1 Contracultura, corporeidad y erotismo: Jim Morrison como exponente de la subversión en el rock and roll Patricia Fournier (ENAH-INAH) y Luis Arturo Jiménez (CAS-BUAP) Con la aparición del rock and roll en los Estados Unidos de América durante la década de los 50, fundamentado en raíces afroamericanas y con connotaciones sexuales y rebeldes, emergieron no solamente una diversidad de concepciones y estilos musicales en varios países europeos, en la sociedad norteamericana y en otras regiones, sino que de manera paralela y con una suerte de “parentesco cultural”, aparecieron una diversidad de expresiones culturales y artísticas, que ya entrada la década de los 60 se fueron convirtiendo, varias de ellas, en formas contraculturales y contestatarias ante el autoritarismo, el status quo de los estados nacionales y los valores caducos que varias sociedades tercamente mantenían intactas. Una de las sociedades en donde se mostraron esas expresiones sociales y culturales de manera nítida, creativa y contundente fue, obviamente, la estadounidense. El rock como género musical comienza a popularizarse desde la década de los 50 y alcanza una explosión cultural, una creatividad diversa y un desafío a los valores norteamericanos en particular durante la década de los 60 y parte de la siguiente. Históricamente, ninguna otra expresión musical popular de aceptación entre la juventud, ha recibido más ataques que el rock al igual que sus principales exponentes, sometidos a la hostilidad de los adultos (Martin y Segrave 1988). Lo anterior responde en gran medida a que se trata de uno de elementos que diseña los espacios sociales a través de los cuales los sectores juveniles y otros estratos sociales manifiestan nuevas formas sexuales, eróticas y corporales. 2 En el marco de la contracultura, la música del rock and roll era considerada una de las fuerzas revolucionarias, tal vez la más potente, por impactar en los sentidos y provocar una sensación de bienestar en las personas, por hacerlas sentir vivas en medio de las monstruosidades asociadas con el sistema occidental de la época. En consecuencia, la música era un reflejo de la contracultura, parte de su lenguaje en el que se proyectaban mensajes acordes tanto con las aspiraciones como con las experiencias políticas y sociales de la juventud. La revolución del rock estaba destinada a impactar más que a explicar, sin que se requiriera una justificación racional para la acción más allá de derrumbar los tabúes representados por las instituciones, las tradiciones y los estándares sociales. No obstante, una especie de el terror psicológico era intrínseco a la contracultura por sus miras a la inmediatez sustentada en los instintos y los deseos, en la búsqueda de la libertad en todos los planos de la existencia, incluyendo la sexual (London 1984). En este contexto, una de las primeras manifestaciones sociales en contra de la libertad de expresión, fue mostrar solamente el cuerpo de Elvis Presley de la cintura para arriba, porque si se presentaba el cuerpo completo del “Rey Criollo” se interpretaba como un atentado al pudor norteamericano por parte de la televisión de ese país y de las autoridades. Igualmente, en 1964 en la primera visita de The Beatles a Norteamérica, los medios de comunicación cuestionaron el estilo y lo largo de sus cabelleras los cuales chocaban con los estilos convencionales y socialmente aceptados para los jóvenes de la época. Unos pocos años después, Jim Morrison, exhibía su torso desnudo, vestía entalladísimos pantalones de cuero o de piel de víbora, en las presentaciones públicas con el resto de los miembros del grupo The Doors, con el 3 objetivo claro de transgredir y motivar al público presente en sus conciertos a tomar actitudes de rebeldía y contraculturales para cuestionar la situación social, la guerra de Vietnam y las políticas autoritarias del gobierno estadounidense. Jim Morrison, que nació en 1943 y murió en 1971, fue uno de los símbolos más importantes de la época no solamente por su característico estilo histriónico, sino también porque asumía en el escenario actitudes de rebeldía, agresividad y cuestionamiento al establishment norteamericano. Sin embargo, uno de los aspectos que más llamó la atención del líder del grupo también llamado “la