Subido por Ana Ruth Quesada

Crisis y Valores - Artículo Ana Ruth Quesada B

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«La ideología de género es un cimiento del Nuevo Orden Mundial para descristianizar»
Jaime Mayor Oreja, presidente de la Fundación Valores y Sociedad
Jaime Mayor Oreja ya advertía de la crisis de valores que llegaría a Occidente antes de que
se manifestara en toda su plenitud y ahora lucha desde la sociedad civil para evitar que el
‘nuevo orden mundial’ siga destruyendo la familia y todos los valores cristianos que
hicieron grande a Europa.
Este próximo lunes la Fundación Valores y Sociedad que él preside presentará el libro
Conferencias sobre la Crisis, un diagnóstico de la situación actual (Sekotia) y en el acto
(cuya información puede ver aquí) intervendrán Hermann Tertstch, María San Gil, Alberto
Ruiz Gallardón y él mismo. Y es que para poder dar una respuesta eficaz es indispensable
que previamente se haya hecho un buen diagnóstico.
Mayor Oreja lo ha sido todo en política: diputado, ministro, eurodiputado pero ahora su
batalla es otra y su trinchera ya no está en la política. En una entrevista con Religión en
Libertad, este vasco de 65 años habla de ideología de género, de los tentáculos de los
organismos internacionales, del papel de la Iglesia Católica en esta crisis, de la importancia
de que la familia logre seguir transmitiendo los valores a los hijos o de la ausencia de
políticos católicos de primera línea. Todo esto ayuda a entender por qué España está donde
está y por qué el abismo parece cada día más cerca. Y aún así muestra el camino para salir
de esta “crisis de civilización”.
-Crisis económica, crisis política, crisis social, crisis de valores…Usted hablado de todas
ellas, ¿cuál cree que es la más importante y la que ha acabado arrastrando a las otras?
-Hay muchas formas de denominar la crisis. Está en la sociedad, está en la persona, es
mucho más que institucional o económica, que lo es también. Pero la raíz está en la
persona.
Creo que la crisis es de actitud personal, de la verdad, de confianza. Todo está en el corazón
y en las conciencias de las personas. Por eso damos palos de ciego cuando interpretamos la
crisis como económica, financiera o política o incluso como consecuencia de esta
pandemia.
Viendo la situación actual, ¿cómo ve el futuro cercano?
Analizando los aportes de Alejandro y otros compañeros, queda la sensación de que esta
crisis, que en realidad ya venía desde antes, y está siendo exacerbada por esta pandemia,
pero que ya venía cerniéndose sobre nuestras cabezas, generará una explosión.
Y no alcanzamos a dimensionarla todavía, sea porque no podemos o no queremos, pero hay
una sensación de que el desenlace será cruel y doloroso. Pareciera que se está cerrando una
etapa de nuestra historia, y que con el advenimiento de la globalización se ha ido
cimentando un tipo de sociedad que está rota. Creo que esta no es sólo una crisis sanitaria,
es una crisis de civilización.
Lo que pasa es que en cada país se manifiesta de una forma distinta. Pero el síntoma de
agotamiento y decadencia es inequívoco. Hay una ruptura y no es sólo por la corrupción
sino que la gente está harta de sí misma y se ha rebelado contra su modo de vida.
-Entonces la crisis de valores tiene un papel esencial…
-Si la crisis está en la persona la solución está en la persona. Tendrá que producirse un
cambio de actitud personal. Las guerras o las tragedias son las que han hecho cambiar las
personas. ¿En que se parecía la Europa de los años 20 a la de los 50? En poco. Entonces
arraigaron cosas que no habían arraigado en los años 20.
La Comunidad Europea nació a finales de los 40, no nació en los años 20, ¿Por qué?
Porque en los 40 apreció cosas que antes no apreciaba. Espero que no sea la guerra la que
nos haga cambiar sino que nos entendamos.
-Ante esto, instituciones como la Iglesia o la familia tienen mucho que decir.
-La crisis es total y por eso la crisis está en la Iglesia. La desorientación está también en la
Iglesia. ¿Dónde no hay crisis? La hay en todas las instituciones. Todo lo que es público y es
institución está en crisis. Hay que dejarse arrastrar por esos valores que en el ámbito
público están en crisis. Y tiene que empezar por la persona.
Al final tiene que surgir una actitud diferente en cada uno de nosotros. Nos hemos creído
una especie de dioses, teníamos una seguridad de las cosas, del futuro, de la realidad que ya
no existe. Y eso cambiará, tendrá que cambiar.
-Pero, ¿quién o qué hay detrás de todo esto?
-Esta crisis está gestando un nuevo orden mundial que tiene una obsesión y que es
reemplazar los valores cristianos de nuestra sociedad.
Cada mes tiene una manifestación en el mundo. Por ejemplo, el proceso de paz en
Colombia con las FARC, ¿por qué aparecen 144 referencias en su documento final y
anexos a la ideología de género? Aquí en España estamos en el debate autonómico de las
leyes LGTBI y en Portugal ya aparece el suicidio asistido. Ese nuevo orden mundial con su
obsesión está en cada nación intentando introducir un cambio profundo en la sociedad para
crear sociedades pos-cristianas.
