Subido por Santiago Valencia

Carnaval de la Alegria Pastusa

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CARNAVAL DE NEGROS Y
BLANCOS
UN SENTIPENSAR
EN EL TIEMPO SUREÑO
Por Fernando Valencia Ramos
Antropólogo y educador
2008-2024
A lo largo de estas reflexiones, exploraramos las profundidades del
Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, sumergiéndonos en tres
momentos distintos que revelan la riqueza y complejidad de esta
celebración única. En "El Fénix del Tiempo en Carnaval", nos sumergiremos
en la representación del tiempo como un círculo de acontecimientos,
capturado en el desfile de años viejos, que se convierte en un espejo de
los vivires sociales locales, regionales y mundiales. Posteriormente, en "La
Mitocrítica del Carnaval", examinaremos las relaciones temporales de esta
festividad, trascendiendo los binarismos constitutivos del lenguaje y
desafiando el régimen temporal moderno. Por último, en "Dulcemente
Disminuidos", nos aventuraremos desde las fronteras de lo marginal para
explorar cómo experimentan el Carnaval aquellos disminuidos por la
sociedad, revelando un mundo dulcemente disminuido que desafía las
nociones convencionales del vivir el tiempo del carnaval. En esta travesía,
descubriremos que el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto no solo es
una celebración festiva, sino un vasto territorio de significados que se
entretejen en la rica tela del tiempo y la diversidad humana.
Este trabajo surge de la inspiración y el bagaje de varios guiones de
documentales audiovisuales que se han elaborado desde el año 2006.
Estos guiones, escritos por el autor Fernando Valencia para Voz en Off, han
sido la semilla de reflexiones más profundas sobre el Carnaval de Negros y
Blancos. Además, los textos prosaicos y poéticos, que buscan presentarse
como la metáfora de los tres momentos que exploramos, han sido
cuidadosamente elaborados por la poeta Adriana Enríquez. Este texto, en
su esencia, busca sintetizar una aproximación filosófica al Carnaval de
Negros y Blancos desde la perspectiva iconográfica con la lógica
cinematográfica, fusionando las imágenes narrativas con las reflexiones
filosóficas que emergen de este acontecimiento cultural del sentipensar
andino.
CARNAVAL DE NEGROS Y
BLANCOS
UN SENTIPENSAR
EN EL TIEMPO SUREÑO
"El Fénix del Tiempo en Carnaval"
Por Fernando Valencia Ramos
Antropólogo y educador
En el año 2009, los artesanos de los años viejos inscribieron un buen número de
motivos con alusión a un acontecimiento social y popular en la ciudad de Pasto:
El descenso del Deportivo Pasto a la categoría B de fútbol colombiano, este
hecho fue un verdadero drama para la región que demandó representarse
justamente en el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, no solo por hallarse en
un en el panorama nacional, sino porque para el desfile de los años viejos del 31
de diciembre. Se trata de denunciar, reprochar, confrontar los hechos históricos
con el fin de hacerlo carnavalesco en su propio tiempo, el tiempo del carnaval
ciñe su revancha para moldearse, desfilarse, venderse y quemarse en un ritual
de incineración explosiva de estos personajes antropomorfizados llamados años
viejos.
Entre juego queja, quema y tiempo,
quema y arde la vida. Coletea el fin de
año, cuál parodia de carnaval. Desfilan
en las calles, los vivos retratos del tiempo:
los monigotes y los concurrentes desean
ver episódicamente, lo que siempre han
visto, lo que ya saben; el lantano olvido
de la misteriosa evocación. Tiempo de
años viejos que procuran diluirse entre las
llamas nacientes de una nueva jornada,
una nueva parodia en el nuevo giro de la
rueda del tiempo.
Movimiento del rostro mofo y burlón en los vuelcos de una cabeza sin tiempo,
atiborrados años viejos se venden en las tarimas, para hacer ofertados al
transeúnte de la última hora. Los abruptos cuerpos no desfilan en la languidez del
año que sucumbe, se representan en el paso del tiempo, marcan en la memoria
un mojón guía para resistir o acaso para no repetir . El artesano de los años viejos
es el incinerador del tiempo. Las manos que urden estos tiempos de olvido en
espiral invisible, todo aquello que es, que fue y que seguirá siendo.
