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Ajedrez curso completo 1 Garry Kasparov

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curso completo
Edita: Editorial Planeta-De Agostini, S.A., Barcelona
Presidente: José Manuel Lara
Consejero Delegado: Ricardo Rodrigo
Director General de Producción: Félix García
Director Editorial: Jordi Martí
Director de Producción: Jacinto Tosca
Coordinador General: Ramón Castelló
Realización: R.B.A., Proyectos Editoriales, S.A.
Director General: Fernando Castillo
Director Editorial: Andrés Merino
Redactores y colaboradores: Lincoln Maiztegui, Ramón Castelló,
José Manuel Gil, Francisco Rodríguez, Miguel Fernández-Díaz
Coordinación: Francisco Rodríguez
Diagramación: Joan Oró
© 1990.
Editorial Planeta-De Agostini, S.A., Barcelona
ISBN Obra completa: 84-395-1530-8
.
Tomo 1: 84-395-1542-1
Depósi',0 Lc:gal
Fotocomposición: Grafitex
Fotomecánica: Ungraf/Eurogamma
Imprime: Cayfosa, Sta. Perpétua de la Mogoda (Barcelona)
Impreso en España - Printed in Spain - 1990
curso completo
Volumen 1
PLANETA-AGOSTINI
SUMARIO
O
Unidades
Pág .
Pág.
2
22
42
62
82
102
1 22
E l tablero y l as p i ezas
El j aq u e m ate. Los m ates bás icos
Los m ates bási cos (co nti n u aci ó n)
La apert u ra
La apert u ra (11)
La apert u ra (y 111)
Rey y peón contra rey
O
Partidas famosas
Pág .
Introd ucción d e l m ate de Légal
(París, 1750). Légal-St. Brie
E l sacrifi cio ( N u re m berg , 1 91 2).
Vo n Ho lzhausen-Tarrasch
L a d a m a errante (París, 1863)
M o r p hy-De Riviére
E l arte combi n at i vo : l a « S i e m p revi va»
(Bres lau , 1852) Andersse n - D u fres n e
C u a n d o el aj ed rez no e ra m ate r i a l i sta
(Pete rsbu rgo, 1874) C h igorín -Davi dov
Derrotar a u n campeón d e l m u n do
(Marg ate, 1 937) Ke res-Alekh i n e
E l «fu ego sici l i ano» (Zu rich , 1 953)
Averbakh-Ta i m á n ov
30
50
70
90
1 10
130
Pág.
Cast i g o s u m arís i m o (Lo n d res, 1870)
Zukerto rt-De Vere
La fuerza bruta (Ca l i fo r n i a , 1 964)
Fischer-Cel l e
V i aj e i nfe rnal (Lo n d res, 1 91 2)
Ed . Lasker-T homas
El ataq u e vi rtu oso ( M a h r-Ostrau , 1 923)
Ru bi n ste i n -Hrom ad ka
La armo n ía del acoso (Vi e n a , 1 929)
S p i e l m a n n -Ho n l i n g e r
La s u p re m a e l egancia ( N u eva York,
1 910). Capablan ca-Fo n aroff
1 90
210
230
250
270
Ejercicios
Pág.
Pág .
1
2
3
4
5
6
7
170
1 50
O
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
142
1 62
182
202
222
242
262
Des p u és de la apert u ra
E l balance de m aterial
C u rso de táctica (1)
C u rso de táctica (11)
C u rso de táct i ca (111)
C u rso de táctica (IV)
C u rso de táctica (V)
17-20
37-40
57-60
77-80
97- 100
1 17- 1 20
137- 140
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
U n i d ad
8
9
10
11
12
13
14
1 57-1 60
177- 180
1 97-200
217-220
237-240
257-260
277-280
1
UNIDAD
E n esta unidad s e presentan to dos l o s elementos
y conocimiento s necesarios para empezar a jugar
al aj edrez : el tablero, las piezas y sus movimientos ,
las capturas, e l enro que, etc. A continuación s e
consideran l o s sistemas d e notación empleado s p ara
reproducir las j ugadas y posiciones , p oniendo un
D
D
El tablero de ajedrez
Las piezas de ajedrez
D
Sistemas de
notación
énfasis especial en el sistema algebraico.
• M ovi m i e ntos d e
l as p i ezas
• La captu ra
• La capt u ra a l p aso
• El e n roq u e
• S i ste m a a l g e b ra i c o
• S i ste m a d e sc r i pt i vo
D
Ejercicios
D Soluciones
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
El tablero de ajedrez
El tablero es el campo de batalla por definición. Dentro de sus bor­
des se desarrolla un combate sometido a determinadas reglas .
El tablero de aj edrez consta de 64 casillas, 32 blancas y 32 ne­
gras, que se disponen alternativamente. Se trata pues de un cuadra­
do (es decir, con la misma anchura que altura) en el que cada lado
tiene 8 casillas, cuatro blancas y cuatro negras o de otro color.
Sin embargo, la posición del tablero respecto a los j ugadores no
es caprichosa, siempre debe ser la misma, según la regla que nos
dice: «la casilla blanca a la derecha» .
jugador
El tablero debe colocarse de forma tal que la casi lla situada a
la derecha del jugador en el borde m ás próximo del tablero sea
d e color blanco (casilla blanca a la derecha).
jugador
En el tablero, las casillas pueden agruparse en columnas o líneas ,
en horizontales y en diagonales. Esta clasificación resulta especial­
mente útil para describir los movimientos de las piezas, darnos cuenta
de las sutiles relaciones que tienen entre sí las distintas casillas, apa­
rentemente iguales, del tablero y plantear estrategias y tácttcas que
nos lleven a la victoria.
Col u m nas
2
-
Horizo ntales
Diagonales
La columna es la sucesión
de casillas ordenadas
La horizontal e s la sucesión
Una diagonal es una sucesión
de casillas paralela a las
de casil las de un mismo color
vertical mente desde la
bandas del tablero donde se
unidas por los vértices.
posición de los jugadores.
colocan los jugadores. Hay
Hay dos diagonales mayores,
ocho horizontales de ocho
una de casillas blancas y otra
casil las cada u n a .
de casil las negras.
Las piezas de ajedrez
En aj edrez no se habla de « fichas » , sino de piezas . Las piezas no
son iguales: cada una de ellas tiene una forma y una movilidad dis­
tintas . Otro término, aunque progresivamente en desuso, para de­
signar las piezas del j uego de aj edrez es el de «trebej os » .
Aunque e l término «piezas » s e usa d e forma genérica para desig­
nar todas las del aj edrez, se suele distinguir entre los peones y las
piezas propiamente dichas, que son todas las demás . Al comienzo
de la partida cada j ugador posee 16 piezas : dos torres, dos caba­
llos, dos alfiles, una reina o dama, una rey y ocho peones .
A cada j ugador le corresponden piezas de distinto color: blanco
o negro. Estos nombres no indican exactamente el color de las pie­
zas , ya que según el material de fabricación o la fantasía de artesa­
no pueden ser de muchos colores: desde marrón claro o amarillo
para las piezas blancas a roj o o marrón o scuro para las negras .
Sobre el papel , las piezas de ajedrez se repro d u c e n por su inicial
e n m ayúscu l a o por u nas representacio nes gráficas como las q u e
s e indican a continuació n y q u e serán l a s q u e s e util i zarán a lo l ar­
go de este curso.
Piezas blancas
O
tt' Dama(D) 1J Torre (T)
<fJ Caballo (C) ft Peón (P)
Rey (R)
iL
Alfil (A)
J.
Alfil (A)
Piezas negras
'W' Dama (D) • Torre (T)
• Caballo (C) i Peón (P)
t
Rey (R)
Disposición de las piezas
Las piezas se colocan sobre el tablero teniendo siempre en cuenta
que la posición de éste debe ser tal que en la primera horizontal
la casilla de la derecha del j ugador sea blanca (la de la izquierda
será, consecuentemente, negra) . .
Una vez colocado el tablero en su posición correcta, los j uga­
dores disponen sus piezas, uno las blancas y el otro las negras , en
las horizontales más próximas, tal como se indica en la página si­
guiente.
-
3
Las piezas de ajedrez
Al inicio de la partida las piezas de la horizontal más próxima al ju­
gador, y de izquierda a derecha, son: torre, caballo, alfil, dama, rey,
alfil, caballo, torre. En la segunda horizontal , las casillas se ocupan
con los ocho peones.
Esto vale, evidentemente, tanto para las blancas como para las negras.
Puede verse en esta disposición que la dama se encuentra al inicio
del juego en una casilla de su mismo color (la dama blanca en la ca­
silla blanca y la dama negra en la casilla negra), por lo que se dice
que «la dama marca color» .
El rey debe colocarse en l a casilla central de color contrario al pro­
pio (el rey negro en la casilla blanca y el rey blanco en la casilla negra) .
Una vez se han colocado las piezas adecuadamente, la partida puede
comenzar, teniendo en cuenta que el primer movimiento corresponde
siempre al bando de las piezas blancas. Esta es una convención adop­
tada en el siglo XIX y que se mantiene vigente, por lo que para saber
quién inicia la partida se sortean las piezas. El jugador que conduce
las blancas efectúa el primer movimiento, lo que representa una pe­
queña ventaj a.
El rey
El rey es la pieza por antonomasia, la clave del aj edrez , ya que el
obj etivo de este j uego es capturar el rey adversario. Esta captura,
que determina el final de la partida, se conoce por. j aque mate.
M ovil idad del rey
-
4
Mov i l idad del rey s i t u ado en el
Movilidad del rey blanco l i m ita­
Mov i l idad del rey blanco l i m ita­
centro del tablero.
da por las piezas negras.
da por sus propias piezas.
Las piezas de ajedrez
El rey se mueve a partir de la casilla en la que se encuentra a cual­
quiera de las contiguas , siempre que una pieza propia o adversaria
no se lo impida. De modo que, salvo en el caso del enroque, del
que se habla más adelante, el rey se mueve sólo de una en una casilla.
La fuerza del rey es también su debilidad. El j ugador está obliga­
do a proteger y cuidar su rey so pena de perder la partida. Por lo
tanto, en los comienzos del j uego, cuando la mayoría de las piezas
aún están en acción, el rey debe esconderse y alej arse de la amena­
za de las piezas enemigas. Sólo en el final de la partida, cuando
la mayor parte de las piezas de uno y otro bando han desaparecido,
el rey puede aventurarse a participar activamente en la lucha.
Vt
Rey
La dama o re i n a
L a dama o reina (en español se escribe siempre « dama» [D] para
evitar la coincidencia de iniciales con su consorte, el rey [R]) es la
pieza más poderosa y ágil del tablero, y en principio no es conve­
niente cambiarla por ninguna otra pieza que no sea la dama del ad­
versario.
En el centro del tablero, con espacio para moverse y el respaldo
de las otras piezas, la dama tiene una potencia formidable ya que
es capaz de ej ercer su acción de ataque o defensa incluso a muy
larga distancia. En cambio, si se encuentra en un rincón del tablero
y rodeada de piezas, tanto propias como del adversario, que estor­
ben su movilidad , su fuerza se debilita.
�..¡- Dama
Movi m i entos de la dama
La dama puede move rse a tod as las casi l las q u e
están a s u alcance e n l ínea recta, y a sea vertical
u horizonta l m e nte, y en d i agon al , tanto h acia
delante como hacia atrás.
La movi l i d ad de la dama se ve l i m itad a por l as
otras p i ezas, ya sean p rop ias como d e l adve rsario.
Normal m e nte están vedadas a la dama tod as las
casi l l as q u e control an l as pi ezas e n e m igas.
Mov i l idad de la dam a en u n
L i m itac i o n es en la m ov i l idad
L i m itaciones en l a m ov i l idad
tablero vacío.
de l a dama por la pos i c i ó n
de l a dama por l a pos i c i ó n de
de l a s p i ezas del m is m o bando.
las p i ezas contrarias.
5
-
Las piezas de ajedrez
Las torres
Las torres son las piezas más valiosas después de la dama, ya que
el rey no se toma en cuenta por ser una pieza especial .
Son piezas ágiles que pueden desplazarse rápidamente de una par­
te a otra del tablero.
Como regla general, puede afirmarse que una torre vale más cuan­
tos más peones hayan desaparecido del tablero, porque entonces su
movilidad se incrementa. Más adelante se verá la participación de
la torre en el enroque, uno de los movimientos inas característicos
de la defensa del rey.
[1 I Torre
M ovi m ie nto de las torres
Cada u n a de l as to rres se m u eve en l ínea recta
en d i rección perpe ndicular a los bordes d e l tab le­
ro. Es deci r, l as torres no se m u eve n e n d i ago nal
y su acción se desarro l l a por las horizo ntales y
verticales. Su u b icación i n icial e n los extremos d e l
tab l e ro p rovoca q u e a m e n udo entren e n j u ego
m uy tarde, lo q u e h ace q u e normal m e nte sobrevi ­
v a n h asta e l final de l a partida.
Movilidad d e l a torre e n u n
Lim itació n de l os m ovimientos
Limitaci ó n de l os movimientos
tabl ero vacío.
de la torre por p�o n es
de la torre por peones d e l
propios.
contrario.
Los alfi les
Los alfiles se mueven sólo en las diagonales . Uno de ellos circula
exclusivamente por las casillas blancas, y el otro por las negras. Desde
el comienzo, pues, a cada alfil le están vedadas 32 casillas (las de
color contrario a aquéllas por las que corre) . Por esa razón, en prin­
cipio su valor es inferior al de las torres, y aproximadamente igual
al de los caballos.
Un principio de alta estrategia con el que conviene que se vaya
familiarizando el j ugador principiante es el siguiente:
La parej a de alfiles (las dos piezas juntas) tiene mayor valor que
la mera suma de la acción de cada una de ellas.
-
6
� ,.l
Alfil
Las piezas de ajedrez
M ovi m iento de los alfi les
La m áx i m a q u e for m u l amos para l as torres t i e n e
a ú n mayor apl icación a los alfi les: s u valor crece a
medida q u e desaparece n los peon es. El gran
e n e m igo de los alfi les es la cadena de peon es,
q u e puede l l egar a d ism i n u i r se riame nte e i ncl uso
a n u lar su acción; en camb io, en las posiciones
«ab i e rtas» el alfi l acreci e nta su pote nci a. Los d i a­
gramas m uestran estos pri nci p ios:
Acció n máxima d e los alfiles
Los peones dismin u ye n l a
A l q u edar fijos los peones e n
e n un tabl ero vacío.
eficacia d e l a acció n d e l alfil.
casil l as de su mismo color, e l
alfil v e prácticame nte anulada
su activid ad . Com pr u ébe lo.
El aumento de valor de la parej a de alfiles estriba en que un alfil
sólo tiene capacidad de atacar y defender la mitad de las casilas del
tablero (las de su color) . En cambio, con los dos alfiles en su poder,
el j ugador puede fiscalizar todas las casillas del tablero; y si los al­
files tienen una buena movilidad, su acción en parej a puede alcan­
zar en determinadas posiciones una fuerza formidable.
Los cabal l os
Son las piezas de movimiento más complicado. El caballo tiene la
facultad de saltar sobre las piezas propias o del adversario, lo que
ya lo diferencia de todas las demás piezas del j uego; pero eso no
es todo, sino que además, su movimiento rompe la armonía de las
líneas rectas.
El caballo mueve (o salta, mej or dicho) dos casillas hacia ade­
lante o atrás y una a la derecha o a la izquierda; o dos casillas
a derecha o izquierda, y una adelante o atrás . Se trata de un mo­
vimiento heterogéneo, casi caprichoso y difícilmente previsible
para el contrario, que da a esta pieza una extraordinaria persona­
lidad .
El caballo es una pieza de acción lenta, que necesita varios movi­
mientos para trasladarse de un lado a otro del tablero. Como com­
pensación, su movimiento no puede ser trabado por las demás pie­
zas , porque tiene la facultad de saltar sobre los obstáculos. En las
� • Caballo
7
-
Las piezas de ajedrez
M ovi m iento de los cabal los
E l lector debe ensayar repetidamente l as reg l as
d e l m ovi m i e nto d e los cabal l os. U n eje rcicio
reco m e ndable consiste e n colocar u n caballo e n
cualq u i e r casi l l a d e l tab l e ro, y se ñalar c o n u n
pedacito de papel o u n a moneda l as casi l l as q u e
l e son accesi b l es.
Como puede verse en los d i ag ramas, cuanto m ás
cerca está del centro d e l tab l e ro, m ás am p l i o es e l
rad i o de acción del cabal l o ; s i s e sitúa e n u no d e
l o s extre mos d e l tab l e ro, d ispo n d rá tan sólo d e
d o s casi l l as para moverse.
Acci ó n máx i m a del caba l l o
La mov i l idad del cabal l o
e n u n tab lero vacío.
e s m ayor cu a nto más cerca
En los bordes, el caba l l o
puede acceder a u n número
se encuentra del centro
l i m itado de cas i l l as.
del tablero.
posiciones « cerradas » , con muchos peones fij os sobre el tablero,
resulta superior al alfil.
Examinemos la posición ilustrada por el diagrama de la derecha.
El alfil blanco ve su acción entorpecida por los peones propios, que
además están inmóviles (no pueden avanzar, o bien porque la casi­
lla contigua está ocupada por una pieza enemiga, o bien porque,
de hacerlo, serían capturados) .
En cambio, el caballo negro tiene muchas casillas a su disposición
y puede, mediante los saltos adecuados, trasladarse a cualquier punto
del tablero.
Observemos que todos los peones blancos ocupan casillas del mis­
mo color del alfil, y por consiguiente estorban su movilidad , mien­
tras los peones negros están situados en casillas blancas , y no pue­
den ser amenazados ni capturados por el alfil que sólo recorre
diagonales negras.
Los peones trabados, que componen una estructura fij a e inmó­
vil sobre el tablero, otorgan al caballo negro una gran superioridad
sobre el alfil blanco en este tipo de posiciones , que se denominan
« cerradas » .
8
Las piezas de ajedrez
Los peo nes
El peón es, por regla general, la pieza de menor valor del j uego;
sin embargo, posee una facultad que le hace potencialmente terri­
ble: si alcanza la última línea del tablero a partir de su posición de
salida, puede transformarse en la pieza que desee, incluida la dama.
Los peones avanzan de una en una casilla en dirección vertical (es
decir, a lo largo de una columna) , y no pueden retroceder por nin­
gún concepto. Les son accesibles todas las casillas de su columna
menos las de la primera línea, la que tienen detrás al comenzar el
j uego. Pero en su primer movimiento, el peón puede avanzar dos
casillas , por única vez. Esta facultad está limitada por el recurso
de «captura al paso » , que veremo s más adelante.
Y eso no es todo. Para capturar una pieza del adversario, el peón
se mueve en diagonal , colocándose en la casilla que ocupab a la pie­
za tomada. Movimiento en vertical hacia adelante y captura en dia­
gonal; esta es la regla básica del movimiento del peón.
ft i
Peón
Movi m i e nto de los peo nes
Dos m ov i m ientos posi bles.
Peo nes i n móvi les.
Captura en diago n a l .
Tres m ov i m ientos posi b les
Cu atro mov i m ientos posi b les:
Peó n q u e cccoro n a»; puede
para el peó n b l an co: dos
avan ce vert i c a l u n a o dos
tra nsform arse en c u a l q u ier
capturas l aterales y avance
cas i l l as, y dos capturas
pieza m ayor (nor m a l mente la
vertical .
l aterales.
dama), excepto en rey.
9
Otros movimientos
Después de analizar la forma peculiar de desplazarse cada pieza,
es preciso examinar algunas reglas especiales relativas al movimiento
de las piezas, a su interacción y al valor relativo que poseen .
La captu ra en ajed rez
Un recurso fundamental en aj edrez es capturar (o «comer» , como
suele decirse en el argot de los aj edrecistas) las piezas del rival . Cap­
turar muchas piezas no garantiza la victoria; ésta sólo se produce
cuando perece el rey enemigo. Pero eso no quiere decir que la ven­
taj a de material no tenga importancia; por el contrario, suele ser
fundamental . La dama, una pieza o simplemente un peón de más
suelen constituir una ventaj a decisiva .
La captura se realiza coi ocando la pieza propia en la casilla que
ocupaba la del adversario, y retirando ésta del tablero. Los diagra­
mas muestran diversos casos de capturas posibles en aj edrez .
Algunas capturas
El caba l l o blanco puede
Las piezas blan cas y n e g ras
Cada pieza blanca o negra
capturar cuatro piezas, y sólo
tie n e n diversas posibilidades
tie n e una posibildad de
puede ser capturado por una.
de captura.
captura .
La captu ra al paso
La captura al paso se produce cuando uno de los dos bandos avan­
za un peón dos casillas desde su posición inicial, tal como está per­
mitido.
10
Otros movimientos
Captu ra de peón al paso
Juegan las negras.
Juegan las blancas y capturan
Las blancas han tomado el
el peón neg ro en la casilla
peón negro ual paso».
i ntermedia .
En este caso, si el adversario posee un peón en su quinta horizon­
tal y contiguo al peón que ha movido, puede capturar éste como si
hubiera avanzado una sola casilla.
Sólo el peón tiene derecho a capturar al paso otro peón. No ocurre
así con las restantes piezas.
E l valor de las piezas
Hemos estudiado las características de las piezas y, atendiendo a
su capacidad de movimiento, el lector podrá deducir fácilmente que
unas tienen mayor valor que otras. No es difícil , en efecto, llegar
a la conclusión de que el modesto peón, tan limitado en sus despla­
zamientos, no puede compararse a la veloz dama, que cruza el ta­
blero sin dificultad .
Con este criterio podemos establecer el siguiente orden de fuer­
za: dama, torre, alfil, caballo, peón . El rey, como ya se ha dicho,
es una figura especial y no puede capturarse; por esa razón no se
incluye en la clasificación.
Esta escala sirve para tener una idea aproximada del valor inicial
de cada pieza, pero la situación concreta sobre el tablero puede mo-
Cuantificación orientativa de la jerarquía de las piezas:
Peón .. . . ........... . . 1 p u nto
Caballo ............ . . 3 p u ntos
Alfi l .................. 3 p u ntos
Torre .. . .... . ...... . .. 5 p u ntos
Dama ................ 10 p u n tos
.
11
Otros movimientos
dificar considerablemente dicha puntuación. Ya se ha comentado
la variación de los valores de alfil y caballo según sea la posición
« abierta» o «cerrada» . Es obvio, asimismo, que no vale lo mismo
un peón en séptima línea (y por tanto a punto de coronar) que en
su posición inicial .
El e n roq u e
E n e l j uego del aj edrez, como es sabido, l o s j ugadores mueven por
turno una sola pieza en cada ocasión, pero existe una excepción a
esta regla: el llamado « enroque» .
En el enroque el j ugador mueve en la misma j ugada el rey y una
de las torres. Además el rey recorre dos casillas a la derecha o a la
izquierda, contra la norma de que sólo puede avanzar de una en
una, y la torre salta por encima del rey (lo que parecía privilegio
exclusivo del caballo) y va a colocarse j unto a aquél, en el centro
del tablero. Los diagramas lo muestran:
Posición y m ovi m i entos del e n roque
Enroque corto.
Se llama enroque corto al que se realiza con la torre de rey, y enro­
que largo al que tiene lugar con la torre de dama. Para poder reali­
zar cualquiera de los dos, han de cumplirse las siguientes condiciones:
1) El rey y la torre no deben haberse movido previamente. Cual­
quier movimiento de una de las dos piezas hace perder el dere­
cho a enrocar.
2) El rey que se enroca no debe estar en j aque, es decir, amenaza­
do por una pieza enemiga.
3) Las casillas por las que el rey debe pasar para enrocar no de­
ben estar baj o la acción de ninguna pieza adversaria. Para la to­
rre, en cambio, no rige esta condición.
4) No debe haber ninguna pieza propia -ni, por supuesto,
adversaria- entre el rey y la torre del enroque.
1 2.
Enroque l argo.
Otros movimientos
Las reg las del e n roque
El rey b l a n co está en jaq ue;
Hay u n a pieza entre el rey y l a
Hay u n a p ieza entre el rey l a
l as b l a n cas no pueden
torre; l a s b l a n cas no p u eden
torre; l a s b l a n cas no pueden
enrocar.
enrocar.
enrocar.
El a l f i l negro ataca u n a de l as
En esta pos i c i ó n las b l ancas
En esta pos i c i ó n l as b l ancas
cas i l las por las q u e debe
pueden en rocar s i n o han
pueden enrocar s i no h a n
pasar el rey; l as b l ancas no
m ovido prev i amente el rey
movido prev i a mente el rey
pueden enrocar.
o la torre.
o la torre.
El enroque suele ser una j ugada muy conveniente: el rey queda más
protegido en un flanco que en el centro del tablero, y la torre puede
entrar rápidamente en j uego.
Según la disposición de las piezas , será preferible escoger uno de
los dos, es decir, el enroque corto o el enroque largo. En general
es conveniente enrocar en el flanco en el que no se han movido o
cambiado los peones, que ej ercerán así la función de barrera pro­
tectora de su monarca.
Conviene tener en cuenta dos reglas adicionales: el enroque lar­
go suele ser más vulnerable que el corto (hay una casilla más que
proteger); tampoco está de más observar el flanco en que enroca
el rey contrario: si lo hace en el lado opuesto al nuestro, podrá ata­
car nuestro enroque avanzando sus peones.
13
Sistemas de notación
Desde los tiempos más antiguos se han conservado las partidas de
los mej ores j ugadores del mundo mediante diversos sistemas de no­
tación. Gracias a ello podemos saber cómo j ugaban Ruy López de
Segura, Philidor, Staunton, Morphy, Steinitz, Capablanca o Alek­
hine.
La base siempre ha consistido en la numeración de las casillas
del tablero, según un ej e de ordenadas (columnas) y uno de absci­
sas (horizontales) . Los dos sistemas más utilizados, por ser los más
claros y sencillos, son el llamado « descriptivo» y el «algebraico » .
E n l o s últimos año s las autoridades del aj edrez internacional han
impuesto como obligatorio, en los torneos internacionales, el siste­
ma algebraico, y por esa razón lo utilizaremos en el presente curso.
El sistema algebraico
En este sistema de notación, las líneas horizontales se numeran del
1 al 8 en sentido único, a partir de la posición del j ugador que con­
duce las piezas blancas; la casilla del extremo de una columna será
por consiguiente la 8, tanto para las piezas blancas como para las
_
negras.
En cuanto a las columnas, se designan con letras de la «a» a la
«h», ordenadas alfabéticamente de izquierda a derecha también con
respecto a la posición de las piezas blancas . De este modo, cada ca­
silla del tablero posee una identificación precisa. Veámoslo en el
siguiente diagrama:
La j ugada se anota indicando en primer lugar la pieza que mueve,
y' a continuación la casilla de destino. Por ej emplo, si deseamos mo­
ver la dama desde su casilla inicial hasta la quinta horizontal, escribiremos la j ugada así:
Dd5
dama a la quin ta casilla
de la columna de dama
8
7
6
5
4
3
2
-
bS
b7
b6
b5
b4
b3
b2
b1
es
c7
c6
es
c4
c3
c2
c1
a
b
e
a
b
e
as
la7
a6
las
a4
ia3
a2
�
-
dS
d7
d6
d5
d4
d3
d2
d1
d
es
e7
e6
es
e4
e3
e2
e1
e
f8
f7
f6
f5
f4
f3
f2
f1
gS
¡g7
g6
�5
g4
g3
g2
.]!__
9
a
7
6
5
4
Las capturas se indican con el signo «X» situado entre la inicial de
la pieza que mueve y la clave de la casilla de destino. No se especifi­
ca en la anotación cuál ha sido la pieza capturada. En la posición
del diagrama anterior, la anotación sería Dxd5, tanto si la dama
ha capturado la dama contraria, como un simple peón.
