¿LICENCIAS EXPRESS O REAL DECRETO EXPRESS? Hace unas semanas el Gobierno aprobó el Real Decreto-ley 19/2012 de medidas urgentes de liberalización del comercio. En él se establece la inexigibilidad de las licencias urbanísticas para el comienzo de casi todas las actividades comerciales. En los medios de comunicación la noticia apareció mayoritariamente bajo titulares que expresaban el nacimiento de la “licencia express”. Los representantes gubernamentales presentaron la modificación legal como la solución al problema del larguísimo tiempo necesario para obtener las licencias de actividad que permiten abrir un comercio. Es cierto que este problema ha existido tradicionalmente en España, pero no lo es menos que la situación ha cambiado sustancialmente en muchos municipios desde hace unos pocos años. En mi opinión, el nuevo marco legal puede provocar situaciones indeseadas, y sobre todo me cuesta entender la razón por la que no se ha procedido a tomar los modelos que funcionaban con éxito en algunos Ayuntamientos como norma general que obligara al conjunto de la administración local. Los cambios a los que me he referido se han producido tras la aparición de la Ley 25/2009 que introdujo el concepto de la declaración responsable para las licencias, y la Ley 27/2011 que añadió la inexigibilidad de licencia de actividad para todos los casos en los que no hubiera afección al medio ambiente, al patrimonio histórico artístico y a la seguridad y salud públicas. Estos cambios legales permitieron en los casos más sencillos iniciar las actividades sin esperar a concesión de licencia. Sin embargo la novedad que produjo el cambio más sustancial, en lo que a ahorro de tiempo en obtención de licencias se refiere, fue la aparición de las entidades privadas colaboradoras con el municipio en la elaboración de los informes facultativos para el inicio de las obras y de las actividades. En el caso de Madrid puedo dar testimonio directo de la transformación que la aparición de estas entidades ha supuesto. Con anterioridad los plazos eran dilatadísimos, y en la práctica en muchos casos, los propietarios de los futuros negocios optaban por la ejecución de las obras y por iniciar la actividad en situación irregular, sin licencia o simplemente habiéndola solicitado. Esta situación además de irregular fue la causa de supuestos casos de corrupción, como el de la “Operación Guateque”; que por cierto y hablando de plazos dilatados, sigue tras varios años, a la espera de juicio. Con la puesta en marcha de estas entidades colaboradoras privadas que informan, por delegación municipal, de la adecuación a 1 normativa de la solicitud y la documentación técnica, los plazos se han reconducido a lo razonable, entre 15 días y 2 meses, según la complejidad del caso a evaluar. El nuevo Real Decreto, no recoge las experiencias exitosas realizadas sobre la base tradicional del control previo municipal a la documentación presentada sino que suprime para casi todos los casos este control previo, y generaliza el derecho a la realización de obras y al inicio de la actividad con la presentación de la documentación, siendo el control municipal posterior a las obras y a la apertura del establecimiento. Las licencias de actividad tienen su fundamento en la adecuación a normativa de la actividad a realizar, y por tanto en hacer compatible el derecho a ejercer en un local un negocio de la manera que el ejerciente mejor entienda, con los derechos de terceros: usuarios, vecinos… en cuestiones como la seguridad física, el ruido, la contaminación… Parece lógico pensar que un control previo garantiza mejor los derechos de terceros que un control posterior, fundamentalmente porque éstos pueden ser menoscabados al menos durante el plazo transcurrido entre apertura y control posterior, y a la vez el control previo supone para el solicitante de la licencia una mayor seguridad jurídica, al contar con ésa antes de hacer las obras, y no tener que esperar la llegada de un informe que pudiera ser negativo y que en consecuencia le obligara a costosas modificaciones en lo ya ejecutado. Tras la publicación de este Real Decreto-ley, pueden ser los Ayuntamientos los que enmienden lo peor de la nueva norma: en sus ordenanzas de tramitación de licencias, pueden ofrecer al solicitante la opción de que acompañe voluntariamente su solicitud con un informe municipal de adecuación a normativa. Además si los municipios practican el control posterior con celeridad, disminuirán los posibles daños ya comentados y que se pueden dar tanto en ejercientes de la actividad como en terceros. La pregunta es por qué si ya había experiencias que daban respuesta adecuada al derecho al comienzo de una actividad haciéndolo compatible con el cumplimiento completo de la normativa, se ha optado por otra dirección, la del control exclusivamente posterior; camino que puede traer consecuencias poco deseables: inseguridad jurídica para ejercientes de la actividad y merma de derechos para terceros. Más que un Real Decreto sobre licencias express parece un poco un Real Decreto express. Fernando Landecho González-Soto 2