Subido por Samuel Arancibia P

SÍNTESIS DE ESTUDIO BÍBLICO Levítico Capitulo 4

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En el orden del estudio de las cinco ofrendas dadas en sacrificio nos
quedan dos en atención de analizar.
Levítico 4 y debe estudiarse en conexión con Levítico 6:23-30
• Ofrenda por el Pecado (chatta'ah)
• Ofrenda por la culpa (asam)
Catalogadas como de olor no grato por significar que ambas son por
expiación de pecado del oferente, de acuerdo al motivo de su
ofrecimiento y de acuerdo a la transgresión que se haya efectuado
Por el significado que reviste siempre se ofrecerían primero estas dos
cuando iban presentadas con las otras ofrendas.
Estos sacrificios no son voluntarios, se debía presentar obligatoriamente
en caso de haber pecado.
La naturaleza del hombre es pecaminosa y no porque pecamos nos
convertimos en pecadores, sino porque somos pecadores pecamos.
El sacrificio por el pecado tiene que ver que el hombre es pecador en
su naturaleza. Este sacrificio se proponía restablecer entre Dios y el
hombre las relaciones de la alianza destruidas por el pecado
El verso dos de Levítico capitulo cuatro indica que “cuando alguna
persona pecare por yerro” muestra del original hebrero significa fallar,
es decir quedarse corto del estándar de exigencia de Dios. En el nuevo
Testamento la palabra para yerro es hamartía que significar errar en el
blanco, errar. Yerro involuntario sin darse cuenta, el sentido es no sabía
que era pecado y ahora me doy cuenta que era pecado, implica
ignorancia, pasión propia y omisión. Probablemente significa que el
pecado no se hizo voluntariamente, con rebelión o intención de desafiar.
No había sacrificio para el pecado hecho a propósito; la pena de muerte
tenía que ser exigida (Nm. 15:30).
El equilibrio perfecto de la santidad con Dios permitía que hubiese
comunión El y esa comunión se extendía todas las personas alrededor.
Cuando una persona pecada se rompía este equilibrio provocando caos y
la comunión con Dios quedaba quebrantada. El pecado era una violación
de (voluntaria o involuntaria) de las relaciones de la alianza del pacto.
Este sacrificio se proponía restablecer entre Dios y el hombre las
relaciones de la alianza destruidas por el pecado. Las responsabilidades
de Israel estaban claramente especificadas en la ley, y cualquier desvío
perturbaba el recto orden de las cosas. La existencia o inexistencia de
voluntariedad no alteraba la situación objetiva. La falta tenía que ser
corregida, e incluso quien había faltado inconscientemente debía ofrecer
un sacrificio de expiación.
Se requería por tanto un medio para poder restablecer el estado de
comunión y santidad. La persona que traía una ofrenda por el pecado
estaba reconociendo que había pecado sin querer, por debilidad o
negligencia. Buscaba perdón por sus pecados y limpieza ceremonial.
Los sacrificios por el pecado eran el medio de propiciar ceremonialmente
a Dios. Los sacrificios se hacían para obtener o recuperar esta comunión.
Había diferentes niveles de expiación dependiendo de la persona que
había pecado:
•
•
•
•
El sacerdote Ungido
La congregación o nacional
Un Príncipe o gobernante
Cualquier persona común
Cuando el hombre se separa de Dios, pierden la comunión por el pecado,
este que legalmente debe expiar porque Sin derramamiento de sangre no
hay remisión de pecado
La necesidad de expiación esta presente en todos los sacrificios todos
estos rituales no fueron suficientes se requería un sacrificio especial para
hacer realidad la verdad de la expiación.
La ofrenda por el pecado tipifica el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo
en la cruz, como la gran ofrenda por el pecado de la humanidad, mediante
la cual propició la ira de Dios y produjo expiación de pecados al hombre.
Esto trajo consigo restablecer la reconciliación y comunión entre Dios y
el Hombre.