14
3
2
e
9
�
h7
hs I
h5
h 41
h3
h2 1
h1
h
Los sistemas de notación
En los movimientos de peón, se omite la inicial de la pieza y se se­
ñala únicamente la casilla a la que se va. Así, si vernos en una par­
tida la j ugada g6, sabernos que es un peón el que ha avanzado a
esa casilla. Las capturas de peón se indican consignando la colum­
na en la que estaba situado inicialmente el peón que mueve, el sig­
no de la captura («x») y la casilla de destino: por ej emplo, fxg6 in­
dica que un peón situado en la columna « f» ha capturado una pieza
contraria colocada en «g6 » .
E n la posición del diagrama, l o s d o s caballos blancos atacan diver­
sos peones negros; si querernos capturar con el caballo de dama el
peón situado en cinco alfil dando j aque, para no dar lugar a ambi­
güedades deberemos precisarlo así:
CbxcS +
La letra «b » indica la columna en que estaba situado el caballo
que mueve. De esta forma no hay confusión posible.
a
b
e
d
e
g
D
R
AR CR TR
h
El sistem a descri ptivo
En el sistema descriptivo, las casillas tienen distinta numeración se­
gún j ueguen las blancas o las negras . Las horizontales se numeran
del 1 al 8 en doble sentido (es decir, la casilla 1 de las blancas es
la 8 de las negras, y viceversa) .
Las columnas verticales reciben el nombre de la pieza que se co­
loca en cada una de ellas al comienzo de la partida. Para distinguir
las columnas correspondientes a cada uno de los flancos del table­
ro (flanco de rey y flanco de dama) , se habla de torre de dama, ca­
ballo de rey, etc.
Así, mediante el número de la línea correspondiente y las inicia­
les de las distintas piezas de las columnas, las casillas se designan
corno muestra el diagrama:
TD CD AD
8
7
2
6
3
5
4
4
5
3
6
2
7
8
TD CD AD
D
R
AR CR TR
Cada casilla recibe la denominación de la horizontal y la columna
que la atraviesan , corno en el sistema algebraico: la casilla «b4» en
algebraico, por ej emplo, se denominará en descriptivo 4CD (cuarta
línea de la columna del caballo de dama) desde el punto de vista
del j ugador que lleva las blancas, y 5CD (quinta línea, etc.) desde
el punto de vista de las negras. Según el color de la pieza que mue­
ve, por consiguiente, la casilla recibe una denominación distinta.
A continuación se verá el desarrollo de este sistema.
En el mismo ej emplo de la dama que vimos en el sistema alge­
braico, la j ugada de la dama que se traslada desde su casilla inicial
hasta la quinta horizontal se anotaría: DSD.
Las capturas se indican con el signo «X» seguido de la inicial de
la pieza capturada.
15
Los sistemas de notación
En el ej emplo del diagrama, el caballo captura el peón negro situa­
do en la casilla cuarta de dama de las negras (quinta de dama para
las blancas) . La j ugada se anotaría CxP; pero como existen dos peo­
nes que pueden ser capturados, es necesario indicar a cuál nos refe­
rimos. Por ello la anotación correcta de la j ugada será:
CxPD
8
7
2
6
3
5
4
4
5
3
6
2
7
8
De ser el otro peón el capturado, la j ugada se anotaría
CxPC.
El sistema descriptivo tiene el inconveniente de que algunas j uga­
das exigen una anotación muy larga para evitar ambigüedades. En
el ej emplo visto anteriormente para el sistema algebraico, la j uga­
da del caballo que capturaba un peón con j aque (Cbxc5 + ) debería
anotarse en descriptivo de la siguiente manera:
C3CDxPA +
Otras claves com u nes a los dos sistemas
Ya hemos visto muchos de los símbolos utilizados en aj edrez para
representar s obre el papel las distintas posiciones y j ugadas que se
producen en el curso de una partida . A continuación se presentan
vario s símbolos de interés que el lector encontrará a menudo en los
análisis y comentario s de las partidas .
-El signo de admiración(!) después de una j ugada significa que
el j ugador correspondiente ha efectuado una buena j ugada. Por
ej emplo 16. AcS ! ,... quiere decir que el movimiento del alfil a la ca­
silla c5 se considera una buena j ugada de las blancas.
-El signo de interrogación(?) después de una j ug�da indica que
el j ugador correspondiente ha realizado un error. Por ej emplo, 6 . ... ,
Dc2?, significa que las negras han cometido un error.
-La letra j o una cruz( +) después de una j ugada indican que se
hace j aque al rey contrario. Por ej emplo, 12. AhSj , ... o 12. AhS + , ...
indican que el alfil blanco da j aque al rey negro.
-Dos cruces ( + +) o las palabras j aque mate indican el final de
la partida por mate. Por ej emplo, 21. ... , Tal + + o 21 . ... , Tal ja­
que mate, indican que la torre negra da j aque mate al rey blanco:
las negras han ganado la partida.
-El símbolo 0-0 representa el enroque corto, y el símbolo 0-0-0 el
enroque largo (en el flanco de la dama) . Por ej emplo, 15. 0-0-0, ...
significa que el rey blanco ha enrocado en el flanco de dama.
-Las iniciales a.p. señalan la toma al paso.
-La coronación del peón se indica con la j ugada correspondiente,
en algebraico o descriptivo, seguida del signo( = ) y la inicial de la
pieza en que se transforma el peón. Por ej emplo, f8 = D.
16
TD CD AD
D
R
AR CR TR
EJERC I C I OS
1
Ejemplo 1
Les corresponde jugar
a las negras. ¿Existe algún
Estudie las piezas blancas
«impedimento legal» para
que configuran la posición del
que enroquen su rey?.
diagrama y determine cuál de
Repasemos las reglas del
ellas tiene más casillas a
enroque: ninguna de las
donde mover.
torres ni el rey deben haber
jugado previamente, y no
puede haber ninguna pieza
8
a
b
e
d
propia ni contraria entre el rey
e
h
g
y la torre. Tampoco el rey
6
puede estar en jaque. La
5
maniobra del enroque no
Ambas piezas dominan cinco
4
puede efectuarse si una pieza
casillas. Si marcamos con un
3
signo todos los posibles
2
desplazamientos de cada
adversaria domina alguno
de los cuadros por los que ha
de pasar el rey. En este punto
figura, el gráfico demostrará
a
b
e
d
e
g
h
que es el caballo la pieza más
móvil, ya que puede
blanca controla la casilla f8.
trasladarse a ocho casillas.
No por ello deben las negras
Es este un excelente ejercicio
renunciar al enroque, puesto
para repasar el movimiento
de las piezas. Según lo
estudiado, de todas estas
que nada les impide
efectuarlo en otro flanco.
Ejemplo 2
piezas la torre es la que en
teoría dispone de mayor
movilidad; pero en la presente
8
posición las demás piezas
blancas bloquean su acceso
6
a muchas casillas. También el
5
rey ve limitada su movilidad
por el monarca contrario.
hallamos una objeción al
enroque corto, ya que la torre
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Ninguna de las torres negras
ha movido aún. Tampoco lo ha
hecho el rey.
·
EJERC I C I OS
Problema 1
1
Problema 2
Hemos aprendido que las
La dama blanca está atacada
piezas de ajedrez despliegan
y corre el riesgo de ser
mayor fuerza en el centro del
capturada por la torre negra.
tablero, donde se encuentra
el caballo blanco del
8
diagrama. El caballo negro,
7
por su parte, tiene menos
cuadros a su disposición.
6
Marque todas las casillas a
5
las que pueden desplazarse
4
cada una de estas piezas.
3
2
Problema 4
Ni el rey ni ninguna de las
torres del blanco ha movido
El cambio sería desfavorable,
dada la diferencia de valor
entre ambas figuras.
Determine a qué casilla
puede trasladarse sin ser
a
b
e
d
e
g
h
capturada, si es que existe.
aún. ¿Puede el rey enrocar
corto? ¿Y largo? Razone la
respuesta en cada caso, y si
ésta es negativa, señale las
causas y la regla específica
del enroque que no se
cumple en esta posición.
Problema 3
En su último movimiento, las
negras han adelantapo dos
pasos su peón de rey,
invitando a las blancas a
decidirse por una de las
numerosas tomas posibles en
esta posición. Señale, sin
omitir ninguna, las siete
capturas que pueden efectuar
las blancas.
a
b
e
d
e
g
h
EJER C I C I OS
1·
Problema 7
Problema 5
En la posición del diagrama,
A continuación reproducimos
¿de qué jugadas dispone el
las jugadas de una breve
negro para evitar que el rey
partida, anotadas en el
blanco enroque en la
sistema descriptivo.
siguiente jugada por el lado
Reprodúzcala sobre su
corto? ¿Y por el largo?
tablero y compruebe que la
1. e4, c5 2 . d4, d5
3. Cc3, dxe4 4. Cxe4, Cd7
5. De2, Cgf6 6. Cd6, m ate.
posición final coincide con la
del diagrama.
1. P4R, P4R 2. C3AR, C3AD
3. A4A, P3D 4. C3A , A5C
5. P3D, C5D 6. CXP R , A XD
7. A XP + , R2R 8. eso m ate.
Problema 9
a
b
e
d
6
e
Problema 6
El peón de dama de las
5
negras acaba de ser
4
avanzado dos cuadros:
. . . , P4D (d5). Anote en un
3
papel, y en los dos sistemas
El blanco acaba de mover su
de notación estudiados, todas
alfil a la casilla en que se
las jugadas legales que
a
encuentra en el diagrama, y
b
e
d
e
g
h
pueden efectuar las blancas.
ha capturado un caballo
negro. ¿Cómo anotaría esta
Escriba los movimientos en el
jugada, tanto en sistema
sistema algebraico.
algebraico como descriptivo?
Problema 8
8
7
6
3
anote los movimientos en el
3
sistema descriptivo:
b
e
d
e
g
h
5
4
4
a
6
Desarrolle ahora esta otra
posición que el diagrama,
2
7
partida y, tras comprobar que
su tablero refleja la misma
5
8
2
a
b
e
d
e
g
h
'S O LU C I O NES
Solución 1
1
Solución 4
Solución 7
Una de las reglas del
1. e 4, e5 2. Cf3, C c 6
enroque señala que el rey no
3. Ac 4, d 6 4. C c 3, Ag 4
puede enrocar si una pieza
5. d 3, Cd 4 6. C xe5, Axd 1
adversaria controla alguna de
7. Axf7+, Re7 8. Cd5 m ate.
las casillas por las que debe
Solución 8
pasar el monarca. Ello impide
que las blancas puedan
efectuar el enroque corto en
1. P4R, P3AD 2.P4D, P4D
la posición del diagrama, ya
que el caballo negro domina
3.C 3AD, PXP 4.C XP, C 2D,
el cuadro f1. No hay
5. D3R, CR3A 5.C 6 D m ate.
impedimento, sin embargo,
el lado largo.
Solución 9
Solución 5
los siguientes movimientos:
Para evitar el enroque corto
3 )A8 R (Ae8), 4)A 6C (Ag6),
para que el rey enroque por
Solución 2
La única jugada que tienen
dama es Dg 5.
las blancas para salvar la
Las blancas pueden efectuar
1)A xP ( A xe 6) ,
7)R3D (Rd 3); 8)R4D (Rd 4) ;
y 1... , Df6+. El
de tres jugadas: 1... ,
1. ..., De7+,
6
enroque largo se puede impedir
5
con 1..., De7+
4
y 1. ..., Ag4.
Solución 6
3
9 ) PxP a .p. (exd 6).
Aa 6;
7
2
·
La captura al paso es una
regla que muchos
principiantes desconocen; por
ello conviene familiarizarse
con las posiciones en que
puede producirse.
La última jugada blanca ha sido
a
e
b
d
e
g
Solución 3
El blanco puede realizar las
2)
5)A5T (Ah5); 6)R3A (Rf3) ,�
inmediato las negras disponen
8
2)A8C (Ag8),
3) Dxc 2+; 4)
6) d xc5; 7)
siguientes capturas: 1) Rxa 3;
Rxc 2;
5) d xe5;
d xe 6 a .p.
f xe5;
Axb3 (sistema al�ebraico) o
AxC (sistema descriptivo).
2
U NIDAD
En esta unidad se considera la jugada más importante
del ajedrez: el jaque mate, la captura del rey enemigo.
Las tablas, otra farma de finalizar la partida, y dos de
los mates básicos también se tratan exhaustivamente.
Además, se introduce la sección titulada «Partidas
famosas» con una partida interesante e instructiva.
D
El jaque mate
D
Las tablas
D
Partidas famosas
D
Los mates básicos
D
Ejercicios
D
Soluciones
• La «ventaj a de la
sal ida»
• E l jaq ue y com o
defenderse d e é l
• Los pri ncipios básicos
del ajedrez . E l plan
• ¿Cuá ndo se
producen las tab las?
• Del jaq ue mate
al ahogado
• Otros casos
del ahogado
• Int roducción del mate
de Légal . París 17 50.
• El mate con las
dos torres
• El mate con l a dam a
• Ejemplos y problemas
El jaque mate
El lector ya conoce el tablero, sabe identificar y colocar en su sitio
las piezas, ha aprendido las reglas de su movimiento y se siente ca­
pacitado para j ugar una partida. Vamos a suponer que el lector se
encuentra ya, tablero de por medio, frente a un rival, y trataremos
de guiarle en su primera partida.
La ccve ntaja de la sal ida»
Como en el aj edrez las blancas tiene el primer movimiento, por re­
gla general es más conveniente j ugar con las blancas que con las
negras . Al ir siempre un movimiento por delante de su contrario,
las blancas pueden determinar el rumbo de la partida desde el co­
mienzo y atacar, o sea, tener la iniciativa .
Antes de empezar el j uego coloque las piezas en sus posiciones
correctas . Recuerde que la casilla situada a la derecha del j ugador
en su horizontal más próxima debe ser blanca. Dicho de otra ma­
nera, la reina debe «marcar color» .
Sugerimos que s e inicie el j uego adelantado dos pasos el peón de
rey, es decir, el situado en la segunda horizontal, justo frente al rey,
en la posición e2:
Blancas: el lector
Negras: su rival
l. e4
Movimien to clásico
5
4
3
Este es el movimiento inicial más clásico y más practicado. Debe
apreciarse que al adelantar este peón central, las blancas dej an paso
libre a dos piezas (el alfin de rey y la dama) .
a
b
e
d
a
b
e
d
e
g
h
g
h
El adversario responde:
l . ... , es
5
4
3
Movimiento simétrico. Una j ugada de las negras que persigue obviamente los mismos obj etivos que las blancas .
22
El jaque mate
Pero ahora toca j ugar a las blancas, que aprovechan la ocasión para
atacar el peón avanzado negro:
2. DhS, ...
A taque a l peón avanzado
Desde esta posición la dama blanca amenaza capturar el peón ne­
gro amenazando además al rey negro con un j aque. Aunque esta
j ugada obj etivamente no es recomendable, su empleo es frecuente
en las primeras fases del aprendizaj e.
Las negras advierten esa posibilidad y defienden el peón:
2 . ... , Cc6
7
El caballo apoya a su peón
6
5
4
3
Ahora la dama blanca no puede capturar el peón porque sería a
su vez capturada por el caballo negro y, como el lector ya sabe, la
dama vale mucho más que un peón .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
d
e
g
h
Por lo tanto, las blancas desarrollan otra pieza:
3. Ac4, ...
A taque sobre f7
El alfil sale a campo abierto y ej erce una fuerte presión.
Las negras no advierten la grave amenaza que plantea la j ugada an­
terior, y mueven con toda confianza:
3 . ... , Cf6?
Un error mortal
El signo de interrogación es un comentario a la j ugada y significa
que ésta es mala. Las negras pudieron evitar la siguiente j ugada de
las blancas de varias maneras ( . . . , De7; . . . , Df6; . . . , g6) .
e
23
El jaque mate
Al no hacerlo, las blancas pueden j ugar :
4. Dxf7 tt
Mate del pastor
La dama ha capturado un peón negro y da j aque, o sea, amenaza
al rey. É ste no puede capturar la dama porque el alfil la defiende
y capturaría a su vez al rey. Por otra parte, el desdichado monarca
no puede huir porque sus propias piezas le estorban el paso, ni cu­
brir el j aque interponiendo una pieza propia. Por lo tanto, la j uga­
da es jaque mate. La partida ha terminado.
a
b
e
d
e
g
h
La partida apenas ha comenzado y las negran tienen aún mucho
material disponible, pero su rey está perdido y la regla básica del
aj edrez señala como obj etivo del j uego la captura del rey adversario.
El «mate del pastor», mate clásico de principiantes, se da tan sólo
en cuatro jugadas y, sin embargo, no es el más breve que puede darse
en aj edrez .
Cuando el rey ha sido colocado en una situación en la que no
puede evitar ser capturado en la jugada siguiente, se dice que
ha recibido jaque m ate, y la partida finaliza.
Hay un mate en dos j ugadas que, paradój icamente, lo dan las negras, y es así:
l. f4, e6
2. g4?, Dh4 t t
Error garrafal
6
5
4
3
Por ahora todo es relativamente normal . El rey blanco no puede
capturar la dama, ni escapar, ni cubrirse; es j aque mate.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Esta posición se conoce con el nombre de «mate del loco » , por razones obvias: las j ugadas blancas no tienen ningún sentido. Con
2. g3, ...
Las blancas an ulan
el ataque
3
Sin embargo, no resulta inútil conocer este mate elemental . El tema
del j aque en h4 (o sea, la idea básica del «mate del loco») tiene aplicación en partidas vivas.
24
El jaque mate
El jaq u e y cómo defenderse de él
Antes de profundizar en las lecciones que nos ofrecen los j aque mates
anteriores, conviene explicar una situación previa, fundamental en
el desarrollo de la partida: el j aque. Al explicar el movimiento del
rey y las cualidades peculiares de esta pieza, ya se señaló que no
podía ser capturada. Sin embargo, sí que es posible amenazarla.
Cuando un rey ha quedado en posición de j aque, el j ugador que
conduce las piezas del bando arnenanzado está obligado a eludir
el ataque en su siguiente j ugada. Si por distracción el j ugador no
esquiva el j aque del contrario, o si se coloca involuntariamente su
rey en la línea de fuego de alguna pieza enemiga, su contrario no
puede capturar el rey. Simplemente advertirá al primer j ugador que
el movimiento efectuado es ilegal , y le obligará a mover de nuevo.
8
7
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
El jaque al rey debe ser obligatoriamente anunciado por quien lo
provoca diciendo en voz alta: jaque al rey o jaque.
Cómo escapar a u na amenaza de jaq u e
A part i r d e la posición anterior, estos son los tres
modos posibles de escapar a u n a am e n aza de j a­
q u e. E n algu n as ocasiones e l bando atacado
c u e nta con l as tres opciones; en otras, sólo con
dos o con u n a de e l l as. Si no c u e nta con n i ng u n a ,
como oc u rría e n l as partidas desarrolladas al co­
m i e n zo de esta lecc i ó n , nos encontramos e n u n a
situación d e j aq u e m ate, y l a partida concl uye.
6
5
4
3
3
2
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
El rey se ha apartado de la
El caba l l o se i nte rpone para
El a l f i l capt u ra la dama
línea de jaque.
c u b r i r la a m enaza .
atacante.
Los princi pios básicos del ajed rez. El p l a n
E n muy raras ocasiones e l j aque mate se produce corno u n hecho
casual , que decide el resultado del j uego de forma caprichosa. En
el «mate del pastor» que se ha visto antes, por temprana que re-
h
El jaque mate
suite la ej ecución del rey negro, ésta obedece a la realización de un
plan estratégico. Su estudio ilustra de una forma rudimentaria pero
clarísima una serie de principios básicos con los que hay que ir fa­
miliarizándose.
l . El concepto mismo de jaque mate, esa especie de «muerte sú­
bita» en el aj edrez, cuya importancia fundamental ya se ha seña­
lado.
2. El concepto de desarrollo, rápida puesta en movimiento de las
piezas propias.
3. El concepto de iniciativa, es decir, de aprovechar cada j ugada
para atacar algún punto del campo adversario, forzando sus res­
puestas (en el ej emplo estudiado, los puntos atacados eran los
peones de e5 y f7) .
4 . La debilidad básica del campo de las negras al iniciarse la par­
tida, que es el peón de f7 .
A diferencia de los otros, ese peón, defen di do sólo por el rey,
resulta vulnerable y constituye un obj etivo permanente de ata­
que por parte del adversario. En el c,ampo de las blancas existe
la misma debilidad en el punto f2 .
Los principios básicos del ajedrez son : el jaque m ate, el d esa­
rrollo, la i n iciativa y la debilidad de las negras al iniciarse la par­
tida
C l ase de ajed rez e n la
Academia de Deportes
de M osc ú . El aj ed rez es
un i nteresante ejercicio
i nte lectual y u n deporte cuyo
apren d izaje goza de g ran
i m portancia e n m uchos
países e u ropeos.
Las tablas
Son muchas las partidas de aj edrez en las que ninguno de los con­
tendientes consigue capturar el rey adversario.
Cuando así ocurre, no importa el material , es decir, el número
y la calidad de las piezas, ni la posición que tiene cada uno de los
b andos; la partida acaba sin vencedor ni vencido. Es lo que técni­
camente recibe el nombre de tablas .
¿Cuándo se p rod u cen las tablas?
Una partida puede concluir en tablas en cualquier momento de su
desarrollo por varias razones:
l . Por el rey ahog�do.
2. Por acuerdo de ambos j ugadores. Es la forma más frecuente
de empatar la partida.
3. A petición de uno de los dos j ugadores, cuando la misma po­
sición se repite tres veces, correspondiéndole j ugar al mismo
bando.
4 . Cuando uno de los j ugadores demuestra que se han hecho 50
j ugadas por una y otra parte sin que haya tenido lugar ninguna
captura ni se haya movido ningún peón .
5 . En las posiciones en que ya no quede sobre el tablero suficien­
te material para que uno de los bandos dé mate al otro. Esa si­
tuación se produce cuando sólo subsisten:
- rey contra rey;
- rey y alfil contra rey;
- rey y caballo contra rey;
- rey y alfil contra rey y alfil, siempre y cuando ambo s alfiles
circulen por casillas del mismo color.
Del jaq u e mate al ahogado
Cuando a un j ugador le corresponde j ugar y, sin estar en situación
de j aque, no puede hacer ningún movimiento legal , se dice que está
en posición de rey ahogado, y la partida se declara en tablas.
Las tablas por el rey ahogado son el grave peligro que debe evi­
tar el bando que cuenta con ventaj a cuando el j uego parece ya de­
finido a su favor. El rey ahogado, que hace pasar con frecuencia
al j ugador de la gloria que estaba a punto de alcanzar a la ruina
y a la más absoluta desazón, es también uno de los recursos más
bellos y sutiles del aj edrez .
La posibilidad de conseguir tablas por el rey ahogado tiene infi­
nidad de aplicaciones prácticas, que se irán descubriendo a lo lar­
go del curso.
27
Las tablas
Tablas por rey ahogado
8
7
6
5
4
3
E n los dos casos el rey blanco no está sometido al ataq ue d i recto
pero la posición de l as p iezas neg ras le i m pide cualq u ier
movi m i e nto legal . E n e l seg u n d o d i ag rama l a situación res u lta
tod avía más chocante. Si tocara j u gar al negro, daría mate
capt u rando el peón blanco con la to rre o la dama. Pero
corresponde move r al b l anco, y le res u lta i m posible hacerlo : el rey
b l anco no puede trasladarse a n i ng u n a casi l l a l i b re de la acción de
l as p i ezas e n e m i g as, y el peó n tam poco puede avanzar porq u e
dej aría de obstru i r el j aq u e de l a torre negra. E n ambas posiciones,
a u n q u e l a ventaj a material (en n ú mero de p i ezas) de l as neg ras es
abru m adora, el res ultado del j u ego es un e m pate.
Supongamos que los avatares de la partida han conducido a esta
posición .
8
7
Las negras amenazan mate,
¿ Cómo pueden salvarse las blancas?
A primer vista la situación de las blancas es desesperada: no se ve
forma de evitar el mate del negro en la siguiente jugada ( . . . , Dgl
o . . . , Dh2) . Una solución sería sacrificar la dama por el caballo,
pero sólo se conseguiría alargar una agonía irremediable.
Pero, ¿no hay algún milagro que evite la derrota?
Es hora de aplicar algo de lo que ya hemos aprendido. El rey blanco está inmovilizado, los peones bloqueados . . . Sólo puede j ugar la
dama, y si desapareciera . . .
l . Dxh7 t, Rh7
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
8
7
6
5
¡ Excelente! Hemos obligado al rey negro a capturar nuestra dama,
y ahora el rey blanco no está en j aque mate ni dispone de ninguna
j ugada legal . El resultado es de tablas por ahogado. ¡ Cualquier aficionado se sentiría orgulloso de escapar a la derrota con un recurso
tan brillante!
28
4
3
2
Las tablas
Otros casos del ahogado
Existen muchas posiciones en las que el rey se encuentra en situación de ahogado. La ventaj a de las piezas atacantes no logra materializarse y las piezas perdedoras en teoría se salvan in extremis logrando unas meritorias tablas .
Cuando se presenta una situación de este tipo hay que saber aprovecharla, o evitarla si se conducen las piezas teóricamente vencedoras .
A continuación se señalan algunas más de estas situaciones, que
serán de gran utilidad para identificarlas cuando se presenten .
El rey negro no puede moverse, pues todas las casillas a su alrededor están amenazadas por la reina o por el rey.
Tablas por el rey negro ahogado
8
7
6
5
4
3
2
Las casillas e7 , e 8 , f7 , h7 y h8 que se encuentran alrededor del rey
negro están amenazadas por las blancas .
a
b
e
d
e
g
h
En este caso, la posición de la dama sola hace que el rey no pueda
moverse a ninguna de las casillas que hay a su alrededor;
Tablas por el rey negro ahogado
6
5
4
3
2
Las casillas g7, g8 y h7 se encuentran amenazadas. por las blancas .
Esta posición es algo más complicada. El rey no puede moverse
pues las casillas a su alrededor están amenazadas . Sin embargo el
peón sí puede desplazarse de su posición g6 a una nueva posición
g 5 , por lo que parece que el rey no está ahogado. Sin embargo, la
posición del peón en g6 impide que el alfil blanco haga j aque y al
moverlo colocamos el rey negro en mate. La situación es la misma
que en los casos anteriores:
Tablas por el rey negro ahogado
a
e
e
g
a
e
e
g
7
6
5
4
3
2
29
---
PAR TIDA S
M . de Légal
(1 702 - 1 792)
En la Francia de los siglos xv111
y XIX, el parisino Café de la Ré­
gence, frecuentado por poetas,
artistas y litera tos, fue la meca
del ajedrez europeo. En él rei­
nó durante parte del Siglo de las
Luces el francés Kermur de Lé­
gal, considerado uno de los me­
Introducción
del mate de Légal
Partida jugada en París en
Blancas: M. de Kermur,
Negras: Saint Brie
1750
señor de Légal
jores jugadores de su época.
Más tarde, otro gran jugador,
Pa ul Charles Morphy (18371884), nacido en Nueva Or­
/eans, jugó a menudo en este fa­
La partida empieza con
l. e4, es
2. Cf3, ...
moso café, donde batió a los
mejores jugadores.
L égal fue un excelente jugador
combinativo, que se convirtió en
7
el mentor ajedrecístico del gran
músico y campeón mundial ofi­
cioso de ajedrez Fram;ois Phili­
dor. De él tan sólo se conoce la
a
partida cuyo desarrollo se pre­
b
e
d
e
g
senta en estas páginas y en la
que aplica el mate que lleva su
nombre. El juego de esta parti­
da resulta especialmente grato
para el jugador aficionado, ya
que contiene un sacrificio (en ­
trega d e u n a pieza por otra de
valor teórico menor) de dama
espectacular y muy claro. Esta
partida 'ilustra tres puntos bási­
cos: el desarrollo de las piezas,
el dominio del centro y el ataque
sobre el punto f7, el mismo tema
alrededor del cual gira el llama­
do «mate del pastor».
