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INFORMES MEDICOS PRIVADO VERSION ACTUALIZADA

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INFORMES MÉDICOS PRIVADOS: VALORACIÓN
Jesús Ramón Torres Pertuz
 [email protected]
@jrtp61
La paradoja es que son los mismos facultativos.1
Miguel Arenas
1.~ Planteamiento. 2.~ Valoración de Pruebas en la Jurisdicción Laboral. 3.~ Del Ejercicio Profesional del Médico.
4.~Naturaleza Jurídica: a.~ ¿Documento Privado emanado de Terceros? b.~ ¿Dictamen Pericial?
c.~ ¿Es Prueba Pericial o Testimonial? d.~ ¿Pruebas Libres? 5.~ Consideraciones Finales.
1.~ PLANTEAMIENTO.
El siguiente planteamiento, inspirado bajo la tendencia de interpretar el proceso desde una
perspectiva constitucionalista, o como dirían algunos, entre ellos, el maestro Couture, bajo la esfera de
principios y garantías mínimas de rango sustancial conocida como la «constitucionalización del proceso»,
conforme a la cual se concibe el trámite de proposición, admisión, evacuación y apreciación de los medios
probatorios, como una manifiesta expresión de derechos fundamentales integrantes de la tutela judicial
efectiva y del debido proceso, de la concepción de éste último, como instrumento fundamental para la
realización de la justicia y de la proscripción de sacrificar la justicia por la omisión de formalidades no
esenciales, tiene como uno de sus bastiones, que todo ello se efectúe bajo pautas hermenéuticas que impliquen la valoración conjunta de todo el acervo probatorio, que permitan determinar si las partes han
acreditado suficientemente sus afirmaciones y si se ha logrado producir en el juez, la certeza y la convicción respecto de las cuestiones controvertidas que servirán de fundamento a la decisión, entendiendo esta
labor apreciativa como una misión que va mucho más allá de efectuar un examen exegético de la normativa legal, de revisar las posiciones académicas y jurisprudenciales, o de fundarla en percepciones meramente subjetivas.
En opinión de algunos, esto conduce a una elevación de los poderes jurisdiccionales del juez,
en lo que respecta a la búsqueda de la verdad o de ese ideal de justicia al cual se debe la actividad jurisdiccional, no únicamente a través de la posibilidad de incorporar pruebas a las actas, sino de intervenir
activamente en la práctica probatoria y en ese camino que en pro de la verdad el operador de justicia ha
de seguir, debe pasar irremisiblemente, por la plena satisfacción de los derechos y garantías constitucionales antes aludidos. En consecuencia, en aras de cumplir ese elemento teleológico del proceso debe juzgar con base a su ciencia, su conciencia y atendiendo los valores, principios, ideologías y creencias que
orbitan en el contexto social, lo cual significa, entre otros aspectos, no estar sujeto a anacronismos2 y que
en ese rol activo debe analizar las pruebas y las actas procesales con logicidad, prudencia y sentido común, siguiendo el método general de valoración acogido por el legislador venezolano (la sana crítica).3
Teniendo por norte estas premisas, se propone un giro copernicano en la categorización y valoración que hasta la fecha, tanto la más encumbrada jurisprudencia como la más calificada doctrina,
han venido impropiamente encasillando a los informes, certificados, y/o constancias expedidas por profeArenas, Miguel. ¿Público o privado? Como se valoran los informes médicos en los procedimientos de incapacidad
permanente. https://miguelonarenas.blogspot.com/2013/02/publico~o~privado~como~se~valoran~los.html
2 En opinión de quien suscribe este anacronismo puede estar referido a la aplicación de vetustos criterios y de interpretaciones desfasadas en la forma de plantear el establecimiento y valoración de las pruebas.
3 Nava G., José Gregorio. La constitucionalización del proceso en Venezuela y sus efectos en el régimen probatorio. San
Cristóbal. Marzo 2010. https://nanopdf.com/download/la~constitucionalizacion~del~proceso_pdf
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sionales que ejercen la medicina de forma particular, como documentos privados emanados de terceros,
proposición novedosa formulada con la intención de proponer la urgente y necesaria revisión y reconducción de tal tendenciosa apreciación, la cual no pocas veces ha llevado a los jueces a desechar estos medios probatorios del proceso, cuando las mismas no son ratificadas en juicio a través del testimonio, lo
cual se ha traducido en la injusta u oprobiosa solución del caso.
Como motor propulsor coadyuvante del sugerido cambio de criterio, debe considerase la recurrencia o cotidianidad con la que son promovidas dichas instrumentales en nuestro foro tribunalicio
laboral con el propósito de dar justificación a la falta de comparecencia a las audiencias (preliminares, de
juicio, ante el juzgado superior o ante la Sala de Casación Social) o para evidenciar o comprobar las causas, consecuencias, patologías, exámenes y demás recomendaciones que se emplean para decretar las
condenas indemnizatorias y resarcitorias de daños materiales y morales con motivo de accidentes o enfermedades profesionales, fácticas estas que quedan sin comprobación ante el incumplimiento del requisito de la deposición de los médicos suscribientes, requisito éste impropiamente impuesto, desestimándose así una valiosa e inagotable fuente probatoria e ilustrativa destinada a acreditar las afirmaciones, hechos y demás datos circundantes, tales como: sintomatología, diagnósticos, opiniones, tratamientos terapéuticos y farmacológicos aplicados, posologías, evolución y demás aspectos relacionados con el paciente,
teniendo en cuenta que en el primero de los casos surgen abruptamente e impiden la comparecencia de la
parte y en la segunda de las situaciones señaladas, generalmente son expedidos anticipadamente al inicio
del juicio, redactados en el contexto de la asistencia facultativa y que en ambos casos, son de difícil o imposible comprobación con otro medio probatorio y que pueden aparecer como pruebas directas o indirectas, esto es, para corroborar las afirmaciones formuladas por las partes o bien para apoyar o complementar los otros medios de convicción, sin dejar de tener presente que se trata de medios demostrativos diferentes, que de alguna manera devienen complementarios.
2.~ VALORACIÓN DE PRUEBAS EN LA JURISDICCIÓN LABORAL.
