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Mansión López Rosales Guadalajara

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M ansión L ópez R osales (1915)
• Contexto histórico:
L
a ciudad de Guadalajara, el Estado de Jalisco y México entero estaban en plena transformación en
x1915, fecha probable de la construcción de la Mansión López Rosales.
Durante la larga paz de los 35 años de la presidencia de Porfirio Díaz, en especial la ciudad de Guadalajara
experimentó una sucesión de radicales transformaciones urbanas que mejoraron sus vialidades, la sanidad,
el abastecimiento de agua, la electrificación, la introducción de los tranvías eléctricos, pero en especial la
arquitectura y el urbanismo.
Durante la prolongada presidencia del Gral. Díaz (1875-1910), en Jalisco destacaron dos gobernadores:
Luis C. Curiel y Miguel Ahumada, militares cercanos y de todas las confianzas del dictador. Durantes
sus periodos se restableció el orden tanto en la seguridad como en las finanzas públicas. Se introdujeron
sistemas modernos de agua potable y alcantarillado, se embovedó el río San Juan de Dios sobre el que se
construyó el Paseo Porfirio Díaz —la actual Calzada Independencia— a imitación del Paseo de la Reforma
capitalino, con glorietas, fuentes y monumentos. Se estableció el servicio de tranvías eléctricos, se remodeló
la plaza de armas con el vistoso kiosco de las cariátides que aún se conserva. Se construyeron el Parque
Agua Azul, el Parque San Rafael y la nueva Penitenciaría (que substituiría al Penal de Escobedo que estuvo
en el actual Parque de la Revolución). Especial importancia revistió la llegada del ferrocarril (15 de mayo
1888), como parte del ambicioso proyecto modernizador del porfiriato que cubrió al país con más de 19
mil kilómetros de vías férreas, sin parangón en ningún periodo histórico de México.
En las postrimerías del porfirismo y gracias al capital extranjero, al poniente de la ciudad se construyeron
las primeras colonias residenciales modernas: Colonia Reforma, Colonia Francesa, Colonia Americana,
Moderna, Artesanos, Donato Guerra, Villaseñor (barrio de Sta. Teresita). También la ciudad creció hacia
el oriente con las colonias Oblatos, Las Huertas, Geo y Ham.
Para 1915, tras el fin de la dictadura porfirista, Jalisco y Guadalajara estaban en plena efervescencia
revolucionaria bajo el mando del gobernador y general carrancista Manuel M. Diéguez, quien con la
promulgación de 92 decretos hizo una radical transformación del sistema social, político y económico de la
ciudad y del estado: salario mínimo, descanso dominical obligatorio, jornada de nueve horas, prohibición
de tiendas de raya, fomento y regulación de la educación pública, incautación de edificios del clero, etc.
• Arquitecto Guillermo de Alba
G
uillermo de Alba y Gómez de la Peña nació en la Ciudad de México en 1874. Posteriormente su
familia cambia de residencia a Guadalajara, en la que el joven Guillermo ralizaría sus estudios. En
1895 a los 21 años obtiene el título de Ingeniero. Continuó su formación en la ciudad de Chicago donde
vivió los últimos años del siglo XIX. La producción arquitectónica de Guillermo de Alba es muy relevante.
Es una propuesta estética que partiendo del clacisismo, el afrancesamiento y el art-noveau produce una
adaptación eclecticista muy afortunada y bien adaptada a las circunstancias regionales y al privilegiado
microclima de Guadalajara y Chapala, (en ese entonces con un creciente auge turístico a nivel nacional).
Destacan en su producción constructiva la Casa
Cuesta Gallardo (Cólón 290, donde estuvo el Bar
Lido), la Casa González Borondón (Av. Hidalgo
1242), los ‘castillos’ de la Casa Gómez Luna (Libertad
1652) y la Casa Rolleri (España 1395), la Casa Pérez
Bouquet (Libertad 1725), la Casa del Dr. Manuel J.
Moreno (Donato Guerra 408, esq. Leandro Valle), la
Casa Degollado Carranza (Hidalgo 829), la Mansión
Magnolia (casa de Miguel Ahumada, Madero 636), la
remodelación de la Casa del Dr. Del Castillo (P.
