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Amalia Signorelli - Antropologia Urbana

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Amalia Signorelli
AUTORES, TEXTOS Y TEMAS
ANTROPOLOGíA
Colección dirigida por M. Jesús Buxó
35
ANTROPOLOGÍA URBANA
Prólogo de Néstor Garcia Canclini
Epílogo de Raúl Nieto Calleja
CJiA UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA
-- _." -
ltlItIW IZTAPALAPA División d9 Ciencias SocIales y Hl.nlaridades
Antropología urbana I Amalia Signorelli ; prólogo de Néstor García Cancl¡n¡ ;
epílogo de Raúl Nielo Calleja. - Rubí (Barcelona) : Anthropos Editorial ;
México: Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa. 1999
XVI + 252 p. ; 20 cm. - (Autores, Textos y Temas. Antmpología; 35)
Bibliografía p. 239-250
ISBN 84-7658-562-4
l. Antropología urbana 2. Ciudades - Investigación I. Carera Canclhu, N., pro
JI. Nieto Calleja, R., ep. IIl. Untvcrsídad Autónoma Metropolitana - Iztupalupa (México)
IV. Título V. Colección
572.9
cultura Libre
Título original: Antropología urbana (Guerini Studio. Milán, 1996)
Traducción del italiano: Angela Giglia y Cristina Albarrán F.
Primera edición: 1999
iD Amalia Signorelli, 1999
© UAM-Iztapalapa. División de Ciencias Sociales y Humanidades, 1999
© Anthropos Editorial, 1999
Edita: Anthropos Editorial. Rubí (Barcelona)
En eocdición con la División de Ciencias Sociales y Humanidades.
Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México
ISBN: 84-7658-562-4
Depósito legal: B. 39.365-1999
Diseño, realización y coordinación: Plural, Servicios Ediroríales
(Naríño, S.L.), Rubí. Tel. y fax 93 697 22 96
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°
A Lucillo, por la confianza
A Giacomo y Margherita por la esperanza
CAPITULO OCTAVO
POZZUOLI, LA CIUDAD BELLA*
Pozzuoli, una ciudad de 70.000 habitantes aproximadamente, es el más grande centro urbano del área situada al noroeste
de Nápoles, conocida aún hoy día con un nombre de inspiración
clásica, el de Campi F1egrei, campos ardientes. A pesar de la contigüidad espacial y de la ya sucedida soldadura territorial con el
centro urbano napolitano, los Campos Ardientes y en particular
Pozzuoli mantienen su autonomía no sólo administrativa, sino
también social, económica y cultural. El centro histórico de Pozzuoli tiene cualidades estéticas y urbanas decididamente excepcionales. Se inserta en el extraordinario panorama del golfo y de
las islas, cerrado al sur por el promontorio en el que persiste el
derruido Rione Terra (Barrio Tierra), el centro más antiguo de la
* La investigación en Pozzuoli se realizó desde febrero de 1984 a diciembre de
1986 en el marco de la Convenzione n." 4.032 entre el Ministerio para el Coordinamento della Protezione Civile, el Ayuntamiento de Pozzuoli y la Universidad de Nápoles
«Federico U», aprobada el 19-11-1983 para proyectar la reconstrucción tras el bradisisn/O de 1983. Del equipo dirigido por mí formaban parte Lello Mazzacane, Gíanfranca
Ranísío, Angela Giglia, Adele Miranda. Alberto Baldí, Paola Massa. Teresa Melchíori,
Rosa Arena. Los resultados se hallan en Rapporto di sintesi sui risultati del/a ricerca, a
cargo de A. Slgnorelli, Nápoles, 1985, no publicado; Lello Mazzacane, La cultura del
mare iu area flegrea, Han, Laterz.a; A. Signorellí, ..Spazio concreto e spazio astratto», en
íd. (dir.), «Antropología urbana. Progeuare e abitare: le contraddizíon¡ dell'urban planntng». número monográfico de La Ricerca Folilorica (1989), 20; A. Signorclli, -Anrropologia e cíua», en P. Apolito (dír.), Sguardi e modelíi. Saggi. ítaliani di. ansropoíogia,
Milán, Franco Angeli, 1993.
140
ciudad, que según una creencia difundida, fue sede de la Acrópolis de la ciudad griega y desde entonces ininterrumpidamente
habitado, hasta 1970, cuando fue desalojado después de un bradisismo. El Barrio Tierra domina el puerto, la dársena y goza de
un panorama estupendo: el golfo, las colinas detrás de Pozzuoli
y los monumentos de edad clásica y medieval, entre los cuáles
resaltan el Anfiteatro Romano y el Serapeion, probablemente no
un santuario de Serapides, sino un mercado. El Serapeion está
muy cercano al mar y sus columnas son famosas porque están
marcadas por las huellas de las largas inmersiones a que el bradisismo descendente lo sometió en los siglos pasados.
Ciudad de arte, centro comercial, puerto y mercado pesquero, pero también ciudad capital de la más antigua y fuerte área
industrial en los alrededores de Nápoles, Pozzuoli es una realidad compleja, caracterizada por el complicado entrelazarse de
tradición y modernidad (Signorelli el al., 1985; Progetto Pozzuoli; 1989; Mazzacane, 1989; Amalfitano, Camodeca, Medri,
1990). En los últimos quince años ha sido golpeada tres veces
por una crisis aguda de bradisismo. Fenómeno sísmico peculiar
y más bien raro, el bradisismo consiste en un movimiento de
levantamiento o hundimiento de la superficie terrestre, originado por la actividad volcánica que se desarrolla en el subsuelo.
El movimiento es cíclico, de manera que después de largos períodos de inmersión siguen períodos igualmente largos de
emersión, que duran siglos; el movimiento es generalmente lento, tanto que a veces es imperceptible. De vez en cuando, puede
suceder que este movimiento se acelere bruscamente provocando efectos no diferentes de los de un terremoto, ya sea a nivel
geofísico (estruendos, movimientos del terreno) como en términos arquitectónicos y urbanos (lesiones, derrumbamiento de los
edificios, fisuras y grietas en el suelo, etc.).
En los Campos Ardientes esta actividad telúrica parece no
haber sido jamás interrumpida desde las épocas más remotas.
