitaria, excepto que exista una regla legal de
preferencia o privilegio (*) entre los créditos.
3. 3. Universalidades de hecho
La distinción entre universalidad de hecho y de derecho no está expresamente en el
sistema legal, pero nos sirve para abordar algunos temas y clarificarlos.
El patrimonio es una universalidad de derecho o jurídica, en cuanto se trata para la ley
de una unidad o centro de imputación de derechos y obligaciones.
8
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
Diferente es el concepto de universalidad de hecho o de cosas, que nos sirve para
indicar estados o cuerpos integrados por muchas partes diferentes y distintas pero
unidas para darles un destino especial y usualmente identificadas bajo un solo nombre.
Una biblioteca sería otro ejemplo de universalidades de hecho.
Este concepto se encuentra definido en el art. 1927 del Código para referirse a la
posesión de las universalidades de hecho.
El sentido de unidad en las universalidades de hecho, proviene de la voluntad del titular
o de la afectación económica común que tienen los elementos que integran el
conglomerado. Pero si como consecuencia del destino dado a esos bienes se generan
pasivos, ello no produce una afectación de los bienes a la cancelación de dichos
pasivos. Esos bienes y los pasivos mencionados se encuentran todos incluidos en el
patrimonio. Por lo tanto cualquier acreedor puede agredir jurídicamente todos los
bienes de su deudor, se encuentren o no comprendidos en esa universalidad de
hecho.
En cambio, en la universalidad de derecho, el sentido de unidad proviene
exclusivamente de la ley. La afectación jurídica de activos y pasivos como una unidad
diferente solamente existe si estamos frente a patrimonios diferentes.
Cuando estudiemos el fondo de comercio o la hacienda comercial, a propósito de la
regulación legal de su transferencia (ley 11867) veremos que ésta es una universalidad
de hecho, puesto que se trata del un conjunto de bienes ordenados por el empresario
para la realización de su actividad empresarial. No es una universalidad de derecho en
razón que no es el fondo de comercio titular de derechos y obligaciones (el titular es el
empresario). El fondo de comercio no constituye un patrimonio independiente o
diferenciado del patrimonio personal del empresario dueño del mismo. Los acreedores
provenientes de la actividad del fondo de comercio pueden agredir jurídicamente todos
los bienes de su deudor, incluidos aquéllos que no forman parte del fondo de comercio.
Igualmente los acreedores que no provienen de la actividad del fondo de comercio,
pueden agredir jurídicamente los bienes que integran dicho fondo para cobrar.
3. 4. Patrimonio fiduciario
Un fideicomiso (*) que ya se ha perfeccionado o constituido en cabeza del fiduciario
(*), crea un patrimonio especial independiente afectado a un destino. Esta figura que
hace poco tiempo ha sido incorporada al sistema legal argentino (si bien existía con
anterioridad, no estaba prácticamente regulada y casi no era utilizada hasta el año
1995) supera la teoría clásica que se basa en la unidad y universalidad del
patrimonio considerándolo como atributo de la personalidad.
Una persona ya no es sinónimo de la existencia de un solo patrimonio. Ahora
podemos decir que una persona es titular de un patrimonio personal pero también
puede ser titular (fiduciario) de uno o más patrimonios fiduciarios.
Los bienes que han sido objeto del fideicomiso constituyen un patrimonio separado
del patrimonio del fiduciario y del fiduciante que son las personas que básicamente
participan y originan esta figura. Así lo dispone expresamente el art. 1682 del
Código.
La independencia de patrimonios se manifiesta por cuanto los bienes fideicomitidos
quedan exentos de la acción singular o colectiva de los acreedores del fiduciario y
del fiduciante y los bienes personales de quien administra el patrimonio fiduciario no
responderán por las obligaciones contraídas en la ejecución del fideicomiso (arts.
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
9
1685 y 1686).
En otras palabras, los acreedores personales de fiduciante y fiduciario sólo podrán
cobrar sus créditos sobre los bienes que se encuentran en el patrimonio personal de
éstos y no podrán hacerlo sobre los bienes que integran el fideicomiso. Igualmente,
los acreedores que genere el fideicomiso sólo podrán cobrar sobre dichos bienes y
no sobre los bienes personales de fiduciante y fiduciario. Los patrimonios (personal y
fiduciario) están separados.
3.5. Patrimonio en cesación de pagos
Cuando la gestión y evolución normal de un patrimonio aparece como impotente
para cancelar normalmente los pasivos que ha generado, se produce el estado de
cesación de pagos. Estas situaciones de crisis deben ser eliminadas de la manera
más rápida y eficiente posible.
El sistema legal toma el sistema clásico para eliminar el estado de cesación de
pagos que es la declaración de quiebra. A pedido del propio deudor insolvente o de
sus acreedores se declara la quiebra, que consiste en un proceso judicial que tiene
por objeto el desapoderamiento e incautación de todos los bienes del deudor
insolvente para liquidarlos (transformarlos en dinero) y distribuir el producido entre
los acreedores.
Los activos que integran este patrimonio son objeto de desapoderamiento cuando se
declara la quiebra del deudor en cesación de pagos. Dicho desapoderamiento
significa que el deudor pierde la administración y disposición de esos bienes, los
cuales son además incautados (se los quitan materialmente) y entregados al síndico
de la quiebra con la finalidad de que éste proceda a liquidarlos y, con el producido
de esa liquidación, pague a los acreedores en forma proporcional y de acuerdo a los
privilegios correspondientes.
Más modernamente se introdujeron otras soluciones para eliminar la cesación de
pagos, evitando la declaración de quiebra, como el concurso preventivo, que
consiste en otro trámite judicial que tiene por objeto que el deudor insolvente
negocie con sus acreedores alguna forma de superar la insolvencia, celebrando con
ellos un acuerdo preventivo (antiguamente denominado concordato). Si el acuerdo
preventivo por cualquier razón queda frustrado, se declarará la quiebra.
La última evolución de las soluciones legales a la cesación de pagos es el concurso
preventivo extrajudicial, que evita el desgaste que implica los otros dos trámites
antes referidos. En este último se presenta al juez el acuerdo ya celebrado por el
deudor con sus acreedores.
Hacemos presente finalmente, que frente a la insolvencia del patrimonio fiduciario no
se declara la quiebra ni se puede recurrir a las otras soluciones mencionadas,
estableciéndose en el art. 1687 del Código una forma especial de liquidación del
activo del patrimonio fiduciario.
4. Protección de la vivienda
El Código contiene disposiciones para la protección de la vivienda, sometiendo al
inmueble que tiene este destino, a un régimen especial. La protección puede alcanzar
a su totalidad o a una parte de su valor según lo decida su dueño (CCC, arts. 244, 245
y 246).
Dicha protección se efectúa de dos formas:
10
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
1°) Con inscripción registral:
En primer lugar, se permite que cualquier persona, mediante la inscripción por parte de
su titular, afecte a este destino de vivienda un inmueble. La inscripción debe hacerse
en el registro inmobiliario y puede beneficiar a un solo inmueble (CCC, art. 244).
El art. 244 del Código sólo protege de la acción de los acreedores al inmueble
destinado a “vivienda”. Pero el art. 251 extiende aún más la protección: Prevé
también la inembargabilidad de “los frutos” indispensables para satisfacer las
necesidades de los beneficiarios, por lo que debe entenderse que se permite un
destino “mixto” del inmueble (generador de frutos). Ello permite interpretar que la
protección se mantiene en los casos en que el inmueble, además de destinarse a
vivienda, se utilice para desarrollar alguna explotación empresaria (como por
ejemplo instalar un almacén que funcione en una parte del mismo, además de su
destino de vivienda familiar en otra parte del inmueble).
Los efectos de la inscripción registral hacen oponible la inembargabilidad a los
acreedores de causa posterior a la inscripción. Y obviamente por una cuestión de
buena fe, resulta inoponible a los acreedores cuyo crédito sea de causa anterior a la
inscripción, los que sí podrán embargar y ejecutar la vivienda.
2°) Sin inscripción registral:
Por otro lado, existe otra protección diferente a la anterior para la vivienda “familiar“, la
cual no puede ser ejecutada por deudas contraídas después de la celebración del
matrimonio, excepto que lo hayan sido por ambos cónyuges conjuntamente o por uno
de ellos con el asentimiento del otro (CCC, art. 456).
Esta última protección no exige la previa inscripción registral resultando diferente a la
que vimos en primer lugar.
Se ha dispuesto en forma independiente la protección a la “vivienda familiar” y bienes
indispensables que se encuentren en ella, tanto para aquellos que están unidos en
matrimonio como para las uniones convivenciales. En este último caso la unión debe
estar inscripta. No protege la vivienda de las personas solteras ni con uniones
convivenciales no inscriptas (como sí lo hace la primera forma de protección que
vimos).
La protección alcanza a todos los créditos contraídos después del matrimonio o
después de la inscripción de la unión convivencial (CCC, arts. 456 y 522, última parte).
En definitiva, la finalidad de estas disposiciones es limitar la posibilidad de ejecución de
la vivienda familiar por los acreedores de uno solo de los cónyuges, a fin de evitar que
mediante el endeudamiento del propietario de la vivienda, termine ésta comprometida
sin intervención del otro cónyuge y se afecte a todo la familia (Rivera y Medina).
Con la protección dispuesta en el Código se cumplen los principios constitucionales
(conf. Constitución Nacional, art. 14 bis) y los tratados internacionales de derechos
humanos suscriptos por la nación que dan protección a la vivenda.
Dado que estos preceptos resultan de trascendental importancia al momento de hacer
el análisis de solvencia de un eventual deudor, vale tener en cuenta que en la provincia
de Córdoba (como en otras), en los últimos años se ha generado una serie de
controversias judiciales por la interpretación de algunas normas provinciales que
superponen la protección a la vivienda, como los artículos 58 de la Constitución
Provincial y la ley provincial 8067 (modificada por la ley 8998). Estas disposiciones
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
11
dicen proteger la “vivienda única” habitada por su propietario. Las leyes provinciales
pretenden asimilar legalmente esta situación al bien de familia o a la vivienda familiar
(ahora regulado por el art. 456 del CCC)..
Existen a la fecha ya dos pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, que han revocado dos sentencias del Tribunal Superior de Justicia de la
Provincia de Córdoba, sumando argumentos para declarar la inconstitucionalidad de
dichas normas, interpretando que el bien de familia y la vivienda única, se tratan de
instituciones diferentes y por lo tanto es ajeno a la competencia de las provincias
regular en la materia que corresponde a la Nación en forma exclusiva. En otras
palabras, la única protección legal es la que tiene la ley nacional sobre la vivienda, no
encontrándose facultadas las provincias a regular sobre este tema.
Sin embargo, el nuevo régimen del Código Civil y Comercial revitaliza y amplía
enormemente la protección de estos bienes, lo cual seguramente producirá una
revisión de la jurisprudencia obtenida bajo el régimen anterior.
5. Objetos vinculados con las empresas: la hacienda comercial
El conjunto de bienes organizados por el empresario para el ejercicio de su
profesión, se denomina hacienda comercial (*), fondo de comercio, establecimiento
comercial o comúnmente “negocio”. Aunque aclaramos que la palabra “negocio” en
derecho tiene un significado diferente (como “acto jurídico” al que nos referimos en el
capítulo siguiente).
Este conjunto de bienes que integra el patrimonio del comerciante, tiene un régimen
especial, el cual está establecido fundamentalmente por la ley 11867 (anexa al
Código). La hacienda comercial está formada por elementos estáticos y dinámicos que
conforman una universalidad de hecho.
Entre los elementos dinámicos se encuentra el valor llave (*) y la clientela (*). Entre
los elementos estáticos, se distingue entre los estáticos corporales, como utilería,
maquinaria, instalaciones, provisiones, materias primas y mercaderías; y los
estáticos incorporales como el nombre comercial (*), marcas (*), patentes (*) y los
modelos de utilidad (*).
Se trata de uno de los institutos más importantes de este curso, que serán motivo de
estudio especial más adelante, en la segunda parte de estas notas.
(*) Ver glosario.
Bibliografía complementaria
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014
RIVERA, Julio C., y MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Glosario
Clientela: Es el conjunto de personas que contratan con un establecimiento
comercial. Es uno de los elementos que integran la hacienda comercial según la
enumeración del art. 1 de la ley 11.867. La clientela se encuentra vinculada con el
valor llave (ver llave de negocio). En caso de enajenación de una hacienda
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Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
comercial, existe una garantía de un hecho negativo por parte del enajenante, que
consiste en no competir o no restablecerse en un lugar que pueda afectar la clientela
del negocio que transmitió.
Derechos inherentes a las personas: También denominados derechos de la
personalidad, son aquellos que posee cada ser humano para defender su integridad
psico-física, así como su dignidad, como el derecho a la legítima defensa o el derecho
al nombre (Torré).
Derechos potestativos: Se suele denominar de esta manera a los derechos de
familia. Son los que una persona tiene para regir la conducta extrapatrimonial de otra
persona. Surgen de instituciones tales como el matrimonio, la patria potestad, la tutela,
etc. Son ejemplos de estos derechos, el derecho de cuidado y atención que tienen los
hijos menores respecto a sus padres o el derecho que tienen los cónyuges a exigirse
recíprocamente fidelidad.
Derechos personales: Denominación que se utiliza para los derechos creditorios u
obligaciones, para distinguirlos de los derechos reales (ver). Es una expresión
equívoca que no debe confundirse con los derechos de la personalidad o inherentes a
la persona (ver). Obligación es una relación jurídica en virtud de la cual un sujeto
(deudor) tiene el deber jurídico de realizar a favor de otro (acreedor) determinada
prestación (Alterini). Derecho creditorio hace referencia al aspecto activo de una
obligación, es decir, a la facultad del acreedor de exigir al deudor el cumplimiento de
un deber jurídico.
Derecho real: Relación jurídica directa, inmediata y exclusiva entre una persona y una
cosa determinada, por la cual ésta está sometida a la voluntad jurídica de aquélla, la
que debe ser respetada por todas las demás personas. Se denomina derecho “real”
por derivar de la palabra “res” que significa “cosa” en latín.
Derecho absoluto: Se habla en este sentido cuando el derecho subjetivo otorga a
su titular un ámbito de poder que, con carácter general, debe ser respetado y
reconocido por todos los demás miembros de la colectividad. El carácter absoluto de
estos derechos se encuentra referido al sujeto pasivo de los mismos y no al
contenido del derecho, en el sentido de ilimitado, pues evidentemente ninguna
organización social conoce derechos infinitos o ilimitados, sino siempre circunscritos
a unos márgenes de actuación a su titular que permitan igualmente el ejercicio de los
derechos de los demás.
Derechos relativos: por contraposición a los absolutos, se califica de relativos a
todos aquéllos que conceden a su titular la posibilidad de exigir a cualquier otra
persona, pero no a los demás en general, el desenvolvimiento de una conducta
determinada.
Llave de negocio: Capacidad que tiene la hacienda comercial (ver) para producir
ganancias por medio de la organización. El valor de la llave se encuentra vinculado
con la capacidad para atraer clientela. Su valuación se hace sobre la esperanza de
obtener utilidades.
Fideicomiso: Habrá fideicomiso cuando una persona (fiduciante) transmita la
propiedad fiduciaria de bienes determinados a otra (fiduciario), quien se obliga a
ejercerla en beneficio de quien se designe en el contrato (beneficiario), y a
transmitirlo al cumplimiento de un plazo o condición al fiduciante, al beneficiario o al
fideicomisario (CCC, art. 1666).
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
13
Fiduciario: Persona que interviene en un fideicomiso adquiriendo el dominio
fiduciario de los bienes objeto del mismo, que es un dominio imperfecto por estar a
afectados al cumplimiento de la finalidad asignada a un fideicomiso, a efectos de
cumplir los fines del mismo.
Hacienda comercial: Conjunto de bienes materiales e inmateriales sobre los que
recae la actividad empresarial, organizados por el empresario en función de su
actividad. El anterior Código Civil lo denomina "establecimiento de comercio" (arts.
320, 470, etc), una antigua ley fiscal "hacienda" (ley 10.293), la 11.867 habla de
"fondo" de comercio y de “establecimiento comercial o industrial”. "Establecimiento"
hace referencia a la sede o lugar físico. "Hacienda" y "fondo", hacen referencia al
elemento organizativo, lo que caracteriza propiamente a la institución, aunque solo la
primera de dichas expresiones es una palabra aceptada en nuestro idioma. La
palabra "fundo" tiene carácter inmobiliario. La palabra “firma” hace referencia a la
rúbrica o grafismo al pié de un documento para ratificar o asumir las obligaciones en
él contenidas, por ello no son acertadas en derecho las expresiones “firma
comercial” ni “firma social”. "Negocio" es una denominación utilizada frecuentemente
pero sólo en la práctica.
Marca: Elemento, signo o característica que permite identificar y distinguir una
mercadería y determinar su origen comercial o industrial. Participa del género de los
derechos intelectuales. Su régimen legal se encuentra en la ley 22362 que establece
su adquisición mediante la inscripción en un registro especial (art. 4). Tienen un
plazo de duración de diez años prorrogables.
Modelo de utilidad: Son las invenciones que consisten en dar a un objeto una
configuración, estructura o constitución de la que resulte alguna ventaja práctica,
apreciable para su uso o fabricación. El modelo de utilidad sólo protege la nueva
forma de un objeto, de la que resulta una utilidad práctica. Forma de los objetos que
cumplen una función técnica, pero carecen del nivel inventivo exigido para la
concesión de la patente. El régimen de los modelos de utilidad o modelos
industriales se encuentra regulado junto a las patentes de invención, en la ley 24.481
modificada por la ley 24572. Este título de propiedad industrial tiene un plazo de
exclusividad de 10 años improrrogables desde presentación de la solicitud de
registro.
Nombre comercial: Elemento, signo o característica que permite identificar a la
persona del comerciante o empresario. Es el que usa el comerciante para actuar en
el mundo del tráfico mercantil y gozar del crédito mediante el cual adquiere derechos
y contrae obligaciones. Se trata de un bien patrimonial y no de un atributo de la
persona como el nombre civil. Se adquiere por el uso y tiene protección legal en el
régimen de la ley 22362.
Patente de invención: Título de propiedad industrial sobre un invento, concedido
por el Estado, que da al inventor un monopolio legal consistente en el derecho
exclusivo a explotar la patente industrial y comercialmente y a oponerse a que los
terceros lesionen ese derecho exclusivo, que dura veinte años. El régimen de las
patentes se encuentra en la ley 24481 modificada por la ley 24572.
Patrimonio: Es la universalidad jurídica de todos los derechos activos y pasivos
pertenecientes a una persona en cuanto son bienes, esto es, en cuanto son
susceptibles de apreciación pecuniaria. De acuerdo a una concepción finalista, se dice
que es el conjunto de bienes afectados a un fin jurídico. Es posible la existencia de una
persona, sin patrimonio (si no tiene bienes) o con más de un patrimonio (por ejemplo
14
Derecho Privado - Capítulo 3 - Objetos
en la herencia aceptada con beneficio de inventario, declaración de quiebra,
sociedades y fideicomisos).
Privilegio: Derecho dado por la ley a un acreedor para ser pagado con preferencia a
otro (CCC, artículo 2573). El privilegio autoriza a un acreedor a cobrar su crédito
primero que los demás. Los privilegios pueden recaer sobre un bien determinado, en
cuyo caso se trata de un privilegio especial o sobre todas las que componen el
patrimonio del deudor, en cuyo caso se trata de un privilegio general.
Usucapión: Forma de adquirir el derecho de dominio de una cosa por medio de la
posesión material de la misma con ánimo de dueño, de manera pública, pacífica e
ininterrumpida, durante el plazo establecido por la ley. Se denomina también a esta
institución como “prescripción adquisitiva”. El principal fundamento del instituto se
encuentra en la necesidad de asegurar la estabilidad de la propiedad. Aún cuando
ello resulte injusto, se considera esto como un mal menor frente al que se produciría
frente a una situación de prolongada inestabilidad. El derecho prefiere al poseedor
antes que a un propietario negligente que ha abandonado sus bienes y se
desinteresa de ellos.
Valor llave: Ver “llave de negocio”.
Capítulo 4
La causa eficiente de los derechos
Sumario: 1. Los hechos jurídicos. 2. Los actos jurídicos. 3. La voluntad. 3. 1. Elementos internos de la
voluntad. 3. 2. Aspecto externo: la manifestación de la voluntad. 4. Condiciones de validez de los
actos jurídicos y la forma. 5. Vicios de la voluntad. 5. 1. Error. 5. 2. Dolo. 5. 3. Violencia (fuerza y
temor). 6. Los hechos ilícitos y la responsabilidad civil. 7. La buena fe de los actos jurídicos. 7. 1.
Simulación. 7. 2. Fraude. 7. 3. Lesión. 7. 4. Abuso del derecho. 7. 5. Abuso de posición dominante en
el mercado. 7. 6. Teoría de los actos propios. 8. Modalidades de los actos jurídicos. 9.
Representación.
1. Los hechos jurídicos
No todos los sucesos o acontecimientos interesan al Derecho, sino sólo los que
influyen en algún derecho o deber jurídico.
Toda norma jurídica describe o encierra un supuesto de hecho y sus consecuencias.
Por ejemplo: El día que se cumplen 18 años de edad (supuesto de hecho) se
adquiere plena capacidad civil (consecuencia). Son hipótesis que la ley regula de
antemano, cuyo cumplimiento producen efectos jurídicos, es decir, las
consecuencias que la ley establece (CCC, art. 25).
Esos hechos, cuando producen efectos en el mundo del Derecho (crean, modifican o
extinguen derechos), decimos que constituyen la causa eficiente o fuente de
derechos y se denominan hechos jurídicos (CCC, art. 257).
Estos hechos jurídicos pueden ser acaecimientos naturales, como la caída de
granizo que daña un auto asegurado contra este riesgo. También pueden ser
producto de hechos del hombre actuando voluntariamente, como cuando hace un
testamento, o involuntariamente, como lo hace quien conduce un automóvil y choca
a otro por conducir con negligencia.
Cuando ese hecho jurídico, además, se trate de un hecho humano que consiste en
una manifestación de voluntad exteriorizada o declarada por una persona, de
conformidad con la ley y regulada de antemano por ella, destinada a producir efectos
jurídicos inmediatos (crear, modificar o extinguir derechos o situaciones jurídicas),
estamos en presencia de un acto jurídico (CCC, art. 259).
2. Los actos jurídicos
El acto jurídico es el centro de las relaciones de derecho privado. A través del
mismo, en forma consciente o no, las personas se dictan sus propias normas o
reglas jurídicas, en el marco de libertad o autonomía de la voluntad que el sistema
legal les permite.
Un contrato es una clase de acto jurídico. La ley permite por este medio –el contratoque las partes elaboren las reglas que van a tener que cumplir, encontrándose
facultados a crear reglas que van a tener que cumplir, incluso dejando sin efecto o
reemplazando a la misma ley (salvo que se trate de reglas de orden público -CCC,
art. 12-). El pago de una suma de dinero que hace una persona a su acreedor y un
testamento, también son actos jurídicos ya que cumplen con todos los requisitos que
hemos indicado y tienen por efecto crear, modificar o extinguir derechos.
Cuando se trata de un acto voluntario lícito, pero no tiene por propósito o fin
inmediato adquirir, modificar o extinguir relaciones jurídicas o situaciones jurídicas,
se trata de un simple acto lícito (CCC, art. 258). Por ejemplo, construir una pared o
2
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
jugar un partido de fútbol. En cambio, un contrato es un acto jurídico, porque tiene
por finalidad y efecto fundamental, crear, modificar o extinguir derechos.
3. La voluntad
La voluntad es uno de los elementos esenciales de los actos jurídicos teniendo como
presupuesto esencial la capacidad de hecho que tratamos en un capítulo anterior.
La voluntad individual de las personas, exteriorizada, dentro de los límites de la ley,
es el principal factor destinado a regular las relaciones jurídicas de derecho privado
(Buteler) por medio de la figura legal que se denomina acto jurídico.
Un acto jurídico, en consecuencia, es el producto de la suma de varios elementos
esenciales que lo integran. Se necesitan: un hecho, humano, voluntario, lícito y
destinado a producir efectos jurídicos inmediatos (CCC, art. 259).
El contrato, que es el instrumento más importante en el mundo de los negocios, es
una clase de acto jurídico, de allí que nos preocupamos por considerar los principios
básicos a su respecto dado que se aplican a los contratos.
La voluntad como elemento esencial de un acto jurídico, presenta a su vez dos
aspectos que la integran: interno y externo. A ellos nos referimos a continuación.
3. 1. Elementos internos de la voluntad
La voluntad, en su aspecto interno debe reunir discernimiento, intención y libertad
(CCC, art. 260), elementos que no pueden estar afectados para que un acto jurídico
sea válido y que a continuación consideramos:
a) Discernimiento
Es la aptitud general de conocer que tiene una persona; el tener conciencia de sus
acciones, de su conveniencia, si son buenas o malas, licitas o ilícitas. Se lo describe
como tener "uso de razón". Dos factores influyen para que una persona tenga
discernimiento: su edad y salud mental.
No tienen discernimiento para los actos lícitos la persona menor de edad que no ha
cumplido trece años; ni para los actos ilícitos los menores de 10 años. Tampoco lo
tienen los dementes ni los practicados por los que accidentalmente están sin uso de
razón (art. 261).
Se pueden distinguir en nuestro sistema diversas situaciones de acuerdo a la edad
de las personas y su habilitación para realizar actos jurídicos. Hasta los 13 años son
absolutamente incapaces. Desde los 13 y hasta los 18 años son relativamente
incapaces. Los menores emancipados son capaces, pero con algunas excepciones
por lo que se puede sostener que son limitadamente incapaces. Desde los 18 años
las personas son plenamente capaces.
b) Intención
Es el discernimiento aplicado a un acto concreto. Una persona puede tener
discernimiento, pero incurrir en error (o ignorancia) o ser víctima de dolo, conforme lo
vemos más abajo, en cuyo caso su voluntad debe invalidarse por falta de intención.
Quien firma un documento en el que reconoce una deuda engañado por creer que
está firmando un documento diferente, no se obliga válidamente.
c) Libertad
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
3
La voluntad requiere que quien la emite tenga libertad moral y física para hacer o no
hacer. La voluntad debe estar libre de vicios. El temor, miedo, intimidación y
coacción moral, afectan la libertad moral. La fuerza física irresistible afecta la libertad
física. En estas situaciones la voluntad también debe invalidarse.
3. 2. Aspecto externo: la manifestación de la voluntad
La voluntad, para que tenga efectos jurídicos debe ser exteriorizada (CCC, art. 262).
La realización de un acto jurídico está acompañada de diversas formas. Es lo que se
suele llamar: expresión, manifestación o declaración de voluntad, que tiene diversos
modos de exteriorizarse:
a) Expresa
La expresión positiva o expresa de la voluntad existe cuando se manifiesta
oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho
material (CCC, art. 262).
A su vez esa manifestación expresa puede ser formal o no formal. Las
declaraciones formales son aquellas cuya eficacia depende de la observancia de las
formalidades que exige la ley CCC, (art. 285). Así, por ejemplo, para comprar un
automóvil o celebrar un contrato de compraventa de un inmueble, se exige el
cumplimiento de diversas formas (escritura pública o suscripción de formulario e
inscripción registral, respectivamente).
Por último, una declaración de voluntad es recepticia, cuando para producir sus
efectos debe haber sido receptada por el destinataro o al menos llegado a la esfera
propia de éste. Ejemplo de estas declaraciones son entre muchos otros: la
interpelación que sirve para constituir en mora al deudor (sólo a partir de que el
deudor toma conocimiento -o está en condiciones de hacerlo- del reclamo del
acreedor puede decirse que la declaración adquiere sentido); la notificación de la
decisión de resolver un contrato por incumplimiento (CCC, art. 1078, inc. a); una
oferta de contrato y su aceptación. Si bien no existe ninguna disposición legal que
así lo establezca, ello surge de la propia naturaleza y finalidad de estos actos.
Entre las declaraciones no recepticias, es decir, aquellas que se perfeccionan y
surten efecto tan pronto como la decisión se toma, sin necesidad de que llegue a
conocimiento de nadie, podemos citar el testamento. El testamento produce sus
efectos cuando muere el causante, aun cuando el heredero y demás interesados
ignoren su existencia. Otro ejemplo son las obligaciones cambiarias (ver el capítulo
en el que se tratan los títulos valores) que tienen nacimiento sin necesidad que sean
aceptadas ni puestas en conocimiento de ninguna persona (piénsese en un cheque
emitido al portador). Aunque cabe destacar que los casos de declaraciones no
recepticias son excepcionales.
Vale tener en cuenta, por su importancia práctica, que las declaraciones recepticias
no son eficaces sino a partir del momento en que se ha realizado el proceso
comunicativo, para lo que se requiere sólo la recepción en el destinatario y no el
tener conocimiento efectivo por parte del notificado. Así, si se remite una carta
documento y la misma es recibida en el domicilio del destinatario, se considera
cumplido el acto.
Sin embargo, si la carta documento no llega a destino, la situación se complica,
puesto que, quien utiliza un medio de notificación resulta responsable del riesgo
propio de dicho medio. Ahora bien, este principio no resulta aplicable cuando la
4
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
noticia no llegó a cumplir su cometido por domicilio cerrado, si se prueba que el
consignado en la carta documento era el domicilio real del destinatario, ya que en tal
caso, la no recepción resulta de un hecho atribuible a la negligencia de éste (esto ha
sido resuelto en un caso de comunicación de la situación de despido de un
trabajador). La regla, sigue siendo que los efectos se producen a partir que la
declaración llega a la esfera propia del destinatario, salvo que las circunstancias
demuestren que el deudor ha evitado esa entrada.
Para evitar estas inseguridades se suele utilizar la notificación por medio de acta
notarial, la cual tiene la ventaja que si no es recibida en el lugar de destino el
escribano deja constancia del cumplimiento de la misma dejando una copia del acta
por debajo de la puerta.
b) Tácita
La expresión tácita de la voluntad resulta de aquellos actos, por los cuales se puede
conocer con certidumbre la existencia de la voluntad y, la ley o el contrato, no hayan
impuesto una manifestación expresa (CCC, art. 264).
Considera alguna doctrina como expresión tácita de la voluntad la que puede
resultar de la presunción (*) de la ley en los casos que expresamente lo disponga.
Se asimila a la voluntad tácita, pero aquí no se parte de un hecho real, sino de uno
presumido por la ley, porque es lo que normalmente ocurre.
Los ejemplos más usuales son el del acreedor que devuelve al deudor el pagaré que
firmó, situación en la que la ley presume que se ha extinguido el crédito por remisión
(CCC, art. 950, primera parte) o la situación de quien consume una mercadería que
está a la venta en cuyo caso eso hace presumir que la mercadería se ha comprado.
Imaginemos también los actos de quien quiere celebrar un contrato de transporte en
el servicio de autobuses y se poner en la fila para ascender al vehículo. También se
suele repetir el ejemplo del contrato de mandato para la realización de un negocio,
cuando el mandatario no acepta expresamente el encargo, pero directamente lo
cumple.
c) El silencio como manifestación tácita de la voluntad
Se suele repetir comúnmente un principio que dice "el que calla otorga". En Derecho
no es así. La regla general en el sistema legal es la opuesta.
En Derecho tiene vigencia el principio establecido por el art. 263 del Código, según
el cual el silencio opuesto a actos, o una interrogación, no es considerado como una
manifestación de voluntad, conforme al acto o a la interrogación.
Vale aclarar que, a estos fines, el silencio no es solamente no hablar (callar) sino: no
escribir, no hacer signos y no realizar ningún acto tácito o inequívoco de
manifestación de voluntad. El silencio en este caso es un comportamiento totalmente
neutro.
Existen, sin embargo, excepciones a esta regla general, como las que prevé a
continuación el mismo artículo 263: El silencio sí se considera como manifestación
de voluntad: en los casos en que haya un deber de expedirse que puede resultar de
la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y prácticas, o de una relación entre el
silencio actual y las declaraciones precedentes.
Por ejemplo: el art. 56 de la ley de seguros 17418 establece un plazo de 30 días
para que la compañía de seguros se pronuncie respecto del siniestro denunciado,
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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aceptando o no la cobertura. Y en la última parte de dicho artículo indica “La omisión
de pronunciarse importa aceptación”. La ley exige en este caso una manifestación
expresa por parte de la compañía de seguros si va a declinar su responsabilidad en
el siniestro. Y del silencio, la ley presume que acepta hacerse cargo del mismo.
Otro ejemplo: si alguien encargó la construcción de una obra, y luego de terminada
paga por la misma y la recibe sin efectuar reserva de ninguna naturaleza, se
presume que dicho silencio implica conformidad con el estado de la misma y ya no
podrá reclamar por los vicios aparentes que presente. Así lo dispone el art. 747 al
cual remite expresamente el art. 1270.
También es un ejemplo de excepción a la regla general sobre el silencio, lo
establecido por el art. 314 del Código: Todo aquel contra quien se presente en juicio
un instrumento privado (*) firmado por él, está obligado a declarar si la firma (*) es o
no suya. En este caso, el silencio de una persona frente a la presentación de un
instrumento privado cuya firma se le atribuye, sí es interpretado por la ley como un
reconocimiento de la autenticidad de dicha firma.
3. 3. Condiciones de validez de los actos jurídicos
Como corolario de todo lo que hemos visto hasta ahora, podemos decir que, para
que un acto jurídico sea válido y produzca en plenitud los efectos previstos de
antemano por la ley, debe cumplir requisitos relativos a sujeto, objeto y forma.
El sujeto: debe tener capacidad (CCC, art. 260) y exteriorizar su voluntad sin vicios.
El objeto: debe tratarse de bienes que estén en el comercio (art. 234).
La forma: en caso de ser impuesta por la ley como requisito para la existencia del
acto. Son por ello actos a los que calificamos de “formales” y a ellos nos referimos
en el punto siguiente.
4. Forma y prueba de los actos jurídicos
Forma de los actos jurídicos es la manera como se exteriorizan. No está definida por
el Código, pero el art. 262, titulado “Manifestación de la voluntad”, dice que los actos
pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la
ejecución de un hecho material.
La regla general es la libertad de formas, esto es, que si no se establece ninguna por
parte de la ley, las partes pueden utilizar la que crean más conveniente (CCC, art.
284). Remarcamos que es una regla que se aplica también a la forma de los
contratos, que son una clase de actos jurídicos.
Debido a la importancia o seriedad que tienen algunos actos jurídicos, el legislador
ha decidido exigir a su respecto que se realicen solamente mediante el cumplimiento
de una forma determinada. Por ejemplo, contraer matrimonio o comprar un
inmueble, son actos tan importantes para la vida de cualquiera persona y para toda
la comunidad que no pueden dejarse librados a que se celebren como las partes
decidan. Se exige al respecto que se realicen mediante el cumplimiento de ciertas
formas esenciales, sin los cuales dichos actos no existen como tales. Por dicha
razón se califica a estos actos como “formales”. La forma es uno de los elementos
esenciales de estos actos, a diferencia de los otros que por no tener una forma
impuesta por la ley son considerados “no formales”.
A su vez, dentro de los actos formales, se distinguen entre: a) las formas impuestas
por la ley, solemnes o “ad solemnitatem” (*) cuya violación trae aparejada la nulidad
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
(*) del acto; y b) los actos formales “ad probationem” (*) en los que la forma prevista
por la ley sólo se requiere para probar el acto en juicio, si fuere desconocida su
existencia por la otra parte.
Las formas solemnes a su vez se clasifican en absolutas y relativas. La clasificación
surge del art. 285 del Código.
Las formas que deben cumplirse de manera absoluta son las que la ley establece
bajo pena de nulidad (*) del acto (como sucede con relación al matrimonio).
Las formas impuestas por la ley que, en caso de no cumplirse, no determinan la
nulidad del acto sino que valen como acto en el que las partes se han obligado a
cumplir con la expresada formalidad, son las denominadas formas solemnes
relativas. Es el caso del boleto de compraventa de un inmueble que no vale como
contrato de compraventa ya que el mismo debe celebrarse por escritura pública. En
estos casos la forma debe siempre cumplirse, por lo que las partes se encuentran
obligadas recíprocamente a hacerlo.
Otro ejemplo de forma solemne es la requerida para la transferencia del dominio de
un automóvil, la cual debe inscribirse en el Registro Nacional de la Propiedad del
Automotor para producir efectos entre partes y con relación a terceros (conf. decretoley 6582/58, art. 1). Si no se cumple con esta forma no se habrá efectuado la
transferencia de la propiedad, ni aunque las partes estén de acuerdo y reconozcan
que eso es lo que han querido.
En estos casos, si no se ha cumplido la forma, los actos realizados no valen como
contratos de compraventa pero sí valen para obligar a las partes a cumplir la forma
requerida por la ley. Las partes podrán exigirse la escrituración del inmueble y
también la firma de los formularios para la transferencia del automotor y sus
respectivas inscripciones registrales. Esto se ha denominado como “conversión” (*)
de un acto jurídico.
Si la forma solemne es absoluta, es decir se exige bajo pena de nulidad (por ejemplo
en el caso de las formalidades para celebrar matrimonio), esa conversión (*) no será
posible (CCC, art. 285, última parte). El matrimonio celebrado sin las formalidades
legales resultará nulo, no resultando posible que las partes se exijan legalmente el
cumplimiento de la forma solemne.
Las denominadas formas probatorias son exigidas por la ley con un propósito
diferente. Están previstas para los casos en que se discuta la existencia de un acto
en un juicio. La ley decide imponer en algunos casos limitaciones a la prueba de la
que se pueden valer las partes o exige alguna clase.
Un ejemplo de forma probatoria es la establecida para la fianza. Dice el art. 1579 del
Código que la fianza debe ser convenida por escrito. Remarcamos que la forma
probatoria que impone la ley para tener por probada una fianza es un instrumento
escrito.
Las consecuencias son las siguientes: Si las partes reconocen en juicio la existencia
de la fianza, no será necesario que se prueba por escrito. Es decir, en razón de ser
reconocida se tendrá por probada la existencia de una fianza aún si no consta por
escrito. Pero si cualquiera de las partes desconocen o niegan la existencia de la
fianza, la única vía de probarlo en juicio será por un instrumento escrito (no se podría
por ejemplo probarse por medio de testigos).
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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El Código no ha regulado sobre los distintos medios de prueba, lo cual es materia de
los códigos procesales. Pero se refiere a la eficacia probatoria de los instrumentos
públicos (*) indicando que hacen plena fe (CCC, art. 296), de las actas notariales (*)
(CCC, art. 312), y de los instrumentos particulares (CCC, art. 319) los cuales pueden
estar firmados o no (CCC, art. 287).
Con respecto a los instrumentos privados (*) su eficacia probatoria puede extenderse
a los terceros que no son partes en el acto, desde que tengan fecha cierta (*) (CCC,
art. 317).
5. Vicios de la voluntad
5. 1. Error
Se ha establecido como una garantía del cumplimiento de las leyes un principio
básico que dice que el error o ignorancia del derecho no puede servir de excusa ni
impedir los efectos de los actos lícitos (CCC, art. 8). Por lo tanto, decimos que el
error de derecho no es excusable y el mismo no pude afectar la validez de los actos
jurídicos.
En realidad, resulta imposible que alguien conozca absolutamente todas las reglas
del sistema legal. Sin embargo se parte de una ficción (que conoce todas las normas
legales) para que nadie puede evadirse de las consecuencias previstas por el
sistema legal amparándose en su desconocimiento de la ley.
En cambio, el error de hecho si puede ser excusable, es decir, puede ser utilizado
como fundamento para invalidar un acto y por lo tanto privar a este de efectos
¿Cuándo? Las condiciones surgen de la ley: el error debe ser esencial, sobre la
naturaleza del acto, persona u objeto (arts. 265, 266 y 267).
Un acto viciado de error que reúna las condiciones antes señaladas puede ser
motivo de una declaración de nulidad (*).
Dicha nulidad no se produce cuando el error sea sobre un elemento no esencial o
accidental; cuando la ignorancia del verdadero estado de las cosas proviene de una
negligencia culpable; si se trata de un simple error de cálculo (CCC, art. 268), o si la
otra parte acepta cumplir el acto subsanando el error (CCC, art. 269).
5. 2. Dolo
El dolo, como vicio de la voluntad, es el error provocado por otra persona con la
intención de perjudicar. En cambio, el vicio que se considera error, es el que se
produce en forma espontánea o casual, sin que nadie lo hubiera provocado o se
hubiera aprovechado para perjudicar a quien ha incurrido en un error.
Conforme al art. 271 del Código, acción dolosa para conseguir la ejecución de un
acto, es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier
artificio, astucia o maquinación que se emplee con ese fin. El mismo artículo
extiende el concepto a la omisión dolosa.
Para que exista dolo como causa de reclamo de la nulidad de un acto, se necesitan
los siguientes requisitos: 1°) Que haya sido grave; 2°) Que haya sido la causa
determinante de la acción; 3°) Que haya ocasionado un daño (*) importante; y 4°)
Que no haya habido dolo por ambas partes (CCC, art. 272). Cuando se verifican
todos estos requisitos el dolo se considera esencial y el acto puede ser anulado y
reclamarse los daños ocasionados.
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
Cuando la acción u omisión dolosa no es la determinante del acto pero ocasiona
perjuicios, el autor se responsabiliza por los daños ocasionados (CCC, arts. 272 y
274).
5. 3. Violencia (fuerza y temor)
Se vicia la voluntad cuando existe violencia física o moral que afecta la libertad de
las personas. Distinguimos:
a) Fuerza física irresistible: Dice el art. 276 del Código que habrá falta de libertad
en los agentes, cuando se emplease contra ellos una fuerza irresistible. Sería el
caso en que a una persona le tuercen el brazo para que firme un pagaré. O como en
un caso real que llegó a la justicia, de un arquitecto a quien le hicieron firmar una
renuncia para continuar una obra y a su derecho a gran parte de sus honorarios. En
este último caso se consideró probado el vicio de la voluntad por una suma de
presunciones judiciales, como la denuncia casi inmediata del hecho en la policía,
certificado médico del medico policial sobre la existencia de lesiones, falta de sentido
de las renuncias que le habían hecho y firmar y también falta de explicaciones de la
situación por parte del demandado, etc..
b) Intimidación: Existe cuando se inspire a uno de los agentes por injustas
amenazas, un temor fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona,
libertad, honra o bienes, o de su cónyuge, descendientes o ascendientes, legítimos o
ilegítimos (art. 276). La intimidación no afectará la validez de los actos, sino cuando
por la situación del amenazado y demás circunstancias se esté frente al temor
fundado de sufrir un mal inminente y grave.
6. Los hechos ilícitos y la responsabilidad civil
La conducta ilícita es la que transgrede un deber jurídico y da lugar a una sanción.
Quien no cumple con una deuda, queda sujeto a que el acreedor reclame el
cumplimiento forzado de la misma, para lo cual podrá pedir, por ejemplo, que se
embarguen y rematen bienes del deudor suficientes para cubrir la deuda impaga.
Quien conduciendo un vehículo en forma imprudente ha producido daños (*) en los
bienes de otro, debe indemnizar o reparar dichos daños.
El ilícito civil no coincide con el ilícito penal. Los ilícitos penales como regla general,
son perseguidos por el Estado, hasta lograr imponer una pena al autor,
prescindiendo de la decisión de los damnificados. Los ilícitos penales atacan los
valores más altos de convivencia social, resultando peligrosos para el sistema, como
sucede por ejemplo, con un homicidio simple.
Un ilícito penal implica siempre un ilícito civil. El homicidio culposo tiene una pena
fijada por el Código Penal y también genera una sanción civil: la obligación de
compensar económicamente a los herederos de la víctima. Sin embargo, un ilícito
civil no es siempre un ilícito penal, como sucede con el simple incumplimiento de un
contrato por negligencia o culpa.
La función principal de las normas que reglamentan la responsabilidad civil, es la de
compensar o resarcir a la víctima del daño (CCC, art. 1716), aunque como veremos,
también tiene otras, como las funciones preventiva y punitiva (CCC, arts. 1710 y Ley
de Defensa del Consumidor 24240, art. 52 bis).
Como regla general, se puede indicar que no todo incumplimiento genera la
obligación de indemnizar, sino sólo cuando existe culpa (*). En este sentido, el art.
1721 del Código, establece un principio general de responsabilidad por el hecho
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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propio al imponer la obligación de indemnizar el daño (*) que se causa cuando se
ejecuta un hecho por culpa o dolo (CCC, art. 1724). A la par, existen eximentes
generales de la culpa, que son el caso fortuito (*) y la fuerza mayor (*).
A esta regla general se agregan supuestos denominados como de responsabilidad
objetiva (*) que se trata de una responsabilidad por el hecho o riesgo de las cosas
que no se funda en la culpa, puesto que el presunto responsable no puede
exonerarse probando que no obró con negligencia (CCC, art. 1722). En estos casos,
existe un factor objetivo de responsabilidad (de allí su denominación) ya que para
exonerarse de la misma, quien se presume responsable debe probar: que el daño se
ha producido por el hecho de un tercero por el cual no debe responder (“por causa
ajena” dice el art. 1722 del CCC).
Los elementos que conforman el régimen de responsabilidad civil, o dicho de otra
manera, habrá obligación de indemnizar, siempre que aparezcan los siguientes
elementos: a) antijuridicidad (hecho ilícito), b) daño (*), c) relación de causalidad
entre daño y hecho y d) factor de imputabilidad (culpa o dolo) o atribución legal de
responsabilidad (responsabilidad objetiva).
En lo que se refiere al primero de los elementos de la responsabilidad civil (hecho
ilícito), no resulta indispensable determinar si hubo violación del deber de parte de
quien ocasionó el daño, sino que lo fundamental para determinar la responsabilidad
es si la conducta ocasionó daño, para luego establecer en cada caso la extensión y
límites del resarcimiento que corresponde sobre la base de la equidad. Así está
ahora establecido por el art. 1716 que establecen el deber genérico de no dañar a
otro. Esto abre la posibilidad de que exista responsabilidad civil aún en caso de
actos lícitos.
7. La buena fe de los actos jurídicos
La buena fe está regulada como un principio general aplicable al ejercicio de los
derechos (CCC, art. 9). El ordenamiento jurídico exige un comportamiento de buena
fe, entendido como tal obrar en forma leal y honesta. Por la importancia moral de la
cuestión, se considera a la buena fe como una exigencia esencial en derecho y
también como un requisito indispensable de los actos jurídicos. Tanto es así que si
falta la buena fe el acto puede quedar sin efecto como si adoleciera de un vicio de la
voluntad.
El deber de actuar con buena fe se repite respecto a las obligaciones, indicando que
deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las exigencias de la
buena fe (CCC, art. 729).
La obligación de actuar de buena fe se reitera al tratar sobre los contratos. Se indica
como uno de los deberes y cargas que deben cumplirse en la contratación que, tanto
en la negociación, como en la interpretación y ejecución del contrato, debe obrarse
de buena fe (CCC, art. 961).
Cuando falta la buena fe, estamos en presencia de simulación, fraude o lesión que
son actos ilícitos y pueden invalidar los actos jurídicos que tienen estos defectos. Un
efecto similar se produce con el abuso del derecho y la denominada teoría de los
actos propios. Todos estos institutos se relacionan con la buena fe y pueden
determinar la ineficacia de un acto jurídico, por lo que pasamos a considerarlos
sintéticamente a continuación.
7. 1. Simulación
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
Es una declaración de un contenido de voluntad no real emitida conscientemente y
de común acuerdo entre partes para producir, con fines de engaño, la apariencia de
un acto que no existe o que es distinto del que las partes efectuaron (Ferrara).
Para que exista simulación se requiere: 1°) Un acto "no real". Existen diferencias
entre lo que se quiere y se da a conocer al público; 2°) Bilateral, por cuanto se ponen
de acuerdo dos personas para mentir. 3°) Tiene por finalidad el engaño a terceros
(CCC, arts. 333 y 334).
Si por medio de esta maniobra se quiere perjudicar a terceros, la simulación será
ilícita (CCC, art. 334). Asimismo, puede ser absoluta cuando en realidad no se ha
realizado ningún acto; como cuando alguien transfiere a nombre de otro una casa
simulando que la ha vendido, pero en realidad sigue siendo el dueño. O puede ser
relativa cuando se ha realizado para encubrir otro acto diferente, como cuando se
hace figurar una venta, pero en realidad se quiere realizar una donación. Existe un
acto ostensible simulado y otro real que se ocultó detrás del anterior (CCC, art. 334).
En estos casos, los interesados tienen derecho a atacar la validez del acto por vía
de una acción de simulación. Esta acción de simulación, entre las partes que la han
cometido, sólo se permite cuando ella es lícita (CCC, art. 335). En los casos de
simulación ilícita, la acción corresponde a los terceros afectados por el acto simulado
(CCC, art. 336), como por ejemplo un acreedor que ha perdido su garantía de
ejecutar bienes de su deudor como consecuencia de que éste simula una venta para
sacar los bienes de su patrimonio.
7. 2. Fraude
El acto o negocio jurídico fraudulento, es el celebrado de mala fe por un deudor
insolvente, o a punto de caer en ese estado, para privar a sus acreedores de la
garantía sobre la cual pueden hacer efectivos sus créditos.
Incurre en fraude a sus acreedores quien realiza actos, para sacas bienes de su
patrimonio o renuncia al ejercicio de sus derechos, que provocan o agravan su
insolvencia, perjudicando a sus acreedores.
Son actos válidos como puede ser una donación. La ley permite las donaciones.
Pero si una persona se encuentra en una situación de insolvencia se le exige que
actúe de buena fe y no perjudique a sus acreedores regalando los bienes que éstos
pueden utilizar para cobrar. El comportamiento de buena fe también se exige cuando
una persona tiene un solo bien y muchos acreedores y procede a pagar
íntegramente la deuda a uno solo perjudicando a los demás.
Frente a estas situaciones se ha establecido como remedio jurídico la acción de
inoponibilidad a favor de los acreedores (CCC, art. 338) fijando la ley los requisitos
(CCC, art. 339).
El acto impugnable puede ser oneroso o gratuito. Sólo en el primer caso debe existir
mala fe del tercero (CCC, art. 339, inc. c). El efecto que provoca el fraude es la
revocación del acto que se dispondrá por sentencia judicial, sólo a favor de quien
accionó y hasta el importe de su crédito (CCC, art. 342).
Se diferencia de la simulación, en que aquí estamos frente a un acto real (y no
falso).
7. 3. Lesión
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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La ley ha incorporado un remedio en contra del aprovechamiento en los casos de
personas que actúan necesitados, con debilidad psíquica o inexperiencia, como
consecuencia de lo cual son vulnerables al aprovechamiento que otro quiera hacer
de dicha situación.
Los elementos de la lesión regulada por nuestro sistema legal son dos: a) el objetivo,
consistente en la obtención de “una ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada sin justificación"; y b) el elemento subjetivo determinado por la
necesidad, ligereza o inexperiencia del lesionado, de la cual se ha aprovechado el
lesionante (CCC, art. 332).
Frente a estos elementos, el afectado puede demandar judicialmente la nulidad o la
modificación (reajuste equitativo) de los actos jurídicos. Debe resaltarse que no es
tarea de los jueces rescatar a quien ha realizado un mal negocio, ni a quien se
arriesga para obtener grandes utilidades.
Se interpreta que se encuentra en estado de necesidad, quien frente a los
acontecimientos exteriores está colocado en una situación tan dura, angustiante y
apremiante que pierde la libertad.