Como parte del bagaje argumental que sirve de sostén a esta interpretación, debe recordarse
que los jueces obtienen su convencimiento de los medios probatorios,4 los cuales tienen por finalidad
acreditar las circunstancias que sirven de fundamento fáctico a las pretensiones, acciones, excepciones y
defensas propuestas por las partes. Con respecto a los medios probatorios, la Sala Constitucional del Alto
Tribunal se ha pronunciado, entre otras, en decisión Nº 1442 de fecha 24 de noviembre de 2000, caso:
Marieliza Piñango Buloz y otro, expediente N° 00~0738, cuando sentó:
Forman parte del debido proceso, las oportunidades procesales para oír a las partes, así como lo relativo
a la promoción y recepción de pruebas dentro de los términos y formas que establece la ley para ello, a
fin que las partes puedan cumplir con el principio de necesidad de prueba, así como con los de contradicción y control de la prueba, todo como desarrollo del derecho de defensa. Mientras esas oportunidades legales se respeten, existe el debido proceso, ya que se oye a la persona en lapsos y actos que garantizan el poder recoger plenamente sus alegatos, además, se permite a las partes, ante la petición de una,
recibir la contrapetición de la otra, lo que en materia de pruebas significa acceder a las pruebas que
ofrece su contraparte y poder cuestionarlas y controlarlas…”. (Negritas y subrayado de esta Sala).
Martínez García, Ángel Santiago. La prueba en el proceso civil. Cuadernos de Derecho Judicial 34, 1993, págs. 41 y
ss, citando a Valentín Cortés Domínguez, define al medio de prueba como «el mecanismo a través del cual el órgano
judicial adquiere una serie de conocimientos sobre los hechos objeto de debate que permiten, correctamente interpretados y valorados, llegar a una conclusión acerca de la existencia de los hechos alegados por las partes».
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En el mismo orden de ideas, la Sala de Casación Civil, en sentencia N° 208, de fecha 14 de
abril de 2008, Expediente 07~662, caso Plaquiven contra Banvalor, C.A, señaló:
De conformidad a las jurisprudencias antes citadas, puede destacarse que el derecho a la prueba se ve
vulnerado cuando el Juzgador impide de alguna manera que la prueba legal y pertinente se incorpore al
proceso o cuando siendo admitida y se ordene su evacuación, no se esperen las resultas de las mismas,
a los fines de producirse una decisión final, conforme a lo alegado y probado por las partes, con lo cual
se estaría produciendo una indefensión.
Y en sintonía con lo anteriormente motivado, de conformidad con lo pautado en el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, toda persona tiene el derecho a obtener la tutela
judicial efectiva, lo cual no se puede lograr sino por medio de la oportuna y necesaria prueba de los hechos litigiosos; así pues la prueba forma parte del derecho a esa tutela como derecho a probar en el proceso las afirmaciones de hecho realizadas por las partes al fundamentar su pretensión… .
De la jurisprudencia antes transcrita, se evidencia que el derecho a la prueba se ve vulnerado cuando el juzgador impide de alguna manera que la prueba legal y pertinente se incorpore al proceso o
cuando siendo admitida y se ordene su evacuación, no se esperen las resultas de las mismas para motivar la decisión final, atendiendo a lo alegado y probado por las partes, con lo cual se podría producir una
indefensión.
En cuanto a los medios de prueba que pueden hacer uso las partes en un juicio laboral para
comprobar sus alegatos, se tiene que la Ley Orgánica Procesal del Trabajo establece un sistema numerus
apertus, al consagrar que son medios de prueba admisibles en juicio, aquellos por ella establecidos, los
previstos en el Código de Procedimiento Civil, en el Código Civil y en otras leyes de la República, excluyendo solo las pruebas de posiciones juradas y de juramento decisorio, agregando que, las partes pueden
también valerse de cualquier otro medio no prohibido expresamente que consideren conducente a la demostración de sus pretensiones, promoviéndose y evacuándose de la forma preceptuada, disponiendo
además que, ante cualquier imprevisión, se aplicarán por analogía las disposiciones relativas a los medios
de pruebas semejantes contemplados en la legislación adjetiva y sustantiva ordinaria, o en su defecto, en
la forma que señale el juez, con la advertencia de que, sólo se apreciarán las pruebas incorporadas al
mismo conforme a su normativa.
Constituye criterio reiterado de la Sala de Casación Social que, en materia laboral la valoración y apreciación de las pruebas5 corresponde hacerla al juez, para inquirir la verdad procesal, de conformidad con las reglas de la sana crítica, y no reglas de la prueba legal o tarifada, lo que implica un
examen y valoración razonada en forma lógica y atenida a las máximas de experiencia, congruente con las
circunstancias específicas de cada caso y a la concordancia entre sí de los diversos medios probatorios
aportados a los autos, de modo que puedan producir la certeza en el juez respecto de los puntos controvertidos y constituye un hecho de apreciación soberana de los jueces de instancia.
En cuanto al tratamiento valorativo preceptuado legalmente debe subrayarse y recalcarse
~sobre todo a quienes corresponde apreciar las pruebas en el acto de juzgamiento~ que todos los medios
probatorios ~no algunos~ deben ser apreciados conforme a la sana crítica (el artículo 10 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo) y no conforme al sistema de las pruebas tarifadas. En tal sentido, vale la pena
Devis Echandia, Hernando. Compendio de la Prueba Judicial. Tomo I. Rubinzal~Culzoni Editores. Buenos Aires.
2000. p. 141. Señala que «por valoración o apreciación de la prueba judicial se entiende la operación mental que tiene
por fin conocer el mérito o valor de convicción que pueda deducirse de su contenido».
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destacar que la Sala de Casación Social ha precisado reiteradamente que, bajo el imperio de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, éste es el régimen de valoración conforme al cual, los juzgadores tienen libertad
para apreciar las pruebas de acuerdo con la lógica y las reglas de experiencia que sean aplicables al caso
y que debe ser empleada al evaluar todo tipo de medio probatorio, aun cuando tenga asignada una tarifa
legal en otras leyes, como ocurre por ejemplo con la prueba de instrumento público e instrumento privado, es decir, el juez debe guiarse de inferencias racionales y coherentes que le permitan dar cimientos
sólidos a su decisión y a partir de allí formarse convicción respecto al hecho o hechos controvertidos, por
cuanto este método permite analizar la prueba con criterios mucho más objetivos, de mayor amplitud y
más apegados a la realidad.6
El contexto particular anterior debe diferenciarse del propio en la esfera de la jurisdicción civil ordinaria, según el cual, a tenor del Artículo 507 del código procesal adjetivo, el juez deberá apreciar el
mérito de la prueba según las reglas de la sana critica, a menos que exista una regla legal expresa para
ello, es decir, que en el contexto procesal común, la sana crítica, es un régimen interpretativo que opera
en sustitución o ante la falta de indicación o tasación de un medio probatorio en especial para una prueba, es decir, su aplicación está condicionada a que no haya o no exista una regla legal expresa para estimar una probanza en específico.
