TRILOGÍA PELIGROSA NEREA VARA Todo cielo tiene su Lucifer, y todo paraíso su tentación. —José Saramago CONTENIDO TRILOGÍA PELIGROSA LIBRO 1 TENTACIONES PELIGROSAS PRÓLOGO 1. UN REENCUENTRO MUY TENSO 2. UN AMIGO DEL PASADO 3. RETOS PELIGROSOS 4. CUANDO LAS TENTACIONES SOBREPASAN LA VOLUNTAD 5. EFECTOS SECUNDARIOS 6. NECESITO DIVERSIÓN 7. VEGAS, BABY 8. ¿QUIÉN SE APUNTA A UNA BARBACOA? 9. DESCONTROL… MASIVO 10. LA PRÓXIMA VEZ CIERRA CON PESTILLO, PEQUEÑA 11. PROPOSICIONES INESPERADAS 12. CONFESIONES 13. CUALQUIER LUGAR ES BUENO 14. FIN DE AÑO 15. UN CUMPLEAÑOS INOLVIDABLE 16. VUELTA A LA REALIDAD 17. CONFIABA EN TI 18. EXPLICACIONES CADUCADAS LIBRO 2 DECISIONES PELIGROSAS 1. BIENVENIDOS A PARÍS 2. ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? VIVIR 3. UN SOPLO DE AIRE FRESCO 4. AMARGA VERDAD 5. UN MINUTO EN EL PARAÍSO 6. AMENAZAS CUMPLIDAS 7. APOCALIPSIS NOW 8. TRANSICIÓN 9. LA VERDAD SIEMPRE SALE A LA LUZ 10. SU CUMPLEAÑOS 11. LA PASIÓN SIEMPRE GOLPEA DOS VECES 12. REMEMORANDO 13. DECISIONES PELIGROSAS 14. POR ALGO SE EMPIEZA 15. VUELVO A CASA 16. BORA-BORA LIBRO 3 CONSECUENCIAS PELIGROSAS 1. ES SUFICIENTE 2. DEL PARAÍSO A LA REALIDAD 3. SALDRÁ BIEN, MOCOSA 4. EMPEZAMOS BIEN 5. DE VUELTA AL PRINCIPIO 6. EL AMOR ES COMPLICADO 7. COSAS NUEVAS 8. HOGAR SOLO HAY UNO 9. DE NIÑA A MUJER 10. ERES REALMENTE BUENA, MOCOSA 11. VOY A SER SINCERO CONTIGO 12. TRES NUEVOS EN LA ECUACIÓN 13. NO PUEDO CON ESTO 14. ¿BARBACOA? 15. ¿OS APETECE UNA CARRERA? 16. ARMAS Y CARRERAS 17. YO NO VOY A ESTAR AQUÍ SIEMPRE 18. AMIGOS HERMANOS 19. SIN REMEDIO 20. MINUTOS EN EL PARAÍSO 21. NO HAY REMEDIO 22. PIGEON POINT 23. NOCHEVIEJA 24. NUESTRA Z 25. SOLO NOSOTROS 26. TE AMO, PEQUEÑA EPILOGO EXTRA OTRAS OBRAS DE LA AUTORA LIBRO 1 TENTACIONES PELIGROSAS PRÓLOGO WENDY —¡No puedes obligarme! —Wen, es lo mejor para ti. Ahora no lo entiendes pero en un futuro me lo agradecerás —asegura mi hermano y acaricia mi cabeza. —¡Mamá y papá nunca lo habrían permitido! —Soy incapaz de aguantar las lágrimas que caen por mis mejillas. Suena la puerta y Rick me mira antes de girarse, suspira con pesadez y camina hasta ella para abrirla. —¿Qué pasa, tío? ¿Aún estas así? —protesta el recién llegado—. La fiesta empieza en media hora. —Ya lo sé, joder. Estaba terminando de hablar con mi hermana. —¿Cuándo nos libramos de la mocosa, por fin? —pregunta sentándose en el sofá a la vez que me dedica una mirada. —Vete a la mierda, Josh. —Camino por delante de él sin poder observarlo con desprecio. —Controla esa boca, niña. —¡Que no me llames niña! —Wendy, ya basta —ordena mi hermano, a lo que Josh comienza a reír a carcajadas. —¡Os odio a los dos! —resoplo y me encierro en mi habitación. Los odio. Mi hermano se cree que por tener mi custodia puede hacer lo que le dé la gana conmigo, pero no debería ser así, mis padres nunca lo habrían permitido. Por desgracia, ellos ya no están aquí, fallecieron hace cuatro años, cuando yo tenía diez y Rick catorce. Kim se ha hecho cargo de nosotros, hasta que hace unos meses él cumplió los dieciocho. Gracias a la fortuna que nuestros padres nos han dejado, el Estado le ha proporcionado mi custodia y ahora ha decidido, de la noche a la mañana, que lo mejor para mí es enviarme a un colegio interno en Francia. Dice que será una buena oportunidad para mí, para tener un futuro mejor y crecer como persona. ¡Y una mierda! Lo que quiere es quitarme de en medio para poder salir todos los días con el capullo de Josh. A él también le odio. Los dos se conocen desde que tengo memoria y desde entonces él me ha tratado como una mocosa. Aprovecha cualquier oportunidad para hacerme rabiar y no lo soporto, lo único bueno de irme a Francia va a ser perderle de vista. Mientras estoy leyendo una revista para intentar distraerme y evitar que la rabia me consuma, la puerta suena cuando mi hermano toca con los nudillos. —Wen, abre. —Déjame en paz. —¡Wendy, abre la maldita puerta! —Déjala, tío, vamos a llagar tarde. —Escucho la voz de Josh al otro lado. —Cómo no habrás la puerta, te marcharás a Francia antes de lo previsto —amenaza el mejor hermano del mundo. —Maldita mocosa. ¡Abre la jodida puerta! —exclama Josh otra vez. —¿¡Qué queréis!? Me levanto de la cama y obedezco con exasperación, ignorando por completo al intruso y asegurándome de que Rick note el odio que le tengo ahora mismo. —Me marcho ya —comunica sin inmutarse—. Ven en a cerrar con llave y no se te ocurra abrir a nadie ni moverte de aquí. —Eres un pesado, siempre me repites lo mismo. —Pongo los ojos en blanco y él se inclina para darme un beso en la frente antes de dirigirse a la puerta de salida. Camino tras ellos y arqueo una ceja con cabreo cuando veo que Josh se detiene mientras mi hermano llama al ascensor. —Como lleguemos tarde por tu culpa, te juro que haré que tu hermano te mande a otro continente mañana mismo —susurra amenazante solo para que yo lo escuche. Me muerdo la lengua para no montar una escena, ya que Rick siempre se pone de su parte y, una vez más, saldría perdiendo. Sin embargo, me da lo mismo, puesto que el viaje se adelanta y dos semanas después me encuentro aterrizando en Francia, destinada a uno de los mejores institutos internos de París, en el cual mi hermano me ha conseguido una plaza. Nunca le perdonaré haberme enviado a más de nueve mil kilómetros de mi hogar. 1. UN REENCUENTRO MUY TENSO 4 años después WENDY Me muerdo los costados de la uña mientras aguardo al otro lado del teléfono, nerviosa por saber cómo se tomará mi hermano la noticia que tengo que darle. No voy a mentir, la verdad es que no he puesto mucho empeño en que me acepten en la universidad de París a la que él quería que fuera. Ya he cumplido su propósito de mantenerme encerrada cuatro años de mi vida, así que creo que es el momento de hacer lo que a mí me apetece, y lo que me apetece es regresar a mi hogar. —¡Ricky! —exclamo cuando contesta a mi llamada. —¡Ey, Wen, ¿cómo va todo? ¿Has tenido noticias de la universidad? —Sí... Por eso te llamaba, no me han cogido. —Hago una mueca de inocencia con mi rostro, como si él pudiera verme. —Joder ¿y qué vas hacer ahora? —cuestiona preocupado. —Pues aún estoy a tiempo de mandar la solicitud allí... Y había pensado que podría volver a casa, te echo de menos y aquí ya no hago nada, Rick. —¿Hablas de venir a vivir conmigo? —Bueno, sí. ¿Por qué? Hay tres habitaciones, ¿no? —Sí, pero no es por eso, no vivo solo, Wen. —¿¡Tienes novia y no me lo habías dicho!? —No, idiota. Vivo con un colega... —Suspira y casi puedo ver cómo se restriega el pelo. —Bueno, mientras no sea el estúpido de Josh, no tengo problema. —Río y me relajo un poco—. No soporto a ese gilipollas. —Ese es el problema. —¿En serio? —pregunto sin poder creérmelo—. ¿Vives con Josh? —Sí, Wendy, vivo con Josh. Es mi mejor amigo desde… desde siempre. ¿Qué esperabas? —Esperaba no tener que volver a verle, la verdad. —Pues no te va a quedar más remedio si te vienes a vivir conmigo. Aunque también podrías comprarte tu propio apartamento, Wen. Ya has cumplido los dieciocho así que ya puedes cobrar tu parte de la herencia. —No quiero vivir sola. —Está bien. Sabes que por mí parte todo está bien, pero no quiero problemas con Josh, vas a tener que comportarte. —Lo haré si él lo hace —aludo aun sabiendo que eso es algo que no sucederá. Llego a San Francisco a las nueve de la noche, cuatro días después de haber llegado a una especie de acuerdo con mi hermano. Una sensación familiar recorre mi cuerpo al ver los gigantescos edificios y las luces infinitas, Francia es tan diferente a los Estados Unidos… A pesar de haber estado allí durante cuatro años, nunca he llegado a sentirme realmente en casa. Recorro los pasillos del aeropuerto con una sonrisa permanente en el rostro, ahora sí estoy en mi hogar, esta sensación es embriagadora. Recojo mis dos maletas de la cinta y me dirijo afuera, completamente emocionada por la idea y la ilusión de ver a mi hermano después de tanto tiempo. Por supuesto, él ha venido a verme un par de veces por año, pero eso no hace que mis ganas de abrazarle sean inferiores. Le envié un mensaje diciéndole la hora a la que llegaría, para que así pudiera venir a recogerme sin tener que esperar durante mucho rato, puesto que este aeropuerto siempre está hasta los topes. Sin embargo, después de más de veinte minutos esperándole, decido llamarle para ver si ha sucedido algo. En vano, puesto que no contesta, así que entro en uno de los bares del aeropuerto y cuando veo que nadie me mira, cojo uno de los paraguas mojados del paragüero, ya que fuera está diluviando y lo último que necesito es coger una pulmonía. Camino por fuera del aeropuerto buscando un taxi libre, pero, maldita sea, esto es San Francisco. Hace un viento horrible y apenas puedo moverme con las dos maletas y las tres mochilas que llevo, así que dejo el paraguas en el suelo y decido que ya me secaré cuando llegue a casa. Si es que consigo un taxi, lo cual sucede varios minutos después cuando ya estoy empapada de pies a cabeza. Le doy la dirección que me mandó mi hermano hace unos días y me relajo con el calor del interior. He mirado en el GPS del conductor y pone que estamos a unos veinticinco minutos del destino indicado, así que me recuesto con tranquilidad y disfruto del viaje, recordando cada esquina de esta maravillosa ciudad. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan feliz. —Ya hemos llegado. —El conductor me saca de mi ensimismamiento un rato más tarde. —Disculpe —digo mirando por la ventanilla—, creo que se ha equivocado. —No, esta es la dirección que me ha dicho, Market Street, 785. Son cincuenta y tres dólares. Dios mío, menudo atraco a mano armada, con eso vivía yo dos semanas en el internado. Le pago de mala gana y me ayuda a bajar las maletas, ¡solo faltaba! Vuelvo a llamar a mi hermano, pero sigue sin responder, voy a matarle. Miro de nuevo el enorme edificio que hay frente a mí y no alcanzo a contar las plantas que tiene debido a que si miro para arriba, toda la lluvia cae en mis ojos, pero es muy alto, y también tiene una entrada que parece el hall de un hotel. Me acerco al portero, el cual me saluda con amabilidad, y me dispongo a asegurarme de si esta es realmente la ubicación correcta. —Disculpe… —Dejo caer las maletas en el suelo—. ¿Sabe si vive aquí Rick Moore? —Sí, señorita. El señor Moore vive en el ático, déjeme que la ayude con las maletas. —No, no. No es necesario, gracias… A pesar de insistir, el hombre lleva mis cosas hasta el ascensor y espera a mi lado hasta que subo y le doy al botón del ático. Me giro para mirarme en el espejo y maldecir en voz baja al comprobar el estado de mi ropa, la cual parece recién sacada de la lavadora. Pensé que haría bueno, así que llevo un vestido casi blanco, que ahora mismo se me pega por completo al cuerpo dejando poco o nada a la imaginación. Lo despego de mí y lo sacudo intentando secarlo un poco con el movimiento, en vano. Revuelvo también mi pelo para intentar quitar al menos las gotas que me están calando, y me arreglo un poco el maquillaje, pasándome los dedos por debajo de los ojos para limpiar el rímel corrido, menudo desastre. El ascensor se detiene y escucho una voz mecánica que dice: “Ático”, justo antes de abrirse. Al salir, solo veo una puerta a la izquierda, grande y negra de la cual parece provenir música, pero ninguna voz. Toco el timbre y oigo a alguien hablar dentro, aunque no entiendo lo que dice, hasta que, de pronto, se abre y una chica rubia vestida únicamente con unos diminutos shorts y un sujetador de encaje, me mira de arriba abajo. —¿Quién eres tú? —Eh… Hola… —Trato de mirar por encima de su hombro, pero es demasiado alta—. ¿Esta Rick? —Rick, una niña pregunta por ti —comunica apartándose. Me asomo un poco al interior y veo a mi hermano acercarse mientras se sube la cremallera de los vaqueros con la mirada desconcertada. —Wen... Mierda. ¿Qué-qué hora es? —Mira su propio reloj, el cual parece ser de oro. Sin camiseta y con los ojos muy rojos, levanta la vista avergonzado. Cuando abre más para dejarme entrar, una oleada de humo y de olor a marihuana y alcohol azota mi rostro, provocando que arrugue la nariz y tosa un poco. —Más bien pregúntame qué día es —replico y, de mala gana, me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla. Al apartar la mirada de él y observar mejor el interior del ático, mi boca se abre de asombro sin remedio alguno debido a lo que ven mis ojos: Resulta que la puerta de entrada da a un salón gigantesco, literalmente infinito. Justo en frente a donde me encuentro, hay situado un ventanal que cubre toda la pared desde el que se ve la ciudad, ahora anegada por la lluvia. Además, una parte de él lo ocupa una puerta transparente que deja paso a una terraza habitada con tumbonas y una sombrilla, las cuales ahora están empapadas. No se han preocupado ni por recogerlas. Centro mi atención en el resto del lugar: hay dos sofás esquineros en el medio, uno en frente del otro, con una mesilla, también de cristal, entre ambos, y un televisor de plasma al lado de la terraza. Al fondo, una larga barra de bar deja en claro que esta no es la primera fiesta que se corren en esta casa… Uno de los sofás está ocupado por un chico, el cual tiene sobre él a la rubia que me ha abierto la puerta, besándole y prácticamente comiéndoselo vivo. En el de enfrente, hay otro sin camiseta, con una chica lamiéndole el cuello desde la derecha mientras él besa a otra, a su izquierda. Sobre la mesilla hay botellas vacías de ron y latas de cerveza por todas partes, un cenicero a rebosar de cigarros y de lo que no son cigarros… y un par de tarjetas de crédito manchadas ligeramente de un polvo blanco. Estupendo. —Muy bonito, Rick —indico irónicamente y vuelvo a sacudir las gotas de mí pelo. —Lo siento, no sabía que llegabas hoy. O sea, sí, pero… mierda, no sé ni qué hora es. —Se restriega la cara con la mano mientras suelta una bocanada de aire. —¿Wendy? —La voz del que faltaba llega entonces a mis oídos. Josh aparta a las dos chicas mencionadas antes, que de inmediato comienzan a besarse entre ellas, y se levanta hacía nosotros. Arqueo una ceja sin disimulo al comprobar que este no es el Josh que yo dejé aquí cuando me fui. Sus abdominales definidos y esos oblicuos bien marcados, se mantienen intactos según camina hacia mí; tiene el pelo alborotado por las manos de esas dos chicas y sus ojos, rodeados de espesas pestañas negras, están igual de rojos que los de mi hermano. Es realmente atractivo, para mi desgracia. Lleva barba de un par de días y un tatuaje en forma de llamas sube por sus musculosos hombros. Me doy cuenta de que él está escaneándome al igual que yo; recorre mi cuerpo con su mirada y un brillo inquietante aparece en sus ojos. —Vaya, vaya —dice antes de pasar la lengua por unos rosados labios, no demasiado carnosos, pero que de un modo u otro se me atoja morder—. La mocosa perdida vuelve a casa. —Josh, no empieces —solicita mi hermano, dando un paso adelante para colocar una mano en su pecho—. Dijiste que te comportarías. —Perdona, tío, es que hace cuatro años que no la veo. —Ríe y niega con la cabeza como si la situación le divirtiera—. Dame un respiro. —Voy a prepararte un baño, Wen. Estarás helada, tienen toda a ropa mojada —observa antes de desaparecer por el pasillo. Me quito el bolso y lo dejo sobre una mesa cuadrada que encuentro cerca, sospecho que donde comen, aunque aún no he visto el resto de la casa. Noto cómo Josh me rodea y se detiene a mi espalda mientras las dos chicas siguen besándose sin descanso, al igual que la otra pareja. —Has cambiado mucho, niña —susurra en mi oído, provocando que de un pequeño salto por no esperármelo tan cerca. —No soy ninguna niña. —Aprieto los dientes tratando de no perder la paciencia. —Eso ya lo veo. —Se detiene frente a mí y me dedica una sonrisa torcida. —Oye, ¿por qué no me haces un favor y vuelves con tus dos… amigas? —digo sin encontrar la palabra exacta. Él no cambia la expresión, tan solo se queda ahí plantado mirándome cuando le doy la espalda para seguir los pasos de mi hermano por un pasillo. A medida que avanzo, mi sorpresa va en aumento. Detrás de uno de los sofás hay otra mesa de comedor con ocho sillas, y a la izquierda del pasillo está la cocina, un poco más simple comparada con el salón, pero todo un lujo si la cotejas con una cocina normal. Es negra y blanca; muebles negros, y encimeras y sillas blancas. Tiene una isla redonda con taburetes por fuera, un horno de esos súper modernos y un televisor en un rincón. Continuo caminando y me topo con una puerta cerrada, un poco más adelante otra más en las mismas condiciones, y finalmente una tercera igual: cerrada. Al final del pasillo hay una entreabierta, así que me asomo y, cuando voy a llamar a mi hermano para comprobar si se encuentra aquí, me llevo la mano a la boca por la sorpresa del interior: una cama del tamaño de mi habitación en el internado es lo primero que llama mi atención, con una colcha blanca y una manta a los pies de color plateado, a juego con dos cojines. En frente de la misma hay un televisor sobre una cómoda, y, al fondo, otro ventanal como el del salón haciendo de pared. Mientras avanzo, veo un sofá blanco junto a una pequeña mesilla con una lámpara y un escritorio junto a la pared invisible. A la izquierda, tras el sofá, encuentro una puerta abierta. —¿Ricky? —Estoy aquí —responde y sale por ahí—. ¿Te gusta tu habitación? —¿Mi-mi habitación? —cuestiono con incredulidad— ¿En serio? —Claro. —Se acerca hasta detenerse frente a mí y me da un abrazo—. Siento mucho que hayas tenido que ver todo eso, Wendy. Yo no…—Se rasca la cabeza incómodo. —Vale, Rick, no tienes que darme explicaciones. —Pues tú sí que vas a tener que dármelas a mí, eh —aclara dándome un toque en el brazo acompañado de una risa. —Bueno, ya veremos. —Río también. —Entra, el agua ya está caliente. Me desharé de ellos para cuando salgas. —Señala hacia fuera con la cabeza y yo entro al baño tras asentir. Madre mía, el servicio es más increíble incluso que la habitación, aunque a lo mejor es por haber tenido que compartir retrete y ducha con otras tres chicas durante los últimos cuatro años. Este, tiene una bañera enorme con hidromasaje y una ducha más grande aún con la mampara transparente. Eso no me gusta mucho, pero bueno, es mi baño, no tiene por qué entrar nadie, ¿no? Si yo tengo un cuarto de baño propio, imagino que es porque cada dormitorio tiene el suyo, lo que me hace pensar el dineral que debe costar este ático y, por ende, la pasta que tienen que ganar mi hermano y Josh. Me quito el vestido empapado, no sin esfuerzo por lo pegado que se encuentra a mi piel, y me meto en el agua caliente. Mi cuerpo va adquiriendo temperatura a medida que me siento. —Oh, sí… —murmuro con gusto— esto es increíble. —Cierro los ojos y hundo la cabeza en la acolchada almohadilla que hay en la base superior. —Y que lo digas. —¡Josh! —exclamo al escuchar su voz. Me incorporo deprisa al mismo tiempo que me cubro con los brazos— ¡Lárgate de aquí, maldita sea! No responde, solo me mira con diversión apoyado contra la puerta y con los brazos cruzados. —¿Estas sordo? Eres un pervertido. —Relájate, niña, no tienes nada que no haya visto antes. Solo venía a traerte unas toallas, tranquila. —Ríe y agacha la cabeza negando para sí mismo—. No, la verdad es que he venido para verte de nuevo y comprobar qué tanto has cambiado —confiesa con la misma travesura que sus ojos mostraban cuando he llegado. —¡Lárgate! —repito tirándole una esponja. Él rompe en una carcajada y se marcha sin cerrar la puerta. JOSH Joder con la mocosa, ¿qué dan de comer en Francia? Cuando escucho su voz junto a la puerta y la veo, necesito acercarme más a ella para examinarla mejor, así que aparto a Jenna y a Vicky y me levanto sin pedirles permiso. A medida que me acerco, aprecio mejor sus curvas bajo ese vestido blanco pegado a su piel por la lluvia. Está más alta, aunque apenas me llegará por la barbilla, le ha crecido el pelo y por los bultos bajo su vestido, veo que otras partes de su anatomía han aumentado considerablemente. Recuerdo que odiaba que le llamara mocosa y niña, así que, por supuesto, será el modo en el que mi dirigiré a ella. —Oye, ¿por qué no me haces un favor y vuelves con tus dos… amigas? La silueta de sus labios se me antoja de pronto un delicioso capricho. Gira sobre sus talones y se marcha por el pasillo, regalándome una vista estupenda de su increíble trasero. Cuando Rick vuelve al salón unos minutos después, le pide a Jay que se marche ya y comienza a recoger un poco el salón. Entonces veo mi oportunidad para comprobar cuanto ha cambiado esta niña de verdad. Me aseguro de que todos están entretenidos para escabullirme y entrar en su habitación, acaba de llegar y ya huelo a su perfume por todo el dormitorio. Escucho su voz en el cuarto de baño, hablando sola, así que me acerco sin hacer ruido y asomo la cabeza primero. Veo que tiene los ojos cerrados y está apoyando la cabeza en la bañera. —Oh, sí… esto es increíble. —Y que lo digas. Inmediatamente me mira y trata de cubrir su cuerpo con las manos. Grita que me largue y que soy un pervertido, cosa relativamente cierta en ese preciso momento, lástima que no haya podido ver nada en realidad, habría disfrutado contemplando la evolución de esas curvas. De repente ya no me parece tan mala idea que esta mocosa se venga a vivir con nosotros. Esto será divertido. Regreso al salón y veo que Jay recoge la camiseta de Alice del suelo y se la lanza, Vicky y Jenna simplemente observan la escena sin ninguna gana de moverse. —Venga, os he dicho que tenéis que marcharos ya. —Rick gruñe mientras mete la marihuana en un cajón. Me dirijo hacía ellas y tiro de… ¿Jenna? No tengo ni puta idea, soy incapaz de distinguirlas, como buenas gemelas, son clavadas la una a la otra. Ella se gira para mirarme y se levanta sonriendo coquetamente, rodeo su cintura y la beso ansioso una vez más, repitiendo el proceso con la otra. —Venga, largaos. —Les doy un pequeño azote para que caminen. Una de ellas se acerca a Rick y le besa mientras él aprieta su trasero y se despide de ella. Jay choca mi mano y sale con Alice por detrás, nos despedimos todos y yo me acerco para cerrar la puerta. Al girarme, veo que Rick sigue recogiendo las cosas, pero a mí comienza a entrarme el sueño. —Hermano, deja toda esta mierda. —Bostezo y me froto los ojos—. Llama a Margot, para algo la pagamos. —Tardaría demasiado, quiero recoger todo antes de que salga Wendy. —Tú mismo. —Me encojo de hombros—. Hasta mañana. —Oye, no te olvides de que mañana me tengo que ir antes, así que vete en tu coche. —Vale. Entro en mi habitación y me tumbo en la cama sin abrirla ni quitarme los pantalones. Necesito una ducha, pero estoy demasiado agotado, drogado y con muchas ganas de rendirme al sueño. Los párpados empiezan a pesarme y la imagen de la mocosa en la bañera aparece en mi mente antes de caer rendido. WENDY Salgo de la bañera y me pongo unos pantalones cortos de pijama y mi camiseta de los San Francisco 49ers. Todavía no me creo que ésta vaya a ser mi habitación. Voy hacía el salón y veo a Rick recogiendo todo. Está él solo, al parecer ya ha mandado para su casa a toda la jauría. —Deja que te ayude —comento cogiendo un par de botellas de la mesa. —No, déjalo Wen, ya lo hago yo. —¿Esto es algo común? —pregunto enseñándole la tarjeta de crédito con restos de cocaína. —Oye… —Se incorpora y me mira con clara culpabilidad. —¿Lo es? —Solo de fiesta. —Se excusa y yo elevo las cejas con incredulidad—. Y no siempre. —Ya sé cómo me dices. —Vuelvo a tirarla sobre la mesa, asqueada. —Oye, mañana tengo que irme pronto, ¿tú que vas a hacer? —Decide cambiar de tema y lo agradezco puesto que no me hace ninguna gracia saber que mi hermano consume droga, aunque sea solo de fiesta. —¿Dónde vas? —A trabajar. ¿Recuerdas aquel concesionario del que te hablé? —Sí, lo compraste, ¿no? —Sí, hace un año más o menos. Va de puta madre, me da bastante pasta y estoy contento. —¿Josh trabaja contigo? —pregunto con indiferencia mientras sacudo los cojines del sofá. —Para mí. Trabaja para mí —matiza. Interesante, así que es un subordinado. —¿En serio? ¿Y qué hace? Espera no me lo digas, ¡limpia los coches! —No —responde mirándome mal—. Hizo un grado de mecánica, es muy bueno, así que le di trabajo en el taller del concesionario y ahora es el jefe. —Vaya, me sorprende que sea bueno en algo aparte de drogarse y follarse a tías. —Wendy, no empieces. —Me mira con reproche mientras sujeta un botellín de cerveza en cada dedo—. Dale una oportunidad. —Ya… lo que tú digas. —Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza. Le doy un beso en la mejilla y camino en dirección al pasillo para volver a mi dormitorio, pero entones le escucho a mi espalda. —Oye, no me has dicho qué vas a hacer mañana. —Iré a la universidad a echar la matrícula, he mirado por internet y hay bastantes plazas, así que no será difícil entrar. —Me encojo de hombros. —Vale. Si puedes, me gustaría que quedáramos a las doce en el juzgado central. —¿En el juzgado para qué? —Bueno, ya te lo dije por teléfono, tienes dieciocho años así que ya puedes cobrar tu parte de la herencia, he quedado mañana con el abogado. —¿Y de cuánto dinero estamos hablando? —Frunzo el ceño confusa y muerta de curiosidad, nunca quiso que habláramos de dinero en el pasado. —Mañana lo verás. —Me guiña un ojo y sonríe. —De acuerdo, buenas noches. —Buenas noches. Regreso a mi habitación y abro la cama, a pesar de ser ya las dos de la madrugada, me siento demasiado emocionada por volver junto a mi hermano y soy incapaz de dormir, así que me acerco al ventanal y observo la ciudad de noche. Siempre me he sentido pequeña entre tanta gente, fuera de lugar, pero ahora, al menos, me siento un poco mejor. He vuelto a casa. El despertador de alguien me saca de mi sueño, lleva cinco minutos sonando y no lo apagan, así que salgo de mi cuarto con los ojos pegados y un humor de perros, puesto que me dormí casi a las tres de la madrugada. Me detengo en la puerta de enfrente a la mía, al final del pasillo, y toco dos veces sin obtener respuesta alguna. Solo vivimos tres personas en esta casa, así que, o es el dormitorio de mi hermano, o es el de Josh. Rezo para que sea la primera opción. Ese atronador ruido sigue en el interior y me está tocando las narices, vuelvo a aporrear la puerta, pero sea quien sea, sigue ignorándome, por lo que opto por abrir con cuidado. Asomo la cabeza, viendo una inmensa habitación medio a oscuras. Solo entra un poco de luz por las rendijas de las persianas que me sorprende ver, puesto no son habituales en Estados Unidos, pero alcanzo a ver un perfecto trasero dentro de un bóxer azul, descansando boca abajo con la cabeza enterrada bajo la almohada. Me acerco a la mesilla de noche tratando de no hacer ruido y cojo el móvil para apagar la alarma. Cuando giro para marcharme, feliz por haber logrado mi objetivo sin despertarle, una mano tira de mi muñeca de repente y me tira sobre la cama con Josh encima de mí. —A lo mejor en ese internado del que vienes, era normal entrar en las habitaciones ajenas, pero aquí, mocosa, se llama primero. —He llamado. Cómo siete veces, no es mi culpa que estés sordo —digo empujándole para levantarme. —¡Estás muy guapa por la mañana! —Lo escucho gritar a mi espalda mientras salgo de su habitación dando un portazo. Vuelvo a mi cuarto y miro el móvil. Joder, las siete de la mañana, este chico es idiota, no abren la secretaría hasta las nueve, así que aún faltan dos horas. Ya estoy desvelada, por lo que me pongo unos vaqueros largos y una camiseta normal con una rebeca fina de botones por encima, me recojo el pelo en un moño despeinado y me maquillo de forma sencilla. Voy a la cocina y abro los armarios buscando una taza y algo de desayunar, y después de prepararme unos cereales y un zumo de naranja, me siento en una banqueta tras encender la televisión. Escucho pasos en el pasillo, Josh entra sin decirme nada y saca unas frutas de la nevera, las deja en un plato sobre la encimera, y entonces puedo observar desde atrás que las llamas que asomaban anoche sobre sus hombros y brazos, también suben por su cuello. —¿Quieres una foto? —pregunta sin girarse. —No te estoy mirando, estúpido engreído. —Ya. —Sé que está sonriendo por como lo dice—. Eres un poco mal hablada. ¿No te enseñaban modales en ese sitio donde has estado? —Olvídame —suelto sin más. Coge un bote del armario y pone unos polvos en una especie de botella, le echa agua y lo mezcla todo para después bebérselo. —¿Qué es eso? —¿No decías que no me estabas mirando? —Que me olvides. —Es una pequeña ayudita para mantener este cuerpo que tanto te gusta, mocosa. —Eres un creído. —Y tú tienes la boca muy sucia —insiste, rodea la pequeña isla de la cocina y queda de pie a mi lado. —Que te jodan —pronuncio despacio poniéndome a su altura. Me mira fijamente y sonríe. Se acerca más y coloca un mechón suelto del moño tras mi oreja, para después acercarse a mi oído y dejarme sentir su respiración caliente. —Normalmente, suelo ser yo el que jode a las tías. Si quieres que te lo haga también a ti, no tienes más que pedirlo, pequeña —susurra con calma, rozando el sensible lóbulo con sus labios. —Ni en un millón de años dejaría que me trataras como a esas dos gemelas de anoche. —¿Acaso las conoces para saber lo que a ellas les gusta y lo que no? —Ni las conozco ni tengo interés en hacerlo, pero yo no compartiría a mi chico con otra. Y menos con mi hermana, qué asco —admito con verdadera aprensión. —No soy su chico —aclara—. Yo no soy chico de nadie, mocosa. Recuérdalo cuando quieras que sea solo tuyo. —Saca la lengua y me guiña un ojo, consiguiendo hacer que pierda la paciencia y le pegue un empujón para salir de la cocina. Sale riendo tras de mí y sube por las escaleras de caracol que hay en el pasillo. No sé lo que habrá arriba, pero no voy a subir ahora para averiguarlo, a pesar de que me muera de curiosidad. Me encierro en mi habitación y comienzo a deshacer la maleta, sintiéndome abrumada por la cantidad de espacio que tengo para guardarlo todo; en este armario entraría la ropa de todas las chicas de mi grupo en el internado. Cuarenta minutos después, cojo lo que necesito y voy hacia la puerta de la calle, veo a Josh bajar las escaleras que antes subió y se dirige a la cocina, está sudado y la camiseta se le pega al cuerpo, marcando sus músculos. Madre mía, ¿por qué tiene que ser tan atractivo? Escucho la licuadora y me asomo a la cocina, está preparándose un zumo con las frutas que ha sacado antes de la nevera. Necesito observarlo mejor, por lo que entro y cojo un vaso para beber agua y disimular. Cuando me ve, sonríe pero no dice nada, ni me mira, solo se quita la camiseta y cuando paso por detrás de él, por fin tengo la oportunidad de ver su enorme tatuaje. Es un fénix. Le cubre toda la espalda y parte de su cuello, es increíble. —¿Te gusta? —pregunta dándose la vuelta con el vaso en la mano. —No está mal —respondo fingiendo indiferencia. —¿Dónde vas así vestida? —Me mira de arriba abajo—. ¿Acaso tienes alguna reunión con un empresario cachondo? —¿Qué tiene de malo mi ropa? Voy a echar la matrícula para la universidad. —No, si de malo no tiene nada, al contrario. —Dibuja mi silueta con sus ojos a medida que se va acercando—. Si a la persona que recoja tu solicitud le gustan las mujeres, ambos seremos afortunados, te aceptarán y así no tendré que verte el careto todo el día. Vaya, o yo me estoy volviendo loca o eso ha sido un cumplido. Ladea la sonrisa y da un sorbo sin dejar de mirarme fijamente, camino hasta detenerme muy cerca de su rostro, y susurro: —Vete a tomar por el culo, Josh. —Le fulmino con la mirada y me doy la vuelta para salir de la cocina sin mirar atrás. —Siguiente. La secretaria con gafas de pasta de la universidad me indica que rellene unos papeles y después los deje en una pila que hay al fondo, junto a todos los demás. —Disculpe, ¿sabe si hay mucha gente inscrita? —pregunto cuando pasa por delante de mí. —¿Qué carrera? —Periodismo. —Tengo entendido que quedan bastantes plazas libres, si tienes buena nota media no será un problema. Espera un segundo. —Se aleja hasta el interior de una pequeña sala y regresa con una carpetita de cartulina roja—. Esos serían tus horarios, asignaturas, temario y demás información importante. Las clases empiezan la semana que viene. —¿Y cuándo sabré si me han cogido? —cuestiono. —Dentro de dos días colgarán la lista de admitidos en la web de la universidad. —De acuerdo, muchas gracias, muy amable. —A ti, bonita. —Ambas nos dedicamos una sonrisa antes de marcharme. Pido un taxi y espero impaciente a que llegue para que me lleve hasta el juzgado en el que he quedado con mi hermano. ¿Qué es lo que querrá decirme? El vehículo me deja frente a la entrada, le pago una suma demasiado alta para el poco dinero que tengo, y me detengo en lo alto de las escaleras a expensas de que Rick llegue. Hemos quedado a las doce y ya llega cinco minutos tarde, definitivamente lo suyo no es la puntualidad. Veo un increíble BMW gris aparcar en la puerta y, después del ático, no me sorprende ver a mi hermano saliendo de él. —Llegas tarde —reclamo con las manos apoyadas en las caderas. —Lo siento, Josh me ha liado. —No me hables de ese imbécil. Pone los ojos en blanco y me señala la puerta giratoria para entrar al edificio. Todo el mundo está tecleando en sus ordenadores o hablando en voz baja para no molestar a los demás, no me gustan los sitios tan serios. El abogado aborda el tema de la muerte de mis padres con una frialdad estremecedora. Sé que han pasado muchos años, pero aún duele, supongo que siempre lo hará. Me explica que, como mayor de edad que soy, me corresponde cobrar mi parte de la herencia al igual que Rick hizo hace tiempo. Mi patrimonio ha sido responsabilidad de él hasta ahora, y al parecer se encargó de abrir una cuenta a mi nombre para que todo estuviera ahí el día que cumpliera los dieciocho. —Ya solo le queda firmar este documento —explica y lo coloca frente a mí—, en el que afirma aceptar su parte de la herencia. —De acuerdo. —Acepto el bolígrafo que me ofrece y hago un garabato dentro del cuadrado. —Perfecto, esto es para usted. Me entrega una cartilla, una tarjeta de crédito y un talón de cheques. Me quedo un poco alucinada porque, a ver, sé que mamá y papá tenían dinero, pero, ¿tanto como para necesitar un talón? Los dos me miran esperando que abra la cartilla para ver la cantidad que he heredado. Sonrío con timidez y lo hago, sintiéndome ligeramente observada y presionada. —¡Joder! —Se me escapa un pequeño grito cuando llego a la hoja principal de movimientos bancarios y veo la cantidad de ceros que tiene la cifra. Miro a mi hermano, que ahora tiene una gigantesca sonrisa en su cara, y vuelvo a clavar la vista en el papel. —Esto… ¿todo esto es mío? —Sí. —Es el abogado el que responde—. Todo es suyo, señorita Moore. —Ricky, esto es mucho dinero. —Dos millones cuatrocientos mil dólares. Sí, lo sé, recibí lo mismo. A ver, nunca me faltó de nada cuando era niña y todos los años íbamos de vacaciones a hoteles lujosos, pero ver esta cantidad de dinero… me hace replantearme muchas cosas. —Es alucinante, Ricky… No sé ni que decir. —Sé exactamente cómo te sientes. Gracias a ese dinero pude comprar mi concesionario y los primeros coches para vender, ¿de dónde te crees que salió mi negocio? ¿Y el ático? —¿Y yo que voy hacer con tanto? —Lo que tú quieras, es tu dinero. —Sonríe y se inclina en la silla para darme un beso en la frente. Nos despedimos del abogado, con un apretón de manos, y volvemos al exterior del edificio. No puedo dejar de abrir la cartilla una y otra vez, como si de repente fuera a desaparecer todo, pero no, continúa ahí y es todo mío. ¡Mío! Dios, qué locura. —Quiero un coche —me apresuro a decir al ver su BMW frente al juzgado—. Odio los malditos taxis en San Francisco. —Para eso no necesitas dinero, Wen —comenta mientras bajamos las escaleras. —No voy a dejar que me des un coche así por las buenas, quiero pagarlo. —Eres mi hermana. Si no le cobré el suyo a Josh, mucho menos a ti. —Así que ese estúpido te saca la pasta por todos lados. —Me cruzo de brazos y alzo una ceja mirándole. —No, Wendy, él… también gana suficiente dinero. —¿De mecánico? —De mecánico y de otras cosas. —¿Qué cosas? —Basta, deja de hacer preguntas. Pongo los ojos en blanco y ambos entramos en el vehículo deportivo. Conduce tranquilamente por el centro de la ciudad, en dirección a Market Street que es donde ahora yo también vivo. Esta noche he dormido mejor que en toda mi vida, el colchón de mi cama parece hecho de auténticas nubes. ¿Y esa bañera? Madre mía. Después de aparcar en su plaza de garaje y de subir en ascensor hasta el ático, nos encontramos con una de las gemelas sentada en el sofá, bebiéndose una cerveza y mirando una revista. —¿Qué haces aquí, Jenna? —interroga mi hermano. —Vicky —corrige ella con cansancio. Parece que está hasta las narices de que la confundan con su gemela, pero ¿qué quiere? Son un clon e igual de promiscuas, además de enfermas. Por el amor de Dios, ¿a quién se le ocurre besarse con su hermana? Es repugnante. —Perdona, Vicky. ¿Qué haces aquí? —Me ha llamado Josh, quería cositas para esta noche —explica coqueteando y guiñándole un ojo. —¿Qué pasa esta noche? —pregunto dejando mi bolso sobre el sofá. —¿Tú otra vez? —La tal Vicky me observa de reojo con la barbilla bien levantada, como si se sintiera superior o algo por el estilo. —Ella es Wendy, mi hermana —explica Rick con firmeza—. Y vive aquí, así que acostúmbrate a verla. —O también puedes dejar de venir. —Finjo una sonrisa inocente. —Mira, niñata. —Se levanta y camina decidida hacia mí—. Que tengas que… —Vicky —la interrumpe Josh entrando en el salón—. Toma tu pasta, ya puedes marcharte. —Pero Josh, pensé que… —Ella se muestra confusa. —Pues pensaste mal, venga. —Insiste sin tan siquiera mirarla, ya que sus ojos no se apartan de mí. La gemela número uno me fulmina con la mirada cuando le sonrío de nuevo, y sale por la puerta. Josh se acerca a la mesa y termina la cerveza que ella ha dejado de un trago, mientras Rick deja las llaves de su coche sobre el recibidor y desaparece en su cuarto. —¿Qué tal en la universidad? —cuestiona el de la espalda tatuada a la vez que se deja caer en el sofá. —Bien, me han dicho que lo más seguro es que me cojan, empezaría la semana que viene. —Qué bien, estarás contenta. Allí podrás conocer a más niñas como tú y jugar con ellas a las casitas. —Vuelve a levantarse y camina hacia mí con la misma diversión en su rostro que tenía anoche. —Hace tiempo que dejé eso. A mí me va más jugar a los médicos… si sabes a lo que me refiero. —Levanto la cabeza para poder encontrarme con sus ojos, puesto que me saca casi una cabeza, y le reto con la mirada, sin retroceder cuando se coloca cerca de mi cuerpo. Lo lleva pero claro si cree que puede intimidarme. Si piensa que sigo siendo la misma tonta de hace cuatro años, se llevará una sorpresa —A sí que te gusta jugar a los médicos, ¿eh? Está bien saberlo por si me pongo enfermo —susurra acercando su rostro al mío. Mantengo su mirada sin inmutarme, así que sonríe negando con la cabeza y roza mi hombro al pasar. Gilipollas. 2. UN AMIGO DEL PASADO JOSH Salgo de la ducha y me rocío de desodorante antes de ponerme unos vaqueros gastados y una camisa de tirantes, sin faltarme la cazadora vaquera por encima. Cojo mi gorra de LA y me la coloco con la visera hacía atrás mientras voy al salón, y es entonces cuando escucho a Rick hablando con Wendy, ambos sentados en el sofá. —Pero yo también quiero ir —lloriquea ella. —No puedes venir, Wendy, deja de insistir. —Joder, Rick, me muero de aburrimiento, necesito un poco de diversión —suplica y cruza las piernas para girarse hacia mi colega. —No. —Él saca un cigarro y lo coloca entre sus labios. —¿Dónde coño vais para no querer llevarme? —Dios —resoplo y camino hacia ellos—, acabo de tener un deja vú. —¿De tu estupidez? —pregunta ella levantándose. —No, de la tuya, mocosa. Vamos, hermano —digo mirando a Rick—, tenemos que estar a las once en punto, si no… —Me callo a tiempo antes de cagarla, me dejó muy claro que no quería que Wendy se enterase de nada. —Si no, ¿qué? —cuestiona Wendy arqueando una ceja en mi dirección. —Joder, mira que eres insistente, niña. —Venga, Wen, cierra con llave y… —Y no dejes entrar a nadie —interrumpe mirándole—. ¿No? Tengo dieciocho años, Rick. No catorce. Él le da un beso en la frente y le dedica una sonrisa de hermano mayor antes de salir del ático, yo solo le sigo sin mirar atrás. Cogemos cada uno nuestro coche, esta vez el bueno, el potente, yo, mi i8 y él su i7. Lo bueno que tiene trabajar en BMW y que el jefe sea tu mejor amigo, es que siempre conduces los mejores coches. Tomamos la salida hacia las afueras, dónde se celebran las carreras más populares de la ciudad y unas de las más sonadas de California, por supuesto, ilegales. Cuando estamos llegando, a lo lejos, vemos las luces y el movimiento de muchos coches, a medida que nos acercamos, la música se escucha más fuerte y la gente se hace más visible. Aparcamos donde siempre, entre Jay y Tom. Chocamos las manos cuando bajamos y Jenna y Vicky se acercan a nosotros, llevan un diminuto short y un top por encima del ombligo, parece que les gusta que no las diferenciemos. —¿Qué hay, tío? ¿Estás listo? —Jay choca mi mano. —Más listo que nunca, ¿dónde está Jackson? —pregunto dando un vistazo alrededor. —Aún no ha llegado. Justo en ese momento se escucha el motor de su estúpido deportivo y la mitad de la gente comienza a gritar, yo no me inmuto, hace tiempo que aprendí a controlar el poco agrado que me causa. Bueno, casi siempre. —Ahí está —sentencia Tom mientras todos nos giramos para mirar. Los cuatro nos acercamos a él mientras baja de su coche y sus amigos le saludan. Me busca con la mirada y sonríe al verme, se relame los labios y alza la cabeza con superioridad mientras camina hacia mí decidido. —¿Preparado para devolverme los cinco mil? —Se detiene a unos metros, con su séquito tras él. —¿Preparado tú para darme cinco más? —Doy un par de pasos más hacia él. Odio a este capullo. A él y a su estúpido hermano, Connor, no podría decidirme por uno de los dos. Bueno, tal vez el primero, pero solo porque me hace perder dinero y me deja en ridículo cada vez que me gana una carrera. El otro, a su vez mellizo de nuestra Alice, está a unos metros por detrás en compañía de una chica, cuyo trasero, por desgracia, reconozco enseguida. WENDY Me niego a que me dejen aquí encerrada; lo siento, hermanito, pero las cosas han cambiado, si te piensas que vas ordenarme cosas como cuando era una niña, no me conoces. Corro hacía mi dormitorio y me quito el pijama con rapidez, me pongo unos vaqueros ajustados y una camiseta con cremallera, cojo una cazadora y camino deprisa hacía el ascensor. Entro en el garaje y me subo en el BMW que mi hermano me ha regalado esta tarde en el concesionario, escucho unos motores salir por la puerta metálica, deben ser él y Josh, así que me pongo en marcha a toda velocidad para poder seguirles y no perderles de vista. Permanezco un par de coches por detrás para que no puedan verme, aunque parecía que ya iban tarde y dudo que vayan a pensar que se me pueda ocurrir algo así. Me pregunto a dónde narices van porque hace diez minutos que salieron de la ciudad y no parecen tener intención de detenerse. Entonces, localizo unas luces a un par de millas y efectivamente toman el desvió en esa dirección, confirmando las sospechas que tenía, pero me negaba a aceptar. ¿En serio? ¿carreras? Genial, hermano. Genial… Aparco lejos, en un hueco que encuentro entre dos coches más o menos normales comparados con lo que estoy viendo en este lugar. Me bajo y les sigo con la mirada, veo cómo saludan al otro chico que estaba anoche en casa y a los clones enfermos. Otro deportivo pasa por mi lado, retumbando el lugar con su motor y su música. Todos miran en mi dirección cuando lo escuchan, por lo que me agacho un poco tras un descapotable para que Josh y mi hermano no me vean. Cuando la gente se arremolina alrededor del último en llegar, avanzo hacia a muchedumbre para curiosear un poco, pero entonces escucho una voz a mi espalda. —¿Wendy? No puede ser verdad, conozco esa voz, aunque es más ronca de lo que recordaba y hace siglos que no la escuchaba. Me giro y observo atónita al ver a quién tengo delante: Connor Andrews. —¡Connor! —grito abalanzándome sobre él. Salto en sus brazos y él me levanta cómo solía hacer—¿Qué haces aquí? —cuestiono cuando me baja. —¿Yo? Te recuerdo que vivo en San Francisco. —Dibuja una sonrisa enorme—. Mejor pregunta qué haces tú aquí. —Bueno, me rechazaron en la universidad de París así que he vuelto a casa. —Encojo mis hombros despreocupada—. Vivo con mi hermano. —Comprendo —contesta a la vez que mira por encima de mi hombro y sonríe. Me giro para ver a quién le ha dedicado el gesto y veo a Josh fulminándome con la mirada, bueno, primero a mí y luego a Connor. Comienza a andar hacia nosotros con decisión, pero mi hermano, que todavía no debe saber que estoy aquí, le sujeta por el brazo y le dice algo. Josh vuelve a mirarnos, tensa la mandíbula y se sube en su coche con brusquedad. —Vamos, ven conmigo —pide Connor mientras entrelaza sus dedos con los míos. Tira de mi cuerpo hacía su coche y me abre la puerta del copiloto para que entre. Después de montar en su lado, abre la guantera para sacar una bolsita de marihuana, me sonríe y comienza a hacerse un porro. Le doy al Play en el CD que está metido y una canción pegadiza y sensual comienza a sonar. —¿Quieres hacer los honores? —Ofrece cuando termina de hacerlo sosteniéndolo frente a mí. —Claro —respondo con una sonrisa. Cojo un mechero del salpicadero y lo enciendo, doy un par de caladas cortas para prenderlo y después una más profunda. Cierro los ojos para disfrutar de su sabor y retengo el humo dentro unos segundos. —Déjame volver a probar tu sabor —solicita Connor travieso, sujeta mi barbilla entre sus dedos y se acerca despacio. Une sus labios a los míos dándome un pequeño beso, tras el cual expulso todo el humo dentro de su boca, sonríe e introduce su lengua con rapidez, de manera hambrienta. Acaricia mi mejilla mientras la mía la recibe con la misma ansiedad. Nos besamos durante unos minutos, su mano acaricia mi muslo, apretándolo de vez en cuando y consiguiendo despertar mis más bajos instintos. —Sigues provocando en mí lo mismo de siempre —sentencia. Voy a responderle cuando, de pronto, la puerta se abre y una mano tira de mi brazo para sacarme del coche con firmeza. —¿Qué coño…? —Intento averiguar quién es—. ¡Josh! ¿¡Pero qué te pasa!? JOSH No puede ser, ¿de verdad estoy viendo a Wendy abrazando a Connor Andrews? Que mis ojos me estén engañando, por el amor de Dios. Dejo de escuchar las estupideces que Jackson debe estar diciéndome y comienzo a caminar hacia ellos con la clara intención de averiguar qué hace Wendy aquí, y qué mierdas hace con ese capullo. He avanzado solo tres pasos cuando una mano me sujeta, me giro y veo a Rick, mirándome desconcertado. —¿Dónde vas? Tienes que correr ya, Josh —recuerda señalando a Jackson ya en el interior de su deportivo azul. Vuelvo a mirar a Connor y veo que Wendy se ha dado cuenta de todo, sabe que la he visto. Él le dice algo y tira de su mano dirigiéndola a su coche, maldito cabrón. Gruño cuando ya estoy sentado dentro de mi BMW, arranco y voy hacia la línea de salida; estoy furioso, y no es bueno correr en este estado. Jenna es la encargada de indicarnos el momento exacto en el que tengo que pisar a fondo, rechinando las ruedas contra el asfalto. —¿Preparados? ¿Listos? —Levanta las manos y mueve la cadera hacia un lado—. ¡Ya! —grita a la vez que baja los brazos. Salgo disparado por delante de Jackson sin mucho esfuerzo. Escucho su motor, así que acelero más, dejando que sea el de mi pequeño el que enmudezca al suyo. Piso a fondo, quedando por delante de Jackson en todo momento y no permitiendo que piense que tiene la más mínima posibilidad. ¡Malditos sean él y su puto hermano! ¿¡De qué conoce a Wendy!? Llegamos al final de la improvisada pista, y rodeamos el contenedor de basura mientras evitamos irnos de cara contra la puerta de la fábrica que hay a pocos metros por delante. El cabrón intenta golpearme, pero entonces le doy al nitrógeno y me convierto en un cohete, llegando a la meta enseguida. Detengo el motor y salgo del vehículo con una sonrisa de suficiencia al escuchar los aplausos de muchos y los abucheos de otros tantos, ambas cosas son música para mis oídos. —De puta madre, tío. —Rick se acerca y choca mi mano mientras salta emocionado. —Eres un mamón, Phoenix —gruñe Jackson saliendo de su coche y acercándose a mí—. ¡Eso está prohibido! —¿Sí? Enséñame donde lo pone. Ah, no, que en esta mierda no hay reglas. —Río cuando mis amigos lo hacen a mi lado—. Vamos, suelta la pasta. —Que te den por el culo. Esto no va a quedar así —promete al mismo tiempo que me tira el fajo de billetes. —El alquiler, hermano. —Se lo lanzo a Rick, el cual coge el dinero al vuelo. —Esto es cinco veces más —recuerda agitándolo frente a mi cara. —Úsalo para comida y alcohol, se nos están acabando las reservas — contesto buscando a Wendy con la mirada lo más disimuladamente posible —. Y no te olvides de la hierba y… —Sí, no te preocupes. —Me interrumpe. Vicky se acerca a mí, o Jenna, no sé cuál de las dos es, y me da un beso. Paso de ella, solo quiero encontrar a esos dos, pero es tan insistente que terminaré antes si la correspondo que si la aparto. Así que rodeo su cuerpo con mis manos y me aseguro de darle un beso lo suficientemente bueno como para que quede satisfecha. —Tengo que irme. —Josh, nos vemos en casa —me comunica Rick caminando hacia su coche—. No quiero dejar sola a Wendy, es capaz de escaparse. Si tú supieras… WENDY —¿¡Qué mierdas te crees que haces, Phoenix!? —Connor abre su puerta con rapidez y rodea el vehículo para ponerse frente a Josh. ¿Le ha llamado Phoenix? Imagino que ese mote se debe al enorme tatuaje que cubre su musculosa espalda. Josh me coloca tras de él para mantenerme lejos, pero yo le empujo y voy con Connor, poniendo las manos en sus hombros para demostrar que le apoyo y estoy de su lado. —Wendy, ven aquí —solicita Josh mientras retiene la respiración, tratando de hablar con calma. —Vete a tomar por el culo, Matthews —insiste Connor sin acobardarse. —Por el culo te voy a dar como no te apartes —masculla el otro con la mandíbula tensionada. —¿Tú a mí? —Connor ríe, pero a mí no me hace ninguna gracia ver el camino que está tomando la conversación. —Sí, ¿quieres verlo? Josh da un paso adelante, por lo que Connor le imita hasta el punto de prácticamente tocar su frente con la del primero, la testosterona casi chorrea como si de una manguera se tratase, patético. —Josh, déjame en paz —intervengo para que no lleguen a las manos—. No eres mi padre. —Clavo la vista en él con el ceño fruncido y un cabreo de narices. ¿Quién se ha creído que es? —Wendy, sube a mi jodido coche —insiste casi suplicando. —Me marcho con Connor, ¿de acuerdo? Estábamos en mitad de algo cuando nos has interrumpido. —El susodicho me mira con una sonrisa y yo le guiño el ojo, nada va a impedir que retomemos lo que estábamos haciendo antes de que Josh apareciera. —¿Qué pasa, tío? —Jay aparece a unos metros con otro que no conozco. —Jay, acompaña a Wendy hasta mi coche —ordena Josh en cuanto le escucha. —No se te ocurra ponerle una mano encima, hijo de puta —advierte Connor colocándose delante de mí. Veo que esto va a terminar muy mal, así que decido ceder, solo por esta vez. Acabo de llegar y no quiero que nadie se pelee por mi culpa, aunque tendré una conversación con este imbécil en cuanto lleguemos a casa. Entiendo que esté cabreado por el hecho de que les haya engañado y me haya escapado, pero no es motivo suficiente para actuar de esta forma. —Está bien, Connor, iré con él. —¿Qué? —Se gira para mirarme, sorprendido y enfadado— ¿Es que acaso le conoces? —Desgraciadamente. —Fulmino a Josh con la mirada, que no ha dejado de observarme—. Vivo con él. —¿No vivías con tu hermano? —Sí, pero también con este gilipollas. —¿Tu hermano es Rick? —Abre los ojos atónito y desconcertado. —Sí. —Claro… Moore —menciona pensativo—. Era mucha casualidad. —Lo siento. Cuando Josh comprueba que me dirijo hacia su coche, y baja la guardia, vuelvo a darme la vuelta y salgo corriendo hasta Connor. Me mira con confusión cuando le saco el móvil del bolsillo, pero sonríe al ver que estoy apuntando mi número. —Llámame —susurro en sus labios. —¡Wendy! —¡Que sí, joder! —grito volviendo hacia mi niñero. Le sigo, con un enfado de los mil demonios, y arrastro los pies para tratar de caminar lo más despacio posible y ponerle nervioso, lamentablemente su coche no está lejos, así que en seguida estamos los dos sentados dentro. —¿Dónde está mi hermano? —¿De qué cojones conoces a ese cabrón? —pregunta e inmediatamente enciende el motor. —No te importa. ¿Dónde está mi hermano? —Ha salido cinco minutos antes que yo. —Acelera y conduce entre los otros vehículos—. Dime de qué le conoces. Suspiro enfadada y giro mi cabeza mirando por la ventanilla y decidida a ignorarle durante todo el camino hasta casa. —Cómo no me digas ya de qué conoces a Connor Andrews, le contaré todo a tu hermano. Maldita sea, eso sí que podría meterme en problemas. Rick no puede saber nada de lo sucedido esta noche. —Le conocí en Paris —confieso entonces—. Vino unos meses con un equipo de futbol y quedamos algunas veces. ¿Contento? —No. —Suelta una risa amarga—. No estoy para nada contento, no vas a volver a acercarte a él, no conoces a ese tío. —Claro, Josh… —asiento riendo en mi interior— Claro. —Lo digo completamente en serio. —Que sí, que sí. Se gira un segundo para mirarme y vuelve a observar la carretera. Suelta una bocanada de aire y acelera, justo cuando siento la vibración de mi móvil en el bolsillo. 11.40pm 415787986 Sigues volviéndome igual de loco, preciosa. Avísame cuando puedas escaparte y paso a buscarte. Decido no responderle ahora, no vaya a ser que el idiota que va conduciendo entre en cólera y me quite el teléfono de las manos para tirarlo por la ventana. —¿Desde cuándo fumas marihuana? —Me pregunta después de haber aparcado, una vez estamos dentro del ascensor. No hemos hablado en todo el camino. —No es tu problema, deja ya de hacerme tantas putas preguntas. — Resoplo y apoyo la cabeza en la pared del habitáculo, con la mirada clavada en el techo. ¿Acaso puede haber algo más incómodo que compartir con un imbécil un espacio tan pequeño durante los eternos segundos que tarda en llegar hasta el ático? —Wendy, no deberías fumar, eres una cría… mierda —dice con aparente frustración y cabreo—. Deberías… —O sea que no debo fumar marihuana, pero tú puedes ponerte hasta el culo, no solo de eso, sino también de cocaína y de alcohol. Además de acostarte sin ton ni son con distintas mujeres y correr en carreras ilegales. ¿Eso es lo que dices? —Me cruzo de brazos y alzo una ceja, incrédula. —Yo tengo veintidós años y tu dieciocho. Además, yo no soy como tú. Tú debes estudiar, ir a la universidad y… —¿Y tú qué? —Vuelvo a interrumpirle— ¿Tú no deberías ir a la universidad? —Yo crecí en la calle. Esa fue mi universidad —espeta mientras se abren las puertas del ascensor y la voz metálica anuncia que hemos llegado al ático. —Olvídame, Josh —pido con desdén y meto la llave en la puerta de entrada. —¿¡Dónde cojones estabas?! —grita mi hermano nada más verme. —¡Olvidadme los dos! —exclamo furiosa y me apresuro a correr por el pasillo para encerrarme en mi dormitorio y que Rick no venga a darme el coñazo. Echo el pestillo y me tumbo en la cama, con un pie me quito el zapato del contrario y saco el móvil de la cazadora, ignoro los golpes y los gritos de mi hermano en la puerta y contesto a Connor. 12.09am Yo En cuanto pueda te aviso. Tenemos que acabar lo que empezamos... 12.09am Connor Bien. Estaré esperando tu mensaje, y ten por seguro que lo terminaremos. JOSH Rick me dedica una mirada mezclada de confusión y cabreo, va tras su hermana y desde el salón escucho cómo aporrea su puerta y le pide que abra, sin obtener respuesta alguna, la niña se ha encerrado. Entonces suelta un gruñido furioso y regresa con paso acelerado. —¿Dónde la has encontrado? —pregunta nervioso. —En el portal —miento con convicción. No quiero decirle la verdad porque, entonces, se centrará en mantenerla encerrada y dejará de venir conmigo a las carreras y a las fiestas, y no estoy dispuesto a que una mocosa me joda. —¿Y dónde coño ha estado? —inquiere caminando de un lado para otro, furioso. —No tengo ni puta idea, tío —respondo y me siento en el sofá para encender la televisión—. No ha querido contarme nada. —Maldita sea, va a volverme loco. —Ha cambiado, Rick. —Me encojo de hombros con indiferencia—. Ya no es la niña de hace cuatro años. —Sigue siendo una cría. No voy a permitir que haga lo que le dé la puta gana. —Estoy de acuerdo —proclamo. Se sienta a mi lado y saca la marihuana de su bolsillo. Me pasa un poco, así que cojo un cigarro del paquete que hay sobre la mesa y nos hacemos un porro cada uno, dando por zanjado el tema de Wendy. Después de un rato viendo programas basura, medio partido de futbol y un par de cervezas, empieza a reírse de repente. —Vaya paliza le has dado a ese idiota, colega. —Lo sé. —Río con él—. Ni siquiera controla su propio coche. —Es un pringado. —Igual que su puto hermano —comento apretando la mandíbula por la rabia al recordar lo sucedido horas antes. —Sí. No sé dónde se ha metido esta noche, no le he visto. —Ni falta que hace —suelto de pronto. —¿Eh? —Nada, que no hace falta que venga. Por mí como si no vuelve a aparecer por allí. —Totalmente. —Bosteza y estira los brazos perezoso—. Me voy a dormir. —Buenas noches. Yo aún estoy muy despierto y frustrado, no me quito de la cabeza la imagen de Connor besando a Wendy dentro de su coche. Me dan ganas de romperle la boca, no porque ella me importe lo más mínimo, sino porque, joder, es una niña y él un asqueroso pervertido. Pues igual que tú. Ya estamos, mi conciencia tocándome los huevos. Saco el móvil de entre los dos cojines donde se ha caído y miro la hora: las dos de la mañana. Las gemelas seguirán de fiesta, así que decido escribirlas para que vengan a desestresarme. No voy a poder dormirme, necesito despejar mi mente, y que me maten si esas dos no son las que mejor lo hacen, así que les mando un mensaje y me recuesto en el sofá mientras las espero. ¿Cuál es mi puto problema? Necesito parar esta repentina obsesión por la niñata, solo me traerá problemas, debería ser el responsable de la relación, soy el adulto, joder. Vicky y Jenna consiguen hacer su magia igual de bien que siempre, tengo los ojos cerrados, completamente entregado a ellas, cuando una voz familiar, horrorizada y ensordecedora desde la puerta de la cocina llega hasta mis oídos. —¡Oh, por Dios! ¡Maldito asqueroso! Wendy grita como una energúmena al encontrarse con la escena. Quiero mirarla, pero mi orgasmo está a punto de detonar, así que decido ignorarla, ya he tenido bastante de la mocosa por esta noche. Las gemelas no se detienen, al contrario, aumentan la velocidad y la presión hasta que logran su cometido sin esfuerzo alguno. Se levantan del suelo y tratan de besarme, pero lo único que quiero ahora es dormir, así que les pido que se marchen. —Eres un cabrón. —Creo que es Jenna la que habla. —Cerrad la puerta al salir —pido sin que su comentario me afecte lo más mínimo. Sé que eso ha sido mezquino por mi parte, y que quede claro que no soy ningún cabrón desconsiderado, ellas me conocen y yo las conozco a ellas, muchas veces son incluso más irrespetuosas conmigo de lo que lo he sido yo esta noche con ellas. Sin embargo, siempre acabamos volviendo, ellas a mí y yo a ellas. WENDY Guardo el móvil después del último mensaje con Connor, me muero de sed y me apetece un chocolate caliente, así que abro la puerta después de que mi hermano deje de gritar, pero entonces les escucho hablando en el salón, así que vuelvo a meterme en la habitación y decido esperar hasta que se vayan a la cama para ir a preparármelo. Pongo la televisión y durante un rato veo una serie que están echando, aunque sin prestar mucha atención. Connor. Connor Andrews. No puedo evitar sonreír al recordar sus besos y la sensación de su mano sobre mi muslo, tuve muy buenas experiencias con él en el pasado… Cuando escucho cerrarse una puerta, me imagino que Josh y mi hermano ya se habrán ido a la cama, así que salgo para ir a la cocina, camino sin hacer ruido y no puedo evitar gritar cuando veo a esas dos gemelas haciéndole practicándole sexo oral al guarro de Josh. —¡Oh, por Dios! ¡Maldito asqueroso! Me doy la vuelta deprisa y vuelvo a mi habitación, me pongo los auriculares y trato de borrar esa imagen de mi cabeza con música, aunque no me resulta fácil… Después del momento íntimo con Connor, y ahora ver la expresión casi de éxtasis en el rostro de Josh…de un muy desnudo Josh… Predigo unos sueños poco inocentes esta noche. * Hoy es sábado así que no tengo nada que hacer. Voy a quedar con Connor cómo sea, me da exactamente igual cómo se pongan Josh y Rick, me muero de ganas de volver a besarle, sabe exactamente lo que me gusta. Recuerdo el día que le conocí… Imposible olvidarlo. Una amiga del internado y yo habíamos decidido escaparnos aquella noche, dando esquinazo a las monjas, como tantas veces antes. Fuimos a una fiesta en una fraternidad de esas, bebimos, conocimos gente, hablamos y bailamos. Entonces, mientras estaba saltando y moviéndome al son de una canción que nos encantaba, alguien rodeó mi cintura y me susurro al oído que tenía un trasero precioso. Giré mi cuerpo con la intención de comprobar si era alguien conocido, pero no fue así; en su lugar, me topé con un chico que despertó mis más bajos instintos por su atractivo. Él deslizó el dedo pulgar por mis labios sin dejar de mirarlos, reflejando el mismo deseo que yo. Se acercó con decisión y yo no le rechacé cuando me besó. Me levantó con sus brazos sin ningún esfuerzo, caminó conmigo hasta una habitación y allí hizo que mis pies tocaran el suelo de nuevo mientras su rostro dibujaba una traviesa sonrisa. —¿Cómo te llamas? —Wendy, ¿tú? —Connor. —Se acercó a mí mientras yo retrocedía despacio—. ¿Cuántos años tienes, Wendy? —Dieciséis. —Perfecto —anunció y acabó con el espacio que nos separaba. Sujetó mi cadera con fuerza y empezó a besarme de manera salvaje. Dios, en ese momento me volví loca. No era virgen, la verdad es que creo que el hecho de estar en un internado de monjas, rodeada de chicas todo el tiempo, me hizo desear aún más a los hombres. Desde ese día hasta que tuvo que regresar a San Francisco, quedamos regularmente y hasta llegué a pensar que podría enamorarme de él, pero entonces desapareció. Hasta hoy. 3. RETOS PELIGROSOS WENDY Salgo de mi cuarto y rezo para no encontrarme con Josh o con mi hermano. Les escucho hablando en el piso de arriba y recuerdo que aún no sé qué hay ahí, así que subo las escaleras de caracol sin hacer ruido y asomo un poco la cabeza con la intención de saciar mi curiosidad. ¿Cómo no se me había ocurrido? Un gimnasio. Hay una bicicleta estática y un par de máquinas más que no sé cómo se llaman, en el fondo unas pesas y colgado del techo un saco de boxeo. La televisión está encendida en un rincón, sobre una máquina de agua. Mi hermano está haciendo pesas y Josh atizando el saco de boxeo, todos sus músculos se tensan con cada golpe y el tatuaje del fénix brilla a causa del sudor. Phoenix, así es como le llamó anoche Connor. ¿Por qué llevará eso tatuado? Tengo que enterarme. Vuelvo a bajar las escaleras despacio y me dirijo a la cocina para prepararme un tazón de cereales y un zumo, cómo siempre. Enciendo la televisión y veo que están echando un programa de coches, entonces recuerdo que anoche vine con Josh y dejé allí el mío. Mi coche. Mi BMW nuevo. Mierda. Espero impaciente a que el idiota termine su entrenamiento, escucho cómo la madera de la escalera de caracol cruje bajo sus pies al bajar y luego sus pasos alejarse hacia su dormitorio. Aguardo unos minutos más y, cuando el ansia me supera, apago la televisión y le sigo, decidida a reclamarle, fue su culpa que me marchara de allí sin él. —¿Dónde coño está mi coche? —Entro sin llamar, por supuesto. Acaba de salir de la ducha y solo lleva una toalla alrededor se su cintura, así que parto la mirada y entonces observo mejor la habitación. Vaya, claramente es la mejor de las tres, tiene incluso una pequeña piscina, es alucinante. Trato de no parecer sorprendida por el dormitorio y sobre todo por él, por esos oblicuos que marcan el camino hasta su miembro, el cual pude ver anoche. Intento borrar esa imagen de mi cabeza de nuevo. —¿Otra vez entrando sin llamar? Voy a tener que pensar que intentas encontrarme desnudo —alardea mirándome con una sonrisa seductora. —Ya vi anoche todo lo que tenía que ver. —Le desafío sin apartarme —.Y la verdad es que no había mucho donde mirar. —Señalo el bulto bajo la toalla. Aprieta su mandíbula y camina hacia mí con decisión. Agarra mi cadera y me hace retroceder hasta la barra de un pequeño mini-bar que hay junto a la puerta. —Está claro que no observaste con atención. —Aprieta su pelvis contra la mía, clavándome la yema de los dedos en la piel. Su rostro está muy cerca del mío, por lo que puedo ver mejor sus facciones. Tiene unos ojos verde claro, rodeado de pestañas muy oscuras, las cuales ahora tienen pequeñas gotas de agua por la ducha. Su pelo es negro como el carbón y sus labios bastante carnosos, de un tono ligeramente rosado. De pronto me pregunto cómo se sentirán sobre los míos, pero aparto ese pensamiento inmediatamente. —¿Dónde está mi coche? —pregunto de nuevo sin dejarme intimidar. Sonríe un poco y se separa de mí, camina hacía su cama y deja caer la toalla, mostrándome un culo perfecto. —Por el amor de Dios, deja de ser tan exhibicionista. —Me doy la vuelta con pocas ganas, porque la verdad es que tengo unas vistas espectaculares. —Y tú deja de acosarme —susurra en mi oído segundos después. Giro de nuevo y me relajo al ver que ya tiene sus bóxers puestos. —Yo no te acoso, estúpido. —Instintivamente miro sus labios un segundo—. Solo quiero saber qué ha pasado con mi coche nuevo. —Está en el garaje —responde mientras se da la vuelta y coge un pantalón de chándal. —¿Cómo que en el garaje? ¿Quién lo ha traído? —Jay. Le mandé un mensaje ayer con la matricula. —Imposible, yo tengo las llaves. —No hacen falta unas llaves para arrancar un coche, niña. —Ríe y me hace sentir ridícula. —¿Y cómo coño lo ha abierto? —Me estoy empezando a cabrear. —Tampoco hacen falta unas llaves para eso. Dejo escapar una bocanada de aire totalmente frustrada por sus aires de superioridad, y cabreada conmigo misma por sentirme atraída hasta tal punto de imaginarme besándolo, le doy la espalda y salgo de la habitación justo a tiempo de encontrarme de cara con mi hermano. —¿Qué hacías ahí dentro? —pregunta con una ceja arqueada. —Nada —gruño pasando por su lado hacia mi cuarto. —No, señorita, tú y yo vamos a tener una conversación.—Agarra mi brazo y tira de mí hasta el salón. Josh nos sigue con una sonrisa divertida mientras termina de ponerse la camiseta. Se apoya en el marco de la puerta y cruza los brazos, observando la escena. —Lo que hiciste anoche no va a volver a repetirse. No puedes salir de casa cuando te dé la gana y menos después de habértelo prohibido. —Tú no puedes prohibirme nada, Rick. Tengo dieciocho años y voy a hacer lo que me dé la gana, te guste o no —notifico y me siento tranquilamente en el sofá. —Eso no te lo crees ni tú. Si te digo que no salgas, no sales; si te digo que te quedes en casa, te quedas, y si te digo que me cojas el puto teléfono cuando te llamo… —Te cojo el puto teléfono. Lo he pillado, no soy retrasada. —Pongo los ojos en blanco, aburrida de la situación. —Bien, me alegra que nos hayamos entendido. —Coge su cartera de la mesa de la entrada y la guarda en el bolsillo, dando un portazo cuando se marcha. —Bueno, bueno. —Josh dibuja una sonrisa nada amigable—. Parece que la mocosa está castigada. —Camina para acercarse hasta mí. Se sienta a mí lado y decido que si lo que quiere es enfadarme y picarme, no le daré el gusto. Así que se me ocurre tocarle un poco las narices, ponerle a prueba. —¿Tienes papel? —pregunto sacando la marihuana de mi bolsillo y cogiendo un cigarrillo de la mesa. —No vas a fumar, niña, ¿de dónde has sacado eso? —Tienes dos opciones. —Giro mi cuerpo para mirarle—: darme papel y fumar conmigo, o que me busque la vida y me lo fume sola. Suelta un suspiro, enfadado, y se levanta para coger un librillo de la encimera, me da uno y siento cómo me recorre con la mirada mientras me hago el porro. —¿Te gusta lo que ves? —pregunto sin mirarle. —Por Dios, Wendy, eres una mocosa. Nunca podría mirarte con esos ojos. Ese comentario me irrita, joder, no soy una cría, si tan seguro está de que nunca podría verme así, entonces habrá que comprobarlo. ¡Vaya que sí! —Hace calor. —Finjo que su respuesta no me ha molestado, y me levanto para quitarme la sudadera y quedarme solo con una camiseta de tirantes, dejando un poco a la vista los bordes de mi sujetador por delante. Sonrío al ver cómo observa mis pechos y aparta la mirada deprisa. Me inclino hacia delante para coger el mechero, poniendo mi trasero en su cara, y vuelvo a sentarme. Noto que está un poco nervioso, pero me aguanto de hacer comentarios, tengo que parecer inocente, así que enciendo el porro y le doy un par de caladas antes de pasárselo. —¿Lo que vi anoche es habitual? —Bastante, sí. —Fuma y me mira expulsando el humo lentamente—. ¿Por qué? ¿estás celosa? —Se mueve en el sofá de tal forma que queda frente a mí. —¿Celosa? —Suelto una carcajada—. Esas dos ni siquiera sabían lo que hacían. Te puedo asegurar que si hubiera sido yo… Bueno, habría sido diferente. Se remueve incómodo en el sofá y da otra calada, aunque intenta disimularlo con una sonrisa sarcástica. —Anda ya, Wendy. Estoy seguro de que no has hecho nada de eso en tu vida. —Te sorprenderías —comento y le quito el porro de la boca para darle otra calada. —Lo dudo. —Repite mi acto, pero no fuma, solo lo sostiene entre sus dedos. —¿Acaso quieres que te lo demuestre? —pregunto inclinándome un poco sobre su cuerpo. Desciende los ojos hacia mi escote sin ningún tipo de disimulo, y vuelve a mirarme a los ojos. Está serio y siento que comienza a respirar de manera un poco más acelerada. Gracias al fino pantalón de deporte que lleva, veo de reojo el bulto que se está formando bajo él, así que aprovecho y me acerco a su boca hasta quedar a pocos centímetros, y expulso todo el humo. Sé que a Connor le encanta que haga eso, así que tal vez a Josh también. Baja la mirada a mis labios y vuelve a mis ojos, me acerco despacio a su oreja y me rio con sutileza. —Ah, no. Que soy una mocosa y tú nunca podrías mirarme con esos ojos —murmuro rozando el lóbulo con mis labios. JOSH Siento el roce de sus labios contra mi oreja y termino de ponerme duro, se está pasando de la raya. La sujeto por la cintura y la coloco sobre mí con un movimiento rápido, a horcajadas. —¿Qué coño pretendes, Wendy? —¿Yo? Nada, solo comprobaba una teoría. —Sonríe con indiferencia. Puedo sentir la erección contra ella y también sé que ella lo ha notado, es imposible que no lo haya hecho. —¿Y qué teoría es esa? —No puedo apartar la vista de su boca mientras ella se concentra en el porro. Cierra los ojos y le da una calada profunda—. Ya basta, te lo advierto. —Las yemas de mis dedos se clavan en su cintura. —¿Ya basta de qué? Solo estoy fumando. —Sabes perfectamente lo que estás haciendo. —¿Qué estoy haciendo, según tú? —Me observa con la ceja arqueada y su expresión muestra es esfuerzo que hace por parecer inocente. —Ponerme cachondo. —Oh, pero si hace un momento decías que no podrías mirarme con esos ojos. —Sonríe con falsa inocencia, se acerca de nuevo a mi oreja y la acaricia con sus labios una vez más—. O ¿es que acaso estabas mintiendo? —Wendy, como sigas por ese camino esto va a terminar de una forma muy poco correcta. —Tiro levemente de su pelo para alejarla de mí. —¿Y qué forma es esa? Solo tengo ganas de arrancarle esos diminutos shorts y follármela sin compasión, pero sé que no puedo. Primero, porque es una cría. No lo es, tiene dieciocho años; Segundo, porque Rick me mataría. Rick no tiene por qué enterarse; Y tercero, porque no pienso reconocer que me pone. Creo que es tarde para eso. —¿Sabes qué? —Se aparta y me mira con suficiencia—. No hace falta que respondas, ya he comprobado mi hipótesis. —Añade mientras se levanta. —¿Cuál es tu puta hipótesis, mocosa? —pregunto con frustración. —Que a pesar de ser una niña, una mocosa y una cría… —Se echa el pelo hacia atrás con dramatismo—. Puedo ponerte igual de cachondo que esos dos clones—concluye satisfecha y desaparece por el pasillo. WENDY ¡Já! Que te jodan Josh Matthews. Entro a mi cuarto con una sonrisa triunfal, sabía que podría conseguir que se excitara, sé que si hubiera seguido, habría conseguido que perdiera el control y la cosa se nos hubiesen ido de las manos, pero es mejor evitar las tentaciones. Está muy bueno, eso no hay lugar a dudas, pero sería una putada vivir con la misma persona con la que me acuesto. Podría llegar a sentir algo más… y no estoy dispuesta. Decido escribirle un mensaje a Connor porque, lógicamente, no pienso quedarme con este calentón absurdo. 12.50pm Yo Puedo escaparme en diez minutos. 12.51pm Connor Te recojo en quince. Me encanta el hecho de que Connor no tarde nada en responderme, hace que me sienta segura de mí misma. Que me sienta la misma que hace dos años cuando esperaba a que las monjas se durmieras para escaparme y poder verle, poder besarle y dejarme llevar por su… experiencia. Bien, a ver que excusa me invento ahora para salir. No sé dónde estará mi hermano, pero el imbécil de Josh no va a ponérmelo fácil, y más ahora que debe estar cabreadísimo por haberse expuesto de esa forma delante de mí. Me quito el pijama y me pongo una falda por encima de las rodillas y una camiseta de manga corta, por dentro de la falda. Cojo mis botas y una cazadora y se me ocurre llevarme una carpeta para decirle a Josh que voy a la universidad. Camino con decisión por el pasillo, fingiendo que soy una niña buena que va a hacer… Bueno, lo que sea que hagan las niñas buenas. —¿Dónde vas? —pregunta en cuanto me ve. Sigue sentado en el sofá y está bebiendo una Coca-Cola mientras mira un partido en la televisión. —A la universidad. —Es sábado, invéntate otra excusa —habla sin mirarme. —He quedado con una compañera para arreglar unos papeles. —Todavía no conoces a nadie allí, tú misma lo dijiste ayer. Prueba con otra. —Ésta vez sí que gira la cabeza hacia mí. —La conocí en secretaría —resoplo fulminándole con la mirada—. Me marcho. —Camino hacia la puerta, pero no me da tiempo a abrirla. —Eh. —Sujeta mi brazo y se coloca frente a mí—. Cómo me entere de que has salido con el cabrón de Connor, me asegurare de que tengan que trasplantarle todos los dientes. ¿Está celoso? Lo rodeo y salgo sin responder, mirándole una última vez antes de entrar en el ascensor. Cuando llego abajo, saludo a John, el portero, y veo que Connor está en la puerta esperándome, sonríe cuando subo al coche y me ofrece un cigarro. —Hola, guapa. ¿Estás lista? —Claro. —Lo acepto y cojo el mechero de mi bolso. Conduce más deprisa que mi hermano y hablamos de cosas banales hasta que llegamos a su apartamento, estaciona en un sitio que acaba de quedar libre y le sigo hacia el ascensor. En cuanto las puertas se cierran, tira de mi mano para acercarme a él, rodea mi cintura con una mano mientras con la otra me sujeta por la barbilla y me da un rápido beso. —Anoche tuve que masturbarme cuando llegué a casa. —Lo siento por eso, Josh es muy insistente cuando se lo propone. Me besa con la misma naturalidad de siempre hasta que el ascensor se detiene, caminamos hasta una puerta, la cual abre y se hace a un lado para dejarme pasar. —¿Vives solo? —pregunto ojeando el interior. —Con mi hermano, pero ahora está trabajando. No vendrá hasta dentro de cuatro horas. Me recorre con la mirada de arriba abajo mientras se relame y sonríe. —Ven aquí y enséñame lo que has aprendido —propone tendiéndome una mano. Muerdo mi labio con nerviosismo y la acepto, dejándome llevar hasta un dormitorio. Se sienta en la cama y yo quedo de pie entre sus piernas, saca mi camiseta de dentro de la falda y comienza a besar mi vientre, mientras una de sus manos sube por mi pierna. Connor es un chico que me conoce muy bien en este aspecto, así que consigue regalarme dos orgasmos que me recuerdan cuánto lo extrañaba, me evocan a esos momentos en los que compartíamos tiempo juntos sin importarnos nada más. Gracias a él, hubo meses que se hicieron mucho más llevaderos, sobre todo en época de exámenes cuando sentía que mi nivel no era el suficiente y me castigaba a mí misma por ello. —Joder, Wendy —dice con la respiración acelerada mientras se deja caer a mi lado y retira con cuidado el preservativo—. Me matas. Sonrío satisfecha y le doy un beso en el cuello. Nos quedamos en silencio y desnudos durante algunos minutos, esperando que el pulso se normalice. Las cosas con Connor siempre son tan sencillas y fáciles que no puedo evitar volver a él. No fáciles en el mal sentido, si no en el bueno, no siento vergüenza, no siento presión, no siento obligación. Puedo ser yo misma. —Así que te quedas aquí a vivir —comenta mientras los dos miramos al techo. —Sí. Ya no hacía nada en París y tenía ganas de volver a casa y ver a mi hermano. —Me alegra que tomaras esa decisión. —Gira su cabeza hacía mí y yo hacia él. Ambos sonreímos y entonces me doy cuenta de que, cómo mi hermano llegue a casa y vea que no estoy, me la voy a cargar. —Tengo que irme ya. Si Rick llega y no me ve, enloquecerá —informo y me levanto para vestirme. —Está bien, vamos, te llevo. Llegamos en seguida al ático, riendo por el camino y recordando momentos en Francia, cuando quedábamos y me ayudaba a escaparme. Sin embargo, esa sonrisa desaparece de mi rostro cuando veo a Josh en el portal, su semblante serio, casi aterrador, y la posición amenazante de todo su cuerpo. —Maldita sea. —Tranquila, yo me encargo. —Mi acompañante detiene el coche justo en frente y apaga el motor. Me bajo y camino hacia Josh deprisa, advirtiéndole con la mirada que no se le ocurra hacer ninguna tontería. Connor viene detrás de mí. —Entra en casa, Wendy. —Josh habla conmigo, pero al que mira es a él. —Josh, no se te ocurra… —¡Entra en el jodido edificio! —Relájate, Matthews, y no la hables así —gruñe Connor aproximándose con tranquilidad. Josh espera a que llegue hasta él y, antes de que Connor pueda decir nada más, le lanza tal puñetazo que provoca que caiga al suelo por el golpe inesperado. Entonces me coloco en el medio de los dos. —¿¡Qué coño pasa contigo!? —Empujo a Josh con todas mis fuerzas—. ¡Si no me hubieras traído anoche a rastras, no habría tenido que mentirte hoy! Me giro justo para ver cómo Connor se acerca con una expresión furiosa y los puños cerrados. —¡No! Para, Connor. Por favor —suplico cogiendo su puño con mi mano. Agarro su barbilla para que baje la vista y me mire, sonrío y le doy un beso rápido poniéndome de puntillas. No sonríe, pero al menos deja de hacer fuerza para avanzar, suspira y levanta de nuevo la vista hacia Josh. —Cómo vuelvas a gritarla o a ponerme una mano encima… —¿¡Qué!? ¿¡Qué vas hacer, gilipollas!? —¡Basta, Josh! —Me giro y miro a Connor de nuevo—. Luego te llamo. —Tiro de su mano para llevarle al coche y obligarle a entrar en él. Mira a Josh una última vez y acelera sin esperar ni un segundo más, cuando desaparece por la calle, le doy un empujón a Josh y entro en el portal. Se cuela en el ascensor antes de que se cierre y no aparta la mirada de mí en todo el trayecto hasta arriba. Cuando llegamos, voy hacia mi habitación directa, pero su mano me detiene. —¿Te lo has tirado? Le miro incrédula, sin poder creer que me haya hecho esa pregunta, y doy un manotazo para soltarme de su agarre. —¿¡Y a ti qué coño te importa!? —¿Lo has hecho? —insiste con la mandíbula tensionada. —¡Qué te jodan! —¡Eres una niñata desesperante! —¡Y tú eres un psicópata con problemas de autocontrol! —grito cerrándole la puerta de mi habitación en las narices. JOSH Salgo a la terraza y siento cómo la rabia se apodera de mí cuando la veo subir en el coche de ese gilipollas. Lo sabía. Lo sabía y aun así la he dejado ir, ¡maldita sea! Vuelvo a entrar en el salón y saco una bolsita de la caja de la estantería, formo una línea con el polvo blanco y enrollo un billete de dólar. Me acerco para inhalar y trato de respirar con calma para no perder los papeles, no puedo permitírmelo. En realidad, lo que necesito es un puto porro para tranquilizarme, parezco gilipollas. Camino desesperadamente de un lado para el otro, se la está follando. Ese cabrón se la está follando. Voy a deshacer su cara cuando la traiga, maldito pervertido, ¡es una jodida niña! Tú querías follártela hace unas horas y eres un año mayor que Connor. Que te jodan. Decido bajar al portal para hacer más amena la espera, y me alegra hacerlo, ya que a los cinco minutos aparecen. Ella me mira, lanzándome una advertencia para que no haga nada, pero maldita sea, voy a destrozarle. Disfruto inmensamente cuando mi puño impacta sobre su cara, hubiera seguido pegándole si no fuera porque del primer golpe ya está en el suelo. Me enfurece ver cómo ella intenta protegerlo y yo soy el villano de la jodida película, cuando lo único que intento es protegerla de un tipo que no conoce de nada. Puede que se dieran unos cuantos de revolcones en París, pero no tiene ni puta idea de quién es Connor Andrews, de lo que él y su hermano son capaces por ganar. Después de que se encierre en su cuarto cómo la niñata que es, me tumbo en el sofá esperando a que Rick venga, pero tarda demasiado. La frustración no desaparece y necesito golpear algo, así que subo al gimnasio e intento desestresarme hasta que, un rato después, escucho cómo se cierra la puerta de la calle y unas pisadas suben por las escaleras. —¿Ha salido Wendy? —pregunta Rick tras colocarse frente a mí. —Sí —gruño sin más—. Es una maldita mocosa malcriada. —Lanzo otro puño al saco de boxeo. —¿Dónde ha ido? —Ha salido con Connor. —¿¡Cómo!? Dejo de golpear el saco y le miro levantando las cejas para afirmar lo que acabo de decir. Baja las escaleras deprisa y voy detrás de él, no quiero perderme esto. Abre la puerta de la habitación de su hermana de un manotazo, ella está sentada en la cama tecleando algo en su teléfono, así que se da la vuelta al escucharnos. —¿¡De qué cojones conoces a Connor Andrews?! Wendy me fulmina con la mirada y yo le guiño un ojo, sonriendo. Quizá yo no pueda hacer nada por evitar que ese desgraciado se acueste con ella, pero su hermano sí. O eso espero. —Le conocí en París, salimos unas cuantas veces —responde y vuelve a escribir algo en su móvil. Rick se acerca y se lo quita de las manos, lanzándomelo a mí. —¿¡Qué coño haces!? —Mira a su hermano con furia— ¡Devuélveme mi teléfono! —grita a la vez que se levanta y camina hacia mí. —Te estás pasando de lista, Wendy. —Él la sujeta para impedírselo—. No quiero que te acerques a ese gilipollas. Concentro mi mirada en su teléfono, el cual está desbloqueado y con la pantalla de mensajes abierta. 4.21pm Yo Tranquilo, me escaparé como sea. Cuando te escriba vienes a por mí. 4.21pm Connor Bien. Estoy deseando hacértelo de nuevo, preciosa. Se la ha follado. Lo sabía, voy a matarle, ese cabrón no sale vivo de esta noche. Wendy me mira con nerviosismo al darse cuenta de que he leído los mensajes, Rick sigue hablándola, pero creo que ninguno de los dos estamos prestándole atención ya. Sostengo su mirada unos segundos más y salgo de la habitación, llevándome el teléfono conmigo, me encierro en mi dormitorio y camino hasta la cama para sentarme e intentar relajarme sin necesidad de acudir al cannabis. WENDY Estoy leyendo una revista para tratar de quitarme de encima el cabreo que tengo, cuando el sonido que me indica que es Connor, suena en mi teléfono. 4.18pm Connor Esta noche hay una fiesta. ¿Vendrás? 4.18pm Yo No sé si podré, Connor. Josh me ha estado tocando las narices y creo que le va a contar lo de esta mañana a mi hermano. 4.19pm Connor Puto entrometido. ¿Qué coño le pasa, le gustas o qué? 4.20pm Yo No digas bobadas, simplemente adora joderme. 4.21pm Connor Bueno, no te preocupes. Si no puedes salir, nos montamos la fiesta tú y yo solos en tu casa… 4.21pm Yo Tranquilo, me escaparé como sea. Cuando te escriba vienes a por mí. 4.21pm Connor Bien. Estoy deseando hacértelo de nuevo, preciosa. Cuando voy a responderle, Rick entra hecho una furia en mi habitación. Me pregunta que de qué conozco a Connor y, cuando le digo que le conocí en Paris, me quita el teléfono y se lo lanza a Josh. Estaba escribiendo y no me ha dado tiempo a bloquearlo, ¡maldita sea! Mi hermano me dice algo más, pero ya no le presto atención. Estoy mirando a Josh, que ha apretado su puño libre al leer los mensajes, mierda, sabe que nos hemos acostado. Estoy jodida, muy jodida. JOSH Enciendo el porro y le doy hacía arriba a la pantalla del móvil para leer el resto de mensajes. Ese idiota le ha dicho sobre la fiesta de esta noche. Cabrón. Wendy no va a ir a esa fiesta ni de coña, solo habrá borrachos y droga, además de pervertidos y peleas. La puta imagen de ella sobre él hace que me hierva la sangre, Wendy no me gusta y no sé a qué se debe este impulso de protegerla… de mantenerla lejos de cualquier tío. Si lo que pretende es venir a mi casa y follársela en mi sofá mientras su hermano y yo estamos de fiesta, lo lleva claro. Rick va a hacer la compra y yo me quedo en casa porque él me lo pide, para que su hermano no vuelva a escaparse. No sé si sabe que estoy en el salón o no, porque no sale de su cuarto en toda la tarde. En varias ocasiones incluso me acerco hasta su puerta para comprobar si escucho algo tras ella, pero tan solo se oye el sonido de la televisión. Cuando llega la noche y le digo a Rick que no voy a ir a la fiesta, me mira sorprendido y levanta los brazos sin entender nada. —Pero hermano, no me jodas. ¿Cómo que no vienes? Tengo la pelea con Andersen, las apuestas están altas y te necesito allí. —Lo siento, tío. No me encuentro bien, me he pasado con la coca esta tarde y tengo la cabeza… —¿Esta tarde? Joder, Josh, te pasas con esa mierda… —Lo sé, lo sé, voy a tomármelo con calma. —Más te vale. —Sí, papá. —Río para calmar el ambiente. La droga es mala, lo sé, todos lo sabemos, no es ningún misterio. Y habitualmente tan solo fumo hierba, los estupefacientes tipo cocaína tan solo los consumimos de fiesta, pero desde que llegó la mocosa se me ha ido de las manos. Tengo que parar. —No te deseo suerte porque no la necesitas —digo a mi amigo con una sonrisa cuando se está poniendo la cazadora en la entrada. —Como pierda, será tu culpa por no venir —señala frunciendo el ceño. —Que no vas a perder, si acaso te llevas un par de hostias antes de tumbarle. —Shh. —Se coloca los dedos en la boca para mandarme callar cuando escuchamos ruido en el pasillo. Wendy se acerca para ir a la cocina, supongo, pero en cuanto nos ve se da la vuelta con el rostro enfadado. —No quiero que se entere de nuestros rollos. —Me recuerda en voz baja. —Vive aquí, Rick, es cuestión de tiempo. —Pues cuanto más tarde, mejor. Venga, me piro —dice mirando su reloj —. Vente luego si se te pasa el dolor de cabeza, pero asegúrate de que a Wendy le quede claro que no puede salir. —No te preocupes que no se va a mover de aquí. —Choco su mano y ambos sonreímos antes de que cierre la puerta de la calle a eso de las once de la noche. Yo me hago unas palomitas y me tumbo en el sofá para ver una película, bien cerca de la puerta de entrada. Lo siento por la mocosa, pero por encima de mi cadáver dejaré que esta noche se reúna con ese imbécil. Ha aprovechado que Rick no estaba en casa para venir a reclamarme su teléfono, pero inevitablemente me he reído en su cara. —Devuélveme mi móvil. —Ha pedido mientras yo terminaba de hacer pesas en el gimnasio de arriba. —¿De qué móvil hablas? —Josh, mi teléfono. Dámelo —ha insistido llena de cabreo. —No sé a qué te refieres, mocosa. —¡Que me des mi puto móvil! He reído ante su enfado y eso le ha producido aún más rabia. Ha caminado hasta donde me encontraba y me ha dado un empujón sin importarle la capa de sudor que cubría mis pectorales y todo mi cuerpo. —Tú eras el graciosillo de la clase, ¿verdad? —mascullaba rabiosa con los dientes apretados. —Fui a clase durante muy poco tiempo —he contestado dando un último paso para pegarme a ella—. No me acuerdo. —Eres un imbécil, Josh. ¿Qué te importa lo que yo haga con Connor? ¿Es que te gusto? —Sus ojos se han detenido varios segundos en mis labios. —Mocosa, no me hagas reír, anda. A ver si la graciosa vas a ser tú. —Dame mi móvil, tengo que responderle. —Te repito que no sé de qué me hablas. —¡Agh! —Me ha empujado de nuevo antes de darse la vuelta y bajar las escaleras, dando un portazo después de encerrarse en su habitación. No lo he sacado de mi bolsillo en toda la tarde. La he visto salir de mi dormitorio, enfadada por no encontrarlo, y la he guiñado un ojo desde la puerta de la cocina, me ha mostrado su dedo corazón y ha vuelto a su habitación. Yo estoy muy tranquilo porque, al menos esta noche, no va a salirse con la suya. Estoy cambiando de canal cuando, de repente, el dichoso teléfono vibra en mi pantalón, así que lo saco para ver quién es. No lo he bloqueado porque no me sé su código. Es ese mamón, otra vez. 11.23pm Connor Preciosa, salgo ya de casa. Espero tu mensaje para pasar a buscarte, me muero de ganas de probar esos labios otra vez. Siento ganas de salir corriendo a la fiesta para partirle la boca, pero decido joderle de una manera más sutil, por lo que le doy al botón de responder y comienzo a escribir. 11.23pm Yo Mi hermano se ha enterado de todo y me ha castigado de por vida. No voy a poder salir esta noche ni ninguna otra. 11.23pm Connor No te preocupes, ahora mismo voy. Ah, que ¿quieres venir? Muy bien. Será un placer recibirte. Me levanto cuando, a los quince minutos, suena el timbre del portal, porque encima es gilipollas y no se le ocurre que nosotros estamos en casa y le vamos a partir la boca. Abro la puerta y mi sangre hierve al ver la cara de ese subnormal, el cual se sorprende un poco al verme, supongo que esperaba que sería Wendy quien le abriría. —No ofrecemos limosna, gracias —digo antes de cerrarle la puerta en las narices. Vuelve a tocar y vuelvo a abrir. Esta vez no digo nada, solo le miro y me cruzo de brazos frente a la puerta. —¿Dónde está Wendy? —En casa de tu puta madre. Corre, vete a ver. —Cierro una vez más, pero su pie me lo impide, empuja haciéndome retroceder y eso termina de enfurecerme por completo. —¡Wendy! —grita y entra en el salón. Estampo mi puño contra su labio, haciéndole sangre de inmediato. Nadie me va a tratar así en mi casa, y mucho menos él. —¡Josh! —Wendy corre hacia Connor, pero la sujeto con fuerza antes de que se acerque. —Sal de mi puta casa en este momento si no quieres que acabe contigo —advierto con calma, él levanta la cabeza después de ver la sangre y me mira. —No me das ningún miedo, Matthews —revela encarándome. Le doy un cabezazo sin soltar a Wendy, que no para de retorcerse, y Connor lleva la mano a su nariz, que sangra de manera descontrolada, la nariz siempre sangra demasiado, joder. El pesado de turno me mira con furia y después mira a Wendy. —Suéltala, ella no quiere estar contigo. —No te lo repetiré de nuevo, sal de mi casa. Ahora. La mocosa está llorando, no sé en qué momento se ha puesto a llorar ni por qué lo hace, no es para tanto, solo es un poco de sangre. Nota mental: No llevar a Wendy a las peleas. Connor se da la vuelta y sale por la puerta antes de cerrarla con fuerza, y solo es entonces cuando suelto a Wendy y me acerco a girar la llave, guardándola después en mi bolsillo. Agradezco mentalmente que Rick le haya quitado la suya. —Deja de llorar ya, mocosa, ni que le hubiera matado. —¡Agh! —Se abalanza sobre mí gritando cómo una energúmena— ¡Eres un maldito hijo de puta! Agarro sus pequeñas muñecas y le doy la vuelta sujetándolas a su espalda, sin ningún tipo de esfuerzo, ni con toda su fuerza sería capaz de soltarse. Balbucea cosas sin sentido procedentes de la rabia que está experimentando y, cuando me escucha reír, se enfurece aún más mientras yo camino hacia el sofá para sentarme y dejarla caer sobre mí. —Ya basta, mocosa. Vas a hacerte daño. —¡Suéltame! —Te soltaré cuando te calmes. —¡Te odio! —Qué mentirosa. —Río. Poco a poco va relajando sus músculos, y entonces hago un movimiento con sus brazos para darle la vuelta y que quede sentada sobre mis piernas, mirándome. WENDY Josh me gira y quedo sentada sobre él, observándole furiosa. Muy bien, ha jodido mi salida, pero que ni piense que va a joder mi noche del sábado. Que se prepare. —Suéltame. —¿Ya te has calmado? —Sí, suéltame. Deja que me levante y me observa mientras camino hacía el minibar, cojo una botella de tequila y me encamino por el pasillo para meterme en mi habitación. —¿Qué haces? ¿Piensas emborracharte tú sola? —Ah. —Levanto un ceja mirándole—. ¿Es que quieres beber conmigo? —Duda un segundo y después sonríe con diversión. —De acuerdo, ¿quieres comportarte como la niña que eres? Perfecto, pero mañana no llores cuando tengas la resaca más grande tu vida. Se levanta y me quita la botella después de coger dos vasos de cristal. No puedo dejar de mirar su trasero cuando camina delante de mí, moviéndose bajo ese pantalón de deporte que usa para andar por casa. —Paso del vaso —digo abriendo la botella y pegándole un trago. —Calma, pequeña. Tenemos toda la noche —recuerda con voz seductora. Me quita la botella y camina hasta el sofá, yo me doy la vuelta para ir a mi dormitorio. —¿Dónde vas ahora? —pregunta confuso. —A ponerme el pijama —respondo sin mirarle. Revuelvo mi armario buscando lo más provocativo que tenga, pienso hacer que sufra más que el otro día. Me decido por unos shorts de chándal que se pegan completamente a mi piel, y una camiseta de tirantes que deja un poco al descubierto mi vientre y mi sujetador. Me suelto el pelo y lo revuelvo, dándole un aire despeinado, vuelvo al salón y mi estómago se estremece al ver cómo sus ojos me devoran cuando me ve aparecer. Bueno, mi estómago y lo que hay más abajo. Sé que me desea, pero no va a poder ser… que se aguante. 4. CUANDO LAS TENTACIONES SOBREPASAN LA VOLUNTAD JOSH Me cago en mi vida, ¿dónde va así? Cuando la veo entrar en el salón con unos shorts de mierda y esa camiseta diminuta, solo quiero arrancarle la ropa con los dientes y tocar todo su cuerpo. Mi polla parece querer lo mismo porque en seguida despierta, más me vale mantenerla a raya aunque ella se haya propuesto lo contrario. La conozco demasiado bien, sé lo que pretende, pero no puedo dejar que note ninguna reacción por mi parte, así que respiro disimuladamente, tratando de relajarme. Venga, Josh, esto no está bien, es la hermana pequeña de tu mejor amigo. Camina hasta la encimera para coger el librillo de papel y observo ese culo perfecto a través su pantalón. Se gira y sonríe cuando me pilla mirándola, va hacia la cadena de música y le da al play, provocando que yo cierre los ojos al escuchar la maldita canción de reggaetón de las gemelas, cuyo disco sigue ahí. Lo que me faltaba. Coge un poco de marihuana y se pone a hacerse el porro mientras sigue el ritmo de la música con sus caderas. Cielo santo. Agarro la botella y le doy un trago, frunciendo el ceño al sentir cómo baja por mi garganta y recordar que ha escogido la de tequila. Así, sin limón ni nada. Enciende el porro y comienza a bailar mientras me mira y expulsa el aire. —Baila conmigo —pide mirándome fijamente sin dejar de moverse. —Ni loco. —Suelto una carcajada amarga y niego con la cabeza. —¿Por qué no? —No creo que bailar esta música contigo sea lo más acertado, Wendy. —Me levanto para quitarle el porro y abrir la puerta de la terraza, necesito aire fresco. Aprovecha que en una mano tengo la botella y en la otra el porro, para poner sus manos en mi espalda y atraerme hacia ella. Se restriega conmigo al ritmo de la música y, Dios, juro que tengo que hacer más esfuerzo del que he hecho en toda mi vida para no levantarla del culo y follármela contra la puta mesa. En lugar de eso, me coloco el porro en la boca y la aparto de mí con suavidad para sentarme de nuevo en el sofá, ella se sienta a mi lado y me quita la botella, le pega un buen trago y cierra los ojos con fuerza. —Es que eres una bestia. ¿No podemos beber algo más suave? —¿Más suave? —Ríe—. A ver si al final el niño vas a ser tú. —Muy bien, mañana no quiero reclamos. Tu hermano me matará por emborracharte. —Le doy otro trago a la mierda de bebida. —¿Por qué te molesta tanto que me haya acostado con Connor? Esa pregunta me pilla tan por sorpresa que me atraganto, provocando una sonrisa por su parte. —Porque eres una cría y él es… —¿Otra vez con esa mierda? —Me interrumpe—. No soy ninguna cría, Josh —reclama y se pone en pie enfadada. No quiero que se vaya, así que la sujeto por la muñeca para sentarla de nuevo y disculparme. Estoy muy a gusto, sé que quizá no deberíamos estar haciendo esto, pero la verdad es que ahora mismo no me importa una mierda. —Vale, perdona. Le ofrezco el porro como tregua y acompaño el gesto con una carita de ángel cuando veo que duda en si quedarse o no, pero finalmente lo acepta y sonríe. Estamos un rato más con este tira y afloja, y la risa va haciéndose cada vez más presente a medida que el tequila hace su trabajo. De pronto, empieza otra canción y ella se levanta deprisa. —Vamos, esta tienes que bailarla conmigo —suplica haciendo pucheros y tirando de mí. Pero en lugar de levantarme, hago fuerza y pierde el equilibrio. Cae sobre mi cuerpo, poniendo una pierna a cada lado mi cadera, justo cómo la última vez. Su rostro se pone serio y sus ojos se oscurecen, dando paso a un brillo excitante. De pronto y sin saber cómo ni por qué, comienzo a decir la letra de en voz alta. —“Dime por qué tan solita, ¿a quién esperas? Dime lo que necesitas y sin miedo te lo daré… Dime por qué no te explicas, calma mi ansiedad… Dime por qué tan bonita y sin nadie que te acompañe…” Para mi sorpresa, y contra todo pronóstico, ella continua donde yo lo he dejado. —“Aprovecha que aquí estoy, después de hoy quizás no se dará otro chance… Te vi tan solo que no me concentraba… No quiero tanto, solo te pido una noche…”. Ha dicho solo en lugar de “sola”, que es lo que dice la canción, así que sé que no lo está diciendo por decir, me lo está diciendo a mí. Acerca su rostro al mío y siento su respiración caliente a pocos centímetros de mi boca, la cual observa sin ningún disimulo, llena de deseo. —Wendy… —Shh. —Coloca un dedo en mis labios. Los acaricia con el pulgar y humedece los suyos, haciendo que dirija mi mirada a ellos. Joder, quiero besarla desesperadamente, pero sé que mañana me arrepentiré y que todo esto que siento es por el puto alcohol y la marihuana. Entonces, al ver que no estoy seguro de esto, se acerca a mi cuello y lo acaricia con los labios, rozándome suavemente con la lengua. Mi polla se endurece y mis manos viajan a su cintura clavando los dedos en ella, repito el mismo gesto de la última vez que estuvimos en esta posición, solo que esta vez el estado de ambos es muy diferente. —Wendy, para… Esto no está bien. No me hace caso, sube hasta mi oreja y muerde el lóbulo de ésta con suavidad, haciéndome sentir su respiración un poco entrecortada. —Maldita sea, mocosa, para… Me muerde fuerte cuando la llamo mocosa, y mis manos bajan instintivamente a su trasero para apretarlo con fuerza. Suelta un gemido contra mi oreja cuando lo hago y mi polla me pide a gritos que me deje llevar, pero mi cabeza me dice que la aparte de mí antes de que sea tarde. Ya es tarde. —Joder. Sujeto su rostro con una mano mientras coloco la otra en su cabeza, y choco mi boca contra la suya de manera casi salvaje. Su lengua busca la mía con rapidez y por supuesto, la encuentra. Pasa sus manos por mi cuello intentando atraerme a ella lo máximo posible y yo hago lo mismo, pongo una mano en la parte baja de su espalda mientras aprieto su culo con la otra. La tengo tan dura que siento que le voy a hacer un agujero a los pantalones. Meto mi mano por dentro de su camiseta para quitársela, pero entonces escuchamos las llaves en la cerradura, sin esperárnoslo ni haberlo imaginado, por lo que dejo de besarla inmediatamente. Separa una pierna para levantarse y pasa los dedos por su pelo en un vano intento de arreglar el desastre que han producido mis manos al agarrarla. La puerta se abre y Rick entra. Se queda paralizado, analizando la situación con la mirada desde el umbral, me mira a mí, luego a ella. Sé que está fijándose en su “pijama” porque la recorre de arriba abajo con sus ojos, frunciendo el ceño de inmediato de manera reprobatoria. Después mira la botella de tequila casi vacía y los porros en el cenicero. Antes de que vuelva la vista hacia mí, cojo una almohada y me la coloco encima, lo último que necesito es que vea el bulto en mis pantalones. Miro cómo Wendy juega con sus dedos, nerviosa, al mismo tiempo que muerde su labio inferior. Ese labio que, al igual que el de arriba, está rojo e hinchado debido a mis besos. Los míos deben de estar igual… Rick cierra la puerta y camina despacio hacia nosotros, cierra los ojos soltando el aire que contenía mientras se restriega la cara y pasa la mano por su pelo, ya despeinado. Imagino que Jenna o Vicky son las responsables. —Hablad —ordena y se cruza de brazos, enfadado. —Ricky… —Ha sido culpa mí —la interrumpo—. El gilipollas de Connor vino a buscarla para llevarla a la fiesta, pero le mandé a tomar por el culo y no la dejé salir —explico, él asiente y yo sigo hablando—. Entonces me dio un poco de pena haberla jodido la noche así que pensamos en beber un poco en casa. —¿Y por qué vas vestida como las gemelas? —Empecé a tener calor por el tequila y… fui a cambiarme hace unos minutos. —¿Has fumado? Ella asiente con la cabeza y Rick me mira con ganas de partirme la cara. —Él no tiene la culpa, Ricky… Fumo desde hace años… —¿Qué acabas de decir? —Joder, ¿estas sordo? Mierda, Wendy, por ese camino no… —Vete a la cama. Mañana hablaremos cuando no parezcas una maldita alcohólica. —¿Yo, alcohólica? ¡Si yo soy una alcohólica tú eres un puto drogadicto, joder! —Márchate ahora mismo si no quieres que te cruce la cara. —Da un paso hacia ella, desde aquí puedo oler el mismo alcohol que él también ha bebido. —Eh, hermano, no te pases. —Me entrometo avanzando un poco. —Eres un puto irresponsable. Se suponía que tenías que cuidar de ella y parece que habría estado incluso mejor con el estúpido de Connor. —¿¡Eso crees!? A ver si sigues pensando lo mismo cuando leas los putos mensajes que le envía a tu hermana, joder. —Le tiro el móvil y camino hacía mi habitación sin mirarla a ella. Sé que Wendy me odiará por esto, pero no he podido evitarlo. Eso que ha dicho ha sido un golpe muy bajo. ¿Tan bajo como liarte con la hermana de tu mejor amigo? WENDY —¿¡Que mierdas significa esto!? —exclama mi hermano después de leer los mensajes. —Creo que está bastante claro. —Tiro de su mano para quitarle el teléfono. —¿Te has acostado con ese hijo de puta? ¡Mierda, Wendy! Ni siquiera sabía que no fueras virgen. —Ese último comentario produce que una carcajada salga de mi boca, lo que provoca que Rick apriete la mandíbula y le pegue un puñetazo a la pared. Me fulmina con la mirada y desaparece en su dormitorio, yo me quedo ahí de pie, sin saber lo que acaba de pasar, sin saber cómo he llegado a besar a Josh y sin saber… o mejor dicho, sabiendo lo que habría pasado si mi hermano no llega a aparecer. Camino por el salón de un lado para el otro. Comienzo a sentirme mareada de verdad, así que salgo a tomar un poco el aire a la terraza, pero siento que me mareo de nuevo y estoy a punto de caerme al suelo cuando unas manos me sujetan con fuerza por la cintura. —Lo siento —murmura muy cerca de mi rostro—. No tenía que haberle dado el móvil, pero me ha jodido mucho lo que ha dicho. —Da lo mismo, Josh, tarde o temprano iba a enterarse. Sobre lo que ha pasado… —Ha sido una maldita locura, Wendy —confiesa sin apartar las manos de mi cuerpo—. No tendría que haberme dejado llevar de esa manera. —Lo sé… No sé qué me ha pasado… —Bajo la mirada a mis pies, avergonzada—. Debo admitir que al principio solo quería jugar un poco… provocarte para que vieras que no soy ninguna niña… —Pues lo has conseguido. —Lo siento. No volverá a pasar, hasta mañana. —Espera. —Sujeta mi mano y yo le miro, pero no dice nada. En sus ojos veo que, en el fondo, no se arrepiente, que desea besarme de nuevo ahora mismo, pero también veo que es consciente de que esto no está bien, así que me suelto y giro sobre mis pies para regresar al salón y marcharme a mi dormitorio maldiciendo mentalmente esta puta noche. Está claro que el Karma siempre te la devuelve triplicada. Han pasado dos semanas desde que Josh y yo nos besamos, y desde que mi hermano se enteró de lo de Connor. Desde ese día no me deja sola ni a sol ni a sombra, es un verdadero incordio. Evito a Josh todo lo que puedo porque muero de vergüenza cada vez que le miro a los ojos. Gracias a que hace una semana empecé la universidad, he podido pasar la mayor parte del día allí, he hecho varias amigas, pero con la que mejor me llevo es con Tiffany. Vive en una casita con su primo, pero a él aún no le conozco. —Tiff, deja de insistir, mi hermano no me va a dejar salir —repito cuando salimos al campus. —Pero Wen… —lloriquea— ¡Es la maldita fiesta de los novatos! ¡No podemos perdérnosla! —A ver, Tiffany, usa un poquito esa preciosa cabeza. ¿Para qué ir a una fiesta donde van a gastarnos bromas pesadas, pudiendo evitarlo? —Que ya te he dicho que no van a hacernos nada. Mi primo es de último año y ya sabes que son ellos los que se encargan. —Me da lo mismo, yo ni siquiera le conozco. —Más razón para venir, así te lo presento de una vez. Ha estado insoportable desde que le enseñé tu maldita foto. —Pone los ojos en blanco. —¿Le gusto o qué? —Río. —Dice que estás buena. —¿Y él está bueno? —pregunto curiosa. —Agh cállate, es mi primo. —Dame tu opinión objetiva. —Joder. Pues sí, no está mal… O eso dicen al menos todas las idiotas que le ven. —Interesante. ¿A qué hora es esa fiesta? —¡Sí! —grita provocando que toda la gente nos mire. JOSH Estoy hasta la polla de que Wendy me evite. Lleva dos malditas semanas marchándose temprano de casa y volviendo tarde, y cuando llega se limita a saludar y dar las buenas noches para encerrarse en su habitación. En realidad no sé por qué me molesta tanto… es lo mejor para los dos. Lo sucedido aquella noche no puede repetirse o ambos tendremos problemas, nunca pensé que pudiese provocar tanto en mí… Esta noche es la fiesta de las novatadas y no pienso perdérmela, es divertido ver como joden a esos recién llegados, a pesar de que Wendy vaya a ser una de ellos. Me la suda, que se aguante, por evitarme. A pesar de que Rick y yo no vayamos a la universidad, asistimos igualmente a todas estas fiestas, hay tías muy interesantes en ellas. —Hermano, necesito doscientos pavos. —¿Y tu dinero? —pregunta frunciendo el ceño. —Vamos, no me hagas ir al banco. —¿Para que los quieres? —Ya sabes para que los quiero. —Bien, toma cuatrocientos y pilla para los dos —dice lanzándome su cartera. —Vale. Rick coge una toalla y sube las escaleras hacía el gimnasio, yo saco la pasta y dejo su cartera sobre la mesa, antes de coger mi teléfono y escribir a Jenna. 3.56pm Yo Necesito 2 gramos de coca, 40 pavos de maría y 2 paquetes de tabaco. Y lo necesito para esta noche. 3.57pm Jenna No hay problema, en un par de horas me paso. Pienso en lo que puedo hacer durante las próximas dos horas, se me ocurre nadar un poco cuando la puerta principal se abre, Wendy entra y, sin mirarme, va hacia su habitación. Se acabó, estoy harto de esta mierda, pienso acabar con esta gilipollez ahora mismo. Dejo mi móvil sobre la mesa y camino tras ella, abriendo la puerta de su dormitorio sin llamar. —¿Qué coño pasa contigo? ¿No sabes llamar? —Protesta cubriéndose con la camiseta que se acababa de quitar. —Tú no llamas nunca así que, ¿por qué debería hacerlo yo? —¿Qué quieres? Tengo cosas que hacer. —Quiero saber por qué llevas dos semanas evitándome. —Cierro la puerta para que Rick no nos oiga y me acerco a ella. —Yo no te evito. —Sabes que sí. —No te evito, simplemente tengo cosas que hacer. Además, ¿por qué te importa? No es cómo si hubiéramos sido amigos de toda la vida —dice y se gira para dejar a la vista el sujetador a su espalda. Siento unas ganas inmensas de ir y acariciar su piel, aspirar su aroma y llenar de besos todo su cuerpo. Joder, ¿por qué cojones tengo ganas de hacer eso? —Pues no, pero después de lo que pasó entre nosotros pensé que tal vez… —Pues pensaste mal —me interrumpe dándose la vuelta—. Mira, Josh, lo que pasó aquella noche fue un error, tú mismo lo dijiste. Y a pesar de que yo también lo piense… eso no quiere decir que no me gustara… Sonrío por lo que acaba de decir y ella se calla para morder su labio y evitar seguir hablando más de la cuenta. Creo que quería decir una cosa y le ha salido todo lo contrario. —El caso es que creo que lo mejor es que nos mantengamos alejados. Para evitar la tentación… —continua un poco más nerviosa que antes. Coloco un mechón de pelo tras su oreja y cierra los ojos un segundo al sentir el tacto de mi mano. —Deja de hacer eso. —¿El qué? —pregunta confundida. —Cerrar los ojos cuando te acaricio. —Ni siquiera me doy cuenta de que lo hago, Josh, pero tampoco voy a parar porque tú me lo digas. —Muy bien, pues atente a las consecuencias. Nos quedamos unos segundos en silencio, sin dejar de mirarnos de manera provocadora, y yo no puedo evitar sonreír. Esto es divertido, saber que le pongo tanto como ella a mí me da una seguridad que me encanta. Baja la mirada a mi sonrisa y se muerde el labio, cerrando los ojos una vez más, cuando llevo el pulgar hasta él. —Te he dicho que no hicieras eso. Doy un paso adelante y mi mano viaja sola hasta la parte trasera de su cuello, la atraigo hacia mí y no dudo en unir mis labios a los suyos. Wendy no opone resistencia en ningún momento, al contrario, su lengua acaricia mi labio inferior y sé que busca la mía, así que entreabro la boca para dejarla entrar. Rodea mi cuello con sus brazos y mis manos descienden hasta su trasero, el cual aprieto con furia, provocando que gima sobre mis labios. Mi polla se pone dura al escuchar ese sonido salir de su boca, al recordar los pocos minutos que compartimos hace dos semanas, así que la empujo y caigo sobre ella en la cama. Acaricio sus piernas y noto cómo la respiración de los dos se altera cada vez más. Esto está mal. Esto está muy mal, Rick podría entrar en cualquier momento. La separo de mí con suavidad, casi con dolor por no querer alejarme de sus labios. Los ojos de Wendy, oscurecidos por la excitación, y su boca entreabierta, me piden mucho más. —Lo siento, Wendy, esto está mal. Tu hermano… Yo… —Niego con la cabeza y me apoyo en las manos para levantarme—. Perdóname. Contengo la respiración y salgo de su dormitorio sin volver a mirarla, me acomodo la ropa interior porque estoy demasiado excitado, y guardo la pasta que he dejado sobre la mesa del salón antes de sacar el casco de mi moto de un armario. Cierro la puerta del ático y escribo a Jenna mientras espero al ascensor. 4.10pm Yo ¿Dónde estás? 4.12 Jenna En casa de Amber, en un rato voy para allá. 4.12pm Yo No, quédate ahí, paso a buscarte. Conduzco hasta su casa sin poder dejar de pensar en la mocosa, sin poder borrar esos flashes de su cuerpo y de su rostro confundido y excitado de mi cabeza. Cuando llego, le escribo otro mensaje para que salga y espero a que avance por la acera taconeando y con una sonrisa seductora, como siempre. Se acerca para besarme, pero me aparto y le ofrezco mi casco antes de subirse en mi moto sin rechistar. Siempre vuelvo a ella o a su hermana porque ambas conocen mi estúpido carácter y saben cuándo no estoy de humor para besos o para bromas. Cojo un desvío y aparco en el callejón de una estación de servicio, ella se baja y se quita la mochila para entregarme lo que hay dentro. —No, no te he traído aquí para eso. —La informo con voz áspera. —Ya veo. —Sonríe y se apoya en la moto para tirar de mí y buscar mis labios. —Sin besos —indico apartando la cara. No es la primera vez que tenemos sexo en la calle, aunque sí intentamos ser discretos. Sin embargo, los jadeos de Jenna cuando llega al orgasmo no son nada sutiles, y yo no quiero escuchar su jodida voz, solo quiero quitarme este maldito calentón que he cogido con esa niñata a la cual no soporto. No soporto ser tan débil cuando la tengo cerca. No soporto tener unas ganas desesperadas de besarla cada vez que cierra los ojos, y soporto mucho menos el estar follándome a Jenna y estar pensando en ella. En cuanto recuerdo su hermoso trasero y sus caderas moviéndose y restregándose contra mí aquella noche, mis embestidas se hacen más fuertes y me corro sin poder remediarlo. WENDY —Lo siento, Wendy, esto está mal. Tu hermano… Yo… Perdóname. Josh se levanta y se marcha. Así, sin más, escucho la puerta de la calle cuando la cierra con fuerza y yo cojo la camiseta para ponérmela, desconcertada y sin saber cómo sentirme. Me besa y se va así como si nada… Estoy harta de esta mierda, echo de menos a Connor, él sí tiene claro lo que quiere y nunca me deja con la miel en los labios. Un par de días después de que Josh le pegara y de que le dijera que aquel mensaje se lo había enviado él, me llamó y me dijo que estaría fuera durante dos semanas por temas con el equipo de futbol, así que llevo desde entonces sin hablar con él. Desearía que estuviera aquí para poder despejar mi mente por un rato, para volver a aquellos días en París cuando todo era más sencillo, cuando Josh no estaba en mi vida. Decido darme una ducha para despejarme y coger energía para comentarle a mi hermano lo de la fiesta de esta noche, a la que espero que me deje ir, lo necesito. Cuando estoy vistiéndome, el móvil suena por la llegada de un mensaje. 4.51pm Tiff Winni, la fiesta empieza a las once. ¿Ya has hablado con tu hermano? 4.52pm Yo No, Tiff… aún no. Voy a hablar con él ahora, cuando acabe te escribo. 4.52pm Tiff Ok, suerte. Me armo de valor y subo las escaleras de caracol para hablar con Rick. Está golpeando el saco de boxeo y totalmente sudad, le observo unos segundos y sonrío con nostalgia, le he echado de menos todo este tiempo que he estado en París. —Ricky… —Entrelazo mis dedos, nerviosa. —¿Qué? —pregunta sin detenerse. —Esta noche es la fiesta de los novatos. —Ya lo sé. —Voy a ir —afirmo en voz un poco más baja y él se detiene, sujeta el saco con las dos manos para que deje de moverse y me mira. —¿Con quién? —Con Tiffany y Becca. Bueno, y todas la demás. —¿A qué hora vas a volver? —Camina hasta la mesa que hay contra la pared y le da un trago de agua a su botella. —No lo sé, Rick… cuando se vayan todas. —Bien. —¿Bien? —¿Qué esperabas? —pregunta acercándose a mí. —No sé… que me dijeras que no podía ir. —Tienes razón en que ya no eres una niña, Wen. Es solo que me aterroriza saber que pueda ocurrirte algo o te puedan hacer daño. —Me rodea con sus brazos y besa mi cabeza. —Agh, ¡suéltame, estas todo sudado! —exclamo mientras trato de soltarme, pero él ríe y me aprieta más contra su pecho. Tras dos horas de preparación, de rizarme un poco el pelo y vaciar el armario para escoger lo que me voy a poner, decido que un vestido es lo más correcto para la ocasión. Me despido de mi hermano y conduzco mi BMW hasta la casa de Tiff para recogerla. Comentamos durante el camino las bromas que creemos que podrían hacernos esta noche, aunque ella insiste en que su primo no dejará que nos hagan nada a nosotras dos. Llegamos al lugar donde se celebra la fiesta, la cual ya está a rebosar. Hay gente en la piscina, en el tejado, en el jardín y dentro de la casa, sobre todo dentro de la casa. Bueno, más bien es una especie de mansión que usan como hermandad, de estas de película. Cuando entramos, me quito la cazadora y un chico se acerca sonriendo. —¡Jordan! —Tiffany se lanza sobre él y le abraza. Él me mira mientras le devuelve el abrazo y yo le sonrío—. Jordan, ella es Wen. Wen, mi primo, Jordan. —Un placer —digo acercándome para darle dos besos. —El placer es mío. —Bueno, ¿dónde están las bebidas en esta casa? —pregunta Tiff mientras frota sus manos con un aura de travesura rodeando todo su cuerpo. —Venid conmigo. Ella pasa por delante y él acaricia mi cintura con sutileza para que pase primero. Camina detrás de mí, siento su mirada fija en mi espalda. ¿O es en mi trasero? La verdad es que no me extrañaría nada porque este vestido que me he puesto me queda muy bien. De hecho, por eso me lo compré. Es blanco y bastante corto, con un fruncido justo encima del culo, de donde salen unos tirantes que llegan hasta delante, dejando casi toda mi espalda al descubierto. —¿Qué queréis beber? —Nos pregunta Jordan mientras coge unos vasos rojos de plástico. —Ron. —Yo vodka —contesta Tiff. Me fijo mejor en él, ahora que hay más luz. Es rubio y con unos ojos tan azules cómo el cielo, de un color parecido a los de Connor, solo que él es moreno de pelo y de piel, mientras que Jordan es muy blanco. Tiene la nariz ligeramente respingona y varias pecas esparcidas por la cara, lo que le da un aire aniñado. Es todo lo contrario a Josh, que tiene unas facciones duras y definidas. ¿Por qué coño piensas ahora en Josh? Cuando mi conciencia tiene la razón, hay que dársela. Necesito desconectar un poco, y sobre todo, de él. —Ten —dice Jordan dándome el vaso. —Gracias. —Lo acepto con una sonrisa y doy un pequeño sorbo. Seguimos bebiendo un rato más y riéndonos de las novatadas que les están haciendo a los… novatos. Obviamente. Agradezco a Jordan más de una vez por no dejar que nos envuelvan en papel de váter y nos tiren a la piscina. Tres copas después le pregunto dónde está el baño, me dice que hay dos abajo y tres arriba, que vaya al que quiera, así que sujeto mi vaso —porque no pienso dejarlo por ahí—, y subo a la planta de arriba, esquivando a borrachos y pervertidos. Salgo del baño después de hacer pis y retocarme el maquillaje, y cuando voy a volver a bajar, escucho ruido dentro de una habitación que tiene la puerta ligeramente abierta. Me asomo por si alguien tiene problemas, pero mucho más lejos de la realidad. Mi vena cotilla me hace permanecer varios segundos en los que Josh besa el cuello de una pelirroja a la cual no he visto nunca antes, y estoy segura de que él tampoco. La chica busca su boca y cuando ambas se encuentran, un sonido involuntario sale de mi garganta, provocando que ambos giren la cabeza hacia mí. —Pe-perdón —balbuceo y salgo a todo correr. Vuelvo a la planta de abajo y me adentro en la pista de baile, arrastro a Tiffany conmigo después de ver a mi hermano comiéndose a ¿Vicky? Quien sea. Él solo me mira y me sonríe antes de volver a cerrar los ojos y enterrar la cabeza en su cuello. Imagino que ya está lo suficientemente colocado cómo para que le dé igual que le vea en esas condiciones, me maldigo interiormente por no haber conseguido marihuana para esta noche. —¿Tu primo tiene algo que nos pueda colocar? —interrogo a Tiffany por encima de la música. —¿Como qué? —Eleva una ceja. —María. —¿Fumas? —pregunta con picardía. —¿Tú? —¿Tú? —Ríe y yo asiento— Vamos a pedirle. Jordan solo nos mira con unas sonrisa y niega con la cabeza antes de pedirnos que esperemos un momento, se aleja hacia uno de sus amigos y luego regresa con tres porros ya hechos. No me deja que le pague, así que me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla y agradecerle antes de irnos a bailar. Lo enciendo mirando hacia el sofá donde estaba mi hermano, pero ya no hay rastro de él, en su lugar está Josh dejándose besar por la chica de pelo rojo. Nuestras miradas se cruzan y de pronto aprieta la mandíbula mirando a mi espalda, voy a girarme cuando siento unas manos en mi cintura. —Tu culo es incluso más precioso dos años después —susurra alguien en mi oreja. —¡Connor! —Me doy la vuelta y le abrazo, saltando sobre él justo cómo la primera vez. —¿Qué tal, preciosa? Ese vestido te queda… —Me baja para separarse y sujeta mi mano, sus ojos recorren todo mi cuerpo con descaro mientras desliza la lengua por sus labios—. Ven conmigo. —¿Tiff, te importa si…? —Me giro hacia mi amiga. —Tranquila —dice con una sonrisa cómplice—. Voy a buscar a Becca. Dejo que me guíe, no sin antes girarme para ver si Josh continúa mirando, y sí, sonrío al ver cómo sus puños están ahora cerrados y no aparta la vista de nosotros. Connor me lleva hasta una habitación de la planta superior, contigua a donde estaban Josh y la pelirroja, saca una bolsita de plástico de su bolsillo delantero y me mira con una sonrisa malvada mientras tira de mí hacia la cama. Saca una pastilla y me la muestra. Es de un color rosáceo con el dibujo de un gatito en el centro. —¿Qué es? —Éxtasis. Nunca lo he probado, pero Amy, mi amiga del internado, lo hizo una vez y me dijo que se sintió muy extraña. —¿Qué hace? —Levanto la vista de la pastilla a él. —Produce euforia, facilita las relaciones y te excita… mucho. —Aprieta mi cintura atrayéndome a él. Pone una en la punta de su lengua y me sujeta de la barbilla acercando su boca a la mía, no aparta su mirada de mí ni un momento y un brillo oscuro sale de sus ojos. Su lengua entra en mi boca, pasándome la pastilla, la cual trago sin dejar de besarle. Connor sonríe sobre mis labios, se separa unos segundos para tomarse una él y vuelve a besarme, con más decisión esta vez. Está acariciando con sus labios el perfil de mi mandíbula cuando la puerta se abre de par en par y alguien tira de él, dejándome de pronto fría y desprotegida. Sin decir nada, Josh lanza un puñetazo en la cara de Connor, pero éste lo esquiva. Otro chico que no había visto nunca, pero se parece demasiado a Connor, entra de repente y sujeta a Josh poniéndole los brazos en su espalda, Connor se acerca a él y le da un puñetazo en el estómago. —¡Para! ¡Connor, basta! —suplico bajándome el vestido. No me hace caso, no creo ni que me escuche. Está furioso. Salgo de la habitación y veo a mi hermano apoyado en la barandilla, hablando con otra chica distinta a la de antes. Corro hacia él, que se pone alerta cuando ve mi expresión. —¿Qué pasa? —¡Corre! ¡Es Connor! ¡Otro chico y él están pegando a Josh! Mi hermano tira el cigarro al suelo y corre detrás de mí. Hay gente apelotonada en la puerta de la habitación, animando la pelea. Rick aparta a todos de un empujón y entra, agarra por el cuello al chico que está sujetando a Josh y lo estampa contra la pared. Josh trata de incorporarse y a duras penas lo consigue, sacude su cabeza de un lado a otro tratando de despejarse y cuando ve sangre cayendo de su nariz, su rostro cambia. Se convierte en una bestia. Levanta una pierna de lado y le pega una patada a Connor, lanzándole contra la pared. —¡Parad ya! Nadie me escucha. De pronto, Jordan y sus amigos aparecen y les separan, no sin esfuerzo. Son jugadores del equipo de baloncesto de la universidad, por lo que digamos que todos son enormes de altos y de anchos. Sacan a Josh y a mi hermano, y dejan a Connor y al otro chico en la habitación, tratando de que todos se calmen. Tiffany tira de mí para que les siga, pero estoy paralizada. —¡Vamos! ¡Muévete! —Siento que me zarandea, pero yo no puedo dejar de mirar a Connor, que lucha por soltarse y volver a por Josh— ¡Wendy, maldita sea! ¡Muévete! Reacciono, la miro y salimos corriendo en busca de Josh y mi hermano. —¿¡Dónde está mi hermana!? ¡No pienso irme sin ella! —Le escucho gritar mientras bajo las escaleras. —¡Estoy aquí, Ricky! Vámonos. Me despido de Jordan y de Tiffany pidiéndoles perdón y entro en mi coche. Sigo a mi hermano y a Josh, que sinceramente no sé ni cómo es capaz de conducir esa estúpida moto después de la paliza que le han dado. Se detiene en un semáforo junto a mi ventanilla, pero ni siquiera me mira. Comienzo a notar que la vista no me funciona a la perfección, y entonces recuerdo todo lo que he tomado esta noche, necesito llegar a casa ya. JOSH Después de besarme con la pelirroja y de que Wendy nos haya visto, me siento incapaz de acostarme con ella, así que bajo y me siento en el sofá, Rick me hace una señal de que va a subir con Jenna, y yo asiento antes de ojear el resto de la estancia. Encuentro a Wendy bailando con su nueva amiga y siento cómo vuelvo a excitarme ligeramente al ver su trasero dentro de ese ridículo vestido que se ha puesto, para llevar eso, bien podría haber venido en bikini. Por detrás de ella aparece ese jodido cabrón. Sin poder evitarlo aprieto la mandíbula y veo cómo ella salta sobre él. Me cago en la puta, sé que no debería importarme, que yo he tenido la oportunidad esta misma tarde y la he desaprovechado, pero eso no quiere decir que me dé igual que ahora mismo vea cómo los dos desaparecen por las escaleras. Me fumo un cigarro para controlar mis impulsos de subir ahí y destrozar a ese hijo de puta, van a volver a acostarse. Se la va a follar otra vez, maldita sea. Doy varias caladas y veo de reojo cómo Jay se aproxima, se sienta a mi lado y comienza a hacerse una rayas sobre una bandeja plateada en la que había unas frutas que acaba de tirar a la mesa. —¿Dónde vas, colega? —pregunta tras meterse una y ofrecerme otra, la cual rechazo para ponerme en pie. —A romperle la cara a Connor. —Me parece bien. —Se carcajea. 