Subido por Fiama Soto

Guía de lectura Nº17 (1) (1)

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Guía de lectura Nº 17: Clase 19 “El falo evanescente” y Clase 20: “Lo que entra por la oreja”.
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El falo como función mediadora
Nivel fálico: el falo evanescente, la angustia como verdad de la castración
Círculos de Euler: hombre (-fi) mujer
Lo invocante, la voz; objeto separable y el oído; aparato resonador
Asimilación/incorporación
En esta sesión Lacan se propone rectificar cierta noción del falo y la castración. “En el análisis,
en la técnica analítica, en la medida en que en ella estamos implicado-ya sea más, ya sea
menos, interesarse un poco en el análisis, es ya estar un poco implicado-debemos encontrar
en la elaboración de los conceptos el mismo obstáculo reconocido como constitutivo de los
límites de la experiencia analítica, o sea la angustia de castración”. (pág. 278) El menos fi,
definido como notación de la angustia de castración, es introducido para situar la cuestión de
la relación de la angustia con la castración. “Para decir enseguida las cosas tal como se
articularán en el paso siguiente, diré que la función del falo como imaginario funciona por
todas partes, en todos los niveles que he caracterizado mediante cierta relación del sujeto con
él a. El falo actúa por doquier con una función mediadora, salvo allí donde se lo espera, en
particular en la fase fálica” (p. 280). Esto lo retoma en la sesión siguiente, el falo no se
encuentra ahí donde se lo espera, allí donde se lo exige, o sea en el plano de la mediación
genital, por eso dirá que la angustia es la verdad de la sexualidad. “Al no realizar el falo, salvo
en su evanescencia, el encuentro de los deseos, se convierte en el lugar común de la angustia”
(p 287).
En el capítulo 20, retoma entonces esto, desde una concepción podemos decir diferente del
falo en Freud. Retoma los términos freudianos, pero otorgándoles otro alcance. Hombre y
mujer aparecen escritos en dos círculos de Euler, en dos conjuntos y el menos fi ahí en el
punto de intersección. “El campo cubierto por el hombre y por la mujer en lo que se podría
llamar, en el sentido bíblico, su conocimiento el uno del otro, solo coincide en lo siguiente- que
la zona a la que son conducidos por sus deseos para que se alcancen, allí donde podrían
coincidir efectivamente, se caracteriza por la falta de lo que sería su intersección” (p. 290.)
No hay, en suma, mediación genital. Hay pulsiones parciales, pero no hay pulsión genital, en el
nivel de lo genital hay una falta, la genitalidad es el lugar donde se produce el encuentro vacío.
Por eso Lacan habla de una mediación fallida, allí donde el falo es esperado, no aparece más
que como falta, ese falo que es para el hombre un punto final y para la mujer un punto de
apertura.
El soporte del deseo, dice Lacan, no está hecho para la unión sexual, puesto que el deseo no
me especifica como hombre o mujer sino como lo uno o lo otro.
En esta sesión, al final introduce el problema de la voz. Todo lo que el sujeto recibe del A, lo
recibe en forma vocal, pero el lenguaje no es vocalización.
La relación con la voz se piensa tradicionalmente en psa ligada a la voz del superyó, a las voces
alucinatorias. En el seminario Lacan toma a la voz como un objeto a, desestimando el vínculo
de ella con la presencia de si de la llamada voz de la conciencia, para descubrir una dimensión
temporal que atraviesa la práctica del analista.
Para comenzar, Lacan señala que lo que liga el lenguaje a una sonoridad es algo más que una
relación accidental. Si el ojo es un espejo, el oído es un aparto resonador. Una vez más recurre
a la fisiología a modo metafórico para señalar que el oído es un objeto topológico, un tubo que
puede resonar. En las sesiones anteriores introduce el motivo del Shofar, para señalar que ese
rugido o bramido de Dios, viene del lugar del A al sujeto.
La voz aparece como objeto potencialmente separable, no actualizado en el habla, lo que
constituye el soporte del a y se di0ferencia de la fonematizacion. Lo que posibilita la
resonación es que haya un vacío.
Vamos a marcar 3 cuestiones para trabajar. Una es que la voz no es la palabra. La voz tampoco
coincide con la fonación. En la práctica analítica una cosa es lo que se oye en lo que se dice y
otra es lo que se escucha en lo que se oye. Esto lo retoma Harari y Ritvo en Ensayos de las
razones, para plantear que, si me escucho a mí mismo desde el A, me divido. Oigo signos, pero
escucho significantes, así la voz del analista se constituye en la ajenidad de nuestra propia voz.
La dimensión de la voz tiene que ver con la aparición de la función más pura del A, con su
alteridad. El A en Lacan es función de alteridad.
La fonación es cuestión del lingüista, la relación con los fonemas y el discurso constituido por
unidades discretas. Desde el Psicoanálisis lo que nos interesa es el lenguaje en su 0funcion de
alteridad. LA VOZ COMO ALTERIDAD DE LO QUE SE DICE, NO RESUENA EN NINGUN VACIO
ESPACIAL, SINO QUE RESUENA EN UN VACIO QUE ES EL VACIO DEL A.
La voz es más bien lo que cae. De hecho, Lacan marca como esa voz desprendida de nosotros
se nos vuelve ajena.
En segundo lugar, marca lo que llama la función fática. Este remite a lo que aparece o se
manifiesta. Lacan lo introduce para señalar que esta función es asegurar al otro que estoy ahí,
que el otro tb sigue ahí. (ejemplo cuando se corta la comunicación) Lacan dice que esta
función muestra el lugar de la voz. Hablo para asegurarme que el Otro está ahí y que me va a
responder. Ahora se pregunta, que sucede cuando responde. “La voz responde a lo que se
dice, pero no puede responder de eso que se dice “(p. 298).
Esto supone que, si incluimos la respuesta, esto no significa que la voz se inscriba en el
estatuto de una lógica intersubjetiva. La voz es alteridad del A.
En tercer lugar, está la cuestión de la incorporación. En la página 299, Lacan dice, que la voz no
se asimila, sino que se incorpora. La voz del A modela el lugar de nuestra angustia solo después
de que el deseo del A, haya tomado forma de mandamiento. Acá aparece el problema de la
incorporación. Termino que Freud toma para hablar de la identificación primaria o represión
primaria. ¿Qué supone que la voz se incorpore, pero no se asimile?
El problema de la incorporación aparece ligado en el seminario a la problemática de la
castración. La asimilación supone absorber un objeto extranjero, extraño y volverlo
homogéneo al interior de un organismo. Cuando Lacan se refiere a la incorporación y no
asimilación de la voz se refiere a algo que atraviesa todos los pisos del a. Algo de la voz queda
en una relación de exclusión interna respecto del sujeto, o más bien no hay asimilación del a
en ninguno de los estadios del objeto.
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