E! más importante documento de la duración plurimiJenaria
del bradisismo es como ya se ha dicho, uno de los más importantes conjuntos monumentales de la zona, una famosa estructura de la edad romana notable con el nombre de Serapeion.
Cálculos efectuados en observaciones fidedignas dicen que
desde el inicio del siglo pasado hasta 1970 el suelo «en la zona
del puerto de Pozzuoli se hundió más allá de dos metros, a una
141
velocidad aproximadamente de 1,50 centímetros por año»
(Luongo, 1986).
Al comienzo de 1970, fue revelada una inversión del movimiento del suelo, que respecto a los niveles observados en el
puerto en 1968 se había levantado, mientras lesiones y desequilibrios se manifestaban en diversos edificios. El primero de marzo
se tuvo un «pequeño enjambre sísmico» (Luongo, 1986); al día
siguiente, con la fuerza y hasta con la intervención del ejército,
fue desalojado el Barrio Tierra. Escribe todavía Luongo: «en pocas horas fueron desalojadas tres mil personas, de una ciudad
que parecía asediada». Los evacuados no regresaron más a sus
casas: el Barrio Tierra, cuyos accesos fueron amurallados, está
deshabitado; para su población fue construido, por el IACP (Instituto Autónomo Casas Populares, el mayor organismo de vivienda de interés social), el Barrio de Toiano, en un valle hundido entre dos colinas, fuera de la vista al mar y de la ciudad.
En el verano de 1982 el suelo comenzó nuevamente a levantarse con una velocidad preocupante: en los últimos meses de
1984, es decir, en menos de dos años, el alzamiento de la zona
del puerto era de 1,80 centímetros, lo que hizo intransitables las
aceras y condenó al puerto a una dramática crisis. Pero lo peor
para toda la ciudad vino al volver las sacudidas del terremoto,
advertibles por un largo periodo, desde la primavera de 1983
hasta diciembre de 1984, y culminadas con el pico de un temblor de séptimo grado, registrado el 4 de octubre de 1983.
Como consecuencia de esta fase aguda, la ciudad entera fue
evacuada, salvo las periferias de más reciente construcción.
Después de un inevitable pero no excesivamente largo perlado
transcurrido en viviendas provisionales, los evacuados de 19831984 fueron transferidos a Monteruscello, otro asentamiento de
interés social realizado con inusual rapidez. Para colmo, fue
construido más allá de la cumbre de las colinas que fonnan una
corona alrededor de Pozzuoli, fuera de la vista no sólo de la
ciudad y del golfo sino también de todos los puntos de referencia geográficos familiares para los habitantes de Pozzuoli. El
traslado concierne a decenas de miles de personas, aproximadamente veinte mil, según los cálculos más fiables.
Esta compleja y dramática historia suscitó debates y polémicas apasionadas, y hasta violentas a nivel nacional y no sólo
local, entre técnicos y políticos. Para los antropólogos este suce142
so ha representado una oportunidad de estudio excepcional
(Giglia, 1994).
Un dato relevante bajo el perfil epistemológico es el siguiente: la doble y trágica experiencia de la catástrofe natural y del
traslado-reasentamiento, ha dado a los habitantes de Pozzuoli
una conciencia clara de su historia habitacional, de su relación
con la casa, la ciudad y el espacio. Bajo la presión del riesgo de
la vida y después en el curso de la amarga experiencia que en
otro lugar he llamado la perdida del centro (Signorelli el alii,
1985), los habitantes de Pozzuoli han realizado aquella «reorganización de su vivencia y de su mundo según valores», que se
ha dicho ser condición esencial para que las autobiografías orales puedan comunicar al oyente el sentido (significado y valor)
que tienen para sus autores (Perrarotti. 1981, Catani, 1982).
Por esta razón escogí presentar los párrafos tratados en las
autobiografías orales de los habitantes de Pozzuoli que hemos
recogido entre 1984 y 1986. Seleccione párrafos cuyo tema es la
vivienda, la ciudad, el espacio habitado, excluyendo a sabiendas
casi todos los párrafos en que se habla del bradisismo, del miedo, de la pérdida de los lugares, de la huida y del regreso. Temas de los cuales ya nos ocupamos en otra parte (Signorelli
1993 b; Giglia, 1994).
Aquí quise verificar cómo se construye la visión del espacio
habitado y el sentido de pertenencia a una localidad en aquellos
que han tenido la fortuna de vivir en una ciudad extraordinariamente bella y extraordinariamente rica de 10 que los urbanistas
denominan emergencias paisajísticas.
Veamos entonces si es posible entender qué es para los habitantes de Pozzuoli la experiencia de los tiempos y de los lugares,
analizando lo que ellos dicen de sus lugares. Comenzamos por
las indicaciones viales.
Por ejemplo: «Abajo en el puerto», «abajo en la tierra», «en
la tierra a la playa) (es decir corno si se viniese del mar), «cuando vais hacia arriba», «sobre la acera», «en el viejo barrio, la
parte de más arriba». «bajando», «cercano al puente», «bajabas
estas escaleras y te encontrabas en la plaza». y en la zona de
Toiano, «la llaman la plaza del 13, porque primero venía un
autobús --el número 13- sólo por acá abajo y entonces para
entender se dice a la plaza del 13».
Cuando el oyente no se orienta porque no conoce lo sufi143
ciente los lugares, entonces la descripción comienza desde o
termina con un elemento fuerte del paisaje urbano, un elemento que es inconfundible para su función o su forma.
«¿Sabes el tabaquero? Allá, cerca...}), «estoy, digamos, donde
estaba precisamente el banco una vez. Allá arriba estoy yo».
«Un edificio que estaba allá abajo en el Poerio: pero estaba enlazado con esta arriba, la Tierra».
Naturalmente muy común es la referencia a las emergencias
monumentales: «las viviendas por arriba del Anfiteatro Romano», «cuando habitaba cerca al Serapídes», y numerosos ejemplos más que para abreviar no cito.
Lo que me parece característico en estas indicaciones, es la
falta de utilización de la toponimia oficial, rara vez presente a
nivel popular, en particular en la zona napolitana. Más interesante es, en cambio, el hecho de que no existe, por lo que parece una toponomfa local de tipo nominativo: casi siempre los
lugares son designados con una paráfrasis que, puntualmente,
describe un recorrido. Parecerla que a la pregunta ¿dónde vives? o ¿dónde sucedió tal cosa?, se considere correcta una respuesta que contenga también la información sobre «como se
llega al lugar donde vivía». O «cómo se puede llegar al lugar
donde sucedió tal cosa».
