El Suelo ¿Qué es el suelo? ¿Cómo se forma? Origen y formación de los suelos Los Factores de Formación del Suelo Factores que afectan el desarrollo del suelo ¿Cómo está compuesto el suelo? Características del suelo Tipos de suelos y sus principales características Tipos de suelos y sus características Cómo se divide y organiza el suelo Capas del suelo ¿Qué son las capas del suelo? El suelo está conformado por tres capas: Estratos del suelo Subsuelo ¿Qué es el subsuelo? Erosión del suelo Existen distintos tipos de erosión del suelo: Manejo y conservación de suelos La importancia de los suelos La importancia de un suelo sano para el futuro de la agricultura ¿Qué es un suelo sano? Los suelos sanos son la base para la producción de alimentos saludables Tipos de suelos y sus principales características Secuestro del Carbono en el Suelo Prácticas agrícolas alternativas para mejorar el secuestro de carbono El análisis de suelo El ph y la acidez del suelo Tipos de acidez del suelo La conductividad eléctrica del suelo Monetizando la Sostenibilidad Qué es la degradación del suelo Contaminación del suelo: causas, consecuencias y soluciones Causas de la contaminación del suelo Efectos y consecuencias de la contaminación del suelo Cómo evitar la contaminación del suelo Cuáles son los agentes contaminantes del suelo El suelo Suelo Te explicamos qué es el suelo y cómo está compuesto. Además, la clasificación de los suelos y sus distintas características. El suelo es una superficie sumamente variada y multiforme. ¿Qué es el suelo? El suelo es la capa que recubre la superficie del planeta Tierra. En él se desarrolla la vida de las plantas y animales. El suelo es la porción más superficial de la corteza terrestre, constituida en su mayoría por residuos de roca provenientes de procesos erosivos y otras alteraciones físicas y químicas, así como de materia orgánica fruto de la actividad biológica que se desarrolla en la superficie. El suelo es la porción más visible del planeta Tierra, en donde sembramos las cosechas, edificamos nuestras casas y enterramos a nuestros muertos. Se trata de una superficie sumamente variada y multiforme, sobre la cual se producen los fenómenos climáticos como la lluvia, el viento, etc. Está compuesto por restos de seres vivos, arena, minerales, sales, rocas, agua, aire, plantas y animales pequeños. Los organismos que mueren sobre el suelo son descompuestos por microorganismos, que los convierten en materia orgánica y los integran al mismo suelo. De igual manera, el suelo es escenario de complejos procesos químicos y físicos, así como de un ecosistema subterráneo de pequeños animales y abundantes microorganismos, cuya presencia impacta directamente en la fertilidad del mismo. El suelo es una capa muy delgada que se conformó a lo largo de los siglos, a partir de las rocas que fueron desintegrándose por el roce con el agua, los vientos y las temperaturas. Es un recurso no renovable por los extensos períodos que necesita para su conformación. Los suelos se forman por la destrucción de la roca y la acumulación de materiales distintos a lo largo de los siglos, en un proceso que involucra numerosas variantes físicas, químicas y biológicas, que da como resultado una disposición en capas bien diferenciadas, como las de un pastel, observables en los puntos de falla o fractura de la corteza terrestre. El suelo está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua. Es una capa delgada que se ha formado muy lentamente, a través de los siglos, con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento. Las plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo. Los minerales provienen de la roca madre, que se deshace lentamente. También pueden ser aportados por el viento y el agua, que los arrastran desde otras zonas erosionadas. La materia orgánica es el producto de la descomposición de vegetales y animales muertos. Puede almacenar gran cantidad de agua y es rica en minerales. Los microorganismos o pequeños organismos son de dos tipos: los que despedazan la materia orgánica (insectos y lombrices) y los que la descomponen liberando los nutrientes (hongos, bacterias). Viven dentro del suelo y, además de intervenir para que la materia orgánica sea nuevamente utilizada por las plantas, ayudan a pulverizar las rocas. Lombrices e insectos forman poros que permiten la aireación, el almacenaje del agua y el crecimiento de las raíces. Agua y aire ocupan los poros, espacios entre las partículas de suelo que se producen por las irregularidades de su forma y tamaño. La distribución y tamaño de los poros es importante. Una excesiva cantidad de poros pequeños origina suelos compactos, pesados, húmedos y un pobre crecimiento de las raíces. Demasiados poros grandes forman suelos sueltos que se secan rápidamente. Cuando más pequeño es el poro, más difícil es para la planta absorber agua de él. Los organismos del suelo y las plantas necesitan agua para vivir. Las plantas la utilizan para mantener sus tejidos, transportar nutrientes y realizar la respiración y nutrición. El agua del suelo es absorbida por las raíces y utilizada en el proceso de fotosíntesis. La disolución de minerales y materia orgánica en el agua facilita que sean captados por las plantas. Cuando el agua del suelo escasea, se detiene el crecimiento de las plantas, que llegan a marchitarse y morir. Un exceso de agua desplaza el aire del suelo. Este es importante porque aporta oxígeno para la respiración de las raíces. Además, es la fuente del nitrógeno que transforman las bacterias, haciéndolo aprovechable por las plantas. En el suelo se multiplican miles de formas de vida, la mayoría invisibles para nuestros ojos. Una hectárea de tierra fértil puede contener más de 300 millones de pequeños invertebrados: insectos, arañas, lombrices y otros animales diminutos. La tierra que cabe en una cuchara puede encerrar un millón de bacterias, además de cientos de miles de células de levaduras y pequeños hongos. Todas las sustancias que forman el suelo son importantes por sí mismas, pero lo fundamental es el equilibrio adecuado entre los diferentes constituyentes. La materia orgánica y los microorganismos aportan y liberan los nutrientes y unen las partículas minerales entre sí. De esta manera, crean las condiciones para que las plantas respiren, absorban agua y nutrientes y desarrollen sus raíces. Lombrices, bacterias y hongos también producen humus, que es una forma estable de materia orgánica. El humus retiene agua y nutrientes y ayuda a prevenir la erosión. En resumen, el manejo sostenible del suelo debe estimular la actividad de los microorganismos, manteniendo o aportando una cantidad adecuada de materia orgánica. ¿Cómo se forma? La formación del suelo es un proceso muy lento: se precisan cientos de años para que el suelo alcance el espesor mínimo necesario para la mayoría de los cultivos. Al principio, los cambios de temperatura y el agua comienzan a romper las rocas: el calor del sol las agrieta, el agua se filtra entre las grietas y con el frío de la noche se congela. Sabemos que el hielo ocupa más lugar que el agua, y esto hace que las rocas reciban más presión y se quiebren. Poco a poco se pulverizan y son arrastradas por las lluvias y el viento. Cuando la superficie es en pendiente, este sedimento se deposita en las zonas bajas. Luego aparecen las pequeñas plantas y musgos que crecen metiendo sus raíces entre las grietas. Cuando mueren y se pudren incorporan al suelo materia orgánica que es algo ácida y ayuda a corroer las piedras. Se multiplican los pequeños organismos (lombrices, insectos, hongos, bacterias) que despedazan y transforman la vegetación y los animales que mueren, recuperando minerales que enriquecen el suelo. Este suelo, así enriquecido, tiene mejor estructura y mayor porosidad. Permite que crezcan plantas más grandes, que producen sombra y dan protección y alimento a una variedad mayor aún de plantas y animales. Origen y formación de los suelos En este artículo se describe lo que es el suelo y su composición básica. Además, se explica el origen y formación del suelo debido a procesos de meteorización, donde se incluye procesos físicos, químicos y biológicos. El suelo es un elemento natural compuesto de minerales, agua, gases y material orgánico (organismo vivos y muertos) derivadas de la combinación de factores geológicos, climáticos, biológicos, las partículas que componen el suelo deben su origen a la erosión de los tipos de rocas preexistentes (ígneas, sedimentarias y metamórficas). Tipos de suelos Existen diversos tipos de suelos, todos ellos relacionados a la actividad para lo que van a ser usados, en este caso mencionaremos a los tipos básicos de suelos que se encuentran para actividades de ingeniería civil, mecánica de suelos y geotecnia. Suelos gravosos (grava): tienen tamaño de partículas entre 8-10 cm a 2 mm, son muy permeables y sus componentes se observan a simple vista. Suelos arenosos (arena): tienen tamaño de partículas entre 2-0,060 mm, son muy permeables y sus componentes también se observan a simple vista. Suelos limosos (limo): tienen tamaño de partículas entre 0,060 mm y 0,002 mm, tienen capacidad de retención de agua mayor que las arenas, pero menor que las arcillas, sus componentes ya no se reconocen a simple vista, suelen ser atractivos para la agricultura si tienen alto contenido mineral y orgánico. Suelos arcillosos (arcilla): tienen tamaño de partículas menores que 0,002 mm (inferiores a los limos), tienen alta capacidad de retención de agua y son muy atractivos para la agricultura sobre todo cuando tienen alto porcentaje de materia orgánica. Sin embargo, este tipo de suelo es el que genera mayor problema en ingeniería civil. Composición y partes del suelo ¿Cómo está formado o compuesto el suelo? El suelo está compuesto de cuatro partes básicas: La parte mineral (minerales) o parte inorgánica, el componente orgánico (organismos vivos o muertos), agua, el aire Minerales componente inorgánico Los minerales o la componente inorgánica es la más abundante, representa entre el 40 % al 50 % del volumen total del suelo. Los o minerales deben su origen a la descomposición (erosión o meteorización in situ) de las rocas preexistentes o rocas madres (rocas ígneas, sedimentarias y rocas metamórficas). La parte sólida que compone el suelo se encuentra representado por minerales y partes de rocas y corresponden a partículas de tamaño de gravas, arenas, limos y arcillas. Componente orgánico (materia orgánica) El componente orgánico del suelo se encuentra representado por organismos vivos (microorganismos, plantas, etc) y organismo muertos (restos de plantas, microorganismos muertos, heces de animales, etc), conforma alrededor del 5 % del volumen total del suelo. El suelo que es rico en materia orgánica tiene alta capacidad de retener el agua y nutrientes básicos, por lo que es atractivo para la generación de cultivos. El agua El agua que está presente en el suelo se almacena en los espacios disponibles entre las partículas que conforman el suelo (porosidad), representa entre el 20 % al 30 % del volumen total del suelo y su importancia radica en la alta capacidad de transporte de los nutrientes básicos para la vida en el suelo y para facilitar la descomposición biológica – química. El porcentaje de agua que se retenga en el suelo va a depender sobre todo de los diferentes tipos de suelos, es así que un suelo arcilloso es el que más capacidad de retención de agua tiene y suelos gravosos-arenosos son los que menos capacidad de retención tienen (propiedad de permeabilidad). El aire gases) Los gases son otro de los componentes básicos del suelo, representa el aire que ocupa los espacios disponibles entre las partículas sólidas del (los suelo (porosidad), suele ocupar entre el 20 % al 30% del volumen total del suelo. El oxígeno es esencial para la respiración de las raíces y los microbios (microorganismo), lo que ayuda a mantener el crecimiento de las plantas. Horizontes o capas del suelo El suelo consiste en diferentes capas que a menudo se llaman horizontes. Hay tres horizontes del suelo principales llamados A, B y C, así como una capa orgánica (O) en la parte superior del suelo (O) y roca madre (R) a continuación: Horizonte O: Esta es una capa compuesta principalmente de materia orgánica que tiene alrededor 2 pulgadas de grosor y está hecha de material vegetal muerto como hojas y ramas. Horizonte A: Este horizonte superior del suelo también se denomina superficie del suelo. Tiene un grosor aproximado entre 5 y 10 pulgadas y está compuesto principalmente de materia orgánica y minerales. Esta es la capa de suelo donde viven las plantas y los organismos (microorganismo). Horizonte B: esta capa también se denomina subsuelo. Está compuesto principalmente de arcilla, minerales de hierro y materia orgánica, que el agua de lluvia arrastra hasta este horizonte (capa). Horizonte C: el horizonte C es el material principal a partir del cual se desarrollaron las capas superiores del suelo. Consiste principalmente en rocas grandes relictos de la roca madre, es decir que es una zona de transición entre el suelo y la roca madre. Horizonte R: Este es el lecho de roca (roca madre) y se encuentra varios metros bajo la superficie. El lecho de roca está hecho de una masa sólida de roca. También se lo conoce como el horizonte D. Origen y formación de los suelos Los suelos deben su origen o formación por la acción desintegradora que sufren los macizos rocosos preexistentes o rocas madres, debido a factores medioambientales, procesos de meteorización in situ (físicos, químicos y biológicos) y procesos de erosión (transporte de suelos). Cuando una superficie de roca se expone a la atmósfera durante un tiempo apreciable, se desintegra o se descompone en partículas pequeñas y así se forman los suelos. Un suelo puede formarse in situ por la meteorización de los macizos rocosos. En este caso las rocas madres se descomponen y alteran en el mismo lugar y no ocurre transporte de materiales. También puede ocurrir que las partículas que se generan por los procesos físicos, químicos y biológicos, sufran transporte y se genere un suelo transportado, es decir que las partículas se depositaron mas abajo. Es necesario comprender como se forma el suelo, para entender las propiedades ingenieriles (parámetros geotécnicos) de los materiales que conforman el suelo y por tanto lograr que las obras de ingeniería civil sean seguras y rentables. Factores que generan el suelo: Factores físicos Factores químicos Factores biológicos Transporte de las partículas Desintegración física La desintegración física o la meteorización mecánica de las rocas se produce debido a los siguientes procesos físicos: Cambios de temperatura Diferentes minerales de rocas tienen diferentes coeficientes de expansión térmica. La expansión desigual y la contracción de estos minerales ocurren debido a los cambios de temperatura. Cuando las tensiones inducidas debido a tales cambios se repiten muchas veces, las partículas se desprenden de las rocas y se forman los suelos. Acción de la expansión del hielo (acuñamiento del hielo) El agua en los poros y las diminutas grietas de las rocas se congela en climas muy fríos. Como el volumen de hielo formado es mayor que el del agua, ocurre la expansión. Las rocas se rompen en pedazos cuando se desarrollan grandes tensiones en las grietas debido a la acción de acuñamiento del hielo formado. La difusión de las raíces de las plantas A medida que crecen las raíces de los árboles y los arbustos en las grietas y fisuras de las rocas, las fuerzas actúan sobre las rocas. Los segmentos de la roca se separan y se produce la desintegración de las rocas. Abrasión A medida que el agua, el viento y los glaciares se mueven sobre la superficie de la roca, se produce abrasión y fregado. Resulta en la formación de suelos. Nota: en todos los procesos de desintegración física, no hay cambios en la composición química. El suelo formado tiene las propiedades de la roca madre. Los suelos de grano grueso, como la grava y la arena, se forman por el proceso de desintegración física. Descomposición química Cuando se produce la descomposición química o la meteorización química de las rocas, los minerales de roca originales se transforman en nuevos minerales por reacciones químicas. Los suelos formados no tienen las propiedades de la roca madre. Los siguientes procesos químicos generalmente ocurren en la naturaleza: Hidratación En la hidratación, el agua se combina con minerales de roca y da como resultado la formación de un nuevo compuesto químico. La reacción química causa un cambio en el volumen y la descomposición de la roca en partículas pequeñas. Un ejemplo de reacción de hidratación que está teniendo lugar en los suelos es la hidrólisis de SiO 2 SiO 2 + 2H 2 O Si (OH) 4 Carbonatación Es un tipo de descomposición química en la cual el dióxido de carbono en la atmósfera se combina con el agua para formar ácido carbónico. El ácido carbónico reacciona químicamente con las rocas y provoca su descomposición. El ejemplo para este tipo de es que está teniendo lugar en rocas sedimentarias que contienen carbonato de calcio. Oxidación La oxidación ocurre cuando los iones de oxígeno se combinan con minerales en la roca. La oxidación resulta en la descomposición de las rocas. La oxidación de las rocas es algo similar a la oxidación del acero. Solución Algunos de los minerales de roca forman una solución con agua cuando se disuelven en agua. La reacción química tiene lugar en la solución y los suelos se forman. Hidrólisis Es un proceso químico en el que el agua se disocia en iones H + y OH – . Los cationes de hidrógeno reemplazan a los iones metálicos como el calcio, el sodio y el potasio en minerales de roca y los suelos se forman con una nueva composición química. Nota: La descomposición química de las rocas resulta en la formación de minerales de arcilla. Los minerales de arcilla imparten propiedades plásticas de los suelos. Los suelos arcillosos se forman por descomposición química. Descomposición biológica Es producida por actividad bacteriana. Las bacterias inducen putrefacciones de materiales orgánicos y mezclan el producto con otras partículas de origen físico-químico, las mismas que actúan como elemento catalizador, etc. Transporte de suelos Los suelos formados en un lugar pueden ser transportados a otros lugares por agentes de transporte, como agua, hielo, viento y gravedad. Suelos transportados por el agua El agua corriente es uno de los agentes más importantes de transporte de suelos. el tamaño de las partículas de tierra que transporta el agua depende de la velocidad. El agua rápida puede transportar las partículas de gran tamaño, como rocas y gravas. Con una disminución en la velocidad, las partículas más gruesas se depositan. Las partículas más finas se transportan aguas abajo y se depositan cuando la velocidad se reduce. Un delta se forma cuando la velocidad se reduce a casi cero en la confluencia con un cuerpo receptor de agua quieta como un lago, un mar o un océano. Todos los tipos de suelos transportados y depositados por el agua se conocen como depósitos aluviales. Los depósitos hechos en lagos se llaman depósitos lacustres. Los depósitos marinos se forman cuando el agua que sigue transporta los suelos al océano o al mar. Suelos transportados por el viento Las partículas del suelo son transportadas por los vientos. el tamaño de partícula del suelo depende de la velocidad del viento. Las partículas más finas son llevadas lejos del lugar de la formación. Los depósitos de suelo por el viento se conocen como depósitos eólicos. Las dunas de arena grandes están formadas por los vientos. Las dunas de arena se producen en las regiones áridas y en el lado del lado de sotavento del mar con playas de arena. Loess es un depósito de limo hecho por el viento. Estos depósitos tienen baja densidad y alta compresibilidad. La capacidad de carga de tales suelos es muy baja. La permeabilidad en la dirección vertical es grande. Suelos depositados en los glaciares Los glaciares son grandes masas de hielo formadas por la compactación de la nieve. A medida que los glaciares crecen y se mueven, llevan consigo suelos que varían en tamaño desde finos a grandes rocas. Los suelos se mezclan con el hielo y son transportados lejos de su posición original. Los Factores de Formación del Suelo Figura 1. Los factores de formación del suelo: clima, biota, relieve, roca madre y tiempo. Hans Jenny fue el primer científico en definir los factores de formación del suelo en su libro “Factors of Soil Formation: A System of Quantitative Pedology”, el cual fue publicado en 1941. En su libro planteó la Ecuación de los Factores de Estado: S = f (cl, o, r, p, t); Dónde: S = Suelo, f= en función de, cl= clima, o= organismos, r= relieve, p= roca madre y, t= tiempo. Jenny describió que la formación del suelo está influenciada por cinco factores independientes, pero que interactúan entre sí para dar lugar al suelo. Estos factores son: material parental o roca madre, clima, relieve o topografía, biota (organismos) y tiempo. Los científicos de la ciencia del suelo clasifican a los cinco factores de formación del suelo como: factores activos y factores pasivos. El clima y la biota se identifican como los factores activos de la formación del suelo, debido a que su influencia sobre el desarrollo del suelo puede observarse directamente; Por ejemplo: lluvia, altas y bajas temperaturas, viento, microrganismos (algas y hongos), lombrices de tierra y animales excavadores. Por otra parte, los factores pasivos son el tiempo, la topografía y el material parental, porque sus efectos no se observan directamente. El clima. El clima es uno de los factores que influyen de manera directa sobre la formación del suelo, pues condiciona la velocidad de meteorización de la roca madre. Los elementos más importantes del clima en la formación de suelo son la temperatura y la precipitación. Estos dos parámetros del clima afectan la tasa de meteorización química y el crecimiento de las poblaciones de organismos, así como la velocidad de descomposición de la materia orgánica. Por una parte, el agua es el solvente y medio para todas las reacciones y procesos del suelo, mientras que la temperatura determina la tasa de reacciones químicas y la intensidad de la actividad biológica. Biota. La biota está representada por los organismos vivos. Por su actividad biológica, los organismos que integran la fauna del suelo tienen un rol fundamental en la fragmentación, transformación y translocación de materiales orgánicos del suelo. En cambio, las raíces de la vegetación participan activamente para la formación del suelo, ya que son capaces de crecer dentro de las grietas y fisuras de las rocas, acelerando la meteorización. Las plantas contribuyen a la meteorización química debido a que producen ácidos orgánicos y dióxido de carbono, que son compuestos que aceleran el proceso de descomposición de los minerales y la liberación de nutrientes requeridos por las plantas. Por otra parte, la vegetación crea microclimas por: reducir la velocidad del viento, formar un área de sombreado de la superficie del suelo. También, los musgos y líquenes que crecen sobre las superficies de rocas contribuyen al proceso de meteorización del material parental. El relieve. La forma de la superficie de la tierra desempeña un papel fundamental en la formación del suelo. El relieve influye en la distribución del agua recibida por medio de la precipitación, por lo que afecta directamente el proceso de la erosión hídrica. Como regla general, las superficies elevadas con relieves inclinados o convexos pierden más agua por escorrentía, arrastrando sedimentos, por lo que los suelos son más someros. En cambio, las superficies más bajas que son cóncavos o depresivos reciben agua extra y sedimentos, por lo que el desarrollo de los suelos es más profundo. Además, en el hemisferio norte las laderas con orientación sur reciben más radiación solar que las de orientación norte, por lo que las laderas al sur son más cálidos y menos húmedos. Tal vez las diferencias entre las temperaturas sean de apenas 2 grados y de humedad sea mínima, sin