5. EFECTOS SECUNDARIOS JOSH Subimos en silencio en el ascensor y entramos en el ático. Siento los ojos de Wendy fijos en mí constantemente, y los de Rick fijos en ella. Yo no me despido de ninguno, voy derecho a mi dormitorio y cierro la puerta de mala hostia para buscar en el cuarto de baño unas gasas y alcohol para curarme las putas heridas que esos dos malditos cobardes me han hecho. Oigo otro portazo e imagino que es Rick, ya que Wendy entra con cara de susto en mi dormitorio, sin llamar, por supuesto. La miro, pero no le digo nada, me acerco al espejo, ignorándola, y comienzo a limpiar la sangre seca de mi nariz. Veo que tengo otro corte en la ceja, sin mencionar que han destrozado mi estómago, joder. Sé que no tengo ninguna costilla rota porque ya me ha pasado más de una vez y el dolor es mortal, el de ahora es cuanto menos soportable. —Déjame a mí —dice claramente nerviosa mientras sujeta mi muñeca para quitarme la gasa. Sin decir nada me siento en la taza del váter y ella se arrodilla entre mis piernas. La miro fijamente mientras limpia mis heridas, se muerde el labio por los nervios y eso solo hace que me enfurezca más por mis ganas de besarla. —Ya está, puedes irte. —Me levanto y la rodeo para tirar la gasa en la papelera del baño. Me quito la camiseta y me tumbo mirando al techo, doblando los brazos tras la cabeza. —Eso debe dolerte mucho. —Señala los moratones que comienzan a formarse bajo mi pecho. —¿Qué quieres, Wendy? —pregunto sin mirarla. No responde, solo se queda ahí sin hacer nada, así que me incorporo apoyándome sobre los codos y la miro. Sigue mordiéndose el labio y jugando con sus dedos. —Como sigas mordiente el labio así, vas a terminar haciéndote sangre. —Connor me dio éxtasis —confiesa de repente. Me levanto despacio y la miro con atención para comprobar si está mintiéndome, pero ella solo agacha la cabeza, así que no, no miente. —Maldito hijo de puta —murmuro intentando controlar mi ira mediante varias respiraciones. —No fue culpa suya… —Levanta la vista, asustada—. Yo acepté. —Pero ¿por qué cojones querías drogarte? —Yo te vi con esa pelirroja y… me habías besado esta tarde y después desapareciste… Cuando me la ofreció me pareció una buena idea, pero… —¿Pero qué? —pregunto con impaciencia. —Estoy un poco nerviosa. Entonces me fijo bien al acercarme, y observo que está sudando, su pecho sube y baja demasiado deprisa y sus ojos son más oscuros de lo habitual. El éxtasis puede sentarte bien o mal, como todas las drogas, pero si es la primera vez que lo tomas y empiezas a rayarte, desde luego que el viaje que te pega es monumental. —¿Por qué? —Bueno, me siento… extraña. —¿Qué sientes? —Levanto su barbilla para que me mire. —Tengo mucho calor. Me cuesta respirar y… —¿Y…? —Me está poniendo nervioso con tanto misterio. —Excitación. Estoy excitada, Josh —dice mirándome fijamente. Yo no puedo evitar reírme por su inocencia respecto a ciertas cosas, con lo espabilada que es respecto a otras, lo que produce que se sonroje y vuelva a agachar la cabeza. —¿Es normal? —Sí, pequeña, es normal —respondo y echo su pelo a un lado. Noto su pulso en mis dedos al tocar su cuello, sudado y caliente. Está realmente nerviosa, y huele tan bien… Tengo clavado ese perfume desde que llegó a esta casa. Se acerca a mí y acaricia mi pecho despacio, sus pupilas están dilatadas y, mierda… está tan cerca que no creo que sea capaz de resistirme. Así que decido acabar con esto antes de que sea imposible, sujeto sus muñecas con suavidad para apartarlas de mí y cierro los ojos soltando una bocanada de aire. —Vamos, te acompañare a tu habitación. Los efectos pasarán en unas tres horas más o menos. Necesitas dormir. Me mira con decepción, pero no dice nada, solo se da la vuelta y camina demasiado despacio para la paciencia que tengo ahora mismo, espero a ver cómo entra en su cuarto de baño y luego cierro la puerta de su dormitorio antes de regresar al mío. Necesito darme una ducha para despejarme, así no seré capaz de dormir. Me deshago de toda la ropa y abro el chorro de agua templada, enjabono mi cuerpo con cuidado, sin presionar en las zonas más doloridas, y tiro de la toalla para secarme un poco antes de rodear con ella mi cintura y tumbarme sobre la cama. Alargo el brazo hacia el mando de la minicadena de música con la intención de tranquilizarme, apago la luz de la lámpara y dejo solo la azulada de dentro de la piscina. Esa luz me relaja. Siento que estoy quedándome dormido cuando noto cómo mi cama se hunde a un lado, ni si quiera he escuchado la puerta. —¿Qué haces aquí? Te he dicho que tenías que dormir. —Me giro para comprobar que es ella. —No puedo… —murmura pasando una pierna por encima de las mías y acercando su boca a mi cuello. —Venga, Wendy, no empieces. —La aparto de mí porque la veo venir. Vuelve a mi oreja, así que esta vez me levanto del todo y ella lo hace también, desabrochándose a continuación la bata fina que lleva. Tengo que tragar saliva al descubrir que está desnuda a excepción de un diminuto tanga negro de encaje, mis ojos la observan con auténtico deseo, pero consigo reaccionar y mirar hacia otro lado. —Joder, mocosa, no hagas esto. No me hagas esto. —Rodeo su cuerpo por la espalda para volver a atar su bata. —Josh… —Se da la vuelta y me mira con esos ojos marrones que no he podido dejar de ver en mis sueños ni un solo día. Rodea mi cuello con sus brazos y se pone de puntillas para llegar hasta mi oído. —Solo esta noche, Josh… Solo una vez —susurra rozando la piel de mi oreja con los labios. Maldita sea, me lo está poniendo más difícil que en toda mi puta vida. Aprieto su cintura con mis manos tratando de deshacerme de las ganas de follarla, y la aparto de mí por cuarta vez. —Vamos, Wendy, tienes que irte. —Sé que quieres que me quede, te conozco. La ignoro y entrelazo mis dedos con los suyos para hacer que vaya de nuevo hasta su habitación, asegurándome esta vez de que se mete en la cama. A estas alturas mi polla está tan dura que me sorprende que la toalla no se me haya caído. Le doy un beso en la sudorosa frente y me doy la vuelta, pero sujeta mi mano. —No te vayas, duerme conmigo —suplica haciendo un puchero. —Está bien. —Acepto segundos después. Sé que si me voy, volverá a mi cama, y no estoy dispuesto a pasarme así toda la noche. El éxtasis es así… y más cuando los efectos llegan al máximo. Me tumbo a su lado, boca arriba, y dejo que pase una mano por mi pecho mientras coloca su cabeza sobre mi hombro, puedo sentir su respiración caliente y agitada en mi cuello. —Josh… —susurra. —¿Qué? —¿Por qué no has dejado que me acostara con Connor? —No lo sé, Wendy. —Suspiro—. Simplemente no he podido, mereces mucho más que ese cabrón. Mucho más que yo —murmuro esto último casi para mí mismo. Entonces su mano empieza a descender por mi pecho despacio, y no se detiene hasta llegar al límite de la toalla, acaricia mis oblicuos con sus dedos y los dos vemos cómo mi polla va aumentando. Agarro su mano para que se detenga. —Basta. Lo digo en serio. —Sujeto su muñeca con fuerza. Siento su lengua sobre el lóbulo de mi oreja y juro que sufro un dolor físico por el esfuerzo que estoy haciendo para no perder el control. Me merezco el puto cielo, joder. Ella sigue acariciando mi piel con la punta de su lengua, cuando me encuentro a mí mismo cerrando los ojos y relajando la presión sobre su mano, lo que le permite bajarla un poco más hasta posarla sobre mi polla. La mueve por encima de la toalla, rozando con su palma mi erección y haciéndome respirar con dificultad. —Joder, Wendy, no me hagas esto… No podemos. —Giro un poco para sujetar su cara con mi mano y alejarla de mi oreja. Sin previo aviso, posa sus labios sobre los míos y yo ya no puedo más. Agarro su mandíbula con una mano mientras rodeo su cintura con la otra para colocarla sobre mí. Ella desabrocha su bata tirándola al suelo y mostrándome sus preciosas tetas y su cuerpo dispuesto a todo, mis manos van hasta ellas y las aprietan, provocando un gemido demasiado alto por su parte. —Shh. Vas a tener que ser muy silenciosa, pequeña. Tu hermano está en la habitación de al lado. Asiente y baja su boca hasta mi pecho, comienza a dar pequeños besos mientras yo acaricio su pelo, y va bajando hasta llegar a la toalla, la cual suelta dejándola caer a los lados de mi cadera. Sin pensarlo dos veces, sujeta mi polla con una mano y se la mete en la boca, tengo que esforzarme por no gruñir de placer cuando su lengua juega con la punta mientras la introduce una y otra vez entre sus labios. Maldita sea, esta niña sí que sabe lo que hace. Llevo cachondo demasiado rato como para saber que no voy a durar tanto como me gustaría, así que la levanto y giro con ella. Elevo sus manos por encima de su cabeza y mordisqueo sus pezones mientras ella hace lo mismo con su labio para contener los jadeos. Desciendo hasta llegar a ese precioso tanga que ahora me estorba, y con un tirón fuerte se lo arranco con facilidad. Gime de nuevo. Abro sus piernas y paso mis labios por el interior de su muslo, provocando que ella baje las manos y apriete la sabana en un puño, acerco mi boca pero sin llegar a tocarla. Wendy coloca sus manos en mi cabeza, empujándome tímidamente para que agote el espacio que separa mi lengua, y dejo que me guíe, acariciando su clítoris con suavidad. Ella gime demasiado alto y ambos nos detenemos unos segundos para ver si escuchamos movimiento en la habitación de Rick, pero, gracias a Dios, todo está tranquilo así que la miro advirtiéndola que controle su preciosa boca, antes de volver a introducir mi lengua. Hago movimientos de arriba abajo sobre el punto más sensible de su cuerpo, mientras ella enreda los dedos en mi pelo. Acerco una mano, introduzco un dedo en su interior y compruebo su nivel de excitación, meto dos dedos más y ella tira con fuerza de mi pelo haciéndome subir hasta su boca. —Sabes tan jodidamente bien, Wendy… —Hazlo, Josh… —suplica. —Dime que quieres que haga —pido rozando su entrada con la punta de mi polla. —Josh… Vamos…—Rodea mi cadera con sus piernas y me aprieta hacia ella. —Pídemelo, pequeña. —Fóllame. En cuanto esa palabra sale de sus labios, la penetro de forma brusca y decidida, provocando un gemido por parte de ambos. La beso de inmediato para ahogar nuestros gritos y comienzo un baile en su interior, constante y profundo. Dejo de besarla y me separo de ella para colocar sus piernas sobre mis hombros, antes de volver a penetrarla mientras aprieto sus pechos con mis manos. Por cómo me mira y la velocidad de sus jadeos, sé que va a correrse en cualquier momento, y a mí no me falta mucho, así que la saco y me levanto deprisa bajo su mirada de desconcierto. —¿Dónde tienes los condones? —Segundo cajón de la mesilla. Abro uno con rapidez y me lo coloco, mientras trazo círculos sobre su clítoris con mi dedo pulgar. Me tumbo y la coloco sobre mí, agarrando su cadera con una mano para acompañar sus movimientos mientras sigo presionando su clítoris. Se mueve de tal manera que yo pueda entrar y salir, y mi dedo se mueva como ella quiere. Poco después mis jadeos comienzan a ser incontrolables, y dejo de preocuparme por que Rick pueda escucharnos, solo pienso en correrme y en escuchar su voz cuando ella lo haga. Comienza a gemir con intensidad y sé que ha llegado el momento. Giro sobre mí mismo, colocándola debajo, y se la meto de forma acelerada mientras ella baja los dedos al mismo lugar donde yo tenía mi pulgar segundos antes. —Sí… ¡Ahh, Josh! Tapo su boca con una mano mientras su orgasmo viene acompañado de mi nombre, lo cual me excita de tal forma que el mío llega inmediatamente después del suyo. Araña mi espalda con tanta fuerza que me produce una mezcla entre dolor y excitación. Voy disminuyendo la velocidad hasta detenerme por completo, aún dentro de ella. Apoyo mi frente en la suya, mientras nuestra respiración se normaliza, y entonces la saco, provocando otro pequeño gemido por su parte que me hace sonreír. Ella se sonroja y se levanta para ponerse la bata, me quedo mirándola mientras me cubro con la toalla y, joder… No sé qué mierdas se supone que debo decir ahora, así que no digo nada. En lugar de quedar como el caballero que debería ser, recojo el condón del suelo y me marcho, dejando claro que soy el mayor cabrón del mundo. WENDY Termino de atarme la bata cuando veo de reojo cómo recoge el preservativo del suelo, se queda inmóvil un par de segundos y, cuando creo que va a decir algo, camina hacia la puerta y se marcha. Mierda, ¿qué he hecho? Debe haber pensado que soy una salida desesperada. Maldita sea, esa pastilla me ha vuelto loca, juro que en mi vida había estado tan caliente y saber que Josh estaba en la habitación de enfrente… Con ese cuerpo… Recordar sus besos y su manera de apretarme contra él, simplemente no he podido controlarme. * Cuando miro el reloj a la mañana siguiente, me asusto al ver que ya son las dos de la tarde. Tengo un dolor de cabeza horrible y aún siento las manos de Josh por todo mi cuerpo. Madre mía, Josh. ¿Cómo voy a mirarle a la cara ahora? Voy a morir de vergüenza. Me pongo un pantalón largo de pijama y una sudadera de Nueva York, y salgo con cuidado de mi habitación. Avanzo por el pasillo sin hacer mucho ruido, rezando para que ni él ni mi hermano se hayan levantado todavía. Cuando entro en la cocina, veo el gran tatuaje de Josh y mi cuerpo se tensa de golpe, está sentado sobre una banqueta, comiendo algo y mirando la televisión. —Buenos días —digo casi en un susurro. —Hola —responde de manera seca. Mierda, está enfadado. Es totalmente comprensible por mi insistencia de ayer, pero me duele demasiado la cabeza para aguantar sus estupideces, así que le ignoro y cojo un tazón de cereales y me sirvo un poco de zumo. Cómo paso de sentarme a su lado, camino hacia la puerta para comerlo en el salón, pero su voz me interrumpe. —Wendy. —Me detengo y me doy la vuelta justo cuando él se gira hacia mí. Antes de que me suelte el rollo, decido ahorrárselo. —No te molestes, Josh. Se de sobra lo que vas a decirme… Lamento haber sido tan insistente anoche y que te sintieras obligado a hacer algo que no querías, de verdad… Bastante avergonzada me siento ya. —Bajo la cabeza porque no me atrevo ni a mirarle a los ojos. Se levanta de la banqueta para acercarse, y cuando levanta mi barbilla y veo que está sonriendo, me desconcierta. —¿Crees que me sentí obligado? —Bueno… es obvio que sí. Sé que fui realmente pesada y lo sien… —Deja de decir que lo sientes —me interrumpe—. Nadie me obligó a hacer lo que hice, Wendy. Deseaba acostarme contigo más que nada desde que te pusiste sobre mí y nos besamos el día que apareció tu hermano — habla en voz más baja. Vuelvo a agachar la cabeza sin poder evitarlo, me impone demasiado su mirada. Hay ocasiones en las que me muestro muy valiente y segura, en cambio, hay otras en las que me veo pequeña a su lado. Sin embargo, él siempre consigue hacer que me sienta poderosa, la forma en la que me mira y en la que me besa y admira mi cuerpo, es motivadora. Sus dedos vuelven a hacer que levante la barbilla, le gusta que le mire a los ojos cuando me está hablando. —Oye, de verdad que fue increíble… Tú lo sabes. Pero no puede repetirse, pequeña. —Lo sé. —Aclaro mi garganta y doy un paso atrás—. No te preocupes. —Me doy la vuelta para marcharme, pero su voz hace que frene otra vez. —Eh, pero tenías razón con eso de que las gemelas no tienen ni puta idea de lo hacen comparado contigo. —Sé que está sonriendo aunque no le vea por estar dándole la espalda, y eso produce una sonrisa boba en mi rostro antes de dejar la cocina. JOSH Disfruto de su trasero una vez más mientras sale con su comida de la cocina. La mierda que hicimos anoche no estuvo nada bien, pero maldita sea… realmente estuvo de puta madre. Rick sigue en la cama y la verdad es que estoy bastante acojonado por lo que pueda decirme. No tengo ni idea de si nos escuchó, aunque espero que los porros le hicieran dormir profundamente. Las maldita heridas me duelen cómo un demonio, anoche mientras estaba con Wendy no las noté, pero ahora me arde todo el cuerpo. Sé que tengo que alejarme de ella… Que he de aceptar que ella quiera… Dios, que quiera tener sexo con otros. Pero maldita sea, no va a ser fácil, y ahora mucho menos. Hoy es domingo, cinco de octubre. Y cómo todos los domingos impares de cada mes, hay batalla. Agradezco que esta noche me toca con uno que no vale para nada porque joder, estoy hecho un trapo. Después de tomarme una pastilla para el dolor, voy a subir al gimnasio cuando Rick sale de su cuarto. —Vaya, hermano, tienes una pinta lamentable —comenta observando mis moratones y el corte en la ceja. —Gracias, colega, tú estás muy guapo por la mañana. —Le doy un empujón amistoso. Pasa por mi lado riendo y sigue su camino hacia la cocina mientras yo doy las gracias al cielo porque anoche no nos escuchó. Continuo subiendo las escaleras de caracol hasta el gimnasio, y lo primero que hago es encender la televisión y enchufar el pen drive para poner música. Caliento durante varios minutos y empiezo a atizar el saco que cuelga del techo. El deporte es algo que siempre ha conseguido relajarme, cuando discutía con mis padres por dejarme solo durante semanas, siendo solo un maldito niño, recuerdo que me iba al gimnasio que había la final del malecón y entrenaba junto a los más mayores. Mis amigos siempre han tenido más años que yo, así que imagino que por eso crecí tan deprisa. Con solo doce años hacía cosas que un niño de esa edad solo debería ver en las películas, tendría que haber estado andando en bici o jugando al futbol en lugar de metido en peleas. Sin embargo, no me quedó mucha opción, teniendo en cuenta que la mitad del año la pasaba yo solo en aquella casa de mierda, demasiado grande para una única persona. Para un niño. Salgo de mi mundo al ver el reflejo de Wendy en el espejo de la pared, está apoyada en la barandilla de la escalera con una sonrisa permanente en su rostro. —¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Me detengo y cojo la toalla para secarme el sudor. —El suficiente para haber aprendido algunos golpes —dice acercándose con una sonrisa. —Veamos lo que sabes hacer, mocosa. —Le hago un gesto con la mano para que se acerque. Camina despacio, sin dejar de mirarme con una sonrisa maliciosa, cierra el puño y me da en el pecho. Hago una mueca de dolor y me encojo agachándome en el suelo. —¡Oh, Dios mío, perdona! ¡No me acordaba de los golpes de anoche! — Aprovecho que se agacha a mí lado para tirar de ella, haciéndola caer al suelo mientras me río—. ¡Imbécil! —Esta vez me golpea con más fuerza— Pensaba que te había hecho daño. Estoy tumbado sobre ella, con los brazos flexionados a cada lado de su cabeza y las rodillas apoyadas en el suelo. Se pone seria y yo hago lo mismo, sin poder evitar observar su boca. La boca que anoche devoré como si el mundo fuera a terminarse. Me veo a mi mismo flexionando cada vez más, acortando la distancia que nos separa, pero reacciono a tiempo y me levanto, le doy la mano para que haga lo mismo y la escucho murmurar un “gracias”. —Venga, a ver qué has aprendido. Ríe nerviosa, se pone delante del saco y cierra los puños colocando el pulgar por dentro. —El pulgar por fuera, niña. Si no puedes rompértelo al golpear. —Vale. —Hace lo que le digo con expresión concentrada—. ¿Así? Asiento con una sonrisa y me aparto para dejarla espacio. Se coloca frente al saco y le da un pequeño puñetazo que apenas lo mueve unos centímetros, me tapo la boca para no reírme y ella me mira fulminándome. —A ver, tienes que ponerte de lado. —La sujeto por la cintura para colocarla. El recuerdo de mis manos tocando cada centímetro de su cuerpo vuelve a mí, pero sacudo la cabeza para olvidarlo. —Ahora aprietas el puño con fuerza y le das al mismo tiempo que adelantas una pierna. —Vale. Lo he pillado, suéltame. Sonrío por el nerviosismo en su voz y retrocedo para darle espacio. Hace lo que le he dicho y el saco se mueve bastante más que antes, me mira con emoción y yo le devuelvo la sonrisa. Le da unos golpes más, concentrada, y yo me siento a hacer unas pesas mientras la miro. Recorro su cuerpo, que se agita con cada movimiento, y no puedo evitar ponerme duro al saber que ha sido mía por un rato. Cuando sus pechos botan al dar pequeños saltitos siento mis manos y mi boca acariciando sus pezones. Maldita sea, soy un pervertido de mierda. Dejo de observarla y me concentro en las pesas hasta que a los pocos minutos sube Rick. —¿Qué hacéis? Wendy está tan concentrada que ni siquiera le ha visto. —Enseñando a la mocosa a defenderse. Parece que mi voz la tiene registrada en su cerebro porque se detiene de inmediato y me enseña su dedo del medido, Rick se ríe y le pasa unos guantes de boxeo. —Toma, póntelos. —No los necesito, Ricky. —Pasa la palma de su mano por la frente para secarse las gotas de sudor. —Póntelos y practica conmigo —repite él levantando sus dos manos. —¿Puedo pegarte? —Acepta los guantes con emoción y una sonrisa. Los dos nos reímos y ella arruga la nariz. Me encanta cuando hace eso. —Puedes intentarlo —responde él. Me siento en la máquina para trabajar el pecho mientras veo cómo ella lanza golpes y él la sujeta todo el tiempo y la tira al suelo. Río hasta que no puedo más y entonces suena mi teléfono. —¿Sí? —Jensen ha llamado para decir que no pelea. —Me comunica el encargado de las batallas. —¿Qué mierdas se supone que significa eso? —Pues que te tiene miedo, seguramente. —Maldito cobarde. —Bueno, el caso es que tienes un nuevo oponente. —¿Quién? —Chad Andersen. —Joder. —¿Algún problema? —No, ninguno. Adiós. —Cuelgo y lanzo el teléfono a la mesa mientras me seco con otra toalla y dirijo una mirada a mi amigo. —¿Quién era? —pregunta Rick. —Wiston. —¿Qué quería? —El mierdas se ha echado atrás, peleo contra Andersen. —¿Kevin? —Chad —digo mientras él se muestra atónito. —Vaya… —¿Qué pasa? ¿Qué significa eso de que “peleas”? —Wendy se acerca a nosotros. —Nada —respondo mientras paso la toalla también por mi pecho, hago una mueca de dolor al llegar a las costillas. A pesar de no tener ninguna rota, duelen de cojones. WENDY Me hago la tonta por un rato y los tres bajamos a la cocina, sé que tienen asuntos turbios que no quieren contarme, pero vivo bajo su techo, así que, tarde o temprano, lo acabaré sabiendo. Rick y Josh se toman su batido de proteínas y yo voy a darme una ducha, me desnudo y rodeo mi cuerpo con una toalla demasiado pequeña, pero antes de que me meta en la ducha tocan la puerta. —¡Pasa! —¿Mocosa, quieres nadar un rato antes de ducharte? —¿En tu piscina? —pregunto a Josh emocionada, he querido probarla desde que llegué. —Claro. —Sonríe. —Vale, espera que me ponga un biquini y voy. —Sí… —Recorre mi cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en la gran parte de mis piernas que hay al descubierto—. Será lo mejor. Cuando cierra la puerta, salgo a la habitación y rebusco en mi armario. Sé que lo de anoche no puede repetirse, pero eso no significa que no me guste sentirme deseada, así que me pongo el biquini más sexy que tengo. JOSH Wendy entra envuelta en una toalla y avanza hacia mí con timidez. Dejo de nadar para concentrarme en ella y veo cómo busca mi mirada mientras deja caer la tela a su alrededor. Sonríe cuando recorro su cuerpo una vez más, relamiéndome sin poder evitarlo. Joder, no podía haberse puesto un maldito bañador, no, se tiene que poner un jodido biquini blanco y minúsculo. —Niña, para ponerte eso mejor bañarte desnuda. —No exageres. ¿No te gusta? —pregunta girándose y mostrándome su maravilloso culo en ese tanga de hilo. —Paso de responder. —Hundo mi cabeza en el agua y cuando la saco, veo cómo camina hasta el borde de la piscina y se sienta, metiendo solo las piernas. —Joder, es climatizada. —Claro, ¿qué esperabas? —Nado hasta ella y la sujeto por los tobillos. —Ni se te ocurra —advierte con la mirada. Sonrío malvadamente y tiro de ella, haciéndola caer de golpe. Saca la cabeza y se frota los ojos para abrirlos después. —Te vas a enterar. —Ríe. Nada hasta mí y pone sus manos sobre mi cabeza intentando hacerme una ahogadilla, agarro sus piernas con mis manos cuando pega un pequeño salto para hacer fuerza sobre mi cabeza, y hago que rodee mi cuerpo con ellas. Baja sus manos hasta mi cuello y deja de reírse cuando yo subo la mano para apartar un mechón húmedo de su mejilla, acariciando la misma con la yema de mis dedos. Cierra los ojos y entreabre la boca. —¿Qué te dije sobre hacer eso? —Me sorprendo a mí mismo por la ronquera de mi voz y el tono tan personal que ha adquirido sin darme cuenta. —Lo siento. No puedo evitarlo cuando te tengo tan cerca, cuando me tocas… —dice casi susurrando. Me acerco más y llevo la mano hasta su boca, deslizando el pulgar por su labio inferior para que deje de morderlo. —Joder, Wendy. Besa mi dedo y se lo mete en la boca, lo chupa mientras me mira fijamente y gime cuando la aprieto más a mí para que sienta mi incipiente erección. —Ven aquí. —Sujeto su mandíbula con una mano y es ella la que agota el espacio que nos separa. Se acerca hasta que nuestros labios se rozan. Paso mi mano por su cuello y muevo mis labios sobre los suyos con suavidad, sin el salvajismo de las otras veces. Por primera vez ambos estamos sobrios, sin drogas ni alcohol de por medio. Y es increíble. Ella hunde los dedos en mi pelo y refuerza el agarre de sus piernas alrededor de mi cadera. Acaricio su labio inferior con mi lengua y sonrío cuando ella entreabre la boca para que ambas se encuentren y se unan sin remedio. El beso que comenzó siendo calmado, se convierte en desesperado y feroz. Mis manos bajan por su espalda hasta encontrarse con la piel de su trasero desnudo, lo aprieto y ambos gemimos de nuevo. No sé si lo hace sin querer o si lo hace a propósito, pero ha adquirido un movimiento de pelvis que está volviendo loca a mi mitad inferior. —¿Josh, a qué hora es la pelea? —Ambos nos separamos deprisa cuando escuchamos la voz de Rick entrando en la habitación. Wendy finge que bucea y yo no sé ni para donde mirar. —¿Qué? La pelea, sí, Wiston ha dicho que a las diez. —¿Tan pronto? —pregunta metiéndose en el agua ajeno a todo lo que está sucediendo entre su hermana y yo. —Sí. —¿Vais a decirme ya de que pelea habláis? —Wendy nos mira mal desde el otro lado de la piscina. Rick me hace una señal con los ojo, pero yo niego con la cabeza, lo último que me falta es añadir en mi lista las peleas clandestinas. —¿Josh? —Enarca una ceja. —No es nada, mocosa. —De vez en cuando nosotros… —Hermano, no. —Le interrumpo—. Cuanto menos sepa mejor. —Se va a enterar tarde o temprano. —Eso te lo dije yo a ti —recuerdo por la conversación que tuvimos cuando llegó. —¿Queréis dejar de hablar como si no estuviera aquí? —reclama ella nadando hasta nosotros. —Los domingos impares de cada mes Josh y yo peleamos con gente… —Por dinero —añado yo para aclarar que no somos unos matones así porque sí. —Lo que os faltaba. Alcohol, drogas, carreras, zorras y ahora pel… —¿Qué has dicho? —Rick la interrumpe con el ceño fruncido. Mierda, Wendy. No podías mantener esa jodida y preciosa boca cerrada. —¿Cómo sabes lo de las carreras? —insiste su hermano y ella me mira buscando mi ayuda. —Seguro que ha sido Connor —respondo yo, mirándola para que siga mi mentira. —Sí, el me habló de que corríais y eso… —Claro, cómo no. Bueno, Wen, sé que no tenemos vicios muy buenos que digamos… —Todo lo contrario más bien —reprocha ella mientras mueve los brazos por encima del agua. —Bueno, pero no hacemos daño a nadie… —Rick trata de justificarse. —Excepto al que pelea contra nosotros. —Río por el chiste fácil sin poder evitarlo. —Mierda, Josh, no es el momento para coñas —me reprende—. Lo que quiero decir es que no quiero que te metas en toda esta mierda. —Es un poco tarde para eso, ¿no crees? —Nos mira a los dos acercándose a las escaleras. —No. No lo creo. Tú debes concentrarte en ir a la universidad y salir con tus amigas, no en venir a nuestras peleas y mucho menos a nuestras carreras. La mocosa pone los ojos en blanco, y sé que no se dará por vencida. Después de que ella y Rick salgan de mi habitación, me doy una ducha y me dejo caer sobre la cama. Estaba increíble con ese biquini, sé que le dije que no íbamos a repetirlo, pero cuando se ha metido mi pulgar en la boca y me ha mirado de esa manera… no he podido evitarlo. No sé qué coño me está pasando con esta mocosa. Necesito follarme a otra tía y dejar de pensar en algo imposible. 6. NECESITO DIVERSIÓN WENDY Los días entre semana pasan deprisa. Estoy casi todo el tiempo en la universidad y no doy abasto con los apuntes. Entre Tiffany y yo tratamos de llevarlo al día, pero es tanto que a veces no somos capaces, la verdad es que en el internado nunca tuve que esforzarme tanto. Allí solo le daban importancia a que fuéramos unas niñas buenas y tuviéramos buenos modales. Bueno, pues enhorabuena, habéis fracasado. El sábado pasado me acosté con Josh, y el domingo después de decirme que no iba a repetirse, me besó en la piscina. Desde entonces apenas hemos cruzado la mirada, no me siento capaz de compartir estancia con él sin querer besarle o tocarle. Hoy ya es miércoles y he quedado con Tiff en ir a su apartamento a dormir esta noche para estudiar para el examen que tenemos el viernes. Aunque quizá solo sea una excusa que me he inventado para mí misma, para así pasar una noche menos de tentación… Cojo mi portátil nuevo y lo meto en la mochila junto con los libros y el pijama. En ese momento, unos nudillos tocan la madera de la puerta medio abierta, al mismo tiempo que la empujan para pasar. Josh entra y me mira extrañado al ver que estoy vestida y preparando la mochila. —¿Dónde vas? —Esta noche duermo en casa de Tiff. Tenemos un examen el viernes y vamos a estudiar. —Ah. Vaya… había pensado que podríamos ver una película después de cenar. —Su voz detona decepción. —¿Puede ser mañana? —pregunto acercándome a él y sonriendo. —Claro, mocosa. No te preocupes, de todas formas había pensado en llamar a las gemel… en salir a tomar algo. —Josh, puedes salir con quien quieras. No estamos juntos, no hace falta que inventes cosas. —Me cruzo de brazos con cierto cabreo al ver que iba a mencionar a las gemelas, algo que ha improvisado ahora mismo, está claro, al decirle que me marcho. —Vale, mejor —gruñe saliendo de mi habitación claramente enfadado. ¿Por qué hace eso? Si dice que había pensado en ver una película conmigo, joder, ¿por qué coño se inventa luego lo de esas enfermas? Lo siento por lo de enfermas, pero es lo que opino. En cuanto a Josh… Sin comentarios. Me pongo la mochila y después de echar un último vistazo para asegurarme de que no me dejo nada que vaya a hacerme falta, salgo y voy al salón. Me despido de mi hermano con un beso y con un “adiós” para Josh antes de marcharme, ignorando por completo su cara de cabreo. JOSH Salgo de su habitación con los puños apretados y una mala hostia de cojones, entro en el salón y me dejo caer en el sofá. Me cago en la puta, yo quería ver una película con ella no llamar a esas dos, no sé ni por qué lo he dicho. Sin embargo, supongo que es lo mejor… Las cosas con Wendy son imposibles. Veo cómo le da un beso a su hermano y se despide de mí con un simple “adiós”. Pues muy bien, adiós. —¿Qué hacemos esta noche, hermano? Necesito diversión —comento pasando de canal en la televisión. —Es miércoles, tío. Mañana tenemos que estar en el concesionario a las ocho, te recuerdo que tienes que arreglar el M3 de ese empresario italiano. —Bien, llamaré a las gemelas entonces. ¿Te interesa? —Giro la cabeza para mirarle con una sonrisa traviesa. Él me la devuelve, pero niega con la cabeza—. Vamos, ¿cuánto hace que no follas? —Pues lo mismo que tú. Desde la fiesta del sábado. Ya… si tú supieras lo que pasó en la habitación justo al lado de la tuya… —Pues eso, cuatro días ya. —Resoplo como si hubiera pasado una vida entera. —Venga vale, que vengan. —Ríe dándole un trago a la cerveza—. Pero yo me quedo con Vicky esta noche, no quiero nada muy exagerado, Jenna es demasiado dramática. —No me jodas, tío, estuve con Jenna el sábado. —Mierda, vale. Asiento sin poder dejar de pensar en esta especie de relación de a cuatro que compartimos, o de más si cuentas a Jay y a Alice. Somos conscientes de que a ojos de los demás podemos parecer promiscuos e irrespetuosos, pero para nosotros no es nada de eso. Al contrario, es lo normal, compartimos placer con personas a las que tenemos cariño. Punto. Veinte minutos después tocan el timbre, Rick me sonríe con complicidad y se levanta, abre y se acerca a una de ellas, Vicky. El otro día, mientras lo hacía con Jenna, y después de más de dos años, me di cuenta de que tiene una pequeña peca en la esquina de la ceja derecha. Tiene que haberle salido hace poco porque si no la habría visto antes, he observado demasiadas veces su cara desde diferentes posiciones como para no haberlo notado. Hago un gesto con la cabeza a Rick, haciéndole saber que esa es Vicky y esta noche es para mí. El refunfuña algo, pero en seguida se le pasa cuando Jenna acaricia su pelvis con una mano mientras tira de su camiseta con la otra. Sujeto a Vicky de la mano y la arrastro hasta el sofá, Jenna hace lo mismo con él, solo que en el de enfrente. Vicky se sienta a horcajadas encima de mí y devora mi boca con impaciencia, de un movimiento rápido me deshago de su camiseta y dejo expuestas sus perfectas tetas de silicona. Nunca llevan sujetador, ninguna de las dos, y eso es algo que me pone demasiado. Practicamos sexo durante un rato en el que, a parte del evidente placer que experimento, río y me divierto por la escena en la que nos encontramos los cuatro, dos en cada sofá. Insisto en que esto no es algo nuevo para nosotros. Desde que conocimos a las gemelas y a Alice, nos acostumbramos a tener sexo uno delante del otro, ya que a ellas les pone mucho y les gusta intercambiarnos tanto como a nosotros con ellas. A Jay y a Tom les conocemos desde siempre, pero ellos también se acostumbraron a toda esta mierda al mismo tiempo que nosotros. Me refiero a las carreras, peleas, drogas… Gracias a Alice conocimos a los gilipollas de sus hermanos, Connor y Jackson, y gracias a ellos conocimos las carreras y las peleas. Nos odian por follarnos a su hermana, pero ¿que quieren? Alice está muy buena y es mayorcita para decidir con quién se acuesta. Las gemelas se levantan y se cruzan en el salón para cambiar de pareja, ahora es Jenna la que viene hacia mí, y Vicky la que se coloca sobre mi colega. Él me mira y ríe, demasiado familiarizado con esta situación, antes de sacarme la lengua porque finalmente será él quien se tire a Vicky. Cabrón. Poco después, escucho los jadeos de la susodicha, demostrando de nuevo que es la más fácil de complacer. Yo continúo con Jenna varios minutos más, tras los cuales Vicky hace uso de su capacidad multiorgásmica, esta vez acompañada por Rick. Me concentro en lo mío y aumento el ritmo cuando veo por encima de los hombros de Jenna cómo su hermana camina hacia mí mientras Rick observa la escena divertido, sentado en el sofá, completamente desnudo y sudado. Se enciende un cigarro y ríe mientras ve cómo Vicky se sienta a mi lado. —Tío, no la satisfaces. —Río mirando a mi amigo—. Siempre viene a mí después. —Es demasiado viciosa, ni después de correrse con los dos se queda a gusto. —Me conocéis bien —murmura ella con voz melosa mientras pasa la lengua por mi oreja. Después de una intensa sesión de sexo, me inclino hacia la esquina del sofá para coger mis pantalones y ponérmelos. Dejo los bóxers en el suelo ya que voy a ir directo a la ducha. Los cuatro nos acomodamos, ya medio vestidos, y nos tomamos un par de cervezas mientras hablamos de la última pelea que tuve con Chad el domingo. Me atizó bien al principio, pero yo soy más rápido, así que terminé por dejarle inconsciente, llevándome los diez mil pavos de las apuestas. Una media hora después, ellas se levantan y se despiden con un beso en los labios a los dos antes de marcharse. Esa es otra cosa que me gusta, otra de las cosas por las que siempre volvemos a ellas: normalmente no es necesario pedirles que se vayan. Podemos tener sexo un rato y después mantener una conversación de amigos como si nada hubiese sucedido, hasta que llega la hora de descansar. —Me voy a duchar y a la cama. —Choco mi puño con el suyo al pasar por su lado. —Yo igual. —Se levanta y apaga el último porro de la noche—. No te duermas por la mañana. —No, papá —respondo cerrando la puerta detrás de mí. WENDY Aparco el coche dos calles más allá de la casa de Tiff, cojo mi mochila y un pañuelo para el cuello, y salgo a la helada noche de San Francisco. —Dios, qué frío —resoplo comenzando a caminar. Paso por delante de una tienda con el nombre “Joseline” y ese idiota viene a mi cabeza. Lo sé, no tiene nada que ver “Josh” con “Joseline”, pero es inevitable que me recuerde a él. Cuando ha entrado en mi cuarto y le he dicho que no dormía en casa, me ha sorprendido la cara de decepción que ha puesto. La verdad es que me han dado ganas de llamar a Tiffany y decirle que me quedaba en mi casa, pero después lo he pensado bien y me he dado cuenta de que es mejor mantener las distancias. La tentación es demasiado grande. Veo el edificio de mi amiga al otro lado de la calle. Bueno, edificio no, es más bien una casita con dos plantas, pintada de azul y con ventanas blancas. Cruzo por el paso de cebra y toco el timbre, acomodándome la mochila por lo que pesa el ordenador portátil. —¡Winni! —Me recibe con un abrazo, emocionada. —Hola a ti también. —Río. —Hola, muñeca —Jordan aparece por detrás. Mierda, se me había olvidado que vivía con su enorme primo. Digo enorme porque, joder, es gigante, debe medir al menos cuatro metros. Madre mía, el término exagerada se hizo para ti… Tal vez menos, pero vamos… alto, muy alto. —Hola, Jordan —respondo con una sonrisa. Tiffany tira de mí para entrar, me hace un gesto para que me siente en el sofá y yo obedezco antes de sacar el portátil y los libros. —¿No vas a enseñarle la casa? —pregunta su primo con su mirada clavada en mí desde el umbral que separa la zona de la entrada y el salón. —Después se la enseñas tú, que seguro que te presta más atención que a mí —contesta ella con picardía. —¡Tiff! —Le lanzo una mirada asesina mientras siento cómo me ruborizo. A Jordan no me atrevo ni a mirarle. —Es broma, joder. ¿Lo has traído todo? —Sí. ¿Dónde hay un enchufe? —Veo de reojo que él ya se ha ido. —Ahí, debajo de la mesilla. —Señala una zona en la pared, en la cual enchufo el ordenador antes de encenderlo. —Voy a por mis cosas —dice ella desapareciendo por el pasillo. —Vale. Me levanto y camino por el salón para observar un poco las fotografías. Veo a Jordan en algunas, junto a dos personas mayores que supongo serán sus padres, y a Tiff en otras, junto a los suyos. —¿Qué te apetece cenar? —Me giro al escuchar una voz masculina. Está apoyado en la pared de la sala, con una pierna flexionada y fumando un cigarro. —Mmm…no sé. ¿En qué habíais pensado? —¿Sinceramente? —Sí. —Río. —Íbamos a pedir una pizza, pero si te apetece otra cosa puedo cocinar. —¿Sabes cocinar? Se acerca expulsando el humo y cuando está en frente de mí, sonríe y me ofrece el cigarro. —No hay nada que yo no sepa hacer, muñeca. —Lo acepto y voy a responder cuando aparece Tiffany. —Una pizza está bien —acepto mirándolos a los dos. —¡Sí, pizza! —grita ella. —Vale, voy a llamar —Jordan asiente y desaparece en la cocina. Hora y media después ya hemos terminado de cenar y estamos recogiendo los restos de patatas fritas que han caído en el suelo. Su primo nos da las buenas noches y se marcha a su habitación, está en el último año de universidad y tiene los exámenes trimestrales pronto al igual que nosotras, así que también tiene que estudiar. —Dios, me muero de sueño —lloriqueo haciendo pucheros y dejándome caer en el sofá. —Venga, solo son las tres de la madrugada. —Solo, dice… te recuerdo que tenemos clase en cinco horas. —Venga, media hora más y te dejo dormir. —Tira de mí para que me levante. —Joder, vale, pero voy al baño. —Date prisa. Pongo los ojos en blanco y me arrastro, no literalmente, hasta el cuarto de baño del piso superior, ya que en el inferior solo está el salón, la cocina y un recibidor ridículamente grande. Me mojo la cara y la nuca para espabilarme, aunque no lo consigo. Me pican los ojos y me duele la cabeza del sueño que tengo. —¿Qué estás haciendo, Wendy? —Miro mi propio reflejo en el espejo. ¿Qué habría pasado si en vez de venir, me hubiera quedado en casa con Josh? ¿Estará pensando en mí como yo en él? Maldita sea, parezco gilipollas. Sacudo la cabeza con la intención de apartar a ese idiota de ella y abro la puerta para salir, con tan mala suerte que me doy de frente con Jordan. Él se lleva la mano al pecho y yo a la nariz, tengo que mirar hacia arriba para verle. Debe de sacarles media cabeza a Josh y a mi hermano. ¿Vas a dejar de pensar en él en algún momento? Muérete. —Lo siento, ¿te has hecho mucho daño? —No, tranquilo —respondo con voz nasal, aún con la mano en mi nariz. —Déjame ver —pide y se agacha para comprobarlo, Josh abría levantando mi barbilla. Dios mío, soy mi peor pesadilla, de verdad—. No sangra, así que sobrevivirás. —Sonríe. Lleva un pantalón de pijama y una camiseta negra de manga corta. Se nota que tiene el mismo sueño que yo, pero sigue estando guapo. —¿Es que eres médico también? —pregunto devolviéndole la sonrisa. —Mmm, tal vez. —Pone una expresión pensativa. —Veamos, y ¿qué más sabes hacer? —Decido jugar un poquito. —Todo lo que necesites. —Ah, ¿sí? —Sí. ¿Quieres una demostración? —Da un paso hacia mí. —¡Winni! —Ambos miramos a las escaleras, de donde proviene la voz de Tiff. —¡Voy, pesada! —¿Ya os vais a dormir? —Eso espero. Tu prima quiere que mañana vaya zombi a clase. —Te creo, así es ella. —Ríe cuando pongo los ojos en blanco. —¿Y tú? ¿Qué tal llevas los exámenes? —pregunto. —Bien. Se me da bastante bien estudiar, no necesito muchas horas aunque tengo una asignatura que me está jodiendo. —¿Cuál? —Francés. —¿En serio? —Sí. ¿Por qué? ¿sabes hablar francés? —Bueno, no sé, a lo mejor los cuatro años que estuve viviendo el París han servido de algo. —Sonrío con orgullo y arrogancia. Él también sonríe y apoya una mano en el marco de la puerta, acercándose más a mí. —¿Me ayudarías? —pregunta en un tono de voz más bajo. —¿Hablas de darte clase? —Claro. Te pagaría, por supuesto. —Pas besoin de me payer. Je vais vous aider enchanté. (No es necesario que me pagues, te ayudaré encantada). —Joder, no sé qué has dicho, pero ha sonado tan sexy. —He dicho que te ayudaré, pero que no hace falta que me pagues. —Río y coloco disimuladamente una mano en su pecho para mantener las distancias. —Bueno, eso ya lo decidiremos. ¿Me das tu número? —¿Mi número? —Claro. Si vas a ser mi profesora de francés necesitaré tu número para quedar. —Ah, claro… —Ven conmigo. —Tira de mi mano y me lleva hasta su habitación. Coge su teléfono de encima de la cama y lo desbloquea para dármelo después, apunto mi móvil y mi nombre, pero me lo quita y borra mi nombre para cambiarlo. —¿Sexy profe de Francés? —pregunto enarcando una ceja. —Sí. —Sonríe—. Es lo que eres, mi sexy profe de francés. Cando suena el despertador a la mañana siguiente, solo deseo matar a Tiffany con todas mis fuerzas por obligarme a estudiar hasta las cuatro. Pero como no puedo hacerlo, desquito mi furia con su despertador, lanzándolo contra la pared. Se calla de inmediato y las pilas salen disparadas. —Vaya, buen brazo, profe. —Jordan entra en la sala con una tostada en la mano. Al final nos quedamos dormidas por puro cansancio y estamos cada una tiradas en un sofá, ella con la cabeza medio colgando y la boca abierta. —¿Tienes mermelada? —Le pregunto a él. —Qué miedo me das. —Ríe—. Espera. Vuelve a los pocos segundos con un bote de mermelada de mora en las manos, lo abre y me lo da. Me acerco con cuidado a Tiffany, aunque la verdad es que parece que no se despertaría ni con una bomba. Unto el dedo y se lo paso por toda la cara, Jordan ríe a mi espalda y yo hago lo mismo. Ella se revuelve y se lleva la mano a la cara, pringándose de inmediato y provocando que los dos estallemos en carcajadas mientras Tiff abre los ojos y se levanta. —La madre que te parió —murmura cuando se da cuenta de lo que es—. ¡Ven aquí! —Se levanta y corre tras de mí. Me resguardo detrás de Jordan y ella se restriega contra él, manchando su camiseta. —Creo que Wendy se está vengando por hacerla estudiar hasta tan tarde anoche —supone él. En lugar de enfadarse porque su prima le ha machado, se la quita y se la deja para que termine de limpiarse la cara. Veo que tiene un tatuaje tribal sobre el pectoral derecho. —¿Te gustan los tatuajes? —pregunta cuando se da cuenta de que lo estoy mirando. —Sí, bastante. ¿Qué significa? —Nada en especial, me lo hice con dieciséis años, locuras de adolescentes. JOSH Apago el despertador deprisa para que no me taladre, y me levanto sin muchas ganas, voy al baño y me lavo la cara. Rick abre la puerta de mi cuarto para decirme que me dé prisa, pero lo único que recibe por mi parte es mi precioso dedo del medio dándole los buenos días. Me pongo unos vaqueros y una sudadera marrón y voy a la cocina. —Vamos, hermano. Siempre llegamos tarde por tu puta culpa —gruñe cuando me como la manzana tranquilamente. —Relájate, tío. Eres el jefe. Termino de arreglar el deportivo del empresario y me limpio la grasa de las manos en el mono azul de trabajo antes de pasar un trapo por mi cara para quitar el sudor y volver a lanzarlo contra la mesa. Mando a mis trabajadores que limpien el vehículo y lo enceren, ya que el tipo vendrá a recogerlo por la tarde, y salgo del taller en dirección al despacho de Rick. Cuando entro está hablando por teléfono, así que saco un cigarro y me siento. —Levántate del puto sofá. Me costó cuatro mil pavos y lo estás llenando de grasa, joder —protesta cuando termina la llamada. —Deja de gruñir. —Me levanto para no escucharle. —¿Ya has acabado con el coche del italiano? —Sí. Están poniéndolo a punto. —Vale. —Observa una pila de papeles sobre su mesa y se frota los ojos. —¿Con quién hablabas? —Con Jay. —¿Qué huevo se le ha roto? —Río y miro a mi alrededor para ver dónde puedo sentarme sin que me taladre la cabeza. —Me ha dicho que sobraron muchas bebidas el sábado pasado y podríamos juntarnos en casa esta noche. —De puta madre. Le diré al jefe que me dé el día de mañana libre. —Si solo trabajas por la mañana, mamón —dice riendo conmigo. —Ya, pero no pretenderás que venga al trabajo colocado. Igual me confundo de cable y le corto los frenos a alguien. —Que te den, vas a hacer lo que te dé la gana de todas maneras. Dile al menos a tus chicos que se encarguen del trabajo. —Esta hecho —respondo saliendo de su despacho para ir al taller. WENDY Entro a casa y lo único que pienso es en ser capaz de llegar a mi cama y dormir hasta mañana. —Hola, hermanita. ¿Qué tal anoche? —pregunta Rick cuando paso por delante de su habitación. —Muerta. —Suspiro apoyándome en el marco de la puerta—. Estuvimos estudiando hasta las cuatro de la mañana, así que apenas he dormido tres horas. Voy a darme una ducha y a acostarme hasta mañana. —Son las cinco de la tarde, Wen, tendrás que levantarte a cenar por lo menos. —Paso —digo dándole un beso—. No hagáis mucho ruido. —Ya… eso no va a ser muy posible… —Se rasca la nuca, incómodo. —¿Por qué? —Porque esta noche vienen unos colegas —interviene Josh saliendo de su dormitorio. Miro a mi hermano, que me sonríe como un cachorrito, y suelto un suspiro. —Joder, Rick, es jueves. ¿No podéis aguantar hasta mañana? —No, no podemos. —Josh camina hacia la cocina. —Que te den por el culo, Josh. —¡Eso es lo que tú quisieras! —grita desde allí. —¡No le sigas el rollo! —Mi hermano mira en su dirección y después a mí—. Lo siento, pero Jay llamó y ya no puedo decirle que no. ¿Qué te pasa con Josh? —Se acerca y habla en voz más baja. —Nada, lo de siempre, que es gilipollas. —Pongo los ojos en blanco. —Por favor, haz el esfuerzo de llevaros bien —suplica con verdadera preocupación. —Uff, no es fácil —finjo pesadez—. Es insoportable. —Wendy, es importante para mí. —Se pone serio y yo hago lo mismo. —Está bien, pero creo que esto deberías decírselo también a él. —Lo haré. —Sujeta mis mejillas y me da un beso en la frente—. Ahora ve a descansar, si después quieres algo de cenar, podemos pedir pizza. —Vale, me pondré los cascos para poder dormir. Me lo agradece con la mirada y cada uno seguimos nuestro camino. Tras quitarme las botas, la camiseta, y después los pantalones y la ropa interior, entro en el baño y me rodeo con una toalla mientras enciendo el grifo. Iba a ducharme, pero un baño de burbujas me relajará. Mientras espero a que se llene, voy a la cocina a prepararme un sándwich porque el agua me da hambre y sé que después querré comer algo. Josh está tomando un zumo mientras lee una revista de coches, sentado en una banqueta. Cuando entro sin decirle nada y comienzo a sacar el pan y los ingredientes, siento sus ojos clavados en mi espalda. Hago como que no me he dado cuenta y sigo con lo mío, pero, de repente, sus manos aprietan con fuerza mi cintura y su respiración caliente choca contra mi pelo. —¿Intentas provocarme? —susurra con voz grave. —Para nada —respondo sin moverme ni un centímetro. Sigue apretando y respirando con dificultad, aunque sin decir una palabra, así que me giro de manera que nuestros cuerpos quedan muy pegados y su rostro a pocos centímetros del mío. Me mira fijamente y sus ojos son ahora de un verde oscuro. —No es mi culpa que seas un pervertido, Josh. —Alterno la mirada de sus ojos a su boca. —No juegues conmigo, pequeña —dice antes de soltarme y alejarse caminando marcha atrás. —No prometo nada. Niega con la cabeza mientras sonríe y se da la vuelta para marcharse. Trato de calmar mi respiración y terminar mi bocadillo antes de volver a la habitación y cerrar el grifo, justo a tiempo para que la bañera no se desborde. JOSH Entra en la cocina con esa maldita toalla que deja poco a la imaginación, la cual yo ya no necesito después de haber visto lo que esconde debajo de ella, y con esa ridícula actitud, esforzándose por ignorarme, me pone aún más. Contonea su trasero mientras se prepara un sándwich y cuando quiero darme cuenta ya estoy detrás de ella, con mi notable erección presionando su trasero. Dice que no intenta provocarme, pero eso no se lo cree ni ella, es una mocosa demasiado lista. Me doy una ducha y decido matar el tiempo jugando un rato a la Play. Rick pide unas pizzas para que lleguen cuando estén todos aquí, aunque la verdad es que no sé ni quien vendrá. Tampoco me importa mucho. Jugamos unas cuantas partidas y, cuando estoy a punto de terminar la última, él se levanta para ir a la cocina y me deja con los dos mandos. Obviamente, estrello su coche y sigo con el mío, intentando batir mi récord. Entonces tocan el timbre, pero lo ignoro. —¡Josh, abre! —grita Rick, al cual también ignoro. Continuo concentrado en la última parte, tan solo me faltan cuatro vueltas y adelantar dos coches. —¡Josh! ¡Abre la puta puerta! —repite. —¡No puedo! —Maldita sea, a que te apago la tele. —Aparece por el salón y se coloca frente a mí. —¡Tío, tío! ¡Apártate! —exclamo dándole con la pierna. Empieza a reírse y a moverse para no dejarme ver. Vuelven a tocar y a aporrear, así que va y la abre, dejando entrar a todos. Y no son pocos. —¡Me cago en la puta! ¡No se os ocurra poneros delante de la jodida televisión! —Me levanto para que no se puedan interferir entre la pantalla y yo. Todos ríen y me vacilan unos segundos, pero terminan sentándose y mirando cómo adelanto a todos los coches del “Need for speed”. Cuando termino, le tiro los mandos a Jay y a Tom, justo cuando Vicky vuelve de la cocina con unas servilletas para la pizza y se sienta junto a mí. Tira un poco de mi camiseta para apartarme de Jenna, a la que estoy besando, para besarme ella. Rick me da la bolsita de cannabis, en una clara invitación para que me haga un porro, y tres cigarros, uno para mí y los otros dos para las gemelas. —Jay, ¿dónde has dejado las botellas? —Le pregunta Dany, otro de nuestros amigos. —En el mini-bar —contesta sin apartar la vista de la pantalla. Aparte de Tom, Jay y las gemelas, han venido Dany, Alice y Shane. Abrimos una botella de ron y dos de whisky, y servimos unas copas en los vasos de cristal. Vicky pone su CD de perreo y comienza a contonearse con su hermana bajo la mirada del grupo, al mismo tiempo que Alice se levanta y se une a ellas. Al margen de lo atractivas que puedan ser, bailan muy bien, así que observarlas es un espectáculo asegurado. Seguimos bebiendo y fumando un rato más, mientras vamos turnándonos para jugar. —Se te da tan mal como follar. —Shane molesta a Jay. —¿Es que habéis follado y yo me lo he perdido? —Río dándole un empujón al segundo para que su coche se salga de la carretera. —¡Cabrón! —Lanza el mando en el sofá y se tira sobre mí. Me da pequeños puñetazos mientras todos reímos hasta que le sujeto por los brazos y le hago girar, colocándome sobre él. —Perdóname la vida, cariño. —Me carcajeo sin parar quitándome de encima de su cuerpo. —Que te jodan. —Que mal perdedor eres —le dice Jenna. Él saca una bolsita transparente y derrama el polvo blanco sobre la mesa de cristal, hace nueve rayas, una para cada uno, e inhala la primera con el tubo estrecho que también ha sacado del bolsillo. Se lo pasa a Rick y comienza una nueva partida. Ya son las once y la mocosa no ha salido de su habitación, así que imagino que estará dormida y ya no lo hará. La verdad es que la sola idea de imaginarla tumbada en su cama, respirando relajadamente y con esos pantalones cortos de pijama, me produce ganas de dejar a todos aquí y encerrarme con ella. Gracias a Dios, tengo a Jenna que se acerca a mí mientras baila, y con su mirada ya me lo dice todo. Sonrío mientras acepto su mano para levantarme y bailar con ella, meto una pierna entre las suyas y me dejo llevar por la música mientras la beso con suavidad. Seguimos así un rato más, bailando, bebiendo, fumando, una raya por aquí, otra por allá, toqueteo con Jenna, besos con Vicky, caricias con Alice… hasta que suena el timbre. WENDY Me despierto a las diez y media de la noche porque su asquerosa música taladra mis oídos. Y digo asquerosa, no porque no me guste, sino porque sé que las responsables son esas dos putas idénticas. Subo la de mis auriculares y me tapo la cabeza con la almohada, pero los gritos y las risas traspasan mis oídos, así que decido salir a ver que cojones están haciendo para armar tanto escándalo. Avanzo por el pasillo deseando y rezando para no encontrarme con lo que sé que me voy a encontrar, pero, efectivamente, mi hermano fumando y dejándose besar por la rubia de piernas largas, Alice creo que se llamaba, es lo primero que veo. Jay y otro chico jugando a la Play, dos chicos que no conozco sentados en el sofá, uno de ellos metiéndose una raya y otro devorando con los ojos a las gemelas. Vaya, y ¿quién está entre ellas? No hay que ser muy listo para adivinarlo. Josh baila con una por delante y otra por detrás, apretándola contra su cuerpo y acariciándolas sin pudor alguno. Menudo cabronazo. Vuelvo a mi habitación sin que ninguno me vea y camino de un lado para el otro, enfadada y nerviosa, impotente. —¡Idiota! ¡Agh! —grito como una energúmena, tirando al suelo los cuadernos y el estuche que hay sobre el escritorio. Enciendo la televisión para distraerme, pero la apago a los pocos minutos, no me sirve. Cojo una revista con la misma intención, tampoco me sirve. Entonces, cuando estoy a punto de tirarme por la ventana o volver al salón y sacarlas de los pelos, mi teléfono suena. 10.34pm 14156768969 ¿Qué hace mi sexy profe de francés? Espero no pillarte dormida. J. 10.34pm Yo Ey! Que va, me he echado una siesta de cuatro horas y mi hermano ha montado una maldita fiesta en casa, así que creo que me darán las tantas… 10.35pm Jordan Vaya… ¿y tú qué haces? 10.35pm Yo Pues nada, en mi habitación, buscando maneras de distraerme. Aunque ninguna me ha funcionado de momento. 10.37pm Jordan ¿Quieres que vaya? 10.37pm Yo ¿Ahora? 10.37pm Jordan Sí, puedo ser una buena distracción. Y puedes ayudarme con el francés, si quieres. 10.38pm Yo Vale, te espero . ¿Por qué no? Jordan es realmente agradable, además de guapo, y será divertido ver la cara de Josh cuando venga. Agh, ¡tengo que dejar de compararle con todos! Cielos, esto no puede acabar bien, he de hacer todo lo necesario por olvidar a ese maldito capullo. Cuando tocan el timbre, me miro en el espejo antes de ir hacia el salón, arreglo mi pelo un poco y me sonrío a mí misma, mujer empoderada y orgullosa de sí misma. Llevo el pantalón largo de pijama y una camiseta de tirantes con las letras de la universidad, no me he cambiado porque tampoco quiero que Jordan piense que me arreglo para él… Entro en el salón, esforzándome por no mirar demasiado, justo a tiempo de encontrarme con Rick abriendo la puerta. JOSH Rick se levanta para abrir la puerta justo cuando Wendy aparece por el salón. Sin saber por qué, me separo un poco de las gemelas y me concentro en quién vendrá a estas horas. Es un chico, el mismo que junto a sus amigos, nos separó a Rick y a mí de los Andrews en la fiesta. —¿Está Wendy? —¿Quién eres tú? —pregunto yo antes que Rick. —Es Jordan, mi amigo. Voy a darle clases de francés. —Wendy se acerca deprisa y tira de su mano para que entre. —Hola, muñeca —saluda él y le da un beso en la mejilla. ¿Muñeca? —¿Qué horas son estas para dar clases, Wendy? —Rick se cruza de brazos. —Bueno, ya que vosotros no la dejáis dormir, he venido para ayudarla a distraerse. —El gilipollas responde por ella con una enorme sonrisa. —Te la estás jugando —amenazo dando un paso hacia él. —Deja esa mierda ya, Josh. —Wendy se coloca en medio y me empuja. Jordan sonríe y me guiña un ojo. Cierro los ojos y suspiro para no perder la paciencia, pero no lo consigo. Sin embargo, cuando voy a dar otro paso hacia él, Rick me sujeta para que me calme. —¿No pensareis meteros en tu habitación? —Le pregunta a su hermana. —A no ser que eches a estas guarras y acabes esta maldita fiesta… — mira hacia todos nuestros amigos— sí, es exactamente lo que pienso hacer. Rick se restriega la cara y yo no sé ya ni dónde meterme. Vamos a ver, Wendy no es mi novia, de acuerdo, correcto, hasta ahí todo bien. Puede hacer lo que quiera con quien quiera, al igual que yo lo hago con las gemelas, aunque yo sepa que para mí solo es sexo, únicamente intercambio de placer, nada de sentimientos. Bien, entonces ¿por qué mierdas no soy capaz de quedarme sentadito y callado mientras ella se trae tíos a casa? ¿¡Por qué!? —Mierda, Wendy, ¿podemos hablar un momento? —Vale —responde a su hermano poniendo los ojos en blanco—, ahora vuelvo. Desaparece con el mamón por el pasillo y yo miro a mi colega. —Ese es el primo de Tiffany. —Me adelanto a su pregunta. —¿Cómo lo sabes? —Lo sé y punto. ¿De verdad vas a dejar que se meta con él en su cuarto? —Lo miro incrédulo y va a contestar cuando ella aparece de nuevo. —¿Y bien? —dice cruzándose de brazos a la defensiva. —¿Cuántos años tiene? —Vuelvo a adelantarme a Rick. —Los mismos que tú. Está en el último año de universidad. —¿¡Cómo!? —¿La cocaína te deja sordo o qué? —Da un paso hacia mí, enfadada. —Mocosa, no se te ocurra… —Josh, esto es cosa mía —me interrumpe Rick—. No sé cómo has conocido a un tipo cuatro años mayor que tú ni quiero saberlo… —Yo sí —digo sin poder evitarlo. Los dos me miran mal, así que vuelvo a callarme. —Cómo iba diciendo, no me hace ni puta gracia que te metas en tu habitación con él. —Bueno —se encoge de hombros—, a mí no me hace ni puta gracia que conviertas esta casa en una cueva de la lujuria y el pecado, y aquí estamos. La vida es dura, hermanito. —Se da la vuelta y se marcha para su dormitorio. —¿¡Vas a dejarla que haga lo que le dé la puta gana!? —grito señalándola. —¿¡Y qué quieres que haga!? Me desespera, joder —responde Rick acercándose a la mesa. Coge el estrecho tubo de plástico e inhala una línea de polvo blanco. Yo me acerco y hago lo mismo, esa niñata me ha jodido la puta noche. 7. VEGAS, BABY WENDY Cuando vuelvo a mi habitación, veo a Jordan junto al ventanal, observando la ciudad. Cuando me escucha, se gira y me dedica una sonrisa encantadora. —Wow… ¿Todas las fiestas de tu hermano son así? —Sí, es un asco. —Cierro la puerta y me siento en la cama. —Bueno, tiene sus ventajas. —¿Cómo cuáles? —Como que si no fuera por ellos, yo ahora no estaría aquí —comenta acercándose hasta el borde del colchón. —Cierto. —Sonrío—. ¿Te apetece tomar algo? —¿Qué me puedes ofrecer? —pregunta con seriedad. —Lo que quieras —respondo con el mismo tono de voz. Tira de mi mano para que me coloque de rodillas sobre la cama, se acerca y rodea mi cintura con una mano. Con la otra aparta un mechón de mi pelo y se acerca a mi oreja. —Una copa de ron con naranja, por favor —susurra. Yo sonrío por mis sucios pensamientos y asiento. —Bien, ahora vuelvo. Ponte cómodo. Salgo de la habitación y sacudo la cabeza por el calentón momentáneo y absurdo. Está aquí para que le dé clase de francés y punto. Entro en el salón, ignorando las miradas fulminantes de mi hermano y de Josh, y voy a por una botella de ron que hay sobre el mini-bar. Rick hace amago de levantarse, pero Josh le dice algo y es él quien se acerca. —¿Dónde te crees que vas con esa botella? —Sujeta mi muñeca. —A mi habitación —respondo con tranquilidad—. ¿Algún problema? —Sí, que esa botella no es tuya y mucho menos de ese maldito mamón que tienes allí. —Bien. No te preocupes, tengo dinero de sobra como para irme a beber a cualquier otra parte. Antes de que responda, la dejo sobre la barra y vuelvo a mi habitación. —¡Agh! —grito dando un portazo. —Ey, cálmate. —Jordan da unos pasos para acercarse—. ¿Qué pasa? —Nos vamos —digo impulsivamente. —¿A dónde? —A tomar por el culo lejos de esta casa —revelo mientras revuelvo mi armario. —Genial. —Sonríe y me observa atento. Me quito los pantalones y la camiseta bajo la mirada lujuriosa de Jordan, sé que no está perdiendo detalle de mi cuerpo, pero me da igual, este chico me gusta y no le debo nada a nadie. Si Josh no respeta lo que sea que tenemos, o que hemos tenido, ¡lo que sea! Si él no lo respeta, ¿por qué debería hacerlo yo? Lo siento, igualdad para todos. Me pongo un vestido rojo sin tirantes, unos tacones negros y una chaqueta de cuero. —¿Voy bien así? —Coloco las manos en las caderas y le miro. —Buf. ¿Tengo que responder? —Pasa la lengua por sus labios. —Ya lo has hecho. —Sonrío y camino hacia la mesilla donde tengo el bolso. —Sabes que tu hermano y ese otro tío no te van a dejar salir así como así, ¿verdad? —No les va a quedar más remedio. Cojo mi cartera y la abro para asegurarme de tener dinero. Bien, ochenta pavos. Entro al baño un segundo para ponerme un poco de rímel y pintarme los labios a juego con el vestido, y cojo la mano de Jordan para salir del dormitorio. Cuando entramos en el salón, todos nos miran, incluidas las gemelas y sus amigos. —Rick, me voy —informo de camino a la puerta. Veo cómo Josh le mira atónito y desconcertado, esperando que me diga algo, los dos se levantan y caminan hacia la puerta, y yo suspiro impacientada. —¿Y ahora qué? —Me cruzo de brazos con Jordan a mi lado. —¿¡Qué!? —Mi hermano ríe con sarcasmo, mira a Josh y vuelve a mí— ¿¡Cómo que qué!? —Señala mi vestido primero y a Jordan después. —¿Qué pasa? Vosotros os estáis divirtiendo y yo solo quiero hacer lo mismo, así que dejad de joderme y haceos a un lado. JOSH ¿Divertirse? La única diversión que puede tener con ese vestido es pasar la noche sujetándolo para que no se le vea el puto trasero. —Creo que se te han olvidado los pantalones, Wendy —comento sin ningún atisbo de broma en mi voz. —¿Qué tiene de malo ese vestido? Yo creo que esta… muy bien. —El gilipollas pasa un brazo por su cintura y ambos se sonríen. —¿Tú eres Wendy? —pregunto dando un paso hacia él— No. Pues te callas la puta boca. —Bueno, colega. —Ríe sin atisbo alguno de respeto—. Relájate, solo queremos divertirnos. —¡No soy tu colega y ella solo es una niña, puto pervertido! —grito perdiendo la poca paciencia que me queda. —¡Mira quién fue a hablar! —Wendy me señala. Le lanzo una mirada atónita y de advertencia para que cierre la puta boca. Rick ha fruncido el ceño porque, lógicamente, no comprende a qué mierdas ha venido ese comentario, y ella parece darse cuenta porque rápidamente cambia de tema. —No vamos a hacer nada que no estéis haciendo vosotros. —Wendy, no vas a salir y punto. Y menos con este vestido, por el amor de Dios —comenta Rick. —¿Es que acaso ellas llevan más ropa? —Wendy mira a las gemelas y a Alice por encima de nuestros hombros. —Eh, mocosa, a nosotras no nos metas —contesta Jenna, ahora sentada en el sofá. —No la llames así. —Todos me miran cuando digo eso, que no sé de dónde ha salido, pero, mierda, solo yo puedo llamarla así. —Os meto porque estáis en mi jodida casa. —Ella finge que no le da importancia, aunque sé que sí lo hace—. Y si no os gusta, ahí tenéis la puerta. Joder, debo de estar enfermo o muy colocado porque eso me la acaba de poner dura. Las gemelas son bastante peleonas y no están acostumbradas a que les lleven la contraria, y mucho menos a que las desafíen. —Niña, te voy a decir un par de… —Eh, Jen, relájate. —Sujeto a Jenna por la cintura para que no avance más porque esta no se anda con tonterías. —Eso, Jen, metete otra raya y relájate —indica Wendy mientras Jordan se ríe. —Ya basta, Wendy. Haz lo que te dé la puta gana, pero te quiero aquí en dos horas. —Que sí, Rick. Olvídame. —Pone los ojos en blanco con desdén y se da la vuelta. Sujeta a Jordan de la mano y se marchan entre risas que consiguen poner a hervir la sangre de todo mi cuerpo. —Me cago en… ¿qué cojones haces, tío? —Me giro hacia su hermano —. ¿¡No conocemos de nada a ese gilipollas y la dejas que se marche con el!? —¿¡Y qué quieres que haga!? ¿La ato a la cama o qué? —Le da una patada a la silla que tiene delante y se sienta en el sofá, enfadado. Salgo al balcón para fumarme un cigarro y despejarme, me odio a mí mismo por la rabia y la necesidad que tengo de salir corriendo para impedir que bese a otro tío que no sea yo. No la aguanto, no soporto ver su increíble sonrisa y esa forma tan despreciable que tiene de hablarme a veces. Suelto un gruñido para mí mismo cuando enseguida, veo cómo sale del portal junto a ese gilipollas y se montan en un coche. Lanzo el cigarro al vacío y regreso al salón, camino nervioso de un lado para el otro, necesito dejar de pensar en ella, esto no está bien y Rick no es tonto, temo que se dé cuenta de que mi mala hostia va más allá del simple hecho de proteger a la hermana pequeña de mi amigo. —Venga, cariño. —Vicky se acerca y me pasa un porro con una tentadora mirada que no paso desapercibida. La miro mal al principio, pero cuando sonríe y mueve las pestañas de esa forma tan particular, rodeo su cuerpo con una mano mientras con la otra la sujeto en brazos y planto mis labios sobre los suyos de camino a la cocina. WENDY —¿Dónde quieres que vayamos, muñeca? —Me pregunta Jordan cuando se detiene en un semáforo. Dios, estoy tan enfadada con Josh… Sé que no debería, que él es un gilipollas desde que tengo memoria, pero no sé, me fastidia pensar que puede besarse y acostarse con cualquiera menos conmigo. No es que él me guste, de verdad que no, pero me desconcierta con su puta actitud, parece que quiere que yo no esté con nadie más que con él, pero solo cuando él quiera. Y mientras tanto puede follarse a quien le dé la gana, pues no me sale de las narices, que le den, no pienso volver a acercarme a él. —¿Mañana tienes alguna clase importante? —Mmm, no. —Gira la cabeza un segundo y me mira con confusión—. ¿Por qué? —Bien. —Saco mi teléfono para mirar la hora que es—. ¿Te apetece un viaje? —¿Hablas en serio? —pregunta con emoción y sorpresa. —Completamente. —Apenas me conoces, muñeca. Podría ser un psicópata violador. —No lo eres. —Me alegra que estés tan segura. ¿Puedo elegir el destino? —Dibuja una sonrisa traviesa que termina por convencerme. —Claro, pero antes necesito que paremos en un cajero. Sospecho que no me va a llegar con lo que llevo. —No es necesario, tengo dinero. —Créeme que sí va a ser necesario, Jordan. A pesar de insistir en que él lleva dinero de sobra, le obligo a parar en un cajero de Lombard Street, no necesito que me paguen nada y esta es mi noche, mi venganza y mi lucha conmigo misma por sacar de mi cabeza a un idiota engreído. —No tardo —indico antes de bajarme del coche. —Tranquila, no pienso irme a ninguna parte sin ti. Sonrío y cierro la puerta antes de caminar por la calle desierta hasta el banco mientras me aseguro de que no hay nadie alrededor, aunque estoy segura de que si aparece un ladrón y me ataca, Jordan no dudará en venir corriendo. ¿Cuánto dinero saco? No sé dónde tiene planeado llevarme, pero no pienso medir esta noche, solo quiero perder la cabeza y no pensar en el dinero. Dos mil dólares, con esto será suficiente. Cojo la tarjeta y vuelvo con él. —Ya estoy lista. —Me monto y abro el bolso para guardar todo dentro de nuevo— ¿Dónde vamos? —Las Vegas, muñeca —informa guiñándome un ojo. —Oh, Dios, ¿hablas en serio? —Mis ojos se abren de par en par por la emoción. —Claro que sí, yo no bromeo con estas cosas. —Mi hermano me matará —reflexiono, casi notando cómo los dedos me cosquillean por la emoción. Jordan me mira un segundo esperando mi aprobación—. Arranca. * Después de unas siete horas, siento un toque en el brazo que me hace despertarme del todo, apretando los ojos y pestañeando varias veces para despejarme a la vez que estiro los músculos. —Despierta, muñeca. Hemos llegado. —No le estoy mirando, pero su voz denota una clara sonrisa excitante. Lo que estoy viendo termina por despertarme de golpe: millones de luces y formas de todos los colores pasan a nuestro alrededor a medida que vamos adentrándonos en la ciudad. Todos los pelos de mi cuerpo se ponen de punta y siento que el corazón se me va a salir del pecho por la emoción. El pulso me va a mil y no puedo pesar en nada más que en este momento, Las Vegas, la ciudad del pecado. A pesar de ser las seis de la mañana y de haber amanecido ya, la ciudad entera vibra por todos los costados. Miro por la ventanilla emocionada y Jordan sonríe por mi reacción. —Esto en alucinante —expreso mirándole sin poder dejar de sonreír—. ¿Habías estado antes? —Podría decirse que sí… Mis padres son de aquí. —Vaya, nunca lo habría imaginado. ¿Y por qué no vives aquí? Esta ciudad es… —Por eso —sonríe—, prefiero venir de vez en cuando y sentir esa emoción cada vez. Si vives aquí, te acabas acostumbrando y ya no es lo mismo. —Creo que nunca me acostumbraría —señalo mirando los carteles llenos de luces. —Créeme que sí. —¿Cuál es el mejor hotel? —Bellagio o Wynn, sin duda. —Bellagio. Me gusta más el nombre. —Asiento convencida y él ríe ante mi respuesta mientras niega con la cabeza. —Wendy, ese hotel es carísimo. —Me mira cuando desciende la velocidad por el tráfico mañanero. —No hay problema. —Abro la cartera y le muestro el dinero con una sonrisa traviesa. —Bellagio entonces —sentencia antes de acelerar. Saco el móvil y veo que tengo cuatro llamadas de mi hermano y ocho de Josh, además de algunos mensajes. Esto no puede ser, en serio, ¿podrían dejarme en paz en algún momento? 2.03am Josh ¿Dónde cojones estás? 2.47am Josh Maldita sea, Wendy. Tu hermano está muy preocupado, coge el puto teléfono. 3.58am Josh Pienso matar a ese cabrón en cuanto te traiga de vuelta. Pero vamos a ver, ¿qué más le da a él? Dios, no entiendo de qué va, primero me dice que no quiere nada, luego que sí, luego que no, ahora se pone celoso. Menudo par de pesados los dos, parece que no me conocen de nada, porque basta que me prohíban algo para que yo vaya de cabeza, igual que una jodida camicace. Vuelvo a guardar el móvil sin contestar a ninguno de sus mensajes, y sigo admirando el paisaje completamente impresionada. Jordan da el intermitente izquierdo y desciende la velocidad para conducir hacia la entrada principal del Bellagio, donde hay algunos coches más y varios tipos de uniforme. Uno de ellos se aproxima a mi puerta y la abre con una sonrisa, le doy las gracias y veo cómo Jordan le entrega las llaves de su Audi a otro. Rodea el coche y yo espero a que se acerque, me guiña un ojo y entrelaza sus dedos con los míos a la vez que ambos nos encaminamos al hall del hotel. Tengo que levantar la cabeza para poder admirar bien la estancia por dentro. Los colores, las luces, las pinturas y cuadros por todas partes. Estatuas, tiendas de ropa de las marcas más caras y un mostrador de recepción más grande que toda nuestra casa. Esto es lujo y lo demás son tonterías, esta gente sí sabe lo que es vivir por todo lo alto y no reparar en gastos. Dejo que Jordan se encargue de reservar la habitación sin dejar de admirar cada detalle a mi alrededor, como si realizase fotografías visuales para poder recordarlo cuando tenga que regresar a mi pesadilla de San Francisco. —Bien, entonces la suite del ático para dos personas. ¿Cuántas noches? —Nos pregunta el recepcionista poco después. —Una, de momento —respondo yo cuando Jordan voltea el rostro hacia mí. —Perfecto, serán quinientos dólares. ¿Pagará en efectivo o con tarjeta de crédito? —Tarjeta. —Jordan le entrega la suya, la cual ya tenía en su mano. —Efectivo. —Me apresuro a decir mientras coloco el bolso sobre el mostrador y saco el dinero para dejarlo encima de su tarjeta. —Wendy, por favor. —No, Jordan, ha sido idea mía lo del viaje. —Sí, pero ha sido mía lo de venir aquí. —Touché. —Ladeo la cabeza y dejo de insistir, imagino que en algún momento le preguntaré de dónde saca él tanto dinero. Me sonríe y mete los billetes de vuelta en mi monedero. Subimos a la suite y la verdad es que después de ver nuestro ático, poco me sorprende ya el lujo… Aunque he de reconocer que la habitación tiene unas vistas espectaculares de Las Vegas. Da directamente a la fuente de la entrada principal, esa tan increíble que aparece en todos los canales de viajes, y a la calle Strip en general. Frente a nosotros se encuentra el hotel París, con la increíble Torre Eiffel tan característica que conozco y recuerdo muy bien. —Deberíamos dormir un rato —comenta Jordan pasando de la zona del salón a la habitación. —Sí —le sigo caminando por encima de una enorme alfombra—, estarás muerto de conducir tantas horas. —Bueno, me gusta conducir, aunque la verdad es que no me vendría mal un descanso. —Sonríe antes de frotarse los ojos. Nos acercamos a la cama, cada uno por un lado, y sin dejar de mirarnos nos quitamos la ropa como si lo hubiésemos hecho muchas veces antes. Me sonrojo cuando se baja los vaqueros y se queda con esos bóxers que remarcan a la perfección lo que esconden, él solo sonríe al ver hacia donde miro y abre la cama para meterse dentro. Dejo caer mi vestido, quedándome solo con el tanga y el sujetador, y me tumbo a su lado, nos miramos unos segundos sin decir nada, hasta que mi teléfono vuelve a sonar. —Joder, que pesadilla. —Me giro para cogerlo y apagarlo sin abrir ninguno de los nuevos mensajes. —Es normal, tu hermano estará muy preocupado. —Que se joda —espeto de mala leche a la vez que me acerco un poco más a él. Sonríe imitándome y, cuando creo que va a besarme, eleva la cabeza y sus labios se posan sobre mi frente de forma cariñosa. —Date la vuelta —pide con suavidad. Hago lo que me manda y giro sobre el inmenso colchón de dos metros, siento su cuerpo pegarse al mío por detrás y su brazo rodear mi cintura. —Descansa, muñeca, será un día largo. JOSH —¿¡Por qué coño no coge el puto teléfono!? —grito lanzándolo por quinta vez contra el sofá. Todos se han ido hace un rato y ya son las cinco de la mañana, he estado mandándole mensajes, pero no ha respondido a ninguno y no ha vuelto aún. Su hermano tampoco ha dejado de llamarla, obteniendo el mismo éxito que yo, o lo que es lo mismo, ninguno. —Cómo ese hijo de puta le haya hecho algo, juro que le mataré — mascullo y salgo al balcón para asomarme y que el frescor de la mañana me despeje un poco las ideas. —Joder, tío. —Rick me sigue y se apoya en la barandilla a mi lado—. ¿Desde cuándo te preocupas tanto por mi hermana? —Desde siempre. —Evito su mirada y ladeo la cabeza para que no pueda ver cómo cierro los ojos con la esperanza de relajarme de pronto y que no note nada extraño, a pesar de que lleve toda la noche con los nervios de punta. —Eso es mentira. Si no fuera porque sé que es imposible, pensaría que estás enamorado de ella. —Ríe como si nada, realmente convencido de que eso es imposible. ¿Lo es? Tiene que serlo. —No digas gilipolleces —contesto con una risa seca y sarcástica. —¿Dónde estará metida? —murmura encendiéndose un cigarro y observando San Francisco amaneciendo. —No lo sé, tan solo espero que esté bien. Ve a descansar, yo me quedaré despierto, no tengo sueño. —No podría dormir aunque quisiera —reconoce y da una calada larga. Asiento y palmeo su hombro antes de volver al interior del salón, enciendo la televisión y la Play Station para matar el tiempo hasta que a la mocosa le dé la gana dar señales de vida. WENDY Abro los ojos por la luz que entra por las enormes ventanas y me doy cuenta de que Jordan sigue rodeándome con sus brazos. Saco la mano de la sábana para coger el teléfono, encenderlo y mirar el reloj del móvil, comprobando que son las doce la mañana, además de ver quince llamadas perdidas de mi hermano y veinticinco de Josh. ¡Veinticinco! Menudo loco. Me muevo para levantarme, pero los brazos de Jordan me aprietan cuando lo nota. —¿Dónde vas? —Voy a darme una ducha. —Intento soltarme y él realiza un sonido con la garganta mientras retira la mano y se tumba boca arriba—. Deberíamos levantarnos ya, son las doce. —De acuerdo. No tardes, yo también quiero ducharme. —Vale. Me retraso más de lo debido esperando que Jordan decida meterse conmigo en la ducha, pero no lo hace. Reconozco que me llevo una pequeña decepción y que me habría venido genial empezar el día con un poco de diversión, al fin y al cabo, para eso he venido a la ciudad del pecado, ¿no? —Hasta que por fin sales —comenta levantándose de la cama. —Lo siento, se está muy bien ahí dentro. —Ah, ¿sí? —Camina descalzo hasta mí y tengo la necesidad de ir elevando la cabeza a medida que se acerca para poder mirarle a los ojos—. ¿Quieres meterte otra vez? —Acaricia mi mejilla con su pulgar y retira el pelo mojado de mi cara—. Conmigo. —A eso es a lo que estaba esperando —confieso sosteniéndole la mirada. —¿A qué? —A que entraras para ducharte conmigo. Se acerca despacio con una sonrisa traviesa y la otra mano en mi cintura. Cuando su boca está a punto de toca la mía, gira mi cara y roza mi oreja con los labios, produciendo un intenso estremecimiento por mi parte. —La próxima vez, pídemelo. * Después de comer en el restaurante de la terraza del hotel, vamos a ver el espectáculo de fuentes del Bellagio, es increíble ver cómo el agua sube, baja, gira, se esconde y vuelve a aparecer al ritmo de la música. —¿Quieres que te haga una foto? —pregunta cuando ve mi mirada emocionada. —¡Sí! —A ver, colócate ahí para que se vea el hotel y las fuentes de fondo — indica y yo le obedezco antes de que levante la cámara de su móvil hacia mí, pero le hago un gesto para que espere. —Ven, ponte conmigo, así tendremos una foto juntos. Sonríe y asiente mientras se acerca hasta mí. Cuando termina el espectáculo, caminamos por la ciudad entrando en tiendas y parándonos en cada rincón para hacernos más fotos, saludad a las personas que encontramos disfrazadas de personajes televisivos y probarnos gorras de diferentes equipos de beisbol. A las seis de la tarde, y después de un día increíble en el que hemos tenido que comprar algo de ropa —ya que yo seguía vestida con ese minúsculo vestido rojo—, Jordan me dice que tiene una sorpresa para mí, así que cogemos el coche y conduce durante unos minutos. Cuando lo detiene de nuevo, me pone un pañuelo alrededor de los ojos y me coge de la mano para guiarme. —¿Dónde vamos? Joder, estoy nerviosa. —Relájate, muñeca. —Ríe—. Te va a gustar, solo unos pasos más… Vale, ya puedes quitártelo. Él mismo lo hace por mí, dejando caer la venda improvisada al suelo. Necesito pestañear varias veces para acostumbrarme a la luz. —¿¡En serio!? —Oh, Dios, no me lo creo. —¿Te atreves? —¿¡Que si me atrevo!? ¡Joder, vamos! Me ha traído nada más y nada menos que a un jodido circuito de Nascar. ¡Nascar! Dos coches increíbles están frente a nosotros con sus respectivos equipamientos. Siempre había querido probar esto, cuando estaba en París y veía los deportivos y los coches potentes que hay por varias zonas de la ciudad como atracción turística, siempre quería meterme en uno, robarlo y desaparecer por la autopista con la policía pisándome los talones. No estoy loca, solo me gustan las emociones fuertes. Dos hombres nos ayudan a colocarnos las protecciones mientras nos dan indicaciones sobre el funcionamiento. Me preguntan si alguna vez he conducido un coche de estos y les digo que no, pero que aprendo rápido, que con sus indicaciones bastará. —¿Estas segura? —Me pregunta Jordan desde la ventanilla de su coche. —¿Es que tienes miedo de que una chica te dé una paliza? —Sonrío con malicia, todo mi cuerpo chorrea adrenalina. —Adelante. —Ríe en dirección al hombre que maneja el circuito. El señor hace una señal y los semáforos nos dan la luz de salida. Acelero pasando a Jordan y conduzco gritando como una loca por la emoción, la voz del entrenador me llega a través de los auriculares que me han colocado, pide que vaya más despacio, pero no obedezco, esto es demasiado como para perderme un solo segundo de subidón. Entonces, noto cómo el coche patina ligeramente y me veo obligada a apretar tanto el volante que los dedos me arden. —¡No, joder! —exclamo con rabia por verme obligada a frenar. Jordan aprovecha para adelantarme, intento remontar y vuelvo a acelerar ignorando la estridente voz que me está taladrando los oídos, así que me quito los cascos y los tiro al asiento del copiloto. Piso a tope el pedal y me coloco casi a la altura de mi oponente, pero finalmente pasa la meta un segundo antes que yo. Sin embargo, me da igual haber perdido una carrera, porque este momento de adrenalina que acaba de regalarme no podré olvidarlo nunca. Me bajo del coche dando saltos y gritando excitada por la velocidad que todavía siento correr por mi venas. Tanto, que corro hasta él y salto sobre su cuello dándole un beso en los labios sin pensarlo dos veces, él me lo devuelve, pero me separa con suavidad y con una sonrisa. Mierda. JOSH —Tío, esto ya no me gusta. —Vuelvo a salir al balcón para asomarme, habiendo perdido la cuenta de las veces que he hecho esto mismo a lo largo de la noche y del puto día—. Deberíamos llamar a la policía. —Joder. —Sale conmigo, pero no se molesta en asomarse, solo se apoya en la barandilla y echa la cabeza hacia atrás—. Como no le haya pasado nada, juro que estará encerrada hasta que acabe la universidad. —Eso ya te lo digo yo. —Asiento con la cabeza y me muerdo la lengua para no hacer más comentario que levanten las sospechas de mi amigo—. Si no te encargas tú, ya lo haré yo. De pronto su teléfono suena y por su expresión sé que es ella, entra en el salón y yo tras él, pegando la oreja para escuchar. —¡Wendy! ¿Estás bien?… ¿Qué coño dices?… ¿Dónde? —¡Pon el puto altavoz! —grito quitándole el móvil para ponerlo yo mismo. —Que estoy en Las Vegas. —La escucho decir tras pulsar en la pantalla. —¿¡Qué haces en Las Vegas!? —Rick está cada vez más enfadado y yo necesito sujetarme en el respaldo del sofá por cómo los músculos de los brazos comienzan a temblarme. —Pues pasármelo bien, hermanito. —Ríe con alguien por detrás— ¡Para! —¿Con quién estas? —pregunto entre dientes con la mandíbula tensionada. —Con Jordan, volveremos el domingo. —¡Vuelves ya! —ordena su hermano con un grito autoritario. —Tengo que colgar, Ricky, nos vemos el domingo. —¡Wendy! ¡cómo no vuelvas hoy mismo, juro por Dios que voy a buscarte! —Bueno, mañana voy, ¿vale? Tengo que colgar, te quiero. Mi amigo abre la boca para responder, pero ella cuelga el teléfono antes. La mano de Rick tiembla con el móvil aún en las manos, su cuerpo refleja la misma mala hostia que tengo yo en este momento; levanta la mirada hacia mí y no necesitamos intercambiar ni una sola palabra. Nos ponemos una cazadora cada uno y cogemos la llave de nuestros coches para bajar al garaje. WENDY Ya son las ocho de la tarde así que decido que es hora llamar a mi hermano porque es capaz de avisar a la policía. Tenía pensado volver mañana, aunque le he dicho que vuelvo el domingo para ver si cuela, pero no. Solo espero que no se les ocurra presentarse aquí. —Esta noche iremos al casino, ¿no? —Le pregunto cuando entramos en el ascensor del hotel. —Hombre, por algo he sacado mil pavos más. —Ríe palmeando el bolsillo delantero de sus pantalones vaqueros. —Sobre eso… —Me muerdo el labio sin saber cómo preguntárselo sin sonar muy directa. —Quieres saber de dónde saco tanta pasta, ¿verdad? —Pues sí… si no es mucho preguntar. —Sonrío inocentemente y me encamino hacia el pasillo cuando las puertas se abren. —Mi padre tiene una cadena de limusinas, nunca nos ha faltado nada. — Se encoge de hombros con naturalidad. —Mira tú por dónde, nunca lo hubiese imaginado. Me guiña un ojo e introduce la tarjeta rectangular en la ranura de la puerta de nuestra suite, espera a que la luz se ponga verde y se hace a un lado para dejarme pasar. —Aún eres menor así que no te dejarán entrar en el casino así vestida — dice señalando los pantalones y la camiseta que me compré esta tarde. —¿Eso quiere decir que me quedaré con las ganas? —Agacho la cabeza decepcionada, ya casi podía verme ganando una partida al blackjack. —Bueno, tienes tres opciones —indica caminando lentamente hacia mí —: Quedarte con las ganas, esperar a cumplir los veintiuno o… —Abre la puerta corredera del armario empotrado y saca una bolsa de plástico blanco, yo me cubro medio rostro emocionada y atenta, hasta que saca la percha por debajo y deja a la vista un impresionante vestido dorado, lleno de lentejuelas y con un escote tan grande que ni Josh aprobaría—. Ponerte esto. —¿De dónde lo has sacado? —Se lo quito de las manos, atónita por lo bonito que es. —Lo compré esta mañana mientras mirabas embobada el espectáculo de las fuentes. Ni siquiera te diste cuenta de que me había ido. —¿Crees que con esto me dejarán entrar? —Pego el vestido a mi cuerpo y me miro al espejo. —Sí, con eso y con una buena propina. ¿Qué te parece si bajamos a cenar y después te lo pones y lo intentamos? —Me parece perfecto —digo con una sonrisa. * Mi cabello recién rizado cae a sobre mis hombros desprovistos de tela, me he maquillado más de lo habitual para intentar parecer un poco más mayor, aunque lo que parezco es otra cosa. También me he puesto el vestido, con el cual no puedo llevar sujetador ya que se vería por delante y por detrás, y los tacones negros que traía ayer. Dios, voy embutida aquí dentro. —Joder, Wendy. —Jordan me mira de arriba abajo cuando salgo del baño—. No creo ni que haga falta la propina. —Tú tampoco estas nada mal —advierto con una sonrisa. La verdad es que el traje que se ha comprado le queda… Está muy sexy. —Las señoritas primero —dice haciéndose a un lado para dejarme entrar en el ascensor. —Muchas gracias, caballero. —Sujeto el bolso de mano que estrené ayer, y me apoyo en el espejo tras volver a mirarme una vez más. —Espero no tener que pelearme con nadie esta noche a cuenta de este vestido. —Calla, bobo. —Le doy un empujón y él tira de mí para pegarme a su cuerpo. —No bromeo, muñeca. —¿Estás ligando conmigo? —Levanto la barbilla para poder estar un poco más a su altura. —No he dejado de hacerlo —susurra cerca de mi boca justo cuando las puertas se abren. Bajamos las escaleras al casino y, tal y como Jordan había predicho, el portero me mira de arriba abajo y me deja entrar con una sonrisa. “Te lo dije”, murmura en mi oreja. —¿Qué quieres tomar? —inquiere cuando encontramos dos sitios libres en la ruleta. —Tequila. —¿En serio? —Sonríe y eleva una ceja. —Sí. —Bien. Me deja jugando y vuelve a los pocos minutos con dos chupitos bien cargados, además de un platito con rodajas de limón, y un salero igual de lujoso que todo lo que nos rodea. —¿También vas a beber tequila? —Claro. Tendré que acompañar a mi sexy profe de francés. —Très courtois de vous. (Muy caballeroso de tu parte). —Dios… —Se muerde el labio sin más comentarios. Seguimos bebiendo y jugando hasta que ya me he gastado casi todo el dinero y Jordan, en cambio, ha duplicado su parte. Un par de tíos han intentado ligar conmigo, pero cuando él se ha puesto de pie y han visto que les sacaba una cabeza, se han dado la vuelta sin añadir nada más. Seguramente Josh habría actuado de un modo más agresivo, tiene esa vena impulsiva que nubla su mente y no le deja pensar con claridad. —Eres muy bueno en esto —comento cuando, a las dos de la madrugada, salimos del ascensor casi balanceándonos por nuestro estado de embriaguez. —Ya te dije que no había nada que se me diera mal —recuerda poniendo sus manos en mi cintura y acercándose peligrosamente a mí. —¿Nada… de nada? —Camino despacio hacia delante y él lo hace hacia atrás hasta que su espalda choca con la puerta de la habitación. —Nada de nada. La abre y sigue andando marcha atrás sin dejar de relamerse mientras me recorre con la mirada, lleva toda la noche haciéndolo, aunque su mirada ahora es mucho más lujuriosa. —Me gustaría comprobarlo. —Muerdo mi labio mientras cierro tras de mí.. —Mmm, curiosa. Me gusta. —Su tono de voz es bajo, serio, como si con tan solo eso pudiese crear una atmosfera íntima a nuestro alrededor. Paso los dedos por la parte superior del vestido y, sin parar de mirarle, bajo los tirantes por mis brazos de modo que el vestido cae a mi alrededor. Observa mi cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en mis pechos que ahora están al descubierto. —Ven aquí. —Me hace un gesto con los dedos. Me acerco mientras se quita la camisa y se desabrocha los pantalones. Cuando me detengo frente a él, lleva las manos a mis brazos y sube despacio, acariciándolos con la yema de los dedos. Tiro de su cinturón para acercarle más y él sonríe, agachando la cabeza para poder besarme. Sabe a tequila y a limón, y huele a esa colonia tan fuerte que me excita y a la vez me aturde. Sus manos me acarician sobre el sofá en el que acabamos de sentarnos, hasta que algunos minutos más tarde un ruido fuerte nos hace reaccionar, viene de la puerta. Están intentando derribar la jodida puerta. JOSH —Con lo malditamente caprichosa que es estoy seguro de que estará en el Wynn o en el Bellagio —hablo con Rick por el manos libres ya que cada uno hemos cogido nuestro coche, estamos demasiado nerviosos como para dejar que conduzca el otro y, además, la velocidad me relaja. Si es que eso es posible ahora mismo. —Estoy de acuerdo, yo iré al primero y tu ve al Bellagio, si la encuentras me llamas inmediatamente. —Y tú igual —digo antes de colgar. Me abro paso entre los coches que se arremolinan en la calle principal de Las Vegas, sin dejarme impresionar por todas las luces y el espectáculo que ya he observado en diversas ocasiones. La ciudad del pecado, já, cualquier ciudad es buena para ser un pecador. Detengo mi BMW en la puerta del hotel y le doy quince pavos al aparcacoches, entro en recepción y, a pesar de ser casi las tres de la madrugada, hay tanta gente como a las tres de la tarde. —Estoy buscando a esta chica. —Me acerco al recepcionista, que no tendrá más de veintiún años, y le muestro una foto de Wendy. —Lo siento, caballero, pero no puedo darle esa información. —Mira, niñato. —Me inclino en el mostrador y agarro su corbata en un puño—. Llevo más de siete horas conduciendo así que no estoy para tonterías. Esta chica es menor y está aquí sin el consentimiento de sus padres, así que una de dos, o me dices a mí donde está y nos evitamos más rollos, o se lo cuentas a la policía. Aunque dudo que ellos vayan a ser tan amables como yo. —De-de acuerdo —tartamudea—. Está en la suite del ático con otro caballero. —Gracias —digo soltándole y colocándole bien la corbata. Entro en el ascensor y maldigo por que sea tan lento mientras busco el número de Rick para llamarlo y contarle que he encontrado a Wendy. —Está aquí, suite del ático —hablo deprisa—. Estoy subiendo. —Espérame, ahora mismo voy. —No, no te pienso esperar. Le cuelgo sin escuchar sus advertencias y salgo del ascensor, busco la puerta y camino hasta ella con decisión y una furia incontrolada. Tomo aire profundamente dos veces y toco con suavidad, intentando no perder la paciencia, pero no responde nadie, así que vuelvo a tocar, obteniendo la misma respuesta. Insisto, pero continúan ignorándome y mi paciencia acaba de desbordarse por los costados igual que la mantequilla derretida. Empiezo a aporrearla con fuerza, tanto que si no abren lo más probable es que la eche abajo. Sin embargo, eso no sucede porque segundos después la manilla gira y ese cabrón con el que Wendy ha decidido fugarse aparece delante de mí. Solo lleva puestos unos bóxer negros y tiene pintalabios rojo por todo el cuello y la boca, inspiro profundamente y le doy un fuerte empujón para que se aparte y poder adentrarme en la suite. Por supuesto, no iban a alojarse en un motel. —¿Dónde está? —Miro en todas direcciones llenándome de autocontrol. —Cálmate, colega. No voy a dejar que la veas en ese estado —señala el maldito borracho que huele a tequila de aquí a San Francisco. —¡Te he preguntado dónde cojones esta! —Sin pensarlo ni perder más el tiempo, lo agarro del cuello y presiono mis dedos alrededor de su garganta, no me preocupa que sea más alto que yo. —¡Suéltale! —Wendy aparece por la puerta de la habitación con la camiseta al revés y el pelo alborotado. Sin mencionar su pintalabios rojo todo corrido. Me giro de nuevo hacia el cadáver que tengo entre mis dedos y sigo apretando, puedo notar ese calor ardiente que sube por mi pecho, recorre mi espalda y se instala en mis brazos y en mi cabeza, impidiéndome racionar o reaccionar. Y aprieto más. Intenta liberarse, pero yo soy más fuerte. —¡Suéltale, Josh! —grita Wendy dándome puñetazos en el brazo y tirando de mí. No soy capaz de parar, apenas escucho su voz a pesar de estar gritando en mi oído. La imagen de ellos dos revolcándose en la cama cruza por mi cabeza una y otra vez, me repito a mí mismo que ese no es mi jodido problema, que ella no es para mí, que es la misma mocosa de hace cuatro años, esa a la que no soportaba. Y en cierto modo sigo sin soportarla, pero solo por desearla tanto. Unos brazos tiran entonces con fuerza de mi cuerpo, me rodean por el pecho y tardan unos segundos en conseguir que retroceda y los sonidos regresen a mi cabeza. —Hermano, ya basta, tranquilízate. —Rick sujeta mi rostro con las manos y me obliga a mirarle. —Déjame. —Doy un tirón para separarme y fulmino a Wendy con la mirada, odiándola ahora mismo por ser la responsable de que me odie a mí mismo. Empujo a mi amigo para que me suelte del todo, y salgo de la habitación y del hotel, choco con varias personas, pero no me detengo hasta estar sentado sobre el asiento de mi coche; la planta de mi pie pisa el pedal y acelero. Acelero sin control hasta que los coches a mi alrededor son solo puntos. WENDY Josh sale hecho una furia por la puerta, nunca le había visto tan enfadado, jamás, ni siquiera con Connor. No soy capaz de decir nada, así que tan solo miro a mi hermano, el cual se encuentra en medio de una lucha interna para no perder los papeles del mismo modo que su amigo ha hecho. Bueno, los ha perdido, hecho añicos y echado directamente al puto fuego. Jordan se frota el cuello mientras permanece ahí de pie, aturdido y creo que desconcertado. —Vámonos. Me sobresalto al escuchar la voz de mi hermano en medio de tal repentino silencio. —Rick… —Wendy. Nos vamos. —Su voz es firme, más que nunca. Sale de la habitación y escucho cómo llama al ascensor, dando por hecho que voy a seguirle. Corro a la habitación y cojo mis cosas, las dejo sobre el sofá y me acerco a Jordan esperando que me dé tiempo a disculparme por haberle arrastrado a esta locura de viaje. —¿Estás bien? —Acaricio su mejilla observando su cuello. —Sí, no te preocupes. Ve, hablamos mañana. —Lo siento mucho, Jordan… No esperaba que ellos vinieran. Alza la vista por encima de mis hombros sin responder, así que volteo la cabeza y veo a mi hermano de nuevo en la puerta, dirigiéndome tal mirada que sé que debo irme ya. —Gracias por todo —murmuro antes de salir por la puerta, él solo me dedica una pequeña sonrisa y un asentimiento de cabeza. * Cuando aparcamos en el garaje, el coche de Josh ya está en su sitio. Hemos hecho las siete horas de viaje en completo silencio y, a pesar de estar muerta de sueño y mareada por el alcohol, no me he dormido. Son las diez de la mañana y soy consciente de que los dos han hecho catorce horas de viaje prácticamente seguidas para venir a buscarme, y ahora mismo me siento como una puta mierda. De acuerdo, haberme marchado de esa forma no ha sido lo más correcto, pero por Dios, no he matado a nadie y ya no tengo catorce años para que tengan que venir corriendo a rescatarme. Entiendo que no ha sido lo más adecuado el haber ignorado sus llamadas y mensajes durante tantas horas, pero no me parece motivo para que hayan venido a buscarme. Camino por el pasillo con la intención de encerrarme en mi habitación, al pasar por la de Josh, la puerta está cerrada y no se escucha nada, así que imagino que estará dormido. —Wendy. —La voz de mi hermano me frena en seco—. Desde ahora hasta que yo te lo diga no saldrás de casa más que para ir a clase. Si quieres salir para hacer algo que no sea eso, lo harás conmigo o con Josh. ¿Lo has entendido? —Sí —contesto sin darme la vuelta, y permanezco inmóvil hasta que escucho sus pisadas alejarse. Mierda, la he cagado pero bien, joder. 8. ¿QUIÉN SE APUNTA A UNA BARBACOA? JOSH Llego a casa en menos de cinco horas. El viaje y la velocidad han conseguido relajarme un poco, pero aún sigo furioso con esa maldita mocosa, con ella y conmigo mismo por no ser capaz de dejar que se acueste con quien le dé la gana, que es básicamente lo que hago yo. No entiendo lo que me está pasando con ella y encima no puedo contárselo a nadie, ¿podrían las cosas ponerse peor? Nunca me había encontrado tan perdido. Unas voces en el pasillo son las encargadas de despertarme al día siguiente. Miro el reloj y veo que son las seis de la tarde, me vuelvo sobre la cama y restriego mis ojos mientras me levanto sin mucho entusiasmo. Después de lo de ayer, hoy será un día interesante, Wendy es completamente imprevisible, tan pronto está de buen humor como tiene la escopeta cargada para escupirme todo lo que se le pasa por la cabeza. Tras ponerme unos pantalones cortos y una gorra de Los Ángeles con la visera hacía atrás para cubrir el revoltijo de pelo que me ha dejado la desesperación por la niñata esta, me asomo por la puerta y me encuentro a la susodicho y a Rick discutiendo a gritos. —¡Joder, Rick! ¡No puedes controlar toda mi puta vida! —Hace aspavientos con las manos y le fulmina con la mirada. —Ponme a prueba —espeta él con voz desafiante. —¡Hace días que no le veo! —¿A quién? —intervengo con curiosidad al ver la escena, pero no comprender de quién habla, aunque no tengo duda de que el nombre será masculino. Si no, Rick no se lo prohibiría. —¡A tu madre! —grita ella mirándome solo de reojo. —Oye, niña, conmigo te relajas. —Levanto una mano en su dirección, estoy demasiado cansado para sus gilipolleces—. Si anoche te jodimos el polvo y estás cachonda, te jodes. No veo venir el puñetazo que Rick me lanza de repente, tensa la mandíbula aún más y me pide en silencio que no empeore las cosas y, obvio, no hable así a su hermana. Sé que solo ha sido un golpe de advertencia porque no me ha dolido apenas, aunque no me apetece que lo repita, la verdad, he captado el mensaje. —Merecido —asumo frotándome la mandíbula mientras asiento con la cabeza—. Lo siento. —No vas a salir con Connor ni con Jordan ni con nadie —continúa él. —¿¡Connor!? ¿Es que eres incapaz de no…? —Cierro la boca ante la nueva mirada de advertencia de mi amigo. —¡No te metas en esto, joder! ¿¡A ti qué coño te importa con quien me acueste y con quien no!? —Tienes razón, no me importa una mierda. Sostengo su mirada un par de segundos y, sin que conteste ni darle tiempo a hacerlo, me doy la vuelta y subo las escaleras del gimnasio de dos en dos. No me molesto por colocarme las vendas en los nudillos, tan solo comienzo a atizar el saco de boxeo como si fuera la cara de… mierda, como si fuera mi propia cara. Es lo que merezco por ser tan gilipollas. WENDY Me despierto a las cinco por el sonido de mi móvil, el cual tardo varios segundos en encontrar después de girar sobre mí misma sobre la cama, hallándolo bajo una de las almohadas. 5.04pm Connor ¿Qué tal estás, preciosa? Hace días que no nos vemos, te echo de menos. 5.06pm Yo Yo también a ti… Siento lo que pasó en la fiesta, aunque creo que te pasaste con Josh. 5.07pm Connor Lo sé y lo siento. Pero no soporto que ese cabrón este todo el tiempo entre nosotros. ¿Te apetece que nos veamos? 5.07pm Yo Sí que me apetece, pero creo que no podré salir de casa de por vida. He metido la pata bastante… 5.07pm Connor ¿Qué has hecho? 5.08pm Yo Fugarme a Las Vegas. Con Jordan… 5.08pm Connor Mierda, Wendy… 5.08pm Yo Lo sé. Intentaré convencer a mi hermano para que me deje salir, pero lo dudo… Te aviso si puedo. 5.09pm Connor Espero que sí, echo de menos tus besos. Después de discutir a gritos con mi hermano, veo cómo Josh sube las escaleras hacia el gimnasio y Rick se mete en su habitación, no sin antes lanzarme una mirada de advertencia. Reprimo un grito furioso y regreso a mi dormitorio dando grandes zancadas, cojo el móvil de encima de la cama y no me queda más remedio que decirle a Connor que tal vez otro día, hoy será imposible. Decido sentarme en el sofá de mi dormitorio para estudiar un rato y adelantar algunos apuntes atrasados. Menos mal que tengo a Tiff, de lo contrario no sé lo que haría. Tras un rato, voy a comenzar con un nuevo tema cuando me entra hambre, así que se me ocurre ir a la cocina a por algo de comer, viendo de reojo a Josh y a mi hermano en el salón. —Wendy, cena algo y vístete —pide Rick sin mirarme. —¿Para qué? —Te vienes con nosotros. —Venga, tío, no me jodas. —Josh gruñe y le tira un cojín antes de lanzarle una mirada significativa. —No me jodas tú a mí. ¿Qué quieres, que se quede sola en casa para encontrarnos a algún retrasado con ella cuando volvamos? JOSH No, definitivamente eso es lo que menos quiero, aunque he decidido que ya no va a importarme. Como si eso se pudiera decidir. Yo sí. Me limito a resoplar y a darle otro trago a mi refresco, esta noche tendré que correr con Jackson, de nuevo, así que más me vale estar completamente lúcido. Le tengo unas ganas a ese cabrón… aunque preferiría que fuera su hermano, pero ese maricón no corre, solo pelea, y no veo la hora de que le toque conmigo. El tema de las peleas es algo bastante delicado, no todo el mundo puede acceder y solo se hace mediante invitación de alguno de los miembros. Por supuesto, no es nada reglado ni legar, aunque tampoco es como si darse de hostias fuese el mayor de los delitos, que por otro lado sí tiene su penalización. Sin embargo, Wiston, el organizador, se encarga de que todo se mantenga oculto y no entre nadie que no venga acompañado por algún peleador. Como ya dije, no me urge el dinero, pero es uno de mis negocios más estables y favorecedores para descargar todos mis demonios. Estamos esperando a que Wendy salga de su habitación para marcharnos, pero ya se está haciendo tarde, si no llegamos a tiempo, otro mamón cogerá mi puesto y Jackson dirá que me he rajado. —Me cago en la puta, ¿has visto la hora que es? —maldigo mirando a Rick. —¡Wendy! —Le grita él por quinta vez. —¡Ya voy, joder! —exclama entonces apareciendo por el pasillo tan tranquila. Esta se ha propuesto jodernos, cómo si lo viera; y de hecho, puedo verlo cuando llega con una mini falda vaquera tan corta que no sabría describirla, unas medias de rejilla por debajo y unas botas altas. La parte superior de su cuerpo la ocupa simplemente una camiseta cuyas mangas largas parecen haber arrancado la tela de la parte inferior, ya que lleva el ombligo más que al aire. El pelo lo lleva suelto en unos ligeros tirabuzones que adornan su preciosas y sonrojadas mejillas, a juego ahora con los labios rojos. Que me maten si todo mi cuerpo no siente el impulso de sujetarla por las caderas y arrastrarla hasta la habitación para perderme dentro de ella. —Vete a cambiarte. —Rick respira y cierra los ojos para hablar calmado. —¿Por qué? Así es cómo se va a esos sitios. —¿Dónde has visto tú que se vaya así? —pregunta él señalando su atuendo. —En las pelis de carreras, obviamente. —Pone los ojos en blanco y hace una señal con la mano como si acabase de decir la cosa más obvia del mundo. —Vete a cambiarte, no te lo repetiré. —No. —Se cruza de brazos—. Ya que me arrastras contigo, tendrás que arrastrarme como a mí me dé la gana. Además, ya llegamos tarde, ¿no? — Sonríe con malicia y levanta la barbilla. —Maldita sea, no te separes de nosotros. Los tres entramos en el ascensor, Rick y yo cabreados y ella triunfante por haberse salido con la suya. Se pensará que soy gilipollas y que no sé que se ha vestido así porque el otro cabrón estará allí, lo lleva claro si piensa que va a poder escaparse con él. Con una fuga por semana es más que suficiente, joder. Se sube con su hermano en el coche y yo les sigo con el mío, conduciendo más rápido de lo habitual porque no puedo permitirme llegar con retraso. Sin embargo, cuando estacionamos entre los coches de nuestros amigos, comprobamos que ya todos están aquí, Jackson y Connor incluidos. Wendy se baja del coche y le ve, se sonríen y camina hacia él, pero Rick la sujeta del brazo con firmeza y el rostro serio. —Ni se te pase por la cabeza —ordena amenazante. Ella solo deja escapar una bocanada de aire y se suelta dando un tirón. Connor le guiña un ojo y saca su móvil del bolsillo delantero de sus vaqueros, a los pocos segundos el de Wendy suena y observo cómo lo desbloquea y lee el mensaje que, sospecho, ese cabrón le ha escrito. Sonríe cual colegiala y levanta la vista para mirarle antes de ponerse a escribir. Maldita sea, quiero arrancarle el móvil de las manos y estampárselo a ese idiota en la cabeza, más me vale dejar de prestar atención a ambos y centrarme en lo importante hoy. Jenna y Vicky se bajan de su descapotable blanco y caminan hacia nosotros, le dan un beso a Rick, bajo la mueca de asco de Wendy, y después vienen hacia mí. Ella me mira, expectante y descarada, mis ojos sostienen los suyos hasta que Jenna rompe el contacto visual. —Hola, guapo. Sonrío de forma traviesa a ambas y paso las manos por detrás para sujetarlas por el trasero, las acerco a mi cadera y ellas sueltan un pequeño gemido. Vicky se acerca a mi boca y la beso unos segundos antes de hacer lo propio con su hermana gemela, a la que también le meto la lengua bajo la mirada furiosa de la mocosa, gesto que me la pone aún más dura. —Nene, tienes ganas hoy, eh —ronronea Jenna en mi oreja—. Estas de enhorabuena porque estreno lencería. —Eso es algo que tendré que comprobar por mí mismo. —Le guiño un ojo y vuelvo a besarla. WENDY ¿Mi hermano se ha empeñado en fastidiarme la noche? Muy bien, a ver quién jode a quien. Puede que suene como una niña malcriada, pero es que no entiendo por qué tengo que acompañarles a las carreras, comprendo que no quiera que salga con ningún chico después de lo que hice, pero no por eso voy a ser su perrito para que me pasee con él. Tras dedicarle una mirada odiosa a Rick, entro en mi dormitorio de nuevo y cojo mi teléfono. 8.39pm Yo Mi hermano me obliga a ir a las carreras esta noche para no dejarme sola. ¿Irás? 8.40pm Connor Claro, preciosa, nos vemos allí. Sonrío ante su rápida respuesta y me apresuro a buscar en el armario lo más sexy que encuentre, en parte para poner de los nervios a mí hermano, en otra para poner aún más a Connor, y en la mayor parte para ver la reacción de Josh. Sí, lo sé, entre nosotros no va a volver a pasar nada, pero me da igual, sé que me desea y que la reacción que tuvo en Las Vegas no fue simplemente porque Jordan sea mayor que yo, a Josh le pasa algo más, y pienso provocarle hasta que no le quede más remedio que confesarlo. Cuando llegamos a la zona poblada únicamente por coches, busco a Connor con la mirada y en seguida doy con él. Está apoyado junto a quien creo que es su hermano en su coche, me sonríe al verme, y se muerde el labio mientras dibuja un silbido con los labios y sus ojos me recorren de arriba abajo. Intento ir hacia él de forma involuntaria, pero mi hermano me sujeta, haciendo honor a lo pesado que es. Connor me guiña el ojo y saca su móvil. 9.45pm Connor Esta noche estás que te sales. 9.45pm Yo Gracias, tonto. ¿El que está a tu lado es tu hermano? 9.45pm Connor Sí, corre contra el idiota de Josh. 9.45pm Yo ¿Y tú corres? 9.46pm Connor No, peleo. Y estoy dispuesto a pelear con quien sea por acabar la noche contigo. 9.46pm Yo Pues suerte con eso, creo que va a ser imposible. 9.46pm Connor Algo se nos ocurrirá. Voy a escribirle de nuevo cuando los clones aparecen en un descapotable blanco, se bajan y contonean las caderas bajo unos cortos pantalones hasta que llegan donde nosotros nos encontramos. Van derechas hacia mi hermano, al cual besan de forma asquerosa, y después se dirigen a Josh. Sus ojos sostienen mi mirada cuando lo observo sin disimular, quiero ver su reacción, ¿será capaz de besarlas delante de mí como si nada? El estómago me da un vuelco cuando, no solo las besa, sino que sujeta el trasero de ambas con sus manos y las acerca a su cuerpo de un modo más que lujurioso. Intercambian algunas palabras hasta que la expresión de él cambia al ver que Jackson se levanta del capó de su coche y camina hacia él. —Es la hora, Phoenix. —Señala con la cabeza la improvisada pista de carreras y luego sonríe alternando la vista hacia mí—. Por cierto, estás muy buena, cuñadita —dice guiñándome un ojo. Me sonrojo al momento por el inesperado comentario, eso significa que Connor le ha hablado de mí. No sé para donde mirar, así que me doy la vuelta a tiempo de ver cómo Josh se adelanta varios pasos con el rostro serio. Temo que vaya a decirle algo y la situación se descontrole por un maldito comentario, pero mi hermano y Jay colocan una mano en su hombro y le instan a que se detenga. Sé que va a correr con un tal Jackson, así que imagino que ese será su nombre. El susodicho se ríe a carcajadas, pero Connor le dice algo ante lo que él asiente sin más y pone los ojos en blanco. —Súbete al maldito coche y corramos, que es para lo único que vales, y últimamente ni para eso, a ver si aprendes a controlar tu vehículo —espeta Josh con claro cabreo en su voz. —Cierra la boca, gilipollas, no soy yo al que le salen llamas por el tubo de escape. —Jackson ríe de nuevo junto con el resto de sus amigos, los cuales aplauden antes algo que yo no he entendido; todos a excepción de Connor, que cambia de expresión y se lamenta en voz baja. Lo que pasa a continuación sucede en cuestión de segundos: Jay y Rick se miran mutuamente justo cuando el otro hace ese comentario, y apartan las manos para soltar a Josh, el cual se abalanza igual que si fuese un leopardo sobre el tío que tiene delante. Le da un puñetazo en la cara y, sin dejar que se recupere, asesta otro más en la mejilla contraria. Los amigos del golpeado intervienen entonces, Connor incluido; y lo mismo hacen Jay y Tom, además de los otros dos chicos que estaban el otro día en casa. Se enzarzan en una pelea multitudinaria los unos contra los otros, Rick golpea a Connor como si llevase mucho tiempo queriendo hacerlo, y entre tantos cuerpos en movimiento diviso a Josh, el cual se encuentra sentado sobre Jackson en el suelo mientras su puño le destroza la cara. Deseo pegar un grito y que todo se detenga, que dejen de golpearse, pero la cosa empeora cuando Connor se quita a mi hermano de encima con una fuerte patada y corre hacia Josh, rodea su cuello con sus manos y tira de él para quitarlo de encima de su Jackson. Rick observa entonces a su alrededor para buscarme, y después mira detrás de mí. —¡Alice, sácala de aquí! —grita por encima de todo el estruendo. Me giro y veo a la rubia de piernas largas aproximándose decidida. —Vamos —ordena tirando de mi brazo con fuerza. —¡No me toques! ¡No pienso irme sin Josh y sin mi hermano! — Forcejeo con ella y doy un tirón para liberarme. —¡No seas estúpida! ¡Lo mejor que puedes hacer por ellos es largarte de aquí! Dudo un momento mientras observo la batalla que se acaba de formar, cómo lo puñetazos vuelan, la sangre salpica la tierra y todas las chicas gritan. ¿De qué sirve gritar en estos casos? Me ponen enferma. Tú misma querías gritar hace un momento. Cállate. Finalmente decido que Alice tiene razón, así que monto con ella en lo que imagino es su coche y arranca sin mirar atrás, derrapando en una curva y acelerando con decisión. JOSH —Cierra la boca, gilipollas, no soy yo al que le salen llamas por el tubo de escape. La sangre llega a mi cerebro igual que una manguera recién abierta y todo se nubla. Rick y Jay me sueltan, lo que interpreto como una invitación a dejarme llevar, así que estampo un puñetazo detrás de otro contra la cara de ese hijo de puta, le pego una patada en el estómago haciéndolo caer y me coloco sobre su pecho para inmovilizarle los brazos con mis rodillas y poder atizar su rostro sin parar. De repente siento un brazo alrededor de mi cuello, tirando con fuerza y haciéndome levantar. Me giro lo suficiente para ver quién es y entonces la rabia vuelve a dominarme igual que un animal salvaje. Me vuelvo una bestia. Doy un cabezazo hacia atrás, acertando de lleno en su nariz y provocando que me suelte para levantar las manos y detener la sangre, momento que aprovecho para darle un fuerte golpe en las costillas. Miro a mi alrededor y veo que ha estallado una batalla, todos se golpean entre ellos y entonces vuelvo a la realidad cuando no encuentro a Wendy. Tampoco están las gemelas ni Alice. —¡Wendy! —Le doy otro puñetazo a Connor y me giro buscándola con la mirada— ¡Wendy! —¡Se ha ido con Alice! —grita Rick, que ahora está pegando a Jackson. Se escuchan unas sirenas a lo lejos, así que tiro de él para que se levante y largarnos de aquí antes de que todos los coches se pongan en marcha y nos sea imposible escapar. Esto se va a poner muy feo y más de uno pasará la noche en el calabozo. —¡Rick, déjalo! ¡Tenemos que irnos! Tiro más fuerte de él, ya que se resiste, y salimos corriendo hacia nuestros coches, acelerando al máximo y conduciendo en la dirección contraria a todas esas lucen rojizas. WENDY —¿Qué acaba de pasar ahí? —Me llevo la mano al pecho para intentar recuperar la respiración. —Lo inevitable, joder. ¡Mi hermano es un maldito bocazas! —Da un fuerte golpe al salpicadero con esas uñas de dos centímetros. —¿Tu-Tu…? —Sí, deja de tartamudear que pareces boba. —Pone los ojos en blanco y chasquea la lengua—. Es mi hermano, y sí, Connor también. —Pero Connor… ¿Cuántos años tienes? —cuestiono desconcertada, esto no me lo habría esperado en la vida. La chica que mi hermano y Josh se tiran es hermana de los dos tíos a los que más odian. —Los mismos que él, somos mellizos —explica Alice acelerando un poco más cuando algunos coches empiezan a alcanzarnos. —¿Y por qué le ha dicho eso tu hermano a Josh? —pregunto al recordar lo de las llamas y el tubo de escape, lo que ha provocado toda esta pelea. Ella me mira de reojo con inseguridad y niega con la cabeza antes de responder. —Eso deberías preguntárselo a él. —Está bien, lo haré. Cuando nos metemos en el garaje me doy cuenta de que el descapotable de las gemelas viene detrás, cosa que ni entiendo ni me agrada. ¿Para qué coño nos han seguido? Nos son necesarias, maldita sea. —La madre que les parió, joder —se queja Vicky cuando baja y retira sus largos mechones morenos hacia atrás con dramatismo. —No digáis una puta palabra porque ya lo sé —advierte Alice mientras las cuatro caminamos hacia el ascensor. —Tenía otros planes para esta noche. —Jenna hace pucheros mientras se retoca el maquillaje en el espejo y me mira a través de él— ¿De qué te has disfrazado? —De vosotras —contesto con una sonrisa sarcástica. Alice se ríe, pero a ellas no les hace ni puta gracia. —Tienes suerte de ser la hermana de Rick, sino ya habría limpiado el suelo con tu cara. —Sospecho que ésta es la que quiso pegarme el otro día cuando la invité a marcharse de mi casa. —Me gustaría ver cómo lo intentas. —Bueno, bueno, ya vale. —La rubia se coloca entre las dos y echa a Jenna hacia atrás—. Ya hemos tenido suficientes peleas por hoy. Las puertas del ascensor se abren entonces y me doy cuenta de que no tengo llaves, mi hermano no me las ha devuelto. Genial, lo que más me apetece ahora mismo es sentarme en las escaleras y esperar junto a estas tres chicas que me caen tan bien. —No tengo llaves —comunico y me detengo frente a la puerta. —Yo sí. —Alice mete la mano entre sus pechos y saca una llave plateada. Cómo no. Entramos en el ático y ellas se tumban directamente en el sofá, como si estuvieran en su casa. Es la primera vez que estoy a solas con estas tres y no me siento nada a gusto, estoy nerviosa por saber lo que habrá pasado con mi hermano y con Josh. La situación en la que les hemos dejado no ha sido precisamente la mejor, y no voy a mentir, estoy preocupada tanto por Rick y Josh, como por Connor. Nada de esto debería haber sucedido. —¿No deberíamos llamarles? —Retuerzo mis dedos, ansiosa, y me siento junto a la rubia. —Saben arreglárselas solos —dice una réplica con indiferencia. La fulmino con la mirada y empujo sus pies al pasar por su lado para que los quite de encima de mi mesa. Puedo notar sus ojos en mi nuca, lanzándome dardos venenosos, pero se abstiene de decir una palabra. Camino hasta la cocina y me sirvo un vaso de agua, tratando de tranquilizarme y no perder los nervios, tienen que volver ya o acabaré regresando a por ellos. Y me da igual si tengo que ir sola. —¡Wendy, ven aquí! —Me llama Alice desde el salón. Doy un último trago y regreso con ellas, observando cómo las gemelas ya han cogido la marihuana del armario y se están haciendo un porro cada una. —Deberías calmarte, toma. —Alice me ofrece el que se ha hecho ella. —Gracias. —Lo acepto y le doy una calada después de dejarme caer a su lado, en el extremo del sofá más cercano a la puerta del ático. —Así que te follas a mi hermano —comenta sin apartar la vista de la película que se han puesto en la televisión. Sus palabras provocan que me atragante con el humo y empiece a toser mientras ellas se ríen. —No… yo no… —Nena, os escuche en mi casa. Gimes más alto que estas dos juntas — dice señalando a las gemelas con la cabeza. Oh, Dios, mátame. No, yo voy a matar a Connor, ¿cómo no me dijo que estaba su hermana? Se suponía que no había nadie más en casa. —No te avergüences, tonta, todas dicen que lo hace muy bien. —Pues sí, no lo hace nada mal. En ese momento la puerta se abre y los dos chicos a los que esperaba aparecen cubiertos de sangre, así que dejo el porro en el cenicero y me levanto para correr hacia ellos. —¿Estáis bien? —Sí, no te preocupes. —Mi hermano intenta sonreírme. Josh pasa por delante de todos y se va directo a su habitación sin abrir la boca, yo me siento desconcertada y estoy preocupada por su estado, así que busco la mirada de mi hermano para tratar de averiguar lo que ha pasado. —Déjalo. —Niega con la cabeza al averiguar mis intenciones de ir tras él—. Necesita estar solo un rato. Trago saliva al sentir la garganta seca y sigo a Rick cuando se mete en su dormitorio, se quita la ropa y se desnuda por completo para meterse en el baño. Me giro porque, desde luego, no quiero ver parte de su anatomía, pero no me marcho. —¿Por qué le ha dicho eso Jackson? Lo de las llamas… ¿Ha sido por eso por lo que se ha puesto así? —Déjalo ya, Wendy. No es cosa tuya —pide mientras se limpia la sangre dentro de la ducha. Tiene un labio claramente partido y los nudillos llenos de sangre, aunque no creo que sea suya. —Quiero saberlo. —Pues tendrás que preguntárselo a él. —Bien. —Me doy la vuelta para salir del baño decidida a no ser la única idiota que no entiende lo que ha pasado en ese descampado. —¡Ahora no! —grita, pero le ignoro. Camino hasta donde se encuentra una de las gemelas para quitarle el porro que tiene entre los dedos, y después me agacho para coger el mechero sobre la mesa. —Pero ¿qué coño…? —Chst. —La mando callar—. Esa marihuana es de mi hermano así que te haces otro. Entorna los ojos llena de odio y yo la ignoro, el sentimiento de desprecio que sentimos es mutuo. Camino hasta la puerta de Josh y, tras tocar tres veces y no obtener respuesta, entro. Está sentado en la cama, con la cabeza hundida en sus manos y los codos apoyados en las rodillas, las cuales tiemblan ligeramente. —Josh… —¿No te has dado por aludida cuando no te he abierto la puerta? — pregunta sin levantar la cabeza. —Lo siento… estaba preocupada. —Estoy bien, puedes irte. —No me voy a ir, Josh —aclaro mientras camino para acercarme hasta él. —¡Lárgate! —Me detengo en seco cuando levanta la cabeza, y la voz, de un modo que nunca antes había hecho. Tiene una expresión que no había visto en la vida. Sus nudillos están ensangrentados e hinchados, con algunos cortes que no tienen buna pinta; además tiene una ceja partida y sangre seca en el labio. Por no mencionar que su camiseta blanca ahora se encuentra teñida de pequeñas manchas rojas. Sin embargo, a pesar de la gravedad de su estado, lo que más me sorprende y asusta de todo son las lágrimas que caen de unos ojos más enrojecidos que al final de una noche de fiesta. —Lo-lo siento —balbuceo y dejo el porro encima de su cama antes de darme la vuelta y salir del dormitorio apresuradamente. Camino deprisa hacia el mío, tratando de aguantar las gotas que no sé por qué, se están formando en mis ojos. Cuando estoy dentro, sujeto la puerta sin mirar atrás para poder cerrarla y llorar en privado, pero algo la detiene. —Espera, perdona. —Escucho tras de mí su voz temblorosa, de un modo que tampoco había escuchado nunca. Me quedo estática, sin ser capaz de girarme hacia él. Escucho cómo cierra la puerta despacio y después me rodea con los brazos por la espalda, siento su respiración entrecortada en mi cuello y sus manos rodeando mi cintura. No sé qué hacer, no me atrevo ni a moverme, esto me ha pillado igual de por sorpresa que casi todo lo que viene de él, así que se encarga de hacerlo por mí. Desliza las manos por mi piel para que me dé la vuelta y quedar frente a él, levanto la cabeza poco a poco hasta encontrarme con sus ojos, y de nuevo una punzada de dolor me atraviesa por dentro al ver que ahora no están llenos de vida como siempre, no tienen ese brillo de diversión o de travesura que tanto me gusta. No. Sus ojos son ahora dos pozos de tristeza inundados de lágrimas. Sube su mano hasta mi rostro y acaricia mis labios sin dejar de mirarlos, la piel de mis brazos de eriza y yo solo quiero abrazarlo. —Josh, ¿qué ha pasado? Necesitas limpiar esa herida —susurro con cautela. —Estoy bien. —Niega con la cabeza y se acerca un poco más a mi cuerpo—. Solo… solo déjame hacerlo una sola vez más, por favor. —¿Qué quieres…? Posa sus labios sobre los míos sin dejarme terminar, y yo le correspondo de manera impulsiva e irremediable. Me besa de una manera desesperada, como con necesidad; como queriendo borrar todo lo que ha pasado esta noche. Aprieta mis caderas acercándome más a él, haciéndome sentir su erección inmediatamente. Me hace caminar marcha atrás sin dejar de besarme y nos mete a ambos en el cuarto de baño, con una mano cierra la puerta y sigue caminando hasta chocarnos con la mampara de la ducha, la cual abre para después empujarme dentro. —¿Josh, que…? ¡Dios! —Suelto un grito cuando siento el agua fría caer sobre nosotros. Tapa mi boca con la suya e introduce su lengua de manera salvaje. El agua se va calentando y yo también. Respondo a su beso con la misma ferocidad y sintiendo sus manos por todo mi cuerpo; levanta mis brazos para sacarme la camiseta y yo hago lo mismo con la suya, después se agacha, levanta mi falda y de un tirón me arranca las medias, rompiéndolas por completo. Yo realizo el mismo trabajo con su ropa hasta que ambos estamos desnudos. Josh se entrega por completo a mí en medio de miradas que me dicen cientos de cosas que en realidad no quiero entender, no quiero porque eso significaría asumir algo para lo que no me siento preparada. Sus manos me levantan y facilitan que este acto sexual en el que nos hemos visto envueltos contra todo pronóstico, sea completo, me penetra y un profundo jadeo se escapa entre mis labios. —Lo necesito, te necesito, Wendy —murmura con voz ronca en mi oído —. Maldita sea. —Josh… Coloca mi cuerpo contra la pared, y me sujeta con una sola mano mientras la otra la sube a mi barbilla para levantarla, obligándome a mirarle. Lo hace despacio, se toma su tiempo para mirarme fijamente y yo acaricio su boca con mis dedos para después volver a besarle. —¿Te gustan mis besos? —Le pregunto sin saber muy bien por qué. —¿Bromeas? —Da un pequeño mordisco a mi labio—. Se están convirtiendo en mi puta droga. —Gruñe y choca su boca con la mía de un modo decidido y hambriento, torturándome con movimientos que nunca antes había probado. No sé el tiempo que continuamos así, pero por la sensación que empiezo a notar, sé que no tardaré mucho en llegar. —Voy a correrme —jadeo apoyando la cabeza en la pared justo segundos antes de que la puerta del cuarto de baño suene. —¿Wen, estás ahí? Abro los ojos de par en par, nerviosa y muerta de miedo por si mi hermano nos pilla; Josh, en cambio, ni siquiera cambia de expresión, como si ahora mismo nada fuera de esta ducha le importase. —¡Sí! —grito intentando sonar normal mientras él no cesa en sus movimientos. —Oye, ¿estás bien? —¡Sí! ¡Me-me estoy duchando! —Sujeto el rostro de Josh para que reaccione, ya que parece perdido únicamente dentro de mí—. Nos va a pillar —susurro clavando mis ojos en los suyos. —Me da igual, todo me da igual menos tú —confiesa entonces. Sacude ligeramente la cabeza cuando ve que eso no me lo esperaba, y a continuación la esconde en el hueco de mi cuello justo antes de empotrarme contra la pared con fuerza, como si estuviese cabreado consigo mismo por haberse mostrado tan vulnerable ante mí. Un gemido incontrolable se escapa entonces de mi boca. —¿¡Wen, qué pasa!? Voy a entrar. —¡No! Estoy en la ducha. —Me aclaro la garganta y trato de sonar normal—. Me estoy… estoy depilándome. A Josh se le escapa un risa áspera y tengo que taparle la boca para que Rick no le oiga. Sus embestidas son aceleradas y cada vez más insistentes, de modo que me doy cuenta de que su orgasmo está igual de cerca que el mío. —¿Seguro? Suenas raro —insiste mi hermano al otro lado de la puerta, a unos pocos centímetros que le separan de ver algo que le decepcionaría profundamente. —Haz que se vaya o haré que te corras con tu hermano ahí fuera — advierte Josh en un susurro amenazante, la oscuridad en su mirada me asegura que no bromea. —Estoy bien, Ricky, en serio… Hasta mañana. —Necesito contener la respiración para poder hablar sin jadeos de por medio. —De acuerdo… Su voz poco convencida es acompañada por las pisadas cuando se aleja hacia la puerta del dormitorio, la cual cierra segundos después, casi al mismo tiempo que Josh y yo nos dejamos llevar en un intenso y demoledor orgasmo que termina por dejarnos destrozados. Su frente se apoya en la mía y ambos permanecemos así, con los ojos cerrados y las manos de uno en el cuerpo del otro, durante algunos segundos. Entonces, él se separa y apaga el agua antes de abrir la mampara de la ducha para salir, pienso que volverá a marcharse como la primera vez que nos acostamos, pero no lo hace. En su lugar, descuelga la toalla que hay en la pared y se acerca a mí para envolverme con ella. —Mañana tenemos que ir a la farmacia —dice de pronto mientras coge otra para secarse él. —¿A la farmacia? —¿No te has dado cuenta de no hemos usado protección? —Joder. —Me siento sobre la taza del váter y levanto la vista hacia él—. No te preocupes, puedo ir yo sola. —No voy a dejar que vayas sola, mocosa. —Sujeta mi mano y tira de mí para que me levante, sostiene mi mirada con el rostro serio y entonces dice lo que menos me hubiese imaginado—. Lo siento. —¿Por qué? —Por esto, por lo que acaba de pasar. —Señala la ducha con la cabeza sin apartar su mirada de la mía—. Sé que te dije que no podía repetirse, pero… —Niega con la cabeza y deja escapar un profundo suspiro—. Lo necesitaba, supongo que he sido egoísta. —No te preocupes —digo colocándome bien la toalla para que no se me caiga—. Yo podría haberte parado, pero no lo he hecho. Y no sé por qué… —Agacho la cabeza con un sentimiento de incomodidad por no saber cómo manejar todo lo que estoy experimentando. Me doy la vuelta para salir del baño, pero sujeta mi mano. —Oye, entiendo cómo te sientes porque yo estoy igual —admite antes de dejar escapar un bocanada de aire en un acto de resignación. Se acerca y coloca los mechones de mi pelo mojado por detrás de mí oreja, sonríe y se queda mirándome. Yo no puedo apartar la vista de las heridas que cubren su rostro de un modo casi de manual que, a riesgo de sonar mal, le dan un aspecto varonil y más mayor. —Has cambiado tanto, mocosa. Hace cuatro años no te soportaba y ahora… Dios, lo que no soporto es tenerte lejos. Sus palabras no dejan de sorprenderme, y semejante sinceridad me aturde como no podría describir con palabras. —Josh, esto… Esto una locura. —Le miro a los ojos con sinceridad, es lo que pienso a pesar de que no se corresponda con mis sentimientos. —Ya lo sé, soy muy consciente. JOSH No sé cómo ni por qué, pero me encuentro a mí mismo diciéndole a Wendy lo que ni siquiera me he reconocido a mí mismo. Lo que esta noche ha sucedido en el descampado con Jackson, ha dado un giro completo a esta historia, a mis sentimientos. Bueno, a eso no, porque lo que siento por Wendy no es algo que haya aparecido de la noche a la mañana, es algo que ha ido creciendo igual que una flor recién plantada, la cual crece a medida que le das agua y sol. El sol y el agua de esta relación, de la maduración de estos sentimientos han sido sus besos y sus sonrisas. En poco tiempo ha conseguido clavarse en mi interior de tal forma que hoy, después del momento que he pasado por el ese hijo de puta, por lo que ha dicho y el significado de esas palabras, cuando ha venido a mi dormitorio y la he gritado, algo en mi cabeza y en mi corazón ha hecho clic y me he dado cuenta de que lo único que podría hacerme sentir mejor era ella. Wendy se ha vuelto un oasis para mí, una puta gota de agua en medio del desierto, y eso no es bueno. Eso es exactamente todo lo contrario a lo que debería haberme permitido a mí mismo. Sin embargo, por primera vez en mi vida, he fracasado en mi propósito con una mujer. —¿Y qué vamos a hacer? —Sus ojos me miran con tristeza y miedo por lo que pueda suceder. —Sé que esto es una puta locura y que tu hermano me enterraría vivo si se enterase, pero no sé cómo evitarlo. —Tal vez… —Deja la frase en el aire y juguetea con sus dedos de igual forma que siempre que está nerviosa—. Puede que la única solución sea mantenernos lejos el uno del otro. Sé que es lo correcto, pero me duele que ella lo haya dicho antes que yo, no imaginaba que fuese a ser capaz de tomar esa decisión. —Sí, puede que sea lo mejor —contesto llenándome de valor para reprimir las ganas de decirle que no, que la única solución es estar juntos y asumir lo que ambos sabemos que sentimos. La miro una vez más cuando ella agacha la cabeza y vuelve a sentarse, y me doy la vuelta para salir de su dormitorio, convencido de que lo que ha sucedido en ese cuarto de baño marcará un antes y un después en nuestra relación. Lo primero que hago después de despertarme a la mañana siguiente es vestirme para salir a buscar una farmacia de guardia y comprar la dichosa pastillita, quiero llegar a casa antes de que Wendy se despierte para no tener que hablar con ella. Ha tomado una decisión y pienso ponérselo muy fácil para que los dos la llevemos a cabo a rajatabla. Cuando entro en su habitación, la encuentro tumbada de costado, con su cuerpo cubierto hasta la cintura y abrazada a una almohada. Entro despacio para que no se despierte y la dejo sobre su mesilla, junto a un vaso de agua al lado de su móvil. No puedo evitar sentarme en el borde de la cama y observarla durante unos segundos, pensando en cómo he podido caer ante ella con tanta facilidad. Yo. Josh Matthews, ese mismo tío que nunca ha buscado ni aceptado ninguna relación seria. El mismo que nunca ha sentido nada por ninguna mujer más allá de la pura atracción física. Su mano se mueve y entonces abre los ojos, así que finjo que acabo de llegar y me levanto. —Josh… —Alarga la mano para coger su teléfono e imagino que mira la hora— ¿Qué haces aquí? —Ten, tómatela ya —digo dándole la pastilla y el vaso de agua. —Se suponía que íbamos a ir juntos. —Ya, pero anoche dijiste que lo mejor era estar separados así que cuanto menos tiempo pasemos a solas, mejor. Me observa un poco desconcertada y aún medio dormida, así que aprovecho para volver a dejar las dos cosas encima de la mesilla y salir del dormitorio. Joder, qué difícil es esto. —¿Qué hacías en el cuarto de mi hermana? —Rick se encuentra justo al final del pasillo y su ceño fruncido me indica que está un poco confundido. —Nada, escuché un ruido y pensaba que se había escapado otra vez — improviso una respuesta convincente y trago saliva. —¿Y lo ha hecho? —No, está dormida como un tronco. —Bien. —Levanta la mano cuando llego hasta donde él se encuentra y toca la herida sobre mi ojo—. Tío, cómo tienes la ceja, puede que necesites puntos. —¡Ay! —Le doy un empujón y luego me la toco yo más despacio— Tu labio no tiene mejor pinta. —No me duele. —Se encoje de hombros y gira para caminar hacia la cocina, donde comenzamos a prepararnos el desayuno mientras hablamos sobre la pelea de anoche y lo que ese cabrón me dijo. —Wendy me preguntó sobre eso… —comenta y se apoya en la encimera. —¿Y qué le dijiste? —Levanto la vista de la batidora para mirarle. —Que te preguntara a ti. —Bien, no tiene por qué enterarse de mi mierda. Después de entrenar durante dos horas, nos damos una ducha y nos despedimos de Margot, la señora que contratamos hace ya dos años para que venga a limpiar de vez en cuando; sobre todo después de las fiestas. Menos mal que ya está curada de espanto. —Hace bueno, ¿quieres que hagamos una barbacoa? —propongo a Rick al ver los rayos de sol que se cuelan por la inmensa cristalera del salón. —No estaría mal, voy a comprar las cosas a la carnicería. —Se levanta para ir a por su cartera, pero me interpongo porque es un desastre haciendo la compra. —No, ya voy yo, que tú no tienes ni puta idea. —Le vacilo mientras me pongo la cazadora que está colgada en el respaldo de una silla. —Lo que tú digas, pero no te olvides del carbón. —Sí, Papa Noel. —¿Escribes a la gente para decírselo? Tengo que hacer algunas llamadas de trabajo. —Sí, ahora les digo. —Asiento y llamo al ascensor antes de desbloquear mi teléfono y empezar a teclear. 1.34pm Yo Barbacoa en casa a las 6pm. 1.36pm Jenna Buen plan, ahí estaré. 1.36pm Vicky Querrás decir estaremos. 1.36pm Jenna Bueno, eso. 1.36pm Jay No dejes que Rick compre la carne, por Dios. 1.37pm Rick A que no comes, maricona. 1.37pm Jay Jajaja, es que no tienes ni puta idea de comprar macho. 1.37pm Alice Jajaja 1.38pm Yo No te preocupes, estoy yendo a comprar yo. Tom, encárgate de las bebidas. 1.38pm Tom Me pongo a ello, colega. 1.38pm Alice Jenna píllale algo a tu camello. 