PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD

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“AÑO DEL CENTENARIO DE MACHU PICCHU PARA EL MUNDO”
ENSAYO: CONCEPCIÓN DE LA
EDUCACIÓN DESDE EL PARADIGMA DE
LA COMPLEJIDAD
PRESENTADO POR:
MENA LOZADA, Gaspar Augusto.
MÓDULO: CURRÍCULO, PROCESO PEDAGÓGICO Y
EVALUACIÓN DE ESTUDIANTES
ESPECIALISTA: Mg. Micaela Pérez Gonzales
PIURA - 2011
CONCEPCIÓN DE LA EDUCACIÓN DESDE EL PARADIGMA
DE LA COMPLEJIDAD
El estudio del paradigma de la complejidad seguramente traerá
como consecuencia, en quienes se interesen por conocer sus principios, un
acto de reflexión, autoevaluación, análisis de nuestra manera de pensar,
creer, sentir, vivir. Se tratará seguramente de un momento para volverse
cada quien a sí mismo y salirse de los esquemas conocidos para afrontar la
realidad en general de otra manera; es decir, de una manera menos
simple y más compleja. En lo personal, afirmo que, el estudio del
paradigma de la complejidad ha generado una visión amplia y casi
instantánea del mundo actual, con sus problemas como racismo,
xenofobia, discriminación, un mundo cada vez más globalizado pero que
a su interior incrementa las brechas sociales, culturales, económicas,
educativas, etc., entonces la primera reflexión que surge como
consecuencia de sería: ¿hacia dónde las políticas o reformas educativas
implementadas hasta ahora nos están llevando?, ¿Acaso los sistemas
educativos nos empujan hacia lo individual, sectorial en vez de dirigirnos
hacia lo total, lo general?, ¿los modelos y los métodos educativos son en
realidad los más adecuados teniendo en cuenta la era de la revolución
del conocimiento que hoy vivimos? ¿En verdad el hombre ya descubrió
todo y la vida se resume a la simplicidad?, etc.
Los hombres a lo largo de la historia han tratado de explicarse el
mundo natural y social, de manera que les permita una mejor actuación,
ya sea mediante una adaptación o una intervención transformadora. Sin
embargo, el conocimiento, al igual que la historia, evoluciona y las
respuestas que se dieron en otros períodos o etapas históricas hoy, no
siempre, son suficientes para tranquilizarnos. Los cambios propios de esta
época que ya es conocida como la “revolución del conocimiento” nos
permiten contemplar un mundo cada vez más globalizado, es decir,
incluso aquellos lugares más lejanos, hoy por la tecnología o el comercio
internacional, parecen estar cada vez más cerca. Entonces aparecen
nuevos valores, nuevas formas de pensar, de vivir, de sentir, que es
necesario incorporarlos en un sistema de ideas más amplio o lo que es lo
mismo, menos específico. Se trata de dirigirnos hacia el mundo con una
nueva actitud, una actitud crítica que considere una amplitud de
contextos diversos que posibiliten la integración de saberes dispersos.
Lo simple excluye lo complicado, lo incierto, lo ambiguo o lo
contradictorio. Si aplicamos un método simple a una realidad compleja
caeríamos en la simplicidad, lo cual es un reduccionismo o la expulsión de
lo que no entra en un sistema lineal. Desde mi experiencia docente
considero que la actuación de los estudiantes no debe de ser cerrada o
una camisa de fuerza, sino un espacio de libertad que genere
incertidumbres, dudas pero sobre todo conciencia de la complejidad que
es el mundo y de la necesidad de encontrar soluciones que incluso no
pueden estar planteadas o resueltas. La complejidad es un tejido de
constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados, una paradójica
relación entre lo uno y lo múltiple, una mezcla intima entre orden y
desorden, que se nos presenta como algo enredado. La educación debe
estar orientada a comprender la incertidumbre y no a desviarse de su
influencia, tratando erróneamente de alcanzar soluciones superficiales, en
solo “ilusiones”.
Desde la antigua Grecia se han tratado temas y se pretendió
conocerlos haciéndose aproximados, pero lo importante que un problema
filosófico, abría todo un abanico de posibilidades desde donde tratarlo,
dicha incertidumbre y amplitud con el paso de las periodos históricos se fue
reduciendo a aquello que se podía comprobar, observar, dejándose de
lado lo complejo, se trataba de reducirlo todo a leyes que explican un
fenómeno pero no la realidad, que el conjunto donde actúan distintos
fenómenos, en conclusión, el saber parcelado, dividido, unidimensional y
mutilante, frente a ello, surge el paradigma de la complejidad en su intento
de lograr un pensamiento multidimensional que sea capaz de concebir la
complejidad de lo real, necesitada de un método para unir lo separado o
articular lo desunido.
En nuestras horas de clase, los docentes por lo general llevamos
fórmulas, leyes, conclusiones, llevamos en un diseño de clase un proceso
pedagógico lineal y finito, no debe haber espacio para el error, para la
imperfección, ante las dudas de los alumnos respondemos con expresiones
ya usadas, a simplemente salimos del paso, evitamos problematizar y
considerar que el conocimiento y en general el mundo está cargado de
imperfecciones debilidades y de errores, desde esta realidad debe partir la
búsqueda de la verdad y desde el aula se debe incentivar la meta –
puntos de vista.
Frente a concepciones que individualizan al hombre, que lo vuelven
hedonista, relativista o que fomentan la separación, o segmentación, se
hace necesario que desde la escuela se considere la urgente necesidad
de educar un hombre más humano, situado en el universo y preocupado
por el devenir. “Enseñar la condición humana significa crear condiciones
mediante las cuales cada persona reconozca su identidad terrenal,
revelando lo humano de la humanidad y su pertenencia a una comunidad
de destino, a una tierra-patria”1. La misión espiritual de la educación es
enseñar a comprender al ser humano, es luchar por una paz planetaria y
una ciudadanía terrenal, que de fin a todos los problemas causados por el
divisionismo social, político o económico.
En conclusión, los docentes aún requerimos formación en el
paradigma de la complejidad, pero desde mi punto de vista se hace cada
vez más necesario, y considero que esa necesidad no solo es
competencia de los países latinoamericanos, o los segregados sociales, o
las regiones pobres o en conflicto, se hace necesario a todos, incluso en las
regiones más prósperas en cuyo interior hay abismos, y una orientación
hacia la propia aniquilación del hombre. Entonces, si pretensión constante
en la historia del hombre ha sido la búsqueda de la felicidad, dicha sueño
no será posible si la educación no considera mirar desde distintas
perspectivas el mundo y la realidad, se requiere un pensamiento múltiple y
complejo, y el reconocimiento de la dialógica orden/desorden para salir
de esa inteligencia ciega, como lo llama Morin, y que no ve más allá de
sus propios límites y ni siquiera reconoce dichos límites.
Gaspar Augusto Mena Lozada
1
http://www.edgarmorin.com/Default.aspx?tabid=208.
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