embargo, los efectos con el tiempo se maximizan, formando suelos con un contenido de materia orgánica más elevada en las laderas del norte. La roca madre. Los suelos se derivan principalmente de las rocas, por lo que se le denomina material parental. Estos materiales definen en gran parte el color, la composición, la textura y la estructura de los suelos. Sin embargo, un mismo tipo de roca puede dar lugar a suelos con distintas características, dependiendo las condiciones del medio en el que evolucione. El material parental incide sobre la fertilidad del suelo en muchas maneras. En primer lugar, el tipo de material parental determina los minerales que predominan en el suelo. En segundo lugar, el material parental es la principal fuente de los nutrientes que se liberan en la solución del suelo, que posteriormente pueden ser absorbidos por plantas, otros organismos o lixiviados. Figura 2. Esquema de la formación del suelo. Foto: Adaptación de Intagri, 2017 Tiempo. La formación del suelo es un proceso constante que involucra la interacción entre el material parental, la biota, el clima, el relieve y el tiempo. El suelo es un recurso no renovable a corto plazo, debido a que para la formación de 1 cm de suelo tienen que pasar cientos o miles de años. Cuadro 1. Tasa de formación de distintos suelos. Fuente: Porta et al., 2003. Formación de un suelo La edafogénesis o pedogénesis es el proceso por el que se crea el suelo. Los principales factores que influyen en la formación de un suelo son: Factores físicos que influyen en la formación del suelo Roca madre La composición mineralógica de la roca influye en la velocidad de meteorización, el grado de desarrollo del suelo y en el tipo suelo, aunque una misma roca, en climas diferentes, puede originar suelos distintos. Por tanto, no es determinante. La roca madre es la fuente del material mineral o inorgánico del suelo, por lo que es importante para la fertilidad y vegetación que se puede asentar sobre ella, ya que suministra nutrientes a las plantas. Además, su resistencia a la meteorización determina el espesor del perfil del suelo y el número de horizontes. Es más importante en los suelos muy jóvenes y en los que se desarrollan sobre macizos calcáreos. La roca madre puede ser autóctona o alóctona, transportada desde otros lugares. Relieve y topografía La topografía es importante en la formación de un suelo, tanto por la pendiente como por el topoclima, el microclima de la ladera de una montaña con una vertiente de umbría (orientada al norte) y otra de solana (hacia el sur). En zonas de alta pendiente, el agua de escorrentía superficial provoca una erosión importante y el agua no se llega a infiltrar en el suelo, por lo que que no se podrá formar un suelo, o será muy delgado. Por tanto, la pendiente favorece la erosión y dificulta la formación de suelo. En zonas planas, como habrá poca lixiviación, se producirá gran acumulación de materia orgánica y de arcillas. Por otra parte, con las mismas condiciones topográficas, en el hemisferio norte, en las laderas de umbría (orientadas al norte) siempre hay más humedad disponible tanto para el desarrollo de la vegetación como que se produzcan reacciones químicas de alteración de los minerales de rocas y suelos. Tiempo Son necesarios miles de años para que se forme un suelo. Si el suelo es joven, la composición de la roca madre determinará sus características. Cuanto más tiempo pase, el suelo tendrá mayor espesor, será más maduro y se parecerá menos a la roca madre de la que proviene. Clima El clima es el factor más importante en la formación de un suelo, puesto que determina la velocidad e intensidad de la meteorización. En zonas cálidas y húmedas la alteración química es muy importante (los suelos se desarrollarán más rápido y tendrán mayor espesor), mientras que en zonas frías y poco lluviosas, la alteración física es la predominante. Dentro del clima, se puede destacar: Humedad Las lluvias aportan el agua para realizar las actividades biológicas y químicas que se desarrollan en el suelo. La disolución produce los iones necesarios para que las plantas puedan crecer y para que se produzcan las reacciones químicas necesarias en la formación del suelo. Además, el agua transporta materiales dentro del suelo. Si las precipitaciones son excesivas, se eliminan por lixiviación las bases y los coloides. El arrastre (o eluviación) produce un depósito en zonas más profundas (iluviación). Si las precipitaciones son muy escasas, la evaporación es mayor que la precipitación y el agua asciende por capilaridad precipitando sales, costras y nódulos de CO3Ca y yeso. Temperatura La temperatura interviene en la formación del suelo de dos maneras: Influyendo en la actividad química. La actividad química aumenta con la temperatura, siendo prácticamente inexistente a los 0ºC. Por eso, la meteorización química es máxima en los climas tropicales, cálidos y húmedos, donde dan lugar a suelos de grandes espesores, y mínima en climas fríos y secos, donde los suelos son delgados y poco fértiles. Influyendo en la actividad bioquímica y biológica: Aumenta con la temperatura. La flora bacteriana de los suelos tropicales descompone rápidamente los restos orgánicos, lo que provoca que la capa de humus sea muy escasa. Viento El viento, en zonas áridas con escasa cobertera vegetal, puede arrancar la parte superficial del suelo. Además, puede aumentar la evaporación. También puede arrastrar partículas y depositarlas en lugares que formarán el suelo. Factores biológicos que influyen en la formación del suelo Los seres vivos influyen en el desarrollo del suelo, afectando a sus propiedades físicas y químicas. Macroflora La vegetación aporta al medio la mayor cantidad de desechos y residuos orgánicos, determinando la cantidad de materia orgánica que contiene el suelo, el tipo y calidad de nutrientes, el pH o acidez y hasta la cantidad y estabilidad de los agregados del suelo. Además, los bosques amortiguan los gradientes térmicos diarios y estacionales, aumentando la cantidad de agua disponible, disminuyendo la evapotranspiración y protegiendo al suelo de la erosión. En las praderas, donde las hierbas también modifican el clima del suelo, aunque depositan menos materia orgánica que en los bosques, renuevan sus raíces continuamente, por lo que el aporte también es continuo. Además, las raíces favorecen la aireación y aumentan la permeabilidad del suelo. Microflora La microflora, las bacterias y hongos, transforman químicamente la materia orgánica del suelo, descomponiéndola generando humus. Animales Hay algunos animales, como topos y lombrices, que producen una movilización del terreno. Los excrementos y restos de animales contribuyen a fertilizar el suelo. Además, las galerías excavadas facilitan la aireación suelo y el transporte de materiales. Acción antrópica Los humanos has utilizado el suelo como un recurso casi ilimitado del que han sacado cosechas modificando su desarrollo con abonos, laboreo, etc., y acumulando residuos que alteran su composición natural. Además de la pérdida de suelo por la construcción de carreteras y ciudades, los humanos alteran el suelo no urbanizado. El último factor a tener en cuenta es la acción del hombre modificando los medios: Transformando zonas boscosas en áreas de cultivo. Transformando una zona semidesértica en regadío. Abonando tierras a las que modifican la composición química del suelo. Regando zonas y produciendo la precipitación de sales que desertizan las tierras. Etapas de formación de un suelo Las etapas de formación de un suelo, proceso conocido como edafogénesis, pueden resumirse en cuatro fases principales: 1. Disgregación mecánica de rocas: Este proceso implica la desintegración física de las rocas en fragmentos más pequeños debido a la acción de la temperatura, el viento, el agua y los cambios de presión. Los fragmentos resultantes son conocidos como material parental. 2. Meteorización química de los fragmentos: La meteorización química se produce cuando los fragmentos rocosos se someten a procesos químicos, como la oxidación, hidrólisis y carbonatación. Estos procesos alteran la composición química de los materiales, liberando nutrientes y formando minerales nuevos. 3. Colonización vegetal y animal de los materiales alterados químicamente: Una vez que los materiales alterados químicamente están disponibles, las plantas y los organismos animales comienzan a colonizar el área. Las raíces de las plantas penetran en el suelo, contribuyendo a la descomposición de la materia orgánica y a la formación de humus. Los organismos descomponedores, como bacterias y hongos, también juegan un papel importante en la descomposición de la materia orgánica y en la liberación de nutrientes. 4. Mezcla de los componentes por medio de mecanismos de intercambio de fluidos ascendentes-descendentes y formación de horizontes: Los fluidos, como el agua y el aire, juegan un papel crucial en la formación y evolución del suelo. El agua y el aire se mueven a través del suelo, llevando y redistribuyendo nutrientes y minerales. Este movimiento de fluidos contribuye a la mezcla de los componentes del suelo y al desarrollo de horizontes distintivos. A medida que los materiales se desplazan verticalmente, se forman horizontes o capas con características diferentes, como horizonte A (rica en materia orgánica), horizonte B (acumulación de minerales) y horizonte C (material parental no alterado). Estas cuatro etapas son interdependientes y se producen de manera simultánea o secuencial durante la formación de un suelo. A lo largo del tiempo, estos procesos dan lugar a la creación de un suelo maduro con características distintivas y propiedades físicas, químicas y biológicas específicas. Factores que afectan el desarrollo del suelo La investigación del suelo ha demostrado que los perfiles del suelo están influenciados por cinco factores separados, pero que interactúan: material parental, clima, topografía, organismos y tiempo. Los científicos del suelo llaman a estos los factores de formación del suelo. Estos factores dan a los perfiles de suelo su carácter distintivo. Material padre El material parental del suelo es el material del que se desarrolla el suelo, y puede ser roca que se ha descompuesto en su lugar, o material que ha sido depositado por el viento, el agua o el hielo. El carácter y composición química del material parental juega un papel importante en la determinación de las propiedades del suelo, especialmente durante las primeras etapas de desarrollo. Figura11.5.1 : Las dunas estabilizadas son una forma de material parental eólico (depositado por el viento) Los suelos desarrollados sobre material parental de grano grueso y compuesto de minerales resistentes a la intemperie probablemente exhiban textura de grano grueso. El suelo de grano fino se desarrolla donde el material parental está compuesto por minerales inestables que pueden resistir fácilmente. La composición del material parental tiene un impacto directo en la química del suelo y la fertilidad. Los materiales parentales ricos en iones solubles: calcio, magnesio, potasio y sodio, se disuelven fácilmente en agua y se ponen a disposición de las plantas. La caliza y la lava basáltica tienen un alto contenido de bases solubles y producen suelo fértil en climas húmedos. Si los materiales parentales son bajos en iones solubles, el agua que se mueve a través del suelo elimina las bases y las sustituye con iones de hidrógeno, lo que hace que el suelo sea ácido e inadecuado para la agricultura. Los suelos desarrollados sobre arenisca son bajos en bases solubles y de textura gruesa lo que facilita la lixiviación. La influencia del material parental en las propiedades del suelo tiende a disminuir con el tiempo a medida que se altera y el clima se vuelve más importante. Clima Los suelos tienden a mostrar una fuerte correlación geográfica con el clima, especialmente a escala global. La energía y la precipitación influyen fuertemente en las reacciones físicas y químicas en el material parental. El clima también determina la cobertura vegetal que a su vez influye en el desarrollo del suelo. La precipitación también afecta factores de desarrollo del horizonte como la translocación de iones disueltos a través del suelo. A medida que pasa el tiempo, el clima tiende a ser una influencia primordial en las propiedades del suelo, mientras que la influencia del material parental es menor. Clima, vegetación y meteorización El clima afecta tanto a la producción vegetativa como a la actividad de los organismos. Las regiones desérticas calientes y secas tienen escasa vegetación y, por lo tanto, el material orgánico disponible para el suelo es limitado. La falta de precipitación inhibe la meteorización química que conduce a suelos de textura gruesa en regiones áridas. La actividad bacteriana está limitada por las temperaturas frías en la tundra que provocan la acumulación de materia orgánica. En los trópicos cálidos y húmedos, la actividad bacteriana procede a un ritmo rápido, descomponiendo completamente la hojarasca. Bajo la exuberante vegetación del bosque tropical, los nutrientes disponibles son rápidamente recuperados por los árboles. La alta precipitación anual también elimina algo de material orgánico del suelo. Estos factores se combinan para crear suelos que carecen de mucha materia orgánica en sus horizontes superiores. El clima, interactuando con la vegetación, también afecta la química del suelo. Los bosques de pinos tienden a dominar climas fríos y húmedos. La descomposición de las agujas de pino en presencia de agua crea un ácido débil que elimina las bases solubles del suelo dejándolo en estado ácido. Adicionalmente, los pinos tienen una baja demanda de nutrientes por lo que pocos nutrientes del suelo son recuperados por los árboles para luego ser reciclados por la arena de agujas en descomposición. Los árboles caducifolios de hoja ancha como el roble y el arce tienen una mayor demanda de nutrientes y así reciclan continuamente los nutrientes del suelo manteniendo los suelos altos en bases solubles Topografía La topografía tiene un impacto significativo en la formación del suelo, ya que determina la escorrentía de agua, y su orientación afecta al microclima que a su vez afecta a la vegetación. Para que se forme el suelo, el material padre debe permanecer relativamente inalterado para que los procesos del horizonte del suelo puedan continuar. El agua que se mueve a través de la superficie elimina el material padre impidiendo el desarrollo del suelo La erosión hídrica es más efectiva en pendientes más pronunciadas y no vegetadas. Efecto sobre la erosión del suelo El ángulo de pendiente y la longitud afectan a la escorrentía generada cuando la lluvia cae a la superficie. Examine el siguiente diagrama que muestra la relación entre la posición de la pendiente de la colina, la escorrentía y la erosión. Figura11.5.2 : Posición de pendiente de colina, escorrentía y erosión La cantidad de agua en un segmento de ladera particular depende de lo que cae de la precipitación y lo que se encuentra en él desde un segmento de pendiente ascendente de colina. La pendiente del cerro en la Figura se11.5.2 ha dividido en varios segmentos y la cantidad de precipitación que cae sobre cada segmento es la misma. A medida que el agua corre por pendiente, el agua que se ha acumulado en el segmento A se escapa sumando a lo que cae en el segmento B por precipitación. El agua en B corre hacia C, y C en D, y así sucesivamente. La cantidad de agua aumenta en la dirección de la pendiente descendente a medida que el agua es aportada por el agua de los segmentos de pendiente ascendente. La velocidad del agua aumenta, así como se mueve hacia la base de la pendiente. Como resultado, la cantidad y velocidad del agua, y por lo tanto la tasa de erosión aumenta a medida que se acerca a la base de la pendiente. En lugar de infiltrarse en el suelo para promover la intemperie y el desarrollo del suelo, el agua se escapa. La erosión provoca el despojo del suelo evitando así que el material parental permanezca en su lugar para convertirse en un suelo. Por lo que debemos esperar encontrar suelo débilmente desarrollado a mediados y cerca del fondo de la pendiente. Efecto sobre la deposición y la textura del suelo La velocidad del agua no solo determina la tasa de erosión sino también la deposición del material del suelo en suspensión. La figura11.5.3 muestra la relación entre ubicación y textura. Los sitios A, B y C se localizan progresivamente más lejos de la base de una pendiente. Se utiliza un triángulo de textura del suelo para ilustrar la variación en las texturas del suelo en los tres sitios. Figura11.5.3 : Ubicación, deposición y textura del suelo (después de Marsh, 1984) A medida que el agua se vacía de un arroyo de montaña, su velocidad comienza a disminuir. Las partículas de mayor tamaño, como la arena, son las primeras en caer de la suspensión (Sitio A). Las partículas finas de tamaño de arcilla se pueden llevar más lejos de la base de la pendiente antes de que se depositen. Como resultado, los suelos de textura gruesa tienden a encontrarse cerca de la base de la montaña y los suelos de textura fina se encuentran más lejos (Sitio C). Efectos micro climáticos La orientación de la pendiente del cerro afecta el microclima de un lugar. A medida que aumenta la pendiente de la superficie, también lo hace el ángulo del sol local, hasta un punto. A medida que aumenta el ángulo del sol local, aumenta la intensidad del calentamiento, provocando temperaturas superficiales más cálidas y, probablemente, aumento de la evaporación. La orientación de la ladera del cerro también es ciertamente importante. Esas laderas que se enfrentan al sol reciben más insolación que las que están mirando hacia el otro lado. Por lo tanto, las superficies inclinadas que miran hacia el sol tienden a ser más cálidas y secas, que las superficies más planas orientadas hacia el sol. El microclima también impacta el tipo de vegetación. Organismos El organismo, tanto vegetal como animal, juega un papel importante en el desarrollo y composición del suelo. Los organismos agregan materia orgánica, ayudan a la descomposición, la intemperie y el ciclo de nutrientes. La riqueza y diversidad de los organismos del suelo y la vida vegetal que crece en la superficie está, por supuesto, también ligada al clima. Ciclos de nutrientes Los elementos bióticos del ambiente necesitan nutrientes vitales que encuentren su origen en el suelo. A su muerte, los organismos devuelven estos nutrientes al suelo para ser retomados por otras plantas y animales. De ahí que exista un ciclo constante de nutrientes entre organismos y suelos. Este ciclo refresca y mantiene el estado nutrimental de los suelos. Sin ella, los nutrientes solubles serían lixiviados del suelo, disminuyendo la capacidad del suelo para soportar la vida. Figura11.5.4 : Ciclos de nutrientes bajo árboles caducifolios de hoja ancha. (Después de Oberlander y Muller, 1987) El grado en que se ciclan los nutrientes depende de las necesidades del organismo que ocupa un lugar determinado. Por ejemplo, los árboles de hoja ancha y caducifolios como el roble y el arce generalmente tienen una alta demanda de nutrientes creando hojarasca superficial rica en nutrientes cuando las hojas mueren y caen al suelo del bosque. La descomposición de la hojarasca libera los nutrientes de nuevo al suelo para que el árbol los recoja. Así, los suelos bajo este tipo de bosques tienden a ser altos en bases solubles y nutrientes. Figura11.5.5 : Ciclos de nutrientes bajo bosques de pinos (After Oberlander & Muller, 1987) Los pinos generalmente tienen bajas demandas de nutrientes. La hojarasca en descomposición que cae al suelo del bosque es pobre en nutrientes. Como resultado, se produce poco ciclo de nutrientes solubles como calcio, magnesio, sodio y potasio y así se lixivian creando un ambiente ácido en el suelo. Organismos y meteorización Figura11.5.6 : La biota del suelo como los gusanos son un factor importante en el desarrollo del suelo (Fuente: A. Ooul. FAO #17449 Usado con permiso) Los organismos del suelo también afectan la meteorización. La descomposición de las agujas de pino crea un ácido débil que puede eliminar los iones solubles del suelo. Los animales excavadores crean vías de paso a través del suelo para ayudar a airear y permitir que el agua se infiltre en él. Los animales excavadores ayudan a translocar materiales y fertilizar el suelo a profundidad. Tiempo A medida que pasa el tiempo, los procesos de meteorización continúan actuando sobre el material padre del suelo para descomponerlo y descomponerlo. Los procesos de desarrollo de Horizon continúan diferenciando las capas en el perfil del suelo por sus propiedades físicas y químicas. Como resultado, los suelos más viejos y maduros tienen una secuencia de horizontes bien desarrollada, aunque algunos pueden sufrir tanto meteorización y lixiviación que capas visualmente distintas pueden ser difíciles de ver. Esta es una característica notable de los oxisoles. Algunos procesos geológicos impiden que los suelos se desarrollen al alterar constantemente la superficie y, por lo tanto, no permitir que el material padre se calme durante un período significativo de tiempo Por ejemplo, la erosión de las laderas elimina constantemente el material, impidiendo así el desarrollo del suelo. A lo largo de los canales de los ríos, con frecuencia se depositan nuevos sedimentos a medida que el río se derrama sobre su llanura aluvial durante las inundaciones. La adición constante de nuevo material reinicia el proceso de desarrollo del suelo. El clima interactúa con el tiempo durante el proceso de desarrollo del suelo. El desarrollo del suelo avanza mucho más rápidamente en climas cálidos y húmedos, alcanzando así un estado maduro antes. En climas fríos, se impide la meteorización y el desarrollo del suelo lleva mucho más tiempo. ¿Cómo está compuesto el suelo? El suelo está compuesto por ingredientes sólidos, líquidos y gaseosos, tales como: Sólidos. El esqueleto mineral del suelo se compone principalmente de rocas, como silicatos (micas, cuarzos, feldespatos), óxidos de hierro (limonita, goetita) y de aluminio (gibbsita, boehmita), carbonatos (calcita, dolomita), sulfatos (aljez), cloruros, nitratos y sólidos de origen orgánico u orgánico-mineral, como los distintos tipos de humus. Líquidos. Abunda el agua en el suelo, pero no siempre en estado puro (como en los yacimientos) sino cargada de iones y sales y diversas sustancias orgánicas. El agua en el suelo se desplaza por capilaridad, dependiendo de lo permeable del suelo, y trasporta numerosas sustancias de un nivel a otro. Gaseosos. El suelo presenta varios gases atmosféricos como el oxígeno (O2) y dióxido de carbono (CO2), pero dependiendo de la naturaleza del suelo puede tener también presencia de hidrocarburos gaseosos como el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Los gases del suelo son tremendamente variados. Características del suelo El suelo posee elementos de importancia para la vida vegetal. Las propiedades y características del suelo son enormemente variadas, de acuerdo al tipo de suelo y a la historia particular de la región donde se encuentra. Pero a grandes rasgos podemos identificar las siguientes características: Variabilidad. Los suelos presentan por lo general componentes poco homogéneos en su tamaño y constitución, por lo que a pesar de mostrarse como una mezcla homogénea, en realidad poseen rocas y elementos de diverso tamaño y diversa naturaleza. Fertilidad. La posibilidad de los suelos de albergar nutrientes derivados del nitrógeno, azufre y otros elementos de importancia para la vida vegetal, se llama fertilidad y está relacionada con la presencia de agua y materia orgánica, y con la porosidad del suelo. Mutabilidad. Si bien los procesos de cambio del suelo son a largo plazo y no podemos constatarlos de manera directa, es verdad que se encuentran en constante mutación física y química. Solidez. Los suelos presentan distintas propiedades físicas, entre ellas la solidez y la textura: existen algunos más compactos y rígidos, otros más maleables y blandos, dependiendo