See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/267368941 La filiación divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.C. [The Divine Filiation of the Egyptian King during the Third Millennium BC] Chapter · January 2013 CITATIONS READS 0 89 1 author: Francisco L. Borrego Gallardo Universidad Autónoma de Madrid 65 PUBLICATIONS 44 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Francisco L. Borrego Gallardo on 05 April 2016. The user has requested enhancement of the downloaded file. filiación V Cultura pagana, religión de Israel, orígenes del cristianismo Actas de las IX y X Jornadas de Estudio "La filiación en los inicios de la reflexión cristiana» Facultad de Literatura Cristiana y CLísica San Justino, UFSD, Madrid 14, 15 Y 16 de noviembre de 20 I 1 12,13 Y 14 de noviembre de 2012 Patricio de Navascués Benlloch Manuel Crespo Losada Andrés Siez Gutiérrez (editores) E [) T O f'UNDi\C R él A N L T A N R O ti S T T T N A O LA FILIACIÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e. Francisco L. Borrego Gallardo Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San ./ustino, UESD (Madrid) Universidad Autónoma de Madrid Una de las imé1genes que en el Occidentc contemporánco asociamos con los reyes del Egipto antiguo es la de unos regentes que reivindican en vida un estatus igualo muy cercano al de la divinidad. Dejando aliado la posible realidad de esta espinosa cuestión, parte de esas reflexiones viene por la percepción y conocimiento, tanto en el ámbito de la investigación como en el más popular, de que tales reyes se mostraban ante su sociedad como hijos de los dioses. De ese modo, la filiación divina del reyes un concepto que en nuestro imaginario asociamos con el Egipto faraónico. Buena parte del interés de este trabajo procede de la importancia nuclear que tiene el principio de filiación tanto en nuestra cultura C0l110 en las sociedades del pasado y actuales, en una miríada de contextos, pero especialmente en los ámbitos legal, cultural y religioso. El presente trabajo, pues, tiene como objetivo acercarnos a esta realidad que es a la vez conocida para nosotros, la filiación, pero a la vez ajena y exótica en las formas que adquiere en el Egipto antiguo. Más en concreto, el trabajo versará sobre las realidades de la filiaciún divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.e., a sus particularidades y desarrollos. Para e!lo, tras una introducción general que tiene como objeto conocer mejor los medios por los que opera el pensamiento egipcio antiguo y el carácter de la documentación del periodo señalado, se expondrán los principios y desarrollos de los conceptos y expresiones que presentan al soberano del país del Nilo como hijo de un dios, para luego establecer unas breves conclusiones al respecto. El presente trabajo no pretende ser una investigación exhaustiva que agote todas las facetas de un campo tan rico y complejo como éste ni que contemple la totalidad de la docull1entación, aunque sí la nlCÍs significativa. El enfoque elegido, por su parte, es el del análisis de los aspectos de la teología política, de 17 FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.C los principios ideológicos que b sustancian y de las expresiones que los materializan. vez corno Ulla ellorme vaca o como una mujer desnuda arqueada sobre la tierra 3 • Para nosotros esto conlleva el problema de la contradicción entre térmillos opuestos, mutuamente excluyentes entre sÍ, pues el ciclo no puede ser lIna cosa y otra distinta al mismo tiempo. Sin embargo, para los eglpclOs todas cstas explicacioncs eran v:ílidas, sin que existiera contradicción entre ellas, pues c,¡da una de ellas aborda, destaca y enfoca la cuestión desde una perspectiva diferente, complementaria de las demás. Dicho de otra manera, cada declaración o idea opera como una cara de! complejo poliedro de la realidad del mundo. Enunciar una de ellas, por tanto, no suponc contradecir las dCIl1,ís; por el contrario, permite conocer mejor el conjunto. Se verifica, en palabras de E. Hornung, una lógica po/¡valellte que lI1tegra el «tercero excluido,,". En lo que se refiere a los discursos y medios expresivos que validan y conforman este pensamiento, éstos son muy diferentes de los nuestros. Una parte de ellos lo hacen por medio del mito y los mccanismos expresivos propios de éste, propios de la función poética del lenguaje, como son, entre otros, la paranomasia, la etimología, el lenguaje alusivo, la metáfora o la analogía. Por esta razón, los medios que dotan de coherencia al discurso no son la linealidad, la secuencia o el sintagma, sino las relaciones de significado que se establecen entre los diferentes términos o elementos, de tipo paradigmáticoS, las «constelaciones», si seguimos el término sugerido por J. Assmann0. Por otro lado, es preciso tener muy en cuenta que en las culturas integradas lo verdaderamente sustantivo y real es lo sagrado, que es lo único que dota de significado y sentido plenos a la existencia. De ese modo, lo sacro es la fuente de la realidad, lo que proporciona las verdades últimas y puramente auténticas, y también lo que sirve de modelo y prototipo para las conductas y los actos. Buena parte de esos referentes se encuen- l. [litrodltcción En el esfuerzo por intentar comprender las manifestaciones religiosas, filosóficas e ideológicas de la cultura egipcia antigua es esencial tener en cuenta que ésta, al igual que sus coetáneas, es una cultura que podríamos denominar "integrada" l. De ese modo, para los egipcios de la Antigüedad no existía separación efectiva entre cosmos, naturaleza y sociedad, sino que todos estos ámbitos constituían una única realidad pluridimensional, un monismo donde todo se encuentra conectado con todo y donde la realeza se presentaba como el elemento articulador de las relaciones entre ellas y operaba como e! principal catalizador de sentido dentro de la cultura faraónica. Si se quiere ahondar en conceptos tan importantes como los aquÍ tratados a partir de la propia documentación egipcia antigua, es fundamental que se conozcan y comprendan los principios que articulan, cohesionan y dotan de sentido a su pensamiento. 1.1. El pensamiento y la filosofía del Egipto antiguo: modos de articulación y de expresión Las sociedades entre las que se puede incluir la egipcia de la Antigüedad han sido asimismo denominadas por los antropólogos como "de discurso mítico» o «mitopoéticas», poniendo así de relieve las diferencias que existen entre su lógica filosófica y la nuestra, la alteridad cultural y la diferencia espacio-temporal que median entre ellos y nosotros. En ese sentido, los principios que configuran su pensamiento y filosofía son diferentes de los que rigen el pensar occidental. Algunos de los m:ís significativos e importantes son la poliocularidad y la cOlllplementariedad, que H. Frankfort describió como «multiplicidad de aproximaciones y multiplicidad de rcspucstas,,l. Mediante ellas, la compleja realidad del mundo, las principales instituciones sociales o políticas y las bases identitarias o culturales pueden ser comprendidas mediante explicaciones múltiples, dotadas de coherencia interna merced a los mecanismos del discurso mítico. Un ejemplo de este principio es la visión múltiple del cielo, que era entendido por los egipcios como una palangana llena de agua, pero a la L Recojo el tl'nnino t<11 como:.e propolle en F. lnic:.ta y .J. Ccrvelló Autuori, Lgipt() y r1/fica. OrigcN de la cllliljzdCÚ)U )' !el JllUfhlrqu/d /~lr(/ÓftiC<.lS e/1 su contexto r.lfriwllu, Sabadcll 1996, passim, (''>p. U-24. L H. Frallkfort y H. A. Frallkfort, «Introducción», cn H. FrJllkfort el al., EL pensr.lf}1Íeuto pre(iLosó/ic(), ¡\'léxico DF 1954 (Chic1go ¡ 946), U-44; f f. Frankfort, ¡,eyes Dioses, EstlUli() de la religiúlI del Pn)ximo Oriente de Ld en la Ili.ltllri/le:::a, dutiguo l':gipto. LJlld interpretación, ,vladrid 1'-.lB 1 (Chi(¡1go 194B), Barcelona 199H (Chicago 194X), 9X- III 3, La idea del ciclo como un,-l paLmg:ma llena de a)!,ua (bi") ya aparece t.:1l los Textos de lds Pirámides (J. P. !\!lcn, ,:rhe Coslllology of rhe Pyramid Tcxrs», en .1, P. A1Ien el al" Rclir¿;ú¡¡¡ iJlld P~Jilos()phy. in AllcifllL ¡~,~,)'pt" New Havefl 1989, 7. I.a:. dcm.Í$ concepciones del cido ~parcLcn bien reSlI!lllClas en (d., « fhe ~'.gypt¡:ln CO!lccpt of the World.>, en D. O'Connor, S. Quirke (cds,), Mysteriolls l.mu!s, l.ondon 2003. 24-29. 4. E, Hornung, El UJlO y los Múltiples. (,'(mcepcioflcS egipcias de la diuiniddd, ivbdrid 1999 ([)annstadt, [971),1 [H-224. ef, ,-lsimismo la opini6n de J. Baine.'., «(ntt:rpret<ltions of rcligion: 1ngic, (~¡~course, .. CM 76 (19~4) 25-5~, para quien el pcnsamiento egipcio no puede ser cahhcado de "loglco» a qu<: tcng,l l11CGUlISmo-" de coherencia interna en sus enun- ciados), 5 .. J. C:ervell.ó Autuori, «Aire. La':> crecncia.'. re1ig;i~)sas en contexto", en E. Ardcvol Picra y G. i\!h,ln.dla CatlJ~lrd1a!1a (eds.), 11ulropolog/r.1 de la rehgtóJl. Una hzterdiscipliflar tI las re{¡:'{[wl('S mlflgUr.lS y contemporáneas, Barcelona 2003, 71passim. 6. Este conccpto lo introdujo CH ¡O~ estudios egiptológicos sobre rcligiónJ. Assmann en su (:bra. L/cder üfl, (.len ."'OIlNCllgOtl, Berlín 1\.)69,333-359, ef. íd. ,,[.'imagc du dans 1anClCl\llC en H, I cllellbach (dir.), L 'imagt' du pére dmzs le myt/Je el f'histoire, Grhe, Anden el Testaments, Pari-" !9X3 (StLlttgart 1\,)76),43. La «constdaciól\)' en un ~(),njLlnto de relacionc.'. espcdfica-" c1Itre dos o mús <'lgentes, objetos, lugare.'., etc. COII papeles dd~Tl!dos, que opera como modelo y cucnta con un significado relevante p<.lra la cultura que la conforrn,-l y que se muestra de modo especialmente claro en los mitos. 19 FRANC!SCO L. BORREGO GALLARDO LA FILIACIÓN D!VINA DEL REY EG!PCIO EN EL TERCER M!LENIO A.C tran en la historia sagrada, es decir, en los 111itos, cuya imitación, evocación o alusión proporciona sentido tanto a los ritos o la Historia como a la biografía de una persona. De hecho, no existe solución de continuidad entre los eventos que conforman la Historia sagrada y el hic et IlII/1C, pues existe una remisión constante a ese pasado mítico que reactualiza, sustancia y sacraliza e! presente 7 . coronación, el rey se convierte en el intermediario necesario entre hombres y dioses para la correcta implantación y adecuado mantenimiento de la Maat (lIll'I), concepto que aglutina la verdad, la justicia y el orden de lo creado, y que constituye la Regla, la escala de los actos, y el principio necesario para la instauración y renovación de la vida 11. El monarca desarrolla la tarca del ejercicio de la Maat en la tierra mediante tres funciones básicas que se encuentran interrelacionadas: la correcta gestión de los recursos del país, el culto a los dioses y la defensa de las Fronteras de la sede natural de Maat, Egipto, el mundo ordenado, frente a las fuerzas del caos exterior. La compleja Illultiplicidad de la personalidad del rey egipcio se refleja asimismo muy bien en el conjunto de expresiones que dan forma y pleno sentido a su naturaleza, C01110 su compleja y polisémica iconografía 12 e insignias 13 o, sobre todo, en el elenco de nombres y epítetos que constituyen su titulatura. En el Tercer Milenio a.c., periodo en el que se centra el presente estudio, por citar sólo los tmís importantes, el monarca puede ser descrito, por ejemplo, en una inscripción, a la vez como la forma de Horus en la tierra, «el Horus (Hnl') Fulano», como "El de las Dos Señoras (NhljUl) Fulano», es decir, el hijo y vicario de las diosas tutelares del Sur y dcl Norte, como «el Aurco (Nf¡wj) Fulano», trasunto terrestre del sol en su tarea de creación y revitalización del mundo, como «el Rey Dual (Nswt Bjtj) Fulano", esto es, el detentador del divino oficio dc la realeza y a la vez líder de la comunidad de los hombres, o, finalmente, como el "Hijo de Ra (Zi-W) Fulano», hijo del Sol, heredero legítimo del dios tmis importante y su delegado en la tierra 14. l.2. La realeza egipcia antigua: aspectos generales 'Todo este conjunto de principios de pensamiento y su expresión encuentra un notable y privilegiado ejemplo en la propia realeza faraónica. En efecto, la figura de! soberano, pivote y gozne donde convergen y mediante el que interactúan entre sí las divinidades, la humanidad y el cosmos, de acuerdo con la naturaleza sagrada y fundamental de la institución de la realeza, presentaba una personalidad múltiple, rica y compleja x• En primer lugar, gracias a las series de ritos que constituyen la coronación, un individuo particular trascendía su propia persona como ser humano y era iniciado en una esfera ontológica superior: la de Ilswt, rey~. Desde ese momento deja de ser un hombre normal y se convierte en un ser sagrado, que irradia y emana sacralidad y que ha adquirido algunas cualidades propiamente divinas, como la visión y compremión profunda del ser de las cosas (sjl), la capacidad de convertir sus palabras en un verbo !Jer!c)rmativo por el cual todo lo que dice es sustantivo, se cumple, se hace real (hw), o la facultad de obrar prodigios y maravillas (hji)IO. Asimismo, merced a la consagración operada en el transcurso de bs ceremonias de P~lra la illlporran..:ía de lo :.agradu en [as udturas integr~l(bs, d. Cervdló Autuori, "Aire», !hlssilll, con rcterencias. Para d ..:aso de [os conceptos de 10 sagrado en el Egipto antiguo, J. 1:\.. Hoffmcicr, Scu.:rec! in Ihe Vowiml.llY o/Allcielll f~gYI,t: lhe "}"crm with Spedal RejéreJlce lo j)ynaslies ¡-XX, 19X5; A. l.opricl1o, La /Jt'/lsée el Puur fine d. a!l~I1)'se Sr!lJIíotique de la c1Ilture París 2001, l3~50. X. Las referencias aCCfi..:¿l n.'¡lIcl.<l cgipcin antigua se podrí;:ln mtdtiplic¿l!· tlt! //(/IISCdlJl. Por ello, s610 consignaré los trabajo.', más recietltes y relevantes para esta cuestiún y que a<¡imismo permitan ilu:-.trar la diversidad de interpretaciones existentes sobrS eHa. ALlcmús de los y~l cit~ldos de Frankfot"t, Dioses, lniesr,l y Cervdlú Autuori, Egipto y A/rica, deben .',eúalarse C. PoseneJ", De la f,haraon, Paris 1960; M. A. Honhcrne, A. Forgeau, Pharao!l. Les secrt'ts du /,ouuoir, Par):. 19HH; igualmente importmltes son los tr,lbajos agrupados recogidos en D. O'Con·· nor, D. P. Silverlllan (ceb.), AlU.:iI!Jlt Fgyptian I<ingshif', Leidcn-Boston 19lJ5. Para la realeza dd Reino Anriguo, entre !o.<, trabajos recientes cabe citar el de J Baine':>, ',Kingship bdore ¡iteratme: the world of rhe King in ["he Ole! Kingdolll», eH R. Cundb...:h, C. Raedler (eds.), .'ielbsluersMlfd- nis llnd Redlitdi. AktCll des Sym!msilllllS f(óIf(r.;sideo/ogie in ¡'VfdIÚ:::: lS.-/7.6.199S, Wicsbaden 1997, 125-174 el rrab"ljo de R. C;undl~H.:h, Da l)harcf() l!}l(! Selll Staal. Die Kónigsidcofogie im 4. ltJ1d 3. Idhrtallse/ld, Darmstadr 1l.Jl.J8; y J. c. Moreno en el lm!)erio Antiguo (2650-2l50 aJItes de Cristo), lhn.:e- 11. J. ¡\ssmanll, Madi, I'r<r...'Y!JlC el ridée de jllsticc socia/e, Paris 19X9. 1.2, Un ejemplo de la complejidad selll~lnr¡C<l y semiótica de algllnas escenas lo he podido estudiar en F. 1.. Borrego C;albrdo, Las escenas de anh/!}l{lJltamieJltu eH los complejos /llnera~ rlos regios del Re/Ilu Alttigl!(). UIlt.l LI!J(()xiflhl(Újll scmio/(jgica, i\"1adrid lO ti, con ablllld<.lntcs referencias. u. K. Goebs, «emwas», T/;e üJ1cyclopedia o/Ancient b/:;yfJf ("'" OEAE) r, 321326; Íd., ju LgyptúlIl Fzlflcrdry ROYt.Jlty, Rebirth, ami Des/metian, Oxford 200H; gorrcgo Gallardo, ¡';sccnélS de (lm,mwJttamienlo, X4~ 103. 14. Sobre la títulatura del rey egipcio, etl genera! y rco..:icntcmentc cf . .J. VOIl Bco..:kerath, l-!andhuch del" iígYI,tist"heJ/ KÚJligslhlmell, Maínz <lm Rhcin .: t L)l)9, passim; S. Quirkc, \VJJO were the PIJarao!Js? A (¡uidc lo their Namcs. ReigJls (lml London ! 990; T. Schncíder, (,exikon da PharaollcJl. Die 1.1Itd¡..,ryptischcll f{rjllige ¡ion his ;:;111' Dlissddorf-Zurich 1994. En d ca~o de !as títlllaturas de los reyes del Tercer Milenio a.C., C.g. H. Mül!er, Die /urmale L~}/ttl'ickfzl1lg der Titulatu1' da úgyptischen I\únige, C;líkksradt, ¡··fallllnu.g, New York .193H; S. Schott, Zur KrónuJlgsti/u/atur der Pyrmnidenzcit, Gótting:en ! 956, 55-74; W. Barta, <I.UlTl Goldnalllell dcr ügyptischen Kónige 1m Alten Rcich", zAs 95 (196l.J) XO-H8; íd., lona 2004, capítulo 4. 9. I\H<1 b coronación como in!cíadón (hs) ~l una {:sfcr,l superior de existencia, cL J. M. Kruchtell, Les t.lflJlales des de l\.anhlk (XX1~XXIIlJlJ"·' dYJúlsties) et alltres textes (oHleml)()~ a l'initiation prétrcs d'AJll()}l, LCllvell 19H':>, 147-204. Frankfort, 52-53 y 75~78. Sobre los conc('pt(l~ se agrupan bajo los de b raíl. UntersuclJ/lJlgc/l ZIIIJl Wortf.unilie Küln 1971. Untcr:llchUi.lgCJI zur G.