Actuar con debilidad psíquica es un obrar irreflexivo sin ponderar las ventajas y los
inconvenientes de la operación. Importa una disminución de las facultades mentales
como podría suceder en alguien que tenga algún grado de demencia senil (sin llegar
a la demencia que justificara una declaración de incapacidad).
Inexperiencia es la falta de conocimientos que se aprenden con el uso, la práctica o
sólo con el vivir, presentándose generalmente en gente que tiene escasa cultura.
Aunque también puede presentarse en personas de elevado nivel cultural pero que
sufren su disminución física o su baja autoestima (por ejemplo en ancianos enfermos
que toman determinada medicación).
En síntesis, como consecuencia de alguna de las situaciones referidas, la víctima de
lesión debe encontrarse en un estado de inferioridad frente a su contraparte. El
estado de inferioridad es aquel en el cual la víctima no ha podido adoptar las
medidas necesarias para salvaguardar su interés frente al otorgamiento de un acto y
como consecuencia de ello, se produce cuando menos una evidente desproporción
en las prestaciones.
Se ha aplicado esta institución para invalidar contratos firmados sin la información o
asesoramiento adecuados y en los que se ha fijado un precio vil. También para
reducir intereses excesivos y cláusulas penales (*) desproporcionadas.
No se configura lesión, en cambio, si se trata de operaciones arriesgadas para
obtener grandes ganancias en poco tiempo y sin mucho respaldo. Tampoco podría
existir lesión en un contrato aleatorio como el seguro, el cual estudiamos más
adelante. No sólo debe existir necesidad, ligereza o inexperiencia, sino que debe
existir la explotación de ellas, lo que requiere demostrar el cálculo, artificio o ardid
correspondientes, pues, sin mediar explotación, la ley no prohíbe vender más caro o
más barato.
En el derecho moderno la lesión se convierte en una institución destinada a
salvaguardar la concurrencia al mercado y a su mantenimiento en condiciones de
relativa paridad, evitando que se desnaturalicen los contratos para convertirlos en
instrumentos económicos de explotación. Así por ejemplo, no se encuentra en
estado de relativa paridad, quien está posicionado frente a la otra parte de un acto
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
jurídico en estado de inferioridad, producto de no contar con la información o
asesoramiento adecuado.
Debe tenerse en cuenta que no resulta indispensable acudir al instituto de la lesión
frente a los contratos de consumo regulados por los arts. 1092 y siguientes del
Código que regula sobre las prácticas abusivas (CCC, arts. 1096 y siguientes) y la
Ley de Defensa del Consumidor 24240. Para equilibrar el estado de debilidad
negocial del usuario o consumidor frente al otro contratante, esta legislación especial
pone a cargo del oferente de los bienes o servicios, una serie de obligaciones (por
ejemplo, las establecidas por los arts. 4, 10 y 19). Asimismo, el art. 37 de la
mencionada ley, sanciona con nulidad al contrato en el cual el oferente viole el deber
de buena fe, en la etapa previa a la conclusión del contrato o en su celebración. Las
herramientas y protección que proporciona esta ley, en defensa de los
consumidores, resultan superiores a las del 332 del Código.
7. 4. Abuso del derecho
Los derechos no pueden estar a disposición de la maldad, por cuanto ello contraría
evidentemente la finalidad o espíritu de la ley o la razón por la cual esos derechos
fueron reconocidos.
El artículo 10 veda el ejercicio abusivo de los derechos, pues ese abuso es contrario
a la buena fe con que se debe actuar en la vida social. Los actos abusivos son
aquellos que, han sido cumplidos dentro de los términos de la ley, es decir, conforme
a la regla aplicable; sin embargo, el ejercicio del derecho resulta contrario al espíritu
y finalidad por la cual dicho derecho existe, de manera tal que causa perjuicios a
otras personas.
La disposición antes citada lo define como aquel acto que contraría los fines el
ordenamiento jurídico tiene en mira al reconocer un derecho o al que exceda los
límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
Para identificar las situaciones en que se presenta este instituto, son elementos de
suma importancia; la intención de daño o la falta de interés de quien pretende
ejercer su derecho. Así, si entre diversas opciones se ha elegido las más dañosas
para la otra parte, si el prejuicio es anormal o excesivo, si la conducta es contraria a
las buenas costumbres o si actúa de manera no razonable.
Por lo tanto, el abuso del derecho es un acto ilícito y no está protegido judicialmente;
quien lo haya cometido debe hacerse responsable por los daños y perjuicios
ocasionados, mandando la ley al juez que evite el abuso o reponga la situación al
estado anterior al abuso (CCC, art. 10, última parte)
En este sentido, incurriría en abuso del derecho: El acreedor que se niega a cobrarle
una cuota a su deudor por diferencia de unos pocos centavos. El acreedor que
pretende cobrar una tasa de interés desproporcionada por la mora del deudor. Quien
ha comunicado su decisión de rescindir un contrato sin causa con muy poco tiempo
de anticipación. Quien pretende poner en funcionamiento el pacto comisorio y
resolver un contrato por un incumplimiento insignificante del otro contratante.
En todos estos ejemplos, aún frente a la existencia del derecho, no puede
ampararse su ejercicio de forma abusiva y causando un innecesario perjuicio.
7.5. Abuso de posición dominante en el mercado
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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El Código tiene la novedad de incluir una protección especial frente al abuso de una
posición dominante en el mercado (CCC, art. 11), sin perjuicio de las disposiciones
específicas contempladas en leyes especiales (como las leyes de Lealtad Comercial
y Defensa de la Competencia).
No se trata de un abuso individual que estaría contemplado como abuso del derecho
por el art. 10, sino de la posición dominante en el mercado, vinculándose con los
derechos de incidencia colectiva.
7. 6. Teoría de los actos propios
Este instituto sirve para sancionar las conductas contrarias a la buena fe por
incoherentes. La doctrina denominada como “de los actos propios” considera
inadmisible que una persona asuma una actitud que lo coloque en contradicción con
su anterior conducta, como por ejemplo pretendiendo desconocer lo que a
sabiendas efectuó con anterioridad.
Una de las consecuencias del deber de obrar y ejercitar los derechos conforme a la
buena fe, es la exigencia de un comportamiento coherente, entendiéndose por esto
que cuando una persona, dentro de una relación jurídica, ha suscitado en otra con
su conducta una confianza, fundada conforme a la buena fe, en una determinada
conducta futura, no debe defraudar la confianza suscitada, siendo inadmisible toda
actuación incompatible con ella.
Con respecto a los requisitos para aplicar la teoría de los actos propios, hay
coincidencia en exigir una primera conducta que resulte relevante jurídicamente y
que ostente validez, esto es que haya sido realizada con discernimiento, intención y
libertad, sin vicios de la voluntad error, dolo o violencia.
También en exigir una segunda conducta entre las mismas partes, contradictoria o
incompatible o incoherente con la primera, contradicción que debe estar referida a
los aspectos fundamentales de la relación y debe ser de tal magnitud que resulten
contradictorias en forma obvia y absoluta, con la que llamamos conducta anterior o
primera conducta.
Si se encuentran reunidos los requisitos, la consecuencia de la aplicación de la
teoría de los actos propios, consiste en la inadmisibilidad de la segunda conducta, ya
que si bien ésta, tomada aisladamente es legítima, resulta incompatible en relación
con la primera conducta. Se trata de una aplicación para el derecho de la regla que
"el hombre debe ser fiel a sus propios actos" o del aforismo que dice “a nadie es
lícito venir contra sus propios actos".
El nuevo Código ha receptado expresamente esta nueva figura en su art. 1067
titulado: "Protección de la confianza”.
Este principio ya había sido aplicado en casos variados, antes de ser regulado
expresamente. Hemos tomado algunos de los ejemplos más ilustrativos de quienes
han escrito sobre esta doctrina (Borda):
1° Una empresa proveedora de materiales que durante años efectuó a su cliente
bonificaciones en los precios por pago de contado, no puede suprimirlas sin avisar
previamente que cambiaría su conducta.
2° Si luego de vencer el plazo de duración de un contrato de locación, las partes
continuaron cumpliendo las obligaciones de un modo similar a las previstas en el
contrato celebrado, es inadmisible que una de ellas pretenda luego reclamar daños y
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
perjuicios derivados de la continuidad en el uso.
3° Quien ha entregado en pago una suma de dinero sin manifestar ningún tipo de
condicionamiento, no puede pretender luego que esa entrega sea considerada como
una simple demostración de solvencia y reclamar su devolución.
4° El comprador de un automóvil que indicó que el color del mismo le era indiferente,
no puede luego pretender que ha existido un incumplimiento de la fábrica que no
entregó el automóvil del color solicitado.
5° Quien pagó intereses por atraso no puede luego pretender que no se encontraba
en mora.
6° Si el comprador ha reclamado al vendedor la devolución de la seña penitencial
doblada no puede, luego, cambiar su tesitura y demandar por cumplimiento de
contrato.
7° Si una de las partes comunica a su deudor moroso que no aplicará una multa
pactada si el deudor cumple en un nuevo plazo que unilateralmente fija, luego no
puede pretender cobrar dicha multa, si el deudor cumplió dentro del nuevo plazo que
la había conferido.
8. Modalidades de los actos jurídicos
a) Condición:
Se denomina condición a la cláusula de los actos jurídicos por la cual las partes
subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho futuro e incierto (condición
suspensiva y resolutoria respectivamente, conf. CCC, art. 343).
Existen condiciones que están prohibidas (CCC, art. 344). Es inválido el acto sujeto
a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido por
el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la voluntad del obligado.
La condición de no hacer una cosa imposible no perjudica la validez de la obligación,
si ella fuera pactada bajo modalidad suspensiva. Se tienen por no escritas las
condiciones que afecten de modo grave la libertad de la persona, como la de elegir
domicilio o religión, o decidir sobre su estado civil.
La ley regula también lo que se denomina suposición, que es someter la plena
eficacia o resolución de un acto jurídico a hechos pasados o presentes ignorados (la
condición exige hechos futuros e inciertos) (CCC, art. 343, párrafo segundo).
b) Plazo:
Conforme surge del art. 350 del Código, un acto jurídico se halla sujeto a plazo
cuando su exigibilidad (plazo suspensivo) o su extinción (plazo resolutorio o
extintivo) dependen de un hecho futuro y cierto, es decir, que su vencimiento ocurrirá
indefectiblemente.
Si me comprometo a restituir el dinero que me prestaron el día 31 de diciembre del
corriente año, se trata de un plazo suspensivo. Significa que el acreedor debe
esperar hasta el vencimiento de ese plazo para exigirme la devolución del dinero.
Si celebro un contrato de locación de un inmueble por el plazo de dos años, el
contrato y el derecho del locatario a usar el inmueble se extingue a la fecha de su
vencimiento.
El plazo se presume establecido a favor del deudor, a no ser que, por la naturaleza
del acto, o por otras circunstancias, resulte que ha sido previsto a favor del acreedor
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
15
o de ambas partes (CCC, art. 351). Como consecuencia de la regla general, el
deudor está facultado para pagar antes del vencimiento.
Resulta también usual que se prevean en los contratos de duración cláusulas de
caducidad de plazos. Por ejemplo: una cláusula en un contrato de mutuo que
disponga que si el deudor se atrasa en el pago de dos cuotas consecutivas,
caducarán todas las cuotas no vencidas y el acreedor está facultado a exigir el pago
del saldo total adeudado. En principio dichas cláusulas son válidas.
c) Cargo o modo:
Según se desprende del art. 354 del Código, el cargo o modo es una obligación
accesoria, que se impone al adquirente de un derecho. Ejemplo típico es la donación
con cargo. Por ejemplo: se dona un inmueble con el cargo de utilizarlo durante cierto
tiempo como biblioteca pública.
9. Representación
En la realización de cualquier acto jurídico, la regla general es que los sujetos obren
en su propio interés y en su propio nombre, vinculándose ellos directamente con los
demás sujetos. Pero también puede suceder que se actúe en interés de otra
persona, ya sea por razones de conveniencia o por existir imposibilidad de que el
interesado actúe por sí mismo.
Cuando alguien actúa en interés o por cuenta ajena, significa que los efectos del
acto que está realizando van a recaer sobre el patrimonio de otra persona. Sin
embargo, ese efecto se puede producir de manera directa o indirecta.
Si hay representación se produce un vínculo directo entre representado y el tercero,
relacionándose de manera inmediata, como si el mismo representado hubiera
actuado personalmente en la realización del acto o negocio.
En cambio si esta persona actúa en interés de otro, pero lo hace en nombre propio,
él será quien se compromete y relaciona con este tercero. Si no cumple, él será el
demandado por incumplimiento. Si bien los efectos terminarán recayendo sobre el
interesado ello vendrá de manera indirecta por una cadena sucesiva de reclamos.
Cuando una persona que está autorizada para ello, actúa en interés ajeno,
informando a la otra parte que lo hace en nombre de otra persona, haciéndolo dentro
de los límites de esa autorización, se presenta la figura de la representación, la que
ha merecido una consideración especial por parte del Código (arts. 358 y sgtes.).
Puntualizamos que para que exista representación (*) es necesario: 1°) Que medie
una autorización o poder para actuar extendida por el representado; 2°) Que quien
realiza el acto le haga conocer al tercero con quien se relaciona, que está actuando
en representación de otra persona; 3°) Que el acto que realice se encuentre dentro
de los límites de la autorización o poder.
Si no se conjugan estos tres requisitos, no existe representación. Determinar en qué
casos una persona representa o no a otra resulta de particular importancia ya que, si
no existe tal representación, una persona no se verá obligada por los actos y
contratos que realiza otra persona en su nombre (CCC, art. 359).
El Código regula tres clases de representación: la representación legal, la
representación voluntaria y la representación orgánica (CCC, arts. 358 y sgtes.). La
representación legal es la que la ley establece para los incapaces. Se aplican las
disposiciones sobre representación legal a todas las otras clases.
16
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
La representación voluntaria o convencional es la que surge como consecuencia
de un contrato (el mandato representativo, el contrato de trabajo en algunos casos,
etc.) y que se suele instrumentar en un “poder”.
Para las personas jurídicas y las sociedades en especial, se contempla la
denominada representación orgánica, esto es, la que desenvuelve el órgano
regulado por la ley al efecto. Así tenemos que el órgano de representación en las
sociedades anónimas es el Presidente del Directorio, en las sociedades de
responsabilidad limitada los gerentes. Quien se encuentre desempeñando esa
función en el órgano es quien representa a la persona jurídica. Se presenta como
una situación intermedia entre la representación necesaria y la representación
voluntaria.
Para garantizar la seguridad y certeza de la existencia de la representación el
Código faculta a quienes contratan con quien se pretende representante, para
exigirle que le entregue una copia firmada del poder o instrumento del que surja la
representación (como, por ejemplo, copia del acta de asamblea donde se designa a
una persona como presidente del directorio de una sociedad anónima).
Ello permitirá verificar que se encuentran cumplidos los requisitos que antes hemos
mencionado (CCC, art. 374) y una precaución indispensable a tomar frente a
cualquier negociación. La copia firmada del instrumento del cual surja la
representación, que el representante está obligado a entregar, servirá como prueba
por si eventualmente se pretende desconocer la representación que ha invocado.
Para proteger a terceros, también se ha regulado una serie de situaciones que el
Código ha denominado como representación aparente (CCC, art. 367). Son casos
especiales de representación voluntaria, en las que no hay representación en forma
expresa. Es decir, no ha existido el otorgamiento de un poder, pero que hacen
suponer que hay un poder o autorización tácita para ejercer dicha representación.
Entre los casos que enumera el art. 367 del Código, encontramos algunos que son
muy comunes como la actuación del gerente de un establecimiento comercial en
cumplimiento de sus funciones o el de los dependientes (por ejemplo: un cajero,
quien se considera que tiene poder y representa al principal o titular del
establecimiento cuando hace cobros y pagos en la caja del negocio).
Resulta también muy importante desde el punto de vista práctico lo relativo a la
extinción de la relación representativa, no solamente para proteger a los
involucrados directamente en tal relación (CCC, art. 380), sino fundamentalmente a
los terceros (CCC, art. 381).
Ampliaremos sobre este importante tema al tratar la representación mercantil y los
agentes auxiliares.
(*) Ver glosario.
Bibliografía complementaria
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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Glosario
Caso fortuito: Suceso no previsible dentro de lo normal o, de ser previsible, que
haya sido absolutamente imposible de evitar. Para determinar en cada caso la
existencia de caso fortuito, deberán tenerse en cuenta las circunstancias de
personas, lugar y tiempo. Ver “fuerza mayor”.
Cláusula penal: Penalidad económica que las partes de un contrato han previsto
para el caso de incumplimiento. Tiene la función de fijar anticipadamente los daños
que sufrirán los contratantes por si alguno luego no cumple con su obligación. La
función de la cláusula penal además de resarcitoria también es compulsiva, por
cuanto que, para exigir la pena, el acreedor no está obligado a probar que ha sufrido
perjuicios, ni el deudor podrá eximirse de satisfacerla, probando que el acreedor no
ha sufrido perjuicio alguno.
Culpa: Omisión de las diligencias que exige la naturaleza del deber jurídico que se
debe cumplir, o del deber genérico de respetar la persona y bienes de los demás.
Conversión (del acto jurídico): Situación de un acto que en su celebración no
sigue la forma impuesta y no queda concluido como tal, convirtiéndose en un acto
que obliga a las partes a otorgar el instrumento previsto por la ley. El acto es nulo
como tal, pero válido para obligar a las partes a cumplir la forma impuesta.
Daño: Menoscabo que sufre una persona en sus bienes vitales, en su propiedad o
patrimonio como consecuencia de un acaecimiento o evento determinado. Si lo que
se lesiona son aquellos bienes que integran un patrimonio el daño es patrimonial o
material. Si lo afectado son bienes inmateriales como la integridad corporal o los
sentimientos, el daño es moral o extrapatrimonial.
Documento: Representación objetiva de un pensamiento que puede serlo bajo la
forma material o literal. Se distingue de la expresión “instrumento” que se reserva sólo
para el último tipo de documentos, esto es, para el documento literal o escrituras
(Ramacciotti).
Fecha cierta: Elemento que extiende el valor probatorio de los instrumentos privados
con respecto a terceros. Adquieren fecha cierta el día en que acontece un hecho del
que resulta como consecuencia ineludible que el documento ya estaba firmado o no
pudo ser firmado después (CCC, art. 317).
Firma: Rúbrica o grafismo al pié de un documento para ratificar o asumir las
obligaciones o declaraciones en él contenidas.
Forma (de los actos jurídicos): Conjunto se signos exteriores que acompañan la
celebración de un acto jurídico. Todo acto tiene por lo tanto una forma. Los llamados
actos “no formales” no es porque no tengan una forma, sino que la misma es dejada
libremente a la decisión de las partes. En cambio son actos formales los que la ley
exige el cumplimiento de una forma determinada. Los actos formales suelen ser
divididos en solemnes (ver forma ad solemnitatem) y no solemnes (ver forma ad
probationem).
Forma ad solemnitatem: La forma es impuesta como una condición de validez. El
acto no puede tener en este caso existencia jurídica como tal, sino a través de esa
forma prescripta por la ley. Por ejemplo: el matrimonio no existe sino después de
culminada la ceremonia solemne prescripta por la ley, en presencia del oficial público
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
del Registro Civil y testigos.
Forma ad probationem: O forma probatoria o no solemne, es la forma exigida como
medio de prueba de un acto en juicio. Si una de las partes negara la existencia del
acto, el haber cumplido con la forma impuesta por la ley, será un requisito para que se
tenga por probado el mismo en el juicio. Por ejemplo: En el contrato de fianza se exige
la forma escrita para ser probado en juicio (CCC, art. 1579).
Fuerza mayor: Situación de imposibilidad de evitar que algo suceda. Se aplica a la
acción del Estado o de otras personas que impiden que un hecho sea evitado. Se
suele distinguir del caso fortuito indicando a su respecto que la causa no se puede
evitar, pero sí prever. En cambio, la fuerza mayor es un hecho que no se puede evitar y
tampoco se puede prever.
Instrumento: Manifestación escrita de la cual surgen derechos y obligaciones. Los
instrumentos pueden ser públicos, que son aquéllos otorgados por funcionarios
públicos, con las formalidades que establece la ley, como una escritura pública. Los
instrumentos privados, son los que están firmados, sin intervención de ningún oficial
público como una carta o un recibo. Instrumentos particulares, son los que se
encuentran escritos y pueden estar firmados o no firmados. Cuando están firmados
estamos frente a un instrumento privado. Cuando no están firmados se denominan
instrumentos particulares no firmados entre los que se comprenden otros registros
como las fotografías, filmaciones, grabaciones, etc. (ver CCC, art. 287).
Instrumento público: Ver instrumento.
Nulidad: Sanción de invalidez prevista por la ley, por la cual el acto jurídico pierde la
posibilidad de producir efectos por presentar un vicio o defecto en el momento de su
constitución. La nulidad hace cesar las consecuencias y efectos de los actos que
tengan este vicio, aunque algunas nulidades son subsanables.
Presunciones legales: Juris et de jure: cuando frente a determinadas
circunstancias, la ley impone una consecuencia que no admite prueba en contrario,
porque con ello se preserva el interés común, reglas morales, o asegurar la
efectividad de una institución. Juris tantum: cuando frente a determinadas
circunstancias la ley presume una explicación pero admitiendo la prueba en
contrario. Ejemplos de presunciones juris et de jure: CCC, artículos 74, 2451, etc.
Ejemplo de presunciones juris tantum: CCC, artículos, 332, 367, 899, etc.
Remisión de deuda: Acto mediante el cual el acreedor da ficticiamente por pagado su
crédito, produciendo la extinción de la obligación.
Representación: Institución que permite que un individuo denominado "representante"
ejecute un negocio jurídico en nombre de otro llamado "representado" de modo que el
negocio se considera celebrado directamente por el representado, y los derechos y
obligaciones emergentes del acto pasan directamente al representado.
Responsabilidad objetiva: Situación en que se encuentra el dueño o guardián de
una cosa con la cual se ha causado daño, que deberá probar que por su parte no
hubo culpa para poder eximirse de responsabilidad. Si la cosa fuera riesgosa, será
siempre responsable, a no ser que pruebe que la víctima obró con culpa o que el
hecho se ha producido por culpa de un tercero por quien no debe responder.
Capítulo 4
La causa eficiente de los derechos
Sumario: 1. Los hechos jurídicos. 2. Los actos jurídicos. 3. La voluntad. 3. 1. Elementos internos de la
voluntad. 3. 2. Aspecto externo: la manifestación de la voluntad. 4. Condiciones de validez de los
actos jurídicos y la forma. 5. Vicios de la voluntad. 5. 1. Error. 5. 2. Dolo. 5. 3. Violencia (fuerza y
temor). 6. Los hechos ilícitos y la responsabilidad civil. 7. La buena fe de los actos jurídicos. 7. 1.
Simulación. 7. 2. Fraude. 7. 3. Lesión. 7. 4. Abuso del derecho. 7. 5. Abuso de posición dominante en
el mercado. 7. 6. Teoría de los actos propios. 8. Modalidades de los actos jurídicos. 9.
Representación.
1. Los hechos jurídicos
No todos los sucesos o acontecimientos interesan al Derecho, sino sólo los que
influyen en algún derecho o deber jurídico.
Toda norma jurídica describe o encierra un supuesto de hecho y sus consecuencias.
Por ejemplo: El día que se cumplen 18 años de edad (supuesto de hecho) se
adquiere plena capacidad civil (consecuencia). Son hipótesis que la ley regula de
antemano, cuyo cumplimiento producen efectos jurídicos, es decir, las
consecuencias que la ley establece (CCC, art. 25).
Esos hechos, cuando producen efectos en el mundo del Derecho (crean, modifican o
extinguen derechos), decimos que constituyen la causa eficiente o fuente de
derechos y se denominan hechos jurídicos (CCC, art. 257).
Estos hechos jurídicos pueden ser acaecimientos naturales, como la caída de
granizo que daña un auto asegurado contra este riesgo. También pueden ser
producto de hechos del hombre actuando voluntariamente, como cuando hace un
testamento, o involuntariamente, como lo hace quien conduce un automóvil y choca
a otro por conducir con negligencia.
Cuando ese hecho jurídico, además, se trate de un hecho humano que consiste en
una manifestación de voluntad exteriorizada o declarada por una persona, de
conformidad con la ley y regulada de antemano por ella, destinada a producir efectos
jurídicos inmediatos (crear, modificar o extinguir derechos o situaciones jurídicas),
estamos en presencia de un acto jurídico (CCC, art. 259).
2. Los actos jurídicos
El acto jurídico es el centro de las relaciones de derecho privado. A través del
mismo, en forma consciente o no, las personas se dictan sus propias normas o
reglas jurídicas, en el marco de libertad o autonomía de la voluntad que el sistema
legal les permite.
Un contrato es una clase de acto jurídico. La ley permite por este medio –el contratoque las partes elaboren las reglas que van a tener que cumplir, encontrándose
facultados a crear reglas que van a tener que cumplir, incluso dejando sin efecto o
reemplazando a la misma ley (salvo que se trate de reglas de orden público -CCC,
art. 12-). El pago de una suma de dinero que hace una persona a su acreedor y un
testamento, también son actos jurídicos ya que cumplen con todos los requisitos que
hemos indicado y tienen por efecto crear, modificar o extinguir derechos.
Cuando se trata de un acto voluntario lícito, pero no tiene por propósito o fin
inmediato adquirir, modificar o extinguir relaciones jurídicas o situaciones jurídicas,
se trata de un simple acto lícito (CCC, art. 258). Por ejemplo, construir una pared o
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
jugar un partido de fútbol. En cambio, un contrato es un acto jurídico, porque tiene
por finalidad y efecto fundamental, crear, modificar o extinguir derechos.
3. La voluntad
La voluntad es uno de los elementos esenciales de los actos jurídicos teniendo como
presupuesto esencial la capacidad de hecho que tratamos en un capítulo anterior.
La voluntad individual de las personas, exteriorizada, dentro de los límites de la ley,
es el principal factor destinado a regular las relaciones jurídicas de derecho privado
(Buteler) por medio de la figura legal que se denomina acto jurídico.
Un acto jurídico, en consecuencia, es el producto de la suma de varios elementos
esenciales que lo integran. Se necesitan: un hecho, humano, voluntario, lícito y
destinado a producir efectos jurídicos inmediatos (CCC, art. 259).
El contrato, que es el instrumento más importante en el mundo de los negocios, es
una clase de acto jurídico, de allí que nos preocupamos por considerar los principios
básicos a su respecto dado que se aplican a los contratos.
La voluntad como elemento esencial de un acto jurídico, presenta a su vez dos
aspectos que la integran: interno y externo. A ellos nos referimos a continuación.
3. 1. Elementos internos de la voluntad
La voluntad, en su aspecto interno debe reunir discernimiento, intención y libertad
(CCC, art. 260), elementos que no pueden estar afectados para que un acto jurídico
sea válido y que a continuación consideramos:
a) Discernimiento
Es la aptitud general de conocer que tiene una persona; el tener conciencia de sus
acciones, de su conveniencia, si son buenas o malas, licitas o ilícitas. Se lo describe
como tener "uso de razón". Dos factores influyen para que una persona tenga
discernimiento: su edad y salud mental.
No tienen discernimiento para los actos lícitos la persona menor de edad que no ha
cumplido trece años; ni para los actos ilícitos los menores de 10 años. Tampoco lo
tienen los dementes ni los practicados por los que accidentalmente están sin uso de
razón (art. 261).
Se pueden distinguir en nuestro sistema diversas situaciones de acuerdo a la edad
de las personas y su habilitación para realizar actos jurídicos. Hasta los 13 años son
absolutamente incapaces. Desde los 13 y hasta los 18 años son relativamente
incapaces. Los menores emancipados son capaces, pero con algunas excepciones
por lo que se puede sostener que son limitadamente incapaces. Desde los 18 años
las personas son plenamente capaces.
b) Intención
Es el discernimiento aplicado a un acto concreto. Una persona puede tener
discernimiento, pero incurrir en error (o ignorancia) o ser víctima de dolo, conforme lo
vemos más abajo, en cuyo caso su voluntad debe invalidarse por falta de intención.
Quien firma un documento en el que reconoce una deuda engañado por creer que
está firmando un documento diferente, no se obliga válidamente.
c) Libertad
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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La voluntad requiere que quien la emite tenga libertad moral y física para hacer o no
hacer. La voluntad debe estar libre de vicios. El temor, miedo, intimidación y
coacción moral, afectan la libertad moral. La fuerza física irresistible afecta la libertad
física. En estas situaciones la voluntad también debe invalidarse.
3. 2. Aspecto externo: la manifestación de la voluntad
La voluntad, para que tenga efectos jurídicos debe ser exteriorizada (CCC, art. 262).
La realización de un acto jurídico está acompañada de diversas formas. Es lo que se
suele llamar: expresión, manifestación o declaración de voluntad, que tiene diversos
modos de exteriorizarse:
a) Expresa
La expresión positiva o expresa de la voluntad existe cuando se manifiesta
oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho
material (CCC, art. 262).
A su vez esa manifestación expresa puede ser formal o no formal. Las
declaraciones formales son aquellas cuya eficacia depende de la observancia de las
formalidades que exige la ley CCC, (art. 285). Así, por ejemplo, para comprar un
automóvil o celebrar un contrato de compraventa de un inmueble, se exige el
cumplimiento de diversas formas (escritura pública o suscripción de formulario e
inscripción registral, respectivamente).
Por último, una declaración de voluntad es recepticia, cuando para producir sus
efectos debe haber sido receptada por el destinataro o al menos llegado a la esfera
propia de éste. Ejemplo de estas declaraciones son entre muchos otros: la
interpelación que sirve para constituir en mora al deudor (sólo a partir de que el
deudor toma conocimiento -o está en condiciones de hacerlo- del reclamo del
acreedor puede decirse que la declaración adquiere sentido); la notificación de la
decisión de resolver un contrato por incumplimiento (CCC, art. 1078, inc. a); una
oferta de contrato y su aceptación. Si bien no existe ninguna disposición legal que
así lo establezca, ello surge de la propia naturaleza y finalidad de estos actos.
Entre las declaraciones no recepticias, es decir, aquellas que se perfeccionan y
surten efecto tan pronto como la decisión se toma, sin necesidad de que llegue a
conocimiento de nadie, podemos citar el testamento. El testamento produce sus
efectos cuando muere el causante, aun cuando el heredero y demás interesados
ignoren su existencia. Otro ejemplo son las obligaciones cambiarias (ver el capítulo
en el que se tratan los títulos valores) que tienen nacimiento sin necesidad que sean
aceptadas ni puestas en conocimiento de ninguna persona (piénsese en un cheque
emitido al portador). Aunque cabe destacar que los casos de declaraciones no
recepticias son excepcionales.
Vale tener en cuenta, por su importancia práctica, que las declaraciones recepticias
no son eficaces sino a partir del momento en que se ha realizado el proceso
comunicativo, para lo que se requiere sólo la recepción en el destinatario y no el
tener conocimiento efectivo por parte del notificado. Así, si se remite una carta
documento y la misma es recibida en el domicilio del destinatario, se considera
cumplido el acto.
Sin embargo, si la carta documento no llega a destino, la situación se complica,
puesto que, quien utiliza un medio de notificación resulta responsable del riesgo
propio de dicho medio. Ahora bien, este principio no resulta aplicable cuando la
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
noticia no llegó a cumplir su cometido por domicilio cerrado, si se prueba que el
consignado en la carta documento era el domicilio real del destinatario, ya que en tal
caso, la no recepción resulta de un hecho atribuible a la negligencia de éste (esto ha
sido resuelto en un caso de comunicación de la situación de despido de un
trabajador). La regla, sigue siendo que los efectos se producen a partir que la
declaración llega a la esfera propia del destinatario, salvo que las circunstancias
demuestren que el deudor ha evitado esa entrada.
Para evitar estas inseguridades se suele utilizar la notificación por medio de acta
notarial, la cual tiene la ventaja que si no es recibida en el lugar de destino el
escribano deja constancia del cumplimiento de la misma dejando una copia del acta
por debajo de la puerta.
b) Tácita
La expresión tácita de la voluntad resulta de aquellos actos, por los cuales se puede
conocer con certidumbre la existencia de la voluntad y, la ley o el contrato, no hayan
impuesto una manifestación expresa (CCC, art. 264).
Considera alguna doctrina como expresión tácita de la voluntad la que puede
resultar de la presunción (*) de la ley en los casos que expresamente lo disponga.
Se asimila a la voluntad tácita, pero aquí no se parte de un hecho real, sino de uno
presumido por la ley, porque es lo que normalmente ocurre.
Los ejemplos más usuales son el del acreedor que devuelve al deudor el pagaré que
firmó, situación en la que la ley presume que se ha extinguido el crédito por remisión
(CCC, art. 950, primera parte) o la situación de quien consume una mercadería que
está a la venta en cuyo caso eso hace presumir que la mercadería se ha comprado.
Imaginemos también los actos de quien quiere celebrar un contrato de transporte en
el servicio de autobuses y se poner en la fila para ascender al vehículo. También se
suele repetir el ejemplo del contrato de mandato para la realización de un negocio,
cuando el mandatario no acepta expresamente el encargo, pero directamente lo
cumple.
c) El silencio como manifestación tácita de la voluntad
Se suele repetir comúnmente un principio que dice "el que calla otorga". En Derecho
no es así. La regla general en el sistema legal es la opuesta.
En Derecho tiene vigencia el principio establecido por el art. 263 del Código, según
el cual el silencio opuesto a actos, o una interrogación, no es considerado como una
manifestación de voluntad, conforme al acto o a la interrogación.
Vale aclarar que, a estos fines, el silencio no es solamente no hablar (callar) sino: no
escribir, no hacer signos y no realizar ningún acto tácito o inequívoco de
manifestación de voluntad. El silencio en este caso es un comportamiento totalmente
neutro.
Existen, sin embargo, excepciones a esta regla general, como las que prevé a
continuación el mismo artículo 263: El silencio sí se considera como manifestación
de voluntad: en los casos en que haya un deber de expedirse que puede resultar de
la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y prácticas, o de una relación entre el
silencio actual y las declaraciones precedentes.
Por ejemplo: el art. 56 de la ley de seguros 17418 establece un plazo de 30 días
para que la compañía de seguros se pronuncie respecto del siniestro denunciado,
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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aceptando o no la cobertura. Y en la última parte de dicho artículo indica “La omisión
de pronunciarse importa aceptación”. La ley exige en este caso una manifestación
expresa por parte de la compañía de seguros si va a declinar su responsabilidad en
el siniestro. Y del silencio, la ley presume que acepta hacerse cargo del mismo.
Otro ejemplo: si alguien encargó la construcción de una obra, y luego de terminada
paga por la misma y la recibe sin efectuar reserva de ninguna naturaleza, se
presume que dicho silencio implica conformidad con el estado de la misma y ya no
podrá reclamar por los vicios aparentes que presente. Así lo dispone el art. 747 al
cual remite expresamente el art. 1270.
También es un ejemplo de excepción a la regla general sobre el silencio, lo
establecido por el art. 314 del Código: Todo aquel contra quien se presente en juicio
un instrumento privado (*) firmado por él, está obligado a declarar si la firma (*) es o
no suya. En este caso, el silencio de una persona frente a la presentación de un
instrumento privado cuya firma se le atribuye, sí es interpretado por la ley como un
reconocimiento de la autenticidad de dicha firma.
3. 3. Condiciones de validez de los actos jurídicos
Como corolario de todo lo que hemos visto hasta ahora, podemos decir que, para
que un acto jurídico sea válido y produzca en plenitud los efectos previstos de
antemano por la ley, debe cumplir requisitos relativos a sujeto, objeto y forma.
El sujeto: debe tener capacidad (CCC, art. 260) y exteriorizar su voluntad sin vicios.
El objeto: debe tratarse de bienes que estén en el comercio (art. 234).
La forma: en caso de ser impuesta por la ley como requisito para la existencia del
acto. Son por ello actos a los que calificamos de “formales” y a ellos nos referimos
en el punto siguiente.
4. Forma y prueba de los actos jurídicos
Forma de los actos jurídicos es la manera como se exteriorizan. No está definida por
el Código, pero el art. 262, titulado “Manifestación de la voluntad”, dice que los actos
pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la
ejecución de un hecho material.
La regla general es la libertad de formas, esto es, que si no se establece ninguna por
parte de la ley, las partes pueden utilizar la que crean más conveniente (CCC, art.
284). Remarcamos que es una regla que se aplica también a la forma de los
contratos, que son una clase de actos jurídicos.
Debido a la importancia o seriedad que tienen algunos actos jurídicos, el legislador
ha decidido exigir a su respecto que se realicen solamente mediante el cumplimiento
de una forma determinada. Por ejemplo, contraer matrimonio o comprar un
inmueble, son actos tan importantes para la vida de cualquiera persona y para toda
la comunidad que no pueden dejarse librados a que se celebren como las partes
decidan. Se exige al respecto que se realicen mediante el cumplimiento de ciertas
formas esenciales, sin los cuales dichos actos no existen como tales. Por dicha
razón se califica a estos actos como “formales”. La forma es uno de los elementos
esenciales de estos actos, a diferencia de los otros que por no tener una forma
impuesta por la ley son considerados “no formales”.
A su vez, dentro de los actos formales, se distinguen entre: a) las formas impuestas
por la ley, solemnes o “ad solemnitatem” (*) cuya violación trae aparejada la nulidad
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
(*) del acto; y b) los actos formales “ad probationem” (*) en los que la forma prevista
por la ley sólo se requiere para probar el acto en juicio, si fuere desconocida su
existencia por la otra parte.
Las formas solemnes a su vez se clasifican en absolutas y relativas. La clasificación
surge del art. 285 del Código.
Las formas que deben cumplirse de manera absoluta son las que la ley establece
bajo pena de nulidad (*) del acto (como sucede con relación al matrimonio).
Las formas impuestas por la ley que, en caso de no cumplirse, no determinan la
nulidad del acto sino que valen como acto en el que las partes se han obligado a
cumplir con la expresada formalidad, son las denominadas formas solemnes
relativas. Es el caso del boleto de compraventa de un inmueble que no vale como
contrato de compraventa ya que el mismo debe celebrarse por escritura pública. En
estos casos la forma debe siempre cumplirse, por lo que las partes se encuentran
obligadas recíprocamente a hacerlo.
Otro ejemplo de forma solemne es la requerida para la transferencia del dominio de
un automóvil, la cual debe inscribirse en el Registro Nacional de la Propiedad del
Automotor para producir efectos entre partes y con relación a terceros (conf. decretoley 6582/58, art. 1). Si no se cumple con esta forma no se habrá efectuado la
transferencia de la propiedad, ni aunque las partes estén de acuerdo y reconozcan
que eso es lo que han querido.
En estos casos, si no se ha cumplido la forma, los actos realizados no valen como
contratos de compraventa pero sí valen para obligar a las partes a cumplir la forma
requerida por la ley. Las partes podrán exigirse la escrituración del inmueble y
también la firma de los formularios para la transferencia del automotor y sus
respectivas inscripciones registrales. Esto se ha denominado como “conversión” (*)
de un acto jurídico.
Si la forma solemne es absoluta, es decir se exige bajo pena de nulidad (por ejemplo
en el caso de las formalidades para celebrar matrimonio), esa conversión (*) no será
posible (CCC, art. 285, última parte). El matrimonio celebrado sin las formalidades
legales resultará nulo, no resultando posible que las partes se exijan legalmente el
cumplimiento de la forma solemne.
Las denominadas formas probatorias son exigidas por la ley con un propósito
diferente. Están previstas para los casos en que se discuta la existencia de un acto
en un juicio. La ley decide imponer en algunos casos limitaciones a la prueba de la
que se pueden valer las partes o exige alguna clase.
Un ejemplo de forma probatoria es la establecida para la fianza. Dice el art. 1579 del
Código que la fianza debe ser convenida por escrito. Remarcamos que la forma
probatoria que impone la ley para tener por probada una fianza es un instrumento
escrito.
Las consecuencias son las siguientes: Si las partes reconocen en juicio la existencia
de la fianza, no será necesario que se prueba por escrito. Es decir, en razón de ser
reconocida se tendrá por probada la existencia de una fianza aún si no consta por
escrito. Pero si cualquiera de las partes desconocen o niegan la existencia de la
fianza, la única vía de probarlo en juicio será por un instrumento escrito (no se podría
por ejemplo probarse por medio de testigos).
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
7
El Código no ha regulado sobre los distintos medios de prueba, lo cual es materia de
los códigos procesales. Pero se refiere a la eficacia probatoria de los instrumentos
públicos (*) indicando que hacen plena fe (CCC, art. 296), de las actas notariales (*)
(CCC, art. 312), y de los instrumentos particulares (CCC, art. 319) los cuales pueden
estar firmados o no (CCC, art. 287).
Con respecto a los instrumentos privados (*) su eficacia probatoria puede extenderse
a los terceros que no son partes en el acto, desde que tengan fecha cierta (*) (CCC,
art. 317).
5. Vicios de la voluntad
5. 1. Error
Se ha establecido como una garantía del cumplimiento de las leyes un principio
básico que dice que el error o ignorancia del derecho no puede servir de excusa ni
impedir los efectos de los actos lícitos (CCC, art. 8). Por lo tanto, decimos que el
error de derecho no es excusable y el mismo no pude afectar la validez de los actos
jurídicos.
En realidad, resulta imposible que alguien conozca absolutamente todas las reglas
del sistema legal. Sin embargo se parte de una ficción (que conoce todas las normas
legales) para que nadie puede evadirse de las consecuencias previstas por el
sistema legal amparándose en su desconocimiento de la ley.
En cambio, el error de hecho si puede ser excusable, es decir, puede ser utilizado
como fundamento para invalidar un acto y por lo tanto privar a este de efectos
¿Cuándo? Las condiciones surgen de la ley: el error debe ser esencial, sobre la
naturaleza del acto, persona u objeto (arts. 265, 266 y 267).
Un acto viciado de error que reúna las condiciones antes señaladas puede ser
motivo de una declaración de nulidad (*).
Dicha nulidad no se produce cuando el error sea sobre un elemento no esencial o
accidental; cuando la ignorancia del verdadero estado de las cosas proviene de una
negligencia culpable; si se trata de un simple error de cálculo (CCC, art. 268), o si la
otra parte acepta cumplir el acto subsanando el error (CCC, art. 269).
5. 2. Dolo
El dolo, como vicio de la voluntad, es el error provocado por otra persona con la
intención de perjudicar. En cambio, el vicio que se considera error, es el que se
produce en forma espontánea o casual, sin que nadie lo hubiera provocado o se
hubiera aprovechado para perjudicar a quien ha incurrido en un error.
Conforme al art. 271 del Código, acción dolosa para conseguir la ejecución de un
acto, es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier
artificio, astucia o maquinación que se emplee con ese fin. El mismo artículo
extiende el concepto a la omisión dolosa.
Para que exista dolo como causa de reclamo de la nulidad de un acto, se necesitan
los siguientes requisitos: 1°) Que haya sido grave; 2°) Que haya sido la causa
determinante de la acción; 3°) Que haya ocasionado un daño (*) importante; y 4°)
Que no haya habido dolo por ambas partes (CCC, art. 272). Cuando se verifican
todos estos requisitos el dolo se considera esencial y el acto puede ser anulado y
reclamarse los daños ocasionados.
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
Cuando la acción u omisión dolosa no es la determinante del acto pero ocasiona
perjuicios, el autor se responsabiliza por los daños ocasionados (CCC, arts. 272 y
274).
5. 3. Violencia (fuerza y temor)
Se vicia la voluntad cuando existe violencia física o moral que afecta la libertad de
las personas. Distinguimos:
a) Fuerza física irresistible: Dice el art. 276 del Código que habrá falta de libertad
en los agentes, cuando se emplease contra ellos una fuerza irresistible. Sería el
caso en que a una persona le tuercen el brazo para que firme un pagaré. O como en
un caso real que llegó a la justicia, de un arquitecto a quien le hicieron firmar una
renuncia para continuar una obra y a su derecho a gran parte de sus honorarios. En
este último caso se consideró probado el vicio de la voluntad por una suma de
presunciones judiciales, como la denuncia casi inmediata del hecho en la policía,
certificado médico del medico policial sobre la existencia de lesiones, falta de sentido
de las renuncias que le habían hecho y firmar y también falta de explicaciones de la
situación por parte del demandado, etc..
b) Intimidación: Existe cuando se inspire a uno de los agentes por injustas
amenazas, un temor fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona,
libertad, honra o bienes, o de su cónyuge, descendientes o ascendientes, legítimos o
ilegítimos (art. 276). La intimidación no afectará la validez de los actos, sino cuando
por la situación del amenazado y demás circunstancias se esté frente al temor
fundado de sufrir un mal inminente y grave.
6. Los hechos ilícitos y la responsabilidad civil
La conducta ilícita es la que transgrede un deber jurídico y da lugar a una sanción.
Quien no cumple con una deuda, queda sujeto a que el acreedor reclame el
cumplimiento forzado de la misma, para lo cual podrá pedir, por ejemplo, que se
embarguen y rematen bienes del deudor suficientes para cubrir la deuda impaga.
Quien conduciendo un vehículo en forma imprudente ha producido daños (*) en los
bienes de otro, debe indemnizar o reparar dichos daños.
El ilícito civil no coincide con el ilícito penal. Los ilícitos penales como regla general,
son perseguidos por el Estado, hasta lograr imponer una pena al autor,
prescindiendo de la decisión de los damnificados. Los ilícitos penales atacan los
valores más altos de convivencia social, resultando peligrosos para el sistema, como
sucede por ejemplo, con un homicidio simple.
Un ilícito penal implica siempre un ilícito civil. El homicidio culposo tiene una pena
fijada por el Código Penal y también genera una sanción civil: la obligación de
compensar económicamente a los herederos de la víctima. Sin embargo, un ilícito
civil no es siempre un ilícito penal, como sucede con el simple incumplimiento de un
contrato por negligencia o culpa.
La función principal de las normas que reglamentan la responsabilidad civil, es la de
compensar o resarcir a la víctima del daño (CCC, art. 1716), aunque como veremos,
también tiene otras, como las funciones preventiva y punitiva (CCC, arts. 1710 y Ley
de Defensa del Consumidor 24240, art. 52 bis).
Como regla general, se puede indicar que no todo incumplimiento genera la
obligación de indemnizar, sino sólo cuando existe culpa (*). En este sentido, el art.
1721 del Código, establece un principio general de responsabilidad por el hecho
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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propio al imponer la obligación de indemnizar el daño (*) que se causa cuando se
ejecuta un hecho por culpa o dolo (CCC, art. 1724). A la par, existen eximentes
generales de la culpa, que son el caso fortuito (*) y la fuerza mayor (*).
A esta regla general se agregan supuestos denominados como de responsabilidad
objetiva (*) que se trata de una responsabilidad por el hecho o riesgo de las cosas
que no se funda en la culpa, puesto que el presunto responsable no puede
exonerarse probando que no obró con negligencia (CCC, art. 1722). En estos casos,
existe un factor objetivo de responsabilidad (de allí su denominación) ya que para
exonerarse de la misma, quien se presume responsable debe probar: que el daño se
ha producido por el hecho de un tercero por el cual no debe responder (“por causa
ajena” dice el art. 1722 del CCC).
Los elementos que conforman el régimen de responsabilidad civil, o dicho de otra
manera, habrá obligación de indemnizar, siempre que aparezcan los siguientes
elementos: a) antijuridicidad (hecho ilícito), b) daño (*), c) relación de causalidad
entre daño y hecho y d) factor de imputabilidad (culpa o dolo) o atribución legal de
responsabilidad (responsabilidad objetiva).
En lo que se refiere al primero de los elementos de la responsabilidad civil (hecho
ilícito), no resulta indispensable determinar si hubo violación del deber de parte de
quien ocasionó el daño, sino que lo fundamental para determinar la responsabilidad
es si la conducta ocasionó daño, para luego establecer en cada caso la extensión y
límites del resarcimiento que corresponde sobre la base de la equidad. Así está
ahora establecido por el art. 1716 que establecen el deber genérico de no dañar a
otro. Esto abre la posibilidad de que exista responsabilidad civil aún en caso de
actos lícitos.
7. La buena fe de los actos jurídicos
La buena fe está regulada como un principio general aplicable al ejercicio de los
derechos (CCC, art. 9). El ordenamiento jurídico exige un comportamiento de buena
fe, entendido como tal obrar en forma leal y honesta. Por la importancia moral de la
cuestión, se considera a la buena fe como una exigencia esencial en derecho y
también como un requisito indispensable de los actos jurídicos. Tanto es así que si
falta la buena fe el acto puede quedar sin efecto como si adoleciera de un vicio de la
voluntad.
El deber de actuar con buena fe se repite respecto a las obligaciones, indicando que
deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las exigencias de la
buena fe (CCC, art. 729).
La obligación de actuar de buena fe se reitera al tratar sobre los contratos. Se indica
como uno de los deberes y cargas que deben cumplirse en la contratación que, tanto
en la negociación, como en la interpretación y ejecución del contrato, debe obrarse
de buena fe (CCC, art. 961).
Cuando falta la buena fe, estamos en presencia de simulación, fraude o lesión que
son actos ilícitos y pueden invalidar los actos jurídicos que tienen estos defectos. Un
efecto similar se produce con el abuso del derecho y la denominada teoría de los
actos propios. Todos estos institutos se relacionan con la buena fe y pueden
determinar la ineficacia de un acto jurídico, por lo que pasamos a considerarlos
sintéticamente a continuación.
7. 1. Simulación
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
Es una declaración de un contenido de voluntad no real emitida conscientemente y
de común acuerdo entre partes para producir, con fines de engaño, la apariencia de
un acto que no existe o que es distinto del que las partes efectuaron (Ferrara).
Para que exista simulación se requiere: 1°) Un acto "no real". Existen diferencias
entre lo que se quiere y se da a conocer al público; 2°) Bilateral, por cuanto se ponen
de acuerdo dos personas para mentir. 3°) Tiene por finalidad el engaño a terceros
(CCC, arts. 333 y 334).
Si por medio de esta maniobra se quiere perjudicar a terceros, la simulación será
ilícita (CCC, art. 334). Asimismo, puede ser absoluta cuando en realidad no se ha
realizado ningún acto; como cuando alguien transfiere a nombre de otro una casa
simulando que la ha vendido, pero en realidad sigue siendo el dueño. O puede ser
relativa cuando se ha realizado para encubrir otro acto diferente, como cuando se
hace figurar una venta, pero en realidad se quiere realizar una donación. Existe un
acto ostensible simulado y otro real que se ocultó detrás del anterior (CCC, art. 334).
En estos casos, los interesados tienen derecho a atacar la validez del acto por vía
de una acción de simulación. Esta acción de simulación, entre las partes que la han
cometido, sólo se permite cuando ella es lícita (CCC, art. 335). En los casos de
simulación ilícita, la acción corresponde a los terceros afectados por el acto simulado
(CCC, art. 336), como por ejemplo un acreedor que ha perdido su garantía de
ejecutar bienes de su deudor como consecuencia de que éste simula una venta para
sacar los bienes de su patrimonio.
7. 2. Fraude
El acto o negocio jurídico fraudulento, es el celebrado de mala fe por un deudor
insolvente, o a punto de caer en ese estado, para privar a sus acreedores de la
garantía sobre la cual pueden hacer efectivos sus créditos.
Incurre en fraude a sus acreedores quien realiza actos, para sacas bienes de su
patrimonio o renuncia al ejercicio de sus derechos, que provocan o agravan su
insolvencia, perjudicando a sus acreedores.