1.38pm Jenna Ya he hablado con él, paso a recogerlo antes de ir para allá. 1.38pm Alice Ok. Aparco el coche en doble fila y a medida que me aproximo, veo que hay bastante cola, así que saco un cigarro y espero fuera. Una chica muy atractiva se acerca y se pone detrás de mí, es mi oportunidad de sacar a la jodida mocosa de mi cabeza; o intentarlo, al menos. —¿Tienes un cigarro? —Me pregunta al ver que estoy fumando. —Claro, preciosa. —Le ofrezco la cajetilla con mi sonrisa más seductora. —Gracias. —Me devuelve la sonrisa mientras se lo acerca a los labios para encenderlo. —¿Cómo te llamas? —Alisson, ¿tú? —Josh. Poso una mano en su cintura y le doy dos besos antes de comenzar a hablar animadamente mientras avanzamos en la cola. Tiene veinte años y está estudiando periodismo en la misma universidad que Wendy, vive en la residencia porque es de Arizona, y no tiene novio. Cuando llega mi turno y la carnicera me pregunta cuanta cantidad quiero de cada cosa, me giro y miro a la chica con la que llevo un rato conversando. —¿Te apetece venir conmigo a una barbacoa? —¿Cómo… ahora? —Sí. —Sonrío y hago un gesto desinteresado con la mano—. Venga, será divertido. —Pero no te conozco de nada —comenta con una ceja arqueada. —Por eso, tenemos que solucionarlo, ¿qué me dices? —Bueno… vale. —Acepta y yo coloco una mano en su espalda para que se acerque al mostrador. * Cuando detengo el coche en el aparcamiento, veo el de las gemelas unas plazas más allá, así que imagino que ya estarán aquí todos porque ellas siempre suelen ser las últimas en llegar. Sujeto la mano de Alisson para darle un poco más de confianza y sonrío para instarla a que entre en el ascensor. —No me imaginaba que vivieras en este edificio —comenta mientras subimos. —¿Y eso por qué? —No sé, te imaginaba de esos típicos chicos que comparten casa con otros cuatro y todo está lleno de basura y cigarrillos por todas partes. —¿Y cómo sabes que no es así? —No puedo evitar estallar en una carcajada por su suposición. —Bueno, ahora lo veremos. —Ahora veras muchas cosas. —Le guiño un ojo antes de que las puertas del ascensor se abran. Entramos en el apartamento y lo primero que vemos es a las gemelas comiéndole la boca a Rick mientras se insinúan, cada una sentada a un lado de él en el sofá. Sin embargo, en cuando ve a Alisson a mi lado, sus ojos la recorren de arriba abajo antes de apartar a las gemelas y levantarse con una inquietante sonrisa. —¿Y esta preciosidad quién es? —Se llama Alisson y es mi preciosidad —digo haciéndola sonrojar. —Bueno, eso está por ver. —Ríe cogiendo su mano y tirando de ella para que avance—. Bienvenida a nuestra humilde morada, Alisson. —Se acerca y le da dos besos. Las gemelas se limitan a lanzarle una mirada reprobatoria, comentar algo entre ellas y luego levantarse para salir a la terraza sin saludar a la nueva. El resto sí se acerca para darnos la bienvenida y a continuación todos salimos también para empezar a preparar la comida en la barbacoa. Wendy sale de su habitación cuando tenemos casi todo sobre la mesa listo para comer, nos mira unos segundos y luego se da la vuelta para marcharse de nuevo. Sin embargo, Alice sale de la cocina justo en ese momento y la sujeta del brazo. —Oye, ¿dónde vas? —Mmm… —Gira la cabeza y vuelve a encontrarse con mi mirada, aunque en esta ocasión también ve a Alisson a mi lado—. Iba a comer algo, pero volveré después cuando hayáis acabado vosotros. —De eso ni hablar, comes con nosotros. Josh ha comprado comida de sobra. —Sin darle tiempo a rechistar, tira de su mano hacia la terraza y yo maldigo porque mi plan era evitarla todo lo posible, es la única manera de que me olvide de toda esta mierda de sentimientos con los que no sé qué hacer. Además, no me hace ninguna gracia que esas dos se hagan amigas. * Apenas queda ya carne y hace rato que dimos la comida por terminada. Estamos riendo mientras comentamos cosas sin mucha importancia, Wendy y yo no hemos intercambiado ni una sola palabra y, por su expresión muy poco disimulada, sé que Alisson no le agrada lo más mínimo, aunque imagino que simplemente son celos. No celos por ella en concreto, puesto que la mocosa no tiene nada que envidiarla, al contrario, sino celos porque ella no puede estar conmigo como Alisson, con su mano apoyada en mi pierna y susurrándome cosas al oído. Rick ha decidido darle un pequeño respiro después de lo de Las Vegas y está dejando que fume un poco de hierba, aunque no deja de controlarla de reojo; creo que le hace la misma poca gracia que a mí el hecho de que se involucre tanto en nuestro círculo de amistades. —¡Es que eres idiota Wendy! —exclama entonces Alice por algo que ella ha dicho. —¡Yo que sabía, joder! —Ríe mientras levanta las piernas en medio de una carcajada. Ambas están ya un poco borrachas y no paran de reírse, al igual que las gemelas que, aunque sé no se soportan, parecen haber hecho una tregua para hacer el vacío a Alisson, cosa que no parece importarla ya que yo no me he apartado de ella desde que llegó. Ya son las siete de la tarde y hace rato que anocheció. Jay y Tom están enganchados a la Play desde hace un rato, Alisson y yo estamos sentados en la terraza, tonteando de manera descarada y un poco separados del resto, y Rick y las chicas están alrededor de la mesa de la terraza hablando y riendo mientras fuman y beben. Wendy no ha dejado de mirarme y a mí no me molesta, de hecho, me gusta saber que está celosa y me hace tontear aún más descaradamente con Alisson. Tanto que, cuando ella se acerca para besarme tras horas de jugueteo, la sujeto por la cadera y tiro de ella para que se siente sobre mí y poder devorar su boca sin ningún cuidado mientras mis manos acarician su trasero. Mis ojos buscan de forma involuntaria a Wendy aun sin dejar de besar a Alisson, y los encuentran. Ver cómo nos observa mientras expulsa humo por la boca, me hace imaginarme que es ella a la que estoy besando, sé que está haciendo un esfuerzo sobrehumano por no levantarse y sacar a Alisson del ático a patadas. —¿Jugamos a algo? —escucho a Vicky por encima de la música. —¿Cómo qué? —pregunta Rick a la vez que apaga un cigarrillo en el cenicero que hay sobre la mesa de acero negro en la que hemos comido. —Verdad o reto —sugiere entonces Wendy con una ceja arqueada. —Mmm, un juego interesante. —Jenna sonríe con malicia—. Me apunto. —Venga, vale. —Rick da una palmada y todos entran en el salón—. Vamos, hermano, será divertido. —Mira en mi dirección y hace un gesto para que vayamos. Me levanto e, ignorando la mala cara de Alisson, entro en el salón junto al resto y ella tras de mí. Rick tiene razón, será divertido ver la cara de la mocosa cuando le manden hacer retos que no quiere. Nos sentamos en el suelo y en los sofás alrededor de la mesa de cristal, y Jenna coge un botellín de cerveza vacío para ponerlo en el centro y hacerlo girar, deteniéndose frente a Alisson. —¿Verdad o reto? —pregunta la mocosa dirigiéndose a ella por primera vez en toda la tarde. —Reto. —Besa a Rick. —Sonríe con malicia y se recuesta sobre sus brazos encima de la alfombra. Busca mi mirada y yo me muerdo la lengua por dentro al saber lo que pretende, sé que quiere joderme, pero si se piensa que Alisson me importa una mierda, es que no me conoce tanto como ella se cree. Acabo de conocerla, por Dios, no me preocupa ni lo más mínimo que bese a quien le dé la gana, y menos a mi colega. Sin embargo, esto me viene bien porque me da la oportunidad de devolvérsela. La nueva me mira con vergüenza y cuando ve que no aparto los ojos de Wendy y ella de mí, se levanta y camina hacía Rick tras murmurar algo que no escucho ni me esfuerzo por hacerlo. La mocosa desvía la mirada hacia la escena que ahora protagoniza su hermano y él solo ríe mientras ambos se acercan al centro del salón. —Gracias, hermanita. —Ría Rick agarrando la cara de Alisson para besarla durante unos segundos. Es el turno de la nueva, la cual se inclina para sujetar la botella y hacerla girar sobre la mesa acristalada; no tarda en detenerse frente a mí. —¿Verdad o reto? —cuestiona sin el mismo tono cariñoso de antes. —Reto. —Vale, pues… no sé. —Sonríe y mira al resto buscando apoyo, no nos conoce como para saber qué nos puede molestar o a qué no nos atreveríamos. —Vamos, si no ya le reto yo. —Se impacienta Alice, la cual sonríe de forma peligrosa mientras muerde la esquina de su uña postiza y dirige su mirada hacia mí—. Josh, tienes que besar a Wendy. —¡Y una mierda! —exclama Rick atragantándose con la cerveza. —Vamos, Rick, solo es un juego. —La rubia pone los ojos en blanco y hace un gesto desenfadado con la mano. Mi amigo mi mira con los ojos entornados, luego mira a su hermana y le da otro trago a la cerveza antes de regresar la mirada a mí. —Que sea rápido. —Advierte no muy convencido—. Y las manos fuera. Wendy se levanta del suelo y camina hacia mí mientras juega con sus dedos, entrelazando uno con otro, casi puedo ver cómo tiembla. Se detiene frente a la mesa y espera a que yo me acerque, le doy una calada al porro y me levanto del sofá para aproximarme al mismo tiempo que expulso el humo con lentitud. Sus ojos no me miran ni cuando estoy a pocos centímetros de ella, así que coloco una mano en su cintura presionando disimuladamente, y sujeto su barbilla con la otra para levantarla. —Las manos fuera, joder —gruñe Rick entre dientes. —Maldita sea, Rick, no mires y punto. —Alice resopla y tira de su camiseta hacia atrás para que se recueste en el sofá, ya que parece que se vaya a levantar en cualquier momento. Wendy me mira por fin, y entonces siento que a mi alrededor ya no hay nadie. Acerco mis labios a los suyos despacio y los acaricio con delicadeza antes de introducir mi lengua, ella rodea mi cuello con timidez y yo la aprieto contra mi cuerpo, intensificando el beso. Su lengua roza la mía provocando que mis más bajos instintos se despierten, cosa que no ha sucedido en toda la tarde con Alisson… Sin ser consciente de dónde estamos, deslizo la mano despacio por su espalda en dirección a ese hermoso trasero, el cual no he dejado de desear ni en sueños. —¡Ya basta, joder! —Rick tira de mí para separarnos y suelta un bufido antes de volver a sentarse. Nosotros nos miramos un momento antes de darnos la espalda para regresar también a nuestros sitios. —Vaya, eso ha sido… —Parece que Vicky no encuentra las palabras. —Raro. —Concluye la frase su hermana. —¡La mocosa no besa nada mal! —Río para quitarle importancia mientras acerco la mano a la mesa para coger mi bebida. —Te estas ganando una cirugía de nariz. —Me amenaza Rick con la mandíbula tensionada, y todos ríen excepto Wendy, que está roja como un tomate. Es mi turno, solo quiero que se pare frente a ella para devolverle lo de Allison con su hermano, no se me ha olvidado, y los astros parecen favorecerme porque se detiene justo frente a la mocosa. —¿Verdad o reto? —cuestiono alzando las cejas a modo interrogativo y a la vez travieso. —Reto —responde desafiante y se coloca de rodillas. —Wendy… —Todos me miran expectantes esperando qué diré— Besa a Jenna. Las dos me miran atónitas y llenas de odio porque, a pesar de haberse unido esta noche contra Alisson, sé que no se soportan. Rick niega con la cabeza y se levanta para fumarse otro cigarro, desaprobando por completo lo que acabo de hacer. —¡Oh, sí! —exclama Jay riéndose. —Esto será interesante. —Tom se recuesta en el sofá. Sigo retándolas con la mirada y con una sonrisa burlona en mi rostro, esperando el momento en el que dirá que no va a hacerlo. Sin embargo, para mi sorpresa, hace lo que nunca me hubiese imaginado: ambas se ponen en pie y caminan la una hacia la otra. Jenna le dice algo en un tono tan bajo que solo Wendy consigue escucharla, sujeta la cara de la mocosa con sus manos y acerca su boca a la de ella, tuerce un poco la cabeza para dejar paso a su lengua y poco a poco Wendy comienza a soltarse. La gemela coloca una mano en el trasero de la mocosa para apretarla contra ella y Wendy no rechista. —¡Me cago en la puta, tío! —gritan Jay y Tom sin dejar de mirarlas. Yo no puedo ni creer lo que ven mis ojos. Las excitación es más que notable por tener a las dos mujeres que más placer me han dado montándoselo a un par de metros de mí. Desvío un segundo la vista hacia Rick, el cual tiene una cara de cabreo de los mil demonios, pega un tirón a la mano de Alice y la coloca sobre él para besarla y así no contemplar el espectáculo que su hermana y Jenna están dando. Llevan más tiempo de la cuenta pero, no sé por qué, nadie les ha mandado parar y ellas tampoco lo hace; es más, diría que están disfrutando. Solo puedo pensar en levantarme y follármelas a las dos, pero Vicky se me adelanta, aparta a su hermana con suavidad y sujetando a Wendy por la barbilla, comienza a besarla. Mis cejas se alzan por el imprevisible giro de los acontecimientos y giro la cabeza para ver la cara de Alisson ante todo esto, encontrándome con otra sorpresa más: Jay y Tom besándola, uno de ellos el cuello y el otro la boca, mientras ambos acarician su cuerpo sin discreción. ¿Qué se supone que tengo que hacer yo ahora? 9. DESCONTROL… MASIVO WENDY —Este cabrón quiere jodernos, así que olvida por un rato lo que me odias y yo haré lo mismo. Déjate llevar —solicita Jenna cuando ambas nos plantamos la una frente a la otra. Que me deje llevar. Dios, mañana me arrepentiré de esto, pero asiento y permito que me bese. En mi vida me había enrollado con otra chica, no de esta manera, lo hice con mi amiga en el internado, pero de coña… y esto me parece que va muy en serio. Jenna aprieta mi trasero, y el saber que Josh no nos quita ojo y que muy probablemente esté completamente excitado, me gusta y provoca que no quiera detenerme. Sin embargo, cuando quiero darme cuenta, ya no estoy besando a Jenna sino a su hermana. Cuatro manos me acarician por todas partes y siento que esto se está descontrolando, que no quiero dar este espectáculo delante de mi hermano. Abro los ojos para mirarle, y lo encuentro morreándose con Alice, ajeno a todo; a Jay y Tom besando a la nueva; y a Josh, dirigiéndonos una mirada tan intensa y oscura que provoca que me humedezca casi de inmediato. Al ver que no dejo de mirarle sin que la boca de alguna de las gemelas se separe de la mía, se levanta y camina hacia nosotras, rodea la cintura de alguna de las dos por detrás y comienza a besar su cuello mientras ella me besa a mí. Sus ojos no se apartan de los míos ni un instante. Vicky deja de besarme y se gira para besarle a él, entonces Jenna se quita la camiseta y siento sus dedos subir por mi muslo mientras muerde mi oreja, sin pedir permiso ni creer necesitarlo. Yo me siento bloqueada y muy excitada, no sé qué hacer ni a donde mirar, esto no estaba en mis planes cuando me levanté esta mañana. Entonces Josh aparta a Vicky y me atrae a él de un tirón casi rabioso, como si de repente quisiera solo besarme él. Su cuerpo impacta contra el mío a la vez que baja la mano por mi trasero para acercarme a su prominente erección, y entonces escucho la voz de mi hermano. —Josh. —Intenta decir algo, pero Alice vuelve a besarle, así que gruñe y, levantándose del sofá con ella encima, se aleja de nosotros y desaparece en su dormitorio. En mi vida habría imaginado que acabaría envuelta en un cuartero, orgía, o lo que sea que ha sido lo que acaba de suceder en este salón. Y mucho menos que lo haría con el mismo tipo que hace cuatro años detestaba —y aún lo hago a veces—, y con dos clones que no puedo ver ni en pintura. El orgasmo que acabo de tener sobre Josh hace que aún me tiemble todo el cuerpo, y ahora viene la parte mala. Las gemelas están sentadas en el sofá, hablando con los otros tres que imagino también han acabado ya su sesión personal de sexo; puede que para ellos sea normal esto de acostarse con gente los unos frente a los otros, pero para mí no. No había hecho esto jamás y ahora que mis pulsaciones van volviendo a la normalidad, y comienzo a ver la realidad, me muero de vergüenza, así que me levanto para bajarme el vestido con el profundo deseo de que la tierra se abra aquí mismo y me trague. —Tranquila —susurra Josh mirándome—. Vamos, ven aquí. Sujeta mi mano para que me siente a su lado en el sofá y acepto el porro que Vicky me pasa. Ellos charlan como si nada, mientras que yo tan solo escucho y fumo, a este ritmo me voy a pillar un buen colocón. A los pocos minutos aparecen Alice y mi hermano por el pasillo, entran al salón y él nos mira a todos antes de detenerse en Josh y en mí. —No quiero saber una puta mierda de lo que ha pasado aquí, ¿entendido? Va para todos. —Mejor, tío. —Ríe Jay y yo siento cómo me hago cada vez más pequeña en mi asiento. Rick le da un golpe en la cabeza desde atrás y camina para sentarse a su lado. Alice comienza a hablar sobre baloncesto y un partido al que quiere ir, y yo le agradezco con la mirada por cambiar de tema, ella me guiña un ojo y sigue hablando. JOSH No encuentro palabras para describir lo que acabo de vivir entre estas cuatro paredes, la cantidad de sensaciones que he experimentado no pueden compararse a nada que haya hecho hasta ahora. El sexo con Wendy lo supera todo, incluso a cuando estoy subido al coche compitiendo y espero el segundo exacto en el que apretar el freno para no estamparme contra un muro. A pesar de haberlo hecho también con las gemelas, quería ser yo el encargado de darle el mayor placer de todos, y yo solo me he acostado con ella, Jenna y Vicky apenas han estado colaborando a nuestro alrededor. En resumen, ha sido increíble. El problema es que ahora está completamente cohibida y la pobre no sabe ni para dónde mirar, esto es nuevo para ella. Me encantaría llevármela a la habitación y simplemente abrazarla en la cama, decirle que me ha encantado lo que hemos hecho y mierda, que me tiene perdido. Si no pongo freno a esto cuanto antes, temo cómo pueda terminar. A pesar de que para nosotros sea normal follar unos frente a otros, sé que para ella no lo es en absoluto, así que tiro de su mano para que se siente a mi lado y se relaje un poco. Vicky le pasa un porro y ella lo acepta, le da unas caladas y se recuesta un poco en el sofá, relajando sus músculos hasta que Rick aparece. Entonces se incorpora de nuevo y mira hacia el suelo, y yo la verdad es que no sé cuál va a ser su reacción. —No quiero saber una puta mierda de lo que ha pasado aquí, ¿entendido? Va para todos —dice mirándome a mí y después a ella. —Mejor, tío. —Ríe el idiota de Jay. Él le da un golpe en la cabeza y se sienta a su lado mientras Alice comienza a hablar sobre el partido de los Golden State Warriors, y Wendy parece agradecerle con la mirada por cambiar de tema. A las doce de la noche comienzan a irse todos, Rick le da un beso a Alice y se despide con otro de las gemelas. Cuando la casa ya está vacía, se acerca a nosotros, que acabamos de levantarnos del sofá, y nos mira con seriedad. —No sé lo que ha sucedido esta noche entre vosotros. —Hace una pausa —. Pero he decidido que voy a hacerme el tonto y fingir que no ha pasado nada. Así que si ha pasado… —Se restriega la cara y suspira con desesperación—. Ha sido la última vez. Nos mira una vez más a ambos como esperando que digamos algo, pero creo que a ninguno de los dos se le ocurre una mierda que objetar sin cagarla más, así que se da la vuelta y se marcha a su dormitorio. Wendy hace amago de irse también, pero sujeto su mano sin decir nada porque no quiero que Rick nos vea. Ella voltea su cabeza y niega sin abrir la boca, diciéndomelo todo solo con la mirada. —¿Qué pasa? —pregunto tirando con suavidad de ella para alejarnos de la puerta de su hermano. —Nada, que no quiero que digas nada. —Suspira y evita mis ojos, está nerviosa. —¿Por qué? ¿Qué crees que voy a decir? —Sujeto rostro con una mano y hago que gire la cabeza para que no me aparte la mirada, ella solo se encoje de hombros—. Lo de esta noche… Lo que has hecho con las gemelas ha sido simplemente increíble. Nadie, nadie, Wendy había conseguido lo que tú has conseguido conmigo hoy. —¿Pero? —Pero ha sido la última vez, ya has oído a tu hermano. —Ya. —Asiente y aparta su mano dando un paso atrás—. ¿Cuántas últimas veces vamos a tener, Josh? —Esta ha sido la definitiva. * Ha pasado una semana desde la barbacoa, desde que tuve a Wendy entregada por completo a mí, y he soñado cada día con esa noche, me he visto obligado a controlarme a las tres de la madrugada para no cruzar el pasillo y hacerla mía una vez más. El miércoles incluso entré en su habitación y después de verla dormida con esa camiseta gigante y las piernas desnudas, tuve que darme una ducha para quitarme la idea de la cabeza, recordarme que esto es imposible. Gracias a Dios, la pelea de mañana por la noche me dejará desquitarme con algún desgraciado y olvidarme de todo por un rato. Y después, muy probablemente tenga que follarme a Jenna o a Vicky, o quizá llame a Alisson, dudo que me diga que no después de la tarde que pasamos. Gracias a los exámenes de Wendy, ha pasado todas las mañanas en la universidad y las tardes en la biblioteca, así que no he tenido que verla demasiado por casa, pero hoy es sábado. Los tres estamos comiendo en el salón mientras vemos una serie en la televisión, Wendy ha cocinado unos macarrones gratinados que están verdaderamente buenos, aunque estoy tratando de hablar con ella lo menos posible. —¿Qué vais a hacer esta noche? —pregunta antes de beber agua. —Saldremos, supongo. ¿Por qué? —Su hermano arquea una ceja. —He quedado… —dice ella, haciéndome apartar la vista de la televisión para mirarla. —¿Con quién? —Rick deja el tenedor sobre el plato y se centra en la conversación. —Con Connor… —Y una mierda. ¿Tengo que recordarte lo que te dije después de tu escapadita a Las Vegas? —Ricky… —Hace pucheros como una niña. —Ni Ricky ni pollas, no te dejes comprar con sus lloriqueos —indico para que no se deje convencer, Wendy tiene mucho poder de palabra. —No te metas. —Ella me mira con el ceño fruncido y clara rabia en su mirada. —Lo siento, Wen, pero no vas a salir con Connor —zanja Rick con firmeza. —¡Estoy harta de que me controles! ¡No eres papá! —grita ella levantándose y tirando el tenedor al suelo. —¡Papá se avergonzaría de ver en lo que te has convertido! —Él también se levanta justo a tiempo de recibir el tortazo que su hermana le da en la mejilla, a la vez que aguanta las lágrimas que ya veo en sus ojos. —Lo mismo haría si te viera a ti —dice en voz baja, pero sincera, antes de salir corriendo y encerrarse en su habitación. —Rick… —Cállate. —Me dice levantándose para salir del ático tras dar un portazo. WENDY Entro en mi habitación y comienzo a tirar todo al suelo y a llorar de la rabia. ¿Cómo ha podido decirme algo así? ¿¡Él!? Es el menos indicado, joder. Saco mi teléfono del bolsillo de la sudadera y busco el número de Connor, le llamo y aguardo impaciente hasta que al tercer tono contesta. —¿Qué tal, preciosa? —Mal… Yo… —No puedo hablar por los llantos que me hace hipar cada dos palabras. —Wendy, ¿qué ocurre? ¿Estás bien? —Siento el nerviosismo en su voz. —Sácame de aquí, por favor. —¿Dónde estás? —En casa. —Estoy ahí en cinco minutos —dice antes de colgar. Cojo mi cartera, meto algo de ropa en una mochila y salgo disparada hacia el salón con el único pensamiento de salir de aquí. Josh, que está recogiendo la mesa, corre hacia mí cuando me ve pasar por delante de la cocina. —¡Eh! ¿Dónde vas? —Me sujeta por el brazo y se coloca delante de mí. —¡Déjame, me largo! —Doy un tirón para soltarme, pero se acerca y posa las manos en mi cintura. —Wendy, por favor, tranquilízate —pide limpiando mis lágrimas con sus dedos. —¡Que me sueltes! —¡No pienso dejar que te vayas, joder! —Se restriega el pelo desesperado y vuelve a mirarme—. Por favor, solo-solo espera a que tú hermano vuelva. Él no quería decir lo que ha dicho. —Dile de mi parte que le den por el culo, que no le necesito. ¡Y a ti tampoco! —Le empujo sin piedad y salgo del ático para meterme en el ascensor antes de que me siga, pero no lo hace. Abandono el portal justo a tiempo de ver el coche de Connor aparcar en la puerta, así que corro y me monto sin darle tiempo a bajarse de él. —Oye, ¿estas…? —Arranca, por favor. Lo hace de inmediato y sin preguntas. Conduce durante un rato mientras yo no puedo dejar de llorar, hasta que detiene el coche en un arcén de la carretera y tira de mí con suavidad para sentarme sobre él. Apoyo la cabeza en su pecho y sigo llorando unos minutos más mientras él acaricia mi pelo. Cuando mi respiración se va normalizando, coloca una mano en mi barbilla para que levante la cabeza y le mire. —¿Qué ha pasado? Tienes que contármelo. —He discutido con mi hermano. No quería dejarme salir contigo y le he dicho que él no es mi padre. Él-él me ha dicho que mi padre se avergonzaría de mí sí me viera… —Comienzo a llorar de nuevo sin ser capaz de controlar el torrente de lágrimas. —Shh…tranquila, preciosa. Te llevaré a mi casa. Conduce aún conmigo sobre su regazo y aparca justo en frente de su portal. No deja de abrazarme mientras subimos en el ascensor y yo no puedo parar de llorar, cuando entramos en su casa, veo a Jackson sentado en uno de los sillones mirando la televisión, y a Alice pintándose las uñas. —Wendy. —La rubia me mira a mí y después a su hermano—. ¿Qué haces aquí? —pregunta con preocupación al verme la cara. —Ha discutido con su hermano, no quiere volver a casa. —Connor responde por mí. —Ven aquí, cuéntame que ha pasado. —Alice se acerca y me da un abrazo. Jackson solo me mira y le da otro trago a su cerveza mientras me siento en el sofá, hablo durante unos minutos ante la mirada de los tres, y Jackson se ríe de vez en cuando. —Ese Rick… igual de gilipollas que Phoenix —suelta de repente el más mayor. —Jackson, cierra la boca —le dice Alice. —Ciérrala tú, joder. Bastante tengo que aguantar sabiendo que te lo follas y te pasas el día metida en su puta casa. —Ese no es tu jodido problema —responde ella. —¿Por qué le dijiste a Josh lo de las llamas en el tubo de escape? — Cuando quiero pensar en lo que acaba de salir de mi boca, ya es tarde, y por su repentina carcajada algo me dice que no debería haber tocado ese tema. No con él. —Vaya, vaya… —Sonríe con malicia y se inclina un poco en el sofá— Así que no te lo ha contado. Verás… —Jackson, cierra la maldita boca. No es cosa tuya. —Alice se levanta y le advierte con voz amenazante. —Hace cosa de un año —continúa sin hacer caso a su hermana, la cual acaba de marcharse de casa dando un portazo—, ese idiota estaba corriendo con otro tío en el desierto de Nevada, en una carrera que se celebra anualmente. Algo hizo mal, el muy idiota, y de pronto su coche comenzó a arder, se estampó contra el otro coche y empezó a girar sin control mientras seguía ardiendo. El otro fue a parar hasta el borde de una montaña rocosa y se estampó. Los demás fueron hasta Matthews y, cuando el coche se paró del todo, tu hermano abrió la puerta quemándose la mano, verás bien la cicatriz si te fijas, y tiró de Phoenix para sacarle. Tenía la chaqueta ardiendo por la espalda y estaba inconsciente, varios chicos le taparon con ropa para apagar el fuego y tu hermano le llevó al hospital. Estuvo varias semanas ingresado. Le quedó una cicatriz enorme en la espalda y por eso se ha hecho ese estúpido tatuaje. —Un fénix… —digo comprendiendo todo. —Sí. Los fénix renacen de sus cenizas y supongo que él sintió que había muerto y en cierto modo casi lo hace, si no llega a ser por tu hermano. —¿Quién iba en el otro coche? —Un primo de Matthews. Nunca se ha recuperado de que muriera por su culpa. —Se encoge de hombros con indiferencia y baja la vista a su teléfono. Ahora comprendo todo, el motivo por el que se puso hecho una furia cuando este hijo de puta le dijo lo que le dijo, el modo en el que perdió el control y después me habló de aquella forma. Incluso la forma en la que me tocó y me besó, lleno de furia y de impotencia. —Eres un asqueroso —espeto y me levanto, él solo ríe sin mirarme. —Vamos, Wen, ven conmigo. —Connor chasquea la lengua y se levanta, ofreciéndome su mano. JOSH —Dile de mi parte que le den por el culo, que no le necesito. ¡Y a ti tampoco! Wendy dice esas palabras que sin motivo alguno me duelen en lo más profundo. Yo no tengo la culpa de la gilipollez que le ha dicho su hermano, pero aun así ella lo paga conmigo. Me asomo a la terraza y la veo subir en el coche de ese cabrón, no sé por qué no me sorprende. Vuelvo a entrar en casa y paso tentadoramente por delante de la cocaína, pero no me detengo, en su lugar subo directamente al gimnasio sintiendo una profunda necesidad de golpear algo. No llevo ni veinte minutos cuando escucho la puerta y pasos en las escaleras. —¿Dónde está Wendy? —Rick aparece por mi espalda. —Se ha ido. —¿¡Cómo que se ha ido!? ¿¡A dónde!? —Con Connor —digo sin dejar de atizar el saco de boxeo. —¿¡Y la has dejado!? —¡No soy su maldita niñera! ¡Y se ha largado por tu culpa, joder! —Le miro furioso. Va a responderme cuando suena el timbre, nos miramos enfadados y bajamos los dos, esperando que sea ella, pero no, es Alice. —No es un buen momento, Ali. —Me hago a un lado para dejarla entrar. —Wendy está en mi casa. —Ya lo sabemos, la he visto subirse al coche de tu puto hermano. — Chasqueo la lengua y paso el dedo pulgar por encima de mis nudillos. —Jackson… Él le ha contado lo del accidente —dice entonces con nerviosismo. —No —gruño entre dientes y ella solo asiente. Aprieto los puños cuando la sangre comienza a hervirme, ¿por qué coño tiene ese cabrón que abrir la boca? Voy a matarle, acabaré con él con mis propias manos. Cojo las llaves de mi moto y voy hacia la puerta sin preocuparme por cambiarme la sudada camiseta de tirantes, mi cerebro está inundado por una espesa neblina que me impide pensar con claridad. —¿Dónde vas, Josh? No es buena idea. —Alice me sujeta por el brazo. —Apártate. —Así no harás que vuelva —susurra. Acaricia mi puño para que lo suavice, pero estoy tan furioso que no soy capaz, necesito liberar la rabia que siento por algún lado, así que bajo hasta el garaje, me subo en mi moto y acelero, saltándome semáforos y stops. No pienso en si puedo matarme o si puedo causar un accidente, simplemente abandono la ciudad a toda velocidad, cruzo el Golden Gate y subo por la colina hasta llegar arriba del todo. Evito a los turistas, cogiendo un camino prohibido que da a un camino abandonado, me bajo de la moto de un salto y comienzo a golpear con furia el tronco de un árbol. Los recuerdos de aquel día vuelven y no puedo contener las lágrimas. —Vamos, primito, deberías de estar orgulloso de tener mis genes. No todos los días se ve a dos primos llegar juntos a la carrera final. —Lo estoy, pero que sepas que esta carrera es mía —dijo Jake caminando hacia su coche. —¡Te espero en la meta! —grité en medio de una carcajada. Nos subimos cada uno en nuestro coche y escuchamos a la gente gritar nuestros nombres, la bocina sonó y ambos aceleramos a tope. Cuando estábamos a punto de llegar al final del circuito y dar la vuelta, algo en mi coche empezó a pitar, no sabía qué narices estaba pasando ni de dónde procedía ese sonido que me estaba poniendo de los nervios. Le metí un puñetazo al ordenador de a bordo para que se callase y recuerdo dar gracias por librarme de ese sonido. Sonreí a mi primo al pasarle y pisé a fondo con la intención de correr a su lado hasta que quedasen pocos metros a la meta, y luego dejarle ganar. Sin embargo, segundos después, empezó a salir humo del capo seguido de unas llamas que me cegaron por la velocidad, perdí el control del coche y sentí que choco contra algo. Todo dio vueltas, y el fuego y el humo entró por todos los conductos hasta que lo siguiente que vi fue completa oscuridad. Golpeo el árbol hasta que la sangre de mis nudillos tiñe de rojo la corteza, no siento ni una pizca de dolor, solo cómo la cabeza me da vueltas y no puedo hilas dos pensamientos seguidos. Me dejo caer en el suelo y apoyo mi espalda contra el mismo tronco que segundos antes me ha servido de saco de boxeo. Mi móvil suena entonces, pero lo ignoro, apoyo los codos en mis rodillas y lloro, lloro por aquel maldito día en el que mi primo murió por mi culpa. WENDY —Tu hermano es un gilipollas —indico a Connor mientras nos sentamos en su cama. —No tiene mucha conciencia… No puedo evitar sentirme culpable por haber cuestionado el comportamiento de Josh en más de una ocasión, por haber dicho que era un salvaje y pensar que el día de la pelea se le fue la situación de las manos. Me doy cuenta de que le he juzgado sin conocer absolutamente nada de su pasado, y lo que es peor, sin haberme interesado por él. —Lo siento, Connor. —Me levanto y niego con la cabeza, nerviosa. —¿Dónde vas? —Sé que te he dicho que no quería volver, pero necesito verle… —Te gusta, ¿verdad? —¿De qué hablas? —Frunzo el ceño desconcertada. —Nada, da igual. —Camina hacia la puerta de su dormitorio—. Vamos, te llevo. Al llegar al ático me despido de él con un beso en la mejilla y le doy las gracias por todo tras prometerle que le llamaré si ocurre cualquier cosa. Subo en el ascensor hecha un amasijo de nervios por el modo en el que me he marchado antes y lo que le he dicho, cuando en realidad él no tiene ninguna culpa de lo que mi hermano ha soltado sobre papá. Toco el timbre maldiciendo porque mi hermano no quiera devolverme las llaves, y cuando entro solo veo a Alice mirando a Rick, que está caminando de un lado para otro con el teléfono en la mano. —¡Mierda! —grita tirándolo al sofá. —Wendy. —Alice me mira confundida y se levanta—. ¿Cómo has venido? —Me ha traído tu hermano. ¿Dónde está Josh? —pregunto mientras me quito la cazadora. No quiero ni mirar a mi hermano, lo que me ha dicho antes sigue en mi cabeza y sé que como le mire solo voy a querer cruzarle la cara de nuevo y comenzar a llorar. —Wen… —Se acerca con los ojos cargados de arrepentimiento, pero no me importa. —Déjame en paz. —Retrocedo y camino hacia Alice— ¿Dónde está Josh? —Le dije que Jackson te estaba contado lo del accidente… y salió disparado como un loco con el casco de la moto. —¡Mierda, Alice! —Maldigo y me doy la vuelta para coger las llaves de mi choche e ir a buscarlo, aunque no tenga ni puñetera idea de dónde puede haber ido ya que, una vez más, me doy cuenta de que apenas sé nada de él. Cuando estoy esperando para entrar en el ascensor, éste se abre y Josh aparece dentro. Está destrozado. Tiene los ojos rojos e hinchados, y sangre en la ropa y en sus manos, no me detengo ante el impulso que siento y me acerco a él para abrazarle sin decir una palabra. Rick y Alice, que se han acercado para que no me fuera, observan la escena desde la puerta del ático, también en silencio, pero Alice da un pequeño tirón a mi hermano para que entren y nos dejen solos. Josh no me devuelve el abrazo, pero tampoco hace nada para que le suelte, entonces me separo un poco y levanto sus manos, observando que tiene todos los nudillos llenos de sangre y estoy segura de que más de uno está roto. —¿A quién has pegado? —A nadie. —Me hace a un lado para entrar en casa y yo le sigo llena de preocupación. —¿Estás bien, hermano? —Sí. Camina por el salón y, sin limpiarse la sangre ni cortarse un pelo porque yo esté mirando, saca la cocaína del armario y hace dos rayas con una tarjeta, se inclina en el borde del sofá y se mete las dos de una vez antes de pasar el dedo índice por debajo de la nariz, manchándose la cara un poco por la sangre de sus manos. —Ven aquí. —Alice gira su cara para limpiarle la sangre, sin ningún miedo a su reacción. —Josh… ¿podemos hablar? —pregunto con nerviosismo, esto es demasiado para mí. —No. No. Un no sin más. Un no sin sentimientos y sin expresión. Un no que me dice que una parte de Josh está destrozada. Alice me pide con la mirada que le deje tranquilo, que no insista, así que camino por el pasillo y me meto en mi habitación. JOSH No me apetece una mierda hablar con ella, ahora mismo no quiero ni verla. Solo quiero colocarme y beber hasta perder el conocimiento y es exactamente lo que pienso hacer. Dentro de cinco días hace un año que pasó todo… Un año sin mi primo. Yo debería estar donde quiera que esté él y no aquí, viviendo esta vida de mierda que no me merezco después de haberlo matado. Rick se hace un porro mientras escribe en su teléfono y Alice está sentada a mi lado, sus ojos me observan con la preocupación de una buena amiga, una dispuesta a todo por ayudarme a sentirme mejor ahora mismo. Tiro de ella para sentarla sobre mí y Rick levanta la cabeza, pero vuelve a fijar la vista en su móvil después. Alice comprende de inmediato lo que necesito, así que se quita la camiseta y comienza a besarme, su lengua y la mía se mueven sincronizadas mientras su mano se mete entre nosotros y desciende por mis vaqueros. Sus dientes mordisquean mi oreja y yo solo necesito pensar que se trata de Wendy para excitarme en seguida. —¿Pido pizza para cenar? —Escucho la voz de Rick en el sofá de enfrente. No respondemos, así que se acerca y tira del pelo de Alice para que le mire. —Que si queréis pizza para cenar. —Sí, joder. Lo que te dé la gana —responde ella mientras yo asiento con la cabeza al mismo tiempo que me deshago de su sujetador. —¿Estás mejor? —Me pregunta Rick cuando entro en la cocina para arrojar el condón a la basura. —No, joder. Claro que no. —Paso por su lado y saco una cerveza del frigorífico. —Josh, deja de pensar en lo mismo. Ha pasado casi un año y no fue culpa tuya, ¿me oyes? —dice sujetándome la cara con sus manos. Puedo ver la cicatriz que tiene en una de ellas, no es muy grande, pero ahí está. Si no hubiera sido por él yo ahora mismo no estaría aquí. —Sí lo fue. —Le aparto y él suspira antes de salir de la cocina, sabiendo que me van a dar igual todos sus vanos intentos por consolarme. Me quedo frente a la ventana, bebiéndome la cerveza y con la mirada perdida hasta que la oigo. Su voz tiembla y su reflejo me llega a través del cristal de las ventanas. —Mi hermano tiene razón… No fue culpa tuya… —Déjalo, Wendy —pido sin mirarla. —Vale. Solo quiero que sepas que, aunque antes te dijera… Bueno… que no te necesito para nada… No era cierto, solo estaba enfadada. Sí que te necesito y si tú me necesitas a mí para algo, solo tienes que decírmelo. No contesto y tampoco me muevo, así que agacha la cabeza y se da la vuelta para marcharse por le mismo sitio que ha venido. * Los próximos días pasan despacio. No voy al trabajo y Rick tampoco me dice nada, me levanto por la mañana temprano y dedico el día a boxear, a fumar, a beber y a drogarme sin control, sin importarme que algo grave pueda pasarme. Apenas como y apenas duermo, ni siquiera tengo ganas de sexo. Mañana es el aniversario de su muerte, mañana hace un año que mi primo se fue y ya no volvió. —Ya basta, tío. —Rick acaba de llegar del trabajo y me lanza una mirada reprobatoria cuando me encuentra con el rulo de plástico entre los dedos—. Llevas cuatro días poniéndote hasta arriba, joder. —Vete a tomar por el culo. Me levanto del sofá para encerrarme en mi habitación y poder seguir con mi deseo de desaparecer a gusto. Por el pasillo me cruzo con Wendy, la cual ni siquiera me mira de reojo, aunque tampoco la culpo y me hace un favor, porque ni tengo ninguna gana de que lo haga. Cuando abro los ojos el jueves, siento todo el cuerpo dolorido, no solo por fuera, sino también por dentro. Me duele el alma. Hace un año que maté a mi primo. Mierda, soy un jodido asesino. Arrastro los pies hasta la ducha y abro el agua, el jabón sigue escociéndome sobre los nudillos abiertos, pero me da lo mismo, cuando termino subo al gimnasio y sigo golpeando el saco de boxeo, aliviándome con el dolor que ello me causa. Después de un rato, bajo al salón y escucho a Rick hablando con su hermana. —Me ha invitado Jordan, Tiffany y Becca también irán. —Solo podrás ir si aceptas que yo te lleve y te vaya a buscar. —¡Pero Rick! No me jodas —protesta ella igual que siempre. —O eso, o no vas. Tú eliges. —Él se cruza de brazos para reforzar sus palabras. —Está bien —dice ella saliendo de la cocina y chocando conmigo. Me mira y parece que va a decir algo, pero vuelve a cerrar la boca y sigue su camino. —Sé que hoy es el día, y sé que ahora mismo solo quieres romperle la cara a alguien y provocarle para que te la rompa a ti y así sentir dolor. — Rick me habla con seriedad en cuanto me ve aparecer—. Así que, ¿qué te parece si te la rompo yo y nos evitamos el peligro de que puedan matarte? —La vida sin peligro es aburrida. —No voy a dejar que salgas a la calle a que te golpeen hasta quedar inconsciente y tirado en algún callejón, joder. —Me obliga a girar para mirarle. —Suerte que ese no sea tu puto problema. —Empujo su hombro al pasar con la intención de tumbarme en el sofá e ignorarlo. —Puedes hacer lo que te dé la gana, Josh, pero no pienso dejarte ir solo a ninguna parte. Voy hacia el salón si responderle y enciendo la televisión, él no insiste, aunque sé que habla en serio y que le voy a tener todo el puto día pegado a mí como una lapa. Sigo bebiendo y fumando hasta la noche y, para mi acierto y desgracia, Rick la pasa enterita conmigo; sin decir palabra, pero a mi lado. A las nueve aparece Wendy con un vestido negro muy ajustado en la cintura, y con vuelo en la parte de abajo. Tiene una tira transparente del ombligo hacia arriba, solo en el centro, dejando al descubierto la perfecta figura de sus pechos. —¿Me llevas? —Sí, vamos. Ella me mira y yo recorro su cuerpo de arriba abajo, sintiendo por primera vez en días cómo algo se mueve dentro de mí. Sin embargo, suprimo enseguida cualquier sentimiento posible y le doy otro trago a la cerveza. —Josh, vuelvo en seguida, no se te ocurra mover tu jodido culo de aquí. No le respondo ni le miro, así que los dos salen por la puerta. 10. LA PRÓXIMA VEZ CIERRA CON PESTILLO, PEQUEÑA WENDY Han pasado cinco días desde que Jackson me contó lo de Josh. Desde ese día él ha cambiado, ha estado comportándose de un modo estúpido, drogándose a todas horas y tratando mal a mi hermano. A mí me ha ignorado por completo y las gemelas no han vuelto a aparecer por aquí, ni tampoco Alice. Yo he estado concentrada en mis exámenes e intentando ignorarle igual que él a mí, pero no es fácil, me mata ver como se destroza a sí mismo sin poder hacer nada por ayudarle. Todos los días encuentro toallas manchadas de sangre por sus nudillos, los cuales no deja que curen porque el tiempo que no se está drogando o bebiendo, está golpeando ese estúpido saco de boxeo. Aunque prefiero que lo golpee a él antes que a cualquier persona. El jueves Tiff me habla de una fiesta a la que Jordan nos ha invitado, no he vuelto a ir a su casa desde lo de Las Vegas y aún no le he dado ninguna clase de francés, aunque algo me dice que esa no es la parte que más le interesa de nuestra relación. —¿Me llevas? —Le pregunto a mi hermano cuando entro en el salón. —Sí, vamos. —Josh, vuelvo en seguida. No se te ocurra mover tu jodido culo de aquí. Los ojos del susodicho se detienen en los míos durante unos segundos antes de recorrer mi cuerpo con ellos, se remueve en el sofá y aparta la mirada casi con desprecio. Puedo comprender en parte por lo que está pasando, pero nosotros nos somos sus enemigos, aunque él vea ahora a todo el mundo igual. * Llevo toda la noche tonteando con un amigo de Jordan, él está enfermo, al parecer, y por eso no ha venido a la fiesta. Una pena… Tiffany se está besando con su ligue de esta noche, Michel, mientras yo tonteo con George; es guapo, aunque tampoco de manera exagerada, no como Jordan ni cómo Connor, y mucho menos como Josh. Le he mandado un mensaje a Connor para que viniera, pero no me ha respondido, cosa que me parece rara… pero bueno. Soy una mujer soltera, libre y sin necesidad de darle explicaciones a nadie, así que pienso disfrutar de todo eso. A pesar de no haber bebido mucho, me siento bastante mareada. Llevo toda la noche aceptando bebidas de George y solo espero que no se le haya ocurrido echarme nada, aunque cada vez me parece más probable puesto que mis sentidos se van durmiendo y me pesa todo el cuerpo. —¿Estás bien, guapa? —pregunta agarrándome por la cintura. —No… no me encuentro… Estoy mareada. —Me llevo la mano a los ojos para frotarlos y aclarar mi visión, pero siento cómo mis movimientos son muy lentos. —Vamos, estarás mejor en una cama —dice cogiéndome en brazos. —No… no quiero… Cuando sube conmigo por las escaleras, miro hacia la puerta y a la gente esperando que alguien me ayude, pero nadie lo hace. Todos beben y se ríen con sus amigos, ignorando por completo que una chica está siendo llevaba a una habitación contra su voluntad, y dudo que solo quiera dejarme descansar. Noto cómo mi espalda toca el colchón antes de que su cuerpo se coloque sobre mí, acaricia mis pechos por encima del vestido y besa mi cuello mientras me susurra todas las guarradas que quiere y pretende hacerme. Siento sus dedos acariciando mis piernas despacio, muy lentamente, como si estuviera disfrutando que yo esté prácticamente inconsciente. —Para… Por favor… —Sé que en cualquier momento voy a perder la consciencia—. Josh… —No sé quién es Josh, pero no está aquí, guapa. —Suelta una risa socarrona y vuelve a besarme. —Sí está aquí. El sentimiento de alivio que siento cuando escucho su voz desde la puerta es inexplicable… Me produce tal nivel de seguridad y protección que en ese instante es como si fuera por fin consciente de lo perdida que estoy respecto a él. El pervertido vuela por los aires y veo cómo rebota contra la pared y cae al suelo, Josh se sienta a mi lado y me da palmaditas en la cara para que espabile, pero de verdad que apenas soy capaz de despegar los párpados. —Wendy. —Sus labios se mueven muy despacio—. Eh, pequeña, mírame. ¡Connor, sácala de aquí! Espera, ¿Connor? Hago un esfuerzo sobrehumano para intentar descubrir si la persona que acaba de levantarme en brazos es él, mis ojos divisan entonces a Josh sentado sobre George en el suelo del dormitorio, atizando su rostro sin descanso. Intento llamarle, pero mi cuerpo no me hace caso y, sin remedio, todo se vuelve negro. JOSH Me levanto para ir al baño con las mismas ganas que tengo de vivir ahora mismo, o sea, ninguna. Sin embargo, al regresar al salón escucho mi móvil, pero cuando llego hasta él han colgado la llamada, la cual, para mi sorpresa, pertenece a Wendy. No me parece muy normal y algo por dentro me dice que debo devolverle la llamada y, a pesar de llevar días sin hablar, averiguar si se encuentra bien. —¿Hola? —¿Wendy? —No soy Wendy. Me he encontrado este teléfono tirado en las escaleras, creo que se le ha caído a una chica que iba borracha perdida en los brazos de un tío. Una especie de energía cósmica, o lo que cojones sea, me impulsa a levantarme de nuevo del sofá y correr hacia mi dormitorio para ponerme las zapatillas deportivas. —¿Estás segura? —pregunto mientras me calzo y vuelvo al salón. —Sí, he llamado al primer número que he visto porque he ido a la habitación donde les he visto entrar, para devolvérselo, pero está cerrada por dentro. —Dame la dirección. Salgo pitando de casa, deseando que esa chica esté equivocada y que todo haya sido una confusión. Mientras conduzco me digo a mí mismo que debo estar calmado, que no puedo perder los papeles, aunque en el fondo sé que como todo eso sea cierto, seré incapaz de encerrar a mis demonios, esos que llevan días atormentándome en mis sueños y en mi realidad. Como era de esperar, en la fiesta hay borrachos y parejas montándoselo sobre los sofás y en cualquier esquina. Veo algunas caras conocidas, pero nadie a quien me apetezca saludar, y menos hoy. Y menos ahora. Solo quiero encontrar a esa mocosa que no para de meterme en líos y enterarme de qué cojones está pasando. Camino deprisa entre la muchedumbre haciéndome paso para subir al piso de arriba. Por el camino me choco con otro tío que intenta subir las escaleras al mismo tiempo que yo y, cuando veo quien es, mi ira crece de un modo incontrolable. —Mira por dónde caminas, Matthews —gruñe Connor frente a mí, entre un escalón y otro. —No tengo tiempo para partirte la cara, gilipollas. —Le hago a un lado para subir sin perder ni un minuto más. —Claro, supongo que tendrás alguna putita caliente esperándote en alguna habitación. —Ríe con sus amigos, lo que me obliga a detenerme en seco y reconsiderar mi decisión. Un puñetazo no me llevará más de dos segundos. Me giro y golpeo su cara con todas mis fuerzas, tanto que retrocede y casi cae por las escaleras de no ser por lo concurridas que están. Escucho a Connor gritar mi nombre y sé con seguridad que viene tras de mí, pero no puedo perder el tiempo con este mamón, joder. Voy abriendo las puertas a mi paso e interrumpiendo a parejas que follan en posturas imposibles, hasta que llego al final del pasillo y solo me queda una que, efectivamente, está cerrada. Connor viene hacia mí con paso firme y el rostro ensangrentado por su nariz, sin prestarle atención, empujo la puerta con el hombro un par de veces, pero no cede, así que me aparto y justo antes de que Connor levante su puño hacia mi cara, le pego una patada para abrirla de par en par. Él falla en su golpe y veo que abre la boca para decir algo, pero en lugar de hacerlo, dirige su mirada hacia el mismo lugar que yo. Imagino que ver el modo en el que mi rostro se ha descompuesto le hace reaccionar. Un calambre nace en mis piernas y sube por mi estómago, dándome ganas de vomitar al ver a un tío tumbado sobre Wendy, la cual yace inmóvil con su rostro lleno de lágrimas. La quemazón sigue ascendiendo por mis manos y mis brazos, provocando que todos mis músculos se tensen y ambas extremidades tiemblen de un modo que pocas veces había sentido. Su voz consigue hacerme reaccionar, cuando mi nombre sale de entre sus labios con un hilillo de voz, la jaula de mis demonios se abre con la misma fuerza que la del dormitorio que he derribado segundos antes, y todos salen de golpe. Voy hasta la cama en la que encuentran, agarro a ese chico del cuello por detrás y le lanzo contra la pared con todas mis fuerzas. Quiero seguir golpeándole hasta matarle, pero necesito asegurarme de que Wendy está bien. —Wendy. Eh, pequeña, mírame. —Ella abre un poco los ojos y eso me basta—. ¡Connor, sácala de aquí! —grito al idiota que está dándole patadas al hijo de puta que ahora está tirado en el suelo. Se acerca sin rechistar y la levanta para llevársela fuera de la habitación, y ruego por su propio bien, que también de la casa. Me siento sobre el estómago del tío y comienzo a levantar el brazo una y otra vez mientras mis nudillos terminan de abrirse con los huesos de su rostro. Descargo toda mi ira con él. Toda. Él es quien ha estado a punto de violar a mi mocosa. Él es Jackson. Él es Connor. Él es mi primo por dejarme. Y sobre todo, él soy yo. Cuando ya no se mueve, consigo parar y levantarme, hay gente observándome desde la puerta, pero nadie se atreve ni tan siquiera a acercarse, así que trago saliva para recuperar el aliento y todos se hacen a un lado para dejarme salir. Ya en la calle veo una ambulancia y a Wendy tumbada en una camilla, Connor habla con el enfermero mientras gesticula con sus manos con nerviosismo, hasta que me acerco y los dos me miran atónitos antes mis manos ensangrentada. —¿Cómo está? —pregunto cuando llego hasta ellos. —Bien, pero debemos hacerle un lavado de estómago. —Vale, yo voy con ella. —Les rodeo para entrar en la ambulancia junto a Wendy. —No, voy yo —indica Connor sujetándome por detrás. Mis ojos observan entonces su mano alrededor mi muñeca, luego le miran a él y, sin necesidad de añadir palabra alguna, suspira me suelta. —Está bien, iré detrás con mi coche. No se lo tengo en cuenta y me coloco donde el enfermero me indica antes de cerrar las dos puertas y subirse en la parte delantera del vehículo. Observo a Wendy y tiro de la manta con la que la han tapado hasta la cintura para que la cubra por completo. —Mocosa, abre los ojos. —Un nudo se forma en mi garganta por todo lo que ha sucedido en los últimos días—. Siento haberte tratado así, soy un gilipollas. Abre los ojos y dime que me perdonas. —Limpio un par de lágrimas solitarias y pestañeo—. Te necesito. WENDY Al despertarme, una sensación muy extraña recorre mi cuerpo, intento moverme, pero estoy débil, así que abro los ojos y me alarmo al ver que no estoy en mi cama y que todo es de color blanco. Giro la cabeza asustada, encontrándome entonces con Josh, el cual se acaba de levantar el sillón en el que estaba sentado. —Shh, tranquila, pequeña. —Coge mi mano y la coloca entre las suyas, besando el dorso después—. Estás bien, estás en el hospital. —¿Qué-qué ha pasado? —¡Wendy! —Rick deja sobre la mesa el café que traía y se acerca a mí para abrazarme. —Ricky, no… No entiendo… —Tranquila, llamaré a un médico. —Vuelve a salir de la habitación de forma apresurada y yo centro de nuevo mi atención en la última persona que vi antes de perder la consciencia. Sus nudillos están vendados por fin, lo que me hace pensar en qué momento ha sucedido eso y cómo he llegado aquí. ¿Qué ha pasado? Ese chico… —¿Me-me han…? —tartamudeo sin poder decirlo todo. —No —gruñe apretando la mandíbula y cerrando un momento los ojos —. Llegué antes. —Gracias —digo a la vez que paso la mano por encima de sus vendajes. En ese momento entra un médico sonriéndome con ternura, junto con una auxiliar y mi hermano. —¿Cómo te encuentras, Wendy? —Confundida. —Es normal, hemos tenido que hacerte un lavado de estómago. Cuando te han traído tenías un nivel de Rohypnol altísimo en tu organismo. ¿Lo has tomado tú? —¿Qué…? Yo-yo no… —¿¡Es usted gilipollas!? —exclama Josh enfadado— ¡La han drogado, joder! —Tranquilo, hermano, tiene que preguntar. —Rick palmea su hombro e intenta calmarle. El médico parece ignorarlo, como si ya hubiera visto más reacciones como esta. —Bien, entonces deberías denunciar, Wendy. Imagino que el responsable es el otro chico que han traído. —Ahora mira a Josh y a sus manos vendadas de un modo reprobatorio. Él solo asiente y el médico murmura un “comprendo” antes de salir de la habitación diciendo que me darán el alta en un par de horas. * —Puedo caminar, ¿sabes? —Sonrío a Connor mientras me mete en mi habitación y me tumba sobre la cama. Josh y mi hermano vienen detrás. Me ha costado un mundo convencerles de que le dejaran venir, pero después de que me contaran lo que pasó, me apetecía estar con él. —Venga, ya la has traído. —Josh tira de su camiseta sin mucha fuerza —. Sal de mi jodida casa antes de que te saque yo. Connor pone los ojos en blanco y suspira exasperadamente, se agacha para darme un beso en la frente y se acerca a mi oído. —Te llamo en un rato, preciosa. —Sonrío y asiento antes de que Josh le saque por la puerta. Rick se sienta a mi lado y escucho cómo los otros dos discuten en el salón antes de un fuerte portazo y las pisadas de Josh, indicándome que Connor ya se ha marchado. —No vas a salir de casa hasta que te cases y tengas hijos —promete mi hermano con mi mano entre las suyas. —¿Y cómo se supone que voy a casarme y a tener hijos sin salir de casa? —Sonrío, él me devuelve el gesto y acaricia mi mejilla. —Wen… Siento mucho lo que te dije. —Lo sé. No te preocupes, yo también lo siento. Se acerca y su garganta se mueve cuando traga saliva antes de abrazarme. Desde que me dijo que mi padre se avergonzaría de ver en lo que me he convertido, hemos pasado la semana bastante distanciados, cruzando únicamente las palabras necesarias y evitándonos. Casi tanto como con Josh, el cual vuelve a mi habitación y se apoya en la pared con los brazos cruzados. —Vaya, mocosa, nos has tenido muy preocupados. —Lo siento. No debí aceptar las copas de ese tío… —Sacudo la cabeza y me avergüenzo por haber sido tan imprudente. Me han contado que Tiff estaba con el otro chico en la cocina cuando el cabrón me llevó, y que después no era capaz de encontrarme hasta que todo se descontroló. —Pues no, no debiste hacerlo —señala mi hermano con autoridad. Voy a responderle cuando mi teléfono comienza a sonar, y agradezco al cielo que aquella chica se lo diera a Josh antes de salir de la casa. Al igual que siempre tendré que agradecerla por haberlo llamado justo a tiempo. —¿Quién es? —pregunta Rick. —Connor —digo sonriendo al ver su nombre en la pantalla mientras pulso la tecla verde. —Si se acaba de ir hace dos minutos —gruñe Josh con el rostro contraído por la rabia. —¿Sí? —Pego el móvil a mi oreja y observo a los dos que tengo delante con ninguna intención de moverse o dejarme espacio para hablar tranquila. —Hola, preciosa. —Por su voz sé que está sonriendo, seguramente ni siquiera haya llegado a su casa todavía. —Hola. —Río animada—. Acabas de irte, Connor, estoy bien. —Te he dicho que te llamaría así que te estoy llamando. —Pensé que te referías a dentro de un rato. —Pues un rato, dos minutos. ¿Qué haces? —Connor… —Me giro un poco para buscar intimidad, algo imposible ya que ambos tienen toda su atención puesta en mí— ¿Te puedo llamar luego yo? Es que mi hermano y Josh siguen aquí. —Bajo un poco el tono de voz. —Claro. Espero tu llamada, cuídate. Asiento y me despido antes de dejar el teléfono sobre el colchón, alzo la mirada y los dos siguen en la misma posición, Josh con cabreado y Rick con una ceja arqueada. —¿Qué quería? —cuestiona el primero. —Nada, solo hablar. —Que te haya traído a casa no cambia nada, no quiero que te acerques a él. Mi hermano me echa una última mirada de advertencia y sale por la puerta, Josh suaviza la suya y abre la boca para decir algo, pero vuelve a cerrarla, se da la vuelta y se marcha pocos segundos antes de que mi móvil suene de nuevo anunciando un mensaje multimedia. Lo abro y sonrío al ver a Connor haciendo pucheros, bajo hacia el mensaje y leo: 4.35pm Connor Te echo de menos. Sonrío inmediatamente como una imbécil, es increíble la facilidad que este chico tiene para cambiar mi humor. Me hago una foto tirándole un beso y se la mando. 4.35pm Yo Gracias por todo, yo también te echo de menos. 4.35pm Connor Cuando te encuentres mejor, esa foto podría subir un poco de tono, muñeca. 4.36pm Yo Puede que tengas suerte en eso… muñeco. 4.36pm Connor Jajaja, tendré paciencia entonces. JOSH Ya son las diez de la noche del viernes y, a cuenta de lo que ha pasado con la mocosa, se me ha olvidado por un rato mi jodida situación. Aunque ahora que ya está en su dormitorio sana y salva, todo vuelve a mi cabeza con un enorme tsunami de emociones. Rick está en su dormitorio con Alice y yo necesito salir de aquí, así que me pongo unos vaqueros y la chaqueta de cuero sobre la camiseta, observo la marihuana y la cocaína sobre la mesilla de noche y me siento tentado, pero esto quiero hacerlo despejado, por lo que descarto. Cojo el casco de mi moto y, cuando salgo de mi habitación, veo a Wendy saliendo de la suya. —¿Dónde vas? —A picar algo, te recuerdo que esas zorras enfermeras no me han dado nada de comer —responde deteniéndose frente a mí. Mira el casco y vuelve a mirarme a mí—. ¿Y tú? —Tengo algo que hacer. —La dejo en el pasillo sin más explicaciones y voy hacia la puerta del ático. —¿Puedo acompañarte? Me doy la vuelta para observarla, está claramente nerviosa por mi negativa. No me parece una buena idea, pero, maldita sea, llevo una semana comportándome como un idiota con ella e ignorándola, y la verdad es que echo de menos tenerla cerca. —Está bien, pero sin preguntas y sin quejas. —Advierto apuntándola con un dedo. —Prometido. —Sonríe con emoción y se aproxima dando pequeños saltitos, le entrego el caso de la moto y abro la puerta instándola a salir. Sin embargo, permanece de pie dentro y me mira. —¿Y para ti? —cuestiona con su casco en alto. —No lo necesito, vamos. —No, Josh. Es peligroso, si no coges otro casco no voy. Es increíble. Hace dos segundos me estaba pidiendo acompañarme y ahora me chantajea para venir. Pero, en fin, realmente quiero tenerla conmigo así que camino hasta el armario de la esquina y saco otro casco de la balda de abajo. —¿Contenta? —Mucho. Pongo los ojos en blanco y cierro tras de mí para que ambos entremos en el ascensor, ella apoya su espalda en la pared del interior y pierde la vista en el suelo. Está preciosa con esa ropa y el pelo recogido a un lado en una trenza. —Wendy. —Mi voz hace que levante la cabeza—. Quiero pedirte perdón por cómo me he comportado estos días. —No es necesario, Josh. —Sí que lo es. He sido un gilipollas contigo y no te lo mereces. Me acerco para colocar las manos en su cintura, ella levanta las suyas y las apoya en mis brazos, mirándome con una pequeña sonrisa. —Oye, han pasado las suficientes cosas entre nosotros como para que confíes en que puedes contarme cualquier cosa. —Lo sé, lo siento —susurro sin dejar de mirar sus labios mientras subo una mano hasta su mejilla y acerco mi boca a la suya despacio. Estamos a un par de centímetros de besarnos cuando el ascensor llega al parking y las puertas se abren de golpe, sonrío de lado y le doy un pequeño beso en la comisura de los labios antes de salir. Escucho cómo murmura algo y yo río en voz baja, creo que es la primera vez en mucho tiempo que siento algo de alegría. Monto en mi moto y la pongo en marcha ante su mirada un tanto nerviosa. —¿A qué esperas, niña? —Nunca he subido en una de estas —comenta sin dejar de inspeccionar el vehículo, así que sonrío y tiro de su mano para que se acerque. —Súbete. —Espero a que se coloque detrás de mí y giro la cabeza—. Ahora tienes dos opciones: agarrarte ahí debajo. —Señalo la parte baja de su asiento—. O agarrarte aquí encima. —Me levanto la cazadora y señalo mi cintura. Me doy la vuelta y acelero un poco sin levantar el pie del freno para asustarla un poquito. El motor retumba en el garaje, ensordeciéndonos por un momento, y entonces siento sus manos rodear mi cintura con fuerza. —Estos de aquí delante me gustan mucho más —susurra en mi oído mientras pasa los dedos por mis abdominales. Bueno, eso ha sido algo que no me esperaba, desde luego. ¿A quién voy a engañar? Tiene unos jodidos labios que elevan el ánimo de cualquier hombre. Conduzco con tranquilidad, sin rebasar el límite de velocidad por primera vez. Me encanta sentir sus manos en mi cuerpo y sé que ella también lo está disfrutando. Veo de reojo cómo sonríe relajada, así que aprovecho una recta para hacer un caballito y asustarla. —¡Josh! —grita abrazándome con fuerza. —Eso es, agárrate fuerte. —Río con ella cuando me da un mordisco en el hombro. —Idiota. —Apoya la cabeza en mi espalda, pero no afloja su agarre. Varios minutos después llegamos a mi destino, detengo la moto frente a la puerta y ella me suelta para después bajarse. Aguardo paciente a que la pregunta llegue, pero ella simplemente sonríe, sorprendiéndome una vez más. Caminamos en silencio entre las tumbas de toda esta gente que ya se ha ido, hasta que llegamos a la de mi primo, limpio un poco la tierra que hay encima y trago varias veces para no llorar. —¿Quieres que te espere fuera? —pregunta con una mano sobre mi hombro. —Quiero que estés aquí —confieso en un suspiro ante el que asiente y da un paso atrás—. Él quería ser médico, ¿sabes? Pero su padre y yo le convencimos de que era demasiado buen corredor como para no aprovecharlo. —¿Cuántos años tenía? —Uno menos que yo —giro para mirarla y acaricio su pelo con calma —. De verdad que siento haber sido un capullo estos días, pero cuando supe que Jackson te contó sobre todo esto… todos los recuerdos volvieron. Y con ellos la culpa. —Tú no tuviste la culpa de nada. —Ahora es ella la que me acaricia a mí — ¿Cuándo hace un año? —Ayer. Abre la boca atónita, y se acerca un poco más mientras niega con la cabeza y sujeta mi cara entre sus pequeñas manos. —Tenías que habérmelo contado, Josh. Yo no habría ido a esa estúpida fiesta en la que casi me violan, me habría quedado contigo. —No quiero ni necesito que te compadezcas de mí —digo con demasiada brusquedad, parece dolida, pero trata de disimularlo. —Yo no te compadezco, imbécil, simplemente me importas. Y te habría acompañado en un día así… Cómo amiga. —Ya. Como amiga. —Arqueo una ceja y me cruzo de brazos porque eso no se lo cree ni ella. —Sí. —Bueno, pues gracias, amiga, pero ya da igual. Ha pasado y no hay nada que podamos hacer ninguno para echar el tiempo atrás. —No podemos cambiar el pasado, Josh. Pero podemos mejorar el futuro. WENDY Volvemos a casa más rápido de lo que hemos ido al cementerio, aunque sin la velocidad a la que conduce habitualmente. Cuando Josh me dijo que tenía algo que hacer, nunca hubiera imaginado que se referiría a esto, hemos estado en silencio casi todo el camino, pero no me arrepiento de haberle acompañado. Al fin y al cabo, creo que es algo demasiado importante como para hacerlo con cualquiera, y él me ha elegido a mí. Después de darle las buenas noches, camino para irme a mi habitación, pero coge mi mano y me hace girar despacio tras asegurarse de que Rick no está por aquí. —Gracias por acompañarme. —Gracias por dejarme hacerlo. Podrías haber ido con las gemelas o con Alice… —Me encojo de hombros y observo nerviosa cómo se acerca más. —Wendy, ellas solo me sirven para un revolcón rápido. No hay amor, no hay palabras, no hay sentimientos. Es solo sexo. —¿Y conmigo no? —Termino con el espacio que nos separa y levanto la cabeza para poder mirarle a los ojos. Suspira y lleva la mano hasta mi mejilla, acariciándola y deslizándola lentamente hasta mi cuello, bajo el pelo. Entonces agacha la cabeza y une sus labios a los míos. Yo, obviamente, no le rechazo, acompaño el movimiento de su lengua y dejo que su cuerpo me coloque contra la pared. Nos besamos unos segundos más hasta que se separa despacio y apoya la frente en la mía, suspirando de nuevo. —¿Te parece a ti que esto sea solo sexo? Sonrío y voy a responder, pero entonces se escucha ruido tras la puerta de mi hermano, así que nos miramos una vez más y nos separamos para continuar nuestro camino. Me meto en mi habitación y cojo el portátil para chatear un poco con Tiffany y tratar de vencer las ganas de atravesar el pasillo y volver a su lado, cosa que cada vez me está costando más esfuerzo. 1.03am Tiff ¡Wen! ¿Estás bien? Siento muchísimo haberte dejado sola ayer… 1.03am Yo No te preocupes, ese cabrón me echó droga en la jodida bebida que estuve aceptando toda la noche. 1.03am Tiff Maldito bastardo, le diré a Jordan que le dé una paliza. 1.03am Yo Tranquila, Josh se encargó de eso. Por cierto, ¿qué tal está tu primo? No hablo con él desde… 1.04am Tiff ¿Desde vuestra fuga a Las Vegas? 1.04am Yo ¿Te lo ha contado? 1.04am Tiff Sí, Winni. Y me molesta mucho que no lo hicieras tu primero. 1.04am Yo Lo siento, Tiff… pero tal y como acabaron las cosas, pensé que te enfadarías. 1.05am Tiff Bueno, estoy enfadada porque no me lo contaras, pero no porque te fugaras con mi primo. ¿Te lo imaginas? ¡Seríamos primas! 1.05am Yo Jajaja, bueno, ¿está bien? 1.05am Tiff Demasiado. Creo que está empezando con una chica… 1.06am Yo Me parece estupendo. Es un chico genial y se merece a una chica tan genial como él. 1.06am Tiff ¿Hablamos mañana? Es que me muero de sueño. 1.06am Yo Claro. Besitos de pato. 1.06am Tiff Besitos de pato, Winni. Apago el ordenador y decido darme un baño relajante. Lleno el fondo de sales y jabón, y le doy al grifo para observar cómo en seguida comienza a hacer burbujas; mientras espero a que se llene, me recojo el pelo en un moño despeinado y pongo un poco de música. Me desnudo cuando ya todo está listo y me tumbo dentro con cuidado de no derramar ni una gota, suspiro y cierro los ojos para relajarme, esta bañera es fantástica. A los pocos minutos, mi teléfono suena en el suelo, alargo el brazo para mirar la pantalla y compruebo que se trata de un mensaje multimedia de Connor. 1.23am Connor He encontrado en mi teléfono una foto que nos hicimos el día que viniste a mi casa, y esto es lo que ha provocado. Pincho en la imagen y despego los párpados atónita cuando veo la mitad inferior de Connor en un espejo, ataviado únicamente con unos Calvin Klein blancos que dejan muy claro su muy enorme erección. Me pregunto a mí misma si quiero seguir con este juego, Connor no tiene límites y eso es algo que me excita. Saco la rodilla por encima de la espuma, dejando al descubierto la parte superior de mi muslo, clavo mis dedos en él para apretarlo y hago una foto. 1.26am Yo Si vuelves a mandarme otra foto como esa, voy a tener que hacer algo yo sola… y no querrás que eso pase. Le doy a enviar y cojo la esponja para ir enjabonándome mientras me responde. Todo es demasiado extraño, no entiendo ni mis propios sentimientos, o quizá es que no quiero… Josh está a tan solo unos metros, seguramente viendo la televisión y fumándose un cigarro. Sería tan fácil ir y dejar que todo se nos fuera de las manos una vez más… En menos de dos minutos mi móvil suena de nuevo, y me da miedo abrir la foto por lo que pueda encontrarme… 1.28am Connor Eso es exactamente lo que pretendo, muñeca. No solo eso, quiero ver cómo lo haces. Abro la imagen e inmediatamente siento un cosquilleo entre mis muslos que me hace moverme y apretar las piernas. Esta vez está sentado en su cama y con una mano metida dentro de sus bóxer, mostrando por encima de ellos la punta de su miembro. Muerdo mis labios y llevo una mano a mi pecho izquierdo, lo aprieto y me hago una foto, mostrando solo mi labio entre mis dientes y mi mano encima de él. 1.30am Yo Tendré que arreglármelas sin ti. 1.30am Connor Yo también. Responde a los pocos segundos, acompañado de una imagen completamente desnudo, con su fuerte mano rodeando su polla. Me despierto la mañana del sábado con bastante energía, por lo que me pongo un pantalón de chándal y una camiseta de tirantes antes de hacerme dos trenzas. Entro en la cocina, pasando por las puertas cerradas de Josh y de mi hermano, hago un zumo de naranja y unas tostadas y camino descalza hasta la terraza para sentarme en una hamaca a desayunar. Joder, San Francisco es una pasada, lo bueno de vivir en un ático son las vistas. Además, esta ciudad está llena de cuestas de infarto. De hecho, creo que todas y cada una de las mujeres de aquí que caminan en lugar de usar el coche, ahorran dinero en pilates. Deben de tener todas el trasero como una piedra. En serio, muchas cuestas y muy empinadas. Miro mi reloj y aún son las diez de la mañana, así que disfruto de las tostadas y del zumo bajo un sol que a cada minuto se hace más abrasador. Me he levantado con ganas de entrenar un poco, pero después de ver el día que hace he cambiado de opinión, quiero tomar el sol. Me cambio el chándal largo por unos shorts y después de asegurarme de que Josh y mi hermano aún duermen, vuelvo a la terraza. Me pongo las gafas de sol y me quito la camiseta, dejando mis pechos tostarse bajo el sol, pongo un poco de música en mi móvil e inconscientemente vuelvo a leer los mensajes de anoche. Me hago una foto desde mi vientre hacia abajo, mostrando mis shorts y mis piernas desnudas, y vuelvo a nuestra conversación. 10.29am Yo Anoche lo hice bien sola, pero no hay nada como tus dedos. Cuando le voy a dar a enviar, se me bloquea el móvil y no responde la pantalla, le doy para arriba y para abajo intentando que reaccione, pero nada. Vuelvo a darle a enviar y la pantalla se queda en negro. Genial, ahora se apaga. Suspiro sin saber si le habrá llegado y dejo el teléfono sobre la mesa, debajo de mi camiseta para que no se caliente por el sol, después lo pondré a cargar. JOSH Anoche me dormí a las cuatro de la mañana por estar enganchado a todas las malditas películas que veía con mi primo. No puedo creer que ya haya pasado un año entero desde que todo sucedió, parece una jodida pesadilla que se repite en bucle continuamente. Abro un ojo de mala hostia por el sonido de mi teléfono, pero inmediatamente abro el otro, y mucho, cuando veo la imagen que tengo delante. ¿Qué coño hace la mocosa enviándome esta foto? Dios, pero que me maten si no se me ha puesto dura de golpe. Leo el mensaje y entonces comprendo que se ha equivocado y esa imagen no era para mí, me levanto hecho una furia y camino hacia el salón, encontrándola en la terraza, tumbada en la hamaca y vestida únicamente con esos diminutos pantalones. Sus perfectas tetas están adquiriendo un tono rojizo por el sol que calienta de cojones, pero parece estar muy a gusto. —¿Se puede saber a quién demonios querías mandarle esta foto? Ella se incorpora en cuanto escucha mi voz y coge su camiseta para taparse. Un poco tarde para eso. —¿Qué-que foto? —Esta foto —digo enseñándole la pantalla de mi móvil. —Oh, esa. —Se levanta y se da la vuelta para ponerse la camiseta. —¿Oh, esa? ¿a quién se la querías mandar? Y por Dios, no digas Connor, por favor —suplico entre dientes. —Vale, pues no lo digo. —Estás loca, joder. ¿No te das cuenta de lo que podría hacer con esas fotos? Espero que no le hayas enviado ninguna más. —Déjame en paz, Josh. No es asunto tuyo. Se mete en el salón y camina hacia su habitación, pero me apresuro a ir tras ella y la sujeto por la muñeca. —¿Acaso no te importa una mierda lo que te dije anoche? —cuestiono bajo su mirada indiferente. Aparta sus ojos de los míos y se aclara la garganta antes de hablar. —¿Qué quieres que te diga, Josh? —Se encoge de hombros y camina hacia atrás, yo no me muevo para seguirla—. ¿De qué sirve que me importe más o menos, si es imposible? —Niega con la cabeza y entonces se da la vuelta por completo, perdiéndose por el pasillo. Eso ha sido doloroso, sin embargo, aunque no sea capaz de asumirlo, tiene razón. A pesar de haberme repetido a mí mismo una y mil veces que lo nuestro nunca podría suceder, he perdido la batalla contra mis sentimientos. Soy consciente de que jamás podríamos tener una relación seria porque eso acabaría con Rick, y yo le debo la vida, además de que nuestro carácter es muy similar. Wendy y yo juntos en una relación sería un nuevo puto Big Bang, nos consumiríamos el uno al otro igual que si de combustión espontanea se tratase. ¿Lo peor? Me quemaría por ella una y mil veces si eso significase tenerla conmigo para siempre. WENDY Maldita sea, ¿Por qué se me ha tenido que fastidiar el móvil justo en ese puto momento? Y ¿era necesario que Josh me recordase lo de anoche? Pensará que para mí es sencilla esta puta situación, que a mí resulta fácil saber que ambos nos morimos por estar juntos sin poder hacerlo. Me dejo caer sobre la cama y decido llamar a Tiffany para invitarla esta noche a dormir, ya que hoy es sábado de carreras y seguro que los dos se marchan. —Tiff, soy yo —hablo cuando me responde. —Ey, ¿qué haces? —Nada, te llamo para ver si quieres venir hoy a dormir a mi casa. —¡Sí! —Genial. —Río—. Pues paso a buscarte a las ocho. —Perfecto, besitos de pato, Winni. —Besitos de pato, Tiff. —Cuelgo todavía riendo y salgo del dormitorio para decírselo a mi hermano, al cual acabo de escuchar hace unos minutos salir del suyo. Le encuentro junto a Josh en el salón viendo la tele y hablando, el primero me mira mal cuando entro, pero simplemente le ignoro y me armo de paciencia antes de dirigirme a Rick. —Ricky, esta noche viene Tiffany a dormir. —Vale, ¿a qué hora viene? —Voy a buscarla a las ocho. —¿Tú? Ni hablar, no te quiero a menos de cincuenta metros de su casa. —¿Por qué? —¿Crees que soy idiota y que no sé qué es la prima del gilipollas con el que te fuiste a Las Vegas? —Pero no vive con él —miento poniéndome a la defensiva. —Te va a crecer la nariz, mocosa —interviene Josh a la vez que aparta la vista de la televisión para clavarla en mí. —Y a ti te va a crecer otra cosa. —Doy varios pasos para acercarme a él. —Eso es lo que tu provocas, preciosa. —Se levanta con decisión y agota el espacio que nos separa para pegar su rostro al mío, ¿se ha olvidado de a quién tenemos delante? —Eh, que corra el aire —dice Rick metiéndose entre los dos—. Ya voy yo a buscar a tu amiga y punto. JOSH Cuando Rick se va a por Tiffany, me meto en la ducha y empiezo a prepararme para esta noche. No sé si voy a ir a las carreras porque hoy no corro, pero creo que me vendría bien un poco de aire fresco, estar con mis amigos y distraerme. Al salir busco la camiseta que quería ponerme esta noche, pero no la encuentro, así que supongo que Rick habrá vuelto a cogérmela, ya que ese idiota siempre roba mi ropa. Voy a entrar en su habitación cuando escucho ruidos detrás de la de Wendy, la curiosidad puede conmigo así que me acerco y pego un poco la oreja a la puerta. ¿Eso son jadeos? Mierda, esta niñata ha metido a ese cabrón en casa mientras estaba en la ducha. Abro la puerta de par en par y me quedo estático cuando la encuentro a ella sola tumbada en su cama, completamente desnuda y con una mano metida por dentro de la sábana. Al verme únicamente con la toalla rodeando mi cadera, se muerde el labio y recorre todo mi cuerpo deteniéndose en mis ojos. Mi más baja anatomía está dura como una piedra por saber que esta mocosa está dándose placer a sí misma, y parece hacerlo muy bien. Cierro la puerta sin apartar la vista de ella, no quiero perder detalle, y me aproximo hasta el colchón lentamente. —¿Qué hacías? —pregunto mirándola fijamente. —¿A ti que te parece? —responde sin moverse. Me acerco hasta su lado y aparto la sábana que la cubre, dejando al descubierto sus piernas abiertas y su mano cubriendo la parte más íntima de su cuerpo. Sus respiración es entrecortada y tiene las mejillas enrojecidas. Me mira deseosa de que la ayude y, mierda, ¿cómo voy a negarme a eso? Me agacho entre sus piernas, acercando la mano sin que me vea y, cuando menos se lo espera, introduzco un dedo en su interior. —Así que te gusta esto —adivino con la voz ronca cuando un gemido sale disparado de su garganta—. No deberías estar haciendo esto tú sola, pequeña. No estando yo en la habitación de enfrente. Me encargo de darle placer algunos segundos más antes de levantarme, dejar caer la toalla a mis pies y colocarme sobre ella bajo esa mirada llegada desde el infierno para torturarme y volverme loco. —No puedes hacer esos ruidos y no pretender que te folle. Wendy gime más alto y yo decido que no es tan malo perder el control una vez más. La última. —Esto es lo que quieres, ¿verdad? —Me coloco en el punto exacto y ella me insta a que termine con los pocos centímetros que nos separan. —Josh… —Dime por qué no debería dejarte con las ganas, al fin y al cabo, esa foto no era para mí. Tal vez deberías llamar a Connor para que venga a hacértelo él. —No, hazlo ya… Por favor. —Solo con una condición. —¿Cuál? —pregunta con la respiración entrecortada y las pupilas dilatadas por la excitación. —Dime quién te lo hace mejor. Vuelve a soltar otro gemido cuando la acaricio y me retiro de nuevo, así que sujeto su rostro con una mano para que me mire a los ojos. —¿Quién, pequeña? Solo dilo, quiero la verdad. Coloca una mano detrás de mi cabeza y me acerca a ella para que la bese, está borracha de placer y desesperada porque la folle, es el punto exacto dónde una persona es totalmente manejable. Acerco mis labios a los suyos y los acaricio con mi lengua, ella gime mientras intenta acercarme más. Deseo escucharlo. Deseo escuchar de su preciosa boca que yo se lo hago mejor que ese cabrón porque, joder, ella no se puede comparar con nadie más. —Nadie me lo hace como tú, Josh. Los dos orgasmos siguientes suceden sin remordimiento ni culpabilidad, sin pensar en las consecuencias que tendrán ni importarnos lo más mínimo. Ni siquiera me detengo a comprobar si se escucha ruido en alguna parte de la casa, algo que nos indique que Rick ha vuelto. Wendy junta sus piernas extasiada y me mira con la boca entreabierta por la velocidad de su respiración, observa cómo me pongo en pie y vuelvo a colocar la toalla alrededor de mi cintura. Alzo la vista para encontrarme con sus ojos y no puedo evitar torcer la sonrisa cuando ella la reprime, sujetando su labio inferior con los dientes para controlarse. —Calla. —Se adelanta al ver que abro la boca para hablar. Yo niego con la cabeza e inclino un poco la cabeza para susurrar, como si de repente temiese que alguien nos escuche después de tantos gritos y jadeos. —La próxima vez cierra con pestillo, pequeña. 11. PROPOSICIONES INESPERADAS WENDY Josh es un hombre que juega en una liga completamente diferente a la mía, lo que es capaz de hacer con esas manos… Dios, simplemente es excesivo y debería ser un puto pecado. Aprieto mis piernas con fuerza para intentar calmar los calambres que sigo sintiendo y me levanto para meterme en la ducha. Intento no pensar en lo que acaba de suceder porque eso solo significaría darle miles de vueltas a la cabeza y, una vez más, no llegar a ninguna conclusión; al menos a ninguna que me guste. Después de secarme un poco y atarme el albornoz que me compré el otro día, salgo del baño y camino por encima del parqué hasta el armario, me pongo un pantalón largo de pijama y, cuando voy a meter los brazos por la camiseta, alguien me aprieta los pechos desde atrás. —¡Hola! —grita en mi oído. —¡Dios, Tiffany! —Río sobresaltada dándole un empujón— Has estado a punto de ganarte una nariz nueva. —Lo sé, soy muy silenciosa cuando quiero. Solo cuando quiero, eh, otras veces soy muy pero que muy ruidosa. —Sonríe de manera traviesa y me saca la lengua. —Eres una guarra. Ríe mientras se pone el pijama, el cual consiste en unos pantalones cortos con corazoncitos y una camiseta roja, y vamos hacia el salón. Rick está hablando por teléfono y Josh vestido para ir a las carreras, supongo. Me mira con complicidad y se le escapa una sonrisa torcida antes de volver la vista a la televisión. —Tiff, él es Josh. Oficialmente. Josh, ella es mi amiga Tiffany. —Un placer, encanto. —Sonríe él seductoramente. —Igualmente. Me siento a su lado en el sofá y Tiffany al mío al mismo tiempo que Rick pasa por delante de nosotros y continúa su llamada en la cocina. Josh abre la cajetilla de tabaco y se coloca uno entre los labios antes girarse hacia Tiff, ignorándome por completo. —¿Fumas? —No… —dice Tiffany con vergüenza. —Eso no ha sonado muy convincente, toma. —Le pasa un cigarro y luego el mechero. —Gracias. A continuación, deja el paquete sobre la mesa y siento ganas de preguntarle por qué a mí no me ofrece, pero paso. Solo de pensar lo que ha sucedido hace unos minutos… me muero de vergüenza. Y él lo sabe, es lo que más me fastidia. —Joder, Winni… Está muy bueno —Me susurra mi amiga cuando el idiota se levanta para perderse por la puerta de la cocina. —Calla, por Dios. —Pongo los ojos en blanco—. Es un imbécil. —Un imbécil muy caliente. Todavía recuerdo el día que conocí a Tiffany. Estamos estudiando periodismo, así que en nuestra primera clase teníamos que juntarnos en parejas e inventar un artículo que despertara la ternura de la gente. A Tiffany no se le ocurrió otra cosa que escribir sobre la vejez. Hicimos un artículo que después resultó ser el mejor de clase, se llamaba “Los patos siempre te acompañarán”. Hablaba de que cuando te vas haciendo mayor y llegas a la vejez, cambias las fiestas locas por las partidas de mus y los besos furtivos en el parque por tardes enteras dando de comer a los patos. Tiene una imaginación desbordante… Así nacieron los besitos de pato que siempre nos dedicamos, tengo mucha suerte de haberla conocido. —No vais a salir, ¿no? —Los dos regresan poco después y Rick me observa curioso y preocupado. —No. ¿Vais a las carreras? —Sí, no sé a qué hora volveremos. —Vale. —Wendy, espero que estés aquí cuando llegue. —Se acerca y me mira con seriedad. —Que sí, pesado. No voy a salir a ningún sitio. —Vale. Te quiero —dice agachándose para darme un beso en la frente. —Sed buenas —añade Josh guiñándole un ojo a Tiffany. —Uff, me pone mucho, Winni —comenta cuando ya han cerrado la puerta. Resoplo mientras pongo los ojos en blanco y me levanto para coger el teléfono. Pido una pizza y esperamos impacientes mientras buscamos una película para ver, cogemos un par de cervezas y nos sentamos frente al televisor mientras esperamos la cena. Me llega un mensaje y al ver el nombre de Connor en pantalla, una sonrisa boba aparece en mi cara y Tiffany se ríe. —Connor, ¿verdad? Asiento y abro el mensaje. —“Me muero de ganas de verte” —Leo en voz alta. —Oh, que mono. ¿Qué le vas a poner? —“Yo también tengo muchas ganas de verte, tonto. Estoy con Tiff, ha venido a dormir.” —Tecleo sin dejar de sonreír. —¿Por qué no le dices que venga un rato? Y que se vaya antes de que vuelva tu hermano. —Que va, se puede liar si llegan y le encuentran aquí. Estoy harta de que se peleen. La noche transcurre de forma divertida sin ningún imprevisto, bueno si al hecho de que Connor me haya pedido que salgamos no lo consideras un puto imprevisto. Pues sí, hemos estado mensajeándonos sin parar, recordando momentos geniales en París y, de repente, me ha dicho que ya debo haber notado que sus sentimientos por mí son muy grandes, y que por qué no lo intentamos. Tiffany ha tenido que leerlo para creérselo, me ha dado sus diferentes puntos de vista —todos ellos sin saber lo que ha pasado con Josh—, y me ha hecho llegar a una conclusión de la cual no estoy muy convencida, pero pienso llevar a cabo. Igual que sé que las cosas con Josh se me han ido de las manso y que todo ha resultado justo del modo inverso a cómo lo habría imaginado, también sé que lo nuestro nunca será posible con mi hermano de por medio. Y de momento no tengo intención de quedarme sin hermano, así que definitivamente tenemos que cortar lo que sea que hayamos estado teniendo. Sí, pienso intentarlo con Connor. Me levanto al baño a las cinco de la madrugada, hago pis y voy a la cocina a por un vaso de agua sin hacer mucho ruido para que Tiff no se despierte. Cuando salgo, me encuentro a un muy borracho Josh mirándome de manera lujuriosa en medio del pasillo, se acerca y me aprieta contra él bruscamente. —Te odio con todas mis fuerzas, mocosa. No sé qué coño estás haciendo conmigo, pero soy incapaz de alejarme de ti. —Pues vas a tener que hacerlo —digo sin moverme ni intentar que se aleje, no sé si este sea el momento más indicado para contárselo, pero debe saberlo. —¿Y si no quiero? —No te va a quedar más remedio. —¿Por qué? —Esta noche Connor me ha pedido que sea su novia —confieso sin más. Me suelta y todos los músculos de su cuerpo se tensan, parece que se le ha pasado toda la borrachera de golpe—. Y le he dicho que sí. —¿¡Es una broma!? —No, Josh. Me gusta y quiero intentarlo con él, las cosas entre tú y yo… —Me encojo de hombros y trato de que me entienda. —¡Dime que es una jodida broma! —Cálmate y deja de gritarme, es mi vida y no tienes ningún derecho de meterte en ella. —¿Qué pasa? —pregunta mi hermano saliendo de su habitación con el torso descubierto y solo unos pantalones vaqueros por abajo. JOSH —¡Vamos, cuéntaselo! —exclamo haciendo un gesto de invitación con la mano. —Josh, deja de gritar a mi hermana. —Me advierte con el dedo mientras se acerca un poco más a nosotros. —¡Está saliendo con Connor! —grito cuando ella permanece callada, con su mirada llena de odio clavada en mí. Rick dirige la mirada lentamente hacia su hermana y llena sus pulmones de aire. —No es cierto —afirma él esperando que ella confirme que miento. —Ricky… —Ya te lo estás quitando de la cabeza, no vas a salir con ese tío. No lo conoces de nada, así que olvídate por completo de todo lo que tenga que ver con él. —Ese tiene nombre —indica con la barbilla alzada—. Y desde esta noche es mi novio. Una nausea sube por mi garganta, en parte por la borrachera que llevo encima, y en parte por ver cómo mi mocosa se me escapa de los dedos con tanta rapidez que no sé qué hacer o cómo pararla. —No pienso aguantar que salgas con él, Wendy. ¡No va a poner un pie en esta casa, joder! —Bien, me iré a vivir sola entonces —dice dándose la vuelta y entrando en su cuarto. Miro a Rick desconcertado y ansioso, esperando que haga cualquier cosa, lo que sea por detenerla, pero solo mueve la boca como si quisiera decir algo sin que nada salga de ella. —¿Vas a dejar que se marche? —pregunto perplejo. —¿Quieres que ese estúpido se pasee por aquí todo el día y que se acueste con mi hermana en mi propia casa? —No. No. Ni de coña. Eso no va a pasar. No. —Es lo que va a pasar si Wendy se queda aquí, tal vez es hora de que vuele sola. —¡No! Joder, hermano, es una niña. Tiene dieciocho años, no puede irse a vivir sola y empezar a salir con un tío tres años mayor que ella. —Josh. —Se cruza de brazos y frunce el ceño mientras me observa con detenimiento—. Te gusta mi hermana, ¿verdad? —¿¡Qué!? No, por Dios, no digas gilipolleces. —Suelto una risa entre nerviosa y sarcástica. —Te conozco mejor que nadie y a ella también, sé que algo está pasando entre vosotros. —Te equivocas. —Ya… —dice para nada convencido— lo que tú digas. Solo espero que sea verdad, porque eso sí que es algo que no soportaría. Jamás —recalca con sus ojos fijos en los míos. —Puedes estar tranquilo. —Me doy la vuelta y entro en mi dormitorio antes de que cualquier gesto, palabra o expresión pueda delatarme del todo. Wendy se va y no voy a poder hacer nada por evitarlo, sé que como abandone esta casa, ya no habrá nada que nos una. Revuelvo mi pelo con frustración y me termino el porro que estaba fumando antes de escucharla salir de su habitación, me tumbo sobre la cama y no sé en qué momento caigo rendido por el sueño. Los gritos me despiertan a la mañana siguiente, como ya parece costumbre en esta casa, así que no tardo en ponerme unos pantalones deportivos para salir a ver qué sucede. —¡Deja de ser tan cría, joder! —Ambos discuten igual que siempre, aunque hoy hay algo diferente: la maleta que tiene en una mano. —Cómo sigas gritándome, me largo ahora mismo —advierte ella y deja su bolsa de ropa en el suelo. —Wendy… joder —Rick camina de un lado para otro y yo no sé ni qué decir—. No te marches. Esto… esto tiene que tener una solución. —Ya sabes cuál es. —No puedes pedirme que acepte que ese tío sea tu novio. Simplemente… no puedes. —Bien, pues entonces la decisión está tomada. —Abre la puerta de la calle sin titubear. —Espera. Mierda, de verdad… —Niega con la cabeza lleno de frustración—. Eres increíble. Ella se cruza de brazos y espera a que Rick siga hablando—. De acuerdo, lo intentaré, pero no te vayas, por favor. Se acerca a ella y le da un abrazo sellando un trato que sé que no soportaré, simplemente me va a resultar imposible, no solo asumir que la mocosa ya no será mi mocosa, sino que encima tendré que ver cómo se pasean y se besan delante de mis narices. Esto no va a salir bien de ninguna manera posible. * Las últimas dos semanas han sido un infierno. Desde que Wendy me dijo que salía con Connor, he procurado darle su espacio y ni siquiera la he dirigido la palabra, cuando nos cruzamos, miro al suelo y la evito a toda costa. A pesar de eso, el otro día llegué y estaban los dos en el sofá, no pude evitar controlar que toda la sangre de mi cuerpo se concentrara en mi cabeza, y para no darle de hostias tuve que subir a atizar el saco de boxeo. En el taller las cosas no van muy bien, hemos tenido problemas con dos coches muy caros y estamos perdiendo dinero. Rick intenta hablar con gente que pueda ayudarnos, pero la cosa está jodida. He estado evadiendo mis pensamientos con la ayuda de las gemelas, pero solo ha servido para recordarme que ellas no son Wendy. Ni siquiera son comparables, y eso que las quiero. A mi manera. —Hermano, he conseguido una reunión con un tío que puede ayudarnos. Le he dicho que necesitamos un poco más de tiempo para recuperar la pasta y cubrir el próximo pedido —me dice Rick cuando entro al salón. —¿Y? ¿Cuándo es? —Pues tengo que ir a Nueva York mañana. —¿Nueva York? —Alzo las cejas, sorprendido. —Sí. Al menos durante tres días. —Joder… vale. Pues no te preocupes, yo me encargo de todo. —De todo, Josh. Wendy incluida. —Me advierte con la mirada—. Sé que lleváis semanas sin hablaros y no entiendo por qué, pero necesito que cuides de ella estos días. —¿A qué te refieres con cuidarla? Ya la cuida su novio. —A eso precisamente. No quiero que Connor esté por aquí mientras yo esté fuera. Además, no estaría tranquilo dejando el taller abierto y tampoco sirve de mucho, estamos perdiendo pasta. Así que ya he avisado a todos los trabajadores de que estará cerrado hasta que yo vuelva. —Bien. Me ocuparé de que ese gilipollas no pise por aquí. —Estoy seguro de que lo harás. —Sonríe y me da un pequeño empujón —. Ahora voy a decírselo a ella. Camina hacia la terraza, donde Wendy está con Tiffany tomando el sol, y baja la música para que le escuche. Yo hago lo mismo con la televisión y afino el oído. —Wen, escúchame. —Te escucho —dice ella sin levantarse. Al menos hoy lleva un biquini y no está en tetas como la última vez. Aunque, joder, echo de menos esas tetas terriblemente. A pesar de llevar ese biquini puedo verla perfectamente desnuda en mi mente, tal y como ha estado para mí en varias ocasiones. Cuando ha sido completamente mía. Pensar que ahora ya no lo es por culpa de Connor solo me da ganas de reventarle la cabeza. —Estaré fuera durante tres días más o menos. —¿Dónde vas? —pregunta ella incorporándose. —A Nueva York. Temas de trabajo. —Vale. —Quiero que te comportes, Wendy. Mientras yo no esté, no quiero que tu… que Connor pise esta casa. —Venga ya, Ricky. Eso es absurdo. —Me da igual lo que pienses, es lo que hay. He aceptado que salgas con él porque no he tenido más remedio, pero no quiero que esté en mi casa mientras yo estoy fuera. ¿Lo has entendido? —Sí, señor —resopla y se levanta de la hamaca. Yo hago lo mismo y me apoyo en la puerta de la terraza para observarla, sé que quiere mirarme, pero no lo hace, se aguanta las ganas por culpa de su maldito orgullo. —Otra cosa, sé que Josh y tú no os habláis y, ni sé, ni me importa el motivo. Solo te pido que te comportes como una adulta y no discutáis mientras yo estoy fuera. —No te preocupes, Josh y yo no tenemos nada por lo que discutir —dice cambiando la vista hacia mí. Es la primera vez que nos miramos desde hace dos semanas. Olvidaba cómo me hacías sentir sus ojos penetrantes sobre los míos. WENDY No me parece justo que mi novio no pueda venir a mi casa porque mi hermano no esté, pero bueno, bastante que Rick lo ha aceptado como para provocarle… Tres días se pasan deprisa. En cuanto a Josh… tres días con él en casa podrían ser muy interesantes si no fuera porque ahora tengo novio. A pesar de que Connor me vuelve loca, me refiero al sexo, lo de Josh es inexplicable… y eso me hace débil. Muy débil. —Dame un beso, hermanita. —Me abraza cuando se va a marchar—. Sé buena, ¿vale? —susurra en mi oreja. —Sí, Ricky. Deja de preocuparte. —Venga, hermano. Te llamaré con lo que sea, cuida de todo —dice chocando la mano de Josh. Se marcha, cerrando la puerta tras de él, y Josh y yo nos quedamos en el salón en un silencio tan incómodo que me doy la vuelta y me marcho a mi habitación. Creo que voy a pasar mucho tiempo aquí durante los próximos días… * —Wendy, es hora de cenar. Venga. —Escucho su voz desde el pasillo. Dejo la revista que estoy leyendo para intentar apartar de mi mente la tentación, y voy hacia el salón para sentarme en una silla. Huele de maravilla y tiene una pinta buenísima, él se sienta frente a mí y aquí está ese silencio incómodo de nuevo. —Vamos a tener que compartir tiempo juntos durante los próximos días, y la verdad es que no sé porque has dejado de hablarme, pero creo que deberíamos intentar hacer esto lo menos incómodo posible —comento tratando de no darle mucha importancia. —Estoy de acuerdo. —Sostengo su mirada varios segundos, hasta que él la baja y comienza a comer. No hablamos durante el resto de la cena. Cuando acabamos, recojo la mesa y friego los platos. Escucho el timbre y me sorprende bastante porque ya son las diez de la noche y hace semanas que Josh y mi hermano no montan bacanales en casa, pero entonces escucho esa asquerosa voz de pito y ya me queda todo claro. JOSH —Hola, muñeca. —Tiro de ella para besarla. —Pensaba que no me llamarías nunca —dice Alisson rodeando mi cuello. Sujeto su mano y la guío hacia mi dormitorio, pasando por la cocina y disfrutando de la mirada de asco de Wendy. Si ella tiene novio y no le han importado una mierda mis sentimientos, no veo por qué yo tengo que preocuparme por los suyos. —Joder, no sabía que tuvieras piscina, me habría traído un biquini — dice cuando cierro la puerta y ella avanza al interior. —Bueno, no lo necesitas —digo mirándola con deseo. —Es cierto —responde con voz seductora. Nos acostamos en la piscina primero, y en mi cama después. Sin embargo, cuando tras finalizar pretende tumbarse a mi lado y abrazarme, me siento incapaz de corresponderla, así que me incorporo y le hago una señal para que se levante. —Tienes que irte —informo sin pensar mucho en cómo pueda sentarle. —¿Qué? ¿Por qué? —Porque sí. Venga. —No parece dispuesta a moverse, así que tengo que sujetar su mano para tirar un poco de ella hasta que consigo que camine. —¡Eres un cabrón! —grita mientras se viste por el pasillo. —Qué novedad —murmura Wendy saliendo de la cocina con un yogurt en las manos. WENDY Esa asquerosa gime más alto que una puta gata en celo, joder. Siento un odio profundo cuando veo que van hacia su habitación, y ese odio se convierte ya en algo irremediable cuando la escucho gritar. Lo sé. Tengo novio, pero no puedo evitar que me fastidie. Además, no es justo que Connor no pueda venir y Josh pueda traerse a sus putitas. Cuando salgo de la cocina y le veo a él desnudo completamente, y a ella vistiéndose mientras él la observa en el pasillo, no puedo evitar recorrer a Josh de arriba abajo, tiene el mejor cuerpo que he podido ver, y disfrutar, en toda mi vida. —¡Eres un cabrón! —Qué novedad. —Me sorprendo al escuchar mi propia voz. Ella me mira y camina hacia la puerta, no sin antes darle un buen tortazo a Josh. Él sonríe cuando ve que mis ojos viajan por su cuerpo e irremediablemente muerdo mi labio inferior. Van a ser tres días muy largos. JOSH Sus ojos me observan sin pudor casi gritándome lo que más desean ahora, y no puedo evitar sonreír cuando la veo recorrerme con la mirada, pero pronto dejo de hacerlo al ver cómo su labio queda aprisionado por sus dientes. Mis ojos se oscurecen y siento cómo se me pone dura ante su mirada, Wendy observa sin ningún disimulo cómo crece mientras se acerca despacio, se detiene a pocos centímetros y sonríe sarcásticamente. —Parece que no te ha dejado satisfecho —susurra antes de continuar su camino hasta su habitación. Van a ser tres putos días muy largos. * Es jueves y fuera está nevando, el invierno pega fuerte en San Francisco y parece ser que viene un temporal de los chungos. Es curioso, porque tan pronto amanece un día con sol de ese que quema, como cuando Wendy tomaba el sol, y otros hace un frío de los mil demonios, como hoy. Enciendo la chimenea y preparo algo caliente para cenar, no sé de dónde he sacado el talento en la cocina, pero desde luego es algo que no se me da nada mal. Aviso a Wendy para que venga a cenar y aparece con una manta rodeando su pequeño cuerpo, encogida por el frío. —¿Tanto frío tienes, mocosa? —¿Qué pasa con la calefacción? —pregunta sentándose en la silla con las piernas recogidas contra su pecho. —No funciona, he llamado para que vengan mañana. —¿Qué es esto? —Mira el plato que he colocado frente a ella. —Estofado de ternera. Come, te va a gustar. —No sabía que cocinar entrara dentro de tus muchos talentos. Sonrío inmediatamente y ella se sonroja al darse cuenta de lo que acaba de reconocer. —Así que tengo muchos talentos. —Es una forma de hablar. —Trata de quitarle importancia pinchando un trozo de carne. —Ya… una forma de hablar. Terminamos de cenar y voy a lavarme los dientes mientras ella friega los platos y recoge la cocina, se mete en su dormitorio y vuelve al salón a los pocos minutos con una expresión interrogante en su rostro. —No puede venir Connor, ¿verdad? —Me observa desde la puerta. —No —digo rotundamente. —Vale. —Suspira y pone los ojos en blanco—. Pues vamos a hacer algo, me aburro mucho —dice sentándose en el sofá, a mi lado. —¿Qué quieres que hagamos? —Giro el rostro hacia ella con la sonrisa torcida. —Lo que quieras menos lo que estás pensando. —No sabes en lo que estoy pensando. —Sí lo sé. —No lo sabes. —Si lo sé porque yo estoy pensando en lo mismo. La miro divertido cuando dice eso, y ella solo cambia la vista hacia la televisión. Yo no aparto mis ojos de ella, me he levantado caliente y tengo el día peligroso hoy. —Deja de mirarme así. —No puedo, me pones demasiado. —Joder, Josh. —Chasquea la lengua y se levanta encaminándose hacia el pasillo, pero no pienso dejar que se me escape. Me pongo en pie para ir tras ella y tiro de su brazo para empujarla con suavidad contra la puerta—. Déjame. Veo en tus ojos lo que quieres y no va a pasar, así que apártate. No puedo evitar devorarla con la mirada. La deseo demasiado y sé que ella también a mí, puedo verlo en todo su cuerpo. —Tu boca dice una cosa, pero tu cuerpo dice otra. —Por suerte mi cuerpo no manda. —Creo que no deberías estar tan segura. —Me acerco a su cuello lentamente bajo su mirada temblorosa. Respira con dificultad y cada vez ejerce menos presión sobre mi pecho para que me aleje. —Josh… basta —murmura—. Tengo novio. —Un novio que no te complace como yo —susurro antes de morder el lóbulo de su oreja. Un gemido casi inaudible sale de su boca, lo que me hace sonreír y saber que ya es mía. —Eso es mentira. —Ah, ¿sí? ¿Vas a decirme que no te pongo ni siquiera un poco? —No me pones nada. —Entonces si hago esto no pasa nada… —Beso la parte inferior de su cuello tras humedecerme los labios. —Nada —habla con voz entrecortada. —¿Y esto? —Deslizo la mano hasta su trasero, apretándola contra mi erección. Vuelve a gemir muy bajo y sigue negándolo. —Absolutamente nada. Levanto la vista y veo que tiene los ojos cerrados y está mordiendo su labio de la misma forma que hace siempre cuando está excitada. —¿Y si no sientes nada por qué cierras los ojos y tienes esa cara? — murmuro rozando su boca. —Eres un gilipollas. —Corrección, pequeña, soy un gilipollas que hace que todo tu cuerpo tiemble. Me mira con un deseo y unas ganas que sé que ahora mismo podría hacer con ella lo que quisiera, pero no, decido dejar que se sea ella la que venga a mí. —Pero bueno, como tienes novio. —Dibujo una mueca triste y me alejo de ella para volver al salón. Por el espejo veo que sigue contra la puerta y no es capaz de moverse durante varios segundos, hasta que gira y se encamina a su habitación. 12. CONFESIONES WENDY ¡Le odio, joder! Entro en mi dormitorio completamente aturdida, realmente estaba dispuesta a hacer lo que fuera por sentir sus labios sobre los míos una vez más, pero el muy imbécil solo me estaba poniendo a prueba. No pienso esconderme como una niña estúpida, así que dejo la manta sobre la cama y armándome de valor vuelvo al salón, me mira y sonríe, pero no dice nada. Me siento a su lado sin hablar mientras miramos la televisión, aunque sé que ninguno estamos prestando atención. —Bueno, pon una película o algo, ¿no? ¿o vamos a ver esta mierda toda la noche? —pregunto minutos después. —¿Qué película quiere ver la niña? Espera, ya sé, voy a poner una que te va a encantar. Abre el videoclub online de la televisión y entra en la carpeta Disney. Enarco una ceja mirando con incredulidad porque, joder, ¿en serio le gustan los dibujos? Pero no, definitivamente lo que quieres es reírse de mí. —¿En serio, Josh? ¿Peter Pan? —Me cruzo de brazos cuando la película empieza. —¿Qué pasa? —Se carcajea— ¿No te gusta? —Eres un imbécil, pero sí, me gusta, para que lo sepas. —Seguro que te pusieron tu nombre por esta película. Básicamente eres igual que Wendy —comenta girando hacia mí e inclinándose ligeramente —. Una niña que quiere ser mayor… Que busca aventura y por eso no duda un instante en salir volando por la ventana con un desconocido que le promete la luna y las estrellas. —Bueno, de hecho… —digo acercándome como él— vuelan cerca de la luna y las estrellas. Y la lleva a… —A Nunca Jamás —me interrumpe. No sé en qué momento hemos acabado estando a esta distancia, pero levanta su mano y acaricia mi labio inferior. Se acerca sin dejar de mirarme y me besa lentamente, solo es un roce de labios, pero me hace suspirar. Todos mis pelos se erizan y me muero de ganas de abalanzarme sobre él, pero se separa. ¿Por qué coño se separa? —No puedes imaginarte las ganas que tenía de besarte —dice sin dejar de mirar mi boca. —Josh… No puedes hacerme esto cada vez que te dé la gana. Yo-yo tengo novio. Me levanto con la intención de poner distancia entre nosotros, pero sujeta mi mano, aunque no tira. Se levanta también y rodea mi cintura con las suyas. —Wendy, creo… Creo que… —¿Qué, Josh? Sabes tan bien como yo que esto no está bien. Si mi hermano se enterase de lo que hemos estado haciendo, él te mataría. —Moriría satisfecho. Mierda, esa ha sido una buena respuesta. Ha sido una respuesta cojonuda. No puedo evitar sonreír como una idiota, tengo que reconocer que lo que Josh consigue despertar en mí, no lo logra nadie más, ni siquiera Connor. —No-no sé qué decir. Creo que eres la única persona que consigue dejarme sin palabras. —Eso es bueno… supongo. —Se acerca para besarme de nuevo, pero me alejo. —Pero no podemos, Josh. Simplemente… Además, no puedo hacerle esto a Connor. Aprieta su mandíbula y siento que sus músculos se tensan de repente. —No puedo soportar… —Suspira con pesadez y clava sus dedos en mi cintura—. Cada vez que sé que estás con él, solo quiero matarlo —Me informa entre dientes. —Es mi novio, Josh. Y es lo que va a seguir siendo a pesar de que yo… De que tú… Esto está mal. Suelto sus manos de mi cuerpo y me doy la vuelta para marcharme a mi habitación y no volver a salir, no debería haber dejado que llegásemos tan lejos, maldita sea. JOSH ¿Está mal? ¿De verdad está mal? Abro la puerta de su dormitorio sin llamar y veo cómo me mira sorprendida cuando ve que camino con seguridad hacia ella. —Oye, ¿que…? Sujeto su cara con mis manos y devoro su boca sin previo aviso, levanta sus manos para separarme de ella, pero se las sujeto contra la espalda. La empujo para que caiga en la cama y sigue mirándome sorprendida. —Quieto —suplica. Me quito la sudadera y la camiseta y veo cómo se sonroja y me recorre con la mirada. Desabrocho mi pantalón y lo dejo caer junto con mis bóxers, quedándome completamente desnudo y expuesto a ella. Se inclina para levantarse, pero la empujo de modo que caiga sobre la cama otra vez, coloco las manos en sus caderas y me deshago de su pijama y de su tanga en menos de cinco segundos. Ella respira con dificultad y no deja de mirarme. —Necesitas recordar lo que está bien y lo que no, pequeña —susurro contra su muslo. Comienzo a depositar besos por toda su pierna, subiendo cada vez más. Ella no deja de moverse y de apretar la almohada con las manos. —Josh… Sonrío mientras sigo besándola, meto mis manos por debajo de su camiseta y se la quito sin ninguna oposición por su parte. Me detengo sobre su rostro y observo esos ojos que se cierran en cuanto acaricio su mejilla. Sé que está haciendo un gran esfuerzo por apartarme de ella, pero no puede. Esto es lo que quiere, lo que los dos queremos. —No quiero que vuelvas a decir que esto está mal, Wendy… Porque eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo —confieso un rato después cuando ambos estamos ya agotados y sudorosos, tumbados en la cama uno junto al otro. ¿Qué está haciendo esta mocosa conmigo? No sé qué es esto que siento, pero desde luego no lo había sentido nunca y estoy cansado de luchar contra algo que me supera desde el puto primer día que puso un pie en esta casa. —Josh… eres un idiota ¿te lo había dicho alguna vez? —pregunta sonriendo ligeramente. —Alguna que otra, sí. —Pero no puedo mentirte… —No. No puedes, aunque lo intentes. Eres un libro abierto para mí. —¿Qué voy hacer contigo? —Acaricia mi mejilla con un suspiro y yo la muevo para acercarla aún más. —Puedes hacer conmigo lo que quieras, soy tuyo, pequeña. —Y supongo que quieres que yo sea solo tuya, ¿verdad? —Sería un bonito detalle por tu parte, sí. —Sonrío y asiento con la cabeza. —Bueno, no sé lo que va a pasar con nosotros, pero, después de esto, no puedo seguir con Connor. —Eso es lo más inteligente que has dicho desde que te conozco, mocosa. —Gilipollas —dice dándome un golpe. Me aparta para levantarse de la cama, aún desnuda y sudando, coge su teléfono y toca la pantalla antes de llevárselo al oído. Me mira mientras espera que responda y compruebo que está nerviosa. —Hola… sí, bien. Perdona por la hora… ¿podríamos vernos?... Tengo algo importante que decirte… No, mejor en persona… No, Connor, en serio… ¿Ahora? Wendy me mira esperando mi aprobación y yo asiento con la cabeza, mejor quitarnos a ese payaso de encima cuanto antes. —Vale… Vale, te espero… Sí, hasta ahora. —¿Viene? —Le pregunto levantándome de la cama. —Sí… joder, se va a poner furioso… Es mejor que bajemos a un bar o algo —habla dando vueltas para recoger su ropa y vestirse. —Ni de coña. Habláis aquí, que como se le ocurra levantarte la voz, no lo cuenta. —Josh, no. No quiero que hagas nada, es cosa nuestra. —Me lanza una mirada de advertencia y no me queda más remedio que asentir para que se quede tranquila, aunque sé que como se le ocurra pasarse de la raya, las cosas no van a tener un final feliz. WENDY Joder… Hacía tiempo que no estaba tan nerviosa. No sé cómo se lo va a tomar, pero seguro que no le va a hacer ninguna gracia. Todo ha sucedido deprisa, cuando Rick me dijo que se marchaba y fui consciente de que iba a quedarme a solas con Josh unos cuantos días, supe que no sería sencillo. La atracción física que sentimos el uno por el otro es más que obvia, sin embargo, el otro tipo de atracción, esa que ninguno habíamos experimentado hasta ahora, es nueva para los dos y no sabemos cómo controlarla, cómo hacerle frente y, mucho menos, cómo frenarla. Puede que todo acabe siendo un maldito desastre, pero creo que habrá merecido la pena el intento. El timbre suena pocos minutos más tarde, así que Connor ya está aquí. Me dirijo a abrir la puerta tras un beso de ánimo por parte de Josh, y me armo de valor para abrirla mientras él permanece sentado en el sofá frente a la televisión, aunque sé que es solo por disimular. —Hola, preciosa. ¿Qué pasa? —pregunta acercándose para darme un beso. —Connor… ven. —Sujeto su mano y tiro de él hacia mi cuarto sin adelantarle nada. Cuando pasamos por delante de Josh, ambos se miran con odio, pero ninguno nada. Paso un brazo por detrás de Connor para que pase por delante de mí en el pasillo y, antes de desaparecer por él, pido a Josh con la mirada que no se le ocurra interrumpirnos. —Wendy, me estás asustando. ¿Qué pasa? —Bueno, lo siento, Connor… Yo… —Déjalo. No sé ni por qué pregunto, está bastante claro. —Se restriega la cara y suspira, enfadado. —¿Qué? —cuestiono desconcertada y confundido, todavía no le he dicho nada, ¿cómo ha podido saberlo entrando solo a mi dormitorio? —Podrías haber esperado a dejarme por lo menos, ¿no? Está mirando al suelo y no sé a qué se refiere, así que me acerco y suplico a la tierra que me trague cuando compruebo que el motivo de su cabreo en el preservativo que yace en el suelo y nos hemos olvidado de recoger. Está ligeramente escondido, pero puede verse de sobra y yo no sé qué hacer a decir, miro hacia todos lados y entrelazo los dedos muerta de nervios. —Lo siento, Connor… Yo no quería… —¿¡No querías follarte al amigo de tu hermano!? —grita lleno de furia. —No, deja que te lo explique, por favor. —Tú. —En ese momento la puerta se abre y Josh entra sin llamar, por su expresión sé que está esforzándose por mantener la calma—. Fuera de mi casa. Ya. —Eres un cabrón, Matthews. Veremos si a Rick le parece bien todo esto. —¿Me estás amenazando? —pregunta agarrándole de la camiseta— Porque ha sonado a amenaza. —No es una amenaza, es un hecho. —Connor no intenta liberarse, solo le mira impasible, resignado—. Se os va a terminar este jueguecito que lleváis teniendo meses. Que no soy gilipollas —dice mirándome ahora a mí. —¡Lárgate de aquí ya! —gruñe mientras le empuja por el pasillo hacia la salida. Antes de salir, Connor se gira hacia los dos y nos dedica una sonrisa que me pone los pelos de punta. —Mierda, Josh, mierda. Se lo va a contar todo —digo caminando de un lado para el otro en el salón. —Ven aquí. —Me abraza y tira de mi mano para sentarnos juntos en el sofá—. No te preocupes, yo hablaré con tu hermano. —¿¡Estás loco!? ¿Es que quieres morir? —Nena, no va a hacerme nada. Tal vez me coma algún puñetazo, pero ya está. —No le conoces, se volverá loco. —Niego con la cabeza nada convencida. —Te equivocas. Le conozco mejor que tú, así que déjame a mí. Esperaremos un poco y si Connor no le dice nada, seguiremos como hasta ahora. —¿Y si se lo dice? —Entonces tendré que contarle todo. JOSH Wendy se queda dormida sobre mí mientras terminamos de ver Peter Pan. La observo unos minutos y siento una paz interna que no había sentido nunca antes. Me pregunto a mí mismo en qué momento hemos llegado a esto, de ser una niñata insoportable a ser lo más importante para mí. No sé qué es lo que va a pasar ahora, lo que sí sé es que esta noche ha sido un antes y un después para nosotros. La llevo hasta mi cama y me tumbo a su lado, se revuelve y me abraza, haciéndome sonreír igual que un idiota antes de quedarme dormido junto a ella. Cuando me despierto por la mañana, no la encuentro a mi lado, así que me revuelvo buscándola y camino hasta el baño, pero tampoco está aquí, por lo que me pongo los pantalones de pijama y salgo de la habitación. Escucho su voz desde el salón, está hablando por teléfono en la terraza, tapada con una manta y empapándose de nieve. Parece ser que los días de sol no van a volver hasta dentro de mucho… Camino hasta ella y la abrazo por detrás, provocando que se sobresalte y yo sonríe mientras le doy un beso en la cabeza. WENDY Me despierto por la mañana con el sonido de mi móvil. Rezo al cielo por que no sean Connor ni mi hermano y me levanto deprisa para que Josh no se despierte. —¿Sí? —respondo en un susurro mientras salgo de la habitación. —¿Wendy? —¿Amy? —¡Oh, Dios! ¡Wendy! —¡Amy! No me lo puedo creer, hacia un montón que no hablábamos. Ya pensé que te habías olvidado de mí… —avanzo por el salón para salir a la terraza, a pesar de estar nevando, me encanta respirar cuando hace tanto frío, es como que siento que mi cuerpo se limpia por dentro. —Lo sé, pero las monjas no me dejaban llamarte. Cumplí dieciocho el otro día así que me he marchado del internado. —¿En serio? Joder, ¿ya estamos en diciembre? —¿Tan loca es tu vida allí que no sabes ni en el mes que vives? —Si yo te contara… —¡Cuenta, cuenta! Río por su entusiasmo y voy a responder cuando unas manos rodean mi cintura desde atrás, provocando que me sobresalte por no haberle escuchado llegar. —Amy, te llamo luego ¿vale? —Vale, ¡Pero llámame, eh! Te quiero. —Yo también. —Termino la llamada y bajo el brazo con el móvil en ella. —¿Con quién hablabas? —Me pregunta Josh dándome la vuelta para que le mire. —Con una amiga del internado. Vamos dentro, vas a congelarte. Solo lleva unos pantalones de pijama y está descalzo sobre la nieve de la terraza. —¿Qué tal has dormido? —Bien… —Coloco las manos en su pecho mientras miro hacia arriba para encontrar sus ojos—. Aunque ha sido raro despertar a tu lado. — ¿Quieres que salgamos a desayunar? —cuestiona con una sonrisa ya en el salón. —¿Juntos? —Esa es la idea… —Ríe y asiente. —Claro, me encantaría. —Pues vamos a vestirnos. Se mete en su habitación y yo en la mía para rebuscar en nuestros respectivos armarios, yo me pongo unos pantalones largos de color verde botella y un jersey blanco de cuello alto. También mis botas favoritas y un gorro del mismo color que los pantalones. Cojo mi abrigo negro y después de maquillarme muy poco, voy al salón. —Estás preciosa —dice guardando su cartera en el pantalón. Él lleva unos vaqueros oscuros y una sudadera roja con su chaqueta de cuero por encima, está increíble. Aunque lo está con cualquier cosa. —Gracias —sonrío mientras me acerco—. ¿Vamos? —Vamos. Caminamos un par de manzanas hablando de tonterías, cómo la película de Peter Pan de anoche y el estúpido error de dejarnos el condón en el suelo. Entramos en un Starbucks y ambos pedimos un chocolate caliente con caramelo, pasamos al otro lado para esperar que nos entreguen el pedido y, cuando Josh coge su vaso, veo como la camarera le guiña un ojo y sonríe como una estúpida. Arqueo una ceja y me digo a mí misma que esto es algo a lo que debo acostumbrarme, puesto que Josh es un hombre que difícilmente pasa desapercibido. Nos sentamos en una mesa con dos sillones el uno frente al otro, y me quito el abrigo y el gorro. —Esa camarera te estaba comiendo con los ojos —comento fingiendo indiferencia. —Bueno, creo que me quería comer directamente. Le da la vuelta al vaso para que lo vea y al lado de su nombre hay un número de teléfono escrito. Se me encienden las mejillas por el cabreo, y me entran ganas de levantarme y tirarle el café por encima a esa zorra. Joder, ¿es que no ha visto que viene acompañado, o es que soy invisible? —¿Celosa? —pregunta con un tono divertido. —Para nada. El ríe y le da un sorbo al chocolate, sostiene mi mirada durante unos largos segundos en los que ninguno decimos nada y solo se limita a sonreír. —¡Vale, sí! Estoy celosa, joder —admito entonces dejando mi vaso sobre la mesa. —Ya lo sé. Te dije que eres como un libro abierto. —Sujeta mi mano con la suya y se pone serio de repente—. Pero no tienes por qué estarlo. Wendy… me gustaría que lo intentáramos. —¿Salir… en serio? —Estoy segura de que mi expresión muestra lo atónita y descolocada que estoy ahora mismo. —Sí, cómo una pareja normal. —Josh, tú y yo no podemos ser una pareja normal, mi hermano no lo consentiría jamás. —Bueno, lo más parecido a una pareja normal, quiero decir. Le miro unos segundos mientras él me observa con inquietud, y siento que me pierdo en sus ojos una vez más. Pero vamos a ver, ¿en serio alguien podría negarle algo a este hombre? Yo, desde luego, no. —Está bien, pero no sé si va a funcionar… Además de Rick, tú y yo somos muy parecidos, Josh. —Sonrío porque sé que lo que digo es cierto—. Tenemos muy mal carácter, somos impulsivos y celosos, nos gusta sentirnos deseados y no será sencillo mantener todo eso a raya. —Haremos que funcione, pequeña. —Sonríe y se levanta para rodear la mesa y sentarse a mi lado. JOSH Soy consciente de lo que le he dicho y de que le he pedido que sea mi novia. Sin esas palabras, pero es lo mismo. Tengo claro que es una puta locura y Dios, solo espero que Rick no se entere, aunque no sé si voy a ser capaz de resistirme a besarla cada vez que la tenga delante. Esto es como un caballo al que pones al galope y ya no hay que lo detenga; nosotros llevamos en galope desde que nos besamos por primera vez, por mucho esfuerzo que hayamos hecho por frenarlo. Pasamos el resto del día en casa, viendo películas y tumbados en el sofá tapados con una manta, el técnico de la calefacción aún no ha venido así que hace un frío horroroso. —Josh… —Dime. —¿No te sientes raro? Quiero decir, estar aquí abrazándome en el sofá… Es extraño. —Bueno, puede que un poco, pero lo cierto es que tenía ganas de hacer esto desde que apareciste aquel día empapada de arriba abajo. Me incorporo un poco para poder mirarla, acerco mis labios a los suyos y le doy un beso dulce, relajado, muy diferente a todos los que le he dado hasta ahora. Acaricio su mejilla mientras recorro su labio inferior con mi lengua y ella sonríe, entreabre un poco la boca y acaricia mi lengua con la suya. Joder, esto es lo mejor del mundo. Me gustaría detener el tiempo justo ahora, en este momento. No necesito más. Arruga la nariz mientras toca la mía y me sonríe para darse la vuelta y seguir viendo la película, la cual termina a eso de las nueve, por lo que decidimos hacer algo de cena. —¿Sabes cocinar, niña? —Sí —responde ofendida—. Claro que sé. Tú solo pide por esa boquita. —Mmm… ¿puedo pedir lo que quiera? —Rodeo la isla de la cocina para acercarme a ella. —Lo que quieras —dice siguiéndome el juego. —Bien. Entonces te quiero a ti. En mi cama, ahora. Mi voz se ha vuelto ronca y oscura, y ya no sonrío. Ella tampoco. Pasa por mi lado sin decir nada y camina hacia mi habitación, la sigo de cerca y veo cómo se acerca al colchón y comienza a desnudarse sin dejar de mirarme. Lo hace de manera lenta y tentadora, yo me cruzo de brazos para observarla mientras relamo mis labios y aprieto la mandíbula por la excitación. Cuando termina, se tumba aún sin dejar de mirarme y abre ligeramente las piernas dispuesta a darme lo que le he pedido sin necesidad de palabras. —Desde hoy, está es mi comida favorita —confieso algunos minutos más tarde mientras observo cómo su pecho sube y baja. * Gracias a Dios, las reuniones que Rick ha tenido han salido bien. Nos han dado más tiempo para recuperar las ventas y unos empresarios japoneses han dicho que nos ayudarán a cambio de una fusión, así que no podría ser mejor. Las cosas con la mocosa también han ido bien. Muy bien, de hecho, me atrevería a decir que estos tres días han sido los más intensos e increíbles de mi vida. Tengo muchos recuerdos que sé que siempre tendrán un sitio en mi memoria, he tenido tiempo de grabarme su imagen en mi cabeza a fuego, mientras dormía, mientras reía en medio de un ataque de cosquillas, mientras alcanzaba el éxtasis entre mis brazos, y, simplemente, mientras su mirada se clavaba en la mía sin necesidad de más palabras. Sin embargo, Rick ha vuelto, y no tengo ni idea de cómo lo vamos a hacer a partir de ahora, lo único que tengo claro es que tiene que funcionar. Rick vuelve del baño y se sienta a nuestro lado tras coger tres refrescos de la nevera, unos entrega uno a cada uno y nos dedica una sonrisa satisfecha. —Bueno, ¿qué habéis hecho estos días? Me alegra ver que no os habéis matado. —No, Josh ha sido bastante soportable. —Ella también. No me ha tocado mucho las narices, así que ha ido bien. —Estupendo. Cambiando de tema, dentro de un mes es tu cumpleaños, hermanita. —¿En serio? —pregunto sorprendido. La verdad es que no tenía ni idea de cuando era su cumpleaños. —Sí, el veinte de enero. ¿Qué quieres que te regale? —Bueno. —Ríe ella mirando a su hermano—, Teniendo en cuenta que lo último que me has regalado ha sido una cuenta con más de dos millones de dólares, no sé… un gorro bonito estaría bien. Todos nos reímos mientras Rick niega con la cabeza. —Eso no ha sido mío, Wen… sino de mamá y papá. Piensa en algo que te gustaría y me lo dices. —Si te lo digo yo no tiene gracia. —Pone los ojos en blanco y su hermano resopla. —Vale, pues ya pensaré yo en algo, joder. —¿Y tú que vas a regalarme, Josh? —Me pregunta con una sonrisa traviesa que solo yo puedo ver, puesto que Rick está a su otro lado. —Te regalaré una tregua, mocosa. Seré tu esclavo durante una semana, ¿qué te parece? —¡Wow! Yo también quiero eso —exclama Rick riéndose. —Tu cumpleaños no es hasta verano, hermano. Así que tendrás que esperar. —Me parece bien tu regalo, Josh. Lo aprovecharé. —Me guiña un ojo cuando Rick se gira para coger un cigarrillo, y yo meto la mano por debajo de la manta para clavar mis dedos en su mulso. —Bueno, en cuatro días es Noche Buena. Josh, ¿qué vas a hacer? ¿te quedas o te marchas? —Me quedo —contesto con seriedad, no me gusta el tema en el que está pensando. —¿A dónde se va a ir? —Wendy nos mira con curiosidad. —A ver a sus padres… —No. He dicho que me quedo. —Vale. Sé que en cuanto estemos a solas Wendy querrá preguntarme sobre el tema, querrá saber por qué nunca hablo de mis padres y por qué nunca voy a verlos… La verdad es que no hay mayor misterio, ellos son unos padres de mierda y estoy mucho mejor solo, o con ella y su hermano, antes que con esas dos personas que me dieron la vida. Rick quiere salir esta noche a celebrar que todo ha salido bien en el negocio, pero sinceramente solo quiero estar con Wendy, no he podido besarla en todo el día y se me está haciendo insoportable. Aunque, de todas formas, tampoco puedo decirle que no porque comenzaría a sospechar, así que acepto con la condición de volver pronto porque mañana hay que trabajar. Me mira extrañado, pero asiente. —No te preocupes, nena. No voy a hacer nada —prometo a Wendy levantando su barbilla. —Esos dos clones me preocupan, cómo se les ocurra tan si quiera ponerte una mano encima… —Tranquila, ¿vale? Volveré pronto y te prometo que no va a pasar nada. Asiente no muy convencida y su hermano aparece justo cuando voy a besarla, así que nos vamos al bar de Timmy sin poder saciar mi sed de ella. En cuanto llegamos, efectivamente Jenna y Vicky se acercan para besarme, pero las rechazo lo más sutilmente que puedo. No piden explicaciones, tampoco se las iba a dar, pero sí se extrañan. Sacamos una ronda de chupitos y reímos durante un rato, Rick desaparece con Alice durante y yo me levanto para ir al baño. Estoy pensando en mandarle un mensaje a mi mocosa cuando, al salir, me encuentro a Connor en el pasillo esperando para entrar. —Vaya, mira quien está aquí. —Hazte a un lado, Andrews, no busco problemas —digo aguantándome las ganas de romperle la cara. —Pues yo sí. —Me da un pequeño empujón en el hombro y sé perfectamente lo que busca. —Connor, basta de gilipolleces. Déjame pasar, no lo repetiré. Froto mi cara con una mano mientras suelto el aire, la paciencia no es una de mis virtudes. —Sabes que todo lo que Wendy te hace se lo enseñé yo, ¿verdad? — murmura muy cerca de mi rostro. Como ya se ha vuelto costumbre en nuestros encontronazos, mi cabeza acierta de lleno en su nariz, a continuación, le sujeto por el cuello y lo empujo contra la pared haciendo acopio de toda la calma y la relajación que soy capaz de hallar. —Vuelve a decir algo así y te juro por Dios que no lo cuentas. —¡Eh, tío! ¿Qué mierdas pasa? Rick sale del baño de chicas con Alice y veo que la bomba está a punto de estallar, es inminente y el hijo de puta que tengo delante está disfrutando. Connor empieza a reírse y Rick tira de mí para que le suelte. —¿De qué te ríes, gilipollas? Te ha roto la nariz —indica mi amigo confuso. —Me río de lo que va a pasar cuando tu colega te cuente lo que ha estado haciendo con tu hermanita. Cierro los ojos un segundo antes de abrirlos y encontrarme con Rick, el cual se ha girado buscando mi mirada. Su expresión pasa del enfado a la sorpresa, y termina en la decepción, lo que más podría dolerme de todo. —¿De qué está hablando, Josh? —cuestiona y observo cómo todo su cuerpo se tensa por imaginarse ya la respuesta. —Hermano… —Lleva follándose a tu pequeña Wendy desde que llegó —espeta el otro cabrón ganándose un puñetazo de Rick, el cual imagino que prefiere dárselo a él antes que a mí. A continuación, vuelve a girarse hacia mí, camina hasta colocarse a pocos centímetros de mi rostro y puedo ver cómo su respiración se ha vuelto pesada. —Vamos a casa —exige antes de darse la vuelta y marcharse sin escuchar lo que Alice trata de decirle e ignorándola por completo. WENDY La puerta del ático se abre de golpe y me sobresalto al verlos a los dos entrar en silencio. Josh me mira y entonces lo sé, ha pasado. Mi hermano camina de un lado para otro sin parar, yo hago un intento de acercarme, pero Josh me dice que no con la mirada. Él tampoco hace nada, solo se queda de pi junto al sofá, mirando a Rick y colocado ligeramente por delante de mí. —¿Cuándo… cómo…? No… Habla para sí mismo, sin detenerse. De pronto se acerca decidido y le da un puñetazo a Josh que él no evita, cae contra la pared y mi hermano le da otro más. Yo solo me tapo la boca intentando no entrometerme y aguantar las lágrimas. Cuando va a darle un tercero, Josh le detiene. —Ya —dice sujetando el puño de Rick en su mano. —¿¡Ya!? ¡Y una polla! —Intenta golpearle de nuevo, pero Josh lo esquiva. —Hermano, déjame explicártelo. —No vuelvas a llamarme así. Quiero que cojas tus cosas y te largues de mi casa esta misma noche. —Le lanza una mirada en la cual puede verse la decepción y el dolor que siente ahora mismo, se la vuelta y desaparece en su habitación. A mí ni siquiera me mira. Me apresuro a coger una servilleta y correr junto a Josh para que se limpie la sangre que le ha provocado los dos puñetazos. Él la tira al suelo y me envuelve con sus brazos. —Shh, no llores. Sabíamos que esto podía pasar, no me arrepiento de nada, ¿de acuerdo? —Lo siento. No se me ocurre qué más decir. Mi hermano se ha pasado, pero sé que lo que más le duele es el hecho de que él confiaba en Josh para cuidarme y protegerme… no para acostarse conmigo. —Cálmate, Wendy, no quiero que estés así —pide mientras pasa sus pulgares por mis mejillas—. Volvería a repetirlo todo mil veces, quiero que no te olvides de eso ni lo dudes. —¿Cómo se ha enterado? —sollozo y me agacho para recoger la servilleta y limpiarlo. —Estábamos en el bar y me he encontrado con Connor, ha soltado una gilipollez y yo le he sujetado por el cuello para que se callase porque sabía que esto era precisamente en lo que estaba pensando. —¿Y Rick? —Ha aparecido en ese momento, Connor se ha echado a reír y bueno, lo ha soltado todo. —Niego con la cabeza por el desastre que ese hijo de puta ha armado en tan poco rato. —No puedo creer que haya sido capaz de llegar tan lejos. —Bajo la cabeza por la decepción que siento hacia él, no le veía de esa clase de tíos. —Te dije que no lo conocías, Wendy. Le ha dado todo igual, solo ha pensado en él mismo. —Lo siento. —Rompo a llorar de nuevo y él solo me abraza intentando que me calme, aunque eso no sea trabajo sencillo en la situación en la que nos encontramos. JOSH Termino de hacer mis maletas y las llevo hasta la puerta del ático, Wendy sigue sentada en el sofá sin dejar de llorar y a mí me mata verla así. Rick no ha salido de su dormitorio desde que llegamos, y sospecho que no volverá a hablarme en la vida, aunque no puedo culparme, esto ha sido un golpe muy bajo para él, imagino que ahora mismo debe pensar que no me reconoce y que todo esto tiene que ser una pesadilla. —Me voy, pequeña. —Tiro de la mano de Wendy para que se levante y así rodearla con mis brazos. —No quiero que te vayas, no es justo. No hemos hecho nada malo. —Vaya, me alegra que al fin te des cuenta de eso —digo con una sonrisa tras separarme un poco para mirarla. En ese momento Rick sale de su dormitorio, cierra los ojos y aprieta la mandíbula cuando nos ve abrazados. No quiero empeorar las cosas, así que separo a la mocosa con suavidad, pero sin soltar su mano, y tomo una bocanada de aire antes de dirigirme a él. —Mira, herm… Rick, sé que no puedes con todo esto y que sientes que te he traicionado y mil cosas más, pero debes saber que lo que siento por Wendy es real. Él hace amago de abrir la boca para, muy posiblemente, mandarme a tomar por el culo, pero sigo hablando antes de que me interrumpa. —Al principio a mí también me pareció una locura y por eso no te lo conté, porque pensé que solo era un capricho. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que siento cosas por ella que nunca había sentido. Acerco la mano de Wendy y le doy un beso mientras le sonrío. Sé que puedo ganarme otro puñetazo por esto, pero ya me da igual todo. —Tienes que irte. —Es lo único que dice él, y en sus ojos puedo ver cómo ha estado llorando todo este tiempo, y está a punto de hacerlo de nuevo. —¡No! —exclama Wendy de repente— ¡Ya estoy harta de que dirijas mi vida! —Wendy… —digo tirando un poco de ella para que no haga todo más difícil. —No, Josh. —Suelta mi mano y camina hasta él—. Ricky, te quiero, eres mi hermano y mi única familia, pero ya basta. Basta de querer controlar todo lo que hago. Tú no eres precisamente el mejor ejemplo de comportamiento, así que no vas a hacerme sentir culpable por sentir lo que siento. —Wendy, Josh tiene que irse… Esto… —Niega con la cabeza mientras rasca su nuca, le conozco y está muy confundido, frustrado e impotente—. Tiene que irse. —Muy bien, pero yo me voy con él. 13. CUALQUIER LUGAR ES BUENO JOSH —Deja de decir estupideces, no vas a ir a ninguna parte —indica Rick con una risa sarcástica. —Josh, espérame. Cogeré cuatro cosas y nos vamos. —Camina hasta el pasillo y al pasar por al lado de su hermano le empuja con el hombro. Rick me mira y me limito a levantar las manos en acto de rendición para que me deje en paz, yo no le he pedido que venga conmigo, pero claramente no voy a decirle que se quede. —¡Wendy! —La sigue por el pasillo y yo por detrás, está muy enfadado y claramente no voy a dejar que se pase ni un pelo— ¿Qué haces? Deja de comportarte como una niña, joder. —¡Deja de hacerlo tú! —grita sin parar de meter cosas en una mochila. —¿Pero… pero qué coño queréis? ¿Ser novios? —Pronuncia la palabra “novios” con incredulidad y asco. —Eso ya lo somos —indica ella mirándole y deteniéndose un segundo —. Lo que queremos es que lo aceptes. Rick me mira con ganas de partirme la cara otra vez y yo miro a Wendy rogándole un poco de sutileza. Cómo él no dice nada, ella continúa sacando cosas de su armario llena de furia; es sorprendente cómo puede pasar del llanto al cabreo en pocos segundos, esta mocosa se carga igual de rápido que una recortada. —¡Para ya! —Su hermano se acerca y le quita la mochila de la manos— Joder… vale. —Resopla y pasa las manos por su pelo con desesperación—. Si es lo que queréis, yo… —Me dedica una mirada mientras niega con la cabeza y juro que casi soy capaz de sentir otro golpe en la nariz—. Mierda… pero no te vayas. —No quiero irme, Ricky, quiero quedarme aquí contigo, pero también quiero estar con Josh. —Me mira a mí con una sonrisa y luego recupera su mochila, la deja en la cama y se acerca a su hermano. —De acuerdo. —Cierra los ojos y expulsa todo el aire contenido por la rabia—. Pero os voy a pedir… No, os exijo, que delante de mí estéis a más de un metro. —Nos vamos —decide ella cerrando la mochila. —¡Vale! ¡Joder! Solo… Dios… disimulad un poco. —Nos mira a ambos un par de segundos y se marcha dando grandes zancadas mientras murmura algo con los puños apretados. Wendy espera a que se aleje más y salta sobre mí haciéndome caer en la cama, río con ella en voz baja para no provocar al otro, y la abrazo con fuerza. —¿Lo ves, pequeña? Todo bajo control. RICK Cojo las llaves de mi coche y salgo por la puerta del ático con una cantidad de sentimientos que no soy capaz de gestionar. Esto es una mierda, una jodida mierda. ¿Mi mejor amigo y mi hermana juntos? Tiene que ser una puta broma, esto no puede estar pasando. Saco mi móvil y escribo a Alice antes de arrancar el coche, sé que seguirá de fiesta, pero siempre está cuando la necesito. 4.45am Yo ¿Podemos vernos? Necesito hablar. 4.46am Alice Claro, cielo. ¿Voy a tu casa? 4.46am Yo No. En el parque de siempre. 4.46am Alice Voy para allá. —Lo sé… Connor me lo ha contado —Me dice cuando llega y se sienta a mi lado, cruza las piernas y apoya el codo en el respaldo del banco para acariciar mi nuca. —¿¡Lo sabías y no me lo has dicho!? —Me lo ha contado esta noche, cuando he visto su nariz rota. Pero de todas formas… —Enreda mechones de mi pelo entre sus dedos—. Cariño, era bastante obvio. —¿Qué dices? —A ver… la manera en la que la mira y no deja que se acueste con otros… y bueno, tú y yo no vimos lo que pasó la noche de la barbacoa, pero por lo que me han contado las gemelas, eso no fue un simple polvo… —Cállate. Llevo tiempo intentado olvidar esa noche. —Le doy una calada al porro que me he hecho mientras la esperaba y me apoyo en la rodillas. —Bueno, pues para que lo sepas, todos imaginábamos que algo pasaba, pero pensamos que tú también te habías dado cuenta. —Pues no, joder, pero ya me lo han dejado claro esta noche. En alguna ocasión sí que me he extrañado por el comportamiento de Josh, pero nunca llegué a pensar que fuese cierto. —¿Qué han dicho? —Que si no les dejo estar juntos se irán de casa. —Joder, ¿y tú que has hecho? —Pues cuando los dos han hecho las maletas no me ha quedado más remedio que aceptar. —Ven aquí, anda. Creo que necesitas distraerte, ya verás cómo todo sale bien. Se sienta sobre mí y acaricia mi cabeza con una mano mientras con la otra levanta mi barbilla para besarme. Si algún día me echo una novia, esa será Alice. Es cómo una amiga que además de escucharme y divertirme, sabe darme exactamente lo que necesito en cada momento. WENDY Hace dos días que Connor le dijo a mi hermano lo de Josh. Él me llamó ayer, pero después de lo que ha hecho no quiero volver a verle, no me gusta un pelo cómo ha actuado, así que puede olvidarse de mí. Ayer estuve hasta la noche en la universidad y cuando llegué a casa Josh estaba dormido en mi cama, esperándome. Sonreí al verle y me tumbé a su lado, cuando me sintió, se acercó a mí y me abrazó y así nos quedamos dormidos. Me despierto cuando suena el despertador a las siete de la mañana y lo apago deprisa para que Josh no se desvele. Me aprieta sin dejar que me mueva y me da besos en el cuello desde atrás, provocando que comience a reírme. —Déjame levantarme, Josh. Tengo que ducharme, si no llegaré tarde. —Podríamos tomarnos la mañana libre, nena. ¿No te apetece besarme todo el día? —Me apetece más que nada, pero tengo un examen a cuarta hora. —Si es por eso… está bien. Retira los brazos y yo me pongo en pie, sonrío al ver cómo acapara toda la cama y camino hacía el baño, me meto en la ducha y, cuando estoy aclarándome el pelo, la puerta se abre. Se mete conmigo dentro como si fuera algo que hemos hecho toda la vida y comienza a enjabonarse, intento ignorarle y terminar de ducharme porque si no, llegaré tarde. —Estas tan buena que me dan ganas de secuestrarte y tenerte como esclava sexual el resto de mi vida. —Puedo serlo sin necesidad de que me secuestres —digo respondiendo a su beso. Baja las manos hasta mi trasero y me aprieta, dejándome claras sus intenciones. —Josh, voy a llegar tarde. —Tú tienes la culpa, pequeña… Haber puesto el pestillo —comenta sin dejar de besarme. —¡Wendy! —Ambos nos sobresaltamos por la repentina voz autoritaria de mi hermano— ¡Dejad la mierda que estéis haciendo y pon tu puto culo en el coche! ¡Vas a llegar tarde! Su voz llega desde la puerta de mi habitación y ambos sonreímos porque finalmente lo haya aceptado. Más o menos… —Tengo que irme. Y tú también, debes ir a trabajar y creo que el jefe no está muy contento. JOSH Observo en silencio a Rick mientras ambos estamos sentados en los taburetes de la cocina para desayunar mientras Wendy termina de prepararse. La tensión se puede cortar hasta con un cuchillo poco afilado, y la verdad es que odio que estemos así, nunca nos habíamos enfadado en todos los años de amistad que llevamos. —¿Hasta cuándo vas a estar sin hablarme? —Hasta que dejes de follarte a mi hermana —espeta antes de dar el último sorbo al café. —Rick, no es cómo tú piensas, Wendy y yo… Yo… —No te atrevas a decir que la quieres, por favor. Hace apenas tres meses que volvió. —Pues no lo digo, pero es lo que empiezo a sentir —admito a la vez que me encojo de hombros, él me mira con incredulidad y levanta una ceja. —Por Dios, Josh, eres el anti novias. El “me follo todo lo que se mueve”. No puedes creer que quieres a mi hermana, ella… joder, es una niña, tío. —No lo es, Rick. Wendy es una mujer, o al menos está comenzando a serlo. Es muy madura y te sorprendería saber lo necesitada que está de cariño. —¿Y piensas dárselo tú? —Pues mira, sí. —Josh… —Oye, Rick… tan solo danos una oportunidad, ¿vale? No la voy a cagar. —Si se te ocurre hacerle daño de alguna manera, te mataré —habla lleno de convicción. —Lo sé. Sostengo su mirada unos segundos y al final me rindo, niego con la cabeza y suspiro mientras le dejo ahí para ir a lavarme los dientes. WENDY Después de contarle todo lo sucedido a Amy por teléfono, entro en la tercera clase con Tiffany, a la que le conté todo ayer, y nos sentamos en las últimas filas. A mitad de clase me vibra el móvil así que lo saco para ver quién es y dibujar una enorme sonrisa boba en mi rostro al ver su nombre. 12.23pm Josh Mucha suerte con tu examen, preciosa. 12.23pm Yo Gracias. Estoy muy nerviosa… Espero hacerlo bien. 12.25pm Josh Seguro que sí. Cuando lo acabes me escribes y me cuentas. Salimos saltando de alegría porque, joder, han entrado todas las preguntas que Tiff y yo nos sabíamos. Nos abrazamos como idiotas y caminamos hacia la cafetería. Vemos a lo lejos, en la puerta de salida, un grupo de chicas mirando a algún sitio en el campus mientras ríen y cuchichean. Cuando vamos acercándonos, me doy cuenta de que son las estúpidas que llevan jodiéndonos todo el trimestre. Son unas idiotas de segundo año que se creen las dueñas del campus, se burlan de las chicas y tratan de dejarlas en ridículo, pero con Tiffany y conmigo se ejercitan más de la cuenta porque no nos callamos. De hecho, hace unas tres semanas nos faltaron segundos para agarrarnos de los pelos como tontas. Cuando vamos para ver a dónde miran, porque antes que nada somos curiosas, vuelve a sonar mi teléfono. Lo saco y es una imagen multimedia de la puerta de mi facultad, justo donde están las gilipollas. 1.46pm Josh No he podido resistir mis ganas… parece que tienes un imán y he terminado aquí. Me acerco más y mientras ignoro lo que ya han comenzado a decirnos, veo a un increíble Josh apoyado en su coche, con unos vaqueros, una cazadora marrón y una gorra, fumándose un cigarro y mirando su teléfono. Le hago una foto y escribo antes de darle a enviar. 1.47pm Yo Creo que ahora mismo todas las chicas de mi facultad están babeando ante tu presencia. Sonrío mientras le doy a enviar y entonces me doy cuenta de que Tiffany ya está discutiendo con las imbéciles. —Iros a la mierda y dejad de amargarme la existencia, por Dios. —Vete tú que la tienes aquí al ladito —dice la más asquerosa de todas, refiriéndose a mí. —Ya me tienes harta —concluyo justo antes de empujarla contra la puerta. Ella se acerca para devolvérmela, pero aprovecho para sujetarla de la coleta y darle un puñetazo. Tiffany me anima mientras que las otras gritan como conejos. —¡Dale Winni, dale! ¡En la nariz! Me agarran por la cintura separándome con facilidad de la zorra, y una mano acaricia mi rostro con cariño. —Nena, tranquilízate —susurra en mi oído. Las otras están babeando y parece que la tal Juliet, a la que acabo de arrancarle un mechón de pelo teñido, ni siquiera le duele. —¿Qué ha pasado? —Josh las mira. —¡Está loca! —grita ella haciéndose la víctima— Deberías dejar de perder tu tiempo con niñatas. Oh, no, eso sí que no. Me suelto de Josh y me lanzo sobre ella, pero él vuelve a sujetarme con facilidad y retrocede varios pasos conmigo. —¡Déjame! —Wendy, para. Vas a conseguir que venga el Rector y te expulsen. Y tú —levanta la vista hacia Juliet—, más te valdría gastar más dinero en tinte y menos en silicona para las tetas. Porque déjame decirte que te han operado de pena. Su comentario malintencionado consigue hacerme reír y tranquilizarme un poco. Ella mueve la boca como un pez, tratando de decir algo, pero ningún sonido sale de ella, solo se da la vuelta indignada y se marcha mientras todas sus súbditas la siguen. —Eres una chica muy mala, pequeña —murmura Josh con voz seductora mientras me besa. Le devuelvo el beso y de pronto me doy cuenta de que Tiffany debe seguir aquí. Y efectivamente, me separo de Josh y está mirándonos. —Qué bonito. —Finge que llora. —Bueno, ¿qué haces aquí? —pregunto a mi chico. —Te echaba de menos. Y cómo me dijiste que tenías examen a cuarta hora, pues he venido después. —¿Y a qué has venido exactamente? —pregunto sonriendo. —A secuestrarte, claro. Ambos nos reímos y Tiffany se despide para ir a almorzar. Subo con Josh a su coche y lo pone en marcha sin soltar mi mano, con una enorme sonrisa en su rostro. —¿No se supone que deberías estar trabajando? —Se supone. Pero he terminado pronto el trabajo para venir a buscarte. Levanta mi mano y la besa sin dejar de mirar a la carretera. —¿Y dónde vamos? —Es una sorpresa. Minutos después cruzamos el Golden Gate, sube cuesta arriba por la colina hasta llegar a la cima y aparca en el borde, al lado de unos árboles desde donde se ve el puente y la ciudad blanca bajo la nieve. No sé ni cómo se ha atrevido a subir hasta aquí con la carreteras en este estado… —¿Qué hacemos aquí? —Quería que conocieras este lugar. Aquí… es dónde vengo cuando no puedo más. Cuando estoy tan saturado que necesito respirar y desconectar. —¿Cuántas personas conocen este sitio? —¿Contándote a ti? —pregunta, yo asiento y sonríe acariciando mi mejilla— Una. Me acerco para besarle y él me sujeta para que me siente sobre su regazo. Comienza a besarme con ganas y la ducha de esta mañana viene a mi cabeza, muerde mi cuello ligeramente mientras yo cierro los ojos y comienzo a respirar con dificultad. Le ayudo a quitarse la cazadora y el jersey y él me quita todo menos los pantalones. Acerca su boca a mis pechos con unas sonrisa traviesa y, al mismo tiempo que aprieta mi trasero con una mano, me acerca a él con la otra. —Nunca lo he hecho en un coche… —¿En serio? —Se detiene para mirarme. —No. —Sonrío inocentemente y el niega con la cabeza mientras ríe y vuelve a besarme. Hacemos el amor, porque esto hace tiempo que dejó de ser solo sexo, y al finalizar nos vestimos en silencio sin dejar de mirarnos con complicidad. Los cristales del coche están cubiertos por la condensación del calor que desprenden nuestros cuerpos, y el frío que hace en el exterior. —Creo que este sitio no volverá a ser lo mismo para mí —adivina después de darme un beso y arrancar el coche. JOSH Entramos en casa y vemos a Rick en el sofá, viendo la tele y moviendo la pierna con nerviosismo. En cuando nos ve, se pone de pie y alza sus manos en un acto de interrogación. —¿Dónde estabais? —Por ahí. —Me encojo de hombros mientras me quito la cazadora. —Pues la próxima vez que te lleves a mi hermana por ahí —me mira con advertencia—, me avisas. —De acuerdo, la próxima vez que me lleve a mi novia por ahí, te avisaré. El bufa, regresa al sofá y cambia de canal sin parar. Nos sentamos a su lado y miramos a la pantalla mientras va de un programa a otro, seguramente no esté ni siquiera prestando atención, solo está enfadado e impotente por vernos juntos. —¿Vas a dejar algo? —Le pregunta Wendy. —No hay nada. Por cierto, ¿qué tal el examen? —Muy bien, era fácil. —¿Ya estás de vacaciones? —Sí, hasta el ocho de enero. Rick asiente y me mira a mí al mismo tiempo que evita reparar en mis dedos entrelazados con los de su hermana sobre mi pierna. —Mañana por la noche tenemos la cena de empresa. —Vale —asiento con desinterés sin dejar de mirar la pantalla—. ¿Dónde vamos a ir? —A un restaurante en el centro y después he alquilado un local para la fiesta. —¿Vais de fiesta? —pregunta Wendy claramente preocupada. Y no la culpo. Yo también me preocuparía si fuera ella… Quiero decir, viendo mis antecedentes, pero lo cierto es que sería incapaz de engañarla, ahora soy completamente suyo y ella es mía. De nadie más. A la noche, tras cenar comida china que hemos pedido, nos despedimos de Rick y doblamos el pasillo para acostarnos en su cama, espero a que se tumbe y se tape con el edredón, antes de rodearla con mis brazos para que su cuerpo quede pegado al mío. —Sabes que no descanso un segundo cada vez que sé que estás rodeado de mujeres, ¿verdad? —Apoya la cabeza en su mano y me mira nerviosa. —No tienes por qué preocuparte, de verdad. Soy solo tuyo —aseguro, pero agacha la cabeza y suspira—. Eh. —Sujeto su barbilla para que me mire—. Si quieres me quedo en casa y no voy, me la suda esa jodida cena. —No. Tienes que ir, además… es problema mío, tengo que aprender a confiar en ti. —Deberías. Igual que yo en ti. Le doy un pequeño beso y la abrazo hasta que nos quedamos dormidos, sin evitar ponerme en su lugar y entender completamente su miedo. Sin embargo, si Wendy fuese consciente realmente de lo que siento por ella, se daría cuenta de que no hay preocupación posible. * Antes de que salgamos para la cena, Wendy nos dice que ella también va a salir, que ha quedado con Tiffany y con Becca para ir a un local dónde van todos los de su clase. No me hace ninguna gracia, pero no puedo prohibírselo, al igual que ella no lo hace conmigo. —¡Wendy, nos vamos! —grita Rick desde el salón. Son las nueve aún y ella no ha quedado hasta las diez, así que todavía está preparándose. La vemos entrar descalza y con un vestido que en seguida me hace perder la cordura. —Nena… —Paso la mano por mi pelo un tanto nervioso—. Dime que solo te estás probando ese vestido y no vas a salir así, por favor. —Pues en realidad sí voy a salir así. ¿No te gusta? Camina hasta mí y se da la vuelta para que la vea mejor. Joder, el problema no es la largura del vestido, sino el tamaño de ese escote… por delante y por detrás. Es rojo, con dos telas que suben desde la cintura, pasando por los hombros hasta la espalda. Dos telas de mierda que se supone que tienen que ser las encargadas de que mi jodida y exhibicionista novia no enseñe sus perfectos pechos a todos los malditos salidos que se crucen con ella esta noche. —El problema no es que me guste a mí, el problema es que le va a gustar a cualquiera que tenga una polla entre las piernas. —Bueno, deja de exagerar. Tú también estás muy guapo. —Se pone de puntillas para darme un beso. —Dios, me largo —dice Rick abriendo la puerta. No nos hemos dado cuenta de que ha estado presenciando la escena, y parece demasiado asqueado y con ganas de romperme la cara. Otra vez. —Wendy, por Dios… No voy a sacarte de mi cabeza en toda la noche… Sé buena y cámbiate. —Pues resulta que esta noche me apetece ser mala —dice mordiendo mi labio inferior. La levanto por el trasero para sentarla sobre la mesa, hago a un lado la estúpida tela y aprieto sus pechos con desesperación. Ella gime sutilmente y tira de mi pelo para que suba la cabeza hacia su boca. —¿Te das cuenta de cómo me la pones, pequeña? —susurro contra sus labios cuando ella baja una mano entre mis piernas. —¿Y tú? —Sujeta mi mano y la guía debajo del vestido, haciendo a un lado sus bragas— ¿Te das cuenta tú? Muerdo mi labio mientras un dedo se desliza en su interior, mostrándome lo mojada que se encuentra, estoy a punto de llevármela al dormitorio, pero la voz de su hermano nos hace volver a poner los pies en la tierra. —¡Josh! ¡Vámonos! —Lo escucho gritar desde el ascensor. WENDY —Mierda, joder… Tú solo… Por Dios, contéstame al móvil si te llamo o te escribo —suplica volviendo a mirarme de arriba abajo y saliendo por la puerta. Amo esta sensación de poder que tengo sobre él. El mismo que Josh tiene sobre mí, pero me alivia saber que yo no soy la única que se preocupa por lo que pueda pasar. Sé que en una relación hay líneas que no se deben sobrepasar, y por supuesto nunca dejaría que Josh me prohibiese nada o me dijese cómo vestir. Sin embargo, no me molesta el hecho de que se preocupe un poco por pensar en que pueda suceder cualquier cosa, al igual que yo me preocupo por él. Ambos somos celosos, y soy consciente de que eso es algo en lo que debemos trabajar. A pesar de eso, llevamos poco tiempo juntos y los dos conocemos el pasado y las costumbres del otro, por lo que dejémoslo en que no es sencillo para ninguno. Termino de prepararme y me encuentro con Tiff y con Becca en la esquina de la discoteca. —¡Joder, nena! ¡Estás muy buena! —grita la segunda cuando me ve. —¡Vosotras también! —Río y paso un brazo por los hombros de cada una para adentrarnos en el club ya abarrotado de gente. Buscamos una mesa apartada para sentarnos, es un sitio muy grande, con muchos reservados y mesas con sofás de esos que son prácticamente colchones con respaldo. Nos acomodamos y pedimos unos chupitos para empezar. —¿Qué tal te va con ese bombón? —Me pregunta Becca. —Muy bien. —Una sonrisa boba se dibuja en mi rostro al pensar en Josh. —¡Ay, qué cara de enamorada! —exclama la idiota señalándome. —Callaos. —Le doy un pequeño empujón mientras río. Después de un rato bebiendo, bailando, vacilándonos y molestándonos mutuamente, mi móvil suena dentro del bolso, así que lo abro para sacarlo y comprobar, tal y como imaginaba, que se trata de Josh. 12.49am Josh Espero que esas dos sigan dentro de la tela, nena. 12.50am Yo Siguen donde tú las dejaste. 12.51am Josh Bien. ¿Y tú cómo estás? No bebas mucho, por favor. O mejor, no bebas. 12.51am Yo Tarde. Ya llevo quince chupitos de tequila. 12.52am Josh Ahora mismo voy. 12.53am Yo ¡Es broma! Jajaja, solo he tomado uno, idiota. 12.53am Josh Una broma más de esas y conseguirás tenerme ahí en menos de diez minutos, pequeña. 12.53am Yo Está bien saberlo. Mantén las manos de todas las zorras lejos de ti. Espero su respuesta, pero no llega, así que guardo el móvil y me dejo llevar por las chicas cuando tiran de mí para ir a bailar, sujeto mi copa y voy con ellas. Bailamos y bebemos sin mucho control, ponen canciones que nos encantan y no ponemos demasiada importancia ni atención a los tíos que intentan ligar con nosotras. Un par de horas después —o eso me parece a mí— abro mi bolso para intentar repasar mi pintalabios, pero la verdad es que mi pulso ya no es el mismo que al principio de la noche. —¡Déjame a mí! —grita Tiff en una carcajada que se me contagia. —No, tú estás muy borracha —balbuceo como puedo. —¡Tú más! Me lo quita de las manos y se acomoda de rodillas frente a mí, acerca el pintalabios a mi boca y, milagrosamente, me pinta sin salirse ni un poco. Veo de reojo a Becca buscar el rímel en mi bolso, y el móvil se resbala por una esquina aterrizando en el sofá. —Cuidado con mi teléfono, es muy caro. —Lo cojo y veo dos llamadas perdidas de Josh y cuatro mensajes—. Mierda… —¿Qué pasa? —pregunta Becca haciéndose un estropicio en los ojos con el rímel. —Tengo que salir un momento. Josh ha llamado un millón de veces — cuento evitando reírme, ya que él debe estar muy preocupado. —Tarde, nena. Alzo la cabeza y ahí está el, viéndome hacer el ridículo como una borracha mientras intento levantarme del sofá; más perfecto que nunca y mirándome con una sonrisa. —Josh… Yo-yo juro que te iba a llamar ahora… —Intento levantarme otra vez. Tira de mí con facilidad y me sujeta para que no me caiga, pegándome a su cuerpo. Dios, su aroma me excita al instante, trago saliva y clavo mis ojos en los suyos a la vez que siento unas ganas salvajes de arrastrarlo al cuarto de baño. —¿Te parece bonito el estado en el que estás? —Si casi no he bebido… —No puedo evitar mirar sus labios—. Es que el agua del baño me ha sentado mal. —Claro, el agua, ¿verdad? —Si… —Ya. Vámonos. —¡No! Me quiero quedar —lloriqueo y tiro de sus manos hacia atrás. —Wendy, no voy a dejar que te quedes de fiesta tú sola en este estado — dice colocando bien las dos telas que cubren mis pechos, que me sorprende que no se hayan salido en toda la noche… —Pues quédate conmigo. —Está bien, pero un rato solo. Saluda a mis amigas y se sienta en el sofá, dejándome caer sobre él. Tiffany y Becca siguen bebiendo, pero yo creo que ya he tenido demasiado por esta noche. —No te imaginas las ganas que tengo de follarte, pequeña —susurra en mi oído cuando Tiffany y Becca se van a bailar. —Pues hazlo. —Me coloco sobre él, con una pierna a cada lado y las manos acariciando su nuca por detrás. —Wendy, esto está lleno de gente —dice conteniendo la respiración cuando muerdo su oreja. —Por eso… Nadie va a darse cuenta… Me froto sobre su erección y sujeto sus manos para ponerlas en mis pechos, humedece sus labios con la lengua y las acaricia lo más disimuladamente posible. JOSH —Deberíamos irnos… —No. Quiero aquí… —Sonríe de forma traviesa con todo su cuerpo encendido de placer, deseoso de mí igual que yo de ella—. Házmelo aquí, Josh. —Wendy… Mete las manos entre nosotros y desabrocha los botones de mis vaqueros, baja mi bóxer no muy disimuladamente y acaricia la punta de mi polla con sus dedos. —Mierda, vale. Déjame —digo sin poder resistirme más. Saco un condón del bolsillo y asegurándome de que nadie presta atención, me lo pongo y la coloco sobre mí, sujetándola por la cintura con firmeza. Ella desciende poco a poco hasta tenerla completamente dentro, y sus labios forman una línea muy fina por la fuerza que está haciendo para apretarlos y no gemir. —Maldita sea, Wendy, vas a matarme —gruño apretando los dientes para disimular. Comienza a hacer unos movimientos con las caderas que nunca antes había hecho… Dejo de mirar hacia los costados porque ya me da igual que alguien nos esté mirando, aprieto su trasero para ayudarla a entrar y salir; me contengo tanto que estoy seguro de que mis dedos quedarán marcados en ella durante varios días. Gime contra mi oreja y muerde mi cuello evitando gritar por la excitación que siente; no solo por el acto en sí, sino por el morbo de estar haciéndolo en un jodido reservado desde el cual todo el mundo puede vernos, con la música a tope y unas cuantas copas de más. Entierro la cabeza en su pelo para poder sentirla mejor y aumentamos el ritmo a la vez. Sé que tenemos que ser rápidos, así que meto una mano entre ambos y la introduzco por debajo de su vestido para acariciarla con mis dedos hasta que, poco después, su expresión me indica que el orgasmo es inminente, así que la beso para evitar que monte un escándalo. Cuando ambos nos quedamos satisfechos, y después de tirar el condón a una papelera de al lado, la miro negando con la cabeza sin poder evitar sonreír por la locura que acabamos de hacer, que me ha provocado hacer, y veo cómo tiene las mejillas sonrojadas debido al alcohol y a la excitación del momento. —¿Le apetece a la señorita que nos vayamos a casa ya? —pregunto sin quitármela todavía de encima. 14. FIN DE AÑO WENDY Cuando llegamos al ático, no soy capaz de dejar de reír y de golpearme con las esquinas, así que Josh me levanta en brazos para llevarme a mi habitación. Cuando pasamos por la de Rick, la cabeza de Alice asoma por la puerta. —¿Qué coño es todo este escándalo? —La mocosa está borracha. —Yo no estoy borracha —aclaro con el dedo en su dirección—. No me sienta bien la bebida. —Ya veo —dice Alice riéndose. Vuelve a meterse para dentro y la escucho reír con Rick cuando ella le dice algo que no entiendo. Estos terminan juntos… y si no al tiempo. Dios mío ¿por qué me duele tanto la cabeza? Al despertarme por la mañana, me encuentro fatal, no me acuerdo de gran parte de la noche de ayer. Mierda, no me acuerdo de nada. Josh no está y eso ya me hace preocuparme, miro mi móvil y veo cuatro mensajes suyos a los que no respondí. No sé quién me trajo a casa y no sé porque me duele tanto el cuerpo. Me levanto y voy hacia el baño, estoy en ropa interior, así que alguien me quitó el vestido. Miro en el espejo y veo que tengo unos ligeros moratones circulares en la cadera, a ambos lados, apenas se notan, pero me duelen si los toco. Además, tengo más moratones en las rodillas y… un momento, ¿qué es…? ¡Joder! Un maldito chupetón en el cuello. No, no, no, por favor. ¿Qué coño hice anoche? Llamo a Tiffany y a Becca, pero ninguna me responde, imagino que seguirán durmiendo. Necesito saber que pasó anoche antes de cruzarme con Josh, que no tengo ni puñetera idea de dónde estará, así que me visto y sin hacer ruido salgo de casa con la intención de averiguar todo lo sucedido. Entro en la discoteca, que ahora está ambientada de forma diferente y solo es una cafetería con la pista de baile y los reservados cerrados. No reconozco a nadie, aunque tampoco me acuerdo de nada, así que no ayuda. —Perdona… mmm… ¿te suena de haberme visto aquí anoche? — pregunto a un camarero. —Lo siento, preciosa, pero no. —¿Estás seguro? —Te recordaría, te lo aseguro —dice sonriendo demasiado. —Vale… gracias. —Yo sí que te recuerdo. Ibas muy pasada, niña —interviene otro. —Sí… eso lo imagino ya que no recuerdo nada. —Puede que el chico de anoche te refresque la memoria. —Sus palabras me producen una nausea por confirmar mis sospechas, estuve con alguien y no sé con quién. —¿Chico…? —Sí. Llegó a eso de la una y estuvisteis muy cariñosos. —¿Cómo de cariñosos? —pregunto temiéndome lo peor. —Bueno, por lo que vi… mucho —Sonríe de forma traviesa. —¿Nos besamos? —Hicisteis mucho más que eso, guapa. Si sabes a lo que me refiero — Me guiña un ojos antes de coger su bandeja, y se aleja. Salgo prácticamente corriendo y me detengo bajo la lluvia sin poder evitar que las lágrimas salgan de mis ojos. Le he engañado. Y no sé ni con quién, joder. ¿Cómo voy a contárselo? Si no llevamos juntos ni… Un mensaje me saca de mis pensamientos. 10.45am Josh ¿Dónde estás? He ido a comprar el desayuno y cuando he vuelto habías desaparecido. Mierda. JOSH Wendy entra en el ático completamente mojada y me recuerda al día que la vi por primera vez, después de cuatro años. —¿Qué te ha pasado? —Me acerco a ella y veo que tiene los ojos rojos, está llorando y le tiemblan las manos—. Nena, por Dios, di algo. Mi mente está imaginando cosas y cómo no hables… —Yo… Josh… lo-lo siento. —Rompe a llorar cómo no la había visto antes, aunque no es que la haya visto llorar mucho, la verdad. —¿¡Qué pasa!? —Sujeto sus mejillas para que me mire. —Anoche estuve con un chico —confiesa entonces y vuelve a apartar la mirada. Yo alzo ambas cejas desconcertado porque no entiendo nada, anoche estuvo conmigo. —¿A qué te refieres? —Cre-creo que nos acostamos —continúa mirando al suelo sin parar de llorar. —Wendy. —Restriego mi cara con nerviosismo—. Cuéntame lo que recuerdas de anoche. —Nada, no recuerdo nada, Josh… Lo siento. La abrazo y eso solo hace que llore más fuerte, me separo de ella y sujeto su cara con mis manos porque empiezo a entenderlo todo, me doy cuenta de que si quiera recuerda que yo fui a buscarla y lo que hicimos en aquel jodido sofá. —Nena, mírame. Anoche no me respondías a mis llamadas así que fui a buscarte —hablo despacio y entonces ella pasa las manos por sus ojos y me escucha atenta—. Estabas muy borracha y quisiste quedarte un rato más, una cosa llevo a la otra y terminamos haciéndolo en un sofá de la discoteca. —¿Fue-fue contigo? —tartamudea mientras niega con la cabeza, incrédula. —Sí, pequeña. Fue conmigo. —Sonrío con ternura por el mal rato que se ha llevado. Pega un salto y yo llevo las manos a su trasero para sujetarla, camino con ella para sentarnos en el sofá y sigue sin soltarme. —Joder, lo he pasado tan mal… He ido a la discoteca y un camarero me ha dicho que me vio con un chico y yo… no podía creerlo. —Te sienta bien por beber de esa manera. Aunque debo darte las gracias por habérmelo contado —digo acariciando sus caderas. —No podía ocultártelo, Josh. —Gracias. —La beso un rato más hasta que recuerdo que he traído el desayuno—. Vamos, he ido a comprar el desayuno. —Me muero de hambre. Después de acabar con toda la comida, subimos al gimnasio y entrenamos un rato, yo hago pesas y ella corre en la cinta. La observo mientras sus atributos se mueven al ritmo de sus pasos, de vez en cuando gira la cabeza hacia mí y me saca la lengua. Al poco rato sube Rick. —Wen… —habla mientras frota las manos, parece nervioso. —¿Qué? —Baja la velocidad de la cinta de correr y coge la toalla para secarse el sudor. —¿Podrías dejarle algo de ropa a Alice para que entrene un rato con nosotros? —¿¡Se ha quedado a dormir!? —exclamo yo dejando las pesas. —No digas una puta palabra. —Levanta el dedo en mi dirección, amenazante. Me río pero no digo nada, Wendy pasa por mi lado sonriéndome y yo le guiño un ojo. Tenemos que hacer algo para juntar a estos dos. —Claro, ahora mismo bajo. —Pasa por su lado y desaparece por las escaleras de caracol. Rick se acerca al saco y comienza a darle pequeños puñetazos para calentar. —Así que… —Que cierres la puta boca. —Me mira con cabreo, yo solo río a carcajadas y sigo con las pesas. Estamos unos segundos más callados, hasta que se detiene y sujeta el saco con las manos para mirarme. —Para. —Me advierte. —¡No he dicho nada! —Río de nuevo y niego con la cabeza sin mirarle. —¡Te oigo pensar! —¡Te gusta! —Dejo las pesas de nuevo y me levanto del banco— Dios, lo sabía, joder. ¡Alice te vuelve loco! —No, es solo que… mierda. —Se rasca la nuca sin saber qué decir y chasquea la lengua. —Hermano. —Camino hasta él, ahora con el rostro más serio—. ¿De qué tienes miedo? —De todo y de nada —dice cogiendo la botella de agua—. Alice es… —Es genial. —Sí. Pero lo es con todos, tú incluido —señala mirándome mal. —Conmigo lo era —le corrijo—. Además, eso es una estupidez. Yo también estaba con todas hasta que empecé con Wendy. —No me lo recuerdes. —Lo que quiero decir es que eso no es una razón. Si lo convertís en algo serio… sería algo serio de verdad. —No sé si ella quiere eso. —Sí lo sabes, todos lo sabemos. WENDY —Buenos días, cielo. Menuda la que llevabas anoche —comenta Alice cuando me asomo en la habitación de mi hermano. —Ni me lo digas… he pensado que había engañado a Josh con otro… —¡No jodas! —Ríe mientras se aproxima ataviada solo con una camiseta de mi hermano y unas bragas blancas. —Sí, sí… muy graciosa. Vamos, te dejaré algo de ropa de deporte. Me sigue por el pasillo hasta mi dormitorio, abro el cajón de la cómoda y le paso unas mallas y una camiseta de tirantes. —Así que has dormido aquí… —comento mientras veo cómo se pone el pantalón. —Sí… ha sido la primera vez. No sé cómo pasó… estábamos hablando y de pronto me abrazó… y nos dormimos. —Ya. —¿Por qué me miras así? —pregunta colocando una mano en su cadera. —Por nada, es solo que… haríais una buena pareja. —Me encojo de hombros con fingido desinterés, puesto que me encantaría que lo suyo fuese serio, conozco a mi hermano y he visto cómo la mira. —Cállate, anda. Tu hermano no puede ni pensar en tener una relación seria, no es lo suyo. —Tampoco era lo de Josh. —Bueno, pero eso es distinto. Tú has conseguido algo en él que no había conseguido nadie antes. Sonrío ante lo que acaba de decir, pero recuerdo que la misión es juntar a mi hermano con Alice. Antes, cuando Josh me guiñó un ojo, lo entendí perfectamente. Los dos quieren estar juntos, pero son tan orgullosos y a la vez tienen tanto miedo que son incapaces de reconocerlo. —Hazme caso cuando te digo que mi hermano se muere de ganas de tenerte solo para él. Es mi hermano, le conozco. Niega para sí misma sin añadir nada más, y dejo que pase delante para que nos unamos con los otros dos de nuevo en el gimnasio. En cuanto llegamos, ambos se callan de lo que fuese que estuvieran hablando, y Josh me lanza una mirada de complicidad. JOSH Nos callamos cuando las vemos subir y busco los ojos de Wendy preguntándole con la mirada, ella asiente y me sonríe, le devuelvo la sonrisa y dejo las pesas. Sabía que Alice sentía exactamente lo mismo que Rick, son tal para cual. —Bueno, nosotros vamos a ducharnos y pasaremos el día fuera. —¿Dónde vais? —Voy a llevar a la mocosa al zoo. —¿¡En serio!? —exclama emocionada. —¿Te apetece? —¡Sí! —Corre hacia mí y me besa sin importarle lo sudado que estoy. —Por Dios, buscad un hotel —gruñe Rick mirando al suelo. —Puede que lo hagamos —susurro contra los labios de Wendy. —Calla, bobo. —Le dice Alice dándole en la cabeza—. Hacen una pareja preciosa. —Pues igual que vosotros —contraataca Wendy guiñándole un ojo. Los dos se miran incomodos y Rick sigue con sus ejercicios mientras Alice se sube en la bicicleta estática. Nos despedimos y nos damos una ducha antes de prepararnos para salir, guardamos algo de fruta y agua en una mochila y, cuando ya estamos a punto de salir por la puerta, me ocurre una idea brillante. Entro en la habitación de Rick mientras Wendy vigila, y le quito su llave de casa, cojo la de repuesto del cajón de la cocina y me aseguro de que no hay más. —¿Qué haces? —inquiere ella cuando salimos y cierro con llave por fuera. —Estos dos no salen de aquí sin decirse lo que sienten. RICK Una hora después de entrenar en completo e incómodo silencio, bajo a mi cuarto y me meto en la ducha por la necesidad que tengo que aclarar mis ideas y quitarme estos pensamientos de mierda de la cabeza. Sin embargo, ella no ayuda, puesto que a los pocos minutos siento sus manos acariciando mi espalda, me giro y la veo mirándome tímidamente. Y es algo raro, Alice nunca tiene vergüenza de nada. Nunca. Sujeto su cara con mis manos y la beso. Un beso que comienza siendo, dulce, pero va aumentando de intensidad. Nunca lo hemos hecho en la ducha, básicamente porque nunca habíamos dormido juntos ni nos habíamos duchado juntos, por lo que esto también es nuevo para mí. Acaricio su cuerpo con delicadeza, pero de manera segura. Me conozco todas sus curvas y cada una es más perfecta que la anterior. Sin llegar a más, salimos y nos secamos un poco con una toalla sin dejar de mirarnos. Camina hacia la cama y se tumba, pidiéndome con la mirada que haga lo mismo. No hemos cruzado una palabra desde esta mañana antes de subir al gimnasio. Dejo caer mi toalla y me recuesto sobre ella, beso su cuello, haciendo que se estremezca bajo mi pecho y me envuelva con sus piernas. Lo hacemos durante lo que me parecen horas, dándole un orgasmo detrás de otro igual que ella a mí. Caemos cada uno a un lado de la cama, respirando con dificultad y con la boca seca, me levanto para ir a la cocina a por un par de refrescos y, cuando entro en la habitación, tiene su pantalón corto de anoche puesto y una camiseta que ha cogido de la habitación de mi hermana. —Te queda mejor que a ella —aseguro con una sonrisa. Estoy nervioso. ¿Por qué coño estoy nervioso? —Gracias —murmura igual de tímida mientras coge el refresco y vamos hacia el salón—. Yo… Debería irme ya… —Sí… vale… Caminamos hasta la puerta y cuando tira del pomo, no se abre. Le digo que espere y voy hasta mi cuarto a por mí llave, pero ha desaparecido, al igual que la de la cocina y todas las demás. —Cabrón… —murmuro al entrar de nuevo en el salón con mi móvil en la mano, lo conozco igual que si lo hubiera parido. —¿Qué pasa? —cuestiona la rubia. —Espera. —Levanto la mano en dirección a ella mientras aguardo a que el mamón de mi colega me coja el teléfono—. Josh, ¿qué has hecho con todas las llaves? —Me las he llevado de excursión, como a la mocosa, así que no tienes más remedio que decirle a Alice lo que sientes si queréis salir de ahí. —Escúchame bien… —No me cuentes tu vida, hermano. Ya sabes lo que tienes que hacer. —No… no, vienes ahora mismo. —Lo siento, tío. Vamos a entrar a ver los leones y esos bichos de África. —Josh, no… —Tu hermana dice que te lances. —Me interrumpe el cabrón antes de colgar. —¡Josh! —¿Qué? —insiste Alice desde el sofá cuando lanzo el teléfono. —Se han llevado todas las llaves y nos han encerrado… —¿En serio? —Ríe mientras cubre su boca con una mano. —¿Te parece divertido? —Depende. ¿Por qué nos han encerrado? —Eso da lo mismo…—digo incómodo con la situación. Voy hacía el minibar y me sirvo una copa de whisky, el refresco ya no me apetece. —Rick… ¿por qué nos han encerrado? Siento su mano en mi brazo y me giro para mirarla. Es preciosa, joder. Sería absurdo pensar que ella quisiera estar solo conmigo. JOSH Le cuelgo el teléfono mientras los dos nos reímos. Wendy dice que va a matarme, pero yo sé que esto es lo que los dos necesitan, no sé ni cómo no se me ha ocurrido antes. —¿Lo has pasado bien? —Le pregunto cuando salimos del zoo y nos dirigimos hacia el aparcamiento para subir al coche. —Ha sido estupendo, Josh. Cómo todos los días contigo —responde poniéndose de puntillas para besarme. —Bueno, aún no podemos volver a casa así que, ¿te apetece que cenemos en el embarcadero? —Claro —responde con una sonrisa. Entramos en el Perry’s y nos sientan en una mesa cerca de la ventana, desde aquí puede verse todo el embarcadero y los barcos en el mar. Se me ocurre que a la mocosa le gustaría dar una vuelta en barco un día de estos. Se acerca un camarero bastante joven y nos pregunta qué vamos a pedir. —Yo tomaré la Perry’s Burger con extra de bacón —digo. —¿Y la preciosa señorita? —pregunta a Wendy con una sonrisa demasiado confiada. —Yo quiero el Perry’s Club Sándwich. Gracias. —¿Y para beber? —El mejor vino de la casa. —El mejor vino cuesta ciento cuarenta dólares. —El camarero me mira con superioridad. —Perfecto. —Sujeto la mano de Wendy y le sonrío. —En seguida —dice con fastidio antes de irse. —Te estaba desnudando con la mirada. —Josh, no empieces —advierte y pone los ojos en blanco. Decido dejar el tema para no estropear un día tan bueno, y me digo a mí mismo que, igual que ella confía en mí, o lo intenta, yo debo hacer lo mismo. Después de una cena exquisita y un vino no tan bueno para su precio, pago la cuenta y salimos a la fría noche. Le pongo mi chaqueta a Wendy a pesar de resistirse, y observamos que ha empezado a nevar. Otra vez. —¿Crees que ya podemos volver? —pregunta mientras caminamos por el paseo marítimo. —Vamos a comprobarlo. Marco el número de Rick y le llamo, pero no responde. Eso es buena señal, debe estar ocupado. RICK Alice me mira esperando una respuesta, con una sonrisa y los ojos llenos de curiosidad. —Bueno, Josh tiene la absurda idea de que tú y yo… en fin. Es un gilipollas. —¿Qué tú y yo que? —Nada, Alice, tonterías. Él piensa que deberíamos salir juntos. En serio. —¿Y tú que piensas? —Se apoya en la mesa mientras sirvo whisky en dos vasos de cristal. —¿Yo? Bueno… Creo que es una tontería, estamos bien como estamos. —Me doy la vuelta para volver al sofá y fingir que todo esto no me importa, aunque me esté matando por dentro. Entonces giro para sentarme y veo que su expresión ha cambiado, parece triste y no comprendo por qué, pensaba que era la respuesta que esperaba. —¿No? —¿Qué? —pregunta distraída. —Digo que estamos bien como estamos. —Ah, sí… sí. Claro. —Camina hasta donde yo estoy y se sienta a mi lado. —¿Qué pasa? —Nada, perdona. Estaba pensando en algo que me dijo antes tu hermana. —¿En qué? —Nada, tonterías. —Dime. —Nada, Rick… Pues lo mismo que te ha dicho Josh a ti… Ya veo, estos dos se han unido para liarlo todo. Se van a cagar cuando vuelvan, me han jodido, pero bien, a ver cómo salimos ahora de esta situación tan incómoda. —¿Y tú que le has dicho? —pregunto levantando su barbilla para que me mire. —Lo mismo que tú… —Mientes. Sé cuándo mientes, Alice —digo quitándole el vaso. —Vale, Rick. —Se levanta y deja caer los brazos en sus costados— ¿Quieres saber que le he dicho? —Asiento para que siga hablando— Le he dicho que por mucho que yo quisiera, tú no eres un hombre de relaciones serias, y que a pesar de que hayamos dormido juntos eso no significa que vaya a pasar nada más porque tú tienes las cosas muy claras y yo… Es suficiente. Me pongo en pie y, sujetando sus mejillas con mis manos, la beso. La beso como no la había besado antes. La beso demostrándole lo estúpida que es por pensar que yo no querría estar solo con ella. Tarda en comprender el mensaje, pero finalmente rodea mi cuello con sus brazos y une su lengua con la mía, caminamos hasta la habitación y decido que ya es hora de demostrarle lo mucho que me interesa que sea solo y exclusivamente mía. WENDY Josh abre la puerta y entramos intentando hacer el menor ruido posible. No están en el salón así que avanzamos hacia su habitación, pegamos la cabeza a la puerta y nos concentramos en lo que dicen. —Sabes que siempre te he querido, Alice. Solo que no quería darme cuenta de que era de ésta manera. —Debería darte vergüenza que haya tenido que llegar tu hermana pequeña para abrirte los ojos. —Oye, lo mismo te digo. Comienzan a reírse y de repente paran y dicen algo que no escuchamos. Josh se acerca más y la madera cruje bajo su pie, le advierto con la mirada que tenga cuidado y me asusto al escuchar la voz de mi hermano de nuevo. —¡No os esforcéis! ¡Sabemos que estáis ahí! Ambos sonreímos y abrimos la puerta al ser descubierto, sin poder evitar la sonrisa que se nos forma a ambos al comprobar que se encuentran tumbados en la cama, abrazados y tapados con la sábana. —¿Contentos? —inquiere Alice con una sonrisa. —Depende. ¿Estáis juntos? —¿Estamos juntos? —Le pregunta ella a mi hermano. —Estamos juntos —asiente Rick y sonríe antes de besarla. JOSH Después de una comida de Navidad los cuatro juntos, decidimos pasar el día en casa, bien abrigados. No ha parado de nevar y es casi imposible salir a la calle sin caerse por el hielo en las aceras, así que han cancelado las carreras hasta nuevo aviso. El cumpleaños de Wendy es en menos de un mes y aún no sé qué regalarle. Parece que Rick lleva mejor lo nuestro porque ya no pone cara de asco ni hace comentarios cuando nos ve juntos, aunque creo que Alice tiene mucho que ver con eso. —¿Vais a decidir de una vez la película que queréis ver? —pregunta Rick. —Yo ya he dicho cual quiero. —Wendy hace pucheros como una niña. —¡Hemos visto esa película mil veces! —reprocha su hermano. —Pues mil y una. —No, elegid otra. Wendy bufa y se cruza de brazos. Sonrío y tiro de ella para que se tumbe sobre mi pecho, nos tapamos bien con la manta y acaricio su pelo mientras Alice sigue buscando una película. —Venga, esta —dice seleccionando una que supuestamente da miedo. —Alice, esa es malísima. —Pongo los ojos en blanco por su mal gusto. —¡Pues elige tú! —A mí me da igual —Río para molestarla—. Poned la que os salga de los huevos, no creo que le preste mucha atención. —Bajo la mirada hacia mi mocosa y deposito un beso en la punta de su nariz. Alice suspira enfadada y le da al play. Pasamos la película besándonos y susurrándonos cosas, y de reojo veo que Rick y Alice hacen lo mismo. Para cuando ha terminado, Wendy ya está dormida. Ellos se despiden, marchándose a su cuarto, y yo me quedo tumbado unos minutos más observándola. Es tan preciosa, creo que me estoy enamorando. ¿Qué has dicho? Mierda. WENDY Cuando me despierto por la mañana en la cama de Josh, no recuerdo como llegué, pero deduzco que fue mi fuerte hombre el que me trajo. El mismo que ahora me abraza y duerme tranquilamente. Le miro y siento una punzada de dolor al pensar que pueda pasar algo malo y termine con lo nuestro. ¿Me estoy enamorando? No, no, eso es imposible. Hoy es Noche Vieja. Me parece increíble que hayan pasado tantas cosas en apenas tres meses. Mi hermano ha alquilado un local gigante para la fiesta y mucha gente importante va a venir, así que necesito un vestido muy elegante y sexy, por supuesto. En momentos así, echo de menos a Amy. Tiffany es una buena amiga, pero Amy es como mi hermana, de hecho, lo ha sido durante los cuatro años de internado. Sin ella no habría podido soportarlo, he hecho todo por primera vez junto a ella, hemos aprendido juntas y hemos llorado y reído… Se me hace raro y duro no acabar el año con ella. Cuando hablamos por teléfono, que es casi todos los días, me cuenta que está viviendo en un piso de alquiler que es una mierda, pero es lo que puede permitirse con el poco dinero que consigue como camarera. Le he dicho que puedo enviarle dinero, pero no hay manera de convencerla. Tampoco puede venirse porque necesita permisos de residencia y demás mierdas. En definitiva, va a ser una Noche Vieja triste… —¿Dónde vas, nena? —me pregunta Josh cuando camino hacia la puerta. —He quedado con Tiff, vamos a comprar el vestido para esta noche. —Vale —se acerca y me da un beso—, cuando lo tengas me dices de qué color es. —¿Por qué? —Tú solo dímelo —pide guiñándome un ojo. Me despido de él y de mi hermano, y conduzco hasta casa de Tiffany para recogerla antes de ir de compras. Aprieto el timbre un par de veces, pero, para mi sorpresa, no es ella la que se encuentra al otro lado de la puerta. —Ey… —Mierda, tenía que ser él—. Hola, Jordan. —¿Qué tal, muñeca? Hacía tiempo que no te veía. —Sonríe y se hace a un lado—. Pasa. —Sí… —Entro con timidez debido a que la última vez que estuvimos juntos, fue en Las Vegas, cuando Josh casi lo ahoga—. He estado liada con los exámenes… —Y con Josh. —Sí… también. —Agacho la cabeza para evitar su mirada. —Ya. No te sonrojes, Wendy, era algo inevitable. —Se encoje de hombros con una pequeña sonrisa—. Solo espero que no te haga daño. —No lo hará. Tiffany aparece con su bolso en la mano y una gran sonrisa en la cara. Le da un beso a su primo y subimos en mi coche. Cuando aparco en Union Square, entramos directamente en una tienda y comenzamos a probarnos vestidos como locas. Finalmente me decido por uno discreto, negro hasta el suelo con una raja hasta la mitad del muslo y una costura de pedrería bajo el pecho. Tiffany, después de desmontar la tienda entera, elige uno dorado por las rodillas y muy ajustado, sin mangas. 4.39pm Josh ¿Ya tienes el vestido, nena? Dime el color. 4.39pm Yo Ya lo tengo, pero tendrás que esperar a la noche para saber el color cuando me veas con él. 4.40pm Josh Vamos, mocosa, dime el color. 4.40pm Yo No. Aprende a tener paciencia. JOSH Mira que es cabezona la niña. No hay manera de sacarle el color de su vestido, así que no me pondré corbata. Cuando entro en mi habitación, me asusto al ver a una chica que no conozco de nada viendo la televisión tumbada en mi cama. Salgo al pasillo buscando alguna explicación y vuelvo a entrar mirándola extrañado. Ni si quiera se inmuta al verme. —Eh… ¿hola? —Camino hacia la cama, hacia mí cama, para ser más exactos. —Hola. —¿Quién eres y que haces en dormitorio? —Soy Amy, un placer conocerte al fin —dice levantándose—. Josh, ¿verdad? —Sí. ¿Amy amiga de Wendy? —La misma. Me alegra saber que también te ha hablado de mí. —Oh, veo que ya os conocéis. —Escucho a Rick a mi espalda—. Te estaba buscando, Amy, este no es mi cuarto, es el de Josh. —Ya me he dado cuenta. —Ríe ella. —¿Alguien me explica? —Levanto una mano para recordarles que estoy aquí y no entiendo una mierda. —Amy es mi regalo adelantado de cumpleaños para Wendy. —Sonríe él con orgullo. —Joder, tío, eso no vale. No voy a poder regalarle nada mejor. —Búscate la vida. Los tres salimos de la habitación para ir al salón, pero entonces escuchamos la puerta abrirse, así que me giro hacia los dos y veo cómo Rick insta a Amy a que retroceda. —Corre, corre —susurra Rick empujándola para que se meta en su habitación. —Que pronto has vuelto, nena. —Me acerco a ella para besarla y darle tiempo a Amy. —¿Pronto? —Ríe y me devuelve el beso— Hace más de cuatro horas que me fui. —¿Vas a enseñarme ya tu vestido? —Intento ojear su bolsa. —¡No, pesado! —La coloca detrás de su espalda, sacándome la lengua. Camina hacia su habitación y cierra la puerta detrás de ella, Rick me pide que vigile el pasillo mientras él le pasa una bolsa a Amy, la cual tenía escondida en un armario del salón. —Alice ha comprado esto para ti, creo que te quedará bien. Cuando Josh se vaya con Wendy, iremos nosotros detrás —murmura mirándola, a lo que asiente y se encierra en el dormitorio de Rick con una sonrisa emocionada. Después de prepararme y planear todo con Rick para que Wendy no encuentre a Amy antes de tiempo, camino para el salón esperando que mi chica ya esté lista, pero no. —Nena, por dios, son las ocho. La cena empieza en quince minutos. ¡No llegamos! —grito a Wendy desde el salón. —¡Voy! A los pocos minutos aparece por el pasillo, tan increíble como ya suponía que estaría. Tal y como había imaginado, se ha comprado un vestido negro con una maldita raja que me va a tener toda la noche pendiente de ella, con unas ganas locas de colar mi mano por debajo y disfrutar del tacto de la suave piel entre sus muslos. —Estás increíble. —Tiro de su mano para darle un suave beso en esos labios rojos que ya me tienen loco. —Tú estás… WENDY Dios de mi vida. Josh vestido me vuelve loca, Josh desnudo me pone a cien, pero ¿Josh con traje? Josh con traje es apoteósico. —Tú estás… —Le miro de arriba abajo—. ¿Llegamos muy tarde? — pregunto mordiéndome el labio. —Sí, nena… muy tarde. —Rodea mi cintura para besarme—. Pero estoy seguro de que tendremos un rato para lo que piensas —añade con una sonrisa torcida. —Eso espero, porque no veo el momento de arrancarte este maldito traje. Cuando llegamos al local que Rick ha alquilado, me muestro atónita al ver el lugar y la decoración. Parece Hollywood. Todo lleno de luces y brillo por las esquinas, incluso una alfombra roja que baja por los escalones hasta dónde aparcan los coches. Josh desciende del vehículo y después de darle las llaves al aparcacoches, me da la mano para que salga yo también. —Josh, esto es alucinante… Pensé que el negocio tenía problemas, esto ha tenido que costar una fortuna. —El negocio va mejor que nunca, pequeña. La fusión con los japoneses es lo mejor que nos podría haber pasado. Entramos de la mano junto al resto de invitados, y un camarero con esmoquin nos acompaña a nuestro asiento. Estamos en la mesa principal, en la que hay cinco sillas con una tarjetita sobre cada plato. Camino a medida que voy leyendo los nombres. —Rick Moore… Alice Andrews… Josh Matthews… Wendy Moore… Amy… ¿¡Amy Bennet!? —exclamo cogiendo la tarjeta con mis manos. —La misma, cariño —dice esa voz tan inconfundible a mi espalda. Me giro y la veo justo detrás de mí, al lado de mi sonriente hermano y con un espectacular vestido de coctel. —¡Amy! —Me lanzo sobre ella y ambas caemos al suelo enmoquetado riéndonos y abrazándonos. Josh y mi hermano nos ayudan a levantarnos y yo no puedo dejar de mirarla. Es real. Amy es real y está aquí, en San Francisco. —¿Qué… cómo…? —La miro de arriba abajo. —Feliz cumpleaños adelantado, hermanita —dice Rick en mi oreja. —¿Tú? —Me doy la vuelta para mirarle. —¿Quién si no? —pregunta él sonriendo y abriendo sus brazos. Le abrazo fuerte y le doy mil besos por toda la cara murmurando “gracias, gracias” entre cada uno de ellos. Vuelvo a girarme hacia Amy y la abrazo de nuevo. —Es increíble que estés aquí. —Lo que es increíble es que no te hayas dado cuenta antes. —¿Cómo que antes? —Llegué esta tarde —Ríe—. He pasado el día metida en el cuarto de tu hermano. —¡Idiota! —Le doy un golpe a Rick en el hombro— ¿Cómo no me la has devuelto antes? —Era una sorpresa, Wen. Así que… ¡sorpresa! JOSH Me encanta ver a la mocosa tan contenta, sería capaz de bajarle la luna si eso la hiciese feliz. En la mesa de al lado se sientan las gemelas, Jay, Tom, Alisson, Shane y Dany. Por lo que me ha contado Alice, Jenna no está muy feliz con que yo esté saliendo con Wendy. Me da lo mismo lo que ella piense, solo espero que no se le ocurra intentar joderme, porque no tiene límite ni moral. A los pocos minutos el restaurante ya está lleno y los camareros comienzan a servir la cena. Cuando ya está todo, Rick se levanta y hace un gesto con las manos para que la gente le preste atención. —Buenas noches a todos, es un honor para mí que podamos compartir un año más. Quiero dar las gracias al señor Murakami por representar esta noche a nuestros nuevos socios japoneses sin los que esta cena no se podría estar celebrando. Gracias —dice levantando la copa hacia él—. Disfruten de la cena. Aplaudimos y comenzamos a comer. Todo está delicioso y es lógico, ya que he sido yo el que se ha encargado del menú de esta noche, de mandar a los cocineros lo que debían preparar y cómo debían hacerlo. Cuando terminamos y solo quedan unos quince minutos para la media noche, la gente va levantándose y los camareros retirando los platos y los restos de comida, que no son muchos. Cojo a Wendy de la mano y caminamos hacia la pista de baile junto al resto. —Wendy, yo necesito un macizo al que besar cuando den las doce — comenta Amy mirando a su alrededor. —¿Me permites una sugerencia? —Le sonrío. Ella asiente así que le doy un beso a Wendy y miro a mi alrededor en busca de Tom. Lo encuentro riendo junto a Jay y mirando a un grupo de japonesas. —Tío, la amiga de Wendy dice que quiere un macizo al que besar a media noche. ¿Qué dices? —Joder, sí, me apunto. —La mira y camina hacia ella—. Buenas noches, princesa. ¿Quieres que sea tu príncipe por una noche? —¿Solo por una? —Ella finge decepción. —Las que tú quieras. Todos reímos y ellos mismos hacen las presentaciones. Gritamos la cuenta atrás y cuando aún quedan dos segundos, rodeo a mi mocosa por la cintura y beso sus labios con más ternura que nunca. Ella acaricia mi mejilla y me lo devuelve encantada. Nos separamos un segundo para mirarnos y sonreír y volvemos a besarnos. Segundos después, vemos a Tom y Amy comiéndose vivos. —¡Amy! Por Dios… Deja un poco para después —reclama Wendy un poco avergonzada. —Déjales, nena. Así tendremos tiempo para estar solos. —Le dedico una sonrisa traviesa. WENDY Sonrío ante su comentario y rodeo su cintura para apretarle contra mi cuerpo. Dios, está tan perfecto con ese traje… Que no sé si quiero quitárselo o dejárselo toda la noche y admirarle. Pero rápido me decido por lo primero, así que bajo su mirada tentadora tiro de él hacia el pasillo principal del edificio. —¿Dónde vamos, nena? —No lo sé. Por aquí tiene que haber algún sitio donde podamos… —¿Qué? —Arquea una ceja y sonríe. —Ya sabes qué. Aunque si no te apetece… —Ven aquí. Tira de mí hacia el mismo sitio por el que hemos venido, con la diferencia de que abre una puerta por dónde están entrando y saliendo los camareros. Nos miran extrañados, pero ninguno dice nada. Pasamos la cocina deprisa y salimos por otra puerta, al parecer al callejón dónde da la puerta trasera. Coloca un trozo de madera por fuera para que no la puedan abrir, y antes de que pueda decir nada, me levanta y me sienta sobre un pequeño muro de piedra. —La mejor manera de comenzar el año —digo minutos después con voz entrecortada mientras él termina de jadear con los labios pegados a mi frente. Cuando volvemos al gran salón, todos bailan. Mi hermano gira a Alice como una peonza haciéndola reír, y las gemelas se restriegan con Jay y los demás. Amy y Tom están sentados en un banco, hablando muy animadamente. Así es ella, espontánea y extrovertida. La miro por un momento y me doy cuenta de todo lo que la he echado de menos y lo increíble que me parece que esté aquí. —¿Qué tal te está tratando? —Le pregunta Josh cuando nos acercamos. —¿De qué coño vas, tío? —Tom se hace el ofendido— La estoy tratando como una jodida reina. ¿A qué sí? —No está mal el chico. —Ríe ella—. Le he dicho que puede ser mi príncipe por esta noche, pero que tendrá que currárselo un poquito más si quiere volver a serlo otra noche más. JOSH Reímos y vamos hacia la pista de baile para dejarles solos. Después de bailar una canción lenta, miro al DJ y le hago una señal para que ponga la canción que le pedí, la música comienza a sonar y Wendy separa su cabeza de mi hombro para mirarme con una sonrisa. Coloco mis manos alrededor de su pequeña cintura y la atraigo hasta chocar mi cuerpo contra el suyo y estar a escasos centímetros de su boca. —“Dime por qué tan solita, ¿a quién esperas?... Dime lo que necesitas y sin miedo te lo daré… Dime por qué no te explicas, calma mi ansiedad… Dime por qué tan bonita y sin nadie que te acompañe…” Acerca más su rostro hasta que nuestros labios se rozan y continúa. —“Aprovecha que aquí estoy, después de hoy quizás no se dará otro chance… Te vi tan solo que no me concentraba… No quiero tanto, solo te pido una noche…” La beso con lujuria al recordar aquel primer beso en el sofá del ático, y parece que ella piensa en lo mismo porque me besa con las mismas ganas mientras sonríe ligeramente. —¿Así que solo me pides una noche? —pregunto cuándo nos separamos. —Quiero todas tus noches, Josh. —Bien, porque no planeaba que fuera de otra forma—sentencio volviendo a unir nuestros labios. Bailamos y reímos sin descansar hasta que me duelen los pies, no quiero pensar en cómo los tendrá ella con esos tacones. A las seis de la mañana, la gente comienza a irse y a los pocos minutos ya solo quedamos los más rezagados. Al principio de la noche decidí abstenerme de los vicios, así que solo he fumado unos pocos cigarros y bebido algunas copas de champagne. —Nena, estoy un poco cansado —digo cuando nos sentamos en las sillas junto al resto. —Yo estoy muy cansada. ¿Nos vamos? —Sí. —Miro hacia Rick que tiene a Alice sobre sus piernas—. Hermano, nosotros nos vamos ya. Amy, ¿vienes o te quedas? Todos, incluidas las gemelas, a las que no parece haberle caído muy bien, la miramos. Ella se sonroja un segundo, pero comienza a reír después. —Joder, dejad de acosarme con los ojos. Me voy —decide y se levanta —, como he dicho, mi príncipe tendrá que currárselo un poquito más si quiere catar esto. —Acaricia su cuerpo y todos reímos. —Ten por seguro que lo haré —dice Tom atrayéndola para besarla. Los tres nos subimos en mi coche y en unos veinte minutos ya estamos entrando por la puerta del ático. —Puedes quedarte en la habitación de Wendy hasta que decidas qué hacer. Mi niña dormirá conmigo —digo sonriendo y besándola. —Gracias. Buenas noches… días, o lo que sea. —Pone los ojos en blanco—. Tortolitos. Ya son las siete de la mañana, y a pesar de las nubes y de la nieve, algunos rayos de sol entran por las enormes ventanas, así que bajo las persianas para poder dormir. Son un privilegio que mandé instalar hace años, puesto que aquí la gente no suele tener persianas en sus casas. Wendy se pone una de mis camisetas, al parecer le gustan más que sus pijamas, y se tumba a mi lado en la cama. —Gracias por esta noche. —Gracias a ti, pequeña. Me alegra comenzar el año contigo. —La abrazo contra mi pecho. —Y a mí. Ojalá lo terminemos igual… —Lo haremos. Joder si lo haremos. No pienso dejar que esta mocosa se me escape, hacía años que no conseguía sentirme tan vivo. De hecho, nunca había sentido tanto por una sola persona. —Nena… —Los dedos me cosquillean por lo que siento, y solo quiero compartirlo con ella. —Dime. —Te quiero. Se queda callada unos segundos y se separa para mirarme, imagino que necesita ver mi rostro después de semejante confesión. Le sonrío y ella traga saliva, se acerca a mis labios y me da un dulce y cálido beso. —Yo también te quiero, Josh. 15. UN CUMPLEAÑOS INOLVIDABLE WENDY Me despierto el uno de enero con una nueva sensación en el cuerpo. Anoche Josh me dijo que me quería, y la verdad es que me alegré mucho de que por fin lo hiciera porque lo cierto es que yo creo que le quiero desde hace semanas, pero no me había atrevido a decírselo. Me levanto sin hacer ruido para que no se despierte y salgo al salón. Amy está con un tazón de cereales sentada en el sofá, viendo la tele. Nos miramos y sonreímos. —No te imaginas las ganas que tenía de volver a ver esa cara fea de recién levantada —dice cuando me siento a su lado. —Yo también la tuya, graciosilla. —En serio, Wen…Te he echado tanto de menos… —Comienza a llorar de repente. —Eh, tranquila… —digo quitándola el tazón y abrazándola— No pienso dejar que vayas a ningún sitio. —Gracias a tu hermano no tendré que hacerlo. —Lo sé. Anoche me contó que ha conseguido todos los papeles y visados necesarios para que te quedes. —Sí. Me ha contratado como segunda secretaría —dice riendo y limpiándose las lágrimas. —Eso es genial. —Río con ella—. Aunque si quieres ir a la universidad sabes que yo puedo… —No insistas, Wendy —me interrumpe—. No pienso dejar que me pagues nada. —Está bien, pero si necesitas cualquier cosa sabes que puedes contar conmigo. —Lo sé y te lo agradezco, pero bastante hacéis ya dejando que me quede aquí. —Por Dios, Amy, ¿has visto el tamaño de esta casa? —Sí. Y también el de tu cama y tu baño. ¡Joder! Casi me meo ayer cuando entré. —Eso mismo me pasó a mí el primer día —Río. —Oye… y sobre Josh… —Temía que llegara este momento —digo levantándome y yendo hacia la cocina mientras ella me sigue. Saco un tazón para prepararme también unos cereales, aunque más bien es hora de merendar. —Wendy, está… —¿Hablabais de mí, preciosas? —Josh entra en la cocina con una sonrisa. JOSH Anoche le dije a Wendy que la quería. Y no me arrepiento. De hecho, pienso volver a decírselo en cuanto tenga oportunidad, me encanta escuchar cómo las mismas palabras salen de entre sus labios. Nadie aparte de mi primo y de Rick me lo había dicho nunca, ni siquiera mis padres antes de largarse… Veo que no está en la cama así que me pongo unos pantalones de pijama y voy hacia la cocina. Están hablando, pero no me entero de qué, así que entro. —¿Hablabais de mí, preciosas? —Wendy, tu novio es muy creído. —No lo sabes tú bien —dice sonriéndome. Los tres volvemos al salón y al poco rato Alice y Rick salen de su cuarto. Vienen besándose y riéndose como tortolitos. —Feliz año, gente —dice él sentándose en el sofá de enfrente. —Feliz año, enamorados —Río—. Estábamos hablando de que podríamos hacer algo hoy. —Está todo cerrado. —Mierda, es verdad. El móvil de Amy empieza a sonar y todos la miramos con curiosidad. Ella abre el mensaje y sonríe. —¿Quién es? —investiga Wendy alzando la cabeza para tratar de ver la pantalla. —“Buenos días, princesa. Espero haber hecho de tu primera noche un buen Fin de Año.” —Joder. —Ríe Alice—. Le has pegado fuerte, eh. —Ya te digo. Tom no manda un mensaje a cualquiera —dice Rick. Ella solo sonríe y teclea algo en su teléfono. Después de que nos diga que Tom le ha dicho que vendrá a verla, decidimos pasar el resto del día en casa, ya que está todo cerrado y no es que haga día de andar paseando. WENDY Empecé las clases hace una semana, y gracias a Dios, Amy y Tiffany se han caído muy bien. Yo paso la mañana con una y la tarde con la otra, pero han venido un par de días a casa y han estado muy a gusto la una con la otra. Finalmente, Amy me dijo que Josh está muy bueno y que más le vale tratarme bien si no quiere quedarse estéril. Y de verdad que la creo… es capaz de cualquier cosa. Solo faltan cuatro días para mi cumpleaños y estoy nerviosa por lo que Josh pueda regalarme. Dice que es una tontería, pero no sé por qué, no me lo creo. Cuando entro en el ático, está hablando por teléfono, pero cuelga deprisa al verme. —¿Con quién hablabas? —Con nadie. Ven aquí. —Sujeta mi mano para darme un beso. —¿Y por eso has colgado de repente? —Giro la cara con cabreo. —Nena, son cosas mías. —¿Cosas tuyas? Pensaba que las cosas ya eran nuestras. —Me suelto de sus brazos y voy para mi habitación. No dice nada ni me sigue, solo suspira. Me paso el resto de la tarde en mi habitación encerrada con Amy, criticándole. A ver, sé que tengo que confiar en él, pero no entiendo por qué cuelga en cuanto llego a casa, ¿acaso tiene algo que ocultarme? Porque si no fuese así, lo más lógico habría sido que terminase la llamada y no que la cortase así, sin despedirse de quien sea con quien hablaba. JOSH —Sí, la suite más grande que tengan. —¿Para esa fecha, entonces? —Sí, tres días. —Asiento a través del teléfono y lo apunto en mi memoria para que no se me olvide, no quiero anotarlo en ningún papel, porque la mocosa podría encontrarlo. —Le mandaremos un correo electrónico con su confirmación de reserva y el precio total. —Bien, haré una trasferencia. —De acuerdo, señor. —Gracias. Cuelgo deprisa cuando veo a Wendy entrar en el apartamento para que no me joda la sorpresa. Sin embargo, se enfada porque no quiero decirle con quién hablaba, y no me queda otra que callarme y esperar a que se le pase, ya que no me da la gana decírselo y que se me fastidie lo que llevo tantos días preparando, joder. Se encierra con Amy en su cuarto y no me dirige la palabra, incluso duerme con ella. Genial. * —Nena… ¿hasta cuándo vas a estar así? Han pasado ya tres días —digo cuando ya no puedo más con su indiferencia. —Hasta que me digas con quien hablabas. Espera que adivino, era Vicky. No, no, Jenna. —No era ninguna de ellas. Sabes que apenas hablamos desde que tú y yo empezamos. —Suspiro con cansancio por su poca confianza. —Déjame en paz, Josh. —Pasa por mi lado para volver a encerrarse, pero no lo soporto más. —Mierda, Wendy. Joder, eres increíble. —Suelto una bocanada de aire frustrado y le hago una señal para que se acerque y relaje los brazos, los cuales tiene cruzados sobre su pecho—. Hablaba con Los Ángeles. —¿Qué? —Me mira desconcertada. —Con el hotel más lujoso de Los Ángeles. —¿Y por qué coño hablabas con un hotel? ¿A quién piensas llevarte allí? —pregunta empezando a enfadarse, da un paso atrás cuanto intento tocarla y yo me froto los ojos, resignado ya a que todo se vaya a la mierda. —A ti, tonta, a ti. —Suspiro y busco su mirada. Abre la boca para decir algo, pero se calla y se la tapa con la mano. Yo sonrío y tiro de su mano para atraerla a mí y rodear su cintura—. Iba a ser tu sorpresa de cumpleaños, pero imagino que ya no lo será. —Lo siento. Yo pensé… joder, soy imbécil. —Maldice para sí misma y niega con la cabeza al mismo tiempo que la agacha para mirar al suelo, yo alzo su barbilla y me agacho un poco para buscar sus ojos y hacer que sonría antes de darle un beso. —Feliz cumpleaños, pequeña. —Gracias —dice con una sonrisa avergonzada. —Salimos mañana temprano, estaremos allí tres días. —¿¡Tres días!? —exclama con emoción, olvidando ya lo de hace unos segundos. —Sí, nena, tres días con sus tres noches… Le doy un abrazo y acaricio su cabello mientras sonrío ante las cosas que me dice al oído, hasta que su amiga sale de la cocina y nos ve. —¡Me voy a Los Ángeles! —grita entonces la mocosa. —¿¡Ya se lo has dicho!? —Me recrimina Amy. —¿¡Lo sabías!? —Pues claro, ¿quién te crees que le ha ayudado a reservar todo? —Ha sido imposible, Amy. Llevaba tres días sin hablarme apenas, no lo soportaba más —explico con lástima. —Lo sé, joder. Te recuerdo que he sido yo la que he tenido que aguantar sus patadas en la cama —dice encendiéndose un cigarro. —Que idiotas sois. Si me lo hubierais dicho antes, tus piernas estarían libres de moratones, y yo no estaría que me subo por la paredes… —Se gira hacia mí y me besa con una mezcla de emoción, excitación y liberación por poder, al fin, perdonarme por algo que no había hecho. —Demasiado para mis ojos. —Amy se da la vuelta y desaparece por el pasillo. Lo cierto es que después de cuatro días sin sexo con la mocosa y sin sus besos, ahora mismo es en lo único que puedo pensar, pero Rick aparece en ese momento. Ha aceptado que nos queramos y seamos novios, pero aún no lleva del todo bien vernos en este estado. ¿Dónde quedaron los tiempos en los que follábamos uno frente al otro…? Lo cierto es que ya no se me ocurriría hacerlo delante de él ni de ningún otro. Wendy es solo mía y no quiero compartirla con nadie, ni que nadie la mire cuando se corre gritando mi nombre. Y mucho menos que la toque, sobre todo eso. Nos separamos con pocas ganas y ella va a hacer los deberes mientras yo sigo a Rick a la cocina. Cojo una cerveza y saco otra para él. —¿Qué tal, hermano? —Mal. —Le pega un trago demasiado largo. —¿Qué pasa? —Connor Andrews. Eso pasa. —Dime que ha hecho algo por lo que pueda romperle la cara a ese hijo de puta. Vamos al salón de nuevo y comienza a hacerse un porro. A pesar de estar muerto de curiosidad por querer saber lo que ha pasado, dejo que se relaje unos segundos porque, joder, está realmente cabreado. —Está llenándole la cabeza de mierdas a Alice —explica minutos después. —¿De qué mierdas? —Le dice que me ha visto con una y con otra. Que solo la quiero para follar y mil mentiras más. —Maldito cabrón, pero Alice no se cree nada, ¿no? Joder, conoce a su hermano. —Pues al principio no. Pero al parecer lleva tiempo con esta historia… Cada vez que llega a casa le suelta más mierdas y ella está empezando a rayarse. Connor puede ser un actor cojonudo si se lo propone. —¿Y por qué no le has partido la nariz todavía? —Por ella. No quiere que le haga nada. —Bueno, pero yo sí puedo partírsela, ¿no? —No. Me ha advertido expresamente que tú tampoco le hagas nada. —Joder. WENDY Aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles a las dos de la tarde. Hace un frío horroroso, pero todo a mí alrededor es increíble. Siempre he querido venir a Los Ángeles, y ¿qué mejor compañía que con mi novio? Siento una emoción muy grande de pensar en los tres días que nos esperan por delante. Lo primero que hacemos es preguntar dónde están las oficinas para alquilar un coche e ir hacia allí. —Elige uno, nena —pide Josh frente a un montón de ellos. —¿El que yo quiera? —Por supuesto. Camino de un lado a otro fijándome en todos, aunque desde que hemos entrado hay uno que me ha llamado la atención más que el resto. —Ese. —Lo señalo mientras me acerco. —Buena elección, pequeña —dice con una sonrisa. —El mejor que podrían elegir. —El hombre que nos ha traído se acerca aplaudiendo con una sonrisa socarrona, la cual acompaña a su atuendo de hombre de negocios que aparenta ganar más de lo que gana. —Bien, lo queremos durante tres días. —Josh no se deja impresionar, como siempre, y entrelaza sus dedos con los míos. —Perfecto, síganme. Hacemos todo el papeleo, mi chico entrega su tarjeta de crédito y luego, cuando ya tiene el juego de llaves entre sus dedos, juega con ellas mientras regresamos al garaje para subirnos. Metemos las maletas en el coche, nos damos un beso cargado de emoción por los días que nos esperan, y nos montamos para poner rumbo hacia el hotel, que, ¿dónde está? Pues nada más y nada menos que en Beverly Hills, ¿dónde si no...? No puedo borrar la expresión boba de mi rostro a medida que avanzamos por la recepción, Josh se encarga de la reserva que hizo aquel día que me comporté como una niñata, y a continuación subimos en el ascensor hasta la última planta, en la que se encuentra nuestra suite. —Vamos, nena. Esto te encantará. —Empuja la puerta con su mano y se aparta para dejarme pasar la primera. —Oh, por Dios... Josh... —Me cubo la boca anonadada y él sonríe ante mi a la vez que me atrae para besarme. Rodea mi cintura y coloca las manos en mi trasero, apretándolo después. —Josh... —murmuro contra sus labios. —Sí. Vale, tenemos tiempo para esto. —Me da un último beso y se separa—. Dúchate y después lo haré yo. Luego iremos a nuestra primera visita. —¿Y por qué no nos duchamos juntos? —pregunto. Él arquea un ceja mientras tuerce la sonrisa—. Vale, mala idea. —Nena, si me meto contigo en la ducha, voy a tener que acariciar cada centímetro de tu cuerpo, y si empiezo… no voy a poder parar. Así que... —Vale. Ducha. —Asiento y me alejo de él, saco ropa limpia de mi maleta bajo su inquietante mirada, y me pierdo dentro del cuarto de baño después de sacarle la lengua. JOSH Una vez que estamos listos, cogemos el deportivo y vamos hacia el Parque Griffith, sonrío al ver la cara de emoción de mi pequeña al cuando divisamos el cartel de "Hollywood" a lo lejos. —¡Corre, vamos a hacernos una foto! —dice tirando de mi mano. Coloco la cámara por delante y tomo una foto de los dos sonriendo, y después otra besándonos. Le pedimos a una mujer que nos haga una de lejos y después paseamos un rato por los alrededores, hay un observatorio desde el que se ve toda la ciudad, es impresionante. —¿Dónde vamos ahora? —Rodea mi cuello con sus manos y me dedica una mirada a la que me estoy volviendo dependiente. —Al paseo de la fama, nena. —Madre mía, he querido ir ahí mil veces. —Da saltitos de emoción mientras caminamos hacia donde hemos aparcado el vehículo, casi se lleva a una señora por delante a causa de andar hacia atrás para mirarme a mí. —Ven aquí, anda —indico ofreciéndole mi mano. —Ella se ha metido en mi camino —reprocha mirando hacia la señora con mala cara, la cual le devuelve el mismo gesto. Niego con la cabeza a la vez que sonrío y presiono el botón en la llave negra para que las puertas se desbloqueen y así poder subirlos. Conduzco con tranquilidad, respetando las señales y haciendo de guía turístico con Wendy; nunca he estado aquí antes, pero llevo los últimos días leyendo blogs de viajes y buscando información para poder contarle a la mocosa todo sobre esta ciudad. Encuentro un sitio libre en la calle paralela a Hollywood Boulevard, así que aprovecho a estacionar antes de que me lo quiten. Ambos nos bajamos y compramos un perrito caliente en uno de los puestos callejeros que hay de camino hacia la calle principal. Paseamos cogidos de la mano y hablando de cosas sin importancia hasta que doblamos la esquina y vemos la primera estrella. Wendy salta emocionada y dice que quiere sacarse fotos con todas, a lo que yo pongo los ojos en blanco y me preparo para quedarme sin batería en el teléfono. —Con todas va a ser imposible, seguro que alguna no te interesa. —Bueno, igual alguna no… ¡pero con casi todas! —Salta como una niña con un juguete nuevo y tira de mi mano para que camine más deprisa, no vaya a ser que de repente todas desaparezcan y no nos dé tiempo a verlas. Yo solo río y me enamoro aún más de ella. Después de tardar casi una hora en encontrar la puta estrella de Los Simpson, ya son las siete de la tarde y hace rato que ha anochecido, por no mencionar el frío que hace. —Es hora de irnos, nena. —¿Por qué? ¿A dónde tenemos que ir? —Hace pucheros porque tenía intención de entrar en una nueva tienda souvenirs, pero a este paso tendremos que dejar toda la ropa para meter los regalos y recuerdos que lleva. No tengo idea de dónde piensa ponerlo todo. —Pues a comprarte un vestido, claro —contesto con una sonrisa, feliz por saber que aún me quedan muchas horas en su compañía. Llevamos ya un par de tiendas y no ha visto nada que le llamase la atención, así que entramos en la última decididos a no salir de aquí sin un atuendo para lo que he preparado para esta noche. —¿Ya? ¿Lo tienes? —Me levanto del sillón en el que llevo un rato esperándola junto a los probadores. —Lo tengo —dice, pero no me lo ha enseñado, ya está vestida de nuevo con su ropa. —Déjame verlo. —Intento quitarle la bolsa de tela en la que va metido, pero mueve el brazo hacia atrás. —Es una sorpresa. —No, venga, no me hagas igual que en Nochevieja. —Vas a tener que esperarte. —Me guiña un ojo y se acerca hasta el mostrador para pagar, yo echo la cabeza hacia atrás y dejo escapar una bocanada de aire, ansioso por ver lo que esta noche cubrirá ese cuerpo que tanto placer me regala. WENDY Caminamos hasta el hotel, ya que antes hemos venido a dejar el coche en el aparcamiento para ir a comprar andando, puesto que estamos al lado de Rodeo Drive. Subimos en el ascensor y lo hacemos sin apartar nuestras manos el uno del otro, tratamos de saciarnos sin éxito, ya que siempre queremos más, es como una droga frente a la que desarrollas tolerancia y luego siempre necesitas más y más. —Vamos, enséñame lo que te has comprado —pide de nuevo cuando llegamos al dormitorio. —No seas pesado. Has dicho que aún falta una hora para la cena. Después de un buen rato buscando un vestido, no he sido capaz de elegir, así que he comprado tres. Llamadme exagerada, pero todos eran demasiado bonitos como para quedarme solo con uno. Aprovecho que Josh está viendo un partido de baloncesto en la televisión para rizarme el pelo en el cuarto de baño y maquillarme para esta noche. Me ha dicho que vamos a cenar en el hotel y que después iremos a bailar. A bailar él y yo, o sea, Josh bailando. Voy a necesitar un desfibrilador después de eso. Para la primera noche elijo el vestido blanco. Es corto, bastante corto... y con una cremallera desde el escote hasta abajo del todo, lo cual acompaño con unos tacones negros que he traído de casa y un collar, negro también, totalmente pegado al cuello. Termino de maquillarme y salgo del baño para ver la reacción de mi chico, el cual está apoyado en la barandilla, fumando un cigarro y hablando por teléfono. —¿Estoy guapa? Se gira para mirarme y el cigarro se le cae de los labios, despega los párpados atónito y pisa la colilla con uno de sus zapatos. —Mañana te llamo —dice a con quien quiera que estuviera hablando, sin dejar de mirarme. —Bueno… ¿estoy guapa o no? —Giro para que me vea por delante y por detrás. —Preciosa. —Traga saliva y pasa la lengua por sus labios según se acerca—. Ahora ve y cámbiate. —Ni de coña. ¿Por qué? —Porque si sales con este vestido… —Desliza sus labios por mi cuello y baja rozando mi clavícula—. Me voy a meter en tantas peleas que me van a prohibir volver a Los Ángeles. Lleva los dedos hasta la parte superior del vestido, hasta la cremallera, y, sin dejar de mirarme con un brillo travieso en los ojos, comienza a deslizarla dejando al descubierto mis pechos desnudos. Suspira pesadamente y sigue bajándola hasta quitármelo por completo. —Sé buena y ponte otra cosa. —Depositando un beso en mi cuello y me observa con ojos suplicantes—. Te espero fuera. JOSH Después de la gran tentación de follármela toda la noche y no salir del hotel, vamos a cenar y después a una discoteca a bailar un rato. A pesar de mi intento por que se cambiara de vestido, ha salido dos minutos después con el mismo, mostrándome una vez más que es una mocosa independiente a la que no puedo manejar. Y eso me encanta. Cuando llegamos al club y hacemos cola un par de minutos, conseguimos entrar y diviso la barra en un extremo de la pista de baile, así que entrelazo mis dedos con los suyos y la guío hasta allí. —¿Qué vas a tomar, guapa? —Le pregunta el camarero. —Un chupito. —Ni hablar. No vamos a empezar con el tequila tan pronto, nena. —Está bien, pues ron con naranja, por favor. —Una cerveza para mí —digo dándole un billete de veinte. El camarero se aleja y vuelve a los pocos minutos con nuestra bebida, nos sentamos en dos taburetes y bebemos mientras disfrutamos de la música. —Creo que es la primera vez que salimos juntos de fiesta —comenta poco después—, me refiero a juntos a propósito, no por encontrarnos o por estar metidos en peleas. —Me lanza una mirada cómplice y yo asiento, un poco culpable por todas las veces pasadas en las que la situación se me fue de las manos. —Sí, es verdad —digo acercando su barbilla para darle un beso. Cuando acabamos la copa, dejamos los vasos sobre la barra y sostengo su mano para llevarla hasta la pista de baile y ver qué tan bien se mueve junto a mí, pero me detiene y se pone de puntillas para hablarme al oído por encima de la música. —Voy al baño, espérame aquí. —Te acompaño. —Josh, por Dios. —Pone los ojos en blanco y da un paso atrás—. Ahora vengo. Permanezco en el sitio no muy convencido de que vaya sola, no por nada, porque no conoce este lugar y yo tampoco, no me hace gracia que nos separemos. Observo cómo se aleja entre la gente con ese perfecto culo dentro de ese maldito vestido que me quita la respiración, sube unas escaleras y poco después desaparece en la cola hacia dentro del cuarto de baño. No le quito el ojo de encima ni cuando una rubia teñida se acerca a tontear conmigo. WENDY Cuando ya estoy a punto de entrar, un chico que sale del baño de tíos se detiene a mi lado y me mira de arriba abajo. Dice algo a su amigo, pero no los escucho ni los miro, solo rezo interiormente para que pase de largo y no se ponga pesado conmigo. —Ey, guapa. ¿Puedo invitarte a algo? —No, gracias. Mi novio ya me ha invitado —digo con una sonrisa forzada. —Así que tu novio, ¿eh? —Da un golpecito en el pecho de su amigo con aire vacilón y se apoya a mi lado, en la pared. —Exacto, mi novio. —¿Y dónde está ahora? Así voy y le pido permiso. —Ríe y sus amigos lo acompañan, yo solo tengo ganas de darle una patada en la entrepierna y que se marche a molestar a otra. —Permiso denegado —Su voz desde atrás hasta mis oídos. Me giro y le veo acercándose a nosotros entre la gente, así que le lanzo una mirada para que no haga ninguna tontería, pero él ni siquiera me está mirando a mí. Se pone frente a mi cuerpo, colocándome detrás y mira al otro chico esperando que le responda, pero solo ríe de nuevo con un aire de superioridad que no me gusta nada. Y sé que a Josh tampoco. JOSH Contrólate. Contrólate. Hazlo por ella. No la ha tocado, solo ligaba. Y, joder, tú también lo habrías hecho si fueras él. La mandíbula del tipo que tengo en frente se mueve de un modo conocido para mí, al igual que la dilatación de sus pupilas y el sudor de su frente. Está muy colocado y no me conviene pelearme con nadie en ese estado. En ningún estado, vaya, pero en ese mucho menos. —Josh, por favor… Esta noche no. —La escucho decir en mi oído mientras sus manos acarician mi espalda y sujetan ligeramente mi brazo, preparada para tirar de mí hacia atrás en cualquier momento. Cierro los ojos y cojo aire mientras me doy la vuelta para besar los labios de mi mocosa y tranquilizarla, sin embargo, el gilipollas me sujeta por la camiseta desde atrás. Me giro a tiempo de ver cómo su puño se dirige hacia mí, así que me hago a un lado con Wendy, de manera que el impacto llega al chico que está detrás de ella. Inmediatamente se forma una pelea multitudinaria entre el idiota y sus amigos contra el pobre chico que se ha comido el puñetazo y los suyos. Tiro de Wendy para que me siga y la saco de ahí en pocos segundos. —Te dije que ese vestido nos traería problemas, pequeña. —Sonrío más calmado cuando nos subimos a un taxi, ya que no he querido traer el coche por si bebía. —Ha sido por culpa de ese imbécil, joder. Para una vez que te comportas… —Pone los ojos en blanco y disimula una sonrisa cuando gira la cabeza hacia la ventanilla. —¡Oye, mocosa! Yo me comporto siempre —respondo con la misma diversión mientras paso un brazo por detrás de su hombro para atraerla a mí. WENDY —¿Quieres que vayamos a algún sitio o al hotel? —Estoy un poco cansada… —Al hotel, entonces. Le da indicaciones al taxista y disfrutamos de la noche de Los Ángeles mientras el hombre nos lleva hasta nuestro alojamientos durante los próximos días. Entramos en la habitación y me quito el vestido y los tacones en seguida, tengo los pies molidos. Él me observa con una sonrisa, pero no dice nada. Cojo una camiseta de su maleta y me la pongo encima del tanga, definitivamente me gusta mucho más su ropa para dormir. Después de lavarme los dientes y quitarme el maquillaje, me tumbo en la cama y pongo un poco de música, Josh sale del baño después de mí y se tumba a mi lado, mirándome. —¿Estás muy cansada para que te de mi regalo de cumpleaños? —¿Regalo? —pregunto sin comprender— ¿Y este viaje qué es? —Este viaje es el lugar para darte el regalo. —¡Pues venga! ¿¡A qué esperas!? —Me incorporo en la cama llena de emoción y nervios. Él ríe y se da la vuelta para sacar un estuche del cajón de la mesilla, no he visto en qué momento lo ha guardado ahí, seguro que mientras estaba en la ducha. —Ábrelo. —¿Qué es esto? —Veo un llave en el interior, así que levanto la vista— ¿Qué abre? —Nuestra casa. —¿Nuestra casa? —Abro los ojos de par en par y la saco del estuche— ¿¡Has comprado una casa!? —Algo así. —Sonríe y sujeta mi mano libre para depositar un beso en el dorso—. Es una casita al lado de la Playa, en Sausalito. No es un lugar para vivir de continuo, ya que está un poco lejos y tú tienes la universidad en San Francisco y yo el trabajo, pero podemos ir de vez en cuando. —Joder, Josh... No sé qué decir, esto es demasiado. —Trago saliva, nerviosa por este enorme paso y por pensar lo que esto debe haberle costado. A pesar de tener dinero, una casa es una casa, sé que por allí son más baratas porque son casas muy pequeñas construidas en plataformas sobre el agua, pero igualmente, es una jodida casa. —Demasiado nunca es suficiente cuando se trata de ti, pequeña. 16. VUELTA A LA REALIDAD WENDY Cuando me despierto por la mañana, lo primero que veo es una bandeja gigante frente a mí. Me recojo el pelo con un bolígrafo y camino hacia el salón para buscar a mi novio. —Hasta que, por fin, despiertas, bella durmiente. —Lo sé… No entiendo qué me ha pasado. ¿Qué hora es? —Las doce. El desayuno terminó hace rato por eso he mandado que te lo subieran, así que come, necesitas coger fuerzas. —Me guiña un ojo y apaga la televisión para unirse a mí en la habitación, ya que la suite también tiene una sala de estar bastante grande. —¿Fuerzas para qué? —Entorno los ojos temiendo lo que se le habrá ocurrido para hoy—. ¿A dónde vamos? —Déjate sorprender, solo te diré que vas a querer hacer tantas fotos como ayer. Decido obedecer y no hacer preguntas, dejarme llevar, aunque eso es algo que siempre me cuesta con él ya que nunca sé a qué atenerme. Josh es mucho más romántico de lo que nunca hubiese imaginado, para mí siempre fue un idiota insoportable, por lo que todavía me cuesta en ocasiones hacerme a la idea de que ahora le quiero, que estoy enamorada de él y que no imagino mi vida sin tenerle a mi lado. Una locura. Llegamos a "Universal Studios" a la una del mediodía, dejamos el coche en el aparcamiento y entramos en el recinto bajo mis incesantes gritos de emoción por estar aquí. —Oh, joder. ¡Esto es una pasada! —exclamo una niña con un juguete nuevo. —Veamos, ¿por dónde empezamos, mocosa? —Mmm… —Miro el mapa del parque y las horas de los espectáculos que no quiero perderme— ¡Por esta atracción! —Señalo una con el dedo y él asiente con una sonrisa antes de pasar un brazo por encima de mis hombros y comenzar a caminar en esa dirección. Observamos que hay mucha gente en la cola, es una de las atracciones más deseadas puesto que hay un recorrido en barca por escenarios de película, y al final una cascada enorme por la que la barca tiene que caer. —¿Estas nerviosa, nena? —Me pregunta mientras avanzamos entre la gente. —Estoy excitada, más bien —digo cogiendo su gorra y poniéndomela. —Ah, ¿sí? —Me acerca a él con un tono perverso y yo rompo en una carcajada. —Cállate, idiota. —Río y rodeo su cuello con mis brazos—. Excitada de emocionada. —Ya lo sé, mocosa, no te creas que soy un pervertido que solo piensa en sexo. —Veo cómo aquea una ceja y yo le devuelvo el gesto—. A ver, obviamente con tu cuerpo nadie necesita una chimenea, seamos sinceros — dice y yo le doy un golpecito en el pecho mientras río—. Pero no, Wendy, no te quiero por eso y lo sabes. —Lo sé. —Asiento más seria y él se inclina para alcanzar mis labios. Media hora después salimos totalmente empapados de agua por la caída, y con la adrenalina por las nubes. Recorremos el resto del parque, reímos, corremos, nos mojamos, nos secamos y volvemos a mojarnos. Así durante más de seis horas. Cuando terminamos de ver todo, cogemos el coche y vamos hacia el muelle de Santa Mónica para terminar el día en una de mis playas preferidas. Compramos una hamburguesa con patatas y un refresco en un local de comida rápida, y bajamos a la playa. Está atardeciendo, así que el espectáculo está garantizado a pesar del frío. —Es precioso, Josh —digo mirando la puesta de sol. —Ya lo creo. Giro y me está mirando con una sonrisa, así que me acerco y le doy un beso dulce en los labios. Tira de mí para que me siente entre sus piernas con la espalda apoyada en su pecho y terminamos de cenar en silencio. Un silencio reconfortante. JOSH Después de cenar y de que el sol se esconda por completo, vamos a un puesto de yogures de esos en los que puedes poner frutas y pepitas de chocolate, y compro uno de menta para mí y uno de cereza para la mocosa. Damos un paseo por la orilla mientras nos lo comemos, pero al ser enero, hace bastante frío, así que nos metemos debajo de una de las casetas de vigilantes y nos acurrucamos contra uno de los postes. —¿Te está gustado el viaje? —Mucho, gracias —dice dándose la vuelta para besarme. La levanto por las piernas y hago que se siente sobre mí. Acaricio su espalda mientras la beso con ternura y con buenas intenciones. Intenciones que se van a tomar por el culo cuando mueve la cadera y el interior de sus muslos roza contra mi bragueta. No entiendo cómo se ha puesto un vestido en pleno enero, pero así es ella, siempre en contra de lo normal. —Sería tan sencillo follarte ahora mismo, pequeña —murmuro arrastrando los labios por la piel de su cuello—. Bastaría con hacer a un lado tus bragas y apretarte contra mí. —Ah, ¿sí? A ver… enséñame cómo lo harías. Saco la cabeza de su cuello y veo cómo se muerde el labio mientras sonríe de manera traviesa. Meto la mano bajo su vestido y la acaricio por encima de las bragas, ella gime levemente y baja la suya para desabrochar mis pantalones. Detengo su mano y me mira confundida. —Lo siento, nena. No planeaba esto… —No tienes condones, ¿verdad? Niego con la cabeza y ella sonríe con ese brillo tan característico en sus ojos, se levanta y tira de mí para levantarme con ella. Camina marcha atrás hasta toparse con la rampa de la caseta y me empuja para que me siente, a continuación, se arrodilla y tira de mis pantalones. —Nena, no. Podrían vernos. —Sujeto sus manos para detenerla. —Cierra la boca —ordena empujándome para que me tumbe y ella pueda hacer su magia. * Quitamos el edredón de la cama y lo sacamos a la terraza de nuestra suite para acurrucarnos en la hamaca y taparnos con él, me encanta sentir el calor de su cuerpo contra el mío. —Si hace unos meses me hubieran dicho que ahora estaríamos así… y aquí, no me lo habría creído —comenta ella con la vista puesta en las estrellas. —Pues yo sí. —¿En serio? —Se da la vuelta para poder mirarme, ya que está con la espalda apoyada en mi pecho. —Sí. —Sonrío con sinceridad—. Cuando te vi la primera noche que apareciste empapada de arriba abajo, supe que serías mi perdición. Que, si no ponía freno a tiempo, sería imposible sacarte de mi cabeza, y la verdad es que no puse empeño en detenerlo —admito tras pensar en nuestro primer acercamiento. Me dedica una sonrisa enternecedora y besa mis labios antes de darse la vuelta por completo para quedar sentada con la piernas cruzadas frente a mí. Alarga el brazo y coge las dos copas que nos hemos preparado hace un rato, me entrega una para que choquemos en silencio y damos un trago antes de seguir hablando. —Bueno, niña. Va siendo hora de que sepamos un poco más el uno del otro, ¿no te parece? —apoyo el vaso en la mesita que tenemos al lado y la observo. —Uy, esto me interesa. Sigue. —Bien, una pregunta tú, otra yo. Empieza —indico y ella asiente. —¿Qué pasa con tus padres? —espeta sin necesidad de tener que pensar en la pregunta. —Vaya, la primera en la frente —digo con una sonrisa incómoda. —Lo siento. No hace falta que me lo cuentes si no quieres… —Ellos son una mierda de padres, nena. No hay mucho que contar. — Me encojo de hombros—. Nunca han estado para mí, cuando era muy pequeño empezaron a viajar y yo pasaba la mitad del año solo. —¿Cuántos años tenías? —Sujeta mis manos y se inclina para apoyar la barbilla en ellas. —Doce —confieso, y ella dibuja una expresión atónita, casi de incredulidad—. Ellos se marchaban y bueno, yo tenía que buscarme la vida como podía. Siempre faltaba al colegio para irme con mis amigos mayores a un gimnasio que había al final del malecón, hasta que me echaron de clase y bueno, durante años fui pasando de un instituto a otro, pero siempre terminaba metido en peleas y volvían a echarme. —Josh… no tenía ni idea de todo esto. —Sé que no quiere tenerme lástima porque sabe que no lo soporto, pero a pesar de eso, también entiendo que es inevitable. —Bueno, no es algo de lo que me guste hablar, mocosa. —Sonrío para quitarle hierro al asunto y que no se sienta mal por haber preguntado—. Con los años aprendí a ganarme la vida, puede que no de las mejores formas, pero sí de las adecuadas para poder sobrevivir. A los dieciséis conocí a tu hermano y desde entonces mi vida cambió por completo. Rick no se puede llegar a imaginar hasta qué punto me salvó la vida. —Sabes que él te quiere muchísimo, siempre has sido un hermano para él. —Lo sé. —Sonrío y sujeto sus mejillas para besarla. —¿Qué pasó después? Mi hermano te preguntó si irías con ellos en Navidad… —insiste, aunque cautelosa, sin querer hacerme daño. Sé que si le digo que no quiero hablar más de esto, lo aceptará sin rechistar, pero creo que merece saber esta parte de mi vida. —Sí, bueno, ellos dejaron de viajar de repente unos años después, sin explicaciones y sin remordimientos. Intentaron que todo fuera bien entre nosotros, pero para mí ya estaban muertos. Fin de la historia. —De acuerdo. —Asiente y veo cómo su garganta se mueve cuando traga saliva—. Gracias por compartirlo conmigo. —Ven aquí. —Tiro de ella para darle un pequeño beso y abrazarla, necesito de ella. —Bueno, es tu turno. ¿Qué quieres saber? —pregunta cuando nos separamos mientras se levanta para coger su móvil y poner la música en modo aleatorio. Me encanta eso, no saber cuál será la próxima canción. Le da otro trago a su copa y vuelve a sentarse. —Vale, a ver… —La observo y pienso en una buena pregunta—. ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando me viste aquella noche? Cuando llegaste y te encontraste con todo… —Que estabas muy bueno —confiesa sin más. —¿Y…? —Arqueo una ceja con la sonrisa torcida. —Y… que debías follar como los dioses. —Esa es mi pequeña. —Río y levanto la mano para que ella la choque —. Yo pensé lo mismo. Ahora es ella la que se ríe. La beso y pasamos a la próxima pregunta. —Me toca. ¿Cuál es tu película favorita? —investiga ahora ella. —Vaya. Complicado, depende del género. —¿De terror? —"Scream" —digo sin dudarlo. —¡Eso no da miedo! Además, es malísima. —¡Por Dios! ¡Es un jodido clásico! Son las mejores, cómo "Sé lo que hicisteis el último verano" o "El resplandor". —Si tú lo dices. —Pone los ojos en blanco con desdén. —A ver, entendida, ¿cuál es la tuya, "Peter pan"? —La vacilo a la vez que saco la lengua. —"Jurassic Park", imbécil —dice dándome un pequeño empujón. —Bueno, no está mal. Puede pasar. —¿Canción favorita? —Me pregunta. —Cualquiera de algún Dj que me guste. ¿La tuya? —Tengo una diferente cada semana —indica levantando los hombros. —¿Y cuál toca esta semana? —Te la enseñaré, espera. —Alarga el brazo hacia su teléfono y mueve su pulgar por la lista de reproducción que tenía puesta con el nombre de "Segunda noche en el cielo". —Ésta es —dice dándole al play. Una canción romántica que se titula “Quédate conmigo” empieza a sonar, me apetece bailar con ella así que me levanto y, ante su mirada sonriente, tiro su de mano y coloco sus brazos alrededor de mi cuello. —Baila conmigo, pequeña. Rodeo su cintura y ella apoya la cabeza en mi pecho. Nos movemos lentamente, bailando despacio al ritmo de esa canción que ya había escuchado muchas veces en la radio. —Ésta será nuestra canción a partir de ahora. —Me parece perfecta —dice con una sonrisa—. Entonces será mi favorita para siempre. WENDY Después de decidir que "Quédate conmigo" será nuestra canción, de mil preguntas más y de descubrir un montón de cosas de Josh que jamás hubiera imaginado, nos damos una ducha para entrar en calor, ya que nos hemos quedado helados en la terraza a pesar de estar con el edredón y con una de sus sudaderas. —Nena, creo que te debo algo… —dice quitándome el albornoz, cortesía del hotel. —¿A qué te refieres? Oh, sí. —Asiento al ver su sonrisa lobuna—. Definitivamente me debes algo. —Shh. —Me empuja sobre la sobre la cama—. Vamos a jugar a un juego… —Su voz ronca es puro sexo—. No puedes hacer ruido… Tira de mis piernas para colocarme en la cama cómo él quiere y se tumba sobre mí, pero sin llegar a tocarme, con los brazos flexionados a cada lado de mi cabeza. —Si haces ruido… Bueno, no lo hagas. Esas son las reglas. ¿Aceptas? —pregunta mirándome fijamente. —Acepto. Besa mi cuello haciéndome estremecer y gemir para dentro. Pero lo ha oído, así que muerde mi oreja sin ningún cuidado, lo que me hace gemir de nuevo, esta vez en alto. Me mira levantando una ceja para recordarme las normas y yo asiento. —Perdona. Silencio —digo cerrando los ojos. Acaricia mi hombro con sus labios y va descendiendo hacia uno de mis pechos, su lengua acaricia el pezón con delicadeza, pero pronto se lo mete en la boca y comienza a succionarlo. Al mismo tiempo, aprieta la izquierda con fuerza y pasa por mi vientre, dejando besos pequeños sin detenerse. —Abre las piernas. Esa noche me entrego a él una y otra vez, y él a mí, intercambiamos tantas emociones y placer como somos capaces de experimentar; tanto como mi cuerpo es capaz de soportar antes de caer rendido y exhausto sobre el colchón. Inmóvil. Lo observo mientras duerme. Mi novio. Mi chico. Josh. Sé con seguridad que este hombre será, algún día, el padre de mis hijos. Sí, hijos. Pienso tener al menos nueve o diez. —¿Te gusta lo que ves, nena? —pregunta aún sin abrir los ojos. —No sabes cuánto. He decidido que quiero estas vistas cada vez que abra los ojos por la mañana. —Bien, porque así será. Ahora duerme un poco más. Tira de mí y levanta el brazo para colocar mi cabeza sobre su pecho. JOSH Miro el reloj y ya son las doce de la mañana. Anoche no pude evitar hacer el amor con mi mocosa sin descanso hasta las tres de la madrugada. Sin lugar a dudas, ha sido una de las mejores noches de mi vida. —¿Por qué tienes que ser tan malditamente preciosa? —pregunto mientras la miro. —Tengo buenos genes. —Sonríe antes de bostezar y estirarse. Me levanto y pido que nos suban el desayuno a la habitación. Mientras tanto, nos damos una ducha, resistiéndonos mortalmente a no salir de ahí en todo el día, y, después de comer todo lo que hay en la bandeja, bajamos a por el coche. —Ultimo día, pequeña. ¿Qué te apetece hacer? Hoy eliges tú. —Pues… Si te soy sincera… —¿Sí? —pregunto encendiendo la calefacción del coche. A pesar de estar en enero, hemos tenido dos días bastante buenos, pero hoy ha amanecido un día espantoso, así que nos hemos abrigado más que otros días. —Me habría quedado todo el día en esa gigantesca cama contigo, bebiendo chocolate caliente y comiendo fresas con nata. —Haberlo dicho antes, niña, no se me ocurre mejor plan. La jodida idea de Wendy untada con chocolate me ha hecho decidirme. Y, maldita sea, voy a llevarla a cabo. —Ve subiendo, ahora mismo voy. —¿Dónde vas? —Ahora subo, confía en mí —digo guiñándole un ojo. WENDY Me quito la abrigada ropa y la sustituyo por una camiseta de Los Ángeles Lakers, de mi novio. Enciendo la televisión y busco algún canal de música antes de soltar una bocanada de aire y dejarme caer sobre la cama tan cómoda que nos ha tocado. A los pocos minutos escucho la puerta abrirse y no puedo creer lo que ven mis ojos. —No puede ser. —Río cuando le veo aparecer con una bandeja—. Era broma. Lleva un cuenco de cristal con fresas, otro con chocolate caliente y humeante y otro con hielo. —Pues tu jodida broma me ha puesto duro solo de imaginarte con todo esto por tu cuerpo. —¿Quieres untarme con chocolate? —pregunto con voz seductora. —No solo voy a untarte, nena. Después lameré todo tu cuerpo hasta que no quede ni una gota. —Me quita la camiseta, dejándome desnuda y expuesta ante él. Se saca también la suya y después los vaqueros gastados. Coge una fresa y la unta en chocolate, me la acerca a los labios, pero se la come él, guiñándome un ojo. Hago un puchero y acerco la mano para coger una, pero me detiene. —Túmbate. —Ya no sonríe. —Quiero fresas. —Wendy. Túmbate. Podría hacer también el pino puente si me lo pide así, joder. Obedezco y la excitación me invade cuando me veo tan expuesta ante él, recorre mi cuerpo de arriba abajo con un deseo inigualable y siento que no sabe ni por dónde empezar. —¿Qué he hecho para merecer esta tortura? —pregunta minutos después sin abrir los ojos. —Enamorarme —confiesa como si también lo estuviese asumiendo él en este preciso momento. Yo solo sonrío, pero no digo nada. Esto es lo más excitante que hemos hecho hasta ahora. Mi cuerpo vibra y se mueve en impulsos que no puedo controlar ni predecir. Josh me acaricia por todas partes y yo simplemente me desvanezco cuando no lo soporto más. —Definitivamente lo de las fresas ha sido una buena idea. —Ha sido la mejor idea que has tenido en tu vida, mocosa —dice contra mis labios. El resto del día lo pasamos haciendo básicamente lo mismo. Alternando fresas con plátano y hielo con helado. Hasta que, llegado el momento, dejamos de lado la comida y solo nos dejamos llevar al paraíso. Pero todo lo bueno termina. —¿Has pensado en casarte alguna vez? —Le pregunto a la noche, cuando ya vamos a dormir. —Bueno… nunca me lo había planteado —dice dándose la vuelta y quedando boca abajo apoyado en sus codos—. ¿Tú sí? —Sí. Siempre he querido casarme, supongo que tengo la idea idealizada en mi cabeza. Aunque ya no tanto, eran más cosas de niñas, ya sabes… Amy y yo. Cuando estábamos en el internado soñábamos con que nuestro príncipe nos rescataría y nos casaríamos con él. —Bueno, nena… Yo no tengo mucho de príncipe. De eso ya te habrás dado cuenta, pero… sin duda puedo decirte que sí. —¿Qué sí qué? —Que me casaría contigo. Le miro y sonrío. Sé que no me está pidiendo matrimonio ni jurando amor eterno, pero también sé que es sincero y que si estuviéramos en Las Vegas en vez de aquí… y con unas copas de más… Bueno, podríamos cometer una locura. —Gracias por estos maravillosos días, puedo decir con seguridad que han sido los mejores de mi vida. Odio que se acaben ya. —No te pongas triste, mocosa. Recuerda que ahora tenemos una casa a la que podremos ir siempre que queramos —dice besándome con dulzura. Dulzura que termina siendo el último polvo de este mágico viaje a Los Ángeles. Después de tres días increíbles, sin duda los mejores hasta hoy, nos toca regresar a casa. Pensé que teniendo diecinueve me sentiría diferente, pero lo cierto es que me siento igual y, tras este viaje, ya puedo decir de verdad que estoy enamorada. Sí. Josh es mi hombre. Completamente. Vuelvo de la universidad sin ninguna motivación, ya que lo único que me apetece es perderme con mi chico en esa casita que ha comprado. Sin embargo, debo recuperar los días perdidos, por lo que no puedo faltar más. Tras terminar las clases y llega a casa, cojo una manzanada de la nevera y le doy un mordisco de camino a mi dormitorio; a pesar de que Amy se esté quedando aquí, la habitación es de las dos. Me la como mientras miro al techo y pienso en todo lo que ha pasado estos meses. Demasiadas cosas. Mi móvil suena entonces así que lo saco de la sudadera y miro el número, el cual no reconozco. —¿Sí? —Wendy… veo que has borrado mi número. —Connor. —Me incorporo en la cama y dejo la manzana sobre una servilleta—. Pues sí, ¿qué esperabas después de lo que hiciste? —Lo siento, preciosa, sé que… —No me llames así. —Le interrumpo tajante. —Siempre te llamo así. —Ya no. —Vale. Lo siento, Wendy. Me gustaría que quedáramos para hablar, después de todo me lo debes… —Yo no te debo nada. —Vuelvo a interrumpirle y me pongo en pie porque siento cómo me invade un profundo cabreo, ¿de qué coño va? —Te equivocas. Me engañaste con Josh y si no llega a ser por mí, ahora no estaríais como estáis. —¿Qué quieres, Connor? —Que quedemos. Solo… déjame explicarme, por favor. —Ya da igual. —No da igual. Yo… yo sigo queriéndote y aunque tú a mí no… necesito hacer esto. No me parece una buena idea quedar con él, pero en cierto modo tiene razón, aunque solo sea en una pequeñísima parte. Le engañé con Josh aun sin merecerlo, y si no le llega a contar nada a mi hermano, a saber dónde y cómo estaríamos hoy. —Está bien. ¿Cuándo quieres quedar? —Hoy. Ahora, si es posible. —Vale, ¿vienes a buscarme? —Sí. Estoy ahí en diez minutos. —Bien, hasta ahora. Decido que de momento no le diré nada a Josh, puesto que no sé lo que este idiota quiere y no voy a buscarme una bronca con mi novio por una gilipollez, que será seguramente lo que quiere decirme. JOSH Ya estamos en Marzo y esta noche es el cumpleaños de las gemelas, han montado una fiesta en su casa y claro, quieren que vaya. Lo cierto es que hace meses que nuestra relación cambió, pero, aunque solo sea por los buenos ratos que hemos pasado, no puedo negarme a ir. Aunque sé que esto me traerá bronca con Wendy… —Necesito hablar con mi novia primero, Jenna. —Joder, Josh… ¿te das cuenta de lo absurdo que suenas? “Tengo que pedirle permiso a mi novia” —imita mi voz de manera burlona. —Jenna, no vayas por ahí. —Joder, es que no veo qué tiene de malo que vengas a nuestro cumpleaños. ¡Nos conocemos de hace años, por Dios! —Lo pensaré, ¿de acuerdo? —Haz lo que te dé la gana. Salgo del Bar de Timmy y conduzco hasta casa meditando cómo contárselo a Wendy. Cuando me paro en la puerta para que John me dé el correo, necesito abrir bien los ojos y pestañear varias veces al ver cómo el coche de Connor dobla la esquina, y dudo que sea una puta casualidad. —John, ¿has visto salir a Wendy? —Sí, Señor. Acaba de montar en un coche con otro joven. —Gracias —digo apretando la mandíbula. Aparco en el garaje y subo a casa con una mala hostia que no sé cómo manejar, no entiendo nada, no entiendo por qué se ha ido con él o qué cojones está pasando. La llamo, pero no contesta, así que le envió un mensaje rezando para que me diga la verdad y nuestra luna de miel no se vaya a tomar por el culo en un abrir y cerrar de ojos. 6.12pm Yo ¿Dónde estás, nena? He llegado a casa con ganas de besar a mi novia, pero no estaba. 6.14pm Mocosa Estoy con Tiffany. Tenemos un trabajo que hacer esta tarde. Maldita mentirosa. ¿Qué coño…? ¿Qué coño hace con Andrews? ¿Y por qué me miente? Toda mi sangre hierve y por primera vez desde hace meses necesito cocaína, camino hasta el armario y sujeto la bolsa entre mis manos, pero me abstengo y vuelvo a guardarla, sé que esto solo me pondrá más nervioso, así que solo me sirvo un vaso de whisky. Camino de un lado para otro tratando de pensar con la cabeza fría y no hacer ninguna tontería hasta que, a los pocos minutos, vienen Rick y Amy. —¿Qué te pasa, Josh? —cuestiona él al verme en este estado. —¡Tu puta hermana me pasa! —¡Eh, tú! Relaja. —Amy levanta el dedo hacia mí. —¿Qué ha pasado? —Que se ha ido con ese cabrón, joder. Dios, voy a matarle —digo cogiendo las llaves de mi coche para dirigirme a la puerta. —Ey, espera. —Rick me pone una mano en el pecho—. Primero cuéntame qué ha pasado. Camino de nuevo hacía el sofá y veo a Amy con el teléfono en su oreja, supongo que llamando a Wendy, aunque tampoco le coge porque vuelve a guardarlo. Les cuento lo que ha sucedido y me dicen que tiene que tener una explicación y que por favor espere a que vuelva. Sin embargo, no creo que sea capaz de quedarme aquí mientras ellos hacen Dios sabe qué. WENDY —¿Dónde vamos, Connor? Nos estamos alejando demasiado —comento al ver que salimos de la ciudad. —Ya casi hemos llegado. Suelto una bocanada de aire y juego con los cordones de la sudadera que llevo puesta, la cual es de mi novio, ese al que acabo de mentir respecto a dónde me encuentro. Maldita sea, esto no es buena idea, no sé por qué acepté. A los pocos minutos aparca en frente de una casita apartada de todo, en medio de la carretera hacia ninguna parte. —¿Dónde coño estamos? No tengo cobertura y está empezando a nevar muy fuerte. Dime lo que quieres y llévame de vuelta —exijo un poco nerviosa. —Entremos —dice abriendo la puerta—. Por favor. Le sigo muy poco convencida y empiezo a impacientarme al ver una salita con sofás y demás cosas antiguas, al parecer hace mucho que nadie pisa por aquí. —¿Quieres tomar algo? —No, Connor. Quiero que me digas lo que tengas que decirme. —Siéntate. —¡No me quiero sentar, joder! Me estás poniendo nerviosa con tanto misterio. —Vale, a ver… Conozco demasiado bien a Connor como para saber que le pasa algo. Está nervioso y eso no me gusta, él nunca está nervioso. —Wendy, quiero que sepas que lo que yo siento por ti es real… Se detiene cuando comenzamos a escuchar la nieve y el granizo golpear con fuerza en los cristales. Mierda, con este tiempo es imposible conducir, necesito hablar cuanto antes con mi novio y contárselo todo. —Es real —continúa— y… bueno, me jodió muchísimo que me engañaras con Josh. Me jodió porque en el fondo yo sabía que entre vosotros había algo, pero aun así… te pedí que fueras mi novia. Y tú aceptaste, eso fue lo que más me sorprendió. —¿Vas a contarme toda la historia? —pregunto perdiendo la paciencia. Seguro que Josh me está llamando, joder. Se estará preguntando dónde estoy como un jodido desesperado, casi puedo ver cómo se restriega el pelo, solo espero que se haya creído la mentira, aunque haya sido un golpe bajo por mi parte. —Lo que quiero decir es que cuando vi… —Resopla y rasca su nuca mientras tensiona los músculo de su mandíbula—. Dios, cuando vi el condón en el suelo, perdí la poca confianza que tenía en nosotros. En que lo nuestro pudiera funcionar. Por eso aquel día le dije eso a tu hermano, no tenía intención de decírselo, de verdad. —Ya, claro. —Te lo prometo, Wendy. —Bueno, ¿algo más? —Sí… Pero no sé cómo decírtelo… —Pues vete al grano —me desespero—, no tengo todo el día. —¿Has visto la que está cayendo, preciosa? Creo que vamos a tener que estar aquí durante un rato largo. Me acerco a la ventana y efectivamente, es imposible mover el coche bajo esta cantidad de nieve. Estoy jodida. JOSH Hace más de cinco horas que Wendy se fue y aún no ha vuelto, ni ha encendido el teléfono. ¿Por qué mierdas lo ha apagado? Alice dice que en su casa no están y que no se le ocurre dónde puede habérsela llevado. Mierda, necesito distraerme, si no me volveré loco. Wendy me está engañando. Me está engañando con Connor Andrews. Está muerto. Connor está muerto y Wendy acabada para mí. Cojo mis llaves y mi cazadora de cuero y salgo por la puerta. Rick y Amy me preguntan dónde voy, pero no les respondo porque ni yo mismo lo sé. Conduzco sin destino durante un rato bajo la nieve, hasta que me encuentro a mí mismo en la puerta de las gemelas. Salgo del coche y camino hacia la entrada, dónde hay un par de chicos que solo conozco de vista, fumando. —Has venido… —dice una voz sugerente a mi espalda. —¿Dónde están las bebidas? —Sígueme, cielo. —Jenna sonríe y tira de mi mano. Cojo la botella de tequila y me siento en el sofá de la esquina, ignorando al resto de personas que ya se han unido a la fiesta. Comienzo a beber y a fumar sin ningún control, observando cómo la celebración va en aumento, haciendo honor a la fama de estas dos. Solo quiero olvidarme de esa niña estúpida que me ha enamorado y me ha dado por el culo, pensé que después de Los Ángeles todo era distinto entre nosotros. Para mí lo era, me cago en la puta. —Estas muy tenso. ¿Por qué no dejas que te ayude a relajarte? —Jenna se sienta a horcajadas sobre mí. —Déjame, Jenna —digo intentando quitármela de encima—. No voy a follarte. —Cambiarás de opinión…—La escucho murmurar mientras se levanta. WENDY Joder, ya son las once de la noche y mi puto teléfono sigue sin cobertura. La tormenta de nieve ha empeorado y sospecho que tendré que pasar aquí la noche. ¿Podría algo ir peor? No digas eso. Siempre que alguien dice eso, algo malo pasa. —Deja ya de mirar por la ventana. —Te odio, Connor. ¿Por qué coño tenías que traerme aquí? Mierda, Josh estará furioso. —¿Es lo único que te preocupa? —Sí. ¿Vas a contarme de una puta vez lo que llevas evitando toda la jodida tarde? —Sí, solo… Escúchame hasta el final y no te vuelvas loca, ¿vale? —¿Qué pasa? Suéltalo ya. —Apoyo la espalda en la pared opuesta a donde se encuentra él, cruzo mis brazos y miro hacia el techo con aburrimiento y desesperación. —¿Recuerdas cuando mi hermano te contó sobre el accidente de Matthews? —Sí. —Bueno… hace poco le escuché hablando con un colega en casa… —¿Y…? —Wendy… Jackson… Él fue el responsable de que el coche de Josh perdiera el control, de qué… de que el motor ardiera. Desciendo la vista hacia él y camino despacio para intentar hallar algún atisbo de mentira o de cachondeo en su confesión, pero, por desgracia, es sincero. —Dime ahora mismo que esto es un jodido mal chiste —suplico con un nudo en la garganta—. ¡Dilo! —No lo es. —Estás… esto… ¿¡Estás de coña!? —Me llevo las manos a la cabeza y me siento en el sofá— ¡Su primo murió en ese accidente! —Lo sé. Y lo siento. —¿Lo-lo sientes? ¡Tu hermano es un puto asesino! —Wendy, escúchame. No creo que Jackson quisiera… —Cállate. Cállate y no se te ocurra defenderlo. —Reprimo una nausea que de pronto se forma en mi garganta y necesito salir un momento a la calle para que el aire frío me dé en la cara y no vomitar. 17. CONFIABA EN TI JOSH Estoy muy borracho. Me he bebido casi la mitad de la botella y he perdido la cuenta de la cantidad de porros y de rayas que llevo, además, Jenna no ha apartado su culo de mí en toda la jodida noche. Parece que Vicky ha decidido montárselo sola hoy porque ha desaparecido con un tío hace un rato y no ha vuelto. Estoy sorprendiéndome a mí mismo por el autocontrol que tengo, sé que Wendy me está engañando, pero aun así yo soy incapaz de hacer lo mismo. Voy al baño de la habitación principal para que no me moleste nadie y poder mear a gusto, y al salir me tropiezo y caigo sobre la cama. Me quedo tumbado porque, maldita sea, apenas soy ya consciente de mis movimientos. La puerta se abre y veo las piernas de Jenna caminando hacia mí, se tumba a mi lado y comienza a acariciar mi pecho, pero yo ya solo soy capaz de ver el interior de mis ojos. WENDY A pesar de tener que haber pasado toda la noche en una casa y en una cama que no conozco de nada, cuando quiero mirar el reloj son ya las diez de la mañana. Bloquee la puerta por dentro para que Connor no pudiera entrar en mitad de la noche, y porque después de lo que me dijo ayer, lo último que me apetece es hablar con él. Voy al salón y sin decir nada, ambos caminamos hasta su coche. Con un cepillo quita la nieve del parabrisas y poco a poco conseguimos salir del camino de tierra, ahora cubierto de peligroso hielo. Cuando detiene el coche en frente de mi edificio, me pide por favor que me piense bien las cosas antes de decirle nada a Josh. Una jodida mierda es lo que tengo que pensar. Subo deprisa sin molestarme en encender el móvil y abro con cuidado por si están durmiendo. —¡Maldita sea, Wendy! ¿Dónde coño estabas? Mi hermano se levanta del sofá y viene hacia mí, junto con Amy y Alice por detrás. —Lo siento, lo siento… —Me asusto al ver la cara que tienen todos de no haber dormido. —¿Dónde has estado? —interroga Alice, enfadada. —Connor llamó… —Ya lo sabemos. Josh te vio irte con él en su coche —dice mi hermano con el mismo cabreo. —¿¡Qué!? ¿Dónde está? —Voy hacia el pasillo para buscarle en su habitación. Dios, debe estar hecho una furia. Espero que no haya pensado que le he engañado. Lo hiciste. Le dijiste que estabas con Tiffany. Mierda. —Está durmiendo, déjale. Anoche se agarró una de infarto… —Escucho a Alice tras de mí. —Joder… No hemos hecho nada. Me llevó a una puta casa a tomar por el culo de aquí y empezó a nevar muy fuerte… No podíamos sacar el coche… —¿Y no pudiste llamar? —No tenía cobertura, Amy. Joder. Si Amy también está enfadada he debido de meter la pata hasta el fondo, ella siempre mira el lado bueno de las cosas, incluso cuando están muy jodidas. —La has cagado, pero bien, Wendy —espeta mi hermano desapareciendo en su cuarto con Alice detrás de él. —Amy, yo… —Wen… Oye, yo no soy quién para recriminarte, pero anoche Josh estaba… Joder, fuera de sí. —Necesito hablar con él. —Será mejor que dejes que descanse, no sé a qué hora ni cómo llegó a casa, todos estábamos ya en la cama. Niega con la cabeza y me da un beso en la mejilla antes de decirme que va a ducharse; yo simplemente me siento en el sofá rezando para que Josh despierte pronto y podamos aclarar todo esto que nunca debió haber sucedido. JOSH Madre mía, tengo un dolor de cabeza y unas lagunas que no son normales. ¿Quién me dejo beber tanto anoche? Wendy debería haber… Wendy. Mierda. Me levanto preparado para hacer frente a lo que sea, me doy una ducha rápida para despertarme y voy al salón. Ella se levanta en cuanto me ve y camina hacia mí, pero levanto los brazos para que se detenga, ahora mismo lo último que me apetece es escuchar sus mentiras. —Josh… Lo siento. Connor… —No te molestes. Sé que has pasado la noche con ese cabrón, tú y yo no tenemos más de qué hablar. —No es lo que piensas. —Sus ojos se cristalizan y da un paso cautelosa hacia mí—. Él me llamó para decirme que quería hablar conmigo, y yo sentí que le debía al menos una oportunidad después de haberle engañado contigo. —Y decidiste que la mejor manera de compensarle era engañándome a mí con él. —Río con sarcasmo. —¡No! Josh, ni siquiera se ha acercado a mí. Ha dormido en el sofá y yo en el piso de arriba. —Su casa no tiene parte de arriba, mentirosa de mierda. Joder, no solo me engaña, sino que también pretende vacilarme y reírse de mí, esto es lo que me faltaba, nunca hubiera esperado nada parecido de ella, la verdad. Siempre creí que, a pesar de sus defectos o virtudes, la mentira no formaba parte de su personalidad. —No hemos estado en su casa, Josh. Y a mí no me insultes. Me llevó a otra casa a las afueras y empezó a nevar con fuerza, no pudimos mover el coche y hemos tenido que pasar la noche ahí. Los móviles no tenían cobertura. —¿No os habéis acostado? —¡No, joder! Te estoy diciendo que ni nos hemos acercado. Te quiero a ti, Josh, a nadie más. —Pero me mentiste. —Continúo mirándola con el mismo dolor que siento en mi corazón, sin convencerme del todo de sus palabras. —Lo sé… y lo siento. Solo quería ver lo que Connor tenía que decirme antes de contártelo. Joder, soy gilipollas. Anoche cogí el coche y me fui hecho una furia hasta que terminé en casa de… mierda. Mierda. Jenna. Y cómo si mi pensamiento la invocara, tocan el timbre y cuando Wendy abre, ahí está ella con una espléndida sonrisa que conozco bien y, al mismo tiempo, me acojona más que nada en este instante. —¿Qué coño haces tú aquí? —No seas mal educada, niña. ¿Está tu amorcito? —¿Qué quieres, Jenna? —digo apartando a Wendy. —Hola, cielo. Solo venía a por lo que me dejé aquí anoche. La miro desconcertado antes de voltearme hacia Wendy, encontrándome con su rostro desencajado, casi puedo escuchar cómo su corazón se hace añicos de repente. ¿Anoche? No pude tirarme a Jenna. Por favor, no. —Anoche no estuviste aquí, así que no digas estupideces. —Lo que tú digas, cariño. ¿Me lo traes tú o voy yo a buscarlo? —¿El qué? —Le pregunta Wendy, claramente aguantándose las lágrimas. —Mi sujetador. Lo siento, pero es mi favorito —dice apartándome con una mano y entrando en el ático. Camina hasta mi cuarto y Wendy y yo la seguimos sin ser capaces de abrir la boca ni mirarnos. Jenna apoya las rodillas en el suelo junto a la cama, se agacha y saca de debajo un sujetador rojo de encaje. Vuelve a ponerse en pie y se acerca hacia mí para salir del dormitorio. —Llámame cuando quieras repetir, cariño. —Me guiña un ojo y se aleja por el pasillo para marchase del ático, y juro que de mi puta vida. —Wendy… No… —Me acerco hasta ella, pero me pega un tortazo tan fuerte que me hace girar la cara y tragarme mis palabras. —Ni te atrevas —dice aún sin derramar una sola lágrima. Sostiene mi mirada varios segundos más, destrozándose a sí misma y acabando por completo conmigo; gira sobre sus pies y desaparece dentro de su habitación antes de cerrar con pestillo por dentro. WENDY Mi corazón está completamente partido en este momento. Tanto que siento un dolor físico y una presión en el pecho que no me deja respirar con normalidad, la respiración comienza a ser pesada y siento que vaya a darme un ataque de ansiedad. Amy se acerca asustada y me zarandea por los hombros para que reaccione. —¡Wendy! ¿Qué ha pasado? —Josh… Él… Jenna… —Y entonces rompo a llorar sin poder acabar la frase, aunque no es necesario ya que enseguida lo comprende, me suelta y sale disparada por la puerta. —¡Maldito cabrón! —dice dándole un puñetazo, sí, puñetazo a Josh en la mejilla, el cual seguía de pie en el mismo sitio que le he dejado— ¡Te advertí que te cortaría los huevos si le hacías daño! —¿¡Que cojones pasa!? —Mi hermano sale de su cuarto en ese momento. —Que este hijo de puta se ha follado a Jenna. —¡Que no he hecho nada, joder! No… no puede ser… —Le escucho decir mientras busca mi mirada por encima del hombro de Amy, pero me aparto porque no puedo ni verle. Oigo un golpe más y otro después. No puedo continuar aquí, así que marco el primer número que viene a mi cabeza y ruego al cielo por que responda. —¿Wendy? —Necesito salir de aquí. —¿Muñeca, que te ocurre? ¿Estás llorando? —Jordan habla preocupado al otro lado. —¿Puedes venir a buscarme? —Claro, estoy a un par de manzanas con un colega, pero cojo el coche y ahora mismo voy. Espérame en el portal. —Gracias. Salgo de la habitación ignorando a todos, me suelto de un tirón cuando Rick me agarra, y cojo mis llaves y mi cartera de la entrada antes de salir. Cierro la puerta y doy gracias porque el ascensor esté aquí mismo, ya que escucho cómo Josh me llama, al cual veo justo antes de que se cierren las puertas; me da tiempo a ver que tiene claramente el labio partido y sangra también de la nariz. Sangre que se mezcla con las lágrimas que caen de sus ojos. Es increíble cómo cambian los papeles en pocos segundos, de ser él quien pensaba que yo le había engañado, a ser yo la engañada realmente. Salgo del portal y veo su coche esperándome. Sale para —sospecho— abrirme la puerta, pero no le doy tiempo. Entro y pongo el seguro una vez está él también dentro. —¿Qué ha pasado, Wen? —Arranca. En ese momento Josh sale corriendo por el portal y, después de intentar abrir el coche sin éxito, golpea la ventanilla para que me baje. Cierro los ojos y giro la cabeza para evitar cualquier contacto posible, no puedo más con esta situación. —Vámonos, por favor —suplico a Jordan sin mirarle y sin dejar de llorar. Mi salvador acelera sin dudar y, cuando abro los ojos para mirar por el retrovisor, veo a Josh correr unos metros y después dirigirse al garaje. Jordan no me pregunta nada ni hace comentarios durante los quince minutos, más o menos, que tardamos hasta que diviso su casita azul marino. Me bajo del vehículo y él abre la puerta para que pueda entrar, en cuando Tiff me ve llorando, me da un abrazo y siento que rompo por fin como no lo había hecho antes. Tanto ella como su primo aguardan pacientes a que mi ataque de ansiedad pase, ofreciéndome un vaso de agua y un paquete de pañuelos. Cuando voy a comenzar a contarles lo sucedido, alguien aporrea la puerta justo antes de que Josh grite mi nombre desde fuera. JOSH Esto no puede estar pasando, no he podido engañarla con Jenna, pero algo tuvo que pasar para que su sujetador terminase bajo mi cama. Aun así, no puedo permitir que Wendy piense que no la quiero, joder. Si realmente ha pasado algo entre Jenna y yo, ha sido el mayor error de mi maldita vida, no quiero perder a Wendy, mierda, no puedo perderla. Después de comerme el puño de Amy y dos más de Rick, corro fuera del portal y veo cómo mi pequeña sube en el coche de ese… Jordan. Cuando se marchan sin escucharme ni darme la oportunidad de explicarme, no dudo en ir corriendo hasta el garaje para subirme a mi BMW y conducir hasta el lugar al que sé que se la ha llevado. —¡Wendy! ¡Wendy! ¡Abre la puta puerta, Jordan! —Aporreo la madera hasta hacerme daño. —Ya basta, tío. —El primo de Tiffany sale poco después, se coloca frente a la puerta y luego la cierra tras él. —Apártate y ábreme, esto no va contigo —digo armándome de paciencia. —Josh, necesitas relajarte. No voy a permitir que hables con ella en este estado. —¡Es mi jodida novia, chaval! —Le agarro del cuello y pego mi frente a la suya. —Suéltame —solicita sin alterarse lo más mínimo. —Abre la puerta. —Trato de controlar mi respiración antes de hacerlo. —Oye, si de verdad has hecho lo que ella dice, creo que lo mínimo que merece es que le des unos días para asimilar todo. —Jordan… Mierda, yo no… Ese molesto nudo vuelve a formarse en mi garganta e irremediablemente dos lágrimas resbalan por mi mejilla, juntándose con la sangre que ya la cubre. Jordan coloca la mano sobre mi hombro y me da una pequeña palmadita. —Josh, ella te quiere. Tan solo… dale un poco de tiempo. Esto es demasiado y es muy reciente. —Joder. No puedo irme así… Necesito hablar con ella. —Vamos a hacer una cosa, espera hasta mañana y llámala. Si no te coge el teléfono, llámame a mí y te diré cómo lo está llevando. ¿Te parece? —Sí… Joder, vale. Gracias… —digo antes de darme la vuelta y meterme de nuevo en mi coche. Esta jodida pesadilla tiene que terminar. Necesito hablar con Jenna. WENDY Escucho el coche ponerse en marcha y desparecer calle abajo, Jordan va directo hacia la cocina y se une a nosotras minutos después con una pequeña bandeja, en la cual lleva una taza humeante de alguna infusión y un porro. —Lo necesitas. Ambos. Asiento y doy una calada en silencio, alguno de los dos enciende la televisión y permanecemos callados el resto del tiempo hasta que, no sé en qué momento, me quedo dormida sobre el pecho de Jordan. Me despierto a la mañana siguiente en la cama de Tiffany, ella está sentada en el borde del colchón, poniéndose las botas mientras canturrea algo en voz baja. —¿Cómo te encuentras? —cuestiona al girar la cabeza y verme con los ojos abiertos. —Bien —digo levantándome. —¿Por qué no te quedas hoy en casa? Aún falta un mes para los exámenes, yo puedo pasarte los apuntes. —No te preocupes, necesito distraerme. —Jordan no va hoy porque sus profesores hacen huelga. Me ha dicho que él cuidaría de ti. —Sonríe y se inclina para darme un beso en la mejilla. De devuelvo la sonrisa, aunque triste, y ambas levantamos la vista hacia la puerta del dormitorio cuando tocan la puerta y ésta se abre. —Buenos días, muñeca. ¿Has dormido algo? —Sí… gracias por todo. —Asiento levantándome y cogiendo mi teléfono—. Mierda… —Lo sé, no ha parado de sonar —dice Tiffany. Los tres bajamos para ir a desayunar a la cocina, pero antes de poder dar el primer sorbo al café, el timbre de fuera suena y mi estomago da un vuelvo al pensar que puede ser Josh de nuevo. Miro a Jordan pidiéndole con los ojos que si es él no le deje entrar, y me responde con un “tranquila”. —¿Puedo hablar con Wendy? —Reconozco la voz, así que me levanto de la silla y voy hacia la entrada. En cuanto Amy me ve, sus brazos rodean mi cuerpo y yo vuelvo a llorar desconsoladamente mientras ella misma me guía hasta el sofá. —¿Cómo estas, cariño? Tienes una pinta horrible —dice Amy limpiándome las lágrimas. —He estado mejor. —Sonrío sin ganas. —Josh se ha marchado. —¿Qué…? ¿a dónde? —No lo sé. Tu hermano le ha echado de casa, me ha dicho que viniera a buscarte y te llevara de vuelta. —Yo… necesito estar unos días lejos de todo, Amy. No puedo meterme allí y ver su habitación cada vez que salga de la mía… —Vuelvo a llorar y ella asiente a la vez que intenta limpiar las lágrimas con sus pulgares. —Vale, vale. Tranquila, yo se lo diré. JOSH Regreso al ático sin ser capaz de odiarme más a mí mismo, abro la puerta con mi llave y voy derecho a mi dormitorio, ignorando los gritos e insultos de Rick, el cual me sigue y tira de mi hombro para darme la vuelta. —Te largas mañana mismo, hijo de puta —gruñe sujetándome de la camiseta. —No te preocupes, me voy ahora. —Mejor. —Sostiene mi mirada desde la puerta y puedo ver la descripción gráfica de decepción en ella—. Sabía que esto pasaría, joder — dice antes de desaparecer por el pasillo. Trago saliva y saco una bolsa de deporte de debajo de la cama para meter toda la ropa que entre, además de un par extra de zapatillas deportivas y ropa interior. Me la echo al hombro y avanzo por el pasillo sin mirar atrás; sin embargo, freno en seco al llegar al salón y encontrarme con, de nuevo, la mirada decepcionada y furiosa del que era mi hermano, la mirada llena de odio de Amy, y los ojos enrojecidos y húmedos de Alice. Agacho la cabeza y, sin despedirme ni que se me ocurra nada ocurrente que decir, salgo del ático y apoyo la frente en la pared esperando a que el ascensor llegue. Voy a subirme en él cuando de repente Alice aparece tras de mí, sujeta mi brazo y puedo ver que está llorando. —Josh… joder. ¿Dónde irás? —No te preocupes. Necesito hablar con Jenna, no ha podido… yo no he hecho nada, Alice. —No sé lo que ha pasado, Josh…pero las cosas hablan por sí solas. Aunque deberías tener cuidado, Jenna es capaz de cualquier cosa. —Lo sé. —Le doy un beso en la mejilla y me meto en el ascensor—. Cuida de Wendy, ¿vale? —digo antes de que las puertas se cierren. Dejo mis cosas en la habitación del primer hotel que encuentro, y vuelvo a mi coche sin perder ni un solo segundo más. Conduzco hasta la casa de las gemelas y toco el timbre varias veces hasta que me abren y me encuentro con una de ellas, la cual, a primera vista parece la que busco. —Eres una puta mentirosa, Jenna. —La aparto sin cuidado para entrar, furioso y desesperado. —Relájate, Josh. Soy Vicky. —¿Dónde está la zorra de tu hermana? —Zorra no, cielo. Los dos queríamos lo que pasó anoche —dice saliendo de la cocina. —¿Qué pasó? —pregunto entre dientes. —¿Antes o después? —Habla con un tono divertido mientras chupa chocolate derretido de su dedo índice. —Jenna… —Le advierte su hermana lanzándole una mirada inquietante. De las dos, Jenna siempre ha sido la peor. Y no me refiero solo al sexo. Vicky es una viciosa, a ver, a mí me parece genial que disfrute del sexo y lo haga con cuantos quiera, además es buena persona. En cambio, Jenna es diferente, no solo es viciosa, sino que, encima, es mala. Es una víbora sociópata y manipuladora. —Vale. Pues a ver… —Dibuja una mueca pensativa—. Llegaste muy enfadado y te bebiste media botella de tequila en una hora, aparte de los porros y la cocaína, que no fue poca. Subiste al baño y cuando saliste te tumbaste en mi cama, y, cariño, ¿qué querías que pensara? Lo interpreté como una invitación a tumbarme contigo. —Eres una asquerosa… —señalo armándome de la poca paciencia que me queda. —Cómo estabas tan borracho, entre las dos te metimos en mi coche y te llevé a tu casa —continúa, ignorando mi comentario—. Cuando llegamos, entramos en tu cuarto y yo me iba a ir, pero tiraste de mi mano y empezaste a besarme de manera salvaje… y ya sabes cómo me pones, cielo. El resto de la historia, imagínatela. Aunque puedo darte detalles si quieres. La fulmino con la mirada y destrozo su reloj de pared de un puñetazo antes de salir escopetado de esa casa, a la cual no pienso volver en mi jodida vida. Lo he hecho, la he engañado. Soy un gilipollas, he perdido lo mejor de mi vida por una estúpida borrachera. Sin darme cuenta acabo en el Bar de Timmy, el mismo sitio donde Connor le contó lo nuestro a Rick, ¿quién habría imaginado que lo nuestro no se estropearía por él, sino por mí? —Ponme cuatro chupitos de absenta, Megan —pido a la camarera tras sentarme en un taburete. —Josh, es la una del mediodía… ¿No te parece muy…? —Cuatro chupitos. —Bien —dice caminando hasta el otro lado de la barra. Me los tomo de golpe y saco la cocaína del bolsillo. Me mira con desaprobación, pero no le hago ni puto caso, inhalo un par de ella y pido dos chupitos más, esta vez de tequila. —Deja la botella —indico cuando se gira. —No sé qué coño ha ocurrido, pero te estás pasando. —Megan. —La miro tratando de controlar los ya notables efectos de lo que estoy consumiendo—. Que te jodan. Me mira con lástima, pero deja la botella sin añadir ningún comentario más. Tres horas después y considerablemente borracho, vuelvo a llamar a Wendy. No me coge, así que llamo a Jordan agradeciendo el día que cogí su número del móvil de la mocosa después de lo sucedido en la fiesta de su fraternidad. —¿Sí? —Soy Josh. —Hola, Josh. Wendy está en la ducha. —No me ha respondido ni una puta llamada —gruño a la vez que siento cómo la cabeza me da un ligero vuelco. —¿Estás borracho? —¿Y a ti qué te importa? —Así solo empeorarás las cosas… —¿Qué tal está? —Mal, Josh. No ha dejado de llorar… Amy vino para llevarla a casa, pero no quiere irse. Dice que no podría ver tu habitación cada vez que saliera de la suya. —Vale, volveré a llamarte. Cuelgo sin darle tiempo a responder y sigo bebiendo. WENDY Jordan consigue convencerme para que no vaya a clase hoy, así que pasamos el día viendo películas y tratando de hacerme reír, hasta que lo consigue durante varios segundos, tras los que acabo llorando otra vez. Él solo me abraza y me deja llorar sobre su pecho hasta que vuelvo a quedarme dormida. Me despierto a las cinco y media de la tarde, estoy cansada y aburrida, por lo que decido darme una ducha para espabilarme un poco. Me miro al espejo cuando salgo y me escuecen los ojos de tanto llorar, los tengo rojos e hinchados. Dejo caer la toalla y me observo a mí misma durante unos segundos. Estoy buena, joder. No comprendo por qué Josh ha tenido que engañarme con esa puta, y más después de todas las veces que se la ha follado ya, no es como si fuera una maldita novedad. Cuando regreso a la planta principal, Tiffany y Jordan están preparando unos brownies, y Amy leyendo una revista sentada sobre un taburete. —Hola, cariño. ¿Estás mejor? —Sí. No hacía falta que vinieras, Amy —digo respondiendo a su abrazo. —Cállate. No pienso salir de aquí hasta que vuelvas a casa conmigo. Me siento a su lado y simplemente apoyo la cabeza en su hombro y ojeo los artículos con ella sin mucha gana ni interés. Cuando terminan de cocinar, nos sentamos en el sofá y los comemos mientras hablamos de otras cosas para distraerme, ya son las diez de la noche y Josh no ha dejado de llamarme. Aun no estoy preparada para hablar con él… No sé si lo estaré en algún momento. —¿Qué coño le habéis puesto a esta mierda? —dice Amy sin parar de reírse. —Flor de la alegría. —Jordan me guiña un ojo. —Cómo sigáis drogándome de esta manera vais a conseguir que me olvide hasta de mi nombre —bromeo un poco más tranquila. Imagino que voy por momentos, tan pronto siento que todo esto no es para tanto, como de repente es como si el mundo se me cayese encima. —No te preocupes. Yo te lo recordaré, come —dice Jordan pasando otro pedazo. A media noche, Amy y Tiffany están dormidas en el sofá y Jordan y yo sentados en el porche. La nieve ha cuajado y hace mucho frío, pero se está tan bien respirando aire fresco después de todo el día encerrada en casa. —Jordan, gracias por venir a buscarme… Y también por el día de Las Vegas… —digo abrazándole más bajo la manta. —No tienes nada que agradecerme, muñeca. Lo haré siempre. —Lo que pasó entre nosotros… —Lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas —dice separándome un poco para mirarme—. Aunque solo si tú quieres. —Jordan… —Es broma. Sé que quieres a Josh, no hay más que verte —dice volviendo a abrazarme. Subimos hasta la habitación de Tiffany y me da un beso en la frente antes de meterse en la suya. Me tumbo boca arriba, mirando al techo y pensando, cuando mi teléfono suena con el nombre de Josh de nuevo en pantalla. Lo ignoro, pero a los pocos segundos otro número que no tengo guardado surge en la pantalla. —¿Sí? —¿Eres Wendy? —Sí… ¿Quién eres? —Mira, me llamo Megan, soy la camarera del Bar de Timmy. —Vale… y ¿qué quieres? —Josh lleva todo el día aquí metido. Está borracho y colocado, y un tío le está dando una paliza. Me incorporo de inmediato y me tapo la boca con una mano para ahogar un grito. —¿¡Cómo…!? Dios. —¿Puedes venir? Sé que está así por ti y parece que solo quiere que le rompan la cara porque no se está defendiendo. —Yo no… No puedo. Pero llamaré a alguien. —De acuerdo. Date prisa. Cuelgo y busco en mi agenda por qué no tengo el número de ninguno de sus amigos y no sé a quién llamar. Con mi hermano no puedo contar ahora mismo, porque solo ayudaría para romperle la cara aún más, no tengo el número de Jay ni de Tom, y de las zorras no quiero ni hablar, así que me decido por Alice. —¿Wendy? Es muy tarde, ¿qué ocurre? —Alice, me ha llamado la camarera del Bar de Timmy. Josh está muy borracho y le están dando una paliza… —Joder. —Resopla unos segundos y yo aguardo impaciente—. Vale, voy a buscarle ahora mismo. —Gracias, Alice… —Tranquila. Después te mando un mensaje, chao. Vuelvo a dejarme caer en la cama con una sensación malísima en el cuerpo, no puedo creer que haya llegado tan lejos, ¿acaso es gilipollas? ¿Qué piensa solucionar de este modo? Maldita sea, parece un estúpido adolescente de quince años. La ha cagado, pues que asuma las consecuencias y no vaya a que le den una paliza. Mierda, joder. Sigo torturándome y cada vez estoy más preocupada, hasta que media hora después el teléfono vuelve a avisar por la llegada de un mensaje de Alice. 