Monigotes enganchados en sus propios
pensamientos, llevando consigo lo no
dicho, lo censurado, lo clausurado,
como el silbido fatal que derrumbará el
sudor de los aficionados. La mascota
sureña que debió colgar su camiseta,
su esperanza, su risa y su divertimento.
Aquellos sentados, acostados, serios
viejos, riendo, de barba negra o
blanca, con risa amplia o angosta
¿Qué esperan? No esperan nada sin
época, tan solo el tiempo y el fuego en
su danza que anulan su mirada tácita,
su contenida exhalación su inevitable
desencanto del soplo de fénix, para
cautivar el aroma de lo perdido.
En la venganza de los cuyigan, el cuisito se viste, circunspecto y cándido con el
uniforme del Deportivo Pasto. Las satíricas porristas, las viudas, las viejas, al
compás de la música, contonean sus exuberantes cuerpos, los enormes globos
de aire contonean en sus coderas el bizarro tiempo, quizá señalan la amargura y
de la muerte del hijo de nuestros acontecimientos; las pelucas rubias, las peludas
piernas y sus minifaldas anacrónicas elaboran el pretexto del tiempo grotesco.
Las barras bravas no corearán en un tiempo: Papas cuy ají con el Pasto no podís.
Vendedores de años viejos, tras el
estado de rebusque, arreglando
vestiduras, cosiendo, chisgueando
con las agujas del efímero sin
tiempo; con el mismo tiempo
inmenso,
inmerso,
fundido,
calcinado,
no
agotado.
Un
rebusque de las cenizas del
tiempo en el caminar de los
momentos, pies para un desfile de
rupturas.
CARNAVAL DEL SENTIPENSAR
SUREÑO
Mitocríticas Ritual e Imaginaria del Carnaval del Sur
Por Fernando Valencia Ramos
Antropólogo y educador
"En conversaciones con pensadores
del carnaval, al hablar de este
evento, pensábamos la relación entre
estar dentro y estar fuera. Estar dentro
quizá implica una dosis (carnaval
como dosis de pócima cultural), un
poco más fuerte, de ahí que siempre
se quiera participar dentro del
carnaval.
En
consecuencia,
el
carnaval se configura em todas su
versatilidad
como,
infinito,
incalculable e inconmensurable. Estar
fuera o estar dentro finalmente genera
una emoción indescriptible, ya que es
un tiempo embriagante, embriagador
y alucinador.
Necesariamente, el tiempo se cuenta desde otras perspectivas, se dilata o se
contrae, existe o no existe. Aquí se conjugan tres elementos: la racionalidad, la
irracionalidad y lo que está entre esos dos campos lógicos. El carnaval quizá tiene la
posibilidad de retornarnos al pasado, proyectarnos al futuro, pero también vivir el
presente, todo al mismo tiempo. Es aquel que junta los tiempos; la características más
fabulosa del carnaval. Tal vez, sea el invento más interesante de las culturas del
mundo y en espacial en el mundo andino: la supresión del tiempo al vivirlo, pero
vivirlo en los tres acontecimientos no mensurables: pasado, presente y futuro.
El carnaval siempre busca un
centro, aunque no es un centro
su fin específico; más bien, es un
centro concéntrico que se gesta
como instrumento al buen estilo
de una batuta musical. Es decir,
centro que nunca se encuentra,
siempre es un foco que se abre
como círculo, se acerca al
centro, un horizonte infinito que
nunca se alcanza. Los participes
del carnaval nos dirigimos hacia
allá, pero siempre existe una
batuta concéntrica que dirige la
faena; nos concentramos en ir al
carnaval, en concentrarnos en él.
Nos concentramos y centramos en el carnaval, siendo nuestro centro el propio
carnaval, donde buscamos encontrarnos y hallar incluso lo que no deseamos,
porque es ese centro, lugar de encuentro. Dentro de la lógica del carnaval,
que así puede llamarse, uno de los fundamentos del carnaval, yendo más allá
de la semiótica del carnaval y todos los que han hablado y pensado sobre él,
configura un ritual de representación del tiempo mítico. Ritual que permite
recrear el mismo ritual; es un mito, una recreación gracias a este rito.