de su historia geológica particular. Las características de cada suelo dependen de varios factores. Los más importantes son el tipo de roca que los originó, su antigüedad, el relieve, el clima, la vegetación y los animales que viven en él, además de las modificaciones causadas por la actividad humana. El tamaño de las partículas minerales que forman el suelo determina sus propiedades físicas: textura, estructura, capacidad de drenaje del agua, aireación. Los gránulos son más grandes en los suelos arenosos. Estos son sueltos y se trabajan con facilidad, pero los surcos se desmoronan y el agua se infiltra rápidamente. Tienen pocas reservas de nutrientes aprovechables por las plantas. Los suelos limosos tienen gránulos de tamaño intermedio, son pesados y con pocos nutrientes. Los suelos arcillosos están formados por partículas muy pequeñas. Son pesados, no drenan ni se desecan fácilmente y contienen buenas reservas de nutrientes. Al secarse se endurecen y forman terrones. Son fértiles, pero difíciles de trabajar cuando están muy secos. Los suelos francos son mezclas de arena, limo y arcilla. Son fértiles y al secarse forman pequeños terrones que se deshacen. Un suelo con una composición equilibrada de cada mineral es un suelo agrícola fácil de trabajar y con buenas reservas de nutrientes. Mantiene la humedad a pesar de drenar libremente. Cuando los poros entre las partículas de suelo son muy pequeños, se favorece la retención de agua y el encharcamiento. La presencia de materia orgánica permite que el agua se impregne e infiltre lentamente, logrando así que las raíces la aprovechen mejor. A su vez, la presencia de materia orgánica permite limitar la pérdida de nutrientes y facilita que sean captados por las plantas. Los suelos no tienen una estructura uniforme: están constituidos por capas que se diferencian por el tamaño y composición de las partículas. La capa superficial es más compacta, se seca con rapidez y está poblada por pocos organismos, especialmente lombrices. Por debajo de ella, está el humus, donde se acumulan microorganismos y nutrientes. Las propiedades químicas del suelo dependen de la proporción de los distintos minerales y sustancias orgánicas que lo componen. El contenido de nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio debe ser abundante y equilibrado. La materia orgánica siempre contiene carbono, oxígeno e hidrógeno, además de otros elementos. Al despedazar y descomponer las plantas y animales muertos, los microorganismos liberan los nutrientes permitiendo que puedan ser utilizados nuevamente. Las propiedades físicas y químicas del suelo, unidas a los factores climáticos, determinan los vegetales y animales que pueden desarrollarse y la forma en que se debe cultivar la tierra. La fertilidad Sabemos que para crecer las plantas precisan agua y determinados minerales. Los absorben del suelo por medio de sus raíces. Un suelo es fértil cuando tiene los nutrientes necesarios, es decir, las sustancias indispensables para que las plantas se desarrollen bien. Las plantas consiguen del aire y del agua algunos elementos que necesitan, como el carbono, el hidrógeno y el oxígeno. Otros nutrientes esenciales están en el suelo: aquellos que los vegetales requieren en grandes cantidades se llaman nutrientes principales. Son el nitrógeno, el fósforo, el potasio, el calcio y el magnesio. Proceden de las rocas que dieron origen al suelo y de la materia orgánica descompuesta por los microorganismos. Los nutrientes deben estar siempre presentes en las cantidades y proporciones adecuadas. Un suelo es fértil cuando: su consistencia y profundidad permiten un buen desarrollo y fijación de las raíces. contiene los nutrientes que la vegetación necesita. es capaz de absorber y retener el agua, conservándola disponible para que las plantas la utilicen. está suficientemente aireado. no contiene sustancias tóxicas. Los suelos naturalmente cubiertos de vegetación conservan su fertilidad. Un ejemplo es el bosque: las raíces de los árboles sujetan la tierra, el follaje de las copas suaviza el impacto de la lluvia y la fuerza del viento. Las hojas secas que caen (hojarasca), junto con los animales muertos y sus excrementos, se pudren y son descompuestas por los microorganismos, formando humus. El humus es un abono orgánico que enriquece el suelo, aumenta la porosidad superficial, absorbe el agua lentamente y la retiene. Así, el suelo permanece húmedo por más tiempo, el agua no se escurre por su superficie y no se produce arrastre de tierra. La sombra de los árboles permite el desarrollo de otras especies vegetales que no pueden crecer a pleno sol, como los helechos, orquídeas, musgos y líquenes. Diversos insectos y pájaros se alimentan de sus frutos y ayudan a la multiplicación de las plantas colaborando en la polinización de las flores y en la diseminación de las semillas. También protegen el suelo las praderas de pastos bajos y tupidos: las gotas de lluvia y los vientos llegan al suelo a través de las hojas que atenúan su impacto y la tierra se mantiene entre sus raíces entrelazadas. El suelo es rico en humus debido al constante aporte de materia orgánica. Los terrenos cultivados gastan lentamente sus nutrientes y están más expuestos a la pérdida de suelo. El suelo arado opone menos resistencia a ser arrastrado por el agua y el viento. La erosión se intensifica en terrenos en pendiente y no protegidos por cortinas rompe vientos y setos vivos, formados por árboles y arbustos. Además, el producto de la cosecha se usa como alimento o como materia prima para algunas industrias y no regresa al suelo para enriquecerlo. Si no actuamos para reponer la fertilidad perdida, después de varios años de cultivo continuo la tierra se agota. Por eso debemos cuidar el suelo que cultivamos, incorporando abono y materia orgánica. Si queremos sostener nuestra productividad, base de nuestro desarrollo, debemos proteger el suelo. Su degradación tiene numerosas causas, pero las que agotan rápidamente la tierra son la erosión, la contaminación, la sobreexplotación de los pastos y la destrucción de los bosques. Tipos de suelos y sus principales características Se llama suelo o tierra a la región más superficial de la corteza de nuestro planeta, la única biológicamente activa, producto de la desintegración de las rocas y de la acumulación de la materia orgánica. Se trata de una capa sometida a la acción de los elementos climáticos y de la acción humana: es allí donde se siembra, se extraen minerales y se edifican nuestras naciones. Los suelos poseen una importancia vital, ya que en su seno se producen las transformaciones de la energía y de la materia. Pueden considerarse como un recurso fundamental y no renovable de nuestro planeta, especialmente cuando nos referimos a suelos fértiles y cultivables. Los mismos no se encuentran uniformemente distribuidos en el mundo, sino que varían de acuerdo a los accidentes geográficos y a las condiciones climáticas. El suelo es el sistema fundamental que sustenta la vida en la Tierra. El suelo incluye tanto la parte geológica como las comunidades biológicas que viven en él y que contribuyen a su formación y transformación. La disciplina encargada de estudiar, evaluar, comparar y determinar la composición de los suelos es la edafología. Los suelos se clasifican en función de su composición y estructura. El suelo es un medio poroso, biológicamente activo, estructurado y está desarrollado en la superficie de la Tierra. El suelo incluye aquellos materiales superficiales de la geosfera (parte sólida del planeta) biológicamente activos. Se diferencia de las rocas en que este incluye materia inorgánica (mineral, agua, gases) y orgánica (humus) que se están transformando, lo que da lugar a su estructuración y organización en horizontes. Tiene un papel muy importante pues cumple con funciones ecológicas importantes, es el hábitat de muchos seres vivos, regula el ciclo hidrológico y el clima y participa en el reciclado biogeoquímico (como el ciclo del carbono, nitrógeno, etc.). Existen diversos tipos de suelo, cada uno fruto de procesos distintos de formación, fruto de la sedimentación, la deposición eólica, la meteorización y los residuos orgánicos. Pueden clasificarse de acuerdo a dos distintos criterios, que son: Existen varios puntos de vista desde los cuales podemos clasificar los distintos suelos que existen. Algunos de ellos, por ejemplo, atienden a las características físicas del entorno, distinguiendo así entre suelos jóvenes, suelos delgados, suelos con depósitos de agua o con acumulación de arcilla. Sin embargo, la clasificación más importante es la que distingue entre los suelos fijándose en su composición y estructura, o sea, en la manera en que están conformados. Esta última clasificación distingue entre los tipos que se detallan a continuación. Te explicamos cuáles son los tipos de suelo y las características de los suelos arenosos, calizos, humíferos, arcillosos y más. Se pueden identificar distintos tipos de suelo, de acuerdo a sus características: Según su estructura. Podemos hablar de: Suelos arenosos Los suelos arenosos son poco capaces de retener el agua. Tal y como sugiere su nombre, estos suelos están compuestos mayoritariamente por arena, o sea, constituyen fragmentos sueltos de rocas y minerales de muy pequeño tamaño (entre 0,063 y 2 mm). Estos suelos poseen muy poca materia orgánica en comparación y son poco capaces de retener el agua, por lo que no resultan fértiles ni aptos para el cultivo. Aun así, algunas especies vegetales se han adaptado a la vida en ellos, mediante recursos estratégicos para retener en sus cuerpos el agua disponible. Los suelos arenosos son típicos de regiones costeras o desérticas. Son secos, ásperos y no retienen bien el agua, por lo que ésta drena con mayor velocidad. Por su falta de nutrientes, no se destacan por ser los adecuados para la agricultura. Se caracterizan por retener la temperatura y por contar con partículas más grandes que el resto de los suelos. Incapaces de retener el agua, son escasos en materia orgánica y por lo tanto poco fértiles. Suelos calizos Se llaman calizos a aquellos suelos que poseen un alto contenido de sales calcáreas (cales), típicos de lugares áridos y secos, ya que el agua normalmente hace fluir estos componentes químicos y diluye su concentración. Se trata de suelos de color blanco o parduzco, duros y fáciles de erosionar, que a pesar de poseer una riqueza mineral relativa, son poco aptos para la agricultura y el cultivo. Los suelos calizos son típicos de altiplanos montañosos, planicies áridas y tundras, o sea, lugares en los que llueve esporádicamente, pero que cuando llueve, se inundan. Están compuestos por minerales como arcilla, hematita, carbonato de calcio y de magnesio. Se trata de un suelo árido y seco, por lo que no es una buena alternativa para el cultivo. Abundan en minerales calcáreos y por lo tanto en sales, lo cual les confiere dureza, aridez y color blanquecino. Suelos humíferos Los suelos humíferos son los más idóneos para el cultivo y la agricultura. Los suelos humíferos son suelos de tierra negra u oscura, ya que son ricos en materia orgánica en proceso de descomposición (humus). Por ese motivo retienen muy bien el agua, y se consideran los más idóneos para el cultivo y la agricultura. Su formación se da gracias a la acumulación y descomposición de restos animales y vegetales, por lo que son típicos de regiones selváticas, campestres o de gran presencia biótica. Son buenos para el cultivo ya que su material orgánico descompuesto los vuelve muy fértiles. Su color es muy oscuro ya que absorben mucha agua y cuentan con un gran porcentaje de organismos en descomposición. De tierra negra, en ellos abunda la materia orgánica en descomposición y retienen muy bien el agua, siendo muy fértiles. Suelos arcillosos Los suelos arcillosos pueden variar del blanco al anaranjado. Como indica su nombre, se trata de suelos que presentan un alto contenido de arcilla, o sea, de restos de rocas sedimentarias con silicatos de aluminio, como el feldespato o el granito, por lo que su coloración tiende a ir del blanco (mayor pureza) al anaranjado (menor pureza). La principal característica de estos suelos es que son muy susceptibles a la retención del agua, ya que sus componentes tienden a formar coloides al hidratarse, saturándose rápidamente y produciendo así inundaciones. En general eso los hace poco propicios para el cultivo y la agricultura, pero a través de una mezcla con humus y materia orgánica, pueden ser aprovechables para la siembra, siempre que se controle el drenaje y la acidez. Estos suelos son propios de regiones húmedas templadas. Están compuestos por granos finos amarillentos. La mitad de ellos es arcilla, lo que hace que retengan mucho el agua y los nutrientes. Como su porosidad es escasa, no se airean, sino que conforman charcos y hasta pueden pudrirse, por lo que no son una buena opción para la agricultura. Sus finos granos amarillentos retienen muy bien el agua, por lo que suelen inundarse con facilidad. Suelos pedregosos Algunas especies vegetales salvajes están adaptadas a los suelos pedregosos. Los suelos pedregosos están compuestos por rocas y fragmentos de rocas de gran y variado tamaño, es decir, que son suelos reconocibles a simple vista como acumulaciones de piedra. Se trata de suelos complejos, con poca capacidad de retención del agua, cuyo manejo exige retirar primero las piedras y muchas veces también una labor de nivelado, ya que son típicos de regiones montañosas. No son buenos suelos para la agricultura, aunque algunas especies vegetales salvajes estén adaptadas a ellos. Se caracterizan por estar compuestos por pequeñas piedras que los vuelven semi impermeables, lo que impide la entrada del agua y dificulta la agricultura. Compuestos por rocas de distintos tamaños, son muy porosos y no retienen en nada el agua. Suelos limosos o mixtos Esta categoría contiene los suelos que mezclan las propiedades de los suelos arcillosos y arenosos, obteniendo así un tipo de suelo intermedio que goza de las ventajas y desventajas de ambos casos. Pueden ser más o menos áridos, dependiendo de la climatología de sus regiones, y su fertilidad dependerá en gran medida de la presencia de materia orgánica. En general pueden clasificarse de acuerdo a su textura en finos y gruesos, y según su porosidad en floculados, agregados o dispersos. Están compuestos por arena y arcilla. Son de color marrón oscuro y, a diferencia de los arenosos, en estos suelos las partículas son de menor tamaño y más suaves. Además, logran retener los nutrientes y el agua durante más tiempo. Gracias a sus nutrientes y humedad, se trata de suelos fértiles aptos para el cultivo y en él se desarrollan casi todas las especies vegetales, excepto las que necesitan un hábitat seco. Suelos mezclados, por lo general entre arenosos y arcillosos. Suelos Salinos Son suelos propios de las zonas secas y no tienen buen drenaje. Su elevado contenido de sales dificulta el crecimiento de las especies vegetales. Suelos de turba. Son porosos y retienen la humedad incluso en épocas secas, por lo que son ideales para el cultivo. De color negro o marrón muy oscuro, logran proteger las raíces en épocas de bajas temperaturas. Además, gracias a su pH ácido controlan las plagas del suelo. Según sus características físicas. Podemos hablar de: Litosoles. Capas delgadas de suelo de hasta 10cm de profundidad, con vegetación muy baja y también llamado “leptosoles”. Cambisoles. Suelos jóvenes con acumulación inicial de arcillas. Luvisoles. Suelos arcillosos con una saturación de bases del 50% o superior. Acrisoles. Otro tipo de suelo arcilloso, con saturación de bases inferior al 50%. Gleysoles. Suelos de presencia de agua constante o casi constante. Fluvisoles. Suelos jóvenes de depósitos fluviales, por lo general ricos en calcios. Rendzina. Suelos ricos en materia orgánica sobre piedra caliza. Vertisoles. Suelos arcillosos y negros, ubicados cerca de escurrimientos y pendientes rocosas. Tipos de suelos y sus características Existen varios sistemas de clasificación de suelos (Clasificación de Kubiena, francesa, Soil taxonomy-USDA, WRB-FAO/UNESCO), pero recientemente, en el 2006 la FAO, el ISRIC/World Soil Information y la International Union of Soil Sciences desarrollaron una nueva versión de la Base de Referencia para los Suelos del Mundo (WBR). Actualmente, es el sistema oficial de clasificación de suelos en la Unión Europea y establece los siguientes tipos de suelos: Suelos orgánicos Histosoles: constituidos por restos vegetales poco o nada descompuestos, con o sin mezcla de arena, limo o arcilla, en condiciones de exceso de agua. Típicamente aparecen en las turbas o turberas. Suelos condicionados por influencias antrópicas Antrosoles: formados por movilizaciones de tierras, acumulación de escombros, lodos residuales o aportes de estiércol o con uso agrícola. Tecnosoles: suelos desarrollados sobre residuos de fabricación, construcción o minería. Suelos de baja evolución muy condicionados por el clima Criosoles: se encuentran permanentemente congelados (permafrost). Suelos de baja evolución muy condicionados por el material originario Andosoles: con un alto contenido en materiales amorfos o de baja cristalinidad procedentes de materiales volcánicos piroclásticos. Se encuentran en casi cualquier clima. Arenosoles: suelos arenosos. Vertisoles: suelos muy arcillosos. Otros suelos de moderada evolución Umbrisoles: suelos ricos en materia orgánica y ácidos. Cambisoles: se caracterizan por meteorización del material parental o inicial. Suelos condicionados por la topografía y por el agua Leptosoles: son suelos muy someros sobre roca extremadamente gravillosos y/o pedregosos (litosoles). Regosoles: son suelos minerales muy débilmente desarrollados. Fluvisoles: se localizan cerca de los ríos y presentan un perfil estratificado donde la cantidad de materia orgánica decrece irregularmente o es abundante en zonas muy profundas. Gleysoles: suelos con agua de forma permanente (o casi) en los primeros 50 cm. Hay reducción de los óxidos de hierro y pueden tener colores rojizos, parduzcos o amarillentos o también grisáceos/azulados. Stagnosoles: son suelos con una capa de agua que permiten intensas condiciones de reducción y debido al lavado de los materiales producido por el agua puede presentar horizontes álbicos o blanquecinos. Planosoles: son suelos con un horizonte superficial de color claro que muestra signos de estancamiento periódico de agua que pasa abruptamente a un horizonte con significativo incremento de arcilla respecto del horizonte superficial. continua y suelos Suelos típicamente de clima árido o semiárido Solonchaks: suelos con un alto contenido en sales solubles (halita, yeso) y humus. Solonetz: poco frecuentes y tienen altas proporciones de sodio y/o magnesio. Calcisoles: suelos con acumulaciones de carbonato cálcico. Gypsisoles: suelos con acumulaciones de yeso. Durisoles: suelos con sílice. Suelos típicamente de ambiente estepario Chernozems: ambientes esteparios fríos. Horizonte superficial pardo oscuro o negro por la acumulación de materia orgánica y pueden tener carbonato cálcico en los horizontes más profundos. Kastanozems: ambientes esteparios más secos y cálidos. Horizonte superficial de color castaño porque hay menor acumulación de materia orgánica. Phaeozems: ambientes esteparios más cálidos y húmedos. Similar a los anteriores, pero sin carbonato cálcico. Suelos con un subsuelo rico en arcilla Albeluvisoles: presenta horizontes con empobrecimiento de minerales debido a su eluvación por el paso del agua. Alisoles: suelos muy ácidos. En cualquier clima excluyendo los tropicales y subtropicales. Acrisoles: avanzado grado de meteorización. Sólo en climas tropicales y subtropicales. Luvisoles y lixisoles. son similares, aunque se diferencian en el tipo de arcillas que presentan. Suelos típicamente de clima tropical y subtropical Nitisoles: suelos tropicales rojos, profundos, bien drenados con un horizonte subsuperficial arcilloso con sodio. Ricos en hierro. Ferralsoles: son los suelos clásicos de los trópicos húmedos, profundamente meteorizados y con colores rojos o amarillos. Suelen ser arcillosos con alto contenido en compuestos de hierro y aluminio. Plintosoles: suelos con costras endurecidas de arcilla, hierro y cuarzo. Suelos típicamente de clima frío y húmedo Podzoles: presentan un horizonte B característico llamado espódico y está compuesto por materia orgánica, aluminio y hierro. Cómo se divide y organiza el suelo Los suelos y sus características pueden variar espacialmente, tanto lateral como verticalmente. La variabilidad vertical está definida por la presencia de distintos niveles con diferentes características y propiedades, formando una secuencia de horizontes que constituye el perfil edáfico o solum. Por tanto, los horizontes son niveles más o menos paralelos a la superficie con unas características que le diferencian de los otros pero que están relacionados. El suelo comienza a formarse cuando una roca queda expuesta a la atmósfera, y empieza a ser colonizada por líquenes y cuando sus minerales comienzan a descomponerse y a alterarse física y químicamente. Este proceso se conoce como meteorización. Esto da lugar a la formación de los horizontes A y C. Horizonte A: es el horizonte más superficial y está formado por la actividad biológica como consecuencia de la implantación de la vegetación. Horizonte B: también llamado horizonte de acumulación. Su origen es consecuencia de los procesos de traslocación y transformación de los materiales de los horizontes A y B. En él se acumulan productos de alteración y de formación nueva. Horizonte C: es el más profundo (situado después del B) y está constituido por la roca madre y por fragmentos derivados de la meteorización. Capas del suelo Te explicamos qué son y cuáles son las distintas capas del suelo. Además, qué tipos de suelos existen y qué es la erosión del suelo. Cada capa del suelo tiene una composición específica. ¿Qué son las capas del suelo? El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre. Debajo de él se encuentran varias capas, que se diferencian entre sí por su aspecto, textura y los materiales que las componen. El suelo está conformado por tres capas: Inferior. Está compuesta por rocas. Intermedia. Está compuesta por agua, arcilla, piedras y arena. Superior. Está compuesta por mantillo (conformado por arena, minerales, plantas y animales muertos), aire y agua. La edafología es la ciencia que se encarga del estudio del suelo y su relación con los vegetales. Estratos del suelo Además de las capas principales, el suelo puede tener hasta seis estratos u horizontes. Además de las tres capas ya mencionadas, más específicamente se identifican cinco horizontes que conforman al suelo: Horizonte 0. Es la capa superior del suelo. Se compone de materia orgánica desprendida de las plantas, como hojas y ramas. Allí viven insectos y animales. Horizonte A. Es la capa más fértil. De color oscuro, se compone de órganos descompuestos o humus y minerales. Horizonte B. Su color es más claro, y en ella se depositan hidróxidos metálicos, arcilla, sales y óxidos que se arrastran del horizonte A. Horizonte C. Aquí no existen depósitos de materiales ni hay remoción, tampoco se acumula materia orgánica. Horizonte D. Es la capa más profunda del suelo y la que le da origen. Está compuesta por rocas que no sufrieron alteraciones. Horizonte E. Esta capa se encuentra en algunas ocasiones. Tiene poco desarrollo luminar y es de color claro. Subsuelo Te explicamos qué es el subsuelo de la corteza terrestre y cuáles son sus componentes. Además, te contamos por qué es controlado por el Estado. Aunque carece de materia orgánica, el subsuelo ofrece minerales y agua a las raíces más profundas. ¿Qué es el subsuelo? El subsuelo es la capa intermedia de la corteza terrestre que está por debajo del suelo superficial cultivable y por encima del sustrato rocoso profundo (la roca madre). Se trata de una capa de suelo sin contacto con la atmósfera, integrada predominantemente por minerales lixiviados, compuestos por hierro, aluminio y otros metales similares, así como