1.56am Alice Lo he dejado en el hotel. Wendy… te necesita. No va a terminar bien. 1.56am Yo Gracias por ir a buscarle. JOSH Llevo todo el puto día en este bar sin parar de beber. Megan no me ha quitado ojo de encima, se ha negado a darme más bebida y la he mandado a tomar por el culo, aunque me he quedado. Al menos me quedan porros. Ya son las doce y media de la madrugada y no quiero salir de aquí, porque entonces todos mis putos errores me darán en la cara como una bofetada en cuanto llegue al hotel y me tumbe sobre la cama. Solo quiero darme de hostias a mí mismo por haber sido tan gilipollas de terminar en su puta fiesta de cumpleaños. Por ser tan gilipollas de pensar que Wendy podría engañarme con Connor y terminar siendo yo el que la engaña a ella. —Eh, tú. Llevas más de tres horas ahí sentado y la camarera no me hace ni puto caso por tu jodida culpa —dice una voz poco amable a mis espaldas. —Megan, este cabrón quiere que se la chupes —digo sin apartar la mirada de la barra. Sin darme cuenta he escrito una “W” con la sal. —¿Quieres que te rompa la cara, chaval? —Estoy deseando ver cómo lo intentas. —A duras penas me levanto y trato de mantenerme en pie para enfrentarme a quien sea que tengo detrás. Su puño llega con demasiada rapidez y más fuerza de la esperada. Comienza a caer sangre de mi ceja y al segundo otro puño impacta sobre mi estómago, el cual me obliga a retroceder hasta que la barra frena mi caída. Necesito que siga golpeándome, que el dolor físico gane al dolor que siento en mi corazón. —Pegas como una niña. —Escupo la sangre de mi boca en sus zapatos. Me da otro puñetazo más que hace que gire la cara a tiempo de ver cómo Megan habla por mi teléfono con alguien, pero ya me da lo mismo. Solo quiero perder la consciencia. Cuando el grandullón deja de usarme como saco de boxeo, para mi sorpresa y desgracia aún estoy consciente. Megan me ayuda a levantarme y me tumba en uno de los sofás, desde el cual puedo divisar cómo minutos después Alice aparece por la puerta. —Mierda, Josh… Vamos, te llevaré a casa. —No, estoy en un hotel. —Pues te llevaré allí. Agárrate —dice ayudándome a levantar. Pasa mi brazo por detrás de sus hombros y murmura cosas para sí misma, me tumba en la parte trasera de su coche y conduce hasta la calle que le digo. A continuación, se las ingenia para subirme hasta la habitación y me quita la camiseta ensangrentada antes de perderse en el cuarto de baño, desde donde sale poco después con el botiquín para limpiar las heridas. —¿Por qué coño has hecho esto? Podría haberte matado. —No tengo tanta suerte. —Josh, lo que has hecho no está bien, ¿qué esperabas? Wendy necesita tiempo. —Sin ella no me queda nada. Mi mejor amigo no me habla, con razón, y la persona que más quiero en este mundo no me coge ni el puto teléfono. Lo mejor que me podría haber pasado esta noche habría sido quedar inconsciente. Pero ni para eso tengo suerte… ¡Ah! ¡Eso duele, joder! — grito cuando aprieta la gasa en mi ceja. —Pues estate quieto, cojones. Y deja de decir gilipolleces, todo se arreglará, Josh, tú solo…ten paciencia y mantente vivo. Me da un beso en la mejilla y se despide después de hacerme prometerle que no me meteré en más peleas, aunque eso es algo que no me creo ni yo. Necesito ver a la mocosa, necesito hablar con ella. 1.54am Yo Nena, cógeme el teléfono, por favor. No puedo seguir sin ti, te necesito en mi vida, pequeña. Siento mucho lo que ha pasado. No sé ni cómo… no recuerdo nada. Lo siento muchísimo. Háblame, por favor. Te amo, Wendy. Perdóname. 2.12am Yo Wendy, por favor, no me hagas esto. Tan solo… háblame al menos, por Dios. 2.34am Yo Cógeme el teléfono, Wendy. No lo soporto más, por favor. 2.59am Yo Lo siento. Te amo. Caigo rendido por el sueño, el alcohol y el dolor de cabeza. WENDY Suena el despertador de mi móvil y lo cojo para apagarlo antes de que me explote la cabeza. Madre mía… dieciséis llamadas de Josh y cuatro mensajes, los cuales terminan por partirme en dos… Me visto en seguida y bajo a desayunar con Tiffany y Jordan tras lavarme la cara y lamentarme por el terrible aspecto que tienen mi rostro y, sobre todo, mis ojos. —Buenos días, muñeca. ¿Has dormido bien? —pregunta el último pasándome una tostada. —Más o menos. —Vale, en diez minutos salimos —dice subiendo las escaleras. —Anoche me llamó la camarera de un bar al que solemos ir… Josh estaba borracho y en medio de una pelea. —Le cuento a Tiff. —¿En serio? Joder… —Sí. Llamé a Alice para que fuera a buscarle. —Bien hecho, Winni. La ha cagado, pero sé que está sufriendo por ti. * Han pasado dos semanas desde que Josh me engañó. No ha parado de llamarme, aunque cada vez menos. He vuelto a casa y sé por Alice que él ha alquilado un apartamento no muy lejos del nuestro, mi hermano le echó del trabajo así que no sé de dónde estará sacando el dinero, aunque no hay que ser muy lista para averiguarlo… Salimos de la tercera hora de clase y vamos hacia la cafetería, nos sentamos en la misma mesa de siempre y Becca viene a sentarse con nosotras. —¿Qué tal estás, Wen? —Bueno… Más o menos. —¿Quieres que le patee los huevos? Lo haré encantada. —No hace falta, Becca —le sonrío sin ganas—. Supongo que necesito tiempo para asimilar todo… Kevin se acerca a nosotras junto con dos amigos y se sientan a nuestro lado. —Ey, Wen. ¿Te apetece que salgamos esta tarde? —No creo que… —Le apetece mucho —dice Tiff dándome una patada por debajo de la mesa. Yo solo sonrío y asiento. Me vendrá bien distraerme un rato. —Vale, pues te recojo a las nueve en tu casa. Mándame un mensaje con la dirección. 18. EXPLICACIONES CADUCADAS WENDY El coche de mi amigo se aleja un poco de la zona de tiendas y centros comerciales, lugares a los que yo pensaba que íbamos a ir esta tarde. A pesar de no haberme querido dar detalles, he imaginado que era eso porque le he escuchado comentar con otro amigo que necesitaba comprarse unas zapatillas de deporte nuevas. —¿A dónde me llevas, Kevin? —cuestiono un poco extrañada. —Verás… —Me mira de reojo sin apartar la vista de la carretera—. Esta noche peleo y quería que estuvieras apoyándome. —¿Peleas? ¿Cómo…? No entiendo. —Son peleas underground. —Clandestinas. —Sí. —No me va, Kevin… Llévame a casa. —Niego con la cabeza y dejo escapar una bocanada de aire, desde luego esto es lo que menos me apetece ahora mismo, con un Josh en mi vida ya tengo más que suficiente. —Vamos, preciosa. Será divertido. —¿Ver cómo te rompen la cara te parece divertido? —Ni siquiera me tocará. —Ríe orgulloso—. Tiffany estará allí. —¿Tiffany? No me ha dicho nada. —Me ha dicho mi primo que la ha invitado y ha aceptado. Querrá darte una sorpresa. —¿Estás seguro? —Sí. Verás cómo está allí. Acepto no muy convencida, pero me relajo al recibir un mensaje de ella diciéndome que viene y que ya están dentro. Cuando aparcamos en un callejón y todo parece tranquilo, me pongo nerviosa. Sé que es algo ilegal y lo hacen de manera discreta, pero… joder. ¿Dónde coño está todo el mundo? Kevin me guía por un lugar abandonada y en ruinas hasta el final de un pasillo, todo está prácticamente a oscuras. Cuando llegamos hasta una puerta de metal, toca cuatro veces y esta se abre, mostrándome la entrada a otro mundo. Todo debe de estar insonorizado ya que desde fuera no se escuchaba nada y dentro hay un ruido ensordecedor. La gente bebe y ríe bajo una música demasiado alta, y en el centro hay una especia de ring improvisado, que consiste en unas cuerdas rojas atadas a cuatro muros sobre una plataforma. Le gente saluda a Kevin a medida que nos abrimos paso y él me guía con una mano en mi espalda. Cuando llegamos a la primera fila, saludo a Tiffany que se ve demasiado emocionada y dejo que bese mi mejilla. —Recuérdame otra vez por qué estamos aquí —pido en su oído para que me escuche. —Necesitas distraerte, Winni. Olvidarte de ese cabrón. Asiento a regañadientes y acepto la cerveza que me da, Kevin me acerca y pega sus labios a mi oreja mientras sus manos se posan en mi cadera. —Es hora de que me prepare. Deséame suerte. —Suerte —digo con una falsa sonrisa. No me hace ni puta gracia estar aquí, joder. No sé por qué he aceptado. No puedo dejar de mirar para todos lados, tengo una sensación extraña y lo último que quiero es encontrarme con la misma persona de la que estoy huyendo. Sin embargo, estando donde estamos, no sería muy improbable. —Tiff, creo que voy a marcharme —comento tras tirar de su brazo para que me preste atención y deje de hacer amigos. —Espera, mira, ya empieza. —Señala al ring cuando un hombre se sube y la música desaparece, dejando solo los gritos de la gente. —¡Buenas noches, San Francisco! ¡Bienvenidos una noche más! ¿Estáis preparados para el espectáculo? —Todos gritan y aplauden—. Bien. Esta noche tenemos a una leyenda de las carreras callejeras que vuelve después de unos meses. ¿Ya sabéis quién es? Comienzan a gritar nombres y al parecer todos saben de quien se trata menos Tiffany y yo, que intercambiamos miradas desconcertadas, ella mucho más excitada por la adrenalina que yo. —¡Veo que no necesitáis más pistas así que aquí le tenéis! ¡Señoritas y caballeros, Phoenix! Me cago en mi suerte, en el cosmos y en todos los planetas que se hayan alineado para que esto esté sucediendo de verdad. Josh sube al ring con una expresión seria y concentrada, sin levantar la mirada del suelo, como si estuviese en medio de un mantra personal. Automáticamente lanzo una mirada furiosa a Tiffany, que me está mirando sin saber qué decir y pidiéndome perdón sin palabras. Todos, o casi todos, corean su nombre hasta que el presentador habla de nuevo y mueve las manos para que se callen. —Bueno, bueno, pero para una pelea necesitamos otra persona. ¡Aplaudid al dos veces campeón, Kevin Andersen! Mierda. Andersen. Si hubiera sabido que ese era su apellido nunca hubiera aceptado venir, recuerdo que mi hermano y Josh lo nombraron más de una vez. Sube junto a Josh y ambos se miran, pero no dicen nada. Se ve en sus caras que están deseando comenzar. Estoy pensando en salir corriendo cuando Kevin me mira y me guiña un ojo, Josh sigue su mirada hasta mí, nuestros ojos se cruzan y mis piernas comienzan a temblar. Maldita sea, aun habiéndome engañado sigue produciendo esta mierda en mí. Su expresión es ahora indescriptible. Solo puedo ver todos sus músculos tensionados, haciendo que la vena de su brazo se infle. Tiene la mandíbula apretada y los puños le tiemblan. De pronto la campana suena y antes de que pueda reaccionar, Kevin le asesta un golpe en el estómago. JOSH Las últimas dos semanas han sido un infierno. Voy del apartamento que he alquilado al Bar de Timmy, de ahí al gimnasio y del gimnasio a casa de nuevo. No he visto a Wendy desde entonces ni ha respondido a una sola de mis llamadas. Estoy fundiéndome el dinero a un ritmo vertiginoso, así que decido llamar a Wiston, necesito pasta y no me vendrá mal romper alguna cara… y que me la rompan a mí. Tampoco he vuelto a hablar con Rick, aunque Alice viene a verme cada pocos días, es una buena amiga. —Así que peleas esta noche. —Me dice mientras nos tomamos un refresco. Se ha negado a que beba alcohol con ella. —Sí, con Andersen. —¿Cuál de los dos? —Kevin. Subo al ring bajo los gritos de todo el mundo y camino por encima, familiarizándome de nuevo con el terreno. Segundos después se me une Andersen y todos gritan su nombre, que se decida la puta gente a quien quieren animar. Aunque me la suda, solo quiero destrozar a este gilipollas y llevarme el dinero para poder seguir maltratando mi cuerpo. Sin embargo, le guiña el ojo a alguna putita de las suyas y miro para comprobar si esta vez será rubia natural. En ese instante mi cuerpo se bloquea y no puedo moverme. Wendy. Mi Wendy. Mi mocosa. No puede ser. Necesito pestañear varias veces para asegurarme de que no es otra jodida alucinación como las que llevo teniendo las últimas dos semanas. Pero no, es ella y está aquí con él. Lo mato. Ni siquiera he escuchado la campana y este hijo de puta ya me ha dado la primera. Me incorporo y esquivo su próximo golpe. Aprovecho para darle un puñetazo en la boca y con un poco de suerte saltarle algún diente. Retrocede por el golpe y le doy otro entre los ojos. Está aturdido así que desvío un momento la mirada y veo a Wendy abriéndose camino entre la gente y a Tiffany corriendo detrás de ella. No se me puede escapar, joder, está es mi oportunidad. Cuando miro de nuevo a Andersen, solo veo su puño impactar contra mi ceja, la cual comienza a arder. Un hilillo de sangre cae por mi ojo derecho y necesito frotarme un segundo para poder ver, segundo que aprovecha para lanzarme otro más contra la mejilla. Ya está bien, ya me he cansado de este mamón. Le doy un puñetazo con todas mis fuerzas en las costillas, prácticamente sintiendo cómo alguna se rompe bajo mis nudillos; cuando se encoge de dolor, le doy otro en la nariz lanzándole hacía atrás y haciéndole caer. Me coloco sobre él y asesto un golpe tras otro hasta que Wiston me detiene. —¡Tenemos nuevo campeón! —anuncia levantando mi mano— ¡Phoenix! No veo a Wendy por ninguna parte, así que cojo mi pasta y me bajo corriendo del ring, recorro el lugar gritando su nombre, pero no me responde. Cuando ya creo que la he perdido de nuevo, escucho unos llantos y una voz. Doblo la esquina y veo a Tiffany abrazándola, apoyadas en un coche, me aproximo con el corazón en un puño y la garganta seca, y ambas me miran. Ni tan siquiera he cogido la camiseta, así que solo llevo los pantalones grises del chándal y las zapatillas, no sé si hace frio o no, porque no siento nada más que sus ojos sobre los míos. Tiffany le dice algo que no logro escuchar y, después de que Wendy asienta, ella se marcha, no sin antes lanzarme una mirada amenazante. —Nena… —Me acerco despacio. He imaginado este momento tantas veces que ahora no se ni qué decir. —Necesitas curar eso. Puede que te hagan falta puntos. —Señala mi ceja con la cabeza mientras limpia las lágrimas de su mejilla con los puños de su jersey. —Wendy, escúchame, por favor. —Intento coger sus manos, pero las aparta. —Te escucho —dice cruzándose de brazos. —Pequeña… lo siento mucho. No tengo excusa para lo que hice… Tan solo… joder, ni siquiera recuerdo nada. Solo estar muy enfadado porque me mentiste y terminar en el cumpleaños de… —Aprieto la mandíbula y trato de controlar la ira— De esa. No dice nada, así que continúo. Sé que quizá no vuelva a tener esta oportunidad así que sé que debo aprovecharla. —Wendy, te necesito. No puedo con esta mierda de vida sin ti. Tu hermano y tu sois lo único que me importa y os he perdido a los dos la misma noche. No sé… Dios, no sé ni cómo sigo vivo. —Alice me ha dicho que estás todo el tiempo metido en peleas. Tienes que parar. —Habla con seriedad, sé que está preocupada. —No me importa nada sin ti, mocosa. Si no te tengo a ti, ya no tengo nada que perder. —Tu vida. —Nada. Parece que va a decir algo, pero se calla. Y lo repite de nuevo, abre la boca, pero vuelve a cerrarla. —Josh, esto se ha terminado. Hemos terminado. —Niega con la cabeza y traga saliva mientras agacha la cabeza—. Tienes que seguir con tu vida y yo con la mía. Las palabras no se forman en mi cabeza con la suficiente rapidez, así que ella se ajusta la cazadora al pecho, abraza su cuerpo y desaparece por el callejón. Soy incapaz de moverme, de hecho, no sé el tiempo que pasa hasta que mis pies me responden. Wendy me ha dejado. Definitivamente la he perdido. Nada mi importa una mierda ya. Mis padres son unos jodidos cabrones, mi primo murió por mi culpa, mi mejor amigo no me habla y mi futuro me ha dejado. No me queda nada. Aparte de esta basura de apartamento lleno de latas vacías de cerveza y cajas de pizza. Se me ha terminado la cocaína, así que necesito un camello, el mío, que es el mismo que el de Jenna, está fuera de la ciudad, por lo que necesito otro. No es difícil conseguir cocaína en esta ciudad. En ninguna, en realidad, siempre que sepas donde buscar. Cojo mi moto y conduzco hasta mi destino sin pensar en mi seguridad ni en que me pongan una multa por conducción temeraria. Cuando me bajo, los hombres que hay fuera del local me miran con cara de pocos amigos, los ignoro y entro en la tienda de tatuajes. Me acerco a un tío que está contando dinero y me detengo frente a él. —¿Querías algo? —pregunta sin mirarme. —Cocaína. Se levanta y camina hasta mí. Apenas hasta unos pocos centímetros de mi cara. —¿Me estás llamando traficante o algo por estilo, chaval? —Sí. ¿Es que acaso no lo eres? —Deberías mostrar más respeto. Miro de reojo y observo cómo los hombres de fuera han entrado y me han rodeado. Y no son pequeños precisamente. —¿Vas a venderme la puta cocaína o me largo a buscarla a otra parte? —Te he dicho que muestres respeto, gilipollas. —Si vuelves a insultarme te romperé las piernas —advierto terminando de pegar mi rostro al suyo. Sostiene mi mirada unos segundos hasta que, de un movimiento rápido, el cañón de una 9mm está apuntando a mi sien. —Puto maricón. ¿Necesitas una pipa para amenazarme? —gruño rabioso y lleno de ansiedad. Se queda callado unos segundos sin dejar de apretar la pistola contra mi piel, y entonces estalla en una carcajada que sus hombros no acompañan. —Tienes huevos, chaval, pero eso no te salvará. Si así es como tiene que ser mi final, que así sea. No dejo de mirarle ni un segundo, esperando el impacto que termine con esta vida de mierda, pero no llega. —Es tu día de suerte. ¿Cuánto quieres? —Tres gramos. —Eso es mucho dinero para un niñato como tú. —El dinero no es problema. —Son ciento ochenta pavos. Saco la cartera de mis vaqueros y le doy el dinero, otro hombre me entrega la cocaína y yo me doy la vuelta para salir, pero su voz me detiene ya en la puerta. —Eh, ándate con cuidado, la selva está llena de animales. Ignoro por completo su clara amenaza y abandono el lugar sin responderle, conduzco de regreso a mi apartamento de mierda y, cuando llego, encuentro a Alice sentada en el suelo, apoyada en la pared. —¿Qué haces ahí? —digo ayudándola a levantarse. —Esperarte. Hace días que no me abres la jodida puerta… estaba preocupada. —Me lanza una mirada de reproche y yo giro la llave para dejar que pase—. Me cago en la puta, Josh. ¿Tienes un muerto aquí dentro? —No exageres, no huele tan mal. —Joder que no. Camina por la casa abriendo todas las ventanas, recoge algunas cajas y latas vacías, y las lanza a la basura. —No puedes seguir así —dice mientras me hago un porro. —Qué suerte que no sea decisión tuya. —Josh… —Si has venido para tocarme los cojones, puedes largarte. —¿De dónde vienes? —Suspira y se sienta a mi lado. —De comprar coca. —¿A quién? —A un gilipollas que casi me pega un tiro. —¿¡Qué!? —Tranquila. Estoy aquí, ¿no? —Joder… joder, Josh. —Pasa la mano por su cara y no deja de respirar con nerviosismo—. ¿Dónde coño te estas metiendo? Tienes que dejar toda esta puta mierda, así no va a volver. —¡No va a volver de ninguna manera! —grito dándole una patada a la mesa y moviéndola unos metros. Tiro el maldito porro para hundir la cabeza entre mis manos y apoyar los codos en mis rodillas. Ella se acerca y se arrodilla delante de mí, sujeta mis muñecas y las aparta para que la mire, limpia las lágrimas que no sabía ni que había derramado y me abraza. A los pocos segundos se levanta y se pone a recoger la casa. —Alice, deja todo eso. —No voy a dejar que mi mejor amigo se hunda en la mierda. Suspiro y me levanto para ayudarla, al fin y al cabo, esta es ahora mi casa, la única que tengo. Cuando hemos terminado de recoger todo, abre la nevera y suspira al ver solo cerveza, fruta y zumos. —Dame pasta. —¿Para qué? —Que me des dinero, joder. —extiende la mano, le doy cincuenta pavos y observo cómo se pone el abrigo—. Ahora vengo. Aprovecho para meter toda la ropa sucia en la lavadora, ponerla y después quitar la ropa de la cama para cambiarla también. Ella tiene razón, si me voy a morir, al menos que no sea comido por la mierda, joder. A los veinte minutos vuelve con un montón de bolsas, la ayudo a dejar todo sobre la cocina y se pone a guardar las cosas que ha comprado. Yo solo la miro sentado en un taburete de la cocina. Alice definitivamente es genial, Rick tiene suerte. Una punzada de dolor me atraviesa al pensar en él, en cuánto lo necesito y lo que me ayudaría si a la que hubiese engañado fuese alguien diferente a su hermana. El móvil de Alice suena entonces, se da la vuelta y apoya su cuerpo en la encimera junto a la nevera, con la mirada clavada en sus pies. —¿Sí?... No, hoy no puedo, cielo… En casa de una amiga… No la conoces… No, no conoces a todas mis amigas… Vale… Que sí… Y yo a ti. —Era Rick, ¿verdad? —pregunto cuando ya ha colgado. —Sí. —Alice, no quiero que le mientas por mí. Es mejor que te vayas. —No voy a ninguna parte así que cierra la jodida boca y ayúdame a hacer una cena en condiciones. Tienes suerte de estar bueno por naturaleza, porque con toda la mierda que estas comiendo no me extrañaría que te pusieras como una bola de billar. —Cierra la boca, estúpida —digo riendo por primera vez desde hace semanas. WENDY —¿Por qué no dejas eso por una noche y salimos a tomar algo? —Amy, tengo exámenes. No puedo salir. —¡Agh, voy a volverme loca entre estas cuatro paredes! —protesta levantándose de la cama. —¿Por qué no llamas a Tom? —Ya te he dicho que no quiero nada con él, es un gilipollas. Le mira el culo a todas las tías con las que nos cruzamos y no es que folle muy bien… —¡Amy! —exclamo lanzándole un cojín. —¡Es verdad! Tiene mucho músculo, pero a la hora de la verdad… no me gusta. Así que necesito un macizo urgentemente, tengo agujetas en los dedos de tanto tocarme, joder. —¡Eres una maldita marrana! —Río y la observo, no sé qué sería de mí sin ella. —¡Como que tú no lo haces! —Echo de menos las manos de Josh… —Escuchar mi voz me hace darme cuenta de que ese pensamiento lo he dicho en voz alta, mi amiga me mira con tristeza y sonríe mientras acaricia mi mano. Vuelvo a bajar la cabeza y a concentrar mi atención en los apuntes, Amy sale de la habitación y vuelve al rato con dos sándwiches, me da uno y yo a ella las gracias. —¿Qué coño haces con esa botella? —pregunto cuando escucho cómo la abre. —Beber. —No me jodas, Amy. Yo también quiero. —Hago un puchero y lanzo el boli contra la almohada. Me levanto y dejo los malditos apuntes sobre el sofá de mi dormitorio, me siento en la cama con ella y comenzamos a beber. A las once de la noche ya estamos bastante animadas y empiezo a pensar que esto ha sido todo un truco suyo para hacerme salir. Efectivamente, una hora después estamos en la pista de baile de nuestra discoteca favorita, Matrix Fillmore. El vestido rojo que me he puesto es demasiado corto para el nivel de ebriedad que voy alcanzando, suerte que Amy no se separa de mí. Me recuerda a todas las veces que nos escapamos del internado para ir a fiestas de universitarios. En una de ellas conocí a Connor… Después de un rato, veo a Alice a lo lejos con… ¿Josh? No puede ser. Ellos no nos han visto aún y por una aparte deseo que no lo hagan, pero por otra… Me giro para que no me vean y sigo bailando con Amy, no creo que fuese capaz de soportar un momento a solas con Josh; ha pasado muy poco tiempo desde que le vi el día de las peleas y bueno, si digo que sueño con él cada noche y que no soy capaz de sacarlo de mi cabeza, me quedaría corta. Como si pudiera leer mi mente, a los pocos minutos unas manos fuertes y familiares se posan en mis caderas. Siento su pecho contra mi espalda y ese olor intenso a él llena mis pulmones. Amy me mira con una expresión desconocida y desaparece, yo solo cierro los ojos y disfruto de esta sensación que tanto echaba de menos. Sus labios recorren mi cuello, depositando besos en los lugares que solo él sabe. Pasa las manos por mi cintura, haciéndome girar y mirarle a los ojos. Dios, está más guapo que nunca, a pesar de que tiene restos de peleas en su rostro, y alguna que otra cicatriz, siempre ha sido un chico atractivo. Borro de mi mente el pasado y el futuro… solo pienso en el ahora. Acaricia mi mejilla con una mano y se acerca a mí poco a poco, como queriendo pedir permiso. JOSH —Alice, no me parece una buena idea. No quiero que Rick se enfade contigo, joder. —Calla la puta boca y divirtámonos un rato. Entramos en la discoteca y automáticamente la imagen de Wendy y yo follando sobre el sofá de aquel local me viene a la mente. Mierda. He perdido la cuenta del tiempo que llevo sin sexo. Desde aquella jodida noche con Jenna… Bajamos las escaleras hacia la pista de baile y entonces la veo. Está de espaldas, pero reconocería ese culo y ese pelo en cualquier sitio. Delante de ella veo a Amy que me está mirando amenazantemente mientras, sin darme cuenta, camino hacia ella. Acaricio su cuello con mis labios y me complace ver que cómo se estremece, pero no se aparta. Hago que gire y me mire, comprobando lo increíblemente preciosa que está, necesito besarla. Me acerco con miedo de que vaya a rechazarme, pero ella solo me mira con el mismo deseo que yo a ella, así que después de largas semanas mis labios se unen a los suyos. ¿Será por la música atronadora? ¿Será por la cantidad de gente bailando a nuestro alrededor? ¿Será por el alcohol al que sabe su boca? No lo sé, pero el tiempo se detiene y dejo de escuchar a mi alrededor. Wendy rodea mi cuello con sus brazos y me besa con verdadera necesidad. Yo respondo a su beso con la misma intensidad y recorro su boca con mi lengua durante minutos que me parecen segundos. Sin embargo, el paraíso solo dura hasta que se separa. WENDY Cuando sus labios tocan los míos sé que estoy perdida. Me quedaría a vivir en ellos para toda la eternidad. Las manos de Josh acarician mi cuerpo con más cuidado y a la vez con más decisión que nunca. Lo único que deseo ahora mismo es que no se detenga nunca, que este momento sea eterno. Mierda. ¿Qué coño haces? Te ha engañado, estúpida. La realidad pronto azota mi mente, haciendo que me separe de golpe. —Josh… lo-lo siento. No puedo. —Me alejo deprisa y veo a Amy hablando con Alice—. Tenemos que irnos. —Sí, será lo mejor —dice Amy tirando de mi mano. JOSH ¿Qué no puede? Joder. Lo que no puede es besarme y después decirme esto, mierda. Veo cómo se aleja y no puedo evitar correr tras ella. —Josh, déjala. —Alice me sujeta por el brazo. —¡Suéltame! Agarro a Wendy por la muñeca antes de que se meta en el taxi y sería capaz de arrodillarme ante ella si supiese que eso va a surtir efecto. —Nena, por favor, no te vayas. —Suéltame, Josh. Siento haberte besado. Yo solo… Te echo demasiado de menos —admite y niega con la cabeza, antes de soltarse y meterse en el coche. Soy incapaz de detenerla de nuevo. ¿Qué me echa de menos? No es lo está demostrando. WENDY —Wen, no debiste besarle… —¡Lo sé! ¡Mierda! —Vale, tranquila. Es normal que no hayas podido resistirte, aún le quieres… Solo que… —La miro empezando a llorar y capta el mensaje—. Vale, ya me callo. El taxista nos mira por el retrovisor y niega con la cabeza con lástima, como si ya hubiera visto esta escena en un millón de ocasiones. Entramos en casa y vamos directas a la habitación. Sospecho que mi hermano no sabe nada sobre que Alice está viendo a Josh. Me llama varias veces, pero no le cojo el teléfono, esta noche no tenía que haber pasado, joder, maldita Amy por hacerme salir y maldita de mí por no ser más fuerte. * A solo dos días de terminar las clases y habiendo terminado ya los exámenes, Carter me invita a dar una vuelta a la tarde. Hace unos días que Josh me besó y aún no he olvidado su sabor, pero estoy tratando de convencerme a mí misma de que todo se ha terminado. Sé que a la larga es lo mejor para los dos, aunque ahora nos duela. —¿Qué vais a tomar? —Nos pregunta la camarera cuando nos sentamos en una cafetería. —Yo un zumo de uva, por favor. —Yo de piña —dice él. —Ahora mismo. —Toma el pedido y se marcha. —¿Qué tal te ha salido el examen de “Sociedad actual”? —Bueno… pensé que me saldría peor. ¿A ti? —Más o menos, supongo que aprobaré. Hablamos durante un rato más hasta que pagamos la cuenta y salimos a la calle. Se nota que ya es mayo porque el tiempo ha cambiado bastante, la nieve hace tiempo que quedó atrás. Esa puta nieve que me mantuvo una noche fuera de casa y lo jodió todo. Odio la nieve. JOSH Necesito descargar toda esta rabia que siento. Wendy me besó y ahora no quiere saber nada de mí. No sé de qué va, pero, joder, no puede hacerme esto después de tanto tiempo sin sentirla… me da cinco minutos y me lo quita todo de golpe de nuevo. Maldita sea, soy jodidamente adicto a ella. Pueden darle por el culo a la cocaína, solo necesito sus besos. Corro por el parque, intentando que el ejercicio me agote y con ayuda de unos porros pueda dormir un día más. Pero todas mis buenas intenciones se van a la mierda cuando la veo. Ríe con ese imbécil que no conozco, él acaricia su brazo mientras caminan y ese calor tan conocido para mí asciende por mis brazos. Cuando quiero darme cuenta estoy yendo hacia ellos, mando a mis pies que se detengan y deje que siga con su vida, pero mierda, Wendy es mi pequeña. —Hola. —Saludo cuando con cara de pocos amigos frente a ellos. —Hola —dice él, ella no habla, solo me hace señales con los ojos para que no haga lo que sabe que estoy pensando—. ¿querías algo? —¿Quién eres? —pregunto sin más. —Josh, es un amigo. —Wendy me observa desconcertada y se coloca entre los dos con una mano en mi pecho. —¿Dejas que todos tus amigos te toquen? —¿Y tú quién eres para decirle lo que puede y no puede hacer? —El maldito cabrón la hace a un lado y se acerca. —Si valoras un poco tu vida, date la vuelta y desaparece —digo apretando los puños a cada lado. Mi pulso está acelerado debido al rato que llevo corriendo y ahora ha terminado por alterarse, juro que inspiro profundamente y me repito el mantra que vi el otro día en televisión para controlar los impulsos en estos casos. —Desaparece tú, gilipollas. —Me da un empujón y se gira hacia ella—. Vamos, Wen —dice sujetándola por la mano. Aparto a la mocosa con cuidado y separo sus manos para que ella no caiga después de lo que viene a continuación. Él se gira para ver por qué ella le ha soltado, y se encuentra con mi puño en su ojo izquierdo. —¡Basta! —grita Wendy a mi espalda, pero la niebla ya ha aparecido. Le doy dos puñetazos más sin que tenga oportunidad de defenderse, y lo tiro al suelo, me coloco sobre él y sigo golpeándole sin ningún cuidado, descargando con él toda mi frustración. —¡Josh! ¡Vas a matarle, por Dios! Wendy se tira sobre mi espalda y comienza a golpearme, me levanto aún con ella encima y veo que su amigo no se mueve. No sé ni si respira. WENDY Carter no se mueve. Me bajo de la espalda de Josh y corro hasta él, arrodillándome a su lado. —Carter. Carter, abre los ojos. —Mis lágrimas caen sobre su rostro. Cuando veo que sus parpados se separan ligeramente, me levanto y voy hacia Josh, que ahora mismo está temblando por la adrenalina y tiene los nudillos llenos de sangre. Todo el mundo nos mira a nuestro alrededor, pero nadie se atreve a decir ni hacer nada. —¡Estás loco, joder! ¡Podrías haberle matado! —Nena… —Levanta la mano hacia mí, pero le aparto de un empujón. —¡No me toques! ¡No vuelvas a tocarme! Me giro de nuevo e ignorando las lágrimas de Josh me arrodillo junto a Carter. Llamo a una ambulancia y, cuando vuelvo a darme la vuelta, él ya no está. Después de curar a Carter y de estar unas horas ingresado, nos dicen que aparte de la ceja, el pómulo y el labio, no tiene nada roto en el resto del cuerpo, así que le dan el alta después de varios puntos. —¿Quién era ese, Wendy? —Me pregunta cuando estamos en la puerta de su casa. —Es… era mi novio. —Joder. Deberías tener cuidado, no está bien. —Lo sé. Él solo… —Oye, tranquila, no tienes que darme explicaciones. Solo digo que tengas cuidado. No parece haber asimilado que ya no estéis juntos. —Yo tampoco… —digo casi para mí. Nos despedimos y vuelvo a casa arrastrando los pies, esto es demasiado, no es sano para ninguno de los dos. Me tumbo en la cama y saco mi teléfono, entro en la carpeta de fotos que aún guardo de los dos y abro una en particular. Una muy especial que nos hicimos el día que me pidió que saliera con él en serio. ¿Qué me está pasando? ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo hemos llegado a esto? No podemos seguir así, no puedo seguir así. Que estoy profundamente enamorada de él, y él de mí, es un hecho constatado e irrefutable; sin embargo, una relación no puede funcionar bajo estas condiciones. Para que una relación funcione, debe haber confianza por ambas partes, respeto y seguridad. Josh y yo lo hemos perdido casi todo. Limpio las lágrimas que empañan mis ojos y, después de pensar durante más de dos horas, decido llamar a todos al salón. Amy, Alice y mi hermano se sientan en un sofá y yo en el de en frente, les pido paciencia y a los pocos minutos llegan Tiffany y Jordan. —¿Qué hace éste aquí? —pregunta mi hermano. Aún no le ha perdonado que me llevara a Las Vegas. —Sentaos —pido a los dos. —¿Qué pasa, cielo? —Alice me mira con cariño y con preocupación. —Veréis… Yo… he estado pensado mucho… —Tranquila, Wendy. Sea lo que sea lo afrontaremos juntas —me dice Amy. Comienzo a llorar sin poder aguantar más el nudo que amenaza mi garganta desde hace un rato, y puedo notar cómo las paredes se caen a mis costados y caigo en un profundo agujero. —¿Enana, ¿qué pasa? Me estas asustando. —Mi hermano se levanta y se sienta a mi lado. —Necesito irme —digo sin más rodeos. —¿Irte? ¿cómo? ¿a dónde? —pregunta Jordan. —Lejos. No-no puedo seguir aquí. Necesito alejarme de todo… —De Josh —adivina Jordan. Lloro más fuerte y mi hermano me abraza, me acuna en sus brazos y me da un beso en la cabeza sin que ninguno diga nada más al respecto. —Creo que es una buena idea. Te vendrá bien —admite él poco después. —Yo me voy contigo —dice Amy. —Yo también —concuerda Tiff. Les sonrío porque sabía que dirían eso, de hecho, contaba con que vinieran conmigo, no podría hacerlo sin ellas. —Volveremos a París. —Amy se levanta y se arrodilla frente a mí con una sonrisa. —¿Hasta cuándo? —Alice habla por primera vez y por su expresión sé que está preocupada. —No lo sé… JOSH La paliza que le di a ese tío lo ha cambiado todo; han pasado dos días y aún siento lo mismo que ese día cuando llegué a casa con los nudillos ensangrentados. ¿Cómo he sido capaz de llegar tan lejos? No puedo controlar la ira cuando la veo con otro que no soy yo, no puedo soportar la idea de que por mi jodida irresponsabilidad, Wendy nunca más querrá volver conmigo. Cuanto más intento recuperarla, más se aleja de mí, y yo, cada segundo que pasa, percibo cómo voy cayendo en un pozo más y más profundo al que no le encuentro una salida. El timbre de la puerta me saca de mis pensamientos autocompasivos, dejo el zumo sobre la mesa de madera que hay entre el sofá y la televisión, y me levanto para abrir a Alice, puesto que nadie más viene a ver aquí. Sin embargo, mis parpados se separan antes la sorpresa —desagradable— que tengo frente a mí. —Soy Vicky. —Se apresura a decir al ver que abro la boca con la intención de echarla de aquí. —¿Qué quieres? —Me hago a un lado para que pase, pero no cierro la puerta del todo. —Hablar. Tengo que decirte algo. —Bien, que sea rápido. Siéntate. —Señalo el sofá y veo cómo camina nerviosa, las manos le tiemblan y esto no me gusta ni un pelo. —Josh… joder. A ver, lo primero, no me odies por esto, por favor. Hace tan solo un par de semanas que lo sé, pero no he sabido cómo contártelo. — Evita mi mirada, lo que solo hace que mi lado impaciente crezca. —¿El qué? —Bueno, mi hermana me dijo que… joder. —Suéltalo de una puta vez —exijo alterándome y temiéndome lo que va a decir. —Josh… vosotros no-no os acostasteis. —Une sus labios en una fina línea y me mira con los ojos entrecerrados. Mi cuerpo me hace ponerme en pie de un impulso, doy dos pasos hasta ella y la sujeto por los brazos para levantarla también. —¿De qué cojones estás hablando? —Me haces daño. —¡Habla! —grito en su cara. —Aquella noche ella te besó, cuando te dejó en tu cama. Me contó que tú tardaste en reaccionar porque estabas casi inconsciente, pero que en cuanto abriste un poco los ojos y viste que era ella, te separaste y le dijiste que estabas enamorado de Wendy. La conoces, Josh, eso la dolió en el alma, que la rechazases, así que vino hasta nuestras casa, cogió un sujetador que tenía sin estrenar, porque ya sabes que casi nunca usamos de eso, y volvió al ático para dejarlo bajo tu cama y al día siguiente montar toda esta mierda frente a Wendy. Cierro los ojos y lleno mis pulmones de aire, suelto un ensordecedor gruñido y me doy la vuelta para empezar a golpear todo lo que encuentro a mi alrededor; acabo con todos los cuadros, los vasos que hay sobre la mesa e incluso una ventana pequeña a un lado de la cocina. —Lo siento… —murmura entre sollozos—. Yo… no podía ver cómo te jodía la vida sin hacer nada… Antes de que pueda responderla, camina hasta la puerta y se marcha. Y me alegra porque verla ahora es como ver a la grandísima puta de su hermana. Necesito hablar con Wendy ya, tiene que saberlo, tiene que saber que yo no la engañé, que todo fue un plan de esa enferma para romper nuestra relación. Estoy seguro de que llevaba tiempo planeando algo parecido, ha estado de mal humor desde que empecé a salir con Wendy y dejé de acostarme con ella. Me visto todo lo rápido que puedo y cojo mi moto para atravesar las calles con más rapidez y poder llegar cuanto antes al ático. Una pequeña esperanza se enciende en mi interior y no puedo evitar sonreís por imaginar cómo todo puede solucionarse. WENDY Miro un segundo el ático antes de darme la vuelta y salir, puesto que no sé cuándo volveré, o si volveré algún día… Me acerco a Alice para despedirme y ella me abraza entre lágrimas. —Cuida de él, por favor —susurro en su oído mientras trato de no llorar. —Lo intentaré. Vuelve pronto, Wendy. Amy, Rick y yo vamos hasta el garaje, metemos las maletas y mi hermano conduce hasta la casa de Tiffany para recogerla a ella de camino al aeropuerto. Me despido también de Jordan, con un gran abrazo y una cara de tristeza por su parte. —Vuelve cuando puedas, muñeca. Te echaré de menos. —Y yo a ti —digo con sinceridad. Llegamos al aeropuerto y los cuatro vamos hacia la zona de embarque para facturar el equipaje, puesto que llevamos tres maletas de las grandes. Llevo todo el viaje evitando este momento, pero ha llegado, así que me giro hacia mi hermano y se me rompe el corazón al ver cómo se limpia una lágrima. Inmediatamente me acerco para abrazarle con fuerza mientras comienzo a llorar con él. —Me duele profundamente tener que decirte adiós otra vez —confiesa contra mi pelo. —No lo digas, di hasta luego. —Me separo besándole en la mejilla y sostengo su mirada varios segundos, como queriendo guardarme cada facción en mi memoria. Miro una última vez atrás para ver cómo me guiña un ojo mientras sonríe y las lágrimas bañan su rostro. JOSH Toco el botón del ático una y otra vez en el ascensor, y siento que sube más despacio que nunca, incluso llego a imaginar que ni siquiera se mueve. En cuanto las puertas metálicas me dejan paso, corro hasta la del ático y toco el timbre dos veces. —Josh, ¿qué coño…? —Alice me mira desconcertada y yo la hago a un lado para entrar sin perder ni un segundo más. —Necesito hablar con Wendy. —Se ha ido. —¿A dónde? —pregunto volviendo por el pasillo sin encontrarla. —Josh… —¿¡Donde está!? —Coge el avión en treinta minutos. —¿¡Qué!? —Se marcha a París. Rick la ha llevado al aeropuerto. —No, no, ¡no! Salgo corriendo como no he corrido en mi vida, me incorporo a la autopista y zigzagueo entre los vehículos quemando los radares por la velocidad que llevo. No puedo dejar que se suba a ese avión sin contarle la verdad, casi puedo sentir cómo la esperanza se desvanece entre mis dedos. Detengo la moto de cualquier manera y probablemente en un lugar en el que no se puede aparcar, entro a la terminal y doy vueltas sobre mí mismo sin saber hacia dónde tirar. Busco la pantalla gigante para mirar los vuelos a Paris y corro hasta la puerta de embarque, seguro de que he llegado a tiempo y todo se solucionará en unos minutos. Diviso a Rick al otro lado de una cristalera, así que le llamo a gritos y él se voltea desconcertado y confuso al verme. —¡Rick! —¿Qué mierdas haces tú aquí? —¿Dónde está Wendy? —Lejos de ti. Lo has conseguido, enhorabuena —dice con tristeza. —¿¡Dónde está!? —Ahí. —Alza su dedo índice y señala un avión que está despegando en este preciso momento. De forma irremediable, mi amiga la esperanza termina por caer a los pies y ser pisoteada sin compasión, de la misma forma que yo aticé el otro día a ese tipo. —¡No! ¡Joder! —Le doy un patada al banco que hay al lado y me agacho con la cara enterrada entre mis manos. —¿Qué esperabas? La engañaste con Jenna, ¿es que acaso la coca te está dejando sin memoria? —¡No lo hice! —grito desesperado—. ¡No la engañé, joder! Me pongo en pie y niego con la cabeza, agotado y sintiendo un bajón increíble, incluso mareo, que provoca que tenga que sentarme en el mismo banco que he empujado segundos antes. Rick se posiciona a mi lado y me observa con una ceja arqueada, incrédulo. —Vicky ha venido a decirme que aquella noche rechacé a Jenna, y por eso me llevó a casa y dejó su puto sujetador bajo mi cama. Para venir al día siguiente y armar todo esto. —Rompo a llorar después de muchos días conteniéndome, esto no puede estar pasando de verdad. —¿Hablas en serio? —Rick. —Giro la cabeza hacia él, hacia mi hermano—. Si ni siquiera usan sujetador, joder. Me levanto de nuevo y camino hasta la ventana, arrastro los pies y apoyo la frente en la enorme cristalera; observo ese gran avión que se está llevando todo de mí y, por primera vez en mi vida, realmente me siento vacío. CONTINUARÁ… LIBRO 2 DECISIONES PELIGROSAS 1. BIENVENIDOS A PARÍS JOSH El avión desaparece de mi vista cuando se esconde entre las nubes, instaurando un fuerte sentimiento de pérdida dentro de mí, un dolor tan profundo que crea una presión en el centro de mi pecho, la cual me impide respirar con facilidad. —¿Besaste a Jenna? —Rick se coloca a mi lado escudriñándome con atención. —Sí. Eso dice ella, al menos. Ya no sé qué creer... No recuerdo absolutamente nada. —Entonces la engañaste —ratifica al mismo tiempo que se da la vuelta de camino hacia la salida. —¡Rick! Espera. Joder... no puedo perderla. —Restriego mi cara para limpiarme las putas lágrimas que me impiden ver con claridad—. Wendy es todo para mí. —Oye, Josh, no sé qué decirte. Acabo de despedir a mi hermana por tu culpa y no sé cuándo volverá. —Pero ¿lo hará? —No lo sé. Vuelvo a sentarme en la silla y a cubrir mis ojos con las manos, sudorosas por los nervios que sentía hace unos minutos mientras corría por todo el aeropuerto, esperanzado por alcanzarla a tiempo. Escucho las pisadas de mi amigo acercándose, me sujeta para que le mire y veo que está agachado frente a mí, algo en sus ojos me deja entrever la lástima que lo carcome. —Josh... Hermano. —Una pequeña luz se enciende en mi pecho cuando me llama así—. Oye, ¿por qué no vuelves a casa? —¿Qué? —Lo observo sin creer sus palabras. Suspira y se sienta a mi lado, mete la mano en el bolsillo y saca su teléfono. Advierto cómo desliza el dedo por la pantalla y luego me lo entrega, bajo la mirada y veo una foto de los dos cuando teníamos unos quince o dieciséis años, sentados en el sofá de casa de unos colegas con un porro en la mano y una sonrisa gigante en el rostro. Sonrisa que se me contagia ahora mismo. —El ático no es lo mismo sin ti y, bueno, si dices que no la engañaste... —No lo hice. —De acuerdo. Entonces, ¿qué dices? —Sonríe al mismo tiempo que separa los brazos. —¿Estás seguro? —Venga, antes de que me arrepienta —insiste y me ofrece la mano. La estrecho con fuerza para levantarme, él y me atrae y me da un abrazo. Mierda, le echaba de menos, Rick es un hermano para mí, todo este tiempo sintiendo que lo había perdido ha sido igual que arrancarme la postilla de una herida una y otra vez. —No te imaginas la falta que me hacía ver tu cara fea. —Me regocijo al mismo tiempo que lloro. —Calla, que todavía te dejo durmiendo en el garaje —bromea mientras me empuja para que camine. Alice y él me ayudan a recoger las pocas cosas que tengo en la basura de apartamento en el que he vivido los últimos tres meses antes de volver al ático. Casi toda mi ropa sigue en los armarios, tal y como la dejé. Me sorprende, la verdad es que pensé que Wendy quemaría o tiraría por la ventana todas mis cosas, pero no lo ha hecho. Me pregunto si habrá entrado en mi habitación en algún momento, si habrá olido mi ropa para recordarme, al igual que yo habría hecho con la suya si hubiera tenido ocasión. Bueno, ahora la tengo. Después de que Rick y su chica me dejen solo para que guarde las pocas pertenencias que me llevé, salgo de mi dormitorio y me detengo frente a la puerta de mi mocosa. Sin tener control sobre mis pies, ellos solos caminan hasta el interior solo para comprobar que, tal y cómo imaginaba, y sin necesidad de abrir su armario, todo huele a ella. Y yo quiero llorar de nuevo. WENDY Tras nueve largas horas de vuelo, aterrizamos en París agotadas y emocionadas a partes iguales. Parece que nada hubiera cambiado desde que me fui. De hecho, la ciudad es la misma, las calles son las mismas, las personas que caminan por ellas, también son las mismas; pero yo no. Yo soy completamente diferente. La niña que subió a aquel avión hace casi nueve meses, quedó atrás. Ahora estoy destrozada por dentro, vacía y sin ganas de luchar por nada ni por nadie. Toda la ilusión que tenía cuando mi historia con Josh comenzó, se ha ido a la mierda de un momento a otro. Sin verlo venir, sin anestesia. —Nunca pensé que volvería —comento mientras recorremos la ciudad en el taxi. —¡Dios! ¡Es París! —Tiffany no ha dejado de gritar emocionada desde que llegamos. —Eres muy observadora. —Se carcajea Amy. —Joder, es que... ¡Mirad, la Torre Eiffel! Definitivamente no habría podido con esto sin ellas. Cuando llegamos al hotel, pago al taxista y subimos a la habitación tras sacar las maletas del vehículo. No tenemos intención de vivir aquí por tiempo ilimitado, mañana saldremos a buscar un apartamento para alquilar, ya que no sé cuánto tiempo estaré aquí. Sé que Tiffany tiene que volver en septiembre por el comienzo de las clases, pero bueno, al menos tenemos tres meses por delante. Tres meses que espero sirvan para sacar a Josh de mi cabeza. ¿Pero es eso posible? Aún no lo sé. Si tuviera que dar una respuesta ahora, sería rotunda: no. Mi teléfono suena en el interior de la mochila, así que me la quito mientras ellas inspeccionan la habitación. Sonrío al ver que es mi hermano, qué impaciente, le dije que lo llamaría yo misma cuando estuviéramos instaladas. —Sé que no puedes vivir sin mí —bromeo a la vez que coloco el móvil en mi oreja. —Eso es cierto, pequeña. —¿Josh? —No cuelgues, por favor —suplica, y comienzan a temblarme las piernas junto a la voz. El nudo en mi garganta crece. —¿Qué haces con el móvil de mi hermano? —Tengo que decirte algo importante, pero no quiero que sea por teléfono. Vuelve a casa, por favor, te necesito. —Dile a Rick que si quiere algo me llame al móvil de Amy. Cuelgo sin esperar respuesta y apago el teléfono antes de que el deseo de hablar con él, y las ganas de matarlo al mismo tiempo, puedan conmigo. —¿Era Josh? —Sí —revelo con la mirada perdida—. No entiendo cómo mi hermano ha podido perdonarlo tan pronto. —¿Cómo sabes que lo ha perdonado? —pregunta Tiff con un bocado de sándwich en la boca. —O eso, o le ha robado el móvil. —Bueno, vamos a deshacer las maletas. —Amy trata de cambiar de tema—. Wendy, ¿me ayudas? Se acerca y sonríe tirando de mi mano, así que sacudo la cabeza para sacar a Josh de ella y le devuelvo la sonrisa mientras la sigo. No pienso dejar que me amargue el viaje. JOSH —Te lo dije. —Devuelvo el teléfono a mi amigo con el corazón encogido—. No quiere ni escuchar mi voz. De todas formas, gracias. —¿Qué ha dicho? —Lo acepta y lo pone a cargar aguardando una respuesta por mi parte. —Que si quieres algo la llames al móvil de Amy. Apuesto a que ha apagado el suyo y no tiene intenciones de encenderlo. Me siento en el sofá y extiendo la mano para coger la bolsita de plástico con marihuana, el papel y un cigarro, Alice entra en el salón en ese momento y se sienta a mi lado cuando comienzo a hacerme un porro. No sé ni cómo sigo vivo, el aire llena mis pulmones, pero no siento que llegue a ninguna parte más. El nudo en mi estómago no desaparece y el dolor de mi pecho tampoco. —No desesperes, yo tampoco creo que sea buena idea que se lo digas por teléfono —concuerda Alice. —Pues a mí me parece una gilipollez. —Rick resopla desesperado y abre una cerveza. —Aún me parece increíble que Jenna haya llegado tan lejos... —Alice, es una bruja —espeto sin pensarlo—. No he conocido a nadie tan malo en mi vida, y mira que he conocido personas. —Ahora debes centrarte en ti mismo, en dejar toda esa mierda y seguir con tu vida hasta que Wendy decida volver —propone Rick—. Tendrás tiempo de hablar con ella, no se quedará en París para siempre. —¿Estás seguro de eso? —Sí, joder. No le des más vueltas, verás como está de regreso antes de que te des cuentas. Han pasado tres semanas desde que mi pequeña se marchó. Huyó de mí, joder. Ha sido capaz de cruzar el mundo para no tenerme cerca. Eso no me deja en buen lugar. Ha desactivado su tarjeta y sospecho que tiene nuevo número, pero algo me dice que ni siquiera su hermano lo tiene, ya que habla con ella desde el móvil de Amy. Yo he dejado de insistir, solo voy a conseguir alejarla más de mí. Si lo que quiere es tiempo, lo menos que puedo hacer es dárselo. Cueste lo que me cueste. Mis malos hábitos han regresado. Bueno, nunca se fueron, aunque el tiempo que estuve con ella los detuve, pero cuando me dejó... Cuando me dejó no solo volvieron, sino que se multiplicaron y ahora soy incapaz de parar. El único momento del día en el que no pienso en ella es cuando estoy borracho o colocado. El alcohol apenas tiene ya un efecto sedante en mí. La tolerancia ha ganado al cosquilleo en los dedos y al descontrol. Rick los comparte conmigo, aunque en mucha menos medida. —¿Dónde vas? —consulta cuando me pongo la gorra y cojo dinero. —A comprar cocaína. —Me ha dicho Alice que has cambiado de camello. —Sí, es un maricón de mierda, pero la mercancía es buena de narices. —¿Tan buena como para que te peguen un tiro por ella? —interroga colocándose delante de la puerta. —No digas bobadas, ese idiota no es capaz de dispararme. ¿Me dejas salir? —Claro, pero voy contigo. —Ni de coña. —¿Por qué? Si no es peligroso, ¿qué más te da? —Se cruza de brazos sin apartarse con la barbilla alzada. —Rick, apártate y no me hagas perder el tiempo —solicito a la vez que intento hacerlo a un lado, sin resultados—. No vienes. —Pues tú tampoco. —¡Joder! Tengo que ir. —Pues cambia de camello. Vamos dónde nos dijo Jay. —Como quieras, pero venga. Pongo los ojos en blanco con desesperación porque mi colega sea tan insistente, aunque interiormente sonrío al saber que le importo de igual forma que él a mí. Ahora mismo, sin contar a Alice, es la única persona que se preocupa por mí, y eso es algo que se agradece... —¿Me esperas en el coche o vas a acompañarme hasta la maldita puerta? —cuestiono cuando llegamos a la discoteca. —¿A ti que te parece? —Abre la del copiloto y sale sin darme tiempo a impedírselo—. Entrar y salir, Josh —advierte mientras caminamos hacia allí. —Hostia puta, que pesadilla eres. Nos acercamos al portero, quien nos mira con desconfianza y superioridad al ver que hemos saltado toda la cola. —Venimos de parte de Jay —anuncio con la misma mirada dura y confiada. —Pasad. —Se hace a un lado y nos deja entrar bajo los insultos y quejas de la gente que aún espera. Rick se asegura de que cumplo mi trato de pillar la mercancía y no entretenerme con gente que después podría traerme problemas, puesto que soy bastante dado a rodearme de las personas que menos me convienen. Cuando salimos de la discoteca, bien cargados de nieve para unos cuantos días, veo una furgoneta oscura detenida a unos metros, al otro lado de la calle, pero no le doy importancia, puesto que puede estar vigilando a cualquiera. —No deberías haber comprado tanto —insiste por quinta vez. —¿No te cansas de repetirte? —pregunto cuando entramos en el ascensor del ático. —¿Y tú de drogarte? —Se pone a la defensiva y acompaña su rostro de una expresión seria y dura. —No tengo nada mejor que hacer. —Me encojo de hombros con una falsa sonrisa. —Dios, no te soporto —confiesa y sale por la puerta cuando esta se abre. Al entrar, Alice está viendo una película con Alisson, parece que se han hecho buenas amigas. Nos sentamos a su lado y sacamos la bolsita con polvo en su interior, Rick levanta una ceja y separa las manos mirándome con desaprobación. —¿Ya? —Tendré que probarla. No me has dejado ir a donde yo quería, así que ahora te aguantas y cierras la boca. —Perdona por no querer que te peguen un puto tiro. —Desvía la mirada, pero sé que su preocupación es real. —Exagerado. —Formo cuatro rayas sobre la mesa de cristal. —¿Qué dices? —interviene Alisson apartando la vista de la televisión. —Nada, ¿quieres? —Le ofrezco el tubo transparente, pero lo rechaza. —Trae aquí. —Rick me lo quita de las manos y se inclina hacia delante. —¿Y si ahora no te doy? —Que traigas, cojones —ordena, yo río y se lo lanzo. Se mete dos y me lo devuelve para que yo haga lo mismo con las otras. Alice se levanta y apaga la televisión para encender el equipo de música, hace que Rick se ponga en pie y comienza a bailar con él a la vez que se besan de manera apasionada. Los observo un instante y siento una punzada en mi pecho. ¿Qué estará haciendo mi pequeña? WENDY —¡Esta noche quemamos París! —grita Amy poniéndose el vestido azul. —Relájate, siempre que sales con tantas ganas la noche acaba siendo una mierda. —Bueno, pero siempre que tú no tienes ganas, la noche termina siendo épica —concluye mientras termina de rizarse el pelo—. Así que digamos que será aceptable. —¿Qué tal estoy? Tiffany entra en el baño y se gira para que podamos verla mejor. Lleva unos pantalones cortos vaqueros y una camisa rosa sin mangas por dentro del pantalón. Se da la vuelta y menea el trasero, dándose un azote y riendo. —¿Parezco accesible? —consulta colocando las manos en sus caderas. —Bueno, no estás mal —observo mirándola a través del espejo. —¿Y ahora? —Se desabrocha un botón más de la blusa. —Ahora lo pareces demasiado. —Ríe Amy. —¡Genial! Sonrío y salgo del baño para dejarle sitio a ella. La habitación del hotel en el que estamos no es muy grande, pero tampoco he querido coger uno mejor porque nos vamos a marchar en cuanto podamos buscar un apartamento más estable. —¡Vamos, hombre! —rechisto desde la puerta cuando ya han pasado diez minutos desde que dijeron que ya estaban listas. —¡Que sí! —Amy sale, pero Tiff no. —Oye, rubia, cómo tenga que ir a sacarte yo, me quedo en casa — protesto apoyándome en la pared y volviendo a dejar el bolso en el suelo por cuarta vez. —No, no, ni de coña. Ya estoy —dice y sale del baño mientras da saltitos sobre un pie para ponerse el tacón en el otro. Veinte minutos después ya nos encontramos pasando por debajo de la Torre Eiffel de camino a la discoteca, la cual queda cerca de aquí. Nos colocamos justo debajo y nos hacemos una foto demasiado mal enfocada para el perfeccionismo que siempre busca Tiff en los selfies. Unos chicos que están un poco más lejos haciendo lo mismo, nos miran y sonríen. Son tres y parece que no están mal del todo, aunque no son Josh. ¿Podré dejar de pensar en él algún día? Dicen algo entre ellos y caminan hacia nosotras con decisión. Miro a Amy y a Tiff, y veo que están sonriendo como idiotas y esperando a que lleguen. Verás... —¿Necesitáis ayuda, princesas? —consulta uno de ellos con sus ojos fijos en mí. —Muchas gracias, caballeros. —Tiffany me quita la máquina y se la pasa. —Decid whisky. Posamos de manera provocativa y ellos ríen mientras nos hacen unas cuantas fotos. No me apetece mucho conocer a chicos nuevos, la verdad, pero, ¿qué hago? —Preciosas —señala otro a la vez que mira en la pantalla cómo han quedado las fotos. —Calientes. —El que las ha sacado me mira a mí, nuevamente. Es tan guapo que el simple hecho de que otro hombre que no sea Josh me mire de esta manera, me hace sonrojar. —¿Cómo os llamáis? —Da un par de pasos más y me devuelve la cámara. —Yo soy Tiffany. —La rubia le da dos besos sin perder el tiempo. —Yo Amy. —¿Y tú, princesa? —Wendy. —Toso para aclarar mi voz—. Me llamo Wendy. Al ver que no me muevo, tira un poco de mi brazo y en lugar de darme dos besos como a ellas, levanta mi mano y deposita uno en el dorso mientras me mira a los ojos. —Un placer, chicas —expresa el pelirrojo—. Yo soy Matt. —Y yo soy Chad. El que va de príncipe es mi hermano, Gary. El tal Gary deja de mirarme un segundo para darle un golpe a su hermano, vuelve a posar sus ojos en mí y tuerce la sonrisa. —¿Dónde ibais? —Pues habíamos pensado ir a Back Up. Tenemos entendido que es una buena discoteca —comenta Tiffany. —Lo es, endiabladamente buena. —Chad lo ratifica mirando a los otros dos. —¿Sois de aquí? —interroga Amy. —No, de Las Vegas. Estamos de vacaciones, vosotras tampoco parecéis de aquí. —¿Qué te hace pensar eso? —Me cruzo de brazos retando con la mirada al princesito. —Bueno... —Se acerca lentamente igual que un animal acechando a su presa—. Tal vez sea porque esa boquita no tiene pinta de hablar francés —«Cette bouche peut vous dire beaucoup de choses si vous ne détournez pas». —digo acercándome más. No pienso dejar que me intimide, joder. —«Je l'espère, ils sont des choses sales, bébé». Amy cubre su boca para no romper a reír y yo aparto mis ojos de los de Gary con la intención de fulminarla con la mirada. Mierda, lo último que me imaginaba era que este idiota supiera francés. —¿Alguien me puede traducir? —solicita la rubia completamente perdida. —Bueno, ¿nos vamos o qué? —pregunto enfadándome e ignorando a mi amiga. —¿Podemos acompañaros? —El tal Matt sonríe mirando a Tiff. —Claro, guapo. Ella sujeta su brazo y comienzan a caminar dejándonos atrás al resto, de modo que dejo escapar un suspiro aburrido y me dispongo a seguirlos, haciendo un gran esfuerzo por no poner atención a la sonrisa triunfal de Gary. JOSH Alice y Rick se pierden en el dormitorio y en el salón solo quedamos Alisson y yo, la cual se enciende un cigarro antes de sentarse a mi lado. —¿Cómo lo llevas? —¿A qué te refieres? —Ya sabes a qué me refiero. —Bueno. —Suspiro—. Hay días malos y otros peores. —¿Has vuelto a llamarla? —Sí, pero ha borrado el número y cada vez que llamo a Amy no me contesta. —¿Quieres probar desde mi teléfono? —¿Ahora? Es un poco tarde... —Es viernes, Josh. Verano. Y hablamos de esas tres... en París. —Dame el jodido teléfono. Busca el número de Amy y le da a llamar para después pasármelo. Espero ansioso los cinco tonos, pero nadie responde, así que vuelvo a intentarlo y al segundo escucho la voz varonil de un hombre que, lógicamente, desconozco. —¿Quién eres? —Eh... hola —habla con timidez por mi tono autoritario—. Amy está bailando con las chicas y me ha dado su teléfono para que se lo guarde. —¿Está Wendy? —pregunto con la mandíbula tensionada por las películas que ya empiezo a montarme en mi cabeza. —Esta con Gary. ¿Quieres que le diga que has llamado? Espera, ¿quién eres? Cuelgo sin darle la oportunidad de continuar hablando. Alisson ha escuchado toda la conversación así que no dice nada, solo se levanta y coge la bolsita de cocaína. Prepara una rata y cuando termino de dar patadas a las sillas y de tirar todo lo que pillo al suelo, me tiende el tubo de plástico en silencio y yo me acerco para esnifar la línea blanca sobre la mesa de cristal. "Está con Gary". "Está con Gary". Su voz retumba en mi cabeza como cuando gritas en lo alto de una montaña y escuchas el eco durante unos segundos, solo que, en mi caso, no van a ser segundos. WENDY Después de estar un rato en la discoteca y de tomar un par de copas, Gary me pide que lo acompañe fuera para fumar. No me ha gustado su prepotencia cuando nos hemos conocido, sin embargo, algo me dice que ese sentimiento solo se debe a que en el fondo es el tipo de chico que siempre me acaba atrayendo. El tipo de Josh. —Bueno, princesa, dime, ¿cuál es tu historia con esta ciudad? —¿Mi historia? —Alzo los hombros indiferente—. Cuatro años en un internado con Amy. —Breve pero concisa. Me gusta —señala soltando el humo—. ¿Cuándo os fuisteis? —El año pasado. Las dos cumplimos los dieciocho, así que no podían obligarnos a quedarnos. Por suerte, aquí la mayoría de edad es diferente a Estados Unidos. —¿Y de dónde sois exactamente? —Amy es de aquí, pero se ha venido a vivir conmigo a San Francisco. —Así que San Francisco... No estamos lejos. —Siete horas. —Depende de cómo conduzcas. En mi caso, cinco —dice guiñándome un ojo. —Y tú, ¿por qué sabes francés? —Mis abuelos son de aquí. Mi hermano y yo siempre hablamos con ellos en francés. —¿Cuántos años tienes? —Veintiuno. —¿Y tú hermano? —Diecinueve. —¿Estudias? —Continúo con el interrogatorio sin dejar de observar cada una de sus expresiones. Parece divertirle mi repentino interés. —Sí, Finanzas en la Universidad. Me queda un año. Voy a abrir la boca para decir algo más, pero se me adelanta. Levanta el dedo y lo coloca delante de su boca para indicarme que no hable más. —Mi turno. ¿Edad? —Diecinueve. —¿Tienes novio? —Yo no te he preguntado eso. Enseguida me pongo a la defensiva, lo último que necesito es estar con un chico que podría atraerme, y acabar hablando del único que ha conseguir enamorarme y romperme el corazón. —Bueno, a mí me interesa —asegura al mismo tiempo que me ofrece un cigarro. —No tengo novio... —Lo acepto y cojo su mechero para encenderlo. —No lo has dicho muy convencida. —Es complicado. —Tengo toda la noche. —Me engañó. Fin de la historia. —Peor para él. Y mejor para mí, princesa —dice con una sonrisa traviesa. —¿Y eso por qué? —Et vous découvrirez. —Que faire si je ne veux pas le savoir? —Querrás. —Será mejor que entremos, la discoteca se está llenando y no me apetece hacer cola para poder pasar. Invento la primera excusa que se me viene a la cabeza para no pasar más tiempo a solas con él, sin embargo, en cuanto bajamos las escaleras hacia la pista de baile para cruzarla en dirección a los asientos que estamos ocupando, Gary tira de mi mano para bailar. Me resisto al principio, pero cuando rodea mi cintura con una mano y comienza a bailar una extraña canción de salsa, no puedo evitar reírme por lo mal que lo hace. —¡Bailas de pena! —chillo por encima de la música. —Tendrás que enseñarme, entonces —dice en mi oído. —Esta música no es lo mío, lo siento. —Lo mío tampoco. En ese momento, las luces de la discoteca bajan a un tono estilo club de alterne, y el género de la música cambia radicalmente. Comienza a sonar algo de Daddy Yankee y parece que mis caderas actúan solas. Puede que los dos cubatas y tres chupitos ayuden. Él se aparta un par de metros y me mira relamiéndose. Amy y Tiffany se acercan gritando por la canción y las tres comenzamos a bailar como si no hubiera un mañana. Cuando termina, paso por al lado de Gary, quien no ha dejado de mirarme de manera lujuriosa, y sujeto sus mejillas para acercarme a su oído. —Esto sí es lo mío. —He podido comprobarlo. Regresamos a sentarnos en el reservado y pedimos otra ronda de bebidas con el objetivo de seguir disfrutando un par de horas más, hasta que poco a poco la gente se va marchando. Tiffany hace rato que comenzó a enrollarse con Matt, estaba claro que han conectado desde que se han conocido hace un rato. En cuanto a Amy y Chad, no se han besado, aunque han pasado la noche tonteando, lo que nos deja a Gary y a mí en una incómoda situación. Incómoda para mí, porque él parece disfrutarla. —¿Os apetece que quedemos mañana para cenar? Podríamos hacer un picnic en El Trocadero. Tiene una vista preciosa —sugiere Chad mirando a Amy con la sonrisa ladeada. —¡Vale! —exclama Tiffany emocionada. —¿Qué dices, princesa? —pregunta Gary con un sutil tirón de mano. —Sí... Vale, puede ser divertido —afirmo poco convencida al mismo tiempo que me suelto de su agarre. —Perfecto. ¿Me das tu número? Los otros cuatro están inmersos en sus despedidas y besos, mientras que yo mantengo una distancia prudencial con Gary. Me da la impresión de que es esa clase de personas que son capaces de persuadirte con unas pocas palabras, alguna sonrisa y un par de guiños. Y más a alguien como yo en la situación en la que me encuentro, que lo único que deseo es cariño real, alguien que me dé confianza, seguridad y un ambiente positivo. —¿Para qué quieres mi número? Vamos a vernos mañana. —La defensiva es mi mejor ataque. —Para darte las buenas noches y los buenos días —revela volviendo a sujetarme, esta vez de la cintura. —No es necesario. —Apoyo la mano en su pecho y lo empujo de manera brusca para que me suelte—. ¿Nos vamos o qué? Aguardo cansada a que Tiffany y Matt se despidan, y las tres nos alejamos para tomar un taxi con la promesa de quedar mañana con los chicos. Gary no insiste en que le dé mi número y lo cierto es que una parte de mí se siente ofendida, pero la otra, la que busca paz mental y soledad, lo agradece. Llegamos al apartamento que hemos alquilado, de momento por tres meses, y enseguida desaparezco unos minutos en el cuarto de baño para desmaquillarme y lavarme la cara con tranquilidad. Mis dos amigas no han parado de decir lo guapos que son los chicos que hemos conocido y la suerte que hemos tenido cruzándonos con ellos. La verdad es que estaban bastante desesperadas por no haber conocido a nadie en las tres semanas que llevamos aquí. —A Gary le gustas. Es más que evidente —Amy dobla un par de camisetas y las mete en su armario cuando ya regreso con ellas. —¿En serio? No lo había notado —hablo mientras me pongo el pijama corto. —Creo que te vendría bien, parece un chico agradable. —No me gusta. —Las miro amenazante para que no sigan por ese camino, las conozco igual que si las hubiera parido y me niego a que empiecen a hacer planes por mí. —¡Por Dios! ¿Cómo no puede gustarte? ¡Es el más macizo de los tres! —exclama Amy. —Eh —Tiff levanta el dedo y la apunta—. Eso es mentira. El más macizo es Matt. —Lo que tú digas... JOSH —¿Qué cojones pasa? ¿Por qué has tirado todas las sillas, tío? — pregunta Rick cuando sale de su habitación. No tengo ganas ni fuerzas para explicarle lo que siento y lo que ha sucedido, de modo que sin responder, cojo el casco de la moto, mis llaves y salgo del ático antes de darle tiempo a retenerme. Gary. Gary. Gary. Hijo de puta. ¿Tan pronto ha sido capaz de sustituirme? Todo parece una maldita pesadilla. Solo quiero despertar y que todo esto nunca haya pasado. Wendy se ha marchado y ahora está con otro tío. Gary. Odiaré ese nombre toda la puta vida. Igual que el de Connor. Y el de Jackson. Y el de Jordan. Si sigue liándose con tíos me voy a quedar sin nombres para poner a mis hijos. ¿Hijos? Río en alto sarcásticamente y una señora mayor que está saliendo del garaje me mira y apresura el paso. Hijos... cómo si fuera a tenerlos. Cuando salgo con la moto, veo de nuevo esa estúpida furgoneta aparcada al otro lado de la calle. Me acerco decidido a averiguar por qué está presente en todos los lugares en los que me encuentro, pero arranca y desaparece. Se me ocurre seguirla, aunque la persecución no dura mucho puesto que en un semáforo la pierdo de vista. ¿Me vigilará a mí? No sé por qué tendría que hacerlo. De pronto me doy cuenta de que no sé a dónde ir, así que conduzco sin rumbo un rato, respetando las señales y el límite de velocidad. Despacio. Pensando. ¿Todo esto está sucediendo de verdad? Todo parecía tan claro cuando estuvimos en Los Ángeles... parece que haya pasado un siglo desde entonces. Sin ser consciente de en qué momento he llegado hasta aquí, me veo sentado sobre la moto en lo alto de la colina que hay por encima del puente más famoso de la ciudad. San Francisco rebosa vida por cada rincón. Miles de luces decoran los edificios y las calles, el Golden Gate parece más grande y brillante que nunca. Sin embargo, ésta jodida colina ya no es lo mismo para mí. No desde que traje a Wendy Cuando regreso a casa, la preocupación de Rick es casi palpable, duda de si hablarme o no porque ya conoce de sobra mi carácter. —¿Estás bien? —Sí —digo sentándome junto a él en el sofá. —Alisson me lo ha contado. He llamado a Amy y me ha dicho... —No quiero saberlo. —No está con él, hermano. Los han conocido esta noche, solo han salido a bailar. Lo miro con incredulidad, aunque no digo nada, en su lugar, acepto el porro que me pasa y le doy dos caladas seguidas. —Deberías acabar con todo esto y contarle la verdad. Estoy seguro de que... —No —interrumpo—. Parece mentira que no la conozcas, no se va a creer nada. Además, ya no es solo eso. La he cagado mucho, tío, casi dejo inconsciente a un amigo suyo. —¿Qué? ¿A quién? —Tose el humo y me mira perplejo. —A un tal Carter. —¿Y por qué? —Salí a correr y... los vi. Ella se reía con él y a mí no me cogía ni el puto teléfono. Se me nublaron los sentidos. Perdí la cabeza. —Joder. No dice nada más, ¿qué va a decir? La relación que he tenido con Wendy ha sido, como poco, tóxica. Tanto por su parte como por la mía, hemos sufrido unos celos desmedidos, deslealtades y faltas de respeto. No me extraña que se haya terminado, esto no podría haber llegado a buen puerto. Sin embargo, a pesar de todo eso, de todo el daño que nos hayamos podido hacer, Wendy es el amor de mi vida, pesan más todos los ratos buenos, las miradas, las caricias, las risas… que lo malo. Estoy dispuesto a todo por ella, a empezar de cero, a crear una relación sana y aprender juntos en el amor; madurar. Por desgracia, eso ya no depende de mí. 2. ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? VIVIR WENDY Terminamos de prepararnos para el picnic que ayer prometimos a los chicos, yo no tengo ganas ni entusiasmo alguno, lo de ellas es otro cantar; no han parado de dar saltitos emocionadas y de decir todas las cosas que harán con Matt y Chad. Personalmente, espero que Gary no se ponga en plan insistente porque no tendré miramientos a la hora de quitármelo de encima. Bueno, eso si que no consigue embrujarme con esa mirada seductora que estuvo empleando ayer toda la noche. Estamos cargadas con las bolsas y dispuestas a salir del apartamento, cuando me llega un mensaje al número nuevo que conseguí cuando me di cuenta de que Josh no se cansaría de llamarme. 5.23pm 1702667890 ¿Ya habéis salido del castillo, princesa? —¿¡Le has dado mi número!? —Levanto la vista de la pantalla y observo a las traidoras de mis amigas. —Culpable —confiesa Tiffany con cara de angelito. —¿¡Por qué coño has hecho eso!? —Cariño... Sé que lo de Josh sigue en tu cabeza, pero... bueno, han pasado casi cuatro meses desde que todo ocurrió. Va siendo hora de que pienses en rehacer tu vida. —Lo haré cuando yo quiera y con quien yo quiera, no con quien vosotras elijáis, joder —reprendo a la vez que abro la puerta y salgo disparada por las escaleras. —Winni, lo siento. —Tiffany camina tras de mí y sujeta mi mano antes de bajar el primer peldaño. —Te quiero, pero así no me ayudas. —Cielo, solo queremos verte sonreír de nuevo. —Amy cierra la puerta del apartamento y se acerca. —Entonces haced que pase un buen rato y no me habléis de tíos. —Está bien. —De acuerdo. —Ambas sonríen con tristeza. Cogemos el metro y nos bajamos cerca del lugar dónde hemos quedado. El Trocadero tiene unas vistas preciosas, en eso Chad tenía razón. Amy y yo hemos estado aquí millones de veces aunque nunca habíamos hecho un picnic. Se ve la Torre Eiffel a poca distancia y está lleno de turistas y una gran fuente con muchos chorros decora el centro. A medida que va anocheciendo y las luces se encienden, se vuelve un lugar mágico. Es divertido ver las caras de emoción de los turistas la primera vez que la ven. Igual que la de Tiffany, que a pesar de llevar aquí casi cuatro semanas, aún se sorprende. A lo lejos vemos tres chicos sobre un mantel gigantesco, más bien diría que es una sábana de dos por dos. Negra. Uno de ellos, Gary, se encuentra, apoyado en un árbol hablando por teléfono. —No vuelvo hasta dentro de dos semanas... No... Puede esperar, total, va a perder igualmente... Que no, joder... Que te den por el culo. El susodicho cuelga y guarda su teléfono en el bolsillo de sus vaqueros, me sonríe cuando me ve y se acerca para darme un beso en la mejilla. —Estas muy guapa, princesa. —Gracias —digo sin ninguna expresión en mi voz. Nos sentamos sobre la sábana y observo cómo sacan una botella de vino y unas copas. —Sois unos profesionales del picnic, eh —asegura Amy. —Nos gusta estar preparados para cualquier cosa —responde Chad guiñándole un ojo. Cogemos cada una nuestra copa y le damos un sorbo antes de comenzar a comer lo que van sacando de una cesta que parece no tener fondo. —¿Y que estudian las señoritas? —Wendy y yo vamos a por el segundo año de periodismo. —Yo trabajo en el concesionario de BMW de su hermano —explica Amy señalándome con la cabeza. —¿Cuántos años tiene tu hermano? —Chad me mira con curiosidad. —Pronto hará veintitrés. —Joder. Tan joven y ya tiene un negocio como ese... Debéis estar forrados —insinúa Matt riéndose. Yo solo me encojo de hombros y le doy otro mordisco a mi sándwich, no voy a compartir mi situación económica con tres desconocidos. La noche se va enfriando, pero nuestros cuerpos van entrando lentamente en calor por el vino. A pesar de llevar varias copas, es algo que no suele afectarme, más bien me llena la vejiga y solo me dan muchas ganas de hacer pis todo el rato. —Bueno, ahora empieza la fiesta de verdad. —Chad ladea la cabeza con una sonrisa torcida que también he visto a su hermano. Abre una de las mochilas en las que estaba apoyado segundos antes y saca unas botellas que no había visto antes. —¿Qué es esto? —curiosea Amy cogiendo una. —"Snake Venom" The world's strongest beer. —Leo la etiqueta en alto. —¿En serio? No había visto esta cerveza en mi vida —admite Tiffany. —¿Es realmente la cerveza más fuerte del mundo? —pregunto a Gary. —Pruébala y dímelo, princesa. La abro con facilidad y le doy un trago. Madre mía, pero ¿qué es esto? Toso un poco, pero me hago la fuerte. —Tiene un 67,5% de alcohol. Es más fuerte que el tequila. —¿No jodas? No lo he notado —bromeo con sarcasmo. Lo cierto es que sabe a cerveza y no está nada mal después de un par de tragos. —¿Intentáis emborracharnos? —interroga Amy en tono divertido. —Tal vez —ríe Chad. Seguimos bebiendo cada vez con menos control, y la risa va tomando el ambiente. Hay diversos grupos a nuestro alrededor, al igual que algunas parejas que disfrutan del ambiente romántico de la ciudad del amor. —Deberías frenar un poco —susurra Gary cerca de mi oído. —¿Y eso por qué, a ver? —Porque si sigues bebiendo tendré que llevarte a tu castillo antes de lo que me gustaría. —Eres idiota. Realmente sabes que no vivo en un castillo ni soy una princesa, ¿verdad? —digo entre risas. —Para mí si lo eres. Mírate. —Se separa un poco señalándome de arriba abajo—. Eres la típica chica con dinero y ganas de volar. Hablas mucho, pero eres incapaz de romper las reglas. Otro más para la lista de personas que se empeñan en juzgarme sin conocerme. Me levanto bajo su mirada divertida y le enseño el dedo del medio antes de darme la vuelta y caminar hasta la fuente de chorros que hay a unos cuantos metros. —¿Qué haces, Wen? —averigua Amy dejando de besar a Chad. Sí, ya se estaban besando. Gary se levanta sonriendo maliciosamente y se acerca hasta mí, cruza sus brazos sobre el pecho y arquea una ceja. —No es necesario que hagas esto, no vas a hacerme cambiar de idea. Camino hacia atrás sin dejar de mirarlo, me bajo los tirantes del vestido que inmediatamente cae al suelo, dejándome en ropa interior y haciéndole abrir la boca a la vez que eleva ambas cejas. —¡Wendy! —Tiffany trata de ponerse en pie para acercarse, pero pierde el equilibrio por el alcohol y cae sobre Amy. Gary solo sonríe muy seductoramente y levanta las manos señalando la fuente. —Vamos. Termina lo que has empezado, valiente. Meto un pie en el agua congelada de la fuente y muerdo mis mejillas por dentro para no volver a salir. A pesar de la maldita cerveza de veneno de serpiente que hemos bebido, está que te cagas de fría. Me doy la vuelta y camino un poco más adentro. A los pocos segundos, siento unas manos calientes en mis caderas. —Desconocía que las princesas pudieran tener un culo como el tuyo. Sus labios acariciando mi oreja y el calor de sus manos contra mi piel, hacen que se me ponga la carne de gallina. Me dispongo a responder, pero en ese momento me levanta en brazos dispuesto a llevarme hacia los amenazantes chorros helados. —¡No! ¡Suéltame! —Pataleo mientras estallo en una nerviosa carcajada. —¿No querías mojarte? Pues hagámoslo bien. Grito cuando toda el agua de la fuente cae sobre nosotros. Gary me baja y es entonces cuando me doy cuenta de que solo lleva unos provocativos bóxers negros. Me empuja para que caiga de culo y comienza a reírse, así que meto una pierna entre las suyas haciéndole tropezar y caer sobre mí. Ahora soy yo la que se ríe. —¡Estáis locos! —Amy y Tiffany se ríen desde el borde de la fuente mientras nos miran, pero entonces los otros dos hacen con ellas exactamente lo mismo que Gary conmigo segundos antes. —Creo que eres la princesa más poco convencional que he conocido nunca. —La boca de Gary se encuentra a pocos centímetros de la mía. El pulso se acelera bajo mis sienes, en parte por la adrenalina del momento y en parte por su cercanía; y no sé si es por los efectos sedantes del alcohol o por esa pequeña y desesperada parte de mí que anhela cariño y atención, pero no me separo ni me molesta. —Es que ya te he dicho que no soy una princesa. Me parezco más a la bruja mala. —Entonces eres la más hermosa del reino. Seguimos jugando bajo el agua, intercambiamos miradas, risas y tontas confesiones hasta que vemos las luces de un coche de policía que se dirige hacia donde nos encontramos. —¡Corred! —grita Gary tirando de mi mano. —¡Ay, madre, no quiero acabar detenida! —gimotea Tiff nerviosa. Cogemos nuestra ropa y todo lo que podemos, y comenzamos a correr aún descalzos al mismo tiempo que tratamos de esquivar a la gente que nos señala y murmura cosas cuando ve cómo los polis nos persiguen. Entramos en la estación de metro, con sus pasos pisándonos los talones, y cuando ya están a pocos metros gritando que nos detengamos, entramos en el vagón justo antes de que las puertas se cierren. Gary les saca la lengua y el vehículo se pone en marcha. Dios, el corazón se me va a salir del pecho. Siento tanta adrenalina por todo mi cuerpo que solo tengo ganas de gritar. —¿Tienes frío? —pregunta Chad a Amy. —La verdad es que no me vendrían mal tus brazos. —Ella se acerca con una sonrisa y se sienta sobre sus piernas. —¿Tú también quieres calor? —Gary sujeta mi mano y camina hacia mí. Rodea mi cintura y me hace girar para abrazarme por la espalda. No hablo ni lo rechazo, agradezco su temperatura corporal a pesar de que no sé si es lo que más me conviene ahora mismo… —¿Estás bien? —musita observándome desde atrás. —Sí, aunque bastante helada —asiento cuando mis ojos se encuentran con los suyos. —Si me hubieran hecho apostar esta noche, habría perdido toda mi fortuna. —¿A qué te refieres? —Jamás hubiera imaginado que te fueses a atrever a hacer eso. —Sonríe y por un instante su mirada se desvía a mis labios. —La gente suele prejuzgarme, y casi siempre se equivocan. —Bueno, me alegra haberme equivocado. Definitivamente eres la clase de chica que me gusta. Decido no dar pie a que esta conversación siga avanzando hacia caminos que después no me vendrán nada bien. Tomamos aire durante unos minutos y nos bajamos dos paradas después. —¡Dios! ¡Eso ha sido una locura! —Tiffany salta sobre Matt. La levanta y le da un beso apasionado mientras los demás caminamos un poco hasta llegar a nuestro apartamento. Tengo la ropa interior empapada y ellas están caladas de arriba abajo, al igual que Chad y Matt. —Subid a secaros un poco —dice Amy abriendo el portal. No estoy muy de acuerdo en meterlos en casa, pero no voy a aguarles la fiesta, nunca mejor dicho. Entramos en el apartamento y voy directa a mi dormitorio, entorno la puerta sin llegar a cerrarla y me saco el vestido para tirarlo en un rincón. Cojo una toalla del armario y, cuando voy a quitarme el sujetador, escucho como se cierra la puerta a mi espalda. —¡Sal de aquí! —chillo y me cubro con los brazo en cuanto veo a Gary. —¿Ahora te da vergüenza? Hace unos minutos me devorabas con la mirada. —Se regocija a la vez que camina hacia mí riendo. —Ha sido por esa mierda que me has dado de beber. Aún estoy mareada. Relajo el tono de voz porque tampoco quiero parecer una histérica, lo cierto es que mi reacción ha sido por no esperarme que entrase así en mi cuarto. Esta tan cerca que su aliento caliente me hace cosquillas, pasa la yema de sus dedos por mi clavícula, provocando que cierre los ojos involuntariamente y, cuando los abro, me está mirando con una sonrisa que trae muchos recuerdos a mi mente. Joder, ¿superaré esto algún día? JOSH Me despierto por la mañana y, tras desayunar en condiciones, y no como estuve haciendo mientras vivía solo, me pongo una gorra y una sudadera para salir a correr. Sé que ya vuelvo a tener un gimnasio en casa, pero me he acostumbrado a correr todos estos meses. Es el único hábito sano que tengo, lo único que puedo hacer para desconectar durante un rato y no pensar en que otro está disfrutando de la mujer que amo. Una hora después entro en un callejón para comprar tabaco en el estanco del otro lado de la calle. Veo de reojo que unos hombres caminan detrás de mí, cada vez más cerca. Antes de que se lo esperen, me doy la vuelta y le doy un puñetazo a uno y una patada en el estómago a otro. Sin embargo, son cuatro, así que me sujetan entre dos y los otros se limitan a darme un golpe tras otro. —Lo quiere vivo —gruñe uno con voz gruesa. Esa furgoneta aparece de nuevo y de un empujón me meten en la parte de atrás. Conducen durante unos minutos hasta detenernos en un lugar familiar: la tienda de tatuajes, me obligan a bajar y me empujan hasta que consiguen tenerme en el interior, frente al jefe. —¿Tan cobarde eres que has tenido que mandar a estos mierdas a buscarme? —Escupo la sangre de mi boca en los pies del cabrón que tengo delante. —Veo que no has aprendido modales desde la última vez que nos vimos. —¿Qué coño quieres? Deja de hacerme perder el tiempo. —He estado observándote. Vigilándote. —Lo siento, no eres mi tipo. El camello le hace una señal a uno de sus matones y éste me da un puñetazo en la parte baja de la espalda. Me encojo de dolor y presiono la zona a la vez que lanzo una mirada envenenada al hijo de puta que me ha secuestrado. Vuelvo a escupir a sus pies y el cabrón vuelve a darme otro puñetazo. —Cómo iba diciendo, he observado que conoces a bastante gente. Eso podría ayudarme... Ya sabes, a expandir mi negocio. —Si lo que pretendes es que trabaje para ti, quítatelo de la cabeza. No soy un jodido traficante. —Lo dices como si tuvieras opción, chico. Levanta la parte delantera de su camisa para mostrarme su pistola. —Si vas a matarme hazlo de una puta vez, no tengo todo el día. Si no, dile a tus matones que se aparten y me dejen ir. —¿Eres una especie de suicida o algo así? —pregunta sorprendido— Tengo formas de convencerte, ¿sabes? —Lo dudo mucho. No tengo nada que perder. Me doy la vuelta y, para mi sorpresa, los grandullones no me impiden el paso, así que camino. Hasta que me doy cuenta de por qué se han hecho a un lado. Escucho ese ruido que helaría el cuerpo de cualquiera, pero no el mío. Amartilla el arma y deduzco que la levanta hacia mí. —No des un paso más. —Dispara —digo sin detenerme ni mirarle. ¿Qué es lo peor que puede sucederme? ¿Morir? Estuve deseándolo cada día desde que perdí a Wendy, a Rick y a toda la gente que me importa. ¿De qué sirve estar vivo, tener dinero y salud, si no puedes compartirlo con la persona que amas? —Te arrepentirás de esto, muchacho. Tienes mi palabra. Todos tenemos algo que perder. WENDY Me encuentro con su sonrisa cuando vuelvo a abrir los ojos. Sería tan increíble dejarme llevar y pensar que es Josh el que me toca... Pero ¿¡qué estoy diciendo!? Maldita sea, debo acabar con estos pensamientos que no me hacen bien alguno. Esto no es sano. —Solo venía a por una toalla —comenta al mismo tiempo que retrocede. —Hay toallas en el baño —respondo con enfado. —Pensé que este era el baño. Perdona, princesa. —Me guiña un ojo y sale sin cerrar la puerta. Después de ponerme ropa seca y el pijama más fresco que encuentro, vuelvo al salón decidida a no dejar que este chico nuevo vuelva a aprovecharse de mis bajas defensas, de mis necesidades e inseguridades. —Seguís aquí —afirmo caminando hacia la barra americana de la cocina. —Aquí seguimos. Tus amigas no nos han dejado escapar —dice Matt bajo el cuerpo pegajoso de Tiffany. —¿Y Gary? —pregunto distraída. —Se ha ido. No quería hacer de sujeta velas. —Ah... Bueno, yo tampoco así que me marcho a dormir. Hasta mañana. Me despido con una sonrisa y me encierro en mi habitación, me tumbo sobre la cama y a los pocos minutos recibo un mensaje. Con el móvil en la mano aún si haberlo leído, fantaseo unos segundos con que sea de Josh, con que los últimos meses nunca hayan sucedido y todo vuelva a ser tan maravilloso como era. Bueno, no siempre, nuestra relación era tóxica en ocasiones, poco sana; sin embargo, creo que los dos éramos conscientes de eso, pero no le dábamos la importancia necesaria debido a que el amor que teníamos el uno por el otro era demasiado grande e intenso. De esos amores que te hacen suspirar, de los insaciables, los que te hacen sentir que a su lado todo es posible. Ese fue nuestro error, dar las cosas por sentado y no cuidarnos como debíamos, como merecíamos. Desde que la relación se terminó me he preguntado constantemente si todo eso podría tener solución, soy consciente de que Josh tiene mucha culpa, pero no es el único. Tengo momentos en los que me comporto como una cría, en los que soy inmadura y no atiendo a razones. Lo sé, no voy a negarlo, yo también he tenido mucha culpa en el fracaso de nuestra relación. Creo que nuestro problema es que nos amamos tanto, que no sabemos cómo expresarlo sin caer en la toxicidad de la posesión, de los celos e inseguridad. Estoy segura de que, si trabajásemos en el amor sano, el amor libre, nuestra relación sería irrompible. En fin, de nada me sirve pensar así ahora, cuando me encuentro a miles de millas de distancia de él, sin saber qué estará haciendo, cómo se habrá tomado mi marcha o si, en realidad, todas estas fantasías serían posibles. Tomé una decisión al marcharme y pienso llevarla a cabo. Josh se acabó para mí. Gary 11.14pm Que sepas que me he ido por ser respetuoso, princesa. Pero un cuerpo tan tentador como el tuyo merece ser acariciado cada minuto de cada día. Sonrío como una estúpida y me doy un golpe mental por esa reacción. Escribo diferentes respuestas, pero las borro todas, no sé qué responderle. Bueno, si sé... pero no voy a hacerlo. 11.19pm Yo Podrías haberte quedado un rato... Solo para hablar y conocernos mejor. 11.19pm Gary Así que quieres conocerme mejor. 11.19pm Yo Deja de malinterpretar mis palabras, pervertido. Como te he dicho, no nos conocemos. 11.20pm Gary Jajaja, bueno, enseguida pongo remedio a eso. 11.20pm Yo ¿Cómo vas a hacerlo exactamente? Espero, pero la respuesta no llega, así que pongo un poco de música y permanezco tumbada dejando volar mi imaginación nuevamente. Sin embargo, al poco rato suena el timbre, y me pregunto si habrá sido capaz de volver a venir solo para conocerme. Me levanto, acerco mi rostro al espejo y me enrollo el pelo en un bolígrafo creando una especie de moño para después salir al salón. —Está en su habitación. —Escucho la voz de Amy justo cuando voy a abrir la puerta. Entonces él lo hace por mí. No dice nada, solo sonríe y entra cerrando tras él. —¿Qué haces aquí, Gary? Son las doce de la noche —informo mirando el reloj del móvil. —Has dicho que querías conocerme mejor —recuerda caminando con total confianza para tumbarse en mi cama. —Pero no me refería a esta noche. —Pongo los ojos en blanco y cruzo los brazos sobre mi pecho. —Venga, anda. Relájate. Sonríe de lado, como su hermano, aunque todo hay que decirlo... a Gary le queda mucho mejor. Le da una forma traviesa a su rostro. Me siento a su lado, dejando suficiente espacio entre nosotros, tanto que tengo medio culo fuera del colchón. —Habla. ¿Qué quieres saber de mí? —No lo sé... Todo, supongo —digo encogiéndome de hombros. —¿Por qué no me preguntas lo que de verdad quieres saber? —Se incorpora para colocarse a mi altura. —¿Y que es, según tú? —No tengo novia. No acostumbro a tener relaciones serias. Aunque... siempre hay excepciones. —Me mira de arriba abajo pasando la lengua por sus labios. —No te he preguntado eso. No me interesa. —Ya. —Sonríe—. Por eso te has puesto cachonda cuando te he acariciado antes. —Eres un creído y un guarro —espeto cruzándome de brazos de nuevo y mirando al techo. —¿Por qué estas nerviosa? —inquiere con un tono divertido en la voz. —No lo estoy. —Sí lo estás. Has cruzado los brazos, eso es señal de defensa y nerviosismo. —Creía que estudiabas finanzas, no psicología. —Mis padres son psicólogos. Sé bastante del tema. Como que acabas de evadir mi pregunta. Otra señal de tu nerviosismo. —Gilipollas —murmuro moviéndome para levantarme. —Venga, princesa, no te enfades. —Sujeta mi muñeca con suavidad impidiendo que me aleje. —No me he enfadado, pero deberías irte. Es tarde. —Acabo de llegar. No pienso irme sin saber más de ti. Sostengo su mirada los segundos suficientes como para saber que no bromea, de modo que suspiro y vuelvo a tumbarme en la cama, en esta ocasión sin apartar la vista del techo por nada del mundo. Me conozco y Gary tiene una de “esas” miradas. —Bien. Acabemos con esto, pregunta lo que quieras —comienzo. —Me gusta más adivinar. Veamos... estudias periodismo, por lo que imagino que te gusta bastante hablar y escuchar. Has vuelto a París después de pasarte cuatro años encerrada en un internado. Imagino que no debías tener muchas ganas de volver así que... estás huyendo de algo. Poco a poco va girando su cuerpo, quedando por encima de mí y mirándome desde arriba, interrumpiendo mi mirada al techo. —Dijiste que tu novio te engañó, así que imagino que es de él de quien huyes. Seguramente no haya aceptado que una preciosidad como tú le haya dejado y estará desquiciado. Tú, en cambio, quieres olvidarle, pero... te está costando. —¿Por qué crees que me está costando? —He adivinado todo, ¿verdad? —Sonríe, orgulloso. —Responde. —Porque si le hubieras olvidado, ahora mismo tú y yo estaríamos haciendo cosas muy diferentes. —Que dejes de ser tan creído. No me atraes nada, Gary. Supéralo. Él se ríe tanto que echa la cabeza hacia atrás, tocando la pared. Lleva las manos a su estómago y se encoge. —¿Qué es lo que te hace tanta gracia, idiota? —pregunto con fastidio. —Lo mal que mientes. —No miento —aseguro con indiferencia. —Wendy, te tiemblan las manos desde que me he tumbado en tu cama. Está muy cerca. Demasiado. En lugar de decir algo, de sacarle de su error, mi yo aún afectada por el alcohol, baja la mirada a sus labios. Me fijo por primera vez y veo que son carnosos. Tiene los ojos grises. Bueno... por decir algo, porque es un color que no había visto en la vida. Su pelo es castaño claro, una especie de color chocolate con leche. Chocolate, a eso es a lo que huele. A eso y a bosque. A bosque mojado cuando comienza a llover. ¿Será algún tipo de after shave? —Si sigues mirando mis labios voy a tener que besarte. Mis ojos recorren la forma de su boca a medida que pronuncia cada silaba. Me encuentro a mí misma mordiendo el mío sin dejar de mirar los suyos. Dejando que mi mente eche a volar e imagine lo que más desea. Lo que está tan lejos. —Eso ha sido un error, princesa. Sin esperármelo, se acerca y sus labios se unen a los míos. No es un beso calmado y suave, como deberían ser los primeros besos, sino apasionado y salvaje. JOSH Salgo de la tienda de tatuajes y, cuando estoy seguro de que no me siguen, comienzo a correr hasta casa siguiendo mi ruta de deporte. No sé dónde coño estoy, así que tengo que pararme un par de veces para buscar en el mapa del móvil. Cuando por fin entro en Market Street y veo el ático, cojo aire para llenar los pulmones y bebo agua de una fuente. Tengo que dejar el puto tabaco. Y la maría. Y la coca. Sí, bueno, creo que eso no va a suceder. Llego a casa, abro la nevera para tomarme un zumo y al cerrarla miro el calendario y tacho un día más. Dos de julio. Ya hace un mes que Wendy se fue... Y casi cuatro desde que me dejó. Aún no me creo que las cosas hayan pasado así. En dos semanas es el cumpleaños de Rick, decido que me centraré en eso. Después de todo, él es lo único que me queda y sé que, si no fuera por él, ahora mismo no sé dónde estaría. Bueno sí, probablemente muerto. ¿Qué podría regalarle? Ya tiene de todo. Un viaje tal vez, para él y para Alice. Ahora que ha vuelto a contratarme, no tengo problemas de pasta. Sí. Decidido, les regalaré un viaje. Me tumbo en la terraza, sobre una tumbona acolchada y me quito la camiseta quedándome solo con el bañador. Me hecho un poco de crema, aunque no suelo quemarme, y a los pocos minutos mi móvil vibra. Lo cojo sin mucho entusiasmo y veo un mensaje de un número que no conozco. Ya ni siquiera tengo la esperanza de que sea mi mocosa. 11.25am 4157889879 Llevo más de una hora esperándote. No te molestes en venir, que te den por el culo. 11.25am Yo Perdona, creo que te has equivocado de número. Me llamo Josh, ¿Quién eres? 11.25am 4157889879 Lo siento... Me llamo Rachel. El mensaje era para mi novio. Ex novio ahora. 11.26am Yo De acuerdo, no te preocupes. Y lo siento por eso. Seguro que es un idiota. 11.26am 4157889879 Lo es, pero tú pareces simpático. 11.26am Yo Jajaja, no lo parezco, lo soy. ¿De dónde eres? Por el prefijo supongo que de San Francisco. 11.26am 4157889879 Sí, tú también, ¿no? 11.27am Yo También. Oye, voy a guardar tu número. No sé qué coño estoy haciendo. No tengo ganas de ligar con nadie, joder, pero al menos quiero saber con quién estoy hablando y así podré ver su foto. Respiro tranquilo cuando veo que la chica no está mal. Nada mal, en realidad. Rubia con los ojos muy oscuros, aparece con un perro en Baker Beach. ¿Podrá al menos distraerme un rato? 11.29am Yo Hola, preciosa, ya está, ahora ya puedo verte. 11.29am Rachel Sí, jajaja. ¿Eres tú el de la foto? 11.30am Yo Sí, ¿por qué? 11.30am Rachel Eres muy guapo... 11.30am Yo Tú también. Tu novio... ex novio, es gilipollas por plantarte. 11.30am Rachel En realidad llevamos mucho tiempo mal. Esto solo ha sido lo que faltaba. 11.31am Yo Te entiendo... A veces las cosas no salen como uno las planea. 11.31am Rachel Parece que hablas desde la experiencia. 11.31am Yo Lo hago. Pero es una larga historia de la que no me apetece hablar ahora. 11.31am Rachel Vale. Oye, tengo cosas que hacer... Hablamos más tarde, ¿vale? 11.32am Yo Cuando quieras. Dejo el móvil sobre la mesa y cierro los ojos bajo el abrasante sol de San Francisco. ¿Qué estás haciendo, Josh? Pues vivir. WENDY Las manos de Gary bajan por mi muslo, apretando mi trasero para atraerme a él. Joder, esto es demasiado intenso para mí. Ha pasado demasiado tiempo desde que un hombre me tocó, y más aún desde que lo hizo uno que no fuera… él. —Josh... —musito, e inmediatamente lo aparto de mí. —Vaya, princesa. —Retrocede un poco e intenta disimular la incomodidad—. Veo que el recuerdo es demasiado fuerte todavía, pero no te preocupes, pasará. —Lo siento, Gary. De verdad que quiero olvidarle... pero no es fácil. — El familiar nudo en la garganta asoma y saluda. —Te entiendo. Solo he tenido una novia y estuvimos dos años juntos. —¿Qué pasó? —pregunto sentándome sobre la cama. —No le gustaba mi trabajo. —Ah, ¿también trabajas aparte de la universidad? —Claro, no todos somos millonarios —aclara con humor. —¿Y cuál es tu trabajo? —Desplumar a la gente —responde orgulloso. —¿Perdona? —Casino. Soy de Las Vegas, muñeca. ¿Qué esperabas? —¿Juegas... a la ruleta? —Blackjack. —¿Y así ganas dinero? —Joder que si gano. Soy una máquina. Estoy pagando mis estudios y los de mi hermano. Y, en fin, no vivimos mal. Aquí estamos, ¿no? —¿Y por qué no le gustaba a tu novia? —Bueno, porque no siempre sale bien. De vez en cuando vienen personas que no saben perder. Y si esas personas son... peligrosas... Bueno, digamos que todo se complica. —Entiendo. Acerca una mano hasta mi mejilla y la acaricia con suavidad, lo que me provoca cerrar los ojos de nuevo mientras siento su tacto. —Lo siento. —Sacudo la cabeza y me alejo—. Es que hace tanto que no... Perdona. —No sabes lo difícil que me resulta tenerte a esta distancia y no besarte. —¿Y por qué no me besas? —Porque no quiero que estés pensando en él mientras lo hago. —No pensaré en él. Lo prometo —murmuro aproximándome. —¿Me estás pidiendo que te bese, princesa? Asiento con timidez. Realmente me ha gustado cuando lo ha hecho, así que... ¿Por qué no repetirlo? Seguramente Josh se habrá follado a medio San Francisco ya. Acerca su boca despacio y, cuando faltan centímetros para que se unan, gira mi barbilla con sus dedos y me da un beso lento en la mejilla. —Cuando lo desees de verdad, vuelve a pedírmelo. Estaré encantado de saborear esos labios de nuevo. Se levanta y sin decir nada más, desaparece. Me dejo caer en la cama, confundida y enfadada. ¿Qué estará haciendo Josh? 3. UN SOPLO DE AIRE FRESCO JOSH He vuelto a llamar a Wendy, las ganas de hablar con ella han sido mayores a mi orgullo personal. Ella está por encima de todo, esto es lo único que tengo claro en medio de tanto caos, en medio de tanto dolor. 2.03am Rachel ¿Qué hace mi desconocido favorito? Me levanto del sofá para coger el móvil que está al lado de los restos de marihuana. Es ella. Rachel. ¿Qué hace escribiéndome a las dos de la madrugada? ¿Quiero responderla? En realidad, quiero hablar con mi mocosa, pero ella ni siquiera me recuerda y los únicos minutos en los que yo no la recuerdo a ella es cuando hablo con Rachel. Así que, sí. Quiero responderla. 2.04am Yo Fumando un cigarro mientras veo una película. ¿Y tú? 2.04am Rachel Acabo de salir de trabajar. 2.04am Yo ¿Dónde trabajas? 2.05am Rachel ¿De verdad quieres saberlo? 2.05am Yo Sí. 2.05am Rachel Soy bailarina en una discoteca. 2.06am Yo ¿Eres stripper? 2.06am Rachel Sí. 2.06am Yo Vaya, eso sí que no me lo esperaba. ¿En serio? Tiene que ser una puta broma. No puedo salir con una stripper, aunque podemos pasarlo bien… Wendy está haciendo Dios sabe qué con ese Gary, así que no veo el motivo para que yo no pueda hacer los mismo. Al fin y al cabo, ella tomó la decisión de borrarme completamente de su vida al subirse a ese avión. 2.07am Yo A ver cuando me haces un baile privado, ¿no? 2.07am Rachel Tendrás que venir a la discoteca y pagar como todos, guapo. No le hago bailes privados a cualquiera. 2.07am Yo Pero yo no soy cualquiera. 2.07am Rachel Yo no te conozco de nada. Así que sí. 2.08am Yo Arreglemos eso, entonces. ¿Dónde estás? 2.08am Rachel Esperando un taxi en la calle Geary. 2.08am Yo ¿Trabajas en Ambassador? No te muevas, paso a buscarte. 2.08am Rachel: De acuerdo. Me pongo un poco de colonia, los vaqueros gastados y una sudadera encima de la camiseta blanca, cojo mi casco y las llaves de casa, y bajo al garaje. Arranco la moto para conducir unas cuantas calles, subo por cuesta y vuelvo a bajarlas, hasta que llego a la calle dónde trabaja. El lugar está abarrotado porque están cerrando y la gente trata de salir, formando grandes colas. Va a ser imposible verla, así que aparco la moto en frente de la discoteca, al otro lado de la calle. 2.23am Yo Estoy justo en frente de la puerta. Al otro lado de la calle. 2.23am Rachel ¿Con una moto? 2.23am Yo Sí. ¿Dónde estás? —Aquí. Una chica de piernas escandalosas se acerca cruzando la calle. Lleva una falda vaquera muy corta, unas botas altas y una camiseta blanca de tirantes. Siendo realista, está muy buena. —Vaya, eres aún más preciosa en persona. —Rodeo su cintura y la pego a mí para darle dos besos. —Lo mismo digo, guapo. —Sube. —Le doy el casco y lo acepta sin rechistar. Es más, parece que le gusta la idea de que tenga una moto. Posa sus manos alrededor de mi pecho y me produce un escalofrío. Hace más de cuatro meses que no tengo sexo. ¡Cuatro meses! No pasaba una sequía semejante desde que era virgen. Me detengo en un semáforo y me giro para mirarla al darme cuenta de que no sé hacia donde debo ir. —¿Dónde vives? —No pienso llevarla a casa y que Rick la vea… —En Pacific con Powell. Asiento y continúo recorriendo las avenidas hasta que llegamos a la suya un poco después. Aparco frente a su portal y nos bajamos con tranquilidad dispuestos a caminar hasta la puerta, es entonces cuando coloca una mano en mi pecho para detenerme. —¿Por qué debería dejarte entrar? —Porque quieres hacerlo. Parece que mi respuesta le convence puesto que sonríe de forma traviesa y sigue hacia dentro. Observo su trasero mientras sube las escaleras, preguntándome a mí mismo si realmente es esto lo que deseo, si seré capaz de acostarme con ella. Entramos en su apartamento y me recuerda un poco al lugar dónde he estado viviendo estos meses, un salón pequeño, con cocina americana y una barra. Dos sofás, un televisor, una mesilla y dos puertas. Nada excesivo. Supongo que una será la de su habitación y la otra la del baño. Tanteo un poco mientras ella observa cada uno de mis movimientos, y paseo sin prisa hasta el sofá en el cual me dejo caer antes de sacar un cigarro. —Seguro que tienes algo mejor —dice sentándose directamente sobre mí. Joder, no se anda con tonterías. Creo que Rachel es el tipo de chica que menos me conviene en estos momentos, pero el único tipo capaz de hacerme perder la cabeza durante un par de horas. —¿Esto es lo que quieres? —Le muestro la marihuana con la misma sonrisa torcida que no había usado en mucho tiempo. Asiente y me la quita. Observo en silencio como se hace el porro, con mis manos apoyadas a cada lado del sofá. No me atrevo a tocarla. Hace mucho tiempo que no acaricio a otra mujer que no sea mi pequeña… —Puedes tocarme, no muerdo. Esa solía ser una de mis frases, y ahora tengo encima a una stripper, medio desnuda, insinuándose y con ganas de todo. Y yo no soy capaz de moverme, ni siquiera estoy cachondo, joder. Me obligo a mí mismo a colocar una mano en cada lado de su cadera. Ella sonríe y se enciende el porro, le da una calada profunda y expulsa el humo en mi cara. No, joder. No puedo con esto. Mi primer beso con Wendy fue muy parecido, esto es una estupidez. Abro la boca para decirle que me voy, pero antes de pronunciar una palabra, coloca una mano detrás de mí cuello y me atrae para besarla. Su lengua entra enseguida en mi boca y busca la mía, pero yo estoy inmóvil. —Pe-perdona —digo quitándomela de encima y levantándome—. Tengo que irme. —Estás de coña, ¿verdad? —reclama indignada. —Lo siento. WENDY Hace un mes y medio que llegamos a París. Las cosas han ido bien, aunque irremediablemente echo de menos a Josh más de lo que me gustaría admitir ¿Por qué es tan difícil sacarlo de mi cabeza? Estoy segura de que él hace tiempo que me ha olvidado. Las cosas con Gary no van mal, aunque no puedo darle todo lo que me gustaría y merece, es un chico estupendo, pero no me siento bien estando con él y pensando en Josh al mismo tiempo. Necesito acelerar el proceso, joder, el verano acabará antes de lo que parece y para entonces debo haberlo olvidado del todo. Hace más de tres semanas que no hablo con mi hermano por teléfono, los horarios son una mierda y casi siempre le pillo dormido, así que intercambiamos mensajes de vez en cuando y nada más. Creo que él también está intentando dejarme mi espacio para que piense en San Francisco lo menos posible. Cuando me levanto por la mañana, me sorprende ver que está lloviendo teniendo en cuenta que estamos a mediados de julio. Aunque me encanta, las tormentas de verano son mis favoritas. Salgo al estrecho balcón de mi habitación e inhalo el aire fresco profundamente, me encanta el olor del asfalto caliente recién mojado. Voy al salón y aprovecho que el teléfono de Amy está sobre la barra de la cocina para llamar a mi hermano. —¿Sí? —¡Ricky! —Wendy, por Dios, son las cuatro de la mañana. Baja el volumen. —Perdona, aquí es la una. Acabo de despertarme y te echaba de menos —río caminando por el salón. —Yo también te echo de menos a ti, enana. ¿Qué tal te va? —Bien… —¿Qué pasa? ¿Quieres contarme algo? —No, es que… Bueno, Ricky… Hemos conocido a unos chicos. —Lo sé. —¿Cómo lo sabes? —Josh llamó al móvil de Amy desde el de Alisson poco después de que te marcharas, y un chico contestó. Dijo que estabas con un tal Gary… Llamé a Amy y me dijo que solo habíais salido a bailar. —Esa zorra no me ha dicho nada. Voy a matarla —gruño sintiendo cómo la ira crece en mi interior. —Wendy, ¿qué ha pasado con ese chico? —Me besó. —¿Te…? —Mi hermano suspira— Vale. ¿Y qué hiciste? —Nada, besarlo, pero después lo aparté y… —¿Y qué? —Lo llamé Josh. —¿En serio? Wen, deberías aclarar tus sentimientos antes de… Bueno, ya me entiendes. —Está Josh ahí, ¿verdad? Por eso evitas decir algunas cosas —adivino, él solo me responde con un suspiro—. Tu silencio habla por ti, llámame cuando estés solo. —Espera. Wendy, deberías saber algo. —¡No! —Escucho la voz inconfundible de Josh de fondo. Hacía mes y medio que no la escuchaba. Todo mi cuerpo se tensa y miles de recuerdos cruzan mi cabeza. —¿Qué? —inquiero al escuchar murmullos de fondo. Están hablando, pero no oigo nada— ¿¡Qué pasa!? ¡Rick! —Nada —dice con voz triste—. Te llamaré, enana. Te quiero. —¡Rick! ¡Dime que pasa! —Nena, hola. —Josh… —Doy dos pasos hacia atrás y me siento en el respaldo del sofá. —¿Cómo estás? —Cualquier sílaba que sale de su boca es una jodida droga para mis sentidos. —Bi-bien. ¿T-tú? —Echándote de menos. Pero lo sé, no es necesario que lo digas. Sé que no quieres saber nada de mí, solo quería saber cómo estabas y… escuchar tu voz. —Yo… te-te echo de… Tengo que colgar. Pulso el botón rojo y me dejo caer en el suelo, no soporto esta situación, lo odio a él y me odio a mí misma por no ser capaz de superarlo, por ser tan débil. —Winni, ¿estás bien? —Joder, estás pálida. —Matt sale de la habitación tras Tiffany—. Estás temblando, Wendy. ¿Qué te pasa? —pregunta a la vez que tira de mis manos para levantarme. —He-he hablado con Josh. —¿¡Que!? ¿Lo has llamado? —No. Estaba hablando con mi hermano y se ha puesto él. —Oye, hablamos luego ¿vale? —dice a Matt. Él asiente y se despiden con un beso antes de que ella regrese a mi lado—. Cuéntame que ha pasado. ¿Qué te ha dicho? —Que me echa de menos y que solo quería escuchar mi voz. —Que hijo de puta. Ni aquí te deja en paz. Amy sale del baño en ese momento y se queda mirándonos sorprendida por nuestras caras, recoge su pelo en una cola de caballo y arquea una ceja. —¿Se ha muerto alguien? —¡Tú! —grito saltando por encima del sofá para lanzarme contra ella encolerizada. Ella corre alrededor del salón para que no la coja. —¿¡Qué coño te pasa!? ¿Está colocada? —pregunta a Tiffany como si yo no pudiera escucharla mientras corre alrededor de los sofás para que no la alcance. —¿¡Por qué no me dijiste que Josh llamó y Matt le dijo que estaba con Gary!? —Oh, eso… Bueno, se me olvidó. —¿Se te-se te…? ¡La mato! —chillo mirando a Tiffany antes de retomar mi persecución histérica. Corremos unos segundos más hasta que me doy cuenta de lo ridícula que soy, así que me subo en uno de ellos y salto por encima, agarrándola por el brazo. Tiffany nos separa como puede e intenta mediar antes de que perdamos las dos los papeles por completo. —¡Lo siento, joder! Fulmino a Amy con la mirada, y me encierro en mi habitación dando un portazo tan grande que el cuadro que cuelga junto a ella cae al suelo. JOSH —¿¡Qué coño te estaba diciendo!? —Nada, Josh… —Rick, te conozco. Dime que pasa —ordeno sujetándole por el brazo para que no se meta en su dormitorio. —Ella…Bueno, Gary la besó. Lo miro perplejo, aunque no tan sorprendido como esperaba, lleva mes y medio en París, estaba convencido de que esto ya había sucedido, aunque saberlo de primera mano es otra cosa. —Y qué… ¿Ella que hizo? —averiguo sin saber si quiero conocer la respuesta. Rick se frota la nuca y mira al suelo— ¡Dilo! —Lo besó. Espera —dice cuando me doy la vuelta—, pero luego le apartó y lo llamó por tu nombre. —Estás de coña, ¿verdad? —pregunto sorprendido. —No. Ella aun te quiere, hermano. Si me hicieras caso y le dijeras… —Se han besado. Ella ya no me quiere. —Eso no es justo, Josh. Tú besaste a Jenna. —No está claro… —Aun así… Necesito aire, necesito salir de aquí, se me van a caer encima las paredes de este puto ático en el que tantos momentos hemos compartido. Por mucho que me joda, la única que puede ayudarme ahora es Rachel, así que cojo el teléfono e ignoro la voz de Rick mientras me meto en mi cuarto. Son las cuatro y media, pero seguro que todavía no se ha ido a dormir. 4.07am Yo ¿Estás despierta? 4.08am Rachel Ahora sí. ¿Qué pasa? 4.08am Yo ¿Puedo ir a tu casa? 4.08am Rachel Josh… creo que debes solucionar unas cuantas cosas antes de pensar si quiera en quedar con otra mujer. Sé que tienes a alguien en la cabeza. 