Subido por Juan Santos Velandia

DE LA FALSA SEGURIDAD DEL MIEDO AL ACIERTO DEL RIESGO

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DE LA FALSA SEGURIDAD DEL MIEDO AL ACIERTO DEL RIESGO.
Hermeneútica de Nm13-14.
Pbro. Juan Carlos Santos Velandia.
Desde tiempos inmemoriales, el miedo ha sido un compañero inseparable del ser humano. A lo largo
de la evolución, el miedo se ha arraigado profundamente en nuestra psicología como una respuesta
instintiva destinada a garantizar nuestra supervivencia. Es una de las emociones más primitivas y
poderosas, una alarma que nos advierte del peligro inminente. Sin embargo, como toda moneda, el
miedo tiene dos caras puede ser un protector incansable o un carcelero silencioso que nos impide
avanzar, crecer y prosperar. En este artículo, exploraremos cómo el miedo a lo desconocido puede
ser tanto un aliado como un obstáculo en nuestras vidas.
La importancia evolutiva del miedo
Desde los albores de la humanidad, el miedo ha desempeñado un papel fundamental en la
supervivencia de nuestra especie. Nuestros antepasados, en un mundo repleto de amenazas
desconocidas, dependían en gran medida de su capacidad para detectar y responder al peligro. El
miedo, en este contexto, fue una adaptación evolutiva crucial que permitió a los humanos primitivos
evitar a depredadores, enfrentar situaciones de amenaza y garantizar la supervivencia de su grupo.
Esta respuesta de lucha o huida, impulsada por el miedo, nos equipó con las herramientas
necesarias para enfrentar desafíos inmediatos. Era un aliado vital para nuestros antepasados,
asegurando que se mantuvieran alerta y se tomaran en serio las amenazas potenciales. Sin embargo,
en la compleja sociedad moderna, la mayoría de los peligros inminentes han disminuido, pero el
miedo aún persiste en nuestras mentes y se manifiesta de maneras que a veces pueden ser
contraproducentes.
El miedo como obstáculo a lo desconocido
Aunque el miedo puede ser un mecanismo de defensa formidable, también puede actuar como una
espesa cortina que oculta oportunidades, potencial y crecimiento. Cuando se enfrenta a lo
desconocido, muchas personas experimentan ansiedad y temor. Este miedo al desconocido puede
ser paralizante, impidiendo que las personas tomen riesgos, exploren nuevas posibilidades y
alcancen su pleno potencial.
El miedo a lo desconocido a menudo se manifiesta en forma de excusas, racionalizaciones y
evasiones. Las personas pueden encontrar numerosas razones para evitar tomar medidas hacia lo
desconocido el miedo al fracaso, el temor al ridículo, la incertidumbre sobre el resultado o
simplemente la comodidad de lo conocido. En estos casos, el miedo se convierte en un obstáculo
para la expansión de horizontes y la búsqueda de metas y sueños.
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El miedo a lo desconocido es una parte intrínseca de nuestra naturaleza humana, arraigada en la
evolución. Su función es mantenernos alerta y protegidos contra amenazas reales. Sin embargo, en
un mundo donde la mayoría de las amenazas son menos tangibles, el miedo puede convertirse en
un impedimento para nuestro crecimiento personal y profesional.
En el transcurso de este artículo, exploraremos cómo el miedo puede inhibirnos, pero también
aprenderemos cómo navegar el delicado equilibrio entre el respeto por el miedo como protector y
el desafío al miedo como limitante. Descubriremos estrategias para enfrentar lo desconocido con
valentía, superando las barreras que el miedo puede levantar en nuestro camino hacia la realización
personal y el éxito. En última instancia, entenderemos que el miedo, aunque poderoso, no tiene por
qué ser el director de nuestras vidas, sino un consejero que podemos escuchar, evaluar y, cuando
sea necesario, desafiar.
Exploración de Canaán: La oportunidad de la conquista y el miedo al fracaso
En la biblia encontramos un pasaje que nos puede ilustrar muy bien esta realidad de la condicion
humana y las formas de afrontarlas y sus consecuencias. En el libro de los Números en los capítulos
13-14, encontramos un pasaje bíblico que arroja luz sobre la realidad humana del miedo,
especialmente en tiempos de cambios vertiginosos como los que estamos viviendo en la actualidad.
