curso completo Edita: Editorial Planeta-De Agostini, S.A., Barcelona Presidente: José Manuel Lara Consejero Delegado: Ricardo Rodrigo Director General de Producción: Félix García Director Editorial: Jordi Martí Director de Producción: Jacinto Tosca Coordinador General: Ramón Castelló Realización: R.B.A., Proyectos Editoriales, S.A. Director General: Fernando Castillo Director Editorial: Andrés Merino Redactores y colaboradores: Lincoln Maiztegui, Ramón Castelló, José Manuel Gil, Francisco Rodríguez, Miguel Fernández-Díaz Coordinación: Francisco Rodríguez Diagramación: Joan Oró © 1990. Editorial Planeta-De Agostini, S.A., Barcelona ISBN Obra completa: 84-395-1530-8 . Tomo 1: 84-395-1542-1 Depósi',0 Lc:gal Fotocomposición: Grafitex Fotomecánica: Ungraf/Eurogamma Imprime: Cayfosa, Sta. Perpétua de la Mogoda (Barcelona) Impreso en España - Printed in Spain - 1990 curso completo Volumen 1 PLANETA-AGOSTINI SUMARIO O Unidades Pág . Pág. 2 22 42 62 82 102 1 22 E l tablero y l as p i ezas El j aq u e m ate. Los m ates bás icos Los m ates bási cos (co nti n u aci ó n) La apert u ra La apert u ra (11) La apert u ra (y 111) Rey y peón contra rey O Partidas famosas Pág . Introd ucción d e l m ate de Légal (París, 1750). Légal-St. Brie E l sacrifi cio ( N u re m berg , 1 91 2). Vo n Ho lzhausen-Tarrasch L a d a m a errante (París, 1863) M o r p hy-De Riviére E l arte combi n at i vo : l a « S i e m p revi va» (Bres lau , 1852) Andersse n - D u fres n e C u a n d o el aj ed rez no e ra m ate r i a l i sta (Pete rsbu rgo, 1874) C h igorín -Davi dov Derrotar a u n campeón d e l m u n do (Marg ate, 1 937) Ke res-Alekh i n e E l «fu ego sici l i ano» (Zu rich , 1 953) Averbakh-Ta i m á n ov 30 50 70 90 1 10 130 Pág. Cast i g o s u m arís i m o (Lo n d res, 1870) Zukerto rt-De Vere La fuerza bruta (Ca l i fo r n i a , 1 964) Fischer-Cel l e V i aj e i nfe rnal (Lo n d res, 1 91 2) Ed . Lasker-T homas El ataq u e vi rtu oso ( M a h r-Ostrau , 1 923) Ru bi n ste i n -Hrom ad ka La armo n ía del acoso (Vi e n a , 1 929) S p i e l m a n n -Ho n l i n g e r La s u p re m a e l egancia ( N u eva York, 1 910). Capablan ca-Fo n aroff 1 90 210 230 250 270 Ejercicios Pág. Pág . 1 2 3 4 5 6 7 170 1 50 O U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad 142 1 62 182 202 222 242 262 Des p u és de la apert u ra E l balance de m aterial C u rso de táctica (1) C u rso de táctica (11) C u rso de táct i ca (111) C u rso de táctica (IV) C u rso de táctica (V) 17-20 37-40 57-60 77-80 97- 100 1 17- 1 20 137- 140 U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad U n i d ad 8 9 10 11 12 13 14 1 57-1 60 177- 180 1 97-200 217-220 237-240 257-260 277-280 1 UNIDAD E n esta unidad s e presentan to dos l o s elementos y conocimiento s necesarios para empezar a jugar al aj edrez : el tablero, las piezas y sus movimientos , las capturas, e l enro que, etc. A continuación s e consideran l o s sistemas d e notación empleado s p ara reproducir las j ugadas y posiciones , p oniendo un D D El tablero de ajedrez Las piezas de ajedrez D Sistemas de notación énfasis especial en el sistema algebraico. • M ovi m i e ntos d e l as p i ezas • La captu ra • La capt u ra a l p aso • El e n roq u e • S i ste m a a l g e b ra i c o • S i ste m a d e sc r i pt i vo D Ejercicios D Soluciones • Ej e m p l os y p ro b l e m as El tablero de ajedrez El tablero es el campo de batalla por definición. Dentro de sus bor­ des se desarrolla un combate sometido a determinadas reglas . El tablero de aj edrez consta de 64 casillas, 32 blancas y 32 ne­ gras, que se disponen alternativamente. Se trata pues de un cuadra­ do (es decir, con la misma anchura que altura) en el que cada lado tiene 8 casillas, cuatro blancas y cuatro negras o de otro color. Sin embargo, la posición del tablero respecto a los j ugadores no es caprichosa, siempre debe ser la misma, según la regla que nos dice: «la casilla blanca a la derecha» . jugador El tablero debe colocarse de forma tal que la casi lla situada a la derecha del jugador en el borde m ás próximo del tablero sea d e color blanco (casilla blanca a la derecha). jugador En el tablero, las casillas pueden agruparse en columnas o líneas , en horizontales y en diagonales. Esta clasificación resulta especial­ mente útil para describir los movimientos de las piezas, darnos cuenta de las sutiles relaciones que tienen entre sí las distintas casillas, apa­ rentemente iguales, del tablero y plantear estrategias y tácttcas que nos lleven a la victoria. Col u m nas 2 - Horizo ntales Diagonales La columna es la sucesión de casillas ordenadas La horizontal e s la sucesión Una diagonal es una sucesión de casillas paralela a las de casil las de un mismo color vertical mente desde la bandas del tablero donde se unidas por los vértices. posición de los jugadores. colocan los jugadores. Hay Hay dos diagonales mayores, ocho horizontales de ocho una de casillas blancas y otra casil las cada u n a . de casil las negras. Las piezas de ajedrez En aj edrez no se habla de « fichas » , sino de piezas . Las piezas no son iguales: cada una de ellas tiene una forma y una movilidad dis­ tintas . Otro término, aunque progresivamente en desuso, para de­ signar las piezas del j uego de aj edrez es el de «trebej os » . Aunque e l término «piezas » s e usa d e forma genérica para desig­ nar todas las del aj edrez, se suele distinguir entre los peones y las piezas propiamente dichas, que son todas las demás . Al comienzo de la partida cada j ugador posee 16 piezas : dos torres, dos caba­ llos, dos alfiles, una reina o dama, una rey y ocho peones . A cada j ugador le corresponden piezas de distinto color: blanco o negro. Estos nombres no indican exactamente el color de las pie­ zas , ya que según el material de fabricación o la fantasía de artesa­ no pueden ser de muchos colores: desde marrón claro o amarillo para las piezas blancas a roj o o marrón o scuro para las negras . Sobre el papel , las piezas de ajedrez se repro d u c e n por su inicial e n m ayúscu l a o por u nas representacio nes gráficas como las q u e s e indican a continuació n y q u e serán l a s q u e s e util i zarán a lo l ar­ go de este curso. Piezas blancas O tt' Dama(D) 1J Torre (T) <fJ Caballo (C) ft Peón (P) Rey (R) iL Alfil (A) J. Alfil (A) Piezas negras 'W' Dama (D) • Torre (T) • Caballo (C) i Peón (P) t Rey (R) Disposición de las piezas Las piezas se colocan sobre el tablero teniendo siempre en cuenta que la posición de éste debe ser tal que en la primera horizontal la casilla de la derecha del j ugador sea blanca (la de la izquierda será, consecuentemente, negra) . . Una vez colocado el tablero en su posición correcta, los j uga­ dores disponen sus piezas, uno las blancas y el otro las negras , en las horizontales más próximas, tal como se indica en la página si­ guiente. - 3 Las piezas de ajedrez Al inicio de la partida las piezas de la horizontal más próxima al ju­ gador, y de izquierda a derecha, son: torre, caballo, alfil, dama, rey, alfil, caballo, torre. En la segunda horizontal , las casillas se ocupan con los ocho peones. Esto vale, evidentemente, tanto para las blancas como para las negras. Puede verse en esta disposición que la dama se encuentra al inicio del juego en una casilla de su mismo color (la dama blanca en la ca­ silla blanca y la dama negra en la casilla negra), por lo que se dice que «la dama marca color» . El rey debe colocarse en l a casilla central de color contrario al pro­ pio (el rey negro en la casilla blanca y el rey blanco en la casilla negra) . Una vez se han colocado las piezas adecuadamente, la partida puede comenzar, teniendo en cuenta que el primer movimiento corresponde siempre al bando de las piezas blancas. Esta es una convención adop­ tada en el siglo XIX y que se mantiene vigente, por lo que para saber quién inicia la partida se sortean las piezas. El jugador que conduce las blancas efectúa el primer movimiento, lo que representa una pe­ queña ventaj a. El rey El rey es la pieza por antonomasia, la clave del aj edrez , ya que el obj etivo de este j uego es capturar el rey adversario. Esta captura, que determina el final de la partida, se conoce por. j aque mate. M ovil idad del rey - 4 Mov i l idad del rey s i t u ado en el Movilidad del rey blanco l i m ita­ Mov i l idad del rey blanco l i m ita­ centro del tablero. da por las piezas negras. da por sus propias piezas. Las piezas de ajedrez El rey se mueve a partir de la casilla en la que se encuentra a cual­ quiera de las contiguas , siempre que una pieza propia o adversaria no se lo impida. De modo que, salvo en el caso del enroque, del que se habla más adelante, el rey se mueve sólo de una en una casilla. La fuerza del rey es también su debilidad. El j ugador está obliga­ do a proteger y cuidar su rey so pena de perder la partida. Por lo tanto, en los comienzos del j uego, cuando la mayoría de las piezas aún están en acción, el rey debe esconderse y alej arse de la amena­ za de las piezas enemigas. Sólo en el final de la partida, cuando la mayor parte de las piezas de uno y otro bando han desaparecido, el rey puede aventurarse a participar activamente en la lucha. Vt Rey La dama o re i n a L a dama o reina (en español se escribe siempre « dama» [D] para evitar la coincidencia de iniciales con su consorte, el rey [R]) es la pieza más poderosa y ágil del tablero, y en principio no es conve­ niente cambiarla por ninguna otra pieza que no sea la dama del ad­ versario. En el centro del tablero, con espacio para moverse y el respaldo de las otras piezas, la dama tiene una potencia formidable ya que es capaz de ej ercer su acción de ataque o defensa incluso a muy larga distancia. En cambio, si se encuentra en un rincón del tablero y rodeada de piezas, tanto propias como del adversario, que estor­ ben su movilidad , su fuerza se debilita. �..¡- Dama Movi m i entos de la dama La dama puede move rse a tod as las casi l las q u e están a s u alcance e n l ínea recta, y a sea vertical u horizonta l m e nte, y en d i agon al , tanto h acia delante como hacia atrás. La movi l i d ad de la dama se ve l i m itad a por l as otras p i ezas, ya sean p rop ias como d e l adve rsario. Normal m e nte están vedadas a la dama tod as las casi l l as q u e control an l as pi ezas e n e m igas. Mov i l idad de la dam a en u n L i m itac i o n es en la m ov i l idad L i m itaciones en l a m ov i l idad tablero vacío. de l a dama por la pos i c i ó n de l a dama por l a pos i c i ó n de de l a s p i ezas del m is m o bando. las p i ezas contrarias. 5 - Las piezas de ajedrez Las torres Las torres son las piezas más valiosas después de la dama, ya que el rey no se toma en cuenta por ser una pieza especial . Son piezas ágiles que pueden desplazarse rápidamente de una par­ te a otra del tablero. Como regla general, puede afirmarse que una torre vale más cuan­ tos más peones hayan desaparecido del tablero, porque entonces su movilidad se incrementa. Más adelante se verá la participación de la torre en el enroque, uno de los movimientos inas característicos de la defensa del rey. [1 I Torre M ovi m ie nto de las torres Cada u n a de l as to rres se m u eve en l ínea recta en d i rección perpe ndicular a los bordes d e l tab le­ ro. Es deci r, l as torres no se m u eve n e n d i ago nal y su acción se desarro l l a por las horizo ntales y verticales. Su u b icación i n icial e n los extremos d e l tab l e ro p rovoca q u e a m e n udo entren e n j u ego m uy tarde, lo q u e h ace q u e normal m e nte sobrevi ­ v a n h asta e l final de l a partida. Movilidad d e l a torre e n u n Lim itació n de l os m ovimientos Limitaci ó n de l os movimientos tabl ero vacío. de la torre por p�o n es de la torre por peones d e l propios. contrario. Los alfi les Los alfiles se mueven sólo en las diagonales . Uno de ellos circula exclusivamente por las casillas blancas, y el otro por las negras. Desde el comienzo, pues, a cada alfil le están vedadas 32 casillas (las de color contrario a aquéllas por las que corre) . Por esa razón, en prin­ cipio su valor es inferior al de las torres, y aproximadamente igual al de los caballos. Un principio de alta estrategia con el que conviene que se vaya familiarizando el j ugador principiante es el siguiente: La parej a de alfiles (las dos piezas juntas) tiene mayor valor que la mera suma de la acción de cada una de ellas. - 6 � ,.l Alfil Las piezas de ajedrez M ovi m iento de los alfi les La m áx i m a q u e for m u l amos para l as torres t i e n e a ú n mayor apl icación a los alfi les: s u valor crece a medida q u e desaparece n los peon es. El gran e n e m igo de los alfi les es la cadena de peon es, q u e puede l l egar a d ism i n u i r se riame nte e i ncl uso a n u lar su acción; en camb io, en las posiciones «ab i e rtas» el alfi l acreci e nta su pote nci a. Los d i a­ gramas m uestran estos pri nci p ios: Acció n máxima d e los alfiles Los peones dismin u ye n l a A l q u edar fijos los peones e n e n un tabl ero vacío. eficacia d e l a acció n d e l alfil. casil l as de su mismo color, e l alfil v e prácticame nte anulada su activid ad . Com pr u ébe lo. El aumento de valor de la parej a de alfiles estriba en que un alfil sólo tiene capacidad de atacar y defender la mitad de las casilas del tablero (las de su color) . En cambio, con los dos alfiles en su poder, el j ugador puede fiscalizar todas las casillas del tablero; y si los al­ files tienen una buena movilidad, su acción en parej a puede alcan­ zar en determinadas posiciones una fuerza formidable. Los cabal l os Son las piezas de movimiento más complicado. El caballo tiene la facultad de saltar sobre las piezas propias o del adversario, lo que ya lo diferencia de todas las demás piezas del j uego; pero eso no es todo, sino que además, su movimiento rompe la armonía de las líneas rectas. El caballo mueve (o salta, mej or dicho) dos casillas hacia ade­ lante o atrás y una a la derecha o a la izquierda; o dos casillas a derecha o izquierda, y una adelante o atrás . Se trata de un mo­ vimiento heterogéneo, casi caprichoso y difícilmente previsible para el contrario, que da a esta pieza una extraordinaria persona­ lidad . El caballo es una pieza de acción lenta, que necesita varios movi­ mientos para trasladarse de un lado a otro del tablero. Como com­ pensación, su movimiento no puede ser trabado por las demás pie­ zas , porque tiene la facultad de saltar sobre los obstáculos. En las � • Caballo 7 - Las piezas de ajedrez M ovi m iento de los cabal los E l lector debe ensayar repetidamente l as reg l as d e l m ovi m i e nto d e los cabal l os. U n eje rcicio reco m e ndable consiste e n colocar u n caballo e n cualq u i e r casi l l a d e l tab l e ro, y se ñalar c o n u n pedacito de papel o u n a moneda l as casi l l as q u e l e son accesi b l es. Como puede verse en los d i ag ramas, cuanto m ás cerca está del centro d e l tab l e ro, m ás am p l i o es e l rad i o de acción del cabal l o ; s i s e sitúa e n u no d e l o s extre mos d e l tab l e ro, d ispo n d rá tan sólo d e d o s casi l l as para moverse. Acci ó n máx i m a del caba l l o La mov i l idad del cabal l o e n u n tab lero vacío. e s m ayor cu a nto más cerca En los bordes, el caba l l o puede acceder a u n número se encuentra del centro l i m itado de cas i l l as. del tablero. posiciones « cerradas » , con muchos peones fij os sobre el tablero, resulta superior al alfil. Examinemos la posición ilustrada por el diagrama de la derecha. El alfil blanco ve su acción entorpecida por los peones propios, que además están inmóviles (no pueden avanzar, o bien porque la casi­ lla contigua está ocupada por una pieza enemiga, o bien porque, de hacerlo, serían capturados) . En cambio, el caballo negro tiene muchas casillas a su disposición y puede, mediante los saltos adecuados, trasladarse a cualquier punto del tablero. Observemos que todos los peones blancos ocupan casillas del mis­ mo color del alfil, y por consiguiente estorban su movilidad , mien­ tras los peones negros están situados en casillas blancas , y no pue­ den ser amenazados ni capturados por el alfil que sólo recorre diagonales negras. Los peones trabados, que componen una estructura fij a e inmó­ vil sobre el tablero, otorgan al caballo negro una gran superioridad sobre el alfil blanco en este tipo de posiciones , que se denominan « cerradas » . 8 Las piezas de ajedrez Los peo nes El peón es, por regla general, la pieza de menor valor del j uego; sin embargo, posee una facultad que le hace potencialmente terri­ ble: si alcanza la última línea del tablero a partir de su posición de salida, puede transformarse en la pieza que desee, incluida la dama. Los peones avanzan de una en una casilla en dirección vertical (es decir, a lo largo de una columna) , y no pueden retroceder por nin­ gún concepto. Les son accesibles todas las casillas de su columna menos las de la primera línea, la que tienen detrás al comenzar el j uego. Pero en su primer movimiento, el peón puede avanzar dos casillas , por única vez. Esta facultad está limitada por el recurso de «captura al paso » , que veremo s más adelante. Y eso no es todo. Para capturar una pieza del adversario, el peón se mueve en diagonal , colocándose en la casilla que ocupab a la pie­ za tomada. Movimiento en vertical hacia adelante y captura en dia­ gonal; esta es la regla básica del movimiento del peón. ft i Peón Movi m i e nto de los peo nes Dos m ov i m ientos posi bles. Peo nes i n móvi les. Captura en diago n a l . Tres m ov i m ientos posi b les Cu atro mov i m ientos posi b les: Peó n q u e cccoro n a»; puede para el peó n b l an co: dos avan ce vert i c a l u n a o dos tra nsform arse en c u a l q u ier capturas l aterales y avance cas i l l as, y dos capturas pieza m ayor (nor m a l mente la vertical . l aterales. dama), excepto en rey. 9 Otros movimientos Después de analizar la forma peculiar de desplazarse cada pieza, es preciso examinar algunas reglas especiales relativas al movimiento de las piezas, a su interacción y al valor relativo que poseen . La captu ra en ajed rez Un recurso fundamental en aj edrez es capturar (o «comer» , como suele decirse en el argot de los aj edrecistas) las piezas del rival . Cap­ turar muchas piezas no garantiza la victoria; ésta sólo se produce cuando perece el rey enemigo. Pero eso no quiere decir que la ven­ taj a de material no tenga importancia; por el contrario, suele ser fundamental . La dama, una pieza o simplemente un peón de más suelen constituir una ventaj a decisiva . La captura se realiza coi ocando la pieza propia en la casilla que ocupaba la del adversario, y retirando ésta del tablero. Los diagra­ mas muestran diversos casos de capturas posibles en aj edrez . Algunas capturas El caba l l o blanco puede Las piezas blan cas y n e g ras Cada pieza blanca o negra capturar cuatro piezas, y sólo tie n e n diversas posibilidades tie n e una posibildad de puede ser capturado por una. de captura. captura . La captu ra al paso La captura al paso se produce cuando uno de los dos bandos avan­ za un peón dos casillas desde su posición inicial, tal como está per­ mitido. 10 Otros movimientos Captu ra de peón al paso Juegan las negras. Juegan las blancas y capturan Las blancas han tomado el el peón neg ro en la casilla peón negro ual paso». i ntermedia . En este caso, si el adversario posee un peón en su quinta horizon­ tal y contiguo al peón que ha movido, puede capturar éste como si hubiera avanzado una sola casilla. Sólo el peón tiene derecho a capturar al paso otro peón. No ocurre así con las restantes piezas. E l valor de las piezas Hemos estudiado las características de las piezas y, atendiendo a su capacidad de movimiento, el lector podrá deducir fácilmente que unas tienen mayor valor que otras. No es difícil , en efecto, llegar a la conclusión de que el modesto peón, tan limitado en sus despla­ zamientos, no puede compararse a la veloz dama, que cruza el ta­ blero sin dificultad . Con este criterio podemos establecer el siguiente orden de fuer­ za: dama, torre, alfil, caballo, peón . El rey, como ya se ha dicho, es una figura especial y no puede capturarse; por esa razón no se incluye en la clasificación. Esta escala sirve para tener una idea aproximada del valor inicial de cada pieza, pero la situación concreta sobre el tablero puede mo- Cuantificación orientativa de la jerarquía de las piezas: Peón .. . . ........... . . 1 p u nto Caballo ............ . . 3 p u ntos Alfi l .................. 3 p u ntos Torre .. . .... . ...... . .. 5 p u ntos Dama ................ 10 p u n tos . 11 Otros movimientos dificar considerablemente dicha puntuación. Ya se ha comentado la variación de los valores de alfil y caballo según sea la posición « abierta» o «cerrada» . Es obvio, asimismo, que no vale lo mismo un peón en séptima línea (y por tanto a punto de coronar) que en su posición inicial . El e n roq u e E n e l j uego del aj edrez, como es sabido, l o s j ugadores mueven por turno una sola pieza en cada ocasión, pero existe una excepción a esta regla: el llamado « enroque» . En el enroque el j ugador mueve en la misma j ugada el rey y una de las torres. Además el rey recorre dos casillas a la derecha o a la izquierda, contra la norma de que sólo puede avanzar de una en una, y la torre salta por encima del rey (lo que parecía privilegio exclusivo del caballo) y va a colocarse j unto a aquél, en el centro del tablero. Los diagramas lo muestran: Posición y m ovi m i entos del e n roque Enroque corto. Se llama enroque corto al que se realiza con la torre de rey, y enro­ que largo al que tiene lugar con la torre de dama. Para poder reali­ zar cualquiera de los dos, han de cumplirse las siguientes condiciones: 1) El rey y la torre no deben haberse movido previamente. Cual­ quier movimiento de una de las dos piezas hace perder el dere­ cho a enrocar. 2) El rey que se enroca no debe estar en j aque, es decir, amenaza­ do por una pieza enemiga. 3) Las casillas por las que el rey debe pasar para enrocar no de­ ben estar baj o la acción de ninguna pieza adversaria. Para la to­ rre, en cambio, no rige esta condición. 4) No debe haber ninguna pieza propia -ni, por supuesto, adversaria- entre el rey y la torre del enroque. 1 2. Enroque l argo. Otros movimientos Las reg las del e n roque El rey b l a n co está en jaq ue; Hay u n a pieza entre el rey y l a Hay u n a p ieza entre el rey l a l as b l a n cas no pueden torre; l a s b l a n cas no p u eden torre; l a s b l a n cas no pueden enrocar. enrocar. enrocar. El a l f i l negro ataca u n a de l as En esta pos i c i ó n las b l ancas En esta pos i c i ó n l as b l ancas cas i l las por las q u e debe pueden en rocar s i n o han pueden enrocar s i no h a n pasar el rey; l as b l ancas no m ovido prev i amente el rey movido prev i a mente el rey pueden enrocar. o la torre. o la torre. El enroque suele ser una j ugada muy conveniente: el rey queda más protegido en un flanco que en el centro del tablero, y la torre puede entrar rápidamente en j uego. Según la disposición de las piezas , será preferible escoger uno de los dos, es decir, el enroque corto o el enroque largo. En general es conveniente enrocar en el flanco en el que no se han movido o cambiado los peones, que ej ercerán así la función de barrera pro­ tectora de su monarca. Conviene tener en cuenta dos reglas adicionales: el enroque lar­ go suele ser más vulnerable que el corto (hay una casilla más que proteger); tampoco está de más observar el flanco en que enroca el rey contrario: si lo hace en el lado opuesto al nuestro, podrá ata­ car nuestro enroque avanzando sus peones. 13 Sistemas de notación Desde los tiempos más antiguos se han conservado las partidas de los mej ores j ugadores del mundo mediante diversos sistemas de no­ tación. Gracias a ello podemos saber cómo j ugaban Ruy López de Segura, Philidor, Staunton, Morphy, Steinitz, Capablanca o Alek­ hine. La base siempre ha consistido en la numeración de las casillas del tablero, según un ej e de ordenadas (columnas) y uno de absci­ sas (horizontales) . Los dos sistemas más utilizados, por ser los más claros y sencillos, son el llamado « descriptivo» y el «algebraico » . E n l o s últimos año s las autoridades del aj edrez internacional han impuesto como obligatorio, en los torneos internacionales, el siste­ ma algebraico, y por esa razón lo utilizaremos en el presente curso. El sistema algebraico En este sistema de notación, las líneas horizontales se numeran del 1 al 8 en sentido único, a partir de la posición del j ugador que con­ duce las piezas blancas; la casilla del extremo de una columna será por consiguiente la 8, tanto para las piezas blancas como para las _ negras. En cuanto a las columnas, se designan con letras de la «a» a la «h», ordenadas alfabéticamente de izquierda a derecha también con respecto a la posición de las piezas blancas . De este modo, cada ca­ silla del tablero posee una identificación precisa. Veámoslo en el siguiente diagrama: La j ugada se anota indicando en primer lugar la pieza que mueve, y' a continuación la casilla de destino. Por ej emplo, si deseamos mo­ ver la dama desde su casilla inicial hasta la quinta horizontal, escribiremos la j ugada así: Dd5 dama a la quin ta casilla de la columna de dama 8 7 6 5 4 3 2 - bS b7 b6 b5 b4 b3 b2 b1 es c7 c6 es c4 c3 c2 c1 a b e a b e as la7 a6 las a4 ia3 a2 � - dS d7 d6 d5 d4 d3 d2 d1 d es e7 e6 es e4 e3 e2 e1 e f8 f7 f6 f5 f4 f3 f2 f1 gS ¡g7 g6 �5 g4 g3 g2 .]!__ 9 a 7 6 5 4 Las capturas se indican con el signo «X» situado entre la inicial de la pieza que mueve y la clave de la casilla de destino. No se especifi­ ca en la anotación cuál ha sido la pieza capturada. En la posición del diagrama anterior, la anotación sería Dxd5, tanto si la dama ha capturado la dama contraria, como un simple peón. 14 3 2 e 9 � h7 hs I h5 h 41 h3 h2 1 h1 h Los sistemas de notación En los movimientos de peón, se omite la inicial de la pieza y se se­ ñala únicamente la casilla a la que se va. Así, si vernos en una par­ tida la j ugada g6, sabernos que es un peón el que ha avanzado a esa casilla. Las capturas de peón se indican consignando la colum­ na en la que estaba situado inicialmente el peón que mueve, el sig­ no de la captura («x») y la casilla de destino: por ej emplo, fxg6 in­ dica que un peón situado en la columna « f» ha capturado una pieza contraria colocada en «g6 » . E n la posición del diagrama, l o s d o s caballos blancos atacan diver­ sos peones negros; si querernos capturar con el caballo de dama el peón situado en cinco alfil dando j aque, para no dar lugar a ambi­ güedades deberemos precisarlo así: CbxcS + La letra «b » indica la columna en que estaba situado el caballo que mueve. De esta forma no hay confusión posible. a b e d e g D R AR CR TR h El sistem a descri ptivo En el sistema descriptivo, las casillas tienen distinta numeración se­ gún j ueguen las blancas o las negras . Las horizontales se numeran del 1 al 8 en doble sentido (es decir, la casilla 1 de las blancas es la 8 de las negras, y viceversa) . Las columnas verticales reciben el nombre de la pieza que se co­ loca en cada una de ellas al comienzo de la partida. Para distinguir las columnas correspondientes a cada uno de los flancos del table­ ro (flanco de rey y flanco de dama) , se habla de torre de dama, ca­ ballo de rey, etc. Así, mediante el número de la línea correspondiente y las inicia­ les de las distintas piezas de las columnas, las casillas se designan corno muestra el diagrama: TD CD AD 8 7 2 6 3 5 4 4 5 3 6 2 7 8 TD CD AD D R AR CR TR Cada casilla recibe la denominación de la horizontal y la columna que la atraviesan , corno en el sistema algebraico: la casilla «b4» en algebraico, por ej emplo, se denominará en descriptivo 4CD (cuarta línea de la columna del caballo de dama) desde el punto de vista del j ugador que lleva las blancas, y 5CD (quinta línea, etc.) desde el punto de vista de las negras. Según el color de la pieza que mue­ ve, por consiguiente, la casilla recibe una denominación distinta. A continuación se verá el desarrollo de este sistema. En el mismo ej emplo de la dama que vimos en el sistema alge­ braico, la j ugada de la dama que se traslada desde su casilla inicial hasta la quinta horizontal se anotaría: DSD. Las capturas se indican con el signo «X» seguido de la inicial de la pieza capturada. 15 Los sistemas de notación En el ej emplo del diagrama, el caballo captura el peón negro situa­ do en la casilla cuarta de dama de las negras (quinta de dama para las blancas) . La j ugada se anotaría CxP; pero como existen dos peo­ nes que pueden ser capturados, es necesario indicar a cuál nos refe­ rimos. Por ello la anotación correcta de la j ugada será: CxPD 8 7 2 6 3 5 4 4 5 3 6 2 7 8 De ser el otro peón el capturado, la j ugada se anotaría CxPC. El sistema descriptivo tiene el inconveniente de que algunas j uga­ das exigen una anotación muy larga para evitar ambigüedades. En el ej emplo visto anteriormente para el sistema algebraico, la j uga­ da del caballo que capturaba un peón con j aque (Cbxc5 + ) debería anotarse en descriptivo de la siguiente manera: C3CDxPA + Otras claves com u nes a los dos sistemas Ya hemos visto muchos de los símbolos utilizados en aj edrez para representar s obre el papel las distintas posiciones y j ugadas que se producen en el curso de una partida . A continuación se presentan vario s símbolos de interés que el lector encontrará a menudo en los análisis y comentario s de las partidas . -El signo de admiración(!) después de una j ugada significa que el j ugador correspondiente ha efectuado una buena j ugada. Por ej emplo 16. AcS ! ,... quiere decir que el movimiento del alfil a la ca­ silla c5 se considera una buena j ugada de las blancas. -El signo de interrogación(?) después de una j ug�da indica que el j ugador correspondiente ha realizado un error. Por ej emplo, 6 . ... , Dc2?, significa que las negras han cometido un error. -La letra j o una cruz( +) después de una j ugada indican que se hace j aque al rey contrario. Por ej emplo, 12. AhSj , ... o 12. AhS + , ... indican que el alfil blanco da j aque al rey negro. -Dos cruces ( + +) o las palabras j aque mate indican el final de la partida por mate. Por ej emplo, 21. ... , Tal + + o 21 . ... , Tal ja­ que mate, indican que la torre negra da j aque mate al rey blanco: las negras han ganado la partida. -El símbolo 0-0 representa el enroque corto, y el símbolo 0-0-0 el enroque largo (en el flanco de la dama) . Por ej emplo, 15. 0-0-0, ... significa que el rey blanco ha enrocado en el flanco de dama. -Las iniciales a.p. señalan la toma al paso. -La coronación del peón se indica con la j ugada correspondiente, en algebraico o descriptivo, seguida del signo( = ) y la inicial de la pieza en que se transforma el peón. Por ej emplo, f8 = D. 16 TD CD AD D R AR CR TR EJERC I C I OS 1 Ejemplo 1 Les corresponde jugar a las negras. ¿Existe algún Estudie las piezas blancas «impedimento legal» para que configuran la posición del que enroquen su rey?. diagrama y determine cuál de Repasemos las reglas del ellas tiene más casillas a enroque: ninguna de las donde mover. torres ni el rey deben haber jugado previamente, y no puede haber ninguna pieza 8 a b e d propia ni contraria entre el rey e h g y la torre. Tampoco el rey 6 puede estar en jaque. La 5 maniobra del enroque no Ambas piezas dominan cinco 4 puede efectuarse si una pieza casillas. Si marcamos con un 3 signo todos los posibles 2 desplazamientos de cada adversaria domina alguno de los cuadros por los que ha de pasar el rey. En este punto figura, el gráfico demostrará a b e d e g h que es el caballo la pieza más móvil, ya que puede blanca controla la casilla f8. trasladarse a ocho casillas. No por ello deben las negras Es este un excelente ejercicio renunciar al enroque, puesto para repasar el movimiento de las piezas. Según lo estudiado, de todas estas que nada les impide efectuarlo en otro flanco. Ejemplo 2 piezas la torre es la que en teoría dispone de mayor movilidad; pero en la presente 8 posición las demás piezas blancas bloquean su acceso 6 a muchas casillas. También el 5 rey ve limitada su movilidad por el monarca contrario. hallamos una objeción al enroque corto, ya que la torre 4 3 2 a b e d e g h Ninguna de las torres negras ha movido aún. Tampoco lo ha hecho el rey. · EJERC I C I OS Problema 1 1 Problema 2 Hemos aprendido que las La dama blanca está atacada piezas de ajedrez despliegan y corre el riesgo de ser mayor fuerza en el centro del capturada por la torre negra. tablero, donde se encuentra el caballo blanco del 8 diagrama. El caballo negro, 7 por su parte, tiene menos cuadros a su disposición. 6 Marque todas las casillas a 5 las que pueden desplazarse 4 cada una de estas piezas. 3 2 Problema 4 Ni el rey ni ninguna de las torres del blanco ha movido El cambio sería desfavorable, dada la diferencia de valor entre ambas figuras. Determine a qué casilla puede trasladarse sin ser a b e d e g h capturada, si es que existe. aún. ¿Puede el rey enrocar corto? ¿Y largo? Razone la respuesta en cada caso, y si ésta es negativa, señale las causas y la regla específica del enroque que no se cumple en esta posición. Problema 3 En su último movimiento, las negras han adelantapo dos pasos su peón de rey, invitando a las blancas a decidirse por una de las numerosas tomas posibles en esta posición. Señale, sin omitir ninguna, las siete capturas que pueden efectuar las blancas. a b e d e g h EJER C I C I OS 1· Problema 7 Problema 5 En la posición del diagrama, A continuación reproducimos ¿de qué jugadas dispone el las jugadas de una breve negro para evitar que el rey partida, anotadas en el blanco enroque en la sistema descriptivo. siguiente jugada por el lado Reprodúzcala sobre su corto? ¿Y por el largo? tablero y compruebe que la 1. e4, c5 2 . d4, d5 3. Cc3, dxe4 4. Cxe4, Cd7 5. De2, Cgf6 6. Cd6, m ate. posición final coincide con la del diagrama. 1. P4R, P4R 2. C3AR, C3AD 3. A4A, P3D 4. C3A , A5C 5. P3D, C5D 6. CXP R , A XD 7. A XP + , R2R 8. eso m ate. Problema 9 a b e d 6 e Problema 6 El peón de dama de las 5 negras acaba de ser 4 avanzado dos cuadros: . . . , P4D (d5). Anote en un 3 papel, y en los dos sistemas El blanco acaba de mover su de notación estudiados, todas alfil a la casilla en que se las jugadas legales que a encuentra en el diagrama, y b e d e g h pueden efectuar las blancas. ha capturado un caballo negro. ¿Cómo anotaría esta Escriba los movimientos en el jugada, tanto en sistema sistema algebraico. algebraico como descriptivo? Problema 8 8 7 6 3 anote los movimientos en el 3 sistema descriptivo: b e d e g h 5 4 4 a 6 Desarrolle ahora esta otra posición que el diagrama, 2 7 partida y, tras comprobar que su tablero refleja la misma 5 8 2 a b e d e g h 'S O LU C I O NES Solución 1 1 Solución 4 Solución 7 Una de las reglas del 1. e 4, e5 2. Cf3, C c 6 enroque señala que el rey no 3. Ac 4, d 6 4. C c 3, Ag 4 puede enrocar si una pieza 5. d 3, Cd 4 6. C xe5, Axd 1 adversaria controla alguna de 7. Axf7+, Re7 8. Cd5 m ate. las casillas por las que debe Solución 8 pasar el monarca. Ello impide que las blancas puedan efectuar el enroque corto en 1. P4R, P3AD 2.P4D, P4D la posición del diagrama, ya que el caballo negro domina 3.C 3AD, PXP 4.C XP, C 2D, el cuadro f1. No hay 5. D3R, CR3A 5.C 6 D m ate. impedimento, sin embargo, el lado largo. Solución 9 Solución 5 los siguientes movimientos: Para evitar el enroque corto 3 )A8 R (Ae8), 4)A 6C (Ag6), para que el rey enroque por Solución 2 La única jugada que tienen dama es Dg 5. las blancas para salvar la Las blancas pueden efectuar 1)A xP ( A xe 6) , 7)R3D (Rd 3); 8)R4D (Rd 4) ; y 1... , Df6+. El de tres jugadas: 1... , 1. ..., De7+, 6 enroque largo se puede impedir 5 con 1..., De7+ 4 y 1. ..., Ag4. Solución 6 3 9 ) PxP a .p. (exd 6). Aa 6; 7 2 · La captura al paso es una regla que muchos principiantes desconocen; por ello conviene familiarizarse con las posiciones en que puede producirse. La última jugada blanca ha sido a e b d e g Solución 3 El blanco puede realizar las 2) 5)A5T (Ah5); 6)R3A (Rf3) ,� inmediato las negras disponen 8 2)A8C (Ag8), 3) Dxc 2+; 4) 6) d xc5; 7) siguientes capturas: 1) Rxa 3; Rxc 2; 5) d xe5; d xe 6 a .p. f xe5; Axb3 (sistema al�ebraico) o AxC (sistema descriptivo). 2 U NIDAD En esta unidad se considera la jugada más importante del ajedrez: el jaque mate, la captura del rey enemigo. Las tablas, otra farma de finalizar la partida, y dos de los mates básicos también se tratan exhaustivamente. Además, se introduce la sección titulada «Partidas famosas» con una partida interesante e instructiva. D El jaque mate D Las tablas D Partidas famosas D Los mates básicos D Ejercicios D Soluciones • La «ventaj a de la sal ida» • E l jaq ue y com o defenderse d e é l • Los pri ncipios básicos del ajedrez . E l plan • ¿Cuá ndo se producen las tab las? • Del jaq ue mate al ahogado • Otros casos del ahogado • Int roducción del mate de Légal . París 17 50. • El mate con las dos torres • El mate con l a dam a • Ejemplos y problemas El jaque mate El lector ya conoce el tablero, sabe identificar y colocar en su sitio las piezas, ha aprendido las reglas de su movimiento y se siente ca­ pacitado para j ugar una partida. Vamos a suponer que el lector se encuentra ya, tablero de por medio, frente a un rival, y trataremos de guiarle en su primera partida. La ccve ntaja de la sal ida» Como en el aj edrez las blancas tiene el primer movimiento, por re­ gla general es más conveniente j ugar con las blancas que con las negras . Al ir siempre un movimiento por delante de su contrario, las blancas pueden determinar el rumbo de la partida desde el co­ mienzo y atacar, o sea, tener la iniciativa . Antes de empezar el j uego coloque las piezas en sus posiciones correctas . Recuerde que la casilla situada a la derecha del j ugador en su horizontal más próxima debe ser blanca. Dicho de otra ma­ nera, la reina debe «marcar color» . Sugerimos que s e inicie el j uego adelantado dos pasos el peón de rey, es decir, el situado en la segunda horizontal, justo frente al rey, en la posición e2: Blancas: el lector Negras: su rival l. e4 Movimien to clásico 5 4 3 Este es el movimiento inicial más clásico y más practicado. Debe apreciarse que al adelantar este peón central, las blancas dej an paso libre a dos piezas (el alfin de rey y la dama) . a b e d a b e d e g h g h El adversario responde: l . ... , es 5 4 3 Movimiento simétrico. Una j ugada de las negras que persigue obviamente los mismos obj etivos que las blancas . 22 El jaque mate Pero ahora toca j ugar a las blancas, que aprovechan la ocasión para atacar el peón avanzado negro: 2. DhS, ... A taque a l peón avanzado Desde esta posición la dama blanca amenaza capturar el peón ne­ gro amenazando además al rey negro con un j aque. Aunque esta j ugada obj etivamente no es recomendable, su empleo es frecuente en las primeras fases del aprendizaj e. Las negras advierten esa posibilidad y defienden el peón: 2 . ... , Cc6 7 El caballo apoya a su peón 6 5 4 3 Ahora la dama blanca no puede capturar el peón porque sería a su vez capturada por el caballo negro y, como el lector ya sabe, la dama vale mucho más que un peón . a b e d e g h a b e d e g h a b d e g h Por lo tanto, las blancas desarrollan otra pieza: 3. Ac4, ... A taque sobre f7 El alfil sale a campo abierto y ej erce una fuerte presión. Las negras no advierten la grave amenaza que plantea la j ugada an­ terior, y mueven con toda confianza: 3 . ... , Cf6? Un error mortal El signo de interrogación es un comentario a la j ugada y significa que ésta es mala. Las negras pudieron evitar la siguiente j ugada de las blancas de varias maneras ( . . . , De7; . . . , Df6; . . . , g6) . e 23 El jaque mate Al no hacerlo, las blancas pueden j ugar : 4. Dxf7 tt Mate del pastor La dama ha capturado un peón negro y da j aque, o sea, amenaza al rey. É ste no puede capturar la dama porque el alfil la defiende y capturaría a su vez al rey. Por otra parte, el desdichado monarca no puede huir porque sus propias piezas le estorban el paso, ni cu­ brir el j aque interponiendo una pieza propia. Por lo tanto, la j uga­ da es jaque mate. La partida ha terminado. a b e d e g h La partida apenas ha comenzado y las negran tienen aún mucho material disponible, pero su rey está perdido y la regla básica del aj edrez señala como obj etivo del j uego la captura del rey adversario. El «mate del pastor», mate clásico de principiantes, se da tan sólo en cuatro jugadas y, sin embargo, no es el más breve que puede darse en aj edrez . Cuando el rey ha sido colocado en una situación en la que no puede evitar ser capturado en la jugada siguiente, se dice que ha recibido jaque m ate, y la partida finaliza. Hay un mate en dos j ugadas que, paradój icamente, lo dan las negras, y es así: l. f4, e6 2. g4?, Dh4 t t Error garrafal 6 5 4 3 Por ahora todo es relativamente normal . El rey blanco no puede capturar la dama, ni escapar, ni cubrirse; es j aque mate. a b e d e g h a b e d e g h Esta posición se conoce con el nombre de «mate del loco » , por razones obvias: las j ugadas blancas no tienen ningún sentido. Con 2. g3, ... Las blancas an ulan el ataque 3 Sin embargo, no resulta inútil conocer este mate elemental . El tema del j aque en h4 (o sea, la idea básica del «mate del loco») tiene aplicación en partidas vivas. 24 El jaque mate El jaq u e y cómo defenderse de él Antes de profundizar en las lecciones que nos ofrecen los j aque mates anteriores, conviene explicar una situación previa, fundamental en el desarrollo de la partida: el j aque. Al explicar el movimiento del rey y las cualidades peculiares de esta pieza, ya se señaló que no podía ser capturada. Sin embargo, sí que es posible amenazarla. Cuando un rey ha quedado en posición de j aque, el j ugador que conduce las piezas del bando arnenanzado está obligado a eludir el ataque en su siguiente j ugada. Si por distracción el j ugador no esquiva el j aque del contrario, o si se coloca involuntariamente su rey en la línea de fuego de alguna pieza enemiga, su contrario no puede capturar el rey. Simplemente advertirá al primer j ugador que el movimiento efectuado es ilegal , y le obligará a mover de nuevo. 8 7 6 5 4 3 2 a b e d e g El jaque al rey debe ser obligatoriamente anunciado por quien lo provoca diciendo en voz alta: jaque al rey o jaque. Cómo escapar a u na amenaza de jaq u e A part i r d e la posición anterior, estos son los tres modos posibles de escapar a u n a am e n aza de j a­ q u e. E n algu n as ocasiones e l bando atacado c u e nta con l as tres opciones; en otras, sólo con dos o con u n a de e l l as. Si no c u e nta con n i ng u n a , como oc u rría e n l as partidas desarrolladas al co­ m i e n zo de esta lecc i ó n , nos encontramos e n u n a situación d e j aq u e m ate, y l a partida concl uye. 6 5 4 3 3 2 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e El rey se ha apartado de la El caba l l o se i nte rpone para El a l f i l capt u ra la dama línea de jaque. c u b r i r la a m enaza . atacante. Los princi pios básicos del ajed rez. El p l a n E n muy raras ocasiones e l j aque mate se produce corno u n hecho casual , que decide el resultado del j uego de forma caprichosa. En el «mate del pastor» que se ha visto antes, por temprana que re- h El jaque mate suite la ej ecución del rey negro, ésta obedece a la realización de un plan estratégico. Su estudio ilustra de una forma rudimentaria pero clarísima una serie de principios básicos con los que hay que ir fa­ miliarizándose. l . El concepto mismo de jaque mate, esa especie de «muerte sú­ bita» en el aj edrez, cuya importancia fundamental ya se ha seña­ lado. 2. El concepto de desarrollo, rápida puesta en movimiento de las piezas propias. 3. El concepto de iniciativa, es decir, de aprovechar cada j ugada para atacar algún punto del campo adversario, forzando sus res­ puestas (en el ej emplo estudiado, los puntos atacados eran los peones de e5 y f7) . 4 . La debilidad básica del campo de las negras al iniciarse la par­ tida, que es el peón de f7 . A diferencia de los otros, ese peón, defen di do sólo por el rey, resulta vulnerable y constituye un obj etivo permanente de ata­ que por parte del adversario. En el c,ampo de las blancas existe la misma debilidad en el punto f2 . Los principios básicos del ajedrez son : el jaque m ate, el d esa­ rrollo, la i n iciativa y la debilidad de las negras al iniciarse la par­ tida C l ase de ajed rez e n la Academia de Deportes de M osc ú . El aj ed rez es un i nteresante ejercicio i nte lectual y u n deporte cuyo apren d izaje goza de g ran i m portancia e n m uchos países e u ropeos. Las tablas Son muchas las partidas de aj edrez en las que ninguno de los con­ tendientes consigue capturar el rey adversario. Cuando así ocurre, no importa el material , es decir, el número y la calidad de las piezas, ni la posición que tiene cada uno de los b andos; la partida acaba sin vencedor ni vencido. Es lo que técni­ camente recibe el nombre de tablas . ¿Cuándo se p rod u cen las tablas? Una partida puede concluir en tablas en cualquier momento de su desarrollo por varias razones: l . Por el rey ahog�do. 2. Por acuerdo de ambos j ugadores. Es la forma más frecuente de empatar la partida. 3. A petición de uno de los dos j ugadores, cuando la misma po­ sición se repite tres veces, correspondiéndole j ugar al mismo bando. 4 . Cuando uno de los j ugadores demuestra que se han hecho 50 j ugadas por una y otra parte sin que haya tenido lugar ninguna captura ni se haya movido ningún peón . 5 . En las posiciones en que ya no quede sobre el tablero suficien­ te material para que uno de los bandos dé mate al otro. Esa si­ tuación se produce cuando sólo subsisten: - rey contra rey; - rey y alfil contra rey; - rey y caballo contra rey; - rey y alfil contra rey y alfil, siempre y cuando ambo s alfiles circulen por casillas del mismo color. Del jaq u e mate al ahogado Cuando a un j ugador le corresponde j ugar y, sin estar en situación de j aque, no puede hacer ningún movimiento legal , se dice que está en posición de rey ahogado, y la partida se declara en tablas. Las tablas por el rey ahogado son el grave peligro que debe evi­ tar el bando que cuenta con ventaj a cuando el j uego parece ya de­ finido a su favor. El rey ahogado, que hace pasar con frecuencia al j ugador de la gloria que estaba a punto de alcanzar a la ruina y a la más absoluta desazón, es también uno de los recursos más bellos y sutiles del aj edrez . La posibilidad de conseguir tablas por el rey ahogado tiene infi­ nidad de aplicaciones prácticas, que se irán descubriendo a lo lar­ go del curso. 27 Las tablas Tablas por rey ahogado 8 7 6 5 4 3 E n los dos casos el rey blanco no está sometido al ataq ue d i recto pero la posición de l as p iezas neg ras le i m pide cualq u ier movi m i e nto legal . E n e l seg u n d o d i ag rama l a situación res u lta tod avía más chocante. Si tocara j u gar al negro, daría mate capt u rando el peón blanco con la to rre o la dama. Pero corresponde move r al b l anco, y le res u lta i m posible hacerlo : el rey b l anco no puede trasladarse a n i ng u n a casi l l a l i b re de la acción de l as p i ezas e n e m i g as, y el peó n tam poco puede avanzar porq u e dej aría de obstru i r el j aq u e de l a torre negra. E n ambas posiciones, a u n q u e l a ventaj a material (en n ú mero de p i ezas) de l as neg ras es abru m adora, el res ultado del j u ego es un e m pate. Supongamos que los avatares de la partida han conducido a esta posición . 8 7 Las negras amenazan mate, ¿ Cómo pueden salvarse las blancas? A primer vista la situación de las blancas es desesperada: no se ve forma de evitar el mate del negro en la siguiente jugada ( . . . , Dgl o . . . , Dh2) . Una solución sería sacrificar la dama por el caballo, pero sólo se conseguiría alargar una agonía irremediable. Pero, ¿no hay algún milagro que evite la derrota? Es hora de aplicar algo de lo que ya hemos aprendido. El rey blanco está inmovilizado, los peones bloqueados . . . Sólo puede j ugar la dama, y si desapareciera . . . l . Dxh7 t, Rh7 6 5 4 3 2 a b e d e g a b e d e g 8 7 6 5 ¡ Excelente! Hemos obligado al rey negro a capturar nuestra dama, y ahora el rey blanco no está en j aque mate ni dispone de ninguna j ugada legal . El resultado es de tablas por ahogado. ¡ Cualquier aficionado se sentiría orgulloso de escapar a la derrota con un recurso tan brillante! 28 4 3 2 Las tablas Otros casos del ahogado Existen muchas posiciones en las que el rey se encuentra en situación de ahogado. La ventaj a de las piezas atacantes no logra materializarse y las piezas perdedoras en teoría se salvan in extremis logrando unas meritorias tablas . Cuando se presenta una situación de este tipo hay que saber aprovecharla, o evitarla si se conducen las piezas teóricamente vencedoras . A continuación se señalan algunas más de estas situaciones, que serán de gran utilidad para identificarlas cuando se presenten . El rey negro no puede moverse, pues todas las casillas a su alrededor están amenazadas por la reina o por el rey. Tablas por el rey negro ahogado 8 7 6 5 4 3 2 Las casillas e7 , e 8 , f7 , h7 y h8 que se encuentran alrededor del rey negro están amenazadas por las blancas . a b e d e g h En este caso, la posición de la dama sola hace que el rey no pueda moverse a ninguna de las casillas que hay a su alrededor; Tablas por el rey negro ahogado 6 5 4 3 2 Las casillas g7, g8 y h7 se encuentran amenazadas. por las blancas . Esta posición es algo más complicada. El rey no puede moverse pues las casillas a su alrededor están amenazadas . Sin embargo el peón sí puede desplazarse de su posición g6 a una nueva posición g 5 , por lo que parece que el rey no está ahogado. Sin embargo, la posición del peón en g6 impide que el alfil blanco haga j aque y al moverlo colocamos el rey negro en mate. La situación es la misma que en los casos anteriores: Tablas por el rey negro ahogado a e e g a e e g 7 6 5 4 3 2 29 --- PAR TIDA S M . de Légal (1 702 - 1 792) En la Francia de los siglos xv111 y XIX, el parisino Café de la Ré­ gence, frecuentado por poetas, artistas y litera tos, fue la meca del ajedrez europeo. En él rei­ nó durante parte del Siglo de las Luces el francés Kermur de Lé­ gal, considerado uno de los me­ Introducción del mate de Légal Partida jugada en París en Blancas: M. de Kermur, Negras: Saint Brie 1750 señor de Légal jores jugadores de su época. Más tarde, otro gran jugador, Pa ul Charles Morphy (18371884), nacido en Nueva Or­ /eans, jugó a menudo en este fa­ La partida empieza con l. e4, es 2. Cf3, ... moso café, donde batió a los mejores jugadores. L égal fue un excelente jugador combinativo, que se convirtió en 7 el mentor ajedrecístico del gran músico y campeón mundial ofi­ cioso de ajedrez Fram;ois Phili­ dor. De él tan sólo se conoce la a partida cuyo desarrollo se pre­ b e d e g senta en estas páginas y en la que aplica el mate que lleva su nombre. El juego de esta parti­ da resulta especialmente grato para el jugador aficionado, ya que contiene un sacrificio (en ­ trega d e u n a pieza por otra de valor teórico menor) de dama espectacular y muy claro. Esta partida 'ilustra tres puntos bási­ cos: el desarrollo de las piezas, el dominio del centro y el ataque sobre el punto f7, el mismo tema alrededor del cual gira el llama­ do «mate del pastor». El desarrollo de las piezas sig­ nifica que la inicio de la partida es iimportante mover en cada jugada una pieza distinta y la menor cantidad posible de peo­ nes. El dominio del centro es uno de los principales principios posiciona/es del ajedrez. El cen­ tro está constituido, en sentido . .-..... estricto, por las casillas d4, d5, ..,_.._. e4, e5. a b e d e g É sta es la mej or j ugada de que disponen las blancas des­ pués de las j ugadas simétri­ cas. Las negras responden: 2 . ... , d6 Las negras defienden su peón, lo que se conoce por «defensa Philidor» 3. Ac4, Ag4 Jugadas correctas 4. Cc3, ... Continúa el desarrollo. Otra pieza en juego. 4 . ... , g6? (El signo de inter rogación in­ dica que la j ugada es mala.) 5. C x eS ! , ... (El signo de admiración indi­ ca que se ha hecho una j uga­ da precisa.) Las negras pueden capturar el caballo con su peón (5 . . . . , . d x e5) o la dam a con su alfil (6. D x g4) . De los dos «sacri­ ficios» de las blancas, el más atractivo es el de dama, que, sin embargo, se convierte en una trampa mortal para las negras . La i nvención del ajedrez De entre las miles de versiones que corren sobre la creación del ajedrez escogeremos dos, una de origen hindú y otra árabe. La primera de ellas es tan conocida como interesante. Un 6 brahaman ordenó a Sisa, uno de sus servidores, célebre por su 5 inteligencia, que creara un juego capaz de entretenerle. El 4 servidor presentó, luego de algún tiempo, el juego de ajedrez a 3 su señor, quien quedó encantado: «¿Qué pago quieres por haber creado esta maravilla?» -dijo el poderoso jerarca-. «Pídeme lo que quieras». «Señor, soy un hombre modesto» -respondió a b e d e Sisa - «Y me conformaré con que me pagues un grano de trigo g en la primera casilla del tablero, dos en la segunda, cuatro en la tercera·, etc. ». Encan tado ante solicitud tan moderada, el brahamán asintió; cuál no sería su sorpresa al enterarse de que Las negras responden: toda la cosecha de su gran país, acumulada a través de varios 5 . ... , A x dl No toman el caballo; es mucho más apetecible la dama. 6. A x f7 + , ... Las negras juegan obligadas 6 . ... , Re7 7. Cd5 + + jaque mate años, no alcanzaría para pagar la astronómica can tidad de granos a que se había comprometido. La cifra se halla elevando 2 a la 64 potencia, y es 18. 446. 744. 073. 709.551. 615. La segunda leyenda es más sencilla, y a veces se identifica con la primera: dice que existió en tiempos pretéritos un califa de carácter duro e individualista, que traba a sus siJbditos con desprecio. Uno de sus servidores inventó el ajedrez y el monarca se aficionó grandemente a su práctica; pero perdía casi constantemente, pues jugaba muy mal. Por fin, interrogó a su servidor sobre la forma de ganar, y éste le enseñó los principios del juego, basados en la cooperación de unas piezas con otras, al margen de su valor individual. El califa comprendió así que sólo con la ayuda y cooperación de sus súbditos alcanzaría la grandeza, y desde aquél momento fue justo y magnánimo. 6 5 M i n i at u ra q u e representa l a leyenda del o r i g e n d e l ajed rez 4 3 a b e d · e g h Todas las casillas a la que puede dirigirse el rey están amenazadas por las piezas blancas . Este mate se conoce como el «mate de Légal » . de los Libros de ajedrez, dados y tablas de Alfonso X e l Sabio. Los mates básicos En esta sección vamos a estudiar los mates elementales. Son aque­ llos en los que un bando tiene solamente un rey, mientras que el otro bando dispone de una o más piezas que pueden forzar mate. El conocimiento de estos finales no es sólo necesario para rema­ tar una partida en la que tenemos ventaj a; también resulta muy útil para adiestrarse en el movimiento específico de cada pieza y valo­ rar sus posibilidades ofensivas. Las piezas capaces de dar mate con la sola ayuda del rey son: - rey y dama; - rey y torre; - rey y dos alfiles; - rey, alfil y caballo. Con todas ellas, la primera parte del proceso de llegar al j aque mate es empuj ar al rey enemigo hacia una banda del tablero, don­ de dispone de menos cuadros y es más fácil su caza. Si recordamos las propiedades del peón, es fácil establecer que si disponemos de rey y peón se puede ganar al coronar éste y convertirlo en otra pieza. El mate con las dos torres Si el lector ha llegado al final de su partida con dos torres de venta­ j a, la tarea de dar mate al rey adversario será muy sencilla. Las dos piezas no precisan de la ayuda del rey para dar mate. Contemple­ mos en primer lugar las posiciones de mate. Posiciones de mate con las dos torres La posición final está nitidamente i l ustrada. Las torres . en horizontales (o ve rticales) cont i g u as i m piden la h u ida l a.t eral y frontal del monarca, m i e ntras que e l borde del tab lero se h a convertido e n l a fronte ra posterior. 3 2 a b e d e g h Pero . . . ¿Cuál es el camino que conduce hasta aquí? Retrocedamos ahora algunos movimientos para abordar el método que hay que seguir. Los mates básicos Situadas en las esquinas del tablero, las torres ej ercen su mínima influencia, mientras que el rey negro en el centro tiene muchas ca­ sillas para huir. 8 7 6 Posición de partida 5 4 3 2 Las torres blancas cubren las columnas a y h y la horizontal l . El primer paso es forzar al rey negro para que emigre hacia un extremo. l. Ta4, ... Las líneas marcan la porción de tablero accesible al rey a b e d e a b e d e g 8 7 6 5 3 2 Ahora los posibles movimientos del rey sobre el tablero se han re<lucido, como muestran las líneas del diagrama. Las negras mueven. h 8 l . ... , RfS 2. ThS t, Rg6 Una torre limita los m ovimien tos del rey, y la otra le obliga a retroceder con jaques 7 6 5 3 2 El tablero efectivo vuelve a reducirse ya que la torre que ha dado j aque se convierte ahora en la barrera del rey. El siguiente paso debería ser 3 . Ta6 t, pero antes hay que alej ar la torre atacada. a b e e g a b e e .g 8 7 3. TbS, ... 6 La torre atacada se desplaza lejos del rey a una columna distin ta de la otra torre 5 3 2 Las torres se desplazan y se colocan en columnas diferentes y contiguas, para poder encadenar el «procedimiento de la escalera» . 33 Los mates básicos Observemos como a partir de esta posición óptima las torres as­ cienden peldaño a peldaño obligando al monarca a retroceder. Cuan­ do el borde del tablero le impida la retirada, el rey habrá recibido mate. 3 . ... , Rf6 4. Ta6 t, Re7 5. Tb7t, Rd8 6. Ta8 tt Jaque mate Este es el mate clásico de dos torres; una ataca y la otra limita. Como se ve, el procedimiento es claro y sencillo. a b e d e E l mate con l a dama En primer lugar consideremos el mate realizado con la dama y la sola ayuda del rey. Posición de m ate frontal con la dama Es fác i l com pre nder q u e esta situación de j aq u e mate p u e d e log rarse en cual q u iera de los bordes del tablero ; así, si desplazamos l as tres piezas u na o m ás cas i l las a izq u i erda o derech a , o trasladamos toda la formación a uno de los extremos laterales, la posición s i g u e siendo j aq u e mate. Lo i m portante es l a idea básica: el rey negro en el borde del tab lero, el rey b lanco soste n iendo l a dama. 8 7 6 Posición de mate lateral con la dama Tam b i é n aq u í h ay j aq ue mate La dama ataca al rey desde u n a posición lejana, pero e l monarca blanco vig i l a las h u íd as fro ntales. De n u evo esta posición puede repeti rse en cualqu iera de los bordes del tablero. Con e l rey amenazado en la horizo ntal 1 o 8 (co mo en este caso) o en la col u m n a a o h. Una vez conocido nuestro obj etivo, pasemos a la exposición del pro­ cedimiento para alcanzarlo. Posición de partida El primer plan que nos trazamos es forzar al rey a emigrar hacia alguno de los bordes del tablero. Lo podemos conseguir emplean­ do con inteligencia la fuerza de la dama, que es enorme, sin dar j aques que a nada conducen. a b e d e Los mates básicos Nuestra primera j ugada será: l. Da4, ... 8 7 6 5 El lector puede apreciar fácilmente lo que se ha avanzado con el movimiento del texto. El terreno que controla la dama, así como el espacio que queda detrás de ella, son ahora un territorio vetado para el rey negro. Las negras j uegan y. . . 3 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d .e g h a b e d e g h 8 l. ... , Res 2. Dc4, ... L a dama s e coloca a salto de caballo del rey, sin dar jaque 7 6 5 4 3 2 Obsérvese que la posición de la dama reduce el campo de acción del rey negro por la fila 4 y la columna c. Las negras mueven de nuevo. 2 . ... , Rf5 3. Dd4, ... L a dama gana espacio en cada jugada 8 7 6 5 4 3 2 La dama sigue ganando espacio y el rey negro lo pierde; de esta forma se le obliga a acercarse al rincón del tablero. Continúan los movimientos . 