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El abogado ante la moral, la ética y la deontología jurídica - EDWIN VICENTE MUÑOZ

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UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO
ESCUELA DE POSGRADO
DOCTORADO EN DERECHO
INFORME ACADÉMICO
El abogado ante la moral, la ética y la deontología jurídica
AUTOR:
Vicente Muñoz, Edwin Genaro
ASESOR:
Dr. GUSTAVO ANTERO SILVA KUO-YING
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
Reforma y modernización del Estado y Gestión de Políticas
Públicas
Lima – Perú
2024
I.
INTRODUCCIÓN
El abogado es una persona que, desde su definición más estricta y pura,
ejerce el derecho como profesión, por lo mismo que requiere de un manejo y
conocimiento de la normativa para una correcta representación de su cliente. Sin
embargo, dentro del mundo jurídico, no basta con el solo conocimiento o
memorización sistemática de las normas, sino que debe ir complementado con
un enorme bagaje de referencias morales y respeto a la ética básica. Para
cualquier profesión se requiere de un mínimo de bases ético-morales, desde las
que se consideren como universales tales como el ejercicio axiológico, es decir,
practicar valores, como elementos morales propios de cada carrera. En ese
sentido, para el caso particular del derecho, existen pautas éticas propias de la
profesión. Esa particularidad de la ética sujeta al tipo profesional se le conoce
como deontología.
La moral y la ética son elementos humanos de concreción social que
tienen una ligera diferencia. Se ha entendido que la moral es un juicio de lo bueno
y malo de cada particular y que las normas éticas serían juicios del colectivo.
Pero ambos están centrados en la determinación de la bondad o maldad de las
actitudes y pensamientos de las personas. Son temas relevantes para la
humanidad desde los albores de la razón humana, es por eso que la filosofía lo
ha desarrollado a tanto detalle para servir de base a su posterior positivación en
los códigos de ética o fijación de principios en los títulos preliminares de alguna
norma legal.
En lo referido a la deontología jurídica, corresponde a la implementación
normativa, funcional y material del ejercicio ético en un contexto de la práctica
profesional de la carrera de derecho. El abogado que realmente respete la
deontología de su profesión se diferencia de los leguleyos y rábulas que no
hacen más que desacreditar el valor e importancia social que tiene el derecho
en la sociedad. Por lo cual, es necesario desarrollar estos tópicos a fin de poder
resaltar la relevancia teórico-práctica de la que está revestido esta temática,
tanto para el abogado como para la sociedad. Y debe entenderse abogado no
solo al que lo es en su sentido puro, sino aquellos que mediante la habilitación
ejercen el derecho en otras modalidades (notario, fiscal, juez, vocal
administrativo, entre otros).
II. DESARROLLO
Pérez (2023) indicó que el ejercicio de la abogacía requiere un
conocimiento preciso de las normas deontológicas que la rigen para poder llevar
a cabo una práctica adecuada y diligente. Un profesional difícilmente podrá
adquirir este conocimiento si primero no es capaz de definir con claridad qué se
entiende por deontología. Por ello, es importante comprender este concepto lo
mejor posible, con el objetivo de clarificar y delimitar el fundamento y la finalidad
de la materia deontológica. Este ejercicio permite a los abogados comprender
mejor las normas deontológicas aplicables a su profesión, facilitando que su
actividad se ajuste a dichas normas.
La importancia de conocer a fondo las normas deontológicas para un
correcto ejercicio de la abogacía es sin duda acertado. La deontología
proporciona un marco ético y normativo esencial para los abogados, ya que les
permite actuar con responsabilidad, integridad y respeto hacia las normas y
principios que rigen su profesión. Sin embargo, se debe profundizar más en los
desafíos prácticos que enfrentan los abogados al intentar aplicar estos
conocimientos en situaciones reales y complejas. Además, sería útil explorar
cómo el contexto cambiante de la práctica legal, influido por factores
tecnológicos, sociales y económicos, puede impactar en la interpretación y
aplicación de las normas deontológicas.
Asimismo, Galvis y Torres (2023) señalaron que el análisis de la ética
como condición social fundamental busca explicar la lógica detrás de una
determinada forma de ser social, definida por lo que el colectivo considera valioso
y deseable (argumento axiológico) y regulada por mecanismos que establecen
lo que está bien o mal según esos valores (argumento moral). La combinación
de estos argumentos y la aceptación social de los parámetros que definen lo que
es valorado conforman la ética como una construcción social, que se convierte
en un sistema de actuación. Se puede argumentar, por lo tanto, que la ética es
un campo de acción de la academia, ya que es en este ámbito donde se
conserva, reflexiona, reconstruye e innova constantemente la cultura de una
sociedad.