Este relato, que narra la historia de los espías enviados por Moisés para explorar la Tierra Prometida,
revela cómo el miedo puede ser un obstáculo para el progreso y la realización de las promesas
divinas.
El Señor dijo a Moisés:
—Envía gente a explorar el país de Canaán, que yo voy a entregar a los israelitas; envía uno de cada
tribu, y que todos sean jefes.
Moisés los envió desde el desierto de Farán, según la orden del Señor; todos eran jefes de los
israelitas. Sus nombres eran los siguientes:……
Moisés los envió a explorar el país de Canaán, diciéndoles:
—Suban por este desierto hasta llegar a la montaña. Observen cómo es el país y sus habitantes, si
son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades
que habitan, de carpas o amuralladas; cómo es la tierra, fértil o estéril, con vegetación o sin ella. Sean
valientes y traigan frutos del país. Era la estación en que maduran las primeras uvas.
Subieron ellos y exploraron el país desde Sin hasta Rejob, junto a la Entrada de Jamat. Subieron por
el desierto de Sin y llegaron hasta Hebrón, donde vivían Ajimán, Sesay y Tolmay, hijos de Anac. Hebrón
había sido fundada siete años antes que Soán de Egipto. Llegados a Nájal Escol cortaron un ramo con
un solo racimo de uvas, lo colgaron en una vara y lo llevaron entre dos. También cortaron granadas e
higos. Ese lugar se llama Nájal Escol, por el racimo que allí cortaron los israelitas.
Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país, y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda
la comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cades
Les presentaron el informe a ellos, a toda la comunidad israelita, y les enseñaron los frutos del país.
Y les contaron:
—Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tienen
sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tiene grandes ciudades fortificadas, hemos
visto allí a los anaquitas. En la zona del desierto habitan los amalecitas; los heteos, jebuseos y
amorreos viven en la montaña; los cananeos, junto al mar y junto al Jordán.
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Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo:
—Tenemos que subir y apoderarnos del país, porque podremos contra él.
Pero los que habían subido con él replicaron:
—No podemos atacar al pueblo, porque es más fuerte que nosotros.
Y desacreditaban la tierra que habían explorado delante de los israelitas:
—La tierra que hemos cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes; el pueblo que
hemos visto en ella es de gran estatura. Hemos visto allí nefileos, hijos de Anac: parecíamos langostas
a su lado, y así nos veían ellos. (Nm 13, 1-2.16-32)
Dios nos pone en movimiento hacia la promesa.
El pasaje de Números 13-14, inicia, presentandonos una verdad fundamental sobre la
relación entre Dios y la humanidad. En Números 13 1-2, vemos que Dios instruye a Moisés
a enviar a los líderes de las tribus para que exploren la Tierra Prometida, una tierra de
promesas y abundancia. Este acto divino revela el deseo profundo de Dios de llevar a los
seres humanos hacia la plenitud y la realización de sus promesas. Realidad que es don y
conquista. Dios regala, el humano debe esforzarse para que se concrete la promesa.
Este deseo de plenitud/felicidad es una constante en la espiritualidad bíblica y, en última
instancia, en la relación entre Dios y la humanidad. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo
Dios guía, protege y provee para su pueblo, buscando constantemente su bienestar y su
crecimiento espiritual. Esto subraya la idea de que Dios no nos llama a la mediocridad ni a
quedarnos en nuestra zona de confort, sino a alcanzar nuestro potencial máximo.
Una de las características fundamentales de una verdadera espiritualidad es la disposición
a arriesgarse a explorar nuevos mundos y ponerse en marcha para buscar nuevas tierras.
En el contexto de Números 13-14, vemos cómo Dios insta a los líderes de las tribus a
explorar y, en última instancia, a avanzar hacia la Tierra Prometida. Esto implica la necesidad
de dejar atrás lo conocido y familiar, enfrentar lo desconocido y superar los obstáculos.
La exploración y la búsqueda de nuevos horizontes son actos de fe y valentía. Reflejan la
creencia en que, aunque los desafíos pueden ser abrumadores, la promesa de Dios y su
compañía están siempre presentes. En momentos de cambio y desafío, como los que
enfrentamos en la actualidad con la pandemia, la estanflación (aumento desproporcionado
del costo de vida o inflación, unido a la desaceleración o incluso decrecimiento de la
productividad economica de una nación o guro de ellas) europea, la guerra en Ucrania y la
creciente influencia de la inteligencia artificial, una espiritualidad auténtica nos llama a no
sucumbir al miedo, sino a confiar en Dios y avanzar con esperanza y determinación.
