Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. I. TEORÍA GENERAL DEL ACTO JURÍDICO. A. Nociones generales y clasificaciones. 1. Hechos materiales, hechos jurídicos, actos jurídicos y negocios jurídicos. La situación de esta teoría en nuestro CC, es que éste no regula una teoría general del acto jurídico. Si se examina el Libro IV, hay una teoría general, pero del contrato, de manera que la teoría general del acto jurídico pura, constituye más bien una creación doctrinaria realizada sobre la base de la teoría del contrato, contenida en los arts. 1437 y siguientes1. Primero que todo, para hablar de acto jurídico, es necesario ubicarlo dentro del contexto de los hechos. H e c h o e n g e n e r a l , es cualquier cosa que ocurre, sucede o acontece; dentro de lo que son los hechos en general, es posible distinguir dos clases de hechos: los hechos materiales y los hechos jurídicos. i. Lo h e c h o s m a t e r i a l e s son todos aquellos acontecimientos o sucesos causados por la sola acción de la naturaleza o la acción humana, pero que carecen de relevancia jurídica. Se trata de acontecimientos que no producen efectos en el mundo jurídico, así, en general, una puesta de sol no produce efectos jurídicos (en general, porque en la Ley del Tránsito se usa de referencia para encender las luces de los automóviles), tampoco produce efectos, en general, un saludo (en general, porque en las fuerzas armadas no saludar a un superior, puede traer consecuencias). ii. Los h e c h o s j u r í d i c o s son aquellos sucesos o acontecimientos causados por la acción de la naturaleza o del hombre que producen consecuencias en el mundo jurídico, que pueden ser de creación, modificación o extinción de derechos y obligaciones. Dentro de los hechos que suceden diariamente, muchos de ellos producen consecuencias jurídicas, es decir, caen dentro de los hechos jurídicos. La doctrina distingue dentro de los hechos jurídicos, atendiendo a la causa generadora de estos sucesos, entre: hechos jurídicos de la naturaleza y hechos jurídicos del hombre. - Los h e c h o s j u r í d i c o s d e l a n a t u r a l e z a tienen su causa generadora en la naturaleza, suceden sin intervención del hombre, como por ejemplo, el transcurso del tiempo, el nacimiento o la muerte. - Los h e c h o s j u r í d i c o s d e l h o m b r e , en cambio, tienen su causa generadora en una conducta humana; algunas doctrinas se encargan de precisar que para estar frente a esta categoría de hechos jurídicos, es menester que la conducta sea conciente y voluntaria. Dentro de lo que son los hechos jurídicos del hombre, es necesario distinguir entre: hechos jurídicos del hombre en sentido estricto, y los actos jurídicos. a) El h e c h o j u r í d i c o d e l h o m b r e e n s e n t i d o e s t r i c t o , deriva de una conducta realizada de manera conciente y voluntaria, pero realizada En estos apuntes cada vez que se citen artículos sin nombrar su fuente, se entiende que pertenecen al Código Civil. 1 1 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. sin la intención de producir efectos jurídicos, como por ejemplo, el delito y cuasidelito civil (aquí la consecuencia jurídica es la responsabilidad extracontractual), la ocupación de las cosas de nadie. b) Los a c t o s j u r í d i c o s , son hechos humanos concientes y voluntarios realizados con la intención de producir efectos jurídicos, efectos que pueden ser de creación, modificación, o extinción de derechos y obligaciones. HECHOS Hechos Materiales Hechos Jurídicos Hechos J. de la Naturaleza Hechos J. del hombre H. J. del hombre en sentido estricto Actos Jurídicos La importancia de la distinción entre una u otra clase de hechos jurídicos voluntarios, reside en la determinación del régimen aplicable. A un hecho que pueda calificarse de acto jurídico, si no está sometido a una norma especial, se le aplicarán los principios generales de éste, lo que no puede ocurrir si el hecho es voluntario en sentido estricto, salvo que al hecho la ley lo asimile a un acto jurídico. Para la doctrina clásica francesa, cuando este hecho jurídico causado por la acción del hombre es realizado con la intención de crear consecuencias jurídicas, se está en presencia de un acto jurídico (manifestación de voluntad hecha con la intención de producir efectos jurídicos, en cuanto crea, modifica o extingue derechos y obligaciones). Así, hecho jurídico voluntario en sentido estricto, es el hecho jurídico causado por la acción del hombre sin la intención de producir consecuencias jurídicas, y ellas se producen por la sola determinación de la ley, prescindiendo de la voluntad del sujeto. En las doctrinas italiana y alemana, en cambio, se encuentra el concepto de n e g o c i o j u r í d i c o , y el negocio jurídico que estas doctrinas entienden, es lo mismo que para nosotros es el acto jurídico, esto es, el acto humano consciente y voluntario que se realiza con la intención de producir efectos jurídicos (efectos producidos por sus autores). Para estas doctrinas el concepto de acto jurídico es lo que nosotros considerábamos hecho humano en sentido estricto, es decir, acto humano sin la intención de producir efectos jurídicos. Nuestro CC sigue la doctrina clásica francesa (en general), sin embargo, la teoría del acto jurídico no está reglamentada en el Código de manera sistemática; en él no se menciona la expresión acto jurídico, sino que se habla de actos y contratos. Es por ello que su reglamentación está dispersa en el Libro IV ("De las obligaciones en general y de los contratos"). La definición dada de acto jurídico, es para efectos de ubicarla dentro del contexto del hecho jurídico. Pero al hablar de a c t o j u r í d i c o p r o p i a m e n t e t a l , la doctrina lo define como la manifestación o declaración de voluntad de una o más partes, que se realiza con la intención de producir efectos jurídicos, ya sea de creación, 2 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. modificación, o extinción de derechos y obligaciones. La diferencia con la otra definición, es que ésta pone énfasis en el núcleo central del acto jurídico, que es que todo acto jurídico es una manifestación de voluntad que se realiza con el propósito de producir efectos jurídicos. Algunas doctrinas critican que el propósito de realizar tal manifestación de voluntad sea producir efectos jurídicos, ya que lo que las personas buscan es satisfacer sus necesidades, por ejemplo, satisfacer sus necesidades económicas. Esta crítica, sin embargo, no tiene gran aporte. Los efectos jurídicos pueden ser de variada índole, pueden ser de creación, de modificación, o de extinción de derechos y obligaciones. Un ejemplo de acto jurídico que cree derechos y obligaciones es un contrato; un ejemplo de acto jurídico que modifique derechos y obligaciones, es una cesión de créditos o tradición de derechos personales (la modificación está en que se cambia el acreedor); por último, un ejemplo de acto jurídico que extinga derechos y obligaciones, es el pago (según el legislador pago es la prestación de lo que se debe). Dentro del esquema inicial de la teoría del acto jurídico, se ha establecido una cadena: se ha mencionado el hecho, el hecho jurídico, los hechos humanos jurídicos, y los actos jurídicos (negocios jurídicos); por ello, ahora es necesario ubicar este esquema dentro del contexto del contrato. Así, el contrato no es sino una especie de acto jurídico, sin duda que es el acto jurídico que con mayor frecuencia se utiliza. Para entender la ubicación concreta del contrato como acto jurídico, hay que decir que el contrato es un acto jurídico bilateral destinado a crear derechos y obligaciones; existe una relación de género-especie, en donde el género es el acto jurídico y la especie es el contrato. En otras palabras, se puede decir el contrato es un acuerdo de voluntades, celebrado entre dos o más partes, que crea derechos y obligaciones. 2. Diversas clasificaciones de los actos jurídicos. El acto jurídico es susceptible de clasificarse atendiendo a distintos criterios: i. La primera clasificación, es aquella que distingue entre actos jurídicos unilaterales y actos jurídicos bilaterales, esto, atendiendo al número de partes o de voluntades necesarias para que el acto jurídico nazca a la vida del derecho o se perfeccione. El a c t o j u r í d i c o u n i l a t e r a l , es aquel que resulta de la manifestación de voluntad de una sola parte; y el a c t o j u r í d i c o b i l a t e r a l , es aquel que se perfecciona por el acuerdo de voluntades de dos o más partes. A propósito de la definición de acto jurídico bilateral, hay que tener presente que hay autores que distinguen entre actos jurídicos bilaterales y actos jurídicos plurilaterales. Los bilaterales serían aquellos que se perfeccionan por el acuerdo de voluntades de dos partes, y los p l u r i l a t e r a l e s son aquellos que resultan de la manifestación de voluntad de más partes; por ejemplo, una sociedad formada por dos socios es bilateral, y es plurilateral si se forma por tres o más socios. Esta clasificación en materia de acto jurídico no es tan importante, pero sí lo es en materia de contrato, donde el criterio no es sólo matemático, sino que también jurídico (número de partes que resultan obligadas). En los actos jurídicos unilaterales no necesariamente interviene la voluntad de una sola persona, porque cada “parte” puede ser una o más personas, pero que actúan con un mismo fin e interés jurídico. Por tanto, una sola voluntad o parte es distinto a una sola persona, ya que parte es igual a una persona o conjunto de 3 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. personas que constituyen un sólo centro de interés, así por ejemplo, si cuatro personas son copropietarias de un fundo y lo venden conjuntamente a otro sujeto, los cuatro comuneros constituyen un sólo centro de interés y, por su lado, el comprador constituye otro centro de interés, en consecuencia, sólo hay dos partes; otro ejemplo, son los relativamente incapaces que actúan autorizados por sus padres, puesto que el padre y el hijo actúan en un mismo sentido y conforman una sola voluntad. El art. 1438 que define al contrato, dice que cada parte puede ser una o muchas personas. Por lo tanto, para el CC parte es equivalente a voluntad; en todo caso hay autores que prefieren recurrir al concepto de partes y no de voluntades. Hay que tener en cuenta que la ley en algunos casos exige la manifestación de voluntad de una sola “persona” para que nazca el acto, por ejemplo el testamento, que es un acto de una sola persona. Art. 1438. Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas. Un clásico ejemplo de acto jurídico unilateral lo constituye el testamento, el cual se encuentra regulado en los arts. 999 y siguientes. En el ámbito del derecho de familia, otro acto jurídico unilateral es el reconocimiento de hijos, lo que se perfecciona con la sola voluntad del reconociente, lo cual es independiente al repudio que pueda hacer el hijo.2 El ejemplo clásico de acto jurídico bilateral, es el contrato, los cuales son bilaterales porque para perfeccionarse requieren necesariamente de un acuerdo de voluntades; otro ejemplo es el pago; la cesión de créditos. El concepto de acto jurídico bilateral es sinónimo del concepto de convención, es decir, c o n v e n c i ó n no es sino un acto jurídico bilateral destinado a crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones. Cuando la convención crea derechos y obligaciones, toma el nombre de contrato, y a partir de esta afirmación es que se puede decir que entre convención y contrato existe una relación de género a especie, siendo el género la convención y la especie el contrato. Siendo esta la relación (género-especie), resulta lógico entonces que existan ciertas convenciones que no tengan el carácter jurídico de un contrato, como aquellas convenciones destinadas a modificar derechos y obligaciones, por ejemplo, la cesión de créditos, que es una figura destinada a modificar el contenido de un acto jurídico, en concreto, modifica el sujeto activo en una relación jurídica obligacional, es decir, modifica al acreedor3. Existen también Esta clasificación es muy importante, un ejemplo de aquello es una posible pregunta de examen de grado que formuló el profesor GALVÁN, consiste en la definición y ejemplos de acto jurídico unilateral, así se pueden nombrar como ejemplos: a la oferta y a la aceptación (a propósito de la formación del consentimiento); la renuncia de un derecho; la confirmación de un acto (a propósito de la nulidad relativa); la concesión de poder de representación; la revocación del poder; la ratificación del mandante al mandatario que se extralimitó del poder; la ratificación del dueño de la venta de una cosa ajena; la aceptación de una herencia; etc. Estos ejemplos son con el propósito de demostrar que el acto jurídico puede estar presente en cualquier figura del Derecho civil. 3 Aquí también se puede mencionar al modo de adquirir tradición, la cual requiere, para nacer, del consentimiento del tradente y del adquirente. En efecto, la tradición se presenta, para el adquirente, como una convención que persigue el traspaso del dominio, o si requiere, la modificación de un derecho, toda vez que a través de ella cambia la persona del titular del dominio; y para el tradente, en cambio, es equivalente al modo de extinguir las obligaciones pago efectivo o solución, ya que una vez que la efectúa extingue la obligación de dar la cosa, por ende, constituye par él una convención que tiene como propósito la extinción de una obligación (VIAL DEL RÍO). 2 4 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. convenciones destinadas a extinguir derechos y obligaciones, es lo que ocurre con el pago (jurídicamente hablando el pago es un acto jurídico bilateral, porque para perfeccionarse requiere del acuerdo de voluntades, y en particular es una convención), el mutuo discenso o resciliación.4 Esta distinción conceptual entre convención y contrato no está reconocida en el CC, ya que el legislador en el art. 1438, en donde define al contrato, hace sinónimos a ambos términos. Es por ello que nuestro CC, en este punto, es técnicamente imperfecto, ya que hace sinónimas ambas expresiones, y dentro de esta imperfección se entiende que cuando se utiliza la expresión acto, éste se está refiriendo a los actos jurídicos unilaterales, y la expresión contrato se estaría refiriendo a los actos jurídicos bilaterales o convención.5 ii. Otra clasificación distingue entre actos jurídicos gratuitos y actos jurídicos onerosos, esto atendiendo a la utilidad que reportan o reciben las partes. El a c t o j u r í d i c o g r a t u i t o es aquel que sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, produce el enriquecimiento de una de las partes y el empobrecimiento de la otra; por ejemplo, el contrato de donación. Y el a c t o j u r í d i c o o n e r o s o es aquel que tiene por objeto la utilidad de ambas partes, que se enriquecen y empobrecen recíprocamente, por ejemplo, el contrato de compraventa.6 Los actos jurídicos onerosos se subclasifican, atendiendo a la previsibilidad del resultado económico, en a c t o s j u r í d i c o s c o n m u t a t i v o s , cuando aquello a que las partes se obligan a dar, hacer o no hacer se mira como equivalente (no es que lo sean); y a c t o s j u r í d i c o s a l e a t o r i o s , en ellos el beneficio que las partes puedan reportar del acto es incierto, porque depende de hechos futuros, hechos que envuelven una contingencia incierta de ganancia o pérdida (este beneficio en cuanto incierto, lo es para ambas partes).7 Aleatorio significa lo incierto, lo que no se sabe como va a suceder o ser. Hay contratos que por naturaleza son aleatorios, como el juego y la apuesta, y otros A propósito de la extinción, la novación tiene un carácter híbrido, ya que en cuanto extingue una obligación, es una convención, y en cuanto da origen a una nueva, es un contrato. Se trata de obligaciones que están causalmente vinculadas, porque la primera se extingue en virtud del surgimiento de la segunda, y la segunda surge a raíz de la extinción de la primera. 5 Cuando se estudie la clasificación de los contratos, el legislador también clasifica a estos en unilaterales y bilaterales, pero aquí el criterio no puede ser el mismo, ya que los contratos son siempre actos jurídicos bilaterales, pero una vez que han nacido como tales, puede suceder que todas las partes no resulten obligadas. Aquí el criterio es el número de partes que resultan obligadas, así c o n t r a t o u n i l a t e r a l es aquel que genera obligaciones para una de las partes, por ejemplo, el comodato, ya que sólo quien recibe la cosa en préstamo queda obligado a restituirla (pero en cuanto acto jurídico es bilateral); también es unilateral el contrato de donación (salvo el caso de la donación con cargas). El c o n t r a t o b i l a t e r a l en cambio, es aquel en que ambas partes quedan recíprocamente obligadas, por ejemplo, la compraventa. 6 A propósito de los contratos, en doctrina se ha establecido la siguiente regla: los contratos bilaterales son siempre onerosos y los unilaterales pueden ser gratuitos u onerosos (por ejemplo, en el contrato de depósito cuando se le permite al depositario usar la cosa dada en depósito); sin embargo, el profesor Rafael VALENZUELA FUENZALIDA cree que el hecho de ser bilateral no lo hace necesariamente oneroso, ya que puede ser bilateral y gratuito, como por ejemplo, el mandato sin remuneración o la donación con carga. En igual sentido se pronuncia Jorge LÓPEZ SANTA MARÍA, quién señala que el criterio para discernir si un contrato es unilateral o bilateral es eminentemente técnico jurídico: si una de las partes o ambas resultan obligadas en el instante del nacimiento del contrato, en cambio, la calificación de un contrato como gratuito u oneroso no depende de una consideración dogmática del Derecho civil, sino que exclusivamente de la particularidad de que el contrato resulte útil o provechoso para uno sólo de los contratantes o para ambos, es decir, responde a un criterio económico. 7 Esta clasificación está presente en los apuntes del profesor VIDAL. 4 5 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. que pueden hacerse aleatorios, como ocurre con la compraventa de la próxima cosecha (art. 1813), lo que equivale a la compra de la suerte. Art. 1813. La venta de cosas que no existen, pero se espera que existan, se entenderá hecha bajo la condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte. iii. Otra clasificación distingue entre actos jurídicos entre vivos y actos jurídicos mortis causa; el criterio de clasificación atiende al momento en que los actos producen sus efectos. Los a c t o s j u r í d i c o s p o r c a u s a d e m u e r t e o m o r t i s c a u s a son aquellos cuyos efectos están subordinados a la muerte de una persona. El paradigma de estos actos es el testamento, ya que la eficacia de éstos está supeditada a la muerte del testador; lo mismo ocurre con las donaciones revocables, el seguro de vida, etc. Es necesario distinguir entre el perfeccionamiento jurídico del acto, y sus efectos, ya que es importante precisar que no todo acto jurídico cuyos efectos se ven alterados por la muerte de una persona, tienen necesariamente el carácter de mortis causa, como por ejemplo, el contrato de renta vitalicia, en virtud del cual una persona será dueña de un bien raíz pero con la obligación de pagar a alguien una renta por el resto de su vida; por tanto, la muerte es un elemento que influye, pero sigue siendo un contrato entre vivos porque produce efectos sin que tenga que producirse la muerte, en otras palabras, la renta vitalicia es un contrato aleatorio y sus efectos se producen mientras estén vivas las partes, por ende es un contrato entre vivos. Los a c t o s j u r í d i c o s e n t r e v i v o s son todos aquellos cuyos efectos no están subordinados a la muerte de una persona, y constituyen la regla general. iv. Otra clasificación distingue entre actos jurídicos formales y no formales, esto atendiendo a si el acto para existir o producir plenos efectos requiere o no cumplir con ciertas formalidades, o atendiendo a los requisitos externos a los cuales se encuentran sujetos. Esta clasificación se relaciona directamente con las formalidades (solemnidades, formalidades habilitantes, por vía de prueba, y por vía de publicidad) Los a c t o s f o r m a l e s son aquellos que para existir o para producir plenos efectos requieren del cumplimiento de ciertas formalidades, o, son aquellos que para su celebración o realización la ley exige que se cumplan determinadas formas o requisitos externos; por ejemplo, en el ámbito del derecho patrimonial, el contrato de compraventa de bienes raíces; también todo contrato que contenga la entrega o promesa de una cosa que valga más de dos UTM debe constar por escrito, ya que de lo contrario, no valdrá la prueba de testigos. Los a c t o s n o f o r m a l e s o c o n s e n s u a l e s son aquellos cuya existencia y eficacia no está subordinada a la observancia de formalidades, o dicho de otro modo, son aquellos que para su nacimiento a la vida del derecho basta la manifestación de voluntad si es unilateral, o la manifestación o acuerdo de voluntades si es bilateral, por ejemplo, la compraventa de un mueble que valga menos de dos UTM. Al examinar el art. 1445, es posible afirmar que la regla general lo constituyen los actos no formales, pero en la práctica son tantas las limitaciones que existen, que esta afirmación está sensiblemente deteriorada. 6 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1º que sea legalmente capaz; 2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio; 3º que recaiga sobre un objeto lícito; 4º que tenga una causa lícita. La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra. v. Otra clasificación distingue entre actos jurídicos puros y simples, y actos jurídicos sujetos a modalidad, esto atendiendo a la manera en que los actos producen sus efectos. Los a c t o s j u r í d i c o s p u r o s y s i m p l e s (los que no están sujetos a modalidades) son aquellos que producen sus efectos desde que se celebran, y en principio, de manera indefinida; en otras palabras, es aquel que en cuanto se perfecciona da nacimiento a un derecho, cuyo ejercicio puede ser inmediato y su duración indefinida. Los a c t o s j u r í d i c o s s u j e t o s a m o d a l i d a d , en cambio, son aquellos cuyos efectos normales se encuentran alterados por la presencia de una modalidad, ya sea en cuanto a su nacimiento, ya sea en cuanto a su exigibilidad, o en cuanto a su extinción. La regla general la componen los actos jurídicos puros y simples, y esto porque las modalidades, en principio, constituyen un elemento puramente accidental del acto jurídico, y además no son aplicables de manera uniforme a todos los actos, sino que fundamentalmente a los actos jurídicos de índole patrimonial.8 vi. Atendiendo a si los actos tienen o no asignada una reglamentación legal, se distingue entre actos jurídicos típicos y actos jurídicos atípicos. Los a c t o s j u r í d i c o s t í p i c o s son aquellos que están reglamentados o estructurados en la legislación, por ejemplo, el matrimonio, el testamento, la hipoteca, la adopción, etc. Los a c t o s j u r í d i c o s a t í p i c o s , en cambio, son los que no están ni nominados, ni reglamentados o sistematizados por la ley (ésta no les ha trazado su figura propia); estos van surgiendo como creación de los particulares, en la medida de sus intereses y necesidades, y al no encontrar un adecuado medio de expresión en los actos típicos. Por ejemplo, el contrato de arrendamiento de vientre o de útero, el contrato por el cual se transfiere a un futbolista profesional de un club a otro, el contrato de talaje9. Las principales modalidades son: la c o n d i c i ó n , que es el hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o extinción de un derecho (puede ser suspensiva o resolutoria); el p l a z o , que es el hecho futuro y cierto del cual depende el ejercicio o la extinción de un derecho (ejercicio: plazo suspensivo; extinción: plazo extintivo); y el m o d o , que es la forma particular de ejercer un derecho o cumplir una obligación de hacer algo en un determinado sentido, por ejemplo, la venta de una propiedad sujeta al modo de que quién la compre la destine para cierto tipo de negocios. El modo puede ir acompañado de una cláusula resolutoria que imponga la obligación de restituir la cosa y los frutos si éste no se cumple. Las modalidades son excepcionales, por lo tanto no se presumen, por lo que para su existencia requieren de un pacto expreso de las partes. En forma excepcional la ley puede subentender la modalidad, por ejemplo, la condición resolutoria tácita (art. 1489), como también en el art. 1813 que establece la “condición” de existir, ya que la venta de cosas que no existen, pero que se espera que existan, se entenderá hecha bajo la condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte. Por regla general todos los actos jurídicos admiten pactar modalidades, con la excepción del matrimonio y los actos de derecho de familia que son puros y simples. 9 El contrato de talaje es aquel que se celebra entre el dueño de un potrero y el dueño de animales, el cual los coloca en potrero, mediante un precio determinado, obligándose el primero a dejar pastar los animales y a cuidarlos con la diligencia de un hombre prudente, y el segundo a pagar el precio convenido. Son pues esenciales en este contrato: el goce de los pastos, el cuidado de los animales por el dueño del potrero, y el precio. 8 7 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Los actos atípicos, en virtud del principio de autonomía de la voluntad (concretamente, en virtud de la libertad contractual), tienen pleno valor en nuestro ordenamiento, siempre y cuando se ajusten a las normas generales de los actos jurídicos y no alteren la moral, las buenas costumbres y el orden público. vii. Otra clasificación distingue entre actos jurídicos de derecho patrimonial y actos jurídicos del derecho de familia, y el criterio según la doctrina, es la finalidad del acto jurídico. Los a c t o s j u r í d i c o s p a t r i m o n i a l e s son aquellos que tienen por objeto regular derechos y obligaciones de contenido pecuniario, o, son aquellos actos que tienen prestaciones de contenido económico, evaluables en dinero (principalmente son de orden privado). Los a c t o s d e f a m i l i a , en cambio, son aquellos destinados a regular las relaciones personales de quienes integran un grupo familiar o de un sujeto, pero en cuanto forma parte del grupo familiar (el derecho y obligación a regular es de contenido no patrimonial). Normalmente quedan fuera del campo de aplicación del principio de autonomía de la voluntad (por el orden público) y son instituciones que dan lugar a derechos personalísimos; por ejemplo, el reconocimiento de un hijo, un acuerdo en virtud del cual los padres establecen el régimen de cuidado del menor, etc. Esta clasificación tiene el significado que la doctrina le da normalmente a estos actos, sin embargo, el derecho de familia no se agota en el estudio de las relaciones personales del matrimonio, ya que hay una materia importante que es el derecho de familia patrimonial, que tiene particularidades que se guían por los mismos parámetros del derecho patrimonial (común). La importancia de esta clasificación es en cuanto a la normativa aplicable, ya que en los actos de derecho patrimonial rige la autonomía de la voluntad, por lo tanto, las normas que rigen este ámbito son simplemente supletorias de la voluntad particular, así las partes pueden cambiarlas o derogarlas; en cambio, las normas del derecho de familia son de orden público, y por lo tanto inderogables por las partes. La organización de la familia es considerada por la ley como materia de orden público, por esto, dichos actos dan lugar a derechos personalísimos, que son los que tiene una persona por ser tal (ejemplo, padre, hijo) sin que puedan ser transferidos o renunciados, como por ejemplo, el derecho de pedir alimentos. Lo patrimonial está supeditado a lo familiar. viii. Otra clasificación distingue entre actos constitutivos, declarativos y traslaticios, esto atendiendo a los efectos que produce el acto. El a c t o j u r í d i c o c o n s t i t u t i v o es aquel que crea un derecho nuevo o que da origen a una situación jurídica nueva, como por ejemplo, el matrimonio, el cual da origen al estado civil de casado; también el reconocimiento de hijos, por cuanto concede a una persona el estado civil de hijo (este es un acto constitutivo particular, debido a su efecto retroactivo), sin embargo algunos autores señalan que en este caso solamente se está declarando una situación jurídica preexistente. Los a c t o s d e c l a r a t i v o s son aquellos que se limitan a reconocer una situación jurídica preexistente, como por ejemplo el acto de partición, que es el acto en virtud del cual se pone término a un estado de indivisión (comunidad); se refiere al efecto declarativo de la partición el art. 718, que señala que cada uno de los partícipes de una cosa que se poseía proindiviso, se entenderá haber poseído exclusivamente la parte que por la división le cupiere. Este acto 8 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. constituye un acto declarativo, en cuanto se limita a reconocer un derecho preexistente, de ahí que opere con efecto retroactivo, lo cual es una característica propia de estos actos (esto es importante por la prescripción adquisitiva), ya que éstos tienden a producir sus efectos desde el momento en que se originó la relación jurídica y no sólo desde que se constató o reconoció. Art. 718. Cada uno de los partícipes de una cosa que se poseía proindiviso, se entenderá haber poseído exclusivamente la parte que por la división le cupiere, durante todo el tiempo que duró la indivisión. Podrá pues añadir este tiempo al de su posesión exclusiva, y las enajenaciones que haya hecho por sí solo de la cosa común y los derechos reales con que la haya gravado, subsistirán sobre dicha parte si hubiere sido comprendida en la enajenación o gravamen. Pero si lo enajenado o gravado se extendiere a más, no subsistirá la enajenación o gravamen contra la voluntad de los respectivos adjudicatarios. Los a c t o s t r a s l a t i c i o s son aquellos que sirven de antecedente para la transferencia de un derecho ya existente. El legislador en materia de posesión se refiere en el art. 703 a los títulos traslaticios de dominio, y dice que son los que por naturaleza sirven para transferir el dominio, como la venta, la permuta, y la donación entre vivos. Atendida la forma en que opera la adquisición del dominio en nuestro sistema, no es propio decir que son actos que transfieren el dominio, es mejor señalar que para que opere la tradición de un derecho real, y la transferencia sea válida, se requiere previamente de un título traslaticio de dominio (como la venta), es decir, un acto jurídico que dé la posibilidad de traspasar el dominio. Art. 703. El justo título es constitutivo o translaticio de dominio. Son constitutivos de dominio la ocupación, la accesión y la prescripción. Son translaticios de dominio los que por su naturaleza sirven para transferirlo, como la venta, la permuta, la donación entre vivos. Pertenecen a esta clase las sentencias de adjudicación en juicios divisorios, y los actos legales de partición. Las sentencias judiciales sobre derechos litigiosos no forman nuevo título para legitimar la posesión. Las transacciones en cuanto se limitan a reconocer o declarar derechos preexistentes, no forman nuevo título; pero en cuanto transfieren la propiedad de un objeto no disputado, constituyen un título nuevo. ix. Atendiendo a la forma de subsistir, se distingue entre a c t o s j u r í d i c o s p r i n c i p a l e s , que son aquellos que pueden subsistir por sí mismos sin la necesidad de otro acto jurídico; y a c t o s j u r í d i c o s a c c e s o r i o s , que son aquellos cuya subsistencia reclama la existencia de otros actos jurídicos, a los que acceden o están íntimamente relacionados10; el ejemplo típico son las cauciones, que de acuerdo al art. 46, es toda obligación que se contrae para seguridad del cumplimiento de otra obligación propia o ajena. Art. 46. Caución significa generalmente cualquiera obligación que se contrae para la seguridad de otra obligación propia o ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda. VODANOVIC dice que son los que tienen por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella. Esto es distinto a los a c t o s d e p e n d i e n t e s , que son aquellos actos que, si bien, para subsistir requieren de otro acto jurídico, no tienen por objeto asegurar el cumplimiento de obligación alguna, por ejemplo, una capitulación matrimonial celebrada antes del matrimonio en virtud de la cual los esposos pactan la separación total de bienes. En otras palabras, los actos dependientes son los que para subsistir o para producir sus efectos están subordinados a la existencia de otros actos, pero no para asegurar el cumplimiento de éstos últimos. 10 9 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Es oportuno destacar que los actos jurídicos accesorios no pueden subsistir, es decir, mantener la vida o seguir viviendo sin un acto jurídico principal que les sirva de apoyo, pero pueden tener existencia jurídica con anterioridad al acto principal. Tal cosa puede ocurrir, por ejemplo, en la hipoteca para garantizar cosas futuras, o también en la cláusula de garantía general hipotecaria.11 Esta clasificación sólo tiene importancia para determinar la extinción de unos y otros, de acuerdo con el aforismo de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, pero no lo principal la suerte de lo accesorio; por lo tanto, extinguida la obligación principal, quedan extinguidas las obligaciones accesorias. Por eso el art. 2516 dice que la acción hipotecaria y las demás que proceden de una obligación accesoria, prescriben junto con la obligación a que acceden. Art. 2516. La acción hipotecaria, y las demás que proceden de una obligación accesoria, prescriben junto con la obligación a que acceden. x. Actos de eficacia real y actos de eficacia obligatoria12. Los a ct os de efi caci a real son aquellos cuyo efecto propio inmediato es el de constituir, transferir o extinguir un derecho real (tradición, renuncia abdicativa de un derecho real); los act os de efi caci a ob l i gat ori a , en cambio, son aquellos cuyo efecto propio inmediato es dar nacimiento a relaciones obligatorias, es decir, a derechos personales u obligaciones. En el Derecho chileno, todos los contratos son actos de eficacia puramente obligatoria; engendran obligaciones o derechos personales, y nunca por sí solos dan origen a derechos reales. Así, el CC no da virtud traslativa de derechos reales a la compraventa (lo mismo que a todos los contratos), sino eficacia puramente obligatoria, y por ello declara con lógica consecuente que la venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo (art. 1815). Art. 1815. La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo. x. En cuanto a la extensión de las facultades del que realiza el acto jurídico, estos se clasifican en act os d e di sposi ci ón , que son los que pueden implicar una disminución del patrimonio; por ejemplo, las enajenaciones, hipotecas, servidumbres, son actos que comprometen definitivamente el porvenir económico de un bien. En cambio, los act os de adm i ni st raci ón , no implican una disminución del patrimonio, o dicho de otro modo, no comprometen definitivamente el porvenir de un bien, sino que por un tiempo corto y son frecuentemente renovables, por ejemplo, el arrendamiento. xi. Por último, se distingue entre a ct os j urí di cos abst ract os , que son aquellos que se caracterizan porque ni expresan la causa del negocio, ni la llevan incorporada en sí, debiendo buscarse la misma en una relación extraña a él.; por ejemplo, los actos jurídicos cambiarios. Los a ct os j urí di cos caus al e s , en El profesor GALVÁN señala que es un muy usual esta situación, sobretodo en las instituciones bancarias, a propósito de la apertura de una línea de crédito, en donde antes se solicita la constitución de una garantía, para proceder luego a constituir la línea de crédito. 12 Esta clasificación es muy importante, por ello la pregunta el profesor GALVÁN. 11 10 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. cambio, tienen su eficacia subordinada a una causa material como elemento típico del negocio.13 B. Elementos o estructura del acto jurídico. 1. Elementos de la esencia, de la naturaleza y accidentales. Para los efectos de establecer cuales son los elementos del acto jurídico, la doctrina se basa en el art. 1444 que establece los elementos del contrato, del cual se extraen los elementos del acto jurídico. Art. 1444. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las cosas que son de su naturaleza, y las cosas puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él se entienden pertenecerle sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales. Este artículo señala que hay tres clases de elementos: de la esencia, de la naturaleza y accidentales o puramente accidentales. Los e l e m e n t o s d e l a e s e n c i a son aquellos sin los cuales el acto no produce efecto alguno, o degenera en otro distinto. Basándose en la definición del art. 1444 se pueden distinguir dos elementos de la esencia: los elementos de la esencia comunes o generales a todo acto jurídico, y los elementos de la esencia propios o particulares de cada acto jurídico. Los e l e m e n t o s d e l a e s e n c i a c o m u n e s o g e n e r a l e s , son aquellos sin los cuales el acto no produce efecto alguno. El profesor VIAL DEL RÍO señala que si bien el art. 1445 enumera los requisitos necesarios para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad, no menciona cuáles son o no esenciales, pero si se tiene presente que la omisión de un elemento esencial impide que el acto produzca efecto alguno, se llega a la conclusión de que, entre los requisitos señalados por el art. 1445 (a saber: la capacidad, la voluntad sin vicios, el objeto lícito y la causa lícita), el acto en que incide la incapacidad, la voluntad viciada, el objeto ilícito o la causa ilícita, produce los efectos que le son propios, pero con un vicio que autoriza la declaración de nulidad. Por lo tanto, son necesarios y suficientes para la constitución de todo acto jurídico: la voluntad, aunque esté viciada; el objeto y la causa, aunque sean ilícitos.14 Frente a estos elementos de todo acto jurídico, están aquellos e l e m e n t o s p r o p i o s o p a r t i c u l ar e s de cada acto jurídico, sin los cuales el acto jurídico degenera en otro acto distinto. Esta degeneración que menciona la norma, es lo que se conoce como la c o n v e r s i ó n d e l a c t o j u r í d i c o , conversión que tiene lugar cuando a un determinado acto le faltan los requisitos propios, caso en el cual, degenera en otro distinto. Un ejemplo de elemento de la esencia propio o particular, es la cosa y el precio en la compra venta, ya que si en vez de estipular las partes el intercambio entre cosa y precio, estipulan un intercambio de cosas, este acto degenera en una permuta; por Esta clasificación se analizará con más detalle en la causa como requisito de existencia de los actos jurídicos. 14 No existe uniformidad en la doctrina respecto de cuáles son los elementos de la esencia comunes o generales. Para algunos, elementos esenciales son sólo dos: la declaración de voluntad y la causa. Para otros (anticausalistas) el único elemento esencial común a todos los actos jurídicos es la declaración de voluntad. La doctrina tradicional señala, en tal carácter, los siguientes: la voluntad, el objeto y la causa; ALESSANDRI menciona solamente a la voluntad y al objeto. 13 11 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. lo tanto, la gravedad de la falta de un requisito común o general no es la misma que la falta de un requisito propio o particular. Los e l e m e n t o s d e l a n a t u r a l e z a de un acto jurídico son aquellos que no siendo esenciales, se entienden pertenecerle sin necesidad de una cláusula especial. No son esenciales y por esto las partes están autorizadas para excluirlos mediante cláusulas especiales. Un ejemplo, es el art. 1489 que se refiere a la condición resolutoria tácita; aquí el legislador en la celebración de cualquier contrato bilateral entiende incorporada la condición resolutoria tácita, pero como no es un elemento esencial, las partes pueden excluirla. Art. 1489. En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado. Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios. Otro ejemplo son las obligaciones de saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios en la compraventa (obligaciones de garantía). El legislador en este punto, considera que las partes tienen otras obligaciones anexas a parte de fijar el precio y la cosa, como las obligaciones de garantía que tiene el vendedor, y que tienen por fin garantizar una posesión pacífica y útil al comprador; pero como son elementos de la naturaleza, las partes podrían excluirlas indicando que el vendedor no tiene la obligación de sanear los vicios (eso sí, sujeto a ciertas reglas). . Los e l e m e n t o s a c c i d e n t a l e s del acto jurídico son aquellos que ni esencial, ni naturalmente le pertenecen y que se agregan por medio de cláusulas especiales. No son esenciales, por ende, si no están, jurídicamente no pasa nada; y no son elementos de la naturaleza, por lo tanto el legislador no los considera incorporados, quienes deben incorporarlos son las partes. Un ejemplo de elementos accidentales son, por regla general, las modalidades, las cuales son elementos que tienen por objeto alterar los efectos normales de un acto jurídico (son modalidades: el plazo, la condición y el modo). Las modalidades por regla general, constituyen un elemento accidental, pero eso no siempre es así, ya que se pueden encontrar casos en que las modalidades son elementos esenciales, como en el contrato de promesa, regulado en el art. 1554, que en su Nº 3 señala como requisito esencial el señalamiento de un plazo o condición que fije la época de celebración del contrato definitivo. Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna; salvo que concurran las circunstancias siguientes: 3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de celebración del contrato. En algunos casos también se rompe esta generalidad, porque existen supuestos en que las modalidades están dentro de los elementos de la naturaleza, como por ejemplo, la condición resolutoria tácita. C. Requisitos de los actos jurídicos. Se ha señalado que todo acto jurídico debe contener ciertos elementos esenciales para su existencia jurídica. Por otra parte, el acto que nace a la vida del derecho debe cumplir con ciertas condiciones o requisitos para tener una existencia sana y producir sus efectos en forma estable; de lo anterior fluye una distinción tradicional entre 12 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. requisitos de existencia y requisitos de validez. Esta distinción no aparece expresamente en el CC, sino que es formulada por la doctrina. Los r e q u i s i t o s d e e x i s t e n c i a son aquellos necesarios para que el acto nazca a la vida del derecho. Estos requisitos son: la voluntad, el objeto, la causa y, finalmente, las solemnidades en los casos en que la ley lo requiere (por ejemplo, la escritura pública en la compraventa de un bien raíz, etc.)15. Los r e q u i s i t o s d e v a l i d e z son aquellos necesarios para que el acto sea eficaz, o dicho de otra manera, aquellos necesarios para que el acto tenga una vida sana y produzca sus efectos en forma estable. Estos se encuentran señalados por el legislador en el art. 1445, y son en primer término: la capacidad, la voluntad exenta de vicios, el objeto lícito y, por último, la causa lícita. Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1ª que sea legalmente capaz; 2ª que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio; 3ª que recaiga sobre objeto lícito; 4ª que tenga una causa lícita. La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por si misma, y sin el ministerio o la autorización de otra. En teoría si no concurren los requisitos de existencia, el acto es inexistente; esto es en teoría, porque la doctrina discute acerca de si la inexistencia es considerada una sanción reconocida en el CC. En cambio, si el acto se celebra con la omisión de algún requisito de validez, éste va a nacer, pero por tener una existencia viciada, va a estar expuesto a ser invalidado por medio de la nulidad (en el sistema chileno la nulidad no opera de pleno derecho, sino que necesita una declaración formal, requiere de una resolución judicial). 1. La Voluntad. ALESSANDRI define a la voluntad como el libre querer interno de lograr un fin determinado por medio de una acción. También la define como movimiento interior psicológico que determina la acción. El concepto de voluntad es genérico, y en principio aplicable respecto de cualquier acto jurídico (un acto jurídico unilateral como el testamento, o bilateral como el contrato), sin embargo, en la práctica, el concepto voluntad se utiliza para los actos jurídicos unilaterales, es decir, aquellos que derivan de la manifestación de voluntad de una sola parte, porque respecto de los actos jurídicos bilaterales se utiliza el concepto de consentimiento, que es un acuerdo de voluntades. 1.1. Requisitos que debe reunir la voluntad para ser considerada por el derecho. Se trata de las exigencias que debe cumplir la voluntad como requisito de existencia del acto jurídico, y estas exigencias son: a. L a v o l u n t a d d e b e s e r s e r i a . . La voluntad seria es aquella que se emite con la intención real de producir 15 Algunos omiten las solemnidades, pues consideran que en los actos solemnes la voluntad debe manifestarse a través de la solemnidad, con lo cual quedarían éstas comprendidas dentro del requisito de la voluntad. 13 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. efectos jurídicos, de ahí que no cumplirían este requisito las declaraciones que una persona hace como broma. b. La voluntad debe manifestarse. Que la voluntad deba ser manifestada, quiere decir que sea expresada, esto porque, por regla general, al derecho no le interesa lo que transcurre en la mente del individuo, como las meras intenciones, los pensamientos. Si bien el derecho atiende a la voluntad declarada o manifestada, esto tiene ciertas excepciones en donde al derecho sí le interesa el fuero interno, como por ejemplo, lo que ocurre en sede de responsabilidad civil contractual, ya que en esta materia al legislador no le da lo mismo si el incumplimiento de un contrato fue doloso o culpable, ya que aquí se sanciona más gravemente el dolo. La voluntad como requisito de existencia, puede manifestarse de manera expresa o tácita. La v o l u n t a d e x p r e s a es aquella que se manifiesta en términos explícitos y directos, manifestación que puede ser a través de palabras, por escrito o por señas; todas ellas constituyen una manifestación de manera expresa. La v o l u n t a d t á c i t a es aquella que se infiere, se deduce de algunos hechos concluyentes e inequívocos de la persona. Para estar en presencia de ésta, es menester que de la conducta del sujeto aparezca de manifiesto una determinada voluntad, que no ofrezca la posibilidad de diversas interpretaciones, por ejemplo, si yo entro en una tienda y cojo un objeto pidiendo al empleado que lo envuelva, es indudable, a pesar de no haberlo dicho, que mi voluntad es comprar esa cosa. Un caso de manifestación tácita, es el art. 1241, el cual se refiere al tema de la aceptación de la herencia, y señala que ésta puede ser expresa o tácita, y a propósito de la aceptación tácita, dice que es tácita cuando el heredero ejecuta un acto que supone necesariamente su intención de aceptar, y que no hubiera tenido derecho de ejecutar, sino en su calidad de heredero. Art. 1241. La aceptación de una herencia puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando se toma el título de heredero; y es tácita cuando el heredero ejecuta un acto que supone necesariamente su intención de aceptar, y que no hubiera tenido derecho de ejecutar, sino en su calidad de heredero. Otro ejemplo se encuentra en materia de contrato de mandato, en el art. 2124 inc. II, que señala que la aceptación tácita es todo acto en ejecución del mandato. Art. 2124. El contrato de mandato se reputa perfecto por la aceptación del mandatario. La aceptación puede ser expresa o tácita. Aceptación tácita es todo acto en ejecución del mandato. Aceptado el mandato, podrá el mandatario retractarse, mientras el mandante se halle todavía en aptitud de ejecutar el negocio por sí mismo, o de cometerlo a diversa persona. De otra manera se hará responsable en los términos del artículo 2167. Se dice que, por regla general, la manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita, es decir, que al legislador le es indiferente la forma en que se manifieste la voluntad, salvo excepciones, porque existen casos en los cuales el legislador exige que necesariamente la voluntad deba manifestarse de manera expresa, como por ejemplo, el art. 1946, a propósito del contrato de arrendamiento, que señala que el arrendatario no tiene la facultad de ceder el arriendo, ni de subarrendar, a menos que se haya expresamente concedido16. 16 Esto es en materia de contrato de arrendamiento regulado en el CC, ya que el contrato de arrendamiento se regula también en otras leyes, como por ejemplo, la Ley 18.801 sobre Arrendamiento de Predios 14 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1946. El arrendatario no tiene la facultad de ceder el arriendo ni de subarrendar, a menos que se le haya expresamente concedido; pero en este caso no podrá el cesionario o subarrendatario usar o gozar de la cosa en otros términos que los estipulados con el arrendatario directo. Otro caso en que el legislador exige una voluntad expresa se encuentra en materia de testamento (art. 1060), ya que se establece que en los testamentos la voluntad necesariamente debe manifestarse de manera expresa, esto porque el testamento es la manifestación de última voluntad. Art. 1060. No vale disposición alguna testamentaria que el testador no haya dado a conocer de otro modo que por sí o no, o por una señal de afirmación o negación, contestando a una pregunta. Además de estos ejemplos puntuales, es posible dar como ejemplo también el caso de los actos solemnes. Existen determinados actos jurídicos respecto de los cuales el legislador exige que la manifestación de voluntad se haga cumpliendo con ciertas formalidades especiales (formalidades ab solemnitatem), por ejemplo, el contrato de compraventa de bienes raíces en Chile requiere otorgarse por escritura pública, el matrimonio requiere celebrarse ante un Oficial del Registro Civil y con dos testigos, etc. Por ende, es lógico que cuando se exigen solemnidades, la voluntad deba manifestarse de manera expresa. A propósito de la manifestación de voluntad, cabe preguntarse ¿qué rol cumple el silencio en este ámbito? ¿Constituye o no una manifestación de voluntad? En el ámbito jurídico la regla general es que el que calla no afirma ni niega nada, es decir, que la regla general es que el silencio no constituye manifestación de voluntad17. Sin embargo, existen casos excepcionales en los cuales el silencio sí va a constituir una manifestación de voluntad, y estos casos son: i. El primer supuesto es aquel en el cual la ley le atribuye valor al silencio, es decir, el legislador interpreta el silencio. Uno de estos casos está en la regulación del mandato, en el art. 2125, el cual señala que las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo más pronto si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace, y transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación; por tanto, en este caso el legislador indica que el silencio se interpreta como aceptación. Otro ejemplo, es el art. 2195 inc. II (comodato precario).18 Art. 2125. Las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace; y transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación. Aun cuando se excusen del encargo, deberán tomar las providencias conservativas urgentes que requiera el negocio que se les encomienda. Art. 2195. Se entiende precario cuando no se presta la cosa para un servicio particular ni se fija tiempo para su restitución. Urbanos, y en esta ley la posibilidad de subarrendar es distinta, ya que en su art. 5 la facultad de subarrendar constituye un elemento de la naturaleza. 17 En el caso del silencio, la persona calla y no hace nada, en cambio en la manifestación tácita de voluntad, hay una actuación de la persona. 18 El profesor Rafael VALENZUELA señala que si bien éste no es un caso de manifestación tácita de voluntad, es un caso de voluntad presunta, que es la voluntad que la ley deduce o presume de ciertos hechos; es decir, una determinada conducta del sujeto se considera en estos casos por la ley, como una declaración de voluntad en determinado sentido. 15 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Constituye también precario la tenencia de una cosa ajena, sin previo contrato y por ignorancia o mera tolerancia del dueño. Otro caso está consagrado en el art. 1233. Ésta es una norma que está dentro del título relativo a la aceptación de herencias y legados, y aquí el legislador le asigna valor al silencio, entendiendo por el silencio la repudiación de la asignación. Art. 1233. El asignatario constituido en mora de declarar si acepta o repudia, se entenderá que repudia. ii. Una segunda hipótesis en la cual el silencio puede asumir un rol de manifestación de voluntad, es en los casos en que las partes le han dado valor al silencio. Es común, en cierto tipo de contratos, que se establezcan cláusulas de renovación automática, como en el contrato de arrendamiento, el contrato de suministro, el contrato de trabajo, el contrato de sociedad, etc. Así por ejemplo, es usual que en el contrato de arrendamiento se estipule un plazo, al término del cual si las partes no se manifiestan, se renueva el contrato por un periodo igual. iii. Una tercera hipótesis es lo que la doctrina ha denominado s i l e n c i o c i r c u n s t a n c i a l , circunstanciado o calificado, que es aquel que tiene lugar cuando el silencio va acompañado de antecedentes externos que permiten atribuirle una manifestación de voluntad en determinado sentido19. La jurisprudencia francesa ha dicho que la existencia entre las partes de relaciones de negocios anteriores o de un contrato que esté en ejecución, es una circunstancia que autoriza para interpretar como aceptación el silencio del destinatario (proveedor) hacia su cliente habitual que le envía o pide una mercadería o le hace un encargo comprendido en esas relaciones. Este tema da lugar a conflictos, por ello se celebra un pacto que le va a dar un valor específico al silencio. Un ejemplo de silencio circunstancial, es el del dueño de un restaurante de provincia que le escribe a su proveedor habitual, residente en Santiago, que cuenta con él para que le procure como en otras ocasiones tales y cuales artículos para las fiestas de navidad, por tanto, el silencio del proveedor aquí, constituye aceptación del pedido. El silencio además de poder asumir excepcionalmente un rol de manifestación de voluntad, puede llegar a operar también como fuente de obligaciones; este tema se conoce como a b u s o d e l s i l e n c i o . El silencio en este contexto será fuente de obligaciones cuando su autor haya abusado de él, sea intencionalmente, sea por culpa o negligencia, y de ello se siguiere perjuicio a un tercero, por ejemplo, en materia de contrato de compraventa (arts. 1857 y 1861), el silencio, específicamente, la no declaración de vicios, obliga al vendedor a la restitución o rebaja del precio, y a la indemnización de perjuicios. En consecuencia, el silencio es también fuente de obligaciones cuando se ha abusado de él por dolo o negligencia y este abuso irroga un daño a terceros. En la voluntad tácita a partir de una conducta del sujeto se deduce una manifestación de voluntad, en cambio, en el silencio circunstancial no hay conducta, sino que hechos externos que permiten atribuirle una manifestación de voluntad al silencio. 19 16 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1857. Se llama acción redhibitoria la que tiene el comprador para que se rescinda la venta o se rebaje proporcionalmente el precio por los vicios ocultos de la cosa vendida, raíz o mueble, llamados redhibitorios. Art. 1861. Si el vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si los vicios eran tales que el vendedor haya debido conocerlos por razón de su profesión u oficio, será obligado, no sólo a la restitución o la rebaja del precio, sino a la indemnización de perjuicios; pero si el vendedor no conocía los vicios ni eran tales que por su profesión u oficio debiera conocerlos, sólo será obligado a la restitución o la rebaja del precio. En resumen, en materia contractual el silencio sólo importa manifestación de voluntad suficiente: cuando la ley expresamente le atribuye ese valor (arts. 2125 y 1233); cuando las partes así lo han convenido; cuando las circunstancias que lo acompañan, permiten atribuirle este carácter. La regla general, en este punto, es que el silencio produce efectos jurídicos cuando quien calla, pudiendo y debiendo hablar, no lo hace20; así, en este caso se entiende que conciente la persona que guardó silencio.21 En lo tocante a la manifestación de voluntad, hay que decir también que la manifestación de voluntad puede hacerse normalmente tanto en forma personal, como también a través de representantes. El legislador reconoce esta posibilidad en el art. 1448, que establece que lo que ejecuta un representante autorizado por una persona o por la ley, produce los mismos efectos que si contratara el propio representado. Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo. El representante puede ser legal o convencional. En lo que se refiere a la r e p r e s e n t a c i ó n l e g a l hay que tener presente el art. 43, que indica quienes pueden ser representantes legales de una persona. El representante que corresponda específicamente, dependerá del caso concreto de que se trate. Art. 43 Son representantes legales de una persona el padre o la madre, el adoptante y su tutor o curador. La representación también puede tener una fuente c o n v e n c i o n a l , esto es lo que ocurre en el caso del mandato (art. 2116); aquí en virtud del mandato, el interesado va a facultar al mandatario, le va a otorgar poder. En Derecho procesal, en la absolución de posiciones, la parte llamada a confesar que guarda silencio respecto de las preguntas asertivas, se entiende que está aceptando lo preguntado. 21 Existen autores que hablan de la llamada v o l u n t a d p r e s u n t a , que no es otra cosa que aquella que es presumida por la ley, el legislador a partir de hechos y conductas que describe la norma, infiere la manifestación de voluntad en un determinado sentido, como ejemplo la doctrina plantea el art. 1244, en que el legislador presume el carácter de heredero de una persona que enajena una cosa perteneciente a la herencia (aquí el legislador entiende que hay una manifestación de voluntad en la aceptación de la herencia); otro ejemplo se encuentra en el art. 1654, a propósito del modo de extinguir las obligaciones remisión (perdón de la deuda), aquí el legislador presume que si se entrega un título, se está perdonando la deuda. 20 Art. 1244. La enajenación de cualquier efecto hereditario, aun para objetos de administración urgente, es acto de heredero, si no ha sido autorizada por el juez a petición del heredero, protestando éste que no es su ánimo obligarse en calidad de tal. Art. 1654. Hay remisión tácita cuando el acreedor entrega voluntariamente al deudor el título de la obligación, o lo destruye o cancela, con ánimo de extinguir la deuda. El acreedor es admitido a probar que la entrega, destrucción o cancelación del título no fue voluntaria o no fue hecha con ánimo de remitir la deuda. Pero a falta de esta prueba, se entenderá que hubo ánimo de condonarla. La remisión de la prenda o de la hipoteca no basta para que se presuma remisión de la deuda. 17 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 2116. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera. La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario. La mayoría de los actos pueden celebrarse vía representante, tanto en el ámbito patrimonial, como en el ámbito del derecho de familia. Sin embargo, hay actos en los cuales se rompe esta generalidad, actos en los cuales se exige que se celebren personalmente, por ejemplo el testamento, en que la manifestación de voluntad tiene que hacerse de forma personal (arts. 999 y 1004) Art. 999. El testamento es un acto más o menos solemne, en que una persona dispone del todo o de una parte de sus bienes para que tenga pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las disposiciones contenidas en él, mientras viva. Art. 1004. La facultad de testar es indelegable. c. Debe concordar la voluntad declarada con la voluntad real . La situación normal (jurídicamente hablando), es que lo que una persona declare sea concordante con su voluntad interna. Sin embargo, existen hipótesis en las cuales puede producirse una divergencia entre la voluntad real o interna y la voluntad declarada, y esta divergencia entre una y otra voluntad puede ser inconsciente o consciente. La divergencia i n c o n s c i e n t e es la que se produce a consecuencia de un error22, surge cuando la declaración expresa una voluntad distinta de la que en realidad se tiene. Por ejemplo, se emplea una palabra por otra, por desconocer su significado o porque éste es ambiguo (un extranjero emplea el sí, creyendo que esa palabra significa no; en lugar de decir uso, una persona desconociendo el significado preciso del término jurídico, habla de usufructo); se declara dar a Fernando creyendo que se está frente a Hernán; se quiere regalar un objeto y se indica por distracción otro, etc. La d i v e r g e n c i a c o n c i e n t e nos ubica en el escenario de la simulación, que es aquella que es conocida por las partes, pues éstas la han buscado deliberadamente mediante una declaración emitida con reserva mental, con simulación, por ejemplo, una persona quiere donar a otro un determinado bien (un fundo), el problema de este acto en Chile es que para poder hacer una donación que supere un determinado monto (que es bastante bajo) se requiere una autorización judicial denominada insinuación de donación, pero las partes pueden eludir esta insinuación simulando una compraventa; en este caso hay una divergencia conciente entre la voluntad real o interna y la voluntad declarada (simulación). La s i m u l a c i ó n , entonces, es una divergencia conciente y deliberada entre la voluntad interna y la voluntad declarada, que se realiza con un objeto lícito23, o bien con un objeto ilícito, como el de burlar la ley o perjudicar un tercero. La simulación que interesa, jurídicamente hablando, es la que se realiza con un objeto ilícito, por ejemplo, un caso en que se infringe la ley, es la compraventa que encubre una donación; y un 22 En el error existe una ignorancia o un concepto equivocado respecto de una cosa, una persona o incluso una norma jurídica. 