por arcilla y humus acumulados. El color del subsuelo suele ser más claro que el de la superficie, generalmente en combinaciones de marrón y amarillo, debido a la baja presencia de materiales orgánicos, pero suele además contener una importante presencia de agua, por lo que las raíces más profundas de los grandes árboles alcanzan esta profundidad. Los microorganismos y animales, sin embargo, no suelen tener mucha presencia en esta capa, dado que en el subsuelo la concentración de oxígeno suele disminuir notablemente. El subsuelo puede quedar expuesto a la atmósfera cuando ocurren grandes accidentes geológicos o actividades económicas humanas perforan el suelo, generalmente en busca de depósitos minerales. En estos casos, no obstante, la erosión eólica y la escorrentía (movimiento de agua de lluvia) causan efectos más severos en el suelo y la posibilidad de contaminación aumenta considerablemente. Aun así, la contaminación del subsuelo es un problema frecuente, pues a menudo los materiales tóxicos se filtran desde la superficie hasta las profundidades. Por otro lado, desde un punto de vista legal, el subsuelo es la capa del terreno donde se considera estatuido el dominio público, es decir, donde caducan los derechos de propiedad individuales y el Estado pasa a ser el encargado de la negociación de los recursos, por ejemplo, para la explotación minera, acuífera o petrolera. Es por esto que la jurisprudencia de los límites de inicio del subsuelo (y, por ende, de fin del suelo) suele ser muy importante, ya que constituye una frontera natural entre la tenencia privada del suelo y la pública. Erosión del suelo La costa se encuentra constantemente sometida a la acción erosiva del mar. La erosión del suelo se produce a partir de factores como el viento o el paso del agua. La erosión perjudica la fertilidad del suelo ya que genera una reducción de materia orgánica y minerales. Existen distintos tipos de erosión del suelo: Erosión geológica. Se produce como consecuencia del calor, frío, vientos, nieve o lluvia y demora millones de años. Erosión eólica. Es un proceso muy lento que se produce como consecuencia de los choques entre el terreno y las partículas que transporta el viento. Erosión hídrica. Se produce como consecuencia del choque de las gotas de lluvia en el suelo. Mientras más intensa es la lluvia, mayor será el desprendimiento y el arrastre de masas y partículas del suelo. Además, el mar también erosiona los relieves costeros. Erosión por acción antrópica. Se produce como consecuencia de la presencia del ser humano y de sus actividades (la tecnología, por ejemplo). Erosión por salpicadura. Se produce en el suelo como consecuencia del impacto de las gotas de lluvia. El impacto variará de acuerdo al tamaño y forma de las gotas. El suelo que utilizamos para la agricultura es una capa delgada que descansa sobre una base de rocas. Esta capa necesitó muchos siglos para formarse, pero puede ser destruida en pocos años si no se la usa con cuidado. Los suelos que se originan a partir de la roca madre crecen un centímetro en un período que puede durar varios cientos de años. Sin embargo, los terrenos pueden degradarse con rapidez, volviéndose estériles. Además, sólo el 12% de la superficie de la tierra es fácilmente cultivable. Son más abundantes las zonas difíciles de trabajar. Los obstáculos posibles son varios: sequía por falta de lluvia, temperaturas muy bajas, suelos no fértiles por carencia de nutrientes minerales o por contener exceso de sal, terrenos siempre cubiertos de nieve o hielo o con pendiente muy acentuada. Varios peligros amenazan el suelo: la pérdida de fertilidad, la contaminación y la desaparición del suelo mismo debido a la erosión. Muchas veces la pérdida de fertilidad o la contaminación acaban con la vegetación y el suelo desprotegido se erosiona rápidamente. Así, estos efectos se producen en la misma zona, uno después de otro. La pérdida de fertilidad y la contaminación se deben a cambios en la composición del suelo. Sabemos que para crecer la vegetación necesita nutrientes de los que se alimenta. Y que existen sustancias que son tóxicas para las plantas, que actúan como verdaderos venenos. Las plantas absorben por las raíces determinados elementos, imprescindibles para su desarrollo, especialmente nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio y calcio. Estos minerales se reducen con los cultivos. Si no son reemplazados con el agregado de abono y materia orgánica, la fertilidad del suelo disminuye hasta agotarse. La contaminación es otra forma de deterioro del suelo debida a sustancias químicas dañinas para la vegetación, los animales o para la salud humana. Puede estar causada por el agua de riego contaminada por letrinas y pozos negros o por desechos mineros o industriales. También contaminan ciertos insecticidas y herbicidas, que destruyen especies no nocivas e incluso perjudican la salud de las personas. Se llama erosión al desgaste, arrastre y pérdida de partículas de suelo. Se produce por acción del agua y del viento sobre zonas no protegidas: Las gotas de lluvia caen con fuerza sobre el suelo deshaciendo progresivamente su estructura. El agua, al escurrirse, quita partículas y nutrientes al suelo y los transporta a las zonas bajas. Los arroyos y ríos arrancan la tierra de las riberas. El material arrastrado se sedimenta y rellena cauces y embalses, aumentando la probabilidad de inundaciones. El viento también arrastra partículas de tierra fértil, especialmente cuando está recién removida o en los períodos de sequía, produciendo en algunos lugares verdaderas tormentas de polvo. El suelo se mantiene debido a la capa de vegetación que lo cubre. Las hojas atenúan el impacto de la lluvia, del calor del sol y de los vientos fuertes sobre el suelo y las raíces ayudan a sostenerlo. El follaje que cae forma una capa de protección, y contribuye a la formación del humus. Al disminuir la vegetación, disminuye el aporte de materia orgánica y la densidad de las raíces que ayudan a sujetar el suelo. Desciende la actividad de los microorganismos y el suelo pierde fertilidad. Asimismo, pierde porosidad y estructura, haciéndose más erosionable. En resumen, cuando el suelo se empobrece y se reduce la vegetación que crece en él y ayuda a fijarlo, aumenta la erosión causada por la lluvia y el viento. Otras causas que aceleran la erosión son la destrucción de los bosques, la labranza inapropiada y el pisoteo excesivo del ganado sobre un suelo limitado (sobrepastoreo). El arrastre de la capa fértil es mayor con las lluvias intensas y en las laderas no protegidas. El agua no alcanza a infiltrarse y fluye por la superficie cargada de partículas de tierra. Luego se concentra en chorros que cavan surcos de pocos centímetros de profundidad, en los que el líquido corre a mayor velocidad. En esta etapa la erosión ya causa graves daños, pero puede ser detenida con barreras de piedras, cultivando en andenes perpendiculares a la pendiente, sembrando pastos que cubran el suelo y construyendo zanjas de escurrimiento. Si no se toman medidas adecuadas, los regueros se unen, aumenta su caudal y cavan barrancos que se desmoronan. La tierra es arrastrada y se forman socavones o cárcavas. La situación es muy grave y no sólo hay que detener el agua en la parte superior, sino que es necesario proteger el suelo que todavía queda en los bordes del barranco, sembrando hierbas, arbustos y árboles para que sujeten el terreno con sus raíces. Cuando la erosión avanza, el terreno queda surcado por cárcavas y desaparece la capa fértil. En las zonas bajas aumentan las inundaciones. La tierra transportada es lavada de sus nutrientes y mezclada con pequeñas piedras. Este sedimento recubre con una capa estéril las tierras de los valles, perjudicando los cultivos. ¿Qué debemos hacer para conservar el suelo y mantener su fertilidad? La cantidad de tierra que disponemos para cultivar es escasa y debe ser usada cuidadosamente y aplicando medidas de conservación apropiadas. Un adecuado manejo del suelo ayuda a mantenerlo, restaurarlo y a mejorar su calidad. Para asegurarnos buenas cosechas durante muchos años, es importante que sepamos qué es y cómo se produce la erosión. Además, debemos conocer y utilizar técnicas de cultivo que eviten la pérdida de suelo y conserven su fertilidad. Los métodos usados para prevenir la erosión ayudan a sujetar el suelo, reduciendo el impacto del agua y del viento para evitar que lo arrastre. La pérdida de la fertilidad se combate reponiendo en el suelo los nutrientes y la materia orgánica que los cultivos y la misma erosión se llevan. La pérdida de suelo es más intensa en zonas en pendiente porque en ellas el agua corre con más fuerza. Para impedir que el agua y el viento se lleven partículas de tierra, podemos usar algunas técnicas que son muy eficaces a pesar de su sencillez. Se trata de prácticas para conservar el suelo y el agua. Cuando cultivamos suelos de laderas, hay que realizar las operaciones de cultivo en sentido perpendicular a la pendiente o en curvas de nivel. De esta manera, cada surco actúa como una barrera que frena el movimiento del agua. Al disminuir la escorrentía superficial, la capa fértil no es arrastrada. Además, lograremos un mayor aprovechamiento del agua que aumenta su penetración al correr más lentamente. La cobertura vegetal (pastos tupidos, residuos de cosecha), además de enriquecer el suelo, ayuda a protegerlo contra la erosión, especialmente en la época de lluvias. En la época de sequía, evita que el suelo se reseque, al disminuir la pérdida de agua por evaporación. Es posible sembrar cultivos de cobertura entre un ciclo agrícola y otro. Asimismo, la utilización del rastrojo como cobertura ayuda a controlar las malezas y aumenta la materia orgánica y la fertilidad. Para defender al suelo de la erosión provocada por el viento y la lluvia es necesario usar barreras. Pueden ser barreras vivas, formadas por franjas de árboles y arbustos de hojas perennes y crecimiento denso, transversales a la dirección del viento y a la pendiente del terreno. También es útil construir barreras hechas con piedras para evitar que el agua se escurra rápidamente y arrastre partículas de suelo. La tierra retenida se acumula y es excelente para agregarla a los cultivos. Las zanjas y acequias permiten capturar el agua de escorrentía, que puede ser acumulada allí (surcos de infiltración), o puede ser llevada fuera del terreno (zanjas de drenaje y canales de desviación) hacia tanques para almacenarla. Las terrazas o andenes: hay terrenos de pendiente muy acentuada, y en ellos la construcción de terrazas ayuda a que el agua se absorba, evitando que arrastre el suelo y lo erosione. Además, se obtienen superficies planas y más profundas, lo que permite sembrar diversos cultivos. Pueden construirse pequeñas terrazas individuales y circulares, en las que se planta, generalmente, un frutal. La labranza mínima limita la roturación del suelo a los surcos donde se va a sembrar. El resto del terreno queda sin tocar. Este tipo de labranza permite mantener la estructura del suelo, disminuyendo el arrastre ocasionado por la lluvia y el viento. El control de cárcavas: las cárcavas son zanjas causadas por el agua, que socava el suelo y se lo lleva. Dificultan la agricultura y tienden a agrandarse, aumentando la erosión y los desmoronamientos de tierra. Para controlarlas, hay que detener el flujo de agua que las forma. Después hay que intentar su recuperación, construyendo muros de piedras dentro de la cárcava para que se acumule tierra. También se pueden sembrar barreras vivas, por ejemplo, pastos. Para fijar sus bordes, se plantan árboles. Es importante evitar el sobrepastoreo. Cuando se concentra el ganado, el pisoteo constante compacta el suelo. Al alimentarse selectivamente de los pastos que prefieren, estos desaparecen poco a poco. La conservación de la fertilidad se consigue reponiendo en el suelo los nutrientes y la materia orgánica que los cultivos y la erosión se llevan. Prácticas que ayudan a conservar la fertilidad son la rotación de cultivos y los cultivos asociados. Rotar los cultivos es sembrar diferentes cultivos en un mismo terreno, durante años sucesivos. Cada especie utiliza con mayor intensidad nutrientes diversos y sus raíces llegan a distinta profundidad. Así, mientras un cultivo utiliza ciertos nutrientes, se están regenerando los nutrientes que tomó la cosecha anterior. Esta rotación ayuda también a disminuir las plagas, ya que al año siguiente no encuentran los vegetales que atacan específicamente. La asociación de cultivos es la siembra de diferentes especies vegetales en un mismo año. Ejemplo: Si se siembra maíz, frijol y calabaza: Cada cultivo absorbe los nutrientes que necesita sin competir con los otros. El maíz sirve de apoyo para que trepe el frijol. El frijol, que es una leguminosa, fija el nitrógeno, enriqueciendo el suelo. La calabaza da sombra al suelo, conserva la humedad y evita que crezcan las hierbas. Reposición de materia orgánica. Esta reposición puede ser natural, cuando se deja descansar el suelo y se espera que crezca nuevamente la vegetación. Pero también es posible enriquecerlo usando composte, agregando estiércol de los animales o enterrando los restos de las cosechas. Otra posibilidad es usar abonos verdes, como el chocho o tarwi, cultivos que no se recogerán porque sirven para nutrir los suelos. Se entierran en la época de floración, que es cuando acumulan la mayor cantidad de nutrientes. La materia orgánica del suelo no sólo lo enriquece de nutrientes, también lo hacen más esponjoso, lo que permite que retenga la humedad y esté mejor aireado. Plantación de leguminosas: algunas plantas como el frijol, el garbanzo, las habas, la alfalfa, el trébol, la soya y las acacias tienen en sus raíces nódulos con bacterias que toman el nitrógeno del aire y lo fijan en el suelo. De esta manera, el nitrógeno es utilizado como nutriente por otras especies. Los fertilizantes minerales pueden ser usados, pero siempre con moderación y precaución al aplicarlos. Es necesario conocer previamente qué mineral falta en el suelo y agregarlo en las proporciones necesarias para las plantas que deseamos cultivar. Si se usan en exceso pueden dañar los cultivos y matar a los microorganismos del suelo. Debemos recordar que son compuestos químicos que tienen los nutrientes necesarios para las plantas, pero no mejoran la calidad del suelo porque no contienen materia orgánica, como los abonos verdes, la composta y el estiércol. Cuando la erosión es muy avanzada es necesario encontrar soluciones que abarquen la cuenca en su totalidad. El agua debe ser detenida en las zonas donde cae, porque la pendiente contribuye a que aumente su fuerza y velocidad y destruya las obras de protección. La tierra fértil que disfrutamos se formó durante miles de años de sol abrasador, vientos, lluvias y heladas. Durante siglos, los microorganismos transformaron los restos de vegetales y animales en nutrientes y los mezclaron con partículas de roca madre para formar el terreno que hoy cultivamos. Para crear un centímetro de suelo se necesitan cientos de años. Pero se puede perder en poco tiempo si no lo protegemos de la erosión. La población de nuestro planeta aumenta con rapidez y es necesario producir más alimentos. Pero cada año se pierden 13 millones de hectáreas de tierra de cultivo. Se talan y queman bosques, la lluvia y el viento arrastran la tierra de las laderas no protegidas, los ríos están contaminados con los desechos de las minas e industrias y su agua no sirve para el riego, plaguicidas y pesticidas usados sin control matan aves y animales silvestres. Todos debemos conocer qué sucede en nuestra región y qué podemos hacer para evitar la degradación del suelo. Sabemos que el suelo se mantiene si está cubierto de vegetación: pastos y bosques sirven para enriquecerlo y para fijarlo. La labranza afloja la capa de tierra fértil y aumenta el peligro de arrastre por las lluvias y los fuertes vientos. Grandes amenazas como la erosión, desertización, inundaciones y salinización, hacen imprescindible un correcto manejo de los recursos naturales. posibles soluciones: Para controlar la acción erosiva del viento y la lluvia, es necesario restaurar la cubierta vegetal. El arrastre de tierra debido a las escorrentías se puede frenar mediante barreras de piedras y zanjas de escurrimiento. El agua acumulada servirá para la estación seca. Las laderas son las zonas más expuestas: en ellas debemos arar en curvas de nivel, construir andenes y terrazas, plantar barreras rompe vientos de árboles y setos de arbustos. Los fertilizantes químicos deben usarse con cuidado, para no perturbar los procesos biológicos. Existen otros recursos: abonos verdes, siembra de leguminosas, rotación de cultivos, el uso de abono animal y la producción de composta. Manejo y conservación de suelos La conservación de suelos es un sistema que complementa y combina obras estructurales, medidas agronómicas, de fertilidad y agroforestales. Este sistema debe aplicarse de la forma más completa posible, si se desea tener éxito tanto en la protección del suelo como en la productividad. Tomando en cuenta esta combinación, al mismo tiempo se puede lograr los siguientes objetivos: • Controlar la erosión: evitando que la corriente arrastre el suelo. La cantidad de suelo fértil que se pierde en cada temporada lluviosa y que la corriente se lleva al río u otros depósitos, es muy alta, esta pérdida erosiva da como resultado la pérdida de la capa productiva del suelo y la formación de cárcavas, las prácticas de conservación de suelos están orientadas a frenar la velocidad del paso de agua por sobre el suelo (escorrentía). • Aprovechar mejor el agua: aumentar la infiltración del agua en el suelo. Fuera del suelo se pierde toda el agua de la escorrentía que no logra infiltrarse; esta agua no puede ser aprovechada por los cultivos, las obras de manejo de suelo y agua permiten el almacenamiento y/o el aprovechamiento del recurso hídrico, dando un uso sostenible al suelo. • Mejorar la fertilidad de los suelos y prevenir con más eficiencia las plagas y enfermedades. La conservación de suelos, además de contemplar la construcción de obras físicas para el manejo del mismo, consiste también en la aplicación de medidas que ayuden a mejorar la fertilidad del suelo con el propósito de evitar las pérdidas de suelo por erosión y mejorar el rendimiento de los cultivos. Para lograr el cumplimiento de estos objetivos, existen numerosas prácticas de conservación, todas giran alrededor de los siguientes cuatro principios, para el manejo de suelos: 1. Proteger la superficie del suelo. Una cobertura vegetal protege el suelo contra el golpe de las gotas de lluvia y el arrastre del agua de escorrentía. También aumenta la infiltración del agua en el suelo porque, bajo la protección de la cobertura, éste no pierde su buena estructuración por la compactación. Prácticas: capa de material vegetal muerto (rastrojo o mulch), siembra de abono verde, agroforestería, labranza mínima, siembras en contorno (Figura 23). 2. Reducir el largo de la pendiente. Hay varias prácticas que reducen el largo de la pendiente y con eso la velocidad de la escorrentía. También ayudan a aumentar la penetración del agua en el suelo y reducen así la cantidad de suelo perdido por los procesos erosivos. Con las obras de reducción o corte de la pendiente, el suelo que arrastra la escorrentía se sedimenta y se mantiene en cada estructura construida (Figura 24 ). Fig. 24. Reducción del largo de pendiente del suelo mediante la prácticas de uso de barreras vivas, muros de retención, zanjas de ladera, terrazas de base angosta, callejones o hileras de árboles. 3. Reducir la inclinación de la pendiente. Con todos los tipos de terrazas se evita la escorrentía y se aumenta la infiltración del agua en el suelo. Las terrazas, al mismo tiempo, ofrecen una plataforma cultivable (Figura 25). Fig. 25. Reducción de la inclinación de la pendiente del suelo utilizando terrazas de banco y de base angosta, camellones, miniterrazas o terrazas individuales. 4. Incorporar materia orgánica al suelo. Estas prácticas ayudan considerablemente a mejorar la fertilidad del suelo. La materia orgánica se vuelve humus, que funciona como una esponja, lo que favorece mucho la infiltración del agua en el suelo y su retención, la disponibilidad de nutrientes y también la disminución en la escorrentía en el suelo. La Agricultura Sostenible en Laderas (ASEL) utiliza estas técnicas las cuales disminuyen la erosión de los suelos en las laderas, evitando la reducción paulatina de la fertilidad de los mismos y la disminución de la capacidad del suelo para retener agua, y de esa manera evitar la progresiva reducción de la productividad de las fincas. La ASEL transfiere tecnologías a productores de bajos costos de inversión y mantenimiento, como por ejemplo, las tecnologías de conservación de agua y micro riego, para asegurar la producción en estas zonas agroecológicas. Pendiente: inclinación del suelo La pendiente caracteriza la desviación de la inclinación de una ladera de la horizontal en porcentaje (%) o en grados(º). La pendiente influye en la efectividad de las prácticas de conservación de suelos y agua y la construcción misma de las prácticas. Desde el punto de vista técnico-científico, laderas con más del 50% de pendiente son exclusivamente de vocación forestal. En terrenos con menos de 50%, se recomienda una distancia entre las prácticas en función de la pendiente (Cuadro 1 0). Cuadro 1 O. Distanciamiento entre las obras físicas de conservación de suelos según la pendiente. En suelos superficiales se recomienda reducir la distancia entre barreras en un 20-30% de lo indicado. Sin embargo, la realidad de las laderas en nuestra región es diferente, los productores toman en cuenta lo siguiente: La pérdida de terreno por las barreras. Sombra de barreras vivas de árboles o zacates altos sobre cultivos. Mano de obra necesaria para el establecimiento de obras. La dificultad que causan las barreras en el uso de la tracción animal para el movimiento en la parcela. La combinación de las barreras con otras prácticas de manejo de cultivo La importancia de los suelos Los suelos del planeta son esenciales para el mantenimiento de la biosfera (la parte de la Tierra donde existe vida), así como para la regulación del clima. Realizan importantes funciones como sustento de las producciones agrícolas y ganaderas o almacenamiento de carbono. Hay diferentes tipos de suelo, pero, en general, están compuestos en más de un 90% de materia mineral, mientras que el resto es materia orgánica, siendo la mayoría de ésta hongos, algas, bacterias y actinobacterias, que realizan importantes funciones como renovar la reserva de nutrientes del suelo, es decir, conservar su fertilidad. A los que ya hemos mencionado, en el siguiente artículo te hablaremos de la importancia de los suelos. Beneficios de los suelos para el medio ambiente Desde un punto de vista ecológico, los suelos ofrecen diversos beneficios para el medio ambiente: Producen biomasa que sirve de alimento Dotan de energía a algunos seres vivos Filtra, regula y transforma la materia que absorbe, como, por ejemplo, el agua, protegiéndola (hasta cierto punto) de la contaminación. Además, es donde viven muchas especies de plantas y animales. La degradación del suelo Si los suelos se degradan, se degrada el medio ambiente desde su misma base, es decir, que es algo que afectará a todo el medio ambiente tarde o temprano. La degradación del suelo se produce, sobre todo, por la actividad humana. Desde la deposición de contaminantes atmosféricos, vertidos incontrolados o derrames por accidentes de hidrocarburos y otras sustancias contaminantes, hasta el almacenamiento inadecuado de productos industriales, el vertido de residuos urbanos o el uso de fertilizantes, pesticidas y herbicidas químicos, todo ello daña el suelo con nefastas consecuencias a largo plazo. Consecuencias de la pérdida de suelo Además, el aumento de la agricultura extensiva y la sobreexpansión urbana hacen que se pierdan los suelos originales. Así mismo, el proceso (natural o no) de desertificación tiene como