También un barrio entero, más bien el más querido, recordado, añorado barrio de Pozzuoli, el Barrio Tierra, símbolo de la
entera ciudad, es descrito en términos de recorridos que lo atraviesan y sobretodo, lo enlazan con el resto del espacio habitado.
dad de análisis, podemos distinguir en tres niveles: relaciones
entre los lugares, como los experimentan los sujetos; relaciones de los sujetos con los lugares, relaciones entre los sujetos,
en los lugares. Podemos adscribir las indicaciones viales en el
primer tipo: un lugar se indica siempre en relación a otro; y tal
relación es, simplemente, el recorrido que en la experiencia del
sujeto, los enlaza. Los materiales recogidos en Pozzuoli ofrecen
ejemplos excepcionalmente significativos del segundo tipo de
experiencia, el de la relación con los lugares:
Las puertas del Barrio Tierra estaban siempre abiertas y había gran cantidad de entradas. El Barrio Tierra estaba hecho
como... un monte. Así (gesticulando con las manos), con todas
las casas alrededor y para alcanzarlo, se tenía que subir a propósito. No era un valle. Se subían las escaleras del lado del puente o
del lado de la marina y se iba a este Barrio Tierra, y que ... había
las casas bonitas pero también había las casas feas [Agnese N.,
45 años, ama de casa].
Quisiera subrayar el hecho de que, en estos textos, la relación
con los lugares no se caracteriza como un hábito de tipo sentimental. Es más bien una verdadera apreciación estética, es una
clara y lúcida conciencia de la calidad de los lugares en que se
vivió; y de como esta calidad, gozada como un objeto de contemplación estética, aumenta la calidad de vida en su conjunto; y
además, de como las relaciones entre los lugares se enlazan y
califican las relaciones de los sujetos humanos que tienen con
los lugares, de manera que el admirable panorama hace impagable también el cuarto «miserable» o la casita modesta. Que se
trate de capacidad de juicio estético, y no de fáciles sugestiones o
de valoraciones escuchadas al contacto con otros ambientes, lo
demuestra la capacidad de aplicar en forma igualmente correcta
La ciudad es, por lo tanto, una red de recorridos que pone
en relación los lugares; y los lugares no son sólo lugares «percibidos» (Lynch, 1960); son lugares que se definen en el curso de
la experiencia, de una experiencia compleja, que para comodi-
144
Uno tenía un cuartito, ¿no? al lado opuesto del Barrio Tierra,
que después abajo esta el mar; y entonces tú veías un cuartito de
esos y te parecía una cosa miserable, después abrías la ventana,
te asomabas... y tenías todas las cosas debajo de ti, Capri, Ischia,
Procída, era una cosa... era así, natural [Gennaro R, 51 años,
pescador].
Cuando me casé, no tenía dos baños, no tenía cuatro habitaciones [como tengo aquí a Toiano] pero tenía una bella casita
llena de sol, que tenía dos ventanas de donde veía todo el mar
entre Procida e Ischia... Entonces aquí es como si fuese un dormitorio [Antonietta M., 48 años, ama de casa].
Yo estaba precisamente en el centro, en la calle Nápoles, al
tercer piso, yo... bajaba... ¡Pero no! ¡Ni siquiera bajaba! En verano, me asomaba al balcón y veía todo, la playa, veía el paisaje,
veía las rocas, Vincenz' a mare (un famoso restaurante), los coches, todo ... Y ahora, estamos alquilando aquí, y estas calles no
las reconocemos ni siquiera... [Gennaro B., 60 años, pescador].
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las mismas categorías de juicio a emergencias paisajísticas de
otra naturaleza, es decir histórico-artísticas:
Mi abuela tenía la casa justo cerca del templo de Serapides,
había un edificio con una ventanita y ella me explicaba que antiguamente allí estaba el mercado de los esclavos, y muchos años
después salió esta fuente de abajo y se llenó de agua, pero antiguamente estaba seca... Mi abuela me decía siempre que esto era
el lugar más bello de Pozzuoli porque te asomabas y veías el
Templo de Serapides, todas esas cosas bellas que estaban dentro
del Templo de Serapides, columnas y cosas, después veías también gente que paseaba, se reunían también las viejitas y la pasaban platicando... [Antonio C., veintisiete años, tortero].
La familiaridad con los monumentos de la época romana,
sobre todo el Anfiteatro y el Serapeion, y con los lugares famosos desde los tiempos más antiguos, celebrados y cargados de
valor simbólico (Azufrera, Lago Averno, Antro de la Sibila Cumana, etc.) nada quita, más bien refuerza la conciencia de su
belleza y con ello, la conciencia de la competencia de quien los
conoce: «Nosotros, las cosas bellas las tenemos delante de los
ojos», afirma Mimí S. (sesenta y cinco años, obrero, jubilado),
consciente de una «distinción» (Bourdieu, 1983) que por una
vez, no lo deja marginado.
En el testimonio del joven Antonio acerca del Serapeion
emerge otro carácter fundamental de estos espacios urbanos:
son lugares plurifuncionales, lugares en los cuales es posible
hacer muchas cosas diferentes al mismo tiempo. Como consecuencia, estos espacios son usados simultáneamente por usuarios diferenciados, que buscan y encuentran la satisfacción de
diversas necesidades.
Un ejemplo muy significativo en este sentido era la calle Nápoles, una larga y amplia calle costera, que del lado de la tierra
estaba flanqueada por casas y apartamentos con tiendas y talleres artesanales, y del lado del mar costeaba la playa, en la que
se encontraban algunos establecimientos de baños (Vincenz'a
mare, La Sirena) con cabinas, embarcaderos de madera y restaurantes:
La gente decía: ¿vamos a pasear a la calle Nápoles? Y esa
gente cretina de la calle Nápolcs quien sabe que cosa se creía que
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era, superior a todos y más a los de Pozzuoli [Mimí, sesenta y
cinco años, jubilado].
Fui a dar un paseo, a la calle Nápoles, el domingo, después de
jugar al balón ... Porque allí se conocían a las muchachas [Vincenzo A., cuarenta años, obrero mecánico metalúrgico].