Moreno 261, esq. Maestranza) y, además, la Mansión
López Rosales (Alcalde 350). En la villa de Chapala
construye el Hotel Arzapalo, el Hotel Palmera, la
Villa Tlallocan y la destacada Estación ferroviaria
de Chapala, ahora Centro Cultural González Gallo.
También se le atribuyen el edificio en Leona Vicario
40 (a un lado de la Plaza de los Mariachis), la Casa
Remus Casillas (Madero 302, esq. Colón), la muy
conocida Casa de los Abanicos (Libertad 1823).
• Mansión López Rosales
L
a familia formada por Félix López y Carmen Rosales, desde 1870, fueron propietarios de la hacienda
xy fábrica de tequila San José del Refugio, en Amatitán, Jalisco. Félix de 45 años se casó con Carmen
de 18 y tuvieron dos hijos, Aurelio y María de Jesús. El señor López falleció en 1878, su joven viuda se hizo
cargo del negocio, quien luego cedió la dirección a su hijo en cuanto éste tuvo la edad suficiente. Aurelio
modernizó la fábrica y la renombró como La Herradura, la que continúa hasta la fecha actual después de
varios cambios de propietario. Las instalaciones originales en Amatitán perduraron hasta 1963 y ahora
están convertidas en museo.
Alrededor de 1915, el joven Aurelio le encargó al entonces arquitecto de moda de la ciudad, Guillermo
de Alba, la construcción de su casa familiar. La Mansión López Rosales fue una gran vivienda de usos
mixtos, negocio, oficina, bodega, cochera y patio cubierto en la planta baja y las habitaciones privadas y
los servicios en la planta alta.
La edificación de aproximadamente 500 m2 fue construida en la entonces calle de Santo Domingo (actual
Av. Alcalde), en una zona en los límites del centro histórico donde inicia el barrio del Santuario de
Guadalupe. Muy alejada de la expansión urbana que la ciudad entonces realizaba hacia el poniente en las
muy prestigiadas ‘colonias’.
La casa está situada en esquina con la entrada principal en el ochavado. La gran puerta que también servía
de ingreso de coches está muy bien resuelta, remetida con derrame y rematada con arco carpanel coronado
con medallón y guirnaldas. El protagonista del edificio es el gran balcón esquinero con ménsulas de piedra
ubicado encima de la puerta principal
La fachada cuenta con aplanados estriados. Las
ventanas de la planta baja también están remetidas
y con arcos rebajados con medallones y guirnaldas
en el vértice. Las ventanas y puertas al exterior de la
planta alta están rematadas con dinteles compuestos
enmarcados, festoneados y con cornisa.
El edificio conserva su herrería original y culmina
en la azotea con un murete mixto de antepechos y
balaustradas.
El rodapié o zoclo de la planta baja es de piedra, al
igual que las ménsulas y balcones de la planta alta.
El arquitecto de Alba se caracterizó por el abundante
uso del trabajo de la piedra en varias de sus obras,
ya que contaba con la colaboración de excelentes
maestros canteros. Curiosamente en esta edificación
hizo un moderado pero afortunado uso de la cantería.
La Casa López Rosales estaba hecha a la viva imagen
de su dueño, el reflejo de un hombre de campo, de
creciente fortuna fruto de su esforzado trabajo y de
su visión progresista. La casa es elegante pero sobria,
usa los estilos estéticos heredados del pasado pero con los sistemas constructivos más modernos para esa
época: acero, cemento y ladrillo; y no el adobe, la cal y la madera de las antiguas construcciones cercanas.
La construcción es de un estilo ecléctico muy afortunado, con muy menores influencias del beaux-arts y el
art-noveau francés.
Cabe señalar que el movimiento eclecticista contribuyó a determinar las orientaciones de la arquitectura
occidental en la segunda mitad del siglo XIX, basados estos nuevos rumbos en la confianza en el progreso
científico que caracterizó a la nueva burguesía industrial de la época. A los rígidos modelos de la tradición
académica se contrapuso un tratamiento más libre de los elementos clacisistas y neoclásicos a través de la
descomposición de estos modelos y de su posterior reconstrucción bajo el prisma de una nueva funcionalidad
y racionalidad. A pesar de la falta de una auténtica claridad en sus objetivos, el eclecticismo supuso una
especie de paradójica continuación y ruptura con las tradiciones académicas vigentes y, junto con las
grandes construcciones de ingeniería, realizó una transición a las temáticas del movimiento moderno que
iban a transformar radicalmente toda la estética del siglo XX.
