EL LIMPIADOR DE ZAPATOS Llevaba varios años trabajando como docente en un Centro Educativo Ocupacional (CEO) dando clases de computación para adultos, y cuando llegue a trabajar al colegio donde funcionaba el CEO en la noche, encontré al lado de la puerta del salón de clases, una tabla de 30 por 50 Cmts. con bastantes chapas clavadas en una cara de la tabla, instintivamente cogí esa tabla y lo puse en la puerta para que se limpien los zapatos en vista que por esa época llovía mucho y los alumnos llegaban con los zapatos sucios y algunos con barro, y así paso a ocupar dicho lugar por varios años. Un buen día, se inscriben como participantes en mi curso de “Computación e Informática”, tres profesores, entre ellos un abogado primo mío, un profesor de secundaria y un Ex-Director de UGEL quienes se percataron inmediatamente de dicho “limpiador” en la puerta de mi Salón; hecho que les incomodó en sobremanera, lo cual me sorprendió mucho. Una noche, los tres profesores me invitan a tomar un café, luego de clases, lo cual acepte, y salimos después de clases, luego de ciertas conversaciones preliminares, de manera protocolar el Ex – Director, de edad muy avanzada, toma la palabra con frases rebuscadas explica la necesidad de eliminar la violencia y el castigo como métodos de enseñanza en la escuela, y que medidas tomar para que esto no ocurra, seguidamente mi primo me pregunta respecto a la tabla que yo pongo en el piso todos los días a la entrada del salón y el mensaje simbólico que implicaba su presencia; hecho que me sorprendió de sobremanera, porque no era una reunión de amigos sino una severa llamada de atención, para mi dicho dispositivo era como lo mencionaba siempre: “Un simple y curioso limpiador de zapatos”. Poco a poco me fui dando cuenta de lo que ocurría. El mensaje subliminal que enviaba a los alumnos, en aquello que, cómo los profesores del turno día; me hacían entender, lo habían utilizado como herramienta de castigo y que yo desconocía totalmente, que reemplazaba a “La Palmeta”; desconozco su nombre, pero me lo hicieron conocer muy bien: yo conocía muy bien la frase “Al rincón, quita calzón”, sabia también que a algunos malcriados los mandaban al rincón cuando se portaban mal, pero desconocía que se les hacia arrodillar en dicho tablero con chapas cada vez que se portaban mal. Puedo comprender, el mensaje de colocar un chicote de tres puntas o un látigo en un lugar especial como medida preventiva persuasiva para los malcriados porque uno tiene recuerdos pasados, aunque nunca lo haría, así como desconocía que en mi salón yo había colocado en la puerta (sin querer) una herramienta de castigo para prevenir del mal comportamiento a mis alumnos, pero la realidad es que lo estaba haciendo inconscientemente y por ello había sido reprendido.