Por otro lado debe resaltarse, la carga que tienen los accionantes en esta especial jurisdicción, de cumplir los requisitos libelares impuestos cuando reclaman indemnizaciones por enfermedades o
accidentes ocupacionales, entre otros, la indicación de la naturaleza del accidente o enfermedad, el tratamiento médico o clínico, el centro asistencial donde lo recibe o recibió, la naturaleza y las consecuencias probables de la lesión que padece o padeció, circunstancias éstas que necesariamente deben estar
acreditadas por certificados, informes o constancias, que no pocas veces emanan de profesionales de la
medicina que ejercen de manera privada, entre los cuales pueden incluirse los que trabajan para el empleador en las unidades médicas por él sostenidas.
De la misma manera, debe destacarse la ineludible obligación que tiene el juzgador de analizar y juzgar todas las pruebas que hayan sido promovidas y evacuadas en la oportunidad legal prevista
para ello, aun aquellas que, a su juicio, no fueren idóneas para ofrecer algún elemento de convicción, sobre los hechos controvertidos en el proceso, expresándose siempre cuál sea su criterio respecto de las
mismas, ello en sujeción a lo previsto en los artículos 5 y 10 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo y 509
del Código de Procedimiento Civil.7
Resulta forzoso advertir que, de acuerdo al criterio de la Sala Constitucional del alto tribunal, condensado en sentencia N° 1772 de 5 de octubre de 2007, (caso: Piernina Sorángela Medina Sánchez), y ratificado en decisión N° 501 de 19 de marzo de 2002 (caso: Salvador Rodríguez Fernández), la
valoración de las pruebas forma parte de la autonomía e independencia de la que gozan los jueces al decidir, quienes, dentro del marco de la Constitución y de las leyes, al resolver una controversia, disponen
de un amplio margen de valoración del derecho aplicable a cada caso, por lo cual pueden interpretarlo y
N° 818 del 26/07/2005. Ponente: Mag. Luis Eduardo Franceschi Gutiérrez; N° 1916 del 25/11/2008. Ponente: Mag.
Carmen Elvigia Porras de Roa; N° 1354 del 04/12/2012. Ponente: Mag. Alfonso Rafael Valbuena Cordero y N° 896 del
18/07/2014. Ponente: Mag. Octavio José Sisco Ricciardi.
7 Sala de Casación Social N° 313 del 31/03/2011. Ponente: Mag. Luis Eduardo Franceschi Gutiérrez.
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ajustarlo a su entendimiento, como actividad propia de su función de juzgar, sin que el juzgador de amparo pueda inmiscuirse dentro de esa autonomía en el estudio y resolución de la causa, salvo que tal criterio viole flagrantemente derechos o principios constitucionales.
Se dispone también en el texto procesal especial que, en caso de dudas sobre la apreciación
de los hechos y ante cualquier incertidumbre, disyuntiva o dilema en lo que a las pruebas en particular
concierne, el juez debe escoger la valoración más favorable al trabajador.
3.~ DEL EJERCICIO PROFESIONAL DEL MÉDICO.
A los fines de indagar y establecer las verdaderas entrañas de las instrumentales bajo análisis como medio de persuasión, se debe tomar en cuenta que en Venezuela, la actuación del médico está
contenida en un estatuto especial que regula todo lo concerniente a la prestación de sus servicios, el cual
dispone que para ejercer esta profesión se requiere poseer el título de doctor en ciencias médicas, médico
cirujano o médico integral comunitario expedido por una universidad venezolana, inscribir el título correspondiente de conformidad con la ley en una oficina de Registro Público y en el Colegio de Médicos u
otra organización médico~gremial, previéndose también que ninguna institución de asistencia médica,
pública o privada, podrá funcionar sin autorización del Ministerio del Poder Popular con competencia en
materia de salud, debiéndose regir por los reglamentos y normas que éste dicte y cumplir igualmente, con
las demás disposiciones formales para poder anunciar su ejercicio profesional en general y desde el punto
de vista ético o moral, observar siempre una conducta guiada por patrones de probidad, justicia y dignidad.
Dentro de este compendio normativo especial se consagra también que, el ejercicio de los
profesionales de la medicina comprende la prestación de atención preventivo~curativa a la población mediante acciones encaminadas a promocionar la salud, prevenir enfermedades, reducir los factores de riesgo, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno, restitución de la salud y rehabilitación física o psico~social
de las personas en los ámbitos familiar, comunitario, laboral y escolar; así como también la determinación de las causas de muerte; el peritaje, asesoramiento médico~forense, la investigación y la docencia en
las ciencias médicas.
A los fines que interesa destacar para una clara comprensión de la exégesis anunciada, o en
otras palabras, para su cabal entendimiento, se hace particular mención al Artículo 35 de la Ley del Ejercicio de la Medicina cuando establece que los profesionales están autorizados para certificar aquellos hechos que comprueben en el ejercicio de su ocupación, en la forma y condiciones previstas en las disposiciones reglamentarias de dicha ley.
Según la definición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, 22 a ed,
2001, el vocablo «certificar», entre sus acepciones tiene:
1. tr. Asegurar, afirmar, dar por cierto algo; 2. … 3. Hacer constar por escrito una realidad de hecho por
quien tenga fe pública o atribución para ello; 4. Fijar, señalar con certeza.
Mientras que, según este mismo texto explicativo, el verbo «comprobar» significa confirmar la
veracidad o exactitud de algo.