banda del Apocalipsis estadounidense”, es el manejo de su cuerpo lo cual lo convierte en un símbolo sexual y erótico emisor de mensajes anárquicos, nihilistas, de la vida de excesos y de desobediencia a la autoridad. Al construir su imagen pública como político erótico, Jim Morrison se convirtió en un espécimen idealizado masculino con rostro y cabellera andróginos; su conducta y lenguaje corporal no sólo sugerían una fuerte coquetería sino que llegaron a ser sexualmente explícitos, pues simulaba masturbarse contra el soporte del micrófono, o llegaba a colocar su mano dentro de sus pantalones sobre sus genitales, exclamando a viva voz en los conciertos que todos debían buscar el amor-sexo como 4 vía para la liberación: se comportaba como si fuera un cuerpo objeto del deseo sexual, un ser supramasculino y un falo andante (cf. Marks 1973). Morrison actuaba como un chaman superestrella, aspecto que se consideró parte de su personalidad por relacionarse con el público en un nivel mítico, el chamán símbolo sexual guiado por espíritus de reptiles que eran los que le daban poder, el Rey Lagarto –como se autoapodó-, cuya ejecución frente al público constituía una especie de experiencia religiosa, donde el espectáculo era un ritual y la música una especie de celebración pagana libertaria: el sexo y la muerte eran los principales ejes (cf. Fournier y Jiménez 2005). Los movimientos corporales y frenéticos en el escenario, así como los gestos faciales de cinismo y agresividad, permitían captar la atención del público, que impactado buscaba emular las actitudes del Rey Lagarto en considerar al cuerpo como un instrumento de protesta, reclamo y libertad sexual, que desafiaban los valores caducos norteamericanos. En los registros fotográficos en portadas de acetatos, programas de eventos, carteles promocionales y otros instrumentos de difusión, la figura de Morrison no solamente era admirada por su atractivo físico sino por sus posturas corporales que “despedían” actitudes de desafío y eran atentados contra las “buenas costumbres” estadounidenses. La visión morrisoniana de la experiencia psicodélica, en la era del profuso consumo de LSD y otros estimulantes, fue de desesperación y de desorientación, no de una intensa comunión con el cosmos como buscaban los hippies y la juventud contracultural que se adentraba en el misticismo de las religiones orientales y de los indios americanos, que buscaba la paz y el amor al entrar en contacto con la 5 naturaleza, alejándose de la sociedad de consumo. La poesía musicalizada de Morrison proyectaba una inquietante extrañeza en el sentido freudiano, una sensación de estar desarraigado en el mundo bajo la sombra que plagaba al inconsciente. Morrison expresaba un sentimiento de desorientación, era un rebelde que parecía hacer equivalente lo doméstico con la domesticación y, por ende, con la castración. Morrison llevó al límite el modelo fálico de la rebelión, es decir, la trasgresión y la penetración en lo desconocido. El psicodrama lírico edípico de The End, en el cual Morrison pregonaba su impulso por “matar al padre y poseer a la madre” expresa esa rebelión y rechazo contra toda forma represiva, pugnando por abolir cualquier límite impuesto al deseo tanto carnal como de vivir, ser y hacer sin freno alguno (cf. Reynolds 1991). Sus conductas contestatarias en el escenario, sus excesos a ojos de las fuerzas del orden, así como sus expresiones artísticas consideradas como obscenas, lo hicieron un blanco fácil de la censura, siendo enjuiciado y encontrado culpable –sin pruebas contundentesde la exhibición indecente de sus genitales: Morrison se convirtió en el chivo expiatorio de la juventud contracultural. Evidentemente Jim Morrison fue uno de los símbolos sexuales más impactantes en la época, uno de los representantes del rock más significativos, pues con sus particulares características mostró que dicha expresión musical era un instrumento para expresar una nueva forma de sexualidad, erotismo y de corporeidad. Sin lugar a dudas y en términos generales, una diversidad de grupos e intérpretes de ese género de la época expresaron con su cuerpo la necesidad de revisar y modificar un conjunto de valores, que ya se constituían lastres tanto en la sociedad norteamericana como en otras