El desarrollo de las piezas sig­
nifica que la inicio de la partida
es iimportante mover en cada
jugada una pieza distinta y la
menor cantidad posible de peo­
nes. El dominio del centro es
uno de los principales principios
posiciona/es del ajedrez. El cen­
tro está constituido, en sentido
.
.-.....
estricto, por las casillas d4, d5,
..,_.._. e4, e5.
a
b
e
d
e
g
É sta es la mej or j ugada de
que disponen las blancas des­
pués de las j ugadas simétri­
cas. Las negras responden:
2 . ... , d6
Las negras defienden su
peón, lo que se conoce por
«defensa Philidor»
3. Ac4, Ag4
Jugadas correctas
4. Cc3, ...
Continúa el desarrollo.
Otra pieza en juego.
4 . ... , g6?
(El signo de inter rogación in­
dica que la j ugada es mala.)
5. C x eS ! , ...
(El signo de admiración indi­
ca que se ha hecho una j uga­
da precisa.)
Las negras pueden capturar el
caballo con su peón (5 . . . . ,
.
d x e5) o la dam a con su alfil
(6. D x g4) . De los dos «sacri­
ficios» de las blancas, el más
atractivo es el de dama, que,
sin embargo, se convierte en
una trampa mortal para las
negras .
La i nvención del ajedrez
De entre las miles de versiones que corren sobre la creación del
ajedrez escogeremos dos, una de origen hindú y otra árabe.
La primera de ellas es tan conocida como interesante. Un
6
brahaman ordenó a Sisa, uno de sus servidores, célebre por su
5
inteligencia, que creara un juego capaz de entretenerle. El
4
servidor presentó, luego de algún tiempo, el juego de ajedrez a
3
su señor, quien quedó encantado: «¿Qué pago quieres por haber
creado esta maravilla?» -dijo el poderoso jerarca-. «Pídeme lo
que quieras». «Señor, soy un hombre modesto» -respondió
a
b
e
d
e
Sisa - «Y me conformaré con que me pagues un grano de trigo
g
en la primera casilla del tablero, dos en la segunda, cuatro en la
tercera·, etc. ». Encan tado ante solicitud tan moderada, el
brahamán asintió; cuál no sería su sorpresa al enterarse de que
Las negras responden:
toda la cosecha de su gran país, acumulada a través de varios
5 . ... , A x dl
No toman el caballo;
es mucho más apetecible
la dama.
6. A x f7 + , ...
Las negras juegan obligadas
6 . ... , Re7
7. Cd5 + +
jaque mate
años, no alcanzaría para pagar la astronómica can tidad de
granos a que se había comprometido. La cifra se halla elevando
2 a la 64 potencia, y es 18. 446. 744. 073. 709.551. 615.
La segunda leyenda es más sencilla, y a veces se identifica con
la primera: dice que existió en tiempos pretéritos un califa de
carácter duro e individualista, que traba a sus siJbditos con
desprecio. Uno de sus servidores inventó el ajedrez y el monarca
se aficionó grandemente a su práctica; pero perdía casi
constantemente, pues jugaba muy mal. Por fin, interrogó a su
servidor sobre la forma de ganar, y éste le enseñó los principios
del juego, basados en la cooperación de unas piezas con otras,
al margen de su valor individual. El califa comprendió así que
sólo con la ayuda y cooperación de sus súbditos alcanzaría la
grandeza, y desde aquél momento fue justo y magnánimo.
6
5
M i n i at u ra q u e representa l a
leyenda del o r i g e n d e l ajed rez
4
3
a
b
e
d
· e
g
h
Todas las casillas a la que
puede dirigirse el rey están
amenazadas por las piezas
blancas . Este mate se conoce
como el «mate de Légal » .
de los Libros de ajedrez, dados
y tablas de Alfonso X e l Sabio.
Los mates básicos
En esta sección vamos a estudiar los mates elementales. Son aque­
llos en los que un bando tiene solamente un rey, mientras que el
otro bando dispone de una o más piezas que pueden forzar mate.
El conocimiento de estos finales no es sólo necesario para rema­
tar una partida en la que tenemos ventaj a; también resulta muy útil
para adiestrarse en el movimiento específico de cada pieza y valo­
rar sus posibilidades ofensivas. Las piezas capaces de dar mate con
la sola ayuda del rey son:
- rey y dama;
- rey y torre;
- rey y dos alfiles;
- rey, alfil y caballo.
Con todas ellas, la primera parte del proceso de llegar al j aque
mate es empuj ar al rey enemigo hacia una banda del tablero, don­
de dispone de menos cuadros y es más fácil su caza. Si recordamos
las propiedades del peón, es fácil establecer que si disponemos de
rey y peón se puede ganar al coronar éste y convertirlo en otra pieza.
El mate con las dos torres
Si el lector ha llegado al final de su partida con dos torres de venta­
j a, la tarea de dar mate al rey adversario será muy sencilla. Las dos
piezas no precisan de la ayuda del rey para dar mate. Contemple­
mos en primer lugar las posiciones de mate.
Posiciones de mate
con las dos torres
La posición final está
nitidamente i l ustrada. Las torres
. en horizontales (o ve rticales)
cont i g u as i m piden la h u ida
l a.t eral y frontal del monarca,
m i e ntras que e l borde del
tab lero se h a convertido
e n l a fronte ra posterior.
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Pero . . . ¿Cuál es el camino que conduce hasta aquí?
Retrocedamos ahora algunos movimientos para abordar el método
que hay que seguir.
Los mates básicos
Situadas en las esquinas del tablero, las torres ej ercen su mínima
influencia, mientras que el rey negro en el centro tiene muchas ca­
sillas para huir.
8
7
6
Posición de partida
5
4
3
2
Las torres blancas cubren las columnas a y h y la horizontal l .
El primer paso es forzar al rey negro para que emigre hacia un extremo.
l. Ta4, ...
Las líneas marcan la porción
de tablero accesible al rey
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
8
7
6
5
3
2
Ahora los posibles movimientos del rey sobre el tablero se han re<lucido, como muestran las líneas del diagrama.
Las negras mueven.
h
8
l . ... , RfS
2. ThS t, Rg6
Una torre limita los m ovimien tos
del rey, y la otra le obliga
a retroceder con jaques
7
6
5
3
2
El tablero efectivo vuelve a reducirse ya que la torre que ha dado
j aque se convierte ahora en la barrera del rey.
El siguiente paso debería ser 3 . Ta6 t, pero antes hay que alej ar la
torre atacada.
a
b
e
e
g
a
b
e
e
.g
8
7
3. TbS, ...
6
La torre atacada se desplaza
lejos del rey a una columna
distin ta de la otra torre
5
3
2
Las torres se desplazan y se colocan en columnas diferentes y contiguas, para poder encadenar el «procedimiento de la escalera» .
33
Los mates básicos
Observemos como a partir de esta posición óptima las torres as­
cienden peldaño a peldaño obligando al monarca a retroceder. Cuan­
do el borde del tablero le impida la retirada, el rey habrá recibido
mate.
3 . ... , Rf6
4. Ta6 t, Re7
5. Tb7t, Rd8
6. Ta8 tt
Jaque mate
Este es el mate clásico de dos torres; una ataca y la otra limita. Como
se ve, el procedimiento es claro y sencillo.
a
b
e
d
e
E l mate con l a dama
En primer lugar consideremos el mate realizado con la dama y la
sola ayuda del rey.
Posición de m ate frontal con la dama
Es fác i l com pre nder q u e esta situación de j aq u e mate p u e d e log rarse
en cual q u iera de los bordes del tablero ; así, si desplazamos l as tres
piezas u na o m ás cas i l las a izq u i erda o derech a , o trasladamos toda
la formación a uno de los extremos laterales, la posición s i g u e siendo
j aq u e mate. Lo i m portante es l a idea básica: el rey negro en el borde
del tab lero, el rey b lanco soste n iendo l a dama.
8
7
6
Posición de mate lateral con la dama
Tam b i é n aq u í h ay j aq ue mate La dama ataca al rey desde u n a
posición lejana, pero e l monarca blanco vig i l a las h u íd as fro ntales.
De n u evo esta posición puede repeti rse en cualqu iera de los bordes
del tablero. Con e l rey amenazado en la horizo ntal 1 o 8 (co mo en
este caso) o en la col u m n a a o h.
Una vez conocido nuestro obj etivo, pasemos a la exposición del pro­
cedimiento para alcanzarlo.
Posición de partida
El primer plan que nos trazamos es forzar al rey a emigrar hacia
alguno de los bordes del tablero. Lo podemos conseguir emplean­
do con inteligencia la fuerza de la dama, que es enorme, sin dar
j aques que a nada conducen.
a
b
e
d
e
Los mates básicos
Nuestra primera j ugada será:
l. Da4, ...
8
7
6
5
El lector puede apreciar fácilmente lo que se ha avanzado con el
movimiento del texto. El terreno que controla la dama, así como
el espacio que queda detrás de ella, son ahora un territorio vetado
para el rey negro.
Las negras j uegan y. . .
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
.e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
l. ... , Res
2. Dc4, ...
L a dama s e coloca a salto de
caballo del rey, sin dar jaque
7
6
5
4
3
2
Obsérvese que la posición de la dama reduce el campo de acción
del rey negro por la fila 4 y la columna c.
Las negras mueven de nuevo.
2 . ... , Rf5
3. Dd4, ...
L a dama gana espacio en
cada jugada
8
7
6
5
4
3
2
La dama sigue ganando espacio y el rey negro lo pierde; de esta forma se le obliga a acercarse al rincón del tablero.
Continúan los movimientos .
3 . ... , Rg5
4. De4, Rh5
5. Df4, Rg6
8
7
6
5
4
El rey negro se ha visto forzado a desplazarse una fila más abaj o.
La dama, siempre a salto de caballo, fij a los bordes reales del tablero para el negro, creando una muralla de fuego que éste no puede traspasar.
3
2
35
Los mates clásicos
Las blancas j uegan .
6. Des, Rh6
7. DfS, Rg7
8. De6, ...
EJER C I C I OS
2
Ejemplo 1
Partamos de la posición del
d i ag rama.
a
a
b
e
d
e
g
h
Posición de partida
La situación parece claramente
decidida a favor de l as neg ras.
¿Q u é p u ed e hacer un sol itario
peón ante la i m ponente fuerza
de la dama?
S i n e m bargo,
b
e
d
e
g
h
y nos e n co ntramos con
u n final ya conoc i d o : rey
y dama contra rey, e n el q u e el
m ate de l as neg ras es seg u ro.
La solución para conseg u i r
tabl as s e e n c u e ntra e n e l rey
blanco ahogado. Las blancas
deben mover sus pocas p i ezas
con seg uri dad para alcanzar
este ai roso fi n a l .
Recordemos q u e el s i g n o « = »
represe nta l a coronación d e u n
peó n , es decir, l a l l egada del
peón a su horizo ntal del borde
opu esto, que en el caso de l as
blancas es la octava .
Las blancas i ntercambian este
peón por la dama y l as negras
se ve n o b l i gadas a capt u rar l a
d a m a blanca para no perder l a
partida.
1. . .., Dxf8
tablas por el rey
blanco ahogado.
1.
fB = D + ! , . . .
ataque doble sobre e l rey y
la reina negros
Blancas juegan y hacen
tablas.
¿Có m o se deben cond u c i r las
blan cas?
Un primer i ntento vano es
apoyar el peón con el rey.
Veámoslo.
E n esta posición , el rey bl anco,
l a ú l t i m a ficha de l as bl ancas
q u e q ueda en e l tab lero, no
puede moverse p u es tod as l as
posiciones donde puede i r
están amenazadas p o r l as
p i ezas neg ras.
1.
Rg8, Dg4 +
Rf8, Dg7+
3. Res, Dxf7+
2.
a
b
e
d
e
g
h
EJER C I C I OS
Problema 1
2
Problema 4
Problema 3
Repase mos la noción de j aq u e.
E l rey negro se encuentra
sometido a l a amenaza del alfi l ,
está e n jaque. Señale todas l as
Me nos s i m p l e q u e en el
eje rcicio anterior parece l a
victoria de l as bl ancas e n l a
posición del d i agrama.
A pesar de la n otab l e
i nferioridad material , l a s neg ras
pueden escapar a la derrota
g racias a la aplicación de u n o
de l o s recu rsos de tab las q u e
hemos aprendido e n este
capítu lo. Es hora de demostrar
con un ejemplo práctico los
conoc i m i e ntos adq u i ridos.
d efensas posibles e n la
situación del d i agrama. Anote
las resp uestas en el sistema
algebraico.
5
8
4
7
3
6
2
7
6
5
5
4
a
b
e
d
e
g
h
4
3
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Problema 2
I mag i n e q u e conduce l as
blancas. Le corresponde el
turno de j uego y goza de l a
pos i bi l i d ad d e ejecutar al rey
negro. ¿Sabría dar j aq u e mate?
Anote la j ugada en el sitema
algebraico.
8
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Pese a estar en i nferioridad de
m aterial , l as bl ancas tienen la
oport u n idad de dar j aq u e m ate
con su próxima j u gada ,
relativamente i n usual pero
totalmente vál ida y deci siva.
I ntente desc u b r i r e l movi m i e nto
de q u e hablamos. Escriba s u
j ugada.
2
a
b
e
d
e
g
h
Como ayuda observe l a
posición del rey negro en u n
ri ncón d e l tab lero (col u m n a h ;
horizontal 8) . Esta posición
perm ite, como ya se h a d icho,
especu l ar con una j ugada
ampliame nte co mentada en
esta u n idad . Anote el resu ltado
en el s i ste ma algebraico.
EJERC I C I OS
Problema 5
De manera m uy s i m i lar al
ej ercicio anterior, el b l anco logra
entab lar u n a partida q u e pod ría
pres u m i rse como perd i d a a
causa de la desventaj a
i m po rtante de piezas blancas.
2
Problema 6
Problema 8
Seg ú n lo apre n d i d o en l as
pág i n as precedentes, ¿cuál es
l a mejor j ugada de l as b l ancas
en la característica posición del
d i ag rama? y ¿cuántas j u gadas
m ás son necesarias para
alcanzar el esq u e m a de m ate?
Cont i n ú e p racticando la
escritura e n algebrai co.
Desarro l l e en su tab lero, seg ú n
las normas prácticas
apre n d i d as, el m ate con la
dama. Procu re no sobre pasar e l
l ím ite de l as q u i nce j ug adas ; de
lo contrario vuelva a est u d i ar el
capít u l o de los mates
eleme ntales y retom e después
el ej ercicio. Anote u n a de l as
posi b les variantes e m p l eando el
sistem a algebraico.
8
7
6
a
b
e
d
e
5
4
De el lo debe extrae rse u n a
enseñ anza m uy útil a l
aficionado aj ed reci sta: a u n e n
l o s casos m ás favo rables, el
bando fuerte no debe
su besti mar l as oportu n id ades
del adve rsario.
3
2
Problema 7
a
b
e
d
e
g
Problema 9
¿C uál de todos los pos i b les
movi m i e ntos de to rre es m ás
preciso, por ser e l q u e m ás
l i m ita el n ú m ero de cas i l l as
accesi bles al rey?
¿C uál es e l movi m i ento de l as
blancas para p rovocar e l m ate
en dos j ugad as?
8
7
a
b
e
d
e
g
h
h
a
b
e
d
e
g
SO LU C I O NES
2
Solución 1
Solución 4
Solución 6
Las tres formas de e l u d i r el
j aq u e son :
a) l a captu ra de la pieza q u e
d a j aq u e
1 . . . . , C x d3 ;
b ) la cobert u ra de l a l ínea de
j aq u e con
1 . . . . , Cg6 o 1 . . . . , g6 y
c) l a ret i rada del rey de la l ínea
de j aq u e
1 . . . . , Rh6.
E l rey negro está atrapado en l a
b a n d a , lo q u e proporciona a l as
neg ras la pos i b i l i d ad de espec u­
lar con el te ma del rey ahogado.
Las torres deben situarse lejos del
rey y en col u m nas cont i g u as.
La mejor resp u esta es
1 . Tb5, . . .
El j u ego puede cont i n uar:
1 . . . . , Rf6
2. Ta& + , Re7
3. Tb7+ , Rd8
4. Ta8 + +
jaque m ate.
1 . . . . , Th6 + !!
jugada especi almente
afortunada
2 . R x h6
tablas por el rey negro
ahogado.
Solución 7
8
Solución 2
7
La j ugada q ue más l i m ita al rey es
1 . Ta4
6
Las blancas m u even
1 . Cf6 + +
5
Solución 8
4
3
Solución 3
2
La j u g ada acertada es
1 . g8 = C + +
a
e
d
e
Solución 5
E l movi m i e nto es
1 . Df2 + !!, D x D
tablas por e l rey negro
ahogado
a
b
e
d
e
g
h
E n la coro n ación el peón se cam­
bia por u n cabal l o con lo que se
logra el j aq u e mate i n m ed i ato.
Tam b i é n es pos i b l e :
1 . Db8 + , Rb8
tablas por el rey negro
ahogado
g
h
1 . Dh6!, . . .
E l j uego pod ría proseg u i r
1 . . . . , Rf6
2. Re3, Re&
3. Dg5, Rd6
4. Df5, Re&
5. De5, Rb6
6. Dd5, Ra6
7. Dc5, Rb7
8. Dd6, Ra7
9. De&, Rb8
1 0. Dd7, Ra8
1 1 . . Rd4, Rb8
1 2 . Rc5, Ra8
1 3. Rb6, Rb8
1 4. Db7+ +
jaque m ate
Solución 9
1 . Dc2!, a2
2. Del + +
jaque mate
3
U N I DAD
Esta unidad continúa con el tratamiento de los jaques
mates básicos, lo que nos permite conocer todas las
situaciones vencedoras en el final de la partida. En la
sección «partidas famosas» se ilustra un interesante
tema, el sacrificio, en una partida jugada por dos
D
grandes maestros.
Los mates básicos
(continuación)
• E l m ate con l a torre
• El m ate con los
dos alfi l es
• E l m ate con alfi l
y caba l l o
• Dos caba l l os
no dan m ate
D
Resumen:
D
Partidas famosas
D
Ejercicios
D
Soluciones
• U n idades
2
• E l sacr i f i c i o.
N u re mberg ,
y
3
1 91 2 .
• Ej e mplos y p rob l e m as
Los mates básicos
(continuación)
De los tres procedimientos básicos para dar mate con el mínimo
de piezas contra un rey solo que se tratan a continuación: el mate
con la torre, el mate con los dos alfiles y el mate con alfil y caballo ;
e l último e s e l m á s difícil .
El mate c o n la torre
La torre, por su ubicación inicial , suele ser la última pieza que en­
tra en j uego, y por consiguiente es la que con mayor frecuencia lle­
ga al final de partida. Por esa razón, su estudio merece una aten­
ción especial . Contemplemos la imagen final de mate:
Posición de mate
con torre
7
6
5
Evi dente m e nte el j aq u e m ate
se re peti ría con la torre e n
cual q u i e r casi l l a de la octava
f i l a en la q u e no p u eda ser
captu rada por e l rey, o
desp l azando la form ación a
izq u i e rda o derech a.
4
3
2
a
b
e
d
,e
g
h
Para llegar a esta posición victoriosa, lo primero que hay que hacer
es retener la idea básica del mate con la torre.
El esquema de mate en los finales de torre y rey contra rey se
produce con el rey del bando débil en la banda del tablero, el rey
enemigo enfrentado a él a una casilla de distancia y una torre que
da jaque desde el lateral.
A continuación se explica el método general para desplazar el rey
contrario hacia la banda. Para ello se utiliza la propiedad de la to­
rre de dividir el tablero en dos partes.
42
Los mates básicos
Para ello imagínese el lector que conduce las piezas blancas en la
posición del diagrama.
8
Posición de partida
6
7
5
4
3
A diferencia del mate con la dama o las dos torres, en el mate con
la torre el rey del bando fuerte desempeña un papel fundamental
en el arrinconamiento del monarca contrario.
El primer movimiento de las blancas es:
l. Ta4, ...
2
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
e
e
g
e
e
g
h
8
7
6
5
Limitar la movilidad del rey desde un principio resulta de vital importancia. En esta tarea tanto la dama como la torre demuestran
una gran efectividad al « cortan> el tablero por las líneas horizontales (filas) .
3
2
Las negras responden:
l. ... , RdS
2. Rd2, Res
6
5
3
2
Los movimientos del rey negro reflej an sus deseos de que no se le
confine en una zona del tablero.
Primera decisión importante: ¿dónde es más conveniente llevar el
rey? La ya conocida imagen final nos induce a colocar el rey en «e3 »
para dar j aque con la torre (Ta5 + ) . Pero 3 . Re3 no es el movimiento preciso porque después de que las negras j ueguen 3 . . . . , RdS - y
contra 4. Rd3 , Re5 , nunca se alcanza la posición deseada. Lo correcto es:
3. Rd3, ...
a
6
5
3
2
¿Por qué aquí? Obsérvese que si 3 . . . . , Rd5 las blancas responden
4. Ta5 + y obligan a retroceder al rey.
a
b
43
Los mates básicos
La primera regla que debemos extraer es que debemos forzar al rey
negro a situarse frente al nuestro para que el j aque lateral sea efec­
tivo. Para ello lo adecuado es colocar nuestro rey a salto de caballo
del rey enemigo, preferentemente hacia el lado en que está situada
nuestra torre.
Para fo rza r al rey negro a enfrentarse al blanco, lo correcto es
situar este ú lti mo a salto de caballo, de preferencia hacia el lado
e n que se halla la torre.
Las negras realizan su próximo movimiento.
8
7
3 . ... , RfS
4. Re3, RgS
S. Rf3, ...
6
5
3
Continuamos colocando el rey blanco a salto de caballo para disponer del j aque lateral de la torre si el negro opta por desplazarse
hacia la izquierda.
El rey negro se mueve de nuevo.
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
S . ... , RhS
6. Rg3, RgS
7. Tas + , Rf6
6
5
4
3
2
Poco a poco el rey negro se ve obligado a ceder territorio.
El equipo formado por la torre y el rey blanco aumenta la presión.
8. Rg4, Re6
9. Rf4, Rd6
10. Re4, Rc6
11. Rd4, Rb6
12. ThS, ...
8
7
6
5
4
3
2
La torre amenazada se traslada a una casilla lej ana, pero sin abandonar la quinta fila. Mientras, el monarca evita enfrentarse a su rival.
44
Los mates básicos
Las negras mueven su rey hacia el centro, evitando que quede arrin­
conado en la banda.
12 . ... , Rc6
3
2
Se plantea aquí la segunda cuestión importante de este final. ¿Cómo
proseguir si ambos reyes ya se encuentran a salto de caballo?
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
d
e
La torre blanca se desplaza una casilla pero continúa en la quinta
fila .
13. TgS, ...
Este tipo de movimiento se denomina j ugada de espera. La posi­
ción prácticamente no ha variado, pero ahora corresponde mover
a las negras .
Cuando los reyes se encuentran a salto de caballo se debe obll·
gar a jugar al rey débil mediante una jugada d e espera.
El rey negro está cada vez más confinado en el b orde.
13 .
14.
lS.
16;
... , Rb6
Rc4, Ra6
Rb4, Rb6
Tg6 + , Rc7
17. RbS, ...
E l rey mantiene
la distancia
17 . ... , Rd7
18. Res, Re7
19.
20.
21.
22.
23.
RdS, Rf7
Ta6, Re7
Tb6, Rf7
Res, Re7
Tb7 + , Tf8
Y, una vez más, apreciamos que el tablero real del adversario se ha
reducido a la mínima expresión .
e
g
h
En esta última posición se observa como el rey negro s ólo puede
moverse en la octava fila, ya que la torre amenaza todas las casillas
de la séptima línea. El rey blanco ya está dispuesto para ayudar en
la ej ecución del j aque mate, tan sólo debe avanzar una línea, lo que
hará en el próximo movimiento.
45
Los mates básicos
Esta vez, cuando se produzca el j aque de la torre el resultado será
mate.
8
7
24.
25.
26.
27.
Re6, Rc8
Th7, Rd8
Tg7, Rb8
Rc6, Ra8
28. Rb6, Rb8
29. Tg8 + +
jaque mate
Este es el procedimiento más lineal de dar mate en los finales de
rey y torre contra rey, pero existen algunos «ataj os» que acortan
considerablemente el camino.
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
d
e
g
h
Si el procedimiento que acabamos de ver se basa en la reducción
paulatina del espacio del rey fila a fila, el nuevo método combina
el control simultáneo de filas y columnas para arrinconar al monarca. Para ilustrarlo retomemos el ej emplo anterior a partir de la
j ugada 5. Rf3 , . . .
Las negras desplazan el rey a la banda para evitar que se enfrente
al monarca blanco.
8
7
5 . ... , Rh5
6. Tg4, ...
6
5
4
3
Con este simple movimiento las casillas accesibles para el rey se reducen a las que marcan las líneas negras . La torre domina la fila
4 y la columna « g » .
2
Controlando simultán eamente c o n la torre las filas y l a s colum­
nas el procedi m iento de arrinconar al rey contrario se agiliza.
El n ú m e ro de j ugadas necesarias para ejecutar el rey contrario
se reduce.
El rey negro dispone tan sólo, para moverse, de cuatro casillas de
la columna «h» .
8
7
6 . ... , Rh6
7. Rf4, Rh5
8. Rf5, Rh6
6
5
4
3
2
¿Y ahora? Si el rey se enfrenta al negro, éste regresa atacando otra
vez la torre (9 . Rf6, Rh5), y no hemos progresado nada.
46
a
b
e
h
Los mates básicos
En el momento de volver a utilizar la torre como barrera, reducien­
do aún más los movimientos del enemigo.
8
7
9. TgS, Rh7
10. Tg6, Rh8
11. Rf6, Rh7
12. Rf7, Rh8
13. Th6 + +
jaque mate
6
5
4
3
2
De esta forma el j aque mate al rey negro se materializa en una po­
sición parecida a la j ugada anterior.
a
b
e
d
e
g
h
El m ate co n los alfi les
Al igual que en el final anterior, el rey blanco toma parte activa en
la tarea de forzar al monarca opuesto a situarse en una de las ban­
das . La diferencia ahora es que el mate sólo puede darse en una
de las esquinas del tablero.
Veamos algunas imágenes de mate características :
Posición de mate
con los dos alfi les
8
7
6
5
Los dos alfi l es e n d i agonales
de d isti nto color, apoyados
por e l rey, conf i n a n al
mon arca n egro e n u n a
de l as bandas d e l tab l e ro y
hace n j aq u e m ate.
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Dos puntos importantes hay que conocer para proceder de forma
correcta en el final:
1) Controlando dos diagonales contiguas, los alfiles reducen consi­
derablemente el campo de j uego del rey contrario. Si ocupan suce­
sivamente diagonales más cortas, aquél no tiene más remedio que
desplazarse hacia la banda.
2) El rey del bando fuerte debe dirigirse a cubrir la casilla que el
alfil dej ará de proteger al producirse el cambio de diagonal .
La teoría puede resultar algo complej a si no se ilustra con un caso
práctico.
47
Los mates básicos
Observemos cuidadosamente el tablero.
8
7
Posición de partida
6
5
4
3
2
Con los dos alfiles descoordinados, la tarea de acorralar al rey negro parece imposible.
Las blancas inician su acoso al rey negro.
1. Aes, ...
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
6
5
4
Los alfiles forman una barrera infranqueable por el dominio sobre
las diagonales que han creado. La movilidad del rey negro se ha restringido al triángulo que se extiende a la derecha de dichas diagonales .
Las negras mueven, siempre en dirección al centro.
l . .. ., Re6
2. Ag3, RfS
3. Af3, ...
3
2
8
7
6
5
4
3
Otra disposición de piezas a tener en cuenta. Así colocados los alfiles son invulnerables, ya que el rey negro no tiene modo de atacarios .
El rey negro continúa su peregrinaj e.
3 . .. ., Re6
4. Rc2, RfS
5. Rd3, Re6
El rey blanco se acerca, pero ¿dónde debe dirigirse?
Observemos que la diagonal más corta que se controla es h2 - b 8.