23 Si bien existe en la simulación lícita el ánimo de inducir a error o de engañar a terceros, no existe, en cambio, la intención de perjudicarlos. Por tanto, puede ser causa de simulación lícita la necesidad de sustraerse a disgustos o solicitaciones, o un fin de vanidad, o el interés de conservar el crédito y ciertas apariencias sociales; por ejemplo, una persona que, para sustraerse a las insistencias y amenazas de un aspirante a su herencia, enajena fingidamente sus bienes a un amigo. 18 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. caso en que se perjudica a terceros, es el del deudor que apremiado por sus acreedores simula enajenar bienes para sacarlos temporalmente de su patrimonio y así burlar a sus acreedores. El legislador no trata de manera sistemática a la simulación, sino que en realidad la doctrina y la jurisprudencia elaboran una teoría a partir del art. 1707 inc. I. En este artículo se pone de manifiesto la divergencia entre la voluntad real o interna y la voluntad declarada. Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no producirán efecto contra terceros. Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero La doctrina distingue distintas clases de simulación, distingue entre simulación absoluta, simulación relativa y simulación por interposición de personas. En la s i m u l a c i ó n a b s o l u t a las partes fingen celebrar un acto jurídico, siendo que en realidad no quieren celebrar acto jurídico alguno; en este caso, detrás del contrato simulado, se esconde la no contratación. El ejemplo clásico, es la situación del deudor, que apremiado por sus acreedores, finge celebrar un contrato de compraventa con el objeto de sacar bienes de su patrimonio y de esta manera excluirlos del denominado derecho de prenda o garantía general consagrado en el art. 2465. Art. 2465. Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el artículo 1618. La s i m u l a c i ó n r e l a t i v a se da cuando las partes celebran un contrato pero lo dotan de una apariencia jurídica distinta; es lo que ocurre con la persona que con el objeto de evitar el trámite de la insinuación de donación, finge celebrar con el donatario un contrato de compraventa. La s i m u l a c i ó n p o r i n t e r p o s i c i ó n d e p e r s o n a se caracteriza por la utilización de un intermediario (un palo blanco) con el objeto de ocultar la verdadera identidad del sujeto con el cual se tiene interés de contratar, como por ejemplo, el caso de los cónyuges que, estando vigente el matrimonio, quieren donar o vender bienes entre ellos, puesto que este tipo de donaciones están prohibidas por la ley, salvo que sean revocables, y está también prohibido por la ley el celebrar un contrato de compraventa o permuta entre cónyuges no separados judicialmente (esto lo hace el legislador para proteger los intereses de terceros acreedores). La pregunta que surge es ¿cuál es la voluntad que tiene que primar en el caso de producirse una divergencia entre la voluntad real o interna y la voluntad declarada? Respecto de esta interrogante no existe una repuesta única, sino que existen diversas teorías sobre este particular: i. T e o r í a d e l a v o l u n t a d r e a l . Esta teoría, que es elaborada por la doctrina francesa (su principal exponente es SAVIGNY), postula que ante la eventual divergencia entre la voluntad interna y la voluntad declarada debe primar la voluntad interna (que esta doctrina denomina voluntad real). Esta doctrina dice que la declaración no es más que el vehículo de la voluntad interna, de manera que si existe divergencia entre una y otra debe necesariamente primar la voluntad interna o real. 19 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En principal inconveniente que tiene esta teoría, es que evidentemente introduce un elemento de incertidumbre en las relaciones jurídicas, porque expone a todos los individuos a tener que aceptar que su contraparte pueda evocar una voluntad distinta a la manifestada, y esto expone fácilmente a los actos jurídicos a la nulidad. ii. D o c t r i n a a l e m a n a o t e o r í a d e l a d e c l a r a c i ó n d e v o l u n t a d . Esta doctrina es defendida por autores alemanes, los cuales permanentemente buscan certeza y seguridad jurídica. Ellos plantean que frente a una divergencia entre la voluntad interna y la voluntad declarada, debe primar la voluntad declarada. Para sustentar su tesis, afirman que los actos jurídicos se perfeccionan por declaraciones y no por meras intenciones, lo que hace que un consentimiento se forme es un acuerdo de voluntades, es lo que las partes declaran. Esta doctrina estima que la única solución posible a la hora de resguardar la seguridad del acto jurídico, es que prime la voluntad declarada. Los alemanes obligan al contratante a ser una persona más diligente. Esta teoría se basa en la mayor seguridad del tráfico jurídico y la buena fe de terceros. Según ella, jamás puede impugnarse como nulo un acto jurídico, so pretexto de que no se quiso lo que según en la declaración aparece como querido como expresión de la voluntad interna. La crítica, es que esta doctrina está en el extremo opuesto a la teoría volitiva, olvidando completamente el elemento interno y dando eficacia a una mera apariencia de voluntad. iii. T e o r í a s e c l é c t i c a s . Parten de la base de que ninguna de las doctrinas anteriores resuelven adecuadamente el problema, y de que no es posible crear una norma absoluta para todas las situaciones que puedan presentarse. Estas teorías implican afirmar que ni la voluntad real ni la voluntad declarada, frente a una discordancia entre ambas, puede primar absolutamente. Dentro de ella se distingue: - T e o r í a d e l a c o n f i a n z a . Postula que debe primar la voluntad declarada, cuando el que la recibe tiene razón para creer que corresponde a la voluntad real del declarante, aunque en el hecho no exista esa supuesta congruencia; pero si se sabe que esta congruencia falta, su expectativa no merece protección alguna. Por tanto, esta teoría, en el caso del contratante de buena fe, hace primar la voluntad declarada por sobre la voluntad real, pero en el caso contrario, es decir, si el contratante sabía de esta falta de congruencia, el ordenamiento jurídico no lo protege, y va a primar la voluntad interna o real. Como consecuencia de esta teoría, los actos simulados son siempre nulos. - T e o r í a d e l a r e s p o n s a b i l i d a d . Esta teoría dice que el acto jurídico debe ser declarado nulo, cuando la incongruencia de la voluntad real y de la voluntad declarada no es imputable al declarante. Cuando la persona declara una voluntad distinta a la voluntad real y le es imputable esta incongruencia, debe prevalecer la voluntad expresada, por lo tanto, el acto es válido sustituyéndose el elemento de la voluntad que falta, por un elemento nuevo que la supla y que funcione excepcionalmente como constitutivo del acto, esto es la responsabilidad. 20 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. La teoría que acepta nuestro CC es la teoría francesa, es decir, en nuestro Código debe prevalecer la voluntad interna por sobre la voluntad declarada. Esta conclusión se obtiene de distintas disposiciones legales, fundamentalmente de los arts. 1445 Nº 2, 1560 y 1069 inc. II. Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 2. Que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio. Art. 1560. Conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras.24 Art. 1069. Sobre las reglas dadas en este título acerca de la inteligencia y efecto de las disposiciones testamentarias, prevalecerá la voluntad del testador claramente manifestada, con tal que no se oponga a los requisitos o prohibiciones legales. Para conocer la voluntad del testador se estará más a la substancia de las disposiciones que a las palabras de que se haya servido. Sin embargo, la adhesión a esta teoría no es absoluta, ya que reconoce limitaciones, y una primera limitación es que no se admite invocar la voluntad interna que difiera absolutamente de la voluntad declarada; y una segunda limitación, es la protección a los terceros, esto es, que entre las partes prima la voluntad interna, pero no frente a terceros (el legislador no admite que frente a terceros las partes invoquen una voluntad distinta que la declarada); así, no son admisibles respecto de terceros, las escrituras privadas que alteren lo pactado en escritura pública, ni las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero (art. 1707). El art. 1707 es muy importante, porque es una disposición que se utiliza para la elaboración de toda la teoría de la simulación, así por ejemplo, por escritura pública se vende el departamento A y luego por escritura privada se cambia la venta al departamento B; esto no es válido, porque las partes no pueden invocar frente a terceros una voluntad distinta a la que han declarado. 25 Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no producirán efecto contra terceros. Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero. En cuanto a la a c c i ó n d e s i m u l a c i ó n , esta es una acción declarativa que tiene por objeto que el tribunal constate el hecho de la simulación. Es meramente declarativa, porque no decide la suerte que tiene que correr el contrato oculto, es decir, para que este contrato sea nulo, se requiere una acción de nulidad. Por último, en lo que respecta a los e f e c t o s d e l a s i m u l a c i ó n , la doctrina distingue entre efectos relativos a las partes y efectos relativos terceros. En cuanto a los e f e c t o s e n t r e l a s p a r t e s , interpretando a contrario sensu el art. 1707, la doctrina afirma que entre las partes debe primar el contrato oculto y a éste deben subordinar sus relaciones jurídicas. Respecto de t e r c e r o s , a primera vista se podría decir que prevalece el acto externo, el acto simulado, pero la doctrina mayoritaria En cuanto a la interpretación, hay que ceñirse al texto, sin embargo, en materia de contrato prima la voluntad de las partes por sobre lo declarado; esto porque el CC reconoce que el legislador sabe las palabras que utiliza, por lo que el texto es claro, en cambio, en materia de contratos el legislador entiende que muchas veces las personas no conocen las palabras que están utilizando. 25 Prueba también de que la teoría francesa en Chile no es absoluta, es que se sancionan con nulidad los errores esenciales y substanciales. 24 21 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. sostiene que a la luz del art. 1707, se le concede a los terceros un derecho de opción, conforme al cual estos podrían hacer primar el acto oculto o el acto simulado, según lo que fuera conveniente a sus intereses. 1.2. Causas que suprimen a la voluntad. Para que la voluntad tenga eficacia jurídica debe reunir los caracteres de conciente y no viciada. Así, puede haber ausencia total de voluntad y pueden haber vicios que la afecten; en el primer caso, el acto no existe dentro del mundo jurídico, sólo existiría en el hecho, y en el segundo caso, el acto sería anulable. Respecto a las causas que suprimen la volunta, se está haciendo referencia a la voluntad como requisito de existencia, y al faltar ésta, en teoría, el acto sería inexistente. Los supuestos en que esta situación tiene lugar son: i. In c a p a c e s a b s o l u t o s . La voluntad seria no puede emanar de personas que no son conscientes de sus actos, como los dementes, los infantes, los impúberes, y los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente. El legislador considera que estas personas carecen de voluntad en términos jurídicos, lo que trae como consecuencia la inexistencia; sin embargo, el CC no acoge esta solución (la inexistencia), porque el legislador considera que los actos celebrados por los absolutamente incapaces son nulos absolutamente, no inexistentes (art. 1682). Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. ii. Una segunda causa de ausencia de voluntad, es el e r r o r e s e n c i a l , denominado por la doctrina error obstáculo u obstativo. La doctrina le da este nombre, porque señala que es un obstáculo a la formación del consentimiento. El error esencial es aquel que recae en la naturaleza del acto que se ejecuta o celebra (por ejemplo, una parte cree que es préstamo y la otra cree que es donación), o aquel que recae sobre la identidad específica de la cosa de que se trata (una persona entiende vender una cosa y la otra entiende comprar una cosa distinta). Según el art. 1453, el error esencial "vicia el consentimiento", pero en realidad impide que se produzca el acuerdo de voluntades, y sin este acuerdo el acto no puede existir, por lo tanto, este error produce la inexistencia. Art. 1453. El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra. En este caso falta la voluntad, y se discute sobre la sanción que debiera aplicarse al error esencial; en teoría la sanción debería ser la inexistencia, pero en el CC se entiende que la sanción es la nulidad, pero se discute si es nulidad absoluta o nulidad relativa. 22 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. iii. Fu e r z a f í s i c a . La fuerza física consiste en el empleo de procedimientos materiales de violencia, como ocurre por ejemplo, si una persona toma la mano de otra y firma; la fuerza física reduce a la víctima a un estado puramente pasivo, por lo tanto, no habría ni consentimiento, ni voluntad, sino una falsa apariencia de ellos. 1.3. Formación del consentimiento. La voluntad en los actos jurídicos bilaterales toma el nombre de consentimiento. El consentimiento ha sido definido como el encuentro de dos declaraciones de voluntad que, emitidas por dos sujetos diversos, se dirigen a un fin común y se funden; es aquel que se forma por la unión de dos actos sucesivos y copulativos, que son la oferta y la aceptación. El CC chileno no reglamenta el proceso de formación del consentimiento, sino que parte de la base de un consentimiento que ya está formado. Esta materia se encuentra regulada en el CCO en los arts. 97 al 108. Lo primero que es necesario hacer, es justificar la aplicación de un derecho especial como el Derecho comercial, para suplir vacíos de un derecho común y general como es el Derecho civil. Esto se vincula con una de las funciones que tiene el Derecho civil, por su carácter común y general, que es suplir vacíos, pero aquí hay una relación inversa y las razones de esto son fundamentalmente dos: i. La primera razón, dice relación fundamentalmente con la naturaleza misma de las normas, ya que al revisar estas disposiciones es posible constatar su carácter general, no tienen las características propias del derecho mercantil, y es en función de esto que tienen aplicación en sede civil. Asimismo, la correcta doctrina señala que el ámbito de aplicación de la norma debe establecerse en función de su propia naturaleza, con independencia del cuerpo legal que la contiene, por esto entonces es que dichas normas son aplicables al Derecho civil. ii. Un segundo argumento es de tipo histórico, ya que en el mensaje del CCO, el legislador, cuando se refiere a las normas de formación del consentimiento, señala que éstas vienen a llenar un sensible vacío tanto de la legislación mercantil, como de la legislación civil. a. La oferta. La oferta es un acto jurídico unilateral en virtud del cual una persona llamada proponente, oferente, o solicitante, propone a otra la celebración de un contrato en términos tales que, para que éste quede perfecto, basta con que el destinatario de la oferta simplemente la acepte. A partir de la definición anterior, se pone de manifiesto la característica fundamental de la oferta, esto es, para que una propuesta tenga el carácter de oferta es menester que sea c o m p l e t a , es decir, que contenga todos los elementos del contrato a celebrar. De ahí que se estima que las propuestas que no revisten este carácter, jurídicamente hablando, no son ofertas, sino, invitaciones para formular ofertas o meras informaciones destinadas a orientar a los interesados. Es posible distinguir distintas c l a s e s d e o f e r t a : 23 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. i. Atendiendo a la forma en que la oferta se manifiesta, ésta puede ser expresa o tácita. La o f e r t a e x p r e s a es aquella que se manifiesta en términos explícitos y directos, y ésta puede ser oral o escrita. La o f e r t a t á c i t a es aquella que se deduce de una serie de circunstancias concurrentes, como por ejemplo, la circulación de taxis o micros que tienen un recorrido y un precio, y que ofrecen celebrar un contrato de transporte, o la exhibición en las vitrinas comerciales de mercaderías con el precio señalado. ii. Otra clasificación atiende al sujeto al que se dirige la oferta, específicamente, a la determinación de dicho sujeto, así, puede tratarse de una oferta a una persona determinada, o bien, de una oferta a una persona indeterminada. La o f e r t a a p e r s o n a d e t e r m i n a d a es aquella que se efectúa a un sujeto individualizado, sea o no conocido del oferente. Es la que se hace a una persona cierta que el proponente conoce o con quien desea contratar. La o f e r t a a p e r s o n a i n d e t e r m i n a d a es aquella que se hace al público en general y no a una determinada persona, de manera tal, que cualquiera puede aceptarla, y dada su aceptación, tendrá derecho a exigir el cumplimiento del contrato; esto ocurre por ejemplo, con la oferta que hace un vendedor de diarios, y en general, todos los establecimientos abiertos al público que ofrecen sus mercancías o servicios mediante un precio señalado. Esta especie de oferta no debe confundirse con la promesa de celebrar un contrato, esta última es un verdadero contrato de carácter peculiar. iii. Una tercera clasificación atiende al grado de determinación de la oferta, así, en primer lugar, están las o f e r t a s c o m p l e t a s y d e t e r m i n a d a s que son las que contienen todos los elementos del contrato a celebrar (estás son las ofertas propiamente tales). Y en segundo lugar, se encuentran las o f e r t a s i n c o m p l e t a s e i n d e t e r m i n a d a s , que son las que no fijan ni determinan todos los elementos del contrato, y en nuestro sistema no constituyen propiamente ofertas.26 El legislador, en una disposición confusa y criticada, contiene alguna referencia a las ofertas incompletas e indeterminadas; esta norma es el art. 105 del CCO, que en su inc. I se refiere a las ofertas incompletas e indeterminadas hechas a personas indeterminadas, esto es, al público en general, y en su inc. II se refiere a ofertas incompletas e indeterminadas hechas a personas determinadas. 27 Art. 105. Las ofertas indeterminadas contenidas en circulares, catálogos, notas de precios corrientes, prospectos, o en cualquiera otra especie de anuncios impresos, no son obligatorias para el que las hace. Dirigidos los anuncios a personas determinadas, llevan siempre la condición implícita de que al tiempo de la demanda no hayan sido enajenados los efectos ofrecidos, de que no hayan sufrido alteración en su precio, y de que existan en el domicilio del oferente. En el ámbito de la contratación masiva, hay una ley que regula la oferta incompleta e indeterminada, este ámbito es el del derecho de los consumidores; y esta ley, en principio, altera el art. 105 del CCO, ya que lo deroga parcialmente. 27 Don Arturo ALESSANDRI RODRÍGUEZ critica duramente el art. 105 del CCO, en cuanto no ha reglamentado las verdaderas ofertas al público y sólo considera las proposiciones de venta de mercaderías y no las de compra, u otros contratos. En su opinión este artículo debiese desaparecer y ser reemplazado por un precepto diverso. 26 24 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. b. La aceptación. La aceptación es el acto jurídico unilateral por el cual el destinatario de la oferta presta su conformidad con ella. La aceptación, al igual que la oferta, se puede clasificar, y las clasificaciones son las siguientes: i. Atendiendo a la forma en que se manifiesta, es posible distinguir entre a c e p t a c i ó n e x p r e s a , que es aquella que se da en términos explícitos y directos, sea en forma verbal o escrita; y a c e p t a c i ó n t á c i t a , que es aquella que se desprende de circunstancias concurrentes, como por ejemplo, el sujeto que sube a una micro acepta la oferta de transporte que se hace. ii. Según su contenido la aceptación puede ser pura y simple, o condicional; de ellas sólo la primera debe estimarse propiamente como aceptación, puesto que ésta es la única apta para formar el consentimiento. La a c e p t a c i ó n c o n d i c i o n a l, es aquella que contiene reservas o modificaciones que alteran los términos de la oferta; ésta no constituye propiamente aceptación y de conformidad con el art. 102 del CCO, debe considerarse como una nueva propuesta, una nueva oferta, por lo que el destinatario se transforma en un nuevo oferente. Por ejemplo, si alguien me ofrece vender por un determinado precio 100 libros colocados en mi casa, y yo acepto comprar los 100 libros que me ofrecen al precio indicado, pero puestos en otra casa. Art. 102. La aceptación condicional será considerada como una propuesta. En cuanto a los r e q u i s i t o s n e c e s a r i o s p a r a q u e l a a c e p t a c i ó n f o r m e e l c o n s e n t i m i e n t o , estos son tres: i . La aceptación d e b e d a r s e m i e n t r a s l a o f e r t a e s t á v i g e n t e . Respecto a este requisito, cabe señalar que las causales por las cuales la oferta pierde su vigencia son la retractación y la caducidad. - La r e t r a c t a c i ó n , es el acto por el cual el oferente revoca la oferta o la deja sin efecto. El art. 101 del CCO admite la posibilidad de que el oferente revoque su oferta antes de que ésta haya sido aceptada, pues si se hubiese aceptado, el consentimiento estaría formado. Art. 101. Dada la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos legales, a no ser que antes de darse la respuesta ocurra la retractación, muerte o incapacidad legal del proponente. La solución adoptada por el art. 101 del CCO, corresponde a la solución que da la doctrina clásica sobre la materia, conforme a la cual, por regla general, el proponente no queda obligado a respetar la oferta, a mantenerla; pero si bien es cierto que en nuestro ordenamiento el proponente puede, por regla general, retirar la oferta, el legislador está conciente de que esta situación podría causar perjuicios al destinatario, y es en razón de esto que establece en el art. 100 que la r e t r a c t a c i ó n t e m p e s t i v a 28 impone al proponente la obligación de indemnizar los gastos, daños y perjuicios que hubiere Que la retractación sea tempestiva, quiere decir que se da mientras la oferta está vigente y no ha sido aceptada. 28 25 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. sufrido el destinatario de la oferta; y el inc. final señala que el proponente podrá exonerarse de la obligación de indemnizar cumpliendo el contrato propuesto. Art. 100. La retractación tempestiva impone al proponente la obligación de indemnizar los gastos que la persona a quien fue encaminada la propuesta hubiere hecho, y los daños y perjuicios que hubiere sufrido. Sin embargo, el proponente podrá exonerarse de la obligación de indemnizar, cumpliendo el contrato propuesto. La fuente de la obligación de indemnizar es la ley, y éste podría ser un caso de abuso del derecho o de responsabilidad precontractual consagrado por la ley. Si bien nuestro ordenamiento, siguiendo la teoría clásica, acepta que el oferente pueda, por regla general, revocar su oferta29, hay que tener presente que existen excepciones, esto es, casos en los cuales la oferta es irrevocable. Estos supuestos se encuentran en el art. 99 del CCO, que señala que la oferta puede revocarse, salvo los siguientes casos: a) La oferta es irrevocable cuando el oferente se ha comprometido a esperar la contestación. b) Cuando el oferente se ha obligado a no disponer del objeto sino una vez desechada la oferta. c) Cuando el oferente señaló un plazo para que el destinatario aceptara o rechazara la propuesta. Art. 99. El proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el envío de la propuesta y la aceptación, salvo que al hacerla se hubiere comprometido a esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después de desechada o de transcurrido un determinado plazo. El arrepentimiento no se presume. Estas tres hipótesis de irrevocabilidad de la oferta, son casos muy particulares, pues son hipótesis en que la voluntad unilateral opera como fuente de obligaciones. Así, al examinar el art. 1437, se observa una clasificación tetrapartita de las fuentes de las obligaciones (tomada del Derecho romano), y según la cual son fuente de las obligaciones: los contratos, cuasicontratos, delitos, cuasidelitos y la ley, y no se considera fuente la voluntad unilateral, la que sí es considerada en el art. 99 del CCO, en el cual se reconoce que una manifestación de voluntad obliga, pero es necesario considerar que se trata de un caso excepcional que permite el legislador. Art. 1437. Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad. Para la doctrina alemana, la propuesta impide la revocación de la oferta una vez que ha llegado a su destino en un momento oportuno. En esa doctrina hace falta una declaración expresa para eliminar la obligatoriedad de la oferta, reservándose el derecho a revocarla mientras no se acepte o llegue a su conocimiento esta aceptación y aún puede decidir libremente respecto a la aceptación formulada (ofertas sin compromiso). 29 26 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Como el arrepentimiento no se presume, mientras no se produzca uno de los casos señalados en el art. 99 del CCO, el proponente no puede retractarse, y si lo hace, una vez producida la aceptación en los términos señalados por el oferente, el contrato de todos modos se forma. - C a d u c i d a d . L a segunda hipótesis de pérdida de vigencia de la oferta es la muerte o incapacidad legal del oferente, esto es la caducidad (art. 101). Art. 101. Dada la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos legales, a no ser que antes de darse la respuesta ocurra la retractación, muerte o incapacidad legal del proponente. Según ALESSANDRI en los casos de caducidad de la oferta, el contrato no se formará aunque la oferta haya sido con plazo, ya que los representantes o herederos no están obligados a llevar a cabo el contrato, porque según él, el art. 99 del CCO es excepcional, y por lo tanto su interpretación debe ser restrictiva. Otros creen que la oferta con compromiso de esperar respuesta por cierto tiempo no es retractable, y al no ser una obligación personalísima, pasa a los herederos y subsiste mientras el plazo esté pendiente, por tanto, si hay aceptación, se forma el consentimiento y nace el acto jurídico). ii. En segundo lugar, se requiere que la aceptación sea o p o r t u n a . Este requisito está referido al hecho de que la aceptación debe darse dentro del plazo dado por el oferente, o en su caso, dentro del plazo legal. Para fijar los plazos legales, el legislador distingue entre ofertas verbales y ofertas escritas. El art. 97 del CCO se refiere al caso de la propuesta verbal, la cual que debe ser aceptada en el acto en que es conocida. Art. 97. Para que la propuesta verbal de un negocio imponga al proponente la respectiva obligación, se requiere que sea aceptada en el acto de ser conocida por la persona a quien se dirigiere; y no mediando tal aceptación, queda el proponente libre de todo compromiso. Si la propuesta es escrita, el art. 98 señala que debe ser aceptada o desechada dentro de 24 horas o a vuelta de correo30 si las personas no residen en el mismo lugar. El legislador señala que vencido los plazos señalados, la propuesta se entiende por no hecha. Art. 98. La propuesta hecha por escrito deberá ser aceptada o desechada dentro de veinticuatro horas, si la persona a quien se ha dirigido residiere en el mismo lugar que el proponente, o a vuelta de correo, si estuviere en otro diverso. Vencidos los plazos indicados, la propuesta se tendrá por no hecha, aun cuando hubiere sido aceptada. En caso de aceptación extemporánea, el proponente será obligado, bajo responsabilidad de daños y perjuicios, a dar pronto aviso de su retractación. Si es oportuna la aceptación, aunque llegue a conocimiento del proponente después del vencimiento del plazo, el contrato se forma, porque los plazos son para que se dé la aceptación y no para que ésta llegue a conocimiento del oferente. Según el diccionario de la RAE, a vuelta de correo significa por el correo inmediato, sin perder día. En consecuencia, determinar cuándo la propuesta se ha dado o no a vuelta de correo, depende de cada caso (cuándo llegó la propuesta, fechas en que hay correos, etc.). 30 27 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Al aceptante corresponde probar la emisión de la aceptación y la llegada de ésta a poder del oferente. La aceptación no oportuna es ineficaz, extemporánea, y no tiene la virtud de generar el contrato. Salvo prueba en contrario, la aceptación se estima oportuna; al proponente corresponde probar que la aceptación es extemporánea. Sólo la aceptación que se da dentro de los plazos mencionados, esto es, la aceptación oportuna, es apta para formar el consentimiento. Sin perjuicio de lo anterior, hay que tener presente el art. 98 inc. final, que le impone al proponente una obligación en caso de que la aceptación sea extemporánea, y en esta situación, el proponente debe indicar su retractación prontamente. Esta norma constituye una regla civil, y la fuente de la obligación de indemnizar es la ley, obligación que nace únicamente si se generan perjuicios. Con esta norma el legislador protege la buena fe del aceptante. Como se estima que esta aceptación extemporánea importa una nueva oferta, este pronto aviso de retractación debe darse en los mimos plazos señalados para otorgar la aceptación. Sin embargo, el "pronto aviso" del proponente en el caso de aceptación extemporánea, sólo es obligatorio cuando la oferta no lleva señalado plazo por el proponente, por dos razones: - Porque la regla general del art. 98 del CCO, trata de las ofertas que se hacen sin señalamiento de plazo. Porque existiendo plazo, se indica claramente que la voluntad de contratar no se mantiene más allá del término, y un nuevo aviso carecería de objeto. iii. Por último, es menester que la aceptación sea p u r a y s i m p l e . Sobre este particular el art. 101 del CCO señala que dada la aceptación, si ésta se da pura y simplemente, el contrato queda en el acto perfeccionado. Art. 101. Dada la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos legales, a no ser que antes de darse la respuesta ocurra la retractación, muerte o incapacidad legal del proponente. El art. 102 del CCO, señala que la aceptación condicional se considerará una nueva propuesta, razón por la cual, dicha aceptación condicional no es apta para formar el consentimiento. Art. 102. La aceptación condicional será considerada como una propuesta. Existiendo la oferta y la aceptación ¿ e n q u é m o m e n t o s e e n t i e n d e p e r f e c c i o n a d o e l c o n t r a t o ? En lo tocante al momento en que se forma el consentimiento (cuándo), hay que decir que es importante determinar el momento preciso en que esto ocurre, porque la concurrencia de los requisitos de existencia y de validez del acto jurídico deben juzgarse en función de la situación que existía al momento de perfeccionarse el contrato, en dicho momento debe juzgarse, por ejemplo, la capacidad. Un ejemplo de esto, es que el legislador señala en el art. 1464, que hay objeto ilícito en la enajenación de cosas embargadas por decreto judicial, lo que quiere decir, que mientras se mantenga el embargo, la enajenación es nula, pero cuando el embargo termina, la enajenación es válida, por lo tanto, el momento de la formación del consentimiento determina si hubo o no objeto ilícito. Un segundo aspecto por el que interesa determinar el momento en que se entiende perfeccionado el contrato, dice relación con la legislación aplicable a dicho 28 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. contrato, así, el art. 22 de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes, señala que se entenderán incorporadas al contrato todas las leyes vigentes al tiempo de su celebración (esto es lo que se denomina supervivencia de la ley). Art. 22: En todo contrato se entenderán incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración. Exceptúanse de esta disposición: 1. Las leyes concernientes al modo de reclamar en juicio los derechos que resultaren de ellos; y 2. Las que señalan penas para el caso de infracción de lo estipulado en ellos; pues ésta será castigada con arreglo a la ley bajo la cual se hubiere cometido. Un tercer aspecto importante, es que desde el momento en que se forma el consentimiento, cesa el derecho del oferente de revocar la oferta. La doctrina menciona también como un aspecto importante, que en razón del momento de la formación del consentimiento, comienza la prescripción o caducidad de acciones o derechos que emanan del contrato que se ha celebrado; por ejemplo, respecto de la acción rescisoria por lesión enorme derivada del contrato de compraventa de bienes raíces sin intervención del ministerio de la justifica (art. 1896), el plazo de prescripción para ejercerla comienza desde la celebración del contrato. Art. 1896. La acción rescisoria por lesión enorme expira en cuatro años contados desde la fecha del contrato. Para responder la pregunta de en qué momento se entiende perfeccionado el contrato, la doctrina distingue dos situaciones, distingue por un lado los contratos celebrados entre presentes, y por otro lado, los contratos celebrados entre ausentes. A este respecto cabe señalar que hay una primera dificultad, ya que no existe un criterio uniforme en la doctrina para efectos de establecer cuando un contrato es celebrado entre presentes y cuando es celebrado entre ausentes. Una primera postura sostiene que contrato entre presentes es el que se celebra entre personas que están reunidas en un mismo lugar, mientras que contrato entre ausentes, es aquel que se celebra entre personas que están en lugares distintos (SOMARRIVA). Una segunda postura, que es avalada, entre otros, por el profesor ALESSANDRI, sostiene que c o n t r a t o e n t r e p r e s e n t e s es aquel en que la aceptación puede ser conocida por la otra parte inmediatamente de ser emitida, y c o n t r a t o e n t r e a u s e n t e s , es aquel en que la aceptación sólo puede ser conocida por el oferente después de cierto tiempo de ser formulada31. Este segundo criterio parece ser más lógico, especialmente por la tecnología que hoy existe. Respecto al contrato entre presentes, se aplica a éste lo dispuesto en el art. 97 del CCO, que señala que se entiende perfeccionado el contrato tan pronto el destinatario de la oferta dé su aceptación, cuestión que debe hacerse en el mismo acto en que dicho destinatario conoció la oferta. Art. 97. Para que la propuesta verbal de un negocio imponga al proponente la respectiva obligación, se requiere que sea aceptada en el acto de ser conocida por la persona a quien se dirigiere; y no mediando tal aceptación, queda el proponente libre de todo compromiso. Respecto al contrato entre ausentes, existen distintas teorías, que son las siguientes: Todos los contratos pueden celebrarse entre ausentes, salvo que se exija simultáneamente la presencia de las partes, como el contrato del matrimonio, en que deben estar presentes los contrayentes o sus representantes. 31 29 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. i. T e o r í a d e l a a c e p t a c i ó n . Conforme a esta teoría, el consentimiento se forma tan pronto el destinatario de la oferta da su aceptación, sea o no conocida esta situación por el oferente, porque el consentimiento es el simple acuerdo de las voluntades exteriorizadas y no se produce por su conocimiento recíproco. Esta teoría no está exenta de críticas, siendo la principal crítica que se le formula, el que la formación del consentimiento quedaría entregada al arbitrio del aceptante, así por ejemplo, podría ocurrir que el aceptante, una vez que ha hecho la carta de aceptación, la rompa. ii. T e o r í a d e e x p e d i c i ó n ( e n v í o d e r e s p u e s t a ) . Esta teoría sostiene que el consentimiento se forma desde que el destinatario de la oferta envía su aceptación, sea o no conocida esta aceptación por el proponente. Es decir, según esta teoría, el consentimiento se forma desde que el destinatario de la oferta introduce la carta con la aceptación en el buzón de correos. Esta teoría se critica porque no logra superar la falencia de la teoría anterior, es decir, igualmente la formación del consentimiento queda entregada al arbitrio del aceptante, ya que se mantiene la posibilidad de revocar la aceptación ya dada; por ejemplo, el aceptante podría retirar del correo su propia carta. iii. T e o r í a d e l c o n o c i m i e n t o o d e l a i n f o r m a c i ó n . De acuerdo con esta teoría, el consentimiento debe entenderse formado desde que el oferente toma conocimiento de la aceptación hecha por el destinatario de su oferta, debiendo ser dicho conocimiento real y efectivo (recibió la carta, la abrió y la leyó). Esta teoría también es criticada, porque si en las teoría anteriores la formación del consentimiento quedaba entregada a la voluntad del aceptante, en este caso pasa lo contrario, es decir, la formación del consentimiento queda entregada al oferente, pudiendo éste evitar tomar conocimiento de la aceptación. También se critica, porque el aceptante no sabría de la aprobación del proponente, además ¿cómo podría formarse el consentimiento cuando interviene la aceptación tácita, la cual no importa exteriorización directa de voluntad, sino ejecución de hechos que el proponente ignora? iv. T e o r í a d e l a r e c e p c i ó n . Conforme a esta teoría, el consentimiento se entiende formado desde que el oferente recibe la respuesta, haya tomado conocimiento de ella o no, esto es, desde que recibe la carta, la haya abierto o no. En otras palabras, el consentimiento se forma cuando la aceptación ha llegado a su destino, sin que sea necesario averiguar si el proponente tomó conocimiento de ella, ya que es natural suponer que llegada la carta, será leída. Esta teoría supera las críticas anteriores, pero tampoco es realmente segura, y se critica porque no sabrían ambas partes lo que quiere cada una. En Chile el CCO adopta la teoría de la aceptación, así se desprende de lo dispuesto en los arts. 99, 101, y 104. Art. 99. El proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el envío de la propuesta y la aceptación, salvo que al hacerla se hubiere comprometido a esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después de desechada o de transcurrido un determinado plazo. El arrepentimiento no se presume. Art. 101. Dada la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos legales, a no ser que antes de darse la respuesta ocurra la retractación, muerte o incapacidad legal del proponente. 30 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 104. Residiendo los interesados en distintos lugares, se entenderá celebrado el contrato, para todos sus efectos legales, en el de la residencia del que hubiere aceptado la propuesta primitiva o la propuesta modificada. Según el art. 99, el proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el envío de la propuesta y la aceptación, y no entre el envío de la oferta y el envío de la aceptación. El legislador, en el art. 101, entiende que el consentimiento se forma desde que el destinatario da su aceptación, sea ésta conocida o no por el oferente; en relación con esta regla, es importante precisar que no se trata de una regla que tenga el carácter de imperativa, sino que se trata de una norma supletoria de la voluntad particular, lo que implica que las partes podrían perfectamente convenir una regla distinta. Un aspecto que es importante precisar es que, según se verá, existen en nuestro ordenamiento los contratos reales y los contratos solemnes, y para que estos contratos se entiendan perfeccionados no basta con que el consentimiento esté formado, ya que en el caso de los contratos solemnes se va a requerir el cumplimiento de solemnidades, siendo un caso típico de contrato solemne la compraventa de un bien raíz, lo cual requiere de escritura pública; y el en caso de los contratos reales, se requiere además la entrega, así por ejemplo, en el contrato de mutuo se requiere la entrega del dinero. Otro aspecto relacionado con esta regla del CCO, es que se trata de una regla que admite excepciones, es así como se puede constatar que el CC, en materia de formación del consentimiento, que el contrato de donación adopta una regla distinta, señalando el art. 1412 que la donación entre vivos debe ser aceptada y notificada, es decir, sigue la teoría del conocimiento, esto es, el consentimiento se forma desde que el donante toma conocimiento de la aceptación por el donatario. Otra excepción se encuentra en materia de compraventa internacional de mercaderías, en donde la Convención de Viena adopta la teoría de la recepción. 32 Art. 1412. Mientras la donación entre vivos no ha sido aceptada, y notificada la aceptación al donante, podrá éste revocarla a su arbitrio. Ya se ha respondido la pregunta relativa al momento en que se forma el consentimiento, correspondiendo ahora responder ¿ e n q u é l u g a r s e f o r m a e l consentimiento? Lo relativo al lugar en que se forma el consentimiento, sólo presenta problemas tratándose de contratos entre ausentes, pero también cobra importancia en los contratos entre presentes, en la medida que se asuma la postura del profesor ALESSANDRI, quien sostiene que contrato entre presentes es aquel en que la aceptación puede ser conocida por la otra parte inmediatamente de ser emitida, y contrato entre ausentes es aquel en que la aceptación sólo puede ser conocida por el oferente después de cierto tiempo de ser formulada. Siempre será necesario determinar el lugar en que se forma el consentimiento, cuando los interesados no se encuentren físicamente en el mismo lugar. En cuanto a la importancia de la determinación del lugar en que se forma el consentimiento, en primer término, es importante porque el lugar de formación del consentimiento determina cual va a ser la legislación aplicable. El profesor Rafael VALENZUELA dice que rige el principio locus regit actum, por lo que es importante saber en que lugar nació el acto jurídico para saber que normas se le van a aplicar. Los llamados en estos apuntes aspectos importantes de precisar son considerados también excepciones a la teoría de la aceptación. 32 31 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En segundo lugar, es importante porque determina la competencia de los tribunales ante un posible conflicto. En tercer término, es importante porque el lugar determina el uso o la costumbre que se aplicará en los casos en que la voluntad de las partes pueda interpretarse por ella. Las mismas teorías que tratan de resolver el momento en que el consentimiento se perfecciona, reciben aplicación en cuanto al lugar; éstas son: i. T e o r í a d e l a a c e p t a c i ó n . El consentimiento se forma en el lugar en que la aceptación se dio. ii. T e o r í a d e l a e x p e d i c i ó n . El consentimiento se forma en el lugar desde el cual se envió la aceptación. iii. T e o r í a d e l a r e c e p c i ó n y d e l c o n o c i m i e n t o . El consentimiento se forma en el domicilio del oferente. En Chile se sigue la teoría de la aceptación, es decir, se entiende formado el consentimiento en el domicilio del aceptante (art. 104 del CCO). Esta regla es en todo caso supletoria de la voluntad particular, por lo que las partes podrían alterarla. Art. 104.Residiendo los interesados en distintos lugares, se entenderá celebrado el contrato, para todos sus efectos legales, en el de la residencia del que hubiere aceptado la propuesta primitiva o la propuesta modificada. c. Contratos telefónicos. . La doctrina se aboca en particular a dilucidar el tema de la formación del consentimiento relativa a los contratos telefónicos, concretamente ¿en qué lugar se entienden celebrados? ¿En qué momento se entiende perfeccionado el consentimiento? Este tema se encuentra vinculado a si el contrato telefónico se entiende como un contrato entre presentes o entre ausentes. Como ya se ha visto, para solucionar el tema del momento en que se forma el consentimiento, es necesario distinguir entre contratos entre ausentes y contratos entre presentes, y en el particular caso de los contratos telefónicos, estos podrán considerarse contratos entre presentes o entre ausentes, dependiendo de la doctrina que se adopte. En general la doctrina considera al contrato telefónico un contrato entre presentes, porque el oferente está en condiciones de tomar conocimiento inmediato de la respuesta del destinatario. Por otro lado, desde el punto de vista del lugar, la doctrina considera que este contrato debe considerarse un contrato entre ausentes, y por lo tanto, aplicando la norma del art. 104 del CCO, se considera que el contrato telefónico se va a entender perfeccionado en el domicilio del que da la aceptación. 1.4. Vicios del consentimiento . Es un requisito de validez la voluntad o el consentimiento exento de vicios (art. 1445 N° 2). Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1º que sea legalmente capaz; 2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio; 32 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. 3º que recaiga sobre un objeto lícito; 4º que tenga una causa lícita. La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra. Cuando la doctrina se refiere a este requisito, habla de voluntad o consentimiento exenta de vicios, o de voluntad o consentimiento libre y espontáneo, lo cual es lo mismo. El art. 1451 señala que los vicios de que puede adolecer el consentimiento son: el error, la fuerza y el dolo. Art. 1451. Los vicios de que puede adolecer el consentimiento, son error, fuerza y dolo. A propósito de los vicios de la voluntad se estudia también la lesión, para establecer si puede o no considerarse un vicio del consentimiento en nuestro ordenamiento. El art. 1451 habla de vicios del consentimiento, y es lógico que hable de vicios del consentimiento y no de la voluntad, porque en estricto rigor lo que se regula es la teoría general del contrato, sin embargo, estos vicios pueden afectar tanto al consentimiento (requisito de actos jurídicos bilaterales) como a la voluntad (requisito de actos jurídicos unilaterales); así por ejemplo, en un testamento la voluntad puede estar viciada por dolo, fuerza, etc. 1.4.1. El error Si se examinan las normas del CC, en particular los arts. 1452 y siguientes, se puede comprobar que el legislador no dio un concepto de error, sino que en estas normas se encuentra una clasificación y tratamiento de los distintos tipos de errores. La doctrina define al e r r o r como la ignorancia o el concepto equivocado que se tiene de la ley, de una cosa, de una persona o de un hecho. Se puede observar que el concepto jurídico de error es más amplio que el que se utiliza normalmente, ya que el concepto jurídico comprende el concepto equivocado y, además, la ignorancia. Dentro del error es posible distinguir dos clases o tipos de errores: el error de derecho y el error de hecho. El e r r o r d e d e r e c h o no es otra cosa que la ignorancia o el concepto equivocado que se tiene de la ley; y el e r r o r d e h e c h o , en cambio, es la ignorancia o concepto equivocado que se tiene de una cosa, persona o hecho en general. El error de derecho es aquel que se tiene sobre la existencia misma de la ley, sobre su vigencia, alcance, o sobre su sentido o inteligencia. El art. 1452 se refiere a este tipo de error, señalando que el error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento. Art. 1452. El error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento. Con esto, el legislador quiere decir que las personas no pueden alegar la ignorancia de la ley para los efectos de excusarse de cumplir con sus obligaciones, ni tampoco para los efectos de reclamar la nulidad de un acto o contrato. Esta solución es lógica y guarda relación directa con lo dispuesto en el art. 8, el cual establece una presunción general de conocimiento de la ley. El art. 1452 le da una aplicación práctica al art. 8. Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia. 33 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. El art. 1452 debe relacionarse también con el art. 706 inc. final, disposición que en materia posesoria declara que el error de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario. Art. 706. La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio. Así en los títulos translaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de haberse recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato. Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe. Pero el error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario. Sin embargo, el propio CC admite que en determinadas hipótesis una persona pueda invocar en su favor el error de derecho; esta hipótesis se encuentra a propósito de la figura del pago de lo no debido (arts. 2297 y 2299). La ley permite lo anterior para evitar el enriquecimiento sin causa.33 Art. 2299. Del que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía, tanto en el hecho como en el derecho. Art. 2297. Se podrá repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho, cuando el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natural. La persona que paga una obligación inexistente tiene derecho a pedir la restitución de lo pagado, pudiendo invocar un error de derecho o de hecho. El caso más claro es en materia tributaria, ya que si una persona paga un impuesto que ha sido suprimido, el ordenamiento jurídico le permite exigir la restitución de lo pagado. En cuanto al e r r o r d e h e c h o , el legislador se refiere a éste en los arts. 1453 y siguientes, distinguiendo en estas normas distintas clases de errores de hecho, como son el error esencial, el error sustancial, el error sobre cualidades accidentales del objeto y el error en la persona. a. Error esencial o error obstáculo Se refiere a esta figura el art. 1453, norma que contempla dentro del error esencial dos hipótesis distintas: una respecto de la naturaleza del acto o contrato, y otra respecto de la cosa. Art. 1453. El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra. El error esencial o error obstáculo, es aquel que recae sobre la naturaleza del acto o contrato que se ejecuta o celebra, o sobre la identidad específica de la cosa de que se trata. Hay autores, como ALESSANDRI, que también consideran como error esencial, aquel que recae sobre la causa de la obligación, por ejemplo, una persona se obliga a pagar una indemnización en la falsa creencia de haber ocasionado un daño, o una persona se compromete a dar una pensión mensual a un niño, en la falsa creencia de que es hijo suyo. 33 En este caso el error no vicia, para evitar el mayor valor. 34 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. La doctrina estima que en este caso hay algo que obsta la formación del consentimiento, impidiendo el cruce de voluntades, por esto se denomina error obstáculo. Uno de los problemas relativos a esta materia, es el de determinar la sanción aplicable al acto en que incurran las partes. A este respecto la doctrina se encuentra dividida, en primer lugar está la doctrina que sostiene que el error esencial sería causal de inexistencia, pues el consentimiento nunca llega a formarse y este es un requisito de existencia del acto jurídico. Una segunda postura, sostiene que la sanción aplicable en este caso sería la nulidad absoluta. Quienes comparten esta posición plantean que la inexistencia no es una sanción reconocida en el CC, y que éste sanciona las hipótesis de falta de voluntad con nulidad absoluta, para lo cual se apoyan en el art. 1682. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. El art. 1682 considera en primer término, en el inc. I, que es causal de nulidad absoluta la omisión de requisitos establecidos en atención a la naturaleza del acto o contrato, y en el inc. II, considera que se sanciona también con nulidad absoluta, los actos realizados por personas absolutamente incapaces, personas que el legislador considera carentes de voluntad y cuyos actos, como se ha dicho, sanciona con nulidad absoluta; y es en razón de esto que se sostiene que en el caso del error esencial la sanción también sería la nulidad absoluta, ya que la hipótesis es la misma, cual es: la ausencia de voluntad. Existe también una tercera postura, que considera que el error esencial, al igual que los demás vicios, debe sancionarse con nulidad relativa, esto porque, según se extrae del art. 1682 inc. III, una de las causales de la nulidad relativa es la voluntad viciada. Esta postura se basa fundamentalmente en un aspecto gramatical de la norma, interpretando literalmente los arts. 1453, 1454 y 1682, ya que el 1454 expresa que el error de hecho "vicia asimismo el consentimiento" y se refiere a casos de error sustancial, que de acuerdo al art. 1682 se sancionan con nulidad relativa, y el empleo de la expresión “asimismo” estaría manifestando que el error esencial del art. 1453 vicia de la misma manera el acto que el error substancial del art. 1454. Además, la presencia del error esencial perjudica sólo el interés privado de los individuos, por lo tanto, no es lógico aplicarle los principios de la nulidad absoluta, que impide la ratificación del acto nulo absolutamente. Art. 1453. El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra. Art. 1454. El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante. El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte. 35 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. b. Error sustancial o en las calidades esenciales. Esta figura se regula en el art. 1454 inc. I, y basándose en este artículo se puede definir al error sustancial como aquel que recae en la sustancia o calidad esencial del objeto sobre el cual versa el acto o contrato. La doctrina señala que la s u s t a n c i a corresponde a la materia de la cual se compone la cosa, o que constituye el objeto del acto jurídico; en otras palabras, es la materia de que se compone el objeto sobre que recae la obligación. Por ejemplo, hay error substancial si una persona compra unos candelabros de cobre plateado creyendo que son de plata pura; o si cree que se compra lana animal y en verdad es sintética. La c a l i d a d e s e n c i a l según la doctrina, es aquella que le da al objeto su fisionomía propia, que lo distingue de los demás; por ejemplo, la antigüedad o el valor artístico de un objeto Conceptualmente se trata de cosas distintas, sin embargo, en la práctica ambos conceptos se utilizan como sinónimos. Por lo tanto, el error sustancial puede recaer sobre la sustancia de la cosa, es decir, sobre la composición o materia del objeto sobre el cual recae la obligación, y también puede recaer sobre cualquiera otra calidad que es determinante para celebrar el contrato. Por esta razón se ha entendido como aquel el error que recae sobre cualquiera calidad del objeto que mueve a las partes a contratar, de tal manera que si falta ella, no se habría consentido. La sanción en este caso es indiscutiblemente la nulidad relativa, así como en los otros vicios del consentimiento. Uno de los temas, a propósito de la calidad esencial, dice relación con el criterio que debe utilizarse para determinar si una calidad es o no esencial. Hay quienes consideran, como el profesor ALESSANDRI, que el criterio que debe utilizarse es un criterio subjetivo, por lo tanto, habrá que atender a la condición particular del sujeto que ha celebrado el acto o contrato; como por ejemplo si alguien va a una galería y compra una obra de arte, para esa persona será una calidad esencial que dicha obra sea original. Otros, como Avelino LEÓN HURTADO, sostienen que la calidad esencial debe juzgarse de manera objetiva, por lo tanto, no hay que atender a la intención de los contratantes, sino a la calidad que la generalidad de la gente le atribuye; por ejemplo, si alguien va a comprar a una tienda de caballos de carrera, será una calidad esencial (para cualquier persona) que el caballo que se compra sea un caballo de carrera, por el contrario, si el caballo se compra en un fundo y no es de carrera, no habría error sustancial para esta postura, pero sí lo habría según la postura del profesor ALESSANDRI. c. Error accidental o sobre las c alidades accidentales . Basándose en el art. 1454 inc. II, la doctrina señala que el error accidental es aquel que recae sobre aquellas calidades de la cosa que ordinariamente son indiferentes para determinar el consentimiento de las partes. Art. 1454 inc. II. El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte. Por ejemplo, si alguien va a comprar un libro, normalmente la calidad del papel es indiferente, por esto el legislador señala que el error accidental no vicia el 36 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. consentimiento, salvo que concurran dos circunstancias: que esa calidad del objeto haya sido el principal motivo de una de las partes para contratar, y el segundo requisito copulativo, es que ese motivo haya sido conocido por la otra parte. Por lo tanto, se trata de una calidad accidental que ha sido elevada a la categoría de esencial y ha sido conocida por la otra parte. d. Error en la persona. Se refiere a esta clase de error el art. 1455, norma que señala que el error acerca de la persona no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esa persona sea la causa principal del contrato, como lo que ocurre por ejemplo en el contrato de matrimonio. Art. 1455. El error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la causa principal del contrato. Pero en este caso la persona con quien erradamente se ha contratado, tendrá derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato. En primer lugar, el CC señala que el error en la identidad de la persona, por regla general, no vicia el consentimiento, ya que el legislador entiende que, normalmente, en los contratos la identidad de los contratantes no es fundamental a la hora de manifestar el consentimiento. La excepción a esto, es que la consideración de la persona sea la causa principal del contrato; en este caso se está en presencia de un contrato intuito persona, esto es, un contrato que se celebra precisamente en consideración a la persona. Es posible encontrar en el CC casos de contratos que se celebran en consideración a la persona, como es el caso del contrato de mandato regulado en el art. 2116, norma que califica a este contrato como un contrato de confianza, de ahí que el error en la persona en el contrato de mandato vicie el consentimiento. Art. 2116. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera. La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario. Otro ejemplo se encuentra respecto del contrato de transacción, regulado en el art. 2446, el cual es un contrato por el cual las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven uno eventual (art. 2456). Art. 2446. La transacción es un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual. No es transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho que no se disputa. Art. 2456. La transacción se presume haberse aceptado por consideración a la persona con quien se transige. Si se cree pues transigir con una persona y se transige con otra, podrá rescindirse la transacción. De la misma manera, si se transige con el poseedor aparente de un derecho, no puede alegarse esta transacción contra la persona a quien verdaderamente compete el derecho. También se pueden mencionar los contratos de comodato y donaciones irrevocables. Los anteriores son ejemplos que se encuentran en el área patrimonial, sin embargo, también es posible encontrar contratos intuito persona en el ámbito del derecho de la familia, como por ejemplo, el contrato de matrimonio, respecto del cual la figura del error en la persona se consagra en el art. 8 N° 1 de la LMC 37 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 8. Falta el consentimiento libre y espontáneo en los siguientes casos: 1. Si ha habido error acerca de la identidad de la persona del otro contrayente; 2. Si ha habido error acerca de alguna de sus cualidades personales que, atendida la naturaleza o los fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante para otorgar el consentimiento, y 3. Si ha habido fuerza, en los términos de los artículos 1456 y 1457 del Código Civil, ocasionada por una persona o por una circunstancia externa, que hubiere sido determinante para contraer el vínculo. También respecto del matrimonio, se encuentra otra figura de error en la persona en el art. 8 N° 2 de la LMC, el cual se refiere al error en las cualidades personales, norma que vino a zanjar un tema muy discutido en el Derecho civil, ya que por mucho tiempo se pensó en poder alegar un error en la persona moral, lo cual que quedó resuelto gracias a esta norma34. Por lo tanto, no sólo se incluye el error en la identidad de la persona, sino que también cuando éste recae en la capacidad, estado o condición de la persona. En cuanto a la sanción, en caso de que se incurra en un error en la persona, hay que decir que por regla general no hay sanción, pero tratándose de contratos intuito persona, la sanción es la nulidad relativa, y una posible indemnización para la persona con quien erradamente se contrató sin culpa de ella (art. 1455 inc. II). Art. 1455 inc. II. Pero en este caso la persona con quien erradamente se ha contratado, tendrá derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato. Los errores irrelevantes no vician la voluntad, y estos son los casos en que el interesado habría realizado el acto aun cuando no hubiera padecido de error. Finalmente, hay que decir que basta el error de una parte para que se vicie el acto, lo cual se desprende del art. 1454. Art. 1454. El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante. El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte. Salvo el error esencial, que importa ausencia total de voluntad, los otros tipos de error son menos graves, por lo que no obstan al nacimiento del acto, pero sí lo vician y permiten su anulación, por lo cual todas esas clases de error se llaman también, genéricamente e r r o r - n u l i d a d . e. Error común. Esta figura cumple una función completamente distinta a las anteriores que son vicios de la voluntad, y por ende, causales de nulidad. El error común, es una figura que permite considerar válido a un acto jurídico aunque éste no esté apegado estrictamente a la legalidad. La doctrina lo define como aquel que es compartido por un número considerable de personas, que permite que un acto sea considerado como válido a pesar de no estar ajustado a la ley. Esta figura se expresa en la máxima de que el error común constituye derecho. En relación a qué error en particular puede alegarse respecto de la persona moral, esto queda entregado al juez, quien determinará las causales que podrán alegarse para la nulidad del matrimonio de acuerdo al art. 8 N° 2. 