Nos concentramos y centramos
en el carnaval, siendo nuestro
centro el propio carnaval, donde
buscamos encontrarnos y hallar
incluso lo que no pensamos,
porque el centro es lugar de
encuentro. Dentro de la lógica
del carnaval, que así puede
llamarse, lógica fractal
como
uno de los fundamentos del
carnaval, yendo más allá de la
semiótica del carnaval y todos
los que han hablado y pensado
sobre él, configura un ritual de
representación en la unidad del
tiempo mítico. Ritual que permite
recrear el mismo ritual; es un mito,
una recreación gracias a este
rito.
En el carnaval, en esta conjugación de los acontecimientos, de las polaridades
y de los binarismos, se encuentra la dualidad entre la ausencia y la presencia.
La ausencia se manifiesta como nostalgia, mientras que la presencia irradia
alegría. Curiosamente, en la ausencia también existe una alegría. Es
interesante observar cómo se configura, no al estilo de un cubo de Rubik, sino
armando las figuras a medida que los cuadrados se desplazan. Existe una
clave, una fórmula, un movimiento, un acontecimiento que permite construir lo
que es el carnaval.
En este evento, es necesario plantear la relación entre el existir y el no existir; no
se trata simplemente de juzgar la oposición, sino de crear desde la tercera
edad, desde lo otro. En resumen, creo que este es uno de los elementos que
debe analizarse y reflexionarse dentro del contexto del carnaval.
"Podríamos afirmar que el carnaval es el
espacio de conjunción, no solo conjuga
la polaridad sino que hace una fusión
entre lo blanco y lo negro siempre
creando o descubriendo nuevos puntos
de multiplicidad . Siempre, siempre hay
amalgama allí, esta constante
una
función esencial la de sobrepasar la
carne. Tiene la capacidad de fundir, de
ser el lugar donde lo metafórico y lo
literal
se
conjugan.
El
carnaval
representa la única posibilidad de unir
las metáforas con la realidad; es en
estos campos, un horizonte para unir lo
que el ser human ha separado para
aprender el mundo, para sobrevivir y
construir, carnaval donde se entrelazan
des desfragmentaciones. El carnaval
busca reunir aquello que ha sido
segregado, haciendo explotar, tanto a
la metáfora como su realidad en una
celebración liberadora."
"Quien lo vive, quien lo goza”, se dice coloquial en el carnaval. Gozarse, la
palabra que entra en juego dentro de esta configuración que intenta esbozar
el carnaval, mas allá de la experiencia del carnaval, de sentirlo, sumergirse en
la euforia que se despliega desde su apertura, alcanzar la cima hasta su cierre.
Gozo del carnaval, implica adentrarse a la curva espaciotemporal donde no
hay subida ni cumbre. Vivirse, es mas bien un gozo; conexión y sensibilidad
plana con el mundo, incluso para vivir el conflicto. Todo forma parte del
carnaval, de la configuración llamada “gozarse el carnaval“.
Reconocemos
la
memoria,
como
elemento fundamental para ver al otro y
reconocer su rostro. Aunque ocultemos
nuestras identidades detrás de máscaras,
estamos, de alguna manera, mostrando
nuestras emociones, traumas y tragedias,
el carnaval no hace mas que revelar
siempre
en
una
rememoración;
reencuentro con la memoria profunda
donde estoy yo y el otro. Reconocimiento,
que marca un tiempo singular para dilatar
y contraer, y en este proceso de
reconocimiento en el carnaval, nos
encontramos con una multiplicidad de
dimensiones. Aquí es donde entramos al
otro, a nosotros mismos, al mundo, sus
dinámicas y su andar de la memoria y el
transito histórico.
Reconocemos la memoria, como elemento fundamental para ver al otro y
reconocer su rostro. Aunque ocultemos nuestras identidades detrás de máscaras,
estamos, de alguna manera, mostrando nuestras emociones, traumas y tragedias, el
carnaval no hace mas que revelar siempre en una rememoración; un reencuentro
con la memoria profunda donde estoy yo y el otro. Reconocimiento, que marca un
tiempo singular para dilatar y contraer la memoria como sueño, en este tiempo de
reconocimiento en el carnaval, nos encontramos con la multiplicidad de sus
dimensiones. Aquí es donde encontramos al otro, a nosotros mismos, al mundo, sus
dinámicas y el andar de la memoria o acaso el transito histórico.