En última instancia, este pasaje nos recuerda que Dios nos llama a una vida de plenitud y
realización, pero también nos desafía a dar pasos de fe y a explorar nuevos territorios. La
espiritualidad no se trata solo de buscar consuelo en momentos difíciles, sino también de
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ser agentes activos del cambio y la transformación en el mundo. Al igual que los líderes de
las tribus exploraron la Tierra Prometida, nosotros también somos llamados a explorar
nuevas formas de vivir, de adaptarnos a los cambios y de buscar la plenitud en medio de la
incertidumbre.
Entre la euforia de la prosperidad Efímera y el esfuerzo riesgoso.
El pasaje de Números 13,25-30 ofrece una lección atemporal sobre la naturaleza efímera
de la euforia de la prosperidad si no se asume el riesgo y el esfuerzo por conquistar lo que
se anhela. En este relato bíblico, Moisés envía a doce espías para explorar la Tierra
Prometida, una tierra de promesas y abundancia que Dios había prometido al pueblo de
Israel. Cuando los espías regresan, llevan consigo evidencia tangible de la fertilidad y la
riqueza de la tierra racimos de uvas, granadas y higos. La euforia inicial se apodera de la
multitud al ver estas frutas exuberantes.
Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país, y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la
comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cades
Les presentaron el informe a ellos, a toda la comunidad israelita, y les enseñaron los frutos del país.
Y les contaron:
—Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tienen
sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tiene grandes ciudades fortificadas, hemos
visto allí a los anaquitas. En la zona del desierto habitan los amalecitas; los heteos, jebuseos y
amorreos viven en la montaña; los cananeos, junto al mar y junto al Jordán. (Nm 13, 25-30)
Sin embargo, la historia toma un giro significativo cuando los espías comienzan a describir
los desafíos y obstáculos que enfrentarían al conquistar la tierra. Hablan de las ciudades
fortificadas y de los gigantes que la habitan. Su informe, aunque fiel en algunos aspectos,
exagera la dificultad y el peligro de la empresa. Esta exageración resulta en un miedo
paralizante que se apodera del pueblo, y comienzan a dudar de su capacidad para
conquistar la tierra prometida.
Esta narrativa nos enseña que, a menudo, la euforia inicial de la prosperidad puede ser
efímera si no estamos dispuestos a asumir el riesgo y el esfuerzo necesario para conquistar
lo que anhelamos. La visión de los espías sobre la abundancia de la tierra era cierta, pero se
desdibujó ante la magnitud percibida de los obstáculos.
En un contexto más amplio, esto se refleja en la vida cotidiana. A veces, nos encontramos
en situaciones donde vemos la promesa de una vida mejor, ya sea en términos de
crecimiento profesional, metas personales o relaciones significativas. Sin embargo, cuando
nos enfrentamos a los desafíos y dificultades en el camino, podemos ser tentados a
retroceder hacia nuestra zona de confort, temerosos de lo desconocido.
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Este pasaje nos advierte contra la exageración de la dificultad como un refugio al miedo de
lo desconocido. En lugar de sucumbir al temor y al desánimo, debemos recordar que el
esfuerzo y el riesgo son elementos intrínsecos de cualquier búsqueda significativa. La
prosperidad duradera no se logra simplemente por desearla o soñar con ella, sino por estar
dispuestos a enfrentar los obstáculos y tomar medidas audaces.
La queja: la exculpación de la mediocridad.
En Nm 14,1-4 aparece una luz reveladora sobre un aspecto humano común pero a menudo
ignorado la queja como un mecanismo para racionalizar el miedo y disfrazarlo al transferir
la culpa a terceros o incluso a Dios. En este relato, el pueblo de Israel, después de escuchar
el informe de los espías sobre la Tierra Prometida, reacciona con una queja desgarradora.
Afirman que preferirían haber permanecido en cautiverio en Egipto que enfrentar la
conquista de una tierra tan exuberante. Esta reacción parece irracional a simple vista, pero
revela una dinámica psicológica fundamental.
