Subido por Yuris Sánchez Suárez

ENSAYO YURIS SÁNCHEZ FEM.OK

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UNIVERSIDAD TEOLÓGICA PENTECOSTAL
FACULTAD DE ESPECIALIZACIÓN MINISTERIAL
FAMILIA Y MINISTERIO
“EL EQUILIBRIO SALUDABLE ENTRE LA FAMILIA Y EL MINISTERIO”
ENSAYO PRESENTADO EN CUMPLIMIENTO PARCIAL DE LOS REQUERIMIENTOS DE LA
DISCIPLINA FEM A LA PROFESORA YULENIS BATISTA
YURIS SÁNCHEZ SUÁREZ
JAGÜEY GRANDE, MATANZAS, CUBA
ENERO, 2024
ÍNDICE
Introducción ________________________________________________________________ 1
Planteamiento Problemático ____________________________________________________ 2
Metodología empleada ________________________________________________________ 2
Desarrollo __________________________________________________________________ 3
1. Preponderancia entre el ministerio y la familia según la Palabra del Señor ______________ 3
2. La armonía equitativa entre el ministerio y la familia ______________________________ 5
3. Estrategia efectiva para desarrollar un ministerio fructífero con una familia saludable ____ 6
4. Resultados de equilibrar sabiamente el ministerio y la familia _______________________ 8
Conclusiones _______________________________________________________________ 11
Bibliografía ________________________________________________________________ 12
INTRODUCCIÓN:
Dentro de las problemáticas que más acometen a las iglesias en la actualidad se encuentra el
desequilibrio eficaz entre el servicio ministerial y la atención debida a la familia por parte de los
ministros de Dios. La mayoría de casos, los ministros se enfocan en llevar a cabo con excesivo
entusiasmo la obra ministerial del Señor, pero descuidan, restan atención o simplemente ignoran la
necesidad de seguir siendo la cabeza de hogar e intercesor, guía y sacerdote de su familia, siendo la
razón esencial, el cúmulo de horas realmente increíble que conlleva el ministerio como trabajo
abnegado y sacrificial, y la atención a los miembros, actividades y eventos a organizar y participar.
Todo esto parece algo verdaderamente sorprendente, pero para otros tantos es algo lógicamente
normal, ya que usan esta vía para escapar de los problemas del hogar y el matrimonio. Pero lo cierto es
que Dios instauró la familia como primer ministerio desde el inicio de la creación del hombre, donde le
propició una mujer, extraída de sus costillas, carne de su carne, y le dio mandamiento de fructificar,
multiplicarse y sojuzgar la tierra, cuidando y velando por su familia y descendencia. De esta forma, el
hombre participa y coadyuva en la creación divina del Señor, instruyendo y guiando a sus
descendientes a una relación espiritual, dependiente y de obediencia y sumisión absoluta al Único Dios,
enseñando y recordando sus prodigios y señales, así como su eterno amor y misericordia.
De aquí que nos apoyemos en los siguientes puntos de referencia para desarrollar el tema acerca
de un equilibrio saludable entre el ministerio y la familia:
1. Preponderancia entre el ministerio y la familia según la Palabra del Señor.
2. La armonía equitativa entre el ministerio y la familia.
3. Estrategia efectiva para desarrollar un ministerio fructífero con una familia saludable.
4. Resultados de equilibrar sabiamente el ministerio y la familia.
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➢ Planteamiento problemático
El ministerio dentro de la iglesia cristiana es una responsabilidad de gran peso, sin embargo la
familia se encuentra en el otro lado de la vara, debido a que ambos han sido dotados por el poder del
Altísimo como mayordomía del hombre, el cual deberá aprender a sostenerlos hallando un equilibrio
saludable entre ambos extremos: ministerio y familia. De aquí que sea un tema de gran importancia
para la iglesia y además para las familias, y no solo cristianas, ya que el hogar del ministro estará
siempre bajo la mira de todos a su alrededor, como si tuviesen derecho a juzgar y opinar, y aunque no
sea el caso, es muy cierto que serán el ejemplo y guía de muchos dentro y fuera de la iglesia. Este
ensayo se propone describir una síntesis del esfuerzo proporcional de los pastores como ministros y
cabezas de hogar, exponer argumentos que coadyuven a mediar entre ambas delegaciones. Además, se
abordarán algunas de las causas del porqué fracasa uno u otro punto cuando no son debidamente
atendidos, así como los beneficios de saber conllevar equitativamente ambos compromisos ante Dios y
los hombres.
