2012 [Cuetos Vega] Neurociencia Del Lenguaje (1)

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Neurociencia del Lenguaje
Bases neurológicas e implicaciones clínicas
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Neurociencia del Lenguaje
Bases neurológlcas e implicaciones clínicas
Fernando Cuetos Vega
Catedrático de Psicología Básica,
Departamento de Psicología,
Universidad de Oviedo
ERRNVPHGLFRVRUJ
ESCIlElA UNIVEISnAlIA DE TRABAJO SOCI~'
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Depósito Legal: M·38.578·2011
Impreso en España
S. A.
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Indice de autores
Aguado Alonso, Gerardo
Profesor Titular, Departamento de Educación, Área de Psicología Evolutiva
y de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Navarra,
Pamplona.
Belinchón Carmona, Mercedes
Profesora Titular, Departamento de Psicología Básica, Área de Psicología
Básica, Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Madrid.
Cuetos Vega, Fernando
Catedrático, Departamento de Psicología, Área de Psicología Básica, Facultad
de Psicología, Universidad de Oviedo.
Domínguez Martínez,
Alberto
Profesor Titular, Departamento de Psicología Cognitiva, Área de Psicología
Básica, Facultad de Psicología, Universidad de La Laguna, Tenerife.
González-Nosti,
María
Profesora Contratada, Departamento de Psicología, Área de Psicología Básica,
Facultad de Psicología, Universidad de Oviedo.
lgoa González, José Manuel
Profesor Titular, Departamento de Psicología Básica, Área de Psicología Básica,
Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Madrid.
López-Escribano,
Carmen
Profesora Contratada, Departamento de Psicología Evolutiva y de la
Educación, Facultad de Educación, Universidad Complutense de Madrid.
Martín-Loeches
Garrido, Manuel
Profesor Titular, Departamento de Psicobiología, Facultad de Educación,
Universidad Complutense de Madrid.
Marulanda
Páez, Elena
Profesora Contratada, Facultad de Educación, Pontificia Universidad ]averiana,
Bogotá, Colombia.
Rodríguez-Ferreiro,
Javier
Profesor Contratado, Departamento de Psicología Básica, Facultad de Psicología,
Universidad de Barcelona.
Prefacio
Si echamos un vistazo a los libros escritos en castellano que tratan sobre las
bases neurológicas del lenguaje podremos ver que la mayoría parte del modelo
formulado por Geschwind en los años sesenta. En ese modelo se distinguen dos
grandes zonas del cerebro responsables del procesamiento lingüístico: el área de
Broca en la tercera circunvolución del lóbulo frontal izquierdo y el área de Wernicke en la circunvolución
superior posterior del temporal izquierdo. El área
de Wernicke es responsable de la comprensión
oral, y el área de Broca, de la
producción oral. Ambas áreas están conectadas a través del fascículo arqueado.
A partir de ese modelo se distinguen varios síndromes afásicos que resultan de
la lesión en alguna de esas áreas: afasia de Broca y afasia de Wernicke si se daña
una de esas dos zonas, afasia de conducción si se daña el fascículo arqueado,
afasia global si la lesión es masiva, etcétera.
Sin embargo, las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Gracias a
los enormes avances producidos en este campo, fundamentalmente
con el desarrollo de la neurociencia cognitiva y, en particular, de las modernas técnicas de
neuroimagen, se ha comprobado que la relación cerebro-lenguaje es mucho más
compleja de lo que inicialmente se pensaba. y, aunque el modelo de Geschwind,
en esencia, continúa siendo válido, es demasiado simple para explicar algo tan
complejo como es el procesamiento
lingüístico y sus correlatos neurológicos. El
lenguaje implica muchos más procesos que los de comprender y producir palabras; supone procesar fonemas y combinar esos fonemas para formar palabras,
combinar palabras para formar oraciones, extraer los significados de las palabras individuales y los mensajes de las oraciones, entender el sentido retórico
o metafórico de las frases, etc. Consecuentemente,
son muchas las zonas del
cerebro que intervienen en el procesamiento lingüístico, además de las áreas de
Broca y Wernicke. Los estudios recientes muestran que en el lenguaje participan
amplias zonas de los lóbulos temporal, parietal y frontal del hemisferio izquierdo, así como zonas del hemisferio derecho. Incluso intervienen también estructuras subcorticales como el tálamo o los ganglios basales.
Por otra parte, la taxonomía de síndromes es insuficiente para explicar toda
la amplia variedad de trastornos afásicos que se pueden producir como consecuencia de las lesiones cerebrales. Son muchos los trastornos afásicos que no encajan en esos síndromes. Además, las técnicas de neuroimagen están poniendo
de manifiesto que no hay un correlato neuronal claro para los síndromes, pues
se ha comprobado que algunos pacientes con afasia de Broca no tienen dañada
el área de Broca y, a la inversa, pacientes con lesión en el área de Broca no presentan el síndrome de Broca. Y lo mismo sucede con los restantes síndromes,
entre ellos el de Wernicke.
En consecuencia, el modelo clásico de Geschwind ha tenido que ser reemplazado por modelos más complejos y sofisticados, y la tipología de síndromes,
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
por categorías de trastornos más específicos y explicables por esos modelos.
Más que clasificar a un paciente como afásico de Wernicke de lo que se trata
ahora es de averiguar si sus problemas de comprensión se originan en el plano
semántico, léxico, fonológico, etc. Así, las baterías clásicas de evaluación de los
pacientes (como el test Boston) han sido sustituidas por baterías basadas en los
modelos de procesamiento lingüístico, como la evaluación del procesamiento
lingüístico en la afasia (EPLA) o la batería de evaluación de los trastornos afásicos (BETA).
Sin embargo, estos importantes cambios aún no aparecen reflejados ni en los
libros ni en la práctica clínica. Por esta razón, el objetivo de Neurociencia del
lenguaje: bases neurológicas e implicaciones clínicas es mostrar el estado actual
de las investigaciones en el campo de la neurociencia del lenguaje en toda su
complejidad, es decir, separando los diferentes niveles del lenguaje (fonológico,
morfológico, sintáctico, etc.) y analizando las bases neurológicas de cada nivel.
El libro consta de diez capítulos: cinco destinados a los principales componentes del lenguaje, es decir, fonología, morfología, sintaxis, semántica y
pragmática; dos al lenguaje oral, uno dedicado a la comprensión y otro a la
producción; dos al lenguaje escrito, uno a la lectura y otro a la escritura, y el
capítulo de introducción en el que presentan los antecedentes de la neurociencia del lenguaje y se describen brevemente las principales metodologías que se
emplean en el estudio de las bases neurológicas del lenguaje. Cada capítulo comienza con una breve introducción del tema, a la que siguen una descripción de
los procesos cognitivos implicados en el procesamiento del sistema que se trate
(fonológico, sintáctico, etc.), el análisis de las bases neuroanatómicas
de esas
operaciones y, finalmente, una reseña de los tipos de trastornos afásicos que se
producen cuando se daña alguna de esas operaciones.
Los destinatarios de este libro son todas las personas interesadas en conocer
las bases neurológicas del lenguaje y, especialmente, los estudiantes de psicología, medicina, logopedia, enfermería, lingüística y cualquier otra disciplina en
la que se trate este apasionante tema. Pensando en los estudiantes, todos los
capítulos terminan con un resumen, en el que se recogen los contenidos principales del capítulo, y cinco preguntas de autoevaluación para que el lector pueda
comprobar si ha comprendido las ideas principales expuestas en cada capítulo.
Dadas la complejidad y la extensión del texto he querido contar con colaboradores especialistas en los diferentes temas para conseguir una visión más completa y profunda. Mi especial agradecimiento por su aceptación y buena disposición a participar en esta obra, así como por haber seguido las indicaciones
dirigidas a conseguir una homogeneización de los capítulos y la presentación
del estado actual de cada tema de manera rigurosa y seria, pero con un lenguaje
directo y asequible para que el libro resulte ameno y atractivo. Creo que lo han
logrado de manera sobresaliente.
Fernando Cuetos
,
,
Indice de capítulos
Capítulo 1
Introducción
1
Fernando Cuetos
Capítulo 2
Comprensión oral
María González-Nosti
y Fernando Cuetos
15
Capítulo 3
Producción oral
Javier Rodríguez-Ferreiro
y Fernando Cuetos
31
Capítulo 4
Fonología
47
Gerardo Aguado
Capítulo 5
Morfología
Alberto Domínguez
y Fernando Cuetos
65
Capítulo 6
Sintaxis
77
Manuel Martín-Loeches
Capítulo 7
Semántica
Javier Rodríguez-Ferreiro
93
Capítulo 8
Pragmática
José Manuel Igoa, Mercedes Belinchón
y Elena Marulanda
111
Capítulo 9
Lectura
Fernando Cuetos y Alberto Domínguez
137
Capítulo 10
Escritura
Carmen Lopez-Escribano
153
índice analítico
171
Introducción
Fernando Cuetos
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Concepto de Neurociencia del lenguaje
Estudios con pacientes afásicos
Técnicas electrofisiológicas y de neuroimagen
Conclusiones
CONCEPTO DE NEUROCIENCIA
DEL LENGUAJE
La Neurociencia
del lenguaje es una disciplina joven, aunque con profundas raíces en
el tiempo, que estudia la organización dellenguaje en el cerebro. I Profundas raíces, porque
hace ya muchos años que los investigadores están interesados en conocer las bases neurológicas del lenguaje; joven, porque la forma en que
la Neurociencia aborda el tema, tanto en el enfoque como en la metodología,
es nueva. Por
una parte, trata de integrar diferentes disciplinas que investigan sobre el lenguaje y sus bases
neurológicas, pues actualmente nadie duda de
que para entender algo tan complejo como es
la organización del cerebro humano es necesario aunar los diferentes enfoques teóricos y
metodológicos;
por otra, hace uso de todos los
medios posibles, y, en este sentido, las modernas técnicas de neuroimagen,
al permitir visualizar el funcionamiento
del cerebro de las
personas mientras realizan determinada
tarea
lingüística, han supuesto un salto cualitativo
en este campo.' En definitiva, la Neurociencia
del lenguaje persigue los mismos objetivos que
la Neuropsicología
clásica o la Neurolingüístiea, pero sus métodos han cambiado.
Los avances tecnológicos han sido claves en
estos cambios, pues hasta la segunda mitad del
siglo xx la única manera de estudiar las bases
neurológicas del lenguaje era observando, mediante autopsia, los cerebros de personas que
habían tenido trastornos
afásicos para comprobar qué zona del cerebro era la que estaba
dañada. Conociendo
el tipo de trastorno lingüístico que habían tenido en vida y el área que
había sido dañada, se podía establecer una relación entre áreas cerebrales y funciones lingüísticas. Con este procedimiento
se descubrió
el papel que juegan importantes regiones del
cerebro en el lenguaje, como el área de Broca
o el área de Wernicke, por citar sólo las más
conocidas.
Con la llegada, a partir de los años setenta, de las primeras técnicas de neuroimagen
(como el escáner), se produjo un importante
cambio en la metodología de estudio, pues ya
no era necesario esperar a que un paciente muriese para comprobar dónde tenía la lesión, ya
que se podía comprobar en vivo, lo que incrementaba la posibilidad de hacer estudios con
muestras amplias de pacientes. Pero el salto
espectacular en este campo llegó en las dos últimas décadas, con la confluencia de varios hechos importantes. El desarrollo de las técnicas
de neuroimagen funcional, como la resonancia
magnética funcional o la magnetoencefalografía, que permiten observar el funcionamiento
cerebral tanto en pacientes como en personas
sanas mientras hacen uso del lenguaje, posibilita la realización de experimentos en los que se
puede ir cambiando la tarea para comprobar
en cada caso qué zonas del cerebro se están activando. Incluso algunas técnicas de neuroimagen recientes, como la tractografía, consiguen
visualizar los tractos de la materia blanca que
unen zonas corticales, y que también juegan
un papel importante en el procesamiento
del
lenguaje.
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Otro hecho de gran importancia para el desarrollo de la Neurociencia del lenguaje fue la
elaboración, por parte de la Psicolingüística, de
modelos cada vez más complejos que detallan
la estructura y organización de todos los componentes del sistema de procesamiento dellenguaje. Estos modelos son fundamentales
para
poder explorar con éxito la organización del
lenguaje en el cerebro, ya que sin ellos no se
pueden interpretar los datos que proporcionan
las técnicas de neuroimagen.
Además, cuanto
más detallados son esos modelos, más fácil resulta entender los datos y encontrar el correlato neurológico de los distintos componentes
del sistema de procesamiento
lingüístico.
Los estudios neuropsicológicos
clásicos utilizaban modelos lingüísticos muy sencillos, como
si el lenguaje consistiese sólo en entender y
producir palabras. A consecuencia de ello, la
cantidad de áreas cerebrales que se suponía
intervenían en el lenguaje era muy reducida.
Pero en cuanto se empezaron a elaborar modelos más complejos en los que se consideraban
otros aspectos del lenguaje, como las reglas
sin tácticas para formar oraciones o las claves
prosódicas para interpretar
el verdadero significado de algunas expresiones, se comenzó a
comprobar que son muchas más las áreas que
intervienen en el lenguaje de las que en principio se creía.
En la misma línea, también se comprobó que
los tipos de trastornos afásicos que se pueden
producir debido a lesiones cerebrales son más
variados de lo que recoge la tipología clásica.
La afasia de Broca engloba, en realidad, un
conjunto de subsíndromes (agramatismo, trastornos articulatorios,
etc.) que son disociables
entre sí, lo que significa que pueden aparecen
en unos pacientes y no en otros; y lo mismo
sucede con la afasia de Wernicke. Claramente,
el modelo clásico y la tipología de síndromes
iban resultando cada vez más insatisfactorios
para explicar la implicación de nuevas áreas
cerebrales y la aparición de nuevos tipos de
trastornos afásicos.
Por otra parte, los estudios con pacientes estaban enfocados a la búsqueda de centros cere-
brales responsables de determinadas funciones
lingüísticas (centro de comprensión de palabras,
centro de producción, etc.), como si el cerebro
estuviese organizado por centros o módulos.
Hoy en día, a partir de los numerosos estudios
realizados sobre el funcionamiento
cerebral, se
sabe que el procesamiento cognitivo no se realiza en centros específicos, sino a través de redes
neuronales que se extienden por amplias zonas
del cerebro.
Históricamente,
la idea de redes neuronales
procede de Donald Hebb, quien propuso la noción de «asambleas neuronales» en 1949. Estas
asambleas hacen alusión a conjuntos de neuronas que se coactivan ante los mismos estímulos
o las mismas tareas, y tal coactivación conlleva,
a su vez, una asociación de las mismas, para
que en próximas ocasiones vuelvan a activarse simultáneamente. Además, estas asociaciones pueden ocurrir entre neuronas próximas o alejadas,
lo que tiende a diluir el concepto de localización
de funciones cerebrales.
Los estudios de neuroimagen muestran, sin
lugar a dudas, que ante la realización de determinada tarea lingüística no se activa un único
centro cerebral, tal como sería esperable en base
al modelo clásico, sino que se activan varias zonas cerebrales, incluso bastante apartadas entre
sí. Cualquier actividad, por simple que sea, requiere la activación de múltiples neuronas que
forman parte de una misma red, aunque estén
muy alejadas espacialmente. Así, las redes responsables de palabras con alto contenido olfatorio (por ejemplo, perfume o incienso) se extienden por las regiones cerebrales responsables
del olfato, o las redes responsables de palabras
referentes a acciones (por ejemplo, agarrar o
saltar) se extienden por las áreas premotoras
en el lóbulo frontal. 3 Obviamente, estas redes
pueden tener mayor densidad de neuronas en
una zona determinada y, por ello, una lesión en
esa zona tiene más posibilidades de dañar la red
y provocar determinados síntomas." Pero también puede ocurrir que lesiones en zonas alejadas de la red produzcan daños similares y, por
consiguiente, los mismos síntomas. Esa es la razón por la que a veces se encuentran pacientes
L
CAPíTULO 1. Introducción
1"
con características similares que tienen lesiones
en zonas distintas del cerebro, y pacientes con
lesiones en las mismas zonas que muestran síntomas diferentes. En consecuencia, es necesario
pasar de la búsqueda de centros del lenguaje o
áreas implicadas en el procesamiento
del lenguaje, a la búsqueda de redes neuronales, esto
es, redes responsables de las diferentes habilidades lingüísticas.
Como consecuencia de todos estos hallazgos
y de la toma de conciencia de la complejidad
del tema, los investigadores actuales no tienen
duda de que, si quieren avanzar en el conocimiento de las bases neurológicas del lenguaje,
sólo pueden hacerlo de una manera interdisciplinar, con aportaciones
desde campos muy
diversos, pero especialmente con modelos de
procesamiento lingüístico que guíen la búsqueda cerebral, mediante técnicas de neuroimagen
cada vez más precisas en cuanto a localización
espacial y temporal, con el estudio de pacientes afásicos que muestren lo que sucede cuando se lesiona determinada zona del cerebro y
a través de modelos computacionales
que sean'
capaces de simular el procesamiento
lingüístico en condiciones normales. En definitiva, con
aportaciones de disciplinas tan diversas como
la Psicolingüística,
la Neurología,
la Neuropsicología, la Lingüística o la Inteligencia Artificial. La combinación de todas esas disciplinas
con el objetivo de conocer la organización del
lenguaje en el cerebro es lo que constituye la
Neurociencia del Lenguaje. Y las dos principales metodologías
que se utilizan son los estudios con técnicas de neuroimagen
y los estudios con pacientes afásicos.
Las modernas técnicas de neuroimagen,
sin
duda, suponen una importante herramienta para
investigar la organización del lenguaje en el cerebro, especialmente si se cuenta con buenos
modelos cognitivos. No obstante, estas técnicas
tienen algunas limitaciones importantes, como
más adelante analizaremos. Por eso los estudios
con pacientes lesionados cerebrales, cuidando
ciertos aspectos metodológicos,
siguen siendo
una importante fuente de datos. De hecho, estos estudios proporcionan
importantes restric-
•
ciones a la interpretación
de los resultados que
se obtienen con las técnicas de neuroimagen,'
razón por la cual la Neurociencia del Lenguaje utiliza estos dos procedimientos,
ya que la
combinación
de ambos proporciona
información que ninguno de ellos puede aportar por
sí solo.
Pero, además, el ideal de esta disciplina es
conseguir encajar los datos procedentes de las
distintas perspectivas, es decir:
• Contar con modelos de procesamiento
lingüístico que interpreten
todas las actividades del lenguaje (comprensión y producción,
lenguaje oral y lenguaje escrito) y en todos
sus niveles (fonológico, morfológico, sintáctico, semántico y pragmático).
• Encontrar los correlatos neurológicos (corticales y subcorticales) de todos los componentes de esos modelos: redes neuronales, traetos, etc.
• Predecir y explicar los trastornos afásicos en
función de esos modelos lingüísticos y neurológicos.
Cuando los tres tipos de datos encajan, se está
proporcionando
validez a los tres niveles: a los
modelos psicolingüísticos, a los modelos neurológicos y a la tipología de afasias. Como veremos a lo largo del libro, en algunos campos los
datos encajan razonablemente
bien. Por ejemplo, en el área de la lectura (capítulo 9), donde
los modelos cognitivos proponen la existencia
de dos vías para pasar de la forma escrita a la
pronunciación
(vía léxica y subléxica), los estudios de neuroimagen han detectado dos vías de
conexión entre las áreas de identificación visual
de las letras y las áreas de pronunciación
(vía
dorsal, que correspondería
a la ruta subléxica,
y vía ventral, que correspondería a la léxica), y
los estudios con pacientes han encontrado dos
tipos básicos de trastornos disléxicos (fonológico y superficial), resultado de lesiones en esas
vías. En otros campos, por el contrario, todavía
queda trabajo por hacer, comenzando por conseguir modelos más precisos y detallados.
Puesto que en todos los capítulos se va a hacer referencia tanto a las técnicas de neuroima-
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
gen como a los estudios de pacientes, en éste
de introducción vamos a describir brevemente
el origen de estas metodologías y su funcionamiento, así como sus ventajas y sus limitaciones. En la figura 1.1 se muestran las principales
áreas del hemisferio izquierdo a las que se hacen referencias constantes a lo largo del libro.
ESTUDIOS CON PACIENTES AFÁSICOS
Los estudios científicos sobre las bases neurológicas del lenguaje con pacientes afásicos
comenzaron en la segunda mitad del siglo XIX.
En concreto, se toma como fecha el año 1861,
cuando el cirujano y antropólogo francés Paul
Broca presentó el famoso caso de Monsieur
Leborgne, al que familiarmente llamaban Tan,
porque «tan» era casi el único sonido que podía
emitir. Este paciente tenía totalmente dañada la
capacidad de producción oral, y sin embargo
comprendía todo lo que le decían. El análisis
post mortem del paciente Tan mostraba una
considerable lesión en la circunvolución frontal inferior del hemisferio izquierdo. Poco después, Broca publicó otro caso, el de Monsieur
Lelong, con características muy similares y con
lesión en la misma zona. En los dos años posteriores completó su muestra con datos de otros
seis casos más, todos con problemas de producción oral y hemiparesia derecha. Por el contrario, un paciente con lesión similar, pero en el
Figura 1.1. Principales
izquierdo.
circunvoluciones
del hemisferio
hemisferio derecho, no tenía trastornos del habla. Estos hallazgos llevaron a Broca a concluir
que esa zona frontal del hemisferio izquierdo
(llamada posteriormente área de Broca) sería la
responsable de la producción del lenguaje.
Unos años después, en 1874, el joven médico
alemán Carl Wernicke descubrió dos pacientes,
también con trastornos del lenguaje, pero con
características totalmente opuestas a las descritas por Broca, ya que hablaban con fluidez pero
no comprendían lo que se les decía. Cuando más
tarde examinó, mediante autopsia, el cerebro
de uno de estos pacientes, encontró dañada la
circunvolución temporal superior posterior del
hemisferio izquierdo, por detrás del córtex auditivo primario, por lo que asignó a esta área la
función de comprensión del lenguaje (más tarde
esa región pasaría a llamarse área de Wernicke).
Además, la contribución de Wernicke no se
limitó a la descripción de estos trastornos del
lenguaje y su asociación con ciertas zonas del
cerebro, sino que desarrolló un modelo teórico
que explicaba esta disociación entre sus pacientes y los pacientes de Broca. Según este modelo, habría dos centros de representación de
las palabras, el centro auditivo en la circunvolución superior del lóbulo temporal izquierdo
y el centro articulatorio en la circunvolución
frontal inferior, que a su vez estarían conectados entre sí por medio de fibras nerviosas. De
esta manera, una lesión en el centro auditivo
produciría trastornos en la comprensión, y una
lesión en el centro articulatorio, trastornos en
la producción. Wernicke predijo además un tercer tipo de afasia, una afasia de conducción, que
se produciría cuando se dañasen las fibras que
unen el centro perceptivo con el centro articulatorio, lo que dejaría los dos centros desconectados. La característica principal de este trastorno
sería la incapacidad para repetir palabras, aun
cuando el paciente mantuviese intactas la comprensión y la producción.
Ese trastorno de desconexión entre los dos
centros del lenguaje pronosticado por Wernicke
fue descubierto pocos años después, en 1885,
por Lichtheim, en un paciente que, efectivamente, tenía como único trastorno la repetición
CAPíTULO 1. Introducción
de palabras. Lichtheim propuso además un nuevo centro, el centro conceptual, en el que se encontrarían almacenados los significados, y que
sería esencial para entender las palabras. Con lo
cual, Lichtheim amplió el modelo de Wernicke a
tres centros y tres conexiones entre ellos. Como
consecuencia, también se amplió el número de
posibles trastornos afásicos, en función de que se
dañase alguno de los centros o alguna de las conexiones, tal como se puede ver en la figura 1.2.
Cuando la lesión se produjese en la conexión
entre el centro auditivo y el centro conceptual,
el paciente tendría todas las características de
la afasia de Wernicke, excepto que tendría preservada la repetición. Este trastorno fue denominado afasia transcortical sensorial. Y cuando
la lesión se produjese en la conexión del centro
conceptual con el motor, tendría todas las características de la afasia de Broca, excepto la
afectación de la repetición. Este trastorno se
denominó afasia transcortical motora.
Esta forma de observar la relación entre las
facultades cognitivas y el cerebro, consistente'
en estudiar a cada paciente de manera minuciosa mientras estaba vivo y después, cuando fallecía, realizar el estudio post mortem de
su cerebro para establecer el lugar concreto
de la lesión, predominó
durante la segunda
mitad del siglo XIX. Sin embargo, a finales de
ese siglo, y especialmente a principios del xx,
Centro
conceptual
7~
...----...:;....----,
Centro
motor
j
AC
Centro
auditivo
AC = Afasia de conducción
ATM = Afasia transcortical motora
ATS = Afasia transcortical sensorial
Figura 1.2. Modelo de l.itchtheim.
•
surgieron fuertes críticas contra esta corriente,
llamada localizacionista,
que acabaron con su
desarrollo. Según los autores de la denominada
posición globalista, los diferentes tipos de afasias no se debían a la zona concreta que hubiese sido dañada, sino que eran consecuencia del
grado de severidad de la lesión y del hecho de
que estuviesen asociadas o no con algún trastorno motor. El lenguaje es mucho más complejo, según esos autores, de lo que muestra
el modelo Wernicke- Lichtheim, y depende de
todo el cerebro, más que de zonas específicas.'
Esta posición globalista se vio reforzada por los
estudios del psicólogo americano Lashley, que
parecían apoyar la hipótesis de que el cerebro
completo participa en todas las funciones (teoría de acción de masas), y que cada área del cerebro puede realizar cualquier función (principio de equipotencialidad).
Varias décadas después, cuando la corriente
globalista fue perdiendo influencia debido al
descubrimiento claro del papel que determinadas áreas cerebrales juegan en ciertas funciones
cognitivas, al resultar obvio que lesiones puntuales producían trastornos específicos, el neurólogo americano Norman Geschwind recuperó el modelo Wernicke-Lichtheim
y añadió
nuevas aportaciones."
Así, el centro conceptual, cuya localización cerebral no había sido
especificada por Lichtheim, Geschwind lo situó en la parte inferior posterior del lóbulo
parietal izquierdo, esto es, en las circunvoluciones angular y supramarginal.
A partir de la
información
acumulada,
Geschwind elaboró
un modelo neurológico
sobre las áreas cerebrales que intervienen
en la comprensión
y
producción
de palabras habladas, tal y como
se puede ver en la figura 1.3.
Este modelo postula tres centros básicos del
lenguaje: área de Wernicke (centro de comprensión), área de Broca (centro de producción), circunvoluciones angular y supramarginal (centro
conceptual) y las conexiones entre ellas. El procesamiento del lenguaje implica la activación de
las representaciones
en esos centros y la transferencia de unos a otros a través de los tractos
de la materia blanca. Así, durante la repetición
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Córtex motor
Área de Wernicke
Figura 1.3. Modelo de Geschwind.
de palabras, las áreas cerebrales que participan son las siguientes: primero, los sonidos
del habla, provenientes
de los oídos a través
de los nervios auditivos, son analizados en el
área auditiva primaria, situada en la circunvolución temporal superior del hemisferio izquierdo. De ahí se pasa la información al área
de Wernicke para el procesamiento
léxico.
Desde el área de Wernicke, a través del fascículo arqueado (un haz de fibras que se origina
en el lóbulo temporal y se curva alrededor de
la fisura de Silvio), la información se proyecta
al área de Broca, en el lóbulo frontal, para el
procesamiento
fonológico y posterior articulación a través del área motora. En el caso de
la comprensión de palabras hablad as, desde el
área de Wernicke se activan los significados
de esas palabras en el centro conceptual.
De acuerdo con este modelo de Geschwind,
los trastornos afásicos se pueden agrupar en siete grandes síndromes afásicos: los cinco ya descritos (afasia de Broca, afasia de Wernicke, afasia de conducción, afasia transcortical motora,
afasia transcortical sensorial), más la afasia global (cuando los trastornos del lenguaje son muy
graves y alcanzan tanto a la comprensión como
a la producción) y la afasia anómica (cuando
el único trastorno es una dificultad para recuperar las palabras). Tres de los síndromes son
producidos por lesiones en los centros (afasia
de Broca, afasia de Wernicke y afasia global), y
otros tres por lesión en las conexiones (afasia de
conducción, afasia transcortical sensorial y afasia transcortical motora). La afasia anómica no
tiene un claro correlato neuronal.
Este modelo tuvo una gran influencia debido a sus importantes aplicaciones prácticas, ya
que permitía inferir la zona del cerebro de los
pacientes que había resultado dañada por la lesión, algo sumamente útil en una época en la
que no había técnicas de neuroimagen y, por lo
tanto, era imposible saber si una persona tenía
una lesión cerebral y dónde estaría localizada.
El procedimiento que se seguía era el siguiente: primero, a través de los tests neuropsicológicos, se detectaban todos los síntomas que
presentaba el paciente. Después, a partir de esos
síntomas, se clasificaba al paciente en uno de
los síndromes afásicos. Finalmente, se infería la
zona cerebral dañada.
Así, de acuerdo con el modelo de Geschwind,
cuando un paciente muestra dificultades en el
habla espontánea, con un lenguaje poco fluido
y de tipo telegráfico, con expresiones gramaticalmente anómalas y además tiene dificultades
en la repetición, pero su comprensión es buena, se diagnostica como una afasia de Broca, y
se infiere que tiene dañada la circunvolución
frontal inferior izquierda. Si presenta los mismos síntomas anteriores pero conserva la repetición, se tratará de una afasia transcortical
motora, y probablemente
la lesión se localice
en el área suplementaria
del lóbulo frontal izquierdo, justo por delante del área de Broca, o
en la conexión entre el área motora suplementaria y el área de Broca. Si, por el contrario,
el paciente presenta un lenguaje fluido, pero
con abundantes
parafasias y neologismos,
y
muestra dificultades en la comprensión
y en
la repetición, se tratará de una afasia de Wernicke, y probablemente
tenga una lesión en la
zona posterior de la circunvolución
superior
del lóbulo temporal izquierdo. Si presenta los
mismos síntomas que la afasia de Wernicke,
pero conserva la repetición, se trata de una
afasia transcortical sensorial, y probablemente
CAPíTULO 1.
la lesión se sitúe en la circunvolución angular o
supramarginal. Si el problema principal del paciente es la repetición de palabras y frases, se
tratará de una afasia de conducción, y es probable que la lesión esté afectando a las fibras
(fascículo arqueado)
que conectan las áreas
de Wernicke y Broca. Si el paciente presenta
graves trastornos del lenguaje que afectan tanto a la comprensión como a la producción, se
habla de una afasia global, y probablemente
sufra una lesión masiva que le afecte a gran
parte del hemisferio izquierdo. Y si su único
problema es una anomia, quizás tenga una leve
lesión en el lóbulo temporal izquierdo, aunque
cualquier lesión en la zona del lenguaje puede
producir anomia. De hecho, todos los tipos de
afasias tienen, en mayor o menor medida, problemas de anornia.?
El modelo de Geschwind, que en términos
generales sigue teniendo validez, presenta algunos problemas a la hora de establecer las relaciones cerebro-lenguaje,
fundamentalmente
cuatro:
J
• Son muchas más las zonas cerebrales que intervienen en el lenguaje que las señaladas en
el modelo. Con las técnicas de neuroimagen,
se ha visto que prácticamente
todo el hemisferio izquierdo (área prefrontal dorsolateral,
área motora suplementaria,
áreas temporales media e inferior, circunvoluciones
angular y supramarginal),
e incluso el hemisferio
derecho, intervienen
en el lenguaje. Además, está el papel de las estructuras subcorticales, tanto los núcleos grises, el tálamo y
los ganglios basales, como la material blanca; en concreto, las conexiones subcorticales
entre las áreas del lenguaje. La tractografía
está poniendo al descubierto el importante
papel de esas estructuras subcorticales.
• Complejidad del lenguaje. El modelo de Wernicke-Geschwind
no recoge toda la complejidad y riqueza del procesamiento
lingüístico." El lenguaje es mucho más complejo que
escuchar y decir palabras. Los lingüistas distinguen varios niveles diferentes (fonológico,
léxico, morfológico, semántico, sintáctico y
Introducción
•
pragmático) y las reglas para combinar los
componentes de esos niveles. El modelo clásico no tenía en cuenta esos niveles, yeso
dificultaba la interpretación
de algunos síntomas, como las dificultades de comprensión
en la afasia de Broca, que se pasaban por
alto. Los afásicos de Broca tienen dificultades
para comprender
las oraciones gramaticalmente complejas (por ejemplo, las pasivas y
las de relativo), y algunos pacientes muestran
disociaciones entre trastornos morfológicos y
sintácticos.? Un buen modelo debe dar cuenta
del procesamiento
(y alteraciones) en todos
los niveles, incluidos el fonológico, el morfológico, el sintáctico, el semántico o el pragmático.
• Los síndromes clásicos no representan todos
los posibles trastornos afásicos. Los tipos de
trastornos afásicos son mucho más variados
que los siete u ocho grandes síndromes propuestos por el modelo clásico. Son bastantes
los pacientes que no encajan en ninguno de
los síndrome s, ya que presentan síntomas variados, a veces correspondientes
a más de un
síndrome. Hay pacientes que presentan trastornos que corresponden a la afasia de Broca
y también síntomas que podrían pertenecer
a la afasia de Wernicke, y viceversa. Ésta es,
de hecho, la razón por la que se ha tenido
que acuñar un nuevo síndrome, denominado
«afasia mixta», para incluir a esos pacientes
con síntomas variados que no encajan en un
solo síndrome. y, desgraciadamente, este trastorno aparece con demasiada frecuencia, porque los síndrome s, en realidad, son entidades
complejas con síntomas muy variados que posiblemente se originen en áreas diferentes del
cerebro, como muestran las numerosas disociaciones encontradas entre síntomas dentro
de un mismo síndrome.
• Pobre correspondencia
entre los síndromes
y las áreas cerebrales (véase recuadro 1.1)
responsables de esos síndromes. Cuando se
comenzaron a introducir las técnicas de neuroimagen, se pudieron empezar a localizar de
manera más precisa las lesiones. Algunos estudios realizados con estas técnicas comenzaron
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
r-;ecuadro 1.1
La falta de correspondencia entre los sfndromes y las áreas cerebrales es, en cierto modo,
esperable, ya que ni siquiera hay acuerdo en la
delimitación exacta de las áreas. Así, no existe
un consenso claro sobre lo que se entiende por
área de Broca, pues aunque originalmente Broca se refería sólo al área 44 de Brodmann, posteriormente muchos investigadores incluyeron
también el área 45,12 e incluso algunos otros
~CIUyen
también el área 47. La delimitación del
,
'1
a mostrar la escasa correspondencia que hay
entre los síndromes y las áreas cerebrales que
clásicamente se les habían asignado. Uno de
esos primeros estudios fue el realizado por
Basso et al. 10 con un amplio grupo de pacientes afásicos. Encontraron que algunos pacientes, con lesiones en áreas anteriores, en vez de
afasia de Broca presentaban afasia de Wernicke; y, por el contrario, otros con lesiones posteriores tenían afasia de Broca.
En otro estudio más reciente, realizado por
Dronker et al.,!' en el que también se analizó
una muestra de más de cien pacientes, mediante la recogida de datos conductuales y de neuroimagen, comprobaron
que algunos de los
pacientes, clasificados como afásicos de Broca
de acuerdo con baterías de evaluación de las
afasias (algo más del 16%), no tenían lesión
en el área de Broca. Por el contrario, sólo entre el 50-60% de los pacientes con lesión en
el área de Broca mostraba los síntomas de afasia de Broca, alguno presentaba los síntomas
de afasia de conducción, y la mayoría de afasia
anómica. En el caso de la afasia de Wernicke,
la correspondencia era aún menor, pues sólo
el 65% de los pacientes clasificados como afásicos de Wernicke tenía lesión en esa área, y
unicamente el 35% de los pacientes con lesión
en el área de Wernicke mostraba los síntomas
correspondientes a este síndrome. Y en lo que
se refiere a la afasia de conducción, la mayoría
no tenía lesión en el fascículo arqueado, sino
en la circunvolución temporal superior y en la
parte inferior de parietal izquierdo.
área de Wernicke es incluso menos precisa, ya
que comprende cinco o más áreas arquitectónicamente diferentes, con un considerable número de regiones funcionales implicadas no sólo
en la percepción del habla, sino también en la
integración transmodal."
En definitiva, el área
22 de Brodmann es parte fundamental del área
de Wernicke, pero no es la única, pues incluye
algunas más, como el parietal inferior y las clrcunvoluciones temporales media e inferior."
-.J
En la actualidad se utilizan categorías más pequeñas que los síndromes, una especie de subsíndromes, que reúnen aquellos síntomas que suelen ir juntos y no son disociables, y que tienen
un claro correlato neurológico y una misma
interpretación cognitiva. Con esta nueva concepción, la utilización de los pacientes afásicos
como medio para conocer las bases neurológicas
del lenguaje sigue siendo una metodología muy
útil, y proporciona datos sumamente valiosos,
algunos que sólo se pueden conseguir con esta
técnica. Pero tiene también algunas limitaciones;
de hecho, cuando se hacen estudios con pacientes afásicos, hay que ser muy cuidadoso metodológicamente, si no se quiere llegar a conclusiones erróneas. Los estudios con pacientes afásicos
deben cumplir una serie de criterios o requisitos
para que los resultados sean fiables:
• El primero es el de hacer evaluaciones minuciosas y exhaustivas de los pacientes. Muchas de las interpretaciones erróneas de los
estudios clásicos se produjeron porque no
se hacía una buena evaluación de los pacientes, entre otras cosas porque no se disponía
de baterías de exploración del lenguaje tan
fiables como las que tenemos actualmente.
Tampoco se contaba con modelos de procesamiento lingüístico tan completos y detallados como los que tenemos hoy en día, que
sirviesen de guía en la exploración.
• Otro requisito importante es tener una información lo más completa y precisa de la localización y tamaño de la lesión. A ser posible,
CAPíTULO 1. Introducción
no sólo de la corteza cerebral, sino también
de la materia blanca, pues la mayoría de las
lesiones cerebrales, pero especialmente las cerebrovasculares y las infecciones víricas, suelen destruir no sólo materia gris, sino también
núcleos subcorticales y tractos que conectan
áreas remotas de la corteza. Si sólo se tienen en cuenta las lesiones en la materia gris,
se pueden asignar a esas áreas de la corteza
alteraciones que realmente son producidas
por lesiones subcorticales. Metter y Hanson 14
comprobaron que lesiones en el tálamo pueden producir síntomas de tipo Broca o Wernicke (recuadro 1.2), dependiendo
del área
lesionada: si es en la zona de conexiones anteriores, produce trastornos muy similares a los
que presentan los afásicos de Broca; y si es en
las posteriores, similares a los de los afásicos
de Wernicke.
• Un tercer requisito es establecer la correlación entre los trastornos lingüísticos y la lesión lo más tempranamente
posible, ya que
con el paso del tiempo se puede producir una
reorganización cognitiva y cerebral. No obstante, también hay que tener en cuenta que
cuando se estudia al paciente en la fase aguda, esto es, al poco tiempo de producirse la
lesión, se puede achacar el trastorno lingüístico
•
al área que a través de la resonancia magnética o el escáner se ve lesionada, cuando, en
realidad, parte de esos trastornos pueden ser
causados por otras áreas cerebrales que no
están funcionando
debido al shock sufrido
por la lesión, pero que no están dañadas. Si
además de la resonancia magnética estructural se estudia al paciente con la resonancia
magnética funcional, se podrán comprobar
las zonas que están dañadas y las que, estando intactas, tienen un nivel de funcionamiento por debajo del normal.
TÉCNICAS ELECTROFISIOLÓGICAS
y DE NEUROIMAGEN
La aparición de las técnicas electrofisiológicas y de neuroimagen
supuso un salto importantísimo
en el estudio de las bases neurológicas del lenguaje, al permitir observar al
momento la activación cerebral de las personas
sanas mientras realizan una actividad lingüística. Gracias a estas técnicas, se han confirmado muchos de los hallazgos obtenidos con los
estudios de pacientes (aunque también se ha
comprobado
que otros eran erróneos), pero
sobre todo se han obtenido nuevos hallazgos.
Posiblemente,
el más importante
sea que no
r-;ecuadro 1.2
Los estudios pioneros de Paul Broca son considerados por la mayoría de los investigadores como el
inicio de la moderna Neuropsicología. Su metodología, consistente en realizar la autopsia a los pacientes l.eborgne y Lelong para comprobar qué zona del
cerebro tenían dañada y, por lo tanto, era la causa
de los trastornos del habla, fue utilizada a lo largo
de los años como principal método para estudiar
las bases neurológicas del lenguaje. Desde entonces, se consideró la tercera circunvolución frontal
izquierda (o área de Broca) como el centro de la
producción del lenguaje.
Sin embargo, recientemente Dronkers y su equip016encontraron algunos defectos rnetodológicos
en los estudios de Broca que le llevaron a estable~~r conclusiones erróneas. Gracias a que Broca
L...:.0nservó los cerebros de esos dos pacientes y se
I
encuentran en un museo de París, Dronkers et al.
pudieron hacerles un estudio de resonancia magnética para ver exactamente las áreas dañadas.
y comprobaron que l.eborgne, que murió a los 51
años, tenía una historia de múltiples lesiones cerebrales, que le habían dañado no sólo el área de
Broca, sino también otras zonas posteriores. Igualmente, Lelong, que murió a los 84 años, también
tenía dañadas otras áreas cerebrales además de
la de Broca, algunas de ellas con importantes atrofias, posiblemente por demencia neurodegenerativa. En concreto, Dronkers et al. encontraron que
ambos pacientes tenían dañadas unas fibras de la
materia blanca, el fascículo longitudinal superior
que conecta las regiones del lenguaje anterior y
posterior, y que podrfan ser la causa de los trast0.Jrnos del habla de esos dos pacientes.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
existen centros en el cerebro responsables de
determinadas
funciones lingüísticas, sino que
el cerebro funciona a través de redes distribuidas que se extienden por amplias zonas del cerebro, mucho más allá de las regiones clásicas
del lenguaje. El hecho de que ante una tarea
lingüística simple se activen simultáneamente
zonas alejadas en el cerebro, sólo se puede explicar bajo el supuesto de que esas áreas formen parte de una amplia red cerebral, cuyas
conexiones pueden estar a nivel subcortical.
Dentro de las técnicas de neuroimagen,
las
dos más utilizadas son la tomografía por emisión de positrones (TEP) o PET, si se utilizan
las iniciales en inglés y la resonancia magnética funcional (RMf) o fMRI, en inglés. Ambas
miden la actividad cerebral a través del flujo
sanguíneo. El principio del que parten es que
al realizar una operación cognitiva se activan
ciertas regiones del cerebro, y esa actividad se
ve reflejada en un aumento del flujo sanguíneo
que va a esa región y del oxígeno que contiene esa sangre, actividades metabólicas que son
necesarias para nutrir aquellas áreas que están
realizando un trabajo extra.
Cada una de estas dos técnicas utiliza un
procedimiento
diferente para medir el flujo
sanguíneo. La TEp' que se comenzó a utilizar
en los años setenta, se basa en la detección de
marcadores
radiactivos
integrados
en agua,
generalmente
oxígeno 15, que se inyectan en
la sangre. El agua marcada se diluye enseguida
en la sangre y llega a todo el cuerpo, incluido
el cerebro. El equipo de tomografía permite
detectar el marcador, por lo que señala las zonas del cerebro que están recibiendo mayor
aporte sanguíneo como consecuencia
de la
actividad que está realizando el participante.
Obviamente,
el tener que inyectar sustancias
radiactivas en la sangre es un inconveniente
importante de esta técnica, y, de hecho, no se
puede utilizar con niños. No obstante, las dosis radiactivas que se inyectan son muy pequeñas y los isótopos radiactivos tienen una duración muy corta, por lo que son rápidamente
eliminados de la sangre. Justamente debido a
su limitada duración, es necesario disponer de
un laboratorio
al lado del equipo con el que
poder producir los isótopos.
La RMf, que se introdujo en los años noventa, visualiza la actividad neuronal directamente
a través de los cambios en el oxígeno que contiene la sangre; no necesita, por lo tanto, inyectar sustancias radiactivas. Su funcionamiento se
basa en la detección del aumento de oxihemoglobina en una determinada zona cerebral a través de sus propiedades magnéticas. La actividad
cerebral se visualiza al contrastar las zonas ricas en oxihemoglobina con las regiones de flujo
sanguíneo normal. Lo que sí necesita la RMf es
disponer de potentes electroimanes para recoger los campos magnéticos generados por la
oxigenación sanguínea, que es en lo que se basa
esta técnica (figura 1.4).
Tanto la TEP como la RMf tienen una buena
resolución espacial, ya que informan con bastante precisión de las zonas del cerebro que se
activan ante determinadas tareas. Sin embargo,
ambas tienen muy poca resolución temporal,
puesto que la actividad metabólica es posterior
al disparo neuronal responsable de los procesos cognitivos implicados en la tarea; es decir,
informan sobre la zona activada con bastante
retraso, al basarse en la llegada del flujo sanguíneo que acude al área cerebral bastante tiempo
después de realizada la función. Además, estas
técnicas son bastante incómodas para realizar
experimentos, ya que los sujetos tienen que estar en posición horizontal y dentro de un tubo
(tal y como se puede ver en la figura 1.4). No
obstante, se han efectuado muchos experimentos sobre procesamiento del lenguaje (en denominación, lectura, escritura, etc.) con estas técnicas, como se verá en los próximos capítulos.
Para conocer el curso temporal de los procesos cognitivos, son mejores las técnicas electrofisiológicas,
es decir, las técnicas que registran las corrientes
eléctricas generadas por
la actividad cerebral. A través de electrodos
colocados sobre el cuero cabelludo, se puede recoger la actividad de grupos amplios de
neuronas y amplificar esas corrientes eléctricas, para comprobar en qué zonas del cerebro
se está produciendo
mayor actividad. Con esa
CAPíTULO 1. Introducción
Figura 1.4. Resonancia
magnética.
finalidad, se colocan electrodos por toda la cabeza, para que recojan simultáneamente la actividad de todo el cerebro. En función de los estímulos o tareas presentadas, las ondas generadas
son distintas, unas son positivas y otras negativas, y aparecen en diferentes momentos después
de presentado el estímulo y en distintas áreas cerebrales. Esta metodología, denominada potenciales evocados relacionados con eventos (ERP
en inglés), o simplemente potenciales evocados,
tiene una alta resolución temporal, ya que informa sobre los cambios cerebrales milisegundo a
milisegundo. Pero, contrariamente a las técnicas
de neuroimagen, tiene una baja resolución espacial, ya que carece de capacidad para informar
con precisión de las áreas cerebrales activadas,
especialmente cuando se trata de áreas profundas del cerebro. Dos potenciales muy conocidos
por los investigadores del procesamiento
lingüístico son el N400, que se genera cuando la
persona se encuentra con una incongruencia semántica, y el LAN (left anterior negativity), que
se produce ante una transgresión sintáctica.
Una técnica también electro fisiológica, pero
con mejor resolución espacial que los potenciales evocados, es la magnetoencefalografía
(MEG). La MEG recoge los campos magnéticos generados por las corrientes eléctricas
cerebrales, por lo que tiene una buena resolución temporal. Y como los campos magnéticos se distorsionan menos que los eléctricos
•
al atravesar los tejidos cerebrales, su resolución espacial también es buena. Además, los
participantes
se encuentran
sentados, en una
posición cómoda para realizar cualquier tipo
de experimento.
El principal inconveniente de
esta técnica es el elevado coste de adquisición
y mantenimiento.
Un problema con las técnicas de neuroimagen es que no proporcionan
información sobre la materia blanca, que, sin embargo, parece
jugar un papel importante en el lenguaje, ya
que cuando las lesiones alcanzan esa zona, las
alteraciones en el lenguaje son mucho más graves; aunque las cosas están cambiando, pues
recientemente se está desarrollando una nueva
técnica a partir de la resonancia magnética, la
difusión de imagen del tensor (DIT) en inglés,
TDI o tractografía, que permite ver los tractos
de la materia blanca que no se pueden visualizar con la resonancia convencional.
De esta
manera, se puede investigar la conectividad de
las redes neurales. Con esta técnica se ha descubierto la existencia de otras vías de conexión
entre el lóbulo temporal y el frontal, además
del fascículo arqueado.F También permite informar de una manera más precisa del pronóstico de la lesión en los pacientes afásicos, pues
cuando la lesión alcanza algún tracto, además
de las áreas corticales, las posibilidades de recuperación son mucho más bajas.
Otra técnica interesante para el estudio de las
bases neurológicas del lenguaje es la estimulación magnética transcraneal (EMT) o TMS, en
inglés. Esta técnica produce campos magnéticos, que se aplican directamente sobre el cráneo e influyen sobre la actividad neuronal de
la zona estimulada. En un principio, se utilizó
para la rehabilitación de los trastornos psicológicos (depresión, esquizofrenia, etc.) y neurológicos (enfermedad
de Parkinson, afasias,
etc.), puesto que, cuando se aplican frecuencias
rápidas, los campos magnéticos tienen efectos
excitatorios sobre la actividad neuronal. Pero
también se están utilizando a modo de investigación, produciendo una especie de lesión virtual (obviamente, reversible en cuanto se deja
de aplicar), ya que, cuando se utilizan frecuen-
11
!
1,
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
cias lentas, se inhibe la actividad neuronal. La
EMT es, por lo tanto, una metodología similar
a la del estudio de pacientes afásicos, pero que
permite poner a prueba de una forma más directa el papel de determinadas áreas cerebrales
sobre el procesamiento lingüístico.
La EMT tiene, incluso, algunas ventajas importantes sobre el método de lesiones. Una de
ellas es que en las lesiones reales siempre hay
riesgo de que se produzca una reorganización
cerebral y que los pacientes utilicen estrategias compensatorias,
mayor cuanto más tiempo haya transcurrido desde la lesión, mientras
que en la EMT, al ser instantánea, no existe esa
posibilidad. Otra ventaja de la EMT es que se
puede estudiar al mismo participante en situación normal y en situación de lesión, y comparar los resultados. También es muy útil que
con la EMT se pueda seleccionar el área que se
quiere estudiar y producir una «lesión» focal.
Por el contrario, la EMT tiene el inconveniente de que no permite estudiar los efectos de las
lesiones subcorticales, porque no llega a las zonas profundas del cerebro.
Aunque las técnicas de neuroimagen constituyen una herramienta de gran utilidad, también
tienen algunos problemas importantes que limitan su contribución. Una de ellas es que informan sobre la correlación que existe entre la
ejecución de determinadas tareas y los patrones
de activación que aparecen en diferentes áreas
cerebrales, pero no se puede concluir por ello
que esas áreas activadas sean las responsables de
la actividad lingüística realizada. No se puede
establecer una relación causal, porque la actividad detectada podría tratarse simplemente de
un epifenómeno o resonancia del proceso que
se está estudiando.
Otra limitación de las técnicas de neuroimagen es que en cualquier actividad lingüística no
se activan sólo las áreas cerebrales responsables del lenguaje, sino que también se activan
áreas de las que dependen otros procesos que
intervienen en esa actividad lingüística, como
los procesos atencionales, los de memoria o los
de planificación de la tarea. Con lo cual, es difícil determinar qué parte de la activación cere-
bral corresponde al lenguaje y cuál al resto de
los procesos cognitivos.
Una tercera limitación es que no informan de
lo que sucede en los núcleos subcorticales (tálamo, ganglio s basales, etc.), y especialmente
en los tractos subcorticales que unen las distintas zonas de la corteza (y que juegan un papel
importante
en el procesamiento
lingüístico),
si bien es cierto que los recientes desarrollos
de la técnica de tractografía están permitiendo
realizar disecciones virtuales de los tractos en
personas vivas."
En definitiva, todas esas limitaciones obligan
a tener que completar los estudios de neuroimagen con otras metodologías,
si se quiere
obtener información precisa y completa sobre
las bases neurológicas del lenguaje. De ahí que,
junto a las técnicas de neuroimagen, se siga investigando con pacientes afásicos.
CONCLUSIONES
Las investigaciones recientes parecen demostrar de una manera clara que el modelo clásico
de Wernicke-Geschwind,
con su taxonomía de
síndromes, no recoge todas las áreas cerebrales
que intervienen en el lenguaje, ni es capaz de
explicar toda la variedad de trastornos afásicos
existentes. A pesar de ello, los textos vigentes
en castellano siguen basándose en ese modelo
y refiriéndose únicamente a las áreas clásicas
del lenguaje. Las áreas de Broca y Wernicke
continúan siendo áreas fundamentales,
pero
hay muchas más.
Por ello, se está produciendo una sustitución
del modelo Wernicke-Geschwind
por modelos
de procesamiento
lingüísticos y neurológicos
más complejos, y esa sustitución está teniendo repercusiones
importantes,
no solo a nivel teórico, sino también a nivel clínico. Así,
la taxonomía de síndromes es cada vez menos
usada, debido a su escasa utilidad, y en su lugar lo que se hace es estudiar individualmente
a cada paciente, con el objeto de comprobar
qué procesos del sistema lingüístico han sido
dañados por la lesión. Esto permite interpretar
cada uno de los síntomas del paciente y dise-
CAPíTULO 1. Introducción
fiar programas de intervención ajustados a sus
trastornos."
Como consecuencia de este cambio de enfoque, también se han modificado las baterías
de evaluación de los trastornos afásicos. Así,
baterías clásicas como el test Boston," que buscaban proporcionar un perfil de los pacientes
que favoreciese su clasificación en uno de los
síndromes afásicos, se han ido sustituyendo por
nuevas baterías, como la evaluación del proce-
•
samiento lingüístico en la afasia (EPLA)19 o la
batería de evaluación de los trastornos afásicos
(BETA),20que tratan de evaluar cada uno de los
procesos que intervienen en las diferentes facetas del lenguaje, tanto oral como escrito, y tanto en comprensión como en producción. Para
ello cuentan con numerosas tareas, destinadas
específicamente a cada uno de los subprocesos
lingüísticos: discriminación de fonemas, acceso
léxico, acceso al significado, etcétera.
Resumen
Hace ya siglo y medio que se viene investigando
sobre las bases neuroanatómicas del lenguaje.
En un principio, la única metodología posible era
estudiar, mediante autopsia, los cerebros de las
personas que habían manifestado trastornos lingüísticos antes de morir, para establecer relación
entre los tipos de trastornos y las áreas cerebrales dañadas. Gracias a estos estudios, se descubrieron las principales áreas cerebrales responsables del lenguaje, todas ellas en el hemisferio
izquierdo.
J
Con el desarrollo de las técnicas de neuroimagen, se produjo un avance importantísimo en este
campo, ya que se podía visualizar la lesión en el
cerebro de las personas aún vivas. Y más aún con
el desarrollo de las técnicas de neuroimagen funcional, como la tomografía por emisión de positrones, la resonancia magnética funcional o la rnagnetoencefalografía, ya que permiten visual izar la
actividad cerebral de las personas mientras realizan ciertas actividades lingüísticas. Pero para que
estas técnicas aporten realmente información, es
necesario disponer de modelos de procesamiento
lingüístico completos y detallados, que informen
sobre todas las operaciones cognitivas que intervienen en esas actividades.
La utilización de estos modelos cognitivos y de las
técnicas de neuroimagen ha supuesto importantes cambios teóricos y aplicados en el campo de
la relación cerebro-lenguaje. Teóricos, porque se
ha comprobado que el lenguaje no depende de
centros localizados en zonas concretas del lenguaje, sino de complejas redes neuronales que se
extienden por amplias zonas del cerebro; y aplicados, porque esos descubrimientos han tenido
consecuencias en las taxonomías de pacientes
afásicos, así como en la forma de abordar su evaluación y rehabilitación.
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Qué disciplinas forman parte de la Neurociencia del Lenguaje?
• ¿Qué requisitos son necesarios para que los
estudios con pacientes afásicos sean fiables?
• ¿Cuáles son los principales problemas del modelo Wernicke-Geschwind?
• ¿Qué ventaja tiene la resonancia magnética
funcional sobre los potenciales evocados? ¿Y
los potenciales sobre la resonancia?
• ¿Cuál es el principal problema de la tomografía
por emisión de positrones?
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
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Comprensión oral
María González-Nosti y Fernando Cuetos
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Procesamiento cognitivo
Bases neurológicas de la comprensión oral
Trastornos de la comprensión oral
j
INTRODUCCiÓN
El lenguaje oral es el medio fundamental
de comunicación
humana, que nos permite
tanto la expresión como la comprensión
de
ideas, pensamientos, sentimientos y actividades. A nivel social, las posibilidades de trabajo, estudio y relaciones sociales dependen
en buena medida de nuestras habilidades lingüísticas.
_
La comprensión oral es una actividad muy
sofisticada que requiere la participación
de
múltiples procesos cognitivos. Además, existen varios factores inherentes a las situaciones comunicativas
que pueden complicar
bastante la tarea. Uno de esos factores es la
presencia de ruido ambiental, que habitualmente acompaña al mensaje lingüístico y llega también a los oídos del receptor en forma
de ondas sonoras. Por ello, una de las primeras operaciones que hay que hacer para poder comprender un mensaje es la de separar
la información lingüística de otros estímulos
auditivos que llegan al oído al mismo tiempo.
En ocasiones, este ruido ambiental lo constituyen otras conversaciones
diferentes a la
nuestra, pero que tienen lugar en el mismo
contexto. Cuando se produce esta superposición de hablas, el oyente debe diferenciar
el mensaje que va dirigido a él de los otros
intercambios lingüísticos, y para ello se basa
principalmente en las características acústicas
de la voz del emisor.
Una segunda dificultad que afecta al proceso de decodificación del mensaje es que el len-
guaje oral es continuo; no está segmentado en
palabras, como ocurre con la lengua escrita. La
fragmentación del estímulo lingüístico en sus
elementos constituyentes corresponde al receptor del mensaje, lo que sin duda supone una dificultad añadida. Cuando observamos el habla
de una persona a través del espectro grama, vemos que no hay separación entre las palabras,
sino que el sonido final de cada palabra se une
con el inicial de la siguiente, produciendo una
señal continua, tal y como se puede ver en la
figura 2.1.
Mi copa de agua se ha roto
Mi
eo
pa
de a gu a se ha
ro
lo
Figura 2.1. Análisis del espectro vocal. La imagen
muestra el patrón sonoro de una frase representada
mediante un oscilograma (parte superior) y un espectrograma (parte inferior). Como se observa, no existen
límites claramente definidos entre fonemas, sílabas ni
palabras, debido a que el habla es continua. No obstante, como se puede observar en la figura, la onda se interrumpe antes de cada fonema oclusivo (jk/, /p/ y/ti),
debido al cierre u oclusión del tracto vocal.
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NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
El proceso de segmentación
del lenguaje
oral continúa hasta llegar a los fonemas, que
son las unidades lingüísticas más pequeñas en
que podemos dividir una palabra! Los fonemas se describen siguiendo unos criterios articulatorios (punto de articulación,
modo de
articulación y sonoridad), que confieren a cada
fonema unas características que lo hacen único
y permiten diferenciado
de otros con rasgos
articulatorios distintos; por ejemplo, los fonemas /p/ y /b/ son bilabiales y oclusivos según el
punto y el modo de articulación, pero la sonoridad del fonema /b/ permite diferenciado
de /p/, que es sordo. No obstante, el número
de realizaciones acústicas distintas en que un
fonema particular puede manifestarse es potencialmente
infinito, 1 debido, por un lado,
a las diferencias individuales existentes entre
los distintos hablantes (la voz cambia según el
género, la edad y el estado emocional) y, por
otro, a las variaciones en la pronunciación,
debidas a los diferentes acentos dentro de una
misma lengua y al contexto lingüístico que rodea a dicho fonema; por ejemplo, el sonido del
fonema /b/ no es el mismo cuando se pronuncia en posición inicial (boca) que cuando va
en posición intervocálica (cabo). Esta falta de
invariancia o, lo que es lo mismo, de correspondencia sistemática entre los rasgos acústicos y los fonemas, es otro de los factores que
pueden complicar la comprensión del mensaje
lingüístico por parte del receptor.
A pesar de todos estos obstáculos, la mayoría
de las personas no tienen dificultades a la hora
de comprender el lenguaje oral, lo que indica
la enorme efectividad de nuestro sistema de
procesamiento.
En este capítulo se describen algunos de los
modelos que tratan de explicar la estructura y
el funcionamiento
del sistema de comprensión
oral. Dedicaremos también una sección a exponer cuáles son las áreas cerebrales implicadas en
a Aunque esta cuestión no está del todo clara, ya que,
como se verá en el capítulo 4, Fonología, los fonemas son
representaciones abstractas de los sonidos, cuya realidad
psicológica es discutible.
este procesamiento y cómo interactúan entre sí.
Finalmente, el tercer apartado de este capítulo
está dedicado a analizar los trastornos que tienen lugar cuando alguno de los procesos implicados en la comprensión del habla se altera debido a una lesión producida por traumatismos
craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares,
infección vírica o cualquier otro accidente que
pueda producir daño cerebral.
PROCESAMIENTO
COGNITIVO
Para poder entender un mensaje oral, el oyente tiene que realizar varias operaciones cognitivas. Las primeras están destinadas a identificar
los fonemas que componen ese mensaje a partir
de las ondas sonoras que llegan a los oídos, y
eso implica al menos tres tipos de análisis:
• Acústico, en el que se analizan las variables
físicas de las ondas, intensidad, frecuencia,
duración, etc., de manera similar a como se
hace con el resto de los sonidos.
• Fonético, en el cual se identifican los rasgos
fonéticos de esos sonidos (bilabial, oclusivo,
nasal, etc.).
• Fonológico, en el que se clasifican los segmentos fonéticos identificados en el nivel anterior como fonemas de la lengua del oyente.
Las siguientes operaciones se dirigen al reconocimiento
de las palabras que componen
ese mensaje. Eso significa segmentar el habla e
identificar las palabras que forman las diferentes secuencias de fonemas. Finalmente, están
las operaciones destinadas a acceder al significado de esas palabras.
En general, los diferentes modelos propuestos para explicar esos procesos coinciden en la
existencia de esos tres niveles de procesamiento, pero existen ciertas diferencias entre ellos
acerca de la forma en que se llevan a cabo dichos procesos, o sobre las unidades que operan
en cada nivel. Así, algunos autores proponen
que, dada la invariancia entre los rasgos fonéticos y los fonemas, la unidad de percepción del
lenguaje oral no es el fonema, sino la sílaba.
Mehler et al. compararon
el rendimiento
de
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CAPíTULO 2. Comprensión
oral
•
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los participantes
para detectar una secuencia
de fonemas (ej.: pa o pal) en un estímulo presentado oralmente.
Observaron
que, cuando
la secuencia de fonemas que los participantes
debían buscar coincidía exactamente
con la
estructura de la primera sílaba (ej.: pal - palmera, o pa - palacio), los tiempos de reacción
eran más rápidos que cuando no se daba esta
coincidencia (ej.: pal - palacio, o pa - palmera). Si el análisis de los participantes sobre el
estímulo se realizara fonema a fonema, los
tiempos de reacción deberían ser más rápidos
cuanto más pequeño fuera el segmento a detectar, independientemente
de la estructura silábica de la palabra.
Otros trabajos también parecen apoyar esta
postura. Es el caso del estudio llevado a cabo por
Liberman et al.," en el que se observó que los niños menores de 5 años y los adultos analfabetos
podían identificar palabras por su número de sílabas, pero no por el número de fonemas. Tampoco eran capaces de añadir o eliminar fonemas
de palabras ni de seudopalabras. Sólo los niños
mayores de 6 años (que ya habían aprendido a
leer) y los adultos alfabetizados fueron capaces
de realizar correctamente todas las tareas, lo que
sugiere que la conciencia de fonema surge cuando se ha adquirido la correspondencia
fonemagrafema. Eso sugiere que no es necesario identificar los fonemas para realizar la segmentación
del lenguaje oral.
Modelos de comprensión
J
Los primeros modelos de comprensión estaban basados en el modelo Logogen de Morton
y eran de tipo modular, esto es, consideraban
que cada componente
del sistema realiza sus
operaciones sin influencia de los demás. En este
sentido, los procesos de análisis auditivo completan su trabajo de identificación de los fonemas, después los procesos léxicos consiguen el
reconocimiento de las palabras, y finalmente los
semánticos permiten la recuperación de los significados de esas palabras en el sistema conceptual. El modelo de Ellis y Young" (figura 2.2) es
el ejemplo más conocido de esta clase.
/copa/
¡
Mecanismo
de conversión
acústico-fonológico
/copa/
Figura 2.2. Modelo de Ellis y Young." Este modelo funcional esquematiza de forma simple el sistema de procesamiento cognitivo para las tareas de reconocimiento. comprensión y repetición de palabras habladas.
Otros modelos, como el TRACE de McClelland y Elman,' por el contrario, son de tipo interactivo, ya que todas las unidades funcionan
en paralelo y se influyen unas a otras. Según el
modelo TRACE, la percepción del habla se lleva a cabo a través de unas unidades simples de
procesamiento,
denominadas nadas, y las conexiones que se establecen entre ellos pueden
ser excitatorias o inhibitorias. Los nadas están
distribuidos en tres niveles: rasgos, fonemas y
palabras.
Entre los rasgos hay detectores para cada dimensión de los sonidos del habla: consonante,
vocálico, oclusivo, sonoro, etc. Cada detector es
un continuo en el que se distribuyen los sonidos y también las pausas; así, en la figura 2.3 se
puede observar que el sonido Iml se sitúa en un
nivel alto del continuo en el rasgo de sonoridad,
mientras que el sonido Ipl se sitúa en un nivel
más bajo del mismo. Los silencios y las pausas
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
en el habla, como es lógico, se situarán en los
niveles más bajos del continuo en cada dimensión. Los detectores de rasgos se organizan en
grupos, ya que cada sonido posee todos los rasgos en mayor o menor cantidad, y la detección
de los fonemas se lleva a cabo mediante la identificación del patrón característico de ese sonido
en todos los rasgos que forman un grupo.
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Figura 2.3. Modelo TRACE. En la figura se muestra el
funcionamiento
de los tres niveles del modelo durante la percepción del sintagrna «Mi copa». En el nivel de
rasgos se puede observar cómo los distintos sonidos, y
también el silencio inicial, se distribuyen en el continuo
de las dimensiones «oclusivo», «sonoro» y «vocálico». El
sonido IpI, por ejemplo, se sitúa en un nivel alto en la
dimensión «oclusivo» y en un nivel bajo en las dimensiones «sonoro» y -vocálico-. La lal, por el contrario,
muestra el patrón opuesto. El patrón de activación de
un sonido en las distintas dimensiones que conforman
un banco de rasgos origina una activación en el nivel de
fonemas del nodo correspondiente
a ese fonema. Por
último, la activación de un grupo de fonemas de manera consecutiva activa, a su vez, el nodo correspondiente
en el nivel de palabras.
Igual que en los rasgos, en los otros dos niveles hay un detector para cada fonema y para
cada palabra que la persona conoce. Los nadas
están interconectados,
mantienen conexiones
inhibitorias con los demás nadas del mismo
nivel y excitatorias con los nadas de otro nivel
que sean consistentes. Por ejemplo, el fonema
/p/ tendrá conexiones mutuamente excitatorias
con los nadas del nivel de palabras que contengan ese fonema (ej.: patada, copa) y, al mismo tiempo, tendrá conexiones inhibitorias con
las unidades de otros fonemas (ej.: /m!, /d/). En
el momento en que la persona recibe un input
auditivo, los tres niveles se ponen en marcha
de forma simultánea e interactúan entre sí: los
rasgos activan, a su vez, determinados fonemas, y éstos envían activación al nivel de palabras. Cuando el nivel de activación de una unidad excede un determinado umbral, comienza
a enviar activaciones inhibitorias al resto de las
unidades del mismo nivel.
El modelo TRACE es conexionista, de modo
que uno de sus supuestos principales es la interactividad, esto es, que las conexiones entre
nadas son bidireccionales. La activación, por
tanto, fluye desde los niveles inferiores a los superiores (procesamiento de abajo-arriba), y también al contrario (de arriba-abajo). Esto explica
por qué en determinadas situaciones el contexto
en el que tiene lugar la conversación y los fonemas circundantes pueden ayudar a la detección
de determinadas unidades degradadas por el
ruido, la superposición de hablas o la mala pronunciación del emisor. Por ejemplo, es posible
que una persona escuche la secuencia /li"ro/, y
no esté segura de si el fonema central es Ib/ o /p/.
Sin embargo, el contexto (imaginemos que hipotéticamente se encuentra en una biblioteca) y el
resto de los fonemas (la palabra /lipro/ no existe,
pero la palabra /libro/ sí) contribuirían a que el
fonema percibido sea Ib/.
Aunque centrado solo en la fase de reconocimiento de palabras, un modelo muy influyente
es el modelo de cohorte de Marslen-Wilson et
al." Este modelo propone que, dado el carácter
temporal del habla, desde el mismo momento
en que el oyente comienza a procesar el primer
lo
CAPíTULO 2. Comprensión oral
fonema de la palabra, ya se ponen en marcha
los procesos de reconocimiento
léxico. El reconocimiento
de las palabras sería, por tanto,
simultáneo a la producción
del mensaje por
parte del hablante, de manera que podría reconocerse un estímulo incluso antes de que
el emisor terminara de pronunciarlo.
El reconocimiento léxico comienza desde el mismo
momento en que el receptor percibe el primer
fonema. En ese momento se activan todas las
entradas léxicas que comienzan por ese fonema, formando lo que se denomina «cohorte
inicial». A medida que el hablante va produciendo el resto de los fonemas, esa cohorte
inicial se va reduciendo,
debido a la falta de
coincidencia de algunas de las palabras con la
cadena de fonemas pronunciados,
hasta que
se llega a un fonema en que la cohorte queda reducida a una sola palabra. Por ejemplo, si
alguien pronuncia la palabra elefante, el fonema lel haría que se activaran todas las palabras
de nuestro léxico que comenzaran por ese fonema: enero, elemento, extraño, elegir, elipse,
entrar, elocuente ... Con la pronunciación
del
segundo fonema, 11/, muchas de estas palabras
serían inhibidas: enero, extraño, entrar, mientras que el resto continuarían activas. La pronunciación del tercer fonema, lel, haría que
se eliminaran de la cohorte las entradas elipse
y elocuente, hasta que por último la cohorte
quedaría reducida a una sola palabra desde el
mismo momento en que el emisor pronunciara el fonema 1fI, ya que en nuestro idioma no
existen más palabras que coincidan con la secuencia de fonemas «elef», Por tanto, el punto de unicidad de la palabra elefante sería la
Ifl, y marcaría el punto en el que se produce
el reconocimiento
de la palabra sin posibilidad
de equivocación. Si el estímulo pronunciado es
una palabra nueva o una seudopalabra,
también habría un punto de unicidad en el cual
ese estímulo se separaría del resto de palabras
existentes en nuestro léxico.
Una revisión posterior de este modelo? propone que la pronunciación
de una palabra
polisilábica no sólo activa las entradas léxicas
de las palabras que empiezan por los mismos
11
fonemas, sino que también activa las entradas
de palabras más pequeñas que están «incrustadas» en ella; por ejemplo, la pronunciación
de la palabra camaleón activaría también parcialmente las entradas léxicas correspondientes
a las palabras cama y león, que se encuentran
incluidas en ella.
El acceso al significado en el sistema semántico constituye la última fase de la comprensión
oral. Sin embargo, aunque la recuperación del
significado de palabras como mesa o elefante
puede parecer una operación
relativamente
directa, no todas las relaciones entrada léxicasignificado son tan simples.' Uno de los temas
a los que se ha prestado más atención es al
fenómeno de la ambigüedad en el caso de los
homófonos.