Y el medio eran las ofrendas de sacrificio, reconocer por medio del
sacrificio de holocausto que el gran amor de Dios es al hombre que la
iniciativa de parte de Dios es restaurar al hombre a su estado original por
medio de la entrega voluntaria de su hijo. El sacrificio de cereales nos
muestra que se requería una vida limpia y pura en todo sentido para que
fuese acepta ante Dios, para luego el centro de todos los sacrificios poder
tener restablecida la comunión celebrarla por medio de una cena, cabe
hacer notar que el sacrifico de paz era porque el hombre ya disfrutaba
ampliamente de la comunión con dios y sus pares y se el regocijo de ese
esta de mostraba ante Dios por medio de ese sacrifico
El modo del tratamiento de la sangre en el ritual de sacrificio por el
pecado del sacerdote o congregacional. Estas dos ofrendas eran
semejantes en sus ritos y ceremonias (comp. v. 3-12 con los v. 13-21). El
resultado era el mismo, ya fuese el representante de la congregación,
o la congregación misma, los que hubiesen pecado. En uno y otro caso,
se comprendían tres cosas:
• El santuario de Dios en medio del pueblo
• La adoración de la congregación
• La conciencia individual.
Estas tres cosas dependían de la sangre, vemos que, en el primer
grado de la expiación, se hacían tres cosas con la sangre.
1. Se hacía aspersión «siete veces delante de Jehová, hacia el velo del
santuario» (v. 6). Esto garantizaba las relaciones de Jehová con
el pueblo y su estancia en medio de ellos.
2. «Y el sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del
incienso aromático, que está en el tabernáculo de reunión
delante de Jehová» (v. 7). Esto garantizaba el culto de la
congregación. Poniendo la sangre sobre «el altar de oro» (véase
Éx. 30:1-5), la verdadera base del culto estaba amparada, de
forma que la llama del incienso y su suave olor podrían subir
continuamente.
3. «y echará el resto de la sangre del becerro al pie del altar del
holocausto, que está a la puerta del tabernáculo de reunión» (v.
7). Aquí encontramos lo que responde plenamente a las
exigencias de la conciencia individual, pues el altar de bronce
era el lugar donde todos tenían acceso. Era el lugar donde Dios
encontraba al pecador.
El orden en que se roció la sangre es sublimemente hermoso, y
perfectamente coherente con el camino de la salvación como se enseña
en el Nuevo Testamento. Fue rociado:
(1) Delante de Jehová.
(2) Ante el velo.
(3) En el altar del incienso.
(4) Entonces todo lo que quedaba era derramado en el fondo del
altar del holocausto.
El sacerdote rociaba la sangre en su salida, no cuando estaba entrando
en este caso, enseñándonos que se ha hecho un camino de Dios hacia los
hombres pecadores. La salvación es del Señor. Pero en nuestro
acercamiento a Dios nos encontramos con la sangre derramada, en
primer lugar, en el altar, que hace expiación por el alma. Típico de Aquel
quien derramó su alma hasta la muerte en la cruz del Calvario:
A. En el altar de sacrificio tenemos expiación.
B. Al altar del incienso tenemos intercesión.
C. La sangre ante el velo habla de acceso.
D. La sangre rociada siete veces ante Jehová indica una posición
perfecta en su presencia.
Así tenemos la confianza para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre
de Jesús. Por tanto “acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe” (Hebreos 10:19-22). No era la sangre como tal la que
hacía la expiación, sino la sangre derramada y aplicada . No podía
efectuarse expiación matándose al animal y derramando su sangre en el
suelo. La sangre debía ser recogida en una vasija, tras lo cual el sacerdote
la ministraba, rociándola y de otras formas. Era la sangre rociada la que
efectuaba la expiación, no la parte sobrante que era vertida en el suelo.