consecuencia la pérdida definitiva de suelos productivos. Por último, se puede señalar que uno de los mayores beneficios de los suelos es la cantidad de dióxido de carbono que retienen. Si el CO2 y otros gases del suelo se emitieran a la atmósfera, el cambio climático se aceleraría tan rápido que, probablemente, destruiría a la actual civilización. Así pues, no conservar los suelos en buen estado puede llevar a problemas económicos y sociales, como generación de conflictos por el agua, pobreza, disminución de recursos esenciales, baja producción agrícola, hambre, marginación o emigración obligada. ¿Qué es un suelo sano? Introducción El suelo es el hábitat ideal para el desarrollo de los microorganismos, ya que su estructura configura un entramado en el que pueden acomodarse en el interior y exterior de los agregados. Sin embargo, para ello es imprescindible tener una buena estructura donde el agua y el aire puedan circular con facilidad y se encuentren en equilibrio. Aunque, por norma general, no suele tenerse en cuenta este hecho, los microorganismos son los componentes más importantes del suelo, puesto que constituyen su parte viva y son los responsables de la dinámica de transformación y desarrollo. Puede establecerse, por tanto, que son fundamentales para el desarrollo de la vida en el planeta, transformando los componentes orgánicos e inorgánicos que se incorporan en la fracción de suelo donde se encuentran los microorganismos. De esta manera, facilitan que estos elementos puedan ser asimilados por las plantas a través de las raíces. Por todo ello, puede definirse que un suelo fértil es aquel que contiene una reserva adecuada de nutrientes disponibles para las plantas o una población microbiana capaz de garantizar una liberación continua de elementos hasta alcanzar un punto de balance, en el cual se da un buen desarrollo vegetal. En definitiva, puede definirse que un suelo sano es aquel que alberga una buena diversidad biológica o biodiversidad, entre la cual se encuentran los microorganismos, es decir un suelo vivo. Cada tipo de organismo realiza una función específica, como ocurre con las cianobacterias que son capaces de fijar el nitrógeno atmosférico. Mayoritariamente la actividad de estos microorganismos se concentra en los 20 primeros centímetros de profundidad. Se agrupan en colonias que se encuentran a su vez adheridas a las raíces de las plantas, que les suministran sustancias orgánicas y a las partículas de arcilla y humus (fracción coloidal), componentes que conforman lo que se conoce como complejo arcillo-húmico, sobre el cual tenéis más información en la publicación que podréis encontrar en el blog titulada “fertilidad y erosión del suelo”. Las sustancias orgánicas que les proporcionan las raíces de las plantas son claves como fuente de alimento y estimulantes de su reproducción. En la rizosfera, en ocasiones, la densidad microbiana alcanza unos niveles en que las raíces aparecen cubiertas por una especie que prácticamente llega a aislarla del suelo. Debido a ello las actividades nutritivas de la planta se hacen por la intermediación de este recubrimiento microbiano. En definitiva, la diversidad de microorganismos, se relacionan con las plantas de diferentes formas: saprofítica, en la que se alimentan de los residuos de las raíces, parásita, es decir, que causan enfermedades a las plantas o simbiótica, en la cual existe un beneficio para las plantas, a cambio de alimento. Entre los microorganismos que establecen simbiosis se encuentran las bacterias promotoras del crecimiento vegetal, hongos formadores de micorrizas arbusculares y bacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico. Entre las funciones más importantes que cumplen en los procesos de transformación destacan: Transformación de la materia orgánica: los microorganismos degradan moléculas complejas de materia orgánica, formando humus, que se asocia con las arcillas para formar el complejo arcillo-húmico, anteriormente mencionado. Este complejo favorece la aireación, el almacenamiento de agua y la fertilidad. Posteriormente, el humus se mineraliza, liberando los componentes que lo constituyen, de manera que vuelven a estar disponibles para que las plantas puedan captarlos. Las materias carbonadas, como los azúcares, almidón y celulosa son la fuente principal de energía de los microorganismos. Para su correcto desarrollo se precisa también nitrógeno, ya que para la descomposición de 30 gramos de celulosa se necesita aproximadamente 1 gramo de nitrógeno. Teniendo en cuenta este dato, se comprende la importancia de la relación C/N en los aportes orgánicos que se llevan a cabo en las fincas agrícolas. Solubilización de los minerales: los elementos, como el potasio, el calcio o el magnesio, que se encuentran contenidos en las materias minerales del suelo, pueden también ser solubilizados por los microorganismos edáficos, volviéndolos así asimilables para las plantas. Fijación de nitrógeno: diferentes grupos de bacterias, que pueden encontrarse en formas de vida libre o como simbiontes, presentan la capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico. Modificación de la estructura del suelo: clave en la agregación de los suelos, fundamentalmente en lo relativo a la secreción de sustancias agregante. Un ejemplo de ello son los hongos, que con su micelio abundante conforman una red cohesionadora de las diferentes partículas del suelo. Secreción de sustancias activadoras del crecimiento, como es el caso de las hormonas, que favorecen un aumento del desarrollo radicular en la planta, que mejora a su vez la capacidad de asimilación de nutrientes. Control de infecciones patógenas: las raíces que se encuentran completamente desnudas son más vulnerables al ataque de hongos parásitos. Aunque no se tiene constancia con exactitud del papel de los microorganismos en este ámbito, se establece que existen una serie de mecanismos de control muy complejos, que favorecen la lucha de la planta contra el patógeno. Bacterias Son el grupo de microorganismos mayoritario y de menor tamaño. Puede hacerse una distinción entre bacterias aerobias, es decir, aquellas que crecen en ambientes con oxígeno; anaerobias, que únicamente se desarrollan sin oxígeno; y facultativas, que pueden crecer con o sin oxígeno. Además, existen algunas que pueden tolerar niveles de pH más ácidos, conocidas como acidófilas; otras que únicamente se desarrollan correctamente en condiciones de pH básico (basófilas); y, por último, aquellas que crecen con un pH neutro en el medio (neutrófilas). A pesar de esta última clasificación, existe una excepción, puesto que determinadas bacterias neutrófilas pueden crecer en ambientes más ácidos, ya que tienen la capacidad de neutralizar esta acidez en el punto en el que se encuentran, pudiendo desarrollarse sin ese inconveniente. También puede diferenciarse entre aquellas bacterias que se alimentan de compuestos orgánicos, que son heterótrofas y las que se alimentan de compuestos inorgánicos, que son autótrofas. Una última clasificación es la que se realiza en base a las temperaturas a las que crecen, en la que se distinguen bacterias mesófilas, que se desarrollan a temperaturas medias; psicrófilas, que crecen a temperaturas por debajo de 15 grados; y termófilas, cuyo crecimiento se da a temperaturas que superan los 40 grados. La mayor parte de las bacterias presentes en el suelo, son heterótrofas, aerobias y mesófilas. Las condiciones y el tipo de sustrato en una fracción concreta del suelo determinan el tipo de bacterias presentes en la misma. Determinadas bacterias producen endosporas y quistes latentes, que les proporcionan resistencia a variaciones de temperatura, niveles extremos de pH y a la desecación del suelo. De esta manera son capaces, una vez que se hayan corregido estas condiciones, de crecer de nuevo bajo unas más favorables. Otras se protegen frente a la depredación y de la desecación emitiendo una cápsula compuesta por sustancias mucoides. Algunas se desplazan por el suelo mediante un flagelo, es decir, que pueden encontrar más fácilmente el sustrato alimenticio. Su capacidad de multiplicación garantiza la creación de poblaciones de gran tamaño en un periodo relativamente corto de tiempo, colonizando así rápidamente los diferentes sustratos. En el suelo, en relación al desarrollo de las bacterias se da una sucesión en la cual, en primer lugar, actúan aquellas especies más dominantes sobre los sustratos que se encuentren disponibles, para después dar paso a otros grupos, que crecen en el residuo del metabolismo de las primeras. Por tanto, existen grupos que permanecen y otros que entran en un estado de latencia hasta que encuentran condiciones favorables para su crecimiento. Entre los géneros bacterianos con mayor importancia dentro de los ecosistemas agrícolas, se encuentran: Bacillus, Pseudomonas, Azotobacter, Azospirillum, Nitrosomonas, Nitrobacter , Clostridium, Thiobacillus, Lactobacillus y Rhizobium. Para poder mantener las comunidades de bacterias beneficiosas es necesario tener en cuenta que determinadas acciones pueden ponerlas en peligro, como la mecanización continua, la escasez de rotaciones en los cultivos o la aplicación de agroquímicos y fertilizantes de síntesis. Actinomicetos Ubicados actualmente como bacterias superiores, ya que se trata de microorganismos procariontes, en un primer momento se clasificaron como hongos radiales, capaces de formar finos filamentos, debido a su morfología de crecimiento macroscópico. Dentro de este grupo uno de los géneros con mayor relevancia es, así como el más extenso es Streptomyces. Se encuentran en el suelo, en aguas estancadas, lodo y materiales orgánicos en degradación, puesto que su sustento alimenticio son materiales orgánicos, es decir, son heterótrofos. Tienen la capacidad de degradar desde azúcares simples hasta sustratos de gran complejidad, compuestos por hemicelulosas o ligninas, entre otros. Como consecuencia de ello, dentro del proceso de formación de humus tienen un papel de gran importancia, motivo por el cual se considera que son buenos agregadores. En suelos bien aireados, con un alto nivel de materia orgánica, sus poblaciones pueden alcanzar valores relativamente altos, constituyendo desde el 10 a incluso el 50% del total de la comunidad microbiana del suelo. Se desarrollan bien en suelos con unos valores de pH entre 5 y 7. Se reproducen por conidias, las cuales son resistentes a condiciones adversas de temperatura, acidez y humedad. Debido a esa característica, una vez que se restablecen las condiciones favorables para su desarrollo pueden germinar. Presentan una capacidad para producir antibióticos y metabolitos secundarios de interés, que regulan la actividad de diferentes patógenos, cuya actividad pone en riesgo los cultivos de las fincas agrícolas. Así es como al agregar conidias de actinomicetos en un suelo contaminado con algún tipo de fitopatógeno, se logra un balance al inhibir las poblaciones de los mismos, permitiendo que las plantas puedan obtener los nutrientes y desarrollarse. Hongos Constituyen una fracción importante de la biomasa microbiana total del suelo. Crecen forman unas redes que se extienden como micelio hasta su estado reproductivo, cuando dan origen a las esporas sexuales o asexuales. Esta capacidad de crecimiento ramificado en un periodo corto de tiempo favorece el mantenimiento del equilibrio en los ecosistemas del suelo. Se trata de microorganismos de importancia respecto a la degradación de tipo aerobia de la materia vegetal en descomposición en sustratos con pH ácido. Producen una serie de enzimas y metabolitos que contribuyen al ablandamiento y transformación de sustancias orgánicas. Metabolizan compuestos carbonados de difícil degradación, como la celulosa, hemicelulosa y la lignina. Pueden degradar también azúcares simples. Las raíces de las plantas están cubiertas por hongos, que aprovechan las exudaciones radiculares, compuestas por azúcares, aminoácidos, enzimas y sustancias promotoras de crecimiento. Los hongos a su vez movilizan los nutrientes minerales hacia las raíces de las plantas, aumentando la capacidad de retención de agua, de gran utilidad durante los periodos de sequía; fijando el nitrógeno y el fósforo; y protegiendo las raíces frente a fitopatógenos, mediante la emisión de sustancias que inhiben su crecimiento. Algunos hongos conforman junto con las raíces lo que se conocen como micorrizas. Las micorrizas son asociaciones de tipo simbiosis mutualista, que se dan entre las raíces de diferentes plantas terrestres y ciertos hongos presentes en el suelo. Su existencia se descubrió en 1885, aunque entonces se pensó que eran curiosidades excepcionales. Actualmente se cree que aproximadamente el 97% de las especies vegetales terrestres se encuentran micorrizadas. Se tiene también constancia de que los riniófitos, las primeras plantas terrestres que abandonaron el ambiente acuático, tenían hongos asociados a sus raíces, que facilitaron la colonización de un ambiente mucho más hostil, como era la tierra firme. Sin embargo, no todas las plantas aceptan la micorrización, es decir, existe una gama de tolerancia relacionado con ello. La planta gracias al hongo obtiene un incremento en la disponibilidad de nutrientes y un aumento en el volumen de suelo explotable, debido a la ramificación del micelio del hongo. El hongo puede también proteger a la planta de determinados patógenos y servir como puente de unión y transmisión de sustancias químicas entre plantas. A cambio, el hongo recibe hidratos de carbono, que proceden de la fotosíntesis y un nicho ecológico. Las micorrizas pueden clasificarse en ectomicorrizas, conocidas también con el nombre de formadoras de manto, debido a que se forma un manto fúngico en las raíces, del que surge una red de hifas intercelulares, que no llegan a penetrar en las células del hospedante; endomicorrizas, que a su vez pueden dividirse en vesículo-arbusculares, las cuales forman unas estructuras especializadas (arbúsculos), las micorrizas orquioides, que forman ovillos en las células de la raíz y micorrizas ericoides, en las que el hongo forma en las células de la raíz estructuras sin organización aparente; ectendomicorrizas, denominadas también arbutoides, presentan manto, red de Hartig y penetración intracelular similar a las ericoides. Los géneros de hongos con una mayor relevancia respecto a la asociación con las raíces de las plantas son Aspergillus, Penicillium, Rhizopus y Trichoderma. Los dos primeros llevan a cabo la movilización del fósforo y el nitrógeno del suelo, mientras que los microorganismos pertenecientes al género Trichoderma mantienen unas condiciones de humedad los más óptimas posibles para el correcto crecimiento de las plantas. Algunas levaduras son importantes fermentadoras de carbohidratos, tras lo cual producen alcoholes utilizados por otros microorganismos como fuente de energía. De entre todas destaca, fundamentalmente, el género Saccharomyces. La importancia de un suelo sano para el futuro de la agricultura ¿Qué es un suelo sano? La salud de los suelos se ha definido con la capacidad de funcionar como un sistema vivo. Es un recurso natural muy importante para el desarrollo de los cultivos, la seguridad alimentaria y es vital para todo ser vivo que habita este planeta. Los suelos mantienen a una gran cantidad de microorganismos que ayudan a controlar enfermedades, insectos y malezas, forman asociaciones benéficas con las raíces, reciclan nutrientes esenciales para las plantas, mejoran la estructura del suelo brindando mayor retención de agua y nutrientes, y en última instancia, mejoran la producción agrícola. Es muy importante entender que la disponibilidad de los alimentos depende en gran parte de los suelos, por lo que los alimentos nutritivos, de buena calidad, así como el forraje para los animales sólo pueden producirse si los suelos están sanos. Dicho esto, un suelo sano y vivo es nuestro aliado crucial para la seguridad alimentaria y la nutrición. ¿Qué está pasando con nuestro suelo en la actualidad? En los últimos 50 años, los avances en la tecnología agrícola han tenido como objetivo impulsar la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, las prácticas de producción agrícola actual basadas en labranza excesiva, combinadas con el retiro o quema de residuos del cultivo, y la aplicación excesiva de productos químicos han incrementado la pérdida de suelo por erosión y han provocado una rápida degradación que conlleva a una disminución en la fertilidad de los suelos. Esta degradación del suelo es una situación alarmante para el sector agrícola, ya que se extiende en alrededor de un 92% del territorio nacional, lo que pone en riesgo la productividad de la tierra y un aumento en los costos de producción. ¿Cómo podemos promover un manejo sustentable de nuestros suelos? Existen diversos enfoques agrícolas que promueven un manejo sustentable con la finalidad de mejorar la fertilidad y productividad de los suelos. Estas son algunas de las soluciones para evitar o mejorar la conservación del suelo: Sistemas de policultivos Es una estrategia tradicional para promover la generación de una alimentación diversa, estabilidad en la producción, disponibilidad de nitrógeno, reducción de los riesgos al mínimo, disminución de plagas y enfermedades, uso eficaz de la mano de obra y aumento al máximo de la rentabilidad. Cultivos de cobertura y utilización de acolchado Es una técnica de sembrar plantas herbáceas perennes en cultivos mezclados para cubrir el suelo durante todo o parte del año. Algunos de los cultivos más utilizados son las leguminosas y cereales y ayudan a fijar nutrientes, mejorar la estructura del suelo y disminuir la erosión. Rotación de cultivos Es una técnica que consiste en la siembra sucesiva de diferentes cultivos con distintas necesidades nutricionales en un mismo terreno, siguiendo un orden definido. Esta técnica tiene el enorme beneficio de disminuir plagas y enfermedades, ya que al haber un cambio de hábitat su ciclo de vida se interrumpe, además de permitir una distribución adecuada de los nutrientes. Labranza mínima o cero Se mantiene una cubierta orgánica permanente o semipermanente que protege al suelo del sol, la lluvia y el viento y permite a los microorganismos y a la fauna del suelo equilibrar los nutrientes, procesos naturales alterados por la labranza mecánica. Sistemas agroforestales Es un tipo de manejo en el que se integran especies de árboles en conjunto con la producción agrícola. Este tipo de sistemas ayudan a tener una cobertura permanente contra la erosión del suelo y además actúan como un almacén de agua, donde se benefician directamente los cultivos. Manejo integrado de plagas Este tipo de manejo incorpora diversas técnicas de control de plagas en la que se apoya primero del control biológico y como último recurso el uso de plaguicidas. Aquí se integra la determinación del “umbral ecológico de daño” para no anticiparse a aplicar innecesariamente productos. ¿Cómo ayuda BIOFOM al suelo de nuestros cultivos? El suelo es un vasto universo donde están sucediendo interacciones simultáneas entre las raíces de las plantas y los microorganismos. Es en la rizósfera, la zona del suelo más cercana a las raíces de las plantas, donde se encuentra la mayor diversidad microbiológica. Si bien el suelo puede ser nuestro aliado para tener una planta sana, también puede estar perjudicando la manera en que se expresa nuestro cultivo en términos de crecimiento, sanidad vegetal y producción con las aplicaciones excesivas de químicos. Estas pueden provocar una modificación de las comunidades microbianas que hay en la rizósfera y que exista un desequilibrio donde comiencen a manifestarse microorganismos patógenos. Al haber un desequilibrio en el microbioma del suelo comienzan a manifestarse problemas que solemos ver como enfermedades y deficiencias en la absorción de nutrientes. Cuando esto ocurre tenemos que replantearnos la manera en que estamos nutriendo a nuestro cultivo, ya que quizás sólo nos estamos enfocando en la nutrición mineral, en aportar un exceso de nutrientes que la planta no puede absorber por sí sola y que terminan atrapados en el suelo o convertidos en residuos. Es aquí donde el sistema de nutrición vegetal de BIOFOM entra en acción, gracias a la comunidad de microorganismos que contiene permiten un flujo cíclico de nutrientes más eficiente que benefician el crecimiento vegetal y salud de la planta. Además, garantizan que los elementos orgánicos y minerales que están presentes en el producto, al entrar en contacto con el suelo se asimilen en un 100% por las plantas sin dejar residuos. La fertilidad del suelo está dada por las comunidades microbianas benéficas presentes en él que ayudan a su vez a tener una mejor estructura, por lo que al aplicar el sistema de nutrición estamos equilibrando el microbioma benéfico del suelo y regresando la fertilidad a nuestros suelos. Entre más aprendamos a trabajar con el microbioma del suelo podremos encontrar nuevas formas de agregar valor a la agricultura y volver a sus raíces biológicas y sustentables. Los suelos sanos son la base para la producción de alimentos saludables Se estima que el 95% de nuestros alimentos se producen directa o indirectamente en nuestros suelos. Los suelos sanos son el fundamento del sistema alimentario. Nuestros suelos son la base de la agricultura y el medio en el que crecen casi todas las plantas destinadas a la producción de alimentos. Los suelos sanos producen cultivos sanos que alimentan a las personas y a los animales. De hecho, la calidad de los suelos está directamente relacionada con la calidad y la cantidad de alimentos. Los suelos proporcionan los nutrientes esenciales, el agua, el oxígeno y el sostén para las raíces que nuestras plantas destinadas a la producción de alimentos necesitan para crecer y florecer. Además, cumplen una función de amortiguación al proteger las delicadas raíces de las plantas de las fluctuaciones de temperatura. Un suelo sano es un suelo vivo Un suelo sano es un ecosistema vivo y dinámico, lleno de organismos microscópicos y de mayor tamaño que cumplen muchas funciones vitales, entre ellas transformar la materia inerte y en descomposición, así como los minerales, en nutrientes para las plantas (ciclo de los elementos nutritivos); controlar las enfermedades de las plantas, los insectos y malas hierbas; mejorar la estructura de los suelos con efectos positivos para la capacidad de retención de agua y nutrientes de los suelos y, por último, mejorar la producción de cultivos. Además, los suelos sanos contribuyen a mitigar el cambio climático al mantener o aumentar su contenido de carbono. ¿Por qué la materia orgánica de los suelos es tan importante? La materia orgánica de los suelos –el producto de descomposición biológica in situ– afecta a las propiedades químicas y físicas y a la salud general de los suelos. Su composición y tasa de degradación afecta a la estructura y porosidad de los suelos, la tasa de infiltración de agua y la capacidad de retención de humedad de estos, la diversidad y actividad biológica de los organismos terrícolas, y la disponibilidad de nutrientes de las plantas. El intercambio de nutrientes entre materia orgánica, agua y suelos es esencial para la fertilidad de estos últimos y ha de mantenerse con miras a una producción sostenible. Cuando se explotan los suelos sin restablecer la materia orgánica y el contenido de nutrientes, el ciclo de elementos nutritivos se rompe, la fertilidad del suelo disminuye y el equilibrio del agroecosistema se destruye. Los suelos son un aliado crucial de la seguridad alimentaria y la nutrición La disponibilidad de alimentos depende de los suelos: no se pueden producir alimentos y piensos nutritivos y de buena calidad si nuestros suelos no son suelos sanos y vivos. Durante los últimos 50 años, los avances en materia de tecnología agrícola y el aumento de la demanda provocado por el crecimiento de la población han ejercido una creciente presión sobre los suelos. En muchos países, la producción agrícola intensiva ha ocasionado un agotamiento de los suelos que ha puesto en peligro la capacidad productiva