La secuencia de sonidos la'folcol
puede ser una forma verbal, perteneciente
al
verbo arrollar (arrollo), o bien puede referirse
a un río pequeño (arroyo). La cuestión principal es si se recuperan los dos significados cuando los receptores escuchan esa secuencia de
sonidos o si, por el contrario, la recuperación
del significado está guiada por la clase de palabra y por el grado de adecuación al contexto
de la frase. La investigación al respecto" indica
que, aunque normalmente
todos los sentidos
de una palabra se activan simultáneamente
en
un primer momento, los contextos restrictivos
podrían conllevar la activación de uno solo de
esos significados si fuera muy dominante.
Estos procesos que acabamos de describir
permiten a la persona acceder al léxico y al significado de las palabras presentadas oralmente.
No obstante, existe la posibilidad de realizar
algunas tareas, como la repetición, sin necesidad de acceder a la forma ni al significado de
las palabras. Por este motivo, muchos modelos
de comprensión oral incluyen, junto a esa vía
léxico-semántica,
una segunda vía, llamada vía
subléxica, que permite repetir los estímulos
verbales sin necesidad de comprenderlos,
lo
cual resulta extremadamente
útil para repetir
tanto palabras nuevas como palabras inventadas o seudopalabras. Esta vía, formada por un
mecanismo de conversión acústico-fonológico,
parte, igual que la léxica, de un análisis acústi-
11
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NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
co de los estímulos, y conecta de forma directa
con el almacén de fonemas, donde la persona
selecciona los fonemas adecuados para repetir
el estímulo, tal y como se puede ver en la figura
2.2. Finalmente, alcanzado el nivel de fonemas,
bien por la vía léxica o por la subléxica, se pondrían en marcha los procesos motores necesarios para la pronunciación de la palabra que se
quiere emitir.
Los experimentos de tiempos de reacción han
sido la principal fuente de datos en la investigación sobre la comprensión del habla. Existe
una gran variedad de tareas, que evalúan los diferentes componentes del sistema de percepción
y reconocimiento del habla.
Para investigar los procesos de análisis auditivo y de segmentación, es útil la tarea de juicio
de rima, en la que el participante debe decidir
si dos palabras riman o no. Lo mismo ocurre
con las tareas de discriminación de fonemas, en
las que los participantes deben decidir si parejas de palabras reales o inventadas son iguales
o diferentes. En unos casos son exactamente
iguales (ej.: bar = bar) mientras que en otros
difieren en un fonema (ej.: bar = par).
Para estudiar el léxico auditivo, la tarea principal ha sido, sin duda, la decisión léxica auditiva. En ella, el participante debe decidir si
los estímulos que se le presentan por vía auditi va son palabras reales o inventadas. Para ello,
debe comprobar en su léxico auditivo si existe
una palabra con esa pronunciación.
Otra tarea muy utilizada, en este caso para
evaluar el acceso al sistema semántica, es la eategorización, en la que el sujeto debe decidir si
las palabras que escucha (ej.: lobo) pertenecen
o no a una determinada
categoría semántica
(ej.: animales salvajes). También para el acceso
semántica se utiliza la tarea de emparejamiento palabra-dibujo,
en la cual tiene que señalar,
entre varios dibujos, el que corresponde
a la
palabra que acaba de escuchar.
Todas estas tareas pueden utilizarse también
para evaluar a pacientes con problemas de comprensión oral en sus versiones de papel y lápiz.
La exploración de la ruta subléxica se lleva a
cabo mediante tareas de repetición de seudopa-
labras, en las que se evalúa el funcionamiento del
mecanismo de conversión acústico-fonológica.
Hay, asimismo, diversas variables de las palabras que influyen en el rendimiento
de los
participantes en estas tareas. Una de ellas es la
complejidad fonémica, que influye en la segmentación de los estímulos auditivos. Cuanta mayor sea la complejidad fonémica de una
palabra, más difícil será para los participantes
reconocerla o repetida. Una palabra con una
alta complejidad fonémica es «cristal», ya que
incluye sílabas complejas del tipo CCVC o
CVC, lo que dificulta su segmentación.
Otras
palabras con sílabas del tipo Cv, como «pato»,
son más fáciles de segmentar y, por lo tanto, de
reconocer.
La frecuencia léxica es otra de las variables
que influyen, en este caso, en el acceso al léxico
auditivo. La frecuencia léxica se define como la
cantidad de veces que, por término medio, una
palabra aparece en las producciones orales. Las
personas suelen reconocer más rápidamente
las palabras de uso frecuente que aquellas que
son poco utilizadas en los intercambios orales.
Así, en una tarea de decisión léxica, los participantes reconocerán más rápidamente estímulos
como «perro» o «casa», que son muy frecuentes, que otros como «buque» o «cisne», que son
mucho menos utilizados.
Tal y como hemos mencionado, el punto de
unicidad es otra de las variables que influyen
en el acceso léxico, ya que determina la rapidez con la que somos capaces de reconocer los
estímulos que se nos presentan por vía auditiva. Así, las palabras que tienen el punto de
unicidad en una posición temprana (como la
palabra «gitano», cuyo punto de unicidad está
en el tercer fonema) se reconocen más rápidamente que aquellas que lo tienen hacia el final
(como «aguja», cuyo punto de unicidad está en
el último fonema).
En el acceso al sistema semántica, son dos las
variables que influyen en el rendimiento.
Una
es la imaginabilidad,
que se define como la facilidad para crear una imagen mental del concepto designado por la palabra. Las palabras
concretas como «cama», que son muy imagina-
CAPíTULO
bles, se reconocen más rápidamente que otras
más abstractas, y por tanto menos imaginables,
como «salud» o «bondad». La otra variable que
influye en el acceso semántico es la tipicidad.
Un concepto es muy típico cuando es un buen
representante
de la categoría a la que pertenece; por ejemplo, «vaca» es un ejemplo muy típico de la categoría «mamíferos», mientras que
«ballena» es un ejemplo mucho menos típico
de la misma categoría. El acceso al significado
de una palabra será tanto más fácil cuanto mayor sea la tipicidad de la palabra en cuestión.
BASES NEUROLÓGICAS
DE LA COMPRENSiÓN ORAL
A pesar de la gran acumulación de conocimiento sobre el sistema de procesamiento del
lenguaje, hasta hace algunos años se había progresado relativamente poco en el desarrollo de
un modelo que integrara datos neuropsicológicos y psicolingüísticos con aquellos procedentes
de la neuroimagen. Uno de los modelos que permiten comprender la organización cortical de la
comprensión oral es el de Hickok y Poeppel? (figura 2.4), que fue inicialmente desarrollado en el
contexto del procesamiento de la palabra aislada.
Según este modelo, los códigos sensoriales
del habla deben interactuar con dos sistemas:
un sistema conceptual y un sistema motor-articulatorio. La tarea a realizar y las estrategias
utilizadas por la persona serán los que determinen cuál de los dos sistemas se activará predominantemente
en un momento dado, y estos
dependen de dos vías que parten de las áreas
auditivas primarias en la circunvolución
temporal superior, y que se proyectan a distintas
zonas del cerebro: al temporal inferior posterior izquierdo, en el caso del sistema conceptual, y a la región temporoparietal,
en el caso
del sistema motor-articulatorio.
El modelo establece que las etapas más tempranas del procesamiento auditivo están anatómicamente relacionadas con algunas porciones
de la circunvolución
de Heschl, una región situada en la parte superior de los lóbulos temporales. En diversas investigaciones se ha obser-
2. Comprensión
oral
•
Vía dorsal
Procesamiento
auditivo temprano
Figura 2.4. Organización cortical de la comprensión
oral. En la imagen se muestran las estructuras corticales que forman las redes dorsal y ventral propuestas en
el Modelo de Hickok y Poeppel. La parte coloreada en
negro es la encargada de llevar a cabo el procesamiento auditivo temprano de todos los estímulos acústicos
que llegan al cerebro. A partir de ahí, la información se
distribuye a una de las dos redes, en función de la tarea a realizar. Cuando la actividad conlleva la conversión del input acústico en un output fonológico, entrará
en funcionamiento
la vía dorsal (en azul), que implica
áreas frontales del hemisferio izquierdo. Cuando se requiere el acceso al significado, por el contrario, la vía
elegida será la ventral (en gris claro), situada en ellóbulo temporal izquierdo.
vado que esta zona responde a todo tipo de sonidos, incluso a estímulos auditivos relativamente
simples, como el ruido. El siguiente nivel jerárquico implica a las redes supratemporales; estas
regiones, situadas cerca de la circunvolución de
Heschl, responden de manera más vigorosa a
señales estructuradas en el tiempo (ritmos, música, lenguaje) que a estímulos no estructurados,
como el ruido.
El siguiente paso del procesamiento es específico para el lenguaje, e implica a las porciones
ventrolaterales
de la circunvolución
temporal
superior, unas zonas que parecen responder mejor a señales temporales complejas, como el habla. Todos los estudios realizados sugieren que
estas regiones de la circunvolución
temporal
superior, y también de la cisura temporal superior, están implicadas en etapas avanzadas del
procesamiento auditivo, que son críticas para el
procesamiento del fonema. A partir de aquí, el
sistema diverge en dos vías de procesamiento:
una vía ventral, implicada en la corresponden-
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
cia entre sonido y significado, y una vía dorsal,
implicada en asignar a los sonidos las representaciones basadas en la articulación.
La vía ventral, o vía del «qué» (que se correspondería con la denominada «ruta léxica»,
según los modelos de procesamiento
cognitivo expuestos en el apartado anterior), permite
asignar a las representaciones
basadas en el sonido del habla una representación
conceptual
determinada.
Esta vía se proyecta ven trolateralmente e involucra la cisura temporal superior, la región inferior posterior del lóbulo
temporal y algunas porciones de las circunvoluciones temporal medial y temporal inferior.
La región posteroinferior
del lóbulo temporal
izquierdo parece estar implicada en la última
etapa del procesamiento,
que conllevaría el acceso a la entrada léxica y a su significado. Si el
objetivo de la tarea no es sólo la comprensión
de estímulos aislados, sino de una frase o un
texto, habría otras áreas implicadas en el procesamiento sintáctico. El área que parece estar
principalmente
relacionada con la comprensión morfosintáctica
es la región anterior del
temporal izquierdo, pero también hay otras
implicadas, como la cisura temporal superior,
la circunvolución temporal medial y el área de
Broca (en los capítulos 5, Morfología, y 6, Sintaxis, se desarrollan estas cuestiones).
Los datos de que disponemos'? sobre la vía
ventral parecen apoyar la opinión de Wernicke de que las representaciones
auditivas están
representadas
bilateralmente
en los campos
corticales auditivos y que, en consecuencia, es
suficiente con que esas representaciones
estén
en un hemisferio para que sea posible el acceso al léxico. Si esto es así, las lesiones unilaterales no deberían causar dificultades en la
comprensión,
como sería de esperar si estas
habilidades estuvieran fuertemente
lateralizadas en el hemisferio izquierdo. Esta hipótesis
bilateral predice, por tanto, que los déficits
profundos en la percepción del lenguaje estarán asociados a lesiones bilaterales. Los datos
de pacientes con sordera verbal pura apoyan
esta hipótesis, al igual que los experimentos
en los que se exploran las habilidades de com-
prensión del hemisferio derecho en pacientes
con cerebro dividido o sometidos al procedimiento de Wada. b
La vía dorsal, también denominada
vía del
«dónde» (correspondería
a la «ruta subléxica»
en los modelos de procesamiento
cognitivo
expuestos en el apartado anterior), representa una conexión estrecha entre los procesos
implicados en la percepción y en la producción del lenguaje. Esta vía, que, como hemos
señalado anteriormente,
comparte con la ventral gran parte del procesamiento
auditivo, se
proyecta dorsoposteriormente
hacia el lóbulo
parietal y, por último, hacia las regiones frontales. Investigaciones recientes sugieren que la
región crítica se encuentra en una zona profunda dentro de la parte posterior de la cisura
de Silvio, en el límite entre los lóbulos parietal
y temporal. Esta vía permite formar representaciones motoras de los fonemas a partir de
estímulos auditivos, lo que es especialmente
útil durante la etapa de adquisición del lenguaje, ya que los niños deben configurar sus
gestos articulatorios
de manera que se correspondan con la estructura fonética del lenguaje al que están expuestos. Asimismo, el hecho
de que las personas puedan repetir seudopalabras y palabras desconocidas
de manera
correcta, demuestra que la vía dorsal implica
interacciones
entre los sistemas lingüísticos
auditivo y motor sin mediación de los sistemas
conceptuales.
Este modelo, además, sugiere que la memoria
de trabajo verbal depende también de la vía dorsal, ya que este tipo de memoria podría considerarse una forma de integración auditivomotora
(percibe estímulos y realiza una tarea de ensayo
articulatorio o repetición para mantenerlos activos de cara al recuerdo posterior).
b El procedimiento
de Wada es una técnica utilizada
para prever los efectos de la neurocirugía en las funciones
cognitivas de un paciente. Consiste en anestesiar temporalmente los hemisferios cerebrales (primero uno y luego
el otro) mediante una inyección intracarotídea de amital
sódico, para comprobar su contribución relativa en las
funciones de lenguaje y memoria.
CAPíTULO 2. Comprensión
En concreto, la base neurológica de la memoria fonológica sería: el córtex parietal izquierdo, el límite entre los lóbulos temporal y
parietal y las regiones laterales e inferiores de
la circunvolución temporal superior y la cisura temporal superior; mientras que el componente articulatorio implicaría al córtex frontal
izquierdo, al área de Broca y algunas regiones
dorsales premotoras, lo que parece apoyar la
predicción de este modelo.
Las redes ventral y dorsal son di sociables,
es decir, pueden activarse de manera independiente según las características
de la tarea que se esté llevando a cabo. Esto también
implica que pueden lesionarse de manera
independiente.
Los datos neuropsicológicos
apoyan esta hipótesis, ya que existen pacientes con una buena comprensión del lenguaje
pero que no son capaces de repetir seu dopalabras.!' mientras que otros pacientes pueden repetir cualquier estímulo pero son incapaces de acceder a su significado.V Si las
tareas subléxicas dependieran de etapas tempranas del proceso de comprensión oral, entonces un fallo en estas tareas sería un buen
predictor de dificultades en la comprensión,
y sin embargo no es así. Este modelo sugiere,
por tanto, que las tareas subléxicas dependen de unos circuitos neurológicos diferentes de aquellos implicados en los procesos de
comprensión.
Algunos estudios de neuroimagen
(figura
2.5) también parecen dar la razón al modelo
de Hickok y Poeppel.? Así, Glasser y Rilling"
realizaron un experimento utilizando la novedosa técnica de neuroimagen por tensor de
difusión, que permite rastrear los tractos de
sustancia blanca en el cerebro. Los resultados del estudio sugieren que el procesamiento fonológico tiene lugar bilateralmente,
ya
que implica una vía que parte de la circunvolución temporal superior y está presente en
ambos hemisferios, aunque sólo en el hemisferio izquierdo está conectada con el lóbulo
frontal a través del fascículo arqueado. Otra
vía que parte de la circunvolución
temporal medial está presente también en ambos
Figura 2.5. Organización
subcortical
oral
•
de la comprensión
oral. En la imagen se muestran las dos vías propuestas en
el modelo de Hickok y Poeppel a nivel subcortical.
Como
se observa en la imagen, la primera parte del tracto, encargada de realizar el análisis acústico inicial, es común
para las dos vías. Posteriormente,
las dos redes neurales
se separan y terminan
en diferentes
Los autores proponen
que la materia blanca del tracto
lóbulos cerebrales.
dorsal forma parte del fascículo arqueado, mientras que
el tracto ventral sería parte de la cápsula extrema.
hemisferios, pero su función varía según la
localización: en el hemisferio izquierdo está
implicada en el procesamiento
léxico-semántico, mientras que en el derecho se ocuparía
del procesamiento
prosódico (véase también
recuadro 2.1).
Estos resultados pueden interpretarse mediante el modelo de Hickok y Poeppel:? la
información auditiva sería primero procesada
en el córtex auditivo primario y decodificada
fono lógicamente.
Desde allí podría dirigirse hacia las áreas frontales, para ser repetida
inmediatamente
(por la vía que incluye a la
circunvolución temporal superior), o bien podría ser enviada al córtex situado bajo la cisura
temporal superior, para la comprensión léxicosemántica.
Como este modelo postula, las áreas léxicosemánticas están situadas en una región estratégica, lo que les permite recibir información
tanto de áreas auditivas como de áreas visuales,
lo que facilita realizar asociaciones entre ellas.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
r;;ecuadro
2.1. La relación entre los procesamientos sintáctico y prosódico
El procesamiento sintáctico constituye una importante clave a la hora de comprender el lenguaje oral. En
diversas investigaciones se ha observado que estos
procesos de análisis lingüístico generan ondas electrofisiológicas características, tal y como se verá en el
capítulo 6. Así, las violaciones de la estructura sintáctica correcta de una frase normalmente originan ondas
negativas tempranas en la parte anterior del hemisferio izquierdo, aunque en ocasiones se ha encontrado
una distribución bilateral de esta negatividad.
"¡
!", 1, ¡
!
~, I
U '
¡ I
En el hemisferio derecho también se ha observado
una onda equivalente ante violaciones sintácticas de
los patrones armónicos en la música. Las características de la música, como la frecuencia, el ritmo y la
entonación, también aparecen en el lenguaje oral,
y constituyen lo que denominamos
la prosodia, un
aspecto también importante en la comprensión oral.
Como hemos mencionado anteriormente,
los procesos de análisis prosódico están ligados a mecanismos del hemisferio derecho.
Algunos estudios han demostrado que ambos procesos (sintácticos y prosódicos) se encuentran estrechamente ligados, y que la información prosódica es
~tilizada
como guía en el análisis sintáctico. En este
TRASTORNOS
ORAL
DE LA COMPRENSiÓN
Los trastornos de la comprensión oral producidos como consecuencia de una lesión cerebral
se denominan agnosias auditivas. Estos trastornos han contribuido a corroborar los modelos
teóricos de la comprensión oral y las bases neurológicas descritas en el apartado anterior. Se
han descrito varios tipos diferentes de agnosias
auditivas, cuyos síntomas dependen del proceso que se vea alterado como consecuencia de la
lesión.
Trastornos
fonológicos
y léxicos
Sordera verbal pura
Los pacientes con sordera verbal pura tienen dificultades
para percibir
el habla, a
pesar de que la percepción
de los sonidos
ambientales,
la expresión
oral, la lectura y
la escritura, se encuentran
conservadas".
La
sentido, Herrman et al.14 llevaron a cabo un experimento de magnetoencefalografía
(MEG), en el que
se comparaba la actividad cerebral de los participantes cuando escuchaban frases en alemán sintácticamente correctas (ej.: «El pez fue atrapado en el
lago » ) e incorrectas (ej.: «El pez fue atrapado en el » ),
ambas pronunciadas de forma monótona en unos
casos o con una entonación adecuada en otros. Los
resultados de su estudio indican que la lateralización
del procesamiento sintáctico variaba en función de
la prosodia de las frases: la ausencia de claves prosódicas adecuadas (entonación monótona) producia
una mayor actividad en la parte anterior del hemisferio derecho, lo que indica que en estos casos era
necesario llevar a cabo un procesamiento adicional
para manejar inputs lingüísticos no óptimos desde el
punto de vista prosódico. Cuando la entonación era
la adecuada, por el contrario, la activación era bilateral. Este estudio, por tanto, sugiere que se produce
una interacción muy temprana entre los análisis sintáctico y prosódico, y que las claves de entonación
muy probablemente sean utilizadas para eliminar la
incertidumbre durante la comprensión de frases sintácticamente
ambiguas.
~
lesión en este trastorno afecta al proceso de
análisis acústico y, como se ha señalado en
el apartado anterior, se produce como consecuencia de una afectación bilateral, ya que
ambos hemisferios
pueden realizar esa función y, por lo tanto, una lesión unilateral
no tendría por qué afectar a la comprensión
oral. El daño en el análisis acústico impide al
paciente realizar una segmentación
adecuada
de los estímulos en las sílabas o fonemas que
los constituyen,
por lo que se verá afectada
también la repetición de estímulos verbales,
tanto por la vía léxica como por el mecanismo de conversión
acústico-fonológico.
No
obstante, estos pacientes son capaces de realizar algunos análisis «paralingüísticos»,
como
identificar el género y la edad de la persona
que está hablando, y también el acento y la
entonación de las frases, ya que estos son aspectos que dependen más del procesamiento
de la prosodia que del procesamiento
lingüístico propiamente
dicho.
CAPíTULO 2. Comprensión oral
Icaso
•
clínico
Nakakoshi et al.15 describieron el caso de un paciente de 42 años que, a consecuencia de una
hemorragia subcortical y la posterior cirugía, comenzó a mostrar problemas para comprender el
lenguaje oral. Sus resultados en los tests auditivos
eran normales para ambos oídos, y no mostraba
dificultades para reconocer los sonidos ambientales ni para percibir la música. No obstante, aunque
habilidad para percibir palabras monosílabas
L;
La comprensión
de los pacientes con sordera verbal pura mejora ligeramente cuando se
enlentece el ritmo de producción
oral. Además, son capaces de identificar correctamente
vocales aisladas, pero su actuación suele empeorar cuando se añade una consonante formando una sílaba del tipo Cv. Esto era lo que
le ocurría a RC, un paciente descrito por Klein
y Harper;" ya que era capaz de repetir vocales
aisladas, pero la repetición de los demás estímulos era muy deficitaria. Así, repetía «collaboration» (colaboración) como «setter- (perro
de muestra) y «God save the King» (Dios salve
al Rey) como «as in a mix» (como en una mezcla). Era incapaz de comprender cuando se le
hablaba, pero sin embargo su lenguaje espontáneo era prácticamente
normal, y su lectura,
fluida y sin errores.
era bastante buena, tenía notables dificultades
para percibir secuencias de sílabas sin sentido. En
las tareas de repetición, su rendimiento mejoraba
cuando el ritmo de presentación de los estímulos
era lento. La mayor parte de los errores los cometía en las sílabas finales de las palabras, ya que
el procesamiento de las sílabas iniciales interfería
con el procesamiento de las sílabas posteriores
del mismo estímulo.
..J
y realizan mal la tarea de decisión léxica auditiva. La repetición de los estímulos se lleva
a cabo mediante el mecanismo de conversión
acústico-fonológico.
El primer caso descrito de sordera para la
forma de las palabras fue el de MKY Este paciente no tenía dificultades para realizar tareas
de discriminación de sílabas, palabras y seudopalabras, pero su rendimiento en la tarea de decisión léxica auditiva era muy bajo. Su problema de comprensión oral era tal, que en muchos
casos aceptaba como nombre del objeto palabras y seudopalabras fono lógicamente semejantes al nombre real (ej.: sea por knee). Cuando
la presentación de los estímulos era visual, el
rendimiento
de MK en tareas semánticas era
mucho mejor, lo que descarta un problema
semántica como origen de sus dificultades de
comprensión oral.
Sordera para la forma de las palabras
En este trastorno, al igual que en el anterior,
la comprensión del lenguaje oral se encuentra
seriamente alterada; sin embargo, los pacientes son capaces de repetir tanto palabras reales
como seudopalabras.
El resto de las capacidades lingüísticas (lenguaje espontáneo, lectura y
escritura) también se encuentran conservadas.
El análisis auditivo en estos pacientes está intacto, ya que de lo contrario no podrían realizar la segmentación de los estímulos para repetirlos posteriormente.
El problema en este caso
es que los pacientes no son capaces de recuperar las entradas léxicas de los estímulos presentados por vía auditiva; por lo tanto, no pueden
distinguir las palabras reales de las inventadas,
Sordera para el significado
de las palabras
Los pacientes que padecen este trastorno
también tienen conservada la repetición tanto
de palabras como de frases, el lenguaje espontáneo, la lectura y la escritura. Su comprensión se encuentra severamente alterada, pero,
a diferencia del trastorno anterior, son capaces
de reconocer las palabras reales, por lo que su
rendimiento en la tarea de decisión léxica es
bueno. El problema se encuentra en el acceso
al significado de las palabras que se presentan
por vía auditiva, es decir, en este caso el daño
está en la conexión entre el léxico auditivo y el
sistema semántica.
•
Icaso
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
clínico
El doctor O, un paciente descrito por Franklin et
al.," sufrió un ataque cerebral que le produjo un
grave problema para comprender las palabras habladas. Se le propuso una tarea de sinónimos, en
la que debía decidir si dos palabras tenían o no el
mismo significado; cuando se le presentaban de
forma escrita, su rendimiento era bueno; pero si
se le daban oralmente, cometía muchos errores.
La ejecución del paciente mostraba un efecto de
la imaginabilidad, es decir, le resultaba más fácil
~omprender
las palabras concretas (ej.: rueda,
pájaro) que las abstractas (ej.: razón, problema).
Su porcentaje de aciertos en la tarea de decisión
léxica auditiva fue del 94%, lo que indica que,
aunque no comprendiera las palabras, conservaba intactas sus representaciones léxicas. Su capacidad para comprender el lenguaje cuando se
presentaba de forma escrita también indica que
el sistema semántico estaba preservado, y que el
déficit se encontraba en la conexión entre éste y
el léxico auditivo. Su repetición de palabras, tanto
de alta como de baja imaginabilidad, era buena .
Ya Bramwell, en 1897,4 describió el caso de
una paciente escocesa de 26 años con severos
problemas de comprensión, debido a un ictus sufrido como consecuencia de su tercer parto. Su
lenguaje espontáneo era prácticamente normal, y
su lectura también era buena, aunque solía tener
algunos problemas para comprender frases largas
y textos. En un principio se creyó que era un caso
de sordera verbal pura, pero la paciente era capaz de repetir e incluso escribir al dictado las palabras que no podía comprender. Cuando leía el
texto que acababa de escribir, lo comprendía perfectamente. Más recientemente, Berndt, Basili y
Caramazza (1987)16 describieron el caso de otro
paciente con sordera para el significado de las palabras. No era un caso puro, ya que su comprensión escrita también se encontraba alterada, pero
observaron que su rendimiento en la tarea de decisión léxica auditiva era bueno, lo que reflejaría
que las entradas léxicas se encontraban intactas y
que el problema era más de acceso semántica.
mas para comprender y repetir palabras nuevas,
como nombres científicos o nombres de lugares, aunque no tenía ninguna dificultad con las
palabras que ya conocía. La escritura del paciente era buena, excepto cuando se trataba de
seudopalabras.
.-J
i '
¡
I
11
r '
1
Agnosia fonológica
Los pacientes con agnosia fono lógica tienen
intacta la ruta léxica, por lo que pueden comprender y repetir las palabras que ya conocen.
Su lenguaje espontáneo,
comprensión
lectora
y escritura espontánea también están conservados. El daño está en la ruta subléxica, por
lo que el problema es específico para la repetición de palabras nuevas y seudopalabras.
JL, un paciente descrito por Beauvois, Dérousné y Bastard," se quejaba de ciertos proble-
Trastornos semánticos
Agnosia semántica
Los pacientes con este trastorno conservan
intacta la capacidad
para repetir palabras,
deletrearlas y distinguir las que son reales de
las inventadas; sin embargo, muestran un déficit para la comprensión
del lenguaje, tanto
en su modalidad oral como en la escrita, lo
que indica que han perdido los significados
de las palabras. El sistema semántico está distribuido por varias áreas del cerebro y se organiza en categorías. Una lesión cerebral, por
lo tanto, puede afectar sólo a unas categorías
pero no a otras, de manera que un paciente
puede tener problemas para comprender
palabras relativas a seres vivos pero no las relativas a seres inertes; en otros casos afecta a
categorías más concretas, como herramientas
o prendas de vestir.
Yamadori y Albert" describieron a un paciente
que presentaba problemas de comprensión oral
y escrita específicos para las partes del cuerpo y
los objetos de una habitación. No mostraba ninguna dificultad, sin embargo, para comprender
CAPíTULO 2. Comprensión oral
nombres de herramientas, utensilios o prendas
de vestir, y podía repetir perfectamente
tanto
las palabras que comprendía como las que no.
Disfasia profunda
Los pacientes que padecen este trastorno tienen dañada la vía subléxica, por lo que no son
capaces de repetir palabras nuevas ni seudopalabras. La vía léxica, por otro lado, también presenta un daño parcial, por lo que la comprensión
oral y la repetición de palabras conocidas también son deficitarias. Es frecuente que estos pacientes cometan errores semánticos y derivativos
a la hora de repetir, que pueden deberse a un fallo en la elección de la entrada léxica, a la activación de una representación semántica equivocada o a un problema de denominación. Si la lesión
en la ruta léxica afecta sólo al léxico auditivo, el
lenguaje espontáneo del paciente, su escritura espontánea y su comprensión lectora estarán preservadas; si lo que se encuentra afectado es el sistema semántico, todas estas capacidades estarán
también mermadas; y si el problema es de denominación, la comprensión, tanto oral como escrita, será buena, pero además de los problemas de
repetición, el paciente tendrá también anomia.
La repetición de los difásicos profundos suele
estar determinada por la variable imaginabilidad,
ya que su rendimiento tiende a ser mejor con las
palabras concretas que con las abstractas. La clase gramatical es otra de las variables que afectan
a su ejecución; los sustantivo s son los estímulos
!caso
•
que mejor repiten, seguidos de los verbos, los
adjetivos y, por último, las palabras funcionales.
El paciente GE, descrito por Patterson," tenía
problemas de comprensión y además no podía
hablar, repetir, leer ni escribir correctamente.
En la tarea de emparejamiento
palabra-dibujo,
su rendimiento fue mejor con las palabras concretas (80% de aciertos) que con las abstractas
(60% de aciertos).
Trastornos en la prosodia
Aunque aún es necesaria más investigación al
respecto, los estudios llevados a cabo hasta el momento sugieren que existen dos tipos de déficits
disprosódicos, dependiendo de dónde se encuentre la lesión. Así, pacientes con una lesión en el
hemisferio izquierdo muestran una comprensión
deficitaria de la prosodia lingüística (interrogaciones, exclamaciones, etc.), y los pacientes con
lesión en el hemisferio derecho, por el contrario,
tienen alterada la capacidad para comprender la
prosodia afectiva e inferir de este modo los estados de ánimo (alegre, triste, preocupado). Estos
dos déficits son di sociables, como se pudo observar en un estudio" en el que se compararon
pacientes con lesiones en ambos hemisferios en
tareas en las que se exploraba la comprensión de
frases con diferentes entonaciones. Para evaluar
la prosodia afectiva, los pacientes escuchaban
una frase y debían señalar caras alegres, tristes
o enfadadas dependiendo de la entonación del
hablante. Para evaluar la prosodia lingüística, lle-
clínico
El paciente JR, descrito por Huber, et al.,21era
un administrador de software de 46 años que
sufrió un infarto en la arteria cerebral media, lo
que le produjo un grave trastorno en sus habilidades de comprensión y producción oral. En
una primera evaluación, el paciente mostraba
un lenguaje fluente, pero con abundantes parafasias y errores gramaticales. Sus severas
dificultades en repetición contrastaban con una
lectura en voz alta relativamente preservada,
mientras que en la tarea de denominación su
Lendimiento
era moderado. En evaluaciones
posteriores, se observó una mejora evidente en
las tareas de denominación y repetición de palabras, siendo la imaginabilidad y la frecuencia
las variables psicolingüísticas que más influían
en su ejecución. En la tarea de repetición de
seudopalabras, por el contrario, su rendimiento continuó siendo muy bajo. Un análisis de los
errores cometidos en la tarea de repetición de
palabras y seudopalabras muestra una disminución en el número de no respuestas y un creciente predominio de los errores fonológicos a
medida que el paciente evoluciona.
--.J
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
varon a cabo la misma tarea, pero en este caso
los pacientes debían señalar un punto cuando
escucharan una frase afirmativa, un signo de interrogación cuando escucharan una pregunta y
un signo de exclamación cuando escucharan una
exclamación. Se encontraron varias disociaciones entre los dos tipos de pacientes: uno de ellos
tuvo un 70% de aciertos en prosodia afectiva y
sólo un 36% en la lingüística; otro, por el contrario, obtuvo un 30% de aciertos en prosodia afee-
tiva y un 70% en la lingüística. La investigación
indica que la comprensión prosódica es también
disociable de la producción.
Todos los trastornos descritos afectan de una
manera u otra a la comprensión o repetición de
los estímulos presentados de forma oral. Debido a
la gran variedad de síntomas, es importante realizar una buena evaluación, para identificar los procesos que se encuentran alterados y diseñar así una
intervención adecuada al problema del paciente.
Resumen
La comprensión oral es un proceso complejo que se
ve dificultado por algunos factores, como la presencia de ruido ambiental, la necesidad de segmentar
el habla o el problema de la invarianza entre los estímulos acústicos y los segmentos fonéticos.
Los diversos modelos teóricos que tratan de explicar cómo se lleva a cabo la comprensión del lenguaje oral coinciden en que son tres las etapas de
este proceso: análisis auditivo, en el que se analizan las características físicas de los sonidos y la
segmentación del habla; acceso léxico, en el que
se recupera la entrada léxica correspondiente al
estímulo y acceso semántico, mediante el cual se
recupera el significado de la palabra. Existe tamo
bién una vía subléxica alternativa, que permite repetir los estímulos sin necesidad de acceder a su
significado. Esta vía es especialmente útil durante
el proceso de adquisición del lenguaje oral. A pesar
del consenso acerca de las etapas del sistema de
comprensión oral, los diversos modelos difieren al
explicar cómo se llevan a cabo estos procesos.
Las diferentes técnicas de neuroimagen que se
han ido desarrollando durante las últimas décadas han permitido conocer cuáles son las estructuras corticales implicadas en la comprensión y cómo se organizan. El modelo de Hickok y
Poeppel propone que la circunvolución temporal
superior de ambos hemisferios está implicada
en el análisis auditivo de los estímulos orales. De
ahí parten dos vías, en las que están implicadas
diferentes estructuras corticales. La primera de
ellas es la vía ventral, cuya función es relacionar
los sonidos percibidos con los significados correspondientes. Esta vía se proyecta hacia la zona
postero-inferior del lóbulo temporal izquierdo, y
se correspondería con la ruta léxica de procesamiento del lenguaje. La segunda se denomina vía
dorsal, y se ocupa de relacionar el lenguaje con
la articulación motora de esos mismos sonidos
percibidos, es decir, se corresponde con la ruta
subléxica de conversión acústico-fonológico.
Esta vía se proyecta hacia zonas profundas de la
parte posterior de la cisura de Silvio, en el límite
entre los lóbulos parietal y temporal, y finalmente
hacia el área de Broca, situada en el lóbulo frontal. Las bases neurológicas de la comprensión de
la prosodia, según los resultados obtenidos por
Glasser y Rilling, se encuentran en la circunvolución temporal medial del hemisferio derecho.
Las agnosias auditivas son los trastornos que aparecen como consecuencia de las lesiones en cualquiera de estas áreas implicadas en la percepción
del habla. Existen varios tipos de agnosias auditivas, según el proceso dañado. La sordera verbal
pura se produce cuando el daño afecta al análisis
auditivo; en este caso, tanto la comprensión como
la repetición de los estímulos se ven gravemente
afectadas. Cuando la lesión afecta al léxico auditivo, el trastorno se denomina agnosia para la forma
de las palabras, y afecta a la comprensión, pero no
a la repetición de estímulos.
En la sordera para el significado de las palabras,
se produce una desconexión entre el léxico auditivo y el sistema semántico, por lo que el paciente
es incapaz de acceder al significado de las palabras, a pesar de que las reconoce como familiares. Un daño en el sistema semántico afecta a la
comprensión del lenguaje, tanto en modalidad
oral como escrita, aunque la capacidad para repetir se mantiene intacta.
El daño en la ruta subléxica se denomina agnosia
fonológica, y afecta exclusivamente a la repetición
de palabras desconocidas y seudopalabras. El
daño en ambas rutas simultáneamente se denomina disfasia profunda, y afecta tanto a la repetición
como a la comprensión de los estímulos del habla.
Por último, también pueden producirse déficits en
la comprensión de la prosodia, que impiden a los
pacientes inferir el sentido de la frase o el estado
de ánimo del hablante basándose en la entonación del lenguaje.
CAPíTULO 2. Comprensión oral
Preguntas
•
de autoevaluaclón
• ¿Cómo explica el modelo de cohortes el proceso de identificación de palabras?
• ¿En qué tipo de agnosía auditiva se encuentran afectadas tanto la comprensión como la
repetición de estímulos presentados de forma
auditiva?
• ¿En qué regiones cerebrales se lleva a cabo el
análisis auditivo de los estímulos presentados
de forma oral?
• ¿Cuáles son las dos variables que más afectan
al rendimiento de los pacientes con disfasia
profunda?
• ¿Cuáles son las fases implicadas en la comprensión del lenguaje oral?
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22.
Producción oral
Javier Rodríguez-Ferreiro y Fernando Cuetos
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Procesamiento cognitivo
Bases neurológicas de la producción oral
Trastornos anómicos
INTRODUCCiÓN
Aunque aparentemente hablar es muy sencillo,
ya que todas las personas de cualquier idioma,
desde las más cultas a las analfabetas, son capaces
de expresarse a través del habla, lo cierto es que
se trata de una actividad enormemente compleja
y en la que intervienen multitud de procesos cognitivos y, consecuentemente, cerebrales.
Hablar significa expresar ideas, mensajes, sentimientos, etc., por medio de sonidos, lo que
implica realizar varias transformaciones
antes
de que esas ideas que tenemos en nuestras cabezas se conviertan en sonidos que salen de nuestras bocas. Primero es necesario transformar
las ideas o mensajes, que están en formato abstracto, en formato lingüístico; esto es, hay que
buscar las palabras y oraciones con las que expresar esas ideas. Generalmente realizamos esta
operación sin dificultad, pero a veces nos cuesta
encontrar la expresión adecuada, como cuando
decimos «a ver cómo consigo explicado», o nos
falta la palabra concreta para el concepto que
queremos expresar. Después hay que activar los
fonemas correspondientes a cada palabra y en el
orden adecuado, para pronunciar exactamente
la palabra que queremos decir. Un error en la
selección de alguno de los fonemas o en el orden de pronunciación nos puede llevar a decir
una palabra diferente de la que pretendíamos
(por ejemplo, «cartero» por «carnero»), o una
seudopalabra
(por ejemplo, «carpero»). Finalmente viene la articulación de esos fonemas a
través del aparato fonador (faringe, laringe,
boca, etc.).
Pero a pesar de la complejidad que supone
hablar y de las transformaciones
que tenemos
que realizar, en general hablamos de una manera
muy fluida, a una gran velocidad y con un escaso
número de errores. En términos generales, producimos unas 150 palabras por minuto, lo que
supone una velocidad impresionante, si tenemos
en cuenta que disponemos de unas 50.000 palabras en nuestra memoria entre las que elegir la
adecuada en cada momento. Además, la tasa de
errores es muy baja, salvo en situaciones estresantes, ya que el promedio es de sólo un error
por cada mil palabras que pronunciamos. 1
Obviamente, para llegar a conseguir tan altos niveles de precisión y fluidez, es necesario
disponer de un sistema muy complejo y sofisticado, y ciertamente el sistema de producción
oral lo es. Además, ese sistema está muy bien
entrenado, pues no pasa un solo día sin que lo
utilicemos y, en general, muchas veces al cabo
del día. No cabe duda de que hablar es una
de las actividades preferidas por los humanos,
a juzgar por el tiempo que le dedicamos. Por
otra parte, el entrenamiento
del sistema de
producción comienza muy temprano, ya que
desde los primeros meses del bebé ya se le estimula a producir palabras y a incrementar su
vocabulario.
No obstante, este sistema de producción oral
no siempre funciona con esa efectividad, ya
que a veces nos cuesta expresar una idea o no
encontramos la palabra o expresión adecuada
para el mensaje que queremos expresar, hasta el punto de hacemos caer en determinadas
ocasiones en el molesto estado de «tenerlo en
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
la punta de la lengua». Esto ocurre especialmente con las palabras de poco uso, que están
menos accesibles en nuestro léxico. Por otra
parte, ese sistema va perdiendo eficacia con
el paso del tiempo, debido a la disminución
de la actividad cerebral, lo que hace que los
ancianos tengan un lenguaje menos fluido y
con más episodios de «la punta de la lengua».
Esa pérdida de efectividad es dramática cuando la vejez va acompañada de una enfermedad
neurodegenerativa,
como el Alzheimer o la
demencia semántica. También, cuando una lesión alcanza alguna de las áreas cerebrales que
intervienen en el habla.
En este capítulo veremos cómo está organizado y cómo funciona el sistema de producción oral, cuáles son las bases neurológicas de
este sistema y qué tipo de trastornos del habla
se producen cuando se lesionan las áreas cerebrales responsables de alguno de sus componentes.
PROCESAMIENTO COGNITIVO
A grandes rasgos, la producción oral consiste en la conversión de un mensaje abstracto o
significado en una secuencia de sonidos. Para
llevar a cabo este gran salto, hemos de realizar
varias operaciones.
Aunque hay multitud de
hipótesis sobre cómo transcurre exactamente
este proceso, existe cierto consenso en diferenciar al menos tres estadios fundamentales:
nivel semántico, en el que se produce la selección del concepto apropiado; léxico, en el
que se escoge la palabra que le corresponde;
y fonológico, en el que se activan los fonemas
necesarios para producirla. El acuerdo sobre la
existencia de esta estructura básica se fundamenta en una gran cantidad de investigaciones,
llevadas a cabo principalmente
con dos metodologías: la observación de errores del habla y
la medida de los tiempos de reacción en tareas
de denominación.
Desde finales del siglo XIX, muchas investigaciones sobre el proceso de producción oral
se han basado en la observación de los errores
que producimos al hablar, tanto espontáneos
(lapsus linguae) como inducidos por algún paradigma experimental.'
El estudio de los errores nos da una idea de qué ocurre exactamente
cuando producimos el discurso oral. Una de
las observaciones más relevantes es que la sustitución de una palabra por otra en el discurso
se da entre palabras semántica o fonológicamente relacionadas entre sí. Cabe mencionar,
además, que la gran mayoría de los errores
preservan la clase gramatical de la palabra, de
forma que un sustantivo se sustituye por un
sustantivo, y no por un verbo o un adjetivo.
Así, es más probable que sustituyamos la palabra «cuervo» por «ciervo», que por otra sin
ningún tipo de relación con ella, como «licor»,
o una de otra clase gramatical, como «volar».
Otra observación importante es que muchas
veces las sustituciones se dan entre partes de
las palabras, y normalmente preservando el orden y estructura silábica. Se da lugar entonces
a errores de intercambio de fonemas entre una
palabra y otra (ej.: «corrón de buceos» en vez
de «buzón de correos»), anticipación de fonemas de una palabra subsiguiente (ej.: «gato de
goma» en vez de «pato de gorna»), perseveración de fonemas de una palabra anterior (ej.:
«caja de carillas» en vez de «caja de cerillas») o
fusión entre dos palabras (ej.: «comendar» al
unir el principio y final de las palabras «corregir» y «enmendar»). Estos hallazgos ponen de
relieve la importancia de la información semántica, sintáctico-gramatical
y fonológica en diferentes momentos del proceso de producción
oral. De ellos se desprende, por ejemplo, que la
selección de las palabras conlleva restricciones
gramaticales antes de producirse la activación
de los fonemas, y que estos son recuperados sobre una estructura silábica ya establecida. Esta
última apreciación se pone de manifiesto igualmente en otro fenómeno que también ha sido
estudiado dentro de esta corriente de investigaciones: el conocido como estado de «tenerlo
en la punta de la lengua». Este término describe
esa situación en la que queremos nombrar algo
pero no somos capaces de recordar exactamente la palabra correspondiente.
En muchas ocasiones sabemos más o menos cómo es de larga
CAPíTULO 3. Producción oral
la palabra, e incluso tenemos alguna intuición
sobre la letra por la que empieza o cómo se
acentúa, lo que indica que toda esta información se activa antes y de forma independiente
del plan fonológico completo.
En cuanto a los estudios de tiempos de reacción, son muy habituales los basados en la tarea
de denominación
de dibujos. Esta tarea, que
consiste simplemente en decir el nombre de un
objeto representado mediante un dibujo o fotografía, se considera una buena aproximación
a la producción lingüística espontánea, con la
ventaja añadida de ser experimentalmente
controlable. La denominación de objetos es una actividad cotidiana que realizamos con frecuencia.
Por ejemplo, al decir «Dame el vaso», estamos
denominando
el objeto «vaso». El estudio de
los tiempos de reacción de los participantes al
realizar esta tarea ha sido muy importante para
el desarrollo de modelos cognitivos de producción lingüística, pues se supone que las variables
que afectan a la velocidad con la que se denomina un dibujo estarán implicadas de algún modo
en el proceso de producción.
Como adelantábamos
al principio de este
apartado, el primer paso en la producción oral
es la elección de un concepto en nuestro sistema semántico. Los estudios de denominación
nos han permitido identificar determinadas variables que actúan durante este estadio del proceso. Entre las más importantes, se encuentran
la imaginabilidad y la familiaridad. La primera
de estas variables se refiere a lo fácil que resulta evocar la imagen visual correspondiente
a un
concepto dado, y se operativiza mediante cuestionarios subjetivos. Un concepto como «mesa»
obtiene unos valores muy altos de imaginabilidad, ya que resulta muy fácil imaginarse una
mesa. En cambio, el concepto «libertad» tiene
valores mucho más bajos. La imaginabilidad
está directamente relacionada con la dimensión
concreto-abstracto,
que parece tener una gran
importancia en la organización semántica. En
cuanto a la familiaridad, también se obtiene
mediante cuestionarios subjetivos, y se entiende
como el mayor o menor grado de contacto que
solemos tener con un concepto o sus referentes.
•
Por ejemplo, «perro» resulta mucho más familiar que «armadillo»; o «cuchara», que usamos
todos los días, más que «arpón». Diversos estudios han demostrado que producimos más fácilmente las palabras que obtienen valores más
altos de imaginabilidad y familiaridad.
A nivel léxico, una de las variables más influyentes en el tiempo de denominación es la
frecuencia léxica, o frecuencia de uso de la palabra.' La frecuencia léxica suele calcularse en
función de recuentos sobre corpus de lenguaje
escrito, aunque en los últimos años se está utilizando también corpus de lenguaje oral, que
parece predecir aún mejor la velocidad. Cuanto
más frecuente sea una palabra en nuestro lenguaje habitual, más rápidamente la produciremos. También ha resultado tener una gran influencia en el proceso de denominación la edad
a la que aprendemos
las palabras, conocida
como edad de adquisición." La forma más objetiva de medir esta variable es estudiando el vocabulario infantil y cómo se va ampliando a medida que los niños van creciendo. Sin embargo,
se ha constatado que medidas mucho más sencillas, como las obtenidas al preguntar a adultos
cuándo creen que han aprendido cada palabra,
son igualmente fiables y válidas. Parece, por
tanto, que cuanto más temprano en nuestra vida
hemos aprendido una palabra, más rápidamente la produciremos, aunque en los últimos años
se está especulando con la posibilidad de que lo
importante no sea la edad en sí, sino el orden en
que han sido adquiridas. Sea cual sea el origen
exacto de su influencia, la edad de adquisición
es uno de los predictores más potentes de la velocidad de denominación. Tanto es así, que su
efecto aparece incluso cuando se controlan los
valores de frecuencia, variable con la que tiene
cierto grado de correlación, ya que las palabras
más frecuentes suelen aprenderse a edades más
tempranas. Se considera que tanto la frecuencia
como la edad de adquisición influyen sobre la
denominación en el momento en que seleccionamos las palabras a partir del significado que
queremos expresar.
Finalmente, a nivel fonológico se encuentra
otro grupo de variables, relacionadas
con la
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
forma de las palabras, que también influyen en
la producción oral. Una de ellas es la longitud
total de la palabra, ya sea en cuanto a número
de fonemas o sílabas, siendo menor el tiempo
de reacción cuanto más corta sea la palabra.
Otros factores, como la complejidad silábica,
según el número y orden de las consonantes, o
lo habituales que sean las sílabas en un idioma
dado, frecuencia silábica, también influyen en
lo rápidamente que las producimos. Todos estos factores parecen tener efecto en el estadio
inmediatamente
anterior a la articulación de
los sonidos, en el que seleccionamos los fonemas que se deben producir.
Además de fijarse en la influencia de diferentes características de los estímulos en la velocidad de denominación,
algunas investigaciones
se han preocupado
por desarrollar distintos
procedimientos experimentales basados en esta
tarea. Uno de los paradigmas más utilizados es
el de interferencia palabra-dibujo."
Esta metodología surge como una adaptación de la conocida tarea de Stroop," en la que los participantes
deben nombrar los colores en que están impresas distintas palabras. En la tarea de interferencia palabra-dibujo, el experimentador
pide a un
voluntario que diga, lo más rápido que pueda
e intentando no cometer errores, el nombre de
una serie de dibujos que se le presentan sucesivamente. El participante debe, además, ignorar una palabra que se ha colocado sobre cada
uno de los dibujos, a modo de distractor. Lo
interesante de este procedimiento
reside en
que, a pesar de las instrucciones explícitas de
no atender a la palabra, el voluntario no puede dejar de leerla, lo que provoca un aumento
en el tiempo de reacción con respecto a lo que
ocurriría si presentásemos solamente el dibujo.
Este enlentecimiento
ha sido bautizado como
«efecto de interferencia palabra-dibujo»,
dando nombre al propio paradigma, y se entiende como resultado de la competición
entre
las representaciones
léxicas correspondientes
a la palabra y al dibujo, que rivalizan por ser
elegidas en el proceso de lexicalización. Esta
interpretación
del modo en que transcurre el
acceso léxico se conoce como selección léxica
por competición.
Desde esta perspectiva, los
conceptos activos en el sistema semántico (por
ejemplo, por ver un dibujo o leer una palabra)
activan, a su vez, entradas en el nivel léxico.
Estas entradas compiten entre sí para ser elegidas por el sistema. La elección de la entrada
correcta, la correspondiente
al dibujo, llevará
más tiempo cuanto más activadas estén las entradas incorrectas, la de la palabra y otras que
se hayan activado por estar relacionadas con
ellas. El proceso de selección léxica se hace más
complejo aún en el caso de los hablantes bilingües (véase recuadro 3.1).
Este paradigma experimental
ha permitido
manipular las distintas características
de los
estímulos que influyen en los tiempos de reacción de la denominación,
como la relación
que existe entre dibujo y distractor. La manipulación de esta variable ha dado lugar a dos
hallazgos importantes: el efecto de facilitación
fonológica,? que se refiere a la mayor rapidez
con que los participantes
denominan dibujos
cuando el distractor es una palabra fonológicamente similar al nombre del dibujo; y el efecto
de interferencia semántica," nombre con el que
se designa el enlentecimiento
en el tiempo de
reacción que se produce cuando el distractor
está semánticamente
relacionado con el dibujo. El descubrimiento
de estos fenómenos ha
ayudado a describir la arquitectura
funcional
del sistema de producción oral, pues de ellos
se desprende la existencia de distintos niveles
o momentos en el proceso. Así, la facilitación
fonológica puede situarse en un nivel de procesamiento relacionado con la activación fonológica, entendiendo que algunos de los fonemas
necesarios para la denominación
del dibujo
reciben activación doble por aparecer también
en la palabra distractora. Por lo que respecta
a la interferencia
semántica, y según la hipótesis de selección léxica por competición,
se
entiende que, llegado el momento de elegir la
entrada léxica adecuada, la correspondiente
a
la palabra compite con la del dibujo. Al existir
relación semántica entre una y otro, la palabra
está sobre activada, y por ello enlentece el proceso aún más.
CAPíTULO 3. Producción oral
r-;ecuadro
3.1. la producción en bilingües
Ya hemos comentado la complejidad del proceso
de selección léxica, en el que se debe elegir una
entrada gramatical de entre todas las que han
sido activadas desde el sistema semántico. Este
proceso debería resultar más complejo aún en el
caso de las personas que hablan varios idiomas,
ya que el número de entradas léxicas, e incluso
programas fonológicos posibles, se multiplica
al disponer de varias palabras para designar un
mismo concepto.
En general, se asume que los hablantes que
dominan varios idiomas poseen un sólo sistema semántico o conceptual compartido entre
todos ellos." Cada concepto está conectado
con sus correspondientes nodos léxicos en los
diferentes idiomas. Por ejemplo, en el caso de
un hablante de castellano e inglés, existiría un
único sistema semántico con un único concepto para representar el objeto coche. Este nodo
conceptual estaría conectado con las entradas
léxicas «coche» y «car». ¿Cómo elige el hablante entre estas dos posibilidades? Una solución
posible sería disponer de un mecanismo que
corte las conexiones entre el sistema semántico y las entradas gramaticales del idioma que
no se está utilizando, y deje paso sólo a las del
idioma apropiado en cada momento. Sin embargo, en muchas ocasiones se ha demostrado que
las entradas de los dos idiomas se activan de
forma paralela, por lo que un corte total de las
conexiones entre el sistema semántico y el nivel
léxico resulta poco probable.
Otra posibilidad es que, una vez activadas las entradas de los distintos idiomas, exista un mecanismo inhibitorio encargado de reducir la activación de los nodos que no corresponden al idioma
adecuado, lo que se ha llamado selección léxica
por inhibición. De esta forma, aunque todas las
L..:ntradas
tomarían parte en el proceso de selec-
Modelos de producción oral
En los últimos años se han propuesto varios
modelos que intentan explicar todos esos hallazgos experimentales.
La mayoría de ellos
coincide en suponer la existencia de los tres niveles o subprocesos principales del proceso de
producción oral; las diferencias se encuentran
en la forma de entender la relación que existe
entre ellos. Para algunos autores, el funciona-
•
--,
ción, sólo las del idioma apropiado tendrían acti-
vación suficiente para ser elegidas.
Una hipótesis más, conocida como selección
léxica específica del idioma, es que la activación de las entradas correspondientes al idioma
inadecuado sea ignorada por el sistema y, por lo
tanto, éstas no entren en juego en el proceso de
selección.
Por último, la hipótesis de activación diferencial
sugiere que las intenciones del hablante modulan el grado de activación que se otorga a cada
entrada léxica, favoreciendo las del idioma apropiado.
COCHE
conceptual
COCHE
------1-------. ..
--I--~--·
7¡~ro~:,::~lP?\1h
/1< 1101lel lel
monolingüe
Ikl 101lel lel Ikl la:; /r/
selección por inhibición
COCHE
COCHE
-----/~-
---¡---~-_.
;}\\ ~ lP?\1\\
Ikl 101lel lel
Ikl 101lel lel Ikl la:; /r/
activación diferencial
selección específica
del idioma
Diferentes
gües.
posibilidades
del
acceso
--.J
léxico en bilin-
miento del sistema de producción es modular,
lo que significa que cada subproceso no se inicia
hasta que haya terminado el anterior. De esta
manera, la selección fonológica no comienza
hasta que no ha acabado la selección léxica, y
ésta no empieza hasta que no haya finalizado
la selección semántica. Para otros autores, el
funcionamiento
se realiza en paralelo, lo que
implica que pueden estar funcionando varios
procesos al mismo tiempo. Por otra parte, algu-
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
nos modelos sostienen que la activación fluye
de manera serial de arriba abajo, es decir, desde los procesos semánticos a los léxicos, y de
estos a los fonológicos. Otros defienden que la
activación fluye en ambas direcciones, de arriba
abajo y de abajo arriba, por lo que los procesos
semánticos influyen sobre los léxicos, pero también los léxicos influyen sobre los semánticos.
Teniendo en cuenta estas dos características de
funcionamiento podemos distinguir entre modelos modulares, interactivos y en cascada.
Estrato
conceptual
• Preparación conceptual: durante esta fase se
elige el concepto léxico que permitirá expresar el mensaje que se pretende hacer llegar al
interlocutor. Este subproceso es relativamente
complejo, incluso en una tarea sencilla como
la denominación, ya que ante un mismo objeto pueden tener cabida varias respuestas. Por
ejemplo, para denominar una silla podemos
utilizar los conceptos léxicos correspondientes a «mueble», «silla» o «butaca». Además, no
siempre hay un concepto léxico claro y único
para el mensaje que queremos expresar. Sería
TT-¿OT"
d!~;~~'
r--'--~
Modelos modulares
Uno de los modelos de producción oral
más conocido es el de Levelt, Roelofs y Meyer.?" Estos autores construyeron su modelo
intentando dar cuenta de la gran cantidad de
datos provenientes de estudios de tiempos de
reacción basados principalmente en tareas de
denominación de objetos. El modelo de Levelt
supone que el proceso de producción lingüística pasa por una serie de estadios, que van desde la preparación conceptual a la articulación
de los sonidos. La activación se va desplazando
serialmente de unos niveles a los siguientes, y
no existe retroalimentación, por lo que se considera un modelo discreto o modular. Cada
uno de estos estadios produce un tipo diferente de representación, que se va aproximando
cada vez más a la emisión sonora. A continuación detallamos las distintas fases del proceso,
según Levelt et al., que aparecen representadas
en la figura 3.1:
¡
¡
Estrato
formal
,--------,(m'' i' '7l~
Isl
planes
a rticu latorios
f
sonidos
jij
<9
Iyl lal
\1 \1
\/
[si]
[ya]
i:+t--
Figura 3.1. Modelo modular de Levelt. La activación
se extiende sucesivamente
de un estrato al siguiente.
Adaptado de Levelt, Roelofs y Meyer."°
el caso de un hablante que necesitara describir una silla con reposacabezas. Ya que no
existe un solo concepto léxico que agrupe
toda esta información, debería acudir a varios de ellos para poder expresarlo correctamente. La elección de un concepto léxico
u otro dependerá de las características de la
situación comunicativa, lo que necesitemos
comunicar en cada momento, y se produce
en un proceso que Levelt et al. llaman toma
de perspectiva.
• Codificación gramatical: el objetivo de este
estadio es recuperar el lemma más adecuado para el concepto léxico elegido en la fase
anterior. El lemma es un paquete de información sintáctica que se corresponde con
la información semántica contenida en el
CAPíTULO 3. Producción
concepto léxico. En este estadio han de especificarse algunos parámetros diacríticos,
número, género, persona, tiempo, etc., que
ayudarán a integrar la palabra en su contexto gramatical. Siguiendo con nuestro ejemplo, el hablante debería especificar el parámetro diacrítico número, dependiendo de si
hay una silla o varias.
• Codificación morfofonológica: en esta fase
se prepara el plan articulatorio para la palabra en un contexto prosódico determinado.
El primer paso para ello es recuperar la forma fonológica de la palabra. La incapacidad
para conseguirlo puede dar lugar al fenómeno de tener la palabra en la punta de la
lengua. Además, es en este momento donde
probablemente
se sitúe el locus del efecto
de frecuencia léxica. Durante esta etapa se
activa el morfema, que contiene la forma
global de la palabra, y además información
métrica sobre cuántas sílabas tiene y cómo se
acentúa. Por último, se obtiene también información sobre la segmentación fonológica
de la palabra. A partir de estos tres tipos de
información se producirá el proceso de silabificación, en el que se construyen las sílabas
teniendo en cuenta, además, el contexto lingüístico. En nuestro caso se recuperarán los
fonemas ls}, lil, Iyl lel, que se agruparán en
las sílabas [si] y [ya].
• Codificación fonética: durante este periodo
se activan los planes articulatorios correspondientes a las sílabas construidas en el
anterior estadio. Estos planes especifican los
movimientos correspondientes
de los órganos fonoarticulatorios.
El modelo supone
la existencia de un silabario o repertorio de
movimientos que se corresponden
con las
sílabas más frecuentes del idioma, y que se
activan a partir de la información obtenida
en la segmentación fonológica.
• Articulación: en esta fase es en la que se
produce la ejecución motora de los planes
articulatorios, lo que supone una actividad
compleja en la que se ven involucradas las
estructuras neuronales y sistemas muscula-
oral
•
res que controlan los pulmones, la laringe, la
boca, etcétera.
• Supervisión: durante la articulación se produce también un proceso de supervisión de
nuestra propia habla, lo que nos permite corregimos a nosotros mismos mientras producimos el discurso.
Modelos interactivos
Muchos de los modelos conexionistas surgieron para intentar explicar la aparición de lapsus linguae, aunque se han ido renovando para
dar cuenta también de datos obtenidos a partir
del estudio de trastornos específicos de pacientes o de experimentos de tiempos de reacción.
De entre todos ellos, destaca el modelo de
Dell," también conocido como modelo de «dos
pasos», porque supone dos estadios entre el
nivel semántico y el fonológico. La figura 3.2
presenta un esquema de cómo funcionaría este
modelo.
Según Dell et al., el proceso de producción
oral comienza con la activación de rasgos semánticos en el nivel conceptual. Estos rasgos
se activan en función del mensaje que se quiere
expresar, y extienden su activación hacia los
nodo s léxicos o palabras correspondientes. Es-
Figura 3.2. Modelo interactivo de Del!. El grosor de los
círculos indica el nivel de activación de cada entrada.
La activación se extiende bidireccionalmente
entre los
distintos niveles. Adaptado de Del!, Chang y Griffin.l1
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
tos nadas son representaciones
no fonológicas
de las palabras, que incluyen sus características
sin táctico-gramaticales.
La activación continúa
extendiéndose hasta llegar a los nodos fonológicos. El modelo de Dell asume que la propagación de la activación se produce en paralelo,
por lo que no es necesario esperar a que haya
acabado el estadio léxico para comenzar con el
fonológico.
Otra característica importante
de este tipo
de modelos es que la transmisión de activación
entre unos niveles y otros es bidireccional;
es
decir, los nadas fonológico s también extienden su activación hacia nadas léxicos con los
que están conectados, y estos a su vez activan
otros rasgos semánticos. Por esta razón hablamos de un modelo interactivo. Esta cualidad
fue implementada
en el modelo de Dell para
dar cuenta de un fenómeno ampliamente contrastado en la literatura sobre errores espontáneos del habla: la elevada tasa de aparición
de errores mixtos. Ya hemos comentado
en
este mismo apartado que los errores del habla
suelen estar relacionados con la palabra objetivo, ya sea en cuanto a contenido semántica
o a fonología. Pues bien, es muy frecuente encontramos con errores que aúnan ambos tipos
de relación. Por ejemplo, si queremos decir la
palabra «gato», es más probable que produzcamos el lapsus «pato», relacionado semántica
y fonológicamente,
que «perro», relacionado
sólo semánticamente,
o «dato» con relación
exclusivamente
fonológica.
La aparición
de
este tipo de errores con mayor frecuencia
de lo esperado estadísticamente
se puede explicar aludiendo
al carácter interactivo
del
sistema. Los rasgos semánticos
apropiados
activarán el nodo «gato», pero también otros
semánticamente
relacionados,
como diferentes nombres de animales. El nodo «gato», a
su vez, activará los fonemas correspondientes /g a t o/, que devolverán activación hacia
nadas léxicos como «dato» o «pato». La doble activación de este último, por compartir
características
semánticas y fonemas con la
palabra objetivo, facilitará su producción.
En una reelaboración de su modelo, Dell et
al. intentaron dar cuenta de los errores producidos por pacientes afásicos en tareas de denominación de dibujos. Para ello, postularon dos
tipos de lesiones que podrían afectar a dos características del sistema. Por un lado, la limitación de la capacidad para transmitir activación
o reducción del parámetro «peso». Por otro,
la incapacidad para mantener la activación de
una entrada determinada,
o incremento
del
parámetro «caída». La reducción del peso de la
activación dará lugar a la producción de seudopalabras y palabras sin relación con la palabra objetivo. En cambio, el incremento de la
caída provocará errores semánticos, fonológicos y mixtos. Manipulando estas dos variables,
Dell et al. fueron capaces de simular el patrón
de producción
de errores de la gran mayoría
de los pacientes afásicos que estudiaron.
En
una segunda evaluación, llevada a cabo un mes
después, los pacientes presentaron una mejoría
del 16% en la tarea de denominación.
El modelo fue capaz de simular también esta nueva
situación, simplemente acercando los parámetros peso y caída hacia los valores normales.
Modelos en cascada
Intermedio entre los modelos anteriores se
encuentra un tercer tipo de modelo denominado en cascada, por ejemplo el de Rapp y Goldrick." Como los interactivos, los modelos en
cascada también defienden un procesamiento
en paralelo en el que todos los niveles pueden
estar funcionando
al mismo tiempo, los procesos últimos no tienen que esperar a que terminen los primeros para ponerse a funcionar.
Pero, como en los modulares,
la activación
sólo fluye hacia delante, por lo que los procesos inferiores no pueden influir sobre los superiores, esto es, el procesamiento
fonológico no
influye sobre la selección léxica, ni ésta sobre
la semántica.
Considerar que la activación se extiende en
cascada tiene importantes implicaciones teóricas sobre cómo transcurre el proceso de producción oral. Por ejemplo, imaginemos que el
CAPíTULO 3. Producción oral
sistema semántico elige el nodo conceptual correspondiente a un animal de compañía que ladra; éste activará la palabra «perro» en el nivel
léxico, que, a su vez, provocará la activación
del plan fonológico /p/ /e/ /r/ /0/. Según una
perspectiva modular, la activación de otros
candidatos semánticamente relacionados, como
«gato», quedará resuelta en el nivel de competición léxica. Al recibir menos activación que
la palabra objetivo, «gato» será descartado, y
al comenzar el siguiente nivel sólo se activará
el plan fonológico correspondiente a «perro».
Desde una perspectiva de procesamiento en
cascada, en cambio, el proceso ocurre de manera diferente. Antes de resolverse totalmente
el proceso de selección léxica, la activación de
los nadas léxicos «perro» y «gato» provocará
la activación de sus correspondientes planes
fonológicos, o al menos parte de ellos, en el
siguiente nivel. De esta forma, se activarían no
sólo los fonemas correspondientes a «perro»,
sino también otros como /g/ y /a/.
El procesamiento en cascada da cuenta de
fenómenos como la facilitación fonológica en
el paradigma de interferencia palabra-dibujo.
Supongamos la presentación del dibujo de un
collar sobre el que se ha escrito la palabra «colchón», Aunque el sistema acabe decantándose
por el nodo «collar» durante la competición
léxica, el procesamiento en cascada posibilitaría la activación doble de los fonemas compartidos /c/ y /0/, lo que facilitaría la producción.
BASES NEUROLÓGICAS
DE LA PRODUCCiÓN ORAL
Coincidiendo con el auge de las técnicas de
neuroimagen, en los últimos años se han realizado numerosas investigaciones sobre las regiones del cerebro que están involucradas en
la producción oral. Para ello, se ha registrado
la actividad cerebral de los hablantes mientras
realizan diversas tareas. Las particularidades
de cada una de estas tareas nos ayudan a diferenciar los distintos momentos del proceso de
producción. Como ya hemos comentado en las
secciones anteriores de este capítulo, una de las
•
pruebas más utilizadas en los estudios de producción oral es la denominación de dibujos.
Esta tarea ha resultado de gran utilidad para
establecer los diferentes momentos por los que
pasa el proceso de producción, y también para
hacemos una idea general sobre el sistema
neuronal que lo sustenta.
Tardamos un promedio de 600 milisegundos en comenzar a pronunciar el nombre de
un dibujo, y para llegar a hacerlo ponemos
en funcionamiento todas las regiones del cerebro implicadas en la producción oral. Los
estudios de neuroimageri" que han utilizado esta tarea encuentran actividad neuronal
en una amplia red de estructuras, situadas
principalmente en el hemisferio izquierdo.
Ahora bien, en la denominación intervienen
además procesos que no tienen nada que ver
con la producción oral propiamente dicha,
como los encargados de percibir y reconocer
el objeto, y que tendrán su correspondencia
en algunas de las regiones que acabamos de
mencionar. Por otra parte, una tarea tan general como la denominación de dibujos no
nos permite establecer cuál de estas regiones
se relaciona con cada uno de los subcomponentes del proceso.
Para resolver el primero de estos problemas, el de descartar los procesos que no tienen que ver con la producción oral, lo que
se hace es comparar los resultados obtenidos
mediante la tarea de denominación con los
de otra tarea que comparta con ella todo el
proceso de producción, desde la selección semántica hasta la fonológica, pasando por el
nivel léxico, pero no los estadios previos. Una
de las más utilizadas con este objetivo es la
generación de palabras. Los voluntarios de un
experimento de generación deben decir palabras que estén relacionadas con otra dada.
Por ejemplo, es muy común la presentación
de sustantivo s, como «manzana», ante los
cuales se deben producir verbos semánticamente relacionados, como «cortar», «pelar»,
o «comer». Las estructuras neuronales que se
activen de forma específica para cada tarea
se corresponderán con los niveles previos de
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
cada una de ellas, mientras que las activadas
en respuesta a los dos tipos de tarea serán las
responsables del proceso de producción. Los
diferentes estudios muestran que las áreas que
se activan ante los procesos de producción oral
son las regiones intermedia y posterior de las
circunvoluciones temporales media y superior,
la circunvolución fusiforme en la región ventral de ese mismo lóbulo, las circunvoluciones
inferior y precentral del lóbulo frontal, e incluso el cerebelo.
Para resolver el segundo problema, el de
la identificación de las regiones que sustentan cada uno de los subprocesos de la producción, se deben comparar los resultados
obtenidos mediante los paradigmas que acabamos de mencionar con los de otras tareas
que compartan o se diferencien de ellos en
cada uno de los subcomponentes.
Por ejemplo, para aislar las regiones encargadas de la
conceptualización,
podemos comparar la tarea de denominación de objetos con otras de
gran carga semántica, como la fluidez categorial (decir durante un tiempo determinado el
mayor número posible de ejemplares de una
categoría semántica dada, por ejemplo frutas)
o el emparejamiento
semántico. A partir de
estas comparaciones,
el procesamiento
semántico se ha situado en regiones del lóbulo
temporal, incluyendo la circunvolución
fusiforme y la región posterior del lóbulo temporal izquierdo. El nivel semántico del procesamiento recibe una atención especial en
el capítulo 7 de este libro, por lo que no se
comentará más a fondo en esta sección.
Si seguimos el modelo de Levelt, el siguiente nivel en la producción oral sería el de la
codificación gramatical. La comparación entre tareas de denominación
y de lectura en
voz alta, así como la utilización del paradigma de interferencia palabra-dibujo,
resultan
buenos candidatos para aislar el subproceso
de selección de lemma. Por un lado, la lectura en voz alta comparte todos los estadios de
la producción con la denominación
a partir,
precisamente, de la selección del lemma; por
otro, si atendemos a la hipótesis de la selec-
cion léxica por competición,
el paradigma
de intereferencia
palabra-dibujo
maximiza
la actividad relacionada con este subcomponente. Diferentes estudios señalan un papel
fundamental de la parte intermedia de la circunvolución temporal media izquierda en la
selección léxica. En una tarea de denominación de dibujos, esta actividad transcurre en
momentos relativamente tempranos del proceso, entre los 175 Y 25 O milisegundos tras la
presentación del estímulo.
Una vez activado el lemma adecuado, el siguiente paso es de activación de su morfema
correspondiente.
La recuperación
de la forma global de la palabra, que ocurre entre los
250 y 330 mili segundos tras la presentación
del dibujo en una tarea de denominación,
se
da también durante la lectura en voz alta, excepto en el caso de la lectura de seudopalabras. Al tratarse de palabras inventadas, las
seudopalabras no activan formas globales de
palabras, y se leen a través de una conexión
directa entre ortografía y fonología (ver capítulo 9). La comparación de los patrones de
actividad relacionados con la lectura de seudopalabras con los de las otras tareas apunta
hacia la parte posterior del lóbulo temporal,
en concreto las circunvoluciones
media y superior, como la región encargada de la recuperación de la forma global de las palabras.