Nuestro próximo obj etivo, de acuerdo con la teoría, es dominar h3 c8, pero antes de ej ecutar el movimiento 6 . Ag4 debemos impedir
con el rey que el oponente huya por la casilla «d5 » .
48
2
8
7
6
5
4
3
2
Los mates básicos
Los movimientos del rey blanco se dirigen hacia un obj etivo con­
creto: ganar una diagonal .
6. Rd4, Rd7
7. RdS, Rc8
8. Rc6, Rd8
9. Ag4, ...
8
7
6
5
4
3
2
¡ Misión cumplida! Hemos ganado una diagonal .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Las negras responden .
9 . ... , Re7
10. Ah4 + ,
...
Otra diagonal
ganada
10 .
11.
12.
13.
... , Rf7
Rd6, Rg6
Re7, Rg7
AhS, ...
El cerco prácticamente se ha completado. Sólo los cuadros «g7 » ,
«g8» y «h6» a «h8» son accesibles a l rey negro.
Nuestra próxima tarea es reducii las casillas disponibles con movi­
mientos del rey y los alfiles, hasta que sólo los dos de la esquina
sean habitables para el monarca.
13 . ... , Rh6
14. Af7, Rg7
15. AgS, Rh7
16. Rf8, Rh8
Rh8- Rh7 son las únicas jugadas posibles para el acorralado rey. Sólo
resta dar el mate en la casilla de la esquina. Con la j ugada 1 7 . Ag6? ?
el rey negro quedaría ahogado.
La j ugada 1 7 . Ae6 sirve de espera, ya que debe ocuparse la diago­
nal blanca bl - h7 dando j aque.
17. Ae6, ...
Jugada de espera
17 . ... , Rh7
18. AfS + , Rh8
19. Af6 + +
j aque mate
Al fin se alcanza la posición de j aque mate buscada.
49
--.-
Gioacchino
Greco,
cc il Calabrese»
PAR TIDA S
El sacrificio
Partida jugada en Nuremberg, 1912
La apertura italiana se con oce
desde tiempos m uy lejanos;
pero fue estudiada y desarrolla­
da ampliamente por un ilustre
Blancas: Von Holzhausen
Negras: S. Tarrasch
maestro italiano del siglo XVII,
llamado Gioacchino Greco y co­
nocido como «il Calabrese».
Gioacchino Greco nació en Co­
senza, Calabria, en el año 1600
y murió en el curso de un viaje
a la América española en 1634.
Tu vo
una
vida
aventurera y
errante, y es uno de los prime­
ros casos que registra la histo­
ria de persona que ganó mucho
dinero jugando al ajedrez.
Sus viajes por Europa contribu­
yeron a la difusión deljuego por
En aj edrez se conoce con el
nombre de «sacrificio» la pér­
dida voluntaria de material
que se realiza con el obj etivo
de obtener una ventaj a sufi­
ciente a cambio. Esta ventaj a
puede ser el j aque mate, la ga­
nancia de material o simple­
mente la recuperación de lo
sacrificado con ventaj a de po­
sición.
varios países. Vivió en Roma,
Francia,
Inglaterra y España
-donde pasó los últimos años
de su vida en la corte del rey Fe­
lipe I V-, ganándose la vida
como jugador de fortuna y aje­
drecista .
Escribió varios e interesantísi­
mos trabajos sobre aperturas,
que influyeron mucho sobre los
aficionados de su época y años
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
e4, es
Cf3, Cc6
Ac4, Ae7
d4, exd4
Cxd4, Cf6
Cc3, d6
0-0, 0-0
Tel, Te8
b3, Cd7?
posteriores, especialmente des­
de que fueron traducidos al in­
glés y al francés.
Las líneas que Greco estudió
con más intensidad fueron el lla­
mado «Gambito de Rey» (1 . e4,
Las partl:das incluidas en sus li­
e5 2. f4) y la apertura italiana.
bros son, casi con toda certeza,
inventadas por él, pero tienen
un alto valor pedagógico.
Creó en la Italiana un ataque
que se conoce, precisamente,
como «Ataque Greco».
Incluso los grandes j ugadores
se equivocan . En vez de con­
tinuar su desarrollo con 9 .
. . . ,Ad7, o j ugar 9 . . . . ,Af8
para activar su torre, las ne­
gras tapan con su caballo la
acción de su propio alfil.
Por supuesto Tarrasch es
consciente del peligro, pero
cree que este caballo podrá ir,
en la j ugada siguiente, a d5 .
Pero se da el caso de que aho­
ra j uega el blanco, y por me-
dio de un sacrificio define la
partida a su favor.
10. Axf7 + ! , ...
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Antes de que las negras ten­
gan tiempo de ocupar la ca­
silla e5 con su caballo, las
blancas sacrifican su alfil
dando j aque.
10 . ... ,Rxf7
Si el negro no toma el alfil y
se retira con 10 . . . . , Rg8, las
blancas j ugarían 1 1 . Axe8,
capturando una torre y un
peón por un alfil .
11. Ce6 ! , ...
Segundo sacrificio; las blan­
cas entregan ahora un caba-
De Oriente a Occidente
·
llo. Si las negras no lo toman
perderían la dama, encerrada
por sus propias piezas , de
modo que no hay opción:
11 . ... ,Rxe6
En la concepción del ajedrez como lucha entre dos ejércitos
enfrentados se ha visto no sólo la intención de reproducir una
ba talla en pequeño, sino la de aplicar los principios chins de
«Ying» y «Yang», que simbolizan una forma de oposición
dialéctica.
El primer nombre con el que el ajedrez nos es conocido es la
palabra sánscrita Cha trang o Cha turanga (Chatur, cua tro; anga,
sección), y la primera mención expresa que se conoce es un
8
relato persa del año 600 d. C. A través de las rutas comercia/es
y la invasión de Persia por los árabes, el hábito de jugar al
Cha turanga pasó a los pueblos de la Media Luna, y con ellos se
6
expandió por todo el norte de Á frica, en dirección occiden tal.
5
Este tránsito del ajedrez se evidencia aún en algunos nombres
4
(«Ja que» procede del persa «Sha», rey; «Alfil» del árabe «al-Fil»,
elefante). El mundo árabe marcó la línea principal de expansión
3
del ajedrez. Así llegó a la península Ibérica, por entonces el
último confín a Occidente del mundo.
a
b
e
d
e
España ha sido la cuna del ajedrez europeo. Aquí definió el
g
juego sus reglas actuales, adquirió carácter medieval (reyes,
Por medio del sacrificio de
dos piezas, las blancas han
empuj ado al rey adversario al
centro del tablero; ahora vie­
ne el momento de recoger los
frutos, en este caso en la for­
ma de un bonito mate.
reinas, caballeros. . .) y fue considerado el juego de los reyes,
la actividad lúdica por excelencia de la nobleza. En el siglo XIII
el rey A lfonso el Sabio mandó escribir un importante libro sobre
el juego, que recoge posiciones de gran interés. En los siglos xv
y XVI el ajedrez español vivió una auténtica edad de oro;
entonces se escribieron los primeros tratados pedagógicos
(Vicent, Lucena, Oamiano), y el obispo Ruy L ópez de Segura fue
considerado por sus contemporáneos el mejor jugador del
12. DdS + , Rf6
mundo.
Como puede verse, única ju­
gada.
13. DfS jaque mate.
a
b
e
d
e
g
Esta i l u stración del Libro
del ajedrez, de Alfo n so X
el Sabio, m uestra u n
cabal lero cristiano y
u n m us u l mán j ugando
una partida de ajedrez .
El gesto del m uslí, i nvitando
a beber a su h uésped , es u n
símbolo d e concord i a y
convivencia.
h
51
Los mates básicos
El m ate con alf i l y caballo
Dada la dificultad que encierra este final , incluso para j ugadores
expertos , vamos a iniciar su estudio a partir de una posición favo­
rable, cuando el rey del bando débil se encuentra ya arrinconado.
Más avanzado el curso, daremos las pautas para conducir correcta­
mente este final desde un principio.
Como en los finales anteriores, lo primero que se debe conside­
rar son las imágenes finales de mate. Veamos algunas :
Posiciones de mate
con alfi l y caba l lo
E n todas e l las existe u n
factor com ú n . E l rey se
encuentra en u n a de las
esq u i n as del tab lero cuya
cas i l l a es del color de las
cas i l las por l as q u e c i rc u l a
e l alfi l , ya q u e e l mate sólo
puede p rod u c i rse en d icho
l u gar.
3
2
a
b
e
d
e
g
El bando más fuerte sólo puede emplear dos de las cuatro esquinas
para ej ecutar al rey contrario. Esto, evidentemente, dificulta más
la tarea de dar mate.
El mate con alfil y caballo se debe realizar en la esquina del tablero
cuyo color de la casilla del vértice coincide con el color de los
cuadros por ios que c i rcula el alfi l .
Comencemos nuestro estudio a partir de la posición del diagrama.
Posición de partida
Lo primero que se observa es que el rey se encuentra en uno de los
rincones apropiados y que no puede escapar de él, ya que el caba­
llo y el alfil, por sí solos, lo encierran en el campo de casillas b8a8- a7 - c8- d8. La disposición de piezas Ab5 - Cd5 (o bien Ag5 - Ce5;
Ab4 - Cd4; Ag4 - Ce4, dependiendo del rincón en que se efectúe el
mate) es la más apropiada para evitar que el monarca huya al hacia
el centro del tablero.
52
Los mates básicos
El primer paso consiste en restar paulatinamente casillas al rey, y
para ello es fundamental la colaboración de la otra figura.
l. Rd6, Rc8
2. Re7, Rb8
3. Rd8, ...
6
5
4
3
El rey blanco ya ha quitado al negro la posibilidad de viaj ar a los
cuadros «C8» y «d8 » . El próximo punto es eliminarle el acceso a
«b7» y «b 8 » .
2
Las negras mueven intentando entorpecer el obj etivo d e las blancas .
3 . ... , Rb7
4. Rd7, Rb8
5. Aa6 ! , ...
El alfil se mueve para controlar el acceso del rey negro a la casilla
«b7 » .
El rey negro continúa sus movimientos .
5.
6.
7.
8.
... , Ra7
Ac8, Rb8
Rd8, Ra7
Rc7, ...
6
5
4
3
Obj etivo cumplido. Con el rey acorralado en la esquina, sólo hay
que conformar el esquema definitivo de mate, colocando las piezas
en las casillas adecuadas que ya se conocen.
2
Las negras no tienen otro movimiento posible.
8 . ... , Ra8
9. Ce7, Ra7
10. Cc6 + , Ra8
11. Ab7 + +
jaque mate
Las últimas j ugadas también podían haber sido 9 . Cc3 , Ra7 1 0 .
Cb5 + , Ra8 1 1 . Ab7 + + .
53
Los mates básicos
El anterior ej emplo nos ha servido para clarificar el procedimiento
de dar mate en estos finales:
Primeramente hay que coordinar la acción de las dos piezas y des­
pués rechazar al adversario hacia la banda del tablero con la ayuda
del propio rey, sin olvidar, claro está, que la casilla de la esquina
puede ser atacada por el alfil .
Existe, sin embargo, una cuestión tanto o más importante que
ésta a tomar en cuenta para llevar a término el j aque mate perse­
guido: cuando el rey enemigo se ha situado ya en la esquina ade­
cuada para recibir mate se debe impedir, siempre y cuando sea po­
sible, que la abandone.
Considérese la posición del diagrama.
Posición de partida
3
El mate al sólo puede producirse en las esquinas «al » o «h8 » . El
monarca negro se encuentra en una de ellas, pero complicaría sobremanera las cosas el que la abandonara.
Para impedir la huida del rey las blancas j uegan:
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
l. Ah6! ! , ...
7
Jugada afortunada
6
5
¡ Con qué simple movimiento se ha cortado la retirada al rey! El
rey blanco por sí solo era incapaz de copar todas 'las huidas; por
eso ha reclamado la ayuda del alfil . Con esta simple estructura (Ah6,
Rg6) el adversario está confinado en la esquina, mientras que el caballo tiene libres las manos para desplazarse.
Las negras responden:
4
3
2
8
l . ... , Rh8
2. Cc4, ..
.
7
6
5
4
3
Los esquemas de mate contemplados al iniciar el estudio de este
final nos indican que el cuadro más efectivo del caballo es « f6 » .
Hacia é l s e desplaza.
54
2
Los mates básicos
Las negras mueven obligadas .
8
4 . ... , Rg8
5. Cf6 + , Rh8
6. Ag7 + +
jaque mate
2 . ... , Rg8
3. Ces, Rh8
4. Cg4, ...
Dispuestas para
asestar el golpe
definitivo
7
6
5
4
3
2
De nuevo se ha materializado la ej ecución del rey negro.
a
b
e
d
e
g
h
Dos cabal los no dan mate
Dos caballos no pueden forzar mate al rey solo si el bando débil
no comete un error muy grave. Para lograr las tablas el rey debe
evitar en lo posible las casillas situadas en el rincón, a fin de no
caer en las posiciones del diagrama en las que se ha concretado el
j aque mate, un j aque mate que como se verá resulta imposible si
las negras, en este caso, j uega� correctamente.
Posible mate
con dos caballos
8
7
6
El rey acorralado en l a esq u i n a
d e l tab lero con los cabal los
y e l rey contrari o acosándolo
es la posición de m ate
con dos cabal los. S i n e m bargo
el rey déb i l siem pre puede
evitar l legar a esta situac ió n .
5
a
b
e
d
e
g
h
¿Por qué no es posible forzar el mate con dos piezas de ventaj a si
hay una posición para ello? Mueva las piezas a partir de la posición
del diagrama.
l. Cf3 + , Rhl
2. Cf2 + +
j aque mate
2
Correcto, pero el rey negro podía haber j ugado l . . . . , Rfl y enton­
ces el mate era inviable.
a
b
e
e
g
55
RESU M E N : U n idades 2 y 3
O El o bjetivo de la partida de ajed rez es dar j a q u e mate al contrario
• El rey no puede se r capt u rado com o las de más p i ezas. El ataq u e sobre e l rey se
advi e rte con la voz de Jaq u e al rey o Jaq u e.
• S i e l rey ha q u edado e n situación d e j aq ue, debe obl i gatoriame nte e l u d i r esta
a m e naza , desp lazándose a u na casi l la accesible, capt u rando la p i eza ag resora o
i nte rce pta n d o la l ín ea d e jaq u e con u na p i eza p ro p i a .
• C ua n d o e l rey n o p u e d e e l u d i r u n j aq ue, s e e ncue ntra e n situación de j aq u e mate.
• C uando a u n j u gador le toca move r, si n estar en jaq ue, y no p u e d e hace r n i n g ú n
movi m i e nto lega l , se d ice q u e está e n situación d e rey a hogado.
O E n todos los mates elementales, l a primera parte del proceso cons iste
en encerrar al rey enemigo e n una b a n d a
E n el ma te con las dos torres:
• El mate se efect uará por el p roced i m i e nto «de la esca l e ra» .
E n el mate con l a dama:
• El rey se arri ncona sólo con l a dama, si n dar j aq u es y mante n i e n do la dama a salto
d e caba l l o d e l rey contrario.
• E l monarca debe d ispo n e r al m e n os d e dos casi l las e n la ban d a para q u e no se
p rod u zca u na situación d e rey ahogado.
• C uando e l rey e n e m i g o está e n la ban da, e l n u estro d ebe ace rcarse para apoyar e l
mate.
E n el mate con la torre:
• El p roced i m i e nto para e m p ujar a l monarca d é b i l h acia la banda consiste e n e nfre ntar
ambos reyes a u na casi l l a d e d istanci a y dar u n jaq u e con la torre.
• C ua n d o esa situación se p rod uce en c u a l q u i e ra d e l as ban d as del tab l e ro, se ha
alca n zado el j aq u e mate.
• Para conseg u i r q u e el rey d e l bando d éb i l q u ede e nfre ntado al del ban d o f u e rte, se
debe colocar este ú lt i m o a sal to de cabal lo, p refere n te m e nte hacia el lado en q u e se
e n c u e nt ra la tor re.
• C ua n d o l os reyes se e ncue ntran a sal to d e caba l l o y correspo n d e e l t u r n o d e j u ego
al ban d o f u e rte, éste debe rea l i zar un m ovi m i e nto d e espera con l a torre.
O E n el mate de dos alfiles o d e alfil y caballo, n o es suficiente que el rey
esté en la banda, s i n o q u e hay q u e buscar las e s q u i n a s del tab l e ro.
En e l mate con dos alfiles:
• El rey d é b i l es forzado a d esp lazarse a l a ban d a med iante e l control de d iagonales
contig uas con l os alfi l es, h aci éndolas sucesiva m e nte más cortas.
• Al desp lazar u no de l os alfi l es a u na d iagonal más corta , el rey debe controlar la
casi l la que ha q u edado d esp roteg ida.
E n e l m a t e con a l f i l y caballos:
• Sólo es posible q u e haya mate e n u na d e l as dos esq u i nas d e l tab l e ro cuyo cuad ro
d e l vé rt ice t i e n e el m ismo color q u e las casi l las por las q u e ci rcu la el alfi l .
EJERC I C I OS
3
Ejemplo 1
Ejemplo 2
E l reto de este p r i m e r ej ercicio
consiste e n dar mate e n tres
j ugadas con l as piezas bl an cas.
8
7
6
a
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Lo p r i m e ro q u e observamos es
q u e e l rey negro se e n c u e ntra
e n la banda del tab lero, pero
en s u contra l as blancas tienen
mal situad a l a torre.
Recordemos q u e para dar m ate
con la torre, el rey b l anco debía
permanecer a salto de cabal l o
y fo rzar al monarca contrario a
situ arse e nfre nte medi ante u n a
j ugada de espera c o n l a torre.
En este caso l a idea no ha
var i ado, a u n q u e e l
proced i m i e nto es a l g o d i fere nte.
Para lograr el m ate debemos
colocar la torre e n l a col u m na
l i b re adyace nte al rey negro,
alcanzando, por ej e m p lo, la
posición del s i g u i ente d i ag rama
y correspo n d i é ndole mover a
l as negras.
b
e
3
d
e
g
h
E n este caso, c u an d o e l rey
negro se e nfrente al n uestro, la
torre dará m ate situánd ose en
la ú l t i m a f i l a . Volvamos a l a
posición i n icial . C o m o l o s reyes
están a ú n en opos i c ió n , es
n ecesari o perd e r u n tiem po. De
hecho poco i m porta la j ugada,
siem pre y cuando sea de torre.
P. ej . : 1. Te1 , Rd8 2 . Tc1 , . . .
¡ Lo hemos conseg u i d o ! S i el
rey negro va hacia e l otro l ado,
e l res u ltado es p rácticame nte
idéntico : 1. Te1 , Rf8 2 . Tg 1 .
Ahora e l blanco está presto a
dar m ate : 2 . . . . , Re8
3. Tc8. E n el caso de q ue e l
rey h u b ie ra movido al otro lado
l a secuencia sería: 2 . Tg 1 ,
2
a
b
e
d
e
g
h
Las blancas deben dar m ate.
Como n u estra p r i m e ra m i s i ó n
es confi nar al rey negro e n l a
esq u i n a del tab lero, debemos
evitar q u e h uya hacia e l centro :
1 . Ad7! , Ra8. U n a vez
atrapado el rey, el s i g u ie nte
objetivo es aprox i m ar el cabal lo
para q u e col abore e n el m ate :
2. CdS, Rb8 3. Cb4, Ra8. 4.
Ac8, Rb8 S. Aa6, Ra8.
Ya está todo d i s p u esto :
6. Ab7 + Rb8 7. Cc6 + + .
Re8 3. Tg8 + + .
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
57
EJ E RC I C I OS
Problema 1
¿C uál es l a mejor j u gada de las
blancas? Es deci r, ¿q u é
m ovi m i e nto del blanco conduce
m ás rápidamente al mate?
3
Problema 2
El rey de l as negras ya está en
la banda, pero tod avía ho se h a
logrado con d u c i rl o hasta l a
esq u i na. Desarro l l e el método
para lograrlo que considere
más acertado y anote u n a de
las vari antes.
8
7
6
4
Problema 4
3
2
a
Recuerde tod as l as normas
p rácticas q u e h a est u d i ado, en
particu lar la q u e h ac ía
referencia la posicionamiento
de los reyes en este fi nal , y
ded uzca la j ugada correcta.
Anote, h asta el m ate, l a
variante ganadora.
b
e
d
e
g
h
Es obvio q ue la d i sposición de
l as p iezas blancas no es l a
ópt i m a , a u n q u e, lógicamente, la
victoria no puede escaparse.
Desarro l l e el mate de rey y
torre contra rey hasta el f i n a l ,
procu rando h acer l as j u g ad as
m ás acertadas en cada
momento. N o es necesario
est u d i ar a fondo tod as las
variantes pero anote, al me nos,
una de e l l as.
Problema 3
Realice sobre su •tab lero el
m ate con los dos alfi les a part i r
de l a posición del d i ag rama.
8
7
6
5
4
3
2
Practique el m ate con el alfi l y
el cabal lo.
8
7
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
Cuando consiga hallar u n
cam i n o hacia e l esq uema final
de mate busque la solución
más rápida: el blanco gana en
só lo cuatro movi m i e ntos .
EJ E RC I C I OS
3
Problema 6
Problema 5
Las b l an cas dan mate en dos
j ug ad as.
Problema 7
N o le vamos a an u n c i ar e l
resu l tado de l a l uc h a e n l a
s i g u i e nte posició n .
8
7
8
6
7
5
6
4
5
3
4
2
a
3
a
b
e
2
d
e
g
Las blancas están a p u nto de
transformar su peón en u n a
p i eza de m ucho más valo r, por
lo que resulta evidente que l a
victoria no se les puede
escapar a menos q u e cometan
un error muy g rave. Lo q u e ya
no es tan s i m ple es alcanzar el
mate e n dos movi m i e ntos.
Busq u e l a forma. H ag a u n
p ro nóstico y arg u m é ntel o con
una variante.
a
b
e
d
e
g
h
J u egan l as b l ancas. E l l ector
debe habitu arse a ded u c i r por
sí mismo e l res u ltado de la
l ucha, p uesto que e n la part i d a
real no d ispond rá d e n ad i e q u e
l e susu rre al o íd o cuándo exi ste
la oport u n i d ad de u n a victoria.
b
e
d
e
g
h
J u egan l as blancas, q u e
apare nte me nte s e e n c u e ntran
e n aprietos ya que no pueden
evitar perder su dama, tras lo
que q uedarían e n una situación
m aterial desfavorab le.
N uevame nte le ped i mos un
pronóstico sobre cuál será e l
resu ltado final de l a l u c h a .
¿ Está el blanco efectivame nte
perd ido, o tiene a l g u n a
pos i b i l idad de lograr l as tab las
o, i ncl uso, u n a victoria? Analice
l as posi b i l i d ades de cada
bando y soste nga su o p i n ión
con una variante.
SO LU C I O NES
Solución 1
3
Solución 4
Solución 6
1 . Ae6!! (lo pri m ero es evitar
que el rey h uya del ri n có n ) ,
Rh1 2 . Cg3 + ( o 2 . Cd2) , Rh2
( ú n i ca) 3. Cf1 +, Rh1
4. Ad5 + + .
a
1 . Re&! (Co locándose a salto
de cabal lo, el rey bl anco o b l i g a
a s u contrario a i r h a c i a el
flanco donde d i spone de
m enos espacio) , Rg8, 2 . Rf6,
Rh8, 3. Rg6, Rg8 4. Ta8 + + .
Solución 2
1 . Rc4 (La j ug ad a del rey es
fundamental para q u e la torre
corte al rey negro por l a q u i nta
fi l a) , Rf6 2. Rd4, Re& 3. Tb5,
Rf6 4. Re4, Rg6 5. Rf4, Rh6
6. Rg4, Rg6 7. Tb6 + , . . . y
s i g u iendo el m ismo
p roced i m ie nto se fuerza al rey
negro a reti rarse a la ban d a ,
y a l l í se le da m ate.
1 . Rf6, Rh5 (A part i r de este
momento se e m p i eza a
arri nconar al rey neg ro) .
2 . Ag3, Rh6 3. Ag4, Rh7
4. Af4, Rg8 5. Ah&, Rh7
6. Rg5, Rg8 7. Rg6, Rh8
8. Ag7+ , Rg8 9. Ae6 + + .
e
d
·
e
g
h
Las blancas ganan g raci as a
u n a j ugada decisiva: 1 . Rg6!!,
y l as neg ras se enfrentan a la
doble amenaza 2 . R x h5 y
2. Tf8 + + , por lo q u e deben
escoger perder la torre.
Solución 5
Solución 7
1 . f8 =T! (No debe cometerse el
error de coronar una dama
p uesto q u e el rey n e g ro
q u edaría ahogado) , Rh6
2 . Th8 + + .
Las blancas ganan g raci as a
u n curioso mate con alfi l y
cabal lo: 1 . Dxh6, gxh6
2 . Ae5 + , Rg8 3. Cxh6 + + .
8
6
5
5
Solución 3
b
4
3
3
2
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
e
g
El sacrificio de la dama ha
servido para dar e ntrad a a l as
p i ezas menores b l an cas.
U N I DAD
Los temas de la presente unidad y de las siguientes
son imprescindibles para comenzar a entender lo que
en la batalla ajedrecística puede significar elaborar una
estrategia y evaluar los factores primordiales de la
posición para definir el plan a seguir. Entramos en la
dimensión específica del ajedrez.
4
O La apertura
• E l desarro l l o
• L a fa lta d e d esarro l l o
y s u cast i g o
• L a ocupac i ó n d e l centro
• La seg u r i d ad d e l rey
O Partidas famosas
• La D a m a e r ra nte.
París, 1 863
O Ejercicios
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
O Soluciones
La apertura (1)
Desde el mismo inicio del j uego, en las 1 0 o 1 2 j ugadas iniciales
que constituyen lo que se denomina apertura, es fundamental para
conseguir buenas posiciones procurar seguir ciertas reglas de las que
se hablará en este capítulo: por ej emplo, lograr el control de ciertas
partes del tablero (porque no se debe pensar que las 64 casillas tie­
nen la misma importancia) , o luchar por conceptos que se definen
con palabras tales como desarrollo, espacio, tiempo, iniciativa, se­
guridad, que iremos explicando sucesivamente. Para empezar enun­
ciaremos los dos principios básicos que marcan la lucha en la aper­
tura:
¡;t) Hay que mover rápidamente las piezas .
b) Hay que procurar dominar el centro.
Los dos princi pios fundamentales de la apertura consisten e n
movilizar rápidamente las piezas y en dominar el centro c o n ellas,
o, preferiblemente, con peones.
El desarro l l o
E l defecto con mayor frecuencia que aparece e n las partidas d e j u­
gadores principiantes es el de no prestar al desarrollo la importan­
cia que merece. Y, no obstante, ¿no es lógico pensar que los efecti­
vos de nuestro ej ército deben entrar rápidamente en combate en vez
de permanecer en la retaguardia?
En la siguiente partida, el ej ército negro puede morir sin luchar.
El ej emplo es un caso llevado al extremo de lo que puede suceder
cuando en una partida un bando desarrolla sus piezas y el otro pierde
el tiempo absurdamente.
l. e4, h6
2. d4, a6
3. Cc3, b6
4. Af4, c6
S. Cf3, e6
6. Ad3, Ce7
7. 0-0, ...
Las blancas han desarrollado sus piezas, es decir, en términos fut­
bolísticos, han desplegado a sus j ugadores por el campo. Casi to­
das las piezas negras, en cambio, permanecen «en el banquillo » .
62
a
b
e
d
e
g
h
La apertura
Veamos otro ej emplo de desarrollo incorrecto de las piezas negras:
l. e4, es
6
5
4
Conviene iniciar la partida con los peones centrales. El de la co­
lumna «e» o el de la columna «d» son los más adecuados para el
primer movimiento. El avance del peón «e» dej a paso a un alfil,
que pasa a dominar ciertas casillas .
