AMOR PROPIO Willy Ramírez Chávarry Las grandes religiones del mundo (cristianismo, islam, hinduismo, budismo, sintoísmo, sijismo, judaísmo, etc.) coinciden en predicar el amar a nuestros semejantes como nosotros quisiéramos ser amados, pero no hablan de amarse a sí mismo; siempre se nos ha enseñado que el amor a los demás es un valor muy importante, obviando el amor propio; quizá consideremos que se trata de algo obvio y por ello no abordamos el tema. El egoísmo es un sentimiento natural en nosotros, siempre queremos hacer las cosas a nuestra manera, sin embargo, esto no es bien recibido por los demás, hasta existe un trastorno llamado narcisismo que consiste en una excesiva o exagerada admiración por uno mismo; si la vida nos va bien, estoy seguro de que nos veremos bien en el espejo, pero ¿si nos va mal?, cuál sería nuestra apreciación. Nadie es capaz de saber lo que sucederá en el futuro, es por ello que debemos enfocar ese amor propio a la necesidad natural de cuidarnos; estoy seguro que cada uno de nosotros anhela vivir una vida sin problemas; quizás a veces no podemos entender qué tipo de persona somos, cuando hacemos algo bueno pensaremos que somos una buena persona, pero cuando lastimamos u ofendemos a alguien sentiremos decepción de nosotros mismos; quiere decir, que amarnos a nosotros mismos es más complicado que amar a los demás y es porque nos conocemos a fondo. Cada uno de nosotros, si hacemos un ejercicio retrospectivo, ponderaremos nuestros actos y veremos que, a pesar de todo lo malo que hemos hecho, nos amamos a nosotros mismos. Todos nosotros tenemos muchos “yoes”, los cuales son respuestas a diferentes personas y en diferentes situaciones: gestos, timbre de voz, miedo, excitación, etc.; pongamos en práctica el amar a cada “yo” nuestro, veamos cuál es el tipo de “yo” que no agrada y tratemos de evitar aquello que lo atrae. Amarnos a nosotros mismos no puede ser complicado, simplemente debemos procurar cambiar los “yoes” desagradables por los “yoes” agradables, esto nos permitirá revelar nuestro ser interior sin ninguna dificultad; a partir de ello, ayudemos a las demás personas a amarse a sí mismas, hagamos que nuestra existencia valide la existencia de nuestro prójimo. Como seres humanos, necesitamos ser amados por muchas personas, ya sea en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad, etc., nos sentimos muy a gusto cuando eso sucede, clasificamos a las personas por el grado de amor que sienten o puedan sentir hacia nosotros, muchas veces el número es reducido y nos basta con ello, eso es suficiente para apoyarnos y procurar ser mejores personas, cultivando nuestros mejores “yoes” que quizá también sean pocos. Amarnos a nosotros mismos no es un acto de locura, es el inicio -realmente- del amor hacia los demás, comprendiendo que cada uno de nosotros somos individuos indispensables. Mirémonos en el espejo y expresémonos nuestro amor propio; puede ser el artefacto, así como el reflejo de nuestras acciones, aquel espejo moral que nos muestra la forma de persona que somos. ¡Hagámoslo!