ó/tlid:kd/ des l":'ónigs. Ritus und Sa/~ralkúJligtltlJl im ;\lfc(l,'Jf!J!cll Helch Zeugmssen da ¡"·¡¡J;zelt lUld des Münchcn-Bcrlín f975; S. Aufrere, "Contrihution a l'étudc de la morphologie du protocole BIFAO X2 (1l.J81) 1l.J~ 73. La tl·,lIl.s~ ¡iteración y lectura del tercer título como Nlmj "El se a p~lrtc de las condusíoncs de la tesis doct(~r<11 dd propio autor de este trab<ljo, Ll cual se encuentra actuallllelltc en prcparaciún par~l su publIcación. Algunas de las !t:cturas anteriores de este titulo 1ll,1s extendidas entre los investigadores, cono(iénc!ose hastél un total de diez, son flnr-nhn.' "Horus de Oro" () r~ik-flhH' ,d· falcón de Oro», que a la luz de nuevos argumelltos pllcd~tl y deben ser dcscart;:¡das p,lra el Tercer 20 21 FRANCISCO L, BORREGO GALLARDO 1.3. Las relaciones de parentesco y el concepto de filiación en el Egipto antiguo: generalidades Como este último título regio ya deja entrever, el concepto de filiación es muy importante en el conjunto de ideas y principios de la realeza sagrada egipcia, como lo es en otras realezas africanas y antiguas del mismo tipo. En ese sentido conviene dest;:¡car, como lo ha hecho M. Campagno, que este tipo de realeza es una institución sociopolítica que se rige no sólo por parámetros estatales, sino también parentales ls . Por esta razón se sitúan en el corazón de esta institución no sólo conceptos puramente políticos, como los de legitimidad o autoridad, sino también otros que están basados en bs relaciones de parentesco, como los de consanguinidad, mayorazgo (SfIlSW), primogenitura (W{Wlí), herencia V",el) 16 o la protección del padre por parte del hijo (Ild~íl) 17, como se verá más adelante. El sistema de parentesco egipcio de época faraónica ha sido descrito corno «bilateral, ordenado simétricamente» IX. En él, los términos que en la lengua egipcia sirven para describir las relaciones de parentesco consanguíneo son, a diferencia de otras culturas, poco específicos y bastante ambiguos en algunos casos. Así, la palabra para "padre» Vi) sirve también para describir otras entidades con las que uno mantiene una relación ascendente masculina, como "abuelo» o, incluso, «ancestro». Un caso similar es el del vocablo para "madre» (¡¡¡wl), asimismo utilizado para referirse a la «abuela». Por otro lado, los términos para "hermano» (.1'11) o "hermana» (.1'1/1) sirven también para nombrar al tío y a la tía, así como al sobrino y a la sobrina, es decir, para enunciar relaciones de tipo colateral. En lo que se refiere a la filiación y la descendencia, "hijo» (zi) e "hija» (:::11) son utilizados además para hablar del «nieto» y de la «nieta» respectivamente, por lo que parece que más bien designan relaciones que establece uno de modo vertical descendente l ". Existen asimismo algunas exMilenio a.C. Para los título.) que presenta t:l rey fuera de la ritubtura, eL H. G()cdi~kl', Die Stel- LA FILIACIÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e presiones descriptivas compuestas que tienden a evitar esta ambigüedad, e. g. sn-mwl "hermano de la madre" o zl-.I'III "hijo de la hcrl1lana»20. Dentro de la sociedad egipcia, que se configma en su modelo social 21 C0l110 patriarcal y focal izada en el género masculino 22 , el concepto de hijo, especialmente el varón, cuenta con una gran importancia en la articulación de papeles entre generaciones y dentro de los grupos familiares, y, teniendo éstos como modelo, dentro del tejido social 23 . Podría pensarse que parte de su relevancia podría deberse al hecho de que la modalidad básica de bmilia es la lluclear 24 . La importancia de la fili'lCión hace que ya en el Tercer Milenio a.e. sea frecuente que los dueños de las tumbas, focos del programa textual e icónico de éstas, que prácticamente siempre son personajes masculinos, señalen su ascendencia mediante diferentes fórmulas de expresión de la filiación. ASÍ, el difunto puede ser mencionado como «hijo» (zi) de alguien, del tipo X zi(t)- Y «X, hijo / hija ele Y», que es utilizada para designar tanto al padre como a la madre. Existen otras fórmulas de expresión de la tiliación que también aparecen durante el Tercer Milenio a.e., como Xjr(t).11 y "X, a quien Y ha creado», empleada para referir tanto al padre como a la madre, y X IIIS(l).1I Y «X, a quien Y ha alumhrado / dado a luz», que señala únicamente a la madre 25 • Asimismo, con el fin de asegurarse el culto funerario, por un lado, y asegurar la sucesión y transmisión legítima de la heredad paterna, por el otro, son muy habituales las menciones textuales explícitas que aluden al hijo del difunto allí enterrado o representaciones icónicas dellllisl110 en gestos que refieren su designación como hijo y heredero que se ocupa fielmente del culto funerario de sus progenitores 2". . De hecho, un aspecto muy importante de la filiación en el Egipto antIgUO es la responsabIlIdad de los hijos en el cuidado de los padres ancianos 27 y, lo que es especialmente notorio por la documentación que ha C0ll10 15, M, Call1pagno, "Kinship ami Family Rclatjon~", en E. rrood, \'<1, Wcndrit:h (rels,), UCLA t';ncyclopediu of tgy¡J/ology, Lo:'> Angeles 2009. 16. Sobre la here!1t:Í<l, n:t:icntcnwntc: J. Assrnann, ,d.'imagc du pcrc», Ihlssim; H, Dbz Ri~ vas, "La herencia eH el antíguu Egipto: entre el modelo mítit:o y la rcalidad social", en M, Cmnpagno (ed,), Parentesc(), {hllrou{/;:gu y estadu ell las sociedades ant(~lhIS, Buenos Aires 2009, 69··86. 17. Assrnann, <d.'irnage du p¿'n..·", 53. IR. D. Fr;.mke. d<'ínship", OEAE ll, 245 «'<1 syrnmetrically ordercd bilateral systell1»). (9. J. Ass1l\ann, «L du pcrc», 27; J. [,ustig, «Kinship, Gcnder ami Age in Middle Kingdom Tomb Scencs and en J. Lustig (ed.), AUlhropulogy amI E~¿"'YfJt()I()/.D" ¡\ Deue/o .. !Jhlg Dialogue, Shdlield 1997, 45-49~ ,\1. Baud, h.1J/úllc royale {'{ !JOlwoir SOll5 I'I\ncien L'fIl{lire (!,í.,'YPtien 1, Le C.1irc 1999, !JaSSifll, esp. 151 .. 162; Frankc, "Kinship", 245-246; M. Campagno, «De los Illod()~ de organización sOL'ial en el Antiguo Egíptn: de parentesco, lógica de Estado», en M. CamP:lgrlO (ed.), l.~studi{)s sobre y en el Antigllo Lgi/,to, Buenos Aires 2006, 15-50; Id., «Kinship ami F~lmi!,v E. homl, "Social Strunure amI Dady l.ife: Ph~Ha{)nic", eH 1\. B. Uoyd (ed.), A Compallioll to Alleien! EgyfJI, Oxford 20 10,471-472; L Ola- barría, d':¡ hermano de la madre)' el hijo de la hermana en el Reino Medio», en L M. de !\raújo, das C..l!ltlci¡lS S¡:llt:s (eds.), Nouos Trabalhos de [':gi{llo/ogia Ibérica [1, Li~hoa 20 [2, H77-B98. 20. Fr.Ulkc, «Kinship», 245~246; Camp,1gno, ,(Kinship <lnd F~Hllily Rebtions", 2; Obharria, «El hermano de la madre". ' 2 L Día'!. Rivas, "La hnel1cia,>, passim. )) B. Bryan, «In women good ami b,¡d forrunc are 011 earth. Status ~l1ld roles uf women in Egyptian culture», el1 A. ~. C~lpel }' G. E. i\brkoc (cd~.), Mislress lhe Fhm$e, Mistrcss o( E:e~"lUell. W()!I"~ell ¡n AJlcicnt c',P,Y!JI, Ncw York 1996,25-46; (;, Rob¡n~, I}/Ilícres en el ant(<<1l0 EgIpto, Madrid 1Y96 (Lolldo!l 1\,)93), !hISsilll, csp. 2.07-20X. Sobre la preponderancia del ~éne~ ro masculino en la articubci6n de mensaje~ icónico~, d. íd., <<Sorne Princip1c~ uf Compositional Dominance and Cendcr Hieral:~hy in Egypti,lll i\rt», JAR(;E 31 (1 \,)94) 33-40. 23. W. ¡···fc!ck. «Sohn", LA V, (054; Ibud, Fal/úlle roya!c, 156-157. 24. S. AlIam, «Fanlilic, ':>ozia1e Funktion», LA u, 10 I~ 103; F. Fcucht, "Family", OFf\E 1, SO 1-504. 25. el'. c,g. p, Crandet y g, Mathieu, C()urs NOl!l'clle édítion rcUt/e el t.1l1gnu'nt(\" Pari~ 2003, 15"2 .. 154; ¡:wod, 26, Un bucn resumen:-.e enCUentra en Baud, hunil!c royale, 155-156, 27. , As~rnann, ."L'iT1l;.~ge d~l p0I'e», 30. 37 .. 38 Y 4X-5 (; R, M. J~Hl~s,:n,.J . .J. Jansscn, (;rowiJlg up mul Crcttmg old /11 AIlOCllt I~gYI,f, London 2007, 220-230; Frood, ,<Social Structure», 4XR. 22 23 tmlg des KÓlligs im Alto! Rcich, Wiesbaden 19(';0, y el mjs reciente. en buena pnrte una revi~ión y puesta al día del anterior, de E. Windlls~St<lgillsky, üer dgyptische l<iinig im Alten Reich. Tami- no¡ogie IIlzd Phraseologie, Wiesbaden 2006. J. FRANC!SCO L. BORREGO GALLARDO LA F!L1ACIÓN DIV!NA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER M!LENIO A.C llegado hasta hoy día, en b realización de un sepulcro y un entierro adecuados y el mantenimiento continuo y apropiado del culto funerario de los padres difuntos 2X , condición necesaria para acceder legítimamente a la herencia2~. A este respecto también son relevantes, además del género, el papel de la edad en la ordenación y jerarquía de los hijos, como se ha enunciado antes de modo muy breve. En efecto, en la designación del heredero (¡",,) los criterios que contaban con un peso mayor eran los de mayorazgo y primogenitura, aunque ambos podrían ser anulados si el progenitor lo estimaba oportuno para designar otro heredero diferente del primogénito o del mayor de entre todos los hijos varones vivos'o. A este respecto es muy relevante señalar que el concepto de filiación no se limita a lo puramente biológico, pues forma parte de lo cultural, lo que permite explicar que la adopción no sea un fenómeno raro u oG1sional J l. De la importancia del concepto de filiación como mecanismo de articulación social en el Tercer Milenio a.C es muy significativa la existencia de lo que podría ser denominado, a falta de otro término mejor, "filiación ficticia», que se constata en el ámbito cortesano con el rey como progenitor de diversos oficiales. Así, durante el Reino Antiguo el título zi-nswl «Hijo del Rey», además de por parientes consanguíneos del rey, fue otorgado también a miembros de la elite con los que el monarca no guardaba relaciones de sangre. Los trabajos más recientes ven en esta clase de filiación tanto un mecanismo de integración de algunos personajes de la corte corno un medio de articulación interna de ésta, a partir no tanto de un patrón estatal como, más bien, parentaI31, que entre otras co- sas buscaría reforzar los lazos de reciprocidad entre monarquía y elite, así C0l110 asegurar la fidelidad de esta última hacia aquélla';. J. Assmann ha scfíalado la existencia de dos tipos de «constelaciones» que sirven de modelo a las relaciones de filiación en el Egipto antiguo, en espeCial en los casos que vinculan al hijo vivo con el padre difunto. La primera de ellas es la que cuenta como modelo la relación que se establece entre Horus y Os iris. En opinión de este egiptólogo alemán, en ella se enfatizan aspectos más culturales que naturales, como la sucesión o el culto funerario. Así, en ella se destaca no tanto la diferencia de sexos como la oposición entre las generaciones, que la piedad filial consigue abolir y neutraltzar merced al papel del hijo C0l110 representante y sucesor del padre y así asegurar la continuidad del linaje 14 . Como se verá en mayor detalle más adelante, al referir los mitos que constituyen la base y modelo de la filiación del rey en el Tercer Milenio a.C, estos aspectos son de enorme importancia para esta cuestión. La segunda de las constelaciones que, según Assmann, sirve de modelo de filiación es la que se establece entre el rey y Ra a través del principio femenino. Este tipo se refiere a cuestiones como la encarnación, la prolongación de la vida del padre en el hijo, la inmortalidad y la continuidad del mismo principio sin diferenciación u oposición de generaciones, pues padre e hijo son l1110 y el mismo, pues el segundo es el primero reencarnado. Asimismo, se trata de un modelo de filiación que incluye y destaca la diferencia entre sexos al requerir la presencia de la madre como medio y vehículo de creación y nacimient0 35 • Como este mismo autor se ha ocupado de mostrar, estos modelos constelativos de la filiación en el Egipto antiguo encuentran su prototipo en los mitos, y por esta misma razón algunas de sus realizaciones más importantes se presentan precisamente en la realeza egipcia, cuyo modelo de actuación básico es precisamente el de las tradiciones míticas. Este hecho obliga a que sea necesario detenerse, aunque sea brevemente, a presentar el contenido de las mismas, con objeto de poder conocer mejor las variedades y realizaciones de la filiación divina del soberano egipcio durante el Tercer Milenio a.C, lo que seri realizado en el apartado 2.3. De este modo, C0ll10 es habitual en la mayoría de las culturas, la filiaci6n en el Egipto del Tercer Milenio a.C, como en otros periodos postenores, constituye un concepto complejo que rebasa con mucho los aspectos puramente biológicos y se instituye como uno que contiene en sí notables e importantes aspectos culturales e idiosincdsicos. Prueba de ello es su notable importancia como referente y modelo dentro de los modos de articulación e interacción social, de organización del ámbito dlvll10 y como fuente de significado en varios mitos. 28. En general, sobn: c~tc aspecto, ,.J. R, E!~Saycd, «ForlllUlc~ de piété fili,-llc", en p, POScl1cr-Kriégcr (cd.), Mdallf!,CS Gr.lltfcll Lddill !\1o!.:.!Jti.lr 1, I.c Caire [Sl8S, 271-292; M. Fitzcnrcircr, "l.unl Ahucnkult in Agyptctl)" CM 143 (1(,)94) 51~72; Frood, <ÓOCi,ll Structurc», 488-489. Pan el caso dd Egipto dd Tercer Milt.:nlO a.c., d. c:-.pccialmcntc El-Saycd, (,Formules dr piéré filiale", do..:. 1-25, 105 Y 288-28lJ, Un cjcmplo ba:-,t:J!ltc claro en las in~cripcionc) de Metchctchi, donde se puede leer, por ejemplo, en la:. columna:. dc! te'(to conservado en Torollto (ROM 95,;' 1 16,1): lInk ( ... ) !l1I:¡',njt"lljm¡f¡.r b:y.n !l1W( I.w/;.!I{ j) f/lrsh(.11") Illjt-/¡nv rr I/h I !... ].n( ~~j) sn se! ¡,n( -- nSil l· .. ] [/1 111 :b(Y)lv br nsP,'{ n :1' (ij{' j) mJ.··Sf! [¡{ ti ., .'In NI j),..:::m: SfI r: r I qrsU n¡ fU f/{JH(í-{n )SH'1 jmnt ,!/r( «[Yo 1..'1' . .1 ( ••. ) uno a quien:'L! padre ha amado], un venerado a quien su nudrc ha alabado. Yo lo:. he conducido al Bello Occidetlu:, de modo que ellos ~lbban al dios por mí I [... ] yo los he l ... ] Yo los he conducido haCÍ<.1 el Bello On.:idcntc, mientra:, que les he procurado el equipamiento hlllerario de~dc la Residencia en la fornu de "Una otrelld,¡ que da el Rey" I l... ]lvclner<ldos ante el Rl'y. JaT1lús he permitido que ellos vieran nada (nulo) desde mi juventud hasta que ellos se unieron a la tierra en d Bello Occidente». Sobre este P,lS¡ljC: P. Kaplony, Studiell Utln C;rab des MethellJi, Bern 1976, 32, 3436; A. Roccati, La littéralure historiqlJc sous ¡j\llcien t~mfJire ég)-'ptien, P('lri~ 1982, 145-146; C. D. Arnold, C. Zicglcr (cds.), L~f..,')lptiaJl ;\rt in the ¡\ge of Pyramids, Ncw York 1999, Strudwick, Texls (mm lhe Pyramid Age, Atbnu 2005, 197-2t)9~ E. Oréal, Les parti(.lHcien. De rancien égyptiell á I'égy!,tíen cfassíqut', Le Caire 201 t, ¡li9. 29. e.g. T. Mrsich, '<~':rbcl>, lA 1, 1235-1260j Ihud, ¡:dmifle 155-156; S. A!1am, "Inheritancc», OEAF 11, 158-161; Díaz Riva~, {(L.l hcrenciJ»i ./anssctl y Gwwing up ami C;ettillgold,171-1Xl. 30. Batid, huuillc roya/c, 156-157; AlIam, <dnherit':l!lct"', OEAE tl, 160, 31. R. Tnnncr, <,Adoption», L;\ 1,66··67; Assnw!l!l, "l:írn~lgc du ptTt'», 26~27. 32. Baud, Fami!fe royale, 162-189; Cmlpagno, «Kinship and Lmli!y Rdarions", 5. 24 3.1. 34. 35. Baud, hunille mwzle 162~ 139, 345-346. Assmann, «l:im;;gc du ptrc", 43-úO. Ibid., 43-45, 60-63. 25 FRANCISCO L BORREGO GALLARDO 2. La filiación divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.e. 2.1. fuentes y enfoque Las fuentes disponibles para el estudio de la filiación divina del rey egipcio durante el Tercer Milenio a.e. son bastante variadas en su contenido y formas de expresión. Sin embargo, se trata de un conjunto relativamente escaso que aderncís se reparte de manera bastante irregular a lo brgo de un periodo tan dilatado en el tiempo. Un conjunto importante de fuentes lo conforma un buen número de textos, con mucho el conjunto mcís abundante y elocuente sobre esta cuestión en el Tercer Milenio a.e. Un primer conjunto de testimonios textuales presentes en estos contextos son las escuetas y condensadas titulaturas de los reyes. Éstas se muestran representadas sobre todo en sus complejos funerarios y en los templos divinos así como, en menor medida y de forma l11uy parcial, en los ámbitos funerarios de los oficiales de la Gdministración. Asimismo relevantes, pero eSCGSOS para este periodo, son los breves y relativGmente repetitivos discursos de los dioses y las acotaciones de escenas que formaban pmte de los programas icónicos parietales de los templos divinos y funerarios coetáneos'6. Por otro lado, de unG illlPortGncia crucial parG este trabajo, tanto por su contenido como por su contexto, es el rebtivalllente amplio elenco de alusiones y declaraciones que se encuentra en los Textos de las Pirámides, que se localiza en las cámaras interiores de los sepulcros de los reyes egipcios desde finales de la dinastía V y de algunas esposas reales desde mediados de la dinastía VI. Se trata de textos muy variados en su contenido, pero que en líneas generales enuncian la protección del rey difunto, b capacitGción de éste para su renacimiento en el Más Allá, su unión con los dioses y, lo que es muy importante, el mantenimiento de su estatus de monarca después de la muerte'? Las fuentes icónicas proporcionGn Gsimismo importantes testimonios acereG de los modos en que los egipcios concebíGn la filiGción divina del soberano egipcio en el Tercer Milenio a.e. Sus contextos son principalmente los complejos funerarios regios del Reino Antiguo'S, si bien los templos divinos de estos momentos, escasos y mal preservGdos pero cada Sobre [0:-' programas icúniLos dI.: los compkjos funerarios de estos momentos, d. A. Rclie( }kt·ol'.zÚoll in the Royal FUlleYdry CompL!!xcs ol ¡IJe Kingdo}J1. ,',ludies iJl DeuelofJJ!lt:nt, Scellt: Conte}/t, amI {collogr.tp/;y, W,-lrsaw 2003; D. Stockfisch, UntersltctJlll1gen ZUfIl Tolellkull des dgYPlischen Klilligs im AlteH Reich. Die [)ekoratio}/ der f:¿ó¡úgliche¡¡ '('otellkulhutlage/!, 2 vols., Hamburg 2003. 37. Acerc,,! de b naruralrza y l:o!1tenidu de 10\ Textos de IdS Pirámides, eL, como rdcrcnciw., más rccicnte~ y dado 10 de la biblíografí,-l '-11 rc~pecto: S. Bíckcl, B. Mathícu (el..ls.), [) 'un /Jlolldc [',,/ufre. '['ex/es des &- '!'exles des SarcOf!hdges, Acles de 1,1 tab/e ronde illlemaliona{e "Tt..'xles des versus Texles des l/(lo _. 2-J.-2() septemhrc 2()Ol, Le Cairr 2004; J P. The AflL'ie/lt i':,e,yptia/l Adama 2005, 1-16, 65 . 66, 97_ l )l), 209 .. 21 1, 23lJ-24l. 309-3 11, 419-423. 38. eL n ..16. LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.C vez mejor conocidos merced a nuevos hallazgos y análisis recientes, proporcionan también datos importantes sobre estas cuestiones. Las expresiones parietales suelen ser los testimonios más elocuentes v utilizados, aunque los testimonios en bulto redondo, menos numerosos', proporcionan Gsimisl110 datos de gran relevancia. Las fuentes menos explícitas para el asunto de la filiGción divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.e. son las arqueológicas. Su carácter más implícito hace que su realidad como testimonio para el conocimiento de la filiación divina del soberano en estos momentos sea muy ambigua y requiera tanto de la participación conjunta de otros documentos como de modelos teóricos depurados y ;1élaptados a la realidad histórica y material para su correctG evaluación en lo tOCGnte al tema de este trabajo. Su papel en este caso se rclacionG más bien con la adecuada contextualización de los docume!ltos que han llegado hasta hoy día. Con el objeto de interpretar adecuadamente el conjunto irregular y dispar de fuentes disponibles para esta cuestión, es preciso establecer unas adecuadas estrategias de contextualización. Además de la correcta situación en el cotexto de un texto concreto o de una escena o escultura en su espacio específico dentro de un monumento, es preciso tener muy en cuenta el carcícter de los címbitos para los que cada una de las expresiones que constituyen las fuentes disponibles fueron ideGdas y donde adquirían una significación plena. En ese sentido, es preciso indicar que la inmensG mayoría de datos procede de testimonios ubicGdos en contextos de lo que denomina Assl11ann «discurso monumental»J". Por esta razón, su contenido se encuentra en mayor o menor grado impregnado de sGcraltdad, lo que los hace performativos, entidades reales y no sólo representGción. Así, es preciso tener en cuenta que las expresiones que por este discurso se rigen fueron concebidas para acomodar un mensaje a un ideal, que merced a la realidad perforrnativa que le confiere la sacralidad de su contexto se re-produce en la realidad del lllundo. De ese modo, todos aquellos mensajes () expresiones que impliquen ambigüedad referencial, subversión de los principios de la Maat o una imagen negativa del protagonista del espacio donde se presenta son evitados escrupulosamentc 4o • Algunos de los espacios donde rige el discurso monumental, C0l110 el palacio, el templo y la tumba, son asimislllo "de carácter restringido" ámbitos donde lo perfonnatiuo encuentra su lugar natural en for~la d~ rinwles, procesiones y audiencias, y donde se enuncia visual, oralmente () por escl'lto la naturaleza del rey, tanto en general (mediante su titulatura) como en concreto en relación con un dios () una función específi- 102.39. J. ¡\".