Primer concurso de cuento ilustrado “MUJERES ENTRE LA LITERATURA Y LA PLÁSTICA” Primer concurso de cuento ilustrado: “Mujeres entre la literatura y la plástica” Galia Lozano Vázquez Amanda Rosa Pérez Morales Martha Erika Mateos Genis Sandra Lilia Palacios Gregorio Nidia Guiochin Sotomayor compiladoras Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Dirección de General de Publicaciones 2022 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla ◆ Rectora: María Lilia Cedillo Ramírez ◆ Secretaria General: José Manuel Alonso Orozco ◆ Vicerrector de Extensión y Difusión de la Cultura: José Carlos Bernal Suárez ◆ Dirección General de Publicaciones: Luis Antonio Lucio Venegas Primera edición: 2022 ISBN: 978-607-525-899-7 Soporte final: PDF Peso: 8.4 Mb DR © Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 4 Sur 104, Centro Histórico, Puebla, Pue. CP 72000 Teléfono: 222 229 55 00 www.buap.mx DR© Dirección General de Publicaciones 2 Norte 1404, Centro Histórico, Puebla, Pue., cp 72000 Tels.: 01 (222) 246 85 59 y 01 (222) 229 55 00, 5768 www. publicaciones.buap.mx | [email protected] Diseño de portada: Francisco González Bernal Hecho en México Made in Mexico ÍNDICE Prólogo....................................................................................... Eulalia y las ciruelas.................................................................. Un día cualquiera...................................................................... Azul............................................................................................. Y si fuera…................................................................................ Eterna......................................................................................... Emely y el espejo....................................................................... Mutante...................................................................................... La Obra de Kome...................................................................... No abras las piernas.................................................................. Heal............................................................................................. Disparo de Mazars.................................................................... El túnel....................................................................................... La cena de los mapaches.......................................................... Árbol Cereza.............................................................................. Volando juntas.......................................................................... Perder por default..................................................................... Reencuentro............................................................................... Un recuento de Ikal en la oscuridad...................................... Los mundos de Remedios........................................................ Médium...................................................................................... La caja de los sueños................................................................. El Festival................................................................................... 7 12 16 20 23 26 30 34 38 42 44 47 49 51 54 57 60 64 68 71 75 78 81 Prólogo 7 PRÓLOGO La plástica y la literatura son dos ramas de la creación artística que han transitado particularmente juntas durante todo su despliegue. Ambas han sido las acompañantes del ser humano en su incansable búsqueda de nuevas formas de materializar su conciencia y de descubrir (o crear) nuevos mundos. La plástica es la huella pura; la sólida e intuitiva manera de plasmar todo aquello que percibimos tanto fuera de nosotros, como en la relación con nosotros mismos. Es, también, registro indudable de la historia de la especie humana. La plástica exhibe. Es luz de vida; camino de subjetividades y encuentro. La literatura, por su parte, reflexiona sobre todo aquello que percibimos a través de las imágenes, tanto de la Naturaleza como de nuestro inconsciente. Esa variada in7 8 Prólogo formación la recopila y crea con ella historias, universos que se escapan a lo que podemos plasmar, a veces, materialmente. Razona, busca un fundamento, penetra en lo más íntimo de nuestro pensar. La literatura intenta descifrar la oscuridad dentro de la luminosidad, pero, tanto la literatura como la plástica se apoyan una en la otra para conformar la experiencia de la vida y también da la oportunidad de que trascendamos nuestra finitud. Así, encontramos artistas que transitan entre ambas áreas creativas para intentarnos dar una aproximación múltiple de una idea –obra artística–. Los y las creadoras buscan ampliar el universo de sensaciones que nuestros espacios individuales proponen. En este transitar incluyen, también, nuevas formas creativas amparadas por la explosión del desarrollo científico-tecnológico. Es por ello que, áreas como el arte digital en su totalidad, se vuelven espacios comunes, pliegues necesarios para pensar la literatura y la plástica en el contexto actual. Dentro de este vaivén artístico, enton- Prólogo “Mujeres entre la literatura y la plástica” 9 ces, destaca la mirada femenina, por incluir, desde su propia esencia, una perspectiva plural a las cosas; es decir, una percepción que incluye la plasticidad y la escritura para abordar temas cotidianos y situaciones vivenciales. Debido al decursar histórico-político-cultural y social por el que han atravesado las mujeres en su relación con la creación, la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales, en vinculación con la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura, decidimos lanzar el concurso de relato corto ilustrado: “Mujeres entre literatura y la plástica”. Este proyecto buscaba explorar de qué manera se entrecruzaban la reflexión y la creación pictórica en los procesos creativos de las artistas jóvenes pertenecientes a nuestra Escuela. Después de un proceso exhaustivo de selección, el jurado decidió premiar con el primer lugar a “Eulalia y las ciruelas”, redactado e ilustrado por Jaaziel Rueda García. En segundo lugar, el jurado otorgó el premio a “Un día “Mujeres entre la literatura y la plástica” 10 Prólogo cualquiera”, de Ana Mastretta. Finalmente, decidió dar el tercer lugar a María José Fernández Bello con “Azul”. Gracias a la calidad artística-literaria de los envíos, se decidió incluir en esta antología una selección de los relatos ilustrados, con el objetivo de divulgar