El carnaval también como una matrioska,
madre dentro de otra madre, y otra y otra.
Encajes, de capas de afuera hacia
adentro, capas de una cebolla que
complementan el sentir y pensar del
carnaval: el sentir-vivir el carnaval,
embriaguez, epifanía y memoria.
El
Carnaval,
escuela
de
los
descubrimientos. Descubrir el imaginario,
fuente de aprendizaje, espacio en el que
el tiempo se convierte en maestro y el
juego se transforma en lección. Escuela
que se nutre del arte, que se empapa de
creatividades insoldables en el insondable
juego; fusionando la experiencia y la
exploración en un proceso educativo de
creacion.
Memoria que se configura como un embudo del tiempo, epifanía que tiene distintos
campos de acción: frente a la naturaleza, frente a nosotros, frente a la sociedad, frente
a nosotros mismos y frente a los otros. Epifanía completa, total. Embriaguez, un momento
de todas las imágenes; te trae recuerdos, obra de recuerdos elaborados y diseñados en
la memoria; diseños de fantasía, que te traen a ti memorias. Estas memorias, estos
diseños de fantasías de la memoria, están diseñados para generarte en ti, un despertar
en la memoria del retorno.
Memoria que se configura como un
embudo del tiempo, epifanía que tiene
distintos campos de acción: frente a la
naturaleza, frente a nosotros, frente a la
sociedad, frente a nosotros mismos y
frente a los otros. Epifanía completa,
total. Embriaguez, un momento de todas
las imágenes; te trae recuerdos, obra de
recuerdos elaborados y diseñados en la
memoria; diseños de fantasía, que te
traen a ti memorias. Estas memorias,
estos diseños de fantasías de la
memoria,
están
diseñados
para
generarte en ti, un despertar en la
memoria del retorno.
El recuerdo que se encarna y se materializa en imágenes reconstruidas, traídas del arte para
que encuentres también desconexión con el mundo. Te conectas con el mundo, para qué
entres al laberinto del vivir.
Si la memoria son imágenes, entonces la imagen construye, una especie de tiempo de la
imaginación, podríamos decir que la imaginación en el carnaval es medio para traer a la
memoria.
La historia y la memoria están presentes, se traen a colación porque el tiempo, en un
embudo, que mescla y convierte el átomo de tiempo en una fluido, proceso de
transformación, la fuerza de poder se desvanece.
El recuerdo que se encarna y se
materializa en imágenes reconstruidas,
traídas del arte para que encuentres
también desconexión con el mundo. Te
conectas con el mundo, para qué
entres al laberinto del vivir.
Si la memoria son imágenes, entonces
la imagen construye, una especie de
tiempo de la imaginación, podríamos
decir que la imaginación en el carnaval
es medio para traer a la memoria.
La historia y la memoria están presentes,
se traen a colación porque el tiempo, en
un embudo, que mescla y convierte el
átomo de tiempo en una fluido, proceso
de transformación, la fuerza de poder se
desvanece.
Ciertas formas de epifanía se manifiestan en el carnaval, donde se detiene el encuentro con
el otro, el encuentro con lo extraño, con lo raro y con la memoria olvidada. Encuentro con
todo, con el tiempo y el espacio. Encuentro con el otro, con lo absolutamente otro, en una
suerte de epifanía que se genera el carnaval.
La epifanía surge en el carnaval, semilla y flor del mismo. La epifanía permite expresarse
justamente en el carnaval. Una especie de viaje interesante que te permite ver una realidad
en el campo imaginario y el desfile de la realidad, no una vida creada o inventada, es mas
bien, un momento, un acontecimiento. Entonces, una realidad que se vive de manera
colectiva y se expresa o se manifiesta a través del arte.
Otra visión, otra forma de entender, una
plataforma diferente para acercarse a
la verdad cultural que se quiere
entender, pensar y expresar. El público
siente la emoción de vivir un carnaval.