4.09am Yo ¿¡Puedo o no!? 4.11am Rachel Está bien. Quince minutos después estoy tocando a su puerta, puesto que la del portal estaba abierta. Me abre en bragas y con una camiseta de manga corta, no lleva maquillaje y no es tan guapa como el otro día, pero me da igual. Sin decir nada coloco las manos en sus mejillas y la atraigo hacia mí. Busco su lengua y enseguida la encuentro, rodea mi cuello con sus brazos y caminamos marcha atrás hasta toparnos con el respaldo del sofá. Si fuera mi mocosa ya la tendría rodeando mi cintura con sus piernas, pero Rachel es demasiado alta. Casi tanto como yo. Bordeamos el sofá y va a sentarse sobre mí, pero la aparto y quedo yo tumbado encima de ella. Comienza a besarme el cuello y a darme lametones demasiado exagerados, pero nada… no me mueve nada por dentro. Ni por fuera. No siento nada, joder. Me levanto de mala hostia y me mira con ganas de asesinarme. —Cómo se te ocurra decirme que te vas, puedes borrar mi número ya. —No quiero irme, joder. Pero… mierda. No siento nada, Rachel. ¡Nada! —grito enfadándome conmigo mismo. —Relájate. Puede que hayamos ido muy rápido. Se levanta y camina hasta mí, acaricia mi cuello y posiciona sus labios sobre los míos. Lo hace de una manera pausada, pero caliente. Recorre mi boca con su lengua despacio y yo intento poner de mi parte. La atraigo a mí agarrándola por la cintura y respondo a su beso, pero no hay nada que hacer. No es ella. Wendy solo hay una… ¡Y se la va a follar ese hijo de puta! Aparto a Rachel sin decir nada y salgo sin mirar atrás. WENDY Amy lleva toda la tarde aporreando mi puerta, pero ni siquiera he salido a comer, tengo el estómago cerrado y ninguna gana de ver su cara. Sin embargo, hacia las ocho de la tarde vuelven a tocar, pero esta vez de manera más sueva y sin sus gritos de por medio. —Soy yo, princesa. ¿Me abres? Dudo algunos segundos, pero enseguida me pongo en pie, camino desganada y dejo que pase, asegurándome de fulminar con la mirada de nuevo a Amy, la cual está sentada en el sofá y me mira ofendida por dejar entrar a Gary y no a ella. —¿Qué ha pasado? Matt me ha dicho que estabas mal esta mañana — comenta apoyado en la ventana. —No me apetece hablar de eso, Gary. —No hay problema, hablaremos de lo que quieras. —Sonríe en un asentimiento y hace un gesto para que me relaje. Gary me gusta. Quiero decir que, no sé… Me hace reír, me hace sentir a gusto, deseada, segura… Y, sobre todo, me ayuda a olvidar. —Entretenme. —Improviso con seriedad y convencida. —¿Cómo dices? —consulta sorprendido. —Ya me has oído. Estas aquí para hacerme sentir mejor, ¿no? Pues distráeme. Enséñame lo mejor que sepas, Gary. Hazme olvidar. —Wendy… —Niega con la cabeza en medio de una risa nerviosa—. No sé a dónde quieres llegar. —Se aproxima despacio y con cierta cautela—. Así que antes de cagarla, dime lo que quieres con claridad. —Quiero que me hagas olvidar, Gary. Me da igual cómo lo hagas. —Tentador —susurra deteniéndose a centímetros de mi boca—. Vístete. Te espero en el portal. Y sin decir más, sale de la habitación. Cualquier otro en su lugar habría aprovechado la oportunidad para acostarse conmigo y hacerme todo lo que su imaginación fuese capaz de procesar, él, sin embargo, ha roto todos mis esquemas. Me pongo unos shorts porque, a pesar de estar lloviendo, no hace frío. También una camiseta estampada y unas deportivas, agarro mi bolso, el mi móvil y salgo al salón. —¿Dónde vais? —pregunta Tiffany con un puñado de palomitas en la boca. —No lo sé. Solo me ha dicho que me vista y baje al portal. —Wen… —Amy me mira con arrepentimiento. —Te perdono, zorra. Pero cómo vuelvas a ocultarme algo cambiaré tu tinte de pelo por agua oxigenada. —Eres cruel, pero me parece justo, lo siento —expresa levantándose para abrazarme—. Te quiero, pasadlo bien. —¡Usad protección! —¡Tiffany! —gritamos Amy y yo al mismo tiempo. Bajo las escaleras del portal pensando a dónde me llevará, en qué se le habrá ocurrido. Salgo del edificio y le veo apoyado en su coche, al otro lado de la calle. —Adelante —incita al mismo tiempo que abre la puerta y me tiende la mano. Entro con una sonrisa y me pongo el cinturón mientras él se monta por su lado. —¿A dónde vamos? —Me has dicho que te entretenga, ¿no? Que te haga olvidar. —Sí —asiento. —Pues es lo que me propongo. Conduce unos minutos hasta detenerse frente a un edifico muy conocido para una amante del chocolate como yo. —¿Por qué sabes que me gusta el chocolate? —Porque eres muy dulce —dice acercándose de repente—. No quiero ni imaginar cómo deben de saber otras partes de tu cuerpo. Lo miro perpleja, me aclaro la garganta y me limito a arquear una ceja mientras él sonríe y sale del vehículo sin decir nada; siempre me pilla por sorpresa cuando me dice este tipo de cosas. Nos aproximamos a la entrada y aguardamos a que pase una familia con niños antes de que nos atiendan a nosotros. —Bienvenidos al Choco-Story. —Muchas gracias. —La entrada son nueve cincuenta —informa la señora del mostrador. Gary saca la cartera y de reojo veo demasiados billetes para llevarlos, así como así por la calle… Coloca la mano en mi espalda y caminamos hacia dentro. Vamos entrando en las diferentes salas, viendo un montón de figuras y de materiales Mayas y Aztecas. He estado varias veces y mi parte preferida siempre es la última, cuando te dejan probar el cacao, así que tiro de su mano y terminamos la visita con rapidez. —Oye, ¿por qué tienes tanta prisa? —Me muero de ganas de probar… —De probarte a ti me muero de ganas yo —espeta y tira de mi mano cuando casi voy corriendo, haciendo que me choque contra su cuerpo. Entreabro la boca por la impresión y él acaricia mis labios, provocando que yo baje la mirada a los suyos sin poder evitarlo. —Quiero un vale firmado para poder hacerte olvidar como yo quiera cuando yo quiera —dice con el semblante divertido—. Lo digo en serio, Wendy. —Te lo daré. —Sonrío y sujeto su mano para que me siga. Entramos en la última estancia y me relamo cuando el olor a chocolate entra por mis fosas nasales. Gary me mira y ríe ante mi comportamiento infantil. —Bien, ahora podrán degustar nuestro cacao y comprobarán que está perfectamente hecho. La textura, el sabor… Dejo de escuchar a la pesada que no para de hablar y espero con ansia a que la gente pase y llegue mi turno. Cojo un bombón y me quedo boba mirando cómo la primera máquina expulsa pequeñas cantidades de chocolate derretido dentro de los moldes para solidificarlo después. Cuando la gente y la guía avanzan hacia la siguiente máquina, Gary me guiña un ojo y mete el dedo en medio de uno de los chorros, pringándoselo entero. —Procura no arrancarme el dedo —dice acercándolo a mi boca. Lo cojo con las dos manos y primero lo chupo con la punta de la lengua sin abrir la boca. Cierro los ojos y siento cómo se me dilatan las pupilas. Dios, esto es orgásmico. Sin poder resistirme me meto todo el dedo y lo chupo aún con los ojos cerrados, asegurándome de recoger todo el chocolate con la lengua. Segundos después los abro mientras lo saco de mi boca. Gary está serio, pero con la sonrisa en sus ojos. Brillan y se han oscurecido. Ahora son del mismo gris que tiñe el cielo cuando se avecina tormenta… —Eso ha sido muy caliente, princesa. Demasiado. —Lo siento. —Me disculpo avergonzada—. Pierdo la cabeza con el chocolate. —¿También me chuparías a mí si me unto entero? —Cállate. —Le doy un pequeño empujón mientras me río. Terminamos la visita y me compra una caja de bombones cuando pasamos por la tienda del museo, se lo agradezco con un beso en la mejilla y volvemos al coche. —Gracias, Gary. Lo necesitaba —reconozco cuando aparca frente a mi apartamento y caminamos hasta el portal. —Me alegra haber ayudado —responde con una sonrisa—. Espero que me llames para comer esos chocolates. Y piénsate lo de untarme —añade guiñándome un ojo—. Aunque si quieres… también puedo untarte yo. Se acerca a mí, acorralándome contra la puerta. Coloca un brazo a cada lado de mi cabeza y me mira un segundo antes de seguir hablando. —Apuesto a que sabes deliciosa —susurra contra mi oído un segundo antes de regalarme un pequeño beso bajo la oreja. Mierda, no debería conocer ese lugar. Un gemido casi inaudible sale de mi garganta, pero cierro la boca para que no se escuche. Sin embargo, por su sonrisa sobre mi cuello, sospecho que lo ha oído. —Todavía no sé si te pongo cachonda porque te gusto o porque llevas meses sin sexo. Y no me gusta no saberlo. —¿Quién ha dicho que lo hagas? —¿Quieres que se lo preguntemos a tus bragas? —Eso sería complicado porque no llevo. Me doy la vuelta satisfecha por su cara con intención de entrar en el portal, sin conseguirlo, ya que tira de mi mano y me rodea con un brazo, pegándome a su pecho. —Cómo sea verdad que no llevas bragas, juro que te meto en el cuarto del conserje y te follo ahora mismo. —Compruébalo —invito, agarro su mano libre y la bajo por mi espalda, parando justo antes de llegar a mi trasero. Lo miro con malicia y ahí está, esa sonrisa ladeada que termina por volverme loca. Baja la mano con suavidad hasta donde terminan mis shorts, mete una mano por dentro, acariciando la piel desnuda, y sigue subiendo hasta notar el borde del tanga. —He dicho que no llevaba bragas, no que no llevara nada. —Río. —Vas a matarme. ¿Qué hago yo ahora con esto? —Coloca su erección contra mi pelvis. —Estoy segura de que tus manos trabajan muy bien. —Mejor de lo que te imaginas. ¿Quieres comprobarlo? —sugiere con sus manos sobre mis nalgas. —Tal vez otro día. —Eres mala, muñeca. Pero te la voy a guardar —promete mientras sonríe. —Mira cómo tiemblo —digo subiendo las escaleras después de guiñarle un ojo. 4. AMARGA VERDAD WENDY Dentro de tres días es diecisiete de julio, el cumpleaños de mi hermano. Gary y los chicos se marchan el dieciséis y yo no sé qué hacer, aquí estoy bien, pero también quiero ver a mi hermano y celebrar su cumpleaños con él. —Chicas…—comienzo mientras recojo la mesa—. En unos días es el cumpleaños de mi hermano. —¿Qué día? —El diecisiete. —Matt se marcha el dieciséis. —Tiffany hace un puchero. —Y Chad. —Amy la imita. —Dejad de llorar, podréis verlos cuando queráis, no son tantas horas. —Igual que tú a Gary. —No empieces, Tiff —digo cerrando el grifo y secándome las manos. —¡Venga ya! ¿Vas a tener el valor de decirnos que no os habéis besado? —interroga mientras me seco las manos sin levantar la vista—. ¡Os habéis besado! —chilla saltando sobre el sofá. —Calla, loca. —Río. —¿Cuándo? ¿cómo ¿dónde? ¿cuántas veces? —insiste Amy igual de emocionada. —La noche del picnic… —¿¡Qué!? ¡Serás zorra! ¡Y nos lo cuentas ahora! —Bueno, es que no sé. Estoy muy a gusto con él, pero… —Nada. Pero nada. Gary es perfecto para ti, Wen. —Me interrumpe Amy. —Hablando de macizos… —dice Tiffany mirando por la ventana—. Nosotras nos vamos. Frunzo el ceño por no saber a lo que se refiere, aunque enseguida lo descubro cuando, al abrir la puerta para marcharse, Gary entra por ella con una enorme sonrisa enmarcando su rostro. —¿Tanto me echas de menos? —bromeo al mismo tiempo que le paso una cerveza. —No te imaginas cuánto. —Me mira desde el otro lado de la barra cuando la acepta. Su sinceridad siempre me pilla por sorpresa. Si bien no me acostumbro a que sea tan directo, es algo que me encanta. —Te vas dentro de dos días… —comento fingiendo desinterés. —Sí. ¿Vas a querer que vaya a verte a San Francisco? —consulta y deja la bebida sobre la encimera para rodear la barra, de modo que queda frente a mí. —Claro —respondo con una sonrisa. —Bien, porque pensaba hacerlo de todas maneras. Sujeta mis muñecas y las coloca tras mi espalda, sujetándolas solo con una de sus manos mientras aproxima su rostro al mío. —Tú y yo tenemos algo pendiente, muñeca —murmura cerca de mi boca. En lugar de besarme, arrastra los labios por el borde de la mandíbula hasta mi oreja, lugar desde el que desciende provocando que su respiración me erice la piel. Vuelve al mismo punto que casi me hizo enloquecer la última vez y roza con sus labios un par de veces antes de dejar un beso suave. Esta vez no cierro la boca y el gemido sale. Bajo pero perceptible. —¿Hoy tampoco llevas bragas? Espero que me digas que sí, porque solo con esta camiseta sería muy fácil acceder a todos los rincones de tu cuerpo, princesa. Hemos pasado el día vagueando y ni siquiera me he vestido, tan solo llevo unas bragas negras y la camiseta grande que uso para dormir. Ni siquiera me he puesto el sujetador. Aprovecha las circunstancias y sube la mano por mi muslo hasta tocar el borde de la única prenda de ropa interior que visto, suspira contra mis labios y, antes de darme cuenta, me levanta en brazos. No deja de mirarme de camino a la habitación, donde me tumba sobre la cama con sumo cuidado. Estoy nerviosa, joder. ¿Por qué estoy nerviosa? Ni que fuera la primera vez. Lo es desde Josh… Se quita la camiseta mostrándome unos perfectos oblicuos que marcan el camino a lo prohibido. Un camino tentador y muy definido. Gary sigue mi mirada y sonríe, se coloca a mi lado y, antes de que me dé cuenta, está besándome. Su lengua busca la mía con impaciencia y, tras dudar unos segundos, me dejo escapar a lo desconocido. Cuando siente que le correspondo, el beso se hace más profundo. Tanto como la primera vez. Su mano baja hasta mi muslo, que ahora está flexionado, y sube lentamente. Deja mi boca para besar nuevamente mi cuello, yo solo cierro los ojos y decido dejarme llevar del todo. —Sería un pecado no tocar cada centímetro de tu cuerpo. Su áspera voz promete un placer inigualable. Su mano me toca por encima de las bragas y, lentamente, va tirando de ellas hacia abajo, tan despacio que apenas soy consciente cuando ya me las ha quitado por completo. —Dios, me muero de ganas de enterrar la cabeza entre tus piernas — confiesa antes de besarme. Me acaricia sin llegar a tocar nada en especial, pero solo con saber que sus manos están tan cerca del punto exacto, hace que la excitación crezca. De un momento a otro, la yema de uno de sus dedos cambia de rumbo y se posa sobre mi clítoris, haciéndome arquear la espalda y soltar un gemido de placer demasiado alto para lo poco que ha hecho. Pero, joder, llevo cuatro meses sin sexo. —Sí, Wendy, a esto me refería. Me quita la camiseta sin esfuerzo, dejándome completamente desnuda frente a él. Admira mis pechos unos segundos y acerca la boca acariciando uno de mis pezones con su lengua mientras hace lo mismo con sus dedos en el otro. La sensibilidad en ellos aumenta tanto que duele. Sigue descendiendo, mientras deja un camino de besos por todo mi vientre. Me abre las piernas con sus dos manos y soy incapaz de mirar hacia abajo, creo que me correré solo de ver su cara enterrada ahí. Sin previo aviso, comienza a devorarme. Literalmente. Su lengua hace unos movimientos vertiginosos sobre mi clítoris, esa velocidad debería tener un maldito récord. Definitivamente sabe lo que hace. El momento se acerca y no quiero que esté ahí abajo cuando suceda, así que tiro un poco de él para que suba. —No —dice leyéndome el pensamiento—. Sabes demasiado bien como para querer quitarme lo mejor. Vuelve a ocultar su lengua en mi interior, metiéndola y sacándola. Subiendo a mi clítoris y volviendo a bajar. Agarro su pelo y, sin previo aviso, me corro, pero él no se detiene, sino que aumenta la velocidad. De modo que tiro de su pelo con fuerza para que pare, consiguiendo únicamente que me sujeta las muñecas contra la cama y siga profundizando. Yo grito sin remedio, abrumada por el placer que está haciendo temblar todo mi cuerpo y que, de nuevo, hace que alcance el orgasmo por segunda vez. Gary se detiene, relame sus labios y pasa la mano por la boca mientras sube hasta quedar posicionado sobre mí. —Deliciosa. JOSH Voy a volverme loco, joder, necesito que Wendy vuelva. No, tiene que volver, no es negociable. No puedo más con esta mierda, soy un jodido desgraciado sin ella. Solo quiero que me mire con esos ojos de niña que tanto me gustan y sentir ganas desesperadas de besarla cuando muerda su labio. La próxima semana se pasa rápido. Han llegado más envíos de lo normal, así que pasamos casi todo el día trabajando y entretenidos. Además, no he vuelto a ir a ninguna fiesta, por lo que hace meses que no veo a nadie que no quiera ver. Mejor así. Lo último que necesito ahora son más problemas. Camino por la casa sin ninguna gana, arrastrando los pies. De la cama al sofá y del sofá a la cama. Es lo que hago hasta un día antes del cumpleaños de Rick, les he comprado un viaje a las Islas Fiyi y el vuelo sale mañana, así que tengo que dárselo hoy. Entro en la cocina y comienzo a preparar un plato de pasta al horno, macarrones gratinados con carne picada, su plato preferido… No el de Rick, sino el de la mocosa. —¿Qué es todo esto, Josh? —pregunta Rick saliendo de su habitación al encontrarse con la mesa puesta y todo preparado. —Feliz cumpleaños, hermano —digo con una sonrisa. —Mi cumpleaños no es hasta mañana. —Lo sé, pero mañana no vamos a poder celebrarlo. —¿Y eso por qué? —Siéntate. Voy a por Alice —informo de camino al pasillo—. Rubia, ven a comer. Los dos se sientan y me miran extrañados mientras sirvo la comida, hablamos de cosas sin importancia y de algunos temas del trabajo hasta que terminamos con los macarrones, entonces me levanto y cojo el sobre de mi habitación, emocionado. —Esto es para vosotros. —¿Qué…? —Lo abre con urgencia y me mira impresionado—. Josh… tío, esto debe haberte costado una pasta —asegura y mira los billetes de nuevo. Alice se levanta y, sin decir nada, me rodea con los brazos y me abraza. —Eres una gran persona, Josh. Estoy segura de que, a pesar de todo lo que te está pasando, algún día la vida te lo recompensará. —Gracias, Alice —digo pellizcando su mejilla. —Tío… —comienza a hablar Rick, pero le interrumpo. —Hermano, esto… —señalo los billetes y suspiro— es una mierda comparado con todo lo que te debo. Me has salvado la vida tantas veces que no puedo contarlas con los dedos. No hablo solo de… aquello. —Un nudo comienza a formarse en mi garganta—. Hablo de todas las veces que has dado la cara por mí, me acogiste en tu casa y me diste un trabajo. No sé dónde estaría si no fuera por ti. Eres mi mejor amigo… eres mi hermano. Mi única familia. Necesito callarme porque un par de lágrimas ya se han deslizado por mis mejillas. —Ven aquí, idiota —dice rodeando la mesa y dándome un abrazo–. Siempre voy a estar aquí, hermano. Siempre. Pase lo que pase. Siento mucho haber dudado de ti y… haberte dejado solo estos meses. —Cállate. Yo habría hecho lo mismo. Olvidémoslo. —Le doy una palmadita en el hombro y me separo—. Estos meses… Dios, están siendo los más difíciles de toda mi jodida vida. Estoy enamorado de tu hermana como nunca creí que pudiese estarlo de nadie, pero ella ya no me quiere. Y eso solo es culpa mía. —Paso la mano por mi cara para despejarme y secar las lágrimas—. Creo que va siendo hora de asumirlo. Merece algo mejor que yo. —No digas eso, Josh. Wendy te quiere… solo necesita recordarlo. Nos levantamos temprano la mañana siguiente, le ayudo a terminar las maletas, dado que están tan emocionados que ya se iban sin lo bañadores, y los llevo al aeropuerto para que no pierdan en el vuelo. En un taxi habrían tardado la vida en llegar. —Disfrutad. Lo merecéis —digo abrazando a Alice. —Gracias, tío. Te dejo al cargo de todo, no quemes el taller. —Ríe Rick. —Idiota, todo seguirá igual cuando vuelvas. Diez días pasan deprisa, así que aprovechadlos. Nos despedimos y observo cómo se alejan con sus maletas y con una enorme sonrisa decorando su rostro, se besan mientras facturan el equipaje y me tiran un beso antes de desaparecer por la puerta que lleva a la zona de embarque. Los echaré de menos, pero estoy seguro de que estos días a solas en el ático me vendrán bien para reflexionar y descansar. He decido que ya es hora de espabilar y de asumir la realidad, de madurar como hombre y como persona, la droga no es la solución y los celos tampoco. Si he perdido a Wendy ha sido porque no he actuado bien, y ella tampoco, pero solo puedo hacer algo para solucionar mi parte, la suya no me corresponde a mí… WENDY —Gary… joder. Eso ha sido… —Lo sé. Quería que tuvieras un buen motivo para dejar que te visite en San Francisco. —Ríe al mismo tiempo que se tumba a mi lado en la cama. —Imbécil —digo golpeando su brazo. —En serio, princesa. Me encantaría que siguiéramos viéndonos, sé que allí está… bueno, él. Pero… —No te preocupes por Josh. Lo nuestro es imposible —asumo levantándome para vestirme. —¿Cuándo volvéis? —El viernes es el cumpleaños de mi hermano, así que he decidido que quiero pasarlo con él. Josh ya no vive en casa, de modo que no tendré que verlo. —Eso me tranquiliza —reconoce rodeándome por detrás—. Tengo una idea. ¿Qué te parece si cambio mi billete y te acompaño? Me has hablado tanto de tu hermano que tengo curiosidad por conocer a ese genio de los negocios —propone de repente. Giro la cabeza hacia él de inmediato y niego poco convencida del resultado que eso podría tener. —No creo que sea una buena idea… —¿Por qué? Has dicho que Josh no estará. —Lo sé, pero… Bueno, déjame pensarlo, ¿vale? —Claro. Hoy es diecisiete de julio, ya hemos regresado a San Francisco y me encuentro entrando en el ático con cuidado por si mi hermano y Alice aún duermen. Tengo un jet lag horroroso. Cuando salimos de París era de día y ha ido anocheciendo por el camino, pero ahora son las nueve de la mañana otra vez. —Voy a ver si sigue en la cama —susurro. —¿No sabe que venías? —cuestiona Gary extrañado. —No, es una sorpresa. —Sonrío emocionada al imaginar la cara que pondrá mi hermano. Camino hasta su habitación, pero no hay nadie. Veo de reojo la puerta de Josh abierta y mi masoquismo puede sobre todas las cosas, así que me asomo dentro y todo está sorprendentemente… ¿en uso? Vuelvo al salón con un presentimiento extraño en el estómago y le digo a Gary que baje a preguntar a John, el portero, si ha visto a mi hermano. Él me da un beso en la mejilla y coge las llaves antes de salir. JOSH Después de volver del aeropuerto, decido salir a correr un rato porque todavía son las ocho de la mañana y, si me encierro en casa, ya puedo imaginar cómo será el día… Cuando voy a entrar por el portal, recuerdo que me dejé la bolsita de hierba en coche, así que sigo corriendo un poco más y entro por el garaje con la intención de fumar un poco e ir disminuyendo el consumo de forma paulatina. Abro el coche y, después de cogerla, llamo al ascensor para subir a casa. Reviso el correo del trabajo mientras tanto, alzando la cabeza cuando se detiene en la planta baja. Un tío que no había visto nunca, entra y me saluda con un asentimiento, no decimos nada, lo típico en los ascensores. Miras hacia arriba o hacia abajo. Me sorprende ver que no le ha dado a ningún botón y sube conmigo hasta el ático. ¿Qué cojones…? —Perdona, ¿quién eres? —digo frente a la puerta al percatarme de que me está siguiendo—. En el ático solo está mi casa. —¿Eres Rick? —pregunta con una sonrisa—. Encantado, yo soy Gary. WENDY Escucho la voz metálica del ascensor llegando al ático, de modo que abro la puerta para recibirlo y ver qué le ha dicho John. —Gary, ¿le has preguntado…? Me detengo en seco como si tuviera los pies anclados al suelo, la manzana que había cogido segundos antes se me cae de las manos y el estómago me da un vuelco. —¿Qué pasa, princesa? —pregunta preocupado a la vez que se agacha para recogerla—. Ni que hubieras visto un fantasma. Mis ojos no se apartan de los de Josh. No sé el tiempo que estamos así, apenas serán unos segundos, pero para mí se ha detenido el tiempo. El verde de sus ojos está ahora brillante. Que no llore, por favor, que no llore, por favor. Pido a Dios que Josh no llore cuando es a mí a la que se le ha formado un nudo en la garganta. El nudo más grande que he tenido nunca. Mi cuerpo me envía impulsos infinitos para que corra y me refugie en sus brazos. Solo de pensar en lo que sentía entre ellos… el dolor por dentro se hace inmenso. —¿Estás bien? —Gary se coloca justo delante de mí, rompiendo el contacto visual con el único hombre que he amado en mi vida. Él no dice nada. Cuando Gary tira de mi mano para entrar en el ático, miro sus ojos de nuevo y juro que puedo ver su corazón hecho pedazos. Se da la vuelta y desaparece en el ascensor. JOSH —Gary, ¿le has preguntado…? No. No. Por favor. Mi pequeña. Mi mocosa ha vuelto. Está frente a mí, mirándome con esos ojos que piden mi abrazo a gritos, pero entonces él habla, Gary, y todo mi mundo se derrumba. —¿Qué pasa, princesa? Ni que hubieras visto un fantasma. Las lágrimas cubren mis ojos, pero me obligo a mí mismo a no pestañear para no derramarlas. Princesa. La ha llamado princesa. —¿Estás bien? Soy incapaz de hacer ni decir nada, así que me voy. Me marcho, me ha quedado muy claro que sobro aquí. Bajo en el ascensor nuevamente, con la diferencia de que ahora lo hago dando puñetazos a las paredes y al cristal, rajándolo de esquina a esquina. Dejo escapar un grito de frustración que me asusta hasta a mí. Ella ha vuelto a casa, pero no lo ha hecho sola. Gracias a Dios, Jay está de regreso en la ciudad, así que conduzco hasta su casa y, cuando me abre la puerta, entro sin decir nada, pero cuando se acerca y me toca el hombro para preguntarme qué ha pasado, rompo a llorar. Lloro cómo nunca. Lloro sin parar. Él solo me abraza sin hacer más preguntas. WENDY Las puertas del ascensor se cierran ante mi perpleja mirada, ante mis ojos inundados en lágrimas saladas, las cuales me nublan la vista. Dejo que Gary tire de mí hasta el interior del ático, pero sigo sin ser capaz de decir palabra. —Me estás asustando, Wendy. ¿No era tu hermano? Por cierto, menuda casa que tenéis. —Silva dejándome ahí y entrando para observar el salón. —Él no… No… —Josh —musita al sumar dos más dos. En cuanto dice su nombre, comienzo a llorar sin poder seguir soportando las lágrimas. Suelta un suspiro pesado, pero me abraza fuerte, besa mi cabeza y me acaricia el pelo sin soltarme, hasta que minutos después me separo y paso las manos por mi rostro con rabia. Debía haber predicho que esto podría pasar, aunque nunca lo imaginé. —¿No se suponía que ya no vivía aquí? —Sí. No se… No entiendo… Voy a llamar a mi hermano. Saco el móvil de mi bolso y busco su número. Necesito pestañear varias veces y pasar los dedos por mis ojos para aclararme la visión, antes de colocar el teléfono en mi oído y maldecir al comprobar que está apagado. Amy ha ido a acompañar a Tiffany a casa y aún no ha vuelto, no sé qué hacer. En todo este tiempo creía haberlo superado, un poco, al menos, pero cuando lo he visto… Y lo peor ha sido su mirada cuando Gary me ha llamado princesa. Sin embargo, no sé de qué se sorprende, él fue quien me engañó a mí, ¿qué esperaba? —¿Qué quieres hacer? —No-no sé. Igual no vuelve —digo entrando en mi cuarto. Sigue todo tal y como lo dejé, excepto el olor. Huele a él—. Creo que deberías irte — comunico a Gary. —No pienso irme y dejarte aquí con él. Ni de broma. —No va a pasarme nada, Gary. A ti, en cambio… Prefiero que no te encuentre aquí si vuelve. —No le tengo ningún miedo. He peleados con tipos mucho más grandes que él. —Gary, por favor… No me lo pongas más difícil —suplico poniendo las manos en su pecho. —Joder, Wendy. ¿Estás segura? —Necesito hacer esto sola —asiento, aunque sin tener pleno convencimiento. —Está bien, pero llámame pronto, ¿de acuerdo? Y cógeme el teléfono si te llamo yo. Si no, te juro que me presento aquí en menos de tres horas. —Dijiste que tardabas cinco —digo sonriendo sin ganas. —Por ti podría volar. JOSH Un par de horas después, y con la cabeza fría y serena, porque, aunque parezca mentira no he fumado ni me he metido ninguna raya, decido echarle cojones y volver a casa. —Gracias, Jay. Eres un colega. —No hay por qué darlas. Vuelve si lo necesitas, ¿vale? Asiento y me despido con un abrazo antes de entrar en mi coche. Conduzco hasta el garaje y me quedo unos segundos en el interior del vehículo antes de salir, respirando y tratando de mantener la calma. Las piernas me tiemblan a medida que el ascensor llega al ático. Tengo el estómago revuelto por los nervios y creo que, si digo una palabra frente a ella, comenzaré a llorar de nuevo. Voy mentalizado para hablar y no partir en dos a ese… Gary, sé que él no tiene la culpa de nada, cualquier hombre con ojos en la cara se habría fijado en Wendy. Vuelvo a detenerme unos segundos antes de abrir la puerta, introduzco la llave y la empujo despacio. En el salón no hay nadie y no escucho voces, así que dejo mis llaves sobre la encimera de la entrada y avanzo por el pasillo. Cocina vacía. Habitación de Rick vacía. Y ahí está. Verla de nuevo despierta cada una de mis células, cada uno de mis sentidos. Se encuentra dada la vuelta en su dormitorio, mirando por la ventana. Entro despacio, controlando el temblor de mi cuerpo y cauteloso por si el otro está por aquí. Me apoyo en la puerta y la observo unos segundos. Por un momento parece que nada ha cambiado, que sigue siendo la misma. Entonces se gira y me mira, sabía que estaba aquí porque no se sorprende. A pesar de eso, sus ojos vuelven a observarme igual que hace un rato, como si el mundo se le acabase de caer encima, y al mismo tiempo con una expresión indudable de alivio. Si bien abre la boca para decir algo, inmediatamente la cierra y las lágrimas comienzan a bañar su rostro. Mierda, no soporto verla llorar. Ignorando la voz interior que me grita que no dé un paso más, cruzo la habitación y me detengo frente a ella, limpio las lágrimas con mis pulgares y ella cierra los ojos aún más angustiada. —Deja de llorar, por favor, me estás matando. Voltea la cabeza para que no la vea y se limpia las lágrimas, cuando vuelve a mirarme, tiene los ojos rojos y sé que se está aguantando para no llorar de nuevo. —Estás preciosa, pequeña. —Sonrío con nostalgia. WENDY Cuando su pulgar toca mi mejilla, necesito cerrar los ojos para coger aire y que las piernas no me fallen. Rompo a llorar sin control. Él tira de mi mano y después de cuatro largos meses… Después de noches enteras en vela… Después de miles de lágrimas… Sus brazos rodean mi cuerpo, y yo quiero morirme. Quiero quedarme a vivir en ellos y que no me suelte nunca. —Nena, por Dios, lo siento. Siento todo lo que ha pasado, mírame, por favor —suplica y yo lo separo un poco, pero sin llegar a soltarme—. Wendy, no pasó nada. No me acosté con Jenna. Sus palabras son como puñaladas, siento de pronto tanta rabia por volver a escuchar mentiras saliendo de su boca, que no puedo evitar colocar las manos en su pecho para empujarlo con fuerza. —¿¡En serio, Josh!? ¿¡Después de cuatro meses me sales con esto!? —Es la verdad, Wendy —dice con tristeza—. Sabía que no me creerías, pero es la verdad. Ve a hablar con Vicky, fue ella la que me lo contó el día que te fuiste. Vine a buscarte, pero… llegué tarde. El avión había despegado. Siento mucho lo mal que te lo he hecho pasar. Mereces algo mejor, lo siento. Me observa un par de segundos más y se da la vuelta, caminando por el pasillo derrotado y, al parecer, resignado. Como si supiera cual iba a ser mi reacción al decirme eso. No te vayas ¡Detenle, estúpida! Pero, una vez más, me quedo inmóvil. ¿Será verdad? ¿De verdad hemos pasado por todo esto sin motivo? Cómo sea cierto… Pienso asegurarme de que esa perra no vuelva a poder comer nada sólido. Camino hasta el salón decidida a averiguar toda la verdad, Josh está fumando un cigarro en la terraza, mirando la ciudad, así que cojo las llaves de mi coche, que siguen donde yo las dejé, y cierro la puerta tras de mí. Conduzco hasta la casa de esas dos gemelas que, desde que las vi por primera vez, supe que no me llevaría bien con ellas, mi instinto me dijo que no traerían nada nuevo a mi vida. —¿Quién eres? —pregunto con toda la calma que soy capaz de mostrar cuando una de las dos me abre la puerta, perpleja y desconcertada. —Soy Vicky. —Bien. —Le doy con el hombro al pasar por su lado para colarme en su casa. —¿Cuándo has vuelto? Imagino por qué estás aquí… —dice encendiéndose el porro que tenía en la boca cuando me ha abierto. —Dime que no es cierto —suplico tensionando la mandíbula al mismo tiempo que los puños. —No puedo. —¿Que no puedes? ¿¡Tú eres consciente de los meses que he pasado!? No le da tiempo a contestarme porque, en ese momento, la puerta principal se abre de nuevo y Jenna aparece por ella con una enorme sonrisa. Entonces enloquezco, otro ser se apodera de mí. Sin que ella me haya visto aún, la sujeto por el pelo y la tiro al suelo con violencia, fuera de control. —¿¡Que…!? ¡Wendy! —exclama apartándose el pelo para verme— ¿¡Estás loca!? —¡Eres una maldita zorra! —Me tiro sobre ella y la golpeo, aunque la perra sabe defenderse. Rodamos por el suelo varias veces hasta que ella queda sobre mí. Me da un puñetazo que seguramente me habrá roto algo, pero no siento dolor, la adrenalina recorre mi cuerpo. No soy yo. La rabia que viaja por cada milímetro de mi ser es desconocida para mí, tan solo puedo pensar en las noches que he pasado, en los momentos que hemos perdido por culpa de la desgraciada que tengo delante. Se incorpora un poco para apartar su pelo y yo aprovecho para agarrarla del cuello y apretar. Aprieto sin control. Ella me da golpes en la cara y tira de mi pelo, pero mis manos no se aflojan. Esta zorra me ha hecho pasar los peores cuatro meses de mi vida. Me la quito de encima y caigo sobre ella, clava sus uñas postizas en mis brazos tan fuerte que, cuando me suelta, una de ellas ha quedado clavada en mi piel. En ese momento escucho a Vicky. —¡Date prisa, joder! ¡La va a matar! —grita desde la calle. Unos brazos fuertes me rodean la cintura y tiran de mí, pero pataleo y sigo apretando su cuello. —Suéltala, nena. Por favor, ya está —Josh habla en mi oído. No está gritando como la estúpida de Vicky, solo me está hablando, calmado. Resignado. Hace presión en mis muñecas y cuando consigue que la suelte, me levanta en el aire mientras yo pataleo y grito como una jodida psicópata. —¡Suéltame! ¡Suéltame! —Sin dejarme en el suelo, camina marcha atrás conmigo para sacarme de la casa. Jenna se restriega el cuello mientras Vicky se arrodilla a su lado—. ¡Hija de puta! ¡No se te ocurra volver a acercarte a nosotros! Josh me mete en el coche y se arrodilla fuera, junto a mi asiento, observando cómo mi pecho sube y baja sin control y respiro pesadamente. Me mira unos segundos y rodea el vehículo para subirse, conduce en silencio mientras yo trato de calmarme, intentando controlar la furia que aún recorre todo mi cuerpo. —Para el coche. —¿Qué? —Necesito salir. Se detiene en un arcén de la autopista y yo me bajo sin ningún cuidado de los coches que pasan a setenta millas por hora. Camino de un lado para otro y grito. Grito de rabia mientras le doy patadas al quitamiedos, y lloro. Josh se acerca en silencio y, sin decir nada, me abraza. JOSH La abrazo y por fin me siento en casa. Su pequeño cuerpo contra mi pecho me hace sentir que todo estará bien. Aspiro su olor, ese que tanto he echado de menos todo este tiempo, intento impregnarme de ella con tanta fuerza que seguramente estaré haciéndola daño, pero no puedo evitar pensar que en cualquier momento despertaré y todo habrá sido un sueño. Que ella no estará aquí realmente. Dejo que llore y se desahogue hasta que su respiración va suavizándose, y entonces la separo un poco de mí para mirarla. —Lo siento mucho, mocosa. —¿Por qué-por qué no me lo dijiste antes? —Sabía que no me creerías —confieso acariciando su mejilla. —Me conoces bien. —Mejor que nadie, nena. —Sonrío sin separarme de ella ni un milímetro. Acerco mi boca a la suya despacio, no quiero que me rechace. Sin embargo, cuando veo la manera en la que sus ojos observan mis labios, sé que no lo hará, así que rodeo su cintura con una mano y meto la otra por debajo de su pelo, acariciándole la nuca. La atraigo hasta que, por fin, nuestros labios se encuentran de nuevo, después de tantos meses. La beso despacio, sin prisa, disfrutando de cada centímetro de sus labios. Entreabre la boca y todo mi pelo se eriza cuando mi lengua siente la suya. Segundos después, siento humedad en la mejilla y me separo para ver que sigue llorando, de modo que la abrazo con fuerza, temeroso de que vuelva a escaparse. —Ya está, pequeña. Estoy aquí. La separo un poco y beso su mejilla, sintiendo el sabor salado de sus lágrimas en mis labios. —Te daré un beso por cada lágrima que has derramado por mi culpa. Lo juro. Volvamos a casa, mocosa —digo sonriéndola de medio lado. El transcurso hasta casa lo hacemos en absoluto silencio, con sus ojos posados sobre mí mientras conduzco tan deprisa como las señales de tráfico me lo permiten. En cuanto aparco el coche y entramos en el ascensor, me besa y no se detiene ni tan siquiera cuando hago malabares para sacar las llaves del ático y la empujo dentro. Entonces se abalanza sobre mí y, con mis manos en su trasero, la levanto con facilidad para que rodee mi cuerpo con sus brazos y sus piernas. Vamos hasta mi habitación, la tumbo sobre la cama, me quito la camiseta y ella hace lo mismo con la suya, además del sujetador, mostrándome esos pechos que tanto extrañaba. Me tumbo sobre ella y mi boca viaja hasta uno de sus pechos de inmediato. Muerdo su pezón haciéndola estremecer y gemir, bajo por su vientre, deseando llegar hasta mi lugar favorito. Me deshago de sus pantalones cortos y le guiño un ojo mientras ella me sonríe. Beso su tobillo derecho y voy subiendo rozando mis labios contra su piel, mientras acaricio sus piernas con mis manos para ir abriéndolas. Cierro los ojos para disfrutar más del tacto de su piel y los abro cuando llego a la parte interna de su muslo, percatándome de algo que provoca que toda mi sangre entre en ebullición. ¿¡Qué cojones!? —¿¡Te lo has follado!? —pregunto apartándome de golpe. 5. UN MINUTO EN EL PARAÍSO WENDY —¿Q-qué? —pregunto cubriéndome el pecho con la camiseta, confundida. —Ya me has oído —gruñe apretando los puños. —¡No, Josh! ¡No me he follado a Gary! —¿Y qué cojones es eso, entonces? ¿Acaso ahora te comes el coño con tus amigas? Miro hacia dónde señala y se me cae el mundo encima. Los restos de lo que ha debido de ser un muy buen chupetón se ven claramente en el interior de mi muslo, ni siquiera me di cuenta cuando me lo hizo. —Josh… No es lo que piensas —digo levantándome cuando le da una patada a la puerta del baño—. Por favor. —¡Mierda, Wendy! ¡Joder! Revuelve su pelo con frustración y sale del dormitorio, yo termino de vestirme y voy detrás de él con la intención de aclarar la situación. —No nos hemos acostado —confieso cuando llego al salón. Está haciéndose un porro, sentado en el sofá. —Wendy, necesito que me dejes un rato. —Pero… —Wendy. —Levanta la vista hacia mí con tono autoritario. Lo miro unos segundos más y, cuando vuelve a bajar la vista al porro, me doy la vuelta y me meto en mi habitación. Maldita sea, Gary. Doy vueltas de un lado para otro, lo he jodido todo. Él no me engañó. Mierda, me duele mucho el pómulo, esa perra me ha dado bien, ¿lo tendré roto? Decido ir a la cocina para coger un poco de hielo, encontrándome a Josh tumbado en el sofá, fumando y mirando al techo. JOSH Cuando veo esa marca en su muslo… Marca que él ha hecho con su boca. Otro tío ha estado entre sus… mierda, no soy ni capaz de decirlo. La imagen de ese cabrón con su cabeza enterrada entre sus muslos me perseguirá siempre. ¿Cómo voy a besarla en ese mismo lugar después de esto? Veré ese jodido chupetón cada vez que esté cerca de sus piernas, joder. Sé que no estábamos juntos, que ella no me debía nada y que, encima, pensaba que yo la había engañado, ¡pero no era así! Y yo como un gilipollas sin ser capaz de follar con Rachel, seré imbécil. La escucho salir de su cuarto y detenerse en la puerta de la cocina unos segundos, sé que me está mirando y muy posiblemente esté enredando sus dedos y mordiendo su labio, nerviosa, Dios, la conozco tan bien. Escucho cómo abre el congelador y sale de nuevo, caminando hacia a mí muy despacio. —¿Podemos hablar? Por favor… Alzo la mirada y veo que tiene una bolsa de hielo sobre su cara, por lo que me levanto inmediatamente y la aparto para ver el moratón que se está formando sobre su pómulo. —¿Estás bien? —Esa cabrona pega bien, pero no duele tanto. —Miente. Me he peleado las suficientes veces como para saber lo que duele una hostia en la cara. —Ven conmigo. Me sigue por el pasillo hacia mi habitación y se sienta en la cama cuando entro al cuarto de baño, cojo una crema y le hago un gesto para que aparte la bolsa de hielo. Le pongo un poco sobre el pómulo mientras ella no deja de mirarme, temblando cuando mis dedos la tocan. —Toma, póntela cada dos horas más o menos. —Me giro para salir, pero me sujeta por la mano. Tira de mí para darme la vuelta y me rodea con sus brazos, colocando la cabeza en mi pecho sin que yo me mueva. —Wendy, suéltame —resoplo sujetando sus muñecas. —Por favor… Se pone de puntillas y acerca sus labios a los míos. No, por Dios, esto no. No puedo rechazar sus besos. Pasa una mano por detrás de mí cuello y tira hacia abajo para llegar mejor ya que, a pesar de estar de puntillas, si no bajo la cabeza apenas llega a mi boca. Mueve sus labios sobre los míos y tira del inferior con sus dientes cuando no respondo a su beso. —Josh, por favor, lo siento —susurra sobre ellos. —Wendy, no… A la mierda. La levanto con un movimiento rápido y aprieto su cabeza con mi mano mientras la sujeto por el culo con la otra. La beso con furia. Enfadado. Muerdo sus labios y tiro de ellos con violencia. Ella gime sobre mi boca y clava las uñas en mis hombros. La siento sobre la pequeña barra de bar que tengo en mi cuarto y le quito los pantalones sin dejar de besarla ni un segundo. Tira hacia abajo de mi pantalón de chándal y de mis calzoncillos y, sin más preámbulos, hago a un lado su tanga para penetrarla de manera brusca, haciéndola gritar. Joder, cuatro meses sin esta sensación. La sujeto por las caderas con ambas manos, impidiendo que su cuerpo se mueva con mis sacudidas. Se la meto de manera violenta y profunda, con la necesidad de pegarme a ella todo lo posible. Mi mocosa gime dentro de mi boca, pero no dejo de besarla. Entro y salgo de ella con desesperación, con dolor. La amo y ella me ama a mí, no pienso dejar que nadie vuelva a poner sus asquerosas manos sobre ella. —Eres mía, Wendy. ¿Lo has entendido? Gime sin control y aprieta mi espalda mientras me mira con esos ojos torturadores. —Dime si lo has entendido. —Soy tuya. —Solo mía —digo metiéndosela más fuerte. —Solo tuya —jadea. Mueve sus caderas acompañando mis embestidas y tira de mi pelo hacia atrás para hacerme abrir la boca. Me besa con lujuria, mordiendo mis labios sin ninguna delicadeza cuando aumento el ritmo y la profundidad. —Josh… —Vamos, nena. Córrete para mí, llevo meses deseando escucharte. La follo salvajemente hasta que sus gemidos provocan mi orgasmo, haciendo que nos corramos juntos. Entonces voy deteniéndome poco a poco, ella abre los ojos y me mira mientras respira entrecortadamente. Tiene las mejillas ligeramente enrojecidas, excepto por el color morado que va adquiriendo su pómulo. —Te he echado de menos, pequeña. —Y yo a ti —admite con una pequeña sonrisa. Me separo de ella para que baje de la barra y vuelvo a ver esa asquerosa marca en su muslo. Resoplo enfadado y me doy la vuelta. —¿Qué pasa? —Quiero saber que ha pasado con Gary exactamente. —Josh, puedes imaginártelo. —¿Te ha comi…? —Sí. —Me interrumpe—. ¿Vale? Sí. —Dios —gruño cogiendo aire profundamente por la nariz—. ¿Cuántas veces? —Una —contesta, yo arqueo una ceja, dudoso—. De verdad. Solo una y no fue gran cosa… —No quiero saber cómo fue, joder. —¿Tú no…? —No. —¿Ninguna vez? —Duda mientras termina de vestirse. —Ninguna. —¿Ni un beso? —Sí, eso sí —admito secando el charco de agua que ha dejado la bolsa de hielo derretido sobre el suelo. La veo poner mala cara, pero se controla de reclamarme, sabe que volveríamos a entrar en una discusión en bucle. —¿Con quién? —cuestiona cruzándose de brazos. —No la conoces. —Dime con quien, joder. —Se llama Rachel. La conocí por casualidad. —¿Cómo? —¿Qué más da eso, Wendy? A mí no me interesa saber cómo conociste a ese cabrón que te ha comido el coño. —¿Y por qué no te has acostado con ella? —No he podido. Y no porque no lo haya intentado… Eso ha sobrado. Sí. Por su cara ha sobrado, pero lo siento, joder, no es a mí al que han hecho una jodida mamada. Sostengo su mirada furiosa y cada una de sus expresiones, el modo en que traga saliva, una pequeña gota de sudor en su frente, el color de sus pupilas, bailando entre las mías. Entonces sale de mi cuarto con el ceño fruncido para dirigirse al salón. WENDY Josh me sigue y tira de mi brazo, acorralándome contra la pared del pasillo y dejándome sin respiración por la sorpresa. —¿Dónde te crees que vas, pequeña? —A ver la televisión. Déjame. —No te lo crees ni tú. Nos debemos ciento veinte polvos —advierte muy cerca de mi boca. —¿Disculpa? —Bueno, ahora ciento diecinueve. Follábamos prácticamente cada día… y han pasado cuatro meses. Abro la boca para replicar, pero coloca las manos alrededor de mi cuello y me besa haciendo una leve presión para que no me mueva. Mete su lengua en mi boca sin pedir permiso y tortura la mía con un ritmo frenético. Si bien intento moverme, sus manos siguen rodeando mi cuello y presionándolo con suavidad. Separa una y me sujeta por la cintura apretándome de manera brusca contra la pared, su erección pegada a mi pelvis crea un cosquilleo entre mis muslos. —Voy a recordarte lo que es que te coman el coño, preciosa. —Josh… —No gastes fuerzas resistiéndote, las vas a necesitar cuando te corras. Porque te vas a correr. Y lo harás en mi boca. Y cuando lo hagas, no voy a parar. Voy a seguir hasta que tus piernas no puedan más. Sin añadir palabra, se agacha en medio del pasillo clavando una rodilla en el suelo y me quita los pantalones y el tanga. Por tercera vez. Coloca mi pierna izquierda sobre su hombro y antes de que se acerque más, tiro de su pelo con fuerza hacia atrás. —Veo que no vas a ponérmelo fácil —observa a la vez que se pone de pie. Me levanta por las piernas y me echa sobre su hombro, ignora mis quejas y sube al gimnasio por la escalera de caracol. Cuando llegamos al gimnasio del ático, me baja junto a la máquina de pesas y me empuja para que me tumbe sobre ella. —No te muevas, nena —advierte con una sonrisa traviesa. Camina hasta el armario y saca las vendas de tela con las que se cubre los nudillos cuando boxea. Me coge las muñecas y las sube para que las pase por delante y por detrás de la pesa de cincuenta kilos. ¿Qué coño va a hacer? —No quería llegar a esto, pero tú te lo has buscado. Pasa la venda entre la barra de la pesa y mis muñecas, y me ata a ella. —¿En serio? Suéltame. Vamos. —¿Estás segura de que quieres perderte esto? Al ver que no respondo, sonríe de nuevo, abre mis piernas de manera brusca y se acerca de golpe haciéndome estremecer. Me mira como un depredador que está a punto de cazar a su presa, y observo el tamaño de sus pupilas. Joder. Dibuja una sonrisa malvada en su rostro y acaricia mi clítoris con la punta de su lengua, provocando que mil impulsos eléctricos recorran todo mi cuerpo. Muerdo mi labio tanto que creo que me hago sangre. Su lengua comienza a moverse arriba abajo sobre toda la superficie deteniéndose en mi clítoris de nuevo. La introduce en mi interior y siento que el placer no puede ser mayor, pero me retracto cuando la yema de su dedo roza la parte más sensible de mi cuerpo en este momento. Creo que nunca me había puesto tan cachonda. No sé si es él, si soy yo o si es la puta situación ridícula de que me tenga atada a una jodida barra en el gimnasio, pero lo que está haciendo ahí abajo debería estar prohibido. Sin esperármelo, me corro gimiendo como nunca y tal y como había dicho, no se detiene. —Para, Josh… No puedo… Dios, no puedo más —jadeo moviendo las manos en vano y arqueando la espalda. —Claro que puedes, ahora viene lo mejor. Sin apenas haber concluido el primer orgasmo, introduce dos dedos en mi interior haciendo que me retuerza y grite de nuevo. —Estate quieta —ordena a la vez que empuja mi vientre para que lo apoye. Muevo las piernas intentado aliviar esto que siento, pero sujeta una de ellas y la levanta, agarrándola con una mano por debajo de mi mulso. Me clava los dedos en la piel mientras sigue penetrándome con los otros y torturando mi clítoris con su lengua. —Josh… Ahh… —Vamos, pequeña. Hazlo de nuevo —invita sacando los dedos y sustituyéndolos por su lengua. Pone una mano en la parte inferior de cada uno de mis muslos y los sube hacia arriba, haciéndome flexionar las piernas y abriéndome completamente. Sigue moviendo la lengua sin control y a una velocidad que hará que el pulso se escape de mis venas. —¡Josh…! —Vamos, Wendy. Comienzo a retorcerme, a mover las piernas, las manos, la espalda. Pero él no para. Su lengua entra y sale de mí, sube hasta mi clítoris y vuelve a bajar. Todo se vuelve tan intenso que no puedo más. Exploto. Me corro una vez más en su boca y dejo de sentir todos los músculos. Josh deja mis piernas sobre el suelo con delicadeza y se levanta, me suelta las manos y me ayuda a incorporarme. —Te dejaré descansar unos minutos —dice con una sonrisa lobuna. —¿Cómo… cómo unos minutos? —Trato de levantarme, pero me fallan las piernas. —Seguimos teniendo ciento diecinueve polvos pendientes, nena — recuerda guiñándome un ojo—. Venga, te ayudo a bajar. Río mientras ambos descendemos de nuevo a la parte principal del ático, caminamos hasta su dormitorio y, cuando me tumbo en su cama, escuchamos la puerta principal. —¿Hola? ¿Wen? Mierda, Amy. Me levanto tratando de ignorar el temblor de las piernas, y camino hasta el salón. Mi amiga me mira de arriba abajo con una expresión interrogante y, entonces, me doy cuenta de que solo llevo una camiseta larga de Josh. Detrás de mí aparece el susodicho y la cara de Amy pasa de la duda al enfado. —¡No me jodas, Wendy! —Amy, escúchame. Ella se cruza de brazos y Josh pasa por mi lado para sentarse en el sofá, bajo la mirada asesina de mi mejor amiga. —Ellos no se acostaron. Jenna lo inventó todo. —¿¡Qué coño te ha pasado en la cara!? —exclama acercándose hasta mí. —Tu amiga es una pequeña fierecilla —dice Josh expulsando el humo del cigarro que se ha encendido. —Ha sido esa perra, fui a su casa y Vicky me lo contó todo. Entonces ella llegó y no pude resistirme. —¿Me estás diciendo de verdad que esa zorra mintió acerca de aquella noche? —Sí. —La mato —concluye Amy, girándose para salir por la puerta. —Amy, para. Ya está, no merece la pena. —¿¡Qué no merece la pena!? ¡Hemos corrido a la otra punta del mundo por su jodida boca lame pollas! ¡Me va a escuchar! Cuando Amy habla así, sé que no hay nada que pueda disuadirla, así que lo único que puedo hacer es acompañarla. JOSH Wendy me dirige una mirada que identifico de inmediato, así que les pido que esperen y voy a por su ropa para que se vista antes de llevarlas nuevamente donde las gemelas. Amy no deja de gritar y de hablar cosas que para mí no tienen el menor sentido, Wendy le da la razón a todo y la primera espera a que detenga el vehículo frente a la casa de Vicky y Jenna para salir disparada. —¿Seguro que no quieres que la pare? —Le pregunto a Wendy. —Sí. Amy… Ella ha sufrido mucho conmigo todos estos meses, tiene derecho a desahogarse también. Caminamos detrás de ella, pero dejándola una distancia prudencial. En cuanto abren la puerta, sin preocuparse de cuál de las dos sea, la agarra del pelo y la tira al suelo. Yo sí sé que se trata de Jenna porque con los años he aprendido a diferenciarlas y, además, los golpes de Wendy se reflejan en su cara a la perfección. Amy se sienta sobre ella y sujeta sus manos por encima de su cabeza. Se acerca a su rostro y, cuando están muy cerca, le escupe. —Escúchame atentamente pedazo de puta. Si me entero de que mi amiga vuelve a sufrir lo más mínimo por tu culpa, volveré. Y cuando acabe contigo no serás capaz ni de diferenciarte a ti misma de tu propia hermana. ¿Me has entendido? —pregunta completamente ida de sí. Jenna no responde ni se mueve. —¿¡Que si me has entendido!? —¡Si, joder! —Bien —dice a la vez que se pone en pie y espera a que Jenna haga lo mismo con la ayuda de su hermana. —¿Querías algo más, estúpida? —inquiere la morena limpiándose la cara. —Sí, se me olvidaba algo. —Levanta el puño y lo impacta contra la nariz de Jenna. La afectada enseguida se lleva las manos a la cara y alza la barbilla para detener la salida de sangre, ojo con Amy, nunca hubiese pensado que era capaz de esto. Se gira y vuelve hacia nosotros, Wendy pasa un brazo por sus hombros y ambas entran en el coche sin decir nada más. Jenna me mira desde la puerta de su casa, esperando a que yo haga algo, que la ayude, ¿tal vez? Lo lleva claro. Jenna está muerta para mí, y la mejor y más eficiente manera de demostrárselo es aplicándole el más viejo de los trucos: el silencio. WENDY Cuando volvemos a casa, Amy me da un abrazo y me dice que necesita descansar y estar sola un rato, así que se mete en mi habitación. —¿Dónde está mi hermano? —pregunto a Josh cuando nos quedamos solos y vuelvo a la realidad, a darme cuenta de que aún no he visto a Rick. —De viaje. Les he regalado uno a Las Islas Fiyi, vuelven en diez días. —Joder, ni siquiera lo he felicitado —digo con tristeza. —No te preocupes, mocosa. Cuando lleguen nos llamarán. —Vale, voy a darme una ducha. Me giro para ir a su dormitorio porque no quiero molestar a Amy, pero miro hacia atrás antes de entrar al pasillo. Él sigue de pie y sin dejar de mirarme con una sonrisa. —¿Qué pasa? ¿qué miras? —Nada, perdona. —Sacude la cabeza y se va al sofá. —Josh. —Vuelvo atrás y me siento sobre él, acaricia mi mejilla y vuelve a sonreír—. ¿Qué pasa? —Lo siento, es que me parece tan irreal que estés aquí después de todo este tiempo. —Levanta la mano para secar un par de lágrimas que se han escapado de sus ojos, y mi corazón da otro vuelco más—. Había días que pensé no soportar la tristeza, Wendy. Mi vida… —Estoy aquí —interrumpo antes de comenzar también a llorar. Rozo mi nariz con la suya y me acerco a sus labios, dándole un beso pausado y húmedo por sus lágrimas—. Pensaba en ti cada día. —Eso lo dices para quedar bien. —Lo digo porque es la verdad. Intentaba olvidarte con Gary, pero solo me recordaba que no eras tú. —Eso me pasaba a mí con Rachel —suspira—. Algunas veces pensaba que no podría sobrevivir sin ti, ¿sabes? —continúa tras tragar saliva—. Y otras… simplemente rezaba para que el tiempo pasara más deprisa. —Lo siento, yo no tenía ni idea de… —Shh. —Coloca dos dedos en mis labios y los acaricia después—. Ya está, lo único que importa es que ahora estas aquí. —Y no voy a volver a marcharme. —No pienso permitirlo. —Ambos sonreímos y volvemos a besarnos—. Pediré algo para cenar. —Vale, voy a darme una ducha. —Que sea rápida o terminaré dentro contigo. Río y me levanto, voy a entrar en la habitación de Josh, pero cambio de idea y decido ir a ver cómo está Amy. Me la encuentro tumbada en mi cama, hablando por teléfono. —Quiero verte… No… ¿En serio?... ¡Sí!... No, ella no creo que quiera… Bueno, pues porque Josh y ella… —¿Es Chad? —pregunto. Ella asiente y yo le quito el teléfono para colgar antes de que la cague más. —¿¡Qué coño haces!? —pregunta incorporándose en el colchón. —¡Joder, Amy! ¡Chad se lo contará a Gary! —Bueno, tiene derecho a saberlo. —Sí, pero cuando yo lo crea conveniente, no cuanto a ti te dé la gana. — Bajo la mirada hacia el móvil que tengo en la mano cuando suena—. De puta madre, es él. —¿No piensas contestar? Le dedico una mirada de odio y decido encerrarme en el cuarto de baño para hablar sin que me vuelva loca con sus comentarios. —¿Sí? —Princesa… No me has llamado. —Lo siento, Gary. Iba a llamarte en un rato. —¿Qué ha pasado? ¿Ha vuelto? —Sí… Bueno, Gary… Él no-no me engañó. —¿Cómo? —Jenna se inventó todo. —Pero… Joder. —Escucho cómo suspira al otro lado del teléfono y guarda silencio varios segundos—. O sea que le has perdonado. —No había nada que perdonar. —Entendido. Espero que seas feliz, supongo que te merecías tu final de cuento. Solo esperaba ser yo quien pudiera dártelo. —Espe… Sin dejarme terminar, cuelga el teléfono y el nudo en mi garganta me impide tragar. Me siento como el culo, Gary es increíble, me hace sentir bien y feliz. Después de Josh, y si no fuera por él, sin dudarlo él sería mi elegido. Sin embargo, Josh está aquí, no hay nada que elegir. —¿Cómo se lo ha tomado? —averigua Amy cuando vuelvo a la habitación. —¿A ti que te parece? —digo demasiado borde—. Perdona. —Tranquila. Sé que Gary te gustaba, pero no es Josh. —No. No lo es. —Ven, anda. —Me abraza y ambas caemos sobre la cama. —Toc, toc —dice Josh abriendo la puerta—. He pedido pizza. ¿Venís? —Sí, ya vamos —responde Amy. Cuando terminamos de cenar, mi amiga se despide con una excusa absurda para dejarnos solos, yo sonrío y le doy las buenas noches. —Nena, estás muy seria. ¿Te pasa algo? —No… nada. —Wendy, te conozco —dice colocando los dedos en mi barbilla para que lo mire. —Es por Gary… Josh resopla cabreado y se levanta del sofá, siento sus ojos en mí, pero yo no soy capaz de mirarlo. Soy consciente de cómo me sentiría yo si la situación hubiese sido al revés, así que no puedo reprocharle nada. —¿Qué pasa con él? —pregunta entre dientes. —Le he contado que tú y yo… —Bien. ¿Y cuál es el puto problema? —Deja de hablarme así —digo mirándole por fin—. Gary me ha ayudado mucho en París, él me llevó a cenar, a una fábrica de chocolate, me hacía reír y… —Y te comió el coño. ¡Te comió el coño, Wendy! —Suelta una risa amarga y extiende los brazos— ¡No puedes pretender que no me vuelva loco cada vez que escucho su jodido nombre! —¡Y tú te liaste con Ruby! —Rachel. —¡Me da igual su nombre! ¡Intentaste follártela, joder! No eres mejor que yo —concluyo empujándole y yendo a mi habitación. Retiro lo dicho anteriormente, sí tengo algo que reprocharle. Puede que yo culminase mi objetivo y dejase que Gary me regalase algún que otro orgasmo, pero él también lo intentó y lo habría hecho de haber podido, de modo que no pienso permitir que me hable así. —¡Es gilipollas, joder! ¿¡Quien coño se cree que es para reclamarme después de intentar follarse a esa zorra!? —Ignóralo, cielo. Está celoso —dice Amy mientras me mira sentada en el sofá de la habitación tras haberle contado todo. Yo camino enfadada de un lado para el otro, gritando y moviendo mucho las manos para poder desahogarme mejor. —¡Pues que no lo esté! ¡Ha sido su culpa, joder! —Relájate, Wen. Te va a dar algo. —¡Encima ahora se pira! ¿¡Dónde narices habrá ido!? —No lo sé. Seguro que a beber, es un jodido alcohólico. —No ayudas, amiga. Se supone que tienes que decirme las cosas buenas. Ella pone los ojos en blanco y me pasa mi móvil. —Llama a Gary. Lo necesitas. Dudo un segundo, pero vuelvo a lanzarlo a la cama. —No quiere hablar conmigo, es absurdo. JOSH ¡Dios! ¡Es imposible tener una conversación civilizada con ella! ¿Por qué coño le importa tanto lo que piense ese Gary? ¿Y para que habla con él? ¡Joder! Pues no pienso ir detrás de ella, ya me he cansado de ser tan lame culos. Después de todo yo no he hecho nada y ella sí, así que, ¡a la mierda! Pensándolo mejor, cojo mis llaves y me voy dando un portazo, solo tardo diez minutos en llegar al Bar de Timmy. —Megan, ponme una copa, anda. —¿Lo de siempre? —Sí. Estoy harto de esta puta mierda, joder. Desde que empezamos, excepto un par de semanas y los tres días de Los Ángeles, todo han sido broncas y discusiones. Comienzo a pensar que de verdad no estamos hechos el uno para el otro. —Cariño, creo que deberías parar ya —comenta la camarera un rato después. —Ah ¿sí? Dime por qué debería hacerlo. —Porque no es bueno para ti. Joder, Josh, cada vez que ella vuelve, mira cómo terminas. Eso es cierto. En eso tengo que darle la razón. —No sabes de lo que hablas, Megan —digo dando otro trago de whisky. —Sí lo sé. La última vez que bebiste de esta manera terminaste medio inconsciente tirado en ese sofá —dice señalándolo con la cabeza—. ¿No has pensado que quizá esa niña no es para ti? —Déjame adivinar, tú si lo eres. —Si tan solo me dejaras demostrártelo… —ronronea frente a mí. A pesar de estar detrás de la barra, sus tetas apretadas bajo esa camiseta del bar sobresalen por encima. Conozco de sobra sus curvas porque me la he querido follar tantas veces que he perdido la cuenta. ¿Por qué no lo hice? Bueno, Jay estaba bastante pillado por ella, pero Megan solo tenía ojos para mí. Siempre he sido su punto débil. Ahora que Jay ya la ha olvidado podría follármela. Ah no, que tengo novia, joder. 6. AMENAZAS CUMPLIDAS WENDY Cuando Amy está medio dormida tras una hora y media de película en la televisión de mi dormitorio, decido mandarle un mensaje a Gary porque, al menos, nos debo eso, nos debo el intentar terminar de la mejor manera posible. Y, en contra de mis predicciones, me responde enseguida. 10.21pm Yo Gary, no me odies, por favor. 10.23pm Gary No te odio, princesa. Me odio a mí mismo por no haberme quedado y evitado que volvieras con él. 10.23pm Yo No podías hacer nada… 10.23pm Gary Bueno, tengo mis dudas, estábamos muy bien. Sé que si hubiéramos estado juntos más tiempo habrías terminado enamorándote de mí. 10.24pm Yo Puede ser… 10.24pm Gary ¿Lo ves? ¿Por qué estás hablándome, Wendy? Sé que ha pasado algo, porque si no estarías ahora mismo con él y no hablando conmigo. 10.24pm Yo Hemos discutido. 10.24pm Gary ¿Ya? ¿Qué ha pasado? 10.25pm Yo Se ha puesto cómo un loco cuando le he dicho que había hablado contigo. 10.25pm Gary ¿Y vuelves a hacerlo? Vaya, eres una rebelde, muñeca. Eres mi chica. 10.25pm Yo Gary, no soy tu chica. 10.25pm Gary Me ocuparé de que lo seas. Oye, Wen, tengo una partida Esperándome, hablamos mañana, ¿vale? Un besazo. No me gusta nada lo que siento cada vez que hablo con él. Sé que debería mantenerme alejada, pero, joder, las cosas con Josh van de mal en peor. ¿Cómo es posible que con lo que nos necesitamos y nos queremos, no seamos capaces de controlar nuestro mal genio? Así no vamos a llegar a ninguna parte, maldita sea. Soy consciente de que mi inmadurez tiene mucha culpa de todo lo que nos ha pasado, que, si ninguno de los dos fuésemos tan tercos y celosos, todo sería diferente. A pesar de eso, por algún motivo, no conseguimos pasar más de unas horas sin discutir por algo, sin lanzarnos reproches. Quiero a Josh, lo amo, pero no podemos continuar haciéndonos daño de esta forma. JOSH —Deja de provocarme, Megan —digo restregando mis ojos. —Cariño, deberías dejarte llevar —ronronea acariciando mi pelo. La miro unos segundos y casi puedo imaginármela contra el lavabo, gritando de placer, pero no. Perdería todo por un polvo de quince minutos. —Me largo. —¡No estás en condiciones de conducir! —exclama mientras salgo del bar. Y no miente. La carretera se emborrona por la velocidad y estoy a punto de chocar un par de veces, pero finalmente llego hasta la puerta. Freno antes de entrar en el garaje al ver a Wendy sentada en el portal, esperándome con un cabreo de cojones. —¿¡De dónde vienes así!? ––grita en cuanto me bajo de la moto. Tropiezo con el bordillo al subir a la acera, y por poco pierdo el equilibrio y voy al suelo, pero mi oído interno hace su trabajo y me mantengo de pie. Me quito el casco y la miro sin decir nada. —¡Estás borracho! —¡Por Dios, deja de gritar! —¿¡Es que esto va a ser así siempre!? ¿¡Cada vez que discutimos vas a largarte y emborracharte!? —Déjame en paz —digo pasando por su lado, pero tira de mi brazo y me gira. —¡No te dejo en paz! ¡Responde! ¿Es que eres un jodido crío que se larga con cada problema? —¡Dijo la que cruzó el país para huir de mí! —Río con amargura negando con la cabeza. Sé que estoy borracho, pero no sé por qué me habla así, no he hecho nada, me cago en la hostia. —¡No me grites! —¡Tú has empezado! —Tiro el casco al suelo por el cabreo repentino—. ¡Eres increíble! ¡Te largas a París y te lías con un tío que no conoces de nada, y luego me reclamas a mí por Rachel! —¡Pensé que me habías engañado! —¡Pero no lo hice, joder! ¡Tú, en cambio…! —Vuelvo a reír sin ninguna gana y la miro de arriba abajo—. Has aprendido algunas cosas de Jenna. Su mano impacta contra mi mejilla una vez. Dos veces. No llora, solo está furiosa, y lo entiendo, joder. Prácticamente le he dicho que es igual que Jenna, me arrepiento en cuanto las palabras salen de mi boca, pero ya es tarde para retractarme, sé que no serviría de nada. Se da la vuelta y desaparece dentro del portal, yo voy a seguirla, pero entonces escucho un acelerón y me giro a tiempo de ver la jodida furgoneta negra otra vez, doblando la esquina. Estoy muy harto de ese cabronazo, le dije que me dejase en paz, pero no lo ha hecho, de modo que vuelvo a subirme a la moto y no me detengo hasta llegar a la tienda de tatuajes donde lo conocí. No me preocupo por los dos matones que hay fuera, uno de ellos se coloca frente a mí, pero lo aparto con facilidad, igual que al segundo. —¡Tú! —grito cuando entro en el local. El hombre se da la vuelta y ríe al verme. —Definitivamente eres un suicida. —¡Deja de vigilarme! ¿¡No te quedó claro la última vez!? Hace un gesto con la cabeza y ya sé lo que viene a continuación, así que me giro deprisa y esquivo el golpe del matón número uno. Le doy un golpe en la mandíbula y cae al suelo, pero ya tengo a los números dos y tres agarrándome por los brazos. Me dan la paliza de mi vida. Sé que me han roto al menos dos costillas y claramente el labio y el pómulo. Intento defenderme todo lo que puedo, pero, después del último golpe, no me levanto. —Sería tan divertido acabar contigo, muchacho… Pero, cómo te dije, te arrepentirás, Supermán —dice tirando de mi pelo para mirarme—. He encontrado tu criptonita. —¿De qué coño hablas? —murmuro escupiendo sangre. —Esa chica es muy guapa. —Es lo último que dice antes de salir por la puerta. WENDY —Cielo, si sigues caminando así vas a hacer un agujero en el suelo. —¡Agh! —grito frustrada— ¡Me ha dicho que soy como Jenna! —Lo sé, Wen. Lo has repetido cuarenta veces —dice Amy tapándose la cara con la almohada. —Perdona. Te dejo dormir, voy a bajar a dar una vuelta, necesito despejarme. —¿Josh no ha subido todavía? —No, seguro que se ha ido a casa de Jay o de Tom. —¿Y a dónde vas tú? —Tranquila. Voy a bajar la basura y a fumarme un cigarro, ahora subo. —Vale. —Se da la vuelta y entierra la cara en el colchón. Cojo las dos bolsas de basura y bajo en el ascensor, por la noche no tenemos portero así que la puerta está cerrada, por lo que la abro y camino unos metros hasta el contenedor más cercano. Enciendo un cigarrillo y me apoyo en una farola, es increíble la paz que se respira a las dos de la madrugada en una ciudad tan movida cómo San Francisco. Escucho una furgoneta acercarse, pero no le presto atención hasta que se detiene justo detrás de mí y un hombre se baja. —Hola, preciosa. Vamos a dar una vuelta —dice aproximándose con paso decidido. Sin responder, le tiro el cigarro y empiezo a correr, pero apenas puedo dar cuatro pasos. El gigante me levanta y con un pañuelo tapa mi nariz y mi boca. No respires. No respires. Mierda. JOSH Madre mía, cómo me duele la cabeza. Intento abrir los ojos y ponerme de pie, pero, maldita sea, siento calambres y pinchazos de dolor por todo el cuerpo. ¿Qué coño ha pasado? ¿Qué hago aquí tirado? Oh, no. No. No. No. Wendy. Corro buscando el letrero de alguna puta calle para saber dónde estoy, para descubrir dónde me han dejado tirado esos hijos de puta. Tengo que llegar a casa, necesito un jodido teléfono, pero el mío no se enciende, así que pillo un taxi que pasa de manera milagrosa y le indico la dirección. En cuanto llego al edificio, subo corriendo en el ascensor y abro la puerta al segundo intento, puesto que en el primero se me caen las llaves por lo que me tiemblan las manos. —¡Wendy! ¡Wendy! —Corro por la casa hasta su habitación. —Jodido loco... —murmura Amy antes de levantarse— ¿Qué pasa? —¿¡Dónde está Wendy!? —¿Qué te ha pasado? —dice acercándose hasta mí al ver mi estado. —¿¡Donde esta Wendy!? —¡Ay! ¡Deja de gritar! Ha salido a tirar la basura hace… —Mira su reloj y su rostro empalidece—. Joder. —¿Qué? —pregunto inquieto. —Hace más de dos horas que bajó a tirar la basura. —¡Mierda! —exclamo y voy al salón. —¿¡Qué pasa!? —Se la han llevado. —¿¡Quién!? —Un jodido traficante, hijo de puta —mascullo entre dientes mientras llamo al ascensor. —No… no. Mierda. —Amy empieza a llorar. —Oye, te juro por mi primo que, aunque sea lo último que haga en mi maldita vida, la traeré a casa —digo sujetando sus mejillas. —Por favor… —Llama a Jay. Que reúna a los demás. No le digas nada a Rick si llama, avísame cuando estén todos aquí. La dejo llorando en la puerta y espero que me haga caso y avise a los chicos. Voy a necesitarlos. WENDY Despierto en una habitación oscura. Solo hay una pequeña lamparita en el suelo y la almohada sobre la que estoy sentada, apoyada contra la pared. Me levanto y examino mejor la estancia. Es cuadrada, más o menos de tres por tres, no hay ventanas y solo tiene una puerta. Voy hasta ella y pego la oreja, pero no se escucha nada, así que la aporreo hasta que me duelen las manos. Nadie responde, de modo que vuelvo a sentarme en la almohada y decido tranquilizarme y pensar. Recapitulemos, estaba apoyada en aquella farola junto al portal, entonces llegó aquella furgoneta, apareció de la nada, joder, apenas había coches. ¿Es posible que me viera alguien? No tengo tanta suerte. ¿Cómo salgo ahora de aquí? No sé el tiempo que llevo, es imposible calcularlo sin nada de luz, pero han pasado más de tres horas cuando, finalmente, la puerta se abre y un hombre muy grande entra. —Levántate. —Que te jodan. —Eso es lo que haré si no obedeces —dice con una risa perversa. —¿¡Qué coño hago aquí?! —¡Te he dicho que te levantes! —Tira de mi brazo con brusquedad. Me acorrala contra la pared y cierro los ojos cuando se acerca para olerme, qué asco. —Estas demasiado buena para resistirse —murmura mientras sube una mano por mis muslos. La mete por dentro del vestido y sube hasta mis bragas. Me muevo para apartarle, pero, joder, es enorme, me sujeta con una mano para que no me resista y sigue metiendo su mano entre mis piernas. —Basta —ordena un hombre desde la puerta. Debe ser el jefe porque el gigante para y se separa maldiciendo por lo bajo. —¿Cuál es tu nombre, hermosa? —¿Y el tuyo? —digo asqueada. —Soy Jimmy. —¿Te han explicado aluna vez que existe algo llamado cepillo de dientes? Deberías probarlo. Estalla en una risa tan grande que tiene que agarrar su estómago. —Eres igual de graciosa y estúpida que tu amiguito. —¿De qué amiguito hablas? —¿Cómo se llamaba? No sé… ese que gasta cientos de pavos en cocaína. —¿¡Josh!? ¿Qué tiene el que ver con esto? —Todo a su tiempo, hermosa. Deberías comer —dice dándome una bandeja. La tiro al suelo y lo empujo para que se aparte, él levanta las manos mientras se ríe y salen los dos por la puerta. JOSH Cojo mi coche, ya que mi moto sigue en esa puta tienda de tatuajes, y conduzco de nuevo hasta allí. Ignoro el dolor en mis costillas y el resto de mi cuerpo, ahora eso no importe, necesito dar con Wendy ya. Cuando llego, todo está apagado, empujo la puerta e incluso rompo una ventana para entrar, pero no hay nadie, todo parece abandonado. Como si jamás hubiera existido. —¡Joder! —Estallo otra ventana, esta vez por rabia. ¿Qué coño hago ahora? Vuelvo a subirme al coche para regresar al ático y aparco de cualquier manera, ocupando dos plazas de garaje. Subo en el ascensor y, cuando llego al último piso, abro la puerta y me encuentro con que todos mis amigos están ya aquí, haciéndole preguntas a Amy. Están Jay, Tom, Shane, Dany y dos chicos más que no conozco. —¿¡Que pasa, tío!? —interroga Jay en cuanto cierro la puerta. —Se han llevado a Wendy —digo dirigiéndome a mi cuarto. Cojo el cargador y vuelvo al salón, bajo la mirada preocupada y confundida de todos, lo enchufo y saco un cigarro de mi bolsillo. —No entiendo nada. ¿Quién se la ha llevado? —pregunta Tom. —Vamos a ver. Hace unas cuantas semanas fui a comprar coca a un sitio del que me habían hablado, el hijo de puta me amenazó con una pipa y después de eso todo se complicó. Me negué a trabajar para él y ha estado siguiéndome y vigilándome. Esta noche he visto su furgoneta al otro lado de la calle mientras discutía con Wendy, así que he ido hasta allí y los mamones me han dado una paliza. —Eso podemos verlo —comenta Shane. —Han dicho que me arrepentiría y que ella es muy guapa. Y después me han dejado inconsciente y me han tirado en un callejón. —Y ahora Wendy ha desaparecido —finaliza Amy aguantándose las lágrimas. La miro y veo que a su lado está Tiffany, con los ojos igual de rojos que ella y fumando un porro mientras su pierna no deja de moverse. —Pues vamos a ese puto sitio —dice uno de los chicos que no conozco. —Es mi primo, Kevin. Y él es un colega suyo —explica Tom. —Gracias por venir. Y ya he ido a ese sitio, pero no hay nadie, todo está apagado y dentro no hay nada. En ese momento el timbre suena, abro deprisa con la esperanza de que sea ella, pero, por desgracia, no lo es. En su lugar me encuentro con un gilipollas al que no me apetece nada ver. —¿Qué coño haces tú aquí? —Maldito cabrón. Se la han llevado por tu culpa —gruñe colocándose muy cerca. —Jordan, basta. Eso no ayuda en nada. —Tiffany coloca el porro entre sus labios y tira de su primo para alejarlo de mí. Decido ignorarlo para no perder el tiempo mientras ella le cuenta todo. —Bueno, ¿qué hacemos, entonces? —Deberíamos llamar a la policía —dice Amy. —¿No habéis llamado todavía? —pregunta Jordan— ¿A qué coño esperáis? Asiento a Amy con resignación y dejo que involucre a las autoridades, esperaba poder resolverlo solo, pero ella tiene razón. No sabemos dónde está Wendy y cada minuto que pasa es crucial. Media hora después de haberle explicado todo a la policía, vamos juntos al local de tatuajes, ya que dicen que puede resultar de ayuda. Creen que, aunque no haya nadie, tal vez encuentren pruebas o algún documento que pueda indicarnos dónde se encuentran. —No entiendo qué hacemos aquí, joder. ¡Ya les he dicho que no hay nada! —Puede haber alguna pista del lugar dónde se la han llevado, joven. Y, perdone mi insistencia, pero debería ir a un hospital a que le miren esas heridas. —Haga su puto trabajo y no se preocupe por mí —digo dándome la vuelta hacia mi coche. Tiffany, Jordan y Jay han venido conmigo y el resto se han quedado en casa por si Wendy vuelve, pero no lo creo. Ese hijo de puta tiene otros planes para ella, algo dentro me lo dice, todo esto es por mí. La espera me está matando. Los putos policías me han obligado a quedarme en casa y esperar noticias, aunque tampoco sabría por dónde empezar a buscarla. Los minutos pasan y la casa está llena de gente. Gracias a Dios, Rick no ha llamado. —No puedo más —digo levantándome del sofá. De pronto escucho el walkie-talkie de uno de los agentes diciendo que han encontrado una dirección en una factura. Que van a ver si están allí. —No se muevan de aquí. Llamaremos si sabemos algo —comunica uno de los agentes mirándome a mí directamente. Asiento y espero a que todos los policías se vayan y cierren la puerta. —Escuchadme. Cómo ese tío… Dios —me restriego la cara—. Cómo le haya tocado un solo pelo… lo quiero muerto. ¿Me oís? —Todos asienten en silencio, sabiendo que no hablo en broma—. Vamos antes de que los perdamos. Salimos del ático y vamos a por nuestros coches con rapidez, rezando para que nos dé tiempo a seguir a los vehículos de policía. Cabemos en dos, así que cogemos el mío y el de Jordan. Cuando llegamos, el resto de los agentes están entrando en el lugar, es una especie de edificio en ruinas. Corro, pero me sujetan entre dos, así que hago una señal a mis amigos para que los distraigan y, así, poder escabullirme. Por desgracia, el policía me ve, así que no cuela. WENDY Escucho disparos y mucho jaleo en algún lugar detrás de la puerta, por lo que me acerco y comienzo a gritar hasta dejarme la garganta. Esta es mi oportunidad de salir de aquí así que, aunque me cueste la voz, debo aprovecharla. —¡Estoy aquí! ¡Hola! ¡Aquí! Sigo gritando sin parar y aporreado la puerta hasta que escucho voces al otro lado. —¡Apártate! ¡Wendy, apártate! —pide una voz femenina al otro lado. Obedezco y cierro los ojos involuntariamente con cada golpe, los cuales provocan que la puerta ceda cada vez más hasta que termina por abrirse segundos después cuando revientan la cerradura con un disparo. Entonces veo a dos policías, una chica y un chico, los cuales bajan el arma tras comprobar que estoy sola. —¿Estás bien? ¿Estás herida? —pregunta ella mientras me mira. —Estoy bien, solo quiero salir de aquí. —Vamos, colócate detrás de mí. Los sigo por un pasillo oscuro y en ruinas, deseando ver una puerta que nos lleve hasta el exterior. Tardamos poco en encontrar la salida, desde donde llegan las sirenas y las características luces rojas y azules de las autoridades. En cuanto salimos fuera, lo primero que veo es una ambulancia y, lo segundo, a él. JOSH —¡Soltadme, joder! —grito empujando a los policías— ¡Que me soltéis! —¡Josh! Cuando escucho su voz, dejo de resistirme a los policías y permito que me tiren al suelo. Solo quiero alzar la vista y comprobar si de verdad es ella, si Wendy está finalmente a salvo. Todos miramos en esa dirección y, entonces, dejo de sentir presión en mis brazos y piernas, de modo que me levanto y veo que está en la puerta con una policía. En el momento en que nuestros ojos se encuentran, ella se suelta de la mujer y yo hago lo mismo con el policía que tiene una mano en mi pecho. Trato de correr hasta ella, pero no puedo hacerlo tan rápido cómo me gustaría, definitivamente tengo más de una costilla rota y el meneo que me han pegado los policías lo ha empeorado. Es ella quien llega hasta mí y se abalanza contra mi pecho cuando abro los brazos, me duele horrores, pero al mismo tiempo es el alivio más grande que he sentido en la vida. —Hola, pequeña, hola. —La abrazo y beso su cabeza enterrada en mi pecho—. Dios, no vuelvas a hacerme esto. —Tenía mucho miedo —balbucea y llora desconsoladamente. —Deberíamos examinarla —dice el hombre que ha salido de la ambulancia. —¿Te… te han…? Por favor dime que no… —Estoy bien. Apenas me ha tocado. «Apenas.» Ese apenas hace que algo haga clic en mi cabeza, que una especie de cortocircuito libere una neblina muy oscura frente a mis ojos. —Específica, Wendy. Por lo que más quieras —imploro sintiendo todos mis músculos tensarse. Sin embargo, no le doy tiempo a responder cuando dos policías sacan a ese cabrón por la puerta. Sin mirar atrás ni escuchar voces, corro hasta él, no hay dolor, no hay nada. Solo odio. Varios agentes me sujetan, pero soy una bestia ahora mismo, le pego una patada en el pecho tan fuerte que los dos que lo tenían sujeto, caen a los lados y él contra el suelo. —Te dije que te arrepentirías… —Ríe a carcajadas. Impacto un puño tras otro en su rostro. Siento cómo su pómulo y su nariz se rompen bajo mis nudillos, pero no es suficiente, son necesarios cuatro policías para separarme de él, quien deja de moverse tras el cuarto puñetazo. WENDY —¡Josh, basta! No me dejan correr hasta él. Jordan y los chicos me sujetan mientras dejan que Josh destroce a ese bastardo hasta que lo apartan entre unos cuantos policías y lo esposan. —¡No! ¡No lo podéis detener! —chillo desesperada. —No te preocupes, saldré —dice cuando consigo soltarme y llego hasta él. —Te quiero, te quiero —repito besándolo antes de que me vuelvan a alejar. Voy a comisaría con la policía después de que me examinen en la ambulancia, declaro todo lo que ha pasado y les suplico que suelten a Josh, sé que lo que ha hecho es una agresión, pero, joder, ha sido fruto de los nervios y la desesperación. Pasan un par de horas hasta que, al fin, todos salimos de la comisaría. Enciendo el móvil que le han requisado al cabrón que me tenía encerrada y compruebo que tengo veinte llamadas de Gary y no sé cuántos mensajes. Amy le contó a Chad lo que ha pasado y ellos deben de estar a punto de llegar. —Madre mía, Josh, podrían haberte matado —digo mientras Jay conduce de camino al ático y nosotros vamos sentados detrás—. ¿Te ha revisado un médico? —Sí, no te preocupes. —Deposita un beso en mi frente y me observa entre sus brazos—. Lo siento muchísimo, de verdad. —Lo sé, deja de torturarte. —Tenemos compañía —comunica Jay al mismo tiempo que va deteniendo en vehículo frente al portal. Efectivamente. Todo el clan de Las Vegas se encuentra esperándonos cuando llegamos, Chad sentado en el suelo, Matt mirando su móvil y Gary… bueno, básicamente destrozando el contenedor a patadas. En cuanto ve el coche, todos se acercan a la carretera para recibirme. —¿Qué hace él aquí? —pregunta Josh con todo el cuerpo tensionado. —Amy los ha avisado, por favor, no hagas nada. Sostiene mi mirada, pero no promete algo que sabe que no podrá cumplir. Abro la puerta del coche para bajarme y me dejo abrazar por Gary. —Princesa, mi princesa… ¿estás bien? ¿Qué coño ha pasado? —inquiere mirándome de arriba abajo, inspeccionando mi estado. —Estoy bien. Es una larga historia que, gracias a Dios, ha acabado bien. —¡Hijo de puta! Todo pasa en segundos. Gary me suelta y camina decidido hacia Josh, el cual tiene la misma furia en sus ojos. El primer golpe lo lanza Josh, pero Gary lo esquiva. Vaya, al parecer los dos saben lo que hacen, se golpean mutuamente hasta que, poco después, entre Tom, Jordan y Chad los separan. —¡Parad ya, joder! ¡Esto es lo último que necesito! —grito entrando en el portal con Amy y Tiffany por detrás. —Muñeca, te vienes conmigo —dice Gary siguiéndome hasta el ascensor. —Por encima de mí, hijo de puta —interviene Josh por detrás. —¡Que os calléis! —Cierro la puerta del ascensor en las narices de los dos y subo hasta el ático sabiendo que ellos vendrán detrás. La situación es la siguiente: Jordan y Tiff están sentados en un lado del sofá, junto con Matt, creo que ya los han presentado, aunque no sé en qué momento. Amy se encuentra en el regazo de Chad, expectantes ante la situación, los chicos se han ido, menos Jay, que se ha quedado como apoyo para Josh… ¿Y nosotros? Bueno, yo en medio del salón, fumándome un porro y tratando de relajarme, y Josh y Gary caminando de un lado a otro entre suspiros cada pocos segundos, esperando a que yo hable. —Esto es lo va a pasar —comienzo—. Amy —digo mirándola— tú y yo vamos a irnos a vivir solas. —Ni de coña —interviene Josh. —No me interrumpas. Gary, vosotros debéis iros. —No pienso ir a ninguna parte sin ti —espeta, y yo lo miro advirtiéndole que se calle. —¿¡A él no le dices que no te interrumpa!? —bufa Josh. —¿Qué tienes, cuatro años? —reclama Chad con un gesto de la mano. —¿Y tú quién coño eres? Fuera de mi casa. ¿Qué cojones…? ¡Fuera todos de aquí! —Josh. —Lo miro pidiendo por favor que se relaje, a lo que él restriega su pelo con frustración—. Como iba diciendo… Mañana mismo nos buscaremos un apartamento y empezaremos de nuevo. Josh… te amo. Lo sabes. Pero no podemos seguir así, todo el tiempo discutiendo, puede que la distan… que vivir separados nos ayude. Además, debes ir al hospital a que te den algo para el dolor y te hagan una radiografía. Y Gary… —digo mirándolo ahora a él. —No es necesario que digas nada, muñeca. —No la llames así —gruñe Josh entre dientes. —La llamo como me sale de cojones. —Se acercan de nuevo y yo me pongo en medio. —¡Dios, parad, joder! ¡A esto es a lo que me refiero! —Perdón. —Lo siento. Ambos se disculpan y agachan la cabeza, avergonzados, pero no van a convencerme. Me largo de aquí. 7. APOCALIPSIS NOW WENDY —¿Qué te parece este? —pregunto a Amy en un susurro para que la mujer de la inmobiliaria no nos oiga. —Es genial, Wen. Igual que los últimos cinco —dice con una sonrisa. —Ya. Vale. Entonces creo que nos quedamos aquí. —Caminamos hasta la cocina y la mujer se gira para mirarnos expectante—. Nos la quedamos. —¡Genial! ¿Cuándo quieren mudarse? —Emm… pues ahora. Si es posible. —¿Ahora de… ya mismo? —Sí. ¿Es posible? —Deje que haga una llamada. Asiento y sigo murmurando cosas hasta que regresa a los pocos minutos con una sonrisa y unos papeles. —Todo en orden. Firme aquí y tome las llaves. —Muchas gracias —digo cogiéndolas y dándoselas a Amy. Bajamos al portal y le hacemos un gesto a Jordan para que nos ayude con las maletas. Le hemos pedido que nos esperara en el coche porque ya estaba harto de dar vueltas. Gary está en un hotel y Josh… Bueno, él no lo lleva muy bien. Discutimos de nuevo antes de irme. JOSH —No entiendo por qué cojones quieres marcharte. Es que no… no lo entiendo —suspiro con pesadez. —Josh, creo que es lo mejor. No significa que no vayamos a vernos ni nada, no me voy a París, estaré aquí al lado. —Lo siento, pero sigo sin comprenderlo. —Pues es lo que hay —dice cansada—. ¿Me ayudas a bajar las maletas? —No —gruño enfadado. —Bien. Llamaré a Gary. —Maldita sea. Trae. Hasta los huevos estoy de Gary. Hasta los huevos. Encima ahora dice que no se marcha, que piensa quedarse aquí hasta que todo se solucione. ¡Que tú no tienes nada que solucionar, cojones! ¡Lárgate a tus putas Vegas! Pues no, aquí se ha quedado. Rick llamó, pero no le he contado nada de lo que ha pasado con Wendy… Ni que ha vuelto, ella quiere darle una sorpresa. Yo no sé qué va a pasar con nosotros, la amo, pero está claro que estamos en nuestro peor momento. Supongo que Jenna, Rachel, Gary… todos tienen que ver en eso. Y nosotros, sobre todo nosotros, por nuestra testarudez y cobardía. 8.30pm Yo ¿Ya habéis encontrado piso? 8.39pm Yo ¿Wendy? 8.40pm Mocosa Sí. Estamos instalándonos. Jordan nos está ayudando. Te envío una ubicación. 8.40pm Yo En un rato me paso. Cuando ese payaso se largue me avisas. Cuando no es Gary es Jordan, y cuando no es Jordan es Connor. ¿Qué coño será de ese capullo y de su hermano? Me da igual, por mí pueden desaparecer los dos. Genial y ahora no me responde. Me estoy hartando de esta mierda, ¿por qué no podemos ser como una pareja normal? Todas tienen problemas, pero después se sientan y los arreglan. Es lo normal, joder. —Deja de restregarte, Megan. Por muy dura que me la pongas, no voy a follarte, así que deja de intentarlo —digo sacándola de entre mis piernas a los pocos minutos de llegar al bar. No tengo intenciones de ponerme a beber como un loco, tan solo quiero hacer tiempo hasta que Wendy me llame para ir a ver la nueva casa que han alquilado, pero Megan no se da por vencida con facilidad. Después de servirme la segunda cerveza, ha salido de la barra y se ha acercado hasta la banqueta en la que estoy sentado. —Cariño, sabes que deseas esto —dice acariciando sus curvas. La miro sin cortarme un pelo y la atraigo hacia mí, colocando una mano en su trasero. —Ten por seguro que, si en algún momento lo mío con Wendy termina, tú serás a la primera que visite —susurro en su oído—, pero mientras eso no suceda, ya puede bailar desnuda encima de mí, que no te pondré un dedo encima. —Ya lo estás haciendo. —Sonríe y señala mi mano. —Adiós. Doy un último trago a mi copa y me marcho, dejándola igual de cachonda y dispuesta que siempre. Definitivamente tengo que aclarar las cosas con Wendy, llevamos así demasiados meses. WENDY Todo ha quedado genial. Hemos tardado apenas cuatro horas en colocar todas las cosas y decorar a nuestro gusto, agradezco a Jordan por todo lo que ha hecho y me despido dejando que me dé un beso en la frente. 9.50pm Yo Ya se ha ido. 9.52pm Josh Voy. Hago unas palomitas en el microondas y le espero viendo la televisión junto a mi amigas, la cual se despide y se marcha a su dormitorio cuando él llega. —Hola. —Hola. —Levanto los brazos para rodear su cuello cuando él los pasa por mi cintura—. ¿Cómo estás? —Mal. Esta no es tu casa, mocosa, vuelve conmigo —pide suplicante. —No, Josh, deja de insistir. Ahora vivo aquí, así que empieza a asimilarlo. —¡No me da la gana de asimilar nada, joder! —exclama nervioso— Dijiste que no te marcharías a ningún sitio, dijiste-dijiste que serías mía y que… —No soy tuya —interrumpo. —¿Qué? —¡Que no soy tuya! Abre la boca para responder, pero entonces tocan el timbre. En realidad, no sé por qué le he dicho eso, sé que no habla en el sentido estricto de la palabra, sino más bien de algo figurativo, algo que nos prometimos el uno al otro. En cierto modo entiendo que se sienta confuso, pero ésta ha sido la única solución que se me ha ocurrido para que lo nuestro funcione. JOSH —No me jodas. ¿¡Es que no piensas largarte nunca, chaval!? —Me irrito cuando descubro al que se encuentra tras la puerta. —Relájate, capullo. He venido a ver a Wendy, no a pelear contigo —dice dándole un beso en la mejilla. —¡Todo esto es por tu culpa! —Josh, por favor… —¡No, Wendy! —exclamo terminando de perder los nervios—. ¡No vamos a poder solucionar nada hasta que él desaparezca! —¿Qué coño pasa? No la hables así, te lo advierto —dice Gary colocándose ligeramente frente a ella. —¿Me estás amenazando? —Lo has pillado a la primera. Su nariz roza la mía y me falta una provocación más para rompérsela de un cabezazo. —Fuera —dice Wendy. —Nena, por favor… —¡Fuera los dos! Mierda, está muy enfadada. ¿Por qué coño está tan enfadada? No pienso largarme sin aclarar las cosas, joder. Gary camina hasta la puerta, pero yo no me muevo. —No pienso irme sin saber qué va a pasar con nosotros. Si vamos a seguir juntos. —¿Qué quieres, Josh? ¿Qué te diga que no estamos juntos para ir y follarte a esa Ruby? —Rachel. Si las miradas mataran, ahora mismo sería un cadáver. —¡Pues ve! ¡Corre y fóllatela! ¡Por lo que a mí respecta, esto se ha acabado, joder! ¡Estoy harta! —¡Bien! ¡Porque yo lo estoy mucho más! Aparto a Gary de un empujón y me marcho. Lo hago sin mirar atrás y sin darme la oportunidad de arrepentirme y de correr hasta ella, arrodillarme y decirle cuanto la amo y cuanto la necesito. WENDY Estoy furiosa, ¿quién coño se ha creído que es para hablarme así? Gary me mira con pena y se da la vuelta, negando con la cabeza. —Gary, espera, por favor —digo caminando hasta él—. Lo siento. Perdóname. No te mereces que te hable así, no has hecho nada más que alegrarme los días. —Ven aquí, anda. —Tira de mi muñeca y me rodea con sus brazos. En ese momento la puerta de Amy se abre y se queda ahí de pie mirándonos, confusa porque cuando se ha ido estaba con Josh y ahora con Gary. —¿Qué me he perdido? —pregunta quitándose los auriculares. Gary se queda a cenar. Nos cocina un pollo al horno con patatas y cenamos con una copa cada uno, lo hacemos tranquilamente y sin mencionar el incidente con Josh, creo que tan solo quiere verme bien y hacerme reír, como siempre. Cuando terminamos, Amy decide recoger todo y Gary y yo ponemos una película en el salón. —Chicos, yo me voy a dormir ya. Mañana temprano voy a Las Vegas. —Cierto. Mi hermanito ya te echa de menos. —Hasta mañana, amiga. Que duermas bien la primera noche —digo lanzándole un beso. —Igualmente. La película empieza y estamos cada uno en una esquina del sofá, la verdad es que lo único que me apetece es ver a Josh y ser los que solíamos ser. Volvería con los ojos cerrados a la época en la que nuestra relación era un secreto. Éramos tan felices. —¿Por qué estás tan lejos, princesa? —Por nada —respondo despejando mi mente. Se levanta y se sienta a mi lado, acercándome a él—. Gary… —No voy a morderte. Relájate. Decido hacerle caso y respiro con tranquilidad para tranquilizarme. No puedo sacar a Josh de mi cabeza, seguro que ya está acostándose con alguna. —Ahora vengo, ¿vale? —digo levantándome y entrando en mi cuarto. Necesito pensar. Camino por mi nueva habitación, menos lujosa que la del ático, y decido llamarlo. Toco su nombre en mis contactos favoritos y observo un segundo su foto en la pantalla de mi móvil antes de llevármelo a la oreja. —Tú otra vez. —¿Quién eres? —pregunto, aun sabiéndolo. —Megan. JOSH Estoy soltero. Estoy jodidamente soltero. Mi mocosa ha puesto fin a nuestra relación, se ha rendido, y yo ya estoy cansado de tirar solo de la cuerda. Se acabó, voy a aprovechar mi soltería. En menos de diez minutos estoy entrando por la puerta del bar de Tommy. —Dos veces en un día, vaquero. Tiene que ser grave. —Déjate de estupideces. Ponme lo más fuerte que tengas. —Yo —dice apoyándose en la barra. —Meg, hablo en serio. Suspira y me pone un vaso de cristal con no sé qué líquido. Me da igual. Estoy seguro de que ese cabrón se ha quedado con ella en casa, que a él no lo ha echado como a mí, igual que a un puto perro. Me lo bebo mientras observo su culo bajo esa falda de uniforme, es roja y muy corta, con una camiseta negra de tirantes con el nombre del bar. Las otras dos camareras también lo llevan, pero nunca he hablado con ellas, solo con Megan. Y ninguna tiene las curvas que tiene ella, mucho menos las de Wendy. Cojones. Céntrate. Mis ojos y los suyos se encuentran y me mira con enfado por haberla rechazado de nuevo. No sé cuántas veces van ya. Doy el último trago y rodeo la barra, esquivando al resto de los clientes. Voy hasta el final y entro, tirando de su mano, ella me mira confundida, pero en seguida lo comprende, y ahora es ella la que tira de mí en dirección contraria. —Aquí no. Me dejo llevar hasta el pasillo trasero y entramos en el almacén. En cuanto cierra la puerta, se coloca contra ella y rodea mi cuello, atrayéndome hacia ella con sus manos. La beso sin cuidado, con furia. Estoy cabreado y despechado, jamás me había sentido así, pero no quiero sus besos, no puedo tocar otra boca que no sea la de Wendy. Así que la hago girar y la empujo contra una estantería. —¿Esto es lo que querías? —pregunto metiendo mi mano entre sus muslos. —Sí. —¿Te gusta que te trate así? —Ya conoces la respuesta, cariño. —Bien. No esperes delicadeza por mi parte —digo bajando mis pantalones y colocándome un condón. —No la quiero. Abro sus piernas con mi pie derecho y empujo su pelvis para que eche la cadera hacia atrás, penetrándola de un golpe con la clara intención de no detenerme. —Llevas cachonda desde el primer día que me viste —digo follándola más fuerte—. Estás empapada, apenas siento cuando entra. Coloca un pie sobre la primera balda, abriéndose más a mí. —Te gusta que te hable así, ¿verdad? —gruño dando un mordisco fuerte a su oreja. Responde gimiendo más fuerte y alcanzando un escandaloso orgasmo pocos minutos después. Entonces, me quito el condón y lo tiro ahí mismo. —Ahora chúpamela. Sonríe y se arrodilla, abre la boca para decir algo, pero se la meto hasta la garganta porque no quiero escuchar su voz. Aunque al principio se atraganta, no la saco, espero a que la asimile y entonces es ella misma la que rodea lo que no le entra con una mano y comienza a chuparla. Coloco las manos sobre la balda más alta de la estantería y cierro los ojos imaginando que es ella. Mi pequeña. Bueno, ya no lo es, ahora es de ese hijo de puta. Bajo una mano hasta la cabeza de Megan y tiro de su pelo para que aumente la velocidad, tanto que finalmente consigue que me corra. —Volveré —digo subiéndome los pantalones antes de salir del almacén y del Bar de Timmy. WENDY —Tú otra vez. —¿Quién eres? —pregunto, aun sabiéndolo. —Megan. —Megan —repito con un nudo en la garganta. —Sí, a Josh se le ha caído el móvil mientras me follaba. Cuelgo y lanzo el teléfono contra la pared tan fuerte que la batería sale disparada. ¿Así que a esto quiere jugar? Muy bien. Los dos conocemos este juego. Salgo de la habitación y camino decidida hacia Gary, me siento sobre él, con una pierna a cada lado, y comienzo a besarlo. —Princesa, ¿qué…? —dice entre beso y beso— Wen… Muñeca… Se levanta conmigo encima y camina hasta mi habitación, me tumba sobre la cama sin dejar de besarme y tiro de su camiseta para quitársela. Él hace lo mismo con la mía y después con mis pantalones cortos. —¿Estás segura de esto? —pregunta con la respiración ya agitada. —Bésame. Supongo que esa respuesta es suficiente porque devora mi boca con decisión. Nuestras lenguas se entrelazan haciendo todo tipo de movimientos, se separa unos segundos para lamer mi cuello, y besa mi clavícula y sigue bajando por mis pechos. —Tienes las tetas más perfectas que tenido el placer de probar. Se mete mis pezones en la boca, los besa y los muerde con rudeza, sin ningún cuidado, como a mí me gusta. Sigue bajando por el vientre hasta mi pelvis y me abre las piernas sin dejar de besarme. Cuando pienso que va a volver a hacer lo que hizo la última vez, sube de nuevo hasta mi boca y me besa lentamente. Sujetando mi labio entre los dientes cada vez que se separa. De pronto, sus dedos se abren paso en mi interior de manera brutal. Gimo, pero sujeta mi cara con su mano libre para seguir besándome, haciendo que jadee dentro de su boca. —Deseas esto tanto como yo —dice metiendo y sacando los dedos lentamente. Poco después los saca del todo y se coloca sobre mí. Su miembro se aprieta duro contra mi pelvis, y entonces recuerdo que nunca lo he visto desnudo. Tiro de sus pantalones hacia abajo y el hace lo mismo con sus bóxers. Rodeo su cadera con mis piernas y la siento justo sobre mi entrada. —¿Quieres que lo hagamos? —pregunta de nuevo, yo solo asiento—. Eso no me sirve, princesa. Se mueve sobre mí e introduce ligeramente la punta. —¿Quieres esto? —Hazlo, Gary —digo apretando más mis piernas. —Me encanta cuando dices mi nombre —dice introduciéndose completamente en mí—. Quiero que lo grites cuando te corras. Me penetra con movimientos crueles, muy despacio. Sacándola casi por completo e introduciéndola nuevamente de un golpe. Llegando a tocar ese punto concreto en mi interior. Sigue unos minutos así y después se incorpora, quedando de rodillas y yo sobre él. Coloca una mano bajo mi trasero, sujetándome, y otra en mi hombro, apretándome mientras entra y sale. Estoy cerca. —¿Vas a correrte, princesa? Asiento y él vuelve a tumbarme sobre la cama. La velocidad de sus embestidas crece drásticamente, aturdiéndome. —Gary… Me besa con desesperación y de un momento a otro, mi orgasmo llega, gimiendo y gritando su nombre tal y como me ha pedido. Un gruñido por su parte me indica que él está a punto de hacer lo mismo, su mandíbula apretada y sus ojos cerrados me lo confirman. Cuando mi orgasmo termina, sale de mi interior y segundos después y con ayuda de su propia mano se corre sobre mi vientre. —Joder —gruñe—, la próxima vez usaremos un condón. ¿La próxima vez? JOSH Me siento como una jodida mierda. Me he follado a Megan, finalmente, y lo peor es que no he dejado de pensar en Wendy ni un momento. Busco mi teléfono cuando aparco en el garaje, pero no lo encuentro. Lo que me faltaba, perder el móvil, espero que se me haya caído en el bar y Megan lo tenga guardado. Sigo sintiéndome mal, así que antes de ir a buscarlo, se me ocurre pasarme por casa de Wendy para discúlpame por la manera en la que la he hablado. Puede que no vayamos a estar juntos, pero no quiero perderla del todo, así que conduzco en dirección a la calle Taylor que es donde lo han alquilado. No creo lo que ven mis ojos cuando me detengo a varios metros y ahí está, el coche de Gary aparcado y todas las luces de su casa apagadas. Es perfecto. Sencillamente… perfecto. Sin montar nuevamente un escándalo ni soltar una puta lágrima más, me pongo en marcha y trato de aceptar todo lo sucedido en el día de hoy. Veintidós de julio, día en el que todo se fue a la mierda. Después de recuperar mi teléfono, veo que no tengo ninguna llamada suya. No sé de qué me sorprendo, habrá estado muy ocupada toda la noche. La ira me quema por dentro a medida que crece y me la imagino bajo su cuerpo. Le pego un puñetazo a un buzón, pero aun así no se me pasa, necesito golpear a alguien. Cuando voy a llamar a Wiston para apuntarme a la próxima pelea, mi móvil suena. —Ey, hermano. ¿Cómo va todo por el paraíso? —respondo a la llamada de Rick, el único que ahora mismo puede sacarme una sonrisa. —Tío, esto es la hostia, pero hace un calor asfixiante —bufa soltando una bocanada de aire. —¿Qué esperabas? —Río sin ganas. —Bueno, ¿Qué tal todo por ahí? Wendy me ha dicho que ha vuelto. —Sí… Me pidió que no te dijera nada, se ha ido a vivir con Amy. —Eso también me lo ha dicho… —¿También te ha contado lo del gilipollas que se ha traído con ella? — pregunto comenzando a estresarme. —Solo por encima, pero dice que no se va a quedar. —Pues no parece tener intenciones de largarse. —Pongo el manos libres y arranco el coche para volver a casa y dar por finalizado este día de mierda. —Josh… ¿Has hablado con ella? ¿Le has contado lo de…? —Sí. Le dio una paliza a Jenna en cuanto se lo dije. —Esa es mi pequeña —dice riendo. —Sí, bueno, pero las cosas no han ido bien después… Esta noche me ha dejado. Otra vez. —¿Qué ha pasado? —Le dije que lo de irse a vivir sola es un error y que se viniera a conmigo a casa, y empezamos a discutir. Desde que volvió no hemos dejado de hacerlo… Ese… Gary no se separa de ella, joder. —Relájate, ¿vale? Lo arreglaremos. Ella te quiere. —Ya no estoy seguro de eso. Creo que hemos vuelto un poco al principio. —Eso no es tan malo. Podéis comenzar de nuevo, pero esta vez haciendo bien las cosas, hermano. —Ya. Bueno… ya hablaremos. —¿Todo bien por el taller? —Perfecto. Diviértete, cabrón. Ya te quedan pocos días para volver. —Lo haré, hablamos. —Adiós. Eso es lo que ha ocurrido, parece que hemos vuelto al principio. Desde que Wendy volvió, apenas hemos hablado. Hace una semana que me dejó y desde entonces solo la he visto un día, cuando vino a por no sé qué carpeta que se había dejado en su habitación. Para mi desgracia, Megan estaba medio desnuda en la cocina. Wendy solo la miró de arriba abajo y después me miró a mí, rio sarcásticamente y se largó sin decir nada. Rick volvió ayer y casi me rompe la cara cuando una morena que conocí en el estanco salía de mi habitación. Esquivé el golpe y después de cinco minutos gritando, conseguí que me escuchara. Solo suspiró con lástima y se fue a su cuarto, creo que ha pasado algo con Alice porque volvió sin ella y de muy mal humor. A las siete de la tarde sale de su dormitorio para cenar, así que me levanto del sofá y entro en la cocina, comprobando que está cocinando algo en la sartén. —¿Qué ha pasado, Rick? Sé que algo va mal. —Alice y yo lo hemos dejado —dice sin rodeos. —¿Cómo dices? —Me acerco hasta quedar a su lado y el me mira como confirmación—. ¿Qué ha pasado? —Discutimos en el avión. Mucho. Si no llegamos a esta a kilómetros del suelo, estoy seguro de que nos hubieran echado. —¿Por qué ha sido? —Connor. Jackson. Todo. —Me tiemblan los puños cada vez que escucho esos nombres — mascullo, apretándolos—. ¿Qué cojones han hecho? —Nada y todo. Tío, después de todo, son sus hermanos. Su sangre. Yo solo soy uno más. —Eso es mentira y lo sabes, está enamorada de ti. —Puede, pero no podremos avanzar mientras siga escuchando y creyendo las mierdas que le cuentan esos dos. Así que le he dicho que cuando madure y se decida por lo que quiere, que me avise. WENDY Mi hermano volvió ayer. Por fin. Aún no he podido ir a verlo, así que iré esta tarde. No es que me haga mucha gracia tener que volver al ático y encontrarme a otra zorra medio desnuda en la cocina, como el otro día. No me sorprendió para nada. De hecho, la parte egoísta y culpable de mí, se alegró. A ver, no me hizo ninguna gracia, pero me sentí un poco menos culpable por haberme acostado con Gary. A pesar de no haber repetido desde aquella noche. Abro la puerta despacio. Sí, aún tengo llaves y no tengo intención de devolvérselas, esta siempre será mi casa. La empujo y ahogo un grito al ver el desastre que tengo frente a mí. —¿¡Qué coño!? ¡Rick! —grito moviendo su hombro para que despierte — ¡Ricky! —¿Qué…? ¿qué…? Wendy —dice restregándose los ojos y mirando a su alrededor—. Hostia. Apocalipsis. Eso es lo que parece que ha pasado por el ático. Están todas las sillas tiradas en el suelo, la mesa de cristal de en medio de los sofás está rota, con todos los cristales desparramados. Una… no, dos tías están tiradas en el sofá, dormidas y una de ellas desnuda. La otra, al menos, lleva las bragas. Mi hermano solo lleva unos vaqueros y tiene los ojos más rojos que nunca, hay botellas vacías en el suelo y restos de marihuana y cocaína básicamente por todas partes. ¿Y Josh? —¿Qué narices ha pasado aquí, Rick? —No-no sé. No me acuerdo de nada —dice mientras se levanta y va hacia la cocina. —¡Eh! ¡Eh! —grito zarandeando a las chicas—. Vamos. Fuera de aquí. —¿Quién eres tú? —pregunta una de ellas levantándose. —La que te va a echar a patadas si no sacas el culo de mi casa. ¡Ya! Cogen el diminuto vestido que traían y mirándome de arriba abajo con desaprobación, salen por la puerta sin preocuparse por vestirse primero. Voy hacia la cocina y mi hermano está tomándose una pastilla y bebiendo agua, avanzo por el pasillo y veo la puerta de Josh abierta. Su cuarto está igual que el salón, incluidas otras dos tías en su cama. Justo en ese momento sale del baño y sin verme aún, las despierta de manera poco amable y hace con ellas lo mismo que yo con las otras dos. Se gira y entonces me ve. —Wendy. ¿Qué haces aquí? —Eso mismo me preguntaba yo. —Frunzo el ceño y regreso al salón. Me cruzo de brazos mientras las otras dos salen por la puerta, Josh se sienta en el sofá con la mano cubriendo sus ojos y apretando su cabeza, y mi hermano vuelve de la cocina y lo imita. —¿Alguien va a explicarme qué coño significa esto? Por cierto, hermano, yo también me alegro de verte. He tenido un jodido déjá vu cuando he entrado y te he visto. —Lo siento. No… joder —Aprieta de nuevo su cabeza y estira la mano para coger la botella de agua que ha traído. —¿Y Alice? —cuestiono, él me mira con una expresión de enfado y elevo las cejas— Alice. Tu novia. Esa con la que te has ido de vacaciones. —No quiero hablar de ella ahora mismo. Ya no estamos juntos. —¡Pero si volvisteis ayer de viaje! —Pues eso. No estamos juntos desde ayer. —¿Qué ha pasado? —Te ha dicho que no quiere hablar de eso. ¿Estás sorda? —pregunta Josh sin sacar la cabeza de entre sus manos. —Perdona. ¿Me hablas a mí? —digo acercándome hasta quedar frente a él— Porque si me hablas a mí… —tiro de su pelo para que levante la cabeza— hazlo a la cara, cobarde de mierda. —Mira, niñata —se levanta, haciendo que yo ahora tenga que mirar hacia arriba—, tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Lo dejaste todo muy claro cuando Gary se quedó a “dormir contigo” —dice haciendo las comillas con los dedos. —¿Te refieres a la misma noche que te tiraste a Megan? —pregunto quedando muy cerca de él. 8. TRANSICIÓN JOSH Mierda, ¿cómo cojones sabe eso? —Si te estás preguntando cómo lo sé, agradéceselo a ella. Sus palabras cuando te llamé para disculparme por haber perdido así los papeles, creo que fueron:” Se le ha caído el móvil mientras me follaba”. Hija de puta. ¿Quién se cree que es para decirle eso? Wendy se da la vuelta, enfadada y claramente decepcionada, y yo no puedo evitar tirar de su muñeca para que se gire, llevado por un profundo sentimiento de culpabilidad. Me siento como un cabrón ahora mismo, a pesar de todo lo que ella haya hecho. —Wendy… —Déjalo, Josh, no te esfuerces. Y tú… —añade mirando a su hermano — volveré en un rato y me contarás qué coño es lo que ha pasado con Alice para que hayas desatado el Apocalipsis en esta casa. Vuelve a mirarme y se gira para marcharse, caminando despacio hacia la puerta de salida, pero justo antes de salir, se da la vuelta. —Pensándolo mejor, ven tú a mi casa. —Me observa—. No me apetece volver aquí y tener que sacar más mujeres a rastras. Te mandaré la dirección. Cierra la puerta tras de ella y yo arrastro los pies hasta el sofá para volver a dejarme caer en él, agotado y con un horrible dolor de cabeza. —Se nos fue de las manos —comento dando un buen trago a la botella de agua que ha traído Rick. —¿Se nos fue de las manos? No me jodas. Esto ha sido una jodida locura. ¿En qué momento…? ¿Cómo…? Da igual —suspira tumbándose de nuevo en el sofá—. Voy a llamar a Margot. —Sí. Llámala ya. Esto está como la mierda, joder. FLASHBACK DE LA NOCHE ANTERIOR Después de cenar la mierda que Rick ha cocinado, decido pedir un par de pizzas. —Vete a tomar por el culo, idiota. No vuelvo a cocinarte nada. —¿Perdona? ¡Lo que tú querías era matarme, joder! —Río mientras cojo otro pedazo. —Que te follen —dice mientras coge otro trozo él. —De eso tengo ganas, sí. Podría hacer un par de llamadas si quieres… y recordar viejos tiempo. —Arqueo las cejas y le lanzo una sonrisa pícara. Me mira pensativo, pero niega con la cabeza. —Entonces esta noche seremos tú, yo y las drogas —digo encendiéndome un porro. —Cállate, marica. —Vamos, hermano. Podríamos pasarlo bien… —insisto. Solo me mira y se ríe mientras le da un trago a la cerveza—. Tu silencio me dice que estás deseando aceptar. Cómo solo sigue riendo y no dice nada, cojo mi teléfono y delante de él llamo a la morena del estanco, Tina o Kim o no sé cómo cojones se llamaba. Le digo que traiga a unas amigas y en menos de veinte minutos están entrando en casa. —Me alegra volver a verte, preciosa —digo mientras aprieto su trasero con mi mano. —Y a mí que me llamaras. Me besa sin disimulo y tiro de la mano de la pelirroja que está mirando, para besarla también. Cuando me giro, las otras dos están coqueteando con Rick, está un poco incómodo, pero en seguida se deja llevar cuando la señorita faldita corta se sienta sobre él. Me dejo caer en el sofá con una a cada lado, sonriendo a mi amigo con complicidad por la situación en la que nos encontramos y, la cual, no vivíamos desde que yo empecé con Wendy y él con Alice. —Tranquilas, fieras —digo dándole un beso a cada una—. La noche es larga. Tres horas después, hemos acabado con cuatro botellas de whiskey y no sé las cervezas que llevamos. Los porros hace rato que nos aburrieron, así que hemos tirado de la cocaína que tenía guardada en el cajón, esa que me prometí no volver a probar cuando decidí cambiar mi situación. A Ricky ya se la han chupado dos veces y por la imagen que tengo delante, creo que va teniendo ganas de algo más. Por lo que a mí respecta, la morena que ha resultado llamarse Amanda, y la pelirroja que tiene un nombre francés que no sé pronunciar, se han corrido en mi mano un par de veces también. Yo todavía no, pero he preferido hacerlo así para que después no me presionen. —Vamos, preciosas. Creo que ya me toca —informo dejando el vaso de cristal sobre la mesa. Amanda se arrodilla y yo levanto el culo para que pueda sacarme la ropa, hace horas que me quité la camiseta. La tengo dura desde hace un buen rato, de modo que la acaricia y se la introduce en la boca mientras yo beso a la francesa, me la chupa sin descanso durante unos minutos y después se intercambia con la pelirroja. Cuando siento la maravillosa sensación acercándose, agarro su trenza en un puño y comienzo a correrme mientras ella aumenta la velocidad. Cierro los ojos y me dejo caer hacia atrás en el sofá cuando termina, aceptando la cerveza que me pasa la francesa. No habrán pasado más de veinte minutos cuando, a consecuencia de la escena que me regalan Rick y una de las chicas que están con él, noto cómo vuelvo a excitarme. Él está sentado y ella dada la vuelta, mirándome mientras Rick la penetra una y otra vez. Bajo la mano y comienzo a tocarme a la vez que mi polla crece entre mis dedos. —¿Te gusta que te mire? —Le pregunta Rick a la susodicha. —Claro que le gusta, tío. Y, por su cara, creo que quiere que le des más fuerte —intervengo en medio de una carcajada. —¿Eso quieres? Se incorpora colocando una rodilla en el sofá y se la mete de un golpe haciéndola gemir más alto. Ella no deja de mirarme ni un segundo. —Tú —llamo a la francesa—. Ven aquí. Retira mi mano y continua con mi trabajo mientras yo no aparto la vista de la morena a quien está follando mi amigo. —Rick… —Ella le lloriquea para que no se detenga. —No dejaré que te corras hasta que Josh lo haga. La perjudicada me mira suplicante y yo solo río, aunque lo cierto es que estoy cerca. Tanto que en seguida lleno la boca de la francesa, una vez más, y la morena gime mientras se corre junto con Rick. A eso de las tres de la mañana, a mi colega se le cruzan los cables y comienza a tirar las sillas y a golpear la pared cagándose en la puta madre de los Andrews. Le pega una patada a la mesa, tan fuerte, que la estampa contra la pared y el cristal que hace de superficie se rompe. —¡Hermano! ¡Para ya! ¡Si quieres vamos a romperles la cara, pero deja de destrozar nuestra casa, cojones! Él se limita a gruñir y a sentarse en el sofá, su morena le besa el cuello con la intención de ayudar a que se relaje, y él la empuja con rudeza antes de tumbarse sobre ella. Yo estoy cansado, pero creo que puedo con un asalto más, así que cojo a la francesa y a Amanda, y las llevo hasta mi cuarto. FIN DE FLASHBACK Después de que Margot recoja la casa y limpie todo, la pagamos incluyendo una buena propina por la rapidez. Me dirijo a la ducha y maldigo al percatarme de que una de las chicas ha marcado mi cuello, odio los chupetones. Excepto los de la mocosa, me gustaba saber que era suyo. Al salir de la ducha me pongo un chándal gris y una camiseta de tirantes negra, cojo las gafas y una gorra, y me despido de Rick con un “vengo en un rato”. Necesito hablar con ella, ha pasado una semana y empiezo a pensar que pasó la noche con Gary por la mierda que le dijo Megan. Tendré unas palabras con esa después, pero primero tengo que ver a mi mocosa, aunque sea para que me cruce la cara. La necesito. Estoy hambriento de su olor. No toco el timbre porque sé que no me abriría, así que decido simplemente esperar a que salga. Me apoyo en el portal y saco el móvil para jugar un rato hasta que la vea, puede que la llame para que baje… no lo sé. WENDY ¿Qué narices habrá pasado entre mi hermano y Alice? Podría preguntarle a ella, pero prefiero que me lo cuente él, al fin y al cabo, es mi hermano. Aunque claramente ahora no es el momento, así que voy a comprar algunas cosas que necesito para casa porque, con todo lo que ha pasado últimamente, hemos tenido la nevera medio vacía por no ir a hacer la compra, y hemos estado alimentándonos de comida basura. Tenemos que volver a cuidarnos y a comer como Dios manda, además de una buena dosis de entrenamiento. Pensándolo mejor, también iré a comprar unas vitaminas. 2.15pm Gary ¿Dónde estás princesa? 2.17pm Yo Saliendo de la farmacia de al lado de casa. ¿Por qué? ¿Qué tal ha salido la partida? 2.17pm Gary Genial, muñeca. ¿Tienes ganas de verme? 2.18pm Yo Claro. 2.18pm Gary Pues vuelve pronto a casa. Que vuelva pronto, ¿para qué? Madre mía, espero que no se le haya ocurrido volver a venir, está loco. Debe de estar gastando una fortuna en gasolina. Además, no sé qué me pasa, que venga tanto a verme solo hace que me sienta más culpable por no darle todo lo que merece. Me paseo por el supermercado sin mucha prisa, pensando en no comprar nada de bollería ni de comida grasienta, solo verdura y cosas sanas. Aunque no puedo resistirme a ese chocolate tan delicioso que Amy compró hace unas semanas para probarlo. Ojalá no lo hubiera hecho, porque ahora necesito una onza después de cada comida, me he vuelto aún más adicta de lo que ya era. Cuando doblo la esquina con las bolsas de la compra, casi se me caen las naranjas al suelo al verlo. Él todavía no me ha visto a mí, está mirando la pantalla de su teléfono, así que me permito deleitarme unos segundos con su atractivo. Porque lo tiene, y mucho. Y él lo sabe, sabe el efecto que su cuerpo provoca en mí. La manera en la que el pulso palpita bajo mi cuello cuando sus manos acarician mi espalda. Odio que posea tal poder y más aún por no poder controlarme en ese aspecto, soy totalmente débil ante él. Se encuentra apoyado en la puerta del portal, con unas gafas de sol, un chándal que se adapta a la perfección a los músculos de su cuerpo, y una gorra negra. Josh. —¿Qué-qué haces aquí? —pregunto deteniéndome frente a él. Levanta la mirada, pero sin mover la cabeza, provocando unas sexys arrugas que se forman en su frente al hacer eso. —Hola. —Ladea la sonrisa y guarda su móvil en el bolsillo antes de dar un paso para cogerme las bolsas de las manos—. No me ha gustado cómo te has ido antes, creo que deberíamos hablar. —Como tú bien has dicho, no tenemos nada de qué hablar —reafirmo cruzándome de brazos. —¿Y por qué te has puesto nerviosa? Pasa las bolsas a la misma mano, y sube la otra para apartar un mechón de mi pelo y colocarlo detrás de mí oreja. Se quita las gafas y las cuelga de su camiseta sin dejar de mirarme. —No me he puesto nerviosa, Josh. —Sí que lo has hecho, puedo sentir tu pulso —se regodea y coloca los dedos sobre mi cuello. Aparto su mano y le quito las bolsas, fulminándole con la mirada. Meto la llave en la cerradura y él me abre la puerta, siguiéndome después al interior del portal sin decir nada. Entonces vuelve a sonarme el móvil y recuerdo los mensajes de Gary. Dejo las bolsas en el suelo y lo saco del bolsillo trasero de los vaqueros para ver si es él otra vez. 2.54pm Gary ¿Dónde estás? Te espero ansioso. Escucho un resoplido a mi espalda, de modo que me doy la vuelta para comprobar cómo la mirada de Josh se endurece. Lo ha leído. —¿Por qué estás haciendo esto, Wendy? —pregunta con la voz cansada. —¿Qué estoy haciendo según tú? —Jugar con él. O jugar conmigo, ya no lo sé. Si te soy sincero, nunca he perdido la esperanza en nosotros, llámame iluso. Pero desde algunas semanas… —Se encoge de hombros y suspira. A mí no me sale nada para responderle, me ha dejado sin palabras con su declaración. Josh es más de enfadarse y gritar, no de sincerarse con esa tristeza. Como si se sintiera derrotado, me mira una última vez y, sin añadir nada más, se marcha. Estupendo. JOSH Una vez más, Gary estropea todas mis intenciones de arreglar las cosas. Cada vez que me presento de buenas, con paciencia e ilusión por volver a ser los que éramos, su nombre aparece de una forma o de otra. Ya no sé qué hacer, si quiero luchar por ella, tengo que deshacerme como sea de él, pero primero debo pasarme por el bar de Timmy para hablar con Megan. Me ha jodido bien al decirle aquello a Wendy. Aparco frente a la puerta y entro, ella está de espaldas y no me ha visto aún, así que tiro de su brazo, sorprendiéndola y provocando que casi se le caiga la bandeja, la cual deja sobre la barra al ver que no estoy nada contento. La guío hasta el pasillo, que da al almacén, e imagino que ella lo malinterpreta. —Me encanta que aparezcas sin avisar, cielo —admite acercándose a mi boca. —¿Por qué coño le dijiste a Wendy que habíamos follado? —La separo de mí y doy un paso atrás. —Vamos, cariño, esa niña debería darse cuenta de una vez de que tú eres mío y no suyo. —Escúchame bien —ordeno sujetando su brazo y acercándola a mí—. Yo no soy tuyo, ¿entendido? Nunca estaremos juntos, Megan, métetelo en la cabeza de una puta vez. Nos acostamos porque los dos así lo deseábamos, somos adultos, ¿no? —Espero su respuesta, pero solo hace un gesto con la boca—. Pues ya está. Le lanzo una última mirada y abandono el bar con la misma rapidez que he llegado, agotado por la cantidad de veces que la he cagado. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? WENDY Subo por en el ascensor y abro la puerta de casa con mis dedos adoloridos por el peso de las bolsas. Introduzco las llaves en la cerradura del apartamento y, cuando entro, me encuentro con Gary, tan solo con unos pantalones cortos, haciendo una ensalada y bailando al ritmo de la música que sale de la minicadena. Sonrío y lo observo unos segundos antes de que me vea, debo reconocer que está muy bueno. En realidad, soy afortunada. —¿Por qué no dejas de mirarme el culo y comienzas a bailar para que pueda mirártelo yo? —propone sin girarse. Se da la vuelta y sonríe mientras se limpia las manos. Yo avanzo con las bolsas y las dejo sobre la barra de la cocina sin decir nada, él la rodea y sube el volumen de la música con el mando a distancia. Pone las manos en mis caderas y comienza a bailar para que le siga. Yo solo río y me dejo llevar. —Sois tan adorables —comenta Amy mirándonos desde la puerta de su habitación. Nos separamos riendo y yo comienzo a guardar la compra mientras él me mira sentado en una banqueta. —¿Qué haces aquí, Gary? —Me apoyo en la encimera y alzo las cejas. —Te echaba de menos, anoche soñé contigo. ¿Te parece mal que haya venido? Niego con la cabeza y sigo guardando las cosas, no sabiendo cómo o qué hacer para conseguir poner orden en mi vida de una vez. Debo tomar una decisión y tiene que ser rápido o los perderé a los dos, aunque no parece que Gary tenga intenciones de irse a ninguna parte… —¿Qué miras? —Coloco las naranjas en el frutero que hay sobre la barra en la que él tiene los codos apoyados. —Miro a mi princesa. —Sonríe y acaricia mi mano. —Oye, Gary… Creo que deberíamos… —Muñeca, no hace falta. —Me interrumpe—. Sé cómo son las cosas, ¿vale? Tan solo déjame disfrutarlas mientras aclaras tu cabeza. —No me parece justo. Ni tan siquiera sé… —Wen, cállate. —Se levanta y rodea la barra para sujetar mis manos—. Ya está, no te preocupes. Soy mayorcito para saber lo que me hago. No me parece bien que se haga ilusiones y piense que vamos a terminar juntos cuando aún no se ni tan siquiera lo que quiero, pero tampoco voy a echarlo de mi casa mientras lo descubro. Tira de mi mano para volver a la banqueta y se sienta de nuevo, colocándome entre sus piernas. —Eres preciosa, no puedes pedirme que no quiera disfrutar de ti mientras me lo permitas —confiesa mirándome seriamente. —Lo siento. —¿Por qué lo sientes? —Por no ser capaz de darte todo lo que mereces. —Agacho la cabeza. —Ya me das todo, Wendy. Ven aquí. Me rodea con sus brazos y me estrecha. Le devuelvo el abrazo y seguimos así unos segundos, disfrutando el uno del otro. Cuando nos separamos, me doy la vuelta para continuar guardando la compra, pero sujeta mi muñeca. No tira, solo la sujeta para que me gire. Aunque está serio, puedo ver en sus ojos ese brillo característico, sé lo que quiere y yo… Yo ya no sé ni lo que quiero ni lo que me conviene. Dejo que me arrime a él y acaricie mi barbilla antes de acercar sus labios a los míos lentamente. Me besa de manera pausada, disfrutando cada uno del tacto del otro. Entreabro la boca y en seguida su lengua busca la mía, rodea mi cintura y sonríe. —¿Ves? No puedes privarme de esto. Se levanta y camina hasta mi habitación, se detiene en la puerta y me mira. Voy hasta dónde está y sin decir nada más, ambos entramos en mi cuarto para dejarnos llevar una vez más. JOSH Después de llegar a casa y subir al gimnasio, golpeo el saco de boxeo sin preocuparme por los pinchazos que aún siento en las costillas. Las heridas no han sanado del todo, pero me da igual, o le doy al saco de boxeo o le doy a Gary, y no creo que eso me vaya a ayudar en mucho con Wendy. Lo cierto es que él no me debe nada, no somos amigos y apenas nos conocemos. Si yo estuviera en su lugar, claramente haría todo lo que estuviera en mi mano para no perderla. No puedo culparle por eso, aunque quiera partirle la nariz cada vez que lo tengo delante. —Oye, hermano, sé que estás enfadado… —Rick habla a mi espalda, desde la punta de arriba de las escaleras— Así que, ¿por qué no vamos esta noche a La fábrica? —Sí, iremos. Llama a Wiston. —Está hecho. Peleamos contra ellos. Me detengo en seco y le miro mientras cojo la toalla del banco, la paso por mi frente y doy un trago a la botella de agua. —¿Andrews? —pregunto acercándome al mismo tiempo que veo en mi mente la cara de Connor y de su hermano, Jackson. —Sí. Asiento y lo sigo escaleras abajo, acepto la cena que me ofrece y le digo que voy a darme una ducha mientras cocina. Necesito estar fresco y sereno para esta noche, esos dos hijos de puta no se nos van a escapar, estoy seguro que de Rick se desquitará con cualquiera que le toque. Su relación con Alice iba bien hasta que ellos se metieron por el medio, contando mentiras a su hermana y metiendo mierda para comerle la cabeza. Que se preparen. WENDY Gary tortura mi clítoris con sus dedos mientras entra y sale de mí como una bestia. Desde atrás. Aprieta mi pecho izquierdo mientras presiona el punto más sensible de mi cuerpo con los dedos de su mano derecha. —Más rápido… —susurro mientras acompaño sus movimientos con mi cadera. Se introduce en mi interior cada vez más deprisa y yo me siento cada vez más cerca. —Wendy, debería… —jadea— Tengo que… —Tomo la píldora y confío en que ambos estamos limpios, ¿o no? — inquiero. Se detiene y gira mi cara para que lo mire. —¿Desde cuándo? —Dos semanas —aclaro, moviéndome para que entre y salga—. Vamos, Gary… Lo necesito. Él solo sonríe y comienza a penetrarme de nuevo de manera frenética, hasta que ambos estallamos y gritamos de placer. Siento cómo me llena por dentro y un calor abrumador abriéndose paso dentro de mí, mi orgasmo aumenta y él no se detiene. —¡Dios…! Mordisquea mi clavícula desde atrás mientras la clava en mi interior con sacudidas inhumanas hasta que no podemos más y caemos cada uno en un lado de la cama. Cojo una bocanada de aire para rellenar mis pulmones y espero un par de minutos aguardando a que mi pulso se calme. En cuando noto cómo la respiración se vuelve más acompasada, le digo que voy a darme una ducha y él asiente, aún con los ojos cerrados. Mientras estoy enjabonándome, no puedo evitar pensar en si debería detener esta locura y precipitada relación con Gary. No soy tonta y nunca me he engañado a mí misma, no me gusta. Sé que él siente por mí mucho más de lo que yo siento por él, incluso podría decir que para mí… Es solo sexo. A ver, por supuesto que le tengo un cariño especial y no es un hombre cualquiera, pero no se acerca ni de lejos a lo que Josh es para mí. Y temo que nadie pueda hacerlo nunca. —¿Te apetece ir a la playa? —propone cuando salgo del baño. —¿Ahora? Son las cuatro de la tarde. —Miro el reloj de mi muñeca. —Hacemos unos bocadillos y pasamos la tarde. ¿Qué dices? —Bueno…vale. —Asiento por su sonrisa inundada de emoción—. Voy a buscar un biquini. —Yo voy haciendo los bocadillos. Llegamos a Baker Beach cuarenta minutos después, aparcamos el coche y bajamos las escaleras de la muerte con cuidado de no partirnos un tobillo por el camino. Madre mía, nunca había visto escaleras semejantes. Tan solo he estado en esta playa un par de veces, y fue hace muchísimo tiempo con el colegio. Dejamos la bolsa sobre la arena y extendemos un par de toallas. Amy y Tiff se iban esta tarde a Las Vegas con Chad y Matt, así que hemos venido solos. Me quito el vestido, quedándome con el biquini rosa que he escogido, y observo a Gary mientras hace lo mismo. Se ha comprado un bañador en un puesto del muelle que hemos parado antes de venir, y me ha sugerido que sería buena idea que dejara algo de ropa en mi casa… —Túmbate, te pondré un poco de crema. Me coloco boca abajo y me desabrocha la parte de arriba para extender un poco mientras me da un masaje. Acaricia mis pechos por los costados y baja hasta mi trasero. —Separa las piernas. Pone más crema en mis muslos y la reparte con movimientos lentos, metiendo las manos demasiado hacia dentro. —Gary… No creo que vaya a darme el sol por ahí. —Río con una voz idiota. —Lo sé —susurra contra mi oído. No puedo vero, pero sé que está sonriendo. Al poco rato se detiene y me pide que me dé la vuelta, de modo que me tapo con la parte de arriba para que no se me vea nada. Sin embargo, me la quita de repente de forma inesperada y yo me cubro rápido con las manos. —¡Gary! Dámela. —Muñeca, tienes unas tetas preciosas, ¿por qué no mostrarlas y dejar que les dé el sol? —Me da vergüenza… Además —añado mirando hacia los lados—, no sé si aquí se puede hacer topless. Rompe a reír y yo lo fulmino con la mirada. —Vamos, enséñamelas —insiste con tono travieso. Separo mis manos despacio, y me tumbo para que me eche la crema, comienza a esparcirla con cuidado, acariciando mis pezones y bajando por mi vientre. —Joder, te lo haría ahora mismo —murmura mientras acaricia mis muslos. —Shh —digo cuando veo que una señora nos mira con desaprobación. Él se ríe y yo me incorporo para intercambiarnos y que yo le ponga la crema en la espalda a él. Por supuesto, repitiendo el mismo proceso que conmigo, solo que con una peque… gran, diferencia. Su enorme erección. Después de bañarnos y nadar un rato mientras jugamos, nos tumbamos al sol para que se nos seque el bañador. A pesar de que al principio me daba vergüenza estar con los pechos al aire, al final me acostumbro. Además, el bronceado en ellas va a ser alucinante sin las marcas en los hombros. Me despierto de la siesta en el dormitorio de mi apartamento dos semanas después, bostezo perezosamente y, al comprobar que no hay nadie a mi lado, me levanto extrañada y encuentro nota en la mesilla. “He tenido que irme, princesa. Trabajo. Te llamaré en cuanto pueda. Disfruta de las vacaciones.” Sí, Gary se ha quedado estos días en mi casa. No me pareció muy adecuado al principio, y se lo dije. Si hay algo por lo que no se me puede culpar, es por ser sincera. Reconozco que puedo tener la culpa de muchas otras cosas, pero no en eso. Desde el primer momento le he dicho que no sé ni lo que quiero y que no estoy segura de mis sentimientos hacia él. Sabe que amo a Josh y sigo enamorada de él, pero eso no le ha frenado a la hora de insistir en quedarse conmigo en casa. ¿Qué le iba a decir? No podía echarlo sin más, joder. Aunque debo decir que no ha dormido conmigo. No todos los días, al menos… En cuanto a Josh, hace una semana que no lo veo, y tan solo fue durante un rato en el que fui a casa para hablar con mi hermano y él estaba allí. Después lo llamaron y se marchó sin más. Tengo la impresión de que se me acaba el tiempo, Josh se está rindiendo, puedo notarlo. Amy prepara la cena y tacha un día más del calendario. ¿Cómo ha podido pasar tan deprisa el verano? Hace cuatro días que pasó todo aquello con Josh… Y dentro de nada, vuelta a la rutina. Aunque aún falta algo importante antes de que el verano finalice. —Joder, en dos días acaban mis vacaciones —protesta Amy dando un bocado a su tortita. —¡Tendrás cara! Agradece que mi hermano te haya dejado más de un mes a tu puta bola. —Río—. Soy yo la que debería quejarme, empiezo la universidad en dos semanas. —Oye… —dice mientras mira el calendario— dentro de unos días es el cumpleaños de Josh… —Ya lo sé. El veintinueve de agosto. —¿Qué pasa con vosotros? —Pone kétchup en sus patatas y después me lo pasa a mí. —No lo sé, Amy. Es complicado. —Vosotros lo complicáis, joder. Parecéis idiotas. Os morís por estar juntos, pero en vez de hacerlo, tan solo os dedicáis a maltrataros y hundiros mutuamente. —No podemos estar juntos. Es demasiado posesivo y celoso, nuestra relación es muy tóxica. —¿Perdona? —Eleva las cejas—. ¡Igual que tú! —¡Eso no es cierto! —¡Sí que lo es! —Ríe y me señala con la mano. —Lo que tú digas. —Además, eso de que es tóxica, no es cierto —reflexiona. Yo arqueo una ceja en su dirección mientras mastico—. A ver, un poco sí, pero solo por el miedo que tenéis, Wendy. Y lo sabes. Los dos estáis completamente enamorados, pero os escondéis tras otras personas por miedo a intentarlo y fallar. —¿Fallar como lo hicimos en el pasado, dices? —Nadie es perfecto, Wen. Solo tenéis que aprender. —Se encoge de hombros y no vuelve a decir nada. Cenamos en silencio, pensando cada una en nuestras cosas, mientras vemos Bob Esponja en la televisión. Fui a ver a mi hermano y me contó que el motivo de que Alice y él hayan roto, son Connor y Jackson. Hace como… No sé, muchos tiempo que no hablo con Connor. Lo cierto es que le echo de menos, hemos compartido demasiadas cosas, pero después de lo que me contó sobre… ¡Mierda! ¡Joder! ¡Con todo lo que ha pasado con Josh, se me olvidó por completo contarle lo de Jackson! Esta vez la he cagado, pero bien, Dios mío, ¿cómo se me pudo olvidar algo semejante? Ese cabrón fue el responsable de que el primo de Josh muriese, esto sí que no me lo va a perdonar en la vida. JOSH La jodida pelea con los Andrews se canceló por motivos desconocidos. Wiston solo llamó y dijo que la aplazaban hasta el mes que viene, no veo la hora de partir la cara a cualquiera de ellos. Estoy lavándome los dientes cuando escucho el móvil sobre la cama, me enjuago, bebo agua, me seco la cara y voy a ver quién es. 10.28pm Mocosa ¿Podemos vernos? Tengo algo importante que decirte… 10.29pm Yo ¿Qué pasa, que tu novio ya se ha ido y te aburres? 10.30pm Mocosa Josh, por favor. Es importante. 10.30pm Yo Ahora voy. Los mensajes de Wendy me pillan por sorpresa. Sobre todo, porque hace más de dos semanas que no hablamos, tan solo la he visto un día y no cruzamos palabra. No sé muy bien cómo sentirme y lo cierto es que hace tiempo que trato de no darle demasiadas vueltas. Soy de esas personas que cree en el destino, pienso que lo que tenga pasar, pasará, así que prefiero que venga solo. ¿Algo importante que decirme? No sé por qué, pero presiento que no va a gustarme. Me pongo unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes blanca, y cojo las llaves de mi coche. Gracias a Dios, la recuperé de esa maldita tienda de tatuajes. Aún no sabemos cuándo será el juicio… Conduzco tratando de tranquilizarme y no montarme mis propias películas sobre lo que quiere decirme, y aparco en la calle paralela a la suya, donde encuentro un sitio libre. Entro en su apartamento sin decir nada porque me abre la puerta en silencio y evita mi mirada, está nerviosa. Más de lo normal. Y eso solo hace que yo me ponga nervioso también, esto no es habitual. Le dice algo a Amy y se mete en su habitación, no muy convencida. ¿Qué cojones pasa? Wendy se acerca y me mira, abre la boca para decir algo, pero ningún sonido sale de ella. —¿Qué pasa? Habla de una vez. —Si-siéntate. —Hace un gesto para señalar el sofá tras ella. —No quiero sentarme. ¿Vas a decirme para qué coño he venido? —Vale, pues no te sientes. A ver… —bufa y se echa todo el pelo hacia un lado, caminado de un lado a otro sin saber cómo decirme lo que sea que tiene que decirme. —Suéltalo de una puta vez. Me estás asustando. —Me mira con miedo y juraría que hasta le tiembla el labio inferior—. No me digas… Por favor, dime que no estás embarazada. —¿¡Qué!? —exclama frunciendo el ceño— ¡No! ¡No, joder! —Bien. Pues di lo que sea. —Camino hasta la barra de la cocina y me siento en una banqueta. —Hace un tiempo… Bueno, la noche aquella… la que pasé con Connor. WENDY Solo de nombrarlo, su cuerpo ya está en alerta. Esto no va bien. Trato de pensar en una manera de suavizar esto, pero ¿acaso existe la forma de hacerlo? —Bueno, aquella noche él me contó algo, por eso me llevó allí. Con todo lo que ha pasado después… Yo no… —No me interesan las putas conversaciones que tengas con ese gilipollas —dice levantándose de la banqueta y dirigiéndose a la puerta. —Josh. —Corro y le sujeto por la muñeca para que no se marche, pero le suelto en cuanto se da la vuelta—. Por favor. Joder… Me-me dijo que lo de tu… Aquel día… —No entiendo una mierda de lo que dices, Wendy —resopla enfadado. —Jackson manipuló tu coche el día que tu primo murió —suelto sin pensarlo más. Levanta las cejas y me mira un segundo antes de empezar a reírse. Yo solo entrelazo mis dedos y, sin querer, aprieto tanto mi labio entre los dientes que noto el sabor amargo de la sangre. Él deja de reír y analiza mi expresión, tornando la suya seria y tensando absolutamente todos los músculos de su cuerpo. Abre la boca y la cierra muchas veces sin encontrar las palabras. —Dime, por favor, que es una estúpida broma —masculla entre dientes, pegando prácticamente su nariz a la mía. —Lo-lo siento… Con todo lo que ha pasado, yo no… —¿¡Lo sientes!? ¿¡Lo sientes!? —Me sujeta por ambos brazos y grita muy cerca de mi cara. —¡Suéltala! —Amy, métete en tu habitación. No pasa nada… —La miro para que me haga caso y segundos después obedece—. Josh, suéltame. —¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunta sin moverse. —No-no me… Se me olvidó. —Se te… ¿¡Se te olvido!? —replica furioso— ¿¡Estás de coña!? ¡Ese hijo de puta hizo que matara a mi primo! ¡Mi primo, Wendy! Se da la vuelta y da varios pasos, restregando su pelo y respirando pesadamente. Yo cierro los ojos, las lágrimas bajan por mis mejillas y sé que tiene razón. —Josh… —sollozo. Él vuelve a acercarse a mí y clava en mis ojos una mirada de odio que sé con seguridad que jamás podré olvidar. —No quiero volver a saber nada más de ti. —Seca con rabia dos lágrimas solitarias que resbalan por sus mejillas y se marcha. —¿¡Qué ha pasado!? —Amy sale de su dormitorio y corre hasta mí en cuanto escucha el fuerte sonido de la puerta. No puedo hablar, tan solo llorar, por lo que ella me lleva hasta el sillón más cercano y se arrodilla frente a mí. Escucho su moto acelerando sobre el caliente asfalto, alejándose. —Lo he perdido, Amy. Lo he perdido para siempre. 9. LA VERDAD SIEMPRE SALE A LA LUZ JOSH Acelero sin preocuparme por los stops ni lo semáforos, solo quiero encontrarlo. Encontrarlo y matarlo. Lo que siento ahora… Lo que estoy experimentando por dentro no se acerca a nada que conozca, nunca había sentido tan odio por nadie. Es verdad que siempre me han caído mal y en cierto modo pensaba que ya les odiaba, pero no. Ahora sé lo que es odiar y querer ver a alguien muerto. Son las once y media, así que igual no está en su casa. Toco el timbre una vez, y segundos después empiezo a aporrear con los puños hasta que Connor abre. —¿Dónde está tu hermano? —pregunto apretando los puños a cada lado. —¿Quién coño te crees que eres para aparecer así en mi casa, Matthews? —No te lo repetiré. ¿Dónde está tu hermano? Aprieto tanto la mandíbula y los puños, que creo que si no me responde deprisa desquitare mi ira con él. —Ha ido a ver a tu madre —contesta sonriendo como un estúpido. No soy dueño de mí mismo cuando le doy un puñetazo en la nariz, provocando que caiga al suelo. No pierdo la paciencia, solo le advierto. No quiero gastar fuerza con él, Connor no me ha hecho nada en comparación con su hermano. —¡Josh! —Alice sale corriendo del baño y se agacha junto a Connor—. ¿¡Qué coño pasa!? —Alice, ¿dónde está tu hermano? —Me mira asustada, pero yo no puedo seguir aquí ni un minuto más—. Por favor —suplico notando las lágrimas en mis ojos. —Hay carrera en una hora, supongo que estará en el descampado. ¿¡Qué vas a hacer!? —grita esto último cuando ya estoy bajando las escaleras de dos en dos. Subo en a mi coche con una rapidez y una desesperación sobrecogedoras, conduzco como un auténtico loco, sin pensar en mi propia seguridad ni en la del resto de personas. En cuanto llego al descampado, todos me hacen sitio al reconocer mi coche, voy hasta mi lugar habitual y veo a Jay y Tom mirarme extrañados. Claramente no me esperaban. —¿Ha llegado Andrews? —interrogo sin saludar. —Aquí me tienes, mi amor. —Las tripas se me retuercen al escucharle a mi espalda—. Me acaba de llamar mi hermana, dice que has ido a buscarme a casa. ¿Tan desesperado estabas por verme? —Ríe con sus amigos. En ese momento suceden varias cosas: cuando me giro y lo veo, mi mente se nubla. No sé exactamente cómo va toda la mierda del cerebro, pero la parte que controla el raciocinio, deja de funcionarme. Veo por detrás de él el coche de Connor, y me parece ver a lo lejos el de Rick. Nada me importa ahora, solo él, contra el suelo. Desangrándose. WENDY Después de unos segundos llorando y lamentándome de mí misma, me levanto y Amy me mira interrogante. —¿Qué vas a hacer? ¿Vas a contarme que ha pasado? Cojo el móvil de mi cuarto y la veo que entra detrás de mí, marco el número de mi hermano y espero. Un tono. Dos tonos. Tres tonos. —Wendy, iba a llamarte ahora. Acabo de hablar con Alice. Dice qué… —Rick, escúchame —interrumpo—. La he cagado, Connor me contó que Jackson manipuló el coche de Josh la noche que su primo murió. —¿Qué coño estás…? —Con toda la mierda que ha pasado, se me olvidó contárselo antes y se ha ido de aquí como un loco. Estoy segura de que irá a por él. —¡Joder! —¿¡Qué!? —exclamo apretando la mano de Amy. —Alice me ha dicho que ha ido a su casa a buscarle y ella le ha dicho que estaba en las carreras. Escúchame, tengo que ir, es capaz de cualquier cosa. Tú quédate en casa, te llamaré cuando volvamos. —¡En eso estaba pensando! —chillo con sarcasmo—. Nos vemos allí — informo poniéndome las botas. —¡Wendy, no podré ayudarle si tengo que protegerte a ti también! Quédate en casa, joder. Te quiero. Guardo el móvil después de que cuelgue y lo meto en el bolsillo de la sudadera. Me recojo el pelo en un moño y me aseguro de tener todo, Amy me mira impaciente, esperando que le explique todo lo que acaba de oír. —Deja de mirarme así, joder. Sé que he jodido todo, pero tengo que ir. ¿Vienes? —Vamos. JOSH Noto el miedo en sus ojos cuando ve mi mirada mientras me acerco a él. Ni yo mismo me conozco. Le doy el primer golpe de lleno en la cara, haciendo que retroceda sorprendido y enfadado. Se quita la chaqueta y camina hasta mí. Ni siquiera deseo disfrutar de esto, solo quiero que deje de respirar y enviarle al mismo sitio que Jake. Le pego una patada para que caiga al suelo. Nadie se atreve a meterse, ni siquiera su hermano. Sé que Alice está gritando porque la veo, pero no la oigo. Solo escucho un pitido fuerte en mis oídos. La sangre quema en mis venas a medida que mis nudillos rompen los huesos de su cara. Aún respira, así que no me detengo. Trata de liberarse, de modo que agarro su cuello con fuerza y aprieto mientras mi codo sube y baja con cada impacto de mis puños. Alguien sujeta mi cuerpo desde atrás y tira de mí, pero solo consigue enfurecerme aún más. Se coloca frente a mí y me grita algo, pero no escucho. Sé que es Rick. Es mi hermano. Mi familia. Pero es la única que me queda por culpa del cabrón que tengo debajo. Dejo de verlo y vuelvo a sentir presión en mi espalada. Me rodea con sus brazos, los cuales son fuertes, pero no lo suficientes, y tira de mí. Cómo no lo consigue, rodea mi cuello con su antebrazo y hace presión hasta que comienza a costarme respirar, aflojo mi mano sobre Jackson y dejo de golpearlo. Le doy un codazo al cuerpo que me está ahogando desde atrás, pero no me suelta. Más brazos tiran de mí hasta que me tumban en el suelo, boca arriba. —¡Hermano! ¡Josh, para! —Rick está sentado sobre mí, sujetando mis muñecas con fuerza, mientras noto más manos en mis piernas y mis brazos. Veo a Jay y Tom, pero no proceso lo que me dicen. —¡Suéltame! —¡Basta! ¡Es un hijo de puta y merece morir, pero no dejaré que te jodas la vida por ese desgraciado! —grita sobre mí. Sin saber cuándo he empezado a llorar, dejo de hacer fuerza, así que Jay y Tom me sueltan, pero Rick no. —Por favor… —suplico entre sollozos— suéltame. —Tranquilízate, hermano. Ya está. No merece la pena —habla calmado al mismo tiempo que su agarre se va suavizando. Tira de mi mano para que me levante, lo hago prácticamente sin fuerzas, me tiemblan las piernas y los brazos, por lo que me sujeta para caminar hasta mi coche. No veo nada más a mí alrededor, solo a él. Me mira cuando estoy apoyado en la carrocería y, sin poder evitarlo, dejo de hacer fuerza con mis piernas y me dejo caer contra la puerta del copiloto. Lloro cómo aquella noche, cómo cuando mi primo dejó de respirar para siempre. Rick solo me abraza. WENDY Cuando aparco en medio de todos los coches, solo veo muchas personas acumuladas en un mismo punto. Hay una ambulancia y he pasado un coche de policía hace unos minutos, el cual estoy segura de que viene hacia aquí. —Mierda, mierda. —No soy capaz de elaborar una frase con sentido, solo quiero verlo. Y lo hago, se encuentra arrodillado en el suelo, entre los brazos de mi hermano. Respiro al comprobar que sigue entero, pero se me atasca el aire al ver a Jackson en una camilla, dos médicos le hablan mientras lo suben en la ambulancia. Corro hasta ellos, pero me detengo en seco cuando Josh levanta la vista y nuestras miradas se cruzan. Si hay algún dolor más intenso que el que yo siento en mi corazón ahora mismo, no lo he experimentado nunca. Una punzada se clava en mi pecho a medida que él se levanta sin dejar de mirarme, y es entonces cuando mi hermano se gira. —Wendy, no es un buen momento —habla con cautela—. Te dije que te quedaras en casa. Cuando voy a responder, una sirena de policía hace que nos giremos todos para ver el coche que se ha detenido a unos metros de nosotros. Dos señores salen y se acercan. —¿Quién de ustedes es Josh Matthews? —Soy yo. —Tiene que acompañarnos. Está detenido por un delito de lesiones, tiene derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usado en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a un abogado y si no puede pagarlo, se le asignará uno de oficio —relata uno de ellos mientras lo esposa y tira de él hasta el coche. Suelta toda esa mierda cómo si se lo hubiera aprendido de memoria y para él fuera lo más normal del mundo. Josh no se resiste en ningún momento, ya no llora. Solo camina sin ningún brillo en sus ojos. Mi hermano se mueve de un lado para otro y revuelve su pelo con frustración. —¿Ha entendido sus derechos, joven? —Sí. —Asiente mientras entra en el coche. —Te sacaré, hermano. Te lo juro —asegura Rick acercándose a la ventanilla. Yo no soy capaz de moverme, solo lo miro. Lo observo y muero por dentro. JOSH Estoy roto por dentro. La medicina dice que el corazón es el que nos mantiene vivos, pero el mío sigue latiendo y yo ya no siento nada. Ahora mismo me da igual lo que me pase, no me importa pasarme el resto de mi vida en la cárcel, no me importa nada. Ni siquiera ella. Sé que quiero a Wendy, soy consciente de que un sentimiento tan intenso no desaparece en media hora, pero ahora mismo no puedo verla. No sé si seré capaz de perdonarla algún día por no habérmelo contado antes, pero desde luego, no será esta noche. El coche sigue su camino hasta la comisaría, y yo ya estoy cansado de luchar. No sé si lo he matado, pero me da igual. Mi primo está muerto. ¿Por qué no debería morir él también? Tiran de mi brazo para hacerme salir y, después de meterme en el edificio azul, me encierran en una sala de interrogatorios. En mi reloj veo que es la una y cuarto, me recuesto en la silla y espero a que alguien entre. WENDY Comienza a llover. Mucho. Veo a mi hermano gritarme y mover los brazos en mi dirección, pero no soy capaz de hacer nada. Corre hacia mí y tira de mi muñeca. —¡Muévete, joder! ¡Vamos, Wendy! Me mete en el coche y veo que Amy ya está sentada a mi lado, agarra mi mano y la aprieta a modo de apoyo. Yo solo trato de sonreírla y mirar al frente. —Rick. —Ahora no. —Mi hermano me dirige una dura mirada un segundo antes de volver la vista a la carretera—. No eres consciente de lo grande que es esto, joder. No hablo más en todo el viaje de regreso al centro de la ciudad, y él tampoco lo hace, solo un par de minutos cuando Jay lo llama para decirle en qué comisaria tienen a Josh. Minutos después, Rick aparca frente a la comisaria y se baja. —Quedaos aquí. Voy a ver si puedo arreglar este desastre. —¿Qué haces? —inquiere Amy cuando me ve abrir la puerta. —¿No esperarás que me quede? —Salgo sin esperar su respuesta y escucho cómo viene tras de mí con rapidez. —Wendy, vas a empeorar las cosas… Puede que tenga razón, pero necesito ver que Josh se encuentra bien, mirarle a los ojos y suplicar que me perdone por no haberle contado antes todo lo que Connor me confesó aquella fatídica noche. Cruzamos la calle corriendo y subimos las escaleras hacia el edificio que tan poca simpatía me despierta. Buscamos a mi hermano en la sala principal, se encuentra junto a un mostrador hablando con un policía y no parece contento. Ninguno de los dos. —No pienso irme de aquí sin él. Ese cabrón se merecía cada uno de los golpes. —Eso no es excusa. Tu amigo le ha dado una buena paliza a ese chico, estará ingresado varios días. —¿Cuándo van a soltarle? —insiste mientras nosotras observamos la escena a un par de metros. —Tendrá que pasar esta noche en el calabozo y mañana podrá hablar con su abogado, si es que lo tiene. Ahora mismo lo están interrogando. —Claro que lo tenemos. Le llamaré ahora mismo —dice mi hermano sacando el móvil del pantalón. Se gira y levanta los brazos cuando me ve, señalando la puerta. —Vuelve al coche, joder. Te he dicho que no salieras. —No sabía que tuvierais abogado —comento ignorando sus palabras. —Y no lo tenemos, hasta hoy. —Se queda callado, esperando a que, quien esté al otro lado del teléfono, responda—. ¿Jay? Sí… No, tiene que pasar aquí la noche… Por eso te llamo, dile a tu hermano que mueva su jodido culo hasta aquí ahora mismo. Josh necesita un abogado. JOSH Un policía que no había visto antes, abre la puerta y entra. Separa la silla que hay frente a mí y le da a un botón en la cámara que hay a un lado. —Bien, muchacho. Comencemos. Le has dado una buena paliza a ese chico, ¿eh? —Cómo ve que no digo nada, sigue—. Veo que no estás muy hablador. Lo que has hecho es grave, Josh. Puedo llamarte Josh, ¿no? ¿O prefieres Matthews? —Josh —digo tajantemente. —De acuerdo. Como te decía, es muy grave. Ese chico… Jackson. —Se calla al ver el cambio en mi expresión al escuchar su nombre—. Está bastante delicado. Han tenido que darle varios puntos y tiene algunos huesos rotos —continúa, y yo suelto el aire, aburrido. Me la suda lo que le haya hecho, ojalá lo hubiera matado—. Debes saber que lo que has hecho es delito, por eso estás aquí. Podrías acabar en la cárcel, chico, así que deberías empezar a hablar. —No diré una jodida palabra sin mi abogado, así que deje de perder su tiempo. Sé de sobra cómo funciona esto. —Bien. Hemos acabado, entonces. Sale por la puerta y yo me quedo igual que estaba. Al cabo de un rato, la puerta vuelve a abrirse y veo entrar al mismo hombre de antes, esta vez acompañado del hermano de Jay. Me levanto para abrazarlo, agradecido porque esté aquí, pero me hace un gesto con los ojos para que controle mi euforia y disimule, así que solo estrecho su mano. Empieza el interrogatorio de nuevo y yo comienzo a contar lo que pasó, siguiendo los consejos y haciendo caso a todo lo que Kenny me dice. WENDY Después de discutir con Rick, lo mando a tomar por el culo y me marcho a casa con Amy, harta de que me trate como a una niña y no me deje quedarme para disculparme con Josh, el cual se ha quedado en la sala de interrogatorios con Kenny. A pesar de todo, dudo mucho que quiera verme cuando salga. —Esto… ¡Joder, yo debería estar allí! —Le doy una patada a la mesilla, haciéndome yo más daño que ella. —Relájate, Wen, así no vas a solucionar nada. Además… tu hermano tiene razón. Josh no quiere verte y solo empeorarías las cosas. —Gracias por tu apoyo, amiga. Me meto en mi habitación y cierro dando un portazo. Me dejo caer en la cama y cojo un cigarro de la mesilla, lo enciendo y busco mi móvil. Gary no me ha llamado aún, así que le escribo un mensaje. 