Son actos válidos como puede ser una donación. La ley permite las donaciones.
Pero si una persona se encuentra en una situación de insolvencia se le exige que
actúe de buena fe y no perjudique a sus acreedores regalando los bienes que éstos
pueden utilizar para cobrar. El comportamiento de buena fe también se exige cuando
una persona tiene un solo bien y muchos acreedores y procede a pagar
íntegramente la deuda a uno solo perjudicando a los demás.
Frente a estas situaciones se ha establecido como remedio jurídico la acción de
inoponibilidad a favor de los acreedores (CCC, art. 338) fijando la ley los requisitos
(CCC, art. 339).
El acto impugnable puede ser oneroso o gratuito. Sólo en el primer caso debe existir
mala fe del tercero (CCC, art. 339, inc. c). El efecto que provoca el fraude es la
revocación del acto que se dispondrá por sentencia judicial, sólo a favor de quien
accionó y hasta el importe de su crédito (CCC, art. 342).
Se diferencia de la simulación, en que aquí estamos frente a un acto real (y no
falso).
7. 3. Lesión
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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La ley ha incorporado un remedio en contra del aprovechamiento en los casos de
personas que actúan necesitados, con debilidad psíquica o inexperiencia, como
consecuencia de lo cual son vulnerables al aprovechamiento que otro quiera hacer
de dicha situación.
Los elementos de la lesión regulada por nuestro sistema legal son dos: a) el objetivo,
consistente en la obtención de “una ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada sin justificación"; y b) el elemento subjetivo determinado por la
necesidad, ligereza o inexperiencia del lesionado, de la cual se ha aprovechado el
lesionante (CCC, art. 332).
Frente a estos elementos, el afectado puede demandar judicialmente la nulidad o la
modificación (reajuste equitativo) de los actos jurídicos. Debe resaltarse que no es
tarea de los jueces rescatar a quien ha realizado un mal negocio, ni a quien se
arriesga para obtener grandes utilidades.
Se interpreta que se encuentra en estado de necesidad, quien frente a los
acontecimientos exteriores está colocado en una situación tan dura, angustiante y
apremiante que pierde la libertad.
Actuar con debilidad psíquica es un obrar irreflexivo sin ponderar las ventajas y los
inconvenientes de la operación. Importa una disminución de las facultades mentales
como podría suceder en alguien que tenga algún grado de demencia senil (sin llegar
a la demencia que justificara una declaración de incapacidad).
Inexperiencia es la falta de conocimientos que se aprenden con el uso, la práctica o
sólo con el vivir, presentándose generalmente en gente que tiene escasa cultura.
Aunque también puede presentarse en personas de elevado nivel cultural pero que
sufren su disminución física o su baja autoestima (por ejemplo en ancianos enfermos
que toman determinada medicación).
En síntesis, como consecuencia de alguna de las situaciones referidas, la víctima de
lesión debe encontrarse en un estado de inferioridad frente a su contraparte. El
estado de inferioridad es aquel en el cual la víctima no ha podido adoptar las
medidas necesarias para salvaguardar su interés frente al otorgamiento de un acto y
como consecuencia de ello, se produce cuando menos una evidente desproporción
en las prestaciones.
Se ha aplicado esta institución para invalidar contratos firmados sin la información o
asesoramiento adecuados y en los que se ha fijado un precio vil. También para
reducir intereses excesivos y cláusulas penales (*) desproporcionadas.
No se configura lesión, en cambio, si se trata de operaciones arriesgadas para
obtener grandes ganancias en poco tiempo y sin mucho respaldo. Tampoco podría
existir lesión en un contrato aleatorio como el seguro, el cual estudiamos más
adelante. No sólo debe existir necesidad, ligereza o inexperiencia, sino que debe
existir la explotación de ellas, lo que requiere demostrar el cálculo, artificio o ardid
correspondientes, pues, sin mediar explotación, la ley no prohíbe vender más caro o
más barato.
En el derecho moderno la lesión se convierte en una institución destinada a
salvaguardar la concurrencia al mercado y a su mantenimiento en condiciones de
relativa paridad, evitando que se desnaturalicen los contratos para convertirlos en
instrumentos económicos de explotación. Así por ejemplo, no se encuentra en
estado de relativa paridad, quien está posicionado frente a la otra parte de un acto
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
jurídico en estado de inferioridad, producto de no contar con la información o
asesoramiento adecuado.
Debe tenerse en cuenta que no resulta indispensable acudir al instituto de la lesión
frente a los contratos de consumo regulados por los arts. 1092 y siguientes del
Código que regula sobre las prácticas abusivas (CCC, arts. 1096 y siguientes) y la
Ley de Defensa del Consumidor 24240. Para equilibrar el estado de debilidad
negocial del usuario o consumidor frente al otro contratante, esta legislación especial
pone a cargo del oferente de los bienes o servicios, una serie de obligaciones (por
ejemplo, las establecidas por los arts. 4, 10 y 19). Asimismo, el art. 37 de la
mencionada ley, sanciona con nulidad al contrato en el cual el oferente viole el deber
de buena fe, en la etapa previa a la conclusión del contrato o en su celebración. Las
herramientas y protección que proporciona esta ley, en defensa de los
consumidores, resultan superiores a las del 332 del Código.
7. 4. Abuso del derecho
Los derechos no pueden estar a disposición de la maldad, por cuanto ello contraría
evidentemente la finalidad o espíritu de la ley o la razón por la cual esos derechos
fueron reconocidos.
El artículo 10 veda el ejercicio abusivo de los derechos, pues ese abuso es contrario
a la buena fe con que se debe actuar en la vida social. Los actos abusivos son
aquellos que, han sido cumplidos dentro de los términos de la ley, es decir, conforme
a la regla aplicable; sin embargo, el ejercicio del derecho resulta contrario al espíritu
y finalidad por la cual dicho derecho existe, de manera tal que causa perjuicios a
otras personas.
La disposición antes citada lo define como aquel acto que contraría los fines el
ordenamiento jurídico tiene en mira al reconocer un derecho o al que exceda los
límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
Para identificar las situaciones en que se presenta este instituto, son elementos de
suma importancia; la intención de daño o la falta de interés de quien pretende
ejercer su derecho. Así, si entre diversas opciones se ha elegido las más dañosas
para la otra parte, si el prejuicio es anormal o excesivo, si la conducta es contraria a
las buenas costumbres o si actúa de manera no razonable.
Por lo tanto, el abuso del derecho es un acto ilícito y no está protegido judicialmente;
quien lo haya cometido debe hacerse responsable por los daños y perjuicios
ocasionados, mandando la ley al juez que evite el abuso o reponga la situación al
estado anterior al abuso (CCC, art. 10, última parte)
En este sentido, incurriría en abuso del derecho: El acreedor que se niega a cobrarle
una cuota a su deudor por diferencia de unos pocos centavos. El acreedor que
pretende cobrar una tasa de interés desproporcionada por la mora del deudor. Quien
ha comunicado su decisión de rescindir un contrato sin causa con muy poco tiempo
de anticipación. Quien pretende poner en funcionamiento el pacto comisorio y
resolver un contrato por un incumplimiento insignificante del otro contratante.
En todos estos ejemplos, aún frente a la existencia del derecho, no puede
ampararse su ejercicio de forma abusiva y causando un innecesario perjuicio.
7.5. Abuso de posición dominante en el mercado
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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El Código tiene la novedad de incluir una protección especial frente al abuso de una
posición dominante en el mercado (CCC, art. 11), sin perjuicio de las disposiciones
específicas contempladas en leyes especiales (como las leyes de Lealtad Comercial
y Defensa de la Competencia).
No se trata de un abuso individual que estaría contemplado como abuso del derecho
por el art. 10, sino de la posición dominante en el mercado, vinculándose con los
derechos de incidencia colectiva.
7. 6. Teoría de los actos propios
Este instituto sirve para sancionar las conductas contrarias a la buena fe por
incoherentes. La doctrina denominada como “de los actos propios” considera
inadmisible que una persona asuma una actitud que lo coloque en contradicción con
su anterior conducta, como por ejemplo pretendiendo desconocer lo que a
sabiendas efectuó con anterioridad.
Una de las consecuencias del deber de obrar y ejercitar los derechos conforme a la
buena fe, es la exigencia de un comportamiento coherente, entendiéndose por esto
que cuando una persona, dentro de una relación jurídica, ha suscitado en otra con
su conducta una confianza, fundada conforme a la buena fe, en una determinada
conducta futura, no debe defraudar la confianza suscitada, siendo inadmisible toda
actuación incompatible con ella.
Con respecto a los requisitos para aplicar la teoría de los actos propios, hay
coincidencia en exigir una primera conducta que resulte relevante jurídicamente y
que ostente validez, esto es que haya sido realizada con discernimiento, intención y
libertad, sin vicios de la voluntad error, dolo o violencia.
También en exigir una segunda conducta entre las mismas partes, contradictoria o
incompatible o incoherente con la primera, contradicción que debe estar referida a
los aspectos fundamentales de la relación y debe ser de tal magnitud que resulten
contradictorias en forma obvia y absoluta, con la que llamamos conducta anterior o
primera conducta.
Si se encuentran reunidos los requisitos, la consecuencia de la aplicación de la
teoría de los actos propios, consiste en la inadmisibilidad de la segunda conducta, ya
que si bien ésta, tomada aisladamente es legítima, resulta incompatible en relación
con la primera conducta. Se trata de una aplicación para el derecho de la regla que
"el hombre debe ser fiel a sus propios actos" o del aforismo que dice “a nadie es
lícito venir contra sus propios actos".
El nuevo Código ha receptado expresamente esta nueva figura en su art. 1067
titulado: "Protección de la confianza”.
Este principio ya había sido aplicado en casos variados, antes de ser regulado
expresamente. Hemos tomado algunos de los ejemplos más ilustrativos de quienes
han escrito sobre esta doctrina (Borda):
1° Una empresa proveedora de materiales que durante años efectuó a su cliente
bonificaciones en los precios por pago de contado, no puede suprimirlas sin avisar
previamente que cambiaría su conducta.
2° Si luego de vencer el plazo de duración de un contrato de locación, las partes
continuaron cumpliendo las obligaciones de un modo similar a las previstas en el
contrato celebrado, es inadmisible que una de ellas pretenda luego reclamar daños y
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
perjuicios derivados de la continuidad en el uso.
3° Quien ha entregado en pago una suma de dinero sin manifestar ningún tipo de
condicionamiento, no puede pretender luego que esa entrega sea considerada como
una simple demostración de solvencia y reclamar su devolución.
4° El comprador de un automóvil que indicó que el color del mismo le era indiferente,
no puede luego pretender que ha existido un incumplimiento de la fábrica que no
entregó el automóvil del color solicitado.
5° Quien pagó intereses por atraso no puede luego pretender que no se encontraba
en mora.
6° Si el comprador ha reclamado al vendedor la devolución de la seña penitencial
doblada no puede, luego, cambiar su tesitura y demandar por cumplimiento de
contrato.
7° Si una de las partes comunica a su deudor moroso que no aplicará una multa
pactada si el deudor cumple en un nuevo plazo que unilateralmente fija, luego no
puede pretender cobrar dicha multa, si el deudor cumplió dentro del nuevo plazo que
la había conferido.
8. Modalidades de los actos jurídicos
a) Condición:
Se denomina condición a la cláusula de los actos jurídicos por la cual las partes
subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho futuro e incierto (condición
suspensiva y resolutoria respectivamente, conf. CCC, art. 343).
Existen condiciones que están prohibidas (CCC, art. 344). Es inválido el acto sujeto
a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido por
el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la voluntad del obligado.
La condición de no hacer una cosa imposible no perjudica la validez de la obligación,
si ella fuera pactada bajo modalidad suspensiva. Se tienen por no escritas las
condiciones que afecten de modo grave la libertad de la persona, como la de elegir
domicilio o religión, o decidir sobre su estado civil.
La ley regula también lo que se denomina suposición, que es someter la plena
eficacia o resolución de un acto jurídico a hechos pasados o presentes ignorados (la
condición exige hechos futuros e inciertos) (CCC, art. 343, párrafo segundo).
b) Plazo:
Conforme surge del art. 350 del Código, un acto jurídico se halla sujeto a plazo
cuando su exigibilidad (plazo suspensivo) o su extinción (plazo resolutorio o
extintivo) dependen de un hecho futuro y cierto, es decir, que su vencimiento ocurrirá
indefectiblemente.
Si me comprometo a restituir el dinero que me prestaron el día 31 de diciembre del
corriente año, se trata de un plazo suspensivo. Significa que el acreedor debe
esperar hasta el vencimiento de ese plazo para exigirme la devolución del dinero.
Si celebro un contrato de locación de un inmueble por el plazo de dos años, el
contrato y el derecho del locatario a usar el inmueble se extingue a la fecha de su
vencimiento.
El plazo se presume establecido a favor del deudor, a no ser que, por la naturaleza
del acto, o por otras circunstancias, resulte que ha sido previsto a favor del acreedor
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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o de ambas partes (CCC, art. 351). Como consecuencia de la regla general, el
deudor está facultado para pagar antes del vencimiento.
Resulta también usual que se prevean en los contratos de duración cláusulas de
caducidad de plazos. Por ejemplo: una cláusula en un contrato de mutuo que
disponga que si el deudor se atrasa en el pago de dos cuotas consecutivas,
caducarán todas las cuotas no vencidas y el acreedor está facultado a exigir el pago
del saldo total adeudado. En principio dichas cláusulas son válidas.
c) Cargo o modo:
Según se desprende del art. 354 del Código, el cargo o modo es una obligación
accesoria, que se impone al adquirente de un derecho. Ejemplo típico es la donación
con cargo. Por ejemplo: se dona un inmueble con el cargo de utilizarlo durante cierto
tiempo como biblioteca pública.
9. Representación
En la realización de cualquier acto jurídico, la regla general es que los sujetos obren
en su propio interés y en su propio nombre, vinculándose ellos directamente con los
demás sujetos. Pero también puede suceder que se actúe en interés de otra
persona, ya sea por razones de conveniencia o por existir imposibilidad de que el
interesado actúe por sí mismo.
Cuando alguien actúa en interés o por cuenta ajena, significa que los efectos del
acto que está realizando van a recaer sobre el patrimonio de otra persona. Sin
embargo, ese efecto se puede producir de manera directa o indirecta.
Si hay representación se produce un vínculo directo entre representado y el tercero,
relacionándose de manera inmediata, como si el mismo representado hubiera
actuado personalmente en la realización del acto o negocio.
En cambio si esta persona actúa en interés de otro, pero lo hace en nombre propio,
él será quien se compromete y relaciona con este tercero. Si no cumple, él será el
demandado por incumplimiento. Si bien los efectos terminarán recayendo sobre el
interesado ello vendrá de manera indirecta por una cadena sucesiva de reclamos.
Cuando una persona que está autorizada para ello, actúa en interés ajeno,
informando a la otra parte que lo hace en nombre de otra persona, haciéndolo dentro
de los límites de esa autorización, se presenta la figura de la representación, la que
ha merecido una consideración especial por parte del Código (arts. 358 y sgtes.).
Puntualizamos que para que exista representación (*) es necesario: 1°) Que medie
una autorización o poder para actuar extendida por el representado; 2°) Que quien
realiza el acto le haga conocer al tercero con quien se relaciona, que está actuando
en representación de otra persona; 3°) Que el acto que realice se encuentre dentro
de los límites de la autorización o poder.
Si no se conjugan estos tres requisitos, no existe representación. Determinar en qué
casos una persona representa o no a otra resulta de particular importancia ya que, si
no existe tal representación, una persona no se verá obligada por los actos y
contratos que realiza otra persona en su nombre (CCC, art. 359).
El Código regula tres clases de representación: la representación legal, la
representación voluntaria y la representación orgánica (CCC, arts. 358 y sgtes.). La
representación legal es la que la ley establece para los incapaces. Se aplican las
disposiciones sobre representación legal a todas las otras clases.
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Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
La representación voluntaria o convencional es la que surge como consecuencia
de un contrato (el mandato representativo, el contrato de trabajo en algunos casos,
etc.) y que se suele instrumentar en un “poder”.
Para las personas jurídicas y las sociedades en especial, se contempla la
denominada representación orgánica, esto es, la que desenvuelve el órgano
regulado por la ley al efecto. Así tenemos que el órgano de representación en las
sociedades anónimas es el Presidente del Directorio, en las sociedades de
responsabilidad limitada los gerentes. Quien se encuentre desempeñando esa
función en el órgano es quien representa a la persona jurídica. Se presenta como
una situación intermedia entre la representación necesaria y la representación
voluntaria.
Para garantizar la seguridad y certeza de la existencia de la representación el
Código faculta a quienes contratan con quien se pretende representante, para
exigirle que le entregue una copia firmada del poder o instrumento del que surja la
representación (como, por ejemplo, copia del acta de asamblea donde se designa a
una persona como presidente del directorio de una sociedad anónima).
Ello permitirá verificar que se encuentran cumplidos los requisitos que antes hemos
mencionado (CCC, art. 374) y una precaución indispensable a tomar frente a
cualquier negociación. La copia firmada del instrumento del cual surja la
representación, que el representante está obligado a entregar, servirá como prueba
por si eventualmente se pretende desconocer la representación que ha invocado.
Para proteger a terceros, también se ha regulado una serie de situaciones que el
Código ha denominado como representación aparente (CCC, art. 367). Son casos
especiales de representación voluntaria, en las que no hay representación en forma
expresa. Es decir, no ha existido el otorgamiento de un poder, pero que hacen
suponer que hay un poder o autorización tácita para ejercer dicha representación.
Entre los casos que enumera el art. 367 del Código, encontramos algunos que son
muy comunes como la actuación del gerente de un establecimiento comercial en
cumplimiento de sus funciones o el de los dependientes (por ejemplo: un cajero,
quien se considera que tiene poder y representa al principal o titular del
establecimiento cuando hace cobros y pagos en la caja del negocio).
Resulta también muy importante desde el punto de vista práctico lo relativo a la
extinción de la relación representativa, no solamente para proteger a los
involucrados directamente en tal relación (CCC, art. 380), sino fundamentalmente a
los terceros (CCC, art. 381).
Ampliaremos sobre este importante tema al tratar la representación mercantil y los
agentes auxiliares.
(*) Ver glosario.
Bibliografía complementaria
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
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Glosario
Caso fortuito: Suceso no previsible dentro de lo normal o, de ser previsible, que
haya sido absolutamente imposible de evitar. Para determinar en cada caso la
existencia de caso fortuito, deberán tenerse en cuenta las circunstancias de
personas, lugar y tiempo. Ver “fuerza mayor”.
Cláusula penal: Penalidad económica que las partes de un contrato han previsto
para el caso de incumplimiento. Tiene la función de fijar anticipadamente los daños
que sufrirán los contratantes por si alguno luego no cumple con su obligación. La
función de la cláusula penal además de resarcitoria también es compulsiva, por
cuanto que, para exigir la pena, el acreedor no está obligado a probar que ha sufrido
perjuicios, ni el deudor podrá eximirse de satisfacerla, probando que el acreedor no
ha sufrido perjuicio alguno.
Culpa: Omisión de las diligencias que exige la naturaleza del deber jurídico que se
debe cumplir, o del deber genérico de respetar la persona y bienes de los demás.
Conversión (del acto jurídico): Situación de un acto que en su celebración no
sigue la forma impuesta y no queda concluido como tal, convirtiéndose en un acto
que obliga a las partes a otorgar el instrumento previsto por la ley. El acto es nulo
como tal, pero válido para obligar a las partes a cumplir la forma impuesta.
Daño: Menoscabo que sufre una persona en sus bienes vitales, en su propiedad o
patrimonio como consecuencia de un acaecimiento o evento determinado. Si lo que
se lesiona son aquellos bienes que integran un patrimonio el daño es patrimonial o
material. Si lo afectado son bienes inmateriales como la integridad corporal o los
sentimientos, el daño es moral o extrapatrimonial.
Documento: Representación objetiva de un pensamiento que puede serlo bajo la
forma material o literal. Se distingue de la expresión “instrumento” que se reserva sólo
para el último tipo de documentos, esto es, para el documento literal o escrituras
(Ramacciotti).
Fecha cierta: Elemento que extiende el valor probatorio de los instrumentos privados
con respecto a terceros. Adquieren fecha cierta el día en que acontece un hecho del
que resulta como consecuencia ineludible que el documento ya estaba firmado o no
pudo ser firmado después (CCC, art. 317).
Firma: Rúbrica o grafismo al pié de un documento para ratificar o asumir las
obligaciones o declaraciones en él contenidas.
Forma (de los actos jurídicos): Conjunto se signos exteriores que acompañan la
celebración de un acto jurídico. Todo acto tiene por lo tanto una forma. Los llamados
actos “no formales” no es porque no tengan una forma, sino que la misma es dejada
libremente a la decisión de las partes. En cambio son actos formales los que la ley
exige el cumplimiento de una forma determinada. Los actos formales suelen ser
divididos en solemnes (ver forma ad solemnitatem) y no solemnes (ver forma ad
probationem).
Forma ad solemnitatem: La forma es impuesta como una condición de validez. El
acto no puede tener en este caso existencia jurídica como tal, sino a través de esa
forma prescripta por la ley. Por ejemplo: el matrimonio no existe sino después de
culminada la ceremonia solemne prescripta por la ley, en presencia del oficial público
18
Derecho Privado - Capítulo 4 - Actos jurídicos
del Registro Civil y testigos.
Forma ad probationem: O forma probatoria o no solemne, es la forma exigida como
medio de prueba de un acto en juicio. Si una de las partes negara la existencia del
acto, el haber cumplido con la forma impuesta por la ley, será un requisito para que se
tenga por probado el mismo en el juicio. Por ejemplo: En el contrato de fianza se exige
la forma escrita para ser probado en juicio (CCC, art. 1579).
Fuerza mayor: Situación de imposibilidad de evitar que algo suceda. Se aplica a la
acción del Estado o de otras personas que impiden que un hecho sea evitado. Se
suele distinguir del caso fortuito indicando a su respecto que la causa no se puede
evitar, pero sí prever. En cambio, la fuerza mayor es un hecho que no se puede evitar y
tampoco se puede prever.
Instrumento: Manifestación escrita de la cual surgen derechos y obligaciones. Los
instrumentos pueden ser públicos, que son aquéllos otorgados por funcionarios
públicos, con las formalidades que establece la ley, como una escritura pública. Los
instrumentos privados, son los que están firmados, sin intervención de ningún oficial
público como una carta o un recibo. Instrumentos particulares, son los que se
encuentran escritos y pueden estar firmados o no firmados. Cuando están firmados
estamos frente a un instrumento privado. Cuando no están firmados se denominan
instrumentos particulares no firmados entre los que se comprenden otros registros
como las fotografías, filmaciones, grabaciones, etc. (ver CCC, art. 287).
Instrumento público: Ver instrumento.
Nulidad: Sanción de invalidez prevista por la ley, por la cual el acto jurídico pierde la
posibilidad de producir efectos por presentar un vicio o defecto en el momento de su
constitución. La nulidad hace cesar las consecuencias y efectos de los actos que
tengan este vicio, aunque algunas nulidades son subsanables.
Presunciones legales: Juris et de jure: cuando frente a determinadas
circunstancias, la ley impone una consecuencia que no admite prueba en contrario,
porque con ello se preserva el interés común, reglas morales, o asegurar la
efectividad de una institución. Juris tantum: cuando frente a determinadas
circunstancias la ley presume una explicación pero admitiendo la prueba en
contrario. Ejemplos de presunciones juris et de jure: CCC, artículos 74, 2451, etc.
Ejemplo de presunciones juris tantum: CCC, artículos, 332, 367, 899, etc.
Remisión de deuda: Acto mediante el cual el acreedor da ficticiamente por pagado su
crédito, produciendo la extinción de la obligación.
Representación: Institución que permite que un individuo denominado "representante"
ejecute un negocio jurídico en nombre de otro llamado "representado" de modo que el
negocio se considera celebrado directamente por el representado, y los derechos y
obligaciones emergentes del acto pasan directamente al representado.
Responsabilidad objetiva: Situación en que se encuentra el dueño o guardián de
una cosa con la cual se ha causado daño, que deberá probar que por su parte no
hubo culpa para poder eximirse de responsabilidad. Si la cosa fuera riesgosa, será
siempre responsable, a no ser que pruebe que la víctima obró con culpa o que el
hecho se ha producido por culpa de un tercero por quien no debe responder.
Capítulo 5
Obligaciones
Sumario: 1. Concepto. 2. Comparación con los derechos reales. 3. Elementos. 4. Fuentes de las
obligaciones (causa). 5. Efectos de las obligaciones. 5. 1. Sujetos afectados. 5. 2. Facultades. 5. 3.
Efectos en cuanto al tiempo (mora y purga de la mora). 5. 4. Daños y perjuicios. 5. 5. Intereses. 6.
Clasificación de las obligaciones. 6.1. Obligaciones de dar dinero 6.2. Obligaciones en moneda
extranjera. 6.3. Obligaciones simplemente mancomunadas y solidarias. 6.4. Obligaciones con cláusula
penal. 7. Modos de extinción de las obligaciones. 7. 1. Pago. 7. 2. Prescripción liberatoria. 7. 3. Otros
modos de extinción de las obligaciones; 8. La obligación de rendir cuentas.
1. Concepto
El Código comienza el libro tercero que se titula “Derechos Personales” dando una
definición de obligación. Indica que se trata de una relación o vínculo entre dos
sujetos regulado por el derecho, en el que uno de esos sujetos (acreedor o sujeto
activo), tiene la facultad de exigirle al otro (deudor o sujeto pasivo) que cumpla una
prestación y a obtener su ejecución forzada en caso de incumplimiento (CCC, art.
724).
Esa prestación a la que hace referencia la definición, es una conducta del deudor,
que puede consistir en dar, hacer o no hacer. Asimismo, esa prestación debe
cumplir cinco requisitos: posibilidad, licitud, determinación, patrimonialidad e
interesar al acreedor (CCC, art. 725).
A los elementos que forman parte de una obligación, su nacimiento, sus efectos y su
extinción, nos referimos en los puntos siguientes.
2. Comparación con los derechos reales
Dentro de la categoría de derechos subjetivos patrimoniales, se distinguen entre los
derechos personales, creditorios, crediticios u obligaciones, por un lado, y los
derechos reales (*) por otro. Las obligaciones son derechos personales, es decir,
dan al acreedor la facultad de exigir una conducta del deudor.
Se denominan derechos personales por su origen. En la antigüedad el deudor
respondía frente al incumplimiento con su propia persona, ya que se permitía que el
acreedor lo tomara como esclavo, lo vendiera y hasta podía darle muerte.
Este derecho “personal” evoluciona luego para transformarse en una relación que,
frente al incumplimiento del deudor, permite agredir jurídicamente solamente los
bienes que integran su patrimonio y no la “persona” del deudor. Son derechos
personales porque el acreedor puede exigir una conducta de su deudor (una
prestación de dar, hacer o no hacer).
Los derechos reales, en cambio, implican una relación directa entre una persona y
una cosa, como el derecho de dominio que es el más extenso que existe.
Si bien existen muchas zonas grises, apuntamos las tres diferencias más
importantes que presentan ambas categorías de derechos:
1°) Los derechos personales son relativos, lo cual significa que sólo se ejercen en
contra del deudor de la obligación y no afectan a terceros. A diferencia de los
derechos reales que son absolutos, en el sentido que pueden ser ejercidos contra
todos, sin que tengan un destinatario especial. Así, por ejemplo, todos deben
respetar mi derecho de propiedad sobre la lapicera que tengo en el bolsillo. En
2
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
cambio, el derecho a que me sea entregada una lapicera que compré, sólo podré
ejercerlo en contra de la persona que me la vendió.
2°) Los derechos personales son bilaterales, es decir, entre sus elementos se
encuentran dos personas (acreedor y deudor). Los derechos reales involucran una
relación directa e inmediata de un sujeto con una cosa (como sucede con el derecho
real de dominio) y tienen una vinculación mediata con todas las demás personas
que están obligadas a respetar dicho derecho real;
3°) La ley ha dejado librada a la autonomía de la voluntad de los sujetos, la creación
de obligaciones. Así por ejemplo, en las cláusulas de un contrato., se pueden
convenir las más variadas obligaciones. En cambio, sólo existen los derechos reales
que han sido creados exclusivamente por la ley que no permite la creación de otros
diferentes. Ampliaremos en el capítulo que tratamos los derechos reales sobre estas
diferencias.
3. Elementos
Individualizamos los siguientes elementos esenciales que integran las obligaciones:
a) Sujetos:
Pueden ser sujetos (activos o pasivos) de una obligación todas las personas físicas
o jurídicas. Cuando la obligación surge de un acto jurídico, requiere capacidad. Si
nace de un acto ilícito, no es necesaria. Ejemplos: Si un conductor de un automóvil
atropella a un demente (incapaz de hecho), éste es acreedor de la indemnización
por los daños que hubiere sufrido. Si un menor, mayor a 10 años, causa un daño a
un peatón, éste es acreedor del menor (y también de sus padres).
En lo que se refiere a los sujetos, el sistema permite: 1°) La indeterminación inicial
de los sujetos; 2°) Que se transmita a otra persona la calidad de sujeto –acreedor o
deudor- de una obligación (CCC, arts. 398, 1614, 1632 y 1633). 3°) La pluralidad de
sujetos (varios acreedores y deudores).
b) Contenido u objeto:
Consiste en la conducta del deudor para satisfacer al acreedor. El objeto inmediato
de una obligación es una prestación de dar, hacer o no hacer (CCC, art. 725). El
objeto mediato sería la cosa que debe darse o el hecho que debe realizarse por el
deudor.
Las prestaciones que pueden ser objeto de obligaciones deben cumplir con algunos
requisitos. Se exigen: 1°) Posibilidad: El objeto debe ser física y jurídicamente
posible (no se puede prendar un inmueble ni hipotecar un automóvil); 2°) Licitud: no
contrario a la moral y las buenas costumbres; 3°) Que sea determinable: Debe
existir su especificación por género, cantidad y calidad, si se trata de una cosa
fungible o en su individualidad si se trata de un cuerpo cierto; 4°) Patrimonialidad:
sobre bienes que estén en el comercio susceptibles de apreciación pecuniaria
(CCC, art. 725); y 5°) Que exista interés del acreedor (CCC, art. 725) el cual puede
exceder lo económico como cuando éste contempla necesidades espirituales o de
otro tipo.
c) Vínculo:
Una obligación importa que el deudor esté sujeto a ciertos deberes y sometido a los
poderes jurídicos que se reconocen al acreedor (CCC, art. 730).
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
3
Destacamos dos aspectos, en los que se manifiesta ese poder: Se otorga al
acreedor: 1°) acción para reclamar el cumplimiento (por ejemplo: iniciando juicio
para que un juez condene al deudor a cumplir y utilice la fuerza pública para que ello
ocurra); y 2°) excepción (o poder de defenderse) para retener lo percibido frente al
reclamo del deudor. Este segundo aspecto se destaca y cobra especial importancia
al considerar más abajo la prescripción liberatoria.
Asimismo, frente al incumplimiento de una obligación, nace normalmente la
responsabilidad del deudor de indemnizar los perjuicios que hubiere causado dicho
incumplimiento.
El vinculo no solo atrapa al deudor imponiéndoles deberes y cargas, sino también al
acreedor, sobre quien pesa el deber de cooperar para que el deudor pueda cumplir
y liberarse de la obligación.
4. Fuentes de las obligaciones (causa)
En el punto anterior se han considerado los elementos esenciales que contiene toda
obligación. A estos elementos esenciales debe sumarse la causa fuente, que no se
trata de un elemento interno como los demás, sino que es externo a la obligación
por cuanto es lo que le da nacimiento.
Nos estamos refiriendo al origen del vínculo jurídico. La obligación no nace sin una
causa (*) que la genere, de allí que debe sumarse la causa fuente como uno de los
elementos esenciales para darle nacimiento (CCC, art. 726).
El Código trae algunos principios generales. En primer lugar, no presume la
existencia de una obligación. Pero si se llegara a probar la existencia de una
obligación, solamente por ello la ley supone que tiene una causa legítima, poniendo
en cabeza del deudor la demostración que no tiene causa legítima para eximirse de
ella (CCC, art. 727).
Históricamente, se ha indicado que las obligaciones se originan en alguna de las
siguientes causas: contratos, cuasicontratos (*), delitos (*), cuasidelitos (*) y la ley.
La fuente de las obligaciones que más interesa a los fines de este curso y en el
mundo de los negocios, es el contrato. De los contratos nacen obligaciones. Por
ejemplo, de un contrato de compraventa nacen esencialmente dos obligaciones.
Una en cabeza del vendedor, que consiste en entregar la cosa vendida y otra, en
cabeza del comprador, que consiste en entregar una suma de dinero (pagar el
precio).
De los actos ilícitos, es decir de un delito civil (cuando existe dolo) o de un
cuasidelito (cuando existe culpa o negligencia), nace la obligación de indemnizar a la
víctima por los perjuicios que el daño le ha causado (más adelante analizaremos los
rubros que pueden reclamarse como indemnización).
Una ley que establece el pago de un impuesto también es fuente de obligaciones,
en cabeza del contribuyente como deudor y a favor del Estado como acreedor.
Finalmente, en el art. 728 el Código establece que cuando se entrega algo en
cumplimiento de un deber moral o de conciencia o de lo que solía denominarse
obligación natural (no en cumplimiento de una obligación), no puede luego
arrepentirse y pedir que le devuelvan lo entregado. Sería éste el caso de quien
cumple con una obligación que ya está prescripta. No podría luego pedir que le
devuelvan lo pagado, a pesar que el acreedor había ya perdido la facultad de iniciar
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
acción judicial para reclamarle.
5. Efectos de las obligaciones
Las obligaciones producen diversos efectos en cuanto a los sujetos obligados, las
facultades de éstos, el tiempo, etc., los que pasamos a sintetizar a continuación.
5. 1. Sujetos afectados
Como regla general, las obligaciones sólo producen efectos entre las partes, vale
decir, entre acreedor y deudor y sus sucesores (*). También se presenta
frecuentemente, la situación en que una sola obligación tenga varios acreedores y
varios deudores. Las que tienen sujetos múltiples pueden ser obligaciones solidarias
(*) o simplemente mancomunadas (*). Cuando nada han indicado las partes o la ley,
se presume que se trata de una obligación simplemente mancomunada (CCC, art.
828).
5. 2. Facultades
La ley confiere al acreedor poderes, para lograr la satisfacción de su interés en
especie o su equivalente, como efecto principal de las obligaciones (CCC, art. 730).
Ejemplo: Si el vendedor (deudor) no entrega la cosa vendida, el comprador
(acreedor de esa obligación que surge del contrato de compraventa) puede usar los
medios legales para que se la quiten y se la entreguen. Si ello no es posible, podrá
reclamar indemnización, otorgándosele también los medios legales para cobrarla.
El medio previsto legalmente para dar satisfacción al acreedor es un juicio o proceso
judicial, en el cual la autoridad le quitará la cosa vendida al vendedor y se la
entregará al comprador. Si ello no es materialmente posible, se embargarán y
rematarán bienes del deudor suficientes para que se obtenga el dinero necesario
para pagarle la indemnización que corresponda al comprador.
Una opción que confiere la ley a favor del acreedor, cuando la naturaleza de la
prestación la permita, es hacer que un tercero cumpla con la obligación, cargando
con los costos correspondientes al deudor incumplidor (CCC, art. 730, inc. B).
Como efecto secundario, el acreedor tiene la facultad a mantener incólume el
patrimonio de su deudor, a cuyo fin puede requerir medidas precautorias (la más
común es el embargo) e iniciar acciones por simulación o fraude en contra del
deudor y también la acción subrogatoria (*) o acción directa (*) en los casos que
corresponde.
El acreedor asimismo tiene derecho a pedir la declaración de quiebra de su deudor,
lo cual le otorgaría la ventaja de la investigación de la conducta del deudor previa a
la quiebra que hace la sindicatura y la posibilidad de recuperar bienes que pudieran
haberse enajenado fraudulentamente (ley 24522).
No solamente el acreedor tiene derechos o facultades. El deudor también tiene
ciertos derechos, como a la cooperación del acreedor y a cumplir (CCC, art. 879). El
cumplimiento exacto de la obligación le confiere el derecho de obtener la liberación
de la misma y a rechazar cualquier acción que le iniciara el acreedor (CCC, art.
731).
5. 3. Efectos en cuanto al tiempo (mora y purga de la mora)
Cuando no hay modalidad alguna que las demore (plazo o condición), las
obligaciones producen efectos inmediatos. En este caso se denominan puras y
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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simples y el acreedor está facultado a reclamar que se cumplan de inmediato.
En cambio, los efectos de las obligaciones pueden ser diferidos en el tiempo,
cuando están sujetas a modalidades como el plazo y la condición suspensiva. Nos
remitimos a lo que indicamos respecto a las modalidades de los actos jurídicos en el
capítulo anterior, lo cual obviamente se aplica a las obligaciones (CCC, arts. 343 y
350).
El incumplimiento en que incurre el deudor de una obligación lo coloca en estado de
mora (*), lo que tiene por efecto principal hacerle responsable por los perjuicios que
su incumplimiento ocasione al acreedor (CCC 730, inc. C y 1716). La ley también lo
hace responsable por el pago de intereses moratorios (CCC, art. 768).
La regla general es que no resulta necesaria la interpelación (*) del deudor para que
éste incurra en mora, operándose ésta en forma automática frente a su
incumplimiento (CCC, art. 886).
Normalmente, se asocia a la mora con el simple atraso en el cumplimiento de las
obligaciones en tiempo oportuno. Tanto es así que la ley establece una presunción
en este sentido (art. 886 primera parte). Sin embargo, deben advertirse que existen
situaciones en que el retraso no es imputable al deudor, en la medida que éste no
es culpable de ello y por lo tanto no hay mora (CCC, art. 888).
Ello se da en situaciones como las de caso fortuito (*) o fuerza mayor (CCC, art. 955
y 1730), también cuando la mora es recíproca, es decir cuando ambas partes se
encuentren en el mismo estado de mora (CCC, art. 1078, inc. C), o en los casos de
excepción contemplados por el art. 887, como en las obligaciones sujetas a plazo
tácito o indeterminado, las cuales no permiten conocer con exactitud el momento en
que se opera el vencimiento de la obligación y debe el plazo ser fijado por el juez.
Como consecuencia de todo lo indicado, para que existe mora se necesitan dos
elementos a los que puede sumarse un tercero para algunos casos: 1° un elemento
objetivo: la exigibilidad de la obligación (por ejemplo, cuando se venció el plazo); 2°
un elemento subjetivo: la culpa del deudor.
A estos dos elementos se suma un tercero que frente a la mora automática se
presume. Se trata de un elemento formal: la interpelación (*).
La constitución en mora del deudor se produce en forma automática, por el solo
vencimiento del plazo (CCC, art. 886), razón por la cual no se necesita la
interpelación del deudor.
En los casos de plazo tácito la ley no ha indicado cómo hacer para constituir en
mora al deudor, por lo cual interpretamos que corresponde efectuar la interpelación
(*) de éste para permitirle que efectivamente cumpla y se libere de la obligación.
La mora se puede purgar. Se trata de otro principio general con consecuencias muy
importantes. Consiste en que el deudor moroso está facultado para cumplir con la
prestación a su cargo en forma tardía.
Así, si una persona debe entregar una suma de $ 10000 el día 10 de abril próximo
tiene la posibilidad de hacerlo aún después de incurrir en mora. Y como principio
general puede purgarse la mora de manera indefinida, mientras no se opere alguna
causa que extinga la obligación (como la resolución de contrato a la que nos
referimos en el capítulo siguiente o la prescripción).
No existe mora y en cambio se presenta un incumplimiento definitivo (obviamente no
6
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
es posible la purga de la mora) frente a aquellas obligaciones en las que el
cumplimiento tardío no resulte ya admisible para el acreedor. Son estas excepciones
supuestos denominados como de plazo esencial porque no admiten la posibilidad
de cumplimiento tardío y cuyo ejemplo tradicional es el incumplimiento de la
orquesta que se contrata para tocar en un cumpleaños (por la propias circunstancias
del caso ya no podrá cumplirse tardíamente con esta obligación, presentándose un
incumplimiento definitivo).
Para purgar la mora, además de cumplir con la obligación, el deudor debe pagar
también los daños e intereses que ha generado su incumplimiento (CCC 730, inc. C
y 1716).
Por último se puede producir también la mora del acreedor, cuando éste no
colabora con el deudor para que cumpla o no le recibe el pago (CCC, art. 886 parte
final). En estos casos el deudor deberá recurrir al pago por consignación para
liberarse de la deuda (CCC, art. 904, inc A), al que tratamos en otro punto.
5. 4. Daños y perjuicios
Si no existe una razón que lo justifique, quien causa daño a otra persona está
legalmente obligado a indemnizarlo. El art. 1716 del Código, reconoce el deber de
no dañar a otro y la obligación de reparar el daño frente al incumplimiento de una
obligación. Asimismo, el art. 1737 da un concepto amplio de daño como toda lesión
a un derecho o interés no reprobado por el ordenamiento jurídico.
Es civilmente responsable y está obligado indemnizar los perjuicios ocasionados,
quien comete un ilícito o quien no cumple (o cumple tardíamente) una obligación
cualquiera sea su origen.
El perjuicio sufrido se debe reparar reponiendo las cosas a su estado anterior o -si el
damnificado lo pide o es imposible volver las cosas a su estado anterior-,
indemnizándolo con el pago de una suma de dinero (CCC, art. 1740).
La indemnización debe ser integral y comprender dos rubros principales; uno relativo
a la pérdida o empobrecimiento del patrimonio o daño emergente. Y por otro lado la
frustración de una ganancia, la pérdida de la posibilidad de acrecentar el patrimonio
o lucro cesante y también la pérdida de chance u oportunidades (*) (CCC, art.
1738).
Se comprende además del daño material o patrimonial, también el daño moral que
consiste en los padecimientos de índole espiritual que sufre una persona,
comprendiendo las molestias a la seguridad personal, al goce de los bienes y a la
lesión en los sentimientos (CCC, art. 1738, última parte).
El daño que produce el incumplimiento de la obligación de pagar una suma de
dinero (*) (por ejemplo, pagar el precio de una compraventa), tiene un régimen
especial establecido por el art. 768 del Código y que consiste básicamente en el
pago de intereses moratorios.
Finalmente, en el ámbito de la Ley de Defensa del Consumidor 24240, el art. 52 bis
de dicha ley regula sobre los daños punitivos, los cuales se suman a las
indemnizaciones por los otros perjuicios sufridos por el consumidor damnificado y
están destinados a sancionar graves inconductas del proveedor y a prevenir hechos
similares en el futuro. Conforme el mismo texto de la ley, son una multa civil a favor
del consumidor.
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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5. 5. Intereses
El Código regula los intereses utilizando la clasificación que los distingue según la
función económica que cumplen. Esta clasificación distingue entre intereses
compensatorios que son los que cumplen la función de retribuir por el uso de capital
ajeno. Los intereses moratorios son los daños y perjuicios que carga quien incurre
en mora en el cumplimiento de una obligación de dar sumas de dinero. Los
intereses punitorios cumplen en realidad la misma función económica que los
moratorios, pero a diferencia de éstos son fijados por las partes en una cláusula del
contrato.
Como principio básico se establece que las obligaciones pueden llevar intereses
compensatorios, pudiendo convenirse libremente la tasa (CCC, art. 767).
Se establece un orden para determinar la tasa de interés; si no está la misma fijada
en el contrato, se aplica la que fija la ley, los usos y finalmente si no la fijan ni las
partes, ni la ley, ni los usos, la debe fijar el juez (CCC, art. 767).
El orden es diferente para los intereses moratorios. El Código establece, en su art.
768, tres vías para identificar el interés que deberá calcularse frente a una situación
de mora.
En primer lugar siempre se aplican los que han fijado las partes. En segundo lugar,
es decir, si las partes no lo han hecho se debe recurrir a la tasa que fija la ley. Y, por
último y como hipótesis subsidiaria de las anteriores, se aplican las...tasas que se
fijen según las reglamentaciones del Banco Central (CCC, art. 768).
El Código se refiere también al anatocismo, que son los intereses sobre intereses o
la capitalización de los intereses, indicando que los mismos no pueden reclamarse,
con cuatro excepciones (CCC, art. 770). Dos de las excepciones se vinculan con los
procesos judiciales. De las otras dos excepciones la que más nos interesa permite
que se pacte la capitalización de los intereses si las partes lo convienen por
períodos que no pueden ser inferiores a seis meses (CCC, art. 770, inc. A). La otra
excepción remite a lo que se disponga sobre anatocismo en leyes especiales.
Finalmente se da una herramienta a los jueces para que puedan reducir las tasas de
intereses cuando las mismas aparezcan como excesivas (CCC, art. 771) lo que
pueden hacer incluso sin que sea solicitado por las partes ni recurriendo a otras
figuras jurídicas como el abuso del derecho, lesión, etc.
6. Clasificación de las obligaciones
El Código ha clasificado las obligaciones según la naturaleza de la prestación, lo
que origina diversas consecuencias. Como ya indicamos, se distingue entre las
obligaciones de dar (CCC, art. 746), de hacer (CCC, art. 773), y de no hacer (CCC,
art. 778)
Las primeras, es decir las obligaciones de dar, son las que presentan mayor
extensión en cuanto a su regulación legal y están a su vez clasificadas en
obligaciones de dar cosas ciertas (o individualizadas) y obligaciones de dar cosas
inciertas.
La obligación de entregar un automóvil cero kilómetro de una marca, modelo y con
ciertas características, es una obligación de dar cosa incierta, ya que el automóvil
solamente está determinado por su especie y calidad y comprende a cualquiera que
entre en la descripción. Si determinamos el automóvil por su número de motor,
8
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
número de chasis y patente, la obligación es de dar cosa cierta.
Las obligaciones de dar cosas ciertas, se sub clasifican en obligaciones de dar cosa
cierta para constituir derechos reales (CCC, art. 750), y obligaciones de dar para
restituir (CCC, art. 759).
Las obligaciones de dar cosas inciertas, es decir cuando las mismas no se
encuentran determinadas en su individualidad sino solamente por su especie y
calidad, se sub clasifican en obligaciones de género (CCC, art. 762); y de dar dinero
(*) (CCC, art. 765).
El Código también ha regulado sobre otras clases de obligaciones como las
alternativas (CCC, art. 779), facultativas (CCC, art. 786), divisibles e indivisibles
(arts. 805 y 813), concurrentes (CCC, art. 850) y disyuntivas (CCC, art. 853) además
de las que veremos a continuación y que consideramos con más detalle, porque
presentan algún interés especial para la actividad empresarial.
6.1. Obligaciones de dar dinero
Deuda de dinero es aquella que desde su nacimiento tiene por objeto la entrega de
una cierta cantidad de moneda (CCC, art. 765). Ya nos hemos referido al dinero en
el capítulo que trata sobre los objetos del derecho.
Vale tener presente que nuestra ley sigue el principio nominalista, según el cual el
deudor se libera abonando la suma nominal de dinero comprometida. La ley
25561 ratifica la vigencia de este principio más propio de sistemas más estables y
con bajos índices inflacionarios. Se prohíbe expresamente toda indexación de
deudas a contraerse en lo futuro, principio que ha sido reconocido como dentro del
marco de la Constitución Nacional por parte de la propia Corte Suprema de la
Nación.
6.2. Obligaciones en moneda extranjera
La moneda extranjera no es dinero fuera de los límites de la soberanía del país que
la emitió, y por ello se lo considera como mercadería. La obligación de dar moneda
extranjera no es por lo tanto una obligación de dar suma de dinero.
Conforme la segunda parte del art. 765 del Código, las obligaciones pactadas en
moneda extranjera, deben considerarse como de dar cantidades de cosas. Sin
embargo, el legislador ha decidido permitir que puedan ser cumplidas mediante la
entrega de moneda de curso legal, tal como lo señala textualmente dicho artículo.
Se ha incluido una excepción al principio de identidad del pago según el cual no
puede dar el deudor ni recibir el acreedor una prestación distinta a la debida (CCC,
art. 868).
Es decir, se puede pactar válidamente que una obligación deba pagarse en moneda
extranjera, pudiendo el deudor cumplir en la especie pactada, pero se encuentra
facultado por la ley para pagar en pesos a la cotización de la moneda oficial al día
del vencimiento. De esta manera se cambia el régimen anterior.
Igualmente, para alguna doctrina, se trata solamente de una facultad que la ley
concede al deudor, interpretando que puede ser renunciada ya que no se trata de
una disposición de orden público (Alterini). Así también ha empezado a ser resuelto
por la jurisprudencia que aplica el nuevo Código. Se ha resuelto que dado que el
nuevo Código admite las obligaciones en moneda extranjera para determinados
contratos nominados, una interpretación armónica y coherente de dicho cuerpo legal
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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no puede sino concluir en que la norma del art. 765 no es imperativa, ni mucho
menos de orden público; por lo que no existen inconvenientes en que las partes, en
uso de la autonomía de la voluntad, pacten que el deudor debe entregar la cantidad
correspondiente a la especie de moneda designada.
De todas maneras, frente a disposiciones que prohíben o restringen la
comercialización de moneda extranjera derivaría igualmente en la aplicación de esta
disposición y el pago en moneda nacional a la cotización oficial de la moneda
extranjera.
Debe tenerse en cuenta que a partir de la ley 23.928, en 1991, quedó prohibida toda
“indexación” por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier
otra forma de repotenciación de las deudas, prohibición que ha mantenido el art. 4º
de la vigente ley 25.561 del año 2002.
Por tanto, no podría usarse la variación de la moneda extranjera como cláusula de
indexación o ajuste, ya que la prohibición es de orden público. Solo podría pactarse
el pago en moneda extranjera si ha sido ésta la verdadera intención e interés de las
partes, todo lo cual puede generar situaciones de incertidumbre.
6.3. Obligaciones simplemente mancomunadas y solidarias
Las obligaciones con sujeto plural pueden ser simplemente mancomunadas
cuando se fracciona en tantas relaciones como acreedores o deudores haya. Si la
prestación es divisible (consiste por ejemplo en el pago de una suma de dinero),
cada deudor está obligado a pagar solamente la parte de la deuda que le
corresponde y no responde por lo que deben los demás. Si existen varios
acreedores, cada uno podrá cobrar solamente su parte proporcional. La relación se
fracciona en tantas partes iguales como acreedores o deudores haya (CCC, art.
825). Si la prestación en cambio es indivisible (por ejemplo de entregar una vivienda)
se aplican las reglas de las obligaciones solidarias.
Las obligaciones con sujeto plural son solidarias cuando puede exigirse el total a
cualquiera de los deudores por parte de cualquiera de los acreedores (CCC, art. 827
y 833). La solidaridad no se presume, razón por a cual debe estar especialmente
establecida (CCC, art. 828). Los deudores no tienen el derecho a pedir la división de
la deuda y el que paga tiene derecho a reclamarle a los demás la devolución
proporcional a cada uno (CCC, art. 840) soportando a los insolventes también entre
todos (CCC, art. 842).
6.4. Obligaciones con cláusula penal
Se denomina así a la cláusula de un contrato que establece una multa o pena para
el caso de incumplimiento o mora (CCC, art. 790). Cumple la función de permitir
prever anticipadamente cuales van a ser las consecuencias de dicha mora o
incumplimiento, por lo que el acreedor no tiene derecho a reclamar otra
indemnización que la multa pactada (CCC, art. 793). Cumple una función parecida a
la seña penitencia, que permite dejar fijados anticipadamente las consecuencias del
incumplimiento.