<,mann, Egipto. Historia de 1I1/ sentido, Madríd 2005 (Münchcll~Wícn IlJ96), 74- 40. Un~l \íntesi~ mús () menos complctél sobre el di:.cllrso monull1cnu! egipcio se ptlcdc enContrar en Borrego Gallardo, Escenas de dnhl!Jhlntamiellto, 71-75, con rderencias. 27 FRANCISCO 1., BORREGO GALLARDO LA FlllACIÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e ca del templo, mediante epítetos afladidos o una escena o iconografía en particular. Otros ámbitos del discurso monumental podrían ser calificados como "inaccesibles». Se trata, principalmente, del corpus de los Textos de las Pirárnides. Este carácter se debe al hecho de que se encuentran esculpidos en las paredes de las cámaras interiores de las pirámides de los reyes. Se tr,Ha de textos que cuentan asimismo con un marcado carácter fJerfórmatiuo, pues por el mero hecho de estar esculpidos en un espacio saturado de sacralidad, es decir, de realidad pura, como es el conjunto de cámaras funerarias de la pirámide, el contenido de los textos mismos existe por sí mismo, es una entidad sustanciosa y real que actúa a favor del rey difunto. Su contenido, por tanto, es muy asertivo, y aparece muchas veces centrado en la relación que el monarca mantiene con los dioses y en los aspectos ultraterrenos del rey fallecido. la naturaleza del sober:111o como !-lorus, en tanto que heredero legítimo y vengador de Osiris. Dentro de esa misma constelación en segundo lugar, u'na variante es la que muestra la filiación dcl1l1onar~a et~ S\l aspecto difunto, como Osiris, hijo de Cuch. En tercer lugar se encuentra una de carácter general y bastante común, que podría ser calificada de "filiación divina contextua!». En el segundo grupo constclativo, el que relaciona al rey con el dios IZa, se configura una filiación divina del soberano que es común a todos los contextos anteriores: la dell'ey como hijo del dios solar, Ra. Todas ellas, como se verá, son filiaciones no contradictorias, sino que son complementarias, entre las que existen incluso mitemas o anclajes comunes, como corresponde con la poliocularidad del pensamiento egipcio. Antes de analizar y exponer las diferentes filiaciones divinas del rey egipcio en el Tercer Milenio a.e., es preciso enunciar los mitos más importantes que sirvieron de modelo a la monarquía para elaborar y presentar estos aspectos de la realeza, pues sólo de ese modo se podrán comprender adecuadamente en su contexto. 2.2. En foque Una vez conocidas las fuentes disponibles para el estudio de la filiación divina del rey egipcio y los contextos donde se localizan, ya se puede enunciar el enfoque elegido en este trabajo para abordar esta cuestión. Lo primero que cabe decir es que generalmcnte el tema de la filiación divina del rey ha sido tratado empleando fucntes de diferentes contextos y periodos. Dicho con otras palabras, a menudo la perspectiva de estudio ha adolecido de una carencia de perspectiva histórica que permitiera encuadrar adecuadamente los desarrollos y matices propios de cada momento particular. Por otro lado, el estudio de esta clase de filiación no ha sido abordado hasta ahora en una perspectiva que comprendiera todo el periodo histórico del Tercer Milenio, centrándose únicamente en algunos reinados y momentos puntuales del Reino Antiguo, sobre todo en relación con el desarrollo de la titulatura regia canónic1, con escasas excepciones 41 • Uno de los objetos del presente trabajo es encuadrar los diferentes desarrollos en sus contextos históricos y expresivos correspondientes, con el objeto de comprender de modo más preciso y ajustado las realidades de la filiación divina del monarca egipcio en este periodo. Otro punto de partida importante para las líneas que seguirán a continuación es el trabajo sobre las constelaciones de la filiación que ha realizado J. Assmann 4 ". Dentro de ellas, en el caso de la realeza egipcia del Tercer Milenio a.e., es posible establecer varios subtipos o clases, que grosso modo serán las mismas que en el resto de la Historia de la civilización faraónica. En el primero de los dos grupos constelativos, el que vincula a Horus con Osiris, una primera filiación divina del rey destaca 2.3. Los mitos relacionados con la filiación divina del rey Los principales referentes para comprender la filiación divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.e., como se puede esperar de una sociedad integrada, se encuentran en los mitos. Estos, además de constituir una proyección de los ideales y patrones sociales coetáneos, sirven a Sll vez de modelo tanto para la realeza misma como para el resto de la sociedad· u . Por ello, es preciso enunciar brevemente sus principales detalles antes de analizar los di ferentes ámbitos y expresiones donde se afirma del rey egipcio que es hijo de una divinidad, pues éstas se modelan según el contenido y las relaciones de significado que se encuentran presentes en el mito. 2.3.1. La cosmogonía heliopolitana Uno de los mitos más relevantes para esta cuestión, que ya aparece documentado en el Tercer Milenio a.e. ell los Textos de las Pirámides 4 '1, se 43. E.g. G. Englund, "C;ods as a Framc of Rctcrcncc. 011 Thinking: '\Ild CO!lcepts of ~holJght in Ancicnr Egypt», en G. Englund (ed.), '{be Religiot1 of the Allcient [·;p,yptians. Cogl1itiue Structures éll1d Popular Expressiolls, LJppsala 1989, 7-2B. 41, Algunos de esos twb¿ljO:-' gCl1cwli::.w", hélll sido con::.ignados el1 la n. 8 (como los de Frankfort, POSL'Tlcr o Silvcrnwn y 0'(:01l110r [cds.]). 42. A"'~!llalln, "L'illl,-lge du púe». La cuestión de si cxist~an () no mitos en el Tcrcer Milenio a.C., llegada por autores S. Schott o J. }\SSlllann (d. Id., {' Die Vcrburgcnhcit dc~ Mythos in f\gyptCIl)}, CM 25 (197'7) 7AJ), dad;] I~l dust:tlcia dt:: narra..:iollcs mític:JS cn el doculllcntal, p<lI'CCl' hoy día supe" rada por los últimos trabajos quc IWlI l1\ostrado no que el ~lSpcCto narrativo t:scrito no es consustancial a la cxist~ncia de mitos, sino también que dicha ausencia no se dcbl' ,1 la incxi:-.tcncía de mitos, sino a la prcfcrcTKia en dicho periodo de otros medios dc expresión de los mitos y mitemas: J. !hines, «Egyptian Myth and [)ísc~Hlrse: Myth, Gods, and the Farly Wrítten alld Iconographic Rccord",JNES 50 (19Y 1) X JH 105; Id., "Myth and Litcrature", en A. Lopricllo (nl.), 28 29 44. Como FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.C centra en la creación del universo y del primer grupo de dioses, la Enéada, según los teólogos del templo de Ra-Atum en la ciudad de lunu (I-Ieliópolis)45. En ellos se refiere que, antes de que el mundo fuera creado, sólo existía un todo indiferenciado de oscuridad, frío yagua, unas aguas primigenias, el Nun (NH'INIl;V), donde se encontraba el principio de vida, el Demiurgo, Atum (7/11). Este, como principio creador que era, trató de separarse de esas aguas que impedían el desarrollo de la vida e hizo emerger una colina seca de esas aguas, sobre la cual se elevó y comenzó a instituir el espacio y el tiempo, el orden y la vida por medio del primer amanecer, como Ra-Aturn (RO-7/1I), el sol creador, primer soberano del universo. A través de sus fluidos corporales (según las versiones, saliva, semen o mucosidades), creó la primera pareja di fereneiada sexual mente, Shu (Sw), masculino, el aire, lo seco, y Tefnut (Tjill), femenina, lo húmedo. Ambos son considerados los hijos de Ra-Aturn, a los que transmitió su fuerza vital, el ki (ka)4(" de la que se habbní más tarde. De la unión de esta prirnera pareja divina constituida por Shu y Tefnut, los primeros hijos, y:¡ diferenciados sexual mente, resultó otra pareja de dioses hijos, Gueb (Gb), dios de la tierra, y Nut (Nwt), diosa del ciclo. Ambos, al estar unidos en un amoroso abrazo, impedían el desarrollo de los diferentes seres vivos sobre la tierra, por lo que fucrou obligados a separarse por parte de su padre, Shu, y Nut fue maldecida con no poder dar a luz a los cinco hijos que se gestaban en su vientre durante los trescientos sesenta días que entonces tenía el año. Según algunas versiones más tardías, el dios Thot (f)hwlj), escriba de los dioses y el más inteligente de ellos, se apiadó de Nut y consiguió de los demás dioses, gan,indolos al juego de tablero conocido como senet (snl), un día por cada uno de los hijos de Nut, que fueron añadidos a los que entonces componían el año. Es preciso destacar este hecho, porque estos días «añadidos» (epagómenos) no formaban parte de la creación original de Ra-Aturn, lo que permite explicar las tribulaciones provocadas por los dioses nacidos du- rante esos días en los tiempos del mito y que fueran considerados por los egipcios de época faraónica como las fechas rn<Ís peligrosas del afío 47 • El primogénito de esos hijos fue Osiris (Ws¡r), a quien siguieron, por este orden, los dioses I-Iorus el Viejo (llrw-wr) y Seth (SmStb), y las diosas Isis (1st) y Neftis (Nht-hwt). Después de que la realeza hubiera pasado de RaAtum a su hijo, Shu, y de éste él su propio hijo, Gueb, a su vez éste se la transmitió al suyo, Osiris, quien de ese modo se convirtió en el nuevo soberano. Osiris tomó por esposa a su hermana, !siso Osiris representa la fecundidad de la tierra del valle aluvial y de la crecida anual del Nilo, especialmente cuando se materializa en los cereales. Seth, esposo de su propia hermana Neftis, dios muy fuerte, irascible e irreflexivo, por el contrario representaba el desierto y la esterilidad de éste. 2.3.2. La muerte de Osiris A partir de diferentes testimonios se puede saber que Seth, por envidia del poder regIo detentado por Osiris, entre otras razones, mató a este último (golpeándolo o ahogándolo, según las versiones), se deshizo del cuerpo de su hermano y tomó el trono, rompiendo de ese moclo el sistema de transmisión del linaje real y de sucesión al trollo vigente hasta entonces, vertical hacia el hijo y por primogenitura. Después de que Isi.'; recuperara el cadáver de su esposo, Scth se hizo de lluevo con él, lo despedazó y repartió sus miembros por todo Egipto. Isis, con la ayu(b de su hermana Neftis, consiguió recuperar todas las partes del cuerpo de Osiris con excepción del falo. El objeto de esta búsqueda era recomponer su cuerpo, conservarlo y reanimarlo mágicamente y hacerlo existir en otra esfera de la existencia, como el primer difunto glorificado, creando la primera momia y los rituales necesarios. Isis consiguió modelar un falo e incorporarlo mágicamente al cuerpo de Osiris. El objetivo de la diosa era reanimar mágicamente a su esposo difunto para poder concebir un hijo varón. Éste, entonces, sería el heredero legítimo que habría de denunciar los crímenes y la ilegitimidad de Seth, y, como buen hijo, reivindicar el buen nombre de su padre y hacer valer sus derechos al trono. Se trata de I-Iorus (IIrw). Leidcn-Bostoll 19Yó, .~6 1-377; J Zeidlcr, "Zur Frage dcr Sp~lt(;!ltstchung dc~ ¡\·1yth{)~ ill CM 132 (1 ':>9.1) 85-109; K. Gocbs, ,,)\ FUllctiOIl~ll Arrro<lch to Egyptian \1yth ami .JANER 2 (2002) 27-59. 45. La presentación del mito se apoya eTl ;.llgun(l~ trab,lio~ b. .1S,¡dm en fuente:" de! Terccr Mi~ !cnio <.l.C. () muy pd}xinu,", a éstc: J. P. Allell, (;c¡¡esis in 1~g,YIJt. The Phi/()sojJhy o{Anáent FgY/J{¡{In Crc(llioll ¡\((owz{s, Nl'w Havcn I\)~X; S. Bickd, l.d (OSIJw/.;oflie (if.?,yjJtleJlllC tllwll le NoulIcI Lmpire, Fríbourg & Güttingcn 19\)4; M. Conde, «Vcstigi()~ de U[W primera r~'cl'nsi{¡lI cosrnogó~ nica ell los Tcxt{)~ de las Pir<lmide~", en J. Cervcllú Autuori, ¡.\, J. Quevedo Alvarcz (cds.), ... ir ti buscar lc;l'l. Estudios dedicddos ai Pro/: Jesús L{jpez, Barcelona 200 1, 67~73. eL asimislllo E. HOrllung, Idea iuto lmagc. un J\ucicnt E,f!,ypticlfl TI){)Ilght, Princeton ¡ 992 (Mlinchen 19X9), 39-54; G. Pinch, Mythojogy, Santa Harbara 2002, )8~64. Es preciso señabr que sólo muy raramente 1m presentaron, y sólo p;ln.:ialmcntc y en momentos ya muy avanzados de la civilizaciún una narración de lus principales eventos cosmogúnicoso Por ello, est:.1 rcconstrucciún pretende enunciar los princip:lle;., acontecimientos de un modo comprensible para no;.,otw<:., occidentales, para <.]uicncs el mito cuenta con una importante vertiente [wrrativa, 46. Así aparece en el importante texto '/JI 600. 47. eL L Trn)', "Have a Nice Da)'! 50111(' RcflectiollS 011 thc Calendars of (;ood ami Ihd Days», en C;. Englund (ed.), Thc Religio!l o{ lhe ¡\JlciC}1{ (,"oC;llitiuc Strtl({llres alld Popular E\.'[m:,ssúms, Uppsala 19S9, 127~147; S. Porccddu el «Evidellc\.: of Periodicitv in !\ncicnt Egyptian Catcndars of Lucky and Unlucky Days", CA.! IX (200X) 327-339. .' 'lO 31 i\nl"icllt l':gypti./ll Literalurc. His[ory 2.3.3. La infancia de I-Iorus y su lucha contra Seth Desde el momento en que nació, I-Iorus fue escondido por su madre, Isis, en las espesuras de papiros del Delta hasta que creciera y fuera capaz de reclamar su heredad legítima, arrebatada por su tío, Seth. Cuando hubo FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO alcanzado la madurez suficiente, Horus, siempre con el apoyo de su madre, lleva :1 juicio a Seth ante la corte compuesta por la Enéada de dioses. Ante las continuas faltas de acuerdo del tribunal para emitir una sentencia a favor de cualquiera de los dos contendientes, Scth y Horus se enfrentaron violentamente entre sí, trastornando por completo el mundo divino con sus combates·ls . El clímax de estas tribulaciones fue el daño o pérdida que sufrió Horus en uno de sus ojos, ulteriormente sanado por uno o unos cuantos person:1jcs que v:1rían según la versión del mito. Poco después, el tribunal acordó finalmente despojar a Seth de la realez:1 y devolvérsela a su dcstinat:1rio legítimo, Horus, quien con ello reivindicó la figura de su padre Osiris, rey de los difuntos, y rein:1 desde entonces en el universo ordenado de los vivos, en Egipto. Por ello, una de las principales facetas de [Iorus en la cultura egipcia antigua es funcionar como uno de los modelos del buen hijo, cuyas acciones y esfuerzos están encaminados a rehabilitar la figura de su padre, Osiris, frente a sus enemigos y asesinos y ante la propia comunidad de dioses. Por ello no extraña que la constelación o relación mític:1 Osiris-padre con Horus-hijo sea una de las que se encuentra más presente en diferentes rituales, pues dotaba de sentido a ceremonias corno rituales funerarios de glorificación del difunto o los de ofrenda funeraria a parientes ya enterrados, pues, entre otros aspectos, establecía y reforzaba los nexos intergeneracionales y otorgaba legitimidad sagrada a aspectos institucionales en principio profanos, como las herencias o el derecho al tron0 4 ". 2.3.4. El ciclo diario del sol Otro ciclo mítico importante para la cuestión de la filiación divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.e. es el conjunto de referencias que describen y dan sentido al curso diario del sol, Ra, por el ciclo. De entre los diversos aspectos del mismo, lo que concierne directamente al tema del presente trabajo es la idea según la cual los egipcios entendían que el astro rey era dado a luz cada día por la diosa del cielo, Nut. A continuación, recorría en su barca la bóveda celeste realizando su labor de creación y revitalización del Illundo hasta que, envejecido durante la tarde, volvía al cuerpo de su madre para regenerarse durante la noche y volver ::lsí J ser dado a luz al día siguiente. Una versión alternativa representa a Nut no como una Illujer desnuda sino como una inmensa vaca, de quien nace cada amanecer un ternero, el Sol, que según avanza por el cielo madura y crece, se convierte en toro y fecunda a su propia madre. Después 48. Ll:' perspectivas sobre btc mito rcbtivas al parentesco han sido é~ttJdi;lda'i por M. Calll~ p<.lgno en Íd., Ullr..llectllrd dc La ..;otlticnd:'l entre ¡-tortIS y ~cth. Buenos Airc~ 2004; Íd" "Crimen y CJsti~o en "La contienda cntre Horll~ y Scth'''" en M. Camp ..lgno (eLl.), Estudios sobre (hlrellteS(() y Estado en el AJltiguo 49. l.~gifJt(), Buenos Airc~ 2006, 2 ( 1-226. A~sl1lann, d.'imagc du pi're», 51-54; lbud, hlmillc roy.de, 155- 157; Dí<'lZ Rivas, d.:l. hcrco(ia», LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e de morir al atardecer, el mismo Sol vuelve a nacer como ese ternero al alba siguien;e)~:s lo que los egipcios llamaron el "Toro de Su Madre» (Ki-mwt=.!)5(. bta es la segunda «constelación» que según Assmann describe las rclac(()nes paterno-filiales en el Egipto antiguo, donde padre e hijo son una sola realidad' l. 2.4. Las filiaciones divinas del rey egipcio durante el Reino Antiguo Teniendo los mitos que guardan relación directa con la filiación divina del rey egipcio, ya es posible proceder a analizar los conceptos y los discursos "xpreSIVOS de la mIsma en el Tercer Milenio siguiendo el esquema constelatlvo de Assm<1nn, pero desarrollándola desde una perspecti va con textual e histórica. 2.4.1. Constelación Horus-Osiris 2.4.1.1. El rey como Horus, hijo de Osiris Dentro del primer grupo constelativo, el del tipo Horus-Osiris, la filiación más importante y característica es precisamente la que sirve de modelo al grupo. ?e trata de una atribución regia muy importante, que el monarca exhlbIa tanto durante su gobierno terrenal como después de la muerte. El dios Horus es UIU figura divina muy compleja, en cuya naturaleza se pueden diterenciar varias realidades diferentes que pivotan en torno a su Imagen más común como una deidad que adopta la forma de un halcón o la de un ser humano hieracocéfalo, a menudo tocado con la insignia propia del gobierno sobre la totalidad de Egipto, la Doble Corona (S[lflllj). Por un lado, Horus es un dios celeste, la personificación del poder máximo y soberano del cielo; en esa vertiente se identificó a menudo con el dios Ra, el sol, astro más notable y potente de ese ámbito. Por otro lado, Horus es el hijo de Osiris, el rey muerto, y por ello se presenta como el heredero legítimo y detentador del poder regio merced a su, transmisión por vía directa y paterna 51 . En ese sentido representa el maXI1110 poder en la tierra, materIalizado en el rey vivo, como expresa Sll nombre de Horus, que lo descnbe como un I-Iorus encarnado en la tierra. 