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Cabe resaltar, que la facultad o autoridad que detentan tales profesionales para «certificar» o
dejar prueba de las actuaciones que realicen en el ejercicio de su ministerio deviene ex lege,8 respaldada
por su titulación, avanzados estudios universitarios, formación académica y desempeño rural práctico
obligatorio, su condición de hombres de ciencia, especialistas o «expertos» de esta determinada rama del
saber, independientemente de la empresa o institución donde presten sus servicios, sin que se pueda discriminar a los efectos de comprobar su aptitud o referida eficacia fedataria, si se desempeña en el área
pública o privada, por lo que no le está jurídicamente dado al intérprete hacerlo. Esta legitimidad para
expedir las certificaciones indicadas supra es confirmada con la letra del Artículo 102 de su lex artis
cuando preceptúa que estos profesionales infringen la misma cuando firmen récipes en blanco o expidan
«certificaciones» falsas con el propósito de burlar las leyes o para favorecer el incumplimiento de las obligaciones laborales.
Conviene agregar también que, según el Código de Deontología Médica, aprobado durante la
LXXVI Reunión Extraordinaria de la Asamblea de la Federación Médica Venezolana, realizada en Caracas
el 20 de marzo de 1985, el certificado médico es un documento destinado a acreditar el nacimiento, la realización de un acto médico,9 el de los medios probatorios, o el fallecimiento de una persona. Su emisión
implica responsabilidad moral y legal quien lo expide, debe ceñirse exactamente a la verdad y debe indicar los fines a que está destinado, es decir, es jurídicamente válido per se.
4.~ NATURALEZA JURÍDICA.
A los fines de arribar a una legítima conclusión que permita determinar la posición de las
instrumentales sub examine en la clasificación de los medios probatorios, que satisfaga la auténtica realidad y se desechen las vetustas interpretaciones y actuaciones judiciales se plantean interesantes interrogantes ¿Cuál es la verdadera naturaleza jurídica como medio probatorio de los informes, certificaciones y
constancias expedidas por profesionales de la medicina en su ejercicio particular o privado? vale decir
¿Son documentos privados emanados de terceros? ¿Cómo es que las referidas instrumentales no actúan
como prueba documental sino como prueba testimonial? En estos ¿debe obligatoriamente promoverse a
su otorgante como testigo para que lo ratifique? ¿dicha prueba debe ser valorada como una mera prueba
testimonial y, a las instrumentales que le sirven de base únicamente le es atribuible el valor que pueda
resultar de su ratificación por el tercero? ¿Son experticias realizadas extra litem y su contenido es el de un
informe pericial? o ¿Pueden ser catalogadas como pruebas libres? ¿Tiene justificación jurídica que se le
conceda diferente valor a los informes suscritos por un médico en una institución pública de otros que
pudiera hacer él mismo u otro profesional de la medicina en la esfera del ejercicio privado?
a.~ ¿DOCUMENTO PRIVADO EMANADO DE TERCEROS?
Artículo 47 de la Ley del Ejercicio de la Medicina.
Vera Carrasco, Oscar. Aspectos éticos y legales en el acto médico. Revista Médica La Paz. v.19 n.2 La Paz dic. 2013.
Versión On~line ISSN 1726~8958. Es toda acción o disposición que el médico realiza en el ejercicio de su profesión en
el proceso de diagnóstico, tratamiento y pronóstico así como los que se deriven directamente de éstos.
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Como pilar fundamental para el cabal entendimiento, es importante tener presente que jurídicamente hablando la documentación es la forma de constatar materialmente las actuaciones, percepciones, impresiones, opiniones, contratos y demás acuerdos entre los sujetos de derecho partícipes de una
determinada relación o vinculación jurídica material o procesal, es la reseña tangible donde se manifiesta
la voluntad negocial o aquella producida dentro del juicio.
Muy acertadamente, Priscila Solano Castillo sostiene que el documento puede presentarse
con un doble carácter: probatorio y procesal; de ahí que se trate al documento como medio de prueba y
como objeto de prueba. Conforme esta conjetura no pueden incluirse entre los documentos en sentido
propio los papeles que, durante el procedimiento certifican declaraciones o acontecimientos y que no son
verdaderos documentos los que podrían llamarse documentos procesales, tales como las declaraciones de
los testigos, los interrogatorios, y otros, pues en realidad se trata de la documentación de dichos actos; 10
tal exclusión ~a criterio de quien suscribe~ debe ser hecha también, respecto de aquellas certificaciones,
informes o constancias médicas, incluso aquellas que son elaboradas antes de instaurarse el proceso.
Es conveniente destacar también, la opinión construida en el contexto de la jurisdicción procesal penal de nuestro país, perfectamente aplicable en el proceso laboral, cuando en este sentido afirma
que es importante aclarar que todas las pruebas son documentadas pero no todas son pruebas documentales y para graficar ello se señala que, todo el proceso está contenido en un «documento» o cúmulo de «documentos» que son las actas procesales que conforman el expediente y porque, aunque se realicen «audiencias orales»,11 son muchas las actuaciones escrituradas, que son soporte físico del proceso, pero éstos
son, simplemente y en todo caso, documentos procesales, más no documentos de pruebas o pruebas documentales.12
Con fines meramente pedagógicos y con el propósito de remarcar la distinción entre el contenido o esencia de un medio probatorio y su forma documentada, bajo el proscenio de una interpretación
analógica al analizar otra prueba, resulta pertinente evocar la opinión del procesalista neogranadino Hernando Devis Echandía, al delimitar que una cosa es la inspección judicial y otra el acta que de la misma
se elabora y firma, aclarando que aquélla es un medio de prueba del hecho examinado y ésta es el documento en que consta que se practicó tal diligencia y cuál fue su resultado, es decir, «la prueba de aquella
prueba», son diferentes aunque se produzcan simultáneamente, confiriéndole a esta acta el carácter de
documento público por cuanto es elaborada por un funcionario público.13
Cambiando lo que sea necesario cambiar, para adecuarlo a la presente situación, condensa
este tratamiento valorativo, la manera cómo deben ser catalogados, apreciados y diferenciados los informes, constancias y certificaciones emanadas de médicos en el ejercicio libre de su profesión de los documentos que le sirven de continente.
El Registro Médico como prueba en los juicios de mal praxis. Escuela Judicial, Poder Judicial, San José, Costa Rica.
Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina: Dic. 2000 ~ 6 (1), Junio 2001: 57~72.
http://www.binasss.sa.cr/revistas/ rldmml/v5~6n21/art9.pdf.
11 Núñez, Héctor. Gramática Crítica y Didáctica de la Lengua Castellana, pp. 247~248. Redundancia: Aunque de una
acepción similar a la de pleonasmo, la redundancia constituye un vicio. Cita como ejemplo, entre muchos otros, «fue
llamado a una audiencia oral», de manera correcta: «fue llamado a una audiencia».