3 . ... , Rg5 4. De4, Rh5 5. Df4, Rg6 8 7 6 5 4 El rey negro se ha visto forzado a desplazarse una fila más abaj o. La dama, siempre a salto de caballo, fij a los bordes reales del tablero para el negro, creando una muralla de fuego que éste no puede traspasar. 3 2 35 Los mates clásicos Las blancas j uegan . 6. Des, Rh6 7. DfS, Rg7 8. De6, ... EJER C I C I OS 2 Ejemplo 1 Partamos de la posición del d i ag rama. a a b e d e g h Posición de partida La situación parece claramente decidida a favor de l as neg ras. ¿Q u é p u ed e hacer un sol itario peón ante la i m ponente fuerza de la dama? S i n e m bargo, b e d e g h y nos e n co ntramos con u n final ya conoc i d o : rey y dama contra rey, e n el q u e el m ate de l as neg ras es seg u ro. La solución para conseg u i r tabl as s e e n c u e ntra e n e l rey blanco ahogado. Las blancas deben mover sus pocas p i ezas con seg uri dad para alcanzar este ai roso fi n a l . Recordemos q u e el s i g n o « = » represe nta l a coronación d e u n peó n , es decir, l a l l egada del peón a su horizo ntal del borde opu esto, que en el caso de l as blancas es la octava . Las blancas i ntercambian este peón por la dama y l as negras se ve n o b l i gadas a capt u rar l a d a m a blanca para no perder l a partida. 1. . .., Dxf8 tablas por el rey blanco ahogado. 1. fB = D + ! , . . . ataque doble sobre e l rey y la reina negros Blancas juegan y hacen tablas. ¿Có m o se deben cond u c i r las blan cas? Un primer i ntento vano es apoyar el peón con el rey. Veámoslo. E n esta posición , el rey bl anco, l a ú l t i m a ficha de l as bl ancas q u e q ueda en e l tab lero, no puede moverse p u es tod as l as posiciones donde puede i r están amenazadas p o r l as p i ezas neg ras. 1. Rg8, Dg4 + Rf8, Dg7+ 3. Res, Dxf7+ 2. a b e d e g h EJER C I C I OS Problema 1 2 Problema 4 Problema 3 Repase mos la noción de j aq u e. E l rey negro se encuentra sometido a l a amenaza del alfi l , está e n jaque. Señale todas l as Me nos s i m p l e q u e en el eje rcicio anterior parece l a victoria de l as bl ancas e n l a posición del d i agrama. A pesar de la n otab l e i nferioridad material , l a s neg ras pueden escapar a la derrota g racias a la aplicación de u n o de l o s recu rsos de tab las q u e hemos aprendido e n este capítu lo. Es hora de demostrar con un ejemplo práctico los conoc i m i e ntos adq u i ridos. d efensas posibles e n la situación del d i agrama. Anote las resp uestas en el sistema algebraico. 5 8 4 7 3 6 2 7 6 5 5 4 a b e d e g h 4 3 3 2 a b e d e g h Problema 2 I mag i n e q u e conduce l as blancas. Le corresponde el turno de j uego y goza de l a pos i bi l i d ad d e ejecutar al rey negro. ¿Sabría dar j aq u e mate? Anote la j ugada en el sitema algebraico. 8 6 5 4 3 2 a b e d e g h Pese a estar en i nferioridad de m aterial , l as bl ancas tienen la oport u n idad de dar j aq u e m ate con su próxima j u gada , relativamente i n usual pero totalmente vál ida y deci siva. I ntente desc u b r i r e l movi m i e nto de q u e hablamos. Escriba s u j ugada. 2 a b e d e g h Como ayuda observe l a posición del rey negro en u n ri ncón d e l tab lero (col u m n a h ; horizontal 8) . Esta posición perm ite, como ya se h a d icho, especu l ar con una j ugada ampliame nte co mentada en esta u n idad . Anote el resu ltado en el s i ste ma algebraico. EJERC I C I OS Problema 5 De manera m uy s i m i lar al ej ercicio anterior, el b l anco logra entab lar u n a partida q u e pod ría pres u m i rse como perd i d a a causa de la desventaj a i m po rtante de piezas blancas. 2 Problema 6 Problema 8 Seg ú n lo apre n d i d o en l as pág i n as precedentes, ¿cuál es l a mejor j ugada de l as b l ancas en la característica posición del d i ag rama? y ¿cuántas j u gadas m ás son necesarias para alcanzar el esq u e m a de m ate? Cont i n ú e p racticando la escritura e n algebrai co. Desarro l l e en su tab lero, seg ú n las normas prácticas apre n d i d as, el m ate con la dama. Procu re no sobre pasar e l l ím ite de l as q u i nce j ug adas ; de lo contrario vuelva a est u d i ar el capít u l o de los mates eleme ntales y retom e después el ej ercicio. Anote u n a de l as posi b les variantes e m p l eando el sistem a algebraico. 8 7 6 a b e d e 5 4 De el lo debe extrae rse u n a enseñ anza m uy útil a l aficionado aj ed reci sta: a u n e n l o s casos m ás favo rables, el bando fuerte no debe su besti mar l as oportu n id ades del adve rsario. 3 2 Problema 7 a b e d e g Problema 9 ¿C uál de todos los pos i b les movi m i e ntos de to rre es m ás preciso, por ser e l q u e m ás l i m ita el n ú m ero de cas i l l as accesi bles al rey? ¿C uál es e l movi m i ento de l as blancas para p rovocar e l m ate en dos j ugad as? 8 7 a b e d e g h h a b e d e g SO LU C I O NES 2 Solución 1 Solución 4 Solución 6 Las tres formas de e l u d i r el j aq u e son : a) l a captu ra de la pieza q u e d a j aq u e 1 . . . . , C x d3 ; b ) la cobert u ra de l a l ínea de j aq u e con 1 . . . . , Cg6 o 1 . . . . , g6 y c) l a ret i rada del rey de la l ínea de j aq u e 1 . . . . , Rh6. E l rey negro está atrapado en l a b a n d a , lo q u e proporciona a l as neg ras la pos i b i l i d ad de espec u­ lar con el te ma del rey ahogado. Las torres deben situarse lejos del rey y en col u m nas cont i g u as. La mejor resp u esta es 1 . Tb5, . . . El j u ego puede cont i n uar: 1 . . . . , Rf6 2. Ta& + , Re7 3. Tb7+ , Rd8 4. Ta8 + + jaque m ate. 1 . . . . , Th6 + !! jugada especi almente afortunada 2 . R x h6 tablas por el rey negro ahogado. Solución 7 8 Solución 2 7 La j ugada q ue más l i m ita al rey es 1 . Ta4 6 Las blancas m u even 1 . Cf6 + + 5 Solución 8 4 3 Solución 3 2 La j u g ada acertada es 1 . g8 = C + + a e d e Solución 5 E l movi m i e nto es 1 . Df2 + !!, D x D tablas por e l rey negro ahogado a b e d e g h E n la coro n ación el peón se cam­ bia por u n cabal l o con lo que se logra el j aq u e mate i n m ed i ato. Tam b i é n es pos i b l e : 1 . Db8 + , Rb8 tablas por el rey negro ahogado g h 1 . Dh6!, . . . E l j uego pod ría proseg u i r 1 . . . . , Rf6 2. Re3, Re& 3. Dg5, Rd6 4. Df5, Re& 5. De5, Rb6 6. Dd5, Ra6 7. Dc5, Rb7 8. Dd6, Ra7 9. De&, Rb8 1 0. Dd7, Ra8 1 1 . . Rd4, Rb8 1 2 . Rc5, Ra8 1 3. Rb6, Rb8 1 4. Db7+ + jaque m ate Solución 9 1 . Dc2!, a2 2. Del + + jaque mate 3 U N I DAD Esta unidad continúa con el tratamiento de los jaques mates básicos, lo que nos permite conocer todas las situaciones vencedoras en el final de la partida. En la sección «partidas famosas» se ilustra un interesante tema, el sacrificio, en una partida jugada por dos D grandes maestros. Los mates básicos (continuación) • E l m ate con l a torre • El m ate con los dos alfi l es • E l m ate con alfi l y caba l l o • Dos caba l l os no dan m ate D Resumen: D Partidas famosas D Ejercicios D Soluciones • U n idades 2 • E l sacr i f i c i o. N u re mberg , y 3 1 91 2 . • Ej e mplos y p rob l e m as Los mates básicos (continuación) De los tres procedimientos básicos para dar mate con el mínimo de piezas contra un rey solo que se tratan a continuación: el mate con la torre, el mate con los dos alfiles y el mate con alfil y caballo ; e l último e s e l m á s difícil . El mate c o n la torre La torre, por su ubicación inicial , suele ser la última pieza que en­ tra en j uego, y por consiguiente es la que con mayor frecuencia lle­ ga al final de partida. Por esa razón, su estudio merece una aten­ ción especial . Contemplemos la imagen final de mate: Posición de mate con torre 7 6 5 Evi dente m e nte el j aq u e m ate se re peti ría con la torre e n cual q u i e r casi l l a de la octava f i l a en la q u e no p u eda ser captu rada por e l rey, o desp l azando la form ación a izq u i e rda o derech a. 4 3 2 a b e d ,e g h Para llegar a esta posición victoriosa, lo primero que hay que hacer es retener la idea básica del mate con la torre. El esquema de mate en los finales de torre y rey contra rey se produce con el rey del bando débil en la banda del tablero, el rey enemigo enfrentado a él a una casilla de distancia y una torre que da jaque desde el lateral. A continuación se explica el método general para desplazar el rey contrario hacia la banda. Para ello se utiliza la propiedad de la to­ rre de dividir el tablero en dos partes. 42 Los mates básicos Para ello imagínese el lector que conduce las piezas blancas en la posición del diagrama. 8 Posición de partida 6 7 5 4 3 A diferencia del mate con la dama o las dos torres, en el mate con la torre el rey del bando fuerte desempeña un papel fundamental en el arrinconamiento del monarca contrario. El primer movimiento de las blancas es: l. Ta4, ... 2 a b e d e g a b e d e g e e g e e g h 8 7 6 5 Limitar la movilidad del rey desde un principio resulta de vital importancia. En esta tarea tanto la dama como la torre demuestran una gran efectividad al « cortan> el tablero por las líneas horizontales (filas) . 3 2 Las negras responden: l. ... , RdS 2. Rd2, Res 6 5 3 2 Los movimientos del rey negro reflej an sus deseos de que no se le confine en una zona del tablero. Primera decisión importante: ¿dónde es más conveniente llevar el rey? La ya conocida imagen final nos induce a colocar el rey en «e3 » para dar j aque con la torre (Ta5 + ) . Pero 3 . Re3 no es el movimiento preciso porque después de que las negras j ueguen 3 . . . . , RdS - y contra 4. Rd3 , Re5 , nunca se alcanza la posición deseada. Lo correcto es: 3. Rd3, ... a 6 5 3 2 ¿Por qué aquí? Obsérvese que si 3 . . . . , Rd5 las blancas responden 4. Ta5 + y obligan a retroceder al rey. a b 43 Los mates básicos La primera regla que debemos extraer es que debemos forzar al rey negro a situarse frente al nuestro para que el j aque lateral sea efec­ tivo. Para ello lo adecuado es colocar nuestro rey a salto de caballo del rey enemigo, preferentemente hacia el lado en que está situada nuestra torre. Para fo rza r al rey negro a enfrentarse al blanco, lo correcto es situar este ú lti mo a salto de caballo, de preferencia hacia el lado e n que se halla la torre. Las negras realizan su próximo movimiento. 8 7 3 . ... , RfS 4. Re3, RgS S. Rf3, ... 6 5 3 Continuamos colocando el rey blanco a salto de caballo para disponer del j aque lateral de la torre si el negro opta por desplazarse hacia la izquierda. El rey negro se mueve de nuevo. 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 7 S . ... , RhS 6. Rg3, RgS 7. Tas + , Rf6 6 5 4 3 2 Poco a poco el rey negro se ve obligado a ceder territorio. El equipo formado por la torre y el rey blanco aumenta la presión. 8. Rg4, Re6 9. Rf4, Rd6 10. Re4, Rc6 11. Rd4, Rb6 12. ThS, ... 8 7 6 5 4 3 2 La torre amenazada se traslada a una casilla lej ana, pero sin abandonar la quinta fila. Mientras, el monarca evita enfrentarse a su rival. 44 Los mates básicos Las negras mueven su rey hacia el centro, evitando que quede arrin­ conado en la banda. 12 . ... , Rc6 3 2 Se plantea aquí la segunda cuestión importante de este final. ¿Cómo proseguir si ambos reyes ya se encuentran a salto de caballo? a b e d e a b e d e a b d e La torre blanca se desplaza una casilla pero continúa en la quinta fila . 13. TgS, ... Este tipo de movimiento se denomina j ugada de espera. La posi­ ción prácticamente no ha variado, pero ahora corresponde mover a las negras . Cuando los reyes se encuentran a salto de caballo se debe obll· gar a jugar al rey débil mediante una jugada d e espera. El rey negro está cada vez más confinado en el b orde. 13 . 14. lS. 16; ... , Rb6 Rc4, Ra6 Rb4, Rb6 Tg6 + , Rc7 17. RbS, ... E l rey mantiene la distancia 17 . ... , Rd7 18. Res, Re7 19. 20. 21. 22. 23. RdS, Rf7 Ta6, Re7 Tb6, Rf7 Res, Re7 Tb7 + , Tf8 Y, una vez más, apreciamos que el tablero real del adversario se ha reducido a la mínima expresión . e g h En esta última posición se observa como el rey negro s ólo puede moverse en la octava fila, ya que la torre amenaza todas las casillas de la séptima línea. El rey blanco ya está dispuesto para ayudar en la ej ecución del j aque mate, tan sólo debe avanzar una línea, lo que hará en el próximo movimiento. 45 Los mates básicos Esta vez, cuando se produzca el j aque de la torre el resultado será mate. 8 7 24. 25. 26. 27. Re6, Rc8 Th7, Rd8 Tg7, Rb8 Rc6, Ra8 28. Rb6, Rb8 29. Tg8 + + jaque mate Este es el procedimiento más lineal de dar mate en los finales de rey y torre contra rey, pero existen algunos «ataj os» que acortan considerablemente el camino. 6 5 4 3 2 a b e d e g a b e d e g d e g h Si el procedimiento que acabamos de ver se basa en la reducción paulatina del espacio del rey fila a fila, el nuevo método combina el control simultáneo de filas y columnas para arrinconar al monarca. Para ilustrarlo retomemos el ej emplo anterior a partir de la j ugada 5. Rf3 , . . . Las negras desplazan el rey a la banda para evitar que se enfrente al monarca blanco. 8 7 5 . ... , Rh5 6. Tg4, ... 6 5 4 3 Con este simple movimiento las casillas accesibles para el rey se reducen a las que marcan las líneas negras . La torre domina la fila 4 y la columna « g » . 2 Controlando simultán eamente c o n la torre las filas y l a s colum­ nas el procedi m iento de arrinconar al rey contrario se agiliza. El n ú m e ro de j ugadas necesarias para ejecutar el rey contrario se reduce. El rey negro dispone tan sólo, para moverse, de cuatro casillas de la columna «h» . 8 7 6 . ... , Rh6 7. Rf4, Rh5 8. Rf5, Rh6 6 5 4 3 2 ¿Y ahora? Si el rey se enfrenta al negro, éste regresa atacando otra vez la torre (9 . Rf6, Rh5), y no hemos progresado nada. 46 a b e h Los mates básicos En el momento de volver a utilizar la torre como barrera, reducien­ do aún más los movimientos del enemigo. 8 7 9. TgS, Rh7 10. Tg6, Rh8 11. Rf6, Rh7 12. Rf7, Rh8 13. Th6 + + jaque mate 6 5 4 3 2 De esta forma el j aque mate al rey negro se materializa en una po­ sición parecida a la j ugada anterior. a b e d e g h El m ate co n los alfi les Al igual que en el final anterior, el rey blanco toma parte activa en la tarea de forzar al monarca opuesto a situarse en una de las ban­ das . La diferencia ahora es que el mate sólo puede darse en una de las esquinas del tablero. Veamos algunas imágenes de mate características : Posición de mate con los dos alfi les 8 7 6 5 Los dos alfi l es e n d i agonales de d isti nto color, apoyados por e l rey, conf i n a n al mon arca n egro e n u n a de l as bandas d e l tab l e ro y hace n j aq u e m ate. 4 3 2 a b e d e g h Dos puntos importantes hay que conocer para proceder de forma correcta en el final: 1) Controlando dos diagonales contiguas, los alfiles reducen consi­ derablemente el campo de j uego del rey contrario. Si ocupan suce­ sivamente diagonales más cortas, aquél no tiene más remedio que desplazarse hacia la banda. 2) El rey del bando fuerte debe dirigirse a cubrir la casilla que el alfil dej ará de proteger al producirse el cambio de diagonal . La teoría puede resultar algo complej a si no se ilustra con un caso práctico. 47 Los mates básicos Observemos cuidadosamente el tablero. 8 7 Posición de partida 6 5 4 3 2 Con los dos alfiles descoordinados, la tarea de acorralar al rey negro parece imposible. Las blancas inician su acoso al rey negro. 1. Aes, ... a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 7 6 5 4 Los alfiles forman una barrera infranqueable por el dominio sobre las diagonales que han creado. La movilidad del rey negro se ha restringido al triángulo que se extiende a la derecha de dichas diagonales . Las negras mueven, siempre en dirección al centro. l . .. ., Re6 2. Ag3, RfS 3. Af3, ... 3 2 8 7 6 5 4 3 Otra disposición de piezas a tener en cuenta. Así colocados los alfiles son invulnerables, ya que el rey negro no tiene modo de atacarios . El rey negro continúa su peregrinaj e. 3 . .. ., Re6 4. Rc2, RfS 5. Rd3, Re6 El rey blanco se acerca, pero ¿dónde debe dirigirse? Observemos que la diagonal más corta que se controla es h2 - b 8. Nuestro próximo obj etivo, de acuerdo con la teoría, es dominar h3 c8, pero antes de ej ecutar el movimiento 6 . Ag4 debemos impedir con el rey que el oponente huya por la casilla «d5 » . 48 2 8 7 6 5 4 3 2 Los mates básicos Los movimientos del rey blanco se dirigen hacia un obj etivo con­ creto: ganar una diagonal . 6. Rd4, Rd7 7. RdS, Rc8 8. Rc6, Rd8 9. Ag4, ... 8 7 6 5 4 3 2 ¡ Misión cumplida! Hemos ganado una diagonal . a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Las negras responden . 9 . ... , Re7 10. Ah4 + , ... Otra diagonal ganada 10 . 11. 12. 13. ... , Rf7 Rd6, Rg6 Re7, Rg7 AhS, ... El cerco prácticamente se ha completado. Sólo los cuadros «g7 » , «g8» y «h6» a «h8» son accesibles a l rey negro. Nuestra próxima tarea es reducii las casillas disponibles con movi­ mientos del rey y los alfiles, hasta que sólo los dos de la esquina sean habitables para el monarca. 13 . ... , Rh6 14. Af7, Rg7 15. AgS, Rh7 16. Rf8, Rh8 Rh8- Rh7 son las únicas jugadas posibles para el acorralado rey. Sólo resta dar el mate en la casilla de la esquina. Con la j ugada 1 7 . Ag6? ? el rey negro quedaría ahogado. La j ugada 1 7 . Ae6 sirve de espera, ya que debe ocuparse la diago­ nal blanca bl - h7 dando j aque. 17. Ae6, ... Jugada de espera 17 . ... , Rh7 18. AfS + , Rh8 19. Af6 + + j aque mate Al fin se alcanza la posición de j aque mate buscada. 49 --.- Gioacchino Greco, cc il Calabrese» PAR TIDA S El sacrificio Partida jugada en Nuremberg, 1912 La apertura italiana se con oce desde tiempos m uy lejanos; pero fue estudiada y desarrolla­ da ampliamente por un ilustre Blancas: Von Holzhausen Negras: S. Tarrasch maestro italiano del siglo XVII, llamado Gioacchino Greco y co­ nocido como «il Calabrese». Gioacchino Greco nació en Co­ senza, Calabria, en el año 1600 y murió en el curso de un viaje a la América española en 1634. Tu vo una vida aventurera y errante, y es uno de los prime­ ros casos que registra la histo­ ria de persona que ganó mucho dinero jugando al ajedrez. Sus viajes por Europa contribu­ yeron a la difusión deljuego por En aj edrez se conoce con el nombre de «sacrificio» la pér­ dida voluntaria de material que se realiza con el obj etivo de obtener una ventaj a sufi­ ciente a cambio. Esta ventaj a puede ser el j aque mate, la ga­ nancia de material o simple­ mente la recuperación de lo sacrificado con ventaj a de po­ sición. varios países. Vivió en Roma, Francia, Inglaterra y España -donde pasó los últimos años de su vida en la corte del rey Fe­ lipe I V-, ganándose la vida como jugador de fortuna y aje­ drecista . Escribió varios e interesantísi­ mos trabajos sobre aperturas, que influyeron mucho sobre los aficionados de su época y años l. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. e4, es Cf3, Cc6 Ac4, Ae7 d4, exd4 Cxd4, Cf6 Cc3, d6 0-0, 0-0 Tel, Te8 b3, Cd7? posteriores, especialmente des­ de que fueron traducidos al in­ glés y al francés. Las líneas que Greco estudió con más intensidad fueron el lla­ mado «Gambito de Rey» (1 . e4, Las partl:das incluidas en sus li­ e5 2. f4) y la apertura italiana. bros son, casi con toda certeza, inventadas por él, pero tienen un alto valor pedagógico. Creó en la Italiana un ataque que se conoce, precisamente, como «Ataque Greco». Incluso los grandes j ugadores se equivocan . En vez de con­ tinuar su desarrollo con 9 . . . . ,Ad7, o j ugar 9 . . . . ,Af8 para activar su torre, las ne­ gras tapan con su caballo la acción de su propio alfil. Por supuesto Tarrasch es consciente del peligro, pero cree que este caballo podrá ir, en la j ugada siguiente, a d5 . Pero se da el caso de que aho­ ra j uega el blanco, y por me- dio de un sacrificio define la partida a su favor. 10. Axf7 + ! , ... 6 5 4 3 a b e d e g h Antes de que las negras ten­ gan tiempo de ocupar la ca­ silla e5 con su caballo, las blancas sacrifican su alfil dando j aque. 10 . ... ,Rxf7 Si el negro no toma el alfil y se retira con 10 . . . . , Rg8, las blancas j ugarían 1 1 . Axe8, capturando una torre y un peón por un alfil . 11. Ce6 ! , ... Segundo sacrificio; las blan­ cas entregan ahora un caba- De Oriente a Occidente · llo. Si las negras no lo toman perderían la dama, encerrada por sus propias piezas , de modo que no hay opción: 11 . ... ,Rxe6 En la concepción del ajedrez como lucha entre dos ejércitos enfrentados se ha visto no sólo la intención de reproducir una ba talla en pequeño, sino la de aplicar los principios chins de «Ying» y «Yang», que simbolizan una forma de oposición dialéctica. El primer nombre con el que el ajedrez nos es conocido es la palabra sánscrita Cha trang o Cha turanga (Chatur, cua tro; anga, sección), y la primera mención expresa que se conoce es un 8 relato persa del año 600 d. C. A través de las rutas comercia/es y la invasión de Persia por los árabes, el hábito de jugar al Cha turanga pasó a los pueblos de la Media Luna, y con ellos se 6 expandió por todo el norte de Á frica, en dirección occiden tal. 5 Este tránsito del ajedrez se evidencia aún en algunos nombres 4 («Ja que» procede del persa «Sha», rey; «Alfil» del árabe «al-Fil», elefante). El mundo árabe marcó la línea principal de expansión 3 del ajedrez. Así llegó a la península Ibérica, por entonces el último confín a Occidente del mundo. a b e d e España ha sido la cuna del ajedrez europeo. Aquí definió el g juego sus reglas actuales, adquirió carácter medieval (reyes, Por medio del sacrificio de dos piezas, las blancas han empuj ado al rey adversario al centro del tablero; ahora vie­ ne el momento de recoger los frutos, en este caso en la for­ ma de un bonito mate. reinas, caballeros. . .) y fue considerado el juego de los reyes, la actividad lúdica por excelencia de la nobleza. En el siglo XIII el rey A lfonso el Sabio mandó escribir un importante libro sobre el juego, que recoge posiciones de gran interés. En los siglos xv y XVI el ajedrez español vivió una auténtica edad de oro; entonces se escribieron los primeros tratados pedagógicos (Vicent, Lucena, Oamiano), y el obispo Ruy L ópez de Segura fue considerado por sus contemporáneos el mejor jugador del 12. DdS + , Rf6 mundo. Como puede verse, única ju­ gada. 13. DfS jaque mate. a b e d e g Esta i l u stración del Libro del ajedrez, de Alfo n so X el Sabio, m uestra u n cabal lero cristiano y u n m us u l mán j ugando una partida de ajedrez . El gesto del m uslí, i nvitando a beber a su h uésped , es u n símbolo d e concord i a y convivencia. h 51 Los mates básicos El m ate con alf i l y caballo Dada la dificultad que encierra este final , incluso para j ugadores expertos , vamos a iniciar su estudio a partir de una posición favo­ rable, cuando el rey del bando débil se encuentra ya arrinconado. Más avanzado el curso, daremos las pautas para conducir correcta­ mente este final desde un principio. Como en los finales anteriores, lo primero que se debe conside­ rar son las imágenes finales de mate. Veamos algunas : Posiciones de mate con alfi l y caba l lo E n todas e l las existe u n factor com ú n . E l rey se encuentra en u n a de las esq u i n as del tab lero cuya cas i l l a es del color de las cas i l las por l as q u e c i rc u l a e l alfi l , ya q u e e l mate sólo puede p rod u c i rse en d icho l u gar. 3 2 a b e d e g El bando más fuerte sólo puede emplear dos de las cuatro esquinas para ej ecutar al rey contrario. Esto, evidentemente, dificulta más la tarea de dar mate. El mate con alfil y caballo se debe realizar en la esquina del tablero cuyo color de la casilla del vértice coincide con el color de los cuadros por ios que c i rcula el alfi l . Comencemos nuestro estudio a partir de la posición del diagrama. Posición de partida Lo primero que se observa es que el rey se encuentra en uno de los rincones apropiados y que no puede escapar de él, ya que el caba­ llo y el alfil, por sí solos, lo encierran en el campo de casillas b8a8- a7 - c8- d8. La disposición de piezas Ab5 - Cd5 (o bien Ag5 - Ce5; Ab4 - Cd4; Ag4 - Ce4, dependiendo del rincón en que se efectúe el mate) es la más apropiada para evitar que el monarca huya al hacia el centro del tablero. 52 Los mates básicos El primer paso consiste en restar paulatinamente casillas al rey, y para ello es fundamental la colaboración de la otra figura. l. Rd6, Rc8 2. Re7, Rb8 3. Rd8, ... 6 5 4 3 El rey blanco ya ha quitado al negro la posibilidad de viaj ar a los cuadros «C8» y «d8 » . El próximo punto es eliminarle el acceso a «b7» y «b 8 » . 2 Las negras mueven intentando entorpecer el obj etivo d e las blancas . 3 . ... , Rb7 4. Rd7, Rb8 5. Aa6 ! , ... El alfil se mueve para controlar el acceso del rey negro a la casilla «b7 » . El rey negro continúa sus movimientos . 5. 6. 7. 8. ... , Ra7 Ac8, Rb8 Rd8, Ra7 Rc7, ... 6 5 4 3 Obj etivo cumplido. Con el rey acorralado en la esquina, sólo hay que conformar el esquema definitivo de mate, colocando las piezas en las casillas adecuadas que ya se conocen. 2 Las negras no tienen otro movimiento posible. 8 . ... , Ra8 9. Ce7, Ra7 10. Cc6 + , Ra8 11. Ab7 + + jaque mate Las últimas j ugadas también podían haber sido 9 . Cc3 , Ra7 1 0 . Cb5 + , Ra8 1 1 . Ab7 + + . 53 Los mates básicos El anterior ej emplo nos ha servido para clarificar el procedimiento de dar mate en estos finales: Primeramente hay que coordinar la acción de las dos piezas y des­ pués rechazar al adversario hacia la banda del tablero con la ayuda del propio rey, sin olvidar, claro está, que la casilla de la esquina puede ser atacada por el alfil . Existe, sin embargo, una cuestión tanto o más importante que ésta a tomar en cuenta para llevar a término el j aque mate perse­ guido: cuando el rey enemigo se ha situado ya en la esquina ade­ cuada para recibir mate se debe impedir, siempre y cuando sea po­ sible, que la abandone. Considérese la posición del diagrama. Posición de partida 3 El mate al sólo puede producirse en las esquinas «al » o «h8 » . El monarca negro se encuentra en una de ellas, pero complicaría sobremanera las cosas el que la abandonara. Para impedir la huida del rey las blancas j uegan: 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 l. Ah6! ! , ... 7 Jugada afortunada 6 5 ¡ Con qué simple movimiento se ha cortado la retirada al rey! El rey blanco por sí solo era incapaz de copar todas 'las huidas; por eso ha reclamado la ayuda del alfil . Con esta simple estructura (Ah6, Rg6) el adversario está confinado en la esquina, mientras que el caballo tiene libres las manos para desplazarse. Las negras responden: 4 3 2 8 l . ... , Rh8 2. Cc4, .. . 7 6 5 4 3 Los esquemas de mate contemplados al iniciar el estudio de este final nos indican que el cuadro más efectivo del caballo es « f6 » . Hacia é l s e desplaza. 54 2 Los mates básicos Las negras mueven obligadas . 8 4 . ... , Rg8 5. Cf6 + , Rh8 6. Ag7 + + jaque mate 2 . ... , Rg8 3. Ces, Rh8 4. Cg4, ... Dispuestas para asestar el golpe definitivo 7 6 5 4 3 2 De nuevo se ha materializado la ej ecución del rey negro. a b e d e g h Dos cabal los no dan mate Dos caballos no pueden forzar mate al rey solo si el bando débil no comete un error muy grave. Para lograr las tablas el rey debe evitar en lo posible las casillas situadas en el rincón, a fin de no caer en las posiciones del diagrama en las que se ha concretado el j aque mate, un j aque mate que como se verá resulta imposible si las negras, en este caso, j uega� correctamente. Posible mate con dos caballos 8 7 6 El rey acorralado en l a esq u i n a d e l tab lero con los cabal los y e l rey contrari o acosándolo es la posición de m ate con dos cabal los. S i n e m bargo el rey déb i l siem pre puede evitar l legar a esta situac ió n . 5 a b e d e g h ¿Por qué no es posible forzar el mate con dos piezas de ventaj a si hay una posición para ello? Mueva las piezas a partir de la posición del diagrama. l. Cf3 + , Rhl 2. Cf2 + + j aque mate 2 Correcto, pero el rey negro podía haber j ugado l . . . . , Rfl y enton­ ces el mate era inviable. a b e e g 55 RESU M E N : U n idades 2 y 3 O El o bjetivo de la partida de ajed rez es dar j a q u e mate al contrario • El rey no puede se r capt u rado com o las de más p i ezas. El ataq u e sobre e l rey se advi e rte con la voz de Jaq u e al rey o Jaq u e. • S i e l rey ha q u edado e n situación d e j aq ue, debe obl i gatoriame nte e l u d i r esta a m e naza , desp lazándose a u na casi l la accesible, capt u rando la p i eza ag resora o i nte rce pta n d o la l ín ea d e jaq u e con u na p i eza p ro p i a . • C ua n d o e l rey n o p u e d e e l u d i r u n j aq ue, s e e ncue ntra e n situación de j aq u e mate. • C uando a u n j u gador le toca move r, si n estar en jaq ue, y no p u e d e hace r n i n g ú n movi m i e nto lega l , se d ice q u e está e n situación d e rey a hogado. O E n todos los mates elementales, l a primera parte del proceso cons iste en encerrar al rey enemigo e n una b a n d a E n el ma te con las dos torres: • El mate se efect uará por el p roced i m i e nto «de la esca l e ra» . E n el mate con l a dama: • El rey se arri ncona sólo con l a dama, si n dar j aq u es y mante n i e n do la dama a salto d e caba l l o d e l rey contrario. • E l monarca debe d ispo n e r al m e n os d e dos casi l las e n la ban d a para q u e no se p rod u zca u na situación d e rey ahogado. • C uando e l rey e n e m i g o está e n la ban da, e l n u estro d ebe ace rcarse para apoyar e l mate. E n el mate con la torre: • El p roced i m i e nto para e m p ujar a l monarca d é b i l h acia la banda consiste e n e nfre ntar ambos reyes a u na casi l l a d e d istanci a y dar u n jaq u e con la torre. • C ua n d o esa situación se p rod uce en c u a l q u i e ra d e l as ban d as del tab l e ro, se ha alca n zado el j aq u e mate. • Para conseg u i r q u e el rey d e l bando d éb i l q u ede e nfre ntado al del ban d o f u e rte, se debe colocar este ú lt i m o a sal to de cabal lo, p refere n te m e nte hacia el lado en q u e se e n c u e nt ra la tor re. • C ua n d o l os reyes se e ncue ntran a sal to d e caba l l o y correspo n d e e l t u r n o d e j u ego al ban d o f u e rte, éste debe rea l i zar un m ovi m i e nto d e espera con l a torre. O E n el mate de dos alfiles o d e alfil y caballo, n o es suficiente que el rey esté en la banda, s i n o q u e hay q u e buscar las e s q u i n a s del tab l e ro. En e l mate con dos alfiles: • El rey d é b i l es forzado a d esp lazarse a l a ban d a med iante e l control de d iagonales contig uas con l os alfi l es, h aci éndolas sucesiva m e nte más cortas. • Al desp lazar u no de l os alfi l es a u na d iagonal más corta , el rey debe controlar la casi l la que ha q u edado d esp roteg ida. E n e l m a t e con a l f i l y caballos: • Sólo es posible q u e haya mate e n u na d e l as dos esq u i nas d e l tab l e ro cuyo cuad ro d e l vé rt ice t i e n e el m ismo color q u e las casi l las por las q u e ci rcu la el alfi l . EJERC I C I OS 3 Ejemplo 1 Ejemplo 2 E l reto de este p r i m e r ej ercicio consiste e n dar mate e n tres j ugadas con l as piezas bl an cas. 8 7 6 a 5 4 3 2 a b e d e g h Lo p r i m e ro q u e observamos es q u e e l rey negro se e n c u e ntra e n la banda del tab lero, pero en s u contra l as blancas tienen mal situad a l a torre. Recordemos q u e para dar m ate con la torre, el rey b l anco debía permanecer a salto de cabal l o y fo rzar al monarca contrario a situ arse e nfre nte medi ante u n a j ugada de espera c o n l a torre. En este caso l a idea no ha var i ado, a u n q u e e l proced i m i e nto es a l g o d i fere nte. Para lograr el m ate debemos colocar la torre e n l a col u m na l i b re adyace nte al rey negro, alcanzando, por ej e m p lo, la posición del s i g u i ente d i ag rama y correspo n d i é ndole mover a l as negras. b e 3 d e g h E n este caso, c u an d o e l rey negro se e nfrente al n uestro, la torre dará m ate situánd ose en la ú l t i m a f i l a . Volvamos a l a posición i n icial . C o m o l o s reyes están a ú n en opos i c ió n , es n ecesari o perd e r u n tiem po. De hecho poco i m porta la j ugada, siem pre y cuando sea de torre. P. ej . : 1. Te1 , Rd8 2 . Tc1 , . . . ¡ Lo hemos conseg u i d o ! S i el rey negro va hacia e l otro l ado, e l res u ltado es p rácticame nte idéntico : 1. Te1 , Rf8 2 . Tg 1 . Ahora e l blanco está presto a dar m ate : 2 . . . . , Re8 3. Tc8. E n el caso de q ue e l rey h u b ie ra movido al otro lado l a secuencia sería: 2 . Tg 1 , 2 a b e d e g h Las blancas deben dar m ate. Como n u estra p r i m e ra m i s i ó n es confi nar al rey negro e n l a esq u i n a del tab lero, debemos evitar q u e h uya hacia e l centro : 1 . Ad7! , Ra8. U n a vez atrapado el rey, el s i g u ie nte objetivo es aprox i m ar el cabal lo para q u e col abore e n el m ate : 2. CdS, Rb8 3. Cb4, Ra8. 4. Ac8, Rb8 S. Aa6, Ra8. Ya está todo d i s p u esto : 6. Ab7 + Rb8 7. Cc6 + + . Re8 3. Tg8 + + . 6 5 4 3 2 a b e d e g h 57 EJ E RC I C I OS Problema 1 ¿C uál es l a mejor j u gada de las blancas? Es deci r, ¿q u é m ovi m i e nto del blanco conduce m ás rápidamente al mate? 3 Problema 2 El rey de l as negras ya está en la banda, pero tod avía ho se h a logrado con d u c i rl o hasta l a esq u i na. Desarro l l e el método para lograrlo que considere más acertado y anote u n a de las vari antes. 8 7 6 4 Problema 4 3 2 a Recuerde tod as l as normas p rácticas q u e h a est u d i ado, en particu lar la q u e h ac ía referencia la posicionamiento de los reyes en este fi nal , y ded uzca la j ugada correcta. Anote, h asta el m ate, l a variante ganadora. b e d e g h Es obvio q ue la d i sposición de l as p iezas blancas no es l a ópt i m a , a u n q u e, lógicamente, la victoria no puede escaparse. Desarro l l e el mate de rey y torre contra rey hasta el f i n a l , procu rando h acer l as j u g ad as m ás acertadas en cada momento. N o es necesario est u d i ar a fondo tod as las variantes pero anote, al me nos, una de e l l as. Problema 3 Realice sobre su •tab lero el m ate con los dos alfi les a part i r de l a posición del d i ag rama. 8 7 6 5 4 3 2 Practique el m ate con el alfi l y el cabal lo. 8 7 6 5 4 3 2 a b e d e Cuando consiga hallar u n cam i n o hacia e l esq uema final de mate busque la solución más rápida: el blanco gana en só lo cuatro movi m i e ntos . EJ E RC I C I OS 3 Problema 6 Problema 5 Las b l an cas dan mate en dos j ug ad as. Problema 7 N o le vamos a an u n c i ar e l resu l tado de l a l uc h a e n l a s i g u i e nte posició n . 8 7 8 6 7 5 6 4 5 3 4 2 a 3 a b e 2 d e g Las blancas están a p u nto de transformar su peón en u n a p i eza de m ucho más valo r, por lo que resulta evidente que l a victoria no se les puede escapar a menos q u e cometan un error muy g rave. Lo q u e ya no es tan s i m ple es alcanzar el mate e n dos movi m i e ntos. Busq u e l a forma. H ag a u n p ro nóstico y arg u m é ntel o con una variante. a b e d e g h J u egan l as b l ancas. E l l ector debe habitu arse a ded u c i r por sí mismo e l res u ltado de la l ucha, p uesto que e n la part i d a real no d ispond rá d e n ad i e q u e l e susu rre al o íd o cuándo exi ste la oport u n i d ad de u n a victoria. b e d e g h J u egan l as blancas, q u e apare nte me nte s e e n c u e ntran e n aprietos ya que no pueden evitar perder su dama, tras lo que q uedarían e n una situación m aterial desfavorab le. N uevame nte le ped i mos un pronóstico sobre cuál será e l resu ltado final de l a l u c h a . ¿ Está el blanco efectivame nte perd ido, o tiene a l g u n a pos i b i l idad de lograr l as tab las o, i ncl uso, u n a victoria? Analice l as posi b i l i d ades de cada bando y soste nga su o p i n ión con una variante. SO LU C I O NES Solución 1 3 Solución 4 Solución 6 1 . Ae6!! (lo pri m ero es evitar que el rey h uya del ri n có n ) , Rh1 2 . Cg3 + ( o 2 . Cd2) , Rh2 ( ú n i ca) 3. Cf1 +, Rh1 4. Ad5 + + . a 1 . Re&! (Co locándose a salto de cabal lo, el rey bl anco o b l i g a a s u contrario a i r h a c i a el flanco donde d i spone de m enos espacio) , Rg8, 2 . Rf6, Rh8, 3. Rg6, Rg8 4. Ta8 + + . Solución 2 1 . Rc4 (La j ug ad a del rey es fundamental para q u e la torre corte al rey negro por l a q u i nta fi l a) , Rf6 2. Rd4, Re& 3. Tb5, Rf6 4. Re4, Rg6 5. Rf4, Rh6 6. Rg4, Rg6 7. Tb6 + , . . . y s i g u iendo el m ismo p roced i m ie nto se fuerza al rey negro a reti rarse a la ban d a , y a l l í se le da m ate. 1 . Rf6, Rh5 (A part i r de este momento se e m p i eza a arri nconar al rey neg ro) . 2 . Ag3, Rh6 3. Ag4, Rh7 4. Af4, Rg8 5. Ah&, Rh7 6. Rg5, Rg8 7. Rg6, Rh8 8. Ag7+ , Rg8 9. Ae6 + + . e d · e g h Las blancas ganan g raci as a u n a j ugada decisiva: 1 . Rg6!!, y l as neg ras se enfrentan a la doble amenaza 2 . R x h5 y 2. Tf8 + + , por lo q u e deben escoger perder la torre. Solución 5 Solución 7 1 . f8 =T! (No debe cometerse el error de coronar una dama p uesto q u e el rey n e g ro q u edaría ahogado) , Rh6 2 . Th8 + + . Las blancas ganan g raci as a u n curioso mate con alfi l y cabal lo: 1 . Dxh6, gxh6 2 . Ae5 + , Rg8 3. Cxh6 + + . 8 6 5 5 Solución 3 b 4 3 3 2 2 a b e d e g h a b e e g El sacrificio de la dama ha servido para dar e ntrad a a l as p i ezas menores b l an cas. U N I DAD Los temas de la presente unidad y de las siguientes son imprescindibles para comenzar a entender lo que en la batalla ajedrecística puede significar elaborar una estrategia y evaluar los factores primordiales de la posición para definir el plan a seguir. Entramos en la dimensión específica del ajedrez. 4 O La apertura • E l desarro l l o • L a fa lta d e d esarro l l o y s u cast i g o • L a ocupac i ó n d e l centro • La seg u r i d ad d e l rey O Partidas famosas • La D a m a e r ra nte. París, 1 863 O Ejercicios • Ej e m p l os y p ro b l e m as O Soluciones La apertura (1) Desde el mismo inicio del j uego, en las 1 0 o 1 2 j ugadas iniciales que constituyen lo que se denomina apertura, es fundamental para conseguir buenas posiciones procurar seguir ciertas reglas de las que se hablará en este capítulo: por ej emplo, lograr el control de ciertas partes del tablero (porque no se debe pensar que las 64 casillas tie­ nen la misma importancia) , o luchar por conceptos que se definen con palabras tales como desarrollo, espacio, tiempo, iniciativa, se­ guridad, que iremos explicando sucesivamente. Para empezar enun­ ciaremos los dos principios básicos que marcan la lucha en la aper­ tura: ¡;t) Hay que mover rápidamente las piezas . b) Hay que procurar dominar el centro. Los dos princi pios fundamentales de la apertura consisten e n movilizar rápidamente las piezas y en dominar el centro c o n ellas, o, preferiblemente, con peones. El desarro l l o E l defecto con mayor frecuencia que aparece e n las partidas d e j u­ gadores principiantes es el de no prestar al desarrollo la importan­ cia que merece. Y, no obstante, ¿no es lógico pensar que los efecti­ vos de nuestro ej ército deben entrar rápidamente en combate en vez de permanecer en la retaguardia? En la siguiente partida, el ej ército negro puede morir sin luchar. El ej emplo es un caso llevado al extremo de lo que puede suceder cuando en una partida un bando desarrolla sus piezas y el otro pierde el tiempo absurdamente. l. e4, h6 2. d4, a6 3. Cc3, b6 4. Af4, c6 S. Cf3, e6 6. Ad3, Ce7 7. 0-0, ... Las blancas han desarrollado sus piezas, es decir, en términos fut­ bolísticos, han desplegado a sus j ugadores por el campo. Casi to­ das las piezas negras, en cambio, permanecen «en el banquillo » . 62 a b e d e g h La apertura Veamos otro ej emplo de desarrollo incorrecto de las piezas negras: l. e4, es 6 5 4 Conviene iniciar la partida con los peones centrales. El de la co­ lumna «e» o el de la columna «d» son los más adecuados para el primer movimiento. El avance del peón «e» dej a paso a un alfil, que pasa a dominar ciertas casillas . 3 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e La partida debe i n iciarse con los peones centrales. El peón "e" el "d" son los más adecuados. Posteriorm ente conviene desa­ rrollar las piezas ligeras, es decir los caballos y alfi les. y Normalmente, las piezas que primero se desarrollan son los caba­ llos y los alfiles . Los caballos, en particular, pueden saltar ágilmen­ te desde su posición inicial a otra desde la cual dominan el centro del tablero. A ser posible deben elegirse jugadas de desarrollo que además contengan una amenaza. En este sentido la jugada del texto es ej em­ plar, ya que el caballo no sólo ocupa una excelente casilla sino que además ataca el peón de «e5 » . 2. Cf3, b6 e 5 • 4 3 El peón sigue indefenso. Lo indicado, según el comentario anterior, era 2 . . . , Cc6, que además de defender el peón atacado, traslada el caballo a una buena casilla. El caballo toma el presente ofrecido. 6 3. C x eS, De7 Las negras se deciden a mover la dama para tratar de recuperar el peón . Pero no conviene desarrollar la dama tan prematuramente, puesto que en una posición excesivamente avanzada, esta pieza tan valiosa puede ser atacada por las del adversario, y facilitar su desa­ rrollo. 5 4 3 63 La apertura Las blancas realizan una j ugada que ayudará a ganar más tiempo por el ataque a la dama. 8. h3, DhS 9. es, ... 6 5 4 3 Aunque el peón mueve repetidamente, este avance es aquí adecua­ do, pues gana espacio y ob staculiza el desarrollo negro (impide 9 . . . . , Cf6) . Las negras ni siquiera disputan el dominio blanco del centro del ta­ blero. 9 . .. , Ch6 10. Ac4, a6 ll. Af4, Dg6 a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h 7 . Una vez más , desarrollo contra pérdida de tiempo. La j ugada ne­ gra ataca un peón (el de «g2») pero eso no basta para j ustificarla. Amenazar algo no es razón suficiente para que un movimiento no constituya una pérdida de tiempo. 5 4 3 En _este caso la j ugada «defensiva» resulta más útil que la ofensiva. 12. 0-0, ... 5 4 La mej or defensa del peón, sin duda. Desarrolla (la torre) , protege el peón de g2 con el rey, y a su vez ese peón, j unto con los de f2 y h3 , el caballo de f3 y la torre de fl , forma u ri. a barrera de protec­ ción del rey. 3 Las negras realizan por fin una movida que podría ayudar a su de­ sarrollo. 12 . ... , d6 13. Tel, ... 5 4 Esta j ugada de desarrollo (la torre actuará hacia el centro) plantea además la posibilidad de un próximo j aque al rey negro, posible, por ej emplo, si el peón blanco de e5 toma el negro de d6, dej ando paso («descubriendo » , en el argot aj edrecístico) a su torre. 66 3 La apertura Las negras están forzadas a defenderse de la acción de la torre blanca. 13. ... , Ae7 · Las negras van atinando por fin. Esta jugada de desarrollo es la mejor protección con tra su rey (y ello no es casual) 5 4 3 Como se comprueba en el diagrama, la posición de las negras es muy pobre: falta desarrollo (hay piezas por mover, debido a las pérdictas de tiempos) y se domina poco espacio. a b e d e g h a b e d e g h El balance de la apertura es netamente favorable a las blancas, que poseen un peón de más y ventaj a suficiente para que un maestro de aj edrez venza inevitablemente a otro j ugador de su categoría que defendiera la pobre situación de las negras . La falta de desarro l l o y su castigo ( " Veamos un nuevo ej emplo de los problemas que crea un desarrollo erróneo. El j uego negro será eminentemente débil, incluso absurdo, pero esta vez el sufrimiento no se prolongará ya que el castigo llegará pronto: l. e4, es 2. Ac4, Ch6 3 Amb as j ugadas desarrollan una pieza, mas, mientras la del blanco es correcta, la del negro es deficiente. ' Era muy superior Cf6, con control central . En realidad lo que ha ocurrido se explica del modo siguiente: las negras se han puesto nerviosas al ver el alfil blanco apuntar a su casilla « f7 » , siempre un tanto débil . Sin embargo, estaba por el momento suficientemente prptegida por el rey. No había por qué arrinconar el caballo. Un buen criterio para escoger la colocación que vamos a dar a una pieza determinada en los comienzos de la partida, es procurar que desde ella controle las casillas centrales . Las piezas están mejor situadas, son más activas, cuando pre­ sionan o dominan el centro del tablero. Todas las fig u ras de aje­ d rez, incluidos los peones, deben apuntar hacia los cuadros cen­ trales. 67 La apertura Las blancas desarrollan ahora el caballo de rey. 3. Cf3, f6 Defensa poco adecuada. Era mejor d6, dando paso al alfil de dama 4. c3, ... Era también posible j ugar d4 directamente. Las blancas , en caso de que el peón negro capturara el suyo, no deben arriesgar su da:ma, que no conviene desarrollar prematuramente, sino retomar con el caballo, que pasa a ocupar una buena casilla central . a b e d e a b e d e a b e d e a b e d e Las negras optan por reforzar su peón central . 4 . ... , d6 5. d4, Ae7 Lo más indicado para no permitir al blanco descomponer la estruc­ tura de peones negros era 5 . . . . , g6, que aunque no puede conside­ rarse una movida de desarrollo, se prepara a defender el Ch6 con su alfil. Los acontecimientos se precipitan en el flanco de rey. 6. Ah6, gxh6 6 5 4 3 El alfil era más activo en potencia que el caballo, pero el lamenta­ ble estado defensivo en que queda la diagonal h5 - e 8 , tras retomar con el peón, j ustifica ese cambio de las blancas . Ahora las blancas prosiguen correctamente su desarrollo. 7. Cbd2, Ad7 Desarrollo equivocado Las negras no se dan cuenta de que « obturan» la casilla d7, única escapatoria de la que disponía su rey en caso de ataque por la dia­ gonal h5 - e8 , que, como se ha dicho, está «lista para ser usada» . 68 g h La apertura Las blancas sí se dan cuenta de ambos detalles. 8. Ces, ... Deja paso a la dama hacia la casilla h5 8 . ... , dxe5 9. Dh5 + , Rf8 10. Df7 + + . 7 6 5 4 3 De nuevo el mate ocurre aprovechando la debilidad de « f7 » . a b e d e g h La partida acabó rápidamente con esta infiltración decisiva d e la dama, que aprovecha el tema ya conocido de la debilidad de f7 (mate del pastor) . Por esa razón las blancas no se han preocupado por el hecho de perder poco antes un caballo. Recordemos que la única manera de marcar « el gol» en aj edrez es dar mate al rey contrario, obj etivo supremo de la partida. Cap­ turar otras piezas no es un obj etivo de por sí, sino en la medida en que, al hacerlo así, se priva de defensa al rey contrario, o bien se consigue eliminar una pieza que puede poner en peligro la vida de nuestro rey. El sacrificio de peones o piezas se j u stifica, así, por la consecución del j aque mate o de una ventaj a superior. En la partida, tras el sacrificio del caballo las negras difícilmente podían evitar el mate. No lo hicieron, ciertamente, tomando la pie­ za. Observemos el parecido del mate efectuado con el ya conocido « del pastor» . La_ ocu pación del centro Si bien hasta el momento hemos considerado solamente el centro estricto, formado por cuatro casillas, conviene tener en cuenta tam­ bién uri- centro ampliado formado por las cuatro anteriores y las .doce contiguas (ver diagrama) . En todas esas casillas un caballo pue­ de disponer de ocho posibilidades de movimiento, y en general se trata de casillas que conviene ocupar con piezas o peones. Como el adversario normalmente procurará evitarlo, con el control ej erci­ do por sus propios peones o piezas menores, el método preferible de ocupación del centro consiste en establecer en él uno o más peo­ nes, como baluarte sostenido por el resto de las fuerzas, que se des­ pliegan tras ellos. 8 7 6 5 4 3 2 a b e d e 9 h Conviene ocupar el centro c o n peones, y a que estas piezas, dado su inferior valor, pueden desaloj a r a las otras figuras con el simple ataque sobre ellas. 69 PAR TIDA S Paul Charles Morphy Quizá más que en ningún otro (1837" 1884) se La Dama errante jugador, en Pa ul . Charles Mor­ phy ha dado el fenómeno de que su leyenda se ha desarrollado de tal modo que se corre el peligro de per­ der de vista los definidos con­ tornos de la realidad. Cierta ­ mente Morphy ha sido uno de los mejores jugadores de la his­ toria y, sin duda, entre todos los jugadores del inicio de la segun­ da mitad del siglo, fue el más grande con diferencia. Siempre rehusó considerarse un ajedre­ cista profesional y no tuvo am­ bición de ganar dinero con su talento (por prejuicios hereda ­ dos de su familia: era hijo de un juez y de una rica heredera francesa, de la mejor sociedad de Nueva Orleans). No obstante, realizó varias giras triunfales por Estados Unidos y Europa, que demostraron que nadie podía igualársele. Su genio surgió como una es­ trella brillantísima de la noche a la mañana. El niño Morphy, ade­ más de demostrar estar excep, cionalmente dotado para las matemáticas y la música, pron­ to brilló en el firmamento del aje­ drez. Cuando sus padres le autorizaron a jugar más a me­ nudo -tras conseguir su título de abogado-, se dedicó a aplastar a todos sus compa trio­ tas primero, y más tarde a los mejores jugadores europeos (a todos los que se atrevieron a en­ frentársele, se entiende). 1859, Por desgracia se retiró completa­ mente del juego en y su extremada sensibilidad degene­ ró en paranoia en sus últimos años de vida. 70 Partida jugada en París, 1863 Blancas: Paul Ch. Morphy Negras: Arnoud de Riviere l. 2. 3. 4. e4, es Cf3, Ce6 Ae4, Aes b4, ... Este sacrificio de peón, cono­ cido como Gambito Evans en recuerdo del aj edrecista nor­ teamericano que lo ideó , tie­ ne por obj eto, a cambio del peón lateral, establecer un fir­ me dominio del centro del ta­ blero y la ganancia de tiem­ pos para el desarrollo de las piezas . Era la apertura favo­ rita de Morphy, sin duda, e idónea para su estilo agresivo. 4 . ... , A x b4 S. e3, ... Ganando tiempo al atacar el alfil negro. Esto era lo que se pretendía con el sacrificio de peón . s. 6. 7. 8. 9. ... , Aes 0 - 0, d6 d4, e x d4 e x d4, Ab6 Cc3, Df6 Este desarrollo prematuro de la dama negra sólo consigue perder tiempos. Evidente­ mente es una mala j ugada que dej a a las negras en apuros . a b e e 10. CdS, Dg6 11. Cf4, Df6 Se observa el triste vagar de la dama negra, perpetuamen­ te hostigada. Morphy sacrifi­ ca el peón central para «co­ nectar» su torre con el rey de De Riviere. É ste rehusará re­ petidamente ese peón . 12. 13. 14. lS. 16. eS ! , d X eS d X eS, DfS e6, f6 Ch4, Des Ae3, DgS La dama negra debe contro­ lar el j aque de la dama blan­ ca en h5 . Por eso no puede capturar el alfil blanco de c4 . 17. 18. 19. 20. Cf3, Das A x b6, D x b6 CdS, Das Cd2, Cd4 Los p ri meros cccam p eones mundiales» Ahora ya todo está dispuesto para el remate forzado. La dama blanca entrará en ac­ ción con efectos fulminantes, a su debido tiempo. · 21. Cb3, C x b3 22. a x b3, Des La dama negra ha sido ataca­ da y forzada a moverse, por enésima ocasión 23. DhS + , Rd8 Forzado puesto que, si cubren con 23 . . . , g6, la j ugada 24. C x f6 + seguida de 25 . D x c5 acabaría con la desdichada reina negra . Por otra parte, a 23 . . . , Rf8 hubiera seguido 24. Df7 mate. 24. Tal -dl, Las negras se rindieron. Durante la Edad Medía la afición al ajedrez fue muy grande, tanto en el mundo árabe como en Europa. Sabemos muy poco sobre los grandes jugadores de aquella época; las competiciones internacionales eran inexistentes, pero algunos hombres de excepcional categoría fueron considerados los mejores en cierto momento y en cierto país. Así, existe una notable unanimidad sobre Abu Akbar Muhammad íbn Yahya as-Sufí (880-946), un · intelectual que vivió en la floreciente Bagdad del siglo x; todos los estudiosos coinciden en que fue el mejor jugador de ·su tiempo. Conocemos algunos de los estudios compuestos por él, con las reglas de juego del ajedrez antiguo, y resultan admirables a un hoy en día. De ellos nos ocuparemos a lo largo de este curso. En el siglo xv1 el obispo español Ruy López de Segura (15301580) jugó algunos encuentros con fuertes jugadores españoles e italianos, y fue reconocido como el mejor de su tiempo. Venció dos veces a Leonardo de Cutrí, apodado «il Puttíno», , pero posteriormente perdió un match contra él, celebrado en Madrid bajo los a uspicios del rey Felipe 11 (1574), y su predominio quedó en entredicho. Ruy López fue el autor del primer libro de ajedrez en el que se estudia la teoría del juego de una forma racional (1561), y una de las aperturas más fuertes y utilizadas por todos los maestros en todas las épocas lleva su nombre, o el de su país de origen (Apertura Española). Las pi ezas de aj ed rez tal l adas recuerdan en m u c h as ocasiones l as caracte rísti cas del j u ego, si m i lares a l as de 6 5 4 3 2 a b e d e g h El caballo blanco estaba dis­ puesto a mover, abriendo paso a la torre de dl , que da­ ría j aque al rey negro, y a la dama blanca, que podría capturar a su homónima negra en la línea quinta. , u n a bata l l a medieva l . Como ej e m p lo, u n caballero y u n i nfante en u n j u ego policromado. (Foto Flash Press.) · 1 La apertura La seg u ridad del rey En íntima relación con el desarrollo, el dominio de mayor cantidad de espacio, la ganancia de tiempo y el control del centro (pues des­ de allí parten la gran mayoría de ataques sobre el rey) , está el tema de la seguridad del monarca. Ya se ha dicho que el enroque es la j ugada que en la gran mayoría de los casos garantizará esa seguri­ dad. La columna «e», donde el rey inicia la partida, no acostum­ bra a ser segura debido a los tempranos intercambios de peones que en ella suelen producirse. La mej or ubicación del rey está tras el pa­ rapeto que forman los peones no movidos de uno de los flancos, reforzado con alguna otra pieza (normalmente un caballo). El enroque se consi d era una buena jugada de desarrollo, pues­ to que perm ite la comunicación de las torres y su incorporac ión al juego, y además ofrece un refugio seg uro al rey. Como ej emplo de ataque contra un bando negro que, si bien desa­ rrollado hasta cierto punto, estaba sin enrocar, véase la siguiente partida j ugada con blancas por el gran Paul Charles Morphy, uno de l o s más extraordinarios aj edrecistas del siglo XIX . Su adversa­ rio fue Domínguez: Las primeras j ugadas son bien conocidas: l. e4, ... l También el genial ajedrecista de Nueva Orleans abría así el juego 2. Cf3, . .. . , es •.. Atacando el peón de e5 2 • ••• , Cc6 3. Ac4, '° De nuevo apuntando a f7 , tema que ya conocemos. El negro ha de­ sarrollado su caballo de dama defendiendo el peón de e5 y ahora sin inmutarse hará otra buena j ugada de desarrollo del caballo de rey. a b e d e g h a b e d e g h El caballo se sitúa en la casilla óptima. Morphy jugará ahora con energía. 3 .. , Cf6 4. d4, ... . . Las blancas llevan sin miedo sus peones al centro del tablero. Pien­ san que si las negras toman, como en la partida, gastarán tiempos, mientras que ellas recuperarán el peón más tarde. Por su parte, el alfil blanco de dama tendrá vía libre. 72 La apertura La réplica del negro es natural: abrir el centro y contraatacar con el alfil . 7 6 4 . ... , exd4 s. 0 -0, Aes 5 4 3 Las blancas se han apresurado a enrocarse para salvaguardar al rey y dar vida a la torre. · Las dos siguientes j ugadas blancas ganan espacio y tiempos, por su ataque al caballo. 6. eS, Ce4 7. AdS, fS a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 7 6 5 4 3 Las negras han efectuado movimientos que no son de desarrollo. El peón que protege al caballo puede, además, ser tomado al paso, como sucede en la partida. La captura al paso no es una movida obligada, pero en ciertos casos conviene no pasarla por alto, pues puede reportar beneficios. En el presente caso abre columnas centrales y facilita el ataque sobre el monarca negro. 8. exf6, Cxf6 7 6 5 4 3 Ahora la columna «e», donde se halla el rey negro, ha quedado « abierta» , es decir, libre de peones . Este factor causará dificultades a las negras . Morphy conduce ahora brillantemente el ataque. 9. AgS, Ae7 7 6 5 4 Esta j ugada tiene por obj eto que el caballo de f6 pueda moverse, capturando por ej emplo el alfil blanco de d 5 , sin perder su dama. No obstante, mueve por segunda vez una pieza ya desarrollada, táctica poco aconsej able. 3 73 La apertura Las blancas proceden a debilitar las defensas negras con un cambio. 10. Axf6, Axf6 Capturar con el peón dej aría los peones con una mala formación . El escudo protector del rey sería defectuoso (ver diagrama) . Los peones no defienden bien al rey. La diagonal h5 - e8 es débil . lL Tel + , Ce7 De nuevo mueve por segunda vez una pieza ya desarrollada. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Ahora las blancas liberan la diagonal de su dama hacia «h5 » . 12. Ces, Axes 13. DhS + , g6 14. DxeS, Tf8 Las negras se despiden de la posibilidad de enrocar corto, ya que han movido la torre. Morphy acaba ahora tranquilamente su desarrollo. lS. Cd2, c6 Las negras intentan ganar tiempos con el. ataque al alfil de d 5 , al tiempo que el peón cede su sitio a la dama, que ansía moverse para permitir el enroque largo. 74 L a apertura Ahora bien, Morphy no se obsesiona con el ataque que sufre su al­ fil sino que pasa al ataque directo sobre el rey inseguro. 16. Ce4, d6 6 5 4 3 Las blancas amenazan dar mate con Cd6 + +. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e a b e d e g h El caballo se ha convertido en protagonista prindpal y j uega por tercera vez . · 17. Cxd6 + , ... 6 5 Para librarse de la amenaza de mate, las negras se han visto obliga­ das a sacrificar uno de sus peones con el fin de dar escape al rey. Sin embargo, con ello están lej o s de solucionar sus problemas . Tras el j aque del caballo, el monarca negro no tiene más remedio que iniciar una peregrinación por las casillas centrales, que en un plazo muy breve finalizará con su ej ecución . 4 3 Las desgracias del negro son fruto de su defectuosa política en la apertura. 17 . ... , Rd7 18. Ae6 + , Rc7 19. Cxc8 + , ... ¿ Jaque?. ¿Con qué? Con la dama, a la que el caballo ha « descu­ bierto » . Las piezas blancas se han abalanzado sobre el rey negro como lobos hambrientos . E l ataque d e las blancas triunfa gracias a l a mala situación del rey negro. El j aque mate es final inevitable. 19 . ... , Dd6 20. Dxd6 + + En esta partida ha quedado claro que la falta de seguridad del rey contrario es un faro que puede iluminar nuestras acciones y guiar la elaboración de los planes . 