A partir de esta premisa, se deduce que todo conocimiento, en cuanto
implica algún tipo de actuación social, es intrínsecamente ético y debe ser
considerado desde esta perspectiva. Así, la ética debe ser el eje articulador de
todo conocimiento con la sociedad en la que se aplica, como factor de impacto.
Este razonamiento justifica la inclusión de la reflexión ética en los currículos
académicos de cualquier profesión, de modo que los profesionales reconozcan
el propósito social de su conocimiento disciplinar a partir de esta categoría de
reflexión.
Villalta et al. (2023) mencionaron que la deontología jurídica debe ser el
referente para la moral y la ética del abogado, guiando su conducta hacia un
comportamiento ejemplar en el amplio ámbito del derecho. En este sentido, la
moral y la ética son fundamentales para encaminar nuestra labor profesional
como abogados. Tener una brújula clara y bien dirigida nos protege de caer en
actos cuestionables o poco éticos. Esta guía deontológica también debe
aplicarse a nuestra formación continua y capacitación profesional, que deben ser
constantes
y
permanentes.
El
derecho
es
dinámico
y
evoluciona
constantemente, por lo que no podemos ignorar los cambios legales,
jurisprudenciales y doctrinales que surgen en los ámbitos académicos, científicos
y profesionales.
Este contexto motiva a invertir tiempo y esfuerzo en profundizar en la
ciencia del derecho, para así entender y comprender mejor nuestra profesión.
Cualquier conocimiento adquirido debe valorarse y aplicarse en la práctica
profesional, ya que el abogado es una figura clave en la resolución de problemas
sociales. Por lo tanto, debemos estar preparados moral, ética y académicamente
para ser un aporte a la sociedad a través de esta noble profesión.
Además, Cano (2023) referido a la dignidad humana como parte esencial
de toda deontología, sostuvo que, en nuestra sociedad moderna, enfrentamos
grandes contradicciones: a pesar de los avances científicos y tecnológicos,
seguimos lidiando con problemas graves como guerras, hambre, adicciones y
corrupción, que generan condiciones de vida deplorables para muchas personas.
Parece que los seres humanos continúan subestimándose entre sí en aras de
otros intereses como el dinero, el poder, la patria, o incluso Dios. El humanismo
contemporáneo, que busca mejorar la condición humana, aún no se ha logrado
plenamente en el siglo XXI. Además, la irresponsabilidad del ser humano no solo
afecta a otros seres humanos, sino también a la naturaleza, con daños
ecológicos que amenazan el futuro de la humanidad.
Por estas razones, es necesario replantear el humanismo, no desde un
enfoque meramente intelectual, sino a través de un cuidado básico de nuestra
especie, sin objetivos estratégicos o utilitarios. Esto nos lleva a proponer la
dignidad humana como el principio fundamental del humanismo. Esta dignidad
se convierte en la base de los derechos humanos y en la clave para proteger el
futuro de la humanidad. Es importante dividir el concepto en dos niveles: uno
ontológico, que se refiere al reconocimiento universal de cualquier ser humano
como persona (alguien con derecho a tener derechos), y otro ético, que se centra
en la calidad moral que se construye a partir del reconocimiento de la autonomía
moral y el respeto mutuo.
Según Carrillo y Caballero (2021) la opinión kelseniana desarrolló una
visión del derecho que difiere de las concepciones tradicionales. Su enfoque
deontológico se basa en la idea de validez de las normas, un concepto empírico
que está vinculado al positivismo filosófico. En lugar de basarse en la verdad o
falsedad de las proposiciones jurídicas, su filosofía del derecho pone énfasis en
la validez de las normas como su fundamento. Lo cual, actualmente no puede
ser permitido debido a que limitar la deontología a la lex scripta seria un error
tangente para un país como Perú donde la norma esta a merced de la política
de turno y no del interés real de los ciudadanos y mucho menos de la defensa
de sus derechos.
La influencia de Kelsen en el ámbito jurídico ha sido significativa,
especialmente por su énfasis en la validez de las normas dentro de un marco
empírico vinculado al positivismo filosófico. Sin embargo, la limitación de la
deontología a la lex scripta puede ser problemática en un país como Perú. En
contextos donde las normas legales están sujetas a cambios políticos frecuentes
y pueden ser manipuladas para satisfacer intereses particulares en lugar del
bienestar de los ciudadanos, una visión del derecho centrada exclusivamente en
la validez de las normas podría ser inadecuada. Es esencial considerar cómo las
normas se aplican en la práctica y si se ajustan a los principios de justicia,
equidad y respeto a los derechos humanos.