34 38 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Este error se fundamenta, según la doctrina, en el interés social, porque se estima que en determinadas situaciones hay conveniencia en fiarse de las apariencias compartidas por todos o por un grupo de personas. Los requisitos que deben concurrir para que se constate esta figura son: i. Debe tratarse de un error compartido por todos o por la mayoría de las personas de la localidad en que se celebra el acto o contrato (por el entorno). ii. El error debe ser excusable, lo que implica exigir que el error tenga un justo motivo. Se dice que un error es excusable cuando cualquier individuo colocado en la misma situación, habría cometido el mismo error. iii. Que el error se produzca de buena fe. Esto alude a la necesidad de que el individuo haya actuado con la convicción de estar obrando conforme a derecho, aunque no sea así. En el CC no existe una consagración general de esta figura, pero sí se encuentran casos particulares en que el legislador la acepta, como por ejemplo, en materia sucesoria el art. 1013 se refiere al caso en que uno de los testigos está afecto a una inhabilidad, la cual no se manifiesta en su aspecto o comportación; si bien, por regla general, la falta de una solemnidad trae como consecuencia la nulidad, en este caso, a propósito de la inhabilidad de los testigos, se hace referencia al error común en cuanto no se considera inválido el testamento. Art. 1012. No podrán ser testigos en un testamento solemne, otorgado en Chile: 1. Derogado; 2. Los menores de dieciocho años; 3. Los que se hallaren en interdicción por causa de demencia; 4. Todos los que actualmente se hallaren privados de la razón; 5. Los ciegos; 6. Los sordos; 7. Los mudos; 8. Los condenados a alguna de las penas designadas en el artículo 267, número 7º, y en general, los que por sentencia ejecutoriada estuvieren inhabilitados para ser testigos; 9. Los amanuenses del escribano que autorizare el testamento; 10. Los extranjeros no domiciliados en Chile; 11. Las personas que no entiendan el idioma del testador; sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1024. Dos a lo menos de los testigos deberán estar domiciliados en la comuna o agrupación de comunas en que se otorgue el testamento y uno a lo menos deberá saber leer y escribir, cuando sólo concurran tres testigos, y dos cuando concurrieren cinco. Art. 1013. Si alguna de las causas de inhabilidad expresadas en el artículo precedente no se manifestare en el aspecto o comportación de un testigo, y se ignorare generalmente en el lugar donde el testamento se otorga, fundándose la opinión contraria en hechos positivos y públicos, no se invalidará el testamento por la inhabilidad real del testigo. Pero la habilidad putativa no podrá servir sino a uno solo de los testigos. Art. 1014. En Chile, el testamento solemne y abierto debe otorgarse ante competente escribano y tres testigos, o ante cinco testigos. Podrá hacer las veces de escribano el juez de letras del territorio jurisdiccional del lugar del otorgamiento: todo lo dicho en este título acerca del escribano, se entenderá respecto del juez de letras, en su caso. Otro ejemplo se encuentra en materia posesoria, el legislador en el art. 704 da un listado de títulos que se consideran injustos en materia posesoria, y en el N° 4 hace referencia al título meramente putativo. La posesión es un hecho jurídicamente protegido, y esto se manifiesta en que el poseedor puede transformarse en dueño mediante la prescripción adquisitiva, respecto de la cual el legislador fija las 39 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. condiciones de la posesión, como por ejemplo, la buena o mala fe, o si el título es justo o injusto, según lo cual se adquiere por prescripción adquisitiva ordinaria o extraordinaria. En este caso se protege la apariencia jurídica del heredero putativo, y es por ello que el legislador lo protege. Art. 704. No es justo título: 1. El falsificado, esto es, no otorgado realmente por la persona que se pretende; 2. El conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal de otra sin serlo; 3. El que adolece de un vicio de nulidad, como la enajenación que debiendo ser autorizada por un representante legal o por decreto judicial, no lo ha sido; y 4. El meramente putativo, como el del heredero aparente que no es en realidad heredero; el del legatario cuyo legado ha sido revocado por un acto testamentario posterior, etc. Sin embargo, al heredero putativo a quien por decreto judicial o resolución administrativa se haya otorgado la posesión efectiva, servirá de justo título el decreto o resolución; como al legatario putativo el correspondiente acto testamentario que haya sido legalmente ejecutado. Otro ejemplo está en materia de sociedad, tal como se extrae del art. 2058. Art. 2058. La nulidad del contrato de sociedad no perjudica a las acciones que corresponden a terceros de buena fe contra todos y cada uno de los asociados por las operaciones de la sociedad, si existiere de hecho. Otro ejemplo, por último, se encuentra en el art. 1575 a propósito del pago. Art. 1575 inc. II. El pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en posesión del crédito, es válido, aunque después aparezca que el crédito no le pertenecía. El legislador no consagró una norma general para invocar el error común, sin embargo, sí permite invocar ese error común en casos particulares ¿Podría invocarse el error común en casos que no están expresamente indicados por el legislador? No existe una respuesta unánime al respecto, porque el error común va en contra de lo que establece el ordenamiento jurídico. En opinión del profesor ALESSANDRI, sí se podría invocar el error común en casos no contemplados por el CC, ya que se trataría de una mera aplicación del principio general que señala que el error común constituye derecho. 1.4.2. La fuerza. La fuerza se encuentra regulada en los arts. 1456 y 1457. Art. 1456. La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se mira como una fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave. El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento. Art. 1457. Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que es beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera persona con el objeto de obtener el consentimiento. Al igual que lo que ocurre con el error, no hay una definición legal, es por ello que la doctrina normalmente define la fuerza como la presión física o moral ejercida sobre la voluntad de una persona para determinarla a ejecutar un acto jurídico. Sobre la base de la definición dada, es posible distinguir entre fuerza física y fuerza moral. La f u e r z a f í s i c a consiste en el empleo de procedimientos materiales de violencia, como ocurre por ejemplo, si una persona toma la mano de otra y firma. Si 40 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. bien la fuerza física cabe dentro del concepto genérico de fuerza, ocurre que en este caso no existe en estricto rigor un vicio de voluntad, porque en realidad no hay voluntad, se trata de un caso de ausencia de voluntad, puesto que la fuerza física reduce a la víctima a un estado puramente pasivo, por lo tanto, no habría ni consentimiento, ni voluntad, sino una falsa apariencia de ellos. De ahí que cuando se hable de fuerza como vicio del consentimiento, debe entenderse a la fuerza moral. La f u e r z a m o r a l consiste en amenazas o intimidaciones que pueden ser hechas tanto a la integridad física como síquica de la persona. La doctrina habla de la fuerza moral como la presión sicológica que se ejerce sobre la voluntad de una persona, a fin de que ésta celebre un determinado acto jurídico; se dice también que corresponde a las amenazas dirigidas contra un individuo para hacer que nazca en su espíritu un temor insuperable. La fuerza vicio debe provenir necesariamente de una acción humana, no es fuerza vicio por ejemplo, vender una cosa porque no se tiene que comer (este es un caso de estado de necesidad), como tampoco lo son las circunstancias sociales, políticas y económicas. El estado de necesidad no puede invocarse como vicio para la nulidad del contrato, como se verá más adelante. Los r e q u i s i t o s d e l a f u e r z a p a r a q u e v i c i e e l c o n s e n t i m i e n t o , son: i. Q u e l a f u e r z a s e a g r a v e . Esto implica que la fuerza debe tener una intensidad importante, y el legislador entiende que la fuerza cumple con este requisito cuando es capaz de producir una impresión fuerte en personas de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición35. El criterio que utiliza el legislador es subjetivo, en el sentido que atiende a las condiciones particulares del sujeto respecto del cual se ejerce la fuerza. Como se exige que cause una impresión fuerte en una persona que está en su sano juicio, se entiende que la amenaza debe ser verosímil, es decir, que ofrezca posibilidades de realizarse. No presentaría este carácter, por ejemplo, la amenaza que se hace a una persona de mandarla a la Luna en un aeroplano, si no consiente en un contrato. La gravedad es el elemento fundamental y cuantitativo, el que finalmente decide a la persona a celebrar el contrato. Art. 1456 inc. I. La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se mira como una fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave. El art. 1456 señala que se mira como fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave, lo que corresponde a una presunción de fuerza grave, es decir, concurriendo estas amenazas se habla de fuerza grave. El legislador presume que estas amenazas producen una impresión fuerte. El mal irreparable y grave puede recaer sobre la persona o también en los bienes, o en otras personas que no están mencionadas en el art. 1456 (por ejemplo, una novia), ya que las personas mencionadas por el art. 1456 tienen por objeto establecer una presunción, pero ello no obsta para que haya otros casos en los 35 Se entiende por persona de sano juicio, una persona psíquicamente normal. 41 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. cuales quien alega el vicio de fuerza, será el que deba probar que el constreñimiento le produjo una impresión fuerte. Tratándose de las personas mencionadas en el art. 1456, basta probar que se amenazó en forma verosímil al contratante, para que se repute que la fuerza produjo una impresión fuerte. ii. L a f u e r z a d e b e s e r i n j u s t a o i l e g í t i m a . La fuerza es injusta cuando es contraria a derecho, es decir, cuando su ejercicio no está amparado por el ordenamiento jurídico. Dicho de otra manera, la fuerza es injusta o ilegítima cuando el procedimiento o la amenaza de que se vale la persona que la ejerce, no son aceptados por la ley o el derecho (este es el elemento cualitativo de la violencia). Sobre este particular, hay que tener presente el art. 1456 inc. II, el cual se refiere al temor reverencial, que es aquel temor a las personas sólo por respeto; y este temor, no vicia el consentimiento. Art. 1456 inc. II. El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento. iii. L a f u e r z a d e b e s e r d e t e r m i n a n t e , es decir, según la doctrina, debe haber sido empleada con el objeto preciso de obtener una determinada declaración de voluntad (ésta debe ser el efecto de aquella). Sin embargo, esto no pone énfasis en el aspecto fundamental, ya que lo determinante debe ser analizado desde el punto de vista del sujeto pasivo, por lo tanto, la fuerza es determinante cuando ha sido eficaz para que un individuo manifestare una intención distinta a la que realmente tenía. iv. L a f u e r z a d e b e s e r a c t u a l . Hay autores que también consideran como requisito, el que la fuerza sea actual, lo que implica que haya sido ejercida necesariamente al momento de la celebración del acto o contrato. Sin embargo, también hay quienes consideran que la actualidad se encuentra dentro del tercer requisito, esto es, dentro del requisito que exige que la fuerza sea determinante. Para nuestra legislación, el acto en que incide la fuerza moral que reúne los requisitos de grave, injusta y determinante, existe, pero con un vicio que lo expone a ser invalidado. Así, la sanción para la fuerza moral es la nulidad relativa, de conformidad con lo dispuesto por el art. 1682 inc. final. De acuerdo con el art. 1457, para que la fuerza vicie el consentimiento, no es necesario que la ejerza aquel que es beneficiado por ella, sino que basta con que se haya empleado la fuerza por cualquier persona con el objeto de obtener el consentimiento. Art. 1457. Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que es beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera persona con el objeto de obtener el consentimiento. El legislador consideró en esta norma que cualquiera sea el causante de la fuerza, esto es un vicio suficiente; esto se debe a que generalmente el que quiere presionar a otro para que celebre un contrato se vale de terceros, lo que difiere a lo que ocurre con el dolo, el cual debe provenir necesariamente de la otra parte. En cuanto a la p r u e b a d e l a f u e r z a , l a fuerza es un hecho, y como tal, puede ser acreditado por todos los medios de prueba que franquea la ley. Como se dijo anteriormente, en el art. 1456 el legislador contiene una presunción que dice relación con la gravedad, y para que opere esta presunción, quien la 42 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. invoca va a tener que acreditar todos los elementos a partir de los cuales el legislador establece la presunción. Por último, en relación con la fuerza, es necesario referirse al e s t a d o d e n e c e s i d a d , en cuanto a la posibilidad de invocarlo como un vicio de la voluntad. Se trata de determinar qué consecuencias derivan cuando una persona impulsada por una necesidad imperiosa, realiza un acto que en otras condiciones no hubiera realizado (bajo peligro inminente o en una situación de violencia). En el estado de necesidad un sujeto que se sienta amenazado por un hecho de la naturaleza (como un naufragio, un incendio) o por un acto del hombre (como el secuestro de una o más personas), para evitar el daño que teme en su persona o en sus bienes, adopta un determinado comportamiento que produce un perjuicio a terceros o resulta perjudicial para los propios intereses del sujeto. En estas emergencias suelen celebrarse contratos que algunos llaman necesarios, en donde el sujeto necesitado estipula con otro para que le salve la vida o sus bienes materiales o la vida o los bienes materiales de un pariente o un amigo; por ejemplo, un súbito incendio atrapa en un cuarto rodeado por las llamas a un niño y un familiar pacta con un valiente un precio para que entre en la casa y saque de ella a los que están a punto de morir quemados; o la persona que está en peligro de morir, para lograr que otra persona la ayude y salve su vida, le dona un bien (hechos de la naturaleza);.o el secuestro de un hijo por cuya liberación se pide un subido rescate (hecho el hombre), así, si el padre tiene el dinero, se limita a pagar (bajo influencia de violencia o fuerza moral) y el resto corre por cuenta de la policía, pero si no tiene la suma requerida, el padre deberá pedir un préstamo, o vender sin demora alguna cosa; todos esos contratos se celebran a causa del estado de peligro. Se producen en las hipótesis planteadas una situación semejante a la fuerza, ya que tanto en ésta como en aquella se presentan al sujeto similares alternativas de reacción: en la fuerza, resistirse a ella o ceder a la amenaza prestando el consentimiento; en el estado de necesidad, soportar el peligro que lo amenaza, aceptando implícitamente los daños que podrían irrogarse a su persona o bienes, o tratar de sustraerse a la situación de peligro, adoptando el comportamiento que estime adecuado para lograr tal objetivo. Pero el estado de necesidad y la fuerza se diferencian, según VIAL DEL RÍO, porque en el primero, la coacción psicológica puede derivar de un hecho natural o humano, en tanto en la segunda, el apremio o amenaza proviene necesariamente del hombre; además, en el estado de necesidad, el hecho que lo provoca no está encaminado a obtener una manifestación de voluntad en un determinado sentido, en cambio en la fuerza, el apremio va directamente dirigido a obtener el consentimiento de la víctima. El profesor ALESSANDRI considera que no se puede invocar el estado de necesidad como vicio de la voluntad, esto principalmente porque el legislador no lo consideró ni como vicio del consentimiento, ni como causal de nulidad. Por lo tanto, basándose en el art. 1545, dicho acto es válido. A la misma solución llega VIAL DEL RÍO, señalando que el acto tampoco puede rescindirse por lesión enorme, ya que ésta es casuística, y el legislador no consideró la lesión creada por un estado de necesidad. Art. 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales. Otros autores, como el profesor Carlos DUCCI, consideran que el estado de necesidad puede asimilarse a la fuerza, y por lo tanto, podrían anularse aquellos contratos en que una de las partes obtuvo ventajas desmesuradas al aprovecharse del 43 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. estado de necesidad de la otra. Sin embargo ALESSANDRI critica esta postura, porque si constituye fuerza, entonces sería anulable sin necesidad de atender a si la contraparte se benefició o no. También hay quienes, como el profesor Rafael VALENZUELA, creen que al no poder anularse el acto por fuerza, quedaría una laguna legal, por lo tanto el juez deberá pronunciarse conforme al espíritu general de la legislación o a la equidad natural (art. 24 del CC y 170 N° 5 del CPC), y los principios de equidad pueden decirnos que el acto debe ser declarado ineficaz o modificado. Art. 24. En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán los pasajes obscuros o contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la equidad natural. Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán: 5. La enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad, con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo. ALESSANDRI no cree que sea un caso de laguna legal, en cuanto los estados de necesidad se dan por supuestos en algunos contratos rescindibles por lesión, ya que está implícito que la desproporción se explica por la ligereza, la inexperiencia o, casi siempre, por el estado de necesidad de la parte lesionada (por ejemplo, la persona que vende un cuadro de un pintor famoso por la cuarta parte de su valor real); por lo tanto, esa es la solución legal, ya que él es partidario de la ampliación del campo de la lesión, en vistas a que nuestro legislador civil sólo la formuló para casos determinados y taxativos (ALESSANDRI señala que una de las reformas que exige el CC, está una que contemple dicha acción general). 1.4.3. El dolo. El art. 44 inc. final contiene un concepto de dolo, señalando que es la intención positiva36 de inferir injuria a la persona o propiedad de otro. Art. 44 inc. final. El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro. Lo primero que hay que señalar, es que el dolo es una figura que no solamente interesa dentro del ámbito de celebración de actos y contratos, ya que se trata de una institución que interesa en distintos campos del derecho civil, campos que según la doctrina son principalmente tres: i. En primer término, el dolo actúa en la fase de celebración de actos y contratos, fase en la cual actúa como un vicio de la voluntad o consentimiento, y por ende, como causal de nulidad del acto. El dolo es un concepto legalmente definido, sin embargo, la doctrina sostiene que el concepto del art. 44 se identifica de mejor manera con el dolo como elemento del delito civil o como fuente de responsabilidad civil extracontractual, ya que no da una idea acertada de lo que es el dolo como vicio de la voluntad. La doctrina ha elaborado un concepto de d o l o v i c i o , definiéndolo como el conjunto de maquinaciones fraudulentas que realiza uno de los contratantes con Positiva no es en el sentido de que solamente se puede cometer con acción, ya que existe el dolo con omisión, es en el sentido de deliberada, dándole fuerza a la intención. 36 44 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. el objeto de inducir al otro a consentir en un contrato, que de no mediar tales maquinaciones, jamás habría celebrado. Se dice también que el dolo consiste en el empleo, por una de las partes, de maquinaciones, trampas, artificios, mentiras o engaños, respecto de otra persona, con el fin de inducirla a consentir en un contrato que, a no mediar dichas maniobras, jamás habría celebrado. El profesor Rafael VALENZUELA dice que el dolo como vicio del consentimiento, consiste en el artificio o maquinación que se emplea con el propósito de inducir a errar a una persona o de mantener a esa persona en el error en que se encuentra, con la finalidad de decidirla a celebrar un acto jurídico determinado. ii. Un segundo ámbito en que actúa el dolo es en la fase de ejecución, es decir, en la fase de cumplimiento del contrato, fase en la cual actúa como agravante de la responsabilidad civil contractual. Al legislador no le es indiferente la causa que ha provocado el incumplimiento de un contrato, así, el régimen de responsabilidad civil adoptado por el CC es un régimen de responsabilidad subjetiva, es decir, para que el incumplimiento de un contrato genere responsabilidad para el deudor, es menester que este incumplimiento le sea imputable, le sea atribuible a título de dolo o culpa. Como se dijo, al legislador en sede contractual no le es indiferente si el incumplimiento de un contrato se produjo por dolo o por culpa, y dentro del ámbito de la responsabilidad subjetiva, el legislador considera que es mucho más grave el incumplimiento doloso, esto es, aquel que estaba motivado por la intención de dañar a otro, lo que se traduce en que el legislador amplía la indemnización del contratante doloso. Así, el contratante que dolosamente incumple un contrato, está obligado a responder por perjuicios que otros no responden (perjuicios imprevistos; art. 1558). Art. 1558. Si no se puede imputar dolo al deudor, sólo es responsable de los perjuicios que se previeron o pudieron preverse al tiempo del contrato; pero si hay dolo, es responsable de todos los perjuicios que fueron una consecuencia inmediata o directa de no haberse cumplido la obligación o de haberse demorado su cumplimiento. La mora producida por fuerza mayor o caso fortuito no da lugar a indemnización de perjuicios. Las estipulaciones de los contratantes podrán modificar estas reglas. Por regla general, en caso de incumplimiento el deudor sólo responde de los perjuicios previstos o que pudieron preverse al tiempo del contrato, en cambio, en caso de dolo, el deudor está obligado a responder por todos los perjuicios que hayan sido una consecuencia inmediata y directa del incumplimiento, sean previstos o no. iii. En el ámbito de la responsabilidad civil extracontractual, el dolo opera como elemento del delito civil, y por ende, como fuente de responsabilidad civil extracontractual. El legislador en el art. 2284, entrega una definición de delito civil, señalando que el delito es el hecho ilícito cometido con la intención de dañar. Art. 2284. Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella. Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato. Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito. Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito. En este título se trata solamente de los cuasicontratos. 45 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Los delitos civiles, al igual que los cuasidelitos civiles, constituyen fuente de responsabilidad civil aquiliana, porque quienes los comenten están obligados a indemnizar los perjuicios resultantes de ellos, así lo indica el art. 2314, el cual señala que el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización. Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito. A diferencia de lo que ocurre en sede contractual, al legislador en este ámbito le es indiferente si el daño fue causado con dolo o culpa, ya que sea que se cometa un delito o un cuasidelito civil, la extensión de la reparación es la misma, porque en este ámbito la extensión de la reparación se establece en función del daño; aquí se dice que el daño es la medida de la responsabilidad. En relación con los daños patrimoniales, la afirmación anterior es absoluta, en cambio, con los daños morales no ocurre lo mismo, por lo menos así lo ha entendido la jurisprudencia, ya que hay fallos que consideran más grave el daño moral causado con dolo; sin embargo, no hay una norma que respalde esto. Por lo tanto, los civilistas tienen una noción única de dolo, en cuanto es la intención positiva de inferir un perjuicio a la persona o propiedad de otro, ya sea incitándolo a negociar, o defraudándolo en el cumplimiento de una obligación, o ya sea causándole un daño por causárselo. El dolo en sí mismo no sería el vicio, sino el error a que él conduce. Según VIAL DEL RÍO, tanto en el error como en el dolo existe por parte de la víctima una falsa representación de la realidad, lo cual atenta contra la voluntad. Pero la diferencia entre uno y otro está en que, en el error, la falsa representación que se hace el sujeto surge en forma espontánea, en cambio en el dolo, la falsa representación no surge en forma espontánea, sino, de manera provocada por las maquinaciones o maniobras fraudulentas fraguadas por otra persona para engañar o inducir a error. Es por ello que al dolo se le define como el error provocado engañando a otro. Pero es necesario tener presente que el dolo constituye un vicio del consentimiento distinto del error y, por lo mismo, una causa por sí relevante para anular un acto; y aun cuando el error provocado por el dolo no sea relevante, el acto en que éste incide va a ser ineficaz por haber tenido como causa el dolo. En otras palabras, el dolo induce a error, por lo tanto, debido a ese error se contrata, y si ese error no es suficiente para viciar el consentimiento, como él se debió a dolo, se puede desentender del error y anular el contrato por dolo. Respecto a las c l a s i f i c a c i o n e s d e l d o l o , l a doctrina lo clasifica desde distintos puntos de vista: i. Una primera clasificación distingue entre dolo bueno y dolo malo. El d o l o b u e n o corresponde a halagos, exageraciones, lisonjas en que incurre una parte con el objeto de influenciar a su contraparte. Se denomina dolo bueno, porque no se realiza con la intención de engañar; por tanto, esta figura no vicia el consentimiento. Incurren en dolo bueno algunos vendedores y actores jurídicos, y hay un grado en que la ley lo permite.37 CARIOTA FERRARA señala que el dolo bueno consiste en el comportamiento lícito, realizado con astucia, malicia, halagos, jactancias, propaganda, incitaciones e insistencias que se consideran permitidas en la vida de los negocios o, en general, en las relaciones sociales o jurídicas; para este tipo 37 46 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. El d o l o m a l o es el dolo vicio, aquel que no se limita a exagerar las ventajas del objeto, sino que se realiza con la intención positiva de engañar, de inferir injuria a la persona o propiedad de otro. ii. Otra clasificación distingue entre dolo positivo y dolo negativo. El d o l o p o s i t i v o o p o r a c c i ó n es aquel que supone la realización de un hecho por parte del sujeto que lo emplea. El d o l o n e g a t i v o o p o r o m i s i ó n es aquel que consiste en una abstención. Es importante señalar que para que el silencio pueda considerarse como doloso, es menester que el sujeto haya estado obligado por ley, por la costumbre, o por las circunstancias del caso, a hacer una declaración, y es necesario también que haya habido un perjuicio para la otra parte, perjuicio que para estos efectos se traduce en haber celebrado un acto, que de no haber existido el silencio, la persona no habría celebrado, o bien, celebrarlo en condiciones distintas a aquellas en que se habría celebrado si la persona hubiese hablado. Un ejemplo de dolo por omisión, son los vicios redhibitorios u ocultos. iii. Una tercera clasificación distingue entre dolo principal y dolo incidental. D o l o p r i n c i p a l es aquel de tal naturaleza, que determina a una persona a celebrar un acto o contrato, que de no haber mediado éste, la persona no lo habría celebrado. Por lo tanto, dolo principal es aquel que ha sido determinante para contratar. D o l o i n c i d e n t a l es aquel que no determina la celebración misma del acto jurídico, pero sí lleva a concluirlo en condiciones distintas a las que se hubiese celebrado de no mediar este dolo. Es decir, se celebra de todas formas el contrato, pero en condiciones menos favorables a si no hubiera concurrido el dolo. Hay dolo principal si una persona pide al vendedor unos candelabros de plata y éste le entrega, a sabiendas, unos de cobre plateado. Pero el dolo sería solo incidental, si el cliente pide determinados candelabros y el vendedor, a fin de obtener mejor precio, asegurara que son de plata sin serlo. Respecto a los r e q u i s i t o s q u e d e b e t e n e r e l d o l o p a r a q u e v i c i e e l c o n s e n t i m i e n t o , basándose en el art. 1458 inc. I, es que se puede afirmar que debe reunir copulativamente los siguientes requisitos: i. Que sea obra de parte. ii. Que sea principal, esto es, que aparezca claramente que sin él no se habría contratado. Art. 1458. El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las partes, y cuando además aparece claramente que sin él no hubieran contratado. En los demás casos el dolo da lugar solamente a la acción de perjuicios contra la persona o personas que lo han fraguado o que se han aprovechado de él; contra las primeras por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta concurrencia del provecho que han reportado del dolo. Concurriendo los requisitos señalados en la norma, el dolo vicia el consentimiento, y por ende, el acto o contrato será susceptible de anularse, concretamente, el dolo constituye causal de nulidad relativa. de dolo, cualquier sujeto del mundo del derecho está preparado y habituado. De lo anterior se desprende que el dolo bueno es un engaño menor, producto de las exageraciones que son normales en el comercio a través de las cuales el comerciante pondera su producto. 47 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Si no se cumplen los requisitos, el dolo igual produce consecuencias jurídicas, pero distintas al vicio del consentimiento; a estas consecuencias se refiere el inc. II del art. 1458, que señala que en los demás casos el dolo dará lugar a indemnización de perjuicios, es decir, en estos casos el dolo da origen a la responsabilidad civil, ya que el sujeto debe indemnizar perjuicios a la víctima. Por lo tanto, si el dolo es incidental, o si es principal pero no obra de una de las partes, no vicia el acto, sino que da lugar a la indemnización de perjuicios. ¿Qué ocurre con el dolo en actos jurídicos unilaterales? Es lógico que el art. 1458 se refiera a actos jurídicos bilaterales, ya que se ubica dentro de la teoría general del contrato. La doctrina a partir de distintas disposiciones del CC, llega a la conclusión de que tratándose de actos jurídicos unilaterales, para que el dolo vicie la voluntad, basta con que haya sido principal, esto es, determinante para celebrar el acto, siendo irrelevante en este caso quien haya sido el autor de la maquinación. La doctrina extrae esto de distintas normas, como son: i. El art. 968 Nº 4, que admite el dolo en el testamento. Art. 968. Son indignos de suceder al difunto como herederos o legatarios: 4. El que por fuerza o dolo obtuvo alguna disposición testamentaria del difunto, o le impidió testar. ii. El art. 1237, que está referido a la repudiación de las asignaciones hereditarias y testamentarias. La repudiación es un acto jurídico unilateral, y el legislador reconoce que puede anularse por dolo. Art. 1237. Ninguna persona tendrá derecho para que se rescinda su repudiación, a menos que la misma persona o su legítimo representante hayan sido inducidos por fuerza o dolo a repudiar. iii. Otro caso se da en materia de sociedad conyugal, en el art 1782. Ocurre que en materia de sociedad conyugal, la ley le reconoce a la mujer un derecho absoluto de aceptar o repudiar los gananciales generados durante la vigencia de ésta, y el art. 1782 señala que la renuncia a los gananciales no puede rescindirse, a menos que haya dolo. Art. 1782. Podrá la mujer renunciar mientras no haya entrado en su poder ninguna parte del haber social a título de gananciales. Hecha una vez la renuncia no podrá rescindirse, a menos de probarse que la mujer o sus herederos han sido inducidos a renunciar por engaño o por un justificable error acerca del verdadero estado de los negocios sociales. Esta acción rescisoria prescribirá en cuatro años, contados desde la disolución de la sociedad. En cuanto a la p r u e b a d e l d o l o , el art. 1459 señala que el dolo no se presume, sino en los casos específicamente previstos por la ley; en los demás casos debe probarse. El dolo puede probarse por cualesquiera de los medios de prueba que franquea la ley. Art. 1459. El dolo no se presume sino en los casos especialmente previstos por la ley. En los demás debe probarse. Esta norma es consecuente con la presunción general de buena fe contenida en el art. 707, por lo tanto, si la buena fe se presume, la mala fe hay que probarla38 (la Hay que señalar que dolo y mala fe no son lo mismo, ya que, según ALESSANDRI, el dolo es una forma de la mala fe, y para determinar el concepto de esta última, es preferible es aclarar su antítesis, la buena fe; al respecto se distinguen dos especies: la buena fe objetiva y la subjetiva. La buena fe objetiva es el 38 48 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. presunción implica probar los hechos de los cuales se deduce dicha presunción). La doctrina señala que hay en este artículo un alcance general.39 Art. 707. La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse. Excepcionalmente el dolo se presume en los siguientes casos: i. El art. 706 dice que el error de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario. Art. 706. La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio. Así en los títulos translaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de haberse recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato. Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe. Pero el error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario. ii. En el art. 968 Nº 5, el legislador dice que es indigno de suceder al difunto el que dolosamente ha ocultado el testamento, presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención u ocultación. Art. 968. Son indignos de suceder al difunto como herederos o legatarios: 5. El que dolosamente ha detenido u ocultado un testamento del difunto, presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención u ocultación. iii. Otro caso es el art. 1301 a propósito del albaceazgo, norma que prohíbe al albacea llevar a efecto las disposiciones del testamento que sean contrarias a la ley, acusándosele en este caso de dolo. Art. 1301. Se prohíbe a el albacea llevar a efecto ninguna disposición del testador en lo que fuere contraria a las leyes, so pena de nulidad, y de considerársele culpable de dolo. Respecto a la c o n d o n a c i ó n d e l d o l o , el dolo no puede condonarse o renunciarse anticipadamente, ya que habría objeto ilícito. El dolo sólo puede perdonarse una vez cometido o conocido por la otra parte; por ello el art. 1465 dispone que la condonación del dolo futuro no vale, esto implica que el legislador considera inválidas las cláusulas en virtud de las cuales las partes renuncian a reclamar la nulidad del contrato en caso de dolo. leal comportamiento que se tiene en las relaciones con los demás (art. 1546). La buena fe subjetiva, en cambio, es la convicción o creencia firme de que se actúa conforme a la ley cuando, pero en realidad no es así, por encontrarse la persona en un estado de ignorancia, o tener un erróneo conocimiento, creencia u opinión acerca de una determinada situación jurídica. Por tanto, la mala fe, a partir de la buena fe subjetiva, se puede definir como un actuar con conocimiento de que se hace en contra del ordenamiento jurídico. Es importante manejar estos conceptos, ya que la profesora MEJÍAS los pregunta en muchas ocasiones. 39 El art. 707, sobre la presunción de buena fe, aunque se encuentra ubicada en el título De la posesión, se ha entendido que es una norma general, así lo revelan los términos amplios y comprensivos en que está redactada, y porque sería absurdo presumir la buena fe sólo en la posesión y no en otras instituciones, siempre que especial y formalmente la ley no establezca lo contrario. El carácter general o especial de una norma depende de su propia naturaleza y no de su ubicación en una ley o en un Código. En consecuencia, según ALESSANDRI, la presunción de buena fe, en los términos en que está concebida en la mencionada disposición, se aplica no sólo tratándose de la buena fe en sentido subjetivo, sino también respecto de la buena fe en sentido objetivo, y cabe en todos los casos en que la ley no disponga lo contrario. 49 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1465. El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación del dolo futuro no vale. Por último, es necesario referirse a la s a n c i ó n d e l d o l o . Si el dolo es principal y obra de parte, vicia el consentimiento, y por ende, el acto será susceptible de anularse. En los demás casos sólo se generará una acción de perjuicios, en el caso de los que lo fraguaron, por el total del contrato, y en el caso del que se aprovechó, éste responde por el monto del provecho. No es necesario que los que se han aprovechado del dolo tengan conocimiento de él, o que el acto jurídico del cual se reporta provecho diga relación con el dolo. Basta que se haya cometido por un tercero y ser fuente de lucro. 1.4.4. La lesión. La lesión se analiza con el objeto de establecer cuál es la naturaleza de esta figura, y si se puede considerar o no como vicio de la voluntad o del consentimiento. Esto surge principalmente, porque en otros ordenamientos jurídicos se le ha considerado como un vicio subjetivo de la voluntad. La doctrina define normalmente a la lesión como el perjuicio pecuniario que sufre una de las partes contratantes al celebrar un contrato oneroso conmutativo, derivado de la desproporción de las prestaciones recíprocas, recibiendo de la otra un valor inferior al de la prestación que suministra. Dada la definición, se hace necesaria una explicación previa en cuanto a qué son los contratos onerosos conmutativos, explicación que se basa en los arts. 1440 y 1441. Art. 1440. El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro. Art. 1441. El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida, se llama aleatorio. El c o n t r a t o o n e r o s o es aquel que tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno en beneficio del otro, como por ejemplo, el contrato de compraventa, o el de arrendamiento. El art. 1441 subclasifica a los contratos onerosos en contratos onerosos conmutativos y contratos onerosos aleatorios, y señala que es c o n m u t a t i v o cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez. La característica fundamental de los contratos onerosos conmutativos, es que son aquellos en que las partes están en condiciones de prever cual será el resultado económico de la operación. Los contratos onerosos a l e a t o r i o s , son aquellos en que el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida, como por ejemplo, vender una cosecha de manzanas en $200.000; lo que caracteriza a estos contratos, es que las partes no están en condiciones de prever el resultado económico de la operación. La regla general, la constituyen los contratos onerosos conmutativos, y la lesión es una figura que sólo tiene aplicación tratándose de dichos contratos, porque se trata de una figura que fiscaliza la falta de equivalencia entre las prestaciones de las partes, lo que sólo es exigible tratándose de contratos onerosos conmutativos y no de contratos onerosos aleatorios. 50 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En cuanto al tema de la l e s i ó n e n n u e s t r o o r d e n a m i e n t o , la lesión no es una figura que tenga un tratamiento sistemático en el CC, lo que existe en el CC, son casos en los cuales el legislador la ha sancionado. Surge así la primera característica de la lesión, cual es que es c a s u í s t i c a , y al analizar los casos en que el legislador la ha sancionado, surge una segunda característica, que consiste en que en nuestro sistema la lesión constituye un v i c i o o b j e t i v o , ya que el legislador para configurar la lesión atiende exclusivamente a las prestaciones de las partes, concretamente a su falta de equivalencia, con independencia de cualquier consideración subjetiva; el criterio es aritmético, al legislador le es indiferente porque se llegó a esa desproporción. En nuestro sistema la lesión no constituye un vicio de la voluntad. La realidad del CC es distinta a la que existe en otros ordenamientos jurídicos, en los cuales se considera que la lesión es un vicio subjetivo, es un vicio de la voluntad, y en dichos ordenamientos lo que se sanciona, es el hecho de que una de las partes, aprovechándose del estado de necesidad, de la ignorancia, o de la falta de preparación de la otra, haya obtenido condiciones económicas más ventajosas. En Chile, según se comprobará, la lesión es un vicio objetivo, porque el legislador atiende para su configuración exclusivamente a la desproporción de las prestaciones de las partes, con total prescindencia de las causas que la hayan generado. En segundo término, como se ha dicho, la lesión es casuística, porque sólo se aplica en los casos en que el legislador la sanciona, no constituye una figura de aplicación general, por lo que sería errado sostener que el legislador exige como requisito de los contratos la igualdad de las prestaciones. En tercer término, hay que señalar que la lesión se sanciona sólo cuando es enorme, esto es, cuando la desproporción alcanza cierta magnitud definida por el legislador. Respecto a la s a n c i ó n d e l a l e s i ó n , ésta no tiene asignada en el CC una sanción única, como ocurre con los vicios de la voluntad; en algunos casos la sanción es la rescisión del acto, esto es, la nulidad relativa, y en otros casos la sanción consiste en una adecuación o readecuación de las prestaciones de las partes, como lo que ocurre con el mutuo. Los casos en que el legislador sanciona la lesión son: i. En primer lugar, se encuentra la hipótesis sancionada en los arts. 1888 y siguientes, los cuales se refieren al contrato de compraventa. Se señala en el art. 1888, que el contrato de compraventa puede rescindirse por lesión enorme. Art. 1888. El contrato de compraventa podrá rescindirse por lesión enorme. Teniendo en cuenta lo dispuesto en el art. 1891, se llega a la conclusión de que los contratos de compraventa que son susceptibles de rescindirse por lesión enorme, son exclusivamente aquellos que recaen sobre bienes raíces y que no se hagan por el ministerio de la justicia. Un ejemplo de un contrato de compraventa que se haga por el ministerio de la justicia, es una venta forzada de un bien raíz en un juicio ejecutivo; se excluyen estos contratos porque el legislador entiende que existe suficiente garantía al ser hecha la venta por el ministerio de la justicia. Art. 1891. No habrá lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en las ventas de bienes muebles, ni en las que se hubieren hecho por el ministerio de la justicia. 51 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Aquí se demuestra la clara preferencia del legislador de proteger a los bienes raíces. El art. 1889 señala cuando se entiende haber lesión enorme, señalando que en el caso del vendedor, éste sufre lesión enorme cuando el dinero que recibe es menor a la mitad del justo precio; y en caso del comprador, este sufre lesión enorme cuando el justo precio de la cosa que compra, es inferior a la mitad del precio que paga por ella. Art. 1889. El vendedor sufre lesión enorme, cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella. El justo precio se refiere al tiempo del contrato. Quien fija el justo precio en cada caso es el juez, y la jurisprudencia ha dicho que el justo precio de un bien raíz, no corresponde a su avalúo fiscal. En caso de configurarse una situación de lesión enorme, según el art. 1890, en general, el efecto se traduce en que el contratante perjudicado queda facultado para solicitar la rescisión del contrato, esto es, para solicitar la nulidad relativa. Art. 1890. El comprador contra quien se pronuncia la rescisión, podrá a su arbitrio consentir en ella, o completar el justo precio con deducción de una décima parte; y el vendedor en el mismo caso, podrá a su arbitrio consentir en la rescisión, o restituir el exceso del precio recibido sobre el justo precio aumentado en una décima parte. No se deberán intereses o frutos sino desde la fecha de la demanda, ni podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya ocasionado el contrato. La nulidad en este caso es especial, porque la ley permite que se purgue (sanee) la lesión; de ahí que la acción rescisoria de la lesión es de una naturaleza especial, y la Corte de Apelaciones de Santiago ha declarado que, por ello, no se rige por los arts. 1682 y siguientes del título XX (de la nulidad y la rescisión) del Libro IV, sino por las disposiciones del párrafo 13 (de la rescisión de la venta por lesión enorme) del título XXIII (de la compraventa) del libro IV, porque no nace de ningún vicio proveniente de la incapacidad de los contratantes, de error o de dolo. Lo particular, como se ha señalado, es que el legislador en esta norma permite que declarada la nulidad, la parte en contra de la cual se pronunció la resolución, enerve dicha resolución completando o restituyendo el precio recibido, y el legislador aumenta en una décima parte lo que se debe completar o restituir, porque considera que es una ganancia legítima. ii. El segundo caso de lesión está en el contrato de permuta, el cual según el art. 1897, es un contrato en que las partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro. Art. 1897. La permutación o cambio es un contrato en que las partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro. El art. 1900 se refiere a la lesión en el contrato de permuta, y específicamente, a la permuta de bienes raíces. Art. 1900. Las disposiciones relativas a la compraventa se aplicarán a la permutación en todo lo que no se oponga a la naturaleza de este contrato; cada permutante será considerado como vendedor de la cosa que da, y el justo precio de ella a la fecha del contrato se mirará como el precio que paga por lo que recibe en cambio. 52 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. iii. El tercer caso se encuentra a propósito de la aceptación de una asignación hereditaria. El art. 1234 contiene un caso de lesión, y señala que sólo puede rescindirse una aceptación hecha con fuerza o dolo, o por una lesión grave, que es la que disminuye el valor total de la asignación en más de la mitad; esta lesión no debe haber sido conocida al momento de aceptar.40 Art. 1234. La aceptación, una vez hecha con los requisitos legales, no podrá rescindirse, sino en el caso de haber sido obtenida por fuerza o dolo, y en el de lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia al tiempo de aceptarla. Esta regla se extiende aun a los asignatarios que no tienen la libre administración de sus bienes. Se entiende por lesión grave la que disminuyere el valor total de la asignación en más de la mitad. iv. Otro caso se encuentra en materia de partición de bienes (partición de comunidad), específicamente en el art. 1348, que señala que la rescisión por causa de lesión se concede al que ha sido perjudicado en más de la mitad de su cuota. Art. 1348. Las particiones se anulan o se rescinden de la misma manera y según las mismas reglas que los contratos. La rescisión por causa de lesión se concede al que ha sido perjudicado en más de la mitad de su cuota. v. Otro caso se encuentra en materia de mutuo. Aquí hay que tener presente el art. 2206 del CC y los arts. 6 y 8 de la Ley 18.010 sobre Operaciones de Crédito de Dinero (el CC regula el mutuo de cosa fungible distinta al dinero, y el mutuo de dinero se regula en la ley 18.010). Art. 2206. El interés convencional no tiene más límites que los que fueren designados por ley especial; salvo que, no limitándolo la ley, exceda en una mitad al que se probare haber sido interés corriente al tiempo de la convención, en cuyo caso será reducido por el juez a dicho interés corriente. Art. 6. Interés corriente es el interés promedio cobrado por los bancos y las sociedades financieras establecidas en Chile en las operaciones que realicen en el país, con exclusión de las comprendidas en el artículo 5º. Corresponde a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras determinar las tasas de interés corriente, pudiendo distinguir entre operaciones en moneda nacional, reajustables o no reajustables, en una o más monedas extranjeras o expresadas en dichas monedas o reajustables según el valor de ellas, como asimismo, por el monto de los créditos, no pudiendo establecerse más de dos límites para este efecto, o según los plazos a que se hayan pactado tales operaciones. Los promedios se establecerán en relación con las operaciones efectuadas durante cada mes calendario y las tasas resultantes se publicarán en el Diario Oficial durante la primera quincena del mes siguiente, para tener vigencia hasta el día anterior a la próxima publicación. Para determinar el promedio que corresponda, la Superintendencia podrá omitir las operaciones sujetas a refinanciamientos o subsidios u otras que, por su naturaleza, distorsionen la tasa del mercado. No puede estipularse un interés que exceda en más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya sea que se pacte tasa fija o variable. Este límite de interés se denomina interés máximo convencional. Será aplicable a las operaciones de crédito de dinero que realicen los bancos, lo dispuesto en el inciso primero del artículo 17 de la ley Nº 19.496 y la obligación de información que contempla la letra c) del artículo 37 de la misma ley citada, debiendo identificarse el servicio que la origina. Para VODANOVIC, éste no sería un caso de lesión en sentido técnico, sino de perjuicio a consecuencia de la ignorancia, del error, que jurídicamente comprende a ésta. Y como no es imputable a la persona que acepta la asignación, la ley por razones de justicia, le permite "rescindir" la aceptación. 40 53 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 8. Se tendrá por no escrito todo pacto de intereses que exceda el máximo convencional, y en tal caso los intereses se reducirán al interés corriente que rija al momento de la convención. En todo caso, cuando corresponda devolver intereses en virtud de lo dispuesto en esta ley, las cantidades percibidas en exceso deberán reajustarse en la forma señalada en el artículo 3°, inciso primero. Conforme al art. 2206, el interés máximo convencional es el que sobrepasa en más de 50% al interés corriente, y en este caso la sanción de la lesión, es la rebaja hasta el interés corriente. Por ejemplo, si el interés corriente es 100, habrá lesión si se pacta un interés en 151. El art. 6 inc. IV de la ley 18.010 señala que el interés máximo convencional es hasta un 50% del interés corriente, y el art. 8 establece la sanción para los pactos que excedan el máximo convencional, que es la rebaja hasta el interés corriente. vi. Otro caso es la anticresis, cuyo concepto se encuentra en el art. 2435, el cual señala que es un contrato en que se le entrega al acreedor una cosa raíz para que se pague con sus frutos. Art. 2435. La anticresis es un contrato por el que se entrega al acreedor una cosa raíz para que se pague con sus frutos. De acuerdo al inc. II del art. 2443, los intereses que se estipularen estarán sujetos, en el caso de lesión enorme, a la misma reducción que en el caso del mutuo. Art. 2443. Las partes podrán estipular que los frutos se compensen con los intereses, en su totalidad, o hasta concurrencia de valores. Los intereses que estipularen estarán sujetos en el caso de lesión enorme a la misma reducción que en el caso de mutuo. vii. Por último, se encuentra el caso de la cláusula penal, que según el art. 1535, es aquella en que una persona para asegurar el cumplimiento de una obligación, se somete a una pena en caso de incumplimiento. Art. 1535. La cláusula penal es aquella en que una persona, para asegurar el cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena, que consiste en dar o hacer algo en caso de no ejecutar o de retardar la obligación principal. El art. 1544 señala que se puede pedir la rebaja de la pena en todo lo que exceda el doble del valor principal. Art. 1544. Cuando por el pacto principal una de las partes se obligó a pagar una cantidad determinada, como equivalente a lo que por la otra parte debe prestarse, y la pena consiste asimismo en el pago de una cantidad determinada, podrá pedirse que se rebaje de la segunda todo lo que exceda al duplo de la primera, incluyéndose ésta en él. La disposición anterior no se aplica al mutuo ni a las obligaciones de valor inapreciable o indeterminado. En el primero se podrá rebajar la pena en lo que exceda al máximum del interés que es permitido estipular. En las segundas se deja a la prudencia del juez moderarla, cuando atendidas las circunstancias pareciere enorme. En cuanto a la s a n c i ó n d e l a l e s i ó n e n g e n e r a l , como se ha visto, la lesión es una figura que carece de una sanción única, en algunos casos es la nulidad relativa del acto en que incide, como ocurre con la compraventa o la permuta, y en otros 54 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. la sanción es una reducción de la desproporción de las prestaciones de las partes, tal como ocurre en el mutuo o en la cláusula penal. En el derecho comparado contemporáneo, la lesión tiene lugar en todo tipo de actos jurídicos y se le atribuye un carácter subjetivo, en el sentido de sancionar al que ha querido lucrarse a expensas del empobrecimiento de otro, explotando intencionalmente la necesidad, los apuros, la ligereza o inexperiencia del otro contratante. 2. La capacidad. DUCCI señala que la capacidad en general, es la aptitud, el poder hacer algo; pero lo que se va analizar es la capacidad legal, o sea, aptitud jurídica, el poder hacer algo en la vida del derecho. Por tanto, esta aptitud jurídica, denominada capacidad, va a consistir en la posibilidad de adquirir derechos o de ejercerlos y contraer obligaciones ALESSANDRI señala que en el Derecho la capacidad se define como la aptitud legal para adquirir derechos y ejercitarlos. De este concepto, es posible extraer dos tipos o clases de capacidad, la capacidad de goce y la capacidad de ejercicio. 2.1. Capacidad de goce. La capacidad de goce, capacidad jurídica o capacidad adquisitiva, se define normalmente como la aptitud legal para adquirir derechos (ALESSANDRI). Esta capacidad constituye un atributo de la personalidad, lo tiene toda persona por el sólo hecho de ser tal (art. 74), esto sin perjuicio de que el legislador permite que puedan asignarse derechos a personas que no existen, pero que se espera que existan, caso en el cual, los derechos se mantienen en suspenso hasta el nacimiento (art. 77). Art. 74. La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de su madre. La criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente separada de su madre, o que no haya sobrevivido a la separación un momento siquiera, se reputará no haber existido jamás. Art. 77. Los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si hubiese nacido y viviese, estarán suspensos hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el nacimiento constituye un principio de existencia, entrará el recién nacido en el goce de dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo en que se defirieron. En el caso del artículo 74, inciso 2º, pasarán estos derechos a otras personas, como si la criatura no hubiese jamás existido. La capacidad de goce pertenece a todos los individuos, cualquiera que sea su edad, sexo, estado, y aun su nacionalidad. Como la capacidad de goce es un atributo de la personalidad, no existen incapacidades de goce generales, sino que las incapacidades de goce son excepcionales, y además especiales (siempre), es decir, que conciernen a uno o varios derechos determinados de una persona (nunca a todos)41. Así ocurre por ejemplo, con las incapacidades a que se refieren los arts. 963 a 965, que son normas que consagran incapacidades para adquirir asignaciones por causa de muerte. Art. 963. Son incapaces de toda herencia o legado las cofradías, gremios, o establecimientos cualesquiera que no sean personas jurídicas. En nuestro CC el art. 95, derogado por la Ley 7.612, disponía que termina también la personalidad relativamente a los derecho de propiedad, por la muerte civil, que es la profesión solemne, ejecutada conforme a las leyes, en instituto monástico, reconocido por la Iglesia Católica; por tanto, confundía la personalidad con la capacidad de goce. La figura de la muerte civil existió en nuestro país hasta 1943. 41 55 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Pero si la asignación tuviere por objeto la fundación de una nueva corporación o establecimiento, podrá solicitarse la aprobación legal, y obtenida ésta, valdrá la asignación. Art. 964. Es incapaz de suceder a otra persona como heredero o legatario, el que antes de deferírsele la herencia o legado hubiere sido condenado judicialmente por el crimen de dañado ayuntamiento con dicha persona y no hubiere contraído con ella un matrimonio que produzca efectos civiles. Lo mismo se extiende a la persona que antes de deferírsele la herencia o legado hubiere sido acusada de dicho crimen, si se siguiere condenación judicial. Art. 965. Por testamento otorgado durante la última enfermedad, no puede recibir herencia o legado alguno, ni aun como albacea fiduciario, el eclesiástico que hubiere confesado al difunto durante la misma enfermedad, o habitualmente en los dos últimos años anteriores al testamento; ni la orden, convento, o cofradía de que sea miembro el eclesiástico; ni sus deudos por consanguinidad o afinidad hasta el tercer grado inclusive. Pero esta incapacidad no comprenderá a la iglesia parroquial del testador, ni recaerá sobre la porción de bienes que el dicho eclesiástico o sus deudos habrían heredado abintestato, si no hubiese habido testamento. Además hay derechos cuyo goce no adquiere la persona hasta una determinada edad, como el derecho testar, ya que es inhábil para testar el impúber. Art. 1005. No son hábiles para testar: 2. El impúber. Es posible también encontrar en otros cuerpos normativos incapacidades de goce especiales, como por ejemplo, en el DL 1.939 que prohíbe a los extranjeros adquirir territorios en zonas fronterizas (art. 6). Art. 6. Las tierras fiscales situadas hasta una distancia de 10 kilómetros, medidos desde la frontera, sólo podrán ser obtenidas en propiedad, arrendamiento o a cualquier otro título, por personas naturales o jurídicas chilenas. Igual norma se aplicará respecto de las tierras fiscales situadas hasta 5 kilómetros de la costa, medidos desde la línea de más alta marea. En este último caso, podrán sin embargo concederse estos beneficios a extranjeros domiciliados en Chile, previo informe favorable de la Subsecretaría de Marina del Ministerio de Defensa Nacional. Con todo no podrán enajenarse a ningún título los terrenos de playa fiscales, dentro de una faja de 80 metros de ancho medidos desde la línea de más alta marea de la costa del litoral, los cuales sólo serán susceptibles de actos de administración por parte de la citada Subsecretaría del Ministerio de Defensa Nacional y sujetos a las restricciones establecidas en este artículo. 2.2. Capacidad de ejercicio. Frente a la capacidad de goce se encuentra la capacidad de ejercicio o de obrar, que según lo dispuesto en el art. 1445 inc. II, es la aptitud legal de un individuo para ejercer por sí mismo los derechos que le competen, sin el ministerio o autorización de otro. Art. 1445 inc. II. La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra. Es esta capacidad de ejercicio la que constituye el requisito de validez de los actos jurídicos, a que se el art. 1445 Nº 1 Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1. que sea legalmente capaz; 2. que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio; 3. que recaiga sobre un objeto lícito; 4. que tenga una causa lícita. 56 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. La capacidad de ejercicio supone la capacidad de goce, no así a la inversa, ya que una persona puede tener capacidad de goce y no capacidad de ejercicio. Cuando se habla de incapacidad en derecho, se entiende que se alude a la incapacidad de ejercicio, ya que la incapacidad de goce, generalmente, no existe. Por el sólo hecho de ser persona se tiene la aptitud para adquirir derechos, pero para poder ejercerlos además hay que tener discernimiento, es decir, la facultad de comprender el alcance de sus actos, por tanto, la persona no debe estar declarada incapaz por la ley. La regla general en esta materia, es la de la capacidad, así el art. 1446 declara que toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la ley declara como incapaces. Teniendo en cuenta esto, en el fondo el tema se reduce a determinar quiénes son incapaces. Art. 1446. Toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la ley declara incapaces. Las reglas de capacidad que se estudian, son las reglas generales aplicadas a actos y contratos, pero es importante destacar que, además, es posible encontrar en determinadas materias reglas especiales de capacidad, por ejemplo, en materia de matrimonio, el art. 5 de la LMC contiene reglas especiales. Art. 5. No podrán contraer matrimonio: 1. Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no disuelto; 2. Los menores de dieciséis años; 3. Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que por un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio; 4. Los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio, y 5. Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas. Dentro del CC se encuentran reglas especiales de capacidad en materia de posesión, en el art. 723. Art. 723. Los que no pueden administrar libremente lo suyo, no necesitan de autorización alguna para adquirir la posesión de una cosa mueble, con tal que concurran en ello la voluntad y la aprensión material o legal; pero no pueden ejercer los derechos de poseedores, sino con la autorización que competa. Los dementes y los infantes son incapaces de adquirir por su voluntad la posesión, sea para sí mismos o para otros. También hay reglas especiales en el art. 1005, en materia de testamento. Art. 1005. No son hábiles para testar: 1. Derogado; 2. El impúber; 3. El que se hallare bajo interdicción por causa de demencia; 4. El que actualmente no estuviere en su sano juicio por ebriedad u otra causa; 5. Todo el que no pudiere expresar su voluntad claramente. Las personas no comprendidas en esta enumeración son hábiles para testar. Finalmente, se encuentran también reglas especiales de capacidad en materia de responsabilidad civil extracontractual, tal como lo señala el art. 2319. Art. 2319. No son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes; pero serán responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia. 57 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de dieciséis años ha cometido el delito o cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la regla del inciso anterior. Como comentario general a todas las normas especiales, se puede decir que éstas son, en general, reglas que amplían la capacidad. Esta diferencia de criterios se justifica por distintas razones (dependiendo de la materia), por ejemplo, en materia de testamento se justifica una regla diferente, porque de lo contrario, muchas personas podrían quedar sin testar; en materia de responsabilidad extracontractual, esto se explica porque se adquiere antes la capacidad de distinguir lo bueno o lo malo, que la capacidad para celebrar contratos. 