La residencia sobrevivió prácticamente intacta hasta nuestros días, por estar situada en la acera oriente de la
Av. Alcalde, cuya ampliación entre los años 1948-52 sólo afectó a las edificaciones de la acera poniente, con
la única excepción de la Casa de los Perros y eso porque su fachada íntegra fue desarmada y reconstruida
en su nueva ubicación.
• El entorno: el Barrio del Santuario
S
i bien, el céntrico Barrio del Santuario ya no era el polo de crecimiento de la ciudad, que se había
trasladado —como se mencionó antes— a las prósperas nuevas colonias del poniente, si tenía una vida
social y comercial muy activa que giraba alrededor del Santuario de Guadalupe, que le dio su nombre al
barrio, y del concurrido jardín que era el punto de reunión de esa tradicional zona tapatía.
Además de la Casa López Rosales, entre las construcciones destacadas estaba la casa y consultorio del Dr.
Ramírez Mota Velazco, quien era el médico de la original Plaza de Toros “El Progreso” (desaparecida tras la
construcción de la Plaza Tapatía) y situada contraesquina del Santuario, en Juán Álvarez y Pedro Loza. Otra
era la conocida como el Castillito, en Hospital y Contreras Medellín, que servía como casa non sancta para
los ferrocarrileros yanquis del Ferrocarril Sud-Pacífico. Además de la Casa del Medallón (Pedro Loza 440).
Barrio tapatío de abolengo, muy católico y muy
culto, ahí nacieron y se formaron personalidades
como el poeta Enrique González Martínez o el gran
escritor y gobernador Agustín Yáñez.
El acontecimiento del año del barrio era la prolongada
fiesta de la Patrona, la Virgen de Guadalupe, que
iniciaba el 28 de octubre con el primero de los 46
rosarios que terminaban, por supuesto, el 12 de
diciembre. Ya cercano al día 12, el 4 de diciembre
iniciaba el novenario y la fiesta crecía: se instalaban
juegos mecánicos, fondas y cantinas. Se colocaban las
buñueleras en la puerta de la iglesia y se quemaba un castillo pirotécnico cada día. El día 11 por la noche
era la culminación de la gran celebración que duraba hasta la madrugada del siguiente día. Entre peregrinos
y danzantes llegaban también artistas famosos a cantarle “mañanitas” a la virgen. Al día siguiente había
misas todo el día y multitudes de devotos llevaban a sus niñas vestidas de china poblana y a los niños
de Juan Dieguitos con bigotitos pintados con lápiz de ceja. Esa noche se quemaban tres castillos en la
finalización de la gran fiesta religiosa.
Una gran protagonista de esas fiestas era la cenaduría de Valentina. Valentina Santos Oropeza tuvo su fonda
tradicional a espaldas del Santuario de Guadalupe, luego en las esquina de Liceo y Herrera y Cairo en el
Mercado Alcalde. En las fiestas del Santuario instalaba el puesto más grande frente al templo. La fama de
su pollo a la Valentina ha llegado a ser casi mítica. La lista de sus clientes abarcaba desde Pancho Villa hasta
Henry Ford. Presidentes de la república como Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y gobernadores
como Everardo Topete, Silvano Barba, Agustín Yáñez y Jesús González Gallo frecuentaban su local. A la
muerte de Valentina, su hija Rosita y su nieta mudaron el local frente al jardín del Santuario. Siempre
imitada y nunca igualada, se ha perdido la famosa y original receta secreta de la salsa que bañaba ese
delicioso pollo frito en manteca, ya que fue guardada celosamente y se la llevó a la tumba la última heredera
de la legendaria Valentina.