el excelente trabajo de las nuevas generaciones de mujeres en el ámbito del arte. Con ello también buscamos compartir una muestra de las temáticas más abordadas dentro de la creación juvenil contemporánea. Historias en torno a la identidad, a la violencia hacia las mujeres, al reconocimiento profesional, a la maternidad, destacan en esta muestra. Asimismo, la diversidad, la magia de la realidad, y el maravilloso mundo espiritual-psicológico humano se colocan en un crisol de contrastes que con una voz y mirada propia adentran al espectador en espacios íntimos y atmósferas reflexivas.También, podremos apreciar la variedad de técnicas y estilos pictóricos utilizados para la narrativa total de los relatos. Prólogo 11 “Mujeres entre la literatura y la plástica” Los y las lectoras tienen en sus manos universos iconográficos y reflexivos de los cuales no solo serán testigos, sino partícipes activos y activas al ver reflejada la propia vivencia, la historia de la amiga, la compañera, la hermana; sí, la presencia de las mujeres. Galia Lozano Vázquez Amanda Rosa Pérez Morales Martha Erika Mateos Genis Sandra Lilia Palacios Gregorio Nidia Guiochin Sotomayor 12 “Mujeres entre la literatura y la plástica” EULALIA Y LAS CIRUELAS Jaaziel Rueda García Eulalia nació de la cosecha más abundante que habían dado los ciruelos en años. Desde entonces su existencia quedó atrapada entre aquellas ramas tostadas y bolitas verde-amarillas. Apenas pudo caminar se subió a los ciruelos, aprendió a escalar antes de saber hablar. Trepada en los árboles comía, repasaba sus lecciones, jugaba, a veces hasta dormía, nomás le faltaba cagar ahí, decía mamá (en paz descanse). Como desde que nació Eulalia los ciruelos daban demasiada fruta grande y deliciosa, emprendimos un negocio de curado; jamás olvidaré la primera vez que Eulalia probó las ciruelas curadas, estaba encantada. Ese día se acabó una jarra de dos litros de curado ella sola, sin que nos diéramos cuenta; la pobrecita se puso hasta las chanclas y se quedó bien dormidita. Quizás este fue el inicio de la leyenda. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 13 A sus doce años Eulalia se conocía el negocio del curado de pe a pa. Ella tenía su propia receta, hasta su propia manera de cortar las ciruelas y picarlas. Yo seguía sus instrucciones al pie de la letra, prácticamente era su curado, yo solo la ayudaba. Eulalia decía que las ciruelas le hablaban, le revelaban secretos y le decían cómo prepararlas. Lo cierto es que el curado de Eulalia se volvía cada vez más famoso con los años, incluso llegaba gente de otros lados para probar el curado mágico. La leyenda decía que cuando comías curado de Eulalia podías resolver tus problemas y había quienes escuchaban los consejos de sus ancestros en el sabor de las ciruelas. Después de que mamá Nabora murió, escuchaba sus groserías en el viento cuando comía curado mágico, eso me reiniciaba la vida. Gracias a ese bendito curado, Eulalia se hizo famosa en la región. La gente la consideraba una mujer sabia, que transmitía conocimiento con sus deliciosos curados mágicos. “Soy sabia porque como ciruelas”, decía, “porque entiendo a los árboles”. 14 “Mujeres entre la literatura y la plástica” En la madrugada de su cumpleaños número sesenta, María Eulalia se sintió inexplicablemente atraída por la oscuridad del patio trasero. Como hipnotizada, se levantó y salió de la casa hacia el gigantesco patio para perderse entre los árboles. Estaba lista. María estaba destinada a convertirse en un árbol de ciruela. Me lo dijo el curado mágico días después de que Eulalia se fuera. ¡Era obvio! Eulalia se fue, pero en su lugar dejó no un árbol de ciruela sino un bosque entero, cientos y cientos de semillas de sabiduría. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 15 16 “Mujeres entre la literatura y la plástica” UN DÍA CUALQUIERA Ana Mastretta Yanes 8:00 am. Despierto acurrucada en mi cama. (ser mujer solo me ha traído dolor) 8:30 am. Disfruto del calor de mis sábanas. (sé que tengo privilegios que protegen este cuerpo: soy blanca, delgada, de clase alta). 9:00 am. Bajo a la cocina. (pero si yo hubiera sido hombre, él no me habría lastimado). 10:00 am. Termino de desayunar. (nunca estoy a salvo, ni en el Uber, ni al caminar en la calle). 11:00 am. Escombro mi estudio. (él era alguien de absoluta confianza). 12:00 pm Comienzo a bocetear. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 17 (¿cómo fue capaz de hacerme algo así? Yo tenía 13 años ¿o 14?). 1:00 pm. Me distraigo con el celular. (no hubo ninguna señal, ninguna red flag, solo pasó). 2:00 pm. Me llaman a comer. (me gusta mi cuerpo, mis senos, mis caderas, mi sangre menstrual). 3:00 pm. Disfruto mi postre. (me gusta mi feminidad, mis vestidos, peinados, bolsas). 4:00 pm. Me distraigo con el celular. (pero quisiera volver el tiempo atrás, que otro esperma fecundara el óvulo). 5:00 pm. Trato de leer para la tesis. (habría empezado a jugar fútbol desde más chiquita). 6:00 pm. Me frustro. (ese día, ser mujer fue mi condena). 6:30 pm Juego con mi perrito. (pero ¿si hubiera nacido hombre sería quién soy?). 18 “Mujeres entre la literatura y la plástica” 7:00 pm. Ceno. (¡qué importa! él no me habría lastimado). 8:00 pm. Pongo música y respiro. (quisiera ser niña de nuevo y estar con mi abu). 8:30 pm.Vuelvo al boceto. (lo mejor de 4o de primaria fue jugar fut con mis amigas). 9:00 pm. Siento el placer de dibujar. (y lo mejor de la secu fueron las pijamadas con ellas). 10:00 pm. Termino de trabajar por hoy. (también he vivido experiencias muy bonitas). 10:30 pm. Me pongo mi pijama. (me gusta mucho ser quien soy). 11:00 pm. Les deseo las buenas noches a mis papás. (¿qué habría sido de esa yo de 13 años si no hubiera dibujado?). 