Estas regiones incluyen el área de Wernicke,
involucrada también en la comprensión auditiva de palabras, lo que sugiere un lugar común de la representación
de la forma de las
palabras para los procesos de producción y
comprensión.
Tras la recuperación de la forma de la palabra, el paso siguiente está dirigido a la codificación fono lógica, donde se recupera cada
uno de los fonemas que componen la forma
global de la palabra. La comparación entre la
actividad neuronal asociada a una tarea de lectura en voz alta y otra de lectura silenciosa nos
permite aislar este fenómeno. En ambos casos
se produce la selección de fonemas, pero solamente en la lectura en voz alta se dan los pasos
siguientes de codificación fonética y articula-
CAPíTULO 3. Producción
cron. El subproceso de codificación fonológica, que transcurre entre 330 y 455 milisegundos tras la aparición de los estímulos, se asocia
a actividad en la circunvolución frontal inferior, también conocida como área de Broca.
La última fase del proceso antes de que comience la articulación de la palabra (lo que,
como ya hemos comentado, ocurre en torno a
los 600 milisegundos tras la presentación del
dibujo), se corresponde
con la codificación
fonética, o activación de los planes articulatorios necesarios para producir la palabra. Esta
fase se corresponde con la actividad neuronal
que se recoge al final de las tareas de lectura
en voz alta. Su foco principal se sitúa alrededor de la cisura de Rolando, en las circunvoluciones precentral y poscentral, que se corresponden respectivamente con las cortezas motora y sensorial, aunque recibe apoyo de otras
estructuras, como el cerebelo. La figura 3.3
muestra un esquema de las regiones involucradas en los diferentes niveles del proceso de
producción oral.
TRASTORNOS ANÓMICOS
A partir de los modelos de producción oral
y sus bases neurológicas, descritos en los apartados anteriores, se puede inferir la existencia
de, al menos, tres trastornos en la producción
oral de palabras: en el nivel semántica, denominado anomia semántica; en el léxico, denominado anomia léxica o anomia pura; y en el
fonológico, o anomia fonológica." Además, están los trastornos a nivel motor, denominados
apraXlas.
Anomia semántica
Los pacientes con anomia semántica tienen
dificultades para activar las representaciones
conceptuales o significados de las palabras.
En consecuencia, el trastorno afecta tanto a
la producción como a la comprensión, y tanto
al lenguaje oral como al escrito. Normalmente, el sistema semántico no queda totalmente
destruido como resultado de la lesión, sino
parcialmente dañado, por lo que los pacien-
oral
•
Figura 3.3. Situación espacial y temporal de la actividad neuronal asociada a distintos subprocesos de la
producción oral.
tes pueden tener acceso a ciertas categorías
semánticas, pero no a otras. Así, hay pacientes que tienen dificultades con los seres vivos,
pero no con los objetos inanimados, mientras
que a otros les sucede justo lo contrario. Una
de las variables que suele ser más determinante en la producción de estos pacientes es la
imaginabilidad: les resulta más fácil producir
palabras concretas o de alta imaginabilidad,
como armario o bicicleta, que palabras abstractas o de baja imaginabilidad,
como idea
o astucia. En cuanto a los errores que cometen, los más frecuentes suelen ser los errores semántica s (por ejemplo, «manzana» por
«naranja»).
Uno de los casos más conocidos de anomia
semántica es la paciente JCU, descrita por
Howard y Orchard- Lisle." JCU tenía graves problemas de producción, y también de
comprensión, y la mayor parte de los errores
que cometía en la denominación de dibujos
eran de tipo semántica. Otro caso ilustrativo
de la anomia semántica es el de KE, descrito
por Hillis, Rapp, Romani y Caramazza." KE
también tenía muchas dificultades para nombrar dibujos, y los estímulos que no conseguía
nombrar tampoco los entendía, ni a nivel oral
ni a nivel escrito.
•
Icaso
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
clínico
KE era un ejecutivo de 52 años cuando sufrió un
accidente cerebrovascular que le dañó el área
frontoparietal izquierda. Como resultado de la lesión, presentaba un habla muy poco fluida, que
generalmente se limitaba a palabras aisladas.
También tenía dificultades en comprensión, lectura, escritura y denominación. En todas esas
tareas cometía numerosos errores semánticos
(oreja por nariz, león por tigre, zanahoria por cebolla, tortuga por rana, etc.).
A este paciente se le pasaron seis tareas difeLentes,
pero con los mismos estímulos. Las ta-
reas eran: denominación oral de dibujos, denominación escrita de dibujos, lectura en voz alta,
escritura al dictado, emparejamiento
palabra
hablada-dibujo y emparejamiento palabra escrita- dibujo.
Los porcentajes de error fueron similares en
todas las tareas (en torno al 42%); además, la
mayoría de los errores que producía en todas
las tareas eran semánticos. Y, lo más importante, había una gran consistencia entre tareas, ya
que en todas fallaba prácticamente en los mismos ítems.
Anomia pura
que tienen menos dificultades con las palabras
que se adquieren tempranamente
a lo largo de
la vida y que tienen alta frecuencia. En cambio, tienen graves problemas con las palabras
adquiridas tardíamente
y de frecuencia baja.
Los errores más frecuentes son los circunloquios (explicar la palabra que no consiguen
recordar; por ejemplo, «eso que nos tapa de la
lluvia», para referirse al «paraguas»), lo que indica que conservan perfectamente los significados. También pueden producir errores semánticos porque recuperan el nombre del objeto
próximo al que quieren nombrar.
Uno de los casos más conocidos de anomia
pura es el paciente EST, descrito por Kay y
Ellis.?? EST sufría una severa anomia, aunque
no tenía ningún problema de comprensión,
especialmente
con las palabras de baja frecuencia.
Los pacientes con anomia pura sí que entienden perfectamente
los conceptos, lo que
indica que su sistema semántica está bien. Su
problema es que no encuentran
las palabras
adecuadas para expresados.
Es como si estuviesen en un estado permanente del fenómeno
de «tenerlo en la punta de la lengua», ya que
saben exactamente lo que quieren decir pero
les faltan las palabras con las que decido. Sus
problemas tampoco son de tipo fonológico, ya
que pronuncian correctamente
las palabras en
otras tareas que no necesitan la recuperación
léxica, como es el caso de la repetición o la lectura en voz alta.
Las variables más determinantes
de la ejecución de estos pacientes son la frecuencia de
uso de las palabras y la edad de adquisición, ya
Icaso
clínico
El paciente AA presenta una profunda anomia,
como consecuencia de un accidente cerebrovascular sufrido a los 53 años." En la tarea de denominación de dibujos del Bastan sólo es capaz de
nombrar uno de los 60 dibujos (el de la casa), y
en su lenguaje apenas aparecen los sustantivos.
Sin embargo, no tiene problemas de comprensión ni tampoco de repetición. Ésta es la descripL:ión
que hace de la lámina del Bastan:
.J
I
Esa es una niña que quiere coger un ... que quiere
coger un ... esto ¿cómo se llama ... un ... una mujer tiene que leer ... en casa ... tiene el perro ... un
... éste es el. .. tiene que mirar ... está fuera ... pero
la hija tiene que coger eso ... ¿cómo se llama? ..
para Ilevarlo ... caer ... escribir ... y fue a tirar ... a
ver si tira abajo y éste ¿cómo se llama? .. lo tengo en el diente .
.J
CAPíTULO 3. Producción oral
Anomia fonológica
Los pacientes con anomia fonológica tienen
dificultades para recuperar los fonemas, por lo
que cometen errores de sustitución, omisión,
adición, etc., de fonemas durante el habla. No
tienen dificultades en la activación de los significados, ni tampoco en la recuperación
de
las palabras a las que corresponden;
sus problemas se limitan al nivel fonológico. Y como
la recuperación de los fonemas es imprescindible en cualquier actividad de producción oral,
estos pacientes también muestran dificultades
similares en tareas de repetición y de lectura
en voz alta.
La variable más determinante de la ejecución de
estos pacientes es la longitud, puesto que cuantos
más fonemas tiene una palabra, más posibilidades
tienen de equivocarse. Los errores más comunes
son los fonológicos, y algunas veces neologismos,
porque distorsionan tanto las palabras que cuesta
reconocerlas. Muchas veces producen conductas
de aproximación, ya que el paciente hace varios
intentos de pronunciar correctamente la palabra,
y a veces lo consigue. Uno de los pacientes más
conocidos de anomia fonológica es RD, estudiado por Ellis, Mil1er y Sin.18
En definitiva,
los tres tipos
anómicos presentan
problemas
Icaso
de pacientes
en el habla,
aunque de naturaleza muy distinta. En la anomia semántica, los problemas se producen a
nivel de significados;
en la anomia pura, en
la recuperación
léxica; y en la fonológica,
en la selección de los fonemas. A través de
las tareas en las que estos pacientes tienen
dificultades se puede diagnosticar
el tipo de
anomia. En consecuencia,
además de las clásicas tareas de denominación
de dibujos (por
ejemplo, el test de vocabulario del Boston o
las tareas de denominación
de objetos y acciones del BETA),20 a los pacientes con trastornos anómicos
conviene pasarles algunas
tareas semánticas
(por ejemplo, asociación
semántica,
emparejamiento
definición-palabra o emparejamiento
de sinónimos,
todas
ellas del BETA), para comprobar si tienen dañado el sistema conceptual y se trata de una
anomia semántica. También tareas como las
de repetición
de palabras y de seudopalabras, para comprobar si tiene dañado el sistema fonológico, en cuyo caso hablaríamos
de
una anomia fonológica; o si, por el contrario,
sólo tiene problemas en la denominación
y
fluidez, y por lo tanto se trata de una anomia
pura. Las variables que determinan
su ejecución (frecuencia, longitud, etc.) y los tipos de
errores que cometan ayudarán a completar el
diagnóstico.
clínico
El paciente RD es un varón que sufrió un accidente cerebrovascular a los 69 años. Su lenguaje es
fluido, pero repleto de neologismos e intentos de
pronunciar correctamente las palabras. Su comprensión, tanto oral como escrita, es buena; pero
en cambio en las tareas de producción oral, como
la denominación, lectura en voz alta o repetición,
abundaban los errores fonológicos y neologismos.
Éste es un ejemplo del habla de RD cuando in-
i-..
•
tenta describir una escena en la que aparece un
toro persiguiendo a un chico en un campamento
de boy-scouts (adaptación hecha por Valle, Cuetos, lgoa y Del Viso, 1990):19
Un poro, poro ... un poco está presígando a un
niño o un scurt. Un sk ...niño scut está junto a un
pato, ponte de madera. Un... poste ...ponte con
un, eh, tranza, taza con propa tendida y sus calcetines esedos ...
~, I
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
Resumen
Aunque aparentemente hablar es una tarea muy fácil (ya que todas las personas, con mayor o menor
fluidez, lo consiguen), lo cierto es que se trata de
una actividad tremendamente compleja, que implica muchos procesos cognitivos y, consecuentemente, la participación de muchas áreas cerebrales,
necesarias para transformar los pensamientos de
formato abstracto en sonidos que producimos.
La metodología inicialmente utilizada para estudiar esos procesos era la observación de los
errores del habla, espontáneos o inducidos experimentalmente. Actualmente se utiliza más la medida de tiempos de reacción en la denominación
de dibujos, así como las técnicas electrofisiológicas y de neuroimagen. A través de las variables
que influyen sobre los tiempos de respuesta y
los potenciales eléctricos generados por nuestro
cerebro, se puede inferir la estructura y funcionamiento del sistema de producción oral.
A partir de los datos proporcionados por todas
esas metodologías, se han propuesto varios modelos de producción oral. Todos coinciden en que
existen, al menos, tres niveles o tipos de procesos: semántico o conceptual, donde se activan
los significados que queremos expresar; gramatical (léxico y sintáctico), en el que se transforman
esos significados en formato verbal; y fonológico,
en el que se activan los fonemas correspondientes a esas palabras. Además, habría que añadir
un último nivel puramente articulatorio, destinado a transformar esos fonemas en sonidos. En
lo que ya discrepan los diferentes modelos es en
la forma en que se relacionan estos niveles, yen
cómo fluye la información entre ellos. Los modelos modulares sostienen que esos niveles son autónomos, y que la información fluye en una sola
dirección; en los modelos interactivos, la información fluye en paralelo y en ambas direcciones (de
arriba abajo y de abajo arriba); y en los modelos
en cascada, la información fluye en paralelo, pero
sólo de arriba abajo.
Los experimentos actuales con técnicas de neuroimagen están permitiendo localizar las redes neuronales responsables de cada uno de los niveles
o procesos que intervienen en la producción oral:
las redes responsables de la activación semántica parecen extenderse por la región posterior del
lóbulo temporal y la circunvolución fusiforme; la
selección léxica parece depender de la circunvolución temporal media del hemisferio izquierdo;
finalmente, los procesos de codificación fonológiea dependen de la circunvolución frontal inferior,
también conocida como área de Broca.
En consecuencia, las lesiones en esas áreas implican alteraciones en el habla, aunque por motivos
diferentes. Una lesión en las redes semánticas
produce un tipo de trastorno en el que los pacientes tienen dificultades para hablar, porque no consiguen generar los significados a transmitir. Estos
pacientes tienen además trastornos de comprensión, así como en la lectura y la escritura. Una lesión en los procesos léxicos produce anomia pura,
ya que los pacientes saben lo que quieren decir,
pero no encuentran la palabra para expresarlo. Y
una lesión en los procesos fonológicos produce
un habla correcta a nivel conceptual y gramatical,
pero con innumerables errores fonológicos.
En definitiva, la maquinaria cognitiva tiene que estar muy ajustada para que el habla fluya de manera
normal. Cualquier alteración en las áreas cerebrales
responsables de esa maquinaria implica dificultades para hablar. Dada la variedad de procesos, los
trastornos que se pueden producir por lesión son
variados, yes preciso saber, con las técnicas de que
disponemos actualmente, dónde se originan, para
poder elaborar un tratamiento adecuado.
Preguntas de autoevaluación
• ¿Cuáles han sido tradicionalmente las dos principales fuentes de datos sobre producción oral
en la Psicolingüística, y qué fenómenos se han
descrito a partir de cada una de ellas?
• ¿En qué tipo de anomia, además de problemas
de producción, los pacientes tienen problemas
de comprensión? ¿Y en cuál tienen problemas
de repetición?
• ¿Cómo explican los diferentes modelos de producción oral los efectos de interferencia semántica y facilitación fonológica?
• ¿Cuál es la variable más determinante de la
ejecución en cada uno de los tres tipos de anomia?
• ¿Qué regiones del cerebro se ven implicadas en
las distintas fases de la producción oral?
CAPíTULO 3. Producción oral
•
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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20. Cuetos, E y González-Nosti, M. (2009). BETA: Batería para la Evaluación de los Trastornos Afásicos. Madrid, EOS.
Fonología
Gerardo Aguado
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Percepción del habla
Habla y cerebro
Trastornos fonológicos
INTRODUCCiÓN
Como inicio de este capítulo, es conveniente
hacer alguna aclaración respecto de los términos que se van a emplear. Los hablantes, cuando emitimos un mensaje, no combinamos fonemas para formar unidades más grandes, las
palabras. Producimos sonidos en secuencias
más o menos largas, con pausas más o menos
frecuentes y distribuidas en la secuencia según
el volumen de aire de que dispongamos en ese
momento, según la intensidad de nuestra voz
(influencia de los factores emotivo-afectivos)
con modificaciones de esos sonidos según exis~
tan o no entorpecimientos y otros incidentes en
el tracto vocal (engrosamiento de la pared rinofaríngea por catarro, comida que está siendo
masticada, sequedad o excesiva salivación son.
'
nsa, etc.), en ambientes con distintos niveles de
ruido, conversaciones simultáneas, y un buen
número de factores más. Los fonemas" son una
mera construcción, no realizable, a partir de algunas características de los sonidos (rasgos fonéticos), que intentan representar a los sonidos
en forma de conjuntos, de los que el fonema es
el prototipo. Lo que un oyente percibe también
son sonidos, no fonemas. La cuestión sobre si
. a Sin emb~rgo, la palabra griega (<pÓlVll¡J.U)
recoge muy
bien el Significado que se pretende dar aquí a los componentes más pequeños del habla: sonido que se dice, que
contrasta con la definición del DRAE: cada una de las
unidades fonológicas mínimas que en el sistema de una
lengua pueden oponerse a otras en contraste significativo.
Este último es el significado de fonema en este capítulo.
la secuencia de sonidos activa una secuencia de
fonemas en la mente del oyente está abierta, y
no parece tener una respuesta simple. En consecuencia, se empleará el término sonido para
los elementos de que está constituida la secuencia hablada, y fonema para las representaciones
abstractas de esos sonidos, cuya realidad psicológica, no obstante, es discutible.
Conocer cómo las señales del habla, en concreto sus componentes más pequeños los sonidos, son procesados y representad~s en el
cerebro, sigue siendo un reto para la ciencia
cognitiva y para las neurociencias. Y este conocimiento exige, en primer lugar, describir lo
más precisamente posible cómo se perciben esas
secuencias de sonidos coarticulados, a una velocidad que puede llegar a los 20 sonidos por segundo, cuyo parecido con esos mismos sonidos
percibidos uno a uno se amortigua, e incluso se
desvanece; secuencias en las que el aislamiento
perceptivo de las palabras es impuesto por el
oyente, no es una información contenida en la
emisión del hablante (el enunciado «el oso olió
una flor» es emitido como «e-Ió-so-Iióu-na-flóry debe ser el oyente el que imponga los límite~
de las palabras, y de las sílabas, en esa secuencia,
con un evidente carácter de unidad).
Es también necesario conocer cómo el niño
adquiere, o desarrolla (en el caso en que se
consid.e~e que viene pertrechado ya con ella),
la habilidad para lograr percibir esos sonidos
a esa velocidad, en una etapa en la que no se
dispone siquiera de la capacidad de análisis
consciente de ningún tipo de secuencia. Es interesante hacer notar que cuando a un adulto
~II
l.!
'~I
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
(hablante experimentado)
se le hace oír secuencias de un pitido, un siseo, un tono y una
vocal, es capaz de distinguir el orden de esos
sonidos a un ritmo inferior a 1,5 sonidos por
segundo, frente a los más de 15 cuando se trata de identificar el orden de los sonidos en una
secuencia de habla, y que es la velocidad de las
secuencias a las que está expuesto un niño desde que nace. Y es interesante, porque es en esa
etapa cuando se forman las representaciones
neurales de los sonidos, aunque algunas cuestiones permanecen aún sin una respuesta satisfactoria y compatible con los datos que los medios actuales de análisis del habla hacen posible
conocer. Se hace referencia a cuestiones como
la medida en que esas representaciones se corresponden con sonidos, o con sílabas, o con
otras secuencias de otras longitudes, o la cuestión misma de si esas representaciones serían
los prototipos de conjuntos de sonidos, lo que
permitiría explicar la identificación de un sonido realizado de distintas formas y distintas
condiciones coarticulatorias (considérense los
sonidos de /n/ en «antes», «danza», «ancho» y
en «ángel», por ejemplo).
El propio hecho de hablar de representaciones neurales, unidades del habla y de sus sustratos neurológicos,
sin que hasta ahora se
conozca cómo unas (las unidades del habla:
sílabas, sonidos, etc.) se proyectan en los
otros (neuronas, sinapsis, etc.), es una cuestión importante para la que no se tiene respuesta, y procede de los diferentes niveles de
análisis en que se sitúan las disciplinas que
tratan de explicar el habla: Ciencia Cognitiva
y Neurociencia.
Esto deberá ser tenido en
cuenta cuando en este capítulo se pase de un
nivel de explicación a otro: no debe entenderse que la facilidad (incluso se podría decir
ligereza) con la que se hace este salto se corresponde con una relación claramente establecida y precisamente descrita entre habla y
sustrato cerebral; nada más lejos de la realidad. Sin embargo, la investigación llevada a
cabo actualmente
ha permitido
afinar un
poco más esa relación, y en ello se basa el uso
de ambos niveles de explicación.
PERCEPCiÓN DEL HABLA
Desde hace más de setenta años se ha tratado de comprender cómo logran tener las personas la habilidad perceptiva para atrapar
unas pocas formas lingüísticas en condiciones
que varían incesantemente.'
Efectivamente, el
escenario en el que se aprende a percibir dista
mucho de ser la situación controlada de un
laboratorio de acústica. Además, el continuo
solapamiento espacial y temporal de las actividades articulatorias adyacentes (coarticulación) modifica los sonidos y los despoja del
carácter estable que parece inducirse de la denominación «fonerna», lo que convierte este
fenómeno, la coarticulación,
en el problema
más difícil? que debe resolver el oyente cuando percibe el habla.
El marco tradicional para conseguir conocer
cómo se percibía el habla fue la jerarquización
de sus componentes. Las oraciones (cuyo número es infinito aplicando la propiedad de la
recursividad) estaban constituidas por sintagmas; éstos, por palabras (que ocupan varios
volúmenes); éstas, por sílabas (unas 2000 en
español, de las que sólo unas pocas forman la
mayoría de las palabras, siguiendo la ley de
Zipf), que a su vez estaban compuestas de fonemas (23 en español); y los fonemas, finalmente, se podían descomponer en rasgos fonéticos (que son un puñado de 12). En cada nivel
jerárquico, las unidades contrastaban entre sí,
cuando aparecían en la misma secuencia, o se
oponían, cuando o se utilizaba una o se utilizaba otra (en el nivel fonológico, los sonidos /m/
y /s/ contrastan entre sí en «mesa», pero el sonido /s/ se opone a /t/, ya que, si se utilizara
este último, la palabra sería otra, «meta»). Sólo
se trataba de saber cómo se percibían estos pocos sonidos; pero la tarea, como se verá, resulta difícil.
Se han planteado tres perspectivas que pretenden explicar cómo se lleva a cabo esta percepción, y que permanecen activas actualmente, a pesar de ser compatibles sólo en cierta
medida con los datos sobre percepción de que
se dispone en nuestros días.
CAPíTULO 4. Fonología
Percepción lingüísticamente
determinada
A pesar de ser ésta la explicación más alejada
de los datos, resulta sin embargo la más familiar. Casi todos los estudiantes se han acercado
a la Psicología del Lenguaje con este marco
como guía. Procede de la Lingüística, especialmente de Jakobson, y la noción básica es que
los contrastes fonémicos tienen carácter simbólico, abstracto y lingüístico, que no dependen de la actividad articulatoria ni auditiva.
Para que el oyente conozca lo que el hablante quiere decir, deberá primero resolver la forma del enunciado del segundo. Y esta solución
comienza inevitablemente
con la transformación de la forma fonética (los sonidos que realmente han sido emitidos) hasta identificar los
fonemas, almacenados en alguna forma de memoria procedimental,
a los que corresponden
los sonidos que constituyen el enunciado. Se
trata de un proceso de abstracción, que consistiría en reformatear la cadena fonética, la secuencia de sonidos reales analizable s físicamente, en otra versión menos específica y más
general. Esta transformación
no es unívoca; es
decir, las características sensoriales de la cadena hablada no se corresponden
directamente
con esa serie canónica de representaciones
de
sonidos, abstractas, que contrastan y se oponen unas a otras de manera clara, reglada (1m!
bilabial sonora nasal, /b/ bilabial oclusiva sonora oral, /0/ vocal velar de apertura media, /a/
vocal central de apertura máxima, etc.). El
oyente tiene que eliminar la varianza debida a
varios factores: velocidad de la producción, diferencias anatómicas (forma de la cabeza, implantación de dientes, etc.), presencia o no de
énfasis y con qué intensidad, diferencias en la
claridad articulatoria,
coarticulación,
efecto
Doppler; factores incidentales,
que son diferentes en cada emisión (ruido en el entorno,
posición del hablante respecto del oyente, actividades simultáneas con parte del tracto vocal,
etc.), y llegar finalmente a identificar las unidades, cuya combinación le permitirá reconocer
la secuencia, abstracta ya, de fonemas y, tras
•
ello, acoplar esa secuencia con el significado,
que también está almacenado en la memoria
de largo plazo como un espacio cognitivo bien
delimitado. (La concepción de una memoriaalmacén llena de Ítems, los significados, también está siendo revisada, especialmente desde
la aparición de la perspectiva conexionista,
mucho más acorde con los datos reales.)
Respecto de la naturaleza de estas representaciones abstractas (los fonemas) y de su relación con el desarrollo del lenguaje, es decir, de
cómo es posible su existencia en la etapa en la
que el niño muestra un habla limitada, se ha
propuesto una explicación que procede directamente de la Lingüística Generativa: estas representaciones,
sus contrastes y las reglas de
combinación son innatas, propias de la especie
humana; no se adquieren ni se desarrollan,
sino que el aprendiz de una lengua concreta las
descubre, las hace emerger.
El más conspicuo representante de esta perspectiva es Stampe,": 4 quien considera que el
niño dispone de un repertorio fonémico abstracto, con sus contrastes, pero también viene
pertrechado
con mecanismos innatos de simplificación, que hacen que el niño exprese parcial e incorrectamente
las secuencias (palabras)
que corresponden
a los significados que pretende transmitir; y, con la paulatina desaparición de estos procesos de simplificación en los
3 o 4 primeros años, va emergiendo el sistema
fonológico.
Manteniendo
la idea, infundada empíricamente, de la existencia de un sistema subyacente que se manifiesta en el habla, se ha propuesto la teoría de la optimidad,' que, aunque
es aplicable a todas las dimensiones del lenguaje, ha tratado fundamentalmente
de explicar,
por medio de un conjunto jerarquizado de restricciones universales, las variaciones fonéticas
que se producen al actualizar en habla real ese
sistema subyacente. Se trata de una teoría esencialmente lingüística, que no tiene como objetivo conocer qué hace el sujeto que habla y que
percibe. Como ocurre en general en las teorías
lingüísticas, en ésta también se confunde formalización, idealización (excesiva) de los da-
•
."
,
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
tos, con explicación. Pero esta idealización formal (sistema fonológico subyacente) no pasa
de ser una descripción de una realidad permanentemente variable.
Sin entrar en un análisis de esta teoría, es interesante saber que de ella se han derivado
principios de intervención en los trastornos fonológicos, basados en unas reglas de implicación que pondrían de manifiesto que se podría
ir de lo complejo a lo simple, ganando con ello
esfuerzo y tiempo.v " Por ejemplo, las obstruyentes sonoras implican las obstruyentes
sordas, las líquidas implican nasales, etc. Entonces, la intervención de las primeras (las de más
tardía aparición) implicaría la producción
de
las segundas sin una intervención directa. Y lo
mismo se plantea respecto a los procesos de
simplificación desde esta teoría. Sin embargo,
cuando se han puesto a prueba en intervenciones reales estas reglas, se ha comprobado
que
los niños aprenden los sonidos que comparten
más rasgos fonéticos con los que ya pueden
producir; es decir, que es mejor ir de lo simple
a lo complejo," lógicamente.
Adquisición de un sistema fonológico:
perspectiva auditiva
Así pues, probablemente
los oyentes no extraen los fonemas antes de reconocer las palabras. Ni parece razonable
que exista algún
lugar en nuestro cerebro donde residan los fonemas independientemente
de las palabras
constituidas por ellos'. Porque ées necesario,
especialmente para un niño, identificar unidades sin significado para entender el propósito
comunicativo de su interlocutor? La respuesta
es negativa. En realidad, se podría afirmar que
lo que dirige la percepción del habla (y de otras
modalidades) no son series discretas de unidades, sino el objetivo de mantener un ajuste adecuado entre el organismo y el mundo para facilitar la adaptación de su conducta.
Sin embargo, la conciencia de que las secuencias de sonidos se pueden segmentar, se
pueden «dibujar» sonido a sonido (en la escritura), hace relativamente verídica la existencia
de un sistema de representaciones
de esos sonidos, al menos, o sólo, en los adultos sometidos
a una enseñanza explícita de las propiedades
del lenguaje relacionadas con su carácter segmental. Para dar cuenta de esta evidencia se ha
propuesto otra perspectiva, de tradición psicológica, que considera que este sistema de representaciones
de los sonidos no es innato,
sino que se va construyendo
a partir de la experiencia.
El problema, otra vez, es la ausencia de estabilidad en el estímulo, su nivel de degradación
respecto de los fonemas que se consideran
(desde una perspectiva adulta experta) los prototipos con que comparar ese estímulo. Para
superar esta variabilidad del estímulo que debe
servir para construir ese sistema de representaciones, el niño dispone de un «programa» de
aprendizaje" relacionado con secuencias de sonidos, muy rápidas, sin límites entre las unidades, que se solapan constantemente,
percibidas
en contextos con más sonidos. La existencia de
esta especie de programa está ligada a la especialización del cerebro humano, costosamente
lograda a lo largo de la evolución. Y probablemente este programa esté constituido por habilidades para segmentar esas secuencias, para
percibir sutiles diferencias
significativas
en
función del objetivo comunicativo,
para identificar patrones de sonidos, y para percibir eategorialmente
los sonidos. Todas estas habilidades han sido comprobadas
en bebés, e
incluso algunas de ellas en otras especies. Unas
se lograrían antes que otras. Por ejemplo, la
percepción categorial se ha observado en bebés
de dos meses, y para los seis meses ya se constatan influencias contextuales
en esa percepción categorial, de tal manera que un niño sueco percibe un sonido diferente (ly/) entre la /i/
y la [u]; mientras que un niño inglés no percibe
más que estos dos sonidos, en correspondencia
con la variación vocálica del sueco y del inglés,
respectivamente.t- 9, 10 Sin embargo, otras habilidades, como las referidas a la fonotaxis, tardan más tiempo en adquirirse, y no es hasta el
año cuando el niño muestra una insensibilidad
CAPíTULO 4. Fonología
constatable hacia contrastes consonánticos que
no están en la lengua de su entorno+ 10
En cualquier caso, el oyente, desde esta perspectiva, se basa en la percepción auditiva para
construir ese sistema de representaciones
de
los sonidos. La varianza de la cadena fónica es
reducida o, al menos, es compensada por los
mecanismos de que el oyente está dotado, que
hacen posible un aprendizaje de las características estadísticas de la distribución
de los
estímulos en la secuencia fónica, con los que
supuestamente
coinciden los fonemas y sus
contrastes.
Sin embargo, si se considera que esta labor
debe llevarla a cabo el niño que está aprendiendo el lenguaje, el problema psicoacústico
y fisiológico parece insuperable.
En efecto,
desde esta perspectiva explicativa, la percepción está basada en que un oyente acumula
una historia de experiencias con el sonido Idl,
por ejemplo (sin duda, la variación de los sonidos sonoros es mucho mayor que la de los
sonidos sordos," sean oclusivos o fricativos, ya
que pueden tomar innumerables valores en el
tono), y esa experiencia genera una distribución de probabilidades
en la que se calibra
cada sonido concreto recibido en función de
su frecuencia, o, en otras palabras, de su prototipicidad. El oyente reconocerá como Idl un
segmento de la secuencia que oiga a partir de
la probabilidad de que ese segmento sea asimilable a la representación
prototípica que tenga
formada en ese momento.': 10 Evidentemente,
con la experiencia el prototipo irá modificándose, en el sentido de hacerse más flexible, de
ser un «imán perceptivo» para cada vez más
sonidos que sufran los efectos de alteraciones
incidentales o persistentes con diversos oríge-
b Se ha tomado la licencia de emplear la redundancia
de «sonido sonoro» y el oxímoron, que no pretende ser
una figura poética, «sonido sordo» para una mayor facilidad de comprensión. El empleo de «sonido» y «ruido»,
que hubiera sido lo correcto, hubiera resultado demasiado generalizador y confuso, especialmente el segundo término para hacer referencia a los fonemas oclusivos sordos
y fricativos.
•
nes (alteración del tracto vocal por enfermedad, ruido ambiente, competencia
con otros
sonidos de otros hablante s, habla de muñecas,
juguetes y otros aparatos mecánicos, etc.). La
presunta abstracción del sistema no sería más
que esa mayor flexibilidad y capacidad de generalización. Pero esos segmentos, el asimilable a Idl y cualquier otro, duran mucho menos
de un cuarto de segundo, que parece ser ellímite mínimo para reformatear,
en forma de
representación,
las impresiones auditivas del
habla. Es cierto que actualmente un ingeniero
puede aislar esos segmentos, extraer sus características armónicas, identificar los formantes,
etc., en unidades de tiempo de unos pocos milisegundos, para construir sistemas que conviertan el habla en texto, comunes hoy en día
incluso en los móviles, por ejemplo; pero en
un sistema fisiológico, las propiedades de una
señal de tan corta duración adoptan una forma diferente, y no parece que funcione de la
misma manera.
Parece, pues, que aún se está lejos de poder
describir qué es un fonema o qué forma puede
tener la distribución de las características sensoriales del conjunto de segmentos que permiten al oyente identificar un sonido como una
unidad distinta de otra. Sin embargo, son evidentes la flexibilidad y la eficacia con la que un
oyente identifica los elementos que forman las
secuencias fónicas, aunque no se conozca cómo
ese oyente resuelve el problema que plantea la
variabilidad, velocidad, solapamiento, del estímulo auditivo.
Entonces, si las cosas suceden como se ha
descrito, no parece plausible pensar que el
niño pequeño disponga de un sistema de representaciones
mentales de los sonidos. Parecería más lógico pensar que el niño, a partir
de su experiencia descifrando enunciados lingüísticos en función del objetivo comunicativo, y con ayuda de los mecanismos señalados
más arriba ligados al desarrollo del cerebro
humano, va ampliando una competencia,
un
tipo de conocimiento
específico, a partir de lo
más básico, la percepción categorial (que se ha
observado hasta en las chinchillas), flexibili-
•
1!li
'1
,,,l'
1
,,1
,1
,
u
11,
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
zando ésta para que sirva para percibir los
contrastes diferentes propios de la lengua con
la que crece, añadiendo discriminaciones
más
sutiles referidas a la probabilidad de aparición
de dos consonantes en un orden determinado
(fonotaxis), pasando por la identificación
de
unidades más o menos grandes que permiten
diferenciar las cosas en el mundo (terminaciones de palabras para los plurales o los tiempos
verbales, por ejemplo), hasta llegar, en una
etapa posterior, cuando se le puede enseñar el
principio alfabético de las lenguas de nuestro
entorno,
a aislar esos sonidos aplicables a
cualquier secuencia, que el oyente impone en
su análisis de esas secuencias, que llamamos
fonemas. Y todavía más adelante el oyente se
puede convertir en un experto en Fonología, y
dedicar tanto tiempo y esfuerzo concentrado a
esos segmentos de habla, idealizados en unidades perfectamente
descritas formando un sistema, que puede llegar a pensar, erróneamente de nuevo, que tienen existencia propia.
Explicación basada en la articulación
(teoría motora)
El problema de la variabilidad de la señal y de
la consecuente falta de correspondencia
unívoea entre las características sensoriales de esa señal y las unidades lingüísticas, cuya existencia
no se ponía en duda, llevó a la propuesta de una
explicación basada en la articulación,': io que
afirmaba que la percepción del habla no se lleva a cabo a partir de la señal acústica, sino de
la articulación de esas unidades.
La percepción
dependería
de los propios
esquemas motores del oyente; es decir: éste,
como hablante, ha acumulado experiencia acerca de la articulación de las unidades del habla, y
ha establecido relaciones estables entre éstas y
los gestos articulatorios que los producen en su
propia habla. Cuando, en su papel de oyente,
recibe una secuencia de sonidos, se activa el conocimiento implícito que ha acumulado acerca
de los gestos articulatorios necesarios para producir cada segmento. y, de esa manera, el oyente reconoce las unidades del habla. Es como una
codificación de la secuencia percibida en un «alfabeto articulatorio», que es posible gracias a
que los articuladores
(repliegues vocales, lengua, labios, velo) son evidentemente separables
en partes que se pueden controlar. Por ejemplo,
el cierre de las cuerdas vocales, en los sonidos
sonoros, se lleva a cabo bajo control muscular,
aunque, una vez cerrada la glotis, los movimientos que siguen para articular un sonido sordo
(relajación, apertura y vibración de las cuerdas)
tienen un carácter balístico.' Así, la expresión
de una secuencia sería como un patrón motor,
rápido e imbricado como las tejas de un tejado,
que se va desplegando.' Y esa secuenciación de
movimientos representaría un input ineludible
para la construcción de un sistema de fonemas.
Como se verá más adelante, la activación del
área de Broca en tareas perceptivas se ha esgrimido para confirmar esta teoría. Por otro lado, la
investigación sobre el papel de las neuronas espejo también puede aportar datos interesantes. 11
Desde esta perspectiva, no parece necesario
que el oyente tenga que reformatear la señal en
forma de secuencia coarticulada para ajustarla a
un sistema de representaciones de los sonidos. Su
propia experiencia en producir esa señal le sirve
para una percepción correcta del habla y, por
tanto, se explica la conciencia que todo usuario
del lenguaje tiene sobre el carácter compositivo
de las secuencias fónicas, así como también la
conciencia de que las unidades que constituyen
esas secuencias son estables y susceptibles de ser
fácilmente segmentadas y reconocidas.
Sin embargo, la descripción de los gestos articulatorios en los que se basaba esta teoría era
más intuitiva que real. Los métodos de imagen
actuales (fibroscopio de alta resolución, resonancia magnética, etc.) permiten poner de manifiesto una enorme variabilidad también en
los actos articulatorios. El panorama es parecido al descrito para la señal acústica: la relación
entre fonema y su realización articulatoria es
del tipo uno-muchos. Y el oyente/hablante
se
encuentra ante el mismo problema de tener
que identificar el gesto más frecuente en la distribución de gestos articulatorios
empleados
para emitir un sonido a lo largo de varios me-
CAPíTULO 4. Fonología
ses, para seleccionarlo como representación
motora de un fonema determinado, y para que
sirva de «imán» que asimile los gestos que se
a él.
asemejen en alguna medida (écuántar)
Por otra parte, teniendo en cuenta lo que se
conoce sobre el desarrollo del lenguaje en niños muy pequeños, es evidente que estos muestran una sensibilidad perceptiva que es anterior
en el tiempo, y mucho mayor que la habilidad
para articular sonidos. Es decir, no parece que
la identificación de los sonidos de la que es capaz el niño pequeño se produzca a partir de los
movimientos articulatorios, ya que aún no es
capaz de llevarlos a cabo.
Las versiones actualizadas de esta teoría (fonología articulatoria y realismo directo)! se
plantean sobre axiomas antiguos: el isomorfismo entre los contrastes propios de una lengua y
los actos motores del habla, y la idea de que, en
el terreno de los sonidos, no de los significados,
lo que un oyente percibe es lo mismo que lo que
el hablante expresa. Pardo y Remez! traen a colación una serie de ejemplos que ponen de manifiesto la imposibilidad de mantener el isomorfismo al que se ha aludido: «I do not know»
puede ser realizado como [oí du nct nou], [oí
don nou], [dano] y [~~~], por ejemplo. Incluso
un mismo hablante puede expresar esas variantes en circunstancias diferentes. Entonces, la ausencia del isomorfismo pretendido entre formas
gestuales reales y canónicas obliga al oyente a
encontrar estas últimas entre todas las posibles,
en una distribución que parece imposible de
describir y caracterizar.
Por otro lado, si se plantea una situación extrema, como la de estar escuchando a una persona hablar una lengua que el oyente no conoce bien, se puede comprobar cómo éste no
puede atender al nivel fonético y fonémico a la
vez; le cuesta proyectar el material fónico que
percibe al conocimiento que posee de las unidades lingüísticas, es decir, le cuesta reconocer
esos sonidos. Esto quiere decir que tampoco
existe la paridad, tomada como axioma por estas nuevas versiones de la teoría motora de la
percepción del habla, entre lo que el hablante
expresa y el oyente percibe.
•
Comentarios acerca de las explicaciones
de la percepción del habla
En definitiva, no parece posible identificar la
unidad de percepción. Probablemente la pregunta sobre las unidades de percepción no sea
operativa, ni siquiera sea la correcta. A la vista
de los resultados de las observaciones e investigaciones llevadas a cabo para conocer cómo se
percibe el habla, lo más adecuado sería plantear esta percepción como resultado de la actividad de un sistema complejo (el cerebro con
los subsistemas que lo conectan con el mundo), que recurre a los instrumentos de que dispone en cada momento de su desarrollo, en
cada contexto, en cada interacción comunicativa concreta. No es, por supuesto, necesario
un sistema de representaciones de los sonidos
previo a la experiencia; pero tampoco parece
necesario formar pronto ese sistema que implicaría que el oyente, para entender las palabras
que oye, deba segmentarlas, acoplar cada fragmento sonoro con su correspondiente
representación, para, una vez identificados todos los
sonidos, poder recomponer la secuencia con el
significado también representado.
El bebé, el niño pequeño después, el escolar, el
adulto, dispone casi siempre de una enorme cantidad de claves y de información suplementaria y
redundante que le permite comprender los mensajes que recibe en formato lingüístico. La evidencia de que el oyente tiene clara conciencia de
que el habla se puede descomponer en unidades
más pequeñas, y la capacidad para reconocerlas
(o mejor, imponerlas) en esas secuencias variables, solapadas, coarticuladas, es algo que se va
logrando con el tiempo, pero no es en absoluto
una necesidad para entender al hablante. Ni siquiera en el adulto se da probablemente ese
reformateo de la señal de habla en unidades
identificable s, que forman una representación fonológica de la palabra, si no es en tareas cuyo
objetivo sea ese mismo (como aprender a escribir
y a leer), o si no está en una situación especial
que demande llevar a cabo esa actividad (como
intentar entender a alguien que habla en una lengua no dominada suficientemente).
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
HABLA Y CEREBRO
Antes de llegar a la circunvolución temporal
superior en la corteza, la señal auditiva ha experimentado ya un procesamiento en distintos núcleos subcorticales
referente a la intensidad,
frecuencia o tono y desfase temporalv-". En
este procesamiento subcortical del estímulo auditivo se produce una gran redundancia: la conexión de la información procedente de ambos
oídos se conecta también a nivel del lemnisco
lateral y del cuerpo calloso, ya en el córtex; la
organización tonotópica establecida en la cóclea
se mantiene durante todo el procesamiento hasta el córtex; la representación coclear se mantiene hasta el nivel central y después se multiplica; los productos de los distintos procesamientos
convergen y vuelven a separarse e ir paralelos a
distintas partes del córtex; se transmiten grupos
de frecuencias diferenciados, pero se mantiene
la posibilidad de integrados en el córtex auditivo. Esta redundancia es la clave de nuestra capacidad para analizar y comprender
sonidos
muy complejos (recuadro 4.1).
La especialización de distintas neuronas en el
córtex cerebral es muy sutil: dentro de la misma columna neuronal, hay neuronas sensibles
a estímulos tonales descendentes,
otras a los
ascendentes, etcétera.
Localización cerebral de la percepción
del habla
La concepción de una división estricta de funciones entre los dos hemisferios no se puede
sostener actualmente. Por ejemplo, la descripción de Broca de la lesión de su famoso paciente
fue sólo una observación del aspecto externo de
la zona afectada, pero dicha descripción produjo una serie de consecuencias respecto de la lateralización de las funciones lingüísticas y del
tamaño del área que lleva su nombre, que aún
persisten hoy en día sin el apoyo de los datos."
En efecto, actualmente se ha puesto de manifiesto que la representación
neural de dichas
funciones no está limitada a un sólo hemisferio.
Lo que se constata, por el contrario, es una estrecha colaboración entre ambos hemisferios.
Parece que la variable que más determinaría
esta colaboración sería la complejidad del procesamiento. En tareas de reconocimiento de palabras se comprueba que, cuanto más frecuentes
son, menos colaboración del hemisferio derecho se produce, y viceversa. Sin embargo, en
relación con el procesamiento
de los sonidos,
no es tan clara esa relación.
El área de Wernicke, junto con el área auditiva primaria y otras áreas adyacentes, incluidas
algunas del lóbulo parietal, han sido consideradas el sustrato neural de la percepción del habla; concretamente,
de las representaciones
fonológicas de las palabras, que se activarían para
el reconocimiento
de la información visual (letras) y auditiva (sonidos).
Hay una variación significativa interindividual en el tamaño y en la localización del área
de Wernicke y otras áreas. Por ejemplo, en el
95% de los diestros el hemisferio predominante para el lenguaje es el izquierdo; sin embargo, el planum temporale (un área constituida por el área de Wernicke y la corteza
posterior al área auditiva primaria) de ese hemisferio es mayor sólo en el 65% de ellos,
siendo el planum temporale derecho
más
grande en el 110/0; si bien es cierto que la asimetría en favor del planum temporale izquierdo es más pronunciada.
Pero se ha venido comprobando reiteradamente la implicación de otras áreas del hemisferio izquierdo y del derecho en el procesamiento del
habla y del lenguaje.P: 16 El lenguaje está representado extensamente por el hemisferio izquierdo y por el derecho, por un lado; y por otro, en
lo que se refiere a la fonología, esta distribución
de su representación neural tiene como base, no
las unidades que se suelen considerar en su estudio (fonemas), sino constituyentes de más bajo
nivel, más moleculares, como la intensidad, la
velocidad, la frecuencia ascendente o descendente, la localización del sonido. Parece que nuestro
cerebro procesa sonidos, lo que es una afirmación trivial, pero que es necesario poner de relieve para atemperar la fuerte tendencia a «obligar»
al cerebro a procesar unidades creadas a partir de
la reflexión sobre el lenguaje.
CAPíTULO 4. Fonología
r-;ecuadro
4.1. Crecimiento del cerebro y conducta lingüística
El cerebro del niño alcanza su peso final (1,5 Kg)
alrededor de los 12 años. El cerebro de un recién
nacido pesa aproximadamente 375-400 g, para
llegar al final del año a los 900 g. El crecimiento
se va ralentizando, y al final del segundo año llega a 1,1 Kg. Este aumento se debe al crecimiento
del tamaño de las neuronas, a la proliferación
dendrítica y axonal y a la mielinización, que permite especializar la actividad cortical. Es decir, el
crecimiento cerebral se relaciona directamente
con el desarrollo de las funciones superiores, entre ellas el lenguaje.
Desde un punto de vista macroscópico, se pueden establecer algunas relaciones entre el crecimiento del cerebro en el niño y la aparición de algunas conductas comunicativas y lingüísticas.
Kagan y Baird12 proponen tres transiciones en el
primer año de vida:
1. A los 2-3 meses se establece la conexión sináptica entre el lóbulo frontal (concretamente, la
corteza motora suplementaria) y el tronco cerebral; esto permite la desaparición de muchos reflejos y la inhibición cortical de los núcleos neuronales del tronco cerebral que están implicados
en el llanto. Con este mayor control cortical se
produce en estos meses la maduración del hipocampo, que se asocia a un aumento de la memoria del niño y, por tanto, de la atención a estímulos sobre los que el bebé ya se ha hecho un
esquema de acción, cuya consecuencia más importante, desde el punto de vista de la comunicación, es la aparición de la sonrisa social.
2. Entre los 7 y los 12 meses se produce una
aceleración en el crecimiento y diferenciación
de las interneuronas piramidales e inhibitorias
del córtex prefrontal; concretamente, hay una
más extensa distribución de las dendritas y un
mayor despliegue de ramas colaterales en los
axones de las neuronas de la capa III del córtex
prefrontal. A la vez, se da una proliferación de
espinas dendríticas, que aumentan el volumen
del hipocampo hasta casi el del adulto. El desarrollo de estas zonas cerebrales se relaciona
con el aumento de la memoria y, por consiguiente, con la capacidad para fijar esquemas de acción y recuperarlos sin necesidad de que estén
en el campo perceptivo del niño. Esto marca el
aumento de los procesos de asimilación intenL..:ional
(el niño se comporta según esquemas
•
--,
que ya posee ante nuevas situaciones y acontecimientos en el mundo), y la aparición del miedo
a los estímulos que no puede asimilar a sus repetidos y seguros esquemas (el típico miedo del
bebé de 8 meses cuando alguien no conocido lo
toma en brazos).
Y esta misma capacidad para fijar y recuperar esquemas, de acción y perceptivos, probablemente
permite al niño ir reconociendo los segmentos
del habla más frecuentes, de tal manera que
para los 9 meses es capaz ya de reconocer una
palabra muy frecuente, aunque esté insertada
en una secuencia más larga, y a los 12 meses
dispone ya de cierto conocimiento respecto a episodios fonotácticos propios de su lengua, siempre que estén dentro de situaciones funcional y
com unicativa mente plenas.
3. Hacia el final de este primer año de vida, se
amplía significativamente la red de conexiones
córtico-corticales entre el córtex temporal, el parietal, el frontal, y las áreas del cerebelo implicadas en la representación neuronal de secuencias
temporales. El establecimiento de las formas fonéticamente consistentes, que serán consideradas por los adultos significativos como las primeras palabras, está asociado al rápido crecimiento
dendrítico de las neuronas de la sección orofacial, en contacto con el área de Broca, y al alargamiento de las dendritas del núcleo dentado
del cerebelo (relacionado con la coordinación e
integración de secuencias de movimientos), cuya
actividad en este tiempo parece incluso superior
a la del adulto (el consumo de glucosa en los niños de 24 meses representa el 175% del de un
adulto).
Otra estructura cerebral que crece significativamente en este segundo año de vida es el cuerpo calloso, que conecta ambos hemisferios,
como consecuencia del crecimiento de las neuronas de la capa III del córtex, cuyos axones
precisamente constituyen este cuerpo calloso.
Esta estructura hace posible que el niño asocie
secuencias de sonidos (esquemas perceptivos
y motores fijados en situaciones comunicativas
relevantes) y que se representarían neuralmente en el hemisferio izquierdo, aunque no sólo
en él, con esquemas perceptivos de objetos y
acontecimientos, representados sobre todo en
el hemisferio derecho.
.J
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Por ejemplo, las personas con lesiones en el
córtex auditivo pueden percibir estímulos auditivos sin problemas, pero tienen dificultades
para identificar estímulos muy breves, y para
discriminar sonidos y describir la secuencia
temporal de sonidos presentados en intervalos
breves. Por eso, los pacientes con lesiones extensas del córtex auditivo se quejan de que no
logran percibir el habla rápida. Estas lesiones
en el hemisferio izquierdo tienen consecuencias más serias que las del hemisferio derecho
en la mayoría de las personas. Las personas
con lesiones del área auditiva y de áreas adyacentes del lóbulo parietal tienen dificultades
para localizar la fuente del sonido, sobre todo
si la lesión es en el hemisferio derecho. El papel de este hemisferio también parece ser crucial en los aspectos suprasegmentales
del habla
(dirección ascendente o descendente de la frecuencia).
La teoría motora de la percepción del habla
afirma que ésta se basa en los esquemas motores que el oyente ha ido construyendo
en su
papel de hablante, y que activa cuando recibe
la información por vía auditiva. Pues bien, se
ha comprobado el papel de áreas cercanas a la
de Broca en tareas de percepción de sílabas.
Concretamente,
la estimulación del córtex adyacente a la parte superior del área de Broca
(córtex premotor ventral) por medio de estimulación magnética repetitiva transcraneal no
interfiere en la identificación de sílabas de estructura simple (CV), pero sí que lo hace cuando la tarea implica un análisis más complejo
(segmentación) de la sílaba." Estos resultados
fundamentarían
la teoría motora de la percepción del habla. Además, resulta atractivo considerar que, en los macacos, las neuronas espejo
se encuentran en el área cerebral correspondiente al córtex premotor ventral humano, y
que puede haber una «activación-espejo»
también en nuestro cerebro a la recepción del habla de los demás.
Sin embargo se ha comprobado,
en este
mismo trabajo de Sato et al.," y en otros con
diferentes métodos, que la participación
de
las áreas motoras en esta percepción se pro-
duce cuando la tarea es compleja y es necesario desambiguar el estímulo auditivo por medio de la mejora de la señal. Estos resultados
se podrían relacionar con la evidencia de que
el fascículo arqueado es también asimétrico,
con más fibras el del hemisferio izquierdo, lo
que explicaría la significativa mayor actividad
de este hemisferio en las tareas señaladas."
Por otro lado, es conocido el papel del área
de Broca en la memoria de trabajo. De hecho,
se considera esta área como el sustrato neural
de esta forma de memoria. Entonces, su actividad en la percepción del habla cuando el estímulo es complejo (identificación de sonidos no
propios de la lengua del sujeto, habla enmascarada o distorsionada, conflicto auditivo-fonético en situaciones de observación audiovisual,
etc.) se basaría más en la necesidad de retener
secuencias de sonidos para su análisis; es decir,
en la memoria de esas secuencias.
Entonces, «lónde está localizado exactamente el sustrato neurológico de la dimensión fonológica en su vertiente perceptiva? Indefrey y
Cutler" han llevado a cabo un metanálisis sobre
una población de 1058 estudios de neuroimagen, de los que han seleccionado 55 experimentos que cumplían los criterios técnicos exigidos,
para conocer la localización cortical de distintas
conductas lingüística s (comprensión de oraciones, repetición de seudopalabras, etc.). Los resultados, referidos sólo a la activación dellóbulo temporal, se muestran en la figura 4.1: focos
de activación a partir de la escucha de sonidos
aislados del habla y otros estímulos de carácter
fonológico (seudopalabras, sílabas y habla inversa), comparándolos con los obtenidos a partir de la escucha de palabras. La diferencia es
abrumadora.
Incluso los sonidos procedentes
del ambiente (que no están representados en la
figura), a los que no se presta atención, tienen
una mayor representación neural que los sonidos aislados del habla.
En general, los focos de activación a partir de
estímulos de carácter fonológico se hallan situados en la parte posterior de la circunvolución
temporal superior, en y alrededor del área de
Wernicke. Parece que todos los estímulos lingüís-
l'
CAPíTULO 4. Fonología
ticos activan esta parte del lóbulo temporal, pero
siguiendo una relación jerárquica: cuanto más
complejo es el estímulo, más se extiende la activación a las zonas anteriores y ventrales de los
•
lóbulos temporales, en ambos hemisferios. Así,
se puede observar cómo los focos de activación
a partir de estímulos simples (sonidos aislados)
son muy pocos y están en la parte posterior de
pars opercularis
circunvolución
temporal superior
circunvolución
temporal media
circunvolución
temporal inferior
-"'-<C/'
cisura de Silvio
circunvolución
temporal superior
circunvolucióntemporal media
circunvolucióntemporal inferior
•
sonidos
D
seudopalabras/
sílabas/habla inversa
L.
palabras
Figura 4.1. Córtex de los hemisferios izquierdo (HI) y derecho (HD) con los focos de activación hemodinámica en
situaciones de escucha pasiva encontrados en los trabajos revisados por Indefrey y Cuttler;" En estos estudios se han
controlado los estímulos auditivos procedentes del funcionamiento
de los instrumentos empleados (PET o RMf). Sin
embargo, cuando la escucha es activa y el sujeto tiene que decidir si dos sonidos son iguales, tiene que discriminar,
etc., los focos de actividad se quedan reducidos al hemisferio izquierdo (Turkeltaub y Coslett)."
Los círculos señalan los focos en los que se ha encontrado actividad cuando los sujetos percibían sonidos. Los
cuadrados representan los focos de actividad con estímulos de carácter fonológico, pero más complejos que los
sonidos aislados. Los triángulos señalan los que se activaban cuando los sujetos oían palabras.
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
esta circunvolución.
Esa misma zona se activa
a la recepción de tonos (no representados
en
la figura 4.1). En cambio, el procesamiento
de
oraciones (no representadas
en la figura 4.1)
se asocia a la activación de la parte rostral del
lóbulo temporal,
circunvolución
media, en
ambos hemisferios.
En lo que respecta al procesamiento fonológico, la parte posterior de la circunvolución temporal superior izquierda parece ser dominante.
La zona contralateral correspondiente
se activaría cuando la demanda de procesamiento
aumenta, tal como se ha señalado más arriba. No
obstante, el metanálisis de Indefrey y Cutler no
permite saber qué tareas (procesamiento de sílabas, seudopalabras de más de una sílaba o habla
inversa) son las que más demandas plantean, ya
que los focos activados a partir de esos tres tipos de estímulos se reparten de manera similar
en ambos hemisferios.
Sin embargo, Turkeltaub y Coslett'? ponen
de manifiesto que cuando la tarea a realizar
por parte de los sujetos no es sólo pasiva,
como en el estudio citado más arriba, sino
que se pide a los participantes
que lleven a
cabo discriminaciones
entre sonidos del habla, y otras tareas, los focos de actividad cortical se reducen casi exclusivamente
al hemisferio izquierdo.
No obstante, los datos aportados por la investigación actual, aun no siendo tan superficiales (en el sentido literal del término, de observar la superficie del cerebro) como los de
otras épocas, son todavía incompletos (recuadro 4.2).
Localización cerebral de la producción
del habla
Se puede asumir que la producción
implica tres fases:
del habla
1) Programar el acto motor del habla.
2) Realización del programa motor por medio
de las «órdenes» necesarias para convertido
en series de movimientos articulatorios.
3) Convertir esos movimientos en sonidos.
r-;ecuadro 4.2
De los resultados comentados y mostrados hasta
aquí, se pueden extraer algunas conclusiones relativas a la localización cerebral de los constituyentes fonémicos del habla.
1. No hay acuerdo en la naturaleza de las representaciones más pequeñas que la palabra implicadas en la percepción del lenguaje. Es más: los
medios actuales para investigar mucho más sutilmente la señal auditiva, la activación cerebral,
etc., ponen de manifiesto que las presuntas representaciones preléxicas probablemente no existan,
o, al menos, no se correspondan con las unidades
que se manejan en el estudio del lenguaje, tal
como se ha venido haciendo.
2. La información procedente del habla es continuamente proyectada a unidades más grandes
(las palabras), que se pueden relacionar con otras
representaciones de otra modalidad perceptiva o
que están ya fijadas en la red neuronal en la que
se asienta el conocimiento. Las palabras, desde
esta perspectiva, no serían ítems almacenados en
~epósitos
(memoria de largo plazo), a donde llega
la representación de la secuencia de sonidos, previamente procesada, para acoplarse con su correspondiente representación léxica en ese depósito; las palabras estarían distribuidas en redes
(neuronales). La activación de un elemento de esa
red (neuronas, núcleos neurona les) formaría parte
de la representación de muchas palabras.
3. De esta manera, se explicaría mejor la casi
ausencia de áreas de proyección exclusivamente
fonológica: el input procedente del habla puede
estimular simultáneamente múltiples palabras;
incluso se pueden activar parcialmente palabras
con estímulos parciales.
4. Las palabras activadas competirían entre
ellas hasta ser reconocida la que más información acumulara. Y esta información, evidentemente, no provendría sólo de la señal del habla;
en una situación de interacción comunicativa y
de aprendizaje natural del lenguaje, otras fuentes de información lingüística y extralingüística
adquirirían relevancia, en función del logro comunicativo.
~
CAPíTULO 4. Fonología
Las dos últimas fases son simultáneas. '3 Estos
procesos resultan en unos patrones de fuerza
de espiración, de presión de los distintos articuladores (labios, lengua, velo del paladar)
y de amplitud de los resonado res (estrechamientos y ampliaciones del tracto vocal, desde
la glotis hasta los labios) de una precisión casi
indescriptible, y que se ajustan con el objetivo
(qué decir) a partir de un feedback continuo
auditivo, táctil, propioceptivo,
que informa a
la corteza de la posición, presión, etc. de cada
uno de las articulado res.
Como en la percepción del habla, tampoco
están claras las unidades mínimas (si es que existe alguna) de este programa motor del habla y
de su ejecución: érasgos fonéticos, fonemas, sílabas, palabras o grupos de palabras? Si se considera que un hablante adulto habla a una velocidad de 5 -6 sílabas por segundo, si para cada
sonido es necesario el concurso de los movimientos simultáneos de distintos órganos (diafragma, músculos intercostales, repliegues vocales, músculos de la rinofaringe, paladar blando,
lengua, labios), si para cada uno de esos movimientos es necesario un complejo juego de excitación e inhibición nerviosa, y, finalmente, si
además cada uno de los movimientos de todos
esos órganos está sometido a un solapamiento
con los que le preceden y los que le siguen, parece que la eficiencia evidente (incluso en las
personas con dificultades de articulación) con la
que se produce el habla exigiría la existencia de
algunas subrutinas preprogramadas.
Qué tamaño tiene el conjunto de movimientos con que
trabajan estas subrutinas, es algo puramente especulativo.
Probablemente
influyan muchos
factores: frecuencia, longitud, consumo de recursos cognitivos mientras se habla, etcétera.
Se ha comprobado que algunos mecanismos
responsables de la producción del habla son comunes a otros movimientos sin relación con
ésta. De hecho, la lesión de áreas adyacentes a
la de Broca (figura 4.1 HI) produce alteraciones en otras secuencias de movimientos. Incluso la comprensión de acciones (pantomimas) se
altera con esas lesiones. No obstante, es evidente que los músculos relacionados con el habla
•
(mandibulares, linguales, etc.) son únicos en su
composición fibrosa respecto a los del resto del
cuerpo; por tanto, su activación e inhibición
nerviosas deberán tener algunas características
peculiares; y las neuronas espejo, ubicadas en
áreas motoras terciarias (concretamente,
cerca
del área de Broca, en la parte posterior de la
circunvolución frontal inferior y en la corteza
parietal inferior), tendrían que ver con la actividad nerviosa responsable de la inervación de
esos músculos. Además, los movimientos del
habla son controlados por centros corticales, al
contrario que otros movimientos automáticos,
que son controlados en centros subcorticales.
Parece que en la programación del habla participarían, además de las zonas terciarias frontales y parietales inferiores y las temporales
posteriores a la cisura de Silvio (circunvolución
angular), que hacen posible la actividad simbólica del lenguaje, las áreas temporales secundarias (área de Wernicke), ya que, como se ha visto, son las responsables
del procesamiento
fonológico. A través del fascículo arqueado, enviarían información
a la pars triangularis del
área de Broca para la formulación lingüística, y
de ahí pasaría la información a la pars opercularis, la parte del área de Broca adyacente a la
porción más inferior de la circunvolución frontal ascendente, para la programación
verbal;
concretamente, para la codificación fonológica,
que mandaría órdenes con el programa fonético concreto al córtex en el que están representados neuralmente los movimientos de la cara,
lengua, labios, etc. (esto es, a la porción inferior de la circunvolución frontal ascendente, en
la parte inmediatamente
anterior de la cisura
de Rolando)."
El proceso de articulación activa, además de la
pars opercularis, el área motora suplementaria y
la Ínsula, de tal manera que una lesión de la Ínsula produce apraxia del habla." y, evidentemente, la activación de la corteza motora es bilateral, ya que la programación motora debe llegar
a las partes derecha e izquierda de los órganos
de la articulación; a partir de esta programación
motora, se forma un haz de neuronas (haz geniculada), cuyos axones activan los núcleos de los
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
nervios craneal es implicados en la motricidad
fonoarticulatoria: facial (cara, lengua y laringe),
glosofaríngeo (laringe), vago (músculos de la laringe y de la faringe), accesorio (paladar blando)
e hipogloso (lengua). Esta actividad nerviosa tan
compleja es modulada, además, por circuitos
que incluyen el tálamo, el cerebelo (para la coordinación) y la corteza retrorrolándica
(para el
control de las sensaciones táctiles y propioceptivas de boca y faringe).
TRASTORNOS FONOLÓGICOS
Son necesarias dos precisiones
iniciales:
• Los trastornos funcionales, entre ellos el de la
fonología, tras una lesión cerebral, tienen que
ver más con la cantidad que con la calidad; o,
dicho de otro modo, dependen más de la cantidad de tejido afectado que de su localización.
La razón estriba en las tupidas y complejas conexiones que se establecen entre las distintas
áreas implicadas, cuyo daño puede producir
alteraciones del lenguaje similares a las consecuentes a las lesiones de las áreas corticales
funcionales.
• Sin embargo, está comprobado también que,
excepto en tareas de escucha pasiva de sonidos aislados del habla, el papel del hemisferio
izquierdo en el procesamiento y producción
del habla es predominante.
El hemisferio derecho tendría funciones subsidiarias pero importantes para la comunicación, relacionadas,
por ejemplo, con aspectos de índole social
(entonación, significados ambiguos, lenguaje
figurado, palabras de doble sentido, etc.)," o
con la complejidad del estímulo."
Se van a considerar dos tipos de trastornos:
los asociados a lesiones posteriores (área de
Wernicke y adyacentes), y los que lo están a lesiones anteriores (área de Broca y adyacentes).
Trastornos fonológicos en percepción
Cuando la lesión se circunscribe a la corteza
auditiva primaria de ambos hemisferios, se produce sordera cortical; y cuando afecta bilateralmente al área de Wernicke, se produce la sordera
verbal pura o agnosia auditiva verbal, ya descrita
en el capítulo 2. La lesión del área de Wernicke
del hemisferio izquierdo produce la afasia de
Wernicke y la de conducción en su forma acústico-amnésica." Son estos trastornos, la agnosia
auditiva verbal y la afasia de Wernicke, los que se
van a tratar, por su relación con la dimensión fonológica, que es el objeto de este capítulo.
Afasía de Wernícke
En la afasia de Wernicke el habla es fluente,
abundante, sin esfuerzo; tanto, que puede llegar
a la logorrea. También se observa la presencia
de parafasias fonémicas («lunes, martes miércoles, jueves, viércoles ... ») y semánticas (vcamión»
por «coche») y de neologismos, que pueden dar
al habla de estas personas un aspecto de jerga, y
hacerlo ininteligible al oyente; en las primeras
fases no son conscientes de que no se les entiende (anosognosia), porque ellos mismos tampoco
entienden lo que dicen. La comprensión, lógicamente, está gravemente afectada en todos los
niveles (palabras, frases, conversación, etc.). Estas dificultades adoptan diferentes formas, según esté la lesión más o menos cerca de otros
núcleos neuronales (con alexia, cuando la lesión
es temporoparietal,
etc.). También la repetición
está seriamente alterada por sus dificultades
para discriminar los componentes de la secuencia. Esta repetición no mejora cuando se les dan
claves fonémicas o semánticas.
Este trastorno pone de manifiesto una articulación relativamente intacta, e, incluso, una organización de los sonidos aceptable, según las
reglas fonotácticas de la lengua empleada. Entonces, équé es lo que falla? Parece indudable
que está alterada la memoria verbal. Su déficit
consistiría en la destrucción, más o menos extensa, de las representaciones neurales de las palabras, entendidas no como las entradas léxicas
de un diccionario, sino como conexiones de unidades subsimbólicas, muchas de ellas compartidas por muchas palabras, que forman una red,
cuya activación permite organizar la secuencia
de representaciones
de sonidos, que, a través
del fascículo arqueado, llegará al área de Broca
para su codificación fonética.
CAPíTULO 4. Fonología
Icaso
I
clínico
Señor de 70 años, muy culto, con formación universitaria superior (doctor), acostumbrado a hablar en
público, con afasia de Wernicke. Está explicando
una lámina en la que se representa la llegada de
unos conquistadores en sus carabelas a una playa
en la que son recibidos por indios. Su explicación es
muy entonada, agradable, con gestos explicativos
muy elocuentes. (E: examinador, P: paciente. La separación de palabras se basa en el contorno entonativo dado por P a cada fragmento.)
E: Descríbame esto.
P: ¿Que contuse esto? Bueno. Es parifil. En en
una pasensia como festa olafiesfia que noquian
egalo, se pareseafuni fofonigí que acaban de aú,
de alguna bé, que alguglan tamú. (Gestos giratorios con la mano hueca cerca de la sien, como
L.:uando
se hace referencia a la acción de pensar
Esto explica dos fenómenos importantes. Por
un lado, esta destrucción no afecta a la articulación (cuyo sustrato neurológico está asentado
en el área de Broca y en el área inferior de la
circunvolución frontal ascendente), ni a la posibilidad de establecer conexiones entre unidades
subsimbólicas no fijadas, inesperadas (neologismos y parafasias fonémicas). Por otro lado, así
se explica bien por qué las lesiones en el área de
Wernicke en niños pequeños, al contrario de lo
que ocurre en los adultos, producen afasias no
fluentes y dificultades de articulación. En efecto,
en el niño pequeño esa red de unidades subsimbólicas no ha sido aún construida o lo ha sido
sólo parcialmente, y tampoco ha habido tiempo para establecer sub rutinas preprogramadas
para la producción. Entonces el niño, con este
daño cerebral, puede activar sólo unas pocas representaciones neurales (en el sentido dado más
arriba), y la «melodía cinética» necesaria para
poner en marcha esa compleja maquinaria articulatoria tampoco está bien desarrollada.
Una conducta típica de este trastorno es la parafasia fonémica, que es una modificación de la
palabra por sustitución, adición y omisión de uno
o más de sus sonidos constituyentes. En el caso
clínico, parifil es probablemente una parafasia de
11
sesuda mente.) Algo hay reguio fémuli compua
púay. (Ha terminado; se echa hacia atrás apoyándose en el respaldo y cruza las manos.) No sé si...
E: ¿En qué año se pudo dar ese encuentro?
P: Bueno. Repecho seprecien sip douar y ababar,
sopre y sopreiar, que sí que sea de alguna manera concrierejasí como abeljé. (Entrelaza fuertemente los dedos de las manos, como cuando se
indica unión, mezcla.)
E: En 1492, ¿no?
P: Exactamente, claro. No solamente estos,
oleosto que des ... de una maserá una y la ot.
E: Descríbame esta otra lámina (una calle de menestrales, en la Edad Media).
..J
P: Bueno, a ver. Yo pienso que esto repegé ... (y
sigue de forma similar a la anterior).
fácil. El fundamento neuropsicolingüístico,
como
ya se ha señalado, es la puesta en marcha de la red
en la que están distribuidas las representaciones
neurales de las palabras, y que está dañada, en
mayor o menor medida, manteniéndose relativamente intactos el mensaje que se desea transmitir,
la programación sin táctica y la capacidad para secuenciar sonidos según unas reglas fonotácticas
aprendidas utilizando esa red dañada, y la posibilidad de enviar esa información al área de Broca
para su codificación fonética a través del fascículo
arqueado. Este haz de neuronas, junto con áreas
de la ínsula, puede estar también dañado, con lo
que la repetición se altera; no sólo porque la persona con este trastorno no encuentra en el área
de Wernicke la representación de las secuencias
que le piden repetir, sino también porque no llega
en condiciones adecuadas al área de Broca la información enviada desde aquélla.
Actualmente hay consenso en que los neologismos y la jerga no son sino consecuencia de
este trastorno fonológico."
Agnosia auditiva verbal
En relación con la agnosia auditiva verbal, sucede tras una lesión bilateral de la parte poste-
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
rior de la circunvolución
temporal superior.
Como en la afasia de Wernicke, el habla es fluida y la comprensión es deficiente, si se trata de
un adulto. En cambio, en un niño la expresión
está ausente o limitada a unas pocas palabras
que son pronunciadas con gran esfuerzo, aunque estos niños logran con frecuencia comunicarse en forma visuomanual. Como en los adultos, la comprensión es deficiente.
El origen neuropsicolingüístico
de este trastorno es la incapacidad para encontrar regularidades en el estímulo auditivo, y, por tanto,
para identificar sonidos estables y poder construir representaciones
neurales de las secuencias que forman esos sonidos. En el adulto con
agnosia auditiva verbal, es como si se le hubiera destruido el filtro fonemática que hace posible la concepción de la secuencia de sonidos
como realmente una secuencia compuesta de
unidades identificables.