del orbe. Baste recordar, a manera de ejemplo, la figura corporal de Mick Jagger, 6 líder del grupo británico Rolling Stones, al igual que las presentaciones públicas así como el manejo del cuerpo como un instrumento de comunicación de la mayoría de los miembros del grupo también del Reino Unido de The Who. Éstos también y otros más, mostraron la necesidad de manifestar que el cuerpo es una entidad dinámica, creativa y emisora de mensajes de protesta y de búsqueda de la libertad. Todo lo anterior no ha quedado como un acontecimiento histórico pues hasta la actualidad, el descarado y explícito atractivo sexual de Jim Morrison sigue atrayendo a las nuevas generaciones, cautivadas por su rebeldía, su cinismo al sonreír, su mirada magnética y retadora, su mensaje libertario y su rechazo al convencionalismo: el Rey Lagarto, a más de tres décadas de su fallecimiento, mantiene un atractivo sexual basado en un erotismo que transpira, metafóricamente, por sus poros (Breslin 1981). La ruptura con las normas establecidas, el espíritu libertario de Morrison, han constituido para sus seguidores una filosofía, un modo de vida. En efecto, cada año llegan multitudes al cementerio parisino del Père Lachaise a visitar el sepulcro de Morrison tanto el 3 de julio como el 8 de diciembre, fechas de su muerte y nacimiento respectivamente. Estos peregrinos de diversas nacionalidades cuya edad fluctúa entre los 13 y los 65 años, portan uno o más elemento en el cuerpo con la figura o la foto del Rey Lagarto. Por ejemplo, si se revisan la diversidad de testimonios fotográficos que existen de diferentes épocas en el cementerio de la Ciudad Luz, se puede corroborar que la mayor parte de los asistentes al ya mencionado campo santo así como a un bar próximo al campo santo donde festivamente se reúnen, muestran corporalmente alguna imagen de Morrison a través de playeras, sombreros, bolsos, tatuajes en diferentes lugares del cuerpo y otros objetos alusivos, en particular 7 lagartijas. Recientemente, estos adeptos asiduos, el núcleo básico formado por centenares de fans de todo el orbe, hombre y mujeres de distintos grupos de edad, han dado en denominarse la “familia de Jim Morrison”, que como integrantes de una comunidad afectiva interactúan fundamentalmente en París donde se congregan en las fechas citadas. Las fantasías en torno a Morrison son importantes entre esos fans como signos de una liberación personal, pues la voz, el rostro, el carisma del Rey Lagarto transforman a los fans para quienes es una especie de héroe mítico, Mesías, profeta, hombre-dios. Acuden a su tumba convertida en altar, una especie de meca para cualquier fan, establecen una interacción simbólica con él, sueñan y fantasean con él, le piden su intervención en un formato símil al de rezos y oraciones, le ofrendan aquello que piensan sería del agrado del hombre dios, cubriendo su tumba con parafernalia, le agradecen los favores que les otorga y le dedican poemas. Para los seguidores de Jim Morrison que concurren en el cementerio de Père Lachaise siempre estará vivo, por lo que celebran su existencia (cf. Hinerman 1992). Cabe cuestionarse qué significado tiene en un contexto como el s e ñ a l a d o anteriormente, que la figura todavía ¿Por qué el cuerpo es recordada. de Jim sea 8 el instrumento que sirve como canal de comunicación para mostrar simpatía, admiración y reconocimiento de que el Rey Lagarto sigue vivo? Consideramos que para los portadores de dicho icono el personaje produce una sensación de referencia hasta crear una identidad relativa, en donde el vehículo de dicha identificación es precisamente la figura de Jim Morrison. Al observar las expresiones en sus rostros, la vestimenta que portan, los tatuajes y los ornamentos corporales relacionados con el Rey Lagarto, interpretamos que para ellos Jim Morrison es el centro de una religión alternativa, cuya Biblia está conformada por las composiciones líricas y poemas de su ídolo, en donde el erotismo libertario son temas centrales. Tratando de seguir lo ya mencionado, podemos afirmar que el cuerpo es una entidad dinámica que no solamente tiene funciones fisiológicas, sino que proporciona y comunica mensajes, que es un instrumento con alta carga social y cultural, que en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana emite una serie de significados plausibles: desde la perspectiva del simbolismo, el cuerpo humano constituye un microcosmos metafórico del cuerpo social (Douglas 2001). En fin, el cuerpo le permite al individuo la posibilidad de libertad. En otras palabras, el cuerpo se define de diferentes maneras en tiempos y 9 espacios concretos y de acuerdo o en contraposición a las normas, valores, aspectos políticos, creencias religiosas, construcciones nacionalistas, estándares de la sexualidad y de la belleza (Fournier y Jiménez 2003). Morrison abrazó la filosofía de los Beats como Kerouac con la celebración del erotismo, de la libertad sexual, además de que coincidió con la filosofía de Marcuse (1966) de convertir el cuerpo en un instrumento de placer, con el epítome de los planteamientos de Bataille (1977 [1962]) al abandonarse a la violencia del erotismo salvaje hasta llegar a la muerte: como exponente de la contracultura de la década de los 60, le dio un nuevo significado a la sexualidad como expresión de la libertad individual, para reforzar la identidad del cuerpo y de la mente. Misticismo, libertad, hedonismo, nihilismo, apertura de los sentidos a través de la ingesta de psicotrópicos, erotismo, rebeldía, anticonsumismo, desnudez, expresión individual en el vestir, contracultura, estos y muchos más calificativos podrían aplicarse a los movimientos encabezados por la juventud estadounidense, así como de algunos otros países del globo en particular a partir de 1965 hasta inicios de la década de los 70; más que referir a un periodo pletórico de utopías, constituye un punto de partida, sentando las simientes que hoy se cosechan en el mundo posmoderno respecto a actitudes sociales, incluyendo la expresión de la corporeidad y de la sexualidad entre hombres y mujeres, a pesar de que la represión a los deseos eróticos prevalece en el marco de diversos sistemas culturales como mecanismo de control simbólico. 10 Ese espíritu de rebeldía y búsqueda de la libertad es vigente entre quienes rememoran a Jim Morrison como inspiración en la manifestación de su corporeidad. Los cuerpos de los fans del Rey Lagarto se convierten en textos, en donde los múltiples símbolos de su devoción hacia el sujeto y objeto de su veneración, a su vez, se objetivizan a manera de discursos públicos, a través de los cuales cualquier observador diestro en la gramática, en la semiótica de ese lenguaje corporal, puede leer las inclinaciones afectivas de los integrantes de la “familia de Jim Morrison” en las narrativas que despliegan, que orgullosamente portan. En efecto, Jim Morrison y su legado siguen vivos. Créditos y agradecimientos: Las primeras dos fotografías aparecen en Sugerman (1983), el resto son de Patricia Fournier. Agradecemos a la “familia de Jim Morrison” el acogernos en su seno en las tres temporadas de campo realizadas en París. Bibliografía Bataille, Georges 1977 Death and sensuality. A study of eroticism and the taboo. Arno Press, Inc., Nueva York. Breslin, Rosemary 1981 Jim Morrison lives. Rolling Stone 352:31-34, 96.. Douglas, Mary 2001 Natural Symbols. Explorations in cosmology. Routledge, Londres y Nueva York. Fournier y Jiménez 2003 Cuerpo y rock and roll: El caso de Jim Morrison. Memoria del Congreso el Cuerpo Descifrado (formato digital).. 2005 Representaciones e interpretaciones del chamanismo en el rock clásico. El caso de Jim Morrison. En Arqueología y antropología de las religiones, ed. por P. Fpurnier y W. Weisheu. ENAH, INAH, México (en prensa). 11 Hinerman, Stephen 1992 “I’ll be here with you”: Fans, fantasy and the figure of Elvis. En The adoring audience, ed. por L.A. Lewis, pp. 107-134. Routledge, Londres y Nueva York. London, Herbert I. 1984 Closing the circle. A cultural history of the rock revolution. Nelson-Hall, Chicago. Marcuse, Herbert 1966 Eros and civilization. A philosophical inquiry into Freud. Beacon Press, Boston. Marks, J. 1973 Morrison remembered. Gallery 1(4):77-78, 126. Martin, Linda y Kerry Segrave 1988 Anti-rock. The opposition to rock and roll. Archon Books, Hamden, Connecticut. Reynolds, Simon 1991 Jim Morrison: The anatomy of madness. Melody Maker, 13 de abril. Sugerman, Danny 1983 The Doors. The Illustrated History. William Morrow and Company, Inc., New York.