12 Ávila, Keymer. La comparecencia del experto en el juicio y los principios de la prueba penal en Venezuela. Revista
electrónica Derecho Penal Online. Disponible en: http://www.derechopenalonline.com.
13 Teoría General de la Prueba Judicial. Tomo II. 4ª ed, 1993. pág. 458.
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El Artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo establece que los documentos privados, emanados de terceros que no son parte en el proceso, ni causantes del mismo, deberán ser ratificados por el tercero, mediante la prueba testimonial.
Ahora bien, la Sala de Casación Social, siguiendo al pie de la letra la interpretación hecha
reiteradamente por la Sala de Casación Civil, ha establecido que el mecanismo previsto para el reconocimiento de documentos privados, sólo rige para aquellos emanados de la parte a quien se opone, lo que
encuentra justificación en su desinterés de que se fabriquen pruebas que podrían desfavorecerle, lo que
no se cumple respecto del tercero, quien podría pretender beneficiar a alguna parte, aún a sabiendas de
que se está desfigurando la verdad de los hechos ocurridos en el caso concreto y que conforman el tema a
decidir. En refuerzo de esta afirmación, cita al distinguido procesalista Arístides Rengel Romberg cuando
indica que «no se aplican aquí las reglas relativas al reconocimiento de instrumentos producidos por una
parte en juicio», porque el documento no emana de la otra parte, sino de un tercero (testigo), razón por la
cual el tratamiento procesal establecido en la ley es el de la prueba de testigos, dada la naturaleza de la
declaración contenida en el documento, asegurándose así el contradictorio en esta etapa de la instrucción
del proceso, mediante las repreguntas que puede formular la parte contraria al testigo, quedando así la
valoración de la prueba sometida a la regla general de apreciación de la prueba de testigos. 14
Por otra parte, la exégesis civilista a este respecto ha consagrado que las reglas relativas al
reconocimiento de instrumentos producidos por una parte en juicio, no son aplicables a aquellos casos en
los que se pretende hacer valer documentos privados emanados de terceros que no son parte en el respectivo proceso, ni causantes de las partes que contienden en él, ya que bajo estas circunstancias, las referidas instrumentales no actúan como prueba documental sino como prueba testimonial, y que la parte que
pretenda hacer valer en un juicio un documento emanado de tercero, debe obligatoriamente promover a
su otorgante como testigo para que lo ratifique, razón por la cual dicha prueba debe ser valorada como
una mera prueba testimonial; y, a las instrumentales que le sirven de base a dicha prueba, únicamente le
es atribuible el valor que pueda resultar de su ratificación por el tercero. De este criterio jurisprudencial
se extrae que la regla general de los documentos privados emanados de terceros, que son formados fuera
del juicio y sin participación del juez ni de las partes procesales, dispone que éstos no son capaces de
producir efectos probatorios per se, pues esas declaraciones hechas por el tercero que constan en dicho
documento, sólo pueden ser trasladadas al expediente mediante la promoción y evacuación de la prueba
testimonial.
Tradicionalmente los pronunciamientos doctrinarios y judiciales en tal sentido han sido contestes en afirmar que, la concesión del valor probatorio a los mismos está condicionado a la comparecencia que deben hacer sus suscribientes ante el Tribunal para que, a través de la prueba testimonial convaliden o ratifiquen su contenido, vale decir, el otorgamiento de eficacia probatoria a tales instrumentos está
sujeto al cumplimiento de una formalidad que consiste en la evacuación de otra diligencia procesal complementaria o adicional, mediante la evacuación de la prueba testimonial, conforme a lo indicado en el
Artículo 431 del Código de Procedimiento Civil, y más propiamente, en la jurisdicción laboral, de acuerdo
con el Artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
14
Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano. Vol. IV. Pág. 353.
8
Este proceder, de indiscutible utilidad y vigencia dentro del contexto probatorio general, necesita o requiere de una excepción o su desaplicación cuando los instrumentos bajo análisis (informes,
certificados, y/o constancias médicas privadas) se producen en juicio, es decir, no deben ser catalogados
como documentos privados emanados de terceros, sino por el contrario, concederles su particular o especial naturaleza jurídica.
En lo que a esto concierne, y como argumento perturbador de tal exigencia impuesta por los
tribunales, es imperativo apuntar en primer término que, el Artículo 46 de la Ley del Ejercicio de la Medicina dispone que todo aquello que llegare a conocimiento del médico con motivo o en razón de su ejercicio, no podrá darse a conocer y constituye el secreto médico, el cual es inherente al servicio de la medicina
y se impone para la protección del paciente, el amparo y salvaguarda del honor del médico y de la dignidad de la ciencia, es inviolable y el profesional está en la obligación de guardarlo.
En cuanto se refiere a las diligencias procesales y a la prueba testimonial en particular, tiene
preeminente importancia realzar que el Artículo 481 del Código de Procedimiento Civil prevé que, a pesar
de ser obligatorio para toda persona hábil rendir testimonio, podrán excusarse, entre otros, quienes por su
estado o profesión deben guardar secreto respecto del hecho de que se trate. En este mismo sentido, vale
como comentario referencial, la previsión contenida en el Código Orgánico Procesal Penal, cuando consagra a texto expreso en su Artículo 224, respecto a la exención de declarar: No están obligados a declarar:
1º. … 2º. … 3º. … 4º. Los médicos cirujanos, farmacéuticos, enfermeras, pasantes de medicina y demás
profesionales de la salud.
Aunado a ello debe subrayarse que, a tenor del estatuto procesal civil ordinario, los parámetros según los cuales debe ser apreciado el testigo están tasados, a saber, el juez debe examinar si las
deposiciones de los testigos concuerdan entre sí y con las demás pruebas, estimar cuidadosamente los
motivos de sus declaraciones y la confianza que merezcan por su edad, vida y costumbres, por la profesión que ejerzan y demás circunstancias, debiendo desechar en la sentencia la declaración del testigo inhábil, o del que apareciere no haber dicho la verdad, ya por las contradicciones en que hubiere incurrido,
o ya por otro motivo, aunque no hubiese sido tachado, debiendo expresar en su decisión el fundamento
de tal determinación.