En el niño, se ha encontrado este trastorno
asociado a epilepsias generalizadas (síndrome
de Landau-Kleffner), pero también se considera
agnosia auditiva verbal una forma clínica del
trastorno específico del lenguaje en la que los
síntomas parecen remitir a un origen similar: a
la incapacidad para construir representaciones
neurales que superen la varianza del estímulo
auditivo. Parece como si estos niños percibieran
el estímulo auditivo como realmente es desde el
punto de vista acústico: casi infinitamente variado, con unidades confusamente solapadas. En
cierto modo, se trataría de la persistencia de la
etapa en la que los bebés muestran su capacidad
para percibir categóricamente
los sonidos, sin
llegar a ser «sordos» a contrastes que no pertenecen a su lengua; algo que los niños con desarrollo típico muestran ya a los 12 meses. Así
pues, estos niños no pueden interpretar lo que
oyen, no pueden construir representaciones
estables de las secuencias de sonidos que oyen
porque las perciben diferentes cada vez, y, por
tanto, tampoco podrán recuperar esas representaciones para codificadas en el área de Broca y
pronunciadas. Sin embargo, muestran intención
y deseos comunicativos, y tratan de hacerse entender con gestos.
Trastornos fonológicos en producción
En personas con lesiones en el área de Broca,
se produce un trastorno de habla casi totalmente restringido a la dimensión fonética del habla;
sin embargo, la presencia de parafasias fonémicas pone de manifiesto una dificultad del procesador para codificar las unidades fonológicas
del habla.
Los trastornos consecuentes a estas lesiones
suelen ser transitorios. Si la lesión afecta a estructuras subcorticales (materia blanca, tálamo,
ganglio s de la base) ya regiones cercanas al área
de Broca (ínsula), las manifestaciones
afásicas
son crónicas. Estos déficits no están específicamente relacionados con el habla, sino que forman parte de un trastorno motor más extenso.
• En la afasia de Broca se observa un habla no
fluente, que puede llegar al mutismo en las
primeras fases de la enfermedad o a una producción dificultosa de sílabas; las consonantes
son más difíciles que las vocales para estas
personas. La fluidez depende de la frecuencia
(lo que implica la existencia de subrutinas de
programación motora de secuencias de habla)
e imaginabilidad de los nombres (los verbos
son mucho menos frecuentes). También son
frecuentes las parafasias fonémicas y el agramatismo, que depende en buena medida de la
complejidad lingüística. La comprensión está
relativamente preservada, pero se reduce con
la complejidad sintáctica o con la longitud de
la oración. El hecho de que se den estas alteraciones gramaticales en la producción, pero
también en la percepción del habla, pone de
manifiesto que los circuitos neuronales de esta
área son responsables de completar el conjunto
de la oración sobre la base de sus partes constituyentes 13. Estas personas muestran dificultades de repetición y denominación, en función
de la frecuencia e imaginabilidad de las palabras a repetir o a recuperar de su léxico. La
denominación mejora con claves fonérnicas.
• En algunas tipologías de las formas clínicas
del trastorno específico del lenguaje se considera la existencia de la dispraxia verbal. Sus
manifestaciones son.?'
CAPíTULO 4. Fonología
- Diferencia en la ejecución de tareas oromotrices y verbales, según sean éstas voluntarias o involuntarias.
- Dificultad para mantener la estructura fonológica y fonotáctica de sílabas y palabras
(metátesis, omisión de fonemas, etc.).
- Producción no fluente del habla: movimientos vacilantes, prolongaciones, repeticiones,
alteraciones prosódicas.
- Incremento de errores al aumentar la longitud del enunciado: más errores en palabras de más sílabas, y en frases.
- Errores en vocales, sonidos distorsionados
hasta no parecerse a ninguno de la lengua
hablada por el niño: lentitud, inhabilidad
para producir secuencias correctas.
- Variabilidad de las conductas descritas, es
decir, no hay persistencia en la sustitución
de un sonido por otro, o en la omisión de
talo cual sonido. Se ha constatado que es-
•
tos niños tienen un balbuceo significativamente reducido en la etapa prelingüística.
La explicación neuropsicolingüística
tendría
que ver con la dificultad de estos niños para
traducir e! programa lingüístico en un programa motor (de ahí las conductas vacilantes, las
omisiones y sustituciones) y para elegir unos
parámetros correctos de coordinación temporal y de fuerza muscular; es como si no pudieran coordinar todos los parámetros a la vez:
frecuencia del sonido, movimientos de los órganos articulatorios y de las cavidades de resonancia. Probablemente
e! sustrato neurológico
de este trastorno incluya disfunciones en las
áreas implicadas en la recepción fonológica y
en la transmisión de este tipo de información a
la pars triangularis (además de! área de Wernicke, parte inferior de! lóbulo parietal cercano a ella y vías de conexión de esta región con
e! área de Broca: fascículo arqueado, ínsula).
Resumen
La velocidad del habla, la variación que experimentan los sonidos en función de la secuencia de la
que forman parte, la coarticulación, el deterioro
que sufren muchos sonidos en la señal verbal (diferencias entre la percepción de esos sonidos
cuando van aislados y cuando forman parte de
una secuencia), y otros factores presentes en el
acto de emitir un mensaje verbal, hacen de la percepción del habla una tarea de una enorme complejidad. Pero esta complejidad contrasta con la
certeza que todo usuario adulto del lenguaje tiene
de que esas secuencias pueden ser fácilmente
fragmentadas en unidades pequeñas (sonidos).
Se han propuesto varias explicaciones para dar
cuenta de esta habilidad para descifrar los mensajes formateados en esas secuencias de sonidos.
Las más importantes son la basada en la percepción auditiva y la teoría motora de la percepción
del habla. Ninguna de las dos, por sí sola, explica
totalmente esta habilidad; pero han sido, y siguen
siéndo, fecundas en investigaciones que van refinando dichas aproximaciones explicativas. De hecho, aunque la proyección de las unidades del habla en unidades neurológicas, más específicas que
las grandes áreas de recepción y producción del
lenguaje, es imposible de establecer actualmente,
las propias investigaciones que proceden del carn-
po de la neurología adoptan dichas perspectivas
como guías y modelos a poner a prueba.
Las lesiones en el área de Wernicke están asociadas a la alteración de las representaciones neurales de las palabras; no como unidades léxicas, sino
como conexiones de unidades subsimbólicas en
una red, cuya activación permite organizar la secuencia de representaciones de sonidos. Estas representaciones son necesarias para la programación del habla, por lo que estas personas muestran
severas alteraciones en la forma de las palabras,
llegando hasta la jerga.
Las lesiones en el área de Broca producen una
alteración en el programa motor y en la codificación fonológica del habla. Si las lesiones afectan
a estructuras subcorticales y otras anexas (ínsula,
fascículo arqueado). la afasia se hace crónica. Se
trata más de un trastorno de la motricidad que de
un trastorno del lenguaje.
Una forma clínica incluida generalmente en el
trastorno especffico del lenguaje, la dispraxia
verbal, estaría asociada a la disfunción de estas
áreas corticales, y se definiría desde un punto
de vista neuropsicológico como la dificultad para
traducir el programa lingüístico en un programa
motor.
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Cuáles son las explicaciones más plausibles
de la percepción del habla?
• Teniendo en cuenta las características del habla (secuencias solapadas, ininterrumpidas,
relativamente deterioradas), ¿cómo se puede
explicar de una manera bien fundamentada la
experiencia del adulto de que esas secuencias
pueden ser fragmentadas en unidades claras,
simples?
• ¿Cuál es el papel de la parte posterior de la circunvolución temporal superior del hemisferio
derecho en la percepción del habla?
• ¿Cuáles son las diferencias neurológicas y conductuales entre la afasia de Wernicke y la agnosia auditiva verbal?
• ¿Cuál puede ser la relación entre las conductas
verbales manifestadas por los niños con dispraxia verbal y la actividad cortical?
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Whurr Pub.
Morfología
Alberto Domínguez y Fernando Cuetos
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Procesos rnorfológicos
Representación cerebral de la Morfología
Estudio de pacientes
INTRODUCCiÓN
El morfema es la unidad mínima del lenguaje
con significado propio. Y la Morfología es la
parte de la Lingüística que estudia la estructura
interna de las palabras y la manera en que los
morfemas se combinan para formar palabras.
Algunas palabras del castellano están formadas
por un solo morfema (por ejemplo, «ayer»),
pero la mayoría son palabras morfológicamente compuestas, puesto que están formadas por
varios morfemas. Por ejemplo, la palabra «insensato» está formada por los morfemas «in»
y «sensato»; o «perrazo», por «perr» y «azo»,
«Sensato» y «perr- constituyen la raíz de la palabra, y los morfemas «in» y «azo- son afijos que
r-;ecuadro
5.1. Diferencias entre morfemas f1exivosy morfemas derivativos
Los morfemas flexivos:
Son siempre sufijos.
Establecen el género y el número de los sustantivos y adjetivos y el modo, tiempo, número
y persona de los verbos.
Ofrecen al lector pistas sobre la concordancia
de las palabras en las oraciones.
No modifican el significado de la palabra a la
que se añaden.
Contienen muchas formas que son irregulares
ortográfica mente (se modifica la forma del sufijo en determinados verbos).
Su procesamiento se realiza en el área frontal
inferior izquierda, asociada al procesamiento
sintáctico.
L
modifican esa raíz. En el primer caso, «in» se
trata de un prefijo, puesto que va antes de la
raíz; y en el segundo «azo», de un sufijo, puesto
que va después.
Los afijos pueden ser de dos tipos: los que
añaden información
gramatical
al nombre
(por ejemplo, el sufijo «o» en «gato» indica género masculino; «a» en «gata», femenino; «s»
en «gatos», plural; etc.) y los que derivan una
nueva palabra a partir de la raíz «<pan-era»,
«salt-aba», etc.). El primer tipo de morfología
recibe el nombre de flexiva, y tiene una función gramatical; y el segundo tipo de morfología se llama derivativa, y tiene la función de
construir nuevas palabras (recuadro 5.1).
Los morfemas derivativos:
Pueden ser prefijos, infijos y sufijos.
Matizan o modifican el significado de la palabra a la que se añaden.
Permiten distinto grado de opacidad semántica
con el significado de la raíz, desde una proximidad muy alta (como en niño-niñito) hasta una
irregularidad semántica fuerte (como en periodo-periodista
).
Permiten hacer crecer el léxico de la lengua, generando nuevas palabras (ej.: super-alucinante).
Son muy variados en cuanto a formas: en el Diccionario etimológico de los sufijos españoles (Pharies, 2002), se recogen 487 sufijos diferentes.
Su localización es temporal posterior o, al menos, más distribuida que la de los morfemas
flexivos.
.-J
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
El procesamiento
morfológico
de una palabra implica, por lo tanto, conocer el papel
de los diferentes afijos, prefijos y sufijos, así
como las reglas que regulan las combinaciones de éstos con las raíces. Conociendo
el
significado de los afijos derivativos
se pueden entender palabras que incluso no se han
escuchado antes. Así, por ejemplo, podemos
entender que «mastuerzón»
se referirá a un
mastuerzo grande, o que «okapitoserá un
okapi pequeño,
aunque no sepamos lo que
es un okapi. Igualmente,
conociendo
los sufijos flexivos se podrá comprender
la relación de cada palabra con las otras palabras
de la oración o de oraciones adyacentes,
es
decir, se puede establecer
la concordancia
sin táctica a través del género y número, en
el caso de los sustantivos
y adjetivos, y del
modo, tiempo o persona, en el caso de los
verbos.
Para poder entender o producir una frase
correctamente,
tenemos que saber qué palabras concuerdan con qué otras, y esto es fácil
si nos fijamos en los sufijos de cada palabra.
En el caso del género, sabemos que una palabra que acaba en «a» se pondrá en relación
con otra palabra que acabe también en «a».
Por ejemplo, en la oración «El perro negro ladraba a la gata blanca», sabemos que «negro»
se refiere al «perro» y «blanca» a la «gata»
(aunque hay notables excepciones; por ejemplo, en la oración «Tenía la mano blanca»,
«blanca» se refiere a la «mano», aunque una
termine en «a» y otra en «o»). Y lo mismo en
el caso del número, pues en la oración «Los
cazadores que perseguían
al ciervo estaban
cansados», sabemos que «cansados» se refiere
a los cazadores, y no al ciervo.
En este capítulo analizaremos
cómo llevamos a cabo el procesamiento
morfológico de
las palabras, qué tipo de estrategias cognitivas
realizamos para procesar los afijos y raíces de
las palabras y qué áreas cerebrales son las responsables de esas estrategias. También veremos las consecuencias que tienen las lesiones
de esas áreas en el procesamiento
morfológico
de los pacientes afásicos.
PROCESOS MORFOLÓGICOS
La estructura morfológica
es muy valiosa,
porque desde el nivel de palabra proporciona
información
clave para conocer el significado de elementos léxicos complejos, y también
para construir niveles superiores de procesamiento sintáctico. Una pregunta que surge inmediatamente es si esta información se obtiene
antes de haber reconocido la palabra, identificando sus morfemas componentes (raíz, sufijos
y prefijos) o si, por el contrario, esa información se obtiene después de haberla reconocido.
La pregunta esencial es si el análisis morfológico es una condición para el acceso léxico o
posterior a este.
Existen razones a favor y en contra del procesamiento preléxico de los morfemas. A favor
está el hecho de que, si en el léxico se almacenan sólo los morfemas, y no todas las palabras
completas, el espacio necesario para archivarlas es mucho menor. Almacenar la raíz hij- por
un lado y tener un diccionario mental de sufijos, supone que no tengamos que guardar todas las formas flexivas y derivativas de las palabras «hijo, hija, hijos, hijas, hijitos, hijastro,
etc.», Sin embargo, en contra está el hecho de
que, para reconocer morfemas, hay que identificarlos dentro de la palabra, y no hay ninguna
marca visual en la misma que nos diga dónde
empieza y acaba la raíz, y dónde los afijos que
lleva incorporados.
Por eso, para reconocerlos
es necesario implementar reglas que permitan
llevar a cabo una segmentación eficaz de la palabra. Pero la aplicación de reglas morfológicas
exige dos condiciones indispensables:
• Transparencia
• Transparencia
ortográfica.
semántica.
La transparencia
ortográfica
supone que,
cuando se añada un afijo a una raíz, no se produzcan en ésta cambios ortográficos o fonológicos. Por ejemplo, el verbo comer es ortográficamente transparente.
De la raíz com-, en
el infinitivo comer se puede formar un pasado
imperfecto, comía, sin perder ningún atributo
ortográfico o fonológico de esa raíz, com-. Sin
CAPíTULO 5. Morfología
embargo, cuando se quiere obtener el mismo
tiempo pasado a partir de la raíz ser, se obtiene
la forma verbal era, la cual ha perdido todas
las características
fono lógicas y ortográficas
de la raíz. En este caso, no se puede proceder
aplicando reglas de adjunción para obtener la
forma en pasado, porque si se añade -ia a la
raíz no se consigue el pasado, sino el condicional sería.
La transparencia
semántica es la segunda
condición para que se puedan aplicar reglas
de composición
morfológica.
Supone aceptar que cuando se añade un afijo a una raíz
se mantengan sin modificación
los rasgos semánticos que incluye tal raíz cuando aparece
libre. Se entiende, por supuesto, que el afijo
le añade otros rasgos semánticos,
pero esto
no debe suponer una modificación
del significado primero. A partir de la raíz espos-, se
puede formar el género femenino adjuntando -a, o el masculino adjuntando
-o. La raíz,
cuando está libre, significa persona adulta casada; con el sufijo -o significa persona adulta
casada y hombre; y con el sufijo -a significa
persona adulta, casada y mujer. El significado permanece invariable, y el sufijo añade un
rasgo semántico a la raíz. Sin embargo, si se
procede adjuntando
estos sufijos de género
a la raíz minut-, se obtendrá minuta por un
lado (es decir, factura detallada por la adquisición de un objeto o servicio) y por otro minuto (que no es precisamente el masculino de
una factura).
Si se viola alguna de estas dos condiciones
de transparencia
se impide la aplicación de
reglas de producción
o segmentación
morfológica. Estaríamos
ante palabras llamadas
morfológicamente
irregulares. El acceso a su
representación
léxica y semántica no puede
realizarse tomando
como punto de partida
la raíz e implementando
una regla de adjunción morfológica.
Por eso es obligatorio
que
estas palabras
tengan
una representación
explícita en el léxico, y que su acceso sea
conseguido
de modo directo por asociación
entre el input y el trazo de memoria correspondiente.
Minuto y minuta, así como ser y
•
era, tendrían
que tener una representación
en el léxico. No valdría almacenar
sólo la
raíz.
Las pruebas experimentales
revelan que,
cuando se dan las condiciones
necesarias,
el lector tiende a segmentar las palabras y a
componer el significado de las mismas a partir
de sus morfemas. Incluso cuando la palabra es
monomorfémica,
pero tiene una terminación
o un comienzo que parece un sufijo (pseudoafijada), el lector realiza una segmentación
de la palabra previa a su reconocimiento,
lo
que le lleva a una mala identificación
de su
significado y a un mayor tiempo de reconocimiento. En francés, el sufijo -ette significa
pequeño; así, fille es niña, y fillette es niñita. Sin embargo, baguette, que es una barra
pequeña de pan, no puede derivarse a partir
de la raíz bague, que significa anillo. I Pues
bien: el tiempo de reconocimiento
de baguette es significativamente
más largo que el de
fillette, porque se realiza una descomposición
preléxica de la palabra. En español sucede lo
mismo con palabras pseudoprefijadas
como
regalo, cuya primera sílaba podría ser un prefijo, -re, con respecto a palabras realmente
prefijadas, como reponer, donde -re es realmente un prefijo." (recuadro 5.2).
Modelos
En función de lo que venimos diciendo hasta
ahora, los modelos de representación
morfológica que se han planteado mantienen todas las
alternativas posibles respecto de las unidades
que se almacenan en el léxico:
• Listado exhaustivo:
todas las palabras, en
su forma completa, tienen una entrada independiente.é
y no se especifica en absoluto ninguna característica
morfológica de la
misma. Los modelos conexionistas
puros
pueden ser clasificados
en este apartado,
porque sólo tienen en cuenta la composición ortográfica-fonológica
de la palabra,
las letras y los fonemas, y en ningún caso
consideran la estructura morfológica
de la
misma. En todo caso, interpretan
los resul-
11
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
r-;;ecuadro
5.2. ¿De verdad hay algo más que forma y significado en una palabra?
Un tema de discusión sobre procesamiento mores si realmente es necesario procesar los
componentes rnorfológicos de las palabras o, por
el contrario, esos componentes no son más que
las características ortográfico-fono lógicas y semánticas de las palabras. Dos palabras de la misma
familia morfológica, que compartan la raíz, como
por ejemplo casa y casucha, comparten además
la ortografía (fonología) y también el significado.
La pregunta que, por lo tanto, surge, es si no será
suficiente para el sistema de procesamiento léxico
considerar las características ortográficas (fonológicas) y semánticas para explicar cualquier efecto
experimental que surja de la relación entre estas
palabras. Si fuera así, pooríamos prescindir de las
operaciones morfológicas, puesto que éstas serían
sólo la suma de los cómputos de las relaciones
ortográfico-fono lógicas más las semánticas.
fológico
Con objeto de responder a esta cuestión, hemos
llevado a cabo una serie de experimentos de prittúng, utilizando primero como variable dependiente los tiempos de reacción" y, posteriormente, los potenciales relacionados con eventos
(ERP),4también llamados potenciales evocados.
La técnica consistía en presentar primero una
palabra durante un tiempo variable (prime), y
después una segunda palabra (target), hasta
que el participante realizase sobre ella una decisión léxica, es decir, decidir si el terge: era una
palabra real o inventada (seudopalabra).
Esta
técnica permite variar las relaciones que existen
entre las dos palabras y observar el efecto que
producen sobre.los tiempos de reacción.
I
En el gráfico siguiente se pueden ver los efectos
de los tres tipos ~e relaciones: morfológicas (ej.:
hijo-HIJA), ortOgráfi~as (ej.: foco-FOCA) y semánticas (ej.: cirio-VELA),..con presentaciones muy cortas del prime, desde\32 ms, hasta presentaciones
más largas y visibles 'de 250 ms. Estos efectos se
obtienen comparando los tiempos de reacción de
estos pares de estímulos relacionados con otras
parejas de estímulos sin ninguna relación (ej.:
pavo-META). Lo que observamos es que el curso
del procesamiento es muy diferente para cada
una de las tres. Las palabras que previamente
han tenido un prime relacionado morfológicamente se reconocen más rápido, desde que se inicia
el procesamiento (32 ms) hasta un cuarto de segundo después (250 ms). Sin embargo, los pares
ortográficos empiezan proporcionando facilitación
y terminan por producir un efecto de interferencia
en las presentaciones más largas, sin duda debi-
do a que "foco" es un competidor léxico de "FOCA".
Finalmente, las relaciones semánticas no producen ningún efecto en las presentaciones cortas
del prime, y acaban produciendo una facilitación
significativa a los 250 ms. Estos efectos tan dispares muestran claramente un tratamiento cognitivo
genuino y particular de las relaciones morfológicas, que no son reducibles a relaciones meramente ortográficas ni semánticas.
80
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-40+---------------------------~
32ms
64ms
250ms
.. -o .. - Morfológico (hijo-HIJA)
- ...•.. - Semántico (cirio-VELA)
____
Ortográfico (foco-FOCA)
Estos mismos estímulos fueron utilizados en otro
experimento en el que se registraban los ERP de
los participantes." De nuevo, emergieron diferencias muy notables en un componente denominado
N400, que es muy sensible a las posibilidades de
integración de los pares de palabras. En el gráfico puede verse cómo hijo-HIJA produce un pico
positivo, diferenciado respecto de la condición sin
relación pavo-META desde P200. Los pares focoFOCA producen este mismo efecto, para separarse rápidamente y producir una N400 retardada.
Este efecto es muy interesante, porque los participantes toman, en un primer momento, foco-FOCA
como pares relacionados morfológicamente; por
eso ambos difieren de pavo-META alrededor de los
z
-1~;r
-5 pv
~
--
hijo-HIJA
--
pavo-META
foco-FOCA
400
1000ms
CAPíTULO 5. Morfología
200-300 ms (P200), y sólo después empiezan a
diferenciarse entre sí. Nosotros hemos interpretado P200 como un componente que refleja el análisis morfológico de la raíz de la palabra.
Profundizando aún más en el procesamiento de
las distintas relaciones morfológicas entre las
palabras, Álvarez et al5 hicieron un experimento
de ERP en el que trataban de localizar las diferencias entre pares de palabras, como hijo-HIJA,
que mantienen una relación morfológica flexiva,
puesto que sólo se diferencian en el género, y
pares como reino-REINA, que teniendo también
género distinto, como las anteriores, mantienen
sin embargo una relación derivativa, ya que el
significado de ambas difiere en mucho más que
el género. Los resultados, cuando se realiza una
localización de fuentes basada en el método
VARETA (una variante del algoritmo LORETA),
muestran que el procesamiento de las relaciones flexivas se realiza en áreas relacionadas
L..:0n el reconocimiento visual, como el cuneo y la
tados a favor del procesamiento
morfológico
de las palabras como una propiedad emergente de las propiedades
del sistema: puesto que
la probabilidad
de coocurrencia
de las letras
dentro de una raíz o un afijo es más alta que
la que existe en los límites de estos, es lógico
que el sistema sea sensible a estas propiedades
de familiaridad de las cadenas de letras y fonemas. Si a ello añadimos que esas secuencias
activan casi siempre el mismo significado, no
es de extrañar que la estructura morfológica,
sin ser computada,
produzca
efectos «aparentemente»
debidos a ella. En todo caso, las
propiedades
morfológicas son reducibles a la
suma de la activación ortográfica-fonológica
más la activación del significado. Esta afirmación no sorprende si pensamos que las palabras relacionadas
morfológicamente,
como
casa y casita, comparten parte de sus propiedades formales y de su significado. En este
tipo de modelos, el cómputo morfológico
de
la palabra para establecer la concordancia
con
otras palabras de la oración será un efecto
posléxico, que se producirá después del reconocimiento
de la palabra, y nunca antes. En
•
circunvolución lingual, mientras las derivativas
activan áreas media les del frontal izquierdo y el
córtex cingulado.
hijo-HIJA
reino-REINA
la figura 5.1 puede verse el orden de procesos
que seguiría un modelo de este tipo.
• Segmentación obligatoria: todas las palabras
se segmentan en sus morfemas componentes.
Se accede a cada uno de ellos en un nivel de
representación
morfológico y, después, a la
palabra completa en el léxico. 7 Es una concepción preléxica y obligatoria del procesamiento.
Como dijimos antes, existen algunas pruebas
1
.
1
.
1
.
,,,'"o - ~'':''''oT'''''''''''O
~'IDEN'TIF'ICACióN': -+ :'co'Ncoiú:iANCiA' ~
:... ~.~~.~~f.1!~.... ;
:.. ~.~~~~!I~.A~
...:
Figura 5.1. Esquema de procesos que tienen lugar en un
modelo en el que se accede directamente a la representación de la palabra, sin considerar su estructura morfológiea. La identificación del sufijo sería posléxica,y permitiría
realizar la concordancia con otras palabras de la oración.
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
que sustentan este tipo de modelo; por ejemplo, aquellos experimentos
iniciales en los
que seudopalabras
compuestas
por morfemas reales empleaban
más tiempo que
seudopalabras
sin estructura
morfológica.
Así, «seudopalabraspseudosufijadas
como
dormaba producirán
tiempos de reacción
más largos que seudopalabras
como tacrel.
La raíz dorm- y el sufijo -aba existen en español y, por lo tanto, si en el léxico están
almacenadas estas estructuras morfológicas,
la tendencia de respuesta del participante irá
en la dirección de contestar que ésta es una
palabra, cuando lo que tiene que contestar
es que es una seudopalabra.
De la misma
manera, palabras pseudoprefijadas,
como regalo, emplean más tiempo de reconocimiento que palabras que empiezan por sílabas
que no pueden ser prefijos, como en tálamo.
Los mismos resultados han sido obtenidos
con palabras pseudosufijadas, como veíamos
antes al comparar en francés baguette con [illete. En la figura 5.2 puede verse el orden
de procesos que seguiría un modelo de segmentación obligatoria. Sin embargo, no tiene sentido emplear obligatoriamente
una estrategia de segmentación cuando nos vamos
a tener que enfrentar a palabras ortográfica
o semánticamente
irregulares, como anduve.
• Modelo mixto o dual: el acceso al léxico es
una combinación de las dos posibilidades antenores." Incluiría una ruta de segmentación,
en la que se identifican la raíz y los afijos, para
i"Esi-fMÚL'
O";
:"NIVÉL'r:ió¡iFOL6Gic"ó':
¡'ÑivE'L~;ÉMÁÑ'Tlco'¡
..............
.........................
.
.
t
....L..
. J .
:
IN· :
: COMPOSICiÓN:
INSANO ooEE--_: SAN· : -----+> : DEL :
~
: ·0 ;
:..................
SIGNIFICADO ;
................ J
.
:.~.~~.~?~~~~~.I~.
9.~~.~~.~1~.~~.;
Figura 5.2. Esquema de procesos que tienen lugar en
un modelo en el que el procesamiento
morfológico es
una condición para el acceso al significado. La identificación del sufijo es preléxica, ya partir de ella se puede
realizar la concordancia.
después combinar los significados de ambos.
Esta ruta estaría especialmente indicada para
palabras morfológicamente
compuestas regulares, infrecuentes y nuevas. También incluye una ruta directa por la que se accede
a la representación
completa de la palabra.
Está indicada para palabras monomorférnicas, irregulares y palabras frecuentes o familiares.
Por lo que dijimos antes, debido a la existencia de palabras que son morfológicamente
regulares y palabras que son morfológicamente
irregulares, el modelo que más probabilidad de
éxito debe tener es el mixto. Un ejemplo de
este tipo es el modelo de doble ruta elaborado
por Caramazza" y sus colegas, que recibió el
nombre de augmented addressed morphology
model (AAM), y que asume que el estímulo activa tanto la palabra completa como las unidades morfológicas, los morfemas. La activación
de la palabra completa a través de la vía directa es más rápida que la que se produce a través
de los morfemas, sobre todo para palabras familiares. Si los morfemas que componen la palabra son más frecuentes que la palabra completa, el acceso al léxico se producirá a través
de la vía morfológica. El modelo asume que el
nivel morfológico almacena los morfemas base
de las palabras, y que cuando uno de ellos se
activa, también lo hacen todas las palabras que
usan ese morfema, es decir, que pertenecen a
la misma familia morfológica. Así, en la vía
morfológica,
si leemos la palabra cajetilla se
activará caj- en el nivel morfológico, y en el
léxico se activarán cajita, cajón, caja, cajero y,
por supuesto, cajetilla. Un hallazgo importante
sobre el que se sustenta esta restricción es que
se ha visto que el tiempo de reconocimiento
de
una palabra no depende sólo de la frecuencia
léxica de la misma, sino también de la frecuencia acumulada por todas las formas léxicas derivadas de la misma raíz. Se entiende que las
dos vías se ponen en marcha en paralelo, y una
de ellas gana a la otra en el acceso léxico. Una
representación
gráfica de un modelo de este
tipo podría ser la de la figura 5.3.
CAPíTULO 5. Morfología
CONCEPTO
PALABRA
MORFEMA
Figura 5.3. Ejemplo de modelo interactivo con tres niveles: morfema, palabra y concepto. Las flechas señalan dos vías para la activación del significado: una ruta
léxica, que activa directamente
la representación
de la
palabra (línea punteada), y otra, indirecta, que activa
morfemas antes de llegar al nivel de palabra.
REPRESENTACiÓN CEREBRAL
DE LA MORFOLOGíA
Estudios electrofisiológicos
y de neuroimagen
Muchas investigaciones sobre el procesamiento morfológico de las palabras han utilizado los
potenciales evocados como variable dependiente. La ventaja principal de utilizar los ERP es
que permiten ver, milisegundo a milisegundo, la
evolución del potencial eléctrico que se produce
en las descargas neuronales ante una categoría
determinada de palabras en relación a otras. El
registro es continuo, y esto le da una resolución
temporal inigualable.
Uno de los componentes que mejor reflejan
el acceso léxico y la integración semántica de
la palabra en su contexto es N400, una negatividad que comienza a los 250-300 ms, tiene
su pico a los 400 y suele terminar alrededor de
los 600 ms. Tiene una localización central posterior, bilateralizada o ligeramente orientada a
la derecha. Se produce cuando el significado de
una palabra determinada no encaja fácilmente
con el contexto. Otro componente bien conocido es la llamada LAN (left anterior negativity). Es también un pico negativo, habitualmente
más temprano que N400 y con localización anterior izquierda. Se produce como consecuencia
•
de transgresiones sin tácticas o discordancias de
género o número en las frases.
Estos dos componentes, NYOO fueron investigados en varios idiomas europeos con diseños
muy parecidos." Se tomaba una raíz determinada, que usa un sufijo regular y frecuente en
el idioma, y se le añadía un sufijo de número
irregular (poco frecuente, aunque existente).
Por ejemplo, en español, una raíz regular podría
ser cualquiera de las de los verbos de la primera
conjugación, como cant- en cantar. Si el pasado es cant-aba, puede presentarse en su lugar
cant-ía, que es el sufijo irregular de la segunda o la tercera conjugación. Y al contrario, se
puede tomar una raíz de la tercera conjugación
permit- de permitir y añadirle un sufijo regular
de la primera, permitaba. Así, tenemos irregularizaciones, como en cantía, y regularizaciones,
como en permitaba. Mientras que las regularizaciones producen un pico máximo en F7, es
decir, área anterior izquierda, y no son significativas en CZ, en el centro de la cabeza, las irregularizaciones producen una N400 clásica, con
las mayores diferencias en Cz, y no significativa
en los electrodos frontales.
Estos resultados, bien confirmados a partir de
diversos trabajos, parecen señalar que el lector
busca un sufijo frecuente y regular, como -aba,
para segmentar la palabra y separarlo de la raíz.
Como consecuencia se produce LAN, que es
un componente sintáctico. Sin embargo, en las
irregularizaciones, el lector no detecta un sufijo
irregular y poco frecuente, como -ía; por eso se
produce el componente semántico N400, ya que
el estímulo no tiene sentido para él. Además, supone apoyar una localización anterior izquierda,
asociada a ese componente LAN y probablemente al área de Broca, al que se le han atribuido este
tipo de funciones de modo tradicional.
En una investigación realizada en español,'? se
utilizaban regularizaciones del tipo permitaba.
En concreto, se presentaban oraciones como:
• Ayer, en la montaña, el escalador resistía frente a la tormenta.
• Mañana, en la montaña, el escalador resistirá frente a la tormenta.
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
• Ayer, en la montaña, el escalador resistaba
frente a la tormenta.
• Mañana, en la montaña, el escalador resistará frente a la tormenta.
En la figura 5.4 se puede ver que tanto en
los verbos (resistía frente a resistirá) como en
los no verbos (resistaba frente a resistará) existe una importante diferencia entre la oración
concordante y la discordante, independientemente de que esa concordancia se haga con un
verbo que no existe. Este resultado, junto con
los examinados con anterioridad, señala que
el lector detecta un sufijo e, inmediatamente,
antes de reconocer la palabra, intenta hacerlo
concordar con el marco temporal establecido
previamente por el adverbio, es decir, un tratamiento preléxico de la morfología de la palabra en el contexto de frase.
_
Verbos concordantes
-
Verbos disconcordantes
_
«No-verbos» concordantes
_
«No-verbos»
dísconcordantes
Estas evidencias concuerdan con otras obtenidas a partir de resonancia magnética funcional,
en las que se comparaba la activación producida
por palabras monomorfémicas y palabras polimorfémicas que incorporaban sufijos. Los resultados señalan que la activación es mayor para
las palabras morfológicamente complejas en la
zona inferior izquierda del lóbulo frontal y, dependiendo del tipo de relación morfológica, sobre todo en derivaciones, en la circunvolución
superior del lóbulo temporal izquierdo. Ambas
áreas coinciden con las clásicas del lenguaje:
área de Broca y área de Wernicke.
Así sucede en un trabajo de tomografía por
emisión de positrones!' en el que se pedía a los
participantes que produjeran el pasado simple de verbos regulares e irregulares en inglés.
Los resultados demostraron que las dos categorías de estímulos producían una activación del
área de Broca. Esta área 46 sólo se activa con
los verbos regulares, y su función podría ser la
aplicación de reglas. Por el contrario, los verbos irregulares activan sólo el área temporal 21,
especializada en procesar un trazo de memoria
correspondiente a una entrada léxica particular.
Otros muchos estudios tratan de especificar
la relación entre la descomposición morfológiea de la palabra y las vías ventral y dorsal que
comunican estas dos áreas, pero no hay una
evidencia segura de momento en este aspecto.
Parece que las áreas temporales se activan sobre todo con palabras derivadas, mientras que
las flexiones de las palabras producen una activación más selectiva del área de Broca.
ESTUDIO DE PACIENTES
Afasia de Broca
Figura 5.4. Los estímulos disconcordantes
presentan
una mayor negatividad frontal alrededor de los 400 ms.
Este componente podría identificarse como LAN (left anterior negativity), un componente que ha sido relacionado con violaciones de tipo sintáctico. Este componente
afecta por igual a los verbos y a los «no-verbos», lo cual
indica que la concordancia puede ser realizada preléxicamente, antes del reconocimiento de la palabra.
Las pruebas que vienen del estudio de pacientes son coincidentes con las anteriores.
Los afásicos de Broca sufren un daño cerebral
que afecta a las áreas 44 y 45, según el mapa
de Brodman. Sus problemas lingüísticos afectan sobre todo a la producción del lenguaje; a
la expresión verbal, en concreto. Emiten frases
con una estructura sintáctica simplificada, en la
que faltan los nexos gramaticales, y suelen hacer
CAPíTULO 5. Morfología
una conjugación errónea de los verbos que utilizan. No es extraño que se les haya puesto como
ejemplo de pacientes en los que la construcción
morfológica de las palabras se halla seriamente
afectada.
Son muy interesantes los estudios en los que se
somete a estos pacientes a tareas de continuación
de frases en las que, dado un verbo, tienen que
ejecutar un cambio de tiempo verbal (por tanto,
una sustitución del sufijo del verbo)." El evaluador les propone la frase «Todos los días firmo un
documento. Ayer, como todos los días ... », y el
paciente debe continuar diciendo: «firmé un documento». Los resultados muestran que cometen
errores de todo tipo sobre la forma verbal, sustituyen los sufijos de persona o de número, utilizan
sufijos temporales que no corresponden, etc. La
tarea se resolvería de manera eficaz si pudieran diferenciar la raíz que se les da en el verbo de la primera frase, «firm-o», y después sólo tendrían que
añadir el sufijo de pasado, «[irm+ é», La incapacidad de estos pacientes para generar reglas de composición morfológica a partir de una raíz hace que
cometan esos errores. Además, estos errores no
están relacionados con la regularidad del verbo,
es decir, recaen con la misma probabilidad sobre
verbos regulares, como en el ejemplo anterior, que
sobre formas irregulares en las que la aplicación
no sería eficaz, como en «ando-anduve». Parece
que no pudieran distinguir las formas regulares,
sobre las que se pueden aplicar reglas, de las formas irregulares, sobre las que no se deben aplicar,
y cuyas representaciones deben ser buscadas en la
memoria léxica.
Anomla
Un patrón bastante distinto es el que presentan los afásicos anómicos. Su problema se
encuentra en la dificultad para localizar en su
memoria las palabras de contenido que tienen
que usar en el habla diaria: nombres, verbos,
adjetivos, nombres propios, etc. Sin embargo,
su capacidad para aplicar reglas morfológicas se
halla intacta. Es decir, es un patrón de síntomas
inverso al que presentan los afásicos de Broca.
Estos pacientes no tienen problemas en la tarea
•
de continuación si las formas verbales son regulares; pero si son irregulares, aumenta mucho
el número de errores, puesto que, como hemos
dicho, las formas irregulares, por definición,
no pueden componerse usando reglas, sino que
hay que ir a buscadas a la memoria léxica. El
problema es que el acceso a la memoria léxica
de los afásicos anómicos está muy deteriorado.
Más llamativo resulta aún el análisis cualitativo de los errores verbales que cometen: en
su gran mayoría consisten en sobrerregularizaciones, es decir, toman la raíz del verbo «and-»
y le añaden el sufijo de pasado «and+ é» y así
caen en un error morfológico típico (ver ejemplos de los errores producidos por cada tipo
de paciente en la tabla 5.1).
Tabla 5.1. Errores producidos por los pacientes agramáticos y 'los anómicos sobre las formas irregulares.
Mientras los agrarnáticos producen muchos cambios
de tiempo verbal, los anómicos producen básicamente
errores de regularización
Verbo
Oigo
Pongo
Ando
Siembro
Friego
Siego
Tuesta
Se
Pierdo
Elijo
Muerdo
Juego
Riego
Sierro
Huelo
Pienso
Hiervo
Ruego
Tiemblo
Vuelvo
Traigo
Vuelco
Vierto
Errores
Agramátlcos
AnóInJcOs
estuve
pondré
andé
puse
fregaré
segaré
sortar
poní
andé
simbré, sambré
freí
silé, salí
cogí
elegiré, elijó
mordiré
jugaré
regaré
serraré
ficharé, huelo
pensaré, ganar
herviré
rogaría
tembloró, semblé
volveré, vuelvo
traeré
volcaré, volví
vertiré, verto
elijé
chupé
no gané
hiervé
ruegue
vuelqué
vierté
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Disociaciones
dobles
En cuanto a los estudios de caso único, veremos a continuación
algunos ejemplos de
pacientes descritos en la literatura especializada que se atienen a esta disociación entre
una vía directa de acceso al léxico y otra de
descomposición
morfológica.
SJD era un paciente estudiado por Badecker y Caramazza 13
que tenía problemas
de habla espontánea,
lectura y repetición.
Cometía un alto número de errores morfológicos
en lectura, sobre
todo de producción de formas verbales regulares (walked), mientras que incurría en muchos menos con formas irregulares (bought),
las cuales hemos dicho que no pueden ser derivadas por reglas, sino extraídas directamente de la memoria léxica.
Otro paciente, FS, descrito por Miceli y
Cararnazza,"
presentaba
agramatismo
en el
habla espontánea,
cometía errores sobre palabras flexionadas y no sobre palabras derivadas. Estas últimas pueden llegar a tener una
gran opacidad semántica (por ejemplo, cómo
cambia el significado del verbo «decir» cuando se le antepone el prefijo «pre»), y por eso
deben estar léxicamente
representadas.
Sin
embargo, su ruta léxica estaba perfectamente
preservada, por eso no cometía apenas errores con palabras irregulares. Tanto SJD como
FS son ejemplos de un mal funcionamiento
de la ruta de producción
morfológica.
SJD
comete errores en verbos regulares; como sus
formas compuestas no están en el léxico, no
puede leerlos. En el lado opuesto tenemos a
dos pacientes, ES y TS, presentados por Marslen-Wilson and Tyler," que sufrían demencias
semánticas que afectaban especialmente
a las
formas morfológicamente
irregulares.
En ese mismo trabajo presentaban
un estudio cronométrico
que usaba la técnica de
priming morfológico. Utilizaron tres tipos de
palabras: morfológicamente
regulares icalledl
call), morfológicamente
irregulares (gave/give)
y semánticamente
relacionadas
(white/black).
Se utilizó un grupo de control formado por
sujetos con habilidad lingüística normal. Los
pacientes JG y DE eran agramáticos, con habla
muy vacilante y ausencia de afijos flexivos. Tenían problemas sobre todo con palabras morfológicamente
complejas, pero regulares. Por
el contrario, el paciente TS era también agramático, pero tenía especiales problemas con
las palabras irregulares. Los resultados mostraron que la facilitación que se obtiene en los
sujetos normales cuando se les presentan pares
de palabras relacionadas morfológicamente,
en
la condición de palabras regulares, se convierte
en inhibición en los pacientes JG y DE y, por el
contrario, produce una mayor facilitación en
TS. En este último aparece, además, inhibición
en la condición de relación semántica. Se establece así una disociación doble con pacientes
afásicos, utilizando una prueba cronométrica y
una técnica de priming.
Muy similar es el estudio presentado por los
mismos autores en el que se registran los ERP
para pares de palabras de las tres categorías
mencionadas en el trabajo anterior. La negatividad frontal obtenida para pares de palabras
regulares se hace posterior en los pares irregulares, y es más distribuida y menos intensa en
los pares semánticos.
La conclusión es que si hay pacientes que conservan un procedimiento mientras han perdido
el otro y viceversa, podemos concluir, de nuevo, que existen procedimientos independientes
de acceso a la representación
de las palabras,
una ruta léxica directa y una ruta no léxica de
descomposición
morfológica.
La importancia
de los datos con pacientes es que apoya un soporte físico diferente (áreas o circuitería) para
cada ruta morfológica. Los estudios neuropsicológicos nos han demostrado que las estructuras neurológicas subyacentes a un tipo y otro
de estímulos no son las mismas. Que cuando se
lesiona una vía, la otra sigue opera ti va. Que la
localización cerebral de la aplicación de reglas
morfológicas puede ser frontal, mientras la activación léxica directa puede ser temporal.
\.
CAPíTULO 5. Morfología
•
Resumen
La estructura morfológica de las palabras determina los procesos mentales que tienen lugar durante su reconocimiento. El hecho de que existan
familias muy amplias de palabras que comparten
la raíz y hacen variar los morfemas que se les
añaden, refuerza la idea de un sistema de reconocimiento basado en la utilización de reglas de
segmentación y composición. Pero, de la misma
manera, las irregularidades morfológicas también
son muy abundantes, y esto exige un mecanismo
que no funcione por reglas, sino que permita almacenar las excepciones como representaciones
independientes.
Las pruebas experimentales basadas en el reconocimiento de seudopalabras compuestas por
morfemas existentes, así como de palabras pseudosufijadas o la existencia de pacientes como los
afásicos de Broca, permiten apoyar la existencia
de este mecanismo que opera bajo reglas. El hecho de que reconozcamos palabras irregulares y
los errores de regularización en niños y afásicos
anómicos, apoya un procedimiento de reconocimiento directo sin tener que hacer la descomposición morfológica de la palabra. Las flexiones,
más relacionadas con los aspectos gramaticales de las frases, al señalar las concordancias
dentro de la oración, parecen más sujetas a un
tipo de procesamiento por reglas; mientras que
muchas de las derivaciones, debido a la mayor
variación semántica que permiten en relación a
la palabra base de la que parten, podrían ser accedidas de manera directa.
Los estudios electrofisiológicos y de neuroimagen nos han permitido también acercarnos a la
localización cerebral de ambos tipos de procedimientos. Mientras el procesamiento a través
de reglas morfológicas utilizaría con mayor probabilidad el área de Broca, el acceso directo al
significado de las palabras se llevaría a cabo en
áreas posteriores del cerebro, sobre todo en el
área temporal izquierda, o con una distribución
aún más amplia.
Preguntas de autoevaluación
• Encontrar un ejemplo de irregularidad rnorfológica ortográfica y otro de irregularidad morfológica
semántica.
• ¿En el modelo de listado exhaustivo, el procesamiento del género será preléxico o posléxico?
tienen una frecuencia de los morfemas menor
que la frecuencia total de la palabra, ¿por qué
vía se procesarán?
• ¿La anomia es un déficit léxico o sintáctico?
• Si un paciente comete errores de regularización
de palabras, ¿qué vía tendrá dañada?
• En el modelo mixto o dual, las palabras que
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
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representations and the English past tense. Trends in
Cognitive Sciences. 2,428-435.
l
Sintaxis
Manuel Martín-Loeches
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Procesamiento cognitivo
Bases neurológicas de la Sintaxis
Trastornos
INTRODUCCiÓN
Para la correcta y completa comprension
lingüística de una oración, no basta con conocer el significado de cada una de las palabras
que la componen. Es igualmente crucial que
el oyente o el lector descubra lo que se conoce
como la estructura sintáctica de la oración, es
decir, cómo se relacionan entre sí los diversos
elementos que componen una oración, pues de
esta estructura se derivarán finalmente los roles
temáticos, o quién hace qué a quién. No dicen
lo mismo las oraciones «Juan besa a María» que
«María besa a Juan», aunque en ambos casos
las palabras que las componen sean exactamente las mismas. De una a otra oración cambian
radicalmente el agente y el receptor de la acción. La sintaxis tiene la culpa.
La palabra sintaxis viene del latín syntaxis,
que a su vez se deriva del griego O"úV'ra~tC;, de
ouvráccsrv, verbo que significa coordinar. Y es
que, según la definición del Diccionario de la
RAE, en su 23a edición, la sintaxis sería aquella
parte de la gramática que enseña a coordinar
y unir las palabras para formar las oraciones y
expresar conceptos. Se destaca por tanto el importante papel que la Sintaxis tiene a la hora
de coordinar elementos, si bien hay que decir,
con el fin de completar la definición de la RAE,
que no siempre son palabras lo que se coordina, sino que una parte importante del trabajo
de la sintaxis se aplica también a unidades o
emisiones menores, unidades morfológicas. En
este último caso hablamos de morfosintaxis,
aunque es objeto de discusión para algunos au-
tores si la sintaxis y la morfosintaxis son una y
la misma cosa, o si no serían dos procesos relativamente independientes.'
También creemos
conveniente mencionar que, mientras en lingüística la sintaxis es sólo una parte de la gramática, en Psicolingüística sintaxis y gramática
se suelen tratar como términos equivalentes.
En cualquier caso, una definición más práctica
de sintaxis hablaría de reglas que permiten y determinan cómo combinar símbolos, sean estos
palabras o unidades menores (unidades morfológicas), en cadenas predominantemente
secuenciales (consecuencia de las restricciones impuestas
por nuestro aparato fonador), es decir, en frases
y oraciones, y cuyo resultado es la descripción de
una situación particular (que sea real o ficticia, es
otro tema).
Para algunos autores, la sintaxis es lo más
importante
y diferencial del lenguaje humano, cuando comparamos
éste con el de otras
especies. Lo fonológico y lo semántico lo podríamos compartir de alguna manera con otras
muchas especies, pues, por ejemplo, los loros
articulan algo externamente
parecido a los sonidos de nuestro lenguaje, y se ha conseguido
que algunos primate s aprendan un cierto vocabulario gestual, donde determinados
gestos
denotan conceptos o contenidos semánticos.
La sintaxis, la capacidad de combinación de
símbolos, sería única en nuestra especie. Ésta
ha sido la postura defendida principalmente
por el lingüista Noam Chomsky y, a partir de
él, por un gran número de seguidores. Según
esta visión, además, sería esta característica
del lenguaje la que explicaría la peculiaridad
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
de la mente humana y su capacidad de razonamiento abstracto. Al ser unas puras reglas
formales, serían reglas desimbolizadas,
es decir, que constituyen una entidad totalmente independiente de los símbolos que combinan. Es
por esto que gracias a la sintaxis se permiten
infinitas combinaciones, incluso alejadas totalmente del mundo real. Como ejemplo de esto,
Chomsky sugirió la famosa oración «las ideas
verdes incoloras duermen furiosarnente». Gracias a esta propiedad combinatoria,
infinita y
no condicionada por el mundo real, la sintaxis
sería el motor del pensamiento, incluso la razón de la creatividad humana. De las infinitas
combinaciones
que se permiten, algunas habrían sido realmente brillantes y productivas;
se pueden combinar no sólo unas ideas verdes
incoloras, sino, pongamos por caso, un hombre-león, de donde tendríamos el origen de algunas obras de arte paleolítico, mitad hombre
y mitad animal.
La principal operación del sistema sintáctico sería entonces la de combinar, unir o agrupar aquello que va junto, aunque en ocasiones
haya que mover algunas de las piezas de sitio.
En el ejemplo «Pedro se come los helados que
hacen en la tienda que han abierto en la esquina con mucha fruición», la estructura sintáctiea determina que «con mucha fruición» es la
manera en que «Pedro se come los helados»;
ambas ideas van juntas, a pesar de que entre
una y otra hay una cierta distancia y, lo que
es peor, otras ideas que podrían haberse combinado: podrían hacer los helados con mucha
fruición, o haber abierto la tienda de esta manera. Sin embargo, esta oración también es
precisamente un buen ejemplo de que a veces
la información
no específicamente
sin táctica
determina, o ayuda a determinar, la estructura sintáctica, pues no es corriente hacer helados con fruición, ni mucho menos abrir tiendas
de esta manera, mientras que lo es mucho más
naturalmente para comer helados. Hablaremos
más extensamente de esto en las secciones siguientes.
En este capítulo vamos a describir las distintas propuestas acerca de cómo y cuándo se
realizan estas operaciones combinatorias
durante la comprensión de oraciones, y veremos
que hayal menos dos posturas, podríamos decir que diametralmente
opuestas y totalmente enfrentadas, aunque ambas con un amplio
bagaje experimental,
así como algunas otras
propuestas
intermedias.
A continuación
hablaremos de las principales áreas del cerebro
que subyacen a la sintaxis, que, aunque se conocen básicamente desde hace décadas, gracias
a las lesiones cerebrales, sólo recientemente
se
entienden de manera mucho más completa y
profunda, de la mano de las modernas técnicas
de neuroimagen.
De las consecuencias de esas
lesiones que nos permitieron saber por dónde
se localiza la sintaxis en el cerebro, hablaremos
en último lugar.
PROCESAMIENTO COGNITIVO
Existe abundante evidencia experimental de
que durante el procesamiento
de oraciones el
proceso es predominantemente
incremental,
es decir, que a medida que se va procesando
una oración, cada palabra que se encuentra, al
igual que cada partícula informativa (morfosintáctica), se incorpora a una estructura sintáctica en construcción. En otras palabras, los
sujetos no esperan a recibir la totalidad de la
oración para proceder a extraer su estructura
sin táctica, sino que ésta se va construyendo «en
línea»."
Hasta aquí, prácticamente
todos los autores
estarían de acuerdo. Las diferencias empezarían a aparecer, sin embargo, y principalmente,
en cuanto a lo que ocurriría en caso de conflicto entre la nueva información y la estructura
o estructuras sin tácticas construidas en línea
hasta ese momento.
Modelos de procesamiento
sintáctico
Para empezar, existe una notable división de
opiniones respecto a si el procesador lingüístico va construyendo
una (y sólo una) estructura sin táctica, o varias. Para algunos autores
sólo habría una estructura, y si la nueva información (la nueva palabra o partícula) entra
CAPíTULO 6. Sintaxis
en conflicto con esa estructura, es decir, nos
demuestra que no era la estructura correcta,
entonces se producirían
un reanálisis y la elaboración de toda una nueva estructura sintáctica en la que la nueva información
tenga
cabida. Por el contrario, otros autores piensan
que, mientras no haya evidencias muy claras
y la información
lingüística procesada hasta
el momento pueda dar lugar a dos o más estructuras sintácticas, el procesador
lingüístico construirá y mantendrá
todas esas estructuras; cuando llegue nueva información,
ésta
puede hacer decantarse claramente por una y
descartar otras.
El primer punto de vista suele ser el que
mantienen los llamados modelos modulares; el
segundo corresponde
a los modelos interactivos. Sin embargo, no está en la raíz de la dicotomía «modular» contra «interactivo» el que
haya una o varias estructuras oracionales activas simultáneamente,
sino que la principal
diferencia entre ambas posturas vendría dada
en realidad por el hecho de si cada uno de los
principales componentes del lenguaje, y particularmente la sintaxis y la semántica, funcionan como módulos de procesamiento independientes, encapsulados e impermeables a lo que
ocurra en otros módulos, o si la información
puede fluir entre ellos con relativa facilidad.
Pero aún hay más diferencias entre las posturas
«modular» e «interactiva» del procesamiento
de oraciones, que van más allá de lo que estos meros nombres indican. Normalmente,
los
modelos modulares son también seriales, es
decir, que se asume que los procesos implicados en la construcción de una estructura oracional siguen un orden temporal, no dándose
un paso hasta que no se complete el anterior.
Lo contrario ocurre con los modelos interactivos, donde varios procesos pueden tener lugar
simultáneamente.
Además, los modelos rnodulares suelen ser sintactocéntricos;
es decir, que
para estos modelos la principal guía utilizada
a la hora de construir una estructura sintáctica
es la propia y exclusiva información sintáctiea, la cual puede, no obstante, entrar en conflicto con otros tipos de información,
como
•
la semántica, pero siempre en momentos tardíos, e incluso secundarios, del procesamiento
de una oración. Para la mayoría de los modelos
modulares, sin embargo, la información extrasintáctica puede ser tan determinante y decisiva, o más, que la sintáctica, a la hora de establecer la estructura oracional y desde el primer
momento.
Naturalmente,
que el procesamiento
lingüístico sea modular o interactivo no tiene por qué
ser sinónimo, al menos literalmente, de serial
o paralelo, respectivamente.
Ni tampoco sintactocéntrico
frente a menos centrado en lo
sintáctico; ni que haya, en un momento dado,
sólo una frente a varias estructuras sin tácticas
posibles activas en un momento dado. Sin embargo, es cierto que las propuestas teóricas de
mayor éxito respecto al procesamiento
sintáctico se mueven, precisamente, entre estos dos
polos: modelos que son modulares, seriales y
sintactocéntricos,
por un lado; y modelos interactivos, paralelos y basados en restricciones no sin tácticas, por otro. Entre uno y otro
extremo se han propuesto varias alternativas
mixtas, dependiendo del peso que se les dé a la
modularidad,
la serialidad y el sintactocentrismo individualmente,
y de hecho es posible que
la realidad se encuentre en algún lugar intermedio, o que ésta varíe dependiendo de múltiples circunstancias y contextos.' No obstante,
creemos que resultará muy ilustrativo centrarnos en los dos principales extremos, que desarrollamos a continuación.
Modelos modulares, seriales
y sintactocéntricos
Los modelos modulares suelen asumir la propuesta original de Fodor de que la mente humana consiste, básicamente,
en módulos que
llevan a cabo procesos muy específicos y que
están informacionalmente
encapsulados, es decir, que sólo utilizan un tipo de información,
la que les sea propia en función de su naturaleza. En la dicotomía semántico frente a sintáctico durante el procesamiento
de oraciones,
la gran mayoría de estos modelos suele asumir
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
que, mientras el módulo o módulos dedicados a la información semántica pudieran tener
un grado menor de encapsulamiento,
ser muy
abiertos, el módulo sintáctico es, por el contrario, tremendamente
encapsulado, imposible
de verse afectado por otros tipos de información también contenidos en la oración y que
no sean estrictamente sintácticos.
De entre todos los modelos de este tipo, el
que mayor éxito con diferencia ha tenido es
el de la teoría de garden patb «<sendero de
jardín»)." Esta teoría se basa experimentalmente, como es el caso con bastante frecuencia en los estudios psicolingüísticos,
en el uso
de oraciones con una estructura ambigua. O
al menos temporalmente
ambigua, pues el
momento crucial viene cuando la aparición
de nueva información
desambigua
definitivamente la estructura
oracional.
Para este
modelo, el procesador
lingüístico construye
sólo una estructura sin táctica de la oración, a
la cual se va añadiendo la nueva información
entrante. A cada nuevo ítem de información
que llegue, el procesador utilizará, en primer
lugar, información
única y exclusivamente
sin táctica para seguir construyendo
la estructura de la oración. Sólo después se tendrán
en cuenta otras informaciones
no sintácticas,
como la semántica,
la con textual o la frecuencia de las estructuras
oracionales,
entre
otras. Si como consecuencia
de esto último
existiera un conflicto con la estructura
formada hasta entonces, se produciría un reanálisis de la oración y aumentaría
la dificultad
de procesamiento.
No obstante, también puede darse un conflicto entre la estructura
sintáctica formada
hasta el momento y la información puramente
sin táctica de la palabra o partícula recién llegada, sin necesidad de procesar subsiguientemente otros tipos de información. Un ejemplo
de esto lo tendríamos en (la), donde nos encontraríamos con que, al aparecer el adverbio
«ya», y más especialmente
aún con el verbo
«está», pasamos de una situación estructuralmente ambigua (donde cabían al menos dos
posibles estructuras) a una desambiguación
(a
partir de ese momento ya sólo es válida una). La
llegada de un segundo verbo hace obligatoria
la búsqueda de un agente para el mismo, y este
agente sólo puede ser «la mesa». Para reanalizar la oración y dar lugar a esta nueva estructura, debemos deshacer la estructura anterior,
en la que «la mesa» formaría parte, junto con
«las sillas», del complemento directo del verbo
«arreglar». Todas estas operaciones suponen,
evidentemente,
un sobreesfuerzo, aumentan la
dificultad de entender la oración. La situación
es menos ambigua y más fácil, sin embargo, en
(lb), donde la conjunción adversativa «pero»
determina la posibilidad de que a continuación
venga una cláusula distinta.
la.
Mi amigo está arreglando
mesa ya está arreglada.
lb. Mi amigo está arreglando
la mesa ya está arreglada.
las sillas y la
las sillas pero
¿Por qué en (la) nos hemos equivocado
inicialmente
de estructura?
¿Por qué hemos
generado una estructura en particular, equivocada, cuando hubieran cabido otras posibilidades? Recordemos que, aunque los modelos interactivos admiten que se activen varias
estructuras
posibles a la vez, los modelos
modulares sólo admiten una en un momento
dado; en este caso, la estructura incorrecta.
El modelo de garden path establece que esto
se produce por la aplicación de dos principios
lingüístico s universales que determinan cómo
se realiza el análisis inicial de las oraciones
ambiguas. Son universales porque existirían
en todas las lenguas. Y, lo que es más importante, suelen funcionar correctamente
(suelen
acertar) en la mayoría de los casos, ya que
las oraciones se ajustan más frecuentemente
a esos principios.
Estamos hablando de los
principios de adjunción mínima y de cierre
tardío.'
De acuerdo con el principio de adjunción
mínima, el procesador
incorporará
la nueva
información entrante construyendo
la estructura más simple, la que implique un menor
número de nodos en el árbol estructural. Está
claro que en el ejemplo mencionado
en (la),
..
CAPíTULO 6. Sintaxis
incorporar
la mesa a la estructura en la que
resulta complemento
directo, junto a las sillas, de lo que mi amigo estaba arreglando, es
la estructura más simple y con menos nadas
en el momento de aparecer la mesa, y por
tanto es la preferida. Este principio se aplica,
generalmente,
adjuntando
la nueva información al nodo más alto posible en la estructura
jerárquica de la oración, de forma que el número de nadas de orden superior sea el mínimo y no haya que crear otros adicionales.
En el ejemplo mostrado en la figura 6.1 se
muestra una misma oración con dos posibles
estructuras, una oración claramente ambigua.
Según el principio de adjunción mínima, sería
la opción ilustrada en la figura 6.1a la preferida en primer lugar, pues no necesita, como en
el ejemplo ilustrado en la figura 6.1b, de tantos nadas de orden superior, aunque ambas
opciones sean igualmente correctas.
El principio de cierre tardío viene a decir
que, en caso de que en una oración ambigua
las distintas opciones den lugar a un número
•
similar de nadas estructurales, la información
entrante se incorporará al sintagma u oración
en curso. Por ejemplo, en la oración «Alberto
dijo que lo compraría ayer», se prefiere adjuntar el adverbio ayer con el sintagma encabezado por el verbo que acaba de precederle,
«comprar», de manera que se interpreta que
fue ayer cuando el sujeto realizó la acción de
comprar y no la de decir, aunque ambas interpretaciones sean igualmente correctas.
Hay que decir que ambos principios están
estrechamente
relacionados y, como se puede
comprobar en estos ejemplos, probablemente
no sean del todo independientes.
Los principios de adjunción mínima y cierre tardío serían
reglas de carácter sin táctico y universal, y, según los modelos resumidos en este apartado,
se aplicarían para construir una única versión
de todas las estructuras sin tácticas posibles para
una oración que se esté procesando, revisándose posteriormente
sólo en caso de conflicto con
información subsiguiente de carácter sin táctico
o extrasintáctico.
O
a)
SN~SV
~ v-----~
SN
~~SN
Det
I
Luis
b)
Figura 6.1. Marcadores sintagrnáticos posibles en una oración estructuralmente ambigua. En el ejemplo
representado en a), se utiliza una estrategia de adjunción mínima; mientras que en b), éste no sería el caso.
Obsérvese cómo en b) hay un mayor
número de nodos jerárquicos de orden superior. Det = Determinante;
N = Nombre; O = Oración; P = Preposición; SN= Sintagma Nominal; SV =
Sintagma Verbal; V = Verbo.
N
I
quería el ordenador
O
I
~
A
Dft ~
de la mujer que estaba en el café
O
SN~SV
NI
V ---------SN
_
SN
~
~
Luis
P
Det
N
I
I
quería el ordenador
I
-----
SN
DTr:~ ~
de la mujer que estaba en el café
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Modelos interactivos, paralelos
y basados en restricciones
extrasintácticas
Para estos modelos, el procesador lingüístico es, en principio, y desde el principio, oportunista, de manera que tiene en cuenta todas
las fuentes de información posibles a la hora
de construir la o las posibles estructuras sintácticas que definan la oración actualmente en
curso. Por tanto, no sólo la información sintáctic a tiene un relevante papel desde el primer
momento, sino también otras como la semántica, el contexto del discurso y la frecuencia de
las estructuras sintácticas (qué estructuras son
las más corrientes). Toda esta información se
utilizaría en primer lugar, muy rápidamente
(prácticamente en los primeros 300 mili segundos desde que aparece la nueva información)"
y con un cierto grado de fluidez entre los diferentes tipos de información, pero sin que ninguna prevalezca sobre las demás. Del contraste
inicial de toda esta información surgiría, a continuación, una o varias posibles estructuras sintácticas como candidatas a describir la correspondiente a la oración que se esté analizando.
Todas las posibles estructuras sin tácticas de
la oración se activarían en paralelo, pero serían
la o las estructuras que reciban más apoyo por
parte de todos los datos las que estarán más
activas. De hecho, en ocasiones puede haber
dos (quizá más) estructuras para las que las evidencias de todo tipo (sintácticas, semánticas,
etc.) indiquen que son igualmente
factibles.
Para estos modelos, en el momento en que la
estructura oracional deje de ser ambigua, el
momento de la desambiguación,
habrá un aumento de la dificultad de procesamiento por el
hecho de tener que elegir entre ambas alternativas e inhibir una de ellas. Si, por el contrario,
una estructura recibe mayor activación desde
el inicio, pero en el punto de desambiguación
se determina que es incorrecta, la dificultad de
procesamiento
también aumenta, porque en
ese punto ambas opciones estructurales, la inicialmente preferida y la ahora correcta, previamente activada pero más débilmente, poseerán
la misma cantidad de activación y entrarán en
competición.
La inicialmente preferida habrá
de inhibirse, y aumenta la dificultad de procesamiento. Pero, a diferencia de los modelos
modulares, en este tipo de modelos no hay
reanálisis, no hay reconstrucción
de estructuras. Éstas, todas las estructuras posibles para
una oración dada, siempre han estado ahí durante el procesamiento
de una oración, no hay
que construirlas de la nada; se trata de elegir
entre varias alternativas ya activas, si bien puedan tener mayor o menor grado de activación
a lo largo del curso del procesamiento
de la
oración.
Para la mayoría de estos modelos interactivos, una fuente muy importante
de información a la hora de construir la estructura
sin táctica es la semántica. A este respecto, se
ha mencionado
en numerosas ocasiones que
el grado de agencia (animacidad) de un nombre juega un papel importante
a la hora de
establecer la estructura sin táctica oracional.?
Así, por ejemplo, cuando se lee la oración en
(2a) y se llega a la palabra «vio», la estructura
es todavía ambigua en el sentido de que «la
mujer» puede ser el sujeto de la oración o,
como se desambigua después, el complemento directo de la oración. Cuando los sujetos
leen «el médico» en esa oración, necesitan
más tiempo (reflejando
una mayor dificultad de procesamiento)
que para leer eso mismo, pero precedido por «que fue vista por»,
donde la desambiguación
ocurre antes. Esto
quiere decir que en (2a) se adopta claramente la estrategia de preferir la estructura en la
que «la mujer» es el sujeto.
2a. La mujer que vio el médico.
2b. La prueba que vio el médico.
Sin embargo, en (2b) la situación es completamente diferente, pues el primer sustantivo
que aparece es un objeto inanimado y, dada esta
información puramente semántica, las probabilidades de que ejerza de sujeto o agente de la
oración se reducen considerablemente,
haciendo igualmente o incluso más probable desde el
principio que ese primer nombre, «la prueba»,
CAPíTULO 6. Sintaxis
sea el complemento directo de la oración. Para
los modelos interactivos debería haber una diferencia de dificultad en (2b) respecto a (2a),
en el sentido de que ahora no debería haber diferencias de procesamiento
entre la lectura de
«el médico», tal cual aparece en (2b), y «el médico» precedido por «que fue vista por». Desgraciadamente,
los diversos y numerosos experimentos realizados al respecto no han sido
homogéneos en sus resultados, encontrándose
en algunos casos que, efectivamente, la información semántica fue capaz de determinar la
estructura oracional desde el principio, pero en
otros no se encontró una verdadera diferencia
entre procesar oraciones de un tipo u otro. Al
final, una conclusión de trabajo que algunos
autores proponen es que el efecto de lo semántico existe en cualquier caso a la hora de determinar la estructura de una oración, aunque
sea débil y no tenga por qué predominar sobre
lo sin táctico, lo cual sería suficiente para seguir
apoyando los modelos interactivos."
Otro de los factores importantes a la hora de
determinar la estructura de una oración, según
los modelos interactivos, es la frecuencia de las
estructuras sintácticas utilizadas en una determinada lengua. Veíamos que, para los modelos
modulares, los principios de adjunción mínima
y cierre tardío serían universalmente determinantes a la hora de establecer una estructura durante la comprensión de oraciones. Sin embargo, para los modelos interactivos esto no sería
así, sino que dependería de la frecuencia con la
que estas operaciones se utilizan realmente en
cada lengua; estos principios no serían sintácticamente universales. Algunos estudios han encontrado, por ejemplo, que para determinadas
oraciones habría una preferencia por adjuntar
la información entrante a un nodo bajo de la
jerarquía en inglés, pero a un nodo alto en español.? Las oraciones (3a) y (3b) son la misma en
ambos idiomas; pero, mientras en el primer caso
los sujetos prefieren la estructura en la que quien
tiene el accidente es «el coronel», en español se
prefiere asignar a «la hija» este papel. No sería,
pues, una regla sintáctica la que determina una
•
estructura u otra, sino el uso que los hablantes
hacen de un idioma.
3a. The journalist interviewed the daughter
of the colonel who had the accident.
3b. El periodista entrevistó a la hija del coronel que tuvo el accidente.
Por último, no podemos dejar sin mencionar
que algunos estudios parecen demostrar que el
contexto ejerce también su influencia a la hora
de construir la estructura sin táctica de la oración.
Algunos experimentos muy ilustrativos demuestran incluso la influencia de contextos no lingüísticos en este proceso, donde ciertos objetos a la
vista del sujeto (como por ejemplo unas manzanas, unas toallas y una caja) determinan la preferencia por una estructura u otra de una oración
estructuralmente ambigua que se está escuchando en relación a dichos objetos, dependiendo de
la disposición espacial entre los mismos. \O
Como vemos, hay evidencias, en general, para
que los modelos interactivos tengan al menos
parte de razón, y no todo en la elaboración de
la estructura sintáctica de una oración tenga
que ser necesaria y exclusivamente sin táctico
desde el inicio del procesamiento. No obstante,
no siempre los datos apoyan esta afirmación, al
menos contundentemente,
y los efectos extrasin tácticos pueden ser muchas veces débiles o
secundarios. Cabe admitir la posibilidad, finalmente, de que en muchas, si no en la mayoría
de las ocasiones, haya una cierta prevalencia de
lo sintáctico a la hora de establecer la estructura de una oración, si bien puede haber multitud
de factores (semánticos, fonológicos, contextuales, de uso, etc.) y diferentes situaciones en las
que éste no sea el caso, habiendo también, por
tanto, numerosas excepciones.
BASES NEUROLÓGICAS DE LA SINTAXIS
En realidad, nada en el cerebro funciona de
manera aislada, por lo que la tendencia al 10calizacionismo
de épocas anteriores se viene
sustituyendo más recientemente
por propuestas en las que las diversas funciones cognitivas
o mentales se apoyan en el funcionamiento
no
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
de una, sino de varias áreas cerebrales trabajando al unísono y conectadas mediante una
extensa red de conexiones neuronales.
Por otra parte, los estudios realizados con
actividad cerebral relacionada con el lenguaje, y particularmente
con la sintaxis, han sido
realmente muy numerosos, dado el gran interés del tema desde múltiples puntos de vista
(básico, clínico, evolutivo, etc.). Sin embargo,
y como suele ocurrir con los procesos relativamente complejos del cerebro, no habría un
acuerdo tácito acerca de exactamente qué regiones del cerebro participan en la elaboración
de la estructura de una oración, ni cuáles son
exactamente los distintos procesos o subprocesos que puedan estar involucrados. Sin embargo, y a pesar de estas dificultades, sí podemos
extraer algunos datos que parecen ser consistentes respecto a la sintaxis y el cerebro.
Área de Broca
Si podemos hablar de una zona cerebral implicada mayoritariamente
en la sintaxis, ésta
será sin duda el área de Broca (figura 6.2). Situada en las regiones frontales inferiores, en
la circunvolución
frontal inferior, aproximadamente abarcando las áreas 44 y 45, Y probablemente parte de la 47, del mapa de Brodmann. La importancia
de esta zona para el
lenguaje ya la puso de manifiesto el neurólogo
francés Paul Broca con el estudio del famoso
paciente Tan. El área de Broca se encuentra
exclusivamente
en el hemisferio izquierdo en
la inmensa mayoría de los seres humanos (se
estima que la excepción corresponde a menos
de un 1%), siendo por tanto un caso claro de
lateralización
funcional
cerebral,
fenómeno
muy marcado en nuestra especie y que se supone implica ciertas ventajas en las computaciones cerebrales. El área de Broca presenta
un tamaño mayor en nuestra especie en comparación con otros primates y, de hecho, según algunos autores, ya presentaba un cierto
aumento de tamaño en una especie tan lejana
en el tiempo como Horno habilis (aproximadamente 1,8 millones de años).