El planteamiento problemático radica en la necesidad de comprender y acatar los mandamientos
del Señor para ambos ministerios, tanto el pastoral como el familiar, ya que cada uno depende del otro
para poder ejecutarse con eficacia, fluidez y efectividad.
➢ Metodología empleada
La metodología utilizada para este ensayo está fundamentada en la investigación bibliográfica y
el análisis crítico de fuentes académicas relevantes. Además se analizarán diversas fuentes actualizadas,
incluyendo libros, artículos académicos y estudios especializados en el campo ministerial, así como la
relevancia de la familia en la vida del ministro cristiano.
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DESARROLLO:
1. Preponderancia entre el ministerio y la familia según la Palabra del Señor.
Conociendo básicamente que es, y la importancia de la familia para la sociedad y sobre todo
para el Señor, Creador e instaurador de la misma como institución, ministerio y base fundamental para
la humanidad y su sustentación, se hace necesario la definición de su contrapartida en este trabajo, “el
Ministro”, del griego diákonos: que significaba concretamente siervo, servidor, y se refiere a dedicarse
a la ayuda, apoyo y servicio de los demás en especial si son parte de la Iglesia. De aquí que el título no
fuera tomado a la ligera, sino que se asumía como un método de vida, así como el ejemplo mostrado y
manifestado por nuestro Salvador Jesucristo en Mt 20:26, “Mas entre vosotros no será así, sino que el
que quisiere ser grande entre vosotros sea vuestro servidor”, y “Porque el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos.” Mr 10:45.
Respecto al tema de qué merece mayor atención: el Ministerio, (la obra del Señor), o la familia,
(la institución de Dios), es importante destacar que la relación de intimidad con Dios sin duda debe ser
la prioridad número uno de un ministro cristiano, ya que eso fortalece su vida espiritual y en
consecuencia puede contribuir activamente en la obra del Señor de una mejor forma. Sin embargo, algo
imprescindible que debe tomar en cuenta es la familia. La familia de un ministro de Dios debe tener
alta prioridad debido a que antes de enseñar a otros debe comenzar por tener una comunión genuina
con las personas que viven con él. El teólogo, autor y pastor estadounidense John MacArthur en su
libro: El ministerio pastoral, plantea que: “Si en mi casa estoy comprometido a vivir una vida piadosa
y virtuosa en la integridad, y por medio de ella proclamar la verdad del evangelio salvador, existe toda
razón para creer que Dios en su gracia utilizará mi ejemplo para redimir a mis hijos.”1
1
MACARTHUR, JONH. El ministerio pastoral. Tarrasa, Barcelona: CLIE 2005. P. 142
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De aquí que el pastor se vea envuelto en una dicotomía entre el ministerio (dirigir la Iglesia) y
su familia (dirigir su hogar). Mas, si éste dirigiera bien su Iglesia, pero administra mal o descuida su
hogar, habrá fracasado. A la inversa, si gobernara bien su hogar pero el ministerio, es decir la Iglesia,
no prospera, entonces se sentirá frustrado.
Por lo cual, esto hace entender que, no se puede disociar como dos ministerios cuando en
realidad se constituyen uno mismo, el servir con amor y entrega en el hogar y en la Iglesia, e inculcar
tanto a hijos de sangre como a hijos espirituales las enseñanzas, amor, y sujeción a Dios y a su Palabra.
Por lo tanto, la mejor prédica de un buen pastor será tener una familia integrada al cuerpo de Cristo y
disfrutar junto a ella de una sana relación con el apoyo de su esposa y la sujeción de sus hijos en el
amor de Cristo. Por otro lado, si se hace del hogar pastoral un sermón visual para las ovejas, éstas
recibirán el mensaje y el ministerio con gusto. De otra forma estará destinado al fracaso, aunque sea un
pastor ministerialmente productivo; no se trata de a mayor volumen de trabajo mayor premio, sino
mientras mejor enfocado esté en la familia, mayor éxito alcanzará.
