(2)el tiempo

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(2)EL TIEMPO
Primero, es importante el tiempo en que ocurre este llamado,
Lucas lo hace notar con la primera frase de Lucas 6.12; “En
aquellos días>>: Lucas no está hablando del tiempo que marca
su reloj, o de días específicos de un mes, se refiere a un periodo
de tiempo, a una temporada, una fase especifica del ministerio
de Jesús. Fue un intervalo en su ministerio, cuando la oposición
arreciaba.
<<En aquellos días>> nos lleva inmediatamente al relato
precedente. Esta sección del Evangelio de Lucas registra la
violenta oposición que Jesús había empezado a recibir de parte
de los escribas y fariseos. Lucas 5.17 es la primera mención que
hace Lucas de los fariseos, y el versículo 21 es el primer uso de
la palabra <<escriba>>.
Así en Lucas 5.17 se nos confronta con los principales
adversarios de Jesús, y el relato de Lucas de su oposición abarca
todo el texto hasta el final del capítulo 5 y continúa en el
capítulo 6. Lucas describe el conflicto creciente entre Jesús y los
líderes religiosos del judaísmo. Ellos se levantaron en su contra
cuando sanó a un paralítico y le perdonó sus pecados. Se
opusieron al verlo comer y beber con cobradores de impuestos
y pecadores. Se opusieron a Jesús también cuando les permitió
a sus discípulos que arrancaran espigas, y comieran el día de
reposo, y cuando sanó a un hombre con la mano seca el día de
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reposo. Uno detrás del otro. Lucas relata estos incidentes y
destaca la oposición creciente de los líderes religiosos.
El conflicto alcanza su punto culminante en Lucas 6, 11. Los
escribas y los fariseos <<se llenaron de furor y hablaban entre
ellos qué podrían hacer contra Jesús>> Marcos y Mateo son
aun más gráficos. Ellos dicen que los líderes religiosos querían
destruir a Jesús. Marcos dice que los líderes religiosos lograron
involucrar a los a los herodianos en el complot. Los herodianos
eran una facción política que apoyaba las dinastía de los
Herodes. Por lo general no eran aliados de los fariseos, pero los
dos grupos se unieron contra Jesús y empezaron a tramar como
darle muerte.
Es a esta altura precisa que Lucas intercala su relato de cómo
Jesús escogió a los Doce y los nombró para que fueran
apóstoles.
Fue <<en aquellos días>>, cuando la hostilidad contra Jesús
había llegado al punto de procurar su asesinato. El odio por
Jesús entre la élite religiosa había llegado al punto culminante
Jesús pudo sentir la presión de la proximidad de su muerte. La
crucifixión estaba a menos de dos años de esa fecha. ÉL sabía
que habría de sufrir la muerte de cruz, que resucitaría de entre
los muertos y que después de cuarenta días ascendería a su
Padre. Por lo tanto, también sabía que su trabajo terrenal
habría de pasar a otros.
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Había llegado el tiempo de seleccionar y preparar a sus
representantes oficiales. Jesús, al tanto del odio que le tenían
los líderes religiosos, absolutamente consciente de la hostilidad
que se había levantado en su contra, viendo lo inevitable de su
ejecución, eligió a doce hombres clave para llegar adelante la
proclamación de su evangelio para la salvación de Israel y el
establecimiento de su Iglesia. El tiempo había llegado. No
quedaban muchos días antes que su ministerio terrenal llegara
a su fin. Ahora era el tiempo de elegir a sus apóstoles. La
preparación más intensa habría de comenzar de inmediato y
ser completada en cuestión de unos meses.
El enfoque del ministerio de Cristo pasó entonces de las
multitudes a estos pocos. Sin duda, fue la evidente realidad de
su muerte a manos de sus adversarios lo que marcó el punto de
cambio.
Hay otra cruda realidad en todo esto. Cuando Jesús escogió a
los Doce para hacer de ellos sus representantes oficiales, es
decir, predicadores del evangelio que habrían de proclamar su
mensaje y su autoridad, Él no escogió a ni un solo rabí, un a un
escriba, ni fariseo ni saduceo. No escogió a un sacerdote.
Ninguno de los hombres que escogió procedía del
establecimiento religioso. La elección de los doce apóstoles fue
un juicio contra el judaísmo institucionalizado. Fue en rechazo a
aquellos hombres y a sus organizaciones que se habían
corrompido totalmente. Por eso fue que Jesús no escogió a ni
un solo líder religioso. En cambio, escogió a hombres que no
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tenían preparación teológica: pescadores, cobradores de
impuestos y otros hombres comunes y corrientes.
Hacía mucho tiempo que Jesús estaba en pugna con aquellos
que se veían a sí mismos como la nobleza religiosa de Israel. Se
sentían agraviados. Lo rechazaban a Él y a su mensaje. Lo
odiaban. El Evangelio de Juan lo dice de esta manera: <<A los
suyos vino, y los suyos no le recibieron>>. Los líderes religiosos
del judaísmo constituían el núcleo de los que le rechazaban.
Aproximadamente un año y medio antes de esto, en uno de los
primeros actos oficiales del ministerio de Jesús, Él había
desafiado a los dirigentes religiosos de Israel en su propio
terreno en Jerusalén durante la Pascua, la única ocasión en el
año cuando la ciudad se veía colmada de peregrinos que venían
a ofrecer sacrificios. Jesús acudió al templo, hizo un látigo con
cuerdas, expulsó del templo a los que cambiaban dinero,
echando por el suelo sus monedas, volcando las mesas y
dejando libres a los animales. Con eso dio un duro golpe al
judaísmo institucionalizado. Desenmascaro a la nobleza
religiosa exponiéndolos como ladrones e hipócritas. Condeno
su bancarrota espiritual. Dejo al descubierto su apostasía.
Públicamente condenó su pecado. Los acuso de flagrante
corrupción. Denuncio su falsedad. Así fue como comenzó su
misterio.
Fue un verdadero asalto a la religión
institucionalizada de los judíos
Varios meses más tarde, en el apogeo de su ministerio en
Galilea, lejos de Jerusalén, el resentimiento que debe de haber
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nacido de ese primer evento había alcanzado su punto máximo.
A urdir una trampa para darle muerte.
Su rechazo a Él fue completo. Eran hostiles al evangelio que Él
predicaba. Despreciaban la doctrina de la gracia que
sustentaba, rechazaban el arrepentimiento que exigía, miraban
con desdén el perdón que ofrecía y repudiaban la fe que
personificaba. A pesar de los muchos milagros que daban la fe
de sus credenciales mesiánicas, a pesar de ver con sus propios
ojos cómo echaba fuera demonios, sanaba toda enfermedad y
resucitaba muertos, no aceptarían nunca el hecho que ÉL era
Dios en forma humana. Sencillamente lo odiaban. Y odiaban su
mensaje.
Jesús era amenaza a su poder por lo que desesperadamente
querían verlo muerto.
Por eso cuando llegó el momento de que Jesús seleccionara a
los doce apóstoles, fue lo más normal que no escogiera
personas de la clase que estaba tan dispuesto a destruirlo. En
cambio se volvió a sus humildes seguidores y de entre ellos
seleccionó a doce hombres sencillos, comunes y corrientes,
pertenecientes a la clase trabajadora.
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