Cisura
central
Lóbulo
parietal
Área
de
Broca
Cisura
de Silvio
Figura 6.2. Localización aproximada del Área de Broca.
Áreas 44 y 45 del mapa citoarquitectónico de Brodmann.
Con una sintomatología
tan concisa como
la de Tan, no era fácil sospechar que lo principalmente afectado por la lesión podría ser la
sintaxis. Subsiguientes
y numerosos estudios
con pacientes y, sobre todo, los más recientes
estudios sobre actividad cerebral en personas
sanas, han puesto de manifiesto la importancia de esta región en la sintaxis." En el apartado específico de los trastornos que afectan
a la sintaxis, tendremos oportunidad
de ver
cómo, efectivamente,
lesiones de esta región
pueden afectar de manera muy específica al
procesamiento
sintáctico.
La ubicación del área de Broca en esas regiones ínfero-frontales no parece fortuita, desde un
punto de vista evolutivo. Precisamente, si algo
caracteriza a la sintaxis es que ésta establece entre los diversos elementos de una oración cuáles
son sus relaciones, que son en esencia abstractas
(no se remiten a un espacio ni a un momento
concretos, ni muchas veces reales). Recordemos
que la operación principal de la sintaxis es la de
combinar, unir o juntar aquello que va junto.
Estas relaciones, además, se organizan jerárquicamente, como ya hemos visto, pues los nadas
que se establecen en una estructura sintáctica
(como en la figura 6.1) determinan qué va con
qué y, lo que es muy importante, qué está dentro de qué, qué está subordinado a qué (es decir, que lo que estaba en «el café», en el ejemplo
CAPíTULO 6. Sintaxis
de la figura, es o «el ordenador» o «la mujer»).
A este fenómeno lo llaman recursividad, y para
algunos autores es realmente lo más singular y
significativo del lenguaje humano. Pues bien, el
área de Broca parece utilizarse para establecer
relaciones jerárquicas, sean lingüísticas o no, al
igual que para la manipulación de objetos, imaginar movimientos, irnitarlos o prepararlos, entre
otras funciones. El hecho de que esté cerca de la
zona que manipula directamente los movimientos de la mano dominante indica la posibilidad
de que en su origen tenga ciertas funciones manuales, manipulativas; y el hecho de que también
se halle algo alejada de las zonas motoras primarias indicaría, a su vez, que estas funciones son
más bien de carácter abstracto. Manipulamos el
mundo con las manos, y la raíz del término así
lo demuestra. La manipulación abstracta de conceptos e ideas abstractas sería, entonces, una de
las principales funciones del área de Broca; es ahí
donde encontramos las relaciones abstractas que
implica la sintaxis.
Pero para la correcta comprensión de los diversos fenómenos del mundo, real o ficticio,
descritos mediante el lenguaje, la necesidad
de poner junto o unificar aquello que debe ir
junto no sería una operación exclusivamente
sintáctica. A este respecto, el área de Broca no
funcionaría como un todo unitario, sino que
se pueden realizar varias particiones funcionales de la misma, de manera que los procesos
semánticos y fonológicos del lenguaje también
implican ciertas porciones del área de Broca. 12
Lo fonológico parece estar más cerca de las
zonas primarias motoras de las manos, pero
también de la boca y el aparato fonador, mientras que lo semántico implicaría las partes del
área de Broca más alejadas de estas funciones.
Lo sintáctico quedaría en el centro. Algunos
estudios muestran que esta partición del área
de Broca presenta unas conexiones específicas
e independientes
con otras áreas de la corteza
en el hemisferio izquierdo." A este respecto, la
porción más fonológica del área de Broca tendría conexiones con el córtex motor; la porción más sin táctica estaría conectada directamente con la corteza parietal, mientras que la
•
más semántica lo estaría con el córtex temporal. En gran medida, estas dos últimas conexiones formarían parte del fascículo arqueado, un
haz de fibras que conecta amplias zonas frontales centradas en el área de Broca con amplias
zonas parietotemporales
centradas en el área
de Wernicke, y que muestra un notable desarrollo en el ser humano.
Aunque las divisiones o parcelaciones funcionales dentro del cerebro, y especialmente en la
corteza, nunca son unívocas ni están perfectamente delineadas, parece ser que las funciones
sintácticas del área de Broca aún podrían sufrir
una diferenciación funcional más. En los estudios sobre evolución humana del lenguaje y de
psicología comparada con otras especies, se suele hacer hincapié en que un estadio «primitivo»
de sintaxis, presente ya en algunos animales,
como los chimpancés, sería el de la sintaxis lineal, o gramática de estado finito. Por contra,
una sintaxis más compleja y sólo presente en el
ser humano es la llamada gramática de estructura oracional, que podríamos llamar re cursiva.
La recursividad, que ya hemos mencionado unas
líneas más arriba, es esa capacidad de nuestro
lenguaje de poder introducir unas ideas dentro
de otras, como en las oraciones de relativo, y
esto teóricamente de una manera infinita (aunque nuestras capacidades cognitivas imponen
unos límites claros a este respecto). Éste, como
hemos dicho, sería para algunos autores el rasgo
más distintivo del lenguaje humano. Un ejemplo
de oración re cursiva sería (4a), mientras que en
(4b) podemos ver las mismas ideas expresadas
de una manera lineal, no re cursiva. Mientras
sólo el ser humano sería capaz de entender (4a),
otras especies podrían entender, a lo sumo (4b).
4a. El niño que estaba jugando con la pelota
que le habían regalado ha subido a cenar.
4b. Un niño estaba jugando con una pelota;
la pelota se la habían regalado al niño;
el niño ha subido a cenar.
Pues bien: parece ser que la gramática lineal
se fundamenta en la actividad de una pequeña parte del área de Broca, concretamente
de
la región opercular (una pequeña parte algo
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
oculta y ubicada hacia las regiones más motoras primarias, es decir, hacia la cisura central),
mientras que la re cursiva implica a esa misma
porción, pero también partes algo más anteriores del área de Broca, como si en la sintaxis
exclusivamente humana se extendiera la cantidad de tejido neural dedicado a estas funciones
lingüísticas." Ambos tipos de sintaxis también
parecen tener diferentes conexiones con otras
zonas de la corteza. Mientras la lineal parece
usar una ruta ventral, la re cursiva hace uso especialmente del fascículo arqueado, que, como
hemos dicho, está mucho más desarrollado en
el humano.
Otras áreas cerebrales
con la sintaxis
relacionadas
Pero como decíamos al principio de esta sección, nada en el cerebro funciona de manera
aislada, y por tanto la sintaxis en el cerebro
no parece limitarse al área de Broca. El área
de Broca, lejos de estar aislada en su funcionamiento, se conecta de manera especial con otras
zonas del cerebro, no sólo para la comprensión
y la producción lingüística integral (es decir,
añadiendo otros factores extrasintácticos), sino
también para las propias funciones estructurales o sintácticas. No obstante, la o las funciones
específicas de cada una de las otras partes del
cerebro implicadas en la sintaxis no están aún
del todo claras, y parece en cualquier caso que,
si bien pueden en algunos casos duplicar o sustituir el trabajo del área de Broca, en otros serán
funciones complementarias,
necesarias para la
correcta y completa interpretación de la estructura del mensaje lingüístico.
Así, por ejemplo, algunos autores ponen especial hincapié en los ganglios basales, concretamente en el núcleo caudado, como principal
sustrato neurológico de la sintaxis. En esto hay
una división de opiniones, desde los autores que
opinan que es un mero complemento del área de
Broca, hasta los que opinan que en realidad no
es Broca la principal región de la sintaxis, sino el
núcleo caudado. Las modernas técnicas de neuroimagen parecen apoyar la primera hipótesis.
Los experimentos de neuroimagen no son ajenos, no obstante, al modelo teórico psicolingüísrico del que se parta. Así, si se considera el reanálisis de la estructura oracional como un proceso
que ocurre en determinadas situaciones (recordemos que esto sólo lo admiten lo modelos modulares), se encontrarán áreas activas que se asignan a
ese proceso. Trabajos recientes indican que el reanálisis tendría lugar no sólo en el área de Broca,
sino que implicaría igualmente áreas homólogas
(es decir, la circunvolución frontal inferior) del
hemisferio derecho.
Un proceso que se hace necesario durante el
procesamiento
lingüístico es la construcción y
el almacenamiento
de la estructura oracional
que vaya surgiendo del análisis en curso. Dicho de otra forma, puede que en el área de
Broca y otras regiones se encuentre la forma
de construir la estructura, las reglas sintácticaso Pero el resultado de aplicar lo allí computado debe almacenarse
temporalmente
en
algún sitio, y esto parece producirse especialmente en regiones superiores del lóbulo temporal, especialmente
en regiones perisilvianas
(lindantes con la cisura de Silvio).
Por último, debemos mencionar que en algunos trabajos se ha encontrado la implicación
de regiones parietales superiores con funciones
similares (aunque quizá no tan complejas ni
tan completas) a las del área de Broca. La posible importancia de su ubicación cerca de las
llamadas neuronas espejo del lóbulo parietal,
cuya contraparte frontal se ha propuesto como
el origen de las funciones del área de Broca,
ha sido puesta de manifiesto. También se ha
puesto de relieve que las regiones parietales están implicadas en el sistema visual dorsal (no
confundir con la ruta lingüística del mismo
nombre), un sistema implicado en la percepción del movimiento y la organización de los
objetos en el espacio, que trabaja al unísono
con áreas corticales próximas al área de Broca y que, curiosamente, se ha propuesto como
estrechamente vinculado con las funciones sintácticas. 15
Todo lo aquí expuesto en relación a las bases neurológicas de la sintaxis es un resumen
CAPíTULO 6. Sintaxis
donde hemos destacado lo más consistente,
a día de hoy, a este respecto. Sin embargo, el
tema de la sintaxis es lo suficientemente complejo como para implicar probablemente a más
áreas que las aquí mencionadas. Además, hay
que decir que no hemos hecho alusión a lo
que se sabe acerca del curso temporal de estos
procesos, y que no lo hemos hecho porque en
este caso hay numerosas propuestas con gran
cantidad de evidencias dispares. Baste recordar
que aún siguen vigentes tanto los modelos modulares (seriales y sintactocéntricos) como los
interactivos (paralelos y basados en restriccio-
r-;ecuadro
•
nes extrasintácticas), que son diametralmente
contrapuestos, y para los que existen evidencias experimentales en ambos sentidos. Como
mencionábamos anteriormente, es posible que
la realidad sea variable y dependiente de múltiples circunstancias específicas y del contexto.
No obstante, haremos un breve inciso para
abordar mínimamente esta cuestión, aunque
sólo sea por ejemplificar algunas de las principales investigaciones realizadas con la técnica
de los potenciales relacionados con el evento
(o potenciales evocados) sobre el procesamiento sin táctico (recuadro 6.1).
6.1. Los potenciales evocados y los errores gramaticales
Aunque los potenciales evocados no son especialmente buenos a la hora de decirnos el lugar
exacto del cerebro donde están ocurriendo determinadas activaciones, sí tienen la virtud, aún
no superada por otras técnicas más sofisticadas
y costosas, de decirnos cuándo ocurren determinados fenómenos en términos de milisegundos.
Manipulando adecuadamente las condiciones experimentales respecto a lo que ocurre psicolingüísticamente hablando en un determinado estímulo,
podemos observar en qué momento preciso (y,aunque vagamente, también en qué lugar) están ocurriendo modulaciones de la actividad cerebral específicamente relacionadas con esas manipulaciones.
Todos los ejemplos de dificultades y complejidades
lingüísticas que hemos visto en este capítulo se referían a construcciones gramaticales con diferentes grados de complejidad, algunas de ellas poco
frecuentes, pero siempre sintácticamente correctas. En el estudio psicolingüístico con potenciales
evocados, sin embargo, el paradigma más utilizado, con diferencia, ha sido el de la presentación
de errores en oraciones claramente incorrectas.
Estas incorrecciones han sido generalmente sintácticas, como en (5b), o morfosintácticas (5c), y
en numerosas ocasiones se han puesto en comparación con incorrecciones semánticas (5d), incluso
a veces simultáneamente (5e), con el fin de arrojar
algo de luz acerca de las interacciones entre ambos tipos de información, punto candente de los
debates entre modelos modulares e interactivos.
La oración correcta, que sirve de línea base para
estudiar lo que ocurre diferencialmente con la actividad cerebral ligada a las palabras o partículas incorrectas, se muestra en (5a), y en negrita se han
marcado las palabras cuya actividad cerebral se
compara específica mente entre condiciones.
5a. El sentimiento profundo emociona.
5b. El sentimiento profundidad emociona.
5c. El sentimiento profunda emociona.
5d. El sentimiento peludo emociona.
5e. El sentimiento peluda emociona.
Diversos estudios realizados con potenciales evocados han encontrado importantes diferencias temporales entre las anomalías sintácticas (como en
[5b], donde aparece una categoría gramatical incorrecta, es decir, un sustantivo en lugar de un adjetivo) y las morfosintácticas (como en [5c], donde
se marca el género femenino en un adjetivo que va
con un sustantivo masculino).
Varios datos parecen apuntar al hecho de que las
anomalías sintácticas serían más graves, estructuralmente hablando, que las morfosintácticas, y
esto se acompaña de modulaciones eléctricas negativas frontales izquierdas (de ahí el nombre de
LAN, por left anterior negativity) con diferentes momentos de aparición. Mientras que la LAN de las
anomalías sintácticas puede aparecer tan pronto
como a los 150 o 200 ms (y por eso se la conoce específica mente como ELAN, por Early LAN), la
LAN correspondiente a las anomalías morfosintácticas aparecería más tarde, en torno a los 250 ms.
Por lo tanto, han concluido algunos estudios, la
estructura sintáctica se analiza rápidamente y en
primer lugar, antes de la incorporación de otras informaciones menos importantes que la categoría
gramatical para la estructura de la oración, como
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
la información morfosintáctica, e incluso bastante
antes que la información semántica, ya que anomalías de este último tipo (como en [5d]) suelen
dar lugar a negatividades posteriores en torno a
los 400 ms (el llamado componente N400). El sintactocentrismo y la serialidad (siendo lo primero lo
sintáctico) estarían avalados experimentalmente."
La modularidad también se vería apoyada por el
hecho de que, cuando se han empleado anomalías dobles (como en [5e]), las modulaciones propiamente semánticas, como el componente N400,
desaparecen, apareciendo sólo modulaciones sintácticas que no se ven afectadas por la anomalía
semántica adicional.
:,:
"
1
l'
11
El panorama, sin embargo, y como ya hemos
anunciado, no es tan esclarecedor. Numerosos
estudios adicionales no han dado siempre la razón a esta composición de lugar. De hecho, puede
que algunos de estos datos se deban a aspectos
idiosincrásicos del idioma empleado en la investigación, mientras que estamos abordando fenómenos que en teoría deberían ser universales. Por
ejemplo, la distinción entre modulaciones tempranas sintácticas y las más tardías morfosintácticas no parece estar nada clara en otras lenguas
distintas del alemán, que se empleó en numerosos estudios iniciales. Cuando las mismas manipulaciones se han empleado en, por ejemplo, el
español, ambos tipos de anomalías (sintácticas y
morfosintácticas) han dado lugar a modulaciones
virtualmente idénticas y en los mismos tiempos,
en torno a 250 ms. Por poner un ejemplo sencillo,
en alemán muchas marcas sintácticas aparecen
al principio de la palabra, mientras que en español y otros idiomas suelen aparecer al final de la
misma; esto implicaría cierta ventaja temporal
en el primer caso, y explicaría por qué en alemán
se encuentran ELAN y LAN, Y en español sólo encontramos LAN. Por otra parte, hay datos que hablan de modulaciones semánticas tan tempranas
como en torno a los 250 ms, incluso influencias
del contexto semántico de la oración, y de hecho
el componente N400 se presenta ocasionalmente
tan pronto como en torno a los 250-300 ms, y con
mucha frecuencia ya ha comenzado en dicho momento. Por lo tanto, no es extraño observar que las
anomalías sintáctcas, las morfosintácticas y las
semánticas presentan modulaciones cerebrales
con cursos temporales muy similares. Igualmente,
existen evidencias de que las dobles anomalías
pueden mostrar modulaciones semánticas a la vez
que hacen desaparecer la LAN. Así pues, la modularidad, la serialidad y el sintactocentrismo no parecen inamovibles.
Un último componente de los potenciales evocados que suele aparecer tras una anomalía
sintáctica o morfosintáctica es una modulación
positiva de regiones posteriores que ocurre en
torno a los 600 ms, conocida como P600. Su vinculación con el análisis (o reanálisis, según los
autores) estructural de la oración parece claro.
Sin embargo, este componente también se ve
modulado por información extrasintáctica, como
la ínformación semántica, y se ha observado para
otros tipos de anomalías estructurales no necesariamente lingüísticas (como, por ejemplo, aritméticas, y de muchos otros tipos). Este tipo de
datos parecerían dar la razón a propuestas según
las cuales la estructura de la oración se establece tardíamente y tras recolectar información de
todo tipo, incluidas la sintáctica y la semántica,
que han sido analizadas previamente. Una figura
esquemática de los componentes aquí mencionados puede verse en esta figura.
I
O
I I I
500
I I
1000ms
Representación
esquematizada
de los principales
componentes de los potenciales evocados que reflejan procesos sintácticos y semánticos (datos reales,
extraídos y adaptados3). Los electrodos se han colocado aproximadamente en los lugares anatómicos correspondientes (F3 es frontal izquierdo, C: central en
la línea media y Pz parietal en la línea media). El componente left anterior negativity (LAN) aparece ante
incorreciones sin tácticas, el componente N400 ante
P600
incorreciones
semánticas, y el componente
aparece ante ambos tipos de incorreciones, si bien es
mayor y más frecuente ante las sintácticas.
I
--1
CAPÍTULO 6. Sintaxis
TRASTORNOS
De entre todos los trastornos cognitivos que
pueden surgir como consecuencia de una lesión, los más específicamente relacionados con
la sintaxis suelen incidir en el área de Broca
y alrededores. Este trastorno se suele conocer
como afasia de Broca, si bien es cierto que ésta
no sólo presenta algunas subtipologías, como
veremos, sino que también recibe múltiples
nombres. Inicialmente, el propio Paul Broca la
denominó afemia, pero otros nombres subsiguientes para este trastorno han incidido en su
localización (como el de síndrome triangularopercular) o, más frecuentemente,
en su sintomatología, de ahí los nombres de afasia motora eferente o cinética, afasia expresiva, afasia
verbal, o afasia sintáctica.
La distinta subtipología de la afasia de Broca también es muy variada, y existen diversas
propuestas. La que vamos a seguir aquí es la
que aparecía recientemente
en el excelente libro Las afasias, de Alfredo Ardila.'? En esta
propuesta
se distinguen dos tipos de afasia
de Broca, las así denominadas
afasia de Broca tipo I y afasia de Broca tipo 11, siendo la
principal diferencia entre ambas el alcance o
extensión de la lesión, lo que daría lugar, consiguientemente,
a diferente sintomatología.
Afasia de Broca tipo I
En la afasia de Broca tipo 1, las lesiones se limitan estrictamente al área de Broca, más específicamente sólo al área 44 del mapa de Brodmann. En estas circunstancias, las lesiones no
son suficientes como para ocasionar síntomas
significativos, de manera que sólo se observan
defectos leves en la articulación, lo que se manifiesta en el síndrome del acento extranjero, y
se reduce la habilidad para encontrar palabras.
Existen también algo de hemiparesia y apraxia,
pero a niveles mínimos. En numerosos casos
el acento extranjero tampoco es evidente, y el
síntoma quizá más habitual se limite a cierta
dificultad para la cornprension
de oraciones
con alta complejidad sintáctica, concretamente para reorganizar la estructura sintáctica de
.
.
oraciones en pasiva.
Afasla de Broca tipo 11
En la afasia de Broca tipo II, las lesiones ya
no se limitan estrictamente
al área de Broca,
sino que se extienden a áreas circundantes,
como la región opercular, la circunvolución
precentral, la ínsula anterior y la sustancia blanca paraventricular
y periventricular. Esta afasia
se caracteriza por un lenguaje expresivo claramente no fluido, producido con gran esfuerzo,
pobremente articulado, con expresiones cortas
y agramaticales. Su lenguaje se compone principalmente de sustantivos, con marcada deficiencia o total ausencia de estructura sin táctica y de
marcas morfosintácticas.
Así, por ejemplo, en
lugar de decir «los perros están en el jardín», su
emisión sería «perro jardín».
Aunque la comprensión
del lenguaje es
siempre muy superior a la producción, nunca
es normal, y afecta especialmente
a la comprensión gramatical.
Cuando al paciente se
le pide que repita palabras, presenta notables
desviaciones
fonéticas y parafasias fonológicas, y presenta un curioso defecto selectivo
en la repetición de estructuras
gramaticales,
pues las repite agramaticalmente.
Por ejemplo, cuando a un paciente se le pide que
repita «el niño camina por la calle», repite
solamente «niño camina calle». El canto frecuentemente
mejora la producción
verbal, si
bien es cierto que no suele generalizarse
al
lenguaje espontáneo.
La escritura al dictado
se ve seriamente alterada, realizada con letras
grandes, errores en el deletreo y omisiones
de letras, y la escritura espontánea
suele ser
imposible.
Dado el alcance de la lesión, se
suelen presentar
signos neurológicos
como
hemiparesia
derecha y, en casos extremos,
hemiplejia.
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
!caso
clínico
El caso, extraído del citado libro de Ardila, se refiere a una afasia de Broca tipo 1,ya que su síntomatología final se limitaba principalmente a la presencia de un marcado acento extranjero. No obstante,
en la evolución de la enfermedad y antes de su
estabilización, se manifestaron muchos de los síntomas de la afasia de Broca tipo 11.Se trata de un
varón de 26 años que, tras varios días de cefalea,
pierde la consciencia y cae al suelo. La TC muestra una pequeña zona de hipodensidad frontal izquierda, limitada al área de Broca, consecuencia
de un accidente cerebral embólico por cardiopatía
congénita. Al inicio muestra imposibilidad para hablar, pero en las semanas subsiguientes mejora
progresivamente y al cabo de un mes puede emitir
algunas palabras. Posteriormente, produce expre~iones
con un marcado estilo telegráfico, usando
frases cortas (de unas cinco palabras por término medio), moderado agramatismo, disprosodia
y, lo más notable, un marcado acento extranjero.
El paciente, nativo de habla española, habla el español con el acento de un angloparlante nativo, a
pesar de que su conocimiento del inglés previo a
la lesión era muy rudimentario. Esta situación le
preocupa y molesta, pues todo el mundo le toma
por auténtico extranjero. Produce frecuentemente
cambios fonológicos/fonétlcos, como decir «nengún» en lugar de «ningún», u «ocopada» en vez de
«ocupada». Su lectura en voz alta es lenta y tendente a omitir los artículos, las conjunciones y las
preposiciones. Su evolución fue rápida, mostrando
residualmente a los dos meses un notable acento
extranjero junto con una pérdida leve de la fluidez
verbal y agramatismo muy leve.
I
--.J
Resumen
Toda oración consiste en una sucesión de palabras
y morfemas organizados en base a una estructura,
conocida como estructura sintáctica de la oración, que determina las relaciones específicas que
hay entre todos esos elementos que la componen
y, por lo tanto, la situación o idea específica que
se está describiendo, más allá de los significados
individuales de cada uno de sus constituyentes.
En la literatura psicolingüística existe una notable
división de opiniones respecto al modo exacto en
que se determina dicha estructura durante la comprensión de oraciones. Por un lado, los modelos
modulares proponen que la estructura sintáctica
viene determinada, primaria y principalmente, por
información exclusivamente sintáctica, que es procesada en un módulo específico para ese tipo de
información y totalmente encapsulada respecto a
otros tipos de información que, como la semántica, sólo se tendrían en cuenta en momentos subsiguientes del procesamiento. Otros modelos, los
interactivos, proponen sin embargo que diversos
tipos de información, y no sólo la sintáctica, podrían considerarse simultánea y rápidamente a la
hora de determinar la estructura sintáctica. Existen evidencias experimentales en apoyo de ambas
propuestas, por lo que el debate sigue vigente. La
actividad cerebral medida con técnicas hemodinámicas, principalmente la resonancia funcional,
junto con evidencias de numerosos casos clínicos,
destaca la relevancia del área de Broca y zonas
adyacentes (en la circunvolución frontal izquierda)
para los procesos sintácticos.
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Qué importancia puede tener la sintaxis para
la evolución del lenguaje y la mente humanos?
• ¿Qué es el principio de adjunción mínima? Ilustrar con un ejemplo.
• ¿Qué líneas básicas definen a los modelos interactivos?
• ¿Qué áreas del cerebro, además del área de
Broca, participan en la sintaxis? Menciona algunas de sus posibles funciones.
• Enumera al menos tres síntomas significativos
de la afasia de Broca tipo 11.
CAPíTULO 6. Sintaxis
•
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http://www.aphasia.org/docs/LibroAfasiaPart2.pdf
Semántica
Javier Rodríguez-Ferreiro
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Procesamiento cognitivo
Bases neurológicas del procesamiento semántico
Trastornos
INTRODUCCiÓN
El procesamiento
semántico,
o acceso al
significado de las palabras, es uno de los componentes más interesantes de todo el proceso
lingüístico. Al fin y al cabo, la comprensión y
comunicación
de significados es la parte central del lenguaje. Cuando hablamos, buscamos
activar en nuestro interlocutor una serie de significados, y cuando escuchamos a otro hablar,
nuestro objetivo es llegar a comprender lo que
significan las palabras que estamos oyendo. Lo
mismo ocurre cuando escribimos un mensaje o
leemos un libro. El fin último de la mayoría de
las actividades lingüísticas es que otra persona
comprenda lo que se está diciendo y actúe en
consecuencia.
A lo largo de la historia de la humanidad,
las distintas sociedades han ido desarrollando
diferentes idiomas. Cada uno de ellos se fue
construyendo a medida que se asociaban diversos signos a los significados que se necesitaba
expresar en cada momento. En algunas ocasiones, dichos signos tienen un carácter icónico que recuerda directamente a los referentes,
como las onomatopeyas
o los jeroglíficos. La
mayoría de las veces, en cambio, la relación
entre el signo y su significado es totalmente
arbitraria, y resulta imposible comprenderlo
a
menos que se domine el código utilizado. Es el
caso de las palabras habladas o escritas del castellano. Nada puede llevar a un desconocedor
del idioma a pensar que el conjunto de letras
«casa» representa el lugar en el que vivimos,
aunque a nosotros nos resulte totalmente na-
tural la asociación entre este significante y su
significado.
Para llegar hasta este punto, nuestro cerebro
ha ido adaptándose
durante todo el periodo
de desarrollo y adquisición del lenguaje. Este
proceso ocurre de forma casi automática al escuchar e intentar comunicarse, en el caso del
lenguaje hablado, y mediante esmerada instrucción por parte de padres y maestros, en el caso
de la lectoescritura.
Poco a poco, las distintas
palabras en sus diferentes formas se van asociando a los correspondientes
significados, de
manera que escuchar un determinado conjunto
de sonidos, o leer una cadena de letras, evoca
en nosotros una idea concreta.
En este capítulo se intentará explicar lo que
ocurre en nuestro cerebro cuando entendemos
las palabras, y cómo se almacenan o representan sus significados. Para ello, hablaremos de
lo que se conoce como memoria semántica y
de su relación con distintas estructuras cerebrales. Se describirán, además, distintos tipos
de lesiones neurológicas que pueden afectar a
nuestra capacidad para almacenar significados.
PROCESAMIENTO
COGNITIVO
Podemos definir la memoria semántica como
la parte de nuestro conocimiento sobre el mundo que, a diferencia de lo que ocurre con la llamada memoria episódica, no está directamente
vinculado a un momento específico de adquisición. La memoria semántica podría entenderse como una especie de tesauro o diccionario
mental en el que se organiza el conocimiento
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
necesario sobre el significado de las palabras.'
Una manera de estudiar cómo se estructura el
conocimiento semántica es mediante la construcción de modelos conceptuales o matemáticos que intenten simular su funcionamiento. De
hecho, el término «memoria semántica» aparece en el año 1966 en la tesis doctoral de M. R.
Quillian, para dar más tarde nombre a su modelo computacional.
Modelo de Quillian
El grupo de Quillian' concibió la memoria
semántica como una red de conocimientos.
Cada nudo o entrada de la red alojaría un significado o concepto. Los significados estarían
distribuidos en jerarquías semánticas, relacionándose entre sí mediante vínculos de inclusión (la entrada «animal» incluye la de «pájaro», que incluye a su vez la de «gorrión» ... ).
Las entradas también podrían relacionarse con
otras mediante una conexión de tipo atributo «<pájaro» tiene «alas», tiene «pico», «vuela» ... ). Cuando necesitamos operar con ellas,
las distintas entradas se activan. Además, la
activación se distribuye a través de la red, activándose también las entradas cercanas, en un
proceso denominado propagación de la activación.
Esta forma de distribución de la activación,
y su persistencia durante un tiempo determinado tras la activación inicial, son elementos clave para entender el fenómeno que conocemos
como priming semántico. El término priming
se refiere a la influencia que la presentación
previa de un estímulo tiene en la respuesta sobre un estímulo posterior. El priming semántica implica un efecto de facilitación, reducción
del tiempo de reacción, que se da cuando lo
presentado
anteriormente
es un estímulo semánticamente relacionado con el objetivo. Por
ejemplo, en una tarea de decisión léxica, tardaremos menos tiempo en decidir si la palabra
presentada (ej.: «mesa») es real o no si inmediatamente antes nos han presentado una palabra semánticamente
relacionada con ella (ej.:
«silla»), en comparación
tanto con un estímu-
lo no lingüístico (ej.: «####») como con una
palabra sin relación semántica (ej.: «cuervo»).
Una explicación a este fenómeno es que la entrada correspondiente
a la palabra objetivo está
ya activada en el momento de ejecutar la respuesta, debido a la propagación de la activación
desde la palabra presentada previamente. Además de ser capaz de explicar el priming semántica, el modelo de Quillian también encuentra
apoyo en resultados obtenidos mediante la tarea de verificación de oraciones. En esta tarea,
los voluntarios deben decidir lo más rápidamente que puedan si una frase dada es verdadera o falsa. Las frases utilizadas son del tipo «Un
gorrión es un pájaro» o «Un gorrión es un animal». Según se desprende del modelo, los voluntarios tardan más en responder cuanto más
alejadas estén las entradas en la jerarquía, ya
que la activación tarda más en propagarse hasta
las entradas más lejanas.
A pesar de este soporte empírico, el modelo
de Quillian presenta algunos problemas. Por
un lado, no todos los significados se prestan
a una organización jerárquica. Así, conceptos
abstractos como «libertad» o «justicia», o referidos a acciones, como «saltar» o «recibir»,
no son fácilmente distribuibles
en este tipo
de estructura. Por otro, el modelo no tiene en
cuenta algunas variables que sabemos influencian nuestro conocimiento
semántica. Una de
ellas es la tipicidad, término que se refiere a
lo característico que es un ejemplar de su categoría. Por ejemplo, «perro» es más típico de la
categoría «mamífero» que «ballena» u «omitotrinco». La tipicidad se puede operativizar pidiendo a un grupo de voluntarios que evalúen
lo representativos
que son distintos ejemplares
de una categoría. Empíricamente se ha demostrado que procesamos
más rápidamente
los
ejemplares que se evalúan como más típicos.
Este resultado contradice el modelo de Quillian, según el cual todos los ejemplares en un
mismo nivel de la jerarquía se procesan con la
misma rapidez.
Otro factor que desafía este modelo es el grado de asociación semántica, que hace referencia
a lo frecuentemente que aparecen juntas dos pa-
CAPíTULO 7. Semántica
labras. Esta variable se suele operativizar como
la medida de la frecuencia de diferentes respuestas libres ante una palabra dada (ej.: la primera
palabra que se nos ocurre al leer «perro»), o en
función de recuentos de co-aparición, aparición
conjunta de dos palabras en un mismo enunciado, en corpus lingüísticos. Palabras como «roble» y «árbol» están más asociadas entre sí que
«árbol» y «planta», lo que facilita la tarea de verificar un enunciado como «Un roble es un árbol»
comparada con «Un árbol es una planta». El modelo de Quillian predeciría, empero, tiempos de
reacción similares para ambos enunciados, ya
que están a la misma distancia unos de otros.
Modelos basados en características
Muchos grupos de investigación han elaborado sus propios modelos de la memoria semántica, bien basándose en el de Quillian o bien
buscando metodologías
alternativas. Algunos
de estos modelos asumen que el significado
de las palabras se fundamenta en la representación de rasgos o características. Entre ellos
se encuentran el modelo de comparación
de
rasgos (MCR)2 o el espacio semántico unitario de características
(ESUC).3 Por su parte,
MCR supone que el significado de una palabra
puede entenderse como un conjunto de rasgos
definitorios y rasgos característicos. Los rasgos
definitorio s serían aquellos que son esenciales
para su descripción (ej.: ave: «pone huevos»,
porque todas las aves lo hacen), mientras que
los rasgos característicos
serían aquellos que
aparecen en la mayoría de los ejemplares pero
no son necesarios para una definición exacta
(ej.: ave: «puede volar», porque no todas las
aves vuelan). El modelo ESUC, más moderno, prescinde de esa distinción y basa la construcción de sus redes semánticas en una serie
de características generadas por hablante s del
idioma para describir y definir cada una de las
palabras (ej.: perro: «tiene cola», «tiene cuatro
patas», «es peludo» ... ). Como se refleja en la
figura 7.1, los modelos basados en características son capaces de agrupar los distintos conceptos en diferentes categorías semánticas con
•
animales
vegetales
medios de
transporte
instrumentos
musicales
y
herramientas
~
-
ropa
-
partes
del cuerpo
Figura 7.1. Agrupamiento de significados en el modelo
ESUC. Al introducir distintos tipos de sustantivos, el modelo ESUC los clasifica según el grado de solapamiento
entre las características generadas por hablantes voluntarios. El modelo agrupa entre sí animales, vegetales,
medios de transporte,
instrumentos
musicales, herramientas, ropa y partes del cuerpo. Además, separa claramente los seres vivos de los inertes y agrupa los artefactos. Es llamativa la cercanía de las partes del cuerpo
con las prendas de vestir, y su lejanía de los seres vivos.
Adaptado de Vigliocco, Vinson, Lewis, y Garrett."
gran precisión. Además, a diferencia de lo que
ocurría con el modelo de Quillian, los modelos
basados en características sí que dan cuenta del
efecto de tipicidad. Los ejemplares más típicos
de una categoría cumplirán con la mayoría de
las características que conforman esa entrada,
lo que los hace más fácilmente procesables, por
ejemplo, en una tarea de verificación de oraciones. Así, resulta más fácil decidir si un perro
es un mamífero, ya que cumple con todos los
rasgos habituales de la categoría «mamífero»,
que si una ballena es un mamífero, ya que este
ejemplar de la categoría presenta características
poco habituales.
Modelos basados en prototipos
Otras propuestas sobre la organización de la
memoria semántica se han basado en el concepto de prototipo de Rosch." El prototipo es un
representante de todos los miembros de una categoría, que reúne los rasgos más frecuentes de
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
los ejemplares que la componen. Es una entidad
esquemática formada con las características promedio de todos los ejemplares, aunque en ocasiones puede coincidir o parecerse mucho a un
ejemplar concreto. Los ejemplares más parecidos
al prototipo serán los más típicos; recordemos la
importancia de la tipicidad en el procesamiento semántica de la categoría (ej.: «manzana» es
un ejemplar muy típico de la categoría «fruta»).
Además, las barreras entre categorías quedan
difuminadas, de forma que los ejemplares más
alejados al prototipo, por compartir menos características con él, pueden llegar a situarse entre varias categorías (ej.: «tomate» está entre las
categorías «fruta» y «verdura»). El concepto de
prototipo resulta una solución más económica
que la idea de listados de características, pues no
es necesario que cada entrada desglose todos y
cada uno de los rasgos de los distintos ejemplares, al estar ya resumidos en el prototipo.
Una aportación importante del modelo de
prototipos de Rosch es la idea de que existe
un nivel básico (ej.: «gato») que es más fácilmente accesible, y que se encuentra entre los
niveles superordinado (ej.: «animal») y subordinado (ej.: «persa»), Rosch acota así la estructura jerárquica presentada por Quillian en tres
niveles, dotando además de especial relevancia
al nivel intermedio. El nivel básico es el que
tendemos a utilizar en ausencia de restricciones específicas, y contiene conceptos fácilmente diferenciables entre sí, pero suficientemente
parecidos como para englobarse en una misma
categoría superior. La idea de nivel básico ha
encontrado apoyo empírico en diversos experimentos. Así, tareas de denominación de dibujos o verificación de oraciones resultan más
fáciles si se utilizan conceptos del nivel básico,
y se ha comprobado que los términos que antes aprenden los niños al adquirir un idioma se
sitúan en este nivel.
Modelos basados en análisis de corpus
Otros autores han construido sus modelos
basándose en el análisis de corpus lingüísticos.
Dichos modelos toman la forma de redes de
conceptos que se ordenan en función de su similitud o disparidad semántica. Se sitúan aquí
modelos como WordNet,s hiperespacio análogo
al lenguaje (HAL)6 o análisis semántico latente
(ASL).7 Por su parte, WordNet clasifica las palabras con significados similares en grupos de
sinónimos, llamados synsets. Cada synset ocuparía una entrada en el sistema, que se ordena
en función de la relación existente entre unos
synsets y otros. La mayoría de ellos están interconectados mediante relaciones de tipo hipero/
hipo nimia, similar a la inclusión del modelo de
Quillian: el significado de un synset incluye al
de otro synset «<mamífero» es hiperónimo de
«caballo», mientras que «caballo» es hipónimo de «rnamífero»); coordinación: dos synsets
comparten un mismo hiperónimo «<caballo» y
«perro» son coordinados y ambos son hipónimas de «marnífero») u holo/meronimia: el significado de un synset constituye una parte del
significado de otro synset «<mesa» es holónimo
de «pata», y «pata» es merónimo de «rnesa»).
Basándose en este tipo de relaciones, WordNet
proporciona una simulación de la manera en
que estructuramos el significado de las palabras,
en forma de red de significados agrupados jerárquicamente.
Los modelos HAL y ASL, en cambio, utilizan una metodología distinta. Tanto uno como
otro fundamentan sus respectivos modelos del
espacio semántica en la metodología del recuento de co-apariciones, que ya comentamos
al describir las críticas del modelo de Quillian.
HAL y ASL utilizan métodos estadísticos diferentes para aplicar la tasa de co-aparición al
desarrollo de su red semántica. En estos modelos, la relación semántica entre los conceptos
representados por distintas palabras depende
del número de veces que esas palabras aparecen en un mismo contexto lingüístico. Así,
nuestro conocimiento semántica se estructuraría en un espacio abierto, sin relaciones jerárquicas, que se puede representar gráficamente
como aparece en la figura 7.2. Las entradas
correspondientes a las diferentes palabras conformarían una red semántica basada en el grado de asociación entre unas y otras.
CAPíTULO 7. Semántica
nariz
orejas ojos
cara
cabeza
gato
(dientes
pie
')
perro
león
Francia
Europa
África
Figura 7.2. Representación de parte del espacio semántica, según el modelo HAL. Distintos tipos de palabras
aparecen distribuidos en función del número de co-apariciones (más cerca cuantas más co-apariciones). El modelo estadístico HAL agrupa nombres de animales, países y
partes del cuerpo entre sí, aunque con alguna excepción.
El significado correspondiente a la palabra «dientes» aparece más cercano al de «perro» o «gato» que a otros como
«cara» o «nariz». El modelo también refleja la cercanía entre palabras pertenecientes a distintas categorías pero
fuertemente asociadas, como «león» y «África». Adaptado
de Lund y Burgess."
Modelos neurocognitlvos
Un último grupo de modelos lo formarían
aquellos que intentan integrar las diferentes
ideas sobre la forma en que se organiza la
memoria semántica con lo que sabemos sobre el funcionamiento
de nuestro cerebro. Las
principales
diferencias
entre unos modelos
semántica s neurocognitivos
y otros estriban
en la consideración
de la memoria semántica
como un espacio unitario o bien dividido en
subsistemas, y en la importancia
que otorgan
a la modalidad por la que adquirimos el conocimiento. Cuando hablamos de modalidad en
este contexto, nos referimos a los diferentes
canales mediante los cuales nuestro cerebro
recoge información.
Los sentidos, sobre todo
la visión, constituyen los canales más obvios,
pero también se tendrían en cuenta otros,
como los sistemas encargados de las emociones, la motricidad o el lenguaje. Por ejemplo,
según la hipótesis sensoriomotora,"
la memo-
•
ria semántica se distribuye en forma de representaciones
específicas para cada modalidad
de entrada, incluyendo
los distintos canales
sensoriales y también la motricidad.
El sistema semántica sería unitario, pero recogería
información
específica de cada una de estas
modalidades.
Así, los significados relativos a
determinados
referentes (ej.: «perro», «rnarti110») se representarían
en nuestro cerebro en
forma de redes neuronales
distribuidas
por
las regiones que se activan cuando interactuamas con ellos. La lectura de la palabra «perro» activará la información
correspondiente
sobre forma, tamaño y color de los perrOS,
cómo se mueven, a qué huelen, el sonido que
producen y las acciones que ejecutamos en su
presencia. Toda esta información
específica
de modalidad sería la que da' forma a nuestra entrada semántica para esa palabra. Como
veremos más adelante, la hipótesis sensoriomotora encuentra apoyo en un buen número
de investigaciones
basadas en la aplicación de
técnicas de neuroimagen
a voluntarios sanos.
En una línea similar a la hipótesis sensoriomotora, se encuentra la conocida como hipótesis sensorial-funcional."
Según esta última, el
conocimiento
semántica se estructura en dos
subsistemas específicos de modalidad: por un
lado, el sistema sensorial o perceptivo, que almacena información
de tipo sensorial; y por
otro, el sistema funcional, que almacena información relativa a la función de los objetos.
Esta hipótesis hace predicciones
específicas
para dos tipos de conceptos determinados: por
un lado, los relativos a seres vivos; y por otro,
los correspondientes
a seres inanimados. Así,
el contenido semántica asociado a animales,
frutas o verduras, se basará en información
principalmente
sensorial, ya que normalmente
nuestra relación con este tipo de objetos se reduce a miradas, escuchados, olerlos o tocados.
En cambio, el contenido semántica de objetos
inanimados, como herramientas o utensilios de
cocina, dependerá
fundamentalmente
de' sus
características
funcionales, es decir, para qué
sirven y cómo se utilizan. La hipótesis sensorial-funcional surge para explicar la aparición
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
de un determinado tipo de déficit afásico, que
se explicará más adelante en la sección de trastornos de la memoria semántica en este mismo
capítulo. Como vemos, las hipótesis sensoriomotora y sensorial-funcional presentan ciertas
similitudes, pero también una diferencia fundamental; así, mientras que la primera asume
un único sistema semántica, en el que se entremezclan y solapan los diferentes tipos de información, la segunda asume dos subsistemas
separados, uno para la información perceptiva
y otro para la funcional.
Otras perspectivas, como la teoría de la estructura conceptual," en cambio, prescinden
totalmente de las distinciones según la modalidad que postulan las hipótesis anteriores
y proponen un sistema semántica unitario y
amodal. Según esta teoría, la información semántica se representa en forma de entradas
abstractas y alejadas de los canales por los que
fue obtenida. Otra asunción clave de esta perspectiva es que las características conceptuales
que suelen aparecer juntas se almacenan cerca
en el espacio semántica, haciendo así especial
hincapié en la distribución estadística de las
características de los distintos tipos de conceptos. Los autores también se preocupan especialmente de la distinción entre seres vivos
e inanimados, desarrollando cuatro postulados
acerca de cómo estos dos tipos de conceptos
se distribuirían en el espacio semántica. El primero se refiere a que los seres vivos comparten
más características generales entre sí, mientras
que los seres inanimados tienen más características diferenciales. El segundo afirma que en
los seres vivos la información funcional correlaciona altamente con las características preceptuales generales (ej.: «puede volar»-«tiene
alas»), mientras que en los seres inanimados la
función suele depender de las características
diferenciales (ej.: «puede cortar»-«tiene filo»),
El tercero posibilita la existencia de diferencias en la distribución de características entre
sub categorías (ej.: entre «animales» y «plantas»)
dentro de las grandes categorías de seres vivos e
inanimados. Según el cuarto, las características
altamente relacionadas entre sí serán más resis-
tentes al daño. La veracidad de estas premisas
se apoya en resultados obtenidos mediante estudios de producción de listados de características y también en evaluaciones de pacientes con
daño cerebral.
Un último grupo de autores!' ha desarrollado una nueva teoría, la conocida como teoría
de la topografía conceptual, en un intento de
reconciliar los aspectos más relevantes de las
hipótesis que acabamos de presentar. Estos autores integraron ideas como la importancia de
los rasgos sensoriales-funcionales y la forma en
que se distribuyen estadísticamente las características de distintos conceptos, con un enfoque
previo conocido como la teoría de la zona de
convergencia. Según esta teoría, cuando percibimos algo se activa una serie de detectores
de rasgos en las regiones sensoriales y motoras
correspondientes. Según el caso, los diferentes
tipos de detectores percibirán forma, color,
sonido, olor, textura, sabor, movimiento, ete.,
creando patrones de activación neuronal que
se corresponden con la representación de dicha
entidad en las diferentes modalidades. Cada
vez que se activa un patrón de rasgos concreto
en una modalidad dada, determinadas neuronas situadas en áreas de asociación, neuronas
asociativas, se encargan de codificados o «enlazados» (en inglés, bind) para un uso posterior. Estas regiones asociativas forman las llamadas zonas de convergencia. En las regiones
más anteriores de la corteza frontal y temporal, existirán zonas de convergencia superiores,
encargadas de enlazar a su vez los patrones de
activación de las neuronas asociativas correspondientes a cada modalidad. Al recordar un
objeto o comprender un significado, las neuronas asociativas que se activaron al percibido se
activarán de nuevo recreando la situación, aunque de una forma parcial. Simmons y Barsalou,
autores de la teoría de la topografía conceptual, añaden a esta idea el principio de similitud
topo gráfica, según el cual, cuanto más similares
entre sí sean los patrones de rasgos que enlazan
dos neuronas asociativas, más cerca se situarán
éstas en la zona de convergencia. Así, las neuron as asociativas que enlazan distintos tipos de
CAPíTULO 7. Semántica
mamíferos se situarán muy cerca unas de otras,
alejadas de las que enlazan herramientas. Además, como las herramientas comparten un menor número de características entre sí que los
animales (véase teoría de la estructura conceptual), aquellas formarán un grupo más disperso
que estos. La figura 7.3 presenta un esquema
de cómo se organizarían distintos significados
en el cerebro según la teoría de la topografía
conceptual.
Conceptos abstractos
Como hemos visto, las distintas hipótesis sobre la distribución del conocimiento semántica
en el cerebro aluden, en muchas ocasiones, a
las características sensoriales o motoras de los
mismos. Este tipo de teorías sólo son aplicables
a los conceptos referidos a entidades concretas,
como «pera», «sofá» o «saltar», pero no a otros
de carácter más abstracto, como «esperanza»,
Figura 7.3. Teoría de la topografía conceptual. Esquema
sobre la hipotética representación de dos conceptos de la
misma categoría (ej.: -animales-) y uno de otra diferente
(ej.: -herrarruentas-), según la teoría de la topografía conceptual. Los mapas de rasgos de diferentes modalidades
(ej.: visual, auditiva, háptica y motora) son enlazados por
neuronas asociativas en distintas zonas de convergencia,
situadas en las proximidades de las regiones sensoriomotoras. El patrón de actividad de estas neuronas es, a su
vez, enlazado por neuronas en zonas de convergencia superiores en regiones más anteriores de la corteza. La distancia entre dos neuronas asociativas refleja lo similares
que son los conceptos a los que corresponden.
•
«indiferencia» o «desear», que carecen de este
tipo de rasgos. Existen pruebas de que los
adultos tienen tiempos de reacción mayores y
producen más errores en tareas que implican
el procesamiento
de palabras abstractas que
concretas. También hay trabajos que señalan
que las palabras abstractas son más difíciles de
aprender para los niños en el proceso de desarrollo del lenguaje, y cómo esta dificultad se
hace mucho más patente para los niños con
retraso mental o con trastornos específicos del
lenguaje. Asimismo, se ha descrito gran cantidad de casos de pacientes afásicos y disléxicos
que presentan un trastorno selectivo para los
sustantivos abstractos. En un intento de explicar las diferencias entre uno y otro tipo de
palabras, y arrojar luz sobre la forma en que
se representan
estas dos clases de conceptos,
algunos autores han desarrollado distintas hipótesis (véase recuadro 7.1 para otros tipos de
palabras).
Estudiosos como Lakoff12 han sugerido que
los conceptos abstractos se fundamentan
en
una metáfora de algo concreto. Por ejemplo, el
concepto correspondiente
al sustantivo «ira»,
o al verbo «enfadarse», se apoyaría en el fenómeno perceptible de agua hirviendo intentando
salir de una olla tapada. Sin embargo, esta hipótesis no puede aplicarse a todos los conceptos abstractos, ya que algunos de ellos no tienen
carácter metafórico. Además, cuando se pide a
hablantes que den listas de características para
definir este tipo de conceptos, los rasgos metafóricos no aparecen entre los más habituales.
Otra posibilidad es la ofrecida por la teoría de
la codificación dual.P Sus autores proponen que
las palabras concretas y abstractas se representan
de maneras distintas. Según esta hipótesis, la información visual, o más ampliamente perceptiva e incluso emocional, y la información verbal,
se procesan por canales distintos y dan lugar a
representaciones separadas: códigos análogos o
basados en imágenes para la información visual,
y códigos simbólicos o basados en conocimiento
lingüístico para la información verbal. De acuerdo con esta hipótesis, l~ recuperación de información relativa a conceptos abstractos tendrá
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
su correlato neuronal en regiones situadas en el
hemisferio cerebral dominante, por sustentarse
estos en códigos de tipo lingüístico. El procesamiento de palabras concretas, en cambio, implicará la activación de regiones cerebrales de
ambos hemisferios, por fundamentarse su significado, además, en códigos análogos.
Por último, el grupo de Barsalou'" propone
una visión más global de la forma en que se representa el significado de palabras concretas y
abstractas, en la línea de su teoría de la topografía conceptual. Para estos autores, el contenido
semántico de una palabra se fundamentaría en
información sobre las distintas situaciones en las
que ha aparecido esa palabra a lo largo de nues-
r-;ecuadro
tra experiencia. Estas situaciones incluirían información sobre las propiedades perceptivas de los
objetos y los movimientos que podemos realizar
con ellos, pero también sobre los lugares en los
que suelen aparecer, las personas a las que se asocian, o nuestra postura afectiva hacia los mismos.
En el caso de las palabras concretas, el objeto al
que se refieren cobraría especial relevancia sobre
el contexto general de la situación. En lo que
respecta a las palabras abstractas, la ausencia de
un objeto perceptible haría que el foco de atención del concepto se dirija a otros factores, como
el tipo de agentes que participan en la acción o
nuestras sensaciones introspectivas al interactuar
con el objeto.
7.1. Memoria semántica y clases gramaticales
Las primeras investigaciones sobre modelos de la
memoria semántica se centraban en el estudio del
significado de los sustantivos, que en su mayoría se
refieren a objetos. Ya hemos comentado lo inadecuado que resultaba el modelo de Quillian para dar
cuenta de significados relacionados con acciones
(designadas normalmente mediante verbos), pero
modelos posteriores como MCRtambién recibieron
críticas en este sentido. MCR iba explícitamente
dirigido a la organización del espacio semántico
de los objetos, que son relativamente sencillos de
describir mediante características, pero no daba
cabida a otro tipo de conceptos, como acciones o
atributos, debido a la dificultad, o incluso imposibilidad, para identificar características definitorias en
significados de acciones o cualidades (representadas mediante adjetivos).
Otros modelos optan por separar a priori entre
distintas clases de palabras. Es el caso de WordNet, que distingue entre sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios, y describe distintos tipos de
relaciones para cada una de ellas. Por ejemplo,
en el caso de los verbos, WordNet sustituye la
relación de tipo hiponímico por la de troponimia,
que alude a las diferencias de modo (scecear»
es tropónimo de «hablar» porque implica hablar
de un modo particular). Además, elimina la relación de tipo meronímico e introduce las relaciones de implicación (<<respirar»implica «inspirar»,
porque para respirar hay que inspirar y espirar)
y antonimia (<<ir»es antónimo de «venir», porque
L.:ignifiean
lo contrario uno del otro), que no tie-
nen sentido en una clasificación de objetos. Los
modelos más modernos, tanto los basados en el
recuento de eo-apariciones (HAL y ASL), como el
modelo ESUC, basado en características, optan
por no distinguir o establecer diferencias a priori
entre distintas clases gramaticales, e intentan simular un espacio semántico global partiendo de
los mismos principios.
Por su parte, los modelos neurocognitivos hacen predicciones diferentes según sus premisas.
Mientras que la teoría de la estructura conceptual supone un asentamiento neuronal similar
para sustantivosjobjetos
y verbosjacciones, la
hipótesis sensoriomotora asume grandes diferencias, en función de la predominancia de rasgos perceptivos en los objetos y motrices en las
acciones.
(hiperonimia)
(hiperonimia)
paquidermo
descansar
¡
1
ererante e-«
mamut
(coordinación)
¡.
dormlr
+-+ despertar
..
~ntonlmla)
trompa
hibernar
roncar
(meronimia)
(troponimia)
(implicación)
Organización semántica en WordNet. WordNet explicita distintos tipos de relaciones entre los conceptos según la clase gramatical a la que pertenezcan:...J
I
CAPÍ1'UI.O 7. Semántica
BASES NEUR LÓG CAS
DEL PROCES lENTOsEMÁNTlco
En el apartado anterior hemos revisado algunos modelos de la memoria semántica que intentan simular, desde la psicología cognitiva, la
forma en que se estructura nuestro conocimiento
sobre los significados. Ahora bien: por un lado,
el avance en los últimos años de las técnicas de
neuroimagen, y por otro, la evaluación exhaustiva de pacientes con trastornos semánticos debidos a daño cerebral, han propiciado el desarrollo de investigaciones sobre la localización del
conocimiento semántico en nuestro cerebro. En
general, podemos adelantar que la gran cantidad
de datos recogidos sobre el correlato neuronal de
la memoria semántica conceden un papel fundamental al lóbulo temporal, aunque existe un amplio debate sobre la importancia relativa de otras
estructuras fuera de éste, en los lóbulos frontal y
parietal.
Una de las formas más evidentes de estudiar
el sustrato neuronal del procesamiento semántico es pedir a un voluntario que lleve a cabo una
tarea de denominación de dibujos mientras registramos su actividad cerebral mediante alguna
técnica de neuroimagen, como la TEP o la RMf.
Para llegar a decir la palabra «mesa» ante el dibujo de una mesa, nuestro cerebro se activará
llevando a cabo al menos tres subprocesos: percepción visual del objeto, activación de la entrada semántica correspondiente,
y selección y
producción de la palabra. Los resultados de este
tipo de estudios muestran que la denominación
de dibujos activa una amplia red de neuronas
distribuidas por las regiones occipital, temporal,
y frontal. Gracias a multitud de investigaciones
previas, sabemos con certeza que la actividad
occipital se corresponde con la percepción del
objeto. De hecho, esta actividad también aparece en una tarea de simple visualización. La
actividad frontal se sitúa en el área de Broca,
que ha sido vinculada en multitud de estudios
a los procesos de producción oral, más concretamente en la recuperación de la forma de las
palabras (véase capítulo 3), por lo que tampoco
parece corresponder
al acceso semántico. Una
vez descartadas esas dos estructuras, parece razonable considerar al lóbulo temporal como el
mejor candidato para alojar el procesamiento
de los significados. Más específicamente, la región fusiforme en la zona ventral del lóbulo, y
las circunvoluciones inferior y media, en la zona
lateral del hemisferio izquierdo, parecen jugar
un papel importante en la memoria semántica.
Ahora bien, los resultados obtenidos al estudiar una sola tarea no pueden tomarse como
totalmente fiables hasta que no se hayan replicado mediante otras tareas que compartan con
ella el mismo proceso clave. Otras actividades
que suponen el acceso al sistema semántico, y
que han sido utilizadas frecuentemente en este
tipo de estudios, son la lectura de palabras, la
fluidez categorial (decir durante un tiempo determinado el mayor número posible de ejemplares de una categoría semántica dada, por
ejemplo, animales), la decisión semántica (decidir si un objeto pertenece o no a una categoría
dada; ej.: si una pera es o no una herramienta)
o el emparejamiento
semántico (elegir cuál de
dos candidatos está semánticamente asociado a
un tercero; ej.: escoger entre una sierra y un helado ante el dibujo de un tronco). Esta última tarea ha sido especialmente relevante en el estudio
de la memoria semántica, y es la base de uno de
los tests más importantes para su evaluación: el
test de pirámides y palmeras, muy utilizado tanto en investigación como en la práctica clínica.
La convergencia de resultados obtenidos al estudiar el correlato neuronal de la ejecución de
este tipo de pruebas ha confirmado el papel de
las regiones ventral y lateral del lóbulo temporal en el procesamiento semántico. Sin embargo,
también ha puesto de manifiesto la relevancia de
otras regiones, como la corteza prefrontal y la región inferior del lóbulo parietal, incluyendo la
circunvolución angular, sobre todo en tareas más
difíciles que requieren cierto esfuerzo semántico.
Un ejemplo de este tipo de tarea sería la asociación semántica intracategorial. En esta versión
de la tarea de emparejamiento
semántico, los
candidatos pertenecen a la misma categoría (ej.:
escoger entre un clavo y un tornillo ante un destornillador), lo que dificulta un poco la elección.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Categorías semánticas
en el cerebro
Como hemos podido observar, el procesamiento semántico depende de la actividad en
una red neuronal muy amplia que se distribuye por varias regiones de la corteza cerebral. El
siguiente paso es intentar averiguar si las diferentes estructuras corticales juegan un papel específico en el mantenimiento de significados, o
bien funcionan como un todo. Una posibilidad
que ha sido explorada ampliamente es que distintas regiones respondan ante diferentes tipos
de contenido semántico. Esta hipótesis ha sido
comprobada en un buen número de investigaciones, en las que se comparaba la actividad
neuronal asociada a grupos de estímulos con diferentes características semánticas, presentados
en tareas como las que acabamos de comentar.
Una de las comparaciones
más estudiadas
es la distinción entre seres vivos e inanimados. Efectivamente,
el procesamiento
de estos dos tipos de conceptos da lugar a actividad en regiones diferenciadas,
dentro de las
amplias estructuras implicadas en el procesamiento semántico. La diferencia fundamental
se ha encontrado en que, mientras el foco de
la actividad relacionada con el procesamiento de herramientas
se sitúa en la región lateral del lóbulo temporal, parte posterior de la
circunvolución
temporal media izquierda, el
procesamiento
de los seres vivos sitúa su epicentro en la región ventral del lóbulo, en la
circunvolución
fusiforme. Las diferencias entre las características semánticas de una y otra
categoría parecen ser la clave para entender
los distintos patrones de actividad, ya que la
circunvolución
temporal media posterior está
involucrada en la percepción del movimiento
de objetos y la circunvolución
fusiforme se
asocia a la percepción de su forma. Estos resultados cobran sentido si asumimos que los
movimientos relacionados con los objetos tienen más peso en el contenido semántico de las
herramientas,
mientras que las características
visuales son más relevantes en el significado
de los seres vivos (recordemos
la hipótesis
sensorial- funcional).
Estos hallazgos también han sido interpretados
como un apoyo a la hipótesis sensoriomotora,
pues muchas de las regiones activadas se solapan
o están en las inmediaciones de regiones que se
activan cuando interactuamos con los distintos
tipos de referentes. Así, al acceder al conocimiento semántico relacionado con nombres de
herramientas, se activan principalmente
regiones implicadas en la percepción de movimientos asociados a artefactos (parte posterior de la
circunvolución temporal media izquierda), pero
también las que controlan nuestros propios movimientos cuando las utilizamos (corteza motora
y premotora), o las encargadas de percibir su forma (región medial de la circunvolución fusiforme). Un patrón paralelo se observa en la activación de significados correspondientes a nombres
de animales. El acceso a este tipo de conceptos
depende de la actividad, principalmente en regiones laterales de la circunvolución fusiforme ,
que codificarían las características de tipo perceptivo, pero también en la región cercana al
surco temporal superior, encargado de percibir
el movimiento biológico. La figura 7.4 presenta
un mapa de la distribución de diferentes tipos de
información semántica en el cerebro.
Objetos
Cualidades
Acciones
•
Seres vivos
•
Formas
~
•
Inanimados
§
Colores
Movimientos
Figura 7.4. Categorías semánticas en el cerebro. De acuerdo con la hipótesis sensoriomotora, diferentes tipos de
conceptos activan redes neurona les situadas en las regiones del cerebro que se activan cuando interactuamos con
sus referentes.
CAPíTULO 7. Semántica
L
Aunque la mayoría de las investigaciones se
han interesado por la comparación entre diferentes tipos de objetos, algunos autores se han
ocupado también de estudiar el sustrato neuronal del procesamiento semántico de significados
relacionados con otro tipo de conceptos, como
acciones/verbos o cualidades/adjetivos. Especialmente interesantes son los resultados obtenidos
por Pulvermüller et al." al estudiar el correlato
neuronal de la lectura de verbos referidos a movimientos de distintas partes del cuerpo. Estos
autores pidieron a un grupo de participantes que
leyeran verbos como «lamer» (movimiento de la
cara), «coger» (movimiento de las manos) y «patear» (movimiento de las piernas). Los patrones
de actividad asociados a cada tipo de verbo se
situaron en regiones de la corteza motora similares, o muy cercanas, a las que se activaban cuando pidieron a los voluntarios que realizaran esos
mismos movimientos. Más tarde se comprobó
que los verbos de movimiento activan, además,
regiones posteriores de la corteza temporal media, implicada en la percepción del movimiento. Del mismo modo, el grupo de Pulvermüller
constató que la lectura de adjetivos que expresan cualidades visuales se asocia a actividad neuronal en regiones de la corteza ventral y medial
del lóbulo temporal, encargada de percibir este
tipo de características. Así, mientras las palabras
que expresan colores provocan actividad en la
corteza parahipocampal y regiones más posteriores de la circunvolución fusiforme, las referidas a formas dan lugar a actividad en regiones
más anteriores de esta circunvolución.
Neuronas espejo
Uno de los descubrimientos más interesantes
de la neurociencia en los últimos años, y con
posibles repercusiones sobre el estudio del procesamiento semántico, es el sistema de las neuronas espejo." Este término se refiere a un conjunto de neuronas observadas en el macaco que
se activan tanto cuando realiza un movimiento concreto como cuando ve a otro llevarlo a
cabo. Se considera que estas neuronas, situadas
en la región premotora F5 y en el surco supe-
11
rior temporal, toman parte en actividades como
la imitación y comprensión de las acciones realizadas por los demás. Diversos estudios señalan
que los humanos poseemos también un circuito de neuronas espejo que se distribuye principalmente por regiones parietales y, sobre todo,
frontales, como la región inferior de la circunvolución precentral, y la parte posterior de la
circunvolución frontal inferior. Además de estar
implicado en la imitación y comprensión de acciones ajenas, el sistema de neuronas espejo en
humanos podría estar relacionado también con
la representación de significados relacionados
con las acciones. Esta hipótesis se fundamenta
en investigaciones que muestran cómo la escucha de oraciones que expresan diferentes movimientos activa las mismas neuronas espejo que
la observación de dichos movimientos. El estudio del sistema de neuronas espejo en humanos
y su relación con la representación de significados aporta nuevos datos sobre la relevancia de
las características motoras y perceptivas en la
organización del conocimiento semántico. Los
resultados obtenidos desde este enfoque se pueden integrar en perspectivas como la hipótesis
sensoriomotora o la teoría de la topografía conceptual.
TRASTORNOS
La evaluación del conocimiento semántico es
una parte fundamental de cualquier exploración de la capacidad lingüística, y no es raro encontrar déficit semántico en pacientes afásicos
o en personas que sufren enfermedades neurodegenerativas. Pero, además de ser un aspecto
crucial de la práctica neuropsicológica clínica,
el estudio de la preservación de la memoria semántica de distintos tipos de pacientes nos ha
proporcionado una gran cantidad de información sobre el modo en que representamos el conocimiento semántico. La estimación del daño
en pacientes afásicos ha dado pie a un extenso
corpus sobre la existencia de déficits que afectan a unos campos semánticos, dejando otros
intactos. Por otro lado, el deterioro semántico
aparece como uno de los síntomas clave de pro-
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
cesas degenerativos como la demencia frontotemporal o la enfermedad de Alzheimer, y se
observa incluso en trastornos que no se caracterizan principalmente por un déficit del lenguaje,
como la enfermedad de Parkinson.
Lesiones focales
En ocasiones, la lesión de regiones del cerebro relacionadas con el procesamiento lingüístico, ya sean originadas por un traumatismo
craneoencefálico, accidente cerebrovascular u
otras causas, da lugar a problemas del lenguaje conocidos como trastornos afásicos. Dichos
trastornos pueden afectar diferentes subprocesas del lenguaje, incluido el procesamiento
semántica. Algunas veces el deterioro provocado en la memoria semántica se restringe a
una categoría semántica concreta, dando lugar
a lo que se conoce como un déficit específico
de categoría.
Es el caso de la paciente VER, estudiada por
Warrington y Mcf.arthy.'? Esta mujer sufría un
trastorno afásico secundario a un infarto cerebral en el hemisferio izquierdo que afectaba
gravemente su comprensión del lenguaje. Al
evaluar a VER, Warrington y McCarthy descubrieron que su déficit semántica afectaba a los
objetos inanimados, quedando preservados los
seres vivos, como animales o plantas. Un año
más tarde, el mismo equipo estudió los casos
de cuatro pacientes con encefalitis por herpes
simple, una enfermedad vírica que afecta a las
regiones medial temporal y frontal inferior del
cerebro. Los autores observaron que los cuatro
pacientes presentaban el patrón inverso a VER,
conservando la capacidad para nombrar dibujos de objetos inanimados, pero con graves problemas a la hora de denominar dibujos de seres
vivos. Esta doble disociación se ha confirmado
posteriormente en estudios especialmente bien
controlados en los que se tuvieron en cuenta
importantes características de los estímulos,
como su frecuencia, familiaridad o imaginabilidad. Dobles disociaciones se han encontrado
también a niveles más específicos, por ejemplo
dentro de los seres vivos, entre frutas, verduras
y animales, y también en cuanto a categorías
más amplias, como entre conceptos concretos y
abstractos, o entre objetos y acciones.
La aparición de este tipo de déficits específicos se ha utilizado para argumentar que el sistema semántica se organiza en categorías discretas. Según esta hipótesis, las representaciones
semánticas relativas, por ejemplo, a seres vivos
y a seres inanimados, estarían separadas entre sí
y localizadas en regiones diferentes del cerebro,
lo que explicaría la posible aparición de deterioros selectivos para una de ellas. Para otros,
en cambio, estos trastornos pueden explicarse
también aludiendo al porcentaje de características compartidas por los ejemplares de unas y
otras categorías, sin necesidad de que las representaciones de sus significados estén totalmente
separadas. Los ejemplares que comparten varias características se agruparían en el espacio
semántico, y esto haría posible el déficit específico. Por ejemplo, la mayoría de los animales
tienen una cara con ojos y boca, cuatro patas,
son capaces de moverse, etc. En la sección dedicada a los modelos semánticos, veíamos que
diferentes conceptos se agrupaban naturalmente en categorías como «animales» o «herramientas», en función de la cantidad de características
compartidas. Al poseer tantas características semánticas comunes y ser tan parecidos entre sí,
el daño haría difícil la recuperación de uno de
ellos en particular de entre tantos y tan similares competidores.
Una tercera explicación para la aparición de
los déficits específicos de categoría semántica es
la aportada por la ya citada hipótesis sensorialfuncional, que va aún más lejos, asumiendo que
las representaciones de los distintos tipos de
objetos dependen específicamente de sus características sensoriales o funcionales. Esto posibilitaría la aparición de una disociación entre seres
vivos y seres inanimados al depender uno de características sensoriales y los otros de rasgos funcionales. Esta explicación parece ganar peso si
tenemos en cuenta algunas investigaciones en las
que se han encontrado pacientes con patrones de
deterioro que podrían resultar contraintuitivos.
Diversos estudios han constatado que las partes
CAPíTULO 7. Semántica
del cuerpo y los instrumentos musicales, que a
priori clasificaríamos, respectivamente, como seres vivos y objetos inanimados, respectivamente,
no se comportan como el resto de componentes
de su categoría. Por un lado, se han encontrado
pacientes con dificultades específicas para recuperar información sobre los seres vivos que, sin
embargo, no tenían ningún tipo de problema en
relación al conocimiento correspondiente
a las
partes del cuerpo.
Completando la doble disociación, se ha encontrado también que los pacientes con déficits
específicos para los objetos inanimados suelen mostrar el patrón contrario, con un conocimiento conservado para los seres vivos, pero
problemas en cuanto a las partes del cuerpo.
Además, a pesar de las dificultades relacionadas
con los objetos inanimados de estos pacientes,
en ocasiones su conocimiento acerca de los instrumentos musicales se encuentra preservado.
Los instrumentos musicales son, sin duda, seres inanimados, y parece sensato clasificar las
partes del cuerpo como seres vivos, pero estos
dos tipos de objetos podrían depender de características distintas que el resto de miembros de
su grupo. El conocimiento que normalmente se
tiene sobre los instrumentos musicales, al menos
aquellas personas que no saben tocar ninguno,
se limita a ciertas características sensoriales de
forma, color o sonido. En cambio, el conocimiento sobre las partes del cuerpo depende más
de su función, de para qué o cómo se utilizan.
La distinción según características sensoriales y
funcionales se ha extendido también a dominios
rcaso
11
semánticos más amplios, como el de los objetos
y las acciones. Se han descrito casos de pacientes con un deterioro específico para los animales en comparación con herramientas y también
con acciones, lo que cobra sentido si asumimos
que las acciones tienen un contenido semántico
más de tipo funcional. Como vemos, el patrón
de deterioro encontrado en muchos de estos
pacientes sería fácilmente explicable según las
hipótesis basadas en la distinción entre características sensoriales y funcionales.
Trastornos progresivos
Las enfermedades
neurodegenerativas
provocan la muerte progresiva de las células cerebrales. Hablamos
de demencia cuando la
pérdida neuronal da lugar a un deterioro en
las funciones cognitivas. Este tipo de trastorno aparece normalmente
en personas de edad
avanzada, y provoca en muchas ocasiones un
deterioro de la memoria que puede afectar al
conocimiento
semántico.
La enfermedad de Alzheimer (EA) es el tipo
de demencia más habitual. La pérdida neuronal asociada a la EA comienza en las regiones
del hipocampo y la corteza temporal medial,
para ir extendiéndose
poco a poco a las regiones anteriores y laterales del lóbulo temporal,
así como al lóbulo frontal. El patrón de deterioro cognitivo asociado a esta enfermedad se
caracteriza principalmente
por un deterioro de
la memoria episódica, pero suele incluir también un déficit de la memoria semántica.'? Los
clínico
La paciente EW, descrita por Caramazza y Shelton,18 era una funcionaria jubilada de 72 años
que había sufrido un accidente cerebrovascular en la región frontoparietal del hemisferio
izquierdo. Su lenguaje espontáneo era fluido y
coherente, y su percepción visual estaba dentro de la normalidad. Una evaluación exhaustiva reveló que EW presentaba un problema
específico para el procesamiento de los animales, en comparación con otro tipo de objetos.