de los mismos y la posibilidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras. El mantenimiento de unos suelos sanos supone la gestión de la sostenibilidad de la tierra Con una población mundial que según las previsiones superará los 9 000 millones de habitantes en 2050, y el agravante de la competencia por la tierra y el agua y el impacto del cambio climático, nuestra seguridad alimentaria actual y futura depende de nuestra capacidad de aumentar los rendimientos y la calidad de los alimentos utilizando los suelos ya dedicados a la producción actualmente. Los sistemas de gestión holística de la producción, que promueven y refuerzan la salud de los agroecosistemas social, ecológica y económicamente sostenibles, son necesarios para proteger nuestros suelos y mantener elevadas capacidades productivas. Los agricultores desempeñan un papel primordial a este respecto. Numerosos y diversos enfoques agrícolas promueven la gestión sostenible de los suelos con la finalidad de mejorar la productividad, por ejemplo, la agroecología, la agricultura de conservación, la agricultura orgánica, el cultivo sin labranza y la agroforestería. Por último, una mejor comprensión de las relaciones entre el período útil de los suelos y la función de los ecosistemas y el impacto de las intervenciones humanas permitirán reducir los efectos negativos y aprovechar de manera más eficaz los beneficios de la actividad biológica de los suelos con miras a una agricultura más sostenible y productiva. Un suelo sano es un suelo productivo y sostenible Lo tenemos más que comprobado: un suelo sano está relacionado con la productividad de los cultivos, así como con la calidad, el peso y tamaño de los frutos. También resulta obvio que la salud de las plantas está directamente relacionada con la salud del suelo. Y teniendo en cuenta que el 95 % de los alimentos que consumimos proviene de este, conservarlo en buenas condiciones es esencial para la seguridad alimentaria. Seguramente ahora estás preguntándote de qué factores depende la salud de tus suelos. No hay duda de que depende de muchos, pero en este artículo vamos a centrarnos en uno de vital importancia: la presencia de microorganismos beneficiosos. Empezaremos por decir que la salud de los suelos depende en gran medida de los microorganismos que habitan en él. Se calcula que cada centímetro de suelo alberga millones de microorganismos, como bacterias y hongos, que viven en equilibrio. ¿Te lo imaginas? La importancia de la presencia y el incremento de estos microorganismos viene marcada por la capacidad de estos de mejorar la estructura del suelo, una función para la que son imprescindibles. De hecho, los suelos pobres en flora microbiana son suelos pobres y desequilibrados nutricionalmente, y hay que mantenerlos con aporte de otros insumos. Además, en nuestras investigaciones también hemos comprobado que los microorganismos están relacionados con el aumento de la disponibilidad de nutrientes para la planta. Con ello, los cultivos se desarrollan más fuertes, logrando un mejor rendimiento y la calidad de las cosechas. soluciones para promover la presencia de microorganismos en el suelo Hoy en día hay soluciones biotecnológicas que no solo ayudan a promover la presencia de microorganismos en el suelo, sino que además lo hacen de forma sostenible. Qlimax, por ejemplo, es un biofertilizante de Symborg con un excepcional potencial para revitalizar suelos, ya que permite multiplicar la concentración de la flora microbiana en el suelo. Especialmente recomendado para suelos erosionados o en riesgo de degradación, nuestro biofertilizante, compuesto por ácidos fúlvicos de origen vegetal, calcio, potasio, hierro, zinc y por una selección de moléculas con función prebiótica, es apto para todos los cultivos y tipos de suelos. Además, es compatible con cualquier probiótico del mercado a base de microorganismos seleccionados, por ello puede ser aplicado de manera individual o combinada. ¿Cómo funciona Qlimax? Te lo contamos en 4 pasos: 1. Qlimax coloniza la rizosfera de manera rápida. Es capaz de estabilizar y desarrollar grupos microbianos relacionados con la nutrición vegetal y la recuperación del sistema suelo planta. Es decir, microorganismos relacionados con la solubilización de fosfatos, fijadores biológicos de nitrógeno u otros grupos productores de sustancias beneficiosas para la estructura del suelo y para el cultivo. 2. La microbiota exuda compuestos esenciales para la formación de los macroagregados que mantienen y mejoran la estructura del suelo. Al mejorar la estructura del suelo, mejora su recuperación, descomposición y porosidad, por lo que se mejora también la eficiencia en el uso del agua. 3. Gracias a la mayor disponibilidad de nutrientes, mejora el perfil nutricional del suelo, lo que tiene como resultado una mejor absorción de nutrientes por parte de la planta. También ayuda a incrementar la eficiencia de la fertilización 4. Gracias al efecto de Qlimax los cultivos se desarrollan también con una mayor tolerancia frente al estrés, lo que tiene un impacto positivo en el rendimiento y la calidad de las cosechas. La salud de los suelos, fundamental para la sostenibilidad del planeta Además de garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, los suelos ricos en nutrientes y en microorganismos beneficiosos ayudan a mitigar los efectos nocivos del cambio climático. ¿Lo sabías? Lo hacen a través del almacenamiento de carbono y la reducción de las emisiones de efecto invernadero. Este es otro beneficio de los suelos vivos que no debemos olvidar porque es fundamental, ya que, según datos de la FAO, en los últimos 40 años se ha perdido el 30 % de los suelos fértiles cultivables y hacen falta más de 1.000 años para que se forme un solo centímetro de suelo. Pero eso no es todo. Los suelos sanos también pueden almacenar grandes cantidades de agua, lo que tiene efectos positivos a la hora de afrontar periodos de sequía y adaptarse a las precipitaciones extremas. En Symborg somos conscientes de ello, de ahí que hayamos apostado por la biotecnología como herramienta para una agricultura más sostenible y nuestros procesos de producción siguen un modelo 360 de economía circular. Por ello, ya son muchos los agricultores que apuestan por Symborg como aliado en su estrategia de agricultura sostenible. Y tú, ¿quieres unirte a nuestro club? Te estamos esperando. Secuestro del Carbono en el Suelo Su efecto en el cambio climático secuestro de carbono del suelo – un enfoque para mitigar el cambio climático El dióxido de carbono es el principal gas del efecto invernadero. La concentración de dióxido de carbono atmosférico ha aumentado en los últimos años, causando un efecto invernadero más fuerte y el calentamiento global. El carbono se almacena en la atmósfera, la vegetación, los animales y en el suelo. De todos los reservorios de carbono, el suelo es lo más grande, con más carbono que los otros tres reservorios combinados. Existe la oportunidad de mitigar el cambio climático a través de mejores prácticas agrícolas para almacenar más carbono en el suelo. El contenido de carbono del suelo se puede aumentar ya sea aumentando los aportes de carbono, disminuyendo las emisiones, o una combinación de ambos. Gt de Carbono orgánico global del suelo (0-300cm) Carbono en la atmósfera 2344 762 El proceso en el que el CO2 atmosférico se elimina de la atmósfera y se almacena como carbono del suelo se conoce como «secuestro de carbono». La degradación de los suelos debido a la actividad agrícola y un manejo inadecuado de los suelos dio lugar a la liberación de aproximadamente 78 Gt del carbono original del suelo a la atmósfera. Esto es principalmente el resultado de una mayor descomposición de la materia orgánica debido a la labranza, la reducción de las cantidades de residuos vegetales que se devuelven al suelo y la erosión del suelo. Intercambio de carbono entre el suelo y la atmósfera El dióxido de carbono se intercambia continuamente entre el suelo y la atmósfera. El CO2 atmosférico se fija mediante la fotosíntesis, en la que las plantas absorben el CO2 atmosférico y lo convierten en azúcares. Parte del CO2 absorbido se devuelve a la atmósfera como resultado del proceso de respiración de la raíz. Cuando las plantas y los animales mueren, el carbono se agrega al suelo. Sin embargo, la descomposición de la materia orgánica (incluso por bacterias) también libera CO2 a la atmósfera. Las condiciones ambientales como la lluvia, la temperatura, los niveles de oxígeno del suelo y la humedad afectan la tasa de descomposición de la materia orgánica. Las condiciones cálidas y húmedas favorecen una mayor tasa de descomposición, mientras que la tasa de descomposición en condiciones frías y secas es más lenta. Los niveles más altos de oxígeno aumentan la actividad microbiana y, por lo tanto, la tasa de descomposición. Almacenamiento de carbono en el suelo El carbono se almacena en el suelo principalmente en materia orgánica y se conoce como carbono orgánico del suelo (SOC). Dado que la materia orgánica contiene aproximadamente un 60% de carbono, un factor de 1,72 se utiliza comúnmente para convertir la materia orgánica del suelo (MO) en carbono orgánico (COS), así que MO = 1,72 x COS. El carbono inorgánico del suelo (CIS) es predominante en suelos áridos y semiáridos. Está presente en varias formas conocidas como el sistema de ácido carbónico, que consiste en CO2 en la fase gaseosa, ácido carbónico disuelto H2CO3, bicarbonato HCO3–, carbonato CO32- y carbonatos de calcio y magnesio en la fase sólida. La formación de carbonatos de calcio depende principalmente del pH del suelo, la temperatura, la concentración de CO2 en el suelo y el contenido de calcio del suelo. Se puede describir mediante las siguientes ecuaciones: CO2 + H2O ßà HCO 3– + H+ Ca2+ + 2HCO3–ßà CaCO3 + H2O + CO2 Los cambios en el carbono inorgánico son lentos. Por lo tanto, la mayoría de los esfuerzos para mejorar los secuestros de carbono del suelo se centran en el carbono orgánico del suelo. Prácticas agrícolas alternativas para mejorar el secuestro de carbono Las prácticas agrícolas alternativas pueden reducir las emisiones de carbono del suelo y mejorar el secuestro de carbono. Tales prácticas incluyen la adición de enmiendas orgánicas al suelo (compost), la implementación de métodos de labranza reducida, la optimización de fertilizantes, la siembra de cultivos de cobertura, la implementación de la rotación de cultivos, el manejo del pastoreo, etc. La adición de enmiendas orgánicas, como el compost y el estiércol, es una de las prácticas con mayor potencial para aumentar el secuestro de carbono. La mayor parte de la materia orgánica en estas enmiendas orgánicas ya está descompuesta y, por lo tanto, una gran parte del carbono agregado se almacena en el suelo y no se pierde debido a la descomposición por bacterias. Algunos modelos sugieren que el 9-14% del carbono agregado con compost permanecerá en el suelo aún después de 100 años. Un aumento en el contenido de carbono del suelo tiene beneficios adicionales: mejora la estructura del suelo, su capacidad de retención de agua y de nutrientes, aumenta la actividad biológica en el suelo y puede aliviar el efecto negativo de los contaminantes. Preparación de compost Además, el compost puede suministrar algunas de las demandas de nitrógeno del cultivo y también parte del fósforo, potasio y micronutrientes. Sustituyendo la necesidad de algunos de los fertilizantes minerales puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes del proceso de fabricación de los fertilizantes. La huella global total de fertilizantes es de aproximadamente 0,6 Gt CO2eq/año. Mejorando la eficiencia del uso de fertilizantes en un 25%, puede disminuir las emisiones globales de carbono en 150 millones de toneladas anuales. Como parte del esfuerzo para mitigar el cambio climático, la Comisión Europea ha establecido un objetivo de un 25% de tierras agrícolas bajo agricultura orgánica para 2030. Una de las formas de lograrlo es mediante la adopción de plataformas, como yieldsApp, que utilizan inteligencia artificial para mejorar la salud del suelo. Labranza reducida: la labranza rompe los agregados del suelo, liberando CO2 a la atmósfera y haciendo que el suelo sea susceptible a la erosión. Por lo tanto, la labranza reducida puede disminuir las pérdidas de carbono del suelo. Los cultivos de cobertura generalmente se plantan después de la cosecha y antes de plantar el siguiente cultivo. Como cualquier otra planta, extraen CO2 de la atmósfera, y sus residuos contribuyen al carbono del suelo. Sin embargo, no está claro cuánto tiempo permanece el carbono en el suelo, debido a que la descomposición por bacterias libera CO2 a la atmósfera. Las condiciones ambientales y otras prácticas agrícolas determinarán cuánto tiempo permanecerá en el suelo. Tales condiciones incluyen, por ejemplo, una buena agregación del suelo, que puede ayudar a proteger el carbono agregado de las bacterias y las condiciones climáticas frías que ralentizan la actividad microbiana. Manejo adecuado de fertilizantes: la aplicación de fertilizantes de acuerdo con las necesidades del cultivo y los resultados del análisis de suelo puede evitar pérdidas de nutrientes o exceso de fertilización, y mejorar el crecimiento del cultivo. Esto puede reducir las emisiones de carbono resultando del proceso de fabricación de los fertilizantes y aumentar el secuestro de carbono, como resultado de una fotosíntesis mejorada. El análisis de suelo El análisis de suelo es una herramienta clave en el manejo de fertilizantes. Un uso adecuado del análisis de suelo reduce las conjeturas y ayuda a minimizar la contaminación ambiental. Realizar un análisis del suelo puede ahorrarle al agricultor dinero y aumentar el rendimiento del cultivo. Un análisis de suelo exitoso requiere: Muestreo adecuado Usar métodos de extracción adecuados por el laboratorio. Interpretar correctamente los resultados. El análisis de suelo puede determinar parámetros tales como la textura del suelo, el pH, los nutrientes disponibles, la materia orgánica y los parámetros relacionados con la salinidad. Como realizar un muestro del suelo La confiabilidad de los resultados del análisis de suelo depende ante todo de la muestra tomada. Debido a que solo una parte pequeña del campo es analizada, la muestra de suelo debe representar el campo de la que se tomó. 1. La mejor práctica de muestreo del suelo es tomar varias submuestras del campo y mezclarlas para formar una muestra representativa. Dependiendo de la uniformidad del campo y el cultivo, se recomienda tomar muestras de al menos cada 10 hectáreas. Hay que tomar las muestras antes de aplicar cualquier abono orgánico al suelo y usar herramientas limpias. 2. De cada campo, hay que tomar entre 10 y 20 submuestras y mézclelas. 3. Las muestras de suelo deben tomarse de la profundidad donde se encuentra el sistema radicular activo, generalmente a una profundidad de 15 y 20 cm. 4. Hay que introducir las submuestras mixtas en una bolsa plástica. Se requieren aproximadamente 0.5 – 1 Kg de suelo. 5. Antes de enviar la muestra al laboratorio, hay que identificarla adecuadamente, indicando en la bolsa el nombre del campo, el cultivo, la fecha de muestreo y el tipo de análisis necesario. Principios básicos del análisis de suelo Los parámetros del suelo que se analizan se pueden clasificar en: Propiedades estructurales: Textura y tipo de suelo, la densidad aparente del suelo. Fertilidad del suelo y parámetros relacionados: Nutrientes disponibles (Los nutrientes comunes que se analizan en el análisis de fertilidad son: fósforo, potasio, calcio, magnesio, azufre, hierro, manganeso, zinc y cobre), pH, CIC (Capacidad de intercambio catiónico), porcentaje de materia orgánica (MO) o carbono orgánico La salinidad del suelo: Conductividad eléctrica, sodio, cloruros, calcio, magnesio, la relación de adsorción de sodio (RAS) En un análisis de suelo, se analizan múltiples parámetros, usando diferentes métodos de extracción. Las propiedades estructurales del suelo generalmente se determinan una vez, antes de comenzar la actividad agrícola en ese suelo. La fertilidad del suelo y su salinidad se determinan con mayor frecuencia. En la mayoría de los casos, los resultados del análisis de suelo incluyen parámetros relacionados con la salinidad junto con parámetros relacionados con la fertilidad. Los laboratorios generalmente no indican si analizaron la salinidad o fertilidad del suelo y los productores tienen que averiguarlo a partir de los métodos de extracción utilizados. El análisis de fertilidad Los resultados del análisis de la fertilidad del suelo proporcionan información sobre los nutrientes disponibles para las plantas. A menudo, los resultados se expresan en unidades de ppm o meq/100g, cuando ppm, en este caso, se refiere a mg/kg (1ppm = 1 mg/kg). Para estimar las cantidades de nutrientes disponibles para las plantas, se desarrollaron diferentes métodos de extracción. Los suelos generalmente contienen cantidades mucho mayores de nutrientes que lo que se indican en el análisis de suelo. Sin embargo, no todo está disponible para absorción por las plantas. El método de extracción es un procedimiento que consiste en agregar un extractante (un químico) a la muestra de suelo. La extracción libera a la solución de extracción nutrientes que están adsorbidos en las partículas del suelo. Algunos métodos de extracción son más adecuados para condiciones específicas del suelo. Por lo tanto, diferentes laboratorios pueden proporcionar resultados diferentes para la misma muestra de suelo. Para poder interpretar los resultados del análisis, se debe determinar qué método de extracción utilizó el laboratorio para cada nutriente. De lo contrario, los números en sí mismos no tienen mucha importancia. Por ejemplo, un resultado de 17 ppm de fósforo se considera Alto si el método de extracción fue Olsen, Bajo si se analizó con Bray-1 y Medio si el método de extracción fue Mehlich 3. El ph y la acidez del suelo El grado de acidez o alcalinidad del suelo se expresa en unidades de pH. El pH del suelo afecta a muchos procesos, incluidos la disponibilidad de los nutrientes de las plantas, la actividad de microorganismos y el desarrollo de las raíces de la planta. El pH de los suelos naturales suele oscilar entre 4,5 y 8,0. Los suelos con pH de 6,5 a 7,5 se consideran neutros, suelos con pH inferior a 6,5 se consideran ácidos y suelos con pH superior a 7,5 se consideran alcalinos. La mayoría de los nutrientes vegetales están disponibles a un pH ligeramente ácido de 5,8 a 6,5. El efecto del pH de suelo en la disponibilidad de nutrientes A un pH del suelo inferior a 5.2, los nutrientes como el calcio, magnesio, nitrógeno, fósforo y boro pueden dejar de estar disponibles para las plantas. Sin embargo, la solubilidad y disponibilidad de micronutrientes, como el hierro, aluminio, manganeso, zinc y cobre aumentan significativamente y puede volverse tóxico. En suelos muy ácidos, el proceso de mineralización de la materia orgánica se ralentiza e incluso puede detenerse por completo ya que la actividad microbiana disminuye en condiciones de pH bajo. Esto resulta en una menor disponibilidad del nitrógeno y fósforo. En suelos de pH alto, las deficiencias de micronutrientes se vuelven comunes. La disponibilidad de fósforo se reduce tanto en suelos muy ácidos, con pH inferior a 5,5, como en suelos alcalinos con pH superior a 7,5. En suelos ácidos, el fósforo reacciona con el hierro y el aluminio y deja de estar disponible, mientras que, en suelos alcalinos, el calcio se fija el fósforo y lo hace menos disponible por la formación de compuestos de insolubles fosfatos de calcio. Los suelos alcalinos se caracterizan por la presencia de carbonatos de calcio, magnesio y sodio. A un pH de entre 7,2 y 8,2, el suelo está dominado por carbonatos de calcio y magnesio y el suelo se denomina «suelo calcáreo». A un pH del suelo por encima de 8,2, el suelo está dominado por carbonatos de sodio, ya que se vuelven altamente solubles. Altos niveles altos de sodio en relación con el calcio y el magnesio pueden afectar negativamente la estructura del suelo. La disponibilidad de nutrientes a diferentes niveles de pH se describe en la siguiente figura. Cuanto más gruesa sea la barra, más disponible estará el nutriente. Disponibilidad de nutrientes en función del pH Tipos de acidez del suelo Fuentes de acidez Hay tres tipos de acidez en el suelo: la acidez activa, acidez intercambiable y acidez residual. La acidez activa es la concentración de iones de hidrógeno libres (H+) en la solución del suelo. El pH del suelo es una medida de la acidez activa del suelo. La acidez intercambiable se refiere a los iones de hidrógeno y aluminio retenidos en el complejo de intercambio del suelo, es decir, sobre las superficies de los coloides del suelo. Es la acidez potencial del suelo, debido a que los iones del aluminio (Al3+) y del hidrógeno (H+) retenidos, están en equilibrio con la solución del suelo, junto con los iones de calcio (Ca2+), magnesio, (Mg2+), potasio (K+) y sodio (Na+). Cuanto mayor sea la capacidad de intercambio catiónico del suelo, mayor será su capacidad amortiguadora, ya que el suelo puede retener una mayor cantidad de iones de hidrógeno y aluminio en su complejo de intercambio. La capacidad amortiguadora del suelo se refiere a su capacidad para resistir cambios de pH. Dado que la acidez activa está en equilibrio con la acidez intercambiable, los iones de aluminio e hidrógeno adsorbidos pueden reponer el aluminio y el hidrógeno que se eliminaron de la solución del suelo. Por lo tanto, los suelos con alta CIC y pH bajo requerirán más cal para aumentar el pH de suelo al nivel deseado. Mientras que el calcio, magnesio, potasio y sodio se consideran cationes básicos, el aluminio y el hidrógeno se consideran ácidos. El aluminio se considera ácido debido a las reacciones de hidrólisis que ocurren en la solución del suelo. La hidrólisis del aluminio genera iones de hidrógeno, es decir acidez activa. Al3+ + H2O = Al(OH)2+ + H+ Al(OH)2+ + H2O = Al(OH)2+ + H+ Al(OH)2+ + H2O = Al(OH)3 + H+ Al(OH)3 + H2O = Al(OH)4– + H+ La acidez residual se asocia con iones de aluminio e hidrógeno que están unidos a los coloides del suelo, pero no de forma intercambiable. La determinación del pH del suelo Existen varios métodos para determinar el pH de suelo. Todos los métodos miden la acidez activa, es decir, los iones de hidrógeno en la solución del suelo. Sin embargo, cada método proporcionará resultados diferentes para la misma muestra de suelo. Por lo tanto, para interpretar correctamente los resultados, es importante comprender la diferencia entre los métodos. Los métodos basados en extracción de agua: pH del extracto de la pasta saturada pH de extracto 1: 2 (1 parte de suelo, 2 partes de agua) pH de extracto 1: 5 (1 parte de suelo, 5 partes de agua) Cuanta más agua se use para la extracción, mayor será el pH medido, ya que la adición de agua diluye los iones de hidrógeno en el extracto. En los métodos que utilizan solo agua para la extracción, los iones de hidrógeno que están adsorbidos a las superficies de las partículas del suelo permanecen adsorbidos y no se liberan en la solución. Los métodos que utilizan agente químico para la extracción: Para obtener un resultado que represente mejor las condiciones de campo, se usa comúnmente una solución diluida de cloruro de potasio (KCl 1,0 M) o cloruro de calcio (CaCl2 0,01 M). La concentración de sal en las soluciones pretende representar la concentración de sal en la solución del suelo. El potasio o el calcio en las soluciones de extracción reemplazan algunos de los iones de hidrógeno adsorbidos a las partículas del suelo y, por lo tanto, el pH medido con estos métodos suele estar más cerca del pH real del suelo. Las lecturas de pH medido en KCl o CaCl2 son de 0,5 a 1,5 unidades más bajas que el pH medido en agua, debido a la mayor concentración de iones de hidrógeno en la solución extraída. La conductividad eléctrica del suelo La verdad sobre su uso y validez La conductividad eléctrica del suelo La medición de la conductividad eléctrica del suelo es ampliamente