50. H. J'h.:obsohn, "Kmnutef", LA III. 308-309; C. Trauncckcr, "Kalllutef", OEi\E I!j 22 t- 222. amhos COH referencias. Assmann, d.'irnage du pl:rt'», 60-6.L ~ ~',os .~r~lh<lj()S sobre esta dcid<.1d <ion ingentes. ¡\ c~tc respecto, bs referencias citadas a c(:ntJ~lu.a~!~)[.l h~ur<Hl por .ser_.I.a~ ,.m~s rclc\"a!ltc~ :ntre los tra!ujos 1118S recientes o por constituir traba¡o~ L!a~lCO:-, al respecto: l. (J. Alkn, !-(C>rlIS 1!l/he fJyramid ·f'exts, ChicLlgO 1915; .H. gOllllet, R~.allextk()1l ~er.¿¡g?,ptis(!Jell Berlin IlJ52, .HJ7-314; W. Schenkcl, "Hortls», ~l~-.'.II, 14~L); 1~. _~. M.~!tzcr, . OF¡\.F 11,. I 19-122; Iniesu Cervdlú Autuori, t.';gipto y !\tnca, 125-178; C. Lenl, (l'd.), {,e;akoll der.r.,{,'}'ptlschell (;(jtter llJd V, l.l'Uven 2002-2003, 230-240s~.; Pinch, Fhmdlmuk, 143·14ú. 5( :52. 33 FRANCISCO L BORREGO GALLARDO Un renejo de la importancia de este título y su significado para la realeza es el hecho de que encabezara la tirulatura de cada soberano y que fuera el primero que sirvió para designar la institución y a su representante en los inicios del Estado uni ficado\3. Estos hechos permiten inferir que el mito de la sucesión regia constituía una rcalidad viva y plenamente significativa en el Egipto faraónico. Lejos de ser una entidad presente únicamente in illo temfJore, en el espacio y el tiempo del mito, era una realiebd experimentada hic et //tille. Cada monarca reinante era la encarnación terrestre de Hol'lls, quien tenía como sede natural el palacio y era el principal agente del cumplimiento y la instauración continua de la Maat en Egipto, igual que hiciera en el mito al vencer sobre Seth y sus secuaces, asegurando de ese modo la tranquilidad y el bienestar de sus súbditos, la existencia efectiva del equilibrio, de la justicia y del orden. Cuando el soberano, Horus, fallecía, en tanto que rcy muerto se convertía en un nuevo Osiris, monarca difunto y de los difuntos mediante los rituales funerarios que lo introducían e iniciaban (hs) y capacitaban (.1' lb) en su nucvo modo de existencia 54 . Merced a los rituales de coronación, su hijo y heredero pasaba a ser el nuevo Horus sobre la tierra. En el caso de que el sucesor no fuera el hijo carnal del monarca precedente, ritual e institucionalmente el siguiente monarca operaba y actuaba como tal'5. Con ello se garantizaba la sucesión de la realeza, institución divina, salvando las contingencias humanas y los momentos de incertidumbre y ansiedad que suponen los interregnos. Esta continuidad se basaba no sólo en la transmisión de padre a hijo de autoridad, reino y súbditos, sino también, y sobre todo, de elementos inmateriales. Como realeza sagrada aíricana que era, la egipcia entendía, como en otras realezas sacras de Oriente y OccidenteS", que la íigura del rey estaba constituida dual mente por un cuerpo físico y por un cuerpo institucional, inmaterial, que habita y proporciona sacralidad y dota de signi ficado y sentido al primero \7. En el caso del Egipto faraónico, la persona física de un miembro de la elite, merced a su consagración durante los rituales de coronación, era iniciado (hs) en una esfera superior de existencia en tanto que soberano sB , y convertido con ello en un ser sagrado. En esencia, dicho proceso consistía en la separación de su naturaleza humana mediante la recepción en su cuerpo físico del ka del rey (kJI1swl). El/w es una parte inmaterial constitutiva de todos los seres vivos, LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN El. TERCER MILENIO A.C que en algunos casos opera como un doble que sólo consigue separarse del ente cuyo cuerpo habita con la muertes". Constituye una especie de fuerza viral que es est6tica, que carece de autonomía y que necesita alimentarse, y que por esas razones necesita de un cuerpo como soporte. Pero lo más importante en este caso es que se trata de un principio que se transmite de padres a hijos por vía masculina. Por ello, se encuentra estrechamente relacionado con la idea de linaje paterno"o. De ese modo, en el mito Hol'uS recibió el ka de su padre, Osiris, por su propio nacimiento y también cuando el primero, ya maduro, pudo abraz3r a su progenitor en el transcurso del ritual funerario" l. No es casual, entonces, que el signo jeroglífico del abrazo (U, D2S) fuera el fonograma cmpkado para tranSCribir la palabra ka y para representar icónicamente dicho principio y su transmisión. De esa manera, el rey, cuando era coronado, acogía en su corporeidad el mismo ka que se fue transmitiendo de padres a hijos desde Ra-Atum hasta Horus, y desde Horus a los di ferentes reyes que han gobernado las Dos Tierras, como muestran claramente algunas improntas de sellos donde se refieren los reinados de los reyes de la dinastía [ (vid. in/ralo De hecho, como p se ha dicho, el primero y más antiguo de los títulos de los soberanos es precisamente el que los muestra como un Horus sobre la tierra, como una nueva encarnación (hm) de esta fuerza vital. De hecho, esta palabra, hm, se puede traducir tan{bién como "sirviente» o "persona» y designa el vehículo material que perl11ite actuar y tuncionar sobre la tierra al ka divino heredado de su antecesor, su padre difunto. En ese sentido, es este término el utilizado por el propio monarca cuando se dirige a sus súbditos, en tercera persona, como hm=j "Mi Encarnación», o al contrario, cuando le hablan aquéllos, llam61~dol~ !un=k "Tu Encarnación» o IUI/=f"Su Encarnación,,"'!. Esta transmisión del ka sólo se consigue cuando el rey, a imitación del mito de Horus y Seth, se Illuestra C01110 un buen hijo que reivindica la memoria de su padre, que se refleja en el epíteto I/d~jt=f"el que protege a su padre»"'. En la práctica, esto se traslucía, entre otros hechos, en Sobre ~)tc título, ef. R. J. Lcprohon, "Titul,ll")'», OEAE 111,409-4 ti, con referencias. 54. E.g. lbrt,-l, UlItersl/clllwgcll ,:ur (;(jttli(/;kcit. 55. Algunos (a~()~ muy notorio:, -"011 los de Al1\cncmhar 1 (ca. 1939-1 y I O a.c.), visir y ':>u(esor de Mcntuhotcp IV, de Ay, <;U(l'~or de Tutanjamen (rd. 1323- U20 a.e.) o de Ramsés 1 (c,J. 1292-1291 a,C.), visir de Horcrnheb, entre otros. 56. eL r.g. VV.AA., L.l regalih} sacra. COIl/rilm!; al tema del/VIII (.'ongress() lntemazionalc di ,',torú¡ del/e Reiigiuui (l\oma, AfJrilc 1955), Leiden [1)59; N. lhisch (cd.), Re/igio}/ ami Pmuer. Diuine Killgship in the !\!lcÍcnl Wor/d .7tu! HeYO!ld, Chio..:ago 200S, 57. Iniesta y Cervclló Autuori, Egípto y A/ricd, JI 1- 17X. 5X. eL n. '). 59. La bibliografía al respc-.:to es muy pro!¡j,-l}' compleja. Huenas síntt:si", recientes :-,on las de A. Bolsh~lkov, Man ami [-lis [)ouble in Egypt¡'(JfI Idc()[o,{,'Y O/lIJe OU KiJlgdofn, Wiób~ldcn 1')97, passún; Id., «(Ka,), OEAE 11, 2IS-217. 60. Assmann, "l.'imagc du pcrc», 61-63; S. «The p~cud()~grollp~ ()f the Old Kingdom - a Ncw Intcrpretatioll», SAK 23 (1996) . 6 L, ef. en ese sentido C.)!,. TP 364, 60'),.1-6 1Oc! I J\I: d(tI) nuhl" h: ¡Vsjr Tri !m' ('f¡r !"'-- k Iji rWJp=;-j (11' fIIJ-t/(t'H'I!lIl:n (n' Un\' I flfm.n 11 k k I H[U1I/ k jm=s It:::,t/ f/ ·k nfrw (Ir k/nll:n-- SfI t\\· I s(w)d:.f/ l\I' :.H ti ~I,.I/nv ir k dichas: ¡Oh, O~it'is Teti! ¡Ponte en pie! I Horus ha venido y le tendd ~1l cuenta entre dioses. 1 I~lorus tel:a am,ldo, I te ha equipado. Horus 11'-1 pilltado par;] ti Su Ojo sobre ti, I Horus te ha abierto tu OJo para que puedas ver cun él. I Los dioses han atado tu rostro, dio:. te han amado, lisis Ncftis te han reintegrado. I HOrl!s!lo se ~llej<ll'j de ti: tú erl'S su 62. Die Stellung des K¿jJ1igs, 51··79; Windus·-Staginsky, Del" iifi,ryptischc f\iinif{, 1.65-206. 245-24B. ' 63. E.g, TJl 366, § (,33b I 1'1".1";; j.m.hf(H' m l'fI '(f/{j) ~,,'\\' =! 1/(/-)(- .1 "f:t te protegcrj en su nOI11bre de "Horus, el Hijo que prorcgr: a su padre''',. 34 35 53. FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO que el sucesor del rey difunto dirigiera y llevara a cabo un enterramiento correcto y asegurase el culto funerario de su predecesor'A. Un testimonio ic6nieo que parece referir que el soberano reinante es el legítimo recipiendario del ka de la realeza aparece por vez primera en el Tercer Milenio a.c. Se trata de la representaci6n del estandarte del ka del rey. La forma más antigua del mismo, del reinado de Anedyib (ca. 2771-2764 a.c.) (fig. 1.a)"5, lo muestra como el signo jeroglífico del ka, entre cuyos brazos se sitúa el nombre de Horus del soberano, conjunto que se apoya a su vez sobre un estandarte divino. Durante el reinado de Jasejetlluy (ca. 26102593 a.c.) aparece por vez primera la personificaci6n del ka del rey: en vez de un estandarte divino aparece en su lugar un genio que, situado siempre detrás de la figura del monarca, sostiene en su cabeza los brazos del ka, en cuyo interior se dispone el nombre de Horus del rey, y en sus brazos un estandarte y una pluma de avestruz (fig. l.b)''''. Esta imagen, y el hecho de que aparezca caminando detrás del mOll3rca, refleja la legitimidad del monarc:t en tanto que receptor del ka regio transmitido por su progenitor y antecesor. Durante el Tercer Milenio a.c., la identificación del rey egipcio con Horus se hacía principalmente mediante la exhibición de su nombre de Horus, lo cual constituye un testimonio visualmente muy elocuente pero poco explícito en lo que al concepto de filiaci6n se refiere. Entre los escasos testimonios de los que se podría inferir este principio, aunque muy indirectamente, destacan dos improntas sigilares que parecen reproducir dos listas de los reyes de la dinastía [ (fig. 2). En ellas se aprecia la sucesión de un Horus tras otro, un monarca tras otr0 67 . Sin embargo, parece que el principio meís claro que se presenta aquí no es tanto el de la filiación como más bien el de la sllcesi6n tr:tnquila y legítima acorde a los principios de Maat. ' Otro tipo de documento, similar a estas "listas», que muestra de modo algo más claro la filiaci6n del rey vivo como Horus, hijo del rey muerto precedente, Osiris, son los denominados Anales, que constitu- LA FILIACiÓN DIV!NA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.C yen una fucnte de especial importancia para la Historia del Tercer Milenio a.c., cuya pucsta por escrito data del Reino Antiguo (fig. 3)"x. En ellos se puede inferir el principio de filiación gracias a varios hechos. En primer lugar, de entre todos los que componen su titulatura, el nombre del monarca cuyo reinado se retiere es el de Horus. En segundo lugar, el nombre de Horus del soberano aparece seguido de la indicación de su filiaci6n materna"". Con todo ello se da a entender que el 11lonarca precedente es el padre del rey cuyos atios de reinado se reseiían, el cual en su momento fue a su vez otro Horus distinto que sucedi6 a su padre difunto y predeccsor 7tl . Sin embargo, estos testimonios se muestran bastante elípticos en lo que concierne a la expresión de la filiación del rey reinante en tanto que Horus, hijo de Osiris. Mis elocuentes a este respecto se revelan los Textos de las Pirámides (= TP). Entre los diferentes encantamientos que componen este corpus textual, se pueden encontrar frecuentemente algunos pasajes que, con objeto de que clmonarca difunto enterrado en el espacio cubierto con estos textos pueda perpetuar su estatus de soberano después de la muerte, entre los dioses, es identificado con ¡--[orus, hijo de Osiris, el heredero legítimo de éste 71 : cI(d) IIldwj Gb Ki-N,,·t flrw pj W¡¡jsj",Cjt 68. Sobre l''>te tipo de text"O'.. , d. entre los trahaío~ más recientes, C01l referencias: M. Baud, V. Dobrcv, d)c llouvc!ks allna!c~ de ¡'Ancien E!lIpirc LJne "Pínrc de Palcr1l1e" pom la vr~ dynastit.'», (HFAO 95 (1995) 23-92; íd., ,<I.e vet',:>() a!1(lalc~ de la VI" dyna':>tie. Picrrc de Saqqara-Smj", BIFAO 97 (1997) 35-42; rv1. Bauel, "Ll..'s frontierc<.; des quatrc prell1¡¿'re~ dynastics. Annalcs royales et [¡i~tori(}graphie égypticnne», BSFF [49 (2000) 32-46; T. 1\. H. Wilkinson, Ro- Lgyp!, Londoll 2000; A. Jiméncz Serrano, ra Picdra de flafamu. Traducción hist6rica, Madrid 2004; .J. (bines. ,,011 rhe l'vo!utiol1, purpose, and of Egyptiall ¡¡nnals", en E. M. Engcl el al, (cds.), 7.eichen dllS del/! SalUl. Strei/1ic!;ter t/llS Geschichtc Zll Um?1l UOIl C;üllter f)reya, Wicsb::HJcIl 2()OX, 19-40. (-,lJ. Baud, hu){illc roya/c, 360-361, 362, fig. 33. 70. Quizú una idea sil1libr se encucntra asimislllo presente Cll el pa':>aic TI' 245, SS§ 25()¿¡(\'>;1 I'I'r>.l:--JN\: ji fI -1 WI!is I)JI t WI!is 1)// NH't I qm :.11 j li)f Ir f :jb.fI I Un\' 1II~[1l j I /'(14J/~lI!j--.I m bU)kj..vwlj flI gll~ISH' d~ste h.1 venido hasu ti, Nut, este Unis h,-l venido hasta ti, Nut, I después de haber dejado ~l su padre en la tierra, después de haber dei~ldo a Hortls libre dctrús de sí. I Sus alas han crecido como las de UIl halcón, cmplulll¡\(Jo como un guenheslt», 7l. Es preciso scflabr asimismo los pasajes que <;e refieren al rey como Horus el hijo de su 11Iadre, Isis (c.g. TF 555, § relacionados con el ciclo mítico osiriano, son bastante menos frecuente~ que los referidos a su padre, Osiris. La r~lz{¡n p~lI'a esto podría estribar en el hecho de lJue, como y,¡ ha ~eúa!ado Assmann, "L'ill1agl' du pcre», 43-45, en la constelación paterno-filial donde Isis se incluye (()siris-~ lorlls), a diferencia dI..' l;:¡ de R~l el rey, destaca menos b diferenciación de sexos y b inrermcdiación de lo fClllenino en la con el nexo entre padre e hijo. Acerca de Horus (:01110 hijO de Isis, cL A. Forgl'au, f IortJs-/ils-d·lsis. La jewzesse ,,'un diell, y 64. Asslllann, "t:inwgc du pere», 46-51, c:.p. 4fl-49. 65 .. P. Kapl(.my, «Bcmcrkullgen Zll cinigcn Stcingcnif~cn mit archaischefl K()nigsnatllcTl), ll." 31. Todas b:. fecha:. del prc~cntc trabajo h,-lI1 sido tomadas de F. H(Jr~ al. (eds.), I\lfcient F,f.,'Y!,tÚfll C:lm¡¡zu!ogy, (x¡dell-Bo~totl 2006. MDAI(K) 20 (1965) nung el 66. N. Alexani,-Ill, "Die Reliefdekoration Hierakollpolis», en N. Grimal (cd.), l.es critércs CIl;\sechemui aus d\..'!11 sogen,-UlntL'tl Fort in l'Ancien /';m!,ire, Le Cli- re !lJlJg, fig. 10. 67. Sobre estas listas, d. entre los trabaio~ más nx:ientes, con rdcr\..'Hcias: Cervell{) 1\11tlIori, "Was King Nanner Menes?!>, Arch0o-Nil l5 (2005) 31-46; Íd., "Lista~ parentesco y a(1cestr~llidad en el Esudo egipcio tC11l[H~HlO", en M. C~1!11ragno (('(l.). l:sludios !hlrelltesco y Es"u!o en el /~J/tiKltU l·;gipt(.), Buenos ;\ire~ 2.00.6, 95- 120; Íd., <,The Thinite "Royal Lists": Typology amI ¡\'l~:l!1l!1g)', Cl~ B. MldiJlIt-Reyllt:s, Y. r'nsullt (cd~.), Lgypt tlt its ()rigins, 2. [)mcf!cdillgs o/ the {nlemattolla/ C:oll/crellcc «C )rigiJl n/ the ,'-¡'tate, Fredynostic dlld Edrly f)Ylla:,tic TOII/o/{s(' (Fmuce), 5th-8th Se{Jtcf}/!Jcr 200.'), t.l'uven 200g, B87-899; G. Drcycr,' ,,\'V'l'!' war Z. A. Hawass (ed.), 7he Archae()/ogy ';I/ul Ar! o/Allcient Lgy!)l. Essays in HOJlor of f)duid !lO/' l, Le enire 2007, 22 [~230. Le Cairo 2010. 36 I Palabras dichas: ¡Eh, Gueb, Toro de Nut' Ullis es Homs, el heredero de su padre. (TI' 260, § 3th,,") 37 FRANCISCO L BORREGO GALLARDO Como se aprecia en este texto, se invoca al depositario y garante de la legitimidad del linaje regio, Gueb, y se le hace saber quién es el heredero genuino al trono, aseveración que es argumentada invocando precisamente el principio de filiación. Esta realidad permite al rey difunto, en tanto que Horus hijo de Osiris, presentarse C01110 el sucesor auténtico de su padre difunto, aboliendo de ese modo el reinado del usurpador, Seth, restituyéndose de ese modo la sucesión normal y legal entre padre e hijo: Wlljs ¡m' HrH'jj.f1 Wnjs 1II-!¡f~jpIjj·1I Wllj.\' m-bf-Wsjr Homs es Unis: es después de su padre cuando ha venido Unis, es después de Osiris cuando ha venido Unis. La restitución de ese equilibrio roto por Seth permite entonces el reencuentro entre la generación del padre y la del hijo. Con ello, se restablece el vínculo entre el padre difunto, Osiris, y el hijo vivo, Horus, el rey, merced a los actos del segundo a favor del primero, tanto en su lucha y 71 pleito contra 5eth 72 como en la realización de los ritos mortuorios y el culto funerario o en otros gestos a favor de su padre 74 . Esto permite la reintegración del ka al progenitor gracias a estas acciones y a la asunción plena de ese mismo ka por parte del hijo, obras que se expresan mediante 7S la imagen del amor que el vústago profesa por su progenitor yantecesor : d(d) IIldWjj.1I Ppl' I!II hrl"kUt )¡jl·/lcj) !"'~k Wsjr jll.IF-/IF-k kJ-:·--kpw H'f1I~j l?iJ.y ( .. ) Ppl' pj ~ 1- k ¡vfrr-!?' Jij !fnr Ppy pj 01 1/11' fitccflll /'I/'"fpW /I(j) :I-mr"f Palabras dichas: ante Itil, su padre, ha venido este Pepy, ante ti, Osiris, [hal venido [éll, habiéndote traído este tu ka que permanecía alejado. (... ) , Tu hijo es Pcpy, Horus es Meryra, un hijo que ama a su padre es Pepy, en este su nombre de "Hijo Amante». (TI' 540, §§ 132~a-bl' y LB la-bl') LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN El TERCER MILENIO A.C Mediante declaraciones como ésta se reúnen de nuevo las dos generaciones interrumpidas por la muerte del rey anterior y el momento de tribulación que sucede hasta la coronación del lluevo rey, en una sucesión ininterrumpida, normal y legítima, la del padre hacia el hijo. 2.4.1.2. El rey C01110 Osiris, hijo de Gueb y Nut Otro conjunt? importante de conceptos de filiación divina del rey egipCIO es el que este exhIbe una vez que ha muerto. En el momento en que un rey, encarnación viva y terrenal de Horus, fallecía, pasaba de ser un Horus a un nuevo rey difunto, y por ello dejaba de ser Horus para ser un nuevo Osiris, el Osiris Fulano. Con el objeto de asegurarse un espacio en el Más Allá, donde no sólo se asegure su renacimiento como individuo sino donde también se le reconozcan su posición y estatus como sobera: no, el rey egipcio fallecido, un nuevo Osiris, adelm1s de lTlostrarse como Horus en el nuevo ámbito donde habita, el ciclo, expone su filiación como hijo legítimo del que es padre de Osiris en el mito, el dios Gueb deidad que representa la tierra, portavoz de los dioses y depositario de l~ legitimidad regia, y de Nut, la diosa del ciel(/h. Con ello se garantiza tanto la ayuda de ambos dioses en su renacimiento como el mantenimiento de su esta tus regio en el M:ís Allá, después de haberlo ejercido en vida en el Más Acá. Algunos rasgos partiClllarcs del mito de Osiris permiten apreciar una mayor elaboración de los principios que se agrupan bajo el concepto de tiliación divina del rey, que parecen ser el resultado de una traslación de elementos e instituciones desde la sociedad contemporánea a la estera delm!to, donde encuentran su validación como principios socioculturales centrales. Uno de esos aspectos es el hecho de que en el mito el nacimiento de Os iris se incluyera dentro de un parto múltiple 77 , con individuos de ambos sex(;s. Esto plantea la cuestión de quién de todos los hijos de Gueb y Nut tenta derecho a heredar el trono, problema que no se puede plantear en el caso de Horus, dado que éste es hijo único de Osiris e [siso Un primer ejemplo slgl1lflcatlvo de ello es la serie de encantamientos que fueron ll1scntos dentro elel sarcótago del rey Teti (ca. 2.,05-2279 a.CYx: d(d) lIldH'jn NH't n!zbf H'rlllilT(-cj) pw Tlj :I( j) rdj.n(~j) Il~fi!ll Sblll"ofjlll"CS (n: HrH'-If¡tjjs 72. F.g. TP 437, §§ 795~H:!'1\lN: sdm 11t1 {ld.1I n/nI' I dd nlnt' Un!"js :::;-W.