~I
déficit quedó claro en tareas tan dispares
como denominación de dibujos de animales y
herramientas, identificación de sonidos producidos por animales o artefactos, decisión de
objetos (decidir si un animal o herramienta es
real o no), decisión de partes (decidir cuál de
dos cabezas corresponde a un animal, o cuál
de dos elementos corresponde a un utensilio),
etc. Además, el déficit específico de categoría
presentado por EW afectaba a los animales,
pero no a otras categorías de seres vivos, como
frutas o verduras, que estaban intactas.
..J
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
pacientes con EA presentan normalmente dificultades para llevar a cabo tareas de naturaleza
semántica, como denominación de dibujos o
juicios de sinonimia (determinar si dos palabras significan lo mismo o no). Tanto es así,
que tareas como la fluidez categorial parecen
situarse entre las mejores herramientas neuropsicológicas para la detección del deterioro
cognitivo leve (DCL).19
El DCL es una entidad diagnóstica que se
aplica a un determinado grupo de pacientes con
problemas cognitivos mayores de lo esperable
por su edad. El déficit presentado por los pacientes con DCL es real; por lo tanto, no se reduce a una percepción subjetiva del paciente o
de sus cuidadores, pero no es lo suficientemente
importante aún para interferir con su vida cotidiana, y en ocasiones resulta difícil detectado
mediante pruebas neuropsicológicas. Cuando
el deterioro afecta fundamentalmente al campo
de la memoria, se conoce como DCL amnésico.
La importancia de detectar cuanto antes este estado radica en que la mayoría de los pacientes
que lo presentan acaban desarrollando la EA en
los cinco años siguientes. Dada la ausencia de
un tratamiento eficaz contra la EA, la detección
temprana, e incluso preclínica, de estos pacientes, resulta de vital importancia para el desarrollo de programas de entrenamiento que preserven sus capacidades cognitivas.
Otro tipo de enfermedad neurodegenerativa
(menos común que la EA, pero muy relevante
en cuanto al deterioro de la memoria semántica) es la demencia frontotemporal
(DFT). A
diferencia de lo que ocurre en la EA, la atrofia
asociada a esta enfermedad aparece en el lóbulo frontal y se distribuye poco a poco hacia
el lóbulo temporal. Dada su naturaleza frontal,
el efecto principal de la DFT es la aparición
de trastornos disejecutivos, aunque también es
común la afectación del lenguaje."
Dependiendo de la distribución de la atrofia y
del tipo de deterioro de la capacidad lingüística,
se distinguen dos tipos de DFT. Los pacientes
con una afectación eminentemente temporal,
en regiones laterales e inferiores del lóbulo,
además de en el polo temporal, suelen presentar
un deterioro del lenguaje conocido como afasia
progresiva fluente, o también demencia semántica. La demencia semántica se caracteriza por
un lenguaje fluente, aunque con problemas de
denominación y comprensión de palabras que
abarcan varios dominios semánticos. Los pacientes con demencia semántica fallan sistemáticamente en tareas como emparejamiento entre dibujos y palabras o denominación, lo que
pone de manifiesto una profunda degradación
de su conocimiento semántica. Varios estudios
de caso único han encontrado, además, que los
pacientes con demencia semántica presentan
dificultades específicas para las representaciones semánticas relacionadas con los sustantivos/
objetos, en contraposición a otros dominios semánticos, como el de los verbos/acciones.
En otras ocasiones, la distribución de la atrofia asociada a DFT afecta principalmente a los
lóbulos frontales. Los pacientes que sufren esta
variante de la enfermedad suelen presentar un
cuadro de deterioro lingüístico conocido como
afasia progresiva primaria o afasia progresiva
no fluente. Este síndrome se caracteriza principalmente por problemas de producción, con
errores fonológicos o gramaticales, pero no de
contenido semántica. Sin embargo, estudios
recientes apuntan a la presencia de un déficit
de tipo semántica que afecta de forma selectiva a los significados de los verbos/acciones.
Finalmente, en los últimos años ha crecido
el interés por el estudio de posibles déficits semánticos en pacientes que, a priori, no parecen
presentar un deterioro lingüístico, pero sí de la
función motora." Es el caso de personas con
esclerosis lateral amiotrófica, parálisis supranuclear progresiva asociada a demencia o degeneración corticobasal. Varios estudios han demostrado que estos pacientes presentan un deterioro
específico para el conocimiento semántica relacionado con las acciones. Estas dificultades parecen presentarse también en pacientes con una
enfermedad mucho más común, también caracterizada principalmente por un trastorno motor,
como es la enfermedad de Parkinson (EP). La
EP es un trastorno neurodegenerativo
debido
a un déficit de dopamina en los circuitos cere-
CAPíTULO 7. Semántica
!caso
•
clínico
González-Nosti, Cuetos y Martínez20 evaluaron la
memoria semántica de dos pacientes con DFT. BM,
un ingeniero naval de 71 años, presentaba la variante temporal de la DFT (demencia semántica). Por su
parte, el carpintero de 73 años AO sufría la variante frontal de esta demencia (afasia progresiva no
fluente). Los pacientes llevaron a cabo tareas eminentemente semánticas, como emparejamiento
didebujo-dibujo, palabra-dibujo y palabra-definición,
nominación, categorización o fluidez, todos ellos con
L..:0mbres
de objetos. También se utilizaron pruebas
brales encargados del movimiento. Entre sus síntomas característicos encontramos rigidez muscular y temblores, acompañados de bradicinesia
o acinesia. Además, en ocasiones también se han
descrito enfermos de EP con trastornos leves del
lenguaje, en concreto de tipo semántica. Diversas investigaciones han puesto de relieve un deterioro selectivo para el conocimiento sobre acciones/verbos en estos pacientes, tanto mediante
tareas neuropsicológicas sencillas (como la denominación de dibujos) como con paradigmas más
complejos (el ya citado priming semántica). La
aparición de este tipo de déficit en pacientes con
trastornos motores apoya la idea de que el conocimiento semántica de los verbos que expresan
movimientos depende de las estructuras implicadas en la realización de esos movimientos.
Degradación
de acceso
de contenidos o problema
Uno de los principales problemas a los que se
enfrenta el neuropsicólogo a la hora de evaluar
la capacidad semántica de un paciente es poder
determinar si el déficit observado tiene su origen en la degradación de los contenidos de la
memoria semántica, o bien en una imposibilidad para acceder a los mismos.
Warrington y Shallice" propusieron una serie
de criterios que deben cumplirse en una evaluación para poder estar seguros de que el problema se encuentra en la pérdida de las representaciones semánticas, y no en dificultades de acceso
a las mismas:
no semánticas de repetición y lectura de palabras y
seudopalabras.
BM y AO obtuvieron resultados cercanos a la normalidad en estas últimas pruebas. En
cambio, los resultados de BM señalaron un importante déficit en la memoria semántica relacionada
con los objetos que no aparecía en AO. Un análisis
del patrón de errores mostró, además, que mientras
AO producía exclusivamente errores de tipo fonológico (ej.: «arsilla» por «ardilla»), BM cometía, asimismo,
un buen número de errores semánticos (ej.: «zapato" por «calcetín", «música" por «piano-),
--.J
• El primer criterio se refiere a la consistencia
en los resultados relacionados con los mismos
ítems utilizados en diferentes pruebas y a lo
largo del tiempo. Parece lógico pensar que
un paciente que ha perdido la representación
del concepto «perro» será incapaz tanto de
nombrar el dibujo de un perro como de emparejado con la palabra «perro», y que fallará
siempre que se le presenten estos ítems.
• El segundo asume una mejor preservación
del conocimiento superordinado
que del subordinado.
Si entendemos el conocimiento
semántica como una estructura jerárquica de
entradas que incluyen otras entradas, tiene
sentido esperar que la desaparición del concepto «perro» conlleve una mayor pérdida en
el conocimiento
sobre los tipos de perros y
sus características que sobre la categoría superordinada «animal».
• El tercer criterio presupone una mayor pérdida de los ítems menos frecuentes, que se
verían más fácilmente afectados por la pérdida de conocimiento semántica que los de frecuencia más alta.
• El cuarto criterio se refiere a la falta de mejoría ante la administración de pistas y ausencia
de efecto de priming semántica, que no podrá
aparecer si se han perdido las representaciones semánticas.
• En una versión posterior, los autores introdujeron un quinto y último criterio; según
éste, una mejoría en la ejecución del evaluado al disminuir la tasa de presentación de los
11
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
estímulos, proporcionando
más tiempo para
intentar acceder a la información correspondiente, indicaría un problema de acceso.
Aunque son, sin duda, un referente a tener en
cuenta en la evaluación de pacientes con probable daño semántico, los criterios del grupo
de Warrington no están exentos de problemas.
Uno de sus principales inconvenientes es que
entienden la degradación del conocimiento semántico como un proceso de todo o nada, sin
dar lugar a una posible degradación parcial del
-
El procesamiento semántico es fundamental en
casi toda actividad lingüística, ya que uno de los objetivos principales de la comunicación es la transmisión de significados. La capacidad cognitiva que nos
permite almacenar dichos significados se conoce
como memoria semántica. Desde la aparición del
seminal modelo de Quillian, la memoria semántica
se ha concebido como una red, más o menos jerárquica, de entradas conectadas entre sí por distintos
tipos de relación. La activación de una de estas entradas se propaga a través de la red activando las
entradas relacionadas, lo que explica el fenómeno
del priming semántico. Algunos autores entienden
dichas entradas como un listado de características
que definen los distintos conceptos, o bien como un
prototipo que agrupa las características promedio
de los diferentes ejemplares. Otros hacen énfasis,
no en la naturaleza de las entradas semánticas,
sino en la distancia entre unas y otras, en función
de la co-aparición de las palabras en el lenguaje.
Cada una de estas dos perspectivas da cuenta de
diferentes efectos empíricos: el de tipicidad y el de
asociación semántica, respectivamente.
El procesamiento semántico da lugar a actividad
neuronal, principalmente en regiones ventrales
y media les del lóbulo temporal izquierdo, aunque
también en otras, como la circunvolución angular
en el lóbulo parietaI o en la corteza prefrontal. La
aparición de actividad específica para distintos tipos
de significados en regiones involucradas en nuestra
mismo. Por ejemplo, si entendemos que la información semántica se estructura en función
de características semánticas, podemos imaginar
que se pierdan sólo parte de las características
que corresponden a un concepto determinado, conservándose el resto. Este tipo de degradación parcial podría explicar la aparición de
efectos de priming semántico o la mejoría ante
la administración de pistas, y también el deterioro relativo de niveles de categorización inferiores en pacientes sin problemas de acceso.
interacción con sus referentes ha dado lugar a propuestas como la hipótesis sensoriomotora. Según
ésta, el conocimiento semántico se estructura en
forma de información específica de modalidad. Esta
hipótesis se reelabora en la teoría de la topografía
conceptual, que añade ideas como la «zona de convergencia», constituida por neuronas asociativas
que agrupan la información de cada modalidad, o el
«principio de similitud», según el cual las neuronas
asociativas se situarán más cerca cuanto más similares sean los conceptos que enlazan. Una lesión
focal de este sistema neuronal puede provocar un
trastorno de la capacidad semántica para un grupo
determinado de conceptos, dando lugar a lo que se
conoce como déficit específico de categoría. De especial relevancia resulta la disociación entre seres
vivos e inanimados, que ha dado lugar a un importante debate sobre el modo en que se distribuyen
las características semánticas y a la aparición de la
hipótesis sensorial-funcional.
Algunas enfermedades neurodegenerativas también provocan un deterioro de la memoria semántica. Es el caso de la enfermedad de Alzheimer, y
de un tipo de demencia frontotemporal conocido
como demencia semántica. Asimismo, trastornos
neurodegenerativos que afectan al sistema motor,
como la enfermedad de Parkinson, también parecen provocar cierto grado de deterioro semántico;
en concreto del conocimiento relacionado con los
verbos que expresan movimientos.
CAPÍTULO 7. Semántica
•
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Qué problemas presenta el modelo de Quillian, y qué otros modelos los solucionan?
• ¿Cómo se explica el fenómeno del prímíng semántico? ¿Por qué es relevante en la evaluación de pacientes con deterioro semántico?
• ¿Cómo se representa el conocimiento semántico según la teoría de la topografía conceptual?
¿Qué ideas de hipótesis anteriores integra esta
teoría? ¿Cómo lo hace?
• ¿La aparición de déficits específicos de categoría implica que el conocimiento semántico se
estructura en categorías discretas?
• ¿Qué hipótesis sobre las bases neuronales del
conocimiento semántico encuentran apoyo en
los estudios de pacientes con trastornos del
movimiento?
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Pragmática
José Manuellgoa, Mercedes Belinchón y Elena Marulanda
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Pragmática del lenguaje y procesos psicolingüísticos
Arquitectura neurocognitiva del procesamiento pragmático del lenguaje
Alteraciones neuropsicológicas en el procesamiento de enunciados figurados
J
J
y significado
INTRODUCCiÓN
Lenguaje, comunicación
La Pragmática es una disciplina que cruza las
fronteras entre la Lingüística, la Filosofía del
Lenguaje y la Psicolingüística.
En un sentido
general, se dice que la Pragmática se ocupa de
estudiar el uso del lenguaje. Indagar acerca del
uso del lenguaje supone preguntarse para qué
sirve, qué cosas podemos hacer con él, cuáles
son las funciones que desempeña en la vida de
los usuarios y cómo se llevan a cabo esas funciones,
El lenguaje es, sin duda, una herramienta
multiusos, pues sirve para distintas cosas: en
primer lugar, es una herramienta
para representar objetos, eventos y experiencias, es decir,
se trata de un sistema simbólico o «intencional» que empleamos para referimos a las cosas
del mundo; en segundo lugar, es una herramienta para transmitir información o conocimientos sobre el mundo y para compartir las
intenciones y estados de sus usuarios, es decir,
para comunicamos;
y por último, es una herramienta eficaz para controlar, regular y planificar nuestras propias acciones y las de los
demás. En suma, el lenguaje es una herramienta del pensamiento, en su función simbólica o
representacional,
y de la acción y la interacción humanas, en sus funciones comunicativa
y regulad ora. Dentro de este marco de análisis,
la Pragmática se puede definir como la disciplina que abarca el estudio de las competencias y
actividades vinculadas al ejercicio de las funciones del lenguaje, y, más en particular, de la
función comunicativa.
La comunicación
lingüística se basa en dos
competencias diferenciadas: por un lado, la capacidad de procesar «formas» lingüísticas (morfemas, palabras, oraciones) para desvelar su
significado, y por otro, la capacidad de interpretar acciones humanas, esto es, conductas
significativas que expresan intenciones. Todo
enunciado lingüístico proferido por un hablante competente en los dos sentidos mencionados
expresa, por tanto, dos clases de significado:
un significado lingüístico, que resulta de los
significados de las partes que forman el enunciado y del modo en que éstas se combinan, y
un significado pragmático, que expresa la intención del hablante, esto es, lo que el hablante
pretende dar a entender al oyente cuando emite el enunciado en un contexto determinado.
Según la visión tradicional, los significados lingüístico y pragmático son independientes,
y se
recuperan mediante operaciones psicológicas
distintas. Así, el significado lingüístico consiste
en proposiciones
que representan estados de
cosas en el mundo y que, por tanto, tienen un
«valor de verdad». En consecuencia, la interpretación de un enunciado es el proceso por el
cual el oyente determina qué condiciones han
de darse para que el enunciado sea verdadero,
y el significado se define como las condiciones
de verdad del enunciado. En cambio, el significado pragmático de un enunciado no depende
de su correspondencia
con un determinado estado de cosas del mundo, sino de la intención
del hablante que lo profiere. Por tanto, no se
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
puede evaluar en términos de su verdad o falsedad, sino en función de otras consideraciones, como su adecuación al contexto en el que
se usa, su mayor o menor eficacia en la realización de la intención que expresa o su coherencia con las creencias y deseos de quien lo
produce. En este sentido, podemos decir que
todo enunciado lingüístico se enmarca en un
«acto de habla», que presenta tres componentes (en realidad, tres actos distintos que se ejecutan de forma simultánea): un componente
«locutivo», por el que se «dice» algo (un contenido proposicional);
un componente
«ilocutivo», por el que se «realiza» algo al decirlo,
o se hace efectiva la intención del hablante al
proferido;
y un componente
«perlocutivo»,
por el que se produce un efecto en el oyente
o destinatario.'
Los actos de habla, entonces,
son acciones o conductas en el sentido más cabal de estos términos, es decir, son literalmente «cosas que hacemos» con el lenguaje, como
informar, declarar, convencer, prometer, pedir,
suplicar o exigir algo, entre otras. Los actos del
habla se pueden definir y distinguir entre sí en
base a unas reglas, denominadas «condiciones
de realización feliz». Por ejemplo, una condición esencial de las promesas es que quien las
realiza esté en disposición y tenga la voluntad
de cumplirlas; una condición esencial de las
peticiones, órdenes o súplicas es que quien las
recibe pueda satisfacerlas.?
Según lo dicho hasta aquí, el análisis del significado de los enunciados lingüísticos queda
como una tarea repartida entre dos disciplinas:
la Semántica, que examina la relación del lenguaje con el mundo, y la Pragmática, que estudia la relación del lenguaje con sus usuarios.
Sin embargo, hay dos problemas que enturbian
y complican esta aparentemente
nítida división
del trabajo. Por una parte, parece obvio que
la mayoría de los enunciados lingüísticos no
contienen toda la información necesaria para
derivar una representación
proposicionaI. Esto
sucede de forma evidente en oraciones que incluyen términos indéxicos, como pronombres
personales (ej.: «ella es estudiante»), sintagmas
demostrativos «<ese chico está dormido») 010-
cuciones adverbiales «<aquí hace calor», «antes no había móviles»); pero también en otras
muchas expresiones (por ejemplo, en una oración sencilla y aparentemente
desprovista de
ambigüedad como «El libro es rojo», el significado lingüístico de los términos no permite
aclarar si el predicado «rojo» se aplica a todo
el objeto «libro» o tan sólo a una de sus partes,
ya sea la cubierta o el papel en el que está impreso). Este problema de «infradeterrninación
semántica» se da continuamente
en el lenguaje natural, y nos indica que el significado
lingüístico de un enunciado rara vez coincide
con su significado proposicional,
por lo que
precisa de un enriquecimiento
adicional. Por
consiguiente, ya no son dos, sino tres, los planos del significado que debemos considerar:
un significado «lingüístico», semánticamente
infradeterminado;
un significado «proposicional», enriquecido por elementos contextuales;
y un significado «pragmático», referido a la intención del hablante.'
Un segundo problema, directamente derivado del anterior, es el relativo a las relaciones
que se pueden establecer entre los tres planos
de significado que acabamos de enunciar y al
papel que se atribuye a las inferencias en la
derivación de los significados proposicional
y pragmático
de los enunciados
lingüísticos.
Las inferencias son operaciones
(procesos de
cómputo, en una descripción cognitiva) que
añaden información contextual (extralingüístiea) al significado lingüístico para derivar otras
formas de significado. Según la visión tradicional en Pragmática, la denominada
«teoría
pragmática estándar»," la interpretación
de los
significados lingüístico y proposicional
descansa en procesos encapsulados de descodificación lingüística, el primero, y de inferencias
semánticas indispensables, el segundo, hallándose ambos desprovistos de inferencias pragmáticas, relativas a la intención del hablante.
Según esta concepción, que mantiene intacta
la división entre Semántica y Pragmática, de la
integración de estos dos niveles de significado
se desprende el sentido «literal- del enunciado,
y sólo si de este primer nivel de computación
CAPíTULO 8.
del significado literal resulta un significado incongruente con el contexto, el intérprete se ve
empujado posteriormente
a añadir inferencias
pragmáticas para descubrir el significado pretendido por el hablante.
En contra de esta postura, muchos autores
defienden la prevalencia de la interpretación
pragmática en la comunicación
lingüística, y
con ella la idea de que incluso el contenido
proposicional
se tiene que inferir, al menos
parcialmente,
de premisas relativas a la intención comunicativa
del hablante. Desde esta
perspectiva,
la comunicación
lingüística implica siempre procesos de «lectura mental»,
y la infradeterminación
semántica del significado proposicional
sólo se puede corregir
mediante inferencias pragmáticas.
Dado que
lo que el enunciado dice (el significado proposicional) depende de lo que el enunciado
implica (el significado pragmático),
no tiene
sentido, para estos autores, atribuir un significado literal a los enunciados lingüísticos.
La comunicación humana
como actividad inferencial
Como acabamos de ver, las inferencias son
un ingrediente
esencial de la comunicación
lingüística, en la medida en que resultan imprescindibles
no sólo para derivar el significado pragmático,
sino también para ir más
allá del significado
lingüístico y resolver el
problema de la infradeterminación
semántica. Prácticamente
todas las teorías pragmáticas coinciden en afirmar que la comunicación
humana es una actividad eminentemente
inferencia!. Esto equivale a decir que la comunicación lingüística no se reduce a un mero
intercambio
de información
entre un emisor y un receptor, aunque naturalmente
lo
incluye, y que, por tanto, no se circunscribe
a procesos de codificación y descodificación
de señales en mensajes de acuerdo con un
sistema de reglas combinatorias
(sintaxis)
y de interpretación
de signos (semántica).
Las inferencias que se realizan en la comunicación lingüística se suelen dividir en dos catego-
Pragmática
11
rías generales: las «explicaturas» y las «implicaturas». Las «explicaturasson inferencias que
operan sobre el significado lingüístico para derivar lo que el mensaje dice (el significado proposicional); se trata, entre otras, de inferencias
que permiten identificar los antecedentes
de
los pronombres
o desambiguar piezas léxicas
(como exige el enunciado «Él se acercó hasta el banco»). Por su parte, las «implicaturasson inferencias que se realizan para derivar el
significado del hablante. Algunas de ellas tienen un carácter general y convencional> en la
medida en que no se refieren a situaciones o
contextos comunicativos
concretos, sino que
se aplican por defecto. Así, las llamadas implicaturas «convencionales» vienen inducidas por
presuposiciones
asociadas a los significados
de ciertas palabras, independientemente
de su
contexto de uso. Por ejemplo, el adverbio «incluso», en una oración como «Incluso Juan lo
sabe», introduce convencionalmente
la presuposición de que «Juan no suele saber las cosas».
Otras implicaturas (las «no conversacionales»)
no se refieren directamente a la intención del
hablante, sino que funcionan como premisas
necesarias o útiles para la comprensión de la
misma. Así, para entender la expresión «Me
duele la cabeza» como forma indirecta de rechazar una invitación a ir al cine, es preciso
derivar una implicatura no conversacional que
relacione el dolor de cabeza con la práctica de
ciertas actividades sociales o lúdicas, como la
de ir al cine.
Las inferencias que aluden directamente
a
la intención del hablante son las implicaturas
«conversacionales»,
que se derivan del conocimiento implícito que hablantes y oyentes
comparten sobre las condiciones que permiten organizar y sostener una conversación. Un
principio fundamental que regula de modo implícito la actividad comunicativa es el principio
de «cooperación»." En virtud de este principio,
y en aras de lograr la máxima eficacia comunicativa, los participantes
deben tratar de ser
veraces, concisos, pertinentes y ordenados a la
hora de transmitir sus intenciones comunicativas. La transgresión por el hablante de alguna
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
de estas normas o «máximas conversacionales», que se da típicamente en actos de habla
figurados o no literales, como las peticiones
indirectas, las metáforas, las ironías y los modismos, provoca que el interlocutor
inicie un
proceso inferencial, que finalmente le permite
desvelar la implicatura conversacional
e interpretar el significado pretendido por el hablante; así ocurre, por ejemplo, cuando alguien que
ha planeado una excursión comprueba que ese
día amanece diluviando y dice: «i Qué día tan
agradable!»; al ser este comentario
manifiestamente falso y transgredir, por tanto, una de
las máximas de la conversación, el interlocutor
debe inferir que el hablante, en este caso, ha
pretendido comunicar lo contrario de lo que
ha dicho.
Un asunto de particular interés psicológico
en el estudio de las inferencias pragmáticas
es el grado de obligatoriedad
u opcionalidad
que tienen para la comprensión
de los actos
comunicativos, así como el grado de automaticidad o de control consciente que entraña su
realización. El hecho de que la mayor parte
de estas inferencias se realiza de forma automática y por debajo del nivel de la conciencia
del sujeto, al igual que la rapidez, y presumiblemente la obligatoriedad,
con que parecen
ser derivadas por los participantes
en una
conversación, han dado pie a pensar que estas
operaciones mentales se hallan encapsuladas,
es decir, pertenecen a un módulo cognitivo, o
sistema de propósito específico, diseñado para
el procesamiento
de información
pragmática
en escenarios comunicativos.'
Sin embargo,
el principal escollo que tiene que superar una
interpretación
modular de los procesos inferenciales es la de dar cuenta de cómo un sistema cognitivo especializado en la inducción de
estados mentales puede estar encapsulado y a
la vez acceder a fuentes de información
muy
diversas, como habitualmente
sucede cuando
hacemos inferencias.
Otra cuestión psicológicamente
relevante
desde el punto de vista pragmático es la consideración de la comunicación
humana como
actividad «racional», guiada por el propósito
de maximizar la eficacia comunicativa
de los
actos de habla en beneficio de los distintos
participantes,
y derivada y dependiente,
por
tanto, de capacidades o competencias
cognitivas más generales. En las teorías pragmáticas
actuales, se entiende por «beneficio» la modificación satisfactoria o útil de los «contextos
cognitivos» de dichos participantes
(es decir,
sus creencias y conocimientos
previos), y se
asume que en aras de dicho objetivo puede ser
conveniente
hacer explícitos ciertos aspectos
de las intenciones comunicativas
de los interlocutores mientras se mantienen otros implícitos. Por ello, se dice que la comunicación
humana es al mismo tiempo «inferencial» y
«ostensiva»: inferencial, porque requiere «sacar a la superficie» información implícita que
no está presente en el significado lingüístico;
y ostensiva, porque provee al interlocutor
de
signos (gestos o palabras) que le permiten recuperar esta información oculta.v"
Dentro de los parámetros que definen el carácter racional de la comunicación
lingüística
humana, algunos autores ponen énfasis en el
carácter cooperativo
de la comunicación,
y
consideran que el compromiso
de los interlocutores con el «principio de cooperación»
antes aludido es esencial para dar cuenta del
equilibrio entre la información dada e implícita que caracteriza los intercambios comunicativos humanos. La transgresión de las máximas
conversacionales
derivadas de este principio se
interpreta, entonces, como un modo indirecto,
más sofisticado y tolerable desde el punto de
vista social, de transmitir una intención comunicativa particular, que no se podría evaluar de
forma tan manifiesta y eficaz si el hablante se
atuviera estrictamente a las normas de la conversación. Para otros, en cambio, la comunicación se rige por un «principio de relevancia (o
pertinencia)," es decir, por el intento de ofrecer y obtener el máximo beneficio cognitivo a
costa de un esfuerzo o coste comparativamente
menor para los interlocutores.
Según los promotores de esta teoría, el cálculo de la relevancia es un proceso que acompaña de forma implícita al proceso de descodificación lingüística
CAPíTULO 8.
\
(
de todos los enunciados. Debido a ello, y también al supuesto de que todo enunciado, por el
mero hecho de ser proferido, implica la presunción de su relevancia y provoca en el oyente un razonamiento inferencial, los enunciados
figurados o no literales no son vistos por esta
teoría como un tipo «especial» o «anómalo»
de lenguaje, sino como una manifestación más
(aunque quizá más extrema e ilustrativa) de la
naturaleza ostensivo-inferencial
de la comunicación humana.
La teoría de la relevancia, al igual que su predecesora, la teoría de la cooperación,
es una
teoría cognitiva de la comunicación. En ambas
se concede un papel esencial a los procesos de
atribución de estados mentales entre los participantes en los intercambios
comunicativos
y, por ello, a la capacidad humana de razonar
(deductivamente)
y de crear metarrepresentaciones, esto es, representaciones
mentales de
otras representaciones.
El carácter metarrepresentacional
de la comunicación
inferencial
se aprecia de forma particularmente
clara en
la formulación que hacen estas teorías de los
actos comunicativos.
Estos actos comprenden
dos estratos de intenciones superpuestos:
en
primer lugar, una intención informativa, consistente en hacer manifiestos al interlocutor
ciertos supuestos; y en segundo lugar, una intención comunicativa, que estriba en hacer que
el interlocutor reconozca la intención informativa anterior. La intención informativa es una
metarrepresentación
de «segundo orden», pues
persigue crear en la mente del interlocutor la
representación
de un estado de cosas «<A pretende que B piense p»), en tanto que la intención comunicativa es una metarrepresentación
de tercer orden, dado que pretende el reconocimiento de la intención informativa del hablante por parte del interlocutor «<A pretende
que B reconozca que A quiere I», donde! es la
intención informativa).
En los próximos apartados revisaremos las
competencias
y los procesos cognitivos que
subyacen al uso comunicativo del lenguaje, incluyendo sus correlatos cerebrales y sus principales alteraciones. Esta materia constituye el
Pragmática
11I
núcleo de las investigaciones sobre Pragmática
del Lenguaje (también llamada «Pragmática
Experimental»)
de las que ha surgido una materia que se empieza a conocer como «Neuropragmática»."
PRAGMÁTICA DEL LENGUAJE
Y PROCESOS PSICOLlNGüíSTICOS
Las investigaciones
pragmáticas
han abarcado, en las últimas décadas, fenómenos muy
diversos y dispares, como la organización y regulación de diálogos y conversaciones, el procesamiento de enunciados figurados (peticiones indirectas, metáforas, modismos, ironías,
proverbios, etc.), la realización de las llamadas
«implicaturas escalares» o implica tu ras que se
derivan de términos lógicos, como los cuantificadores y otros operadores (ej.: verbos modales como «poder» o «deber», o conjunciones
como «y» U «o»), la coordinación
gestos-lenguaje en los actos de habla, y otros muchos."
Sin embargo, la mayor parte de los estudios se
ha referido a la derivación de inferencia s pragmáticas en distintas clases de enunciados, por
lo que serán los procesos de derivación de implicaturas escalares y, sobre todo, los de comprensión de enunciados figurados, los que centrarán a partir de ahora nuestro interés.
La comprensión de enunciados
con términos lógicos
El uso de términos lógicos en el lenguaje natural es un ámbito apropiado para plantear el
problema de las relaciones entre la Semántica
y la Pragmática, asunto al que ya hemos aludido anteriormente
en este capítulo. Una de las
preguntas más relevantes al respecto es la de
hasta qué punto los seres humanos se ajustan
a las reglas de la lógica formal en sus procesos
de razonamiento
y de interpretación
de enunciados, cuestión que entronca con la discusión
sobre el papel de las inferencias pragmáticas
en la comprensión,
y con el problema, más
general, de la hipotética «racionalidad» de los
actos comunicativos.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Entre las inferencias más estudiadas en relación con este problema, se encuentran
las
llamadas «implicaturas escalares», inferencias
pragmáticas que se realizan sobre operadores
lógicos, como «algunos» u «o», que forman
parte de una escala con distintos grados de
«fuerza informativa».
La fuerza informativa
equivale a la extensión que alcanza la referencia de las expresiones lingüísticas en las que
se utilizan estos operadores. Así, la escala de
los cuantificadores
se puede ordenar, según
su fuerza informativa, de la siguiente manera:
[todos > la mayoría de ;::: muchos z; algunos
;::: pocos], donde cada miembro de la escala
introduce un conjunto igual o mayor de elementos que el que le sigue. Otro tanto ocurre
con los operadores [y ;::: o]; así, «Juan estudia
inglés y francés» define un conjunto igual o
mayor de lenguas (dos) que «Juan estudia inglés o francés», dado que «y» tiene siempre una
lectura inclusiva, mientras que «o» puede tener
una lectura inclusiva «<cualquiera de ellas») o
disyuntiva «<sólo una de ellas»). Así las cosas,
en circunstancias en las que un hablante puede
elegir un operador con mayor fuerza informativa (vtodos- o «v») y elige uno de menor fuerza «<algunos» u «o»), el uso de estos últimos
induce una implicatura escalar por parte del
oyente, esto es, la inferencia de que, al usar los
operadores menos fuertes, el hablante pretende definir un conjunto más pequeño de referentes; de este modo, «algunos» se interpreta
comúnmente como «no todos» (aunque, desde
un punto de vista lógico, también es congruente o compatible con «todos»), y «o», como un
operador de disyunción «<uno u otro, pero no
ambos»).
Los estudios dedicados al procesamiento
de
implicaturas escalares se han propuesto averiguar en qué medida el significado lógico de las
expresiones lingüísticas que hacen uso de operadores lógicos se activa o no en una etapa de
procesamiento
previa a la realización de estas
implicaturas pragmáticas. Algunos resultados
muestran un interesante
contraste
entre el
modo de proceder de los niños y de los adultos. Así, algunos estudios han comprobado
que los niños de 5 a 7 años tienden a favorecer una interpretación
lógica de enunciados
como «Todos los enanos que se comieron una
fresa o un plátano consiguieron un diamante»
(en este caso, la interpretación
inclusiva frente a la disyuntiva). En cambio, estudios efectuados con adultos revelan que estos parecen
preferir una interpretación
pragmática de tales
enunciados basada en implicaturas
escalares.
Esto se ha puesto de manifiesto tanto en tareas
explícitas de juicios como en tareas implícitas
que exploran los procesos sobre la marcha."
En contraste con estos datos, otros estudios
experimentales y algunos trabajos con registro
de potenciales evocados arrojan un patrón de
resultados distinto que indica que, en vez de
derivarse automáticamente
o «por defecto», las
implicaturas escalares son procesos comparativamente más lentos, dependientes del contexto y «racionales».
El contraste entre los resultados con niños
y con adultos se ha interpretado apelando a la
idea de que las implicaturas escalares contribuyen a enriquecer pragmáticamente
el significado proposicional,
pero al mismo tiempo requieren un mayor esfuerzo de procesamiento y,
por tanto, se hallan más al alcance de los adultos que de los niños. Estudios recientes aportan
evidencia en este sentido, al comprobar que los
participantes tienden a derivar el significado lógico de los enunciados, y no sus implicaturas
escalares, cuando se realizan tareas con mayor
demanda o carga de procesamiento.
Por ende,
se ha observado que existen importantes diferencias individuales en la capacidad de los sujetos adultos para derivar este tipo de implicaturas.
Procesos cognitivos y comprensión
de enunciados figurados
Los enunciados figurados son aquellos en los
que se produce una discrepancia entre su significado literal (ya sea lingüístico o proposicional) y lo que el hablante quiere dar a entender
cuando los profiere. Es precisamente por esta
discrepancia por lo que estos enunciados han
CAPÍTULO 8. Pragmática
resultado de especial interés para los psicolingüistas, y se han convertido en el centro de numerosos estudios empíricos dirigidos a clarificar tanto la naturaleza como el curso temporal
de los procesos implicados en la derivación de
sus múltiples significados.
Desde la perspectiva de la teoría pragmática clásica, los enunciados figurados son actos
de habla que transgreden una o varias de las
máximas de la conversación
y que, por tanto, requieren
implicaturas
conversacionales
para su comprensión."
Desde esta teoría, por
otra parte, se entiende que la construcción del
significado de enunciados figurados parte necesariamente de la representación
del sentido
literal y descontextualizado
del enunciado, y
que sólo a partir de operaciones
opcionales
de inferencia, más costosas que las empleadas
para formular el significado literal, se llega a
recuperar su sentido figurado. Sin embargo,
esta concepción tradicional
ha perdido peso
frente a la idea de que los significados literal y
figurado a menudo no se distinguen tan nítidamente, y de que este último se puede activar de
manera independiente
e incluso de forma preferente al literal. A este cambio de opinión han
contribuido las propuestas de la teoría de la relevancia (que ya comentamos), pero también, y
especialmente,
los numerosos estudios que se
han dado a conocer en las últimas décadas sobre el procesamiento
de enunciados figurados
en tiempo real en personas neurológicamente
sanas y en pacientes con alteraciones de diversas clases (daños cerebrales sobrevenidos
en
la vida adulta y localizados en distintas áreas,
trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia
o la esquizotipia, o trastornos del desarrollo,
como el autismo).
Los enunciados figurados no constituyen un
conjunto bien definido y uniforme de objetos
lingüísticos. Por una parte, los criterios empleados para clasificados
en categorías son
diversos; así, en las peticiones indirectas y las
ironías, se recurre a la intención del hablante como criterio distintivo para definir este
tipo de emisiones, mientras que en el caso
de las metáforas se apela más a las relaciones
11
semánticas entre conceptos.
Por otra parte,
incluso dentro de cada categoría, encontramos subtipos relativamente
diferenciados
de
enunciados,
que emergen de propiedades
o
variables también muy diversas. Por ejemplo,
las metáforas y los modismos, pero no tanto las
ironías, se pueden clasificar en función de su
grado de convencionalidad
o familiaridad;
los modismos,
pero no así las ironías o las
metáforas, se prestan a ser clasificados según
la plausibilidad
de su interpretación
literal o
la composicionalidad
de su significado es decir, la posibilidad de reconstruir su sentido a
partir de las partes que lo componen; los rnodismos, las metáforas y las peticiones indirectas, aunque no las ironías, se pueden enjuiciar
según su grado de transparencia
semántica, es
decir, la proximidad
entre sus interpretaciones literal y figurada.
También cabe destacar que el contexto no
influye del mismo modo en la interpretación
de los distintos tipos de enunciados figurados,
dado que parece desempeñar
un papel más
decisivo en las peticiones indirectas y en las
ironías que en las metáforas o los modismos.
Por último, conviene advertir que un mismo
enunciado puede tener un valor pragmático
múltiple; por poner un caso extremo, un modismo metafórico se puede emplear de manera
irónica para hacer una petición indirecta (por
ejemplo, una madre pierde la paciencia al ver
que, en plena época de exámenes, su hijo aún
no ha empezado a estudiar y le dice: «¿Vas a
seguir hincando los codos de esa manera toda
la tarde?»),
El principal objetivo de la investigación sobre el procesamiento
de enunciados no literales es desentrañar las relaciones entre sus significados literal y figurado, a fin de determinar
hasta qué punto la recuperación
del sentido
literal es un proceso obligatorio y previo a la
derivación del significado no literal. Íntimamente vinculado a este objetivo general, está
el de averiguar cuáles son los mecanismos de
procesamiento
implicados en la comprensión
de esta clase de enunciados y determinar
en
qué medida estos mecanismos son específicos
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
de dominio, es decir, forman un módulo cognitivo o, por el contrario, se aplican a la comprensión de enunciados lingüísticos de manera
inespecífica. Una parte importante
de la evidencia al respecto está vinculada al hallazgo
de estructuras cerebrales compactas y especializadas en estos procesos, y de pruebas de la
susceptibilidad
de los mismos a alteraciones
selectivas.
En la actualidad, como ya se comentó, la
mayor parte de los modelos de procesamiento
de enunciados figurados defiende el carácter
interactivo de los procesos de interpretación
semántica y pragmática, o, lo que es lo mismo, la idea de que no hay una línea divisoria clara entre la computación
del significado
literal y la interpretación
de las intenciones
del hablante. io La prevalencia de uno u otro
significado en distintos momentos del procesamiento depende de variables como la familiaridad y frecuencia relativas de los significados, la convencionalidad
del uso figurado de
las expresiones o la transparencia
semántica
del enunciado y la consiguiente plausibilidad
de su interpretación
literal. Todas estas variables pueden conspirar o pugnar entre ellas a
favor de una u otra interpretación
a lo largo
del proceso de comprensión,
hasta dar con el
significado pertinente. Así descrito, el proceso
de interpretación
de un enunciado se halla determinado por la prominencia
relativa de sus
posibles significados, y por ello no cabe hablar
tanto de una dicotomía entre el sentido literal y el no literal, como de una escala gradual,
en la que se disponen los diversos significados
atribuibles al rnismo.!' Si tomamos el ejemplo de los modismos, nos encontramos
con
que hay modismos que sólo parecen admitir
un sentido figurado, dada la implausibilidad,
o incluso la anomalía, de cualquier interpretación literal (ej.: «hacer el indio»), mientras
que hay otros que sólo podrían interpretarse
de modo figurado en un contexto sesgado (ej.:
«lavarse las manos»).
Dado el extenso repertorio
de expresiones
figuradas
que encontramos
en el lenguaje
natural y la diversidad de variables que las
caracterizan,
resulta difícil extraer conclusiones generales sobre el procesamiento
de
este tipo de enunciados.
No obstante,
antes de proceder a la exposición separada de
las tres categorías que vamos a examinar, se
pueden hacer dos observaciones
aplicables a
todas ellas, y que tienen que ver con el papel
del contexto en la activación del significado
no literal. La primera observación
es que el
contexto afecta por igual a la derivación del
sentido literal y del sentido figurado de un
enunciado,
de lo que se deduce que el significado literal (lingüístico o proposicional)
no se activa por defecto ni es, por tanto, insensible al contexto en el que aparece Y Una
propuesta interesante a este respecto es la que
sugiere que, al interpretar
un enunciado,
se
da inicialmente
una primacía del significado
literal en un nivel local, es decir, al interpretar los primeros constituyentes
del enunciado.
Estos, sin embargo, pueden activar de inmediato representaciones
no literales que condicionen la interpretación
de los constituyentes
sucesivos, hasta el punto de que el sentido literal del enunciado puede quedar postergado
o cancelado en relación a otras interpretaciones no literales del mismo. En consecuencia,
la interpretación
literal del enunciado en su
totalidad a menudo no llega a computarse en
absoluto.:'
La segunda observación es que el papel del
contexto está modulado por otras variables,
como la prominencia
del significado (literal o
figurado) de la expresión o la convencionalidad y la frecuencia de los diversos usos de
la misma. Así, se ha comprobado
que los vehículos muy convencionales
de metáforas nominales (ej.: «firme», «duro», «débil», en expresiones como «aquel profesor era muy ... »)
activan su sentido metafórico
con independencia del contexto en que se emplean las
metáforas. De un modo similar, los modismos
poco transparentes semánticamente
y cuyo final es altamente predecible (ej.: «rasgarse ... [las
vestiduras]») se procesan con extrema rapidez,
incluso antes de que haya concluido su emisión
completa.
CAPíTULO 8.
Comprensión
de metáforas
La metáfora es un acto de predicación por el
que un concepto de un dominio se interpreta a
través de un concepto perteneciente
a un dominio distinto. La predicación metafórica sirve
normalmente
para identificar o, más propiamente, para atribuir propiedades a los referentes o conceptos que caen bajo su dominio. La
metáfora comprende siempre dos elementos:
el vehículo, concepto que desempeña la función de predicado, y el tópico o tenor, que es
el argumento objeto de predicación. Así, en la
expresión metafórica «Ese hombre es una máquina», el SN «ese hombre» es el tenor del que
se predica que es «una máquina», que actúa
como vehículo de la metáfora.
La función de predicación ejercida por las
metáforas se ha interpretado
de diversos modos, que se pueden entender como operaciones psicológicas: bien como una sustitución de
conceptos, lo que presupone la atribución inicial de un significado literal que es reemplazado
por otro no literal, bien como una comparación
implícita, en la cual la predicación se efectúa a
partir de un cotejo de rasgos entre conceptos
(tenor y vehículo), o bien como la categorización de un concepto (el tenor) como miembro
de una determinada clase, representada por el
vehículo. J3
Un rasgo interesante
de muchas metáforas
es el hecho de que son falsas en su interpretación litera!. Esto se hace patente en aquellas
que relacionan dominios conceptuales disjuntos, es decir, que carecen de rasgos comunes
que permitan una comparación
directa entre
ellos (tal es el caso en metáforas como «Roberto es una apisonadora»).
En cambio, los
enunciados
metafóricos
negativos (ej.: «ningún hombre es una isla»), al igual que aquellos que relacionan conceptos pertenecientes
a dominios que comparten
rasgos, (ej.: «Mi
hijo es un bebé»), pueden ser literalmente verdaderos. La falsedad literal de la mayoría de
las metáforas distingue este tipo de enunciados de buena parte de los modismos y también de los enunciados declarativos irónicos,
Pragmática
11
que sí pueden entenderse, en su acepción literal, como verdaderos.
De las diversas cuestiones planteadas en la
investigación sobre la comprensión de metáforas, nos vamos a centrar en dos estrechamente relacionadas: por un lado, el mecanismo de
procesamiento
que se halla en la raíz de la interpretación de este tipo de enunciados; y, por
otro, el carácter, más o menos automático o
encapsulado, de los procesos de comprensión
de metáforas. Nuestra exposición se ceñirá a
las llamadas metáforas «nominales», aquellas
que presentan la estructura «A es B», donde A
es el tenor de la metáfora y B su vehículo.
Existen dos concepciones alternativas en torno al mecanismo responsable de la interpretación de enunciados metafóricos.
La primera
corresponde al modelo de emparejamiento
esrructural," que concibe la comprensión de metáforas como un proceso de comparación implícita de los rasgos semánticos del tenor y el
vehículo. Este proceso se lleva a cabo de forma
automática, mediante el alineamiento paralelo
de la estructura jerárquica de rasgos de ambos
conceptos y la comparación de ambas estructuras. De esta comparación surgen dos conjuntos
de rasgos, uno de rasgos comunes al tenor y
al vehículo y otro de rasgos dispares. La comprensión de la metáfora se completa, en una
segunda etapa, con un proceso de atribución
o proyección de uno o varios de los rasgos dispares del vehículo sobre el tenor. Este último
proceso se entiende como una operación inferencial no automática ni obligatoria.
La postura alternativa corresponde
al modelo de inclusión de clases, que concibe la
metáfora como un proceso de categorización,
en virtud del cual el tenor se interpreta como
un ejemplar perteneciente
a la clase de fenómenos que denota el vehículo."! El modelo
de inclusión de clases rechaza la existencia de
un proceso inicial de comparación
de rasgos
y, por tanto, sostiene que la comprensión
depende únicamente del proceso de categorización, que considera automático y, por tanto,
no inferencia!. Según este modelo, los vehículos de las metáforas tienen un carácter «dual»,
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
en la medida en que pueden interpretarse
en
clave literal, a la vez que representan,
en su
dimensión metafórica, una o varias categorías
abstractas.
Ambos modelos coinciden
en afirmar el
carácter automático,
incluso obligatorio,
del
proceso de comprensión
del significado figurado, lo que se pone de manifiesto en la dificultad de inhibir o ignorar el significado no literal de enunciados que se pueden interpretar
como metafóricos. Este efecto de «interferencia de la metáfora» se observó en un estudio
ya clásico de verificación de oraciones.P en el
que se pedía a los participantes
que juzgaran
la verdad o falsedad de enunciados de cuatro
clases: metáforas literalmente falsas (<<algunos
empleos son cárceles»), metáforas
mezcladas (<<algunas flautas son cárceles») y enunciados literales verdaderos
(<<algunos pájaros
son gorriones») y falsos (valgunos pájaros son
cárceles»), Los resultados mostraron que los
participantes
tardaban más tiempo en juzgar
como falsos los enunciados metafóricos
que
los enunciados literales falsos y las metáforas
mezcladas, lo que viene a indicar que el sentido figurado, y posiblemente
verdadero,
de
las metáforas, se activa de manera automática
e interfiere con la recuperación
de su sentido
literal, que es falso.
Por otra parte, los dos modelos arriba mencionados difieren en su manera de entender
la relación entre las metáforas y los símiles, o
comparaciones
literales entre conceptos (ej.:
«Roberto es como una apisonadora»).
Para el
modelo de alineamiento estructural, en las primeras fases del proceso de comprensión,
las
metáforas, sobre todo las novedosas, se entienden de la misma manera que los símiles, pues
en ambos casos el proceso está guiado por la
comparación de rasgos, una comparación
implícita, en el caso de las metáforas, y explícita,
en el de los símiles. Las metáforas convencionales no precisarían de este proceso inicial de
alineamiento,
y por ello se comprenden
con
más facilidad y rapidez que los símiles. Por su
parte, el modelo de inclusión de clases sostiene que todas las metáforas, convencionales
o
novedosas,
se comprenden
más deprisa que
los símiles, dado que sólo estos últimos requieren una comparación
de rasgos. A tenor
de ello, la convencionalidad
de las metáforas,
una propiedad
asociada al vehículo, resulta
ser una característica
crucial para comparar
los dos modelos en disputa, pues cada uno de
ellos hace predicciones distintas del efecto de
esta variable en la comprensión
de enunciados metafóricos.
La prueba más concluyente a favor del modelo de alineamiento estructural a este respecto
es la observación de que se tarda más tiempo
en comprender metáforas novedosas que símiles novedosos, mientras que las metáforas convencionales se comprenden más rápido que los
símiles convencionales. Por su parte, el modelo
de inclusión de clases sostiene que la convencionalidad del vehículo no interviene de forma
aislada, sino en interacción con otras variables
como la «calidad» de la metáfora. Esta variable
se ha definido como el grado en el que el significado figurado del vehículo expresa una característica importante del tenor, y constituye
una medida subjetiva de la relación entre los
términos que intervienen en la construcción de
la metáfora. Las pruebas más favorables a esta
hipótesis son las que revelan que el efecto de la
convencionalidad
del vehículo en la comprensión está subordinado a variables como la calidad de la metáfora, y se da en interacción con
ciertas propiedades
del tenor, como el grado
de restricción que éste impone en el procesamiento del vehículo y en la comprensión global de la metáfora.
Por último, interesa comentar que los partidarios del modelo de inclusión de clases mantienen que, si una metáfora es novedosa, se
crea una categoría abstracta de orden superior
representada
por el vehículo, mientras que si
la metáfora es convencional, el significado metafórico se recupera directamente de la entrada léxica del vehículo en el sistema semántica.
Esta concepción de la metáfora como un problema léxico-conceptual
es la que defienden
algunos teóricos de la relevancia. Desde esta
perspectiva,
la comprensión
de metáforas se
CAPíTULO 8.
entiende como un proceso de construcción de
conceptos ad hoc, en el que el significado del
vehículo, que es difuso o genérico, cuando no
abiertamente ambiguo, es enriquecido para ser
combinado con el significado del tenor en el
proceso de interpretación.
Este proceso de enriquecimiento
puede suponer, bien un «estrechamiento» por selección de rasgos, o bien una
«ampliación» por adición de propiedades
al
significado original del vehículo, y constituye
un ejemplo del fenómeno de «enriquecimiento
pragmático» que, según la teoría de la relevancia, interviene en la generación de explicaturas para obtener el significado proposicional
del enunciado."
De este modo, tanto la teoría de la relevancia como el modelo de inclusión de clases contemplan la comprensión
de
metáforas como un proceso vinculado más a
la derivación del significado proposicional del
enunciado que a la derivación de implicaturas
pragmáticas.
Comprensión de modismos
Los modismos
o expresiones
idiomáticas
son enunciados
de varias palabras (por lo
general, sintagmas verbales y locuciones adverbiales) que expresan de manera figurada
distintos tipos de significados, preferiblemente eventos «<rascarse la barriga», «buscar tres
pies al gato»), cualidades de eventos u objetos
«<a trancas y barrancas», «de golpe y porrazo»), o actitudes «<estar colgado» de alguien o
algo). Por otra parte, desde el punto de vista
gramatical, los modismos tampoco constituyen un grupo uniforme de expresiones. De la
amplia variedad de tipos existentes, en este
apartado nos centraremos
en los modismos
que presentan la estructura
de un sintagma
verbal formado por un verbo seguido de un
SN definido (ej.: «estirar la pata»), por ser
este tipo de modismo, sin duda, el que más se
ha estudiado.
Los modismos presentan una serie de características que justifican su interés para los investigadores. Por una parte, varían en su grado de transparencia
semántica, o, lo que es lo
Pragmática
11
mismo, en la proximidad entre su significado
lingüístico y su sentido figurado. El hecho de
que algunos modismos tengan un significado
literal plausible «<aguantar el chaparrón»)
y
otros no «<dorar la píldora»), permite analizar
el papel que juega el significado lingüístico de
estas expresiones
en la interpretación
de su
sentido pragmático. Así, cabe suponer que en
los modismos transparentes
el significado literal es más accesible (o incluso inevitable), en el
curso del procesamiento,
que en los modismo s
opacos. Por otra parte, los modismos difieren
en la dimensión de composicionalidad
semántica y, correlativamente
a ello, en su productividad sin táctica y morfológica. Esto permite
suponer que algunos modismos se procesan de
manera composicional,
o sea, como sintagmas
u oraciones (<<morder el anzuelo»), mientras
que otros se interpretan
global mente como
piezas léxicas no descomponibles
«<hacer el
indio»);"
Los modelos psicolingüísticos que dan cuenta del procesamiento
de modismos se distinguen unos de otros en la importancia que
conceden a los procesos de descodificación lingüística en el acceso al significado idiomático
de estas expresiones. Los modelos de acceso
directo al sentido figurado defienden la idea
de que los modismos se procesan como piezas
léxicas y, consecuentemente,
sostienen que los
procesos de comprensión son más sensibles al
contexto en que se inserta el modismo que al
significado de sus componentes.
Otros modelos, en cambio, conceden un papel más relevante a los procesos léxicos y sintácticos en la
comprensión,
si bien admiten que el papel de
estos procesos en el acceso al significado figurado es limitado. De acuerdo con la denominada hipótesis configuracional,
estos modelos
sostienen que no hay razones para suponer que
los modismos se procesen en virtud de operaciones o mecanismos específicos, distintos de
los procesos psicolingüísticos
de comprensión
de oraciones. La diferencia estriba en la familiaridad del modismo y en la «predictibilidad»
de su significado idiomático. Así, en modismos altamente familiares y predecibles desde
11
. ,'
,
1:
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
su InIClO (<<eStirar... la pata»), se accede antes
al sentido idiomático de la expresión que al
significado literal, situación que se invierte
cuando el modismo es de baja familiaridad
y no predecible (<<poner el dedo en la ... llaga»)." Esta predicción se ha confirmado
en
estudios de reconocimiento
de palabras con
priming transmodal, en los que los participantes deben juzgar el estatus léxico de estímulos
asociados con los sentidos literal y figurado
del modismo.
Por otra parte, y también de acuerdo con la
hipótesis configuracional,
hay pruebas de que
el procesamiento
sintáctico de las expresiones
idiomáticas no queda desactivado una vez que
se ha accedido al significado figurado del modismo. Así, se ha observado que al presentar
modismos composicionales
y predecibles incompletos, se tarda menos tiempo en identificar una palabra no relacionada, pero de la misma categoría gramatical que la palabra omitida
del modismo (ej.: «lista» en lugar de «toalla»
en «tirar la ... »), que una palabra no relacionada de otra categoría gramatical «<romper», en
el ejemplo anterior). Esto parece indicar que
la estructura sin táctica del enunciado se mantiene activa aun cuando se haya descartado la
interpretación
literal del modismo.'! Además,
la comprensión del significado figurado de los
modismos (especialmente
de los ambiguos)
exige la inhibición del significado literal o irrelevante de la expresión, lo que se ha vinculado
con un mecanismo ejecutivo llamado «mecanismo de supresión». Cuando falla este mecanismo, como ocurre en algunos trastornos
neuropsicológicos,
los sujetos se muestran muy
sensibles a la interferencia de la acepción literal de los modismos, especialmente
si ésta se
hace explícita en la tarea experimental y constituye una alternativa de respuesta congruente
con el producto del análisis lingüístico (sintáctico) del enunciado.
En conclusión, al igual que sucede con las
metáforas, el procesamiento de las expresiones
idiomáticas depende de factores tanto intrínsecos a las propias expresiones (como la transparencia semántica, la familiaridad, la predictibili-
dad o la composicionalidad),
como extrínsecos
a ellas (como el contexto o la capacidad de
suprimir significados irrelevantes). También es
común a lo observado en el procesamiento
de
metáforas que la rapidez y la automaticidad con
que se procesan los modismos no supone que
los mecanismos implicados en su interpretación
sean específicos de dominio ni, por tanto, distintos de los que intervienen en el procesamiento de enunciados literales.
Comprensión
de ironías
La ironía verbal" es una forma de burla o
crítica disimulada que se emplea habitualmente con el propósito de crear un efecto pragmático (perlocutivo) en el oyente y, a la vez,
transmitir o mantener una cierta imagen del
hablante ante la audiencia. Al igual que ocurre con los modismos, los enunciados irónicos
no se hallan asociados a ninguna estructura
lingüística en particular, y así, para expresar
actitudes irónicas, se pueden emplear enunciados declarativos,
interrogativos
(como en
las preguntas retóricas) o exclamativos (como
en las hipérboles).
La ironía verbal presenta características peculiares que la distinguen de las restantes clases
de enunciados figurados:
• En primer lugar, junto a las peticiones indirectas, las ironías dependen más que otros
actos de habla del contexto en el que se emiten y de ciertas señales ostensivas que las
acompañan, como gestos faciales o una entonación particular.
• En segundo lugar, la ironía es un fenómeno
más claramente pragmático que semántica,
toda vez que descansa en implicaturas conver-
a Tanto la ironía como la metáfora
son conceptos que
sobrepasan los límites del lenguaje. Así como es concebible pensar en la metáfora como un fenómeno conceptual
que se puede manifestar de forma no lingüística (ej.: mediante imágenes), también la ironía puede darse en situaciones no formuladas en términos verbales, en las que se
da un contraste entre la expectativa de un suceso y un
desenlace contrario o distinto al esperado.
CAPíTULO 8. Pragmática
sacionales y, por ello pertenece a la esfera de
lo «implicado» por el hablante, y no de lo que
el hablante dice explícitamente
(significado
proposicional). En consonancia con esta idea,
se ha observado que el rendimiento
en la
comprensión de ironías depende, entre otras,
de la posesión de habilidades de teoría de la
mente, en particular de la capacidad de atribuir estados mentales de segundo orden «<yo
creo que tú crees que p»), así como de control
metacognitivo (funciones ejecutivas)."
• Una tercera característica de la ironía es su
estrecha vinculación con normas y expectativas sociales de carácter extralingüístico.
Estas expectativas, que normalmente
se refieren a sucesos deseables o de signo positivo,
proporcionan
la base para evaluar hechos o
comportamientos,
por lo general censurables
o negativos, que justifican el uso de comentarios irónicos. Esto explica el sentido crítico
o ridiculizador que suele tener la ironía, así
como su carácter presuntamente
asimétrico,
esto es, el hecho de que un comentario formulado como «falso elogio» («iTú siempre
tan educado!», para expresar burla o disgusto por un comportamiento
incívico) se perciba normalmente
como más irónico que uno
expresado como «falsa crítica» «<iTú siempre
tan grosero!», dicho con la intención de elogiar un comportamiento
educador."
Las investigaciones psicológicas sobre la ironía se interesan primordialmente
por estudiar
las variables que regulan la eficacia comunicativa de los enunciados irónicos, en lo que atañe
tanto a la comprensión
de las intenciones del
hablante como a la evaluación de sus actitudes.
El objetivo es descubrir cuál es la propiedad o
el ingrediente esencial de las ironías y, en relación con esto, aclarar el papel que desempeña
el significado literal del enunciado en la comprensión. La respuesta tradicional a estos interrogantes es que, al expresar una ironía, el
hablante pretende dar a entender lo contrario
de lo que dice. Sin embargo, esta caracterización de la ironía presupone que los juicios irónicos expresan siempre creencias falsas, lo cual
11
resulta problemático,
por varias razones: en
primer lugar, porque no todas las ironías expresan creencias directamente,
sino qué pueden manifestar una gama muy variada de actitudes proposicionales
(preguntas, peticiones,
actitudes emocionales, etc.); en segundo lugar,
porque, en el caso de que las ironías expresen
creencias, éstas no tienen por qué ser necesariamente falsas; y, en tercer lugar, porque en
las ironías no siempre se da una oposición entre lo dicho y lo implicado, como ilustran las
hipérbole s y las preguntas retóricas emitidas
con intención irónica.
Dado que no parece haber un «mecanismo
semántica» al que apelar para dar cuenta de la
ironía, se han propuesto diversas explicaciones
pragmáticas
complementarias
del fenómeno.
Una de ellas afirma que lo característico de la
ironía es la mención, por parte del hablante, de
un hecho del que pretende tomar distancia para
expresar una actitud de crítica, burla o rechazo hacia él. Por tanto, al emplear la ironía, el
hablante se sitúa en un plano metalingüístico,
como el que se adopta al citar textualmente los
comentarios proferidos por otra persona. Conviene aclarar, no obstante, que bajo el punto de
vista de esta explicación, no se considera necesaria la mención explícita del hecho que la suscita, sino que es suficiente cualquier alusión o
recordatorio indirecto del mismo o de un hecho
relacionado. Abundando en esta idea, hay quien
sostiene que, en la ironía, el hablante adopta de
manera simulada el papel de otro para expresar
juicios y actitudes que en realidad no comparte
y que, por tanto, se deben interpretar en clave
no literal. Por otra parte, hay que subrayar que,
para que la ironía tenga eficacia comunicativa,
al componente
alusivo, destinado a atraer la
atención del oyente hacia una expectativa (normalmente incumplida en el hecho que se juzga),
se le debe agregar un elemento que muestre de
manera ostensiva la «insinceridad» del hablante
al expresar su comentario.
,
Hasta la fecha, los estudios empíricos sobre el procesamiento
de ironías en tiempo
real han arrojado resultados bastante consistentes, que muestran
que la interpretación
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
de enunciados irónicos comporta tiempos de
reacción, en tareas de decisión léxica, y tiempos de lectura iguales o mayores, pero nunca menores, que los de sus correspondientes
versiones
literales. Además, estos estudios
ponen de relieve que el significado literal de
un enunciado
irónico en contexto
se halla
disponible antes que el figurado, y no queda
suprimido cuando se accede a este último Y
Estos resultados indican, pues, que el acceso
al significado figurado de los enunciados irónicos requiere un tiempo adicional de procesamiento, en comparación
con la activación
de su sentido literal, y que ambos significados
permanecen disponibles una vez que se reconoce el sentido figurado de la ironía. A la luz
de estos datos, se aprecia una diferencia digna de resaltar en los procesos de derivación
del significado
no literal entre las ironías,
por una parte, y las metáforas y los modismos, por otra. La comprensión
de metáforas
y modismos depende de procesos rápidos,
automáticos
e independientes
de contexto
que, aun siendo pragmáticos,
no requieren la
realización de implicaturas,
sino únicamente
operaciones
de enriquecimiento
léxico, tanto más cuanto más familiares y transparentes
sean los enunciados
figurados.
En cambio,
la comprensión
de ironías se apoya en procesos más lentos y controlados
de inferencia
pragmática
que son, además, dependientes
del contexto, y ponen en juego habilidades
cognitivas de índole más compleja, como las
inferencias mentalistas y las capacidades
de
control ejecutivo.
ARQUITECTURA NEUROCOGNITIVA
DEL PROCESAMIENTO PRAGMÁTICO
DEL LENGUAJE
Comprensión de enunciados figurados:
estudio de la actividad cerebral en
personas sin alteraciones neurológicas
El empleo de técnicas de registro de la actividad cerebral en los estudios del procesamiento de enunciados
figurados
por parte
de personas sin alteraciones
neurológicas
o
cognitivas está aportando
numerosos
datos
reveladores
sobre la arquitectura
funcional
de estos procesos. Para empezar, hemos de
destacar dos observaciones
fundamentales:
la primera es que la comprensión
de enunciados no literales abarca circuitos neuronales ampliamente
distribuidos
por la corteza cerebral
(lóbulos frontal,
temporal
y
parietal);
la segunda es que estos circuitos
comprenden
las áreas clásicas asociadas al
procesamiento
del lenguaje en el hemisferio
izquierdo, pero también regiones homólogas
a estas áreas del lenguaje en el hemisferio
derecho, cuyas funciones son todavía objeto
de debate.
En tareas de comprensión
de metáforas,
diversos estudios de neuroimagen
han revelado la activación de regiones de los lóbulos
frontal, temporal y parietal de ambos hemisferios. Así, en un estudio pionero con tomografía por emisión de positrones
(PET),21 se
observó activación en las regiones prefrontal
y frontal,
las circunvoluciones
temporales
media e inferior, el polo temporal y la región del precúneo en el lóbulo parietal del
hemisferio
izquierdo, así como en las áreas
prefrontal y frontal, temporal media, el precúneo y el cíngulo posterior del hemisferio
derecho.
Estos datos se han visto confirmados más recientemente
en estudios con
imágenes por resonancia
magnética
funcional (RMf), que han mostrado
actividad
en
la circunvolución
frontal inferior izquierda
(área de Broca y adyacentes) y también en el
lóbulo temporal inferior y las regiones media e inferior del lóbulo temporal posterior
del hemisferio
izquierdo.
En otros estudios
más recientes,"
se han descubierto
patrones
de activación diferentes
en la comprensión
de metáforas familiares y novedosas,
caracterizándose
estas últimas por un patrón que
se extiende por regiones de ambos hemisferios (áreas premotoras
y región de la ínsula), y otras exclusivas del hemisferio derecho
(región homóloga al área de Wernicke) y del
izquierdo (área de Broca) (figura 8.1).
CAPíTULO 8. Pragmática
11
Figura 8.1. Red neuronal implicada en el
procesamiento
de metáforas novedosas
que incluye regiones de ambos hemisferios (H) cerebrales (tomado de Mashal,
Faust y Hendlerl.P
Las diferencias entre metáforas familiares y
novedosas se han confirmado y ampliado con
datos de otros estudios. En líneas generales, el
procesamiento
de metáforas familiares se asocia con actividad en las mismas áreas implicadas en la comprensión de enunciados literales
(así, el córtex prefrontal dorsolateral de ambos
hemisferios y el lóbulo temporal medio e inferior izquierdo, además de algunas regiones
del hemisferio derecho, como las áreas temporales media y superior o la circunvolución
frontal media y superior). En cambio, el procesamiento de metáforas novedosas induce una
activación adicional en regiones del hemisferio
derecho que no se observa en el procesamiento
de metáforas familiares. Las metáforas familiares, además, inducen la activación específica de áreas relacionadas con el procesamiento
vi su o-espacial (probablemente
porque los sujetos recurren a la imaginación visual para interpretarlas), y estimulan también la intervención
del córtex frontal medio, región implicada en
la representación
de estados mentales del protagonista en el procesamiento
de narraciones y
en el desarrollo de habilidades de teoría de la
mente en general, que no se activa en el caso
de las metáforas novedosas."
Por lo que respecta a la mayor participación
del hemisferio derecho en el procesamiento
de metáforas novedosas, existen varias interpretaciones
plausibles que no son excluyentes: una postula que el hemisferio derecho se
caracteriza por un modo más global y difuso
de representación
semántica, lo que permite
activar un espectro más amplio de significados
susceptibles de ser atribuidos a las metáforas
novedosas; otra vincula la mayor implicación
del hemisferio derecho, simplemente, a la mayor dificultad de comprensión de las metáforas
novedosas frente a las familiares. En apoyo de
esta hipótesis, se ha comprobado que, a medida que las metáforas novedosas se van haciendo familiares (tras su presentación repetida en
el experimento),
se produce un cambio en el
patrón de asimetría hemisférica, observándose
una implicación progresivamente
mayor del
hemisferio izquierdo que del derecho.
Los estudios de potenciales evocados en el
campo de la metáfora arrojan resultados complementarios
a los que acabamos de exponer.
El componente
normalmente
observado en
relación con los procesos de comprensión de
metáforas es el N400, comúnmente
asociado
con la presencia de estímulos semánticamente
anómalos o implausibles en una oración. En
este sentido, se ha observado que las metáforas nominales suscitan normalmente un N400
de mayor amplitud, en comparación
con los
mismos enunciados en su acepción literal, lo
que a primera vista podría interpretarse como
indicio de que las metáforas conllevan una mayor carga de procesamiento
y se procesan de
un modo diferente a los enunciados literales.
Este resultado, empero, se ha visto matizado
en estudios más recientes, en los que se ha
advertido que el componente N400 asociado
a la interpretación
de metáforas aparece únicamente cuando el vehículo metafórico es de
baja probabilidad
(como es propio de las metáforas novedosas)."
Además, con esta clase
de metáforas, el N400 ampliado procede de
fuentes neuronales localizadas en el hemisferio
derecho, lo que viene a confirmar la participación suplementaria
de este hemisferio en el
procesamiento
de metáforas poco familiares.
Por último, merece la pena destacar dos estudios muy recientes, en los que se comparaba el
patrón de respuestas electro fisiológicas ante me-
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
táforas familiares y enunciados literales y semánticamente anómalos. En el primero de ellos" se
registró una respuesta bifásica asociada a las metáforas, con un N400 muy breve y localizado,
seguido de un P600 de mayor duración (figura
8.2). Los autores interpretaron estos resultados
como muestra del acceso temprano al significado figurado del vehículo y de un proceso posterior de supresión del sentido literal y de integración del sentido figurado en el contexto de
la oración. En el segundo estudio, se compararon metáforas cristalizadas y enunciados literales (semánticamente anómalos y no anómalos),
encontrándose un N400 localizado en la región
posterior en las dos condiciones semánticamente
anómalas (con independencia de que los enunciados fueran metafóricos o no), así como un
N300 muy marcado en el área occipital, que sugiere la mediación de imágenes mentales en el
procesamiento de este tipo de metáforas."
Por su parte, el estudio de los correlatos neuronales de la comprensión de modismos ofrece
un panorama relativamente similar al descrito
en las investigaciones de la metáfora. Tanto los
datos obtenidos mediante técnicas de neuroimagen como los estudios de potenciales evocados muestran que el procesamiento
de modismos descansa, grosso modo, en los mismos
mecanismos y circuitos neuronales empleados
en el procesamiento
del lenguaje literal, y que
las estrategias y procesos al servicio de la comprensión de modismos no son muy distintos de
los que se emplean en el procesamiento
léxico
y sintáctico ordinario (ej.: la resolución de ambigüedades léxicas o sintácticas).
Figura 8.2. Respuesta bifásica de los potenciales evocados (N400 + P600), registrada en un electrodo de la
región centroparietal
(Pz) durante el procesamiento de
metáforas (tomado de De Grauwe et al.).25
En primer lugar, al comparar modismos ambiguos (es decir, con una lectura literal plausible)
y no ambiguos (no interpretables literalmente),
se ha observado que en ambos casos el procesamiento descansa en estructuras localizadas en
las circunvoluciones
frontal inferior de ambos
hemisferios y en la circunvolución
temporal
media del hemisferio izquierdo. Sin embargo,
la comprensión
de modismos ambiguos, que
requieren un apoyo contextual para su adecuada interpretación,
activa de forma selectiva la
circunvolución temporal media del hemisferio
derecho. Estos resultados sugieren, por un lado,
que el procesamiento
de modismos, como el
de las metáforas, depende de estructuras localizadas en ambos hemisferios cerebrales; y por
otro, que el significado literal de los modismos
(cuando existe) no se puede soslayar, sino que
se activa incluso en contextos que favorecen
una lectura figurada de los mismos.
La participación
de áreas del lóbulo frontal
izquierdo en el procesamiento
de modismos
se ha puesto de relieve en estudios recientes
de neuroimagen.
En concreto, se han identificado dos circuitos: un circuito prefrontal
dorsolateral
(que incluye el área de Broca) y
otro ubicado en las circunvoluciones
frontales media y superior, que se activan de manera proporcional
al grado de «sentido figurado» que se atribuye a los modismos.:" No
obstante, un estudio anterior puso de manifiesto que el papel del córtex prefrontal dorsolateral en el procesamiento
de modismos
no se reduce al hemisferio izquierdo. En dicho estudio se empleó la técnica de estimulación transcraneal magnética (TMS), pidiéndose a los participantes
que juzgaran si pares
formados
por una expresión
«<llegar a las
rnanos») seguida de un dibujo (relacionado
con el significado literal o el idiomático de la
expresión) guardaban relación de significado.