Por otro lado, Mamani y Mamani (2023), indicaron que la deontología
jurídica se centra en la moralidad del sentido común y busca llenar la brecha para
encontrar una nueva base de principios que justifique ciertas limitaciones. En
esencia, cualquier sistema deontológico aborda nuestros deberes morales
objetivos, partiendo de la premisa de que tenemos responsabilidades que
cumplir. Este trabajo de investigación se propone establecer un sistema que
canonice las opciones y limitaciones institucionales, fundamentales para la
regulación moral, buscando una base racional para estos enfoques
deontológicos. Evaluar adecuadamente las opciones y limitaciones requiere
analizar los sistemas deontológicos más destacados. Las teorías morales
deontológicas pueden variar de muchas maneras, pero el enfoque principal de
la deontología es el concepto de deber, especialmente en el ejercicio profesional
de los abogados. Las teorías filosóficas contemporáneas en esta tradición
ofrecen formulaciones más precisas y matizadas.
El objetivo social debe ser introducir la idea central de la teoría moral
deontológica con énfasis en los intereses de los profesionales en el ejercicio de
la abogacía. Por ejemplo, en el derecho penal, la deontología se manifiesta en
la noción de que una acción solo puede considerarse delito si viola un deber
moral, y se refleja también en las teorías retributivas del castigo. En el ámbito de
la responsabilidad civil extracontractual, las teorías deontológicas se oponen al
análisis económico de la responsabilidad y defienden la idea de que esta se
entiende mejor desde una perspectiva de justicia.
III. CONCLUSIÓN
En conclusión, es evidente que el conocimiento preciso y la aplicación de
las normas deontológicas son fundamentales para el ejercicio responsable y
diligente de la abogacía. Tal conocimiento permite a los profesionales actuar con
integridad y respetar los principios que rigen su profesión, lo que les protege de
incurrir en actos poco éticos. Además, la formación constante en deontología y
ética es crucial para que los abogados se adapten a los cambios en el entorno
legal y apliquen las normas de manera efectiva en situaciones complejas.
Por otro lado, es importante reconocer que la limitación de la deontología
a la lex scripta puede ser problemática, especialmente en contextos donde las
leyes están sujetas a cambios políticos frecuentes y pueden ser manipuladas
para intereses particulares. En este sentido, es necesario un enfoque más
holístico de la deontología que contemple la justicia, equidad y respeto a los
derechos humanos.
Asimismo, el replanteamiento del humanismo desde una perspectiva que
incluya la dignidad humana y el cuidado de nuestra especie es esencial para
abordar las contradicciones de nuestra sociedad contemporánea. Esto nos lleva
a considerar la ética como eje articulador de todo conocimiento y actuación
social.
En resumen, la deontología, combinada con una comprensión más amplia
de la ética y el humanismo, constituye un pilar esencial para el ejercicio
profesional del abogado y su contribución a una sociedad más justa y equitativa.
Los profesionales del derecho deben continuar reflexionando sobre estas
cuestiones y adaptando su práctica para enfrentar los desafíos de un entorno
legal en constante evolución.
IV. REFERENCIA
Cano Cabildo, S. (2022). La dignidad como principio deontológico del
humanismo.
Andamios,
19(48),
325-354.
https://doi.org/10.29092/uacm.v19i48.908
Carrillo de la Rosa, Y., & Caballero Hernández, J. (2021). Positivismo jurídico.
Prolegómenos.
Derechos
y
Valores,
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13-22.
https://doi.org/10.18359/prole.4168
Galvis Martínez, J. C., & Torres-Torres, N. H. (2023). La ética profesional y la
deontología como fundamentos del derecho disciplinario del abogado.
Academia & Derecho, 16(27), 1-21. https://doi.org/10.18041/22158944/academia.27.11220
Mamani, A. y Mamani, J. (2023). Deontología jurídica y su relación con el
ejercicio profesional de los abogados litigantes en el departamento de
Puno
–
2022.
Polo
del
Conocimiento,
8(12),
1010-1037.
https://polodelconocimiento.com/ojs/index.php/es/article/view/6327/1589
2
Pérez Fernández, F. (2023). Concepto de Deontología y Régimen Deontológico
Aplicable a la Abogacía en España. Revista Del Posgrado En Derecho De
La
UNAM,
(18),
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https://doi.org/10.22201/ppd.26831783e.2023.18.393
Villalta Abad, D. F., Terán Lozano, M. C., Merchán Sarmiento, A. P., Veintimilla
Hurtado, O. Y., y Luzuriaga Maldonado, L. A. (2024). La deontología
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Tesla
Revista
https://doi.org/10.55204/trc.v4i1.e349
Científica,
4(1),
e349.
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