~'i" I dj {n f:[I -Onú n'r.{-lI'-F{j) I SrfI'ISH'!tI 11,-111 didlO lo;.. dio'::ol..'s: Ra ha dicho qU(: él habilitará (lit. harúdj) <l cstt' Pcpy, él rccibirú:,u capacidad (lit. aj) al frente de los dioses, cllal Horus, el hijo de Osiris; I (:! le dad. su capaódad (lit. aí) quc se encuentra entre 10:-' gU<-lrd¡arl(.'~ de Pe, I éllc otorgará su dignidad, corno un dios que se cncuenrra entre los guardialH::-' de Nejen». 73. E.g, TiJ 41B, 742a-c ll\IN. 74. E.g. P/V/E (según la cdiciún de J. Lcdant el aL., Les textes de id de l\jpi ["', Le Catre 200 1), donde el difumo, C0l110 hijo de Osiris, prcp~lra una puedo\ asccnder al ciclo de la Hl~llh:ra que p lo hiciera antes Horus, 75. Símiliter (= Sim.) TfJ 364, §§ 60~h-61Ib',\I; SIO, § 1 130C P"'I; 691 B, § :·2127a Nt . 76. Entre algunas alusiones se plle~ den incluir, TI> § 474, § 941,,"·\lN; 579, §§ 1539,,-1540h"; 609, 77. E.g. 576, § 1510a-bf'; p/JY/JII'w r m!d(w)j/HI'nrf'lI"IlISH'Gh cs uno de !o~ cuarro dioses que o11umbró (;ucb». . 7fL Al re~pecto c:. BaLld, Famillc roya/e, 32LJ~3.n, fig. 32. Este ~lUtor ha dcstaGl(Jo que l'ste conJl!n~O de. ellc,mtal111eT:tos $e en~llcntr<l únicamente en el ,>cpulcro de este soberano, quien lo h.abrta 1fIchudo con el objeto de rcl()rz~\r o.;u legitimidad, la cual parece haber sido basuntc precaru en algunos aspectos. LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN El TERCER MILENIO A FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO ntl'w 111m' dJ~::sJl fnr-m f(' PHI nll:v= 1 pw T(j m-m Jf1SH'~~! stp-o; Itr~/¡!t Palanras dichas por Nut, el Gran Brote: "Teti es a quien yo deseé, mi hijo, a quien le he dado la Ajet, sobre la que él tiene el control como !-Iort!s el de la Aict", Todos los dioses dicen: "Es lo justo, Teti es a quien tú deseaste entre tus hijos; escóltülo eternamente», (TI' 6, §§ 4a-d 1) ¡!(d) mdH'j(ll) NH't Wi'{n}t hr(j)tjh-hH't-,("j¡ o!(~j) pw Ttj n(jljf¡(~j) f'(1j.n(~j) II~Id(w)it bntcljflFs !lrH'j" ¡lIIlj <I(\\')il nlrw nbw dd= Sil jwjl! SH:r¡/(j) III/'r~! Ttj l' tnH'rt Tii/t Palabras dichas por Nut, la Grande, que está en medio del Recinto de la Shenit: "Te ti es mi hijo, de mi corazón, a quien le he dado la Duat para que se haga prominente en ella como !-IOl'l!S el de la Duat», Todos los dioses dicen: d'u (= de Nut) padre, Shu, sabe que tú cunas a Teti más que a tu madre, Tefnut», (TI' 7, §§ 5a-d T ) [I(d) II/(I>vjll Nl!'t ibt Wrt ol(=j) [JI!' smsw(=j) Ttj lI'p-[tt(-j) 111/')'(.1) [lH' htp.n(=j) III=f Palabras dichas por Nut, la Eficaz, la Grande: "Mi hijo es 'Teti, a quien yo di <.l luz, quien ~lhrió mi vientre; es a quien yo deseé y con quien estoy satisfccha~>. d(d) mdwjn Uh zl(=j) pw 7rj n(j) bl(==j) [.. ·1 II Palabras dichas por Gueb: Teti es mi hijo carnal [.. ·1 [... 1 (TI' 2, §§ Ic-d T ) e Un primer principio que la filiación de Osiris pone de manifiesto, y que el caso de Horus, hijo de Osiris, !lO permitía entrever, dado que Horus es hijo único, es el de la transmisión de la heredad regia por vía masculina7", Esto se encllentra en consonancia con la creencia egipcia de que el ka, la esencia dcllinaje y fuerza vital, sólo lo transmite a sus hijos el progenitor varón, el padre. De ese modo, con el fin de que el linaje regio se pueda transmitir adccuacbrnente, éste sólo puede traspasarse de padre a hijo, Merced a esto, pese a que cumplan papeles importantísimos en el mito de la realeza y su correcta transmisiónlcgítima, tanto ¡sis como Neftis quedan excluidas de ocupar el trono. Un segundo principio de importancia a la hora de dirimir la designación al trono entre los hijos de Gucb y Nut es la primogenitura Ho de Osiris, en este caso el rey difunto, que es referido como «quien abrió (separó en dos) el vientre» (lVp-hl, § 1a) de su madre, Nut, es decir, quien nació primero del seno de la diosa del ciclo, Posiblemente por esta razón se destaca en varios pasajes el amor que ésta profesa por su hijo, Osiris (§§ lb, 2a, 4a, 4c, 501, 5d). Pero asimismo es muy relevante el hecho de que los progenitores, en especial Gllcb, padre de Osiris y transmisor del linaje regio, se ll1uestre «satisfecho» (hlp) con su hijo (§§ 1b, 2b, .b). Esto quiere decir que Osiris, en tanto que hijo, ha cumplido los requisitos del buen hijo que hacen que sea el candidato idóneo para suceder a su paclre y así ocupar el trono de éste (§ 2b): linaje, primogenitura y comportamiento. Todos estos principios, además, encuentran su validación mediante la transmisión pública que hace Glleb de la herencia real delante del conjunto de la sociedad divina, la Enéada (§ 2c). De hecho, por el contrario, el dios Seth, su hermano, sólo puede argüir a su favor para detentar la realeza el linaje, pues ni es el primogénito ni su comportamiento se ajusta a lo que se espera de un buen hijo, El principio de primogenitura que refiere el epíteto wp /jI también se expresa mediante otro vocablo, en este caso más específico, wlwlj "primogénito». La detentación de este atributo, que cuando su posesor est:í vivo coincide asimismo con el principio de mayorazgo (SI/lsw), es un requisito que otorga mayor legitimidad al heredero, COl1l0 se puede leer en el encantamiento 577 ele los Textos de las Pirámides: 1t/'(j)t~jf¡-hH't Itr(j)t oi(=j) pw Tti IIIrv(-j) wttjw(-j) hr(j) I/St-Cif¡ ht{J./FfllI·=f di.n=fll=f(j)w't=flll-hih-Ps,1t 'it ,,{n\' IIhw 111 hCCwt dd=snn/i:w(j) Tli htpjt lCib III"'-j' <1(<1) fI/(lH'jn NH't 'It jj NWl'.j.1I TmiJ 11 nj.lIsll !/{nvjr·k IV'j}' jj "fllI smsw tp\il 1I\i)jt-_cj'wlwti 1I(j) I/lwt~f j.,r~·snj.n Palabras dichas por Nut, la Grande, que está en medio del Recinto inferior: «Teti es mi hijo, a quien yo deseé, a quien yo engendré, quien está sobre el trono de Gueb, y con quien él (= Gueb) está satisfecho, a quien él dio su herencia delante de la Gr:lll Enéada. . Todos los dioses están alegres, diciendo "iQué bien está Teti, con qUien su padre está satisfecho!"". en' 3, §§ 2a-3a T ) f1.(nv «Vell, El del Nut», dice Atul1l. «Ven a nosotros», dicen ellos, los dioses, a ti, Osiris. 7'1. Sil. eL Batid, Famille row¡/e, (56 157. er. ibid., 153-I.lY, . 41 LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A C FRANCISCO lo BORREGO GALLARDO «Ven, nuestro hennano mayor, el primero de su padre, de su madre», el primogénito dicen ellos, dicen los dioses. la Enéladal te ha dado la herencia, y gobiernas sobre la Enéada, así como sobre cada dios. ('['1'641, §§ 1814a-1815b") (TI' 577, §§ IS25-1S2ii¡"') Existen otras expresiones que sirven para referir la primogenitura. Una de cllas es z! Ipi "el hijo primero», que es utilizada para describir al rey difunto como Osiris, en ocasiones en conjunción con las otras denominaciones quc indican su primacía sobre sus hermanos: 1: !H' Wsjr Ppr : !-Gh .w/i 11'/ Ps~1t 11 'rl De este modo, dentro de la filiación un hecho determinante y prcvalen te para dirimir la cuestión de cujl de los hijos varones debe asumir el trono es el principio de primogenitura. Esto es lo que permite a Osiris reivindicar con plena legitimidad sus derechos frente a su hermano y ulterior asesino, Seth: d(d) mdwj.r.l' 1/ flm' 'Vjr St.' f~ 1w m W'jr i!1 js ~ !-Gh Il'j~f l[Jj~I iÁlzate, Osiris l'epy, el hijo de C;ueb, el primero de él, por quien tiembla la Gran Enéclda! (TI' 4H3, §§ lO 12a-b,,\lN)" l'~llahras dichas: iDespiértate para Horus, ponte en pie contra Seth! .ij NlIyj.n Tmjj ¡re'1/ j.1/~SI/j.1/ I/lnFjr"k Wsjr Ji SI/~I/ SIIlSH' Ipj 1/(j)jl"III'III'lj I/(j) lIIH'tI 1(I(d) mil", Wsjr N¡i'-ki-R' 1'" pw z! wr 1I(j) Gb NI!']1 Wsjl'pw N¡i'-ki-W {fII111S.n j.11'~~sllj.n njrH' [sbr.~.rlH']111 (1I),I'lI'! (Ji> "Yen, El del Nut» dice Atul1l. "Yen a nosotros», dicen ellos, dicen los dioses acerca de ti, Osiris. ".Yen, hermano nuestro, c1mayor, to de su madre», iAlzate como Osiris, como el Eficaz, el primer hijo de Gueb! (TI' 4.l7, §§ 793a-bl''''') el primero de su padre, el primogéni- dicen ellos, dicen los dioses. /Jjl(j) tII s'h""f'l/h [Palabras dichas: Este Osiris Ncferkara es el hijo mayor de Cueb y Nujt, Neferkara es Osiris, a quien alumbró Gueb, Ipara que él pudil'l'a hacerlo aparecer en gloria 1 C0l110 Rey Dual, con clda una de sus dignidades. (TI) 650, §§ lH33a-b M ") ('11' 577, §§ lS25-1516dl') Otra de ellas es llamarlo zl wr "hijo grande". El adjetivo WI' sirve no sólo para indicar una edad superior, sino también la noción de grandeza a la manera de un superlativo relativo, es decir, cn relación con un colectivo, lo que, junto a otros atributos, como el mayorazgo y la primogenitura, le permite aspirar legítimamente al trono y «aparecer en gloria" (Vi), es decir, ser coronado y adquirir el control, el gobierno (S[l/Il) sobre la sociedad de los dioses: fVl/r N¡i'-k !-W ,/W! : i liT StllSlV I/(j) Gh [H'tIIVI(j)~fi( lI')'lI~f Wsjr N¡i'-ki-W Iwl !I~j 111-!ll"f 4j I/ck (j)ll"lI'ljl/ 1'.1'1(111 S!t111,1(j) fII PSdlll!r I/bjSl Osiris Neferkara, eres el hijo (más) grande, el mayor de (;ueb, su [primolgénito, su heredero. Osiris Nderkara, eres quien ha aparecido en gloria después de él: XI. Esta preferencia de los progenitores hacia el hijo mayor, que en este caso es también el primogénito, aparece en los Textos de las Pirámides de varias maneras diferentes. Una primera entre ellas ya ha podido verse anteriormcnte al analizar los textos del sarcófago de Teti: el gran amor y la predilección que profesan tanto Gllcb como Nut por su hijo Osiris. Esto se expresa, por ejemplo, en las inscripciones que dentro de la cámara con textos completan la titulatura del soberano, donde se alternan, al final, el deseo o preferencia mediante el verbo lIuj «querer, amar, desear» en asociación con la noción de primogenitura: Sim. TI) 532, ~S 1259b-e l'''; 610, ~§ 1710a-c\lN. 42 '11[1 IIrll' '11[1-[1 'll , (11).I'wI hjl(j) Nmlj-m-~!~f¡\h:/I-W Nhlj(j) '/I!I-b'w N111lj-III-:!=fl'v/¡:J1-R' Nhwj Nmlj-m-:i=IMrn-R' W'jr "" d(w)JI Nt11lj-111-:;~IMrll-R' ~!-Gh mrl·'INmtj-m-:iI.lv/¡:I1-R' :i-NwlllP Úi=S Nllllj-111-~!=flvf¡:J1-R' 4j '11[1 (id wis SII/J 11Ir W di El Vivo, el Horus de Epifanía Viva, el Rey Dual Nemtymesaf Merenra, El eje las Dos SClloras de Epifanb Viva, Nemtymesaf Merenra, El Ameo Nemtymesaf Merenra, el Osiris, SellO[' de la Duat, Nemtymesaf Merenra, 43 LA F!L!AC!ÓN D!V!NA DEL REY EG!PCIO EN EL TERCER M!LEN!O A.e FRANC!SCO L. BORREGO GALLARDO [slp=k =11=k n 'nb /¡; rVl/1' NI;'-kl-!?' I'n 1/1Il(IV)t'In sk m·l el Hijo de (;ueb, a quien él dese6, Nemtymesaf Merenra, . el Hijo de Nut, quien abri6 su (= de Nut) vientre, Nerntymesat Mcrenm, dotado de vida, estabilidad, poder y salud como Ra, eternamente. (TI' 1Ü, §§ 8a-g M ) Palabras dichas: ¡Oh, Gueb, tu hijo es este Osiris Ncferkara! Vivifica a tu hijo, que es él, rel integra a tu hijo, que es é11, para que así no muera, y 110 Ill{)rir~í. ÚI vive, y tú vives; él está Íntegro, y tú cst<lS íntegro: Ese amor que profesan Gucb y Nur por su hijo Osiris, el rey difunto, son los que explican asimismo que éste, en calidad de buen hijo, de hijo amado, reciba los cuidados de sus progenitores que le permiten superar la muerte sin obstáculos y completar su renacirniento s2 : lltlO 1'.,-, II~S IIlw/~k NII'I /z/'~k 111 m···s 1I(j) .~/-p/ y él no morirá, y su nombre no perecerá. n//.IF's wlI~k ml/I/' 11 {l/h'-'k 111 1'11 k 1/(j),II//' [.'"111 1·~.\·lH' m-' bll/b(t) é/W11II 1'11' .1' I/(j) SIlfIlI-f\'1'! (TI' 640, §§ 1810a-1812c N ) I.H'{ wrjjmj Illstr=,,' /z/p I1c~k (;hj.IIII:I/~ftW !II\·.I/·/l", nlj.I/=j'w'k //Fk nlj.w,/fh /w D/III'/jj.lmj/'(j)I·k Tu madre, Nut, se ha extendido sobre ti en su nombre de Shetpet, ella ha hecho que tú seas un dios sin oponente en tu nombre de dios, ella Ise ha unidol a ti, libre de nada malo, en su nombre de Gran '['amiz: tú eres el más grande de entre sus h¡jos~ \. Gueh está s~ltisfe(ho contigo, él te h<.l amado, él te ha protegido, él te ha dado tu cabeza, él ha hecho que Thot pueda recomponerte, y así finalice lo que es contrario a ti. JWII PI}!' !'I"'(IIII1'III(j)1 Ppyjll·.n'ff¡r NII'! Ppy shd/zd= I frIs/¡ Iw .1'/••. {pi n s~/m st-Ppy s{-::: t= {prjm= 1 Wsj/' =1=1 prjm=[ 111 Ante ti ha venido Pepy, oh madre de Pcpy, ante Nut ha venido él. Tú elevarás el cielo para Pepy, colgarás para él las estrellas. Su aroma es el aroma de tu hijo, quien ha salido de ti, el aroma de Pepy es el de Osiris, tu hijo, quien ha salido de ti. (n' 576, §§ 1516a-1516d P)SS (Id IIU/I\' h I Gh z le k p'" Wsjl' Nli'-k I-!?' ¡Jn S'n!l =l' kjm(j)Is( "')1 ,U =1" kjlll(j)=j] li¡lII=fm(II')ln m(w)¡"f 'n!,=f'n!/=k w(l;"fwdl=k Puede uno preguntarse hasta qué punto estos principios parentales referidos al mito se aplicaban tras la muerte del rey reinante en el momento en que se debía efectuar la e!ccción del heredero. Derivada de la multiplicidad de matrimonios del soberano que buscaban asegurar la deSe ccndencia y, por tanto, la sucesión, emergía la difícil cuestión de cuál de entre los hijos de las diferentes esposas reales contaba con mejores razones para asumir la corona R6 • La edad, en este caso, en forma de primogenitura, en primer lugar, y de mayorazgo en caso de la muerte del primogénito, en segundo lugar, parecen haber sido las nociones que, prcsemes en los mitos, sirvieron de modelo para la articulación interna de la familia real y la resolución de conflictos sucesoriosN 7 • Otro modo de expresar los derechos del rey difunto para gobernar en el Más Allá en calidad de hijo de un dios, que se basa en el anterior, pertenece a la vertiente legal de la filiación. Así, en algunos pasajes el monarca no eS designado explícitamente como el mayor o el primogénito, sino que recibe la denominación de "heredero de Gucb" (jw'-Oh). No obstante, el principio de hereditariedad, como ya se ha visto, requiere asimismo ele la filiación, tanto real como adoptiva, y en su caso también de la primogenitura () del mayorazgo. Esto permite entender que la referencia a la herencia se complemente con la mención de que el monarca es asimismo el hijo carnal Rx de la diosa NlIt: 86. spd n=k Gb wJ.í: ll=k Gh Sirvan como ejemplo las posihlcs disputas <11 trono de bs dos ramas fil¡ale!> del rey Sa- hura (ca, 242X-24 [6 a.e.) (M. VCI'TlC1', ,(Fine nene KÓlIigsblllílic nringt di,' MaLtu», en V. Brinkmann (ed.), SalJ/u"e. Toe! Ilnd l,ef)en l'hardo, Frankfurt 2010, S3-55) o la conspiración urdida contra el rey Pepy 1 (c(1. a.e:.) en d ,<,CtlO del harén regio (N, Kan~l\vati. [!Ji n,k CíJh sbllll/=k Ub S!III/' kj.dl' k f¡ln!J(l) (llI'ljl'(j)1 W'jr Nli'-ki-!?' pn Ca./ls!>",,),·/('s Xl. 33, 84. eL sim. TI' H5. er. 'I'/' 664<:, Sim. 'Ir 446, Sim. TP 450, que es activo para ti, Gueb, uno que es estimado para ti, Gucb, [uno que es poderoso para ti, (;¡ueb, uno quc gobierna para ti, Gueb. Tendrás control y repeleds cualquier cosa mala contraria a este Osiris Neferkara, ¡escoltar ¡eís por la vida en torno a este Osiris Nefer1<ara, in lhe I\dacc. Unís tu Pel)' " Londotl 2003, Así, C.g. en C~lSO de los hijo:, de Jufu (ca. 2509-248.) parece haber sido el primogénito, Kawab (Baud, Ftmúlfe royale, {hISS¡'Jl, con rcfcrt'llcia~). ante b muerte del que t2301), hahría preva- lecido el principio de mayorazgo, primero con Dyedefra (ca. 2432-2475 a.C.) y luego (:Cm Jafra X34<-1~X35bl',\IN; 452,)§ X42d-X43h!'·\IN; 5XB, IK95- tX9()N, 4 §§ 1()()7;1··160xh,\!N. (ca. 2472-2448 a.c.). 88. Sobre la carnalidad como rcíucrzo dc !<\ 45 fi!i~lCiótl: ibid., 159-160. LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.C FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO 'I/!' HI'H' 'I/[¡-¿,'Il' (I/).I'\\'t hjt(j) Nhtj(j) 'I/!I-!I'''' M/:I/-R' Nb"'j M/:n-W jll"-G/J ¡\;/rl/-R' I/tr 'I/lh-pt Mrl/-W 'I/!' dt : I-NH't I/(j) [¡t·S M/:I/-W Ifl'w-I[¡t(j) I/h-pt Mrl/-W '1//11111' W El Vivo, el Horus de Epifanía Viva, el Rey Dual, El de las Dos Sciloras de Epifanía Viva, Merenra, el Áureo Merenra, el heredero de Gueb, Mcrenra, Gran Dios, SellO!" del Cielo, lvlerema, vivo eternamente; el Hijo de Nut, de su vientre, Merenra, Horajty, Sellor del Cielo, Merenra, vivo C0l110 [{a. (TI' B, §§ 7a-h") Estos conceptos parecen haber estado presentes, al menos implícitamente, desde inicios de la dinastía 1. En efecto, en las improntas de sellos ya referidas anteriormente como ejemplos de primeras «listas reales», junto a la mención de diferentes soberanos como encarnaciones de Horus, preside la lista de reyes sucesivos o se coloca en aposición a su nombre de Horus el nombre de un dios que se fundirá con Osiris durante el Reino Antiguo, Ul1tU)~jtllfltjW ]enteyimentyu, literalmente «El (más) prominente de los occidentales", es decir, de los difuntos, deidacl que parece haber adquirido en esos momentos la forma de un cánido en reposo (fig. 2). El hecho de que este principio de la filiación divina del rey no se muestre de manera explícita hasta la aparición de los Textos de LIS Pirámides debe ponerse en relación, en mi opinión, con el hecho de que el papel del rey como Osiris, hijo de Gueb y Nut y pleno heredero al trono tras su muerte, tiene funcionamiento pleno en la órbita funeraria, y, por ello, con que por razones de decoro sólo se despliega plenamente en la GÍmara funeraria, en torno al cuerpo momificado. A este respecto, no es casual que el contexto arqueológico de la ,dista real" de la impronta de sellos de Abydos no sea otro que el cementerio regio de esta localidad. 