Entonces ¿Cabe transmutar la esencia de la prueba testimonial (interrogatorio~contestación
ante el órgano judicial) como requerimiento procesal para dar eficacia o valor probatorio a las instrumentales en referencia? ¿Acaso en el patrón general pueden los testigos especular y hacer discernimientos o
dictámenes de valor en su declaración?
Sin duda alguna, debe concluirse que, imponer y aplicar tal metodología hermenéutica a los
medios probatorios bajo análisis, para poder ser apreciadas en juicio, configura una infracción al deber
contenido en el precitado Artículo 10 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, de hacer la valoración conforme a las reglas de la sana crítica y a los postulados constitucionales que consagran el proceso como un
instrumento fundamental para la realización de la justicia, la simplificación de los trámites del proceso y
que la justicia no se puede sacrificar por formalidades no esenciales.
b.~ DICTAMEN PERICIAL.
9
La necesidad de que el órgano judicial emplee conocimientos científicos, artísticos, técnicos o
prácticos ~de los que naturalmente carece~, conocimientos no jurídicos, en definitiva, para dar respuesta
a la tutela jurisdiccional solicitada, para valorar hechos o circunstancias relevantes en el asunto o adquirir certeza sobre ellos, se suple con la aportación al proceso del dictamen de peritos. La pericial se configura como un medio de prueba indirecto y de carácter científico, a través del cual se pretende lograr que
el juez, que desconoce cierto campo del saber humano, pueda valorar y apreciar técnica o científicamente
unos hechos que han sido aportados al proceso por otros medios probatorios y así, tenga conocimiento de
su significación o alcance, siempre que tales conocimientos especiales sean útiles, provechosos u oportunos para comprobar algún hecho controvertido.15
En el hipotético escenario de que las instrumentales objeto de este estudio son pasibles de
ser asimiladas en su esencia o naturaleza a la de un informe pericial o informe de expertos, conforme a la
regla de que las partes cuentan con la posibilidad de valerse de cualquier otro medio de convicción que
consideren conducente a la demostración de sus pretensiones e invocando los señalamientos de carácter
sustantivo hechos precedentemente, en cuanto al contenido de las instrumentales bajo análisis, se debe
puntualizar que cuando en juicio se plantea la necesidad de realizar una experticia, por requerimiento de
conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos para valorar hechos o circunstancias relevantes
en el asunto o para adquirir certeza sobre ellos, las partes podrán aportar al proceso el dictamen de peritos que posean los conocimientos correspondientes o solicitar, que se emita informe de experto designado
por el tribunal.
Conforme con esta interpretación, la parte contra quien obran las instrumentales sub análisis puede ejercer su derecho a controlarlas o contradecirlas, bien sea impugnándolas a través de la tacha,
por las causales consagradas en la legislación sustantiva ordinaria, por considerar que quien emite el
dictamen no reúne las condiciones profesionales para ello, por estar en desacuerdo con los métodos o
sistemas utilizados o con las conclusiones a que haya llegado, pudiendo también solicitar al juez que se
aclaren o amplíen en los puntos que señale o pedir se practique una nueva. Bajo esta perspectiva, deben
aplicarse las previsiones legales sustantivas y adjetivas de que los jueces no están obligados a seguir el
dictamen de los expertos, si su convicción se opone a ello,16 razonando los motivos de tal determinación,
debiendo valorarlo, tal y como ya se ha dejado expuesto.
Esta claro, pero pareciera que en el ámbito forense no ha sido comprendido en su real dimensión, que el médico mediante su posición como perito facultado dentro de su competencia, se presenta ante los órganos judiciales en función de su condición profesional para emitir un juicio científico objetivo que ayude al esclarecimiento de los hechos, razón por la cual podría tratarse como una prueba indirecta, porque el perito o experto es un medio entre el juzgador y los hechos que éste debe conocer. Su
esencia es el dicho o la opinión de una persona determinada a quien se escoge por sus características y
conocimientos.17
Zubiri de Salinas, Fernando. ¿Qué es la sana crítica? La valoración judicial del dictamen experto. http://www. juecesdemocracia.es/publicaciones/revista/Artículosinteres/zubiri.pdf.
16 Artículo 1427 del Código Civil.
17 Pérez Sarmiento, Eric L. Manual de Derecho Procesal Penal. 2da Ed. pág. 311.
15
10
c.~ ¿ES PRUEBA PERICIAL O TESTIMONIAL?
Comenta Solano Castillo que, tradicionalmente se ha dicho que los documentos emanados
de los profesionales de la medicina tienen existencia procesal como prueba documental o como prueba
pericial; siendo los primeros, todos los documentos expedidos a solicitud de parte interesada, producto de
la atención médica recibida y que los segundos, se extienden a solicitud del juzgador a los fines de aclarar
determinadas cuestiones médicas.
Enfatiza que, no todo documento tiene relevancia en el proceso, sino solamente los llamados
«documentos probatorios», que bien pueden ser considerados como una especie del género documento y
dentro de los cuales se pueden ubicar los certificados, informes o constancias médicas, acreditándoles
como característica fundamental su capacidad de ser llevados al proceso y producir efectos jurídicos; por
lo que la «forma» del documento no es en realidad lo que importa para efectos probatorios, sino más bien
el «contenido» del mismo o lo que de él se pueda deducir, es decir, un documento es jurídicamente relevante en tanto y en cuanto sea representativo de hechos jurídicos significativos, como es el caso del registro médico, el cual aunque tenga defectos de diseño formal y contenga exámenes no necesariamente escritos, continúa produciendo efectos legales, porque es en su contenido donde reside el material probatorio importante.
Vale la pena hacer referencia abreviada al criterio expuesto por la Sala de Casación Civil de
nuestro Tribunal Supremo de Justicia en decisión N° 88 de fecha 25 de febrero de 2004 cuando, al apreciar un informe técnico o pericial extraprocesal, entre otras cosas, dejó expresado que, al no tratarse de
un documento negocial emanado de tercero, contentivo de declaraciones de conocimiento y ser una
valoración técnica emitida por expertos sobre hechos percibidos por ellos, las cuales constan por escrito en
respuesta al requerimiento de una o ambas partes de forma anticipada al juicio, que sólo puede ser practicado por personas previamente autorizadas, por el hecho de estar documentadas, no cambia su esencia
para adquirir la del medio que es capaz de representarlo históricamente, pues su naturaleza está determinada por las declaraciones de conocimiento que dicho instrumento contiene.