2.45am Yo ¿Qué tal el trabajo? Por aquí se han complicado un poco las cosas… Veinte minutos después no me ha respondido, así que tiro el móvil con frustración. Odio la impotencia que siento ahora mismo. Si hubiera hecho lo que tenía que hacer, y le hubiese contado todo a Josh en cuanto llegué a casa, ahora mismo no estaría detenido. Quizá lo hubiera estado en aquel momento, pero al menos no me odiaría. —Wendy, ha pasado algo. —Amy entra en mi cuarto de repente. —¿Qué? —pregunto levantándome deprisa. —Me acaba de llamar Chad. Gary está en el hospital. —¿¡Qué!? ¿¡Que ha pasado!? —No me lo ha explicado bien. Dice que después de una partida en la que ha ganado más de cinco mil pavos, lo han encontrado detrás del hotel… Estaba inconsciente y lleno de sangre. Me quedo pálida y me fallan las piernas, así que me siento en la cama. Esto no puede estar pasando, ¿se han alineado los astros esta noche? —¿Qué-que quieres hacer? Yo voy a ir. Salgo en veinte minutos, Chad me espera. —¿Pero… está bien? —No sé más, cariño. Solo lo que te he contado. —No sé qué hacer, Amy… Josh… está en comisaria por mi culpa. —Josh está bien, Wendy. Gary está en el hospital —responde saliendo de mi dormitorio enfadada por mi respuesta. La sigo y me siento en el sofá viendo cómo camina de un lado para otro, preparando una pequeña maleta. Cuando ya tiene todo, me mira y levanta las manos. —¿Vienes o no? —Amy, son las tres de la madrugada, hay más de cinco horas hasta Las Vegas. —¿Y qué cojones me importa eso? El hermano de mi novio está ingresado, joder. Gary, Wendy. ¿Ya te has olvidado de él? —Agita las manos con auténtico cabreo. —¡No! ¡Claro que no, joder! Pero tengo que arreglar las cosas con Josh. —Josh puede esperar. Gary no. —Amy, ¿qué pasa? Sé que me están ocultando algo. Solo está ingresado… puedo ir a verlo mañana. —Mira, Wen —suspira y se acerca—, no te lo he dicho antes para que no te pusieras histérica… —¿Qué coño pasa? —Me levanto al ver su cara. —Le han disparado. Ha perdido mucha sangre… Está en cuidados intensivos. Me tambaleo un poco y ella se acerca para sujetarme. Tiene que ser una broma, alguna cámara oculta. ¿Verdad? ¿Verdad? —Vamos —dice tirando de mí y cerrando la puerta. Entramos en el hospital cuatro horas después. Ya es de día y no he recibido ninguna llamada ni ningún mensaje de mi hermano. Ni de Josh. Amy ha conducido como una auténtica campeona, y nos hemos tragado cuatro Red Bulls cada una. Apenas hemos cruzado palabra porque hemos venido con la música a todo volumen para no dormirnos. —¡Chad! —grita ella corriendo. —Hola, nena —dice estrechando a Amy con sus brazos—. Hola, Wendy. Gracias por venir. —Me da dos besos y puedo notar el cansancio en su mirada. —¡Wendy! —Veo a Tiffany venir corriendo por el pasillo, junto a Matt detrás de ella. La abrazo y después saludo a Matt. —Quiero verle —informo cuando todos se callan. —Aún no ha despertado… —Su hermano se seca los ojos húmedos y me ofrece su mano—. Ven, te acompañaré. Chad me lleva por un pasillo blanco hasta una habitación con el número cuatro encima. Cuando abre y me empuja un poco para que entre, no puedo evitar retroceder involuntariamente al verlo rodeado de cables y con ese pitido que me hace saber que sigue vivo. JOSH —Vas a tener que pasar la noche en el calabozo, Josh, pero mañana a primera hora Rick pagará tu fianza y podrás irte a casa hasta el día del juicio. —Vale. Gracias por todo, Kenny. —No te preocupes. Estoy seguro de que quedarás libre, aunque con una cuantiosa multa… —Me da igual la multa. Ojalá le hubiera mat… —Shh —dice tapando mi boca—. No se te ocurra decir eso en alto. —Tienes razón. Gracias. Nos despedimos y dejo que los policías me metan en una celda junto con otro chico que está dormido en un rincón. Trato de acomodarme, bastante en vano puesto que es imposible estar a gusto dentro de una celda dura, fría y oscura. En lugar de eso, me limito a mirar el techo hasta que, un rato después, compruebo que son las cinco de la mañana y no he conseguido pegar ojo. No logro sacar a Wendy de mi cabeza, ¿cómo ha podido ocultarme algo así? Ella era… Es todo para mí. Sabe lo que mi primo significaba y, aun así, ha guardado para ella semejante secreto. Dice que se la ha olvidado, ¡venga ya! Algo así no se te olvida, no me jodas. WENDY —Gary, tienes que despertar… por favor —sollozo sin poder evitar que las lágrimas caigan por mis mejillas. Aprieto su mano y me acerco hasta su rostro, lo observo unos segundos y lo acaricio, sonriendo por un recuerdo que cruza mi mente de pronto. Estábamos en el apartamento y, tras un rato debatiendo qué película ver, cedió y aceptó ver mi peli favorita por cuarta vez. —¿Sabes que eres la persona más cabezota que he conocido nunca, princesa? —Lo sé. Ya te lo dije cuando nos conocimos, el que avisa no es traidor. —Le saqué la lengua y él solo sonrió con admiración. —¿De qué te ríes? —No río. Solo sonrío porque eres la más cabezota, pero también la más preciosa. Podría mirarte un día entero sin cansarme. No puedo imaginarme perderlo así, de repente y sin siquiera haberme podido despedir. Es decir… Joder, esto no puede estar pasando, ¿ha sido alguna clase de castigo por no saber lo que quería? ¡Ellos no tienen la culpa! Siento que estoy siendo una egocéntrica al pensar que esto les ha pasado por mi culpa, algo que obviamente no es así. Bueno, al menos no lo de Gary. En lo de Josh he colaborado bastante. —Vamos, abre los ojos. Enséñame ese gris tormentoso que me hace querer quedarme contigo siempre. —¿Lo harás? —¿Si haré qué? ¡Gary! —exclamo reaccionando ante su despertar—. ¿¡Estás bien!? —No has respondido —dice abriendo por fin los ojos. —¿A qué? —¿Te quedaras conmigo siempre? No, por Dios, no me preguntes eso. No es justo, maldita sea. ¿Qué se le dice a uno de los hombres que más feliz te ha hecho, cuando te pregunta si te quedarás con él siempre? Podría decirle que no, o que no lo sé, pero, ¡joder, acaban de dispararle! —Sí. Soy la peor persona del mundo, Dios no me perdonará el estar actuando así, pero si al menos consigo que sea feliz por un tiempo, que así sea. Gary sonríe y tira de mí como puede para darme un pequeño beso. —Voy a llamar al médico —informo a la vez que me levanto. Salgo al pasillo y cuando todos me ven sonreír, corren hacia mí. Asiento ante la pregunta silenciosa de Chad y me hago a un lado para que entre, veo cómo le abraza con cuidado y sonrío ante la imagen para después ir a avisar a su médico, el cual lo revisa y, tras hacerle varias pruebas, nos dice que pasará un día más en cuidados intensivos y después lo subirán a planta. —¿De verdad tienes que irte? —Me mira con tristeza cuando voy a despedirme. —Sí… pero te prometo que volveré en cuanto pueda. —No. No quiero que andes conduciendo tantas horas, puedes venir en avión. —No te preocupes por eso, ya veré. Tú solo recupérate pronto, ¿vale? — pido sonriendo. —Lo haré si sé que tú me esperas cuando salga. —Claro que sí, tonto. Descansa —Le doy un beso y salgo de la habitación. A las cinco y diez de la tarde aparco en el garaje del ático y estiro todos los músculos antes de salir, subo en el ascensor y noto algo extraño cuando entro, esa sensación tan particular cuando sientes que en un sitio hay alguien más. Dejo el bolso sobre la mesa y, tratando de no hacer ruido, avanzo hasta mi cuarto. —¿Dónde coño has estado? —espeta mi hermano con tono enfadado. —¿Ha salido Josh? —Todavía no. He quedado a las seis para pagar la fianza, ¿dónde estabas? —¿No le soltaban por la mañana? —Pues sí, pero he ido y me han dicho que hasta las seis nada. Dime dónde has estado metida. —En Las Vegas… —Tienes que estar de coña. —Rick se levanta de mi cama con cabreo. Al parecer ha estado esperándome y se ha quedado dormido. Aunque no sé para qué, si fue él quien me mandó irme de la comisaria. —Pues no, Rick. No estoy de coña, han disparado a Gary y está ingresado. —¿¡No me jodas!? Ya te dije que ese tío no era bueno para ti, no quiero que vuelvas a acercarte a él. —No vas a prohibirme nada. —Me quito las zapatillas deportivas y las tiro en un rincón antes de dejarme caer en la cama completamente agotada. —¡Cómo la mierda que lo haré! ¡Le han pegado un jodido tiro! No voy a permitir que andes con tipos que pueden ponerte en peligro. —Entonces tampoco podré salir con tu amigo —digo con la cabeza contra la almohada. —Josh nunca te pondría en peligro —contesta ofendido. —Ah, ¿no? —Me giro y lo miro con cabreo—. ¿Por eso me secuestra…? —Cierro la boca antes de terminar de meter la pata hasta el fondo, debería hacer un curso para aprender a tener filtro antes de hablar. —¿Qué has dicho? Repite eso, Wendy. —Nada, Rick… —Suspiro y me siento con las piernas cruzadas, resignada a tener que confesar todo finalmente—. Cuando estabas de viaje, un tío me secuestró y me metió en una habitación… Pero me encontraron en seguida. —Me apresuro a decir esto último cuando su rostro se desencaja. —¿Qué te hicieron? —masculla furioso— Mierda, Wendy, ¿por qué no me lo habéis contado? —Por esto mismo. Sabía que te pondrías así. —¿¡Pero de qué coño estamos hablando, Wendy!? ¿¡Secuestros, disparos, peleas!? Dios… soy un hermano de mierda —lamenta, se sienta en la cama y cubre su cara con las manos. —Ey, tú no eres un hermano de mierda. Eres el mejor hermano del mundo —aseguro levantando su cara para que me mire—. Por favor, no te enfades con Josh. Fui yo la que no quiso decírtelo. —Ahora mismo solo me dan ganas de no pagar la puta fianza y que se quede dónde está. —Rick… —Tranquila. No lo voy a hacer, pero me alegra ver que aún te importa un poco. —¿Un poco? Josh es todo para mí, Ricky… pero parece que lo nuestro está destinado al fracaso. —Yo creo que vais a terminar juntos, a pesar de todo. Solo que, tal vez, ahora no sea vuestro momento… —Pues cuida de él hasta que lo sea, ¿vale? —Sonrío y le hago una señal para que me abrace. —Claro. No te preocupes, ven aquí —Sus brazos me rodean y yo dejo escapar una bocanada de aire. Estoy tan cansada que me duele la cabeza—. ¿Cuánto hace que no duermes? —No lo sé. —Bueno, pues túmbate y descansa. En cuarenta minutos tengo que ir a comisaria, ¿estarás aquí cuando volvamos? —No, Ricky. Josh no quiere verme, y lo entiendo. —Me encojo de hombros y él acaricia mi pelo—. Voy a darme una ducha para despejarme y luego me iré a casa, allí podré dormirme hasta mañana. —De acuerdo, llámame si necesitas cualquier cosa. —No te preocupes. JOSH Paso la noche en vela. He tenido mucho tiempo para pensar, es curioso cómo se le da vueltas a la cabeza y a las conclusiones que se llegan cuando no tienes nada más que hacer que eso: pensar. Mi primo me ha acompañado esta noche. He recordado cientos de momentos vividos con Jake, sintiendo que ahora mismo me observa desde arriba y me pide que sea bueno, como siempre solía decirme. Estoy seguro de que, si estuviera aquí ahora mismo, me daría dos hostias por haber hecho lo que hice, pero lo repetiría una y mil veces. A las seis de la tarde abren mi celda, aun cuando me dijeron que saldría por la mañana. Al parecer ha habido algún problema con el papeleo, en fin, que me da igual. El caso es que ya me marcho, y que no sé qué voy a hacer ahora, cómo voy a poder controlarme para no ir a buscar a ese hijo de puta a su casa o atropellarle con el coche cuando lo vea. Camino por el pasillo hacia la salida del calabozo, a lo lejos veo a Rick firmando unos papeles de espaldas a mí, en el mostrador principal de la comisaría. Una sonrisa involuntaria se forma en mi rostro al saber que todavía le tengo a él, y que jamás permitiría que nada nos separase, a pesar de que lo hice durante un tiempo por mi relación con Wendy. —Gracias, hermano. —Me acerco y me coloco a su lado. —Josh —habla aliviado, abrazándome después con fuerza. —¿Cuánto ha sido? —pregunto señalando el papel de la fianza. —Da lo mismo, tío. —Rick. Lo bueno que tenemos es que no necesitamos hablar. Con una mirada o un par de gestos, somos capaces de tener una conversación completa sin cruzar palabra. —Veinte mil. —Te los devolveré —prometo mientras guardo las pertenencias que me quitaron anoche y me devuelven ahora. —Olvídalo. Vuelvo a mirarlo y sabe que terminaré dándoselo. Cuando llegamos a casa, lo primero que hago es darme una ducha y tirar a la basura la ropa que llevo, llena de sangre y tierra. Me visto con un pantalón de chándal corto y voy al salón, me siento junto a Rick, que está viendo la tele, y sé lo que quiere cuando me mira. —Estoy bien. Deja de preocuparte. —¿Quieres que hablemos de ello? —No. —Vale. Minutos después, acepto el porro que me pasa y me siento hacia delante, apoyando los codos en las rodillas. Le doy un par de caladas y vuelvo a pasárselo, pero me hace un gesto para que me lo quede. —¡Es que no lo entiendo, joder! —Exploto, al fin— ¿¡Cómo ha podido olvidar contarme algo así!? —Si te consuela, yo tampoco lo sabía. —Joder, eso espero. Porque si no te habría matado por no contármelo. —Si lo hubiera sabido, el que habría muerto habría sido él —suelta con seriedad. —Es un hijo de puta, debería ir a buscarle y… —Josh. —Me mira y asiente—. Ya le has dado suficiente, si no llego a pararte… —Estaría muerto —afirmo con seguridad, mirándole—. No habría podido parar. No quería parar. —Lo sé. Por eso yo lo hice por ti cuando consideré que ya era suficiente. No respondo, así que se levanta y desaparece en la cocina, escucho cómo abre la nevera y vuelve segundos después con un par de cervezas. —¿Qué vas a hacer con mi hermana? —No lo sé, pero no quiero hablar ahora de ella. —Ha pasado la noche en Las Vegas —comunica entonces resignado y, a la vez, cauteloso por mi reacción. Lo miro, incrédulo, y río. Río porque me parece realmente alucinante que yo me haya pasado la noche en la cárcel y ella se haya marchado a Las Vegas con ese cabrón. —Han disparado a Gary —espeta provocando que me atragante con la cerveza y me incorpore del todo—. Al parecer se dedica a jugar al blackjack por los casinos. Y debe ser bueno. Muy bueno. Pero juega con gente peligrosa, dice Wendy que lo han encontrado tirado en un callejón detrás del hotel y que ha perdido mucha sangre. —¡Joder! Tienes que hacer algo para que deje de verlo, Rick. Cómo la gente que juega contra él los vea juntos, irán a por ella. —¿Cómo la gente que va a por ti? —pregunta sin mirarme. Yo me quedo blanco. ¿Se estará refiriendo a…? Le da otro trago a la cerveza y me observa, alza ambas cejas y da otro trago rápido al ver que no sé qué decir. —Wendy me lo ha contado —confiesa, esperando una explicación por mi parte. Agacho la cabeza mientras me froto el pelo y evito su mirada. No sé qué decirle, la verdad es que merezco que me rompa la cara por haber metido a su hermana en aquella mierda por mi culpa, por mi mala cabeza y mis putos vicios. —Tío… lo siento. —Vale, Josh. Voy a intentar olvidarlo porque me ha dicho que fue ella la que te convenció para que no me lo contarais, pero escúchame bien, no sé si finalmente acabareis juntos o no, pero quiero a mi hermana fuera de toda esta mierda. ¿Está claro? —Por mí no te preocupes. No vamos a terminar juntos, eso ya te lo digo yo, preocúpate mejor por ese cabrón. —Lo haré. 10. SU CUMPLEAÑOS WENDY Esta noche es el cumpleaños de Josh. No hemos hablado desde que todo sucedió, él me evita y yo lo evito a él, la verdad es que no sé qué hacer, he metido la pata hasta el fondo, y si lo nuestro antes estaba jodido… ahora mucho más. A veces me meto en la cama por la noche, miro al techo y me pregunto en qué momento se fue todo a la mierda de verdad. ¿Fue aquella noche que le mentí? ¿Fue cuando Jenna nos engañó? ¿O todo esto viene de mucho antes? No lo sé, y supongo que no tengo forma de averiguarlo. Gary está un poco mejor, pero aún sigue ingresado. Su médico dice que, si sigue recuperándose así, le darán el alta muy pronto. Gracias a Dios, la bala solo le rozó el lado izquierdo del pecho. Si llega a entrar unos centímetros más, le habría dado de lleno en el corazón. Salgo corriendo de la ducha para coger el teléfono cuando estoy llena de espuma y suena en la distancia, suelo poner música para acompañarme, pero lo tengo cargando. —Hola, hermanita. ¿Qué hacías que has tardado tanto en contestar? —Estaba en la ducha, Rick. Acabo de volver de Las Vegas. —¿Cómo sigue? —Está mejor, pero no le dan el alta hasta dentro de unos días. —Vale… —Sé por lo que me llamas. —Suspiro y me coloco bien la toalla para no empaparlo todo. —Ah, ¿sí? —Su vago intento por fingir desconcierto no me convence en absoluto. —Hoy es su cumpleaños. —Sí. —No sé por qué te molestas en llamarme, no quiere saber nada de mí, lo dejó muy claro. —Él me ha pedido que te llame, Wen —confiesa y, no puedo verlo, pero sé que está sonriendo. —¿Co-cómo? Si dijo que… —Bueno, pero habéis pasado mucho juntos. Aunque no estéis igual, al menos podéis intentar ser amigos. —Amigos. —Río sarcásticamente. —¿Qué? —Nada, da igual, de todas maneras, no puedo. —¿Cómo que no puedes? Todos van a venir, haremos una fiesta en casa esta noche. —Pues pasadlo bien. —Joder, Wendy. ¿No puedes tragarte el puto orgullo por una vez? Es su cumpleaños, se lo debes. —Lo pensaré. Tengo que colgar, te quiero. Antes de que me responda, corto la llamada y apago el teléfono para que no me agobie. ¿Amigos? ¿En serio? ¡No quiero ser su amiga, joder! Tiro el teléfono y vuelvo a la ducha para terminar de aclararme la espuma y la maldita cabeza, si es que eso es posible. Después de merendar una tableta entera de chocolate, Amy me llama, aún sigue en Las Vegas, con Chad. No sé cómo coño ha conseguido convencer a mi hermano para que le dé una semana más de vacaciones. —¿Y qué vas a hacer? —investiga después de contarle la conversación con Rick. —No lo sé, pero lo único que tengo claro es que no iré a esa maldita fiesta. Son las once de la noche en punto cuando me encuentro entrando en el ático, en la que, a pesar de no vivir aquí, sigue siendo mi hogar. Sé que empezaba a las nueve, pero he preferido llegar más tarde para asegurarme de que habría la máxima gente posible y evitar momentos incómodos. Pocos se percatan de mi presencia ya que he usado la llave para no tener que tocar el timbre. Saludo a Alice con un abrazo y a otra chica que no conozco. —Me alegra que mi hermano y tú lo hayáis arreglado. —Bueno, de hecho, no lo hemos arreglado —suspira con tristeza. —Ah… —Pero somos amigos. —Que manía os ha entrado a todos con la amistad —Me exaspero y pongo los ojos en blanco, aburrido. —¿Qué? —pregunta confundida. —Nada. ¿Quién es? —digo refiriéndome a la chica que está un poco detrás de ella, mirando hacia todos lados un poco perdida. —¡Oh, sí! Ella es mi prima Danielle. Es un poco tímida —susurra esto último para que ella no lo escuche. —Encantada, Danielle. Yo soy Wendy. —Es un placer conocerte, Wendy —dice dándome la mano educadamente. Esta niña no pega para nada en este ambiente. Digo niña porque no debe tener más de dieciséis años, desde luego que este no es el tipo de fiesta que parece ir con ella, sé cómo acaban estas fiestas… —Dani, ¿puedes traernos un par de copas, por favor? —Claro —sonríe y se da la vuelta. —Ali, no sé cómo la has traído aquí. Parece mentira que no sepas cómo se pondrán las cosas dentro de unas horas. —Lo sé, lo sé. Es que mi tía es muy pesada, acaban de llegar a la ciudad y Dani no tiene amigas aún, así que me ha pedido que me la trajera. —¿Cuántos años tiene? —Hace dieciocho el mes que viene. —¿En serio? Joder, no le echaba más de dieciséis. —Ya, le suele pasar. JOSH Respiro hondo un par de veces y vuelvo a mirarme en el espejo antes de enfrentarme a toda esta gente. He pasado los últimos dos días metido en casa, auto compadeciéndome de mí mismo, pero Rick se ha empeñado en celebrar mi cumpleaños por todo lo alto. Justo lo que más me apetecía a mí… Cabrón. Me pongo la camiseta negra de manga corta y me guiño un ojo a mí mismo en el espejo. Vaqueros gastados y zapatillas deportivas, perfecto para una mierda de noche rodeados de amigos, qué divertido todo. Paso mis dedos por el pelo, aún un poco mojado, para revolverlo y dejarlo a mi gusto: despeinado. Salgo por la puerta y todos comienzan a gritar y a desearme felicidades a medida que me abro paso hasta el salón. ¿Cómo puede estar tan lleno? ¿Ha invitado a todas las personas que conocemos o qué? —¿Quién cojones son estas tías? —pregunto a Rick cuando consigo llegar hasta la barra. —No tengo ni puta idea —ríe—, las han traído Jay y Tom. —Joder, hermano, te dije que algo tranquilo y aquí hay más de cien personas. —Y yo te dije que sería grande —dice guiñándome un ojo—. Venga, bebe. Le doy un trago al vaso de whisky, sacudo la cabeza por la primera impresión y luego me lo termino de golpe, no veo otro modo de pasar esta noche que hasta las cejas de alcohol. —Ese es mi chico. —Ríe y me sirve más. —Va a ser una noche larga —murmuro para mí mismo. ¿Habrá venido? Tengo incluso retortijones por pensar en que la mocosa podría estar ahora entre todas estas personas, aunque no tengo muchas esperanzas, Rick ya me ha advertido que tal vez no venga, que no estaba muy convencida cuando se lo dijo por teléfono esta mañana. WENDY —¿Y qué vas a estudiar? —interrogo a Danielle mientras bebemos, apoyadas en la estantería de al lado de la entrada. Apenas he avanzado más de un par de metros de la puerta desde que he llegado. Estoy evitando el momento todo lo posible, ni siquiera he ido a saludar a mi hermano, las tripas me están matando por los nervios, tengo retortijones cada pocos minutos y no sé cómo controlarlo. Ah, sí, alcohol. —Quiero estudiar psicología, pero no sé si me cogerán. La nota que piden es muy alta. —Claro que lo harán, joder. Eres un puto cerebro andante, prima. — Alice pasa un brazo por sus hombros y da un trago a su copa. Ella ríe con vergüenza y le da otro a su ¿Cola-Cola? No puede ser. —¿Qué están bebiendo, Dani? —pregunto cogiendo su vaso. —Coca-Cola. —¡Por Dios! ¿No quieres un poco de alcohol? —Mi prima no me deja beber —gruñe mirándola mal. —¿¡Perdona!? —exclamo indignada, mirando a Alice—. No eres la más indicada para eso, así que deja en paz la chica. —No me mires así, joder. Ha sido mi tía. Ha dicho que cómo se le ocurra llegar borracha a casa, se ocupará de mí. Y eso, viniendo de mi tía… acojona. —Eres una retrasada. —Río y miro a mi alrededor para asegurarme de que Josh no anda por aquí—. Espera un momento, Dani, te traeré algo como Dios manda. Me abro paso entre la gente mientras saludo a los que conozco, y llego hasta una esquina de la barra, hago un gesto a mi hermano para que se acerque, ya que la música está tan alta que es imposible que me escuche si le llamo. Eleva la comisura de los labios al verme, feliz, y sortea a Jay y Tom para acercarse hasta mí. —¡Has venido! —exclama abrazándome por encima de la barra. —Sí. —Sonrío—. ¿Me pones una de ron con Coca-Cola? —¿Desde cuándo bebes con Coca-Cola? —pregunta, extrañado. —Es para Dani, la prima de Alice. —Ah. Se aleja y comienzo a mover un poco el trasero con la canción que suena. A los pocos segundos vuelve con la copa y con una botella de tequila, mira por encima de mi hombro y deja ambas cosas frente a mí. Se agacha y coloca también dos vasos de chupito. —Vas a necesitarlo. —Me guiña un ojo y sonríe antes de alejarse. Me sirvo uno y me lo bebo de un golpe. Lo de la sal y el limón es una tontería, así que paso de eso, me sirvo otro y, después de beberlo es cuando el momento sucede. Escucho su voz en mi oreja y todas mis defensas caen como fichas de dominó. —¿Me sirves otro a mí? Respiro antes de girarme, y la sonrisa que tenía preparada en mi rostro desaparece cuando lo veo. No sé si es por el tequila bajando por mi garganta, por la cantidad de gente que hay aquí o simplemente porque este hombre hace que todas las hormonas de mi cuerpo comiencen a saltar, pero un calor intenso recorre todo mi organismo. Deseo tocarlo, besarlo y decirle que estoy loca por él, pero me contengo. —Claro —respondo fingiendo toda la indiferencia que puedo. JOSH Cuando la veo apoyarse sobre la otra punta de la barra, todo el rencor que le tenía parece desaparecer. Llevaba días preparándome para esto, desde que le pedí a Rick que la llamara para que viniese. Me había prometido a mí mismo ser simpático e intentar perdonarla, hacer un tregua por el día de mi cumpleaños, y ahora está ahí, tan solo a unos metros, preciosa y moviendo su pequeño cuerpo de esa forma tan particular. Y todo lo que había preparado… Simplemente desaparece. Me alejo y rodeo a un grupo de gente para colocarme detrás de ella. Una sonrisa involuntaria se dibuja en mi rostro cuando comienza a mover el trasero al ritmo de la música, bajo ese vestido que más de una vez le he quitado. Rick me ve, y a los pocos segundos vuelve con una copa y una botella de tequila, le dice algo y la guiña un ojo antes de alejarse. —¿Me sirves otro a mí? —pido rozando su oreja con mis labios. Aguarda un par de segundos antes de darse la vuelta y puedo ver cómo llena sus pulmones de aire por cómo eleva los hombros. Nuestras miradas conectan y ella permanece seria un instante, antes de fingir la peor sonrisa de la historia, conozco de sobra su sonrisa. —Claro —dice dándose la vuelta y sirviendo dos chupitos más. Me da uno y rozo sus dedos un segundo antes de cogerlo, lo acerca a sus labios y, antes de tomárselo, lo separa un poco. —Feliz cumpleaños, Josh. —Gracias, Wendy. Lo bebemos sin dejar de mirarnos ni cuando el ardor recorre mi garganta, recordando la primera vez que bebimos tequila juntos. Nos quedamos unos segundos más mirándonos sin decir nada, pero, entonces, alguien tira de mi brazo para bailar y la pierdo de vista. WENDY Agradezco cuando Tom tira de su brazo porque estaba empezando a perder esta batalla de miradas, en la que lo único que quería era rendirme a todo y besarlo. Me escondo tras un grupo de chicos y veo entre ellos cómo se da la vuelta y me busca con la mirada, decepcionado al no encontrarme. Sonrío para mí misma y vuelvo al mismo sitio de antes, las dos siguen dónde las dejé. He decidido traerme la botella de tequila porque mi hermano tiene razón, la noche es larga y la voy a necesitar. —Toma, Dani. Dale un buen trago. —Joder, Wen —dice Alice al ver de qué se trata—, podías haberle dado algo más suave para empezar. —Gilipolleces. El tequila es suave. —¡Para una jodida loca como tú! ¡Danielle! —grita quitándole la botella a su prima, que ya la tenía enfilada en su boca. —Eres de las mías, Dani. ¡Vamos a bailar! —digo riendo después de darle otro trago yo misma. Las tres nos colocamos en el medio de la “pista” y comenzamos a bailar como locas. Han sacado los sofás a la terraza y ahora toda la parte central del salón está vacía. Bueno, ahora llena de gente. Saltamos y movemos el culo al ritmo de la música, pongo las manos en las caderas de Dani y las muevo, acercándola a mí para que siga mis pasos, ya que veo que le da bastante vergüenza. Necesita beber más. —Dale. —Le paso la botella—. ¡Más! —invito cuando apenas le ha dado un traguito y ya se la separa de los labios. Sonrío ante su gesto porque sé que ese último trago ha sido largo. Alice le quita la botella para beber ella y me la pasa después, alguien me pasa un porro y lo acepto de buen grado. Le doy un par de caladas y se lo paso a Dani, ella niega con la cabeza, así que se lo doy a Alice. Seguimos bailando sin parar y calculo que deben haber pasado al menos dos horas desde que llegué. Teniendo en cuenta la dirección que está tomando la fiesta, las parejas que ya se lo deben estar montando por toda la casa y las botellas de alcohol que veo vacías, deben de ser alrededor de la una y media o dos de la mañana. He pillado a Josh mirándome un par de veces, pero lo he ignorado, ¿no dijo que no quería saber nada más de mí? Pues eso. Una de mis canciones favoritas empieza a sonar, y entonces es cuando comienza el descontrol. Noto cómo Alice tira de mi mano y de la de Dani y camina hasta el centro, dónde hay una mesita nueva, esta vez de madera. Nos subimos y podemos ver por encima de las cabezas de la gente, no es muy alta, pero lo justo para que nos dé un subidón importante. —¡Sí! ¡Baila, Dani, baila! —exclamo por encima de la canción de Britney Spears. —“¡So hold your head high! ¡Fingers to the sky! ¡Now they don't believe ya! ¡But they gonna need ya…!” —cantamos todas a la vez, mientras toda la gente levanta las manos con nosotras antes de empezar a saltar como locos. JOSH No puedo evitar reír cuando las tres suben los brazos mientras comienzan a saltar y toda la gente que llena la sala las imita, gritan y temo que de un momento a otro la policía derribe la puerta por el ruido. Menos mal que tenemos a los vecinos en el bolsillo y la casa está insonorizada, aunque dudo que soporte este nivel de ruido. Siguen bailando y moviendo la cabeza de un lado para otro. El vestido ajustado de Wendy va subiendo con cada movimiento que hace, hasta detenerse justo debajo de su trasero, que ahora es el único que se encarga de que no enseñe todo. Pero entonces Alice le hace una señal a Shane y yo me temo lo peor cuando, efectivamente, su maldito reggaetón empieza a sonar y las tres se emocionan todavía más. Wendy pega su espalda a la de Alice y ambas comienzan a moverse, dibujando círculos con la cintura mientras bajan despacio. Busco a Rick con la mirada y me hace un gesto con la cabeza, leyendo mi mente, estoy a punto de ir a sacarla de ahí encima cuando la veo cómo ambas bajan aún más, junto a la chica que no conozco. Cuando está completamente agachada, abre las piernas y un tanga rojo queda al descubierto durante los infinitos segundos que permanece abajo. Sube un poco y antes de bajar otra vez, veo cómo me busca con la mirada. Y me encuentra. De pie y sin moverme entre toda la gente que baila sin parar, unos con otros, con mis ojos clavados en ella. Sigue bailando sin apartarla vista de mí y, cuando me quiero dar cuenta, estoy a los pies de la mesa, frente a ella. Tira de mi mano para que suba a la mesa y la acompañe, pero yo tiro más fuerte haciendo que caiga sobre mí. —Toda la jodida sala te está follando con los ojos, mocosa —digo muy cerca de su boca. Ella sujeta mis manos y las coloca sobre su trasero, apretando nuestros cuerpos y empezando a moverse con la música. —¿Y tú? —Yo también. Sonríe y suelta mis manos, que se quedan donde ella las ha dejado, y rodea mi cuello con las suyas. Le quito la botella de tequila a Alice, que sigue sobre la mesa, y le doy un trago largo. La canción acaba y otra comienza, pero cuando escucho la letra a medida que la bailamos, me pregunto si Alice las ha escogido a propósito. La misma que sonaba cuando nos besamos por primera vez, la misma que ambos cantamos casi sin darnos cuenta. Ella sobre mí, mis manos apretando su trasero contra mi cuerpo, Dios, aquel primer beso no se me olvidará jamás. —“Dime por qué tan bonita y sin nadie que te acompañe” —canto cerca de sus labios con mis ojos clavados en los suyos. —“Aprovecha que aquí estoy” —responde ella arqueando una ceja y ladeando la sonrisa. —Si sigues restregándote así, no voy a poder contenerme mucho más. — Respiro pesadamente con los ojos cerrados, apoyando mi frente en la suya. —¿Y por qué te contienes? Despego los párpados, encontrándome con sus pupilas dilatadas, y sé que ya no hay vuelta atrás. 11. LA PASIÓN SIEMPRE GOLPEA DOS VECES JOSH Mis manos trepan por su cuerpo hasta su cuello con la intención de acercarla aún más a mí y, entonces, tras un eterno infierno separado de ella, devoro su boca como nunca. Ella en seguida entreabre la suya, buscando mi lengua con la misma desesperación. Mi cuerpo se estremece ante sus besos y dejo de sentir la gente alrededor, creo que, si no es por Rick, que aparece de repente, lo hubiéramos hecho aquí mismo, delante de todas estas personas. —Hermano, sácala de aquí —solicita en mi oído. Separo mi boca de la suya y, sin responder ni mirar a Rick, tiro de la mano de Wendy de camino al pasillo, y continúo hasta su cuarto ya que en el mío está Tom con no sé quién. Cuando ya estamos dentro, cierra la puerta detrás de ella y me mira con lujuria y una media sonrisa. —Quítate el vestido —ordeno mientras yo mismo me quito la camiseta sin dejar de mirarla. Tira de él hacia abajo, ya que no tiene tirantes, y lo baja lentamente por sus piernas, provocándome aún más. Se queda con el tanga rojo que enseñó a toda la casa hace un rato y sin nada por encima, noté que no llevaba sujetador desde que la tuve frente a mí, al principio de la noche. —Vamos, acércate. —Le hago un gesto con la mano. Camina y se detiene a medio metro de mí. La miro unos segundos, mientras suelto los botones de mis vaqueros y tiro de ellos hasta abajo, quedándome solo con los bóxer negros. Ambos nos observamos de arriba abajo con descaro, como nos gusta, y yo me acerco, acabando con el espacio que nos separa. Acaricio su mejilla con mi pulgar y voy deslizando la mano por debajo del pelo, hasta colocarla detrás de su cuello. Me acerco despacio y rozo sus labios sin llegar a besarla, agarro el labio inferior entre mis dientes y tiro, provocando un pequeño gemido por su parte. WENDY No puedo evitar gemir cuando sus dientes aprisionan mi labio, torturándome y sin llegar a besarme. Subo la mano hasta su cabeza y me pongo de puntillas antes de lanzarme a su boca. En seguida me abraza y tira de mí para levantarme, gira sobre sí mismo y me tumba en la cama. Separa sus labios de los míos para bajarlos por mi cuello, acariciando mi oreja y tirando del lóbulo sin cuidado. —Voy a follarte esta noche, pequeña —informa decidido sobre mi cuerpo—. Voy a hacerlo porque los dos nos lo merecemos y porque eres la única capaz de provocar esto en mí. —La ronquera en su voz hace que apriete los muslos alrededor de su cintura. Baja por mis pechos, haciendo un camino de besos húmedos hasta el borde de mi ropa interior. Me mira mientras mete los dedos por la goma y tira hacia abajo demasiado despacio para mi nivel de excitación, termina de quitármelas y, en pocos segundos, está enterrado entre mis piernas. Su lengua destroza mi hinchado clítoris con cada pasada, no se anda con tonterías. JOSH Cuando me deshago de su tanga y abre las piernas, pierdo la razón y el sentido. La memoria. Prácticamente me lanzo como un puma se lanza a por su presa, tengo que contrólame para no morder su clítoris cuando lo tengo entre mis dientes, y más aún cuando sus jadeos comienzan a ser audibles. No lo soporto más, necesito perderme dentro de ella ya. —Tengo que ir a mi cuarto un segundo —digo incorporándome. —No, Josh. —Sus piernas no me sueltan. —Pero necesito coger… —Tomo la píldora desde hace unas semanas. —¿Por qué…? —Josh. Por favor —suplica apretándome más a ella. Empuja mis bóxer con las piernas, intentando bajarlos, y yo solo la observo y aparto cualquier pensamiento de mierda de mi cabeza para terminar de quitármelos. Me coloco sobre ella y con un empujón directo, entro. Brusco. Violento. Profundo. —¡Oh, joder! —jadea clavándome las uñas en los brazos. Esto es, con diferencia, la mejor mierda que he probado en mi puta vida. Me quedaría a vivir en este momento. WENDY Maldita sea. ¿Cómo he podido vivir sin esto tanto tiempo? Josh entra y sale de mí con suavidad y decisión, meto una mano entre nosotros para acariciarme a mí misma, ahí donde lo necesito, pero él me frena. —Déjame a mí. Sus expertos dedos rozan mi clítoris, que le recibe encantado. Lo presiona mientras hace movimientos circulares y esa sensación comienza a crecer bajo mi vientre. Me muevo y aprieto más su cintura para que aumente la velocidad, me conoce tan bien que sabe perfectamente lo que quiero, de modo que sus sacudidas se hacen más rápidas e intensas hasta que un orgasmo abrasador me invade. —Así, pequeña —susurra mientras me mira y entra en mí más profundo que antes—. Sigue, vamos. Segundos después, un ronco gemido por su parte me hace abrir los ojos y ver cómo se corre mientras aprieta la mandíbula, no existe un momento en el que pueda verse más sexy que cuando se está corriendo. Sigue un poco más hasta que ambos estamos pegados, sudados y exhaustos. Se tumba a mi lado y de pronto me siento desprotegida, como si fuera a desaparecer en cualquier momento. —Josh… —¿Por qué tomas la píldora? —pregunta de repente. —¿Es que hace falta un motivo? —Pues sí. ¿Has empezado a tomarla por Gary? —cuestiona, yo niego con la cabeza y dejo escapar una bocanada de aire, harta de este tema. —Eres un imbécil. JOSH Sé que el momento es perfecto para mantener la boca cerrada, pero necesito saberlo. Estuvo meses conmigo y nunca pensó en tomarla y ahora, de repente, la quiere. No veo nada de malo en tener curiosidad por saber el motivo, quizá debería haber escogido otro momento, pero bueno, ninguno de los dos somos conocidos por hacer bien las cosas. Al contrario de mi opinión, la suya es diferente puesto que se levanta y se viste en silencio, yo solo me apoyo en los codos y la miro sin decir nada. —¿Sabes? —Suspira con sus ojos puestos en mí—. Pensé que podrías dejar de ser tan idiota, pero parece que tu gilipollez aumenta cada día — decide antes de salir. La observo hasta que desaparece por la puerta y me dejo caer en su cama, exhausto, satisfecho, y disfrutando de su olor y de la sensación reciente de tenerla. WENDY Vuelvo a la fiesta y busco a Amy y a Dani. Nos las veo por el salón, así que camino hasta la mitad para subirme a la mesa, dónde ahora hay otras dos chicas. Miro por encima de todas las cabezas y las veo desaparecer por el pasillo, supongo que a la cocina. Cruzo la mirada con Josh, que está caminando hasta la barra, y lo ignoro cuando voy a bajar, pero un chico demasiado borracho me toca el trasero, bueno, más bien me lo aprieta y se ríe. Le doy un tortazo y lo empujo para que me suelte, pero se enfada y su sonrisa desaparece, sustituyéndola por una cara mucho menos amable, me sujeta por el brazo y tira con fuerza para que baje de la mesa. —¡Suéltame, capullo! —Intento deshacerme de su agarre con la otra mano, pero tiene mucha fuerza. —Vamos, un besito solo —pide, restregándome su aliento a cerveza en toda la cara. —La chica te ha pedido amablemente que la sueltes. Levanto la vista cuando escucho a Josh a nuestro lado, con la clara expresión de estar conteniéndose mucho. Su pecho sube y baja notablemente y puedo ver la vena que se forma en su frente cuando está muy cabreado. —¿Eres su novio? No. Pues desaparece. —El que va a desaparecer eres tú. —Mi hermano se coloca junto a Josh y le advierte con la mirada. —¿Qué pasa, Rick? No me digáis que es una de vuestras putitas — balbucea el borracho antes de soltar una carcajada. Josh cierra el puño y lo levanta, pero mi hermano se le adelanta y lo estampa contra la cara del desconocido. Yo caigo hacia un lado porque seguía sujetando mi muñeca, pero Josh es rápido y me sujeta antes de tocar el suelo. —Te tengo, nena —dice ayudando a que me incorpore. Sé que nota cómo mis ojos brillan al mirarlo, como cuando estamos en la cama, deseando que lo de hace unos minutos se repita. Eso es algo que ambos compartimos, nunca tenemos suficiente. —Gracias —digo con la voz entrecortada—. Tengo que buscar a Alice. Sonrío ligeramente antes de desaparecer entre la gente, Rick saca al imbécil de casa y la fiesta continua con todos aplaudiendo y volviendo a bailar. Lo primero que hago es buscarlas en la habitación de mi hermano puesto que es donde escucho ruido y, por suerte, acierto a la primera. —¿Qué pasa? —pregunto cuando veo a Alice mojándose las manos en el lavabo. —Mi prima la borracha. Eso pasa. Camino hasta estar dentro del servicio y veo a la afectada arrodillada con la cabeza metida en el váter. —Joder, Dani. ¿Cuánto has bebido? —Pues lo que tú le has dado —habla Alice habla por ella—. Ya te he dicho que no estaba acostumbrada a beber, joder. Mi tía me va a matar. —Bueno, no te preocupes. Puede quedarse aquí, mi cuarto está libre. —Ni de coña la dejo aquí con tanto borracho si tú no te quedas también. —¿Yo? —inquiero a la vez que me llevo la mano al pecho. Alice dibuja una sonrisa angelical y pestañea repetidamente—. Joder, vale. —¿En serio? —pregunta pasándole la toalla a su prima. —Que sí, pesada. Vamos a llevarla a mi habitación, venga. Cargamos con ella como podemos y la tumbamos en mi cama, le quitamos la ropa y la tapamos cuando ya está dormida. O inconsciente, el caso es que tiene que dormir la mona para que se le pase. La gente sigue en el salón, pero Dani está tan borracha que dudo que despierte hasta mañana. —Dile a tu tía que se ha quedado conmigo, que mañana por la mañana va a casa. —Vale, paso a buscarla en unas horas. —No te preocupes, la llevo yo cuando vaya para la mía. —Ah, estupendo, muchas gracias. Regresamos al salón y, para nuestra sorpresa, comprobamos que la gente ya ha comenzado a marcharse, aparte de alguna pareja montándoselo en el sofá de la terraza, solo quedan unas veinte personas dentro. Josh está sentado en uno de los sofás que han vuelto a colocar en el salón, y mi hermano intentando quitarse de encima a una tía. Miro la cara furiosa de Alice y, antes de que pueda decir nada, avanza a pasos furiosos hasta ellos. —¿Te diviertes? —pregunta deteniéndose frente a él. —¿No ves que no? —Mi hermano la mira y trata de quitarse a la morena de encima—. Vamos, joder, tienes que irte ya. —Escucho que le dice a la chica. —Eh. —Mi amiga tira de una de sus coletas para evitar que lo bese—. Si no te levantas ahora mismo de las piernas de mi novio, voy a limpiar toda esta mierda con tu pelo —advierte con firmeza. —¡No me toques, joder! —La morena se levanta, se coloca frente a ella, y entonces maldigo mentalmente al ver que es una de las que estaban aquí la noche en la que Josh y mi hermano la liaron—. ¿Es tu novio? —Sí. ¿Tienes algún problema con eso? —responde Alice a la vez que se adelanta un paso más. —Yo no tengo ningún problema, pero parece que él sí. —Lo señala—. Y si no, pregúntale a ver por qué se acostó conmigo hace unos días. La cara de Alice se descompone y mi hermano cierra los ojos, apoyando los codos en las rodillas y escondiendo el rostro entre sus manos. El calor procedente de la furia sube por mis brazos, obligándome a sujetar a la chica por un brazo y tirar de ella hacia la puerta. —¡Mi amiga te acaba de decir que limpiará toda esta mierda contigo si no te largas! —exclamo ignorando sus gritos. Pero entonces me empuja de tal modo que retrocedo unos pasos, es entonces cuando la perra que llevo dentro despierta de verdad. Le doy un tortazo y la agarro del pelo con la intención de sacarla a patadas si hace falta. Esta es mi casa, maldita sea. —¡Basta, Wendy! —Josh tira de mí mientras que Jay y Tom se ríen—. ¡Dejad de reíros y ayudadme, hostias! Tom aparta a la morena con facilidad, mientras que Jay abre la puerta para que el primero la invite con poca cortesía a que le largue de una vez. Cierra tras ella y yo me retuerzo entre los brazos de Josh, el cual se asegura de que no pierda más los nervios. —Suéltame, joder —gruño dándole un empujón para apartarlo de mí. Los gritos de Alice y mi hermano llaman entonces nuestra atención, discutiendo como nunca, en medio del salón frente a todo el mundo. —¡Tú me dejaste! —¡Lo dejamos los dos! —Alice sacude las manos sin control. —No, perdona. —Ríe mi hermano amargamente—. Yo te dije que quería estar contigo por encima de todo y tú sacaste el puto tema de los cabrones de tus hermanos otra vez. —No insultes a mis hermanos —masculla entre dientes. —Alice, mi amor. —Rick coge sus manos—. Tus hermanos son unos gilipollas. Asúmelo, por favor. —¡No! —grita ella dándole un empujón. —¿¡Pero es que no has tenido suficiente con lo que Jackson le hizo a Josh!? ¿¡Qué más necesitas para darte cuenta!? —Que te jodan. —Niega con la cabeza y se da la vuelta hacia nosotros —. Wendy, llámame cuando mi prima despierte, por favor. —No te preocupes. —Asiento, dándole un beso en la mejilla—. Cuidaré de ella. —¡Alice! —El grito de mi hermano consigue ponerme los pelos de punta y que ella se detenga en seco—. Si sales por esa puerta, olvídate de mí. —Ricky… —digo mirándole. —Wendy, no te metas, cállate —ordena Josh. —¿Pero tú quien coño te crees que eres para mandarme callar? —Lo fulmino con la mirada, sintiendo un profundo cabreo ahora mismo. —Vamos, ven conmigo —pide, tirando de mi brazo. —No voy contigo a ninguna parte —digo cruzándome de brazos. Alice camina hasta mi hermano y se detiene cerca de él. Llena sus pulmones de aire y lo expulsa antes de hablar. —¿Me acabas de amenazar? —Habla muy despacio. —Tómatelo como te de la puta gana. Estoy hasta la polla de que todas, ¡todas! las peleas que tenemos sean por ellos. Mira, yo te quiero ¿vale? — dice agarrándola por los hombros— Te amo, Alice. Muchísimo. Y no quiero perderte. Pero estas jodiendo lo que tenemos por no confiar en mí. Siento un nudo en la garganta por ver a mi hermano tan enamorado y pasando por esto. Alice comienza a llorar y él la abraza. —Ven conmigo, por favor. Vamos a hablar tranquilamente, ¿vale? — sugiere sobre su pelo mientras ella apoya la cabeza en su pecho. Se gira hacia nosotros, despidiéndose con la mirada, y la lleva hasta su dormitorio. JOSH —Bueno, se ha terminado el espectáculo. Hora de irse todo el mundo, ya son las cinco de la mañana. —Hago un gesto para que la gente comience a moverse. Los pocos que quedaban van abandonando el lugar, recoloco bien las sillas que estaban desperdigadas y entonces observo que Wendy se encuentra sentada en el sofá, cabizbaja y con la mirada perdida hasta que sale la última persona. —Wendy. Ey —insisto cuando no me contesta a la primera. —Sí, perdona. Estaba pensando, ¿ya se han ido todos? —Sí. Vamos, te llevo, no voy a dejar que conduzcas en ese estado. —Estoy bien, Josh. No estoy tan borracha como parece. Además, esta noche me quedo aquí —informa al mismo tiempo que se levanta. Alzo las cejas extrañado y sin entender nada—. Es por Dani. Danielle, la prima de Alice. Está muy borracha, vamos, en coma profundo ahora mismo, en mi cama. Alice me ha pedido que se quede aquí para que no la vea su tía, pero no quería que se quedara sola, así que le he dicho me quedaría con ella. —¿Y dónde vas a dormir? —Pues aquí. —Se encoge de hombros y mira a los lados. —¿En el sofá? Ni de coña. —No voy a dormir en mi cama, no quiero molestarla, sé lo jodido que es estar en su estado. —Pues duerme conmigo —sugiero sin más. —No… —¿Por qué no? No voy a morderte. —Eso ya lo sé. Pero paso… me quedo aquí. No te preocupes, este sofá es muy cómodo. —Bueno, pues si no quieres dormir conmigo, al menos hazlo en mi cama, yo dormiré en el sofá que tengo en la habitación. La veo dudar unos segundos, pero finalmente acepta. Camina detrás de mí y se mete en el baño mientras yo saco una sábana del armario, la tiro sobre el sofá y me tumbo en mi cama, esperándola. —¿Qué haces? —pregunta cuando sale del baño y me ve. —¿No quieres que veamos la televisión un rato? —Son más de las cinco de la mañana, Josh. —¿Tienes sueño? —Pues no, pero te conozco. Al final me vas a liar y te vas a quedar en la cama conmigo. —Venga, mocosa. ¿Qué más te da? —Me largo —espeta cogiendo los zapatos del suelo y dirigiéndose a la puerta. —¡Está bien! Joder, ya me voy. —Me levanto sin ganas y soltando un suspiro de fastidio, la comisura de sus labios se estira con disimulo en una sonrisa que no quiere mostrarme. Me tumbo en el sofá del pequeño saloncito que tengo al otro lado de la pared que divide el dormitorio en dos estancias, lo que no impide que, aunque salga de mi campo de visión, la sigua escuchando. —Oye… ¿puedo cogerte una camiseta para dormir? —Ya sabes dónde están. —Gracias. Pasa por mi lado, dándome la espalda, y abre el cajón de más abajo del armario. El comienzo de su trasero es claramente visible por debajo del vestido al agacharse, no sé si voy a ser capaz de dormir tan cerca sin poder tocarla. WENDY Sé que me está mirando. Y me gusta. Así que tardo más de lo necesario en elegir la camiseta; sin girarme hacia él, me quito el vestido y lo dejo caer a mis pies. Sus ojos me atraviesan, puedo sentirlo y eso me excita demasiado, es como si una fuerza invisible me obligara a acercarme a él, pero no lo hago. Deslizo la camiseta por mis hombros y dejo que caiga hasta cubrirme el trasero, me echo el pelo hacia un lado y entonces me doy la vuelta, comprobando que, efectivamente, sus ojos estaban clavados en mi cuerpo. —Buenas noches —digo mirándolo antes de que la pared del medio impida que nos veamos. —Buenas noches. Dios, todo en el grita placer. Placer infinito y desesperado. Sus ojos verdes centellean y brillan por la excitación y su rostro está tenso, la mandíbula se le marca sobremanera y las venas de sus brazos se hinchan, por no mencionar ninguna parte más de su anatomía. Me meto bajo las sábanas pensando en cada una de las partes de su cuerpo que más me gustan, pero eso solo provoca que el calor que siento sea mayor, de modo que me destapo por completo, aspiro el aroma que hay en su cama y miro al techo, notando mi pulso agitado por los nervios. JOSH Maldita niñata. No solo tarda más de un minuto en elegir una camiseta, sino que encima, se desnuda en mis narices. Y luego dice buenas noches como si nada. El pantalón corto de pijama me estorba, así que me lo quito. ¿Cómo se supone que voy a dormir sabiendo que al otro lado de esta pared hay una mujer medio desnuda? En mi cama. Y excitada, lo sé, la conozco tan bien como a mí mismo. Una mujer por la que estoy completamente loco, por si fuera poco. Media hora después, sigo dando vueltas en el sofá. Joder, no sabía que fuera tan incómodo, necesito cambiarlo por otro, me niego a que mañana me duela la espalda, así que me levanto y camino hasta el baño, deteniéndome un segundo en la puerta para mirarla. Está tumbada hacia la pequeña piscina que tengo en el dormitorio, dándome la espalda, con la camiseta ligeramente levantada, lo justo para poder observar ese precioso culo libre de tela. Me mojo un poco el cuello y el pecho y, cuando salgo, sigue en la misma postura. ¿Estará dormida? Lo dudo mucho. Me acerco sin hacer ruido y me tumbo despacio a su espalda, acerco una mano, deslizando los dedos por su brazo, solo rozándolo. Noto cómo se tensa inmediatamente y los pelos se le erizan bajo mi tacto, pero no dice nada, por lo que la rodeo con un brazo y pego mi pecho a su espalda. —¿Qué…? —Solo quiero dormir contigo, nena. Echo de menos esto —susurro apretando su cintura contra mí. —Está bien —suspira rindiéndose. WENDY En cuanto la cama se hunde a mi espalda, mis pulsaciones, que habían conseguido relajarse un poco, se disparan de nuevo. Y terminan por enloquecer cuando la yema de sus dedos roza mi piel. Me abraza contra su pecho y me doy cuenta de lo que echaba de menos esta sensación. Protección. Siento su respiración algo agitada, ya que tiene la cabeza enterrada en mi cuello por detrás. Sus labios no pueden estar a más de un par de centímetros de mi oreja y mis hormonas hace rato que despertaron. Los dedos de la mano que tiene en mi vientre, dibujan círculos haciendo que retroceda sin querer, apretándome aún más contra su pecho. Siento algo duro contra mi cadera, y la necesidad crece entre mis piernas. JOSH Retrocede ante mi tacto, apretándose más contra mi erección. Bajo la mano muy poco a poco, hasta llegar al borde de su ropa interior. Ella mueve el trasero disimuladamente y sin querer, pero esta mierda me está poniendo demasiado. Decido dar un paso más y acerco mis labios hasta su oreja, Wendy se estremece y siento cómo aprieta la mandíbula. —Josh… —Dime, pequeña. —Deslizo los dedos suavemente bajo su tanga—. Si quieres que pare solo tienes que decirlo. Los bajo más, acariciando despacio, bordeando su clítoris, pero sin tocarlo, y me detengo justo en su entrada. —Dime. ¿Paro o sigo? Mueve las caderas más descaradamente, intentado acercar más mis dedos. Tratando de que los mueva. —Dilo, Wendy. —Acaricio los bordes sin llegar a meter los dedos. —Sigue —susurra. Mis dedos entran en ella despacio, pero hasta el fondo. Echa la cabeza hacia atrás y yo levanto la mía para besar mejor su cuello, al que ahora tengo total acceso. Mientras la penetro una y otra vez, mi pulgar juega con su clítoris. Noto su pulso por todo el cuerpo y con cada gemido que sale de sus labios, mi polla sale un poco más de los bóxer. Restriega su trasero, poniéndome tan cachondo que comienza a doler. —Quiero que te corras —comunico y acelero el ritmo de mi pulgar. —¡Josh…! —Sí. Exactamente así. Se desvanece gritando mi nombre, y eso acaba conmigo. Tiro de su cadera para ponerla boca arriba y no tardo mucho en quitarme la poca ropa que me quedaba para, a continuación, tumbarme sobre su cuerpo y entrar en ella de una estocada. WENDY Cuando siento su polla abriéndose camino dentro de mí, no puedo evitar solar un pequeño gemido más alto que los anteriores, acabo de correrme hace unos segundos y las ganas crecen de nuevo. Le empujo y giro sobre él para colocarme encima. —Joder, sí —dice apoyando las manos en mis caderas y ayudándome a subir y bajar. Hago que entre y salga cómo yo quiero, con el ritmo que necesito y más me gusta. Me regodeo al ver cómo aprieta los dientes, y sé que se va a correr cuando cierra los ojos y las venas de sus brazos se hinchan, señal para que yo aumente el ritmo. Coloca la mano sobre su vientre, con el pulgar hacia arriba, y cuando roza mi clítoris, el orgasmo crece en mí y ambos nos corremos sin remedio. Los movimientos de mi cadera van disminuyendo poco a poco, Josh abre los ojos a la vez que pasa la lengua por sus labios para humedecerlos y, luego, traga saliva. —Antes de que digas algo que joda este momento —digo cuando veo que abre la boca para hablar al mismo tiempo que me quito de encima de él —, que sepas que he empezado con la píldora porque he querido. Gary no tiene nada que ver en todo esto. Estamos tumbados en la cama, cada uno en su lado, pero mirándonos. Y es una sensación tan natural, tan familiar, que no puedo desear estar en otro lugar. —¿Por qué piensas que diré algo que joda el momento? —Porque antes lo has hecho. —Sé que he sido un capullo, lo siento. —Es igual. ¿Qué ibas a decir? —Que a pesar de todo lo que ha pasado, eres la única capaz de hacerme sentir así. —¿Cómo? —Así. Al borde de un precipicio. En la punta de arriba de una montaña rusa. En la cornisa de un rascacielos. Arriba, pequeña, muy arriba, y con un miedo horrible, pero unas ganas desesperadas de saltar. —¿Desde cuando eres tan cursi? —Sonrío. —Cállate, joder. No lo soy, solo es lo que me haces sentir —confiesa, poniéndose serio después de reír—. Y no me gusta. —¿Por qué no? —Porque odio la idea de que tengas tanto poder sobre mí. —El mismo que tienes tú sobre mí. —Bueno, en eso tienes razón. —¡Eres un creído! —exclamo riendo y empujándole un poco con el pie. —Ven aquí. —Sonríe y tira de mí para colocarme en su pecho, a lo que yo no me resisto. Aspiro su olor mientras él hace lo mismo, en silencio—. ¿Crees que podríamos olvidar todo por una noche y disfrutar cómo lo hacíamos antes? —Creo que ya lo estamos haciendo. —Paso una pierna por encima de él y lo abrazo. —Wendy… —susurra minutos después. —¿Qué? —Te quiero. —Y yo a ti, Josh. —Sonrío y beso la punta de su nariz—. Feliz cumpleaños. Y así, vaciando la memoria y entregándonos el uno al otro cómo hacía meses que no hacíamos, disfrutamos de una noche más. 12. REMEMORANDO WENDY La cabeza me está matando. ¿Quién coño me dejó beber tanto anoche? Mierda, esta no es mi cama. Oh, joder. Mierda. Mierda. Me doy la vuelta despacio y lo encuentro boca abajo, profundamente dormido. Todos los recuerdos de anoche cruzan mi cabeza y me quiero morir, no porque me arrepienta, sino porque sé que las cosas no son así. Nos dejamos llevar y nos olvidamos de todo, pero soy consciente de que él debe de odiarme por no contarle antes lo de Jackson. Y Gary… ¡Gary! Joder, tengo que llamarlo. ¿Dónde está mi móvil? Me levanto sin hacer ruido y moviéndome despacio para que Josh no se despierte, y me quito su camiseta para ponerme el vestido, nada apropiado para estas horas de la mañana. ¿Qué puta hora es? ¿Y por qué no he dormido en mi cama…? ¡Danielle! Cojo los zapatos y mi bolso después de vestirme y camino hasta mi dormitorio de puntillas. Son las doce de la mañana y la niña sigue durmiendo. —Dani —susurro moviéndola un poco—. Dani… ¡Danielle! —Shh. Dios, no grites. —Se tapa los oídos. —Tenemos que irnos. Madre mía, estás echa una mierda —digo riéndome y ayudándola a levantarse. —Cierra la puta boca. —¡Eh! Cómo tu prima escuche ese vocabulario no te dejará volver a salir conmigo. Ella hace un intento de reírse, pero en seguida le entra una arcada y corre al baño a vomitar. Yo, mientras, abro las ventanas, ya que huele a puto muerto aquí dentro, y recojo sus cosas. —Venga, vístete —incito a la vez que le tiro su ropa a la cara para que espabile—. Y no hagas ruido, no quiero que Josh se despierte. —¿Quién es Josh? —murmura mientras pasamos por delante de su puerta hacia el salón. —¿Anoche viniste a un cumpleaños y no sabes ni de quién era? —Río en voz baja. —Joder… —Se detiene cuando entramos en el salón y ve todo el desastre. —Sí. Así es como suelen acabar las fiestas en esta casa. No te preocupes, tienen un ángel de la guarda llamado Margot. Hace verdaderos milagros. JOSH Escucho la puerta principal cerrarse y abro los ojos para confirmar mis sospechas. Mi mocosa se ha ido. Y no me sorprende… anoche se nos fue mucho de las manos. Por un rato vacié mi memoria y disfruté de ella como si estos últimos meses nunca hubieran pasado, pero lo cierto es que sí que han ocurrido. Y no se olvidan fácilmente. Al menos no tengo resaca. Me levanto arrastrando los pies y voy hasta el baño. Después de lavarme la cara y mear, entro en la cocina, ignorando lo que debe ser el salón en este momento. Le doy un trago a la botella de leche fría y me como un plátano, apoyado en el único trozo de encimera que no está lleno de mierda. —La hostia puta. —Escucho a Rick desde el salón. —Lo mismo digo. Observo el desastre y tiro de la funda impermeable que le pusimos anoche al sofá para no tener que tirarlo y comprar otro. Me siento y le hago un gesto para que haga lo mismo. —¿Has llamado a Margot? —Dijo que vendría después de comer —responde. —Bien. ¿Qué tal con Alice? —Bueno… un poco mejor. Sigue durmiendo. —Pues creo que tu hermana acaba de ir a llevar a su prima a su casa. —¿Dani? —Si, así creo que la llamó. Se habrá pensado que Alice ya se había marchado. —Dani está viviendo con ella hasta que encuentre piso. —¿En casa de Alice? —cuestiono. Él asiente y mis músculos se tensan —. O sea, en casa de Connor. —Rick vuelve a asentir. —¿Qué tal con ella? —pregunta entonces—. Por lo que pude ver anoche… —Si, bueno. Tu hermana y yo tenemos un problema, y es que no llevamos muy bien eso de resistirnos a las tentaciones. —La mejor manera de librarse de las tentaciones, es cayendo en ellas — dice guiñándome un ojo. —Ya. Eso es lo que hacemos siempre, pero después volvemos al principio. —Creo que ambos sois la droga favorita del otro. —Puede ser, pero que anoche foll… Bueno, que hayamos pasado la noche juntos, no significa nada. —¿Estás seguro de eso? —Arquea una ceja. —Sí. No se me olvida lo que hizo, Rick. —¿No vas a perdonarla nunca por eso? —Por eso sí. Pero también se acuesta con Gary, se besan y pasan las noches juntos. ¿También tengo que olvidar eso? No responde, solo hace un gesto de rendición con las manos y enciende la televisión. WENDY Aparco en frente del apartamento de Alice y miro a una Danielle muy mareada. No ha parado de llevarse la mano a la boca durante todo el trayecto, y yo llevo temiendo por la tapicería de mi precioso BMW desde que salimos de casa. —No me jodas, Dani. ¡No vomites aquí! —exclamo corriendo por fuera hasta su puerta. La abro y sujeto su pelo justo a tiempo para que vomite en la carretera. —Joder, no pueden verte así. Escúchame, voy a subir y a hablar con Alice, ¿vale? Supongo que habrá vuelto esta mañana temprano, porque si no, me habría escrito. Asiente con la cabeza mientras se limpia con un pañuelo. Cruzo la calle y aprovecho que sale un vecino para entrar en el portal. Toco la puerta del apartamento y veo un rostro conocido cuando se abre. —Wendy —dice con los ojos muy abiertos, sorprendido—. ¿Qué haces aquí? —Connor. Ya… claro, vives aquí. —Me maldigo por no haber caído en eso. —Emm… sí. ¿Qué pasa? Es mi casa, Wen. Ven, entra, no te quedes ahí. —No. No hace falta. —Por favor, pasa y dime a que has venido mientras me visto. Abre más la puerta y veo que solo lleva una toalla, así que giro la cabeza y miro hacia otro lado. Entro detrás de él, pero no avanzo más de un metro. —¿Qué querías? —grita desde la habitación. —Es por tu prima. —¿Dani? —Sí. ¿Dónde está Alice? —No tengo ni idea —contesta saliendo con unos vaqueros y sin camiseta. —Vaya. Joder, ¿y tu tía? —Ha ido a hacer unas compras, tardará un par de horas. ¿Qué pasa con Dani? —Está en mi coche… Anoche bebió demasiado y se ha quedado conmigo para que su madre no la viera borracha. —Joder. Maldita niña. —Solo he subido para decirle a Alice que me la llevo a mi apartamento hasta que esté mejor. No deja de vomitar. —Vale, gracias —dice acercándose. —Bueno, tengo que irme. —Retrocedo al ver sus intenciones. —Espera —me sujeta por la muñeca y me gira para que le mire—, me contó mi hermana que te habías mudado. —Sí, vivo con Amy. —¿Y eso? ¿Cómo es que no vives con tu novio? —Josh y yo no somos novios. —Así que no sois novios… —comenta aproximándose más de la cuenta. —¿Qué haces, Connor? —cuestiono cuando baja la mano hasta mi cadera y me acerca a él despacio. —Te echo de menos, preciosa. —No me llames así. —Antes te gustaba. —Antes me gustaban muchas cosas de ti que ya no lo hacen. —Aprieto su mano para que se detenga. —Estoy seguro de que es porque no las recuerdas bien —sugiere acariciando mi trasero con sutileza—. Yo, en cambio, no he olvidado nada de ti. —Para, Connor. —También recuerdo ese “para”, y sé que significa todo lo contrario. — Sus labios rozan los míos, pero lo separo de un empujón. —Puede que antes significara todo lo contrario, pero ahora, si te digo que pares, paras. —Me giro hacia la puerta y tiro de su brazo cuando vuelve a sujetarme—. Dile a tu hermana que la llamaré. Cierro la puerta sin mirar atrás y bajo por las escaleras para no tener que esperar el ascensor y arriesgarme a que se encierre conmigo. JOSH Veo la puerta de Rick abrirse y a Alice caminar hacia la de Wendy, arrastra los pies, todavía medio dormida. —¿Dani? —¡Se ha ido con Wendy! —grito desde el salón. —Mierda. —Vuelve al salón deprisa—. ¿Hace mucho? —Pues… un par de horas —digo mirando mi reloj. —Joder, joder, mi tía me mata. ¿¡Por qué coño no me ha despertado antes de llevarla!? Entra en la habitación de Rick y vuelve con su móvil en la mano, él se levanta y le da un beso en la mejilla mientras ella teclea algo. —Habrá pensado que ya te habías ido. —Le responde él. —¿Estás con mi prima? —Hablan por el teléfono—. Vale… Sí. Vale… ¿Qué?... ¿Connor?... Joder. Automáticamente me incorporo y miro a Rick, el cual hace lo mismo y me pide con la mirada que espere a que cuelguen. —Es gilipollas… Vale, cariño, gracias… Me paso luego por tu casa… Un besito. —¿Qué pasa con tu hermano? —inquiero entonces. —Nada… —responde caminando hacia la cocina. —Alice. ¿Qué ha pasado con Connor y mi hermana? —Nada, Rick. Ha ido a mi casa a llevar a Dani y se lo ha encontrado. —¿Y…? —pregunto. —No voy a decirte nada para que vayas a romperle la cara otra vez, joder. —O sea que ha hecho algo por lo que debería rompérsela —afirmo comenzando a alterarme. —Que no, pesado. —Alice, mi amor. Por favor. —Rick se acerca a ella y le da un pequeño beso. —Joder —bufa—. Nada… solo que ha intentado besarla, pero ella se ha apartado y se ha ido. —¡Voy a terminar entre rejas por tu jodida hermana! —exclamo mientras voy a mi cuarto— ¡Y por tus putos hermanos! —grito a Alice. WENDY Salgo por el portal maldiciendo a ese idiota, y veo a Dani apoyada con la cabeza hacia atrás y una pierna fuera del coche. —¿Estás mejor? —Quiero morirme —lloriquea. —Tranquila —digo mientras me río—. Se te pasará en unas horas. Tu madre no estaba, le he dicho al gilipollas de tu primo que le diga que te quedas conmigo. Alice tampoco estaba, luego vendrá a buscarte a mi apartamento. Conduzco despacio hasta mi casa porque veo que al final me vomita el coche y la mato. Aparco en frente y caminamos despacio hasta el portal. —¿Estas segura de que no necesitas vomitar más? —Cállate. No me hables de vomitar —pide aguantándose una arcada. Subimos en el ascensor, ella tratando se aguantarse en pie y yo intentando no reírme. Tengo resaca, pero está claro que la manejo mucho mejor que ella y no tengo derecho a quejarme. Entramos en casa y, antes de que le diga nada, ya está tirada en el sofá. Se quita los zapatos, empujando cada uno con el pie contrario, y se cubre la cara con el brazo. —Dani, no te tumbes. Hazme caso —advierto por mi propia experiencia. —Déjame —dice alargando mucho la “e”. —Tú misma. Voy a prepararte algo de comer —comento mientras cojo un cubo del baño sabiendo lo que va a pasar en breves segundos. —Por Dios, Wendy, ¿quieres que siga vomitando? —Se incorpora de golpe. —Lo necesitas. —Ni de coña, me da mucho asco. —Voy a prepararte un plato de grasientas patatas fritas. Me siento a su lado y coloco el cubo enfrente de ella justo a tiempo de que eche todo. Sonrío satisfecha y le sujeto el pelo, esperando paciente a que vacíe el estómago. —Hija de puta —balbucea cuándo para un segundo de vomitar. —Me lo agradecerás en unos minutos. Poco después le paso un poco de papel y la acompaño al baño. Le doy un cepillo de dientes nuevo y espero apoyada en la puerta mientras la miro a través del espejo y me río. —Cómo te odio en este instante. —Exagerada. Date una ducha anda, apestas —Le guiño un ojo y le señalo la estantería de las toallas limpias. —¡Que te jodan! —grita cuando cierro la puerta. Sonrío y camino hacia la cocina, suspiro y me subo a la barra de un salto. Cojo una manzana del frutero y le doy un bocado, perdiendo la vista en la nada, de esas veces en las que no pestañea durante varios minutos sin darte cuenta. Los recuerdos de anoche amenazan con devolverme las ganas de tenerlo, pero no de tenerlo un rato, no de sexo, sino de tenerlo de verdad. De ver una película con él, acurrucada bajo una manta contra su pecho; poder aspirar su olor cada vez que me dé la gana; meterme en la ducha detrás de él y observarlo mientras tiene los ojos cerrados por el jabón, tiene un miedo terrible a que se le meta en los ojos; sentarme en una banqueta de la cocina y observar cómo me prepara la merienda, cortando el pan como sabe que me gusta, asegurándose de untar la crema de cacahuete por todos los costados. Hasta que rebose. Eso es lo que yo quiero, rebosar de él. Sacudo la cabeza cuando escucho el grifo de la ducha cerrarse, me bajo de la barra y saco varias cosas de la nevera para preparar la comida. Poco después, Dani sale del baño y viene al salón, se sienta en una banqueta tras la barra y me mira mientras cocino. —¿Qué? —Nada. —Tienes hambre, ¿verdad? —sonrío. —Joder, me comería un supermercado —dice quitándome una onza de chocolate de las manos. Las dos nos reímos y comemos unas patatas fritas con bacon y salchichas. Cuando terminamos, le digo que se tumbe en el sofá hasta que llegue Alice, ahora que ya ha echado todo y tiene el estómago lleno de comida y no de alcohol, sí que va a dormir como Dios manda. JOSH Después de golpear el saco un rato, me doy una ducha y pienso en escribir a Wendy. Aunque, si lo pienso bien, no sé ni qué ponerle, es ella la que se ha marchado sin despedirse. 1.25pm Yo ¿Qué haces? 1.26pm Mocosa Esperando a que Alice venga a por Danielle, ¿por qué? 1.26pm Yo Por nada. Te has ido tan deprisa esta mañana que no hemos tenido tiempo de hablar. 1.26pm Mocosa No tenemos nada de qué hablar, tú mismo lo dijiste. Ayer hicimos como si nada hubiera pasado, pero la realidad es que sí ha pasado. 1.27pm Yo Pues para no tener nada de qué hablar, has respondido muy deprisa… 1.27pm Mocosa Eres un imbécil, Josh. ¿Qué pretendes? 1.27pm Yo Nada, mocosa. Me aburría y estaba aquí tumbado en la cama, recordando todo lo que pasó anoche. 1.28pm Mocosa ¿Y qué? Yo apenas recuerdo nada. 1.28pm Yo Qué pena, porque gozaste como nunca, pequeña. Recuerdo cómo gemías cuando mis dedos entraban y salían de ti. Cuando mi lengua te acariciaba mientras tú suplicabas que te follara. Aún tengo grabado en mi mente cómo gritabas mi nombre mientras te corrías. 1.29pm Mocosa Si lo que pretendías era ponerme cachonda, lo has conseguido. ¿Contento? 1.29pm Yo Sé que lo he conseguido, me pongo duro solo de pensar en lo mojada que debes estar ahora mismo… 1.30pm Mocosa Basta, Josh. No voy a responderte más. 1.30pm Yo Sé que ahora mismo desearías tenerme entre tus piernas. Devorando ese cuerpo que me vuelve tan loco. 1.30pm Mocosa Te he dicho que pares. 1.31pm Yo También has dicho que no responderías más. Me río satisfecho por haberla excitado tanto cómo yo lo estoy ahora mismo, y decido parar antes de que se me vaya de las manos. La conozco demasiado como para saber que no va a responderme más, así que pongo el móvil a cargar y voy a comer algo. Entro en la cocina y veo a Alice sobre la encimera abierta de piernas mientras Rick está con una rodilla en el suelo y enterrado entre sus muslos. Ella tiene los ojos cerrados, así que no me ha visto. Avanzo hasta la nevera, pero no puedo abrirla porque el pie de Rick me lo impide. —Hermano, mueve el pie para que pueda abrir la nevera. —¡Joder! —exclama levantándose de golpe— ¿¡Qué mierdas haces, tío!? —Intentando abrir la nevera para comer algo —respondo confundido. ¿Por qué se enfada? No entiendo nada. Alice se tapa deprisa y se baja de la encimera, como si de repente ambos tuviesen amnesia y no recordasen las veces que hemos follado unos delante de otros, las veces que yo mismo lo he hecho con ella. —¿Qué pasa? ¿Es que os ha entrado la vergüenza de repente? —Río. —Pues no, joder. Pero es mi novia, no quiero que nadie la vea desnuda, tío. —Pues entonces no le comas el coño en la cocina sabiendo que estoy en la habitación de al lado. —Que te jodan —dice saliendo de la cocina con ella. —¿¡Qué os pasa hoy que todos queréis joderme!? —grito mientras cojo un plato con sobras de ayer. WENDY ¿De qué va este idiota mandándome esos mensajes? Yo estaba tan tranquila, pensando en salir a hacer un poco de ejercicio cuando Dani se marchase, pero ahora… Ahora quiero hacer ejercicio, pero con él. Maldito imbécil. Mientras hago tiempo hasta que Alice venga a por su prima, me acuerdo de que llevo casi dos días sin hablar con Gary y sin responder a sus llamadas ni mensajes, algo no muy normal después de lo que le dije en el hospital… Me aseguro de que la borracha sigue durmiendo tranquilamente, y entrecierro la puerta de mi dormitorio para tumbarme en la cama y llamarlo. —Hombre… —responde al tercer tono. —Hola, Gary. Siento mucho no haberte llamado. —Habría bastado con que respondieras mis mensajes. —Lo siento, he estado liada… —Con Josh, ¿verdad? —adivina. Está claro que ya se encuentra mucho mejor. —Gary… —Déjalo, no quiero saberlo. —¿Cómo estás? —Suspiro y me levanto cuando escucho un ruido en el salón, pero Dani sigue tumbada, así que habrá sido en la calle. —Bien. —No te enfades, por favor. —¿Por qué me tendría que enfadar? ¿Por qué me han disparado y mi chica lleva dos días sin cogerme el teléfono? —¿Tu… chica? —Dijiste que siempre estarías conmigo. —Y es cierto. La madre que me parió, tengo que decirle de una vez que eso no es cierto, que solo lo dije… Joder, porque estaba en cuidados intensivos con un agujero en el cuerpo. —Bien. —¿Cuándo te dan el alta? —Dentro de tres días. —Mmm… vale. Mañana iré a verte. —¿Y por qué no vienes hoy? —Porque estoy con la prima de Alice. Anoche bebió demasiado en la fiesta y hoy está hecha una mierda —explico, sin darme cuenta de que tendría que haber suprimido ese detalle. —¿Qué fiesta? —Por el cumpleaños de Josh… —Josh. Cómo no, así que ayer estuviste con él. —Sí. Era su fiesta, Gary, obviamente estuve con él. —¿Te acostaste con él? —¿A qué coño viene esa pregunta? —resoplo comenzando a enfadarme. —Responde. —No voy a responderte, Gary. Te estás pasando. No somos novios, no sé porque crees que puedes decirme lo que puedo hacer y lo que no. Mañana hablamos. Adiós. —We… Cuelgo de mala hostia antes de que responda porque, sinceramente, no sé cómo se lo tomaría, dudo que me fuera a dar la enhorabuena. Regreso al salón y veo en el reloj que son las dos y veinte, así que me siento en el sillón para no molestar a Danielle, y enciendo la televisión. Cambio de canal sin parar durante más de diez minutos, me doy cuenta de que no paro de mover la pierna, nerviosa. ¿Qué me pasa? Me encuentro a mí misma volviendo a leer los mensajes de Josh. Calentándome sin remedio y como una imbécil. 2.35pm Yo Eres un gilipollas. ¿Lo sabías? 2.37pm Josh ¿Qué he hecho ahora? 2.37pm Yo ¿Por qué coño me has dicho todo eso antes? 2.37pm Josh Para recordarte lo que pasó anoche. 2.37pm Yo Me acordaba de sobra, idiota. No estaba tan borracha. Te he dicho que no me acordaba para no hablar de eso. 2.38pm Josh ¿Y por qué no querías hablar de eso? 2.38pm Yo Porque creo que se nos fue de las manos. 2.38pm Josh A nosotros siempre se nos van las cosas de las manos. ¿Todavía no te has dado cuenta? 2.38pm Yo Empiezo a hacerlo… 2.39pm Josh ¿Quieres que vaya a verte? 2.39pm Yo ¿Por qué iba a querer eso? 2.39pm Josh Porque puedo sentir desde aquí las mismas ganas de mí que tenías anoche. 2.39pm Yo Gilipollas. 13. DECISIONES PELIGROSAS WENDY Dejo el móvil sobre la almohada y me recuesto, suspirando y odiando a Josh, pero solo por amarlo tanto. Tan solo desearía poder borrar todo lo malo que nos ha pasado, todas las malas decisiones que los dos hemos tomado… Éramos tan perfectos al principio. Me levanto deprisa cuando suena el timbre, y corro para abrir la puerta antes de que toque de nuevo y Dani se despierte. Josh está al otro lado, con una sonrisa encantadora que consigue derretirme como la de nadie. —¿Qué haces aquí? —digo en un susurro, saliendo al descansillo y cerrando un poco la puerta detrás de mí. —Ya lo sabes, mocosa. —Pasa una mano por mi cadera y me empuja hacia él. —Josh, tienes que irte, Dani está dentro. —Señalo con la cabeza el interior del apartamento—. Además, yo no te he pedido que vinieras. —¿Sigue ahí? —pregunta ignorando el resto. —Sí. —Vamos, ven conmigo. —Me dedica una sonrisa traviesa y entrelaza los dedos con los míos, sin llegar a cerrar la puerta del todo. Me hace subir un piso más hasta el último, en el que se encuentra la puerta de la azotea, la abre y espera a que yo pase para cerrarla después. Me cruzo de brazos y trato de reprimir una risa cuando él hace movimientos sugerentes con su cuerpo sin dejar de sonreír. —Josh… —¿Por qué no dejas de resistirte? Se acerca a mí mientras yo retrocedo hasta toparme con un muro bajo. Coloco las manos en su pecho para alejarlo, pero me sujeta por las muñecas y las pone en mi espalda. Acerca sus labios a mi cuello y comienza a depositar pequeños besos húmedos. —Soy incapaz de alejarme de ti, pequeña —murmura mordiendo el lóbulo de mi oreja—. Me vuelves loco, joder. Desliza los labios por mi mandíbula, me besa pausadamente y yo cierro los ojos ante el placer que me produce el tacto de ellos. —¿Eres consciente de lo enamorado que estoy de ti? —Sujeta mi mejilla con ambas manos y me mira a los ojos—. ¿Lo sabes? —insiste. Yo asiento y trago saliva, no me salen las palabras, así que solo lo beso. Él acaricia mi espalda mientras recorre toda mi boca con su lengua, conocedor de cada rincón desde hace tiempo. Su erección me aprisiona más contra la piedra a mi espalda, y dejo de contenerme. —Mierda, Josh. ¿Por qué siempre me haces esto? —maldigo mientras cojo impulso con mis manos para sentarme sobre el muro. Él me sujeta por la cintura y me ayuda a subir con una sonrisa. —Te hago esto porque lo deseas, pequeña. Deseas que ahora mismo te arranque ese tanga que llevas bajo este pantaloncito corto y te folle, ¿verdad? —Sí —jadeo mientras le quito la camiseta—. Eso es exactamente lo que quiero. Sonríe y tira hacia abajo de su pantalón, yo le ayudo con el cinturón mientras lo acerco a mí al mismo tiempo que lo desabrocho. —Dios, me encanta cuando te dejas llevar, mocosa. Me muevo para que pueda sacar mi short, sin dejar de mirar la excitación en sus ojos. Lo abrazo con mis piernas cuando él hace a un lado mi ropa interior, y puedo sentir cómo mi pulso palpita entre los muslos, las ganas de sentirlo dentro no podrían ser mayores. JOSH Muerde su labios inferior para no gemir cuando acaricio su entrada con la punta de mi miembro, haciéndola rogar y excitándola aún más si fuera posible. Ambos sonreímos, sujeto con firmeza sus caderas y sin esperar ni un segundo más, empujo. —¡Joder! —gemimos los dos. Se recuesta hacia atrás, arqueando la espalda y ofreciéndome sus pechos, ahora expuestos. Los acaricio y coloco entre mis manos, perfectas para su tamaño, los masajeo como tantas otras veces y me deleito ante sus muecas de placer. —Más fuerte —jadea. Levanto sus piernas y las apoyo sobre mis hombros, me inclino hacia delante, flexionándola por completo y entrando en ella hasta el fondo. Más que nunca. Acaricio ese punto en su interior que hace que ponga los ojos en blanco y gima sin control. Tanto que termina por correrse más rápido que otras veces y, por supuesto, yo después de ella. Salgo de su interior y la ayudo a bajar del muro mientras ambos nos vestimos en un incómodo y absurdo silencio, su rostro es más de cabreo que de placer, ¿a qué viene esto ahora? —¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes esa cara? —cuestiono terminando de abrocharme los vaqueros. —Joder, Josh, es que siempre me haces lo mismo. Vienes, nos acostamos y después volvemos a la misma mierda de siempre. —No, perdona, eres tú la que se larga después. —¿¡Y qué quieres que haga!? —¡Pues tal vez podrías quedarte conmigo! —¿¡No te das cuenta de que esto es imposible!? —exclama agitando las manos. —¡Joder, Wendy! ¡Se supone que debería ser yo el que está enfadado! ¡Te recuerdo que has tardado más de cuatro meses en contarme lo de Jackson! —¡No me grites! —¡Pues deja de comportarte como una niñata estúpida! —¿¡Y ahora me insultas!? —Suelta una carcajada y asiente, como queriendo zanjar el tema, antes de darse la vuelta y marcharse. Y yo me quedo ahí, como un idiota sin saber lo que acaba de pasar, sin comprender cómo hemos pasado de sonreír y de gozar, a gritarnos y hacernos daño. Por más que me esfuerzo, jamás entenderé a las mujeres. Y de todas ellas, mucho menos a Wendy. WENDY Me doy la vuelta y salgo de la azotea sin dejarle responder, aunque tampoco lo hace, ni me sigue. Solo escucho un golpe seco contra algo y un gruñido, supongo que le ha cogido gusto a eso de romperse los nudillos a sí mismo. Bajo las escaleras y toco el timbre al ver que la puerta está cerrada, a pesar de que yo la había dejado entornada para poder entrar, sin imaginar cómo iban a terminar las cosas ahí arriba. Alice me abre, con cara de sorpresa mientras me mira de arriba abajo. —¿Dónde estabas? —En ninguna parte. —La hago a un lado y cierro la puerta antes de que Josh baje. —¿Y vienes de ninguna parte con esos pelos? Pues dame la dirección — dice Dani mientras ambas ríen. —Ya veo que te encuentras mucho mejor. —Saco un vaso del armario y lo lleno de agua, estoy sedienta. —Sí, gracias. Me has cuidado muy bien. —Digamos que he pasado demasiadas resacas. ¿Qué tal con mi hermano? —Miro a Alice. —Bien —responde con una sonrisa—. Hemos llegado a un acuerdo. —¿A cuál? —A partir de hoy haremos como si mis hermanos no existieran. —Ese acuerdo no va a durar… —¿Por qué no? —Pues porque no, Alice. En algún momento harán algo por lo que él o Josh quieran que partirles la cara. —Más le vale que no. JOSH —¿Qué ves? —Encuentro a Rick mirando la televisión, tirado en el sofá, cuando llego al ático. —Esperando a que empiece el partido. Trae unas cervezas. Me siento con él después de pasar por la cocina y cojo un papel que hay sobre la mesa, ahora limpia después de que Margot haya hecho su magia. —“Se buscan modelos para importante firma de ropa. Hombres de entre veintiuno y veintiséis años”. ¿Y esto? —pregunto sorprendido. —Lo he visto en el bar de la esquina. Podríamos probar —sugiere mientras le da un trago a su cerveza. —¿Lo dices en serio? —Joder, estamos buenos, somos jóvenes, altos… Somos perfectos. Sobre todo, yo —Ríe encogiéndose de hombros. Le doy un pequeño golpe en el brazo y río con él, considerando la idea. —¿Cuándo es? —Le doy la vuelta al papel. —Mañana por la mañana. A las diez, creo. —Vale. Pues ponte guapo, marica, no tienes nada que hacer contra mí. Los dos nos reímos mientras terminamos de beber y pedimos algo para cenar. Rick es mi hermano y pase lo que pase con Wendy, sé que siempre lo tendré a él, y eso es algo muy importante para mí. Me ha salvado la vida tantas veces y de formas tan diferentes, que siempre le deberé todo. Son las nueve y cincuenta de la mañana, y ambos estamos esperando en la sala que hay junto a la puerta de casting. No puedo parar de reír porque está venga a susurrarme que vamos a ganar, que todos los demás que hay aquí son feos y no tienen ninguna posibilidad. Trato de disimular y le mando callar hasta que llega mi turno. —Siguiente —dice una chica vestida de oficinista. Me hace una señal con la mano para que pase, y yo miro una última vez a mi colega antes de entrar, volviendo a reír cuando me guiña un ojo y me hace un gesto con la lengua. —Hola. —Saludo a las tres personas que hay sentadas tras la mesa roja. —Colócate sobre la marca y dinos tu nombre y edad —pide el hombre más mayor. —Josh Matthews. Veintitrés años. —Quítate la camiseta y da un par de vueltas, por favor. —La mujer que hay en el medio se levanta y camina despacio hacia mí, recorriéndome con la mirada. Obedezco y sujeto la camiseta con los dedos mientras un fotógrafo me hace algunas fotos y me da indicaciones. La mujer pasa la lengua por sus labios y se acerca al hombre mayor de antes, le dice algo al oído, a lo que él asiente, y luego vuelve hacia mí. —Es suficiente, puedes vestirte. No quita los ojos de mi cuerpo mientras lo hago. El fotógrafo va hasta la mesa roja y se sienta junto al hombre mayor para enseñarle las fotos que me acaba de hacer. —Muchas gracias, Josh —dice la mujer, ahora bastante más sonriente que al principio—. Te llamaremos en caso de que salgas elegido. —Gracias a vosotros, un placer. —Le guiño un ojo y ladeo la sonrisa antes de darme la vuelta para salir, pero su voz me detiene. —Ten el móvil a mano. —Su mirada insinuante me hace asentir sin borrar la sonrisa de mi rostro, satisfecho porque algo me dice que me van a llamar. WENDY Llego a Las Vegas a las dos de la tarde, dejo el coche en el parking y paso por la máquina de bebida antes de subir las escaleras hasta la segunda planta. Entro en la habitación de Gary, pero está vacía, por lo que algo se vuelca en mi estómago y me entran nauseas, pensando en que pueda haberle pasado algo. Salgo deprisa y corro hasta la mesa principal. —Perdone —digo a una auxiliar que está hablando por teléfono. —Un momento —susurra con los labios. —No tengo un momento. Por favor, estoy buscando al chico de la… —Por favor, estoy al teléfono —insiste ofendida. —¡Dígame dónde está Gary Wells! —¡Wendy! —Me giro cuando escucho la voz de Amy y veo que está viniendo hacia mí desde la dirección contraria. —¿Dónde está Gary? —Estoy aquí —dice apareciendo por el pasillo. —Dios. —Dejo escapar el aire contenido y me apresuro hacia él para darle un abrazo, pero me separo cuando hace un ruido de dolor—. ¿Por qué no estás en la habitación? Se suponía que no te daban el alta hasta dentro de dos días. —El médico ha pasado hace un rato y ha dicho que no era necesario que me quedara más. Solo tengo que ir al médico a que me curen la herida. —¿Estás bien? ¿Ya no te duele? —Estoy bien, Wen. No te preocupes. —¿Y dónde ibais? —Le he dicho que se viniera un tiempo con nosotras hasta que se encuentre con fuerzas de hacer todo él solito. —Lo vacila Amy. —Sí… pero he pensado que primero deberíamos preguntártelo a ti… — añade Gary al ver mi cara de sorpresa, pero no precisamente de felicidad. —¿Con nosotras… a San Francisco? —Sí. ¿Te parece bien? —Amy se cruza de brazos y arquea una ceja en mi dirección. —Emm… claro, Amy. Perfecto. —Genial, princesa. —Su sonrisa se ensancha y me devuelve el abrazo, con más suavidad que el mío. No debo olvidar que le han operado hace algunas semanas. —Pero… ¿y Chad? —cuestiono cuando nos separamos. —Él tiene que ir a la universidad. —Y tú también —recuerdo a Gary. —He pedido un traslado —suelta entonces—. Era una sorpresa. A tomar por el culo, desde hoy odio las sorpresas. Pero ¿cómo narices se le ocurre a Amy ofrecerle venirse a San Francisco? No entiendo nada, ¿acaso espera que así vaya a olvidar a Josh y a enamorarme milagrosamente de Gary. Porque eso no va a pasar, joder, acaba de meter la pata hasta el fondo y de meterme en un compromiso de puta madre. JOSH Después de salir del casting, vamos a una cafetería a comer y a hacer tiempo hasta que abran las tiendas. En una semana es el cumpleaños de Alice y Rick quiere comprarle algo, dice que su prueba ha ido bien, pero que cree que me van a llamar a mí antes que a él, soy un poco más alto. Y más guapo, eso ya me lo digo yo solo. —¿Qué vas a comprarle? —No lo sé. Quizá un anillo —dice dándole un sorbo más a su café. —Espera. ¿Has dicho un anillo? —Abro los ojos sobremanera y me siento en el borde la silla, acercándome más y hablando en voz baja, como si me acabara de contar el mayor de los secretos. —Sí. —¿No pensarás…? —No. —Ríe, sabiendo que me pondría así, y niega con la cabeza—. De momento no, pero no lo descarto. —Joder. —Sonrío y vuelvo a recostarme en la silla—. Sí que estás enamorado. —Más que nunca. ¿Y tú? —Yo, ¿qué? —¿Estás enamorado? —Se pone serio, pero yo no puedo evitar sonreír al recordar a la mocosa de su hermana—. Tu cara lo dice todo. No sé por qué no dejáis de ser tan gilipollas y aceptáis por una vez que queréis estar juntos. —Es ella, tío, parece que solo quiere discutir. Te juro que yo he intentado olvidar todo y seguir con ella, pero no sé… —Me encojo de hombros—. Igual ya no me quiere. —No digas estupideces, Josh. Sabes de sobra que no ha dejado de quererte en ningún momento. —¿Y por qué se comporta así? —Por miedo. Tiene miedo, hermano. Y es normal, después de lo de Jenna… —Pero eso no fue mi culpa, joder. Esa hija de… —Tenso la mandíbula al recordarla. —Pero ella estuvo muchos meses pensando que sí, no se olvida fácilmente. Lo que Jenna os hizo fue algo que nunca olvidaréis, que ha creado más miedos e inseguridades de las que teníais. —Ya… ¿Y qué hago? —Conquistarla. Como hiciste al principio, se te da bien, cabrón. —Ríe y me da un toque con el pie por debajo de la mesa, haciéndome reír a mí también—. Estoy seguro de que no será un problema. Suspiro y asiento, pensando que quizá tiene razón y que, si hay una persona que la conozca mejor o igual que yo, ese es su hermano. Total, ya no tengo nada que perder. Volvemos a casa después de comprar un poco de hierba, y nos tiramos en la terraza a fumar, aprovechando que hace calorcito y que las lluvias veraniegas que han anunciado en las noticias no llegan hasta mañana. A los pocos minutos suena mi móvil, me incorporo en la hamaca y lo saco de debajo de una toalla. —¿Sí? —¿Josh Matthews? —Una mujer responde al otro lado del teléfono. —Sí. ¿Quién es? —Soy Mandy, de “Minimum Clothes”. —Sí. Dime —digo incorporándome de golpe. Rick me mira asustado y yo le pido que espere con la mano. —Buenas noticias. —¿En serio? ¿Eso significa que…? —Además de guapo eres inteligente. Hemos elegido bien —confiesa ella. —¡Oh, joder! Perdón. Perdona, es que no me lo puedo creer. —Me pongo de pie y mi amigo conmigo, tratando de pegar la oreja al teléfono. —No te preocupes —dice riéndose—. ¿Podrías pasarte mañana por la mañana para hablar de todo? —Claro. —Perfecto. Pues a las nueve en la oficina. —Bien. Hasta mañana, Mery. —Mandy. —Perdona, Mandy. Hasta mañana. Cuelgo y miro a Rick, que me hace una señal con las manos para que le cuente de qué se trata. Entro en el salón y después de servir dos chupitos de whiskey, vuelvo a la terraza y le paso uno. —¿Y bien? ¡Habla de una puta vez! —Estás ante el nuevo modelo de “Minimum Clothes” —informo levantando el vaso. —¡Toma ya! ¡Enhorabuena, tío! —Me da un abrazo y brindamos antes de bebernos el chupito de un trago. Tras llegar a la oficina y de explicarme que ganaré unos dos mil por reportaje, Mandy me pasa una bolsa con ropa y me acompaña a la parte de arriba, donde está el estudio. La sigo sin poder dejar de mirar hacia todos lados, no siendo todavía consciente del mundo en el que me estoy metiendo. —Aquí. —Señala un probador y abre la cortina—. Ponte todo y vete saliendo. —Bien. Me sonríe antes de volver a cerrarla y yo lleno mis pulmones de aire sin dejar de mirarme en el espejo, incrédulo. Dejo la bolsa sobre el asiento de tela que hay, y la abro para sacar la ropa, pero me llevo la primera sorpresa del negocio. —Solo hay calzoncillos —comento mientras me quito la ropa. —Exacto. —No sabía que sería modelo de ropa interior. —Bueno, cielo. No lo serás siempre, pero es complicado encontrar un cuerpo como el tuyo acompañado de una cara como la tuya, así que hay que aprovecharlo. ¿Tienes problema con eso? —En absoluto —respondo saliendo con los bóxer azules. —Ya veo —dice mirándome de arriba abajo, deteniéndose en el bulto bajo la ropa interior con el nombre de “Minimum Clothes”. —¿Te gusta lo que ves? —Cariño, si no me gustase, no estarías aquí. —Se acerca y acaricia mi mejilla—. Ahora sal ahí y deja que el fotógrafo disfrute. —Levanto una ceja y ella sonríe—. Es gay. WENDY Después de que Chad y Amy se metan en su dormitorio, Gary entra en el mío. Yo lo sigo y camino hasta el armario para sacar una sábana y una manta, puede que me hayan hecho el lío para quedarse en nuestro apartamento, pero eso no quiere decir que vayamos a compartir cama. —¿Qué haces, muñeca? —Voy a preparar el sofá. —¿Cómo… el sofá? —Frunce el ceño con confusión. —Gary, no vamos a dormir juntos. —Paso por su lado, tratando de no mirarlo a los ojos—. Yo dormiré en el sofá. —¿Por qué? No lo entiendo —pregunta acercándose. —Pues porque sí, no somos novios, Gary. Acepto que te quedes aquí, pero no significa que vayamos a… —Pues seámoslo. —Me interrumpe con una sonrisa. —¿Qué? —Sé mi novia. —Gary, no creo que… Tira de mi mano hasta que nuestros labios se unen. Me pilla tan por sorpresa, que no soy capaz de moverme, tengo una lucha interna sobre lo que está bien y lo que no, lo que debería hacer y lo que no. Y mientras esa lucha se libra, él ya me está guiando a la cama. JOSH —Has estado genial, Josh. Para ser tu primera sesión, ha sido perfecta. —Muchas gracias, Mandy. —Bueno, sé que es un poco pronto así que entendería que dijeras que no, pero si te interesa, dentro de tres días salimos de viaje. —¿Qué clase de viaje? —Termino de ponerme la ropa y de arreglarme un poco el pelo. —De la clase de viajes en los que se va a distintos lugares y se hacen fotografías. —Ríe y se acerca para colocarme el pelo ella misma. —¿Como una gira? —Más o menos, sí. Puedes llamarlo así. —¿Y cuánto tiempo sería? —No tenemos un plazo exacto. Al menos un mes. —Ya… vale. —Piénsalo, ¿de acuerdo? Podrías traer un acompañante. Tienes que darme una respuesta esta noche. —¿Tan pronto? —Sí. Lo siento. —No te preocupes. Te llamaré esta noche. Comparto con Rick todo lo que Mandy me ha dicho, y lo primero que hace es darme la enhorabuena. Dice que esto me va a venir bien para centrarme en mí mismo, que, quizá, el mundo de la moda sea una buena vía de escape para todo lo demás. Yo concuerdo con él y sé que, por “todo”, se refiere a su hermana. Sin embargo, cambio de idea cuando me propone algo que ni siquiera yo habría pensado. —¿Quieres que te diga lo que yo haría? —Dime. —Estás enamorado de mi hermana —afirma. —Correcto. —Te gustaría estar con ella si no fuera porque sois gilipollas. —Correcto. No te pases —advierto con una sonrisa a la vez que lo apunto con el dedo. —Y Mandy te ha dicho que puedes llevar un acompañante. —Correcto. —Bueno, pues ve a casa de mi hermana, mírala a los ojos y dile que la quieres. Después la besas y le pides que vaya contigo. —Sonríe y se encoge de hombros—. Así de sencillo. —Pero en dos semanas empieza la universidad. —Es lista. Puede recuperarlo, y Tiffany puede pasarle los apuntes. Piénsalo, hermano, puede ser vuestra última oportunidad de arreglarlo. —Joder, te odio cuando me metes estas mierdas en la cabeza. —Venga, ¿a qué esperas? —¿Y si me dice que no? —Si te dice que no, al menos podrás tener la tranquilidad de que has hecho todo lo que has podido por salvar vuestra relación. Le doy un abrazo y cojo las llaves de mi coche sin perder más tiempo, con la intención de obedecer su consejo a pies juntillas. Conduzco con rapidez, emocionado por lo que voy a hacer e imaginándome con ella en los lugares preciosos a los que seguro que nos llevarán. Detengo el coche en doble fila porque no hay sitio para aparcar, y aprovecho que sale un vecino para entrar en el portal y subir las escaleras de dos en dos hasta su planta. Toco el timbre y la puerta con los nudillos, y es Amy la que me abre. —Josh. ¿Qué haces aquí? —Necesito hablar con Wendy —digo apartándola y caminando hasta su habitación. —No, espera, es mejor que… —La miro con una sonrisa, confuso, cuando se calla y niega con la cabeza, suplicándome con la mirada que no entre en su dormitorio. La puerta está entreabierta, así que imagino que estará escuchando música o viendo alguna película. Cualquier esperanza que tenía de que lo nuestro se solucionara, cualquier sueño de viajar por el mundo con la mujer de la que estoy malditamente enamorado, desaparece cuando la veo con él. Los dos de pie en medio de la habitación, él besándola y ella ahí quieta, sin moverse, con los brazos a cada lado, como si todo le diera igual. Como si no le importara que el hombre que la está besando no sea yo. Ella no me ve, y Amy no dice nada, solo me mira desde el salón con cara de lastima. Murmura un “lo siento” y me observa mientras me giro y salgo del apartamento sin molestarme en cerrar la puerta. Al fin y al cabo, ella la cerró hace tiempo. Conduzco hasta la oficina más decidido que nunca. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? ¿cómo he podido pensar que las cosas podían volver a ser como al principio? —Me apunto —le digo a Mandy cuando entro—. Siento presentarme sin avisar, sé que dije que te llamaría esta noche —hago una pausa para coger aire y tranquilizarme—, pero yo no… Lo necesito. Necesito salir de aquí un tiempo. —Genial. Sabía que no me equivocaba contigo. —Sonríe y pone un poco de agua en un vaso de plástico para después dármelo—. Salimos mañana a las nueve. —De acuerdo. —Me lo bebo de un trago y lo tiro a la basura que hay junto a su mesa—. ¿A qué hora acabas? —¿Hoy? —Mueve la cadera hacia un lado y mordisquea la tapadera del bolígrafo que tiene en la mano. —Sí. ¿A qué hora terminas de trabajar? —Pues tengo que hacer unas llamadas. ¿Por qué? —Te espero. Podemos ir a tomar algo después y me cuentas cómo será el viaje, no tengo ninguna gana de irme a casa ahora mismo. ¿Te apetece? —Claro, guapo. Dame cinco minutos. —Me dedica una sonrisa seductora y desaparece en el despacho. Me siento en un banco de fuera y fumo un cigarro mientras miro a un grupo de niños jugando en el parque de en frente. Una niña de no más de seis años se ha caído y parece que se ha hecho daño en una rodilla. Está llorando, sentada en el tobogán. Un niño de su misma edad se acerca y se arrodilla frente a ella, tira un poco de su camiseta y le limpia la herida que está llena de tierra. La ayuda a levantarse y le da un beso en la mejilla. Ella deja de llorar y él tira de su mano para que vayan juntos al columpio. La madre de la niña observa de pie, con dudas de si acercarse o no, pero al ver la reacción de ambos niños, sonríe y vuelve a sentarse. Yo también sonrío. Recuerdo cuando era mucho más joven y las cosas eran sencillas. Ahora... ahora todo es una puta mierda. WENDY Gary acaricia mis labios con su lengua, pidiendo un permiso mudo para entrar en mi boca, pero no puedo. Esto está yendo demasiado lejos, no quiero a Gary, no lo amo, he de frenar antes de que todo se convierta en una bola mayor, imposible de frenar. —Espera —pongo la mano en su boca y me separo—, para, por favor. —¿Qué pasa? —Te he dicho que no somos novios… ni vamos a serlo. —Me obligo a mirarlo a los ojos para que me tome en serio. —Tranquila, princesa. Quizá hemos ido muy rápido. —No es eso, Gary. Desearía poder sentir… Levanta el dedo para que deje de hablar cuando suena su teléfono. —Es un colega del casino, tengo que responder. Espérame un segundo. —Sonríe y me da un beso en la mejilla antes de meterse en el cuarto de baño. Yo espero en la habitación, caminando de un lado para el otro mientras pienso en cómo decirle que todo esto se ha acabado, que estoy enamorada de Josh y no puedo dejar que siga pensando que no es así; que deseo volver a intentarlo con él, no me lo quito de la cabeza en todo el día y ojalá pudiera evitar quererle, pero el corazón no atiende a razones. —Tengo que salir, Wen —me informa segundos después, volviendo—. Un amigo ha venido a San Francisco por negocios y quiere verme. He estado ausente mucho tiempo y no puedo permitirme perder el ritmo de apuestas. —Pero tenemos que hablar, Gary. —Y lo haremos. Cuando vuelva, ¿vale? —Sonríe y levanta mi mano derecha para depositar un beso en ella, como hizo el primer día que nos conocimos en París, bajo la Torre Eiffel. —Claro —digo rindiéndome. —Genial, luego nos vemos. Se marcha y yo me tumbo en la cama, no tengo ganas de hablar con nadie, solo quiero dormir y que las horas pasen hasta que él vuelva y pueda zanjar todo esto. Sin embargo, en cuanto la puerta de la calle suena indicando que ya se ha ido, Amy toca la de mi habitación y me llama, pero no respondo. Vuelve a tocar y asoma la cabeza, sin respuesta porque finjo que estoy dormida. Necesito pensar. Despierto algunas horas después, sorprendida y desorientada porque las siestas no son lo mío. Miro hacia ambos lados y compruebo que Gary aún no ha vuelto, así que salgo al salón. —Por fin. —Amy se levanta del sofá y me mira con cara de preocupación. —¿Qué pasa? —Wendy… no he querido decirte nada antes porque estabas dormida y sé que hace días que no descansas bien, no quería despertarte. —¿Ha pasado algo con Gary? —Me alarmo. —No, pero Josh ha venido. Inmediatamente mi pulso se acelera y mis tripas se manifiestan como un revoltijo que amenaza a subir por mi garganta. —¿Cuándo? —Esta tarde. —Se rasca la nuca y evita mi mirada—. Wen, venía con la intención de decirte algo, estaba feliz y parecía emocionado, pero… —Me ha visto con Gary. —Sí. Ha entrado hasta tu habitación y os ha visto. Cierro los ojos y me llevo las manos a la cabeza, maldiciendo por haber sido tan estúpida, por no haberme separado de su boca un minuto antes. Amy se acerca y separa mis manos con cautela, buscando mis ojos y preguntándome sin palabras qué quiero hacer. —Necesito hablar con él. —Vale, ¿dónde tienes el móvil? —En la habitación —digo mientras yo misma voy a buscarlo. Vuelvo al salón y me siento en el sofá, al lado de Amy. Busco el número de Josh en la marcación rápida y ambas esperamos impacientes a que responda. Un tono… Dos tonos… Tres… —Mierda. —Cuelgo tras no recibir respuesta. —Tranquila, estará haciendo algo. —Sí, odiándome —afirmo y comienzo a escribirle un mensaje. 7.32pm Yo Josh, Amy me acaba de decir que has venido... Siento que hayas tenido que ver eso. No ha pasado nada, lo he parado y le he dicho que no quiero estar con él. 9.54pm Yo Por favor, cógeme el teléfono. Tenemos que hablar. Gary llega a casa a las diez y media, y sigo sin haber recibido respuesta alguna por parte de Josh. Le pido a Amy que le diga que me encontraba indispuesta y he decidido pasar la noche con ella, no puedo enfrentarlo ahora, no en este estado, así que me meto en su cama y escucho cómo le explica todo, le dice que algo me ha sentado mal y he estado toda la tarde vomitando. No quiero verle, no ahora. Sé que él no tiene la culpa, que la única culpable en todo esto soy yo, es por eso que necesito arreglarlo primero con Josh. A las dos de la mañana, y sin haber obtenido respuesta, caigo rendida por el sueño. Cuando abro los ojos por la mañana, lo primero que hago es comprobar mi teléfono, el cual he perdido entre las sábanas por haberme quedado dormida con él. Para mi desgracia, no tengo ningún mensaje. Amy sigue dormida a mi lado, así que me levanto sin hacer ruido y le cojo algo de ropa para vestirme e ir al ático. Tengo que hablar con Josh en persona y explicarle todo. A los veinte minutos me bajo del coche en el garaje del edificio donde solía vivir. Market Street está igual de concurrida que siempre, con sus numerosas tiendas y tranvías, gente entrando y saliendo, familias riendo y divirtiéndose. Todos ajenos a lo que sucede en la vida del resto. —Wen, ¿qué haces aquí tan pronto? —Me pregunta mi hermano cuando toco el timbre y me abre la puerta. —Hola, Rick. Necesito hablar con Josh, ayer ocurrió algo y… —Pasa y siéntate. —Frunzo el ceño ante su petición y me detengo en medio del salón. —¿Dónde está Josh? —Wendy… —Suspira y cierra los ojos—. Se ha marchado. —¿A dónde? —La sangre se acumula en mis oídos temiéndome lo peor. —Ven, siéntate. —¡No quiero sentarme, Rick! ¡Dime dónde coño se ha ido! —Se ha marchado a París. Y aquí es dónde mi estómago se da la vuelta. ¿Miedo? ¿Perdida? ¿Culpabilidad? Creo que siento une mezcla de todos ellos. Corro por el pasillo y me meto en la cocina porque no creo que pueda llegar hasta el baño. Me apoyo en el fregadero y sin poder evitarlo, empiezo a vomitar, mi hermano viene y me sujeta el pelo. Le da al grifo cuando termino y espera a que beba agua y me refresque la cara, me pasa unas servilletas de la encimera y me ayuda a sentarme en un taburete. —¿Estás bien? —¿Por qué se ha ido a París? ¿Qué va a hacer en París? ¿Cuándo vuelve? ¿Por qué no me ha dicho nada? —Ha conseguido un trabajo de modelo, se ha ido de gira. No sé cuándo va a volver y no te ha dicho nada porque ayer fue a verte, pero bueno… Supongo que ya conoces el resto de la historia. —Me mira con desaprobación. —No, no, no —repito como una idiota mientras me levanto y camino por la cocina. —Wendy… —Esto no puede estar pasando. Otra vez no. —Mira, enana, él te quiere. Anoche fue a pedirte que te fueras con él — confiesa. Me tapo la boca con la mano, incrédula y sin ser capaz de reaccionar—. Wendy, tienes que aclarar tus sentimientos. ¿Quieres a Gary o quieres a Josh? No puedes querer a los dos porque entonces te quedarás sin ninguno. —Quiero a Josh —digo sin dudarlo un segundo. Mi hermano sonríe y tira de mí para que me acerque. —¿Y qué vas a hacer entonces? —No lo sé. Él se ha ido. Se… Dios, se ha marchado —asumo con la mirada perdida en un San Francisco más sombrío que nunca. —Tienes a Gary viviendo en tu casa. —Sí. Ha pedido un traslado en la universidad. —Bien, pues que se quede ahí y tú te vuelves aquí. —¿Qué? —Aparto la mirada de la ventana hacia él. —¿No acabas de decir que quieres a Josh? —Sí. Ayer, cuando Gary me besó, apenas fueron unos segundos. Le pedí que parara y le dije que no iba a ser su novia. Supongo que el destino quiso que Josh apareciera en medio de esos malditos segundos, de los que me arrepentiré hasta el día en que me muera. —Pues no puedes seguir viviendo con Gary. Es hora de poner un poco de orden. Me quedo mirándolo unos segundos y reflexionando. En parte tiene razón, pero no sé cuándo va a volver Josh, y mudarme aquí de nuevo, sin que él esté… —No sé si voy a poder vivir aquí, Ricky, pasar por delante de su dormitorio y saber que Josh no está. —Él tuvo que hacerlo durante semanas cuando tú te largaste a París — suelta con dureza. Trago saliva y asiento. —No sé qué decirle a Gary. —Wen, eres mi pequeña y solo quiero que seas feliz. Y nunca te he visto tan feliz como cuando Josh y tú estabais juntos. Muy a mi pesar… Al principio no me hacía gracia, pero conozco a mi amigo. Está completamente enamorado de ti y si se ha marchado es porque piensa que ya te ha perdido. Así que si de verdad lo quieres, arréglalo. Y es entonces cuando empiezo a llorar. Rick me abraza y nos quedamos así durante un rato, acaricia mi pelo y me susurra que todo va a estar bien, que tenga paciencia y que si Josh pudo suportarlo cuando me marché, entonces yo también puedo hacerlo ahora. Voy a responderle, cuando mi móvil suena. 14. POR ALGO SE EMPIEZA WENDY —¿Quién es? —pregunta mi hermano tras ver cómo maldigo al ver el nombre en la pantalla del teléfono. —Gary. —Díselo —incita con seguridad, asintiendo para reafirmarse cuando lo miro—. Has dicho que quieres a Josh, no puedes seguir viviendo con Gary. —Lo sé, pero prefiero decirle todo en persona. —¿Entonces te vienes aquí? —pregunta esperanzado. —Tengo que pensarlo… —Está bien. ¿Necesitas que te lleve? —No, he traído mi coche. —Vale, te llamo a la tarde. Me acompaña hasta la puerta del ático y me da un beso en la frente, sonreímos y llamo al ascensor cuando él cierra la puerta. Se me hace raro saber que Josh ya no está aquí, saber que no puedo entrar en casa y hablar con él, discutir, reír, todo. Es como si cuando estaba aquí, estuviera tan segura de tenerle que no me preocupaba cagarla. ¿Por qué el ser humano sigue tan al pie de la letra el dicho? Sí, ese de “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. ¿No podría haber sido yo la excepción? Ojalá hubiera sabido valorarlo cuando aún lo tenía. Cuando llego a mi apartamento, Amy no está y escucho la ducha, así que imagino que es Gary el que está dentro. Camino por el salón sin saber cómo empezar la conversación, miles de opciones toman forma en mi cabeza, pero ninguna me convence. Todas suenas demasiado a excusa mala de película, a algo preparado que he estado evitando, algo que, por otro lado, es verdad. Veo los platos sobre el fregadero y comienzo a guardarlos para entretenerme hasta que salga, creo que lo mejor es no pensarlo y decirle lo primero que me salga. —Ey, te he estado llamado. —La respiración se me atasca en la garganta cuando le escucho de repente tras de mí. —Ya —balbuceo y toso a continuación para sonar más segura—. No te he cogido porque estaba conduciendo. —¿Qué pasa, princesa? —pregunta acercándose mientras se sacude el pelo mojado. —Josh se ha ido a París. —Me parece genial. ¿Cuál es el problema? —inquiere con voz defensiva. —Gary… —Agacho la cabeza. Debí hacer caso a mi primer instinto y tener algo preparado, joder. —No, Wendy. Por favor, no hagas esto —pide acercándose. —No me parece buena idea que sigas aquí, eso es todo. —¿Es por él? ¡Se ha ido! ¡Asúmelo y sigue con tu vida! —¿Acabas de gritarme? —Doy un paso atrás, no reconociéndole. —No… joder. Lo siento, es que me jode esta puta situación. ¿Tú me quieres? —pregunta cogiéndome las manos. —No se trata de eso. —Me suelto y sigo recogiendo los platos, es absurdo, no hay forma de que esta conversación tenga un final feliz. —No me alejaré de ti mientras sepa que me quieres, Wendy. No podría. —Bien, me iré yo. —¿¡Qué!? ¿Por qué? ¿A dónde? —Voy a mudarme con mi hermano. —A ver, a ver —suelta una carcajada sarcástica—, esto es una locura. No tiene sentido, ¿no lo ves? ¿Acabo de mudarme aquí contigo y ahora tú te marchas? No, ni de coña. —Gary, no depende de ti. —¡Ayer me dijiste que serías mi novia! —No. —Me doy la vuelta para mirarlo y vea que voy en serio—. De hecho, te dije que no lo sería. Luego te llamaron y te marchaste, te dije que necesitaba hablar contigo, pero tú, como siempre, evitaste el tema. —O sea que no quieres serlo. —No me lo pongas más difícil —suplico mientras me dirijo al sofá. Se encierra en mi habitación y yo me sobresalto por el portazo que pega, dejándome caer, a continuación, en el suelo, apoyando la espalda en el sofá y suspirando con cansancio. Lo echo tanto de menos, necesito a Josh. ¿Por qué he sido tan estúpida? JOSH Detengo el coche en una calle del distrito financiero y saco un cigarro del paquete mientras Mandy sale del vehículo. —Gracias por traerme, guapo. —Hay que tratar bien a la jefa. —Río torciendo un poco la cabeza para encenderlo. —Pues de momento vas muy bien. —Tú me lo pones fácil —digo guiñándole un ojo. —Por cierto, se me había olvidado decirte que el viaje se ha adelantado. Sé que dije que nos iríamos en tres días, pero el jefe quiere que sea mañana. —Joder, mañana ya… —Sí. ¿Te supone mucho problema? —No, no. Todo bien, ahí estaré. —Genial —sonríe y se acerca para darme un beso en la mejilla—, pues mañana a las nueve en la oficina. —Vale. Hasta mañana, entonces. —Hasta mañana, guapo. Me pongo en marcha y atravieso las calles despacio, tranquilo. Mañana me marcho y no tengo nada preparado, no sé para cuanto tiempo ni a dónde, pero me marco. Cuando llego a casa, Rick me mira con una sonrisa esperanzada, me siento en el sofá y coloco una raya de cocaína sobre la mesa sin hacer ningún comentario. —No me jodas. —Sacude la cabeza y me tira del pelo para que no me la meta y lo mire—. ¿Qué hostias haces? ¿has hablado con mi hermana? —No. No he podido, tenía la boca ocupada con la lengua de Gary. —Le sonrío sarcásticamente y puedo ver cómo toda la esperanza que tenía se desvanece. No dice nada más, solo me suelta y deja que me drogue en paz. —¿Cuándo te vas? —pregunta poco después. —Mañana a las nueve. —Mucha suerte, hermano. —Gracias —contesto sin ninguna gana. —Me voy a la cama, por favor no hagas nada de lo que vayas a arrepentirte —me pide desde la puerta. —Ya es tarde para eso —respondo sin mirarle. Cuando me canso de ver telebasura, voy a mi cuarto y me dejo caer en la cama, vuelvo a leer los mensajes de Wendy y río yo solo sin poder evitar pensar en lo mentirosa y lo hipócrita que es. ¿Cómo puede negarme algo que he visto con mis propios ojos? Lo pongo en silencio y me doy una ducha para despejarme y hacer la maleta después. Mañana será un día largo. Dos semanas han pasado desde que la vi besándose con ese cabrón. Dos semanas desde que ignoro sus mensajes y llamadas. Dos semanas frenéticas en las que he viajado más que en toda mi puta vida: París, Berlín, Budapest, Roma y ahora mismo estamos en Londres. Es un sueño hecho realidad, algo maravilloso que solo estoy compartiendo con mis compañeros y sus amigos o novias que los acompañan. Yo, en cambio, he venido solo, pero me estoy obligando a disfrutar de cada segundo de esta experiencia. Resulta que lo de ser modelo se me ha dado mejor de lo que pensaba, y a riesgo de sonar presuntuoso, soy de los más atractivos. No, la verdad es que el grupo que me acompaña es muy generoso, tenemos todo tipo de etnias y son muy buena gente, así que está siendo bastante llevadero. Anoche me tiré a mi jefa. Sí. Joder, ¿por qué no? Está muy buena y yo estoy soltero, no hay nada que me lo impida. Ahora solo espero que la situación no se vuelva incómoda… —Has estado genial, Josh. Es justo lo que queríamos. —Gracias, Mandy. Es muy fácil trabajar con Kevin —digo señalando con la cabeza a mi fotógrafo mientras me cambio de camisa. —Kevin es bueno, sí, pero tú… eres el modelo más atractivo que tenemos ahora mismo. He pensado que tal vez podríamos hacer una sesión extra. ¿Qué dices? —Claro. —Sonrío—. En cuanto a lo de anoche… —Eh, Josh, no le des más vueltas. Tu eres joven, yo también. Tú estás bueno, yo más. —Ríe, haciéndome reír a mí—. ¿Qué tiene de malo que nos divirtamos de vez en cuando? —Me guiña un ojo y se da la vuelta para dejar que termine de vestirme. Pues sí. Que cojones, pienso follármela cada vez que me apetezca. Llego al hotel totalmente destrozado tras toda la tarde haciendo fotos, me doy una ducha y me seco, tirándome en la cama desnudo, con la única intención de dormir hasta mañana, pero mi móvil no deja de sonar. Si bien lo ignoro durante un rato, no cesa, así que me remuevo y estiro el brazo para mirar quién es. Tom te ha añadido al grupo "Jodidos desaparecidos" 7.28pm Tom Hola. 7.28pm Rick ¿Qué coño es esto? 7.28pm Jay Tío, hace mil que no hablamos todos así que le he dicho a Tom que hiciera un grupo, jajaja. 7.28pm Alisson Qué peligro… 7.28pm Rick ¿Quiénes estamos? 7.29pm Shane Pues todos. Alice añadió a 14156765543 7.29pm Jenna ¿Quién es ese número? Mocosa abandonó el grupo Tom añadió a Mocosa 7.29pm Tom Wendy, ¿por qué te vas? 7.29pm Mocosa Porque no me apetece compartir grupo con cierta guarra. 7.29pm Jenna Supéralo ya, joder. 7.29pm Mocosa Mira cómo te das por aludida. Que te jodan. 7.29pm Jenna A punto estuve de joderme a tu novio. 7.29pm Yo Cierra la puta boca, Jenna. 7.29pm Dany Haya paz. 7.29pm Jenna Ha empezado ella. 7.30pm 14156765543 ¿Qué es esto? Solo tengo el número de Wendy, Rick y el de mi prima. 7.30pm Alice Decid todos vuestros nombres para que guarde los números. Ella es Danielle, mi prima. Dani, ellos son los amigos que encontré, xD. 7.30pm Vicky Pero que simpática que eres. Yo soy Vicky, encantada. 7.30pm Jenna Yo soy Jenna. 7.30pm Dany Yo el guapo, Dany. 7.30pm Jay Jajaja, espera que me descojono. El guapo soy yo, Jay. 7.30pm Tom No valéis ninguno ni para tomar por el culo, YO soy el guapo, Tom. 7.30pm Yo Soy Josh, Dani. Dormiste en mi casa el día de mi cumpleaños. 7.30pm Alisson Yo soy Alisson. La guapa, jajaja. 7.31pm Shane Doy fe. Está muy buena, xD. Yo soy Shane. 7.31pm Dani Un placer conoceros :) 7.31pm Jay El placer es nuestro, preciosa. Mocosa añadió a Amy Mocosa añadió a Tiffany 7.31pm Amy Joder, cuánta gente. 7.31pm Mocosa Sobran algunas, pero... 7.31pm Jenna Estoy de acuerdo. 7.31pm Tiffany Hola :) 7.32pm Amy Me huele a zorra desde aquí. 7.32pm Rick No empecéis. 7.32pm Jenna Que no empiecen ellas, joder. 7.33pm Mocosa Mejor me callo. 7.33pm Jenna Si, con la boca cerrada estás más guapa. 7.33pm Mocosa Cierto, ya abres tú la boca por mí y por todas ;) 7.33pm Tom ¡Bam! Punto para Wendy. 7.33pm Jay Jajaja. 7.33pm Jenna Eres una maldita zorra. 7.33pm Amy La confundes contigo. 7.33pm Rick ¡Ya vale! 7.34pm Alice Venga, chicas. No os habléis entre vosotras y punto. Jay cambió el asunto a "¡Guerra de barro entre fieras!" 7.34pm Alice Jay, eres un gilipollas. Alice cambió el asunto a "Comportémonos como adultos" 7.34pm Jay El mío molaba más, aburrida. 7.34pm Shane ¡Que hable la estrella del grupo! 7.35pm Tom Eso, eso. Josh, cuéntanos cómo es la vida de modelo Jajaja. 7.35pm Yo Jajaja, pues está de puta madre. No me puedo quejar. 7.35pm Rick ¿Dónde estás ahora? 7.35pm Yo Llegamos ayer a Londres. 7.35pm Dani ¡Que guay! ¿Dónde más has estado? 7.35pm Yo París, Berlín, Budapest y Roma. 7.35pm Mocosa Roma... <3 Salgo del Whatsapp y bloqueo el teléfono. Es la primera vez que Wendy me habla directamente a mí, hacía dos semanas que no intercambiábamos palabra, en más de una ocasión he abierto su conversación y he estado tentado de escribirla al ver que estaba en línea, pero no lo he hecho. ¿Quiero hablar con ella? Pues sí, joder, claro que quiero, pero no puedo. Estoy cansado de las discusiones y de hacernos daño. WENDY Cuando veo que Tom me ha añadido a un grupo de Whatsapp, lo primero que hago es ver si está Josh. Amo a Tom inmediatamente por haberlo añadido, hace semanas que no me contesta a ningún mensaje ni responde a mis llamadas, ya no sé qué hacer para conseguir que me escuche y me dé la oportunidad de explicarle lo que pasó. Supongo que él también merece el tiempo que yo tuve cuando me marché. Observo la conversación sin saber cómo empezar a hablarle o qué decirle. Trato de ignorar a la zorra, pero no me lo pone fácil. 11.35am Josh París, Berlín, Budapest y Roma. 11.35am Yo Roma… <3 11.35am Shane ¿Y qué tal la jefa? Seguro que esta buena, jajaja. 11.35am Alice Shane, tu madrugas todas las mañana para entrenar para gilipollas, ¿verdad? 11.35am Tom No, jajaja. El viene así de serie. 11.35am Jay Jajaja. 11.35am Shane Moríos. 11.35am Vicky Tú sí que vas a morir pronto como no dejes de meterte tanta mierda. 11.35am Shane Habló la cocainómana. 11.35am Vicky Gilipollas. 11.35am Shane Guarra. Entro en el chat de Josh y veo que no está en línea, así que cierro el mío también, no me apetece escuchar las estupideces de toda la gente. Trato de quitarme la imagen mental de una mujer preciosa y espectacular haciendo el papel de su jefa, consiguiendo que me sienta insignificante y desgraciada por no poder tenerlo y ella sí. Pero ¿qué estoy diciendo? Creo que perderé la cabeza como no consiga hablar con él pronto. Al menos ya no tengo que esquivar a Gary, se marchó el día que le dije que no sería su novia, aquel día todo acabó entre nosotros. Recuerdo que salió de la habitación con su maleta, y se dirigió hacia la puerta sin mirarme ni decir una palabra. —¿Qué haces? ¿Dónde vas? —No voy a quedarme donde no se me quiere. —Dejó la maleta y descolgó su cazadora del perchero para ponérsela. —¡Para! —pedí a la vez que me coloqué frente a él y lo empujé hacia atrás para que retrocediese. —Apártate. —Gary, estás siendo un crío. —¿Yo? —Rio lleno de sarcasmo. —Sí, tú. Esto es una tontería, no tienes que marcharte. —No, ya te marchas tú, ¿verdad? —No es por… —Ni se te ocurra. —Alzó el dedo en mi dirección. —¿Qué? —Que no digas “no es por ti, es por mí”. —No iba… vale, pero no te vayas. —¿Qué pasa? —preguntó Amy saliendo de su cuarto, supongo que por los gritos que estábamos dando en el salón. —Me largo. —¿Qué? ¿por qué? ¿Qué ha pasado? —Lo último lo dijo mirándome a mí. —Nada… —¿Nada? ¿¡Nada!? —exclamó Gary agitando las manos. —¿Wendy? —Mi amiga volvió a mirarme cruzándose de brazos. —A ver, he hablado con mi hermano y he pensado que me iré a vivir con él ahora que… Bueno, ahora que Josh se ha ido. —¿Y qué tiene que ver eso? —Pues que aquí solo hay dos habitaciones y allí hay tres, dos de ellas vacías. —No entiendo nada. —Ya somos dos, joder —apoyó Gary. —No es necesario que lo entendáis, solo que lo aceptéis —suspiré y busqué la comprensión de Amy, la cual se acercó arrastrando los pies con rendición. —Yo no lo acepto, así que me largo —insistió el rubio decidido. —Joder, Gary. Por favor… —No, Wendy. Estoy cansado de ser el segundo plato, adiós. Abrió la puerta y, sin decir una palabra más, se marchó. Y yo no lo detuve. Me despierto el lunes temprano para el primer día de clase, no recordaba lo que odiaba madrugar. Desayuno junto a mi amiga, la cual entra a trabajar a la misma hora que yo, y ambas cogemos nuestro bolso para salir de casa. Como también salimos a la misma hora, vamos las dos en mi coche. Durante el camino, me comenta que tras haberlo pensado bien, entiende mi decisión de mudarme de nuevo al ático, y dice que no tiene problema en vivir sola, pero que no podrá hacer frente ella sola al alquiler. Le digo que sabe de sobra que no debe preocuparse por eso, seguiré pagando el alquiler aunque no viva allí, al fin y al cabo voy a pasar mucho tiempo allí con ella. Iba a haberme mudado hace dos semanas, cuando Josh se fue, pero como Gary se marchó también ese mismo día, ya no tenía tanta prisa. —Joder, esta gente es muy pesada, eh —comenta mirando su móvil mientras conduzco—. ¿No duermen nunca o qué? —Se aburren —señalo al deducir que se refiere al grupo de WhatsApp. —¿Has hablado con Josh? —No. No me responde. —Bueno, ya lo hará, ten paciencia. Nos vemos luego, piensa en qué te apetece comer que luego tardamos tres horas en decidirnos. —Me da un beso y se baja frente al concesionario de mi hermano. Río porque tiene razón, y doblo en la esquina para salir por la siguiente calle e ir hasta la casa de Tiff para recogerla. Este es el motivo por el que salgo tan pronto de casa. —¡Ya era hora! —grita la rubia cuando llego a la puerta de su casa— ¿Dónde cojones te habías metido? —He tenido que llevar a Amy. ¡Hola, Jordan! —Asomo la cabeza por la ventanilla. —Venga, arranca —ordena sentándose y poniéndose el cinturón. —¿Cuándo ha vuelto tu primo? Pensé que se había ido a vivir con la novia. —Lo han dejado. —No jodas. —Me asombro girando la cabeza en su dirección. —¡Mira a la carretera! —¿Por qué lo han dejado? —Ella le ponía los cuernos. —¡No puede ser! —¡Qué mires a la puta carretera! —Joder, te has levantado de mal humor, eh. —El maldito WhatsApp no ha parado en toda la noche, no sé qué mierdas le pasa, pero no puedo silenciarlo. Te juro por Dios que me ha faltado poco para ir donde esas dos guarras y arrancarles las extensiones. —Yo te acompaño —bromeo cuando habla de las gemelas que más odio en el mundo, sobre todo a Jenna—. ¿Y qué tal está? —¿Las guarras? —Tu primo, estúpida. —Ah. Bueno… dice que bien, pero yo lo conozco. No está bien, solo finge. —Dile que uno de estos días me pasó a verlo. —Díselo tú. Giro la cabeza para fulminarla con la mirada, pero vuelvo a fijarla al frente cuando veo su expresión asesina. —Voy a hacer un grupo para nosotros. —Le comento entonces. —¿¡Otro puto grupo!? —Sí, cascarrabias, otro grupo. Después de las tres primeras horas más pesadas del año, vamos a la cafetería. Cogemos cada una su bandeja y correspondientes cubiertos, y recorremos las mesas que hay al fondo, con cristaleras para proteger los alimentos. Yo me decido por un sándwich y una macedonia de frutas, nos sentamos donde siempre, y vemos a Becca acercándose para acompañarnos. Enseguida comienza a contarnos sus vacaciones de verano en la Polinesia Francesa, algo que no me interesa lo más mínimo, así que consigo evadirme de la conversación con facilidad. La pantalla de mi móvil se ilumina sobre la superficie de la mesa, mostrándome lo siguiente: “34 mensajes de Whatsapp del grupo “Comportémonos como adultos”. Paso el dedo por encima y veo que no sale el nombre de Josh, así que no me molesto en leerlos, más bien decido hacer el grupo que le he dicho a Tiff, quizá así consiga recuperar mi amistad con Gary… Sí, joder, no me gusta la forma en la que se fue, y después de todo lo que ha pasado entre nosotros, creo que merecemos un final diferente. Has creado el grupo “Holaaaaa” Has añadido a Gary, Chad, Amy, Tiff, Matt 11.53am Tiff 7_7 11.53am Yo No empieces. 11.53am Amy Hello. 11.54am Chad Nena, ¿qué haces con el móvil? Cómo te vea Rick… 11.54am Amy Ha ido al baño. 11.54am Matt ¿Qué pasa, enana? ¿Por qué pones esa cara? 11.54am Tiff Porque estoy hasta las narices de tanto grupo. 11.55am Matt Joder, ¿pero cuantos tienes? ¿Y con quien…? 11.55am Chad Jajaja, Mati se pone celoso. 11.55am Matt ¡Que no me llames así! 11.55am Chad Jajaja. 11.55am Matt A qué te rompo la cara. 11.55am Chad Jajaja. 11.56am Amy Ya vale, bebé. 11.56am Matt Oh <3 Bebé. 11.56am Chad ¡Amy! 11.56am Amy Lo siento… 11.56am Matt Jajaja. 11.56am Chad Que te jodan. 11.57am Matt Qué boca más sucia tienes para ser un bebé, xD. 11.57am Yo Ya vale, joder. Parecéis críos. 11.57am Tiff Cariño, pídele perdón. 11.57am Amy Y tú. 11.57am Matt Él primero. 11.57am Chad Ni de coña. 11.58am Tiff ¿Recuerdas el picardías que me compré la semana pasada…? 11.58am Matt Lo siento. 11.58am Chad Jajaja, yo también. Gary abandonó el grupo 11.58am Yo Joder. 11.58am Chad ¿Qué le pasa? ¿Seguís sin hablaros? 11.58am Yo Él es el que no me habla. 