2.4.1.3. «Filiación divina contextual" Finalmente, un último tipo de filiación divina del rey egipcio en el Tercer Milenio a.c., que se puede incluir dentro de la constelación del tipo I-Iorus-Osiris, es la denominada "filiación divina contextual". Mediante el calificativo «contextual" me refiero a aquella filiación divina que se documenta de modo no recurrente, es decir, que no forma parte del núcleo central de la teología política regia del Tercer Milenio a.c. De ese modo, es aquella que tiene pleno sentido en un contexto partieular x", ya sea un H9. También c<-1bl' l'lltentlrr que los dos casos ~ll1tl'r¡or('s, el dd como Horus, hijo de ()~iri\, y corno Osiri", hijo de Gueh y Nut, i.I~itl1is!l1n explican su en contextos cspcdficos por l\l/,()nC~ de car~kter contextual, e~pecialmcT1tc en el C<lSO de la c;egunda, Sin embargo, su rt'Cllrrclh.:l<l, riqueza de detalles y de elaboracior1ct-. permiten comiderarlos como elementos nucleares de la teología política de In rcakz<I egipcia de estos mOlllento':>. 4 lugar de culto específico, una escena o rito concreto, un epíteto real durante un reinado puntual o una parte de la titulatura regia. Por esa razón, estaS filiaciones divinas del rey egipcio varían en función del aspecto que se quiera destacar del soberano o del contexto particular donde se incluya cada declaración, tanto en forma, textual como icónica. Por ello, para poder comprender las clttcrentes ahrmaclOnes que señalan que el soberano egipcio es hijo de una determinada deidad, es preciso detenerse a considerar el contexto donde se presenta. De esta manera, este tipo de filiación est,i de acuerdo con la faceta cultual del soberano que se engloba dentro de la constelación Horus-Osiris 90 . Un primer ámbito donde se podría verificar esta "filiación divina contextual" del soberano egipcio es dentro del conjunto de títulos y epítetoS que componen la titulatura canónica del rey (fig. 4). Entre los más importantes figura uno del que podría entenderse que expresa una relación de filiaci{;n divina del rey. Se trata del título~&, que se puede leer como Nbtj "Las Dos SelÍoras,,91 o como NMjU) "El de las Dos SClioras,,92. Aunque la primera mención de esta pareja divina aparezca por vez primera durante el reinado del segundo soberano de la dinastía [, Aha (ca. ¿?-2870 a.c.), su presencia como título regio no se testimonia sino hasta el reinado de Semerjet (ca. 2763-2756 a.c.rn . Ambas son las diosas tutelares de Egipto como unión del Alto Egipto, cuya patrona es Nejbet (Nbbt), con forma de buitre, y del Bajo Egipto, cuya patrona es LJadyet (Widt), con forma de meo, es decir, de cobra enhiesta. Asimismo, cuando ambas se muestran reunidas pueden representar la Doble Corona y, cuando lo hacen por separado, la corona de su región correspondiente (Nejbet la Corona Blanca y Uadyet la Corona Roja). Lo que este título regio viene a destacar, entonces, es la autoridad y legitimidad del rey sobre el Alto y el Bajo Egipto tanto separada como conjuntamente. La posibilidad de que este título reflejara una noción de filiación divina del soberano en relación con esta parcja divina podría venir del hecho de que en un pasaje de los Textos de las Pirámides aparezcan mencionadas como las madres del soberano 94 . Sin embargo, una lectura más atenta del pasaje revela que no se trata de maternidad en sentido estricto, sino de una calificación que las permite actuar como las nodrizas del monarca, papel que cumplen asimismo por separado, para cuyo desempetio son califica90, Assmanll, "r:itll<lge du pcre», 54-SY, Entre otros: von Bcckcrath, f-Iandhuch del' {~~'Y!}tische¡¡ KiJnigsnamcn, I 1-12Entre otros: 1-1. G. Fischcr, «Nh(r in Old~Kí!1gdol1l Titles <lnd Epirhets", JEA 60 ((974) 94-99; Quirkc, P/Jaraohs, c,g, 11, 14. L)3. MUller, Die !ort/wfe ¡':ntwickiung, 20,48-49, fig. IX; ScllUtt, /'ur /(r(jmmgstitulutllr da 9l. 92. Pyramidcll:::cit, 56-61; Quirke, Who tllcre ll;e Nhlrüo!Js, 30; von lkckerarh, Hwul!)f{ch schell J(ÓlligS¡hllJl('ll, 10, U; T. A. H. Wilkinso!1, I~LIl'¡y {)YJ1Clstic Fgy/Jt, Lnndon 1999, j. Cervc!ló Autuori, "Thc Origins of Pfur~10n¡c Titubry: a Cu]tur<l] Appro,-Kh», en M. R. M. Hasitzka (eLl.), Das Alfe AgYP/Cfl ItIuL scill(! Nüc/;f;anl. ¡:es/se"rift :::;unr 65. (;elJllrtstag uo" F-ie{JJlllt ,\'atzinger, Krems 20tH, 46-51. 94, TI' 10 10 1'/1'/5" 99-100, 47 FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A C das de fIlwt «madre»95 (cf. inlra). En ese sentido, en el resto de menciones de ambas diosas como pareja en dicho corpus no aparecen ejerciendo el papel de madres del soberano%. Además, durante el Tercer Milenio los sintagmas que forman parte de este título'J?, pese a que sólo se conozcan para la gran mayoría de los reinados, no parecen reflejar aspectos de til iación divina del soberano en su contenido. De ese modo, este título representaría bien la encarnación o imagen de ambas diosas en el rnonarca"X, bien la protección () patronazgo de ambas diosas sobre la regia persona')". De esa manera, este título real no reflejaría un'l relación de filiación del soberano con las diosas presentes en él. Dentro de la titulatura también se conoce el uso ocasional por parte de algunos monarcas de epítetos que refieren su filiación con alguna divinidad. Dejando de lado el caso de:; i-W "Hijo de Ra», que será tratado con mayor detalle más adelante, se conocen actualmente dos reinados donde el monarca parece haber adoptado algunos títulos que reflejan una filiación divina de su persona. El primero de ellos es Jafra, bajo cuyo reinado se documentan dos apelativos de esta clase: zi-Pth «Hijo de l'tah" y zi-Widt «Hijo de Uadyet"loo. Por desgracia, ambos constituyen menciones únicas que, además, aparecen sobre improntas de sellos demasiado fragmentarias como para que puedan ser evaluados para saber si se trGta de menciones debidas a un contexto específico o si por el contrario obedecen a un programa teológico propio del reinado de este soberano. El segundo de ellos está mucho mejor documentado y las razones para su creación y despliegue por varias partes del país pueden ser conocidas con mayor seguridad. Se trata del uso, por parte de Pcpy 1, de dos epítetos que incluyó dentro de su cartucho en aposición a su propio nombre personal. El primero de ellos es zi-(fwl-f1rw nht-.Jwnt «Hijo de Hathor, Señora de Iunet (= Dendera)>>, mientras que el segundo es una variante más desarrollada ele éste, Gl menos tal como aparece en la documentación disponible hoy día, corno :::i-Tm nh-.JwJ1w zi-Hwt-Hnv nht-.Jwnt Ppy «Hijo de Atull1, SCI'ior de lunu e Hijo de Hathor, 'SeÍÍ(;ra de [unet, Pepy" 10 l. Ambos parecen haber sido el fruto de un gran esfuerzo y com- pleja elaboración de teología política. En el caso del primer epíteto, parece ser el resultado de un intento de satisfacer las aspiraciones políticas de una parte del país, los potentados del Alto Egipto, región donde el culto de Hathor cuenta con una gran importancia. Así, en lo que parece haber sido una muy complicada situación política, de una cierta división entre varias regiones del país con intereses divergentes, el hecho de traer al primer plano de la política a dicha diosa lO!., de quien se dice que el rey es su vástago, se podría interpretar como el reconocimiento del rey de la relevancia política del Alto Egipto en el gobierno de la totalidad del país. En el segundo caso, la presencia conjunta de ambas deidades parece un ejercicio que no sólo sirve para traer al primer plano de la política a una diosa como Hathor, con sedes de culto muy importantes en el Alto Egipto, sino también para establecer un equilibrio con ell'lajo Egipto, donde se encuentra la ciudad de Iunu, foco del culto de Atum. Así, en mi opinión, el segundo epíteto muestra un sutil equilibrio de fuerzas entre dos regiones enfrentadas y dos maneras de entender el poder político. La correspondencia entre ambos dioses, los dos de carácter fundamentalmente solar, parece haberse apoyado en parte a partir de la casi homofonía de los nombres de sus santuarios más destacados, derivados de un mismo sustantivojwll «pilar». Situando en aposición la filiación del rey con ambas deidades, éstas funcionan de modo complementario en función de sus naturalezas respectivas: sexo (masculino de Atul11 frente a femenino de Hathor), edad (adulto o anciano de Atum frente a joven de Hathor) o papel en la creación (el primero como creador y la segunda como principal catalizadora de la vida dentro del cosmos creado). Un segundo ámbito de la "filiación divina contextuaJ", quizá el más claro de todos, es el que se puede encontrar en contextos de templos divinos y funerarios regios. En ellos la filiación se muestra de dos maneras, principalmente. La primera de ellas apenas se muestra explícita, pues se expresa icónicamente con una cierta ambigüedad y es especialmente recurrente con deidades femcninas. Consiste en la represcntación del rey a un tarnatÍo inferior al que muestra la imagen de cada deidad concreta, a guisa de un niño o infante lol . En el caso de las esculturas de terracod~ Ra: aspectos religioso:, de las luchas de poder durante la dinastía VI egipcia», J l.cd<.l!lt, <,Le róle <.lu bit et de l'albirClllCl1t d'apres!c~ TcxtL'S de':> Pyrarnidcs), JNES lO (1951) 123-127, passim; CaHardo, L';SCClhIS de Olllalmllllamiell{o, 112-12l. 96. TI' 44, § .l4b\'\·N; 248, § 97. Cf. von lkcknath, 1(amlbuch "'"IDI/SClleI/"o""',,,,,,m!'11. 3H-71. 9X. Frankfort, Dioses, l3 1196; Auttlori, ,,"['he OrigiosH, 46-5 lo <)9. E.g. von [hlJItllmch da dgyptischcll M"zie,¡¡/(/mell. 12, con rcfcn:ncias. IDO, V. Dobrcv, sur le:-- tirubtures des de la IV" dynastic égypticnnc,), Blh\O 1)3 (llJ93) t 99, fig. 3H, 40, con referencia':>. lOL Sobre estos epítetos, d. Müllcr, Die !"ormale ElltwickluJlg, 71-73; H. G. h:-.chcr, f)cJ/dera in lhe Thin! iVlillel/llÍum He. Dowtl lo lhe "UJeúan [)omilla/ioll ol Uppcr Egypt, New York '-)5. el cual seró pu~ bhcado en breve bajo la torma de un artículo. 102. Esta prominencia lk la diosa se encuentra asimismo en otros ~lSpcctos de este reinado, como C.g. su destacado papel en 1,15 capillas de culto del f<:a del rey repartidas por todo el país. Al respecto, recientemente: E. Langc.~ «Die Ka*Anlagc Pepis 1. in Bubastis im KOlltcxt kÜlliglicher Ka-Anla~en des Airen R"iches", ZAS 133 (2006) 121-140. 103. En el ca~o de algunas de las terracot<.lS del Wadi Abusir, que muestran al rey Jufu ¿¡ un ta~~lafto i.nferior y delante de un;:! deid¡1(.1 felin<.l femenina recostalb (S, Yoshimura, N. Kmvai, "hnds or the Old and Middk Kingdol1l at Nurth S~H.lqar¡.l», EA 23 (2003) 38-40, p. 38; S, Yoshi~ mura el al., "A Sacrcd I-li!1sidc at Northwcst Saqq ..na: A Preliminary Report 011 tlle E.xcavaríom, 200 1-20(Lh, MDt\I(K) 61 (2005) 390, fig, 21.1-2, blll, 5Sc), o de Ulla (k la escultura menor de cobre de Pcpy 1 hallad,] en Ncjc!1 (Hieracú!llpoll~) (C. Fcknwllll, S. S~lhcr, Die bcidcll 1\II/J/crsla- llJ(íX, 37-40, Hg. 7; Dobrcv, "Collsidérations sur It:s ritulaturcs», 19911.72, todos ellos úHl rch.> Las reflexioneS que ~igucn a continuación constituyen un trab~ljo del presente autor que pudo ser prl''>l'nrado ITciente1l1cntc cn un congreso bajo el título «Séquito de Horus, tripuL.lCiún tuen des j>epi l. a/tS dcm "["(!lJI/J(!/ uon 1fiemlwllpulís in ¡\gyptell. Vor!Jcricht Zlfr Restallrierum;, IÚ!Jlsewierullg ltlld IccJJ/lo/ogischcfl Untersuchuflg Z[u!'icr GroflfJldstiken dllS d(!}}/ AItOI Reid),' Malllz 48 49 rl'ncia~. FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO LA FILJACIÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e la recientemente descubiertas en el Wadi Abusir, el monarca aparece en dos de ellas junto a una diosa Icontocéfala, con un tamaño muy inferior al de la diosa, desnudo y eon el típico gesto infantil de llevarse el dedo índice a la boca (fig. 5) 104. Es posible que la relación que se establece entre la diosa y el niño regio sea la de maternidad-filiación. Pese a lo poco explícito del gesto, hecho habitual en la escultura de grupos durante ese momento, y lo lacónico de las inscripciones, es muy posible que la diosa felina de este santuario hubiera actuado como la madre del soberano en este ámbito. El principal argumento es, además del tratamiento icónico de la figura del monarca, la exclusividad de la relación elltre ambos personajes, sin la presencia de otras figuras divinas, y el hecho de que, como ya se ha señalado antes al hablar del trabajo de Assm~llln, el rey como sacerdote mantiene con los dioses relaciones del tipo constelativo análogas a las que se establecen entre un hijo y su progenitor. No obstante, habrá ocasión más adelante de matizar y completar esta idea. Otro caso donde se puede inferir una relación de filiación en testimonios icónicos son las escenas donde el monarca, representado a un tamat10 inferior que las deidades, es amamantado por una diosa mientras recibe el abrazo de una deidad por detrás de él (fig. 6) 10). En otro trabajolO" he podido mostrar que, si bien no está claro que la diosa que amamanta al soberano actúe corno la madre carnal del soberano (sí lo hace, cuanto menos, de modo putativo, como su nodriza y cuidadora), la deidad que lo abraza por detrás, que es tanto Seth como deidad patrona del Alto Egipto en las escenas situadas al sur, o (Horus-)Behedety por parte del Bajo Egipto en las que se localizan al norte, sí actúa en dichas escenas como el progenitor del monarca, pues con su gesto está transmitiendo su ka al soberano infante. La finalidad de este caso de filiación divina expresado icúnicamente es asegurar que el renacimiento del monarca corno individuo se acompañe de la asunción de la soberanía de cada una de las regiones de las que el dios que abraza al rey niño es la deidad tutelar. Asimismo, estas escenas de lactancia sagrada se localizan en lugares de paso dentro dd eje axial de cada complejo funerario, C0ll10 puertas y portales. Repartidos a lo largo del templo, la presencia de varias de estas escenas crea un recorrido de (rc)nacimientos, itinerario que presenta un carácter cíclico por medio del ritl110 y movimiento que le otorga la disposición de este tipo de escenas, cada una de las cuales materializa un lluevo (re)nacimiento del rey di funto. La segunda de las forlllas, donde se esperaría hallar una relación filial entre el rey y las divinidades en Ull éÍmbito cultual, es en los discursos que los dioses dirigen al rey a cambio de I?s ofrendas que éste les dirige, corno es habitual desde el Reino Medio lo ,. Sin embargo, a pesar de que este tipo de textos sean conocidos desde los mismos inicios de la (linastía [Il10H, para el Tercer Milenio a.e. no se ha documentado texto alguno que ponga en boca de las divinidades expresión o frase alguna que haga entender que el monarca es hijo de la deidad. Si bien es posible que esta realidad se deba a la escasez de testimonios al respecto, en mi opinión la realidad parece más bien haber sido consonante con los testimonios conservados. Un apoyo de esta idea es el hecho de que en las denominadas «fórmulas de dedicación» (jl:n=f 111 fIlnw=j) de dicho periodo en honor de alguna divinidad, a diferencia de lo que es frecuente desde el Reino Medio, el beneficiario de la misma, la divinidad, no es descrito en ningún caso como progenitor del soberano (como jt=j"«su padre» o 1IIH't={ «su madre») 109. Asimisl11o, a diferencia de otros ;11(;I1lCl1tOS IIO , durante ¿I Tercer Milenio a.e. en los textos localizados en el templo de un dios local, el soberano no muestra entre sus epítetos ninguno que lo califique de manera expresa C0l110 hijo de la deidad principal, a lo sumo como 1111"1' «amado» 111. No es casual que estas ausencias tengan en común un mi~­ mo contexto, el cultual. Por ello, esta clase de "filiación contextual» parece ser bastante tmís limitada en el Tercer Milenio a.e. que en periodos posteriores. De esa manera, la imagen del rey egipcio como hijo del dios a quien dispensa culto, como personaje de rango inferior que busca el favor de su superior l12 , no parece haberse formulado durante el Tercer Milenio a.e. A mi modo de ver, esto hace que los epítetos que describen 2002, con referencias), el tanl<1flO i1lferior no tiene por qué reflejar una edad Illenor del rey en tanto que hijo, ~¡no que pucde ~il1lpklllentc lIna menor importancia del rey con respecto a la divinidad. Sin embargo, en el G1\0 de tln~l de trbdas de Mcnk~lura (l)oston MF!\ OSl.200: Borrego (;a!!ardu, FSú'llas de (l11iL/lUantamiento, 22-30, con referencias) sí P,-HC("l' una diferencia notable dc edad que abogaría por ver aquí oc"lsión de (O!llL'lltar en ¡bid. l1!U rcLlCión madre-hijo, como tenido lO4. Yoshimura, Kaw<li, {\Finds uf the Old amI Middk KingdoTll», 3H; Yoshi1l1ura el al., ,,¡\ Sacrcd Hilbidc.·, 392-3':15, fig. 22, [úms. SSd y 56c Como he podido señalar en otro lugar, en mi opinión esta dcid,\([ dehe identificarse con la dios;] Ba:-.tL't (F. L. Borrego Gallmdo, <'lk1ster en el discurso tt:nl6gico dt: la realcz~l de la di!lastí~l fV", en E. SÚllI.:hcz-r'.'loreno, G. Mora Rodrígucz (eds.), Uncia. cllltura e imagen eH el IJIlt1l(¡o alll(fttlo, Madrid 20 ¡t; 1(Í-l X). 105. Para los documentos que rL'gistr,.lfl c:-.l"C tipo de rito eH el Tercer Milenio a.c., d. Uorrc~ go Gallardo, l~scenas dc <lllwJlulJIlamíelllo, 17-64. 10(,. [bid., esp. 104-163. 50 107. Algunos cíclllplO'> pueden verse en E. FiurL' ivbro(:hetti, 7,/;1.' Relú'Ís o/lhe Cherpel o/ Nebhepetrc Melltlf!mtep al Gche/á/[ (CG1' 70o.jJ/~277), l.cidl'n-Hoston 2010,34,1<1111. I ((;(;T 7003/2), así COI1l\) en P. tacau; H. Chcvricr, Une (/Ja!w!ic de Sémslrís la ti KUJ"/lal:, Le Caín: 1Sl69, hl11s. 11 (D2', arriba), 15 y X), 16 (9 Y lO), 17 (12),19 15 Y 16),20 (17 Y IX), 21 (19 20), 22 (21 Y 22), 23 (23 Y 24 (26), 25 (25),26 (29 Y 3D), (1'),25 (3' Y 4'), 29 (5'), Y 9·),31(IO'),32(II'y 33( 34(IS'y 16'),35(ITy 1X') •. l6([19'[y20'),37 I·v 22·),35 (2r y 24'),39 Y 40 Y 25'). 108. L. n. Morenz; (;ótter llnd lhr Rcdctc.XL Die ~iltcst-bdcgtc Sakr;¡l-Monumentali~ sierung von Tt:xtlichkeit aul" Fragmenten LIt'!" Zcit des Djo<,er aus Hcli(~p(Jlis", el1 H. Bcinlich el a~. (eds.), 5. d,{'YJ!/,lo/ogische TCnt/Je!lagung. Würzlmrg, 23.-26. ,)'c/,lcmber 1999, Wieshadt:n 2002, 137·158. lO9. Acerca de esta f6rrllula., corno obra d~: conjunto y recopilaciólI de llluc!1(),:> texto) de esta clase, c~. S. Gra.!lcrt, Hallen, Sli/lcN, Weihc¡¡: A["'Y/Jlisc!Jc Hal/- lflld Rcslallriertlllgsillschri/tcll [ion den AlltdllgeJl lJ/s <:,ur .W. [}Ylltlstic, lkr!in 2.00 l. 110. Posellcr, /)illillitidlll'har¡.loll, 34 . 35. 1 (1. Lg. U. Hülschcr, Das Gr'lbdellf.::,mal des 1\(jIll~r.:s Che/llnelI, l.cipzig t l) 12, 16-19. 112. As,<,mann, «L'image du pcn.'», 54-55. 