Porque, no sé, cuando uno termina sus quehaceres, tiene la
necesidad de distraerse. Entonces teníamos la costumbre: «¿vamos a caminar a la calle Nápoles?», y bajábamos... Pero aquí...
[Antonietta M., cuarenta y ocho años, ama de casa].
Los lugares polifuncionales toleran tiempos polivalentes.
Teníamos la costumbre, después de haber hecho las labores
en las casas, de bajar. Antes habían unas casas bajas, sólo de un
piso -hoy, ¿quién vive en esas casas?- donde vivía algún pariente o alguna comadre. Entonces nos reuníamos afuera de sus
puertas y nos sentábamos y así pasábamos el tiempo platicando
[Filomena V.T.,cuarenta y ocho años, ama de casa].
Los lugares monofuncionales separan. Lo saben bien sobre
todo las mujeres:
A Toiano o se está en casa o se va fuera, en carro [Filomena V., cuarenta y dos años, ama de casa].
En Monteruscello, bueno, no es que uno quiera despreciar la
casa, la casita no está mal como está, pero la lejanía es demasiado fea [Graziella B., cincuenta años, ama de casa].
Lejanía ¿de dónde? y de ¿quién?
Ahora se habla que quieren hacer todavía unas demoliciones,
de esto y de esto otro en Pozzuoli, pero esta gente, ¿a dónde debe
ir? Me dicen: «pero aquellos hicieron todo un barrio nuevo allá
en Monterusccllo». Pero yo digo: «la gente después tiene que venir a fuerza por la mañana, porque sin venir acá, a ver el mar, a
dar un paseo por el mercado del pescado y el de la fruta, los
habitantes de Pozzuoli somos así» [Mimí S., sesenta y cinco
años, jubilado].
La próspera red comercial de Pozzuoli era como son todos
los mercados, un extraordinario ejemplo de sistema de relacio-
nes complejo que modela los lugares y los tiempos adecuándo-
147
los a una multiplicidad de funciones y de significados (De La
Pradelle, 1996), No se equivoca « don» Mimí cuando sostiene
que los habitantes de Pozzuoli no sabrían renunciar a ello: desde las primeras semanas después de la evacuación del centro
antiguo, en los campos de roulotte y de container, se organizaron servicios privados de mini autobuses que llevaban cada mañana a las mujeres a hacer sus compras a la ciudad. Todavía
hoy desde Toiano por esta necesidad se va a Pozzuoli «al menos
dos veces a la semanal>. Los mini autobuses y el mercado desarrollan así para las mujeres la función de un vecindario móvil,
reemplazando otros espacios que en las zonas nuevas han sido
abolidos.
Polivalentes y poli funcionales, el mercado y e! tiempo dedicado a la compra de! mandado todavía en 1986 servían a las
mujeres para hacer circular la información y las noticias, para
programar las prestaciones recíprocas, para organizar y controlar los circuitos de intercambio infra e ínter familiares: pero las
dificultades prácticas, coyunturales y estructurales hadan prever una progresiva reducción de la utilización del mercado. ¿Lo
substituitia el teléfono?
Entorno y en conexión can el mercado alimentario se constituían otras redes complementarias entre ellas a causa del alto
grado de diferenciación funcional que las caracterizaba.
Valgan dos ejemplos extraídos del mismo ámbito de actividad, el de la restauración, y otro relativo a la comercialización.
Mi clientela no es una clientela que viene de fuera, que yo le
pueda decir: tú me debes dar tanto, como hacen los otros; son
obreros, jubilados... Yo me debo adaptar a las exigencias del
cliente, no es que yo me deba aprovechar de que estoy en la
plaza, que a uno que pasa en carro y me dice: me das un vasito,
le pida ochocientas, mil liras, no. Yo siempre me adapto a mis
clientes que son obreros, y no es que sean ricachones que vienen
acá a derrochar el dinero, sí juegan un partido por una taza de
café, no es que juegan dinero o alguna otra cosa... [Giuseppina
c., cuarenta y cinco años, propietaria de un bar].
La cantina de mi hermano tenía una clientela no de Pozzuoli,
casi ninguno de Pozzuoli, era gente que trabajaba en PozzuoJi; gente adepta al puerto, para hacer la descarga o también gente
de paso, que iba a Ischia o venía de Ischia... y después estaba
aquella clientela que de noche venía a cenar el pescado, desde
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Nápoles [Tanino C; cincuenta años, custodio del Anfiteatro romano].
Quizá más nuestros clientes se encuentran mal, porque todos
estaban en la plaza, entre la plaza de Pozzuoli y la calle Nápoles
tenían sus establecimientos. Entonces nosotros estábamos justo
en la plaza. Estábamos en el punto de encuentro; también en la
noche cuando cenaban sus tiendas, a lo mejor, y nosotros teníamos servicio una hora o media hora más, ellos venían acá y... era
más fácil que vinieran a traer sus documentos y cosas. Ahora no,
tú les debes llamar, y te dicen: «Señorita pero yo debo ir hasta
allá, me molesta ir a Arco Felice, no pueden pasar ustedes a recoger mis papeles, porque debo ir... Tendríamos intención de regresar, nuestro perito tendría intención de regresar a Pozzuoli,
pero todavía por ahora no hay quien te diga: aquí puedes estar,
no hay peligro» [Lucía D., veintiséis años, empleada en un despacho comercial].
Los monumentos antiguos de Pozzuoli regresan con extraordinaria frecuencia en estas historias de vida.
Cuenta Vincenzo, obrero, treinta y cinco años:
Yo vivía cerca del Anfiteatro... Recuerdo que cuando era muchacho cabalgaba e iba a visitar arriba y abajo para agarrar los
nidos de los pájaros. ¿A qué edad? No recuerdo, catorce o quince
años. Jugaba al balón y cabalgaba. Esto hacía.