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
La partida debe i n iciarse con los peones centrales. El peón "e"
el "d" son los más adecuados. Posteriorm ente conviene desa­
rrollar las piezas ligeras, es decir los caballos y alfi les.
y
Normalmente, las piezas que primero se desarrollan son los caba­
llos y los alfiles . Los caballos, en particular, pueden saltar ágilmen­
te desde su posición inicial a otra desde la cual dominan el centro
del tablero.
A ser posible deben elegirse jugadas de desarrollo que además
contengan una amenaza. En este sentido la jugada del texto es ej em­
plar, ya que el caballo no sólo ocupa una excelente casilla sino que
además ataca el peón de «e5 » .
2. Cf3, b6
e
5
• 4
3
El peón sigue indefenso. Lo indicado, según el comentario anterior,
era 2 . . . , Cc6, que además de defender el peón atacado, traslada
el caballo a una buena casilla.
El caballo toma el presente ofrecido.
6
3. C x eS, De7
Las negras se deciden a mover la dama para tratar de recuperar el
peón . Pero no conviene desarrollar la dama tan prematuramente,
puesto que en una posición excesivamente avanzada, esta pieza tan
valiosa puede ser atacada por las del adversario, y facilitar su desa­
rrollo.
5
4
3
63
La apertura
Las blancas realizan una j ugada que ayudará a ganar más tiempo
por el ataque a la dama.
8. h3, DhS
9. es, ...
6
5
4
3
Aunque el peón mueve repetidamente, este avance es aquí adecua­
do, pues gana espacio y ob staculiza el desarrollo negro (impide 9 .
. . . , Cf6) .
Las negras ni siquiera disputan el dominio blanco del centro del ta­
blero.
9 . .. , Ch6
10. Ac4, a6
ll. Af4, Dg6
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
7
.
Una vez más , desarrollo contra pérdida de tiempo. La j ugada ne­
gra ataca un peón (el de «g2») pero eso no basta para j ustificarla.
Amenazar algo no es razón suficiente para que un movimiento no
constituya una pérdida de tiempo.
5
4
3
En _este caso la j ugada «defensiva» resulta más útil que la ofensiva.
12. 0-0, ...
5
4
La mej or defensa del peón, sin duda. Desarrolla (la torre) , protege
el peón de g2 con el rey, y a su vez ese peón, j unto con los de f2
y h3 , el caballo de f3 y la torre de fl , forma u ri. a barrera de protec­
ción del rey.
3
Las negras realizan por fin una movida que podría ayudar a su de­
sarrollo.
12 . ... , d6
13. Tel, ...
5
4
Esta j ugada de desarrollo (la torre actuará hacia el centro) plantea
además la posibilidad de un próximo j aque al rey negro, posible,
por ej emplo, si el peón blanco de e5 toma el negro de d6, dej ando
paso («descubriendo » , en el argot aj edrecístico) a su torre.
66
3
La apertura
Las negras están forzadas a defenderse de la acción de la torre blanca.
13. ... , Ae7
·
Las negras van atinando por fin. Esta jugada de
desarrollo es la mejor protección con tra su rey (y
ello no es casual)
5
4
3
Como se comprueba en el diagrama, la posición de las negras es
muy pobre: falta desarrollo (hay piezas por mover, debido a las pérdictas de tiempos) y se domina poco espacio.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
El balance de la apertura es netamente favorable a las blancas,
que poseen un peón de más y ventaj a suficiente para que un maestro de aj edrez venza inevitablemente a otro j ugador de su categoría
que defendiera la pobre situación de las negras .
La falta de desarro l l o y su castigo
(
"
Veamos un nuevo ej emplo de los problemas que crea un desarrollo
erróneo.
El j uego negro será eminentemente débil, incluso absurdo, pero esta
vez el sufrimiento no se prolongará ya que el castigo llegará pronto:
l. e4, es
2. Ac4, Ch6
3
Amb as j ugadas desarrollan una pieza, mas, mientras la del blanco
es correcta, la del negro es deficiente.
'
Era muy superior Cf6, con control central . En realidad lo que ha
ocurrido se explica del modo siguiente: las negras se han puesto nerviosas al ver el alfil blanco apuntar a su casilla « f7 » , siempre un
tanto débil . Sin embargo, estaba por el momento suficientemente
prptegida por el rey. No había por qué arrinconar el caballo.
Un buen criterio para escoger la colocación que vamos a dar a
una pieza determinada en los comienzos de la partida, es procurar
que desde ella controle las casillas centrales .
Las piezas están mejor situadas, son más activas, cuando pre­
sionan o dominan el centro del tablero. Todas las fig u ras de aje­
d rez, incluidos los peones, deben apuntar hacia los cuadros cen­
trales.
67
La apertura
Las blancas desarrollan ahora el caballo de rey.
3. Cf3, f6
Defensa poco adecuada. Era mejor d6,
dando paso al alfil de dama
4. c3, ...
Era también posible j ugar d4 directamente. Las blancas , en caso
de que el peón negro capturara el suyo, no deben arriesgar su da:ma,
que no conviene desarrollar prematuramente, sino retomar con el
caballo, que pasa a ocupar una buena casilla central .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Las negras optan por reforzar su peón central .
4 . ... , d6
5. d4, Ae7
Lo más indicado para no permitir al blanco descomponer la estruc­
tura de peones negros era 5 . . . . , g6, que aunque no puede conside­
rarse una movida de desarrollo, se prepara a defender el Ch6 con
su alfil.
Los acontecimientos se precipitan en el flanco de rey.
6. Ah6, gxh6
6
5
4
3
El alfil era más activo en potencia que el caballo, pero el lamenta­
ble estado defensivo en que queda la diagonal h5 - e 8 , tras retomar
con el peón, j ustifica ese cambio de las blancas .
Ahora las blancas prosiguen correctamente su desarrollo.
7. Cbd2, Ad7
Desarrollo equivocado
Las negras no se dan cuenta de que « obturan» la casilla d7, única
escapatoria de la que disponía su rey en caso de ataque por la dia­
gonal h5 - e8 , que, como se ha dicho, está «lista para ser usada» .
68
g
h
La apertura
Las blancas sí se dan cuenta de ambos detalles.
8. Ces, ...
Deja paso a la dama
hacia la casilla h5
8 . ... , dxe5
9. Dh5 + , Rf8
10. Df7 + + .
7
6
5
4
3
De nuevo el mate ocurre aprovechando la debilidad de « f7 » .
a
b
e
d
e
g
h
La partida acabó rápidamente con esta infiltración decisiva d e la
dama, que aprovecha el tema ya conocido de la debilidad de f7 (mate
del pastor) . Por esa razón las blancas no se han preocupado por
el hecho de perder poco antes un caballo.
Recordemos que la única manera de marcar « el gol» en aj edrez
es dar mate al rey contrario, obj etivo supremo de la partida. Cap­
turar otras piezas no es un obj etivo de por sí, sino en la medida
en que, al hacerlo así, se priva de defensa al rey contrario, o bien
se consigue eliminar una pieza que puede poner en peligro la vida
de nuestro rey. El sacrificio de peones o piezas se j u stifica, así, por
la consecución del j aque mate o de una ventaj a superior.
En la partida, tras el sacrificio del caballo las negras difícilmente
podían evitar el mate. No lo hicieron, ciertamente, tomando la pie­
za. Observemos el parecido del mate efectuado con el ya conocido
« del pastor» .
La_ ocu pación del centro
Si bien hasta el momento hemos considerado solamente el centro
estricto, formado por cuatro casillas, conviene tener en cuenta tam­
bién uri- centro ampliado formado por las cuatro anteriores y las
.doce contiguas (ver diagrama) . En todas esas casillas un caballo pue­
de disponer de ocho posibilidades de movimiento, y en general se
trata de casillas que conviene ocupar con piezas o peones. Como
el adversario normalmente procurará evitarlo, con el control ej erci­
do por sus propios peones o piezas menores, el método preferible
de ocupación del centro consiste en establecer en él uno o más peo­
nes, como baluarte sostenido por el resto de las fuerzas, que se des­
pliegan tras ellos.
8
7
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
9
h
Conviene ocupar el centro c o n peones, y a que estas piezas, dado
su inferior valor, pueden desaloj a r a las otras figuras con el simple
ataque sobre ellas.
69
PAR TIDA S
Paul Charles
Morphy
Quizá más que en ningún otro
(1837" 1884) se
La Dama errante
jugador, en Pa ul . Charles Mor­
phy
ha dado el
fenómeno de que su leyenda se
ha desarrollado de tal modo
que se corre el peligro de per­
der de vista los definidos con­
tornos de la realidad. Cierta ­
mente Morphy ha sido uno de
los mejores jugadores de la his­
toria y, sin duda, entre todos los
jugadores del inicio de la segun­
da mitad del siglo, fue el más
grande con diferencia. Siempre
rehusó considerarse un ajedre­
cista profesional y no tuvo am­
bición de ganar dinero con su
talento (por prejuicios hereda ­
dos de su familia: era hijo de un
juez y de una rica heredera francesa, de la mejor sociedad de
Nueva Orleans). No obstante,
realizó varias giras triunfales por
Estados Unidos y Europa, que
demostraron que nadie podía
igualársele.
Su genio surgió como una es­
trella brillantísima de la noche a
la mañana. El niño Morphy, ade­
más de demostrar estar excep,
cionalmente dotado para las
matemáticas y la música, pron­
to brilló en el firmamento del aje­
drez.
Cuando sus padres le
autorizaron a jugar más a me­
nudo -tras conseguir su título
de abogado-, se dedicó a
aplastar a todos sus compa trio­
tas primero, y más tarde a los
mejores jugadores europeos (a
todos los que se atrevieron a en­
frentársele, se entiende).
1859,
Por
desgracia se retiró completa­
mente del juego en
y su
extremada sensibilidad degene­
ró en paranoia en sus últimos
años de vida.
70
Partida jugada en París, 1863
Blancas: Paul Ch. Morphy
Negras: Arnoud de Riviere
l.
2.
3.
4.
e4, es
Cf3, Ce6
Ae4, Aes
b4, ...
Este sacrificio de peón, cono­
cido como Gambito Evans en
recuerdo del aj edrecista nor­
teamericano que lo ideó , tie­
ne por obj eto, a cambio del
peón lateral, establecer un fir­
me dominio del centro del ta­
blero y la ganancia de tiem­
pos para el desarrollo de las
piezas . Era la apertura favo­
rita de Morphy, sin duda, e
idónea para su estilo agresivo.
4 . ... , A x b4
S. e3, ...
Ganando tiempo al atacar el
alfil negro. Esto era lo que se
pretendía con el sacrificio de
peón .
s.
6.
7.
8.
9.
... , Aes
0 - 0, d6
d4, e x d4
e x d4, Ab6
Cc3, Df6
Este desarrollo prematuro de
la dama negra sólo consigue
perder tiempos. Evidente­
mente es una mala j ugada
que dej a a las negras en
apuros .
a
b
e
e
10. CdS, Dg6
11. Cf4, Df6
Se observa el triste vagar de
la dama negra, perpetuamen­
te hostigada. Morphy sacrifi­
ca el peón central para «co­
nectar» su torre con el rey de
De Riviere. É ste rehusará re­
petidamente ese peón .
12.
13.
14.
lS.
16.
eS ! , d X eS
d X eS, DfS
e6, f6
Ch4, Des
Ae3, DgS
La dama negra debe contro­
lar el j aque de la dama blan­
ca en h5 . Por eso no puede
capturar el alfil blanco de c4 .
17.
18.
19.
20.
Cf3, Das
A x b6, D x b6
CdS, Das
Cd2, Cd4
Los p ri meros cccam p eones
mundiales»
Ahora ya todo está dispuesto
para el remate forzado. La
dama blanca entrará en ac­
ción con efectos fulminantes,
a su debido tiempo.
·
21. Cb3, C x b3
22. a x b3, Des
La dama negra ha sido ataca­
da y forzada a moverse, por
enésima ocasión
23. DhS + , Rd8
Forzado puesto que, si cubren
con 23 . . . , g6, la j ugada 24.
C x f6 + seguida de 25 . D x c5
acabaría con la desdichada
reina negra . Por otra parte, a
23 . . . , Rf8 hubiera seguido 24.
Df7 mate.
24. Tal -dl, Las negras se
rindieron.
Durante la Edad Medía la afición al ajedrez fue muy grande,
tanto en el mundo árabe como en Europa. Sabemos muy poco
sobre los grandes jugadores de aquella época; las
competiciones internacionales eran inexistentes, pero algunos
hombres de excepcional categoría fueron considerados los
mejores en cierto momento y en cierto país.
Así, existe una notable unanimidad sobre Abu Akbar
Muhammad íbn Yahya as-Sufí (880-946), un · intelectual que vivió
en la floreciente Bagdad del siglo x; todos los estudiosos
coinciden en que fue el mejor jugador de ·su tiempo.
Conocemos algunos de los estudios compuestos por él, con las
reglas de juego del ajedrez antiguo, y resultan admirables a un
hoy en día. De ellos nos ocuparemos a lo largo de este curso.
En el siglo xv1 el obispo español Ruy López de Segura (15301580) jugó algunos encuentros con fuertes jugadores españoles
e italianos, y fue reconocido como el mejor de su tiempo.
Venció dos veces a Leonardo de Cutrí, apodado «il Puttíno», ,
pero posteriormente perdió un match contra él, celebrado en
Madrid bajo los a uspicios del rey Felipe 11 (1574), y su
predominio quedó en entredicho. Ruy López fue el autor del
primer libro de ajedrez en el que se estudia la teoría del juego
de una forma racional (1561), y una de las aperturas más
fuertes y utilizadas por todos los maestros en todas las épocas
lleva su nombre, o el de su país de origen (Apertura Española).
Las pi ezas de aj ed rez tal l adas
recuerdan en m u c h as
ocasiones l as caracte rísti cas
del j u ego, si m i lares a l as de
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
El caballo blanco estaba dis­
puesto a mover, abriendo
paso a la torre de dl , que da­
ría j aque al rey negro, y a la
dama blanca, que podría capturar a su homónima negra en
la línea quinta.
,
u n a bata l l a medieva l . Como
ej e m p lo, u n caballero y u n
i nfante en u n j u ego
policromado. (Foto Flash Press.)
·
1
La apertura
La seg u ridad del rey
En íntima relación con el desarrollo, el dominio de mayor cantidad
de espacio, la ganancia de tiempo y el control del centro (pues des­
de allí parten la gran mayoría de ataques sobre el rey) , está el tema
de la seguridad del monarca. Ya se ha dicho que el enroque es la
j ugada que en la gran mayoría de los casos garantizará esa seguri­
dad. La columna «e», donde el rey inicia la partida, no acostum­
bra a ser segura debido a los tempranos intercambios de peones que
en ella suelen producirse. La mej or ubicación del rey está tras el pa­
rapeto que forman los peones no movidos de uno de los flancos,
reforzado con alguna otra pieza (normalmente un caballo).
El enroque se consi d era una buena jugada de desarrollo, pues­
to que perm ite la comunicación de las torres y su incorporac ión
al juego, y además ofrece un refugio seg uro al rey.
Como ej emplo de ataque contra un bando negro que, si bien desa­
rrollado hasta cierto punto, estaba sin enrocar, véase la siguiente
partida j ugada con blancas por el gran Paul Charles Morphy, uno
de l o s más extraordinarios aj edrecistas del siglo XIX . Su adversa­
rio fue Domínguez:
Las primeras j ugadas son bien conocidas:
l. e4, ...
l
También el genial
ajedrecista de Nueva
Orleans abría así
el juego
2. Cf3,
.
.. .
, es
•..
Atacando el peón de e5
2
•
•••
, Cc6
3. Ac4,
'°
De nuevo apuntando a f7 , tema que ya conocemos. El negro ha de­
sarrollado su caballo de dama defendiendo el peón de e5 y ahora
sin inmutarse hará otra buena j ugada de desarrollo del caballo de rey.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
El caballo se sitúa en la casilla óptima. Morphy jugará ahora con
energía.
3 .. , Cf6
4. d4, ...
.
.
Las blancas llevan sin miedo sus peones al centro del tablero. Pien­
san que si las negras toman, como en la partida, gastarán tiempos,
mientras que ellas recuperarán el peón más tarde. Por su parte, el
alfil blanco de dama tendrá vía libre.
72
La apertura
La réplica del negro es natural: abrir el centro y contraatacar con
el alfil .
7
6
4 . ... , exd4
s. 0 -0, Aes
5
4
3
Las blancas se han apresurado a enrocarse para salvaguardar al rey
y dar vida a la torre.
·
Las dos siguientes j ugadas blancas ganan espacio y tiempos, por
su ataque al caballo.
6. eS, Ce4
7. AdS, fS
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
7
6
5
4
3
Las negras han efectuado movimientos que no son de desarrollo.
El peón que protege al caballo puede, además, ser tomado al paso,
como sucede en la partida.
La captura al paso no es una movida obligada, pero en ciertos casos conviene no pasarla por alto, pues puede reportar beneficios.
En el presente caso abre columnas centrales y facilita el ataque sobre el monarca negro.
8. exf6, Cxf6
7
6
5
4
3
Ahora la columna «e», donde se halla el rey negro, ha quedado
« abierta» , es decir, libre de peones . Este factor causará dificultades
a las negras .
Morphy conduce ahora brillantemente el ataque.
9. AgS, Ae7
7
6
5
4
Esta j ugada tiene por obj eto que el caballo de f6 pueda moverse,
capturando por ej emplo el alfil blanco de d 5 , sin perder su dama. No obstante, mueve por segunda vez una pieza ya desarrollada, táctica poco aconsej able.
3
73
La apertura
Las blancas proceden a debilitar las defensas negras con un cambio.
10. Axf6, Axf6
Capturar con el peón dej aría los peones con una mala formación .
El escudo protector del rey sería defectuoso (ver diagrama) .
Los peones no defienden bien al rey. La diagonal h5 - e8 es débil .
lL Tel + , Ce7
De nuevo mueve por segunda vez una pieza ya desarrollada.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Ahora las blancas liberan la diagonal de su dama hacia «h5 » .
12. Ces, Axes
13. DhS + , g6
14. DxeS, Tf8
Las negras se despiden de la posibilidad de enrocar corto, ya que
han movido la torre.
Morphy acaba ahora tranquilamente su desarrollo.
lS. Cd2, c6
Las negras intentan ganar tiempos con el. ataque al alfil de d 5 , al
tiempo que el peón cede su sitio a la dama, que ansía moverse para
permitir el enroque largo.
74
L a apertura
Ahora bien, Morphy no se obsesiona con el ataque que sufre su al­
fil sino que pasa al ataque directo sobre el rey inseguro.
16. Ce4, d6
6
5
4
3
Las blancas amenazan dar mate con Cd6 +
+.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
El caballo se ha convertido en protagonista prindpal y j uega por
tercera vez .
·
17. Cxd6 + , ...
6
5
Para librarse de la amenaza de mate, las negras se han visto obliga­
das a sacrificar uno de sus peones con el fin de dar escape al rey.
Sin embargo, con ello están lej o s de solucionar sus problemas . Tras
el j aque del caballo, el monarca negro no tiene más remedio que
iniciar una peregrinación por las casillas centrales, que en un plazo
muy breve finalizará con su ej ecución .
4
3
Las desgracias del negro son fruto de su defectuosa política en la
apertura.
17 . ... , Rd7
18. Ae6 + , Rc7
19. Cxc8 + , ...
¿ Jaque?. ¿Con qué? Con la dama, a la que el caballo ha « descu­
bierto » . Las piezas blancas se han abalanzado sobre el rey negro
como lobos hambrientos .
E l ataque d e las blancas triunfa gracias a l a mala situación del rey
negro. El j aque mate es final inevitable.
19 . ... , Dd6
20. Dxd6 + +
En esta partida ha quedado claro que la falta de seguridad del rey
contrario es un faro que puede iluminar nuestras acciones y guiar
la elaboración de los planes .
75
La apertura
RESU M E N :
u n i d ad 4
D La l u c h a en la apert u ra está basada en d o s aspectos fundamentales: el
desarro l l o rápido d e las p i ezas y e l d o m i n i o del centro.
• Convi e n e ab r i r e l j u ego con l os peo n es centrales. Los de «e» y «d» so n l os más
·
a p ro p i ados.
• Las p iezas d e b e n d esarro l l a rse, n o r m a l m e nte, e n e l si g u i e nte o rde n : d esp u és de l os
peo n es se desar ro l l an l os cabal l os, l u ego l os alfi l es, a cont i n u ación se efect ú a e l
·
e n roq u e y p o r ú lt i m o l as torres y l a dam a ocu pan l as col u u m n as centra l es.
• No debe d esarro l l arse p re m at u ram e nte la dam a , p u esto q u e e l l o p u ede favorece r e l
d esarro l l o d e l contrario ad e más de desc u idar e l n u estro.
D Debe evitarse perder tiempos en la a p e rt u ra . Sólo se c o n s i d e ra n t i e m p o s
l a s j u g adas ú t i l e s a l desa rro l lo.
• A ser posi b l e, h ay q u e d o m i n a r el centro con a l g ú n peón .
• Es conve n i e nte e n rocar tan p ro nto como sea posi b l e.
E l ajed rez ha esti m u lado l a
i magi nación de n u merosos
artistas, e n especial e n n uestro
siglo, cuando la poesía, l a
arq u itect u ra o l a pi ntura s e
componen de acuerd o c o n
sutiles relaciones m atem áticas,
y cada elemento recibe su
sign ificación tanto de s í mismo
como de s u relación con e l
conj u nto. Jorge Luis Borges
hizo protagonistas d e u nos
poem as memorables al tablero
de ajedrez, «ámbito e n el q u e
se odian l o s colores», y a cada
una de l as piezas. E n esta
pintura de M arcel Duchamp se
expresa sobre todo el esfuerzo
i ntelect u al d e los j ugadores; l as
posibles j ugadas i m agi n ad as se
m aterial izan e n torno a e llos
como un ectoplasma. (Los
jugadores de ajedrez, M useo d e
Arte Moderno, París. Foto AISA.)
EJERC I C I OS
Ejemplo 1
Para estab lecer cuál de los dos
bandos está m ás ade l antado en
e l desarro l lo, exi ste u n criterio
m u y efectivo y q u e el
pri n c i p i ante debe habitu arse a
uti l i zar para valorar l as
posiciones de apert u ra. Se trata
de contar los t i e m pos, o sea las
j u gadas úti les de desarro l l o.
7
6
4
·
y han efect uado el e n roq u e ( u n
t i e m po) . E n total s e i s t i e m pos.
Por s u parte, l as neg ras han
i nve rtido m u c h as m ovid as e n
l l egar a s u pos i c i ó n , a u n q u e e n
rea l i d ad han h e c h o pocas
j ugadas de desarro l l o : han
sacado los cabal los (dos
tiem pos) y el peón «e» ( u n
tiem po) h a d a d o paso al alfi l de
cas i l las neg ras, que aunque h a
movido d o s veces, s ó l o h a
e m p leado u n t i e m po. C u atro
tiem pos e n total . Es obvio, por
tanto, q u e l as blancas van por
del ante e n el desarro l lo.
5
Lo primero q u e debemos hacer
es pensar en u n a j u gada de
desarrollo. S i ade m ás ésta
contiene u n a amenaza, la
ganancia de tiempo será
completa. E l movi m i e nto más
lógico es 1 . d4, q u e d eja paso
al alfi l , ocu pa el centro y
amenaza el alfil e n e m i go. La
partida puede cont i n uar
1 . . . , exd4 2. cxd4, Ab6
3. Ag5 ( n u evo desarrollo q u e
encierra, además, u n ataq u e
sobre l a dama) , D g 6 4 . Cc3, y
l as blancas han desarro l lado
todas sus piezas menores,
m i entras l as negras no han
prog resado.
.
Ejemplo 2
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Observe mos el d i ag rama.
¿Q u i é n está más desarro l l ado?
Analicemos con detalle las
j ugad as de u n o y otro bando.
Las b l ancas han adelantado
sus dos peones centrales (dos
t i e m pos) , dejando paso a lós
alfi les, y han m ovido am bos
caba l l os, lo q u e s u pone dos
t i e m pos más (au n q u e el Ce5
h a te n i d o que h acer dos
j u gad as para l legar a su
posición , a efectos de
desarro l l o sólo se co nsidera un
t i e m po) . Tam b i é n han j u gado e l
alfi l de rey ( u n tiem po)
Las neg ras han i ntentado
te nder la celada del m ate d e l
pasto r, pero l as blancas se han
defe n d i d o bien. G racias a ello
el primer j u g ador puede lograr
una ventaj a i m po rtante de
desarro l lo. ¿C uál es la m ejor
cont i n u ación para conseg u i rlo?
En el d i ag rama se i l ustra b i e n
el resu ltado de l as ú l t i m as
j u gadas.
Al contar los tiem pos de
desarro l l o se observa que el
negro ha acu m u lado tres
j u gadas ú t il es (los peones «e» y
«d» y el alfi l ; la dama n o se h a
desarro l l ado conve n i e ntem e nte) ,
m i entras q u e l as b l a n cas h a n
movido c o n efectividad d o s
peones centrales, am bos
cabal los, el alfi l , y h a n
e n rocado. Total , s e i s t i e m pos.
77
EJER C I C I OS
Problema 1
4
Problema 4
Problema 2
E n n u esto r p r i m e r ej ercicio
conte m p l amos u n caso de
desarro l l o erróneo por parte de
las neg ras.
H e mos aprendido a defi n i r la
ve ntaja de desarro l l o medi ante
l a contab i l ización de los
t i e m pos. Ej ercite esta faceta a
part i r de l a posición del
d i ag rama.
5
6
4
Haciendo caso om iso de u n a
de las reg l as fundamentales de
la apert u ra , l as b l ancas han
desarro l l ado p remat u ramente la
dama. Con ello p l a ntean , s i n
em bargo, u n a celada a su
adve rsario, que debe
defenderse del ataq ue sobre el
p u nto «f7» . De l as pos i b les
res p u estas que a cont i n u ac i ó n
s e s u g i e re n , ¿c uál considera l a
m á s ace rtad a?
5
3
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Los cabal los oc u pan cas i l las
apro p i ad as y e l rey ha buscado
p rotección en e l e n roq u e, pero
l a posición de los alfi les ri o es,
ni de lejos, l a mejor. E l Ac8 es
u n a p i eza i n úti l , y l a c u l pa de
e l l o la t iene s u compañero de
«d6» , q u e además de tapo narle
el paso, i m pide controlar e l
centro de la manera más
n at u ral , es dec i r con los
peones. ¿C uál cree q u e es la
manera más acertad a de
aprovec har el «Su bdesarro l lo»
d e l bando neg ro?
a
b
e
e
g
h
Problema 3
Co rresponde j u gar a l as
negras, q u e o ptaron por l a
j u gada 1 . . • . , Axf3.
a
b
a) . . . , d5
b) . . . , g6
c) . . . , Df6
e
d
e
d) . . . , De7
e) . . . , Ch6
Razo ne l a resp uesta .
¿C u ál es la mejor resp u esta d e l
blanco? Obsérvese q u e l a
p r i n c i pal d i ferencia entre e l
desarro l lo de u n o y otro banco
co nsiste en q u e l as blancas ya
han en rocado.
g
4
EJ E RC I C I OS
Problema 6
Problema 5
Al estud iar el movi m i e nto de
l as p i ezas, ya se expusi eron los
i n conve n i e ntes de desarro l lar
los cabal l os por las bandas del
tab lero, en l u gar de ocu par con
el los las cas i l l as centrales.
Problema 7
E l l ector, ya fam i l i arizado con
l as nociones de centro y
desarro l lo, pod rá apreciar
fác i l me nte q ue, m i entras l as
p i ezas neg ras están
correctam e nte d i s p u estas, el
bando blanco tiene m u ch as
l ag u n as en el desarro l lo.