En la Sagradas Escrituras se exponen dos pasajes bíblicos que rigen el principio de Dios acerca
de que un hombre tenga un fuerte compromiso familiar como condición para poder ser considerado
apto para el ministerio pastoral: Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda
honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Ti
3:4-5); y: El que fuere irreprensible, marido de una sola mujer y tenga hijos creyentes que no estén
acusados de disolución ni rebeldía (Tit 1:6). Destacando así la unión indisoluble entre ministerio y
familia, requisito indispensable para ser, antes de un buen ministro, un buen cabeza de hogar.
Es cierto que los patrones bíblicos para el hogar no son diferentes si se aplican al pastor o a
cualquier otro hogar cristiano. La diferencia reside en la responsabilidad que tiene el hogar del pastor
de ser ejemplo para los otros hogares del rebaño de matrimonio y familia cristiana madura. Si el mundo
o la iglesia, busca en algún sitio o en alguien un modelo para la familia, lo haría en el pastor y su hogar.
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2. La armonía equitativa entre el ministerio y la familia.
La familia es el hogar en el cual el pastor practica y confirma su llamado, porque es allí donde
aprende a discipular, amar, perdonar, enseñar y ser enseñado, para que entonces pueda hacerlo con la
familia de la fe. Lo que revela el verdadero carácter de un ministro no es tanto el testimonio del púlpito,
sino más bien la familia. La esposa del ministro, así como sus hijos son los más preparados para juzgar
la piedad de él. La mucha atención o enfoque por el pastor en favor del ministerio no justifica ni paga
ante Dios la falta de diligencia y cuidado para con su familia. La familia del pastor es el reflejo de su
vida espiritual, en ese espejo se mirará vanidosamente cada día su congregación esperando tapar sus
arrugas con las manchas que ésta pueda tener.
El apoyo familiar será siempre el primero y más fiel que pueda tener un ministro en no pocas
circunstancias u ocasiones, por lo tanto, una familia fortalecida en la fe, su enfoque, su unidad
espiritual, su armonía en el hogar, su planificación y estabilidad económica y emocional, y un vínculo
estrecho de relación e intercomunicación, hacen de su familia su mayor fortaleza para el respaldo y
fundamento en el crecimiento ministerial.
Un punto clave para la fe de una familia pastoral auténtica y ejemplar es indiscutiblemente el
testimonio de la pareja. Es esencial el testimonio no sólo de coherencia con los principios de la familia
cristiana, sino también de la belleza y la alegría que da acoger el anuncio evangélico en el matrimonio
y la vida familiar. A su vez, en la familia ministerial se siente la necesidad de recorrer el camino del
testimonio cargado de atractivo de una familia vivida a la luz del Evangelio y en constante comunión
con Dios. Se trata de mostrar también en la vida familiar que creer en Él y seguirlo no es sólo algo
verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo
profundo, aun en medio de las pruebas, sin olvidar nunca que: “se puede perder el ministerio por la
familia y la familia por el ministerio.”
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Debe haber equilibrio entre el compromiso con la iglesia y el compromiso con la familia para
no fallar al compromiso con Dios. El pastor está llamado a suplir las necesidades de la iglesia al igual
que está llamado a suplir las necesidades de su familia. La iglesia requiere de su tiempo, pero sus hijos
también. La iglesia requiere cuidados, su esposa y sus hijos también. El pastor debe gobernar bien su
casa, pero debe desechar el despotismo, la gritería y la exigencia desmedida. El pastor debe ser
responsable con la economía de la iglesia al igual que la economía de la familia.
Después de haber estudiado los requisitos para un ministro en las epístolas pastorales, se
desprende rápidamente la idea que cuando Dios busca pastores para cuidar del rebaño busca personas
ordenadas con sus propias vidas. En ningún texto del Nuevo Testamento se enseña que los pastores
deban tener familia como un requisito para ejercer el pastorado, pero son innumerables los textos que
enseñan que si el pastor tiene familia se debe a su cuidado y a su atención para que ese orden en el
hogar sea trasladado a la iglesia de Dios.