Su coetáneo Salvador, cocinero en una pizzería:
Cuando era niño había una casa en el templo de Serapides,
una especie de residencia. No se a quien pertenecía: había un
guardián dentro, que vivía... Antes el templo de Serapides no estaba como ahora bardeado por un barandal, pero había un muro
y del lado de la bajada hacia el puerto, en donde está el puente,
se encontraba esta casa. El guardián que la habitaba era un tipo
severísimo. Si jugando con el balón en el templo, se caía abajo,
era un desastre. Necesitaba bajar cautelosamente, porque si me
veía sucedía el fin del mundo. Si se lo pedías, en vez de dártelo,
te lo agujeraba. No había alternativa, tenía que hacer necesariamente el intruso. Ahora está más cuidado, antes el pasto no estaba cuidado y nosotros podíamos jugar en los prados. Los prados,
más que ser verdes para el público, eran verdes para los muchachos. No se podía bajar hasta el templo, como ahora. Quizá, alguna vez, aprovechando que no estaba el guardián bajábamos a
149
jugar, a agarrar las ranas... Sí, en un cierto punto fluctuaba el
agua dulce de un tubo roto y se había formado un pequeño lago,
no se por qué en aquel lugar crecían las ranas. Después las vendíamos entre nosotros... en estas cosas mis amigos y yo hicimos
de todo. Una vez vendimos un pedazo de mármol que parecía un
adorno, quizá una columna. Lo encontramos en la playa de Pozzuoli después de una tormenta. Inmediatamente explotamos la
idea, es un pedazo antiguo, si lo dejamos ver a alguien que conazca... así lo amarramos -como era mármol macizo no podíamas cargarlo en brazos, éramos chiquillos- y lo llevamos cerca
de la capitanía del puerto, que primero estaba en donde están
esos edificios, ahora fue transferida a otra parte. Pensamos que
si hubiésemos pasado por allí nos hubieran visto y lo habrían
tomado; en cambio en donde estaba el muro --el muro estaba
bajo pero para nosotros que éramos niños estaba alto- tomamas unos cordeles y los aventamos encima de la banqueta. Después encontramos a un señor que nos dio doscientas liras por el
pedazo de mármol. Lo encontramos por casualidad; nos vio
arrastrar esa piedra y nos preguntó que era: es un pedazo antigua lo encontramos en el mar... No se por qué, no porque lo
convencimos, ello compró, quizá también pensó, «se están matando [de fatiga] estos muchachos, les doy estas doscientas liras
[Ojalá! dejen ya de matarse en esta forma» ... Así nos dio el dinero. Después las liras terminaban como siempre en dulces, juguetes, cine, etc.
caminando por la calle Domiziana, está el Anfiteatro, que es el
tercero en Europa y a la izquierda donde están las catacumbas
de San Gennaro, se llamaba la calle Cclle (celdas). Estaban unas
celdas, en donde se depositaban los huesos de los difuntos. El
subsuelo de Pozzuoli es tres cuartas partes antiquísimo, por lo
tanto, tiene un repertorio arqueológico que es magnífico y que
desgraciadamente los lugareños no lo aprecian.
Gíancario, veintiocho años, mesero:
Allá en donde está la calle Luciani y la calle Campana las dos
eran bodegas y restaurantes romanos, ahora se han descubierto.
También cerca de la iglesia excavaron y estaban otras piezas anliguas abajo, además, si excaváramos abajo de todas las casas de
Pozzuoli. encontraríamos antigüedades, por ejemplo: en donde
está el palacio que se cayó debajo de la iglesia de San Antonio,
han encontrado antigüedades romanas y también en la calle
Campana, cuando fue el aluvión en agosto de 1984, se abrió un
barranco y se descubrió que eso era un acueducto romano, poco
a poco cayó alguna cosa, tú aquí descubres lo que está escrito en
los libros ... Aquí abajo está una gruta que me parece llega a UD
jardín, porque aquí abajo han encontrado demasiadas cosas.
Emilio, jubilado:
El Banio Tierra era una palie importante de Pozzuoli. Al
principio estaba Nerón, con los san-acenos que venían del mar...
después estuvo la dominación antigua romana... y nosotros después en el Barrio Tierra teníamos el obispado.
Enzo, guardián de la Azufrera de Pozzuoli, cuarenta años
aproximadamente:
El Templo de Serapidcs dice que era un matadero, y de
acuerdo a lo que he leído creo que sí, porque toda la historia de
Pozzuoli no la sé. Se llamaba Macellum, Puteum Macellum. una
cosa así. Y dice que allí había un matadero de toda la zona de
Nápoles, se descargaba mercancía, por ejemplo: telas, gallinas,
conejos, era un mercado en general y venía gente de todas partes
a comprar esta mercancía.
Antonio, obrero mecánico-metalúrgico, ahora jubilado:
Zona Flegrea significaba zona de fuego, era muy fértil por
esta razón. Los romanos venían a descansar pero siempre hubo
el peligro del bradísismo que convivía con la gente de aquí. Tenemas el Templo de Serapides. Después, si se va más adelante,
150
Enza, cuarenta años aproximadamente, guardián de la Azu-
frera:
En la azufrera en tiempos antiguos hacían el clarión, que sena el material con que los antiguos romanos trabajaban las píezas de porcelana, los floreros hechos a mano. Después salieron
varias fumarolas y este lugar se ha explotado como zona turfstica ... en la azufrera se podía tener una idea de como Pompeya fue
sepultada por el Vesubio, desde luego miles y miles de veces ampliadas.
Luigi, tapicero, cincuenta años aproximadamente:
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Para nosotros, aquí donde estamos, esta casa está sobre ruinas romanas. Y en efecto al lado están las ruinas romanas, ¿no
las vieron, en el jardín aquí alIado? Ésta era una villa romana, se
hablaba de la Villa de Nerón. Hay abajo unas grutas que eran
unas calles romanas. Tenemos unas grutas delante de nosotros,
aquí dentro donde yo tengo mi almacén, estaban los silos. Pozzuoli era un puerto muy importante, el primer puerto del imperio y por lo tanto las mercancías venían estibadas dentro de estos
silos grandísimos. Había unas grutas, este retículo de grutas que
estaban... y en efecto, si ustedes las ven ahora, hay dos grutas
concomitantes abiertas, otra esta aquí y pasa abajo de aquellas
grutas; y eran retículos de grutas que llegaban al muelle, al puerto, partiendo desde Pozzuoli, en síntesis... El mapa subterráneo
de Pozzuoli es importantísimo. Porque Pozzuoli para estar [es
decir para reemerger del mar] al nivel de la época imperial romana debería subir aún cuatro metros. Para estar a ese nivel; por
lo tanto todavía en ese nivel abajo, hay cosas... que no se sabe.