Sin embargo, este antecedente jurisprudencial, alegando la inexistencia de norma especial
que regule su eficacia jurídica, tomó en consideración la opinión sostenida en la doctrina respecto de este
tipo de dictámenes periciales rendidos sin intervención de un funcionario judicial, fuera del proceso, y sin
diligencia previa, mediante encargo privado de la persona interesada y por experto escogido por ésta, citó
el criterio sostenido por Devis Echandía, de acuerdo con el cual «...[e]ste dictamen vale como testimonio, en
cuanto a la relación de hechos verificados por expertos en el desempeño del encargo privado, siempre que
se entienda que debe ser ratificado, con las formalidades legales del testimonio judicial, en el curso del proceso, en cuyo caso tiene valor de testimonio técnico, y en modo alguno le otorga valor probatorio al dictamen
extraprocesal...».18
Este precedente hizo alusión también a la opinión del maestro Jesús Eduardo Cabrera Romero en esta misma dirección cuando sostiene que «...[e]l dictamen extraprocesal escrito es un documento
en sentido genérico, pero en particular, es una pericia, la cual para que tenga fuerza de tal, según el CPC,
18
Teoría General de la Prueba Judicial. Tomo 2. págs. 356 a 358.
11
debe ser ordenada y evacuada en juicio, y sólo así el juez podrá valorarla por la sana crítica. Si estos dictámenes extraprocesales se pretenden hacer valer en una causa, a quienes los hicieron habrá que promoverlos como testigos, a fin de que los ratifiquen o no como parte de su testimonio... ».19
Para finalmente la Sala de Casación Civil concluir en esa ocasión, compartiendo los criterios
doctrinales expresados y dejar sentado ~en un análisis que se debate entre el ser o no ser~, puesto que
inicialmente establece que el informe técnico o pericial es un documento en sentido amplio y por esa razón
debe ser ratificado en el juicio de conformidad con lo previsto en el Artículo 431 del Código de Procedimiento Civil, para seguidamente dejar sentado que en cuyo caso la prueba que se forma en el proceso es la
testimonial, y en tal virtud, dicho informe queda comprendido en el testimonio, respecto del que las partes
pueden interrogar y repreguntar; reafirmando que, el contenido de éste pasa a integrar la prueba testimonial formada en el proceso, por lo que ambos ~informe e interrogatorio~ deben ser apreciados de
acuerdo con lo previsto en el Artículo 508 del Código de Procedimiento Civil.
No debe pasar desapercibido que tal exégesis, además de manifestarse como una inaudita
mutación, desnaturaliza los medios de persuasión involucrados, por cuanto, además de establecer como
obligatorios patrones analíticos que no se corresponden con el contenido de estas instrumentales, que
involucran declaraciones escritas de cuestiones técnicas o científicas que ni las partes, sus representantes o el juez pueden, en la generalidad de los casos, redargüir o contradecir, además de que, tal y como ya
se dejó indicado, debe tenerse en cuenta además, en desmedro de la parte promovente y de su derecho a
probar circunstancias que de otra manera no podría, la circunstancia de que los médicos pueden excusarse de rendir testimonio conforme a las disposiciones legales precedentemente indicadas.
En este estadio para comprobar lo desacertado de esta clásica interpretación, en cuanto se
refiere a los informes, certificados, y/o constancias expedidas por profesionales que ejercen la medicina
de manera particular o privada, amén de reiterar la afirmación de que los mismos no son documentos
negociales, es pertinente ratificar también la distinción entre la figura del perito o experto y la del testigo,
entre los cuales, doctrinariamente se encuentran semejanzas, pero simultáneamente marcadas distinciones, al margen de la consideración de la figura del «testigo experto» o «perito testigo», que según es reseñado por Keymer Ávila citando a Rengel Rombert y a Roberto Delgado, es una especie de híbrido entre
ambas pruebas, pero que sin embargo, es distinta a las dos y ha sido asumido como un testimonio calificado, ya que éste no realiza examen o peritación alguna.
Así, con el propósito de demarcar la diferencia antes apuntada, debe indicarse que la prueba
testimonial consiste en relatar hechos que le constan a quien la rinde por haberlos presenciado o percibidos, es un conocimiento empírico, mientras que en la prueba de experticia se presenta un informe o dictamen que presupone un bagaje basado en conocimientos técnicos, artísticos o científicos donde se vierte
una opinión sobre hechos acontecidos o por acontecer, vale decir, hechos pretéritos, presentes o futuros;
por otro lado, las deposiciones testimoniales son narraciones de hechos, no pueden consistir en opiniones, no pueden contener juicios valorativos, mientras que los informes periciales son precisamente apreciaciones o evaluaciones técnicas motivadas sobre los datos, elementos o demás cuestiones fácticas a di-
19
Contradicción y Control de la Prueba Legal y Libre. Tomo I. Pág. 321.
12
lucidar en el proceso; el testigo declara siempre sobre sucesos extraprocesales, el experto aunque prima
facie también lo hace, pudiera ser consultado sobre posibles o eventuales efectos o consecuencias de hechos ocurridos antes o durante el proceso; el experto puede ser reemplazado o sustituido por otro que
reúna las condiciones, es fungible, mientras que los testigos no.
d.~¿PRUEBAS LIBRES?
Ante el rechazo de ubicación en la precedente categorización anterior con respecto a la naturaleza jurídica de los referidos medios probatorios, hecha conforme a las más resaltantes semejanzas de
las instrumentales en comento con otros medios probatorios, cabe proponer que los mismos sean considerados en juicio como «pruebas libres», cuyo know how (propuesta, promoción y evacuación) está consagrado legal y jurisprudencialmente. En este supuesto, la valoración que a tales probanzas se les dé, como
todos los demás en los tribunales del trabajo, debe forzosamente estar circunscrita dentro de los parámetros de la sana critica.
4.~ CONSIDERACIONES FINALES.
Estos postreros comentarios, se inician con una crítica recomendación de superlativa importancia y trascendencia para que la consecución del valor justicia, proclamado en nuestra carta magna. En
tal sentido y teniendo en mente lo referente al tratamiento y la valoración de las pruebas en el afán por
averiguar la verdad, se plantea la imperiosa necesidad de contar con jueces con la suficiente capacidad y
preparación que aporten criterios dotados de racionalidad, creatividad, logicidad y comprobada juridicidad que se vean reflejados en su cotidiana actuación como director del iter procesal y como decisor de las
controversias planteadas para su estudio y resolución.