El corazón de esta queja radica en el miedo profundo que experimenta el pueblo. La Tierra
Prometida representa un futuro desconocido, lleno de incertidumbre y desafíos. Es un
territorio que requiere trabajo, esfuerzo y riesgo. En contraste, el cautiverio en Egipto,
aunque fuera una existencia esclavizada, es familiar y preferible. La queja sirve como una
forma de racionalizar el miedo a lo desconocido. Al expresar su preferencia por el cautiverio,
el pueblo transfiere la responsabilidad de su decisión y el peso de su temor a terceros, en
este caso, a Moisés y Aarón.
La queja también actúa como un mecanismo de transferencia de culpa hacia Dios. En el
versículo 2, el pueblo llega a decir "Y muramos en el desierto". Esta declaración refleja una
profunda sensación de impotencia y victimización. Al culpar a Dios por su situación y al
expresar el deseo de morir en el desierto o caer en manos del ejército egipcio, el pueblo se
posiciona como víctima de circunstancias fuera de su control. Esta perspectiva de víctima,
aunque puede parecer paradójica, a menudo se utiliza como un disfraz para el miedo a no
ser capaz de enfrentar lo desconocido.
En la actualidad esta dinámica sigue siendo relevante. La queja, la transferencia de culpa y
el papel de víctima son formas comunes de racionalizar el miedo a los cambios, a los
desafíos y al futuro incierto. Cuando enfrentamos situaciones desconocidas o nos vemos
obligados a salir de nuestra zona de confort, es natural experimentar miedo. Sin embargo,
es fundamental reconocer que la queja y la transferencia de culpa son estrategias
temporales que no resuelven los problemas subyacentes ni nos permiten avanzar.
Este relato de Nm14,1-4 nos llama a enfrentar el miedo de manera directa y a reconocer
que el cambio y el riesgo son parte inevitable de la vida. En lugar de racionalizar el miedo a
través de la queja, podemos buscar el apoyo, desarrollar la resiliencia y confiar en nuestra
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capacidad para superar los desafíos. Al hacerlo, podemos avanzar con valentía hacia lo
desconocido, sabiendo que la queja y la victimización son obstáculos que debemos superar
en nuestro camino hacia la realización y el crecimiento personal.
La desconfianza en Dios: Las consecuencias de no enfrentar el miedo y evitar el esfuerzo.
Avanzamos en las conclusiones de nuestro pasaje y vemos como en Nm14, 10-23 se nos
proporciona una lección profunda sobre las consecuencias de la desconfianza en Dios al
enfrentar los retos de la vida. En este relato, después de recibir el informe de los espías
sobre la Tierra Prometida, el pueblo de Israel se sumerge en la desesperación y la falta de
fe en Dios. Esta falta de confianza conlleva una serie de consecuencias que resuenan aun
hoy en día en nuestras vidas y situaciones cotidianas, como un eco que nos llama a la
transformación. Pero que en ocasiones no queremos oir.
La primera consecuencia es que el pueblo se niega a avanzar hacia la Tierra Prometida, una
tierra que mana leche y miel, una tierra de oportunidad y abundancia (Nm 13, 27). En lugar
de abrazar los desafíos y riesgos que conlleva la conquista de esta tierra prometida, el
pueblo prefiere quedarse atrás, en una tierra estéril, sin frutos, agua y habitantes. Esta tierra
árida representa la falta de oportunidad, el estancarse y la renuncia a la promesa divina.
Esta narrativa nos invita a reflexionar sobre cómo la desconfianza en Dios y el rechazo de
los retos pueden llevarnos a vivir en "la tierra de no oportunidad". Cuando renunciamos a
los desafíos que la vida nos presenta, perdemos la posibilidad de crecer, aprender y
experimentar la plenitud que Dios tiene reservada para nosotros. La falta de confianza
puede convertirse en un obstáculo que nos impide avanzar hacia nuestras metas y sueños.