6
5
4
3
6
a
b
e
d
e
5
3
a
b
e
d
e
g
h
En el presente eje m plo, debe
encontrar una j u gada m uy
efectiva con la q u e l as neg ras
pueden castigar el mal
e m p l azam i e nto del cabal l o
b l anco. El castigo q u e reciben
l as blancas por su defi c i e nte
desarro l l o ha de servi r de
lección para, e n el futuro,
escoger bien la posición de
cada fi g u ra.
Otro caso de desarro l l o
i ncorrecto de p i ezas. Antes de
com p letar l a mov i l i zac i ó n y
poner el rey a salvo, l as negras
han situado a su dama en u n a
pos ición avanzad a , l o q u e
eq u ivale a favorecer e l
desarro l l o contrario. 1 . Cc3
sería una j u gada correcta , ya
que desarro l l a el caba l l o a u n a
casi l l a adecuada c o n ganancia
de u n t i e m po, al atacar l a
dama. Tam b i é n e l j aq ue c o n l a
to rre (1 . Te1 + ) p u e d e
considerarse u n a alternativa
i nte resante, al ocu par con esta
p i eza u n a col u m n a central ,
pero tiene el i n conve n i e nte de
que favo rece una buena j u gada
de desarro l l o (1 . . . . , Cge7) .
Existe, s i n e m bargo, u n recu rso
m ás contunde nte q u e esa m e ra
ganancia posicional , q u e se
de riva de l as j u g ad as
apu ntadas. ¿Có m o conti n u ar?
a
b
e
d
e
g
h
S i n e m bargo, en este caso l o
más i m portante e s l a
i nseg u ri d ad del rey blanco,
desen rocado. Esto p u ede
dec i d i r l a lucha
i n mediatame nte, si l as neg ras
adoptan la cont i n uación m ás
fu l m i n ante.
SO LU C I O NES
4
Solución 1
Solución 3
Solución 6
Ya q u e e l centro negro n o
p uede s e r correctame nte
d efe n d ido, lo p rocede nte es
atacar con los peones en este
sector del tablero. La j ugada
idónea es 1 . d4! E l negro no
p uede captu rar el peón con
1 . . . . , e x d4, porq ue tras 2 . e5,
sufre un doble ataq ue q u e le
obliga a perder pieza.
La j ugada Dxf3 será necesaria
para recu perar la pieza de
desventaja, p uesto q u e gxf3
destrozaría la formación de
peo nes i n necesari ame nte. Lo
mejor, s i n em bargo, es
i ntercalar e l movi m i e nto
1 . Te1 + ! , q u e obliga al rey
negro a mover, perdiendo por
tanto la pos i b i l i d ad de e n rocar.
La co m b i n ación 1 . Ag 6 + !!
hxg6 2 . Dxd5 perm ite ganar l a
d a m a a cam bio del alfi l .
Solución 4
7
5
Tanto 1 . . . , d5 como 1 . . . , g6
perm ite n 2 . D x e5 + . La j ugada
1 . . . , Ch6 descoloca al cabal lo.
Sólo 1 . . . , Df6 y 1 . . . , De?
parecen aceptables, pero
1 . . . , De7 es su perior porq u e
perm ite e l desarro l l o m ás
n at u ral del cabal l o en la
s i g u iente j u gada: 2 . . . , Cf6,
q u e gana tiem pos con el
ataq u e a la dama.
.
4
3
a
b
e
d
e
g
h
.
La rép l ica sería la m i s m a si
1 . . . . , e x f4. Por tanto e l negro
no p u ede evitar q u e el blanco
captu re su peón central en l a
p róxi m a j u gada.
Solución 2
E l recu ento de tiem pos del
b l anco es s i m ple. Son siete : los
dos peones del centro, los dos
cabal los, los alfi les y el
e n roque. La posi ción negra es
m ás d ifíci l . E l C h 6 está m uy
mal situado : no es u n a j u gada
útil y por tanto no debe ser
comp utada. Los t i e m po son
c u atro : el cabal lo en «C6» , el
alfi l y el avance de los peones
«d» y «e» .
6
5
a
b
e
d
e
g
h
Solución 7
Si la dama l l ega a la cas i l l a
« h4» sería m ate. H ay q u e
conti n u ar c o n 1 . . . . , Ce4!!,
amenazando l a dama y
sigu iendo, tras la capt u ra del
cabal lo, con 2 . . . , D h 4 + + . S i
q u iere evitarlo, el b l anco h a d e
entregar su dama: 1 . . . , Ce4!!.
2. De3, Dh4 + 3. Dg3, C x g3,
y el negro contará con ventaj a
de material decisiva .
.
4
3
6
a
b
e
d
e
g
h
5
4
Solución 5
La j ugada 1 . . . . , b5! gana el
caballo, ya q u e éste n o tiene
reti rada posib le.
3
a
b
e
d
e
g
h
5
U N I DAD
Conceptos como desarrollo, centro, tiempo, espacio,
etc. , interpretan un papel protagonista en el guión
general de toda la partida, pero su dimensión especial
como preparación de la batalla transcurre en la fase
inicial del juego. El estudio de estos aspectos ya se
inició en un capítulo precedente, pero conviene asentar
más su conocimiento antes de adentrarnos en los
entresijos del medio juego.
O
La apertura (1 1)
• La pos i c i ó n d e l as p i ezas
en la apertu ra
• Desarro l l a r p r i m e ro los
cabal los
• Las pérd i d as d e t i e m po
• C a m b ios d e p i ezas act i vas
• E l d e s a r ro l l o p re m at u ro d e
la dama
O
Resumen
• U n i d ad
O
5
Partidas famosas
• E l arte co m b i n at i vo :
l a « S i e m p revi va» .
B res l a u , 1 852.
O
Ejercicios
O
Soluciones
• Ej e m p l os y p rob l e m as
La
a pertura (1 1)
Después de estudiar en la anterior unidad los principios genera­
les de la apertura, vamos a hacer un recorrido meticuloso por
los errores más comunes en esta fase de la partida: descolocación
de piezas , pérdidas de tiempo o prematura salida de la dama; tam­
bién descubriremos, a través de nuevos ej emplos, diferentes mé­
todos para empezar la partida y encarrilar adecuadamente la vic­
toria.
La posición de las piezas en la apertu ra
Comienza la partida. Nuestra primera j ugada no debe ofrecernos
excesivas dudas . Una regla nos marca que hay que dominar el . cen­
tro, a ser posible con algún peón; por tanto vamos a avanzar uno
de los peones centrales. Hasta ahora hemos estudiado ej emplos en
que siempre l . e4 ha sido el movimiento inicial, pero pueden plan­
tearse otras j ugadas . l . d4 también cumple los requisitos .
Empecemos, pues, la partida.
l. d4, Cc6 ? !
Aunque s e trata d e una j ugada d e desarrollo, difícilmente puede ca­
lificarse de acertada. El caballo se moviliza sin una barrera de peo­
nes que le protej a del avance que ahora sigue. Una. medida más sa­
bia era, por ej emplo, l . . . . , d5 . Tampoco l . . . . , Cf6 era una floj a
decisión: desarrollaba una pieza al tiempo que controlaba el avan­
ce 2 . e4 .
La apertura continúa por caminos insólitos .
2. dS, ...
En términos generales, mover dos veces una misma pieza en plena
apertura acostumbra a ser erróneo. Pero en el caso actual la j ugada
es un acierto : el blanco gana espacio planteando, además, una ame­
naza directa, lo que obliga a las negras a devolver el tiempo «perdi­
do» j ugando en una segunda ocasión el caballo. Si éste se retira a
«b8 » , la estrategia habrá sido un éxito puesto que las negras han
retrocedido a la posición original .
82
a
b
e
d
e
La apertura (/J)
Hay que buscar otro camino.
2 . ... , CaS ?
Pero éste no es el camino más acertado. Si se entendió bien el movi­
miento de las piezas , cae por su propio peso que la banda no es
el lugar idóneo para un caballo. La respuesta 2 . . . . , Ce5 al menos
no le restaba movilidad, por lo que estaba más de acuerdo con las
fórmulas del desarrollo.
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Las piezas, en especial los cabal los, no deben situa rse e n las
bandas o en lugares con poca movilidad. Deben buscarse siem­
pre para su ubicación las casi llas donde desarrollen al m áxim o
su fuerza.
Vamos a ver en las j ugadas siguientes cómo, mientras las blancas
efectúan movimientos naturales y buenos, consecuentes con el espíritu de la apertura, las negras atentarán una y otra vez contra los
principios del desarrollo. Las consecuencias de sus repetidos errores, claro es, se harán visibles sobre el tablero transcurridas pocas
j ugadas .
Los peones blancos prosiguen su política de ocupación del centro.
3. e4, ...
6
5
Las blancas sí actuan con cordura. Este avance es adecuado, fundamentalmente porque libera la diagonal del otro alfil además de
consolidar la conquista de casillas centrales. Pero además plantea
una celada que las negras no advierten. Ob sérvese que no se podía
explotar directamente la mala ubicación del caballo : caso de 3 . b4?,
continúa sencillamente 3 . . . ., Cc4 .
4
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Las negras no advierten su delicada situación .
3 . ... , d6?
7
6
5
Una nueva movida errónea, pero esta vez con efectos decisivos. Existían otras j ugadas, como 3 . . . ., e6 o 3 . . . ., e5 , que impedían el pequeño desastre que ahora viene, pero hay que matizar que con ellas
no se solucionaba el problema básico del caballo negro: su falta de
j uego por culpa de una estrategia equivocada.
4
3
83
La apertura (Il)
El castigo no se hace esperar.
4. b4! , ...
7
6
5
Ahora el alfil blanco domina el punto « C4 » . ¡Triste destino para un
caballo sucumbir ante el ataque de un débil peón ! , pero los límites
del tablero impiden encontrar una casilla de escape. Las blancas
afrontarán el resto de la partida con una cómoda ventaj a, suficien­
te para ganar.
4
3
a
b
e
d
e
g
h
La falta de movilidad de una pieza ha traído como consecuencia
su captura. Moralej a: una pieza móvil es, además de más útil, más
difícil de atrapar.
La partida anterior representa un caso extremo (raras veces se cas­
tiga con tanta rapidez y contundencia un desarrollo defectuoso; la
mayoría de las veces es el cúmulo de pequeños defectos similares
a éste lo que convierte una posición en insostenible) , pero sí que
sirve para ilustrar que nuestra primera decisión importante en la aper­
tura es la elección de casillas apropiadas para nuestras piezas . Ya
dimos dos reglas importantes: procurar que las piezas apunten ha­
cia el centro y desarrollar los caballos antes que los alfiles. La pri­
mera se entiende perfectamente en el contexto de que se debe con­
trolar el mayor número posible de cuadros centrales. Para
comprender mej or la segunda, examinaremos a continuación una
posición bien conocida.
Las piezas deben controlar el m ayor n ú mero posible de cuadros
centrales. Desde esos emplazamientos su actividad será también
m ayor.
Desarrol lar pri mero los cabal los
En esta posición ya sobradamente conocida por el lector, después ·
de la primera j ugada de cada bando correspond e j ugar al blanco.
Lo primero a observar es que el alfil ya domina un número impor­
tante de casillas desde donde está, mientras que los cab allos son
aún piezas pasivas . Es necesario incorporarlos a la lucha. 2. Cc3
o 2. Cf3 son, entonces, buenas j ugadas . Existe otra razón para de- ·
cantarse por la j ugada de caballo : difícilmente se encontrará . una
casilla más adecuada que c3 o f3 para esta pieza. 2. Ch3 no cumple
la primera de las reglas; salta a la vista que no participa desde ahí
en la lucha por el centro. 2. Ce2 sólo controla la casilla central «d4»,
a diferencia de 2 . Cf3 , que apunta también a e5 . El alfil dispone
84
a
b
e
d
e
g
h
La apertura (JI)
de más alternativas: « C4» y «e2» son posibles, pero también es po­
sible el desarrollo Ab5 si el caballo negro j uega Cc6. Esta flexibili­
dad del alfil aconsej a posponer su salida a la de los caballos .
E s aconsejable desarrollar l o s caballos, p o r f 3 y c3, a ntes que
los alfiles, cuya colocación idónea puede decidirse m ás tarde.
Analícese el j uego del siguiente ej emplo:
l. e4, es
2. Cf3, Cc6
3. AbS, Aes
4.
S.
6.
7.
0 - 0, d6
c3, Ad7
d4, Ab6
Ae3, Cf6
8. Cbd2, 0 - 0
9 . Dc2, Te8
10. Tel, ...
Ambos bandos han desarrollado las piezas conforme a unas nor­
mas lógicas . Las blancas tienen la ventaj a de poseer más peones en
el centro, pero en términos generales la posición puede considerar­
se equilibrada.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Y ahora veamos un desarrollo muy distinto :
l. d4, Cf6
2. c4, e6
3. Cc3, dS
4.
S.
6.
7.
c x dS, e x dS
AgS, Ae7
Cf3, 0 - 0
e3, c6
8. Ad3, Ae6
9. 0 - 0, Cbd7
10. Dc2, ...
La posición difiere mucho de la anterior, pero como en el otro caso
blancas y negras han desplegado sus efectivos de manera lógica. El
desarrollo se ha completado con éxito y ahora se disponen a afron­
tar la siguiente fase de la partida: el medio j uego.
7
6
5
4
3
Las pérd idas de t i e m po
En el aj edrez, como en la guerra, tener soldados no es tan importan­
te como poder disponer de ellos, tenerlos a punto en el lugar y en
el momento en que pueden definir una superioridad concreta.
Cabría definir la fase intermedia de la partida, el medio juego, como
la etapa en que se libra la auténtica lucha entre dos bandos. En ese
sentido la apertura es la preparación de la contienda, el traslado de
los ej ércitos al campo de batalla desde su inoperante origen. Lógico
es pensar que cuanto antes tengamos dispuestas todas las tropas, más
pronto estaremos prestos a defendernos de los ataques o a ser noso­
tros los agresores. Ello nos enseña la auténtica dimensión del «tiem­
po» entre las 64 casillas.
85
La apertura (JI)
Pero a diferencia de los ej ércitos, las piezas de aj edrez no pueden
moverse todas a la vez, lo hacen por turnos y conviene dosificar
cada movimiento. Es importante no gastar dos jugadas con una mis­
ma pieza, salvo casos excepcionales, a fin de completar el desarro­
llo en un corto número de movimientos .
Lo contrario significa «perder tiempos», y como veremos e n los
ej emplos que siguen, suele conducir a un resultado negativo.
l. e4, es
2. Cc3, Cc6
3. AbS, ...
6
5
4
3
Correcto. Peones centrales, caballo y luego alfiles. Se atiene a las
normas del desarrollo.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
g
h
Pero ahora las negras mueven por segunda vez su pieza desarrollada.
3 . ... , Cce7?
En previsión de un posible cambio del alfil por el caballo que des­
truya la cadena de peones, el negro adopta el equivocado camino
de apartar su pieza. Con ello no sólo hace una j ugada inútil y tapo­
na la salida de su alfil, sino que también desaprovecha la oportuni­
dad de dar j uego a alguna de las otras piezas .
Lo procedente era el desarrollo del caballo (Cf6) o del alfil negro
(Ac5 o Ae7) . También podía considerarse la liberación del alfil de
dama (d6) .
En cualquier caso, tras su cuarta j ugada la posicion de las negras
es ya inferior. Una j ugada torpe significa, no sólo una pérdida de
tiempo inmediata, sino futuras dificultades a la hora de completar
el desarrollo armónico de las piezas .
Lo veremos de inmediato. El caballo negro deberá volver a mover.
4. Cf3, Cg6
El blanco aprovecha la ocasión de activar sus figuras mientras las
negras han hecho cuatro jugadas y movido sólo una pieza y un peón.
86
a
b
e
d
e
La apertura (!!)
El rey blanco va a situarse en lugar seguro ; en cambio su rival se­
guirá expuesto en el centro.
S. 0 - 0, Ae7
6
5
4
3
Al fin una j ugada de desarrollo, aunque « C 5 » podría considerarse
una casilla más apropiada para el alfil .
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
9
h
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
Las blancas se apoderan ahora del centro, mientras el bando negr,o
se despreocupa de la lucha por este sector.
6. d4, e x d4?
6
5
Había que luchar por mantener la posición apoyando este peón con
otro. Ideal sería j ugar 6 . . . . , d6, pero en este momento era reglamentariamente imposible porque el alfil blanco impide descubrir
al rey. Se necesitaba intercalar la sucesión de j ugadas 6 . . . . , c6 7 .
Aa4 para posteriormente adelantar u n paso el peón « d » .
4
3
Tras l a desaparición del peón central negro, las blancas asientan su
dominio sobre la casilla « d4» .
7. C x d4, AcS?
6
5
4
3
Aunque busca horizontes nuevo s para s u alfil, n o dej a de significar
una pérdida de tiempo. 7 . . . . , Cf6 seguido del enroque y posteriormente «d6» era indispensable para no ceder demasiado terreno.
El alfil acude a reforzar el punto central conquistado.
8. Ae3, Ab6?
6
5
4
Las blancas han defendido s u caballo con una j ugada útil y e l alfil
negro ha sentido la necesidad de retroceder buscando la protección
de los peones . En conj unto, las blancas están acaparando tiempos
y las negras acumulando pérdidas posicionales .
3
87
La apertura (11)
Ahora prosigue la ocupación del centro con los peones .
9. f4, Cg8 -e7
6
5
Cuando las negras sienten la necesidad de completar su desarrollo
la actividad de las piezas blancas es ya apabullante, pero aun así
más vale tarde que nunca. Si las negras se hubieran decidido por
9 . . . . , Cf6, entonces 1 0 . e5 les hubiera impuesto la triste obligación
de retroceder.
4
3
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
a
b
d
e
g
h
Una vez desarrolladas las piezas menores, la dama entra en acción.
10. Df3, 0 - 0
1 1 . Tadl, ...
Todos los combatientes blancos están a punto para el asalto. Do­
minan el centro y la flexibilidad de sus piezas les da libertad para
trasladarse al sector del tablero que pretendan abordar. Pocos son,
en cambio, los efectivos del negro puestos en j uego, y de ellos la
mayoría ocupan posiciones mediocres.
4
3
Jugadas sin objeto
También las j ugadas que se realizan sin un obj eto definido deben
considerarse una pérdida de tiempo, aunque la pieza que mueva lo
haga por primera vez.
Por ej emplo, después de las conocidas j ugadas l . e4, e5 , si el blan­
co j uega:
2. h4, ...
(Lo mismo podríamos decir de 2 . Ca3 , 2 . a3 , 2 . Ce2, etc.) . Es obvio
que en todos los casos citados se estará desperdiciando el turno de
j uego. Para llegar a ser un j ugador experto es preciso desechar este
tipo de j ugadas que a nada positivo conducen.
Las jugadas q u e no incorporan al juego alguno d e l o s efectivos
o faci l itan el desarrollo son jugadas sin objeto, y deben consi­
de rarse pérdidas de tiem po.
88
e
La apertura (JI)
Cambios de piezas act ivas
Existen, además, otras formas de «perder tiempo s » no tan fáciles
de detectar y en las que incurren incluso los j ugadores más experi­
mentados.
El siguiente ej emplo nos lo aclarará:
l. e4, es
2. Cf3, Cc6
3. Ac4, Cf6
4. Cc3, Aes
s. d3, d6
6. 0 - 0, 0 - 0
7 . CdS, Ag4
6
5
No hay mucho que comentar en las j ugadas transcritas salvo que
en términos generales se aj ustan a las reglas que hemos enumerado
en el capítulo del desarrollo. Sólo la j ugada séptima del blanco re­
presenta un movimiento repetido de pieza, lo que corrio ya sabe­
mos equivale a una pérdida de tiempo. .
4
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Lo que realmente intentamos descubrir comienza en este punto.
8. C x f6 + ?, ...
¿Por qué calificamos de error esta j ugada? Al fin y al cabo se trata
de un simple cambio entre iguales y ello no significa pérdida de tiem­
po, puesto que el negro tendrá que gastar una j ugada en la recap­
tura . . .
En general esta afirmación es correcta. Por ej emplo, si rectificamos
la última movida del negro y le hacemos j ugar 7 . . . , C x d5 , el se­
gundo movimiento de este caballo se compensa con el segundo que
deberá efectuar el peón o el alfil . En nuestro ej emplo, sin embargo,
las circunstancias son distintas por una razón: el caballo blanco ha
empleado tres tiem pos (Cc3 - d5 - f6) para ser cambiado por otro que
tan sólo ha j ugado una vez .
Considerada aisladamente, la j ugada supone un cambio equili­
brado. Pero en el contexto de la carrera por el desarrollo que se es­
tablece entre los dos bandos durante la apertura, no cabe duda de
que la maniobra del caballo blanco ha significado un important�
desperdicio de tiempos (3 contra 1 ) . Al desaparecer del tablero las
dos piezas, el bando blanco notará un retraso de desarrollo respec­
to a la posición negra.
Conviene evitar cuidadosamente ese tipo de maniobras. El obj e­
tivo del desarrollo consiste en situar las piezas en posiciones ópti­
mas con la mayor economía de tiempo posible; desde ese punto de
vista, movimientos como 8. c3 , que controla la casilla central «d4» ,
o bien 8 . Ag5 , movilizando la última de las piezas menores, eran
alternativas mucho más adecuadas .
·
-
89
PAR TIDA S
Adolf
Anderssen
Anderssen, sin lugar a dudas
máximo exponente de la época
1818
román tica del ajedrez, nació en
en la ciudad alemana de
Bresla u. Su profesión (enseña ­
ba matemá ticas en su ciudad
na tal) no definió en absoluto el
El arte combinativo:
la ccSiempreviva»
Partida jugada en Breslau, 1852
Blancas: Anderssen
Negras: Dufresne
estilo de su ajedrez. A nderssen
no poseía un estilo frío y siste­
mático; a lo sumo puede decir­
se de él que la lógica estaba al
servicio de la consecución de la
belleza, el análisis exhaustivo y
preciso de las varian tes al ser­
vicio de la a ventura del sacrifi­
cio. Prueba de ello son las par­
l.
2.
3.
4.
S.
6.
7.
e4, es
Cf3, Cc6
Ac4, Aes
b4, A x b4
c3, AaS
d4, 4f:x d4
0-0, d3
En este punto se inicia una de
las combinaciónes más bellas
y profundas de la historia del
aj edrez .
tidas eternas que le han reser­
vado un lugar desta ca do en la
historia del juego-ciencia: sobre
1851
todo la «Inmortal», jugada en
contra Kiesseritzky, y la
«Siempreviva» a n te Dufresne.
A nderssen se dio a conocer
al m undo del ajedrez como
1842
a u tor de una colección de 60
problemas que publicó en
1851
Una continuación lógica que
tiene por obj eto evitar que el
blanco adquiera una sólida
formación central (con c x d4) .
8. Db3, Df6
9. eS, Dg6
10. Tel, Cge7
11. Aa3, ...
bajo el título de Aufgaben für
Schachspieler. En
logró su
éxito más notable como juga­
dor, al ganar el torneo in terna­
cional de Londres delante de
1858 sucumbió ante Morphy
en un ma tch a 1 1 partidas · ocho
Kiesseritzkv, Szen y Staunton.
En
a tres fue el resultado definitivo,
pero ningún
otro ajedrecista
europeo quedó mejor parado
a n te el norteamerican o. Quince
años más tarde, ya en el decli­
ve de su carrera, fue superado
ampliamente por Wilhelm Stei­
nitz en un encuentro celebrado
en Londres, que posteriormen­
te ha sido considerado la prime­
ra disputa por la corona mun­
dial.
90
La magnífica movilidad de las
piezas blancas compensa so­
bradamente los dos peones de
desventaj a. El principal defec­
to de la posición negra es su
deficiente desarrollo del ala de
dama; a fin de solventar esta
dificultad, recurre ahora a la
entrega de un peón que ace­
lera la actividad de sus piezas .
11 .
. 12.
13.
14.
lS.
16.
... , bS
D x bS, Tb8
Da4, Ab6
Cbd2, Ab7
Ce4, DfS
A X d3, DhS
8
..
6
5
3
a
b
e
d
e
g
17. Cf6 + , g x f6
18. e X f6, Tg8
Dufresne plantea un ataque
directo ( . . . , D x f3), del que se
deriva una desagradable ame­
naza de mate. Un aj edrecista
moderno habría buscado el
camino de una victoria senci­
lla, eligiendo, por ej emplo, la
réplica 1 9 . Ae4, que mantie­
ne una superioridad posicio­
nal notable. Pero la concep-
Los cc campeones i norgánicos>>:
Philidor y La Bou rdonnais
ción romántica de la época,
de la que Andersen fue má­
ximo exponente, exige una
continuación menos prosaica.
En e l siglo xv111, e l péndulo de la suprema cía ajedrecística, que se
había trasladado en la Edad Media de Oriente (India, Persia) a
(1 726- 1 795),
Occidente (España), inicia un movimiento de retorno. A finales de
siglo el francés A n dré Danican Philidor
músico de
gran prestigio y uno de los pensadores más profundos de la
19. Tadl ! ! , D x f3
20. Tx e7 + ! , C x e7
historia del ajedrez, es considerado unánimemente el jugador
más fuerte de su época . Sus consta taciones y descubrimientos
asombran por su precocidad histórica, y se le considera la
Las blancas caminan sobre el
filo de la navaj a. Cualquier
j ugada que no suponga una
amenaza directa al rey negro
será contestada con . . . ,
D x g2 + + .
1834
(1 798- 1835)
auténtica columna vertebra/ del desarrollo de la técnica del juego.
En
el irlandés Alexander McDonnell
(1 795- 1840),
había
adquirido en las islas Británicas fama de invencible. Otro francés,
Charles Mahé de La Bourdonnais
46
cruzó el Canal y
26 perdidas
se enfrentó a su rival en seis encuentros consecutivos, con el
13
mara toniano resultado final de
y
partidas ganadas,
tablas. El encuen tro despertó un interés in usitado, y m uchos
21. D x d7! ! ,
lo consideran el primer a u téntico campeona to del mundo. La
E l sacrificio d e dama es, sin
duda, el sueño de cualquier
j ugador combinativo.
no podía menos de ocurrir, ton os de epopeya : una de sus más
victoria de La Bourdonnais adquirió en la prensa parisina, como
21 . ... , R x d7
22. AfS + , ...
brillan tes partidas fue comentada en verso, en un poema que
llevaba por título La revancha de Waterloo.
Retrato de Adolf Andersse n ,
e l profesor d e m ate m át icas
de Breslau q u e l l evó a s u
c i m a el aj ed rez ro mántico.
(Zardoya).
Jaque co� dos piezas, el alfil
y la torre. Si ahora 22 . . . . ,
Rc6, sigue 23 . Ad7 + + .
22 . ... , Re8
23. Ad7 + , Rf8
24. A x e7 + + .
.
,:: ·
' >·
, ·. , · . .
· ....
'
91
La apertura (JI)
Las negras están en condiciones de recapturar el caballo prosiguiendo
al mismo tiempo su desarrollo.
8 . . . , D x f6
.
La salida de la dama es buena en este caso puesto que el resto de
las piezas (peones centrales, caballos, alfiles y rey) ya han sido puestas
en j uego.
Compruébese el número de tiempos empleado por cada bando
y se verá que el recuento favorece netamente a las negras.
a
e
b
d
e
h
g
Cambiar una pieza que ha movido varias veces por otra que ha
jugado una única vez supone ccperder tiempos» de desarrollo, por
lo que debe evitarse en la medida de lo posi ble.
E l desarro l l o p rematu ro de l a dama
¿No es acaso la dama la pieza más móvil y poderosa del tablero?
¿Por qué reservar, entonces, su fuerza para un momento avanzado
de la partida cuando puede decidir la lucha de buen principio?
Estudiemos en la-siguiente partida los peligros a que se expone una
dama que decide intervenir desde el primer momento en el combate.
l. e4, dS
2. e x dS, ...
Este simple cambio de peones logra lo que se pretende: sacar la dama
negra a pasear.
a
b
a
b
e
d
e
g
h
d
e
g
h
La respuesta negra es consecuencia lógica de su primer movimiento.
2 . .. , D x dS
.