Esta justa aspiración y aconsejada reconducción de la manera de establecer y valorar los
medios probatorios bajo la lupa (certificados, informes o constancias emanados de médicos que ejercen
privadamente) en el proceso judicial se puede ubicar dentro de los postulados teleológicos propugnados
por el máximo tribunal en su Sala de Casación Civil cuando reiteradamente ha venido reconociendo la
necesidad de adecuar las normas a la realidad social a la cual es aplicada, y tomando en cuenta al mismo
tiempo que el derecho es dinámico no estático, pues, se trata de un producto social y debe irse amoldando a las nuevas exigencias, mediante una correcta y adecuada interpretación.20 Ello se acopla con las corrientes modernas que reconocen que el juez no se limita a aplicar la norma, puesto que, para ello, debe
cumplir un paso previo que consiste en la determinación del contenido y alcance del precepto jurídico a
aplicar. En ningún caso, le es permisible la interpretación en contra del espíritu y propósito de la norma,
pues en la labor de creación judicial el sentenciador debe sujetarse a los límites que le son impuestos por
el contenido y alcance de la regla de derecho objeto de interpretación.
¿Es justo que en un proceso donde se hayan promovido documentales emanadas de profesionales de la medicina que ejercen de manera privada o particular y sus suscribientes no hubieren comparecido al Tribunal a ratificar su valor fedatario, las mismas sean desechadas siguiendo el errado patrón
Sala de Casación Civil N° 62 del 05/04/2001; N° 102 del 27/04/2001; N° 106 del 27/04/2001; N° 133 del
22/05/2001; N° 171 del 22/06/2001; N° 177 del 25/06/2001; N° 285 del 06/06/2002; N° RC.00554 del 24/09/2003
y N° RC. 00139 del 24/03/2008.
20
13
de valoración tasado en el Código de Procedimiento Civil y en el Artículo 79 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo?
Esta inferencia, en criterio de quien suscribe, además de constituir un incumplimiento al
desideratum constitucional de que el proceso es un instrumento sustancial o de primer orden para la
consecución de la justicia, representa un claro desacato al lineamiento generalizado ordenado legal y jurisprudencialmente de valorar las pruebas según las reglas de la sana crítica y configura un incumplimiento por parte del juez de la carga mayor que le impone el Artículo 5 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, como es la de inquirir la verdad por todos los medios de pruebas a su alcance y de intervenir en
forma activa en el proceso, obligación ésta reforzada en el Artículo 156 eiusdem cuando señala que el
Juez de Juicio podrá ordenar, a petición de parte o de oficio, la evacuación de cualquier otra prueba que
considere necesaria para el mejor esclarecimiento de la verdad.
Vinculado con la circunstancia concomitante de la posibilidad de excusarse que tienen los
galenos de asistir a estrados, debe apuntarse que, es muy frecuente en la práctica judicial diaria, la incomparecencia a la convocatoria a la audiencia de juicio que se le hace a los médicos que expidieron los
informes, constancias, certificaciones o récipes, por variadas razones, entre las cuales cabe mencionar:
las complejas y múltiples ocupaciones que tienen estos profesionales, la dificultad para ubicarlos o trasladarlos a la sede judicial, tanto por las emergencias como por las consultas que éstos deben atender con
prioridad a cualquier otra cosa, amén de cualquier otra circunstancia o causa imprevista o de fuerza mayor que pudiera presentárseles, ausencia ésta que no debe conducir al juez en ningún caso, a desechar
tales instrumentos, mas aun si se tiene presente que, la normativa que prevé el supuesto de incomparecencia injustificada de los expertos privados a la audiencia de juicio, es entendida como un desacato a las
órdenes del Tribunal y tiene como punición una multa de hasta diez unidades tributarias,21 nunca que el
contenido de su informe sea desestimado, lo cual evidencia un tratamiento sancionatorio totalmente diferente ante una misma conducta procesal, la mayoría de los casos justificada por las razones antes expuestas.
A manera de conclusión, debe colegirse que los informes, certificados, y/o constancias expedidas por profesionales que ejercen la medicina de manera particular o privada que el actor introduce en
el proceso laboral junto con el libelo o en la audiencia preliminar como instrumentales que acompaña en
apoyo de su pretensión o el demandado en sustento de sus defensas, o en su caso, como justificante de la
incomparecencia de alguna de las partes a cualquiera de las audiencias a las que está obligado a asistir,
no deben ser apreciados o calificados como documentos privados emanados de terceros y en consecuencia, no pueden ser catalogados como aquellos a los que hace referencia el Artículo 79 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, ergo, no debe imponerse la carga adicional de tener que ser ratificados por sus suscriptores en calidad de testigos, sino que deben ser considerados como auténticos dictámenes periciales y
sometidos, como todos los medios probatorios en el ámbito jurisdiccional laboral, a contradicción por la
contraparte, y a una valoración inspirada en las reglas de la sana crítica, de acuerdo con los principios
generales de esta ley y no como una prueba tasada, sistema éste que ex lege está excluido en la jurisdic-
21
Artículo 154 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
14
ción laboral y según el cual, la mesura que debe dar el juzgador a los medios probatorios viene delimitada
por el valor o eficacia que le ha sido asignado previamente por una norma jurídica.
La propuesta de asumir esta interpretación tiene la pretensión, de que una vez por todas se
destierre el clásico tratamiento valorativo que como «documentos privados emanados de terceros que no
son parte del proceso» hasta el presente se les ha conferido, en el entendido de que éstos últimos están
referidos a instrumentales que develan otro tipo de declaración, tienen otro contenido que no es de naturaleza médica o asistencial.
Finalmente, es preciso destacar que de manera contrapuesta, la metodología para la evacuación y la apreciación de los dictámenes, certificaciones y/o informes emanados de médicos que laboran en
hospitales y entidades públicas es total y absolutamente diferente. A este respecto, debe indicarse que, a
esta le ha sido concedido otro matiz y se les ha otorgado la naturaleza jurídica de documentos administrativos a tales instrumentos, toda vez que emanan de una institución cuya función es la de prestación de
un servicio público, característica que le da el carácter en cuestión 22 y en tal razón no deben cumplir con
ninguna otra formalidad o diligencia procesal adicional para ser estimadas.
Jesús Ramón Torres Pertuz
 [email protected]
@jrtp61
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