75 La apertura RESU M E N : u n i d ad 4 D La l u c h a en la apert u ra está basada en d o s aspectos fundamentales: el desarro l l o rápido d e las p i ezas y e l d o m i n i o del centro. • Convi e n e ab r i r e l j u ego con l os peo n es centrales. Los de «e» y «d» so n l os más · a p ro p i ados. • Las p iezas d e b e n d esarro l l a rse, n o r m a l m e nte, e n e l si g u i e nte o rde n : d esp u és de l os peo n es se desar ro l l an l os cabal l os, l u ego l os alfi l es, a cont i n u ación se efect ú a e l · e n roq u e y p o r ú lt i m o l as torres y l a dam a ocu pan l as col u u m n as centra l es. • No debe d esarro l l arse p re m at u ram e nte la dam a , p u esto q u e e l l o p u ede favorece r e l d esarro l l o d e l contrario ad e más de desc u idar e l n u estro. D Debe evitarse perder tiempos en la a p e rt u ra . Sólo se c o n s i d e ra n t i e m p o s l a s j u g adas ú t i l e s a l desa rro l lo. • A ser posi b l e, h ay q u e d o m i n a r el centro con a l g ú n peón . • Es conve n i e nte e n rocar tan p ro nto como sea posi b l e. E l ajed rez ha esti m u lado l a i magi nación de n u merosos artistas, e n especial e n n uestro siglo, cuando la poesía, l a arq u itect u ra o l a pi ntura s e componen de acuerd o c o n sutiles relaciones m atem áticas, y cada elemento recibe su sign ificación tanto de s í mismo como de s u relación con e l conj u nto. Jorge Luis Borges hizo protagonistas d e u nos poem as memorables al tablero de ajedrez, «ámbito e n el q u e se odian l o s colores», y a cada una de l as piezas. E n esta pintura de M arcel Duchamp se expresa sobre todo el esfuerzo i ntelect u al d e los j ugadores; l as posibles j ugadas i m agi n ad as se m aterial izan e n torno a e llos como un ectoplasma. (Los jugadores de ajedrez, M useo d e Arte Moderno, París. Foto AISA.) EJERC I C I OS Ejemplo 1 Para estab lecer cuál de los dos bandos está m ás ade l antado en e l desarro l lo, exi ste u n criterio m u y efectivo y q u e el pri n c i p i ante debe habitu arse a uti l i zar para valorar l as posiciones de apert u ra. Se trata de contar los t i e m pos, o sea las j u gadas úti les de desarro l l o. 7 6 4 · y han efect uado el e n roq u e ( u n t i e m po) . E n total s e i s t i e m pos. Por s u parte, l as neg ras han i nve rtido m u c h as m ovid as e n l l egar a s u pos i c i ó n , a u n q u e e n rea l i d ad han h e c h o pocas j ugadas de desarro l l o : han sacado los cabal los (dos tiem pos) y el peón «e» ( u n tiem po) h a d a d o paso al alfi l de cas i l las neg ras, que aunque h a movido d o s veces, s ó l o h a e m p leado u n t i e m po. C u atro tiem pos e n total . Es obvio, por tanto, q u e l as blancas van por del ante e n el desarro l lo. 5 Lo primero q u e debemos hacer es pensar en u n a j u gada de desarrollo. S i ade m ás ésta contiene u n a amenaza, la ganancia de tiempo será completa. E l movi m i e nto más lógico es 1 . d4, q u e d eja paso al alfi l , ocu pa el centro y amenaza el alfil e n e m i go. La partida puede cont i n uar 1 . . . , exd4 2. cxd4, Ab6 3. Ag5 ( n u evo desarrollo q u e encierra, además, u n ataq u e sobre l a dama) , D g 6 4 . Cc3, y l as blancas han desarro l lado todas sus piezas menores, m i entras l as negras no han prog resado. . Ejemplo 2 4 3 a b e d e g h Observe mos el d i ag rama. ¿Q u i é n está más desarro l l ado? Analicemos con detalle las j ugad as de u n o y otro bando. Las b l ancas han adelantado sus dos peones centrales (dos t i e m pos) , dejando paso a lós alfi les, y han m ovido am bos caba l l os, lo q u e s u pone dos t i e m pos más (au n q u e el Ce5 h a te n i d o que h acer dos j u gad as para l legar a su posición , a efectos de desarro l l o sólo se co nsidera un t i e m po) . Tam b i é n han j u gado e l alfi l de rey ( u n tiem po) Las neg ras han i ntentado te nder la celada del m ate d e l pasto r, pero l as blancas se han defe n d i d o bien. G racias a ello el primer j u g ador puede lograr una ventaj a i m po rtante de desarro l lo. ¿C uál es la m ejor cont i n u ación para conseg u i rlo? En el d i ag rama se i l ustra b i e n el resu ltado de l as ú l t i m as j u gadas. Al contar los tiem pos de desarro l l o se observa que el negro ha acu m u lado tres j u gadas ú t il es (los peones «e» y «d» y el alfi l ; la dama n o se h a desarro l l ado conve n i e ntem e nte) , m i entras q u e l as b l a n cas h a n movido c o n efectividad d o s peones centrales, am bos cabal los, el alfi l , y h a n e n rocado. Total , s e i s t i e m pos. 77 EJER C I C I OS Problema 1 4 Problema 4 Problema 2 E n n u esto r p r i m e r ej ercicio conte m p l amos u n caso de desarro l l o erróneo por parte de las neg ras. H e mos aprendido a defi n i r la ve ntaja de desarro l l o medi ante l a contab i l ización de los t i e m pos. Ej ercite esta faceta a part i r de l a posición del d i ag rama. 5 6 4 Haciendo caso om iso de u n a de las reg l as fundamentales de la apert u ra , l as b l ancas han desarro l l ado p remat u ramente la dama. Con ello p l a ntean , s i n em bargo, u n a celada a su adve rsario, que debe defenderse del ataq ue sobre el p u nto «f7» . De l as pos i b les res p u estas que a cont i n u ac i ó n s e s u g i e re n , ¿c uál considera l a m á s ace rtad a? 5 3 4 3 a b e d e g h Los cabal los oc u pan cas i l las apro p i ad as y e l rey ha buscado p rotección en e l e n roq u e, pero l a posición de los alfi les ri o es, ni de lejos, l a mejor. E l Ac8 es u n a p i eza i n úti l , y l a c u l pa de e l l o la t iene s u compañero de «d6» , q u e además de tapo narle el paso, i m pide controlar e l centro de la manera más n at u ral , es dec i r con los peones. ¿C uál cree q u e es la manera más acertad a de aprovec har el «Su bdesarro l lo» d e l bando neg ro? a b e e g h Problema 3 Co rresponde j u gar a l as negras, q u e o ptaron por l a j u gada 1 . . • . , Axf3. a b a) . . . , d5 b) . . . , g6 c) . . . , Df6 e d e d) . . . , De7 e) . . . , Ch6 Razo ne l a resp uesta . ¿C u ál es la mejor resp u esta d e l blanco? Obsérvese q u e l a p r i n c i pal d i ferencia entre e l desarro l lo de u n o y otro banco co nsiste en q u e l as blancas ya han en rocado. g 4 EJ E RC I C I OS Problema 6 Problema 5 Al estud iar el movi m i e nto de l as p i ezas, ya se expusi eron los i n conve n i e ntes de desarro l lar los cabal l os por las bandas del tab lero, en l u gar de ocu par con el los las cas i l l as centrales. Problema 7 E l l ector, ya fam i l i arizado con l as nociones de centro y desarro l lo, pod rá apreciar fác i l me nte q ue, m i entras l as p i ezas neg ras están correctam e nte d i s p u estas, el bando blanco tiene m u ch as l ag u n as en el desarro l lo. 6 5 4 3 6 a b e d e 5 3 a b e d e g h En el presente eje m plo, debe encontrar una j u gada m uy efectiva con la q u e l as neg ras pueden castigar el mal e m p l azam i e nto del cabal l o b l anco. El castigo q u e reciben l as blancas por su defi c i e nte desarro l l o ha de servi r de lección para, e n el futuro, escoger bien la posición de cada fi g u ra. Otro caso de desarro l l o i ncorrecto de p i ezas. Antes de com p letar l a mov i l i zac i ó n y poner el rey a salvo, l as negras han situado a su dama en u n a pos ición avanzad a , l o q u e eq u ivale a favorecer e l desarro l l o contrario. 1 . Cc3 sería una j u gada correcta , ya que desarro l l a el caba l l o a u n a casi l l a adecuada c o n ganancia de u n t i e m po, al atacar l a dama. Tam b i é n e l j aq ue c o n l a to rre (1 . Te1 + ) p u e d e considerarse u n a alternativa i nte resante, al ocu par con esta p i eza u n a col u m n a central , pero tiene el i n conve n i e nte de que favo rece una buena j u gada de desarro l l o (1 . . . . , Cge7) . Existe, s i n e m bargo, u n recu rso m ás contunde nte q u e esa m e ra ganancia posicional , q u e se de riva de l as j u g ad as apu ntadas. ¿Có m o conti n u ar? a b e d e g h S i n e m bargo, en este caso l o más i m portante e s l a i nseg u ri d ad del rey blanco, desen rocado. Esto p u ede dec i d i r l a lucha i n mediatame nte, si l as neg ras adoptan la cont i n uación m ás fu l m i n ante. SO LU C I O NES 4 Solución 1 Solución 3 Solución 6 Ya q u e e l centro negro n o p uede s e r correctame nte d efe n d ido, lo p rocede nte es atacar con los peones en este sector del tablero. La j ugada idónea es 1 . d4! E l negro no p uede captu rar el peón con 1 . . . . , e x d4, porq ue tras 2 . e5, sufre un doble ataq ue q u e le obliga a perder pieza. La j ugada Dxf3 será necesaria para recu perar la pieza de desventaja, p uesto q u e gxf3 destrozaría la formación de peo nes i n necesari ame nte. Lo mejor, s i n em bargo, es i ntercalar e l movi m i e nto 1 . Te1 + ! , q u e obliga al rey negro a mover, perdiendo por tanto la pos i b i l i d ad de e n rocar. La co m b i n ación 1 . Ag 6 + !! hxg6 2 . Dxd5 perm ite ganar l a d a m a a cam bio del alfi l . Solución 4 7 5 Tanto 1 . . . , d5 como 1 . . . , g6 perm ite n 2 . D x e5 + . La j ugada 1 . . . , Ch6 descoloca al cabal lo. Sólo 1 . . . , Df6 y 1 . . . , De? parecen aceptables, pero 1 . . . , De7 es su perior porq u e perm ite e l desarro l l o m ás n at u ral del cabal l o en la s i g u iente j u gada: 2 . . . , Cf6, q u e gana tiem pos con el ataq u e a la dama. . 4 3 a b e d e g h . La rép l ica sería la m i s m a si 1 . . . . , e x f4. Por tanto e l negro no p u ede evitar q u e el blanco captu re su peón central en l a p róxi m a j u gada. Solución 2 E l recu ento de tiem pos del b l anco es s i m ple. Son siete : los dos peones del centro, los dos cabal los, los alfi les y el e n roque. La posi ción negra es m ás d ifíci l . E l C h 6 está m uy mal situado : no es u n a j u gada útil y por tanto no debe ser comp utada. Los t i e m po son c u atro : el cabal lo en «C6» , el alfi l y el avance de los peones «d» y «e» . 6 5 a b e d e g h Solución 7 Si la dama l l ega a la cas i l l a « h4» sería m ate. H ay q u e conti n u ar c o n 1 . . . . , Ce4!!, amenazando l a dama y sigu iendo, tras la capt u ra del cabal lo, con 2 . . . , D h 4 + + . S i q u iere evitarlo, el b l anco h a d e entregar su dama: 1 . . . , Ce4!!. 2. De3, Dh4 + 3. Dg3, C x g3, y el negro contará con ventaj a de material decisiva . . 4 3 6 a b e d e g h 5 4 Solución 5 La j ugada 1 . . . . , b5! gana el caballo, ya q u e éste n o tiene reti rada posib le. 3 a b e d e g h 5 U N I DAD Conceptos como desarrollo, centro, tiempo, espacio, etc. , interpretan un papel protagonista en el guión general de toda la partida, pero su dimensión especial como preparación de la batalla transcurre en la fase inicial del juego. El estudio de estos aspectos ya se inició en un capítulo precedente, pero conviene asentar más su conocimiento antes de adentrarnos en los entresijos del medio juego. O La apertura (1 1) • La pos i c i ó n d e l as p i ezas en la apertu ra • Desarro l l a r p r i m e ro los cabal los • Las pérd i d as d e t i e m po • C a m b ios d e p i ezas act i vas • E l d e s a r ro l l o p re m at u ro d e la dama O Resumen • U n i d ad O 5 Partidas famosas • E l arte co m b i n at i vo : l a « S i e m p revi va» . B res l a u , 1 852. O Ejercicios O Soluciones • Ej e m p l os y p rob l e m as La a pertura (1 1) Después de estudiar en la anterior unidad los principios genera­ les de la apertura, vamos a hacer un recorrido meticuloso por los errores más comunes en esta fase de la partida: descolocación de piezas , pérdidas de tiempo o prematura salida de la dama; tam­ bién descubriremos, a través de nuevos ej emplos, diferentes mé­ todos para empezar la partida y encarrilar adecuadamente la vic­ toria. La posición de las piezas en la apertu ra Comienza la partida. Nuestra primera j ugada no debe ofrecernos excesivas dudas . Una regla nos marca que hay que dominar el . cen­ tro, a ser posible con algún peón; por tanto vamos a avanzar uno de los peones centrales. Hasta ahora hemos estudiado ej emplos en que siempre l . e4 ha sido el movimiento inicial, pero pueden plan­ tearse otras j ugadas . l . d4 también cumple los requisitos . Empecemos, pues, la partida. l. d4, Cc6 ? ! Aunque s e trata d e una j ugada d e desarrollo, difícilmente puede ca­ lificarse de acertada. El caballo se moviliza sin una barrera de peo­ nes que le protej a del avance que ahora sigue. Una. medida más sa­ bia era, por ej emplo, l . . . . , d5 . Tampoco l . . . . , Cf6 era una floj a decisión: desarrollaba una pieza al tiempo que controlaba el avan­ ce 2 . e4 . La apertura continúa por caminos insólitos . 2. dS, ... En términos generales, mover dos veces una misma pieza en plena apertura acostumbra a ser erróneo. Pero en el caso actual la j ugada es un acierto : el blanco gana espacio planteando, además, una ame­ naza directa, lo que obliga a las negras a devolver el tiempo «perdi­ do» j ugando en una segunda ocasión el caballo. Si éste se retira a «b8 » , la estrategia habrá sido un éxito puesto que las negras han retrocedido a la posición original . 82 a b e d e La apertura (/J) Hay que buscar otro camino. 2 . ... , CaS ? Pero éste no es el camino más acertado. Si se entendió bien el movi­ miento de las piezas , cae por su propio peso que la banda no es el lugar idóneo para un caballo. La respuesta 2 . . . . , Ce5 al menos no le restaba movilidad, por lo que estaba más de acuerdo con las fórmulas del desarrollo. 4 3 a b e d e g h Las piezas, en especial los cabal los, no deben situa rse e n las bandas o en lugares con poca movilidad. Deben buscarse siem­ pre para su ubicación las casi llas donde desarrollen al m áxim o su fuerza. Vamos a ver en las j ugadas siguientes cómo, mientras las blancas efectúan movimientos naturales y buenos, consecuentes con el espíritu de la apertura, las negras atentarán una y otra vez contra los principios del desarrollo. Las consecuencias de sus repetidos errores, claro es, se harán visibles sobre el tablero transcurridas pocas j ugadas . Los peones blancos prosiguen su política de ocupación del centro. 3. e4, ... 6 5 Las blancas sí actuan con cordura. Este avance es adecuado, fundamentalmente porque libera la diagonal del otro alfil además de consolidar la conquista de casillas centrales. Pero además plantea una celada que las negras no advierten. Ob sérvese que no se podía explotar directamente la mala ubicación del caballo : caso de 3 . b4?, continúa sencillamente 3 . . . ., Cc4 . 4 3 a b e d e g h a b e d e g h Las negras no advierten su delicada situación . 3 . ... , d6? 7 6 5 Una nueva movida errónea, pero esta vez con efectos decisivos. Existían otras j ugadas, como 3 . . . ., e6 o 3 . . . ., e5 , que impedían el pequeño desastre que ahora viene, pero hay que matizar que con ellas no se solucionaba el problema básico del caballo negro: su falta de j uego por culpa de una estrategia equivocada. 4 3 83 La apertura (Il) El castigo no se hace esperar. 4. b4! , ... 7 6 5 Ahora el alfil blanco domina el punto « C4 » . ¡Triste destino para un caballo sucumbir ante el ataque de un débil peón ! , pero los límites del tablero impiden encontrar una casilla de escape. Las blancas afrontarán el resto de la partida con una cómoda ventaj a, suficien­ te para ganar. 4 3 a b e d e g h La falta de movilidad de una pieza ha traído como consecuencia su captura. Moralej a: una pieza móvil es, además de más útil, más difícil de atrapar. La partida anterior representa un caso extremo (raras veces se cas­ tiga con tanta rapidez y contundencia un desarrollo defectuoso; la mayoría de las veces es el cúmulo de pequeños defectos similares a éste lo que convierte una posición en insostenible) , pero sí que sirve para ilustrar que nuestra primera decisión importante en la aper­ tura es la elección de casillas apropiadas para nuestras piezas . Ya dimos dos reglas importantes: procurar que las piezas apunten ha­ cia el centro y desarrollar los caballos antes que los alfiles. La pri­ mera se entiende perfectamente en el contexto de que se debe con­ trolar el mayor número posible de cuadros centrales. Para comprender mej or la segunda, examinaremos a continuación una posición bien conocida. Las piezas deben controlar el m ayor n ú mero posible de cuadros centrales. Desde esos emplazamientos su actividad será también m ayor. Desarrol lar pri mero los cabal los En esta posición ya sobradamente conocida por el lector, después · de la primera j ugada de cada bando correspond e j ugar al blanco. Lo primero a observar es que el alfil ya domina un número impor­ tante de casillas desde donde está, mientras que los cab allos son aún piezas pasivas . Es necesario incorporarlos a la lucha. 2. Cc3 o 2. Cf3 son, entonces, buenas j ugadas . Existe otra razón para de- · cantarse por la j ugada de caballo : difícilmente se encontrará . una casilla más adecuada que c3 o f3 para esta pieza. 2. Ch3 no cumple la primera de las reglas; salta a la vista que no participa desde ahí en la lucha por el centro. 2. Ce2 sólo controla la casilla central «d4», a diferencia de 2 . Cf3 , que apunta también a e5 . El alfil dispone 84 a b e d e g h La apertura (JI) de más alternativas: « C4» y «e2» son posibles, pero también es po­ sible el desarrollo Ab5 si el caballo negro j uega Cc6. Esta flexibili­ dad del alfil aconsej a posponer su salida a la de los caballos . E s aconsejable desarrollar l o s caballos, p o r f 3 y c3, a ntes que los alfiles, cuya colocación idónea puede decidirse m ás tarde. Analícese el j uego del siguiente ej emplo: l. e4, es 2. Cf3, Cc6 3. AbS, Aes 4. S. 6. 7. 0 - 0, d6 c3, Ad7 d4, Ab6 Ae3, Cf6 8. Cbd2, 0 - 0 9 . Dc2, Te8 10. Tel, ... Ambos bandos han desarrollado las piezas conforme a unas nor­ mas lógicas . Las blancas tienen la ventaj a de poseer más peones en el centro, pero en términos generales la posición puede considerar­ se equilibrada. a b e d e g h a b e d e g h Y ahora veamos un desarrollo muy distinto : l. d4, Cf6 2. c4, e6 3. Cc3, dS 4. S. 6. 7. c x dS, e x dS AgS, Ae7 Cf3, 0 - 0 e3, c6 8. Ad3, Ae6 9. 0 - 0, Cbd7 10. Dc2, ... La posición difiere mucho de la anterior, pero como en el otro caso blancas y negras han desplegado sus efectivos de manera lógica. El desarrollo se ha completado con éxito y ahora se disponen a afron­ tar la siguiente fase de la partida: el medio j uego. 7 6 5 4 3 Las pérd idas de t i e m po En el aj edrez, como en la guerra, tener soldados no es tan importan­ te como poder disponer de ellos, tenerlos a punto en el lugar y en el momento en que pueden definir una superioridad concreta. Cabría definir la fase intermedia de la partida, el medio juego, como la etapa en que se libra la auténtica lucha entre dos bandos. En ese sentido la apertura es la preparación de la contienda, el traslado de los ej ércitos al campo de batalla desde su inoperante origen. Lógico es pensar que cuanto antes tengamos dispuestas todas las tropas, más pronto estaremos prestos a defendernos de los ataques o a ser noso­ tros los agresores. Ello nos enseña la auténtica dimensión del «tiem­ po» entre las 64 casillas. 85 La apertura (JI) Pero a diferencia de los ej ércitos, las piezas de aj edrez no pueden moverse todas a la vez, lo hacen por turnos y conviene dosificar cada movimiento. Es importante no gastar dos jugadas con una mis­ ma pieza, salvo casos excepcionales, a fin de completar el desarro­ llo en un corto número de movimientos . Lo contrario significa «perder tiempos», y como veremos e n los ej emplos que siguen, suele conducir a un resultado negativo. l. e4, es 2. Cc3, Cc6 3. AbS, ... 6 5 4 3 Correcto. Peones centrales, caballo y luego alfiles. Se atiene a las normas del desarrollo. a b e d e g h a b e d e g h g h Pero ahora las negras mueven por segunda vez su pieza desarrollada. 3 . ... , Cce7? En previsión de un posible cambio del alfil por el caballo que des­ truya la cadena de peones, el negro adopta el equivocado camino de apartar su pieza. Con ello no sólo hace una j ugada inútil y tapo­ na la salida de su alfil, sino que también desaprovecha la oportuni­ dad de dar j uego a alguna de las otras piezas . Lo procedente era el desarrollo del caballo (Cf6) o del alfil negro (Ac5 o Ae7) . También podía considerarse la liberación del alfil de dama (d6) . En cualquier caso, tras su cuarta j ugada la posicion de las negras es ya inferior. Una j ugada torpe significa, no sólo una pérdida de tiempo inmediata, sino futuras dificultades a la hora de completar el desarrollo armónico de las piezas . Lo veremos de inmediato. El caballo negro deberá volver a mover. 4. Cf3, Cg6 El blanco aprovecha la ocasión de activar sus figuras mientras las negras han hecho cuatro jugadas y movido sólo una pieza y un peón. 86 a b e d e La apertura (!!) El rey blanco va a situarse en lugar seguro ; en cambio su rival se­ guirá expuesto en el centro. S. 0 - 0, Ae7 6 5 4 3 Al fin una j ugada de desarrollo, aunque « C 5 » podría considerarse una casilla más apropiada para el alfil . a b e d e f g h a b e d e f 9 h a b e d e 9 h a b e d e 9 h Las blancas se apoderan ahora del centro, mientras el bando negr,o se despreocupa de la lucha por este sector. 6. d4, e x d4? 6 5 Había que luchar por mantener la posición apoyando este peón con otro. Ideal sería j ugar 6 . . . . , d6, pero en este momento era reglamentariamente imposible porque el alfil blanco impide descubrir al rey. Se necesitaba intercalar la sucesión de j ugadas 6 . . . . , c6 7 . Aa4 para posteriormente adelantar u n paso el peón « d » . 4 3 Tras l a desaparición del peón central negro, las blancas asientan su dominio sobre la casilla « d4» . 7. C x d4, AcS? 6 5 4 3 Aunque busca horizontes nuevo s para s u alfil, n o dej a de significar una pérdida de tiempo. 7 . . . . , Cf6 seguido del enroque y posteriormente «d6» era indispensable para no ceder demasiado terreno. El alfil acude a reforzar el punto central conquistado. 8. Ae3, Ab6? 6 5 4 Las blancas han defendido s u caballo con una j ugada útil y e l alfil negro ha sentido la necesidad de retroceder buscando la protección de los peones . En conj unto, las blancas están acaparando tiempos y las negras acumulando pérdidas posicionales . 3 87 La apertura (11) Ahora prosigue la ocupación del centro con los peones . 9. f4, Cg8 -e7 6 5 Cuando las negras sienten la necesidad de completar su desarrollo la actividad de las piezas blancas es ya apabullante, pero aun así más vale tarde que nunca. Si las negras se hubieran decidido por 9 . . . . , Cf6, entonces 1 0 . e5 les hubiera impuesto la triste obligación de retroceder. 4 3 a b e d e a b e d e g h a b d e g h Una vez desarrolladas las piezas menores, la dama entra en acción. 10. Df3, 0 - 0 1 1 . Tadl, ... Todos los combatientes blancos están a punto para el asalto. Do­ minan el centro y la flexibilidad de sus piezas les da libertad para trasladarse al sector del tablero que pretendan abordar. Pocos son, en cambio, los efectivos del negro puestos en j uego, y de ellos la mayoría ocupan posiciones mediocres. 4 3 Jugadas sin objeto También las j ugadas que se realizan sin un obj eto definido deben considerarse una pérdida de tiempo, aunque la pieza que mueva lo haga por primera vez. Por ej emplo, después de las conocidas j ugadas l . e4, e5 , si el blan­ co j uega: 2. h4, ... (Lo mismo podríamos decir de 2 . Ca3 , 2 . a3 , 2 . Ce2, etc.) . Es obvio que en todos los casos citados se estará desperdiciando el turno de j uego. Para llegar a ser un j ugador experto es preciso desechar este tipo de j ugadas que a nada positivo conducen. Las jugadas q u e no incorporan al juego alguno d e l o s efectivos o faci l itan el desarrollo son jugadas sin objeto, y deben consi­ de rarse pérdidas de tiem po. 88 e La apertura (JI) Cambios de piezas act ivas Existen, además, otras formas de «perder tiempo s » no tan fáciles de detectar y en las que incurren incluso los j ugadores más experi­ mentados. El siguiente ej emplo nos lo aclarará: l. e4, es 2. Cf3, Cc6 3. Ac4, Cf6 4. Cc3, Aes s. d3, d6 6. 0 - 0, 0 - 0 7 . CdS, Ag4 6 5 No hay mucho que comentar en las j ugadas transcritas salvo que en términos generales se aj ustan a las reglas que hemos enumerado en el capítulo del desarrollo. Sólo la j ugada séptima del blanco re­ presenta un movimiento repetido de pieza, lo que corrio ya sabe­ mos equivale a una pérdida de tiempo. . 4 3 a b e d e g h a b e d e g h Lo que realmente intentamos descubrir comienza en este punto. 8. C x f6 + ?, ... ¿Por qué calificamos de error esta j ugada? Al fin y al cabo se trata de un simple cambio entre iguales y ello no significa pérdida de tiem­ po, puesto que el negro tendrá que gastar una j ugada en la recap­ tura . . . En general esta afirmación es correcta. Por ej emplo, si rectificamos la última movida del negro y le hacemos j ugar 7 . . . , C x d5 , el se­ gundo movimiento de este caballo se compensa con el segundo que deberá efectuar el peón o el alfil . En nuestro ej emplo, sin embargo, las circunstancias son distintas por una razón: el caballo blanco ha empleado tres tiem pos (Cc3 - d5 - f6) para ser cambiado por otro que tan sólo ha j ugado una vez . Considerada aisladamente, la j ugada supone un cambio equili­ brado. Pero en el contexto de la carrera por el desarrollo que se es­ tablece entre los dos bandos durante la apertura, no cabe duda de que la maniobra del caballo blanco ha significado un important� desperdicio de tiempos (3 contra 1 ) . Al desaparecer del tablero las dos piezas, el bando blanco notará un retraso de desarrollo respec­ to a la posición negra. Conviene evitar cuidadosamente ese tipo de maniobras. El obj e­ tivo del desarrollo consiste en situar las piezas en posiciones ópti­ mas con la mayor economía de tiempo posible; desde ese punto de vista, movimientos como 8. c3 , que controla la casilla central «d4» , o bien 8 . Ag5 , movilizando la última de las piezas menores, eran alternativas mucho más adecuadas . · - 89 PAR TIDA S Adolf Anderssen Anderssen, sin lugar a dudas máximo exponente de la época 1818 román tica del ajedrez, nació en en la ciudad alemana de Bresla u. Su profesión (enseña ­ ba matemá ticas en su ciudad na tal) no definió en absoluto el El arte combinativo: la ccSiempreviva» Partida jugada en Breslau, 1852 Blancas: Anderssen Negras: Dufresne estilo de su ajedrez. A nderssen no poseía un estilo frío y siste­ mático; a lo sumo puede decir­ se de él que la lógica estaba al servicio de la consecución de la belleza, el análisis exhaustivo y preciso de las varian tes al ser­ vicio de la a ventura del sacrifi­ cio. Prueba de ello son las par­ l. 2. 3. 4. S. 6. 7. e4, es Cf3, Cc6 Ac4, Aes b4, A x b4 c3, AaS d4, 4f:x d4 0-0, d3 En este punto se inicia una de las combinaciónes más bellas y profundas de la historia del aj edrez . tidas eternas que le han reser­ vado un lugar desta ca do en la historia del juego-ciencia: sobre 1851 todo la «Inmortal», jugada en contra Kiesseritzky, y la «Siempreviva» a n te Dufresne. A nderssen se dio a conocer al m undo del ajedrez como 1842 a u tor de una colección de 60 problemas que publicó en 1851 Una continuación lógica que tiene por obj eto evitar que el blanco adquiera una sólida formación central (con c x d4) . 8. Db3, Df6 9. eS, Dg6 10. Tel, Cge7 11. Aa3, ... bajo el título de Aufgaben für Schachspieler. En logró su éxito más notable como juga­ dor, al ganar el torneo in terna­ cional de Londres delante de 1858 sucumbió ante Morphy en un ma tch a 1 1 partidas · ocho Kiesseritzkv, Szen y Staunton. En a tres fue el resultado definitivo, pero ningún otro ajedrecista europeo quedó mejor parado a n te el norteamerican o. Quince años más tarde, ya en el decli­ ve de su carrera, fue superado ampliamente por Wilhelm Stei­ nitz en un encuentro celebrado en Londres, que posteriormen­ te ha sido considerado la prime­ ra disputa por la corona mun­ dial. 90 La magnífica movilidad de las piezas blancas compensa so­ bradamente los dos peones de desventaj a. El principal defec­ to de la posición negra es su deficiente desarrollo del ala de dama; a fin de solventar esta dificultad, recurre ahora a la entrega de un peón que ace­ lera la actividad de sus piezas . 11 . . 12. 13. 14. lS. 16. ... , bS D x bS, Tb8 Da4, Ab6 Cbd2, Ab7 Ce4, DfS A X d3, DhS 8 .. 6 5 3 a b e d e g 17. Cf6 + , g x f6 18. e X f6, Tg8 Dufresne plantea un ataque directo ( . . . , D x f3), del que se deriva una desagradable ame­ naza de mate. Un aj edrecista moderno habría buscado el camino de una victoria senci­ lla, eligiendo, por ej emplo, la réplica 1 9 . Ae4, que mantie­ ne una superioridad posicio­ nal notable. Pero la concep- Los cc campeones i norgánicos>>: Philidor y La Bou rdonnais ción romántica de la época, de la que Andersen fue má­ ximo exponente, exige una continuación menos prosaica. En e l siglo xv111, e l péndulo de la suprema cía ajedrecística, que se había trasladado en la Edad Media de Oriente (India, Persia) a (1 726- 1 795), Occidente (España), inicia un movimiento de retorno. A finales de siglo el francés A n dré Danican Philidor músico de gran prestigio y uno de los pensadores más profundos de la 19. Tadl ! ! , D x f3 20. Tx e7 + ! , C x e7 historia del ajedrez, es considerado unánimemente el jugador más fuerte de su época . Sus consta taciones y descubrimientos asombran por su precocidad histórica, y se le considera la Las blancas caminan sobre el filo de la navaj a. Cualquier j ugada que no suponga una amenaza directa al rey negro será contestada con . . . , D x g2 + + . 1834 (1 798- 1835) auténtica columna vertebra/ del desarrollo de la técnica del juego. En el irlandés Alexander McDonnell (1 795- 1840), había adquirido en las islas Británicas fama de invencible. Otro francés, Charles Mahé de La Bourdonnais 46 cruzó el Canal y 26 perdidas se enfrentó a su rival en seis encuentros consecutivos, con el 13 mara toniano resultado final de y partidas ganadas, tablas. El encuen tro despertó un interés in usitado, y m uchos 21. D x d7! ! , lo consideran el primer a u téntico campeona to del mundo. La E l sacrificio d e dama es, sin duda, el sueño de cualquier j ugador combinativo. no podía menos de ocurrir, ton os de epopeya : una de sus más victoria de La Bourdonnais adquirió en la prensa parisina, como 21 . ... , R x d7 22. AfS + , ... brillan tes partidas fue comentada en verso, en un poema que llevaba por título La revancha de Waterloo. Retrato de Adolf Andersse n , e l profesor d e m ate m át icas de Breslau q u e l l evó a s u c i m a el aj ed rez ro mántico. (Zardoya). Jaque co� dos piezas, el alfil y la torre. Si ahora 22 . . . . , Rc6, sigue 23 . Ad7 + + . 22 . ... , Re8 23. Ad7 + , Rf8 24. A x e7 + + . . ,:: · ' >· , ·. , · . . · .... ' 91 La apertura (JI) Las negras están en condiciones de recapturar el caballo prosiguiendo al mismo tiempo su desarrollo. 8 . . . , D x f6 . La salida de la dama es buena en este caso puesto que el resto de las piezas (peones centrales, caballos, alfiles y rey) ya han sido puestas en j uego. Compruébese el número de tiempos empleado por cada bando y se verá que el recuento favorece netamente a las negras. a e b d e h g Cambiar una pieza que ha movido varias veces por otra que ha jugado una única vez supone ccperder tiempos» de desarrollo, por lo que debe evitarse en la medida de lo posi ble. E l desarro l l o p rematu ro de l a dama ¿No es acaso la dama la pieza más móvil y poderosa del tablero? ¿Por qué reservar, entonces, su fuerza para un momento avanzado de la partida cuando puede decidir la lucha de buen principio? Estudiemos en la-siguiente partida los peligros a que se expone una dama que decide intervenir desde el primer momento en el combate. l. e4, dS 2. e x dS, ... Este simple cambio de peones logra lo que se pretende: sacar la dama negra a pasear. a b a b e d e g h d e g h La respuesta negra es consecuencia lógica de su primer movimiento. 2 . .. , D x dS . 6 5 4 3 La todopoderosa ocupa el centro del tablero. ¿Qué sucederá ahora? 92 e La apertura (/l) Las piezas menores blancas comienzan una labor de acoso. 3. Cc3, ... 6 5 4 Comenzamos a vislumbrar los inconvenientes . Una pieza de infe­ rior valor ataca la dama y la obliga a retirarse. El salto de caballo contribuye al desarrollo pero la dama deberá mover en segunda oca­ sión . 3 a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e a b e d e Los movimientos del negro recuerdan a los antiguos paladines, que salían de las murallas dispuestos a desafiar a todo el ej ército enemigo. 3 . ... , Des + ? 6 5 4 3 La dama ya puede estar orgullosa. Ha planteado su primera ame­ naza, ¡ y sobre el rey ! , dando j aque. Sin embargo ello está lej os de poder considerarse un éxito. El ataque será rechazado con una j ugada útil y la dama permane­ cerá expuesta a nuevas amenazas . 4. Ae2, Cf6 6 5 4 3 Las negras se han dado cuenta de que una pieza, por muy podero­ sa que sea, no puede luchar sola contra un ej ército. Las blancas movilizan ahora su tercera pieza menor, siempre con el motivo de la amenaza temática. 5. Cf3, ... 6 5 4 3 Nuevo desarrollo que obliga a una segunda retirada. Como se pue­ de observar, el desarrollo prematuro de la dama está íntimamente relacionado con las pérdidas de tiempo en la apertura. 93 La apertura (ll) Pero la agresividad de la dama negra sigue buscando obj etivos en « campo abierto » . 5 . ... , Dc5? 6 5 La dama se obceca en no abandonar los cuadros del centro, lo que a la vista de los resultados es un error grave. Gracias a esta inoportuna peregrinación, las blancas completarán en pocas j ugadas el desarrollo, mientras las piezas del negro permanecen casi todas « en casa» . Como mal menor convenía una modesta huida hacia la banda (5 . . . . , Da5 ) . Al menos allí la dama no podría ser molestada. 4 3 a b e d e g h a b e d e g h Las blancas completan felizmente su desarrollo. 6. d4, Das 7. 0 - 0, ... Se ha puesto de manifiesto que el superior valor de la dama respecto a las otras piezas se vuelve un factor en contra si ésta abandona demasiado temprano la retaguardia. Las piezas menores y los peones ganan valiosos tiempos atacándola y la fuerzan a retroceder. Sólo cuando el desarrollo es completo y el conj unto de piezas domina un territorio, la dama empieza a demostrar su auténtica fuerza. La salida pre m atura de la dam a favorece el desarrollo de las pie­ zas contra rias, que pueden ganar i m po rtantes tiempos para su m ovilización con el simple ataque sobre ésta. En algunos casos, incluso, esta tendencia a la movilización apresu,ft rada de la dama, olvidando las reglas esenciales qµe marcan la lu­ cha por un desarrollo armónico en la apertura, lleva a perj uicios más graves, como la pérdida de material, y en determinadas posi­ ciones puede conducir a una derrota directa. Observemos las siguientes j ugadas, que son una muestra de ello. l. e4, e6 No es el tratamiento más clásico de la apertura, pero en ningún caso puede j uzgarse l . . . . , e6 como un movimiento débil . La lucha por el centro subsiste, ya que se controla la casilla « d 5 » , donde en la siguiente movida se instalará el peón « d » . 94 3 La apertura (JI) La estrategia negra, como veremos, tiende a la disputa del punto «e4», ocupado por las blancas en su primera j ugada . 2. d4, d5 3. Cc3, ... 6 5 4 3 Conforme a las pautas del buen desarrollo, las blancas deciden pro­ tegerse del ataque sobre su peón con una j ugada activa que pone en j uego una pieza. a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h · Ahora se produce el cambio de los peones centrales. 3 . ... , d x e4 4. C x e4, ... 6 5 4 3 Las blancas han movido dos veces su caballo, pero también lo ha hecho el peón «d» negro. Todo correcto. · Las negras atacan el punto «e4» y las blancas lo defienden . 4 . ... , Cf6 5. Ad3, ... 6 5 4 3 Las negras desarrollan y . las blancas hacen lo propio. No está en el ánimo del blanco plantear una trampa al adversario, sino sólo realizar una mera j ugada de desarrollo. Pero las negras, con la ambición de conseguir una pequeña venta­ j a, allanan al rival el camino de la victoria. 5 . ... , D x d4?? 7 6 5 4 N o h a tenido presente las máximas d e l a apertura e l conductor de las negras, y su despreocupación por la dama será severamente cas­ tigada. Era más adecuado el desarrollo de piezas menores, 5 . . . , Ae7 por ej emplo. 3 95 La apertura (JI) La réplica blanca cae como un rayo en cielo azul. 6. Ab5 + ! , ... 6 5 4 Ahora se dan las negras cuenta de su error. Esta j ugada despej a la acción defensiva de la dama blanca (lo que es una muestra de que también desde su casilla de origen esta figura desempeña una im­ portante función) y fuerza una ganancia decisiva de material . 3 a b e d e Poco ha durado la «excursión» de la dama negra. 6 . ... , Cc6 7. A x c6 + , b x c6 8. D x d4, ... Las negras pueden rendirse. RESU M E N : u n i d ad s D En la apert u ra es esencial seguir u n as normas específicas para el desarro l l o. • Las p i ezas de aj e d rez , e n part i c u l a r l os caba l l os , n o d ebe n col ocarse e n los l ím ites del tabl e ro, d o n d e carec e n d e j u ego. Lo ace rtado es s i t u a r l os e n cas i l l as p róx i m as al centro para q u e desp l i eg u e n tod a s u act i v i d ad . • A f i n de com p l etar ráp i d a m e nte e l desarro l l o d e todos los efectivos, n o debe n perd e rse t i e m pos m ovi e n d o m ás de u n a vez u n a p i eza. • Debi d o a q u e l os alfi les ya d e s p l i egan c i e rta act i v i d ad desde s u cas i l l a i n i c i a l , es aco nsej able desarro l l ar antes los cabal los. • E l cambio de una p i eza q u e h a movido var i as veces por otra de i g u al val o r que l o ha h e c h o e n m e nos ocas i o n es se c o n s i d e ra tambi é n u n a pérd i d a de t i e m po. • El avance p re m �.t u ro de la dama favo rece e l desarro l l o del rival , q u e gana val i osos t i e m pos atacán d o l a . • Debe n desarro l l a rse los peones centrales y l as p i ezas m e n o res, y po n e r e l rey a salvo, antes d e p o n e r e n j u ego l a d a m a . 96 E JERC I C I OS Ejemplo 1 Si los te m as fundamentales de l a apertu ra han estado siem pre presentes y se ha atendido a las posi b i l i d ades concretas de maniobras peligrosas q u e ha planteado el adversario, l a posición resu ltante será cuando menos eq u i l i b rada. Pero cuando el contrario ha i n c u rrido en u n error, es necesario aprovechar la coyuntura y obte ner esa ventaj a q u e la ocasión nos depara. Es u rge nte h acerlo en ese caso antes de q ue, completado el desarrol lo, l a situación enemiga se conso l ide. 5 amenazando tomar el peón negro d e e6, con lo cual la torre b l anca d e f1 pasaría a atacar la dama negra. S i las neg ras toman con el peón de e6 la otra torre blanca, entonces les ganan con 2 . Te1 + , Rf7; 3. Dd5 + , debido a q ue el peón b l anco de f5 priva al rey negro del escape por g6. Solamente sacrificando su dama pod rían las neg ras en ese caso retardar el m ate. E n la partida l as neg ras j ugaron 1 . . . . , b6, i ntentando desplazar a la dama b lanca del co ntrol del centro, y ésta respo n d i ó 2 . De1 , i m pi d i e ndo rad ical m ente la capt u ra de s u torre por la amenaza de capt u ra del rey adversario. Las neg ras j u g aron 2 . . , es. . La situación bl anca es preferible, sin l ugar a d udas, por s u s u perioridad de d esarrollo. Las neg ras no han movi l i zado sus pi ezas m ientras q u e l as de las bl ancas están l i stas para el ataq ue. Tam b i é n el rey negro está i nseg u ro y e l l o da tem a para atacar si l as torres y dama co nt¡arias tuvi eran col u m nas dispo n i b l es. C laro que una torre blanca está atacada y no deben l as blancas perder tiempo, pues las negras poseen dos peones de m ás. Las b l ancas j u g aron 1 . f5! , El mejor d esarro l l o b l anco b i e n explotado obtuvo el éxito de dar jaque m ate a part i r de aq u í en tan sólo siete j ug adas. Fueron éstas : 3. Tx e 5 + , Rf7 4. De4, Dc6 5. Te7 + , Rg8 6. Tx g7+ , R x g7 7. De7 + , Rg8 8. Df8 + , Rh7 9. Df7 mate. E l m ate, obj etivo p o r excelencia, corona u n b u e n trabajo Ejemplo 2 a b e e g Las b l ancas j uegan , y la u b i cación del caballo de dama negro no puede ser m ás desafort u n ada. E n efecto, las neg ras acaban de j ugar . .. , Tb8, lo cual priva al Cc6 d e su ú n ica cas i l l a d ispo n i ble. Es cierto q u e exi ste otra (a5) , pero tiene escaso valor como veremos. Las b lancas m u eve n 1 . d 5, . . . atacando e l cabal lo problemático. Es fác i l com probar q u e éste so lamente d ispone de 1 . . . . , Ca5, situándose en la banda del tablero. Ahora l as blancas aprovechan el hecho de que el caballo h a q u edado sin reti rada y j u egan 2 . b4. El peón u otra pieza b l anca ter m i n a forzadamente c o n l a vida del cabal lo negro (compruébese) . Los pel i g ros de falta de ret i rada de l as pi ezas son típicos de l a apert u ra , y e s m uy i m portante saberlos prever y evitar. 97 5 EJERC I C I OS Problema 1 Estudiemos l a posición con cal ma. El cabal lo negro b e d e J u eg a n neg ras En esta pos ición l as blancas acaban de avanzar su peón d e dama a d 5 , atacando u n caballo negro. Éste d ispone de ci nco movi m ie ntos, de sus ocho m áxi mos pos i bles (las d e m ás cas i l l as están bloqueadas por sus propias piezas) . Conviene saber cuál de e l los es preferible. Debemos te ner en cuenta q u e, seg ú n a dónde se d i rij a el cabal lo, puede ser acorralado, o b i e n q u edar desplazado del j u ego, o con escasas perspectivas. Perder m aterial no es tam poco atractivo, ni s i q u iera si se tratara de un s i m p l e peó n . Por otra parte, u n a vez considerad as con dete n i m i e nto todas y cada u n a de las ci nco posi b i l i d ades, convi ene tam b i é n contem plar la captura d e otra pieza o un contraataq ue. E n ocasio nes s o n estos recu rsos los q u e pueden reso lvernos la papeleta. . . . , Cd8. N u evame nte, e l caballo d ispone de las s i g u i e ntes q ued aría s i n saltos adecuados opciones: mover a d8, b8, a5, d u rante alg ú n tiempo, ade m ás b4, d4. Contemple mos l as de privar a la torre de a8 d e j u g adas del caballo. 1 . . . , Ca5 u n a cas i l l a q ue pod ría estarle es m uy mala debido a 2 . b4, desti nada. N os q ueda tan sólo . a tiempo. Fijémonos ahora en 1 . pu esto que el cabal lo ha 1 . . . . , Cd4 (q ue, por cierto, al q uedado sin ret i rada y será tratarse de una cas i l l a central , captu rado. 1 . . . . , Cb8, vo lvi endo es la pri mera q u e h abría q u e a su casi l l a i n i cial , es una cons iderar) . Esta j ugada tiene j u gada muy triste. E l cabal lo u n defecto : pi erde u n peón y deberá volver a desarro l l arse en aj ed rez no h ay por q u é poste riormente y solamente h acer regalos, si e l l o no es entonces podrá mover la torre. i m p resc i n d i b l e o no viene Ad emás, si se desea d esarrollar compe nsado por otros factores. el cabal lo por d 7, habrá que Tras 1 . . . . , Cd4, las blancas mover primero la dama. Po r j ugarían 2. C x d4, y tras 2 . . . . , tanto, u n a j ugada q u e i m p l ica e x d4 (mucho peor sería ahora tantas pérd i d as d e t i e m po 2 . . . . , A x e2 , debido a q u e e l solamente podrá ser tomada en bl anco reto maría e l alfi l c o n su co nsideración si todas l as caballo de d4, y ganaría u n d e m ás alternativas fueran cabal lo en l o s cam bios) catastróficas. 1 . . . . , Cb4 i m p l ica seg u i ría 3. A x d4 (para, si 3 . . . . , asi m ismo g raves pérd i d as d e A x e2 , to mar con el caba l l o de t i e m po. El cabal lo p u e d e s e r c3, m i e ntras l a dama sigue atacado por u n p e ó n q u e defend iendo su alfi l), o b i e n 3. avanzara a a3. Desde b4 sólo A x g4, D x g4 4. A x d4 (en l a podrá i r a a6 y allí no ' d ispondrá de n u evos saltos tercera j u gada las negras no adecuados, por lo q ue deberá alternativas, ni aun atacando l a permanecer acorral ado l argo d a m a b l anca, puesto q u e su pueden co nsiderar otras propia dama amenazaba ser captu rada con j aq u e al rey) . En resumen , l as neg ras q u edarían con peón de me nos. ¿ Existe alg u n a j ugada mejor en esta posición? EJERC I C I OS b e d Problema 4 Problema 3 Problema 2 a 5 e g h a b e d e g h a b e d e g h J uegan neg ras J u egan b l an cas J u eg a n blancas De n u evo las b l ancas acaban de avanzar su peón de la col u m na d, esta vez a d4. Este avance, en la apertura , l as m ás de l as veces es bue no, s i e m pre, claro, que no p ierda m aterial . Gana terreno y crea te nsión , además de l u char por l a i n iciativa. Pero en este caso concreto e l avance es prem atu ro, pues las negras disponen de un enérg i co contraataq ue. Conviene ve r en este caso las ventaj as que reportan a veces cam b i os aparenteme nte igualados En este caso, con peón de m ás, son las negras y en concreto su dama l as q u e están en g rave pel i g ro. La audaz sal ida, q u e ha permitido ganar u n peón de forma prematura , nos rec uerda al ratón q u e por comer e l q ueso se i ntroduce en l a tram pa. La m isión de l as blan cas ahora es cerrar la raton e ra para q u e no escape la dama g l oto n a . Para resolver adecuadame nte e l problema, debe atenderse s i m u ltáneame nte a dos aspectos: u no, amenazar a la dama te meraria, y e l otro, proteger las propias piezas y cerrar las pos i b les vías de escape. Si cree haber dado con l a solució n , escríbala y compruebe s i , e n efecto, la dama q uedó atrapada e n la tram pa. En esta posició n , las blancas poseen un desarro l l o s u perior, tienen sus pi ezas d ispuestas para agred i r tanto al rey como a la dama de l as negras, y solame nte es preciso q u e no pierdan el tiempo e n sacar ve ntaj a de estos factores.- La diferencia entre la dama negra , vulnerable y víct i m a de posib les, ataq ues, así como circ u n scrita a m isiones estrictame nte defensivas, y l a d a m a b l anca, la c u a l , j u nto a su torre de e1 , - es u n a p i eza poderosa para atacar al rey negro aún s i n en rocar, es palpable y nos h ace suponer q u e puede haber tem as d e mate. SO LU C I O NES Solución 1 E n efecto, l a m ejor j u gada negra en l a posición del d i ag rama es: 1 . . . . , A x f3! (no h ay por qué mover e l cabal lo todavía) . S i las blancas j u egan 2 . A x f3, e l cabal lo ya puede saltar a l a bella cas i l l a central d4. S i , por e l contrario, las b l ancas toman el caballo con 2 . d x c6, s i g u e 2 . . . . , D x d2 (en primer l ugar había q u e p reservar l a m ás i m portante pieza atacada, es decir la dama), 3. A x d2 , A x e2 4. c x b7 (antes de capt u rar al alfi l negro, a ú n d ispo n ían las blancas de esta j ugada util), 4 . . . . , Tb8 5. C x e2 , Tx b7 (ahora las neg ras atacan el peón blanco de b2) . Podría seg u i r : 6. b3, 0 - 0. a b e d e g h Las neg ras han mantenido i g u aldad de posición y material , res u ltando esta vari ante m uy p referible a las q u e i m p l icaban situar el caballo en una pobre posición o perder alg ú n m aterial . 5 Solución 2 Solución 3 1 . . . . , C x d4. Esta j ugada y la q u e sigue constituyen cam bios i g u alados. La i nte nción de l as neg ras al efectuarlos se manifi esta m ás tarde. Podemos pensar que las negras han de haberlo visto todo antes d e h acer u nos cam bios q ue, e n caso contrario, no les apo rtarían ventaja. C i e rtamente sería aconsejable q u e fuera así, pero no hay q u e d esest i m a r los cam b i os aunque no conduzcan a ventaj as claras y tang i b l es. Un cam bio igualado es j u stame nte eso, i g u a l ado, y no debe ser rechazado por sistema. S i con d u ce a ganancias de t i e m po o espacio, puede ser suficiente motivo para q u e resu lte ventajoso a medio plazo. Las blancas, n at u ralmente, retoman : 2 . C x d4, e x d4 (las neg ras pod rían haber tomado con el peón en su pri mera j u gad a , l l egando en caso d e sucederse los cam b i os, a l a m isma posició n ; de todas maneras, e n caso de 1 . . . . , e,x d4; había q u e considerar tam b i é n la pos i b i l idad de 2 . Ad5) 3. D x d4, c5 (ganancia de t i e m po. Eso sólo ya j ustificaría entrar e n los cam bios) 4. Dd1 (otras reti radas de la dama no m ejorarían las perspectivas blancas) , 4 . . . . , c4 (y el alfi l es la pieza blanca q u e fi n a l m e nte q u eda copada) . 1 . Cd4- b5, . . . (Esta j u gada ataca al alfi l negro de c5, con el alfi l de e3, y amenaza capturar la dama negra con Tb1 . Las neg ras probab lemente deben res i g narse a j ugar A x e3 y perder su dama.). Peor resu lta j u gar: 1 . . . . , Ab4 2 . Ad2 , . . . (Y ahora la dama negra no tiene manera de evitar ser acorralada después de Tb1 . Si las neg ras j u g aran 2 . . . . , A x c3, perderían d e todos modos la dama l uego de 3. A x c3.) . Solución 4 1 . C x e5, . (Am e n aza l a dama negra, ataca f7 por tercera vez e i m pide q u e, contra la j ugada Da4 + , que amenazaría al tiempo al rey negro y a su alfi l de a5, las neg ras d i spongan d e la d o b l e defensa . . . , Cc6 -ahora este caballo sería captu rado por el cabal l o blanco-. L a d a m a negra, q u e debe mover, h a de acud i r én defe nsa del alfi l de a5.) 1 . . . . , Db6 2 . Ab5 + , . . . ( Para abrir paso a la dama h ac i a f7.) 2 . . . . , c6 3. Df7 + , Rd8 4. C x c6 + , C x c6 5. A x c6. Ahora la ventaja b l anca es prácticamente decisiva , debido a la amenaza de m ate con 6. De?, pu esto q u e si 5 . . . . , De? 6. Te8 + , Tx e8 7. D x e8 m ate. . . 6 U N I DAD La disputa del centro cobra una importancia decisiva desde la fase más temprana de la partida. Las escaramuzas entre las piezas y peones de ambos bandos definirán la posesión del mismo, pero también causarán la apertura de columnas y la inicial desprotección del rey. El monarca debe buscar refugio con un movimiento característico: el enroque. D La apertura (y 1 1 1) • E l papel d e los peones e n l a l u c h a p o r e l c e ntro • E l e n roq u e y l a seg u ri d ad d e l rey D Resumen • U n i d ad 6 D Partidas famosas • C u an d o e l aj ed rez n o e ra m ate r i a l i sta . San Pete rs b u rgo, 1874 D Ejercicios D Sol uciones • Ej e m p l o s y p ro b l e m as La apertura (y 1 1 1) El papel de los peo nes en l a l ucha por el centro Estrictamente hablando se considera centro el grupo de cuatro es­ caques situados en medio del tablero, es decir, los puntos e4, d4, e5 y d5 . Pero en ocasiones se usa la expresión «centro ampliado » aludiendo a las casillas contenidas en el cuadrado formado por c3 c6 - f6 - f3 en los cuatro vértices . Debido a que la lucha central suele extenderse también a los esca­ ques lindantes con los cuatro principales, al hablar del centro nos referiremos generalmente al ampliado. En la partida de aj edrez (lo hemos visto a través de numerosos ej emplos), el centro recibe un tratamiento muy especial . A partir de los primeros movimientos los dos oponentes luchan por su po­ sesión. ¿Por que es tan necesario el dominio de unos pocos cua­ dros elegidos en la amplia globalidad del tablero? Pensemos en el papel fundamental del medio campo en el partido de fútbol; desde allí el centrocampista reparte j uego verticalmente o hacia los extre­ mos. O bien fij émonos en el tenista que, después de servir con fuerza la pelota corre raudo hacia el centro de la pista para que su raqueta cubra desde allí cualquier rincón de la misma. De igual forma, las piezas de aj edrez que ocupan una esquina difícilmente pueden coor­ dinar acciones efectivas o responder a un ataque que se produzca en el otro extremo. El estudio del papel que desempeña el centro en la batalla aj edrecística ayudará al aficionado a comprender el problema de la apertura y del medio j uego. La primera acometida se realiza con los peones: que aseguran el control de importantes casillas e impiden el posicionamiento de las piezas enemigas en ellas . 6 5 4 3 2 a b e d e Veamos a continuación un ej emplo característico : l. 2. 3. 4. e4, es Cf3, Cc6 Ac4, Aes c3, ... 6 5 4 3 He aquí una forma característica de reforzar el control de una casi' lla central (d4) . 1 02 a b e d e La apertura (y JI/) Este «tímido» avance contempla horizontes más ambiciosos, como nos desvelará la siguiente j ugada blanca. 4 . ... , d6 5. d4, e x d4 6. c x d4, ... 6 5 4 No cabe duda que las blancas han hecho un buen negocio. Dos de sus peones forman una auténtica estructura central y lo que es más importante, han cambiado su peón «C» por el «e» negro (es decir un peón de flanco por uno del centro) lo que ya les otorga cierta supremacía en la batalla por el control del núcleo del tablero. 3 a b e d e g h Esto nos abre el camino para introducir una regla práctica en los casos en que una captura pueda ser realizada de distintas formas : Los peones deben dirigirse hacia el centro. Observemos un caso prác­ tico: La norma de l levar peones al ce ntro A las negras se les pl antea l a d i syu ntiva de captu­ rar e l caballo con e l peón «d» o con el peón « b » . E l primero fac i l ita la i n corporación i n mediata del alfi l , pero el seg undo respo nde m ejor al obj etivo de vigilar el centro. Después de . . . , d x c6 las ne­ g ras apoyan e l pu nto d5, pero con . . . , b x c6 se reservan l a pos i b i l i dad de j ugar posteriormente «d5», conve n i e nte me nte soste n i do, con lo cual l u ­ chan ade m ás p o r el control del pu nto e 4 . L a se­ cuencia correcta es: 1 . . . . , b x c6 2. 0 - 0, d5 3. ex d5, c x d5 4. Te1 + , Ae6. Y las neg ras mantie­ nen m ás peones e n el centro. 6 6 5 5 4 4 3 3 a b e Posición inicial. e a g Posición después d e 1 . . . , d x c6: las negras pierden peones en el centro. . b e e g Posición tras 4 . . . . , Ae6 : las negras han reforzado el centro. Estudiemos las auténticas características del centro que se ha al­ canzado. Para ello desnudemos de piezas la posición y conserve­ mos únicamente los peones. Los importantes escaques f5 , e5 , d5 y c5 están controlados por las blancas . Como es lógico, en ellos no puede situarse pieza negra alguna, y en cambio las blancas sí que disponen de cuadros centra­ les para instalar las suyas. 1 03 La apertura (y !JI) Veamos en el diagrama la posición anterior sin piezas. Posición de los peones 8 6 5 Otra característica a tener en cuenta es que si la estructura negra no incluyera un peón en «d6», en otras palabras, si las negras no se manifestaran en el centro, serían incapaces de contener el avance de los peones centrales, lo que ocasionaría un colapso entre sus lí­ neas y la asfixiante sensación de falta de espacio para maniobrar con lass piezas. Veamos una partida típica, fiel reflej o de lo que acabamos de indi­ car y caso ilustrativo de lo que tenemos que impedir en nuestros Juegos. 1. 2. 4 3 a e4, e5 6 Cf3, Cc6 5 3. Ac4, Ac5 4 4. c3, Cf6 3 Una medida más modesta para impedir el avance de los peones centrales blancos era 4 . . . . , d6, alcanzando la estructura que hemos estudiado más arriba. Ahora se establece el choque de peones en el centro. 5. d4, e x d4 6. e5, De7? Esta j ugada cabe calificarla abiertamente de errónea. Como ya es conocido, la salida prematura de la dama es una débil medida. La • forma más enérgica. de mantener el equilibrio central era el contraataque sobre una de las piezas blancas más activas (6 . . . . , d5). Si 7 . e x d6 (al paso) , D x d6 . O bien 7 . e x f6, d x c4 8 . f x g7 , Tg8 . Como podremos constatar, el j uego negro sería mucho más acon­ sej able que el que ahora va a producirse. 7. 0 - 0, . . . 6 5 4 3 Excelente, y también característico. Las blancas efectúan un movi­ miento de desarrollo que a la vez supone una defensa indirecta del peón, muy utilizada cuando el rey está desenrocado. ' 1 04 b e d e La apertura (y JI!) Las negras no pueden permitirse la captura del peón «e5» so pena de perder una pieza: 7 . . . . , C x e5 ? 8. Tel d6 9. c x d4, C x f3 + 10. g x f3 , obliga a 10 . . . . , Ae6 11. d x c5 . 7 . ... , Cg8 9. d5, Ca5 8. c x d4, Ab6 El avance imparable de los peones está sembrando la descoordina­ ción entre los efectivos contrarios. Poco a poco las negras ven más reducido su espacio y las casillas donde ubicar las piezas son más escasas. 4 3 a b e d e f g h a b e d e t g h a b e d e t g h a b e d e f g h El siguiente paso es romper la posición para demostrar la ventaj a de desarrollo en juego abierto. 10. d6, e X d6? Como mal menor era indispensable no favorecer la apertura de la columna «e», lo que se lograba simplemente desplazando la dama de forma directa, sin la captura previa. La columna recién abierta será el pilar básico del incontenible ataque blanco. 11. e X d6, Df6 12. De2 + , Rf8 13. Tel ! , ... El centro avanzado ha estorbado la conexión entre las figuras ne­ gras. Ahora el negro echa de menos no haber adelantado su peón «d» para que el desarrollo del alfil diera a la torre «a8» la opción de entrar en juego neutralizando el mate que las blancas amenazan con De8 . En su lugar las negras se ven impelidas a un nuevo desplazamiento de la dama. 14 . ... , Dd8 15. Ce5, C X c4 16. D x c4, ... 5 4 3 Renueva la amenaza sobre el peón «f7», esta vez con efectos devas­ tadores. ¿Cómo contrarrestarla? 16 . . . . , Ch6 permite a las blancas eliminar la pieza defensora con la simple toma 1 7 . A x h6. 105 La apertura (y III) El negro opta por la alternativa más atractiva: la defensa del punto « f7 » en combinación con el ataque sobre « f2 » . 16 . ... , Df6 6 5 Las blancas han creado amenazas constantes, perj udicando la po­ sición contraria y obligando a movimientos poco prácticos. El prin­ cipal defecto en el campo negro es un rey en situación precaria, y puede explotarse de forma directa si se emplea el arma más pode­ rosa en aj edrez: el razonamiento. 4 3 a b e d e a b e d e a b e d e g h g h El análisis de la posición revela un rey negro sin casillas de huida, un caballo que podría dar un j aque mortal en «d7» si el alfil no defendiera ese cuadro crucial, y una dama que puede contactar con al pieza protectora. La conexión lógica de estos factores desenca­ dena la victoria. 17. D X c8 + ! ! , ... Sacrificio de la dama que encontrará una recompensa inmediata. La respuesta negra es forzada. 17 . ... , Tx c8 18. C x d7 + + jaque mate 8 6 5 4 3 El desenlace ha sido espectacular y realmente fulminante. Esta partida no debe sentar la idea de que el avance de peones cen­ trales es positivo en todos los casos. En el ej emplo estudiado las blancas mantienen en todo momento la iniciativa, lo que nos da una idea de la importancia del desarrollo combinado con la ame­ naza. También cabe señalar que la adecuada disposición de las piezas blancas proporcionan un importante soporte al avance de sus peo­ nes, y que las negras no disponen de un método efectivo de llevar a cabo el contraataque. En aquellos casos en que no se dan estas circunstancias, un avance prematuro puede ser muy contraprodu­ cente de cara a nuestro obj etivo de poseer el centro. ' 106 La apertura (y JI!) El avance de los peones centrales debe realizarse bajo ciertas condiciones: posesión de la iniciativa y posibilidad de dar so­ porte adecuado a los m ismos con el resto de piezas y peones. De lo contrario es una pérdida de tiempo que sólo conduce a la debilitación de la estructura central. El e n roque y la seg u ridad del rey En capítulos anteriores trazamos pautas para el desarrollo, adverti­ mos de la necesidad de aplicarlas en cada una de nuestras partidas y de que su omisión puede conducirnos, incluso, a una derrota con escasa lucha. Ya entonces se advertía de la necesidad de salvaguardar la segu­ ridad del rey, retirándolo del centro del tablero para evitar un ata­ que demoledor sobre el mismo en el caso de que los peones centra­ les desaparezcan y la posición se abra. Es el momento de profundizar algo más sobre el tema. La cuestión que ahora nos ocupa es, más que ninguna otra, una cuestión de supervivencia aj edrecística. El rey es la pieza básica en cualquier tablero, su captura es esencia y obj etivo último del j uego; por eso resulta tan decisivo darle protección. Vamos a ver un caso típico de rey mal protegido. A simple vista su seguridad no parece amenazada, pero la realidad es bien distinta. l. e6! , ... 6 5 4 3 Encaminada únicamente a abrir más la posición del rey, en particular la columna « f» , por donde se prepara la irrupción de las piezas blancas . a b e a b e d e g e g Las negras no pueden capturar el indefenso alfil por la amenaza 2. D x f7 + + l . ... , f x e6 2. 0 - 0, ... 6 5 4 Representación misma del desarrollo perfecto. En una sola j ugada el rey encuentra refugio, la aislada torre se incorpora a la lucha y se plantea una poderosa amenaza directa, la misma que en el movimiento anterior. 3 1 07 La apertura (y JII) La dama negra debe acudir en defensa de su monarca. 2 . ... , De7 3. Ag5 ! , ... 6 5 4 3 Actuando con intachable lógica. Como la dama defiende el mate amenazado, si desviamos la pieza protectora podremos culminar el ataque. a b e d e g a b e d e g La maniobra siguiente es forzada. 3 . ... , D x g5 4. Df7 + , Rd8 6 5. D x d7 + + . 5 4 3 El peón blanco de la columna «e» actuó como un kamikaze y abrió brecha para sus piezas. Desde los primeros instantes se producen en la parte central del ta­ blero pequeñas pugnas por la posesión de la misma. Ello trae con­ sigo (lo hemos visto en varios ej emplos) la apertura de columnas, muy apropiadas para la colocación de damas y torres pero poco recomendables para la permanencia del rey. El enroque, parte pri­ mordial del desarrollo, cumple dos requisitos fundamentales: res­ tablecer la protección del monarca, resguardándolo tras una for­ mación de peones, y facilitar a las torres, concretamente la del ala donde el rey decide enrocar, la incorporación al j uego y el control de las columnas centrales. Para completar el desarrollo debe asegura rse la posición del rey y poner las torres en juego, ocupando las colum nas centrales. Ello se consigue mediante el en roque. Prescindir de este particular movimiento, por el contrario, suele con­ ducir a la debacle. El rey negro en el centro resulta especialmente vulnerable. Por eso, cuando el juego del oponente lo facilita, es una decisión acertada privar al rey contrario del derecho a enrocar. Re­ cordemos que una vez se ha movido el rey ya no puede efectuarse ' nunca más el enroque. 