Además, el pasaje subraya que el camino hacia la promesa divina en muchas ocasiones es
una línea recta. Pero en muchas ocasiones se deben levantar puestes o excavar tuneles para
llegar. Por el contrario cuando renunciamos a avanzar directamente a la Tierra Prometida,
al igual que el pueblo de Israel, nos vemos condenados a morir en en un vagabundeo
incierto en el desierto, como lo afirma Dios (Nm 14, 20-23). No es que Dios se vengue o
actue con un orgullo herido por la desobediencia humana. Son las desiciones de los
humanos las que en ocasiones nos llevan a transitar por el valle de al muerte, que no es
otra cosa que la anti-promesa, un espacio arido, solitario, endonde no se encuentran ni los
más minimos vestigios de la promesa que abandonamos por nuestro miedo a lo
desconocido.
El éxito es fruto de atreverce y esforzarse.
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo:
—Tenemos que subir y apoderarnos del país, porque podremos contra él. (Nm 13,30).
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Pero a mi siervo Caleb, que tiene otro espíritu y me fue enteramente fiel, lo haré entrar en la tierra
que ha visitado, y sus descendientes la poseerán. (Nm 14, 24-25).
El relato en Números 13, 30 y Números 14, 24-25 nos presenta la figura valiente de Caleb,
un hombre que se atrevió a andar por caminos no andados y abrir brecha donde otros no
habían transitado. Su historia ofrece lecciones valiosas sobre las implicaciones de
aventurarse en lo desconocido, asumir el liderazgo y enfrentar la impopularidad.
Caleb, uno de los espías enviados para explorar la Tierra Prometida, destaca en medio de la
mayoría que trae un informe negativo y desalentador (Nm 13, 28-29). A pesar de las voces
en contra y las críticas de sus compañeros, Caleb se yergue como un líder audaz al declarar
"Subamos, tomemos posesión de ella, porque ciertamente prevaleceremos contra ella" v.
30. Esta valiente declaración resalta la importancia de asumir el liderazgo y defender lo que
se cree, incluso cuando ello signifique ser impopular.
El liderazgo no siempre es aplaudido ni bien recibido. En muchas ocasiones, quienes se
aventuran por caminos no transitados y abren brecha enfrentan la resistencia y la oposición
de aquellos que prefieren la comodidad de la rutina y lo conocido. Caleb, en su liderazgo
valiente, enfrenta la crítica y la impopularidad, pero su determinación lo lleva a perseverar.
El esfuerzo y la dedicación son el camino para alcanzar la promesa. Caleb comprende que
la Tierra Prometida no se conquistará sin esfuerzo y sacrificio. Su valentía no implica que no
sienta miedo y ansiedad ante la tarea que tienen por delante; sin embargo, su deseo de una
vida mejor y su fe en la promesa de Dios son más poderosos que la intimidación paralizante
de la mediocridad.
Caleb no teme ser impopular o enfrentar críticas por su audacia. En Números 14 24-25, Dios
mismo reconoce a Caleb como alguien "que tiene un espíritu diferente y que me sigue con
integridad". A diferencia de la mayoría que se dejó llevar por el miedo y la negatividad,
Caleb se destacó como un líder que no tenía miedo de ser impopular. Esta valentía para
liderar, incluso cuando otros dudan y critican, es una de las implicaciones de abrir caminos
no andados.
La diferencias de quien se reta a ser diferente.
De esta manera, encontramos a un personaje que encarna las características de aquellos
que se atreven a ser diferentes y afrontar retos con valentía el joven Caleb. Su historia es
un testimonio vivo de cómo enfrentar las diferentes manifestaciones del obstáculo que la
vida nos presenta.
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En primer lugar, Caleb se aventura a adentrarse en una tierra desconocida, un territorio
diferente al desierto que la mayoría teme explorar. Esta audacia revela su disposición para
enfrentar lo externo, lo desconocido, sin dejarse paralizar por el miedo. Caleb representa la
valentía de aquellos que se atreven a cruzar fronteras y explorar nuevos horizontes, sin
importar los desafíos que puedan encontrar.
Pero Caleb no solo se enfrenta a los peligros del territorio desconocido; también desafía la
opinión de la multitud. Piensa diferente de los demás y se atreve a actuar en consecuencia,
incluso cuando es fuertemente criticado. Aquí, vemos cómo enfrenta el obstáculo del "qué
dirán". Su firmeza y convicción para seguir su propio camino nos inspiran a no ceder ante la
presión social y a seguir nuestras propias convicciones.