3. Estrategia efectiva para desarrollar un ministerio fructífero con una familia saludable.
Desde el comienzo de la encomienda pastoral por parte de nuestro Señor, se hizo complejo para
el hombre poder llevar a cabo semejante tarea a la vez que velaba por su familia, cargando sobre sus
hombros no solamente su naturaleza pecaminosa con la que tiene que luchar a diario, sino también
lidiando con el cuidado, instrucción, sostenimiento, protección y guianza de su familia, debido a lo cual
se han presentado disímiles conflictos, dentro de las principales problemáticas recogidas un gran
número de ellas se deben a: poco tiempo con la esposa, problemas de dinero, nivel salarial, dificultades
en la comunicación, expectativas de la congregación, diferencias sobre el uso del tiempo libre,
dificultades en la crianza de los hijos, problemas sexuales, la ira del pastor hacia la esposa, diferencias
sobre la carrera del ministerio y del cónyuge.
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Se plantean a continuación algunas recomendaciones positivas que buscan una estrategia
efectiva que coadyuve al equilibrio sano entre el ministerio y la familia, hallando un punto medio de
balance equitativo en cuanto a la atención en ambos aspectos, para llegar a alcanzar un ministerio
fructífero y una familia espiritual y emocionalmente saludable, y que una y la otra se apoyen y
sostengan, todas fundamentadas a la luz de la Palabra, que es nuestra regla de fe y conducta infalible:
Entre algunas de ellas tenemos: definir metas, principios y enfoques de misión familiar
Cristocéntrico, asumir un liderazgo familiar intencional, es decir preparase adecuadamente para
ministrar en los tiempos familiares, cuidar el día de descanso enfocándolo como: “el día de la familia”,
hacer cosas con toda su familia o con ciertos miembros de la misma centrándose solamente en ellos, no
tiene que ser costoso, ni agobiante, disponer un plan de desarrollo espiritual para cada uno de los hijos,
tomando en cuenta sus fortalezas, los aspectos que necesitan mejorar, y cómo hacer para formar el
carácter de Cristo en los hijos mientras crecen a su lado (Pr 22:6).
Hacer del evangelio una prioridad, es decir, enseñar a la familia a disponerse y disfrutar de la
obra del Señor con gozo y recibirlo como una bendición y un privilegio, manteniendo la oración por la
esposa y la salvación de los hijos, velando por la familia e involucrándolos en el ministerio. Mantener
una comunicación constante y fluida con la familia, escuchar tanto a la esposa como a los hijos, en
especial cuando se viaja, llamarlos por teléfono y, además de conversar, orar con ellos. Al final del día
se pueden hacer preguntas a familia que le confortarán como: ¿Qué pasó hoy que te hace sentir
satisfecho? ¿Qué pasó hoy que quisieras remediar? ¿En qué viste a Dios en tu vida hoy?
Hay que recordar que hacer que la familia sea la prioridad al ministrar es un ministerio en sí.
Las personas siempre están observando la vida del ministro, y mientras le muestra el amor a la familia,
le está predicando un sermón con su vida.
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Además se pueden añadir otras que inciden indirectamente como: el ministro debe cumplir la
misión para la cual Jesucristo le ha llamado y no la misión que otros quieren que él cumpla, aprender a
delegar en otros el trabajo u obra que sólo nunca hará, pedir al Señor que envíe obreros a su mies y
esperar en Él, solicitar al personal a cargo en la obra que pongan en su plan de trabajo dedicar tiempo a
su familia instruyéndoles respecto al tema, recordar que la vida está compuesta por temporadas, para
unos parece ir mejor que para otros, esto no es más que la relación con Dios y su tiempo perfecto.
Teniendo en cuenta todos los planteamientos anteriores podemos deducir que no son dos sino
un mismo ministerio el que hay que saber llevar a cabo equitativamente, puesto que uno es la
contrapartida del otro, pues si siendo buen cabeza de hogar no extrapola las mismas actitudes,
obediencia, comprensión, dedicación, respeto, ejemplo, amor y satisfacción al cumplir con la obra del
Señor, tampoco será posible enseñar a los hijos a hacerlo, y por el contrario, si se es un ministro
consagrado pero no así en el hogar, sino que descuida de su familia, entonces como su congregación
podrá mirar su liderazgo ineficaz. Por otra parte es importante destacar que: “Ningún ministro es
indispensable para el ministerio, pero sí lo es para su familia.”