Cuando en un contrato las partes frente al incumplimiento de una de ellas pactan
una tasa de interés punitorio, el mismo cumple la función y se rige por lo dispuesto
para las cláusulas penales (CCC, art. 769).
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
7. Modos de extinción de las obligaciones
La ley ha regulado los diferentes modos por los cuales se extinguen las
obligaciones. El modo normal es el pago, pero también existen otros, a los cuales
nos vamos a referir a continuación.
7. 1. Pago
a) Concepto:
Pagar, en derecho, es equivalente a cumplimiento y no sólo se refiere a las
obligaciones que tienen como prestación dar una suma de dinero. El pago se refiere
al cumplimiento de cualquier clase de obligación (CCC, 865). Por lo tanto, paga
tanto el que entrega una suma de dinero, el que pinta una pared o entrega las
mercaderías prometidas.
El efecto que produce el pago es extinguir la obligación y liberar al deudor. Por eso
el deudor no sólo está obligado a pagar, sino que tiene derecho a hacerlo, y el
acreedor debe colaborar para que cumpla y se libere.
Asimismo, el deudor que cumple tiene derecho a exigir recibo (CCC, art. 897).
Cuando una obligación no se cumple, el deudor incurre en mora (*), salvo que exista
alguna causa que justifique tal incumplimiento como sería por ejemplo un caso
fortuito (*).
Reiteramos que la mora se produce en forma automática (CCC, art. 886) salvo plazo
tácito en el que debe mediar interpelación (*) o plazo indeterminado que debe ser
fijado por el juez (CCC, art. 897).
b) Sujetos:
¿Quién puede pagar? Una obligación vincula a dos sujetos: acreedor y deudor. El
acreedor está facultado para exigir el pago y el deudor está obligado a hacerlo
(conforme definición de obligación que tiene el art. 724 del CCC).
El deudor no sólo puede pagar, sino que tienen derecho pagar (CCC, art. 879),
exigiendo al acreedor que le cobre (ver más abajo “pago por consignación” que se
aplica cuando el acreedor se niega injustificadamente a cobrar).
También puede pagar un tercero. Y en este caso deben distinguirse dos situaciones.
Puede suceder que se trate de un tercero interesado en el cumplimiento (CCC, art.
881). Se considera como tercero interesado a quien puede sufrir un menoscabo o
perjuicio propio en su derecho si no paga, como por ejemplo un fiador o garante de
un contrato de locación, si el inquilino (deudor principal garantizado) no cumple.
Si estamos frente a un tercero interesado, con respecto al acreedor, el mismo se
encuentra en la misma situación que el deudor. Vale decir, puede exigirle al
acreedor que le cobre para liberarse.
En cambio un tercero no interesado sólo puede pagar si acepta el acreedor. Estos
terceros no tienen derecho a exigir que se les cobre a ellos. Y no podrán por tanto
iniciar un pago por consignación si el acreedor se niega a cobrarles.
Si paga un tercero, el acreedor es desinteresado, pero la obligación no desaparece,
ya que este tercero puede pedir luego al deudor el valor de lo dado (CCC, arts. 881
y 882).
Cuando quien paga es un tercero se opera el pago por subrogación (*). El efecto
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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jurídico que se produce es que el tercero reemplaza en los derechos del acreedor y
puede reclamar al deudor la restitución de lo que hubiera pagado.
Así, si una persona es fiador de un préstamo bancario y paga la deuda, puede luego
reclamarle al deudor principal que le devuelva lo que ha pagado, colocándose en el
mismo lugar que tenía el acreedor, subrogándose en los derechos de dicho
acreedor (CCC, arts. 914 y 918).
c) Objeto del pago:
Es objeto del pago la prestación (CCC, art. 867). Y el mismo debe ser exacto y fiel.
Para que el pago sea exacto, debe cumplir con algunos requisitos que pasamos a
considerar y que reconocemos como los principios de identidad e integridad del
pago.
Se denomina principio de identidad del pago, el que exige al deudor entregar al
acreedor la misma cosa a cuya entrega se obligó. El acreedor no puede ser obligado
a recibir una cosa por otra, aunque sea de igual o mayor valor (CCC, art. 868). El
mismo principio de identidad rige para las obligaciones de hacer, no admitiéndose la
ejecución de otro hecho.
Vinculado también con el objeto del pago se aplica el principio de integridad del
pago: cuando el acto de la obligación no autorice los pagos parciales, no puede el
deudor obligar al acreedor a que acepte en parte el cumplimiento de la obligación
(CCC, art. 869).
Este principio de integridad también se aplica cuando se deben intereses. El
acreedor se puede negar a recibir el pago si el deudor sólo ofrece el capital (CCC,
art. 870).
Recuérdese que todos estos principios se aplican en forma subsidiaria a lo que las
partes acuerden y, por lo tanto, sólo se aplican en caso de falta de acuerdo especial
en contrario.
d) Lugar:
Cuando no se hubiere designado expresa o tácitamente un lugar donde deba
cumplirse la obligación (CCC, art. 873) se ha establecido como regla general que el
lugar de pago es el domicilio del deudor al tiempo del nacimiento de la obligación
(CCC, art. 874). El principio se ha fijado para favorecer la situación del deudor y
facilitar que se libere.
Existen algunas excepciones a este principio general, para facilitar al deudor el
cumplimiento y su liberación: Cuando el objeto del pago es de dar una cosa cierta,
debe entregarse donde éste se encuentra habitualmente (CCC, art. 874 inc. A). Si
se trata de obligaciones bilaterales de cumplimiento simultáneo, en el lugar donde
deba cumplirse la obligación principal (CCC, art. 874 inc. B).
Si el domicilio de pago es el del deudor o del acreedor y se mudan, se le da la
opción a la otra parte de reclamar que el pago se haga en cualquiera de los dos
domicilios (el anterior o el nuevo conf. CCC, art. 874).
e) Tiempo:
¿Cuándo se debe pagar? Las obligaciones puras y simples son de exigibilidad
inmediata. Cuando están sujetas a un plazo determinado (cierto o incierto), se
deben pagar cuando vencen, es decir, cuando acaece el hecho futuro y cierto al cual
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
se han sujetado (ejemplo: cuando llega el día del vencimiento que se ha
establecido). Las obligaciones sujetas a plazo tácito son exigibles según resulte de
la naturaleza y circunstancia de la obligación. Para las obligaciones sujetas a plazo
indeterminado, el vencimiento se debe fijar judicialmente, conforme ya lo hemos
indicado (CCC, art. 871).
Finalmente, dispone el Código que el pago anticipado no da derecho a exigir un
descuento (CCC, art. 872). Se vincula esto con la presunción que establece la ley,
en el sentido que el plazo es a favor del deudor (CCC, art. 351). Si el plazo es a
favor del deudor, éste está facultado para pagar antes del vencimiento, pero, como
señalamos, no tiene derecho a exigir que el acreedor haga un descuento por pago
anticipado.
f) Recibos (casos especiales):
El pago generalmente se prueba a través de un instrumento escrito firmado por el
acreedor, que se denomina recibo (CCC, art. 896). Se trata de un derecho que tiene
el deudor el de exigir que se le otorgue un recibo (CCC, art. 897).
Apuntamos más abajo algunos casos especiales que se contemplan en la ley,
vinculados con la emisión y entrega de recibos de pago de los que se derivan las
precauciones que deben tenerse al momento de emitir o exigir un recibo.
Advertimos que el deudor está facultado a que se incluyan reservas de derechos en
el texto del recibo no pudiendo negarse el acreedor, pero tampoco perjudicándole
dichas reservas (CCC, 898).
En caso de hacerse esas reservas, una precaución que surge del sentido común, es
exigir al deudor que firme un segundo ejemplar del recibo. Ello le permitirá al
acreedor probar que ha hecho la reserva, para el caso que el deudor lo
desconociera.
Pasamos a enumerar las principales disposiciones del Código sobre el contenido de
los recibos, las cuales están enumeradas principalmente en el art. 899, el cual
contiene una serie de presunciones (aunque las mismas admiten prueba en
contrario, tal como surge del encabezado de dicho artículo):
1°) Pago de saldo: El recibo “por saldo” extingue toda la deuda (CCC, art. 899, inc
A).
2°) Pago en cuotas: Cuando el pago deba ser hecho en prestaciones parciales y en
períodos determinados, el pago hecho por el último período hace presumir el pago
de los anteriores, salvo la prueba en contrario (CCC, art. 899, inc B). Aquí no se
pierde el período o cuota anterior que no ha sido abonada. En este caso sólo se
coloca en cabeza del acreedor la carga de acreditar que los períodos anteriores no
han sido pagados para poder reclamarlos. Si no lo puede probar, funcionará la
presunción legal a favor del deudor y deberá considerarse extinguida la deuda. El
mismo principio se aplica especialmente para los intereses en el contrato de mutuo
o préstamo de consumo (CCC, art. 1527, última parte).
3°) Recibo por capital sin hacer reserva por intereses: El recibo otorgado por el
acreedor, sin reserva alguna sobre los intereses, extingue la obligación del deudor
respecto de ellos. El principio se extiende a todo recibo que se extienda por el pago
de una prestación principal, respecto a cualquier accesorio (CCC, art. 899, inc. C).
Para mantener viva la obligación de pagar intereses (y accesorios como costas y
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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gastos), es necesario efectuar una reserva expresa sobre los mismos en el recibo.
En otras palabras, si no se hace reserva por los intereses y accesorios, los mismos
se pierden puesto que la ley presume que se ha renunciado a éstos.
4°) Recibo por capital e intereses: El caso es diferente al anterior. Si se otorga un
recibo por un pago parcial a cuenta de capital e intereses sin indicar las cantidades
de cada rubro, el pago se imputa primero a los intereses (CCC, art. 903)
5°) Si se adeuda daño moratorio: Al recibirse el pago sin hacer reserva por el rubro
daño moratorio, éste se extingue (CCC, art. 899, inc D). La situación es similar a los
intereses que se consideran renunciados si no se cobran y no se hace la reserva al
otorgar el recibo.
6°) Imputación del pago: Las dudas pueden presentarse cuando hay varias deudas
de la misma naturaleza y no alcanza para pagarlas a todas. La ley resuelve quien es
el que elige qué deuda cancelar, y los límites que tiene dicha elección. Y también
resuelve la situación que se presenta frente al caso en que se hubiere hecho el pago
y otorgado un recibo por parte del acreedor sin hacerse imputación a cuál deuda se
ha abonado.
En primer lugar, se dispone que el deudor es quien elige a cuál deuda se imputa el
pago (CCC, art. 900), aunque limita su elección, siempre que no sea deuda ilíquida
(*) o no vencida. También limita la elección indicando que no se puede imputar el
pago a capital si se deben intereses.
En segundo lugar, si el deudor no hace la imputación del pago la ley le atribuye al
acreedor la decisión, bajo las siguientes reglas: debe imputar el pago a una sola
deuda líquida y exigible. Una vez extinguida completamente la primera deuda, debe
imputar el saldo a otra deuda. Si alcanza para extinguirla completamente pasar a
otra y así sucesivamente (CCC, art. 901). Vale decir, no puede imputar el pago a
prorrata de todas las deudas. El único pago parcial será de la última deuda a la que
se impute el pago. Solamente una deuda quedará pagada parcialmente ya que las
demás estarán ya pagadas íntegramente o no pagadas también íntegramente.
Y finalmente, si ninguna de las partes formula la imputación del pago en el recibo, la
ley lo hace (CCC, arts. 902 y 903) disponiendo lo siguiente: Cuando en el recibo no
se expresa a qué deuda se hubiese hecho la imputación del pago, debe imputarse
entre las de plazo vencido, a la más onerosa al deudor (CCC, art. 902, inc A).
La ley no indica las razones por las que una deuda pueda ser considerada más
onerosa que otra. El criterio basado en el texto del viejo Código Civil, hace que
interpretemos que puede ser más onerosa una deuda, o porque lleve intereses o
porque se hubiera establecido una cláusula penal por falta de cumplimiento de la
obligación, o por estar garantizada con prenda o hipoteca. Son criterios
ejemplificativos y habrá que considerar cada situación en particular que pueda
presentarse.
Si las deudas fuesen de igual naturaleza, se imputará el pago a prorrata, es decir,
en forma proporcional a todas (CCC, art. 902, inc. B).
7°) Utilización de títulos de crédito: Quien pretende pagar mediante la entrega de
un título valor (como un cheque o un pagaré), en realidad no está extinguiendo en
ese acto la obligación que tiene con su acreedor. No son equivalentes recibir dinero
y recibir una promesa de pago. La obligación por lo tanto subsiste hasta la extinción
de la obligación que surge de ese título de crédito. La entrega y aceptación por el
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
acreedor de un título de crédito tampoco produce novación de la deuda, ya que
queda subsistente la obligación original tal como lo prescriben el art. 1827 del
Código y el art. 61 del decreto ley 5965/63 que regula la letra de cambio y contiene
las normas generales a varios títulos de crédito. Si el acreedor omite dejar
constancia en el recibo que el pago ha sido efectuado mediante un título de crédito
será él quien deba probarlo ya que el texto del recibo hará presumirz que el pago se
hizo al contado.
Por otra parte, el deudor que paga el título valor se libera de la obligación que
originó el libramiento o trasmisión del mismo y también la obligación causal que
tenía con su acreedor (CCC, art. 1817).
g) Pago por consignación:
El pago por consignación (*) procede en varios supuestos que establece la ley
(CCC, art. 904) y tiene como fundamento que pagar lo que se debe no sólo es una
obligación, sino también un derecho que tiene el deudor. Tiene derecho a liberarse
de la obligación para lo cual la ley lo faculta a utilizar el pago por consignación.
Por ejemplo, si el acreedor arbitrariamente se niega a recibir el pago, el deudor para
liberarse de su obligación puede pagar por consignación, haciendo depósito judicial
de lo que se debe, si la prestación consiste en una suma de dinero (CCC, art. 906,
inc A). Por medio de esta vía que otorga la ley, se reclama a un juez, que declare
efectuado el pago y extinguida la obligación.
La consignación exige del deudor el cumplimiento de los principios de integridad e
identidad, que imponen la necesidad de que lo consignado ante el juez competente
sea “exacto” e “íntegro”. En caso de no cumplirse con esta exigencia no puede
admitirse la liberación del deudor y no procederá la consignación.
Si el deudor está en mora, al día de hacer la consignación debe también consignar
los intereses y accesorios devengados hasta ese momento (CCC, art. 908) a los
fines de purgar la mora.
h) Dación en pago:
La ley considera que el pago queda hecho, cuando el acreedor recibe
voluntariamente, por pago de la deuda, una prestación distinta en sustitución de la
que debía cumplir (CCC, art. 942). Se aplican a esta situación las reglas sobre los
contratos.
i) Restricciones a los pagos en dinero en efectivo:
A fines del año 2000 fue promulgada la ley 25345, luego modificada en el año 2001
por la ley 25413, llamadas, la primera, de prevención de la evasión fiscal y la
segunda, de competitividad, que regulan una serie de materias disímiles entre sí.
En dichas normas se establecen limitaciones a las transacciones en dinero en
efectivo, estableciendo como principio que no surtirán efectos entre partes, ni frente
a terceros, los pagos totales o parciales de sumas de dinero superiores a mil pesos,
que no sean realizados mediante: depósito en cuenta de entidad financiera; giro o
transferencia bancaria; cheque o cheque cancelatorio (*); tarjeta de crédito; u otro
procedimiento expresamente autorizado por el Poder Ejecutivo. Se exceptúan los
pagos efectuados a entidades financieras y en sede judicial.
A pesar de las leyes, los negocios se siguen realizando como si tales disposiciones
no existieren o no estuvieren vigentes. Incluso se observan contratos en los que se
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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deja constancia que frente a la imposibilidad de bancarizar los pagos las partes
optan por pagar en dinero en efectivo.
Aunque la ley 25.345 pretenda que el medio bancario sea el vehículo a través del
cual se canalice la entrega del dinero objeto de la prestación, no cabe duda que la
disponibilidad del efectivo, consolidado en poder del acreedor, es lo que provoca la
extinción del crédito y la liberación del deudor, conforme lo ha indicado la doctrina
que ha tratado el tema (Cursack y Benseñor).
Obviamente ningún acreedor podría reclamar que volvieran a pagar alegando que el
pago realizado es nulo. La única consecuencia será no poder computar válidamente
el pago sólo a los fines fiscales.
7. 2. Prescripción liberatoria
Cuando transcurre cierto tiempo sin que el titular de un derecho lo ejercite, se
produce la prescripción liberatoria o extintiva. Tiene como efecto que se extingue la
relación jurídica, pero deja subsistente una obligación natural (*) o un deber moral
(CCC, art. 728). Suele decirse que la obligación prescrita pierde coercibilidad, es
decir, el acreedor no tiene la posibilidad de recurrir a las vías legales (iniciación de
acciones judiciales) para obtener su cumplimiento.
Para dar seguridad la ley fija plazos para ejercer los derechos. Si alguien puede
ejercer un derecho y no lo hace es porque lo ha renunciado o en realidad no tenía
ningún derecho que reclamar.
En el art. 724 del Código se incluye como uno de los elementos de toda obligación,
el derecho a obtener el cumplimiento forzado (última parte del artículo). La
prescripción elimina esa posibilidad y por lo tanto pierde el carácter de obligación
para pasar a ser considerado un deber moral y no legal.
El fundamento de la prescripción no está dado por una simple presunción de que la
obligación se ha extinguido, sino que es una institución de orden público; fundada en
que al Estado, al orden jurídico, le interesa que los derechos adquieran estabilidad y
certeza, por lo que les asigna un plazo para reclamarlos.
Es una figura necesaria para la seguridad jurídica y consolidación de derechos. Por
ejemplo, si hubiera dudas sobre la extinción de una obligación por otro medio, el
transcurso del tiempo otorga la seguridad que nada podrá ser reclamado con
posterioridad.
Presenta los siguientes caracteres: 1°) Es legal, ya que sólo la ley fija los plazos y
requisitos; 2°) De orden público y por lo tanto es irrenunciable la prescripción futura
ni puede ser abreviada; 3°) No puede declararse de oficio, sino que debe ser
planteada por las partes (CCC, art. 2552). 4°) Es de interpretación restrictiva ya que
es una situación de excepción.
El plazo de la prescripción liberatoria se inicia cuando el crédito puede ser exigido
(CCC, art. 2554). Aunque existen causales de suspensión, como la interpelación (*)
fehaciente (CCC, art. 2541) y de interrupción, como la promoción de petición judicial
(CCC, art. 2546).
La prescripción liberatoria se aplica en todas las ramas del derecho y los plazos han
sido fijados por las leyes. En el Código se ha fijado un plazo genérico de 5 años
cuando no se hubiera previsto uno diferente (CCC, art. 2560). Así por mencionar
algunas, tenemos que el art. 2562 enumera los pedidos y reclamos que prescriben
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
en el plazo de 2 años como las obligaciones que se devengan en cuotas periódicas
(inc. C); daños derivados del contrato de transporte (inc. D), para las acciones por
fraude y simulación, etc. El reclamo de daños derivados de la responsabilidad civil
prescribe a los 3 años (CCC, art. 2561) y para reclamar por vicios redhibitorios 1 año
(CCC, art. 2564 inc A).
Como la prescripción liberatoria no extingue en realidad la obligación, sino el
derecho a reclamar judicialmente el cumplimiento, si el deudor cumple a pesar que
la obligación se encuentra prescripta, el acreedor puede conservar lo que ha
recibido y el deudor no puede reclamar la restitución (CCC, art. 2538). Por eso
decimos que la obligación prescripta subsiste como un deber moral.
Existe otro tipo de prescripción, denominada prescripción adquisitiva o usucapión,
que a diferencia de la que estamos viendo, constituye un medio para adquirir el
dominio de una cosa. A ella nos referimos más adelante, al tratar los derechos
reales haciendo aquí presente que el art. 2532 del Código, sobre la base de un
elemento común, el transcurso del tiempo, ha reunido dos institutos que en realidad
tienen naturaleza distinta.
Como ya se indicó, el plazo de la prescripción empieza a correr en contra del
acreedor a partir del momento en que puede usar las vías legales para ejercer su
derecho y no lo hace. Por lo tanto, el plazo se interrumpe por el ejercicio del
derecho. La presentación de una demanda judicial es el típico acto que interrumpe
la prescripción (CCC, art. 2546 que extiende el efecto a toda petición judicial como
el pedido de un embargo o la iniciación de medidas preparatorias del juicio).
Otro acto que produce la interrupción de la prescripción es el reconocimiento de la
deuda que haga el deudor (CCC, art. 2545), aún en forma tácita, como puede serlo
el que resulta del pedido de refinanciación de deuda que éste dirige al banco
acreedor.
Finalmente, también se prevén causas de suspensión de la prescripción hasta por
el plazo de un año, lo cual se obtiene por medio de una interpelación (*) hecha al
deudor en forma fehaciente (CCC, art. 2541). Fehaciente se interpreta como que no
ofrezca dudas sobre su veracidad. Para ello puede recurrirse a una carta documento
(siempre que sea recibida en su destino) o un acta notarial (son los principales
medios que se utilizan).
7. 3. Otros modos de extinción de las obligaciones
Además de los modos de extinción que hemos visto, el artículo 724 enumera otros
modos por los que las obligaciones se extinguen:
La extinción de una obligación por compensación se produce cuando dos personas
reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente. La función de la
compensación es trata de evitar un doble pago, sustituyéndolo por una simple
operación aritmética En estos casos la extinción se produce hasta donde alcance la
obligación menor (CCC, art. 921). Se aplica la compensación principalmente frente a
créditos y deudas dinerarias recíprocas.
La novación es la transformación de una obligación por otra nueva (CCC, art. 933).
Una simple refinanciación de una deuda no implica novación, ya que ésta no se
presume y sólo existe cuando se hagan alteraciones del objeto y causa de la misma
(CCC, art. 934). Como la obligación original se extingue para dar nacimiento a una
nueva obligación, las garantías reales y personales de la anterior, como fianzas,
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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prendas e hipotecas, se extinguen (CCC, art. 940). Aunque se puede evitar la
extinción si el acreedor hace reserva y los garantes participan en el acuerdo de
novación.
La confusión se produce cuando una misma persona sucede a su acreedor o
deudor, como se daría en el caso de herencia (CCC, art. 931).
La renuncia es un acto por el cual una persona que es acreedor o titular de un
derecho, deja de serlo por su propia decisión (CCC, art. 944). Se trata de un
género, del cual la remisión sería una especie que se refiere a todo el crédito (un
crédito es una especie de derecho). Para otros son distintas: la renuncia es la
declaración del acreedor de que no cobrará su crédito y remisión es darlo
ficticiamente por pagado (CCC, art. 950). Los requisitos son similares para ambas
(CCC, art. 951).
La imposibilidad de pago, se produce cuando una prestación se convierte en
imposible por razones de caso fortuito (*) o fuerza mayor (CCC, art. 955). Cuando la
responsabilidad en la imposibilidad de pago es del deudor, la obligación se convierte
en la de pagar indemnización.
La transacción, se encuentra regulada como un contrato y existe cuando las partes,
haciendo concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas (CCC,
art. 1641). Se establece a su respecto que debe hacerse por escrito y presentada
ante el juez de la causa si son derechos litigiosos los transados (CCC, art. 1643).
8. La obligación de rendir cuentas
Una de las obligaciones más importantes –sino la más importante- que tienen
quienes administran bienes ajenos o actúan en interés ajeno, es la de rendir
cuentas. Dicha obligación ha sido regulada en el Código junto con las reglas
generales de las obligaciones en los arts. 858 a 864. Sintetizamos a continuación las
principales características de esta obligación:
a) Concepto de rendición de cuentas:
El concepto de “cuenta” pertenece a las ciencias contables. Hay una definición
clásica que repiten los autores argentinos, que ha sido receptada por el art. 858 del
Código, que dice que se entiende por cuenta la descripción de los antecedentes,
hechos y resultados pecuniarios de un negocio, aunque consista en un acto
singular.
Precisando un poco más el concepto, advertimos que toda cuenta debe tener
necesariamente tres elementos constitutivos: a) el título o denominación que
determina el sujeto o el objeto de la cuenta; b) la descripción sumaria de los hechos
relativos a la operación objeto de la cuenta; c) los resultados de la operación,
parciales o generales avaluados en dinero o en especie.
Rendir cuentas es informar al interesado de todo lo que se ha hecho en su interés,
indicando y detallando los pasos realizados, para determinar la situación jurídica
entre el gestor y el dueño del negocio (Fontanarrosa). El Código también recepta
este concepto en la segunda parte del art. 858, que dice que hay rendición de
cuentas cuando se las pone en conocimiento de la persona interesada, cumpliendo
los requisitos que indica en los artículos siguientes.
Desde un punto de vista: económico-contable, es la exposición del resultado
económico de la actividad llevada a cabo por el obligado a rendir cuentas, mediante
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
asientos o partidas reflejadas en los libros de contabilidad que debe estar
respaldados con los recibos, órdenes, contratos y otros documentos que justifiquen
tal asiento o partidas en el debe o en el haber.
Desde el punto de vista jurídico interesa sobre la rendición de cuentas:
1°) Que se trata de una declaración que hace quien lleva las cuentas sobre una
determinada negociación realizada y la forma en que ha sido ésta concluida;
2°) Esa declaración está materializada en un documento que sirve de prueba de las
operaciones realizadas, el procedimiento seguido y el resultado obtenido, y
3°) Que tendrá efectos jurídicos ya que el resultado determina quien quedará como
deudor y acreedor y en consecuencia quien tendrá derecho a reclamar el pago del
saldo que corresponde a su favor.
b) Sujetos de la obligación:
El Código indica quienes son los sujetos pasivos de la obligación de rendir cuentas,
en el art. 860. Allí se indica que está obligado a rendir cuentas: 1°) quien actúa en
interés ajeno; 2°) quien es parte en una relación de ejecución continuada; y 3°)
quien está obligado por la ley.
c) Naturaleza de la obligación:
La obligación de rendir cuentas se trata de una verdadera obligación de hacer, pero
no es una obligación estrictamente personal o inherente a la persona, y por
consiguiente se trasmite a los herederos.
d) Requisitos:
Si bien no se exige una forma especial y solemne, el art. 859 imponen que la
rendición de cuentas debe ser descriptiva (o instruida como indicaba el viejo Código
de Comercio) y documentada.
Para cumplir la exigencia de ser descriptiva, debe incluir las referencias y
explicaciones razonablemente necesarias para su comprensión (CCC, art. 859, inc.
B).
La jurisprudencia precisa que además de documentada, ha de ser clara y
detalladamente explicativa. Es decir que debe contener una relación circunstanciada
de los hechos y explicaciones sobre la actuación del cuentadante.
En otras palabras no puede hacerse en forma sinóptica, limitada a simples
operaciones aritméticas o de contabilidad; además debe ser acompañada de los
respectivos comprobantes.
Se ha dicho con acierto, que la cuenta deberá bastarse a sí misma, sin necesidad
de recurrir a explicaciones o a documentación no incorporada a la misma. No se
ajusta a la ley por tanto la rendición de cuentas que se pretende cumplir con el
simple envío de un resumen o la puesta a disposición de los libros de contabilidad, o
con la presentación de planillas que solo consignan cifras sin las explicaciones
necesarias.
Sin embargo, también coincide la doctrina en que el cumplimiento de estos
requisitos no debe ser exigido con rigurosidad y en términos generales para todos
los casos y para todas las partidas (en gastos de poca importancia o con los gastos
de viaje, o cuando la presentación de comprobantes ofrece dificultades por haber
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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sido anexados a los libros o legajos de contabilidad.
La exigencia de que la rendición de cuentas sea documentada, significa que debe
ser acompañada de los comprobantes de los ingresos y de los egresos, excepto que
sea de uso no extenderlos, y concordar con los libros contables que lleve quien las
rinda (CCC, art. 859, incs. C y D).
Aclara la ley que la rendición de cuentas puede ser privada, excepto si la ley dispone
que debe ser realizada ante un juez (CCC. art. 860, última parte).
e) Oportunidad:
La rendición de cuentas deberá efectuarse al terminar cada negociación y si se
tratara de transacciones de curso sucesivo, se hará al fin de cada año calendario
(CCC, art. 861). Las partes obviamente pueden convenir plazos diferentes.
f) Aprobación:
En la práctica, el procedimiento de arreglo extrajudicial (privado) de cuentas, se
suele llevar a cabo entregando o enviando las cuentas por duplicado al dueño del
negocio, con los respectivos comprobantes. Este puede aceptarlas expresamente, lo
que hace devolviendo el duplicado conformado y firmado al pie. O tácitamente
dejando transcurrir el término legal de 30 días desde la recepción de la cuenta (CCC
862), sin formular observación alguna judicial o extrajudicial. Recuérdese que
conforme lo dispone el art. 263, el silencio es igual a aprobación cuando hay
obligación legal de explicarse.
Tratándose de cuentas que se rinden periódicamente, la aceptación de las
correspondientes a un período, sin salvedad alguna, presupone que las de los
períodos anteriores han sido rendidas a satisfacción (argumento: CCC, art. 899, inc
B).
En cuanto al término de 30 días del art. 862, la doctrina indica que se trata de una
presunción iuris tantum. Pero la prueba en contrario versa sobre alguna
imposibilidad moral o física de formular observaciones en el término acordado y no
sobre el propósito de plantear dichas observaciones.
Sin perjuicio de ello, vencido el plazo de 30 días de dicho artículo, puede pedirse la
rectificación de errores de cálculo o de registración. Se establece para ello un plazo
de caducidad de un año de recibida la rendición (CCC, art. 862).
Finalmente, si bien la ley no lo aclara, en caso que las cuentas sean impugnadas
solo parcialmente, las partidas que no han sido observadas deberán ser tenidas por
aprobadas.
g) Impugnación:
Una vez presentada la rendición de cuentas, el dueño del negocio está obligado a
expresar las observaciones que considere pertinentes, dentro del término de 30
días.
Ha precisado la jurisprudencia que dichas observaciones deben ser determinadas y
especificadas con precisión. La respuesta evasiva, genérica o indeterminada, debe
ser apreciada como aprobación tácita.
Las reclamaciones pueden ser judiciales o extrajudiciales. La rendición extrajudicial
de cuentas, se suele llevar a cabo entregando o enviando las cuentas por duplicado
al dueño del negocio, con los respectivos comprobantes. Este puede aceptarlas
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
expresamente, lo que hace devolviendo el duplicado conformado y firmado al pie. O
tácitamente dejando transcurrir el término legal de un mes desde la recepción de la
cuenta.
En caso de impugnaciones que no sean arregladas por las partes, deberá ocurrirse
a la vía judicial y las cuestiones serán decididas por sentencia.
Aclaramos que si bien no es necesario que la rendición de cuentas sea judicial,
cualquiera de las partes puede deducir acción judicial, a los fines de reclamar a la
otra el cumplimiento de las obligaciones a su cargo.
(*) Ver glosario.
Bibliografía
ALTERINI, Jorge H. (director) y otros: Código Civil y Comercial comentado. Tratado
exegético, La Ley Bs. As., 2015.
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Glosario
Acción directa: Facultad conferida a los acreedores, para reclamar en su beneficio
el cobro de lo que un tercero debe a su deudor, hasta el límite de su crédito (CCC,
art. 736). Se aplica en casos como el contrato de seguro, donde la víctima reclama
el crédito que tiene en contra del asegurado, en contra de un tercero, en este caso
la compañía de seguros, en forma directa. Esto es, sin reemplazar a su deudor (el
asegurado).
Acción subrogatoria: Facultad conferida a los acreedores, en virtud de la cual
pueden reemplazar a su deudor para gestionar los derechos que éste ha
abandonado. Tiende a prevenir que el deudor, en vez de intentar cobrar los créditos
que tiene se niega, para evitar que entren en su patrimonio. Se encuentra
establecida en el art. 739 del Código Civil y Comercial.
Caso fortuito: Acontecimiento que no ha podido preverse o, que previsto, no ha
podido evitarse que produce el incumplimiento de una obligación.
Cheque cancelatorio: Instrumento emitido por el Banco Central de la República
Argentina que sirve como uno de los medios idóneos para la cancelación de
obligaciones de dar sumas de dinero sin la limitación a las transacciones en efectivo
establecidas por las leyes 25345 y 25413. Se ha limitado a dos el número de endosos
imponiéndose que deben certificarse su firma.
Condición: Modalidad de un acto jurídico. Se utiliza también esta palabra con las
siguientes acepciones: a) Las cláusulas o estipulaciones de un contrato (en rigor de un
acto jurídico); b) Requisitos que debe reunir un acto (ejemplo, el precio es condición –
requisito- para que exista contrato de compraventa); c) Estado jurídico de una persona
(ejemplo, condición de fallido, de acreedor, de cónyuge).
Cuasicontrato: Situación originada en la gestión de negocios ajenos, el empleo útil o
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
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el pago indebido, que se asimila a un contrato en sus efectos (quasi-ex-contractu =
como de un contrato). Se trata de un acto lícito generador de obligaciones, que no
necesita el consentimiento entre las partes como sucede en los contratos.
Cuasidelito: Acto ejecutado con culpa o negligencia que ocasiona un daño a otro y
que origina la obligación de la reparación del perjuicio ocasionado. Esta obligación es
regida por las mismas disposiciones relativas a los delitos del derecho civil y de allí su
tratamiento legal “como si fuera un delito” o cuasi - delito.
Delito: Acto ilícito ejecutado a sabiendas y con intención de dañar la persona o los
derechos de otro. El dolo es uno de sus elementos esenciales del delito civil, a
diferencia de los delitos del Derecho Penal que también pueden ser culposos. Si sólo
existe culpa o negligencia hay para el derecho civil cuasidelito (ver).
Derecho real: Es el que crea entre las personas y las cosas una relación directa e
inmediata, de tal manera que no se encuentran en ella sino dos elementos, la
persona, que es el sujeto activo del derecho, y la cosa, que es el objeto (Demolombe).
Deuda ilíquida: Es aquélla que no tiene determinado aún su importe. Ejemplo: la
obligación de pagar daños y perjuicios se encuentra en esta situación de iliquidez,
hasta tanto se fije su importe por sentencia judicial o por acuerdo de partes.
Dinero: Moneda. Cosa mueble que cumple las funciones de servir como medio
común de cambio y medida del valor de bienes y servicios. El dinero o la moneda
tienen curso legal cuando por ley, el acreedor no puede jurídicamente rehusarlo
cuando es ofrecido en pago por el deudor en cumplimiento de su obligación.
Forma: La forma es el conjunto de prescripciones de la ley, respecto de las
solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación de un acto jurídico;
tales son; la escritura del acto, la presencia de testigos, que el acto sea hecho por
escribano público, o por un oficial público, o con el concurso del juez del lugar.
Interpelación: Exigencia o requerimiento de cumplimiento de una obligación, dirigida
por el acreedor al deudor. Se trata de una exigencia como mecanismo de constitución
en mora sólo en los supuestos determinados que la ley establece (Llambías). No es
un acto formal, pero a los efectos de la prueba se recomienda la utilización de un
medio fehaciente que facilite la prueba, como carta documento, telegrama, acta
notarial, etc. La mora se produce por el solo vencimiento de la obligación, sin
necesidad de interpelación (CCC, art. 886).
Mora: Retardo injustificado e imputable al deudor en el cumplimiento de una
prestación. La mora del deudor es el incumplimiento material jurídicamente
relevante. Para que exista mora necesitamos la suma de los siguientes elementos:
1°) Retardo en el cumplimiento de una prestación; 2°) Imputabilidad del retraso, ya
sea por haber mediado dolo o culpa del deudor; y 3°) Interpelación o constitución en
mora. Este último elemento no es necesario en los casos de mora automática, en
los que ésta se produce por el solo vencimiento del plazo sin necesidad de
interpelación (CCC, art. 886). También puede existir mora del acreedor en el acto de
recibir el pago (CCC, art. 886, segunda parte).
Obligación: Relación jurídica en virtud de la cual un sujeto (deudor) tiene el deber
jurídico de realizar a favor de otro (acreedor) determinada prestación (Alterini). Se
utiliza la palabra obligación también con otra acepción: deber jurídico en un sentido
genérico.
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Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
Obligación natural: Obligación imperfecta, porque está desprovista de coercibilidad
(a diferencia de la obligación civil). Al extinguirse la acción judicial queda el derecho
relegado a la mínima eficacia de permitirle al acreedor conservar lo que ha percibido si
el deudor cumple voluntariamente (ya que no puede ser compelido judicialmente a
hacerlo). El Código Civil y Comercial ha reemplazado este concepto por el de “deber
moral” (CCC, art. 728).
Obligación simplemente mancomunada: Son aquellas que, teniendo varios
deudores y un solo acreedor, cada uno de los deudores está obligado solamente por
una parte de la prestación (CCC, art. 825). O teniendo varios deudores y varios
acreedores, cada uno de los deudores sólo debe satisfacer una parte de la prestación
y cada uno de los acreedores sólo podrá recibir una parte de ella.
Obligación solidaria: Es aquella que tiene sujetos múltiples y se caracteriza porque
el total del objeto de esa obligación puede ser reclamado por cualquiera de sus
acreedores o a cualquiera de los deudores (CCC, art. 827). Hay "solidaridad pasiva"
cuando hay varios deudores y el acreedor puede exigir el pago total a cualquiera de
ellos. Hay "solidaridad activa" cuando son varios los acreedores y cualquiera de los
acreedores puede reclamar del deudor el pago íntegro de la prestación. Ver
"obligaciones simplemente mancomunadas".
Pago con subrogación: Situación que se da cuando el acreedor de una obligación es
reemplazado o sustituido (subrogado) por otra persona que le ha hecho el pago (CCC,
art. 914). El acreedor queda desplazado en la relación obligatoria y es sustituido por el
tercero que aparece en la relación (CCC, art. 918). Se extingue la obligación solo con
relación al acreedor subrogado (CCC, art. 882). Ver "subrogación".
Pago por consignación: Modo de extinción de una obligación haciendo depósito
judicial en pago de lo que se debe (CCC, art. 906) o a opción del acreedor y si lo
adeudado es dinero, mediante el depósito de la suma adeudada ante un escribano de
registro (CCC, 910).
Solidaridad: Ver "obligación solidaria".
Subrogación: Acción y efecto de sustituir o reemplazar una persona (subrogación
personal) o cosa (subrogación real) en lugar de otra (Argeri). Ver “pago con
subrogación”.
Sucesor: Persona a quien se trasmiten los derechos de otra persona, de tal manera
que en adelante pueda ejercerlos en su propio nombre. La sucesión en los derechos
puede ser particular o universal. La primera, también denominada sucesión singular,
comprende a uno o varios derechos determinados. La otra comprende a la totalidad
del patrimonio o una parte alícuota o proporcional y sólo se produce en caso de
muerte.
Capítulo 6
Contratos: Parte general
Sumario: PARTE PRIMERA: Teoría general del contrato: 1. Concepto. 2. Naturaleza. 3. Función del
contrato. 4. El principio de la libertad y el contrato. 5. Requisitos. 6. Clasificación de los contratos. 7.
Consentimiento. 8. Contrato tipo y por adhesión. 9. Forma y prueba de los contratos. 10. Efectos y
frustración del contrato. 11. La seña, señal o arras. 12. Suspensión de cumplimiento recíproco. 13.
Pacto comisorio. 14. Coordinación de reglas frente al incumplimiento de un contrato bilateral. 15.
Nulidad e ineficacia. 16. Precontratos y cartas de intención. 17. Garantías legales a favor del
adquirente (saneamiento). PARTE SEGUNDA: Ordenamientos especiales. 1. Los contratos de
consumo. 2. Los contratos administrativos.
PARTE PRIMERA: Teoría general del contrato
1. Concepto
Según el artículo 957 del Código Civil y Comercial (en adelante CCC o Código),
contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento (*) para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales.
La definición ubica a los contratos entre los actos jurídicos. Los actos jurídicos son
unilaterales o bilaterales. Son unilaterales cuando para formarlos basta la voluntad
de una sola persona (como el testamento). Son bilaterales, cuando requieren el
consentimiento (*) unánime de dos o más personas. Ubicamos entonces al contrato
como acto jurídico bilateral.
A partir de la definición legal, puede sostenerse que todos los actos jurídicos
bilaterales patrimoniales son contratos, salvo algunas pocas excepciones. No sólo
los actos creadores de derechos, sino también los que los modifican o extinguen. Y
para que no queden dudas, el Código indica que también es un contrato el que tiene
por finalidad transferir derechos.
En síntesis, deben sumarse los siguientes requisitos para que exista un contrato: 1°)
Varias personas, al menos dos; 2°) Acuerdo de voluntad común; 3°) Voluntad
creadora de una norma jurídica destinada a reglar los derechos de los contratantes.
Para poder distinguir con mayor nitidez a la figura del contrato, de otras figuras que
no lo son, utilizamos como ejemplo al matrimonio, que si bien es un acto bilateral no
es un contrato.
El matrimonio sólo es un hecho desencadenante de efectos jurídicos, que las partes
no pueden regular, ni modificar libremente (López de Zavalia), salvo algunos
aspectos vinculados con el régimen de bienes.
Tampoco formalmente el matrimonio puede ser considerado un contrato, dado que
en su celebración debe intervenir un oficial público por medio de quien el Estado
manifiesta su voluntad. En cambio, cuando las partes celebran un contrato, no
precisan de la voluntad del Estado para que el mismo tenga existencia y validez.
En los contratos, como regla general, las partes pueden crear libremente las reglas,
que luego deberán cumplir obligatoriamente de la misma manera que se cumple la
ley (CCC, arts. 958 y 959). Se puede decir que una persona, cuando contrata, se
convierte en legislador de sus propios derechos. También se puede decir, como
regla general, que se necesita sólo la voluntad de las partes para perfeccionar un
contrato, sin que se requiera la voluntad del Estado para ello, como sucede en el
2
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
matrimonio.
Para el derecho, el contrato es esencialmente un acuerdo de voluntades. Por lo
tanto, corresponde diferenciar ese acuerdo de voluntades, del instrumento firmado
por los contratantes, que suele utilizarse como acto probatorio del contrato. En otras
palabras, no debe confundirse al contrato con la forma y prueba del mismo a lo que
más abajo nos referimos.
Para finalizar con esta presentación del contrato, recordamos que es fuente de
obligaciones. Por lo tanto, todo lo que se refiere a las obligaciones en general, se
aplica a los contratos. Un contrato de compraventa, por ejemplo, es fuente de dos
obligaciones esenciales: una en cabeza del vendedor, que consiste en entregar una
cosa; y otra en cabeza del comprador, que se obliga a dar una suma de dinero.
2. Naturaleza
Nos sumamos a quienes sostienen que el contrato es una ley individual y, como tal,
fuente formal de la cual surge derecho objetivo (aunque existen buenos argumentos
que cuestionan esta postura).
Decimos que el contrato es una norma jurídica, porque así lo respalda el artículo 959
del Código, cuando indica que todo contrato válidamente celebrado es obligatorio
para las partes, colocándolo entre las fuentes de las obligaciones al igual que la ley.
Una vez que ha quedado celebrado el contrato, el mismo está destinado a cumplirse
o ejecutarse, igual que cualquier otra norma jurídica, por lo que los contratantes
disponen de todos los medios legales para obtener que las obligaciones que surgen
del mismo sean efectivamente cumplidas (CCC, art. 730, inc. A).
Las obligaciones que surgen de los contratos deben cumplirse de la misma manera
que se cumple con las obligaciones que surgen de las leyes (CCC, art. 959).
Si un sujeto es deudor moroso por no pagar los impuestos y también por no pagar
alquileres, la consecuencia será la misma, en el sentido que en ambos casos el
acreedor podrá iniciar una demanda judicial y utilizar todos los medios legales, para
cobrarle al deudor lo que debe.
Por ello indicamos que el contrato equivale a una ley, aclarando que en realidad es
una norma jurídica individual, ya que los contratos obligan solamente a los
contratantes. En cambio, las leyes son generales (aunque hay excepciones para
ambos casos). Destacamos que así lo considera el Código en cuanto identifica a las
cláusulas de los contratos como “normas particulares” (conf. CCC, art. 963, inc. B).
Por eso, repetimos que en un contrato las partes son legisladores de sus propios
derechos y obligaciones (y así lo ratifica especialmente el art. 958 del CCC). Y, por
lo tanto, una vez que perfeccionaron un contrato, las partes deben cumplirlo como si
fuera la ley.
Se advierten otras similitudes entre la ley y el contrato que resultan ilustrativas para
sostener que tienen una naturaleza similar. El legislador puede cambiar o derogar
una ley por medio de otra ley. Las partes de un contrato, también son libres para
cambiarlo o dejarlo sin efecto, por medio de otro contrato. Pero remarcamos que
sólo puede modificarse o dejarse sin efecto un contrato, si todas las partes están de
acuerdo (CCC, art. 959, última parte).
Sólo por razones excepcionales una ley o una sentencia judicial pueden revisar un
contrato y alterar sus efectos (CCC, art. 960). Algo parecido sucede también con las
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
3
leyes cuando de manera excepcional son declaradas inconstitucionales.
El contrato también es un acto jurídico y como tal una especia de hecho jurídico,
aplicándose a su respecto las normas generales correspondientes (CCC, arts. 257 y
sgtes.). Ello no resulta contradictorio con la naturaleza normativa que la doctrina le
asigna, ya que una ley también es un acto jurídico. Y ambos, la ley y el contrato, son
también creadores de derecho objetivo (López de Zavalía).
Si bien excede el propósito de este trabajo, hacemos presente que existen otras
posturas contrarias a aceptar la naturaleza normativa del contrato equiparándolo a la
ley. Sostienen que en realidad el contrato es un supuesto de hecho regulado por la
ley. Y que si el contrato tiene fuerza obligatoria es porque la ley se la otorga frente al
supuesto de hecho (acuerdo común de voluntades) previamente previsto por la ley.
Aprovechamos para dar otro argumento a favor de nuestra postura. El art. 963 del
Código ordena la jerarquía de las normas jurídicas colocando a las cláusulas de los
contratos en segundo lugar después de las normas de orden público o indisponibles
(CCC, art. 963, incisos A y B). El artículo anterior indica que las normas legales son
supletorias de la voluntad de las partes contratantes (CCC, art. 962). Los dos
artículos comentados integran o completan las cláusulas del contrato con la ley, para
fijar las reglas a las que quedan sometidas las partes, formando entre todas una
unidad.
El contrato se integra con la ley para pasar a ser fuente formal de derecho para los
contratantes. Aunque debemos puntualizar que, cuando no existen normas en el
texto del contrato ni en la ley, se deben recurrir a las normas de los usos y prácticas,
tal como lo establecen los arts. 964, inc. C y 970, inc. C
El art. 965 del Código indica asimismo que los derechos resultantes de los contratos
integran el derecho de propiedad del contratante, y por lo tanto comprendido en la
protección genérica que hace la Constitución Nacional de dicho derecho (CN, arts.
14 y 17). En consecuencia, la propiedad protegida por la Constitución Nacional que
comprende todos los derechos patrimoniales sobre bienes susceptibles de valor
económico alcanza, entre otros, a los derechos que surgen de los contratos, los
cuales se encuentran en la punta de la pirámide jurídica.
3. Función del contrato
El contrato en primer lugar sirve a los propios contratantes permitiéndoles obtener,
por medio de la utilización del mismo, las más variadas finalidades prácticas. Pero
también sirve al interés general. De allí que se indique que el contrato cumple una
doble finalidad: una individual y otra social.
a) Función individual:
Quien desea consumir una cosa de la que carece, de hecho puede recurrir para
obtenerla al contrato o al robo; aunque, por cierto, el Derecho no reacciona de igual
manera ante ambas situaciones, resultando absolutamente diferentes las
consecuencias ulteriores en uno y otro caso (López de Zavalía).
Todos contratamos a diario. Nadie escapa a la inmensa red contractual, pues aun
cuando alguien se limitara a obtener bienes mendigando, ello también es
considerado por el Derecho bajo la forma de un contrato (concretamente: un contrato
de donación).
En consecuencia, el contrato se manifiesta como el gran instrumento para la
4
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
circulación de bienes y servicios y resulta esencial para toda actividad empresaria.
Sin embargo, también debe advertirse que el contrato puede convertirse en
instrumento de opresión económica, llevando a desmedidos sacrificios de unos y a la
hipertrofia de otros (López de Zavalía). Ello acontece cuando uno de los contratantes
es lo suficientemente fuerte con relación al otro, para convertirse de hecho, en
legislador único de las reglas contractuales, imponiendo las condiciones a la otra
parte, que se encuentra en situación de inferioridad, se ve obligada a aceptarlas, sin
posibilidad de discutirlas.
La necesidad de defender esta función individual que debe cumplir el contrato,
justifica que el Estado intervenga a través de una legislación limitativa, protegiendo a
la parte que se considera débil en el contrato, mediante la imposición de normas de
orden público, imperativas o “indisponibles” (como las denomina el art. 962), que
tienen por finalidad equilibrar, con reglas de Derecho, las desigualdades
económicas. En este sentido, han sido sucesivamente protegidos por el sistema
legal, los trabajadores, los inquilinos, los consumidores (*), etc.
b) Función social:
El contrato incide en la vida social. En última instancia, todo accionar del hombre,
por modesto que sea, se suma a los demás e influye en el curso de la historia
(López de Zavalía). A la sociedad le conviene -por ejemplo- que se celebren cada
vez más contratos de compraventa. Mientras más compraventas haya, mejor será la
situación económica general, disminuirá la pobreza, aumentará el empleo, el Estado
cobrará más impuestos, etc. El contrato ayuda a llevar prosperidad a la sociedad.
El liberalismo económico le otorgó al contrato un papel preponderante, tratándolo
como una consecuencia o aplicación del principio de la libertad individual. Sin
embargo una libertad absoluta puede conducir a graves abusos e injusticias. El
contrato, también desde el punto de vista social, puede convertirse en un
instrumento de opresión en contra de los más débiles y necesitados.
El Estado entonces, en defensa del bien común, debe intervenir de diversas
maneras. Lo hace en primer lugar dictando normas jurídicas para proteger los
contratos socialmente útiles regulándolos y facilitando su celebración.
Así regula el contrato de compraventa para permitir que el mismo se realice de una
manera muy simple y segura. Bastará que las partes se pongan de acuerdo sobre la
cosa vendida y su precio. Y con ello ya habrán celebrado un contrato de
compraventa. Todas las demás cláusulas del contrato están fijadas en la ley por lo
que no hace falta que las partes se preocupen por determinarlas. La ley les dice
cuándo y dónde debe entregarse la cosa y pagarse el precio, qué pasará si la cosa
presenta algún defecto, qué podrán hacerse si la otra parte no cumple, etc.
Desde ya que son cláusulas legales supletorias, por lo cual se permite a las partes
convenir algo diferente a lo que dice la ley (conf. CCC, art. 962). Pero no hace falta
hacerlo para que haya compraventa, ya que la ley ayuda a los contratantes
previendo lo que ellos no han previsto. Es lo que se denomina “integración” del
contrato.
Se puede decir que la regulación privada (las cláusulas que redactan o acuerdan los
contratantes) expresa lo que las partes quieren hacer y la regulación legal lo que la
colectividad pretende que hagan.
En sentido contrario, la ley llega a dejar sin protección legal a algunos contratos que
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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considera disvaliosos o inconvenientes para la sociedad. Así sucede cuando no
reconoce acción para exigir el cumplimiento del contrato de juego o apuesta no
autorizado (conf. CCC, art. 1611). En este caso no podrá reclamarse judicialmente el
cumplimiento de una apuesta ganada.