Además, Caleb también se encuentra con obstáculos internos, sus autolimitaciones y
cuestionamientos sobre si es capaz o no. Duda sobre si debe ir contra corriente o
conformarse con ser como todos los demás. Aquí vemos la lucha interior que todos
enfrentamos cuando nos desafiamos a nosotros mismos y nuestras creencias limitantes.
Caleb nos recuerda que la verdadera valentía radica en superarnos a nosotros mismos y
creer en nuestro propio potencial.
La recompensa por la valentía de Caleb no se hizo esperar. Dios reconoció su diferencia, su
audacia y su fidelidad, y lo recompensó. En Nm 14:24, se menciona que Caleb fue
recompensado por Dios y fue uno de los pocos sobrevivientes de la etapa del desierto. Su
diferencia y valentía no solo lo hicieron destacar, sino que también le permitieron sobrevivir
y prosperar en medio de las dificultades.
Caleb es un ejemplo poderoso de cómo la valentía de ser diferente, de afrontar retos y
desafiar lo externo, el "qué dirán" y nuestras propias limitaciones, puede llevarnos a
grandes logros y recompensas. Su historia nos inspira a ser fieles a nosotros mismos, a
seguir nuestros sueños y a mantenernos firmes en nuestros valores, sin importar lo que
otros puedan decir. En última instancia, Caleb nos recuerda que ser diferente puede ser una
bendición y que, a veces, es el camino menos transitado el que nos lleva a los mayores
triunfos.
Navegando el delicado equilibrio del miedo
En este mundo cambiante y desafiante que ha sido sacudido por la pandemia, las
transformaciones geopolíticas como el ascenso de los BRICS, el impacto de la guerra en
Ucrania, y la creciente disrupción de la inteligencia artificial en todos los aspectos de la
sociedad, desde la ciencia hasta el ámbito laboral, nos recuerdan una verdad fundamental
tomar decisiones con determinación es esencial para enfrentar los desafíos y alcanzar
nuestros sueños en este nuevo panorama.
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La historia del valiente Caleb en el libro bíblico de los Números sigue siendo un faro de
inspiración para todos nosotros. En un mundo lleno de incertidumbre y cambios constantes,
su valentía para explorar lo desconocido, desafiar la opinión de la multitud y superar sus
propias dudas personales es un recordatorio poderoso de que debemos abrazar la
determinación en nuestras vidas.
Es fácil sentir miedo ante la incertidumbre, pero es precisamente en esos momentos cuando
debemos tomar decisiones con determinación. La valentía de Caleb nos enseña que superar
el miedo es el primer paso para lograr nuestros sueños. En un mundo donde la inteligencia
artificial está cambiando la forma en que trabajamos, estudiamos y vivimos, necesitamos la
valentía de abrazar el cambio y adaptarnos constantemente.
Además, los desafíos demográficos, como la decadencia de la natalidad y el calentamiento
global, nos exigen tomar medidas audaces para preservar nuestro planeta y construir un
futuro sostenible. Aquí, la determinación y la valentía de Caleb también son relevantes.
Debemos tomar decisiones responsables y sostenibles, incluso cuando enfrentamos
presiones externas o dudas internas.
La teneridad y la pusilanimidad: Las dos tentaciones que se deben evitar ante el miedo
Aristóteles, el filósofo griego antiguo, abordó la pusilanimidad y la temeridad en su obra
"Ética a Nicómaco". Aquí está cómo las definió
Pusilanimidad (ὑποκρισία, Hypokrisía) Aristóteles describió la pusilanimidad como un vicio
que se encuentra en el punto intermedio entre el valor y la cobardía. Se refiere a la falta de
confianza en sí mismo y a la incapacidad de enfrentar el miedo de manera adecuada. Las
personas pusilánimes suelen subestimar sus propias capacidades y evitan asumir riesgos
incluso cuando es apropiado hacerlo. Ven el peligro como más grande de lo que realmente
es y, por lo tanto, se sienten incapacitados para actuar con valentía en situaciones en las
que deberían hacerlo.
Temeridad (θράσος, Thrásos) Aristóteles contrasta la pusilanimidad con la
temeridad, que también es un vicio. La temeridad implica una falta de miedo o una
insensibilidad excesiva hacia los peligros y riesgos. Las personas temerarias no toman en
cuenta las consecuencias negativas y se lanzan imprudentemente a situaciones peligrosas
sin una consideración adecuada. En lugar de medir cuidadosamente los riesgos, actúan de
manera impulsiva y sin cautela.