En todas las ofrendas rige el mismo principio. No basta traer la víctima y
degollarla; la sangre debe ser aplicada. Luego de su ascensión, Cristo "
"por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo,
habiendo obtenido eterna redención" " (Heb. 9: 12), y allí como " "sumo
sacerdote ... ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo" "
(Heb. 8: 1-3), ministra en nuestro favor.
El sumo sacerdote siendo el representante espiritual de la comunidad, si
él pecaba, todos pecaban en él. Esto era el entendimiento judío de lo
corporativo (Romanos 5:12-21).
Por ser el representante religioso de la comunidad israelita, su
pecado es particularmente grave, y por ello necesita una
expiación especial, ya que en su persona la culpabilidad afecta a
todo el pueblo.
Por lo tanto, era la primera ofrenda que se debía representar para
limpieza y purificación del sacerdote, pues no podía ejercer su oficio en
esa condición y el también era incluido cuando el sacrifico era
congregacional. La condición del pecado simbólicamente era traspasada
al animal y debía morir como solo se quemaba en el altar de bronce las
grosuras y los riñones y el cuerpo del sacrificio debía ser casado fuera del
campamento.
En este sacrificio, el oferente, lejos de estar movido de
sentimientos de alegría, debe sentirse penitente y triste, y,
además, no debe sacar provecho de una víctima ofrecida por sus
pecados. Por otra parte, como las partes de la víctima no
quemadas sobre el altar eran algo sagrado, no debían ser
profanadas, y por ello se quemaban fuera en un lugar prescrito
La lección que el apóstol da en Hebreos 13 de que Cristo «padeció fuera
de la puerta» es profundamente significativa, «Así que salgamos a él,
fuera del campamento, llevando su oprobio» (v. 12-13). Si los
sufrimientos de Cristo nos han asegurado una entrada en el cielo, el lugar
donde Él padeció representa nuestro rechazo de la tierra. Su muerte nos
ha proporcionado una ciudad en lo alto, el lugar donde murió nos priva
de una ciudad aquí abajo. [14] «Él padeció fuera de la puerta», y por eso
dejó a un lado a Jerusalén, como centro de las operaciones divinas. Ahora
ya no hay un lugar consagrado sobre la tierra. Cristo ocupó su lugar como
víctima, fuera de los límites de la religión de este mundo, de su política y
de todo lo que le pertenece. El mundo lo ha odiado y rechazado. Por esto
dice la Escritura: «Salid» (2 Cor. 6:17).
Esta es la divisa concerniente a todo lo que los hombres constituyen como
«campamento», cualquiera que sea este lugar. Si los hombres erigen una
“santa ciudad” debéis buscar un Cristo desechado «fuera de la puerta».
Si los hombres forman un campamento religioso, cualquiera que sea el
nombre que se le quiera dar, debéis «salir» de él a fin de encontrar un
Cristo rechazado. Una ciega superstición puede excavar las ruinas de
Jerusalén para buscar allí reliquias de Cristo. Ya lo ha hecho y lo hará
todavía. Afectará haber descubierto y honrar el lugar donde estuvo su
cruz y su sepulcro. La codicia natural aprovechándose de la superstición,
ha hecho durante siglos un tráfico lucrativo con el astuto pretexto de
honrar los llamados santos lugares de la antigüedad. Pero un solo rayo
de luz de la lámpara divina de la Revelación bastará para haceros ver que
es preciso «salir» de todo esto a fin de encontrar un Cristo desechado y
de gozar la comunión con Él.
Es de suma importancia comprender que ahora todos nosotros hemos
sido constituidos sacerdotes del Dios altísimo y somos ministros de un
nuevo pacto. Por tanto, si nuestra relación y comunión con Dios se
quebranta, todo lo que está a nuestro alrededor esta fueran de la
comunión don Dios, nuestro comportamiento afecta nuestras relaciones
interpersonales y se produce un desequilibrio trayendo sombras de
muerte, así con urgencia se deben restablecer esa comunión
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