4. Resultados de equilibrar sabiamente el ministerio y la familia.
La familia es también el centro del ministerio. No se está acostumbrado a pensar en estos
términos debido a las ideas falsas sobre el ministerio, pero es verdad. Si el ministerio es simplemente
cubrir las necesidades de las personas, entonces, ministerio, y más ministerio efectivo, ocurre en el
hogar más que en cualquier otra parte en la vida. La buena vida hogareña se define por la calidad del
ministerio que allí ocurre.
El consejo de Dios dice: “Un buen hogar se construye con sabiduría y se basa en la
inteligencia. El conocimiento llena las habitaciones de bienes valiosos y agradables (Pr 24:3-4 PDT).
Si todos los miembros de la familia pastoral realizan el duro trabajo de desarrollar hábitos saludables de
convivencia, podrán cosechar los beneficios de la sabiduría para la vida (ver con discernimiento), el
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buen juicio (responder con entendimiento) y el conocimiento (aprender con percepción). Un hábito se
desarrolla cuando se relacionan el conocimiento (qué y porque hacerlo), la habilidad (cómo hacerlo) y
el deseo (querer hacerlo), a la vez que todos ellos se ponen además, al servicio de la congregación.
Dentro de los beneficios o satisfacciones que ofrecen como ventajas el saber equilibrar el
ministerio y la familia se presentan algunas como:
❖ Enseña una fe genuina en Dios: desde pequeños los hijos pueden conocer a Dios y disfrutar
de su gran amor y de su poderosa presencia que les fortalece y reconforta en medio de cualquier
situación, manifestando en su conducta el testimonio de una vida ejemplar en el hogar ministerial.
❖ Da una esperanza redentora: saber que hay un futuro con Dios y que la vida está en sus
manos, crea un sentido de esperanza en la familia ministerial que les ayuda a recordar que un día las
experiencias difíciles presentes habrán terminado y habrán salido de ellas fortalecidos y bendecidos.
Misma esperanza que se extrapola a la congregación al verla reflejada en el rostro del hogar pastoral.
❖ Mantiene una perspectiva positiva: comprender que Dios puede hacer algo bueno en medio
de cualquier circunstancia ayuda a que nuestros hijos mantengan un corazón agradecido por lo que hay
y por el cuidado de Dios. A la vez que los miembros de la iglesia cultivarán la gratitud y la lealtad al
Señor confiados en la que se es manifiesta en el ambiente de la familia pastoral.
❖ Ofrece una paz sobrenatural: la paz prometida por Jesucristo en Fil 4:7, esa paz que
sobrepasa todo entendimiento llega al espíritu y al corazón de los hijos cuando Dios se hace presente en
sus vidas. De igual forma colma de placidez el rostro de todo creyente que, a la luz de la familia de su
pastor, encuentran la confianza del Redentor para descansar en su promesa de paz.
❖ Moldea un carácter humilde: tal vez, indirectamente, Dios esté tratando con el orgullo de los
padres cuando sus hijos atraviesan problemas y el someterse y obedecer es reflejo de la sujeción de
ellos a Dios, y no de la sujeción de los hijos a los padres. Así los creyentes verán tanto en la familia
como en el ministro una mansedumbre mutua entre los miembros de la familia y sobre todo hacia Dios.
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❖ Crea una atmósfera espiritual en el hogar: Si la familia se esfuerza en sus devocionales
diarios tratando de aplicar primeramente el ministerio en casa, gozarán de un hogar lleno de paz, amor,
paciencia, mansedumbre, etc., al adorar a Dios, escudriñar las escrituras, apartar tiempo especial para
la búsqueda del Señor, esto hará de la familia un estilo de vida espiritual genuino reflejado en la iglesia.