Aristóteles enfatiza la importancia de encontrar un término medio virtuoso entre
estos dos extremos. La virtud se encuentra en el punto intermedio entre la pusilanimidad y
la temeridad, donde una persona tiene un sentido adecuado del miedo y los riesgos, y actúa
con valentía y prudencia en función de una evaluación razonable de la situación.
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La temeridad es una actitud que se caracteriza por enfrentar el miedo y asumir riesgos de
manera imprudente y desconsiderada, sin detenerse a pensar en las posibles consecuencias
de nuestras acciones. Es como saltar a un abismo sin paracaídas, creyendo que nada malo
nos ocurrirá. La temeridad surge de una falta de respeto por el peligro y una
sobreestimación de nuestras propias habilidades y suerte.
A menudo, quienes actúan con temeridad tienden a subestimar la gravedad de una
situación y minimizar los riesgos involucrados. Esto puede llevar a resultados desastrosos y
poner en peligro tanto a la persona que actúa temerariamente como a quienes la rodean.
Es importante comprender que enfrentar el miedo y asumir riesgos no es intrínsecamente
negativo, pero hacerlo de manera irresponsable y sin una evaluación adecuada puede llevar
a desastres.
Por otro lado, la pusilanimidad es la tendencia a evitar cualquier tipo de riesgo o
enfrentamiento debido a un miedo paralizante. Quienes caen en la trampa de la
pusilanimidad tienden a justificar su inacción con razonamientos de pseudo prudencia. Si
bien puede parecer que están siendo cautelosos, en realidad están permitiendo que el
miedo los controle y les impida tomar acciones necesarias.
La pusilanimidad a menudo se disfraza de prudencia, pero en realidad es una cobardía
maquillada. Aquellos que se vuelven pusilánimes pueden llegar a convencerse a sí mismos
de que están siendo sensatos al evitar riesgos, cuando en realidad están perdiendo
oportunidades valiosas y evitando enfrentar situaciones que podrían ayudarles a crecer y
superar sus miedos.
Es importante destacar que tanto la temeridad como la pusilanimidad son extremos que
deben evitarse cuando se trata de enfrentar el miedo y asumir riesgos. El equilibrio se
encuentra en la prudencia, que implica una evaluación cuidadosa de los riesgos y las
consecuencias antes de tomar decisiones. La prudencia reconoce el miedo pero no permite
que lo controle ni que lo paralice. En lugar de ser imprudentes o pusilánimes, debemos
buscar un camino intermedio que nos permita enfrentar el miedo de manera responsable
y tomar decisiones informadas que nos lleven hacia nuestros objetivos.
Conclusión.
Descubrimos en este pasaje, como los espías regresan de su misión con informes
contradictorios. Algunos describen una tierra fértil y abundante, pero otros enfatizan los
desafíos y los obstáculos que enfrentarían al conquistarla. El pueblo de Israel, influenciado
por el miedo, se centra en las dificultades y comienza a quejarse y a dudar de la promesa
de Dios.
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Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo enfrentamos el miedo en tiempos de
cambios significativos, como los desencadenados por la pandemia de COVID-19, la
estanflación en Europa, la guerra en Ucrania y la irrupción de la inteligencia artificial en
múltiples aspectos de la vida. En estas circunstancias, es natural sentir temor ante lo
desconocido y lo incierto.
Una gran lección que podemos extraer de este pasaje es que el miedo, si se permite que
gobierne nuestras decisiones, puede llevarnos a la parálisis y la resistencia al cambio. El
pueblo de Israel, debido a su miedo, se negó a entrar en la Tierra Prometida y enfrentar los
desafíos que conllevaba. En lugar de confiar en la promesa divina y avanzar con valentía,
permitieron que el miedo dictara su destino.
Por lo cual, desde una perspectiva de fe y espiritualidad, podemos recordar que el miedo
es una emoción humana natural, pero no debe ser nuestro guía principal. La Biblia nos
enseña a confiar en Dios y a recordar que Él está con nosotros en todo momento, incluso
en medio de las adversidades y los cambios. La fe nos brinda la fortaleza para superar
nuestros miedos y enfrentar los desafíos con determinación.
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