El legislador va desde un nivel mínimo de protección para los contratantes hasta un
nivel máximo de protección. Para proteger a los contratantes que aparecen como
más débiles, establece una serie de restricciones y cláusulas obligatorias que los
protegen, como sucede a favor de los inquilinos, trabajadores o consumidores (*).
4. El principio de la libertad y el contrato
La autonomía de la voluntad es un principio general del Derecho, que tiene fuente
constitucional en el principio general de la libertad individual de las personas (conf.
Constitución Nacional, art. 19). Las únicas limitaciones a la libertad son las que se
disponen en la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres (CCC, art.
10).
El principio de la libertad de contratación (enunciado por el art. 958 del CCC) es uno
de los pilares del sistema y puede sintetizarse en las siguientes reglas: 1°) Se es
libre de contratar o de no contratar. 2°) La posibilidad de discutir en un pie de
igualdad con el otro contratante todas las cláusulas del contrato. 3°) Libertad de
utilizar las formas que las partes consideren más conveniente. 4°) Libertad de
atribuir a los contratos los efectos que las partes deseen.
Si en la contratación se dan todas las reglas que hemos enunciado, puede
reconocerse que ha existido libertad contractual. Sin embargo, la libertad contractual
no es absoluta ni ilimitada, habiéndose impuesto numerosas restricciones a ella.
El denominado principio de la autonomía de la voluntad, en realidad, no es más que
una ficción legal útil o necesaria, como muchas otras que existen en los
ordenamientos legales. En muchos casos esa ficción está muy alejada de la
realidad.
El legislador del siglo XIX imaginó en un contrato a dos partes, en igualdad de
condiciones sociales culturales y económicas, sentadas frente a frente y negociando,
una por una, las distintas cláusulas que formarán el contrato que, luego de
perfeccionado, se obligarán a cumplir como a la ley misma.
La realidad mostró luego que las cosas eran diferentes. Este modelo casi artesanal
de contratación perfecta, que fue tomado por Vélez Sarsfield como principio básico
del sistema del Código Civil de 1871, no se ajusta a la realidad actual.
Hoy estamos inmersos en una economía basada en las técnicas empresarias que
tienen por finalidad la producción y colocación masiva en el mercado de bienes y
servicios. Frente a las diversas formas de publicidad, la contratación "al paso", la
técnica de supermercado, la utilización de medios electrónicos e informáticos –por
sólo enumerar algunas-; el molde clásico ha quedado absolutamente desactualizado.
Frente a esta situación, el principio de igualdad ante la ley, que también tiene base
constitucional (Constitución Nacional, art. 16), sirve de fundamento para que deba
protegerse a la parte más débil. Si así no fuera, la libertad de contratación se
convertiría en realidad, en una trampa para los contratantes que se encuentran en
una situación de inferioridad.
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
Tenemos sobrados ejemplos de estas limitaciones. Así, en materia de locaciones
urbanas, se han establecido plazos mínimos de locación, para proteger a los
inquilinos de los abusos de los propietarios. En materia de contratos de seguro,
bancarios, de transporte, etc., el Estado impone cada vez más restricciones a las
cláusulas contractuales. Y hemos mencionado sólo alguno de los contratos que
vamos a tratar en este curso, pero vale tener como ejemplo más claro el contrato de
trabajo, respecto del cual prácticamente todas las disposiciones son de orden
público y tienden a proteger al trabajador, como aquéllas que establecen jornadas de
trabajo, sueldos mínimos, vacaciones obligatorias, etc. Las reglas especiales de
protección impusieron que este contrato sea regulado por separado
independizándola de la demás legislación contractual.
El Código ha tenido en cuenta esta realidad encargándose de regular dos
situaciones en las que se ve restringido el principio de libertad de contratación: 1°)
Para los contratos por adhesión a cláusulas generales predispuestas (CCC, arts.
984 a 989) y 2°) Para los contratos de consumo disponiendo que están prohibidas
las prácticas que limitan la libertad de contratar del consumidor (*), en especial, las
que subordinan la provisión productos o servicios a la adquisición simultánea de
otros, y otras similares que persigan el mismo objetivo (CCC, art. 1099).
En estos casos, los contratantes no pueden apartarse de estas reglas o cláusulas
contractuales que han sido impuestas legalmente por el Estado como de
cumplimiento obligatorio. Y en caso que los contratantes hubieran igualmente
establecido en el contrato alguna regla que se aparte de las que revisten el carácter
de imperativas o de orden público, la misma no tendrá validez y no será aplicable.
En consecuencia, se advierte que el Código distingue tres categorías diferentes de
contratos.
a) Contratos clásicos o paritarios
Una primera categoría es la de los contratos denominados paritarios o
discrecionales. Se los categoriza con ese nombre debido a que son los contratos en
los que se presenta una paridad o igualdad económica entre las partes, lo cual las
coloca en una situación en las que efectivamente estén en condiciones de discutir o
negociar las cláusulas libremente.
Los llamamos también contratos clásicos, por cuanto son los primeros que fueron
regulados en los códigos civiles y de comercio del siglo XIX.
Suponen una situación ideal para quienes celebrar un contrato. Supone que las
partes se encuentran en este marco de libertad e igualdad. Por lo tanto las reglas
que tiene la ley sobre esta clase de contratos cumplen la función de suplir la
voluntad de los contratantes.
En el momento de contratar, son los mismos contratantes los que elaboran y se
dictan las reglas que ellos se comprometen a cumplir. Las reglas del contrato que
están dispuestas por la ley se aplican sólo si las partes no hubieran dispuesto nada
en contrario (así lo establece el art. 962 del CCC).
Sirven para ayudar a los contratantes que perfeccionen un contrato de una manera
más simple, rápida y segura, ya que la ley completa todo lo que las partes no
acordaron al celebrar el contrato.
b) Contratos por adhesión
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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En una segunda categoría incluimos a los contratos en los que interviene el
legislador para limitar algunas cláusulas contractuales, puesto que la realidad
muestra que aquí no hay una situación de total libertad e igualdad entre los
contratantes.
El ejemplo típico de esta clase de contratos, se presenta con los denominados por el
Código “contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales predispuestas”, los
cuales se encuentra regulados a partir del art. 984.
En estos contratos no hay libertad para discutir sus cláusulas, ya que solamente una
de las partes las predispone. En otras palabras, una sola parte es la que redacta el
contrato limitando la voluntad de la otra solamente a aceptarlo o rechazarlo. No se le
otorga a la otra parte la facultad de hacer ninguna contrapropuesta.
Este es el criterio tomado por el art. 984 que los define en los siguientes términos:
“El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los contratantes adhiere
a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un
tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción”.
La intervención del legislador para proteger a quienes se encuentran en una
situación de desequilibrio o de mayor debilidad, no se da solamente en los contratos
por adhesión. Excepcionalmente se otorga en algunos contratos paritarios como las
locaciones de inmuebles, para los cuales se dispone protección a favor de los
inquilinos estableciendo plazos mínimos de locación, facultad de rescisión (*)
anticipada, plazo adicional de cumplimiento para resolver el contrato por falta de
pago, etc.
c) Contratos de consumo
La última categoría es la de los contratos de consumo, en los que se hace
indispensable la intervención del Estado para defender a los consumidores (*) de las
estrategias y prácticas empresarias que pueden perjudicarlos. Dicha protección se
hace no solamente legislando, sino también creando organismos especiales que
controlen el cumplimiento y apliquen la protección legal.
A fin de ordenar las reglas que deben cumplirse cuando se celebra un contrato de
cualquiera de las tres categorías antes referidas, el Código ha legislado sobre la
“integración del contrato”, lo que nos sirve para ordenar jerárquicamente dichas
normas y advertir los límites a la autonomía de la voluntad en esta materia.
Pone en primer lugar y por sobre la voluntad de las partes, a las normas
indisponibles, que deben aplicarse en sustitución de las cláusulas del contrato que
resulten incompatibles con ellas. Aquí hay una integración coactiva del contrato
(Aparicio).
Si el acuerdo de voluntades no afecta las cláusulas indisponibles (aunque no lo
indica expresamente el Código), deben cumplirse las cláusulas convenidas por las
partes. Luego, si las partes no han convenido nada, se aplican las normas
supletorias de la ley, y por último los usos y prácticas del lugar de celebración (CCC,
art. 964).
5. Requisitos
¿Qué se necesita para que haya un contrato? Existen algunos requisitos para que
haya un contrato válido. Entre todos estos requisitos distinguimos entre los
"presupuestos", "elementos" y "circunstancias" (López de Zavalía).
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
a) Presupuestos:
Son aquellos requisitos que, influyendo en el contrato, son externos a él y que
existen independientemente que se haya concluido o no un contrato. Son dos los
presupuestos básicos que se necesitan para poder celebrar un contrato: la
capacidad de los contratantes e idoneidad del objeto.
Decimos que la capacidad es un presupuesto del contrato, por cuanto los
contratantes tienen o no capacidad, con independencia de que celebren o no un
contrato. Pero para que un contrato sea válido, es indispensable que los
contratantes sean capaces (por ello ésta es un presupuesto de todo contrato válido).
En cuanto a la idoneidad del objeto nos encontramos con una situación similar. A
modo de ejemplo, una cosa que no está en el comercio no podría ser motivo de un
contrato. Un misil militar no podría ser objeto de compraventa por cuanto se trata de
una cosa que no está en el comercio. Pero al igual que en el caso anterior, que una
cosa se encuentre en la categoría de las que están en el comercio, resulta
independiente del contrato que se celebre sobre ella.
b) Elementos:
Se llama elemento a todo lo que es constitutivo de un contrato y lo integra, es decir,
todo el contenido de él. Tal como las leyes tradicionalmente se suelen dividir en
capítulos, artículos e incisos, las distintas reglas que componen un contrato se
suelen denominar y dividir en cláusulas.
Así podemos hablar de cláusulas esenciales, que son aquellas sin cuya mención el
contrato carece de contenido; cláusulas naturales, las que la ley inserta
supletoriamente cuando no son fijadas por los contratantes y cláusulas accidentales,
las que insertan las partes en uso de la libertad de contratación. Se consideran
también como "elementos" del contrato a la voluntad y la forma legal cuando ésta es
impuesta por la ley.
Así, en un contrato de compraventa, resultan elementos esenciales la cosa y el
precio. Si falta la determinación de alguno de estos elementos no estamos frente a
un contrato de compraventa y por ello los calificamos como “esenciales”. En el caso
que la compraventa de un automotor la ley exige el cumplimiento de una forma
esencial (formulario e inscripción registral), por lo que si falta esa forma tampoco
estaremos frente a un contrato de compraventa de un automotor.
El plazo y el lugar de cumplimiento son cláusulas naturales, por cuanto los
contratantes pueden o no establecerlas en el contrato y, en caso de no hacerlo, la
ley es la que establece estos elementos. Decimos que aquí la ley es supletoria de la
voluntad de las partes. Suple la falta de indicación expresa de estos elementos
naturales del contrato.
Siguiendo con los ejemplos, adviértase con respecto al contrato de compraventa de
cosas muebles: el legislador ha determinado en el art. 1147 del Código, el plazo de
entrega de la cosa en 24 horas. Pero este plazo sólo será aplicable si las partes no
han establecido algo diferente (de allí que se trata de una regla supletoria).
Por último, una multa por mora, es una cláusula accidental, en razón que sólo
existirá si los contratantes la incluyen en forma expresa en el contrato. Esto es así,
por cuanto la ley no establece este elemento para el contrato de compraventa, que
sólo puede ser introducido por los contratantes en una cláusula especial.
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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c) Circunstancias:
Es todo lo externo al contrato, que se valora no antes (porque entonces sería un
"presupuesto"), sino durante la aparición del contrato o su ejecución y que influye en
el destino del contrato (López de Zavalía).
A título de ejemplo, si estamos ante un contrato de compraventa que tiene por objeto
un caballo, que se muere de un ataque al corazón antes de ser entregado al
comprador, dicho contrato quedará sin efecto por una causa de fuerza mayor. Se
trata de una circunstancia (externa) que afecta fundamentalmente al mencionado
contrato de compraventa. Otro ejemplo: quienes celebraron contratos antes de la ley
de emergencia económica 25561 (de enero de 2002) que establecieron el pago de
sumas de dinero en moneda extranjera (como una compraventa en la que se fijó el
precio en dólares) fueron pesificados como consecuencia de dicha ley.
6. Clasificación de los contratos
El Código contiene diversas clasificaciones de los contratos, de las que se derivan
diversos efectos muy importantes. Enumeramos las principales:
a) La primera clasificación que tiene la ley, distingue entre los contratos unilaterales
y bilaterales (art. 966), de acuerdo a los efectos que derivan de los mismos. Son
bilaterales aquéllos en que ambas partes quedan obligadas y dichas obligaciones
son recíprocas. Son unilaterales aquéllos en que faltan dichas características, como
en el contrato de fianza en el que sólo asume obligaciones esenciales el fiador. Un
contrato de compraventa, en cambio, es bilateral, en la medida que origina
obligaciones recíprocas para el comprador y el vendedor, esto es, entregar la cosa y
pagar el precio.
La calificación de bilateral de un contrato tiene importancia para la aplicación de
instituciones tales como suspensión de cumplimiento (CCC, art. 1031), extinción
(CCC, art. 1081), pacto comisorio (CCC, art. 1087), etc.
b) La segunda clasificación que trae la ley, divide a los contratos en, a título gratuito y a
título oneroso (CCC, art. 967). Esta clasificación tiene en mira las ventajas,
denominándose gratuitos a los que no tienen costo patrimonial, al menos para alguna
de las partes, como en el contrato de donación. El contrato de compraventa es oneroso
ya que tiene como efecto que en el patrimonio de cada uno de los contratantes salen y
entran valores o ventajas que resultan más o menos equivalentes. Téngase en cuenta
que un contrato oneroso no significa que genere ganancias sino sólo una equivalencia
entre las prestaciones.
c) Los contratos onerosos se dividen en conmutativos y aleatorios de acuerdo a si sus
ventajas y pérdidas dependan de un acontecimiento incierto (CCC, art. 968) como
sucede en el contrato de seguro.
d) Se dice asimismo que los contratos son formales cuando la ley exige una forma
determinada para la validez del acto, como en la hipoteca o la prenda con registro y no
formales en caso contrario (CCC, art. 969). Cuando la forma requerida es solamente
para que produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, valen como contratos
en que las partes se obligan a cumplir con la formalidad. Así sucede con la
compraventa inmobiliaria que debe celebrarse por escritura pública, pero si se hace en
instrumento privado (usualmente denominado boleto de compraventa), éste sirve para
reclamar la escrituración.
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
e) Un contrato es nominado o típico cuando la totalidad de sus cláusulas esenciales se
adecua a un tipo legal o modelo regulado por la ley (como el contrato de compraventa),
sin importar el nombre dado por las partes. En caso contrario, son innominados (CCC,
art. 970), es decir, no están nombrados por la ley. En este último caso, estamos frente
a una manifestación del principio de libertad contractual, que permite a las partes
“inventar” un nuevo tipo de contrato diferente a todos los que están regulados por la
ley.
f) Un contrato es principal cuando no necesita de otro para perfeccionarse y es
accesorio (*) cuando está vinculado y depende de otro principal.
g) No se encuentra ahora en el Código pero todavía sirve para explicar algunos
contratos, la clasificación que distingue entre los contratos consensuales y los reales.
Todos los contratos necesitan del consentimiento de ambas partes para
perfeccionarse, pero algunos exigen además la entrega de la cosa. Las señas
penitenciales y los depósitos bancarios todavía exigen la entrega de la cosa para
perfeccionarse como contratos. Es decir, son contratos reales. Los que se perfeccionan
con el solo acuerdo de voluntades son los contratos consensuales.
h) En el art. 1011 el Código se refiere a los contratos de larga duración. En ellos el
tiempo es un elemento esencial para el cumplimiento del objeto del contrato. Una
compraventa puede ser instantánea o no, conforme lo acuerden las partes. En cambio,
una cuenta corriente bancaria o un contrato de distribución, por su propia naturaleza,
están destinados a prolongar su duración en el tiempo.
7. Consentimiento
El modelo clásico de contrato que regularon los códigos del siglo XIX se mantiene en
el nuevo Código. Se idealiza al contrato como un resultado al que se llega después
de una etapa de tratativas y negociaciones. En esa etapa de tratativas se formulan
ofertas y contraofertas. Se negocian las cláusulas del contrato. Hasta que se
perfecciona el contrato.
El consentimiento (*) es la expresión de la voluntad contractual que hacen quienes
quieren contratar, mediante los actos que la ley denomina “oferta” (también llamada
propuesta) y “aceptación” (CCC, art. 971) o aceptación de a oferta.
Cuando existe coincidencia entre oferta (*) y aceptación (*) estamos frente a un
contrato.
Normalmente los contratos se realizan entre partes que están frente a frente y que
hacen constar en un escrito firmado sus estipulaciones. Están, en este caso,
haciendo una manifestación expresa por escrito de su voluntad contractual, firmando
el documento al final. Han dejado constancia en ese escrito de su consentimiento
(CCC, art. 288)..
Pero cuando tomo en un “autoservicio” un producto y lo llevo a la caja, donde me
extienden un ticket y acto seguido pago el importe del mismo, ha existido también
consentimiento (*) que también sirve para perfeccionar un contrato. Sólo que en este
caso existe un consentimiento tácito, por eso al final del art. 971 agrega que el
consentimiento también se manifiesta por una conducta de las partes que sea
suficiente para demostrar la existencia de un contrato.
Para que la oferta (*) pueda ser considerada jurídicamente como tal, debe estar
completa, es decir, tener todos los antecedentes necesarios para que pueda
constituirse en un contrato. La oferta es considerad completa cuando a la otra parte
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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le baste comunicar simplemente la aceptación, sin nada más, para que el contrato se
perfeccione.
Si ofrezco en venta un producto y no indico su precio o no identifico precisamente las
características que permiten individualizar dicho producto, no se trata en este caso
de una oferta (*), de acuerdo con lo que establece la ley.
El art. 972 exige en este sentido que tenga “las precisiones necesarias” y que sea
dirigida a persona determinada o determinable.
Cualquier modificación que se haga a una oferta (*) al aceptarla no perfecciona un
contrato, sino que implica una nueva oferta (art. 978), lo que en la práctica se
denomina “contraoferta”. Si la contraoferta es aceptada inmediatamente se
perfecciona el contrato (CCC, art. 978, última parte).
Los desarrollos de la ciencia y la tecnología han modificado las relaciones humanas
y también la manera de contratar y comercializar bienes y servicios. Los medios
técnicos que han aparecido en los últimos tiempos, como el fax y la internet han
desactualizado las normas que vienen aplicándose desde hace siglos, generando la
necesidad de adecuarlas a las nuevas realidades existentes.
Nuestro país ya se ha incorporado a los que han dictado normas sobre la firma
electrónica, como un nuevo modo de manifestar la voluntad, y en el futuro regulará
sobre comercio electrónico, transferencia electrónica de datos, etc. Hoy estas
regulaciones resultan necesarias para dar mayor seguridad en la prueba de los
contratos que se celebren utilizando estos modernos medios de comunicación, lo
que hace suponer que seguirá avanzándose legislativamente en estos temas.
8. Contrato tipo y por adhesión
El proceso de estandarización de la vida moderna ha dado lugar a ciertas figuras
denominadas "condiciones generales de contratación" y "contratos tipo". O técnicas de
comercialización que impiden toda clase de negociación, como sucede con la
mercadería que se ofrece en un supermercado.
Resulta muy común que se utilicen prácticos formularios, principalmente cuando se
contrata con empresas que comercializan bienes o servicios en forma masiva. Así lo
hacemos regularmente cuando abrimos una cuenta corriente bancaria, pedimos una
tarjeta de crédito, contratamos el servicio de televisión por cable, suscribimos un plan
de ahorro, etc.
No son en realidad nuevas clases de contratos, sino procedimientos nuevos para llegar
a la contratación, como la llamada política o técnica del supermercado. Sin embargo,
esta situación pone de manifiesto en muchos casos, desequilibrios entre las partes,
contrarios a lo que presupone la teoría clásica, es decir, una situación de igualdad
entre los contratantes.
La igualdad en la realidad no existe cuando hay una parte fuerte que impone las
condiciones contractuales y una parte débil, que tiene absolutamente acotada o
directamente anulada la posibilidad de discutir en un pie de igualdad dichas
condiciones o cláusulas contractuales.
El Estado, cada vez más, interviene para tratar de corregir este estado de cosas. Así lo
hace cuando regula los contratos laborales, para evitar la explotación del trabajador
que se daría si dicha intervención del Estado no existiera. Situación similar se presenta
con relación a los consumidores (*).
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
Esta intervención del Estado con la finalidad de proteger la paz pública y la justicia,
se ha dado también en materias tales como la actividad bancaria o en el negocio de
los seguros. El Estado, además de regular los contratos para impedir los abusos
empresarios, ejerce un control de las empresas que se dedican en forma profesional
a estas actividades.
De manera general se han regulado en el Código los “contratos celebrados por
adhesión a cláusulas generales predispuestas” (arts. 984 y sgtes.), estableciendo las
reglas a las que están sometidos y que sintetizamos: 1° Las cláusulas deben ser
comprensibles y autosuficientes (CCC, art. 985); 2° No valen los reenvíos a
documentos que no se faciliten al momento de contratar o previamente; 3° Frente a
incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares prevalecen las últimas
(CCC, art. 986); 4° Las cláusulas se interpretan en contra del que las redactó (CCC,
art. 987); y 5° Las cláusulas abusivas se tienen por no escritas (CCC, art. 988).
Los contratos de estas características celebrados por consumidores (*) tienen otra
protección adicional para éstos. A ello nos referimos más abajo.
9. Forma y prueba de los contratos
Mencionamos a la forma (*) como uno de los elementos del contrato cuando la
misma es solemne (CCC, art. 1015). El contrato es un acto jurídico, por lo que lo
dispuesto en cuanto a las formas de los actos jurídicos, se aplica en materia de
contratos (CCC, art. 284 y sgtes.).
El principio de libertad de contratación, se manifiesta también en una regla general,
que reconoce el derecho a utilizar las formas que se estimen más convenientes
cuando no se hubiere establecido una especial (CCC, art. 1015). Por lo tanto, la
regla general es que los contratos son “no formales”, es decir, no exigen el
cumplimiento de ninguna solemnidad especial.
Con relación a la otra categoría que resulta excepcional, vale decir, la de los
contratos “formales”, corresponde hacer una primera distinción entre las formas
solemnes y las formas probatorias.
Las formas solemnes o “ad solemnitatem” son aquellas que resultan esenciales para
la validez de un contrato. Si no se cumple con la forma solemne impuesta por la ley,
no se podrá considerar celebrado el contrato respectivo. Vale como ejemplo la
compraventa de un automotor, la cual debe realizarse en un formulario especial y ser
inscripta en el registro de los automotores.
Otro ejemplo surge de los contratos enumerados por el art. 1017 para los cuales se
exige escritura pública. Si no se celebran por escritura pública no existen como tales.
Las formas probatorias o “ad probationem” se disponen con una finalidad diferente.
Son exigidas sólo para poder probar un contrato en juicio, si éste es desconocido por
alguno de los contratantes. Así sucede en el contrato de fianza, para el cual existe
libertad de formas. Pero si la fianza es desconocida en juicio, sólo puede ser
probada por escrito (CCC, art. 1579).
Un contrato de compraventa de un inmueble, sólo puede ser realizada mediante
escritura pública (CCC, art. 1017, inc. 1°). Si ello no se ha cumplido, la omisión no
puede ser suplida por el reconocimiento de ambos contratantes. En cambio, si la
fianza no se ha hecho por escrito ello no interesa, si lo reconocen ambos
contratantes (ese reconocimiento sirve como prueba sin necesidad del documento
escrito).
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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Los contratos para los cuales se impone una forma solemne, se tienen por
celebrados sólo si se ha cumplido con dicha exigencia, que constituye un elemento
esencial. Estos contratos formales solemnes presentan a su vez dos clases. Los
solemnes absolutos, frente a los cuales el incumplimiento de la forma le quita
validez total al acto. Y los solemnes relativos, en los cuales, el acto sí tiene un valor
residual, ya que obliga a las partes a celebrar nuevamente el acto, pero cumpliendo
con la forma exigida por la ley.
Volvemos a los ejemplos ya usados para aclarar esta clasificación de los contratos
formales solemnes, entre absolutos y relativos:
Un contrato de compraventa de un inmueble que no se haga por escritura pública, si
bien es nulo como compraventa, no sería un acto carente de todo valor, puesto que
genera la obligación, para ambas partes, de hacer la escritura y cumplir de esta
manera con la forma solemne impuesta por la ley (CCC, art. 1018).
En cambio, una donación de un inmueble que no se hace por escritura pública es
nula y no tiene ningún valor como contrato (conf. CCC, art. 1152, que establece que
deben ser hechas en escritura pública, bajo pena de nulidad, las donaciones de
cosas inmuebles, las de cosas muebles registrables y las de prestaciones periódicas
o vitalicias). Si no se cumple la forma legal, las partes no podrán ya reclamarse
luego el otorgamiento de la escritura.
10. Efectos y frustración del contrato
Los contratos son reglas jurídicas y al igual que la ley, vinculan o liberan a las partes
para el porvenir. Si un contrato quiere anularse o modificarse, sólo puede hacerse si
concurren todas las partes que lo crearon. De la misma manera que una ley se anula
o modifica por otra ley.
El efecto natural de toda obligación es que el acreedor pueda pedir el cumplimiento
sin que interese la fuente. Si el deudor no cumple, el sistema legal le concede al
acreedor, los medios para obtener el cumplimiento. Puede presentar una demanda
judicial para que el Estado, a través de los organismos y funcionarios
correspondientes (jueces, oficiales de justicia, policía), fuerce al deudor a cumplir
(CCC, art. 730).
El contrato es fuente de obligaciones. Si he obtenido un préstamo de dinero
(contrato de mutuo) y no lo devuelvo en la fecha comprometida, el acreedor podrá
pedirme el cumplimiento de la obligación de restituir el dinero que surge del contrato,
presentando una demanda judicial. El juez podrá disponer que me quiten el dinero y
se lo entreguen al acreedor. Y si no tengo dinero, dispondrá el embargo y remate de
bienes de mi patrimonio, suficientes para obtener lo necesario para pagar al
acreedor.
El contrato utilizado como ejemplo en el párrafo anterior no origina mayores
problemas, puesto que una vez entregado el dinero en préstamo, sólo queda
obligado al mutuario a devolverlo. Pero en los contratos bilaterales que generan
obligaciones recíprocas (como la compraventa), su incumplimiento puede producir
otras derivaciones.
La ley, ha contemplado diferentes y variadas razones por las cuales no se producen,
o dejan de producirse, o se alteran los efectos contractuales. Recordamos que lo
estudiado en cuanto a error, dolo violencia, abuso del derecho, simulación y fraude
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
de los actos jurídicos, se aplican a los contratos y puede determinar que los mismos
sean dejados sin efecto.
También se frustran los efectos plenos de los contratos en los supuestos de
revocación (*): término utilizado en las donaciones y en el mandato, rescisión (*),
nulidad (como cualquier acto jurídico), ineficacia (*) o resolución (*) A este último
supuesto lo trataremos en detalle cuando consideremos el pacto comisorio (*).
Casos especiales de los que pueden derivar en la frustración o alteración del
contrato, lo constituye la excesiva onerosidad sobreviniente o imprevisión (*) (CCC,
art. 1091) y también las garantías legales de evicción y por vicios ocultos o
redhibitorios (CCC, art. 1034). A estas dos garantías las consideramos con
referencia a la compraventa (ver capítulo siguiente), aunque se extienden a todas las
enajenaciones a título oneroso.
Consideramos importante tener en cuenta que frente a un incumplimiento
contractual. las partes son libres para renegociar las condiciones pactadas. Así como
son libres para contratar, también son libres para acordar lo que más estimen
conveniente para modificar el contrato. Si bien ello no está establecido
especialmente por la ley, deriva de los principios generales y en la práctica suele
utilizarse frecuentemente.
Pero debe tenerse presente que las partes no están obligadas legalmente a aceptar
la revisión de un contrato, a pedido del otro contratante (del mismo modo que un
acreedor no está obligado a recibir pagos parciales).
Frente al incumplimiento contractual, la ley se limita a establecer las diversas
soluciones y opciones que sintéticamente pasamos a analizar, advirtiendo que estos
principios se aplican en forma coordinada.
11. La seña, señal o arras
En líneas generales podemos comenzar diciendo que, según el Código, las señas o
arras (*) son confirmatorias salvo que se establezca expresamente que son
penitenciales (conf. CCC, art. 1059).
La seña confirmatoria tiene una función aseguradora del contrato, o como forma de
demostrar que las partes quisieron realmente perfeccionar un contrato, terminando la
etapa de las tratativas. Se entregan en consecuencia las señas confirmatorias para
demostrar que el acto no es un mero proyecto, ni un borrador, ni una promesa, sino
expresión y constancia de la voluntad firme y deliberada de perfeccionar en ese
momento un contrato con los efectos obligatorios que ello tiene para los
contratantes. El contrato por lo tanto es definitivo y debe cumplirse sin que las partes
puedan arrepentirse unilateralmente del mismo. El contrato, una vez perfeccionado,
debe cumplirse igual que se cumple la ley.
En cambio, las señas penitenciales cumplen un papel completamente opuesto, pues
posibilitan el arrepentimiento por cualquiera de las partes. En este caso la seña sirve
para fijar la penitencia que tendrá que soportar el contratante que se arrepiente. Y al
mismo tiempo, fija el único perjuicio que sufrirá el arrepentido que es el importe de la
seña. Ni más ni menos.
La seña penitencial consiste generalmente en una suma de dinero entregada por
una de las partes a la otra. Si se arrepiente quien entregó la suma de dinero la
pierde a favor de la otra parte. Si quien se arrepiente es el que recibió el dinero,
debe devolverlo y entregar otra suma igual a la otra parte (CCC, art. 1059).
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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En lugar de una suma de dinero la ley acepta la posibilidad que se entregue una
cosa mueble (CCC, art. 1060) lo cual facilita el cumplimiento cuando se extingue la
facultad de arrepentimiento y queda en firme el contrato. Por ejemplo, si se entrega
como seña moneda extranjera o mercadería.
Téngase presente que la regulación legal del Código tiene carácter de supletoria, es
decir, se aplica para el caso en que las partes nada hubieran indicado al contratar.
Para sintetizar: Si las partes nada dicen al contratar la seña se considera como
confirmatoria. Será en cambio penitencial únicamente si así se ha dispuesto en
forma expresa en el contrato.
Debe distinguirse a las señas de las “reservas” (*) que también son sumas de dinero
que se entregan para celebrar un contrato, aunque en este último caso con una
función diferente. Especialmente en los negocios inmobiliarios, suelen entregarse en
este concepto sumas de dinero al corredor inmobiliario. Dichas reservas
instrumentan la gestión que debe cumplir dicho intermediario (el corredor
inmobiliario).
Quien recibe una suma de dinero en concepto de “reserva” para un contrato, está
comprometiéndose a gestionar con el otro contratante que, en un momento
posterior, la reciba y acepte la oferta perfeccionando el contrato. Para mayor claridad
del negocio que se está realizando se la suele también denominar "reserva adreferendum" resaltando que deben ser en un momento posterior aceptadas o
aprobadas por uno de los contratantes.
Generalmente esas reservas tienen un plazo de vencimiento. Si el otro contratante la
acepta antes del vencimiento, se habrá perfeccionado el contrato (que a su vez
puede tener una seña). Si el otro contratante no acepta, no se habrá logrado
perfeccionar el contrato y corresponderá solamente devolver la suma recibida como
reserva.
La reserva está contemplada como “contrato sujeto a conformidad” que está
regulado por el art. 999 del Código.
Podría decirse que la seña confirmatoria perfecciona el contrato, la seña penitencial
también perfecciona el contrato pero con derecho a arrepentirse y que la reserva no
perfecciona el contrato por cuanto estamos frente a una oferta irrevocable aún no
aceptada.
12. Suspensión de cumplimiento recíproco
En los contratos bilaterales en los que existen obligaciones recíprocas pendientes de
cumplimiento, resulta indispensable un paso previo a cualquier reclamo.
Si dos personas han celebrado un contrato de compraventa de una máquina por la
suma de $ 10.000; dicho contrato genera dos obligaciones esenciales: En una de
esas obligaciones es acreedor el comprador y deudor el vendedor, consiste en la
entrega de la cosa vendida. La otra obligación tiene como acreedor al comprador y
deudor al vendedor y consiste en el pago de una suma de dinero (en este ejemplo $
10.000).
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
Para mantener a los contratantes en una situación de igualdad y equilibrio, se ha
establecido para los contratos bilaterales, que una de las partes no podrá demandar
el cumplimiento si no probase haberlo ella cumplido, ofreciese cumplirlo, o de que su
obligación es a plazo.
El Código regula el tema autorizando a las partes a suspender el cumplimiento de la
prestación hasta que la otra cumpla u ofrezca cumplir (CCC, art. 1031).
Según este principio aplicado al ejemplo de la compraventa, ni el vendedor podrá
exigir el pago del precio ni el comprador la entrega de la cosa, si no cumplen u
ofrecen seriamente cumplir con la prestación a su cargo.
En el ejemplo que mencionamos, como las dos obligaciones deben cumplirse
simultáneamente, quien exija a la otra parte que cumpla, debe simultáneamente
ofrecer seriamente cumplir con las obligaciones a su cargo. Por lo tanto, el
comprador, debe llevar el dinero y ofrecérselo al vendedor, para poder exigir la
entrega de la cosa. Desde ya que no es necesario que entregue el dinero si la otra
parte no cumple, sino solamente dejar constancia que ofrece entregarlo, pero que no
lo hace porque la otra parte no cumple.
Téngase presente que también para poner en funcionamiento el pacto comisorio (*)
que vemos en el punto siguiente resulta indispensable cumplir este paso previo que
coloca a una de las partes en situación de cumplidor y pone en evidencia el
incumplimiento de la otra parte.
13. Pacto comisorio
Es una cláusula que autoriza a la parte cumplidora a seguir la vía resolutoria en caso
de incumplimiento de la otra (CCC, art. 1083). El Código la denomina “cláusula
resolutoria” considerando que se encuentra implícita en todo contrato bilateral,
regulando también la inclusión de dicha cláusula en forma expresa en la letra del
contrato (arts. 1086 y 1087).
Se basa en que sería injusto que a una persona, que ha cumplido, se lo tenga ligado
para siempre a un contrato con otra persona que no cumple. Utilizando el pacto
comisorio, se le permite liberarse del contrato y reclamar los daños y perjuicios que
hubiere sufrido por la extinción del mismo, como consecuencia del incumplimiento
del otro contratante.
Dicha cláusula puede ser natural (pacto comisorio tácito o cláusula resolutoria
implícita) ya que está prevista por la ley para todo contrato bilateral (CCC, art. 1087)
o accidental (pacto comisorio expreso o cláusula resolutoria expresa), esto es, puede
ser incluida por las partes contratantes como una cláusula más del contrato (CCC,
art. 1086).
Funciona en los contratos bilaterales con prestaciones recíprocas, esto es que entre
ellas debe mediar un vínculo de interacción, como entre la cosa y el precio en un
contrato de compraventa. No es necesario que se trate de prestaciones a cumplirse.
La resolución (*) produce la aniquilación retroactiva del contrato, con algunas
limitaciones respecto a las prestaciones cumplidas recíprocamente en forma parcial,
que quedan firmes. El pacto comisorio tácito, puede ser ejercitado por vía judicial o
extrajudicial.
A los fines de esta última vía, es necesario un requerimiento que otorgue un plazo
adicional para cumplir, y que ese plazo generalmente de quince días conforme lo
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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exige la ley, transcurra sin que se verifique el cumplimiento (CCC, art. 1088, inc. C).
En caso de un pacto comisorio expreso, basta la notificación al incumplidor para que
se produzca la resolución (*) del contrato. Resulta útil por lo tanto, incluir una
cláusula de pacto comisorio expreso a fin de no tener que esperar los quince días
exigidos para la otra modalidad.
El pacto comisorio expreso, además, se utiliza para evitar la duda respecto a si el
incumplimiento de alguna obligación resulta esencial o no para el contrato, ya que
para justificar la resolución (*), el incumplimiento debe ser grave (CCC, art. 1084).
Este pacto resulta especialmente útil para los contratos complejos, en los que
existen multiplicidad de prestaciones para cada uno de los contratantes (por ejemplo
en un contrato de concesión comercial). Si las partes lo establecen, corresponde la
aplicación de la regla contractual (conf. art. 959) y por lo tanto el incumplimiento que
han considerado en el contrato como grave servirá para resolver el contrato
aplicando el pacto comisorio expreso.
14. Coordinación de reglas frente al incumplimiento de un contrato bilateral
¿Como se coordinan las distintas regulaciones legales analizadas en los puntos
anteriores? ¿Cuál es la situación legal de uno de los contratantes frente al
incumplimiento del otro?
El efecto natural de todo contrato es que se cumplan todas sus cláusulas. Y si uno
de los contratantes no cumple el otro tiene el derecho a exigir que cumpla (CCC, art.
730 que también faculta al acreedor a reclamar los daños y perjuicios sufridos por
dicho incumplimiento).
Sin embargo, para ello tiene que superar dos obstáculos legales, cuando se trata de
un contrato bilateral (como por ejemplo una compraventa). Ello no sucede en los
contratos unilaterales en los que no habrá otra opción que la mencionada en el
párrafo anterior.
El primer obstáculo para los contratos bilaterales lo encontramos en la seña
penitencial. Si se ha entregado una seña penitencial se permite el arrepentimiento.
Por lo tanto no se puede exigir a la otra parte el cumplimiento del contrato sino sólo
darla por arrepentida y cobrar la penitencia.
Si no existe seña penitencial o las partes ya empezaron a cumplir el contrato
dejando atrás la posibilidad de arrepentirse, nos encontramos con el segundo
obstáculo a superar que encontramos en el art. 1031 del Código.
Para reclamar el cumplimiento, quien lo haga debe estar en situación de cumplidor,
esto es: demostrar que no está obligado todavía a cumplir (por ejemplo porque tiene
un plazo a su favor para hacerlo), que ya cumplió o que ofrece seriamente cumplir.
Si no demuestra encontrarse en esta situación la otra parte no habrá incurrido en
mora.
Una vez superados estos dos obstáculos se pueden utilizar las dos opciones básicas
que tiene el contratante que está en situación de cumplidor frente a la mora e
incumplimiento del otro contratante. Puede pedir el cumplimiento inmediato usando
todos los medios legales para ello sin necesidad de esperar nada. O también pedir la
resolución (*) del contrato aplicando el pacto comisorio (*).
15. Nulidad e ineficacia
Además de las situaciones que pueden determinar la nulidad de cualquier acto
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
jurídico (el contrato es un acto jurídico) que ya hemos visto en otro capítulo (error,
dolo, violencia, simulación, lesión, incapacidad, etc.) existen otras causas que
pueden afectar la eficacia de un contrato.
Si he vendido un caballo que debo entregar el próximo lunes y hoy se produce un
terremoto y el caballo se muere, como consecuencia de ello, se habrá producido un
hecho ajeno a las partes que frustra el contrato definitivamente. Ya no tendré la
obligación de entregar el caballo y el contrato quedará sin efecto por un caso fortuito.
Si he recibido alguna suma de dinero a cuenta del precio deberé devolverla ya que
el contrato ha quedado sin efecto (es por ello que lo caracterizamos como ineficaz) y
las partes nada más se podrán reclamarse.
Si celebro un contrato de compraventa con un menor de edad (y por tanto incapaz)
el contrato tiene un vicio que determina que el mismo sea nulo. En este caso desde
el comienzo del contrato el mismo no tiene validez. En el caso anterior había un
contrato válido pero pierde sus efectos por un hecho fortuito posterior.
También la ley ha considerado una situación que en nuestro país, afectado por crisis
recurrentes, resulta importante: Frente a acontecimientos extraordinarios e
imprevisibles, que hagan que la prestación a cargo de uno de los contratantes se
torne excesivamente onerosa, puede éste pedir la resolución del contrato (CCC, art.
1091). La doctrina ha denominado a este instituto teoría de la imprevisión (*) o
resolución por excesiva onerosidad sobreviniente. Se permite también pedir la
adecuación equitativa del contrato a las nuevas circunstancias para impedir la
resolución.
Los acontecimientos que pueden determinar la aplicación de este instituto, no son
sólo guerras, terremotos o invasiones, sino también inundaciones, sequías, inflación
y deflación, escasez en el mercado internacional (Mosset Iturraspe). En el año 1975
en nuestro país, se dio una situación que hizo aplicable esta institución, a la que se
llamó “Rodrigazo” y que consistió en una serie de medidas económicas que
determinaron una “hiper” inflación.
16. Contrato preliminar, cartas de intención y minutas
El contrato preliminar, precontrato o contrato preparatorio -a diferencia de la carta
de intención-, es un verdadero contrato en sí mismo, pero tiene la particularidad que
obliga a celebrar otro contrato, o contrato definitivo o de segundo grado o contrato
de cumplimiento (CCC, art. 994). El plazo que fija a ley para celebrar el contrato
definitivo es de un año. En este género se comprende al contrato de opción (CCC,
art. 996) que se usa mucho en las operaciones bursátiles.
La carta de intención constituye también un contrato cuya finalidad más
significativa, es comprometerse a negociar otro contrato. No origina la obligación de
celebrar otro contrato sino la negociación en sí misma de otro contrato, que puede o
no llegar a perfeccionarse. Quien firma una carta intención se compromete a
entablar negociaciones actuando de buena fe no asumiendo como regla general
ninguna responsabilidad si el contrato no llega a realizarse, fijándose en la carta de
intención las bases de negociación (CCC, art. 993)..
Tanto el contrato preparatorio como la carta de intención son distintos de la minuta
que son borradores unilaterales de las cláusulas de un contrato confeccionados en
la etapa de negociación o preparación.
17. Garantías legales a favor del adquirente (saneamiento)
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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La ley establece responsabilidades legales a cargo de quien trasmite bienes a título
oneroso (la forma más usual es cuando los vende). Se extiende la responsabilidad a
quienes dividen bienes con otro y a los antecesores a título oneroso (CCC, art. 1033).
Como la mayor cantidad de casos se relacionan con compraventas, para mayor
claridad nos referimos al vendedor como el sujeto obligado por estas garantías legales
y al comprador como el acreedor por dichas garantías. Pero reiteramos que se aplican
a todos los casos enumerados por el art. 1033 del Código.
Podemos decir que quien en cumplimiento de un contrato trasmite un derecho a título
oneroso, está legalmente obligado a garantizar al adquirente, que el derecho que le
trasmite, no tiene vicios.
Las dos garantías legales que comprende el saneamiento, son las garantías de
evicción y por vicios ocultos. Pasamos a referirnos a ellas.
17.1. Garantía de evicción
Si un tercero iniciara alguna acción judicial que tenga por objeto reclamar algún
derecho sobre la cosa adquirida y que produzca que el comprador se viera obligado a
devolver la cosa o afectado de alguna manera en su posesión, la ley hace responsable
de ello al vendedor (CCC, art. 1044).
Se suele indicar que se trata de una garantía por los vicios “de derecho” que tienen las
cosas vendidas (como por ejemplo la venta de cosas ajenas, de cosas prendadas
como si estuvieran libres de gravámenes, de cosas robadas, de inmuebles con títulos
de propiedad adulterados, etc.).
Esta garantía ha sido denominada evicción, teniendo por finalidad que el vendedor
intervenga en el juicio iniciado por un tercero y (eventualmente) responda por los
perjuicios correspondientes, siempre que todo ello se origine en una causa o título
anterior o contemporáneo a la adquisición y sea ignorado por el adquirente vencido en
el juicio (y por lo tanto que haya actuado de buena fe).
Si se pierde la cosa en el juicio el contrato quedará sin efecto (CCC, art. 1049). El
Código no regula el caso de evicción parcial, por perderse sólo una parte de los bienes,
pero hemos de suponer que está autorizado a pedir una reducción del precio ya que el
garante soporta la pérdida (tal como lo prevé para los vicios redhibitorios el CCC, art.
1058).
Si hay mala fe del vendedor (por conocer el vicio cuando vendió la cosa), deberá
además responder por los daños y perjuicios.
Ejemplo de evicción es la compra de una cosa robada. Si la reclama el verdadero
dueño y la misma le es quitada al comprador, el vendedor responde frente al
comprador por evicción en los términos antes indicados. En primer lugar deberá
defender al comprador en el juicio para que no pierda la cosa. Y como consecuencia
de ello, si no se recupera la cosa, el contrato de compraventa quedará sin efecto.
17.2. Vicios ocultos
Así se denominan a las deficiencias que presentan las cosas transmitidas a título
oneroso, que tengan defectos ocultos o que no puedan constatarse en el momento de
ser recibidas.
Se comprenden en esta garantía los denominados vicios redhibitorios, los cuales
tienen las siguientes características: 1°) Son vicios ocultos; 2°) que existen al momento
de la adquisición, 3°) Resultan importantes, o sea, que hagan impropia la cosa para su
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
destino, o que de haberlos conocido el comprador hubiera pagado menos o no la
hubiere comprado (CCC, art. 1051, inc. B).
Reiteramos que al igual que al igual que la evicción se aplican no sólo a las
compraventas sino a todas las adquisiciones a título oneroso donde se entregue una
cosa con vicios internos o que no pudieran reconocerse al momento de la adquisición.
Se trata de una garantía establecida por la ley que se funda en el deber de lealtad que
debe estar presente en todas las relaciones contractuales.
El vicio de la cosa tiene carácter de oculto cuando, mediando la debida diligencia, no
ha podido ser advertido por el adquirente. No es indispensable recurrir a los
conocimientos de un experto que examine acabadamente la cosa y detecte los
defectos que pueda tener. Basta el cuidado que pone en la celebración del negocio un
propietario diligente.
La existencia de estos vicios confiere al comprador el derecho a reclamar que se deje
sin efecto el contrato (resolver el contrato como lo prevé el CCC, art. 1056) o reclamar
por la pérdida sufrida (CCC, art. 1058).
Si el vendedor conocía o debía conocer por su profesión la existencia de los defectos y
no los hizo conocer al comprador, será además responsable por los daños y perjuicios
por su actuación de mala fe.
En la Ley de Defensa del Consumidor se amplía esta garantía a la obligación de
asegurar un servicio técnico, reparar la cosa vendida y hacerse cargo del traslado al
taller o lugar de reparación (cargando con los costos respectivos). Si la reparación no
es satisfactoria se puede pedir el reemplazo, la devolución del precio, o una quita en el
precio (ley 24240, arts. 11 y 17).
El plazo de caducidad para reclamarlos –lo cual supone que se hizo la denuncia
previamente- es de 3 años si se trata de inmuebles o de 6 meses si son cosas
muebles. Los defectos que aparezcan después de los 3 años o 6 meses según la
naturaleza de la cosa, ya no podrán ser reclamados y no están cubiertos por la
garantía (salvo que haya una ampliación contractual de garantía como por ejemplo en
los automóviles nuevos en los que es usual dicha extensión).
Si dentro del plazo de garantía aparece un vicio dentro de los plazos de caducidad, el
comprador debe denunciarlos al vendedor. El plazo para denunciar el defecto oculto es
de 60 días de aparecer el defecto. Si no hay denuncia en ese plazo, la responsabilidad
se extingue (CCC, art. 1054).
Para completar la secuencia del reclamo, hacemos presente que el vicio que aparece
dentro del plazo de garantía (3 años para inmuebles y 6 meses para cosas muebles) y
que es denunciado dentro de los 60 días de aparecido, debe ser reclamado
judicialmente en el plazo de 1 año desde que apareció el vicio, que es el plazo de
prescripción previsto por el art. 2564
PARTE SEGUNDA: Ordenamientos especiales
1. Los contratos de consumo
La producción y comercialización masiva de bienes y servicios solamente puede
realizarse a partir de la organización en forma de empresa. Esta actividad
empresarial asegura el aprovisionamiento de los mercados, pero también genera
abusos de las empresas cuyo principal fin es la de obtener la mayor cantidad de
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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dividendos. Frente a dichos abusos se hace necesario que el Estado intervenga para
proteger a los consumidores (*).
Dada la enorme importancia que tiene la cuestión la protección a los consumidores
tiene la jerarquía de derecho constitucional (C.N., art. 42) y ha sido incorporada su
regulación general al Código Civil y Comercial en la parte de los contratos,
refiriéndose a los contratos de consumo (arts. 1092 y sgtes.).
La regulación del Código se suma a las leyes 24240 (Ley de Defensa del
Consumidor), 25156 (Defensa de la Competencia) y 22802 (Lealtad Comercial); las
que integran un verdadero sistema de protección de los consumidores.
En primer lugar se identifican a los sujetos que la ley considera consumidores (CCC,
art. 1092) y proveedores (*) (CCC, art. 1092), que se relacionan por un vínculo más
amplio que un contrato, involucrando a varios sujetos en los dos polos de lo que
denomina relación de consumo.
Por la enorme importancia que presenta el régimen de protección del consumidor lo
tratamos en un capítulo especial.
Destacamos que el régimen de protección de los consumidores no borra el régimen
común sino que suma reglas de protección especial para los consumidores que
realizan alguno de estos contratos.
En general, se presume que los consumidores están en una situación de indefensión
frente a algunas prácticas comerciales de las empresas, como por ejemplo la
publicidad engañosa y la redacción de contratos por adhesión con cláusulas
abusivas.
Así se ha dispuesto que frente a una relación de consumo, las reglas del contrato
deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protección del
consumidor y el de acceso al consumo sustentable y a favor del consumidor (CCC,
art. 1094).
2. Los contratos administrativos
Para cumplir con sus funciones, el Estado necesita contratar. Tratándose el Estado
de una persona jurídica contrata a través de sus representantes. Para prevenir la
corrupción, se han regulado normas que establecen los diversos procedimientos
que deben cumplir los funcionarios públicos en forma previa a la celebración del
contrato.
Estas figuras que se denominan contratos administrativos, se rigen por una
normativa especial que es objeto de la rama del Derecho que se llama Derecho
Administrativo, rama jurídica que regula las relaciones entre el Estado y los
particulares y consecuentemente entre sus órganos administrativos y las personas
de derecho privado (sean físicas o jurídicas).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha indicado que en materia de contratos
públicos, así como en los demás ámbitos en que desarrolla su actividad la
Administración Pública , ésta se halla sujeta al principio de legalidad, que desplaza
la plena vigencia de la regla de la autonomía de la voluntad de las partes y somete al
contrato a contenidos impuestos normativamente, de los cuales las personas
públicas no se hallan habilitadas para disponer sin expresa autorización legal (caso
CASE SACIFIE c/ Gobierno de la Ciudad de Bs. As.).
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
Estos contratos están sometidos a un procedimiento previo fijado por la ley y al cual
las partes deben someterse.
(*) Ver glosario.
Bibliografía
CARAMELO, Gustavo: Algunos aspectos de la reforma proyectada en la Teoría
General de los Contratos (Sistema Argentino de Informática Jurídica, acceso libre
por internet www.infojus.gob.ar, Revista Derecho Privado, año 2, no. 4, Ediciones
Infojus, Id. Infojus: DACF130081).
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014
FUSHIMI, Jorge F. (Director) y otros: Manual de Derecho Comercial y Contratos, Asoc.