6
5
4
3
La todopoderosa ocupa el centro del tablero. ¿Qué sucederá ahora?
92
e
La apertura (/l)
Las piezas menores blancas comienzan una labor de acoso.
3. Cc3, ...
6
5
4
Comenzamos a vislumbrar los inconvenientes . Una pieza de infe­
rior valor ataca la dama y la obliga a retirarse. El salto de caballo
contribuye al desarrollo pero la dama deberá mover en segunda oca­
sión .
3
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Los movimientos del negro recuerdan a los antiguos paladines, que
salían de las murallas dispuestos a desafiar a todo el ej ército enemigo.
3 . ... , Des + ?
6
5
4
3
La dama ya puede estar orgullosa. Ha planteado su primera ame­
naza, ¡ y sobre el rey ! , dando j aque. Sin embargo ello está lej os de
poder considerarse un éxito.
El ataque será rechazado con una j ugada útil y la dama permane­
cerá expuesta a nuevas amenazas .
4. Ae2, Cf6
6
5
4
3
Las negras se han dado cuenta de que una pieza, por muy podero­
sa que sea, no puede luchar sola contra un ej ército.
Las blancas movilizan ahora su tercera pieza menor, siempre con
el motivo de la amenaza temática.
5. Cf3, ...
6
5
4
3
Nuevo desarrollo que obliga a una segunda retirada. Como se pue­
de observar, el desarrollo prematuro de la dama está íntimamente
relacionado con las pérdidas de tiempo en la apertura.
93
La apertura (ll)
Pero la agresividad de la dama negra sigue buscando obj etivos en
« campo abierto » .
5 . ... , Dc5?
6
5
La dama se obceca en no abandonar los cuadros del centro, lo que
a la vista de los resultados es un error grave. Gracias a esta inoportuna peregrinación, las blancas completarán en pocas j ugadas el desarrollo, mientras las piezas del negro permanecen casi todas « en
casa» . Como mal menor convenía una modesta huida hacia la banda
(5 . . . . , Da5 ) . Al menos allí la dama no podría ser molestada.
4
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Las blancas completan felizmente su desarrollo.
6. d4, Das
7. 0 - 0, ...
Se ha puesto de manifiesto que el superior valor de la dama respecto a las otras piezas se vuelve un factor en contra si ésta abandona
demasiado temprano la retaguardia. Las piezas menores y los peones ganan valiosos tiempos atacándola y la fuerzan a retroceder.
Sólo cuando el desarrollo es completo y el conj unto de piezas domina un territorio, la dama empieza a demostrar su auténtica fuerza.
La salida pre m atura de la dam a favorece el desarrollo de las pie­
zas contra rias, que pueden ganar i m po rtantes tiempos para su
m ovilización con el simple ataque sobre ésta.
En algunos casos, incluso, esta tendencia a la movilización apresu,ft
rada de la dama, olvidando las reglas esenciales qµe marcan la lu­
cha por un desarrollo armónico en la apertura, lleva a perj uicios
más graves, como la pérdida de material, y en determinadas posi­
ciones puede conducir a una derrota directa.
Observemos las siguientes j ugadas, que son una muestra de ello.
l. e4, e6
No es el tratamiento más clásico de la apertura, pero en ningún caso
puede j uzgarse l . . . . , e6 como un movimiento débil . La lucha por
el centro subsiste, ya que se controla la casilla « d 5 » , donde en la
siguiente movida se instalará el peón « d » .
94
3
La apertura (JI)
La estrategia negra, como veremos, tiende a la disputa del punto
«e4», ocupado por las blancas en su primera j ugada .
2. d4, d5
3. Cc3, ...
6
5
4
3
Conforme a las pautas del buen desarrollo, las blancas deciden pro­
tegerse del ataque sobre su peón con una j ugada activa que pone
en j uego una pieza.
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
·
Ahora se produce el cambio de los peones centrales.
3 . ... , d x e4
4. C x e4, ...
6
5
4
3
Las blancas han movido dos veces su caballo, pero también lo ha
hecho el peón «d» negro. Todo correcto.
·
Las negras atacan el punto «e4» y las blancas lo defienden .
4 . ... , Cf6
5. Ad3, ...
6
5
4
3
Las negras desarrollan y . las blancas hacen lo propio. No está en
el ánimo del blanco plantear una trampa al adversario, sino sólo
realizar una mera j ugada de desarrollo.
Pero las negras, con la ambición de conseguir una pequeña venta­
j a, allanan al rival el camino de la victoria.
5 . ... , D x d4??
7
6
5
4
N o h a tenido presente las máximas d e l a apertura e l conductor de
las negras, y su despreocupación por la dama será severamente cas­
tigada. Era más adecuado el desarrollo de piezas menores, 5 . . . , Ae7
por ej emplo.
3
95
La apertura (JI)
La réplica blanca cae como un rayo en cielo azul.
6. Ab5 + ! , ...
6
5
4
Ahora se dan las negras cuenta de su error. Esta j ugada despej a la
acción defensiva de la dama blanca (lo que es una muestra de que
también desde su casilla de origen esta figura desempeña una im­
portante función) y fuerza una ganancia decisiva de material .
3
a
b
e
d
e
Poco ha durado la «excursión» de la dama negra.
6 . ... , Cc6
7. A x c6 + , b x c6
8. D x d4, ...
Las negras pueden rendirse.
RESU M E N :
u n i d ad s
D En la apert u ra es esencial seguir u n as normas específicas para el
desarro l l o.
• Las p i ezas de aj e d rez , e n part i c u l a r l os caba l l os , n o d ebe n col ocarse e n los l ím ites
del tabl e ro, d o n d e carec e n d e j u ego. Lo ace rtado es s i t u a r l os e n cas i l l as p róx i m as al
centro para q u e desp l i eg u e n tod a s u act i v i d ad .
• A f i n de com p l etar ráp i d a m e nte e l desarro l l o d e todos los efectivos, n o debe n
perd e rse t i e m pos m ovi e n d o m ás de u n a vez u n a p i eza.
• Debi d o a q u e l os alfi les ya d e s p l i egan c i e rta act i v i d ad desde s u cas i l l a i n i c i a l , es
aco nsej able desarro l l ar antes los cabal los.
• E l cambio de una p i eza q u e h a movido var i as veces por otra de i g u al val o r que l o ha
h e c h o e n m e nos ocas i o n es se c o n s i d e ra tambi é n u n a pérd i d a de t i e m po.
• El avance p re m �.t u ro de la dama favo rece e l desarro l l o del rival , q u e gana val i osos
t i e m pos atacán d o l a .
• Debe n desarro l l a rse los peones centrales y l as p i ezas m e n o res, y po n e r e l rey a
salvo, antes d e p o n e r e n j u ego l a d a m a .
96
E JERC I C I OS
Ejemplo 1
Si los te m as fundamentales de
l a apertu ra han estado siem pre
presentes y se ha atendido a
las posi b i l i d ades concretas de
maniobras peligrosas q u e ha
planteado el adversario, l a
posición resu ltante será cuando
menos eq u i l i b rada. Pero
cuando el contrario ha i n c u rrido
en u n error, es necesario
aprovechar la coyuntura y
obte ner esa ventaj a q u e la
ocasión nos depara. Es u rge nte
h acerlo en ese caso antes de
q ue, completado el desarrol lo,
l a situación enemiga se
conso l ide.
5
amenazando tomar el peón
negro d e e6, con lo cual la
torre b l anca d e f1 pasaría a
atacar la dama negra. S i las
neg ras toman con el peón de
e6 la otra torre blanca,
entonces les ganan con
2 . Te1 + , Rf7; 3. Dd5 + , debido a
q ue el peón b l anco de f5 priva
al rey negro del escape por g6.
Solamente sacrificando su
dama pod rían las neg ras en
ese caso retardar el m ate. E n
la partida l as neg ras j ugaron
1 . . . . , b6, i ntentando desplazar
a la dama b lanca del co ntrol
del centro, y ésta respo n d i ó 2 .
De1 , i m pi d i e ndo rad ical m ente
la capt u ra de s u torre por la
amenaza de capt u ra del rey
adversario.
Las neg ras j u g aron 2 . . , es.
.
La situación bl anca es
preferible, sin l ugar a d udas,
por s u s u perioridad de
d esarrollo. Las neg ras no han
movi l i zado sus pi ezas m ientras
q u e l as de las bl ancas están
l i stas para el ataq ue. Tam b i é n
el rey negro está i nseg u ro y
e l l o da tem a para atacar si l as
torres y dama co nt¡arias
tuvi eran col u m nas dispo n i b l es.
C laro que una torre blanca está
atacada y no deben l as blancas
perder tiempo, pues las negras
poseen dos peones de m ás.
Las b l ancas j u g aron 1 . f5! ,
El mejor d esarro l l o b l anco b i e n
explotado obtuvo el éxito de
dar jaque m ate a part i r de aq u í
en tan sólo siete j ug adas.
Fueron éstas : 3. Tx e 5 + , Rf7
4. De4, Dc6 5. Te7 + , Rg8 6.
Tx g7+ , R x g7 7. De7 + , Rg8
8. Df8 + , Rh7 9. Df7 mate. E l
m ate, obj etivo p o r excelencia,
corona u n b u e n trabajo
Ejemplo 2
a
b
e
e
g
Las b l ancas j uegan , y la
u b i cación del caballo de dama
negro no puede ser m ás
desafort u n ada. E n efecto, las
neg ras acaban de j ugar
. .. , Tb8, lo cual priva al Cc6 d e
su ú n ica cas i l l a d ispo n i ble. Es
cierto q u e exi ste otra (a5) , pero
tiene escaso valor como
veremos.
Las b lancas m u eve n 1 . d 5, . . .
atacando e l cabal lo
problemático. Es fác i l
com probar q u e éste so lamente
d ispone de 1 . . . . , Ca5,
situándose en la banda del
tablero. Ahora l as blancas
aprovechan el hecho de que el
caballo h a q u edado sin reti rada
y j u egan 2 . b4. El peón u otra
pieza b l anca ter m i n a
forzadamente c o n l a vida del
cabal lo negro (compruébese) .
Los pel i g ros de falta de ret i rada
de l as pi ezas son típicos de l a
apert u ra , y e s m uy i m portante
saberlos prever y evitar.
97
5
EJERC I C I OS
Problema 1
Estudiemos l a posición con
cal ma. El cabal lo negro
b
e
d
e
J u eg a n neg ras
En esta pos ición l as blancas
acaban de avanzar su peón d e
dama a d 5 , atacando u n
caballo negro. Éste d ispone de
ci nco movi m ie ntos, de sus ocho
m áxi mos pos i bles (las d e m ás
cas i l l as están bloqueadas por
sus propias piezas) . Conviene
saber cuál de e l los es
preferible. Debemos te ner en
cuenta q u e, seg ú n a dónde se
d i rij a el cabal lo, puede ser
acorralado, o b i e n q u edar
desplazado del j u ego, o con
escasas perspectivas. Perder
m aterial no es tam poco
atractivo, ni s i q u iera si se
tratara de un s i m p l e peó n . Por
otra parte, u n a vez
considerad as con dete n i m i e nto
todas y cada u n a de las ci nco
posi b i l i d ades, convi ene tam b i é n
contem plar la captura d e otra
pieza o un contraataq ue. E n
ocasio nes s o n estos recu rsos
los q u e pueden reso lvernos la
papeleta.
.
. . , Cd8. N u evame nte, e l caballo
d ispone de las s i g u i e ntes
q ued aría s i n saltos adecuados
opciones: mover a d8, b8, a5,
d u rante alg ú n tiempo, ade m ás
b4, d4. Contemple mos l as
de privar a la torre de a8 d e
j u g adas del caballo. 1 . . . , Ca5
u n a cas i l l a q ue pod ría estarle
es m uy mala debido a 2 . b4,
desti nada. N os q ueda tan sólo
.
a
tiempo. Fijémonos ahora en 1 .
pu esto que el cabal lo ha
1 . . . . , Cd4 (q ue, por cierto, al
q uedado sin ret i rada y será
tratarse de una cas i l l a central ,
captu rado. 1 . . . . , Cb8, vo lvi endo
es la pri mera q u e h abría q u e
a su casi l l a i n i cial , es una
cons iderar) . Esta j ugada tiene
j u gada muy triste. E l cabal lo
u n defecto : pi erde u n peón y
deberá volver a desarro l l arse
en aj ed rez no h ay por q u é
poste riormente y solamente
h acer regalos, si e l l o no es
entonces podrá mover la torre.
i m p resc i n d i b l e o no viene
Ad emás, si se desea d esarrollar
compe nsado por otros factores.
el cabal lo por d 7, habrá que
Tras 1 . . . . , Cd4, las blancas
mover primero la dama. Po r
j ugarían 2. C x d4, y tras 2 . . . . ,
tanto, u n a j ugada q u e i m p l ica
e x d4 (mucho peor sería ahora
tantas pérd i d as d e t i e m po
2 . . . . , A x e2 , debido a q u e e l
solamente podrá ser tomada en
bl anco reto maría e l alfi l c o n su
co nsideración si todas l as
caballo de d4, y ganaría u n
d e m ás alternativas fueran
cabal lo en l o s cam bios)
catastróficas. 1 . . . . , Cb4 i m p l ica
seg u i ría 3. A x d4 (para, si 3 . . . . ,
asi m ismo g raves pérd i d as d e
A x e2 , to mar con el caba l l o de
t i e m po. El cabal lo p u e d e s e r
c3, m i e ntras l a dama sigue
atacado por u n p e ó n q u e
defend iendo su alfi l), o b i e n 3.
avanzara a a3. Desde b4 sólo
A x g4, D x g4 4. A x d4 (en l a
podrá i r a a6 y allí no
'
d ispondrá de n u evos saltos
tercera j u gada las negras no
adecuados, por lo q ue deberá
alternativas, ni aun atacando l a
permanecer acorral ado l argo
d a m a b l anca, puesto q u e su
pueden co nsiderar otras
propia dama amenazaba ser
captu rada con j aq u e al rey) . En
resumen , l as neg ras q u edarían
con peón de me nos. ¿ Existe
alg u n a j ugada mejor en esta
posición?
EJERC I C I OS
b
e
d
Problema 4
Problema 3
Problema 2
a
5
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
J uegan neg ras
J u egan b l an cas
J u eg a n blancas
De n u evo las b l ancas acaban
de avanzar su peón de la
col u m na d, esta vez a d4. Este
avance, en la apertura , l as m ás
de l as veces es bue no,
s i e m pre, claro, que no p ierda
m aterial . Gana terreno y crea
te nsión , además de l u char por
l a i n iciativa. Pero en este caso
concreto e l avance es
prem atu ro, pues las negras
disponen de un enérg i co
contraataq ue. Conviene ve r en
este caso las ventaj as que
reportan a veces cam b i os
aparenteme nte igualados
En este caso, con peón de
m ás, son las negras y en
concreto su dama l as q u e
están en g rave pel i g ro. La
audaz sal ida, q u e ha permitido
ganar u n peón de forma
prematura , nos rec uerda al
ratón q u e por comer e l q ueso
se i ntroduce en l a tram pa. La
m isión de l as blan cas ahora es
cerrar la raton e ra para q u e no
escape la dama g l oto n a .
Para resolver adecuadame nte
e l problema, debe atenderse
s i m u ltáneame nte a dos
aspectos: u no, amenazar a la
dama te meraria, y e l otro,
proteger las propias piezas y
cerrar las pos i b les vías de
escape. Si cree haber dado con
l a solució n , escríbala y
compruebe s i , e n efecto, la
dama q uedó atrapada e n la
tram pa.
En esta posició n , las blancas
poseen un desarro l l o s u perior,
tienen sus pi ezas d ispuestas
para agred i r tanto al rey como
a la dama de l as negras, y
solame nte es preciso q u e no
pierdan el tiempo e n sacar
ve ntaj a de estos factores.- La
diferencia entre la dama negra ,
vulnerable y víct i m a de
posib les, ataq ues, así como
circ u n scrita a m isiones
estrictame nte defensivas, y l a
d a m a b l anca, la c u a l , j u nto a
su torre de e1 , - es u n a p i eza
poderosa para atacar al rey
negro aún s i n en rocar, es
palpable y nos h ace suponer
q u e puede haber tem as d e
mate.
SO LU C I O NES
Solución 1
E n efecto, l a m ejor j u gada
negra en l a posición del
d i ag rama es: 1 . . . . , A x f3! (no
h ay por qué mover e l cabal lo
todavía) . S i las blancas j u egan
2 . A x f3, e l cabal lo ya puede
saltar a l a bella cas i l l a central
d4. S i , por e l contrario, las
b l ancas toman el caballo con 2 .
d x c6, s i g u e 2 . . . . , D x d2 (en
primer l ugar había q u e
p reservar l a m ás i m portante
pieza atacada, es decir la
dama), 3. A x d2 , A x e2 4. c x b7
(antes de capt u rar al alfi l negro,
a ú n d ispo n ían las blancas de
esta j ugada util), 4 . . . . , Tb8 5.
C x e2 , Tx b7 (ahora las neg ras
atacan el peón blanco de b2) .
Podría seg u i r : 6. b3, 0 - 0.
a
b
e
d
e
g
h
Las neg ras han mantenido
i g u aldad de posición y material ,
res u ltando esta vari ante m uy
p referible a las q u e i m p l icaban
situar el caballo en una pobre
posición o perder alg ú n
m aterial .
5
Solución 2
Solución 3
1 . . . . , C x d4. Esta j ugada y la
q u e sigue constituyen cam bios
i g u alados. La i nte nción de l as
neg ras al efectuarlos se
manifi esta m ás tarde. Podemos
pensar que las negras han de
haberlo visto todo antes d e
h acer u nos cam bios q ue, e n
caso contrario, no les
apo rtarían ventaja. C i e rtamente
sería aconsejable q u e fuera así,
pero no hay q u e d esest i m a r los
cam b i os aunque no conduzcan
a ventaj as claras y tang i b l es.
Un cam bio igualado es
j u stame nte eso, i g u a l ado, y no
debe ser rechazado por
sistema. S i con d u ce a
ganancias de t i e m po o espacio,
puede ser suficiente motivo
para q u e resu lte ventajoso a
medio plazo. Las blancas,
n at u ralmente, retoman :
2 . C x d4, e x d4 (las neg ras
pod rían haber tomado con el
peón en su pri mera j u gad a ,
l l egando en caso d e sucederse
los cam b i os, a l a m isma
posició n ; de todas maneras, e n
caso de 1 . . . . , e,x d4; había q u e
considerar tam b i é n la
pos i b i l idad de 2 . Ad5) 3. D x d4,
c5 (ganancia de t i e m po. Eso
sólo ya j ustificaría entrar e n los
cam bios) 4. Dd1 (otras
reti radas de la dama no
m ejorarían las perspectivas
blancas) , 4 . . . . , c4 (y el alfi l es
la pieza blanca q u e fi n a l m e nte
q u eda copada) .
1 . Cd4- b5, . . . (Esta j u gada
ataca al alfi l negro de c5, con
el alfi l de e3, y amenaza
capturar la dama negra con
Tb1 . Las neg ras probab lemente
deben res i g narse a j ugar A x e3
y perder su dama.). Peor
resu lta j u gar: 1 . . . . , Ab4
2 . Ad2 , . . . (Y ahora la dama
negra no tiene manera de
evitar ser acorralada después
de Tb1 . Si las neg ras j u g aran
2 . . . . , A x c3, perderían d e todos
modos la dama l uego de 3.
A x c3.) .
Solución 4
1 . C x e5, . (Am e n aza l a dama
negra, ataca f7 por tercera vez
e i m pide q u e, contra la j ugada
Da4 + , que amenazaría al
tiempo al rey negro y a su alfi l
de a5, las neg ras d i spongan d e
la d o b l e defensa . . . , Cc6
-ahora este caballo sería
captu rado por el cabal l o
blanco-. L a d a m a negra, q u e
debe mover, h a de acud i r én
defe nsa del alfi l de a5.) 1 . . . . ,
Db6 2 . Ab5 + , . . . ( Para abrir
paso a la dama h ac i a f7.)
2 . . . . , c6 3. Df7 + , Rd8
4. C x c6 + , C x c6 5. A x c6.
Ahora la ventaja b l anca es
prácticamente decisiva , debido
a la amenaza de m ate con 6.
De?, pu esto q u e si 5 . . . . , De? 6.
Te8 + , Tx e8 7. D x e8 m ate.
. .
6
U N I DAD
La disputa del centro cobra una importancia decisiva
desde la fase más temprana de la partida. Las
escaramuzas entre las piezas y peones de ambos
bandos definirán la posesión del mismo, pero también
causarán la apertura de columnas y la inicial
desprotección del rey. El monarca debe buscar refugio
con un movimiento característico: el enroque.
D La apertura (y 1 1 1)
• E l papel d e los peones e n
l a l u c h a p o r e l c e ntro
• E l e n roq u e y l a seg u ri d ad
d e l rey
D Resumen
• U n i d ad 6
D
Partidas famosas
• C u an d o e l aj ed rez n o
e ra m ate r i a l i sta .
San Pete rs b u rgo, 1874
D
Ejercicios
D
Sol uciones
• Ej e m p l o s y p ro b l e m as
La
apertura (y 1 1 1)
El papel de los peo nes en l a l ucha por el centro
Estrictamente hablando se considera centro el grupo de cuatro es­
caques situados en medio del tablero, es decir, los puntos e4, d4,
e5 y d5 . Pero en ocasiones se usa la expresión «centro ampliado »
aludiendo a las casillas contenidas en el cuadrado formado por c3 c6 - f6 - f3 en los cuatro vértices .
Debido a que la lucha central suele extenderse también a los esca­
ques lindantes con los cuatro principales, al hablar del centro nos
referiremos generalmente al ampliado.
En la partida de aj edrez (lo hemos visto a través de numerosos
ej emplos), el centro recibe un tratamiento muy especial . A partir
de los primeros movimientos los dos oponentes luchan por su po­
sesión. ¿Por que es tan necesario el dominio de unos pocos cua­
dros elegidos en la amplia globalidad del tablero? Pensemos en el
papel fundamental del medio campo en el partido de fútbol; desde
allí el centrocampista reparte j uego verticalmente o hacia los extre­
mos. O bien fij émonos en el tenista que, después de servir con fuerza
la pelota corre raudo hacia el centro de la pista para que su raqueta
cubra desde allí cualquier rincón de la misma. De igual forma, las
piezas de aj edrez que ocupan una esquina difícilmente pueden coor­
dinar acciones efectivas o responder a un ataque que se produzca
en el otro extremo. El estudio del papel que desempeña el centro
en la batalla aj edrecística ayudará al aficionado a comprender el
problema de la apertura y del medio j uego.
La primera acometida se realiza con los peones: que aseguran el
control de importantes casillas e impiden el posicionamiento de las
piezas enemigas en ellas .
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
Veamos a continuación un ej emplo característico :
l.
2.
3.
4.
e4, es
Cf3, Cc6
Ac4, Aes
c3, ...
6
5
4
3
He aquí una forma característica de reforzar el control de una casi'
lla central (d4) .
1 02
a
b
e
d
e
La apertura (y JI/)
Este «tímido» avance contempla horizontes más ambiciosos, como
nos desvelará la siguiente j ugada blanca.
4 . ... , d6
5. d4, e x d4
6. c x d4, ...
6
5
4
No cabe duda que las blancas han hecho un buen negocio. Dos de
sus peones forman una auténtica estructura central y lo que es más
importante, han cambiado su peón «C» por el «e» negro (es decir
un peón de flanco por uno del centro) lo que ya les otorga cierta
supremacía en la batalla por el control del núcleo del tablero.
3
a
b
e
d
e
g
h
Esto nos abre el camino para introducir una regla práctica en los
casos en que una captura pueda ser realizada de distintas formas :
Los peones deben dirigirse hacia el centro. Observemos un caso prác­
tico:
La norma de l levar peones al ce ntro
A las negras se les pl antea l a d i syu ntiva de captu­
rar e l caballo con e l peón «d» o con el peón « b » .
E l primero fac i l ita la i n corporación i n mediata del
alfi l , pero el seg undo respo nde m ejor al obj etivo
de vigilar el centro. Después de . . . , d x c6 las ne­
g ras apoyan e l pu nto d5, pero con . . . , b x c6 se
reservan l a pos i b i l i dad de j ugar posteriormente
«d5», conve n i e nte me nte soste n i do, con lo cual l u ­
chan ade m ás p o r el control del pu nto e 4 . L a se­
cuencia correcta es: 1 . . . . , b x c6 2. 0 - 0, d5
3. ex d5, c x d5 4. Te1 + , Ae6. Y las neg ras mantie­
nen m ás peones e n el centro.
6
6
5
5
4
4
3
3
a
b
e
Posición inicial.
e
a
g
Posición después d e 1 . . . ,
d x c6: las negras pierden
peones en el centro.
.
b
e
e
g
Posición tras 4 . . . . , Ae6 : las
negras han reforzado el
centro.
Estudiemos las auténticas características del centro que se ha al­
canzado. Para ello desnudemos de piezas la posición y conserve­
mos únicamente los peones.
Los importantes escaques f5 , e5 , d5 y c5 están controlados por
las blancas . Como es lógico, en ellos no puede situarse pieza negra
alguna, y en cambio las blancas sí que disponen de cuadros centra­
les para instalar las suyas.
1 03
La apertura (y !JI)
Veamos en el diagrama la posición anterior sin piezas.
Posición de los peones
8
6
5
Otra característica a tener en cuenta es que si la estructura negra
no incluyera un peón en «d6», en otras palabras, si las negras no
se manifestaran en el centro, serían incapaces de contener el avance
de los peones centrales, lo que ocasionaría un colapso entre sus lí­
neas y la asfixiante sensación de falta de espacio para maniobrar
con lass piezas.
Veamos una partida típica, fiel reflej o de lo que acabamos de indi­
car y caso ilustrativo de lo que tenemos que impedir en nuestros
Juegos.
1.
2.
4
3
a
e4, e5
6
Cf3, Cc6
5
3. Ac4, Ac5
4
4. c3, Cf6
3
Una medida más modesta para impedir el avance de los peones
centrales blancos era 4 . . . . , d6, alcanzando la estructura que hemos
estudiado más arriba.
Ahora se establece el choque de peones en el centro.
5. d4, e x d4
6. e5, De7?
Esta j ugada cabe calificarla abiertamente de errónea. Como ya es
conocido, la salida prematura de la dama es una débil
medida. La
•
forma más enérgica. de mantener el equilibrio central era el contraataque sobre una de las piezas blancas más activas (6 . . . . , d5). Si 7 .
e x d6 (al paso) , D x d6 . O bien 7 . e x f6, d x c4 8 . f x g7 , Tg8 .
Como podremos constatar, el j uego negro sería mucho más acon­
sej able que el que ahora va a producirse.
7. 0 - 0, . . .
6
5
4
3
Excelente, y también característico. Las blancas efectúan un movi­
miento de desarrollo que a la vez supone una defensa indirecta del
peón, muy utilizada cuando el rey está desenrocado. '
1 04
b
e
d
e
La apertura (y JI!)
Las negras no pueden permitirse la captura del peón «e5» so pena
de perder una pieza: 7 . . . . , C x e5 ? 8. Tel d6 9. c x d4, C x f3 + 10.
g x f3 , obliga a 10 . . . . , Ae6 11. d x c5 .
7 . ... , Cg8
9. d5, Ca5
8. c x d4, Ab6
El avance imparable de los peones está sembrando la descoordina­
ción entre los efectivos contrarios. Poco a poco las negras ven más
reducido su espacio y las casillas donde ubicar las piezas son más
escasas.
4
3
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
t
g
h
a
b
e
d
e
t
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
El siguiente paso es romper la posición para demostrar la ventaj a
de desarrollo en juego abierto.
10. d6,
e X d6?
Como mal menor era indispensable no favorecer la apertura de la
columna «e», lo que se lograba simplemente desplazando la dama
de forma directa, sin la captura previa.
La columna recién abierta será el pilar básico del incontenible ataque
blanco.
