--- editorial para miércoles 7 de septiembre --- Una sonrisa para plantar cara ante la adversidad (((título))) Tomarse las cosas con humor es un mecanismo de resistencia ante las pequeñas desgracias del día a día. Es una manera inteligente de lidiar ante lo que nos descoloca y provoca zozobra. El griego Aristóteles dijo que “el hombre es el único animal que ríe”, sugiriendo que es un rasgo distintivo de la especie. Luego otro filósofo, Henri Bergson, lo corrigió agregando que “es el único que hace reír”. Se cuenta que el francés Voltaire quiso morir como activista en el partido de la risa. Porque, según él, es lo que más odian los fanáticos. Parece, por tanto, que estamos ante una necesidad vital con gran poder liberador. Los científicos se han dedicado a estudiar las contribuciones del humor, señalando que une a las personas, sea en la familia, en el trabajo o en la sociedad. Es decir es una herramienta de cohesión de grupo. Al respecto, todos hemos experimentado el irresistible contagio de un ataque de risa. Algunos psicólogos y neurocientíficos, entre ellos Robert Provine, de la Universidad de Maryland, o Christian Hempelmann, experto en Lingüística Computacional, hablan incluso de “epidemias de risa”. Además, tiene un beneficioso impacto en la salud física. El hecho de reír, por ejemplo, mejora los sistemas cardiovascular e inmunitario, la evolución de la diabetes y la tolerancia al dolor. Asimismo, los especialistas agregan que favorece la estabilidad en la pareja y los encuentros amorosos: nada como un espectáculo humorístico para hacer que surja un idilio. Pero hay un aspecto esencial del humor: su capacidad como mecanismo de resiliencia. Es una de las intuiciones geniales del alemán Friedrich Nietzsche, para quien en el marco de una existencia humana atravesada por todo tipo de padecimientos trágicos, la risa “es una especie de mecanismo de compensación para soportar lo que la vida conlleva en su tragedia constitutiva”. “La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”, decía quien se presentaba como el filósofo de la adversidad y autor de la célebre frase “lo que no te mata, te hace más fuerte”. Y una herramienta que nos hace fuerte es la risa que nos ayuda a no caer en el abismo del llanto y la tristeza. Encontrarle el aspecto cómico a los eventos patéticos y desastrosos permite superarlos. Se trata de una actitud positiva y proactiva ante los problemas. Como se explica desde el portal web “La mente es maravillosa”, tomarse la vida con humor “implica no caer en el victimismo, desterrar los bucles de pensamientos negativos y dejar de lamentarnos, mientras nos lanzamos a actuar”. El psiquiatra Viktor Frankl, que fue prisionero de los nazis en los campos de concentración, contaba cómo en su lucha por la supervivencia, las bromas que diariamente compartía con sus compañeros fueron fundamentales. “El humor puede proporcionar el distanciamiento necesario para sobreponerse a cualquier situación, aunque sea por unos segundos. Los intentos por desarrollar el sentido del humor y ver las cosas bajo una luz humorística son una especie de truco que aprendimos mientras dominábamos el arte de vivir, pues aún en un campo de concentración es posible dominar el arte de vivir”, escribió. Es factible, en suma, detectar la función del humor como una especie de bálsamo para aligerar el dolor, para descargar la dramaticidad, en un contexto dominado por el temor y la incertidumbre. ++++++++++++ Tomarse las cosas con humor es un mecanismo de resistencia ante las pequeñas desgracias del día a día. Es una manera inteligente de lidiar ante lo que nos descoloca y provoca zozobra.