Cooperadora Facultad de Ciencias Económicas, U.N.C., Córdoba, 2016.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs. As. 2014.
STIGLITZ, Rubén S.: El contrato por adhesión en el Proyecto de Código Civil y
Comercial (Sistema Argentino de Informática Jurídica, acceso libre por internet
www.infojus.gob.ar, Revista Derecho Privado, año 2, no. 4, Ediciones Infojus, Id.
Infojus: DACF130080).
Glosario
Accesorio: Característica que presenta un acto cuando depende de otro al cual se
considera principal.
Aceptación: Ver aceptación de la oferta.
Aceptación de la oferta: Manifestación unilateral de voluntad que debe estar referida
a la oferta y sirve para perfeccionar la declaración de voluntad común de un contrato.
Ver "oferta".
Arras: Ver "seña".
Consentimiento: Etimológicamente es “sentir con otro”, es decir, producir con otro una
coincidencia de voluntades. Uno de los elementos esenciales del contrato que se
manifiesta por ofertas o propuestas de una de las partes y aceptación por la otra (CCC,
art. 971).
Consumidor: Persona que adquiere o utiliza bienes o servicios, para su propio
consumo final o de su grupo familiar o social (conf. CCC, art. 1092). Puede ser tanto
una persona humana como una persona jurídica. Quedan comprendidos en el
concepto de consumidor, a los usuarios de servicios con la misma finalidad. En
síntesis, es consumidor no solo la persona que adquiere cosas consumibles (conf.
CCC, art. 231) sino toda persona que adquiere o utiliza, como destinatario final,
bienes o servicios cualquiera sea su naturaleza, y los adquiere de quien los produce,
vende, facilita, suministra o expide. Jurídicamente un consumidor puede ser un
comprador, un inquilino, un locatario de un servicio, un mutuario, etc. sin distinción
de profesión clase o situación social.
Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
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Imprevisión: Teoría que acepta la posibilidad de revisión de los contratos frente a la
ocurrencia de acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, que inciden sobre la
prestación debida por uno de los contratantes, volviéndola excesivamente onerosa.
Se requiere asimismo la falta de mora de parte del perjudicado. El perjudicado tiene
también una acción por revisión del contrato para que se disponga su adecuación a
las nuevas circunstancias impidiendo su resolución (ver). Este instituto ha sido
receptado expresamente en nuestro ordenamiento legal en el art. 1091 del Código
Civil y Comercial.
Ineficacia: Concepto jurídico amplio que abarca diversas situaciones en las que los
actos carecen de vigor, fuerza o eficiencia para lograr sus efectos. Referido a los
contratos, constituye una sanción legal que priva de sus efectos propios a un
contrato, en virtud de una causa existente al momento de su celebración, como un
vicio de la voluntad (ineficacia por invalidez) o bien el contrato queda privado sólo de
alguno de sus efectos, como cuando se lo priva de oponibilidad a terceros, o se
produce su resolución, la imposibilidad de cumplimiento, etc. (el concepto general
para todo acto jurídico se enuncia en el art. 382 del CCC).
Oferta: Declaración de voluntad recepticia, con la que comienza el proceso de
elaboración del contrato, y que una persona dirige a otra, proponiéndole la celebración
del mismo. Ver "aceptación de la oferta".
Oferta al público: Ofrecimiento para celebrar contrato, que se formaliza a través de la
exhibición en vidriera, remisión de catálogos por correo so su distribución en cualquier
otra forma o anuncios en un medio de difusión masiva (diarios, revistas, radio,
televisión, etcétera). Ver también: "oferta".
Pacto comisorio: Cláusula que en los contratos autoriza a la parte cumplidora a seguir
la vía resolutoria en caso de incumplimiento de la otra. La resolución produce la
aniquilación retroactiva del contrato con algunas limitaciones (en caso de existir
prestaciones recíprocamente cumplidas, éstas quedan firmes).
Proveedor: Persona que en forma profesional u ocasional, produce, importa,
distribuye o comercializa bienes o servicios con consumidores (ver). La ley argentina
no exige que se trate de una actividad permanente (CCC, art. 1093).
Rescisión (contractual): Una forma de extinción que opera para el futuro y depende
de una causa sobreviniente (López de Zavalía). Para algunos es un contrato que
tiene por objeto extinguir obligaciones generadas por otro contrato (Mosset Iturraspe).
Reserva: En la terminología corriente indica varias hipótesis de obligaciones
preliminares que se deben interpretar en conexión con las circunstancias del contrato
que se trata de perfeccionar. En los negocios inmobiliarios, por ejemplo, la reserva
suele determinar un lapso de tiempo durante el cual se concede una preferencia de
para la venta. Vencido el plazo, si no se suscribió el contrato, la reserva caduca. En
otros contratos, la reserva se interpreta como una oferta irrevocable de celebrar un
contrato quedando facultada la contraparte para aceptar o no tal oferta.
Resolución (contractual): Efecto de la aplicación del pacto comisorio (ver). Extinción
retroactiva de un contrato por incumplimiento de una de las partes.
Revocación (contractual): Extinción de un contrato por voluntad de una sola de las
partes, lo que está permitido en contratos tales como el mandato y en negocios
unilaterales. Es una forma de extinción para el futuro.
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Derecho Privado - Capítulo 6 – Contratos (parte general)
Seña: Entrega de una cosa, generalmente una suma de dinero, que una de las partes
contratantes hace a la otra al tiempo de celebrarse el contrato, sea para confirmarlo,
sea para acordar a los contratantes el derecho de arrepentirse. Se la designa también
con el nombre de "señal" o "arras" (CCC, art. 1059).
Teoría de la imprevisión: Ver “imprevisión”.
Capítulo 7
Contratos
Sumario: PARTE TERCERA: Los contratos típicos más usuales: 1. Compraventa. 1.1 Concepto. 1.2
Caracteres. 1.3. Precio. 1.4. Cosa. 1.5. Compraventa de inmuebles y boletos de compraventa. 1.6.
Compraventa de cosas muebles. 1.7. Cláusulas en las ventas internacionales. 1.8. Cláusulas que pueden
ser agregadas al contrato de compraventa. 2. Cesiones. 3. Locación. 3.1. Disposiciones para
locaciones de toda clase de cosas. 3.2. Locaciones de inmuebles. 4. Contratos de obra y servicios. 5.
Mandato. 6. Fianza. 7. Otros contratos nominados. 7.1. Donación. 7.2. Depósito. 7.3. Mutuo. 7.4.
Comodato. 7.5. Permuta.
PARTE TERCERA: Los contratos típicos más usuales
El legislador ha regulado distintos tipos o modelos de contratos. En el Código Civil y
Comercial podemos encontrar los contratos más usuales, como los de compraventa,
permuta, donación, cesión de créditos, mandato, depósito, mutuo, comodato, etc. A
ellos se suman los contratos propios de la actividad mercantil y empresaria como el
corretaje, agencia, concesión, suministro, contratos bancarios, etc.
Son especies de modelos que sirven para programar las cláusulas contractuales y
suplir lo que las partes no hubieren previsto de una manera especial. La regulación
legal resulta una buena ayuda para los contratantes que no tienen que prever, en el
momento de contratar, todas las cláusulas y reglas que ya están previstas por la ley.
Ello otorga un marco de mayor seguridad jurídica y facilita la celebración de estos
contratos típicos sobre la base de las cláusulas ya previstas por el legislador.
Sin embargo, en algunos casos, esos modelos no se adaptan a las necesidades de
los contratantes, que son libres para utilizar total o parcialmente o directamente
apartarse completamente de la regulación legal o de las cláusulas contractuales
previstas por el legislador (a las que hemos caracterizado como elementos naturales
del contrato). Esto último es lo que ha sucedido en los negocios que van
apareciendo como consecuencia de las nuevas realidades económicas y avances de
la tecnología.
Los contratos regulados por la ley son calificados como “típicos” y los que no, como
“atípicos”.
Algunos contratos que no habían sido previstos por la legislación (y por lo tanto
atípicos), se van repitiendo en la realidad social, cobrando con el tiempo una
importancia tal, que el legislador decide regularlos legalmente. En estos casos se
convierte un contrato atípico en uno típico, como sucedió con el contrato de leasing,
que no estuvo regulado en nuestra legislación hasta el año 1994 (lo reguló en ese
año la ley 24441 luego la ley 25248 que modificó la anterior y actualmente se
incorporó al CCC en los arts. 1227 y sigtes.).
A continuación, nos referiremos sintéticamente a los principales tipos contractuales
más usuales o clásicos, a los que denominamos de esta manera por ser los que han
sido regulados tradicionalmente por el Derecho Civil desde la antigüedad. Son
contratos propios de la vida cotidiana y que celebra usualmente cualquier persona
en el marco de la convivencia social. Damos prioridad y mayor extensión en nuestra
consideración a los contratos que resultan más cercanos a la práctica empresaria.
Vale aclarar que el contrato económicamente más importante desde que se inventó
la moneda, que es la compraventa de mercaderías, se encuentra hoy regulado como
un capítulo especial dentro del contrato de compraventa (el CCC regula la
2
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
compraventa de cosas muebles utilizando los antecedentes legislativos y usos y
costumbres mercantiles).
Optamos por tratar la compraventa de cosas muebles aquí, junto con las demás
compraventas, y no con los demás contratos de empresa a los que dedicamos un
capítulo especial más adelante.
1. Compraventa
1.1 Concepto
Con la aparición de la moneda, este contrato reemplazó al trueque o “permuta”, que
es el compromiso de cambiar cosa por cosa y que hoy sigue las mismas reglas que
la compraventa (CCC, art. 1172). Desde el punto de vista económico, la
compraventa es el contrato más importante que existe y el más repetido en número.
El Código contiene una definición elemental de este contrato. Dice que hay contrato de
compraventa cuando una persona se obliga a transferir una cosa a otra y ésta a pagar
por ella un precio cierto en dinero (CCC, art. 1123).
De la definición se deduce que para que exista este tipo de contrato se requieren
dos elementos esenciales: 1°) Una cosa cierta, que una persona denominada
vendedor, se compromete a entregar; y 2°) Precio determinado o determinable, que
otra persona llamada comprador se compromete a pagar.
Era denominado como “compra y venta” en el Código Civil, “compra-venta” por el
Código de Comercio y “compraventa” por la mayor parte de la doctrina. La última es la
denominación que ahora toma el Código Civil y Comercial. Aunque vale destacar que
no interesa el nombre que las partes puedan darle -a este o cualquier contrato-. Lo que
interesa es la verdadera naturaleza del contrato, ya que ella es la que marca las reglas
que corresponde aplicar al mismo.
Un ejemplo absurdo pero muy claro: Si a un contrato, que en realidad es una
compraventa, lo llamamos “adopción”, no por ello dejará de ser una compraventa,
debiendo aplicarse por lo tanto las reglas de este contrato (y no –obviamente- las
reglas de la adopción).
1.2 Caracteres
Estamos frente a un contrato típico, bilateral, oneroso, conmutativo, no formal, excepto
para los inmuebles, buques, fondos de comercio, automotores, aeronaves y caballos
pura sangre, que son formales por así haberlo impuesto las leyes que regulan sobre
estos bienes.
Vinculado con su carácter puramente consensual que tiene la regulación legal del
contrato (ha desaparecido de la ley la categoría de contratos reales, que eran los que
se perfeccionaban con la entrega de la cosa objeto del contrato), vale tener en cuenta
que es un contrato declarativo y no traslativo de derechos. Esto significa que, para que
el comprador adquiera la propiedad de la cosa y el vendedor la propiedad del dinero,
es necesaria la “tradición” o entrega de la cosa y el dinero. En otras palabras: la
celebración del contrato no convierte al comprador en dueño de la cosa ni al vendedor
en dueño del dinero, sino hasta el momento en que sean entregados. El contrato
solamente sirve de título para trasmitir el dominio (conf. CCC, art. 1892). La tradición o
entrega de la cosa es el modo de trasmitir el dominio.
El contrato de compraventa ha sido diseñado legalmente como un intercambio de
promesas, es decir, para que exista compraventa resulta suficiente que vendedor y
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
3
comprador sólo prometan entregarse cosa y dinero respectivamente. Aunque la
realidad nos muestra numerosos intercambios de cosa por precio, en los que no
existen en verdad promesas ni la intención de los contratantes de prometer alguna
prestación para el futuro. Son las denominadas compraventas “al contado” o
compraventas “manuales” para hacer referencia al cambio inmediato y de mano a
mano que realizan las partes. Estas relaciones, a pesar de ser diferentes a las que
estamos considerando, también se rigen por las reglas de la compraventa.
El Código tiene normas generales para todas las compraventas y reglas especiales
para la compraventa de cosas muebles (CCC, arts. 1142 a 1162). También se han
incluido algunas reglas sobre los boletos de compraventa de inmuebles (CCC, arts.
1170 y 1171).
En los puntos siguientes consideramos en particular los dos elementos fundamentales
de este contrato que son: precio y cosa. Aquí sintetizamos las principales obligaciones
que genera este contrato.
Para el vendedor: a) Entregar o hacer “tradición” de la cosa; b) Transferir la propiedad
de la cosa vendida, cuando ello sea necesario además de la entrega, como por
ejemplo firmar la documentación correspondiente (CCC, art. 1137); c) Pagar los gastos
de entrega y transferencia (CCC, art. 1138); d) Pagar los tributos que graven la venta;
e) Recibir el precio: f) Garantizar por vicios ocultos y evicción.
Para el comprador: a) Pagar el precio; b) Colaborar con el vendedor recibiendo la cosa
y la documentación correspondiente y realizar los actos correspondientes para que el
vendedor pueda cumplir (CCC, art. 1141); c) Pagar los gastos de recibo de la cosa.
1.3. Precio
Dos requisitos deben cumplirse para que exista el precio, como elemento esencial de
la compraventa:
1°) En dinero:
En primer lugar el precio debe ser en dinero (CCC, art. 1123). Cuando en lugar de
entregarse dinero se cambia una cosa por otra cosa, estamos frente a un contrato de
permuta (CCC, art. 1172).
Cuando se pague en parte con una cosa y en parte con dinero, se trata de una
permuta si es mayor el valor de la cosa y compraventa en caso contrario (CCC, art.
1126).
Si el precio se establece en moneda extranjera, debe considerarse al contrato como
una permuta, ya que el Código considera a esta obligación como dar cantidades de
cosas y no como de dar dinero (conf. CCC, art. 765). Téngase presente que el deudor
puede liberarse entregando moneda de curso legal, en lugar de la moneda extranjera,
por permitirlo así de manera expresa el Código (CCC, art. 765, última parte), aunque
ello no lo convierte en compraventa ya que es una opción que da la ley a favor del
deudor de moneda extranjera.
2°) Determinación
El precio debe ser determinado o determinable. El Código contempla diversas
posibilidades para su determinación. Desde la forma más usual que se presenta
cuando las mismas partes fijan la suma de dinero, pasando por dejar la fijación del
precio al arbitrio de un tercero (se trata en este caso de una condición a la que se
somete el contrato) o mediante algún procedimiento que las partes hubieran
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
establecido para fijarlo (CCC, art. 1133). Hay muchos productos que se cotizan en
bolsas y mercados de valores que sirven a los contratantes como parámetros para
determinar el precio de las cosas vendidas, lo cual está permitido por el artículo
comentado.
Por último, se suele agregar a los dos requisitos anteriores que el precio debe ser
serio, no siendo tal el precio ficticio o precio simulado (*), ni el precio irrisorio (*). En
cambio. sí se considera serio al precio vil (*) sin perjuicio que en este caso el contrato
puede verse afectado por el vicio de lesión (CCC, art. 332) al que nos hemos referido
en un capítulo anterior (ver: vicios de la voluntad).
1.4. Cosa
Pueden ser objeto del contrato todas las cosas (*), salvo prohibiciones por las personas
o por las propias cosas. Un crédito no es una cosa y por lo tanto no podría ser objeto
de un contrato de compraventa, sino de otro contrato (cesión de créditos).
Ejemplos de estas prohibiciones legales que se vinculan con las situaciones de
algunas personas o de algunas cosas son las siguientes: a un juez se le impide adquirir
bienes correspondientes a litigios en los que hubiere intervenido y a un corredor (*)
adquirir para sí cosas que se le ha encargado negociar (para mayor ilustración se
pueden ver las prohibiciones que enumera el art. 1002 del CCC). Tampoco podrían
venderse alucinógenos, uranio enriquecido, ni un misil militar, lo que está prohibido por
la propia naturaleza y peligrosidad de estos elementos (CCC, arts. 234 y 1004).
Los requisitos que deben tener las cosas para poder ser objeto del contrato de
compraventa son: 1°) Determinación: La cosa debe estar determinada o ser
determinable; 2°) Deben ser enajenables, o sea cosas que estén en el comercio
(CCC, art. 234) y cuya enajenación no estuviere prohibida. 3°) Existencia: no puede
ser objeto del contrato una cosa que no puede jamás existir. Sí pueden serlo las cosas
futuras (CCC, art. 1131), como una cosecha, en cuyo caso el contrato está sometido a
una condición (que la cosa efectivamente llegue a existir) y se convierte en un contrato
aleatorio.
Si el contrato tiene por objeto el cambio de bienes inmateriales por precio, estamos
frente a un contrato diferente a la compraventa, que se llama cesión de derechos, al
cual nos referimos en otro punto más adelante. Sin embargo, cuando esos derechos se
encuentran instrumentados en un título valor, el contrato que tiene por objeto trasmitir
su titularidad se rige por las reglas de la compraventa (CCC, art. 1124, inc. B). El
tratamiento legal de esta categoría especial de derechos (denominados títulos de
créditos, títulos circulatorios, papeles de comercio o títulos valores) se hace equivalente
al de las cosas muebles.
Por último, vale tener presente que el Código permite la compraventa de cosa ajena a
la cual declara válida, indicando al respecto que el vendedor se obliga a trasmitir o
“hacer trasmitir” (por el dueño que es un tercero), su dominio al comprador (CCC, art.
1132 que remite al art. 1008).
1.5. Compraventa de inmuebles y boletos de compraventa
La mayor parte de los contratos de compraventa tienen por objeto bienes muebles y
son realizados en forma masiva en el ámbito de la actividad comercial y empresaria.
El otro ámbito que reviste una fundamental importancia económica, se encuentra en la
compraventa de inmuebles, actividad que históricamente estuvo apartada de los
negocios mercantiles y de sus reglas, situación que ha ido cambiando con el tiempo.
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
5
Igualmente, se presentan algunas particularidades que exigen reglas diferentes para la
compraventa de inmuebles, la cual ha sido contemplada por el Código.
Distinguen a la compraventa inmobiliaria las siguientes reglas especiales:
1°) El contrato debe ser celebrado en escritura pública salvo las adquisiciones
efectuadas en remate judicial o administrativo (CCC, art. 1017, inc. A).
2°) La escritura (o el acta de remate) debe ser inscripta (CCC, art. 1890). La inscripción
debe hacerse ante el registro de propiedades que establezca cada provincia. En
Córdoba se denomina Registro General de la Provincia, cuya organización y
funcionamiento se rige por la ley provincial 5771 que reglamenta la ley nacional 17801
(anexa al Código). La registración es el modo de trasmitir el dominio de los inmuebles
(y también la demás cosas que entran en la categoría de registrables, conf. CCC, art.
1892).
3°) La inscripción registral inmobiliaria sirve para hacerla oponible a terceros (CCC, art.
1893) y resulta sumamente útil para otorgar mayor seguridad jurídica a los negocios
inmobiliarios. No solamente se registran las compraventas, sino todo acto que se
vincule con el dominio y otros derechos reales sobre los inmuebles, como los
gravámenes y medidas cautelares como los embargos.
4°) El sistema de registro y principios registrales inmobiliarios, son impuestos por la ley
17801, complementaria del Código, como el principio que se ha denominado “tracto
sucesivo” (ley citada, arts. 15 y 16) que impone que se conserve el encadenamiento de
las inscripciones, en forma sucesiva y concordante de unas con otras.
En la práctica, es común que se acuerden los elementos de una compraventa
inmobiliaria sin que se cumpla con las formas exigidas por la ley (escritura pública e
inscripción registral) y que denomine a ese acto como “boleto de compraventa”.
En consecuencia, se denominan boletos de compraventa a los contratos que tienen
por objeto la venta de un inmueble, pero que no son hechos mediante escritura pública.
Si bien los mismos no valen como contrato de compraventa de un inmueble por no
cumplir con la forma solemne dispuesta por la ley (CCC, art. 1017, inc. A), sirven como
contrato que obliga a las dos partes a otorgar dicha escritura pública (CCC, art. 1018).
Se considera a dicha obligación de escriturar, como una obligación de hacer que las
partes tienen recíprocamente. Por lo tanto, si alguna de las partes se niega a escriturar
–ambas están obligadas a hacerlo-, puede ser obligada a ello utilizando los medios
legales, es decir, puede ser demandado judicialmente por la escrituración. Y si aún así
no cumple, puede ser reemplazado en la firma de la escritura por el juez que interviene
en la causa (CCC, art. 1018).
La ley protege de manera especial a los adquirentes de inmuebles por boleto de
compraventa, otorgándoles prioridad a sus derechos sobre los embargantes (o quienes
han obtenido otras medidas cautelares), en sus reclamos en contra del titular registral
del inmueble. El art. 1170 del Código establece los requisitos para gozar de esa
prioridad y que podemos sintetizar: vínculo con el titular registral, pago del 25 % del
precio, fecha cierta anterior, y posesión o inscripción registral. De allí la importancia de
la posesión en estos casos.
También se declara el boleto de compraventa oponible al concurso o quiebra del
vendedor fijándose en el art. 1171 del Código las condiciones necesarias para ello, que
son básicamente tener fecha cierta (*), posesión o inscripción registral y haber
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
abonado por lo menos el 25 % del precio, ya que confiere al adquirente un grado de
oponibilidad a terceros que resulta de mucha importancia práctica.
1.6. Compraventa de cosas muebles
Las reglas mercantiles han copado la regulación sobre las compraventas de cosas
muebles en el Código. Tradicionalmente, el comercio ha sido considerado como
intermediación en la compraventa de mercaderías y las reglas mercantiles forjadas por
los usos y costumbres han sido adoptadas hoy como derecho común al incorporarse al
Código. El antecedente más inmediato se encuentra en el Código de Comercio
derogado.
Se establecen en el Código una serie de reglas especiales para la compraventa de
cosas muebles, que se aplican con exclusión de las otras reglas generales de la
compraventa y que a continuación sintetizamos:
1°) Precio no señalado: Se toma el precio que nosotros llamamos “de mercado” o
como lo indica el Código: el que surge del tráfico mercantil (conf. CCC, art. 1143).
2°) Peso, número y medida real y peso neto: Cuando el precio se fija por peso, número
y medida de las cosas se tomará conforme al real y al peso neto (CCC, art. 1144).
3°) Factura: El vendedor debe entregar al comprador una factura. Si los usos no
imponen el otorgamiento de factura el vendedor debe entregar al comprador un
documento que acredite la venta (como sería una compraventa no mercantil de una
cosa mueble usada). Si no consta el plazo de pago se supone que la venta es al
contado (CCC, art. 1145).
4°) Plazo de entrega de la cosa y pago del precio: Se fija en 24 horas desde la
celebración del contrato (CCC, art. 1147). Téngase presente que los plazos se cuentan
en la forma establecida por el art. 6 del Código. El precio debe pagarse en el mismo
acto de entrega de las cosas, teniendo derecho el comprador a examinarlas (CCC, art.
1152).
5°) Lugar de entrega de la cosa: El fijado en el contrato, por los usos, por las
particularidades del contrato o el lugar donde se encontraba la cosa al momento del
contrato (CCC, art. 1148).
6°) Entrega simbólica de las cosas: La entrega o tradición de la cosa vendida puede
hacerse mediante la intervención de terceros, como por ejemplo por titulares de
empresas de depósito o transportistas (CCC, arts. 1149 y 1151). Si bien no existe en
estos casos una entrega material o real de la cosa, hay una entrega jurídica en la
medida que el derecho de dominio de la cosa se representa y transfiere con la
transferencia de ese documento (certificado de depósito, carta de porte, etc.).
7°) Entregas anticipadas subsanables: Facultad del vendedor a subsanar defectos de
cantidad y calidad antes del vencimiento (CCC, art. 1150).
8°) Compraventa sobre muestras o calidad conocida (cosas adecuadas al contrato): El
vendedor solamente cumple su obligación si entrega la mercadería que coincide con la
muestra o calidad conocida (CCC, arts. 1153 y 1154). El comprador debe informar de
inmediato al vendedor (CCC, art. 1158) y si las partes no se ponen de acuerdo, debe
pedirse la designación de un perito arbitrador para que resuelva en el plazo de 30 días
(CCC, art. 1157).
9°) Vicios aparentes: Cuando las cosas se entregan en fardos o bajo cubiertas que
impiden su examen, el comprador puede reclamar por diferencias en cantidad y calidad
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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dentro de los 10 días de recibidas (CCC, art. 1155). Si el comprador revisó la
mercadería al momento de la entrega y no hizo reserva, ya no podrá reclamar.
10°) Compraventa a prueba o a satisfacción del comprador: Las partes condicionan el
contrato a que el comprador pruebe o deguste las cosas vendidas. El silencio del
comprador por 10 días hace que se tenga por perfeccionado el contrato (CCC, art.
1160).
11°) Cláusula “pago contra documentos”: Sirve para independizar la obligación de pago
de la entrega de la mercadería. Si se agrega esta cláusula, el comprador no puede
negarse al pago por ninguna razón vinculada con las mercaderías. Solamente puede
negarse si la documentación es errónea. La cláusula “aceptación contra documentos”
sirve para comprometer al comprador a pagar desvinculando también el compromiso
de pago a la entrega de la mercadería. Estas cláusulas permiten que la mercadería sea
pagada por un banco, que se le limita a controlar la documentación (generalmente
factura), y no se compromete con el resto de las obligaciones asumidas por las partes
(CCC, art. 1162)
1.7. Cláusulas en las ventas internacionales
A los fines de solucionar algunos de los problemas que generan los contratos de
compraventa internacionales, la Cámara de Comercio Internacional, con filiales en casi
todos los países (incluida la Argentina), ha diseñado las “Incoterms” (*) que se vienen
aplicando desde hace décadas con notable eficacia en la práctica y rigen como un
uso comercial.
El Código ha ratificado su uso en el art. 1161, indicando que se aplican aun en caso
de no tratarse de una compraventa internacional.
La última versión de estas cláusulas es del año 2000. Se trata de cláusulas que
permiten acordar, con un simple código de tres letras, un gran número de
obligaciones típicas de los contratos internacionales. En general, se vincula cada
letra a la iniciar de una palabra en inglés de la cual deriva la distribución de
obligaciones para cada uno de los contratantes y se colocan después del precio de
la mercadería. Por ejemplo: “U$S 150 CIF” o “U$S 150 FOB”.
Se han regulado trece cláusulas, subdivididas en cuatro grupos, según la primera
letra. A título de ejemplo, nos referimos a las dos utilizadas en el ejemplo anterior.
La cláusula FOB, proviene de “free on board" o “franco a bordo”, significa que el
precio de la mercadería incluye la responsabilidad del vendedor hasta que la
mercadería pase la borda del buque (se utiliza en los casos en que la mercadería
sea trasportada por vía marítima o fluvial e incluye los gastos hasta la carga de la
mercadería a bordo del buque).
La cláusula CIF proviene de “cost, insurance and freight” o “costo seguro y flete”
significa que el precio de la mercadería incluye, además de su costo, el seguro y
flete hasta su lugar de destino. En la práctica, se indica en el contrato el precio de la
mercadería y a continuación la cláusula de tres letras que se aplicará. La cláusula
opuesta es “EXW” que proviene de “ex work” o “en fábrica”, e implica que el precio
indicado corresponde a la mercadería recogida por el comprador en la fábrica, no
incluyéndose el transporte de la misma.
Estas cláusulas se aplican no solamente por decisión de las partes sino también por
exigencia de los bancos y entidades que intervienen en el comercio internacional.
Dichas entidades normalmente requieren que se incluya en el contrato una remisión
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
expresa a la aplicación de estas reglas. Pero aún si no lo hicieran expresamente en
el contrato, las reglas se aplican ya con el valor de una costumbre internacional.
1.8. Cláusulas que pueden ser agregadas al contrato de compraventa
Entre las numerosas cláusulas que pueden agregarse libremente a un contrato de
compraventa se encuentran algunas que suelen utilizarse reiteradamente y que el
Código ha regulado:
Pacto de retroventa es aquel por el cual el vendedor se reserva el derecho de
recuperar la cosa vendida contra restitución del precio (CCC, art. 1163 que lo trata
como un contrato sometido a condición resolutoria).
Pacto de reventa es aquel por el cual el comprador se reserva el derecho de devolver
la cosa comprada obligando al vendedor a restituir el precio (CCC, art. 1164).
Pacto de preferencia es aquel por el cual el vendedor tiene derecho a recuperar la
cosa con prelación a cualquier otro adquirente si el comprador decide enajenarla
(CCC, art. 1165).
2. Cesiones
Nuestra ley regula el contrato de cesión de derechos definiéndolo de manera muy
simple, como aquél en que una de las partes (el cedente) transfiere a la otra un
derecho. Si la contraprestación a cargo de la otra parte (cesionario) consiste en
dinero se aplican las reglas de la compraventa, si se entrega un bien las reglas de la
permuta y, si no hay contraprestación, las reglas de la donación (CCC, art. 1614).
La circulación económica o transferencia de los créditos es regulada mediante la
figura del contrato de cesión de créditos, que queda absorbida por la cesión de
derechos (los créditos son una clase de derechos).
Adelantamos que en materia comercial existe una forma especial de transmitir
créditos que están instrumentados en papeles de comercio o títulos valores (*) como
un cheque o un pagaré. Nos estamos refiriendo al endoso (*), que tiene un régimen
especial propio y mucho más simple que la cesión de créditos.
También se permite para algunos de esos títulos, que puedan emitirse y circular con
la modalidad denominada “al portador” que posibilita que la transmisión se haga por
la simple entrega del documento, lo cual es aún más simple que la modalidad del
endoso. Volveremos sobre estas modalidades en el capítulo correspondiente a los
títulos valores o títulos de crédito.
El comentario se vincula con la tendencia a despersonalizar los créditos de la
persona del acreedor, permitiendo que los mismos circulen económicamente,
transmitiéndose los derechos sin que tenga importancia a quien se traspasan.
Pueden ser objeto del contrato de cesión todo tipo de derechos, salvo prohibición
legal o convencional (CCC, art. 1616).
Es un contrato formal, porque debe celebrarse por escrito. Y si se trata de derechos
hereditarios, litigiosos o que consten en una escritura pública, la cesión debe ser
hecha por escritura pública (CCC, art. 1618). Puede ser gratuito u oneroso y
correlativamente unilateral (si es gratuito) o bilateral (si es oneroso).
El contrato de cesión tiene por efecto transmitir la propiedad o titularidad de un
derecho entre cedente y cesionario, es decir es traslativo de derechos (a diferencia
de la compraventa que como ya indicamos es declarativa de derechos).
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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Entre partes se produce la transferencia de derechos cuando se perfecciona el
contrato. Pero para hacer la cesión oponible a terceros, se exige notificación al
cedido por instrumento público o privado de fecha cierta (*) (CCC, art. 1620).
Si dicha notificación no se practica, para el deudor y los acreedores del cedente, el
crédito sigue estando en el patrimonio del cedente y, por lo tanto, dichos derechos
pueden ser embargados como si nunca hubieran sido trasmitidos. Además, frente a
esta situación, si el deudor pagara su crédito al cedente, pagaría válidamente y se
liberará, ya que para el deudor no notificado su acreedor sigue siendo el cedente
(CCC, art. 1621).
Cuando la cesión es onerosa, el cedente asume sólo responsabilidad por la
existencia y legitimidad del derecho cedido (CCC, art. 1628), pero no asume ni
garantiza si se presenta la insolvencia del deudor o sus fiadores. En otras palabras,
si el deudor no cumple y el crédito es legítimo, ninguna responsabilidad tiene el
cedente frente al cesionario por dicho incumplimiento (sólo podrá cobrarle al deudor
cedido) salvo que en forma expresa se convenga lo contrario.
Si quisieran las partes que el cedente garantice el cobro del crédito, debe
establecerse ello en forma expresa, ya que si no se hace el cedente quedará
liberado.
El Código regula también la cesión y asunción de deudas (CCC, arts. 1632 y sgtes.)
y la cesión de posición contractual (CCC, arts. 1636 y sgtes.) que presentan algunas
particularidades.
En lo que se refiere a la cesión de deudas, la regulación legal también ha seguido la
tendencia hacia la despersonalización (al igual que sucede con los créditos),
permitiéndola como regla general.
Se presentan situaciones diferentes entre dos figuras: la cesión de deuda y la
asunción de deuda, las cuales se diferencian según participe o no el deudor.
La cesión de deuda requiere la participación de acreedor, deudor y tercero que se
hace cargo del pago de la deuda (CCC, art. 1632). Puede acordarse de que el
deudor se libere o no. Sin el consentimiento expreso del acreedor, el deudor seguirá
obligado y quien asumió la deuda solamente quedará como como codeudor
subsidiario (CCC, arts. 1634).
En cambio, la asunción de deuda es un convenio entre acreedor y tercero que tiene
por objeto la liberación del deudor. El tercero no queda obligado y la asunción de
deuda no se perfecciona, si el deudor no es liberado.
Aparece otra modalidad más que es la promesa de liberación, referida a la que hace
un tercero al deudor. A diferencia de las anteriores aquí no participa el acreedor
(CCC, art. 1635).
Por último, se permite la cesión de posición contractual en los contratos en que
hubiere prestaciones todavía pendientes de cumplimiento (CCC, art. 1636). Se exige
el consentimiento de todas las partes. Lo que puede trasmitirse son los derechos y
obligaciones que surgen del mismo contrato. No se trasmiten las garantías (CCC,
art. 1640).
3. Locación
3.1. Disposiciones para locaciones de toda clase de cosas
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
“Alquiler” y “arrendamiento” se suelen utilizar para denominar a este contrato y
también para referirse al precio que paga el locatario o inquilino. El viejo Código Civil
la identificaba como “locación de cosa”, para distinguirla de otras locaciones (de obra
y de servicios), que el nuevo Código denomina de manera diferente. Ello le permite
llamar ahora a este contrato simplemente “locación”, sin que existe margen de dudas
sobre el contrato al que se está refiriendo.
A la realización de este contrato se dedican las empresas de alquiler de autos,
maquinaria, herramientas, etc. Resulta asimismo de enorme importancia económica
la locación de inmuebles, respecto a los cuales la ley tiene reglas especiales,
preocupándose particularmente de las locaciones habitacionales para diseñar un
sistema de protección a los inquilinos o locatarios de esta última clase de locación.
El contrato se encuentra definido expresamente por la ley, que dice que hay contrato
de locación si una parte se obliga a otorgar a otra el uso y goce temporario de una
cosa, a cambio del pago de un precio en dinero (CCC, art. 1187). Se denomina
locador al obligado a entregar la cosa y locatario a quien paga el precio.
Como los elementos esenciales de este contrato son cosa y precio, igual que en la
compraventa, las reglas de este último contrato se aplican en subsidio a la locación
(CCC, art. 1187, ap. 2).
Se trata de un contrato nominado, bilateral, oneroso, conmutativo y no formal. En
cambio, son formales las locaciones de bienes registrables, las que deben ser
celebradas por escrito (CCC, art. 1188, que establece que esa forma probatoria
también se aplica a las prórrogas y modificaciones del contrato). Es un contrato de
tracto sucesivo (*) y se continúa por el plazo convenido aún en caso de fallecimiento
de las partes o venta de la cosa arrendada (CCC, art. 1189).
La ley también limita las facultades en caso de hacerse representar las partes en la
celebración del contrato, exigiendo facultades expresas para celebrar contrato de
locación por más de tres años, o cobrar alquileres anticipados por el mismo período
(CCC, art. 1191).
Las principales cláusulas previstas por la ley para este contrato se refieren a:
1°) Destino de la cosa:
Debe dársele el destino acordado en el contrato. En caso de no indicarse en el
contrato, debe dársele el que corresponde al que ya estaba cumpliendo cuando se
alquiló, el que usualmente cumplen cosas análogas o el que tiene la naturaleza de la
cosa (CCC, art. 1194).
2°) Tiempo de la locación:
No se prevén plazos de duración para los contratos de locación, salvo cuando
tengan por objeto inmuebles.
El plazo máximo de duración del contrato es de 20 años, cuando se trata de un
inmueble que tiene destino habitacional y 50 años para los inmuebles con otros
destinos (CCC, art. 1197).
El plazo mínimo de la locación de inmuebles es de tres años. Este plazo se aplica
para el caso de no haberse fijado en el contrato (CCC, art. 1198) y también es un
plazo mínimo legal de orden público. El locatario puede renunciar al plazo legal,
solamente si la cosa ya está en su poder (lo que se ha dispuesto para evitar
maniobras fraudulentas del locador).
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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Se han dispuesto algunas excepciones al plazo mínimo obligatorio en el art. 1199,
como para la locación de embajadas, inmuebles amoblados destinados a turismo,
etc.
Por otra parte, se prevé que el contrato subsiste vigente en caso de muerte de
cualquiera de las dos partes (CCC, art. 1189, inc A) y también en caso de
enajenación de la cosa alquilada (CCC, art. 1189, inc. B).
También se permite la continuación de la locación frente al fallecimiento o abandono
por parte del inquilino, del inmueble destinado a habitación, a favor de quien lo
habite y acredite haber recibido del locatario ostensible trato familiar durante el año
previo al abandono o fallecimiento (CCC, art. 1190).
Si al finalizar el contrato el locatario no devuelve la cosa con el consentimiento del
locador, no hay tácita reconducción. Es decir, no se renueva el contrato por el
mismo plazo originalmente contratado. La ley presume que existe la continuación
de la locación en los mismos términos, pero en forma precaria, o sea, hasta que
cualquiera de las partes dé por concluido el contrato mediante comunicación
fehaciente (CCC, art. 1218).
3°) Reglas de orden público para la locación de inmuebles con destino habitacional:
En la locación habitacional se prevén normas de orden público indicándose que no
puede requerirse del locatario: 1° el pago de alquileres anticipados por períodos
mayores a un mes (CCC, art. 1196, inc. A); 2° depósitos de garantía por cantidad
mayor del importe equivalente a un mes de alquiler por cada año de locación
contratado (CCC, art. 1196, inc. B); 3° el pago de valor llave o equivalentes (CCC,
art. 1196, inc. C); y 4° la firma de pagarés o cualquier otro documento que no forme
parte del contrato original (CCC, art. 1196, inc. D).
El inciso D del art. 1196 fue agregado con la reforma al Código del año 2020 y tiene
por objeto castigar la práctica de instrumentar una parte del precio de la locación “en
negro” o en forma oculta, mediante la firma de pagarés.
Las principales obligaciones establecidas por la ley son:
Para el locador: 1° Entregar la cosa al locatario en condiciones aptas para su uso y
goce (CCC, art. 1200); 2° Conservar y mantener la cosa apta para su destino,
haciendo las reparaciones a su cargo, fijando plazos para el cumplimiento y
reducción del precio de la locación (CCC, art. 1201); 3° Pagar las mejoras
necesarias que hubiera hecho el locatario (CCC, art. 1202 y 1211); 4° Pagar las
cargas y contribuciones que graven la cosa (como el impuesto inmobiliario) ni las
expensas comunes extraordinarias (las expensas ordinarias y tasas municipales
sí pueden quedar a cargo del locatario); 5° Aceptar la compensación con el canon
locativo de los gastos a su cargo efectuados por el inquilino (CCC, art. 1204 bis); etc.
Para el locatario: 1° Pagar el precio que se integra también con las prestaciones
periódicas asumidas por el locatario, como pueden ser los servicios de agua, y tasas
a la propiedad, expensas comunes ordinarias, etc, (CCC, art. 1208); 2° Usar la cosa
conforme a su destino (CCC, art. 1205); 3° Conservar la cosa (CCC, art. 1206); 4°
Restituir la cosa al final del contrato (CCC, art. 1210); 5° Pagar las cargas y
contribuciones que graven el destino que se asigne a la cosa, como el impuesto a
los ingresos brutos o tasa municipal de comercio e industria (CCC, art. 1209); etc.
Se regula especialmente el régimen de las mejoras en la cosa objeto del contrato,
indicando como regla que el locatario puede hacerlas si no se le hubiera prohibido
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
en el contrato (CCC, art. 1211). En caso de haberse prohibido y el locatario las hace
violando la prohibición, se considera incumplimiento de la obligación de
conservación de la cosa y causal de extinción del contrato (y desalojo si se trata de
un inmueble) (CCC, art. 1212).
No puede cederse el contrato sin el consentimiento de las partes (como lo prevé el
art. 1636 para cualquier contrato de duración). La violación a la prohibición por el
locatario se considera un incumplimiento a la obligación de no cambiar el destino de
la cosa y, por lo tanto, causal de extinción del contrato y desalojo si se trata de un
inmueble (CCC, art. 1213). La cesión del contrato por el locador se produce
legalmente por la enajenación de la cosa objeto del contrato (CCC, art. 1189, inc. B).
Y la trasmisión a los herederos de la posición contractual se produce por causa de
muerte de cualquiera de las partes (CCC, art. 1189 inc. A).
Se permite la sublocación parcial si las partes no lo prohíben en el contrato (CCC,
art. 1214).
3.2. Locaciones de inmuebles
Los contratos de locación de cosas más comunes e importantes, son los que tienen
como objeto inmuebles urbanos y rurales. Dichas relaciones, si bien se rigen por las
normas del contrato de locación establecidas en el Código, han sido reguladas
sucesivamente por leyes especiales, habiéndose establecido en varias
oportunidades la aplicación de leyes de emergencia económica, en las que se
establecieron disposiciones tales como la congelación del precio de los alquileres o
la prórroga automática de los plazos de los contratos.
El Código incluye reglas particulares para la locación de inmuebles, principalmente
para los que tienen destino habitacional. Se trata por este medio de dar alguna
protección a los inquilinos frente a posibles abusos de los propietarios. A estos fines
se ha dispuesto una serie de restricciones a la libertad de contratación (reglas de
orden público), como las siguientes:
1°) Plazo mínimo de duración del contrato de tres años (CCC, art. 1198), cualquiera
fuera su destino. Si se celebrara por un plazo mínimo menor, el inquilino tiene la
facultad de considerarlo celebrado por tres años;
2°) Plazo máximo de 20 años para las locaciones con destino habitacional y plazo
máximo de 50 años para locaciones con otro destino (CCC, art. 1197);
3°) Intimación previa al desalojo de inmueble con destino habitacional. La principal
obligación que tiene el locatario es pagar el precio de la locación. Aún frente al
incumplimiento de esta obligación se protege adicionalmente al inquilino de inmueble
con destino habitacional. El locador puede demandar el desalojo por falta de pago de
los alquileres, para lo cual el locatario además de estar en mora en el pago de dos
períodos consecutivos (CCC, art. 1219, inc. C que se aplica a todas las locaciones
de inmuebles); debe ser intimado fehacientemente otorgando para cancelar la deuda
en un plazo que nunca será inferior a 10 días corridos contados a partir de la
recepción de la intimación, consignando el lugar de pago (CCC, art. 1222).
Remarcamos que esta protección especial se otorga solamente para las locaciones
con destino a vivienda y no rige para las que tienen otros destinos (como comercial o
industrial).
Estos recaudos no tienen otra finalidad que la de proteger al inquilino de la actitud
desaprensiva en que pudiera incurrir el locador, brindándole a aquél la oportunidad,
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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durante el transcurso de los 10 días del emplazamiento, de abonar los arriendos y
gastos de la locación y advertirle que, si no aprovecha la oportunidad que le otorga
la ley, será demandado por desalojo. También se ha indicado que es un medio de
evitar abusos de parte del locador y dar certeza de las sumas adeudadas por el
locatario.
4°) Se faculta al locatario para rescindir anticipadamente el contrato por su sola
voluntad si hubieren transcurrido seis meses de contrato, para lo cual deberá
notificar fehacientemente su decisión. Si la opción se realiza en el primer año de
vigencia del contrato, el locatario deberá pagar en concepto de indemnización el
equivalente a un mes y medio de alquiler al momento de desocupar el inmueble y de
un mes de alquiler si la opción se realiza después del primer año de vigencia del
contrato (CCC 1221, inc. A).
5°) En los contratos destinados a uso habitacional, solo pueden realizarse ajustes
anuales del precio de la locación, utilizando un índice conformado por partes iguales
por las variaciones mensuales del índice de precios al consumidor y la remuneración
imponible promedio de los trabajadores estables publicado mensualmente por el
Banco Central de la República Argentina. Para las locaciones con otros destinos se
permiten ahora cualquier cláusula de ajuste y la utilización de cualquier índice (ley
27551, art. 14).
6°) En ningún caso el locador puede negarse a recibir las llaves del inmueble o
condicionar la misma, sin perjuicio de la reserva por las obligaciones pendientes a
cargo del locatario (CCC, art. 1222). De esta forma el inquilino no se verá obligado a
seguir pagando el alquiler aún que devuelva el inmueble sin que el mismo esté en
las condiciones pactadas (por ejemplo: recién pintado o con deterioros por mal uso
del mismo). El locador deberá entonces recibir siempre la llave, haciendo reserva
sobre el estado en el que se devuelve el inmueble, a fin de poder luego reclamar lo
que corresponde.
Existe también una ley especial que regula los arrendamientos de inmuebles con
destino a la explotación agropecuaria y que también regula sobre las aparcerías
rurales (*). Se trata de la ley 13246, que también contiene disposiciones de orden
público, como el que establece un plazo mínimo de tres años (art. 4) y el que prohíbe
incluir en el contrato algunas cláusulas, como obligar al arrendatario a vender su
producción a determinada persona (art. 17).
Este régimen legal, que ha sido motivo de varias reformas, se aplica a toda
explotación agropecuaria onerosa, encuadrándose en la regulación figuras que han
sido denominadas contratos de cosecha, de pastoreo, de pastaje, etc.
4. Contratos de obra y servicios
Con anterioridad se nombraba a estos contratos como “locación de obra” y “locación
de servicios”. Sirve la actual denominación del Código para evitar confusiones,
distinguiendo con mayor claridad a la actual locación que se refiere solamente a la
locación de cosas.
Si bien los contratos de obra y de servicios son dos contratos diferentes, han sido
regulados conjuntamente por el Código, presentando en común que tienen por
objeto la actividad de uno de los contratantes.
En una primera parte se los define conjuntamente (CCC, art. 1251) y se regulan las
disposiciones comunes a ambos, para después desarrollar las disposiciones
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
especiales para cada uno de ellos. Se tratan de contratos nominados, bilaterales,
gratuitos u onerosos, conmutativos, no formales y de tracto sucesivo (*).
Nosotros los trataremos por separado dando preeminencia al contrato de obra ya
que el contrato de servicios ha sido en gran medida absorbido por el contrato de
trabajo, el cual está regulado en forma autónoma, principalmente en la Ley de
Contrato de Trabajo 20744 que no es objeto de estudio en este curso.
4.1. El contrato de obra
El contrato de obra es aquel por el cual una de las partes, denominada contratista
(también se usa identificarlo como empresario, constructor y en su caso, profesional
liberal, autor o artista), se compromete a realizar una obra material o intelectual a
favor de la otra parte denominada comitente (también dueño, propietario,
patrocinado, cliente) quien se obliga a pagar a cambio una retribución (conf. CCC,
art. 1251).
El contrato de obra es pues, un contrato muy amplio en tanto la obra a realizar
consiste en que el contratista se compromete a alcanzar un resultado material
(construcción de un edificio, fabricación de una máquina o confección de una prenda
de vestir) o inmaterial (técnico, científico, literario, etc.), de acuerdo con las reglas del
arte de construir.
El otro elemento del contrato (cuando no es gratuito lo cual permite expresamente la
ley en el art. 1251 última parte del CCC), es el precio, el cual debe ser determinado
por el contrato, la ley, los usos o -en defecto de todos los anteriores- por decisión
judicial (CCC, art. 1255). El precio convenido puede ser global (por toda la obra o por
ajuste alzado) o por unidad de medida, en cuyo caso no se puede pretender
modificación del precio acordado (CCC, art. 1255, última parte). También puede
convenirse el precio por coste y costas (por el valor de los materiales, mano de obra
y gastos, conf. CCC, art. 1263) o por cualquier otro sistema que las partes
establezcan (CCC, art. 1262).
Las principales obligaciones que nacen del contrato de obra, son:
Para el contratista: 1°) Ejecutar la obra en el plazo correspondiente (CCC, art. 1256,
incs. A y E); se trata de una obligación de hacer por lo que se aplican las reglas de
este tipo de obligaciones; 2°) Informar al comitente (CCC, art. 1256, incs. B y D); 3°)
Proveer el material para la obra (CCC, art. 1256, inc. C), aunque es también común
que se convenga que el material lo prevea el comitente; 4°) Responder por la ruina
de la obra o defectos graves de construcción (CCC., art. 1273).
Para el Comitente: 1°) Pagar el precio (CCC, art. 1257, inc. A); 2°) Prestar su
colaboración al contratista (CCC, art. 1257, inc. B), como por ejemplo proveer los
materiales comprometidos o realizar los trámites de aprobación municipal; 3°)
Recibir la obra (CCC, art. 1257, inc. C).
Caracteriza a éste contrato la facultad que se concede exclusivamente al comitente
de rescindirlo unilateralmente en cualquier momento. El artículo 1261 del Código,
establece que el dueño de la obra puede desistir de la ejecución de ella por su sola
voluntad, aunque se haya empezado, indemnizando al locador todos sus gastos y
utilidad que pudiera obtener el contratista por el contrato. De todos modos, si ello
llevara a una situación de injusticia en contra del comitente, el mismo artículo prevé
en su última parte que el juez puede reducir equitativamente la utilidad si la
aplicación estricta de la norma conduce a una notoria injusticia.
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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También se concede al comitente la facultad unilateral de variar el proyecto de la
obra siempre que no implique cambios sustanciales en su naturaleza. En cambio, el
contratista no puede variar el proyecto sin consentimiento del comitente (CCC, art.
1264).
Finalmente resulta de mucha importancia práctica las precauciones a tomar en el
momento de recepción de la obra por parte del comitente. Si existen vicios o
defectos aparentes o diferencias con la calidad comprometida, es obligatorio hacer
reserva con detalle de las deficiencias ya que de no hacerse se presume que no
existían (CCC, arts. 1271 y 747).
4.2. El contrato de servicios
Desde el siglo pasado, el contrato de trabajo adquirió autonomía desprendiéndose
del contrato de servicios (antes locación de servicios) y comprendiendo todas las
relaciones en las que existe relación de dependencia.
Ello produjo que quede limitada la regulación del Código (del anterior Código Civil y
del actual CCC) casi exclusivamente a los servicios profesionales y los brindados por
empresas, en los que no existe relación de dependencia (conf. CCC, art. 1252
segundo párrafo)..
La diferencia fundamental entre este contrato y el de obra está claramente explicada
en el primer párrafo del art. 1252 del Código, el cual toma la distinción clásica entre
obligaciones de medios (o de actividades) y de resultado (o de fines).
En la primera clase (propia de la locación de servicios) el deudor promete
únicamente desplegar una conducta diligente tendiente a satisfacer el interés final
del acreedor, por lo que atento a ello el deudor cumple prestando conducta diligente
aunque no se obtenga el resultado final; como el médico que trata la enfermedad de
un paciente. No se compromete a curarlo como resultado sino de utilizar todos los
medios para tratarlo diligentemente.