2.3. Incapacidades. Basándose en el art. 1447, se puede decir, en primer lugar, que hay dos grandes clases de incapacidades, las incapacidades generales y las incapacidades especiales. Art. 1447. Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente. Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución. Son también incapaces los menores adultos y los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo. Pero la incapacidad de las personas a que se refiere este inciso no es absoluta, y sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo ciertos respectos, determinados por las leyes. Además de estas incapacidades hay otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos. Las i n c a p a c i d a d e s g e n e r a l e s son aquellas que dicen relación con la celebración de cualquier acto jurídico, en cambio, las i n c a p a c i d a d e s e s p e c i a l e s sólo dicen relación con ciertos y determinados actos jurídicos; a estás últimas se refiere el art. 1447 inc. final. 2.3.1. Incapacidades ge nerales. Dentro de las incapacidades generales, el legislador clasifica a los incapaces en incapaces absolutos e incapaces relativos. a. Incapaces absolutos . Se refiere a ellos el art. 1447 inc. I y II. Los incapaces absolutos son personas que, para el legislador, carecen de voluntad, es decir, no tienen voluntad, y estos son los dementes, los impúberes y los sordos o sordomudos que no puedan darse a entender claramente. i . Los d e m e n t e s . Según el profesor ALESSANDRI la expresión demente debe tomarse en un sentido amplio, por ende, debe entenderse por demencia toda enfermedad mental privativa de razón, cualquiera sea su denominación técnica. Esto ha sido aceptado por la doctrina y la jurisprudencia. El CC se aparta del significado de demencia que da la psiquiatría (el que apunta a una enfermedad particular), y esto se justifica en función del art. 21. Art. 21. Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o arte; a menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso. 58 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En relación con el demente, es importante señalar que él es incapaz por el hecho de ser demente, esto es, esté interdicto o no. El decreto de interdicción es una resolución judicial que reconociendo una incapacidad, la declara, y este decreto sólo cumple un rol probatorio respecto del demente, es decir, no por este instrumento el demente es incapaz. El decreto de interdicción tiene, sin embargo, otro efecto, cual es que existiendo un decreto de interdicción no es posible reclamar la existencia de un intervalo lúcido, esto según lo dispuesto en el art. 465, el cual señala que los actos del demente serán nulos aun si se alega un intervalo lúcido, una vez que ya existe el decreto. Art. 465. Los actos y contratos del demente, posteriores al decreto de interdicción, serán nulos; aunque se alegue haberse ejecutado o celebrado en un intervalo lúcido. Y por el contrario, los actos y contratos ejecutados o celebrados sin previa interdicción, serán válidos; a menos de probarse que el que los ejecutó o celebró estaba entonces demente. Se debe reconocer que la tendencia actual de la psiquiatría, es sostener que los intervalos lúcidos no existen. Independientemente de esto, desde un punto de vista jurídico, la distinción entre un demente interdicto y uno no interdicto, es que en el caso de este último se puede alegar un intervalo lúcido, lo cual determina la validez o invalidez del acto. ii. El i m p ú b e r . Aplicando el art. 26, se debe señalar que impúber es el varón que no ha cumplido 14 años y la mujer que no ha cumplido 12. Art. 26. Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido siete años; impúber, el varón que no ha cumplido catorce años y la mujer que no ha cumplido doce; adulto, el que ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha cumplido dieciocho años; y menor de edad, o simplemente menor, el que no ha llegado a cumplirlos. El concepto de impúber contiene también la categoría de i n f a n t e , que corresponde a varones y mujeres menores de siete años. ii. S o r d o o s o r d o m u d o q u e n o s e d a a e n t e n d e r c l a r a m e n t e . La redacción que tiene en la actualidad la norma es fruto de la ley 19.904 del año 2003, ya que hasta antes de esta ley la norma consideraba como incapaces a los sordos o sordomudos que no podían darse a entender por escrito, por lo tanto, después de la mencionada ley, se amplío la capacidad de los sordos y sordomudos en Chile. Por último, es necesario referirse a la s a n c i ó n d e l o s a c t o s c e l e b r a d o s p o r l o s i n c a p a c e s a b s o l u t o s . Los absolutamente incapaces no pueden expresar su voluntad, a ellos les está totalmente impedido ejecutar cualquier acto jurídico, no pueden ejercitar ningún derecho. Según el art. 1447 inc. II, los actos de los incapaces absolutos no producen ni aun obligación natural42. Tampoco pueden caucionarse (asegurarse por terceros; art. 46). Art. 1447 inc. II. Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución. Art. 46. Caución significa generalmente cualquiera obligación que se contrae para la seguridad de otra obligación propia o ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda. Las obligaciones naturales son obligaciones imperfectas, ya que no dan acción para reclamarlas, sólo excepción para retenerlas, y se encuentran reguladas en los art. 1470 y siguientes. 42 59 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Aplicando los dispuesto en el art. 1682 inc. II, es que se puede afirmar que la sanción de los actos celebrados por los absolutamente incapaces es la nulidad absoluta (negando la inexistencia como sanción, según esta norma)43. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. b. Incapaces relativos . Se refiere a los incapaces relativos el art. 1447 inc. III. Art 1447 inc. III. Son también incapaces los menores adultos y los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo. Pero la incapacidad de las personas a que se refiere este inciso no es absoluta, y sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo ciertos respectos, determinados por las leyes. Los incapaces relativos son personas que para el legislador tienen voluntad, pero es una voluntad imperfecta, y es esta imperfección la que hace necesario que estas personas actúen por medio de un representante legal. Son incapaces relativos para el legislador los menores adultos y los disipadores interdictos. Es interesante destacar que hasta antes de la ley 18.802 del año 1989, el legislador contemplaba a un tercer incapaz relativo, que era la mujer casada bajo régimen de sociedad conyugal. i. Los m e n o r e s a d u l t o s . Teniendo presente lo que dispone el art. 26, se puede decir que menor adulto es la mujer que cumplió 12 años y que es menor de 18, y el varón que ha cumplido 14 años y que es menor de 18. Art. 26. Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido siete años; impúber, el varón que no ha cumplido catorce años y la mujer que no ha cumplido doce; adulto, el que ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha cumplido dieciocho años; y menor de edad, o simplemente menor, el que no ha llegado a cumplirlos. Hay que destacar que si bien es cierto estas personas son consideradas por el derecho como incapaces relativos, es posible comprobar que existen una serie de materias en las cuales el legislador les ha reconocido capacidad. Así, al menor adulto se le considera capaz para: - La administración y goce de su peculio profesional e industrial (art. 251). Art. 251. El hijo se mirará como mayor de edad para la administración y goce de su peculio profesional o industrial, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 254. - También es capaz, siempre y cuando haya cumplido 16 años, para contraer matrimonio (art. 5 Nº 2 LMC). Art. 5. No podrán contraer matrimonio: 2. Los menores de dieciséis años. - Por aplicación del art. 1005, el menor adulto es capaz para testar. Para quienes no niegan la inexistencia como sanción, los actos celebrados por los absolutamente incapaces son inexistentes por falta de voluntad 43 60 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1005. No son hábiles para testar: 1. Derogado; 2. El impúber; 3. El que se hallare bajo interdicción por causa de demencia; 4. El que actualmente no estuviere en su sano juicio por ebriedad u otra causa; 5. Todo el que no pudiere expresar su voluntad claramente. Las personas no comprendidas en esta enumeración son hábiles para testar. - También se le otorga capacidad para reconocer hijos. Art. 262. El menor adulto no necesita de la autorización de sus padres para disponer de sus bienes por acto testamentario que haya de tener efecto después de su muerte, ni para reconocer hijos. - Por último, el legislador en el art. 2128 le reconoce capacidad para ser mandatario. Art. 2128. Si se constituye mandatario a un menor adulto, los actos ejecutados por el mandatario serán válidos respecto de terceros en cuanto obliguen a éstos y al mandante; pero las obligaciones del mandatario para con el mandante y terceros no podrán tener efecto sino según las reglas relativas a los menores. ii. D i s i p a d o r i n t e r d i c t o . El legislador en el art. 1447 considera como incapaces relativos a los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar sus bienes. El CC no define quienes son los disipadores, sino que es la doctrina la que basándose en el art. 445, señala que disipador o pródigo es aquel que gasta habitualmente en forma desproporcionada sus haberes y sin una finalidad básica alguna. Art. 445. La disipación deberá probarse por hechos repetidos de dilapidación que manifiesten una falta total de prudencia. El juego habitual en que se arriesguen porciones considerables del patrimonio, donaciones cuantiosas sin causa adecuada, gastos ruinosos, autorizan la interdicción. El profesor DUCCI refiriéndose al disipador, dice que la disipación consiste en la realización repetida de actos que demuestran una total falta de prudencia, como sería la hipótesis a que se refiere el art. 445 inc. II. A diferencia de lo que ocurre con el demente, para que el disipador sea incapaz, es necesario que medie una resolución judicial que así lo haya declarado; a esta resolución judicial se le llama decreto de interdicción. Por eso es que los actos realizados sin que medie un decreto de interdicción, son válidos. La ley en los arts. 442 y siguientes, da líneas generales sobre el juicio de interdicción. El art. 443 se refiere a quiénes pueden solicitar el decreto, siendo estos: el cónyuge no separado judicialmente, los consanguíneos hasta el cuarto grado y el defensor público. Art. 442. A los que por pródigos o disipadores han sido puestos en entredicho de administrar sus bienes, se dará curador legítimo, y a falta de éste, curador dativo. Esta curaduría podrá ser testamentaria en el caso del artículo 451. Art. 443. El juicio de interdicción podrá ser provocado por el cónyuge no separado judicialmente del supuesto disipador, por cualquiera de sus consanguíneos hasta en el cuarto grado, y por el defensor público. Art. 444. Si el supuesto disipador fuere extranjero, podrá también ser provocado el juicio por el competente funcionario diplomático o consular. 61 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 445. La disipación deberá probarse por hechos repetidos de dilapidación que manifiesten una falta total de prudencia. El juego habitual en que se arriesguen porciones considerables del patrimonio, donaciones cuantiosas sin causa adecuada, gastos ruinosos, autorizan la interdicción. Art. 446. Mientras se decide la causa, podrá el juez, a virtud de los informes verbales de los parientes o de otras personas, y oídas las explicaciones del supuesto disipador, decretar la interdicción provisoria. El art. 447 establece que deben cumplirse ciertas formalidades por vía de publicidad respecto de este decreto. Las formalidades por vía de publicidad son aquellas que tienen por objeto dar a conocer a terceros una determinada situación jurídica, con el objeto de proteger sus derechos. Así, este artículo señala que los decretos de interdicción provisoria o definitiva deberán inscribirse en el Conservador de Bienes Raíces, y además deben publicarse tres avisos en diarios de la comuna o región. Art. 447. Los decretos de interdicción provisoria o definitiva deberán inscribirse en el Registro del Conservador y notificarse al público por medio de tres avisos publicados en un diario de la comuna, o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere. La inscripción y notificación deberán reducirse a expresar que tal individuo, designado por su nombre, apellido y domicilio, no tiene la libre administración de sus bienes. La doctrina tiende a afirmar que para que el decreto produzca plenos efectos (para que sea oponible a terceros), es menester que se cumplan las formalidades por vía de publicidad, porque de lo contrario, se dejaría a los terceros en una situación de indefensión. La incapacidad que afecta a los disipadores, dice relación con la celebración de actos de tipo patrimonial, es así como se les considera plenamente capaces para celebrar actos en el ámbito del derecho de familia, como contraer matrimonio, testar, reconocer hijos, etc. La circunstancia de que estas personas sean consideradas por el legislador como incapaces, no implica que estén inhabilitadas para actuar en la vida del derecho, pero para que sus actos tengan valor, es menester que cumplan con ciertas formalidades que se denominan formalidades habilitantes, esto por cuanto los habilitan para actuar en la vida del derecho; normalmente las formalidades habilitantes son la representación o la autorización de los representantes legales44. Esto difiere a la situación de los incapaces absolutos, que sólo pueden actuar representados, y esto es así, porque el legislador considera que la voluntad de los incapaces relativos es imperfecta, pero tienen voluntad. La diferencia mencionada está reconocida en el art. 1447 inc. III, que refiriéndose al valor que pueden tener los actos de los incapaces relativos, señala que sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo ciertos respectos. Existen ciertos actos respecto de los cuales el legislador exige formalidades habilitantes adicionales, es lo que ocurre por ejemplo, en el caso de que se quiera proceder a la venta de un bien raíz de una persona incapaz, en este supuesto se exige autorización judicial y venta en pública subasta (arts. 393 y 394); esta formalidad habilitante adicional, no sólo se aplica tratándose de incapaces relativos, sino que también se aplica a los incapaces absolutos. De acuerdo al art. 43, son representantes legales de una persona el padre o la madre legítimos, el adoptante, y su tutor o curador. 44 62 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 393. No será lícito al tutor o curador, sin previo decreto judicial, enajenar los bienes raíces del pupilo, ni gravarlos con hipoteca, censo o servidumbre, ni enajenar o empeñar los muebles preciosos o que tengan valor de afección; ni podrá el juez autorizar esos actos, sino por causa de utilidad o necesidad manifiesta. Art. 394. La venta de cualquiera parte de los bienes del pupilo enumerados en los artículos anteriores, se hará en pública subasta. En cuanto a la s a n c i ón d e l o s a c t o s r e a l i z a d os p o r l o s i n c a p a c e s r e l a t i v o s si n c u m p l i r c o n l a s f o r m a l i d a d e s h a b i l i t a n t e s , por aplicación de lo dispuesto en el art. 1682 inc. III, se llega a la conclusión de que la sanción en este caso es la nulidad relativa. Art. 1682 inc. III. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. Pese a que el art. 1447 no lo señala expresamente, se debe afirmar que los actos realizados por los incapaces relativos pueden ser caucionados por terceros, porque al menos, respecto de los menores adultos, sus actos producen obligaciones naturales (art. 1470 Nº 1). Pero al producir una obligación natural, no solamente ésta puede caucionarse, sino que también puede novarse (art. 1630). Art. 1470. Las obligaciones son civiles o meramente naturales. Civiles son aquellas que dan derecho para exigir su cumplimiento. Naturales las que no confieren derecho para exigir su cumplimiento, pero que cumplidas, autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en razón de ellas. Tales son: 1. Las contraídas por personas que teniendo suficiente juicio y discernimiento, son, sin embargo, incapaces de obligarse según las leyes, como los menores adultos; Art. 1630. Para que sea válida la novación es necesario que tanto la obligación primitiva como el contrato de novación sean válidos, a lo menos naturalmente. En cuanto al disipador interdicto, hasta antes de la ley 18.802 que eliminó la incapacidad relativa de la mujer casada en sociedad conyugal, se consideraba que el art. 1470 era ejemplar, pero hoy se considera que afecta únicamente al menor adulto. 2 . 3 . 2 . In c a p a c i d a d e s e s p e c i a l e s , p a r t i c u l a r e s o f a l t a d e l e g i t i m a c i ó n del negocio. A estas incapacidades particulares se refiere el art. 1447 inc. final, el cual señala que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas para celebrar ciertos actos. Art. 1447 inc. final. Además de estas incapacidades hay otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos. Se trata de incapacidades doblemente restrictivas, ya que afectan a ciertas personas, y únicamente para celebrar ciertos actos jurídicos, por lo tanto, para lo demás se entienden plenamente capaces. Ejemplos de incapacidades particulares es posible encontrar a lo largo de todo el CC: i. El art. 1796 se refiere a una incapacidad particular para celebrar el contrato de compraventa entre cónyuges no separados judicialmente, y entre el padre o madre con los hijos sujetos a patria potestad. Esto es así, porque el legislador 63 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. entiende que en estos casos existe un conflicto de intereses que podría perjudicar al sujeto más débil, preocupándose también, el legislador, de los intereses de los terceros. Art. 1796. Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no separados judicialmente, y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad. La prohibición que contiene esta norma es independiente del régimen matrimonial, por lo que la compraventa sólo se permite si los cónyuges están separados judicialmente. ii. Otro ejemplo está en el art. 412 inc. II, que es una norma que prohíbe la celebración de contratos entre el tutor o curador y su pupilo. Art. 412. Por regla general, ningún acto o contrato en que directa o indirectamente tenga interés el tutor o curador, o su cónyuge, o cualquiera de sus ascendientes o descendientes, o de sus hermanos, o de sus consanguíneos o afines hasta el cuarto grado inclusive, o alguno de sus socios de comercio, podrá ejecutarse o celebrarse sino con autorización de los otros tutores o curadores generales, que no estén implicados de la misma manera, o por el juez en subsidio. Pero ni aun de este modo podrá el tutor o curador comprar bienes raíces del pupilo, o tomarlos en arriendo; y se extiende esta prohibición a su cónyuge, y a sus ascendientes o descendientes. iii. Otro ejemplo se encuentra en los arts. 1797 y 1798, que señalan que el empleado público no puede comprar los bienes públicos o particulares que se vendan por su ministerio; y los jueces, abogados, procuradores o escribanos, los bienes en cuyo litigio han intervenido, y que se vendan a consecuencia de éste, aunque la venta se haga en pública subasta. Art. 1797. Se prohíbe a los administradores de establecimientos públicos vender parte alguna de los bienes que administran, y cuya enajenación no está comprendida en sus facultades administrativas ordinarias; salvo el caso de expresa autorización de la autoridad competente. Art. 1798. Al empleado público se prohíbe comprar los bienes públicos o particulares que se vendan por su ministerio; y a los jueces, abogados, procuradores o escribanos los bienes en cuyo litigio han intervenido, y que se vendan a consecuencia del litigio; aunque la venta se haga en pública subasta. iv. Un último ejemplo se da en materia de mandato, en los arts. 2144 y 2145. Art. 2144. No podrá el mandatario por sí ni por interpuesta persona, comprar las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, si no fuere con aprobación expresa del mandante. Art. 2145. Encargado de tomar dinero prestado, podrá prestarlo él mismo al interés designado por el mandante, o a falta de esta designación, al interés corriente; pero facultado para colocar dinero a interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación del mandante. Respecto a la s a n c i ó n p o r l a i n f r a c c i ó n d e u n a i n c a p a c i d a d p a r t i c u l a r , ésta dependerá de la naturaleza de la norma que contenga la incapacidad. A pesar de la definición del art. 1447 inc. final, no todas las normas establecen prohibiciones, ya que una norma puede ser prohibitiva, como el art. 412 inc. II, o bien puede ser imperativa como el art. 412 inc. I. Art. 412. Por regla general, ningún acto o contrato en que directa o indirectamente tenga interés el tutor o curador, o su cónyuge, o cualquiera de sus ascendientes o descendientes, o de sus hermanos, o de sus consanguíneos o afines hasta el cuarto grado inclusive, o alguno de sus socios de comercio, podrá 64 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. ejecutarse o celebrarse sino con autorización de los otros tutores o curadores generales, que no estén implicados de la misma manera, o por el juez en subsidio. Pero ni aun de este modo podrá el tutor o curador comprar bienes raíces del pupilo, o tomarlos en arriendo; y se extiende esta prohibición a su cónyuge, y a sus ascendientes o descendientes. Si la norma que consagra la incapacidad es prohibitiva, la sanción será la nulidad absoluta, esto por la relación de los art. 10, 1466 y 1682. Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención. Art. 1466. Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. En cambio, si la norma que consagra la incapacidad es imperativa, considerando que las incapacidades particulares constituyen normas que han sido dictadas en atención a la calidad o estado de las personas que ejecutan o celebran los actos (y no a la naturaleza del acto o contrato) la sanción, por lo dispuesto en el art. 1682 inc. final, es la nulidad relativa. Finalmente, hay otras sanciones diversas, por ejemplo, el art. 114 que tiene como sanción no la nulidad, sino, el desheredamiento, para el que es menor de 18 años y se case sin el consentimiento del llamado a darlo; y si este último se muere sin testar, sólo le corresponderá la mitad de la porción de bienes que le hubiere correspondido en dicha sucesión.45 Art. 114. El que no habiendo cumplido dieciocho años se casare sin el consentimiento de un ascendiente, estando obligado a obtenerlo, podrá ser desheredado, no sólo por aquel o aquellos cuyo consentimiento le fue necesario, sino por todos los otros ascendientes. Si alguno de éstos muriere sin hacer testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción de bienes que le hubiera correspondido en la sucesión del difunto. 3. El objeto. Es necesario señalar que la noción de objeto es controvertida en la doctrina, hay quienes postulan que el objeto del acto son los derechos y obligaciones que emanan de Don Rafael VALENZUELA da como excepción, el caso del acto que se encuentra regido por el derecho público, en cuyo caso la sanción es la nulidad absoluta del acto, aunque éste técnicamente no sea prohibitivo; por ejemplo, el art. 1797 que prohíbe a los administradores de establecimientos públicos vender parte alguna de los bienes muebles que administran, y cuya enajenación no está comprendida en sus facultades administrativas ordinarias, salvo el caso de expresa autorización de la autoridad competente; esto es así, porque según el art. 1462 hay objeto ilícito en todo lo que contraviene al Derecho público chileno. 45 Art. 1797. Se prohíbe a los administradores de establecimientos públicos vender parte alguna de los bienes que administran, y cuya enajenación no está comprendida en sus facultades administrativas ordinarias; salvo el caso de expresa autorización de la autoridad competente. Art. 1462. Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, es nula por el vicio del objeto. 65 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. éste; sin embargo, también hay quienes consideran que el objeto del acto es la prestación, esto es, las cosas que deben darse, hacerse o no hacerse, en virtud de él. Según Avelino LEÓN HURTADO, el objeto del contrato es la creación de obligaciones y derechos, y el objeto de las obligaciones es lo que el deudor debe, esto es, la cosa, hecho o abstención prometidos (dar, hacer o no hacer). En el CC se confunde el objeto del contrato, con el objeto de la obligación, lo cual se aprecia en el art. 1460. Art. 1460. Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede ser objeto de la declaración. Sin embargo, lo bueno de este artículo, es que extiende con acierto el requisito del objeto a todo acto jurídico, y no lo limita sólo a los contratos; pero lo malo, es la confusión del objeto del acto jurídico con las cosas, hechos o abstenciones que constituyen el objeto de las obligaciones. Por ejemplo, en la compraventa el objeto del contrato está formado por las obligaciones que surgen para ambas partes: el vendedor de entregar (la cosa) y el comprador de pagar (el precio); y la obligación del vendedor (entregar) tiene por objeto la cosa vendida y la del comprador (pagar) el precio, el dinero que pagará por la cosa. Pero se advierte también, claramente, que en un último análisis el objeto del acto o contrato y el objeto de las obligaciones, se confunden de hecho, si se considera que ambos persiguen como finalidad esencial el logro de la cosa, del hecho o de la abstención que las partes han tenido en vista al contratar. De este modo, el objeto de las obligaciones va involucrado en el objeto del acto o contrato. Don Rafael VALENZUELA distingue entre: i. El objeto del acto jurídico: obligaciones y derechos que el acto genera. ii. El objeto de las obligaciones: prestaciones. iii. El objeto de las prestaciones: cosas o hechos sobre los que recae. Pero el CC no hace esta distinción, ya que entiende que el objeto del acto jurídico son cosas que se deben dar, hacer o no hacer. Así, si se examina el CC, concretamente el art. 1460, se puede comprobar que el legislador chileno ha seguido el segundo criterio (el objeto del acto es la prestación), ya que identifica el objeto del acto con las cosas, hechos o abstenciones que deben realizarse en virtud de él. Art. 1460. Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede ser objeto de la declaración. 3.1. El objeto como requisito de existencia. Al objeto como requisito de existencia de los actos jurídicos, se refiere el art. 1460, el cual señala que toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se tratan de dar, hacer o no hacer. Teniendo en cuenta lo anterior, es que se puede establecer que los objetos pueden consistir básicamente en cosas o hechos, y la importancia de distinguir en cada caso si el objeto es una cosa o un hecho, es en razón de los requisitos que estos deben reunir para ser objeto de una declaración de voluntad (art. 1461). Art. 1461. No sólo las cosas que existen pueden ser objetos de una declaración de voluntad, sino las que se espera que existan; pero es menester que las unas y las otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género. 66 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla. Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público. a. Cosa. Si el objeto es una cosa (obligación de dar), como ocurre en el contrato de compraventa, debe reunir los siguientes requisitos: i. D e b e s e r r e a l . Que la cosa deba ser real, implica que debe existir o al menos debe esperarse que exista. Sobre este particular, el art. 1461 señala que no sólo las cosas que existen pueden ser objeto de una declaración de voluntad, sino también las cosas que se espera que existan; lo anterior implica que la cosa puede ser presente o futura, y a propósito de esto, hay que tener presente los arts. 1813 y 1814 en materia de compraventa. Art. 1813. La venta de cosas que no existen, pero se espera que existan, se entenderá hecha bajo la condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte. Art. 1814. La venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existente y no existe, no produce efecto alguno. Si faltaba una parte considerable de ella al tiempo de perfeccionarse el contrato, podrá el comprador a su arbitrio desistir del contrato, o darlo por subsistente, abonando el precio a justa tasación. El que vendió a sabiendas lo que en el todo o en una parte considerable no existía, resarcirá los perjuicios al comprador de buena fe. El legislador en el art. 1813 reitera lo dicho en el art. 1461, por cuanto admite que la compraventa pueda celebrarse también respecto de cosas que se espera que existan. La venta de cosa futura puede ser de dos tipos: condicional o aleatoria, siendo la regla general, la venta condicional, salvo que expresamente se señale lo contrario o que de la naturaleza del acto se desprenda que se compró a la suerte. Por ende, en el caso de la cosa que no existe, pero se espera que exista, hay que distinguir dos situaciones: - Si la cosa existe pero perece antes del contrato, no hay obligación, porque no tiene objeto (el contrato es nulo por falta de objeto). Por eso el art. 1814 señala que la venta de una cosa que al tiempo del contrato se supone existente y no existe, no produce efecto alguno. - Si la cosa no existe al tiempo del contrato, pero se espera que exista, el contrato es válido, pudiendo revestir dos formas: que se venda la suerte o la cosa futura misma. En el segundo caso, esto es, cuando se vende una cosa que no se existe pero que se espera que exista, el contrato es condicional y se reputa celebrado bajo la condición suspensiva de que la cosa llegue a existir. Así, cuando una cooperativa agrícola vende a una industrial el trigo que cosecha en sus campos a tanto el quintal, celebra un contrato condicional, sujeto a la condición de que se coseche el trigo, de manera que si nada cosecha, la venta se reputa como no efectuada, por haber fallado la condición. 67 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Pero si se vende la suerte o la contingencia de que una cosa llegue a existir, el contrato es puro y simple. Así, si una empresa pesquera vende toda su pesca por un precio alzado, la venta es pura y simple, y el comprador hará un gran negocio si la pesca resulta abundante, o hará un negocio ruinoso si la pesca es pobre. En caso de dudas acerca de si la venta es de cosa futura o de la suerte, se entiende que es de cosa futura (art. 1813). Sin embargo, hay algunos actos que no pueden recaer sobre cosas futuras, como los contratos reales, lo cual es obvio, ya que estos se perfeccionan con la entrega de la cosa. El art. 1813 se debe hacer extensible a todos los actos que se celebren sobre cosas que se espera que existan, no sólo a la compraventa. ii. La cosa debe ser c o m e r c i a b l e . Las cosas comerciables son aquellas que son susceptibles de dominio y posesión privada46. La regla general en esta materia, es la de la comerciabilidad, y la excepción es la incomerciabilidad, la cual puede provenir de distintas causas: - En primer lugar, hay cosas incomerciables por su propia naturaleza, como las cosas que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres, como el aire, el altamar, etc. (art. 585). Art. 585. Las cosas que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres, como la alta mar, no son susceptibles de dominio, y ninguna nación, corporación o individuo tiene derecho de apropiárselas. Su uso y goce son determinados entre individuos de una nación por las leyes de ésta, y entre distintas naciones por el derecho internacional. - En segundo lugar, la incomerciabilidad puede provenir por la destinación de la cosa; es lo que ocurre por ejemplo, con los bienes nacionales de uso público a los que se refiere el art. 589 (calles, puentes, etc.). Art. 589. Se llaman bienes nacionales aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda. Si además su uso pertenece a todos los habitantes de la nación, como el de calles, plazas, puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o bienes públicos. Los bienes nacionales cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes, se llaman bienes del Estado o bienes fiscales. - En tercer lugar, la incomerciabilidad puede obedecer a razones de orden público, moralidad o buenas costumbres. Por ejemplo, las cosas cuya enajenación debe hacerse cumpliendo ciertos requisitos, como es el caso de 46 Inalienabilidad e incomerciabilidad son dos conceptos que no pueden confundirse. Una cosa es inalienable cuando no puede ser enajenada; y es incomerciable cuando no puede formar parte del patrimonio privado, respecto de ellas no puede existir un derecho real o personal. Así, si la cosa está sujeta simplemente a una prohibición de ser enajenada, es comerciable, porque no obstante esa limitación constituye el objeto de un derecho privado; por ejemplo, los derechos personalísimos, como los de uso y habitación, son intransferibles e intransmisibles, pero están en el patrimonio privado de sus titulares, por ende, son comerciables, pero inalienables; lo mismo ocurre con las cosas de comercio prohibido, como venenos, explosivos, armas, etc. Por lo tanto, la comerciabilidad no se relaciona con la posibilidad de celebrar o no actos jurídicos, ya que esto es la inalienabilidad. Nuestro CC distingue perfectamente en el art. 1464 lo incomerciable de lo inalienable, al señalar que hay objeto ilícito en la enajenación de las cosas incomerciables (Nº 1), y en la enajenación de los derechos personalísimos (Nº 2). 68 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. las drogas, las armas o productos explosivos sujetos a reglamentación especial. iii. La cosa debe ser d e t e r m i n a d a o d e t e r m i n a b l e 47. En esta materia existen dos clases de determinación: la específica y la genérica. La d e t e r m i n a c i ó n e s p e c í f i c a se da cuando se individualiza a determinado individuo de un género determinado, como por ejemplo, la oveja Dolly. La d e t e r m i n a c i ó n g e n é r i c a se da cuando se indica indeterminadamente a un individuo de un género determinado, como por ejemplo, una oveja. En otras palabras, el grado de determinación de una cosa puede ser mayor o menor, así, cuando se habla de un individuo, es una determinación específica, y aquí se habla de una especie o cuerpo cierto. Pero también puede hablarse en menor determinación de un género (determinación genérica), que es la menor determinación que puede tener un acto, lo cual debe acompañarse necesariamente de una determinación cuantitativa; así, el art. 1461 inc. I dice que las cosas deben estar a lo menos determinadas en su género. Art. 1461 inc. I. No sólo las cosas que existen pueden ser objetos de una declaración de voluntad, sino las que se espera que existan; pero es menester que las unas y las otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género. En lo tocante a las cantidades, el legislador admite que éstas puedan ser inciertas, con tal que el acto o contrato fije las reglas o contenga datos que sirvan para determinarla (1461 inc. II). Art. 1461 inc. II. La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla. b. Hecho. Si el objeto es un hecho (obligación de hacer o no hacer), los requisitos que debe cumplir éste son los siguientes: i. El hecho debe ser f í s i c a m e n t e p o s i b l e . El CC señala que es físicamente imposible aquel hecho que es contrario a la naturaleza. Hay que precisar que para que un hecho sea considerado físicamente imposible, es menester que la imposibilidad sea absoluta, es decir, que el hecho sea irrealizable por cualquier persona. Si la imposibilidad es sólo relativa, o sea, si el hecho sólo es irrealizable para cierto individuo y no para otros, no hay imposibilidad y el acto y la obligación existen, porque el objeto también existe La imposibilidad física absoluta puede ser permanente o temporal. Si es permanente, el hecho jamás podrá ser objeto de una obligación válida; y si es temporal, no obsta a la validez del objeto si éste es posible, de acuerdo con lo convenido, a la fecha en que deba cumplirse la obligación. La posibilidad o imposibilidad física, es un requisito que debe juzgarse al momento en que el acto se celebra, y si el hecho es físicamente imposible al momento de la celebración del acto, se estará ante una supuesta falta de objeto, con una posible nulidad o inexistencia; en cambio, si el hecho era físicamente posible al momento de la celebración del acto y deviene en imposible con posterioridad, no existe un problema de falta de objeto, sino que se está frente a 47 El requisito es más bien que la cosa sea determinada, porque lo determinable es la cantidad. 69 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. un problema de incumplimiento imputable o no, según el caso. Por ejemplo, antes de los atentados del 11 de Septiembre de 2001 una persona se obligó a escalar las torres gemelas; aquí no hay falta de objeto, sino, una imposibilidad de cumplimiento.48 Art. 1461 inc. final. Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público. ii. D e b e s e r m o r a l m e n t e p o s i b l e . El CC precisa que es moralmente imposible aquel hecho prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público49. En relación al objeto moralmente posible, don RAFAEL VALENZUELA dice que el acto prohibido por las leyes se confunde con la licitud del objeto, y él hace un distingo entre: actos prohibidos por la ley (art. 10), y hechos prohibidos por la ley, respecto de los cuales una persona puede obligarse por un acto no prohibido; por ejemplo, el arrendamiento de una casa (acto) para un prostíbulo (hecho)50. iii. Debe ser d e t e r m i n a d o . Éste es un requisito lógico, aun cuando el legislador no lo dice expresamente. Se trata de un requisito que fluye de la propia naturaleza, ya que debe conocerse específicamente en qué consiste el hecho o la abstención objeto de la obligación, de lo contrario, no sería una declaración de voluntad seria. Por ejemplo, si una persona contrae una obligación de hacer consistente en construir una muralla, sin más, habría indeterminación del objeto, ya que no se sabe cuál es el material, la altura, el largo, el color, etc. de la muralla que se tiene que construir. Respecto a la s a n c i ó n a n t e l a f a l t a d e o b j e t o , según se verá, va a depender de si se acepta o no la teoría de la inexistencia; si se acepta, se está obligado a concluir que la falta de objeto sería una hipótesis de inexistencia jurídica. De no adherir a la teoría de la inexistencia, no cabe más que concluir que la sanción por falta de objeto es la nulidad absoluta, esto por tratarse de la omisión de un requisito establecido por el legislador en atención a la naturaleza del acto o contrato, omisión que de conformidad con el art. 1682 inc. I, se sanciona con nulidad absoluta. Art. 1682 inc. I. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. La imposibilidad es un concepto variable, pues lo que es imposible hoy, puede no serlo mañana, o viceversa; por ejemplo, los viajes a la Luna. 49 Buenas costumbres es un concepto muy amplio y variable; éstas obligan a sujetarse a las normas morales imperantes en una época determinada. El acto jurídico que las contravenga adolecerá de objeto ilícito, y por ello será nulo absolutamente. El orden público está formado por el conjunto de normas que miran a los intereses generales de mayor importancia para la sociedad. Según la jurisprudencia, el orden público es la organización considerada como necesaria para el buen funcionamiento general de la sociedad. El concepto de orden público inspira las leyes prohibitivas, pero también hay leyes prohibitivas o casos no reglamentados, especialmente, que pueden atentar al orden público por comprometer los intereses generales de la sociedad. 50 Su importancia depende de si se acepta o no la inexistencia en el CC, si no se acepta no tiene mayor importancia. 48 70 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. 3.2. Objeto lícito. El art. 1445, que enumera los requisitos de validez del acto jurídico, establece en el Nº 3 que éste debe recaer sobre un objeto lícito. Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 3. Que recaiga sobre un objeto lícito. Si se examina el CC, se puede comprobar que no existe disposición legal alguna que de una definición que diga qué es objeto lícito o qué es objeto ilícito, esto a diferencia de lo que ocurre con la causa, ya que en el art. 1467 se define a la causa ilícita. Art. 1467. No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público. Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita. Hay algunos autores que han pretendido extrapolar el concepto del art. 1467 para definir el objeto ilícito, y es así como afirman que el objeto ilícito es aquel que es prohibido por la ley, o contrario a las buenas costumbres y al orden público. Don Avelino LEÓN HURTADO cree que del art. 1461 puede deducirse el concepto de objeto ilícito, distinguiendo si el objeto consiste en una cosa o en un hecho. Así, si el objeto consiste en una cosa, ésta en sí no puede ser lícita o ilícita, sino por el destino que se le dé: "sólo los actos y los fines son ilícitos o inmorales"; pero si esa cosa está fuera del comercio humano, el objeto de la obligación es ilícito, en cuanto de antemano se sabe que cualquier acto que verse sobre ella está prohibido por la ley. Este es, entonces, el principal caso de objeto ilícito (cuando se trata de obligaciones de dar), y por eso el inc. I. del art. 1461 exige que la cosa sea comerciable; la falta de los otros requisitos (que la cosa sea real y determinada) no acarrea la ilicitud, sino la falta de objeto. Art. 1461. No sólo las cosas que existen pueden ser objetos de una declaración de voluntad, sino las que se espera que existan; pero es menester que las unas y las otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género. La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla. Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente imposible el que es contrario a la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público. Si el objeto consiste en un hecho, éste puede ser en sí lícito o ilícito, por eso el inc. final del art. 1461 dispone que el objeto que consiste en un hecho puede ser física y moralmente imposible. La expresión "moralmente imposible" equivale a objeto ilícito, pues dispone este artículo que es objeto moralmente imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público51. Si el objeto consiste en un hecho físicamente imposible e indeterminado, no es ilícito, sino inexistente, al igual que en las obligaciones de dar cuando la cosa no es real o determinada. Un ejemplo de objeto ilícito, es todo intento de clonación humana establecido en un acto jurídico, pues tal clonación atenta contra las normas bioéticas y, por ende, la moral. 51 71 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Por lo tanto, objeto ilícito es el que versa sobre cosas incomerciables o sobre hechos o contratos prohibidos por las leyes, o contrarios a las buenas costumbres o al orden público. En resumen, si el objeto recae en una cosa, cuando la cosa en que recae el objeto no es real o no está determinada hay carencia o inexistencia del objeto; pero cuando la cosa sobre la que recae el objeto es incomerciable, hay objeto ilícito. Ahora si el objeto recae en un hecho físicamente imposible e indeterminado, hay inexistencia de objeto, y cuando el hecho es moralmente imposible hay objeto ilícito. Por lo tanto, o b j e t o i l í c i t o es aquel que recae sobre cosas incomerciables y sobre hechos moralmente imposibles (si el hecho es físicamente posible, pero moralmente imposible y está determinado, hay objeto ilícito). Si bien el CC no define al objeto ilícito, éste plantea casos de objeto ilícito, y estos casos son los siguientes: i. A c t o s c o n t r a r i o s a l D e r e c h o p ú b l i c o c h i l e n o . De conformidad al inc. I del art. 1462, hay objeto ilícito en todo lo que contraviene al Derecho público chileno. Si se acepta que la imposibilidad moral del objeto es objeto ilícito, este artículo estaría de más, ya que la imposibilidad moral implica los hechos contrarios al orden público.52 Art. 1462. Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, es nula por el vicio del objeto. ii. E n a j e n a c i ó n d e l a s c o s a s e n u m e r a d a s e n e l a r t . 1 4 6 4 . Esta es una norma que no es fácil de entender, porque tiene una serie de elementos. Art. 1464. Hay objeto ilícito en la enajenación: 1. De las cosas que no están en el comercio; 2. De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona; 3. De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello; 4. De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce en el litigio. En primer lugar, la norma dice que hay objeto ilícito en la “e n a j e n a c i ó n ” , y según la doctrina este concepto puede ser tomado en un sentido amplio o en un sentido restringido, conclusión a la que se llega a partir del estudio del CC. En sentido amplio, enajenación comprende todo acto de disposición entre vivos por el cual el titular transfiere a otro su derecho o constituye sobre él un nuevo derecho a favor de un tercero, nuevo derecho que viene a limitar o gravar el suyo ya existente (pero sin transferirlo); esto es, constituye un derecho real limitativo, como por ejemplo un usufructo, una hipoteca, etc. En sentido restringido, por su parte, enajenación comprende solamente el acto de disposición entre vivos por el cual el titular transfiere a otro su derecho (dominio). Para la jurisprudencia y los juristas (ALESSANDRI y SOMARRIVA), en este artículo se toma la palabra enajenación en un sentido amplio. Sostiene esta doctrina que Según don Rafael VALENZUELA, este artículo está de más como hipótesis, ya que el orden público es un concepto más amplio que el Derecho público. Derecho público es el conjunto de normas que rigen la organización y la actividad del Estado y de los demás entes políticos menores (como el municipio) o las relaciones entre los particulares y estos organismos políticos en cuanto actúan en su calidad de poder político o soberano. 52 72 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. cuando el legislador utiliza el concepto de enajenación en un sentido restringido, lo explicita contraponiéndolo a la constitución de gravámenes, esto ocurre por ejemplo, en materia de hipoteca en el art. 2415. El profesor LUIS CLARO SOLAR cree, en contrario, que la enajenación está tomada en sentido restringido. Art. 2415. El dueño de los bienes gravados con hipoteca podrá siempre enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquiera estipulación en contrario. En cuanto a los casos de objeto ilícito que enumera el art. 1464, estos son los siguientes: - E n a j e n a c i ó n d e l a s c o s a s q u e n o e s t á n e n e l c o m e r c i o . Se refiere a las cosas incomerciables, que son aquellas que no son susceptibles de dominio o posesión privada, lo que puede deberse a la naturaleza misma de las cosas, a su destinación o a razones de moralidad u orden público. - Enajenación de los derechos o privilegios que no pueden t r a n s f e r i r s e a o t r a p e r s o n a (estas son cosas inalienables). Los derechos y privilegios que no pueden transferirse a otra persona, son los llamados derechos personalísimos, que son una excepción a la regla general que señala que los derechos pueden transferirse. Examinando el CC, se encuentran derechos personalísimos de naturaleza real, como el derecho real de uso (art. 811 en relación con el art. 819) Art. 811. El derecho de uso es un derecho real que consiste, generalmente, en la facultad de gozar de una parte limitada de las utilidades y productos de una cosa. Si se refiere a una casa, y a la utilidad de morar en ella, se llama derecho de habitación. Art. 819. Los derechos de uso y habitación son intransmisibles a los herederos, y no pueden cederse a ningún título, prestarse ni arrendarse. Ni el usuario ni el habitador pueden arrendar, prestar o enajenar objeto alguno de aquellos a que se extiende el ejercicio de su derecho. Pero bien pueden dar los frutos que les es lícito consumir en sus necesidades personales. También se encuentran, en el CC, derechos personalísimos de naturaleza personal, como el derecho de alimentos (art. 334). En esta materia, cuando se establece que el derecho de alimentos no puede cederse, se hace referencia al derecho mismo; cosa distinta ocurre con las pensiones de alimentos, ya que una vez devengadas, son créditos, y como tales entran al sistema de cesión de créditos. Art. 334. El derecho de pedir alimentos no puede transmitirse por causa de muerte, ni venderse o cederse de modo alguno, ni renunciarse. Esta categoría y la anterior suelen ser fáciles de confundir, ya que existen puntos comunes entre ellas, porque todas las cosas incomerciables son necesariamente inalienables, pero no todas las cosas inalienables son necesariamente incomerciables, prueba de ello son los ejemplos anteriores. - Enajenación de las cosas embargadas por decreto judicial a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en e l l o . El embargo no se encuentra definido legalmente, a pesar de ser utilizada la expresión en un sin numero de normas. Según la doctrina, el embargo es una institución propia del juicio ejecutivo que consiste en la aprehensión compulsiva hecha por mandamiento del juez, que conoce del 73 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. juicio, de uno o más bienes determinados del deudor, los cuales se entregan a un depositario que debe mantenerlos a disposición del tribunal, todo con el fin de asegurar el pago de la deuda.53 Al examinar el CPC, se puede comprobar que dentro de las medidas que le permiten al acreedor asegurar el resultado del juicio, existen otras distintas al embargo en un sentido técnico, como el secuestro y la prohibición de celebrar actos y contratos; es por ello que la doctrina sostiene que el concepto de embargo del art. 1464, debe tomarse no en su sentido técnico, sino que debe entenderse referido a todas las medidas, que en concepto del legislador, permiten el cumplimiento del mismo fin, esto es, asegurar el resultado del juicio54. En el caso del embargo y de otras figuras similares, el CPC exige el cumplimiento de determinadas formalidades por vía de publicidad, medidas que tienen por objeto proteger los intereses de terceros. Sobre este particular hay que tener presente los arts. 297 y 453 CPC. Art. 297. Cuando la prohibición recaiga sobre bienes raíces se inscribirá en el registro de Conservador respectivo, y sin este requisito no producirá efecto respecto de terceros. Cuando verse sobre cosas muebles, sólo producirá efecto respecto de los terceros que tengan conocimiento de ella al tiempo del contrato; pero el demandado será en todo caso responsable de fraude, si ha procedido a sabiendas. Art. 453. Si el embargo recae sobre bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, no producirá efecto alguno legal respecto de terceros, sino desde la fecha en que se inscriba en el respectivo registro conservatorio en donde estén situados los inmuebles. En cuanto a cómo opera el embargo, en la práctica el propio deudor de los bienes queda como depositario de los mismos, esto porque hay un receptor que anota los bienes y desde ese momento quedan embargados; este embargo puede ser seguido o no por un retiro de especies. A partir del momento del embargo, es decir, cuando el receptor notifica los bienes, pueden empezar a operar una serie de figuras procesales. 54 VELASCO cree que en el embargo del art. 1464 N° 3, no puede incluirse la prohibición judicial de celebrar actos y contratos respecto de determinados bienes, ya que esta norma se refiere a la enajenación, y en contratos como el de compraventa o arrendamiento no hay enajenación. Así, si se prohíbe judicialmente arrendar una propiedad y el deudor violando la prohibición la arrienda, no es posible sostener que en tal contrato hay objeto ilícito de conformidad al Nº 3 del art. 1464, porque éste se refiere exclusivamente a la enajenación y el arrendamiento no lo es; ni tampoco podría afirmarse que hay objeto ilícito de acuerdo con el art. 1466, puesto que esta disposición alude a contratos prohibidos por las leyes, y no por las autoridades judiciales. Tratándose de la compraventa, el art. 1810 se refiere a la prohibición de vender las cosas cuya enajenación esté prohibida por la ley, y no por la justicia. Por todo ello, VELASCO cree que el art. 296 del CPC modifica los números 3 y 4 del art. 1464, en el sentido de que tratándose de prohibiciones judiciales de celebrar actos o contratos, esos números son aplicables a la infracción de tales prohibiciones, aun cuando no haya enajenación, prohibiciones que adolecen entonces de objeto ilícito. 53 Art. 1466. Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes. Art. 1810. Pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por ley. Art. 296. La prohibición de celebrar actos o contratos podrá decretarse con relación a los bienes que son materia del juicio, y también respecto de otros bienes determinados del demandado, cuando sus facultades no ofrezcan suficiente garantía para asegurar el resultado del juicio. Para que los objetos que son materia del juicio se consideren comprendidos en el número 4° del artículo 1464 del Código Civil, será necesario que el tribunal decrete prohibición respecto de ellos. 74 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. El ministro de fe que practique el embargo, requerirá inmediatamente su inscripción y firmará con el conservador respectivo y retirará la diligencia en el plazo de veinticuatro horas. Respecto a si la norma se aplica tanto a la enajenación voluntaria como a la enajenación forzada, el profesor CLARO SOLAR cree que el N° 3 no se refiere a la enajenación forzada en pública subasta de las cosas embargadas por decreto judicial, sino a la enajenación que el deudor demandado pudiera realizar privadamente, a pesar de existir el decreto de embargo. SOMARRIVA y VELASCO, por el contrario, creen que el Nº 3 se aplica tanto a la enajenación voluntaria, como a la forzada hecha por el ministerio de la justicia en cuanto: - La ley no distingue, por lo tanto, no puede el intérprete distinguir. Es la única manera de lograr el fin perseguido por la ley, cual es evitar que el derecho que un acreedor ha puesto en ejercicio, sea burlado o dificultado en su satisfacción, mediante la enajenación que de sus bienes muebles pueda hacer el deudor, lo cual se logra sancionando todas las enajenaciones que el deudor pueda hacer de los bienes muebles embargados, sean ellas judiciales o voluntarias. La jurisprudencia está dividida, pero actualmente parece inclinarse por la postura de CLARO SOLAR, esto debido a que puede haber dos o más ejecuciones y la enajenación que se haga en cualquiera de ellas es válida (el acreedor que hubiere embargado primero el mismo bien, no sufre perjuicio alguno, pues la ley le permite hacer valer sus derechos). Es importante tener presente que la norma rige cuando la limitación es judicial, llámese embargo, prohibición para celebrar actos y contratos, etc., no así cuando la limitación es voluntaria o convencional, como por ejemplo, cuando el deudor constituye una prohibición de gravar o enajenar, a favor de la institución financiera a la cual él le debe. Al infringir la limitación voluntaria, la norma no es aplicable, es decir, no tiene aplicación en la prohibición convencional de celebrar actos y contratos. El 1464 Nº 3 señala que hay objeto ilícito en la enajenación de cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello, y a este respecto hay que señalar que el juez que debe autorizar la enajenación debe ser el juez que está conociendo de la ejecución, o bien todos los jueces que hayan decretado embargo en caso de que se de la figura del reembargo, esto es, que sobre un bien ya embargado se decrete un nuevo embargo. El acreedor que solicitó la medida también puede consentir en la enajenación, y si existe más de una acreedor, es necesario que todos ellos consientan. La autorización puede ser expresa o tácita; habría esta última clase de consentimiento, por ejemplo, si el comprador es el propio acreedor embargante, o si el acreedor que tiene embargo pendiente toma conocimiento del remate a efectuarse en otro juicio ejecutivo y no deduce oposición. La autorización del juez o el consentimiento del acreedor, deben ser previos a la enajenación, si fuesen posteriores, no validaría el acto, ya que habría objeto ilícito, y la sanción de objeto ilícito es la nulidad absoluta, la cual no admite ratificación o confirmación posterior como medio de sanear el acto. 75 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. ii. E n a j e n a c i ó n d e l a s e s p e c i e s c u y a p r o p i e d a d s e l i t i g a , s i n p e r m i s o d e l j u e z q u e c o n o c e d e l l i t i g i o . Para estos efectos, se entiende por cosas litigiosas los muebles o inmuebles sobre cuyo dominio discuten en juicio demandante y demandado; son en el fondo, el objeto mismo del juicio. Esta limitación es lógica, porque de lo contrario se pondría en riesgo el resultado del juicio, por ende, esta limitación tiene por objeto asegurar el resultado del juicio. De la lectura del art. 1464, pareciera ser que basta que se aplique esta norma para que el bien sea el objeto preciso del litigio, sin embargo, el art. 1464 Nº 4 debe entenderse modificado por el art. 296 inc. II del CPC, que señala que para que los objetos que son materia de juicio se consideren comprendidos en el Nº 4 del art. 1464, será necesario que el tribunal decrete prohibición respecto de ellos; por lo tanto, será el demandante quien le pida al juez que decrete la prohibición señalada en el art. 1464 Nº 4. Art. 296. La prohibición de celebrar actos o contratos podrá decretarse con relación a los bienes que son materia del juicio, y también respecto de otros bienes determinados del demandado, cuando sus facultades no ofrezcan suficiente garantía para asegurar el resultado del juicio. Para que los objetos que son materia del juicio se consideren comprendidos en el número 4° del artículo 1464 del Código Civil, será necesario que el tribunal decrete prohibición respecto de ellos. Para VODANOVIC el N° 4 está demás, porque queda comprendido en el N° 3, esto por la exigencia de que el juez decrete prohibición para considerarlas comprendidas en el N° 4. La limitación que contiene el Nº 4, dice relación con la enajenación de cosas litigiosas, esto es, bienes cuyo dominio discuten demandante y demandado, no siendo aplicable a la enajenación de derechos litigiosos, que es una cuestión distinta, ya que los derechos litigiosos, aplicando el art. 1911, son el evento incierto de la litis (resultado del juicio). La enajenación de estos derechos es perfectamente válida, ya que no se encuentra afectada por la limitación del 1464 Nº 4. Art. 1911. Se cede un derecho litigioso cuando el objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del que no se hace responsable el cedente. Se entiende litigioso un derecho, para los efectos de los siguientes artículos, desde que se notifica judicialmente la demanda. La cesión de los derechos litigiosos sólo puede hacerse por el demandante, según se desprende de los arts. 1912 y 1913. El demandado, como tal, no puede hacer esa cesión, salvo cuando entabla reconvención, pues entonces asume la calidad de actor o demandante. La cesión o enajenación de derechos litigiosos no necesita para ser válida de la autorización del juez. Art. 1912. Es indiferente que la cesión haya sido a título de venta o de permutación, y que sea el cedente o el cesionario el que persigue el derecho. Art. 1913. El deudor no será obligado a pagar al cesionario sino el valor de lo que éste haya dado por el derecho cedido, con los intereses desde la fecha en que se haya notificado la cesión al deudor. 76 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Se exceptúan de la disposición de este artículo las cesiones enteramente gratuitas; las que se hagan por el ministerio de la justicia; y las que van comprendidas en la enajenación de una cosa de que el derecho litigioso forma una parte o accesión. Exceptúanse asimismo las cesiones hechas: 1. A un coheredero o copropietario por un coheredero o copropietario, de un derecho que es común a los dos; 2. A un acreedor en pago de lo que le debe el cedente; 3. Al que goza de un inmueble como poseedor de buena fe, usufructuario o arrendatario, cuando el derecho cedido es necesario para el goce tranquilo y seguro del inmueble. En cuanto al encabezado del art. 1464, hay que señalar que la adjudicación no importa enajenación, ya que ésta es simplemente declarativa de dominio y no traslaticia; por lo tanto, la adjudicación de alguno de los bienes muebles señalados en el art. 1464, no adolece de objeto ilícito. La enajenación en Chile se efectúa por la concurrencia de dos elementos, cuales son el título y el modo, por lo tanto, pensando en el caso de la compraventa, en ella no existe enajenación, ya que el vendedor por el sólo hecho de celebrar el contrato no transfiere el dominio, ni constituye sobre ella un derecho real que lo limite; el vendedor sólo se obliga a transferir el dominio de la cosa (los contratos sólo generan derechos personales). La enajenación viene a estar constituida por la tradición que sigue a la compraventa, y mediante la cual el vendedor cumple su obligación de dar la cosa55. Por lo tanto, en principio no se aplica el art. 1464 a la compraventa, porque la compraventa no es enajenación, sin embargo, si se recurre a las normas sobre compraventa, el art. 1810 señala que pueden venderse todas las cosas corporales e incorporales cuya enajenación no esté prohibida por la ley, lo cual es una remisión al art. 1464. Art. 1810. Pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por ley. Teniendo en cuenta este nuevo antecedente, es que se puede decir que hay objeto ilícito en la compraventa de los bienes a que se refiere el art. 1464, no porque la compraventa sea enajenación, sino precisamente por la existencia del art. 181056. Esta postura es sostenida por ALESSANDRI y SOMARRIVA y parte importante de la jurisprudencia. La interpretación del art. 1810 no ha sido uniforme en la doctrina, ya que hay quienes sostienen que la remisión del art. 1810 debe entenderse referida a todos los casos contenidos en el art. 1464, consecuentemente, la venta de cualquiera de los bienes señalados en dicha disposición adolecerá de objeto ilícito. Una segunda posición, sostenida por el profesor EUGENIO VELASCO, plantea que dentro del art. 1464 es necesario hacer una distinción entre los numerales 1 y 2 por una parte, y los numerales 3 y 4 por otra. Leyendo con detención los numerales del art. 1464, es posible llegar a la conclusión de que los numerales 1 En la compraventa de cosas muebles, el título y el modo concurren al mismo tiempo con la entrega; esto es diferente tratándose de bienes raíces, porque el título va a ser la escritura pública de compraventa, y el modo o tradición va a operar cuando se inscriba dicha escritura en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces del lugar en que se encuentra situado el inmueble. 