108 La apertura (y !JI) En la posición del diagrama se ·ve con claridad que las negras de­ ben capturar el alfil, bien con la torre, bien con la dama, ya que la captura con peón debilitaría el escudo protector del propio rey. Posición inicial Pero ¿por qué tomarlo inmediatamente? Si así lo hacen, las blan­ cas enrocarán por el lado corto y muchos de sus problemas se solu­ cionarán. a b e d e g h a b e d e g h Intercalemos una jugada que fuerce al rey blanco a mover: 1 . ... , Das + ! Pero no l. ..., Te8 + ? 2. Rfl, .. . Y 2 • 2. Ae5 ahora sí , Tx f6 ••• La posición negra ha mej orado, o mej or dicho la blanca ha empeo­ rado ostensiblemente. Como consecuencia de esta jugada intermedia, el bando blanco tiene graves problemas para comunicar sus torres (lo que quiere decir que la torre en «hl » no podrá entrar en juego durante largo rato), y su rey tendrá dificultades para encontrar una buena ubicación. El acoso al rey blanco desenrocado se convertirá en un tema importante de ataque para el bando negro. El rey desenrocado no sólo corre g raves peligros sino que ade­ más i m pide el juego de las to rres, al esto rbarles e l acceso a las colum nas centrales. En ocasiones, los problemas para enrocar no derivan del hecho de que el rey haya sido forzado a mover, sino a que una pieza adversa­ ria impide el paso de éste hacia el flanco. Posición inicial Corresponde el turno a las blancas. El recuento de material indica que tienen un peón menos, pero a su favor cuentan con un rey más seguro. Deben procurar que el monarca negro no disponga del en­ roque para seguir en posesión de esa ventaj a. 3 2 a b e d e g h 109 PAR TIDA S Mijaíl Chigorín El jugador reconocido indiscu­ tiblemente como pa triarca del ajedrez ruso fue un caso de ini­ ciación tardía, desde el punto de vista de los pa trones de n uestros días. Hasta bien cum­ 12 1850) plidos los veinte años (nació el de noviembre de no empezó a progresar en el jue­ 1878 go, y su primera victoria signifi­ ca tiva la obtuvo en al de­ rrotar en un match celebrado en San Petersburgo a Emmanuel 1881 Schiffers. Con el tercer p uesto en el torneo de Berlín de · Cuando el ajedrez no era materialista Partida jugada en San Petersburgo, 1874 Chigorín Davidov Blancas: Negras: l. 2. 3. 4. s. e4, es f4, e x f4 Cf3, gS Ac4, g4 0-0, ... (ganado por Zukertort en el me­ jor momento de su carrera), el dama negra, y ahora idean un plan de tres j ugadas : con la primera amenazarán Cc7 + y dej arán paso al alfil hacia c3 ; la segunda amenazará la torre de rey negra, y la tercera pon­ drá en un serio compromiso al caballo de e7 . ya aceptado como mejor aje­ drecista de la Rusia zarista se 12. 13. 14. lS. dio a conocer internacionalmen­ te. Por entonces pasó a dedicar­ se plenamente al ajedrez, lo cual, si bien nunca le proporcio­ nó fortuna ni una vida pacffica y estable, sí había de llevarle a conseguir grandes honores. Sus mejores éxitos en torneos York, 1889 y en Budapest 1896, pero ganó fueron las victorias en Nueva a demás m uchos otros torneos. Además su actua­ ción como teórico y analista de aperturas fue m uy importante. Pero los puntos culminantes de su carrera fueron los ma tches por el título mundial que dispu­ 1889, 10,5 1892, tó con Wilhelm Steinitz. En el pri­ 6,5. mero, en a 12,5 perdió por 10,5. E n e l segundo, e n sólo por a "' Estos en- cuentros se celebraron en la ciudad de La Habana . Chigorfn venció a Steinitz en encuentros amistosos y empa tó fren te a S. Tarrasch . 1908 sin Murió Mljaíl Chigorín el enero de 25 de haber encon­ trado aún un sucesor como me­ jor jugador de Rusia . llO Después del peón, Mij aíl Chi­ gorín sacrifica un caballo ¡ en la quinta j ugada ! Verdadera­ mente, nadie podrá acusar a las blancas de ser materialis­ tas en esta . partida. S . ... , gxf3 6. D x f3, Df6 7. eS, D x eS 8. d3, Ah6 9. Cc3, Ce7 10. Ad2, Cbc6 11. Tael, DfS Las blancas han completado la movilización de sus piezas con el recurso del ataque a la CdS, Rd8 Ac3, Te8 Af6, AgS g4, ... No es posible 15 . . . . , f x g3 al paso, por 1 6 . D x f5 , ganando la dama. Ahora las blancas procuran por todos los medios a su alcance abrir paso a su batería de dama y torre. lS . 16. 17. 18. 19. ... , Dg6 A x gS, D x gS h4! , D x h4 D x f4, d6 Cf6, ces Las negras deciden corno mal menor ceder su torre de f8 . Pero no es ese el obj etivo que persigue Chigorín . Las blan­ cas siguen alej adas de cálcu­ los materialistas y sacrifican más material . Los pioneros del ajedrez ruso 20. 21. 22. 23. E n e l siglo pasado y en los inicios d e éste, unas pocas pero Tx eS, d x eS D x eS, A x g4 Dd4 + , Rc8 Ae6 + , ... desta cadas personalidades empezaron a escribir importa n tes páginas para el ajedrez ruso, que en la época soviética había de llegar a tener tan ta importancia . Los ajedrecistas que abrieron el fuego eran miembros de familias aristocráticas, con fortuna personal, pero por lo general vástagos bohemios y de vida irregular, mal vistos en el ambiente del que procedían. Sus hazañas se llevaban a cabo en los cafés y salones e uropeos donde se jugaba al ajedrez, y even tualmente 6 en San Petersburgo, la capital del zar y la más europea y 5 cosmopolita de las ciudades del estado. No obstante, hasta poco 4 a n tes de la revolución n o empezaron a celebrarse con cierta regularidad los torneos «de todas las Rusias» en los que los 3 ajedrecistas polacos (sometidos entonces a Rusia) impusieron muchas veces su ley Los príncipes y aristócratas rusos eran a b e bastante aficionados al ajedrez y ocasionalmente producía n d e g partidas brillan tes, pero n o podían competir c o n los profesionales. h No obstan te, unos pocos jugadores rusos (Chigorín ante todo, ¡ Lo que faltaba! Ahora, des­ pués de 23 . . . . , fx e6 24 . Dd7 + , Rb8 25 . D x e8 + , Cc8 26. Cd7 sería mate, mientras que, después de 23 . . . . , A x e6, las blancas por una vez se comportarían de forma materialista y capturarían la dama negra. 23 . 24. 25. 26. 27. ... , Rb8 A x g4, Dg3 + Rhl, Cc6 Cd7 + , Rc8 Ces + , ... Jaque « a la descubierta» del alfil de g4. 27 . ... , Rb8 28. C x c62, b x c6 29. Db4 + + jaque mate. Kiesseritzky, Schiffers y más tarde el joven A lekhine) sí alcanzaron ese nivel. Política aparte, la revolución soviética mostró su consideración hacia esos hombres, los grandes precursores del ajedrez ruso. · C h i gorín fue el ídolo y el maestro de toda u n a generac i ó n , q u e l l evó s u recuerdo a través de los avatares de la Revo l u c i ó n r u s a . E n esta fotog rafía h i stórica, Len i n (a la izq u ierda, con som b rero) j u ega u n a partida con Bogdánov en Capri , bajo la ate nta m i rada de M áxi m o Gorki . (Zardoya.) La apertura (y Ill) Con esta intención realizan la siguiente j ugada. l. Aa3 ! ! , ... Esta simple j ugada revela los inconvenientes de la posición de las negras, y les advierte que deben proceder con sumo cuidado. Por ej emplo: l . . . . , Dc7 2. Cg5 ! , y la amenaza sobre el punto «f7 » su­ pone un obstáculo insalvable para el segundo jugador. Tampoco la j ugada del texto contribuye a sortear el embate. Necesario era l . . . . , h6, aunque no mej ora en absoluto la posición . 7 6 2 b a d e e La permanencia del rey en el centro es la causa de que las negras se vean necesitadas de movimientos tan poco atractivos. l. 2. ... , Db6 CgS ! ! , ... ¡ Igualmente! Las negras buscaban alivio en el cambio de una pieza tan activa como la dama, a la vez que daban una casilla de escape a su rey (d8) . Como s e verá a continuación, su esfuerzo e s baldío. 2 . ... , D x e3 ? Las negras s e obcecan en s u proyecto d e cambiar damas, pero lo único que consiguen es una derrota inmediata. Cbmo mal menor debía responderse 2 . . . . , c5 . La captura del peón «f7 » continúa sin evitarse y la posición negra es, igualmente, calamitosa, pero al me­ nos se evita el mate. a b a b e d e f g h f g h Ahora las negras sucumben porque no tienen defensa posible. 3. A x f7 + , 4. Rd8 Ce6 + + . La maniobra de ataque a un rey desprotegido resulta especialmente instructiva. 112 e d ·e La apertura (y !JI) Veamos a continuación una breve partida que ilustra los perjuicios de aplazar en exceso el enroque, con el simple obj eto de conseguir una pequeña ventaj a de material que en nada compensa las pérdi­ das de tiempo ni el descuido de la posición del rey. 1. e4, es 2. Cf3, Cc6 3. d4, e x d4 4. C X d4, Dh4? Ya conocemos este tipo de jugadas. Ataca un peón central, pero los inconvenientes de desarrollar prematuramente la dama son muy su­ periores a la amenaza. a b a b d e f g h f g h f g h e Las blancas prosiguen correctamente su desarrollo, movilizando el caballo. 5. Cc3, Ab4 6. Dd3, ... El ataque sobre «e4» obliga a este tipo de defensa, pero como vere­ mos más adelante este desarrollo facilita el plan blanco de enrocar por el lado largo. d e e Desarrollo correcto ahora también por parte de las negras. 6 . ... , Cf6 7. C x c6, d x c6 ? Tampoco esto es acertado. Los peones deben orientarse al centro. . . . , b x c6 era lo más consecuente. 7. a b e d e Las blancas prosiguen su plan para enrocar en el flanco de dama. 8. Ad2, A x c3 Las negras persisten en su espíritu materialista. Tenían una buena ocasión para poner su rey a salvo prosiguiendo con el enroque, pero en cambio optan por la ganancia de un peón, con lo cual sólo con­ siguen manifestar j ugada a jugada la debilidad de su rey. a b e d e f g h 113 La apertura (y !JI) Tras los siguientes cambios, esa debilidad se pondrá de manifiesto. 9. A x c3 , C x e4 6 5 4 3 Las negras han conseguido el obj etivo que pretendían: la ganancia de un peón. Pero el «regalo » , en este caso, estaba envenenado. a b e d e t g h a b e d e t g h a b e d e f g h a b e d e Ahora las blancas demuestran que habían visto más lej os que su adversario. 10. Dd4 ! , ... Jugada de efectos múltiples: protege f2 , impide al rey negro enro­ car (1 1 . D x g7 + + ) e impide al caballo moverse a causa de la inde­ fensión de su dama. Paso a paso, la superioridad de la posición blanca se hace evidente. 10 . ... , De7 1 1 . 0 - 0 - 0, DgS + Las negras se ven apuradas por culpa de su carencia de desarrollo. El cambio de piezas no aliviaba la posición. Veamos: 11 . . . , C x c3 1 2 . D x g7 , Tf8 1 3 . D x c3 , ·con lo cual el blanco ha recuperado el peón, las dos columnas centrales están abiertas y el rey no puede enrocar. . El blanco consigue dar otra vuelta de tuerca. 12. f4 ! , ... 6 5 4 3 Otra j ugada excelente. Las negras confiaban en 12. Rbl , C x c3 + 1 3 . D x c3 , 0 - 0, pero se encuentran con una desagradable sorpresa que trunca sus planes . 1 14 La apertura (y JJJ) Las negras ganan un segundo peón, pero a costa de descolocar su dama. 12 . ... , D x f4 + 6 13. Ad2, Dg4 5 4 3 Llegamos a la posición clave. A cambio de dos peones las blancas disfrutan de un buen desarrollo, y las columnas centrales abiertas dan temas de ataque sobre el centralizado rey. a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d f g h a b f g h Obsérvese la manera tan espectacular en que el blanco remata la partida. 14. Dd8 + , ... La dama blanca se sacrifica. ¿Por qué? El equipo torre-alfil actua­ rá mortíferamente en la columna y la diagonal abiertas . Las negras no tienen más remedio que aceptar la dama. 14 . .. . , R x d8 15. Ag5 + , ... ¡ Magnífico ! Las dos piezas blancas que dan j aque (alfil y torre) es­ tán atacadas por la dama (el alfil, también por el caballo), pero nin­ guna de ellas puede ser capturada porque con ello no se eliminaría el j aque. e La única opción es mover el rey. 15 . ... , Re8 16. Td8 + + j aque mate 4 3 Moralej a: No conviene capturar peones que pongan en peligro la seguridad del rey. e d e 115 La apertura (y Ill) RESU M E N : u n i dad 6 D La ocupación del centro c o n peones permite aseg u rar el contro l d e c a s i l l a s vitales e i m p i d e s u u t i l izaci ó n por las p i ezas co ntrarias. • En l a d i syu ntiva d e capt u rar u n a pi eza con dos peones, conviene hacerlo l l evando hacia el ce ntro el peón q u e capt u ra. • E l avance de los peones centrales es favorable, pero sólo a con d ición de te n e r la i n iciativa y d e contar con un apoyo adecuado d e l as piezas m ayores. D El enroque c u m p l e dos o bjetivos esenciales: l a seguridad del rey y l a c o m u n icación d e las d o s torres. Proporciona b u e n as posi b i l idades de ataq ue i m posi b i l itar el e n roq ue del rey contrario, lo que puede h acerse de dos maneras : • Obl igándole a m over con u n j aq u e o u n a capt u ra . • Estorbando su paso h ac i a el flanco c o n l a acción de u n a pieza. D M antener el rey en e l centro demasiado t i e m p o suele tener efectos catastróficos. Por eso c o nviene enrocar pro nto. Una de las man ifestaciones más vistosas, coloristas y m u ltitudi narias del ajed rez son las l l amadas partidas «vivas» , en las que personas ataviadas con trajes de época ocupan el l ugar de las piezas. La escena corresponde a una de tales partidas, que se celebra el primer domi ngo de septiembre de los años pares en la g ran plaza situada ante el Castel/o da Basso de M arostica, una peq ueña población del Véneto (Italia) que conserva aún todo el (/GDA.) sabor de la época medieval . 116 EJERC I C I OS 6 Ejemplo 1 Como se sabe, avanzar u n peón en el centro n o s i e m pre tiene resu l tados positivos, sino q u e puede acarrear ciertos i n conve n i e ntes. Se debe eval u ar u nos y otros cuando se presenta e l caso, como e n e l s i g u i e nte ej emplo: 6 5 4 2 a b e e garantizarse ya q ue, de mover las blancas el caballo de f3, pueden recibir incl uso mate. Por ejemplo: 2. Ab2, Cc6xeS 3. Axes, Axes 4. CxeS?, Dxg 2 mate. · Del mismo modo, en caso de tratar de proteger el peón con 2. d4, sigue 2 . . . . , cxd4 3. Cxd4, Cxd4 y podría parecer que 4. Axb7 resuelve algo, pero también el caballo de d4 puede toma la dama blanca, y las negras ganan una fig u ra. Por su parte, el salto 2 . Ce4, después de 2 . . . . , Cc6xeS 3. Cd6 u otra jugada, Cxf3 + tampoco resu ltaría conveniente. En resumen, 1 . e5 pierde u n peón y e s p o r tanto una j ugada prematura aquí. 9 J uegan blancas ¿Debe el bando de las b lancas avanzar el peón de e4 a e5? Con ello ataca un caballo negro, que deberá mover de nuevo. No obstante, alejar el peón de sus bases puede suponer u n pel igro que le haga perecer. Se gana , tiempo y espacio por el momento, ciertamente, y no sería de despreciar la posibilidad de que el caballo de las blancas fuera a e4 más adelante, ya que esa sería una casilla conveniente para él. Pero después de 1 . eS, Cg4, el peón q ueda atacado por tres piezas: los dos caballos negros y el alfil de g7. Su supervivencia no puede Ejemplo 2 d i agonal h5-e8, q u e conduce a su rey. Al avanzar sus peones a f6 y h6, han fac i l itado u n ataq ue l ateral al monarca negro. Basándose en ese tem a , ¿q u é pod rían j ugar aq u í l as blancas?. Es fác i l l l egar a l a i d e a de 1 . exdS, y a q ue, si l as neg ras j u egan 1 . . . . , CxdS, sigue 2. Ag6 + , y el rey negro debe mover a e?, donde estorbará e l desarro l l o de sus p iezas y no podrá e n rocar. Si l as negras recapt u ran con un peón (por eje m plo, 1 . . . . , cxdS) , e ntonces l as blancas j uegan 2 . Ces (preparando 3. D h 5 + ). Después d e 2 . . . , fxeS (de l o contrario l as b l ancas d i spond rían tam bién de la pos i b i l idad 3. Cg6, atacando a l a tor re) , l as b lancas pueden seg u i r con 3. DhS + , forzando la secuencia s i g u i e nte : 3. . . . , g6 4. Axg6 + , Cxg6 5. Dxg6 + , Re? 6. Ah4 + , y al reti rarse e l rey, el alfi l b l anco capt u rará la dama. . 7 5 4 3 a b e d e 9 h 3 J uegan blancas E n este caso, adem ás d e haber hecho j ugadas, e n general , poco úti l es para e l desarro l l o de piezas, l as negras h a n d e b i l itado g ravem ente l a a b e e 9 117 EJERC I C I OS Problema 1 6 Problema 2 Problema 3 6 5 4 3 a b e e g h a b e d e g h J uegan blancas Juegan blancas Juegan blancas En esta posició n , las negras han efectu ado el avance e6-e5 en su ú l t i m a j u gada, y las blancas tienen la pos i b i l idad de avanzar su centro de peones. Por otra parte los peones negros, y en particular e l de e5, carece n de protección suficiente, por lo q u e hay que l legar a l a conclusión de que l as neg ras han ced ido demasiado espacio en la apertura, y q u e el avance del peón se h a hecho a destiempo y s i n garantías. Otro tem a con e l q u e se puede especular es l a pobre posición del cabal lo negro de c6: de verse o b l i gado a mover, solamente puede optar e ntre ir a a5 o volver a su cas i l l a i n icial . Con estos datos, anal ice las d ive rsas pos i b i l i dades q u e ofrece e l j u ego b l anco y encue ntre la j ugada más fuerte. Este problema es m uy parecido a uno de los ejemplos de esta u n idad . Hay q ue especular con el jaq ue de la dama blanca en �5. Es importante abrir paso a la dama blanca lo antes posible, aun a costa de sacrificar materi �! · para aprovechar el avance erróneo de los peones negros del flanco del rey en plena apertura y sin en rocar, que han dejado a su rey en situación más q ue precaria. La maniobra que debe encontrar consigue ventaja material decisiva, con posib i l idades de mate. La diferencia entre la seguridad de ambos reyes, con el rey blanco enrocado y el negro en el centro y sin protección, resu lta evidente. Esta vez la debi l idad negra q u e puede convert i rse en te m a d e l ataq ue b l anco es e l peón de f7. Se debe aprovechar el factor de d isponer de u n alfi l b l anco en c4, apu ntando h acia ese peó n , j u nto a un caballo q u e lo «Observa» desde g5, para sacar provecho del pos i b l e ataq ue doble (a la dama y a la torre del rey de las neg ras) q u e l a captura del peón de f 7 p o r e l cabal lo prod uci ría. Por otra parte, es preciso avanzar el peón de d5 para q u e el alfi l «l legue» hasta f7. Dicho avance co m b i n a las anteriores amenazas con otras derivad as de la prese ncia de la torre blanca en la m i s m a col u m n a q u e el rey negro desen rocado. Los eleme ntos de l a com b i nación , pues, están dados. Señale la secuencia correcta de j ugadas. EJ E RC I C I OS Problema 4 6 situación del rey negro se va a h acer crítica, cuando l a dama b l anca i rr u m pa para col aborar con el cabal l o d e d5 e n u n a amenaza de j aq ue m ate. 6 es tam bién el encargado de proteger el pu nto e5, y puede sospecharse q u e no podrá c u m p l i r adecuadame nte tantas m isiones. En efecto, el · ce ntro cae y las b l ancas ganan cuando me nos u n peón . Problema 7 a b e d e g J uegan blancas a Las negras acaban d e mover su caballo a c6, amenzando capturar e l cabal lo central b l anco de e5. Pero e l otro caballo neg ro está en h6, en situación m uy precaria. U n alfi l b l anco pod ría capturarlo, dejar e �_ p�noso � stád � ��­ confi g u rac ión de_Reo nes ri�gros e n e l flanco de rey. La dama b l anca -pod ría entonces i rr u m p i r pe l i g rosamente. E s p r_eciso_ _ calcular bien l as opcio n es defensivas de las neg ras para evitar q u e el ataq ue �_r: i �­ q uede en ag u a de bouajas. Busque la sol ución m ás favorable. Problema 5 El e n roq ue negro ha q u ed ado bastante desprotegido como consecuencia del movi m iento del peón «g», q u e se h a desplazado a «f6» para capturar una pieza b lanca. Pero ahora la b e d e g h J uegan blancas 3 ¿ P uede encontrar l as j ugadas claves? b e d a b e d e g Juegan blancas Problema 6 a 4 e g h J uegan blancas En esta posición , e l e n roq u e de l as neg ras carece de protección suficiente. La clave d e su d efensa reside e n e l peón de f6, q u e tapo n a la col u m n a «f» para q u e la dama blanca no penetre por e l l a . Pero ese peón Esta posición es algo m ás com p l eja. Se trata de n u evo de dar jaq u e con la dama e n h5, s i m p l e mente para evitar q u e el rey negro alcance l a seg u ri d ad del e n roque. Para e l lo h ay q u e log rar previamente d o s cosas : q u e el cabal lo negro de f6 desaparezca, y q u e el cabal l o blanco de f 3 salte ganando tiempos con el pl anteam i e nto de alg u n a amenaza. La pista en este caso puede ser e l hecho de q u e en c6 las neg ras tienen un caballo protegido por u n alfi l , pero que no puede move r s i n d ejar i n defenso a ese mismo alfi l . Por ahí viene la sol ución para establecer e l salto m ás conve n i e nte d e l cabal lo de f3. SO LU C I O NES 6 Solución 1 Solución 4 1 . dS gana al menos u n peó n , y a q u e s i 1 . . . . , Cd4 seg u i rá 2 . Cxd4, exd4 3. Dxd4. Si 1 . . . . , Cb8, entonces 2 . fxe5, dxeS 3. CxeS. Peor todavía es 1 . . . . , CaS por 2 . b4, q ue gana el cabal lo por u n peó n . 1 . Axh6, Cxe5 (Si 1 . . . , gxh6 las negras deberían aceptar, después d e 2 . D h5 + , Rd8 3. Cf7+ , l a pérdida de u n a torre) . 2 . Axg7 (Atacando l a torre y el cabal lo) , 2 . . . . , Cg6 Solución 6 . 3. Axh8, Cxh8 4. OhS + , Rd8 con ventaj a apl astante de l as blancas. 5. Dxh7, Solución 2 1 . Cxg5 gana por la amenaza D h5 + . Si l as neg ras rep l ican 1 . . . . , fxgS, e ntonces 2 . Dh5 + , Re7 3. Axg S + , gana l a dama negra . 6 5 4 3 Solución 3 1 . CxeS, . . . (G ana u n peón central i m portante) . Las neg ras no deben to mar el cabal lo por 1 . . . , fxe5 2 . Df7 + , Rh8 3. Dg7+ + (o Ag7+ + ) . . Solución 7 1 . Axf6, gxf6 2 . Cd4, . . . (Ahora s e presionan los pu ntos débi les de l as negras. La dama bl anca d ará en h5 u n j aq u e q u e n ad i e puede c u b r i r, y si el cabal lo negro tom a en d4, el alfil blanco tom ará a s u vez , e n b7, atacando de paso l a torre, lo q ue sería ganador) 2 . . . . , Axd4 (si 2 . . . , 0-0-0 3. Ae6 ganaría la dama por u n alfi l , ya q ue ésta n o pod ría reti rarse so pena de dejar i n d efenso a su rey) 3 . DhS + , Rd8, y e l rey neg ro ya no podrá e n rocar e n esta partida, q u edando en el centro en g rave peligro. Tras 4. cxd4, . . . l as blancas cuentan con m uc h a ventaja. . 1 . d 6, cxd6 ( ú n i ca para no perder e l alfi l de e?) 2 . Cxf7, gana la dama negra o l a torre de h8. Tam bién e s u n a cont i n uación m uy efectiva 1 . Cxf7, Rxf7 2. d6 + , seg uida d e 3 . Txe7, q u e d eja al rey de l as negras en una situación d e g ran peligro. a b e d e g h • • • Solución 5 1 . Dh6, . . . (Plantea l a amenaza 2. Cxf6 + , Rh8 3. Dxh7 m ate) . Las negras j uegan 1 . . . . , Rh8, pero después de 2. Cxf6 sólo pueden retrasar el m ate sacrificando i n mediatam ente l a d a m a p o r el cabal lo. 7 5 5 4 4 3 3 a_ 120 b e d e g h a b e d e g 7 U N I DAD S abemos ya que, al alcanzar la última fila del campo adversario, el simple peón adquiere el p oder de metamorfo searse en cualquiera de las piezas de su b ando, a excepción del rey. De modo que un simple peón que avanza y s e aproxima a la fila mágica, es un arma de un extraordinario potencial: puede alterar de forma radical el curso de toda la partida. D Rey y peón contra rey D Resumen D Partidas famosas D Ejercicios D Soluciones • La carre ra • La l ey d e l c u a d rado • El rey como soporte d e l peón • La opos i c i ó n • Las pec u l i a r i d ades de l as col u m nas d e to rre • U n i d ad 7 • Derrotar a u n cam peón del m u n d o. M a rg ate, 1 937 • Ej e m p los y p ro b l e m as Rey y peó n contra rey Por lo general, el peón sólo adquiere posibilidades de coronar cuando se aproxima el final de la partida y la mayoría de las piezas pesadas han desaparecido del tablero ; pero en ocasiones es posible crear la amenaza de promoció n en el medio j uego. Entonces puede verse a un bando j ugar con dos damas, o bien con tres torres, caballos o al files . La promoción del peón es un elemento capaz por sí solo de decidir la partida. Un peón próximo a la casilla de coronación ofrece toda una serie de posibilidades tácticas y un amplio campo a la iniciativa del j ugador que disfruta de esa ventaj a . Por e s o es d e l a mayor importancia conocer desde buen princi­ pio las aplicaciones y las reglas más sencillas de esta facultad de la más modesta de las piezas que componen el ej ército del tablero. La carre ra Cuando la partida se acerca a su conclusión y un peón avanza ha­ cia la casilla de promoción , el factor tiempo pasa a tener una im­ portancia decisiva. Con frecuencia todo se reduce a una carrera en­ tre el peón que avanza y el rey que trata de capturarlo, o entre dos peones que compiten por llegar a la meta antes que el adversario. Por ello la posición avanzada de un peón o la lej anía del rey con­ trario se convierten en elementos fundamentales de la posición . U n simple tiempo de más o de menos convierte a un peón en una baza de triunfo invencible, o lo relega al rango de un accesorio inútil . Analicemos en primer lugar un ej emplo elemental . Posición de partida 6 5 Un simple golpe de vista permite apreciar que los peones avanza­ rán libremente porque ninguno de los dos reyes está en condiciones de detener al peón contrario. La posición está equilibrada en mate­ rial , pero cualquiera que sea el bando al que corresponda j ugar, la vi ctoria será para las blancas. 122 4 3 2 Rey y peón con tra rey ¿ Por qué? Porque su peón está más avanzado, y llegará antes a la última fila. Entonces podrá i mpedir la coronación de su homóni ­ m o negro. Veámoslo. 8 7 6 l . b6, gS 2. b7, g4 3. b8 D + , Rg7 4. Dg3, ... 5 4 = 3 2 E n l a j ugada siguiente e l blanco capturará e l peón negro, y luego dará mate con su dama por el procedimiento ya estudiado. Es fácil apreciar que, si en la posición inicial les corresponde j ugar a las negras, el resultado no varía: a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 7 l. ... , gS 2. b6, g 4 3. b7, g3 4. b8 D + , Rg7 5. D x g3 + , ... 6 5 4 = 3 2 Y de nuevo se t rata de dar mate con la dama . Todo esto es muy sencillo. Pero veamos ahora la posición del diagrama . El blanco cuenta con un peón más . ¿Qué ocurre si intenta coronarlo por el simple procedimiento de avanzarlo? 6 l . b4, Rf7 2. bS, Re6 3. b6, Rd6 4. b7, Rc7 al llegar el peón b lanco a la octava fi la y pedir dam a , el rey negro la captura y se llega a u n a posici ó n de tablas . ( Luego veremos que las blancas no han j ugado bien; debieron apoyar el avance del peón con su rey ) . Y 5 4 3 2 E n cambio, si en la anterior posición el rey negro est uviera e n h 8 e n lugar de en g 8 , t o d o hubiera cambiado: l . b4, Rg7 2. bS, Rf6 3. b6, Re6 4. b7, Rd7 S. b8 D, ... = 5 4 3 2 las blancas ganan. Como se ve, e l res ultado de la partida dependió de un tiempo. Y 1 23 Rey y peón con tra rey La conclusión que se debe extraer de estos ej emplos es la siguiente: Cuando se aspira a coronar un peón , es necesario ante todo con­ tar los tiem pos para com probar si el rey adversario llegará a de­ tenerlo o no. Sólo así podrá saberse si basta con avanzarlo di­ rectam ente, o es preciso apoyarlo con el propio rey. La ley del cuad rado En un final de rey y peón contra rey o en casos similares, cuando uno de los dos bandos dispone de un peón pasado y pretende coro­ narlo, tiene dos formas de averiguar si el rey adversario llegará a capturarlo. Una es el cálculo directo : realizar mentalmente las j u­ gadas de ambos bandos hasta ver claramente el resultado. Es un cálculo sencillo, e incluso recomendable para el j ugador novel . Pero hay otro procedimiento, de carácter geométrico, que permite aho­ rrar esa tarea: es la llamada «ley del cuadrado» . Cóm o defi n i r el cuad rado a part i r d e l a posición d e l peón S i e n la posición del d i ag rama de l a izq u ie rda j uegan l as blancas, obte n d rán la victoria; s i e n cam bio l e s toca j ugar a l as negras, l a partida será tablas. Para evitar la tarea de calcu lar j ugada a j u gada, debe i mag i n arse u n cuadrado cuyo vértice se sitúa e n la cas i l l a ocu pada por e l peó n , y cuyo l ado se prolonga hasta l a octava fila, como m uestra el d i agrama. E n este caso e l cuadrado lo 8 8 8 7 7 7 6 6 6 5 5 5 4 4 4 3 3 3 2 2 2 a 1 24 forman cuatro cas i l l as en vertical y en horizontal . Si el rey adversario está dentro de ese cuad rado, log rará d ete ner e l peón ; s i está fuera del cuad rado, no lo logrará. Pued e comprobarse a través de los d i agramas del centro d e l recuadro Q ugando las blancas pri mero) y de la derecha (su pon iendo q u e sean l as negras l as q u e j u egan en primer l u gar) . b e d e g h a e e g h Pos i c i ó n i n icial: el rey negro Pos i c i ó n después de 1 . b6, q ueda fuera del cuadrado. Re7 2. b7, Rd7. El peó n Re7 2 . b6, Rd7 3. b7, Rc7. coron a . Tab l as. Posición después de 1 . . . ., Rey y peón con tra rey El conocimiento de la ley del cuadrado resulta de valor inaprecia­ ble para el j ugador. En posiciones claras el cálculo j ugada a j ugada resulta sencillo; pero en posiciones complej as, las posibilidades de un error de cálculo aumentan; entonces, trazando mentalmente el cuadrado y comprobando si el rey negro queda dentro o fuera de él, todo se simplifica. Veamos un último ej emplo. En la posición del diagrama, j uega el blanco y desea saber si le conviene cambiar todas las piezas mayo­ res para coronar su peón. Al trazar mentalmente el cuadrado del peón, observa que el rey negro queda fuera del cuadrado. Pero des­ pués de los cambios: l. 8 7 6 5 Tx f6, D x f6 4 2. D x f6 + , R x f6 3 La situación ha cambiado: el rey negro, al capturar la dama, ha en­ trado en el cuadrado y alcanzará el peón . Véase cuánto se ha sim­ plificado la tarea. 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h El rey como soporte del peón Pero prosigamos el análisis de la posición después de los cambios de piezas. El rey negro en f6 está dentro del cuadrado del peón blanco de b4. Si las blancas se limitan a avanzar el peón, el rey negro lo alcanzará. ¿Quiere esto decir que no hay forma de ganar? Veamos lo que ocurre si entra en acción el rey blanco: 3. Rb2, Re6 4. Rb3 , Rd6 5. Ra4, Rc6 6. Ras, ... El blanco no ha avanzado el peón sino el rey, con la idea evidente de proteger de ese modo la coronación. Supongamos que la partida continúa del siguiente modo: 8 6 . ... , Rb7 7 7. RbS , Rc7 6 8. Ra6, Rb8 5 9. Rb6, ... 4 3 El rey blanco se ha colocado delante del peón, y entre ambos hay una casilla de distancia. Esta posición es ganadora para las blan­ cas, porque el rey contrario no podrá evitar la coronación. 2 125 Rey y peón con tra rey La maniobra de las blancas debe analizarse con atención: 9 . ... , Rc8 9 , Ra8 no varía el resultado . ... 10. 11. 12. 13. Ra7, Rc7 bS, Rc8 b6, Rd7 b7, ... El rey blanco ha llegado a controlar la casilla de coronación del peón, y se ha asegurado así la victoria. a b e d e g h a b e d e g h e g h En los finales dé rey y peón contra rey, el bando que tiene la ven­ taja debe tratar de controlar con su rey la casilla de coronación del peón. Esta, como todas las reglas generales que se aplican en aj edrez, tiene sus excepciones, y el j ugador debe verificar su vigencia en cada caso. Veamos lo que ocurriría si en el curso de la partida anterior las negras hubieran j ugado 9 . . ., Ra8 , en lugar de 9 . . . ., Rc8 : . 5 10. Rc7, Ra7 11. bS, Ra8 12. b6, ... 3 2 Y de pronto ha surgido la bomba: el rey negro no puede mover ni está en j aque: la partida es tablas por ahogado. Este ej emplo sencillo tiene una importancia fundamental . Ilustra sobre los peligros de los finales de rey y peón contra rey, en los que las posibilidades de ahogar al rey que se defienda son constantes. El j ugador de aj edrez debe mantener despiertos sus sentidos hasta el final de la partida, pues aun la posición aparentemente más clara encierra peligros que sortear. La posición anterior se gana, efectivamente. El procedimiento correcto es el señalado hasta la j ugada 12 de las blancas (b6) , que es un error garrafal . En su lugar las blancas debieron j ugar: 12. Rb6, Rb8 13. Ra6, Ra8 No varía nada 5 . , Rc8 o 5 ... . ... , Rc7 14. b6, Rb8 15. b7, Rc7 16. Ra7, ... rey blanco ha vuelto a controlar la casilla de coronación, pero ahora el rey negro no dispone del borde del tablero para intentar la maniobra del ahogado; el peón corona . El 126 a b e d Rey y peón con tra rey La opos i c i ó n Volvamos al análisis d e una posición ya conocida . En l a posición del diagrama, el negro j ugó: 6 . ... , Rb7 8 7 6 5 4 3 2 Con el resultado que hemos visto. Pero también pudieron j ugar de modo distinto. Imaginemos una secuencia distinta de jugadas : 6 . ... , Re7 7. RbS?, Rb7 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e e g 8 7 6 5 4 3 Hemos llegado a otra posición clave: las negras obtienen aquí las tablas porque han logrado enfrentar su rey al enemigo y éste está obligado a j ugar. En este caso se dice que el rey defensor «ha ganado la oposición» , y con ella el empate. Comprobémoslo : 8. Re s, Re7 9. RbS, Rb7 10. Ras, Ra7 2 8 6 5 4 3 El rey negro impide al blanco avanzar y dej ar, entre su posición y la del peón, una casilla en blanco, que como vimos es la forma de ganar. Veamos ahora lo que sucede si el blanco intenta ganar avanzando el peón . 11. 12. 13. 14. RbS, Rb7 Res, Re7 bS, Rb7 b6, ... 2 8 7 6 5 4 3 2 Este es otro momento crucial . Tres de las j ugadas de que dispone el negro pierden, pero la cuarta hace tablas . 127 Rey y peón con tra rey Las negras no pueden j ugar 14 . . . . , Ra6? por 1 5 . Rc6 y ganan fácilmente; ni 14 . . . . , Ra8 ? 1 5 . Rc6, Rb 8 1 6 . b7, Ra7 1 7 . Rc7 y ganan; ni tampoco 14 . . . . , Rc8 ? 1 5 . Rc6, Rb 8 16. b7, Ra7 1 7 . Rc7 , y el resultado es el mismo. La j ugada correcta es: 14 . ... , Rb8 ! 8 7 6 5 15. Rc6, Rc8 4 16. b7 + , Rb8 3 17. Rb6, ... 2 El rey negro está ahogado, y la partida es tablas. Las blancas no podían j ugar el rey a otra casilla sin perder el peón. a b e d e g h a b e d e g h La importancia de esta posición es trascendental . Es la clave de los finales de rey y peón contra rey. Se da con muchísima frecuencia en las partidas vivas (tanto la posición en sí como la posibilidad de que se produzca) , y es imprescindible conocerla bien . En ella reside el peligro fundamental que debe sortear el j ugador que intenta coronar un peón cuando el rey del adversario está delante del mismo. Para comprenderla bien es preciso manej ar dos conceptos importantes : uno es el de «oposición» , que estamos estudiando, y el otro es el de la «derrota por obligación de mover» , que se conoce con la palabra alemana zug-zwang . En la posición del diagrama, ya conocida, al tocar j ugar a las negras su suerte está echada: pierden la «oposición», y con ella la parti da. 6 l. ... , Rb8 2. b7, Ra7 3. Rc7 , ... 5 4 3 Y las blancas ganan . Pero si las negras pudieran «pasar» , o sea renunciar a su derecho a mover, la partida sería tablas (l . b7 + , Rb8 2 . Rb6 y el rey está ahogado) . Este principio se aplica aquí en su forma más sencilla, aunque su complejidad y sus posibles aplicaciones se extienden a muchos otros casos. De momento conviene retener simplemente la siguiente norma: Mover no es solamente un derecho, sino también una obligación que en ciertos casos puede representar la derrota . En cuanto al concepto de «oposición» , es muy sutil y tiene aplica­ ciones que se encuentran entre lo más difícil que el aj edrez puede llegar a producir. Pero la esencia del concepto reside en estas posi­ ciones elementales . 128 2 --- (1 91 6-1 975) Avanzada ya la tercera década de este siglo un estoniano con­ mocionó el mundo ajedrecís­ tico por sus meteóricos pro­ gresos, incluidas sus victorias sobre varios campeones mun­ diales (Capablanca, Alekhíne, Euwe) y su triunfo (empatado con Fine) en el torneo AVRO de 1938, que reunió a los ocho aspirantes más capacitados a la corona mundial. La guerra frustró entonces su espetado encuentro con Alekhíne. Paul Keres, nacido en Tallínn el 7 de enero de 1916, trabó co­ nocimiento con el ajedrez cuando apenas contaba 4 ó 5 años de edad, observando las partidas que su padre jugaba en casa. La primera vez que tomó parte en una prueba fue­ ra de su país fue en 1935, como integrante del equipo es­ toniano durante la Olimpíada de Varsovia. Finalizada la guerra, Keres ocupó el tercer lugar en el tor­ neo de Candidatos de 1948 (La Haya-Moscú), y fue invariable­ mente segundo en los de Zu­ rích (1953), Amsterdam (1956), Yugoslavia (1959) y Cura9ao (1962). Hasta su muerte en 1975, no perdió la costumbre de derrotar repetidamente a campeones mundiales en par­ tidas de responsabilidad (Bot­ vínník, Smyslov, Tal, Físcher, Spassky). Keres poseía un estilo muy vis­ toso y personal, primordial­ mente de ataque, aunque con un fino instinto posicional. Para muchos ha pasado a la histo­ ria como «el campeón sin co­ rona». 130 PAR TIDA S Paul Keres Derrotar a un campeón del mundo Partida jugada en Margate, 1937. Blancas: Paul Keres Negras: Alexander Alekhine l. e4, e5 2. Cf3 , Cc6 3. Ab5, a6 4. Aa4, d6 5. c4, ... Este movimiento, mucho me­ nos utilizado que 5. c3 , . . . , tie­ ne como obj etivo fundamen­ tal el dominio del centro con todos los peones . miento, y valoró que la cap­ tura del peón (1 3 . . . , Cxe5) ha­ ría peligrar la posición de su rey en el centro. Sin embargo, análisis posteriores revelaron que la posición podía defen­ derse. 14. Dd5 ! , Af8 5 . ... , Ad7 6. Cc3 , g6 7. d4, Ag7 8. Ae3 , Cf6 9. d x e5 , d x e5 10, Aes, ... Tras el cambio de peones pre­ cedente, las blancas ocupan esta casilla con el alfil e impi­ den el enroque corto de las ne­ gras. 10 . ... , Ch5 1 1 . Cd5, Cf4 12. Cxf4, exf4 13. es, g5 ? Alekhine meditó largamente antes de efectuar este moví- e g Ahora caen las negras en la cuenta del error que significa 14 . . . . , g4?, debido a 1 5 . e6 ! A x e6 (Y no 1 5 . . . , f x e6 1 6 . Dh5 + + ) 1 6 . A x c6 + , b x c6 1 7 . D x c6 + Ad7 1 8 . De4 + Ae6 19. Tdl , . . . con una situa­ ción excelente para Keres. 15. A x f8 Tx f8 16. 0-0-0, De7 17. A x c6 ! , A x c6 18. Dd3, Ad7 19. C x g5, ... El ajedrez por correspondencia ' 7 5 4 3 a b e d e 19 . ... , 0-0-0 Las negras han perdido un peón, pero ese es el mínimo precio que podían pagar para sacar a su rey del centro del tablero. No puede ser 19 . . . . , D x g5 ? ? 20. D x d7 + + . 20. 21. 22. Cf3 , f6 e x f6, Tx f6 Thel , Db4? Alekhine no se apercibe de la amenaza de su adversario y comete el error definitivo. De­ bió j ugar 22 . . . . , Te6; en cual­ quier caso la situación de las 'blancas era ya muy superior. 23. La competición tradicional de ajedrez «ante el tablero" no es Ja única versión que ofrece el juego de las 64 casillas. La búsqueda de la «partida perfecta» está mucho más cerca de culminarse en el ajedrez por correspondencia. La partida postal proporciona un tiempo de reflexión mucho más amplio; cada contendiente dispone de días para planificar su jugada y enviarla al adversario. En ese tiempo se pueden consultar libros, manuales de apertura, analizar exhaustivamente cada variante y, en definitiva, poner en práctica todos Jos conocimientos teóricos que se poseen y que se adquieren en el largo transcurso de Ja partida. El ajedrez postal cuenta con un número muy elevado de practicantes en todo el mundo, lo que ha llevado a la creación de una federación propia, la ICCF (lnt'ernational Correspondence Chess Federation), al margen de Ja FIDE (Fédération lnternationale des Échecs) que regula el «ajedrez vivo». El primer campeonato del mundo de esta modalidad dio comienzo en 1947 y finalizó en 1953 con el triunfo del australiano Purdy. En la actualidad el británico Penrose ocupa el primer puesto del ranking de la ICCF, seguido muy de cerca en puntuación por el soviético Lapienis. España cuenta con un número importante de practicantes, entre Jos que destacan los catalanes Garriga y Noria, que ocupan un lugar muy destacado en la clasificación mundial. Alexand e r Ale khi ne, ruso nacionalizado francés, aparece aq u í d ispo n i én d ose a efectuar una j u gada e n u n a sesión de s i m u ltáneas. D x d7 + ! ! , ... Las negras se rindieron. A 23 . . . . , Tx d7 seguirá 24 . Te8 + Td8 25 . Td x d8 + + . Alekhine era el campeón del mundo el año en que se dis­ putó esta partida en el tradi­ cional torneo de Pascua de Margate. La victoria de Keres fue, según sus propias pala­ bras , su más importante triunfo hasta aquella fecha. 131 Rey y peón con tra rey Ahora el rey negro debe j ugar, y como no puede renunciar a ese derecho, pierde la oposición y la partida. l. 2. 3. 4. ... , Rb6 Rb4, Rc6 Ras, Rb7 RbS, ... El blanco ha colocado su rey por delante del peón y a una casilla de distancia. Hemos visto ya que desde esta posición el final se gana. Podemos comprobar que el factor « tiempo» es fundamental . 8 7 6 5 4 3 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Con frecuencia, la única forma de ganar los finales de rey y peón contra rey consiste en perder un tiempo para que el rey adver­ sario pierda la oposición. El último ej emplo que vamos a analizar dentro del apartado dedi­ cado a la importancia de la oposición en este tipo de finales, es aún más complej o que los anteriores, aunque sin duda resultará perfec­ tamente comprensible para quien haya seguido con atención la ex­ posición hasta este punto. La posición del diagrama, equilibrada en material, no es tablas como podría parecer a primera vista: gana el bando al que corresponde j ugar. ¿Por qué? Porque puede ganar la oposición. Supongamos que j uegan las blancas . l. Re2, Re7 2. Re3, Re6 3. Re4, Rf6 La primera tarea ha sido llevar el rey al centro. Ahora es preciso elegir el peón enemigo que se capturará. Ha llegado el momento de contar los tiempos: si las blancas j uegan 4. Rd5 , las negras replicarán 4 . . . . , Rf5 y los peones coronarán al mismo tiempo. Pero si se aplica el principio de la oposición, pronto se descubrirá la j ugada correcta: 4. Rf4 ! , ... 8 7 6 5 4 3 El rey blanco ha ganado la oposición y dej ado a su rival sin j ugadas buenas . 132 Rey y peón con tra rey Veamos lo que ocurre si el rey negro se desplaza a e6: 4. s. 6. 7. 8 7 ... , Re6 RgS, Res R x hS, RfS Rh6, Rf6 6 5 4 3 2 El rey negro tiene la oposición y acorrala a su rival en la banda del tablero. ¿Cómo deben continuar las blancas ? . Por fortuna, pueden usar u n «tiempo » d e forma que s u rival se vea obligado a dej ar salir de su encierro al rey blanco. 8. hS, Rf7 9. RgS, Rg7 10. RfS, ... a b e d e g h a b e d e g h a b e d e 8 7 6 5 4 3 Y las blancas ganan capturando el peón de b5 y coronando su peón «b » . El rey negro debe ir a capturar el peón de h5 y no llegará a tiempo de obstaculizar el avance del otro infante. 2 Si después de 4. Rf4 las negras hubieran optado por retirar su rey a g6, la secuencia hubiera sido la siguiente: 4. s. 6. 7. ... , Rg6 Res, Rg7 Rd6, Rg6 Res, RfS 8. R x bS, Rg4 9. Ras, R x h4 10. bS, Rg4 11. b6, h4 12. b7, h3 13. b8 = D, h2 14. D x h2, ... Las blancas han ganado al conseguir la oposición en la j ugada 4. Calcular todas estas secuencias de j ugadas, con sus posibles deri­ vaciones, a partir de la posición inicial es un trabaj o prolij o y fati­ goso, que además puede fácilmente conducir a omisiones o errores de apreciación. Todos estos inconvenientes pueden ahorrarse si se conoce la siguiente regla: Cuando los reyes están situados frente a frente, es n ecesario co ntar las casillas que hay entre am bos: si el n ú m e ro es par, el rey que juega primero ganará la oposición; si es impar, el que deba jugar perderá la oposición. 133 Rey y peón con tra rey Las pecu l iaridades d e las col u m nas de to rre Los ej emplos que hemos mostrado pueden aplicarse, con diferen­ cias de detalle, a posiciones en las que el peón esté en cualquiera de las columnas del tablero. Por supuesto, si el peón está en las co­ lumnas «C», «d», «e» o « f» , las tablas por ahogado que se analiza­ ron más arriba no son posibles, pero en general los ej emplos estu­ diados son válidos aunque la posición se traslade de una columna a otra. Pero las columnas de torre, esto es, la «a» y la «h», presentan una peculiaridad. Si el peón del bando en ventaj a está en esas colum­ nas, la posición de tablas se obtiene mucho más fácilmente. En la posición del diagrama, según el principio estudiado las blan­ cas deben ganar, porque tienen colocado el rey delante del peón y a una casilla de distancia. Posición de partida 7 5 3 Pero en el caso del peón de torre, si el rey débil controla la casilla de coronación, no es posible desaloj arle, j uegue quien j uegue y al margen de la oposición. Vamos a verlo en un sencillo ej emplo: l. Rb6, Rb8 2. as, ... 2 a b e d e 9 a b e d e 9 a b e d e 9 8 7 6 5 4 3 2 El rey negro pierde la oposición, pero no la partida. El monarca se refugia en la casilla « a8 » , es decir, en la de corona­ ción del peón . 8 7 2 . ... , Ra8 3. Rc7, Ra7 6 5 4 3 2 El resultado es un empate. El bando blanco no puede obligar al rey negro a salir del rincón . 134 Rey y peón con tra rey En vez de 3 . Rc7 , las blancas podían optar por avanzar el peón: 3. a6, Rb8 4. a7 + , Ra8 5. Ra6, ... Tablas de nuevo. El rey negro está ahogado. La peculiar posición del peón j unto a la banda ofrece aún otro tipo de sorpresa posible. Veamos una nueva variante, siempre a partir de la posición inicial: l. Rb6, Rb8 2. a5, Rc8 ! ? El rey negro ha abandonado la celosa custodia de « a8 » . Pero ¿pueden aprovecharlo las blancas? No, incluso realizando j ugadas que alej an al rey de su obj etivo, como ésta, nada aconsej able. Si 3 . a6, Rb8 , volvemos a las posiciones ya conocidas. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 7 6 5 4 3 2 Por ello las blancas intentan: 3. 4. 5. 6. Ra7, Rc7 Ra8, Rc8 a6, Rc7 a7, Rc8 6 5 4 3 2 He aquí la sorpresa. ¡ Es el rey del bando fuerte el que ha quedado ahogado en esta posición ! Naturalmente, la j ugada 6 de las blancas no era la única posible. Pueden obligar al rey negro a dej ar salir a su rey del rincón . . . 6. Ra7, Rc8 7. Rb6, Rb8 3 2 . . . pero entonces el rey negro vuelve a asumir el control de la casilla clave, y el resultado no cambia. 135 Rey y peón con tra rey RES U M E N : u n idad 7 O En los finales de rey y peón contra rey, lo primero que ha de hacerse es contar los tiempos para saber si el rey defensor llega a tiempo o no de detener el peón. • Este cál c u l o se fac i l ita m ed i ante la l l amada « reg l a d e l c u ad rado» : si el rey defe n sor está de ntro d e l c u ad rad o que fo r m a l a cas i l l a que o c u p a e l peón con l a d e coro n ac i ó n y l as cas i l l as l ate rales correspo n d i e ntes, alcanzará e l peó n ; si está f u e ra d e ese c u ad rad o, no lo alcanzará. O Si el rey de bando con ventaja se sitúa delante de su peón con una casilla entre ambos, ganará el final. • Pe ro si el peón se e n c u e nt ra en u n a de l as col u m n as de torre («a» o « h » ) , e l b a n d o d é b i l con seg u i rá e l e m pate s i e m p re q u e co n s i g a contro l a r con s u rey l a casi l l a d e coro n aci ó n . O Las posibilidades de empatar del bando defensor están vinculadas a la posesión de la ccoposición» . • La opos i c i ó n p u e d e perd e rse por l a o b l i g ac i ó n d e j u g a r (z u gzwang) . • C u a n d o dos reyes se e nfrentan a d i stan c i a y l as cas i l l as s i t u ad as e ntre am bos s u m a n un n ú m e ro par, gana l a opos i c i ó n e l bando q u e j u eg a . C u an d o e l n ú m e ro de cas i l l as es i m par, e l q u e j u e g a p i e rde l a opos i c i ó n . EJ E RC I C I OS Ejemplo 1 7 La seg u nda alternativa res u lta m ás atractiva: 1 . Rb2, Rg7 2 . Rc3, Rf6 3 . Rc4, R e 6 4 . RcS!, . . . (Cl aro que 4. d5?, . . . perm itiría a l negro e m p atar con 4 . . . , Rd6; lo cual i m p ide el paso del rey por del ante del peón) . Tras la correcta cuarta j ugada del b l anco la partida pod ría proseg u i r 4 . . . . , Rd7 5. RdS. Con e l l o no se ha alcanzado l a posición conocida como ganadora e n todos los casos (con l a excepci ón de l as col u m n as «a» y «h»), o sea, u n a cas i l l a entre el rey y su peó n , pero l a partida s e gana porq ue e l rey b l anco tiene l a oposició n . E l fi n de l as neg ras está ya cerca: 5 . . . . , Re7 6. Rc6, Rd8 7. Rd6, . . . y por fi n hemos alcanzado l a posición q u e prete n d íamos. E l peón b l anco coron ará sin re m i s ió n . Ejemplo 2 Trate de estab lecer el resu ltado de la partida en este seg u ndo ej em plo. . Juegan blancas Anal ice la posición del d i ag rama deten idamente y trate de averiguar: a) ¿ P u ed e el peón coronar s i m plemente avanzando? b) ¿ Logra el b l anco pasar delante de su peón con el rey y lograr así la posición ganadora q u e se conoce? Es evi dente q u e el peón no alcanza a coronar si em prende solo el viaj e : basta trazar me ntal mente el cuadrado para ve r q u e el rey negro está de ntro de éste. Veamos: 1 . d5, Rg7 2. d 6, Rf7 3. d7, Re7, y el peón acaba pereciendo. 5 4 3 2 a 5 4 3 2 g h e d e g h J uegan blancas Apare nte mente todos los factores j uegan en favor d e l as blancas. Su rey tiene u n a situación más avanzada y e l peón neg ro parece próx i m o a sucu m b i r. ¿ P u eden l as neg ras salvarlo? No, no es esta l a cuestión q u e debe plantearse, sino m ás bien ¿es la pérd i d a del peón u n a causa suficiente para sufri r la derrota? El turno de j uego para el p r i m e r j ugador es, en este caso, un i nconve n i e nte, puesto que e l rey negro tiene la oposición y e l l o le aseg u ra el em pate : 1 . Rc5, Rc7 2 . R x bS, Rb7! Con esta senci l l a «persecución» del rey, l as negras tienen un fác i l em pate. Vanos serán l os i nte ntos para log rar e l t r i u nfo : 3. Res, Rc7 4. b5, Rb7 5. b6, Rb8! 6. Rc6, Rc8 (En e l momento j u sto, de n u evo l a oposición) 7. b7+ , Rb8 8 . Rb6, . . . Tablas. E J E R C I C I OS 7 Problema 1 Problema 2 E n n u estro primer problema debe averiguar si el bando que j u ega, e n este caso el bl anco, está e n co n d i c i o nes de forzar la victoria. ¿ P ueden ganar l as blancas l a s i g u i ente posición? Razo ne la respu esta. Problema 3 a e d e g h J uegan blancas J uegan blancas Juegan blancas To m e en cue nta los s i g u i e ntes facto res : a) Am bos peo nes están a l a m isma d i stancia de la cas i l l a de coro n ació n , pues a u n q u e el peón blanco está u n cuadro más avanzado, el negro p u ede avanzar dos pasos. E l p e ó n negro, s i n em bargo, l l ega a l a octava fila dando j aq u e con l a dama coronada. b) Los dos reyes están fuera de los respectivos cuadrados, de modo que l a coro n ación de los peones es i nevitable. Los reyes están alej ados y e nfre ntados. Contando l as cas i l l as q u e hay entre am bos, ve mos que son c u atro ; de acuerdo con la reg l a conocida, e l b l anco al j u gar gan ará l a oposición . Pero ¿ p roporciona eso l a victoria si el negro j u ega correctamente? La situación del rey y el peón blancos proporciona en este caso u n e l e m e nto d e refl�ión ad i c i o n al . Anal ice la posición y trate de averiguar si el f i n al es tab l as o gana u n o de los bandos; y, s i es as í, c u á l e s el proced i m i e nto para obtener la victoria. E l t i e m po, u n a vez más, puede te ner u na i m portancia fundamental e n el dese n l ace ; y e l lector hará b i e n en te ner prese nte la conocida máxi m a de q u e «q u i e n golpea p r i m ero, golpea dos veces» . Es obvio q u e nada puede i m ped i r q u e aparezcan e n el tab lero u n a dama por bando, pero ¿es ello suficie nte para q ue l as negras resu e lvan l a partida c o n u n as tab l as? Anote la vari ante princi pal . E J E RC I C I OS 7 Problema 4 N o todas l as j u gadas de rey conducen a u n mismo resu ltado. E n u n a posición ganada, u n movi m i e nto erróneo con el mon arca p uede, i n cl uso, l l evar a l a de rrota . 2 8 ¿Q ué es lo q u e ha cambiado? La d iferencia la debe e n contrar el lecto r para dar con la so l u c i ó n del prob l e m a , o sea, para averiguar cuál será el resu ltado de l a l u c h a tras el mejor j u ego por ambas partes. ¿Sería el mismo el resu ltado si les correspondi era j u gar a l as neg ras? 7 Problema 7 6 J u egan negras 5 4 3 2 a b e d e Juegan blancas ¿C uál será el res u l tado de esta posición con un j uego correcto por am bas partes? Trate el lector de e nco ntrar l a m ejor fo rma de j u gar por am bos bandos. No olvide que e l primer mov i m i e nto es m u y i m portante para defi n i r la l ucha. Problema 5 Q u é duda cabe de q u e las blancas pers i g u e n la victoria e i nte ntarán la capt u ra d e l ú n i co peó n negro. La amenaza sobre el m ismo es m uy pod erosa, y tal vez el bando b l anco logre el obj etivo de capt u rarlo. Pero aun así la victoria no está c l ara. ¿C uál es l a mejor manera para las neg ras de proseg u i r? Esta posición es u n notable estudio del g ran j u g ador y com positor de pro b l e m as checos lovaco R i cardo Ret i . 8 7 5 4 Problema 6 La posición del d i ag rama tiene, en apari encia, u n a g ran s i m i l itud con la del p rob l e m a anterior, pero en rea l i d ad es totalme nte d isti nta. E n u n o de los eje m p los h e mos analizado una posición m u y s i m i lar a l a q u e ofrece el d i ag rama. 3 2 a b e d e g J uegan blancas Todos los i n d icios apu ntan a q u e l as blancas están perd i d as, pero el f i n al es tab las. Encuentre la forma de lograr el empate aparente m e nte i m posible. E n la sol u c i ó n se com b i nan la amenaza de e ntrar e n el cuad rado con l a de apoyar el propio peón pasado. Obviame nte, el j u ego b l anco debe ser m u y p reciso. Juegan blancas 139 SO LU C I O N ES 7 Solución 1 Solución 4 Solución 6 Las blancas ganan porq u e la coro n ación d e su dama contro l a la coronación d e la d a m a e n e m iga: 1 . a 4 , hS 2 . as, h4 3. a6, h3 4. a7, h2 S. a8 = 0, h1 = D + 6. D x h1 !, y el resto es fáci l . La posición está ganada por l as b l an cas ; pero el p roced i m i e nto encierra u n a sutileza. La apare nte j u gada 1 . Rg7 no sólo n o gana, s i n o que p i e rd e : 1 . Rg7, Re6; 2 . Rh6, R x f6 3. R h 5, Rf5 y las negras ganan porq u e c o n e l rey propio i m pi d e n q u e el adve rsario obstac u l ice e l avance del peó n . L o correcto e s em pezar con 1 . Rg8!, . . . La d iferencia fundamental estriba en q u e el peón negro está en la tercera fila, y en ese caso, y sólo e n ese, poco i m porta q u e e l negro logre la oposición : 1 . Re6, Rg7 2. Re7, Rg8 3. R x f6, Rf8 4. Rg6, Rg8 S. f6, Rf8 6. f7, Re7 7. Rg7, . . . ; coronando l a dama e n l a s i g u i e nte movida. N o cam bia e l res u ltado que e l negro m u eva primero, p u es l a capt u ra del peón e s i rremed iable : 1 . . . . , Rf7 2 . Rd6, Rg7 3. Re7, Rg8 4. R x f6, . . . ; etc. Solución 2 Las b lancas ganan si l as negras j u egan m a l : 1 . Rc4, Re?? 2 . Rc5, Rb7 3 . Rb5, Re? 4 . Ra6, . . . ; y se co n s i g u e u n a victoria fáci l . S i n e m bargo, · 1 as neg ras cons i g u e n e ntab lar rec u perando l a oposici ó n : 1 . Rc4, Rb8!! 2 . Res, Rc7 3. bS, Rb7 4. b6, Rb8! S. Rc6, Rc8; y son tab las. Sol ución 7 Solución 3 1 . c6, g3 2 . c7, g2 3. c8 = D, g 1 = D. Con las damas en e l tabl e ro l a posición parece tab l as, pero al estar el rey en la banda . . . 4. Dh8 + , Rg4 S. Dg7 + !!, Rf3 6. O x g1 , . . . ; con u n a victoria m uy fác i l . Cuando se cal c u l a un final d e peones q u e coro n a n , es n ecesario seg u i r calc u l ando l o q u e sucederá u n a vez q u e las d a m as h ayan i rr u m p i d o e n el tab lero, porq u e pueden p rod u c i rse situaciones como ésta. a b e d e g h Tanto si se pros i g u e con 1 . . . . , Re8 2 . Rg7, Rd7 3. R x f7, Rd8 4. Rg7, ... ; como con 1 . . . . , Re6 2 . Rg7, Rd6 3. R x f7, . . . ; l as bl ancas logran ve ncer. Solución 5 E l peón negro se perd e rá pero e l e m pate es fact i b l e ganando l a oposició n , lo cual se co n s i g u e con 1 . . . . , Rc6 2 . Re6, Rc7 3. R x dS, Rd7!! E l m ismo res ultado se conseg u ía con 1 . . , Re? 2 . R x d5, Rd7. . . La posición parece ganada fác i l mente por el negro : e l peón negro está fuera d e l cuadrado del rey bl anco, m i e ntras que el rey negro captu rará fác i l m e nte el peón adversario. S i n em bargo, sobre el espacio geométrico d e l tablero n o rige e l principio matem ático q u e d ice q u e la d istancia m á s corta entre dos p u ntos es la recta, y por esa razó n el b l anco l l ega a capt u rar el peón adve rsario o, en su defecto, a p romocionar el propio: 1 . Rg7, h4 2 . Rf6, h3 3. Re6!, h2 4. c7, Rb7 S. Rd7, . . . ; y como los dos peones se transforman en dama, l a partida es tab l as. Otra variante pos i b l e es 2 . . . . , Rb6 3. ReS!!, . . . Amenazando apoyar n u evame nte el peón con R d 6 ; 3. . . . , R x c6 4. Rf4, . . . , y el rey ha logrado e ntrar en e l cuad rado. S i h a h a l l ad o la sol ución , ¡ ¡ en horab u e n a ! ! 8 U N I DAD Una vez realizado el despliegue básico d e las piezas en la apertura, el j ugador de aj edrez se enfrenta normalmente a situaciones cambiantes , llenas de posibilidades recíprocas muy diversas . Es necesario establecer un orden en ese laberinto de alternativas : establecer la planificación del futuro de la p artida. D Después de la apertura D Partidas famosas D Ejercicios D Soluciones • J u g ad as co n o bj etivo • Peo n es d é b i l e s • Deb i l i d ad d e l p e ó n y ataq u e al rey • P l an e s d efe n s i vos • E l «fuego s i c i l i ano» . Z u r i c h , 1 953 • Ej e m p l os y p ro b l e m as Después de la apertura En una partida de aj edrez, no todos los planes se centran en la consecución del mate. La mayor parte de las veces, las j ugadas tienen obj etivos mucho más modestos: amenazas sobre puntos débiles, lucha por casillas clave, etc. La maestría en alcanzar estos obj etivos parciales o estas etapas del camino, marca las diferencias y puede ir decantando el combate en favor del más hábil. Jugadas con objetivo Cuando la apertura ha finalizado, las piezas están ya en sus posi­ ciones « de combate» , el rey en una razonable seguridad y el centro del tablero en disputa, ¿cómo conviene seguir? Por ej emplo, ¿qué deberían hacer las blancas en la posición del diagrama? Posición de partida La situación parece equilibrada, si bien puede plantearse una ame­ naza concreta en la siguiente j ugada (l . Dh3 , amenazando dar mate en h7) . La amenaza de j aque no necesariamente es la mej br j ugada, pero ofrece una pista a considerar. Para establecer una línea de j uego y encontrar lo mej or existen, sin embargo, otras claves . La situación de las piezas y peones era muy significtiva en este caso. Las negras efectúan la réplica lógica: l . ... , g6 Defiende la amenaza de mate 2. Cg3, Db7 3. fS, Tf8-b8 Para colocar el alfil en f8 Ahora se advierte con claridad que las blancas tienen una posición superior. 142 a b e d e g h Después de la apertura La orientación del j uego venía ya definida, en este caso, desde la apertura. Las j ugadas iniciales de la partida fueron las siguientes: l. e4, es 2. d4, dS 3. es, es 4. c3, ... 6 5 4 Ambos bandos han construido una cadena de peones que orienta­ rá el desarrollo futuro de la partida. Las blancas atacarán en el flanco de rey, donde dominan más espacio, y las negras llevarán la inicia­ tiva en el flanco de dama . 3 a b e d e a b e d e a b e d e 9 h g h Por eso desde la posición de la j ugada cuarta el j uego ha evolucio­ nado atendiendo cada bando a sus propios obj etivos , centrados en la j ugada « f5 » para las blancas y en la j ugada «b4» para las ne­ gras . En la posición antes considerada se aprecia cómo ambos han dispuesto las piezas para llevar a cabo esos obj etivos . Cada j ugada d e la partida no debe considera rse aisladamente, sino en función de un plan general a medio o largo plazo trazado con anterioridad. La tónica de las siguientes j ugadas (tras l. Dh3 , g6 2. Cg3 , Db7 3 . f5 , Tf8-b8) sigue las ideas respectivas : 4. CgS, ... Nueva amenaza de mate 4. . .. , AxgS S. AxgS, Ca7 Las negras no han creado peligro de ningún tipo todavía, cosa que no se puede decir de las blancas . Excepto la torre blanca de «bl » , todas las figuras están en disposición d e atacar al rey negro y l a victoria está a pocos pasos. (. El plan de ataque prosigue con coherencia en las siguientes j ugadas: 6. fxg6, fxg6 7. Dh6, ... Para jugar 8. Af6 y luego Dg 7 + + .a 6 7 . ... , Dc8 Con la pretensión de replicar a 8. Af6 con Df8 , y las negras po­ drían defenderse. 2 143 Después de la apertura Pero las blancas disponen de un recurso drástico y decisivo. 8. Axg6, ... A m enaza Dxh 7 mate 8 . ... , hxg6 9. Dxg6 + , Rh8 10. Af6 + + El mate no ha caído del cielo, sino como consecuencia de seguir coherentemente el plan inicial, atacando donde se era más fuerte. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h No se hubiera producido el decisivo sacrificio del alfil si el bando blanco no hubiera apreciado con claridad que la disposición de los peones imponía desde el principio el obj etivo correcto de ataque. Los peones fo rman una estructura, parecida al armazón de u n edificio, que puede sugerir la m ejor ubicación de l a s piezas y los planes de ataque o defensa idóneos. Peones débi les La situación de los peones es una pista, por tanto, para bien o para mal, a la hora de trazar un plan . En el siguiente ej emplo hay un peón negro que va a ser difícil de defender. Posición de partida Se trata de apreciar cuál puede ser el peón débil en esta configura­ ción. La situación de un peón tiende a ser peor en la medida en que se encuentra bloqueado (con pocas posibilidades de moverse) y resul­ ta más vulnerable. En función de lo dicho, el más débil peón negro es el de d6, fácil de atacar. Las blancas así lo hacen. l. Cc4, Af8 Única defensa posible 6 5 4 3 La dama blanca amenazaba tomar el peón. Ahora puede volver a plantear esa amenaza con Tdl y serán ya tres las piezas blancas que confluyan en d6. 1 44 Después de la apertura Bastante peor hubiera sido comenzar con: l. Tdl, Ces 7 A tacando la dama 6 5 4 3 Como el caballo blanco de d2 y la torre de dl no refuerzan todavía el ataque de la dama blanca sobre el peón, no es posible j ugar Dxd6. a b e d e a b e d e a b e d e Mucho peor todavía es lo que sucedería después de: · 2. Dd5, Ae6 Mate a la dama La dama ha quedado acorralada en el centro del tablero. Esto suce­ de con alguna frecuencia. Ha sido aquí posible debido a que las blancas no atacaron el peón de forma directa ya en su primera j u­ gada. g h g h Como quedó dicho, la forma exacta era empezar con l . Cc4, Af8 2. Tdl , tras lo cual las negras pueden seguir con: 2. 3. 4. 5. ... , Cf6 Dxd6, Td8 Dxe7, Txdl + Axdl, Axe7 Y ahora el caballo ataca el peón blanco de e4 . Esta amenaza no es muy grave porque las blancas pueden defender el peón con 6. Ac2, o bien tomar el peón negro de e5 . f No obstante, la mej or j ugada blanca en el tercer movimiento, antes de tomar el peón negro de d6, es: 3. Aa3, ... Ataca de nuevo el peón, para escoger la captura del mismo con al­ fil, caballo o dama. Ha quedado de manifiesto que se trataba real­ mente de un peón muy débil; y también que las blancas han elegido el mej or orden de j ugadas. Aa3 no hubiera sido la mej or elección en la segunda j ugada, debido a la réplica 2 . . . . , Cc5 , una vez más . a b e d e f g h 145 Después de la apertura D espués de 3 . Aa3 , es preciso que las negras se resignen a perder su peón de d6 y empiecen a preocuparse de no perder también el de e5, que va a quedar débil a continuación. ¿Qué es un peón o casilla débil? Básicamente, el que no está de­ fendido por otros peones ni puede defenderse fácilmente. También es preciso que haya piezas contrarias dispuestas a atacarlo y sacar ventaj a de su debilidad . La casilla que no puede ser defendida por peones -y por pie­ zas sólo precariamente- se considera débil (fuerte para el otro bando). El peón situado en una casi lla débil será también débil, y en función de las posibilidades d e que las piezas contrarias lo ataqu en, su captura resultará más o menos fác il. Debi l i d ad de peón y ataq u e al rey La captura de un peón central , como el «d6» del ej emplo anterior, es un obj etivo muy considerable, que puede decidir por sí mismo la suerte de la partida. En el caso que sigue, la captura de un peón débil , suficientemente importante de por sí, va unida a la posibili­ dad de amenazar seriamente al rey negro. Observemos la posición siguiente: 8 Posición de partida 6 5 4 2 Las blancas atacan el peón negro de h7 con su dama y su caballo de g5; si no fuera por la dama negra, la captura Dxh7 sería mate. a b e d e a b e d e El plan de las blancas consistirá en llevar una torre a atacar el pun­ to h7 para ganar ese peón y crear la ocasión de dar mate: l. Tf3, ... Las blancas amenazan jugar 2. Th3 seguido de 3. Dxh7 + ; este plan coloca el rey negro en serios aprietos . 146 g h Después de fa apertura Las negras se apresuran a efectuar una maniobra defensiva consis­ tente en el cambio de damas . l . ... , Dg7 2. Th3, ... La torre blanca apoya a su dama. No importa demasiado que las negras se defiendan mediante el cambio igualado de damas, ya que el plan de amenazar mate con la torre se va a revelar muy fuerte. a b e d e a b e d e a b a b g h Las negras, en efecfo, buscan su salvación en el cambio de damas : 2. ... , Dxh6 3. Txh6, ... Y el peón de h7 ya no puede ser defendido. Las negras deciden apartar a su -rey, pero éste encontrará difícil elu­ dir las nuevas amenazas de las piezas blancas . 3 . ... , Rg8 4. Cxh7, Ce7 5. Cf6 + , ... Defiende el peón de g6 Las negras advierten que si cambian los caballos pierden otro peón: 5 . . . . , Cxf6 6. exf6, y el caballo de e7 , defensor del peón de g6, debe mover al verse atacado, lo cual permitirá 7 . Txg6 + . . De modo que optan por no plantear ese cambio, para ser ellas quie­ nes ataquen la torre blanca: S . ... , Rg7 6. Th7 + , Rf8 Única jugada Se aprecia que el caballo de e7 es ahora débil , atacado como está por la torre y solamente defendido por el rey. e d e g h 147 Después de la apertura Este tema permite urdir un nuevo plan, consistente en amenazar el caballo desde a3 con un alfil . 8 7 7. a4, ... 7 . ... , es 6 L ibera la casilla «a3 » para que la ocupe el alfil Obstruye la diagonal 5 8. Aa3, ... 3 Esta j ugada es muy fuerte a pesar de todo. Si las negras mueven ahora su peón de c5 , avanzando o capturando, seguirá 9 . Axe7 j aque mate. Por otra parte, el peón de c5 está atacado por el alfil. Por esa razón las negras deben defenderlo con otro peón, y entonces las blancas podrán crear nuevas amenazas, esta vez sobre una torre, con su otro alfil: 8 . ... , b6 9. Aa6, Tc7 10. as, ... 10 . ... , bxaS 2 a b e d e g a b e d e g h a b e d e g h 8 7 5 4 A leja el peón b6 de la defensa 3 2 Una j ugada forzada, porque 1 1 . Axc5 sería muy bueno para las blancas . La posición del bando negro es crítica; no dispone de planes razonables y menos aún de la posibilidad de crear algún peligro. La razón consiste en que partió de una situación ya muy desfavorable. Naturalmente, el haber dispuesto las piezas ya desde la apertura con coherencia y una cierta picardía o haberlas amontonado sin <lemasiado sentido no es independiente del hecho de disponer luego de planes que comporten algún peligro o meramente de planes defensivos (e incluso éstos precarios) y tener un j uego más que difícil, que es lo que les sucede a las negras. Desde el comienzo de la partida es preciso coordinar con precisión el desarrollo de las piezas y establecer estructuras armónicas y sin debilidades . Veamos l a continuación d e l a partida: 10 . ... , Cxf6 Finalmen te, hay que cambiar 8 11. exf6, Cg8 12. f7, Cf6 13. Th8 + , ... 7 5 4 Y ahora la torre irrumpe en campo enemigo. Las blancas ganan la torre indefensa de d 8 . En apariencia, 1 3 . . . . , Re7 podría ser una solución, pero 14. Txd8 , Rxd8 1 5 . f8 = D + , . . . sería peor aún p ara las negras que perder una torre. 148 3 2 Después de la apertura De este modo el ataque que la torre, el caballo y el peón blancos han desarrollado en el flanco de rey, con la colaboración de los dos alfiles y los peones de d4 y a5 desde el otro flanco, ha recogido el fruto de una ganancia decisiva de material . El plan era claramente armónico, ya que implicaba la colab oración ordenada de bastantes piezas con obj etivos comunes. Este tipo de planes debe preferirse a las «guerrillas » llevadas a cab o por unos poco « francotiradores » . Los planes e n los que colabora n l a mayor cantidad posible d e piezas y peones, d e fo rma armónica, para logra r objetivos co­ m u nes, son por regla general los m ás co rrectos. Las blancas no han conseguido dar j aque mate, pero eso no significa que su plan no fuera correcto. Para evitarlo, las negras han debido ceder ventaj as menores, pero sustanciales. El equilibrio se ha desnivelado en su contra. Veamos ahora un nuevo ej emplo, en el que elementos ya estudiados (control del centro, iniciativa, avance de peones) son cruciales en la elaboración de los principales planes. 8 Posición de partida Evidentemente el bando blanco controla el centro y ha de luchar por aumentar ese control , reforzar sus peones avanzados de d5 y e5 , y avanzarlos más o tal vez abrir paso a las piezas que los empuj an desde atrás . 3 2 a b e d e g h a b e d e g h El control del centro constituye un óptimo trampolín para el ataque en una de las alas (en especial aquella en la que está el rey contrario) . En este caso hay debilidades de peones negros en b6 y b7 sobre todo, por lo que el plan que las blancas conciben derivará en muchas ocasiones hacia el sector de dama, más que hacia el del rey. En primer lugar, las blancas consideran la posiblidad de ir directamente a por el peón de b6: l. Ae2, Ta6-a8 2. Dxb6, CxdS 7 6 3 La situación no es del todo convincente. Las blancas han cambiado su peón central de d5 por el débil peón de b6 y las perspectivas de ganar más peones no están suficientemente definidas . 2 149 PAR TIDA S El ccfuego siciliano» 11. Df3, bS 12. es, ... Partida j ugada en Zurich, 1953 Blancas: Negras: Y. Averbakh M. Taimánov l. e4, es Esta popular j ugada, conoci­ da con el nombre de defensa siciliana, se practica muchísi­ mo, especialmente desde me­ diados de siglo. Varios gran­ des maestros soviéticos, entre ellos Mark Taimánov, han he­ cho aportaciones muy valio­ sas a su estudio y análisis. La idea es cambiar el peón «C» por el peón central blanco de la columna «d», cediendo en general espacio, pero con bue­ nas posibilidades de contra­ golpe. 2. Cf3, Cc6 3. d4, cxd4 4. Cxd4, Cf6 S. Cc3, d6 6. Ac4, e6 7. 0-0, a6 8. Ae3, Dc7 9. Ab3, ... Una sana precaución, por ha­ berse colocado la dama negra en la columna «C» . El desa­ rrollo básico de las piezas blancas está ya ultimado. Las negras, por su parte, adoptan un dispositivo conocido como «erizo» , por la coraza de púas (figurada) que recubre su po­ sición. 1 50 9 . ... , Ae7 10. f4, ... a 4 3 b e d e g e d e g h Jugada posible debido al ata­ que descubierto de la dama blanca sobre la torre negra de a8 . Las negras, de algún modo, «j uegan con fuego» al permitir un ataque blanco que 'creen poder defender adecuadamente. 5 a b h La j ugada blanca indica el propósito de agresión central . Los peones de e4 y f4 están preparados para avanzar un paso más en cualquier mo­ mento, incluso sacrificándo­ se, si es preciso, para abrir brecha contra el rey negro. 10 . ... , CaS Con intención de cambiar el peligroso alfil blanco. No obstante, tiene el inconvenien­ te de costar tiempo y retrasar el enroque. 12 . 13. 14. lS. ... , Ab7 Dg3, dxeS fxeS, ChS Dh3, ... Las blancas podían ganar pie­ za atacando f7 con 1 5 . Df2 y, en caso de 1 5 . . . . , 0-0, 1 6 . g4 . . . ; tal vez pensaron que en­ tonces las negras j ugarían 1 6 . . . . , Dxe5 y l a « aireación» del rey blanco podía implicar pe­ ligros que compensaran la pieza. Averbakh no desea ser atacado con pieza de más, ¡ sino atacar con pieza de menos! lS . ... , DxeS 16. Axe6! , ... 1 ' FA MO SA S El Torneo de Zurich 1 953 con superioridad de posición y dos peones; la resistencia será inútil . a e d e g h Antes de que el negro enro­ que, se trata de abatir sus ba­ luartes defensivos. 16 . ... , fxe6 17. Cxe6, Ac8 Ahora las blancas recupera­ rán la pieza quedando con peones de más . 18. 19. 20. 21. 22. DxhS + , DxhS Cxg7 + , Rd7 CxhS, Cc4 Ad4, Tg8 CdS, ... 22 . 23. 24. 25. 26. 27. 28. Protege indirectamente el peón de c2 . En efecto, si 2 8 . . . . , Cxc2, seguiría 29. Tc5 + , . . . , y al retirarse el rey, 30. Txc2 . 28 . 29. 30. 31. 32. 33. 34. ... , CbS Ae3, Cc3 Cf8, Tg7 Tf6 + , Rc7 Ah6, Tg4 Te7 + , Rd8 Th7, ... a a e d e g h Amenaza ir a f6, con ataque doble sobre la torre y el rey negro. El bello sacrificio de pieza ha dej ado a las blancas ... , TgS Ch5-f6 + , Axf6 Cxf6 + , Rc6 Cxh7, Tg6 Tal-el, b4 b3, Ca3 Tes, ... b e d e g h Ya todo está preparado para dar mate. 34 . ... , Tb8 35. Ce6 + , Axe6 36. Tf8 + + Jaque mate. La partida Averbakh- Taimánov de 1953 se jugó en el torneo de Candidatos al título mundial de Zurich, el cual enfrentó a doble vuelta a quince jugadores, con un total de treinta rondas. Este maratoniano torneo era el últi­ mo paso de la serie de compe­ ticiones previas al campeonato del mundo individual, iniciadas con los campeonatos naciona­ les de todas las federaciones afiliadas a la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez). Cada tres años (desde 1949) la si­ guiente fase del campeonato del mundo individual reúne en los torneos «zonales» a los me­ jores jugadores de las distintas zonas geográficas. Más tarde vienen los torneos ínter-zonas o interzonales, que agrupan a los vencedores en los torneos zonales previos, y tienen ya un fortísimo nivel. Por fin se cele­ bra el torneo de Candidatos, en el que participan los primeros clasificados de las cribas de los dos años anteriores. El ven­ cedor se enfrenta al campeón en el match por el título. En Zurich 1953, nueve soviéti­ cos se situaron entre las once primeras plazas. Tan sólo el nor­ teamericano Reshevsky (4.º) y el argentino Najdorf (7.0) se in­ tercalaron entre los soviéticos Smyslov (1 .0), Bronstein (2.º), Keres (3.0), Petrosian (5.º), Ge1/er (6.º), Kotov (8.0), Taimánov (9.º), Averbakh (10.º) y Boles­ lavsky (1 1 .0). Vassily Smyslov ganó por primera vez el dere­ cho a disputar el título frente a otro ruso, Mijaíl Botvinnik. El match había de finalizar empa­ tado a 12 puntos y, según las reglas, Botvinnik retuvo el título. 151 Después de la apertura Es preciso elaborar otro plan: reforzar la situación del peón de d5 con una torre en dl para tratar de ganar alguno de los peones ne­ gros de la columna «b» sin perder el peón del centro. Además, la torre colocada en « d l » quedará en la misma columna que la dama negra, con lo que tal vez pueda atacarla más adelante. l. Tfl-dl, Cxd5 8 7 3 Las negras se deciden a cambiar en « d 5 » antes de que las blancas efectúen la j ugada que proyectaban: Ae2 seguida de Axa6 o bien, si la torre mueve, de Dxb 6 . 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e a b e d e g h Tras e l cambio d e caballo, las blancas seguirán su plan . 7 2. Cxd5, exd5 3. Ae2, Ta6-a8 6 Retira la torre atacada 4. Dxb6, ... 3 La situación de la torre en dl ha permitido posponer la recaptura en d5 hasta más tarde, y dedicarse en primer lugar a los peones de la columna «b» . 2 Ahora se amenaza Tc7, y hay grandes posibilidades de ganar el peón de b7 y el de d 5 , para no hablar del de a5 . Todos estos peones pue­ den ser considerados débiles, y crear tantas debilidades es un éxito de las blancas, que demuestra que han seguido un plan correcto des­ de la misma apertura. 4. . .. , Tf8-c8 5. Af3, ... Evita Tc7, q u e atacaría la dama Vuelve a por el peón de d5 5 . ... , Dd8 6. DJb7, ... Las blancas comienzan a recoger los frutos de su plan . Los peones del ala de dama han caído, y es el momento de llevar de nuevo las operaciones al centro. 6 . ... , Tc8-b8 El peón de d5 n o podía ser defendido 7. Dxd5, Dxd5 8. Axd5, Ta7 9. Tc6, Rf8 8 6 3 Ahora, tras 1 0 . Txg6, las negras podrían contestar 10 . . . . , fxg6 sin descubrir su rey ante el alfil de d5 , como sucedía cuando aquél estaba en g 8 . 152 2 Después de la apertura De todas maneras, los problemas de las negras no han acabado. Tienen ya dos peones menos y las blancas plantean atacar esta vez los peones del flanco del rey: 8 7 6 10. e6, ... Esto permitirá tomar el peón de f7 , y probablemente el de g6. El dominio del centro vira ahora hacia el flanco de rey como antes lo hizo hacia el de dama. Pero no es preciso seguir el curso de la partida . Las blancas poseen ventaj a suficiente para garantizar la victoria. 5 3 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h A partir de la posición de partida, podría considerarse otra j ugada negra de cierto interés . Las blancas, como sabemos, movieron l . Tfl-dl . Las negras podían haber replicado (en vez de l . . . . , Cxd5) con: l . ... , Td8 Amenazando de nuevo el peón de d5 . Pero la presencia de la torre blanca en dl hará notar ahora sus efectos. Las blancas derivan inmediatamente hacia el flanco de dama: 2. Ae2, Ta6-a8 3. Dxb6, CxdS Ahora la maniobra blanca tiene más valor del que tenía sin la torre de dl . El motivo es que, tras 4 . Cxd5 , las negras no pueden recap­ turar centralizando su dama ya que, a 4 . . . . , Dxd5 , sigue 5 . Txd5 , y la ganancia blanca de material es neta. Las acciones prosiguen en el centro, el territorio crucial . 4. CxdS, exdS 5. Af3, ... , El alfil se dispone a retomar el peón de d5 . En caso de que éste mueva, tomará el de b 7 . La ganancia de material por parte de las blancas está asegurada. Otra fuerte j ugada que las blancas hubieran podido hacer ahora, o que harán más tarde, es Tc7 , amenazando dama y peón. 153 Después de la apertura Planes defensivos Se debe tener presente que ni siquiera con un j uego perfecto será posible siempre llevar a cabo planes de ataque al rey o a otras pie­ zas . Evidentemente no basta sólo con desearlo, sino que es preciso que la situación resultante de la apertura lo permita. En la posición del diagrama, por ej emplo, derivada de un análisis de la teoría de aperturas, el bando atacante es el blanco, pero son las negras las que tienen una posición preferible. Posición de partida Las blancas, para poder atacar, han sacrificado un caballo. Así han conseguido la iniciativa, pero ante una defensa correcta ésta no lle­ va necesariamente a la victoria. a b e d e a b e d e a b e d e g h g h Las negras se esforzarán por cambiar piezas, mej orar la posición de su rey, y hacer valer más adelante su caballo de ventaj a (contra un peón) . No conviene menospreciar los planes defensivos . Si hay, como en este caso, compensación material suficiente, es frecuente que el futuro sea más risueño para el defensor que para el atacante. En la posición considerada, las blancas no logran amenazas sufi­ cientemente fuertes . Empiezan por colocar su torre en f7 para ata­ car un alfil negro, pero esto es eficazmente contrarrestado: l. Tf7, De8 Ahora, si la torre toma el alfil de g7 , la dama negra captura la blanca. Naturalmente, el blanco opta por otra j ugada: 2. Ae3, ... Desarrollando una pieza 2 . ... , Rd8 3. Cd2, Cd7 4. Df3, ... Ahora la torre de f7 sí amenaza el afil de g7 , porque las damas ya no está en la misma diagonal . 154 Después de la apertura Pero las negras disponen de recursos defensivos suficientes. 4 . ... , Tg8 También era posible . . . , Tf8 , con la amenaza de tomar la dama si las blancas j uegan Txg7 . Tras esa j ugada, las blancas hubieran res­ pondido posiblemente 5. Tfl , . . . , que seguramente es lo mej or tam­ bién contra 4 . . . . , Tg8 . Las blancas disponen de cierta presión, pero ésta no compensa el caballo. a e d e g e d e 9 e d e 9 b h Veamos otro ej emplo de regrupamiento defensivo, a cargo de un j ugador que fue campeón del mundo nada menos que durante 27 años: Posición de partida Sería un exceso de optimismo definir la situación negra como con­ fo rtable. Las blancas colocarán sus dos torres y su dama en la co­ lumna f y presionarán el enroque negro. Pero Emmanuel Lasker, que j ugaba con negras, inició un regrupa­ miento que colocó cada pieza en el lugar idóneo con vistas a la de­ fensa más eficaz y también de cara al futuro ataque: l . ... , Ae7 2. Tal-Jl, Tf8 3. Dd3, Ae8 4. Dg3, Dd8 Se aprecia algo curiosísimo. Las piezas negras se dej an sitio unas a otras (el alfil a la torre, ésta al otro alfil) para ocupar casillas idó­ neas, evitando las amenazas blan�as y manteniendo el control. a b h La posición negra no parece impresionante, pero es tremendamen­ te sólida, dentro del escaso espacio disponible. 5. Cdl, Cd7 6 5 4 2 El caballo dej a paso al peón y aumenta el control de e5 . De hecho, esa es una de las claves de la posición . a b h 155 Después de la apertura Si se examina la situación en el centro, se aprecia que las blancas no pueden avanzar fácilmente el peón de e4 a e5 , porque el control negro es sólido. Ello demuestra que, pese a que las negras han debi­ do ceder espacio, no tienen ninguna desventaj a irremediable en su contra. 6. Ce3, AgS El alfil mueve de nuevo, atacando la torre blanca con ganancia de tiempo. Luego, si fuera necesario, podrá cambiarse por el caballo blanco de e3 antes de que éste se vuelva peligroso. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h La torre blanca retrocede una casilla. 7. Tf4-f3, f6 A um en ta el control del centro y da paso al alfil 8. Df2, ... Y ahora ocurre algo sorprenden te 8 . ... , hS Naturalmente, antes de realizar este avance Lasker tuvo que consi­ derar la debilidad que crea en la posición de su rey. Pero al tener sus piezas adecuadamente dispuestas para defenderlo, el avance de los peones protectores del rey es un luj o que las negras pueden per­ mitirse. Una de las ideas de 8 . . . . , h5 es evitar el salto del caballo de h2 a g4, manteniéndolo fuera de j uego (las blancas debían haber efec­ tuado ese salto antes) . 9. Tg3, h4 La torre blanca tiene problemas insolubles 10. Tg4, AhS Las negras ganan material . El ataque blanco se estrelló contra un b aluarte y, para postre, la torre quedó copada. Como no hay ninguna compensación esencialmente adecuada por la pérdida de material, la situación negra se vuelve muy ventaj osa y, en efecto, Lasker ganó ya fácilmente la partida. Triunfo, por tan­ to, del correcto plan defensivo. La anterior partida está repleta de enseñanzas útiles. Tal vez la principal sea que el bando atacante no tiene necesariamente por qué estar mej or. El j uego defensivo exige en general buenos nervios y cabeza fría, pero sus réditos en el terreno deportivo pueden ser muy elevados . No sólo Lasker, sino otros grandes campeones como el armenio Tigran Petrosian, han llegado a las más altas cimas del aj e­ drez gracias a su habilidad defensiva. El principiante hará bien en no desmoralizarse rápidamente si se ve sometido a violentos ataques. 156 EJERC I C I OS Ejemplo 1 Vamos a estudiar en p r i m e r l ugar los elementos lóg icos q u e com porta l a el aboración d e u n peq ueño p l a n ofensivo. a b e d e g h 8 la dama c o n otra fi g u ra , la torre, y para e l l o necesitan col u m n as abiertas. La col u m n a «g» proporcion ará una vía de penetración idónea. As í, tras el conj u nto d e j ugad as 1 . . . . , gxf6 2 . . . . , Rh8 y 3 . . . . , Tg8, l as blancas, cualesq u i era q u e sean sus movidas, no tienen u n a sol ución efectiva para evitar q u e s u rey reci ba m ate. A l o s u m o deben conform arse con sacrificar una pieza para prorrogm l a ago n � : 2 . Dc� Rh8 3. Af4, Dxf4. q u e i n d ica hacia d ó n d e deben apu ntarse las piezas y a q u é cuad ros s e h a n d e d i ri g i r para q u e desarro l l e n su m áx i m a actividad . E s d e s u m a i m portancia, p o r tal razó n , saber identificarlos. Ej ercite esta facultad en la s i g u i e nte posición . 8 7 J u eg a n neg ras · Al estud iar con d ete n i m ie nto la posi ción , se puede fác i l m e nte co ncl u i r q u e la princi pal d e b i l idad de las blancas es la situación d e su rey, ya que la formación d e peones q u e lo protege está i ncom pleta. Ahora b i e n : sólo l a dama amenaza el e n roque, l o cual es a todas l u ces i nsuficiente para e m prender acciones q u e preocu pen . El plan idóneo debe fac i l itar la i ncorporación al ataq ue de otras piezas y ade m ás, como es lógico, no h a d e olvidarse de la capt u ra del Cf6 blanco. La conti n u ación apropiada es 1 . . . . , gxf6! Pero ¿ por q u é debi l itar g rat u i tamente la estruct u ra d e peones si e l l o no es necesario? ¿Acaso no s e pod ía captu rar el caballo con cualqu i era de las otras pi ezas? Efectivame nte así es, pero l a j u gada se i ncl uye en el p l a n d e ataq ue trazado. Las negras pretenden apoyar la ofens iva d e 6 a 5 4 a b e d e g h E l. futuro de l as blancas en esta partida, dada su i nferioridad m aterial , es poco halagüeño. Eje mplo 2 Como ya hemos i n d i cado a lo largo d e esta u n i d ad , se l laman peones d é b i l es los q ue no pueden ser proteg idos por otros peo nes. Análogame nte se l l aman cas i l l as d é b i l es aq u e l l as e n q u e se puede i n stalar u n a pieza s i n te mor a q u e l a d esaloj e u n peón e n e m i go. E l conoc i m i e nto d e u nos y otras es m uy i m portante de cara a la e l aboración d e un plan , pu esto b e d e g h Po r lo q u e respecta a l as blancas, los peones q u e m ás fác i l m e nte pueden sufri r u n ataq ue son d4 y b4, por ej e m plo con las j ugadas Td8 o Tb8, co m b i n adas con Cb5 o Cd5. Las cas i l l as en que pueden hacerse fuertes, en cam b i o, son f5, trasladando cual q u ie ra d e l o s cabal los all í, o b i e n d6 o b6, a donde puede desplazarse e l cabal lo d e e 3 med iante e l salto i ntermed io Cc4. Las neg ras deben te n e r c u i d ado con sus peones c6 y a6, q ue carecen del apoyo d e otros peones. En cam b i o son p u ntos m uy i m portantes para i n stalar las piezas l as cas i l las d5 y b5, fundamental mente l a p r i mera, ya q ue es u n excele nte cuad ro centra l . Este peq u e ñ o análisis si rve de g u ía para trazar e l fut u ro p l a n a seg u i r, tanto por parte del bando b l anco como del negro. 157 E J E RC I C I OS 8 . Problema 2 P roblema 1 Problema 3 Le corresponde elaborar ahora u n plan de ataq ue sobre el rey negro, ya q u e el turno de j uego corresponde a l as b l ancas. 8 6 5 8 7 3 2 5 a b e d e g h 4 3 J u eg a n b l a n cas Antes de pensar en u n a cont i n uación adecuada, identifi q u e los peones y cas i l l as d é b i l es de l as neg ras (cas i l l as fuertes bajo el p u nto de vista de l as b l an cas) . Dete r m i n e cuál o c u áles de d i c hos peones p u eden ser más fáci l m e nte sometidos a presió n . Señale, de e ntre l as j u g adas que a conti n u ación se detal l an , cuáles considera m ás lógicas después d e l análisis rea l i zado con anterioridad : a) 1 . g4; b) 1 . Ce5 ; c) 1 . Cd2; d) 1 . Te1 ; e) 1 . Tcd 1 ; f) 1 . b4. a b e d e g h J u eg a n blancas Al i g u al q u e en el Eje m p l o 1 , nos encontramos ante u n a posición e n l a q u e l a p r i n c i pal debi l id ad del bando negro es l a i nsegu ridad de su rey. L a causa es tam bién que el esc udo p rotecto r del e n roq ue h a q uedado seriamente dañado por las escaramuzas anteriores de l a partida. La dama sol a no p u ede cond ucir el ataq u e de manera p e l i g rosa, y n ecesita la colaboración de otras piezas. El plan correcto h a de procu rar a la dama el apoyo q u e ésta p recisa. ¿Qué conj u nto de j ug ad as considera el m ás apropiado para l l evar a cabo esa e m p resa? Identificar l os p u ntos d é b i l es d e l adversario e s , c o m o se h a ven ido repitiendo a l o l argo de l a u n i d ad , e l paso p revio y e l h i l o co nductor de todos los futuros proyectos e n l a partida. Tanto es así q u e e n ciertos casos puede con d u c i r a l a obtención de u n a ventaj a tang i b le, e i n c l uso al tri u nfo i n mediato. E n otros casos es s i m p l e m e nte un paso i ntermedio para m ejorar l a posición de l as piezas pro p i as o alcanzar u n objetivo posi cional . E n el prese nte ej ercicio, este análisis conduce a logros m ateriales m í n i mos pero suficientes para pensar e n adj u d icarse e n el fut u ro e l triu nfo. 8 6 5 4 2 a b e e g J u egan blancas Identifiq ue l a pri n c i pal debi l i dad de l as negras y trace un plan para someterla a presión . P i e nse en la u b i cación ó pt i m a de l as piezas. EJ E RC I C I OS Problema 4 8 Problema 6 Problema 5 N o se trata e n este ej e rcicio de e l aborar u n plan ganador o que conduzcaa u n a su perioridad m aterial notab le, s i n o d e e l i m i nar debi l i d ades para sustrae r al adversario un motivo de ataq ue. 8 7 6 8 6 5 4 3 2 2 8 a b e d e g h a 6 b e d e g h 5 J u egan b l a n cas Al i g ual q u e en el ejercicio anterior, es preciso desc u b r i r e n primer l ugar cuál e s l a flaq u eza fundamental de l as negras, y trazar u n p l an lógico y consiste nte para material izar l a ventaj a q ue, s i n d u d a , posee n l as blancas. Juegan blancas 4 3 a b e d e g h J u egan neg ras Existe u n peón de este bando que carece de l a p rotección de sus compañeros: e l situad o e n «d6» . ¿ Es por e l l o u n a d e b i l idad? N o , a m e n os q u e pueda atacarse o b i e n ofrezca la pos i b i l idad de ser cam b i ado. Con ayuda de estas pautas e n c u e ntre el movi m i e nto adec uado, q u e i m pide a l as b l an cas conso l i dar u n a cierta ventaja y trazar un plan contra l a debil idad de la posición negra. S i j ug aran l as blancas, ¿cuál cree q u e sería e l m ejor movi m i e nto? La lógica es la princi pal arma del j ugador de aj edrez. Uti l ícela para descubrir l a conti n uación precisa. ¿C uál es e l p u nto m ás frág i l de l a estruct u ra d e peones negros? Po r l o q u e s e ha estudiado e n esta u n idad , e s fác i l constatar q u e «C6» es el peón q u e más d ificu ltades ofrece para ser defe n d ido por l as neg ras. ¿ Debemos, p u es, atacarl o? ¿Cómo? Es obvio q u e no hay u n cam i no fác i l para q u e e l rey s e arprox i m e, pero existe otra pieza q u e sí puede hacerlo . . . SO LUCION ES Solución 1 Las debil idades del negro son los peones «e6» y «C6» , pero al estar el pri me ro e n u n a col u m n a abierta resu lta m u c h o m ás fác i l d e atacar. E l cabal lo negro d efi ende d i c h a cas i l l a , y ade m ás i m pide q u e el alfil lo ataq u e con Ab3. Por tanto l a man iobra correcta e s . 1 . b4, Cb7 2. Ab3, Af6 3. Tfe1 , . . . ; etc. 8 Solución 3 Solución 5 ¿Qu é p u nto carece del apoyo de otros peones? S i n d u d a , «C6» es l a respuesta. Las s i g u ie ntes j ugadas blancas deben estar dest i n ad as a p resionarlo: 1 . Af3, Ce7 2 . Tc1 , Tc8 3. CaS, . . . (O bien 3. Cd4) . E n cualq uier caso la captu ra del peón es i n evitable. E l m ejor plan d efe nsivo de las negras es e l i m i n ar su d e b i l i d ad ; y p ueden conseg u i rlo con u n a sola j ugada: 1 . . . . , d S. 8 7 Solución 2 6 Para cont i n uar el ataq u e l a dama n ecesita la ayuda de u n a de l as torres. L a conti n u ac i ó n i n d icada es 1 . Tf3! , . . . (Se amenaza 2 . Tg3 + , R h 8 3. Dg7+ + ) 1 . . . . , Rh8 2. Th3!, . . . , para conti n uar con 3. Dxh7 + + . b e d e ¿ Desde q u é cas i l l a puede ser atacada l a d e b i l i d ad negra m ás i m po rtante, es decir, «C6»? U n rápido análisis revel a q u e e l alfi l bl anco puede h acerlo desde l a cas i l l a «a4» . ¿Cómo l l egar h asta e l l a? El plan correcto es 1 . Af3, , para proseg u i r con 2. Ad 1 , 3. Aa4 y 4. Axc6. El alfi l negro, al c i rc u l ar por cas i l l as negras, n o p u ede defender s u peó n , y tampoco el rey l lega a t i e m po de h acerlo. • • • 4 3 2 a b e d e g h Solución 4 a Solución 6 E l peón «g5» d e l as neg ras n o t i e n e apoyo suficiente : 1 . Tg3!!, Tg8. Y ahora, aprovechando q u e el peón no puede ser defend ido con t0tra p i eza, avanzamos el rey bl anco para pos i b i l itar su capt u ra : 2. Rd3, Rb8 3. Re4, Rc8 4. RfS, Rd7 5. TxgS, . . . El plan d e l as blancas h a c u l m i n ad o con éxito. 8 5 4 3 2 a b e d e g h 9 U N I DAD En la b atalla que s o stienen las piezas blancas y las negras s obre el tablero de aj edrez, se establecen relaciones de equilibrio precario o de predominio, que pueden variar con las diferentes maniobras y capturas de material , en especial en el caso de los cambios iguales o desiguales de piezas , y de los s acrificios . D El balance de material • Los cam b i os de m ate r i a l : conve n i e ntes e i n conve n i e ntes • Los ca m b ios h eterog é n eos • Los sac r i f i c ios D Resumen D Partidas famosas D Ejercicios D Soluciones • U n i d ades 8 y 9 • Cast i g o s u m arís i m o Lo nd res, 1870 • Ej e m p l os y p ro b l e m as El balance de material Al comienzo del Curso se estableció ya el valor relativo de cada pieza (peón un punto, caballo o alfil tres, torre cinco, dama diez, tenien­ do el rey un valor infinito) . Aunque estos valores son meramente indicativos, resultan fiables en el 95 % de los casos. Por un lado, el j ugador necesita tenerlos en cuenta para saber si una serie de cap­ turas sucesivas por parte de ambos bandos favorece o no a sus inte­ reses; por otro lado, estos valores no han de prevalecer sobre los superiores intereses de la partida (especialmente la seguridad del rey), que pueden llegar a convertirlos en un cálculo absolutamente inú­ til . En ocasiones el espíritu triunfa sobre la materia, lo cual reviste al aj edrez de una belleza especial . Los cambios de material : convenientes e i nconven i entes Si se observa la situación del diagrama, se puede apreciar que las blancas, a quienes les corresponde el turno de j uego, tienen la oca­ sión de entrar en una serie de cambios de material. Posición de partida El análisis muestra la posibilidad de bifurcaciones en diversas va­ riantes o �lternativas (en función de cómo j ueguen las blancas), de una cierta complej idad . El bando blanco se ve obligado a decidir si se adentra o no por el camino de los cambios de piezas . Los espíritus medrosos suelen re­ huir los cambios por sistema, pero evidentemente ese no es el cami­ no para progresar en aj edrez . El j ugador debe acostumbrarse al cál­ culo preciso de las distintas posiblidades que pueden aparecer sobre el tablero, y adentrarse sin miedo en las complicaciones cuando ha establecido que su resultado final será positivo. Hay que valorar si la variante merece la pena y, si con ella se obtiene ventaj a, no dej ar pasar la oportunidad de lograrla. Pero para estar seguros, es nece­ sario aprender a valorar bien el resultado final, partiendo de los valores de las piezas que ya conocemos. 1 62 a b e d e g h El balance de material En este caso la variante es la siguiente: l. Tx c6, ... El cambio de una torre (5 puntos) por un caballo (3 puntos) no pa­ rece ofrecer interés. ¿Por qué motivo, pues, las blancas podrían es­ tar interesadas en el mismo? a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h El alfil de e5 está defen di do por el caballo de c6; por tanto, 1 . Tx e5 no resulta atrayente. Pero al capturar el caballo con la otra torre, las blancas calculan la siguiente maniobra: l . ... , Tx c6 2. Tx e5, ... Se han ganado seis puntos (caballo + alfil) contra cinco (una torre) . Hasta aquí el razonamiento de las blancas es plenamente correcto, pero la cosa no es tan fácil . Las negras , de entre las réplicas disponibles a 1 . Tx c6, escogen una contestación aparentemente mucho mej or que l . . . . , Tx c6. l . ... , A x g3 . 8 7 5 4 3 La típica captura intermedia, así llamada por ir intercalada entre dos j ugadas que aparentemente debían seguir una a la otra (en este caso l . Tx c6 y l . . . . , Tx c6) . Esta j ugada de las negras parece cambiar radicalmente la situación. Contra 2 . D x g3 , . . . , sí sería buena ya 2 . . . . , Tx c6 (ver posición en el diagrama) . Posición después de 2. D x g3, Tx c6 f 8 7 5 4 3 El cambio intermedio del alfil negro por el caballo (igualado) ha dej ado el balance de material nuevamente en un cambio de torre blanca por caballo negro, desfavorable para las blancas. 163 El balance de material Pero también las blancas disponen de capturas intermedias : 8 7 2. Tx c8, ... Esta captura se intercala entre l. . . . , A x g3 y 2 . D x g3 , dej ando mo­ mentáneamente a las blancas con otra ventaj a (una torre en este caso) y, en caso de 2 . . . . , D x c8 3 . D x g3 , con ventaj a sustancial también de las blancas, un alfil en este caso. 5 4 3 a b e d e a b e d e 9 h a b e d e 9 h a b e d e 9 h La idea l . Tx c6 parece de nuevo reivindicada, pero las negras si­ guen con más capturas intermedias: 2 . ... , A x f2 Tras esta captura de la pieza blanca más poderosa, no cabe duda respecto de qué pieza negra conviene capturar a continuación . Las blancas toman, en j usta reciprocidad, la dama negra: 3. Tx d8, ... Esta captura decide ya definitivamente quién va a <!J.uedar con ven­ taj a . Se observa que el material existente sobre el tablero en el mo­ mento presente favorece a las blancas, quienes tienen una torre de más . Las negras pueden recuperar momentáneamente esa desventaj a cap­ turando cualquiera de las torres blancas, pero siempre les quedará una pieza atacada que las blancas tomarán, ya sin posible represa­ lia; bien se trate del alfil de f2 , capturado por el caballo de h3 , . o del caballo de d6, capturado por la torre de d 8 . 3 . ... , A x el 4. Tx d6, ... Las blancas quedan con un caballo de ventaj a. 1 64 El balance de material Evidentemente, si en la primera j ugada las negras hubieran acepta­ do la torre blanca ofrecida en c6, su desventaj a no hubiera sido tan grande. Esto sólo demuestra que, en este caso concreto, entrar en la dinámica de las capturas intermedias era perj udicial para las ne­ gras. En otras ocasiones puede ser bueno, y lo que se debe hacer es procurar calcularlo todo con la mayor exactitud , basándose en el baremo de puntuaciones habitual . Si la posición no ofrece algu­ na compensación, un solo peón puede decantar la partida; y con­ seguir más de un peón, o un punto de material , resulta casi siempre decisivo. Obtener tras algunos i ntercam bios de piezas dos o tres pu ntos de ventaja de material según el recuento convencional, si no exis­ te compensaci ó n , debe ser suficiente para ganar la partida. Los cambios heterogé neos En el siguiente ej emplo, muy animado y con muchas variantes que obligan a un constante recuento del material, existen también cap­ turas intermedias, si bien las piezas que toma un bando y las que toma el otro son de valores distintos . Analicemos l a posición que aparece e n e l diagrama: Posición de partida Las negras, que tienen un peón de más, acaban de mover a d5 el cab allo que tenían en b4; este caballo y el alfil de a5 amenazan el caballo blanco de c3 , y el alfil capturaría la dama blanca si el caba­ llo se retirara. a b e d e 9 h a b e d e 9 h Las blancas deben buscar el mal menor; j uegan y consideran la po­ sibilidad de entrar en los cambios que siguen: l. C x dS, ... La situación se complica muchísimo tras esta captura. 1 65 El balance de material Si las negras toman el caballo, la dama blanca capturará el alfil en a5 . De modo que la siguiente j ugada negra, además de buena, es obligada. l . ... , A x d2 2. C x c7 + , ... El rey negro debe tomar una determinación: si mueve a f8 , la torre de h8 no protegerá a su compañera, que será tomada por el caba­ llo; pero si mueve a e7 o d 8 , el caballo de f6 quedará inmovilizado por el alfil de g5 . a b e d e a b e d e a b e d e a b e d e f g h g h f g h f g h Las negras calculan que esta posibilidad no es tan grave como la anterior. 2 . ... , Re7 3. c x d6 + , ... De nuevo una captura intermedia, apoyada en la mayor compul­ sión posible en aj edrez: la amenaza al rey. Aunque se trata de un cambio igualado de peones, la situación del rey negro se hace más insegura. 3 . ... , R x d6 4. C x a8, A x g5 5. C x g5, ... En su j ugada cuarta las negras hubieran podido optar por .. ., Tx a8 , pero entonces hubiera caído el alfil de d2. Realizaron la captura in­ termedia del alfil blanco de g5 con la esperanza de tomar luego el caballo de a8 . Pero ahora el otro caballo ataca la dama, que debe mover y no tie­ ne manera de privar al caballo blanco de a8 de su única escaptoria por b6. 5 . .. , Df8 6. Cb6, Rc7 7. C x d7, ... 5 4 3 8 7 4 3 Las negras retomarán ahora el caballo. Pero esto plantea una cues­ tión interesante: ¿con qué pieza deben hacerlo? 1 66 El balance de material No se debe creer que da lo mismo hacerlo con el caballo o con el rey. En caso de 7 . . . . , C x d7 seguiría 8 . Ce6 + , con ataque simultá­ neo a la dama y al rey. Esto dej aría con gran ventaj a de material a las blancas . Con 7 . . . . , Rd7 , en cambio, esa ventaj a no se da. Después de que las blancas realicen su próxima j ugada (como por ej emplo 8. Ac4) , podremos establecer ya el recuento de los pun­ tos ganados y perdidos a partir de la posición inicial, en la que las negras tenían peón de ventaj a. He aquí el recuento del material intercambiado: las blancas han capturado una torre, dos alfiles, un caballo y dos peones , dieciséis puntos en total . Las negras han capturado la dama, un alfil, un ca­ ballo y un peón, en total diecisiete. Las negras han perdido piezas ligeramente menos valiosas y han salido ganando, por tanto. Pero tan sólo un punto, que hay que añadir al que ya llevaban . Por otro lado, el rey negro y en parte también la dama están en situación incómoda. U n a pequeña ventaja de m aterial, de un peón o análoga, puede ' ser compensada fácilmente por la mala situación del rey del ban­ do fuerte o de otras piezas. En estos casos, el bando fuerte sue­ le devolver el material que lleva de ventaja si con ello consigue equilibrar la posición. De todas maneras las blancas quieren considerar, en la posición ini­ cial, la posibilidad de efectuar otras j ugadas que resuelvan sus pro­ blemas de forma más satisfactoria. Existe otra j ugada, posiblemente mej or, que también implica diversos cambios heterogéneos de ma­ terial: l. Ac4, A x c3 De lo contrario, las blancas desmontarían las amenazas negras . Contra l . . . . , 0-0 por ej emplo, resultaría una j ugada muy efectiva 2 . A x f6, . . . , quitando apoyo al C d 5 que cubre e l rey y a la dama. Las blancas prosiguen las hostilidades con una amenaza directa al rey negro. 2. Tdl-el + , ... Como las negras han capturado el caballo, se trata de intentar complicarles la vida al máximo con el obj etivo de recuperarlo. De ahí este j aque intermerdio. Y, en efecto, la próxima j ugada de las negras será un error. 1 67 El balance de material Inmovilizar un alfil delante del rey, con l . . . . , Ae6, hubiera conlle­ vado ciertas dificultades, pues la defensa del caballo de d5 se vería debilitada. Pero la j ugada elegida es aún peor. 2 . ... , Rd8? 3. A x d5, ... Ahora e l inmovilizado e s el caballo de f6. Por otra parte, l a dama negra resulta atacada tras esta captura intermedia no menos de lo que lo estaba la dama blanca. La opción 3 . . . ., D x d5 permitiría el j aque 4 . A x f6 + , . . ., tras el que caería también el alfil de c3 , de modo que hay que transigir con el cambio de damas : 3 . ... , A x d2 4. A x f7, A x el 5. A x f6 + , ... 5 . .. , Rc8 Forzada 6. A x h8, ... Jaque intermedio 2 . ... , Rf8 3. Ah6 + , ... Jaque intermedio 3 . ... , Rg8 b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h 7 5 4 3 Las blancas quedan con un alfil de más. La situación está ganada por las blancas que tienen material de más (dos puntos) no com­ pensado. Evidentemente, las negras no j ugaron bien. Disponían de una se­ gunda j ugada mucho mej or. Era ésta: a 7 5 4 3 Ahora las blancas, en caso de j ugar 4. A x d5 , C x d5 , quedarían con un alfil y un peón de menos por nada. Lo mismo tras 4. Cg5 , A x d2 5 . C x f7 , A x el . La j ugada que escogen finalmente, suponiendo que no resulte tam­ poco suficiente para ganar, al menos no pierde: 4. D x c3, C x c3 5. A x f7 + , R x f7 6. Cg5 + , Rg8 Las negras tienen un caballo y un peón de más y, si les tocara mo­ ver ahora, escogerían entre Cd5 , que impide a la torre de el llegar a e7 , y Ab 5 , que da una especie de j aque a la torre de fl . 168 El balance de material Pero es el turno de las blancas y lo aprovechan para obtener com­ pensación por los puntos materiales que llevan de menos . 7. Te7, AbS 8. Tg7 + , Rf8 Forzada 9. Tx c7 + , ... 7 5 4 3 ¿ Jaque? Sí, con el alfil de h6 «en descubierta» (pues la torre al mo­ ver descubre el alfil que tenía detrás) . a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Pese a ir perdiendo un cab allo, gracias al ataque al rey las blancas tienen razonables posibilidades de intentar ganar. 9 . ... , Re8 10. Tel + , ... Las blancas disponían de otras continuaciones atractivas, como Cf7 , o Ag7 que se asemej an p o r i r ambas tras l o s cinco puntos de l a to­ rre de h 8 , o también podían limitarse a capturas modestas, como Tx b7 o c x d6. No obstante, estas j ugadas no acababan de resolver sus problemas, pues la torre blanca de f1 se halla atacada asimismo. Por ese motivo deciden ante todo retirarla dando j aque; pero ¡ cui­ dado ! , conviene recordar que uno de los modos de defender un j a­ que es cubrirlo con pieza, y que ésta puede, en ciertas ocasiones, dar j aque a su vez . Es lo que va a suceder ahora. 10 . ... , Ce2 + · 11. Rh2, ... Tras 1 1 . Rfl , Rd8 (atacando la torre) 12. Txb7 , . . . (u otra j ugada de esta torre) , Cc3 + , el cab allo, liberado ya de la defensa de su rey, se zafaría permitiendo al alfil de b 5 dar j aque. Esto es lo que las blancas quisieron evitar al no colocar su rey en fl . 11 . ... , d x cS La situación negra era sumamente inestable. Tenían en peligro el caballo de e2, precariamente sostenido; el peón de b7, así como el de d6, débiles, y una situación del rey sumamente delicada, en el centro del tablero (perdieron en su momento la ocasión de enrocar) . 169 PAR TIDA S ....� .. Johann H . Zukertort El primer candidato oficial a l tí­ tulo de campeón del mundo de ajedrez nació en 1842 en Lu­ blin, Polonia, pero fue inglés durante la mayor parte de su vida. Zukertort, resulta sin du­ da un ejemplo acabado y exi­ mio de hombre universa/ y polifácetico. Fue militar de pro­ fesión, excelente en todos los aspectos del deporte (equita­ ción, tiro, natación), políglota, frecuentador de los salones elegantes, aventurero, experi­ mentador de novedades, due­ lista, apostador, culto y román­ tico, y con una extraordinaria facilidad para el ajedrez. Tras conseguir extraordinarios éxitos en el juego ciencia, Zu­ kertort declaró que no veía mo­ tivos para seguirle soportando al austrohúngaro afincado en Inglaterra Wilhelm Steinitz su pretensión oficiosa de ser el campeón del mundo. En diver­ sas sedes de Estados Unidos, entre ellas Nueva York, Fila­ delfia y San Luis, se celebró en 1886 el esperado match Stei­ nitz-Zukertort. Steinitz ganó la primera partida y Zukertort las cuatro siguientes, por lo que el título parecía al alcance de su mano. No fue así, y acabó su­ perado por el sólido y científi­ co estilo de su adversario (10 a 5 victorias, y 5 tablas). Zuker­ tort quedó tan desmoralizado que en adelante sólo pudo lo­ grar resultados mediocres en torneos. En 1888, cuando juga­ ba una partida en el Simpson 's Divan de Londres, cayó sobre el tablero fulminado por una hemorragia cerebral. 170 Castigo sumarísimo Partida jugada en Londres, 1870 Blancas: Negras: Johann Zukertort De Vere l. e4, es 8. Cd4-bS, ... La defensa siciliana era muy poco frecuente hace ciento veinte años, y a sus practican­ tes se les consideraba . poco menos que excéntricos. En realidad, es una defensa tan complej a que cualquier míni­ mo desliz puede ser castiga­ do de forma implacable. 2. 3. 4. S. Cf3, Cc6 Cc3, e6 d4, c x d4 C x d4, a6 Impide el salto de alguno de los dos caballos a b 5 , desde donde podría amenazar dar j aque en d6, o capturar la dama si ésta se instala en c7 . 6. Ae2, DC7 7. 0-0, Cge7 El error ha aparecido ya . 7 . . . . , Cf6 7 . . . . , Ac5 y 7 . . . . , d6 serían, entre otras, posibilida­ des normales de esta defensa. Pero las negras no pueden bloquear de este modo el al­ fil de rey en una ocasión tan temprana sin exponerse a consecuencias muy desagra­ dables . a e d e g h El sacrificio temporal de un caballo permitirá al otro lle­ gar a d6. 8 . ... , a x bS 9. C x bS, Das Esta j ugada no es muy útil, pero peor sería Dd8 , que per­ mitiría el mate en una j ugada. 10. Ad2, ... Las blancas no dan j aque con el caballo en d6 todavía, pues­ to que si las negras j ugaran la dama a a6, por ej emplo, se­ ría más práctico darlo en c7 . Por eso la siguiente j ugada es forzada. \ La defensa sici liana en el siglo pasado 10 . 11. 12. 13. ... , Db6 Ae3, Das Cd6 + , Rd8 C x f7 + , Re8 La defensa 1 . . , es es considerada hoy en día como la más interesante, bien que complicada, respuesta de las negras contra la apertura del peón de rey. Es el arma favorita de infinidad de jugadores, desde los principiantes hasta el campeón del mundo, que la domina como un auténtico virtuoso. Pero quizá resulte sorprendente saber que un jugador tan potente como Paul Morphy la consideraba errónea y juzgaba severamente a sus practicantes como poco menos que corruptores de la noble belleza del juego clásico, el que se desarrolla a partir de 1. e4, es. ¿Cómo es posible que a través de varios siglos subsistiera un prejuicio tan evidente? En primer lugar, en el juego típico que se obtiene en muchas variantes de la defensa siciliana, las negras deben estar dispuestas a defenderse con habilidad de violentos ataques con amenazas de mate, y a preparar el contraataque con sutiles maniobras estratégicas que en ocasiones llegan a inspirar la imagen del paseo al borde del abismo. A menudo un solo paso en falso equivale a despeñarse sin remedio, tal como le sucedió a De Vere y desde entonces a muchos otros jugadores de menor categoría. Solo a través de la supervivencia a innumerables derrotas la defensa siciliana ha logrado reivindicar su buen nombre frente a los prejuicios de Morphy y de otros jugadores. Es, sin duda, una defensa correcta y muy popular hoy en día por su contenido de lucha y su sutileza. . Y ahora 14. C x h8 dej aría a las blancas con cuatro puntos de más . Pero Zukertort aspi­ ra a una ventaj a todavía más radical . 14. Cd6 + , Rd8 15. Cc4, Db4 La dama quiere mantener el control de d6, debido a que, contra 1 5 . . . . , Da4, por ej em­ plo, las blancas pueden j ugar también 1 6 . Ab6 + , Re8 1 7 . Cd6 + + . Pero l a defensa de ese punto d6, que garantiza la supervivencia del rey, puede ser anulada por las blancas . 16. a3, . U na partida d e ajed rez e n u n café vienés, e n 1 897. D i b uj o a b e d e d e F. Kaske l i n (M useo de l a C i udad , Viena) . g Tras esto ya no hay remedio. 16 . ... , D x c4 17. A x c4, ... Con seis puntos de desventaj a, las negras se rindieron aquí. 171 El balance de material Así que . . . , d x c5 no es una mala defensa, pues de momento este peón quiere hacerse valer, y j ugar activamente es la única forma de intentar salvarse cuando, como en este caso las negras, un ban­ do se halla en serio peligro de perder. 12. Cf7, Tg8 13. Cd6 + , ... Para eliminar al alfil de b 5 , defensor del caballo de e2 . e d e g h b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b a . Pero el rey negro mueve efectuando un ataque intermedio a la torre. 13 . ... , Rd8 14. C x b5, a x b5 15. Tx c5, ... 7 6 5 4 3 El recuento del material nos indica que las negras tienen aún tres puntos de más, pero las blancas confían en su ataque al caballo de e2. La siguiente j ugada negra trata de evadirse de dicha dificultad, pero no será el fin de todos sus problemas, pues todavía hay otras ame­ nazas. 7 6 15 . ... , Te8 16. Ag5, ... 5 4 3 El caballo no puede mover porque dej aría descubierto al rey, que no puede dej arse capturar j amás . Por consiguiente, las negras deben buscar j ugadas defensivas for­ zadas. 16 . ... , Ta6 17. Te5, ... También esta j ugada resulta muy fuerte. Si el caballo de e2 mueve, las blancas j uegan 1 8 . Tx e8 + , y esta torre no resulta capturable por le caballo ni por el rey (el rey j amás puede dej arse matar) . Peor aún resultaría 1 7 . . . . , Ta6-e6 1 8 . Tel x e2, y también el caballo negro de f6 estaría perdido. 172 El balance de material En vista de ello, las negras se avienen a un cambio de torres que, al menos, les permitirá salvar uno de los dos caballos. 17 . ... , Tx e5 8 7 18. d x e5, Re8 ! Muy buena jugada 5 4 Parecía lógico salvar en seguida uno de los dos caballos (el de e2, único que podía mover sin dej ar indefenso a su rey) , pero tras 18 . . . . , Cc3 1 9 . e x f6 , el rey negro tendría el paso cortado hacia el peón de f6 , peligrosísimo pues amenazaría convertirse en dama dentro de dos j ugadas . 3 Ahora el rey acude a controlar el peón blanco avanzado. a b e d e 9 h a b e d e 9 h a b e d e 9 h a b e d e 9 h 8 7 19. e x f6, Te6 20. g4, f x g4 21. h X g4, Cd4 6 5 4 Tras el intercambio igualado de peones, las negras proponen otro intercambio igualado de torres. Las blancas no tienen que aceptar­ lo ahora obligatoriamente, pero les será difícil esquivarlo. La ventaj a blanca es realmente muy pequeña. Haciendo el recuen­ to del material veremos que las puntuaciones están igualadas. 3 Volvamos ahora a la j ugada 1 2 de las blancas para comprobar si tenían una opción mej or a su disposición: 12. Ag7, Cd5 13. Tx b7, Tg8 Nuevamente, con todas sus piezas comprometidas las negras j ue­ gan la baza del contraataque. La torre de b7 amenaza tomar el alfil de b 5 , tras lo cual cae el caballo de e2 (un cambio de alfil y caballo contra torre es similar a la ganancia de un peón) . Pero no podrán hacerlo mientras tengan que defender el alfil de g7 . 14. d x c5, Rd8 15. C x h7, Tc8 En el proceso de reagrupamiento de sus piezas, las negras han transigido con nuevas pérdidas de peones, pero aún mantienen una li­ gera ventaj a de material (un punto, diferencia entre un cab allo y dos peones) , y la torre de b7 sigue pendiente del alfil de g7 . _ 173 El balance de material Las blancas se proponen resolver ese peligro con su próxima j ugada: 16. Cf6, Tx g7 17. Tx g7, C x f6 18. Tx g6, Re7 8 7 5 4 A través de estos últimos cambios, las negras han mantenido su punto de ventaj a. El material sobre el tablero es heterogéneo pero debemos considerar que las piezas negras tienen un valor ligeramente superior. No obstante, como las torres blancas están activas y siguen planteando ciertas amenazas, la partida se mantiene tensa. 19. b4, Rf7 20. TgS, Re6 3 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e 8 5 3 Con difícil pronóstico. En resumen, a través de todos los análisis efectuados, se comprueba que las posibilidades de las blancas tras 1 . Ac4, no son inferiores a las que tenían tras 1 . C x d5 . En ocasiones, a través de las d iversas amenazas y maniobras, se entrecruzan las posibilidades de m ejorar la posición y las de ganar o perder material. Un factor pesa más o menos que el otro según los casos, pero a m bos deben ser tenidos en cuenta. Los sacrificios Hay situaciones eri que el material no es tan importante como las oportunidades que se pueden presentar, en particular si hay oca­ sión de dar mate. Veamos a continuación una posición en la que eso es j ustamente lo que ocurre: Posición de partida Las blancas deben j Ú gar, y la última j ugada negra (f7-f6) ha constituido un serio error, al debilitar seriamente la posición de su rey; este peón debía permanecer inmóvil para ofrecer la mej or defensa. 1 74 El balance de material Su movimento permite a las blancas un sacrificio considerable de material (al menos en apariencia) : la diferencia entre una dama y un alfil (siete puntos) . l. D x g6 + , h x g6 2. Th8 + , ... La posibilidad de esta j ugada (y la siguiente) es lo que las blancas buscaban con su aparente sacrificio (aparente puesto que en reali­ dad pretenden la infinita ganancia de material que significa el j a­ que mate o captura del rey negro) . a b e d e g h a b e d e g h El rey negro no tiene escapatoria posible. 