utilizada en la agricultura. Sin embargo, todavía hay confusión sobre el significado de las lecturas y su aplicación en la agricultura de precisión. ¿En qué medida pueden usarse los sensores de la conductividad eléctrica del suelo para una «gestión de fertilización de precisión»? De hecho, la ‘conductividad eléctrica del suelo’ puede referirse a diferentes tipos, o métodos, de lecturas de CE (Conductividad eléctrica), cada una con su propio significado. Este artículo explorará el significado de las diferentes mediciones de la conductividad eléctrica en el suelo y evaluará su aplicabilidad para la agricultura de precisión. La conductividad eléctrica es la capacidad de un material para transmitir corriente eléctrica. La pregunta es, por lo tanto, ¿qué medio se está midiendo y cómo se puede interpretar y usar la lectura? La conductividad eléctrica aparente La medición de conductividad eléctrica más comúnmente utilizada en la agricultura de precisión es la conductividad del suelo (CEa). Esta conductividad eléctrica del suelo se correlaciona con varias propiedades del suelo, como su textura y su capacidad de retención de agua. Los suelos arenosos tendrán una lectura de conductividad eléctrica aparente más baja que los suelos arcillosos. El mapeo de la conductividad eléctrica aparente, dentro de un campo, proporciona información adicional sobre la variabilidad del suelo dentro de ese campo y sobre las tendencias en el suelo de un año a otro, como la salinización y la compactación del suelo. Dicha información puede ayudar a decidir sobre las tasas variables de herbicidas y fertilizantes nitrogenados, debido a que la eficiencia de su aplicación depende de la textura del suelo. Por ejemplo, puede requerirse una aplicación fraccionada de nitrógeno en suelos de textura ligera. Si se correlaciona con los mapas de rendimiento, CEa también puede dar una idea sobre la tasa de nitrógeno a aplicar, aunque tal correlación no siempre existe, y se deben tener en cuenta muchas consideraciones agronómicas adicionales. La conductividad eléctrica, CEa, es por lo tanto, una herramienta más, que se puede utilizar para comprender mejor la variabilidad del suelo en el campo. Sin embargo, no puede reemplazar los análisis de suelos tradicionales. La conductividad eléctrica de la solución de suelo Otros métodos para evaluar la conductividad eléctrica del suelo se enfocan en medir la conductividad eléctrica de la solución de suelo, es decir, su salinidad. La diferencia entre estos métodos es principalmente el estado de humedad del suelo. La conductividad eléctrica de la solución de suelo cambia continuamente, dependiendo del contenido de humedad del suelo. Por lo tanto, para la estandarización, todas las mediciones de CE deben tomarse en el mismo contenido de humedad. El contenido de humedad más aceptable para la medición de la conductividad eléctrica, es la humedad de la ‘pasta saturada’, también conocida como «Conductividad eléctrica del extracto saturado”. La mayoría de las referencias en la literatura, como la tolerancia a la salinidad de diferentes cultivos, se relacionan con la conductividad elécrica del extracto saturado, denotado como CEe. CEe da una indicación del contenido de sal en el suelo. Se puede usarla para estimar si hay exceso de sales en el suelo. Sin embargo, no implica exactamente qué sales y nutrientes están presentes. A diferencia de la conductividad eléctrica aparente del suelo, la CEe no se puede medir directamente en el campo usando sensores, y se debe medirla en el laboratorio. Sin embargo, existen modelos matemáticos que intentan correlacionarse entre la CEa y CEe. Resumen En resumen, los sensores de conductividad eléctrica en agricultura de precisión son una herramienta valiosa para comprender mejor la variabilidad y las tendencias en el suelo. Esto es especialmente cierto para el mapeo de la conductividad eléctrica del suelo, y en mucha menor medida para sensores estacionarios. Sin embargo, el manejo preciso de la fertilización es un proceso complejo que toma en consideración múltiples variables y parámetros, mucho más allá de la conductividad eléctrica sola. Monetizando la Sostenibilidad El caso de negocios para la agricultura de carbono Monetización de la sostenibilidad: el caso de negocio para los créditos de carbono y la reducción de emisiones La monetización del secuestro de carbono a través de la agricultura de carbono es un concepto emergente que tiene el potencial de proporcionar incentivos económicos para que los agricultores adopten esta práctica respetuosa con el clima. El cultivo de carbono implica técnicas como el cultivo de cobertura, la labranza reducida y el uso de materia orgánica como el compost, que tienen como objetivo aumentar la cantidad de carbono almacenado en el suelo. Cuando el carbono se almacena en el suelo, actúa como un sumidero de carbono, ayudando a absorber el exceso de dióxido de carbono de la atmósfera. Esto puede ayudar a reducir la concentración general de gases de efecto invernadero, que contribuyen significativamente al calentamiento global. La monetización del secuestro de carbono a través de la agricultura de carbón Los agricultores pueden monetizar el secuestro de carbono a través de la agricultura de carbono es a través de la venta de créditos de carbono o mediante la participación en programas de compensación de carbono. Estos programas permiten a los agricultores recibir un pago por el carbono que se secuestra en su suelo a través de la adopción de prácticas de cultivo de carbono. Esto puede proporcionar una fuente adicional de ingresos para los agricultores y puede ayudar a que la agricultura de carbono sea más viable financieramente. Además de sus beneficios económicos potenciales, la agricultura de carbono tiene una serie de otras ventajas. Puede mejorar la salud y fertilidad del suelo, lo que puede resultar en cultivos más sanos y productivos, y también puede aumentar sus rendimientos. Al adoptar técnicas de cultivo de carbono, los agricultores no solo pueden combatir el cambio climático, sino también mejorar la sostenibilidad y la productividad de sus fincas. Desafíos en la monetización del secuestro de carbono La monetización del secuestro de carbono a través de la agricultura de carbono no está libre de desafíos. Uno de los principales desafíos es medir y verificar con precisión la cantidad de carbono almacenado en el suelo. Hay varios métodos que se pueden utilizar para estimar el secuestro de carbono, pero medir con precisión el impacto a largo plazo de estas prácticas puede ser difícil. Esto puede dificultar que los agricultores y los responsables políticos comprendan completamente el impacto de la agricultura de carbono y tomen decisiones informadas sobre su adopción. Además de los desafíos de medición y verificación, puede haber limitaciones en el mercado de créditos de carbono, así como posibles problemas con la justicia y equidad de los mecanismos de fijación de precios del carbono. Es importante garantizar que estos mecanismos sean justos, transparentes y eficaces para promover la adopción de la agricultura de carbono y otras prácticas respetuosas con el clima. También existe el potencial de «fuga», que se refiere al desplazamiento de las emisiones a otro lugar o sector como resultado de los esfuerzos de secuestro de carbono. Para abordar este problema, será importante considerar el potencial de fuga y tomar medidas para minimizarlo al diseñar e implementar programas de compensación de carbono y mecanismos de fijación de precios del carbono. Beneficios económicos y ambientales A pesar de estos desafíos, la monetización del secuestro de carbono a través de la agricultura de carbono tiene el potencial de proporcionar incentivos económicos para que los agricultores adopten esta práctica. Es importante tener en cuenta que, además de los beneficios económicos potenciales, la agricultura de carbono tiene el potencial de abordar una serie de preocupaciones ambientales y sociales y contribuir al esfuerzo global para combatir el cambio climático. Al invertir y apoyar la agricultura de carbono y otras prácticas respetuosas con el clima, podemos trabajar hacia un futuro en el que se minimicen los impactos negativos del cambio climático. La fijación de precios de los créditos y compensaciones el carbono El costo o precio que los agricultores reciben por el secuestro de carbono a través de la agricultura de carbono puede variar dependiendo de una serie de factores, incluido el tipo de programa de compensación de carbono, la ubicación de la finca y el mecanismo de fijación de precios del carbono que se utiliza. En general, el precio de los créditos o compensaciones de carbono refleja el costo de reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero en un lugar o sector determinado. Por ejemplo, el precio de los créditos de carbono en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (RCDE UE) ha oscilado históricamente entre 5 y 30 euros por tonelada de dióxido de carbono equivalente (CO2e). El precio de los créditos de carbono en los mercados voluntarios de carbono, como el Verra, ha sido típicamente más bajo, con precios que oscilan entre $ 1 y $ 15 por tonelada de CO2e. Además de la venta de créditos de carbono, los agricultores también pueden participar en programas de compensación de carbono, que pueden ofrecer diferentes estructuras de precios. El precio pagado a través de programas de compensación de carbono también puede estar influenciado por el tipo específico de práctica de cultivo de carbono que se está implementando y el nivel de secuestro de carbono alcanzado. La viabilidad financiera de la agricultura de carbono frente a los cambios del mercado Es importante tener en cuenta que el precio de los créditos y compensaciones de carbono puede fluctuar con el tiempo, dependiendo de una serie de factores que incluyen la oferta y la demanda generales de créditos y compensaciones, así como condiciones económicas y políticas más amplias. Esto puede afectar la viabilidad financiera de la agricultura de carbono y otras prácticas respetuosas con el clima y puede influir en las decisiones de los agricultores sobre si participar en estos programas. Qué es la degradación del suelo La degradación del suelo es una de las problemáticas ambientales más graves y más extendidas a escala global. Prácticamente todos los suelos del mundo han sufrido transformaciones debido a la acción antrópica o del hombre, lo que ha disminuido su calidad y su capacidad de brindar servicios, tanto a nosotros como a los ecosistemas. Si te preocupa y quieres conocer mejor qué es la degradación del suelo no te pierdas este artículo en el que te damos la definición, las causas, las consecuencias y cómo podemos evitarla. Qué es la degradación del suelo y tipos La degradación del suelo es un fenómeno por el cual el suelo de un determinado lugar pierde algunas de sus propiedades más importantes, lo que se traduce en una disminución de su capacidad para brindar servicios ecosistémicos y otro tipo de servicios. Antes de meternos en profundidad en este proceso, es recomendable hacer un repaso de qué es el suelo. El suelo es la primera capa que nos encontramos en la superficie terrestre. Se divide en capas llamadas horizontes, siendo el primero de ellos una capa rica en materia orgánica, la segunda una capa caracterizada por los lixiviados caen, y una tercera en transición hacia la roca madre. Los suelos son estructuras dinámicas que están en constante formación y degradación. Aunque es una capa extremadamente delgada en términos geológicos, el suelo tiene una gran importancia para la vida, ya que es donde se asientan una gran parte de las especies vegetales, se dan la mayoría de procesos de conversión de materia orgánica en inorgánica y viven multitud de especies animales, hongos y bacterias. Además, los suelos son imprescindibles para la agricultura o la ganadería. Tipos de degradación del suelo Hay varios tipos de degradación de los suelos, aunque aquí veremos los más comunes: Erosión: la erosión de los suelos se produce siempre de forma natural, debido a distintos factores como el agua o el viento. Hablamos de un problema de erosión cuando ésta es más intensa de lo habitual. En este caso, la capa superior del suelo, la más importante para la vida, se ve muy disminuida o desaparece totalmente. Aprende más sobre Qué es la erosión de los suelos, sus causas y consecuencias aquí. Salinización: se da especialmente en zonas de costa. Ocurre cuando se sobreexplotan las aguas dulces subterráneas cercanas al mar. Cuando desaparece esta corriente, el mar percola hacia tierra, bañándola con agua salada. Contaminación: en la contaminación introducimos algún elemento externo al ecosistema que además resulta perjudicial para el equilibrio ecológico. No sólo puede producirse por residuos sólidos o vertidos de aguas contaminadas, sino también por lluvias que arrastran elementos dañinos. Descubre más sobre la Contaminación del suelo en este otro artículo. Sequías: especialmente importante bajo la óptica del cambio climático. Los suelos necesitan una cierta proporción de agua para poder seguir albergando vida. Cuando se producen sequías se pierde una gran parte de las especies que viven allí. Infórmate más sobre Qué es la sequía, sus causas y consecuencias en este otro post. El proceso extremo de degradación del suelo se conoce como "desertificación". En este caso, una tierra fértil pasa a transformarse en un desierto yermo de vida. Causas de la degradación del suelo Las causas de la degradación del suelo son variadas, pero podemos conocer las más importantes: Gestión de residuos y vertidos Cuando se produce una gestión de residuos y de vertidos deficiente (o incluso directamente ilegal), éstos componentes acaban en los suelos, dando lugar a contaminación. Son especialmente perjudiciales los vertidos, dado que al ser líquidos se propagan rápidamente y en grandes extensiones de terreno. Residuos como los metales pesados (como el plomo) son muy difíciles de eliminar. Además pueden agravar otros problemas. Por ejemplo, los fragmentos de vidrio en climas áridos (especialmente en áreas con plantas herbáceas que se secan en verano) aumentan el riesgo de incendios. Tala, agricultura extensiva y sobrepastoreo La tala, la agricultura extensiva (directamente relacionada con la tala en muchos casos) y el sobrepastoreo contribuyen a la eliminación de la cubierta vegetal, cuyas raíces previenen la erosión del suelo. Puede afectar a grandes extensiones. El monocultivo sin rotación degrada el suelo por agotamiento de alguno de los nutrientes. Se agravan con los incendios forestales. Incendios y sobreexplotación de recursos hídricos En aquellas zonas donde la vegetación no es xerófila ni pirófila, la falta de agua provoca la muerte de las especies que dan origen al horizonte superficial del suelo, empobreciéndolo. Contribuyen igualmente a la erosión. Gestión del territorio La gestión del territorio puede llegar a ser muy dañina, lo que dependerá en gran medida de las características concretas del territorio. Por ejemplo, las grandes presas evitan la distribución de limos y arcillas con alto contenido orgánico en zonas adyacentes al río y modifican el perfil hídrico del territorio. Consecuencias de la degradación del suelo Como hemos visto, la degradación del suelo tiene una multitud de causas que determinan varias problemáticas. Sin embargo, las consecuencias son en muchos casos comunes y se relacionan unas con otras. La principal es la pérdida de la capacidad para brindar soporte a la vida (degradación biológica). Una vez que se ha producido pérdida del suelo, es muy difícil que pueda volver a servir de soporte para las especies que habitaban allí. Igualmente, puede generar pérdidas millonarias en agricultura (paradójicamente, este factor es causa y consecuencia de la degradación). Las consecuencias exactas dependerán de las características particulares del territorio, del grado de degradación y de si se aplican técnicas tales como biorremediación. Cómo evitar la degradación del suelo Evitar la degradación del suelo pasa por adoptar soluciones efectivas para minimizar los incendios, el impacto de la agricultura, la ganadería y las obras civiles y gestionar de manera adecuada los residuos. Como ciudadanía, podemos cuidar nuestros suelos exigiendo políticas medioambientales adecuadas a nuestras autoridades, siendo conscientes de nuestro consumo y mejorando nuestra propia gestión de residuos (evitar vertidos y otros residuos). Contaminación del suelo: causas, consecuencias y soluciones La contaminación del suelo supone la alteración de la superficie terrestre con sustancias químicas que resultan perjudiciales para la vida en distinta medida, poniendo en peligro los ecosistemas y también nuestra salud. Esta alteración de la calidad de la tierra puede obedecer a muy diferentes causas y, del mismo modo, sus variadas consecuencias provocan serios problemas de salubridad que afectan gravemente a la flora, fauna y a la salud humana. Lo hacen, por ejemplo, a través de la agricultura o afectando al equilibrio del ecosistema, polucionando el agua potable o el agua de riego, ya sea por entrar en contacto con estos lugares o por el simple hecho de que proceda de ellos. Lamentablemente, no siempre puede solucionarse el problema, y en ocasiones solo se recupera parcialmente, con la consiguiente degradación del área. Qué es la contaminación del suelo y sus tipos La contaminación del suelo se puede definir como los cambios que alteran la composición de la superficie terrestre o suelo de forma que se ve perjudicado. Así, la contaminación de la tierra la empobrece, incluso provoca que pierda toda su fertilidad y que sea imposible que crezca vegetación en él y lo habiten distintos tipos de seres vivos. Por tanto, la contaminación de la tierra comporta que haya resultados perjudiciales que ponen en peligro a los ecosistemas y la salud de quienes los habitan. Además, existen diversos tipos y ejemplos de contaminación del suelo. Estos son los principales tipos de contaminación del suelo: Contaminación endógena o natural Se trata del tipo de contaminación del suelo que se da de forma natural, ya que se trata de la que ocurre cuando hay fenómenos naturales que arrastran y filtran en la tierra elementos químicos naturales pero en concentraciones muy elevadas para que ese suelo siga saludable y fértil. Por ejemplo, encontramos lluvias ácidas o que arrastran materiales pesados, como los metales pesados, y las erupciones volcánicas o los incendios, que emiten altas concentraciones de gases perjudiciales y de azufres. Contaminación antrópica, exógena o por el ser humano Es el tipo de contaminación que producimos los humanos, es decir que se da cuando a través de las actividades humanas introducimos agentes contaminantes en la naturaleza. Se da en el caso de la contaminación vehicular o producida por los coches, en el caso de las fábricas e industrias, el uso de aire acondicionado y calefacción, la explotación indebida de los recursos naturales, etcétera. Contaminación por sustancias químicas Forma parte de la contaminación antrópica, ya que esta se presenta cuando productos químicos sintéticos son introducidos en el medio ambiente. Es el caso de los pesticidas y plaguicidas, los hidrocarburos y los solventes. Estas sustancias afectan negativamente a todo el medio ambiente, por lo que contaminan el suelo, pero también el aire y el agua y favorecen el desequilibrio ecológico del área. Contaminación del suelo por infiltración Que el agua que hay en la superficie se infiltra entre la tierra el suelo es un proceso natural, pero resulta perjudicial en ciertas zonas (por el exceso de agua que suelta demasiado la tierra) y siempre que esta está contaminada, pues se deposita toda la contaminación del agua en el suelo. Contaminación de la tierra por residuos La acumulación de nuestros residuos, ya sean del hogar o de negocios o grandes industrias, en un lugar concreto genera un nivel elevado de contaminación directa del suelo, pues se da el proceso de degradación de los residuos por la exposición al ambiente y su lixiviación. Es el caso de los vertederos de basuras. Contaminación por escorrentía La contaminación por escorrentía se da debido al arrastre por la tierra de ciertos agentes contaminantes, como fertilizantes, plaguicidas, petróleo, etc. Esto se debe al agua de la nieve y las lluvias que se filtra en el suelo y lo erosiona y contamina con dichos agentes. Contaminación por edificaciones abandonadas El abandono de edificios e instalaciones que eran de alguna industria o, incluso, poblaciones, también produce contaminación ambiental, sobre todo en el suelo. Los terrenos baldíos quedan inútiles para los animales y plantas durante un tiempo largo y en este periodo, además, no dejan de contaminar a través de los elementos, entre los cuales incluso pueden encontrarse residuos peligrosos. Causas de la contaminación del suelo El contacto con el área polucionada no siempre es directo. Es lo que ocurre cuando se entierran sustancias tóxicas bajo el suelo y estas acaban contaminando aguas subterráneas que luego se utilizan para regar, para beber o acaban intoxicándonos a través de la cadena alimentaria o trófica, al comer pescado, aves o cualquier otro animal contaminado. El almacenamiento incorrecto de residuos, su vertido intencionado o accidental, la acumulación de basuras en su superficie o el enterramiento de los mismos, así como fugas en tanques superficiales o subterráneos por averías o infraestructuras deficientes son algunas de sus principales causas. Sin embargo, la lista es mucho más larga. Podemos citar otras causas no menos importantes, como las fugas radiactivas, el uso intensivo de pesticidas o abonos químicos, la minería, las actividades de la industria química, los metales pesados que salen del tubo de escape del tráfico rodado y las chimeneas de la industria, los materiales de construcción, sobre todo por la escorrentía del agua que disemina los productos nocivos, el alcantarillado antiguo en mal estado o, sin ir más lejos, la misma lluvia ácida. Habida cuenta de la variedad de los focos de contaminación, las causas a menudo son difíciles de identificar, ya que los contaminantes pueden llegar hasta el suelo, las plantas, los animales o el agua por muy diferentes razones que no siempre resultan obvias. En todo caso, lo que sí que podemos decir es casi todas ellas tienen que ver con la acción del hombre y la actividad industrial. Resumiendo, y de modo esquemático, las causas de la contaminación del suelo son: Vertido de residuos y basura. Uso intensivo de químicos. Fugas radioactivas. Humo de coches e industria. Alcantarillado viejo. Tipos de contaminantes del suelo Las fuentes de contaminación del suelo son muchas y muy diversas. A modo de resumen, podemos destacar que los principales agentes contaminantes del suelo son: Residuos urbanos que contaminan el agua y el suelo. Plaguicidas (insecticidas, herbicidas, fungicidas). Minería. Gran acumulación de basuras, tanto en zonas públicas o naturales como en vertederos y zonas industriales. En este otro post de EoclogíaVerde hablamos ampliamente sobre Cuáles son los agentes contaminantes del suelo y, por ello, te lo recomendamos en caso de que quieras ampliar esta información sobre la contaminación de la tierra. Efectos y consecuencias de la contaminación del suelo La pérdida de calidad del terreno supone una serie de consecuencias negativas que van desde su desvalorización hasta la imposibilidad de uso para construir, cultivar o, simple y llanamente, para albergar un ecosistema sano. Las consecuencias pueden sufrirse de forma silenciosa, provocando un constante goteo de víctimas, ya sean humanas o de especies animales y vegetales, como manifiesta. En este segundo caso, se trata de una contaminación abrupta que causa auténticas catástrofes ambientales y muchas víctimas. La fuga radioactiva de la central japonesa de Fukushima es un claro ejemplo, pues la contaminación de la tierra o del suelo ha afectado a la agricultura, la ganadería y la pesca. Incluso se ha encontrado cesio radiactivo frente a la costa de Fukushima, concretamente en el