La Revolución Francesa, que ocurrió entre 1789 y 1799, fue un período tumultuoso en la historia de Francia que marcó el fin del Antiguo Régimen y el surgimiento de la República Francesa. Se caracterizó por una serie de eventos políticos, sociales y económicos que llevaron a cambios significativos en la estructura de gobierno y en la sociedad francesa en su conjunto. La revolución fue desencadenada por una combinación de factores, incluyendo la creciente desigualdad social, la mala gestión financiera por parte del gobierno monárquico, y el descontento generalizado entre la población debido a altos impuestos y la falta de representación política. Los eventos clave incluyen la convocatoria de los Estados Generales en 1789, que llevó a la formación de la Asamblea Nacional Constituyente y la redacción de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789 marcó el inicio de la violencia revolucionaria. Durante la Revolución, se llevaron a cabo importantes reformas, como la abolición del sistema feudal, la eliminación de los privilegios de la nobleza y el clero, y la redistribución de la tierra. Sin embargo, la revolución también fue marcada por períodos de violencia extrema, incluyendo el Reinado del Terror bajo el liderazgo de Maximilien Robespierre, durante el cual miles de personas fueron ejecutadas. La Revolución Francesa tuvo un impacto duradero en la historia mundial, al inspirar movimientos revolucionarios en otras partes de Europa y sentar las bases para la ascensión del nacionalismo y el surgimiento de nuevas ideas políticas como el liberalismo y el republicanismo.