56 El legislador elaboró el art. 1810, porque en los términos que estaba redactado el art. 1464, éste no era aplicable a la compraventa. Este tema es muy importante, y es por ello que el profesor GALVÁN siempre lo trae a colocación. 55 77 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. y 2 son normas prohibitivas, porque el legislador impide que se enajenen las cosas incomerciables y los derechos personalísimos bajo cualquier respecto, y en estos casos parece lógico que si se celebra un contrato de compraventa sobre dichos bienes, va a existir objeto ilícito y consecuentemente nulidad absoluta. Distinto es el caso de los numerales 3 y 4, porque al leerlos se puede advertir que se trata de normas imperativas, y al llegar a esta conclusión se puede afirmar que el art. 1810 no está haciendo referencia a estos casos, y consecuentemente con ello, la venta de los bienes contenidos en estos números debiera ser válida. Además el autor señala que no se ve la razón para prohibir la venta de las cosas embargadas o litigiosas, ya que las partes podrían querer venderlas, a sabiendas de que la tradición sólo se podrá efectuar una vez que se cumplan los requisitos para que desaparezca el impedimento legal que se opone a la transferencia inmediata. En cambio, en los números 1 y 2 no es posible celebrar el contrato, ya que las cosas incomerciables y los derechos personalísimos jamás pueden transferirse. Sin embargo, se contra-argumenta diciendo que cuando la norma imperativa impone requisitos, lleva envuelta una norma prohibitiva. Sintetizando esta opinión, habría objeto ilícito en la venta de las cosas incomerciables y de los derechos personalísimos (art. 1464 Nº 1 y 2 en relación con el art. 1810); pero no la habría en la venta de las cosas embargadas o litigiosas (art. 1464 Nº 3 y 4 en relación con el art. 1810). iii. También hay objeto ilícito en los a c t o s c o n t r a r i o s a l a m o r a l . Aquí es posible advertir distintos casos: - C o n d o n a c i ó n d e d o l o f u t u r o . La condonación de dolo futuro no vale, porque sería aprobar una inmoralidad y proteger la mala fe (art. 1465 última parte). Art. 1465. El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación del dolo futuro no vale. El artículo se ha criticado, en cuanto se ha dicho que comienza dando un ejemplo y sólo a continuación la norma general. Sin embargo, esta crítica no está fundada, ya que la norma consta de dos partes diferentes: - La condonación del dolo contenido en una cuenta (dolo presente o pasado); a este respecto, el art. 1465 señala que el pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. Por lo tanto, se exige que la condonación, que importa renunciar a la acción de perjuicios provenientes del dolo, sea hecha en forma expresa, conociéndose específicamente el dolo que en la cuenta se contiene. - La condonación del dolo futuro no vale (adolece de objeto ilícito)57. Al respecto, el Nº 3 del art. 2003 expresa lo siguiente: los contratos para construcción de edificios, celebrados con un empresario, que se encarga de toda la obra por un precio único prefijado, se sujetan a además a las reglas siguientes: 3. Si el edificio perece o amenaza ruina, en todo o parte, en los cinco años subsiguientes a su entrega, por vicio de construcción, o por vicio del suelo que el empresario o las personas empleadas por él hayan debido conocer en razón de su oficio, o por vicio de los materiales, será responsable el empresario; si los materiales han sido suministrados por el dueño, no habrá lugar a la responsabilidad del empresario, sino en conformidad al artículo 2000 inciso final. 57 78 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. De todo lo anterior se deduce que el dolo sólo puede condonarse después de cometido, nunca antes, y que el perdón debe ser expreso. - Venta de ciertos libros prohibidos y de objetos c o n s i d e r a d o s i n m o r a l e s . Según el art. 1466, hay también objeto ilícito en la venta de libros cuya circulación es prohibida por la autoridad, por ser condenados como abusivos de la libertad de prensa (además pueden constituir delitos penales, con lo cual habría objeto ilícito también por violación de la ley penal). Art. 1466. Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes. - 58 D e u d a s c o n t r a í d a s e n j u e g o s d e a z a r (art. 1466). Los juegos de azar son aquellos en que no interviene la destreza, la fuerza o el ingenio, sino la casualidad (juegos de naipes, lotería, etc.). En esta prohibición deben comprenderse las apuestas relacionadas con los juegos de azar. Respecto de los juegos lícitos, la ley distingue a su vez entre aquellos en que predomina la fuerza o destreza corporal, y los juegos y apuestas en que predomina la habilidad intelectual. A los primeros les concede la más amplia protección, pues confiere al ganador acción para exigir el cumplimiento del contrato, con tal que en ellos no se contravenga a las leyes o reglamentos de policía, pues en caso de contravención, desechará el juez la demanda en el todo (art. 2263). En cambio, los juegos y apuestas en que predomina la inteligencia no producen acción, sino solamente excepción (el que gana no puede exigir el pago), así, si el que pierde paga, no puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo (art. 2260); o sea, que en este caso se está en presencia del pago de una obligación natural. Los juegos y las apuestas autorizados y regulados por leyes de excepción (Polla chilena de Beneficencia, carreras de caballo, Juegos de Casino Municipal) son contratos con objeto lícito, plenamente válidos y generan obligaciones perfectas, civiles. Por lo tanto, hay apuesta lícita si incide en juegos lícitos (sólo dan acción)58. Ver el párrafo 1 del Título XXXIII del Libro IV del CC, "Del Juego y la Apuesta", arts. 2259 a 2263. Art. 2259. Sobre los juegos de azar se estará a lo dicho en el artículo 1466. Los artículos que siguen son relativos a los juegos y apuestas lícitos. Art. 2260. El juego y la apuesta no producen acción, sino solamente excepción. El que gana no puede exigir el pago. Pero si el que pierde, paga, no puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo. Art. 2261. Hay dolo en el que hace la apuesta, si sabe de cierto que se ha de verificar o se ha verificado el hecho de que se trata. Art. 2262. Lo pagado por personas que no tienen la libre administración de sus bienes, podrá repetirse en todo caso por los respectivos padres de familia, tutores o curadores. Art. 2263. Sin embargo de lo dispuesto en el artículo 2260, producirán acción los juegos de fuerza o destreza corporal, como el de armas, carreras a pie o a caballo, pelota, bolas y otros semejantes, con tal que en ellos no se contravenga a las leyes o a los reglamentos de policía. En caso de contravención desechará el juez la demanda en el todo. 79 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. - A c t o s p r o h i b i d o s p o r l a l e y (art. 1466 parte final). Esto se critica, porque en muchos casos el objeto de un acto prohibido por la ley (la cosa o hecho sobre que recae la obligación), no tiene nada de ilícito, así, el art. 1798 prohíbe al empleado público comprar los bienes que se vendan por su ministerio, y si la compraventa se efectuara, no podría afirmarse que la cosa vendida y el precio en sí mismos son ilícitos. Lo que pasa, es que la ley prohíbe el contrato por las circunstancias en que se celebra, por lo tanto, lo que hay es una falta de legitimación para el negocio (incapacidades especiales o particulares). Por ello la ley simplemente debió sancionar con nulidad absoluta los actos que prohíbe, sin establecer que ellos adolecen de objeto ilícito. - P a c t o s s o b r e s u c e s i o n e s f u t u r a s . Esta hipótesis de objeto ilícito se encuentra en el art. 1463. Art. 1463. El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser objeto de una donación o contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma persona. Las convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario, relativas a la misma legítima o a mejoras, están sujetas a las reglas especiales contenidas en el título De las asignaciones forzosas. En doctrina es posible distinguir distintos pactos de sucesión futura, como son los pactos de renuncia, los pactos de institución y los pactos de cesión. En virtud de los p a c t o s d e i n s t i t u c i ó n , una persona se obliga para con otro a instituirlo como heredero o legatario. El p a c t o d e r e n u n c i a consiste en que quien tiene el carácter de posible sucesor del causante, renuncia anticipadamente a sucederlo por causa de muerte. La ley dice que la herencia se defiere a la muerte del causante, y ahí se hace un llamamiento a los herederos para que acepten o repudien la herencia, por ende, la renuncia sólo puede hacerse después del fallecimiento del causante. Otra posibilidad son los p a c t o s d e c e s i ó n , en virtud de los cuales, quien tiene el carácter de posible sucesor del causante, transfiere a otro su derecho. De acuerdo al art. 1463, el legislador no hace la distinción que hace la doctrina, sin embargo, por la amplitud de la norma, cualquiera de estas figuras, en la medida que recaigan en la sucesión de personas vivas, adolecen de objeto ilícito. El legislador considera esto, porque entiende que en estos pactos puede ir envuelto el deseo de que la persona fallezca, o de provocar su fallecimiento para que los pactos produzcan efectos, de ahí que lo proscribe. El legislador prohíbe estos pactos sean a título gratuito u oneroso. El art. 1463 contrapone donación y contrato, y en nuestro derecho la donación es un contrato, por lo que se le da sentido a esto señalando que en virtud de esta norma, el legislador rechaza tanto los pactos gratuitos como onerosos. Esta regla no es una regla absoluta, porque a la luz del inc. II del art. 1463, se pueden encontrar excepciones, siendo la excepción indiscutida la del pacto de no mejorar, regulado en el art. 1204. Art. 1204. Si el difunto hubiere prometido por escritura pública entre vivos a su cónyuge o a alguno de sus descendientes o ascendientes, que a la sazón era legitimario, no donar, ni 80 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. asignar por testamento parte alguna de la cuarta de mejoras, y después contraviniere a su promesa, el favorecido con ésta tendrá derecho a que los asignatarios de esa cuarta le enteren lo que le habría valido el cumplimiento de la promesa, a prorrata de lo que su infracción les aprovechare. Cualesquiera otras estipulaciones sobre la sucesión futura, entre un legitimario y el que le debe la legítima, serán nulas y de ningún valor. Esta es una excepción, porque se trata de un pacto de sucesión futura (pacto de institución), en que el futuro causante se compromete a no disponer de la cuarta de mejoras, lo que tiene como efecto, que dicha cuarta de mejoras acrece la mitad legitimaria. Este pacto es celebrado por el causante y los legitimarios, y en caso de que éste no se celebre y el causante no disponga de la cuarta de mejoras, ésta igualmente acrece a la mitad legitimaria.59 La norma del art. 1204 constituye la única excepción indiscutida al art. 1463, pero es posible encontrar otras figuras. A partir del inc. II del art. 1462, es posible sostener que cualquier otro pacto sobre sucesión futura es nulo, sin embargo, en derecho sucesorio esto se discute. Así, si bien es cierto, de acuerdo con la doctrina tradicional, que la única excepción al art. 1463 sería el pacto de no mejorar, el profesor GALVÁN sostiene que ésta no sería la única, porque si se examinan las normas sobre legítimas, el legislador establece que todas las erogaciones o transferencias a título gratuito hechas a una persona que hasta ese momento era legitimario, se imputan a sus legítimas, o sea, el legislador permite que por un acto entre vivos se determine los bienes que van a integrar la cuota hereditaria de los asignatarios (sin embargo, esta teoría es discutible). Art. 1198. Todos los legados, todas las donaciones, sean revocables o irrevocables, hechas a un legitimario, que tenía entonces la calidad de tal, se i m p u t a r á n a su legítima, a menos que en el testamento o en la respectiva escritura o en acto posterior auténtico aparezca que el legado o la donación ha sido a título de mejora. Sin embargo, los gastos hechos para la educación de un descendiente no se tomarán en cuenta para la computación de las legítimas, ni de la cuarta de mejoras, ni de la cuarta de libre disposición, aunque se hayan hecho con la calidad de imputables. Tampoco se tomarán en cuenta para dichas imputaciones los presentes hechos a un descendiente con ocasión de su matrimonio, ni otros regalos de costumbre. 59 En el pacto de no mejorar, el legislador acepta que el testador se obligue en virtud de una escritura pública a no disponer de la cuarta de mejoras, y en caso de infringirse este pacto, al perjudicado se le entera lo que le habría valido el cumplimiento de la promesa. Una cosa son los beneficiarios y otra cosa son los legitimarios, y la ley sólo permite celebrar este pacto entre el testador y sujetos que en se momento eran legitimarios, y no entre el testador y sujetos que eran simplemente mejoreros. Esto porque el pacto no permite que se instituya un sujeto como mejorero, ya que lo único que permite el pacto es no disponer de la cuarta de mejoras, y el efecto va a ser el acrecimiento, por ende, los únicos interesados en que esto suceda, son los legitimarios. Los requisitos de este pacto son: (1) es un pacto solemne, para que sea válido la ley exige que debe otorgarse por escritura pública. (2)Desde el punto de vista de los sujetos que lo celebran, este pacto debe celebrarse entre el testador (o futuro causante) y el cónyuge, ascendientes o descendientes que al momento de la celebración del pacto, eran legitimarios. (3) Desde el punto de vista del objeto, el único objeto que permite el art. 1204, está constituido por una obligación de no hacer, que es no disponer de la cuarta de mejoras; cualquier otro pacto en relación a la cuarta de mejoras, en función del inc. final del art. 1204, relacionado con el art. 1463, adolecería de nulidad absoluta. (4) Para que este pacto tenga efecto, es necesario que exista dicho legitimario al momento de abrirse la sucesión; este último requisito no está mencionado en la disposición, pero el profesor Pablo RODRÍGUEZ señala que para que este pacto surta sus efectos, es menester que exista el mismo legitimario que celebró el pacto, o sus representantes; a su juicio, si ese legitimario falta, el pacto no tendría efecto, ya que solamente puede reclamar aquel en cuyo beneficio se estableció, y si falta él o sus representantes, nadie podrá reclamar por él. 81 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En resumen, hay objeto ilícito en los siguientes casos: 1. Actos y contratos contrarios al Derecho público chileno. 2. En la enajenación de las cosas que enumera el art. 1464 (de las cosas que no están en el comercio; de los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona; de las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello; de especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce en el litigio). 3. En la venta de cosas cuya enajenación está prohibida (art. 1810). 4. Cuando los actos recaen sobre hechos moralmente imposibles, y aquí se distingue: - Actos y contratos prohibidos por las leyes. - Pactos sobre sucesión futura, con la excepción del pacto de la cuarta de mejoras (pacto de no mejorar). - En la condonación del dolo futuro. - En las deudas contraídas en juegos de azar. - En la venta de ciertos libros prohibidos y de objetos considerados inmorales. En cuanto a la s a n c i ó n e n c a s o d e f a l t a d e o b j e t o o e n c a s o d e o b j e t o i l í c i t o , si el objeto es ilícito la sanción es la nulidad absoluta, porque así lo señala expresamente el art. 1682. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. En caso de falta de objeto, al examinar las normas relativas a la nulidad (arts. 1681 y siguientes), se puede comprobar que el legislador no se ha referido específicamente a esta hipótesis, y esto es lo que permite afirmar que la sanción por la falta de objeto sea discutida. Hay quienes sostienen que al ser el objeto un requisito de existencia del acto jurídico, la sanción en caso de omisión sería la inexistencia jurídica. Otros, en cambio, sostienen que la sanción sería la nulidad absoluta, y para justificar esto, recurren a la frase contenida en el art. 1682, conforme a la cual, la omisión de los requisitos establecidos en atención a la naturaleza del acto o contrato, como es el caso del objeto, se sanciona con nulidad absoluta. Respecto a la sanción, podría generarse el problema en cuanto a actos que recaigan sobre cosas incomerciables, o respecto a actos que recaigan sobre hechos moralmente imposibles. Estos son requisitos del objeto, en cuanto requisito de existencia, por lo tanto el problema nace si se sostiene que la falta de objeto se sanciona con inexistencia, y que el objeto ilícito se sanciona con nulidad absoluta, ya que no existe claridad respecto de si se trata de uno u otro caso. Sin embargo, la posición mayoritaria señala que la sanción en caso de falta de objeto, es la nulidad absoluta. 4. La Causa. La causa es un requisito de existencia, y la causa lícita es un requisito de validez. 82 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. La causa es uno de los temas más complejos, ya que hay una serie de aspectos que se discuten en esta materia, cuales son: ¿qué es lo que tiene que tener causa? La respuesta es el acto o contrato, o la obligación ¿Constituye la causa un requisito de existencia ya sea del acto o de la obligación? Aquí la doctrina se divide (causalista, anticausalista) ¿Qué se entiende bajo el concepto de causa o qué es la causa? Aquí existen distintas interpretaciones, hay una tendencia objetiva y una subjetiva. 4.1. Antecedentes históricos. Los romanos entendían por causa, el elemento que generaba y daba vida al contrato o que operaba como fuente de las obligaciones que nacían del contrato; la tomaban en el sentido de causa eficiente (aquello por lo cual una cosa es o llega a ser). Era un elemento generador de derechos y obligaciones. En el D e r e c h o r o m a n o reinaba el formulismo: cuando una persona admitía que le debía algo a otra y se ceñía a la fórmula, quedaba obligada. Si ella se equivocaba, pero utilizaba la fórmula, igual tenía que cumplir, ya que se obligaba por el cumplimiento de la fórmula, la cual se miraba como la causa; pero esto conducía a injusticias, ya que si una persona se obligaba de acuerdo a la fórmula a restituir algo prestado que no se le entregaba, igual estaba obligado a restituirlo (aunque no lo haya recibido). Los pretores se dieron cuenta que esto era injusto, e inventaron unas causales de ineficacia del acto jurídico, pero no se atrevieron a cuestionar la invalidez. En la e d a d m e d i a los romanistas y canonistas cuestionaron el que una fórmula pudiera generar obligaciones. Ellos comenzaron a acentuar el valor del consentimiento como elemento que daba vida a las obligaciones. Finalmente llegaron a la conclusión de que la causa de la obligación de una de las partes, se encuentra en la obligación correlativa de la otra parte (doctrina de la causa); sin causa no hay obligación. Entendida la causa como la obligación que contrae la otra parte, también se preocuparon de la moralidad de los actos, y por ello profundizaron en los motivos de los actos, de los contratos, y llegaron a la noción de causa lícita (vinculada a los motivos). Esto tomó forma por el autor DOMAT en el siglo XVII, quien dio nacimiento a la doctrina de la causa. Según este autor, la forma (formulismo de los romanos) no tiene valor en sí, no es un elemento generador de obligaciones, ya que la causa de la obligación que contrae una persona, consiste en el hecho de que esa persona haya recibido, esté recibiendo, o vaya a recibir una contraprestación, pero el autor admite también, que el sólo propósito de hacer el bien puede ser causa de una obligación. En otras palabras, la obligación de una de las partes tiene su causa en la obligación que contrae la otra parte, y si el acto es gratuito, la causa se identifica con el sólo ánimo de hacer el bien. DOMAT fue quien sistematizó estas ideas que luego las siguió POTHIER, y de ahí llegaron al CC Chileno. Por ejemplo, si en la compraventa el comprador se obliga a pagar la cosa y el vendedor no se obliga a entregarla, no habría causa. 4.2. Significados que se le pueden atribuir a la caus a. La principal dificultad que presenta la causa para los intérpretes y tratadistas, está constituida por el hecho de ser un término que admite variadas acepciones. Las más importantes son las siguientes: i. Un primer sentido en que se utiliza la noción de causa, es para la noción de c a u s a e f i c i e n t e , ésta alude al elemento que genera el acto, alude 83 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. directamente a las fuentes de las obligaciones, por ejemplo, el contrato es la causa eficiente de las obligaciones que las partes contraen, así, la causa eficiente de la obligación del vendedor de entregar la cosa, es el contrato de compraventa mismo; es decir, si se tuvieran que aplicar las categorías del CC, se diría que son causa eficiente, según el art. 1437, los contratos, los cuasicontratos, los delitos, cuasidelitos, y la ley. Esto corresponde al sentido que los romanos le atribuyeron a la noción de causa (daba nacimiento al acto jurídico). Pero nuestro CC no considera la causa en este sentido, esto se aprecia en el art. 1467, donde sería absurdo que un contrato sea causa de la obligación y, por ende, requisito de de existencia y validez (habría una contradicción). Art. 1467. No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público. Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita. ii. Una segunda acepción en que se utiliza este concepto, es como c a u s a f i n a l . En este sentido la causa es el fin jurídico, es la razón jurídica que se propone el deudor al contraer obligaciones; se trata según la doctrina, de un fin inmediato o invariable de un acto, es decir, el fin próximo que determina la voluntad de obrar, y que siempre es el mismo en los actos de idéntica naturaleza. Por ejemplo, en la compraventa la razón porque el vendedor asume la obligación de entregar la cosa, es porque el comprador asume la obligación de pagarle el precio de la cosa (y viceversa), en otras palabras, la causa o fin del comprador en todos los contratos de compraventa, es incorporar a su patrimonio una cosa, y la causa o fin del vendedor, asimismo, en todas las compraventas, es procurarse dinero a cambio de la cosa entregada. En un contrato bilateral, por lo menos, la obligación de cada parte tiene su causa en la obligación de la otra. Se habla de fin jurídico, porque la causa final es constante e invariable, es abstracta, directa, típica, y uniforme en todos los contratos de una misma especie. Como se puede apreciar, el concepto de causa final es completamente objetivo, porque está condicionado por la naturaleza del acto y no por la motivación de las partes. No es subjetivo, por ende no se debe confundir con otros móviles que muevan a hacer el contrato, ya que esos quedan en el fuero interno de la persona.60 iii. Un tercer sentido, es el de c a u s a o c a s i o n a l , entendida como el motivo que induce a las partes a celebrar un determinado acto o contrato; son los motivos personales, individuales que varían al infinito, y generalmente permanecen en el fuero interno de las personas. Se trata de una noción subjetiva, porque atiende para su determinación no a la naturaleza del acto, sino que a la intención de las Para conocer la causa considerada como fin, hay que profundizar en el por qué se debe la prestación; en cambio, para descubrir el objeto hay que preguntarse en qué consiste la prestación. Así, si debo 100 pesos que me han prestado, los 100 son el objeto de la obligación, y la causa, el haberlos recibido. 60 84 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. partes (hay móviles sentimentales, económicos, etc.), de manera tal que necesariamente va a variar caso a caso. 4.3. Criterios o doctrinas elaboradas en relación con la causa . La palabra causa en nuestro derecho, a partir del art. 1467, está tomada en un sentido dual. Cuando se exige que el acto tenga una causa real, se está tomando en su sentido de causa final, en cambio, cuando dice que además esta causa debe ser lícita, el CC está aludiendo a la causa ocasional o las motivaciones. El art. 1467 define a la causa como el motivo que induce al acto o contrato, definición que no resulta muy feliz, ya que conlleva el riesgo de confundir la causa final con la causa ocasional, en circunstancias que para efectos de los requisitos del acto jurídico, la causa es una razón jurídica y no un motivo. Art. 1467. No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público. Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita. a. Doctrina tradicional o clásica de la causa. Esta doctrina se identifica con la noción de causa final, y sostiene que la causa es el fin jurídico que pretenden las partes al obligarse, fin que es siempre el mismo tratándose de actos de una misma naturaleza. La doctrina tradicional (que se inicia con DOMAT), centra el estudio de la causa en las obligaciones que emanan de los contratos, y se pregunta por qué el contratante asumió la obligación. La respuesta a esa pregunta constituye precisamente la causa de la obligación. Para la doctrina en estudio, las obligaciones contractuales pueden surgir de tres tipos o especies de contratos: bilaterales, reales y gratuitos. i. Causa en los c o n t r a t o s b i l a t e r a l e s . Los contratos bilaterales o sinalagmáticos son aquellos que generan obligaciones para ambas partes, ambas partes se obligan recíprocamente, como por ejemplo, la compraventa, el arrendamiento, el mandato, etc. La doctrina clásica dice que para determinar en cada caso la causa, es necesario responder la pregunta básica o central de por qué el deudor ha resultado obligado, o por qué se ha obligado el deudor; esta doctrina responde que en los contratos bilaterales una de las partes se obliga porque la otra se ha obligado a su vez. De ahí que se diga en estos contratos que la causa de la obligación de una de las partes, es la obligación correlativa de la otra. Por ejemplo, el contrato de compraventa ambas partes resultan obligadas: el vendedor a entregar la cosa, y el comprador a pagar el precio ¿Por qué se obliga el vendedor a entregar la cosa? Porque el comprador se ha obligado, a su vez, a pagar el precio ¿Por qué se obliga el comprador a pagar el precio? Porque el vendedor se ha obligado, a su vez, a entregar la cosa (la causa de la obligación del vendedor de entregar la cosa, es la obligación del comprador de pagar el precio; y la causa de la obligación del comprador de pagar el precio, es la obligación de vendedor de entregar la cosa). 85 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Por ende, la causa de la obligación de una de las partes es la contraprestación recíproca de la otra parte. Esta razón es abstracta, jurídica, constante y uniforme en contratos de la misma especie. Por ende, la causa de la obligación de una parte, tiene como razón el cumplimiento o la ejecución de la obligación de la otra parte, así por ejemplo, en una compraventa sobre una cosa que no existe, la obligación del vendedor carece de objeto y la del comprador carece de causa; y si en la compraventa no hay precio, la obligación del comprador carece de objeto y la del vendedor de causa. Cada parte se obliga en consideración a la obligación que contrae en su favor la otra parte (se relaciona con la autonomía de la voluntad, que no se produce por sí sola, el consentimiento no basta, se necesita una causa). Las causas de las obligaciones de las partes son interdependientes y corresponden a los objetos: la causa de la obligación de una de las partes constituye el objeto de la obligación de la otra. ii. Causa en los c o n t r a t o s r e a l e s o la causa en los contratos unilaterales a título oneroso (generalmente corresponden a contratos reales). Los contratos reales son aquellos que se perfeccionan por la entrega de la cosa, y que hacen nacer, por regla general, la obligación para una sola de las partes (aquella que recibió la cosa), de restituirla; por ejemplo, el comodato, el mutuo, el depósito, la prenda. En estos contratos la pregunta de ¿Por qué se obliga a restituir una de las partes en un contrato real? Es porque se le había entregado una cosa. Luego es posible sentar la regla general aplicable a toda obligación que emana de un contrato real: la causa de la obligación que contrae una de las partes de restituir la cosa, es la entrega que de la misma se le había hecho con anterioridad; por ejemplo, en el contrato de depósito el depositario se obliga a restituir la cosa, porque se le había entregado con anterioridad. Aquí, la causa de la obligación no está en la contraprestación (hay una sola parte obligada), la causa está en el hecho ya ejecutado, que generalmente corresponde a la entrega anterior de una cosa, por ejemplo, la obligación del mutuario es devolver lo prestado, pero si no se ha prestado nada no hay causa (el mutuante ninguna obligación contrae, ya que el objeto del mutuo es la suma prestada). iii. La causa en c o n t r a t o s g r a t u i t o s . Los contratos gratuitos son aquellos que sólo tienen por objeto la utilidad de una de las partes contratantes, por ejemplo, la donación. El art. 1467 señala que en este tipo de actos la causa se encuentra en la pura liberalidad o beneficencia. Si se toma como ejemplo el contrato gratuito de donación, en el cual sólo una parte reporta beneficio o utilidad del contrato, y se obliga solamente el donante, a la pregunta de por qué se obliga el donante, se responde porque tenía el propósito de hacer una liberalidad, sin que se entre a considerar móviles concretos o particulares que impulsaron al donante; éste se obliga porque quiere hacer una liberalidad al donatario. La causa de la obligación del deudor es la intención de liberalidad, es decir, la satisfacción del sentimiento de beneficencia que mueve al disponente a enriquecer al gratificado, sin recibir contraprestación. Así, en el contrato de donación sólo se obliga el donante y su obligación tiene su causa en una idea de liberalidad; su objeto es la cosa mueble o inmueble que traspasa al donatario, y su motivo es cualquiera consideración que impulsa al donante a desprenderse de la cosa en favor del donatario (buenos sentimientos, generosidad, etc.).61 61 La causa en contratos aleatorios, consiste en la suerte, en la confianza incierta de ganar o perder. 86 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Como se puede ver en los casos anteriores, es posible concluir que la noción de causa para la doctrina clásica, se identifica con la idea de causa de la obligación (cuestión que se verá más adelante); y en segundo lugar, la noción de causa en esta doctrina, es objetiva, ya que está condicionada a la naturaleza del acto y no a la intencionalidad de las partes. b. Doctrina del móvil o motivo determinante . Esta doctrina, llamada también doctrina de la causa ocasional o impulsiva, difiere sustancialmente de la anterior, pues estructura un concepto de causa con un criterio eminentemente subjetivo. Asimismo, a diferencia de la doctrina anterior, la doctrina del móvil o motivo determinante asocia la causa al acto o contrato y no a la obligación. La causa del acto o contrato es el móvil o motivo que impulsó al autor o a las partes a celebrar un acto jurídico. Es imposible, por lo tanto, formular un concepto abstracto de causa, aplicable a una misma especie o categoría de actos jurídicos. Al estar la causa constituida por móviles o motivos psicológicos, ésta podrá ser distinta en cada acto o contrato, pues los móviles son ilimitados en su número. Todo acto jurídico requiere no sólo la existencia de un móvil o motivo determinante para su celebración, sino que, además, dicho móvil debe conformarse con el derecho, pues de lo contrario, el acto puede invalidarse. En los contratos gratuitos basta que el móvil ilícito exista en el autor de la liberalidad, para que pueda anularse el contrato, sin que se requiera que el móvil ilícito sea conocido o compartido por el destinatario. En cambio en los contratos onerosos, el móvil ilícito que determinó a una de las partes a contratar, debe ser compartido por la otra parte, al menos conocido por ésta, ya que el desconocimiento por una de las partes del motivo ilícito de la otra, impediría anular el contrato. c. Doctrina anticausalista. La teoría clásica de la causa ha sido objeto de duras críticas. Según el tratadista francés PLANIOL, la falsedad de la causa abstracta de la obligación, se advierte en cada una de las categorías de contratos que distingue DOMAT. Así, en los c o n t r a t o s b i l a t e r a l e s , DOMAT olvida que las obligaciones que recíprocamente se sirven de causa nacen al mismo tiempo, por lo que mal puede una de ellas ser causa de la otra si se considera que la causa debe, necesariamente, preceder al efecto. En los c o n t r a t o s r e a l e s , la entrega de la cosa no es causa de la obligación de restituir, sino que es un requisito esencial para que el contrato se perfeccione. Luego, decir que la causa de la obligación en los contratos reales es la entrega de la cosa, viene a ser igual que decir que la causa de la obligación es el contrato mismo. En los c o n t r a t o s g r a t u i t o s , la doctrina tradicional confunde la causa con los motivos que han impulsado al disponente, siendo imposible, en la práctica, separar la sola intención de efectuar una liberalidad de los motivos que tuvo el contratante para obligarse. Agrega PLANIOL que la doctrina tradicional es inútil por las siguientes razones: i. En los contratos bilaterales, según la doctrina clásica, lo que constituye la causa de la obligación de una de las artes, es precisamente el objeto de la obligación de 87 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. la otra, de tal manera que la falta de causa de una de las obligaciones, implicaría necesariamente la falta de objeto de la otra. Por eso, por falta de objeto y no por falta de causa, el contrato no produciría efectos. Por ejemplo, si el vendedor no se hubiera obligado a dar la cosa, cabe concluir que falta el objeto, y el contrato será inexistente por este motivo. ii. En los contratos reales, de nada sirve afirmar que si la cosa no se entrega, la obligación carece de causa, ya que la falta de entrega de la cosa impide que el contrato se perfeccione y que engendre, por tanto, obligaciones. Sin entrega, el contrato no produce efectos, no porque falte la causa de la obligación (que ni siquiera llegó a nacer), sino porque se ha omitido un requisito esencial para el perfeccionamiento del contrato, cual es, la entrega de la cosa. iii. En los contratos gratuitos, la falta de intención liberal vendría a constituir, en la práctica, falta de consentimiento, sin que el contrato produzca efectos por esa sola circunstancia. iv. El terreno de la ilicitud de la teoría clásica, también es inútil, ya que en la práctica, la ilicitud de la causa se confundiría con la ilicitud del objeto. 4.4. La teoría de la causa en el CC. Las disposiciones legales relativas a la causa, son los arts. 1445, 1467 y 1468. Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1º que sea legalmente capaz; 2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio; 3º que recaiga sobre un objeto lícito; 4º que tenga una causa lícita. La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra. Art. 1467. No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público. Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita. Art. 1468. No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas. Estas disposiciones han hecho surgir varios problemas de interpretación, los cuales se analizarán a continuación: i. ¿ Q u é e s l o q u e d e b e t e n e r c a u s a ? ¿El acto o contrato, o la obligación? En este sentido existen dos posiciones: algunos sostienen que la obligación y no el acto del cual ésta emana, requiere causa; tal sería el sentido del art. 1445, que requiere para que una persona se “obligue” a otra, una causa lícita, y el alcance del inc. I del art. 1467 cuando dice no puede haber obligación sin causa. Asimismo, es necesario tener presente que el CC se dictó en pleno auge de la doctrina clásica, que asocia la causa a la obligación y no al acto mismo. Otros en cambio, argumentan que el acto o contrato debe tener causa, señalando que si bien el art. 1445 en su Nº 4, en apariencia, vincula la causa a la obligación, está exigiendo en realidad una causa lícita para el acto que engendra la obligación. En efecto, al decir el CC para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesarioque tenga causa lícita, está 88 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. requiriendo una causa lícita para el acto mismo y no para la obligación. En segundo lugar, la redacción del art. 1467, que define la causa, disipa toda posibilidad de duda: causa es el motivo que induce al acto o contrato, es decir, es el acto o contrato el que requiere una causa. Corrobora esta interpretación el art. 2057, que se refiere a las sociedades nulas por ilicitud del objeto o de la causa, es decir, la sociedad, esto es, el contrato, es quien tiene una causa ilícita. Art. 2057. Si se formare de hecho una sociedad que no pueda subsistir legalmente, ni como sociedad, ni como donación, ni como contrato alguno, cada socio tendrá la facultad de pedir que se liquiden las operaciones anteriores y de sacar sus aportes. Esta disposición no se aplicará a las sociedades que son nulas por lo ilícito de la causa u objeto, las cuales se regirán por el Código Criminal. ii. ¿ Q u é c r i t e r i o a d o p t a e l C C e n m a t e r i a d e c a u s a ? ¿Uno objetivo o uno subjetivo? Existen también dos respuestas a esta pregunta: algunos piensan que en materia de causa el CC siguió el criterio objetivo de la doctrina tradicional, y sus argumentos son los siguientes: - La doctrina clásica era la que imperaba en la época de dictación del CC. Asimismo, el CC francés que sirve de modelo al nuestro, sigue constantemente los postulados de DOMAT y POTHIER, sin apartarse de ellos en materia de causa. - Si el art. 1467 requiere una causa real y lícita, es porque pueden existir obligaciones que no tengan causa. Este hecho revelaría que el CC adopta la teoría tradicional, pues según ella es posible que falte la causa de la obligación; por ejemplo, si el comprador no se obliga a pagar el precio, la obligación del vendedor carece de causa. En cambio si el CC hubiera abordado la causa con un criterio subjetivo, mal podrá haber requerido la existencia de causa, pues en todo acto jamás falta un motivo psicológico, salvo que sea realizado por un enajenado. Lo anterior estaría confirmado con los ejemplos que coloca el CC en el inc. final del art. 1467. En efecto, la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa, porque no hay ninguna obligación que sirva de causa a la que contrajo el promitente en la creencia de que debe algo; no existe tampoco la entrega de una cosa que habría obligado a restituirla, ni menos intención liberal, porque el promitente se obligó en la errada creencia de que debía algo. O sea, para el promitente existía una falsa causa, que equivale a la ausencia de causa. - Cuando el legislador definió la causa como el motivo que induce al acto o contrato, por un error u omisión no calificó que dicho motivo debía ser jurídico o abstracto. Sin embargo, y pese a ello, tal es el sentido que fluye del contexto del artículo. Los argumentos de quienes sostienen que el CC innovó en materia de causa, apartándose de la doctrina tradicional, son: - Si bien es cierto que en la época de dictación del CC estaban en boga los postulados de la doctrina tradicional, no es menos cierto que el concepto de causa-motivo psicológico existía desde la Edad media, introducido por los canonistas, y no cabe duda que esta concepción era conocida por BELLO. 89 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. - A diferencia del CC francés, el CC chileno define la causa y expresa que ella está constituida por los motivos, término que según su sentido natural y obvio, se refiere a los móviles psicológicos, individuales y subjetivos. A mayor abundamiento, este es el alcance de la palabra motivo en los arts. 1454 y 1455, que hacen sinónimos motivo y causa. Art. 1454. El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante. El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal m o t i v o de una de ellas para contratar, y este m o t i v o ha sido conocido de la otra parte. Art. 1455. El error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la c a u s a principal del contrato. Pero en este caso la persona con quien erradamente se ha contratado, tendrá derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato. - Efectivamente el CC dice que la mera liberalidad es causa suficiente, pero con ello no está significando que adopta la doctrina tradicional, sino que en las donaciones o demás actos gratuitos basta, como motivo, la intención de efectuar una liberalidad. - Al exigir el CC una causa real y lícita, está facultando al juez para indagar por el motivo que realmente determinó a la celebración del acto o contrato, establecido el cual, se podrá concluir si es o no ilícito. Mal podría el juez determinar la ilicitud de la causa si no estuviera facultado para investigar el motivo que real y efectivamente indujo a contratar. - La promesa de pago de una deuda que no existe carece de causa, no porque el promitente no haya tenido un motivo para formular la declaración, sino porque el motivo que lo impulsó o determinó (la creencia de que existía realmente una deuda que justificaba la declaración), era un motivo errado. Como consecuencia del error, se produjo una falsa causa, que equivale a la ausencia de la misma. 62 VIAL y LYON distinguen previamente entre causa del acto o contrato, y causa de la obligación, distinción que el CC contempla implícitamente. Así, creen que para la causa del acto o contrato el CC adopta un criterio subjetivo, estimando por tal los móviles psicológicos relevantes que determinaron al sujeto a celebrar un acto jurídico. Y en la causa de la obligación, el legislador sigue la doctrina tradicional, es decir, la causa de la obligación es abstracta e idéntica para cada categoría de contrato. Respecto a la discusión de si la causa es elemento del acto jurídico o de la obligación, dentro de la primera postura hay dos corrientes: (1) c o n c e p c i ó n o b j e t i v a de la causa final del acto jurídico, la cual señala que la causa no es un dato subjetivo que se encuentra en la mente del autor o las partes que celebran el acto, sino uno objetivo, un elemento que pertenece al acto mismo, y se define como el fin típico inmanente de éste, o la función práctico-social del acto jurídico reconocida por el derecho (es social en cuanto se encuentra destinada a satisfacer exigencias sociales, crea la convivencia de los hombres); por ejemplo, la función de cambio es la causa de los actos jurídicos onerosos (esta doctrina diferencia claramente entre la causa y los motivos). (2) C o n c e p c i ó n s u b j e t i v a de la causa del acto jurídico, la cual señala que la causa no es sino un incentivo que, por ciertos caracteres que lo califican, se distingue de todos los demás y pasa a llamarse causa, en oposición a los otros que continúan llamándose motivos. La causa viene a ser la representación síquica del fin práctico e inmediato que se quiere lograr con el acto y que induce a realizar éste; trátase de un motivo inmediato al acto, determinante del mismo y abstracto. Ambas posturas extremas se aproximan generalmente. 62 90 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. 4.5. Los actos no causales o abstractos , y actos causales. Son aquellos en cuyo perfeccionamiento no se considera la causa como elemento esencial. Se constituyen y funcionan separados o abstraídos de la causa, desvinculados de ella, por lo tanto, si falta la causa o es ilícita, el acto queda válido y produce sus efectos. Esto no quiere decir que no tengan causa, sino que para su existencia y licitud la causa es intrascendente, aunque posteriormente ella puede importar, ya sea para remover los efectos producidos, o ya sea para detenerlos. Por ejemplo, en el caso de un cheque en pago de una obligación que no se debe, el cheque hay que pagarlo igual, pero después es posible repetir lo pagado. Todo acto abstracto presupone una obligación o relación jurídica que éste (acto abstracto) tiende a satisfacer o reforzar. Esta relación se llama fundamental o subyacente; f u n d a m e n t a l , en cuanto constituye el fundamento de todo el complejo de la situación en que actuó el acto abstracto; y s u b y a c e n t e , en cuanto se encuentra por debajo de éste y cubierta por el mismo.63 Los actos abstractos dan seguridad a la adquisición de los derechos, hacen expedita la circulación de los mismos, y facilitan el tráfico; constituyen títulos indiscutibles de derechos, pues evitan que el deudor pueda invocar medios de defensa extraños al título mismo. Estos suelen relacionarse con efectos de comercio (cheques, letras de cambio y pagarés). Los a c t o s a b s t r a c t o s e n n u e s t r o d e r e c h o , son: i. L a d e l e g a c i ó n (art. 1631 N° 3). La delegación perfecta produce novación, y existe si el acreedor expresa su voluntad de dar por libre al primitivo deudor (art. 1635). Del art. 1639 se desprende que la delegación es causal, en cuanto la relación entre delegante y delegatario debe existir, sino, no vale por carecer de causa, y el delegado no queda obligado al acreedor o delegatorio. Pero la delegación es abstracta, en cuanto está desvinculada de la relación entre delegante y delegado, esta relación no se toma en cuenta (hay abstracción absoluta). Art. 1631. La novación puede efectuarse de tres modos: 3. Substituyéndose un nuevo deudor al antiguo, que en consecuencia queda libre. Esta tercera especie de novación puede efectuarse sin el consentimiento del primer deudor. Cuando se efectúa con su consentimiento, el segundo deudor se llama delegado del primero. Art. 1635. La substitución de un nuevo deudor a otro no produce novación, si el acreedor no expresa su voluntad de dar por libre al primitivo deudor. A falta de esta expresión, se entenderá que el tercero es solamente diputado por el deudor para hacer el pago, o que dicho tercero se obliga con él solidaria o subsidiariamente, según parezca deducirse del tenor o espíritu del acto. Art. 1639. El que fue delegado por alguien que se creía deudor y no lo era, no es obligado al acreedor, y si paga en el concepto de ser verdadera la deuda, se halla para con el delegante en el L a c a u s a c o m o e l e m e n t o d e l a o b l i g a c i ó n . De acuerdo a la doctrina clásica, la causa es el fin inmediato que se propone alcanzar la persona al obligarse, es la razón por la que el deudor asume su obligación. Para los clásicos la diferencia entre causa y motivos, es similar a la planteada por la concepción subjetiva de la causa del acto. ALESSANDRI cree que nuestro CC sigue la postura que ve la causa como un elemento del acto, no de la obligación y sigue la concepción objetiva, ya que la causa consiste en un motivo, pero que debe exteriorizarse en el contrato. Se refiere a la causa final, no la impulsiva. 63 C a u s a p r ó x i m a , es el fin o la función de ese acto, de satisfacer o reforzar la obligación o relación fundamental. C a u s a r e m o t a es la obligación o relación fundamental que ocasiona la creación del acto abstracto. 91 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. mismo caso que si la deuda hubiera sido verdadera, quedando a salvo su derecho al delegante para la restitución de lo indebidamente pagado. ii. E s t i p u l a c i ó n e n f a v o r d e t e r c e r o s . Aquí, sin embargo, entre las partes "promitente y estipulante" es un acto causal. iii. L a f i a n z a y d e m á s c o n t r a t o s d e g a r a n t í a p o r d e u d a a j e n a . La obligación del fiador respecto del acreedor es abstracta, ya que para constituirla no se toma en cuenta la relación entre deudor y fiador, que es la que induce a éste último a celebrar el contrato de fianza. iv. T í t u l o s d e c r é d i t o (letras de cambio). Los a c t o s c a u s a l e s , en cambio, son los actos en cuyo perfeccionamiento debe concurrir como elemento esencial la causa. Si ella falta o es ilícita, el acto adolece de nulidad. Actualmente en el derecho comparado prácticamente no existe la abstracción absoluta (sí en el derecho inglés: leed), es decir, en estos casos (abstracción absoluta) la causa no se toma en cuenta ni en el perfeccionamiento del acto, ni en las situaciones que surgen con posterioridad, teniendo al acto como supuesto. Hoy sólo se da la abstracción relativa, en que se prescinde de la causa sólo en la constitución del acto, pero no en las situaciones que a base de éste se producen. Por tanto, la parte perjudicada puede alegar la falta o ilicitud de la causa para remover los efectos del acto que se ha cumplido o paralizar los que se van a cumplir, para lo cual se le concede la acción o la excepción de enriquecimiento sin causa.64 En cuanto a la oportunidad para alegar la falta o ilicitud de causa, existen dos criterios: pagar y reclamar después, o, reclamar antes que se consuman sus efectos (a fin de evitar rodeos inútiles). Esta alegación sólo puede hacerse valer entre las partes de dicha relación y terceros de mala fe (no de buena fe, por seguridad jurídica). Sólo la ley puede establecer actos abstractos, ya que la causa, como todos los elementos constitutivos del acto jurídico, es de orden público, por lo tanto, los particulares no pueden prescindir de ella. 4.6. La prueba de la causa. El art. 1467 señala que no puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. Por ello se afirma que la ley presume la existencia de la causa, y el peso de su prueba recae sobre aquel que alega su inexistencia o ilicitud. Así, si en un contrato una de las partes alega la nulidad del contrato por carencia o ilicitud de causa, deberá probarlo; por ejemplo, si una persona se obliga sin indicar la causa, la ley presume su existencia y licitud, ya que si firmó un papel señalando que debe tal cantidad a otra persona, la ley presume la causa (esto se acerca al reconocimiento y validez de los actos abstractos); la persona puede, eso si, probar la inexistencia de causa, es decir, que no existió contrato por el sólo hecho de haber firmado un papel (la causa debe ser real, o sea, objetivamente debe haber una causa). 64 Con un ejemplo se puede aclarar la diferencia entre las dos abstracciones (absoluta y relativa): si se supusiera la letra de cambio como un acto abstracto absoluto, el aceptante que la pagó sin estar provisto de fondos por el librador y sin causa alguna, nada podría reclamar en su contra; pero si la letra de cambio es un acto abstracto relativo, el aceptante puede entablar en contra del librador una acción para que le devuelva la suma pagada sin justificación jurídica y que envuelve un enriquecimiento sin causa. 92 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Por ejemplo, el art. 2295 (al igual que los arts. 2297y 2299) establece que si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo debía, tiene derecho para repetir lo pagado, porque puede suceder que dicho pago no tenía causa. Art. 2295. Si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo debía, tiene derecho para repetir lo pagado. Sin embargo, cuando una persona a consecuencia de un error suyo ha pagado una deuda ajena, no tendrá derecho de repetición contra el que a consecuencia del pago ha suprimido o cancelado un título necesario para el cobro de su crédito; pero podrá intentar contra el deudor las acciones del acreedor. Art. 2297. Se podrá repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho, cuando el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natural. Art. 2299. Del que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía, tanto en el hecho como en el derecho. La prueba de la causa incumbe a quien (como el acreedor) basa sobre ella la adquisición de un derecho (art. 1698). Pero para afirmar la causa, basta con probar la existencia del acto jurídico de que ella forma parte como elemento esencial, y probado el acto, queda demostrada la causa. Lo normal es que ésta exista realmente y sea lícita, por lo tanto, el deudor debe probar que ella no existe o es ilícita. Art. 1698. Incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta. Las pruebas consisten en instrumentos públicos o privados, testigos, presunciones, confesión de parte, juramento deferido, e inspección personal del juez. 4.7. La causa como elemento moralizador del acto jurídico. Es importante la causa como elemento moralizador del acto jurídico, puesto que en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, habría que estimar obligatoria cualquier declaración de voluntad por el sólo hecho de su existencia, independiente de que provenga de fines perversos o no. Además, los abusos de los particulares entre sí y respecto de la sociedad, quedarían indemnes. 4.8. Causa real y lícita. La causa para ser válida debe ser real y lícita. La causa es r e a l cuando existe efectivamente, al contrario, no es real si no existe o es falsa. Cuando la causa no existe en ninguna forma, ni en el mundo objetivo ni subjetivo, se dice que hay ausencia o falta de causa, por ejemplo, la compraventa en donde no se pacta precio alguno. Y cuando la causa sólo existe en la mente de los sujetos y no corresponde a la verdad objetiva, se dice que es falsa o errónea; por ejemplo, el heredero que paga un legado sin saber que éste fue revocado en un testamento posterior al que se atiene. Pero la causa también tiene que ser l í c i t a , y hay causa ilícita, cuando ésta es prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público; así la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita65. En relación a la licitud de la causa, se plantea un problema: si el CC sigue la doctrina de la causa final, que es constante, abstracta e igual para cada tipo de acto o contrato, se debe concluir que los móviles individuales y concretos no deben ser considerados aunque sean contrarios al orden público, la ley o las buenas costumbres; y si la causa final no presenta estos caracteres, el acto será válido. Así, los actos o contratos que por causa (final) ilícita podrían ser anulados en el hecho, casi no existirán y se limitarán a 65 93 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En cuanto a la sanción para la falta de causa y para la causa ilícita, se señala que el acto jurídico en que falta la causa es, doctrinariamente, inexistente, pues se ha omitido un requisito esencial para su existencia jurídica.66 Sin embargo, para los autores que niegan la cabida a la inexistencia jurídica como máxima sanción dentro del CC, el acto sería nulo absolutamente. En lo que respecta a la causa ilícita, el CC la sanciona expresamente con la nulidad absoluta (art. 1682). 5. Las formalidades. No existe una definición legal de formalidades, lo que hay es un concepto doctrinal que alude a las distintas clases de formalidades que existen, esto debido a que el concepto de formalidad es genérico. Se pueden definir como los requisitos externos de los actos jurídicos establecidos por el legislador, ya sea en atención a la naturaleza del acto o contrato, al estado o calidad de las partes que lo ejecutan o celebran, como medio de prueba, o como medida de publicidad. También se pueden definir como los requisitos externos que la ley exige para la celebración o realización de determinados actos jurídicos. Las formalidades en atención a la naturaleza del acto o contrato, se denominan solemnidades; las en atención a la calidad o estado de las partes, son las formalidades habilitantes; las en atención a los medios de prueba, son formalidades por vía de prueba; y las en atención a la publicidad, son las formalidades por vía de publicidad. Cada una cumple roles muy distintos, por lo que las sanciones que traen aparejada su omisión, también es diferente. 5.1. Solemnidades o formalidades ad solemnitatem. Son requisitos externos del acto jurídico exigidos por el legislador, en atención a la naturaleza del acto o contrato que se ejecuta o celebra. Pueden consistir en palabras, instrumentos públicos o privados, inscripciones, etc. Las solemnidades constituyen un requisito de existencia de los actos solemnes, y esto porque en el caso de los actos jurídicos solemnes, la solemnidad constituye la única forma de manifestar la voluntad. Por ende, si se incumple con una solemnidad, el acto no va a existir porque le va a faltar precisamente la voluntad, su omisión impediría el nacimiento del acto o contrato. La regla general en el derecho, es que la voluntad no requiere manifestarse con el cumplimiento de solemnidades, de manera que los actos solemnes constituyen una excepción. Para estar en presencia de un acto solemne, es necesario que la ley exija el cumplimiento de una solemnidad, ya que si la ley no lo hace, la voluntad podrá manifestarse de cualquier manera (consensualismo en sede contractual). los actos innominados, como los que pone de ejemplo el CC, en cuanto los contratos nominados están estructurados por la ley, la cual no los moldearía nunca con causa ilícita. De este modo el control de la moralidad de los actos jurídicos queda prácticamente reducido a la nada; así, sólo en los actos innominados que las partes mismas (y no el legislador) estructuran en sus elementos básicos, es posible la existencia de la causa (final) ilícita. 66 CLARO SOLAR señala que todo acto o declaración de voluntad requiere esencialmente una causa, la falta de causa se opone al perfeccionamiento jurídico del acto, y el acto por lo mismo, no existe; no es un acto nulo, sino un acto que no ha podido nacer a la vida jurídica. Sucede a este respecto, con la falta de causa, lo mismo que con la falta de objeto; el acto en que falta la causa no puede existir. 94 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En el derecho de familia todos los actos son solemnes, por ejemplo, el matrimonio (Oficial del Registro Civil y dos testigos). En cambio, en el derecho patrimonial los actos por regla general no son solemnes, un ejemplo es el art. 1801 inc. II. Art. 1801 inc. II. La venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, no se reputan perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública. Es importante señalar que no existe un tipo único de solemnidad, la simple revisión del CC permite concluir que el legislador ha establecido distintas clases de solemnidades. Una primera especie, que es la más común, es la e s c r i t u r a p ú b l i c a , que es un instrumento que se otorga ante un notario, que debe cumplir una serie de formalidades, y que se incorpora en el protocolo o registro de este funcionario (art. 403 del COT). Art. 403. Escritura pública es el instrumento público o auténtico otorgado con las solemnidades que fija esta ley, por el competente notario, e incorporado en su protocolo o registro público. Los actos que requieren, por ejemplo, de escritura pública como solemnidad, en materia de contratos, son: la compraventa de bienes raíces (art. 1801 inc. II); la compraventa del derecho real de herencia (sucesión hereditaria); el contrato de hipoteca (art. 2409)67; el contrato de arrendamiento de predios rústicos (art. 5 del DL 993). Art. 2409. La hipoteca deberá otorgarse por escritura pública. Podrá ser una misma la escritura pública de la hipoteca, y la del contrato a que accede. Art. 5. El contrato de arrendamiento que recaiga sobre la totalidad o parte de un predio rústico, sólo podrá pactarse por escritura pública o privada, siendo necesario en este último caso, la presencia de dos testigos mayores de dieciocho años, quienes individualizados, lo suscribirán en dicho carácter. El arrendador deberá declarar en la misma escritura, sea pública o privada, si está afecto al impuesto de primera categoría sobre la base de renta efectiva determinada por contabilidad completa, o sujeto al régimen de renta presunta para efectos tributarios. La falta de esta declaración impide que el documento en que conste el contrato, pueda hacerse valer ante autoridades judiciales y administrativas, y no tendrá mérito ejecutivo mientras no se acredite mediante escritura complementaria la constancia de la declaración referida. Los ejemplos anteriores son contratos en que la solemnidad es la escritura pública, ya que también es posible encontrar “actos” en que la solemnidad es la escritura pública, como por ejemplo, el reconocimiento de hijos (art. 187)68; los pactos que celebran los padres de un menor, relativos a su tuición (art. 225 inc. II)69. Art. 187. El reconocimiento del hijo tendrá lugar mediante una declaración formulada con ese determinado objeto por el padre, la madre o ambos, según los casos: Aquí existe una interesante discusión respecto del rol que cumple la inscripción que el legislador exige, esto a partir de lo que señala el art. 2410, respecto del cual, surge la pregunta de si la inscripción es o no una solemnidad. La posición mayoritaria sostiene que no es una solemnidad, esto pese a lo señalado en el art. 2410, ya que se dice que la inscripción constituye la forma o manera de llevar a cabo la tradición (para justificar esto se debe relacionar con el art. 686 inc. II). 67 Art. 2410. La hipoteca deberá además ser inscrita en el Registro Conservatorio; sin este requisito no tendrá valor alguno; ni se contará su fecha sino desde la inscripción. Art. 686 inc. II. De la misma manera se efectuará la tradición de los derechos de usufructo o de uso constituidos en bienes raíces, de los derechos de habitación o de censo y del derecho de hipoteca. 68 69 Este acto siempre es solemne, y una de las solemnidades puede ser la escritura pública. Esto es una excepción a la regla general de que la tuición le corresponde a la madre. 95 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. 1. Ante el Oficial del Registro Civil, al momento de inscribirse el nacimiento del hijo o en el acto del matrimonio de los padres; 2. En acta extendida en cualquier tiempo, ante cualquier oficial del Registro Civil; 3. E n e s c r i t u r a p ú b l i c a , o 4. En acto testamentario. Si es uno solo de los padres el que reconoce, no será obligado a expresar la persona en quien o de quien tuvo al hijo. El reconocimiento que no conste en la inscripción de nacimiento del hijo, será subinscrito a su margen. Art. 225 inc. II. No obstante, mediante escritura pública, o acta extendida ante cualquier oficial del Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro de los treinta días siguientes a su otorgamiento, ambos padres, actuando de común acuerdo, podrán determinar que el cuidado personal de uno o más hijos corresponda al padre. Este acuerdo podrá revocarse, cumpliendo las mismas solemnidades. También puede constituir solemnidad, la e s c r i t u r a p r i v a d a o l a s i m p l e e s c r i t u r a c i ó n , es lo que ocurre en la celebración del contrato de promesa (art. 1554 Nº 1), en donde éste debe constar por escrito. Esta es la solemnidad del contrato de promesa, cualquiera sea la naturaleza del contrato prometido; pero en el caso de la promesa de un bien raíz, es mejor en la práctica realizar una escritura pública. Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna; salvo que concurran las circunstancias siguientes: 1. Que la promesa conste por escrito. También hay casos en los cuales constituye solemnidad la i n s c r i p c i ó n e n u n r e g i s t r o , es lo que ocurre en el pacto del art. 172370. Para demostrar que la inscripción constituye solemnidad, hay que tener en cuenta lo que dice el legislador, ya que mientras no se inscriba el pacto, éste no produce efectos ni entre cónyuges, ni respecto de terceros. Art. 1723. Durante el matrimonio los cónyuges mayores de edad podrán substituir el régimen de sociedad de bienes por el de participación en los gananciales o por el de separación total. También podrán substituir la separación total por el régimen de participación en los gananciales. El pacto que los cónyuges celebren en conformidad a este artículo deberá otorgarse por escritura pública y no surtirá efectos entre las partes ni respecto de terceros, sino desde que esa e s c r i t u r a s e s u b i n s c r i b a al margen de la respectiva inscripción matrimonial. Esta subinscripción sólo podrá practicarse dentro de los treinta días siguientes a la fecha de la escritura en que se pacte la separación. El pacto que en ella conste no perjudicará, en caso alguno, los derechos válidamente adquiridos por terceros respecto del marido o de la mujer y, una vez celebrado, no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges. En la escritura pública de separación total de bienes, o en la que se pacte participación en los gananciales, según sea el caso, podrán los cónyuges liquidar la sociedad conyugal o proceder a determinar el crédito de participación o celebrar otros pactos lícitos, o una y otra cosa; pero todo ello no producirá efecto alguno entre las partes ni respecto de terceros, sino desde la subinscripción a que se refiere el inciso anterior. Tratándose de matrimonios celebrados en país extranjero y que no se hallen inscritos en Chile, será menester proceder previamente a su inscripción en el Registro de la Primera Sección de la comuna de Santiago, para lo cual se exhibirá al oficial civil que corresponda el certificado de matrimonio debidamente legalizado. Los pactos a que se refiere este artículo y el y el inciso 2° del artículo 1715, no son susceptibles de condición, plazo o modo alguno. Este es un pacto que le permite a los cónyuges, durante la vigencia del matrimonio, alterar el régimen matrimonial que los rige, es decir, pasar por ejemplo de sociedad conyugal a separación de bienes, etc. (esta figura se utiliza mucho en la práctica). Este pacto requiere el cumplimiento de dos solemnidades: escritura pública y su inscripción dentro de los 30 días siguientes a su otorgamiento, al margen de la partida de matrimonio. 70 96 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Otra clase de solemnidad, es la p r e s e n c i a d e u n f u n c i o n a r i o p ú b l i c o y / o t e s t i g o s . Esto ocurre en Chile con los testamentos, ya que el art. 1014 señala que el testamento solemne y abierto se otorga ante notario y tres testigos, o ante cinco testigos; y a su vez, el art. 1021 señala que el testamento solemne cerrado se torga ante notario y tres testigos.71 Art. 1014. En Chile, el testamento solemne y abierto debe otorgarse ante competente escribano y tres testigos, o ante cinco testigos. Podrá hacer las veces de escribano el juez de letras del territorio jurisdiccional del lugar del otorgamiento; todo lo dicho en este título acerca del escribano, se entenderá respecto del juez de letras, en su caso. Art. 1021. El testamento solemne cerrado debe otorgarse ante un escribano y tres testigos. Podrá hacer las veces de escribano el respectivo juez letrado. La sanción en caso de incumplimiento de una solemnidad, en función de lo dispuesto en el art. 1682 inc. I, es la nulidad absoluta. Sin embargo, para algunos autores el acto sería inexistente; pero algunos sostienen que en nuestro derecho como no está consagrada la inexistencia, el acto sería nulo absolutamente. Art. 1682 inc. I. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Al margen de las solemnidades anteriores, hay que señalar que el legislador ha previsto la posibilidad de que las partes eleven a la categoría de solemne un acto que por disposición legal no lo es; se trata de las s o l e m n i d a d e s c o n v e n c i o n a l e s o a c t o s s o l e m n e s p o r d e t e r m i n a c i ó n d e l a s p a r t e s . El legislador permite, en concreto, que las partes convengan que el contrato no se va a entender perfecto, sin el cumplimiento de una determinada solemnidad. El legislador expresamente en el art. 1802, a propósito de la compraventa de cosas muebles (cuando se pacta que se hará por escrito), y en el art. 1921, a propósito del arrendamiento, ha dispuesto la posibilidad de pactar solemnidades. Esto constituye una situación especial, porque teniendo en cuenta la naturaleza de un bien mueble, basta el acuerdo entre precio y cosa. Art. 1802. Si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las enumeradas en el inciso 2º del artículo precedente no se repute perfecta hasta el otorgamiento de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritura o no haya principiado la entrega de la cosa vendida. Art. 1921. Si se pactare que el arrendamiento no se repute perfecto mientras no se firme escritura, podrá cualquiera de las partes arrepentirse hasta que así se haga, o hasta que se haya procedido a la entrega de la cosa arrendada, si intervienen arras, se seguirán bajo este respecto las mismas reglas que en el contrato de compraventa. Las solemnidades convencionales le otorgan a las partes un derecho que normalmente no tienen, que es el d e r e c h o d e r e t r a c t a r s e . Esto es extensible a los demás contratos. Si bien es cierto que el legislador permite que las partes puedan pactar solemnidades, su sanción no es ni puede ser la nulidad, porque según se verá, ésta es 71 El testamento abierto es aquel en que el testador da conocimiento de las disposiciones a los que presencian, a diferencia del testamento cerrado, en que el testador no da a conocer sus disposiciones, sólo lo presenta. 97 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. una sanción de derecho estricto que sólo opera en virtud de causa legal, y no es causa legal de nulidad, la omisión de solemnidades convencionales. La sanción para las solemnidades convencionales será la que las partes señalen, con la limitante de que no puede ser la nulidad de ningún tipo. Y si las partes no convienen una sanción, no habrá sanción alguna. Así las cosas, un acto solemne por mandato de la ley no es lo mismo que uno por voluntad de las partes: si en el primer caso faltan las solemnidades, el acto es inexistente o nulo absolutamente; en cambio, en el segundo caso, el acto puede producir efectos aun cuando no se cumplan las formalidades, si se ejecutan hechos que importen renuncia a éstas. Finalmente, hay que destacar que en materia de p r u e b a d e a c t o s s o l e m n e s , estos solamente pueden probarse con la respectiva solemnidad; el legislador lo señaló expresamente en el art. 1701, a propósito de la falta de instrumento público. Así, la compraventa de bienes raíces por escritura privada no existe, aunque se haya entregado la cosa y recibido el precio, y no existiendo, resulta evidente la imposibilidad de probarla. Pero excepcionalmente los actos, como por ejemplo, los constitutivos del estado civil, pueden probarse por otro medio que su solemnidad. Art. 1701. La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno. Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes. 5.2. Formalidades habilitantes. Son aquellos requisitos externos del acto jurídico exigidos por el legislador en atención al estado o calidad de las partes que lo ejecutan o celebran. También se definen como aquellas que la ley exige en atención a la calidad o estado de las personas que ejecutan o acuerdan los actos o contratos, ya sea para completar la voluntad de una persona jurídicamente incapaz, ya sea para proteger a una persona que la ley considere incapaz. Hasta antes de la ley 18.802, que es aquella que eliminó la incapacidad relativa de la mujer casada en sociedad conyugal, el concepto de formalidad habilitante estaba muy ligado a los incapaces relativos, de hecho en algunos textos se dice que son formalidades que habilitan a los incapaces en la vida jurídica. En la actualidad siguen existiendo en materia de sociedad conyugal una serie de formalidades habilitantes (por ejemplo, arts. 1749 y 1754) y resulta ser que la mujer es hoy plenamente capaz; por esto, hoy parece ser más adecuado definirla como un requisito que atiende a la calidad de las partes y no en atención a la incapacidad. Art. 1749. El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los bienes sociales y los de su mujer; sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones que por el presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las capitulaciones matrimoniales. Como administrador de la sociedad conyugal, el marido ejercerá los derechos de la mujer que siendo socia de una sociedad civil o comercial se casare, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 150. El marido no podrá enajenar o gravar voluntariamente ni prometer enajenar o gravar los bienes raíces sociales ni los derechos hereditarios de la mujer, sin autorización de ésta. No podrá tampoco, sin dicha autorización, disponer entre vivos a título gratuito de los bienes sociales, salvo el caso del artículo 1735, ni dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales urbanos por más de cinco años, ni los rústicos por más de ocho, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido. 98 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Si el marido se constituye aval, codeudor solidario, fiador u otorga cualquiera otra caución respecto de obligaciones contraídas por terceros, sólo obligará sus bienes propios. En los casos a que se refiere el inciso anterior para obligar los bienes sociales necesitará la autorización de la mujer. La autorización de la mujer deberá ser específica y otorgada por escrito, o por escritura pública si el acto exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el mismo. Podrá prestarse en todo caso por medio de mandato especial que conste por escrito o por escritura pública según el caso. La autorización a que se refiere el presente artículo podrá ser suplida por el juez, previa audiencia a la que será citada la mujer, si ésta la negare sin justo motivo. Podrá asimismo ser suplida por el juez en caso de algún impedimento de la mujer, como el de menor edad, demencia, ausencia real o aparente u otro, y de la demora se siguiere perjuicio. Pero no podrá suplirse dicha autorización si la mujer se opusiere a la donación de los bienes sociales. Art. 1754. No se podrán enajenar ni gravar los bienes raíces de la mujer, sino con su voluntad. La voluntad de la mujer deberá ser específica y otorgada por escritura pública, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el acto. Podrá prestarse, en todo caso, por medio de mandato especial que conste de escritura pública. Podrá suplirse por el juez el consentimiento de la mujer cuando ésta se hallare imposibilitada de manifestar su voluntad. La mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido, sino en los casos de los artículos 138 y 138 bis. Las formalidades habilitantes más comunes son la autorización dada normalmente por el representante legal y la representación. Pero en teoría se distinguen tres especies de formalidades habilitantes: la autorización, la asistencia y la homologación. i. La a u t o r i z a c i ó n es el permiso que da el representante legal de un incapaz (o la mujer al marido), o la autoridad judicial, para que éste celebre un acto jurídico; a veces la formalidad habilitante la necesita directamente el representante legal. Ejemplo de una autorización judicial, es el caso de los arts. 396 y 393, en que el legislador exige al tutor o curador para realizar ciertos actos una autorización judicial previa. Art. 396. Sin previo decreto judicial no podrá el tutor o curador proceder a la división de bienes raíces o hereditarios que el pupilo posea con otros proindiviso. Si el juez, a petición de un comunero o coheredero, hubiere decretado la división, no será necesario nuevo decreto. Art. 393. No será lícito al tutor o curador, sin previo decreto judicial, enajenar los bienes raíces del pupilo, ni gravarlos con hipoteca, censo o servidumbre, ni enajenar o empeñar los muebles preciosos o que tengan valor de afección; ni podrá el juez autorizar esos actos, sino por causa de utilidad o necesidad manifiesta. ii. La a s i s t e n c i a es la concurrencia del representante legal al acto que el incapaz celebra, colocándose jurídicamente al lado de éste. El representante asiste al incapaz estando presente en los actos que éste concluye o en los procesos en los cuales es parte. El CC en algunas disposiciones hace la separación teórica entre autorización y asistencia, o intervención del protector, como él la denomina, por ejemplo, el art. 413 inc. I. En otras disposiciones, el CC mira la asistencia o intervención como una forma de autorización, por ejemplo, tratándose de la enajenación de los bienes raíces sociales por parte del marido, la mujer puede autorizarle por escrito o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el acto (art. 1749 inc. VII). 99 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 413. Habiendo muchos tutores o curadores generales, todos ellos autorizarán de consuno los actos y contratos del pupilo; pero en materias que, por haberse dividido la administración, se hallen especialmente a cargo de uno de dichos tutores o curadores, bastará la intervención o autorización de éste solo. Se entenderá que los tutores o curadores obran de consuno, cuando uno de ellos lo hiciere a nombre de los otros, en virtud de un mandato en forma; pero subsistirá en este caso la responsabilidad solidaria de los mandantes. En caso de discordia entre ellos, decidirá el juez. iii. Existen casos en que la intervención judicial puede ser a posteriori, esto es, después de que se realice el acto. En este caso se habla de h o m o l o g a c i ó n , que es la aprobación por la autoridad judicial de un acto ya celebrado, previo control de su legitimidad; sólo después de ese control y la sucesiva aprobación, el acto otorgado o celebrado adquiere eficacia (la regla general es que la autorización judicial sea previa). Por ejemplo, en la partición en que tienen interés personas ausentes que no han nombrado apoderados, o personas bajo tutela o curaduría, una vez terminada, es necesario someterla a aprobación judicial (art. 1342); el juez debe examinar si se han respetado las exigencias legales que tiendan a resguardar los intereses de ciertas personas por la ley, y en caso de que llegue a conclusión afirmativa, aprueba el laudo, de lo contrario, lo modifica en la forma que estime adecuada. Mientras el laudo no recibe confirmación por resolución ejecutoriada, la partición no adquiere el carácter de firme ni, por ende, eficacia. Art. 1342. Siempre que en la partición de la masa de bienes, o de una porción de la masa, tengan interés personas ausentes que no hayan nombrado apoderados, o personas bajo tutela o curaduría, será necesario someterla, terminada que sea, a la aprobación judicial. En cuanto a la sanción en caso de omisión, hay que señalar que las formalidades habilitantes son requisitos que se establecen en atención a la calidad o estado de las partes que celebran un acto, y que el legislador ha establecido precisamente, con el objeto de proteger los intereses de estas personas. Esto es importante, porque la sanción que recibe la omisión de las formalidades habilitantes es, de conformidad con el art. 1682 inc. final, la nulidad relativa; y los titulares de la acción para reclamar de esta nulidad, son precisamente las personas en cuyo beneficio el legislador ha establecido las formalidades. Por lo tanto, su omisión no impide el nacimiento del acto o contrato, sino, que éste nacerá viciado, y por lo tanto, conducirá a la nulidad relativa. 1682 inc. final. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. En el tema de los incapaces hay que distinguir, siendo la principal clasificación de estos la que distingue entre incapaces relativos e incapaces absolutos. Los incapaces absolutos actúan representados, y la sanción en caso de omisión es la nulidad absoluta; la representación aquí no es una formalidad habilitante, ya que es la única forma en que pueden dar a conocer su voluntad. En el caso de los incapaces relativos, estos actúan autorizados o representados, y la sanción en caso de omisión es la nulidad relativa. Sin embargo, hay casos en que el legislador exige además la autorización judicial (formalidad habilitante), y en caso de omisión de esta autorización, la sanción será la nulidad relativa, esto tanto para los incapaces absolutos como para los relativos. El titular de la acción en este caso sería el representante, pero también podría otra persona, que se de cuenta de que el representante está actuando mal, exigir la nulidad. 100 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. 5.3. Formalidades por vía de prueba o ad probationem. El profesor SOMARRIVA las define como aquellas que sirven como principal medio para acreditar la existencia de un acto. También se definen como aquellas que la ley exige con el propósito de dar mayor certeza y precisión a los actos que no son solemnes. Otros señalan que son aquellos requisitos externos exigidos por el legislador, con el objeto de constatar la existencia de un acto jurídico ya celebrado. Probablemente las normas más importantes en esta materia, son los arts. 1708 y 1709; éstas son las disposiciones que tienen mayor aplicación. El art. 1708 señala que no se admite prueba de testigo respecto de una obligación que haya debido constar por escrito, y el art. 1709 dice que deberán constar por escrito los actos o contratos que contengan la entrega o promesa de algo que valga más de dos UTM. Art. 1708. No se admitirá prueba de testigos respecto de una obligación que haya debido consignarse por escrito. Art. 1709. Deberán constar por escrito los actos o contratos que contienen la entrega o promesa de una cosa que valga más de dos unidades tributarias. No será admisible la prueba de testigos en cuanto adicione o altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato, ni sobre lo que se alegue haberse dicho antes, o al tiempo o después de su otorgamiento, aun cuando en algunas de estas adiciones o modificaciones se trate de una cosa cuyo valor no alcance a la referida suma. No se incluirán en esta suma los frutos, intereses u otros accesorios de la especie o cantidad debida. La sanción en caso de que no se cumpla con el art. 1709, está en el art. 1708, y es la limitación de los medios de prueba, cual es que no se puede hacer valer la prueba de testigos. Por lo tanto, su incumplimiento no afecta la validez del acto o contrato, sino que priva de un medio probatorio, como son los testigos. También hay otras formalidades por vía de prueba a lo largo del CC, como por ejemplo, en materia de depósito, el art. 2217 establece una sanción más drástica en caso de que el contrato no se establezca por escrito, ya que señala que será creído lo que diga el depositario.72 Otro ejemplo está en la Ley 18.010 sobre Operaciones de Crédito de Dinero (mutuo de dinero), que señala en su art. 14 que si éste no consta por escrito, no se podrá probar en juicio. Art. 2217. Cuando según las reglas generales deba otorgarse este contrato por escrito, y se hubiere omitido esta formalidad, será creído el depositario sobre su palabra, sea en orden al hecho mismo del depósito, sea en cuanto a la cosa depositada, o al hecho de la restitución. Art. 14. En las operaciones de crédito de dinero la estipulación de intereses o la que exonera de su pago debe constar por escrito. Sin esta circunstancia, será ineficaz en juicio. En cuanto a la sanción, las formalidades por vía de prueba no tienen asignada una sanción única, en algunos casos puede consistir en una limitación absoluta de la prueba, y en otros casos podría significar simplemente la exclusión de un medio de prueba. Hay que recordar que en el caso de los actos solmenes se afirmaba que estos se probaban a sí mismos, principio que fluye del art. 1701. Por ende las formalidades por Esta norma es similar a una disposición contenida en materia laboral, en donde el contrato de trabajo que es consensual, debe escriturarse dentro de los 15 días siguientes a la incorporación del trabajador, sino la ley presume que las condiciones del contrato son las que exprese el trabajador (también en el contrato de arriendo, respecto de la renta del arrendatario). 72 101 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. vía de prueba corresponden más bien a exigencias respecto de actos no solemnes, ya que los actos solemnes se prueban a sí mismos. Art. 1701. La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno. Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes. 5.4. Formalidades por vía de publicidad . Son aquellas que tienen por objeto poner en conocimiento de terceros alguna situación de relevancia jurídica, normalmente con el fin de proteger o precaver a terceros interesados. También se definen como aquellas que apuntan a proteger a los terceros ajenos al acto o contrato y que generalmente consisten en inscripciones en algunos registros públicos, cuya finalidad es dar publicidad al acto, y también publicaciones en periódicos u otros medios. La doctrina en lo que se refiere a formalidades por vía de publicidad distingue dos categorías: formalidades por vía de publicidad de simple noticia y sustanciales. Las f o r m a l i d a d e s p o r v í a d e p u b l i c i d a d d e s i m p l e n o t i c i a , tienen simplemente por objeto informar a terceros de alguna situación de relevancia jurídica, como por ejemplo el art. 447, en donde la publicación del decreto por medio de avisos, tiene por objeto dar a conocer a la comunidad una situación jurídica relevante. Art. 447. Los decretos de interdicción provisoria o definitiva deberán inscribirse en el Registro del Conservador y notificarse al público por medio de tres avisos publicados en un diario de la comuna, o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere. La inscripción y notificación deberán reducirse a expresar que tal individuo, designado por su nombre, apellido y domicilio, no tiene la libre administración de sus bienes. Las f o r m a l i d a d e s p o r v í a d e p u b l i c i d a d s u s t a n c i a l e s son aquellas que tienen por objeto precaver a los terceros interesados, esto es, a los que están o estarán en relación con las partes, en una situación jurídica que pudiere afectarles. En otras palabras, éstas tienen por objeto no sólo divulgar los actos jurídicos, sino también, precaver a los llamados terceros interesados, que son los que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes, ya sea por su propia voluntad o por la ley. Ejemplo de estas formalidades, es el art. 1902, que señala que la cesión está perfecta desde la entrega del título, pero para que produzca efectos para el deudor, éste debe ser notificado o aceptar la cesión. Otro ejemplo, es el art. 1707 inc. II, que señala que si hay una segunda escritura que modifica a la primera, se debe tomar razón de esta segunda escritura, para que produzca efectos para terceros, al margen de la escritura matriz (en la notaría o bien en el archivero judicial). Y otro ejemplo es el art. 2513, en donde la sentencia que declara derechos adquiridos por medio de prescripción, no tendrá valor frente a terceros si no ha sido inscrita. Por ende, las formalidades por vía de publicidad pueden ser instrumentos públicos, privados, presencia de funcionarios públicos, de testigos, medidas de publicidad como aviso en los diarios, inscripción en registros, etc. Art. 1902. La cesión no produce efecto contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por éste. Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no producirán efecto contra terceros. 102 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero. Art. 2513. La sentencia judicial que declara una prescripción hará las veces de escritura pública para la propiedad de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos; pero no valdrá contra terceros sin la competente inscripción. En cuanto a la sanción, aquí cobra relevancia la distinción de la doctrina entre formalidades por vía de publicidad de simple noticia y sustanciales. Las de simple noticia no tienen aparejada una sanción particular, estimando la doctrina que la sanción aplicable podría ser únicamente la responsabilidad civil del infractor (indemnización de perjuicios), en caso de que la omisión haya causado efectivamente perjuicios a terceros. Esta responsabilidad deriva de un cuasidelito y se funda en el art. 2314. Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito. En cuanto a las formalidades sustanciales, todas las disposiciones citadas como ejemplo, ponen de manifiesto que su omisión impide que el acto pueda hacerse valer en contra de terceros; esto se conoce con el nombre de i n o p o n i b i l i d a d , que según se verá, consiste en la ineficacia respecto de terceros de un derecho nacido ya sea a consecuencia de la celebración o de la nulidad de un acto jurídico, y una de las causales de la inoponibilidad es la omisión de formalidades por vía de publicidad sustanciales, pero existen otras como la simulación. Por ende su omisión no vicia al acto, sino que su sanción es la inoponibilidad para terceras personas extrañas al acto contrato. A estas terceras personas no les empece el acto o contrato por no conocerlo.73 C. S a n c i o n e s p o r i n c u m p l i m i e n t o d e l a s e x i g e n c i a s d e l o s a c t o s jurídicos. La doctrina, en general, señala que un acto es i n e f i c a z e n s e n t i d o a m p l i o , cuando no produce efectos jurídicos o deja de producirlos, ya sea en virtud de causas intrínsecas o de causas extrínsecas74. A partir de este concepto genérico, según la doctrina, es posible encontrar dos tipos de ineficacia: la invalidez y la ineficacia en sentido estricto. Se habla de i n v a l i d e z para hacer referencia a aquella ineficacia que proviene de defectos intrínsicos, en este caso el acto no produce efecto alguno o deja de producirlos, derivado de la omisión de requisitos de existencia o de validez. La invalidez también puede definirse como la no idoneidad de un acto jurídico para producir sus efectos propios, a causa de un defecto intrínseco del acto mismo, defecto que puede ser la falta de alguno de sus elementos constitutivos o el estar viciado uno de ellos. Dentro de la invalidez, la doctrina ubica la inexistencia jurídica, la nulidad Actualmente se está volviendo al formalismo, no por desconocer virtudes al principio de la autonomía de la voluntad, sino por las ventajas que éste presenta al darle mayor certeza al acto, resguarda de mejor manera los intereses de terceros, da la posibilidad de una mayor reflexión del acto o contrato. 74 La ineficacia por causas intrínsecas, deriva de la falta de un requisito de existencia o validez del acto considerado en sí mismo. En cambio la ineficacia por causas extrínsecas, deriva de hechos posteriores a la gestación del acto jurídico y que son ajenos al acto considerado en sí mismo; aquí ineficacia está tomada en su estricto rigor, es decir, alude al hecho de que el acto no genere sus efectos por causas ajenas al acto. 73 103 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. absoluta y la nulidad relativa. En todos estos casos existen problemas con la estructura de los actos, vinculados con los requisitos de existencia y validez. La i n e f i c a c i a e n s e n t i d o e s t r i c t o supone, en cambio, un acto existente y válido, pero que no va a producir sus efectos o que va a dejar de producirlos por causas extrínsecas, esto es, por un hecho que es posterior y ajeno al acto mismo. En este caso el acto cumple con los requisitos de existencia y validez, pero no va a producir sus efectos o va a dejar de producirlos por causas extrínsecas, por ejemplo, la resolución, la terminación, la revocación, la caducidad, la inoponibilidad, y la suspensión. No todas las causales de ineficacia en sentido amplio corresponden a sanciones civiles, ya que son sanciones civiles la inexistencia, la nulidad absoluta, la nulidad relativa y la inoponibilidad, sin perjuicio de que también sean causales de invalidez o ineficacia en sentido estricto, según corresponda. 1. La Invalidez. Los actos son perfectos o imperfectos, según hayan o no cumplido los requisitos de existencia y validez. Los actos imperfectos pueden ser inexistentes, nulos absolutamente o nulos relativamente. 1.1. Inexistencia jurídica. En teoría la inexistencia jurídica es la sanción establecida por la omisión de requisitos de existencia del acto jurídico (voluntad, objeto, causa, y solemnidades en los casos en que la ley lo establece). El origen de esta sanción es de carácter histórico, se atribuye la creación de esta teoría al jurisconsulto alemán ZACHARIAE en el siglo XIX, como una forma de justificar o posibilitar la invalidación de matrimonios celebrados por personas del mismo sexo. La nulidad sólo opera por causas legales, y no se consideraba causal de nulidad el mismo sexo de los contrayentes, pero ZACHARIAE señaló que el concepto de matrimonio suponía la unión de personas de diferente sexo, por lo que se estaba frente a un requisito de existencia, y no frente a un requisito de validez. En efecto, si no hay más nulidad que aquella que la ley expresamente establece, y no hay una causal de nulidad del matrimonio relativa a los cónyuges del mismo sexo, el acto no será nulo, pero esta conclusión pugna con el sentido común; por eso para él, este matrimonio no es nulo, sino que no existe, no tiene autoridad. Esto se expandió luego al derecho patrimonial, por ejemplo, la compra venta sin precio, sociedad sin aportes, etc. (la Ley de Sociedades Anónimas, reconoce la inexistencia expresamente). La gran interrogante que se formula en el CC, es si el legislador civil reconoce o no la sanción de inexistencia jurídica como una sanción distinta de la nulidad absoluta. Esta interrogante surge porque no existe una referencia expresa en el CC a la inexistencia, y a partir de esta falta de regulación la doctrina se pregunta esto. A nivel doctrinal, la opinión de los autores en este punto se encuentra dividida, no existe una posición unánime (esto porque los dos grandes exponentes se encuentran enfrentados, SOLAR y ALESSANDRI). ALESSANDRI y José Clemente FABRES niegan la teoría de la inexistencia, o niegan que el CC considere a la inexistencia como una sanción distinta de la nulidad absoluta. Sus principales argumentos son: 104 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. i. La falta de reglamentación de esta figura; si el legislador la hubiese querido incorporar, lo hubiese hecho expresamente. Por lo tanto, los actos que en doctrina son inexistentes en Chile, son nulos de nulidad absoluta (ALESSANDRI cree que sólo se distingue entre nulidad absoluta y relativa, comprendiendo los actos inexistentes en los nulos absolutamente). ii. Se basan en el art. 1682, que es una disposición que consagra las causales de nulidad absoluta, y según los partidarios de esta postura, los términos empleados por el legislador en este artículo son suficientemente amplios como para cubrir las posibles hipótesis de inexistencia jurídica. El art. 1682 engloba todos los requisitos que se exigen tanto para la validez como para la existencia de los actos jurídicos. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. iii. El legislador en el art. 1682 sancionó expresamente con nulidad absoluta los actos de las personas absolutamente incapaces, los cuales no tienen voluntad, y la voluntad es un requisito de existencia; por lo tanto, en este artículo el legislador sancionó expresamente con nulidad absoluta la omisión de un requisito de existencia, que es la falta de voluntad. Los argumentos de quienes están a favor de la inexistencia jurídica o que consideran que el legislador reconocería la inexistencia como una sanción distinta de la nulidad absoluta, son los siguientes: i. Esta doctrina sostiene que el legislador habría reconocido la figura de la inexistencia en el art. 1444, el cual clasifica los elementos del acto jurídico en elementos de la esencia, de la naturaleza y accidentales. Cuando se refiere a los elementos de la esencia, señala que son aquellos sin los cuales el acto no produce efecto alguno y esto es muy distinto de la nulidad, ya que lo anterior es sinónimo de que no existe. Art. 1444. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales. ii. También se basan en el art. 1681, el cual sanciona la omisión de los requisitos establecidos para el valor de ciertos actos, es decir, sanciona con nulidad absoluta la omisión de requisitos de validez, y no de existencia. El art. 1681 dice que es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor mismo del acto o contrato según su especie y la calidad o estado de las partes; no expresa que el acto o contrato sea nulo si falta alguno de los requisitos exigidos para su existencia, sino que se refiere a 105 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. requisitos prescritos para el valor, para la validez del acto o contrato, o sea, se afirma que el art. 1681 se refiere a los requisitos de validez y no de existencia. Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa. iii. Otro argumento que da esta postura, se basa en la redacción de una serie de disposiciones en el CC, disposiciones que por los términos utilizados darían entender que el legislador habría reconocido a la inexistencia como una sanción distinta a la nulidad absoluta. Por ejemplo, los arts. 1554, 1809, 1701, 1801 inc. II, 1802, 1814, 2027, 2055 y 2057, 1554. Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato n o p r o d u c e o b l i g a c i ó n a l g u n a ; salvo que concurran las circunstancias siguientes: 1. Que la promesa conste por escrito; 2. Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran ineficaces; 3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del contrato; 4. Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban. Concurriendo estas circunstancias habrá lugar a lo prevenido en el artículo precedente. Art. 1701. La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como n o e j e c u t a d o s o c e l e b r a d o s aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno. Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes.75 Art. 1801 inc. II. La venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, n o s e r e p u t a n p e r fe c t a s ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública.76 Art. 1802. Si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las enumeradas en el inciso 2º del artículo precedente n o s e r e p u t e p e r f e c t a hasta el otorgamiento de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritura o no haya principiado la entrega de la cosa vendida. Art. 1809. Podrá asimismo dejarse el precio al arbitrio de un tercero; y si el tercero no lo determinare, podrá hacerlo por él cualquiera otra persona en que se convinieren los contratantes; en caso de no convenirse, n o h a b r á v e n t a . No podrá dejarse el precio al arbitrio de uno de los contratantes. Art. 1814. La venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existente y no existe, n o p r o d u c e e f e c t o a l g u n o . Si faltaba una parte considerable de ella al tiempo de perfeccionarse el contrato, podrá el comprador a su arbitrio desistir del contrato, o darlo por subsistente, abonando el precio a justa tasación. El que vendió a sabiendas lo que en el todo o en una parte considerable no existía, resarcirá los perjuicios al comprador de buena fe. Por lo tanto, exigido el instrumento público como solemnidad para el perfeccionamiento del acto o contrato, si este no existe debe mirarse no como nulo, sino como no ejecutado o celebrado el acto o contrato. La cláusula penal no tendrá efecto alguno porque no puede garantizar un acto o contrato que no tiene existencia, que no puede producir efecto civil alguno. 76 La solemnidad de la escritura pública es requerida para el perfeccionamiento del contrato, para su existencia ante la ley. 75 106 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 2027. La constitución de un censo deberá siempre constar por escritura pública inscrita en el competente Registro; y sin este requisito n o v a l d r á c o m o c o n s t i t u c i ó n de censo; pero el obligado a pagar la pensión lo estará en los términos del testamento o contrato, y la obligación será personal. Art. 2055. N o h a y s o c i e d a d , si cada uno de los socios no pone alguna cosa en común, ya consista en dinero o efectos, ya en una industria, servicio o trabajo apreciable en dinero. Tampoco hay sociedad sin participación de beneficios. No se entiende por beneficio el puramente moral, no apreciable en dinero. 77 Art. 2057. Si se formare de hecho una sociedad que no pueda subsistir legalmente, ni como sociedad, ni como donación, ni como contrato alguno, cada socio tendrá la facultad de pedir que se liquiden las operaciones anteriores y de sacar sus aportes. Esta disposición no se aplicará a las sociedades que son nulas por lo ilícito de la causa u objeto, las cuales se regirán por el Código Criminal. En todos estos casos la ley se refiere a la existencia del acto o contrato y establece que ese acto o contrato no se ha llegado a perfeccionar (no lo califica de nulo). Luis CLARO SOLAR reconoce que el CC sólo trata la nulidad y que nada dice sobre la inexistencia, pero advierte que al referirse a la nulidad lo hace como modo de extinguir las obligaciones, y como la inexistencia no extingue nada que no ha existido, no se puede extinguir lo que no ha nacido. Contestando a ALESSANDRI, señala que es verdad que los actos de los absolutamente incapaces se sancionan con la nulidad absoluta y no con la inexistencia, pero ello es porque esas personas pueden aparentemente consentir, y es por ello que se prefirió la nulidad absoluta. Rafael VALENZUELA cree que ambas posturas tienen fuertes argumentos, pero que en ciertos casos simplemente no hay otra forma de resolver el problema que recurriendo a la inexistencia, en tal sentido cree que el CC da lugar en algunos casos a la inexistencia jurídica.78 Sobre la posición de la jurisprudencia en Chile, se puede decir que no existe una posición uniforme en esta materia, existen fallos en que expresamente se ha reconocido la omisión de los requisitos de existencia a la nulidad absoluta, y en otros se ha reconocido la inexistencia. Al margen de cual sea la posición de la doctrina y la jurisprudencia, hay que destacar cuál es la diferencia posible entre estas dos sanciones civiles, al respecto la doctrina da un listado de diferencias: i. La primera diferencia dice relación con los efectos que produce una u otra clase de actos. El acto inexistente por su propia condición jamás va a producir efectos jurídicos; los actos nulos, en cambio, en tanto no se declare judicialmente la nulidad, producen todos sus efectos civiles. ii. Otra diferencia se relaciona con la actividad o participación del juez en una u otra sanción. En materia de nulidad la participación del juez es fundamental, porque mientras la nulidad no esté declarada por una sentencia firme y ejecutoriada, el acto se presume válido y produce en consecuencia todos sus 77 En el contrato de sociedad, el aporte es un requisito esencial para que exista la sociedad. La nueva doctrina civilista opta por la inexistencia, aunque ALESSANDRI, SOMMARIVA y VODANOVIC dicen que la tendencia actual es incluir la inexistencia en la nulidad absoluta. 78 107 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. efectos jurídicos; de ahí que en Chile más que hablarse de nulidad se debe hablar de anulabilidad, de manera que por más anulable que sea el acto, en tanto no sea declarado nulo va a producir los efectos del acto válido. En materia de inexistencia, esto es diferente, ya que la inexistencia no requiere de una declaración judicial, la actividad judicial se justifica sólo en caso de que exista una controversia entre las partes, limitándose en este caso la actividad del juez a una mera constatación. El juez declara la nulidad, en cambio, el juez constata la inexistencia. iii. Procesalmente hablando, la nulidad puede hacerse valer tanto por acción, como por excepción, en cambio, la inexistencia sólo puede hacerse valer en juicio por medio de una excepción. Cuando el acto es nulo, se puede iniciar un juicio con el objeto preciso de que se declare la nulidad, en cambio, en el caso de la inexistencia, esto no es así, porque la nada no produce una acción. iv. Otra diferencia dice relación con el saneamiento o convalidación. Respecto a esto, la nulidad puede sanearse, en general, por el transcurso del tiempo (diez o cuatro años, según si se trata de nulidad absoluta o relativa, respectivamente), puesto que la ley desea que las relaciones jurídicas sean ciertas; y en el caso particular de la nulidad relativa, ésta se sanea por la ratificación de las partes (no así la absoluta, en donde hay un interés público comprometido). En cambio, la inexistencia jamás se sanea, ni por ratificación de las partes (ya que la nada confirmada, sigue siendo la nada), ni por el transcurso del tiempo. v. Otra diferencia es en cuanto a la titularidad para reclamar una u otra. La nulidad tiene señalado por el legislador quienes son los titulares; en el caso de la inexistencia, la doctrina afirma que todas las personas pueden reclamarla. Dicho de otro modo, la ley señala quienes pueden resultar beneficiados con la declaración de nulidad, en cambio la inexistencia puede ser alegada (como excepción) por cualquier persona y beneficia a todo el que pueda verse afectado por ella. vi. Otra diferencia dice relación con los efectos que provoca la declaración de nulidad y la constatación de inexistencia, por su parte. La declaración de nulidad produce efectos solamente para las partes que debatieron en juicio acerca de la validez del contrato; esto es una manifestación concreta y particular del efecto relativo de las sentencias, el que está plenamente acogido en el art. 1690. Esto no ocurre en materia de inexistencia, ya que la constatación de inexistencia siempre produce efectos erga homnes, porque el juez no ha declarado nada, simplemente ha constatado una realidad. Art. 1690. Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras. vii. Los actos nulos en algunas hipótesis son susceptibles de conversión, cuestión que no es posible en el caso de los actos inexistentes. En la conversión ocurre que el acto que podría haber sido nulo, o que es nulo, puede subsistir como válido pero con caracteres distintos. El art. 1701 inc. II grafica esta situación; 108 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. aquí el legislador dice que el instrumento público declarado nulo pierde su calidad de tal, pero puede hacerse valer como instrumento privado.79 Art. 1701. La falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno. Fuera de los casos indicados en este artículo, el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes. 1.2. La nulidad. La nulidad es una sanción civil que está reglamentada en el título XX (De la nulidad y la rescisión) del libro IV del CC, concretamente en los arts. 1681 y siguientes. El concepto de nulidad es un término genérico bajo el cual se comprende tanto la nulidad absoluta como la nulidad relativa, pero esta última también recibe la denominación de rescisión, de manera que el nombre de este título se refiere tanto a la nulidad absoluta como a la nulidad relativa. Las normas del título XX son de fundamental importancia, porque son aplicables no solamente a la nulidad de los contratos, sino que a la de los actos jurídicos en general. Estas normas tienen un ámbito de aplicación muy extenso, no se limitan en el Derecho civil, sino que se aplican al derecho privado en general. Estas normas (arts. 1681 y siguientes) constituyen el estatuto general, pero no el único existente en el CC o en la legislación civil, porque si se revisa la legislación civil, es posible encontrar reglas especiales de nulidad, por ejemplo, a propósito del matrimonio, del testamento, y la tradición; pero igualmente, aún respecto de estas materias, estas normas tienen importancia, ya que tienen un carácter supletorio. Basándose en el art. 1681, la doctrina define a la n u l i d a d señalando que es la sanción por omisión de los requisitos establecidos ya sea en atención a la naturaleza del acto o contrato, ya sea en atención a la calidad o estado de las partes que lo ejecutan o celebran80. Este concepto genérico de nulidad es muy importante, porque a partir de él es que se pueden extraer las dos grandes especies de nulidad en nuestro ordenamiento, que son la nulidad absoluta y la nulidad relativa. Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa. Las c a r a c t e r í s t i c a s de la nulidad son las siguientes: i. Es una s a n c i ó n l e g a l d e d e r e c h o e s t r i c t o , es decir, sólo puede aplicarse en los casos en que está contemplada o establecida por la ley. El legislador es el que establece cuales son las causales de nulidad, sin que a las partes les quepa crear causales distintas de nulidad de las fijadas por él. Por otra parte, esta característica implica que si el legislador señala que un determinado acto es nulo, las partes no pueden dejar de observar la correspondiente La conversión consiste en que ciertos actos pueden subsistir como válidos, pero con un carácter diferente. 79 También se puede definir como la sanción legal establecida para la omisión de los requisitos y formalidades que se prescriben para el valor de un acto según su especie y la calidad o estado de las partes. 80 109 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. disposición legal (art. 11). La doctrina señala un ejemplo: el art. 1796 sanciona con nulidad absoluta el contrato de compraventa entre cónyuges no separados judicialmente; esta es una norma que tiene por objeto evitar el fraude a terceros, pero puede ocurrir que los cónyuges quieran celebrar un contrato de compraventa sin perjudicar a terceros, sin embargo, de todas maneras la norma lo prohíbe (ellos no pueden dejar de observar la norma). Por lo tanto, las partes no pueden crear nulidades puesto que éstas son restrictivas de la ley, es una atribución privativa del legislador, y por más que estipulen dejarla sin efecto, una vez establecida la sanción de nulidad por la omisión de un requisito de validez, los jueces están obligados a aplicarla en virtud del art. 11. Art. 1796. Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no separados judicialmente, y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad. Art. 11. Cuando la ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o tácito de precaver un fraude, o de proveer a algún objeto de conveniencia pública o privada, no se dejará de aplicar la ley, aunque se pruebe que el acto que ella anula no ha sido fraudulento o contrario al fin de la ley. Esto no significa que la ley en cada caso particular deba señalar que la omisión de tal requisito acarrea la nulidad del acto, ya que cada vez que se infringe la ley al celebrar un acto, si esta infracción se encuentra comprendida dentro de las hipótesis contempladas por el art. 1681, la sanción es la nulidad del acto81. El requisito debe encontrarse establecido para la validez del acto y sólo entonces su incumplimiento acarreará la nulidad de dicho acto; cualquier otro requisito que no esté establecido como condición de validez, no acarreará la nulidad del acto, sino otras sanciones, por ejemplo, la inoponibilidad para terceras personas. Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención. Si las partes omiten un requisito establecido en un decreto o reglamento, la sanción no es la nulidad, ya que ésta sólo existe si se omite un requisito establecido por la ley como requisito de validez del acto. Sí podrá haber otras sanciones establecidas por la ley, como multas, etc. Si se omite un requisito exigido por un DFL, y este requisito ha sido exigido como requisito de validez del acto, la sanción también será la nulidad del acto, por ejemplo, el Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces es un DFL, de manera que la infracción en una inscripción de usufructo, por ejemplo, puede conducir a la nulidad de la inscripción. Como es una sanción legal de derecho estricto, sus normas no pueden ser interpretadas de manera analógica, sino que sus normas deben ser interpretadas de manera restrictiva. ii. La sanción de nulidad n o o p e r a d e p l e n o d e r e c h o (ipso iure), la sanción de nulidad en nuestro sistema es de declaración judicial obligatoria, así lo ponen de manifiesto los arts. 1689 y 1687. Sobre la base de esta característica, algunos sostienen que más que hablar de actos nulos, hay que hablar de actos anulables, ya que mientras no exista una declaración judicial La ley emplea diferentes expresiones para señalar que la omisión de ciertos requisitos es sancionada con la nulidad del acto, por ejemplo, es nulo, se prohíbe, no tendrá valor alguno, se rescinde, puede anularse, para que valga, para que sea válido, para que tenga efecto, etc. 81 110 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. contenida en una sentencia firme y ejecutoriada, el acto nulo produce todos sus efectos. En otras palabras, la nulidad siempre supone un vicio, y mientras el acto no sea declarado nulo, producirá los mismos efectos que un acto perfectamente válido; por eso se debe hablar de actos anulables y de actos nulos. Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales. Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita. En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo. iii. Algunos autores señalan que es una sanción de carácter e s t r u c t u r a l , esto porque todas las causales de nulidad dicen relación con defectos que comprometen la estructura del acto jurídico. iv. Otra característica está directamente vinculada con la acción de nulidad, ya que la acción para reclamar la nulidad es i r r e n u n c i a b l e a n t i c i p a d a m e n t e (art. 1469). Esto es lógico, porque el legislador busca, cuando establece las causales de nulidad, el respeto al ordenamiento jurídico, hay un interés superior que es el cumplimiento de las normas jurídicas. La norma que declara la irrenunciabilidad anticipada de la acción de nulidad (art. 1469), no está en el título relativo a la nulidad, está mucho antes. Art. 1469. Los actos o contratos que la ley declara inválidos, no dejarán de serlo por las cláusulas que en ellos se introduzcan y en que se renuncie la acción de nulidad. v. El legislador chileno considera a la nulidad como un m o d o d e e x t i n g u i r l a s o b l i g a c i o n e s , esto consta en el art. 1567 Nº 8, disposición que enumera los modos de extinguir, y en el Nº 8 el legislador señala que las obligaciones se extinguen por nulidad absoluta y rescisión (nulidad relativa)82. Art. 1567. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por nula. Las obligaciones se extinguen además en todo o parte: 8. Por la declaración de nulidad o por la rescisión. La ubicación de la nulidad como modo de extinguir las obligaciones es muy criticada por la doctrina, por varias razones: - 82 Si se atiende a lo que ocurre en la realidad, la sanción de nulidad afecta directamente al acto o contrato, y la afectación de las obligaciones derivadas del acto o contrato es simplemente consecuencial, es una consecuencia de la afectación del acto, o sea, la nulidad no ataca a las obligaciones, sino al acto o contrato. Andrés BELLO, siguiendo el CC francés, trató la nulidad en cuanto a modo de extinguir las obligaciones. 111 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. - Limitar la nulidad a un modo de extinguir obligaciones, es limitar su verdadero campo de acción, ya que ella se extiende a muchos actos que no generan obligaciones y pueden ser anulados. Ejemplo. - Un acto una vez declarado nulo, se entiende que las partes nunca lo celebraron y, por lo tanto, deben ser restituidas al mismo estado en que estaban antes de celebrar el contrato. Entonces ¿cómo puede extinguirse algo que nunca existió? Rafael VALENZUELA cree que debió haberse dicho que la nulidad es un modo de invalidar los actos o contratos y como consecuencia de ello se extinguen las obligaciones y derechos de tal acto declarado nulo. Al respecto, en el principio de la fuerza obligatoria, consagrado en el art. 1545, se establece que los contratos legalmente celebrados sólo pueden ser “invalidados” por el consentimiento mutuo de las partes o por causas legales, dentro de las cuales se encuentra la nulidad (sería una causa legal de invalidación de los contratos, en el caso que se la entienda no como un modo de extinguir obligaciones, sino contratos). Art. 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales. vi. La acción de nulidad es una acción de c a r á c t e r p a t r i m o n i a l , y por lo tanto es transferible, transmisible y prescriptible (está expuesta a extinguirse por la prescripción extintiva). Respecto de la renunciabilidad de la acción, hay que hacer ciertos alcances: aún cuando las acciones patrimoniales son renunciables, la acción de nulidad es irrenunciable anticipadamente; y una vez que existe la causal de nulidad, las partes no pueden renunciar válidamente al derecho de reclamar la nulidad absoluta, en cambio, sí pueden hacerlo respecto de la nulidad relativa (esto es lo que se denomina ratificación de la nulidad relativa). vii. En cuanto al campo de aplicación de las normas sobre nulidad del CC, la regla general es que operan en todo lo referente al derecho privado. Tratándose del derecho público, campo en que el Estado o sus funcionarios actúan con autoridad o poder de imperio, la regla general es que no les sean aplicables las normas sobre nulidad del CC, a menos que la ley se refiera expresamente a ese caso (art. 10). Las normas sobre nulidad se aplican a cualquier acto jurídico, a menos que haya una disposición expresa que consulte otra sanción que la nulidad.83 Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención. Por último, existen varias c l a s i f i c a c i o n e s d e n u l i d a d , dentro de las cuales se mencionan las siguientes: i. La primera y más importante clasificación es la que distingue entre nulidad absoluta y nulidad relativa. Si se quisieran establecer las diferencias entre una y otra figura, se puede decir que la n u l i d a d a b s o l u t a es una sanción que está En la última década se ha desarrollado toda una teoría de la nulidad de Derecho público a partir de los arts. 6 y 7 de la CPR. 83 112 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. establecida en el interés de la ley, del orden público y de las buenas costumbres, esto es, existe en esta figura un interés general comprometido, lo que se proyecta en una serie de aspectos, como son las causales, los titulares y también en la forma de saneamiento, ya que la única forma de sanearla es por el transcurso del tiempo, específicamente en un lapso de 10 años (plazo máximo de prescripción). En el caso de la n u l i d a d r e l a t i v a , si bien es cierto es una sanción que pretende la observancia de la ley, en ésta existe más bien un interés particular comprometido, concretamente el interés de las partes, y esto se proyecta en las causales, en los titulares (los que se reducen en comparación con la nulidad absoluta), y también en lo tocante al saneamiento, ya que la nulidad relativa no solamente se sanea por el transcurso del tiempo (cuatro años), sino que también puede sanearse por la renuncia a ejercer la acción de nulidad. Esta clasificación está mencionada expresamente en el art. 1681 inciso II. Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa. ii. Otra clasificación distingue entre nulidad total y nulidad parcial, en este caso el criterio de clasificación es la extensión. La n u l i d a d t o t a l es aquella que afecta a la totalidad del acto jurídico, la n u l i d a d p a r c i a l , en cambio, es aquella que sólo afecta a una o más de sus partes (en un contrato se habla de cláusulas). Esta no es una clasificación que esté claramente recogida en el CC, pero sí hay alguna referencia a propósito del testamento, porque en estas materias es posible comprobar que el legislador acepta expresamente la posibilidad de nulidad parcial (que exista un vicio en una cláusula o disposición del testamento), es el caso por ejemplo, del art. 1059 que establece que las disposiciones captatorias son nulas; también los art. 1060 y 1061 se refieren a la nulidad parcial. Art. 1059. Las disposiciones captatorias no valdrán. Se entenderán por tales aquellas en que el testador asigna alguna parte de sus bienes a condición que el asignatario le deje por testamento alguna parte de los suyos. Art. 1060. No vale disposición alguna testamentaria que el testador no haya dado a conocer de otro modo que por sí o no, o por una señal de afirmación o negación, contestando a una pregunta. Art. 1061. No vale disposición alguna testamentaria en favor del escribano que autorizare el testamento, o del funcionario que haga las veces de tal, o del cónyuge de dicho escribano o funcionario, o de cualquiera de los ascendientes, descendientes, hermanos, cuñados, empleados o asalariados del mismo. No vale tampoco disposición alguna testamentaria en favor de cualquiera de los testigos, o de su cónyuge, ascendientes, descendientes, hermanos o cuñados. El tema de la nulidad parcial no está tratado de manera uniforme en la doctrina y en la jurisprudencia; en doctrina existen posiciones encontradas, hay autores que rechazan la figura de la nulidad parcial porque sostienen que el acto jurídico es una unidad y por lo tanto, concurriendo un vicio, el acto debe anularse por completo, sin que corresponda entrar a fraccionarlo. Otros en cambio sostienen que el principio de conservación del acto jurídico, lleva a tener que revisar caso a caso si el acto es capaz de sobrevivir o no con la cláusula afectada por el vicio de nulidad. 113 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Al revisar el tema a nivel legislativo, como se dijo, el legislador no reconoce la nulidad parcial en el título relativo a la nulidad, pero sí en materia sucesoria. A nivel jurisprudencial se ha reconocido la figura de la nulidad parcial en materia de contratos, sosteniendo que para determinar en un caso concreto si un contrato es nulo total o parcialmente, es necesario determinar la trascendencia de la cláusula en el contexto del contrato. Si se analiza la nulidad parcial en el derecho comparado, hay legislaciones más modernas, como el CC italiano o alemán, las cuales sostienen que para decidir si una acto es nulo total o parcialmente, hay que atender al interés de las partes, esto es, a si las partes habrían contratado o no sin la cláusula que se anula. iii. Otra clasificación que es netamente doctrinal, es la que distingue entre nulidad expresa y nulidad tácita. Se dice que la nulidad es e x p r e s a , cuando la ley declara de manera explícita y directa que determinado vicio provoca la nulidad, por ejemplo, cuando el legislador se refiere a que los actos de los absolutamente incapaces, son absolutamente nulos. La n u l i d a d t á c i t a es aquella que deriva de una relación de normas jurídicas, concretamente de la relación entre los arts. 10, 1681, 1682 y 1466, es decir, cuando la nulidad deriva de la aplicación de las reglas generales. Esta clasificación puede llevar a la confusión de que la sanción no es siempre una sanción legal, sin embargo, esto no es así. Art. 10. Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención. Art. 1681. Es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. Art. 1466. Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la venta de libros cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes. 1.2.1. Nulidad absoluta. Relacionando los arts. 1681 y 1682 se puede decir que la n u l i d a d a b s o l u t a es la sanción legal impuesta por la omisión de los requisitos establecidos en atención de la naturaleza del acto o contrato. El vicio que lleva a la nulidad tiene que ver con el acto mismo, el acto es mirado objetivamente, no en relación con las personas que lo ejecutan; por ejemplo, una compraventa sin precio, no es tal. Sin embargo, el inc. II del art. 1682 dice que hay nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces, lo que da pie para sostener que se está mirando a las personas que lo celebran y no a la naturaleza del acto o contrato, pero don Rafael VALENZUELA cree que esto no es así, ya 114 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. que lo que se está sancionando es la falta de voluntad de los absolutamente incapaces y la voluntad es un requisito de existencia del acto (es el más importante). En cuanto a las c a u s a l e s d e n u l i d a d a b s o l u t a , b asándose en el tenor literal del art. 1682, se puede decir que son causales de nulidad absoluta: i. El objeto ilícito. ii. La causa ilícita. iii. La omisión de solemnidades legales (omisión de requisitos o formalidades prescritas por la ley para el valor del acto o contrato en consideración a la naturaleza de ellos). iv. Los actos de las personas absolutamente incapaces (porque para la ley carecen de voluntad). Estas causales se amplían dependiendo de la posición que se adopte respecto de la inexistencia jurídica; si se adhiere a la teoría de la inexistencia, las causales ya mencionadas quedan como únicas causales de nulidad absoluta, porque la omisión de cualquier requisito de existencia se sanciona con la inexistencia jurídica; pero si se sostiene lo contrario, es decir, si no se acepta la teoría de la inexistencia jurídica, el listado de causales se amplía, ya que hay que considerar las hipótesis de: i. Falta de objeto. ii. Falta de causa. iii. Los supuestos específicos de falta de voluntad como el error esencial y la fuerza física. El e r r o r e s e n c i a l es una figura extremadamente polémica en cuanto a su sanción, porque hay quienes sostienen que éste es un supuesto de inexistencia jurídica (por falta de voluntad), otros dicen que la sanción es la nulidad absoluta (porque no adhieren a la teoría de la inexistencia); y una tercera postura sostiene que el error esencial se sanciona como cualquier otro vicio de la voluntad, por ende, en este caso la sanción sería la nulidad relativa, esto porque el art. 1454 que se refiere al error susbstancial, que sigue al art. 1453 que establece el error esencial, señala que este error vicia "asimismo el consentimiento", de forma que tendrían igual sanción: la nulidad relativa. Rafael VALENZUELA agrega la fuerza, más precisamente, los casos de f u e r z a f í s i c a , como el tomar la mano a una persona para que firme, ya que en este caso no habría voluntad; es decir, cuando la persona aparece como objeto de una acción y no como sujeto. Esta ampliación no se contradice con la característica de que la nulidad sea una sanción legal, ya que la amplitud de los términos utilizados por el legislador en el art. 1682 permiten agregar los requisitos de existencia. Respecto a los t i t u l a r e s d e l a n u l i d a d a b s o l u t a , a l hablar de titularidad se hace referencia a quienes pueden reclamar la nulidad absoluta. Se refiere a la titularidad de la nulidad absoluta el art. 1683 el cual señala que los titulares son tres. Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio público en el interés de la moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que no pase de diez años. 115 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En primer lugar este artículo señala al j u e z , y dice que éste puede y debe declarar la nulidad absoluta aún sin petición de parte. El legislador al señalar que el juez “puede”, le está reconociendo expresamente la facultad para proceder de oficio, y esta es una facultad que en sede civil es excepcional84. A continuación el artículo señala que debe declarar la nulidad absoluta, por lo que el juez está obligado a hacerlo (implica un mandato o imposición al juez) cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato. Un vicio de nulidad aparece de manifiesto en el acto o contrato, cuando consta o aparece de modo patente, debe saltar a la vista; pero si para poder llegar a establecer el vicio, el juez debe recurrir a otras pruebas distintas de las que constan en el acto o contrato y relacionarlas, se entiende que el vicio ya no aparece de manifiesto. Según el profesor ALESSANDRI, un vicio es manifiesto, cuando para su establecimiento basta sólo con leer el instrumento, sin necesidad de relacionarlo con otra prueba o antecedente externo al proceso; como por ejemplo, en el caso de los incapaces aparece de manifiesto el vicio cuando el contrato es celebrado por un impúber, el cual actúa sin representación; otro ejemplo, sería que en un proceso se acompañe un contrato de compraventa de un bien raíz por un documento privado. El supuesto en que el juez debe y puede declarar la nulidad, supone que exista un juicio del cual está conociendo el juez, y que en ese juicio se presente un documento en que consta un acto o contrato, y que en ese acto o contrato aparezca de manifiesto o conste de un modo patente un vicio de nulidad absoluta. En segundo término el legislador señala que puede alegar la nulidad absoluta t o d o a q u e l q u e t e n g a i n t e r é s e n e l l a , excepto aquel que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Cuando el legislador habla de todo aquel, lógicamente está explicitando que la titularidad no está limitada a las partes que celebraron el acto que se anula, sino que puede reclamarla todo aquel que tenga un interés en la declaración de nulidad. No es necesario haber intervenido en el contrato cuya validez se impugna, basta tener interés en la declaración de nulidad absoluta, lo cual es lógico, porque el vicio de nulidad afecta al acto jurídico en sí mismo, sin consideración a las personas que lo han celebrado. La palabra “interés” está referida a un interés pecuniario, o patrimonial, no basta un mero interés moral o cívico, debe ser un interés que beneficie económicamente, como el liberarse de una obligación u obtener una indemnización. Por ejemplo, el querer que se anule una cláusula testamentaria, siendo que en el testamento sólo interviene la voluntad del testador, pero probando un interés pecuniario se puede pedir su nulidad (sin interés no hay acción). Lo anterior sucede, salvo que el que ejecutó el acto o celebró el contrato, sabía o debía saber el vicio que lo invalidaba. En esta parte el legislador lo que hace es consagrar el principio nemo auditor, que postula que no será oído el que sabía o debía saber el vicio que lo invalidaba. Cuando el legislador menciona al que “sabía” el vicio, se está refiriendo al sujeto que tenía un conocimiento real y efectivo del vicio que afectaba el acto que él ejecutó o 84 En materia procesal civil rige el principio dispositivo, es decir, son las partes las que mueven el proceso, no el juez, esto es distinto a lo que ocurre en sede penal (principio inquisitivo). En sede civil el principio que rige es el principio de la pasividad, en virtud del cual el juez sólo puede actuar a petición de parte. Otro ejemplo en que el juez puede actuar en sede civil de oficio, se encuentra en materia de prescripción, en donde el legislador le reconoce al juez la posibilidad de declarar de oficio la prescripción de la acción ejecutiva. 116 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. celebró85. Se requiere que la persona haya actuado con plena conciencia de estar ejecutando un acto viciado, en el fondo supone dolo, malicia, actuar contra la ley vigente a sabiendas. Ahora bien, la buena fe se presume y el que alega el dolo debe probarlo, por lo tanto, el que invocó la nulidad sabiendo que el vicio existía, deberá probarse esta situación, para que no pueda alegarla. Esta posición del legislador obedece a que nadie puede aprovecharse de su propio dolo. Pero la ley no solamente sanciona privando de la acción al que sabía, sino que también al que “debía” saber el vicio que lo invalidaba. Aquí se hace referencia al sujeto que ha sido negligente, al sujeto que atendiendo los antecedentes no podía sino haber sabido el vicio que lo invalidaba. Se ha entendido que una persona debe saber de la existencia de un vicio que invalida el acto o contrato, cuando se acumulan tal cantidad de circunstancias y elementos que podían indicarle la presencia del vicio(s), que se presume que no es posible ignorarlo sin actuar con gran negligencia, y la ley esto lo asimila al dolo (la persona debió conocer el vicio, si no lo conoció fue por grave negligencia); por ejemplo, el que compra una casa sobre la cual hay una prohibición judicial de gravar o enajenar, inscrita en el registro correspondiente y la compra se efectúa sin consultar dichos registros por negligencia. En este sentido el legislador hace referencia al principio que dice que nadie puede aprovecharse de su propia torpeza. Lógicamente que estas excepciones están destinadas a sancionar a las partes. Sin embargo, han surgido algunos problemas a raíz de esta excepción, que son dos: i. Si una persona contrata por intermedio de un representante, el cual actúa o celebra un contrato con dolo ¿podrá el representado demandar al otro contratante pidiendo la nulidad del contrato? La jurisprudencia no es uniforme en este punto, e incluso es contradictoria, así: - Niega la posibilidad de demandar la nulidad, en vista a que según el art. 1448, lo hecho por el representante se estima hecho por el representado. Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo. - Acepta la legitimación, afirmando que el dolo es un acto personalísimo, y además, en cuanto el representante sólo está autorizado para ejecutar actos lícitos y no ilícitos. Otra sentencia dice que la prohibición para demandar la nulidad que establece el art. 1683 se refiere al que ha intervenido directamente en el acto o contrato, pero no al que ha sido representado convencional o legalmente, a menos que se compruebe la concurrencia inequívoca de su voluntad. Aquí no basta el conocimiento presunto o ficticio de la ley a que se refieren los arts. 7 y 8, porque si bastara, las partes jamás podrían pedir la nulidad absoluta, ya que se presumiría que siempre conocen la ley, por lo tanto, es necesario el conocimiento real y efectivo del vicio que invalidaba el acto. Su fundamento no está, por lo tanto, en la norma que se refiere al conocimiento de la ley, sino el conocimiento del vicio que hace anulable el acto. 85 Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia. Art. 7. La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y desde la fecha de éste se entenderá conocida de todos y será obligatoria. Para todos los efectos legales, la fecha de la ley será la de su publicación en el Diario Oficial. 117 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. ii. En relación a sí esta prohibición se extiende a los herederos o cesionarios de la persona que celebró el acto o contrato, la CS reiteradamente declara inhabilitados para alegar la nulidad absoluta a los herederos del que ejecutó el acto o contrato sabiendo o debiendo saber del vicio de que adolecía, por los siguientes fundamentos: - Porque ellos no han podido adquirir por la sucesión por causa de muerte un derecho o acción que su causante no tenía y que mal podía transmitirles, es más, no sólo no tenía ese derecho, sino que la ley expresamente se lo impedía. Esto no significa que se haga al heredero responsable del dolo o culpa ajena, ya que no cabe identificar al dolo mismo (que es personalísimo y que nace y muere con el autor) con sus consecuencias o efectos civiles, que por ser de carácter económico se transfieren o transmiten de acuerdo a las reglas generales. - Si cuando el dolo es imputable a un incapaz (art. 1685), no se permite a él ni a sus herederos alegar la nulidad, con mayor razón aquella prohibición para alegar la nulidad absoluta se extiende a los herederos y cesionarios de las personas capaces. Art. 1685. Si de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, ni él ni sus herederos o cesionarios podrán alegar nulidad. Sin embargo, la aserción de mayor edad, o de no existir la interdicción u otra causa de incapacidad, no inhabilitará al incapaz para obtener el pronunciamiento de nulidad. Sin embargo, la doctrina cree que esta prohibición es algo personal que se impone a la persona que actuó con dolo o culpa y no se extiende a los herederos, porque esta es una sanción legal, y toda sanción es excepcional y, por tanto, de derecho estricto, lo que obliga a una interpretación restrictiva que hace imposible la aplicación analógica de la norma. Además el dolo y la culpa son personalísimos y no se transmiten a los herederos. Si bien el que ha celebrado el contrato debiendo saber el vicio que lo invalidaba no puede alegar la nulidad absoluta, ello no impide que el tribunal la declare de oficio si aparece de manifiesto en el acto o contrato, en vistas a que aquello constituye una obligación del tribunal. La nulidad de un acto que se ha celebrado con el representante de una persona, puede pedirse contra el representado; aunque CLARO SOLAR cree que si el dolo del representante da lugar a daños y perjuicios éstos no podrían pedirse al representado, ya que no puede suponerse mandato para cometer dolo. En tercer lugar, el art. 1683 señala que puede asimismo pedir la declaración de nulidad absoluta el M i n i s t e r i o P ú b l i c o e n e l i n t e r é s d e l a m o r a l o d e l a l e y . Esta norma hoy en día hay que entenderla no haciendo referencia al ministerio público del proceso procesal penal, sino que hay que entenderla referida a la Fiscalía Judicial que se desempeña en las Cortes de Apelaciones (esta norma conserva la misma redacción desde los inicios del CC). Por último es necesario hablar del s a n e a m i e n t o d e l a n u l i d a d a b s o l u t a . El art. 1683 señala que la nulidad absoluta no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que no pase de 10 años. Esto implica que la única forma de saneamiento que tiene la nulidad absoluta, es la 118 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. prescripción extintiva de la acción de nulidad, que tiene asignado un plazo de 10 años (plazo máximo contemplado en el CC). Desde el momento de la celebración de un contrato, comienza a transcurrir el plazo de la acción para reclamar la nulidad absoluta, la cual al cabo de 10 años se extingue en virtud de la prescripción extintiva. No puede sanearse por la ratificación de las partes en vistas a que ella se encuentra establecida en el interés general, el cual no puede quedar supeditado por la voluntad particular. El hecho que no pueda confirmarse (ratificarse) se desprende de los arts. 11, 12, 1683 y 1460.86 Art. 11. Cuando la ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o tácito de precaver un fraude, o de proveer a algún objeto de conveniencia pública o privada, no se dejará de aplicar la ley, aunque se pruebe que el acto que ella anula no ha sido fraudulento o contrario al fin de la ley. Art. 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia. Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio público en el interés de la moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que no pase de diez años. Art. 1460. Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede ser objeto de la declaración. Como la nulidad absoluta no puede sanearse por un lapso que no pase de diez años, pasados éstos el acto se purifica, el vicio desaparece, el acto se convalida. Otros autores (FABRES) dicen que el acto no se convalida, sino que se adquiere el dominio de la cosa por prescripción extraordinaria; no es el acto el que se ha saneado, es sólo el tiempo el que confiere el derecho por disposición de la ley. Aquí la prescripción no está fundada en el título, ella misma es título y modo de adquirir al mismo tiempo. La Corte Suprema ha declarado que la acción personal de nulidad absoluta, prescribe extintivamente a los diez años (arts. 1683 y 2514). Art. 2514. La prescripción que extingue las acciones y derechos ajenos exige solamente cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido dichas acciones. Se cuenta este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible. La acción para pedir la nulidad absoluta es irrenunciable, se trata de una institución de orden público. La acción de nulidad absoluta se concede sin distinguir si se ha cumplido o no el contrato nulo. 1.2.2. Nulidad relativa. La nulidad relativa es la sanción legal impuesta a los actos celebrados con omisión de los requisitos y formalidades exigidos en atención a la calidad o estado de las partes que los ejecutan o acuerdan. La nulidad relativa no está establecida en el interés de la moral y de la ley, no protege los superiores intereses de la colectividad, sino los de ciertas y determinadas personas en cuyo beneficio la ley la ha establecido. Don Rafael VALENZUELA cree que sería más propio hablar de confirmación. Los tratadistas reservan la palabra ratificación para referirse a aquellos actos que no le son oponibles a una persona y ella acepta que le sean oponibles, ratificándolos. 86 119 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En cuanto a las c a u s a l e s d e n u l i d a d r e l a t i v a , e n esta materia, basándose en lo que dispone el art. 1682 inc. final, se puede decir que jurídicamente la nulidad relativa es la regla general, porque el legislador señala que cualquier otra especie de vicio produce nulidad relativa y da derecho a la rescisión del acto o contrato. Art. 1682. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato. En concreto las causales (vicios) que pueden provocar la nulidad relativa son: i. La voluntad o consentimiento viciado por error, fuerza y dolo. En cuanto al error esencial, para incluir éste como causal de nulidad relativa, la doctrina se apoya en el art. 1454, disposición que está lógicamente a continuación del art. 1453, el cual se refiere al error esencial; el art. 1454 dice que el error de hecho vicia “asimismo” el consentimiento, por lo que el legislador afirma que el error esencial también vicia el consentimiento, el cual se sanciona con nulidad relativa, y no sería un error obstáculo en que falte la voluntad, cuya sanción sería la inexistencia o la nulidad absoluta. Art. 1453. El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra. Art. 1454. El error de hecho vicia asimismo el consentimiento cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante. El error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este motivo ha sido conocido de la otra parte. El consentimiento también puede estar viciado por fuerza moral; aquí se excluye la fuerza física, esto porque, si tuviese lugar, convertiría al actor en un mero sujeto pasivo, y en ese caso se debería hablar de falta de voluntad y no de un vicio del consentimiento. El consentimiento también puede estar viciado por el dolo (principal y obra de parte). ii. La segunda causal de la nulidad relativa es la lesión. A propósito de esta causal, hay que recordar que la lesión en nuestro sistema es un vicio objetivo, y se sanciona sólo de manera excepcional (la ley expresamente la reconoce y sanciona). En cuanto a los casos de lesión que están expresamente sancionados por el legislador, hay que tener presente que no siempre la lesión se sanciona con la nulidad relativa del acto, por ejemplo, se sanciona con nulidad relativa la compraventa cuando la lesión alcanza el nivel de enorme (art. 1888, en relación con la compraventa de bienes raíces), no así el caso del mutuo. Además existen casos de lesión que se sancionan con nulidad relativa, en que la nulidad relativa 120 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. tiene características especiales, esto es lo que ocurre a propósito de la lesión enorme en el contrato de compraventa de un bien raíz87. Art. 1888. El contrato de compraventa podrá rescindirse por lesión enorme. iii. En tercer lugar, se señala que constituye causal de nulidad relativa la omisión de formalidades habilitantes. Puede que en algunas obras esta causal se denomine con el nombre de los actos de los relativamente incapaces, sin embargo esto es incorrecto, porque decir y afirmar que los actos realizados por los incapaces relativos son nulos relativamente, es impropio, en el sentido de que los incapaces relativos pueden actuar representados, lo que es válido. Las formalidades habilitantes son requisitos externos del acto jurídico exigidos por el legislador en atención a la calidad o estado de las partes. Significa que la omisión de cualquier requisito que la ley prescriba para el valor del acto y que no esté expresamente sancionado con la nulidad absoluta, debe ser sancionada con nulidad relativa. Estas personas no siempre son incapaces, como el caso de la mujer casada en sociedad conyugal, la que no es incapaz desde el año 1989 (art. 1757). Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756. La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o cesionarios. El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos. En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato. Respecto a los t i t u l a r e s d e l a n u l i d a d r e l a t i v a , h ay que tener presente en esta materia el art. 1684, ya que basándose en esta disposición se puede decir que los titulares de la acción de nulidad relativa son a q u e l l o s e n c u y o b e n e f i c i o l a h a n e s t a b l e c i d o l a s l e y e s . Lo anterior se debe ha que esta es la única forma de englobar todas las hipótesis que pueden darse, ya que en concreto los titulares van a ser aquellos que sufrieron el vicio, como el que sufre el dolo, la lesión, la fuerza, el incapaz en caso de haber celebrado un acto sin las formalidades habilitantes, o la mujer casada bajo régimen de sociedad conyugal. Por lo tanto, se requiere que haya un pedimento de la parte en cuyo beneficio está establecida; por ejemplo, no puede alegarla el que ha contratado con un incapaz ya que la ley ha establecido la nulidad relativa sólo en favor de éste. Tampoco podrá el juez declararla de oficio, aunque aparezca de manifiesto. Art. 1684. La nulidad relativa no puede ser declarada por el juez sino a pedimento de parte; ni puede pedirse su declaración por el ministerio público en el solo interés de la ley; ni puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes. También son titulares los h e r e d e r o s , esto porque ellos son los continuadores legales de la persona del causante. Los herederos son como el causante, ya que lo van a suceder en todos sus bienes, derechos y obligaciones transmisibles (el fundamento de ALESSANDRI cree que la lesión no es causal de nulidad relativa, porque la nulidad cuando cabe en la lesión es de una naturaleza especial, distinta de la que tiene la nulidad general que aquí se trata como vicio del consentimiento. 87 121 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. esto está en el art. 1097). Mientras dura la comunidad hereditaria, cualquier heredero puede alegar la nulidad relativa del acto que había realizado el causante, pero una vez hecha la partición, se le adjudica a cada heredero una cosa determinada y como tiene efecto retroactivo, una vez terminada la partición solamente aquel heredero al que se le adjudicaron los derechos que tenía el causante en el acto celebrado de cuya nulidad se trata, puede alegar la nulidad relativa. Esto como consecuencia del efecto retroactivo de la partición (art. 1344). Art. 1097. Los asignatarios a título universal, con cualesquiera palabras que se les llame, y aunque en el testamento se les califique de legatarios, son herederos: representan la persona del testador para sucederle en todos sus derechos y obligaciones transmisibles. Los herederos son también obligados a las cargas testamentarias, esto es, a las que se constituyen por el testamento mismo, y que no se imponen a determinadas personas. Art. 1344. Cada asignatario se reputará haber sucedido inmediata y exclusivamente al difunto en todos los efectos que le hubieren cabido, y no haber tenido jamás parte alguna en los otros efectos de la sucesión. Por consiguiente, si alguno de los consignatarios ha enajenado una cosa que en la partición se adjudica a otro de ellos, se podrá proceder como en el caso de la venta de cosa ajena. Otros titulares son los c e s i o n a r i o s , que son aquellos a quienes el contratante ha transferido sus derechos por un acto entre vivos. Respecto a la titularidad que corresponde a los incapaces relativos, conviene tener presente lo dispuesto en el art. 1686. Esta es una disposición que se justifica en la intención del legislador de explicitar la eliminación del beneficio de la restituio in integrum (institución del Derecho Romano)88. Aquí el legislador señala que si en un acto celebrado por un incapaz relativo cumple con las formalidades habilitantes, sólo podrá pedir la nulidad del acto en la misma forma que los plenamente capaces (por fuerza, dolo, etc.), pero no por ser menor adulto. Art. 1686. Los actos y contratos de los incapaces en que no se ha faltado a las formalidades y requisitos necesarios, no podrán declararse nulos ni rescindirse, sino por las causas en que gozarán de este beneficio las personas que administran libremente sus bienes. En cuanto a los incapaces absolutos, también la omisión de formalidades habilitantes tiene como sanción la nulidad relativa. Según el CC, el tutor de un absolutamente incapaz no puede enajenar los bienes muebles de su pupilo, sino con autorización del juez y en pública subasta (estos requisitos son formalidades habilitantes); pero si el absolutamente incapaz actúa por sí mismo, habrá nulidad absoluta. También procede la nulidad relativa cuando su representante omite una formalidad establecida por la ley para su protección. Por último, en cuanto al s a n e a m i e n t o d e l a n u l i d a d r e l a t i v a , el art. 1684 pone de manifiesto que existen dos formas de saneamiento de la nulidad relativa, cuales son: el transcurso del tiempo (cuatro años) y la ratificación. Art. 1684. La nulidad relativa no puede ser declarada por el juez sino a pedimento de parte; ni puede pedirse su declaración por el ministerio público en el sólo interés de la ley; ni puede alegarse sino por La restituio in integrum era un beneficio que permitía en el Derecho romano a los incapaces solicitar la nulidad de un acto jurídico celebrado por ellos, aún cuando se hubiere cumplido con todas las formalidades habilitantes, esto por haberle ocasionado a éste un perjuicio económico. Por ende, cada vez que un menor experimentaba un perjuicio económico en sus relaciones jurídicas, cumpliendo o no con las formalidades habilitantes, debía ser restituido, lo cual es injusto y crea una falta de certeza jurídica. 88 122 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes. En cuanto al t r a n s c u r s o d e l t i e m p o , hay que tener presente los arts. 1691 y 1692. El art. 1691 señala que el plazo para pedir la rescisión durará cuatro años, este plazo corresponde a un plazo de prescripción extintiva, ya que al cabo de cuatro años la acción para reclamar la nulidad relativa se extingue por prescripción, es decir, si pasado este plazo la persona que puede hacer valer la nulidad relativa no lo hace, el vicio del acto desaparece y éste queda completamente saneado. El mismo artículo establece la forma en que debe computarse el plazo, siendo la regla general que los cuatro años se cuenten desde la celebración del acto o contrato, salvo la situación del vicio de fuerza, porque en este caso el plazo de cuatro años comienza a correr desde que la fuerza ha cesado (en los casos de error o dolo no hay excepción a las reglas generales); y salvo la situación de los incapaces, ya que el art. 1691 inc. III, señala que cuando la nulidad proviene de una incapacidad legal, se contará el cuadrienio desde el día en que haya cesado la incapacidad; todo lo cual se entiende en los casos que leyes especiales no hubieren designado otro plazo89. Art. 1691. El plazo para pedir la rescisión durará cuatro años. Este cuadrienio se contará, en el caso de violencia, desde el día en que ésta hubiere cesado; en el caso de error o de dolo, desde el día de la celebración del acto o contrato. Cuando la nulidad proviene de una incapacidad legal, se contará el cuadrienio desde el día en que haya cesado esta incapacidad. Todo lo cual se entiende en los casos en que leyes especiales no hubieren designado otro plazo. El art. 1692 se refiere a los herederos como titulares de la acción de nulidad relativa, concretamente, a como se computa el plazo respecto de ellos, y señala que los herederos mayores de 18 años gozan de cuatro años o de lo que reste de este plazo, según corresponda. En el caso de fuerza o violencia el plazo para pedir la rescisión se contará desde el día en que ésta hubiere cesado, por lo tanto, si la persona fallece aún bajo la influencia de la violencia, el plazo no correrá y el heredero mayor gozará del cuadrienio íntegro, ya que aun no había comenzado a correr el plazo de prescripción. Por esta razón la ley dice que los herederos mayores gozarán del cuadrienio o del residuo. Art. 1692. Los herederos mayores de edad gozarán del cuadrienio entero si no hubiere principiado a correr; y gozarán del residuo en caso contrario. A los herederos menores empieza a correr el cuadrienio o su residuo, desde que hubieren llegado a edad mayor. Pero en este caso no se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato. El inc. II de este artículo hace referencia a los herederos menores de 18 años, señalando que los cuatro años o su residuo, se empezarán a contar sólo desde el momento en que ellos tengan la mayoría de edad, sin embargo no se podrá solicitar la nulidad relativa al cabo de 10 años de la celebración del acto o contrato; si no han cumplido los 18 años y para que no transcurra el plazo de 10 años, los herederos pueden actuar representados, por ejemplo, el heredero tiene un año y ya ha corrido un año, por lo tanto, hay que suspender hasta que cumpla 18 años, pero para tal tiempo habrá prescrito, por lo tanto, será su representante legal (padre, madre o tutor) el que la alegue. En el caso de la compraventa y la permuta, el plazo para pedir la rescisión por lesión enorme también es de cuatro años. Esto manifiesta una armonía entre las normas del CC. 89 123 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Esta suspensión es doblemente excepcional: en primer lugar, porque la regla general es que no haya suspensión en las prescripciones especiales de corto tiempo, y el art. 1691 es una prescripción de corto tiempo, a diferencia de la prescripción de 10 años de la nulidad absoluta, que es una prescripción de largo tiempo. Y en segundo lugar, solamente se suspende en favor de los herederos menores (si el heredero es demente, sordo o sordomudo o está bajo tutoría o curaduría no se suspende). ¿Qué pasa si una persona está en calidad de incapaz, por ser interdicta por disipación por muchos años, toda la vida inclusive? Según el art. 1691 inc. III al terminar la interdicción comenzaría a correr el plazo del cuadrienio que podría ser incluso de más de 30 años (en el supuesto de 26 años de incapacidad, más cuatro del cuadrienio). Esto daría un tiempo superior al que establece la nulidad absoluta (10 años). Todo este problema se produce en vista a que en el CC no está contemplado este caso, sólo se contempla el caso de los herederos menores (plazo máximo de 10 años). Esto crea gran incertidumbre, al permanecer el acto por muchos años sin que el plazo para pedir la nulidad prescriba (ya que el cuadrienio empieza a correr una vez terminada la incapacidad). La mayoría de los autores creen que el CC está inspirado en la posición de sanear los actos al cabo de 10 años, en aras de la certeza jurídica. Por ejemplo, el art. 1757 modificado por ley 18.802 expresa que en ningún caso pasados 10 años se podrá pedir la nulidad. Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756. La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o cesionarios. El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos. En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato. La segunda forma de saneamiento a que se refiere el art. 1684, es la r a t i f i c a c i ó n de las partes, la que se encuentra regulada en los arts. 1693 y siguientes. Esta forma de saneamiento se justifica plenamente en cuanto la nulidad relativa está establecida en beneficio de ciertas y determinadas personas, y tratándose de un derecho que sólo mira al interés particular de ellas, cae bajo la disposición general del art. 12, que permite la renuncia de los derechos que sólo miran al interés individual del renunciante y cuya renuncia no está prohibida. Art. 1684. La nulidad relativa no puede ser declarada por el juez sino a pedimento de parte; ni puede pedirse su declaración por el ministerio público en el solo interés de la ley; ni puede alegarse sino por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o por sus herederos o cesionarios; y puede sanearse por el lapso de tiempo o por la ratificación de las partes. Art. 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia. La ratificación según la doctrina, es la confirmación del acto o contrato viciado por medio de la renuncia a ejercer la acción de nulidad. Desde la perspectiva de la teoría general del acto jurídico, se podría definir la ratificación como un acto jurídico unilateral, mediante el cual el titular de la acción de nulidad relativa renuncia a ella. Con 124 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. este concepto queda de manifiesto la imprecisión de la expresión ratificación de las partes ya que quien ratifica es solamente el que sufrió el vicio.90 En general la doctrina critica el término ratificación que empleó el legislador, y prefiere utilizar la expresión confirmación, porque el término ratificación debe utilizarse para otras figuras jurídicas, como por ejemplo, cuando el mandante valida o ratifica lo que hizo el mandatario que no tenía poder para representarlo91. Las ca r a c t e r í s t i c a s de la ratificación son las siguientes: i. Es un acto jurídico unilateral que se perfecciona con la sola declaración de voluntad del titular de la acción. ii. En segundo lugar, es un acto jurídico irrevocable, una vez que el titular ha renunciado no puede dejar sin efecto la ratificación. iii. En tercer lugar, es un acto que produce efectos retroactivos, porque en virtud de la ratificación se entiende que el acto fue válido desde el primer momento. Respecto a los re q u i s i t o s de la ratificación, estos son: i. Para que la ratificación sea eficaz en el saneamiento de la nulidad relativa, ésta tiene que emanar de la parte que tenía derecho a solicitar la nulidad (art. 1696). Art. 1696. Ni la ratificación expresa ni la tácita serán válidas, si no emanan de la parte o partes que tienen derecho de alegar la nulidad. ii. La ratificación debe emanar, para que sea válida, de parte capaz. Se refiere a este requisito el art. 1697, el cual señala que no vale la ratificación expresa o tácita del que no es capaz de contratar. Esto no significa que los incapaces estén excluidos de la posibilidad de ratificar, sino que simplemente significa que deberán cumplir con la autorización o representación según proceda. Art. 1697. No vale la ratificación expresa o tácita del que no es capaz de contratar. iii. En tercer lugar, para que la ratificación sea eficaz, debe ser oportuna, lo que significa que necesariamente tiene que hacerse antes de que la nulidad sea declarada por sentencia firme o ejecutoriada. La c o n v e r s i ó n es una figura distinta, y existe cuando en un acto jurídico, en que no concurren los requisitos legales para que pueda surtir los efectos que las partes se propusieron, es posible llenar los requisitos de otro tipo de acto jurídico, siendo idénticos la finalidad y los efectos conseguidos. En lugar del acto nulo, se entiende celebrado otro acto, si hay razones para suponer que las partes, de haber sabido que el acto que celebraban era nulo, habrían encaminado su voluntad a éste. Por ejemplo, la letra de cambio que no cumple con todos los requisitos, de forma que puede surtir los efectos propios de un reconocimiento abstracto de deuda. Además de la conversión fundada en una consideración hipotética de la voluntad de las partes, hay otra llamada conversión formal que obra sin más, automáticamente, en virtud de la disposición de la ley. Por ejemplo, en el art. 1701 inc. II, se entiende que el instrumento público defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma y que está firmado por las partes, servirá útilmente como instrumento privado, si no se trata de un acto en que la ley requiere el instrumento público como solemnidad, y en que él no puede suplirse por otra prueba. 91 La palabra ratificación tiene en derecho varias acepciones: (i) designa el acto en virtud del cual una persona asume por su cuenta los actos ejecutados a su nombre, por otra que no tenía poder para ello (por ejemplo, art. 672 inc. II); (ii) dice relación con la inoponibilidad, es decir, es el acto por el cual un tercero acepta los efectos de una relación jurídica ajena, vale decir, que no le empecería bajo respecto alguno (arts. 1450, 1818 y 898); (iii) equivale a la confirmación del acto nulo relativamente, o sea, la renuncia del derecho de pedir la nulidad (no importa la renovación del acto jurídico que adolece de nulidad relativa). 90 125 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. iv. Finalmente, conforme a lo que señala el art. 1693, la ratificación puede ser expresa o tácita. El art. 1694 señala que para que la ratificación expresa sea válida, debe hacerse con las solemnidades a que por la ley está sujeto el acto o contrato que se ratifica. Art. 1693. La ratificación necesaria para sanear la nulidad cuando el vicio del contrato es susceptible de este remedio, puede ser expresa o tácita. Art. 1694. Para que la ratificación expresa sea válida, deberá hacerse con las solemnidades a que por la ley está sujeto el acto o contrato que se ratifica. La confirmación no debe estar afectada por el mismo vicio que hace rescindible el acto que se trata de ratificar, y debe hacerse con conocimiento del vicio del acto y del correspondiente derecho de exigir la nulidad, y con intención de confirmarlo. Si se trata de la confirmación de un acto solemne, la confirmación expresa deberá someterse a las mismas solemnidades de ese acto. Respecto a la ratificación tácita, el art. 1695 señala que la ratificación tácita es la ejecución voluntaria de la obligación contratada. La ratificación tácita tiene lugar cuando la persona conociendo el vicio, cumple con el acto o contrato con la intención precisa de ratificar, es decir, con la intención de renunciar a la acción de nulidad Art. 1695. La ratificación tácita es la ejecución voluntaria de la obligación contratada. . 1.2. 3. Principales diferencias entre la nulidad absoluta y la relativa. i. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada de oficio por el juez, de propia iniciativa, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; en cambio, en el caso de la nulidad relativa requiere petición de parte y aunque el vicio aparezca de manifiesto a la vista el juez, éste no puede declararla de oficio. ii. La nulidad absoluta puede ser pedida por el Ministerio Público (Fiscalía Judicial) en el sólo interés de la moral y de la ley. Esto no rige para la nulidad relativa, ya que estamos ante meros intereses privados. iii. La nulidad absoluta puede ser alegada por todo el que tenga interés en ella, con la excepción del que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. En cambio, la nulidad relativa sólo puede alegarse por las personas en cuyo beneficio la han establecido las leyes o sus herederos o cesionarios. iv. La nulidad absoluta se sanea por un lapso de 10 años y la nulidad relativa en cuatro años, sin perjuicio de que puede suspenderse. v. La nulidad absoluta no puede sanearse por ratificación de las partes, en cuanto se encuentra establecida en el interés de la colectividad general. La nulidad relativa sí puede confirmarse. 1.2.4. Efectos de la nulidad. Los efectos tanto de la nulidad absoluta como de la nulidad relativa, una vez que éstas han sido declaradas, son los mismos. Por eso los arts. 1687 y 1689 se refieren a los efectos de ambas nulidades sin distinción alguna. 126 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita. En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo. Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales. En Chile la nulidad no produce sus efectos en tanto no haya sido declarada judicialmente por sentencia firme, tal como lo pone en evidencia el art. 1690 (esto se justifica porque la nulidad en general es de declaración judicial) y mientras no sea anulado el acto viciado, éste surte todos sus efectos porque lleva envuelto en sí una presunción de validez, no obstante, ya declarada la nulidad, operará retroactivamente destruyendo todos los efectos del acto nulo en el pasado. Art. 1690. Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras. Para saber cuáles son los efectos que produce la nulidad, es necesario distinguir entre nulidad declarada judicialmente para las partes y nulidad declarada judicialmente para terceros. Las partes son quienes han concurrido con su voluntad a la celebración de un determinado acto jurídico, en cambio los terceros, son los que no han concurrido a dicha celebración. a. Efectos de la nulidad entre las partes. A este respecto hay que tener presente un principio consagrado en el art. 1690, que señala que cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada ha favor de una de ellas no aprovechará a las otras. Esta norma no hace más que recoger el principio del efecto relativo de la sentencia, consagrado en el art. 3 inc. II, y que señala las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren.92 En relación con los efectos concretos, en esta materia hay que distinguir dos hipótesis: la primera hipótesis es que no se han cumplido las obligaciones derivadas del contrato, y la segunda, es que sí se han cumplido las obligaciones derivadas del contrato. En definitiva, hay que atender si se ha ejecutado o no el acto jurídico. En cuanto a la primera hipótesis, si se declara la nulidad de un contrato en el cual las partes no han cumplido con sus obligaciones (un acto jurídico no ejecutado), en este caso la declaración de nulidad al extinguir la fuente generadora de las obligaciones, va a extinguir consecuencialmente a éstas (las partes no podrán reclamar nada, no podrán pedir la ejecución, ya que el contrato y las obligaciones que de él derivan desaparecen). Esto se relaciona con el art. 1567 inc. II Nº 8, el cual señala que las 92 El art. 1690 aplica correctamente el principio fundamental, de que sólo admite la fuerza de la cosa juzgada en la causa en que actualmente se pronunciare, por lo tanto, la sentencia que declara la nulidad no puede hacer desposeer sin más trámite a los terceros poseedores de los bienes muebles sobre que versaba el contrato declarado nulo, si ellos no han figurado como partes, ni han sido citados en el juicio; sino que debe estarse a las resultas del juicio reivindicatorio, que debe seguir con este objeto el que obtuvo la declaración de nulidad a su favor. 127 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. obligaciones se extinguen además en todo o en parte, por la declaración de nulidad o por la rescisión. Art. 1567. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por nula. Las obligaciones se extinguen además en todo o parte: 8º Por la declaración de nulidad o por la rescisión. En la segunda hipótesis, en donde el contrato se ha cumplido en todo o en parte, se aplica lo que dispone en su inc. I el art. 1687. Este artículo contiene lo que se denomina el efecto retroactivo de la nulidad declarada judicialmente; es decir, da a las partes el derecho de exigirse recíprocamente la restitución de todo lo que hubieren entregado en virtud del contrato, o sea, el contrato se destruye en el pasado por una ficción y las partes quedan como si nunca hubieran celebrado el contrato. Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; sin perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita. En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo. El inc. II señala en concreto la manera o forma en que las partes han de ser restituidas al mismo estado en que se encontraban hasta antes de la declaración de nulidad. Las reglas generales que señala el legislador, se encuentran en los arts. 904 y siguientes, los cuales están contenidos en un párrafo que se denomina de las prestaciones mutuas, ubicado dentro del título XII que se denomina “de la reivindicación”. El legislador en la reglamentación de las prestaciones mutuas atiende a la buena o mala de fe las partes, y aquí se encuentra claramente una protección de la buena fe y una sanción de la mala fe. Existen casos de excepción en los cuales las partes no van a tener derecho a ser restituidas al estado en que se encontraban antes del contrato nulo; estos casos son: i. El primero está contenido en el art. 1468 (este caso ya está enunciado en el art. 1687 inc. I parte final), en donde se sanciona de manera expresa al contratante que ha actuado de mala fe, al que a sabiendas a dado o pagado por un objeto o causa ilícita. Aquí se exige un conocimiento efectivo, no un conocimiento presuntivo de la ley, que contiene el art. 8 Art. 1468. No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas. Art. 1687. La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; si n p er j ui cio d e lo p re ve n id o so b re el o b j eto o ca u sa il í cit a . En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud de este pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies o de su deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en consideración los casos fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo. Art. 8. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia. 128 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. El art. 1687 no sólo les impide el ejercicio de la acción de nulidad en virtud del principio nemo auditur, sino que además, y para el caso que la nulidad se pronuncie, la parte que ha obrado torpemente no puede exigir lo que dio o pagó. Ejemplo. Como se dijo, este a sabiendas a que se refiere el art. 1468, debe entenderse como un conocimiento real y efectivo del vicio. ii. Un segundo caso de excepción está contenido en el art. 1688. Si se declara nulo un contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que la ley exige, el que contrató con esa persona no puede pedir restitución o reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en cuanto prueba que el incapaz se ha hecho más rico. Art. 1688. Si se declara nulo el contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que la ley exige, el que contrató con ella no puede pedir restitución o reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en cuanto probare haberse hecho más rica con ello la persona incapaz. Se entenderá haberse hecho ésta más rica, en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas. Esta norma se va aplicar precisamente cuando una de las partes sea un incapaz, y en principio éste no restituye, porque el legislador subentiende que si no ha actuado representado o autorizado, el contrato no podría favorecerle, salvo en cuanto se hubiere hecho más rico; esto el legislador lo hace en base a otro principio inspirador del CC, como lo es el principio del enriquecimiento sin causa. El legislador en el art. 1688 inc. II señala cuando se entiende que el incapaz se ha hecho más rico, y aquí se diferencian dos situaciones: en primer lugar, en cuanto a las cosas pagadas o adquiridas le hubieren sido necesarias, como por ejemplo, cuando lo que se recibió lo ocupó para pagar una deuda. Y en segundo lugar, en cuanto las cosas pagadas o adquiridas, que no le hubieran sido necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas.93 iii. Finalmente un tercer caso de excepción se consagra en el art. 907, que trata en concreto la restitución de los frutos, y en esta materia se distingue entre poseedor de buena o mala fe. Al poseedor de buena fe se le da un tratamiento privilegiado, éste no está obligado a restituir los frutos que ha percibido mientras estuvo de buena fe (y se presume que lo está, hasta el momento de la contestación de la demanda), de acuerdo con las reglas generales dadas en la reivindicación (arts. 906, 907, 908). Art. 906. El poseedor de mala fe es responsable de los deterioros que por su hecho o culpa ha sufrido la cosa. VODANOVIC dice que la regla del art. 1688 sólo tiene aplicación en el caso de que el contrato se anule o rescinda por incapacidad de una de las partes; y así si el contrato se anula por ilicitud del objeto, error, dolo o cualquier otro vicio, no se aplica este artículo. Don Rafael VALENZUELA cree que VODANOVIC se equivoca, porque la norma se refiere al incapaz que actúa sin cumplir con las formalidades habitantes, no al incapaz por ser tal, ya que la restitutio in integrum no tiene aplicación en nuestro sistema. Sin embargo, algunos sostienen que la restitución quedará limitada en este caso a la cuantía, a la porción en que el incapaz se hubiere beneficiado y no a la totalidad de lo que se hubiere dado o pagado. 93 129 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. El poseedor de buena fe, mientras permanece en ella, no es responsable de estos deterioros, sino en cuanto se hubiere aprovechado de ellos; por ejemplo, destruyendo un bosque o arbolado, y vendiendo la madera o la leña, o empleándola en beneficio suyo. Art. 907. El poseedor de mala fe es obligado a restituir los frutos naturales y civiles de la cosa, y no solamente los percibidos sino los que el dueño hubiera podido percibir con mediana inteligencia y actividad, teniendo la cosa en su poder. Si no existen los frutos, deberá el valor que tenían o hubieran tenido al tiempo de la percepción: se considerarán como no existentes los que se hayan deteriorado en su poder. El poseedor de buena fe no es obligado a la restitución de los frutos percibidos antes de la contestación de la demanda: en cuanto a los percibidos después, estará sujeto a las reglas de los dos incisos anteriores. En toda restitución de frutos se abonarán al que la hace los gastos ordinarios que ha invertido en producirlos. Art. 908. El poseedor vencido tiene derecho a que se le abonen las expensas necesarias invertidas en la conservación de la cosa, según las reglas siguientes: Si estas expensas se invirtieron en obras permanentes, como una cerca para impedir las depredaciones, o un dique para atajar las avenidas, o las reparaciones de un edificio arruinado por un terremoto, se abonarán al poseedor dichas expensas, en cuanto hubieren sido realmente necesarias; pero reducidas a lo que valgan las obras al tiempo de la restitución. Y si las expensas se invirtieron en cosas que por su naturaleza no dejan un resultado material permanente, como la defensa judicial de la finca, serán abonadas al poseedor en cuanto aprovecharen al reivindicador, y se hubieren ejecutado con mediana inteligencia y economía. b. Efectos de la nulidad respecto de terceros. La nulidad una vez declarada no solamente alcanza con sus efectos a las partes, sino que también afecta a los terceros que derivan su derecho de la persona que adquirió la cosa en virtud del acto o contrato nulo; por ejemplo, A le vende un auto a B, y éste se lo vende a un tercero, pero A tiene acción reivindicatoria frente al tercero. Lo anterior no es sino la aplicación de las reglas generales que rigen la nulidad y la adquisición del dominio: anulado un contrato por resolución judicial ejecutoriada, sus efectos son retroactivos, y se reputa que el contrato no ha existido nunca, que no ha habido adquisición del dominio por parte del adquirente, y que el dominio no ha salido jamás del poder del tradente. Así cuando se anula un contrato de compraventa, las partes se consideran como que nunca han contratado entre sí, por lo tanto, deben ser restituidas para volver al estado en que se encontraban antes de su celebración, y como antes de la celebración del contrato el dominio estaba radicado en manos del vendedor, se reputa que este derecho sigue en sus manos. Siendo así, y como por otra parte nadie puede transferir más derechos de los que tiene y nadie puede adquirir más derechos que los que tenía su causante, las personas que han derivado sus derechos del que compró en virtud del contrato nulo, no han podido adquirir el dominio, puesto que él no lo tenía, y como el verdadero dueño es el primer vendedor, puede ejercitar la acción reivindicatoria (que es la que tiene el dueño no poseedor contra el poseedor no dueño). De esta manera se explica que la nulidad judicialmente pronunciada de acción reivindicatoria contra terceros poseedores. Lo mismo sucede si en vez de haber sido enajenada la propiedad, ésta fue gravada con hipoteca, censo, etc.; en este caso el verdadero dueño tendrá acción para hacer caducar esos gravámenes, por haber sido constituidos por quien no era dueño de la cosa. Por eso el art. 2416 dice el que sólo tiene sobre la cosa que se hipoteca un derecho eventual, limitado o rescindible, no se entiende hipotecarla sino con las condiciones y limitaciones a que está sujeto el derecho, aunque así no lo exprese. Por 130 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. eso antes de comprar un bien inmueble hay que estudiar los títulos de los últimos diez años. Art. 2416. El que sólo tiene sobre la cosa que se hipoteca un derecho eventual, limitado o rescindible, no se entiende hipotecarla sino con las condiciones y limitaciones a que está sujeto el derecho; aunque así no lo exprese. Si el derecho está sujeto a una condición resolutoria, tendrá lugar lo dispuesto en el artículo 1491. En consecuencia, esta es la regla general: la nulidad judicialmente declarada da acción reivindicatoria contra terceros poseedores, sin entrar a averiguar si estos poseedores son de buena o mala fe. En cambio la acción resolutoria sólo da acción contra terceros poseedores de mala fe (arts. 1490 y 1491). Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales. Art. 1490. Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá derecho de reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe. Art. 1491. Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública. Las excepciones legales en que no hay acción reivindicatoria, son las siguientes: i. Ocurre en el caso de que el tercero haya adquirido la cosa por prescripción adquisitiva. Aquí hay que tener presente los arts. 682 y 683, relacionados con los arts. 717, 2492, 2498, 2508 y 2517. Art. 682. Si el tradente no es el verdadero dueño de la cosa que se entrega por él o a su nombre, no se adquieren por medio de la tradición otros derechos que los transmisibles del mismo tradente sobre la cosa entregada. Pero si el tradente adquiere después el dominio, se entenderá haberse éste transferido desde el momento de la tradición. Art. 683. La tradición da al adquirente, en los casos y del modo que las leyes señalan, el derecho de ganar por la prescripción el dominio de que el tradente carecía, aunque el tradente no haya tenido ese derecho. Art. 717. Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del sucesor, principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso se la apropia con sus calidades y vicios. Podrá agregarse en los mismos términos a la posesión propia la de una serie no interrumpida de antecesores. Art. 2492. La prescripción es un modo de adquirir las cosas ajenas, o de extinguir las acciones y derechos ajenos, por haberse poseído las cosas o no haberse ejercido dichas acciones derechos durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos legales. Una acción o derecho se dice prescribir cuando se extingue por la prescripción. Art. 2498. Se gana por prescripción el dominio de los bienes corporales raíces o muebles, que están en el comercio humano, y se han poseído con las condiciones legales. Se ganan de la misma manera los otros derechos reales que no están especialmente exceptuados. Art. 2508. El tiempo necesario a la prescripción ordinaria es de dos años para los muebles y de cinco años para los bienes raíces. Art. 2517. Toda acción por la cual se reclama un derecho se extingue por la prescripción adquisitiva del mismo derecho. 131 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. En este caso, como el poseedor, por acto suyo, se ha colocado en la imposibilidad de restituir la cosa, rigen los arts. 898 y 900. Art. 898. La acción de dominio tendrá también lugar contra el que enajenó la cosa, para la restitución de lo que haya recibido por ella, siempre que por haberla enajenado se haya hecho imposible o difícil su persecución; y si la enajenó a sabiendas de que era ajena, para la indemnización de todo perjuicio. El reivindicador que recibe del enajenador lo que se ha dado a éste por la cosa, confirma por el mismo hecho la enajenación. Art. 900. Contra el que poseía de mala fe y por hecho o culpa suya ha dejado de poseer, podrá intentarse la acción de dominio, como si actualmente poseyese. De cualquier modo que haya dejado de poseer y aunque el reivindicador prefiera dirigirse contra el actual poseedor, respecto del tiempo que ha estado la cosa en su poder tendrá las obligaciones y derechos que según este título corresponden a los poseedores de mala fe en razón de frutos, deterioros y expensas. Si paga el valor de la cosa y el reivindicador lo acepta, sucederá en los derechos del reivindicador sobre ella. Lo mismo se aplica aun al poseedor de buena fe que durante el juicio se ha puesto en la imposibilidad de restituir la cosa por su culpa. El reivindicador en los casos de los dos incisos precedentes no será obligado al saneamiento. ii. La declaración de nulidad no afecta al tercero en la situación del art. 1895, esto a propósito de la rescisión del contrato de compraventa por lesión enorme, es decir, rescindido un contrato de compraventa por lesión enorme, no caducan las hipotecas y gravámenes constituidos sobre la cosa. En este caso A no tiene derecho ha hacer cesar el gravamen, sino que la ley exige que sea B quien haga cesar los gravámenes. Si el comprador está obligado a purificar la cosa de los gravámenes, es porque ellos no han caducado por la sola declaración de rescisión, y aún, enajenada la cosa por el comprador, no puede pedirse la rescisión por lesión enorme, pues esta acción se extingue cuando el comprador ha enajenado la cosa (art. 1893). Art. 1895. El comprador que se halle en el caso de restituir la cosa, deberá previamente purificarla de las hipotecas u otros derechos reales que haya constituido en ella. Art. 1893. Perdida la cosa en poder del comprador no habrá derecho por una ni por otra parte para la rescisión del contrato. Lo mismo será si el comprador hubiere enajenado la cosa; salvo que la haya vendido por más de lo que había pagado por ella; pues en tal caso podrá el primer vendedor reclamar este exceso, pero sólo hasta concurrencia del justo valor de la cosa, con deducción de una décima parte. iii. En materia de muerte presunta, el art. 94 se refiere a la rescisión del decreto de posesión definitiva, señalando en el Nº 4 que los bienes del desaparecido se recobran en el estado en que se encuentren, subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas, y demás derechos reales constituidos legalmente en ellos. En este caso no hay acción reivindicatoria contra terceros. Art. 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas que siguen: 4. En virtud de este beneficio se recobrarán los bienes en el estado en que se hallaren, subsistiendo las enajenaciones, las hipotecas y demás derechos reales constituidos legalmente en ellos. iv. En materia de donaciones, la regla general está consagrada en el art. 1432 (en relación con los arts. 1425 y 1426), y consiste en que si se declara la nulidad de un contrato de donación, el donante por regla general, no tiene acción contra 132 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. terceros poseedores, ni para la extinción de la hipoteca, servidumbre u otros derechos constituidos sobre la cosa donada. Art. 1432. La resolución, rescisión y revocación de que hablan los artículos anteriores, no dará acción contra terceros poseedores, ni para la extinción de las hipotecas, servidumbres u otros derechos constituidos sobre las cosas donadas, sino en los casos siguientes: 1. Cuando en escritura pública de la donación (inscrita en el competente registro, si la calidad de las cosas donadas lo hubiere exigido), se ha prohibido al donatario enajenarlas, o se ha expresado la condición; 2. Cuando antes de las enajenaciones o de la constitución de los referidos derechos, se ha notificado a los terceros interesados, que el donante u otra persona a su nombre se propone intentar la acción resolutoria, rescisoria o revocatoria contra el donatario; 3. Cuando se ha procedido a enajenar los bienes donados, o a constituir los referidos derechos, después de intentada la acción. El donante que no hiciere uso de dicha acción contra terceros, podrá exigir al donatario el precio de las cosas enajenadas, según el valor que hayan tenido a la fecha de la enajenación. Art. 1425. Son rescindibles las donaciones en el caso del artículo 1187. Art. 1426. Si el donatario estuviere en mora de cumplir lo que en la donación se le ha impuesto, tendrá derecho el donante o para que se obligue al donatario a cumplirlo, o para que se rescinda la donación. En este segundo caso será considerado el donatario como poseedor de mala fe, para la restitución de las cosas donadas y los frutos, siempre que sin causa grave hubiere dejado de cumplir la obligación impuesta. Se abonará al donatario lo que haya invertido hasta entonces en desempeño de su obligación, y de que se aprovechare el donante. v. La acción de indignidad, la cual no pasa contra terceros poseedores de buena fe. Si un indigno de suceder a otro lo ha sucedido y ha enajenado los bienes muebles de la sucesión, los verdaderos herederos no tendrán acción contra terceros poseedor de acuerdo con el art. 976. Art. 976. La acción de indignidad no pasa contra terceros de buena fe. Para que un tercero resulte afectado por la declaración de nulidad, es menester, que se proceda judicialmente en contra de él (que se entable una acción reivindicatoria, se notifique y se inicie un juicio contra él). En el hecho, es posible ejercer conjuntamente las acciones de nulidad y la acción reivindicatoria, así lo permite el CPC. Respecto a las a c c i o n e s a q u e d a o r i g e n l a n u l i d a d , hay una acción personal para la anulación del contrato, la cual debe dirigirse contra los contratantes; y una acción real (reivindicatoria) dirigida contra el actual poseedor de la cosa o el que tenga sobre ella un derecho real emanado del que adquirió en virtud del contrato nulo. 1.2.5. La nulidad de los actos de los incapaces. La regla es que si un relativamente incapaz celebra un acto sin las formalidades habilitantes, el acto es anulable de nulidad relativa, y para demandarla, el incapaz deberá cumplir con todas las formalidades que la ley exige (pedirla a través de su representante legal o autorizado por éste). Así, si un incapaz en el deseo de celebrar un contrato, se hace pasar por capaz, y si se limita a decir que es mayor de edad o que no está interdicto, igual podrá pedir más tarde la nulidad relativa del contrato, porque la ley estima que el otro contratante ha sido negligente al no cerciorarse del verdadero estado del incapaz y dejarse guiar por meras aseveraciones. Pero no sucede lo mismo si de 133 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, por ejemplo, si falsifica una partida de nacimiento para aparecer como mayor de edad; en este caso no hay ninguna negligencia de parte del otro contratante, ya que no puede presumir la mala fe, y es por ello que la ley no permite al incapaz ni a sus herederos o cesionarios alegar la nulidad. En relación con lo anterior, hay que tener en cuenta el art. 1685 el cual señala que si el incapaz realizó maquinizaciones fraudulentas tendientes a esconder su incapacidad, en este caso operaría el principio nemo auditor (el que se aprovecha de su propio dolo no será oído). Pero si el incapaz se limitó a afirmar que era capaz, el legislador no lo priva de acción, esto porque se sanciona al contratante que no fue diligente para los efectos de verificar la capacidad de su contratante. Art. 1685. Si de parte del incapaz ha habido dolo para inducir al acto o contrato, ni él ni sus herederos o cesionarios podrán alegar nulidad. Sin embargo, la aserción de mayor edad, o de no existir la interdicción u otra causa de incapacidad, no inhabilitará al incapaz para obtener el pronunciamiento de nulidad. Esta norma, al igual que en la nulidad absoluta, contempla un caso de indignidad para pedir la nulidad relativa. Se discute si en la indignidad contemplada en la nulidad absoluta, se incluyen los herederos y cesionarios, porque el art. 1683 no los menciona, al contrario de lo que sucede en esta situación. Art. 1683. La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su declaración por el ministerio público en el interés de la moral o de la ley; y no puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo que no pase de diez años. También hay que tener en cuenta el art. 1686, que es fundamental en esta materia. La razón de este artículo, radica en que el legislador quiere dejar en claro que en el CC no rige a favor de los incapaces el beneficio de la retitutio in integrum. Art. 1686. Los actos y contratos de los incapaces en que no se ha faltado a las formalidades y requisitos necesarios, no podrán declararse nulos ni rescindirse, sino por las causas en que gozarán de este beneficio las personas que administran libremente sus bienes. Por último, la tercera regla que hay que tener en consideración es el art. 1688. Art. 1688. Si se declara nulo el contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos que la ley exige, el que contrató con ella no puede pedir restitución o reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en cuanto probare haberse hecho más rica con ello la persona incapaz. Se entenderá haberse hecho ésta más rica, en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido necesarias, subsistan y se quisiere retenerlas. 2. La ineficacia en sentido estricto. La ineficacia en sentido estricto, supone un acto existente y válido, pero que no va a producir sus efectos o que va a dejar de producirlos por causas extrínsecas, esto es, por un hecho que es posterior y ajeno al acto mismo. Se distingue dentro de ella: la resolución, la terminación, la revocación, la resciliación, el desistimiento unilateral, la caducidad, la suspensión y la inoponibilidad. 2.1. La resolución. 