12:00 am. Duermo. (he perdido la cuenta de la cantidad de veces que el arte me ha salvado la vida). “Mujeres entre la literatura y la plástica” 19 20 “Mujeres entre la literatura y la plástica” AZUL María José Fernández Bello Puse la última pincelada en su rostro: el brillo de un ojo color blanco puro, el alma misma de sus ojos. Por un breve momento, solo estuvimos ella y yo, frente a frente; la ventana, abierta, dejaba entrar el aire frío y el silencio nocturno, erizando mi piel sin poder distinguir si la causa era el clima o lo que se encontraba frente a mí. Retrocedí dos pasos para contemplarla mejor y la vi; ella me devolvió la mirada, una mirada longeva y melancólica. Su rostro resaltaba sobre el fondo azul en monocromía. Todavía en éxtasis, tomé asiento frente a ella y contuve mis ganas de tocar su rostro todavía fresco. Cada día, me sentaba frente a ella; trataba de adentrarme en el azul de sus ojos y descifrarla: descifrar la causa de su añoranza, descubrir la historia en sus rasgos. Pasaba horas “Mujeres entre la literatura y la plástica” 21 inquisitiva, preguntándome: ¿De dónde había venido? ¿Por qué y cómo había llegado a mí? ¿Quién era? Solo para volver al inicio de mis deducciones, sin ningún resultado. Pronto, decidí ubicarla frente a mi cama, por lo que al despertar era lo primero que veía y, al dormir, lo último; solía acostarme viendo hacia ella y me perdía mirándola rumbo al sueño profundo. Pero un día desperté para contemplar un lienzo azul, vacío. El dolor fue desgarrador; grité y rogué que volviera, sin saber si me escucharía donde quiera que estuviera. Me sentía perdida, vacía, sentía que me habían arrebatado la vida misma. No pude dormir ni comer; la quería de vuelta, por lo que solo pude sentarme a esperar. Me senté a ver el lienzo vacío sin apartar la mirada ni parpadear; pasó tanto tiempo que mi vista solo veía azul: los colores se volvieron tonalidades de azul, mi mente se llenó de azul, yo me volví azul. Hasta que un día, regresó; se acercó a mí con un pincel con color blanco y quedamos frente a frente, en silencio; 22 “Mujeres entre la literatura y la plástica” retrocedió, me miró fijamente y luego tomó asiento frente a mí. Era ella, tan hermosa, tan real, pero no pude tocarla. El tiempo transcurrió muy rápido, pero solíamos mirarnos como antes. Deseé recuperarla por tanto tiempo que no podía apartar la vista, hasta que una noche, vi el reflejo de sus ojos: por primera vez, me vi a mí misma y en ese momento comprendí. Mientras ella dormía, me levanté y me fui. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 23 Y SI FUERA… Julissa Huerta Nájera Eran las diez y media de la noche. La muchacha esperaba el camión en la parada. Esa calle y esa hora eran particularmente una mala combinación; en primera, porque no hay mucha gente y en segunda, porque el camión tarda mínimo treinta minutos en pasar y la última corrida no siempre sale. A las once con diez perdió la paciencia. Sacó un cigarrillo y empezó a caminar hacia su casa. La distancia era de unas doce o quince cuadras no tan bien iluminadas. La noche estaba fría y la luna apenas se dejaba ver. En esa misma parada un hombre de unos cincuenta años esperaba también el mismo camión. Cuando vio a la muchacha caminar decidió hablarle. “Yo voy en esa misma dirección. Déjame acompañarte” – dijo el hombre con voz ronca. 24 “Mujeres entre la literatura y la plástica” La muchacha se giró hacia la voz. Se quedó sin palabras, con la mente hecha un revoltijo. ¿Para qué quería acompañarla? ¿Qué intenciones tenía? Pero observándole un poco, el hombre le recordaba a su padre y pensó que era descortés de su parte asumir que él tenía malas intenciones. “Ah… vale. Gracias” –dijo con una pequeña sonrisa nerviosa. El hombre cojeaba levemente de su pie izquierdo, el mismo lado en el que la muchacha caminaba. Avanzaban con lentitud y las únicas palabras que intercambiaron fueron quejas sobre la ruta de camiones que los había dejado varados. El corazón de la muchacha latía rápido y con fuerza; el cigarrillo en su mano temblaba; sentía calor y se esforzaba en respirar con tranquilidad. Constantemente dirigía una mirada discreta al hombre, pero él no la miraba ni intentaba cerrar la distancia entre ellos. En cada zona iluminada pensaba en decirle al hombre que su casa estaba cerca y alejarse de él, pero entonces te- “Mujeres entre la literatura y la plástica” 25 mía toparse con una suerte aún peor. En las zonas oscuras observaba con nerviosismo esperando ver a más personas, preparándose para correr en cualquier momento, segura de que podría tomar ventaja del viejo cojo. Cada vez más cerca de su casa las ganas de huir le hacían zumbar los oídos, pero se mantuvo caminando al lado del hombre hasta llegar a su calle. Vivían cerca al parecer. Le agradeció y se marchó con paso apresurado. Ya en su casa, todavía con el corazón agitado ahora de alivio, una sola pregunta inundaba su cabeza: “¿Si yo fuese un muchacho hubiera sentido lo mismo?” 26 “Mujeres entre la literatura y la plástica” ETERNA Rebeca Verónica González Corona En un pequeño estudio, iluminado apenas por la débil luz de una lámpara a la mitad de la noche, el lápiz en mi mano y un lienzo en blanco que parece más bien un abismo, se disponen a presenciar la génesis de alguien que todavía no existe. Me enfrento al desafío que implica plasmar en un retrato los años de una vida que aún no se ha vivido, la forma de pensar, gustos y sueños que encuentran su causa en un pasado que todavía no es.Y me parece muy absurdo que algo tan mágico provenga de hacer algo así de ordinario. De su nombre no estoy muy segura, me parece que primero debo ver su rostro, para saber cara de qué tiene. Y al pensar eso un poco, me aventuro a imaginar cómo sería ella: tendría la fuerza de mi abuela: fuerte como un roble. Sería diligente como mamá: el equilibrio perfecto entre la “Mujeres entre la literatura y la plástica” 27 firmeza y el afecto. Paciente, perseverante y soñadora como mi hermana mayor: negándose a aceptar una realidad que no la puede contener. Tendría la entereza de mi hermana menor: imperturbable en momentos de peligro. Sería audaz como la más pequeña de nosotras: sin miedo, sin prejuicios, sin límites. En eso pienso mientras el lápiz va y viene a su querer. Es así, como poco a poco el retrato va tomando forma y antes de que pueda cerrar los ojos, cuando por fin nuestras miradas se cruzan, no tengo duda de que Eterna ha existido siempre. Los rayos de luz atraviesan la ventana; es un abrir y cerrar de ojos lo que me permite ver con claridad, pero es la profundidad de un lienzo completamente blanco lo que me dice que ella se ha ido. Se fue, desapareció sin dejar pista alguna. No tenía sentido; la busqué por todas partes negándome a creer que su existencia de alguna manera se hubiera interrumpido. Ojalá se hubiera quedado, le habría dado más que sólo un rostro, le habría dado una historia 28 “Mujeres entre la literatura y la plástica” y por supuesto un buen final. La busqué por todas partes, pero no la encontré. No pude hacerlo, porque ese día Eterna se fue conmigo; juntas continuamos la historia que comenzó en un pequeño estudio sin que yo me diera cuenta y el clímax fue el retrato, a través del clic de un alma conectando con un trazo. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 29 30 “Mujeres entre la literatura y la plástica” EMELY Y EL ESPEJO Carolina Aguilar Cardona Nuestra Emely es una pequeña escarabaja que pertenece a una aldea de artesanos quienes, al cumplir cierta edad, logran obtener sus colores, diseños de coraza; prácticamente esto define toda su vida. Estaba realmente preocupada; pasaba el día con mil preguntas en su cabeza: ¿Cómo lo habían logrado? ¿Por qué nadie quería decirle qué hacer? Lo único que le decían era que debía verse al espejo. Pasaba días mirándose al espejo, pero no veía resultado; seguía siendo de un color gris y lo que más le aterraba era terminar como los “sólidos”, que eran escarabajas que jamás lograron obtener sus colores; además, eran olvidadas y condenadas a vivir una vida aislada. Se atrevió a preguntarle a Tita, la anciana de la aldea, todas sus dudas. Ella respondió: “Mujeres entre la literatura y la plástica” 31 –El espejo no es ese pedazo de cristal, es algo más hermoso; su ubicación y colores son diferentes para cada una, pero siempre es un lugar especial para nosotras. Emely quedó más confundida y solo atinó a gritar: – ¡¿Qué lugar es especial para mí?! Luego de un rato de caminar lo recordó: era un riachuelo. Corrió lo más rápido que pudo y se paró frente a este; comenzó a hablarle, pero nada. Llegó la noche; se dio media vuelta y empezó a hablarse a sí misma: –¿Por qué es especial para mí ese pedazo de río? Sin esperarlo, el riachuelo contestó: – Tu respuesta siempre ha estado en ti, mi pequeña; no es una sola respuesta para todas. Comienza por buscar tu propia respuesta y verás cómo te muestro lo que tanto anhelas. Se quedó completamente muda, pero empezó a comprender lo que debía hacer. Regresó al río y con todo esto en mente comenzó a gritarle: 32 “Mujeres entre la literatura y la plástica” –¡Me encanta reír! ¡Me gusta el pastel de moras azules de mi mamá! ¡Odio correr! ¡Me gusta ver las estrellas! ¡Amo las plantas que guardas en tu agua! Siguió durante unos minutos y el río comenzó a pintarse de color rosa, mostrando su reflejo: ya no era gris, ahora era de colores azules, morados, verdes, rojos y amarillos. Lo había conseguido. Finalmente, se vio llena de vida, de felicidad y entendió que ella siempre fue la respuesta. Descubrirse a ella misma fue lo que tanto la intrigó y ahora que lo consiguió pudo verse como realmente es. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 33 34 “Mujeres entre la literatura y la plástica” MUTANTE Carolina Herrero Baltazares El sol ya caía; llevaba un suéter de flores. Estaba cansada, las escaleras del edificio parecían interminables. “Son diecisiete pisos, creo” –comentaba, entre quejidos, un amigo detrás de mí. Era la primera vez que subía al Mutante junto con otrxs quince que se aventuraron también. Llevábamos todo para armar una fiesta y aunque el aire me faltaba por subir tantas escaleras, la felicidad que empezó a emanar de mi cuerpo era algo que necesitaba, que internamente pedía a gritos desde hace meses en medio de mi falta de motivación. Levantarme de la cama era un martirio; el dolor de garganta y en el pecho eran cosas a las que ya me estaba acostumbrando y me daba miedo dejarme caer, me daba miedo cederle mi persona a esa voz en mi cabeza que siempre me recordaba lo cobarde e inútil que era. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 35 Llegamos a la cima y el Mutante me regaló la mejor postal de la ciudad que he visto; se me olvidó lo violenta y cruel que llega a ser. El viento apagó los sonidos de los automóviles y el Sol abrazaba por última vez a todos los edificios antes de meterse entre las montañas. Todxs nos quedamos maravilladxs y en comuna empezó el festín. –¡Aquí hay taquitos por si alguien quiere! –Yo traje un vino. –¿Me puedes pasar la salsa, porfa? El grupo hablaba y yo les observaba.Sentía ese calorcito en mi cuerpo, como unas chispitas que apenas y brotaban, llegó la noche y con ella la fogata y el baile para resguardarnos del frío; desde una vista panorámica se podían apreciar tantas cosas: unos besándose, otros haciendo grafitis, unas más bailando, platicando, riendo… como si la vida no pasara, como si no doliera. 36 “Mujeres entre la literatura y la plástica” Y después de mucho, la voz se compadeció de mí: creo que te mereces esto; tal vez no somos el número de cosas que podemos hacer. Somos lo que damos, no somos lo que creamos; somos lo que creemos y yo creo en ti al igual que esta familia de amigxs. No estás sola. Sonreí y abracé el momento. Agradecí en silencio a todos los presentes por acogerme, al Mutante por regalarme la vista y ese instante. Me agradecí por no darme por vencida y querer salir de esto. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 37 38 “Mujeres entre la literatura y la plástica” LA OBRA DE KOME Andrea Melissa Tenorio Carvajal La desesperación se arrastra bajo su cama. ¡Déjenla en paz sí! Ella no puede hacer nada más. Su cuadro no es malo, pero igual mañana solo será otro escalón para Arath. Siempre ha sido así; ella no olvida todas las veces que los compararon, todas las veces que compitieron. El número es igual a las veces que lo eligieron. ¿Deberías seguir esforzándote? “El talento no se hace”. Él se lo decía cada que se robaba las ovaciones. Claro que ella lo sabe, pero aun así se desvivió practicando. Llora y tiembla bajo las sábanas. Nada nuevo, en un rato se le va a pasar y podrá decidir qué color es el que le hace falta. Al parecer, se queda dormida. La rodea una infinita oscuridad densa y vacía. No puede respirar y el corazón se le va a salir del pecho. Corre sin rumbo. El aire frío contra sus “Mujeres entre la literatura y la plástica” 39 mejillas. Algo anda mal, parece ser otra pesadilla. ¿Podrían dejarla un momento en paz? La voz de les llega a los oídos, muy baja, muy distorsionada. “Hagas lo que hagas, no serás artista nunca”. Grita Arath. Ella es consciente de eso, no tienes que escupírselo. La has enojado. La rabia surge en sus entrañas como una chispa que prende fuego en su pecho. Un frenesí y luego el dolor. Todo le duele. Kome cree que se desangra, sus manos están tibias y húmedas. Ella las mira y agradece. Ahí está el color que buscaba. Cuando vuelve a la realidad ya está en el dichoso evento. No sabe ni cómo llego ahí, pero lo que sí sabe es que su cuadro fue modificado por una “ella” muy somnolienta o ebria.Tiene vergüenza, pero se la aguanta, no le dará el gusto a... “Y hablando de él, ¿dónde está?” Al parecer hoy no vendrá a verla fracasar. Descubre su cuadro cuando los espectadores la miran. Silencio y luego estallan en cumplidos y aplausos, incluso en 40 “Mujeres entre la literatura y la plástica” lágrimas. Lo logró, pero aun así su pecho duele. Aplauden como si supieran que el color no es de ella sino de Arath. Se alza de hombros. Cómo culparlo si el talento fluye por cada parte de su cuerpo; es algo que ella no tiene claro y, después de todo, el rojo es un lindo color. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 41 42 “Mujeres entre la literatura y la plástica” NO ABRAS LAS PIERNAS Ángela Lucero Martínez Miñón Yo no necesito a un hombre para desobedecer porque tengo a alguien mejor. Cada vez que mis manos tocan su piel, mis dedos presionan las zonas más melódicas de su cuerpo y su vello se mueve con un ritmo espectacular, la magia se escucha. Y ahí estoy yo, con las piernas bien abiertas abrazando mi violonchelo. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 43 44 “Mujeres entre la literatura y la plástica” HEAL Ana Karen Hernández Sánchez Una vez más han regresado aquellas sensaciones y desagradables pensamientos, aquellos en donde deseo acabar con todo, con todos, en donde el cuarto está lleno de sangre por todos lados y el cuerpo yace estático en el suelo sin que nadie se entere, en donde la única forma de callar los gritos y lamentos es eliminando al causante de los mismos. Los días pasan y ya hay varias atrapadas dentro. Los llantos y gritos son cada vez más fuertes que no me dejan dormir; no me dejan hacer nada. Intento calmarlos a golpes, pero termino siendo yo el más afectado. Se acabó el tiempo, no puedo soportarlo más, las ganas de desgarrarlo todo son más fuertes. Esta vez no puedo aguantarlo, quiero callarlas, quiero matarlas, acabar con cada una “Mujeres entre la literatura y la plástica” 45 de ellas de una vez por todas, sentir entre mis dedos la sensación de libertad. Decidido, caminé con cuchillo en mano hasta la habitación. Dentro, tomé el cuello y lo rebané. La sangre se dispersó rápidamente y con ello el cuerpo cayó al suelo. De un momento a otro los gritos dejaron de sonar; las voces desaparecieron; todo el dolor que alguna vez sentí se incrementaba en mi cuerpo, pero a su vez se desvanecía lentamente de mi mente. Apenas si podía abrir los ojos; mi conciencia se disipó poco a poco, así como todo el cansancio; esa pesadez, aquella tristeza, la angustia diaria, los tormentos de mi mente… se esfumaron en cada parpadeo. Ya no tendría que levantarme todos los días fingiendo que estoy bien. Cierro los ojos y sonrío mientras derramo una última lágrima por mi mejilla, muriendo sin saber si se trataba de alegría, alivio o dolor, porque incluso ahora y a pesar de todo… Deseaba ser salvado. 46 “Mujeres entre la literatura y la plástica” “Mujeres entre la literatura y la plástica” 47 DISPARO DE MAZARS Luz del Carmen Rodríguez Ramírez Nos habrá encontrado por la senda que lleva a lo alto del monte, con las mochilas a cuestas y las botas enormes que dejaban un camino que simulaba pisadas de un adulto. Nos hizo mirar atrás, sentir la mirada inquietante de su compañera y el señalamiento peligroso de un AK-47 Kalashnikov y una Leica M. Mirándolas a los ojos, la que traía el fusil nos hizo dejar junto a ella las mochilas, despojarnos de las botas y señaló un punto para situarnos, justo a unos metros en donde los árboles dejaban pasar algunos rayos de luz lunar; luz que solo iluminaba la mitad del rostro. La que traía la Leica nos apuntó con decisión y, sin quitarnos la mirada de encima ni fallar en el pulso, disparó. 48 “Mujeres entre la literatura y la plástica” No hubo ruido, no hubo bala, solo una sonrisa de la mujer que nos capturó en una imagen. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 49 EL TÚNEL Renata Andrea García Arcaraz Ella caminó. Caminó y no miró atrás. Caminó cabizbaja y sola por aquel túnel oscuro. Caminó pensando que todo había sido en vano. Caminó hasta que no pudo más y, ahí, se dio cuenta que no había sido así. Se detuvo y, al voltear por encima de su hombro, vio cada uno de los pasos que la habían llevado hasta ahí. Miró las vidas que había tocado y todo lo que había creado. Dio media vuelta…y corrió. 50 “Mujeres entre la literatura y la plástica” “Mujeres entre la literatura y la plástica” 51 LA CENA DE LOS MAPACHES María Lina Meyo Nayotl Había una vez, una pareja de esposos mapache que querían tener una cena romántica en un restaurante lujoso. Al menos eso deseaba la señora mapache, que pensaba que en esos lugares se vivían momentos idílicos. Su esposo, que no era tan cariñoso, accedió a ir solo por la comida. Al llegar, los señores mapache quedaron fascinados: ella con el ambiente romántico de las velas y él, de los olores de los platos que allí servían, pero como nada es perfecto: algo pasaría… Un camarero se acercó y les dijo que de camino al estacionamiento su Volkswagen se había varado, que señor mapache debía salir a moverlo y así lo hicieron. Pasada media hora, señor mapache volvió manchado de queso; su esposa se molestó. Les sirvieron los platos fuertes. Señora mapache cortaba su bistec cuando de repente se escucharon unos 52 “Mujeres entre la literatura y la plástica” gruñidos de un perro salvaje. Entonces, vio a señor mapache, quien tenía salsa en la trompa y a un camarero manchado al lado. Señora mapache dijo: “Lo estás haciendo de nuevo” y señor mapache encogió de hombros. Luego el capitán de meseros llegó para decirles que debían abandonar el lugar. Confundida, señora mapache preguntó al capitán por su decisión. El capitán explicó que era porque señor mapache había parado el tránsito en el estacionamiento, molestado a todos con sus gruñidos salvajes y llenado de salsa a un camarero. Señora mapache intentó darle un mordisco a su filete, pero el camarero lleno de salsa se lo quitó negándole el gusto. De regreso a casa, señor mapache exclamó: “¡Restaurante feo!” Intentando animar a su esposa, pero ella continuaba triste. Entonces, señor mapache sintió culpa. Al llegar a casa le ofreció pollo rostizado a su esposa, pero ella lo ignoró yéndose a dormir con el estómago vacío. Más tarde, señora mapache despertó por un estruendoso revoltijo en la cocina, notó la ausencia de su esposo y salió a buscarlo hacia “Mujeres entre la literatura y la plástica” 53 la sala. Descubrió algo que la dejó perpleja: señor mapache vestido como chef, había acomodado una vajilla como en el restaurante. Señor mapache la invitó a sentarse, le arrimó un balde con agua, le sirvió pizza y juguito. Entonces señora mapache, finalmente, comprendió que para vivir momentos idílicos basta con tener cerca a los seres queridos en un ambiente de amor y respeto. Ambos disfrutaron de una cena romántica en la calidez de su hogar. 