Hay unos túneles subterráneos en Pozzuoli que ahora están cubiertos, están bajo el mar, también a nivel de aguas calientes; o
bien a nivel de vapores... Llenos de vapores de la azufrera muy
profundos. Unas grutas que llevan a Nápoles. Se caminaba bajo
tierra... Ahora están obstruidas bajo el Barrio Tierra, esta montaña de toba esta agujerada completamente como el queso gruyere. Tiene caminos subterráneos que se encuentran uno con otro,
se cruzan, se baja..Jos griegos fundaron prácticamente Pozzuoli,
tomaron el Barrio Tierra y lo hicieron como fortaleza. No había
un puerto natural, lo crearon ellos, con los túneles, las naves entraban directamente por abajo. Después con los sistemas de tornos que todavía pueden verse, sí, pueden ser observados estos
sistemas, los pasajes de comunicación dentro de estas grutas...
llevaban las mercancías a la superficie. O bien a través de estos
pasajes subterráneos, conservan las mercancías... como en silos.
Emilio, jubilado:
Los primeros en llegar aquí fueron los prófugos de Sama,
pero en ningún lugar no se ha encontrado aún nada. De testimonios romanos hay interminables, pero de objetos verdaderamente griegos en Pozzucli no se ha encontrado todavía nada griego,
[eh! griego ...
Tonina, empleado público, cuarenta años aproximadamente:
152
Los romanos hicieron famosa a Pozzuoli por el turismo, después Bacoli y Lucrino... El centro histórico de Pozzuoli está apoyado en una estructura que es superior por interés histórico a la
que nosotros vemos. Es decir, todas esas casas que tienen un
siglo, dos siglos, que nosotros vemos, pero lo que está abajo es lo
importante. Como el Barrio Tierra por ejemplo... yo sé de todas
las estructuras romanas... de varias civilizaciones, no sólo romanas ... porque precisamente el promontorio del Barrio Tierra está
todo agujerado, en el interior con túneles, grutas que terminan
en el mar. Todos estos pobres que vivían allá se defendían a través de estos túneles que tenían en el subsuelo varias salidas...
porque después el resto el Barrio Tierra estaba cerrado. Tenía
el puente levadizo desde esa parte y de esta otra parte, tenía la
puerta que se cerraba. Una vez cerrado ellos permanecían dentro ... y del lado del Barrio Tierra hay unos caminos por los que se
bajaba, unos pasajes estrechos, que después se introdujeron en
esas grutas más grandes de tal modo que para escapar... en los
pasajes estrechos sólo podía pasar una persona a la vez, así podían defenderse. Después las salidas del lado del mar cuando
llegaban las barcas... en efecto estaba una gruta que terminaba
en el mar, donde ellos arrojaban la mercancfa.; Hay muchas
cosas arriba, sacándolas se podría hacer una zona arqueológica
bellísima... después está el templo que es una cosa... que estaba
incorporado a la catedral y que estaba arriba. Estaban uno encima del otro.
Los monumentos clásicos entran en el proceso de construcción de las identidades individuales como referente de un saber
complejo, especial, porque fue aprendido por experiencia directa
y después confirmada por lo que está en los libros; un saber en el
ámbito del cual la definición del lugar en que se está y la definición de uno mismo, llegan en buena medida a coincidir. Para
confirmar lo que acabamos de decir, los lugares monumentales,
ya tan estrechamente integrados en la vida cotidiana de cada
uno, en la rutina ordinaria, permanecen los referentes privilegiados, tal vez aún más fuertes, en los momentos de crisis.
Salvador, cocinero en una pizzería:
Mis amigos ahora están en Licola, otros en Mondragone, en
el Conjunto Coppola están todos dispersos [después del bradisismo]. Pero nos vemos siempre alrededor del templo de Serapides.
Ya hay un arraigamiento a ese lugar. También cuando hubo el
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bradisismo, el lugar de encuentro era siempre ése. Precisamente
esta mañana bajé y encontré a mis amigos. Nos encontramos
siempre en el templo. El templo siempre ha funcionado y el bar
ha permanecido siempre abierto, aún cn el periodo del bradisísmo fuerte ... porque éste es nuestro punto de encuentro. Ya estamas encariñados con el templo.
En el momento más terrible, más dramático de la crisis, es
aún el monumento el referente a quien se mira para comprender la gravedad del riesgo en acción.
Nicola, obrero mecánico metalúrgico, jubilado:
El 4 de octubre, si no me equivoco era domingo, me encontraba cerca del Templo de Serapides, estaba retirándome a comer. .. cuando escuché un estruendo fuertfsimo, me di la vuelta,
porque precisamente aquí cerca está mi casa, escuché los gritos
de todos más bien los de mi esposa... y escuché todas las campanas de Santa María que sonaban y después un polvo que bajaba,
pero polvo de todas partes, vi las columnas del templo de Serapides que se inclinaban y permanecí petrificado, no sabía qué cosa
hacer, si seguir adelante o retroceder... son momentos que tú
pierdes el control.
Pero está todavía el monumento que inspira a la reflexión
responsable y tranquilizadora.
Dice Luigi, el tapicero:
Pozzuoli tiene esta historia escrita: en dos mil años ha habido
tres erupciones por el bradísísmo. Se sabe. Fuertes daños no ha
ocasionado por lo menos también cuando Pozzuoli era, sí, la
parva Roma, no tuvo grandes daños. Mejor dicho, no está escrito
nada que haya habido daños por el bradisismo, Cuando excavan,
cuando encuentran todos los objetos antiguos, eso es otra cosa.
Eso no se debe al bradisísmo, es debido al tiempo que ha destruido. Ésas son ruinas, que no tienen nada que ver, es otra cosa.
Aún más precisas técnicamente son las definiciones de Antonio, el obrero jubilado:
Aquí tenemos el templo de Serapides, prácticamente la medida visual para fases ascendentes y descendentes del fenómeno
del bradisismo.
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y de Salvador, cocinero en una pizzería:
El Serapides permaneció corno el termómetro del fenómeno.
Sin embargo, la familiaridad con los monumentos de la
edad clásica no implica de ninguna manera una banalización a
los ojos de los habitantes pozzuolanos. Ni me parece que puedan constatar efectos de enajenación. El monumento, la excavación, la ruina, por notables y frecuentados, no se vuelven
más invisibles y no decaen nunca al rol de objetos cualquiera
del paisaje urbano. Hayal contrario, siempre un conocimiento
de su valor, también de su valor estético.