11.59am Matt Es que… 11.59am Yo ¿Es que, qué? 11.59am Matt Que le estas volviendo loco. 11.59am Yo Yo no fui la que le dijo que se viniera a mi casa. 11.59am Amy ¿En serio? ¿Ahora vas a echarme la culpa a mí? 11.59am Yo Solo he dicho que no fue idea mía. 11.59am Chad Wendy, eso no es justo. Cierro el grupo y miro a Tiffany, que ahora tiene su mirada puesta en mí desde el otro lado de la mesa, también con el móvil en la mano. —No digas nada. —Me adelanto. —No iba a hacerlo. —¿Qué pasa? —pregunta Becca alternando la mirada entre las dos. —Nada. —Nada —repite ella. Le da un bocado a su taco y Becca se encoge de hombros, continuando su relato sobre no sé qué socorrista al que conoció. Amy y yo no hemos hablado en toda la tarde. Ha debido sentarle mal que le dijera eso por el grupo, pero, joder, es la verdad. Si ella no le hubiera dicho a Gary que viniera a vivir aquí, nada de esto habría pasado. Y si tú no te hubieras follado a Gary, tampoco. Que te jodan, conciencia. Reconozco que yo tomé las decisiones solita, nadie me obligó a dejarme besar ni a dejar que todo lo nuestro fuera tan lejos, pero Amy me conoce y estoy segura de que sabía que la idea de traerle a vivir con nosotras, no era la mejor que ha tenido. —¿Vamos a estar mucho más tiempo así? Porque parecemos idiotas — hablo a mi amiga después de horas sentadas la una junto a la otra sin pronunciar palabra. —La idiota eres tú —responde sin apartar la vista de la televisión. —Joder, Amy. Lo siento, ¿vale? Pero es que me jode que siempre parezca todo mi culpa. —Puede que fuera yo la que lo invité, Wendy, pero fuiste tú la que se abrió de piernas una vez más. Si quieres a Gary, bien. Si quieres a Josh, bien. ¡Pero decídete de una puta vez y deja de hacer daño a los dos! Se levanta sin darme la oportunidad de rebatir y se marcha de casa dando un portazo, aunque tampoco es que supiera qué decirle. Me ha pillado totalmente por sorpresa su repentino ataque de sinceridad, y lo único que consigue es provocar en mí lo que merezco: una enorme culpabilidad y las lágrimas arremolinándose en mis ojos. Tras unos veinte minutos sollozando, y con los ojos hinchados y doloridos, decido acudir a la única persona que me apetece ver ahora. Me levanto del sofá y saco mi teléfono del bolso para llamar a mi hermano. —¿Qué pasa, Wen? ¿Qué haces? —Nada… —¿Estas llorando? —pregunta con tono preocupado. —No… —Ahora voy. —No, tranquilo. —Sorbo la nariz y me levanto para llenar un vaso con agua y lavarme la cara. —Oye, aunque Gary ya no viva ahí, puedes volver al ático igualmente, Wendy, esta es tu casa. —Ya… la verdad es que ahora mismo solo me apetece estar contigo. —¿Qué ha…? Da igual, después me lo cuentas, dejo a Alice en el trabajo y paso a buscarte, ¿vale? —Vale. —Venga, ahora nos vemos. Te quiero. —Te quiero. Me bebo el vaso entero y después voy al baño, abro el grifo y me miro en el espejo un segundo para contemplar mi lamentable y ridículo estado. ¿Quién es esa que me mira a través del reflejo? Tengo que poner orden en mi vida, pero ya, no me reconozco, no soy capaz de comprender cómo he podido dejar que todo se haya ido a la mierda de esta manera. Me seco la cara con la toalla que cuelga junto al lavabo y vuelvo al sofá, coloco los pies sobre la mesa y entro en WhatsApp para abrir el grupo de “Comportémonos como adultos”. 5.39pm Alice ¿Quedamos hoy? 5.39pm Jay Contigo cuando quieras, preciosa ;-) 5.39pm Rick Ya puedes correr, maricón. 5.39pm Jay Jajaja. 5.39pm Tom Jajaja. 5.39pm Jenna Jajaja. 5.40pm Alice No me hace gracia, Jenna. 5.40pm Jenna Joder, era una broma, como están los ánimos. 5.40pm Alice Sobre todo contigo. 5.40pm Jenna Me cago en la puta, matadme y enterradme ya. 5.40pm Vicky Dejemos de exagerar. 5.40pm Jenna No, es que me toca los cojones que me echen a mí solo la culpa. El me besó, ¿sabéis? No fue solo cosa mía. 5.40pm Yo Basta. 5.41pm Josh Mira, Jenna, eres una perra y todos lo sabemos, pero es cierto, la culpa fue mía por pensar que respetarías un poco a tu amiga y no te lanzarías a por mí como una gata en celo. 5.41pm Jenna ¿Perdona? Jajaja. Mira, lo primero que yo no tengo que respetar a nadie porque esa nunca ha sido mi amiga, y lo segundo, si yo no la respeté, ¿por qué no lo hiciste tú? 5.41pm Tom Punto para Jenna. 5.41pm Yo Que te jodan, Tom. Que os jodan a todos. Rick eliminó a Jenna Abandonaste el grupo Dios, quiero estrangular a alguien ahora mismo. Camino de un lado para otro tratando de relajarme, pero no lo consigo, así que voy a mi cuarto y cojo la cajita que tengo sobre el armario, saco la bolsita de marihuana y el papel y me hago un porro en poco tiempo. Hacía meses que no fumaba, para ser más exactos, desde la última vez que salí con Connor. —Esto es como montar en bici, nunca se olvida —digo para mí misma. Me recuesto sobre la cama y lo enciendo con el primer mechero que encuentro. Doy una calada larga y empiezo a toser por la falta de costumbre, pero enseguida lo soluciono. Cierro los ojos y dejo que el humo envenenado inunde mis pulmones y consiga tranquilizar mis nervios. A los pocos minutos, suena el timbre del apartamento, sobresaltándome por la rapidez de mi hermano. —¡Entra, está abierto! —grito desde la habitación. Me preparo para la bronca de Rick por verme fumando después de tanto tiempo, pero sinceramente me da igual, lo necesitaba. Y él no es el más indicado para darme lecciones. —Antes de que digas nada, me hacía falta de verdad. Esa zorra acaba con mi paciencia —aclaro aún con los ojos cerrados. —Tranquila, preciosa, pero compártelo conmigo, ¿no? Me incorporo de inmediato y lo miro mientras empiezo a toser, cierro un segundo los ojos por el repentino mareo, y vuelvo a abrirlos para enfocarlo bien. —¿Qué haces tú aquí? JOSH Leo la conversación sin formar parte de ella hasta que Jenna abre la boca. Una vez más. Me cago en su puta madre, no puedo creer que me haya follado a esa tía tantas veces, es mala como un demonio, ¿no se le puede ocurrir nada amable? ¿No tiene nada bueno que mostrar al mundo? 1.41am Jenna ¿Perdona? Jajaja. Mira, lo primero que yo no tengo que respetar a nadie porque esa nunca ha sido mi amiga, y lo segundo, si yo no la respeté, ¿por qué no lo hiciste tú…? 1.41am Tom Punto para Jenna. 1.41am Wendy Que te jodan, Tom. Que os jodan a todos. Rick eliminó a Jenna Wendy abandonó el grupo 1.41am Josh Gracias, hermano. 1.41am Rick Estoy hasta la polla de vuestras estupideces. 1.41am Vicky Joder, Rick. Eso no era necesario, dice que vuelvas a meterla. 1.42am Rick Dile que me coma los huevos. 1.42am Jay Seguro que lo hace si así la metes. 1.42am Vicky Vete a tomar por el culo, Jay. 1.42am Jay No, cielo. Por el culo es por dónde te di yo aquel día ;) 1.42am Alice Ya vale, Jay. Parad todos ya, joder. ¿No se puede tener una puta conversación normal con vosotros, o qué? Vicky abandonó el grupo 1.43am Jay Ale, a tomar por el culo para tu puta casa. 1.43am Tom Jajaja. 1.43am Shane Jajaja, anda que ha tardado. Si es que no saben ni cagar la una sin la otra. 1.44am Alice Bueno, entonces quedamos ¿o qué? Podríamos hacer una cena o algo. Rick añadió a Wendy 1.44am Rick No te salgas, Wen. Ya no están ninguna de las dos. 1.44am Alice Wendy, ¿te apetece que quedemos para cenar? ¿Qué decís los demás? 1.44am Amy No contéis conmigo. 1.44am Alice ¿Por qué? Hace mucho que no nos juntamos. 1.44am Amy Paso, tengo cosas que hacer. Alice cambió el asunto a “¡Sois todos unos abuelos!” 1.44am Rick Jajaja, mi amor ya quedamos tú y yo, no te preocupes ;) 1.45am Alice Sí, menos mal que te tengo a ti, porque con esta panda de ancianos… xD. 1.45am Alisson ¡Yo me apunto a la cena! 1.45am Alice ¡Venga, una más! ¿Alguien más, viejecillos? 1.45am Shane ¡Yo! 1.45am Jay Jajaja, Alisson, mira a ver que este solo va para ver si puede cenarte a ti. 1.45am Alisson Quién sabe… ;) 1.45am Shane Jajaja, te jodes, cabrón. Preciosa… <3 1.46am Jay Jajaja, venga, me apunto yo también. 1.46am Shane ¡Nada de tríos, eh! 1.46am Alisson Repito, ¿quién sabe…? Jajaja. 1.46am Jay Jajaja. 1.46am Tom Uno más. 1.47am Alice Pues ya estamos todos, solo falta Tiff. 1.47am Amy No tiene megas, pero acabo de hablar con ella y dice que va. 1.47am Alice ¡Bien! Pues a las nueve en casa de Rick. 1.47am Yo Qué putada que no esté yo para comprar la carne, jajaja. 1.47am Tom ¡No! ¡Rick, ya la compro yo! 1.47am Shane Jajaja. 1.47am Rick Que puta manía tenéis. Pero mira, mejor, tengo que ir a buscar a mi hermana ahora, que, por cierto, ¿dónde está que no habla? 1.47am Alice ¡Wendy! ¿Dónde coño se habrá metido la mocosa? Miro su chat, pero veo que no está en línea, por más que trato de quitarla de mi cabeza, no hay día que sus recuerdos no llenen mi mente. El tacto de sus manos acariciándome cuando hablábamos de cualquier cosa; esa forma tan particular de sonreír cuando estaba excitada y mis besos ya no eran suficientes; ella. Toda ella. WENDY Espero una respuesta por su parte mientras sigue avanzando por mi habitación. —Tú me has dicho que entrara. —Me refiero a qué haces aquí, en mi casa. ¿A qué has venido, Connor? —A verte. Te echo de menos —confiesa caminando hasta mi cama y sentándose a mi lado. —Connor, sé que no has venido solo por eso. Dime, ¿qué quieres? —Ya te lo he dicho. Wendy, hemos pasado un montón de cosas juntos, sé que la he cagado… pero de verdad te echo de menos. —Me mira con esos ojos que hacía tanto que no veía. Me hace un gesto con la mano para que le pase el porro, lo pienso durante varios segundos y finalmente lo hago después de darle una calada. Expulso el humo y sonríe. Me trae tantos recuerdos esta situación que no puedo evitar sonreír también. —Dios, eso sí que lo echaba de menos. Estás increíble cuando sonríes. —Calla ya, idiota. Si me echas de menos tanto como dices, fuma y calla. Vuelvo a tumbarme en la cama y me hago a un lado para que se tumbe junto a mí. Sé que me jodió, pero en realidad no hizo nada tan malo, él acababa de enterarse y bueno… No tardó tanto en contármelo como lo que tardé yo en contárselo a Josh, así que… No puedo pretender que me perdonen algo que yo no perdono primero. Y en realidad yo también lo echaba de menos, siempre fuimos buenos amigos y, hasta ese momento, nunca antes me había fallado. Siempre ha estado ahí para mí cuando lo he necesitado. —¿Cómo te van las cosas? —Te haré un resumen —digo cogiendo el porro y fumando—. Gary me odia, Josh me odia, Amy me odia. Fin. —¿Quién es Gary? —Gary es un chico que conocí en París este verano, cuando… Bueno, este verano. —¿Y por qué te odia? —Porque he estado jugando con él. Me sorprendo a mí misma diciéndolo en voz alta, y es entonces cuando me doy cuenta de lo mal que lo he estado haciendo. Es decir, ya lo sabía, pero parece que al reconocerlo en alto y dejar de echarle la culpa a las personas de mi alrededor, todo se hace mucho más real. —Así que has estado siendo una chica mala —comenta apoyándose sobre un brazo para mirarme. —Siempre queda algo del tutor. —Le saco la lengua. —Yo nunca fui un chico malo contigo, Wendy. Cuando estaba contigo, estaba solo contigo. Aunque tú estuvieras también con ese… —tensa los músculos— con Josh. —Lo siento por eso. No sé qué es lo que me pasa, hay veces que pienso que lo mejor sería olvidarlo de una jodida vez y seguir con mi vida, y otras… Otras veces solo quiero salir corriendo hasta dónde él esté y esconderme entre sus brazos. Creo que estoy con otros chicos solo para no tenerlo en la cabeza… La única vez que he conseguido sacarlo durante un breve periodo de tiempo fue cuando estaba contigo. —Supongo que debo sentirme halagado —dice con una sonrisa. —Pues sí, deberías —río con él. Tira de mí para pasar un brazo por debajo de mi cabeza y me abraza. Seguimos fumando hasta que acabamos con el porro, yo entre sus brazos, él acariciando mi pelo, y no me molesta. Connor es un buen amigo, el mejor, para ser sincera. Me siento cómoda con él y creo que él también conmigo, así que ¿por qué privarnos de algo que nos hace sentir bien? Es totalmente inocente y para nada pretendo que esta relación trascienda a algo más allá de la amistad, por primera vez en mi vida estoy segura de algo, y ese algo se llama Josh. Debemos quedarnos dormidos porque lo próximo que recuerdo es a mi hermano gritando como un maldito loco, de pie en la puerta y la cara roja de ira. —¡Wendy! —¿Qué…? —Abro los ojos y me remuevo confundida. —Deja de gritar, loco. —Connor retira el brazo de detrás de mi cabeza y lo estira para descontracturarse. —Tienes dos segundos para desaparecer de mi vista —advierte Rick con voz entrecortada. —Hablamos después, Wen. —Se despide dándome un beso en la frente y sale de la habitación. Rick se cruza de brazos y me mira en silencio hasta que escuchamos la puerta de la calle, entonces cierra los ojos y llena sus pulmones de aire. —Gary, Josh y ahora también Connor. ¿¡Es que no tienes límites!? —Lo primero, deja de gritarme. Y lo segundo, no ha pasado nada, estábamos fumando y nos hemos quedado dormidos, punto. —¡Me da igual que no haya pasado nada! ¿¡Qué coño hacías con el!? —Deja de gritarme. Ha tocado la puerta y pensaba que eras tú, así que le he dicho que pasara. —Saco una goma del cajón de la mesilla y me hago una coleta. —¿¡Y por qué no le has echado cuando has visto que era él!? —¡Que dejes de gritarme! ¡Es mi amigo, joder! —Me pongo en pie, furiosa—. ¡No hizo nada tan malo! Yo en cambio… joder —río sin ninguna gana—. Mira, Rick… —suspiro y camino por la habitación de un lado para el otro— ¡Mi vida es un puto desastre ahora mismo! ¡Mi mejor amiga no me habla, Gary se ha largado y tampoco me habla, tú estás con Alice todo el tiempo y lo comprendo, y la persona que más he querido en mi vida está a miles de millas y no! ¡Tampoco me habla! ¡Perdona por agarrarme a alguien que siempre me ha hecho sentir bien! ¡Alguien que nunca me ha fallado y siempre ha estado para mí aunque yo le haya jodido! ¡Perdona por querer sentirme un poco mejor conmigo misma! —Ven aquí. Me sujeta por los brazos y me obliga a rodear su cuello y abrazarlo, no me doy cuenta de que estoy llorando hasta que siento cómo mojo su camiseta. —Lo siento. Siento haberte gritado —dice acariciando mi cabeza. —Da igual. —Quiero que cojas una maleta y metas algo de ropa, te vienes conmigo. —No hace… —No. —Me interrumpe—. Soy tu hermano mayor y la situación se ha ido completamente de las manos, no pienso dejar que sigas pasando por esto tú sola. Venga, te espero. —Está bien. Espérame en la sala, salgo en diez minutos. Asiento y me guiña un ojo antes de abandonar la habitación, seco las lágrimas y me obligo a sonreír antes de sacar la maleta que tengo bajo la cama, metiendo después lo primero que pillo. Todavía tengo ropa en el ático, y siempre puedo volver aquí, así que no le doy muchas vueltas. Solo quiero irme con mi hermano y olvidarme de todo. Termino de cerrar la cremallera y me aseguro de que no falta nada importante, como el portátil y todos los cargadores. Entonces mi móvil suena y veo un número que no conozco, pero me suena. Si no recuerdo mal, es el de Connor, que borré cuando dejamos de hablarnos, así que vuelvo a agendarlo. 7.26pm Connor ¿Qué tal? ¿Se ha enfadado mucho? 7.26pm Yo Bueno, un poco… pero ya está. Me ha gustado verte, Connor. Creo que yo también te echaba de menos. 7.26pm Connor Jajaja, ¿crees? Pues yo estoy seguro de que lo has hecho. 7.26pm Yo ¡Vale! Lo admito. 7.27pm Connor Pues ya no tendrás que hacerlo. ¿Te apetece que cenemos juntos hoy? 7.27pm Yo Hoy no puedo. Tengo cena con mi hermano y los amigos. ¿Mañana? 7.27pm Connor Vale, Wen. Mañana. Un beso. Salgo de la habitación con la maleta y le pido a mi hermano que vaya bajando mientras yo le dejo una nota a Amy. Ella es mi mejor amiga, prácticamente mi hermana, hemos pasado muchas cosas juntas, tanto dentro como fuera del internado. No puedo dejar que algo relacionado con un tío sea el motivo que nos separe. “Sé que podría enviarte un mensaje, llamarte o simplemente venir a verte, pero también te conozco y sé que cuando estás así de enfadada, no harás caso de nada más que no sea esto. Eres demasiado curiosa como para no leer un trozo de papel sobre tu almohada. Lo siento. Lo siento mucho. Siento todo lo que ha pasado, haberte echado la culpa y haberte gritado. Eres mi mejor amiga y no te perdería por nada del mundo. Me marcho unos días con mi hermano. Creo que es lo mejor, pero perdóname, por favor. Te quiero.” —Una idiota arrepentida La dejo sobre su almohada y bajo al coche. 15. VUELVO A CASA JOSH Me da pena no poder estar en la cena de esta noche con todos mis amigos, pero bueno, supongo que el trabajo es lo primero, aunque sé que no lo necesito y que, con el dinero de las peleas, carreras y el concesionario, tengo suficiente. Sin embargo, creo que esta es mi manera de evadirme del mundo. Evadirme de ella. A pesar de echarla terriblemente de menos, no puedo olvidar los últimos meses. No es tan fácil. Gracias a Dios, los chicos con los que trabajo son agradables. Kevin y Jake son de mi edad y de Los Ángeles, Tim es de San Francisco y un año menor. Debo decir que soy el más guapo de los cuatro. —Ahora que ya estamos todos, quería deciros que dentro de dos semanas cumpliremos el primer mes de trabajo en la gira. Acabaremos con Europa e iremos a Asia. El mercado chino nos reclama, chicos —informa Mandy guiñándome un ojo. —¿Asia? —pregunto confundido— ¿Cuánto va a durar la gira? —Al menos otro mes, Josh. Creía que no tenías problema con el tiempo. —Y no lo tengo, solo quería saber. —De acuerdo. De todas formas, tendréis dos semanas de vacaciones. —¡Oh, sí! —exclama Tim— ¿Cuándo? —Dentro de diez días. Bien, esto puede ser bueno o malo. Vacaciones, lo que significa que volveré a casa y la veré. A ella. Bueno, también puedo evitarla, aunque no sé si es eso lo que quiero, ya ha pasado un tiempo… Tiempo en el que no he respondido a ninguno de sus mensajes ni llamadas. Al principio eran diarias, ahora ya no tanto, supongo que se ha cansado de que la ignore, pero debo reconocer que me jode. Cuando ella se marchó a París, cambió de número y fue imposible insistir, pero sé que yo no me habría rendido con tanta facilidad. Después de tomar algo con los chicos, vuelvo a la habitación del hotel y lleno el jacuzzi para darme un baño. Sí, jacuzzi. No podemos quejarnos de los hoteles a los que nos llevan, la verdad, el último mes he vivido como un auténtico rey. Abro una botella de vino y cojo una copa antes de servirme un poco y meterme en el agua hirviendo. Dios, cómo quema. Debería irme directo a la cama porque ya son las tantas de la madrugada y mañana tengo una sesión, aunque no a primera hora. Aun así, decido relajarme y abrir el WhatsApp, sonriendo al ver cuarenta y cinco mensajes no leídos y confirmando lo pesados que son. Pero mierda, les echo muchísimo de menos. 2.14am Yo Sois unos putos pesados, eh. 45 mensajes. ¿Habéis dicho algo interesante? 2.15am Alice ¡Encima que nos acordamos de ti y te mandamos fotos! Subo hacia arriba con la yema del dedo y efectivamente veo que me han enviado unas ocho fotos. En casi todas aparecen haciendo el gilipollas, para no perder las costumbres, eso me hace sonreír y darme cuenta de lo importantes que son todos para mí. Solo falto yo. Incluso Wendy está entre ellos, sonriendo como siempre, aunque sin ese brillo en los ojos. Me da una sensación extraña en el estómago el volver a verla, está guapísima, joder. Durante estas semanas he evitado mirar nuestras fotos, pero no me he atrevido a borrarlas, nunca podremos borrar todo lo que vivimos. 2.19am Yo Pero mira que sois feos, cabrones, Jajaja. 2.19am Jay ¡Anda, bobo! ¡Que todos sabemos que te mueres de envidia! Jajaja. 2.19am Rick Jajaja, eso, eso, no te imaginas lo buenas que han quedado las hamburguesas. 2.19am Yo Jajaja, sí, sobre todo si no las has hecho tú. 2.20am Rick ¡Mamonazo, haber estado tú para hacerlas! 2.20am Yo ¿Lo repetimos en dos semanas? �� WENDY —Venga, quita ya esa cara y empieza a preparar la terraza —pide mi hermano. —Vale, pero prométeme una cosa. —¿Qué? —pregunta levantando una ceja. —Que no te vas a volver loco si empiezo a salir con Connor —abre la boca, pero levanto las manos para que se calle—, cómo amigos. —¿Solo amigos? —Solo amigos. Frunce el ceño varios segundos y finalmente suspira asintiendo. —Está bien, pero no quiero que lo traigas a casa. —Bueno, ya veremos. Hace ya un mes que Josh se marchó, un mes que no responde mis llamadas ni mensajes, y la verdad es que ya me he cansado. A ver, lo quiero, pero también me quiero a mí misma, si en un mes entero no ha sido capaz de responder a ninguno de mis mensajes… no creo que vaya a hacerlo en mes y medio. Él ha tomado su decisión, y como todas las demás que ambos tomamos durante el pasado año, esta también tendrá consecuencias. El timbre suena cuando termino de colocar la última silla, preparando así la terraza para una cena entre amigos. Hacía tiempo que no nos juntábamos todos, menos mal que tenemos a Alice para organizar este tipo de cosas, es la que mantiene el grupo unido. —¡Abro yo! —grito a mi hermano que está terminando de vestirse. —¡La desaparecida! —Jay me abraza y me levanta del suelo. —¡Bájame! —suplico mientras me río. —Hola, cielo. ¿Cómo estás? —Bien, Alice —Ella asiente con el rostro poco convencido, conoce mi mirada muy bien. —Después hablamos —susurra mientras me da un abrazo. Termino de saludar y dejo que vayan entrando y ocupando sus lugares. Este ático es como la casa de todos. Aún recuerdo el primer día que llegué aquí; la situación que me encontré. Ahora, después de un año, comprendo lo que este sitio representa, entiendo lo que sienten cuando están aquí; la unión, la familia. Eso es lo que todos somos, una familia. —Hazte un porro, Jay —Rick le habla desde la terraza cuando el rapado está sentado en el sofá—, yo voy haciendo la carne. —¡No! —gritan Shane y Tom al mismo tiempo. Todos reímos por la mala cara que pone mi hermano. Al final es Shane quien termina haciendo la comida mientras los demás nos ocupamos de otras cosas. Jay y Tom se hacen unos cuantos porros para tenerlos listos, Alisson y mi hermano sirven las bebidas y ponen los platos y cubiertos, y Alice y yo nos encargamos de la música. —Cómo me alegro de que no hayan venido esas dos —comento distraídamente. —No iban a venir. —Es que, si vienen ellas, no vengo yo. Y teniendo en cuenta que esta es mi casa… —Efectivamente —dice mientras enciende la música—. ¿Qué tal estás? —Sujeta mi mano para que la mire a los ojos—. De verdad. —Bueno… hoy vino a verme tu hermano. —¿Connor? —pregunta sorprendida. —No, Jackson —contesto con ironía—. Pues claro, Connor. —¿Y eso? Es que me ha sorprendido. Pensé que no os hablabais desde… Bueno, desde aquello. —Y así era. Pero no sé, se ha presentado de repente y la verdad es que cuando lo he visto, me he dado cuenta de lo que lo he echado de menos. —Wen… —No, Alice —la detengo—, como amigo. —¿Estás segura? —Sí —aclaro. Ella arquea una ceja y yo sacudo la cabeza—. Vamos a cambiar de tema. —Josh. —Tampoco. Otro tema —digo rotundamente. —Bueno… ya sabes que hace un par de semanas fue mi cumpleaños. — Pasa varios CDs de forma distraída. —Sí. Y no lo hemos celebrado aún, ahora que ya me he puesto al día con las cosas en la universidad, prometo montarte una fiesta gigante. —No hace falta —ríe—. El caso es que tu hermano me regaló un anillo… —Lo sé —levanto su mano para volver a verlo—, es precioso —Sí, pero no sé qué significa. —¿A qué te refieres? —pregunto confusa. —Wendy… —¿Qué pasa? —Vale, a ver… —Mira a su alrededor, nerviosa—. Dios. Esto es muy fuerte, ¿vale? Tienes que prometerme que no se lo vas a decir a nadie. —Me estás acojonando. —Promételo. —Que sí, joder. Suéltalo ya. —Estoy embarazada. —Se tapa la boca con las manos y espera mi reacción. Yo abro la mía para gritar, pero me la tapa deprisa y vuelve a comprobar si alguien la ha escuchado. —¿Embarazada? —balbuceo dentro de su mano— ¡Voy a ser tía! —Cállate, joder —dice apartando la mano de mi boca. —¿Me lo estás diciendo en serio? —cuestiono totalmente sorprendida y ella asiente— ¿Mi hermano lo sabe? —Asiente de nuevo sin poder evitar dibujar una sonrisa—. ¿Y a qué coño esperáis para contarlo? —Queríamos que pasaran los tres primeros meses para asegurarnos de que todo sale bien. Que no hay aborto ni nada, ya sabes, al ser primeriza puede pasar. —¿De cuánto estás? —Dos meses. —¡Dios! —¡Que te calles! —exclama en voz baja. —Perdón. Dios, es que estoy emocionada. —Doy pequeños saltitos y le doy un fuerte abrazo—. No me lo puedo creer, voy a ser tía. —Y yo mamá —murmura con los ojos brillantes. —Vale, vale, tranquilízate si no quieres que todos empiecen a preguntar. Respira un par de veces y se seca los ojos, en ese momento aparece mi hermano y la abraza por detrás. Yo no puedo retirar la boba sonrisa que hace rato se formó en mi cara. —¿Qué pasa, cariño? —Nada. —¿Estáis bien? —pregunta preocupado, tocándole la tripa. —Estamos bien —responde ella sonriendo y mirándome a mí. —Wendy… —Rick me mira entonces, sin saber qué decir al darse cuenta de que ha hablado más de la cuenta. —Seréis los mejores padres del mundo —digo en voz baja, aguantándome las lágrimas —Y tú la mejor tía —sonríe y me abraza fuerte. —Enhorabuena, papá —susurro contra su oreja, entre sus brazos. —Gracias, enana. Te quiero. —Yo más. Me da un beso en la cabeza y hace un gesto para que disimulemos y volvamos con el resto, yo limpio el rímel bajo los ojos de Alice y le guiño un ojo antes de regresar. Hablamos y reímos, comemos y pasamos la tarde sin parar de hablar y de bromear, pero nada es lo mismo sin él. Falta Josh. Y se nota. Alisson saca el móvil y todos comenzamos a poner cara de tontos y a hacer el bobo mientras nos hacemos fotos, después las envía al grupo de WhatsApp y no hago caso hasta que veo el nombre de Josh en pantalla. 6.20pm Josh ¿Lo repetimos en dos semanas? �� Josh cambió el asunto a “Sois todos unas jodidas bellezas, jajaja” 6.20pm Rick El mejor nombre de grupo de la historia, hermano, Jajaja. 6.20pm Josh Jajaja, lo sé. 6.20pm Alice Eh, ¿cómo es eso de que si lo repetimos en dos semanas? 6.21pm Alisson ¿Vuelves ya? Siento que el corazón se me va a salir del pecho, puedo apreciar cómo casi todos los presentes posan sus ojos en mí, esperando una reacción por mi parte, pero yo solo puedo rezar mentalmente para que no haya sido una de sus bromas. Que vuelva, por favor, que vuelva. 6.22pm Josh Tengo dos semanas de vacaciones. ¿Y qué mejor que volver a veros el careto a todos? 6.22pm Rick ¡Oh, sí! 6.22pm Shane ¡Vamos! Esto va a ser muy grande. 6.22pm Alice ¡Sí! Madre mía, no puedo escribir; no puedo pensar; no puedo hablar. Esto es real, Josh va a volver y hace más de un mes que no hablamos. Quiero morirme. No, no, no puedo morirme sin que arreglemos las cosas, nosotros tenemos que estar juntos, las cosas no pueden ser diferentes, joder. Merecemos una oportunidad número… Lo que sea. Nos merecemos. —¿Por qué no organizamos un viaje para cuando venga? —Jay se inclina en la silla y dibuja una sonrisa perversa—. Podríamos celebrar el cumpleaños de Alice. —Esa es la mejor idea que has tenido en tus veintidós años —comenta mi hermano muy interesado—. ¿Qué decís los demás? —Me mira a mí directamente. —¿Qué clase de viaje? —pregunta Tom. —Bueno, que elija la cumpleañera —responde mi hermano sonriendo a Alice y dándole un beso. La reciente embarazada, forma una fina línea con los labios y adquiere una expresión pensativa, deslizando la mirada de uno a otro. Se levanta y rodea la mesa, llega hasta Rick y él retira un poco la silla para dejar que se siente sobre sus piernas. Sonríe y asiente, convencida. —Pues la cumpleañera dice que nos vamos todos a Bora Bora —suelta sin más. —¿Qué? —Alisson abre los ojos de forma exagerada y borra la sonrisa — Bora Bora, ¿en serio? —¿No os gusta la idea? —cuestiona Alice. —Joder, claro que sí. Pero yo no puedo permitirme gastar tanto en un viaje… —Alisson se muestra triste. —No os preocupéis por el dinero —apunta mi hermano. —No voy a dejar que pagues todo tú —intervengo al leerle la mente—. Yo pagaré una mitad y tú la otra. —¿Estáis locos? —Jay da un sorbo a su cerveza—. Es un dineral, eh. No estamos hablando de irnos un fin de semana a Los Ángeles. —Lo sé —Rick sonríe y deposita un beso en los labios de su chica—, pero la ocasión lo merece. Yo tengo que tragar saliva al observar la escena, nadie más lo sabe, pero a lo que se refiere no es al cumpleaños de Alice, sino al futuro Moore que se sumará a la familia en siete meses. Todavía no me lo creo. —Vamos a decírselo a Josh. —Mi hermano decide por todos, no recibiendo ninguna negativa más al respecto. ¿Quién no querría ir a Bora Bora con todos los gastos pagados? 6.37pm Rick Hermano, hace un par de semanas fue el cumpleaños de Alice y no lo hemos celebrado aún. Así que hemos pensado que podríamos irnos todos de viaje cuando vengas. 6.37pm Yo Todos no... 6.37pm Rick Sin las gemelas. 6.38pm Alice Obviamente. ¿Qué dices, Josh? ¡Di que sí! 6.38pm Josh Jajaja a ver, a ver, relajaos. ¿Un viaje a dónde? 6.38pm Yo Bora Bora. 6.38pm Josh ¿Cuánto tiempo? 6.38pm Rick Diez días o así, para que tengas después tiempo de hacer lo que tengas que hacer. Es la primera vez que me responde directamente, sin rodeos y sin esperar a que alguien diga lo mismo que yo para poder participar en la conversación. Los dedos me cosquillean y veo cómo Alice me guiña un ojo y sonríe cuando levanto la cabeza. JOSH ¿Bora Bora? ¿Con la mocosa? ¿Diez días? Todo me lado racional me sugiere que lo rechace, que eso no es buena idea y no hay posibilidad de que salga bien, es demasiado tiempo y dudo que vayamos a estar cada uno por un lado, si vamos es para estar todos juntos y disfrutar de las vacaciones. ¿Puedo hacerlo? Sí. ¿Debería? Bueno, creo que hace tiempo que no hago lo que debería, ¿por qué empezar ahora? Que sea lo que Dios quiera. 2.40am Yo Venga, me apunto. 2.40am Alice ¡Sí! 2.40am Rick ¡Eso es, hermano! ¡De puta madre! 2.40am Yo Jajaja, espero que valga la pena... 2.41am Jay Lo hará, ya lo verás, Jajaja. Aterrizo en San Francisco dos semanas después de que los colgados de mis amigos me propusieran ese viaje. Estoy nervioso, hace más de dos meses que no la veo, no hemos hablado y no sé cómo reaccionará cuando me vea, ni cómo reaccionaré yo… Es curioso que me sienta así cuando fui yo el que decidió marcharse. No sé, la vida da tantas vueltas que, si hace unos cuantos meses me hubieran dicho que ahora mismo no estaríamos juntos, no lo habría creído. Éramos perfectos juntos. Perfectos hasta que terceras personas entraron en nuestra vida. Tiro de la maleta y puedo sentir el sudor frío en mis manos, la palpitación de mi pecho y los nervios en mi estómago, advirtiéndome que me relaje. Sin embargo, no es tan fácil, no sé si ella vendrá a buscarme junto con Rick, o si finalmente ha decidido darme el espacio que le he pedido no respondiendo a sus llamadas ni mensajes. Esbozo una sonrisa cuando atravieso la puerta del aeropuerto y lo diviso entre la gente, junto a su coche. Mi amigo. Mi hermano. —¡Pero mira que eres feo, no comprendo cómo puedes ser modelo! — exclama a medida que me acerco, sonriendo. —Yo también me alegro de verte. —Suelto la maleta y le doy un abrazo fuerte. —Joder, tío, te estás poniendo cuadrado. —Hay que cuidar el cuerpo que me da de comer, chaval —respondo riéndome mientras él abre el maletero. —La que te da de comer es tu jefa, cabrón. —También es verdad. —Ambos estallamos en una carcajada y entramos en el coche. WENDY Me despierto cuando escucho la puerta de la calle cerrarse. ¿Qué hora es? Oh, Dios, mierda. Me incorporo en la cama y corretero de puntillas hasta la puerta de mi dormitorio para afinar el oído, volviéndome un revoltijo de nervios cuando el sonido de su ronca voz llega hasta mí. El estómago se me da la vuelta y necesito abrir la ventana para que me dé el aire. ¿Sabrá que estoy aquí? Joder, seguro que no. Estoy segura que, de haberlo sabido, habría reservado habitación en algún hotel o le habría pedido a mi hermano que me fuera al apartamento con Amy. ¡Yo que sé! Estoy con la cabeza fuera de la ventana, con los ojos cerrados y el pelo a un lado recogido en una trenza, cuando mi puerta suena y mis piernas comienza a temblar. Me calmo un poco al ver a mi hermano. —Oye… —habla en voz baja— él no sabe que estás aquí. Se ha metido en la ducha, se lo diré después, pero estate preparada para cualquier cosa. —No te preocupes, Rick —suspiro y camino hacia él—. Sé que no me quiere cerca, así que recogeré todo y me iré. —No, esta es tu casa. Solo… déjame a mí. —Me mira suplicante y yo asiento sin mucho convencimiento. Espero a que salga de mi dormitorio y me quito el pijama para vestirme, entro en el cuarto de baño para lavarme los dientes, cuando escucho mi móvil sonando. Corresponde al tono que he puesto para cuando Connor me escribe un mensaje. 10.29am Connor ¿Qué haces, preciosa? 10.31am Yo Vestirme. Josh acaba de llegar... 10.31am Connor Estate tranquila, si sigue sin querer hablarte, no te arrastres más. Tiene que estar loco para dejarte escapar. 10.31am Yo Gracias, pero ahora mismo estoy tan nerviosa que me tiraría por la puta ventana. 10.31am Connor No digas gilipolleces. ¿Quieres que vaya a buscarte? 10.32am Yo Eso solo empeoraría las cosas. 10.32am Connor Bueno, pues intenta hablar con él y después me llamas. 10.32am Yo Vale. Muchas gracias, Connor. Luego hablamos. 10.32am Connor Un beso. JOSH Salgo del baño con la cara tapada por estar secándome el pelo con la toalla, y me sobresalto al ver a Rick sentado en mi cama. —¿Qué pasa? —pregunto mientras me seco. —Tengo dos noticias. —Joder, con esa cara que tienes, deben ser malas. —No. —Se apresura a decir—. Bueno, una es buena. La otra… no lo sé. —Una de ellas la sé. —Dejo la toalla sobre la cama y me cruzo de brazos frente a él. —¿Eh? ¿Cuál? —cuestiona nervioso— ¿Qué sabes? —Sé que está aquí, hermano. Toda la casa huele a ella. —Sí, bueno, ella… Discutió con Amy, con Gary, tú no le hablas... estaba sola. —Es su casa, Rick, no tienes que explicarme nada. ¿Y cómo es eso de que discutió con Gary? Pregunto esto último fingiendo indiferencia mientras me visto y recojo el baño. Veo un atisbo de sonrisa en su rostro, pero en seguida lo esconde y hace como si tampoco le diera importancia. Pero la tiene, ambos sabemos que la tiene. —Después de que te fueras habló con él y le dijo que se venía conmigo a vivir. Él se enfadó y no entendía nada, así que volvió a Las Vegas. No han hablado desde entonces. —Ah… ¿Y la otra noticia? —Voy hacia la puerta y él me sigue, camino de la cocina. Saco un vaso del armario y lo lleno de agua, lo acerco a mis labios y me giro para mirarlo y arquear una ceja para que hable de una vez. —Vas a ser tío. Inmediatamente escupo todo el agua y lo miro perplejo. Su sonrisa me confirma que no me está vacilando y que lo dice de verdad, así que dejo el vaso sobre la mesa porque noto cómo las manos han comenzado a temblarme. —¿Vas…vais a tener un bebé? —Sí, hermano. Está de dos meses. Agoto el espacio que nos separa y me tiro sobre él, lo abrazo y le golpeo la espalda dándole la enhorabuena y gritando cómo si acabara de ganar la lotería. No podría haberme dado una noticia mejor, es increíble que vayamos a sumar un pequeñajo a la familia. —¿Por qué coño no me lo has dicho antes? —Queríamos estar seguros. —¿Está todo bien? ¿Cómo está Alice? —Todo está bien, ella está perfectamente y el bebé también —dice con la sonrisa más grande que le he visto en mi vida. —¿Quién lo sabe? —Solo Wen y tú. Bueno, y sus hermanos… —Esos dos… —gruño— no pienso dejar que le pongan un dedo encima a mi sobrino. —Son sus tíos, por desgracia para mí. —Me la suda. Sus tíos son unos hijos de puta. —Cojo una naranja del frutero y me doy la vuelta otra vez para mirarle, dando la espalda a la puerta de la cocina. —Hablando de eso… Pero no continúa la frase, en su lugar, se calla y mira a mi espalda, aunque no es necesario, podría sentir su presencia entre cientos de personas. —Os dejo solos —murmura al pasar por mi lado. Respiro hondo y giro sobre mis talones, a tiempo de ver cómo le da un beso en la frente y le susurra algo que no logro escuchar. Y aquí está. Frente a mí, una vez más. —Creo que acabo de tener un deja vú. —Es lo primero que digo cuando Rick desaparece. —Sí, pero la otra vez era yo la que volvía… —Sí. No se atreve a mirarme a los ojos, solo mira sus pies y entrelaza los dedos una y otra vez. Saber que está tan nerviosa cómo yo, consigue hacer que me tranquilice un poco, al menos estamos en igualdad de sentimientos. Dejo la naranja en el frutero otra vez y doy un par de pasos hasta detenerme justo frente a ella, no nos separará más de medio metro. —Ey. —¿Mmm…? —murmura sin moverse. —Mírame. Levanta la cabeza despacio, aumentando la tensión hasta que mis ojos se encuentran con los suyos. La observo unos segundos y me doy cuenta de que nunca la he visto tan nerviosa cómo ahora, así que agarro sus manos con las mías y aprieto para que deje de temblar. Por Dios, lo único que quiero hacer es abrazarla, maldita sea. —Wendy, tenemos que intentar llevar esto con normalidad. —Me obligo a decir. —Lo sé… Yo lo he intentado, pero que no cogieras mis llamadas no ha ayudado mucho. —Suelta mis manos y toma una bocanada de aire. —No me sentía preparado. Y… si te soy sincero, no me apetecía hablar contigo. La última vez que te vi, estabas besando a Gary y… —Vale. —Me interrumpe—. Esto no es necesario. Me doy cuenta de que todos mis músculos están tensionados, así que cierro los ojos y respiro para relajarme, no podemos empezar así. —La única manera que tenemos de poder seguir conviviendo, es intentar olvidar todo y empezar de cero. —Lo veo jodido —suelto sin pensarlo. —¿Y qué vamos a hacer entonces? —Se cruza de brazos y puedo notar cómo se fuerza a sí misma a mantener mi mirada. —Las cosas no se olvidan así como así, Wendy. —Ya lo sé. Mira, soy consciente de que la he cagado y de que he hecho todo mal, pero llevo dos meses intentando arreglarlo. No has querido saber nada de mí y lo respeto, pero ahora estás aquí y esta también es mi casa. Así que lo mejor será que evitemos las broncas y las situaciones incómodas por mi hermano y Alice… —Lo sé. Tu hermano me lo acaba de decir, y no te preocupes, intentaré que todo sea lo menos incómodo posible. Por ellos. —Genial. Me mira unos segundos más y se da la vuelta para marcharse, deleitándome con la hermosa figura que no he podido olvidar ni una puta noche. Voy hacia el salón y me siento en el sofá junto a Rick. —¿Y? —¿Qué? —¿Cómo que qué? Pues que cómo ha ido —pregunta como si fuera obvio. —Sin más. Intentaremos convivir lo mejor posible —¿¡Pero qué cojones dices, tío!? Me ponéis de mala hostia, te lo juro. —Relájate. Ya te dije que la cosa está más jodida de lo que pensabas. —Sois gilipollas los dos. Estáis perdiendo el tiempo. Todos sabemos que vais a terminar juntos, no hay otro final posible. —Me mira y se levanta del sofá. —¿Dónde vas? —Pues a hacer la maleta. Te recuerdo que nos vamos mañana por la mañana a Bora Bora. —Yo ya la tengo hecha —río tumbándome a lo largo del sofá. —¡No te jode, porque acabas de venir! Haz algo útil y prepara unos porros, anda. WENDY Después de la cena más incómoda de la historia, me acerco a mi hermano y le doy las buenas noches. No he cruzado palabra con el innombrable, ni pienso hacerlo mientras siga con esa actitud de no querer colaborar. Soy consciente de lo mal que lo he hecho, pero si hay alguna prioridad ahora mismo, es el bebé que se acerca. Estoy dispuesta a lo que sea por su salud, así eso signifique tragarme mi orgullo y mi mal humor, así eso signifique ocultar mis sentimientos. —A las ocho de la mañana tenemos que salir, eh. —Me recuerda mi hermano cuando le doy un beso en la mejilla—. No te duermas. —Que no, pesado. Buenas noches. —Buenas noches. Miro a Josh, pero no me dice nada, así que suelto un sonoro bufido y me voy a mi habitación. Gilipollas. Entreabro los ojos y alargo el brazo para coger el teléfono y ver la hora. Las dos de la mañana. Me levanto con la intención de arrastrar los pies hasta la cocina para beber un poco de agua, pero por el pasillo escucho que la televisión de la sala está encendida, así que dudo un segundo, pero finalmente me acerco y veo a Josh tumbado y dormido en el sofá, junto a tres porros totalmente fumados en el cenicero y cuatro cervezas. —Joder, Josh —susurro lamentándome. Cierro la puerta de la terraza tratando de no hacer ruido, y voy a mi cuarto a por una manta para taparle. Cuando vuelvo, me lo encuentro sentado y con la cabeza apoyada en sus manos. Me detengo a varios metros de él, sin saber qué hacer, con la manta en las manos y un nudo en la garganta. —Estoy cansado de quererte. —Sus palabras son como dagas puntiagudas, directas a mi corazón. —Lo siento —balbuceo automáticamente. —Eso no me sirve —dice mientras se levanta y pasa por mi lado sin mirarme. Me quedo paralizada, inmóvil. Escucho la puerta de su dormitorio a mi espalda y, aun así, tardo varios segundos en reaccionar. Vuelvo sobre mis propios pasos y dejo la manta tirada en la cama, me siento en el borde y alcanzo el teléfono para escribir al único amigo que tengo ahora mismo. 2.05am Yo ¿Estás dormido? 2.06am Connor Ahora ya no. ¿Qué te pasa? Es muy tarde y mañana madrugas. 2.06am Yo Josh me odia, y no quiero irme sin despedirme de ti. 2.06am Connor Dame veinte minutos. Vístete y baja al portal. 2.06am Yo Vale. Me pongo unos vaqueros y una sudadera intentando no hacer ruido, me lavo la cara para despejarme y recojo mi pelo en una trenza a un lado. Camino despacio por el pasillo y consigo salir sin que ninguno de los dos se percate. Bajo en el ascensor y me siento en la acera para esperar a Connor, que aparece pocos minutos después. —Hola, mi niña. ¿Estás bien? —pregunta cuando me subo al coche. —No. Solo abrázame. Me inclino en el asiento y entierro la cabeza en su cuello. Él solo acaricia mi espalda con una mano mientras hace lo propio con mi pelo. —Odio verte así. Lo odio —gruñe conteniendo la rabia—. No comprendo por qué le quieres con lo mal que te trata, joder. Y solo de pensar que ahora te largas diez días… Mírame. —Me empuja un poco hacía atrás—. No permitas que te humille ni te lo haga pasar mal, por favor. —No te preocupes. —Vuelve a abrazarme y suspira sobre mi cabeza—. No quiero subir a casa. —¿Quieres que vayamos a mi apartamento? Puedes quedarte a dormir, yo dormiré en el salón, tranquila. —No, quedémonos aquí. —¿En el coche? ¿No tienes frío? Espera —dice antes de que responda. Se baja del coche y abre el maletero, volviendo segundos después con una manta. Me hace una señal para que salga y ambos nos sentamos en los asientos traseros. Pasa un brazo por detrás de mi cuerpo y me invita a que me relaje sobre su pecho. Escucho el latido relajado de su corazón, y poco a poco voy dejándome llevar al sueño. —Wendy. —Su voz llega de lejos, como en un susurro—. Oye. —¿Qué hora es? —murmuro aún sin moverme. —Las siete y media. Si por mí fuera, nos quedaríamos así para siempre, pero después me matarías por no haberte despertado. —Sí, lo haría —digo sonriéndole—. Gracias por haber venido. —Estaré siempre que me necesites. Avísame en cuanto llegues. —Vale. Le doy un beso en la mejilla y me guiña un ojo cuando salgo del coche. Saludo a nuestro portero, que me da los buenos días igual de alegre que siempre, y abro despacio la puerta del ático tras segundos en el ascensor, rezando para que aún no se hayan levantado. Ilusa. En cuanto estoy dentro, me encuentro con mi hermano entrando al salón y mirándome extrañado. —¿Qué coño...? ¿De dónde vienes? Pensaba que estabas en la cama. —He ido a comprar el pan para hacer unos bocadillos. —Se me ocurre al instante. —¿Y el pan? —pregunta Josh apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. —La panadería estaba cerrada. —La panadería abre a las siete. —Bueno, pues estaba cerrada. —Ya —responde con ironía. —Voy a terminar mi maleta. —Salimos en veinte minutos —comunica mi hermano mientras voy hacía el pasillo. Cruzo la mirada con Josh al pasar por su lado, pero no le digo nada. Entro en mi habitación y cierro la puerta, suspirando aliviada por haberme librado. Más o menos. Atravieso la habitación y abro las ventanas para ventilar antes de ponerme a recoger el dormitorio, saco el neceser del armario y voy al baño para terminar de meter algunas cosas que me faltan antes de lavarme los dientes y darme una ducha rápida. Sin esperármelo, cuando me giro para salir a por ropa interior limpia, me choco contra su cuerpo. —¿Dónde has estado? —Ya os lo he dicho. —Le hago a un lado para poder pasar, tratando de mantenerme tranquila. Josh me conoce demasiado bien—. ¿Ahora estás sordo? —Esa colonia a la que hueles no es ni mía ni de tu hermano. —Déjame en paz. No quieres saber nada de mí durante dos meses y ahora pretendes que te dé explicaciones —replico mientras me desabrocho los pantalones y dejo las zapatillas en cualquier sitio—. ¿Piensas quedarte ahí parado mientras me desnudo y me ducho? —inquiero, él no se mueve, así que arqueo una ceja y asiento—. Bien, pues observa lo que no vas a volver a tocar. Lo ignoro y me deshago de los pantalones, después meto el brazo por el interior de la sudadera para quitármela también y, cuando solo me queda el tanga, vuelvo a mirarlo. Josh se próxima unos pasos, sus ojos analizan toda mi anatomía y, entonces, desliza la lengua por sus labios con calma. —¿Qué te pasa? —pregunto al fijarme en la creciente erección que amenaza sus pantalones deportivos de color gris. —¡10 minutos! —recuerda mi hermano desde alguna parte de la casa. Josh me mira sin cambiar la expresión unos segundos más hasta que, cuando ya soy consciente de mi propia humedad por el fuego que me transmite su mirada, se da la vuelta y camina hasta salir de la habitación. —Gilipollas. Voy a meterme en la ducha cuando escucho mi móvil, avisándome de nuevos mensajes en el grupo de WhatsApp. Jay cambió en asunto a "Perdidos en Bora Bora" 7.45am Alice Jajaja, espero que no nos perdamos, joder. 7.45am Tom Somos muchos, alguno fijo que se pierde, Jajaja. 7.45am Tiff Pasadlo bien, cabrones. 7.46am Yo Es una mierda que no puedas venir :( 7.46am Tiff Dímelo a mí... 7.46am Amy No eres la única... 7.46am Yo Tú no vienes porque no te da la gana. 7.46am Tiff No empecéis. 7.46am Jay Bueno, Tom y yo ya salimos para el aeropuerto. No tardéis. 7.46am Tiff Yo me salgo del grupo, metedme cuando volváis. 7.46am Amy Yo igual. Un beso. Amy abandonó el grupo. Tiff abandonó el grupo. 7.47am Rick Nosotros salimos en cinco minutos. Mi amor, te recojo en diez. Estate lista. 7.47am Alice Vale, ya casi estoy. 7.47am Alisson Shane y yo acabamos de llegar. Jay, ¿dónde estáis? Os espero en la entrada. 7.47am Tom Jay conduciendo. ¿Por qué le preguntas a él y no a mí? :( 7.48am Alisson Jajaja, sin más, no tengo motivo. 7.48am Alice Jajaja, vaya tres. —¡Wendy! ¡Nos vamos! —grita mi hermano minutos después cuando ya estoy terminando de vestirme. Me siento sobre la maleta y doy pequeños botecitos mientras intento que la cremallera no reviente al cerrarla. Consigo meter todo y ponerla de pie, pero pesa como un muerto. —La madre que me pario —comenta mi hermano cuando me ve apareciendo en el salón—, más grande no la has encontrado, ¿verdad? —¿Quieres discutir ahora el tamaño de la maleta? Porque vamos a llegar tarde. —Tira, anda, tira —dice abriéndome la puerta. —Trae. —Josh coge mi mochila y se la pone, avanza hasta el ascensor y aprieta el botón tras dejar su propia maleta apoyada en la pared. Cuando las puertas metálicas se abren, mi hermano palpa los bolsillos de sus pantalones y bufa. —No he cogido la puta cartera —nos informa—. Vete poniendo el coche en marcha y me recogéis en el portal. —No tardes. Metemos las maletas y las puertas vuelven a cerrarse, dejándonos solos y en un sepulcral silencio. Sospecho que este va a ser el trayecto en ascensor más largo de mi vida. Piso dieciocho… Diecisiete... Dieciséis... Quince... —¿Estabas con Connor? —interroga de pronto. Lo miro, pero no contesto. Catorce... —¿No piensas responderme? —Se gira para colocarse frente a mí—. Mírame. Odio que no me mires cuando te hablo. —No voy a darte explicaciones. Doce... —Wendy, respóndeme —insiste. —¿Cuántas veces te has follado a tu jefa? —Clavo los ojos en él, pero ahora es él quien no dice nada. Once… Diez... Si las miradas mataran... Nueve... Ocho... —No las he contado —habla sin apartar sus ojos de los míos. —¿Folla bien? —Folla de puta madre. —Me alegro. Siete... —¿Y Connor, folla bien? ¿Y Gary? ¿Y Jordan? Podría… Antes de que termine la frase, mi mano golpea su cara con toda la rabia acumulada durante estos dos meses. Cierra los ojos y llena sus pulmones de aire, haciendo el pecho se le hinche bajo la ropa. Cinco... Cuatro... —Eres un maldito gilipollas. Tres... —¿Quién coño te crees que eres para reclamarme a mí nada cuando tu lista es aún más larga que la de las gemelas? Con quien, por cierto, también te has acostado. Dos... —Cómo tú dices, no voy a darte explicaciones. Uno... —Ni las he pedido ni las necesito. Cero... Menos uno... Sujeto el mango de mi maleta para, en cuanto las puertas de abren, salir disparada. Bueno, todo lo disparada que puedo salir teniendo en cuenta el peso de la maleta. JOSH Menudo viajecito me espera. Sé de sobra que no ha bajado a por el pan, sé que ha estado con ese hijo de puta porque a las seis de la mañana no estaba en la cama y porque reconozco esa colonia de cuando estuvieron saliendo. Toda la maldita casa olía a él cada vez que venía después de estar juntos, y no hay cosa que más me joda que me mientan en la puta cara. Arranco sin decir nada y noto su presencia detrás de mí. Gracias a Dios que no se ha sentado a mi lado. —Cambiad la puta cara, joder. ¡Nos vamos a Bora Bora! —exclama Rick cuando se monta en el coche. Río con él, y veo por el espejo cómo ella sonríe también. Conduzco mientras él teclea en el teléfono, y tardo unos quince minutos en llegar hasta la calle en la que se encuentra el apartamento de la rubia. Alice se monta detrás, y yo temo que el maletero se vaya a abrir y las maletas salgan disparadas, hemos tenido que poner la mía y la de Rick entre las dos chicas, suerte que son pequeñas. —¡Por fin! Que sepáis que, si no llegáis a venir, nos habríamos ido sin vosotros —dice Jay cuando detengo el coche en el aparcamiento. —Pues habríais tenido que dormir en la puta calle porque la reserva está a mi nombre —responde Rick. Todos reímos y vamos hacia la terminal correspondiente para pasar todos los controles y embarcar. Después de dos horas en el avión, me levanto para ir al baño y observo que Wendy no está en su asiento, junto a Alisson. Todos duermen excepto Rick y Alice, que se susurran cosas y ríen entre beso y beso, una sonrisa involuntaria se me escapa ante tal escena. Avanzo por el estrecho pasillo y me apoyo en la pared porque el baño está ocupado, sospecho que por la mocosa. Cuando abre la puerta, se sorprende al verme y se queda parada un par de segundos, tras los cuales se fuerza a ignorarme y da un paso para salir, pero yo avanzo casi sin darme cuenta y hago que retroceda de nuevo al interior. —Quiero saber dónde coño has estado esta noche y no vas a salir de aquí hasta que me lo digas —pido mientras cierro la puerta y la arrincono en el pequeño espacio que tenemos. WENDY No estábamos tan cerca desde el día que lo hicimos en la azotea de mi apartamento. Hay tanta tensión que parece imposible que ninguno de los dos se haya movido aún. —No pienso darte ninguna explicación de lo que hago con mi vida — digo con seguridad muy cerca de su rostro. —Sí vas a hacerlo, sí. —Las cosas han cambiado, Josh. Estoy harta de humillarme y de perseguirte para conseguir una puta palabra por tu parte. —Hago una pausa para tragar saliva tras recordar las últimas semanas—. Harta de llorar y de sentirme sola. Y harta de que me… Sus manos recogen mi rostro con seguridad y sus labios se posan sobre los míos. Sí. Me besa. Así, sin más. Porque le da la gana. Invade mi boca sin ningún cuidado, sin permiso, cómo si siempre hubiese sido suya. —Vas a darme todas las putas explicaciones que te pida porque sigues siendo solo mía —decreta contra mis labios. —Eres un cabrón. Rodeo su cuello con mis brazos y dejo que gire para sentarme sobre el pequeño lavabo de esta mierda de baño de uno por uno. Se coloca entre mis piernas y me aprieta contra el espejo, sin ningún miedo de destrozarlo. Yo tiro de sus vaqueros para acercarlo más mientras desabrocho los botones y se los bajo. No pienso, no reflexiono ante lo que está sucediendo, mi mente se encuentra vacía. Josh me rasga las medias y separa mis piernas con sus rodillas, mete la mano entre mis muslos y clava los dedos entre ellos mientras continúa besándome. La yema de sus dedos palpa el exterior de mis bragas, apenas unos segundos hasta que retira la fina tela y dos dedos se introducen bruscamente en mi interior, abriéndome a un mundo nuevo de sensaciones. Levanto la cabeza reprimiendo un intenso jadeo, y él aprovecha para morder mi cuello con violencia. Entran y salen de mí con la velocidad perfecta para que me corra en pocos minutos, pero no es esto lo que quiero. No es lo que queremos. —Lo sé —dice al ver mi cara. Mis ojos hablan por mí y nadie los conoce cómo él—. No tengo condones. —Da igual. —Nena, no voy a correrme fuera. No voy a ser capaz. —Josh, házmelo de una maldita vez. —Eres… —Tensa todos los músculos, incluyendo la mandíbula, y yo misma rodeo su miembro con la mano para colocarlo en el lugar preciso. Cierra los ojos con resignación y vencimiento, y empuja. —¡Dios! —grito sin poder evitarlo. —Joder. —Arrastra la palabra contra mi oreja mientras entra y sale—. Mírame. Wendy, mírame —repite, sujetando mi barbilla con una mano—. Soy el único que puede hacerte sentir esto. —No se detiene. Asiento y muerdo mi labio cuando la mete despacio—. Córrete. Presiona mi clítoris con los dedos de la otra mano y no deja de mirarme. La forma en la que lo hace me excita aún más, tanto que, sin darme cuenta, hago lo que me pide. Abro la boca para gritar, pero me calla con un beso, tragándose ese gemido tan esperado. Cuando yo casi he terminado, comienza él. Muerde mis labios y tira de ellos mientras controla sus jadeos y sí, se corre dentro de mí. Llenándome por completo. 16. BORA-BORA JOSH ¿Y ahora qué? Joder, no puedo evitar esta mierda cada vez que la tengo tan cerca. Wendy es mi criptonita personal, y con todo lo que hemos pasado, creo que eso no cambiará nunca. Hay algo que indudablemente nos atrae, me atrae. —¿Qué se supone que significa esto? —pregunta mientras se quita las medias destrozadas y las esconde en la papelera. —Nada —digo sin pensar. Inmediatamente la miro para retractarme, puesto que ni siquiera he sido consciente de su pregunta hasta después, y la encuentro con una ceja arqueada y la mirada hundida. Se da la vuelta para salir del pequeño servicio, y trato de sujetar su brazo para que se detenga. —Wendy, espe... Pero no sirve. Da un tirón y se deshace de mi agarre, alejándose con rapidez hasta su asiento. Mierda. Vuelvo a mi sitio y la miro de reojo antes de sentarme, comprobando que tiene las gafas de sol puestas y está colocándose los auriculares. WENDY ¿Nada? ¿En eso me he convertido para él? ¿En un puto polvo más? Me pongo las gafas porque no puedo aguantarme las lágrimas y no pienso darle la jodida satisfacción de verme hecha una mierda. Yo también puedo ser la mujer de hielo. Las horas pasan deprisa una vez que me duermo. Alisson me da un codazo para que despierte cuando ya hemos aterrizado, viéndome obligada a sacudir un poco la cabeza y despegar los ojos para espabilarme. Un sol cegador entra por las ventanillas, provocando que dibuje una sonrisa de inmediato, no sé lo que pasará, pero bronceada vuelvo seguro. Esquivo la mirada de Josh mientras avanzamos por el aeropuerto, de camino a las cintas de recogida de equipajes. Intenta tirar de mi mano cuando me quedo rezagada para recoger el cargador del móvil que se me cae al suelo, pero le dedico una mirada de reproche y me apresuro a unirme al resto ignorando sus palabras. Una vez que todos tenemos nuestras maletas, vamos a la salida para buscar a la persona que han mandado a recogernos. Reímos, comentamos el entorno y nos emocionamos ante el paisaje que vamos descubriendo de camino al hotel, en el mini bus que nos han puesto. En cuanto se detiene frente a una gigantesca y lujosa puerta, necesito retirarme las gafas de sol para verlo en toda su plenitud. —¡Me cago en la puta, tío! —exclama Jay, atragantándose con el refresco que estaba tomando por la impresión. —No te pregunto cuanto te ha costado porque tendría que chupártela tres vidas seguidas para poder pagarlo —ríe Tom. —No sería suficiente —Alice le da una palmadita en la espalda y se acerca a mi hermano para darle un rápido beso en los labios. Josh pasa por mi lado y se une a ellos, comentando algo respecto a la fachada que no logro escuchar. Rick pasa un brazo por mis hombros, me da un beso en la cabeza y ambos sonreímos antes de caminar hacia el hall principal. Mientras nos acercamos a la recepción, vemos cómo los empleados se encargan de sacar las maletas del mini bus y colocarlas en unos carros. Uno de ellos me dedica una sonrisa dulce y amistosa, y yo no puedo evitar devolvérsela, es guapo, de esa clase de belleza natural que no queda. Bueno, sí, Josh la tiene, pero no cuenta. Dejo que Rick dé sus datos al recepcionista y pienso en la manera de insistir y convencerle para que me deje pagar la mitad. La última vez que se lo dije, me confesó que Josh había querido hacerlo y que se puso tan pesado que no pudo negárselo, así que ahora no me deja colaborar a mí. —Bien, aquí tienen. —El chico coloca las tarjetas sobre el mostrador—. Son cuatro habitaciones. Tres junior suites y la suite presidencial. ¿A quién le doy esta? —pregunta señalando la dorada. —¡A mí! —grita Alice emocionada. —Gracias. —Rick sonríe al trabajador y coge las otras tres—. A ver, ¿cómo vais a dormir? —Yo con Alisson —dice Jay pasándole un brazo por encima del hombro. —No, cielo. Yo voy a dormir con Wendy. —Retira su brazo y ríe—. Tu dormirás con tu novio. Todos reímos mientras Jay pone cara triste y hace pucheros. —Bien, pero no esperes que me cuele en tu cuarto a media noche — añade guiñándole un ojo y tirando de una tarjeta de la mano de mi hermano. —Vale. Entonces, Jay y Josh. Shane y Tom, Wen con Alisson, y nosotros en la suite. Todos asentimos y lo seguimos, puesto que le han dado las indicaciones del ascensor que tenemos que coger para llegar a los dormitorios. Llegamos a la última planta y cada uno vamos hacía la puerta que pone en nuestra tarjeta. Solo hay cinco puertas. La más grande, que supongo que será la suite presidencial, y otras cuatro. —¿Y esa de quién será? —me pregunta Alisson cuando vamos hacia la nuestra que está justo al lado de una cuyo número no tenemos ninguno. —Ni idea. —Me encojo de hombros. —Espero que haya algún tío macizo. —Mejor si son dos. Veo de reojo cómo Josh me fulmina con la mirada antes de abrir su propia habitación y entrar, seguido por Jay. Me ha escuchado. Qué pena. Alisson introduce la tarjeta en la pequeña abertura y mueve la manilla para entrar. La empujo para que se apresure, ya que estoy ansiosa por ver el interior, y ambas nos detenemos al descubrir la estancia principal de la junior suite. —Me cago en la… —Tapo la boca de Ali y ambas rompemos a reír. —Hablamos muy mal —digo acercándome hasta la cama—. Vamos a tratar de ser finas, Ali. Tenemos que estar a la altura de este hotel. —Es verdad. A partir de ahora, cada palabrota que digamos… — Adquiere una expresión pensativa—. No sé… —Cada palabrota que digamos, será un chupito más que nos tendremos que beber a la noche —sentencio. —Joder —ríe—. Pues vamos a pillarnos un pedo cojonudo. —¡Tú sobre todo, porque ya vas dos! —exclamo sin parar de reír. —¡No! Pero jod… eso —hace un gesto con las manos— ¡no es una palabrota! —Pues a partir de ahora lo va a ser, señorita. —Dios, esto va a ser duro. Asiento en acuerdo mientras sonrío y dejo la mochila sobre una mesa. Me doy la vuelta para observar mejor la estancia, y ella hace lo mismo. La puerta principal da directamente a un salón enorme. Está decorado con tonos tierra y pastel. Tiene un sofá frente a una chimenea y una mesilla. A cada lado del salón hay una puerta doble. Vemos que una da hacia la habitación y la otra hacia un mirador con una pequeña biblioteca. La habitación es gigante, con una cama más gigante aún. Al menos de dos por dos. —Aquí no vamos ni a tocarnos. —Joder, mira el baño —comento entrando en él. —¡Chupito para la niña! —Me señala dando un saltito. —¡Mier...! —Uy, has estado cerca —ríe. —Esto va a ser muy difícil —digo riendo yo también. Gracias a la fortuna de papá y mamá, y a lo duro que mi hermano trabaja cada día… Bueno, eso no es del todo cierto porque no es que se deje el lomo en el concesionario, pero en fin… Gracias a todo eso y a los negocios que tiene por ahí, somos afortunados de tener un ático como el que tenemos, por lo que el lujo no me impresiona mucho. Sin embargo, este dormitorio es precioso. No me gusta por las comodidades que tiene, me llama la atención la decoración minimalista, pero al mismo tiempo elegante. Me hace sentir en casa, a pesar de estar a muchas millas. JOSH La junior suite es acojonantemente grande, pero la verdad es que hay pocas cosas que me sorprendan ya, y esto no es una de ellas. No paro de pensar en la maldita mocosa que tengo en la otra punta del pasillo. Me la va a devolver, lo sé. —Vas a tener que irte con Wendy cuando me tire a Alisson —comenta Jay desde el cuarto de baño. —Lo llevas claro. —Me tumbo sobre la cama y tiro las zapatillas deportivas al suelo. —¡Venga, tío, no seas así! ¿Seguís con esa mierda de no hablaros? —Sí. —Pues me voy yo a su cuarto y que ella se busque la vida —dice mientras respondo a un correo electrónico que Mandy ha mandado a todo el equipo para desearnos unas felices vacaciones—. Aunque si quiere unirse, yo no tengo problema —añade saliendo del baño. Giro la cabeza para mirarlo, pero está yendo hacia la terraza. Cuando ve que no respondo, se da la vuelta y sonríe sacándome la lengua. —¿Qué? Siempre he querido probarla. Si ya no hay nada entre vosotros, ¿qué más te da? —pregunta con fingida inocencia. ¬—No va a funcionarte —informo dándome cuenta de lo que pretende. —No sé a qué te refieres. —Camina por la habitación mirando los cuadros distraídamente. —A este vago intento de ponerme celoso y de sacar mi parte posesiva. —¿Yo? Que mala imagen tienes de mí, colega —ríe y vuelve a salir a la terraza. Después de descansar un rato y de vaciar la maleta, nos arreglamos para bajar a cenar todos juntos. Me pongo unos pantalones rojos y una camisa negra, unos zapatos no muy formales y un chaleco por encima. Guardo mi móvil en un bolsillo y la tarjeta de la habitación en el otro. Tenemos todo incluido, por lo que no necesitaré la cartera. Le decimos el número de nuestra habitación a la mujer que está en la puerta del restaurante, y ella nos acompaña hasta nuestra mesa, donde, al parecer, somos los primeros. Rick, Alice, Tom y Shane se nos unen minutos después. —Pero que guapos os habéis puesto. —Alice me revuelve el palo al pasar por mi lado. —Claro, hoy celebramos tu cumpleaños, ¿no? —¡Sí! —exclama sentándose— ¿Y las otras dos? —Con el pedazo de maleta que ha traído mi hermana, no me extraña que tarden. Vamos pidiendo la bebida y algo para picar —sugiere Rick. —Mira, ahí vienen —Shane señala con la cabeza la entrada al restaurante. —Joder —murmuro al verla. Sacudo la cabeza y necesito dejar de mirarla. Lleva un vestido negro por las rodillas y muy ajustado, el cual se ata al el cuello y marca a la perfección sus curvas. Sospecho que con toda la espalda al aire. Además de unos zapatos rojos con un tacón inmenso y el pelo rizado, adornando su rostro. Esos labios rojos… madre de mía. —Princesas —dice Jay levantándose y apartando las sillas para que se sienten. —Si sigues así, puede que esta noche no duermas con presencia masculina —responde Alisson con una sonrisa. Todos ríen excepto Wendy y yo. WENDY Después de cenar, tomamos un par de copas y vamos hacia la discoteca del hotel. Josh no ha parado de lanzarme miradas en toda la noche, sacudiendo la cabeza y murmurando para sí mismo, sé que este vestido le encanta y que se muere de ganas de quitármelo, pero eso no va a suceder esta noche. —Bueno, que sepáis que Wendy y yo hemos hecho un trato —anuncia Alisson cuando nos sentamos en el reservado. —Qué miedo. —Alice se inclina para darle un beso a mi hermano—. ¿Qué trato? —Nos hemos dado cuenta de que somos muy mal habladas. Así que hemos decidido que por cada insulto o mala palabra que digamos, tendremos que tomarnos un chupito. —Ali me mira con una sonrisa maliciosa. —Bueno, sí. —Ríe mi hermano—. Lo que queréis es emborracharos y punto. ¿Cuántos llevas? —pregunta mirándome— Más de cinco fijo. —Ocho —confieso antes de romper en una carcajada. —No puedes tomarte ocho chupitos —interviene Josh. Todos se callan y nadie se atreve a decir nada, solo nos miran esperando quien dirá lo próximo. —Mírame —digo desafiándolo y llamando al camarero. —Wendy, no hagas el bobo, anda. Es una estupidez. —Mi hermano trata de poner un poco de sentido. —Ponme ocho chupitos de tequila y nueve de... —miro a Alisson. —Otros nueve de tequila. —¿Diecisiete chupitos de tequila? —pregunta sorprendido. —Yo quiero dos —dice Jay. —Dos más por aquí. —Tom se apunta. —Yo también. Solo uno, por favor —dice Shane. —Marica —ríen Jay y Tom. —¿Veintidós? —Sí —sonrío—. Gracias. Cada uno regresa a su tema de conversación mientras esperamos la bebida. Josh parece haberse enfadado, lo que provoca que yo ría y me divierta más, nadie va a impedirme que haga lo que quiera y mucho menos él. —¿Vas a sonreír a todos los putos trabajadores del hotel? —Me pregunta cuando se levanta y pasa por mi lado. —Pienso sonreír a quien me dé la gana —respondo guiñándole un ojo. JOSH Maldita sea, la vamos a tener. Estoy viendo que esta noche acabo dándome de hostias. Cuando el camarero trae la bandeja llena de chupitos y la deja sobre la mesa, se agacha y le dice algo al oído. Ella ríe y asiente, se miran con complicidad un par de segundos y él le guiña un ojo antes de alejarse. —Hermano. —Rick llama mi atención. Lo miro y aprieto los puños mientras él niega con la cabeza y me hace un gesto para que me esté quieto. Cojo una gran bocanada de aire y trato de tranquilizarme, le asiento con la cabeza para que se quede tranquilo y dice algo a Alice cuando ella me mira preocupada y le pregunta qué pasa. Alisson hace la repartición de chupitos y choca su pequeño vaso con el de la mocosa antes de tomárselo. Tras ese, va otro. Después otro y otro más. —¡Va, Ali! Los dos siguientes de golpe —exclama ella cerrando los ojos con fuerza y sacando la lengua tras tragar el último. —Venga. —Las dos cogen un chupito con cada mano y se lo toman sin dudar. —Ya vale, descansad un rato. —Rick les quita los que les quedan y niega con la cabeza de forma reprobatoria. —¡Vamos a bailar! —grita Wendy eufórica. Ambas se levantan y Alice las sigue, después de darle un beso a Rick. Se tambalean un par de segundos y luego bajan las dos escaleras del reservado para ir hacia la pista de baile. —Josh, ¿qué cojones te pasa? —Me pregunta cuando ya se han ido— ¿Ha pasado algo que yo no sé? —Nos besamos en el avión —contesto sin poder dejar de observar cómo baila. —¿Os besasteis? ¿Solo? —duda y yo lo miro, tiene una ceja arqueada y la expresión de no creérselo. —Bueno, lo que sea. —¿Y por qué estáis así ahora? —Porque metí un poco la pata… —resoplo y restriego mi cara— Joder. La metí mucho. —¿Por qué? Bebo un buen trago de mi copa y cojo uno de sus chupitos. Me lo tomo y le doy otro trago a mi copa. —Le dije que no había significado nada. Rick cierra los ojos un segundo y vuelve a abrirlos tras inhalar una bocanada grande aire y volver a expulsarlo a continuación. —Mira, no te rompo la cara porque… —niega con la cabeza— No sé por qué. Eres un imbécil, tío. Ya puedes arreglarlo si no quieres perderla para siempre —advierte señalándola con la cabeza. Miro hacia la pista y la veo bailando e intercambiando sonrisitas con el jodido camarero, me termino la copa de un trago y giro la cabeza hacia mi amigo, que me observa con una expresión interrogante. —Vamos —digo tirando de su mano—. Todos a bailar. Nos levantamos y nos dirigimos hacia dónde están las tres, Rick rodea a Alice por detrás y ella ríe mientras bailan. Jay tontea con Alisson, empujando de coña a Tom, que también quiere bailar con ella. Ali coge a uno y se lo coloca delante y al otro detrás. Todos reímos mientras se restriegan, entonces doy una vuelta y veo cómo una chica me sonríe mientras baila con sus amigos. WENDY Sigo los ojos de Josh y veo que una pelirroja le está sonriendo. Él me mira, puedo percibir cómo duda ante lo que está a punto de hacer, por un segundo profundizo en su mirada y casi parece que solo estamos los dos, pero entonces pasa por mi lado y le dice algo a la tía. Ella ríe y rodea su cuello y comienzan a bailar con la música, a restregarse, más bien. ¿Y yo? Pues me siento ridícula y estúpida por ese segundo de debilidad. Una hora después, los seis tequilas comienzan a hacer efecto y empiezo a tener calor de verdad. Los tambores que suenan por los altavoces me retumban en la cabeza y no puedo parar de bailar. Todos estamos bastante bebidos, en realidad, menos mi hermano y Alice que no han parado de besarse y de abrazarse. —¡Voy a la barra! —grito a mi cuñada por encima de la música. —¿¡Quieres que te acompañe!? —¡No hace falta! Fulmino a Josh con la mirada cuando tengo que pasar por su lado y por el de la tía que sigue colgada de su cuello, ahora mismo besándoselo. Me dan nauseas. —Dime, preciosa. ¿Ya os habéis acabado los chupitos? —averigua el camarero sorprendido cuando llego y me inclino en la barra. —No. En realidad, solo quería saber tu nombre. —Sonrío y me encojo de hombros. —Una chica directa. Me gusta. —Me devuelve la sonrisa y asiente—. Me llamo Colton. ¿Y tú? —Wendy. —Wendy. Si llego a saberlo antes te habría dicho que me llamo Peter. Los dos reímos y me pide que espere un segundo, se acerca dónde una camarera y le dice algo, ella me mira y asiente. Colton camina hasta el final de la barra y pasa por debajo, voy hacia allí y sonrío cuando lo encuentro de frente. —Venga, voy a tomarme un descanso. —Genial. Vamos hacia la pista de baile y no puedo evitar buscarlo con la mirada, encontrándome lo que trataba de evitar: a Josh besándose con la pelirroja. Un nudo se forma en mi garganta, pero me obligo a mí misma a restarle importancia, sé que lo hace para ponerme celosa y que ni siquiera sabrá su nombre, solo será una más. Eso es, Wendy. Esa chica no significa nada para él. La canción se termina y la próxima comienza. Miro a Alice y nos ponemos a cantar cómo locas por ser nuestra preferida, Colton tira de mí y me rodea con sus brazos, paso los míos por su cuello y comienzo a saltar con la música. Siento la mirada de Josh sobre mí en todo momento. Y eso me gusta. Se está besando con otra, pero mirándome a mí, sigue siendo mío. JOSH Una hora después de empezar a bailar con esta tía, de la cual ni sé el nombre ni me importa, veo cómo la mocosa desaparece. La busco disimuladamente con la mirada y la encuentro apoyada en la barra. ¿Cómo no? Hablando con ese estúpido. Al ver que se acercan, tiro de la pelirroja y la beso. Así, sin más. Un beso insípido, sin sentimiento y sin sentido. Abro los ojos y veo a Wendy bailando muy pegada al camarero, como si no le importara lo más mínimo que mis labios estén sobre otros que no sean los suyos, no sé ni por qué coño lo he hecho. Esta maldita niñata hace que me comporte como un crío de quince años. La siguiente canción comienza y sé que es su favorita, o al menos lo era cuando estábamos juntos. Suelta al chico y corre hasta Alice para cantar con ella, gesto que produce una sonrisa en mí al ver a la rubia, futura mamá, dándolo todo y cantando a pleno pulmón. Entonces, el puto camarero va hasta ella y la rodea para bailar. No puedo seguir fingiendo que no me importa una mierda que ese gilipollas no aparte sus manos de ella, no tiene sentido seguir actuando como un jodido adolescente. No soy así. Más bien soy de dejarme llevar por los impulsos, pero no voy a hacerlo, toda esta mierda debe cambiar, ya no somos dos críos. Suelto a la pelirroja y me doy la vuelta para salir de ahí. —¿Dónde vas? —me pregunta Rick colocando una mano en mi pecho. —O salgo de aquí —cojo aire mientras aprieto los puños—, o lo destrozo —digo señalando con la cabeza hacia ellos, pero sin mirarlos. —Está bien. Vamos, te acompaño. Veo que le dice algo a Alice y sale detrás de mí. Cuando el aire de la calle nos pega de golpe, me doy cuenta del calor que hacía ahí dentro. Me he bebido cuatro chupitos de esas dos idiotas para que ellas no bebieran tanto, y hace rato que empecé a notarlo. Saca el paquete de tabaco y me pasa uno sin decir nada. Se sienta en las escaleras y me mira mientras voy de un lado para otro, con todos los músculos del cuerpo tensionados y una mala hostia que no me aguanto. Veo que sonríe y niega con la cabeza. —¿Qué cojones te hace tanta gracia? —pregunto deteniéndome frente a él y dando una calada. —Nada, hermano. Nada. —Dime. —De lo absurdo que es esto. Tú has sido el que le ha comido la boca a esa pelirroja, mi hermana no ha hecho nada. Aún —matiza—. Y mira cómo estás. —Que te jodan. —¿Por qué te has liado con esa? A ver. —Por qué me ha salido de los huevos. —Josh. —¡Porque no soporto verla toda la puta noche con ese camarero! — exclamo llamando la atención de dos chicas que están unos metros más allá. —Claro. Y es mucho más sensato besarte con otra antes que ir y hablar con ella. —No voy a decirle nada. No soy su novio, es libre de hacer lo que quiera. —Pero es que lo que quiere es estar contigo. Que no te enteras, cojones. —¡Ya veo! —¿¡Qué ves!? —grita levantándose— ¡Porque lo único que yo he visto es cómo te besabas con otra que no era ella! WENDY Josh suelta a la chica con la que estaba y la deja ahí plantada, con el rostro confundido, mirándole. Se aleja para ir hasta mi hermano y le dice algo, a lo que él asiente y ambos desaparecen de la discoteca. —¿Te apetece que salgamos de aquí? —me pregunta Colton. —Mmm… vale. Vamos —digo tirando hacia el mismo sitio por donde los he visto salir. Necesito comprobar que Josh está bien. —No. Ven —tira de mí en la dirección opuesta—, vamos a otro sitio más tranquilo. La entrada está llena de gente fumando. Asiento poco convencida. Colton parece un buen chico, pero en realidad no lo conozco de nada, no sé si debería irme con él… Caminamos cogidos de la mano entre la gente hasta que salimos por un pasillo más solitario, y vamos hasta el final, el cual da a unas escaleras con una puerta al fondo. Subo detrás de él y me echo el pelo a un lado por el calor que siento. —¿Qué es esto? —pregunto al entrar y ver un par de sofás, una mesa de billar y una barra. —Es la zona privada. Solo para trabajadores. —Me guiña un ojo mientras cierra la puerta. Asiento y camino por la alfombra de pelo sintético. Voy hacia la mesa y me apoyo cuando pierdo un poco el equilibrio. —Oye, ¿estás bien? —pregunta sujetándome por la cintura. —Sí… sí. Es el tequila. —Me restriego la cara y fuerzo una sonrisa. —Ven, siéntate. Te traeré un poco de agua. Me acompaña hasta el sofá y me recuesto para ponerme cómoda. Veo cómo va hacía la barra y siento cómo los párpados comienzan a pesarme, el calor que siento en el cuello y la cara no es normal, además del mareo que me hace abrir los ojos con fuerza para despegar los párpados. No te duermas… No te duermas… No te… CONTINUARÁ… LIBRO 3 CONSECUENCIAS PELIGROSAS 1. ES SUFICIENTE JOSH —¿Qué coño hacéis aquí fuera tanto rato? —Alice aparece de repente abrazándose a sí misma. —Lo siento, mi amor —dice Rick mientras se quita la cazadora y se la pasa por encima—. Estas helada. No me puedo creer que tangas frío. —Es que hace mucho frío. —Rick asiente sin intenciones de llevarle la contraria—. Yo me marcho ya para la habitación, estos zapatos me están matando. —Vale. Voy a avisar a mi hermana y nos vamos. —Tu hermana no está. —¿Cómo que no está? —pregunto levantándome de las escaleras de golpe. —Bueno… —Mira a su novio y luego a mí— La he perdido de vista un minuto y cuando he mirado ya no estaba. —Joder —maldice Rick—, voy a buscarla. Hermano, acompaña a Alice a la habitación. —No, iros los dos. Yo la busco. —Entro en el hotel sin esperar su respuesta. —Josh. —Me detiene Alice—. Se habrá ido con ese camarero… —¡Estaba muy borracha, Alice! Maldita sea. Me marcho sin escuchar nada más y voy hacia los chicos. Aparto a Jay de Alisson y lo sujeto por el cuello de la camisa para que me preste atención. —¡Eh! ¿¡Qué coño…!? —protesta, pero cuando ve mi expresión deja de hablar. —¿¡Dónde está Wendy!? —La puta música no me deja escuchar una mierda. —¡No lo sé! ¡Hace cómo media hora que no la veo! —¡Creo que se ha ido con Colton! —grita Alisson— ¡Los he visto marcharse por ahí! —señala a un punto. O sea que así es cómo se llama el cabrón que va a comprobar lo que sucede cuando le ponen una mano encima a mi mocosa. Está bien saberlo. Suelto a Jay y comienzo a mirar por toda la discoteca, buscándolos. Casi dos horas después, siguen sin aparecer. Las camareras nos han dicho que él tampoco ha vuelto, Alice está sentada en uno de los sofás de recepción, con un abrigo. No ha querido marcharse. Rick está venga a llamarla al móvil, pero no responde. Los chicos y Alisson han ido a dar una vuelta por el hotel para ver si los encuentran, pero no los ven por ninguna parte, yo estoy en la entrada de la discoteca, esperando que todo el mundo salga. Veo cómo una camarera se me acerca y me resulta familiar de haberle preguntado antes. —Perdona —se detiene frente a mí—, estabas buscando a tu amiga, ¿verdad? —Sí —respondo rápidamente—. ¿La has visto? —Algo así… Ven conmigo. La sigo sin hacer caso a Rick y veo que nos dirigimos a un pasillo estrecho que acaba en unas escaleras, las cuales dan a una puerta. Aparto a la camarera sin cuidado y las subo de dos en dos, pero cuando llego arriba y giro la manilla, la puerta está cerrada por dentro. Me separo medio metro y le doy una patada para abrirla. —¿¡Pero qué mierdas!? —grita el camarero cuando me ve. Está sentado en el sofá, con Wendy tumbada a su lado. Sus ojos están cerrados y parece que está dormida, o inconsciente. El demonio que solo aparece por ella, hace acto de presencia y me vuelvo loco, lo sujeto por la camiseta y lo levanto sin ninguna delicadeza, empujándolo después contra la mesa de billar. Mi mente me pide que dialogue, sin embargo, para cuando quiero darme cuenta mi puño ya está impactando en su mejilla. Dejo que caiga al suelo y me doy la vuelta para agacharme junto a ella. —Wendy. —Levanto su cabeza y le doy golpecitos en la cara—. Eh, mocosa, abre los ojos. ¡Abre los putos ojos! —Le doy un tortazo más fuerte. —Aparta. —Escucho a Alice detrás de mí, ¿en qué momento ha llegado? —. ¡Apártate! Nunca te metas con una mujer embarazada. Veo cómo le tira un vaso entero de agua por encima, ella abre los ojos un segundo y murmura algo, pero vuelve a cerrarlos en seguida. Respiro aliviado. —¿¡Qué coño le has hecho!? —veo cómo Rick sujeta al camarero por la camiseta igual que yo segundos antes, y lo levanta del suelo. —¡Nada, joder! ¡La estaba ayudando! Lo miro, furioso, sin creerme una mierda sus palabras, y Rick lo sujeta cuando trata de tirarse a por mí. Imagino que a nadie le gusta comerse un puñetazo. —¡Parad! —Alice nos mira a los dos—. Josh, cógela y vámonos. Ignoro la mala cara del tal Colton y paso los brazos por detrás de las piernas y de la espalda de Wendy para levantarla y pegarla a mi pecho. Bajo la escaleras y los tres nos dirigimos a la habitación, Rick le ha pedido la llave a Alisson y ella se ha ido con Jay a mi cuarto. —Podéis iros. Yo me quedo con ella —digo cuando la tumbo en la cama. —No hace falta. Yo puedo… —Cariño —interrumpe Rick—. Vamos, estoy seguro de que Josh la cuidará. —Está bien. —Alice asiente—. Pero cualquier cosa, estamos aquí al lado. —Lo sé. Los acompaño a la puerta y me quito los zapatos antes de volver al dormitorio. Permanezco a los pies de la cama varios segundos, observándola, no me puedo explicar cómo es capaz de despertar mis instintos más oscuros y primitivos. Cómo mi razón se nubla cuando se trata de ella. Debo cambiar eso, acabar con esta locura. Me acerco y le saco el vestido con cuidado, comprobando que va sin sujetador. Era obvio. La dejo solo con la ropa interior porque no sé dónde tendrá el pijama y paso de revolver toda su ropa para buscarla, así que retiro de la ropa de cama por debajo de ella y la tapo un poco solo con la sábana para que no se quede fría, a pesar de que la habitación tiene una temperatura agradable. Le doy un beso en la frente y me levanto con intención de rodear la cama para tumbarme en la otra punta y no molestarla, pero entonces sujeta mi mano. —¿Josh? —murmura con los ojos cerrados. —Estoy aquí, pequeña. —Te quiero. No te vayas nunca. WENDY Me revuelvo un poco, y siento mi cuerpo sobre algo blando y contra algo duro. Me duele la cabeza. No, me mata la cabeza, lo último que recuerdo es sentirme mareada y estar sobre aquel sofá, pero ahora no estoy ahí. Estoy… Estoy… ¿Dónde estoy? Vuelvo a moverme y esta vez noto una mano en mi cintura. Por favor, que no sea Colton. —No te muevas tan rápido, estoy seguro de que sigues borracha. —¿Josh? —giro un poco la cabeza para mirarlo, aliviada por ser su voz la que escucho— ¿Qué…? —Perdona. —Se incorpora para levantarse y salir de la cama—. He debido quedarme dormido. —Tranquilo. No-no hace falta que te vayas —digo colocando las manos en el colchón para impulsarme y apoyarme en el cabecero. —¿Te duele la cabeza? —Un poco. —Bostezo y me restriego el pelo para aliviar el dolor. —Normal. —Lo siento… Debí hacerte caso y no beber tanto. —Sí, debiste hacerlo —responde con dureza—. Te traeré una pastilla. —Gracias —murmuro. Coge la tarjeta de la habitación y sale del dormitorio, cerrando segundos después la puerta de fuera. Dios, me sabe la boca a tequila. Necesito lavarme los dientes, así que me levanto con cuidado de no marearme aún más, y entro en el baño para coger el cepillo y ponerle un poco de pasta dental. Hago gárgaras y bebo un buen trago de agua antes de regresar a la cama, prefiero no hacer ninguna mención acerca de mi lamentable aspecto y de por qué estoy prácticamente desnuda. A los pocos minutos, la puerta vuelve a abrirse y él entra en la habitación con un vaso lleno de hielos con agua en una mano, y la solución para mi dolor de cabeza en la otra. —Gracias. —Vuelvo a decir cuando me la ofrece. Me la tomo y dejo el vaso sobre la mesilla, él se apoya en la puerta del baño y cruza los brazos, mirándome. Unos segundos después, cuando me doy cuenta de que no tiene la intención de decir nada, decido hablar yo. —¿Me trajiste tú? —Sí. —¿Dónde… dónde estaba? —Con ese tío. Estupendo, ahora entiendo por qué no está nada contento. ¿Cómo se me ocurrió irme con un chico que no conozco de nada, y en ese estado de embriaguez? —Bueno, gracias. —Deja de darme las gracias. Estuvimos dos horas buscándote por todo el hotel, casi llamamos a la puta policía. Te largaste sin decir nada y no cogías el jodido teléfono, Alice casi se congela en la maldita recepción, no quería marcharse sin ti. —Si lo que quieres es que me sienta culpable, puedes parar porque ya lo has conseguido. —Me destapo para levantarme, y vuelvo a caer en que solo llevo las bragas. —¿Por qué estoy medio desnuda? No me digas que tú y yo… —No —ríe con amargura—. Ni de coña. —¿Por qué lo dices cómo si te diera asco? —Frunzo el ceño y me cruzo de brazos, ofendida. —¿Asco? ¿¡Asco!? —bufa con el rostro encendido de ira—. Mira Wendy, anoche me faltaron segundos para cortarle las manos a ese hijo de puta cuando no paraba de tocarte. Tuve que irme fuera porque si no habría terminado a hostias con él, y para nada, porque al final le rompí la cara igualmente. —¿¡Qué!? —Que le rompí la cara igualmente. —¿¡Le pegaste!? —De todo lo que te he dicho, ¿eso es con lo único que te quedas? —¿¡Quién coño te crees que eres para ir pegando a todos los tíos que se me acercan!? —grito caminando hasta él. —Entérate de una maldita vez, Wendy —se expresa con firmeza y ningún atisbo de duda, sin levantar el tono de voz a pesar de que yo le esté gritando—, no voy a ponértelo fácil. Pienso intervenir ante cualquier hombre que intente ponerte una mano encima. —Entonces yo tendré que hacer lo mismo, porque te recuerdo que anoche te enrollaste con otra en mi puta cara. —¡Porque tú no parabas de tontear con ese imbécil! —exclama. —¡No te joderá tanto cuando después de acostarnos me dices que no ha significado nada! ¡Y entérate tú! —Clavo el dedo índice en su pecho, furiosa y con rabia—. Yo no soy una jodida puta más a la que te follas. —¡Pues claro que no! —Me mira fijamente y luego restriega su pelo, abre la boca un par de veces para decir algo, pero vuelve a cerrarla. Hasta que por fin habla—. Eres todo para mí, maldita sea. Coloca una mano en mi cabeza y me empuja de manera furiosa hasta que nuestros labios chocan. Aprieta mi cara con fuerza y me besa cómo si el mundo estuviera a segundos de terminarse, como si necesitara confirmar que esto está pasando. Baja las manos a mi cintura y me levanta, haciendo que instintivamente, y dejándome llevar por los recuerdos, rodee su cuello con mis brazos y su cadera con mis piernas. Me tumba sobre la cama, colocándose encima, y no deja de besarme mientras acaricia mi cuerpo con una mano. —Eres todo —susurra contra mis labios. Acaricio su pelo mientras besa mi cuello y va bajando hasta mis pechos. Los acaricia con los labios a la vez que va dejando pequeños besos húmedos, su aliento en mi vientre provoca que toda mi piel se ponga de gallina. Me toca cómo no lo había hecho nunca. Con cuidado, con delicadeza, con miedo. Casi con dolor. Vuelve a subir hasta mí y me mira mientras acaricia mi mejilla con el pulgar, y entonces me percato de que está llorando. —Te quiero, Wendy. Te quiero cómo no he querido a nadie en mi puta vida. Te quiero tanto que duele, ¿sabes lo que es eso? Y nunca he dejado de hacerlo, pierdo la cabeza cada vez que veo a otro cerca de ti, cada vez que otro te toca solo quiero… —Cierra los ojos y yo trago saliva por la momentánea declaración—. Lo siento, siento lo que dije en el avión. Fue la mentira más grande que he dicho en mi vida, ni siquiera sé por qué lo dije. ¿Quieres saber si significó algo? Significó todo, pequeña. Todo. Es lo que quería. Tú eres lo quiero, quiero que esos preciosos ojos sean lo primero que veo cuando me despierto y lo último que veo antes de dormir. Quiero que seas mía, Wendy. Solo mía. Amarte y hacerte feliz todos los putos días. —Soy tuya, Josh —consigo decir a pesar del nudo en la garganta—. Siempre lo he sido, desde aquel día en el ático. ¿Te acuerdas? —No podría olvidarlo —admite con una sonrisa. —Desde ese día el mundo cambió para mí, pasaste de ser el amigo insoportable de mi hermano, a la persona que más feliz me ha hecho en mi vida. —Y también la que más daño te ha hecho —añade con tristeza—. Y lo siento, no tendré años suficientes para disculparme por lo mal que te lo he hecho pasar, Wendy. —Bueno, creo que eso es algo que nos hemos hecho mutuamente por no saber cómo querernos bien, por no saber cómo manejar… esto. —Nos señalo a ambos con el dedo. —Supongo que tienes razón. Me besa otra vez y gira para que quedemos de lado, abrazados y en silencio, entonces tocan la puerta y yo asiento sonriendo cuando me mira. —¡Pasa! —grita desde la cama. Alice y mi hermano entran con la llave que se llevaron ayer, y él se gira de inmediato cuando nos ve, ya que sigo medio desnuda. —¡Joder, tápate! —Los tres empezamos a reírnos y Alice me guiña un ojo. —Veo que estás mejor. —Asiento y ella coge a mi hermano de la mano —. Venga, cariño. Vamos abajo a desayunar, ¿os esperamos? —Joder, no. Qué asco —digo aguantándome una arcada—. No sería capaz de comer nada ahora mismo. Los dos ríen y salen, dejándonos solos. Yo me apoyo en el codo para mirarlo, y él sonríe mientras juega con los mechones sueltos de mi pelo. —Bueno… —comienzo un poco nerviosa— ¿Y ahora qué? —Pues ahora, mi pequeña —dice dándome un beso rápido en los labios —, deberíamos darnos una ducha y salir a disfrutar de este día. —Me parece genial —respondo con una sonrisa. Me levanto de la cama y camino insinuante hasta el baño, él me mira aún tumbado, con una sonrisa traviesa y esos ojos lujuriosos que tanto he echado de menos. Se levanta con elegancia y viene hasta mí, sin dejar de devorarme con la mirada. —¿Piensas bañarte con bragas? —¿Y tú con tanta ropa? Se separa un poco y comienza a quitarse todo de la manera más provocativa que he visto en mi vida. Dios. Mi hombre. Cuando está completamente desnudo me empuja hacia él y mete las dos manos por dentro de mis bragas, apretando mi trasero. —Joder, mocosa. No imaginas lo que echaba de menos tenerte así. Va bajando las manos mientras me quita las bragas, hasta que las deja caer al suelo, y ahora soy yo la que rodea su cuello y lo besa de manera salvaje y hambrienta. Caminamos hacia atrás hasta darme con la ducha en la espalda, la abre sin dejar de besarme y me empuja dentro. Ahogo un grito cuando le da al agua y sale helada unos segundos. —¡Me cago en tu puta…! Me besa antes de que termine la frase y me relajo cuando el agua comienza a calentarse. Igual que nosotros. Hace que me gire y acaricia todo mi cuerpo mientras me besa el cuello y me susurra al oído. Joder, es imposible que nadie pueda provocar algo parecido en mí. Nadie. Cuando sus manos van bajando por mi vientre, lo contraigo involuntariamente, sabiendo que lo que se acerca será grande. JOSH —Joder, Wendy —susurro cuando dos de mis dedos entran en ella. Está tan mojada por dentro como por fuera —. Quiero tenerte en mi boca, pequeña. —No, Josh. Dios, no creo que aguante mucho. —Mejor —digo guiñándole un ojo y colocando una rodilla en el suelo. Levanto su pierna derecha y ella misma la apoya sobre mi hombro, abriéndose para mí. Beso su muslo mientras acaricio su culo con mis manos. Voy subiendo hasta la parte interna y siento cómo enreda los dedos en mi pelo cuando la punta de mi lengua roza su clítoris. La muevo arriba y abajo. Despacio. Rodeándolo y mordiéndolo con los labios. Con la mano izquierda voy subiendo por su pierna hasta que ella me la sujeta con la suya. —Josh. No voy a poder… —Shh. —digo apartándola. Introduzco dos dedos de nuevo, acompañados esta vez por mi lengua. Sus gemidos terminan por encenderme, disparando mis ganas de follarla. —Vale. Basta de jugar. Sonríe y grita de placer cuando la levanto y del mismo impulso mi polla entra en ella. —Maldita sea, nena, no pienso volver a dejar que te alejes de mí. —Más te vale —consigue decir entre jadeo y jadeo. Entro y salgo, disfrutando de cada segundo. De cada roce. Oh, dios, siento cómo se acerca. —No tomas la píldora, ¿verdad? —No, la dejé. —Me voy a correr. —Sostengo su mirada, esperando que me diga que me detenga, pero no lo hace. —Córrete —responde segundos después. Y cuando lo dice, lo hago. Sin esperar un minuto más. Y ella conmigo. El orgasmo más intenso de mi puta vida, el orgasmo que tanto esperaba. Ese que puede cambiarlo todo… —Estás preciosa, pequeña —aseguro cuando sale del baño preparada para irnos. —Gracias —responde con una sonrisa—. Pero solo llevo un vestido, bobo. —Sé que estás mejor sin él, pero si sales así… acabarían echándome del hotel. —Ah, ¿sí? —Sonríe de manera perversa. —Sabes que sí. —En ese caso… Se baja los tirantes y deja caer el vestido, dejando sus tetas libres de sujetador al aire con esa mini braga de bikini. Mierda. —No tienes cojones. —La reto con una sonrisa. —Acabas de cagarla, cielo —dice caminando hacia la puerta. Voy tras ella, pero dejándola espacio. Sé que no lo hará. —Después no quiero enfados ni reclamaciones, eh —dice sujetando el pomo de la puerta y mirándome. —Adelante. —Le hago una señal para que salga. Sin pensarlo dos veces, abre la puerta y sale al pasillo, camina hasta el ascensor y lo llama. Me aseguro de que no hay nadie alrededor y dejo que siga para ver hasta dónde es capaz de llegar, solo espero que los demás no salgan de sus suites. Me mira de reojo mientras esperamos el ascensor. WENDY Su puta madre. ¿Hasta dónde piensa dejarme llegar? Pues por mis ovarios que, aunque todo el jodido hotel me vea las tetas, no pienso parar. Cuando el ascensor está a punto de llegar, la suite junto a la mía, la que no sabíamos de quien era, se abre. Inmediatamente Josh me rodea con sus brazos y me empuja contra la pared. —Tú. Vuelve a entrar. —¿Perdona? —Escucho una voz masculina. Tengo a mi chico tan pegado que no alcanzo a ver al otro. —Que entres en tu puta habitación otra vez. —¿Quién eres para decirme lo que tengo que hacer, gilipollas? —Soy el gilipollas que te va a romper la cara como no hagas lo que acabo de decirte. —Por lo que veo —ríe con superioridad—, para hacer eso tendrías que soltar a tu novia, y no creo que quieras que vea sus hermosas tetas. —Dios… —murmura con ira mientras me mira y aprieta la mandíbula. —Josh, basta. Dejemos que se vaya y volvamos a entrar. El chico se acerca y no puedo verlo hasta que se coloca a nuestra derecha y espera al ascensor. Joder, tiene los ojos más azules que he visto en mi vida, no es americano, debe ser italiano o de por ahí. Solo lleva un pantalón de bañador, dejando al descubierto un tatuaje en su pecho. —Creo que tu novia prefiere venirse conmigo —dice guiñándome un ojo. —Maldito cabrón, te sacaré los ojos la próxima vez que te vea. —Puedes intentarlo. Si lo consigues, regálaselos —me señala con la cabeza—. Parece que le gustan. La puerta metálica se abre y él desaparece dentro, con una sonrisa sarcástica y seductora en su rostro. Miro a Josh y, cuando el ascensor se marcha, me suelta enfadado. Gruñe con frustración y, sin decir nada, vuelvo a la habitación y me pongo el vestido de nuevo. —¿Has disfrutado? —pregunta a mi espalda. —No empieces. Tú no me has provocado y te he avisado de que no quería enfados después —digo acercándome a él. —Pues he cambiado de opinión, joder. —Pues te jodes y vuelves a cambiar, no voy a permitir que discutamos por esta estupidez. —Bien. Pues cuando le haya sacado hasta la última muela, volveremos a hablar —dice caminando hacia la puerta. —Cómo des un paso más, te juro que hago mi maleta y me largo ahora mismo —aseguro decidida a hacer, pero se detiene y gira para mirarme. —No me amenaces, sabes que odio que me amenacen. —No es una amenaza, es un aviso. —Haz lo que te dé la gana —indica y vuelve a darse la vuelta para marcharse. —Bien. Voy hasta el armario y saco la maleta, empiezo a meter toda la ropa de mala leche mientras noto su mirada en mi espalda y, cuando casi la tengo terminada, noto sus brazos apretando mi cintura. —No te imaginas lo cachondo que me pones cuando te enfadas tanto — susurra con voz áspera en mi oído. —Tú verás lo que haces —digo girándome y sujetando su barbilla con una mano cuando intenta besarme—. Te vas… o te quedas. —Me alejo y vuelvo a quitarme el vestido. —Vas a necesitar hacer algo más que eso para convencerme, pequeña. —Estoy dispuesta a lo que sea —digo quitándome las bragas despacio. —Uff. —Se relame y sus ojos viajan por toda mi anatomía. —Lo que sea. Camino hasta él y lo empujo para que caiga sobre el sofá, me arrodillo entre sus piernas y abro sus vaqueros sin dejar de mirarlo a los ojos. Esa sonrisa torcida hace que mi entrepierna palpite desenfrenadamente. Levanta un poco el culo para que le quite los pantalones y los bóxers, y él mismo se quita la camiseta mientras rodeo su polla con una mano y me acerco hasta poner mis pechos a su altura. Ahora son éstas las que la rodean. Subo y bajo mientras las sujeto con mis manos, él recuesta la cabeza en el respaldo y abre la boca, dejando salir un gruñido de placer cuando sustituyo mis tetas por la boca. —Oh, sí, pequeña… Sigue así —dice empujando mi cabeza con suavidad para marcar el ritmo. Se la sigo chupando hasta que siento cómo va creciendo, sus gemidos son cada vez más constantes. Más profundos. —Me voy a correr, nena. —Lo sé. Hazlo, vamos —aumento el ritmo con mi mano y la dirijo hacia mis tetas. —¡Ah! —grita cuando se vacía sobre mí. Disfruto de cada uno de los milímetros de sus expresiones cuando el orgasmo lo invaden, las arrugas que se forman en su frente, sus ojos cerrados y la boca entreabierta. Aguardo uno segundos y entonces me levanto para coger un poco de papel, sonriendo cuando lo veo respirar con dificultad y cerrar los ojos, apoyando la cabeza en el sofá. —Eres la mejor. ¿Te lo había dicho alguna vez? —Alguna que otra —digo sentándome a su lado. —Creo que es tu turno. Sube la mano por mi pierna, mientras me sonríe con picardía, pero se detiene cuando llaman a la puerta. —Mierda. —Se levanta y se pone los pantalones. Yo me quedo sentada en el sofá sin preocuparme por vestirme, ya que desde la entrada no se me ve. JOSH —Esto tiene que ser una jodida broma. ¿Qué cojones quieres tú? ¿Has venido a por más? —Apártate, imbécil. He venido a verla a ella, no a ti —dice el jodido camarero empujándome a un lado. Lo sujeto por la camiseta y lo lanzo fuera de la habitación. —¿¡Pero quien te has creído que eres para entrar así en mi habitación!? —¡No he venido a pelear contigo! ¡Déjame en paz! —¡Parad! —grita Wendy desde la puerta. Rezo antes de girarme para que se haya vestido y, no es que se haya puesto mucho, solo una puta bata blanca, pero algo es algo. —Preciosa, ¿cómo estás? —Que no la llames así —digo apretando los dientes. —Estoy bien, Colton. No tenías que haberte molestado —responde ella con una sonrisa. —¡Tiene que largarse! —¡Josh, para ya! —¡Para tú! ¡Primero el retrasado de esta mañana! Que cuando lo pille… —respiro para controlar la mala hostia que se me pone al acordarme de ese — ¡Y ahora éste! —¡No he hecho nada! ¡Se llama ser simpática y tener educación! — chilla sin pensar en el numerito que estamos montando frente al cabrón. —¡Se llama ser una…! —¡Acaba! ¡Vamos, acaba la frase! —Me reta interrumpiéndome. —Vale, vale, ¿qué pasa aquí? —Rick sale del ascensor en ese momento. Ella se cruza de brazos y me mira desafiante, mientras que el otro sigue apoyado en la pared cómo si este fuera su lugar. Todos me miran a mí. —Necesito tomar el aire, joder —digo caminado hacia el ascensor. —¿¡Piensas salir así!? —me pregunta ella señalándome. —¡Voy más tapado que tu ésta mañana! Lo cierto es que ir solo con unos vaqueros no me resulta muy cómodo, tendría que haber cogido al menos algo de ropa interior. WENDY Juro que lo mataría cuando se pone tan estúpido, pero entonces recuerdo que yo me comporto de la misma forma infantil cuando se trata de él y de otra mujer. —¿¡Dónde cojones se habrá metido!? —exclamo una hora después. —Relájate, cielo. Ya lo conoces. —¡No lo soporto! —grito mientras camino por la habitación. —¿Qué ha pasado para que haya cambiado tanto la cosa? Esta mañana parecíais… —Entre nosotros las cosas pueden cambiar en segundos. —Ya lo veo. —Ha sido porque ha venido Colton para ver cómo estaba. Es muy celoso, joder. —Wendy, tienes que entender que tenga miedo de perderte, después de toda la historia que tenéis… —¡Perdona, pero fue él quien se lio anoche con otra, no fui yo! —Lo sé —dice levantando las manos hacia mí—. Cariño, tranquila. No digo que no tengas razón. —Lo siento. Joder, Alice, siento que anoche estuvieras muerta de frío esperándome tanto rato. —Me siento a su lado—. ¿Cómo estás? —Estamos bien, no te preocupes —dice tocándose la tripa con una sonrisa. —Dios, y pensar que en unos meses seré tía. —¿Perdona? ¡Yo seré madre, joder! —Ríe con la mano en el pecho. —¡Una madre muy mal hablada, perdona que te diga! Hablamos y reímos durante un rato más, hasta que la puerta se abre y Alisson entra. —Vaya, vaya… ¿Dónde has pasado la noche, desaparecida? —pregunto con una sonrisa cómplice. —Por ahí —dice con una sonrisa juguetona. —¿Shane o Jay? —¡Los dos! —grita mientras se deja caer sobre la cama y las tres empezamos a reírnos. —¡Serás zorra! Cómo te lo montas —Río y palmeo su espalda cuando apoya la cabeza en mis piernas. JOSH Rick baja las escaleras y se sienta en la hamaca que hay libre, junto a la mía, me mira, pero no dice nada. Saca el paquete del bolsillo y me da un cigarro, igual que anoche, el cual acepto de muy buen grado. —Vamos, dilo. —Lo insto sabiendo a qué ha venido. —No tengo nada que decir. —A ver lo que aguantas —digo apoyándome de nuevo y fumando tranquilamente. No habrán pasado ni tres minutos cuando se incorpora y se quita las gafas de sol, mirándome. No puedo evitar sonreír por lo bien que lo conozco. —Tío, no puedes ser así de celoso. —Ella es igual. —Pero ella no va dando de hostias a todas las tías que se te acercan. Y, si no, mira anoche. —Eso es verdad. —¿Entonces? —¿Entonces qué? —¿¡Que si vas a intentar controlarte!? —Joder… —Expulso el humo y me incorporo a su lado—. Es que no puedo, tío. Te lo juro que lo intento, pero me entra como un calor por los brazos y por la cara cuando alguno tontea con ella... ¡Encima lo hacen en mi puta cara! —Vamos a ver, ¿pero sois novios o que mierdas? Porque con vosotros dos ya no sé nada. Estoy más perdido… —¡Yo que coño se! Si es que me pone de los nervios. —Pero la quieres. —Más que a nada. —Pues ya está. Lo único que tenéis que hacer es intentar controlar ese carácter de mierda que tenéis los dos. —Sí, porque ella también telita, eh. —Por eso he dicho los dos. Venga, vamos para arriba. Lo sigo en silencio porque sé que tiene razón, debo encontrar el modo de calmarme y, en lugar de enfadarme cuando coqueteen con ella, sentirme afortunado por saber que soy yo quien ama. Estoy convencido, pero, ¿con quién nos encontramos en el ascensor? Sí, con ese mismo. —Vaya, parece que no tenéis pasta para ropa, después de todo —dice mirándome de arriba abajo y riéndose. —Mira, chaval… —Josh. ¿Qué acabamos de hablar? —Rick se coloca en el medio. —¡Joder, ha empezado él! —¿Quién eres tú? —pregunta entonces al gilipollas que casi ve desnuda a mi novia esta mañana. —Me llamo Liam. Un placer —dice con una estúpida sonrisa y estrechando su mano. —Soy Rick. Y él es Josh. —No es un placer —indico con la sonrisa más falsa que puedo. El solo ríe. —Oye, tío, estaremos unos días por aquí y me gustaría evitar los problemas. No sé lo que ha pasado entre vosotros, pero será mejor olvidarlo. —Por mí no hay problema. Es él el que dijo algo sobre sacarme los ojos. —Bueno, pues olvídalo. ¿De acuerdo? —Sin problema. Yo solo me limito a apretar los puños y respirar. Lo de contar hasta diez es un mito, yo ya voy por los veintitrés cuando las puertas del ascensor se abren en nuestro piso. —Hasta luego —dice cuándo va hacia su suite. Que, ¿cómo no? Tiene que ser la que está al lado de la de Wendy. —Hasta luego —contesta Rick. Al entrar en la suite de las chicas, vemos a Wendy y Alisson saltando y cantando sobre la cama, mientras Alice se ríe y las graba con el móvil. —Hola, mi amor —dice Alice acercándose con una sonrisa y besando a Rick. —¿Cómo estáis? —cuestiona él acariciando su tripa. —Muy bien. Habíamos pensado que podríamos ir todos a pasar el día en la playa. ¿Os apetece? —Claro —digo yo. —Bien, pues vamos a prepararnos y quedamos abajo en diez minutos — dice Alice. —Yo voy a despertar a éstos, que ya es hora. Nos vemos ahora. Miro a Wendy antes de salir de mi cuarto y veo que sigue enfadada. Joder, el que debería enfadarse soy yo, no ella. Llamamos a la puerta de Shane y Tom, pero no responden, así que entramos en la mía y escuchamos la ducha, de modo que imagino que Jay estará despejándose después de su, seguro, polvo mañanero con Alisson. —Voy a ponerme el bañador y a ver si consigo que estos dos de al lado se levanten. —Vale. Me quito los vaqueros y saco un bañador de la maleta, la cual aún no he deshecho ni pienso hacerlo, entro en el baño y cojo el bote de crema solar que hay sobre la encimera. —Buenos días —dice con tono cantarín bajo el agua. —Buenos días —digo riendo al notar su buen humor—. Cómo se nota cuándo follas y cuándo no. —Que te jodan —responde apagando el agua y saliendo de la ducha. Le paso la toalla y ambos reímos mientras me cuenta cómo fue su noche. Al parecer, Ali empezó liándose con Shane, pero le dijo que, si él no se unía, no follaría con ninguno. No es lista ni nada. Ya sabía yo, aquel día que la conocí en la carnicería, que era de las nuestras. Esperamos en el bar, junto a la recepción, a que las chicas bajen mientras pedimos unas botellas de agua y alguna cerveza. La playa está como a cincuenta metros de la entrada del hotel y debe de formar parte del mismo, porque nos dice el encargado del bar que hay camareros que nos sirven directamente en la arena. —De puta madre —dice Jay—. Oye, ¿dónde están Zipi y Zape? —No he conseguido sacarlos de la cama —dice Rick. —Putos vagos. Venir aquí para pasarse el día durmiendo. —Ellos sabrán. —Alice se encoge de hombros. El ascensor se abre y aparecen Wendy y Alisson, mi mocosa lleva un pareo en la cintura y la toalla colgando del brazo. Si es que es inevitable que los tíos no se le acerquen, joder. —Recoge la baba, hermano. —Me susurra Rick. —Tú estás buscando que te reviente antes de la hora de comer, ¿verdad? El ríe y me guiña un ojo mientras todos vamos hacia la salida. 2. DEL PARAÍSO A LA REALIDAD WENDY ¿Y este de qué cojones va? No piensa hablarme ¿o qué? Pues si espera que sea yo la que vaya donde él, lo lleva claro. Levanto la cabeza con orgullo e ignorándole, y camino junto a Alisson hacia la playa, sé que me está mirando porque le veo de reojo. Será imbécil. —Vamos allí, porfi —dice Alice señalando unas palmeras. —¿Por la sombra? —pregunta Ali. —Sí. Me duele un poco la cabeza y no quiero que me dé el sol. —Vale, vamos. Después de extender las toallas sobre las hamacas, me quito el pareo y saco la crema del bolso. —Jay, ¿me pones un poco? —pido antes de lanzársela. Él mira a Josh y se acerca a mí riendo a la vez que niega con la cabeza. —¿Seguro que quieres que sea yo el que te la ponga? —Dame eso —dice Josh sin dejarme responder. —Ella quiere que se la ponga yo. —Lo vacila retirando la mano para que le quite la crema. —Jay, no me toques los cojones. Trae. —Es coña, es coña. —Ríe y se lo pasa antes de sacar la lengua, travieso. Josh se acerca a mí mirándome con seriedad, pero sin decir nada. Me tumbo boca abajo y me estremezco cuando sus manos esparcen la crema por mi espalda, suelta el lazo de mi biquini y éste cae a los lados. —Nosotros vamos al agua —informa Alisson. —Vale, luego voy —respondo. Cierro los ojos y me relajo bajo su tacto. No dice palabra, noto cómo se mueve y se sienta un poco más abajo. De pronto sus manos acarician mis piernas, mis muslos, vale, se está pasando. —Ya, gracias —digo girándome. —¿Y por delante? —Por delante puedo yo sola. Me mira y dibuja una sonrisa torcida que derrumba todas las barreras que llevaba preparadas. JOSH Sé que es jugar sucio, pero sé que no puede resistirse cuando la sonrío así. Sin embargo, la mocosa es buena, finge que no le afecta y se echa crema mientras se las ingenia para que el biquini no se le caiga. —¿Quieres que te ayude con eso? —Puedo sola. No necesito tu ayuda. —Vamos, pequeña —digo sentándome a su lado en la misma hamaca—. Lo siento, ¿vale? He sido un gilipollas. Deja el bote en la bolsa y me mira, sé que está aguantándose la risa, quiere hacerse la dura y que insista un poco más. —¿Y…? —Y te prometo que a partir de ahora intentaré ser menos… Más… Intentaré que no me afecte tanto cuando un tío quiera ligar contigo. —Lo has prometido. —Me señala. —Lo sé —digo restregándome los ojos. Sonríe y sujeta mi cara para acercarme y poder alcanzar mis labios, me dejo caer sobre ella y nos besamos durante unos minutos, mientras reímos y decimos tonterías. —¿Nos bañamos? Hace mucho calor. —Vale —asiente y se recoge el pelo con una pinza. —Vamos, sube. —Me doy la vuelta para que se monte en mi espalda. Cuando la tengo bien sujeta comienzo a correr y ella grita como una loca mientras nos acercamos al agua. Los demás aplauden cuando ven que ya estamos bien y hacen comentarios cómo: “Siempre igual”, “Parecéis críos”… y un largo etcétera. Nosotros solo reímos porque lo cierto es que tienen razón. WENDY Los próximos días pasan volando. Vamos de la playa a la piscina, de la piscina a la playa y de ésta a la discoteca del hotel. Alice ha empezado a tener nauseas, lo peor es por la mañana, el resto del día lo pasa mejor. En cuanto a Josh y a mí, estamos bien, de hecho, estamos genial. No voy a mentir, hemos tenido alguna que otra pelea... pero lo hemos solucionado. FLASHBACK En cuanto Josh se marcha al baño, el chico que no ha parado de mirarme en toda la noche se acerca y me sujeta por la cintura. —¿Bailas conmigo, morena? —Lo siento, pero tengo novio. —¿Y por eso no puedes bailar conmigo? —Por eso y porque no me da la gana —digo apartando su mano de mi culo. —¿Qué pasa, Wen? —Mi hermano aparece por detrás. —Nada. Todo está bien, Ricky —digo advirtiendo al desconocido con la mirada. —Sí, Ricky. Solo charlábamos —contesta él. —Bueno, creo que ella no quiere seguir “charlando” contigo. Así que será mejor que vuelvas con tus amigos. —¿Qué pasa? —Las manos del hombre que amo en mi cintura me reconfortan. —Nada, Josh. Ya se iba. —Adiós. —Le dice mi chico con una sonrisa fingida. —¿Qué pasa, tío? Puede que sea tu novia, pero no eres su dueño. —Eh, mira, cómo te llames, si ella quisiera hablar contigo, no tendría ningún problema, pero es que no quiere. Así que no veo qué haces aquí todavía. Lo rodeo con los brazos y le doy un beso fugaz en los labios, apoyándole. A ver si el otro imbécil se da por aludido y se larga. —¿Lo ves? —dice guiñándole un ojo. —Que te jodan, maricón —espeta y se da la vuelta para marcharse. —¿Qué has dicho? —Su humor cambia de inmediato, me coloca tras de él y da un paso adelante para sujetar al idiota de la camisa. —Josh —digo tirando de él para que suelte al chico. —Bueno, venga. Ya vale —interviene mi hermano, separándolos y metiéndose en el medio—. Lárgate ya, anda. No queremos problemas. El idiota chasquea la lengua y se marcha con una sonrisa de suficiencia. —Será gilipollas —dice Josh. —Lo prometiste. —Oye, que yo no he hecho nada. Me he portado bien y le he dado la oportunidad de irse, pero es un imbécil. —No tenías que haberle agarrado de la camisa —protesto un poco enfadada. —Nena… —Pero vale, ya está. —Le doy un beso y el acaricia mi trasero, acercándome para besarme con más fuerza—. Vas progresando. —Lo que sea por mi mocosa. FIN DEL FLASHBACK Después de cenar la última noche de nuestro viaje, decidimos coger unas mantas y tumbarnos en las camas que han colocado en la playa para ver la lluvia de estrellas. Rick y Alice se colocan en la redonda, junto a la mía y la de Josh; Alisson va con Jay y Shane, y Tom se tumba con una francesa que ha conocido hace un par de días. No se entienden, pero el lenguaje corporal es universal. —¿Sabes que te quiero? —Me dice Josh mientras los empleados del hotel apagan la última antorcha de la playa. —Lo sé, pero quiero que me lo sigas diciendo —Observo el cielo lleno de estrellas y sonrío. —Te quiero —susurra besándome el cuello—. Te quiero —repite lo mismo contra mi oído—. Te quiero —dice sobre mis labios. —Te quiero. —Río mientras lo beso. Minutos después, la gente de la playa comienza a gritar cada vez que ve una estrella, todos reímos y pedimos deseos igual que cuando éramos niños, aún con la emoción y la confianza por los milagros cósmicos. —Me encantaría poder parar el tiempo y quedarnos aquí. Así —informa apretándome contra él y besando mi cabeza. —A mí también, pero tenemos que volver a la realidad. Yo tengo exámenes que hacer y tú eres un modelo de prestigio ahora —vacilo. —Oye, hablando de eso… —No te preocupes, Josh. Seguiré aquí cuando vuelvas de la gira. —No puedes venir conmigo, ¿verdad? —No puedo perder tantas clases. ¿Cuánto tiempo te queda? —Al menos otro mes. —Es demasiado. —¿Crees que podremos funcionar en la distancia? —Haremos que funcione, Josh. —No quiero perderte, nena. No… no puedo perderte, otra vez no. —Oye, mírame. —Me incorporo y sujeto su barbilla—. Eso no va a pasar. —¿Cómo lo sabes? —Porque estamos bien. ¿No? —Estamos muy bien —asegura con una encantadora sonrisa y me besa. JOSH Tengo esa mierda de sensación postvacacional, han sido los mejores días de mi vida junto a ella, pero también los más cortos. Y tengo miedo. Es normal, ¿no? Quiero decir, después de todo por lo que hemos pasado, pensar que ahora tendremos una relación a distancia es algo preocupante y confuso. Incertidumbre, esa es la palabra que describe cómo me siento. —Pequeña, voy a echarte mucho de menos —hablo mientras observo cómo se lava los dientes, apoyado en la puerta de su baño. Ella dice algo, pero no entiendo nada debido a toda la pasta de dientes que tiene en la boca, solo río y le paso la toalla para que se seque después de terminar. —Decía que yo también te echaré de menos, mucho. —Se acerca y me da un beso—. ¿Vamos a dormir? Estoy cansadísima. —Sí, vamos. Abrimos la cama entre los dos y cada uno nos tumbamos en nuestro lado tras deshacernos de casi toda la ropa. —Ven aquí, mocosa —digo riendo y abrazándola. —¿Sabes? Al principio odiaba que me llamaras así, pero ahora me gusta. —Ah, ¿sí? —pregunto divertido. —Sí. Bueno, no es que me guste, me refiero a que ya no me molesta. Es como algo… nuestro, no sé si me entiendes. —Claro que te entiendo. —Aproximo mis labios a los suyos cuando su móvil comienza a sonar—. ¿No lo coges? —Quien sea, puede esperar. —Igual es importante, responde, anda —digo dándole otro beso. WENDY Me levanto y saco el móvil del bolso mientras dedico una sonrisa al hombre de mi vida, normalmente vivo pegada a mi teléfono, pero cuando estoy con él no lo necesito. En cuanto veo quien es en la pantalla, cuelgo y lo dejo sobre la mesilla. —¿Qué pasa? —Nada —respondo con una sonrisa falsa. —¿Quién es? —Nadie. ¿Vemos una peli? —Nena. —Se incorpora en la cama y arquea una ceja. —No es nadie, en serio —insisto, pero el maldito móvil vuelve a sonar. —Entonces no te importará que lo vea —dice extendiendo la mano para que se lo pase. —Joder. Es Connor. —Repite eso —dice levantándose de la cama. —A ver, tranquilízate. No es lo que piensas —aseguro al ver su cara mientras se acerca. —Estoy a cinco segundos de perder la cabeza, Wendy. —Aquella noche… antes de irnos al viaje… —¡Sabía que habías estado con él! ¿Os acostasteis? —¡No! ¡Solo somos amigos! —No puedes ser amiga de un tío que está loco por ti y al que te has tirado tantas veces. Por no mencionar todo lo demás —indica con seriedad. —Pues lo siento, pero es lo que hay. Connor siempre ha estado ahí para mí y voy a seguir siendo su amiga, te guste o no. —Me cruzo de brazos convencida a no ceder. —Wendy. Nena. Por favor —habla a la vez que trata de controlar sus nervios—. No me hagas esto. ¿Cómo esperas que te deje aquí más de un mes sabiendo que vas a estar con él? —Porque tienes que confiar en mí —digo y él abre la boca para quejarse, pero no lo dejo—. Oye, Josh, sé que te he fallado. Ambos lo hemos hecho, pero se supone que estamos empezando de cero, ¿no? —Sí. —Pues ya está. Confía en mí, por favor, solo somos amigos. —¿No sientes nada por él? —No. —¿Estás segura? —Sí, totalmente —prometo pasando los brazos por su cuello. —No… no sé si voy a ser capaz. Si te soy sincero, lo dudo. —Inténtalo. Estoy completamente loca por ti, bobo, no puedo fijarme en nadie más. —Dios —suspira y niega con la cabeza resignado—. Está bien. —Este es mi chico. Vamos a dormir. —¿No le vas a devolver la llamada? —No, puede esperar a mañana. Aunque… —Venga. Antes de que me arrepienta, joder. —Solo un mensaje, no quiero que se preocupe. Me siento a su lado en la cama y veo que está mirando por encima de mi hombro para ver qué escribo. —“Perdona por no responder, estoy en la cama ya. Ha sido un viaje largo y estoy agotada. Prometo llamarte mañana y contarte todo. Un besito.” —repite en voz alta—. El beso sobra. —Josh. —Vale, vale. Venga, mándalo y deja el maldito teléfono. Le doy a enviar y me tumbo a su lado, después de poner el móvil en silencio y dejarlo sobre la mesilla. —Gracias —murmuro. —¿Por qué? —Por intentarlo. Sé lo que Connor significa para ti. —Te quiero demasiado. —Y yo a ti. En cuanto a tu jefa… —Ni lo menciones. —Me interrumpe. —Bueno, tengo que hacerlo. —Ahora estamos juntos, nena. No voy a hacer nada que lo estropee. —Yo tampoco. —Venga, vamos a dormir. Mañana tienes clase. Me da un beso en la cabeza y acaricia mi pelo hasta que caigo rendida por el sueño. JOSH Ni puta gracia es lo que me hace el saber que ese imbécil va a estar rondando por aquí, pero ¿qué puedo hacer? Nada. No me va a hacer caso y si sigo insistiendo, lo único que voy a conseguir es que tengamos problemas. Otra vez. —No —lloriquea cuando suena el despertador—. Mierda, todavía es de noche. —Venga, me levanto contigo. —No hace falta. Hace mucho frío y no tienes nada que hacer hasta dentro de dos días. —Por eso. Pienso estar contigo todo lo que pueda hasta que me vaya, así que venga —digo levantándome—. Arriba, niña. Dúchate mientras preparo algo para desayunar. —Gracias —responde con una sonrisa. —¿Te apetece dulce o salado? —Salado. —Bien. Me dirijo a la cocina y saco todo para preparar un desayuno digno de la única mujer que he amado en mi vida, cuando estoy acabando de freír el bacon, vibra mi móvil. Jay cambió el asunto a “Trauma post-vacacional” 06.43am Tom Totalmente de acuerdo. 06.44am Alice Muy de acuerdo. ¿Volvemos? Jajaja. 06.44am Rick Cielo, tú lo que deberías hacer es venirte a vivir conmigo, oficialmente, de una vez. 06.44am Yo Rick, maricón, sal de la cama y ven a prepararle el desayuno a tu hermana. 06.45am Rick Prepáraselo tú que para eso eres su novio. 06.45am Alice Esta semana. 06.46am Rick Esta semana ¿qué? 06.46am Alice Que me mudo contigo. 06.46am Mocosa ¿¡En serio!? 06.47am Yo Nena, qué rápido te has duchado. Vuelve a meterte que ahora voy. 06.47am Mocosa Calla, bobo, Jajaja. 06.47am Alisson ¿Qué cojones hacéis despiertos a estas horas? 06.47am Rick ¿En serio? 06.47am Alisson ¿Eh? 06.48am Rick Le digo a Alice. ¿Cariño, en serio vas a mudarte conmigo esta semana? 06.48am Alice Que siiii. 06.48am Rick Dios, sí. Te comería a besos si estuvieras aquí. 06.48am Mocosa ¡Sí! 06.48am Shane Cerrad la puta boca, joder. Qué pesados sois. 06.49am Alisson ¿Te has despertado gruñón, mi pequeño? 06.49am Shane Triste porque no estás aquí. 06.49am Jay Está conmigo. Dándome calorcito en la cama. Alice añadió a Tiff Alice añadió a Amy 06.49am Tom ¡Pringado! Jajaja. 06.50am Shane … 06.50am Alisson Ni puto caso. Estoy en mi casa. 06.50am Jay No mientas, nena. No podemos ocultarlo más. 06.50am Shane ¬¬ 06.50am Alisson ¡Jay! 06.51am Jay Jajaja. 06.51am Yo Jajaja. 06.51am Alice Me he perdido. 06.51am Rick ¿Cómo te encuentras, cielo? 06.51am Alice Bueno, las putas nauseas deberían desaparecer pronto. 06.52am Mocosa ¡Tiff! 06.52am Tiff ¡Hola a todos! 06.52am Mocosa ¡Que ganas tengo de verte! Pero no de ir a clase. 06.52am Tiff Lo sé, pero no te quejes, llevas diez días en el paraíso. 06.53am Tom Y tan paraíso… puf. 06.53am Rick Bueno, seguro que desaparecerán pronto, mi amor. ¿Entonces te voy a buscar y hacemos la mudanza hoy? 06.53am Amy ¿Eh, mudanza? ¿Qué habláis? 06.53am Mocosa Hola, Amy… 06.54am Amy Hola… 06.54am Tom Chan chan… tensión. 06.54am Yo Calla, idiota. Vosotras dos, deberíais arreglar las cosas ya. 06.54am Mocosa Estoy de acuerdo. 06.55am Amy Te he echado de menos… 06.55am Jay Ohh… súper amigas otra vez, Jajaja. 06.55am Tiff Jajaja, sois un par de bobas. 06.55am Mocosa Lo siento. Yo también te he echado de menos. 06.55am Amy Yo también lo siento. 06.56am Alisson ¡Fiesta para celebrarlo! 06.56am Mocosa Jajaja, tu aprovechas la mínima para hacer una fiesta. 06.56am Alisson Pues claro, Jajaja. 06.56am Yo Nena, deja el móvil y vístete o llegarás tarde. 06.56am Mocosa Es que no dejáis de hablar y quiero cotillear, Jajaja. WENDY Dejo el móvil sobre la cama y termino de ponerme la ropa, me abrigo porque está lloviendo y hay una niebla horrible, así que el frío será indecente. —Cotilla —dice sonriendo cuando me siento en la cocina—. Come antes de que se te enfríe. —Huele genial, gracias —digo cogiendo el tenedor—. ¿Tú no comes? —Yo me vuelvo a la cama en cuanto te vayas —Ríe desde en frente. —Es verdad. Vete ya, venga, bastante has hecho. —¿A qué hora sales? —A las dos. —¿Vienes para casa cuando acabes? —Directa —respondo dándole un beso con una sonrisa. —Bien. Te quiero, pequeña. —Te quiero. 3. SALDRÁ BIEN, MOCOSA WENDY —¡Wendy! —grita Tiffany cuando llego al parking. —¡Hola, Tiff! —Sonrío emocionada y la abrazo al salir del coche. —¿Qué tal? —Bien. Muerta de sueño, pero bien. —Ya somos dos. —¿Alguna novedad? —pregunto mientras caminamos hacia clase. —Nada. Solo un trabajo para el mes que viene, después te paso todo. —Vale. —¿Y tú? —Yo, ¿qué? —¿No tienes nada que contarme? —sugiere dándome con el codo y sonriendo. —Boba. —Río con ella—. Pues ya te habrás dado cuenta. Josh y yo estamos juntos. —¿Pero esta vez es definitivo o vais a durar dos días? —Qué idiota eres. Espero que sea definitivo… —Bueno, entonces hay que celebrarlo. —¿En que habías pensando? —Mi primo da una fiesta mañana por la noche. —No puedo… —¿Por qué? —Josh se va pasado mañana. —Bueno, pues con más razón, que se despida con una buena fiesta. —No lo sé. Hablaré después con él y te digo algo. —Vale, pero que sepas que Jordan tiene muchas ganas de verte. —Yo a él también. Tras aparcar el coche y saludar a unos cuantos compañeros, ambas nos dirigimos a clase, nos sentamos en nuestros sitios y sacamos el libro mientras el profesor empieza la clase. A pesar de haber faltado tantos días, no parece que me haya perdido mucho, así que saco la agenda y empiezo a hacer dibujitos al lado del calendario. Hoy es veintidós de septiembre. Tacho los días y observo el redondel rojo sobre el número quince. Mierda. —¿Qué pasa? —susurra Tiff al ver mi cara. —Nada. —Mentira —dice quitándome la agenda—. ¿Qué? —Me tenía que haber bajado la regla hace una semana. —Bueno, se te habrá retrasado por los nervios del viaje y eso. —No. Nunca se me retrasa, soy un reloj, Tiff… —¿Y entonces? Le hago un gesto para que se calle porque el profesor nos está mirando de reojo, y no puedo evitar pasarme el resto de la hora dándole vueltas a la cabeza. Es imposible. No lo es… La clase termina y todos vamos saliendo del aula con ganas de almorzar, aunque yo tengo un nudo en el estómago. —Vamos a ver. ¿Me estás diciendo que podrías estar embarazada? — pregunta Tiffany mientras vamos a la cafetería. —Por poder… pero no, joder. —¿Lo habéis hecho sin condón? —Tal vez… —digo evitando su mirada. —¡Wendy! —Ya lo sé. —Tienes que hacerte el test. Ya. —Tengo que hablar con Josh primero. Al finalizar las clases, regreso a casa, entro en el ático y voy directa a mi habitación, necesito lavarme la cara y pensar unos segundos antes de decirle nada. Mientras estoy sentada en el váter, leo las notificaciones de mi móvil. Whatsapp 13:35 Connor – ¿Que tal el primer día de clase? Podríamos quedar cuando… Whatsapp “Trauma postvacacional” 56 mensajes nuevos 2 llamadas perdidas de Josh Joder, tengo que llamar a Connor, no me acordaba. Y Josh, ¿cuándo me ha llamado? Mierda, tengo el móvil en silencio. Me observo unos segundos en el espejo antes de salir armada de valor, pero entonces me lo encuentro junto frente a mí, esperándome. —Nena, ¿cuándo has llegado? —Hace dos minutos —digo dándole un beso. —Te he llamado. —Acabo de verlo, lo tenía en silencio. ¿Qué tal el día? —pregunto mientras me pongo el pijama. —Aburrido. ¿El tuyo? —Igual, ya tenía ganas de volver. —Y yo de que volvieras —dice abrazándome y acercándome a él. —Tengo que decirte algo… —¿Qué pasa? —Bueno… no te preocupes, ¿vale? Es imposible… —Nena. —Hace una semana que tenía que haberme bajado la regla. JOSH En cuanto dice lo que creo que ha dicho, la suelto y me separo un poco para mirarla bien. Necesito analizar cada uno de los centímetros de su rostro para averiguar si está de coña, aunque yo no le veo la gracia. —Si es alguna clase de broma… —No lo es. —¿Estás…? —No. —Me interrumpe—. Bueno, no lo sé, pero vamos, que es imposible. —No es imposible. —Ya, pero quiero decir que… no me jodas. No puede ser. —Tenemos que ir al médico. Ahora. —Me doy la vuelta para dirigirme hacia la puerta, pero ella no se mueve. —No. —¿Cómo qué no? Necesito saber si estás embarazada o no. —He comprado un test —dice sacándolo de la mochila. —No me fio de eso. Prefiero que te vea un médico, le diré a Alice que llame a su ginecólogo —indico a la vez que saco mi teléfono del bolsillo. —Josh. Ey —dice sujetando mi mano—. Para. Vamos a pensarlo un segundo. WENDY Se sienta en la cama y se restriega el pelo con nerviosismo, lleno mis pulmones de aire para acompañarlo, aunque lo cierto es que no sé qué decir. ¿Embarazada? Dios mío. —Pueden ocurrir dos cosas —comienzo cautelosa—. Que sea que no… —O que sea que sí —espeta sin más. —Exacto. Si es que sí… ¿Qué vamos a hacer? Me mira, se levanta en silencio y anda por la habitación unos segundos, supongo que pensado qué decir e igual de asustado que yo. —Creo que antes de decidir nada deberíamos saber si es que sí o que no. —¿Pero y si…? —Nena, no puedo… —Bufa y vuelve a revolverse el pelo—. Prefiero esperar a saberlo. —Está bien. Llamaré a Alice. Cojo mi teléfono y Josh se sienta a mi lado mientras espero a que responda. —¿Alice? —Wen, dime, cielo. Iba ahora para tu casa. —Ah, vale. Pues entonces espero a que vengas. —Vale, estoy ahí en seguida. ¿Pero pasa algo? —Ahora te digo. —Vale, hasta ahora. —Un beso —digo antes de colgar. —¿Qué te ha dicho? —Viene ahora. Habrá quedado con mi hermano. —Sí, viene a cenar. Bueno, y supongo que se quedará a dormir. Permanecemos sentados unos segundos en silencio, lo observo de reojo, pero no me atrevo a decir nada. Los segundos pasan y un nudo se va formando en mi garganta. —¿Por qué no quieres hablar de esto hasta que lo sepamos? —No lo sé, Wendy. Es algo… inesperado. —Lo sé. —Por una parte, lo pienso y me alegra —dice sonriendo para sí mismo —. En el sentido de que, joder, tener un bebé contigo sería… —¿Y por otra parte? —Por otra parte… —Voltea la cabeza y sostiene mis manos entre las suyas—. Somos muy jóvenes, sobre todo tú. Nena, tienes diecinueve años. Además, acabamos de volver, no lo sé, es todo muy precipitado. Un bebé no es cualquier cosa. —Ya lo sé. Yo solo… creo que tenemos que pensarlo. —¿Ves? Por esto no quería hablar aún, ni siquiera sabemos si lo estás. —Ya, pero en el caso de que sea que sí… —En el caso de que sea que sí, ya lo pensaremos. —Me interrumpe—. Ven aquí —dice tirando de mí para que me siente sobre sus piernas y abrazarme. JOSH Cuando escuchamos la puerta, le doy un beso y los dos vamos hacia el salón. Nos encontramos con Rick, saliendo de su cuarto. —Hermanita —dice dándole un beso—. ¿Qué tal el primer día? — pregunta mientras entramos—. Hola, mi amor. Alice le da un beso y nos mira después al ver que aún no hemos abierto la boca. Rick también se percata y se da la vuelta. —¿Qué ocurre? —interroga con una ceja alzada. —Sí que os ha sentado mal la vuelta —comenta Alice. —Necesito una cita con tu ginecólogo —comunica Wendy sin más. Joder, cuando quiere bien que va directa al grano. Todos la miramos, yo sorprendido por su manera de decirlo tan decidida y, ellos dos, extrañados y ¿preocupados? —¿Qué te pasa, te encuentras mal? —Rick se acerca. —Cariño —dice Alice—. Creo que no es por eso. Él la mira y parece que con los ojos se entienden porque se gira de nuevo y abre la boca para decir algo, pero vuelve a cerrarla sin encontrar las palabras. —No estamos seguros —informo porque es la verdad. —Dios —Rick se tambalea hasta sentarse en el sofá, y Wendy camina para colocarse a su lado. —Yo creo que es imposible, pero hace una semana que me tenía que haber bajado la regla y… Bueno, no lo sé. —¿Por qué cojones lo hacéis sin condón? —No solemos hacerlo… —Con una vez es suficiente para que pase, cielo —comenta Alice sentándose al otro lado y acariciando su barriga. —Ya lo sé. —Wendy agacha la cabeza. —Alice, ¿puedes pedir cita? —Pido antes de suspirar y frotarme los ojos. —Claro, ahora mismo le llamo —dice levantándose y yendo hacia la habitación. Tiro de Wendy para que se levante y le doy un abrazo, está temblando. —Nena, no te preocupes. Sea lo que sea, voy a estar contigo. Lo sabes, ¿no? —Mmm… —asiente poco convencida, Rick solo nos mira sin decir nada. —Oye. —Levanto su barbilla para que me mire—. No voy a dejarte sola, ¿de acuerdo? —Sí. Vale —dice apoyando la cabeza en mi pecho. —¿Qué vais a hacer? —Rick habla de repente. —¿A qué te refieres? —inquiero, aunque puedo imaginarlo. —¿Vais a tenerlo? —Ni siquiera sabemos si está embarazada. —Si lo está, ¿vais a tenerlo? —Lo decidiremos cuando lo sepamos —respondo incómodo por su seriedad. Sé que esto no es ningún juego, pero no me gusta la forma en la que nos está hablando. —Sería el mayor error de vuestra vida —dice con dureza. —No te pases… —Separo a Wendy y lo miro, ya sé por dónde va. —Lo siento, es mi opinión. ¿Cuántas veces lo habéis dejado? ¿Cincuenta? —Ese no es tu problema, hermano. Y no vayas por ahí… —advierto con la mirada, Rick y yo siempre nos hemos entendido perfectamente solo con mirarnos. —Josh, un bebé no es un juguete. No podéis deshaceros de él cuando os aburráis. Hace una semana que habéis vuelto y Dios sabe lo que durareis esta vez. —Te estás pasando —repito comenzando a enfadarme de verdad. —Josh… déjalo… —Wendy me agarra del brazo—. No sé si estoy embarazada, Rick, pero si lo estoy, será decisión nuestra lo que hagamos, no tuya. —¿Quién va a ocuparse de ti cuando él te deje? —Rick. Basta —ordeno apretando los puños y acercándome a él. —No basta, no. Solo quiero que abráis los ojos, no sé ni cómo estáis planteándoos la opción de tenerlo si ni siquiera sois capaces de cuidar de vosotros mismos. —Ya vale —Alice aparece por el salón en el momento más indicado—. Rick, esto no es decisión tuya. Cielo, tienes cita mañana a las diez — informa a Wendy. —Gracias, Alice —contesta ella a la vez que tira de mi brazo hacia la puerta—. Vamos a que nos dé un poco el aire. Rick y yo nos miramos desafiantes unos segundos más, me está hinchando los cojones, es su hermano, pero esto no es asunto suyo. Permanezco inmóvil hasta que Alice se mete en medio y lo empuja hacia atrás con suavidad. —Basta, Rick. —Oigo que le susurra. —Josh, vamos. Necesito salir —suplica Wendy tirando de mí con más fuerza. Sin dejar de mirar a este idiota, cojo mi cazadora y le doy la mano, le paso su chaqueta y salimos del ático sin decir una palabra más. WENDY No sé qué mierdas le ha pasado a mi hermano. Comprendo que no le haga gracia, pero, joder, de ahí a ponerse como se ha puesto… Se ha pasado. —Tranquilízate. —Sujeto la mano de Josh para que deje de apretar el puño—. No entiendo por qué ha reaccionado así. Él solo niega con la cabeza y toma varias respiraciones profundas mientras salimos del portal y vamos hacia el parquecito que hay unos metros más allá. —Sabes que no voy a dejarte, ¿verdad? —¿Eh? —pregunto distraída. —Tu hermano ha dicho que a ver quién va a ocuparse de ti cuando yo te deje. No voy a hacerlo, Wendy —promete mirándome a los ojos. —Ya lo sé. Y él no quería decir todo eso, estoy segura de que lo ha hecho porque le ha pillado por sorpresa. —No. Lo ha dicho de verdad —dice mirando hacia la fuente que tenemos en frente—. Mira, no voy a mentirte. No creo que estemos preparados para ser padres, pero si estás embarazada y quieres seguir adelante, estaré contigo y me alegraré. —Lo sé, Josh. No es necesario que me lo digas más veces. —Te lo diré las veces que haga falta hasta que te quede claro. —Pues ya me ha quedado claro. —Sonrío para quitarle un poco de hierro al asunto. —Vale. —Él no sonríe, pero me da un beso. Nos quedamos un rato más en el parque, en silencio, abrazados en