Mientras que en las obligaciones de resultado (propias del contrato de obra), el
deudor promete la prestación de conducta mediante la cual asegura o garantiza el
interés final perseguido por el acreedor, esto es la construcción de la obra. En razón
de ello, si no se logra el resultado final comprometido, se produce un incumplimiento.
Además de aplicarse las reglas comunes que hace el Código junto con el contrato
de obra, en las regulaciones especiales de este contrato se remite a las reglas de las
obligaciones de hacer (CCC, art. 1278). Asimismo se establece que en caso de no
pactarse plazo de duración del contrato, cualquiera de las partes puede rescindirlo
preavisando con una anticipación razonable (*) a la otra parte.
5. Mandato
Es un contrato por el cual una persona se obliga a realizar uno o más negocios (o
actos jurídicos) que otro le encarga (conf. CCC, art. 1319). Es un contrato nominado
ya que está regulado por el Código a partir del art. 1319 que lo define. Es no formal,
aunque algunos mandatos son formales, como el que tiene por objeto comprar o
vender inmuebles, automotores, etc. (conf. CCC, art. 363, que establece que el
apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta para el acto que el
representante debe realizar).
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
Puede ser gratuito u oneroso aunque si nada se ha establecido el Código lo
presume oneroso pudiendo en consecuencia el mandatario pedir que se le pague
una retribución (CCC, art. 1322).
Quien hace el encargo es denominado mandante y a quien lo recibe mandatario.
Este último se obliga a cumplir o ejecutar el encargo, informar y rendir cuentas (CCC,
art. 1324).
La palabra mandato viene de dar la mano (“manusdatio” en latín), símbolo que
exteriorizaba la confianza del uno y la fidelidad que le prometía el otro. El mandato
es un negocio de colaboración; el mandatario pone su actividad, dirigida a adquirir,
modificar o extinguir derechos al servicio del mandante (CCC, art. 1325).
El mandante, es el "dueño del negocio" que se quiere celebrar, suyo es el "interés"
en la celebración, puesto que las consecuencias, directa o indirectamente, recaerán
en su patrimonio.
Es un contrato esencialmente revocable por el mandante, salvo excepciones, por
cuanto implica una relación de confianza con el mandatario (CCC, art. 1329 inc. C y
1331). La pérdida de confianza no necesita ser explicada ni que el mandante
justifique su decisión. Se puede revocar aún de manera intempestiva, aunque si así
fuera el mandante deberá indemnizar los perjuicios que ocasione al mandatario.
La expresión que indica que el mandatario actúa "por cuenta ajena" o en “interés
ajeno” puntualiza que los efectos de la gestión realizada por éste, incidirán en la
esfera jurídica y en el patrimonio del mandante. Este interés del mandante es el que
justifica la revocabilidad y la extinción por causa de muerte del mandante, Ese
interés también justifica que deban seguirse las instrucciones del mandante, y que
descalifica la actuación del mandatario cuando antepone sus propios intereses
(CCC, art. 1325), etc.
Cuando el mandatario realice el negocio en nombre de su mandato existe
representación (*) y dicho negocio se considera realizado directamente por el
mandante, como si el mandatario no hubiere existido, no asumiendo éste ninguna
responsabilidad personal con el tercero con quien ha contratado.
Si no se hubiere actuado en nombre del mandante no existe representación (*) y el
mandatario se obliga personalmente con respecto a los terceros con quienes ha
realizado el negocio, aunque los efectos económicos se trasladan al mandante ya
que el mandatario siempre actúa en interés del mandatario (CCC, art. 1321)..
Téngase presente que la representación puede caracterizarse como el instituto que
permite "actuar en nombre de otro" de modo que el negocio se considera como
celebrado directamente por el representado, y los derechos y obligaciones
emergentes del acto celebrado por el representante pasan inmediatamente al
representado. Como ya indicamos, en el mandato se actúa en interés de otro pero
ello puede hacerse actuando en nombre propio (en cuyo caso no hay
representación) o en nombre del mandante (en cuyo caso sí habrá representación).
Las principales obligaciones de las partes están enunciadas en los arts. 1324 y 1328
y las causales de extinción están enumeradas por el art. 1329.
6. Fianza
A pesar que la mayor parte de las obligaciones se extinguen por su cumplimiento o
pago por parte de sus deudores, el mundo de los negocios exige prever la posibilidad
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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de que se produzcan incumplimientos o cumplimientos defectuosos.
Los acreedores pueden obtener mejores índices de cumplimiento por medio de las
garantías. Tradicionalmente se han distinguido entre las garantías reales o personales.
En el caso de no cumplirse con la obligación garantizada, los acreedores pueden hacer
valer esas garantías que son accesorias de la obligación principal que garantizan.
Las garantías reales se denominan de esta manera, en razón que afectan una cosa al
cumplimiento de una obligación. Las más utilizadas son la prenda y la hipoteca, las
cuales confieren un derecho directo y especial sobre la cosa prendada o hipotecada. El
valor de esta cosa queda especialmente afectado al cumplimiento de la obligación
principal, permitiendo que el acreedor, frente al incumplimiento, proceda a hacer
liquidar la cosa gravada para cobrar su crédito del producido de dicha liquidación.
Estas garantías reales, si bien se constituyen por medio de un contrato, también
otorgan al acreedor un derecho real de garantía. Por ello están reguladas en el Código
en el libro cuarto que trata sobre los derechos reales. Las trataremos allí tal como lo
hace el Código.
En cambio, en las garantías personales, como la fianza, el deudor responde
personalmente, es decir, con todo su patrimonio, frente al incumplimiento del deudor
principal. Se agrega como garantía del cumplimiento, otro u otros sujetos que se hacen
responsables si el deudor principal no cumple. El acreedor, frente al incumplimiento,
puede ejecutar los bienes que se encuentren en el patrimonio del deudor y también los
bienes del fiador.
La fianza es la garantía personal tradicional. Por dicha razón, en un sentido amplio o
general, fianza se utiliza como sinónimo de garantía. Así se interpreta el art. 28 inciso C
del Código, que prohíbe a los menores emancipados “afianzar” obligaciones. La
prohibición se considera para cualquier clase de garantía.
Si bien el Código contempla a la fianza entre los contratos, cabe advertir que la fianza
puede tener diversos orígenes. El Código regula el contrato de fianza pero también
existen las fianzas legales (*) y las fianzas judiciales (*) que no son contratos.
En un sentido estricto, se dice que la fianza es un contrato por el cual una persona
denominada fiador, se constituye en garante de las obligaciones asumidas por otra, a
título personal (conf. CCC, art. 1574).
Algunos hablan del fiador como un tercero respecto a la obligación que garantiza, pero
en el contrato de fianza, el fiador en realidad es parte del mismo y no un tercero.
A la otra parte del contrato se lo denomina directamente como acreedor. Y al obligado
principal o deudor de la obligación principal, que no es parte del contrato de fianza, se
lo identifica como “deudor afianzado” o “deudor principal” ya que si bien al fiador puede
también considerárselo deudor, es un deudor accesorio, ya que su obligación es
accesoria (*), por depender de la principal.
También dicen que el fiador "toma sobre sí una obligación ajena". Sin embargo, si se
garantiza una obligación de hacer, el fiador no se obliga a cumplirla, sino que sólo se
obliga a pagar los daños y perjuicios derivados del incumplimiento (CCC, art. 1574,
párrafo 2°). Por lo tanto no es exacta esta afirmación.
Se trata concretamente de una garantía, por lo que el fiador no asume prestaciones
concretas o efectivas, sino que sólo garantiza obligaciones el cumplimiento de
obligaciones de terceros.
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
La coincidencia de obligaciones entre deudor principal y fiador, se da solamente frente
a obligaciones de dar sumas de dinero. El acreedor agrega la responsabilidad del
fiador a la del deudor. Agrega otro patrimonio que podrá agredir jurídicamente frente al
incumplimiento de la obligación principal garantiazada.
Es un contrato nominado, unilateral, gratuito (aunque puede convenirse una
retribución) y accesorio (*). Es un contrato formal, ya que se ha previsto que debe ser
celebrado por escrito. Aunque se trata una forma probatoria o “ad probationem”, esto
es, si se discute su existencia en juicio, la misma solamente puede ser probada por
escrito (CCC, art. 1579).
La ley considera válida la fianza general, que comprenda obligaciones actuales o
futuras, incluso indeterminadas. Para ello debe precisarse el monto máximo al cual se
obliga el fiador. Esta fianza no se extiende a las nuevas obligaciones contraídas por el
afianzado después de los cinco años de otorgada (CCC, art. 1578).
En cuanto a la extensión de la garantía otorgada por el fiador, la misma comprende la
obligación garantizada y también los intereses, gastos y costas judiciales (CCC. art.
1580). No se extiende la fianza a la garantía por evicción de lo que hubiera pagado el
deudor principal (CCC, art. 1598).
Resulta importante tener presente que el fiador tiene a su favor el beneficio de
excusión, que significa que para poder cobrarle al fiador, el acreedor tiene que
demostrar que ha agotado los bienes del deudor principal para recién poder ir en
contra de los bienes del fiador (CCC, art. 1583).
Este beneficio de excusión puede ser renunciado por el fiador, en cuyo caso se obliga
solidariamente (CCC, art. 1590). También tiene el fiador a su favor el beneficio de
división (CCC, art. 1589) el cual puede igualmente ser renunciado.
En las cláusulas de garantías en los contratos se suele utilizar la expresión “principal
pagador”. El significado se encuentra especialmente determinado por la ley, la que
asimila la situación a la del fiador solidario (CCC, art. 1591) que no tiene a su favor los
beneficios de excusión y división.
Tratándose de un contrato accesorio (*), se extingue la obligación de garantía cuando
se extingue la obligación principal garantizada (el art. 1574 dice que el fiador se obliga
“accesoriamente”) y también en casos de negligencia del acreedor, prórroga del plazo
de pago sin consentimiento del fiador, etc. (CCC arts. 1596 y 1597).
7. Otros contratos nominados
Pasamos a continuación a desarrollar los elementos esenciales y caracteres de los
contratos nominados que consideramos más frecuentes, dejando a los que más
usualmente se relacionan con la actividad empresarial para ser tratados en otro
capítulo:
7.1. Donación
Es un contrato por el cual una persona (donante) se compromete a transferir
gratuitamente a otra (donatario), la propiedad de una cosa (CCC, art. 1542). Se trata
de un acto entre vivos, a diferencia del testamento que es un acto de última voluntad
y no es un contrato. Es un contrato unilateral, gratuito, nominado y por lo general no
formal.
En las donaciones con cargo, el donatario se compromete a una contraprestación
por lo que el contrato puede pasar a ser bilateral y oneroso. Si una persona dona un
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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inmueble con el cargo que sea destinado a un hospital, estamos frente a un ejemplo
de donación con cargo.
En las donaciones de inmuebles, cosas muebles registrables y las de prestaciones
periódicas o vitalicias el contrato es formal porque debe ser hecho por escritura
pública (CCC, art. 1017, inc. A y 1552).
Algunas empresas privadas destinan una parte de sus ganancias a efectuar
contribuciones a organismos de bien público (son fomentadas por las leyes
impositivas). El acto en el cual se efectivizan dichas dádivas encuadran en este
contrato.
7.2. Depósito
El Código ha definido el contrato de depósito en el art. 1356. Sin embargo existen dos
tipos de depósito: depósito regular y depósito irregular; definiéndose en dicho artículo
sólo el primero, surgiendo el segundo del art. 1367. La diferencia entre ambos radica
en la naturaleza de la cosa entregada en depósito. Si la cosa es cierta y determinada y
se debe restituir la misma cosa el depósito es regular. Si la cosa es consumible y
depositario la puede usar con obligación de restituir igual cantidad y especie, el
depósito es irregular.
Para que exista depósito deben existir los siguientes elementos: 1°) una persona
denominada depositario, se obliga a recibir de otra otra (el depositario) una cosa. 2°)
Cuando esa cosa es cierta y determinada se trata de un depósito regular y el
depositario se obliga guardar conservar, custodiar y luego a restituir la misma cosa que
fue entregada. 3°) Cuando las cosas son consumibles, se trata de un depósito
irregular, y las cosas pueden ser usadas por el depositario, con obligación de restituir
igual cantidad y especie. 4°) La devolución de las cosas, en ambos casos, deberán
efectuarse en el plazo convenido o cuando el depositante lo pida (CCC, art. 1359), ya
que éste es el principal interesado en este contrato.
Presenta los siguientes caracteres: es un contrato no formal. La ley lo presume
oneroso (aunque puede ser gratuito conf. CCC, art. 1357) y bilateral. Las normas del
depósito se aplican también a otras relaciones
En la normativa legal se comprende también el denominado depósito necesario, que
es una aplicación del régimen legal a situaciones de hecho en que alguien se ve
obligado a confiar la custodia de bienes a otra persona, en forma inevitable, como
sucede con el equipaje que un huésped ingresa a un hotel (CCC, arts. 1368 y 1369).
Asimismo se aplican las reglas de la ley sobre depósitos a los hospitales, garajes,
playas de estacionamiento, etc. (CCC, art. 1375).
7.3. Mutuo
Se trata de un contrato que participa del género de los préstamos o empréstitos.
Para distinguirlo de otros préstamos, se le denomina también préstamo “de
consumo”. El comodato, en cambio, es un préstamo “de uso”.
Estamos frente a este contrato, cuando una parte (mutuante) se compromete a
entregar a otra (mutuario) una cantidad de cosas que esta última está autorizada a
consumir, comprometiéndose a devolver igual cantidad de cosas de la misma especie
y calidad (CCC, art. 1525).
Puede tener por objeto cosas fungibles (como cereales, bonos, mercaderías, etc.),
aunque el más común en la práctica es el mutuo de dinero, en especial el que se
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
realiza como operación bancaria (aunque en este último caso tiene reglas propias que
veremos más adelante). Nos referimos especialmente al mutuo dinerario sin excluir los
otros bienes que pueden ser objeto de este contrato.
Para tener por celebrado un contrato de mutuo no hace falta entregar efectivamente el
dinero, sino solamente comprometerse a entregarlo (conforme lo indica el art. 1525).
Cuando la entrega del dinero se deja para un momento posterior, se permite al
mutuante dejar sin efecto el contrato si el mutuario incurre en una situación de
insolvencia o si se presenta un cambio en la situación del mutuario que hace incierta la
restitución del dinero (CCC, art. 1526).
El mutuo es un contrato que la ley presume oneroso (CCC, art. 1527) y por tanto
bilateral (aunque puede ser gratuito si así lo prevén las partes en forma expresa), de
ejecución diferida (ya que por su propia naturaleza implica la existencia de un período
de tiempo entre la recepción y devolución del dinero), conmutativo y no formal.
La onerosidad reside en la obligación de pagar intereses compensatorios en dinero que
tiene el mutuario, aunque no se hubiera previsto expresamente en el contrato. También
se ha previsto que el pago de los intereses se haga por trimestre vencido o con cada
amortización total o parcial del capital (CCC, art. 1527), reglas que por cierto son
supletorias de lo que las partes acuerden.
Por su naturaleza es de ejecución diferida lo que se refleja en el art. 1528 que indica
que, si no se ha previsto plazo para la restitución y el mismo no surge de los usos, el
mutuario debe hacerlo dentro de los diez días de requerirlo el mutuante, en el domicilio
del deudor (remite en cuanto al lugar de cumplimiento a lo dispuesto por el art. 874 del
Código).
Finalmente, para dar mayor seguridad en la organización de actividades empresariales,
el Código permite expresamente algunas modalidades del contrato de mutuo
previéndolas en el art. 1531. Aparecen allí variantes tales como la obligación de
destiunar los fondos solamente a una actividad comercial específica del mutuario, fijar
la retribución del prestamista con una parte o un porcentaje de las utilidades del
negocio, etc. Estas modalidades resultan sumamente interesantes si se quieren
evitar relaciones más comprometidas para el mutuario, como una sociedad.
7.4. Comodato
Al igual que el mutuo, el comodato también participa del género de los préstamos.
Para distinguirlo del mutuo se lo denomina préstamo o empréstito de uso. Existe este
contrato cuando una persona (comodante) se compromete a entregar a otra
(comodatario) gratuitamente alguna cosa no fungible, mueble o inmueble, con facultad
de usarla (CCC, art. 1533).
Se trata de un contrato que siempre es gratuito, para evitar su confusión con la
locación que siempre es onerosa. El comodato es un contrato no formal, ya que sus
particularidades usualmente impiden cumplir cualquier formalidad
Si bien este contrato es de menor importancia en la actividad empresarial debido a ser
gratuito, se utiliza en algunas actividades como el préstamo de los carritos de los
supermercados, tanques de almacenamiento de gas y envases retornables usados
para la comercialización de algunos productos. En estos casos el contrato de
comodato está vinculado a una compraventa realizada por un consumidor a una
empresa (se prestan los envases para vender el contenido).
Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
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En razón que se trata de un contrato gratuito, se prohíbe que lo celebren los tutores,
curadores y apoyos y los administradores de bienes ajenos, sobre cosas que están
administrando, salvo autorización expresa (CCC, art. 1535).
Las principales obligaciones del comodatario son usar la cosa conforme a su destino,
pagar los gastos ordinarios de conservación y restituirla al vencimiento del contrato
(CCC, art. 1536).
7.5. Permuta
El art. 1172 indica que hay permuta si las partes se obligan recíprocamente a
transferirse el dominio de cosas que no son dinero. Se lo denomina también
“trueque”. Las reglas que se aplican al mismo son para ambas partes las que se
prevén para el vendedor en el contrato de compraventa (CCC, art. 1175),
presentando los mismos caracteres.
(*) Ver glosario.
Bibliografía
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
FUSHIMI, Jorge F. (Director) y otros: Manual de Derecho Comercial y Contratos, Asoc.
Cooperadora Facultad de Ciencias Económicas, U.N.C., Córdoba, 2016.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Glosario
Accesorio: Característica que presenta un acto cuando depende totalmente de otro
al cual se considera principal.
Aparcería rural: Contrato en el que una de las partes se obliga a entregar a otra
animales, o un predio rural con o sin plantaciones, sembrados, animales, enseres o
elementos de trabajo, para la explotación agropecuaria en cualesquiera de sus
especializaciones, con el objeto de repartirse los frutos (conf. ley 13246, art. 21).
También se los denomina contratos de mediería.
Corredor Público: Profesión liberal de carácter comercial que desempeña quien se
encarga de la tarea de buscar interesados para contratar a pedido de un comitente,
realizando las negociaciones preliminares y todas las gestiones necesarias para que
las partes perfeccionen el contrato, sin representar a ninguna de ellas (ley 25028).
Cosa (objeto de compraventa): Objeto material susceptible de tener un valor
determinado o determinable. La cosa es determinada cuando es cosa cierta y, cuando
fuese cosa incierta, si su especie y cantidad hubieren sido determinadas (CCC, art.
762).
Endoso: Forma utilizada para transmitir los derechos que representa un título de
crédito nominativo, confiriéndole legitimación al endosatario para ejercer todos los
derechos que surgen de dicho título. Cumple también una función de garantía de
cumplimiento de las obligaciones que surgen del título. El endoso puede ser completo
cuando se indican todos los datos de endosante y endosatario antes de la firma del
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Derecho Privado - Capítulo 7 – Contratos (parte especial)
primero. O puede ser en blanco, cuando sólo consta sólo la firma del endosante al
dorso del título.
Fecha cierta: Elemento que extiende el valor probatorio de los instrumentos privados
con respecto a terceros (CCC, art. 317).
Fianza judicial: Garantía otorgada por un tercero en un proceso judicial, respecto a los
perjuicios que pueda causar un embargo u otra medida cautelar.
Fianza legal: Garantía de un tercero exigida por la ley.
Incoterms: Acrónimo del inglés “international commercial terms” que podemos
traducir como cláusulas del comercio internacional.
Notificación fehaciente: Indica la necesidad de que se aleje toda duda sobre su
veracidad y fecha.
Precio irrisorio: Importe que, por su propio monto insignificante o exiguo, hace
evidente que no se trata de un precio, como si se vendiera un automóvil cero
kilómetro en un peso.
Precio simulado: Importe que se ha hecho constar falsamente como pagado en un
contrato.
Precio vil: Importe que expresa una notoria desproporción con la prestación a cargo
del otro contratante, por resultar sumamente bajo. Se trata de uno de los elementos
esenciales para poder anular un contrato por lesión (CCC, art. 332) o imprevisión
(CCC, art. 1091).
Razonable: Referido al plazo de preaviso significa que no resulte intempestivo o de
manera tal que no cause perjuicios a la otra parte o de manera que ocasione el
menor perjuicio posible.
Representación: Fenómeno jurídico que se produce cuando un individuo (el
representante) ejecuta un negocio jurídico en nombre de otro (el representado), de
modo que el negocio se considera celebrado directamente por el representado y los
derechos y obligaciones emergentes del acto pasan al representado. Para que
exista representación, la actuación del representante debe ser por cuenta (interés)
ajena y en nombre ajeno.
Título valor: Título de crédito o circulatorio. Documento necesario para ejercer el
derecho literal y autónomo en él expresado (Vivante). El derecho de crédito queda
objetivado o incorporado a un papel, como si fuera una cosa, trasmitiéndose con
relativa certeza. Son ejemplos de títulos de crédito el pagaré y el cheque.
Tracto sucesivo: Característica que presentan los contratos cuando por su
naturaleza no son de ejecución instantánea o su ejecución se prolonga
sucesivamente en el tiempo.
Capítulo 8
Derechos reales
Sumario: 1. Concepto. 2. Elementos. 3. Clases. 3.1. El dominio. 3.2. El dominio imperfecto. 3.3. El
condominio. 3.4. La propiedad horizontal. 3.5. La hipoteca. 3.6. La prenda. 3.7. Derechos reales para
nuevos negocios inmobiliarios. 3.8. Otros derechos reales. 4. Adquisición, transmisión y pérdida de los
derechos reales. 5. Similitudes y diferencias de los derechos reales con otras instituciones. 5.1 Relaciones
de poder (posesión y tenencia). 5.2. Privilegios. 5.3. Derecho de retención. 5.4. Medidas cautelares. 5.5.
Derechos intelectuales.
1. Concepto
Real proviene del latín “res” que significa cosa y que en una de sus acepciones se
define como: “lo que tiene existencia verdadera y efectiva”. Por eso, los derechos sobre
las cosas se denominan hoy “derechos reales”.
Derecho real es el que crea entre las personas y las cosas una relación directa e
inmediata, de tal manera que no se encuentran en ella sino dos elementos: la persona,
que es el sujeto activo del derecho y la cosa, que es el objeto. Así lo describía
Demolombe en el siglo XIX en su comentario al Código Civil Francés.
Son derechos absolutos, de contenido patrimonial, cuyas normas sustancialmente de
orden público, establecen entre una persona (sujeto activo o titular del derecho) y una
cosa (objeto) una relación inmediata que, previa publicidad, obliga a todas las demás
personas (sujetos pasivos) a abstenerse de realizar cualquier acto contrario al mismo
(obligación negativa), naciendo para el caso de violación una acción real y que otorga a
sus titulares las ventajas inherentes al ius persequendi (*) y al ius preferendi (*) (Allende).
Los derechos reales presentan dos aspectos muy importantes que los distinguen:
a) Aspecto interno: Implican una relación directa e inmediata entre el titular y la cosa.
b) Aspecto externo: El titular lo es frente a toda la sociedad (todas las personas),
obligada a abstenerse a realizar cualquier acto que implique violación de ese derecho
real.
En concordancia con lo que venimos mencionando, están definidos en el Código como:
el poder jurídico, de estructura legal, que se ejerce directamente sobre su objeto, en
forma autónoma y que atribuye a su titular las facultades de persecución y preferencia y
las demás previstas en la ley (CCC, art. 1882).
2. Elementos
Destacamos a continuación una serie de características que ayudan a comprender
mejor el régimen legal de los derechos reales:
1°) Son derechos absolutos, esto es, oponibles contra todos (erga omnes). Deben ser
respetados por todos los miembros de la comunidad. A diferencia de los derechos
personales u obligaciones que son relativos, en la medida que solamente se ejercen en
contra de una persona (el deudor).
2°) Tienen contenido patrimonial, es decir, susceptibles de tener un valor, por lo que
integran el patrimonio.
3°) La naturaleza de las normas que los regulan -por cuestiones económicas, morales,
políticas, etc., que hacen a la organización de la sociedad-, son de orden público y su
número y modalidades están limitados a los que establece la ley. La principal fuente de
2
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
obligaciones en la actividad empresaria, que son los contratos, en general, tienen
normas supletorias o dispositivas de las que los contratantes se pueden apartar
libremente e incluso crear nuevas figuras contractuales. En cambio, no existen otros
derechos reales que los fijados por la ley.
4°) Tienen sólo un sujeto activo que es el titular del derecho real. En cambio, en las
obligaciones, como derechos personales, además de una persona que es sujeto activo
del derecho siempre existe también un sujeto pasivo o deudor. El sujeto pasivo en los
derechos reales sólo se individualizaría en el momento que alguien viola o no respeta el
derecho real. Por ello se suele indicar que sujeto pasivo de los derechos reales es toda
la comunidad que debe respetarlos.
5°) Su objeto son cosas ciertas y determinadas, que están en el comercio y actualmente
existentes.
6°) Presentan una relación inmediata y directa entre el titular del derecho con la cosa,
sin intermediarios para obtener los beneficios de dicha cosa (dependiendo de la clase
de derecho real).
7°) Publicidad. Si el derecho real se puede oponer a todos, resulta indispensable que
pueda ser conocido por todos. Por ello existe la necesidad de darles publicidad, para
poder oponerse a terceros. Los medios de publicidad son, según cada caso, la tradición
(*) y la inscripción registral.
8°) No existe un sujeto pasivo como en las obligaciones, sino un deber de abstención o
una obligación pasivamente universal. Toda la sociedad tiene un deber de abstención o
de no afectar el derecho real. No se priva a las personas de un derecho que les
compete, sino que deben respetar a los derechos reales de los demás.
9°) Acciones reales: Están protegidos para el caso de verse afectados por acciones
especiales, que se denominan acciones reales, como por ejemplo la acción de
reivindicación (*).
10°) Resultan propios de los derechos reales el “ius persequendi” (*) y “ius preferendi”
(*). El primero de los principios referidos está limitado en algunos casos por seguridad
jurídica como en los supuestos del artículo 2260 que protege a quien adquiere a título
oneroso una cosa mueble no registrable como dueño (se proteje a los terceros de buena
fe para no entorpecer el tráfico de bienes muebles ni generar incertidumbre). El
segundo, es propio de los derechos reales de garantía (no es distintivo con los derechos
personales).
11°) También en esta materia existe el derecho de “exclusión”, que se basa en el
principio “primero en el tiempo primero en el derecho”. Esto significa que un derecho real
prevalece sobre todos los derechos reales y personales posteriores. Ejemplo: Si A se
obliga hacia B nada le impide hacerlo después hacia C y D, etc. y en caso de quiebra (*)
cobrarán a prorrata o en forma proporcional. En cambio, si se A transmite un derecho
real hacia B, dicho derecho real no se afecta por que luego se pretenda hacerlo hacia C,
prevaleciendo el derecho de quien está primero en el tiempo.
3. Clases
La enumeración de los derechos reales la encontramos en el art. 1887 del Código, el
cual reviste gran importancia debido a que los derechos reales son únicamente los que
allí son enumerados.
El artículo citado establece que son derechos reales los siguientes: a) el dominio; b) el
condominio; c) la propiedad horizontal; d) los conjuntos inmobiliarios; e) el tiempo
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
3
compartido; f) el cementerio privado; g) la superficie (*); h) el usufructo (*); i) el uso (*); j)
la habitación (*); k) la servidumbre (*); l) la hipoteca; m) la anticresis (*); y n) la prenda.
Reiteramos que existe un número cerrado de derechos reales ya que sólo pueden ser
creados por la ley (CCC, art. 1884). Los antes enumerados son los únicos derechos
reales que existen. Cuando vimos los contratos, señalamos que las partes se pueden
apartar de los tipos legales creando los denominados contratos atípicos. En cambio,
sólo la ley puede crear nuevos derechos reales.
El Código trae algunas clasificaciones de los derechos reales que nos ayudan para
diferenciarlos. La primera (CCC, art. 1888) distingue entre derechos reales sobre cosa
propia y derechos reales sobre cosa ajena. Según la ley son derechos reales sobre cosa
propia: el dominio, el condominio, la propiedad horizontal, los conjuntos
inmobiliarios, el tiempo compartido, el cementerio privado y la superficie si existe
propiedad superficiaria. Los restantes derechos reales recaen sobre cosa ajena
produciendo lo que se denomina “desmembraciones del dominio” y por lo tanto la
existencia de más de un derecho real sobre la misma cosa, siempre y cuando no
resulten incompatibles (por ejemplo: un inmueble hipotecado).
La segunda clasificación diferencia los derechos reales principales de los accesorios
(conf. CCC, art. 1889 que indica que son accesorios a un crédito que garantizan, la
hipoteca, la anticresis y la prenda; todos los demás son principales).
La tercera sirve para distinguir los derechos reales sobre cosas registrables (como los
inmuebles, los automotores, los caballos pura sangre de carrera, etc.) y sobre cosas no
registrables (como una fotocopiadora, un escritorio o una computadora) (CCC, art.
1890).
Pasamos a continuación a considerar en forma muy sintética, los derechos reales más
utilizados:
3.1. El dominio
El dominio, también denominado “propiedad” (aunque ello no es correcto ya que el
significado de este último término en derecho es mucho más amplio que dominio), existe
cuando una cosa está sometida a la voluntad plena de una persona. Es el derecho real
más amplio y extenso que existe.
El Código indica que el dominio es “perfecto” cuando se tiene todas las facultades de
usar, gozar y disponer material y jurídicamente de una cosa (CCC, art. 1941) Se dice
también que quien tiene este derecho tiene “título de propiedad” o “derecho de
propiedad” sobre una cosa.
Tiene como característica el ser perpetuo, es decir, dura para siempre y no puede ser
revocado, salvo voluntad del titular o sentencia judicial (CCC, art. 1942). Así el
comprador o el heredero de un inmueble es continuador del mismo derecho de dominio
que antes tenía quien se lo vendió o la persona fallecida que le precedió como titular del
derecho.
Es también un derecho exclusivo, en razón que no puede existir otro derecho igual
sobre la misma cosa (CCC, art. 1943) y absoluto, por cuanto la utilización que el dueño
hace de las cosas de su propiedad no está limitada, como regla general; salvo
excepciones fundadas en una razonable convivencia con el prójimo y los derechos de
terceros (CCC, art. 1944).
El derecho real de dominio genera también una presunción de que todo lo que a la cosa
le suceda, bueno a malo, es imputado al propietario (o tiene consecuencias sólo para
4
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
éste). Si la cosa se multiplica o da frutos, son del dueño (CCC, art. 1945). Si la cosa
ocasiona daños a terceros, su dueño es quien será responsable (CCC, art. 1758).
3.2. El dominio imperfecto
Puede suceder que el derecho de dominio esté sometido a un plazo de duración o a una
condición, como sucede en el fideicomiso (*) o si la cosa está gravada con cargas
reales (como una servidumbre de paso). Por ello se indica que en estos casos se trata
de un dominio “imperfecto” (CCC, art. 1946) para distinguirlo del dominio pleno,
perpetuo, perfecto o absoluto al cual antes nos hemos referido en el punto anterior.
Hay varios casos de dominio imperfecto que se presentan cuando no tiene todas las
características que antes hemos indicado.
Así, sobre los bienes entregados en fideicomiso, se constituye una propiedad fiduciaria
o imperfecta en cabeza del fiduciario (CCC, arts. 1682 y 1685), que tiene la
administración y disposición de los mismos pero dentro de los límites del fideicomiso y
del destino que en el mismo se ha asignado a los bienes (CCC, art. 1667, inciso D). El
fiduciario no puede hacer lo que quiera como el titular del dominio perfecto, sino que
solamente lo que le autoriza el contrato de fideicomiso (o el testamento respectivo). A
esta figura nos referiremos en detalle en otro capítulo.
También es imperfecto el dominio revocable, que es aquél es el sometido a condición o
plazo resolutorios, a cuyo cumplimiento el dueño debe restituir la cosa a quien se la
transmitió (CCC, art. 1965). Se suelen dar como ejemplo una compraventa con pacto de
retroventa, o sujeta a un pacto comisorio, o una condición que se hubiera pactado y que
produzca que se deje sin efecto el contrato. El plazo máximo para que esa revocación
de la trasmisión del dominio se opere es de diez años (CCC, art. 1965).
Y por el último, se declara también como dominio imperfecto al que se encuentra
desmembrado (CCC, art. 1964). Ello se produce cuando el titular del dominio se
desprende de una parte de sus atribuciones, lo que ocurre cuando afecta o grava la
propiedad con otro derecho real como el usufructo. En estos casos, al titular del dominio
se lo identifica como “nudo propietario” habiendo trasmitido su derecho a usar y gozar la
cosa de la que es dueño a favor de un usufructuario. Su derecho como dueño se limita
solamente a eso (a ser el dueño), readquiriendo su derecho a usar y gozar de la cosa
cuando se extinga el usufructo (el límite máximo de duración es la vida del usufructuario
mientras que el dominio es perpetuo).
3.3. El condominio
Cuando más de una persona reúne la calidad de propietario de una cosa, estamos en
presencia de un condominio (CCC, art. 1983). Cada uno de los condóminos es
propietario de una parte ideal e indivisa de una cosa.
Mientras dure el condominio todos los condóminos tienen derecho a utilizar la cosa
común conforme su destino y están obligados a contribuir a los gastos de conservación
y reparación (CCC, arts. 1986 y 1991). Además, cualquiera de ellos puede pedir en
cualquier momento la división de la cosa común (CCC, art. 1997), salvo las excepciones
establecidas por la ley (CCC, arts. 2000 y sgtes.).
A pesar de los inconvenientes que presenta esta figura, la misma suele utilizarse como
forma de organización de empresas con mínima organización, como la explotación
agropecuaria de un campo perteneciente a varios condóminos.
Decimos que son empresas precarias por cuanto cualquiera de los condóminos puede
pedir la división en cualquier momento o puede enajenar su parte. Los convenios de
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
5
indivisión duran un máximo de 10 años (CCC, art. 2000) pero puede pedirse la división
antes del vencimiento si concurren circunstancias graves que lo justifican (CCC, art.
2002); si la cosa no se puede dividir en especie entre los condóminos la misma debe
venderse (conf. CCC, art. 2374, que corresponde a la división de la herencia y que se
declara aplicable a la división de condominio, conforme la remisión del art. 1996).
Con estas limitaciones se puede pactar la explotación de bienes o derechos comunes.
Se suma a lo indicado que el condominio se presenta como una forma de comunidad de
derechos, que se extiende no solamente a los derechos reales sobre una cosa, sino
también a otros derechos, como por ejemplo una marca o créditos (conf. CCC, art.
1984).
La figura del condominio determina que los derechos de los condóminos permanecen
indivisos. La participación de los condóminos se divide en cuotas partes donde cada uno
tiene una porción ideal.
La ley prevé una Asamblea para tomar decisiones sobre la administración de los bienes
en condominio, pero las decisiones se pueden tomar solamente por mayoría absoluta,
según el valor de las partes (CCC, art. 1994), lo cual puede ocasionar complicaciones.
Sin embargo, puede utilizarse esta figura para organizar empresas elementales que
tiene por objeto principalmente la explotación de un bien determinado de propiedad
común.
3.4. La propiedad horizontal
La convivencia de múltiples copropietarios en un edificio, hizo necesario diseñar un
sistema especial para organizar dicha convivencia. El mismo se encuentra establecido
actualmente por los artículos 2037 y siguientes del Código, que determina la existencia
de partes privativas y partes comunes de un edificio y de un reglamento de propiedad
para organizar la convivencia y el destino de los espacios.
El conjunto de los propietarios de las unidades funcionales de un edificio, integran el
consorcio de propietarios que para la ley es una persona jurídica (CCC, art. 2044).
El consorcio de propietarios tiene su domicilio en el mismo inmueble y sus órganos son
la asamblea, el consejo de propietarios y el administrador (CCC, art. 2044, última parte).
Se pretende de esta manera organizar la convivencia y administrar los espacios
comunes, asignándole diferentes funciones a los órganos que integran el consorcio de
propietarios y enunciando los principales derechos y obligaciones de los copropietarios
(es más acertado llamarlos de este modo).
Al constituirse el consorcio se dicta un reglamento de copropiedad, enunciando
detalladamente el art. 2056 el contenido que debe tener el mismo. Allí se incluyen
cuestiones muy importantes como determinación de las unidades y partes comunes,
proporción que corresponde a cada uno en el pago de expensas, destino y uso de las
unidades y partes comunes, convocatoria y funcionamiento de la asamblea, etc.
Al constituirse el consorcio también se designa un administrador (CCC, art. 2038), que
se encarga de cobrar las expensas comunes que deben pagar todos los copropietarios y
son destinadas al mantenimiento, conservación y reparación de las partes comunes del
edificio (CCC, art. 2048).
Las cuestiones que hacen al edificio son resueltas por los copropietarios reunidos en
asamblea, la cual se encarga también de designar a un consejo de propietarios (CCC,
art. 2064) y al administrador (CCC, art. 2065) que es el representante legal del consorcio
6
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
(CCC, art. 2065).
Son órganos del consorcio los tres antes mencionados, es decir, la asamblea, el consejo
de propietarios y el administrador (CCC, art, 2044).
Las reglas de la propiedad horizontal sirven también para organizar los conjuntos
inmobiliarios (conf. CCC, arts. 2073 y 2075).
Se legisla también la prehorizontalidad para la etapa previa a la constitución de una
propiedad horizontal, desde que los edificios se encuentran “en pozo”, permitiendo que
se garantice la finalización de la construcción del inmueble a favor de los adquirentes de
unidades funcionales en estas condiciones. La garantía prevista por la ley es la
contratación por el titular del dominio, de un seguro a favor de los adquirentes (CCC, art.
2071).
3.5. La hipoteca
Se trata de un derecho real que otorga el propietario de un inmueble, a favor de un
acreedor, para que en caso de incumplimiento de una obligación, pueda cobrarla en
forma relativamente rápida, con el producido de la liquidación (mediante su venta en
subasta pública) de dicho inmueble.
La hipoteca otorga un privilegio al acreedor hipotecario, que cobrará primero que todos
los demás (más abajo nos referimos a los privilegios).
La hipoteca sirve para garantizar el cumplimiento de obligaciones de cualquier
naturaleza. Por dicha razón se advierte que es un derecho accesorio es decir que tiene
su justificación en una obligación principal que sirve para garantizar.
Como consecuencia de dicha accesoriedad, la extinción de la obligación principal
garantizada extingue la hipoteca.
La ley exige que el gravamen se constituya por escritura pública inscripta en el Registro
de Propiedades (CCC, art. 2208). Para constituirla válidamente, además, se exige una
precisa determinación del inmueble hipotecado (CCC, arts. 2188 y 2209) y de la
obligación garantizada (CCC, art. 2189), lo que se denomina “principio de especialidad”
(*) de la hipoteca, extensible a todos los derechos reales de garantía.
Alguna jurisprudencia ha sostenido que la indeterminación de obligaciones garantizadas
con hipoteca o la constitución anticipada de hipotecas para cubrir operaciones futuras,
sin precisar la causa fuente anterior o de constitución simultánea a la hipoteca, vulnera
el principio de la especialidad y por lo tanto la hipoteca es nula.
No cumpliría con este principio de la especialidad una hipoteca que garantizara todas y
cada una de las deudas que actualmente tengan contraídas o contraigan en el futuro. A
las hipotecas que se han hecho en estas condiciones se las suele denominar hipotecas
“abiertas” en razón que permitirían que todas las obligaciones con un acreedor
quedaran comprendidas por el gravamen.
La interpretación efectuada por la jurisprudencia referida exige especial precaución
al redactar hipotecas que garanticen créditos futuros o eventuales, para evitar la
nulidad del gravamen.
La especialidad en cuanto al crédito, es un recaudo que favorece al deudor (para no
perder la posibilidad de crédito a favor de un solo acreedor), pero beneficia
fundamentalmente al resto de los acreedores, que no deben soportar un crédito
prácticamente pre deducible (o que siempre cobraría primero a cualquier otro).
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
7
También tiene como característica la hipoteca el ser indivisible, lo que significa que
todos los inmuebles hipotecados y cada una de las partes de los mismos, se encuentran
afectados al cumplimiento de todas y cada una de las partes de las obligaciones
garantizadas (CCC, arts. 2191 y 2192). En síntesis, como principio general, no se admite
el fraccionamiento de los inmuebles hipotecados ni de las obligaciones garantizadas.
Finalmente hacemos presente que la inscripción registral de una hipoteca caduca a los
20 años (CCC, art. 2210), y que dicho plazo de caducidad es independiente del plazo de
prescripción de la obligación principal garantizada.
3.6. La prenda
La prenda es un derecho real de garantía con algunos parecidos con la hipoteca, pero
recae sobre bienes muebles que deben ser entregados al acreedor. La prenda clásica
está regulada en el Código (CCC, arts. 2219 y sgtes.). Una cosa mueble se afecta al
cumplimiento de una obligación y puede ser liquidada en caso de incumplimiento.
Presenta la particularidad que para constituir la prenda se exige la entrega de la cosa
prendada al acreedor, quien se encuentra obligado a custodiarla y a devolverla una vez
cancelada la obligación principal garantizada.
A las ventajas que tiene como garantía, se contraponen los inconvenientes que genera
para el acreedor que es responsable por la guarda de la cosa prendada que queda en
su poder, sumado a que el deudor prendario pierde la posibilidad de utilizar la cosa
entregada en prenda. Estos inconvenientes han restado aplicación práctica a esta figura
en favor de otras más utilizadas como la prenda con registro y el leasing.
El Código también regula la prenda de créditos, la que tiene mayor utilización en la
práctica, especialmente para las empresas comerciales y bancarias. Se puede constituir
prenda sobre créditos que consten en un instrumento y que puedan ser cedidos (se
ceden en garantía y no en propiedad), comprendiéndose como objeto de este contrato,
no solamente a los créditos instrumentados en títulos valores, sino por ejemplo uno que
conste en una factura comercial o en un contrato instrumentado por escrito (CCC, art.
2232). En este último caso, igual que en la cesión en propiedad, la cesión en garantía o
en prenda debe notificarse por escrito al deudor cedido (CCC, art. 2233). El cesionario
se encargará de cobrar el crédito y conservarlo (CCC, art. 2234) y si cobra en dinero
debe aplicarlo al pago de la deuda garantizada y devolver el saldo al deudor prendario.
Los inconvenientes referidos para las prendas sobre cosas, determinaron la evolución
de la figura, apareciendo la denominada “prenda con registro” que reemplaza la entrega
de la cosa al acreedor con la inscripción en un registro, permaneciendo la cosa en poder
de su dueño (ley 12962 que ratifica el decreto-ley 15348/46), lo que la hace muy similar
a la hipoteca.
Esta última forma de prenda (con registro) cumple una importante función de garantía y
es frecuentemente utilizada en operaciones comerciales como la venta de automóviles y
en operaciones de crédito bancario, ámbitos donde adquiere la mayor importancia
económica. Se analizará nuevamente la prenda y sus distintas clases en sus aspectos
contractuales, en el capítulo donde se tratan los contratos comerciales.
3.7. Derechos reales para nuevos negocios inmobiliarios
Basado en la gran importancia que han adquirido nuevas formas de organización para
ordenar la convivencia y nuevas clases de negocios inmobiliarios, el legislador decidió
legislar los conjuntos inmobiliarios (CCC, art. 2073), el cual comprende los clubes de
campo, barrios cerrados o privados, parques industriales, empresariales o náuticos, o
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Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
cualquier otro emprendimiento urbanístico independientemente del destino de vivienda
permanente o temporaria, laboral, comercial o empresarial que tenga, comprendidos
asimismo aquellos que contemplan usos mixtos; tiempo compartido (CCC, art. 2087)
para aquéllos que están afectados a su uso periódico y por turnos; y cementerios
privados (CCC, art. 2103).
3.8. Otros derechos reales
Existen derechos reales que afectan el uso de una cosa. Se produce de este modo la
desmembración del dominio en cabeza de dos o más titulares. Por un lado queda el
nudo propietario como titular del dominio sin posibilidad de utilizar la cosa, y por otro
lado el titular de un derecho a la utilización de la cosa, como sucede frente al usufructo
(*), uso (*) y habitación (*) servidumbre (*) y superficie (*) los que solo contemplamos al
pie en sus conceptos dada la naturaleza de esta obra.
4. Adquisición, transmisión y pérdida de los derechos reales
Las adquisiciones de derechos reales pueden ser: 1°) Originarias: cuando no ha existido
antes dicho derecho, es decir, el mismo no se adquiere de otro sujeto. 2°) Derivadas:
cuando el derecho ya existe y cambia de sujeto.
En el caso de las adquisiciones derivadas el Código exige “título” y “modo” (CCC, art.
1892). Título es todo acto jurídico, apto para servir de base a la transmisión del dominio
(por ejemplo: un contrato de compraventa). El modo en nuestro derecho, como regla
general consiste en la “tradición” o entrega que, conforme al art. 1923 del Código, se
produce cuando una de las partes entregare voluntariamente una cosa y la otra
voluntariamente la recibiese.
Existe en nuestro sistema una particularidad para las cosas muebles no registrables: el
art. 1895 del mismo cuerpo legal, que prescribe que la posesión (*) de buena fe de una
cosa mueble, crea a favor del poseedor la presunción de tener la propiedad de ella.
En cambio, con relación a los inmuebles, además de la escritura pública, se exige la
inscripción (*) en el registro inmobiliario para que dicha transmisión sea oponible a
terceros (CCC, art. 1893). Por esa razón la doctrina denomina a estos, registros
declarativos (*) en razón que el acto que debe inscribirse existe y es válido entre los
participantes en dicho acto (por ejemplo una escritura pública), con independencia de
esa inscripción. Que el acto sea registrado sirve para declararlo frente a terceros y
hacerlos oponibles a éstos. En caso de no inscribirse el derecho, los terceros pueden
actuar como si el acto no existiera para ellos.
El régimen jurídico de los automotores, también presenta una particularidad. Se trata
de bienes registrables, siendo el sistema, en este caso, de inscripción constitutiva (*), al
establecerse que la transmisión del dominio sólo producirá efectos entre partes y con
relación a terceros desde su inscripción (decreto ley 6582/58, ratificado por ley 14.467,
art. 1). Con respecto a los automotores, la regla "posesión vale título" se reemplaza por
"inscripción registral vale título" (Rivera) (CCC, art. 2254).
5. Similitudes y diferencias de los derechos reales con otras figuras legales
A continuación, distinguimos los derechos reales de otras instituciones con las que
pueden presentarse confusiones.
5.1. Relaciones de poder (posesión y tenencia)
Cuando una persona se comporta como si fuera titular de un determinado derecho,
cuando lo ejerce efectivamente con exclusividad, puede decirse que es poseedora del
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
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derecho, con independencia si es o no su titular.
Poseedor es el que se comporte como titular del derecho real (CCC, art. 1909). Si
efectivamente tiene derecho o no, no interesa para la posesión (*).
Lo opuesto es la tenencia, que existe cuando alguien tiene efectivamente una cosa, pero
reconociendo en otro la propiedad. En este supuesto es considerado simple tenedor de
la cosa (conf. CCC, art. 1910). Uno de los ejemplos más claros de tenedor es el inquilino
o locatario de un inmueble es el “tenedor” del mismo, reconociendo la calidad de
propietario y poseedor en el dueño o locador.
El Código denomina a la tenencia y a la posesión como “relaciones de poder” sobre una
cosa (CCC, art. 1908).
Dos son los elementos que exige la posesión: “corpus”, o sea el hecho de que una
persona tenga materialmente una cosa en su poder y “animus”, o sea la intención de
someterla al derecho de propiedad e integrarla a su patrimonio. En cambio, la tenencia
exige sólo “corpus”.
Quien tiene una cosa mueble bajo su poder es presumido por la ley poseedor de buena
fe hasta tanto se demuestre lo contrario (CCC, art. 1919).
Por último, si bien la posesión es una situación de hecho, la misma está protegida frente
a los actos que intenten privar o perturbar esa posesión mediante una serie de acciones
legales, denominadas acciones posesorias (*).
5.2. Privilegios
Los privilegios (*) no son derechos reales ni personales, porque no constituyen derechos
subjetivos contra el deudor. Son simplemente calidades de ciertos créditos, modos de
ser de ellos, que les atribuyen determinada prelación de cobro sobre los bienes del
deudor, en general (o sobre todo el patrimonio), o sobre algún bien particular (Alterini)
(CCC, art. 2573).
El juego de los privilegios tiene lugar en caso de conflicto entre dos o más acreedores.
La ley soluciona el conflicto otorgando a uno el derecho de percibir su crédito antes que
el otro. Este último cobrará sólo sobre el remanente que quede después que cobre el
acreedor privilegiado.
Se clasifican los privilegios en generales: que recaen sobre todo el patrimonio del
deudor y se encuentran regulados en la ley de concursos 24522 y que se aplican
solamente en estos casos (CCC, art. 2580); y especiales, que son los que recaen sobre
muebles e inmuebles determinados (CCC, art. 2582). Estos se aplican tanto en caso de
concurso como en juicios individuales. Los créditos que no tienen privilegio se
denominan comunes o quirografarios.
5.3. Derecho de retención
Es la facultad que corresponde al tenedor de una cosa ajena para conservar la posesión
de ella hasta el pago de lo que se le es debido por razón de esa misma cosa (CCC, art.
2587).
La ley le reconoce la posibilidad de conservar indefinidamente la cosa hasta ser pagado.
No impide que otros acreedores embarguen y ejecuten la cosa pero el derecho del
retenedor de la cosa es oponible a éstos.
El ejemplo que solemos repetir de aplicación de esta figura, es el del tallerista que
arregla un automóvil. Esta persona tiene a su favor el derecho de retención de dicho
10
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
vehículo hasta tanto le abonen los trabajos que en el mismo ha realizado.
Remarcamos que se le concede el derecho a retener una cosa ajena. Vale señalar que
esta figura no debe confundirse con la suspensión de cumplimiento contractual prevista
por el art. 1031 del Código. La retención que hace -por ejemplo- el vendedor de una
cosa si el comprador no le paga, tiene por objeto una cosa propia del vendedor. La cosa
le pertenece hasta el momento que la entregue, instante en que sale de su patrimonio
para ingresar al patrimonio del comprador. El derecho de retención del art. 2587 se
hace, en cambio, sobre cosa ajena.
5.4. Medidas cautelares
Como los procesos judiciales tienen una duración que se prolonga en el tiempo, se han
creado medidas de precaución o cautelares, que tienden a asegurar los resultados de
ese proceso, conservar el estado actual de las cosas o asegurar la ejecución forzada de
un crédito.
Estas medidas sólo pueden ser ordenadas por un juez en un proceso judicial, del cual
son accesorias. Algunas de ellas, como el embargo, afectan un bien del deudor al pago
del crédito ejecutado en un proceso judicial.
Las medidas cautelares, por su naturaleza procesal son competencia de la legislación
provincial. Sin embargo, el Código regula la prioridad del primer embargante (CCC, art.
745). El acreedor que obtuvo el embargo de bienes de su deudor tiene derecho a cobrar
su crédito, intereses y costas, con preferencia a otros acreedores.