Gennaro, empleado, treinta y ocho años:
Piensa que yo antes del setenta, vivía cerca del templo de Serapides y cuando me levantaba, veía el mar. La gente era feliz aunque tenía poco, porque estaba en un lugar verdaderamente bello.
También para Emilio, jubilado, la experiencia estética es colectiva, no individual, es un hecho compartido por todos los
habitantes de Pozzuoli. Encuentra para expresarlo una expresión lapidaria:
¡Aquí en Pozzuoli las cosas bellas las tenemos frente a nuestros
ojos! [Mientras quien es menos afortunado debe ir a buscarlas.]
Por último, un texto de Salvador puede ser útil para aclarar
hasta qué punto está conscientemente reflexionada y no viseeralmente sentimental la relación con los grandes monumentos.
Aunque había crecido cerca del Serapeion, que es, como él mismo dice, «nuestro lugar de encuentro al cual estamos acostumbrados», sin embargo Salvador no pierde el desapego crítico.
Es también verdadero, que el Serapeion es el símbolo de Pozzuoli. Pero no es verdad que sea el símbolo auténtico; el verdadero símbolo es el Anfiteatro... El Serapeion es un hecho visual, es
decir, allí están los benditos agujeros y todos los ponen en evidencia. Pero para mí es el Anfiteatro la expresión más viva de
Pozzuoli, es algo... la ruina que tiene aún vida, que tiene la posibilidad de ser explotada también a nivel cultural, por alguna cosa
que se pueda organizar, también a nivel juvenil, mientras el Se-
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rapidcs es un hecho aparte, bien aislado, que tiene algo de científico, pero no tiene nada cultural.
Quisiera llevar mi análisis sólo un paso más allá, para examinar más de cerca cuál es la concepción del espacio y cuál es
la concepción del tiempo que los sujetos se construyen en el
curso de una experiencia de vida en un contexto urbano como
el de Pozzuoli.
Como hemos visto, los niños aprendían desde pequeños que
había una jerarquía de los lugares, en cuyo vértice se colocaban
algunos lugares excelentes: el Serapeion y el Anfiteatro. Que se
tratase de lugares excelentes lo afirmaban los adultos, mejor
dicho, en ciertas circunstancias, aquellos adultos particularmente autorizados que son las abuelas, que sabían contar historias bellísimas -no cuentos, hay que destacar- en el ambiente
de las ruinas romanas. Y lo confirmaba el acudir de personas
que venían expresamente desde fuera para verlos y visitarlos.
Las cualidades que los hacían lugares excelentes eran la belleza y la antigüedad. No hay ninguna dimensión que se pueda
considerar mágico-religiosa en las narraciones y en las valoraciones de nuestros interlocutores; el valor de los lugares está
exactamente en su belleza y en su antigüedad. Uno de ellos a
nuestra pregunta de si había leyendas relativas a los monumentos, replicó: «Pero [qué leyendas y leyendas! ¡Esto es historia!»,
Los lugares excelentes no están abiertos para todos, los muchachos no pueden ir a jugar en ellos, pero la violación de la prohibición no conlleva una profanación sino el riesgo de un daño; y
el laico custodio no suelta, en efecto, anatemas o maldiciones,
sino que, en fcrma del todo instrumental, se limita a destruir el
instrumento de los daños eventuales: el balón. Se crea de tal
modo en los muchachos un horizonte de valores y un sentido
de las reglas y de su violación, de las consecuencias que ello
conlleva. Pero, lo que me parece interesante, es que se trata de
un horizonte del todo laico e historizado cuyos referentes no
están en un extramundo, sino que están en el mundo.
Una vez postulada la valoración inicial --es decir, lo que es
antiguo es bello, vale- las prohibiciones, prescripciones, inclusiones y exclusiones se derivan según criterios de patente y
funcional racionalidad. De manera que el episodio del descubrimiento en la playa y de la venta del adorno marmóreo viene
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a asumir el rol de una especie de rito de paso, una especie de
ceremonia de iniciación; pero también muy racional e hístorizada. En la narración del protagonista no se encuentra ningún
sacerdote o maestro; es el grupo de jóvenes iguales, que encuentra y reconoce el pedazo antiguo y que supera un cierto
número de dificultades y peripecias hasta que encuentra un
adulto que reconoce la autenticidad, el valor del descubrimiento de los muchachos; y lo reconoce por medio de aquel extremadamente moderno, racional y secularizado signo de reconocimiento que es el dinero. Los muchachos ganaron así el derecho a hacer del templo de Serapides su lugar de encuentro, a
través de la adquisición de comportamientos conforme a los
valores de la belleza y de la antigüedad por un lado, pero también de comportamientos conforme a las reglas del mercado
por el otro.
Un proceso análogo me parece poder leer en la formación
de las categorías temporales. Hubo un tiempo de los antiguos
que fue un tiempo glorioso, un tiempo en que Pozzuoli era la
pmva Roma y el más grande puerto del imperio. De ese tiempo
se está orgulloso, obviamente, ya que se ha aprendido a valorar
lo que es antiguo y, por lo tanto, también a sí mismos en cuanto
a que se tienen raíces antiguas. No obstante, la concepción del
tiempo es histórica, rigurosamente lineal, el tiempo de los romanos es irrepetible, no alimenta ni mitos de eterno regreso ni
milenarismos, más bien genera un sentimiento de pertenencia a
algo que califica, pero que al mismo tiempo responsabiliza.
De aquí las propuestas de conservación, de custodia más
precavidas y de reutilización, que no he mencionado, y también
la disponibilidad al cambio de residencia si esto significa una
recuperación de los tesoros del subsuelo de Pozzuoli y el comienzo de una valoración arqueológico-turística verdaderamente adecuada.
Quisiera agregar otra observación. Como resulta de los textos que se refieren al bradisismo, los monumentos funcionar!
también como instituciones culturales capaces de garantir la
presencia de los sujetos humanos frente a su posible crisis (de
Martina, 1993), pero, también aquí, las categorías empleadas
son laicas e historizantes. Los monumentos garantizan no por
algún poder mágico, no por una virtud apotropaíca, sino porque su larga duración, su supervivencia a los riesgos puede ser
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razonablemente considerada una prueba de la relativamente
pequeña entidad de estos últimos.