54 “Mujeres entre la literatura y la plástica” ÁRBOL CEREZA Sandra Melissa Merino Contreras “Misha” Grace Mir Robles Ávalos “Mipiti” Los días pasan uno tras otro Familia, amigas, sin mucho alboroto ¿Qué es felicidad cuando feliz siempre eres? ¿Qué es lo que deseas si “todo” lo tienes? Bajo la luz de colores Emergió tu figura ¿Quién o qué es lo que eres? ¿Y cuál es la cura? Atraído por la belleza Del corazón de mi pueblo El árbol cereza Fuimos juntos a verlo. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 55 ¿Por qué cosechas en tus labios las ideas que sembré para mí misma? ¿Es normal que yo presienta que serás alguien en mi vida? Un forastero, que interrumpe el orden Seguir las reglas, es lo que importa, ellas dicen “No eres amenaza, termina lo que empezaste Pero danos tu palabra, y entonces deberás irte” Por el cerezo viniste, Aunque por mí permaneciste Ahora cumple tu palabra, Estaremos bien, me convenciste. Bajo la luz de colores, vi marcharse tu figura Volveremos a estar juntos, prometimos Pues al final no hallamos la cura. 56 “Mujeres entre la literatura y la plástica” “Mujeres entre la literatura y la plástica” 57 VOLANDO JUNTAS Cuento: Frida Lissette Monjaraz Ponce Ilustración: Priscila Serrano Saucedo Me despierto un poco adolorida y en seguida me doy cuenta de que es porque estoy en un espacio muy reducido, ni siquiera sé cómo llegue aquí. Abro los ojos y lo primero que veo es una tela muy colorida flotando por encima de mí. Me empiezo a levantar y mis ojos no lo pueden creer: estoy flotando en el cielo, creo que dentro de lo que es un globo aerostático. Me siento muy confundida, ¿por qué y cómo desperté aquí? Durante mi cuestionamiento sobre la situación, empiezo a escuchar muchas voces, pero no logro identificar de dónde provienen; no se entiende muy bien lo que están diciendo. Entre esas voces inentendibles algo resuena en mis oídos, mi nombre. Asomo mi cabeza para buscar el origen de dichas voces y de la nada, varios globos como el mío van 58 “Mujeres entre la literatura y la plástica” apareciendo en el horizonte. Parece que igual hay personas dentro de ellos. Todas esas personas parecen ensimismadas, como si buscaran algo y lo estuvieran siguiendo. Todos los globos se dirigen a la misma dirección, incluyendo el mío. De la nada, un sentimiento de pertenencia me invade y de mi boca van saliendo palabras y cantos que se unen con las demás, formando una sola voz. Ahora ya entiendo lo que están diciendo, pero estoy segura de que sigo escuchando voces provenientes de otro lado y parece que cada vez estamos más cerca de ellas. Siendo un poco más consciente de la situación, me doy cuenta de que el globo está descendiendo y se van haciendo visibles unas luces, más claras las voces y más fuerte este sentimiento. Los globos se van acercando cada vez más, puedo ver mejor a las personas dentro y me doy cuenta de que todas somos mujeres. Las voces se escuchan con mucha claridad y siento cómo sigue resonando mi nombre. Termina- “Mujeres entre la literatura y la plástica” 59 mos de descender y todas vamos bajando por turnos. Ahora entiendo de dónde venían esas otras voces, los gritos, las luces y este sentimiento tan extraño. Por fin me toca bajar. Noto una silueta muy familiar y me aproximo a ella, está gritando mi nombre con más fuerza que cualquier otra. Siento su dolor y coraje. Le tomo la mano, aunque ella no pueda sentirlo y me acerco más para susurrarle al oído. Gracias mamá, por alzar la voz por mí. 60 “Mujeres entre la literatura y la plástica” PERDER POR DEFAULT Geraldinne Córdova Jiménez –Entonces, papá, ¿puedo estudiar arte? Ana solía sacar el tema cada vez que podía y era pertinente. Por supuesto, a su padre le hablaba un ángel justo cuando tenía que contestar, excepto esta vez. –Sí Puedes conseguir un hombre que te mantenga, dijo tajantemente. Se quedó muda por un momento. Tenía la respuesta que quería, pero no logró entenderla del todo. Sus padres habían incentivado las inclinaciones artísticas de sus tres hijos. El mayor de ellos era un muralista con una vida bastante acomodada, así que sabía que su falta de apoyo no era por una preconcepción sobre el arte. Entonces, ¿por qué? – ¿No crees que tenga talento? “Mujeres entre la literatura y la plástica” 61 –No es eso hija, las mujeres no se convierten en grandes artistas. Así son las cosas. Pasó un par de años, pero a Ana se le habían incrustado las palabras que dijo su padre.Y cada cierto tiempo tenía la manía de autoflagelarse. Esta vez, mientras pintaba un cuadro, que sin duda alguien intentaría regatearle, el miedo la invadió. Sus ojos se cristalizaron y empezó a sentir que se asfixiaba. Le pasaba cada vez que pensaba en el futuro y recordaba el pasado. –¿Qué estoy haciendo? –Se preguntó, entre mil y una vez más. Desde hace un tiempo se ha sentido estancada, incluso paralizada, como una estatua en medio de una calle en la que todos van muy rápido, o al menos eso ha dicho. Ella nunca es tan indulgente, pero hoy se permite autocompadecerse bastante temprano, en vez de esperar a la oscuridad de la noche. Mientras toma un momento para limpiar sus manos manchadas de pintura, pega un grito como 62 “Mujeres entre la literatura y la plástica” la persona con un poco de locura que sin duda es. Fue hacia la ventana en busca de tranquilidad y miró hacia la calle llena de gente. Pensó en la meta que tal vez las personas puedan alcanzar; su preciado anhelo. –¿Y si perdí el juego antes de siquiera jugar? –Se preguntó, entre mil y una vez más. Pero ustedes verán, el padre de Ana se ha retractado de las palabras que dijo hace un par de años y le ha asegurado un futuro brillante para alguien con su talento, pero eso a nuestra joven chica ya no le importa, ha visto su inminente verdad: nació varios pasos atrás. Uno pensaría que una verdad así la haría remontar, pero en realidad, mientras piensa en el juego, ya perdió por default. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 63 64 “Mujeres entre la literatura y la plástica” REENCUENTRO Tania Lisset Alavez García Un día, al mirarme al espejo me di cuenta de que no reconocía a aquella persona en el reflejo. Era un cuerpo, era mi cuerpo, pero no era yo. Entonces comprendí que un día, sin saber cuándo y dónde, me perdí. Me busqué debajo de la cama, entre los muebles de mi habitación, pero no estaba ahí. Luego revisé en la cocina, me busqué en la alacena y en el refrigerador, tampoco estaba. Caminé hacia el baño, busqué en la tina y en el lavabo, pero yo no estaba en ningún lugar. No me había percatado de lo opaco que se ve todo en la casa, ¿será que soy yo la que se ha vuelto opaca? Los días siguieron pasando y dentro de mi crecía un gran vacío. Qué difícil es habitar un cuerpo que no tiene alma, pero no me doy por vencida y sigo buscándome. Decido revisar entre las cosas que alguna vez disfruté: primero bus- “Mujeres entre la literatura y la plástica” 65 qué entre las páginas de los libros que leí; encontré notas y viejos papeles escritos con letra fea, pero de mí, nada. Revisé mi baúl de los recuerdos, con cartas y detalles que alguna vez alguien me dio. Echo de menos a esas personas, pero me echo más de menos a mí. Me abrazo al recuerdo y continúo buscando. Revisé entre mis macetas y con tristeza descubro que algunas empiezan a secarse, yo también me siento marchita como mis plantas. Un rayo de luz se cuela por la ventana, empieza a atardecer, aunque el cielo esté algo nublado. Pienso que quizás he llorado tanto que me he convertido en nube.Yo preferiría ser pájaro. Más pensamientos de este tipo vienen a mi mente mientras sigo buscando. Para mi sorpresa encuentro un viejo diario de cuando era niña y empiezo a leerlo; más que palabras encuentro dibujos. Me pregunto: ¿a dónde se van los sueños perdidos? De pronto, mi corazón empieza a latir muy rápido y mis manos tienen la urgente necesidad de tomar un lápiz y di- 66 “Mujeres entre la literatura y la plástica” bujar. No hay tiempo para detenerse y pensar en la forma, color, anatomía o perspectiva; solo importa la adrenalina de sentir que algo nuevo está pasando. El espacio afuera se transforma y el de adentro también. Se ve el horizonte desde cualquier punto. Todo empieza de nuevo y, entonces, me encuentro. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 67 68 “Mujeres entre la literatura y la plástica” UN RECUENTO DE IKAL EN LA OSCURIDAD Aleshia Rebollar Manzola A la niña que ves allá, muy marcada de la piel, le dejaron una herida cerca del corazón. A los cinco años su tío la tocó. Ella no sabía que estaba mal, su mente incluso lo bloqueó. Fue hasta los siete años que lo descubrió y con mucha valentía y temor, por fin habló. Sin entender por qué le sucedía, en su estómago se acumulaba dolor, el cual por un buen rato la oprimió. Sus padres y su hermano le creyeron, pero el resto de las personas que ella consideraba importantes le dijeron que no era cierto. Eso la entristeció. Esa niña no lo metió a la cárcel. Ella libre lo dejó. Era pequeña y frágil, pero aun así luchó, pues prefirió vencer todo aquel mal sentimiento que en ella en estaba creciendo. Le “Mujeres entre la literatura y la plástica” 69 costó, pero no se estancó. La terapia la ayudó y fue hasta los quince años que lo superó. Cuando esa niña se volvió mujer su abuelo sexualmente la agredió. Esta vez ella se pudo defender, pero a los diecinueve años de nuevo la herida comenzó a doler. La muchacha se asustó y de su familia se alejó. Claro que sus padres le creyeron, pero ella pensaba que los demás le dirían que no era cierto. En su sufrimiento se encerró. El anciano mató todo el cariño que ella le guardó y, aun así, a la cárcel tampoco lo metió. Un día esta mujer recordó que de niña dibujaba, leía, escribía, bailaba; así la herida poco a poco ha estado sanando. Entonces notó que, si lo hizo una vez, podía hacerlo una segunda, así que semillas ella plantó y, con paciencia, crecieron las flores. Escribió, bailó, pintó, su cámara tomó y a los veinte años comenzó a estudiar cine. El arte la liberó. Esa mujer comprendió que de alguna manera tenía que gritar, que ya no debía callar, pues solo así se puede evitar 70 “Mujeres entre la literatura y la plástica” que lo que había vivido volviese a pasar y tal vez, en algún momento toda una generación pudiese sanar. A los veintiún años su herida aún cicatriza. Ella sabe que pronto se va a cerrar, que con cariño la debe tratar y que a sus padres debe abrazar por dejarla llorar y nunca soltarla. A aquella mujer le rompieron el corazón, pero no el espíritu. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 71 LOS MUNDOS DE REMEDIOS Fátima Sánchez Orantes Cálidas luces brotaban del horizonte, en el cual se encontraba la puerta por la que aparecía nuestra creadora.Todo se llenaba de colores, la naturaleza muerta resucitaba y la tierra cobraba vida. Eso sólo significaba una cosa: era Remedios arribando a nuestro mundo. Inspirado por la belleza del día, decidí volar de mi nido, pero por ser un débil polluelo, me caí. Eso no me detuvo, pues estaba decidido a buscar a Remedios y decirle lo mucho que la admiraba; por lo que me levanté e inicié mi travesía. Me adentré en el laberinto del alquimista, un sabio que seguro conocía la respuesta a mi pregunta. Señor alquimista, –dije yo– ¿sabe usted por dónde se fue Remedios? 72 “Mujeres entre la literatura y la plástica” Se encuentra en las profundidades del Valle de la Luna –dijo sin desviar la mirada de su trabajo– ¡Cuidado! Es peligroso para un polluelo como tú. Ignorando sus palabras, seguí mi camino. A medida que iba avanzando, encontraba escenas y personajes inimaginables: la casa de la tejedora de Verona y la mujer de estambre, al psicoanalista FJA y su pozo de desperdicios psicológicos, al relojero con sus relojes infinitos… ¡Qué mundo tan más fantástico! –exclamé, mientras pensaba en Remedios. Me aproximaba al Valle de la Luna y, repentinamente, todo se tornó turbio. La oscuridad apareció y horribles voces empezaron a resonar: “Deja de pintar tonterías, a nadie nunca le importarán”, “Solo destacarías si fueras la mujerzuela de algún artista”, “Las hembras solo sirven para desnudarse mientras las pintamos” … Horrorizado, volé hasta que ya no pude y caí al suelo. Minutos después, abrí los ojos, y para mi sorpresa, me encontré con Remedios. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 73 Estaba sentada, preparando papilla de estrellas para alimentar a una luna enjaulada. Se le veía cansada y abatida, como si estuviera forzada a hacer eso. –¿Por qué? –Pregunté con ojos tristes. –Porque en el mundo real esperan que seas una madre o una bella musa, no más –respondió ella. Reflexioné sobre sus palabras y después de un rato la miré y le dije: Llévame contigo al mundo del que hablas, pues, aunque soy un frágil polluelo que no sabe volar, he podido llegar hasta aquí. Ella me sonrió por un momento, me colocó en su corazón y juntos nos marchamos por la puerta por la que ella apareció. 