5i FRANCISCO l. BORREGO GALLARDO al rey por medio de su filiación divina en el ámbito cultual destacaran y fueran mCts notorios que en épocas posteriores. Las razones que permiten comprender adecuadamente este conjunto de hechos y datos no son fáciles de discernir. No está claro si parece que tienen que ver con la espinosa cuestión del grado de divinidad del detentador de la realeza sagrada egipcia (si es que lo tuvo) o si se trata, como estimo que es el caso aquí, de razones de decoro en relación con la filiación mCts importante que parece haber exhibido el rey egipcio en contextos no funerarios en estos momentos, la que lo muestra como hijo de Ra, que será estudiada en detalle más adelante. Donde sí que se muestra más claramente la "filiación divina contextual", y además en una riqueza relativamente grande, es en el contexto funerario de los Textos de las Pirámides IU. En ellos, con objeto de asegurarle al soberano difunto algunos favores específicos, se menciona recurrentemcnte que el soberano difunto es hijo de diferentes divinidades. Así, por ejemplo, la estrecha relación entre el rey muerto y una deidad como hijo y padre le garantiza al primero la asistencia, ayuda y apoyo del segundo en el Más Allá: Il<irl\' n~/.il- Wlljs 7ill r LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN El. TERCER MILENIO A.e res, t:lt1to masculinas, como Atum ll \ Shu ll " Jnum 116, "El de la (corona) wereret» (Wrrtj) 11/, o un dios anónimo llx , como femeninas, entre las que puede citarse, por ejemplo, a Tefllut ll ", Tait l20 , [py el PelícallO l22 , b Gran Vaca Brava (SIIl it-wrt) 12\ la Gran Vaca Brava que reside en Nejeb (SIIl!I-wrl hrU)I~jb Nf¡h) 124, Hesat l2 " el «llreo vivo que est,¡ encima de Ra,,126 o "Paz / Pacífica" (/_!lp) ID. En otros pasajes se menciona también que el soberano muerto mantiene una relación ele filiación con colectivos divinos, como "todo dios» (nlr !lb) 12X, la Enéada 129 o el conformado por Isis, Ncftis y Asbetl. HI , o de deidades que constituyen personificaciones, como las coronas Roja y Blanca Ill, la Barca Solar de la maClana (MOndO 112 o el Bello Occidente (.!mnl nf;-O 1n. Esta polifullcionalidad de la filiación divina del rey egipcio, buen reflejo, en mi opinión, de la poliocularidad del pensamiento egipcio, hace que existan incluso lo que se podrían llamar "filiaciones divinas cruzadas», pertenecientes a ciclos míticos diferentes, que son yuxtapuestas para de ese modo crear un tejido complejo y polisémico. Un ejemplo podría ser el siguiente: Il(j) Wlljs sjf!~f WIlj.\' 11 Jllf'H'jpj"5;hqj'rv SJywj)lnlH'-sk El padre de Unis, Atum, ha tomado para sí el brazo de Unis para que él pueda asignar a Unis a aquellos dioses sabios y experimentados, las (Estrellas) Imperecederas. (Ti' 26'), §§ 3kOa-b WPM ) Es más, en algunos casos se señala incluso que los padres del rey difunto no son unos progenitores humanos, es decir, que aquéllos son necesariamente padres divinos: 114. Y97a I PN; 6Y4, § ka, «t\tum in TP 216. § ISlc\'V'; 222, § 207 c \X'N; 269, §§ 3XOa\I;'I'J\I; (~05bl; 480, ~ 992h ll "", ¡ 466a-b P (o.;ientlo su madre la diosa Nut); 6 15. §§ (,(,0, §§ 1X70a-b N ; 6l)··70. Sobre esta deidad en este corpus textual, d. Pyralllid Texts", en J Popieb,l..:a··Gr;¡;ybow~ka (ed.), 1'''''0'"'/;,,,,,, { 999: Pcrspectill(!s tral EllroPCélll Con(crcllcc uf' Y(JlIJlg Epyptofogists. 7-9/une 191.)9, Wars,lw 2001, ¡ 15-129, 116-( ¡ 15. TP 261, § 324a\\'I'; § 5tJ2, §§ 16ISa- c r..! y 1620a,\I. TI' 524, § l2.iSa P. la::. relacione;, entre JIlUIll y' el rey difunto en lo;, Textos de las Pirámides, eL l). Abou-Chazi, "Favours tu the King fro111 Khnutll ill tlle I'vramid-Tc,ts», en U. Luft (cd.), 'Ihe /lltCl/ecttILz{ f1('~itage (J/ ES,')'I)t. Sflldies j)resellted lo l.ds:::ló Kdkos)' hy Friends t 16. amI C()fleagltes Ol! fhe Occasion o! his 6()1J. Birthday, Bw.bpest 191)2,27-32. 117. TI' 569, § 143401'''. IIR. TP 511, §§ 1160a-116I c f'N (lector de los ¿lll,-lles del rey); 569, § 14,1Xc l •\1. 1 t9. 1015 = P/F/Ne iv 76-R6 (muy fragmentario). 120. T1'417, 74Ib'. 121. TP 26tJ, 3B l~l_bWI'1\t (actuando asimismo como nodriz,-l del rey difullto). L h; Nl/i'-k ij-R' Ipl\' 11 Jjl'~ le ms jlv 111 r(IIl)1 n II1wl~k IIlst 1H' fII r(m)! iOh, Nelferkalra! ilNol tienes padre humano que te haya dado a luz, no tienes madre humana que te haya dado a luz! (Ti' 675, §§ 2002b-c N ) De ese modo, en función de sus cotextos y la finalidad de los mismos en virtud de su semántica, las referencias que en este corpus de textos declaran que el monarca difunto es hijo de una deidad sirven a un fin concreto, lo que hace que exista una relativamente amplia pluralidad ele filiaciones divinas del soberano egipcio ell esta época. Así, el rey aparece referido como hijo (21), primogénito (wlwlj), etc. de divinidades singulatU, Alguna::. observaCiones al respecto, dCllWSlado gcner~lle:::" y,-l fueron formu!.ltlas por Müller, Die (orf!wfc Enlwicklllllg, 65-67. '{e 122. TT.lIK, 123. 124. 125. 126. 127. 128. TI' TP69h, TI' 508, TP 569, TI' 485, lid'. 1370,,1'; 5K2, §§ 1566,,·b"'200,hl-C N (actuando como nodriza del ;,oberano muerto). ':·2168c N . 1 lORc-1109bl'N (actuando también como Ilodrizn dd rey difunto). 1434c 1'M, 1000?c". 161a wN , Para la F.néad<l como cok-ctívo personificado, eL 1.. Trov. d'hc Enas (;oddcss. ¡\ C:ommentary 011 Tcxtll~ll f\:r,<..,onification", ell C;. Englund (ed.), fhe Rclígioll nf fhe !\;¡cíCllt Ecl,'y!,tialls. (;ognitil'e Strudurt's ami PopIIlar Exprcssiol1S, Uppsala 19R9, 51)-6<:1. 130. TI' 342, §§ 556;1-b"\". 13t. TP 470, §§ 9!Oa-912bI'MN (actuando, ademús, como nodrizas del rey difunto); 721, §§ "2242b·c N . U2. TI' 51 K, §§ I1 '14,/'''. l.B. TI' 2\4, §§ 282h-c"". 129. TI' 21R, nead: "The 53 FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO = = .MI finl' i- rhjr ¡>vI iVllis l/Ir S/IISW !-HH'I-flnl' twtmtwt-Gh Eres Horus, el hijo de Osiris; eres Unis, el dios de mayor ",Iad, el hijo de Hathor; eres la semilla de Gueb (TP .103, §§ 466a-b WN) De este modo, se declara que e! reyes hijo de Osiris, lo que le asegura la soberanía terrestre. Al mismo ticmpo, no se dice que su madre sea !sis, lo que estaría dc acuerdo con el contenido de la frase anterior relacionada con Osiris, sino Harhor, perteneciente a los ciclos míticos cuyo protagonista es Ra, el sol. Esto se puede explicar por el hecho de que Hathor, diosa solar y celeste, asegura al monarca difunto con su maternidad que pueda presentarse como el regidor del '111lbito celeste. Finalmente, su carácter de aspirante legítimo a la corona se ve confirmado por su identificaci6n con da semilla de Cueb», es decir, el dios garante de la legitimidad regia, lo que asimismo lo identifica con Osiris, el rey legítimo. Es asimismo interesante destacar que, a diferencia de lo que sucede con la expresi6n de la filiación del rey difunto como Osiris, hijo de Cueb y Nut, en la "filiación divina contextual» es bastante rara la mención de indicaciones de primogenitura o mayorazgo. Esto podría ponerse en re!ación con el propio car,icter incidental de la filiación contextual, destinada a un fin concreto y puntual. En ese sentido, si se tiene en cuenta lo poco habitual de estas expresiones que refieren una consanguinidad entre el soberano y el dios, por un lado, y el carácter ambiguo de los términos de parentesco en la lengua egipcia, por el otro, cabe preguntarse si en algunos casos se entiende la palabra zi no tanto como «hijo» sino como «descendiente», y en ese mismo sentidoj! y mwl no tanto como «padre» y «madl'C», respectivamente, sino más bien corno «ancestro». 2.4.2. Constelación R'l-rey Como se ha podido ver a partir del análisis precedente, las referencias a la filiación del rey en relación con diversas divinidades fuera del ámbito de la literatura funeraria son bastante inferiores en número y poco variadas. Tan sólo existe una excepción, que por su frecuencia y casi total exclusividad destaca sobremanera sobre las demás: aquella que presenta 01 rey egipcio como el hijo del dios Ra, el sol. Los primeros testimonios que parecen reflejar una privilegiada relación del rey vivo con el dios solar pueden datorsc en el reinado de Raneb (ca. a-2700 a.c.). Este rey de la dinastía [[ parece abundar en bs reformos de su predecesor, Hotepsejcl1luy (ca. 2730-¿? a.c.), el primer monarGl de dicha dinastía, quien parece haber efectuado algullos cambios en la teología política en aras de conseguir un poder más concentrado en la figura misma del soberano, corno mostraría el cambio de locolización 54 LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.C de la tumba real, desde Abydos a Saqqara I H, más cerca de la sede del culto de Ra, [unu, o la promoción de deidades solares, como Rastet U5 • Con Raneb parece que este proceso se explicita algo rn,1s. El rey Raneb, además de exhibir un nombre de f-Iorus que declara "Ra es mi Señor» (R'-nb(=j)), adopta como nombre de Rey Dual el epíteto Wng, como ha demostrado J. Kahl UIo. Este vocablo se ;:¡socia posteriormente en los Textos de las Pirámides con un dios relacionado con alguna clase de planta l .l7, pero que, sobre todo, es descrito C0l110 un «seguidor / asistente» (.~msw) de Ra o, especialmente, corno el hijo de Ra: W /JIU) d! Ttjjr p/gs mI' fnt=k ,VI115,H'=k rVllg 1ll,-rH ;,'k Ka, ven, cruza a Teti hasta ese lado, igual que cuando cruzas a tu asistente LJneg, a quien tú ~ltllas. (TP J63, §§ 607c-d T I') ji 11/11/-1'1'.1' IJ/l jrU) 'rnl'l H'rl /1111' r l l'py IJII 1/ I/lnvjjIJH'U) lI'fWU) '!w(j) /l-nU PfJJj.. . ~Vllg :::J-Rí rmll-pl s,\-m-U 1l1rH· i Eh, Explorador de este I'epy, encargado del Gran Portal! Da testimonio de este Pepy allte estos dos mayores y grandes dioses, porque Pepy es Uneg, el Hijo de IZa, compañero del cielo, líder de la tierra y de los dioses. (TI' 476, §§ 'i52a-dI'MN) Por ello, cobe pensor que Raneb se vinculo con algún tipo de traclición o mitema, que prácticamente desconocemos, que lo presenta como el hijo terrestre del so!. Estimo necesario destacar el hecho de que este epíteto no se utilice de manera ocasional, sino que figure precisamente en el interior mismo de su titulatura, y ni más ni menos que como sintagma de desarrollo del título que define al monarca como Rey Dual, es decir, como el detentador del oficio divino de la realeza. Con ello, el dios solar pasa a figurar en primer plano de la teología política, y por ello ve acrecentada su relevancia social y religiosa; por otro lado el soberano que así se presenta sustancia de modo más sólido su autoridad gubernativa y la sacralidad y relevancia de su persona po!íticZ1: ya no es únicamente la encarnación de Horus en Egipto, es también el descendiente y legítimo representante terrestre de! dios más poderoso de todo el panteón, Ra, el so!. (34. Wilkinson, Far(v Dyn<ls!Íc Lgypl, ~3-B4: J. Kahl, "R.a is Lonk ,')'cdrchillg lor lIJe Risc ol lhe Sun G()t! al ¡he [)aWH uf EF;yPtiaJl l-lis[my, Wiesbadcll 61-63. 135. Borrego Cdllardo, dbstct en el discurso tcolúgiú»" t.). 10. 136. Kahl, »Ra is my Lord«, 7 -2B. 137, Así e11 TI' 667(: §" 1955"N" 55 LA FILJAClÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e FRANClSCO l. BORREGO GALLARDO A pesar de la escasa documentación que existe para la dinastía [[, merced a algunos testimonios parece que la filiación solar dd rey egipcio continúa siendo un precepto vúlido para la teología política delmomcnto, y, lo que es más, se hace algo mús explícito. Del reinado de Peribsen (ca. 2660-2650 a.c.) se conoce una impronta de sello que se refiere al monarca corno el hijo de una divinidad llamada Nhwj "El Áureo», que con casi total seguridad parece ser un epíteto de Ra que alude a su capacidad luminosa y rcvitalizadora U~. Sé/! !¡{l/bU) I nh"'V)1 I N/mj I "'[¡V)·I/~I I ti"J 11 : i f I (11).1""'1 hjlV) ¡'I'~jb~,,,, Áureo, I él ha dado I las Dos Tierras a El sdlo de toela cosa láurea. I El su hijo, I el Rey Dual l'eribsen. Lo interesante de este hecho es que, en un documento como éste que pertenece a la esfera civil y administrativa y por ello mús cercano a la sociedad coetánea, el Áureo se muestra como dios que otorga el gobierno de las Dos Tierras, de Egipto, al soberano. Esto ha llevado a algunos autores a hablar de una importancia creciente del papel de Ra en la teología política. Mús en concreto, J. Cervclló destaca que es habitual en algunas monarquías africanas que se recuperen para la vida cultual y religiosa activa algunos dioses celestes ociosos y lejanos y con un gran poder, como HOrL!s, mediante su asociación con diferentes astros pero, sobre todo, con el sol 1 l'!. Así, el sol se identificaría o asociaría con Horus (como muestra el nombre de Horus de Raneb), convirtiendo al mismo tiempo al sol, Ra, no sólo en un dios creador y revitalizador del universo, sino también en un dios soberano. Uno de los frutos mús notables de esta asociación es la forma de Ra como Horajty, Horus el de la Ajet, la cual es el lugar de renacimiento y transformación del sol en un ser luminoso y capaz tras la inercia y la oscuridad de la noche, y que en el caso de Horajty se expresa en la iconografía de este dios como un dios hicracocéfalo encima de cuya cabeza figura el disco solar 140. Existe otro punto en común, directamente relacionado con la filiación del soberano, que permite que esta asociación posea una gran fuerza alusiva: el hecho de que Nut, la diosa del cielo, opere a la vez como madre de Osiris (y por ello, también «madre» [IIIWI], es decir, «abucla", pero a la vez madre de HorllS, dada la ambigüedad de los términos egipcios de parentesco) y como madre de Ra, el sol, a quien da a luz cada día con cada amanecer t4l , como ya se tuvo ocasión de señalar al referir los mitos en los que se basan los conceptos de filiación divina del rey en el Tercer Milenio a.e. Según Cervelló Autuori, las razones de esta «solarización» de Horus se hallan en el hecho de que el culto solar, centrado en una deidad absoluta, cual es su poder en el cido, y destacando el uno que dio lugar a muchos, permite al rey, al mostrarse como su hijo y vicario en la tierra, adquirir un poder más concentrado en su persona, menos delegado y que necesita menos del consenso de la clite l42 . Este proceso de mayor importancia del sol en la teología política y en el conjunto de relaciones que guardcl con el rey parece conocer una intensificación entre la dinastÍJ 1II y los inicios de la IV. Algunas muestras de ello son los primeros testimonios de edificios monumentales de culto en Iunu, sede principal del culto de IZa; la aparición en esos momentoS de la pirámide como forma del enterramiento real con Netcheryjet (ca. 2592-2566 a.c.) 141, representación de la colina primigenia desde la que IZa creó el mundo y escalera o rampa por la que el rey difunto puede ascender al cielo; el surgimiento, durante el reinado de Sndrll (ca. 25432510 a.c.), del disco solar alado como forma del dios Behedety, que cuando aparece lo hace siempre encima de la figura del soberano '44 ; o la creación de coronas que aúnan en una sola insignia lo horiano y lo solar, como dI/m'\", durante el reinado de Netcheryjetl'ls, o que destacan la faceta de delegado de Ra en la tierra en el desempelÍo de las tareas revitalizadoras de la naturaleza propias del dios, como el 11/,146. Sin embargo, el jalón más importante de este proceso es la adopción, dentro de la titulatura que el rey exhibe y muestra ante sus súbditos y ante los dioses en vida, del epíteto :::i-R' «Hijo de IZa», el hijo del so!. Cuando aparece, en el reinado de Dyedefra, tcrcer rey de la dinastía IV, momento de grandes innovaciones en la titulatura regia 147, constituye apenas un epíteto, no un título en sentido estricto, lo que en mi opinión debe poUnrjj.n Nji'-ki-R(' jllrfd\llabras dichas: Gran Ciclo, da tu mallo <1 Ncfcrkara, I Nut, b Crande, da tu mano <.1 Ncfcrkara, I pues Ncfcrkara C~ este tu Halcón Divino. I Ha venido Ncfcrkara: él ascenderá hacia el ciclo, I él se abrirá paso por el firmamento <.lCllO::'O, I él saludar{¡ a su padre, Ra, I después de que dio hava hecho manifcstJrsc como Horus. C01110 qu¡en ha venido Ncfcrk<.u8,}. 142. (nicsta y Ccrv~116 Autllori, Egipto y ¡\frica, 216-219ss, 143. ef. los excelentes trabajos recientes, con rcfcrcllCi;'lS, de M. Baud, l>jéscrct la [/['" dvnas~ tie, Paris 2002, passim; Íd. «Unter der Hcrrschaft der Son ne. Mythos llnd Verehrung des gr~)ssen Gottcs», cn V. Brinkmann (cd.), SaJmre. Tod llnd Lehen cines grossen ehanlO, Frankfurt 20 [0,38- 41. 144. F. L. Borrego (;allardo, "Remarque.'. ~ur le dicu Béhédt.'ty dans l'Ancien Empire". TdE ,; (2004) 7-40, el1 particular 12-21. 145. K. C;ocbs, ,(Unrcrsl1Chungell Zll Funktiol1 und Symbolgehalt des I1II/S", /,AS 122 (lY95) 155. 13i-:. eL, como trabajo\ reciente:, L·on rcferCflCiJ::': Morclll'., "Die Gütrcr und ihr Rcdctcxr,', 15H; K~lh¡, "Ha is my {,on[,{, 45A7, fig. 24, , 139. l.nicst'1 y Ccrvcl!ú Al.¡tt!<!.ri, l:gipto y A/i·¡Cd, 217~2IB. 140. Sobrc C\ta dcid<ld, d. LAC(; V, 2.i9~240ss., con referencia:.. 141. Como:-,c puede apreciar clarJrncntt' en textos n",t""on-,. I f\hl'! rJl §§ 20J4a-2036a N : (/{d) mdw 1'[ pH' n1r)" l.l/JI Nf,.-/d-W· /W )jr {JI I I j.ncl 5'; Gallardo, «La corona dlel dur~lIltc el Reino Antiguo)}, cn L M. de Armíjo 146. 1'. L. (cds.), Nouos Tnlbaflm$ de l::giplo[ogia lbérica 1, l.ishoa 20 l2, 148, 158y J. das Candcias 161. 147. Lb rt..'fcrencias más relevantes l' i1llport~1!1teS son l~lS de Müller, Die lormafe I~ntwick~ [l/Hg, 63-73; íd., ,,"Der gute (;ott Radju.kf, Sohn des Re"", 7)\S 91 (1964) 129-133; Dobrcv, «Consid0ration~ sur les titulature~)'. 