7 2 . ... , Rf7 3. Thl-h7 mate 6 4 3 El mismo mate hubiera seguido a 2. . . . , Rg7 . Las blancas han renunciado gustosas al material (su dama en este caso) , ante la posibilidad de dar mate. Su j uego ha sido profunda­ mente lógico pero no por ello menos insólito, ante la evidencia de que el 99 % de las veces no conviene cambiar una dama por un alfil. Se denominan sacrificios de m aterial j ug�das que n o represen­ tan en realidad un sacrificio a uténtico más que de forma tempo­ ral , puesto que pretenden recuperar el m aterial entregado o dar mate poco después. Estos sacrificios, aparentes en realidad, constituyen probablemen­ te el elemento más artístico y atractivo del j uego del aj edrez, y son ej emplos del triunfo antes mencionado del espíritu sobre la mate­ ria. Veamos otro caso. Posición de partida Esta vez juegan las negras, y poseen varias piezas (la torre de g 5 , l o s d o s alfiles y, aunque n o l o parezca a primera vista, l a dama) que pueden confluir sobre el rey blanco. a b e d e g h 175 El balance de material Nuevamente, para acabar con el rey se realiza una j ugada aparente­ mente errónea consistente en un cambio que hace perder cuatro puntos : 8 7 l . ... , Tx g3 + 2. f x g3, Ae3 + 3 La torre dej ó paso al alfil y éste hace lo propio con la dama. Todo ello es sencillo, en realidad, pero se supone que para las blancas fue inesperado. Tras la siguiente j ugada blanca, sea cual sea la pieza que cubra en f2, habrá mate. 2 a b e d e a b e d e 8 7 3. Af2, Dhl + + 3 Esto era forzado tras el cambio de la torre por el peón. Por otra parte, en caso de no haberse aceptado el presente griego de la torre, 2 . . . . , Af4 hubiera llevado también al mate. RESU M E N : u n i dades a 2 f g y 9 O N o deben moverse s i n sentido las piezas, s i n o trazar planes para varias j u g adas y con la part i c i pación de disti ntas p i ezas. Los o bjetivos pueden ser muy variados: • Ve ntaj a de desarro l l o. • L u c h a por l a i n i c i at iva y d o m i n i o d e l centro. • Ataq u e a peones o p i ezas d é b i les. • Reag r u pa m i e nto d efe n sivo d e l as p i ezas p ro p i as . O E n los i ntercambios d e material conviene g u iarse por l a tab la i n d i cat iva de los val o res de las p i ezas. • En l as recaptu ras convi e n e med itar e n la pos i b i l i d ad d e j u g ad as i nte rmed i as q u e cam b i e n l a valorac i ó n d e l a pos i c i ó n , a favo r o e n contra . · • U n a g a n a n c i a , i n c l uso m ín i m a , d e m ate r i a l s i n co m pe n s ac i ó n s u e l e dete r m i n ar e l tri u nfo e n l a part i d a . O E l sacrificio de piezas se j u stifica c u a n d o perm ite el ataque d i recto decisivo al rey e n e m i g o o cuando entraña l a posterior recu perac ión de material con ventaja. h EJERC I C I OS Ejemplo 1 8 7 6 4 3 a b e d e 9 J uegan blancas C u ando pueden prod u c i rse i ntercam b ios de m ate rial en la partida, es preciso ser s u m am e nte c ui d adoso al cal c u l a r a q u ié n favorecen real me nte. E n ocasiones existe el peligro de dejarse l l evar por una pri m era i m agen « i m p resi o n i sta» , por así decir, q u e no cal c u l a real m e nte lo q u e h ay. S i u n bando pierd e l a dama, q u e es l a pieza m ás poderosa y de m ayor val o r (d i ez p u ntos) y e l otro no, existe e l peligro de creer q u e e l bando que p i e rde la dama ha de sal i r necesariamente perj u d i cado. Desde l u ego, no es así e n todos los casos. En este eje m p l o s u cede j u stame nte lo contrario. Las neg ras, que tienen e n f5 una torre atacada por e l cabal lo b l anco de d4 (recordemos q u e l a d i fe rencia de valor e ntre torre y cabal lo es de dos p u ntos a favor d e la torre) , acaban de m over s u otra torre a d6, con la falsa i magen « i m presion ista» de 9 q u e si las blancas tom a n ahora l a torre de f5, e l l as podrán « l i q u idar» la dama b l anca forzando una pos i c i ó n favorab le. N o es así, porq u e olvidan la pos i b i l i dad de captu ras (y con j aq ues al rey) i ntermed i as, esas «mald itas» j ugadas q u e tantas veces cam bian la valo rac i ó n . Las b lancas, pese a todo, toman e n f5 : 1 . Cxf5, y contra 1 . . . . , Txd2 , toman otra p i eza, ésta con j aq u e : 2 . Cxe7 + , . . . , , tras l o cual l as negras deben m over 2 . . . . , R h 7 (o . . . , R h 8, q u e es lo m is m o) . La m a n i o b ra se re mata con 3. Tx:d2 , tras l o c u al , l as blancas, q ue ya l l evaban u n peón de m ás en l a posición i n icial , h a n acrecentado e s a ventaj a e n tres p u ntos m ás. a b e d e g h E n efecto, han captu rado m aterial por valo r de trece p u ntos: dos torres, valor c i n co, y un alfi l , valo r tres; m i entras que Jas neg ras se har:l l i m itado a captu rar u na dama, valor d i ez . En real i d ad si l as negras, tras 1 . Cxf5, h u b ieran reconocido s u erro r y recaptu rado 1 . . . . , Axf5, s u pérdida de m aterial h u b i era sido algo menor ( u n a desventaj a d e d o s p u ntos e n vez d e tres) . Ejemplo 2 8 6 5 4 3 a b e d e 9 h J uegan blancas E n el presente eje m p lo, ciertos d etalles son parecidos a l a posición anterior. Las blan cas no olvidan la acción de s u d a m a en la col u m n a « d » , y se dan cuenta d e que existe u n alfi l negro e n d 7, defe n d i d o solamente p o r e l caba l l o negro de f6. Si l as blancas p rocede n al i ntercambio de cabal los e n f6, dando j aq u e al rey negro, d e paso consigu en u n d o b l e p ropósito : l i berar l a col u m n a « d » y e l i m i nar la pieza d efensora del alfi l de d7. El cambio e n e7, por eje m plo, o e n c7, d e l m is m o cabal lo de d5 n o sería n i con m ucho tan i nteresante, p uesto q u e l as negras, después d e tomar c o n s u torre, ten d rían e l alfi l de d 7 doblemente defend ido, por la torre y el cabal lo de f6. La cont i n uación p referible para l as b l a ncas es, pues, 1. Cxf& + , Axf& 2 . Dxd7, Axb2 3. Tab1 , con dos p u ntos de ventaj a . EJERC I C I OS 9 Problema 2 Problema 1 Problema 3 8 7 3 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e J uegan blancas J uegan blancas J uegan blancas N u evam ente nos encontramos con l a pos i b i l i d ad de destru i r u na defensa mediante u n a captu ra o i ntercam bio previo. La dama negra es la defe nsora exc l u siva de dos p iezas de su bando: e l alfi l de b7 y el cabal lo de g4, atacados, respectivamente, por el alfi l b l anco de g2 y la dama. Pero convie n e reco rdar q u e «no se puede serv i r al tiempo a dos señores» . Las blancas pueden real izar p r i mero u n i ntercam bio, y después ganar p i eza. ¿ Por qué i ntercam b i o em pezarán? E l p roced i m ie nto es típico (tras u n p r i m e r i ntercambio de i g ualdad aprox i m ada, l a segunda p i eza q ueda en el ai re) y nos lo e n co ntraremos en más casos, por lo q u e conviene recordar l a necesidad de p reve n i rlo. De lo contrario todo parece estar defe n d ido, pero . . . « l as apariencias engañan » . Estamos ante u n caso s i m i lar al anterior. N uevamente u n a p i eza negra (el alfi l de d 7) tiene encomendada l a m i s i ó n d e defender a d o s com pañeras al m ismo tiempo (las dos torres) . Pero es difíci l estar en dos sitios al m ismo tiempo y c u m p l i r eficazmente u n a doble m isión de este ti po. A la situación del alfi l (o de l a dama d e l p roblema anterior) se l e d e n o m i n a «sobrecarga» . L a capt u ra de la pri mera p i eza d efe n d i d a por l a. p i eza sobrecargada obliga a ésta a m over, dej ando i n d efe nsa l a seg u nda. N at u ra l m e nte, al efectuar u n a man iobra de este tipo se debe tener c i e rto c u idado con las j ugadas i ntermed i as del bando contrario. E n e l p resente p robl e m a , no da lo m ismo capturar c u a l q u iera d e l as dos torres. Debe evitarse la posi b i l id ad de u n a resp uesta táctica q u e da la vuelta a l a valoración de la posici ó n . La p i eza negra q u e caerá e n poder de las atacantes blancas aparece e n la posición del d i ag rama sólidame nte defendida, y ni siq u i era está atacada todavía. Un s i m p l e i ntercambio de p i ezas dej ará, e n cam bio, la p roporc i ó n atacantes-defe nsores e n l a relación 2 a 1 favorabl e a las blancas. Se trata con estos ejercicios de profu n d i zar en l as características de la pos i c i ó n y en l as relaciones d e fuerza q u e u ne n l as d i sti ntas piezas. Despu és de pos i b l es cam bios de p i ezas, apare ntem e nte i g ualados, debe perc i b i rse l a pos i b i l idad de u n a seg u nd a (o tercera, etc.) capt u ra , q u e es l a q ue d ará la ve ntaj a , pero q u e sólo e s posi ble u n a vez u lti m ada con l as ante riores acciones l a destrucción de l as defensas adversarias. EJERC I C I OS Problema 4 9 Problema 6 Problema 5 8 8 6 6 5 5 4 4 3 3 4 2 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Juegan negras J uegan blancas J uegan negras Este ej ercicio puede parecer algo m ás com p l i cado. Se trata de capt u rar u n peón aparentemente defend ido. No obstante, l a ganancia del peón es legít i m a , por cu anto si l as blan cas recaptu ran perderán a su vez u n alfi l . Pe ro l a situación se com p l i ca cuando adve rti mos que las blancas pueden efectuar a su vez u n a capt u ra i ntermed ia y atacar la dama negra. S i se profu nd iza e n l a posici ó n , s e advert i rá q u e l as neg ras d i sponen a su vez de u n a capt u ra i ntermed i a que tiene ya carácte r defi n itivo, y. . . e n res u m e n todo acaba b i e n para e l bando q u e capt u ró e l peó n . ¿Vale la p e n a med itar tanto para ganar un peón? La resp uesta es afi rmativa. La « b usca de la exce lencia» exige q u e, si existe ocasión de captu rar i m p u nemente u n peón e n e m igo, no sea pasada por alto. Co ntra la mejor defensa de l as negras el botín será en este caso tam b i é n u n modesto peó n , i m portante como y a s e h a d i cho. E l l o es a s í porq u e e n l a primera j u gada s e captu rará u n peó n , en u n cam b i o i g u alado e n apari encia. Pero, e n caso de q u e se retom e el peón blanco, una pi eza n eg ra q ue habrá q uedado doblemente atacada y doblem ente defe n d i d a podrá ser p rivada de u no de sus defensores. Las blancas to marán ese defensor e n u n cam bio aparente m e nte desve ntaj oso, pero tras él l a p i eza prete n d i d a podrá caer como fruta mad u ra. La pri mera j u gada consist i rá esta vez , no en u n a capt u ra , s i n o en u n a amenaza sobre dos p i ezas blancas. La m ás i m portante de l as p i ezas atacadas d i spondrá de u n a j ugada q u e le perm i t i rá s i m u ltáneamente zafarse del ataq ue y defender a su com pañera, pero ésta será capt u rada, a pesar de todo, en un cambio apare nte m ente desventajoso para l as neg ras. La clave de la maniobra debe b uscarse en l a tercera j ugada negra, e n l a que este bando captu rará una pieza que h abrá dej ado de estar defe n d i d a , y de esta manera obte n d rá u n a peq ueña ve ntaj a , n o p o r e l l o despreciab l e : u n p u nto d e m aterial . SO LU C I O N ES Solución 1 9 l as blancas, q u e apu ntará j u stame nte a d6) , , e x fS 2 . D x d6, D x d6 3. Tx d6, con una pieza l i mpia de ventaj a . . • • 1 . A x b7, D x b7 2 . D x g4, . . . lipico primer cam bio d e destrucción d e l a defe nsa o desviación de la m isma para l u ego captu rar s i m plem ente la p i eza q u e h a q uedado i ndefensa. Solución 2 1 . Tx e8 + , . . , y las blan cas q u ed arán con u n a torre de m ás. Si, e n cambio, l as blancas j ugaran 1 . Tx cS, esperando 1 . . . . , A x es 2 . Tx eS + , con torre d e m ás asi m ismo, las neg ras pod rían j ugar 1 . . . . , Tx e1 + (la capt u ra i ntermedia) en vez de 1 . . . . , A x es, con l o cual mantend rían l a l igera ventaj a de m aterial de la q u e d i sfrutan (un peón) después de 2 . D x e1 , A x es. E n cam bio ahora se ve n o b l i g ad as a j ugar 1 . . . . , A x es 2 . Tx c8. . Solución 4 1 . . . . , C x e4 (A partir de aq u í l as negras van a q uedar cuando menos con peón de ventaj a , j u stame nte el peó n central q u e ahora han captu rado. Si l as blan cas j u egan 2. C x e4, sigue 2 . . . . , A x g5 3. C x g5, D x g5, reteniendo el peón de más. Pe ro l as b l ancas efect úan u n a captu ra i nte rmed ia, ap a renteme nte más peligrosa) 2 . A x e7, . . . 8 7 6 5 4 3 2 a a b e d e g h Solución 3 1 . A x fS, . . . (Destrucción de l a d efensa del alfi l y descubierta de la bate ría dam a-torre de 180 b e g h Las blancas esperan 2 . . . . , D x e7 3. C x e4, con dos p u ntos de ventaj a . Pero tam b i é n l as neg ras se hallan en d i sposición de hacer peligrosas captu ras i nterm edias : 2 . . . . , C x c3 3. A x d8, C x d1 (Con peón d e m ás todo el tiem po. Ahora l as blancas tomarán j u stamente u n peó n , restab leciendo m o m e ntáneame nte l a i g u al d ad de m aterial) 4. A x c7, . . . (Esperando 4 . . . . , Tx c7 5 . Tx d 1 , pero . . . ) 4 . . . . , Cc3 (Ahora no es aco nsejable 5. Tb3 debido a l a prese ncia del alfil d e e 6 q u e pod ría to mar l a torre) . G racias a eso, tras la cont i n uación 5. Ta1 , Tx c7, l as neg ras q uedan con tres p u ntos -el valor de u n caballo- de ve ntaj a . 8 7 6 2 a b e d e g h Solución 5 1 . d x cS, . . . (Ahora l as blancas q u edarían al menos con peón de más tras, por ej e m plo, 1 . . . . , Ac6. Las negras j u egan otra cosa) . 1 . . . . , b x cS (Lógica a primera vista, pero ahora el alfi l de d5 se halla atacado por l a d a m a y l a torre, y defe n d i d o tan sólo por la dama negra y el «supri m i ble» cabal lo de f6.) 2. Tx f6, g x f6 3. D x dS, D x dS 4. Tx dS, . . Las blan cas han conseg u ido ventaj a de m aterial . . Solución 6 1 . . . . , Tc3 (Ataq ue s i m u ltáneo sobre la dama y e l caba l l o de f3) 2 . Dd1 , Tx f3 (A pesar de todo hay q u e e l i m i n ar este cabal lo, pues defi ende el alfi l b l anco de g5) 3. D x f3, D x g S. La maniobra forzad a ha resu ltado cl arame nte favorab l e para el b a n d o negro. 10 U N I DAD Comenzamos en la presente unidad el estudio de los elementos «tácticos» del ajedrez, es decir, los que no derivan directamente de las estructuras o elementos más permanentes de la posición, sino que aprovechan de manera fulmin ante debilidades que aparecen O Curso de táctica (1) • . La c l avad a abso l u ta y l a c l avad a re l at i va • E l rec u rso d e l a c l avad a co m o te m a d e ataq u e • Las c l avadas n o s o l o afectan a l as p i ezas • U n a p a rt i d a m o d e l o circunstancialmente en el campo contrario. La clavada es el ejemplo más acabado de maniobra táctica . O Partidas famosas • La f u e rza b r u ta . C a l i fo r n i a , 1 964 O Ejercicios • Ej e m p l o s y p ro b l e m as O Soluciones Curso de táctica (1) D e todos los elementos tácticos que pueden aparecer en la práctica del aj edrez, sin duda el más frecuente es el de la «pieza clavada» . La aplicación de este recurso puede conducir a la definición de la lucha, provocar una ganancia de material relevante o simplemente neutralizar una amenaza o lograr un obj etivo posicional concreto. La « clavada» es un terna que no sólo aparece en las fases inicial e intermedia del j uego; también puede desarrollar un papel muy irn. portante en los finales de partida. Por eso es fundamental conocer todas las potencialidades que nos brinda y sus métodos caracterís­ ticos de empleo. La clavada abso l uta y la clavada relativa ¿Qué es la clavada? ¿Cuándo se dice que una pieza no puede mover porque está clavada? A modo de aproximación de este concepto bá­ sico introduciremos la definición siguiente: cuando tres piezas, dos de ellas del mismo color, se hallan en una misma diagonal, colum­ na o fila, se habla de «clavada» si la tercera pieza, la de color dis­ tinto, ej erce una amenaza tal que inmoviliza a una de las piezas ene­ migas porque, de moverse, dej aría indefensa la segunda pieza. Esta inmovilización tiene un carácter temporal, motivado por la amena­ za de pérdidas de material importantes o por imposibilidad legal de mover en el caso de que la pieza descubierta sea el rey. La definición avanzada puede resultar un tanto enrevesada, pero en realidad, corno los siguientes ej emplos aclararán, .el concepto que trata de expresar es muy elemental . Conviene retener sobre todo el hecho de que la pieza clavada se ve forzada a la inmovilidad por­ que se interpone entre una pieza enemiga y un obj etivo importante. Estudiemos los siguientes movimientos: l. e4, es 2. Cf3, d6 3. d4, Cc6 4. AbS, ... 6 5 El caballo negro que ocupa la casilla "c6 " se encuentra momentá­ neamente inmovilizado, al menos mientras su rey permanezca en la misma situación. Podernos señalar, entonces, que ha sido some­ tido a una « clavada», y añadir aún un adj etivo adicional: «clavada absoluta», porque su inmovilidad obedece a un imperativo regla­ mentario. 1 82 4 3 a b e d e g h Curso de táctica (!) Cuando una pieza enemiga está sometida a una clavada absoluta, no hay peligro en colocar ninguna de las figuras propias al alcance de la misma, puesto que la captura no está permitida. Por tal razón las negras no pueden proseguir el desarrollo de manera descuida­ da, ya que sufrirían las primeras consecuencias de que una de sus piezas esté clavada: 4 . ... , Ae7? 6 5 4 3 Estaj ugada implicaría una pérdida de material, apenas transcurri­ dos los primeros movimientos de la partida. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e ¿Cómo pueden aprovechar las blancas la circunstancia? De la si­ guiente manera: S. d x eS, d x eS 6. C x eS ! , ... 6 5 4 3 El caballo blanco, a pesar de estar dentro de las posibilidades de captura de su homónimo negro, no puede ser tomado por dicha pie­ za; como resultado, las negras han perdido un peón . Retrocedamos nuevamente a la posición del primer diagrama y es­ tudiemos lo que sucede adoptando un j uego más sensato. Las ne­ gras pueden impedir mermas materiales por ej emplo del siguiente modo: 4 . ... , e x d4 5. C x d4, ... Cuando una pieza se interpone entre el rey propio y una figura ad­ versaria, su limitación es tan grande que a efectos prácticos, aun­ que de manera temporal, es como si esa figura no existiera. 6 5 4 3 Las negras utilizan ahora una de las maneras posibles de defender­ se de una clavada. S . ... , Ad7 Al colocar una pieza del mismo (o inferior) valor entre el rey y la pieza previamente clavada, se devuelve a ésta la libertad de movi­ mentos; siempre y cuando, claro está, la pieza que interpolamos esté convenientemente defendida. En el presente ej emplo, el alfil situa­ do en "d7 " disfruta de la protección de su dama y también del rey, por lo que el caballo ya dispone de la posibilidad de desplazarse. 1 83 Curso de táctica (!) La partida prosigue con un cambio igualado: 6. A x c6, b x c6 7. 0 -0, Cf6 8. Ag5, ... 6 5 Las blancas se defienden del ataque sobre su peón central mediante una nueva clavada del caballo recién desarrollado. A diferencia del caso precedente, la pieza clavada no ' 'debe' ' ser movida, aunque legalmente tiene la posibilidad de hacerlo, puesto que el reglamen­ to del j uego se lo permite. Se ha dado lo que se llama «clavada rela­ tiva» . a b e d e g a b e d e g h a b e d e g h La clavad a absoluta consiste en el ataque sobre una pieza que se i nterpone entre la figura atacante y el rey. Cuando la pieza amenazada cubre el ataque sobre otra que, no siendo el mismo monarca, es de valor superior a la pieza agresora, o simplemente no está bien protegida, se p roduce una clavada relativa . Obviamente la captura del peón no interesa, ya que la pérdida de la dama casi equivaldría a la derrota en el j uego. A efectos prácti­ cos los dos tipos de clavada llevan al mismo resultado. Pero en cier­ tos casos esa pequeña diferencia de matiz resulta importante. Recuerde el lector el conocido mate de Légal estudiado en una uni­ dad anterior: A partir de esta posición, las blancas hicieron casQt omiso de la cla­ vada relativa de su caballo y sacrificaron la dama para ej ecutar de modo sorprendente al monarca negro : 1 . C x e5 , A x dl 2. A x f7 + , Re7 3 . Cd5 + + . El diagrama ilustra un ej emplo de clavadas sobre el rey, es decir, absolutas . La dama blanca en ' 'c6 ' ' no permite el movimiento del caballo. En " h 6 " se encuentra una torre blanca presta a capturar la dama ad­ versaria debido a que los efectos de la clavada no permiten su hui­ da. En el centro y desde una mayor distancia, la torre ataca el ca­ ballo negro en "e5 " e impide su desplazamiento mientras se encuentre en la misma columna que su propio rey. 1 84 Curso de táctica (!) En esta otra posición se ilustran clavadas de carácter relativo sobre diversas piezas . Arriba a la izquierda, si el caballo de b7 se retira, la torre se perde­ rá. El mismo efecto sufrirían la " Dg8 ", la " Dgl " y el "Ae7 " si se desplazaran las torres y alfiles que los cubren . Como se observa, las consecuencias de una clavada pueden soportarlas todas las pie­ zas . También todas ellas pueden clavar, excepto el caballo, debido a su peculiar movimiento. También la limitación de movimientos del peón excluye la posibilidad de tal tipo de ataque. a b e d e g h Cómo devolve r la m ovil idad a u na pieza clavada Volviendo al ej e m p l o princi pal , vamos a exa m i nar d i fere ntes métodos de afro ntar e l hecho de q u e u n a p i eza propia s e h al l e clavad a. Analícense l as s i g u i entes movidas : 8 . . . . , Ae7. Las neg ras deciden e nfre ntarse a la clavada de l a manera q ue antes se apu ntaba, es dec i r, situando u n a p i eza defe n d i ­ d a tras la f i g u ra clavad a. Pero existe otro sistem a : mover l a p i eza q u e es motivo de la clavad a , es dec i r, l a f i g u ra situada d etrás de l a pieza atacada. E n este caso la dama negra pod ía re h u i r l a clavada moviendo, por ej e m ­ p l o, 8 . . . . , Db8. Aún se áprec i a u n tercer método de desclavarse. Tras l as j ugadas 8 . . . . , h6 9. Ah4?, g5, las neg ras re n u evan sus pos i b i l idades de j ugar el cabal lo, e i n c l uso pod rían capturar el peón central con 9 . . . . , C x e4? , decisión nada acertada p u es te n ­ d rían q u e soportar u n a clavada m uc h o más i n cisi­ va q u e l a anterior: 1 0. Te1 ! . 6 5 4 3 a b e d e Pos i c i ó n después de 8 . . . . , Ae7. a b e d e g h Pos i c i ó n después d e 8 . . . . , Db8. a b e d e g h Pos i c i ó n después de 8 . . , h 6 9. Ah4? , g 5 . . . Existen varias fo rmas de ccdesclavar» una pieza: la primera , mo­ ve r la pieza que motiva la clavada , es decir, aquella c uya indefen­ sión determina la inmovilidad de la i nterpuesta ; la seg unda, si­ tuar una pieza defendida detrás de la clavada; la tercera, «tapar.. la pieza clavada interponiendo otra delante. 1 85 Curso de táctica (/) El recu rso de la clavada como tema de ataq u e E l ataque con clavadas puede resultar u n arma táctica muy pode­ rosa si se dan las condiciones adecuadas para su explotación. Para comenzar, analicemos un ej emplo elemental de cómo especular con los inconvenientes de una clavada en el campo enemigo. 6 5 4 En seguida se comprende que la torre negra en « f7 » está condena­ da por los resultados de la clavada a que le somete el alfil, aunque ello tampoco garantiza a las blancas el triunfo puesto que con la toma simplemente se restablece el equilibrio material . 3 a b e d e g a b e d e · g a b e d e g h ¿Hay algún medio mej or de conducir la batalla? Sí, así es: l. Dg7 + + 6 5 4 La torre y el alfil protegían el importante punto «g7 » , pero dicha defensa era ficticia puesto que ambas piezas se hallaban inmovili­ zadas . Sólo el Ah6 blanco ej ercía un auténtico control sobre la ca­ silla mencionada. 3 La posibilidad de aprovechar una situación de ataque a través de la clavada no surge en el tablero de manera casual, sino que en mu­ chos casos se produce a raíz de un sutil planteamiento encaminado a mostrar debilidades ocultas a primera vista . Las dificultades que ocasiona la clavada al bando que la sufre favorecen especulaciones, y a menudo surgen situaciones en el tablero en las que el aj edrecis­ ta maniobra para provocar una clavada al adversario que le provee­ rá de ventaj as materiales o ataques ganadores. A continuación se estudiarán ciertos casos en los que el motivo combinatorio desencadenante es el tema que nos ocupa. Para subrayar la dimensión práctica, nada abstracta, de los temas que a partir de esta unidad van a ser tratados, se introducirán, en la mayoría de los casos, posiciones pertenecientes a partidas dispu­ tadas, bien por aj edrecistas de primera fila en sus respectivas épo­ cas, bien por j ugadores de menor relevancia. 5 4 3 Rossolimo, con blancas, y Kottnauer (Bad Gastein 1948) son los pro­ tagonistas de este interesante combate. 1 86 h Curso de táctica (!) El conductor de las blancas optó por la j ugada: l. C x c6, b x c6 Error; era necesario 0- 0 ... , 2. D x dS ! ! , ... Se ha producido una curiosa circunstancia, la llamada « clavada en cruz » . La torre clava el peón « e6» y el alfil clava el peón «C6»; am­ bas clavadas son absolutas, pero además se produce una clavada relativa, ya que 2 . . . . , c x b 5 no es aconsej able puesto que la dama capturaría la torre en « a8 » . Las blancas afrontan el resto de la par­ tida con una sustancial ventaj a . a b e d e 9 h a b e d e 9 h a b e d e 9 h a b e d e 9 h U n desenlace más contundente, s i cabe, s e puede producir e n e l ej em­ plo que sigue a continuación. Posición de partida La dama negra en « e4» está cubierta por su caballo en « f6 » . Si se consigue que esta última pieza quede clavada de manera absoluta, la dama quedará indefensa. Tras esta consideración, y· aprovechando el detalle de que el otro caballo ya está clavado, el j ugador de blancas encuentra una solu­ ción notable: 6 l. Td8 + ! ! , R x d8 2. D x e4, ... La dama queda sin protección efectiva 5 4 3 La partida está prácticamente ganada. Incluso con escaso material , la aplicación de la clavada puede de­ mostrar una fuerza excepcional . Posición de partida 8 7 6 5 4 3 La posición del diagrama corresponde a una partida de exhibición j ugada por Tarrasch, uno de los aj edrecistas más destacados de la historia, ante un aficionado. 2 1 87 Curso de táctica (/) Las blancas destrozaron con una sorprendente j ugada toda la ventaj a de su oponente. l. Tx eS ! ! ... 8 7 6 5 4 3 El alfil negro estaba clavado de manera absoluta por su colega blanco, pero como ambas piezas actúan en diagonal , la clavada no resultaba efectiva al existir la posibilidad del intercambio. Tras el sacrificio realizado la torre negra ocupará el lugar del alfil, sin poder moverse mientras el rey permanezca tras ella. De esta clavada sí que resultará imposible liberarse. 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 7 6 l . ... , Tx es 2. g3 ! ! , ... ¿ Por qué este movimiento tan inofensivo? El veneno reside precisamente en la falta de amenaza que representa. En la unidad 7 se introduj o un concepto muy peculiar del aj edrez: la inconveniencia que representa en ocasiones la obligatoriedad de mover. Al no disponer de una j ugada útil las negras pronto se verán en el deber de abandonar la defensa de su torre, con lo que el alfil la capturará limpiamente. 5 4 3 2 8 7 6 2 . ... , f4 ¿Qué otra opción tenía el negro? El rey no podía mover a cuadro alguno en el que continuara protegiendo la torre. Mover el otro peón, es decir 2 . . . . , g4, planteaba el mismo problema para la siguiente movida, después de que Tarrasch moviera, por ej emplo, 3 . Rg2, 3 . Ad4 o cualquier otra j ugada de espera . Las blancas eliminan ahora la posibilidad de que el rey negro se traslacte a « f5 » , desclavando la torre. 3. g4! , f3 4. Rgl, f2 + 5. R x f2, ... 5 4 3 2 8 7 6 5 4 3 2 Los recursos de las negras se han agotado. Ahora su única opción es mover el rey y abandonar la torre a su suerte. 1 88 Curso de táctica (/) Otro caso muy ilustrativo de creación y explotación de una clavada nos lo brinda el siguiente ej emplo. Algunos años antes de que el soviético Mij aíl Botvinnik se procla­ mara campeón del mundo, cosa que sucedería en 1 94 8 , se enfrentó en esta interesante partida, conduciendo las piezas negras, ante su compatriota Alexander Kotov. Este último j ugador ha planteado el cambio de las torres con el obj eto de aliviar un poco la presión a que se ve sometido por las piezas contrarias . La medida no resultó acertada pues facilitó al futuro campeón del mundo una bonita secuencia de j ugadas basada en el tema que ya conocemos. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h 8 7 6 l. ... , D x g2! 5 4 3 2 ¿Con qué obj eto? Pues sencillamente porque tras l a captura l a dama blanca quedará clavada y, por tanto, no podrá ya defender la torre. El j uego continuó de la siguiente manera: 2. D x g2, Tx e2 3. D x c6, ... 8 3 . ... , b x c6 L a dama n o tiene escapatoria y decide morir matando 7 6 5 4 3 Las negras han logrado una torre y un peón a cambio de un alfil, lo que sumado al peón que ya tenían de ventaj a, supone una supe­ rioridad prácticamente decisiva . 2 E l peón es una figura poco valiosa, excepto, claro está, e n e l caso que exista la posibilidad de coronación. Tal vez ello induzca a su­ poner que invertir una pieza en restringir su movilidad mediante la clavada puede resultar un derroche. Lo cierto es que este tipo de clavadas se da con mucha frecuencia en la práctica, y no sólo se lleva a cabo para la consecución de un obj etivo posicional concre­ to, sino también para infligir pérdidas materiales al adversario o cul­ minar sorprendentes ataques de mate. En el siguiente ej emplo veremos un ataque fulminante sobre el rey que se basa en la clavada de un modesto peón confinado en su casilla inicial . 1 89 Robert James Fischer, leyenda viva del ajedrez 1 90 Si alguna persona, en la activi­ dad que desarrolla y en su propia época, ha sido elevada por la opinión unánime del público a la categoría de leyenda, ese es sin duda Bobby Fischer. No es exagerado afirmar que en el ajedrez e_xiste un antes y un después de Fischer; que tras su irrupción en el mundo del ta­ blero, hasta los más profanos comenzaron a tomar interés por los diferentes aspectos re­ lacionados con el mundo de las sesenta y cuatro casillas. Las razones han sido muchas y va­ riadas, desde su singular capa­ cidad para el ajedrez hasta las dificultades en establecer ese límite entre lo genial y lo excén­ trico que rodeaba cualquiera de sus sorprendentes decisiones, sobre todo la que le determinó a abandonar de una vez por to­ das el ajedrez cuando se halla­ ba en la cúspide de su carrera. Robert J. Fischer nació en Chi­ cago el 9 de marzo de 1943. A los catorce años se proC!amó campeón absoluto de Estados Unidos sin perder una sola par­ tida ante los maestros de la na­ ción. Un año más tarde obtuvo el título de Gran Maestro, caso insólito de precocidad ajedre­ cística. Representó a su país en tres Olimpiadas (Campeonato del mundo de naciones), obte­ niendo en todas ellas resulta­ dos excelentes. Pero tal vez los resultados más impresionantes de su carrera fueron los que ob­ tuvo en 1971 en las pruebas de �n�� � fflu0 d� moo� en las que eliminó sucesiva- PA R TIDA S . La fuerza bruta Partida j ugada en California, 1964 (simultáneas) Blancas: Negras: l. 2. 3. 4. Robert Fischer Celle e4, es Cf3, Cc6 Ac4, Aes b4, ... negro se ve obligado a renun­ ciar a uno de los peones. El Gambito Evans fue em­ pleado hasta la saciedad du­ rante el pasado siglo. Fischer, en algunas de sus partidas, heredó el espíritu romántico de sus antecesores. 4. S. 6. 7. 8. 9. ... , A x b4 c3, Ae7 d4, d6? d x eS, C x eS C x eS, d x es DhS ! , g6 4 3 a 3 a 10. D X eS, Cf6 11. Aa3, Tf8 e g h El ataque sobre los puntos « f7 » y «e5 » no podía ser re­ chazado a la vez . Por eso el b e d e g h La fuerza de la clavada del Ae7 se manifiesta tras esta ju­ gada. Las negras han tenido que renunciar al enroque y su rey quedará peligrosamente expuesto en el centro del ta­ blero. Más secuelas de la cla­ vada: tras 1 1 . . . . , Rf8 las ne­ gras hubieran perdido una pieza con 1 2 . D x f6 ! , ya que el clavado alfil no puede le­ galmente mover para capturar la dama. 12. 0-0, Cg4 13. Dg3, A X a3 ������=��=�=� FA MO SA S mente y por tanteos escan dalo­ cistas de la época: Taimánov (6- sos a tres de /os mejores ajedre­ 14. C x a3, De7! 15. Ab5 + , c6 16. Cc4 ! , De6 6 0), Larsen (6- 0) (6-2). y Petrosian sa muy tenaz; por eso Fischer toma la decisión de lanzar to­ das sus piezas contra el rey. Esta demostración de fuerza bruta se verá recompensada con un hermoso final . privó de la oportunidad de dis­ 20 . ... , g x f5 21. e x f5, Tac8 lificado por m uchos, no sólo re­ Su excéntrico temperamento le 1972, putar la corona mundial hasta año en que se enfrentó al soviético Boris Spassky El «match del siglo», como fue ca­ sultó un encuentro memorable 5 en el plano deportivo, sino ade­ 4 más cargado de implica ciones 3 políticas para los comentaristas, que lo convirtieron en una pro­ longación de la «guerra fría». a b e d e g Sin duda Celle intuyó que tras 1 6 . . . . , c x b 5 1 7 . Cd6 + , Rd8 1 8 . Tadl el ataque de las blan­ cas sería demoledor, tanto por la peligrosa exposición del rey a las piezas blancas, como por la mala ubicación de las figuras propias . 17. 18. 19. 20. Después de ser derrota do en h Tadl, c x b5 Dc7, Ad7 Cd6 + , Re7 Cf5 + ! ! , ... /os dos primeros juegos (en el segundo por incomparecencia), Fischer se impuso al soviético a b e d e g h En las últimas j ugadas las ne­ gras han realizado una defen- b e d e g h y ya no volvió a dis­ putar jamás una partida oficial. Ren unció a defender su título En vista de las dificultades las negras adoptan una continua­ ción de emergencia . La res­ puesta lógica 21 . . .. , D x f5 conducía a un mate curioso: 22 . Dd6 + , Re8 23 . Tfel + Ae6 24. Dd7 + + . Otra vez la pieza clavada es causa de una derrota. Las siguientes j uga­ das blancas culminarán bri­ llantemente la ventaj a táctica acumulada por las blancas . 22. 23. 24. 25. 26. 27. a (12 '5-8 '5) por cua tro puntos de ventaja Tx d7 + ! ! , D x d7 f6 + , C x f6 Tel + , Ce4 Tx e4 + , Rf6 D X d7, Tfd8 Dg4, ... La dama blanca cubre el mate en dl . Las negras se rindieron en vista de la desproporción de material . ante Ana ta/y Kárpov, por lo que 1975. éste fue proclamado campeón del mundo en U n a i magen q u e añoran m uchos aficionados: e l Fischer «hambriento» de victorias de 1 970. Curso de táctica (!) La siguiente posición corresponde a un enfrentamiento entre dos ingleses poco conocidos: Abrahams y Thynne (Liverpool, 1 93 2) . 6 5 Ambos reyes s e hallan e n comprometida situación (ya s e h a dicho repetidas veces que un enroque bien cubierto es la mej or protec­ ción para el monarca) , pero precisamente el centro del tablero pa­ rece ofrecer, en este caso, cierto refugio al soberano negro, amena­ zado ante la inminente irrupción de la dama. 4 3 a b e d e g a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Por ej emplo, la j ugada más obvia después de un examen superfi­ cial de la posición no supone ningún progreso tangible: l. Dh8, Re7 El ataque de las blancas no prospera por ese sendero. Pero disponen de una alternativa más espectacular, y más positiva. Sobre el tablero no existe aún ninguna pieza negra clavada. El si­ guiente movimiento va encaminado a provocar dicha circunstancia. l. Dg8 + ! ! , ... El «inconveniente» de esta j ugada es obvio, ya que la dama no goza de protección. Pero las virtudes son muchas : ahora 'el rey no puede huir hacia el centro porque existe la réplica 2 . D x f7 caso de l . . . . , Re7 , lo que representa una notable diferencia respecto a la variante anterior. Pero el auténtico mérito de l . Dg8 ! ! se comprueba en seguida: l . ... , R x g8 ? ? 2. Cg6 ! ! , ... Era menos perniciosa l. , Re7, a pesar de todo ... Las blancas no sólo atacan la dama, sino que plantean la impara­ ble amenaza 3 . Th8 + + . Las negras se ven fo rzadas a inclinar el rey antes de recibir el mate. 1 92 Curso de táctica (/) Propiciar clavadas sobre los peones, a pesar de ser éstos figu­ ras poco val iosas, también puede reportar i m p o rtantes benefi­ cios. Las clavadas no sólo afectan a las piezas Generalmente se denomina clavada a la inmovilización de una pie­ za que cubre a otra de superior valor que la atacante. Existe, sin embargo, otro tipo de clavadas que se suelen dar con cierta frecuencia en las partidas de aj edrez . En algunas ocasiones las piezas defensoras interceptan el paso, no hacia una figura, sino hacia una casilla del tablero que, de ser al­ canzada por el contrario, supondría un grave perj uicio. Se les pue­ de denominar «clavadas indirectas » . La inmovilización d e una pieza porque tras ella s e encuentra otra de mayo r valor es el caso más frecuente de clavada, pero ta m­ bién puede quedar i n m ovilizada una figura que se interpone en­ tre la unidad atacante y un pu nto determinado que resu lte i m ­ po rtante conquista r. Estudiemos, por ej emplo, la posición que nos brinda el diagrama. 5 Es fácil constatar que si el alfil negro no interceptara la acción de la torre, las blancas podrían ej ecutar al soberano de las negras con 1 . Df7 + , Rh8 2 . Dg7 + + . Por tal razón se puede considerar que el alfil negro se halla clavado, y el punto « f7 » es la causa de que así sea. 4 3 2 a b e d e g h a b e d e g h Si se amenaza el alfil con una pieza blanca más, éste deberá sucumbir o permitir el mate mencionado. La j ugada definitiva es: l. Ac5 ! ! , A x es 5 4 2 No había modo de proteger el alfil. Ahora éste ha desbloqueado el camino hacia la casilla crítica. 1 93 Curso de táctica (1) Por esa razón se puede efectuar ya la siguiente maniobra: 2. Df7 + , Rh8 3. D x g7 + + 5 4 2 La imaginación de las blancas ha triunfado. a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e U na partida modelo Tal vez la más conocida partida de Morphy sea la que j ugó a la ciega con el duque de Brunswick y conde de Issouard, durante los entreactos de una representación de El barbero de Sevilla en la Opera de París, el año 1 8 5 8 . En ella no sólo se comprueba el portentoso ingenio táctico del ganador, sino que se pueden apreciar nítidamente los distintos tipos de clavada que se han estudiado a lo largo de estas páginas. Por dicha razón, el estudio de los movimientos realizados por las blancas resulta muy instructivo. La belleza de la combinación final , además, es realmente antológica. Así acontencieron las cosas: l. 2. 3. 4. e4, e5 Cf3, d6 d4, Ag4? ! d x e5, A x f3 6 5 4 3 Necesario, pues tras 4 . . . . , d x e5 , las blancas desharían la clavada del caballo con 5. D x d8 + , R x d 8 , y después capturarían el peón central: 6 . C X e 5 . Las blancas toman con s u dama e l alfil y prosiguen e l desarrollo: 5. D x f3, d x e5 6. Ac4, Cf6 7, Db3, ... Este movimiento repetido de la dama se j ustifica por la doble ame­ naza sobre los peones «b7» y « f7 » , que las negras no pueden de­ fender a la vez . 1 94 Curso de táctica (J) Pero además obliga a la dama enemiga a ocupar una casilla nada conveniente para el desarrollo posterior del alfil . 7 . ... , De7 8. Cc3, ... 6 5 El espíritu romántico de Morphy no concibe la mera ganancia de un peón si con ello el rival aligera, aunque sea mínimamente, la pre­ sión. Con 7. D x b7 , . . . , la ventaj a de las blancas era evidente, pero las negras solucionaban muchos de sus ahogos tras el cambio de damas : 7 . . . . , Db4 + ! 8. D x b4, A x b4 + . 4 3 a b e d e g h Ahora el peón negro puede protegerse, pero la iniciativa sigue en manos del norteamericano. 8 . ... , c6 9. AgS, ... Clavada relativa del caballo. Las negras empeoran su posición, ya delicada, con una j ugada im­ precisa. 9 . ... , bS? ! 10. C x bS ! , c x b5 11. A X b5 + ! , Cbd7 12. 0-0-0, ... Autoc!avada absoluta, y forzada, del caballo El sacrificio de una pieza ha permitido la apertura de líneas de ata­ que, lo cual favorece al bando que tiene mej or dispuestas las pie­ zas . La situación de las negras es muy precaria, con el rey en el cen­ tro y ambos caballos inmovilizados . Morphy explotará con destacable acierto esta última circunstancia . De momento se amenaza 1 3 . Tx d7 , especulando c o n que la clava­ da del otro caballo no permite a dicha figura capturar la torre. Las negras toman medidas contra ello: 12 . . . , Td8 13. Tx d7! ! , ... . Igualmente, ya que da un tiempo para la incorporación al j uego de la otra torre. 6 5 4 3 a b e d e g h a b e d e g h 8 6 5 4 3 1 95 Curso de táctica (/) Ahora será la torre negra la que quede inmóvil y suj eta a nuevas amenazas . 13 . ... , Tx d7 14. Tdl, De6 Las negras se han apresurado a desclavar el caballo superviviente, y o frecen el cambio de damas como medida para soslayar la fuerte presión. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e Pero Morphy, tal vez inspirado por la aérea música de Rossini , pre­ para una maniobra genial que desvelará las debilidades ocultas de la posición negra. 15. A x d7 + , C x d7 Ahora ha surgido el tercer tipo de clavada al que hacíamos referen­ cia en el último apartado. Una visión de «rayos X» revela la exis­ tencia más allá del «Cd7 » , concretamente en «d8 » , de una casilla que de ser ocupada por la torre significaría el mate al soberano negro. Gracias a un movimiento magistral, el aj edrecista de Nueva Orleans forzará al cab allo a desviarse de su intercepción y liberará de obs­ táculos la columna « d » . 16. Db8 + ! ! , C x b8 17. Td8 + + Jaque mate El sacrificio de la dama permitió el largo «salto mortal» de la torre. «Una hoj a de acero damasquinado cortando un coj ín de seda»; es la imagen que empleó un comentarista especializado para expres ar la bella y rotunda lógica que aplicó Morphy para rendir la defensa de las negras. Es obvio que Morphy no se enfrentaba en este caso con una opo­ sición digna de su excepcional j erarquía, aunque j ugara a la ciega. Pero la precisión, la economía de medios y la belleza del s acrificio de la dama con el obj eto de desviar al caballo de la defensa, con­ vierten a esta «miniatura» (nombre que reciben las partidas resuel­ tas en menos de 25 j ugadas) en una j oya del aj edrez . 1 96 EJ E RC I C I OS Ejemplo 1 10 Ejemplo 2 neg ras logran escapar a l a q uema. A lo l argo de esta u n idad hemos exp l i cado ya l a d iferencia q u e existe entre clavad a absol uta y relativa. La posición de n uestro primer eje m p l o ofrece u n caso p ráctico de la efectividad de una y otra. 8 6 5 4 3 a a b e d e g h Juegan blancas Las blancas, a q u ienes corresponde j u gar, tienen l a pos i b i l idad de efectuar u n a clavada absol uta (1 . Ab5) o deci d i rse por u n a clavada re lativa sobre l a torre de "ªª" (1 . Ae4) . ¿C uál de los dos sería el movi m i e nto acertado? Ante todo es n ecesario plantearse que l a j ugada 1 . Ae4, . . . ofrece l a pos i b i l idad « l egal» de mover e l cabal lo. Dicho desplazam iento debe est u d iarse dete n idamente ya q u e la torre de "ªª" q u edaría baj o el ataq u e d e l alfi l ; ¿si g n ifica e s o q u e l a pérd ida de material es i rrevers i b le? No, pu esto q u e l as neg ras pod rían capt u rar el alfi l b l anco de «e5» con el cabal l o de «C6» y p l antear a su vez u n a amenaza sobre l a dama del contrario. Veamos: 1 . Ae4, C x e5 2. d x e5, Tb8 y l as b e d e g h La exp lotación táctica d e l a clavad a res u lta m uy frecuente en la práctica y es motivo de n u m erosas victorias. A veces, la situación de la p i eza i n movi l i zada por el ataq u e sobre otra q u e está tras e l l a no se encuentra aún p l as m ad a sobre el tab lero cuando la m a n iobra es concebida por uno de los j ugadores, pero p u ed e prese ntarse, p o r ej e m plo, tras u n a serie de i ntercam b ios de p i ezas. La relatividad de la clavada h a permitido u n contraataq u e q u e salva la partida. E n cam b i o l a clavada absol uta (1 . Ab5) dej a absol utamente i n m ovi l i zadas a l as neg ras. E l caba l l o atacado no se p u ede mover, y tras la secuencia forzada 1 . Ab5, Dd7 2 . De4!, . . . , la caída del caballo negro de c6 es u n h ec h o. a b e d e g h J u egan blancas Aparente me nte conte m p l amos una situación tran q u i l a, pero l as debi l idades de l as neg ras q u e real m e nte existen e n esta posición se man ifestarán pronto : 1 . A x d5, e x d5 2 . C x d7, Tx d7. Ahora s e observa q u e el alfi l negro de c7 está i m posi b i l itado de move r debido a l a i ndefensión de l a torre d e «C8» a la q u e está c u b r i e n d o d e l ataq ue de su homóloga b l anca; por lo tanto e l bando bl anco puede provocar l a ganancia d e material c o n la cont i n uación 3. b6!, ... , q u e ataca el alf i l clavado. 1 97 EJ E RC I C I OS Problema 1 10 Problema 2 Reproduzca sobre su tab lero l as s i g u i e ntes j ug adas a part i r de l a posición i n icial de cualq u ier part i d a : 1. e4, e5 2 . Cf3, Cc6 3. d4, e x d4 4. Ac4, Cf6 5. 0-0, C x e4 6. Te1 , d5 7. Ab5, Ag4. Problema 3 6 5 4 3 6 a b e d e g h 5 4 J uegan negras 3 a b e d e g h E n la posición resu ltante, q u e e s l a reflej ad a en el d i ag rama, señale cu áles, entre los m ovi m i e ntos q ue han efectuado am bos bandos, i m p l ican u n a clavad a y m atice s i ésta es abso l uta o re lativa. 1 98 La situación de su rey p lantea al bando negro u n a serie de d ificu ltades : su caballo de f6, atacado por u n alfi l blanco, no puede m ove r (se encuentra c l avado de manera abso l u ta) y debe ser defend ido por otra p i eza. De los posib les mov i m i e ntos que c u m p l e n tal objet ivo defe nsivo y a cont i n uación se s u g i e re n , seleccione el q u e considere m ás adecuad o : a) 1 . . . . , Cd7; b) 1 . . . . , Re7; e) 1 . . . . , Ae7; d) 1 . . . . , Tg6. Razone su respuesta i nd icando qué j ugarían l as blancas contra u n a j u gada negra d i st i nta de l a ú n ica co rrecta, y q u é le su cedería e ntonces al bando negro. A través de n u m erosos ej em plos anteriores se ha pod ido co m p robar que el princi pal de los i nconve n i e ntes de te ner u n a p i eza clavad a es la i n movi l i zación a l a que la m i s m a se ve suj eta. Si sufre e nto nces el ataq ue de u n a pi eza contraria de m e n o r valor, o bien de vari as p i ezas de cualq u i e r valor pero e n n ú mero su perior al de l as q u e puedan eventual mente defenderla, el bando «Clavado» perderá i rre m isiblemente m aterial . J uegan blancas E n l a posición del d i ag rama l as blancas aprovechan su c i rcu nstancial ve ntaj a para ganar u n a pieza. ¿Cómo? EJ E RC I C I OS Problema 4 10 Problema 6 Problema 5 7 6 6 5 5 5 4 4 4 3 3 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Juegan blancas J uegan blancas Juegan blancas Apare nte mente, e l ataq u e de l as b l ancas no es excesivame nte pel i g roso para el rey adversario. Efectivame nte, e l mon arca negro n o corre pel i g ro, pero su dama está colocada en u n a sugere nte vertical , l a m i s m a d e su rey. E l lo proporciona a l as b lancas la idea de u n a peq u e ñ a co m b i n ación q u e aprovecha u n te m a táctico m u y conocido. La c l ave, después de un cambio apare nte mente desve ntaj oso, reside e n l a seg u n d a j u gada blanca. E l hecho de que los alfi les de c4 y de e6 estén e n l a misma d i agonal d e l rey negro s i g n ifica e n este caso dos cosas : l a pri m era q u e e l alfi l negro está c l avado, y la seg u nd a , q u e e n caso de q u e l as neg ras procedan al cam � io, la dama b l anca retom ará con jaque al rey. E n defi n itiva, l a situación de l as neg ras es i nseg u ra y e l l o perm ite a l as blancas l a real i zación de u n a espectac u l ar j u gada q u e saca provecho de todo e l l o ganando m aterial de forma forzosa. ¿Có m o? Estud i e con dete n i m i e nto l as amenazas blancas y b u sq u e l a manera de hacerlas m ás poderosas. Observe q u e l a dama negra es l a p r i n c i pal defensora del e n roq u e, y q u e s i n e l l a el b l anco pod ría dar mate, con 1 . D x f7+ , . . . , y 2 . D x h7 mate. Las b l ancas d isponen de un m ovi m i e nto decisivo. La amenaza de m ate antes com entada perm ite l a pos i b i l idad de plantear i n med iatamente una clavada q u e res uelve la parti da. ¿C u á l ? 1 99 SO LU C I O N ES Solución 1 Las j ugadas blancas Te1 y Ab5 p l antean clavadas absol utas de los cabal los negros. La j u gada negra Ag4 plantea una clavada rel ativa a la dama del cabal lo b l anco de f3. 10 tam poco por el peó n negro de g5 al ser víct i m a ese peón j u stamente de una «Clavad a absol uta» . 6 Solución 2 1 . . . . , Ae7 es i a ú n ica resp uesta correcta pues deshace la clavada (el cabal l o de f 6 y a pod rá mover) y por lo tanto l a amenaza blanca, q u e consist ía en e5, para exp l otar l a clavad a, pierde valor. Contra c u al q u i era de l as otras d efe nsas, el avance 2. e5, . . . , ganaba e l cabal lo clavado a cambio de u n peó n . Solución 3 Las blancas j uegan 1 . Af4, . . . , presionando más e l caballo clavado de b8, con lo cual l as blancas capt u rarán en l a s i g u ie nte j ugada ese cabal l o o la to rre. E l alfi l no puede ser captu rado por el rey negro al estar defe n d i d o por su peón de g3, y no puede ser captu rado 5 4 3 a e d e g h Solución 4 1 . Tx h6, g x h6 y ahora, después de ese cam b i o e n p r i n c i p i o desfavorab le, l as blancas fuerzan u n o m u cho m ás favorable con 2 . Tg1 , ... , clavando la dama negra. La capt u ra con el peón de g7 abrió la col u m n a «g» para l a terri ble clavad a. Au n perd i e n d o p i eza, l a j ugada 1 . . . . , D x f2 s i n to mar l a torre h u b iera constituido la opción menos ' mala para l as negras. 1 . Cd7, . . , ataca la dama y e l alf i l de c5. S i l as negras m u eve n la dama, e ntonces 2 . C x c5, . . . o 2 . A x e6 + , . . . , ganan s i e m p re u n o de los alfi les. S i l as negras optan por 1 . . . . , A x c4, entonces l as b l ancas j u egan tranq u i l am e nte 2. C x f6 + , . . . , dando j aq u e al rey. Finalmente, a 1 . . . . , C x d7, l as blancas ganan torre por alfi l con 2. D x e6 + , D x e6 3. A x e6 + , Tf7 4. A x f7 + . . Solución 6 La dama negra es «desvi ada» por medio de una clavad a : 1 . Tg4, . . . , l a cual captu ra l a dama o da mate ( s i 1 . . . . , D x g4 2 . D x f7+ , R h 8 3. D x h7+ + ) . 5 4 a a 200 b Solución 5 b e d e g h b e d e g h 11 U N I DAD La fuerza de una pieza s e hace más manifiesta, inclus o se multiplica, cuando actúa e n coordinación c o n otra. El llamado ataque a la descubierta conj uga el poder de dos figuras : una que descubre y la otra cuyo campo de acción queda despej ado con el movimiento de la primera. Temibles amenazas pueden construirse a su amparo. O Curso de táctica (1 1) O Resumen O Partidas famosas • ¿ E n q u é co n s i ste e l ataq u e e n desc u b i e rta? • D i sti ntas var i a ntes de ataq u e a l a desc u b i e rta • Ej em p l os d e co m b i n ac i o n es basad as en el ataq u e d o b l e • E l j aq u e d o b l e • U n i d ades 10 y 11 . • V i aj e i nfe r n a l Lo n d res, 1 91 2 O Ejercicios O Soluciones • Ej e m p l os y p ro b l e m as Curso de táctica (1 1) En la anterior unidad, analizamos las posibilidades tácticas que ofre­ cía el tema de la pieza clavada. La disposición de la descubierta es similar, pero en este caso es el b ando atacante quien posee dos pie­ zas en una misma línea o diagonal, y al mover de su lugar la pieza intermedia descubre la acción de la otra con mortíferos efectos . ¿ E n q u é consiste el ataqu e e n descubierta? Surge un ataque en descubierta cuando una determinada figura se retira para permitir el ataque de otra del mismo color s obre una pieza o punto estratégico importante del campo enemigo. 8 7 6 5 4 En el margen izquierdo del diagrama la torre no da j aque al rey contrario porque una pieza propia intercepta la columna. Lo mismo ocurre en el otro flanco con el alfil, cuya amenaza sobre la torre se ve interceptada por el caballo. Retirando el alfil a cualquier casilla , incluso a una controlada por una pieza contraria pues la amenaza s obre el rey es prioritaria, dicha pieza « descubre» la acción de la torre y el monarca negro queda b aj o amenaza. 3 2 a b a b e d e g e g 8 7 6 5 4 3 2 De igual modo, al mover el cab allo en cualquier dirección, el alfil que circula por casillas blancas ataca la torre adversaria. Razonando un poco se pueden adivinar fácilmente las múltiples apli­ caciones que tiene este movimiento característico. Su fuerza primor­ dial radica en que la pieza que actúa como barrera entre atacante y defensor, es decir, ' l a pieza que descubre, puede dirigirse a cual­ quier punto, no importa si está protegido o no, siempre y cuando, claro está, el obj etivo amenazado sea de mayor valor que la figura «sacrificada» . Al mismo tiempo la pieza que mueve puede crear nue­ vas amenazas, imposibles de detener. 202 h Curso de táctica (//) Mucho más eficaz, a la vez que difícil de responder, es la descu­ bierta sobre el rey, variante de este recurso conocida como j aque a la descubierta . Como es lógico el monarca es la única de las pie­ zas que no puede ser sacrificada baj o ningún concepto, y ello limi­ ta sobremanera las posibilidades del bando defensor. El ataq ue a la descubierta sobre el rey es una de las modalida­ des más incisivas de este tem a , y es conocido como ccjaque a la descubierta» Contemplemos el siguiente ej emplo : 6 4 En este instructivo ej emplo, rey negro y dama blanca comparten la misma columna. El caballo impide que la situación sea j aque. Si lo retiramos el monarca tendrá que afrontar el ataque vertical de la dama. 3 a b e d e a b e d e g h Apártese el caballo, pues , a una situación comprometedora para el contrario. l. Cc4 + , ... Otra posibilidad (l . C X d5 + , . . . ) , por idéntica razón a la que posi­ bilita la j ugada del texto, hubiera ganado un peón, pero el horizon­ te de las blancas es mucho más alto. J Da igual que dos piezas negras (el peón «d5» y el caballo «b6 » controlen el punto crítico. La captura del Cc4 no es posible mien­ tras rey y dama estén en contacto directo. Las negras pueden inter­ ceptar el j aque: l . ... , Ae7 6 4 3 Pero no con ello han podido evitar la consiguiente pérdida de ma­ terial . 203 Curso de táctica (//) Veámoslo de inmediato: 2. C x as, El resto de la partida será rutinario si las blancas saben explotar la importante ventaj a que han adquirido gracias al ataque a la des­ cubierta . a b e d e g a b e d e g a b e d e En realidad este interesante caso ha mostrado la auténtica fuerza de un elemento primordial de la táctica: el hecho que un solo movi­ miento puede representar dos amenazas simultáneas con dos pie­ zas distintas . Muy frecuentemente resulta imposible parar ambas . El ataque en descubierta perm ite plantear con un sólo movimien· to amenazas d iferentes sobre piezas o pu ntos del tablero disti n· tos: con frecuencia, resulta i m posible defender am bas. La siguiente posición es algo más laboriosa y se puede encuadrar en el grupo de las combinaciones . Las blancas realizan un sacrificio aparente para recuperar con creces el obsequio: En el diagrama aparece una posición muy característica, favorable para la culminación de un j aque doble que defina la partida. A primera vista resulta difícil determinar qué tiene mayor funda­ mento : la persistente presión con las piezas negras sobre el punto « C4 » , o bien el eventual ataque sobre el ala de rey que las blancas puedan organizar. 4 2 El siguiente movimiento deshace todo género de dudas al respecto: l. Dg4! ! , ... Planteando la más directa amenaza en aj edrez, el j aque mate (2 . D x g7 + + ) . Por evidente que parezca la amenaza, las blancas se aseguran con ella el triunfo inminente. 204 h Curso de táctica (JI) Las negras defienden el punto crítico avanzando el peón . l . ... , g6 4 3 2 Para desarmar la amenaza las negras disponían también del avance l . . . . , f6 , que permitiría el acceso de la dama a la defensa . a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Tampoco esta medida impedía e l siguiente golpe mortal: 2. Ch6 + , ... 4 Ataque simultáneo al rey y a la dama con dos piezas distintas. Des­ pués de 2 . . , Rg7 3. D x d7 , . . . , no cabe duda de que el destino del negro es ser derrotado. U na mínima demostración de técnica será suficiente para concretar la ventaj a material . 2 . . E l ataque a la descubierta es una de las armas m ás tem i bles de l a táctica ajedrecística, ya que general mente fuerza la respues­ ta del contrario y le impide controlar todos los puntos atacados. La pieza que se reti ra puede, en u n jaque descubierto o amena­ zando a una figura m ás poderosa , m overse a cualqu i e r casi lla i ndependientemente d e que ésta se encuentre p rotegida o no. D isti ntas variantes de ataq u e a la descubierta Además del ya analizado «j aque a la descubierta» , existen otros mo­ dos de amenaza indirecta tras una pieza propia. Característico es el ataque sobre una unidad de valor superior, pero distinta al rey. Generalmente una pieza de valor alto que se encuentre indefensa proporciona al bando que tiene la iniciativa algún recurso. Por tal razón la Tc7 negra es un interesante punto de mira para lanzar la ofensiva . 205 Curso de táctica (Il) Como dicha pieza se encuentra en la misma columna que la torre del primer j ugador, surgen las primeras ideas : retirar el alfil , pero . . . ¿dónde? 1 . Ad2 , Tx el no sería más que un mero cambio de piezas . Hay que buscar algo más incisivo : l. A x f6! ! , ... Dos piezas blancas están indefensas, pero a la vez plantean sendos ataques. Ello crea una disyuntiva muy triste a las negras : capturar la torre para perder la dama o bien eliminar el alfil a costa de sacri­ ficar su torre. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Como es lógico escogen el camino menos perj udicial: l . ... , A x f6 2. Tx c7, ... Las blancas han conquistado una torre y un peón al módico precio de un alfil . El balance les resulta muy favorable. En otros casos el obj etivo principal de la descubierta no es el rey mismo ni otra pieza. Se puede conj ugar la amenaza s obre una figu­ ra con la búsqueda de una casilla clave para nuestros planes : No cabe duda de que e l caballo se ha instalado e n u n cuadro exce­ lente, pero aún menos dudoso resulta que si no estuviera en él las blancas matarían en una sola j ugada con l . Dh8 + + . Como la dama no tiene la facultad de atravesar sus propias piezas, deben tomarse medidas sutiles : l. CdS ! ! , ... 6 5 4 He aquí lo que anunciamos anteriormente. La amenaza sobre la dama negra, con todo lo que significa, no es más que una cuestión secundaria, de la misma manera que lo es la posible captura del caballo sacrificado. 206 Curso de táctica (JI) Lo realmente crucial es que la dama aspira a desplazarse a «h8 » , desde donde provocaría automáticamente una situación d e mate. l. ... , DgS La mej or manera de sobrevivir, en vista de l . . . . , e x d5 2. Dh8 + + . a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Ahora la dama negra acude a interceptar el j aque. 2. Dh8 + , Dg8 Aparen temen te todo resuelto, pero... 3. Ag7 + ! , ... 6 5 4 2 Ya conocemos este tema, estudiado en la unidad anterior. El hecho de que la dama está clavada impide la captura del alfil . La respuesta negra es forzada: 3 . ... , Re8 4. D x g8 + , ... El fin de las negras está muy cerca. Eje m plos de combi nacio nes basadas en e l ataq u e doble Afirmar que la mej or defensa contra un ataque a la descubierta es evitar que tal posibilidad surj a en el tablero casi suena a Perogru­ llo, pero nos da la auténtica dimensión de la fuerza que posee este golpe. Generalmente ambo s b andos emplean estrictamente esta regla, por lo que aplicar este recurso no es fácil de conseguir a menos que se fuerce una situación favorable mediante la realización de prepa­ rativos previos, entre los que se incluyen pequeños sacrificios y ma­ niobras tácticas . 207 Curso de táctica (//) En la presente posición las blancas disponen de la posibilidad de despej ar, es decir descubrir, la acción de su torre « d l » mediante el simple cambio de peones . 8 7 5 3 De poco ha de servir esta circunstancia puesto que la Td7 se halla muy bien protegida, entre otras piezas por el caballo. El primer paso para alcanzar el triunfo es dej ar al segundo j ugador desprovisto de dicha salvaguardia: a b e d e g a b e d e g h a b e d e g h 8 7 l. Tx f6 ! , g x f6 5 Primer obj etivo cumplido. Pero ¿de qué nos ha servido el sacrificio? A primera vista de nada, puesto que tras 2 . d x c5 , . . . , las negras cambian la torre dando j aque, con lo que eliminan la opción de capturar la dama y será en realidad ésta la que mate el peón. 3 Gracias a ello nos damos cuenta de que uno de los caminos de con­ trarrestar el ataque a la descubierta es la toma, bien de la pieza agre­ sora o bien de la que descubre, dando j aque simultáneamente, con lo que se impide la concreción inmediata de la amenaza. U n a de las fo rmas de contrarresta r u n ataq ue a l ¡t descu bierta consiste en la captura con jaque de una de las dos piezas que participan en la ofensiva . Pero los recursos del blanco no se han agotado: 2. D x d7 + ! ! , ... 8 7 5 4 3 Con esta j ugada se consigue que rey negro y torre blanca compar­ tan la misma columna . 208 Curso de táctica (JI) Las negras no disponen de la defensa antes apuntada, sencillamen­ te porque es el rey la pieza atacada. 8 7 2 . ... , R x d7 3. d x cS + , ... 5 4 3 Ahora sí que es una acción efectiva el descubrir. a b e d e g h Después de la continuación 3 . . . . , Rc7 4 . c X b6 + , R x b6, es hora de hacer recuento. Las blancas han conquistado una dama (Db6) , una torre (Td7) y u n caballo (Cf6); mientras que el negro ha logra­ do a cambio una dama y una torre. Como vemos, el primer j uga­ dor aventaj a a su rival por una pieza. Ver algo más a l l á de la combi nación l l evan u n a desgrad able sorpresa: 1 . . . . , D x h7 2 . Tx d6, D b1 + , y en seg u i d a fuerzan m ate. El seg u nd o caso tuvo un dese n l ace si m i lar. U n a m ovida apare nte me nte ag uda d e l alfi l (1 . Af8, . . . ) desc u b re l a acción de la torre a la vez q u e p lantea u n a amenaza sobre la dama. Pe ro antes de dej arse arrastrar por un e nt u s i as m o poco fundamentado, debiero n haber medido m ejor l as consecuencias. E l j uego p ros i g u i ó 1 . . . , Tx f8 ; 2 . Tx b7, Ac6 + , y cuando e l j aq u e s e a c u b i e rto e l alfi l captu rará l a torre (véase el tercer d i ag rama) . Es u n error frecue nte el conc l u i r el cál c u l o de una co m b i n ación con la captu ra de l a p i eza q u e se p rete n d ía co n q u i star. E n ciertas ocas i o nes e l l o p u ed e reportar desag radables sorpresas. Resu lta conve n i e nte est u d i ar una o dos j ug adas más a l l á para evitar sobresaltos. En l a pri m era de l as posiciones l as blancas se ciegan con l a pos i b i l i d ad de captu rar u n a torre desc u b riendo con j aq u e e l alfi l : 1 . A x h7+ ? , . . . es l a j u gada que escog iero n . La maniobra funciona si l as negras capturan con rey o cabal lo, pero se . 8 8 7 7 5 4 a b e d e Las b l ancas j u garo n aq u í 1 . A x h7? 3 3 2 2 a b e d e g Las b l an cas j u g a ro n 1 . Af8. h a b e d e g h Posi c i ó n después d e 1 . Af8 Tx f8 2. Tx b7 Ac6 + . 209 PAR TIDA S Londres 210 A finales del siglo xv111 el aje­ drez era una afición muy difun­ dida entre la aristrocracia y la floreciente burguesía británica, y en Londres había clubes Divan, Westminster- cuya ac­ tividad fundamental era el jue­ go del ajedrez. El gran Philidor vivió en Londres desde 1 792 hasta su muerte, acaecida en 1 795, y sus exhibiciones des­ pertaron gran interés. En los años treinta del siglo XIX juga­ dores de gran prestigio, como Cochrane o Alexander Mac­ Donnell, fueron considerados entre los mejores de Europa; MacDonnell disputó seis legen­ darios encuentros, en el West­ minster Club de Londres, con­ tra el francés La Bourdonnais. La derrota de MacDonnell hirió profundamente el orgullo londi­ nense, y numerosos jugadores decidieron dedicarse al ajedrez para lavar esa mancha; el prin­ cipal de ellos fue Howard Staunton (1810- 1874). Staunton organizó en Londres el primer gran torneo internacional de ajedrez {1851), cuya celebra­ ción es un hito básico en la his­ toria del juego. En aquellos años Londres era la meca del ajedrez europeo, y los más grandes jugadores del mundo ansiaban viajar a la capital bri­ tánica: La Bourdonnais, murió allí, Lowenthal la escogió como patria de adopción, y Wilhelm Steinitz vivió en ella muchos años, al igual que Zukertort. En la última parte del siglo Lon­ dres decayó como centro de atracción ajedrecístico y aun­ que siguieron saliendo de sus clubes grandes jugadores (como Bird, Blackburne o Yates), los viejos días de gloria habían pasado. Viaje infernal Partida jugada en Londres, 1912 Blancas: Negras: Edward Lasker George Thomas l. d4, fS La llamada Defensa Holan­ desa; las negras avanzan su peón «f» para evitar que el blanco constituya un centro de peones con 2. e4 . 2. Cc3, ... Procura jugar inmediatamen­ te e4. La mej or jugada es aquí 2. c4 , aunque también resul­ ta muy fuerte el sacrificio de peón 2 . e4 (Gambito Staunton) . 