La euforia, los gritos, las alegrías intensas
en el desfile de las carrozas se hace
también experiencia auditiva. Ahí es
donde se configura la la externalidad e
internalidad, se mezcla y se disjunta,
precisamente para ver y no dejar ver,
para tapar, ocultar y escamotear.
Aquí estamos, escamoteando a otros, y con nosotros mismos también. En el carnaval, el
juego del escamoteo logra en cierta forma lo mágico: El ojo de vidrio de las cámaras, la
gente capturando imágenes, registrando los iconos del carnaval, tomando fotografías,
precisamente para registrar lo que no pueden registrar, para lograr imágenes que nunca
salen o nunca dicen, es decir, que no muestran nada. En este juego del carnaval se trata
inconscientemente de escamotear el mundo, mimesis del juego mismo del carnaval al
introducir la realidad en el régimen del tiempo, una verdad que se hace en el régimen
temporal. Esta verdad que buscamos, a partir de un punto de fuga; mirarla, sentirla, vivirla
sin que duela, sin sustos, que quizás nos angustia, que quizás no estamos preparados para
ella.
Un carnaval excepcional del encuentro,
justamente del encuentro del ver lo que
no podemos ver, por lo que hacemos
esfuerzos a partir de estados inducidos
de embriaguez, epifanía e imaginación
en los campos de la artística. Encuentro
individual, familiar, colectivo y social.
Encuentro emocional e intelectual. Gran
esfuerzo de poder acercarnos al confín
concéntrico para vivir el carnaval,
porque vivir el carnaval es encontrar una
verdad para olvidarla, para vivirla, sin
esta verdad no podríamos vivir.
CARNAVAL DEL SENTIPENSAR
SUREÑO
Dulcemente Disminuidos
Por Fernando Valencia Ramos
Antropólogo y educador
En la ciudad de Pasto (Nariño) entre el 2 y el 7 de enero se celebra el carnaval de
negros y blancos, esta es la expresión cultural de un pueblo que matiza grafías de
juego y creación. Encuentro consonante con las filigranas del mito imaginado.
Una suerte de desfiles recorren la ciudad, festivales y verbenas populares
conforman la aglutinación de una fiesta sin cartas itinerarias, se realiza entre baile y
música al ritmo de un corazón que late en lo andino. El pueblo pastuso, gestor de
una puesta en escena en las coreografías del derroche, el color, la risa y la lúdica
estética, no obstante, en el carnaval hay seres que participan desde lo etéreo.
Yo que me entrelace y cruzo
en el carnaval, con el carnaval
Moviendo, cargando, vendiendo
De aquí para allá…viendo
Yo el ausente, pregonando,
Vendiendo mi propia voz
A quien casi no me oye
Un sol como de desierto
Una arena que no es arena
Una nube de espuma, de polvo
Me transparento nuevamente
En este blanco y negro de mi alma.
El gris es entonces el punto de plomo
donde vendo el viento, el polvo, la espuma
/y su desierto
Y esta risa que perfora aún más mi rostro.
Qué puedo ofrecer desde mi cuerpo abierto
Universos escondidos bajo mi piel
Agua, dulces, cervezas…
Tabaco para amortiguar esta lontananza
Está sabía que pasa como carnaval.
¿Son líquidos o gaseosos aquellos seres que nacieron en los rincones del
olvido? ¿Cómo saber o recorrer estos rostros llenos de ríos y flores del
desierto? ¿De qué profundidades salen para florecer, acaso no son la
gota que surge cuando el agua golpea con fuerza una roca?
Carrozas y trajes vestidos de mercancía, disfraces y máscaras que se
hacen rostros, pregones y palabras que anuncian y propagan
mercachifles. Este es el carnaval de los recónditos, de los olvidados, de
aquellos que hacen estampa y figuras sin ellos.
La niña de las nubes de azúcar
La princesa de las manzanas de miel
¿Qué otro paraíso busca tu risa?
¿Qué tierra prometida pisan tus pies?
¿No ves niña, que es hora de carnaval?
¿No ves princesa, que es tiempo ahora no está?
Notas de carnaval vendo
y pequeños saxos
que cuelgan de mi cuello.