• La Herradura de don Aurelio
A
urelio López Rosales renombró la fábrica de tequila que heredó de sus padres, dándole el que aún
lconserva en la actualidad: Tequila Herradura. A pesar de los avatares de las distintas fases de la
revolución mexicana el negocio tequilero siguió progresando, hasta que estalló la llamada Cristiada: el
enfrentamiento entre el estado mexicano y la iglesia católica (1926-1929). Don Aurelio tomó parte activa
en el conflicto. Incorporó a muchos de sus trabajadores como combatientes, apoyó con recursos financieros,
dio refugio a sacerdotes y los ayudó a fugarse. Por su destacada participación en este combate desigual lo
llamaron el Cristero. Estuvo a punto de ser aprehendido por el ejército federal, pero mediante una artimaña
—utilizó las bolas de madera que se usaban para moler agave, les puso sombreros y colocadas en los muros
de la hacienda con palos simulando rifles, paralizó a los soldados al hacerlos pensar que se enfrentarían a
numerosos defensores— pudieron escaparse tanto él como su hermana por alguno de los túneles que salían
de su propiedad. Aurelio partió al exilio en Italia. Si bien regresó a Guadalajara nunca lo hizo a la hacienda
en Amatitán. La administración del negocio tequilero la tomó su primo David Rosales.
Pero, a su regreso después del fin de la contienda, siguió habitando la gran casa de la Avenida Alcalde, como
lo muestra un permiso que le fue otorgado en 1946 (publicado en el Diario Oficial de la Federación) para
el uso de las aguas del Arroyo del Arenal, en el que se menciona a Alcalde 350 como su domicilio oficial.
Así, la saga de la familia del Tequila Herradura empezó en 1870 con don Félix López quien tomó posesión
de la hacienda, la registró como productora de tequila con el nuevo apelativo de la Hacienda San José del
Refugio. Continuó con su esposa Carmen y su hijo, Aurelio López Rosales, quien modernizó la producción
del tequila y construyó la fábrica que se usó hasta 1963, además de bautizar el licor con su nombre actual:
Herradura, a partir de una muy brillante que se encontró en los campos de agave y que consideró de buena
suerte. Tanta fue ésta, que 137 años después en 2007, la labor de 6 generaciones de la familia de don
Aurelio culminó con la venta de la marca de Tequila Herradura a la corporación Brown-Forman por un
precio insólito de 876 millones de dólares. Un múltiplo de 29.6 veces las ganancias por ventas anuales de
la tequilera, algo verdaderamente inaudito en la industria de los vinos y licores, cuyo útimo récord fue la
compra de Grey Goose por Bacardí por un múltiplo de 22 veces. Por cierto, la familia sólo vendió la marca
y la fábrica nueva, pues conservaron la fábrica antigua convertida en museo, la hacienda con las tierras y
el agave, y un contrato para surtirles por 16 años, además de formar parte del comité de la empresa. Muy
afortunada resultó la herradura de don Aurelio López Rosales.
Bibliografía:
• https://revisionesgdl.com/2019/01/16/ficha-alcalde-350-casa-lopez-rosales/
• Guía arquitectónica esencial Zona Metropolitana de Guadalajara. Coordinadora: Arabella González
Hueso, Secretaría de Cultura Jalisco, (Guadalajara, 2005)
• La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana Guadalajara, México. Eduardo López
Moreno. Universidad de Guadalajara / ITESO. (Guadalajara, 2001)
• Monografías: Guillermo de Alba. María Dolores Traslaviña. Secretaría de Cultura Jalisco (Guadalajara,
2006)
• http://enciclopedia.udg.mx/biografias/manuel-macario-dieguez-lara
• Enciclopedia del Arte. Garzanti Editore / Ediciones B (Milán, 1991)
• https://www.dof.gob.mx/nota_to_imagen_fs.php?codnota=4583858&fecha=18/06/1946&cod_
diario=196520
•
https://web.archive.org/web/20121125020416/http://www.herradura.com/distillery.
aspx?id=1116
• Aquella Perla / Barrio del Santuario II. Alberto Gómez Barbosa. Periódico Mural, 04/07/2020
• https://www.mural.com.mx/pollo-a-la-valentina-2021-12-03/op217084
• Reconocen su labor. Artículo Revista Club. Reportera Verónica Ramos Verdugo. Periódico Mural,
01/09/2010
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