134 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Se puede definir como el término de una relación contractual por sobrevenir un hecho futuro e incierto que puede consistir o no en el incumplimiento de las obligaciones por una de las partes; en otras palabras, es la condición resolutoria cumplida, la cual pone término a las obligaciones del contrato, y en consecuencia a éste, operando con cierto efecto retroactivo. Declarada la resolución, se extinguen las obligaciones de las partes, y el incumplidor debe indemnizar los perjuicios (el efecto retroactivo de la condición cumplida, puede afectar a los terceros en ciertos casos). Esto se vincula con el tema de las condiciones, y la principal condición resolutoria, es la condición resolutoria tácita (arts. 1489, 1490 y 1491); también puede ser condición resolutoria ordinaria. Art. 1489. En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado. Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios. Art. 1490. Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá derecho de reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe. Art. 1491. Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública. 2.2. La terminación. Es la resolución pero aplicada a una especie particular de contrato, que son los contratos de tracto sucesivo (por ejemplo, el arrendamiento). La resolución opera con efecto retroactivo, en cambio la terminación sólo hacia el futuro. Dicho de otro modo, es la condición resolutoria cumplida referida los contratos de tracto sucesivo, y opera siempre hacia el futuro. 2.3. La revocación. Es una declaración unilateral de voluntad que consiste en la retractación de un acto jurídico ya celebrado, aún bilateral, consentida por la ley al autor de dicha retractación. La regla general, es que la revocación solamente proceda respecto actos jurídicos unilaterales, como por ejemplo el testamento, que es un acto jurídico unilateral y esencialmente revocable. Excepcionalmente también es posible aplicar la revocación respecto de actos jurídicos bilaterales, en este caso la doctrina se refiere a esta causal como r e s c i l i a c i ó n u n i l a t e r a l , por ejemplo, en el caso del contrato de mandato, respecto a este contrato el legislador señala en el art. 2163 Nº 3 que el mandato termina por revocación del mandante (también por la renuncia del mandatario). Art. 2163. El mandato termina: 3. Por la revocación del mandante. Hay que precisar que la revocación se da excepcionalmente en los contratos bilaterales, porque aquí se aplica el adagio de que en derecho las cosas se deshacen de la misma manera en que se hacen. Esto se da en el mandato, porque es un contrato de confianza, y la confianza se puede perder. Hay contratos que por sus características son irrevocables, o sea, no pueden ser privados de efectos por la declaración de una sola de las partes, y esto se debe a que 135 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. vinculan de inmediato a ambas, por lo tanto, para restarles eficacia es preciso que lo hagan ambas partes por mutuo disenso. 2.4. La resciliación. También llamada mutuo discenso, es una convención (acto jurídico bilateral) por la cual las partes acuerdan dejar sin efecto un contrato (siempre que no se hayan cumplido las obligaciones recíprocas, sino sería un nuevo contrato). El legislador admite por regla general, que los contratos puedan dejarse sin efecto por resciliación, así lo reconoce en los arts. 1545 y 1567 Nº 1. Una excepción a esto, se da en el caso del matrimonio. Art. 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales. Art. 1567. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por nula. Las obligaciones se extinguen además en todo o parte: 1. Por la solución o pago efectivo. 2.5. Desistimiento unilateral. Es el término de una relación contractual por decisión de una parte comunicada a la otra. Esta es una figura de aplicación excepcional, que sólo rige cuando las partes lo han pactado, o cuando la ley lo establece. Generalmente se da en los contratos de tiempo indeterminado o de tracto sucesivo (una de las formas de desistimiento es el desahucio en el contrato de trabajo y en el arrendamiento). El desistimiento unilateral puede ser una facultad reconocida a una de las partes antes de que el contrato haya comenzado a ejecutarse o después. De ordinario, el aviso que debe darse a la otra parte, se exige que se haga con determinada anticipación, para que ella pueda proveer con debido tiempo a la disolución de la relación (generalmente se pacta una multa o arras de carácter penitencial, como contraprestación del desistimiento). La doctrina señala que la diferencia que existe entre la revocación y el desistimiento unilateral, es, en primer lugar, respecto del ámbito en el que operan, ya que la revocación opera tanto en actos jurídicos unilaterales como en actos jurídicos bilaterales, en cambio el desistimiento unilateral, opera específicamente en actos jurídicos bilaterales (contratos); y en segundo lugar, la revocación ataca a la fuente, se deja sin efecto la fuente generadora de las obligaciones, en cambio, el desistimiento ataca directamente a las obligaciones94. 2.6. La caducidad. La revocación sería un acto sucesivo que tiende primero a borrar o retirar el acto jurídico originario, desapareciendo mediatamente o por vía de consecuencial, los efectos de éste; por ejemplo, en el juicio para revocar la donación entre vivos por ingratitud del donatario, se tiende a derribar la donación y como consecuencia se eliminan los efectos que había originado ese contrato. El desistimiento, aunque también es un acto jurídico sucesivo, se encamina, en cambio, a disolver inmediatamente la relación determinada por el contrato, no ataca a éste para derribarlo ni lo cuestiona, sólo pretende poner fin a la relación y, naturalmente, sólo para el futuro y no con retroactividad. 94 136 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Suele utilizarse el término en diversos sentidos, y se define como la pérdida de un derecho por no haberse ejercido por su titular durante el término fijado para su ejercicio por la ley, o por la voluntad de las partes. 2.7. La suspensión. Hay suspensión del acto jurídico cuando los efectos de éste, para tener lugar, están subordinados a la ocurrencia de un hecho, y éste todavía no se ha verificado. Tal hecho puede ser una condición suspensiva fijada por las partes o una condición legal, que es un hecho determinado establecido como necesario por la ley, en calidad de supuesto, para que los efectos del acto puedan producirse. Así por ejemplo, la muerte del testador es una condición legal, y mientras ello no ocurra el testamento permanecerá inmóvil. 2.8. La inoponibilidad. Ésta es una causal de ineficacia en sentido estricto, pero también es una sanción civil. Se define normalmente por la doctrina, como la ineficacia respecto de terceros de un derecho nacido ya sea a consecuencia de la celebración o de la nulidad de un acto jurídico (en algunos casos la ineficacia respecto de terceros puede venir de la resolución y de la revocación). También se define como la sanción legal que consiste en el impedimento de hacer valer, frente a ciertos terceros, un derecho nacido de un acto jurídico válido o de uno nulo, revocado o resuelto. A diferencia de lo que ocurre con la nulidad, la inoponibilidad no está tratada de manera sistemática en el CC, no hay un título que la defina, que fije sus causales o consecuencias, pero sí se pueden encontrar casos de inoponibilidad, hipótesis sancionadas con inoponibilidad; sin embargo, en estos casos el legislador ni siquiera utiliza el término inoponibilidad, sólo lo utiliza expresamente en disposiciones como el art. 1757. Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756. La nulidad o i n o p o n i b i l i d a d anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o cesionarios. El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos. En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato. La doctrina se ha encargado de sistematizar este tema, y ha ordenado las causales de inoponibilidad; éstas son las siguientes: i. La primera causal de inoponibilidad la constituye la o m i s i ó n d e f o r m a l i d a d e s p o r v í a d e p u b l i c i d a d s u s t a n c i a l e s . Las formalidades por vía de publicidad corresponden a requisitos externos del acto jurídico, y en caso de que estas formalidades sean sustanciales, la sanción es precisamente la inoponibilidad. Aquí no se afecta la validez del acto jurídico entre las partes, pero el legislador establece que como falta esta formalidad, el derecho no va a poder hacerse valer respecto de terceros. Un ejemplo de esta causal de inoponibilidad se encuentra en el art. 1707; también en el art. 1902 a propósito de la cesión de créditos, que 137 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. establece que tanto la notificación como la aceptación son necesarias (pues se protege a terceros acreedores); otro caso está contenido en el art. 2503. Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no producirán efecto contra terceros. Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero. Art. 1902. La cesión no produce efecto contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por éste. Art. 2503. Interrupción civil es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra el poseedor. Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes: 1. Si la notificación de la demanda no ha sido hecha en forma legal; 2. Si el recurrente desistió expresamente de la demanda o se declaró abandonada la instancia; 3. Si el demandado obtuvo sentencia de absolución. En estos tres casos se entenderá no haber sido interrumpida la prescripción por la demanda. ii. Otra causal de inoponibilidad es la f a l t a d e f e c h a c i e r t a (art. 1703). Los instrumentos privados no registran en su otorgamiento la intervención de un ministro de fe, por lo tanto, estos pueden antedatarse o posdatarse precisamente porque no hay un ministro de fe que de una fecha cierta a la celebración del acto. Respecto de esto, el legislador en el art. 1703 señala que el instrumento privado no tiene fecha cierta sino en los casos que señala la ley, como por ejemplo, así se cuenta respecto de terceros desde el fallecimiento de alguno de los que han firmado. Art. 1703. La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino desde el fallecimiento de alguno de los que le han firmado, o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que conste haberse presentado en juicio, o en que haya tomado razón de él o le haya inventariado un funcionario competente, en el carácter de tal. iii. Otra causal de inoponibilidad la constituye la f a l t a d e c o n s e n t i m i e n t o ; el supuesto, aquí es que el acto es inoponible porque una de las partes no ha consentido. Uno de los casos a analizar dentro de esta hipótesis, es la venta de cosa ajena, ya que a partir del art. 1815, se dice que la venta de cosa ajena es válida pero inoponible al verdadero dueño, porque él no consintió. En este caso el legislador se refiere a la validez del contrato como instrumento, en el sentido de que cumple tanto con los requisitos de existencia como con los requisitos de validez (las partes eran capaces, no hay causa ilícita, no hay objeto ilícito, etc.), además en Chile los contratos no transfieren el dominio, por lo que no se perjudica al dueño; en lo que respecta al comprador, éste adquiere la calidad de poseedor, la que unida al transcurso del tiempo le permite adquirir el dominio por prescripción adquisitiva. Los contratos sólo crean derechos y obligaciones para las partes, y no es obligación, en el contrato de compraventa, para el vendedor transferir el dominio. Art. 1815. La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo. iv. Otro caso se encuentra en el art. 1757, en relación con los arts. 1749 y 1756. Estas disposiciones dicen relación con el régimen de sociedad conyugal, y el art. 138 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. 1749 específicamente, establece una limitación al marido como administrador de la sociedad conyugal, que consiste en que éste no puede dar en arriendo o ceder la tenencia de inmuebles sociales por más de cinco años, en el caso de los predios urbanos, y por más de ocho años en el caso de los predios rústicos (el art. 1756 se refiere a los bienes de la mujer). Al respecto, el art. 1757 señala que los contratos celebrados por el marido por periodos que superen los establecidos en el art. 1749 son inoponibles a la mujer (sólo en el exceso, es válido hasta el límite). Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756. La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o cesionarios. El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos. En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato. Art. 1749. El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los bienes sociales y los de su mujer; sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones que por el presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las capitulaciones matrimoniales... No podrá tampoco, sin dicha autorización, disponer entre vivos a título gratuito de los bienes sociales, salvo el caso del artículo 1735, ni dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales urbanos por más de cinco años, ni los rústicos por más de ocho, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido. Art. 1756. Sin autorización de la mujer, el marido no podrá dar en arriendo o ceder la tenencia de los predios rústicos de ella por más de ocho años, ni de los urbanos por más de cinco, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido. Es aplicable a este caso lo dispuesto en los incisos 7.º y 8.º del artículo 1749. v. Otra causal de inoponibilidad, son los casos derivados de la nulidad de un acto o contrato, a esto se hace referencia en el art. 1689, que señala que la nulidad legalmente declarada es oponible a terceros, salvo en los casos que la ley señale lo contrario. Art. 1689. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra terceros poseedores; sin perjuicio de las excepciones legales. vi. Otra causal de inoponibilidad, la constituye la inoponibilidad por simulación95. Del art. 1707 inc. I, se desprende que el acto simulado no vale contra terceros. Art. 1707.inc. I. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no producirán efecto contra terceros. D. Generalidades sobre las modalidades de los actos jurídicos. Las modalidades son elementos del acto jurídico que introducidas por las partes o la ley tienen por objeto alterar los efectos normales del mismo.96 La situación normal La simulación es una hipótesis en que se produce una divergencia entre la voluntad real y la voluntad declarada, destacando que la divergencia es consciente y deliberada, realizada por las partes con fines de engaño para perjudicar a terceros y/o para infringir la ley. 95 139 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. de un acto jurídico, es que produzca sus efectos tan pronto se celebre y de manera indefinida, y esto es lo que afectan las modalidades, ya que por una parte afecta el nacimiento o exigibilidad de las obligaciones y, por otro lado, su extinción. Son especie o tipos de modalidad: la condición, el plazo, el modo, y se discute respecto de la representación, pero la posición mayoritaria sostiene que constituye una modalidad. Las c a r a c t e r í s t i c a s de las modalidades son las siguientes: i. Por regla general, las modalidades constituyen un e l e m e n t o p u r a m e n t e a c c i d e n t a l de los actos jurídicos, es decir, pueden o no hallarse incorporados en un acto, sin que ejerzan influencia sobre la existencia o validez de éste; pero una vez incorporados a un acto jurídico, pasan a ser parte integrante del mismo e influyen sobre su eficacia. Para entender esto, se debe considerar el art. 1444 en donde el legislador clasifica los elementos del acto jurídico en elementos de la esencia, de la naturaleza, y puramente accidentales; y al afirmar que es un elemento puramente accidental, se está diciendo que son las partes las que convienen en agregar la modalidad. Art. 1444. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales. Hay casos excepcionales en que las modalidades pueden asumir el rol de elemento de la esencia o de la naturaleza. Ejemplo de un acto en el cual una modalidad asume el rol de elemento esencial está en el art. 1554 Nº 3, a propósito del contrato de promesa, el cual señala que la promesa no produce efecto alguno salvo que la promesa tenga un plazo o condición que fije la época de celebración del contrato definitivo. Aquí las partes están obligadas a incorporar un plazo o condición, de lo contrario será inexistente o al menos absolutamente nulo.97 Art. 1554. La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna; salvo que concurran las circunstancias siguientes: 3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del contrato También es posible encontrar hipótesis en las cuales la modalidad asume el rol de elemento de la naturaleza, es decir, el legislador las entiende incorporadas sin que sea necesaria la existencia de una cláusula especial. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el caso de la condición resolutoria tácita, que el legislador entiende incorporada en todo contrato bilateral (art. 1489)98. Art. 1489. En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado. El profesor VIDAL las define como toda modificación introducida por las partes o la ley en las consecuencias naturales de un acto jurídico. Son situaciones que alteran la obligación ya sea en su nacimiento o exigibilidad 97 Es plenamente justificable que el legislador haya dado a las modalidades el rol de elemento de la esencia, ya que lo que buscan las partes al celebrar el contrato de promesa es vincularse desde ya, pero postergar la celebración del contrato definitivo, lo cual se logra fijando un plazo o condición. 98 En este artículo el legislador entiende incorporada en todo contrato una condición resolutoria, mediante la cual si una parte no cumple, la otra puede pedir la resolución del contrato. 96 140 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios. ii. Son e x c e p c i o n a l e s , ya que la regla general en el derecho es que los actos sean puros y simples, es decir, producen sus efectos inmediatamente y para siempre. iii. En relación con la segunda característica, éstas n o s e p r e s u m e n , por lo tanto, el que alega la existencia de una modalidad, está obligado a probarla. Pero excepcionalmente la ley las presupone, por ejemplo, en los arts. 73899 y 1489. Art. 738. El fideicomiso supone siempre la condición expresa o tácita de existir el fideicomisario, o su substituto, a la época de la restitución. A esta condición de existencia pueden agregarse otras copulativa o disyuntivamente. En cuanto al á m b i t o d e a p l i c a c i ó n de las modalidades, este tema se refiere a los actos que son susceptibles de sujetarse a modalidades. En esta materia cobra especial relevancia una de las clasificaciones que existe en relación con los actos jurídicos, la cual distingue entre los actos del derecho de familia y los actos de derecho patrimonial. Esto porque la naturaleza de las normas que gobiernan estos actos son distintas, así, las normas del derecho patrimonial son, por regla general, simplemente supletorias de la voluntad particular, lo que implica que las partes pueden alterar aquello estatuido de manera general por el legislador; en cambio, las normas que gobiernan el derecho de familia tienen una naturaleza completamente distinta, ya que por regla general, las normas que gobiernan esta área tienen una naturaleza imperativa, de manera tal, que aquello que ha sido establecido de manera general por el legislador, las partes normalmente están obligadas a observarlo, sin poder introducir modificaciones. Por todo lo anterior, es que el ámbito más propio de las modalidades es el de los actos patrimoniales (por que en derecho privado puede hacerse todo lo que la ley no prohíbe), no así los actos del derecho de familia.100 El que los actos patrimoniales sean susceptibles de modalidades, está sujeto a excepciones, ya que en algunos actos patrimoniales el legislador ha excluido expresamente la posibilidad de someterlos a modalidad, por ejemplo, el art. 1227 señala que no se puede aceptar o repudiar una herencia condicionalmente; el art. 1192 inc. I101. Art. 1227. No se puede aceptar o repudiar condicionalmente, ni hasta o desde cierto día. Art. 1192. La legítima rigorosa no es susceptible de condición, plazo, modo o gravamen alguno. VODANOVIC cree que no es una condición, sino que la existencia del fideicomisario es un presupuesto del acto. 100 Los actos de familia no admiten modalidades, porque sus efectos son o están fijados por la ley en forma expresa e imperativa. Por ejemplo, el matrimonio está definido en el art. 102, y aquí el legislador pone en evidencia que este acto no es susceptible de modalidad, esto lo hace expresamente al utilizar las expresiones actual e indisolublemente, en donde la palabra "actual" significa que comienza a producir efectos inmediatamente de celebrado, y la palabra "indisolublemente" revela que el término del matrimonio no puede subordinarse a suceso alguno; con esto se excluye la posibilidad de agregar modalidades que afecten su nacimiento o extinción, esto sin perjuicio del divorcio o nulidad. Otro ejemplo es la adopción 101 La Ley General de Bancos, en su art. 48 N° 7, señala que pueden sujetarse a la administración de los bancos comerciales los bienes muebles que constituyen la legítima rigorosa, durante la incapacidad del legitimario. 99 141 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Sobre lo demás que se haya dejado o se deje a los legitimarios, excepto bajo la forma de donaciones entre vivos, puede imponer el testador los gravámenes que quiera; sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1195. En cuanto a la n o r m a t i v a a p l i c a b l e a las modalidades, ésta se encuentra contenida en dos libros distintos del CC, en el libro IV (de las obligaciones en general y de los contratos), títulos IV (de las obligaciones condicionales y modales) y V (de las obligaciones a plazo), arts. 1473 y siguientes; y también en el libro III (de la sucesión por causa de muerte, y de las donaciones entre vivos), título IV (de las asignaciones testamentarias), párrafo II (de las asignaciones testamentarias condicionales), III (de las asignaciones testamentarias a día), y IV (de las asignaciones modales), arts. 1070 y siguientes. Las normas contenidas en el libro IV están destinadas a regir principalmente las obligaciones condicionales, modales o a plazo. Y las normas contenidas en el libro III están destinadas a regular principalmente las asignaciones testamentarias condicionales, a plazo o modales. Ocurre que por disposición legal existe una retroalimentación entre estas normas, ya que al examinar el art. 1493 (que es con el que se termina el título de las obligaciones condicionales), el legislador señala que para todo lo que no está regulado en este libro, se aplicarán las reglas del libro III; el art. 1498 señala que lo dicho en el art. 1493 se aplica a las convenciones; y en el libro III, donde se regulan las asignaciones testamentarias modales, hay una remisión al libro IV (arts. 1070 y 1080). Art. 1493. Las disposiciones del Título IV del Libro III sobre las asignaciones testamentarias condicionales o modales, se aplican a las convenciones en lo que no pugne con lo dispuesto en los artículos precedentes. Art. 1498. Lo dicho en el Título IV del Libro III sobre las asignaciones testamentarias a día, se aplica a las convenciones. Art. 1070. Las asignaciones testamentarias pueden ser condicionales. Asignación condicional es, en el testamento, aquella que depende de una condición, esto es, de un suceso futuro e incierto, de manera que según la intención del testador no valga la asignación si el suceso positivo no acaece o si acaece el negativo. Las asignaciones testamentarias condicionales se sujetan a las reglas dadas en el título De las obligaciones condicionales, con las excepciones y modificaciones que van a expresarse. Art. 1080. Las asignaciones testamentarias pueden estar limitadas a plazos o días de que dependa el goce actual o la extinción de un derecho; y se sujetarán entonces a las reglas dadas en el título De las obligaciones a plazo, con las explicaciones que siguen. Por lo tanto se debe partir por el libro IV, y cuando éste es insuficiente se puede recurrir al libro III; esto es importante, porque en algunos casos existen soluciones contradictorias. Y en cuanto al testamento, se debe partir por el libro III y recurrir al libro IV. 1. La condición. La condición es definida por la doctrina como el hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o extinción de un derecho. Art. 1473. Es obligación condicional la que depende de una condición, esto es, de un acontecimiento futuro que puede suceder o no. La condición es un hecho f u t u r o porque está destinada a ocurrir después del momento en que se celebra el acto, por ende, no hay condición si el hecho existe o ha 142 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. existido, caso en el cual el acto se mira como puro y simple, y por tanto, la condición se mira como no escrita; y tampoco hay condición si el hecho no existe ni ha existido (y no puede existir), caso en el cual el acto no produce efecto alguno, el acto no vale, ni tiene eficacia. Estas conclusiones se extraen de lo dispuesto por el legislador en el art. 1071, disposición que resulta aplicable en función de lo dispuesto en el art. 1493 (hace una remisión a las normas del Libro III). Art. 1071. La condición que consiste en un hecho presente o pasado, no suspende el cumplimiento de la disposición. Si existe o ha existido, se mira como no escrita; si no existe o no ha existido, no vale la disposición. Lo pasado, presente y futuro se entenderá con relación al momento de testar, a menos que se exprese otra cosa. Es un hecho i n c i e r t o , porque lo que caracteriza a la condición es que no se sabe si va a ocurrir o no. Por esto es que se puede afirmar que la muerte no es una condición, sino que es un plazo; pero la muerte agregada a otra circunstancia, puede constituir condición, por ejemplo, te doy mi auto si no mueres antes del próximo año. La incertidumbre es lo característico de la condición, y es lo que permite diferenciarla del plazo. Existen distintas c l a s e s d e c o n d i c i ó n : i. Atendiendo a la n a t u r a l e z a d e l h e c h o e n q u e c o n s i s t e n , las condiciones, según el art. 1474, pueden ser p o s i t i v a s , las cuales consisten en el acontecer de una cosa, o n e g a t i v a s , que consisten en que una cosa no acontezca. Art. 1474. La condición es positiva o negativa. La positiva consiste en acontecer una cosa; la negativa, en que una cosa no acontezca. ii. Atendiendo a la p o s i b i l i d a d f í s i c a o m o r a l d e s u o c u r r e n c i a , las condiciones se clasifican en física y moralmente posibles, y física y moralmente imposibles; a esta clasificación se refieren los arts. 1475 y 1476. El art. 1475 define la condición f í s i c a m e n t e i m p o s i b l e como aquella contraria a las leyes de la naturaleza física, como por ejemplo, alcanzar una estrella con la mano; y m o r a l m e n t e i m p o s i b l e , la que consiste en un hecho prohibido por las leyes u opuesto a las buenas costumbres, o al orden público, por ejemplo, te doy una casa si matas a Juan. Art. 1475. La condición positiva debe ser física y moralmente posible. Es físicamente imposible la que es contraria a las leyes de la naturaleza física; y moralmente imposible la que consiste en un hecho prohibido por las leyes, o es opuesta a las buenas costumbres o al orden público. Se mirarán también como imposibles las que están concebidas en términos ininteligibles. Art. 1476. Si la condición es negativa de una cosa físicamente imposible, la obligación es pura y simple; si consiste en que el acreedor se abstenga de un hecho inmoral o prohibido, vicia la disposición. iii. Atendiendo a sus e f e c t o s las condiciones se clasifican en suspensivas y resolutorias. La condición s u s p e n s i v a es aquella que mientras no se cumple, suspende la adquisición de un derecho; en tal sentido, se define como un hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o la adquisición de un derecho. Y la condición r e s o l u t o r i a , es aquella que verificada extingue un derecho; así 143 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. se ha definido como un hecho futuro e incierto del cual depende la extinción o resolución de un derecho. Art. 1479. La condición se llama suspensiva si, mientras no se cumple, suspende la adquisición de un derecho; y resolutoria, cuando por su cumplimiento se extingue un derecho. En la condición suspensiva, el acto existe aun antes de que la condición se cumpla, pero su eficacia, la producción de sus efectos permanece en suspenso. En la condición resolutoria, el acto existe y produce todos los efectos de que es capaz, desde antes de que la condición se realice, y sólo queda la incertidumbre sobre la extinción de estos efectos. Sin duda, esta es la clasificación más importante.102 iv. Atendiendo a la c a u s a q u e p r o d u c e e l h e c h o f u t u r o e i n c i e r t o , las condiciones se clasifican en potestativas, casuales y mixtas. Las p o t e s t a t i v a s son aquellas que dependen de la voluntad del deudor o del acreedor, y dentro de éstas se distingue entre condiciones simplemente potestativas y condiciones pura o meramente potestativas. Las s i m p l e m e n t e p o t e s t a t i v a s , son aquellas que dependen de un hecho, de un acto voluntario del acreedor o del deudor; consisten en un hecho voluntario, pero que ordinariamente no se verifica o no se omite sin un motivo, por ejemplo, si hago un viaje a Santiago, etc. Y las p u r a o m e r a m e n t e p o t e s t a t i v a s en cambio, son aquellas que dependen de la sola voluntad del deudor o acreedor (arts. 1477 y 1478); consisten en la simple declaración de voluntad o en un hecho tal que puede o no verificarse indiferentemente, sin que haya serios motivos que induzcan a ejecutarlo o a omitirlo, por ejemplo te daré algo, si quiero, si me agrada, etc. Art. 1477. Se llama condición potestativa la que depende de la voluntad del acreedor o del deudor; casual la que depende de la voluntad de un tercero o de un acaso; mixta la que en parte depende de la voluntad del acreedor y en parte de la voluntad de un tercero o de un acaso. Art. 1478. Son nulas las obligaciones contraídas bajo una condición potestativa que consista en la mera voluntad de la persona que se obliga. Si la condición consiste en un hecho voluntario de cualquiera de las partes, valdrá. Es importante esta distinción en función de lo dispuesto en el art. 1478 inc. I, que señala que las condiciones suspensivas meramente potestativas que dependen del deudor no son válidas, porque en ellas el deudor no manifiesta inalterable su voluntad de obligarse, no manifiesta el propósito serio de obligarse, por lo cual hay falta de voluntad, y por lo tanto, no hay acto jurídico. En cambio, la condición resolutoria puramente potestativa,dependiente de la mera voluntad de la persona que se obliga, es válida porque la obligación ha podido nacer a la vida del derecho y la condición ha afectado únicamente a su extinción. En teoría, no hay más que condición suspensiva, esto porque toda condición suspende algo: la suspensiva, el nacimiento del derecho, y la resolutoria, su extinción. Toda condición resolutoria para una de las partes, es suspensiva para la otra; la condición resolutoria no es más que una faz de la condición suspensiva. Por ejemplo, en la compraventa: si A vende a B una casa, el derecho de B sobre ella está sujeto a la condición resolutoria de que pague el precio, si no lo paga, se extingue su derecho, pero para A, la condición es suspensiva, porque si B no paga, va a adquirir nuevamente su derecho sobre la casa. Lo mismo sucede en todos los contratos bilaterales, pues llevan envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por una de las partes lo pactado, condición que viene a ser suspensiva para la otra (art. 1489). 102 144 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Las condiciones c a s u a l e s son aquellas que dependen de la voluntad de un tercero o de un acaso (un hecho de la naturaleza que no es manejable ni por el deudor, ni por el acreedor). Y las condiciones m i x t a s , son aquellas que dependen en parte de la voluntad del deudor o del acreedor (en la definición del art. 1477 se omitió mencionar la voluntad del deudor), y en parte de la voluntad de un tercero o de un acaso. Por ejemplo, si celebro mi matrimonio con Pía, te donaré mi auto (deudor y tercero). v. Atendiendo al e s t a d o e n q u e s e e n c u e n t r a , la condición se clasifica en pendiente, cumplida o fallida. La condición p e n d i e n t e es aquella que no se ha verificado, siendo incierto aun si se va a verificar o no; la condición c u m p l i d a es aquella que ya se ha realizado o el hecho en que consistía se ha verificado; y la condición f a l l i d a es aquella que no se ha verificado y que ya es cierto que no se va a verificar. En cuanto a los e f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n , hay que distinguir si la condición es suspensiva o resolutoria, y si ésta está pendiente, cumplida o fallida: i. E f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n s u s p e n s i v a p e n d i e n t e . El derecho no existe, por lo tanto, no puede exigirse el cumplimiento de la obligación, y si el deudor paga, la ley lo faculta, mientras pende la condición, para exigir la devolución de lo pagado. Art. 1485. No puede exigirse el cumplimiento de la obligación condicional, sino verificada la condición totalmente. Todo lo que se hubiere pagado antes de efectuarse la condición suspensiva, podrá repetirse mientras no se hubiere cumplido. Como existe un derecho eventual, el acreedor puede solicitar providencias conservativas. Art. 761. El fideicomisario, mientras pende la condición, no tiene derecho ninguno sobre el fideicomiso, sino la simple expectativa de adquirirlo. Podrá, sin embargo, impetrar las providencias conservatorias que le convengan, si la propiedad pareciere peligrar o deteriorarse en manos del fiduciario. Art. 1078 inc. I. Las asignaciones testamentarias bajo condición suspensiva, mientras pende la condición, sólo confieren al asignatario el derecho de implorar las providencias conservativas necesarias. Reiterando lo anterior, el art. 1492 inc. final establece que el acreedor podrá impetrar durante el intervalo entre el contrato condicional y el cumplimiento de la condición, las providencias conservativas necesarias. Si el acreedor de una obligación condicionalmente muere, pendiente la condición, transmite este derecho eventual a sus herederos (art. 1492 inc. I) Art. 1492. El derecho del acreedor que fallece en el intervalo entre el contrato condicional y el cumplimiento de la condición, se transmite a sus herederos; y lo mismo sucede con la obligación del deudor. Esta regla no se aplica a las asignaciones testamentarias, ni a las donaciones entre vivos. El acreedor podrá impetrar durante dicho intervalo las providencias conservativas necesarias. ii. E f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n s u s p e n s i v a c u m p l i d a . La ley le da efecto retroactivo, en el sentido de retrotraer los efectos del acto desde el momento en que se cumple la condición, al momento de la celebración del acto condicional. 145 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Se considera que el acto produjo sus efectos inmediatamente de celebrado, como si hubiera existido siempre puro y simple. iii. E f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n s u s p e n s i v a f a l l i d a . Se considera que el acto jamás ha existido. i v . E f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n r e s o l u t o r i a p e n d i e n t e . El acto produce provisionalmente todos sus efectos como si fuera puro y simple; la incertidumbre sólo existe respecto de la perduración de los efectos. Por ejemplo, dono una casa a Juan, pero si éste muere antes que yo, la donación quedará sin efecto. v . E f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n r e s o l u t o r i a c u m p l i d a . El derecho se resuelve o extingue, y se considera que nunca existió, por lo tanto, las partes deben ser colocadas en la misma situación en que se encontraban antes. Art. 1487. Cumplida la condición resolutoria, deberá restituirse lo que se hubiere recibido bajo tal condición, a menos que ésta haya sido puesta en favor del acreedor exclusivamente, en cuyo caso podrá éste, si quiere, renunciarla; pero será obligado a declarar su determinación, si el deudor lo exigiere. Art. 1488. Verificada una condición resolutoria, no se deberán los frutos percibidos en el tiempo intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o los contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo contrario. La excepción se encuentra en el art. 1875. Art. 1875. La resolución de la venta por no haberse pagado el precio, dará derecho al vendedor para retener las arras, o exigirlas dobladas, y además para que s e l e r e s t i t u y a n l o s f r u t o s , ya en su totalidad si ninguna parte del precio se le hubiere pagado, ya en la proporción que corresponda a la parte del precio que no hubiere sido pagada. vi. E f e c t o s d e l a c o n d i c i ó n r e s o l u t o r i a f a l l i d a . El derecho se consolida definitivamente y el acto se considera como puro y simple desde el momento de su celebración. 2. El plazo. El art. 1494 a propósito del plazo, da una definición señalando que es la época que se fija para el cumplimiento de la obligación. El problema de esta definición, y que justifica que se utilice más la definición doctrina, es que sólo sirve para el plazo suspensivo y no para el plazo extintivo. De ahí que esta definición legal da paso a una definición doctrinal que señala que el plazo es el hecho futuro y cierto de cual depende la exigibilidad o extinción de un derecho.103 Art. 1494. El plazo es la época que se fija para el cumplimiento de la obligación, y puede ser expreso o tácito. Es tácito el indispensable para cumplirlo. No podrá el juez, sino en casos especiales que las leyes designen, señalar plazo para el cumplimiento de una obligación: sólo podrá interpretar el concebido en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación discuerden las partes. A don Rafael VALENZUELA no le gusta esta definición, porque el plazo en sí no puede ser un hecho futuro: es una extensión de tiempo cierto, o sea, se conoce cuando va a comenzar y cuando va a terminar. 103 146 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Es un hecho f u t u r o , porque está destinado a ocurrir después del momento en que se celebra la convención. Y es c i e r t o (elemento característico del plazo) porque necesariamente ha de verificarse; de este elemento depende la exigibilidad o extinción, esto en relación con la principal clasificación que distingue entre plazo suspensivo y extintivo. Tanto el plazo como la condición son modalidades de los actos jurídicos, son hechos futuros y permiten la impetración de medidas conservatorias. Sin embargo tienen diferencias: i. La condición sea suspensiva o resolutoria afecta la existencia misma del derecho (suspende su nacimiento o lo extingue). En cambio el plazo, no afecta la existencia del derecho, sino su ejercicio, su exigibilidad. ii. El plazo es un hecho cierto, la condición no (la certidumbre es su elemento característico). iii. Todo lo que se hubiere pagado antes de efectuarse la condición suspensiva, podrá repetirse mientras no se hubiere cumplido, pero lo que se paga antes de cumplirse el plazo suspensivo, no está sujeto a restitución (art. 1495). Art. 1495. Lo que se paga antes de cumplirse el plazo, no está sujeto a restitución. Esta regla no se aplica a los plazos que tienen el valor de condiciones. iv. El plazo puede ser de origen convencional, legal o judicial, en cambio la condición sólo convencional o legal. Existen distintas c l a s i f i c a c i o n e s d e l p l a z o : i. La primera clasificación se extrae del art. 1494, el cual distingue entre plazo expreso y plazo tácito. El p l a z o e x p r e s o es aquel señalado en términos explícitos, de modo inequívoco; y el p l a z o t á c i t o es aquel que es indispensable para cumplir con una obligación, y que depende en cada caso de la naturaleza del acto jurídico, del fin o de las circunstancias de hecho. Es el tiempo racionalmente necesario para cumplir la obligación. ii. Atendiendo a la determinación del plazo, éste puede ser determinado o indeterminado. El p l a z o d e t e r m i n a d o es aquel que se sabe cuando ha de verificarse, se sabe el día en que llegará, se sabe que se realizará el hecho y en qué día; en cambio el p l a z o i n d e t e r m i n a d o es aquel respecto del cual no se sabe cuando se va a verificar, se sabe que va a llegar pero no se sabe cuando, ya que se ignora ese día, por ejemplo, la muerte de una persona (llega inevitablemente, pero no se puede determinar el día). iii. Atendiendo a sus efectos el plazo se clasifica en suspensivo y extintivo. El p l a z o s u s p e n s i v o es aquel que suspende la exigibilidad o el ejercicio de un derecho (hecho futuro y cierto desde el cual comienza a producir efectos el acto jurídico), por ejemplo, una compraventa en que se estipula que el pago se pagará después. El p l a z o e x t i n t i v o en cambio, es aquel que con cuya llegada se extingue un derecho, este plazo en definitiva, fija el periodo hasta el cual se puede ejercer un derecho (es aquel hecho futuro y cierto hasta el cual duran los efectos del acto jurídico). 147 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Hay diferencias con la condición, ya que se habla de condición resolutoria y de plazo extintivo, esto porque la condición resolutoria puede operar retroactivamente, en cambio el plazo no. iv. Atendiendo a la fuente los plazos se clasifican en legales, judiciales y convencionales. Los p l a z o s l e g a l e s tienen su fuente en la ley, como por ejemplo, los plazos de prescripción (arts. 2508, 2515, 2332), el art. 2200, el cual señala que si no se estipula plazo en el mutuo, no hay derecho de exigir su pago dentro de los diez días subsiguientes a la entrega de la cosa. Los p l a z o s c o n v e n c i o n a l e s o v o l u n t a r i o s tienen su fuente en la convención de las partes, en la voluntad de las partes (esto en el ámbito del Derecho civil es la regla general); los p l a z o s j u d i c i a l e s son aquellos que fija el juez, y es lo que algunos denominan el plazo de gracia. Art. 2508. El tiempo necesario a la prescripción ordinaria es de dos años para los muebles y de cinco años para los bienes raíces. Art. 2515. Este tiempo es en general de tres años para las acciones ejecutivas y de cinco para las ordinarias. La acción ejecutiva se convierte en ordinaria por el lapso de tres años, y convertida en ordinaria durará solamente otros dos. Art. 2332. Las acciones que concede este título por daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto. Art. 2200. Si no se hubiere fijado término para el pago, no habrá derecho de exigirlo dentro de los diez días subsiguientes a la entrega. En relación con la figura del plazo judicial, hay que señalar que es sumamente excepcional, ya que el legislador así lo establece en el art. 1494 inc. II. Esta figura está limitada a los casos en que el legislador faculta al juez para fijar plazos, por ejemplo, en materia de acción reivindicatoria el art. 904 señala en el plazo que el juez señale (determina que el poseedor vencido debe restituir la cosa en el plazo que el juez le señale); también en materia de mutuo el art. 2201 señala que en el caso de haberse pactado que el mutuario pague cuando le sea posible, puede el juez atendidas las circunstancias, fijar un término; en el cuasicontrato de gestión de negocios ajenos (art. 2291). Art. 1494. El plazo es la época que se fija para el cumplimiento de la obligación, y puede ser expreso o tácito. Es tácito el indispensable para cumplirlo. No podrá el juez, sino en casos especiales que las leyes designen, señalar plazo para el cumplimiento de una obligación: sólo podrá interpretar el concebido en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación discuerden las partes. Art. 904. Si es vencido el poseedor, restituirá la cosa en el plazo que el juez señalare; y si la cosa fue secuestrada, pagará el actor al secuestre los gastos de custodia y conservación, y tendrá derecho para que el poseedor de mala fe se los reembolse. Art. 2201. Si se hubiere pactado que el mutuario pague cuando le sea posible, podrá el juez, atendidas las circunstancias, fijar un término. Art. 2291. El que administra un negocio ajeno contra la expresa prohibición del interesado, no tiene demanda contra él, sino en cuanto esta gestión le hubiere sido efectivamente útil, y existiere la utilidad al tiempo de la demanda; por ejemplo, si de la gestión ha resultado la extinción de una deuda, que sin ella hubiera debido pagar el interesado. El juez, sin embargo, concederá en este caso al interesado el plazo que pida para el pago de la demanda, y que por las circunstancias del demandado parezca equitativo. 148 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. v. Otra clasificación que es importante en la práctica, es la que distingue entre plazo de días corridos y plazo de días hábiles. Los p l a z o s d e d í a s c o r r i d o s son los que transcurren sin suspenderse en días feriados; en cambio los p l a z o s d e d í a s h á b i l e s son aquellos para cuyo cómputo deben excluirse los días feriados. Respecto a esta clasificación hay que tener presente el art. 50, que es el que permite afirmar que en sede civil la regla general son los plazos de días corridos. Art. 50. En los plazos que se señalaren en las leyes, o en los decretos del Presidente de la República, o de los tribunales o juzgados, se comprenderán aun los días feriados; a menos que el plazo señalado sea de días útiles, expresándose así, pues en tal caso no se contarán los feriados. En cuanto a los efectos del plazo, hay que distinguir entre plazo suspensivo y extintivo. El p l a z o s u s p e n s i v o suspende el ejercicio del derecho, pero éste existe desde un comienzo, lo cual se demuestra en cuanto se encuentra incorporado al patrimonio del acreedor. i. El capital prestado a plazo produce interés, lo que indica que el acreedor tiene derecho sobre ese capital. ii. El acreedor tratándose del deudor constituido en quiebra o que se halla en notoria insolvencia, puede ejercitar su derecho antes de expirado el plazo (art. 1496). Art. 1496. El pago de la obligación no puede exigirse antes de expirar el plazo, si no es: 1. Al deudor constituido en quiebra o que se halla en notoria insolvencia; 2. Al deudor cuyas cauciones, por hecho o culpa suya, se han extinguido o han disminuido considerablemente de valor. Pero en este caso el deudor podrá reclamar el beneficio del plazo, renovando o mejorando las cauciones. iii. Lo que se paga antes de cumplirse el plazo, no está sujeto a restitución (art. 1495). En cambio, en la condición suspensiva sí, porque el derecho aún no ha nacido. Art. 1495. Lo que se paga antes de cumplirse el plazo, no está sujeto a restitución. Esta regla no se aplica a los plazos que tienen el valor de condiciones. iv. El derecho constituido a plazo permite también la impetración de medidas conservativas. Si fallece el acreedor transmite el derecho sujeto a plazo a sus herederos. Art. 1084 inc. I. La asignación desde día cierto y determinado da al asignatario, desde el momento de la muerte del testador, la propiedad de la cosa asignada y el derecho de enajenarla y transmitirla; pero no el de reclamarla antes que llegue el día. Vencido el plazo suspensivo, puede el acreedor o propietario ejercitar su derecho, puesto que ya no existe el obstáculo que se oponía: el plazo suspensivo. El cumplimiento del plazo sólo produce efectos para el futuro, jamás tiene fuerza retroactiva, y es por ello que el acreedor o propietario de una cosa no tiene derecho a los frutos ni a los intereses producidos antes del vencimiento del plazo. En cuanto a los e f e c t o s d e l p l a z o e x t i n t i v o , éste extingue el derecho, a diferencia de la condición resolutoria, sólo afecta al futuro, pone un límite a la 149 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. prolongación de los efectos que nacen del acto jurídico; pero no anula los efectos en cuanto al pasado. 3. El modo. El título IV del libro IV que comienza con el art. 1473 se denomina de las obligaciones condicionales y modales, sin embargo no hay referencia al modo, y ante esto es que asume gran importancia la declaración del legislador en el art. 1493, el cual contiene una remisión a las normas sobre asignaciones modales, contenidas en los arts. 1089 y siguientes. Estas asignaciones modales no dan una definición de lo que es el modo, pero a partir de lo que señala el art. 1089 es posible construir una definición que señala que el modo es la carga impuesta al adquirente de un derecho y cuyo fin es limitar éste. La carga se traduce en una prestación que debe realizar el adquirente del derecho, por ejemplo, te lego mi casa con la obligación de que no destruyas la estatua que está en el jardín, o el contrato en virtud del cual se le dona un bien a una persona, para que en una parte de éste construya un consultorio jurídico. La prestación que debe cumplir el adquirente del derecho no es una contrapartida por el derecho recibido, sino una restricción de los efectos de éste para satisfacer los motivos o fines del instituyente. Art. 1089. Si se asigna algo a una persona para que lo tenga por suyo con la obligación de aplicarlo a un fin especial, como el de hacer ciertas obras o sujetarse a ciertas cargas, esta aplicación es un modo y no una condición suspensiva. El modo, por consiguiente, no suspende la adquisición de la cosa asignada. En cuanto a los e f e c t o s d e l m o d o , de conformidad al art. 1089 el modo no suspende la adquisición de la cosa asignada, porque el derecho existe desde el comienzo; sólo implica que se vea afectado en la manera de ejercerlo. Por tanto, al no subordinar la adquisición de un derecho, el modo no constituye condición suspensiva y, en consecuencia, no suspende la adquisición del derecho. La distinción entre condición suspensiva y modo se puede expresar de la siguiente manera: si la cosa se adquiere una vez que se haga algo, se está ante una condición; en cambio, si la cosa se adquiere para que se haga algo, se está ante el modo. En segundo término, el derecho del deudor modal no está sujeto a extinguirse por un evento futuro e incierto, como ocurre con la condición resolutoria, a menos que se incluya una cláusula resolutoria. En relación al i n c u m p l i m i e n t o d e l m o d o , se deben hacer algunas distinciones: i. Si el modo es totalmente imposible, inductivo a hecho ilegal o inmoral o íntegramente ininteligible, no vale la disposición (art. 1093 inc. I). Art. 1093. Si el modo es por su naturaleza imposible, o inductivo a hecho ilegal o inmoral, o concebido en términos ininteligibles, no valdrá la disposición. Si el modo, sin hecho o culpa del asignatario, es solamente imposible en la forma especial prescrita por el testador, podrá cumplirse en otra análoga que no altere la substancia de la disposición, y que en este concepto sea aprobada por el juez con citación de los interesados. Si el modo, sin hecho o culpa del asignatario, se hace enteramente imposible, subsistirá la asignación sin el gravamen. ii. En caso de imposibilidad relativa, se cumple el modo por equivalencia, es decir, podrá cumplirse en otra forma análoga que no altere la substancia de la 150 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. disposición, y en este concepto sea aprobada por el juez con citación de los interesados (art. 1093 inc. II). iii. Si la imposibilidad es sobreviniente, se debe distinguir: (1) si no es por hecho o culpa del asignatario, subsiste la asignación sin el gravamen (imposibilidad de cumplimiento); (2) si es por un hecho o culpa del asignatario, se distingue: (2.1.) si no hay cláusula resolutoria y es en beneficio del propio deudor modal, no impone obligación alguna (art. 1092), por ejemplo, dejo a mi hija un millón para que se compre una moto. Aquí en realidad no hay carga alguna para el asignatario y queda a su arbitrio cumplir o no con el modo. Sería más bien un simple consejo, que no obliga judicialmente, a menos que la asignación lleve cláusula resolutoria. Art. 1092. Si el modo es un beneficio del asignatario exclusivamente, no impone obligación alguna, salvo que lleve cláusula resolutoria. Y si no hay cláusula resolutoria y es en beneficio de un tercero, éste podrá exigir su cumplimiento forzado o la indemnización de perjuicios (equivale a una estipulación en favor de un tercero). (2.2) Si hay cláusula resolutoria. El modo no lleva consigo resolución para el caso de no cumplirse, a menos que se le agregue por medio de una cláusula resolutoria. Art. 1090. En las asignaciones modales se llama cláusula resolutoria la que impone la obligación de restituir la cosa y los frutos, si no se cumple el modo. No se entenderá que envuelven cláusulas resolutoria cuando el testador no la expresa. Es decir, la cláusula resolutoria no se presume, salvo (siempre se presume) en las asignaciones modales dejadas a los bancos comerciales o hipotecarios, cuando el modo ha sido establecido en beneficio de terceros (Ley General de Bancos, art. 86 N° 6).104 Art. 86. Los bancos podrán desempeñar las siguientes comisiones de confianza: 6. Ser asignatarios modales cuando el modo ha sido establecido en beneficio de terceros. En tales casos se entenderá que la asignación modal envuelve siempre cláusula resolutoria. No regirá para los bancos el mínimo de remuneración que señala el artículo 1094 del Código Civil. iv. Finalmente, si fallece el deudor modal, el modo se transmite a los herederos, siempre que para el fin que se hayan propuesto las partes sea indiferente la persona que lo ejecute (art. 1095). Art. 1095. Si el modo consiste en un hecho tal, que para el fin que el testador se haya propuesto sea indiferente la persona que lo ejecute, es transmisible a los herederos del asignatario. 4. L a r e p r e s e n t a c i ó n . Basándose en lo que dispone el art. 1448, se puede decir que existe representación cuando un acto jurídico es celebrado por una persona en nombre y por cuenta de otra, en condiciones tales, que los efectos se producen directa e inmediatamente para el representado como si éste mismo hubiere celebrado el acto. Don Rafael VALENZUELA dice que en los contratos bilaterales no es preciso que haya cláusula resolutoria, porque operaría la condición resolutoria tácita (art. 1489) 104 151 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo. De esta definición aparecen dos actores en la representación: el representante y el representado. Quien actúa, quien comparece, es el representante, pero las consecuencias del acto celebrado por él a nombre del representado, y estando facultado para ello, pasan a radicarse directa e inmediatamente en el patrimonio de este último. Esta figura presta una enorme utilidad, como por ejemplo, en el caso de los incapaces, que en definitiva pueden actuar en la vida del derecho gracias a los representantes. Y a propósito de la representación de personas capaces, esta figura es de gran beneficio y conveniencia práctica, ya que hace posible, por ejemplo, celebrar un contrato entre personas ausentes mediante los representantes (se otorga un mandato con representación a la persona que se encuentra en el lugar). 4.1. Naturaleza jurídica de la representación. En doctrina es posible encontrar una serie de teorías que pretenden explicar la naturaleza jurídica de esta figura, lo que tratan de explicar es qué es lo que justifica que los efectos de los actos celebrados por una persona pasen a arraigarse en el patrimonio de otra. En Chile hay jurisprudencia contradictoria en esta materia, específicamente respecto a que teoría acogió el CC. Hoy en día en materia doctrinal la posición mayoritaria es la que sostiene que prima la teoría de la modalidad, pero existen distintas teorías al respecto. i. T e o r í a d e l a r e p r e s e n t a c i ó n f i c c i ó n . En virtud de esta teoría se reputa que quien realmente actúa y concurre con su voluntad a la celebración del acto jurídico, es el representado, esto, por los efectos de una ficción, siendo el representante tan sólo un vehículo de la voluntad de aquél. El principal defecto de que adolece esta teoría, es la imposibilidad de aplicarla en el caso de la representación de personas incapaces, sobretodo en el caso de los incapaces absolutos, ya que ellos carecen de voluntad. ii. T e o r í a d e l n u n c i o o e m i s a r i o ( m e n s a j e r o ) . Esta teoría sostiene que el representante no es más que un mensajero, un portavoz que transmite más o menos mecánicamente la voluntad del representado, de manera que el contrato se celebra real y efectivamente entre éste y el tercero. Esta teoría se critica, en primer lugar, porque se dice que asignarle al representante el carácter de portavoz, es en definitiva negarle su carácter de representante. Y en segundo lugar, esta teoría presenta la misma falencia de la teoría anterior, en el sentido que tampoco puede explicar la representación de los incapaces. iii. T e o r í a d e l a c o o p e r a c i ó n d e v o l u n t a d e s . Considera que en la representación existe una concurrencia de voluntades que posibilita que los efectos del contrato celebrado por el representante se apliquen al representado. Esta teoría es muy criticada. iv. T e o r í a d e l a r e p r e s e n t a c i ó n m o d a l i d a d . Afirma que la representación en sí es una modalidad del acto jurídico, en virtud de la cual los efectos del acto celebrado por el representante pasan a radicarse inmediata y directamente en el patrimonio del representado. Esta teoría reconoce que quien manifiesta voluntad 152 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. en el acto es el representante, pero en virtud de una modalidad los efectos pasan al representado, esto es lo que permite explicar la representación de los incapaces. Hoy en día es la teoría más aceptada. 4.2. Clases de representación. Basándose en el art. 1448 que señala que el representante puede estar facultado por el representado o por la ley, se puede decir que la representación puede ser legal (art. 43) o voluntaria. Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo. Art. 43 Son representantes legales de una persona el padre o la madre, el adoptante y su tutor o curador. El art. 43 no es una disposición taxativa, porque es posible encontrar otros casos de representación legal en el CC, concretamente en materia de tradición, el art. 671 establece que el juez es el representante legal del tradente en las ventas forzadas. Art. 671. Se llama tradente la persona que por la tradición transfiere el dominio de la cosa entregada por él o a su nombre, y adquirente la persona que por la tradición adquiere el dominio de la cosa recibida por él o a su nombre. Pueden entregar y recibir a nombre del dueño sus mandatarios, o sus representantes legales. En las ventas forzadas que se hacen por decreto judicial a petición de un acreedor, en pública subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el tradente, y el juez su representante legal. La tradición hecha por o a un mandatario debidamente autorizado, se entiende hecha por o a el respectivo mandante. El representante que le corresponde a una persona en concreto depende de muchas situaciones, por ejemplo, en el caso de un hijo matrimonial de padres que viven juntos, la representación le corresponde al padre, pero si los padres están separados, le corresponde a la madre. La representación también puede ser voluntaria, y normalmente se ubica como fuente de la representación voluntaria, o convencional, al mandato. En realidad en este caso la fuente más que voluntaria es convencional, porque el poder del mandatario tiene por fuente un contrato, el contrato de mandato. A este contrato de mandato se refiere el legislador el art. 2116. Art. 2116. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera. La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario. Cuando se habla de fuente voluntaria, la doctrina ubica también a la agencia oficiosa, que para el CC es un cuasicontrato (arts. 2286). Art. 2286. La agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos, llamada comúnmente gestión de negocios, es un cuasicontrato por el cual el que administra sin mandato los negocios de alguna persona, se obliga para con ésta, y la obliga en ciertos casos. Esta es una figura muy similar al mandato, pues también hay una gestión de negocios ajenos, pero sin mandato. El agente carece de poder necesario para representar al interesado, de manera que normalmente lo que el agente ejecuta a nombre del interesado, no obliga a éste, salvo que se de alguna de las dos circunstancias siguientes: 153 Teoría general del acto jurídico Paulina Navarrete M. Maximiliano Astorga B. i. Que el interesado ratifique lo obrado por el agente oficioso. La ratificación puede definirse como un acto jurídico unilateral en virtud del cual el interesado aprueba lo hecho por quien se dijo su representante, o lo hecho por éste excediéndose de las facultades que se le confirieron. ii. La segunda hipótesis es que el negocio haya sido bien administrado, lo que está señalado en el art. 2290. Art. 2290. Si el negocio ha sido bien administrado, cumplirá el interesado las obligaciones que el gerente ha contraído en la gestión y le reembolsará las expensas útiles o necesarias. El interesado no es obligado a pagar salario alguno al gerente. Si el negocio ha sido mal administrado, el gerente es responsable de los perjuicios. 4.3. Requisitos para que opere la represent ación. La doctrina señala que para que opere la representación, esto es, para que los efectos se radiquen inmediata y directamente en el patrimonio del representado, deben concurrir los siguientes requisitos: i. El representante debe manifestar su voluntad. El art. 1448 pone de manifiesto que quien concurre a la celebración del acto o contrato es el representante. Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo. ii. El segundo requisito es lo que la doctrina denomina contemplato domini, esto es, que el representante tiene que obrar en nombre del representado. El representante tiene que manifestar de manera inequívoca su voluntad de representar a otro; al decir de manera inequívoca no necesariamente significa que tiene que indicar el nombre del representado, sino que basta con que indique que actúa a nombre de otro. iii. El representante tiene que actuar con poder suficiente. En el caso de la representación legal las facultades del representante están contempladas en la ley; en el caso de la representación voluntaria, específicamente convencional (la que tiene por fuente el mandato), habrá que estarse al contrato, y estudiar éste para efectos de establecer qué es lo que puede o no puede hacer el mandatario. La regla general, tal como se deduce del art. 1448, es que la voluntad puede manifestarse tanto de manera personal, como por vía de representante, y la representación no es exclusiva para actos patrimoniales, sino que también se aplica para actos del derecho de familia, como por ejemplo, contraer matrimonio por medio de un representante. Sin embargo, hay casos en que la ley expresamente exige que la voluntad se manifieste de manera personal, como es el caso del testamento, aquí la ley establece que el acto de testar es indelegable. 154