Atrapo el viento
nacido de las crines del desierto,
recorro la gruta del magno asfalto,
donde la verdad duerme el tiempo.
En la redecilla
pesca de aluminios
pececitos acostados
miran sus ojos niños.
Cuida esta subienda
de este mar de risas
como aquel pescador
que escuchara a una sirena.
Es la alegría
el sosiego
que aún no existe
que aún no nace
Este es el encaro
la frecuencia,
la promesa
y su pregón.
Los guerreros del asfalto y la oscuridad se visten con los trajes del mundo, se decoran
con las plumas y las lentejuelas de los carnavales meretricios de ciudad. El carnaval
no se olvida de nadie, todos tienen puertas; no son ni amplias, ni estrechas, entradas
hechizadas del tiempo para que los seres porfiados pueblen estos espacios, eso sí,
pintados con los penachos de la vida, con el blanco y negro que matiza la carencia,
la ausencia y el suplicio.
De ombligo a ombligo
Te he entregado mi canto:
risa o llanto
Chiquitita nieta mía
tu sonrisa calma, diestra,
/gota de Rocío
Carnaval para lo que late
dentro de mi carne.
Hincado, frágil, doliente
Como un recipiente más
Doblegado, doblado, tirado
Recogido, vuelto a tirar
nieve en la nieve
Cueva de ciegos
Serpentinas, serpientes, sienes
Dados, dedos, dientes… dolor.
Recorremos por dentro
El ondulante cuerpo del carnaval
El dorado, bello, lleno, limpio
Plateado, sonriente, radiante
Nosotros, etéreos, gusanitos
Sin pinturas, sin vino, sin baile, sin sal
recorriendo, recorriendo, respirando
Su vaho lento, su lóbrego halito
recorriendo, recorriendo, recorriendo.
Manos de venas recientes
Tierra desnuda, greda que brilla
No aquellas que secan las lágrimas
Sino más bien, aquellas que sostienen
Que toman el mundo, lo miran y lo enjuagan
Entrega paciente al carnaval.
En el carnaval se inventa a un ser con los ojos del sol, con estaciones, rostro y
espirales coloridos de flores nacidas del sueño. En sus constelaciones del regocijo
están sus arcanos.
Los hacedores del carnaval, asientan los sentidos del espejismo en la confluencia
omnisciente, el paso sobrio que define el fulgor de cada acontecimiento, quizá
los hálitos de los sostenedores del mundo carnavalesco sean otros arcanos; seres
que abren, que cierran, que concurren y transcurren minúsculos e invisibles el
espacio y el tiempo del carnaval.
En el compendio de documentales audiovisuales sobre el Carnaval de
Negros y Blancos de Pasto, la mitocrítica del evento se despliega de
manera prosaica, revelando capas de significado que trascienden las
festividades. A través de imágenes narrativas, se explora el tiempo
bizarro, incinerado como un ritual de resistencia y renovación
encarnado en la tradición de los años viejos, donde el fuego y el juego
actúan como catalizadores de la transformación. Esta narrativa
cinematográfica se traduce en textos que nos sumerge en un mundo
donde el pasado se consume para dar paso a la renovación, sirviendo
como un poderoso simbolismo de la resistencia cultural y la continua
evolución de la festividad.
El desfile magno del 6 de enero, un punto culminante en la celebración,
se convierte en un espacio donde se configura un más allá de los
binarismos modernos. El documental "Dulcemente Disminuidos" revela la
poética del Carnaval, presentándolo como un lugar donde el todo está
presente de manera simultánea. La exploración poética y visual
confronta las normas temporales y espaciales, creando un espacio
donde convergen la realidad y la fantasía, el pasado y el presente, en
una danza enérgica y caótica que subraya la riqueza y diversidad de la
fiesta
cultural.
Este conjunto de documentales, compilado con destreza, busca
capturar la esencia filosófica del Carnaval de Negros y Blancos,
presentando no solo una mirada visual, sino también una reflexión
profunda sobre la resistencia, la renovación y la multiplicidad cultural
que se manifiesta en cada rincón de esta festividad.
Textos
Fernando Valencia R.
Adriana Enríquez B.
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