2. 3. 4. S. 6. . . . , Cf6 AgS, e6 e4, f x e4 C x e4, Ae7 A x f6, ... En este caso conviene cam­ biar el alfil por el caballo de f6, porque el caballo blanco quedará muy bien ubicado en el centro. 9. Ces, Ab7 10. DhS, .... Las blancas han desarrollado sus piezas antes que su adver­ sano, y crean graves amena­ zas sobre el enroque. La más inmediata es 1 1 . C X f6 + , se­ guida de 1 2 . D x h7 + + . La defensa 10 . . . . , g6 permitiría el sacrificio 1 1 . C X g6. 10 . ... , De7 Con esto las negras creen sal­ var lo peor, pues si ahora 1 1 . C x f6 + , g x f6, y el mate en h7 queda defendido; pero en este momento las blancas rea­ lizan una serie de j ugadas («combinación») que culmi­ man en mate. 11. D x h7 + ! ! , ... 6 . ... , A x f6 7. Cf3, 0-0 8. Ad3, b6 Thomas busca poner en j ue­ go el alfil por b7 (lo que se llama un «fianchetto» ) . .1 d--== b-== =ª=-c =-he=---==9=-- ¡;::;��;:�;::;���:;;��� El ajedrez rápido De aquí en adelante todas las jugadas de las negras son for­ zadas . 11 . ... , R x h7 12. C x f6 + , ... Un j aque doble «a la descu­ bierta»; el caballo da j aque y, a la vez, descubre la acción de su alfil, que también amena­ za al rey. 12 . ... , Rh6 Claro que si 1 2 . . . . , Rh8 1 3 . Cg6 mate. 13. 14. 15. 16. 17. 18. Ce5-g4 + , RgS h4 + , Rf4 g3 + , Rf3 Ae2 + , Rg2 Th2 + , Rgl Rd2 + + ; L a hermosa partida que aparece e n esta página n o s e jugó a un ritmo normal de torneos; fue una partida amistosa de las llamadas «rápidas», en las que cada uno de los adversarios tiene un tiempo breve de reflexión. Las partidas de torneos normalmente se juegan a un ritmo de 40 jugadas cada dos horas de reflexión para cada jugador; esto es, cada uno de los contrincantes tiene dos horas en su reloj al comenzar el juego. Cuando haya consumido esas dos horas de su tiempo, debe haber cumplido la jugada n.0 40; si no lo ha hecho, pierde la partida. Si la partida no ha concluido aún, se establece un n uevo límite de 1 hora para 20 jugadas. Si aún persiste la lucha entonces, la partida se aplaza. En las partidas «rápidas» el tiempo convenido es mucho menor: a veces 15 minutos, a veces 10, a veces 5, para cada jugador y para tod� la partida. Lógicamente, de esta manera las jugadas se meditan menos y las partidas suelen ser muy incorrectas; pero en cambio son muy intensas y emocionantes, dado que no sólo hay que jugar bien, sino rápidamente. Un final de partida con ambos adversarios apremiados de tiempo, con las banderas de sus relojes a punto de caer, es uno de los espectáculos más emocionantes que puedan contemplarse; evoca los dramá ticos finales de algunos partidos de baloncesto, cuando ambos equipos tienen opción al triunfo. En los últimos años se ha popularizado un ritmo de juego intermedio, en el que cada contrincante tiene media hora para toda la partida («Chess Active», o «Ajedrez Activo»). U n a sesión de s i m u ltán eas a cargo del campeón d e l m u nd o G arry Kaspárov. E n esta Foto GAMMA a b e d e g · A partir de la posición del primer diagrama, ¿qué hubie­ ra opinado el lector si alguien le hubiera dicho que las blan­ cas darían mate forzado con la torre de dama . . . y sin mo­ verla? modal idad el j u gador t ien e tam b i é n u n t i e m po l i m itado para efectuar sus j ug ad as. Curso de táctica (Il) El ej emplo que se trata a continuación ilustra un pequeño gran triun­ fo de la lógica. 5 4 3 Ambas damas se encuentran enfrentadas tras la simple barrera de un alfil . Las blancas aspiran a realizar una descubierta, pero sin que el cambio de damas sea posible. ¿Cómo? a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g La única posibilidad es dar j aque. Es necesario prepararlo : l. Tx e6 + ! ! , ... 7 5 4 3 Situado el rey en el centro, el j aque de un alfil sólo puede venir por las diagonales a4-e8 o h5-e8 . El alfil negro intercepta la primera, mientras que la segunda está obturada por el peón f7 . La j ugada del texto ofrece material, si bien envenenado; cualquiera que sea la toma, el alfil dará j aque en una u otra diagonal . Vea­ mos. Si l . . . . , f x e6 2. Ag6 + , . . . O bien: l . ... , A x e6 2. AbS + , ... En ambos casos la dama será capturada. Debe advertirse que nin­ guna de las respuestas es forzada: el rey negro puede mover a d8 o f8 , pero las blancas consiguen un peón de ventaj a y privan al rey contrario de la posibilidad del enroque. La siguiente partida no contiene una sino dos descubiertas, cuya conj unción conduce al fin de las negras. Es un juego real disputa­ do por Ahues y un aj edrecista desconocido en Berlín, el año 1 9 3 2 . 8 7 3 2 L o m á s curioso d e la posición es q u e e l Ab3 , aparentemente ino­ fensivo por su lej anía respecto del enroque, será el arma decisiva. 212 Curso de táctica (ll) La combinación empezó abriendo líneas para la penetración de las piezas a la vez que haciendo los preparativos para la primera des­ cubierta . l. Dh7 + ! ! , R x h7 2. Cg6 + , ... Al costoso precio de una dama las blancas eliminaron algunas de­ fensas del monarca y realizaron su primer ataque descubierto. Obviamente basaron sus sacrificios en un cálculo preciso de lo que ha de acontecer eh los próximos movimientos, que fueron los si­ guientes: 2 . ... , Rg8 3. Th8 + , Rf7 a b e d e a b e d e a b e d e a b e d e 8 7 5 3 Las apariencias son engañosas. Puesto que el cuadro « f8 » está baj o el control de l a dama, cabría pensar que el rey negro h a encontrado un refugio seguro. Nada más alej ado de la realidad: 4. Tf8 + ! ! , ... 2 g h 8 7 3 ¿Por qué? Sencillamente porque con ello se obliga a la dama a le­ vantar el bloqueo sobre el peón « d » , lo que permitirá la incorpora­ ción del alfil blanco al ataque. Lo vemos de inmediato tras la continuación: 4 . . . , D x f8 5. d6 + + . 2 8 7 . 5 3 2 Una hermosa conclusión. Con seguridad cualquiera desearía ha­ ber sido su autor. 213 Curso de táctica (JI) El jaq u e doble Imaginemos situaciones como las que a continuación se reflej an: 8 7 6 5 4 3 A ambos lados del tablero se está produciendo un j aque doble, como consecuencia del ataque de dos piezas distintas sobre el rey. ¿Cuál ha sido la última j ugada del blanco?, cabría preguntarse. Si el soberano de las negras ya se encontraba sometido a un ataque, ¿cómo ha podido una segunda pieza dar j aque de nuevo? Esta pre­ gunta sólo tiene respuesta partiendo de estas otras posiciones. 2 a b e d e g a b e d e g a b e d e g 8 7 6 5 4 No existe j aque alguno, pero con l. Cc4 + , . . . , o bien l. Ae6 + , . . . , se alcanzan las situaciones del diagrama anterior. Lo que nos da a entender que el j aque doble es una variante del j aque descubierto. 3 2 Pero aún cabe señalar un aspecto más . El j aque descubierto simple reserva en algunos casos la posibilidad de interceptarlo mediante la oposición de una figura. En esta nueva variante la duplicidad de ataques fuerza al rey a mover en todos los casos. Eso lo hace aún más temib le. En el jaque doble, el rey amenazado sólo tiene la opción de mo­ ver a un cuadro que no esté controlado por las piezas ag resoras. La bella combinación que ahora sigue es difícil de adivinar excepto para aquellos aficionados que intuitivamente capten la imagen de mate, pero es, sin duda, una excelente demostración de la fuerza que posee el tema táctico que nos ocupa . 2 Se trata de una partida diputada p o r el ingenioso maestro soviético Kasparian, durante una exhibición de simultáneas . 214 h Curso de táctica (JI) Los movimientos iniciales de las blancas obedecen a un análisis pro­ fundo. l. Tx c6! , ... Desde los primeros pasos de la partida, todas las j ugadas se reali­ zan con un obj etivo a corto, medio o largo plazo. En este caso la sutil visión de las blancas prevé con bastante antelación los aconte­ cimientos de la futura lucha. Las negras toman la torre ofrecida. l. ... , A x c6 2. Dc4 + , Rb7 La respuesta de las negras no podía ser otra, puesto que se necesi­ taba defender el alfil para no quedar en inferioridad material . Sin embargo, existen serios inconvenientes : 8 7 3. D x c6 + , ... 6 3 2 La antesala de la descubierta es este brillante sacrificio inesperado de la dama. a b e d e g h a b e d e g h De nuevo las negras deben aceptar el presente: 3 . ... , R x c6 4. Ces + , ... Jaque doble ¿Por qué en esta casilla y no en otra? Primero porque otra j ugada de caballo permitiría la intercepción del j aque con 4 . . . . , d5; y se­ gundo, porque el obj etivo que se persigue es atraer el rey hacia el centro del tablero, donde será más vulnerable al ataque de las pie­ zas blancas, y otra descubierta que no fuera la del texto daría op­ ción a retirarse hacia la retaguardia (4 . . . . , Rd7) . 3 2 215 Curso de táctica (JI) A h o ra l a res p u esta d e l as n e g ras n o p u e d e ser ot ra q u e . . . 4 , Rc5 5. Cd3 + , . •. . ... Nuevamen te empuja al rey hacia adelante 5 . ... , Rd4 6. Rd2! ! , ... ¡ Maravilloso! Dado que un j aque eficaz no era posible, Kasparian prepara el siguiente y definitivo. a b e d e a b e d e Esta «tranquila» j ugada da protagonismo al rey blanco, que ahora cubre los cuadros «c3 » y « e3 » . Nada puede impedir que las negras reciban mate en el próximo turno. 6 . ... , De6 7. c3 + + Pocas veces el rey en el centro geométrico del tablero, cuando aún hay muchas piezas en j uego, puede escapar a la ej ecución. RESU M EN : u n i d ades 1 0 y 11 O S e dice q u e u n a pieza está c l avada c u a n d o s u m ov i m iento i m p licaría la capt u ra d e u n a pieza del m i s m o color situada d et rás. • La c l avad a es abso l uta si la p i eza c u b i e rta es el rey, en c u yo caso el m ov i m i e nto es reg l a m e ntar i a m e nte i m pos i b l e . • Para d e s c l avar u n a p i ez a , p u ed e m overse l a p i eza i n d efe n s a s i t u ad a d et rás d e l a p r i m e r a , o i nterpo n e r d e l a nte o d etrás d e ésta otras f i g u ras b i e n d efe n d i d as . • L a s c l avad as no afecta n s ó l o a p i ezas, s i n o tam b i é n a p u ntos d e i m porta n c i a c l ave p a ra e l ataq u e contra r i o . O E l ata'q u e a la descu b i e rta cons iste en el ataqu e s i m u ltáneo d e d o s p i ezas, el movimiento d e u n a d e l a s c u a l e s ccdesc u b reu la a c c i ó n de l a otra. • La d e sc u b i e rta con j aq u e a l rey c o n t ra r i o s u po n e u n a d e l as m o d a l i d ades m ás p e l i g rosas d e este m ov i m i e nto • La d e sc u b i e rta s u po n e la pos i b i l i d ad de atacar s i m u l tá n e a m e nte con dos p i ezas varios p u ntos dsti ntos d e l tab l e ro. • Si e l j aq u e a l a d e sc u b i e rta e s d o b l e (con l as dos p i ezas) , e l b a n d o d efe n s o r ú n i c a m e nte t i e n e e l rec u rso d e m ove r s u rey, y n o e l d e capt u rar l as p i ezas ag reso ras o el de i nte r po n e r ot ras p i ezas. 216 EJ E RC I C I OS Ejemplo 1 11 Ahora ya es pos i b l e a p l i car el g o l pe est u d i ad o : 2. Ab4!, . . . Las b l ancas d isponen de l a oport u n idad de preparar u n ataq ue sobre d o s p iezas, lo q u e l e s v a a proporcionar u n a s u c u l e nta ventaj a material . ¿C uál es l a secuencia correcta para lograrlo? alfi l y e l su bdesarro l l o d e l ala de dama. La pos i b i l i d ad de amenazar mate, s i n j aq u e pero con ataq ue i n d i recto sobre e l rey, abre el cam i no para obte ner u n a su perioridad considerable. La j ugada exacta es 1 . Cg5, . . . 4 6 a b e d e g h 5 4 a b e d e Tras lo cual l as neg ras han de perder su dama ya que l a captu ra de l a torre i m p l ica, además, l a ej ec ución s u m ar i a d e l soberano negro : 2 . . . , Tx e4 3. A x a5, . . . con u n a su perioridad decisiva. . J uegan blancas Para rea l i zar un ataq u e a la desc u b i e rta es n ecesario q u e d o s p i ezas contrari as com partan la misma l ínea (co l u m na, f i l a o d i agonal). E l primer paso e s conseg u i rlo, a l o cual v a dest i n ado e l s i g u i e nte movi m i e nto : 1 . Ae7, . . . La to rre negra sólo tiene u n a casi l l a para escapar a l acoso d e l alfi l , a u n q u e e n vista d e los res u ltados tal vez debía considerarse su sacrificio como mal menor. Veamos: 1 . . . . , Te8. Ejemplo 2 3 a b e d e h g Las blancas amenazan p r i n c i pal mente 2. D x h7 + + , lo que req u iere medidas para evitarlo por parte de l as negras. E l cabal lo está i ndefenso, pero como vere mos este hecho tiene sus compensaciones. Tras 1 . . , D x gS 2 . A x b7, . . . , l a to rre negra en «a8» no t i e n e escapatoria. E s necesario defenderla, pero tras 2 . . . . , Cd7 3. A x a8, Tx a8 es claro que l as blancas han sal ido favo reci d as en los cam bios. . a b e d e g J uegan blancas Un caracte rístico m étodo de exp l otar l a i n defensión de u n h . EJ E R C I C I OS 11 · Problem a 1 Problema 2 Problema 3 8 8 8 6 5 4 3 3 2 a b e d e 9 h 2 a b e e 9 a b e d e 9 J uegan blancas J uegan blancas J uegan blancas M ás q u e un auténtico p roblema, cabe considerar esta pos i c i ó n como un mero ej ercicio o recordatorio del te m a tratado e n esta u n idad : el ataq u e a l a descubierta. Tam b i é n es útil para aprender u n a reg l a p ráctica muy lógica pero q u e los principiantes con frec uencia suelen olvidar: que los movi m i e ntos activos no son s i e m p re « h acia ad elante» . Conté m p lese la posición con o bj etividad . Para su caballo l as blan cas disponen de u n a casi l l a m uy adecuada en «e5» , donde no puede ser desalojado y desde l a cual puede hostigar a l as p i ezas e n e m i gas. N o cabe d u d a que tarde o te m prano deberá ocuparla, pero ¿tiene q u e hacerlo i n med i atame nte, o d i spone en este i n stante de m ejores alternativas? E n esta pos ición no existe l a posi b i l i d ad de u n j aq u e a l a desc u b i e rta, puesto q u e el rey no se encuentra en la m i s m a l ínea q u e alguna de las p iezas b l an cas. S i n em bargo, ya hemos e n u merado otro tipo de ataq ues e n descubierta que no i nvo l u cran al mon arca . Es hora de ap l icarlos y de demostrar su comprensión con este caso p ráctico. La prim era j u gada es fu ndamental para conseg u i r u n a su perioridad material i m po rtante. Ded uzca • lógicamente cuál es la j u gada correcta . En la u n idad precede nte se estudió el sign ificado de l a «pieza clavada» y p o r tal razón es fác i l constatar que el caballo en «e5» de l as blancas no p uede actuar con e ntera l i bertad debido a l a amenaza sobre la dama. Tam b i é n se aprendió que cuando tras la pieza clavad a no se encuentra e l rey, d icha clavad a sólo es re lativa. En ciertos casos, como e l p rese nte, cuando l a p i eza clavante y la q u e se encuentra tras l a fig u ra i n movi l izada pueden atacarse recíprocame nte, existe l a pos i b i l idad de q u e l a desclavad a s e prod uzca g racias, p recisame nte, a u n ataq ue en desc u b i e rta sobre l a u n idad ag resora. C o n estas pistas, trate de averiguar cuál es l a cont i n uación más adecuada en la posición del d i ag rama. EJ E RCI C I OS Problema 4 11 Problema 6 Problema 5 8 7 7 6 6 6 5 5 5 4 4 4 3 3 3 2 a b e d e g a b e d e g h a b e d e g J uegan blancas J uegan blancas J uegan blancas Ya h e mos advertido q ue, debido a la pel i g rosa fuerza del ataq u e a l a descubierta , el j u gador q u e defiende no suele d a r fac i l idades para i ncu rri r e n é l , al m e nos de una manera s i m p l e y d i recta. Casi en todos los casos e n q u e se prod uce este te m a , sucede porq ue e l bando atacante l o pre para con movi m i e ntos previos q u e m uc h as veces encierran sacrifi cios. A l argo pl azo d i chos p reparativos son profu n d as com b i n aciones, pero cuando bastan pocas j ugadas se trata de maniobras tácti cas m ás fác i l es de captar. En la posición d e l p rob lema, l as blancas crean con un preciso movi m i e nto l as co nd icio nes adec uadas para q u e e l ataq ue a la desc u b i e rta te n g a efectos decisivos en el j u ego. Descubra la secu encia correcta . E n esta posición se observa a s i m ple vista q u e e l peón pasado y avanzado de l as blancas l i m ita m ucho la actividad de l as p i ezas neg ras. E n con c reto l a d a m a v e m uy restr i n g i d a su capacidad de movi m ie nto, ya q u e desempeña la exc l u s iva tarea de evitar q u e d i c h o peón se transforme e n dama, lo cual hará tan pronto alcance la octava fila. Sin e m bargo, la l abor del primer j ugador será ard u a si no consig u e que el contrario ceda e n s u b l oq ueo. Po r fort u n a eso es algo q u e p u ede suceder m uy p ro nto si actúa con p recisión y aprovecha tod as l as ventaj as de q ue e n este preciso i nstante goza. Part i c u l armente cabe señalar la situación del rey negro e n la seg u n d a horizonta l . E l ú l t i m o de los p ro b l e m as es un ej ercicio co m p l eto d e táctica. Encierra los preparat ivos de u n j aq u e e n desc u b i e rta , l a ej ecución de d i c h o ataq ue y por último l a exp lotaci ó n de u n a p i eza clavada q u e c u b re u na cas i l l a decisiva donde e l b l anco acabará dando u n b ri l l ante mate. Trate de desc u b r i r l a secuencia co m p l eta s i n efectuar l as j u g ad as sobre el tab l e ro. Será un excele nte ej ercicio de cálcu lo, al q u e debe come nzar a habituarse. S i no logra dar con l a sol ución , i nténte l o ento nces moviendo alg u n as p iezas en l as j ugadas i n iciales. SO LU C I O NES Solución 1 La m ejor j u gada es u n retroceso con e l caba l l o : 1 . Ce1 + , . . . Oaque con l a torre) . Después de q u e el rey m u eva, el cabal l o captu rará la torre. Las negras están perd i d as. Solución 2 11 Solución 3 Solución 5 Au n q u e el caballo blanco está clavado, puede l i b rarse de ese peso con u n a amenaza tan poderosa como la q u e pesa sobre su dama: 1 . C x d7!, . . . Ataq u e a l descubierto sobre l a dama. S i 1 . . . . , Tx d 7 2 . D x e8, . . . ; m i entras que a 1 . . . . , Tx e2 s i g u e 2 . C x f6 + , Rg7 3. Tx e2, . . . , con u n a n eta su perioridad para las blancas. Si el peón blanco p u d i era avanzar en este preciso i nstante, ade m ás de coronar, la torre blanca daría j aq u e al rey negro. Por eso : 1 . D x f8!!, . . . y tras 1 . . . , D x f8, sí q u e se p uede cont i n uar 2. c8 = D + , . . . a l a descu bierta con l a torre. La torre b l anca en «b1 » y l a negra e n « b 8 » se encuentran e n l a m i s m a co l u m na, ú n i camente separad as por seis cas i l l as y u n alfi l . S i logramos q u e e l alfi l desaparezca creando a su vez u n a amenaza m ás fuerte, la torre negra será presa fác i l . La cont i n uación para e l l o es 1 . Ag8!!, ... Cuando el alfi l sea captu rado (1 . . . . , D x g8, por ej e m plo), las blancas captu rarán la torre : 2. Tx b8. Para realizar u n ataq u e a la desc u b i e rta deben crearse l as cond i c i o nes adecuadas : 1 . C x c7, . . . ataca la torre "ªª" · q u e no p u ede mover, pero s i 1 . . . . , D x c7 2 . A x e& + , A x e& 3. D x c7, . . ganando l a i m portante d a m a negra. 6 6 5 5 Solución 4 . . Solución 6 U n a sol ución algo m ás comp lej a , q u e se i n ic i a de l a s i g u i ente manera. 1 . Dd7 + !! , . . . P re para el s i g u i e nte j aq u e a l a descu bierta. 1 . . . . , A x d7 2 . Cd6 + (a l a desc u b i e rta) , . . . I m pide q u e e l rey h uya por «f7» . 2 . . . . , Rd8 3. Cf7+ , Rc8. Ahora el alfi l «d7» está clavado c u briendo l a cas i l l a «d8» d onde l a torre blanca asp i ra a d ar m ate apoyada por el cabal lo. Debe aprovech arse esta c i rcu nstan cia: 4. Te8 + , A x es 5. Td8 + + . U n bello problema. 4 3 3 6 2 5 4 a b e d e g h a b e e g h 3 a b e d e g h 12 U N I DAD Uno de los temas tácticos que se dan con mayor frecuencia en la práctica es el de la pieza que ataca de manera simultánea a dos o más contrarias. Casi siempre estas amenazas múltiples, particularmente temibles, originan la ganancia forzosa de m�terial. La presente unidad se dedica especialmente a su .estudio. O Curso de táctica (11 1) • El ataq u e d o b l e c o m o a r m a e n l a p a rt i d a • E l ataq u e d o b l e c o m o te m a d e c o m b i n ac i ó n • Ataq u e s d o b l es con a l f i l e s , torres y rey O Partidas famosas • E l ataq u e v i rt u oso. M a h r-Ostra u , 1 923 O Ejercicios • Ej e m p l os y p ro b l e m as O Soluciones Curso de táctica (1 1 1) La acción ofensiva de las diversas piezas permite en el curso de la partida crear desde una determinada .casilla amenazas diferentes so­ bre piezas o puntos clave del bando contrario. La fuerza de estos ataques dobles es tal que en muchas ocasiones no hay inconvenien­ te en prepararlos con algún sacrificio de material , que se verá com­ pensado con creces al finalizar la maniobra. El ataq u e doble com o arma e n la partida Ante todo, conviene clarificar exactamente qué es un doble ataque o ataque doble. El concepto no es difícil de entender. Tomando por ej emplo la posición del diagrama, queda claro que la dama blanca está amenazando al mismo tiempo el alfil y la torre negras . Ambas piezas pueden mover como la dama en un cierto sen­ tido, pero ésta muestra su superioridad sobre ellas atacando a la torre en diagonal y al alfil por la fila, es decir, por la vía por la que cada una no puede replicar. Las negras sólo pueden salvarse j ugando l. . . . , Tf8 , que defiende el alfil, o contraatacando por otro sector (un j aque, por ej emplo) . Si no existen estas posibilidades, de­ ben perder material . a b e d e a b e d e Así, en este otro ej emplo, una situación similar a la de antes de­ muestra no tener solución satisfactoria. Las negras tienen atacados el caballo de c5 y la torre de a8, y las j ugadas que podrían defender a ambo s no surten efecto. Por ej emplo, tras l . . . . , Cb7 2. D x b7 , la dama blanca captura igual­ mente al caballo. Si la torre intenta proteger al caballo con l . . . . , Ta5 o l . . . . , Tc8 , comprueba que no puede, debido a la presencia de los peones de a6 y c7; la dama negra no puede socorrer a la vez a ambas piezas atacadas, como no lo puede hacer tampoco ningu­ na otra pieza negra, ni se puede dar j aque ni contraatacar. Las ne222 g h Curso de táctica (!JI) gras pierden material y la última j ugada blanca (suponemos que fue Dd5) fue un acierto. Ahora bien, imaginemos que las blancas, entreviendo la posibilidad de llegar a esta situación, la hubieran for­ zado mediante un pequeño sacrificio de material . Diríamos enton­ ces que han ej ecutado una correcta combinación táctica. Esto podría haber sucedido, por ej emplo, a partir de la posición del diagrama. 7 5 Las blancas juegan l. f6, . . . , con la vista puesta en llegar a la posi­ ción que ya conocemos, lo cual podría suceder tras las siguientes j ugadas : l . . . . , A x f6 2: C x f6 + , D x f6 3 . Dd5 . 3 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Evidentemente, en este caso la devolución momentánea del peón de más de que gozaban las blancas antes de j ugar l . f6 , habría que­ dado más que justificada, pues posteriormente han ganado todo un caballo. El ataque doble se prepara muchas veces de forma combinativa. La amenaza puede consistir tanto en la ganancia de material como en un j aque mate, lo cual sucede en la siguiente posición: Las blancas pueden j ugar l. De4, atacando la torre de a8 y amena­ zando Dh7 + + , ya que la dama cuenta con el apoyo del alfil de d3 . En este caso, aunque en h7 no hay ninguna pieza negra, se trata exactamente de un ataque doble, pues la amenaza de j aque mate implica un ataque directo al rey. Precisamente los ataques dobles que incluyen un j aque al rey son especialmente temibles, porque excluyen la posibilidad de un con­ traataque intermedio en otro sector del tablero mientras el rey sea obj eto de una amenaza directa. 6 5 4 Son muy frecuentes los ataques dobles efectuados por la dama y pueden producirse ya en las primeras j ugadas de la partida. Así en la posición del diagrama, si las blancas creen que es buena idea atacar al caballo negro de f6 avanzando su peón, están en un error. 3 223 Curso de táctica (!JI) Comprobémoslo con la siguiente variante: 1. eS?, Das + 2. Cc3, D x es + El ataque doble de la dama ha ganado un peón. Otros ataques do­ bles con j aque similares pueden ganar una pieza . a b e d e a b e d a b e a b e � f g h e g h d e g h d e Un ej emplo de ataque doble con j aque que gana una pieza fuerte y puede darse en plena apertura de la partida es el siguiente: Las negras acaban de j ugar l . . . . , Aa6, que constituye un error. Su intención es cambiar el alfil por el blanco de d3 , lo que podría estar bien fundamentado, pero no advierten el ataque doble que se­ guirá a continuación: 2. A x a6, C x a6 3. Da4 + , Dd7 4. D x a6, ... Como consecuencia, se ganó el caballo. 5 4 3 Veamos a continuación otro ej emplo, sacado de la teoría de las aper­ turas . Juegan las negras, y la teoría les recomienda l . . . . , Dd5 ; pero no es posible descubrir la razón de esta j ugada sin darse cuenta exacta de lo que las blancas amenazan . 224 Curso de táctica (ll/) Parecería mucho más lógico j ugar l . . . . , D x f6, pero en ese caso se perdería un alfil del siguiente modo: l . ... , D x f6 2. C x e6, ... es posible tomar con J a dama debido a la presencia de la torre de el . Nó a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Si, en cambio, las negras siguen: · 2 .... , f x e6 3. DhS + , g6 4. D x cs, ... Se había perdido el alfil de c5 . Nuevamente se muestra la gran ca­ pacidad de la dama para atacar a distancia y con rapidez, debido a su gran movilidad , y la peligrosidad del ataque doble con j aque, en particular cuando existen piezas indefensas en el tablero, como lo estaba el alfil de c5 . 7 6 5 4 3 Si el ataque doble es siem pre un arma pode rosa , cuando uno d e los dos ataques se efectúa sob re el rey mediante una amena­ za de m ate o u n jaque d i recto, se convie rte en especialmente d ecisivo, ya que impide en general toda posibilidad de contraa­ taque. El ataq u e doble como tem a de combi nación Como ya se h a dicho, e l ataque doble sirve muchas veces para l a recuperación, incluso c o n creces, d e u n material previamente entre­ gado. Por ej emplo aquí las blancas ganan un peón basándose de nuevo en un ataque doble con j aque (en realidad de un ataque triple) efec­ tuado por su dama. 225 Curso de táctica (Ill) La combinación se inicia con la entrega del alfil: l. A x f7 + , R x f7 2. DdS + , ... 2 . ... , Re8 3. D x e4 + , ... A taque triple: al rey y a ambos caballos También era posible 3. D x a5 . Evidentemente, l. Dd5 , C x c4 2 . D x e 4 + , n o hubiera logrado nada d e todo ello, ya que con 2 . . . . , De7 , las negras clavarían la dama blanca, impidiendo la captura del caballo. Por eso había que comenzar con el sacrificio aparente A x f7 + , capturando en seguida el peón . a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Aquí las blancas conciben la posibilidad de tomar el peón de c6 con su alfil para atacar de manera simultánea e8 y b 7 . Para que ello s e a efectivo es preciso hacer desaparecer, mediante un cambio momentáneamente desventaj oso, el alfil defensor de e8 . Previamente será preciso cambiar damas: l. D x b7, Tx b7 2. Tx e8 + , Tx e8 Ahora se ha atraído ya a las torres negras a las casillas adecuadas . Por consiguiente, el ataque doble despliega toda su eficacia: 3. A x c6, ... Y las blancas han ganado un peón . Es digno de destacarse que a las negras les hubiera ido mucho peor en caso de haber tomado en la segunda j ugada con el rey, ya que, combinando el tema de la cla­ vada, ya conocido, con un segundo ataque doble, las blancas hu­ bieran podido ganar más material (2 . . . . , R x e8 3 . A x c6 + ): la to­ rre de b7 o la de a8 sin compensación. 226 Curso de táctica (Ill) De hecho, si las negras intentaran 3 . . . . , Td7 4. A x d7 + , R x d7 , todavía empeorarían s u situación, debido a 5 . Cb6 + que ganaría también la otra torre (véase el diagrama) . 7 5 4 3 En este caso c6 fue la casilla clave desde donde el alfil planteó sus eficaces ataques múltiples . En la siguiente posición, las blancas deben j ugar y tienen atacado el caballo de e5 . a b e d e a b e d e a b e d a b e d g h e g h e g h 8 7 6 5 4 3 Pero por otra parte Tc7 , que ahora, mismo no es una j ugada efecti­ va por estar la dama negra controlando esa casilla, puede serlo si esta torre entra en acción en combinación con su dama. Teniendo en cuenta que la dama y la torre dobladas en la séptima fil a resultan especialmente efectivas, las blancas conciben la posibilidad de llevar su dama a g7, y emprenden camino hacia allí inmediatamente pese al caballo atacado. l. Dg3, f x e5 2. Dg7, ... Esta j ugada puede ser considerada perfectamente una amenaza doble, ya que ataca la torre de h8 y amenaza Tc7 al mismo tiempo (el ataque es triple si contamos también el indefenso peón de e 5 , pero e s e e s u n detalle d e menor importancia e n este caso) . La j ugada negra es la única que salva la torre. 2 . ... , Tf8 3. Tc7, ... 8 7 6 5 4 3 8 7 6 5 Con doble amenaza -triple en realidad- de j aque mate en e7 o d7 y de captura del alfil de b7 . Las negras deben escoger entre 3 . . . . , D x c7 4 . D x c7 , Ad5 5 . D x e5 , d3 6 . b3 , con cambio de dama y peón (once puntos) por torre y alfil (ocho puntos) que les dej a en desventaj a neta, o bien intentar 3 . . . . , Dd6 . 4 3 227 Curso de táctica (!JI) Veamo s esta última j ugada y sus probables consecuencias . 3 ... , Dd6 4. Tx b7, d3 S. Ta7, ... Se amenaza 6 . Ta8 seguido de j aque mate. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g a b e d e g Las negras deben procurar evitar esa j ugada, y tener constantemente en cuenta que su dama está atada a la defensa del mate en e7 y d7 . S . ... , Dd8 6. D x h7, TfS 6 5 3 Las blancas amenazaban 7 . Dg6 + , . . . , seguida de j aque mate, por lo que las negras proporcionan un escape a su rey. El remedio, no obstante, es efímero. 7. Dg8 + , Tf8 8. D x e6 + , ... 8 7 6 5 Seguida de j aque mate a la siguiente. (8 . . . ., De7 9 . D X e7 + + ) . En este ej emplo se ha podido observar el ataque doble ipropiamente dicho en la tercera jugada, pero debemos considerar la segunda (Dg7) una especie de ataque doble «de segunda generación» consistente en amenazar una pieza (torre de h8) al tiempo que otro ataque doble. En la posición del siguiente diagrama las negras se dan cuenta de la gran fuerza que tendría la colocación eventual de la dama en e3 , donde ahora tienen una torre, para realizar un ataque doble con j aque al rey, que ganaría la torre de d2 y tras capturarla probablemente podría llevar la partida al j aque mate. 4 3 8 7 6 5 4 Naturalmente, en e3 no se puede de momento colocar la dama pues ya está situada otra pieza y no hay tiempo para lentos preparativos por cuanto las blancas amenazan 2 . Dh8 + , que podría venir seguida de j aque mate entrando en h7 con la torre. 228 3 Curso de táctica (/JI) Por ese motivo, la torre negra de e3 «se aparta» y dej a el sitio a su señora aun a costa de su propia vida, y lo hace de la forma más compulsiva: dando j aque al rey. l . ... , Tf3 + 2. g x f3, ... Jugada forzada En efecto, tras 2 . Rgl , Del + 3 . Rh2, Dg3 + 4. Rgl , Tel + 5 . Afl , Tx f1 + + , también sería j aque mate. a b e d e a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h La dama se sitúa ahora en . la casilla clave. 2 . ... , De3 + 3. Rg2, D x f3 + Recuperando con creces el material entregado, y con muchas posi­ bilidades de dar mate. Se podía también, por supuesto, haber to­ mado ya con la dama la torre de d2, recuperando el material antes entregado. Pero, como vamos a ver, la j ugada elegida por las negras es más fuerte aún . 4. Rh2, ... O bien 5. Rh2, 4. Rgl, Tel + Tx hl mate 4 . ... , D x hl + Esto implica una nueva variedad específica de ataque doble: la dama negra da j aque al rey y, cuando éste se aparta del j aque, puede cap­ turar una pieza (en este caso la dama blanca) situada detrás del rey en la línea por la que se dio el j aque (en este caso la columna h) . Se habla en este caso de ganancia de material « a través » del rey o de ataque doble atravesando al rey. Naturalmente, también se dan ataques dobles « atravesando» la dama o incluso otras piezas , pero es un tem a que con muchísima frecuencia va relacionado con un j aque al rey. S. Rg3, Te3 + Y, finalmente, las negras no capturan ni la dama ni la torre sino que van directamente a por el obj etivo supremo: el rey. 3 229 ' El ataque virtuoso 14. lS. 16. 17. 18. 19. Partida jugada en Mahr-Ostrau, 1923 Blancas: Negras: Akiba Rubinstein Karel Hromadka PAR TIDA S Ce2, 0-0-0 C x d4, A x d4 c3, Ab6 aS, Ac7 Ae3, Rb8 Rc2, ... 8 l. e4, es 2. f4, ... El Gambito de Rey, apertura que fue cara a los j ugadores del siglo pasado y que aún se utiliza ocasionalmente en tor­ neos de alta competición . el peón de c2 con j aque y luego toman la torre, la dama blan­ ca toma el peón de g7 , atacan­ do la torre y el punto f7 , y ob­ tiene un ataque fortísimo. 9 . ... , De7 10. f x eS, d x eS 11. Rdl, ... 3. 4. S. 6. Cf3, d6 Cc3, Cf6 Ac4, Cc6 d3, Ag4 Ambos bandos han respetado rigurosamente las leyes del de­ sarrollo, y la posición está más o menos equilibrada . 7. h3, A x f3 8. D x f3, Cd4 9. Dg3, ... Si las negras ahora capturan 230 3 2 a 2 . ... , Aes Una de las respuestas de que disponen las negras; las otras son 2 . . . . , e x f4 y 2 . . . . , d5 (el Contragambito Falkbeer) . Esta j ugada de las negras es posible porque si ahora el blanco jugase 3. f x e5?, . . . las negras destruirían la posición adversaria por medio de 3 . . . . , Dh4 + . 4 b e d .e g h Las negras estaban amenazan­ do ahora 1 9 . . . . , C X e4 , que antes no servía por Dg4 + . 19 . ... , Ra8 20. Tf3, CdS a b e d e g h Si el blancb jugase ahora 1 1 . D x g7 , . . . seguiría 1 1 . . . . , Tg8 , y e l que atacaría sería e l ban­ do negro. 11 . ... , c6 12. a4, Tg8 13. Tfl, h6 Se amenazaba la molesta 1 4 . Ag5 . Elegante jugada; si las blancas tomaran el caballo, seguiría 21 . . . . , e4, atacando la dama y la torre y recuperando ma­ terial. 21. Agl ! , ... A partir de esta profunda j u­ gada Rubinstein inicia un ata­ que sobre el rey enemigo, ata­ que que conducirá con fineza de virtuoso. 21 . ... , Cf4 22. Df2, ... Amenazando mate. 22 . ... , Ab8 23. g3 !, ... •, , FA MO SA S Esto parece un error, pues per mite la captura del peón de h3 , atacando la dama y elimi­ nando el alfil de gl; pero Ru­ binstein ha calculado muy lej os. La dama no podía alej arse del ataque y seguir defendiendo su torre (si 26 . . . . , Dc7 27 . D x c7 , Tx c7 28 . Tx c7, A x c7 29. A x g8); por lo tan­ to, las negras tratan de cam­ biarla por varias piezas. 23 . ... , C x h3 24. Tx f7, Dd6 27. A x d6, Tf2 + Si 24 . . . . , C x f2 25 . Tx e7 , Tgf8 26. Tx g7 , . . . , ganando un peón . Si ahora 28 . Rb3 , A x d6, y las blancas no pueden tomar la torre de g8 pues ahora sí se puede capturar su dama. Las negras quedarían con una to­ rre y un caballo por la dama y podrían resistir. Pero Ru­ binstein, el virtuoso, culmina su obra de arte con un finísi­ mo ataque doble: 25. Db6 ! ! , 28. D x f2!, C x f2 29. AcS ! ! , 4 -� · 3 2 a b e e d g h Sobre esta sorpresa pivotaba todo el · ataque blanco. Se amenaza mate en b7 y la d<!..ma no puede tomarse: 25 . · : :·: �� a x b6 26. a¿<: b6 + (descubi érta de Ja to ri-e)., Aa7 27 . Tx a7 + , Rb 8 28 . TÍ"7� b7 + , Rc8 29 . Aa. 6, . . :·; ganando. ' 25 . .. �; ·Td7 . .. 26. AcS ! , !�'.��,/ � .:. . 3 . 2 -/-=-' a b e d e g h Nada daba 29 . A x b 8 , Tx b8; en cambio, con la que se j ugó las blancas atacan el caballo de f2 y la torre de g8; como ésta no puede defender el ca­ ballo desde f8 porque el alfil la tomaría, las negras pierden una pieza sin· compensación, y por lo tanto se rindieron. Akiba Rubinstein El que llegaría a ser uno de los jugadores de ajedrez más com­ pletos y efectivos de todos los tiempos nació en 1882 en Sta­ wisky, Polonia (aunque enton­ ces pertenecía a Rusia), en el seno de una familia judía. Su padre pretendió encauzarle hacia los estudios religiosos, pero el joven aprendió a jugar al ajedrez a los 16 años y dedicó todas sus energías a este juego. Sus progresos fueron especta­ culares, y a partir de 1905, cuando ganó un torneo importante en Barmer, fue considerado uno de los jugadores más fuertes del mundo. Ganó u ocupó primerísimos puestos en las más duras pruebas entre 1907 y 1912; este fue, precisa­ mente, su gran año, pues que­ dó primero en los cuatro tor­ neos que jugó: San Sebastián, Piestany, Breslau y Vilnius. Po­ siblemente en este momento de su carrera Rubinstein era el mejor jugador del mundo, pero el Campeón Mundial Dr. Em­ manuel Lasker planteó condi­ ciones tan duras para poner en juego su título que Rubinstein se quedó sin su oportunidad. El estallido de la guerra del 14 terminó abruptamente con las negociaciones. Durante el con­ flicto el gran jugador polaco su­ frió grandes penurias que afec­ taron gravemente su equilibrio, y aunque siguió obteniendo ex­ celentes resultados hf:lsta 1922, no recuperó su anterior contundencia. Afectado de " agorafobia y de manías perse­ cutorias, acabó por perder to­ talmente el control de sus fa­ cultades intelectuales. Falleció en 1961. _.-. 231 Curso de táctica (/JI) La siguiente j ugada blanca es forzada. 6. Rf2, Del + + Jaque mate. Muy b onito, desde luego. Debe destacarse que, aunque en este caso se realizó el ataque doble De3 , las negras desdeñaron después la con­ tinuación lógica del mismo (la captura de la torre) , al encontrar una variante aún mej or. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Lej os de conformarse con la captura de las piezas menores, así, las blancas buscaron la posibilidad óptima, y ésta resultó ser un ata­ que de mate, iniciado a partir de 3 . . . . , D x f3 + . E n la partida de ajedrez hay que buscar siem pre el movim i ento ópti m o ; incl uso cuando se ha descubierto algo bueno, convie­ n e segu i r buscando algo m ejor. Evidente m ente, si existe la po­ sibilidad, nada será m ejor que dar jaque m ate, objetivo m áxi m o. En el siguiente ej emplo, las blancas encadenan en su ofensiva dos ataques dobles. Posición de partida El primero implicará un sacrificio de peón, pero preparará el segundo, que es el que decidirá la partida. Las blancas efectúan un ataque doble con un peón: l. fS, A x fS 5 4 3 La j ugada realizada por las negras parece, desde luego, la única manera de no perder el alfil. 232 Curso de táctica (/JI) Pero tras la siguiente j ugada, el alfil no escapa de las garras de la dama blanca. 2. Des, ... A taque doble: mate y el alfil 2 . ... , Dg4 3. C x f5 + , ... Para dar escape al rey por g6 De modo que el ataque doble dio sus frutos . Se puede preguntar : ¿Por qué no empezar con Dc5 , alterando el orden de las dos j uga­ das? La respuesta es que tras l: Dc5 , f5 ! no habría ni mate (el rey negro escapa por f6) ni ataque doble. El rey negro utiliza la vía de escape abierta: 3 . ... , Rg6 4. Tg8 + , ... 6 5 4 3 a b e d e g a b e d e g a b e d e g a b e d e h 8 6 5 4 3 Y ahora tenemos un ataque doble « atravesando» al rey, como an­ tes se comentó . Lo que sigue es una auténtica carnicería: 4 . ... , Rh5 5. Cg3 + , ... Jaque con dos piezas a l tiempo 5 . ... , Rh4 En caso de haberse j ugado 5 . . . . , Rh6 , seguiría 6. Df8 + , y mate a la siguiente j ugada. h Ahora perecen sucesivamente la dama y el rey negros . 6. Tx g4 + , R x g4 7. DfS + , Rh4 8. DhS + + También 8 . Df4 era mate. En este remate se ha podido ver, además del ataque doble, un j aque doble (por tanto, en descubierta) y la busca del mate más corto. 233 Curso de táctica (JI!) Ataq u es dobles con alf i l es, torres y rey En la mayoría de casos, como se ha podido ver, la dama se muestra muy eficaz para los ataques dobles, por su extraordinaria movili­ dad y potencia. También el peón y el caballo son atacantes dobles temibles porque su j uego, a corta distancia, y el hecho de que nor­ malmente tengan menor valor que las piezas que pueden atacar, ha­ cen que su ataque doble sea casi siempre muy ventaj oso para su ban­ do. Pero el ataque doble es consustancial a todas las piezas por su capacidad de moverse en direcciones distintas; también el alfil , la torre y el propio rey pueden efectuar ataques dobles con eficacia . A continuación se estudiarán ej emplos d e ataques dobles efectua­ dos por estas tres piezas, y en la próxima unidad se estudiarán ca­ sos de ataques dobles con peones, caballos y piezas diversas . Cualquier pieza puede en ajed rez atacar a otra y por tanto pue­ de efectuar un ataque doble. Los ataq ues dobles de peón o ca­ ballo se producen en m uchas ocasiones sobre piezas m ás va­ liosas situadas a corta d istancia, y suelen ser m uy peligrosos. La dama, torre y alfil atacan desde lejos, y en especial la dama aprovecha m uy bien su gran m ovilidad. En el siguiente caso, torres negras y alfil se combinan bien para ga­ nar dos peones con el tema del ataque doble. 2 Las negras apuntan con sus torres y su alfil al punto c3 . Este, no obstante, parece bien protegido. Pero el alfil abrirá brecha para la penetración de las torres, aprovechando que el rey blanco y el caballo están a tiro de ataque doble. a b e d e g a b e d e g 8 7 l . ..... A x c3 2. b x c3, Tx c3 + El ataque doble 3. Re2, Tx b3 4. Tx d6, Tc2 + 5. Rfl, Tx h2 6. Rgl, Tb3-b2 A menaza Thl + que ganaría la torre de al 6 3 2 Con dos peones de más y posición muy superior, las negras han decidido la partida a su favor. 234 Curso de táctica (lll) En el siguiente ej emplo las blancas ganan con un j aque de la torre que implica un ataque doble « atravesando» al rey o un j aque mate, pero aún más curiosa es la j ugada inicial , un j aque que implica un ataque doble al rey y al alfil efectuado por ¡ un alfil ! 6 3 ¿ Puede un alfil atacar a un colega que, como es lógico, tendrá oca­ sión de matarlo primero a él? En este caso sí, pues con ello zafa del ataque a su dama. 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Las blancas pueden j ugar l .· Tc8 + , Rd7 , pero su dama sigue ataca­ da por el alfil enemigo y la dama negra evitará la j ugada 2. Dc7 + . Así que en vez de eso j uegan: l. AbS + , ... Jugada q u e implica u n ataque doble Si el alfil es capturado por su colega negro, la dama blanca se verá libre del ataque, y tras l . . . . , A x b5 2. Tc8 + , Rd7 3 . Tx h 8 , . . . , las blancas habrán ganado material ya que, como se s abe, la torre vale más que el alfil . Por ello las negras toman el alfil blanco con su dama. l . ... , D x bS 2. Tc8 + , Re7 La dama blanca sigue atacada, y aún no se puede por tanto tomar la torre de h 8 , pero la diferencia es que ahora la dama negra ya no cubre c7 . Las blancas aprovechan de inmediato esta circunstancia: 3. Dc7 + , Dd7 Y no 3 . .. ., Cd7, a causa de 4. Dd6 + + 4. Des + , ... Sería un error el intercambio de damas para tomar después la torre de h8 , ya que tras 4 . D X d7 + , C X d7, las torres se defienden mu­ tuamente. 235 Curso de táctica (lll) La réplica negra es forzada, y única. 4 . ... , Dd6 5. D x d6 + + 6 Jaque mate 5 3 2 El ataque doble del alfil fue el preludio de un ataque mortal sobre el rey efectuado por la dama. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g En este ej emplo, de manera muy sencilla, el propio rey de las blancas amenazará dos piezas negras. 7 6 5 4 3 Es cierto que la colocación de éstas es deficiente en grado extremo, pero también puede extraerse la conclusión de que el rey mismo puede ser una eficaz pieza de ataque. En efecto, el primer movimiento del rey blanco dej a el alfil atacado con tan sólo una casilla a donde ir, tras lo cual sobreviene el ataque doble. 2 7 6 l. Rc8, Aa7 2. Rb7, ... 5 4 3 2 Muevan el alfil o el caballo, las negras pierden la otra pieza. Las blancas quedarán con una ventaj a decisiva . El rey también puede ser una pieza atacante, en especial cuan­ do queda poco material sobre e l tablero, y desde luego puede asi mismo efectuar ataques dobles. A modo de conclusión, puede afirmarse que el ataque doble, tri­ ple, etc. , es una útil arma para ganar material , bien por sí sola o bien enlazada con otros recursos como el j aque, la descubierta, la clavada, etc. Es también un frecuente tema inspirador de combina­ ciones . 236 EJ E RC I C I OS Ejemplo 1 a b e d e g h En esta posición existe n c u atro p i ezas fuertes de las blan cas, ade m ás del rey. Cada u n a de e l l as p uede efect uar un ataq u e d o b l e , m á s o menos eficaz seg ú n los casos. ¿ De q u é ataq ues s e trata? E n p r i m e r l u gar, la torre de d1 puede i r a d7 y al l í amenazar al m is m o tiempo el alfi l de a? y el peón de e?, forzando por tanto la ganancia de un peó n , no tanto porq ue el alfi l esté o b l ig ado a mover (está p rotegido por el Cb5) , s i n o porq u e el citado p e ó n no tiene u n a defensa satisfactoria. Este ataq ue, además de recu perar poco material , tiene el i n co nve n i e nte de perm itir el j aq u e 1 . . . . , Ta1 + , bastante fuerte, y por lo tanto es u n movi m i e nto poco efectivo, q u e estrictame nte no s e puede calificar de ataq ue doble. 12 La torre de e3, por su parte, p u ede to mar el peón de e6 y as í atacar al t i e m po e l alfi l d e g6 y el cabal lo de a6, dos p i ezas fuertes e i n d efe nsas. Es algo más eficaz por tanto q u e el anterior pero ad m ite, e ntre otras, la fuerte rép l ica de contraataq ue 1 . . . . , Ac2 (1 . . . . , Tb1 sería u n a respu esta a ú n más exacta) . En c uanto a los alfi les b l ancos, e l de g2 p u ede efectuar el m ovi m i ento 1 . Ac6, . . . , con ataq u e al cabal lo de b5, y q u e i m p l ica u n a seg u n d a amenaza i n d i recta sobre la torre de a4 «atravesando» el caba l l o. Este puede ser defend ido, s i n e m bargo. El más fuerte de todos los «dobles» y l a mejor j u g ada q u e l as blancas pueden hacer e n esta posición es 1 . Ae5 + , . . . , ataq ue doble con j aq u e q u e amenaza tam oién l a i nd efe nsa to rre negra de b2. Tras, por ej e m plo, 1 . . . . , R h7 2 . A x b2 , . . . a b e d e g Ejemplo 2 a b e d e g h J uegan blancas El modo de ganar, esta vez , es senci l l o : la dama b l anca está e n condiciones de efectuar u n buen ataq u e d o b l e , s i e m p re q u e antes le fac i l iten el cam i n o c o n u n peq ueño sacrifi cio d e material , q u e será rec u perado con creces. ¿Se h a visto ya la manera? Desde l u ego, se trata de j ugar 1 . Tx c3, . . . , para q u e l a pos i b i l idad d e l ataq u e doble con j aq u e al rey q u e se plantearía con 2 . De5 + , defi enda i n d i rectam e nte esta torre b l anca de c3 de la torre adversari a. S i el rey negro e n vez de e n h8 estuviera e n g7, em pero, esta pos i b i l i d ad no servi ría debido a q u e tras 1 . Tx c3, Tx c3 2 . De5 + , cabría la defensa 2 . . . . , Df6. h Las blancas mantienen otras amenazas de ataq u e doble y han recuperado más material que de cualq u i e r otra man era (su desventaj a de material , seg ú n la cuenta convencional , sería ahora de sólo tres p u ntos) . 237 EJ E RC I C I OS Problema 2 Problema 1 12 o Problema 3 8 7 6 5 4 3 a b e d e g h a b e d e g h a e b d e Juegan blancas Juegan blancas J uegan blancas Existe n d i versas p i ezas neg ras s i n defensa, en particu lar dos de e l l as que parecen suscept i b les de ataq ue doble, especi a l m e nte por parte de l a dama b l a n c a . Cabe recordar q u e l a dama es eficaz atacando al alfi l por co l u m na o fila y a l a torre por d i agonal , c u a n d o no pueden rep l i car. Po r supuesto, la torre de h4 p uede mover a e4 y defender su alfi l . Se trata , por tanto, de encontrar có mo la dama puede atacarlos a am bos d o m i nando de paso e4. Te n i e n d o e n cuenta la g ran m ovi l id ad de l a dama, no ha de ser i m posible encontrar esa cas i l l a . E l peón negro de d4 puede ser captu rado por tres p i ezas d i sti ntas (caballo, alfi l y peó n) , m as l l a m a la atención q u e es el p u nto de confl uencia de la d i agonal donde está e l rey negro y de aq u e l l a otra donde está su alfi l de b6. Esto pos i b i l ita a l as blancas el e m pleo de u n proced i m i e nto típico : peq ueño sacrificio para destr u i r la defensa de d4, y atracción s i m u ltánea a b6 de una p i eza de mayor valor, para conc l u i r con un j pq u e con ataq u e doble q u e recogerá los frutos de lo se m b rado. Tal vez aq u í no se vea c l aro de entrada el ataq ue doble, pero sí la pos i b i l idad de efectuar un cam bio de caballo por alfi l . H ay q u e estudiar p ues la situación antes y después de ese pos i b l e cam b i o forzado. U n deta l l e : am bas torres neg ras están e n l a m i s m a d i agonal . Recordando l a pieza blanca q u e m u eve por l as d i agonales, sabremos q u i é n h a de asestar u n g o l p e q u e i m p l icará ve ntaj a de material . Problema 4 La partida acaba de em pezar y ya l as blancas han cometido u n g rave error (las j u gadas han sido 1 . e4, e5 2 . f4, g6 3. f x e5?, . . . ) La pieza más móvi l de l as negras entrará i n med iatame nte en j u ego, pues le han abierto cam i no para dar j aq u e al rey contrario. Con u n ataq ue doble, poco después, se gan ará una to rre, peones aparte. Para l as blancas la ú n ica alternativa sería rec i b i r mate. Todo e l l o p o r prete nder . EJERC I C I OS 12 Problema 6 comer u n peón negro q u e resu ltó poco «Comest i b le» . Problema 7 8 7 6 5 4 3 2 a b e d e a g J uegan negras P roblema 5 a b e d e g b e d e g h a b e d e g h h h J uegan blancas Un se n c i l l o caso de ataq ue doble con e l rey. Las negras posee n alfi l y cabal lo y, en caso de correspo nderles j u gar, sería suficiente ese material para q u e tuvieran pos i b i l idad de dar m ate. Pero toca move r a las blancas y u na de ambas p i ezas mori rá n ecesariame nte si hacen la j u gada idónea, con lo que e l resu l tado fi nal será de tab las. J uegan negras J u egan blancas M ed i ante u n a se n c i l l a capt u ra, l as neg ras conseg u i rán tres cosas : amenazar u n a p i eza i m po rtante de las blancas, atacar un peón s i g n ificativo por l as pos i b i l id ades de dar m ate, y amenazar otro ataq u e doble, medi ante la técn ica de «atravesar» l a dama b l anca para captu rar la p i eza de atrás. E n res u m e n , l as neg ras cuentan con una desve ntaj a m aterial de cabal lo y peó n , pero están en condicio nes de resarci rse, s i n duda. E n esta posición e l p r i m e r j ugador está e n d isposición d e asegu rarse u n peq u e ñ o a u m ento de su « p l us» d e m aterial . E l primer cam b i o será i g u alado y el seg u nd o aparenteme nte favorable a l a s neg ras, pero la c l ave estará e n la tercera j ugada. E l t e m a de clavada tam bién tiene q u e ve r con todo el lo, al evitar q u e u n a de l as p i ezas obj eto d e l ataq u e doble pueda mover d efe n d i e n d o a la otra. SO LU C I O N ES 12 Solución 1 Solución 4 Solución 6 1 . De1 , . . . , con ataq ue doble al alfil de e6 y a l a to rre de h4. El otro ataq ue doble pos i b l e (1 . Df6, . . . ) no resultaba tan fu erte, debido a que e nton ces l a 3 . . . . , Dh4 + . Este j aq u e es fuerte por i m p l icar un ataq u e d o b l e al rey y al p e ó n de e4. Las blancas han permitido esta j u g ada con su errónea capt u ra de la j ugada 3. Si ahora m u even 4. Re2, D x e4 + 5. Rf2 , Ac5 + . d4, A x d4 + 7. Rg3, h5, y es m uy probable q u e reci ban m ate bastante pronto, debido a l a exp u esta situación de s u rey. Algo menos «trág i ca» puede ser l a cont i n uación 4. g3, . . . , pero perm ite el ataq ue doble a rey y torre : 4 . . . . , D x e4 + 5. De2, D x h1 . 1 . . . . , D x f3 2 . Tf1 , . . . ( Ú n ica defensa 1 . . . . , Te4 h u b i era dado resu ltado. Solución 2 1 . Tx b6, Tx b6 2. A x d4 + , . . . , ganando la torre. Tras l a p r i m e ra j ug ada la pi eza está perd i d a y no es pos i b l e l a rép l ica de ataq ue doble con j aq u e que pod ría s u poner 1 . . . . , Tc1 + , debido a la prese ncia del cabal l o b l anco en e2 q u e cu bre l a cas i l l a c1 . 7 6 5 Solución 3 4 3 1 . C x a5, C x a5 2 . Ad5, . . . N atu ral m e nte, am bas torres neg ras pueden move r a e8 con lo cual una defenderá a la otra, pero el cam b i o de torre por alfi l s i g u e siendo m uy ve ntaj oso para las blancas. a b e d e g h Solución 5 1 . Rb5, . . . gana u n a de l as p i ezas neg ras. Si el rey negro estuviera en el, este ataq ue doble sería bastante i n ofe nsivo, debido a q u e se podría rep l i car con 1 . . . . , Rd6. j ug ada aceptab l e ; defi ende al m i s m o tiempo l a torre y el peón de f2 , q u e pod ía ser captu rado con un peligrosís i m o j aq u e) 2 . . . . , De4 + (Jaq ue i ntermedio para · e m peorar l a posición del rey blanco q u e ya n o pod rá en rocar) 3. Rd2, Ta8-c8 (Y l as neg ras efectúan a pesar de todo u n seg u ndo ataq u e doble) 3. D x a7, Tx c6. Si l as b lan cas h u b ieran e n rocado corto en su 2 .ª j u gada, este movi m i e nto encerraría, además, la amenaza 4 . . . . , Tg6 + + , Las neg ras amenazan los pod erosísi mos j aq ues Td6 o Td8. Las blan cas pueden evitarlos con 4. De7, . . . pero e n ese caso las neg ras j u egan 4 . . . . , Df4 + , y la exp uesta situación del rey blanco les d a cierta ve ntaj a , pese a l l evar u n peó n de menos. Solución 7 1 . A x d4, A x d4 (1 . . . . , e x d4 perm iti ría i n m ed i atame nte e l ataq ue doble) 2 . Tx d4, e x d4 3. Te7, con ataq ue doble al caballo de d 7 y al alfi l de f7. Si éste no estuviera c l avado al rey, cabría la defensa 3 . . . . , Ae6, pero al no ser ello pos i b l e l as blan cas to marán l i m p i am e nte u n a de las dos p i ezas por l o menos, c o n lo c u a l a u m e ntarán su ventaj a de material a tres peones. 13 U N I DAD Continúa en ésta unidad el desarrollo del tema táctico del ataque doble, del que se ofrecieron diversos ej emplos en la unidad antedor. En ésta s e estudian los dobles del caballo, los más importantes y frecuentes . También s e tratan l o s ataques dobles d e l o s peones y s e realiza un breve análisis del ataque doble como D Curso de táctica (IV) • E l cabal l o, pad re d e l ataq u e d o b l e • Ej e m plos d e d o b l es de cab a l l o • Los ataq u es d o b l es fal l i d os • Los ataq u e s d o b l es con el peón • E l «fÓ u rc h ette» o « g afas» • Ataq u e d o b l e y coro n ac i ó n • Las «gafas» ta m b i é n fal l an amenaza que, aun sin producirse efectivamente, permite extraer ventaj as de una determinada p o sición . D Partidas famosas • La ar m o n ía d e l acoso. V i e n a , 1 929 D Ejercicios D Soluciones • Ej e m p l os y p ro b l e m as Curso de táctica (IV) En la unidad anterior s e analizó un arma táctica de gran importan­ cia en el desarrollo de la partida de aj edrez: el ataque doble, recur­ so mediante el cual uno de los bandos obtiene ventaj a material -y en casos más sutiles, posicional- por medio del ataque simultá­ neo a dos obj etivos diferentes . El caba l l o, pad re del ataq u e doble Todas las piezas, incluso el rey, pueden realizar ataques dobles; pero esta es el arma predilecta de los caballos. No es exagerado decir que el caballo es el padre del ataque doble; éste es su gran recurso y la b ase de su peligrosidad . El diagrama muestra un ej emplo elemental . 8 7 Tras la j ugada l . . . . , Ce3 + , tenemos lo que se llama «j aque a toda la familia» en el lenguaj e coloquial de los aj edrecistas . Desde e3 , el terrible caballo ataca al mismo tiempo al rey adversario, a la dama y a ambas torres. El blanco deberá j ugar su rey y el caballo captu­ rará la dama o cualquiera de las otras piezas . a b e d e a b e d e Es interesante que el lector observe que, aunque hubiera piezas blan­ cas o negras en las casillas f3 , f2, e2, d2, d3 , etc. , no afectarían a la movilidad de la pieza agresora. Eje m plos de dobles de caballo U n ej emplo de aplicación práctica más corriente l o vemos e n e l dia­ grama: 7 6 Posición de partida 5 4 3 En esta posición les corresponde j ugar a las blancas , y el tema del ataque doble se entrelaza aquí con el del ataque al punto f7 , cuya importancia ya se ha analizado. 242 g h Curso de táctica (I V) El blanco j uega su caballo, saltando a la casilla crítica: l. C x f7, ... Atacando a la vez la dama y la torre de h8 . Las negras no pueden capturar el caballo ni retirar ninguna de sus dos piezas con j aque o atacando algún obj etivo importante del ad­ versario, de modo que deben resignarse a j ugar la pieza de más valor de las dos que están baj o ataque. l . ... , De7 2. C x h8, ... Es posible que las negras logren evitar la salida del caballo y termi­ nen por capturarlo; pero aun así el bando blanco queda con venta­ j a: ha ganado una torre y perderá sólo un caballo. a b e d e a b e d e a b e d a b e d g h f g h e f g h e f g h 6 5 4 3 El punto c2 de las blancas y el c7 de las negras suelen ser también obj eto del ataque doble de los caballos: Posición de partida En la posición del diagrama j uegan las negras, y su ventaj a de de­ sarrollo les permite introducir un ataque doble de efectos contun­ dentes. ' El salto del caballo al centro del tablero coloca a las blancas ante problemas insolubles: l . ... , Cd4 La amenaza es 2 . . . . , C x c2 + , atacando el rey y la torre a la vez . Las blancas no tienen defensa satisfactoria ante esta amenaza. No es una solución desarrollar su caballo a a3 , porque las negras j uga­ rían . 2 . . . . , A x a3 , seguido de 3 . . . . , C x c2 + . Tampoco es posible j ugar 2. Rdl , . . . porque existe un j aque a la descubierta que gana la torre igualmente: 2 . . . . , Cb3 + . 243 Curso de táctica (IV) Las blancas deben resignarse a perder una calidad (torre por un ca­ b allo) . 2. 0-0, C x c2 3. Cc3, C x al 4. Tx al, ... Las negras disponen de calidad y peón de ventaj a, más que sufi­ ciente para ganar con un j uego correcto. Es poco frecuente que el doble de caballo aparezca directamente; en esos casos suele tratarse de un descuido de uno de los bandos . L a verdadera fuerza del doble reside e n s u aparición como comple­ mento de una maniobra en la que intervienen otras piezas . Veamos un ej emplo. Posición de partida En esta posición, que surge de una Defensa Philidor (l . e4, e5 2 . Cf3 , d6) , el caballo blanco realiza una auténtica exhibición de movili­ dad a base de ataques dobles, y en un raudo galope deglutirá nada menos que la torre de a8 . Analicemos atentamente la secuencia de j ugadas: l. CgS, 0-0 2. A x f7 + , ... Este sacrificio habilita al caballo la casilla e6, desde donde realiza­ rá su segundo ataque doble (el primero fue la amenaza s obre f7) . a b e d e a b e d e Con e l salto a e6, el caballo atacará l a dama y e l peón d e c7 . 2 . ... , Tx f7 3. Ce6, ... 6 5 4 3 La dama no puede permanecer en su casilla de origen ni defender el punto c7 . 244 f g h Curso de táctica (IV) En la práctica, dispone de una única retirada: 3 . ... , De8 4. C x c7, ... Tercer y decisivo ataque doble. a b e d e a b e d e La dama debe volver a j ugar, y el caballo captura la torre de a8 . 4 . ... , Dd8 5. C x a8, ... 6 5 4 3 El caballo que hace cinco j ugadas estaba en f3 ha capturado, gra­ cias a una serie de ataques dobles, la lej ana torre de a8 . Júzguese si es o no un arma poderosa ésta de los ataques dobles del caballo. g h El caballo, en colaboración con otras piezas, adq uiere una g ran fuerza en el ataq ue gracias a su posibilidad de realizar ataques s i m u ltáneos a más de un objetivo. Es necesario tener siempre p resente esta posibilidad de ataq ue a dos puntos si m u ltáneos por parte de esta pieza, que resultan particularmente peligrosos por la dificultad de prevenirlos, al ser el caballo l a única pieza habilitada para saltar sobre · 1as demás. Combi nación con ataq u e doble de caba l l o Ya se han visto algunos casos e n los que e l caballo, e n colab oración con otras piezas , ej erce su facultad de atacar dos obj etivos diferen­ tes . Vamos a ver ahora algunos ej emplos más ricos en contenido. 6 Posición de partida En esta posición, derivada de una Defensa Siciliana (l . e4, c5), j ue­ gan las negras . El problema estructural básico de su posición es el peón atrasado de d6, que por no disponer del apoyo de otro peón y estar situado en una columna abierta, es débil . 