Los resultados mostraron que la interferencia
producida
por la estimulación
magnética se
daba en la región frontal dorso lateral de ambos hemisferios al presentar modismos, pero
se limitaba al hemisferio izquierdo al presentar enunciados literales. 28
CAPíTULO 8. Pragmática
Los estudios de potenciales evocados relacionados con la interpretación
de modismos
también han aportado resultados similares a
los de la investigación
sobre metáforas. Así,
un estudio llevado a cabo con modismos en
francés,"
observó la atenuación
del componente N400 ante la presentación
de una
palabra semánticamente
relacionada
con el
significado idiomático del modismo (<<rendir
las armas», abandonar), en comparación
con
una palabra asociada con su sentido literal
(deponer). Este efecto se daba en modismos
con un uso figurado muy prominente,
pero
se invertía (menor atenuación
del N400) al
comparar los modismos prominentes
con sus
interpretaciones
literales.
Finalmente, y por lo que respecta a la evidencia neurológica del procesamiento
de las
ironías, el interés de los investigadores
se ha
centrado en explorar las variables no lingüísticas que determinan la interpretación y la valoración de enunciados irónicos, a fin de ubicar
los circuitos neuronales en los que descansan
los juicios sobre la adecuación situacional de los
comentarios irónicos, y sobre el carácter irónico
o literal de las expresiones empleadas en tales
situaciones. Según los datos de un estudio con
resonancia magnética funcional,"
la tarea de
enjuiciar enunciados irónicos activa en ambos
hemisferios la circunvolución frontal superior,
media e inferior, el córtex prefrontal medial, la
circunvolución temporal superior, el lóbulo parietal inferior, el núcleo caudado, el tálamo, la
ínsula izquierda y la amígdala; mientras que la
tarea de enjuiciar enunciados literales activa la
circunvolución
frontal derecha, la circunvolución frontal media e inferior de ambos hemisferios, el córtex prefrontal medial, la circunvolución temporal superior, lóbulo parietal inferior
y núcleo caudado (todos ellos, bilaterales), la
ínsula izquierda, el tálamo derecho y la amígdala izquierda. Un estudio anterior!' mostró
que los juicios sobre la adecuación de la ironía a situaciones sociales están correlacionados
con la activación del córtex frontal media! del
hemisferio izquierdo, mientras que los juicios
relativos al significado literal o figurado de los
11
enunciados se hallan asociados con la activación
del polo temporal del hemisferio derecho y el
córtex órbito frontal media!' Estas regiones intervienen, asimismo, en tareas relacionadas con
la atribución de estados mentales, lo que viene
a confirmar la dependencia de los procesos de
comprensión de la ironía de las habilidades de
teoría de la mente.
Otros datos que merece la pena subrayar
son los suministrados
por experimentos
de
potenciales
evocados.
En algunos de estos
estudios se ha prestado atención a ciertas variables que marcan diferencias individuales en
la emisión de enunciados irónicos y humorísticos por parte de los hablante s, y en la interpretación
de los mismos por los oyentes.
Así, por ejemplo, se ha comprobado
que los
patrones de respuesta cerebral en potenciales
evocados son distintos según los sujetos tengan mejor o peor capacidad de captar el sentido humorístico de chistes y bromas con ingredientes de sorpresa e ironía, o en función del
estilo comunicativo
del hablante que emite
mensajes que los oyentes pueden interpretar
como irónicos o sarcásticos.
Los patrones de respuesta eléctrica cerebral en
la comprensión de ironías también se han mostrado sensibles a ciertos sesgos introducidos explícitamente por los experimentadores mediante
instrucciones dirigidas a los participantes. Así,
el patrón de potenciales evocados cambia según
los sujetos adopten una estrategia analítica u holística a la hora de valorar enunciados irónicos.
Un componente de los potenciales que aparece
de manera consistente en distintos estudios es
el P600, componente habitualmente asociado a
procesos tardíos de integración de información
en la oración. En un estudio muy reciente de
comprensión de ironías, se observó la presencia
de un P600 de larga duración, en ausencia de un
N400 previo, en respuesta a enunciados irónicos
presentados tanto visual como auditivamente.
Este dato viene a corroborar una hipótesis a la
que ya hemos aludido anteriormente en este capítulo: que la comprensión de ironías es una actividad que no se asienta en procesos de índole
semántica."
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
ALTERACIONES NEUROPSICOLÓGICAS
EN EL PROCESAMIENTO DE ENUNCIADOS
FIGURADOS
La consideración, derivada de los estudios psicolingilisticos y de neuroimagen, de que el procesamiento pragmático de enunciados abarca procesos cognitivos responsables de la comprensión
de su significado proposicional (localizados en
áreas cerebrales del hemisferio izquierdo [HI]) y
también otros procesos (y áreas) adicionales, ha
hallado abundante evidencia complementaria en
estudios realizados con pacientes con trastornos
neuropsicológicos
de diversas clases. Curiosamente, sin embargo, hasta hace poco no se ha
incluido de forma sistemática en estos estudios a
pacientes con diagnóstico de afasia (es decir, con
alteraciones en los componentes fonético-fonológico, morfosintáctico o léxico-semántica
del
lenguaje). A consecuencia de la creencia, cuando menos cuestionable, de que el procesamiento
pragmático se halla «lateralizado» en el hemisferio derecho (HD), la mayoría de los estudios
sobre comprensión de enunciados figurados o
derivación de implicaturas se ha realizado con pacientes con lesiones localizadas en este hemisferio cerebral o con trastornos neurodegenerativos
más amplios (ej.: enfermedad de Alzheimer). Por
otra parte, el reconocimiento del papel desempeñado por las habilidades mentalistas y de control ejecutivo en el procesamiento pragmático ha
dado pie a la realización de estudios con personas
con graves problemas en estas habilidades, como
es el caso de personas con trastornos del espectro
autista sin retraso mental asociado (los llamados
síndrome de Asperger y autismo de alto funcionamiento), esquizofrenia y esquizotipia.
Estudios con pacientes
con daño cerebral
Desde la década de los 70, diversos trabajos
han mostrado que pacientes lesionados HD, y
no tanto personas con afasia, evidencian dificultades para comprender bromas, metáforas,
peticiones indirectas y diversas formas de ironía, y fallan en tareas que exigen realizar inferencias sobre las intenciones de los hablantes."
A la luz de esta evidencia, algunos autores
sugirieron que el procesamiento
pragmático
podría hallarse disociado de otros componentes del lenguaje, de forma tal que un paciente
con dificultades en ese nivel conservaría intactas sus capacidades psicolingüísticas,
mientras
que un afásico con déficits sintácticos o léxicos
podría no evidenciar dificultades para atribuir
correctamente
intenciones
apropiadas
a sus
interlocutores,
procesar emisiones figuradas o
realizar diversas clases de inferencias pragmáticas. En contra de esta suposición, se ha objetado que no todos los pacientes con lesión en el
HD evidencian este tipo de dificultades y que,
según el lugar y extensión de la lesión y el tipo
de expresión figurada que se utilice, los rendimientos de los pacientes pueden variar sustan-
cialmente."
Por otro lado, los resultados de otras investigaciones han puesto también de manifiesto
diversos fallos metodológicos
que permiten
dudar de la validez de los datos en los que se
había sustentado la hipótesis de «doble disociación».
Uno de estos fallos tiene que ver con el tipo
de tarea. En varios de los estudios sobre comprensión de enunciados
figurados (especialmente, metáforas y modismos) con pacientes
lesionados del HD, se han observado patrones
desiguales de rendimiento en función de la tarea empleada: los participantes con lesiones en
HD rendían peor en tareas de elección forzosa basadas en material pictórico que habitualmente incluían, entre las opciones de respuesta, dibujos vinculados a la interpretación
literal
de los enunciados;
en cambio, su ejecución
mejoraba notablemente
en tareas de paráfrasis, en las que no podía haber interferencia del
significado literal de las expresiones figuradas.
Al hilo de esta evidencia, varios autores han
propuesto que los fallos de pacientes lesionados del HD podrían no deberse, en sentido estricto, a un déficit «pragmático», sino más bien
a dificultades
en otros procesos cognitivos,
como por ejemplo, la capacidad de inhibir el
significado literal de las emisiones cuando éste
se hace explícito durante la realización de la
CAPíTULO 8. Pragmática
tarea, una capacidad incluida en la denominada «función ejecutiva». Por otro lado, se sabe
que los pacientes con lesión en el HD pueden
padecer de déficits perceptivos, lo que podría
contaminar su rendimiento
en tareas que incluyan el procesamiento de material gráfico.
Un segundo problema hace referencia a los
materiales empleados en los estudios con poblaciones clínicas con el objetivo de valorar
la comprensión
o producción
de emisiones
figuradas. Buena parte de dichos trabajos no
incluye materiales que manipulen o controlen
la diversidad de variables que comportan tales
expresiones (ej.: familiaridad y convencionalidad de las metáforas, opacidad semántica y
predictibilidad
de los modismos, o el carácter
de falsas críticas o falsos elogios de las ironías), pese a que las investigaciones
psicolingüísticas y neurocognitivas
han constatado el
efecto de estas y otras variables en personas
sin alteraciones.
El tercer y último problema a que haremos
alusión se refiere a los criterios de selección de
los participantes. En la mayoría de trabajos, los
pacientes continúan eligiéndose, principalmente, en función del área en la que presentan la lesión, y no en función de su perfil de habilidades
o dificultades lingüísticas o cognitivas. Además,
en muy pocos estudios se llevan a cabo análisis
que permitan vincular los déficits pragmáticos
de los pacientes con sus déficits psicolingüísticos, al no emplearse simultáneamente
tareas
que permitan valorar el procesamiento
de expresiones literales y de expresiones figuradas.
Con este panorama en mente, revisaremos
brevemente algunos de los hallazgos que han
dado cuenta de las alteraciones más prominentes en la comprensión pragmática de enunciados en pacientes con distinto tipo de daño cerebral. En el subepígrafe siguiente, revisaremos
algunos de los estudios realizados con otros
grupos clínicos.
En relación con la capacidad de pacientes
con lesiones en el HI o el HD para derivar
diversas clases de implicaturas
conversacionales, no se han observado diferencias entre
pacientes lesionados de HD y de HI en estu-
11
dios que evaluaban las implicaturas derivadas
de la transgresión de las máximas griceanas de
cantidad, calidad, relevancia y modo, si bien
ambos grupos de pacientes mostraron un rendimiento significativamente
peor que el del
grupo de control sin alteraciones. Además, se
daban correlaciones
muy bajas entre las puntuaciones en las tareas de implicaturas y la extensión de las lesiones en el área perisilviana
izquierda (área del lenguaje) o su área homóloga en el HD.
Por lo que respecta al procesamiento
de
enunciados figurados en pacientes con daño
cerebral, cabe destacar los resultados de un estudio:" que se centró en valorar la comprensión de metáforas convencionales
altamente
familiares y sarcasmos (ironías ofensivas) en
pacientes con lesión en el HD, pacientes con
lesión en el HI y sujetos neurológicamente
sanos. Los resultados del estudio indicaron que
los pacientes con lesión en el HD no diferían
de los controles en la interpretación
oral de las
metáforas, aunque su rendimiento sí fue peor
en la tarea de comprensión
de sarcasmos en
comparación
con los pacientes lesionados del
HI y con el grupo control. Por su parte, los
pacientes con lesión del HI rindieron peor en
la interpretación
de metáforas que en la comprensión de sarcasmos en comparación con el
grupo de pacientes lesionados del HD. En ambas tareas, los sujetos con daño en el HI rindieron significativamente
peor que los controles.
Estos hallazgos confirman la contribución del
HI a la comprensión de emisiones metafóricas,
a la vez que la menor dependencia del procesamiento de la metáfora (frente a la ironía) con
respecto a las habilidades de inferencia me ntalista.
De forma complementaria,
diversos estudios
han hallado dificultades en la comprensión
de enunciados sarcásticos en pacientes con lesiones en el córtex frontal, especialmente en
áreas prefrontales directamente
asociadas con
la atribución de estados mentales a otras personas. Más específicamente,
se ha constatado
que los pacientes con un daño en el córtex prefrontal derecho, sobre todo en la región ven-
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
tromedial, muestran un peor rendimiento en la
interpretación
de sarcasmos, comparados con
pacientes lesionados en otras regiones de ese
mismo córtex."
Volviendo de nuevo a las metáforas, merece
la pena citar una línea reciente de trabajos de
nuestro grupo en los que se pone de manifiesto la existencia de una relación entre el déficit
léxico-semántica
de pacientes afásicos con lesiones en el HI Y la dificultad para comprender metáforas atributivas, sobre todo si son
de carácter novedoso (ej.: «la conferencia fue
un palo») y no van precedidas de un contexto.
Hay que subrayar que en las metáforas atributivas, el vehículo alude a una categoría abstracta (aquí «palo» se interpreta como «evento
que produce efectos negativos sobre aquellos
que lo vivenciao») en la que se ha de incluir
el tenor «<la conferencia») para captar el sentido figurado de la expresión. Lo interesante
de este estudio es que el rendimiento de estos
pacientes era sensiblemente mejor al procesar
metáforas analógicas (expresiones en las que el
vehículo hace referencia a atributos ligados a
su significado concreto, ej.: «máquina» en «ese
empleado es una máquina»). Esta disociación
era paralela> en estos pacientes, a la observada
entre su dificultad para comprender y utilizar
palabras abstractas y su habilidad comparativamente mejor con las palabras concretas, lo que
hace pensar que su dificultad para comprender
metáforas era una manifestación secundaria de
un déficit léxico-semántica
más fundamental.
Finalmente> en relación con el procesamiento de los modismos por parte de pacientes con
daño cerebral, mencionaremos
los resultados
de tres estudios. El primero de ellos examinó la
comprensión de modismo s no ambiguos (esto
es, con una interpretación
literal poco probable) y altamente familiares en pacientes afásicos,
equiparados con un grupo control, utilizando
diversas tareas. Los resultados mostraron un
bajo rendimiento de los pacientes en la tarea
de emparejamiento
modismo-dibujo,
con una
marcada tendencia a seleccionar el dibujo que
representaba la interpretación
literal de la expresión, en contraste con el rendimiento supe-
rior observado en la prueba de paráfrasis oral.
Estos resultados se interpretaron como muestra
de que los pacientes presentan un déficit en el
mecanismo de supresión o inhibición del significado irrelevante de la expresión, de resultas de
lo cual son más sensibles a la interferencia de la
acepción literal, especialmente si ésta está disponible y constituye una alternativa de respuesta en la tarea.
El segundo trabajo evaluó la comprensión de
modismos italianos altamente familiares y ambiguos (es decir, con interpretaciones
literal y
figurada plausibles), a través de una tarea de
emparejamiento
oración-palabra.
Sus hallazgos
pusieron de manifiesto un rendimiento empobrecido en la muestra de pacientes. Un dato de
particular interés en este trabajo es que los pacientes cometieron más errores en modismos
cuya interpretación
figurada hacía referencia
a un concepto abstracto (ej.: «confianza», para
«romper el hielo») que en modismos que aludían a conceptos concretos (ej.: «dolor», en
«ver las estrellas»),
Finalmente, un trabajo más reciente, realizado con un grupo de pacientes con alteraciones psicolingüísticas de predominio
semántica, arrojó resultados comparables a los de los
estudios previamente
reseñados. Los autores
valoraron la comprensión
de un conjunto de
modismos
italianos
opacos muy familiares
mediante tareas de emparejamiento
modismodibujo y modismo-palabra
y de interpretación
oral de enunciados.
Además, evaluaron
la
comprensión de palabras aisladas y las funciones ejecutivas de los pacientes. Los pacientes
mostraron un rendimiento
especialmente
deficitario en aquellas tareas que exigían la supresión del significado literal del enunciado,
tal y como ocurre en tareas como la de emparejamiento modismo-palabra
o con la prueba
de definición oral." Los tres estudios de modismos aquí reseñados vuelven a poner de relieve que las dificultades de comprensión
de
enunciados figurados observadas en pacientes
afásicos (sobre todo los que exhiben un trastorno de índole semántica) tienen su origen en
déficits cognitivos de carácter más general, ya
CAPíTULO 8. Pragmática
sea en relación con propiedades conceptuales
(como la dimensión concreto-abstracto)
o con
habilidades de control cognitivo, y no se corresponden
en modo alguno con el contraste
entre el significado literal y el significado figurado de las expresiones lingüísticas.
Estudios con otros grupos clínicos
Según vimos en la primera parte de este capítulo, una de las cuestiones centrales que ha
tratado la investigación más reciente sobre el
procesamiento
de enunciados figurados hace
referencia a la realización de operaciones inferenciales de carácter automático
y específico de dominio, reguladas por un hipotético
«submódulo» de la comunicación que formaría
parte del módulo de la teoría de la mente.' En
este sentido, una alteración que comprometa
la capacidad de atribución de estados mentales
producirá, con toda probabilidad, un déficit en
el procesamiento
de enunciados figurados, especialmente ironías.
Una línea de trabajo que ha abordado experimentalmente
esta predicción se ha llevado a
cabo con pacientes esquizofrénicos,
quienes,
como ocurre con las personas con trastornos
del espectro autista, presentan
disfunciones
neuropsicológicas
no localizadas a nivel cerebral que, entre otras cosas, provocan dificultades para la correcta derivación de inferencias
rnentalistas."
Los hallazgos de estos estudios
han confirmado
que estos pacientes presentan dificultades para procesar ironías pero no
para interpretar
metáforas, lo que pone de
manifiesto una disociación en las capacidades
de comprensión
de estos dos tipos de enun-
ciados."
Las dificultades mostradas por los pacientes
esquizofrénicos
en la comprensión
de ironías
aparecen asociadas, en algunos estudios, a un
pobre rendimiento
en tareas de teoría de la
mente de segundo orden. Sin embargo, según
los propios autores de estos estudios, estos hallazgos dependen más de la complejidad lingüística (estructural y semántica) de las tareas
empleadas en ellos que de un déficit en la ea-
11
pacidad de los pacientes esquizofrénicos
para
atribuir estados intencionales. En esta línea, se
ha argumentado que, en la esquizofrenia, la dificultad para procesar ironías (y en ocasiones
también metáforas) puede ser el resultado de
un déficit relacionado con una pobre integración de la información del contexto en el que
aparecen los enunciados. Esta dificultad, que
afectaría al procesamiento
de cualquier tipo de
expresión lingüística (figurada o no), se habría
comprobado
en otros trabajos sobre esquizofrenia y potenciales evocados, en relación con
el procesamiento
psicolingüístico.
En una línea similar, pero trabajando con poblaciones con trastornos del espectro del autismo (síndrome de Asperger o autismo de alto
funcionamiento),
dos estudios aportan pruebas
de la naturaleza más semántica que pragmática
del procesamiento
de las metáforas, uno realizado con una muestra de adultos y otro con una
muestra de niños. En el primer trabajo, los autores pusieron de manifiesto que la dificultad
en la comprensión de metáforas nominales en
personas con síndrome de Asperger, valorada
a través de la activación del potencial evocado N400 ante metáforas nominales implícitas,
descansa en un déficit de índole semántica que
les impide activar el significado de expresiones
convencionales
y, muy especialmente, derivar
una interpretación
figurada de pares de palabras que podrían dar lugar a metáforas novedosas. Comparados con un grupo de control,
los participantes
con síndrome de Asperger
evidenciaron
una amplitud significativamente
prolongada
de la N400 ante ambos tipos de
expresiones, lo que se interpreta como prueba
de un déficit temprano en la interpretación
de
esta clase de enunciados."
Por su parte, el trabajo sobre comprensión de metáforas y símiles
en niños (de entre 8 y 15 años de edad), diagnosticados con trastornos del espectro autista
y con pobre rendimiento en tareas de teoría de
la mente, puso de manifiesto que estos niños
eran capaces de parafrasear metáforas, al igual
que los niños de su misma edad mental y crono lógica sin sintomatología
autista. Además,
en este estudio no se observó correlación algu-
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
na entre la tarea de comprensión de metáforas
y las pruebas de habilidades mentalistas.
Estos resultados invitan a pensar que los
problemas de inferencia mentalista característicos de personas con síndrome de Asperger (y
autismo de alto funcionamiento)
no guardan
relación con las dificultades que a veces presentan estas personas en el procesamiento
de
metáforas. Antes bien, se considera que estas
dificultades están vinculadas a déficits en procesos psicolingüísticos (específicamente léxicosemánticos), determinados
fundamentalmente
por variables como la familiaridad
o la frecuencia léxica de los enunciados, al igual que
ocurre en las personas sin alteraciones.
Por lo que respecta a las ironías, diversos estudios llevados a cabo con personas con trastorno del espectro autista han constatado que
las dificultades en la comprensión
de enunciados irónicos, cuando las hay, tampoco se
pueden atribuir exclusivamente
a la presencia
de déficits mentalistas. Por una parte, hay estudios que ni siquiera han encontrado diferencias significativas entre participantes diagnosticados con trastorno del espectro autista y sus
respectivos controles en tareas que valoraban
la comprensión de emisiones sarcásticas. Otros
estudios tan sólo han hallado diferencias en
comprensión de ironías asociadas a habilidades
mentalistas que exigían la generación de metarrepresentaciones
de segundo orden."? Estos
hallazgos son compatibles con la hipótesis de
que las dificultades de comprensión de ironías
observadas en estos sujetos podrían deberse, en
parte, a otros déficits no mentalistas, como por
ejemplo la denominada
«coherencia
central
débil» (o dificultad para integrar información
de diversas fuentes) que parece caracterizar el
estilo cognitivo de las personas con autismo.
En lo que respecta a la derivación de implicaturas escalares en personas con trastornos
del espectro autista, estudios muy recientes,"
sorprendente mente, no han encontrado
diferencias entre grupos con autismo y de control
en cuanto a la proporción de interpretaciones
pragmáticas (vs. lógicas) de ítems que incluían
marcadores como el cuantificador «algunos» o
la conjunción disyuntiva «o». Como se recordará, en este tipo de tareas una interpretación
pragmática exigiría hipotéticamente
un razonamiento mentalista, lo cual no sería esperable
en una condición como el autismo, caracterizada por graves déficits de mentalización;
por
el contrario, una interpretación
sólo lógica de
los operadores
sería compatible
con la idea
de que el procesamiento
de estos sujetos tiende a implicar una estrategia de análisis «local» (y no global) de los enunciados (esto es,
una «coherencia central débil») que excluye,
además, cualquier
atribución
«intencional».
Estos resultados se han explicado apelando
a la hipótesis de que para derivar implicaturas escalares basta con reconocer la intención
informativa
del hablante (lo que exige una
metarrepresentación
de primer orden), y no
tanto reconocer su intención comunicativa (lo
que exigiría ya una metarrepresentación
de
segundo orden), y esta habilidad se halla al alcance de las personas con autismo sin retraso
mental asociado (síndrome de Asperger y autismo de alto funcionamiento).
Además, cabe
destacar que los participantes
con síndrome
de Asperger o autismo de alto funcionamiento de sus estudios tenían niveles de competencia lingüística muy altas y, probablemente
también, competencias
mentalistas superiores
a las de la mayoría de personas con autismo,
por lo que podrían constituir
un subgrupo
inusualmente
competente
a nivel pragmático
dentro del colectivo autista.
Para terminar esta sumaria presentación
de
la evidencia obtenida con poblaciones clínicas respecto al procesamiento
pragmático de
enunciados, señalaremos que diversos estudios
realizados con pacientes neuropsicológicos
no
lesionales (pacientes con demencia y con esquizofrenia) han permitido también comprobar la
importancia de mecanismos ejecutivos como el
mecanismo de supresión para la comprensión
de algunas clases de modismos.
Un estudio con pacientes con demencia tipo
Alzheirner" ha revelado un efecto del tipo de
tarea sobre el rendimiento
en la comprensión
de modismos ambiguos, registrándose
mayo-
CAPíTULO 8. Pragmática
res tasas de acierto en la tarea que no incluía
la interpretación
literal de los enunciados
como parte de las opciones de respuesta, en
contraste con aquella que sí la consideraba.
Resultados similares se han obtenido con pacientes esquizofrénicos,
utilizando una tarea
de emparejamiento
modismo-dibujo
y modis-
11
mas familiares de dos clases (ambiguos y no
ambiguos). Aunque en el caso de los esquizofrénicos la diferencia no resulta tan marcada,
se ha observado un rendimiento
ligeramente
inferior de estos pacientes ante modismos ambiguos que ante modismos no ambiguos, comparados con el grupo de control.
Resumen
La Pragmática es la disciplina que se encarga de
estudiar el uso comunicativo del lenguaje. La comunicación lingüística es un proceso complejo,
que supone el manejo de diversos niveles de significado: un significado lingüístico, determinado por
las palabras que forman parte de los enunciados y
la forma en que éstas se combinan; un significado
proposicional, enriquecido por elementos del contexto y evaluable en términos del ajuste del mensaje a sus condiciones de verdad; y un significado
pragmático, que refleja la intención del hablante
al proferir enunciados lingüísticos. El tránsito entre estos planos de significado requiere la realización de inferencias de diversas clases. En este
capítulo, hemos centrado nuestra atención en el
procesamiento de enunciados que incluyen ciertos términos lógicos y enunciados figurados, como
las metáforas, los modismos y las ironías, en un
intento de desentrañar los procesos cognitivos
que subyacen a su comprensión en contextos comunicativos.
Los enunciados figurados son enunciados lingüísticos que se caracterizan por la discrepancia
entre sus significados lingüístico-proposicional y
pragmático. Los hallazgos de la investigación psicolingüística y neuropsicológica del procesamien-
to de estos enunciados revelan que el significado
literal no siempre se recupera de forma obligatoria
ni previa a la derivación del significado figurado,
y que el procesamiento de enunciados figurados
está mediado por variables lingüísticas (como la
prominencia relativa de sus significados literal
y figurado, o la convencionalidad, la familiaridad y
la frecuencia de sus diversos usos, entre otras),
así como por capacidades y mecanismos extralingüísticos (como la capacidad para atribuir estados
mentales a otras personas, o el mecanismo ejecutivo de supresión).
Por otra parte, hay pruebas de que los procesos de
comprensión del significado figurado comparten los
mismos circuitos neurona les y áreas cerebrales que
participan en el procesamiento del lenguaje literal,
aunque también requieren la intervención de regiones del hemisferio derecho homólogas a las áreas
del lenguaje localizadas en el hemisferio izquierdo.
Por último, el estudio de pacientes con trastornos
neurcpsicológicos, además de validar lo anterior,
ha puesto de manifiesto que el procesamiento de
enunciados figurados descansa también en recursos y habilidades cognítívas de carácter general relacionadas, entre otras, con la cognición social y las
funciones ejecutivas.
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Qué niveles o dimensiones de significado se
pueden hallar en todo enunciado lingüístico?
¿Cómo se justifica la distinción entre esos niveles de significado?
• ¿Qué propone la denominada «hipótesis configuracíonal- sobre el procesamiento de los rnodismos?
• ¿Cuál es el papel del hemisferio derecho en el
procesamiento de enunciados figurados?
• ¿Qué aportan los estudios con pacientes con
esquizofrenia y con trastornos del espectro autista al conocimiento de los procesos y capacidades implicadas en el procesamiento pragmático de enunciados?
• ¿Qué argumentos y qué datos empíricos se podrían esgrimir a favor de la hipótesis que propone formas de procesamiento distinto para las
metáforas y las ironías?
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
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Lectura
Fernando Cuetos y Alberto Domínguez
íNDICE DE CONTENIDOS
•
•
•
•
Introducción
Procesamiento cognitivo
Bases neurológicas de la lectura
Trastornos
INTRODUCCiÓN
La lectura es una adquisición reciente en el
tiempo, si la situamos en el contexto del desarrollo de la humanidad. Se trata de un invento
que la especie humana ha conseguido hace menos de cinco mil años, 3500 si la referenciamos
a los primeros alfabetos fonéticos, y que sólo se
ha generalizado a la población universal en las
últimas décadas. Incluso hoy en día, una buena
parte de la población sigue siendo analfabeta.
Por tratarse de una adquisición reciente, aún no
está programada en el cerebro y, por lo tanto,
no se desarrolla de manera natural. Contrariamente al lenguaje oral, cuyo origen se remonta
aproximadamente
a unos 100.000 años, y que
se aprende sin necesidad de una enseñanza específica, la lectura requiere de una enseñanza sistemática que dura varios años y en la que muchos
niños pueden tropezar con serias dificultades.
En sentido estricto, leer consiste en transformar los signos gráficos que aparecen sobre un
papel o pantalla en sonidos (en el caso de la lectura en voz alta) o en significados (en el caso de
la lectura silenciosa comprensiva). Y para poder
hacer esas transformaciones,
es necesario realizar una serie de operaciones cognitivas complejas, comenzando por el procesamiento
de los
estímulos
visuales
(identificación
de
las
letras
a
analisis visual
partir de las manchas de tinta escritas sobre el
papel), conversión de esos estímulos visuales en
lingüísticos (activación de los fonemas correslexicos
pondientes a esas letras), conceptuales (comprensión de los significados de las palabras forsemantico
madas por esas letras), motores (pronunciación
de los fonemas en la lectura en voz alta), etc.
Esas operaciones, obviamente, requieren de un
sustrato neuronal, de unas redes neuronales que
conecten áreas del cerebro que en principio estaban destinadas a otras funciones (áreas visuales,
lingüísticas, motoras, etc.), y muchas veces esas
conexiones no son fáciles de establecer por alteraciones de tipo neurobiológico, como ocurre
en el caso de las dislexias evolutivas, lo que se
traduce en enormes dificultades para aprender
a leer. Otras veces, habiendo sido desarrollados
los circuitos de lectura, algún tipo de lesión cerebral (traumatismo, accidente cerebrovascular,
etc.) daña parte de esos circuitos, produciendo
alteraciones en lectores expertos, alteraciones
que se conocen como dislexias adquiridas.'
En este capítulo, vamos a describir las principales operaciones cognitivas que realizamos durante la lectura de palabras, así como los modelos propuestos para explicar esas operaciones.
Después describiremos las bases neurológicas de
esos procesos, descubiertas fundamentalmente
a
través de las modernas técnicas de neuroimagen
(resonancia magnética funcional, tomografía
por emisión de positrones, etc.). y, finalmente,
describiremos los principales tipos de trastornos
disléxicos que se pueden producir como consecuencia de una lesión cerebral.
PROCESAMIENTO
COGNITIVO
Aunque la lectura parece una actividad instantánea y automática, en realidad es necesario realizar un buen número de operaciones hasta llegar
al significado o pronunciación de las palabras escritas. La primera es la identificación de las letras
a partir de los signos gráficos. Si no conseguimos
11
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
identificar las letras del texto escrito (como nos
sucede a veces con algunos textos poco legibles,
como las recetas médicas), difícilmente podremos continuar con la lectura. El siguiente paso es
el de convertir esas letras o grupos de letras (grafemas) en sus correspondientes fonemas. Justamente, la mayor parte del tiempo destinado a la
enseñanza de la lectura se dedica al aprendizaje
de estas reglas de conversión de grafema en fonema. A partir de esos fonemas ya se puede identificar la palabra, tal como sucede cuando escuchamos una palabra en el lenguaje oral. Este tipo de
lectura es lenta y trabajosa, porque requiere ir
transformando una a una, de manera serial y de
izquierda a derecha, las letras que conforman la
palabra en sus correspondientes sonidos.
Pero no es ésta la única forma de leer palabras.
A medida que una persona se va convirtiendo en
lector experto, comienza a reconocer las palabras
de manera global, de una manera rápida y sin
esfuerzo, como si se tratase de objetos visuales.
Pasa así de percibir las letras serialmente a percibirlas simultáneamente en paralelo. Este tipo de
lectura sólo se consigue cuando la persona lleva
tiempo leyendo a través de la conversión de grafemas en fonemas y ha visto ya muchas veces la
misma palabra. Es así como consigue formar una
representación ortográfica de cada palabra para
poder reconocerla directamente.
Las primeras representaciones
ortográficas
que se forman corresponden a las palabras cortas y frecuentes, que el aprendiz ve escritas una
y otra vez. Poco a poco va aumentando el número de palabras que puede leer de forma directa,
aunque el ritmo de adquisición no depende de
r-;ecuadro
la edad, sino de la experiencia lectora: cuanto
más lea una persona, más representaciones formará en su léxico y mayor fluidez conseguirá en
la lectura. Esta forma de leer no necesita de una
enseñanza sistemática, sino que el propio lector,
a base de ver escritas una y otra vez las mismas
palabras, termina formando representaciones
ortográficas de esas palabras.
Obviamente,
cada una de esas operaciones
que realizamos durante la lectura requiere de un
tiempo determinado. Los estudios en los que se
mide el tiempo que las personas tardan en leer
cada palabra muestran que la media está alrededor de los 500 ms. En un experimento en el
que un grupo de estudiantes universitarios leía
una amplia lista de palabras;' encontraron que el
tiempo medio de lectura era de 490 ms, aunque
gran parte de ese tiempo está dedicado a la pronunciación de las palabras; el tiempo empleado
en el reconocimiento visual de las palabras y su
acceso al significado y fonología no suele superar los 250 ms, tal como muestran los estudios
realizados con las técnicas electro fisiológicas
(potenciales
evocados;
magnetoencefalografía [MGE]). Aproximadamente,
los primeros
100 ms se dedican al procesamiento visual de
las palabras, y los 150 restantes a la activación
semántica y fonológica. Quedan otros 250 ms,
hasta completar los 500, que se dedican a activar
y ejecutar los programas motores para emitir la
pronunciación (recuadro 9.1). Cuando se realiza
lectura silenciosa, sólo se invierten los primeros
250 ms dedicados al procesamiento semántico,
tal como indican los estudios de seguimiento de
los movimientos oculares.
9.1. El curso temporal de la lectura
Cuando leemos, experimentamos una ilusión óptica instantáneamente: tenemos la impresión de
que nuestros ojos se deslizan sobre el papel de
manera continua. Sin embargo, si probamos a
hacer esto sobre el borde de una mesa, veremos
que es imposible: nuestros ojos dan pequeños
saltos, llamados movimientos sacádicos, y después hacen fijaciones al final de cada salto. En
la lectura ocurre exactamente igual: el 90% del
tiempo se dedica a fijar la vista sobre el papel
para extraer la información necesaria del texto, y
el 10% restante a realizar los movimientos sacádicos. Un lector hábil realiza una media de cuatro
fijaciones cada segundo, de manera que puede
leer unas 300 palabras por minuto, dependiendo
de la longitud de las mismas.
Los movimientos oculares cumplen lo que se ha
llamado supuesto ojo-mente, que quiere decir
que esta actividad periférica está regida por pro-
1
cesos cognitivos de carácter central, es decir, que
los movimientos del músculo del ojo, de carácter periférico, tienen una relación directa con la
comprensión, mejor o peor, que el lector está teniendo del texto. Se ha comprobado que cuando
la dificultad del texto es mayor, los movimientos
sacádicos aumentan, el tiempo de las fijaciones
se hace más largo y también se hacen más regresiones (movimientos del ojo hacia atrás) a partes
del texto por las que ya había pasado. Por el contrario, las palabras familiares, cortas, predecibles
por el contexto en cuanto a categoría gramatical o significado, reciben fijaciones más cortas.
Cuando se fija fovealmente una palabra, también
se extrae información parafoveal de la siguiente,
es como si la estuviéramos viendo con el rabillo
del ojo, de manera que esta exploración previa
hace disminuir el tiempo de la siguiente fijación
en unos 20 ms.
1
I
11
CAPíTULO 9. Lectura
De lo anterior se deduce que el tiempo que nuestro cerebro emplea en procesar una palabra es
de aproximadamente 250 ms, pero ¿qué ocurre
durante ese tiempo? Parece que durante los primeros 60 ms, la información extraída de la palabra pasa hacia las áreas corticales visuales y
se inician los procesos léxicos para su reconocimiento, que ocurrirá entre los 100 y los 200 ms,
aproximadamente. Hay que tener en cuenta que
la información visual es tratada, en primer lugar,
en el lóbulo occipital, y que después pasa hacia
áreas temporales y frontales, donde la palabra
es procesada sintáctica y semánticamente. Al
mismo tiempo, hacia los 150 ms se dispara el
programa oculomotor, controlado por procesos
atencionales para iniciar el siguiente movimiento
ocular. A los 250 ms, la se-ñal de inicio de movimiento llega a los músculos del ojo, y se dispara
un nuevo movimiento sacádico.
La mayor parte de la información sobre este tema
se ha recogido a través de aparatos de registro
de movimientos oculares. Estos equipos permiten rastrear el movimiento del ojo con una increíble exactitud, a través de técnicas sofisticadas de
reflexión de rayos infrarrojos sobre la superficie
del globo ocular. Otro equipamiento de laboratorio que ha permitido estudiar el curso temporal
de los procesos cognitivos relativos a la lectura
es el de potenciales evocados. En este caso, se
miden los potenciales eléctricos a través de unos
electrodos en el cuero cabelludo de la persona,
mientras lee el texto. El dato más relevante hasta
el momento es el que se refiere a un pico eléctrico negativo que se produce a los 400 ms de
~nicio
del estímulo. Este componente se deno-
mina N400, por tener signo negativo y ocurrir a
los 400 ms. Se ha visto que se produce cuando
el lector no puede integrar semántica mente una
palabra en el contexto que la precede; por ejemplo, en la frase «la arena del desierto formaba
grandes lagos», la palabra lagos produciría una
N400 con respecto a otra en la que se leyera
«la arena del desierto formaba grandes dunas».
A simple vista, este componente se contradice
con los datos de movimientos oculares, según
los cuales a los 200 ms se ha alcanzado ya el
acceso léxico. Sin embargo no es así, si tenemos
en cuenta dos cosas: la tendencia negativa hacia
el pico de la onda en este componente se inicia
aproximadamente a los 200 ms, como puede verse en la figura, y además el acceso léxico es una
operación que se inicia más tempranamente que
la integración semántica. Por otra parte, en distintos estudios se ha visto que otro componente,
positivo y más temprano, P200, está relacionado
con operaciones de reconocimiento de sflabas y
de los morfemas de la palabra.
En resumen, desde que el ojo aterriza sobre una
palabra, se desencadena una serie de operaciones que llevan finalmente a la comprensión de
la misma, lo cual a su vez modula la longitud del
movimiento sacádico y el tiempo de la próxima
fijación. Los datos de técnicas distintas pueden
ofrecer información complementaria que nos
ayude a comprender cómo circula ese flujo de
información desde los órganos periféricos, los
ojos, hacia las áreas corticales de integración
semántica.
r-=~CZr-= ~~~:.:a~
P600
de poteraales
evocados
relaoonados
con eventos
700 800
Nl
r-
Activación muscular del ajo
=U~~~~I
t
100
12O
U
900 1
(ERP)
1
OO 4bo sbo 6bo 7bo 8bo 9bo lOdo
L- Movimiento sacádico
corso temporal
::'elde
los
:7=ntos
Cambio a1enciona!. Inicio programa motor
Curso temporal de procesos, comparando los datos
de potenciales evocados relacionados con eventos
(ERP) con los de movimientos oculares. Se observa
que los procesos registrados con ERP transcurren
incluso después de que el ojo ya no esté mirand.J0
la palabra.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
No obstante, ese tiempo de lectura varía, en
función de una serie de variables tanto del lector como de las palabras. Obviamente, los tiempos son muy distintos cuando se trata de un lector diestro que cuando se trata de un aprendiz,
de una persona con una buena fluidez lectora
o de una persona con poca fluidez. Existe una
gran variabilidad en los tiempos de lectura, incluso entre estudiantes universitarios que se supone tienen similar destreza.
Por otra parte, también influyen poderosamente las características de las palabras. Hay variables muy determinantes de los tiempos de lectura, como son la longitud (las palabras cortas
se leen más deprisa que las largas), la frecuencia
(las palabras que vemos escritas una y otra vez
requieren menos tiempo que las que sólo vemos
ocasionalmente) o la edad de adquisición (las
palabras que se aprenden tempranamente
a lo
largo de la vida se leen más rápido que las que
se aprenden a una edad tardía). Hay, además,
otras variables que, aunque menos influyentes,
también determinan
los tiempos de lectura,
como son la vecindad ortográfica (cuando una
palabra tiene muchas otras parecidas ortográficamente; por ejemplo, «casa» tiene como vecinas ortográficas: «masa», «gasa», «cosa», «caso»,
«caja» ... los tiempos de lectura disminuyen), la
categoría gramatical, (se leen más rápido los
sustantivos que los verbos), el número y la complejidad de las sílabas, etcétera.
Los efectos de estas variables interactúan
con la experiencia lectora y, así, los efectos de
longitud son mayores en los niños que están
aprendiendo a leer, porque identifican de forma serial las letras de las palabras y cada letra
supone un incremento de varios milisegundos.
En cambio, el efecto frecuencia es mayor en
los lectores avanzados, porque realizan una
lectura directa de las palabras.
También influye sobre la lectura y las estrategias lectoras el sistema ortográfico
al que
pertenezca el lector. Los lectores de sistemas
transparentes,
como el castellano,
ruta fonologica ortográficos
pueden leer cualquier palabra por conversión
de los grafemas en fonemas, ya que todas se
ajustan a estas reglas. Por el contrario, los lec-
tores de sistemas opacos, como el inglés, tienen
que leer muchas palabras de manera directa,
porque son irregulares y no se ajustan a las reglas grafema-fonema.
Por esa razón, los niños
ingleses tardan mucho más tiempo en aprender a leer que los niños de idiomas transparentes como el finés, el española el italiano."
Modelos de lectura
Existen numerosos modelos que tratan de
explicar los procesos que realizamos durante
la lectura, pero todos convienen en las operaciones básicas que necesariamente
tenemos
que realizar. Todos defienden la existencia de,
al menos, tres sistemas de procesamiento:
el
ortográfico, encargado de la identificación de
las letras que componen las palabras; el fonológico, encargado de recuperar los sonidos; y el
semántica, encargado de recuperar el significado de las palabras. En lo que se diferencian los
distintos modelos es en la organización de esos
procesos y, especialmente, en la manera en que
interactúan durante la lectura de las palabras.
Mientras que algunos modelos defienden un
procesamiento serial, lo que significa que cada
proceso no empieza a operar hasta que no ha
terminado el inmediatamente
anterior, otros
defienden un procesamiento en paralelo, según
el cual todos los procesos pueden estar trabajando simultáneamente.
Sin duda, los dos modelos más conocidos
son el modelo dual, o modelo de doble ruta,
propuesto inicialmente por Coltheart (1981),4
y el modelo conexionista,
propuesto por Seidenberg & McClelland (1989).5
Modelo dual
De acuerdo con el modelo dual, existen dos
vías para llegar desde la palabra escrita al significado y a la pronunciación:
la vía subléxica,
que actúa mediante la transformación
de cada
uno de los grafemas que componen la palabra
en su correspondiente
fonema, y la vía léxica,
que reconoce la palabra de forma directa. La
vía léxica es más rápida, pero requiere que esa
palabra esté representada en la memoria orto-
ruta lexica
CAPíTULO 9. Lectura
11
gráfica del lector. La vía subléxica es más lenta,
pero permite la lectura de cualquier palabra,
sea conocida o desconocida,
e incluso seudopalabras. En castellano, con la vía subléxica
podríamos leer cualquier palabra, ya que todas
se ajustan a las reglas grafema-fonema
(si exceptuamos algunas palabras extranjeras, como
Hollywood, Peugeot, etc.). En inglés, en cambio, necesitan hacer un gran uso de la vía léxiea, ya que son muchas las palabras irregulares
que no se ajustan a las reglas grafema-fonema
(ej.: el grafema «a» se pronuncia distinto en
«have» que en «rnade»).
Posteriormente,
Coltheart et al. (2001)6 propusieron un modelo computacional a partir del
modelo de doble ruta, con algunos procesos
funcionando de manera serial y otros de manera
interactiva, tal y como se representa en la figura 9.1. Cada componente del modelo contiene
unidades simbólicas, tales como palabras, letras
o fonemas. Esas unidades interactúan entre sí
de dos maneras: excitadora e inhibidora. Es
excitadora cuando la activación de una unidad
contribuye a la activación de otra unidad (por
ejemplo la activación de las letras «t, r, e» contribuyen a la activación de la palabra «tren»). En
cambio, es inhibidora cuando la activación de
una unidad dificulta la activación de otra unidad (por ejemplo, la activación de las letras «m»
y «o» dificulta la activación de la palabra «tren»,
al no contener ninguna de estas dos letras. En la
figura 9.1 se pueden ver los vínculos excitadores entre unidades representados por flechas, y
los inhibidores, por círculos.
Aunque este modelo mantiene el nombre de
modelo dual (modelo de doble ruta en cascada), en realidad distingue tres rutas, ya que la
léxica la separa en léxico-semántica y léxica no
semántica.
La vía léxica no semántica necesita de varias
operaciones para generar la pronunciación de
una palabra. La primera es activar todas las unidades de letra que forman la palabra de manera
simultánea (activación en paralelo). Después se
produce la activación de la representación
de
la palabra en el léxico ortográfico y, a su vez,
la correspondiente
representación
en el léxico
fonológico, que finalmente, si la lectura es en
voz alta, activa los fonemas componentes para
su pronunciación.
• La tercera vía es la léxico-semántica,
que sigue la misma ruta que la no semántica hasta
el léxico ortográfico, y a partir de él se activa
la correspondiente
representación
semántica. Sólo después se activará la representación
en el léxico fonológico.
• La vía subléxica genera la pronunciación de
las palabras mediante un algoritmo que aplica
las reglas de correspondencia grafema-fonema.
Así, para cada grafema obtiene la correspondiente pronunciación, y la suma de todos ellas
produce el sonido de la palabra. Esta vía opera
de manera serial, de izquierda a derecha.
Este modelo consigue simular los principales
hallazgos encontrados en los estudios de reconocimiento de palabras, tales como el efecto frecuencia, el de vecindad ortográfica, longitud, etcétera.
El efecto frecuencia se explica porque las palabras de alta frecuencia se leen por la vía léxiea, que es más rápida, mientras que las de baja
--
... Vía subléxica
Vía léxica
Vía léxico-semántica
Figura 9.1. Modelo de doble ruta en cascada. El modelo consta de tres rutas: la ruta léxico-semántica.
la ruta
léxica no semántica y la ruta de conversión grafema-fanema. Cada ruta está compuesta de varios niveles que
interactúan entre sí.
11I
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
frecuencia, al no tener representación
léxica,
necesariamente tienen que ser leídas por la vía
subléxica.
El efecto de vecindad, lectura más rápida
y precisa de las palabras con muchos vecinos
ortográficos, se explica porque se activan las
representaciones
léxicas de todas las palabras
vecinas, lo que acelera su pronunciación.
Pero especialmente resulta de un gran apoyo
al modelo la interacción, repetidamente encontrada, entre lexicalidad y longitud, en el sentido
de que la longitud afecta más a las seudopalabras que a las palabras (las seudopalabras largas son las más difíciles de leer). Mientras que
las palabras se leen por la vía léxica (en la cual
no influye la longitud, ya que todas las letras se
procesan en paralelo), las seudopalabras necesariamente tienen que leerse por la vía subléxica
y, por lo tanto, mediante la aplicación serial de
las reglas grafema-fonema.
Por lo tanto, cuantas más reglas grafema-fonema haya que aplicar,
debido a la longitud de la palabra, más tiempo
se invertirá en su lectura completa.
Modelo conexionista
Entre los modelos conexionistas,
el más conocido es el modelo de triángulo, propuesto inicialmente por Seidenberg y McClelland
(1989),5 y seguido por otros modelos posteriores/ Se le denomina modelo de triángulo porque considera que el proceso de lectura está
compuesto por tres dominios representacionales: ortografía, fonología y semántica, conectados entre sí en forma triangular. Entre esos
dominios se encuentran las unidades ocultas,
tal como se puede ver en la figura 9.2.
Al contrario del modelo dual, en este modelo conexionista no hay un léxico en el que
se encuentren
representadas
las palabras. La
información
sobre las palabras se encuentra
distribuida por la red, en los pesos de las conexiones entre las unidades o no dos. De esta
manera, las palabras más frecuentes se reconocen antes, porque han sido procesadas más
veces, y cada vez que se procesan aumentan el
peso de las conexiones.v"
Figura 9.2. Modelo triángulo
berg y McClelland.6
de lectura, según Seiden-
En este modelo de triángulo, la lectura en voz
alta de las palabras se puede realizar de forma
directa, por la conexión ortografía-fonología,
o
de manera indirecta, a través de la semántica.
Las seudopalabras,
al no tener representación
semántica, sólo se pueden leer a través de la conexión ortografía-fonología.
En cuanto a la lectura comprensiva, también
se puede realizar de dos maneras: directamente, de la ortografía a la semántica, o indirectamente, a través de la fonología.
En definitiva, aunque ambos modelos son claramente diferentes (el modelo de triángulo es
completamente interactivo, mientras que el modelo dual tiene algunos componentes seriales; el
modelo de triángulo utiliza la misma vía para la
lectura de palabras y seudopalabras,
mientras
que el modelo dual utiliza vías diferentes, etc.),
no cabe duda de que tienen muchas similitudes,
puesto que ambos postulan dos vías diferentes
para pasar de las palabras escritas a la pronunciación y al significado.
Aunque los modelos de lectura han sido elaborados a partir de investigaciones realizadas
en lengua inglesa, que tiene una ortografía muy
opaca y con numerosas palabras irregulares (que
no se ajustan a las reglas grafema-fonema),
en
los últimos años se ha comprobado
que esos
modelos son válidos para el resto de los idiomas,
CAPíTULO 9. Lectura
incluido el español, con su sistema de ortografía
transparente. Igual que el inglés, el lector castellano también hace uso de dos vías o estrategias:
una, mediante la transformación de las letras en
sus sonidos (utilizada principalmente
para las
palabras desconocidas); y otra, para leer las palabras globalmente y conseguir una mayor fluidez. La diferencia radica únicamente en e! uso
que se hace de una y otra vía: un mayor uso de
la vía subléxica en los lectores de los idiomas
transparentes y un mayor uso de la léxica en los
lectores de ortografías opacas.
BASES NEUROLÓGICAS DE LA LECTURA
Tal como hemos indicado, la lectura es una adquisición reciente y, por lo tanto, no está programada aún en el cerebro, no existe un área cerebral responsable de la lectura. En consecuencia,
aprender a leer implica desarrollar circuitos que
establezcan conexiones entre áreas destinadas
a otras funciones (entre la visual y la fonológica para la lectura en voz alta, entre la visual
y la semántica para la lectura comprensiva, etc.).
Eso significa que el cerebro de los lectores cuenta con algunos circuitos neuronales que no están
desarrollados en los cerebros de los analfabetos.
Cuando los niños aprenden a leer, realmente
están estableciendo conexiones entre áreas del
cerebro destinadas a otras funciones y, con ello,
desarrollando nuevos circuitos neuronales que
posibilitan la lectura. Los estudios actuales con
las técnicas de neuroimagen están permitiendo
conocer cuáles son esos circuitos, al comparar los
cerebros de niños que están aprendiendo a leer
con niños mayores que ya son buenos lectores, o
al comparar adultos lectores con adultos analfabetos. También se comparan las áreas cerebrales
que se ponen en funcionamiento dependiendo
del tipo de palabras a leer, palabras conocidas o
desconocidas, palabras regulares o irregulares,
etc. Fruto de estos estudios, en los que se comparan los diferentes tipos de lectores y los diferentes tipos de palabras con variadas tecnologías
que miden tanto la activación cerebral (mediante
resonancia magnética funcional) como el curso
de! funcionamiento
mediante magnetoencefa-
11
lografía, como el tamaño de las áreas cerebrales
mediante morfometría, o la conexión entre las
distintas áreas mediante tractografía, actualmente tenemos una idea bastante completa de la circuitería cerebral responsable de la lectura.
Estudios realizados comparando personas lectoras con analfabetas," mostraron claramente las
diferencias que el aprendizaje de la lectura produce sobre e! sustrato neuronal cerebral. Mediante neuroimagen, se comparó a un grupo de
campesinos portugueses lectores con otro grupo
de personas del mismo entorno, pero que por
razones políticas y sociales no habían podido
acudir a la escuela y no sabían leer. Los resultados mostraron que había diferencias importantes
en los cerebros de los lectores respecto a los de
los analfabetos. Cuando tenían que repetir seudopalabras, los alfabetizados activaban las áreas
del lenguaje en e! lóbulo temporal izquierdo; en
cambio, los analfabetos activaban las áreas frontales, responsables de las funciones ejecutivas.
Parece como si los analfabetos resolviesen las
tareas lingüísticas como si fuesen tareas de memoria, más que de lenguaje. De hecho, muchos
de los errores que cometían cuando tenían que
repetir seudopalabras era transformarlas en palabras parecidas (ej.: «carmigo- en «carnino»).
Otra demostración aún más determinante de
cómo e! aprendizaje de la lectura supone el desarrollo de áreas y conexiones cerebrales, es e! estudio realizado con ex-guerrilleros colombianos
que estaban llevando a cabo un programa de inserción social." Mediante morfometría cerebral,
estos investigadores compararon la densidad de
materia cerebral de un grupo de estos guerrilleros, que habían aprendido a leer, con otro grupo
que todavía no había comenzado e! aprendizaje de la lectura, y encontraron que los lectores
tenían más materia gris que los analfabetos en
cinco regiones posteriores del cerebro, principalmente del hemisferio izquierdo. En concreto,
éstas eran las regiones en las que los lectores tenían más materia gris: la parte dorsal de! lóbulo
occipital (encargada de procesar estímulos visuales altamente discriminativos, como las letras);
las circunvoluciones supramarginal y temporal
superior del hemisferio izquierdo (responsables
11I
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
del procesamiento fonológico) y las circunvoluciones angular y temporal media posterior (encargadas del procesamiento semántico). También
encontraron una mayor cantidad de materia
blanca en los lectores en el splenium del cuerpo
calloso. El cuerpo calloso es el tracto que une los
dos hemisferios, y en la lectura juega un papel
importante en la integración de la información
visual procedente de los dos campos visuales.
Áreas cerebrales implicadas en la lectura
En definitiva, el aprendizaje de la lectura implica el desarrollo de un sistema cortical altamente organizado, que integre los componentes ortográfico, fonológico y léxico-semántico.
De acuerdo con los estudios actuales, este sistema incluye tres áreas cerebrales del hemisferio
izquierdo, una dorsal (temporoparietal),
otra
ventral (occipitotemporal),
las dos posteriores
y otra anterior, en la circunvolución frontal inferior.'? En la figura 9.3 se puede ver la distribución cerebral de esas tres áreas o sistemas.
El sistema dorsal comprende la circunvolución temporal superior con el área de Wernicke
y el lóbulo parietal inferior incluyendo las circunvoluciones angular y supramarginal. El papel
de este sistema en la lectura es integrar la información visual con la fonológica y semántica. En
los lectores adultos, la circunvolución temporal
superior responde con mayor actividad a las
seudopalabras que a las palabras familiares," lo
que sugiere que este sistema interviene en el procesamiento fonológico relevante para el aprendizaje de nuevas palabras.
Parietotemporal
Occipitotemporal
Figura 9.3. Áreas implicadas en la lectura.
El sistema ventral incluye el área occipitotemporal inferior del hemisferio izquierdo, así como
las circunvoluciones temporal media e inferior
del hemisferio izquierdo. El área occipitotemporal es especialmente relevante para la lectura,
ya que de ella depende el sistema responsable
del reconocimiento ortográfico de las palabras.
De hecho, ha sido denominada por algunos autores como el área de la forma visual de las palabras." Esta área, situada en la circunvolución
fusiforme, se activa ante la presencia de palabras
presentadas visualmente; en cambio, no se activa ante palabras presentadas de manera auditiva. Además, como prueba de la importancia que
tiene en el reconocimiento
visual de palabras,
cuando se produce una lesión en ella los pacientes pueden identificar letras individualmente,
pero no consiguen leer las palabras globalmente.
En el siguiente apartado describiremos este trastorno, denominado alexia pura.
Por otra parte, la actividad de esta área correlaciona altamente con la destreza lectora: cuanto
mayor es la destreza de un individuo, más actividad se produce en ella ante la presencia de
palabras escritas. En un principio, los niños no
muestran actividad en esa zona, sólo se va desarrollando a medida que van adquiriendo fluidez lectora. Y ese desarrollo, más bien tardío, no
mantiene relación con la edad, sino con la experiencia lectora, lo que indica que sólo tiene lugar
como consecuencia del aprendizaje de la lectura.
Las zonas temporales
media e inferior izquierda se encargan del procesamiento semántico. Numerosos estudios de neuroimagen han
comprobado que las tareas que exigen acceder
al significado de las palabras activan necesariamente las zonas inferior y media del lóbulo temporal. Igualmente, los estudios con pacientes
han comprobado que las lesiones en esas áreas
producen pérdida de información semántica."
Finalmente, el sistema anterior se corresponde
con la circunvolución frontal inferior. Este sistema es responsable de la recodificación fonológica durante la lectura; aunque no sólo en la lectura, sino también en la denominación oral, en el
habla espontánea y en cualquier otra actividad
que exija la pronunciación de fonemas ..
CAPíTULO 9.
Lectura
11
Conexiones entre áreas cerebrales
La conexión entre esas tres áreas da lugar a
circuitos, que equivalen más o menos a las vías
propuestas por el modelo dual, o por el modelo de triángulo. En los últimos años, con el desarrollo de las técnicas de tractografía, se está
descubriendo la conectividad entre las diferentes áreas corticales; y, en el caso de la lectura,
se ha visto la existencia de dos circuitos claros:
• El circuito dorsal, que conecta la zona temporoparietal con el frontal izquierdo (área de
Broca), se encarga fundamentalmente
de procesar las palabras desconocidas. Este circuito
tiene una gran actividad durante los comienzos del aprendizaje de la lectura. Equivaldría
a la vía subléxica de conversión grafema-fonema del modelo dual, o a la conexión ortografía-fonología del modelo de triángulo.
• El circuito ventral, que conecta la zona occipitotemporal
(área de la forma visual de la
palabra) con el lóbulo frontal, a través del
temporal medio e inferior. Este circuito funciona principalmente en la lectura de palabras
familiares. Equivaldría a la vía léxico-semántica en el modelo dual, o a la conexión ortografía-semántica en el modelo de triángulo. En la
figura 9.4 se muestran ambos circuitos.
El uso de uno u otro circuito depende de una
serie de factores, relativos tanto al tipo de palabras que se leen (frecuentes vs. infrecuentes, regulares vs. irregulares, etc.) como a la destreza
de los lectores (adultos vs. niños), o incluso al
sistema ortográfico (opaco vs. transparente). Así,
el circuito dorsal es más utilizado en la lectura
de seu do palabras. En un estudio realizado por
Simos et al." en el que producían interferencias
eléctricas en esa zona, encontraron que los participantes no podían leer seudopalabras, mientras
que la lectura de palabras, incluso irregulares,
permanecía intacta. En cambio, el sistema ventral
es más rápido que el dorsal, y muestra mayor activación a las palabras que a las seudopalabras."
En un estudio de resonancia magnética funcional, Fiebach y Friederici 16 comprobaron
la
actividad cerebral de un grupo de sujetos mientras decidían, mediante dos botones, si las series
Figura 9.4. Sistemas neurales de la lectura: a) circuito dorsal, que conecta la zona temporoparietal con el
frontal izquierdo (área de Broca). Realizaría la conversión grafema-fonema
o la conexión ortografía-fonología;
b) circuito ventral, que conecta la zona occipitotemporal (área de la forma visual de la palabra) con el lóbulo
frontal, a través del temporal medio e inferior. Es la vía
neural, que representa la ruta léxico-semántica o la conexión ortografía-semántica.
de letras que aparecían en la pantalla eran palabras o seudopalabras.
Encontraron
que las
palabras producían mayor activación en la zona
occipitotemporal
y en la circunvolución temporal media del hemisferio izquierdo, mientras
que las seudopalabras
producían mayor activación en la zona frontal inferior izquierda. La
interpretación
que hacen de estos resultados es
que la lectura de palabras frecuentes comienza
en la zona occipitotemporal
izquierda, con el
reconocimiento
preléxico de las palabras, y se
extiende por la zona temporal media, donde se
produce el acceso al significado. En cambio, la
vía de lectura de seudopalabras parece extenderse más hacia la zona frontal izquierda.
También depende el uso de uno u otro circuito de la experiencia lectora. Durante los comienzos del aprendizaje de la lectura, los niños
muestran activación sólo en el circuito dorsal.
Sin embargo, a medida que van adquiriendo experiencia lectora, se va activando la circuitería
ventral. 15 Los niños usan más que los adultos las
circunvoluciones
angular y supramarginal durante la lectura (partes del sistema dorsal). Estas
-----------------"
11I
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
dos estructuras juegan un papel importante en
la integración de los procesos visuales, fonológicos y semánticos. Los adultos también usan
más esas áreas cuando tienen que leer palabras
desconocidas.
Por último, la utilización de ambos circuitos
también viene determinada por el sistema ortográfico en el que las personas tengan que leer.
Los lectores de sistemas ortográficos
opacos
como el inglés, en el que existen muchas palabras irregulares, tienen que hacer un mayor
uso de la vía léxica, mientras que los lectores
de sistemas ortográficos transparentes como el
castellano, en el que todas las palabras son regulares, hacen mayor uso de la subléxica. Paulesu et al.'? comprobaron, mediante tomografía
por emisión de positrones, la activación cerebral de estudiantes ingleses e italianos mientras
leían palabras y seudopalabras, y encontraron
que los italianos mostraban mayor activación
en la circunvolución temporal superior del hemisferio izquierdo, mientras que los ingleses
mostraban mayor activación en la zona posterior de la circunvolución temporal inferior y en
la circunvolución frontal anterior del hemisferio izquierdo.
No obstante, ambos sistemas no son en absoluto independientes,
sino que interactúan
durante la lectura de palabras, aportando información fonológica y semántica de manera
cooperativa para conseguir una mayor fluidez
lectora. De hecho, el área de la representación
visual de la palabra se va formando a partir
de la lectura por la vía subléxica;'? puesto que
esta vía exige también que el lector esté visualmente expuesto al estímulo. Por esa razón los
niños disléxicos, cuyas dificultades para aprender a leer se deben a sus déficits fonológicos,
no consiguen desarrollar el área visual de las
palabras, tal como muestran los múltiples estudios de neuroimagen.
TRASTORNOS
Una vez vistos los procesos cognitivos que
intervienen en la lectura de palabras y las bases neurológicas que los sustentan, podremos
entender los trastornos de lectura que se pueden producir cuando una lesión cerebral daña
alguna de las áreas o circuitos responsables
de esos procesos. A esos trastornos de lectura
producidos
por lesión cerebral se los conoce
con el nombre de dislexias adquiridas,
para
diferenciados
de las evolutivas, referidas a los
niños con dificultades para aprender a leer.
En términos generales, se distinguen dos tipos de dislexias adquiridas: las periféricas, originadas por lesión en alguno de los componentes más periféricos del sistema y las centrales,
originadas en el procesamiento léxico-semántica. Dentro de las periféricas, las más estudiadas
son la dislexia atencional, la dislexia por negligencia (ambas por lesión en el sistema atencional) y la dislexia visual por alteraciones de tipo
perceptivo. También se suele incluir, entre las
dislexias periféricas, la alexia pura o dislexia letra a letra, aunque realmente las alteraciones en
esta dislexia se encuentran a nivel de palabra.
Dentro de las dislexias centrales, las tres más
conocidas son la dislexia fonológica, la superficial y la profunda. Aquí vamos a dejar las dislexias periféricas, ya que se producen por lesiones en otros sistemas (perceptivo, atencional,
etc.) que, aunque intervienen en la lectura, no
forman parte del sistema lector. Sólo nos centraremos y trataremos de explicar la dislexia
letra a letra y los tres tipos de dislexias centrales: dislexia fonológica, dislexia superficial y
dislexia profunda.
Dislexia letra a letra
La dislexia letra a letra, también llamada
alexia pura o alexia sin agrafia (por no presentar trastornos en la escritura), ya fue descrita por Dejerine a finales del siglo XIX. Los
pacientes con alexia pura identifican bien las
letras individuales,
pero tienen muchas dificultades para leer las palabras de una manera
rápida y fluida, ya que tienen que identificar
de forma serial cada una de las letras que la
componen.
Estos pacientes conservan el resto de habilidades lingüísticas, incluidas las de
CAPíTULO 9. Lectura
!caso
clínico
Un caso representativo en español de alexia
pura es el de un joven universitario, EM, que
fue operado de un tumor en la zona temporooccipital. La única secuela que le quedó de la
operación fue una alteración en la lectura. Aunleía correctamente cualquier palabra, sus
Lr
comprensión
oral de palabras, escritura y repetición, y sólo tienen dificultades
con las
palabras escritas. Incluso si se les deletrea la palabra o se les dibuja sobre la piel, la reconocen
más fácilmente que si se les presenta visualmente. Pero no se trata de un problema visual, ya
que pueden identificar las letras y realizar la
lectura serial letra a letra; lo que ocurre es que
su lectura es muy lenta, y los tiempos incrementan de forma dramática cuanto más larga
sea la palabra. Cuando se trata de una palabra muy larga, pueden tardar varios minutos
en leerla. En los casos más graves, tienen incluso que nombrar en voz alta las letras de la
palabra para poder leerla (para leer la palabra
«familia», dirían «efe, a, eme, i, ele, i, a ... familia». Se reconoce fácilmente este trastorno por
la lentitud con la que los pacientes leen y los
enormes efectos que la variable longitud de las
palabras tiene sobre su lectura.
El trastorno de alexia pura se produce por
lesión en el «area de la forma visual de la palabra». Aunque Dejerine situaba el trastorno
de la alexia pura o alexia sin agrafia en la circunvolución angular, es en el área 39 (según el
mapa de Brodmann) donde se encuentran las
representaciones
de las palabras, y cuya lesión
produce alexia pura.
!caso
clínico
El primer caso de dislexia fonológica publicado
en castellano f.ue AD, un hombre con estudios
superiores que sufrió un accidente cerebrovascular. Este paciente leía bastante bien las palabras,
L..:specialmente
si eran de alta frecuencia, pero
11
---,
tiempos de lectura eran enormemente largos,
especialmente con las palabras largas. A veces
cometía errores en los finales de las palabras
largas, por intentar adivinarlas sin terminar de
leerlas (leía -portatollos » donde decía -portatotos » ).
.-J
Dislexia fonológica
La dislexia fonológica fue descrita por primera vez por Beauvois y Derouesné en 1979.18
Los pacientes con dislexia fonológica leen correctamente
las palabras familiares, pero tienen dificultades para leer las palabras poco familiares y, especialmente, las seudopalabras. La
mayor parte de los errores que cometen son
errores visuales en las palabras (leer «mancha»
donde dice «rnarcha») y lexicalizaciones en las
seudopalabras,
es decir, convertidas
en palabras de parecido ortográfico (leer «molino»
donde dice «rnogino»). Estos pacientes se reconocen por su dificultad para leer las palabras
desconocidas, y la variable más determinante
en su ejecución es la frecuencia: pueden leer
las palabras de alta frecuencia, pero fallan en
las de baja frecuencia.
Dentro de los modelos cognitivos de lectura, este trastorno se interpreta en el modelo
dual como una alteración en la vía subléxica
que impide la aplicación de las reglas grafemafonema y, por lo tanto, dificulta la lectura de
las palabras de baja frecuencia y las seudopalabras. Los pacientes tratan entonces de leer a
través de la vía léxica, lo que los lleva a cometer errores visuales y lexicalizaciones. Desde el
modelo de triángulo, se interpreta como una
---,
tenía serias dificultades para leer seudopalabras.
Los errores que cometía eran fundamentalmente
lexicalizaciones (leía «papel » donde decía «gapel-)
y errores en la aplicación de las reglas grafemafonema (leía -ríegra » donde decía -píegra ••).
.-J
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
alteración en la conexión de la ortografía a la
fonología, por lo que los pacientes tratan de
leer a través del significado.
En cuanto al circuito cerebral que pudo
ser dañado por la lesión, claramente ha tenido que producirse en la vía dorsal, en la conexión entre las zonas temporal y frontal del
hemisferio izquierdo o en alguna de las áreas
componentes, como pueden ser la circunvolución temporal superior, la circunvolución
angular, etcétera.
Dislexia superflclal
La dislexia superficial fue descrita por primera vez, por Marshall y Newcombe,
en
1973.l9 A los pacientes con dislexia superficial
les ocurre justo lo contrario de lo que les sucede a los que sufren dislexia fonológica, ya
que leen sin dificultad las palabras regulares,
sean familiares o desconocidas, e incluso las
seudopalabras, pero tienen graves dificultades para leer las palabras irregulares que no se
ajustan a las reglas grafema-fonema. La mayor
parte de los errores que cometen son regularizaciones, es decir, las pronuncian como si
se ajustasen a esas reglas. Así, leen «olliboodcuando ven la palabra «Hollywood», o «peujeot- cuando ven «Peugeot». Este trastorno,
que puede pasar desapercibido en español, al
no tener palabras irregulares (sólo las pocas
tomadas de otros idiomas), resulta bastante
grave en inglés, al contar con un gran número de palabras que no se ajustan a las reglas
grafema-fonema. En español tienen dificultades con los homófonos; por ejemplo, «vacas«baca», ya que no pueden distinguir por su
pronunciación
qué forma ortográfica se corresponde con el animal y cuál con el artefacto que se pone encima del coche.
Dentro de la dislexia superficial, hay tres
variedades: dislexia superficial de input, dislexia superficial central y dislexia superficial
de output.
En la dislexia superficial de input, los pacientes no sólo pronuncian mal las palabras
irregulares, sino que además no pueden acce-
der a su significado, ya que la pronunciación
no se corresponde
con ningún significado
«<ollibood» no significa nada).
En la dislexia superficial central, los pacientes distinguen las palabras por su forma pero
no consiguen acceder al significado, porque
tienen dañado el sistema conceptual.
En la dislexia superficial de output reconocen visualmente las palabras, acceden correctamente a su significado, pero cuando las tienen que leer en voz alta las pronuncian mal,
porque regularizan su pronunciación.
Estos
últimos pacientes no tienen problemas con
los homófonos, ya que los reconocen bien; y
donde podrían fallar, en la pronunciación, no
hay posibilidad, ya que se pronuncian igual.
La característica que mejor define a estos pacientes son los errores de regularización, y la
variable más determinante
de su lectura es
la regularidad, ya que leen bien las palabras
regulares.
La interpretación de este trastorno, de acuerdo con el modelo dual, es que se ha producido
una lesión en alguno de los componentes de la
vía léxica. En el caso de la dislexia superficial
de input, la lesión habrá dañado el léxico ortográfico; en el caso de la dislexia superficial
central, al sistema semántico; y en el caso de
la dislexia superficial de output, al léxico fonológico. Muy similar es la interpretación del
modelo de triángulo, ya que la dislexia superficial se produce por lesión en la vía que conecta la ortografía con la fonología a través
de la semántica, y se puede dañar la conexión
ortografía-semántica
o la conexión semánticafonología.
La zona cerebral dañada en el caso de las
dislexias superficiales, sin duda, es el circuito
ventral; y, dependiendo de qué componente
de este circuito resulte dañado, se producirán
los distintos tipos de dislexia superficial: de
input, si es en las zonas más posteriores del
lóbulo temporal izquierdo; central, si es en las
zonas media e inferior del temporal izquierdo; o de outpui, si la lesión se produce en la
circunvolución frontal izquierda o en la conexión temporal-frontal.