❖ Enmarca un ejemplo a seguir saludable: La Biblia está llena de historias asombrosas y
fascinantes que los hijos necesitan escuchar. Al comprender estas historias de hombres y mujeres de fe,
podrán identificarse con los personajes, aprender de ellos e imitarles. Además, escuchar historias
beneficia la mente y les recrea el pensamiento, y podrán representarlas lo cual les facilitará la
integración de las historias, les enriquecerá la fe y crearán recuerdos juntos que perdurarán toda la vida.
❖ Mayor unidad y eficacia en el ministerio y la familia: un ministro que logra motivar, instruir,
ministrar y aprovechar a su familia reconociendo que debieran trabajar en el ministerio evangelístico
unidos, en muchos sentidos harán mayor bien que los ministros que no alcanzan a toda la grey de Dios
como deberían. El ministro, la esposa y los hijos permanecerán más unidos en la obra y el hogar,
siempre que sea posible.
❖ Ministros y esposas estrechamente unidos en la obra: La obra de Dios exige un trabajo
intenso, de forma que, un ministro que ayuda y apoya a su esposa, también será respaldado en el
ministerio por su cónyuge. El ministro y su esposa estarán tan estrechamente vinculados en la labor de
pastorear de forma que serán un complemento perfecto en la obra del Señor, la esposa ayudará a que el
trabajo del esposo sea mucho más efectivo.
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CONCLUSIONES:
De los estudios consultados y el material consignado con anterioridad se puede concluir que,
todos y cada uno de los ministros que Dios les ha permitido tener una familia son responsables de velar
por su buen funcionamiento, la Biblia es bastante clara al respecto de esta afirmación (1Ti 3:4). Las
labores que se realizan en la iglesia acompañadas de los trabajos seculares pueden traer tensiones en el
tiempo que se dedica a la familia. Unos hablan de la necesidad de predicar la Palabra, otros de dedicar
tiempo a la familia. Sin embargo, siempre aparece la misma tensión en el corazón del pastor, la
responsabilidad de dirigir una iglesia y cuidar de la familia piadosamente. Cada ministro se encuentra
en un proceso de aprendizaje, no es correcto descuidar ninguna de las dos áreas y se necesita la ayuda
de Dios para ser equilibrados en este tema.
El pastor debe tener una imagen clara de cuál es su ministerio, qué papel juega él y su familia en
ese ministerio, y cuál debe ser la actitud correcta con la que debe afrontar este reto con el fin de
preservar su salud y la de su familia. Asimismo, debe entender que su testimonio y el de su familia son
herramientas poderosas de evangelización.
La esposa y los hijos de pastores deben entender cuál es su rol y posición en el ministerio
pastoral. Asimismo, deben poder construir su propia identidad personal aparte de la vocación paterna,
entendiendo las dificultades del ministerio con una actitud correcta hacia la iglesia. Además, tanto los
hijos como los pastores deben saber diferenciar el rol paterno y el pastoral, y evitar confundir su
parentesco como evasiva de estos roles. Los padres deben poder esperar en Dios y confiar en que Él
sabrá tratar con sus hijos. Y entonces, como expresan las Sagradas Escrituras, serán un ejemplo para su
iglesia: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la Palabra de Dios; considerad cual haya
sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (He 13:7).
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BIBLIOGRAFÍA:
1. Croft, Brian & Cara. El pastor y su familia. Grand Rapids, Michigan, Editorial Portavoz,
2016
2. http://apuntesteologicos.es/el-pastor-y-su-familia
3. http://www.davidservant.com/other_languages/espanol/dmm-spanish/dmm_spanish_21/
4. https://conociendoacristo.wordpress.com/2015/10/30/ministerio-o-familia/
5. https://sembradores1.files.wordpress.com/2011/06/la-familia-3.pdf
6. https://volvamosalevangelio.org/pastor-tu-familia-es-tu-primer-ministerio/
7. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/pastor-familia-primero/
8. https://www.contra-mundum.org/index_htm_files/Lan_Min_Familiar.pdf
9. https://www.sigueme.net/ministerio-cristiano/equilibrio-entre-el-ministerio-y-la-familia
10. MacArthur, John. El ministerio pastoral. Tarrasa, Barcelona, CLIE 2005.
11. Santa Biblia.
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