Líderes de todo el mundo acudieron a la firma del tratado de paz con las FARC
Para crear estas sociedades poscristianas todo pasa por alejar al hombre de la trascendencia
haciéndonos creer que lo sabemos todo y que no somos como aquellos pobrecitos de hace
100 años que no entendían nada. Tratan de descristianizar y alejarnos de la idea de Dios.
-La ideología de género, ¿es el culmen de esta crisis o la punta de lanza para un escenario
aun peor?
- La ideología de género es una perversión fruto del objetivo de crear una sociedad pos
cristiana. Necesitan socavar, desprestigiar y ridiculizar todos los valores, la familia…
La ideología de género es fundamental pues si es una anécdota ser hombre o mujer,
entonces la familia no tiene sentido. Es un elemento sustancial que han encontrado para
poder construir esa nueva sociedad. Es un cimiento esencial.
-Los católicos, ¿somos víctimas o cómplices de esta crisis que está arrasando Occidente?
-Somos parte de la crisis. No somos meros espectadores de la crisis debido a nuestra
incomparecencia cultural. Se ha producido paulatinamente una incomparecencia y esto se
ve claramente en la Iglesia. Hoy por lo general la Iglesia española prefiere mirar para otro
lado. No está en el debate cultural. No sé si es un sentimiento de resignación o piensan que
mirando para otro lado las cosas pueden resolverse. Veo mucha cultura de diálogo y
encuentro justamente cuando más aprietan los que quieren imponer el nuevo orden mundial
pero poca resistencia.
-Llevando este debate al Parlamento, para un católico observar la Cámara es desolador,
¿existe el llamado ‘voto católico’ o en realidad el miedo puede más que la conciencia?
-Hay orfandad en todo aquel que tiene un cuadro de valores en su casa, en aquel que
defiende la familia, el matrimonio, que defiende la vida. Tendrá sus defectos e
imperfecciones y habrá cometidos sus pecados pero esas personas están completamente
huérfanas en la vida política.
Y a los más necesitados, ya no los representa nadie porque el consumismo con su
relativismo, ha desfigurado todas las opciones políticas e ideológicas. Ahora los principios
y valores ideológicos, como los de la socialdemocracia, forman parte del paisaje general,
son un elemento decorativo más que una guía de acción política y social. Los
socialdemócratas y los que creemos en el bienestar del mayor número, hoy nos
encontramos en orfandad. Hay que tratar al menos de no perder esos valores en casa, en los
hijos, que la familia sea auténtica.
-¿Y qué se puede hacer?
-Siempre digo que no se trata de crear nuevos partidos pero sí crear una nueva corriente de
opinión española y europea. Ningún partido va a dar la batalla cultural. Entonces la tendrá
que dar la sociedad, las asociaciones tendrán que saber sumar y crear una corriente de
opinión europea.
Pero cada año se crean siete u ocho organizaciones y esto es un suicidio. Hay que intentar
sintetizar, agrupar. Crear una corriente. Esto no es un partido político sino que pasa porque
muchas asociaciones y agrupaciones hagan actos conjuntamente, eleven la voz y sepan
sumar.
-¿Apuesta entonces por una sociedad civil fuerte que sea la que influya en los partidos?
-Sí, pero el primer paso es crear la corriente, luego habrá que ver cómo se va a la política. Y
es que hay dos problemas urgentes que hay que resolver. En primer lugar, ha desparecido
del ámbito parlamentario y del ámbito público el debate sobre los asuntos más importantes.
Ya no debate nadie sobre el aborto, la vida, la familia. Ha desaparecido
En segundo lugar, se está produciendo una proliferación de estructuras, una incapacidad
para cambiar esa tendencia y una sensación de que la Iglesia abdica de ese debate cultural.
Todo esto es lo más urgente que hay que cambiar.
-¿Y a medio y largo plazo?
-¿Para qué crear un partido político si antes no se cambia la tendencia de la multiplicación
de organizaciones? Cada uno está en sus temas y ninguno en la batalla cultural. Estamos
perdiendo el partido 5-0 y tenemos que ser un equipo y no un conjunto de individualidades.
Más tarde no sé si se tendrá que crear un partido pero lo primero es romper la tendencia de
fragmentación que existe.
Cristina Cifuentes (PP) ha aprobado una ley LGTBI en Madrid
-¿Confía usted en que el Partido Popular se regenere y vuelva al humanismo cristiano y
deje de hacer leyes LGTBI como la de Madrid?
-La moda dominante no va en la dirección de modificar las actitudes de los partidos en la
buena dirección sino en tratar de acelerar ese nuevo orden mundial.
Pero este orden mundial está rompiéndose, en Colombia ¿quién podía pensar que iba
aperder el 'sí'? El Brexit ha puesto en evidencia que el nuevo orden mundial ha
fracasado…todo lo que prevé sucede al revés, se tuerce.
-¿Son Hungría o Polonia dos ejemplos de lo que hay que hacer?
-Ese nuevo orden mundial escoge países donde interpretan que todavía están muy
arraigados los valores cristianos. Hungría, Polonia o Colombia son sólo tres ejemplos.
Nosotros desde One of Us haremos un acto en Budapest en mayo. Una de las razones por la
que iremos allí será para agradecer al Gobierno de Hungría su papel en materia de familia.
Son países que por defender esto mismo reciben la hostilidad de las organizaciones
supranacionales.
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