CAPíTULO 9. Lectura
Icaso
clínico
11
---,
Con dislexia superficial, el caso más llamativo es
el de un médico, que también sufrió un accidente
cerebrovascular y podía leer sin dificultad, tanto
~s
palabras como las seudopalabras, pero tenía
enormes dificultades con las palabras extranjeras
de uso común en español. También tenía problemas para reconocer los homófonos y cometía faltas de ortografía, a pesar de haber sido médico.
Dislexia profunda
dislexia profunda: de input, central o de output,
respectivamente. Desde el modelo de triángulo,
también se interpreta como una alteración que
afecta a ambas vías: la que conecta directamente
la ortografía y la fonología, y la que lo hace a
través de la semántica.
En cuanto a la zona cerebral lesionada, parece claro que los pacientes con dislexia profunda han sufrido una lesión masiva del hemisferio izquierdo que les ha dañado los dos
sistemas, tanto el dorsal como el ventral.
Aunque la taxonomía de los trastornos disléxicos fue propuesta en un principio para el sistema inglés, los estudios realizados en los últimos
años han mostrado que los mismos tipos de pacientes descritos en inglés también han sido encontrados en los idiomas transparentes, incluido
el castellano." La diferencia está en la gravedad
y frecuencia de esos trastornos en función del
idioma; así, la dislexia superficial, que muestra
serias dificultades en inglés, pasa prácticamente desapercibida en castellano, al no existir palabras irregulares. También la frecuencia de los
trastornos es diferente, pues en inglés se encuentran muchos casos de dislexia profunda, al intentar leer por la vía léxico-semántica y cometer
así errores semánticos, mientras que en español
son muy pocos los casos descritos, y siempre se
trata de personas que tenían un alto nivel cultural y, por lo tanto, hacían un gran uso de la vía
léxico-semántica.
Finalmente, la dislexia profunda es la más grave de todas las dislexias adquiridas. Los pacientes
con dislexia profunda son incapaces de leer seudopalabras y palabras desconocidas, y tienen dificultades para leer ciertas clases de palabras, como
las abstractas, las palabras funcionales o los verbos. Producen errores visuales, derivativos y lexicalizaciones, pero los errores más característicos
son los semánticos, esto es, sustituyen la palabra
que tienen que leer por otra con la que no tiene
ninguna relación ortográfica ni fonológica, pero sí
de significado (por ejemplo, leer «sol» por «luna»,
o «mar» por «océano»). De hecho, aunque son
muchos los síntomas que presentan los pacientes
con dislexia profunda, los dos más característicos
son la incapacidad para leer seudopalabras y la
comisión de errores semánticos. También hay tres
variedades de dislexia profunda: de input, central
y de output, con características similares a las descritas en el caso de las dislexias superficiales.
El trastorno de dislexia profunda se interpreta, desde el modelo dual, como una alteración
en las dos vías, total en la subléxica (de ahí la
incapacidad para leer seudopalabras) y parcial
en la léxica (de ahí sus dificultades con otros
tipos de palabras). En función de cuáles sean
los procesos dañados en la vía léxico-semántica
(léxico ortográfico, sistema semántica o léxico
fonológico), se producirán los distintos tipos de
Icaso
clínico
La joven universitaria PR sufrió un grave accidente de moto a los 23 años que estuvo a punto de
costarle la vida. PR era incapaz de leer seudopalabras y tenía dificultades con las palabras, especialmente con las de baja frecuencia, con las
~e
baja imaginabilidad y con los verbos. Los erro-
--.J
---,
res que cometía eran visuales (leía «tráfico» en
vez de «trágico», o «caliente» por «cliente»), morfológicos (<<rosas»
por «rosal», «repetición» por «repetir»), etc; pero eran especialmente llamativos los
errores semánticos (leía «pelo» donde ponía «cepillo», «oro»por «plata» o «pizarra» por «borrador»~
•
NEUROCIENCIADEL LENGUAJE
Resumen
La lectura es una actividad reciente de los humanos que, contrariamente al lenguaje oral, necesita de un aprendizaje sistemático, ya que no
existen áreas cerebrales responsables de la lectura. Aprender a leer significa establecer conexiones entre áreas cerebrales destinadas a otras
actividades (visual, fonológica, semántica, etc.),
lo que da lugar a nuevos circuitos en el cerebro.
En concreto, la lectura de palabras depende de
dos sistemas cerebrales, dorsal y ventral, que conectan la parte posterior del hemisferio izquierdo
con la circunvolución inferior del lóbulo frontal
izquierdo.
El circuito dorsal, que une el área temporoparietal con la anterior frontal, es responsable de
la relación ortografía-fonología y es el primero
en desarrollarse, pues se inicia en el momento
en que el niño comienza el aprendizaje de las
reglas de conversión de grafemas en fonemas.
Este sistema es imprescindible para la lectura
de palabras desconocidas y seudopalabras; sin
embargo, no es eficaz en el caso de palabras irregulares.
El circuito ventral une el área occipitotemporal
con la circunvolución frontal inferior, yes responsable de la lectura de palabras familiares. Este
sistema se desarrolla mas tardíamente cuando el
niño comienza a formar representaciones de las
palabras como consecuencia de haberlas leído
en repetidas ocasiones. Permite una lectura más
rápida y es eficaz en la lectura de palabras irregulares, siempre que sean familiares. Cuando esos
circuitos no se acaban de establecer de manera
adecuada (dislexias evolutivas) o se dañan a consecuencia de una lesión cerebral (dislexias adquiridas), se producen alteraciones en la lectura,
cuyas manifestaciones son diferentes en función
de las áreas dañadas. Cuando se produce una lesión en el sistema dorsal, los pacientes muestran
dificultades para leer seudopalabras y palabras
desconocidas, aunque pueden seguir leyendo las
palabras familiares. Cuando la lesión afecta al
sistema ventral, los pacientes no pueden leer las
palabras irregulares y su lectura es mucho menos
fluida. Conocer esas alteraciones y las bases neurológicas que las producen es de suma importancia de cara a la rehabilitación.
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Por qué la longitud de las palabras afecta de
manera distinta a los buenos lectores que a los
aprendices?
• ¿Cómo se realiza la lectura de palabras desconocidas según el modelo dual?
• ¿Qué áreas cerebrales componen
ventral?
el circuito
• Cuándo un paciente disléxico tarda mucho en
leer las palabras, especialmente si son largas,
¿qué área cerebral tendrá probablemente dañada?
• ¿Cuáles son las hipótesis que mantiene el supuesto ojo-mente sobre los movimientos sacádicos y las fijaciones?
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Escritura
Carmen López-Escribano
íNDICE DE CONTENIDOS
• Introducción
• Procesamiento cognitivo de la escritura
• Bases neurológicas de la escritura
• Trastornos
INTRODUCCiÓN
La escritura es una herramienta
muy poderosa en nuestra cultura, ya que facilita la comunicación a través de la distancia y el tiempo,
hace posible recopilar y preservar la información, permite que el conocimiento
sobre un
tema se desarrolle y se refine y proporciona
un medio flexible para la expresión artística,
política, cultural, científica y espiritual. Pero
escribir es un proceso complejo que requiere
altos niveles de autorregulación
y control; incluso los escritores más expertos encuentran
dificultades en los aspectos relacionados
con
la escritura, como por ejemplo, el conocido
fenómeno del «folio en blanco», que hace referencia a la dificultad de comenzar a escribir
un texto. Las habilidades o procesos cognitivos necesarios para escribir son difíciles de
desarrollar,
y requieren
práctica intensiva.
Tanto la escritura como la lectura son adquisiciones recientes en la historia de la humanidad, no están programadas
en el cerebro y,
por tanto, no se desarrollan de modo natural
como el lenguaje oral. Ambas requieren
de
una enseñanza sistemática y específica durante varios años.
El estudio de la escritura, en sus etapas iniciales y hasta casi finales del pasado siglo xx,
estaba enfocado básicamente hacia el producto o al texto escrito, hacia cómo mejorar este
texto o composición y hacia el estudio de las
características
y modelos de la prosa escrita
de autores ejemplares. El carácter de este en-
foque, orientado al interés sobre la calidad de
la producción escrita, está recogido en reglas
formalistas y máximas presentadas por autores
como Strunk y White1 en lengua inglesa. En
español, Nebrija editó la primera Gramática
de la lengua Castellana en 1492; posteriormente,
la Real Academia Española, fundada en 1713,
se ha dedicado a preservar la pureza, elegancia
y propiedad de nuestra lengua.
Esta concepción tradicional de la escritura
orientada a la composición escrita y a su instrucción, fue puesta en tela de juicio por lingüistas, psicólogos, educadores y académicos
como Bruner, Luria, Piaget, Nelly y Vygotsky, entre otros. Estos estudiosos propusieron
modelos alternativos
al estudio de la escritura, considerando
el lenguaje (tanto escrito
como hablado) como un proceso cognitivo
y expresivo. Una figura que contribuyó
definitivamente
a considerar el lenguaje como
proceso fue Chomsky,? Según este autor, la
competencia
lingüística es innata, universal y
cognitiva; por tanto, para estudiar el lenguaje
es necesario estudiar el funcionamiento
de la
mente.
Un libro que marcó el comienzo de la investigación empírica sobre escritura en Norteamérica, fue la publicación de Emig! The
Composing Processes of Twelfth Graders. Esta
investigación analizó la escritura como un proceso cognitivo, y utilizó el estudio de casos y
la técnica del «pensamiento en voz alta» para
analizar los estilos de escritura de profesores y
estudiantes.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
En las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, surgieron desde la Psicología Cognitiva
dos de los modelos más influyentes sobre escritura: Hayes y Flower" y Scardamalia y Bereiter.' Posteriormente describiremos estos modelos con mayor detalle.
También hacia la década de los 80 nacieron los modelos sociales de la escritura; desde esta perspectiva se criticaron los modelos
cognitivos, por considerar que sus supuestos
eran demasiado positivistas y reduccionistas.
Los modelos sociales argumentaron
que la escritura es «un acto social», y advirtieron
que
los modelos cognitivos sobre escritura presentan a los escritores como individuos solitarios, aislados, luchando con sus pensamientos, cuando en realidad la escritura se realiza
en unas condiciones socio culturales que son
determinantes
para el escritor y para su composición.
Actualmente existe una tendencia integradora de los modelos cognitivos y sociales que
explican el proceso de escribir, ya que se enfatiza que, aunque podemos diferenciar entre
cerebro-mente
internos (modelo cognitivo) y
ambiente externo (modelo social), el contexto
interno y externo del escritor representan un
único sistema interactivo a la hora de producir una composición escrita. La investigación
sobre escritura, lectura y alfabetización se entrelaza cada vez más con otras disciplinas y
perspectivas. Dos avances científicos situados
a finales del siglo xx han alterado el modo en
que los investigadores y los educadores se acercan al estudio y a la enseñanza de la escritura:
el primero, la aplicación de las nuevas técnicas de imagen cerebral al estudio del cerebro
humano en funcionamiento;
y el segundo, la
utilización masiva de ordenadores personales,
asequibles y fáciles de usar."
Sin restar importancia a la influencia que el
contexto externo o social ejerce sobre la escritura y el escritor, el objetivo de este capítulo
es presentar la investigación empírica realizada
desde el paradigma cognitivo o desde el contexto interno del escritor: «mente-cerebro». En
primer lugar, revisaremos los procesos cogniti-
vos implicados en el desarrollo del sofisticado
proceso de escribir. En segundo lugar, describiremos las bases neurológicas que sustentan esos
procesos, y que han sido descubiertas fundamentalmente a través de las técnicas actuales de
neuroimagen cerebral. Para finalizar, describiremos los principales trastornos que se pueden
presentar en la escritura como consecuencia de
una lesión cerebral.
PROCESAMIENTO COGNITIVO
DE LA ESCRITURA
Podríamos afirmar que los modelos cognitivos (dual y conexionista),
citados en el capítulo anterior de este manual, que hacen referencia a la lectura. También son aplicables a
la escritura, por las similitudes que presentan
en el desarrollo de estas dos habilidades. No
obstante, cada sistema de lenguaje tiene su
propia trayectoria de desarrollo y su organización interna. De este modo, la escritura, y
especialmente la escritura productiva;
a la que
haremos referencia a lo largo de este capítulo, presenta aspectos y procesos cognitivos que
la diferencian de otros sistemas de lenguaje, y
que explicaremos a continuación.
Modelo de Hayes y Flower y modelos
posteriores revisados
Uno de los modelos cognitivos más influyentes sobre escritura, y cuya terminología
se
utiliza con frecuencia en un gran número de
investigaciones y estudios, es el presentado por
Hayes y Flower." Posteriormente,
este grupo
de investigadores
ha presentado otros modelos" 8, 9 que revisan y complementan la descripción de los procesos cognitivos presentados en
el primer paradigma. Estos modelos revisados
incluyen, además, una discusión más amplia
a Entendemos
por escritura productiva la actividad
mediante la cual expresamos ideas, componemos textos,
redactamos una noticia o escribimos un libro. Otra forma
de escritura es la copia o el dictado; este tipo de escritura
es más mecánico, y en él interviene un número menor de
procesos.
CAPíTULO 10. Escritura
sobre otros aspectos relevantes al proceso de
escribir, como el contexto, la motivación, el
afecto y la memoria.
Los tres procesos cognitivos descritos originalmente por Hayes y Flower" (planificar, transcribir y revisar) fueron mantenidos en modelos
posteriores," pero sustancialmente reconceptualizados.
La planificación fue incluida en una categoría más amplia, denominada reflexión, que incluye, además de la planificación, la solución
de problemas, la toma de decisiones y la e!aboración de inferencias.
La transcripción
fue renombrada
como
producción
de texto, y ha sido re elaborada
considerablemente."
El proceso original de
revisión ha sido expandido
en modelos posteriores, incluyéndose
la interpretación
del
texto, la reflexión y la producción
de texto;
estos procesos, a su vez, estarían autorregulados y dirigidos por el esquema de la tarea
a realizar, concepto que hace referencia a los
mecanismos
de control y a la autorregulación que el sujeto desarrolla durante el acto
de escribir.
La monitorización
descrita en e! primer modelo ejercería una función similar, permitiendo
al escritor moverse entre los diferentes procesos y la memoria a largo plazo, adecuando así
sus respuestas a las necesidades impuestas por
la tarea.
Estos elaborados
procesos cognitivos son
atribuidos al individuo, como lo son los componentes afectivos (objetivos, predisposición y
creencias), los conocimientos de! escritor (conocimiento sobre el tema, e! género y la audiencia)
y memoria de trabajo. Otros factores externos
al individuo, de acuerdo con los modelos posteriores,? son el contexto social y el ambiente
físico. El contexto social incluye a la audiencia
y los colaboradores;
el ambiente físico incluye
e! texto a desarrollar y el medio utilizado para
componerlo.
En las revisiones y modelos posteriores.?- 8, 9
se incorpora también un análisis más exhaustivo de la memoria de trabajo y de la memoria a largo plazo, y de sus respectivos roles en
11
la competencia
de la escritura. La memoria
de trabajo llega a ser el foco de atención para
analizar el desarrollo de la escritura experta.
Debido a la naturaleza altamente interactiva de
los procesos implicados en la escritura y a las
demandas que estos procesos generan sobre la
memoria de trabajo, ésta puede ser fácilmente
sobrecargada si alguno de los procesos no ha
sido automatizado.
A continuación
explicamos con más detalle
los tres componentes que describen el proceso
de escribir: planificar, trascribir y revisar.
Planificación-reflexión
La planificación es un elemento preponderante en las primeras versiones del modelo de
Hayes y Flower. Siguiendo a estos autores, planificar comprende la generación de objetivos,
la generación del contenido y la organización
del contenido para desarrollar el texto. Sin embargo, en modelos posteriores?' 9 se ha reconsiderado que planificar no es el proceso esencial
de la escritura experta. Aunque bien es verdad,
según estos autores, que los escritores expertos
emplean más tiempo planificando que los novatos, los escritores expertos también emplean
más tiempo generando
ideas y revisando e!
texto. De este modo, no es la proporción de!
tiempo que se emplea planificando lo que distingue a los escritores expertos de aquellos que
lo son menos, sino el tiempo total empleado
en la tarea de la escritura.
Por otro lado, también sugieren estos autores, en modelos posteriores," que e! escritor
crea y genera ideas durante e! mismo proceso
de escritura, experimentando
la producción de
texto como un proceso libre de descubrimiento y construcción, y no sólo como un proceso
de redacción de ideas previamente planificadas y organizadas. De esta forma, se compara
el proceso de «expresión libre de ideas» con el
de «planificación previa», advirtiendo de que
este primer proceso podría liberar la mente de!
escritor para manifestar abiertamente
lo que
piensa y siente, generando así textos más creativos. Estas últimas reconceptualizaciones
sobre
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
el proceso de planificación tendrían, en caso de
verificarse, importantes implicaciones para la
enseñanza de la escritura.
Transcripción-producción
de texto
La transcripción incluye procesos cognitivos
que regulan la tarea de la escritura, como la
ortografía, el control motor y la generación de
texto. En todos estos procesos, tanto la memoria de trabajo como la memoria a largo plazo
juegan un papel importante.
En su primer modelo, Hayes y Flower proponían, en el proceso de transcripción,
un
modelo detallado de producción del lenguaje escrito, en el cual el concepto que tuviera el escritor sobre el esquema de la tarea a
realizar dirigía los procesos cognitivos. Este
concepto o esquema de la tarea a realizar se
refiere a los mecanismos de control o autorregulación que el sujeto desarrolla durante
el acto de escribir, ya que la escritura es una
actividad intencional auto dirigida y autoplanificada. A mayor conocimiento
metacognitivo de los procesos relacionados con la escritura, mejor calidad en los textos escritos,
que se refleja tanto en la productividad como
en el grado de coherencia de las composiciones.!" Estos procesos cognitivos de control o
monitorización de la escritura generan ideas
prelingüísticas, trasladan esas ideas a lenguaje
(a menudo con considerable revisión) y transcriben ese lenguaje a la forma escrita.
La generación de texto comparte muchos
componentes cognitivos con la generación de
lenguaje oral, como la selección del contenido,
la recuperación léxica, la formulación sintáctica y otros. La escritura de palabras implica,
además, la recuperación de la forma ortográfica y de los grafemas que forman las palabras
y, finalmente, de los programas motores en los
que se especifica la secuencia, dirección y amplitud de los movimientos que se deben realizar para escribir las letras o grafemas que componen el texto escrito.
Tanto la ortografía (o la forma correcta de
escribir las palabras) como el control motor
de la escritura, son aspectos del proceso de
transcripción que representan un auténtico reto
para las personas con dificultades específicas en
la escritura. La falta de fluidez en recuperar las
palabras o el esfuerzo requerido por el control
motor, pueden llegar a limitar los recursos en la
memoria de trabajo y a afectar negativamente la
generación de texto.
La generación de texto es la producción
mental de un mensaje lingüístico, marcado,
en el caso de la escritura, por la transcripción
de ese mensaje a texto escrito. Como el habla, la generación de texto implica la transformación de ideas a palabras, frases y unidades mayores de discurso en la memoria de
trabajo. Como en el lenguaje oral, las pausas
en la cadena del lenguaje generado durante
la escritura están influenciadas por las estructuras sin tácticas, como el párrafo, la frase y
los límites de las cláusulas, así como por el
tipo de género del texto. La longitud y la coherencia del texto suelen ser las medidas de
fluidez de generación de texto más utilizadas. La coherencia del texto se refiere a las
conexiones lingüísticas utilizadas en el texto
(repeticiones léxicas, utilización de nexos referenciales, etc.). Los escritores expertos generan
textos más largos y coherentes que los escritores novatos.
La generación de texto fluida es importante,
porque durante tareas complejas como la escritura los procesos cognitivos compiten por
recursos limitados en la memoria de trabajo.
Los procesos ineficientes a nivel de recuperación de palabras o control motor pueden consumir recursos que deberían estar dedicados a
procesos superiores, como la planificación y la
revisión.
Revisión
Hayes? propuso que tanto la revisión como
la generación de texto están guiadas por un
esquema global de la tarea de revisión, e influenciada por los recursos de la memoria de
trabajo y de la memoria a largo plazo. Este
esquema global de la tarea de revisión hace
CAPíTULO 10.
también referencia a los mecanismos de control o autorregulación
que el sujeto desarrolla durante el acto de revisar el texto escrito.
El esquema de la tarea dirige múltiples procesos cognitivos, que incluyen la lectura crítica, la resolución de problemas y la producción de texto. La revisión implica la lectura
guiada por el esquema de la tarea de trabajo,
la evaluación del texto y la reescritura, cuando sea necesario.
La mayoría de los escritores (adultos y niños)
parecen operar con un esquema de revisión
superficial, enfocado hacia las características
superficiales del texto (sustitución de palabras,
corregir algún error ortográfico, pasar el texto
a limpio), más que a un nivel conceptual (revisar el significado del texto). Esta tendencia
puede estar incluso más acentuada cuando se
carece del conocimiento previo del tema sobre
el que se escribe.
A medida que la edad y la habilidad de la
escritura se incrementan, los escritores están
más predispuestos a revisar el significado de
lo escrito. Para resolver un problema en un
texto, el escritor debe, primero, reconocer
que tal problema existe, y luego tomar los
pasos apropiados
para corregirlo.
Esta estrategia de resolución de problemas implica
comparar una representación del texto actual
con una representación del texto planificado,
ser consciente de las discrepancias entre uno
y otro e iniciar los cambios oportunos para
cambiar el texto actual, de acuerdo al texto
previsto.
Modelo psicolingüístico
Desde la Psicolingüística, también se han
propuesto modelos que describen todos los
procesos cognitivos que intervienen
en la
escritura, desde los más abstractos o conceptuales hasta los puramente motores. Cuetos'!
propone
cuatro procesos cognitivos necesarios en la escritura: la planificación
del
mensaje, la construcción
de las estructuras
sin tácticas, la selección de las palabras y los
procesos motores.
Planificación
Escritura
11
del mensaje
En la planificación se genera información sobre el tema que se va a escribir. Durante esta
búsqueda de información, la memoria a largo
plazo juega un importante papel, ya que es en
ese almacén donde se retiene el conocimiento
que vamos construyendo a lo largo de nuestra
vida. Una vez generada la información, en una
segunda etapa, se seleccionan los contenidos
más relevantes de los recuperados de la memoria y se organizan en un plan de trabajo. Por
último, se establecen los criterios o preguntas
que serán utilizadas en el proceso posterior de
revisión, y que ayudan al escritor a comprobar
si el texto se ajusta, o no, a los objetivos iniciales planteados.
En este modelo, los criterios de revisión
del texto forman parte del proceso de planificación. En realidad, la revisión del texto
implica muchas de las tareas descritas en el
proceso de planificación de los modelos explicados anteriormente,
como la selección
de contenidos, la solución de problemas, la
toma de decisiones, la elaboración de inferencias y los mecanismos de autorregulación
y control.
Construcción
sintácticas
de las estructuras
Una vez que se ha decidido el mensaje que se
quiere transmitir, el escritor construye las estructuras gramaticales en las que luego encajar
las palabras. Estas estructuras serán el armazón
que le permitirá expresar el mensaje de forma
escrita.
Selección
de las palabras
Para recuperar la forma ortográfica de las
palabras que formarán parte de las estructuras
sin tácticas, existen dos vías de acceso: la vía subléxica y la vía léxica. A la hora de seleccionar
una palabra utilizando cualquiera de estas dos
vías, se activaría, en primer lugar, el significado o concepto que se quiere transmitir (sistema
semántico) :
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
• En el caso de la vía subléxica, se buscaría después la forma fonológica correspondiente a ese
significado (léxico fonológico) y, finalmente,
se convertirían los sonidos que componen las
palabras a signos gráficos, mediante un mecanismo de conversión de fonema a grafema
(CFG). Estos grafemas se mantendrían activos
en una memoria operativa (almacén graférnico), dispuestos para ser escritos.
• En el caso de la vía léxica, después de activar el significado, se activaría directamente la
representación ortográfica o la forma en que
deben ser escritas las palabras (léxico ortográfico). Estas representaciones
ortográficas,
una para cada palabra, se mantendrían disponibles, al igual que en el procedimiento anterior, en una memoria operativa, desde donde se ejecutarían los movimientos necesarios
para formar los signos gráficos. En la figura
10.1 se representan las dos vías de acceso a la
escritura de palabras descritas anteriormente.
que las palabras estén representadas en el léxico
ortográfico del escritor para ser recuperadas.
En la conversión de fonemas a grafemas, la
memoria a corto plazo juega un importante
papel, reteniendo los fonemas que vamos a escribir en el orden correspondiente
(almacén de
pronunciación),
o la forma gráfica de las palabra que vamos a escribir (almacén grafémico),
mientras se realizan las operaciones destinadas
a convertir esas formas fonológicas o gráficas a
los signos gráficos. En esta memoria de corta
duración a veces se producen alteraciones en
el orden en el que se deben secuenciar los sonidos, o errores de sustitución de un grafema
por otro, especialmente cuando se trata de oraciones largas que rebasan la limitada capacidad
de estos almacenes. Para evitar estos errores, a
menudo se emplea la estrategia de repetición,
es decir, repetimos internamente
las palabras
mientras las vamos escribiendo.
La vía subléxica permite obtener la ortografía
por aplicación de las reglas de transformación
de fonemas a grafemas. Sin embargo, es insuficiente para seleccionar la ortografía correcta en
palabras que contienen fonemas que se pueden
representar mediante diferentes grafemas, como
por ejemplo la palabra «boca», ya que el sonido
Ib/ se puede representar con las letras «b» y «v»;
Del mismo modo, la vía léxica no sirve para
escribir palabras desconocidas ni seudopalabras
(una serie de letras que se pueden pronunciar,
pero que no tienen significado), ya que requiere
Procesos motores
Sistema rmántico
~
Léxico fonológico
!
Fonemas
Léxico ortográfico
CFG
Grafemas
!
Escritura
Figura 10.1. Modelo en el que se representan las dos
vías para el acceso a la escritura espontánea (Cueros)".
En función del tipo de escritura que se vaya a
realizar (a mano, ordenador, en la pizarra, etc.)
y del tipo de letra que se elija (mayúscula o minúscula, cursiva o script, etc.), se activarán los
programas motores que se encargarán de producir los correspondientes
grafemas.
Aunque diferentes autores utilizan distintas
nomenclaturas
y clasificaciones para describir
los procesos cognitivos relacionados con la escritura, básicamente no existen grandes diferencias entre los modelos que describen el proceso
de escribir. En la figura 10.2 presentamos un
resumen comparativo de los diferentes modelos
relacionados con la escritura. En este resumen
se recogen y comparan los procesos cognitivos
del modelo original de Hayes y Flower" con
los modelos posteriores revisados?' 8 y con la
aproximación psicolingüística a la escritura de
Cueros.'! Esta figura muestra que, básicamente, los modelos cognitivos sobre escritura, con
algunas variaciones y utilizando diferente nomenclaturas, siguen criterios comunes a la hora
de explicar los procesos implicados en el acto
de escribir. Debemos interpretar los procesos
CAPíTULO 10. Escritura
•
Hayes y Flower (1980)4
MEMORIA
A LARGO
PlAZO
....
Planiflcadón
- Generar objetivos
- Generar contenido
- Organizar contenido
Transcripción
- Esquema de la tarea
a realizar (mecanismos
de control y
autorregulación)
Revisión
- Leer
- Editar
MONITORIZACIÓN
Hayes (1996)1,8
-
Reflexión
Planificación
Solución de problemas
Toma de decisiones
Elaboración de
inferencias
Producción de texto
- Ortografía
- Control motor de la
escritura
- Generación de texto
Revisión
- Interpretación del texto
- Esquema global de la
ta rea de revisión
(mecanismos de control
yautorregulación)
MEMORIA DE TRABAJO Y MEMORIA A LARGO PLAZO
Cuetos (2009)11
Figura 10.2. Modelos cognitivos de la
escritura: comparación entre modelos y
procesos irnplicados'',
cognitivos presentados en estos modelos como
interactivos, re cursivos, potencialmente simultáneos, guiados por metas y cualitativamente
diferentes en niños y adultos.
Modelo de Bereiter y Scardamalia
Los modelos presentados en el apartado anterior son de carácter genérico, es decir, facilitan una descripción detallada de los procesos
b El modelo de Hayes y Flower" incluye también el contexto de producción, no presentado en esta figura.
El modelo de Hayes? incluye el contexto de la tarea y
otros aspectos, como la motivación y el afecto, no presentados en esta figura.
Planificación
- Búsqueda de información
- Selección de contenidos
- Criterios de revisión
Procesos pslcolingüístlcos
- Construcción de la estructura
gramatical: sintáctica y léxica
(vías léxica y subléxica)
- Procesos motores
MEMORIA
A LARGO PLAZO
MEMORIA
DE TRABAJO
de la composicron escrita para ser aplicados
universalmente a cualquier escritor, sin tener
en cuenta su desarrollo evolutivo o su nivel de
escritura. Sin embargo, los modelos de escritura deben prestar atención a cómo los procesos
implicados en la escritura, así como los recursos de memoria son diferentes dependiendo de
la etapa de desarrollo estudiada.
De acuerdo con esta idea, Bereiter y Scardamalia' proponen dos modelos de escritura:
uno referido a escritores inmaduros, denominado contar lo que se sabe, y otro a escritores
maduros o expertos, denominado transformar
el conocimiento. En el primer caso, el escritor
reproduce lo que sabe sobre un tema y lo ex-
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
presa directamente sobre el papel. En el segundo, el escritor reconsidera lo que sabe sobre
un tema para adecuado a las características y
necesidades de su audiencia, es decir, los escritores maduros o experimentados tienen en
cuenta al lector y al contexto, modificando y
transformando
lo que previamente conocen
sobre un tema para acomodado a las necesidades informativas de su audiencia.
En el recuadro 10.1 se recogen las principales diferencias entre escritores inmaduros
y escritores expertos en los procesos relacionados con la escritura anteriormente mencionados: planificación,
transcripción,
revisión
y autocontrol. Es importante tener en cuenta
estas diferencias, ya que no podemos esperar el
mismo nivel de desarrollo y de ejecución en un
niño que en un adulto, o en un escritor novato
o con dificultades que en un escritor experto.
BASES NEUROLÓGICAS
DE LA ESCRITURA
Los primeros conocimientos que tenemos sobre las áreas del cerebro implicadas en la escritura provienen de estudios post mortem y de
cirugía realizados en pacientes disgráficos. Las
tecnologías de neuroimagen, que se comenzaron a utilizar a finales del siglo pasado, han ampliado nuestro conocimiento sobre el cerebro
que escribe.
Escanear el cerebro de una persona mientras
escribe plantea importantes retos metodológicoso En primer lugar, la escritura productiva
depende de múltiples procesos cognitivos; por
tanto, son muchas las áreas cerebrales implicadas. De este modo, las tareas seleccionadas
para un experimento de neuroimagen y escritura deben ser cuidadosamente diseñadas, de
modo que las respuestas o activación producidas por las mismas puedan ser claramente interpretadas y analizadas en comparación con
los procesos que se deseen estudiar.
Por ejemplo, el cerebro que escribe expresa
el código de la lengua interna al mundo externo a través de un sistema grafomotor. El sistema
motor controla no solamente la ejecución de un
acto motor, sino también la planificación de ese
acto. Para realizar un experimento de neuroimagen que estudie este proceso de planificación
grafomotora, es necesario diseñar y seleccionar
tareas que estén relacionadas con el mismo y que
se puedan realizar dentro de un escáner, ya que,
como explicaremos posteriormente, no siempre
es posible escribir directamente en experimentos
de neuroimagen. En este sentido, una de las tareas más utilizadas y conocidas es la denominada sequential finger tapping, que consiste en tocarse con el dedo pulgar cada uno de los dedos
de la mano de modo secuencial, comenzando,
por ejemplo, con el dedo índice y terminando
con el dedo meñique, y repitiendo estos movimientos secuenciales de los dedos sucesivamente
varias veces. Esta tarea, que podríamos denominar experimental, implica una planificación
e intencionalidad motora en el movimiento de
los dedos similar a la producida por los movimientos de la mano al escribir. Adicionalmente,
también es necesario diseñar y seleccionar tareas
que impliquen movimientos de los dedos, que
no requieran planificación ni intencionalidad;
por ejemplo, tocarse sucesivamente con el dedo
pulgar el mismo dedo, normalmente el índice. A esta tarea la podríamos denominar tarea
control. Supuestamente, ambas tareas activarán
áreas cerebrales relacionadas con el movimiento
de los dedos de la mano, pero la tarea experimental activará más áreas cerebrales que la tarea
control, ya que su realización implica la ejecución de procesos adicionales de planificación de
un acto motor no presentes en la tarea control.
La diferencia en la activación cerebral producida
por estas dos tareas señalará qué áreas cerebrales
son las relacionadas con el proceso que queremos estudiar; en este caso, de la ejecución y planificación de un acto motor.
Por último, es también necesario seleccionar
y diseñar tareas comportamentales, que se realizan fuera del escáner y que están relacionadas con los procesos que se quieren estudiar.
El objetivo es verificar la validez de la tarea
experimental utilizada en el escáner. Siguiendo con nuestro ejemplo, la tarea experimental
de organización serial de los movimientos de
11
CAPíTULO 10. Escritura
r-;ecuadro
10.1. Principales diferencias entre los escritores expertos y los escritores inmaduros
o con dificultades en los procesos relacionados con la escritura
I
Escritores expertos
I
Escritores inmaduros o con dificultades
Proceso de planificación
- Planifican su tarea de escritura. Dedican tiempo
a la búsqueda de información y a la selección de
objetivos y contenidos que los guiarán en el proceso de generación del texto.
- Utilizan estrategias inefectivas para escribir, piensan que la tarea de escritura es un plan en sí misma. No distinguen entre planificar y escribir. No
dedican tiempo a la planificación, escriben directamente sus ideas.
- Tienen intenciones y objetivos específicos a la
hora de escribir un texto. Saben qué tipo de texto
quieren producir.
- No tienen intenciones específicas a la hora de escribir un texto, y la representación
del texto que
quieren producir es vaga e imprecisa.
Proceso de transcripción
- Durante las fases iniciales de la escritura, generan más contenido del que necesitarán, para eliminar después en el proceso de revisión ideas
superfluas o inservibles.
- Tienen dificultad en generar contenido, suelen
producir historias cortas que contienen poca elaboración o detalle.
- Generan lenguaje alternativo con cierta facilidad
para mejorar la calidad del texto.
- Tienen dificultad en generar lenguaje alternativo
para corregir un problema, incluso cuando han
sido capaces de detectarlo.
- Producen texto escrito con fluidez, permitiéndoles mo- - Tienen dificultad en la producción de texto, lo que
verse más allá de «contar lo que saben" e implicarse
limita su capacidad de memoria de trabajo para
en procesos superiores, como planificar y revisar.
implicarse en procesos superiores.
- La recuperación de las palabras es automática,
- La ortografía representa un auténtico reto, dudan
no representa un reto y se realiza sin esfuerzo, lia la hora de escribir una palabra, no sabiendo
berando recursos de su memoria de trabajo para
muy bien cuál es su forma correcta, quedando
ser dedicados a la generación de contenido.
comprometidos
otros aspectos de la escritura,
como el desarrollo de contenido.
- El control motor de la escritura está automatizado
y escriben con fluidez y sin esfuerzo.
- Escriben con esfuerzo y lentitud. Estas dificultades al transcribir
representan también un reto
para cualquier persona que tenga que leer el
texto producido (incluso, a veces, el texto resulta
también ininteligible para el propio autor).
Proceso de revisión
- Realizan evaluaciones
intensivas y procesos de
revisión que mejoran su composición.
Revisan
tanto forma como contenido, teniendo en cuenta
su contexto y audiencia.
-
Raramente realizan revisiones significativas. Operan con un esquema de revisión superficial. Sus
revisiones están enfocadas hacia las características superficiales
del texto (corregir algún error
ortográfico, pasar el texto a limpio, etc.).
- Tienen mayor capacidad de memoria, porque sus
habilidades para componer y revisar el texto están
más desarrolladas y operan de modo automático.
- Suelen quedarse estancados en los procesos
revisión, debido a su baja habilidad. Además,
recen de práctica en planificar y transcribir
ideas a palabras; esto afecta a su capacidad
memoria, tanto a corto como a largo plazo.
de
casus
de
Proceso de autocontrol
- Regulan y monitorizan con regularidad lo que escriben, comprobando
que el texto producido se
ajusta al texto planificado.
- Ponen en marcha escasos mecanismos de autorregulación y control durante la tarea de la escritura.
- Son realistas y críticos sobre su capacidad de escribir. Saben que necesitan dedicar mucho tiempo y esfuerzo para producir un texto de calidad.
- Tienen un sentido poco realista de su autoeficacia. En ocasiones, suelen ser extremadamente
confiados sobre su capacidad de escribir. Piensan
que no necesitan dedicar mucho esfuerzo o tiempo para escribir un texto de calidad.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
los dedos, o sequential finger tapping, realizada
con la mano dominante, en contraste con la tarea control (tocarse sucesivamente con el dedo
pulgar el mismo dedo), ha mostrado tener una
excelente fiabilidad y validez de constructo en
la evaluación de problemas de escritura en niños de primaria, y activa cinco regiones cerebrales diferentes."
Otro reto metodológico para los experimentos
de neuroimagen y escritura tiene que ver con el
movimiento del brazo necesario para escribir. La
resonancia magnética funcional (RMf), tecnología muy empleada en los estudios de neuroimagen, especialmente con niños, es muy sensible a
los movimientos de las extremidades superiores
del cuerpo, ya que estos movimientos producen
una alteración de los campos magnéticos, lo que
se conoce con el nombre de artefactos motores,
actividad positiva-falsa o enmascaramiento de la
activación real del cerebro. El procesamiento de
imágenes con el cuerpo rígido, cabeza y cuerpo
alineados en posición horizontal, es la técnica
más común utilizada en los estudios de neuroimagen. Esta postura hace que no sea posible la
escritura convencional durante un experimento
con RMf. La única tecnología de imagen cerebral que no es sensible a los artefactos motores
(ruido o distorsión producida por los movimientos del cuerpo) es la tomografía por emisión de
positrones (PET), pero es una tecnología considerada invasiva, ya que resulta necesario inyectar sustancias radioactivas, de modo que sólo
puede ser utilizada con personas adultas.
Éste es, probablemente,
uno de los motivos
por los que se han realizado pocos estudios de
neuroimagen y escritura con niños utilizando
RMf. Sin embargo, recientemente el equipo de
investigadores formado por Richards, Berninger y colaboradores'<
13 ha realizado
varias investigaciones con esta metodología. En alguno
de esos estudios" hicieron adaptaciones sencillas, con el objetivo de minimizar los artefactos
motores producidos por las tareas relacionadas
con la escritura, como colocar un libro sobre
la línea media del pecho del niño, tumbado
dentro del escáner, quien a su vez utiliza una
púa de madera para escribir sobre el libro. No
obstante, y a pesar de ser ésta una tarea lo más
adaptada posible a la escritura convencional,
dicha forma de escribir hace que no sea posible el control visual ni kinestésico directo de
lo que se escribe. Normalmente,
los niños que
van a realizar estos experimentos practican estas tareas de escritura fuera del escáner, hasta
familiarizarse con ellas.
Consecuentemente,
muchos de los estudios de
imagen cerebral sobre los procesos relacionados
con la escritura han sido realizados con adultos
con desarrollo típico o con adultos que han perdido la función de la escritura debido a lesiones
cerebrales. Normalmente son estudios realizados
en lengua inglesa y con tomografía por emisión
de positrones (PET). La mayoría de la investigación sobre cerebro y escritura se ha centrado en
el proceso de transcripción, especialmente en los
procesos motores relacionados con la escritura,
aunque con mayor frecuencia los estudios están
abordando procesos de generación de texto a nivel elemental, como la generación de palabras,
y recientemente también se ha realizado algún
estudio sobre la generación de texto a nivel de
frases.'?
Áreas cerebrales
en la escritura
implicadas
Debido a que la escritura es una actividad
compleja, especialmente la escritura productiva,
son muchas las áreas cerebrales implicadas. Los
estudios de autopsia y lesiones cerebrales relacionados con la escritura revelan que ésta podría verse selectivamente afectada si se lesionan
zonas localizadas, principalmente,
en el lóbulo
parietal superior izquierdo, circunvolución supramarginal,
circunvolución
angular, área de
Wernicke y área de Broca, zonas que también
han sido relacionadas con otros aspectos del
lenguaje." Por otro lado, la mayoría de los estudios post mortem y de cirugía realizados en
pacientes disgráficos han mostrado que el córtex parietal es un área implicada en la disgrafia
pura, una forma de disgrafia caracterizada por
dificultades en la escritura en ausencia de otras
anormalidades motoras o de lenguaje. Por ejem-
CAPíTULO 10.
plo, la disgrafia es una de las características del
síndrome de Gerstmann que va acompañada de
lesiones en el córtex parietal.
Los actuales estudios de neuroimagen con
personas sanas han replicado, básicamente, los
resultados obtenidos previamente con pacientes
disgráficos. Estos estudios muestran que los procesos relacionados con la escritura dependen de
redes neuronales que se extienden por amplias
zonas del cerebro. Puesto que la escritura es
una actividad compleja que implica procesos de
planificación, lingüísticos, motores, etc., cuando escribimos intervienen prácticamente todas
las áreas del cerebro." A continuación especificamos cuáles son las principales áreas responsables de cada uno de los procesos de escritura
descritos previamente en este capítulo.
Los procesos de planificación y revisión han
sido los menos abordados en la investigación
sobre cerebro y escritura. Estos procesos y todas
las tareas implicadas en los mismos, como la generación de objetivos y contenidos, la toma de
decisiones y solución de problemas, el establecimiento de los criterios de revisión, etc., dependen fundamentalmente de los lóbulos frontales y,
más específicamente, de la zona prefrontal, que
es donde radican las funciones ejecutivas. I I En
estudios recientes sobre cerebro y escritura realizados con niños.P: 13en los que se han investigado algunas de las tareas relacionadas con la planificación de la escritura, la conclusión es que los
escritores competentes versus aquellos que no lo
son, difieren en la activación cerebral en regiones
frontales asociadas con la cognición, funciones
ejecutivas, memoria y lenguaje.
Durante el proceso de transcripción, según
los modelos cognitivos de la escritura descritos previamente, se transforman los contenidos mentales en signos gráficos o grafemas; y,
al igual que en la lectura, en la escritura, para
llegar a la forma ortográfica de las palabras,
existen dos vías de acceso: la vía subléxica y
la vía léxica. Por tanto, de modo similar a la
lectura, también la escritura necesita de un sistema cortical altamente organizado que integre
los componentes ortográficos, fonológicos y
léxico-semántico necesarios para escribir. De
Escritura
11
este modo, las áreas cerebrales responsables de
estos componentes en la lectura: sistema dorsal, sistema ventral y sistema anterior (véase
figura 9.4), también lo son en la escritura, ya
que una lesión en cualquiera de esas áreas o
sistemas afectaría a la ortografía y a la generación del texto escrito. Adicionalmente, los estudios sobre cerebro y escritura, cada vez con
mayor frecuencia, están abordando la investigación de los procesos de generación de letras,
palabras y texto a nivel de frases. Algunos de
estos estudios'<P muestran que la circunvolución fusiforme izquierda (figura 10.3), también
denominada como área de la forma visual de
las palabras, está relacionada con la forma ortográfica (visual) de las palabras y el procesamiento de la forma de las letras.
Como anteriormente comentamos, un gran
número de estudios sobre cerebro y escritura
se ha centrado en el proceso de transcripción,
especialmente en los procesos motores de la escritura. Berninger y Winn6 proponen tres áreas
cerebrales principales relacionadas con estos
procesos, además de activación adicional en redes computacionales distribuidas, dependiendo
de la tarea estudiada. Estas tres áreas son el área
de Exner, el lóbulo parietal superior izquierdo
y la región premotora del lóbulo frontal izquierdo (véase figura 10.3).
Área de
Exner
Región premotora
frontal
Figura 10.3. Áreas implicadas
Lóbulo parietal
superior
en la escritura.
11
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
En 1881, Exner observó que la parte posterior de la circunvolución frontal media en
el lóbulo frontal izquierdo estaba asociada a
la función de la escritura. Un siglo después,
Anderson, Damasio y Damasio" propusieron
que el área de Exner (como este primer centro de escritura es ahora denominado) podría
desempeñar un papel importante, coactivando secuencias de movimientos necesarios para
generar las letras. Así, el área de Exner sería
responsable de trasladar las imágenes auditivas
transferidas desde áreas posteriores del lenguaje a secuencias de movimientos necesarios para
escribir letras y palabras.
Un segundo centro de la escritura ha sido localizado en el lóbulo parietal superior izquierdo.
De acuerdo con estudios de lesiones focales, los
pacientes con disgrafia debida a un déficit predominante de ejecución motora de la escritura,
más que a un déficit central del lenguaje, sufren
lesiones en esta área. Esta región ha sido propuesta como un centro de escritura donde los
códigos internos de la forma de las letras son
generados y almacenados para su producción
posterior. Estos códigos serían transmitidos desde esta región a las áreas de Broca y de Exner,
para su generación. En un experimento reciente!? realizado con adultos, utilizando PET y una
tarea que implicaba, por primera vez, la escritura narrativa real de frases con control visual
y kinestésico, se investigó la contribución de los
lóbulos parietales al lenguaje, concluyendo que
la mayor contribución del córtex parietal a la
comunicación está en el control sensorimotor de
la escritura, y que la activación producida por la
escritura en áreas parietales es bilateral, superior
y ampliamente distribuida.
Por último, el código grafomotor para escribir una letra podría estar representado en la
región premotora del lóbulo frontal izquierdo," un tercer centro relacionado con la escritura. El córtex premotor coincide prácticamente con el área 6 de Brodmann (BA 6), en el
lóbulo frontal izquierdo, en personas diestras.
La actividad en esta región es crítica para la
guía sensorial de los movimientos y el control
de los músculos del cuerpo.
TRASTORNOS
Una vez vistos los procesos cognitivos que
intervienen en la escritura productiva y las
bases neurológicas que los sustentan, pasamos
a explicar los trastornos de escritura que se
pueden producir cuando una lesión cerebral
daña alguna de las áreas o circuitos responsables de esos procesos. A los trastornos producidos en la escritura causados por algún tipo
de daño cerebral se los conoce con el nombre
de agrafia o disgrafia adquirida, para diferenciarla de la agrafia o disgrafia evolutiva, que
se refiere a las dificultades que tienen algunos
niños para aprender a escribir. Debido a que
son numerosas las regiones cerebrales que
contribuyen a la habilidad de la escritura, los
síntomas de los pacientes con disgrafia adquirida pueden ser muy variados, dependiendo
de la zona cerebral dañada. En las últimas décadas se han realizado diferentes intentos de
clasificación de las disgrafias, pero no resulta
fácil, ya que en las disgrafias adquiridas aparecen síntomas tan diversos de unos pacientes a otros, que resulta difícil clasificarlos con
exactitud.
En términos generales y desde un punto
de vista psicolingüístico,
las agrafias se pueden clasificar en disgrafias centrales (cuando
falla el procesamiento
léxico) y en disgrafias
periféricas (cuando fallan los procesos motores). Otros modelos más clásicos clasifican
las disgrafias en afásicas (cuando el mecanismo que falla es el de planificación),
en
disgrafias no afásicas (referidas fundamentalmente a los trastornos motores de la escritura) y en otros trastornos de la escritura,
incluyendo
en este apartado trastornos
de
origen muy diverso. Nos referiremos
continuación, en primer lugar, a las disgrafias
afásicas en las que encontramos dif¡'cultades
lingüísticas de carácter general, que se manifiestan tanto en el lenguaje oral como en
el escrito, y posteriormente
a las disgrafias
centrales y las disgrafias periféricas, relacionadas con trastornos más específicos de la
escritura.
a
1.0, Escritura
iD1 grafias af/
~
trm~I)DS
e lanlficad/
Normalmente,
los pacientes con disgrafia
afásica tienen graves dificultades para planificar lo que van a decir o a escribir. Aunque su
lenguaje es gramatical mente correcto y pueden repetir historias familiares, son incapaces
de producir un lenguaje creativo y espontáneo. Les cuesta mucho redactar cualquier escrito, aunque sea una simple nota; tienen que
dedicar mucho tiempo y, al final, sólo consiguen unas cuantas frases estereotipadas.
Con relación a los modelos cognitivos de escritura a los que nos hemos referido en este capítulo, las disgrafias afásicas se interpretarían
como una alteración en el proceso de planificación. Se trata de un desorden del lenguaje
expresivo debido a lesiones en el área frontal
izquierda. El proceso de planificación,
como
anteriormente
señalamos, depende fundamentalmente de los lóbulos frontales, y más específicamente de la zona prefrontal, que es donde
radican las funciones ejecutivas.
Este tipo de disgrafias se caracteriza por las
dificultades en la habilidad de decodificar y
codificar el lenguaje escrito. Consecuentemente, los pacientes que sufren disgrafias centrales tienen alterada tanto la habilidad de leer
(alexia o dislexia) como la de escribir (agrafia
o disgrafia), además de tener afectadas todas
las modalidades de escritura (a mano, a ordenador, deletreo con letras de plástico, etc.).
En este tipo de disgrafias, la lectura y la escritura no tienen porque estar igualmente afectadas. Algunos pacientes pueden reconocer letras
Lurla'? describe un paciente que, tras haber recibido una herida de metralla, conservaba la mayor
parte de los procesos intelectuales (leía sin dificultad y con buena comprensión lectora, memorizaba
escritas, pero son incapaces de formarlas; otros
pueden formar letras escritas, pero no pueden
leerlas. Sin embargo, incluso aquellos que pueden leer letras o palabras que no pueden escribir,
llegan a tener dificultades en la lectura cuando
las palabras son más largas o menos frecuentes.
Como se explicó en el capítulo anterior, dependiendo de la vía de recuperación de la forma ortográfica de las palabras, subléxica o léxiea, existen pacientes con lesiones en una u otra,
que presentan, lógicamente, síntomas diferentes. Existen así tres tipos de disgrafias centrales:
• Disgrafia fonológica:
el paciente conserva
su habilidad para escribir palabras para las
cuales tiene una representación
léxica (ej.:
su nombre, que normalmente todo el mundo
reconoce y sabe cómo se escribe), pero es incapaz de escribir seudopalabras
o palabras
desconocidas.
• Disgrafia léxica o superficial: en este caso,
el paciente es capaz de escribir correctamente palabras regulares y seudopalabras,
pero
comete errores con las palabras de ortografía
arbitraria (ej.: zanahoria).
• Disgrafia profunda: cuando se lesionan las
dos vías, la léxica y la subléxica, en cuyo
caso los pacientes tienen dificultades con las
palabras de ortografía arbitraria y una total
incapacidad para escribir seudopalabras.
Además de estas alteraciones, el síntoma principal de los pacientes con disgrafia profunda es
que comenten errores semánticos al escribir al
dictado o de forma espontánea, esto es, errores
consistentes en sustituir una palabra por otra relacionada semánticamente.!'
Con relación a los modelos cognitivos de escritura a los que nos hemos referido en este capítulo, las disgrafias centrales se interpretarían,
listas de palabras, resolvía problemas complejos,
etc.), pero tenía seriamente deteriorada su capacidad de planificación, y escribir una carta o mantener una conversación le resultaba imposible.
--'
11
!caso
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
clínico
Paciente con disgraña fonológica que mostraba
una comprensión y producción oral normal, buena
lectura, e incluso era capaz de escribir correctaLente
al dictado la mayor parte de las palabras
y, sin embargo, tenía extremadas dificultades con
las seudopalabras: sólo era capaz de escribir dos
seudopalabras de cuatro letras de una lista de
diez, y ninguna seudopalabra de seis letras."
~
según el modelo de Hayes y Flower," como una
alteración en el proceso de transcripción y, más
concretamente,
en los componentes ortográficos y de generación de texto. Según los modelos psicolingüísticos,!'
lo que fallaría serían las
vías de acceso (léxica o subléxica) a la representación ortográfica de las palabras.
En cuanto a la zona cerebral lesionada, en el
caso de las disgrafias centrales, además de las
zonas relacionadas con la lectura, citadas en el
capítulo anterior (circuitos dorsal, ventral y anterior), estos pacientes podrían sufrir también
lesiones localizadas en la circunvolución supramarginal (área donde se origina el procesamiento de las correspondencias
ortográfico-fonológicas de las palabras).
rios para escribir letras y palabras, y todos estos
procesos son susceptibles de ser lesionados, hay
varios tipos de disgrafias periféricas.!' A continuación citamos las más conocidas.
Cuando se lesiona el almacén grafémico, los
trastornos se producen por igual en todas las palabras, independientemente
de la vía utilizada.
Los errores más frecuentes de este trastorno se
producen a nivel de grafema: sustituciones de
grafema, omisiones, intercambios, etc. Y puesto que el almacén graférnico es el punto de salida de cualquier tipo de escritura, estos errores
aparecen en cualquier modalidad de escritura, a
mano, a ordenador, con letras de plástico, etc.
Cuando la lesión se produce en el mecanismo
de conversión alográfica, los pacientes pueden
elegir bien el grafema, pero no el alógrafo que
le corresponde (mayúscula, minúscula, cursiva,
etc.). Como ya sabemos, la selección alográfica
está guiada por una serie de reglas (uso de mayúsculas al comienzo de la escritura, después
de punto, con los nombres propios, etc.), y parece que estos pacientes pierden la capacidad
para hacer uso de ellas.
Si la lesión se produce en el mismo almacén
alográfico, el paciente tendrá dificultades permanentes con ciertos alógrafos o con toda una
clase de alógrafos (por ejemplo, con las letras
mayúsculas, con las cursivas, etc).
Cuando el trastorno se produce en la conexión del almacén grafémico con el almacén
de patrones motores, los errores más típicos
son los de sustitución de letras. Ahora bien, este
desorden se limita sólo a la escritura a mano, ya
que la escritura con teclado o utilizando letras
de plástico no exige movimientos motores.
Si la lesión se produce en el mecanismo de
asignación del patrón motor grafémico, el resultado es una pérdida de la información acer-
Disgrafias periféricas: trastornos
a nivel motor
Mientras que las disgrafias centrales afectan
a todos los modos de producción de escritura
(a mano, a ordenador, con letras de plástico,
etc.), las periféricas pueden afectar sólo a algunas formas de escritura, a la vez que otras
continúan
funcionando
correctamente.
Por
otra parte, las variables lingüísticas (frecuencia de las palabras, categoría gramatical, concreción-abstracción,
etc.), tan importantes
en
las disgrafias centrales, no afectan a este tipo
de disgrafias.!'
En general, los pacientes con disgrafias periféricas muestran dificultades en los mecanismos
de planificación de los movimientos motores
para escribir letras y palabras, no viéndose afectados otros aspectos del lenguaje. Puesto que
hay varios procesos desde las áreas posteriores
del lenguaje, donde se almacenan los grafemas,
hasta la ejecución de los movimientos necesa-
CAPíTULO 10.
,
"
ea de los programas motores que controlan
la formación de las letras. A este tipo de disgrafia se le conoce con el nombre de disgrafia
apráxica, y se caracteriza porque la ortografía
de las palabras es correcta, aunque las letras
están muy deformadas. La caligrafía de estos
pacientes está muy afectada. En este caso, también está intacta la escritura con teclado o con
letras de plástico.
Otro trastorno bien conocido es el que se
produce por alteración de los procesos perceptivos, por ausencia de información visual y
kinestésica de los movimientos que se ejecutan
al escribir. La escritura a mano es una destreza
que exige una alta precisión en los movimientos y, cuando por alguna razón hay impedimentos para guiar y corregir esos movimientos, aparecen trastornos en la formación de las
letras. A este tipo de trastorno se le denomina
disgrafia aferente, y sus principales síntomas
son las dificultades para mantener las letras
dentro de una línea horizontal y la tendencia a
omitir y duplicar rasgos y letras.
Con relación a los modelos cognitivos de
escritura a los que nos hemos referido en este
capítulo, las disgrafias periféricas se interpretarían, según el modelo de Hayes y Flower,"
Icaso
Escritura
•
como una alteración en el proceso de transcripción y, más concretamente,
en los componentes referidos al control motor de la escritura y a la generación de texto.
En el caso de las disgrafias periféricas, las
zonas cerebrales afectadas son aquellas que se
han relacionado con las dificultades motoras
de la escritura: área de Exner, lóbulo parietal superior izquierdo
y región premotora
del lóbulo frontal izquierdo. En el área de
Exner, se trasladaría la información auditiva,
procedente
de áreas posteriores
del lenguaje
(lóbulo parietal izquierdo), a impulsos motores, que se encargarían de formar la palabra
y las frases escritas. La actividad en la región
premotora del lóbulo frontal izquierdo es crítica para la guía sensorial de los movimientos y el control de los músculos del cuerpo.
Consecuentemente,
los pacientes con lesiones
en estas áreas frontales manifiestan dificultad
para formar letras y palabras, escriben con
gran esfuerzo y falta de coordinación
y su escritura muestra un aspecto muy descuidado y,
en muchas ocasiones, ininteligible. En algunas
ocasiones son totalmente incapaces de escribir, no teniendo afectadas otras áreas del lenguaje.
clínico
Ingeniero
73 años
escritura
Lostraba
de producción retirado, IDT, que a los
mostró una dificultad extrema en la
de letras y palabras. Sin embargo, no
problemas para copiar esas mismas
letras y palabras. Parecía tener dificultad para
acceder a los programas o secuencias motoras
correspondientes a la forma visual de las letras
y palabras."
.-J
Resumen
La escritura es la herramienta más potente
para la transmisión de la cultura humana que
se haya inventado jamás; pero es una actividad
muy compleja, en la que intervienen multitud de
tareas y procesos. Básicamente, y aunque utilizando diferente nomenclatura, los modelos de
escritura coinciden en describir tres procesos
cognitivos básicos: la planificación, la transcrip-
ción y la revisión, que son guiados por procesos de monitorización y control, y hacen uso de
la memoria a corto y a largo plazo del escritor.
Estos elaborados procesos cognitivos se desarrollan con el tiempo, y se manifiestan de modo
diferente en niños y adultos, no pudiéndose esperar el mismo nivel de ejecución en un escritor
inmaduro que en uno experto.
•
NEUROCIENCIA DEL LENGUAJE
Puesto que la escritura es una actividad compleja,
que implica un gran número de procesos cognitivos, cuando escribimos intervienen
prácticamente
todas las áreas del cerebro. Los procesos de planificación y revisión dependen fundamentalmente
de los lóbulos frontales y, más específica mente, de
la zona prefrontal.
El proceso de transcripción,
en concreto el acceso
a la forma ortográfica
de las palabras, depende
de los sistemas
dorsal, ventral y anterior,
descritos en el capítulo anterior. Estudios recientes
muestran que la circunvolución
fusiforme
del hemisferio izquierdo también está relacionada
con
la forma ortográfica de las palabras.
Los procesos motores de la escritura dependen,
básicamente,
de tres áreas cerebrales: el área de
Exner, el lóbulo parietal superior izquierdo y la región premotora del lóbulo frontal izquierdo.
Cuando las áreas cerebrales
descritas relacionadas con la escritura y la conexión entre ellas no
se acaban de establecer
de manera adecuada
(disgrafias evolutivas) o se dañan a consecuencia
de una lesión cerebral (disgrafias adquiridas),
se
producen alteraciones
en la escritura, cuyas manifestaciones
difieren según las áreas dañadas.
Los pacientes con dísgraña afásica tienen graves
dificultades
para planificar lo que van a decir o escribir; en las dísgrañas centrales falla el procesamiento léxico, y en las disgrafias periféricas fallan
los procesos motores. Conocer esas alteraciones y
las bases neurológicas
que las producen es muy
importante
para el aprendizaje y la correcta enseñanza y rehabilitación
de la escritura.
Preguntas de autoevaluaclón
• ¿Qué similitudes
y diferencias
existen en el proceso de transcripción
en los diferentes modelos
cognítívos explicados?
• ¿Cómo intervienen
los mecanismos
de control
autorregulación
necesarios para escribir?
y
• ¿Por qué el diseño de un experimento
de neuroimagen y escritura plantea importantes
retos
metodológicos?
• ¿Qué áreas cerebrales son importantes
control motor de la escritura?
para el
• Cuando un paciente con dísgraña escribe con
dificultad, falta de coordinación,
y con letra ilegible y difícil de descifrar,
¿qué área cerebral
-tendrá probablemente
dañada? Razone su respuesta.
REFERENCIAS BIBUOGRÁFJCAS
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;
Indice analítico
:j
1
A
e
Afasia
- de Broca, 62, 72, 89
- de Wernicke, 60
- evaluación del procesamiento lingüístico
(EPLA), test, 13
- progresiva
- - fluente, 106
- - no fluente, 106
Afemia,89
Agnosia(s)
- auditivas, 24
- - verbal, 61
- fonológicas, 26
- semántica, 26
Agrafia, 164
Alzheimer, enfermedad, 32, 105, 132
Análisis de corpus, modelo, 96
Anomia,73
- fonológica, 43
- pura, 42
- semántica, 41
Apraxia del habla, 59
Área(s)
- de Broca, 56, 59,84, 124
- de Wernicke, 54, 59, 60
Artefactos motores, 162
Asperger, síndrome, 131, 132
Cascada, modelos en, 38
Codificación dual, teoría, 99
Códigos, tipos, 99
Cohorte de Marslen-Wilson, modelo, 18
Comprensión oral, 15
- bases neurológicas, 21
- complejidad fonética, 20
- discriminación de fonemas, 20
- emparejamiento palabra-dibujo, 20
- frecuencia léxica, 20
- imaginabilidad, 20
- juicio de rima, 20
- modelos, 17
- - cohorte de Marslen-Wilson, 18
- - de Ellis y Young, 17
- - de Hickok y Poeppel, 21, 23
- - - circunvolución de Heschl, 21
- - de Wada, 22
- - TRACE, 18
- punto de unicidad, 20
- repetición de seudopalabras, 20
- trastornos
- - en la prosodia, 27
- - fonológicos y léxicos, 24
- - semánticos, 26
Comunicación humana, 114
Cooperación, principio, 113
B
D
Batería de evaluación de los trastornos
afásicos (BETA), test, 13
Bereiter y Scardamalia, modelo, 159
BETA, 13
Broca
- afasia, 62, 72, 89
- modelo, 4
Brodman, mapa, 84
Daño cerebral, estudios, 128
Déficit específico de categoría, 104
Dell, modelo interactivo, 37
Demencia
- frontotemporal, 106
- semántica, 32, 106
Difusión de imagen del tensor, 11
Disfasia profunda, 27
11
íNDICE ANALíTICO
Disgrafia(s)
- afásicas, 165
- aferente, 167
- apráxica, 167
- centrales, 165
- periféricas, 166
Dislexia, 146
- fonológica, 147
- letra a letra, 146
- profunda, 149
- superficial, 148
Disociaciones dobles, 74
Dispraxia verbal, 62
Disprosodia, 27
- - revisión, 156
- - transcripción-producción
de texto, 156
- trastornos, 164
Espectro vocal, análisis, 15
Esquizofrenia, 131
Estimulación magnética transcraneal, 11
Estructura conceptual, teoría, 98
Estudios electrofisiológicos
y de
neuroimagen,71
F
Facilitación fono lógica, 34
Familiaridad, 33
Fonemas, discriminación, 20
Fonética, complejidad, 20
Fonología, 47
- habla
- - percepción, 48
- - y cerebro, 54
- trastornos, 60
Fonotaxis, 5 O
Frecuencia
- léxica, 20, 33
- silábica, 34
E
Ellis y Young, modelo, 17
Emparejamiento
- estructural, 119
- palabra-dibujo, 20
- semántico, 40
Enfermedad
- de Alzheimer, 32, 105, 132
- de Parkinson, 106
Enunciados figurados, 116
- alteraciones neuropsicológicas,
- - pacientes afásicos, 13 O
- comprensión, 124
EPLA, 13
Errores
- de intercambio, 32
- del habla, 32
Escritura, 153
- áreas cerebrales, 162
- bases neurológicas, 160
- - artefactos motores, 162
- - sequential finger tapping, 160
- modelos cognitivos, 154
- - Bereiter y Scardamalia, 159
- - Hayes y Flower, 154
--p~colingü~tico,
157
- procesamiento cognitivo, 154
- proceso
- - planificación-reflexión,
155
128
G
Ganglios basales, 86
Geschwind, modelo, 6
H
Habla
- percepción, 48, 53
- - auditiva, 51
- - categorial, 5 O, 51
- - lingüísticamente determinada,
- - localización cerebral, 54
- - - área de Wernicke, 54
- - perspectiva auditiva, 50
- - teoría
- - - de la optimidad, 49
49
íNDICE ANALíTICO
t
- - - motora, 52, 56
- - - - fonología articulatoria, 53
- - - - realismo directo, 53
- producción, 59
Hayes y Flower, modelo, 154
Heschl, circunvolución, 21
Hickok y Poeppel, modelo, 21
Hipótesis configuracional, 121
- neurociencia, concepto, 1
- oral, 15
- procesamiento pragmático, 124
Levelt, modelo modular, 36, 40
Léxico(s)
- concepto, 36
- nodos, 37
M
J
Imaginabilidad, 20, 33
Inclusión de clases, modelo, 119
Inferencias, 112
- explicaturas, 113
- implica tu ras, 113
- pragmáticas, 115
Interferencia
- palabra-dibujo, 34, 40
- semántica, 34
Ironías, comprensión, 122
J
Juicio de rima, 20
L
Lectura, 137
- bases neurológicas, 143
- - áreas cerebrales, 144
- - conexiones, 145
- modelos
- - conexionistas, 142
- - de triángulo, 142
--dual,140
- movimientos sacádicos, 139
- procesamiento cognitivo, 137
- supuesto ojo-mente, 138
- trastornos, 146
Lemma, 36, 40
Lenguaje, 111
- comunicación y significado, 111
Magnetoencefalografía, técnica, 11
Máximas conversacionales, 114
Memoria
- a corto plazo, 158
- fonológica, 23
- modelos
- - Quillian, 94
- semántica, 93
Metáforas, 117, 119
- comprensión, 124
- modelos, 119
Metarrepresentaciones, 115
Modelo(s)
- de análisis de corpus, 96
- de Bereiter y Scardamalia, 159
- de Broca, 4
- de cohorte de Marslen-Wilson, 18
- de Ellis y Young, 17
- de emparejamiento estructural, 119
- de Geschwind, 6
- de Hayes y Flower, 154
- de Hickok y Poeppel, 21
- de inclusión de clases, 119
- de Levelt, 36
- de prototipo de Rosch, 95
- de Quillian, 94
- de triángulo, 142
- de Wada, 22
- dual, 140
- en cascada, 38
- interactivos, 82
- - de Dell, 37
- modular(es), 79
- - de Levelt, 36
- neurocognitivos, 97
11
11
íNDICE ANALíTICO
Modelo(s) (cont.)
- psicolingüístico, 157
- TRACE, 18
- WordNet, 96
Modismos, 117
- comprensión, 121
- tipos, 126
Morfología
- afasia de Broca, 72
- anomia, 73
- disociaciones dobles, 74
- modelo(s), 67
- - listado exhaustivo, 67
- - mixto o dual, 70
- - segmentación obligatoria, 69
- procesos, 66
- representación cerebral, 71
- tipos, 65
N
Neuroimagen, técnicas, 9
- difusión de imagen del tensor, 11
- estimulación magnética transcraneal, 11
- magnetoencefalografía, 11
- potenciales evocados, 11
- resonancia magnética funcional, 10
- tomografía por emisión de positrones, 10
Neuronas
- espejo, 56, 86, 103
Nodos
- de orden superior, 81
- estructurales, 81
- fonológicos, 38
- léxicos, 37
o
Oraciones, verificación, 94
p
Paciente afásicos, estudios, 4
Parafasia(s)
- fonética, 61
- fonológicas, 89
Parkinson, enfermedad, 106
Pars
- opercularis, 59
- triangularis, 59, 63
Percepción, unidad, 53
Planum temporale, 54
Potenciales evocados, técnica, 11, 71, 87,
125
Pragmática, 111, 112
- del lenguaje, 115
Priming, técnica, 74, 94
Principio(s)
- de cooperación, 113
- de relevancia, 114
- lingüísticos, 80
- - de adjunción mínima, 80
- - de cierre tardío, 81
Procesamiento
- cognitivo
- - de la comprensión oral, 16
- - de la escritura, 154
- - de la lectura, 137
- - de la producción oral, 32
- - de la semántica, 93
- - de la sintaxis, 78
- de enunciados figurados, 117
- - metáforas, 119
- - modismos, 121
- de implicaturas escalares, 116
- léxico-semántico, 23
- prosódico, 23
- semántico, 101
- sintáctico, 78
Producción oral
- bases neurológicas, 39
- modelos, 36
- - en cascada, 38
- - interactivo de Dell, 37
- - modular de Levelt, 36
- procesamiento cognitivo, 32
- trastornos anómicos, 41
Prosodia, trastornos, 27
Psicolingüística, 2
Psicolingüístico, modelo, 157
Punto de unicidad, 20
íNDICE ANALíTICO
Q
Quillian, modelo, 94
R
Recursividad, 85
Redes neuronales, 2
Relevancia, principio, 114
Resonancia magnética funcional, técnica, 10
s
1
l.
Selección léxica
- específica del idioma, 35
- por inhibición, 35
Semántica, 112, 113
- asociación, 94
- bases neurológicas, 101
- categorías, 102
- modelos
- - análisis de corpus, 96
- - de prototipo de Rosch, 95
- - de Quillian, 94
- - neurocognitivos, 97
- procesamiento cognitivo, 93
- trastornos, 103
- - lesiones focales, 104
- - progresivos, 105
Sequential finger tapping, 160
Silabario, 37
Silabificación, 37
Similitud topográfica, principio, 98
Síndrome(s), 32
- de Asperger, 131, 132
- de Landau-Kleffner, 62
- del acento extranjero, 89
- triangular-opercular, 89
Sintaxis, 113
- bases neurológicas, 83
- - área de Broca, 84
- - ganglio s basales, 86
- - sistema visual-dorsal, 86
11
- modelos, 78
- - interactivos, 82
- - modulares, 79
- procesamiento cognitivo, 78
- trastornos, 89
Sordera, 24
- para el significado de las palabras, 25
- para la forma de las palabras, 25
- verbal pura, 24
Synsets,96
T
Teoría(s)
- de garden path, 80
- de la mente, 123, 131
- de la optimidad, 49
- motora, 52
Términos lógicos, 115
Test(s)
- batería de evaluación de los trastornos
afásicos (BETA), 13, 43
- evaluación del procesamiento lingüístico en
la afasia (EPLA), 13
- vocabulario de Boston, 43
Tipicidad, 94
Tomografía por emisión de positrones, 10
Topografía conceptual, teoría, 98
TRACE, modelo, 18
Transparencia semántica, 121
Trastorno (s)
- anómicos, 41
- de la comprensión oral, 24
- de la escritura, 164
- de lectura, 146
- del espectro autista, 131, 132
- en la prosodia, 27
- fonológicos, 60, 62
- - afasia de Wernicke, 60
- - agnosia auditiva verbal, 61
- relacionados con la sintaxis, 89
- - afasia de Broca, 89
- - síndrome triangular-opercular, 89
- semánticos, 26, 103
11
íNDICE ANALíTICO
v
w
-------------------------------------
Vía(s)
- dorsal, 22
-léxica, 141, 158
- léxico-semántica, 141
- subléxica, 141, 158
- ventral, 22
Vínculos de inclusión, 94
Vocabulario de Boston, test, 43
Wada, modelo, 22
Wernicke, afasia, 60
Wernicke-Lichtheim, modelo, 5
WordNet, modelo, 96
z
Zona de convergencia, teoría, 98
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