196-198; Batid, «Untcr del" Hcrrsdmft del" Sonnc», 41-42, todos ellos con refcrt.'llci'lS. 57 FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e nersc en relación con otro epíteto exhibido por ese mismo rey, ·'i:::fJ-lIlfld=f que se puede traducir según M. [bud, como «quien ha recibido lo que le corresponde (como fruto de) sus bondades» 14S, conjunto de ideas muy similar al que se puede extraer de la impronta de sello de l'eribsen. En otros lugares he mostrado que este conjunto de ideas parece haber cobrado forma en una primera elaboración del conocido como «mito del nacimiento divino del soberano», de mediados del Segundo Milenio a.e. en adelante, composición logoicónica por la que el rey se muestra como hijo del dios supremo del momento, Amón-Ra 14'). En el caso del Reino Antiguo, estos leves indicios apuntan a una primera forma centrada en el dios lb, como padre divino del soberano Llo . De esta manera, con ello parece haberse formulado de manera ya muy compleja una teología política que muestra al rey C0l110 vicario de su padre solar, lo que reforzaría extraordinariamente su autoridad (d. ¡/lfra, a propósito de TI' 467). Según avanza el Reino Antiguo la sobriz:lción de la realeza se hace progresivamente más palpable, si bien los cimientos de estos desarrollos ya parecen estar bien establecidos durante la dinastía IV151. Una muestra de ello es la construcción de S~1l1tuarios sobres en las cercanías de la tumba real a imitaóón del templo de Ra en lunu a inicios y mediados de la dinastía VII!. Asimismo, entre las menciones del título zi-RO durante la dinastía V (fig. 4)111, destaca el testimonio relevante de un canto de alabanza al mOnarG1 conservado en el templo alto de Sahura (ca. 24282416 a.c.) en su complejo funerario de Abusir donde, entre otras invocaciones, el reyes interpelado de la siguiente mauera: Este documento permite apreciar que este tipo de alocuciones, una especie de perjórmance realizada en público, ante una audiencia que es receptora de esta clase de mensajes"" cuenta con una gran importancia sociopolítica, más aún cuando, por lo que estos documentos tan fragmentarios dejan entrever, en ellos sólo se exalta la filiación del rey con Rél, y no con ninguna otra deidad I Ir,. . Sin embargo, uno de los testimonios más elocuentes de este proceso de cada vez más estrecha vinculación con el sol merced al concepto de filiación es la inclusión, ya no ocasionéll, del epíteto zi-RO «Hijo de IZa» en la titulatura de los monarcas, dentro del cartucho l57 , hasta el punto de instituirse C01110 un títnlo por derecho propio desde el momento en que se esculpen los Textos de las Pirámides, el final de la dinastía V, hasta el fiId del Reino Antiguo. La aparición de los Textos de las l'irámides en esos precisos momentoS permite conocer, merced a su car,kter funerario, otros aspectos de la filiación solar del rey. En ellos, el carácter de esta relación lIS ya no es tanto sociopolítico, como aparece en los testimonios anteriore~, como más bien escatológico y soteriológico. Así, su filiación solar es un medio más que asegura al soberano su renaeirniellto como un ser luminoso cn el Más Allá 15". Así sucede, por ejemplo, en los encantamientos 539 y 217, donde sc puede leer: Wf! O(c_n) IIll/f¡'ll/f¡'t¡H'~'S 1/1/ ¡Ir SllllV-W zl-W Pp.l' ¡Hv¡r(j) n!r e I-I/tr prv~frc-f.¡w\·-fl~Iir 1'1 Mrv-R' el-R' IIIrJ-~f pn"Ir"I.¡'n~"Irf¡r wll Mrr-R' n RO pi Nuestro estado se abre con lo bucno, lo bueno, cuando ello, esto, viene con Sahura, el Hijo de IZa 1>4. 148. \ti. gaud, "Une ép¡thcte de Rcdjedd (:t la prétl'ndul' tyrannic de Chéop.<,. f~tudcs sur b sti.\waire de Rcdjedef, JI», BIFAO 9B (!lJ9X) IS~.W. 149. ¡..{ Brullllcr, Die C;elJ//rl des C;ottkólligs. Stl/dien :::;lIr O{;crlie/erltllR cines a!túgyptisc!Jen ¡\;lyt!Jos, WicsfudcTl 219X6. 150. F. 1.. Borrego Gallardo, «La realez.a egipcia y el dios .Inum durante la dina<;tÍi.l IV, A!gulIas l'1l J. C. Ikl!llo¡~te Marín, J. C. Oliva Mompc,ín (eds.), Esta Toledo, aqucl!.l H,,~ bi/O!lÚI, Toledo ! 1, 4ó5-47S; Id., ¡';SÚ'1WS de ¡[I!IClIIhllZldJJÚelll(), 12 (-ló4. 151. H. Hay~, «The Historicity ()f l\lpyrus WestGu», zAs 129 (2002) f'assim, esp. 21-24. En este trabajo, su autor ha mostrado que es erróneo tomar corno fuente para la Hi:.toria dI.: b di~ nastia V y el Reino Antiguo en general los rdatos contenidos en el Papiro Westcar, de finale<, dcl Segundo Periodo (ntl.:rmedio )' donde se rdiere b patnnidad de R;;l de los tres primerus dc la dinastía V, así como que el suPUC.',t.lll1cnte fuerte G1rúcrer solar de la dina.',tÍ<.1 V, entre que desuca el título ;:;-R' «~-lijo de Ra», ya aparecía asentado en multitud de a::-.pe<:tos durante la di·· t55. Acerca .de la importancia de est~ tipo de ccr("11l0ni~lS en el Reino Antiguo, d. «.PrchistorÍl:s of hterature: tiction, myrh", en G. tvtOCI"S f)e/úútely - Baines, lttercltllre. ,,¡\llcicnt 1~,("'YfJlia!l liter<llure alld /orms'" geles, March24-2ú, 19lJ9,17-41. 156. CL Borchardt, 18m, 11-12, donde únicamelltl.: se dice del rey en rchlCiún con otras deidades que es Im:l· «atll~H..!o" por parte de ella:;. ' 157. EstcJenúllleno se constata desde el rcitlJdo de LJnis (A. t.~lbrolls~e e/ di., Le temple haztt nasría IV. 152. Recientemcnte, con refercncias: B,lud, «Unter der Herrsduft Lles Sonne», 34-38. 153. E.g. A. H. G~lrdiner el ,d., TlJe lnscriptiu!ls London 1952-1955, I<ím, VI sen';l ka. 2402-2374 a.C.); Mii!ler, Dje /on!wle 70 {Dyedkara ca. eL Hay~, «Thc Historicity of Papyrus \'\Iestc<l!"», 22. 154. 1.. Horchardt, Das GrdbdeJlkmtll des K(j}zigs ,~'a;~Ilz-re". Brllld Il. Die \Xftllldbilder, Leípzíg 1913.láll1. 1I (iz'ida.) ~ (lrk. 1 169, H. d1/ roi ()Ilnas, Le Caire 1977, IX, 27-29, 39, 42-43, S, 13-IB, 25-27, !ám. X, XII.J, XXVI-XXVfI; A. l.abrousse, 1\. M. MOtlS.s;.l, Le IcmfJ/c dl/ cumple).'!! /linémire dll roi ()lI11ClS, Le Caín: 1996, 4X-49, 69, flg. 2X-29, 44, Lím. IX; A. L,lhroussc, i\. M. Moussa, La chLltlssée dl! cOI1l/J{exe mi ()/lJWS, Le Cairc 2002, 24-25, 29-30,31, 4S49, 57·SR, (,(,-67, R I-H2. 108, fig. 28·29,31,34, (,0, 62, 7H, RO, H2. 91. 111-11.1. 115, 15.\, 161, pI. [Le, VilLa, XIV.h, XXILJ) y p~1t"t'Cl' confirmarse dur~Hlt(' d siguiente reinado, el de Teti U. P... l.aucr, J. L~da!lt, Le le¡¡¡¡l/e Ihlllt dll cOINplc':e dll ro; Tai, l.e (\1ire 1972, 1t), 25, 60, hg. (" lO. I.'.a. láll1. Xll.d. XXII, XXIV IR. 10, I y XXXV) el1 ade!;,l1te. 158. En general sobre bs rclaci()nc~ entre (\,1 y el re)' en lo~ de la$ Pirdmúles, d. R. Anthes, "Das Vcrh:·i.ltnis dc~ 7.U Re in dell Pyr<lfllidclltcxten", ti t (1984) 1·-3. IS9. Es muy pos.ible qUl' las en c<,te corpu.<, texlual a que 1:.'] rer difunto e~ el hijo de «El G,.amb (flí') (c.g. TI' 456, § 507. 1 570, §§ 1444(""', 1445[,"", 1446b!'1\\ 1447hl'·\j Y 144Hd>,\1; 60S, §§ § 1987<1"") en realid¿ld la filiación solar d~l morurca, dado que dicho teónimo p<.ltTCC ser propio de Ra (ABell, f.v/"(//1/id Texls, 431, s. V. «Crclt Onc,,). 5X 59 c/u com/)/C}(."c fllnéraire "ti FRANCISCO l. BORREGO GAl.LARDO prl'~fr=n"y"fr~fjr 1'1 jH'1' f'l'Y 11 R' prv~fr~f,i'w}""fl'''fir pI PI'Y /1 R' prv'fr=f,''':''Ir'Ijr pI tIlS l'epy es uno que pertenece al dios, el hijo de un dios, y así él ascended, y así él se eleva;j haCl:l el CielO. Mcryra es el HIJO de IZa, a qu,en el deseo, , y así él ascende"í, y así él se elevad hae,a el c,elo. Meryra ha sido engendrado para R'l, , , y así él ascenderá, y así él se clevarj haCia el Ciclo. Pepy ha sido concebido para IZa, , ' y así ~I ascended, y así él se elevará hacta el e,clo. Pepy ha nacido para IZa, , Y así él ascender", y así él se elevará hacia el c,clo. (TI' 539, §§ l3 [6a-13 I 8b'') "") d(cl) /lid", R'-7in¡j n~k W/1js {in i[¡finll sk /1h-hl'wl-sl-HN/iI", jj /1k :i~kjj n=k Wnjs {in in,>'-'-In I1rl j'hJ.n ni snkw whn:' m· Jtll m hw J[1.l1-- c jlljm 1"; Palabras dichas: Ra-Atutll, hasta ti viene este Unis, un aj que ignora la destrucción, dueflO de las propiedades del lugar de los cuatro pilares; hasta ti viene tu hijo, hasta ti viene este Unis. Recorreréis las alturas, habiéndoos unido a la oscuridad, Y surgiréis bri!lantcs en la Aje!, en el lugar donde os convertís en ajo . , (TI' 217, §§ [52a-d")"" Sin embargo, la filiación solar del rey, para la que también operan los principios de mayorazgo y primogenitura '''2, no sólo le permite a ést~ renacer adecuadamente en el Más Allá y ocupar un lugar en el CielO"" como seres luminosos (aj) dentro del conjunto del mundo ordenado, del cosmos aludido en el encantamiento 217 como «el lugar de los cuatro pilares,:'''4. Al igual que sucedía en los otros casos de filiación divina del rey en los Textos de las Pirámides, especialmente ,aquello~ que lo presentan como Horus, hijo de Osiris, y como OStrlS, h1Jo de (,ueb y Nut, esta privilegiada relación existente entre el monarca y IZa, dios creador y soberano de los dioses en el ciclo, pertlllte al soberano chfunto recuperar lhO. Silll. TE> 222, 161. Sim. TP 573, 162. E.g. TP 363, 163. SI111. c.g. TP . ,., . ._. _ . .1't>,!N 164. En un scnrido símdar se puede entender la a!usHlll prcsclltc en [1) -" 1:, § 12U\1 . ' donde se dio.: que d rey difunto :-oca el hijo del Fs¡,;arJbajo (tlpr!"), es deór, de la torma matutma de! sol. LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e su estatus regio tras su muerte",5. Así, aparece, por ejemplo, en el encantamiento 214: jj "p",l-ki~'kjr-'kjj "'f''''ljt='kjr' kjj IV!,wl-!?'./r, k lIl-til-!?" k ",'Ir kjl~' k qsw~ k h(j)kwlnll'(j)"'tjlllj( "')1111 f~j \-I'll --' k.jr gS-J((l'jjlr---k pr-- k Il :¡-~.- k n(j) (,,.)111 k Mensajes de tu ka vienen hacia ti, mensajes de tu padre vienen hacia ti, mensajes de Ra vienen hacia ti: "Ve tras tu Ra para que así te purifiques -tus huesos son las halconas que estcín en el cielo-, para que puedas estar al lado del dios y dejar tu casa a tu hijo, el de tu estirpe". (TI' 214, §§ lJ6b-137d W ) De esta manera, Ra, en tanto que padre y ka del soberano, eleva a éste al ciclo y permite que legue Su «casa", es decir, sus bienes y su dignidad, a su hijo y sucesor en el cargo sobre la tierra, garantizando de esa manera el principio de sucesión de padre a hijo que el mismo ciclo diario del sol representa y que aparece representado en clmitcma del Ki-lInv/=j; el "Toro de su Madre». De hecho, esto podría explicar la imagen del rey difunto como un ternero de oro que es hijo de Ra ' ¡'('. La relación de filiación que existe entre IZa y el rey hace, entonces, que el segundo sea el delegado efectivo del primero en la tierra después de que se hubiera retirado al cielo, como ha señalado J. Assmann a propósito del encantamiento 467 de este corpus '67 . Este texto constituye un importante y excelente ejemplo del conjunto de significados y valores que est'1n presentes en esta relación constelariva. En un pasaje dclmisl110 se puede leer: d(d) fIIeh,. w)'!?' 1iH' I "./4d.lFk R' In'''''j oif/j 1'" R' hJj sbm.j w:'~j jny-'( wJj H',I'[I-lifllll fIIk Nli-ki-!?' R' /Ji Nfi'-ki-R' wl" Nfi'-ki-R' s[lm Nji'-kl-R' jny-'(w)j Nfi'-ki-!?' wS[l-f/lI/ll ps(i Nji'-k i-R' 111 j ihlmr R' ¡'pw mjlllf/llIlr [lrrr 'nb Nji'-ki-R' m 'n[lt Hrw nh-ptjm 1/1 "'éll Unl' nb-pl ",'h Nfi'-ki-!?' !?' 165. E.g. en TE> 412, 72Sd-72úh li", donde es rl'conocido por!a~ do:., partes dd país, representadas por b5> de Pe y Ncjcll. 166, TI' 485, §§ 1029""c", 167. Assm<.1nll, «L'image du p~rc», 37-3X. 61 FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO Palabras dichas: i Eh, IZa! Esto que has dicho -«Deseo un hijo,,-, que tú has dicho, IZa, -«poderoso, C011 autoridad, l'stim<.H..lo, de brazos activos, de zancada amplia»-: he aquí a Ncferkara, lb, y Ncferkara es poderoso, Neterkara es estimado, Nderkara tiene autoridad, Neferbra es de brazos activos, de zancad:1 amplia. Ncferbra brillad en el Oriente, C0l110 lb, Neferkara transitad en el Occidente como el Escarabajo, Ncferkara vivirá de lo que Horus, Seúor del Cido, vive, por ordc'll de Horus, Serior del Ciclo. Neferkara es puro, IZa. Este texto parece condensar de modo bastante claro, entonces, las diferentes facetas que presenta la filiación solar del rey egipcio: concesión de autoridad y soberanía en la tierr::!, ::!yuda en el renacimiento tras la muerte y obtención de un lugar privilegiado en el cielo. 3. Conclusiones A lo largo de las púginas precedentes se ha podido apreciar que para conocer la filiación divina del rey egipcio durante el Tercer Milenio a.c. (momento en que surge por primera vez) y comprender adecuadamente sus mecanismos de expresión es preciso atender a varios factores. El primero de ellos es que no se puede habLlr de una filiación divina del rey egipcio en el Tercer Milenio, sino de una pluralidad de ellas. Éstas se pueden explicar merced a uno de los principios rectores del pensamiento egipcio, la poliocularicbd, según la cual la compleja realidad del mundo puede ser comprendida teniendo en cuenta el principio de la multiplicidad de aproximaciones o de respuestas. El segundo factor se encuentra en relación directa con el primero. Se trata de la importancia y b necesidad de estudiar las menciones y representaciones de dicha filiación en su contexto espacial y funcional preciso. De esa manera, se ha podido ver que los testimonios que proceden del ~ímbito cultual o de la administración son muy parcos y elípticos en sus menciones a la hora de presentar al rey corno el hijo de una divinidad. Entre ellos, adenüs de la muy implícita idea de que el reyes Horus, hijo delll10narca difunto precedente, que se identifica con el dios Osiris, destaca, sin ninguna duda, la filiación con el dios sol, Ra. Asimismo, bastante importante parece haber sido la maternidad putativa ejercida por las nodrizas del soberano, que en dichos contextos son Nejbet y Uaclyet, diosas soberanas, patronas del Doble País, y Hathor y Bastet, deidades de marcado cadcter solar. Otra conclusión de relevancia ha sido la constatación del hecho de que, a diferencia de periodos posteriores, el soberano no LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILEN!O A.e aparece como el hijo ele divinidades particulares en textos de templos tales C01110 las [órmulas de recitaciún o las fórmulas de dedicación, lo cllal puede haberse debido al afún por destacar la filiación solar dd rey vivo, que parece ll:1berse presentado ya, al menos en sus líneas generales, en la composición que se ha venido llamando el Nacimiento divino del soberano, mejor conocida por testimonios del Segundo Milenio a.c. Asimismo, la ausencia de señalización de esta filiación, en particular con anterioridad al reinado de Dyedcfra, suscita la problemática cuestión ele si la ausencia de expresiones de filiación en los contextos templarios, donde el rey figura a la misma altura que las imágenes de las deidades, no sería una manera de acercar el estatus regio al ele la divinidad, y así de reducir y aminorar, desde luego no de abolir, el carácter suborelin:Jdo del rey con respecto a la divinidad. Por su parte, dicho cstatus de subordinación con respecto a la deidad vendría seflalado por su papel como hijo terrestre en relación con su progenitor divino y por su función s:Jcerdotal, como sirviente cleI dios. Por otro lado, en el ámbito estrictamente funerario, representado en el registro documental de este periodo por los Textos de las Pirámides, se constata una enorme variedad de filiaciones «contextuaks». F,stas son significativas merced a su relación con su contexto, dentro de encantamientos que tienen corno objeto asistir ele muchos modos diferentes al soberano difunto. Por medio de la declaración de la filiación en tales pas:Jjcs, el difunto se asegura el favor o ayuda del dios cid que el rey se presenta como hijo. No obstante, dentro de ese corpus textual las filiaciones más frecuentes y numerosas presentan al rey bajo dos facetas distintas: C0l110 Horus, hijo de Osiris, y como Osiris, hijo de Glleb y Nut. Su gran recurrencia y detallado contenido conducen a pensar que se trata de dos conceptos de filiación nucleares de la tcología política regia del Egipto del Tercer Milenio a.e. Ambas tienen como objeto no sólo asistir al ~llOnarca en su renacimiento ultra terreno, sino también, y sobre todo, asegurar el estatus regio del soberano una vez que ha superado la muerte y la ha trascendido gracias a haber alcanz:Jclo el estado de ajo La identificación del monarca difunto con Osiris, hijo de Gueb y Nut, permite asimismo poner de manifiesto la importancia de varios principios a la hora de designar al heredero legítimo al trono, como el sexo (varón) o la edad, tanto absoluta (principio de primogenitura) como relativa (principio de mayorazgo). Un tercer factor importante es la relevancia de una aproximación centrada en la documentación coctúnea del Tercer Milenio a.c., sin acudir a testimonios posteriores, más abundantes y explícitos, En ese mismo sentido, es esencial aproximarse a esta realidad desde una perspectiva histórica, que permita conocer bien los procesos conducentes a las diferentes elaboraciones de la filiación divina dentro de la teología política en sus contextos SOCIal, cultural, político y religioso. . La filiación divina se presenta, entonces, como un importante principiO de la teología política regia del Tercer Milenio a.c., que va ganando 6.3 LA FILIACiÓN DIVINA DEL REY EGIPCIO EN EL TERCER MILENIO A.e FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO cada vez más relevancia, matices más ricos y desarrollos más profundos con diferentes ramificaciones según avanza dicho periodo, hasta el punto de que en dicho periodo se configure una huena parte de los conceptos que al respe cro seguirán vigentes ell la civilización faraónica durante los siglos siguientes. figura 3. A partir de WilkillSOIl, ¡\oyul Amwls, fig. l. b hl'ura l. A partir de Kaplony, MDAIK 20, n." 31 (a) y Alexanian, (dZc!iefdckoration des Chasechclllui», fig. !O (b). Figura 2. A partir de Ccrvdló Autllori, «l.istas rcales», figs. 1-2. Figura 4. A partir de A. H. Gardincr et al., -lhe Illscripti(JJls (Jf SiJ¡"i, 2 vols., l.ondon 1952-1955,1, l<lm. VI (n." 10). 65 FRANCISCO L. BORREGO GALLARDO LA FILIACIÓN EN LOS EPIGRAMAS FUNERARIOS GRIEGOS DE LOS SIGLOS U-Ill jesús F. P% Arrondo Facultad de Literatura Cristiana y CLisica San JustillO, UESD (Madrid) hgura 5. A partir de Yoshimur" el al., MDAlK 61, pp. 392-.\'15, fig. 22. 1. INTROIlUCC;¡()N Figurd 6. A pClrtir de L. Borchardt, bm. lB. El objetivo ele este trabajo es hacer un estudio de la filiación en los epigramas funerarios griegos que nos han llegado en inscripciones. M~ís en concreto, me centraré en los epigramas paganos de los siglos 11 y 111 el.e. que han aparecido en la Grecia continental y en las islas del Egeo l. No es mi objetivo agotar el tema de estudio, por lo que en este trabajo destacaré únicamente aquellos aspectos más relevantes para comprender en qué consiste ser hijo según estas inscripciones. El orden que sigue este eswdio es el siguiente: en primer lugar presentaré brevemente las características de los epigramas en términos literarios; en segundo lugar, partiendo de los epigramas estudiados intentaré esclareccr en qué consiste ser hijo; por último, resumiré las principales conclusiones. Intentaré en todo momcnto que sean los textos de los epigramas los que nos hablen, así como los de autores contemporáneos de estos epigramas. fig.12. lo María Pa7, dc Hoz (vI,a rili;Ki<Íll en la~ inscripciollc,; dc Asia Menor», en P. de Navascués et al. (cd~.), Filiaci6n III, rvbdrid 2011,85- [OS) un trabajo sobre este mismo de Asia mellor r también se centró en los siglos II y !!! tI.e. Por lo tanto, cst~ trabajo completar dc ;:¡lglin modo el panorama de la filiación a partir dc 1,1.'. inscripciones en la Grecia de c::.tos Por otro lado, el corpu~ l'stá fornwdo por la .'>c!cCl:ión que hizo María Luisa del Barrio griegos, Madrid 19tJ2) dc la obra de \Vcrner Pcck (Gricchis(he Bcrlin 1955 !C;YI) "obre epigramas funerarios en estela ... y 11l0IHltllCntoS. sólo hay epigramas que h,1I1 sido escritos en piedra. 66 67 tema en las inscripóolll's Figura 7. A partir de Morellz, «Die Gótter ulld ihr Redetext», View publication stats