fondo marino terroso procedente de esos mismos vertidos, según un reciente estudio del Instituto de Ciencias Industriales de la Universidad de Tokio, la Universidad de Kanazawa y el Instituto Nacional de Investigación. Por otro lado, junto a un lógico deterioro del paisaje por el empobrecimiento del ecosistema, a menudo una pérdida irreversible, la contaminación de la tierra supone pérdidas millonarias al impedir la explotación de ese entorno natural por parte de la población autóctona o de inversores industriales. Así pues, entre las consecuencias de la contaminación del suelo encontramos: Pérdida de la flora y su variedad. Dificultades para la agricultura y el conreo. Contaminación y pérdida de la fauna. Deterioro del paisaje. Empobrecimiento global del ecosistema, ya sea marino o terrestre. Cómo evitar la contaminación del suelo La prevención es la mejor solución, de eso no cabe duda, pero también es cierto que no siempre se puede evitar este tipo de contaminación. En ocasiones se producen accidentes o lo ocasiona la lluvia ácida, con lo que es difícilmente controlable, cuando no imposible. Yendo directamente a las raíces del problema, sería necesario un drástico cambio del modelo productivo o una prohibición de determinadas prácticas como la extracción minera, la actividad industrial que produce desechos tóxicos o, por ejemplo, el uso de fertilizantes y abonos artificiales. Así las cosas, esas premisas no son sino pura utopía. Por lo tanto, ante hechos consumados, se buscan soluciones que van desde la limpieza de la zona hasta la simple delimitación de la zona dañada y la prohibición de su uso para determinadas actividades. En casos graves, como el de Fukushima, uno de los lugares más contaminados del planeta, las áreas afectadas no son aptas para la vida. Y, puesto que la contaminación ha aumentado en las últimas décadas a consecuencia de la industrialización y del desarrollo urbano, las soluciones provienen precisamente del control de estos focos. Habitualmente, las actuaciones se centran en la mejora de las plantas de reciclaje para reducir la contaminación de la tierra o del suelo y, al mismo tiempo, del agua, pues aquella acaba polucionándola. La bioremediación de los suelos es una estrategia que busca restaurar ecosistemas contaminados utilizando seres vivos, como bacterias, plantas, hongos... Dependiendo del tipo de contaminación que se quiera combatir se utilizará uno u otro agente bioremediador. Su aplicación es amplia, con resultados interesantes en suelos contaminados por radiactividad o, por ejemplo, por actividades mineras. Como buenas prácticas, un adecuado reciclaje de basuras y depuración de desechos, la promoción de las energías renovables y desechos a nivel industrial y doméstico o el fomento de la agricultura ecológica ayudaría a mantener los suelos libres de polución. Mantener las redes de alcantarillado en buen estado y mejorar la depuración de las aguas grises o residuales, así como el tratamiento de los vertidos industriales que se devuelven a la naturaleza. Así las cosas, las soluciones de la contaminación del suelo pasan por: La prevención y concienciación. La prohibición de prácticas dañinas. Mejora en los procesos de reciclaje. Mejora en los procesos de depuración de aguas. Uso energías renovables. Renovar el alcantarillado. La contaminación del suelo o la tierra es un problema a nivel global, pues aunque haya zonas más dañadas el agua que circula por los suelos contaminados va a parar a otras partes del mundo. Los suelos contaminados incluyen agua contaminada y esto produce suelos infértiles, sequías, aguas no aptas para el uso y más problemas. Los motivos de esta contaminación son básicamente las actividades humanas. Como cada día empeora más la situación del medio ambiente y peligra planeta, es mejor que busquemos formas de frenar estos daños y prevenir su empeoramiento.Por ello, en EcologíaVerde te explicamos cómo evitar la contaminación del suelo y cuáles son las consecuencias de este problema ambiental, es decir las razones por las que hay que evitar que empeore y ponerle solución, así como las principales causas que son puntos en los que hay que incidir para solucionar este tipo de contaminación. Qué es la contaminación del suelo y sus causas La contaminación del suelo se define como la degradación de la calidad de la tierra debido a la presencia de sustancias químicas perjudiciales. Cuando en una zona terrestre hay un aumento de componentes químicos tóxicos o perjudiciales para el suelo, se daña este terreno hasta el punto de que hay graves consecuencias en todo ese ecosistema e incluso en los ecosistemas vecinos. Estos elementos contaminantes pueden ser sólidos, líquidos o gaseosos y afectan a todo, empezando por el suelo pero también a los minerales quedan alterados, la vegetación, las aguas del área, los animales y los humanos. Así, la causa de la contaminación del suelo es el vertido de sustancias contaminantes en él, pero concretamente se trata de materiales de origen antropogénico, es decir que son derivados de las actividades humanas y, en definitiva, somos directamente los humanos quienes contaminamos. Algunas de las actividades humanas y accidentes durante estas que producen la contaminación del suelo son: Vertidos tóxicos, ya sean directamente volcados al suelo o por un accidente, como petróleo, solventes, pesticidas, plásticos, metales pesados y otros protagonistas de desastres naturales causados por el hombre. El uso de pesticidas y plaguicidas químicos tóxicos para mucho más que las plagas que buscan combatir. Los pozos ciegos. Las filtraciones de las aguas grises y alcantarillados. Acumulación de residuos y basura en vertederos. Acumulación de productos industriales y de productos radiactivos. Fugas radiactivas. Incendios forestales. Extracción y uso de energías no renovables. La lluvia ácida. Consecuencias y efectos de la contaminación del suelo La pérdida de la calidad del suelo por contaminación resulta en una serie de consecuencias muy negativas para el planeta en general, incluidos nosotros viéndonos afectados de forma muy directa. Estas son las principales consecuencias y efectos de la contaminación del suelo: Faltan nutrientes en la tierra. Suelos infértiles. No crece vegetación ni de forma natural. Pérdida de los ecosistemas terrestres. Pérdida de biodiversidad. Imposibilidad de cultivar. Suelos no aptos para la ganadería. Suelos inestables. Imposibilidad de construir. Aumento de las catástrofes ambientales. Deterioro del paisaje. Pérdidas económicas millonarias en los países afectados. Cómo evitar la contaminación del suelo - soluciones y consejos Para evitar la contaminación del suelo, es decir que esta empeore y conseguir reducir la ya presente, hay que tener en cuenta cuáles son las posibles soluciones para la contaminación del suelo. Así, estos son algunos puntos a tener en cuenta para conseguirlo: Reducir: hay que acordarse de las 3R de la ecología y empezar por reducir la cantidad de materiales y bienes que consumimos, debemos responsabilizarnos y solo consumir lo necesario para no desperdiciar porque los desperdicios y residuos contaminan y aceleran el desgaste del planeta. Así, empieza por reducir y ahorrar en energía, materiales, alimentos y otros productos. Reutilizar: la siguiente R es la de reutilizar. Es importante que cada producto que tengamos a mano lo usemos todo lo posible, alargando su vida y utilidad al máximo. Esto reduce enormemente el consumo y mal gasto de los recursos. Reciclar: por último, la tercera R nos recuerda que hay que reciclar los materiales cuando ya no podemos reutilizarlos más. De esta forma se tratarán en las plantas especiales de reciclaje y este material volverá a su estado básico para volver a fabricar otro producto nuevo, al que le volveremos a dar el máximo de usos. Con estos tres primeros pasos se disminuye considerablemente la contaminación del suelo. Frenar la deforestación: otra acción importante para evitar la contaminación de la tierra es ayudar a reducir al máximo la desofrestación, para conseguir que solo se talen árboles cuando es realmente necesario y no por conseguir una mayor oferta en un mercado ya saturado, puesto que por ello estamos dejando áreas enteras del mundo sin vegetación. Plantar plantas y árboles: plantar árboles y todo tipo de plantas es una de las mejores formas de ayudar a evitar la contaminación de la tierra, ya que la vegetación protege los suelos y ayuda a mantener el equilibrio en estos. Además, la vegetación es la mejor forma de limpiar el aire lo que también ayudará a evitar el empeoramiento de este problema y a tener más posibilidades de solucionarlo. Tener jardines y huertos: por lo mismo comentado en el punto anterior, si tienes la posibilidad de en tu casa tener jardín y/o huerto hazlo. También es importante promover que desde las administraciones como los ayuntamientos se creen zonas verdes, jardines y huertos urbanos. El uso adecuado de la tierra ayudará a evitar que esta se contamine y a eliminar los contaminantes que ya pueda haber en ella. Usar biofertilizantes: si tienes huerto o jardín cuando uses fertilizantes, abonos o incluso insecticidas o plaguicidas procura que estos sean totalmente naturales y que no contengan sulfatos y otros químicos agresivos con la tierra, la vegetación, los animales y todo el entono, pudiendo ser tóxicos también para nosotros. Así, apúntate a la agricultura ecológica y usa biofertilizantes, abono orgánico o natural, plaguicidas naturales, etcétera. Evitar aguas contaminadas: para regar las plantas y el huerto usa siempre agua limpia, para evitar vertidos contaminantes en la tierra. Si recoges el agua de la lluvia, que es una práctica ecológica muy habitual, asegúrate de que no sea agua de lluvia ácida ni, por supuesto, uses agua usada para limpiar el hogar o la ropa que lleva jabones. Consumir productos orgánicos, ecológicos y locales: algo también muy importante para evitar la contaminación del suelo o la tierra es que optes por consumir productos locales de producción ecológica u orgánica. Esto, aparte de ayudar a la economía y las personas del lugar, supone una reducción de la contaminación atmosférica, del agua, del suelo, etcétera. Se reduce notablemente el uso de transportes, por tanto de emisiones de CO2 y otros gases contaminantes, se reduce el uso de productos químicos en los cultivos, etcétera. Ayudar a limpiar zonas afectadas: por último, cuando un terreno empieza a estar contaminado es vital que ayudemos a frenar el origen de la contaminación y a limpiar la zona, así como si en caso de que sea un terreno ya muy contaminado actuemos de la misma forma para que no siga empeorando y se vaya solucionando. Otros consejos para evitar la contaminación del suelo Para terminar, te dejamos más ideas y consejos para evitar la contaminación del suelo o de la tierra: No quemes desechos o basuras en el suelo y por el mismo motivo no uses cohetes y fuegos artificiales. Procura un buen mantenimiento de tu automóvil o motocicleta para procurar contaminar lo menos posible. Si te resulta posible usa transportes limpios, como la bicicleta. No tires basura y desechos directamente al suelo, mucho menos cristales o colillas que pueden producir incendios. No fumes o reduce al máximo tu consumo si lo haces, puesto que es una de las actividades que gran cantidad de población mundial hace a diario y varias veces al día y emite humo contaminante, las colillas contaminan mucho el suelo, más de lo que pueda parecer a simple vista porque contiene distintos materiales, entre ellos derivados del petróleo, entre otros, y además son causantes de incendios. Otra opción si decides reducir tu consumo es que optes por los productos más naturales posibles, reduciendo la cantidad de derivados del petróleo. Reduce el uso de productos de limpieza del hogar que sean de origen totalmente químico peligroso para el entorno. Hay infinidad de productos naturales con química natural y no tóxica que no dañan el entorno pero son igualmente efectivos para desinfectar y limpiar. Además, usando los naturales podrás aprovechar el agua que uses en la limpieza para regar. Lleva los residuos que no sepas en qué contenedor de reciclaje tirar directamente a un punto limpio o punto verde. De esta forma evitas que acaben tirados en un vertedero contaminando el suelo. Cuáles son los agentes contaminantes del suelo Cuando hablamos de contaminación del suelo nos referimos a la acción que ciertas sustancias químicas tienen sobre la tierra, contaminándola y volviéndola infértil e incluso tóxica. La consecuencia final de la contaminación del suelo es que se acaba poniendo en peligro tanto la superveniencia del ecosistema como la salud de los seres que lo habitan. Pero, ¿Qué es lo que causa esta contaminación? ¿Qué materiales contribuyen a la destrucción de ecosistemas? ¿Cuáles son los agentes contaminantes del suelo? Causas de la contaminación del suelo Antes de hablar sobre cuáles son los agentes contaminantes del suelo, vale la pena parar a hablar primero sobre cuáles son las actividades que propician esta contaminación y cómo es esta contaminación. Por lo general, esta se debe a una planificación nefasta, así como malas prácticas de los seres humanos. Los procesos de contaminación del suelo se podrían resumir en los siguientes: Erosión Es cuando se arrastran las formas de vida y partículas que hay en el suelo, ya sea mediante la fuerza del agua como la fuerza del aire. Aunque también se puede dar de forma natural, la realidad es que las grandes erosiones se dan por la acción humana, ya sea por una mala técnica de riego, la tala, la quema o la extracción de materiales. En el siguiente artículo te explicamos ampliamente qué es la erosión del suelo: causas y consecuencias. Contaminación Aunque todas las que explicamos son tipos de contaminación, de un modo específico también podemos hablar de contaminación cuando nos referimos al vertido de deshechos y sustancias químicas en el suelo. Estas pueden ser domésticas o industriales, del mismo modo, pueden ser líquidas o sólidas. Sea como sea, cambia la composición química en el suelo y tiene efectos muy perniciosos. Compactación Cuando hablamos a compactación nos referimos al efecto que tiene el paso de personas, animales, vehículos o el peso de edificios sobre la tierra. Esto hace que desaparezca la porosidad y pequeños huecos que hay en el suelo, haciendo que se pierda la microflora y microfauna que habita allí. Expansión urbana Como no podía ser de otra forma, el crecimiento urbano y el aumento del suelo construido acaba con los suelos. Una de las formas de paliar este daño sería potenciando la construcción en altura. Cuáles son los agentes contaminantes del suelo En el momento en el que depositamos en el suelo, ya sea de forma accidental o voluntaria, deshechos como plástico, vidrio, materia fecal o orgánica, sustancias radioactivas, químicas o plaguicidas, estamos afectando de forma directa las características del suelo, causando efectos nocivos tanto en el propio suelo como en los seres vivos que habitan en él. A continuación, te explicamos cuáles son los agentes contaminantes del suelo: Plaguicidas En las últimas décadas la población mundial se ha incrementado de forma desmedida. Este crecimiento demográfico ha obligado a cambiar la forma en la que tratamos nuestros recursos, por ejemplo, utilizando el suelo de forma más intensiva. Para ello, se han utilizado distintos productos químicos para controlar las plagas y aumentar la producción agrícola que, según su composición, pueden causar grandes daños al suelo y el medio ambiente. Entre los distintos plaguicidas podríamos distinguir entre: Insecticidas: como su nombre indica, son utilizados para acabar con las plagas de insectos, pero no todos actúan igual. Algunos actúan sobre los insectos adultos, otros en las larvas, en los huevos o en todos a la vez. Uno de los ejemplos más claros es el DDT, que tiene una actuación muy rápida y es muy utilizado. Sin embargo, este insecticida no se descompone y puede quedar en el suelo por más de 10 años. Por otro lado, se pueden introducir en la cadena alimenticia y acabar en el cuerpo humano. Herbicidas: estos compuestos químicos son capaces de acabar con la vegetación, impidiendo el crecimiento de las plantas jóvenes y matando a las viejas. Fungicidas: este tipo de plaguicida se utiliza para acabar con los hongos y, en la mayoría de las veces, están compuestas por azufre y cobre. Actividad minera Mediante las aguas de relava, la actividad minera es otra de las que causa contaminación del suelo. Así pues, se acumulan elementos como el cadmio, mercurio, cobre, plomo o arsénico. Algunos de los efectos que estos elementos tienen en nuestro organismo son las alteraciones renales y nerviosas, alterando el carácter de un adulto, y en el caso de los niños provocando un déficit intelectual. Acumulación de basura Aunque las ciudades son los sitios donde más contaminado acostumbra a estar el suelo, la realidad es que cualquier sitio en el que sean lanzados desechos son proclives a ser contaminados. Cuando la basura se amontona, ya sea en vertederos legales o ilegales, y permanece allí por un largo tiempo, se da la fermentación de los productos orgánicos, emitiendo gases tóxicos y filtrándose en el suelo. Así pues, se contamina por bacterias, hongos y patógenos el suelo y las aguas superficiales o subterráneas que pudiera haber allí. Ejemplos de contaminación del suelo La contaminación del suelo se puede dar a muchos niveles, a continuación te dejamos una lista de ejemplos: Sistemas de recogida y eliminación de basura ineficientes o defectuosos. Sistemas de almacenamiento de residuos industriales incorrectos. Vertidos ilegales de residuos. Accidentes de tráfico durante el transporte de mercancías. Fugas de residuos en los tanques. Vertidos ilegales de aguas residuales. Uso de pesticidas dañinos. Sistemas de alcantarillado antiguos o en mal estado. Residuos enterrados desde hace años. Efectos tóxicos de la actividad minera. Tirar los pañales y otros desechos a la basura. Las pruebas atómicas. Efectos de la contaminación del suelo Los efectos de la contaminación del suelo no solo provocan que ese suelo deje de ser fértil, sino que puede provocar numerosos problemas de salud y desastres ecológicos. A continuación, te enumeramos algunos de los efectos de la contaminación del suelo: Puede contaminar las aguas superficiales, como la de los ríos y los lagos. Puede contaminar las aguas subterráneas de pozos y acuíferos. Puede contaminar los sedimentos de los ríos. Los compuestos volátiles se evaporan y pasan al aire. El agua contaminada puede pasar al abastecimiento para riego y consumo. La tierra contaminada puede afectar a lo que se cultive en ella. Si se excava puede ser peligroso. Los animales y cultivos pueden contaminarse y pasar a la cadena alimenticia. Conservación del suelo: importancia, técnicas y prácticas ¿Sabías que el 7 de julio de cada año se celebra el Día Mundial de la Conservación de los Suelos? Con el objetivo de concienciar a la población mundial sobre la importancia que tiene la conservación del suelo (tanto para los humanos, como para los animales y las plantas), en este día se divulgan diferentes medidas y técnicas para evitar la degradación del suelo así como, la importancia de regenerar y conservar los suelos que se han visto demasiado afectados por fenómenos como la erosión o el empobrecimiento natural y artificial de los suelos. Cuidar y respetar la naturaleza es de vital importancia para garantizar la supervivencia de las generaciones actuales y futuras de todos los seres vivos que poblamos cualquier rincón del planeta. En este artículo te contamos detalladamente en qué consiste la conservación del suelo, su importancia, técnicas y prácticas. Qué es la conservación del suelo La conservación del suelo incluye todas aquellas técnicas y prácticas enfocadas en el uso y mantenimiento sustentable de los suelos que son utilizados como recurso natural, tanto en la agricultura como en la silvicultura y la ganadería. Debido a que actualmente se trata de un recurso no renovable y que la pérdida de los suelos constituye una de los principales problemas ambientales a nivel mundial, la conservación de los suelos es considerada de vital importancia para garantizar que los diversos factores ecológicos, climatológicos, hidrológicos, sociales, económicos y culturales interaccionen entre sí, usando de forma sustentable los suelos. También puede interesarte profundizar en conocer los suelos con la lectura de este otro artículo de EcologíaVerde sobre los distintos Tipos de suelos y sus principales características. En el siguiente apartado podremos conocer con más detalle por qué es tan importante la conservación de los suelos, dentro de la conservación global de la naturaleza. La importancia de la conservación del suelo Promover el uso sustentable del suelo ha surgido como respuesta a los múltiples y diversos problemas a los que se ha enfrentado la calidad y la cantidad de los suelos aptos para el cultivo de alimentos y árboles de todo el mundo. Diversos estudios han estimado que la naturaleza por sí sola puede tardar unos 200 años en lograr producir 1 cm de suelo fértil, por ello es realmente importante protegerlos y cuidarlos para garantizar su conservación, ya que de lo contrario, son capaces de empobrecerse fácilmente y en muy poco tiempo. Entre las principales problemáticas que están sufriendo los suelos destacan: Erosión del suelo, así como compactación, aumento de la salinidad y de la acidez del suelo. Manejo inadecuado de las tierras de cultivo, creando un desequilibrio dentro del sistema productivo, el cual está directamente relacionado con la escasez de alimentos que podríamos sufrir en un futuro no muy lejano. La población del mundo (alrededor de unos 8.000 millones de habitantes), obliga a la humanidad a contar con al menos mil millones de hectáreas de terrenos agrícolas para garantizar sus necesidades alimenticias. Este hecho supone la constante presión sobre el potencial productivo de los suelos, así como de los recursos naturales en general. Por todo ello, en la actualidad, numerosos sectores trabajan para renovar y acondicionar las técnicas productivas relacionadas con la preservación de los suelos, intentando que las prácticas adoptadas por agricultores, silvicultores y ganaderos sean lo más adecuadas posibles y siempre orientadas a la conservación de este recurso limitado, el cual no puede ser nunca desperdiciado. Aprende más en este otro post sobre La importancia de los suelos y conoce también la importancia de la Conservación de los recursos naturales en general en este otro artículo. A continuación, indicaremos diferentes prácticas y técnicas que permiten la recuperación, conservación y el aumento de la fertilidad natural de los suelos. Conservación del suelo - técnicas y prácticas Entre las diferentes técnicas y prácticas que permiten un manejo adecuado de la tierra, y que ayudan a invertir el empobrecimiento y la degradación de los suelos como recurso natural, encontramos: Tomar muestras y llevar a cabo análisis del suelo para poder conocer sus características y propiedades físico-químicas, siendo capaces de detectar así, cualquier tipo de carencias. Realizar rotación y asociación de cultivos, favoreciendo así que las labores y maquinarias agrarias que voltean los suelos sean mínimas. Hacer la siembra de forma directa, sin aplicar ningún tipo de herbicidas ni fertilizantes químicos. Conservar los organismos del suelo, los cuales garantizan la fertilidad natural (química, física y biológica) de los suelos, así como la buena productividad de los cultivos. Aplicación de abonos naturales (estiércol de vaca o gallina en descomposición, humus de lombriz, abono de compostera o cenizas, entre otros). Colocar cobertura viva o muerta sobre el suelo, permitiendo así a la tierra conservar su humedad y nutrientes característicos de las capas altas del suelo. Estas y muchas más son las principales técnicas y prácticas de conservación de los suelos que se realizan mediante el "manejo ecológico del suelo", uno de los principales proyectos llevados a cabo por los programas de agroecología.