74 “Mujeres entre la literatura y la plástica” “Mujeres entre la literatura y la plástica” 75 MÉDIUM Cuento: Brenda Danielle Cano Aburto Ilustración: Vanessa Cano Aburto Guardo fantasmas en las páginas de un cuaderno viejo al que ya le falta la tapa trasera. O al menos eso es lo que diría si me preguntaran de dónde saco la inspiración para escribir, porque es una respuesta que se puede tomar como chiste ingenioso y que desviará la conversación tras provocar un par de risas; es una respuesta que me ahorra contar la verdad. Y es que la verdad es compleja: es contar cosas como que un día, de la nada, a mi mejor amiga de la primaria su mamá se la llevó a vivir a otro estado del país porque le contamos a nuestra profesora lo que Nadia nos había confesado: que el novio de su mamá entraba a su cuarto para tocarla cuando creía que estaba dormida; y la verdad es reconocer, con 76 “Mujeres entre la literatura y la plástica” la panza hecha nudos, que la mamá se la llevó con todo y novio y que nunca supe qué pasó con ella después de eso, y que la voz de Nadia contándonos mientras intentábamos hacer una maqueta de la tundra me atormentará toda la vida; pero el fantasma se vuelve menos violento si pongo en palabras el miedo que sentimos todas al escucharlo, sin poder siquiera rozar la comprensión del terror gigantesco de aquella niña. Escribir es estar embrujada, es ser una casa por la que desfilan secretos que una no querría saber, propios y ajenos; es abrir y cerrar el cuaderno viejo, como si se tratara de abrir y cerrar las puertas de un clóset en un intento por convencerse de que no hay nada escondiéndose adentro, nada, al menos, que no pueda mantener bajo control. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 77 78 “Mujeres entre la literatura y la plástica” LA CAJA DE LOS SUEÑOS Bárbara Samantha Castelazo Hidalgo Había una vez una niña llamada Margarita, que de cariño le llamaban Rita, tenía tan solo cuatro años y amaba comer duraznos mientras veía el cielo. Rita vivía con su madre y sus abuelos. En esa época, su abuela tenía una botica, a la cual entraba a hurtadillas y tomaba pedazos de papel que se llevaba para dibujar todo el día. Un día, su mamá la descubrió, así que decidió regalarle una caja con muchos papelitos. Cuando Rita recibió la caja, no cabía de la emoción, se sentía muy feliz. Rita imaginaba que mientras dibujaba empezaba a crear magia alrededor de ella. Miles de estrellitas, flores hermosas y plantas de un verde vibrante aparecían ante ella. Cuando llegó el tiempo de elegir qué estudiar, se dio cuenta que artes no era bien aceptado. Sentía que no perte- “Mujeres entre la literatura y la plástica” 79 necía a ningún lugar, así que decidió cerrar aquella caja de sueños que la había acompañado toda su vida y la escondió en la parte más oscura del armario de su abuela para poder ser una persona normal. Pasaron los años y Rita se había convertido en una mujer de casi treinta años. Se había graduado de medicina y tenía un buen trabajo. Todo pintaba bien, sin embargo, no era feliz. Un buen día, Rita fue de visita a casa de su abuela, donde se pasaron viendo películas viejas. Cuando la noche llegó, Rita fue por una frazada al armario. En el momento que abrió la puerta, vio un destello, así que estiró su brazo para alcanzar aquella lucecita; sintió algo: era la caja que había escondido ahí hace muchos años. Con las manos temblorosas, Rita abrió la caja y entonces miles de destellos iluminaron el cuarto en medio de la oscuridad; eran los sueños olvidados a los que había renunciado hacía tanto tiempo. 80 “Mujeres entre la literatura y la plástica” Rita rompió en llanto.Tomó todos los papelitos de la caja y los llevó a su pecho. De repente, esos papelitos se convirtieron en la pequeña Rita de cuatro años; la niña la abrazaba con gran fuerza en señal de agradecimiento por haberla liberado de ese viejo armario. No pasó mucho tiempo cuando Rita decidió inscribirse a la escuela de arte que quedaba a pocos metros de su casa. Poco a poco fue recobrando todas esas chispas que convirtieron a Rita en una de las pintoras más admirables de ese tiempo. “Mujeres entre la literatura y la plástica” 81 EL FESTIVAL Bárbara Sánchez Marín Sandra Raquel Pérez Montaño Me encontré con él en el punto que habíamos acordado. El festival por la noche se veía muy bonito, los fuegos artificiales iluminaban el cielo. Noté que estábamos rodeados de parejas muy melosas, aunque no era de extrañarse ya que siempre se ha dicho que quien confesara sus sentimientos en este festival sería correspondido. Desconocía si tales rumores eran ciertos hasta que una señora se nos acercó y preguntó si éramos novios. Hubo un largo silencio de nuestra parte; lo vi de reojo, había una expresión complicada en su rostro. –No, solo somos amigos, respondí. La señora se disculpó, pero yo no podía dejar de pensar en esa rara expresión suya. 82 “Mujeres entre la literatura y la plástica” Me acordé de cómo nos conocimos: fue como si el destino lo hubiera puesto en mi camino en esa librería. Fue él quien me atendió y al ver uno de los libros que compré me empezó a hablar. Me dejó una buena impresión. Regresé varias veces a la librería para verlo, aunque me comprara yo solo un marcapáginas. Tarde o temprano conseguí su contacto. Empezamos a encontrarnos en sus ratos libres, incluso después de que saliera del trabajo. Poco a poco nos acostumbramos a vernos. Los recuerdos continuaron apareciendo en mi cabeza: la vez que se rió escandalosamente porque estaba escapando del perro de mi vecino; cuando me caí de la bicicleta por ver su cabello ondeando por el viento, dolió, pero valió la pena al ver lo preocupado que se sentía por mí. Todo en él siempre me ha parecido perfecto: empezando por el brillo en sus ojos cuando habla de las cosas que ama, la forma en cómo pasa las páginas del libro con sus largos dedos, o que su nariz se arruga cuando no está de acuerdo “Mujeres entre la literatura y la plástica” 83 con algo. Puedo hacer una lista de las cosas que lo hacen tan increíble, pero me estaría desviando del tema. Regresando a ese momento empecé a preguntarme si existía la posibilidad de que sintiera lo mismo que yo. Tenía miedo, pero quería hacer el intento. Estuvimos juntos, pegados hombro a hombro durante el festival. Mi nerviosismo fue muy notable, de ahí que me preguntara si me sentía bien. En ese momento logré armarme de valor y le confesé mis sentimientos hacia él. Al final pude confirmar por mi cuenta que los rumores acerca del festival son ciertos.