5.5. Derechos intelectuales
Se encuentran protegidos en forma genérica por el art. 17 de la Constitución Nacional.
No son derechos sobre cosas sino monopolios de derecho privado.
El que sean denominados como “propiedad” intelectual no implica que estemos
frente a un derecho real puestos que éstos tienen por objeto una cosa. Estamos
frente a una clase diferente de derechos, conferidos por la creación y paternidad de
una obra, para protegerla contra el plagio, mutilaciones, etc. y a explotarla
económicamente. Por lo tanto, la palabra propiedad es utilizada aquí en un sentido
general, equivalente a derecho patrimonial.
(*) Ver glosario.
Bibliografía:
LLAMBÍAS Jorge J. y ALTERINI, Jorge H.: Código Civil Anotado. Tomo IV. Bs. As.,
Abeledo Perrot, 1978.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Glosario
Acción de reivindicación: Acción que tiene el propietario de una cosa que ha
perdido su posesión, en contra de quien se encuentre en posesión de dicha cosa
(conf. CCC, art. 2578).
Acciones posesorias: Vía legal que tiene por finalidad mantener el estado de cosas
existente antes de actos que han privado o perturbado a una persona en el ejercicio
Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
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de la posesión (ver).
Anticresis: Derecho real de garantía sobre un inmueble, el cual es entregado al
acreedor, con la autorización de percibir sus frutos para que con ello cancele los
intereses y el capital que adeude (conf. CCC, art. 2212). Tradicionalmente el objeto
de este derecho real era solamente inmuebles; pero a partir de la vigencia del CCC,
se pueden gravar con este derecho todo tipo de cosas registrables determinadas,
entregando la posesión de ellas al acreedor o a un tercero designado por ambas
partes, quien podrá percibir los frutos e imputarlos a una deuda. No nos referimos
más a la anticresis en esta sintética exposición de los derechos reales, dado que
prácticamente no se utiliza en la actualidad.
Condominio: Dominio indiviso perteneciente a varias personas sobre la misma cosa
y que corresponde a cada una por una parte indivisa (conf. CCC, art. 1983).
Derecho de retención: Facultad que corresponde al tenedor de una cosa ajena
para conservar la posesión de ella hasta el pago de lo que se le es debido por razón
de esa misma cosa (CCC, artículo 2587). Actúa como un medio para forzar o
asegurar el cumplimiento, pero no con el fin de hacerlo efectivo sobre el bien
retenido.
Derecho real: Es el que crea entre las personas y las cosas una relación directa e
inmediata, de tal manera que no se encuentran en ella sino dos elementos, la persona,
que es el sujeto activo del derecho, y la cosa, que es el objeto (Demolombe).
Dominio: Derecho a gozar y disponer de las cosas de la manera más absoluta.
(conf. CCC, art. 1941). Se lo suele denominar también propiedad, aunque este
término sería más amplio, comprendiendo otros derechos como los intelectuales,
que no encuadran en lo que se considera estrictamente como dominio. El dominio es
pleno o perfecto cuando la cosa no está gravada con ningún derecho real a favor de
otra persona (CCC, art. 1941).
Fideicomiso: Habrá fideicomiso cuando una persona (fiduciante) transmita la
propiedad fiduciaria de bienes determinados a otra (fiduciario), quien se obliga a
ejercerla en beneficio de quien se designe en el contrato (beneficiario), y a transmitirlo al
cumplimiento de un plazo o condición al fiduciante, al beneficiario o al fideicomisario
(CCC, art. 1666).
Habitación: Derecho real de una persona humana a morar en la casa de otra
persona sin alterar su sustancia (CCC, art. 2158).
Hipoteca: Derecho real de garantía, constituido mediante un contrato, celebrado en
escritura pública e inscripto en el Registro de Propiedades, que afecta la propiedad
de un inmueble al cumplimiento de una obligación de dar una suma de dinero (conf.
CCC, art. 2205 y sigtes.).
Inscripción registral: Asiento efectuado en un registro de los actos que la ley
dispone. Existen dos sistemas: a) Declarativo: Para el cual el acto a inscribir existe
y tiene efecto entre partes desde su celebración. Se inscribe para oponerlo a
terceros como en el caso de los inmuebles o el Registro de Estado Civil. b)
Constitutivo: El acto existe sólo desde su inscripción tanto para las partes como
para los terceros como en los que se refieren a la propiedad de las marcas,
automotores y caballos pura sangre.
Ius preferendi: Prioridad que otorga la ley a un derecho sobre otro con el que pueda
generarse un conflicto.
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Derecho Privado - Capítulo 8 - Derechos Reales
Ius persequiendi: Facultad de perseguir la cosa en poder de quien se encuentre
para el ejercicio de un derecho sobre la misma cosa.
Posesión: Relación de poder sobre una cosa que existe cuando una persona, por sí o
por medio de otra, ejerce un poder de hecho sobre una cosa, comportándose como
titular de un derecho real, lo sea o no (CCC, 1909). Para que exista posesión debe
darse un elemento objetivo ("corpus") y otro subjetivo ("animus domini"). El primero,
entendido como disponibilidad física de la cosa y el segundo consistente en la intención
de ejercer un derecho de propiedad, intención que debe exteriorizarse a través de actos
materiales.
Prenda: Derecho real de garantía, constituido mediante un contrato, que afecta la
propiedad de una cosa mueble entregada por su propietario o un crédito, al
cumplimiento de cualquier tipo de obligaciones (conf. CCC, arts. 2219, 2224 y 2232).
Privilegio: Derecho dado por la ley a un acreedor para ser pagado con preferencia a
otro (CCC, artículo 2573). El privilegio autoriza a excluir otros créditos de la posibilidad
de concurrir a cobrar sobre el asiento del privilegio. El asiento del privilegio es la suma
de dinero que resulta de la venta de una cosa del deudor (privilegio especial) o de todas
las que componen el patrimonio del deudor (privilegio general) (Rivera).
Quiebra: Proceso legal que tiene por finalidad hacer desaparecer el estado de cesación
de pagos, mediante la liquidación del patrimonio del deudor, para distribuirlo entre sus
acreedores.
Registro declarativo: Ver inscripción registral.
Registro constitutivo: Ver inscripción registral.
Servidumbre: Sometimiento o limitación del uso y goce de un inmueble o parte de él, a
la voluntad de un tercero para beneficio de otro inmueble o de una persona determinada
(conf. CCC, art. 2162) Las más comunes son las servidumbres de tránsito, acueducto,
recibir aguas y sacar agua.
Superficie: Derecho real temporario, que se constituye sobre un inmueble ajeno, que
otorga a su titular la facultad de uso, goce y disposición material y jurídica del derecho
de plantar, forestar o construir, o sobre lo plantado, forestado o construido en el terreno,
el vuelo o el subsuelo, según las modalidades de su ejercicio y plazo de duración
establecidos en el título suficiente para su constitución (CCC, art. 2114).
Tradición: Entrega de la cosa por parte de una persona que es recibida por otra
mediante actos materiales (CCC, art. 1924). Modo de trasmitir una relación de poder
sobre una cosa (CCC, arts. 1892 y 1923).
Uso: Derecho a servirse de la cosa de otro sin alterar su sustancia con el cargo de
conservarla (CCC, art. 2154).
Usufructo: Derecho real conferido a favor de una persona determinada, por un
tiempo establecido o durante la vida del usufructuario, a usar y gozar una cosa
ajena, sin alterar su sustancia (conf. CCC, art. 2129).
Capítulo 9
Derechos de familia y sucesorios
Sumario: PARTE PRIMERA: Los derechos de familia. 1. Familia. 2. Parentesco. 2.1. Clases. 2.2.
Cómputo. 3. El matrimonio El matrimonio y el régimen de comunidad de bienes. 3. 1. 3.1. Iniciación del
régimen de comunidad de bienes. 3. 2. Bienes que componen la comunidad. 3.3. Gestión de bienes de la
comunidad. 3. 4. Pasivo de la sociedad conyugal y deudas contraídas por los cónyuges. 3.5. Extinción de
la comunidad conyugal. 4. Convenciones matrimoniales. 5. Régimen de separación de bienes. 6.
Uniones convivenciales. PARTE SEGUNDA: Los derechos sucesorios. 1. Adquisiciones de derechos. 2.
Clases de adquisición derivada. 3. Sucesión por causa de muerte. 4. Sucesores mortis causa. 5.
Contenido de la sucesión. 6. Transmisión hereditaria. 7. Principios del derecho de las sucesiones. 8. Los
testamentos. 9. Proceso sucesorio-
PARTE PRIMERA: Los derechos de familia
1. Familia:
El estado de familia es uno de los atributos de la personalidad, del cual derivan efectos:
derechos (por ejemplo a heredar, a pedir alimentos, etcétera); obligaciones (como por
ejemplo a prestar alimentos); y determinadas situaciones como impedimentos
matrimoniales o la inhabilidad del oficial público para autorizar asuntos en que sus
parientes están interesados.
En un sentido amplio, en el derecho, se asimila la familia al parentesco (*). Se trata del
conjunto de personas con las cuales existe algún vínculo jurídico de orden familiar.
Comprende a los ascendientes, descendientes y colaterales de un linaje (parientes por
consanguinidad); al cónyuge y a los ascendientes, descendientes y colaterales de éste
(parientes por afinidad).
Actualmente en el sistema legal argentino, el parentesco que interesa al Derecho o que
tiene efectos jurídicos, llega hasta el cuarto grado por consanguinidad, que es el límite
para heredar en una sucesión intestada (*) y al segundo grado por afinidad, que se
toma como: inhabilidad del oficial público para autorizar asuntos en que sus parientes
están interesados (CCC, art. 291), inhabilidad para ser testigo en los instrumentos
públicos (CCC, art. 295), etc.
Más allá de esos límites no existe parentesco o vínculo familiar que tenga efectos
legales. La única excepción es la institución de la adopción que también genera
vínculos familiares, a la que también se agregan las técnicas de reproducción humana
asistida.
El estado de familia, como una de las modalidades del estado civil, es uno de los
atributos de la personalidad del cual derivan efectos, como los derechos a heredar, a
pedir alimentos, impedimentos matrimoniales, legitimación para pedir declaración de
insania, inhabilidad de un oficial público para otorgar un acto, etc.
Es la ley la que establece en forma exclusiva el régimen de la familia y la calidad de
miembro de ésta, sin que ello dependa de la voluntad de las personas.
2. Parentesco
2. 1. Clases:
Se distinguen las siguientes clases de parentesco:
1°) Por consanguinidad es el que existe entre dos personas siempre que una
descienda de otra o ambas de un antecesor común.
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
2°) Por afinidad, es el que vincula a una persona con los parientes consanguíneos del
cónyuge.
No hay parentesco entre parientes de un cónyuge y de otro (art. 536). Asimismo, la
disolución del matrimonio no extingue el parentesco por afinidad.
2. 2. Cómputo
Dos elementos se tienen en cuenta para calificar el parentesco:
1°) La línea: Son parientes en línea recta los ascendientes y descendientes entre si; y
son colaterales los demás (CCC, art. 532).
2°) El grado: Se refiere a la generación: Los colaterales se remontan al antecesor
común (CCC, art. 533). En el caso del parentesco por afinidad, el cómputo equivale al
que tiene el cónyuge con su pariente consanguíneo (CCC, art. 536).
3°) Tronco se llama al ascendiente, antecesor común del cual se desprenden dos o
más líneas (CCC, art. 531, inc C) y rama a toda la línea en relación con su origen
(CCC, art. 531, inc C).
Veamos algunos ejemplos: Entre abuelo y nieto hay un parentesco por
consanguinidad, en línea recta, de segundo grado. Partimos para el cómputo desde el
nieto. Subimos hasta el padre y computamos un grado y en línea recta porque uno
desciende de otro. Hasta el abuelo se suma otro más, es decir que hay dos grados en
líneas recta.
Entre tío y sobrino, hay un parentesco por consanguinidad, colateral y de tercer grado.
Partimos desde el tío y tenemos que subir un grado hasta su padre. Luego bajar otro
grado hasta su hermano. Y finalmente bajar otro grado más hasta su sobrino. Allí están
los tres grados. Como uno no desciende de otro, sino que ambos descienden de un
antecesor común, son parientes colaterales. Y el padre es el tronco al cual hubo que
remontarse para luego bajar dos grados.
Entre tío y la esposa del sobrino, hay un parentesco por afinidad, de tercer grado. Se
cuenta igual que el caso anterior solamente que no son consanguíneos.
3. El matrimonio y el régimen de comunidad de bienes
En los aspectos que nos interesan en este curso, el matrimonio (*) es un acto que
constituye el estado de familia entre los cónyuges e implica una serie de derechos y
obligaciones y relaciones económicas entre éstos y con relación a terceros.
El matrimonio origina un sistema especial de comunidad de bienes que se ha
denominado tradicionalmente sociedad conyugal (*) y que ahora el Código llama con
mayor precisión “régimen de comunidad”. En realidad, no se trata de una verdadera
sociedad ya que las sociedades tienen personalidad jurídica y la mal llamada sociedad
conyugal no es un sujeto de derecho diferente a sus integrantes. Es acertada en
consecuencia la denominación que la ley ha dado a este régimen de bienes del
matrimonio.
Este régimen de bienes se aplica de forma supletoria (CCC, art. 463) ya que la ley
permite las convenciones matrimoniales y, por lo tanto, convenir un régimen diferente
al que establece la ley. Vemos primero el régimen común denominado “comunidad de
bienes” y luego el otro especial de separación de bienes.
3. 1. Iniciación del régimen de comunidad de bienes
El régimen de comunidad de bienes principia desde la celebración del matrimonio, y
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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no puede estipularse que principie antes o después (CCC, art. 463).
3. 2. Bienes que componen la comunidad
Se ha organizado el régimen legal del matrimonio, determinando la existencia de dos
masas de bienes que se relacionan con el régimen de comunidad:
1°) Bienes propios (CCC, art. 464 que contiene un detallado listado): Son
principalmente: a) Los adquiridos por cada cónyuge antes del matrimonio; b) Los
adquiridos a título gratuito (herencia, legado (*) o donación); c) Por subrogación real de
otros bienes propios (p. ej. se enajena un bien propio y se adquiere otro en su
reemplazo); d) Aumentos materiales y mejoras de un bien propio; e) Los bienes
adquiridos por causa o título anterior al matrimonio, como un automóvil comprado e
íntegramente pagado antes del matrimonio, pero que se entrega e inscribe a nombre
del comprador después de celebrado el matrimonio; f) Las indemnizaciones por daños
personales (p. ej., una indemnización por daño moral).
2°) Bienes gananciales (CCC, art. 465): Son los bienes que los cónyuges adquieren
durante el matrimonio, por cualquier título que no sea herencia, donación o legado (*).
Se incluyen también las adquisiciones fortuitas (ej. si uno de los esposos gana la
lotería), los frutos de bienes comunes o propios (ej. los alquileres de un inmueble) y los
frutos del trabajo como los sueldos y honorarios profesionales.
Si no se puede probar el carácter de propio o ganancial de un bien, la ley presume que
es ganancial. La presunción legal surge del art. 466 del Código, que se refiere a
todos los bienes existentes al momento de la extinción de la comunidad. Esto suele
suceder con bienes muebles no registrables que no tienen comprobante de adquisición
ni manera de hacerse del mismo.
Cuando el bien ganancial es un bien registrable no hay posibilidad de duda ya que en
el registro respectivo consta la inscripción del bien de la cual surgirá la titularidad del
bien y su carácter de propio o ganancial. El problema –como ya indicamos- se presenta
principalmente con las cosas muebles no registrables respecto de las cuales no puede
acreditarse su origen.
3. 3. Gestión de bienes de la comunidad
Resultan de indispensable referencia en este tema los artículos 467, 461 y 456 del
Código.
El art. 467 dispone que cada cónyuge responde, frente a sus acreedores con todos sus
bienes propios y los gananciales por él adquiridos. También dispone que los cónyuges
no puedan contratar entre sí en interés propio cuando están bajo el régimen de
comunidad, (CCC, art. 1002, inc. D), ya que ello podría generar múltiples conflictos
de intereses, que la ley quiere prevenir con esta prohibición.
Se ha establecido legalmente un sistema de gestión separada de los bienes
gananciales (no se afectan los propios). Existen para la ley dos masas de bienes
gananciales; independientes y separadas; cada una de propiedad de uno de los
cónyuges. Para los acreedores se mezclan la masa de bienes gananciales que están a
nombre de su deudor con sus bienes propios (pueden ir en contra de cualquiera de
ellos para cobrar su crédito).
Sobre esa masa de bienes propios y gananciales que están “a nombre” o bajo la
“titularidad” de su deudor podrán los acreedores ejecutar su crédito (CCC, art. 467). No
hay bienes comunes gananciales (otra razón por la que no hay una sociedad entre los
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
cónyuges sino una figura diferente). Por lo tanto, si un acreedor obtiene embargo sobre
la totalidad de un bien ganancial que está a nombre de su deudor, el cónyuge del
deudor no podrá pedir que se levante el embargo del 50 % del bien, fundado en que se
trata de un bien ganancial. Para el acreedor interesa solamente que esté a nombre de
su deudor sin distinguir si el bien es propio o ganancial, lo cual es una cuestión interna
entre los cónyuges.
La ley establece las siguientes excepciones a la regla general enunciada.
1°) Se impone responsabilidad solidaria a los cónyuges por las obligaciones contraídas
por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento
y la educación de los hijos (CCC, art. 455). Para los acreedores de estos créditos los
dos cónyuges son deudores y responden con todos sus bienes propios o gananciales.
2°) Sobre la masa de bienes gananciales se imponen cargas, como la manutención
gastos de conservación y reparación de los bienes gananciales. Por estas cargas
responde también el cónyuge que no contrajo la deuda, pero sólo con sus bienes
gananciales. Es decir que todos los bienes gananciales están afectados a cubrir las
cargas (CCC, art. 467, segunda parte). No responden con los bienes propios por estas
cargas. Desde el punto de vista del acreedor: puede cobrar su crédito sobre bienes
propios y gananciales del cónyuge deudor y también sobre los bienes gananciales a
nombre del otro cónyuge.
3°) Existen restricciones para disponer bienes gananciales registrables y el inmueble
donde se encuentra la vivienda familiar (CCC, art. 470). Es necesario el
asentimiento del otro cónyuge para enajenarlos (el acto de enajenación más
frecuente es la venta) o gravarlos (por ejemplo hipotecar un inmueble o prendar un
automóvil). El asentimiento también se requiere para disponer acciones nominativas
no endosables y las no cartulares, las participaciones en sociedades, los muebles de
la vivienda familiar (que tampoco se pueden transportar fuera de la vivienda), y los
establecimientos comerciales, industriales o agropecuarios (CCC, art. 470 en sus
distintos incisos).
La omisión del asentimiento conyugal en estos actos ocasiona la nulidad del mismo.
Dicho asentimiento puede reemplazarse por sentencia judicial frente a la negativa
sin justa causa de otorgar el mismo u otras razones (CCC, art. 458).
La exigencia del asentimiento conyugal en estos casos, se ha dispuesto con la
finalidad de proteger a los cónyuges e impedir que uno de ellos ejecute maniobras
de ocultamiento o desintegración del patrimonio familiar. Se ha establecido una
medida de vigilancia que permite a cada cónyuge estar informado del manejo de los
bienes que se consideran más importantes (como lo son usualmente los bienes
registrables) y tomar medidas de protección si fuere necesario.
Esta protección no se hace sobre todos los bienes gananciales sino sólo sobre
bienes registrables por cuanto normalmente son los que tienen mayor valor (como
un inmueble o un automotor que son bienes registrables). Se podría dar el caso de
bienes como una alhaja o un cuadro de un pintor famoso cuyo valor superara al
medio de un inmueble o un auto y sin embargo no necesitaría el asentimiento
conyugal.
4°) Si los dos cónyuges adquieren un bien en conjunto (a nombre de los dos), no son
tratados como si fueran condóminos con cualquier otra persona, ya que no pueden
enajenar su parte por separado (CCC, art. 471). Aunque sí podrán pedirlo los
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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acreedores de uno de ellos para ejecutar su crédito sobre la parte que corresponde a
su deudor en el porcentaje en el que participe en el condominio.
5°) Durante la vigencia de la comunidad se aplica el art. 472 que presume que
pertenecen a los dos cónyuges por mitades indivisas los bienes respecto de los cuales
ninguno de ellos puede justificar la propiedad exclusiva. Esta disposición se aplica
fundamentalmente a las cosas muebles para los casos en los que no se puede probar
el origen.
Un ejemplo que sirve para aclarar la situación: Si un acreedor hace embargar una cosa
mueble en contra de un cónyuge, el otro podrá probar que se trata de un bien propio
suyo o un bien ganancial adquirido a su nombre. En estos casos corresponderá dejar
sin efecto el embargo. Si nada se prueba, funciona la presunción de que esa cosa
pertenece a los dos por mitades, pudiendo embargarse la mitad del cónyuge deudor.
6°) La vivienda familiar no puede ser ejecutada por deudas contraídas después de la
celebración del matrimonio, excepto que lo hayan sido por ambos cónyuges
conjuntamente o por uno de ellos con el asentimiento del otro (CCC, art. 456
segunda parte).
Para que el ejemplo sirva de síntesis: cuando se adquieran un bien ganancial
(obviamente dentro del matrimonio), éste podrá estar a nombre o titularidad de uno
sólo de los cónyuges. En este caso, el titular es el que administrará ese bien ganancial
en forma exclusiva. Y con ese bien (con la totalidad del mismo) responde frente a sus
acreedores. El régimen legal no convierte al cónyuge en condómino de los bienes
gananciales que están solamente a nombre de uno de ellos. El carácter de ganancial
sólo tendrá importancia cuando llegue la extinción de la comunidad conyugal.
Reiteramos intentando aclarar más: si un bien ganancial se adquiere en un ciento por
ciento a nombre de un solo cónyuge, ese bien en un ciento por ciento podrá ser
embargado y ejecutado por los acreedores del cónyuge que aparece como titular. Y
correlativamente, los acreedores del otro cónyuge no podrán embargar ningún
porcentaje de ese bien que no está bajo la titularidad de su deudor, y que, mientras
dure la comunidad conyugal, para los terceros se considera propiedad exclusiva de
quien aparece como titular.
Los bienes gananciales también podrán estar a nombre de ambos en cualquier
porcentaje. Es una situación frecuente que los cónyuges compren un inmueble
apareciendo los dos como compradores. En este caso se aplicarán las reglas del
condominio. Salvo una diferencia con respecto a cualquier otro condominio: los
condóminos no podrán vender por separado su parte sin acuerdo del otro si son
cónyuges (CCC, art. 471). En cambio, para los acreedores se aplican las mismas
reglas que para cualquier participación en un condominio que pueda integrar el
patrimonio de su deudor. Sean o no cónyuges los condóminos, solamente se podrá
embargar y ejecutar la parte del bien que está a nombre del deudor.
Siempre deberá tenerse en cuenta la salvedad de la protección legal a los terceros de
buena fe, que no podrán ser afectados en casos como la administración o disposición
de bienes muebles no registrables por un solo cónyuge (CCC, art. 462). Así, si uno de
los cónyuges vende una cosa mueble que tiene en su poder y se la entrega al
comprador, no podría luego el otro cónyuge reclamar a ese comprador por la validez
de la compra alegando que le correspondía el cincuenta por ciento, si el comprador es
de buena fe. La única excepción son los muebles indispensables de la vivienda
familiar, los objetos destinados al uso personal del otro cónyuge y los afectados al
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
ejercicio de su trabajo o profesión (conf. CCC, art. 456, que permite demandar la
nulidad del acto en el plazo de seis meses).
Para preservar la independencia de esta gestión de los bienes gananciales por
separado, se exige un mandato para que un cónyuge administre los bienes
gananciales que pertenecen a la gestión del otro (CCC, art. 459), aunque sin que se
genere en este caso la obligación de rendir cuentas del mandatario (una de las
principales obligaciones que origina el contrato de mandato). En otras palabras, el
sólo hecho de estar casado no implica una autorización para representar al otro
cónyuge, sino que hace falta un mandato (como si fuera cualquier otra persona). La
ley prevé en cambio que ese mandato no puede otorgarse para dar el asentimiento
conyugal exigido por la ley (CCC, art. 459, última parte).
3. 4. Pasivo de la comunidad conyugal y deudas contraídas por los cónyuges
Hay que distinguir dos aspectos:
1°) Aspecto externo: Hace referencia a las obligaciones y relaciones de los cónyuges
con terceros. ¿Sobre qué bienes los acreedores pueden ejecutar sus créditos? ¿Qué
derecho tiene un acreedor sobre los bienes del cónyuge de su deudor? Algo
adelantamos en el punto anterior.
El principio general se encuentra en el artículo 467 del Código: Cada cónyuge
responde frente a sus acreedores con los bienes que ha adquirido a su nombre (con
todos los bienes embargables que están a su nombre ya sean propios o gananciales).
Las obligaciones son personales y no comunes. Vale decir, que los acreedores del
marido no pueden agredir jurídicamente los bienes propios ni los gananciales que
administra (están a nombre de) el otro cónyuge y viceversa.
Hay dos excepciones al principio general referido en el punto anterior.
La primera para los gastos de conservación y reparación de los bienes gananciales,
respecto a los cuales responde también el cónyuge que no contrajo la deuda,
aunque en este caso sólo responde el cónyuge que no contrajo la deuda con los
bienes gananciales que están a su nombre y no con sus bienes propios (CCC, art.
467, párrafo segundo).
La segunda excepción se presenta cuando uno de los cónyuges contrae deudas
para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y la
educación de los hijos. Solamente para estas deudas la ley establece la
responsabilidad solidaria de ambos cónyuges. El acreedor puede ir en contra de
todos los bienes embargables que están a nombre de cualquiera de los dos
cónyuges (CCC, art. 455).
Existen asimismo restricciones con relación a la vivienda familiar, que no puede ser
ejecutada por deudas contraídas después de la celebración del matrimonio, excepto
que lo hayan sido por ambos cónyuges conjuntamente o por uno de ellos con el
asentimiento del otro (CCC, art. 456, párrafo segundo).
¿Qué sucede cuándo un bien está a nombre de los dos cónyuges en conjunto? En
estos casos el acreedor sólo podrá agredir jurídicamente la parte que se encuentra a
nombre de su deudor. Se extiende también la aplicación de esta regla a los casos de
los bienes que no puede probarse si son propios o de administración exclusiva
(CCC, art. 472) lo cual puede suceder respecto a las cosas muebles no registrables.
En el aspecto externo se aplican respecto a los bienes que están en estas
condiciones, las reglas del condominio.
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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2°) Aspecto interno: Este aspecto hace referencia a las relaciones de los cónyuges
entre sí. Dice la ley que si una deuda a cargo de la masa ganancial se paga con fondos
propios, existe derecho a recompensa contra la comunidad conyugal y viceversa
(surge del art. 468 del CCC). En la enumeración de los bienes propios y gananciales
también se hacen numerosas referencias a las recompensas (CCC, arts. 464 y 465).
La liquidación de estos créditos o recompensas se hace sólo en el momento de la
disolución y liquidación de la comunidad conyugal.
3. 5. Extinción de la comunidad conyugal
La comunidad conyugal que se inició con el matrimonio, se puede extinguir por
diversas causas: En primer lugar, finaliza por extinción del matrimonio, lo que puede
suceder por muerte, ausencia con presunción de fallecimiento, nulidad o divorcio
(CCC, art. 475 en sus tres primeros incisos).
También se produce la extinción del régimen ordinario de la comunidad conyugal, sin
que se extinga el matrimonio, en los casos de separación judicial de bienes y por
celebrar una convención matrimonial (CCC, art. 475, en sus dos últimos incisos).
El efecto que produce la disolución de la comunidad conyugal por cualquier causa, es
la liquidación y partición de bienes, correspondiéndole a cada cónyuge después de
cancelar el pasivo y computar todas las recompensas, la mitad de los bienes
gananciales (CCC, art. 498), sin interesar quien los adquirió.
Para liquidar la comunidad conyugal, se admiten convenios entre los cónyuges sobre la
liquidación y adjudicación de los bienes gananciales, recompensas y sobre los pasivos
de la comunidad.
Téngase presente que frente al fallecimiento de un cónyuge el otro no es heredero por
el cincuenta por ciento de los bienes gananciales que le corresponden. Ese cincuenta
por ciento le corresponden como cónyuge partícipe de la comunidad conyugal disuelta
y no como heredero (que también lo es como se verá en la segunda parte de este
capítulo).
4. Convenciones matrimoniales
La ley permite las convenciones matrimoniales que son aquéllas celebradas antes de
contraer matrimonio. Solamente pueden tener por objeto identificar los bienes que cada
uno de los cónyuges lleva al matrimonio (bienes propios) para evitar que se presuman
gananciales, su valuación, las deudas, las donaciones que se hagan entre los futuros
cónyuges y la opción por uno de los regímenes de bienes del matrimonio (CCC, art.
446). Se regula también sobre las donaciones por razón del matrimonio, tema que no
consideramos por exceder la finalidad de la obra y límites del curso.
5. Régimen de separación de bienes
La ley permite que los cónyuges pacten un régimen diferente al de la comunidad
conyugal que antes hemos sintetizado. No existen en este régimen la distinción entre
bienes propios y gananciales, sino solamente bienes personales de uno u otro
cónyuge. A los fines patrimoniales, los cónyuges serán como cualquier otra persona,
no teniendo derecho a compartir bienes gananciales como en el régimen de
comunidad conyugal.
Cada cónyuge tiene la libre administración y disposición de sus bienes personales que
son todos los que adquiera antes o después del matrimonio, con excepción de las
restricciones para disponer la vivienda familiar y los muebles indispensables (CCC, art.
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
456) y las cargas de contribuir a su propio sostenimiento, el del hogar y el de los hijos
comunes, en proporción a sus recursos (CCC, art. 455), siendo en estos dos últimos
casos responsables solidarios frente a los acreedores de estas obligaciones (CCC,
art. 461).
En el aspecto externo de este régimen (frente a terceros), como regla general un
cónyuge no responde por ninguna otra deuda del otro, salvo que se incluya una
cláusula en el convenio (CCC, art. 461, última parte). Un ejemplo para aclarar esto:
Si un acreedor hiciera embargar bienes de un cónyuge por deuda del otro, podrá el
embargado demostrar que ha sido adquirido por él para pedir que se deje sin efecto
la medida. Aunque al igual que en el otro régimen, Los bienes cuya propiedad
exclusiva no se pueda demostrar, se presume que pertenecen a ambos cónyuges
por mitades (CCC, art. 461 segunda parte) y podrá embargarse y ejecutarse la mitad
del mismo como si fuera un condominio.
Este régimen de bienes puede cambiarse por el otro y viceversa, anualmente,
debiendo formalizarse una escritura pública y para hacerlo oponible a terceros
anotarse marginalmente en el acta de matrimonio (CCC, art. 449).
6. Uniones convivenciales
Las uniones convivenciales (figura que también suele denominarse “concubinato” que
tiene un sentido más bien peyorativo) han sido reguladas por la ley, que fija los
requisitos que deben cumplir para que tengan efectos legales. Son contempladas
como dos personas que conviven y comparten un proyecto de vida en común, con
independencia del sexo de sus integrantes.
Establece el Código, entre otros requisitos, la singularidad (monogamia), publicidad,
notoriedad y permanencia durante un período no inferior a dos años (CCC, art. 510).
Se prevé su inscripción a pedido de ambos convivientes, solamente a los fines de
probar su existencia.
Las uniones que cumplen los requisitos del art. 510 del Código, tienen ahora
trascendencia en el orden jurídico, generando las consecuencias que las partes
determinen por medio de un pacto de convivencia.
A falta de pacto, quedan sometidas a las consecuencias que la ley determina en los
arts. 518 y siguientes del Código, como por ejemplo prestarse asistencia, contribuir a
los gastos del hogar y responsabilizarse solidariamente por el sostenimiento y la
educación de los hijos. Reiteramos que no hace falta que se inscriban estas uniones
para que se produzcan los efectos que la ley ha previsto.
La ley permite los pactos de convivencia, permitiendo que los convivientes fijen sus
cláusulas libremente, limitados sólo por el respeto al orden público, al principio de
igualdad de los convivientes y no afectar los derechos fundamentales de cualquiera
de los integrantes de la unión convivencial (CCC, arts. 513 y 515).
La ley especialmente contempla la posibilidad de incluir cláusulas en dicho convenio
sobre la contribución a las cargas del hogar durante la vida en común; la atribución del
hogar común y la división de los bienes en caso de ruptura (CCC, art. 514),
ratificándose la libertad de convenir otras cuestiones. Exige solamente que estos sean
celebradas por escrito (CCC, art. 513) y que se inscriban para hacerlos oponibles a
terceros (CCC, art. 517). De modo tal que si no se inscriben solamente sus efectos
alcanzarán a las partes.
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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A falta de pacto de convivencia, los convivientes solo están limitados para disponer la
vivienda familiar y bienes indispensables que se encuentran en ella, al igual que se
establece para el matrimonio (CCC, art. 518 párrafo segundo). También se establecen
al igual que en el matrimonio la obligación de asistencia, contribución a los gastos del
hogar y responsabilidad solidaria frente a acreedores por dicha causa (CCC, arts. 519,
520 y 521).
Se extiende también para las uniones convivenciales, la protección a la vivienda
familiar y bienes indispensables que se encuentren en ella equiparándola en este
aspecto al matrimonio (CCC, art. 522).
La ley establece la obligación de dar una compensación económica en caso de
ruptura, a favor del conviviente que sufre un desequilibrio manifiesto que signifique un
empeoramiento de su situación económica
PARTE SEGUNDA: Los derechos sucesorios
1. Adquisiciones de derechos
La incorporación de un derecho al patrimonio de una persona, implica su adquisición.
Esta adquisición puede ser "originaria", cuando el derecho nace en cabeza de su
adquirente (ej. apropiación del maíz por el dueño del campo que lo cosecha) o
"derivada" cuando ese derecho proviene de un titular anterior que antes ya lo tenía en
su patrimonio (ej. cuando compro una cosa y me la entregan, incorporo a mi patrimonio
y soy continuador del mismo derecho que tenía el anterior propietario).
En el último caso, se opera una transmisión del derecho desde un patrimonio al otro.
Esa trasmisión puede originarse, en la voluntad del transmisor o en la ley. Cuando una
cosa es entregada en cumplimiento de un contrato de compraventa, la transmisión se
origina en un contrato y por lo tanto en la voluntad de los contratantes. Se origina la
transmisión en la ley, si se adquiere una cosa por herencia cuando existe un heredero
reconocido por la ley sin que exista testamento (si hubiera testamento sería por
voluntad del testador).
Las personas a las cuales se trasmitan los derechos de otras personas, de tal
manera que en adelante puedan ejercerlos en su propio nombre, se llaman
sucesores. Sucesor universal es el que recibe todo o una parte indivisa del
patrimonio de otro; sucesor singular el que recibe un derecho en particular (CCC, art.
400).
Como regla general, nadie puede transmitir un derecho mejor que el que tiene (CCC,
art. 399), aunque este principio tiene varias excepciones, que se han dispuesto para
proteger a terceros de buena fe (CCC, arts. 392, 396, 1895, etc.).
2. Clases de adquisición derivada
La sucesión de derechos puede tener dos orígenes: por acto entre vivos o por causa
de muerte (o mortis causa). La primera se origina en un acto jurídico bilateral, como por
ejemplo, a través de un contrato de compraventa o de donación. La sucesión por
causa de muerte se opera como consecuencia de la muerte de una persona a quien se
denomina "el causante".
A su vez, la sucesión puede ser particular o universal. La primera comprende a uno o
varios derechos determinados de allí su identificación como singular, individual o
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
particular. La otra comprende a la totalidad del patrimonio o una parte indivisa (CCC,
art. 2278).
La sucesión universal sólo se produce por causa de muerte, a favor de una persona
que se denomina heredero (*). En cambio, la sucesión particular puede producirse
por acto entre vivos (generalmente como consecuencia de un contrato) o “mortis
causa” como en los legados (*).
3. Sucesión por causa de muerte
Nuestro derecho reconoce dos clases de sucesiones por causa de muerte: a) La
sucesión legítima o intestada (*) que se origine en las disposiciones de la ley cuando
fallece una persona sin dejar testamento; y b) La sucesión testamentaria (*)
originada en la voluntad del causante, expresada en un testamento. Pueden coexistir
ambas situaciones cuando una parte del patrimonio del causante se transmite por
testamento y la otra por disposición de la ley (CCC, art. 2277).
En nuestro sistema legal, como regla general, no se permiten los pactos sucesorios
o los contratos sobre una herencia futura (CCC, art. 1010), los que son nulos.
Tampoco se permiten aceptar o renunciar las herencias futuras (CCC, art. 2286).
Hay algunas excepciones importantes a estas prohibiciones, que se vinculan con la
actividad empresarial. Entre ellas -la más importante- es la que está en el apartado
segundo del art. 1010 del Código, que permite pactos relativos a una explotación
productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la
conservación de la unidad de la gestión empresarial o a la prevención o solución de
conflictos. En estos casos se permite incluir disposiciones referidas a futuros
derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros herederos.
Otras excepciones son las donaciones que hacen los ascendientes respecto a sus
descendientes como adelanto de herencia (CCC, arst. 2411 y 2416) las que son
válidas salvo violación a la legítima (*) y las previsiones que se pueden hacer en los
contratos de sociedad, en los que están permitidas cláusulas para el caso de la
muerte de un socio.
4. Sucesores por causa de muerte
Son sucesores de una persona por causa de su muerte, sus herederos y legatarios. El
heredero es un sucesor universal (instituido por la ley o por testamento). El legatario es
sucesor singular y se da en los casos en que un testamento dispone un bien
determinado a su favor (CCC, art. 2278).
En caso de ausencia de herederos, el patrimonio es recogido por el fisco nacional o
provincial. Esta situación se denomina herencia vacante (CCC, art. 2441).
5. Contenido de la sucesión
La sucesión universal, comprende todos los derechos patrimoniales activos y pasivos.
Se dice que el heredero continúa la persona del difunto y es propietario, acreedor o
deudor, de todo lo que el difunto era propietario, acreedor o deudor (CCC, art. 2277
segunda parte y 2280). Quedan comprendidos en la sucesión, los derechos reales,
contratos, sucesiones, y también aquellos derechos de fuente no contractual, como los
que se originan en daños en los bienes del causante, que podrán ser reclamados por el
heredero.
6. Transmisión hereditaria
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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La transmisión de los bienes que integran una herencia, se opera en el mismo
momento de la muerte (CCC, art. 2277), con independencia de la aceptación por parte
del heredero. Si no se puede determinar quien murió primero, la ley supone que lo
hicieron al mismo tiempo (CCC, art. 95) y por lo tanto no se heredan entre sí.
7. Principios del derecho de las sucesiones
Pasamos a continuación a referirnos a los principios más importantes del derecho de
las sucesiones:
a) Limitación de responsabilidad del heredero por las deudas del causante
El heredero responde por las deudas y cargas del causante exclusivamente con los
bienes heredados y no con los propios.
Se establece en los arts. 2280 y 2317 del Código este principio de responsabilidad
limitada del heredero respecto a los pasivos del causante. El heredero será deudor
personal por las deudas de la sucesión, hasta el límite de lo recibido en la herencia o
hasta el valor de estos bienes.
Si existen varios herederos, cada uno de ellos responde con la masa indivisa de bienes
del causante, de acuerdo a sus porciones hereditarias.
En consecuencia, los acreedores del causante sólo pueden cobrar sus créditos sobre
la masa indivisa, o el valor de los bienes que hubieran salido de dicha masa indivisa, si
fueron enajenados por los herederos o el administrador de la sucesión.
La responsabilidad sólo puede extenderse a los propios bienes del heredero en casos
excepcionales (los previstos por el art. 2321 del CCC) como ocultar bienes de la
sucesión o exagerar fraudulentamente el pasivo de ésta.
b) Ordenes excluyentes
En la sucesión intestada se establecen prelaciones, en razón de la proximidad del
parentesco. El pariente más cercano en grado, excluye al más remoto, salvo el
derecho de representación (CCC, art. 2427). Así tenemos que los descendientes
excluyen a los ascendientes, es decir, si al fallecer una persona quedan sus padres
y sus hijos, según el orden legal, sólo heredarán estos últimos. Si quedan hijos y
nietos, heredan sólo los hijos. Si quedaran padres y hermanos, sólo heredaran sus
ascendientes, o sea los padres en este caso, etc. (ver infra: orden sucesorio en las
sucesiones intestadas).
c) Derecho de representación
La representación en el derecho sucesorio, es el derecho por el cual los hijos de un
grado ulterior son colocados en el grado que ocupaba su padre o madre en la familia
del difunto, a fin de suceder juntos en su lugar a la misma parte de la herencia a la
cual el padre o la madre habrían sucedido (CCC, arts. 2427, 2439, etc).
Así tenemos que los nietos concurren a la sucesión de sus abuelos, en
representación de sus padres fallecidos.
d) Porción legítima
Es el derecho de sucesión sobre determinada proporción del patrimonio del causante
protegido por la ley. No puede ser afectada ni por liberalidades (donaciones) anteriores
ni por testamento. Lo que no está afectado por la legítima es la porción disponible con
la que puede disponer libremente a favor de terceros o mejorar a un heredero (CCC,
arts. 2444 y 2446).
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
Se establece a favor de los herederos forzosos, que como tales no pueden ser
desheredados. Comprende a los descendientes, ascendientes y el cónyuge (CCC, art.
2444).
El porcentaje de la legítima varía según los casos: La de los descendientes es de las
dos terceras (2/3) partes, para los ascendientes la mitad (1/2) y para el cónyuge
también la mitad (CCC, art. 2445). Dichas porciones se calculan sobre la suma del
valor líquido de la herencia al tiempo de la muerte del causante más el de los bienes
donados computables para cada legitimario, a la época de la partición según el estado
del bien a la época de la donación (CCC, art. 2445).
Los herederos forzosos perjudicados pueden reclamar la reducción de las donaciones
y mandas o disposiciones testamentarias. La parte que puede ser dispuesta libremente
se denomina porción disponible.
Como novedad el nuevo Código ha introducido la facultad mejora a favor del
heredero con discapacidad, pudiendo el causante disponer, además de la porción
disponible, de un tercio de las porciones legítimas para aplicarlas como mejora
estricta a descendientes y ascendientes con discapacidad (CCC, art. 2448).
e) Colación
Es la obligación que tiene el heredero forzoso de computar en la parte que le
corresponde las donaciones que el causante le hubiese hecho en vida. Es lo que
vulgarmente se denomina “adelanto de herencia”.
La ley presume que no se ha querido mejorar la parte de ese heredero, sino sólo que
se ha efectuado un adelanto a cuenta de su parte. Se computan sólo los valores, no
correspondiendo que devuelvan los bienes (CCC, art. art. 2385).
El mismo principio se aplica para los legados que se hacen en los testamentos a favor
de los herederos forzosos.
En estos casos la ley permite que sea dispuesto de manera expresa al hacer una
donación o en las cláusulas de un testamento, que los valores se consideren como una
mejora a la participación que corresponde a un heredero. Remarcamos que deberá
indicarse que se trata de una mejora de manera expresa y clara ya que de otra forma
funcionará la presunción legal en el sentido que no se trata de una mejora sino de un
adelanto de herencia. Desde ya que la mejora no podrá violar la porción legítima de los
demás herederos forzosos. La mejora a que nos referimos podrá hacerse dentro de los
márgenes de la porción disponible (CCC, art. 2386)
f) Orden sucesorio en las sucesiones intestadas
La ley establece el siguiente orden para las sucesiones intestadas:
1°) Descendientes: Los hijos por partes iguales (CCC, art. 2426) y los nietos –en
realidad descendientes- por representación de sus padres fallecidos (art. 2427).
2°) Ascendientes: Sólo heredan en caso de falta de descendientes (CCC, art. 2431).
3°) Cónyuge: Hereda igual que los hijos para los bienes propios (CCC, art. 2433). Con
respecto a los bienes gananciales le corresponden la mitad como socio al disolverse la
comunidad conyugal. Vale decir, no heredan la otra mitad de los bienes gananciales si
hay descendientes (CCC, art. 2433, segunda parte).
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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4°) Cuando hay cónyuge, sin hijos y hay ascendientes: El cónyuge hereda la mitad de
los bienes propios y la mitad de la parte de gananciales que correspondían al cónyuge
como socio de la sociedad conyugal (CCC, art. 2432).
5°) Cuando hay cónyuge sin ascendientes ni descendientes, hereda todo el cónyuge
que excluye a colaterales (art. 2433).
6°) Colaterales: Sólo heredan cuando no hay parientes en línea recta ni cónyuge.
Heredan los más próximos hasta el cuarto grado (CCC, art. 2438).
8. Los testamentos
La edad que requiere la ley para testar, es la de 18 años (CCC, art. 2464) que es la
edad a la que se alcanza la mayoría de edad. Existen dos clases de testamento,
todas las que requieren el cumplimiento formas solemnes (o ad solemnitatem) dada
la importancia y trascendencia general que pueden tener estos actos:
a) Testamento ológrafo: el cual para ser válido debe ser escrito todo entero, fechado
y firmado por la mano misma del testador (CCC, art. 2477).
b) Testamento por acto público: Se otorga ante escribano y presencia de testigos por
escritura pública (CCC, art. 2479).
9. Proceso sucesorio
El proceso o juicio sucesorio es un proceso que tiene por fin la cancelación del
pasivo que ha dejado una persona fallecida y la distribución del haber líquido
hereditario entre los herederos o beneficiarios de conformidad a lo dispuesto por
testamento o en su defecto por la ley, previa aprobación del testamento o
reconocimiento de la calidad de heredero instituido por la ley (también llamado
declaratoria de herederos).
Es un proceso “universal”, en razón de que tiene por objeto la cancelación de
pasivos y distribución de la totalidad de un patrimonio.
(*) Ver glosario.
Bibliografía:
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs. As. 2014.
Glosario
Beneficio de inventario: Principio del Derecho Sucesorio, que limita la
responsabilidad del heredero manteniendo la herencia separada de su patrimonio. El
heredero responde por las deudas y cargas exclusivamente con los bienes recibidos
del causante y no con los propios. Se encuentra reconocido como una regla general
(CCC, art. 2317).
Bienes gananciales: Los bienes que cada uno de los cónyuges, o ambos,
adquiriesen durante el matrimonio con régimen de comunidad conyugal, por cualquier
título que no sea herencia, donación o legado (CCC, art. 465).
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Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
Colación: Obligación que tiene el heredero forzoso de computar en la parte que le
corresponde en la sucesión, los valores de las donaciones que el causante le hubiese
hecho en vida (CCC, artículo 2385).
Derecho de representación (en las sucesiones): Principio del Derecho Sucesorio
por el cual los hijos de un grado ulterior son colocados en el grado que ocupaba su
padre o madre en la familia del difunto, a fin de suceder juntos en su lugar a la
misma parte de la herencia a la cual el padre o la madre habrían sucedido. Si bien
para explicar hacemos referencia al padre o madre corresponde respecto a los
ascendientes (CCC, art. 2427).
Heredero: El llamado a recibir la sucesión (CCC, art. 2278).
Legado: Disposición de última voluntad que consta en un testamento, para que se
entregue a una persona dinero o determinados bienes que integran una herencia.
Legítima (o porción legítima): Derecho de sucesión sobre determinada proporción
del patrimonio del causante protegido por la ley, a favor de los herederos forzosos. No
puede ser afectada ni por liberalidades anteriores ni por testamento. Lo que no está
afectado por la legítima es la “porción disponible”, la que el causante puede disponer
libremente.
Matrimonio: La palabra deriva de “matris” (madre) “monium” (carga o gravamen). Dos
significados interesan jurídicamente: 1°) el acto de celebración y 2°) el estado que para
los contrayentes derivan de este acto. El acto de celebración del matrimonio constituye
el estado de familia entre los cónyuges, que implica una serie de derechos y
obligaciones. Es un acto jurídico complejo. No es un contrato ya que necesita la
voluntad del estado; oficial público pronuncia en nombre de la ley que quedan unidos
en matrimonio (conf. CCC, art. 418). Caracteres: Unidad o comunidad de vida entre los
esposos, monogamia, permanencia y legalidad. Requisitos: 1°) Intrínsecos o de fondo:
ausencia de impedimentos y consentimiento. 2°) Extrínsecos o de forma:
consentimiento ante oficial público.
Parentesco: Conjunto de personas con las cuales existe algún vínculo jurídico de
orden familiar. Comprende a los ascendientes, descendientes y colaterales de un linaje
(parentesco por consanguinidad), al cónyuge y a los ascendientes, descendientes y
colaterales de éste (parentesco por afinidad). Se extiende también al parentesco por
adopción.
Partición hereditaria: Negocio jurídico que pone fin a la comunidad hereditaria
mediante la distribución del activo neto hereditario entre los coherederos, determinando
el haber concreto de cada heredero (Pérez Lasala).
Sociedad conyugal: Especial sistema de comunidad de bienes que origina el
matrimonio denominado con más precisión: comunidad conyugal. No sería una
verdadera sociedad por no tener personalidad jurídica ni las partes tener libertad de
fijar sus derechos ni alterar su régimen legal.
Sociedades de personas: Agrupación o clasificación de los tipos sociales de las
sociedades comerciales. Se las denomina más correctamente personalistas, y se las
distingue de las capitalistas y cooperativas. Las personalistas son aquellas en las
cuales los socios llevan personalmente la gestión social y responden también
personalmente de los débitos sociales. Su paradigma es la sociedad colectiva (Richard
y Muiño).
Sucesión: La sucesión es la transmisión de los derechos activos y pasivos que
Derecho Privado - Capítulo 9 - Derecho de familia y sucesiones
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componen la herencia de una persona muerta, a la persona que sobrevive, a la cual la
ley o el testador llama para recibirla (CCC, art. 2277).
Sucesor: Personas a la cual se trasmiten los derechos de otra persona, de tal manera
que en adelante puedan ejercerlos en su propio nombre. La sucesión en los derechos
puede ser particular o universal. La primera, también denominada sucesión singular,
comprende a uno o varios derechos determinados. La otra comprende a la totalidad del
patrimonio o una parte alícuota y sólo se produce en caso de muerte.
Sucesión intestada: También denominada “sucesión legítima” es la que sólo es
deferida por la ley. La sucesión es testamentaria cuando lo es por voluntad del
hombre manifestada en testamento (ver). Puede también deferirse la herencia de una
misma persona, por voluntad del hombre, en una parte y, en otra, por disposición de la
ley (CCC, art. 2277).
Sucesión mortis causa: Entrar en la posesión de los bienes de un difunto como
heredero o legatario. Sin embargo, la sucesión puede igualmente originarse entre
vivos, como ocurre con frecuencia en materia comercial, con relación a quienes
adquieren un fondo de comercio y continúan la acción y los negocios de sus
antecesores. En la sucesión se llama causante, autor o transmisor, al que transfiere,
y causahabiente o sucesor al que recibe o adquiere del anterior. Los sucesores
“mortis causa” se llaman herederos y legatarios. El heredero es un sucesor universal
designado por la ley o por un testamento. El legatario es sucesor singular o particular y
puede ser instituido únicamente por testamento.
Testamento: Acto escrito, celebrado con las solemnidades de la ley, por el cual una
persona dispone del todo o parte de sus bienes para después de su muerte. Sólo
puede existir un testamento válido por lo que el posterior anula al anterior.
Transacción: Modo de extinción de una obligación que existe cuando las partes,
haciendo concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas (CCC,
art. 1641).
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