5 4 3 245 Curso de táctica (IV) Al tratar de librarse de esa debilidad , las negras no realizan la me­ j or j ugada (1 . . . . , a6) , sino que cometen un instructivo error. l . ... , d5 Tres piezas blancas atacan el peón que acaba de avanzar y tres pie­ zas lo defienden, de modo que la j ugada parece muy buena; adiós debilidad del peón y de la casilla d5 . a b e d e a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e g h Pero véase lo que sucede en realidad: 2. e x dS, C x d5 3. C x d5, A x d5 6 5 4 3 Todo parece estar baj o control, pero no es así; el caballo de b 5 está al acecho. Sigue un golpe inesperado: 3. D x d5 ! , ... Una captura soprendente; para no quedar directamente con pieza de menos, las negras deben tomar la dama ofrecida. Así lo hacen de inmediato : 4 . ... , D x d5 5. Cc7 + , ... 5 . ... , Rd7 6. C x d5, ... E l caballo ataca a un tiempo al rey y a la dama. Las blancas, gracias a esta combinación culminada con el ataque doble del cabal¡o, han ganado una pieza. El sacrificio transitorio de la dama blanca forzó a su similar negra a abandonar la vigilancía del punto c7 , lo que permitió el doble ganador del cab allo. 246 6 5 4 3 Curso de táctica (I V) Este nuevo ej emplo no hace más que aplicar los principios que ya hemos desarrollado, aunque de forma más complej a . . Juegan las blancas; la posición está tomada de una partida Reti­ Tartakower, del gran torneo de Nueva York de 1 924; se trata de una variante que pudo haber sucedido, pero que no se j ugó sobre el ta­ blero. Las negras acaban de capturar un peón en g4, y las blancas no pueden tomar el caballo: si l . D x g4 + , . . , sigue sencillamente l . . . . , Rh7 ! y la dama blanca se pierde al quedar clavada por el ata­ que de la torre sobre el rey. Si se opta por l . C x g4, . . . , las negras responden l . . . . , Db6 + , y una vez que las blancas muevan el rey o cubran con su dama, sigue 2 . . . . , D x d8 , ganando una calidad . . 8 6 5 4 3 a b e d e g a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Pero las blancas disponen de un recurso espléndido que les permite alzarse con la victoria: l. Td6 ! ! , Movimento basado e n la m ovilidad del Ce3 l. ... , D x d6 2. D X g4 + , ... La captura que no era posible en la j ugada anterior, ahora sí lo es. El rey negro se retira a h7 ; pero no variaba nada 2 . . . . , Rf7 . 2 . .. , Rh7 3. D x g7 + ! , 8 6 5 4 3 La clave de toda la maniobra: rey y dama negros han sido arrastrados a posiciones en las que serán víctimas de la agilidad del caballo blanco. Obviamente, el rey negro no tiene más opción que capturar. 3 . ... , R x g7 4. CfS + , ... 5 4 3 Un limpísimo ataque doble: el caballo capturará la dama y el blanco quedará con pieza de ventaj a y posición ganadora . 247 Curso de táctica (I V) Los ataq ues dobles fal l idos No siempre el ataque doble es arma de victoria, o medio para sal­ var una posición comprometida. A veces el recurso falla, y es bue­ no que se conozcan ej emplos al respecto. Posición de partida Juegan las blancas, y aparentemente disponen de un golpe formi­ dable. Pero como veremos, afortunadamente ningún recurso tácti­ co ni principio estratégico es de aplicación universal en aj edrez, con la única excepción del que dice que si se da j aque mate al rival, se gana la partida. El caballo mueve a una casilla desde la que efectúa, no ya un ata­ que doble, sino triple: a b e d e a b e d e a b e d e 8 7 l. CfS, ... 5 4 3 Se amenaza tomar la dama en e7 con j aque, la torre en d6, y por si fuera poco, la dama amenaza además dar mate en g7 , apoyada por el caballo. Sin embargo, e i blanco no obtiene ninguna ventaj a con este golpe aparentemente decisivo, porque las negras, con una sola jugada, neu­ tralizan las tres amenazas : l . ... , Df6! 2. D x f6, Tx f6 El cambio de damas resultaba prácticamente obligado, porque las demás opciones llevaban a posiciones aún más precarias . Los ataq u es dobles con el peón El más modesto de los trebej os , el peón, j uega un papel decisivo en la partida de aj edrez . El gran Franc;ois A. Danican Philidor, uno de los mayores pensadores que ha dado el aj edrez, sostenía -y con mucha razón- que «los peones son el alma del aj edrez» . Y no sólo por la posibilidad de transformarse en una pieza mayor si alcanzan la última fila del campo adversario, sino por su propia potencia como pieza. Ya se ha examinado someramente el tema, sobre el que se 248 g h Curso de táctica (I V) volverá con mayor profundidad en unidades posteriores del presente Curso, de cómo la configuración de peones es lo que determina, en esencia, el valor real de las piezas y la estrategia general de la partida. Pero ahora vamos a ocuparnos de una de las posibilidades combativas características del peón: la de atacar dos obj etivos dife­ rentes del adversario; su facultad de introducir ataques dobles. Estudiaremos sucesivamente las dos posibilidades esenciaels de ataque doble del peón: el ataque a dos piezas o «gafas » , y el ataque con amenaza de coronación. Rudolf Spielmann PAR TIDA S La armon ía del acoso El gran maestro Rudolf Spiel­ mann se caracterizó siempre Partida j ugada en Viena, 1929 por intentar ganar las partidas con el mayor grado de belleza puramente artística posible, Blancas: Spielmann dando menor importancia a la Negras: Honlinger técnica o a la filosofía abstrac­ ta del ajedrez (naturalmente, l. e4, c6 Amenaza 1 8 . D x h7 + + . esas apreciaciones pueden ser 2. d4, dS objeto de muchas matizacio­ 3. Cc3, d x e4 17 . ... , g6 nes; la polémica entre estética 4. C x e4, Cf6 18. Cg4, ... y técnica, que probablemente es una falsa antítesis, es tan Las negras han planteado la vieja como el ajedrez). Spiel­ defensa Caro-Kann, de moda mann nació en la Viena impe­ por entonces en los círculos rial en 1883. Fue uno de los ni­ vieneses . ños prodigio del ajedrez que, al contrario de otros, pudieron su­ S. Cg3, e6 perar ese inicio para llegar a 6. Cf3, cS triunfar también de mayores. 7. Ad3, Cc6 Lo que más le perjudicó proba­ 8. d x cS, A x es . blemente para llegar a lo más 9. a3, 0-0 alto fue un temperamento ex­ 10. 0-0, b6 tremadamente nervioso. Era e e b a 11. b4, Ae7 muy tuerte en las posiciones 12. Ab2, Dc7 complicadas, pero no logró de­ Amenaza 1 9 . Ch6 + + . rrotar a maestros como Capa­ Tras la próxima j ugada, que blanca, de gran virtuosismo dej a un caballo negro arrin­ 18 . ... , Af6 técnico y sangre fría. Ganó di­ conado en la banda y poco versos torneos menores pero activo, la posición blanca de­ Después de 1 8 . . . . , Cf6 solamente uno, ya hacia el fi­ muestra claramente ser más 1 9 . De5 , Rg7 20. Ch5 + , nal de su carrera, de auténtica armoniosa y coherente con su g x h5 21 . Dg5 + , Rh8 22 . primera fila: el de Semmering proyecto : ataque al enroque. C X f6, . . . , las negras estarían de 1926, delante de Nimzo­ totalmente perdidas . witch y Alekhine, que un año 13. bS, CaS después llegaría a campeón 14. Ces, Ab7 19. C x f6 + , C x f6 del mundo. lS. Cg4, ... 20. Dh6, Tc8 En España jugó el fuerte tor­ 21. Tal-dl, De7 neo de San Sebastián de 1912, Comienza el acoso sistemáti­ 22. Tfl-el, ... en el que consiguió el tercer lu­ co y la eliminación de las de­ gar. En general, en todos los fensas. La armonía del acoso blanco torneos en los que participaba es total . Diversos temas tác­ se mostraba como un compe­ lS . ... , Dd8 ticos se van a suceder ahora tidor siempre peligroso para 16. Ce3, CdS en aras de la consecución del cualquier adversario, y derrotó 17. DhS, ... mate. a los campeones mundiales en más de una ocasión. Reti le consideró el último represen- �---.--..--.r-...,.... �_.....,_.'.":"'ll-:::--::--:::--:::-':::111':: 111 �:::;:� tante de la tradición romántica. 250 El ajedrez y la Viena de entreguerras 22 . ... , Ce8 23. CfS, ... Clavada (del peón e6) y aper­ tura de diagonal (23 . . . . , g x f5 24 . A x f5 , con mate en h7 o captura del alfil con el peón e6 , ganando la dama) . 23 . ... , Des 24. Tes, AdS 2S. Ce7 + , ... Despej e de fila (la 5 � ) , ame­ naza intermedia y ataque doble. 2S . ... , D x e7 26. D x h7 + , ... 8 La partida Spielmann-Honlinger fue jugada en el torneo de Viena de 1929. Dicha ciudad había sido hasta el año 1918 la capital del extenso Imperio Austrohúngaro, una de las principales potencias europeas desde hacía siglos. En esa época anterior a la primera guerra mundial, muchas personalidades célebres de los diferentes campos de la cultura eran vienesas o residieron en Viena durante períodos decisivos de sus vidas; en ajedrez, por ejemplo, Wilhelm Steinitz, el primer gran maestro reconocido oficialmente como campeón del mundo. Tras la guerra y la desmembración del Imperio podía pensarse que la ciudad entraría en una decadencia rápida. Pero en todos los campos de la cultura y entre ellos en el ajedrez, de forma casi sorprendente, no sólo no ocurrió así sino que el astro vienés siguió iluminando Europa con una luz más intensa que antes, si cabe. Fue la época del Círculo de Viena (Popper, Carnap, Ayer. . .) y de los geniales Reti, Spielmann, Nimzowitch, Grünfeld, Breyer, Hromdaka y otros ajedrecistas que, vieneses o n ó, eran participantes habituales o contertulios asiduos de los clubs y centros ajedrecísticos vieneses de aquellos momentos. Hasta el trágico advenimiento del Ansc h l uss hitleriano, también en ajedrez, alemanes, judíos, checos y cosmopolitas se encontraban en Viena como en su casa. 6 Ecos de u n esplendor pasad o : u n a plácida ses ión 4 3 / 2 a b e d e g h Destrucción de defensa, atracción del rey a casilla des­ favorable y provocación de clavada del peón de g6. 26 . ... , R x h7 27. ThS + , ... Clavada y descubierta del al­ fil de b2. 27 . ... , Rg8 28. Th8 + + Jaque mate. d e aj ed rez en u n parq u e de Viena. Curso de táctica (IV) Al igual que sucede en otros ataques dobles ya estudiados, las «ga­ fas» directas rara vez aparecen en una partida de cierto nivel; sola­ mente un grave descuido puede permitir un ataque de estas caracte­ rísticas . Sin embargo, el ataque doble del peón puede ser un arma mortal en el curso, o como culminación, de una maniobra combi­ nativa, con participación de otras piezas . Veamos: Posición de partida 6 5 4 3 En esta posición las negras acaban de j ugar . . . , Dd6, que es un gra­ ve error. a b e d e a b e d e a b e d e g a b e d e g g h Las blancas aprovechan su superior desarrollo para ganar material con unas «gafas » : l. es, ... 6 5 4 3 E l peón puede capturarse; pero l a dama negra quedará e n l a misma columna que el rey. Este detalle j ustifica sobradamente la entrega del peón. l . ... , D x eS 2. Tel, Ce4 6 5 4 3 Ú nica para tratar de salvar la dama; pero el recurso no es suficiente. Las siguientes j ugadas lo demuestran: 3. C x e4, d x e4 4. Tx e4, ... La dama sucumbe. Las «gafas » han resultado decisivas . 252 h Curso de táctica (IV) Ataq ue doble y coronación El ataque doble con el peón no se limita sólo a las «gafas » ; tam­ bién, dada la facultad que tiene de transformarse en otra pieza, el peón puede realizar un ataque doble amenazando alguna pieza ene­ miga y al mismo tiempo la coronación. Esta posibilidad deriva de una característica del peón que ya co­ nocemos : su doble movilidad . En efecto, avanza en vertical y cap­ tura en diagonal . Por esa razón, si está situado en la séptima fila, su avance constituye en sí mismo una amenaza tan decisiva como la de ganar sin compensación la dama enemiga. Veamos un ej emplo instructivo de esta posibilidad: 8 6 Posición de partida 5 4 3 En la posición del diagrama, las blancas tienen una torre de menos. Sin embargo, los peligrosos peones de e6 y e7 son una arma que, bien explotada, les dará la victoria. La casilla de coronación ( e8) está celosamente controlada, pero el caballo de f6 está atacando y, si se retira, el alfil podrá tomar la torre. Si el negro, a quien corresponde j ugar, retira su caballo a g4 o d 5 , el blanco gana mediante 2. A x h8 , Tx h8 3 . Tf8 , . . . , y el peón de e7 corona. De modo que no hay otra j ugada que la del texto: l . ... , Ch7 2. A x h8, Tx h8 3. Tf8 ! , ... b e d e g a b e d e g a b e d e g h 8 6 5 4 3 Las negras controlan así la casilla f8 , con lo que previenen la maniobra apuntada . Pero e l recurso n o es suficiente, como se verá d e inmediato : a 8 6 5 4 3 A pesar de todo. Ahora no se puede j ugar 3 . . . . , C x f8 , por 4 . e8 = D + . h 253 Curso de táctica (I V) De modo que no hay más remedio que j ugar: 3 . ... , Tx f8 4. e x f8 = D, C x f8 5. e7! , ... 8 6 5 4 3 Amenaza al caballo de f8 y la j ugada e8 = D + : un ataque doble en toda regla. ·a b e d e g h a b e d e g h a b e d e El negro pierde la pieza que tiene de ventaj a, y con ella la partida: 5 . ... , Rf7 6. e x f8 = D + , R x f8 7. Rdl, ... Con final fácilmente ganado. El ataque doble con el peón tiene dos formas: o bien la agresión a dos piezas del adversario s i m u ltáneamente (co m ú n m ente lla­ mada cegatas»), o bien la agresión a una pieza con la amenaza s i m u ltánea de coronar en otra casilla. Estos rec ursos son muy i m portantes, pues suelen constituir elementos decisivos de una maniob ra combinativa. Las cegatas,, también fal lan Para finalizar con e l tema, vamos a comprobar que tampoco e l do­ ble ataque con un peón es un arma infalible. Nos valdremos para ello de un ej emplo célebre: Posición de partida Esta histórica posición se produj o en una partida entre Adolf An­ derssen, con blancas, y Max Lange. Este último había permitido unas «gafas » a sus dos piezas desarrolladas -el caballo de e4 y el alfil de g4- porque ninguna de las dos puede tomarse inmediata­ mente: si l . f x e4, A x dl ; y si l . f x g4, Dh4 + 2. g3 , C x g3 , con fortísimo ataque. 254 Curso de táctica (I V) Anderssen, confiado en la fuerza de sus «gafas » , j ugó: l. 0-0, ... 6 5 4 3 Ahora el rey parece seguro y las piezas siguen atacadas . Una caerá forzosamente (si l . . . . , Ah5 2. g4) . a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h a b e d e f g h Pero eso no significa que las blancas tengan ventaj a . ¡ Ni mucho meno s ! l . ... , d3 ! 6 5 4 3 Este poderoso golpe paraliza el j uego blanco, al evitar el desarrollo de su flanco de dama. Las blancas toman el alfil (es obvio que no valía 2 . f x e4? A x d l ) . 2. fx g4, Aes + 3. Rhl, Cg3 + ! 6 5 4 3 Ofrece una segunda pieza a las blancas, que no puede ser rechazada. Sin embargo, las blancas están perdidas: sus piezas no tienen j uego y el rey se encuentra en grave peligro. 4. h x g3, DgS Amenaza .. ., Dh6 + 6 + 5. TfS, hS ! 5 4 3 Si ahora las blancas capturan la dama con 6 . Tx g 5 , . . . , es mate de inmediato 6 . . . . , h x g4 + + . 255 Curso de táctica (I V) Las blancas aún encuentran un recurso : 6. g x hS, D x fS 6 5 4 3 No podía ser 6 . . . . , Tx h5 + ? por 7 . D x h5 , y las blancas ganarían . - a b e a b e d e a b e d e a b e d e Ahora parece que las blancas llegan a tiempo de defender lo más grave: 7. g4, Tx hS + ! ! 6 Conduce al mate inevitable 5 8. g x hS, De4 4 3 Con la amenaza 9 . . . . , Dh4 + + . La dama negra debía j ugar a esta casilla para clavar el peón de g2 . g h g h Después de esa precisa j ugada, los esfuerzos de las blancas son inú­ tiles : 9. Df3, Dh4 + 10. Dh3, Del + 11. Rh2, Agl + 6 5 4 3 La colaboración del alfil es decisiva, al obstruir la vía de escape. El rey negro no tiene más que una casilla a su disposición. 12. Rhl, Af2 + 13. Rh2, Dgl + + Jaque mate 6 5 4 3 Unas «gafas » que hicieron historia . . . a pesar suyo. 256 f EJ E RC I C I OS Ejemplo 1 6 5 4 3 a b e d e g h Juegan blancas La situación es de ig ualdad m aterial ; s i n e m bargo, l as blancas logran obtener ve ntaj a decisiva por medio de u n a com b i n ación cuyo obj etivo e s u n ataq u e d o b l e . ¿ P uede usted enco ntrarl a? E l cabal lo negro está atacado por dos p i ezas blancas, pero está tam b i é n defe n d i d o por dos u n i d ades neg ras, de modo q u e si l as blancas l o captu ran d i rectam e nte perderán u n a «cal idad» (torre contra cabal l o) . Los j aq u es de l a dama blanca e n d4 o b2 no parecen ofrecer u n a ventaj a i n med iata decisiva, a u n q u e tal vez por medio de 1 . Dd4 + . . . l as b l ancas obtengan u n a posición su perior. S i n e m b argo, veamos q u é sucede si las blancas captu ran el cabal lo negro : 1 . Tx c5, Tx c5. Ahora es pos ib l e dar el j aq u e de caballo en e 6 ; si l as neg ras m u eve n su rey, enton ces el caba l l o captu ra la torre de c5 y gana; y s i l as negras toman e l caballo c o n su d a m a (2 . Ce6 + , D x e6) , l a torre de c5 q u eda i n d efe nsa. La posición 13 res u l tante en este último caso no s i g n ifica ventaj a a l g u n a para l as b l ancas ; han perd id o u n a to rre p o r u n cabal lo, y han rec u perado l u ego una torre por u n caballo, y l a partida está i g u alada. Pero esta posi b i l idad de dar j aq u e con el caballo e n e6 nos d a l a clave de l a solución : 2 . D x c5!, D x c5 3. Ce6 + , Rf6 4. C x c5, . . . Las blancas, con el ataq u e doble d e l cabal lo, han ganad o u n a p i eza Ejemplo 2 a b e d e Juegan blancas Las blancas tienen u n a cal i d ad de m e nos, y aparente m ente están perd i d as. E l i ntento d e g a n a r l a dama d e l adve rsario por medio de 1 . Cf7+ , Rg8 2 . Ce5 j aq u e desc u b i e rto (con l a dama) , fracasa por 2 . . . . , D x c4. Sin e m bargo, las blancas ganan e n esta posición por medio d e u n o de l o s m ates m ás espectacu l ares d e l aj edrez; mate que es pos i b l e por un terri ble ataq u e doble del cabal lo. ¿Có mo se logra esa posición ganadora? El problema p r i n c i pal consiste en q u e la dama b l anca está atacada; de manera q u e s i después de 1 . Cf7 + , R g 8 el cabal l o vue lve a j u gar, el rey negro q u eda en j aq u e («a l a descubierta») , pero l a dama blanca es capt u rada. S i n em bargo, el caballo p u ed e sal i r dando tam bién j aq u e : 1 . Cf7+ , Rg8 2 . Ch6 + , . . . Ambas p i ezas blancas dan j aq u e : cad a u n a de e l l as puede ser capt u rada, pero la otra cont i n u aría dando j aq u e, de modo que sólo es posi b l e m ove r el rey. S i 2 . . . . Rf8, s e seg u i ría 3 . Df7 mate, d e modo q u e el rey debe vo lver a h 8 : 2 . . . . , Rh8. H e m os descu b i e rto q u e el bl anco al m e n os tiene tab l as por j aq u e perpet u o : 3 . Cf7+ , R g 8 4. C h6 + , . . . , y as í hasta el i nf i n ito. Pero sabe m os q u e el b l anco puede ganar. ¿ H ay en esta posición u n a forma de obtener l a victoria? S í la h ay, y podremos encontrarl a s i consideramos q u e el cabal lo, desde h 6, no solamente ataca el p u nto f7, s i n o tam b i é n el p u nto g8. Así, la espectacu l ar j ug ada q u e sigue n o res ulta tan d i fíci l : 3. Dg8 + !!, . . . L a dama s e sacrifica j u nto al rey defend ida por e l cabal l o ; pero éste no ha dej ado de te n e r baj o su m i ra el p u nto f 7 : 3 . . . . , Tx g8 4. Cf7+ + . Este hermoso mate s e conoce con la denom i n ac i ó n francesa «eto uffé» , o mate ahogado. En español se l e l l ama, m u y g ráficamente, « m ate de l a coz» . 257 E J E RC I C I OS 13 Problema 2 Problema 1 8 6 5 4 3 a b e d e g h a b e d e g h Las negras d i sponen de u n a d a m a neta de ventaj a , y l as blancas sólo d isponen de u n cabal lo y dos peones para crear prob lemas al rey negro, bastante mal situado. S i n em bargo, p o r medio de u n a m u y b e l l a maniobra logran salvarse, apl icando desde l u ego e l tema del ataq ue doble. La posición se deriva de u n a famosa co m posición ( o sea, n o de riva de partida viva) . Problema 4 J u egan blancas J uegan blancas Las blancas tienen material de menos (ca l i d ad y peón); pero, al co rresponderles el tu rno, se aseg u ran u n a ventaj a mate rial decisiva por medio de u n a co m b i n ación i ntegrada p o r u n ataq u e doble y e l poder de l a dama y el alfi l e n l a g ran d i agonal . En esta posición las negras, ad e m ás de un peón de ventaj a , d isponen de u n a ag resiva pos i c i ó n de sus p i ezas, lo q u e parece otorgarle buenas perspectivas de log rar la victoria. Sin em bargo, su rey se e n c u e ntra e n posición precari a . ¿Có mo sacan las b l ancas ve ntaj a de esta c i rcu nstan c i a , te n iendo en cuenta q u e l e s corresponde j ugar? 8 7 5 4 3 a b e d e g h J uegan blancas Problema 3• La d i ferencia material e n favor de l as negras es ab r u m adora pero l as blancas d i spo n e n de u n a l arga y hermosa m a n i o b ra, basada e n los ataq ues dobles d e l cabal lo, q u e le proporciona l a victoria. ¿ P uede el lecto r encontrarla antes de m i rar l a solución? a b e d J J uegan blancas 258 e g h EJ E RC I C I OS 13 Problema 6 Problema 5 8 7 6 5 desplazar su rey, y el avance del peó n , amenazando e8 = D o e x d 8 = D parece ganador. ¿Es esto así? ¿ D isponen l as neg ras de alg ú n recu rso contra esta amenaza? Problema 8 4 3 2 8 a b e d e g 7 h 6 J uegan blancas J uegan blancas En este estudio extraord i n ario del g ran j ugador, teórico y com positor R icardo Reti (1 8891 929) , l as blancas, que tienen la mano, parecen i m ponerse fác i l m e nte por med io de 1 . Tx c1 , d x c1 = D 2 . Cb3 + , . . . , con p i eza de ve ntaj a . Com pruebe el lector si esa variante proporciona realme nte la victoria, y s i no es así, trate de e n co ntrar e l cam i no correcto. Las neg ras tienen ventaj a m aterial , pero s u rey está m uy mal situado. ¿ P ueden l as b l ancas sacar ve ntaj as de esta situación? ¿Al g u n o de los dos j aq ues que puede dar e l alfi l de f1 (Ac4+ o Ah3 + ) perm ite obtener la victoria? 5 4 Problema 7 J uegan blancas Aparente me nte, l as blancas ganan por med io de un ataq u e doble del peón ; después d e : 1 . Cf5 + , . . . , l as negras deben 3 2 a b e d e J uegan blancas Esta posición es el final de u n d ifíc i l y bello estudio del com positor Kasantsev. Las b l an cas se i m ponen con cuatro e nérg i cos gol pes, tres d e los cuales se dan con peones. J u ega un papel decisivo el peón de e3, q u e ej erce doble acción sobre las cas i l l as f4 y e4, decisivas para el m ate q u e s e prod uce.' SO LUCION ES Solución 1 1 . Ch6 + , . . . , con ataq ue doble al rey y a l a dama. E l cabal lo puede tom arse con el peón d e g7: 1 . . . . , g x h6, pero e ntonces se abre l a d i agonal a la « m aq u i n a» i ntegrada por el caballo y el alfi l . La solución com p leta es, entonces, así: 1 . Ch6 + , g x h6 2 . Dh8 + + . Sí 1 . . . . , R h 8 2 . C x f7+ , gan ando. Solución 2 S i e l blanco trata de j u gar 1 . Ce?, amenazando Tg8 m ate, l as neg ras captu rarían ese cabal lo dando j aq u e «a la descubierta» con su dama, y gan aría n . Pero si el rey negro ya estuviera en g8, e ntonces sí sería pos i b l e j u gar e l cabal lo blanco a e7, dando j aq u e doble a rey y dama, p ues el cabal l o negro d e d5 q u edaría «Clavado» por l a dama blanca. Una vez q u e se ha razo nado de esta forma, la so l ución es sen c i l l a : 1 . Tg8 + , R x g8 2 . Ce7+ , . . . ganando l a dama l a partida. Solución 3 Las blancas, co ntra u n j u ego correcto de las neg ras, no p u eden ganar la partida pero s í salvarse de la derrota c o n u n · recurso ocu lto y bel l o : 1 . Cb6 + , R x c3. C l aro q u e si 1 . . . . , Rc5 2. C x d7+ , . . . , capt u rando el alfi l y dando j aq u e doble al rey y a l a dama. Pero ¿q ué pasa después de la j ugada del texto? Las blancas d isponen de u n j aq u e doble de cabal lo en d5, 260 º pero el peón de c6 captu raría d i c h a pieza, de modo q u e l a posición parece desesperada. S i n e m bargo, u n a vez m ás l as apariencias engañan : 2 . Cd5 + !!, c x d5. Y la part i d a es tablas, pues el rey d e las blancas está ahogado. Solución 4 U n a sucesión notab le de ataq ues a la dama con l a torre aparentemente i ndefe nsa, pero en real idad p rotegida por los j aq u es dobles del cabal lo, perm ite a las blancas i m ponerse: 1 . Tb4, Dc8. S i 1 . . . . , Da8 2 . Tb8, . . . , y l a dama está perd i d a ante el j aq u e de cabal lo en c6. 2 . Tc8, Dh3. Como p u ede com p robarse, es l a ú n ica ret i rad a. Si 2 . . . . , D x c8 3. Cc6 + . 3. Th8!, Ch4. Otra vez forzad a; si 3 . . . . , D x h8 4. Cg6 + . 4. Tx h4!, Dc8 5. Th8, Db7 6. Tb8, y la dama negra está cazada . Solución . s La j ugada 1 . Tx c1 , . . . , fracasa, p u es l as negras res po nden , no 1 . . . . , d x c1 = D 2 . Cb3 + , gan ando, sino 1 . . . . , d x c1 = C ! ! , con tablas. Este recu rso i n gen i oso es el q ue el lector debía tratar de desc u b r i r por sí solo. La sol u c i ó n verdadera es l arga y bastante co m p lej a , de modo q u e, si no logró hal larla, n o debe desmoral i zarse: 1 . Tc2!, d 1 = D 2 . Tx c1 , . . . Ahora sí; si l a dama capt u ra l a torre, el blanco j uega 3 . Cb3 + y gana. La dama debe reti rarse 13 º e nto nces, y tiene sólo u n a cas i l l a para escapar a los dobles de cabal l o o a los j aq u es de torre : 2 . . . . , Dd5 + 3. e4, De5. Otra vez ú n ica; sí 3 . . . . , Da2 4. Ta1 ! , . . . , seg u ido d e Cb3 + . E n tod as l as d e m ás cas i l l as la dama se p i erde ante un jaq u e de caballo o d e torre. 4. Ta1 + !! , . . . Y las neg ras p i erden la dama. Si 4 . . . . , D x a1 5. Cb3 + , y cualq u i e ra de las dos j u g adas posi bles de rey perm ite el jaque mortal del cabal l o en d3 o d7. Solución 6 1 . Ah3 + , f5. Ú n ica. 2 . e x f6 + . La capt u ra «al paso» perm ite to mar el peón con j aq u e y, al m ismo tiem po, atacar l a d a m a de el y l a torre de g7. 2 . . . . , Rf7+ (en desc u b i e rta) 3. f x e7, , y ganan . • • • Solución 7 No siem pre los ataq ues dobles, como se ha visto, son recomendables: 1 . Cf5 + , Rf6 2 . e7, . . . Con ataq u e doble al cabal lo y a la cas i l l a de coronación 2 . . . . , A x f5! 3. e8 = D, Th2 + + . Solución 8 1 . h4 + , Rf5 2 . g4 + !!, . . . Para q u e el peón negro q u ite a su propio rey la casi l l a g4. 2 . . . . , h x g4 3. Tf4 + ! , . . . E l peón apoya el j aq u e de torre en f4. 3. . . . , A x f4 4. e4 + + . U n final espectacu lar. 14 U N I DAD En el estudio sistemático de los elementos tácticos del aj edrez , toca el turno en esta unidad a la desviación, una maniobra consistente en anular la fuerza de una pieza contraria por el procedimiento, no de capturarla ni de « clavarla» :Sino de alej arla de la situación clave que ocupaba. O Curso de táctica (V) O Partidas famosas O Resumen O Ejercicios O Soluciones • La i m porta n c i a de desviar una p i eza. • La desvi ac i ó n en los ataq ues al rey • M odos típi cos de desviación : j aq ue, c l avada y a m e n aza • La pieza sob recarg ad a • La s u pre m a e l egancia. N u eva Yo rk, • U n i dades 1910 12, 13 y 14 • Ej e m p los y pro b l e m as Curso de táctica (V) Cuando una pieza contraria bien ubicada impide culminar con éxi­ to un ataque o simplemente llevar a cabo una misión defensiva fun­ damental, no cabe duda de que el mej or procedimiento para luchar es eliminarla. No es la captura el único método de lograrlo. La po­ tencia de una figura puede quedar anulada mediante la clavada, como pudo comprobarse en la unidad diez . También la pieza pue­ de dej ar de ser un obstáculo si se alej a premeditadamente de su si­ tuación privilegiada, lo cual se consigue mediante la « desviación» . La i m portancia d e desviar u n a pieza El razonamiento que sirve de base a este tema fundamental de la táctica es inapelablemente lógico : Si una pieza A está defendiendo a una pieza B que a su vez está amenazada o puede estarlo, atacan­ do a la pieza A se conseguirá ganar una de las dos. A través del siguiente ej emplo se comprenderá algo mej or lo que queremo s significar. A ambos lados del tablero vemos reflej adas situaciones diferentes pero que, como se verá, explotan un recurso idéntico. En el margen izquierdo observamos que una torre blanca ataca el cab allo del b ando contrario, pero como el alfil negro lo protege su captura no es adecuada. En el flanco derecho se plantea un problema similar a las negras. Al caballo de f2 lo defienden la torre y el alfil . Caso de que ambas piezas abandonaran su escaque, especialmente la torre ya que el alfil está clavado y no ej erce bien su misión, la captura del caballo blanco por el negro causaría estragos materiales . 8 7 6 5 3 a b e d e g a b e d e g ¿Se puede obligar a las piezas clave a abandonar «voluntariamente» sus respectivos cuadros? Sí, si se plantea una amenaza suficientemente poderosa. Posición después de l. aS, A X aS 2. Tx cS Obsérvese lo que sucede en la mitad izquierda del tablero si las blancas adelantan su peón de torre dama (1 . a5 , . . . ) . El rey impide la retirada hacia atrás del alfil; por tanto la única posibilidad es ceder en la defensa del caballo (1 . . . . , A x a5 2. Tx c5) . 262 6 5 4 3 h Curso de táctica ( V) Al otro lado, el mismo efecto se consigue con un sorprendente mo­ vimiento: 8 7 l . ... , Tx gl + 2. Tx gl C x f2 + 6 5 4 3 El esquema de mate obligó a la torre a abandonar la protección del caballo, lo que aboca al bando blanco a pérdidas notables. Con un ataque doble, el caballo negro ha logrado también capturar la dama. 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h La maniobra de desviación tiene por objeto alejar a una pieza contraria de una importante misión defensiva , lo que perm ite conquistar una pieza o casilla fundamental . Sobre la base de secuencias de partidas reales, vamos a estudiar se­ guidamente las posibilidades de utilización táctica del tema de la desviación. Observaremos de paso que, como sucede en otros ca­ sos, la desviación aparece frecuentemente asociada a distintos te­ mas tácticos (clavadas, ataques dobles, etc.) . E n l a posición siguiente las negras cometieron el error d e dar a su adversario la posibilidad de recurrir a una desviación. Se trata de un j uego real , Dworzinsky-Balanel (Praga 1956) . Posición de partida Nada de especial hubiera acontecido de j ugar las negras l . . . . , Tx d5 . Inclus o podía considerarse preferible su posición debido a la ma­ yor actividad de las piezas y la dificultad que tienen las blancas para defender su peón b2. Pero tomaron una decisión equivocada: l . ... , D x dS Al valorar que el cambio de damas les era favorable j uzgaron esta j ugada la más oportuna. La centralización de la dama es una bue­ na medida una vez se ha completado el desarrollo y dicha pieza no puede ser atacada con peligro por el oponente. Sin embargo esta regla tropieza aquí con inconvenientes tácticos que el conductor de las negras tenía que haber previsto. 263 Curso de táctica (V) La j ugada blanca es decisiva. 2. Te8 + ! ! , ... Al estar los peones del enroque en su posición inicial , el rey no tie­ ne la opción de apartarse del j aque dej ando la primera fila. La úni­ ca elección para las negras es capturar la torre con la suya, pero con ello sólo consiguen desviarla de la protección de la dama. El cambio es netamente desfavorable. a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Esta es la secuencia que calcularon las blancas : 2 . ... , Tx e8 3. D x dS, ... La superioridad material alcanzada puede considerarse prácticamen­ te decisiva . En la siguiente partida (Steinitz-Hirschfeld, Londres 1 8 7 1 ) , dos fac­ tores confluyen para propiciar la victoria del blanco. Posición de partida En primer lugar la pieza que defiende a la dama está indefensa, y en segundo lugar, está a tiro de j aque de caballo. Las blancas encuentran una j ugada que tiene efectos decisivos : l. ChS ! ! , ... Tentativa para desviar a l caballo que guarda la dama. Por supues­ to, l . . . , C x h5 no es posible por 2. D x e4 . . 264 Curso de táctica ( V) El cambio de damas no soluciona el problema: l . ... , D x d3 2. C x f6 + , Rg7 3. c x d3, ... Tras los cambios Steinitz logró la ventaj a de una calidad . a b e d e g h La desviación en los ataq u es al rey El tema de la desviación en los ataques de mate ofrece un amplio abanico de variantes y recursos. Cuando se persigue la cabeza del rey nunca es excesivo el dispendio de material si con ello se alcanza el obj etivo. Ej ecutar al monarca está muy por encima de cualquier otra ventaj a. La desviación como apoyo a l a defensa General mente al hablar de desviación en situaciones de acoso al rey, se entiende que este rec u rso forma parte de los te mas uti l i zados por el bando agresor. No obstante, y aunque no es frec u e nte, en ciertos casos la desviac i ó n es e m p l eada por el j ugador forzado a defenderse. Característi co res u lta e l alej a m i e nto de l a p i eza q u e está a p u nto de real i zar u n m ate aparenteme nte i n evitable. En el p r i m e r d i ag rama l as blancas desvían l a dama de l a amenaza de m ate en g2 medi ante u n sacrificio, para después rec u perar mate rial con u n ataq u e dob l e : 1 . Db3 + , D x b3 2 . Ac4 + , D x c4 3. Tx c4, . . . Con e l lo no sólo han escapado a l a derrota sino q u e han q u edado con p i eza de ventaja. E n e l seg u n d o caso tam b i é n l as neg ras t i e n e n d ificu ltades para lograr la victoria, a pesar de su ve ntaj a m aterial . N o pueden transformar i n m ed i atame nte su peón en dama i g norando la amenaza b l anca 1 . Th8 + + . Para ganar la partida debe alejarse pri mero al rey contrario de la oposi ción : 1 . . . . , D x f5 + ! ! . Cuando el rey blanco reto me, podrá coron arse el peón sin pel i g ro : 2. R x f5, g 1 = D (véase tercer d iag rama) 8 8 7 6 6 5 5 5 4 4 4 3 3 3 2 2 2 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Las b l a n cas d esvían la d a m a Las n e g ras a l ej a n a l rey n e g ro Posi c i ó n t ras 1 . . . . , D x t5 + 2 . n e g ra con 1 . Db3 + . con 1 . . . . , D x t5 + ! ! R x fS g 1 = D. 265 Curso de táctica ( V) Un ej emplo interesante de desviación en un ataque al rey es el que a continuación se presenta. 6 5 Posición de partida 4 3 La partida se j ugó en el gran torneo de Londres del año 1 8 5 1 , ganado por Anderssen, y los protagonistas fueron Harwitz y Szen . a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Para empezar las blancas colocaron sus piezas en las casillas adecuadas, forzando a las negras a una defensa incómoda. l. Tg3 + , Rh8 2. Dh6, Tg8 La intención de dar mate con 3 . Dg7 ha hecho necesario este movimiento. Ahora podemos comprobar la inmovilidad de las figuras negras . La Tg8 no puede abandonar su columna para controlar el mate de la dama, y tampoco la dama puede abandonar el control de la casilla f6 so pena de recibir mate en dos j ugadas . 6 5 4 3 ¿Cómo aprovechó esta circunstancia el primer j ugador ? 3. Te8 ! ! , ... 6 5 4 3 Planteando una elección desesperada. Las negras pueden escoger entre desviar su torre o que sea la dama la alej ada del dominio de la casilla clave que en el anterior comentario se apuntó . Cualquiera de las opciones conduce al mismo resultado. Veamo s : 3 . . . . , T x e8 4 . Dg7 + + . O bien: 3 . ... , D x e8 4. Df6 + , Tg7 5. D x g7 + + . 6 5 4 3 La dama alcanza en ambos casos la casilla clave y da mate. 266 Curso de táctica ( V) No es posible hacer desaparecer la dama, pero cabe desplazarla de la diagonal que ocupa, lo cual se consigue con: 4. Ch6 + ! ! , ... ¡ Se ha alcanzado el obj etivo ! La captura con el peón no es regla­ mentariamente posible por culpa de la calvada a que le somete la dama. Ni se puede mover el rey a h8 porque facilitaría sobremane­ ra la tarea de las blancas, las cuales darían mate (Tx f8 + + ) . La respuesta sólo e s una, pero tampoco soluciona gran cosa: 4 . ... , D x h6 s. Tx f8 + , R x f8 6. Dd8 + + . 8 6 5 4 3 La victoria de las blancas se ha gestado gracias al tema de la des­ viación de una pieza que impedía el paso de la dama hacia la casi­ lla del futuro mate. Son m uy frecuentes los casos en que u n a pieza adversaria con­ trola una debilitada octava fila. E n tales casos la desviación es un método m uy efectivo d e culminar e l ataque. M odos típicos de desviació n : jaq u e, clavada y amenaza La desviación mediante j aque tiene un capítulo muy destacado en este tema táctico. Con mucha frecuencia la amenaza del rey está combinada con ataque de mate o ganancia de material . La partida que a continuación se expone (Tartakower-Wood, Has­ tings 1 946) demuestra la fuerza del j aque como complemento tácti­ co de la desviación . Posición de partida El tablero muestra un contacto entre torres blanca y negra, y esta última está únicamente protegida por la dama. 268 a b e d e g Curso de táctica (V) El hecho de que la dama, a su vez, carece de protección y la defi­ ciente seguridad del rey, propician un j aque definitivo : l. Dg4 + ! ! , ... Ataque simultáneo sobre rey y dama que desvía esta última pieza de la defensa de la torre. Tras la toma de la dama blanca, se produce la sopresa: l .. , D x g4 2. Tx e8 + ! ! , ... . É sta es la base del cambio propuesto en la j ugada anterior. Cuando el rey se desplace para eludir el j aque, la dama negra será captura­ da. El resultado es una torre de ventaj a. a b e d e El siguiente ej emplo es todavía más contundente: Posición de partida Ningún j aque de la dama negra parece revestir excesivo peligro. Por ej emplo l . . . . , Df5 + 2. Rh4, . . . , y el ataque ha concluido. Pero . . . ¿qué sucedería de no existir el peón blanco de g 5 ? Pues que las ne­ gras darían mate a la siguiente j ugada (2 . . . . , Dh5 + + ) . Esta simple constatación nos muestra e l cambio d e l a primera ju­ gada. l . ... , f5 + ! ! 3 2 ¿Qué alternativa queda a las negras ? Retirar el rey hacia la colum­ na h (2 . Rh4) es condenarse al mate tras 2 . . . . , Dhl + + . 269 PAR TIDA S Capablanca El único campeón mundial his­ pano, y para muchos el mayor jugador de todos los tiempos, nació en La Habana, Cuba, el 19 de noviembre de 1888. Faltaban aún diez años para que, , en el marco de Ja gran crisis de 1898, la isla antillana se inde­ pendizase, de modo que José Raúl Capablanca y Graupera nació español a todos los efec' tos. Su padre era un militar de buena posición, hombre culto y aficionado al ajedrez, y La Habana era entonces uno de los centros ajedrecísticos más ' importantes de América. Capablanca fue uno de los ca­ sos de precocidad más extraor­ dinarios que se conocen en este juego lleno de «niños­ prodigio». Las anécdotas sobre • su tempranísimo y agudo talen- ; to se multiplican y rozan lo in- : verosímil; se dice que aprendió las reglas a los 4 años con sólo ver jugar a su padre con sus amigos, y que muy pocos me- : ses después les derrotaba con facilidad. Con ocasión del ' match Chigorín-Steinitz, dispu­ tado en la capital cubana en 1892, el niño de cuatro años dejó atónitos a varios fuertes jugadores cubanos al mostrar con todo detalle una variante que se Je había escapado a Steinitz y que le hubiera permi­ tido ganar una partida que aca­ bó perdiendo. A los 12 años de edad derrotó en un match al más fuerte ju­ gador de Cuba, Juan Corzo, y se clasificó campeón de Ja isla. Poco después su familia le en­ vió a Estados Unidos a comple­ tar sus estudios secundarios y comenzar una carrera universitaria en Columbia . El joven ' 1 La suprema elegancia Partida jugada en Nueva York, 1910 Blancas: Negras: José R. Capablanca Fonaroff l. e4, es 2. Cf3, Cc6 3. AbS, ... La apertura Española, tam­ bién llamada Ruy López; es el sistema más consecuente y efectivo de continuar el ata­ que sobre el peón del rey de las negras que comenzara con 2. Cf3 . 3 . ... , Cf6 La llamada «defensa Berline­ sa»; las negras se desarrollan atacando a su vez el peón blanco de e4 . 4. S. 6. 7. de e5, . pues su adversario amenaza tomar el caballo de c6 y luego capturar en e5 dos veces . Esta toma, conocida como un « abandono del cen­ tro » (el peón central del ne­ gro desaparece, mientras el blanco conserva el suyo en e4) , es aquí la mej or conti­ nuación, pues la inferioridad de las negras es mínima. 8. C x d4, C x d4 9. D x d4, A x bS 10. C x bS, 0-0 0-0, d6 d4, Ad7 Cc3, Ae7 Tel, e x d4 a 3 a e g h Las negras ya no pueden sos­ tener por más tiempo su peón e g Las negras han simplificado la posición, cosa conveniente si se tiene menos espacio, y su posición no tiene debilidades. Pero a partir de este momen­ to Capablanca inicia una se­ rie de maniobras de gran pro­ fundidad que le permiten obtener una posición gana­ dora. �=�==��������;:=:;����;=:=:;;;==�=��� ; ����� 270 FA MO SA S 11. Dc3 ! , c6 De esta forma el negro se ha visto obligado a debilitar su peón de d6, que ha quedado sin defensa de otro peón y en una columna abierta. En sus próximos movimientos Capa­ blanca concentra sus fuerzas sobe este peón al mismo tiem­ po que apunta el enroque ad­ versario. 12. 13. 14. lS. 16. Cd4, Cd7 CfS, Af6 Dg3, Ces Af4, Dc7 Tadl, Tad8 Todas las piezas blancas apuntan, directa o indirecta­ mente, sobre d6; pero las ne­ gras parecen haber llegado a tiempo. Precisamente en este momento Capablanca inicia una combinación que explo­ ta la activa posición de sus fuerzas con suprema elegancrn. . ' Amenaza la torre de d6 y j u­ gar A x f6 seguido de D x g7 + + . Las negras no pueden j ugar ahora 18 . . . . , A x es por 1 9 . D x e5 , . . . ame­ nazando mate y la torre, que no puede moverse a g6 por­ que la dama está indefensa. 18 . ... , Tdl Amenazando . . . , Tx el + + y . . . , A x e 5 , con lo que parece que se ha evitado lo peor. Ca­ pablanca, sin embargo, rema­ ta la partida con una bella combinación. En vez de 18 . . . ., Tdl las negras dispo­ nían de 18 . . . . , Da5 , que era algo mej or. 19. 20. 21. 22. Tx dl, A x es Ch6 + ! , Rh8 D x eS! ! , D x eS C x f7 + , ... 8 7 6 17. Tx d6! , 8 7 6 a 5 4 3 a 17 . ... , Tx d6 18. A x es, ... e g b e d e g No se puede capturar el caba­ llo porque seguiría 23 . Td8 + , y mate a la siguiente; las ne­ gras deben j ugar su rey, y des­ pués de la respuesta blanca 23 . C X e5 , . . . , quedan con pieza de menos , por lo que abandonaron. José Raú l Capab lanca, para m uchos el mejor ajed recista de todos los tiem pos. -atildado, elegante, extraordi­ nariamente apuesto- se hizo socio del Manhattan Chess Club y pronto llamó la atención por la potencia de su juego; na­ die era capaz de ganarle una partida. Con ocasión de una vi­ sita a Nueva York del campeón mundial, Dr. Emmanuel Lasker; Capablanca jugó contra él en una sesión de simultáneas y ganó su partida; Lasker co­ mentó, admirado, que su joven adversario no había cometido error o imprecisión alguna, y que su juego había bordeado la perfección. Muy pronto el nombre del estudiante cubano se conocía en los círculos aje­ drecísticos de todo el país, y al­ guien consideró una buena idea organizar un encuentro amistoso entre el campeón de los EE. UU. , Frank Marshall, y la nueva estrella; el resultado dejó asombrado a todo el mun­ do: Marshall, el gran vencedor de Cambridge-Springs 1904, cayó derrotado por 8 a 1 ante su desconocido adversario. Capablanca decidió dejar los estudios para dedicarse profe­ sionalmente al ajedrez. 271 Curso de táctica ( V) Por tanto sólo hay una opción: capturar « al pas o » . 2. g x f6, ... Y sigue la secuencia que an tes se an unció 2 . ... , DfS + 3. Rh4, DhS + + . 8 7 6 5 4 3 2 Una vez se ha desviado el peón molesto, el obj etivo propuesto se ha alcanzado sin dificultad . a b e d e g h Para alejar la pieza adversaria de u n a situación defensiva con­ creta, el jaque se revela como un recurso m uy eficaz, puesto que la amenaza sobre una pieza combi nada con el ataque al rey es más difícil de neutralizar. Cuando una figura de valor relativamente alto impide la maniobra ganadora, en ciertos casos puede lograrse su alej amiento o captura mediante un acoso constante. Veamos un ej emplo extraído de la partida Lasker-Ragozin (Moscú 1 93 6) . Posición d e partida El inconveniente de que el rey y dama blancos compartan la misma diagonal ofrece al negro la posibilidad de especulair con una clavada que tendría efectos decisivos. Por el momento ello no es factible puesto que la torre blanca controla la sexta fila y en particular el escaque b6. 4 3 2 a b e d e h g Sin embargo, debido a esta circunstancia, la torre apenas disfruta de movilidad real . En ello se basaron las negras: l . ... , Ac7! 2. Tf6, ... 3 2 La necesidad de mantener el control de la casilla antes mencionada hace esta j ugada indispensable. 272 a b e d e g h Curso de táctica ( V) La partida prosiguió con el motivo del acoso a la torre: 2 . ... , Ad8 ! 3. Td6, Ae7! ! 8 7 5 4 El acoso persiste, pero ahora se añade otra circunstancia: cuando la torre se retire deberá proteger también el cuadro c5 . Como ello no es posible, las blancas optan por un contraataque sobre la dama negra: a b e d e a b e d e a b e d e g h g h 8 7 4. Tb6, ... 5 4 3 2 La idea de las blancas es lógica; cuando la dama se retire j ugarán 5 . b4, . . . , e impedirán momentáneamente la pérdida de material . Sin embargo, no han contado con un detalle fundamental: 4 . ... , D x b6 ! s. D x b6, Aes + 8 7 5 4 3 Doble ataque a rey y dama. Esta última capturará el alfil, pero como previamente las blancas habían perdido una torre, quedarán en inferioridad . 2 La pieza sob recargada Un famoso y atinado adagio castellano afirma que no se puede servir a dos amos al mismo tiempo. Otro, no menos sensato, dice que casa con dos puertas, mala es de guardar. En aj edrez, muchas veces , una pieza no puede cumplir al tiempo dos funciones defensivas por una razón muy simple: la figura que vigila simultáneamente dos obj eti­ vos es mucho más sensible a un ataque. En definitiva, si se ataca por uno de los lados, lo más probable es que la pieza encargada de protegerlo se vea obligada a abandonar la defensa del otro. 273 Curso de táctica (V) La j u steza de estas observaciones se apreciará mej or con el examen de un caso típico: Posición de partida 8 7 5 4 La dama negra cumple la función doble de defender sus alfiles y ello dificulta que su vigilancia sea efectiva. ¿Por qué? Sencillamen­ te porque cualquier ataque sobre una de ambas piezas la forzará a desviarse de la defensa de la otra. 2 a b e d e a b e d e a b e d e La tarea de las blancas resulta sumamente sencilla: l. Tx d7! ! , D x d7 Ahora el alfil de casillas negras está atacado por dos piezas blan­ cas, mientras que sólo el caballo lo defiende. Las blancas han desviado la dama con un movimiento muy simple y ahora recogen los frutos. 8 7 2. A x f6, ... 5 4 2 Han capturado dos piezas menores a cambio de una torre. La tran­ sacción es ligeramente favorable al primer j ugador. No se deben desechar por sistema las j ugadas que cumplen varias funciones (por ej emplo el caballo que en la apertura controla dos cuadros del centro) . Dichas j ugadas son muy aceptables, puesto que economizan recursos. Sólo se produce la sobrecarga desvaforable cuando el bando enemigo puede atacar ambos puntos vigilados y generar una desviación. Se entiende como pieza sobrecargada aquella que c u m ple dos o más m isione.s defensivas al m ismo tiempo y es sensible a la desviación efectiva de una de e llas. 274 g h Curso de táctica (V) Es frecuente la situación en que una pieza sobrecargada vigila una pieza propia y un punto crítico de la posición . Contemplemos un caso elemental: 8 6 Posición de partida 5 4 Al analizar la situación del diagrama surgen las siguientes reflexio­ nes . ¿Qué pieza cubre el mate en la casilla g7 ? La dama negra. Y aún otra pregunta . . . ¿por qué figura está defendido el alfil de la primera fila negra? La respuesta es la misma. 3 a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h a b e d e g h Esa duplicidad de funciones no va a resultar nada saludable. l. Tx e8 + , D x e8 Desviación obligada de la dama 2. Dg7 + + Las blancas han aprovechado de modo muy simple la sobrecarga de la dama. En ciertos casos el mérito del ataque no reside tanto en desviar la pieza defensora como en saber detectar que una pieza tiene s obrecarga. La interpretación es a veces sutil . Obsérvese esta interesante partida. En apariencia todo indica que las blancas tienen una posible amenaza, el ataque sobre el alfil negro, aunque momentáneamente está bien cubierto por dama y torre. ¿Algo más? Obsérvese lo que sucedería si la dama blanca pudiera viaj ar a g6 sin que su homónima negra tuviera la facultad de capturarla: las blancas amenazarían 2 . D x h 6 + + , y l a torre negra n o podría dej ar paso a s u soberano porque debería cuidar también el mate en la casilla g7 (2 . D x g7 + + ) . Este análisis nos h a mostrado e l camino: l. Tx c8 ! , ... 8 7 6 5 3 8 7 6 5 3 Gracias a él hemos descubierto una escondida sobrecarga de la dama: debe vigilar al mismo tiempo el alfil y el acceso de la dama al punto g6. 275 Curso de táctica (V) La j u g ad a d e l texto l a desvía d e l a seg u n d a d e s u s f u n c i o n e s : l . ... , D x c8 2. Dg6, ... Las blancas han alcanzado el punto que pretendían, y han dej ado a su rival sin defensa adecuada. No existe j ugada que impida 3 . D x h6 + + � Por ej emplo: a b e d e f g h a b e d e f g h 8 7 2 . ... , Tf8 3. Dg7 + + 6 5 Detectar la sobrecarga es el paso previo decisivo, y en ocasiones no simple, para culminar el ataque con el recurso táctico de la desviación. RES U M E N : u n i d ades 1 2 , 1 3 y 14 D E l ataq u e doble consiste e n e l ataq ue s i m u ltáneo a dos piezas u o bjet ivos co ntrarios, de fo rma q u e dificu lta la d efensa. • El ataq u e doble es e se n c i al m e nte pe l i g roso c u a n d o uno d e los obj et i vos atacados es e l rey contrario, m e d i ante j aq u e o a m e n a�a d e m ate. • La d a m a , to rre y a l f i l p u e d e n ataca r d e l ej o s , a p rovec h a n d o en el caso d e la d a m a s u g ra n m ov i l i d ad . • Ta m b i é n e l rey p u e d e efect u a r ataq u e s d o b l es , e n e s p ec i a l c u a n d o q u e d a n pocas p i ezas en el tab l e ro. • El cab a l l o ataca obj et i vos c e rc a n os y m ú lt i p l es , a l estar h ab i l itado para saltar s o b re l as d e m ás p i ezas . • E l p e ó n p u e d e atacar tam b i é n dos p i ezas s i m u l t á n e a m e nte, o u n a p i eza y l a coro n ac i ó n . D La m a n i o b ra de desviación a l eja u n a pieza c o n t raria de u n a m i s i ó n defensiva fundamental. • El j aq u e, la c l avad a y el acoso son recu rsos pod e rosos p a ra forzar la d esvi ac i ó n d e u n a p i eza d e s u pos i c i ó n d efe n s i va . • L a d esvi ac i ó n es m ás efect i va c u a n d o se ej e rce s o b re u n a p i eza sobrecarg ad a , e s d ec i r, q u e ej e rce m ás d e u n a f u n c i ó n d efe n s i va . 276 EJ E RC I C I OS Eje m plo 1 A n u lar la defensa de p i ezas amen azadas es u n a táctica m uy útil q ue, cuando hay ocasión de e m p learla, acost u m b ra a proporcionar notables beneficios. A lo largo de esta u n i d ad se ha est u d i ado u n método m uy eficaz de lograrlo. La m ayoría de l as veces i m p l ica sacrificios provisionales q u e i n m ediatame nte s e rec uperan con creces. La ese ncia de este recu rso, s i n e m bargo, no hace n ecesario recu rri r a e ntregas materiales en todos los casos. La j u gada más pacífica puede ser causa de los mayores destrozos entre los efectivos contrarios. 14 E l caballo negro de e4 es l a p i eza más com p ro m et id a. Está atacado por dos fig u ras blancas, y otras dos neg ras lo defienden . É stas son l a dama y el alfi l . Si se logra desviar a cualq u i e ra de e l l as, el cabal lo se rá presa fác i l . N o res u l ta se n c i l lo apartar l a dama, y e n cierto sentido no conviene p uesto q u e g rac i as a l a posición q u e ocupa, el cabal lo no puede mover. Si se prueba con e l alfi l el resu ltado será m ejor: 1 . g 4 ! , . Para desd i c h a de l as negras no exi ste u n a reti rada adecuada. Abandonar la d i agonal b1 -h7 s i g n i fi ca perder e l cabal lo, y a u n q u e 1 . . . , Ag6 mantiene el co ntacto, éste se p i e rde tras 2. C x g6, h x g6 3. A x e4, . . U n a p i eza de ve ntaj a ha sido e l resu ltado. . . . . 2 a b e d e g Ejemplo 2 a b e d e g h Sospechosam e nte cercado se encuentra el rey negro. ¿ Pod ría dárse le mate? La eventual ret i rada hacia atrás l o d ificu lta. Pero observemos qué sucede ría si la sexta l ínea estuviera l i b re para la acc ión de la Ta6 blanca: 1 . Cd3 + , . . . (para ganar la cas i l l a f4 para el peón y desviar e l peón «e4» negro de l a pos i b i l idad de capt u rar al paso) , . . . , e x d3 ; 2 . f4 + + . U n mate bri l l ante q u e i l u m i n a el cam ino del tri u nfo. 1 . Tx d5 + !!, e x d5. Ya se ha despej ado l a tercera horizontal . E l resto es l a cró n i ca de u n m ate a n u nciad o : 2 . Cd3 + , e x d3 3 . f4 + + . h 277 EJ E R C I C I OS 14 Problema 2 P roblema 1 Problema 3 P i eza sobrecargada y desviación está ínti mamente re lacionad as. G raci as a la i ntervención de l a seg u n d a se man ifiesta l a d e b i l i d ad que supone la pri mera. 8 7 a 6 b e d e a b e d e g h 5 4 2 a b e d e g h J uegan blancas De l as p i ezas q u e tiene el negro, ¿cuál de e l l as rea l i za m ás de u n a función defens iva, es dec i r, está sobrecargada? P u ede aprovecharse esta c i rc u nstancia para lograr a l g u n a ventaj a , de s e r decisiva mejor. Desc u b ra l a m ejor j u gada para l as b l ancas en esta posición . J uegan blancas J uegan blancas De los i nconve n i e ntes q u e s ufre u n a p i eza clavad a nos h ici mos eco en l a u n idad déc i m a de este c u rso. E l tema táctico de l a desviación puede ser un buen co m p l e m e nto para forzar u n a situación favorable. E n l a posición del d i ag rama l as b l an cas deben darse prisa e n aprovechar su ve ntaja, p uesto q u e si dan t i e m po a q u e su adversario j u ege .. ., Ae7, éste habrá pal i ado en parte los i n conve n i e ntes de su posi ción . D i c h a j u gad a, com b i n ad a con un eve ntual .. ., Ta?, permiti ría l a l i berac i ó n del cabal l o clavado, y la victoria no sería nada senci l l a de log rar. H ay q u e expri m i r a l máximo l a situación act u a l , donde aún l as p i ezas se hallan co m p rometidas y existe n pos i b i l i d ades, por el mome nto algo ocu ltas, de dar mate. E n c u e ntre la maniob ra ganadora. La prim era j ugada es clave y defi n itiva, y se basa e n e l te m a est u d i ado a lo l argo de l a prese nte u n idad . Como l as p i ezas blancas están sometidas a un m ú lt i p l e ataq u e (están amenazadas l a dama, l a to rre y el alfi l), todo i nd uce a s u poner q ue su posición es prácticamente desesperad a. Au n q u e el alfi l consiga salvarse g raci as al i ntercam b io, dando j aq u e, con su homó n i m o negro, l as p i ezas pesadas del b l anco amenazadas tienen más d ificu ltades en sobreviv i r. U n a ret i rada de l a dama haría perecer la torre, y lo m ismo l e sucede a l a rei n a si l a torre comete la eq u ivocación de move r. Todo lóg ico ¿no? N o del todo, e n u n p u nto i ntermed io de este análisis lógico cabe i nsertar una pos i b i l idad no conte m p lad a : alg u n a de l as p i ezas puede j u gar pl anteando una amenaza más terrible q u e l a q u e q ueda pendiente. D i c h a amenaza t i e n e , además carácte r decisivo. ¿ Por q ué? Porq ue desvía u n a pieza crucial para l a defensa y plantea amenazas i n salvab les de mate. H echos estos apu ntes, ¿c uál es l a m ejor conti n u ación? EJ E RCICIOS Problema 4 14 Problema 6 Problema 5 8 7 7 6 6 5 5 4 4 3 3 a b e d e 9 h a e 9 h a b e d e 9 h Juegan blancas J uegan blancas J uegan blancas Crear la sobrecarga de u n a p i eza forma parte de l as co m b i naciones (algo m ás co m p l ej as q u e l as s i m p les maniobras) q u e e m p l ean el rec u rso de la desviació n . Y eso es precisame nte, lo q u e deben h acer las blancas para adq u i ri r u n a ventaj a material y posicional consistente en esta posici ó n . Dé con la maniobra ganadora y asegú rese bien de que es co rrecta . C u ando l a posición del j u gado r contrario e s precária res u lta m ás senci l l o crear e l caldo de c u ltivo adecuado para la táctica. Sólo se deben hacer m ás notorias l as deficiencias de l a otra banda del tablero, a u n q u e tam b i é n para e l l o d e b e n uti l i zarse a veces ciertas dosis de i n gen io. La torre blanca h a log rado i rru m p i r e n l a ú l t i m a f i l a . S i n e m bargo, l a situación n o parece alarmante p uesto q u e las neg ras co m p i te n por e l d o m i n io de l a i m portante horizontal y e n las actuales c i rcu n stan c i as todo apu nta a que l a to rre debe cam b i ar o reti rarse. Analizando más profundamente se descubre q u e no es así: l a torre necesariamente debe cubrir el cabal l o p u esto q ue s u captu ra i m p u ne por las b l ancas eq u ivaldría a u n a situación de m ate. Todo e l l o revela q u e la torre no p uede moverse de s u p r i m era fila, l o q u e puede aprovechar el primer j u gador para crear amenazas alternativas m ás poderosas, i ncl uso, q ue e l acoso sobre su torre. Cuando la to rre negra ac uda a contrarrestarlas q u edará n u evamente abierta l a pos i b i l i d ad de m ate apu ntada, Este conj u nto de p i stas debe ayudar al lector a enco ntrar una j u gada absol utame nte decisiva, q u e convi erte la situación negra en desesperada . M uy i nteresante es el ú l t i m o problema de esta serie. S u resol ución req u i e re u n est u d i o a l g o más lógico y m i n ucioso, pero tal vez l a s i g u i e nte serie de i n d icaciones fac i l ite l a tarea al lector. Evidentemente el m ate q u e asp i ran a d a r las blancas ap rovecha la debi l i dad de los cuadros negros del e n roque (1 . Af6 para seg u i r con 2 . Dg7+ + ). S i n embargo, el i ntento d i recto fracasa porq u e el alfi l de cas i l l as oscu ras se i ncorpora con rapi d ez a l a defensa (co n Af8) . E l i m i nar esta p ieza con u n a capt u ra haría reto mar con l a dama. Dos cosas, por tanto, h ay que real izar para alcanzar e l m ate deseado. E l i m i n ar la pri n c i pal p ieza defe nsora y desviar la dama. E l orden correcto y ejecución de estas prem isas perm ite l l egar al mate deseado · o en su defecto alcanzar u n a ve ntaj a material sufi c i e nte m e nte i m portante co mo para q u e l a partida p u e d a considerarse ganada. Las dos pri meras son l as j ug adas clave. SO LU C I O NES Solución 1 Si la torre negra no proteg i e ra su prim era fila, la j ugada Tc8 prod uciría j aq u e mate. La m i s m a torre es, ade más, l a defensora ú n ica de l a dama negra. Am bas funciones no pueden l l evarse a l a vez de manera efectiva, p uesto q u e l a j ugada i n icial 1 . Tc8 + !, . . . fuerza a l a capt u ra de esta pieza y por tanto la dama se pierd e : 1 . . . . , Tx c8 2. D x b2 . 14 Solución 3 Solución 5 Si la torre negra de h8 n o ocu para l a pri mera fila, l as blancas matarían e n u n a j u gada (1 . Tf8 + + ) . H ay, por tanto, que desviar l a pieza cl ave en la vigilancia del rey: 1 . D x h7!!, Tx h7 2 . Tf8 + + . La torre negra no p u ede aban donar su p r i m era horizontal debido a q ue se enfrentan l a amenaza Tx f8 + + . Por e l l o l as blancas m u even 1 . Dc4!!, . . . , amenazando el i m parabl e mate 2 . Dg8 + + . Como ya hemos d i c h o 1 . . . . , Tx c4 2 . Tx f8 + + tam bién acaba e n triu nfo b lanco. Solución 6 6 5 Solución 2 4 3 E l ataq ue d i recto sobre e l caba l l o (1 . Tf1 , . . . ) no conduce a n ada p u es l as neg ras encuentran defensa con 1 . . . . , Ae7. Lo correcto es proceder con m étodos m ás violentos : 1 . Te8!!, O x ea 2 . A x f& + , Rg8 3. D h8 + + . G racias a l a desviación de la dama, l a partida ha conc l u ido c o n victoria blanca. a b e d e g h Solución 4 Para ganar d esviando es m uchas veces preciso c rear una sobrecarga. Un peq u e ñ o sacrificio puede ser suficiente para com p rometer l as p i ezas contrarias de manera q u e l a consigu iente desvi ación perm ita ganancias m ayores. Con tal idea e n m e nte l as b l an cas j u garo n : 1 . A x f7 + , D x f7. Ahora la dama sólo está vig i l ad a por el rey. Si se s i g u e 2 . Td8 + , R x d8, habrán ganado l a dama (3. D x f7) y su posición será m u y su perior. La primera medida es e l i m i n ar l a p i eza defensora m ás i m portante : 1 . Tx cS!, D x cS. La j u gada 2 . Af6, . . . a ú n ten d r ía u n a rép l ica consistente (2 . . . . , Df8) ; por eso lo p rocede nte es j ugar 2. AbS!!, . . . Ataca la torre, q u e no tiene casi l l a . Tanto 2 . . . . , Tf8, como 2 . . . . , D x b5 perm iten 3. Af6, . . . , tras lo cual 4. Dg7 + + es i rrem ed i ab l e. La seg u n d a j u gada blanca ha sido u n proced i m i e nto sutil d e desviar l a dama. 6 5 4 2 a b e d e g h