A dónde vamos Juan Poom Medina* No es tarde para comentarlo pero en la colaboración anterior propuse algunas preguntas a los participantes en el panel de discusión realizado la semana pasada sobre la competitividad en Hermosillo. Algunas de las respuestas a esos cuestionamientos las sintetizó la reportera Miriam Rodríguez de EL IMPARCIAL en el reportaje publicado el pasado sábado. Incluso algunos ciudadanos atentos expusieron puntos de vista inteligentes sobre el tema dentro del espacio “Carta a los lectores” de este mismo diario. Sin embargo, debido a la diversidad de problemas que enfrenta la ciudad capital de Sonora y los retos que implica medir si es o no una ciudad competitiva era de esperarse que los expositores abordaran algunos puntos centrales y otros quedaran fuera del análisis. Sobre los temas que no se tocaron a fondo debemos seguir reflexionando para ubicar mejor el rumbo de la ciudad capital. Por ejemplo, el tema de la inseguridad pública es un factor negativo clave que no sólo afecta la competitividad de Hermosillo, los hechos violentos que se han registrado en los últimos meses en ciudades importantes como Culiacán, Tijuana y Ciudad Juárez, por citar algunos casos, es evidencia de cómo se atenta con el bienestar de los ciudadanos a través de problemas sociales que cada día crecen más. Hace poco más de un año tuvimos en Hermosillo una situación violenta y sangrienta que dejó a varios miembros de las corporaciones de policía muertos y a las autoridades angustiadas por intentar resolver el problema. Ante ese fenómeno, mi impresión es que Hermosillo en su búsqueda de generar bienestar debe estar a la vanguardia con políticas públicas de largo alcance asociadas a la solución de los problemas de seguridad pública. Es decir, una ciudad competitiva es una ciudad segura que tiene mecanismos atinados y a la mano para enfrentar situaciones como las que se vivieron aquí hace meses y que actualmente sufren otras entidades. Por otra parte, otro problema ligado al bienestar ciudadano en Hermosillo es la gran cantidad de automóviles que circulan y las carencias viales que se tienen para desahogar el tráfico en determinadas horas del día. Es cierto que el distribuidor vial que se construye frente al estadio Héctor Espino será un apoyo para menguar el problema vehicular en esa parte de la ciudad, sin embargo, sabemos que no es la solución total porque todavía existen problemas como la circulación de tráfico pesado que va hacia Nogales, y la creciente venta de autos no legales. Aquí vale la pena reflexionar sobre el papel que tienen las obras públicas en la solución de problemas vigentes, pero si existe ausencia de mecanismo para solventar las dificultades desde la raíz los resultados no siempre son los mejores. Sin duda, Hermosillo seguirá creciendo y al paso de un quinquenio de años las necesidades asociadas al tráfico de vehículos probablemente sean más desesperantes. Un último comentario que no se abordó en el panel es el asunto de la profesionalización del servicio público o, lo que es lo mismo, la gestión de los recursos humanos que realizan la función de Gobierno, que se sustenta en el mérito, la igualdad de oportunidades, la calidad y la competencia de profesionales, como requisito indispensable para alcanzar competitividad en una ciudad. Como administrador público de profesión siempre me ha inquietado la forma en que a través de compadrazgos, amiguismos, nepotismo y demás se arman los gabinetes. Una ciudad competitiva, sin duda será la que sea capaz de sumar distintas capacidades y formaciones profesionales para llevar a cabo una gestión pública eficaz. Sin embargo, cambiar conductas o rutinas en el sector público no es fácil, pero hay que intentarlo. Reforma Electoral en Sonora Lo interesante de la nueva reforma electoral en la entidad es que los actores políticos lograron consensuar el acuerdo para aprobar las modificaciones al Código Electoral, por lo tanto, este caso prueba la tesis del politólogo Arend Lijhart de que el modelo consensual es más efectivo que el modelo mayoritario. Sin embargo, nos queda la tarea de revisar detenidamente las “novedades” que dice tener la legislación a la luz de la realidad política de la entidad.