En Pozzuoli el espacio esta profundamente modelado por la
cultura; este espacio humanizado e historizado se hace a su vez
mediador de los procesos de producción y reproducción cultural. PocIemos regresar, para integrarla, a una célebre afirmación
de Evans Pritchard (1975): efectivamente en el origen de la concepción y del uso del espacio en Pozzuoli hay un dato natural
fuerte, un referente importante, que no se puede ignorar ni
reemplazar: el mar. Pero este dato natural fuerte, inmutable
igual a sí mismo, parece entrar en la concepción y en las prácticas del
de los habitantes también, y no menos, por otra y
opuesta calidad: la de una extrema ductilidad, que le permite ser
la
espacial de experiencias estructurales y simbólicas
En síntesis, el mar está ahí para verlo, para trabajar,
el mar para los jovencitos, para los pescadores, para
trabajadores del puerto y el mar de los turistas y de quienes
VIven del tunsmo. Está el mar de los hombres, el de las mujeres,
el ma: de .los.niños, el de los jóvenes y el de los viejos. Es un dato
espacial s.Igruficante para tod.os y utilizable para cada uno según
sus necesidades, en una relación directa o mediata.
Ahora me parece que, aún perteneciendo ellos al orden de lo
construido y no al de lo natural, las mismas cualidades hacen
del centro Pozzuoli, de Plaza de la República, la calle Nápoles y
las calles contiguas al Serapeion y al Anfiteatro, una realidad
de alta cualidad, con una alta especificidad y una caracterízacrón fuerte, y al mismo tiempo se trata de espacios dúctíles, plasmables, convertibles en funciones diferenciadas.
En definitiva, se puede decir que dos son las cualidades más
importantes del espacio urbano de Pozzuoli: es flexible, poco
constrictivo, tal como para posibilitar el funcionamiento de una
estructura soci<:económica compleja y diferenciada, a la que
SIstemas de conocimientos y valores igualmente
articulados: y al mismo tiempo, esta complejidad relacional no
no
y no banaliza el espacio, sino más bien se
alimenta precisamente de los recursos simbólicos que ofrecen
los lugares, de su reconocibilidad, de su belleza. En síntesis no
son sólo las relaciones que hacen la calidad de los lugares (lacobs, 1969); es también la cualidad de los lugares que integra y
potencia la eficacia y el sentido de las relaciones.
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Indudablemente, el caso de Pozzuoli es excepcional, tanto
por la calidad de su estructura urbana, como por el bmdisismo
que haciendo real e inminente el riesgo de perder su espacio, su
ciudad, ciertamente ha concienzado a los pozzuolanos acerca
de su valor. Sin embargo, tanto el caso calificado (???), como el
testigo calificado, no quitan valor a la verificación de la hipótesis. Más bien, a propósito de Pozzuoli, nos sugieren una ulterior
reflexión. No es la ciudad que es enajenante. es la ciudad enajenada que es enajenante.
Pero todo esto, esta riqueza de relaciones en un ambiente
que el alto grado de diferenciación interna hada más practicable para muchos recorridos, se terminó o está por terminar. Los
habitantes de Pozzuoli lo saben bien:
[...] en Pozzuoli ya no hay nada, aunque sí la gente está regresando. Toiano y Monterusccllo han desmantelado completamente Pozzuoli. Aunque si la gente regresa, son pocos los que
regresan,
dice Salvatore T., electricista automovilista, veintisiete años:
Pozzuoli esta «desmantelada».
La percepción de lo a que esto conduce, en térrninos de pérdidas, de ganancias, de costos y beneficios, es bastante clara.
Estas casas de Toiano son mucho más bonitas y grandes, lo
mismo que las de Monteruscello... ¡Si estas casas estuvieran en
Pozzuolil. .. Yo después la mía la remodelé: de dos habitaciones
hice una sola habitación que de día es una estancia, en la entrada hice una gran jardinera. Rosina, mi sobrina, la hija de mi
hermano Gennaro, cuando se casó se tomó sus fotografías en mi
casa [Maddalena V., cuarenta y seis años, ama de casa].
Nuevos referentes, nuevos valores, nuevos símbolos toman
forma y comienzan a circular.
Queda claro a todos, el problema de fondo:
Toiano es un lugar más bien escuálido, porque es sólo para
dormir,
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dice Luigi N., cincuenta y cuatro años, tapicero, obligado por el
bradisismo a cerrar su fábrica en la calle Nápoles.
De esto se trata exactamente en las colonias de nuevos asentamientos, el hecho de que están «habitadas solamente). El malestar no nace de la necesidad de alguna adaptación de poblaciones retrasadas, o de los efectos psico-sociales de algún depaysemento Se trata de un choque cultural y factual entre quienes
viven, con su memoria, y quien hace el proyecto, con la fuerza
-y la prepotencia- de la construcción. De una construcción
que puede servir para «habitar solamente).
CAPITULO NOVENO
HISTORIAS DE TRABAJO EN NÁPOLES
El tema y el método
El presente texto se basa en la comparación sistemática entre dos historias de vida o autobiografías orales. Me propongo
dos objetivos. El primero se refiere al análisis del contenido de
las dos narraciones. Como se verá, las dos historias proponen
perentoriamente, en forma exclusiva, un núcleo temático central: el trabajo de los dos protagonistas. En cierta forma, más
que historias de vida tienden a configurarse como historias de
la vida laboral: y esto no a causa sino a pesar de las tentativas
de los entrevistadores de ampliar el discurso en otros temas. Se
trata de dos trabajadores urbanos tradicionales, un obrero mecánico y un carpintero artesano. Figuras productivas y profesionales que, en tiempos diferentes, fueron centrales en el sistema
productivo urbano-industrial, y que hoy son consideradas marginadas y en vías de extinción. Más en general, son las modalidades tecnológicas, económicas, sociológicas y culturales que
han constituido el papel de estos dos sujetos a ser consideradas
en decadencia y destinadas a desaparecer en el cuadro de una
reorganización del sistema productivo que verá (y en parte ya
ve) prevalecer una forma de producción electrónica, robotizada, informatizada y cableada.
Sin embargo, la hipótesis de trabajo que orienta mis refle160
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