ENSAYO CASO CHICATILO Chicatilo se mostraba como un marido de carácter estable y trabajador, un padre que nunca levantaba la voz ante los hijos, un respetado miembro del partido comunista que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad. Discretamente vivía con la rigurosa austeridad que corresponde a un verdadero soviético, ya que era miembro del partido. Chikatilo era el típico marido sumiso y asexual (sufría una disfunción sexual). Hacía todo lo que su mujer le ordenaba o casi todo. Ella solía desear los placeres del lecho con más frecuencia que él, y eso les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le recordase en todo momento lo impotente que era. Había trabajado como profesor, por lo que tenía habilidad para llamar la atención a los jóvenes. Era una persona inteligente y se había dedicado a los estudios, obteniendo títulos de formación académica e incluso un diploma universitario le dio el grado de maestro. Sentía una creciente atracción por las menores de doce años, y se colaba en los dormitorios para verlas en ropa interior mientras se masturbaba con la mano dentro del bolsillo. Sufriría un disfunción sexual caracterizado por la incapacidad para mantener una erección, aunque era capaz de eyacular. Sus víctimas eran principalmente personas retrasadas mentalmente, jóvenes, huérfanas la cuales fácilmente eran convencidas de hacerle compañía, gracias a su profesión como profesor que de alguna manera les convencía de acompañarle al bosque más cercano. Una vez muertas por 30 o 50 puñaladas, les mutilaba partes del cuerpo con su boca para después comércelas y lograr el orgasmo. Su método para captar a sus víctimas era sistemático. En las estaciones de trenes y en los autobuses abordaba a los prospectos. Mediante alguna artimaña se internaba con ellos en parajes solitarios, inclusive cerca de donde había gente. A las chicas vagabundas o prostitutas era más fácil conducirlas con la promesa de pagarles por el servicio. En algunos casos estudiaba a sus víctimas durante días aprendiendo sus movimientos y sus horarios hasta que lograba por casualidad cruzárseles en el camino y procedía al ataque. Otras más, era obra del azar, y ejecutaba el típico golpe de oportunidad sin desaprovechar ni una ocasión. Aprendió también la mejor técnica para noquear a las víctimas y evitar las salpicaduras de sangre. Casi todas las víctimas sufrían la mutilación de los ojos, según él “no podía soportar sus miradas”. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia del lugar pasaron a ser sospechosos en potencia. Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar tan rápidamente al orgasmo que les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su impotencia, a veces, con la ayuda de una ramita, colocaba el semen en la vagina de la víctima. Podemos concluir que el asesino era un sujeto que padecía de alguna disfunción sexual. Mutilaba a sus víctimas en parte por frustración y también como excitación erótica. Se dejaba llevar por la compulsión de asesinar, sin embargo no era ni retrasado mental o esquizofrénico puesto que tenía la capacidad de planear y efectuar sus ataques. Era un hombre solitario y el único involucrado en los crímenes. Esos datos no le ayudaban en nada al oficial ruso, él hubiera querido algo diferente, pero sin la participación de los medios de comunicación era imposible aplicar las técnicas "proactivas" que se practicaban en occidente para cercar asesinos peligrosos. Después de su detención dijo que estaba dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes si no continuaban atosigándole con los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se derrumbó ante un psicólogo a quién acabó confesando 53 asesinatos. Posteriormente guió a los investigadores a los distintos lugares donde estaban enterrados sus victimas.