11. e X d6, Df6
12. De2 + , Rf8
13. Tel ! , ...
El centro avanzado ha estorbado la conexión entre las figuras ne­
gras. Ahora el negro echa de menos no haber adelantado su peón
«d» para que el desarrollo del alfil diera a la torre «a8» la opción
de entrar en juego neutralizando el mate que las blancas amenazan
con De8 .
En su lugar las negras se ven impelidas a un nuevo desplazamiento
de la dama.
14 . ... , Dd8
15. Ce5, C X c4
16. D x c4, ...
5
4
3
Renueva la amenaza sobre el peón «f7», esta vez con efectos devas­
tadores. ¿Cómo contrarrestarla? 16 . . . . , Ch6 permite a las blancas
eliminar la pieza defensora con la simple toma 1 7 . A x h6.
105
La apertura (y III)
El negro opta por la alternativa más atractiva: la defensa del punto
« f7 » en combinación con el ataque sobre « f2 » .
16 . ... , Df6
6
5
Las blancas han creado amenazas constantes, perj udicando la po­
sición contraria y obligando a movimientos poco prácticos. El prin­
cipal defecto en el campo negro es un rey en situación precaria, y
puede explotarse de forma directa si se emplea el arma más pode­
rosa en aj edrez: el razonamiento.
4
3
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
g
h
El análisis de la posición revela un rey negro sin casillas de huida,
un caballo que podría dar un j aque mortal en «d7» si el alfil no
defendiera ese cuadro crucial, y una dama que puede contactar con
al pieza protectora. La conexión lógica de estos factores desenca­
dena la victoria.
17. D X c8 + ! ! , ...
Sacrificio de la dama que encontrará una recompensa inmediata.
La respuesta negra es forzada.
17 . ... , Tx c8
18. C x d7 + +
jaque mate
8
6
5
4
3
El desenlace ha sido espectacular y realmente fulminante.
Esta partida no debe sentar la idea de que el avance de peones cen­
trales es positivo en todos los casos. En el ej emplo estudiado las
blancas mantienen en todo momento la iniciativa, lo que nos da
una idea de la importancia del desarrollo combinado con la ame­
naza.
También cabe señalar que la adecuada disposición de las piezas
blancas proporcionan un importante soporte al avance de sus peo­
nes, y que las negras no disponen de un método efectivo de llevar
a cabo el contraataque. En aquellos casos en que no se dan estas
circunstancias, un avance prematuro puede ser muy contraprodu­
cente de cara a nuestro obj etivo de poseer el centro. '
106
La apertura (y JI!)
El avance de los peones centrales debe realizarse bajo ciertas
condiciones: posesión de la iniciativa y posibilidad de dar so­
porte adecuado a los m ismos con el resto de piezas y peones.
De lo contrario es una pérdida de tiempo que sólo conduce a
la debilitación de la estructura central.
El e n roque y la seg u ridad del rey
En capítulos anteriores trazamos pautas para el desarrollo, adverti­
mos de la necesidad de aplicarlas en cada una de nuestras partidas
y de que su omisión puede conducirnos, incluso, a una derrota con
escasa lucha.
Ya entonces se advertía de la necesidad de salvaguardar la segu­
ridad del rey, retirándolo del centro del tablero para evitar un ata­
que demoledor sobre el mismo en el caso de que los peones centra­
les desaparezcan y la posición se abra. Es el momento de profundizar
algo más sobre el tema.
La cuestión que ahora nos ocupa es, más que ninguna otra, una
cuestión de supervivencia aj edrecística. El rey es la pieza básica en
cualquier tablero, su captura es esencia y obj etivo último del j uego;
por eso resulta tan decisivo darle protección.
Vamos a ver un caso típico de rey mal protegido. A simple vista su
seguridad no parece amenazada, pero la realidad es bien distinta.
l. e6! , ...
6
5
4
3
Encaminada únicamente a abrir más la posición del rey, en particular la columna « f» , por donde se prepara la irrupción de las piezas blancas .
a
b
e
a
b
e
d
e
g
e
g
Las negras no pueden capturar el indefenso alfil por la amenaza
2. D x f7 + +
l . ... , f x e6
2. 0 - 0, ...
6
5
4
Representación misma del desarrollo perfecto. En una sola j ugada
el rey encuentra refugio, la aislada torre se incorpora a la lucha y
se plantea una poderosa amenaza directa, la misma que en el movimiento anterior.
3
1 07
La apertura (y JII)
La dama negra debe acudir en defensa de su monarca.
2 . ... , De7
3. Ag5 ! , ...
6
5
4
3
Actuando con intachable lógica. Como la dama defiende el mate
amenazado, si desviamos la pieza protectora podremos culminar el
ataque.
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
La maniobra siguiente es forzada.
3 . ... ,
D x g5
4. Df7 + , Rd8
6
5. D x d7 + + .
5
4
3
El peón blanco de la columna «e» actuó como un kamikaze y abrió
brecha para sus piezas.
Desde los primeros instantes se producen en la parte central del ta­
blero pequeñas pugnas por la posesión de la misma. Ello trae con­
sigo (lo hemos visto en varios ej emplos) la apertura de columnas,
muy apropiadas para la colocación de damas y torres pero poco
recomendables para la permanencia del rey. El enroque, parte pri­
mordial del desarrollo, cumple dos requisitos fundamentales: res­
tablecer la protección del monarca, resguardándolo tras una for­
mación de peones, y facilitar a las torres, concretamente la del ala
donde el rey decide enrocar, la incorporación al j uego y el control
de las columnas centrales.
Para completar el desarrollo debe asegura rse la posición del rey
y poner las torres en juego, ocupando las colum nas centrales.
Ello se consigue mediante el en roque.
Prescindir de este particular movimiento, por el contrario, suele con­
ducir a la debacle. El rey negro en el centro resulta especialmente
vulnerable. Por eso, cuando el juego del oponente lo facilita, es una
decisión acertada privar al rey contrario del derecho a enrocar. Re­
cordemos que una vez se ha movido el rey ya no puede efectuarse
'
nunca más el enroque.
108
La apertura (y !JI)
En la posición del diagrama se ·ve con claridad que las negras de­
ben capturar el alfil, bien con la torre, bien con la dama, ya que
la captura con peón debilitaría el escudo protector del propio rey.
Posición inicial
Pero ¿por qué tomarlo inmediatamente? Si así lo hacen, las blan­
cas enrocarán por el lado corto y muchos de sus problemas se solu­
cionarán.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Intercalemos una jugada que fuerce al rey blanco a mover:
1 . ... , Das + !
Pero no l. ..., Te8 + ?
2. Rfl, .. .
Y
2
•
2.
Ae5
ahora sí
, Tx f6
•••
La posición negra ha mej orado, o mej or dicho la blanca ha empeo­
rado ostensiblemente.
Como consecuencia de esta jugada intermedia, el bando blanco tiene
graves problemas para comunicar sus torres (lo que quiere decir que
la torre en «hl » no podrá entrar en juego durante largo rato), y su
rey tendrá dificultades para encontrar una buena ubicación. El acoso
al rey blanco desenrocado se convertirá en un tema importante de
ataque para el bando negro.
El rey desenrocado no sólo corre g raves peligros sino que ade­
más i m pide el juego de las to rres, al esto rbarles e l acceso a las
colum nas centrales.
En ocasiones, los problemas para enrocar no derivan del hecho de
que el rey haya sido forzado a mover, sino a que una pieza adversa­
ria impide el paso de éste hacia el flanco.
Posición inicial
Corresponde el turno a las blancas. El recuento de material indica
que tienen un peón menos, pero a su favor cuentan con un rey más
seguro. Deben procurar que el monarca negro no disponga del en­
roque para seguir en posesión de esa ventaj a.
3
2
a
b
e
d
e
g
h
109
PAR TIDA S
Mijaíl Chigorín
El jugador reconocido indiscu­
tiblemente como pa triarca del
ajedrez ruso fue un caso de ini­
ciación tardía, desde el punto
de vista de los pa trones de
n uestros días. Hasta bien cum­
12
1850)
plidos los veinte años (nació el
de noviembre de
no
empezó a progresar en el jue­
1878
go, y su primera victoria signifi­
ca tiva la obtuvo en
al de­
rrotar en un match celebrado en
San Petersburgo a Emmanuel
1881
Schiffers. Con el tercer p uesto
en el torneo de Berlín de
·
Cuando el ajedrez
no era materialista
Partida jugada en San Petersburgo, 1874
Chigorín
Davidov
Blancas:
Negras:
l.
2.
3.
4.
s.
e4, es
f4, e x f4
Cf3, gS
Ac4, g4
0-0, ...
(ganado por Zukertort en el me­
jor momento de su carrera), el
dama negra, y ahora idean un
plan de tres j ugadas : con la
primera amenazarán Cc7 + y
dej arán paso al alfil hacia c3 ;
la segunda amenazará la torre
de rey negra, y la tercera pon­
drá en un serio compromiso al
caballo de e7 .
ya aceptado como mejor aje­
drecista de la Rusia zarista se
12.
13.
14.
lS.
dio a conocer internacionalmen­
te. Por entonces pasó a dedicar­
se plenamente al ajedrez, lo
cual, si bien nunca le proporcio­
nó fortuna ni una vida pacffica
y estable, sí había de llevarle
a conseguir grandes honores.
Sus mejores éxitos en torneos
York,
1889 y en Budapest 1896,
pero
ganó
fueron las victorias en Nueva
a demás
m uchos
otros torneos. Además su actua­
ción como teórico y analista de
aperturas fue m uy importante.
Pero los puntos culminantes de
su carrera fueron los ma tches
por el título mundial que dispu­
1889,
10,5
1892,
tó con Wilhelm Steinitz. En el pri­
6,5.
mero, en
a
12,5
perdió por
10,5.
E n e l segundo, e n
sólo por
a
"'
Estos en-
cuentros se celebraron en la
ciudad de La Habana . Chigorfn
venció a Steinitz en encuentros
amistosos y empa tó fren te a S.
Tarrasch .
1908 sin
Murió Mljaíl Chigorín el
enero de
25
de
haber encon­
trado aún un sucesor como me­
jor jugador de Rusia .
llO
Después del peón, Mij aíl Chi­
gorín sacrifica un caballo ¡ en
la quinta j ugada ! Verdadera­
mente, nadie podrá acusar a
las blancas de ser materialis­
tas en esta . partida.
S . ... , gxf3
6. D x f3, Df6
7. eS, D x eS
8. d3, Ah6
9. Cc3, Ce7
10. Ad2, Cbc6
11. Tael, DfS
Las blancas han completado
la movilización de sus piezas
con el recurso del ataque a la
CdS, Rd8
Ac3, Te8
Af6, AgS
g4, ...
No es posible 15 . . . . , f x g3 al
paso, por 1 6 . D x f5 , ganando
la dama. Ahora las blancas
procuran por todos los medios
a su alcance abrir paso a su
batería de dama y torre.
lS .
16.
17.
18.
19.
... , Dg6
A x gS, D x gS
h4! , D x h4
D x f4, d6
Cf6, ces
Las negras deciden corno mal
menor ceder su torre de f8 .
Pero no es ese el obj etivo que
persigue Chigorín . Las blan­
cas siguen alej adas de cálcu­
los materialistas y sacrifican
más material .
Los pioneros del ajedrez ruso
20.
21.
22.
23.
E n e l siglo pasado y en los inicios d e éste, unas pocas pero
Tx eS, d x eS
D x eS, A x g4
Dd4 + , Rc8
Ae6 + , ...
desta cadas personalidades empezaron a escribir importa n tes
páginas para el ajedrez ruso, que en la época soviética había de
llegar a tener tan ta importancia .
Los ajedrecistas que abrieron el fuego eran miembros de familias
aristocráticas, con fortuna personal, pero por lo general vástagos
bohemios y de vida irregular, mal vistos en el ambiente del que
procedían. Sus hazañas se llevaban a cabo en los cafés y
salones e uropeos donde se jugaba al ajedrez, y even tualmente
6
en San Petersburgo, la capital del zar y la más europea y
5
cosmopolita de las ciudades del estado. No obstante, hasta poco
4
a n tes de la revolución n o empezaron a celebrarse con cierta
regularidad los torneos «de todas las Rusias» en los que los
3
ajedrecistas polacos (sometidos entonces a Rusia) impusieron
muchas veces su ley Los príncipes y aristócratas rusos eran
a
b
e
bastante aficionados al ajedrez y ocasionalmente producía n
d
e
g
partidas brillan tes, pero n o podían competir c o n los profesionales.
h
No obstan te, unos pocos jugadores rusos (Chigorín ante todo,
¡ Lo que faltaba! Ahora, des­
pués de 23 . . . . , fx e6 24 .
Dd7 + , Rb8 25 . D x e8 + , Cc8
26. Cd7 sería mate, mientras
que, después de 23 . . . . , A x e6,
las blancas por una vez se
comportarían de forma materialista y capturarían la dama
negra.
23 .
24.
25.
26.
27.
... , Rb8
A x g4, Dg3 +
Rhl, Cc6
Cd7 + , Rc8
Ces + , ...
Jaque « a la descubierta» del
alfil de g4.
27 . ... , Rb8
28. C x c62, b x c6
29. Db4 + +
jaque mate.
Kiesseritzky, Schiffers y más tarde el joven A lekhine) sí alcanzaron
ese nivel. Política aparte, la revolución soviética mostró su
consideración hacia esos hombres, los grandes precursores del
ajedrez ruso.
·
C h i gorín fue el ídolo y el
maestro de toda u n a
generac i ó n , q u e l l evó s u
recuerdo a través de los
avatares de la Revo l u c i ó n
r u s a . E n esta fotog rafía
h i stórica, Len i n (a la
izq u ierda, con som b rero)
j u ega u n a partida con
Bogdánov en Capri , bajo la
ate nta m i rada de M áxi m o
Gorki . (Zardoya.)
La apertura (y Ill)
Con esta intención realizan la siguiente j ugada.
l.
Aa3 ! ! , ...
Esta simple j ugada revela los inconvenientes de la posición de las
negras, y les advierte que deben proceder con sumo cuidado. Por
ej emplo: l . . . . , Dc7 2. Cg5 ! , y la amenaza sobre el punto «f7 » su­
pone un obstáculo insalvable para el segundo jugador. Tampoco la
j ugada del texto contribuye a sortear el embate. Necesario era l .
. . . , h6, aunque no mej ora en absoluto la posición .
7
6
2
b
a
d
e
e
La permanencia del rey en el centro es la causa de que las negras
se vean necesitadas de movimientos tan poco atractivos.
l.
2.
... , Db6
CgS ! ! , ...
¡ Igualmente! Las negras buscaban alivio en el cambio de una pieza
tan activa como la dama, a la vez que daban una casilla de escape
a su rey (d8) .
Como s e verá a continuación, su esfuerzo e s baldío.
2 . ... ,
D x e3 ?
Las negras s e obcecan en s u proyecto d e cambiar damas, pero lo
único que consiguen es una derrota inmediata. Cbmo mal menor
debía responderse 2 . . . . , c5 . La captura del peón «f7 » continúa sin
evitarse y la posición negra es, igualmente, calamitosa, pero al me­
nos se evita el mate.
a
b
a
b
e
d
e
f
g
h
f
g
h
Ahora las negras sucumben porque no tienen defensa posible.
3. A x f7 + ,
4.
Rd8
Ce6 + + .
La maniobra de ataque a un rey desprotegido resulta especialmente
instructiva.
112
e
d
·e
La apertura (y !JI)
Veamos a continuación una breve partida que ilustra los perjuicios
de aplazar en exceso el enroque, con el simple obj eto de conseguir
una pequeña ventaj a de material que en nada compensa las pérdi­
das de tiempo ni el descuido de la posición del rey.
1. e4, es
2. Cf3, Cc6
3. d4, e x d4
4. C X d4, Dh4?
Ya conocemos este tipo de jugadas. Ataca un peón central, pero los
inconvenientes de desarrollar prematuramente la dama son muy su­
periores a la amenaza.
a
b
a
b
d
e
f
g
h
f
g
h
f
g
h
e
Las blancas prosiguen correctamente su desarrollo, movilizando el
caballo.
5. Cc3, Ab4
6. Dd3, ...
El ataque sobre «e4» obliga a este tipo de defensa, pero como vere­
mos más adelante este desarrollo facilita el plan blanco de enrocar
por el lado largo.
d
e
e
Desarrollo correcto ahora también por parte de las negras.
6 . ... , Cf6
7. C x c6, d x c6 ?
Tampoco esto es acertado. Los peones deben orientarse al centro.
. . . , b x c6 era lo más consecuente.
7.
a
b
e
d
e
Las blancas prosiguen su plan para enrocar en el flanco de dama.
8. Ad2, A x c3
Las negras persisten en su espíritu materialista. Tenían una buena
ocasión para poner su rey a salvo prosiguiendo con el enroque, pero
en cambio optan por la ganancia de un peón, con lo cual sólo con­
siguen manifestar j ugada a jugada la debilidad de su rey.
a
b
e
d
e
f
g
h
113
La apertura (y !JI)
Tras los siguientes cambios, esa debilidad se pondrá de manifiesto.
9.
A x c3 , C x e4
6
5
4
3
Las negras han conseguido el obj etivo que pretendían: la ganancia
de un peón. Pero el «regalo » , en este caso, estaba envenenado.
a
b
e
d
e
t
g
h
a
b
e
d
e
t
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
Ahora las blancas demuestran que habían visto más lej os que su
adversario.
10. Dd4 ! , ...
Jugada de efectos múltiples: protege f2 , impide al rey negro enro­
car (1 1 . D x g7 + + ) e impide al caballo moverse a causa de la inde­
fensión de su dama.
Paso a paso, la superioridad de la posición blanca se hace evidente.
10 . ... , De7
1 1 . 0 - 0 - 0, DgS +
Las negras se ven apuradas por culpa de su carencia de desarrollo.
El cambio de piezas no aliviaba la posición. Veamos: 11 . . . , C x c3
1 2 . D x g7 , Tf8 1 3 . D x c3 , ·con lo cual el blanco ha recuperado el
peón, las dos columnas centrales están abiertas y el rey no puede
enrocar.
.
El blanco consigue dar otra vuelta de tuerca.
12. f4 ! , ...
6
5
4
3
Otra j ugada excelente. Las negras confiaban en 12. Rbl , C x c3 +
1 3 . D x c3 , 0 - 0, pero se encuentran con una desagradable sorpresa
que trunca sus planes .
1 14
La apertura (y JJJ)
Las negras ganan un segundo peón, pero a costa de descolocar su
dama.
12 . ... , D x f4 +
6
13. Ad2, Dg4
5
4
3
Llegamos a la posición clave. A cambio de dos peones las blancas
disfrutan de un buen desarrollo, y las columnas centrales abiertas
dan temas de ataque sobre el centralizado rey.
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
f
g
h
a
b
f
g
h
Obsérvese la manera tan espectacular en que el blanco remata la
partida.
14. Dd8 + , ...
La dama blanca se sacrifica. ¿Por qué? El equipo torre-alfil actua­
rá mortíferamente en la columna y la diagonal abiertas .
Las negras no tienen más remedio que aceptar la dama.
14 . .. . , R x d8
15. Ag5 + , ...
¡ Magnífico ! Las dos piezas blancas que dan j aque (alfil y torre) es­
tán atacadas por la dama (el alfil, también por el caballo), pero nin­
guna de ellas puede ser capturada porque con ello no se eliminaría
el j aque.
e
La única opción es mover el rey.
15 . ... , Re8
16. Td8 + +
j aque mate
4
3
Moralej a: No conviene capturar peones que pongan en peligro la
seguridad del rey.
e
d
e
115
La apertura (y Ill)
RESU M E N :
u n i dad 6
D La ocupación del centro c o n peones permite aseg u rar el contro l d e
c a s i l l a s vitales e i m p i d e s u u t i l izaci ó n por las p i ezas co ntrarias.
• En l a d i syu ntiva d e capt u rar u n a pi eza con dos peones, conviene hacerlo l l evando
hacia el ce ntro el peón q u e capt u ra.
• E l avance de los peones centrales es favorable, pero sólo a con d ición de te n e r la
i n iciativa y d e contar con un apoyo adecuado d e l as piezas m ayores.
D El enroque c u m p l e dos o bjetivos esenciales: l a seguridad del rey y l a
c o m u n icación d e las d o s torres.
Proporciona b u e n as posi b i l idades de ataq ue i m posi b i l itar el e n roq ue del rey contrario,
lo que puede h acerse de dos maneras :
• Obl igándole a m over con u n j aq u e o u n a capt u ra .
• Estorbando su paso h ac i a el flanco c o n l a acción de u n a pieza.
D M antener el rey en e l centro demasiado t i e m p o suele tener efectos
catastróficos. Por eso c o nviene enrocar pro nto.
Una de las man ifestaciones
más vistosas, coloristas y
m u ltitudi narias del ajed rez son
las l l amadas partidas «vivas» ,
en las que personas ataviadas
con trajes de época ocupan el
l ugar de las piezas. La escena
corresponde a una de tales
partidas, que se celebra el
primer domi ngo de septiembre
de los años pares en la g ran
plaza situada ante el Castel/o
da Basso de M arostica, una
peq ueña población del Véneto
(Italia) que conserva aún todo el
(/GDA.)
sabor de la época medieval .
116
EJERC I C I OS
6
Ejemplo 1
Como se sabe, avanzar u n
peón en el centro n o s i e m pre
tiene resu l tados positivos, sino
q u e puede acarrear ciertos
i n conve n i e ntes. Se debe
eval u ar u nos y otros cuando se
presenta e l caso, como e n e l
s i g u i e nte ej emplo:
6
5
4
2
a
b
e
e
garantizarse ya q ue, de mover
las blancas el caballo de f3,
pueden recibir incl uso mate. Por
ejemplo: 2. Ab2, Cc6xeS
3. Axes, Axes 4. CxeS?,
Dxg 2 mate.
·
Del mismo modo, en caso de
tratar de proteger el peón con
2. d4, sigue 2 . . . . , cxd4
3. Cxd4, Cxd4 y podría parecer
que 4. Axb7 resuelve algo, pero
también el caballo de d4 puede
toma la dama blanca, y las
negras ganan una fig u ra. Por su
parte, el salto 2 . Ce4, después
de 2 . . . . , Cc6xeS 3. Cd6 u otra
jugada, Cxf3 + tampoco
resu ltaría conveniente.
En resumen, 1 . e5 pierde u n
peón y e s p o r tanto una j ugada
prematura aquí.
9
J uegan blancas
¿Debe el bando de las b lancas
avanzar el peón de e4 a e5?
Con ello ataca un caballo negro,
que deberá mover de nuevo. No
obstante, alejar el peón de sus
bases puede suponer u n pel igro
que le haga perecer. Se gana ,
tiempo y espacio por el
momento, ciertamente, y no
sería de despreciar la posibilidad
de que el caballo de las blancas
fuera a e4 más adelante, ya que
esa sería una casilla conveniente
para él. Pero después de 1 . eS,
Cg4, el peón q ueda atacado por
tres piezas: los dos caballos
negros y el alfil de g7. Su
supervivencia no puede
Ejemplo 2
d i agonal h5-e8, q u e conduce a
su rey. Al avanzar sus peones a
f6 y h6, han fac i l itado u n
ataq ue l ateral al monarca
negro. Basándose en ese tem a ,
¿q u é pod rían j ugar aq u í l as
blancas?. Es fác i l l l egar a l a
i d e a de 1 . exdS, y a q ue, si l as
neg ras j u egan 1 . . . . , CxdS,
sigue 2. Ag6 + , y el rey negro
debe mover a e?, donde
estorbará e l desarro l l o de sus
p iezas y no podrá e n rocar. Si
l as negras recapt u ran con un
peón (por eje m plo,
1 . . . . , cxdS) , e ntonces l as
blancas j uegan 2 . Ces
(preparando 3. D h 5 + ). Después
d e 2 . . . , fxeS (de l o contrario
l as b l ancas d i spond rían
tam bién de la pos i b i l idad
3. Cg6, atacando a l a tor re) , l as
b lancas pueden seg u i r con
3. DhS + , forzando la secuencia
s i g u i e nte : 3. . . . , g6 4. Axg6 + ,
Cxg6 5. Dxg6 + , Re? 6. Ah4 + , y
al reti rarse e l rey, el alfi l b l anco
capt u rará la dama.
.
7
5
4
3
a
b
e
d
e
9
h
3
J uegan blancas
E n este caso, adem ás d e haber
hecho j ugadas, e n general ,
poco úti l es para e l desarro l l o
de piezas, l as negras h a n
d e b i l itado g ravem ente l a
a
b
e
e
9
117
EJERC I C I OS
Problema 1
6
Problema 2
Problema 3
6
5
4
3
a
b
e
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
J uegan blancas
Juegan blancas
Juegan blancas
En esta posició n , las negras
han efectu ado el avance e6-e5
en su ú l t i m a j u gada, y las
blancas tienen la pos i b i l idad de
avanzar su centro de peones.
Por otra parte los peones
negros, y en particular e l de e5,
carece n de protección
suficiente, por lo q u e hay que
l legar a l a conclusión de que
l as neg ras han ced ido
demasiado espacio en la
apertura, y q u e el avance del
peón se h a hecho a destiempo
y s i n garantías. Otro tem a con
e l q u e se puede especular es
l a pobre posición del cabal lo
negro de c6: de verse o b l i gado
a mover, solamente puede optar
e ntre ir a a5 o volver a su
cas i l l a i n icial . Con estos datos,
anal ice las d ive rsas
pos i b i l i dades q u e ofrece e l
j u ego b l anco y encue ntre la
j ugada más fuerte.
Este problema es m uy parecido
a uno de los ejemplos de esta
u n idad . Hay q ue especular con
el jaq ue de la dama blanca en
�5. Es importante abrir paso a la
dama blanca lo antes posible,
aun a costa de sacrificar
materi �! · para aprovechar el
avance erróneo de los peones
negros del flanco del rey en
plena apertura y sin en rocar,
que han dejado a su rey en
situación más q ue precaria. La
maniobra que debe encontrar
consigue ventaja material
decisiva, con posib i l idades de
mate. La diferencia entre la
seguridad de ambos reyes, con
el rey blanco enrocado y el
negro en el centro y sin
protección, resu lta evidente.
Esta vez la debi l idad negra q u e
puede convert i rse en te m a d e l
ataq ue b l anco es e l peón de f7.
Se debe aprovechar el factor
de d isponer de u n alfi l b l anco
en c4, apu ntando h acia ese
peó n , j u nto a un caballo q u e lo
«Observa» desde g5, para sacar
provecho del pos i b l e ataq ue
doble (a la dama y a la torre
del rey de las neg ras) q u e l a
captura del peón de f 7 p o r e l
cabal lo prod uci ría. Por otra
parte, es preciso avanzar el
peón de d5 para q u e el alfi l
«l legue» hasta f7. Dicho avance
co m b i n a las anteriores
amenazas con otras derivad as
de la prese ncia de la torre
blanca en la m i s m a col u m n a
q u e el rey negro desen rocado.
Los eleme ntos de l a
com b i nación , pues, están
dados. Señale la secuencia
correcta de j ugadas.
EJ E RC I C I OS
Problema 4
6
situación del rey negro se va a
h acer crítica, cuando l a dama
b l anca i rr u m pa para col aborar
con el cabal l o d e d5 e n u n a
amenaza de j aq ue m ate.
6
es tam bién el encargado de
proteger el pu nto e5, y puede
sospecharse q u e no podrá
c u m p l i r adecuadame nte tantas
m isiones. En efecto, el · ce ntro
cae y las b l ancas ganan
cuando me nos u n peón .
Problema 7
a
b
e
d
e
g
J uegan blancas
a
Las negras acaban d e mover
su caballo a c6, amenzando
capturar e l cabal lo central
b l anco de e5. Pero e l otro
caballo neg ro está en h6, en
situación m uy precaria. U n alfi l
b l anco pod ría capturarlo, dejar
e �_ p�noso � stád � ��­
confi g u rac ión de_Reo nes ri�gros
e n e l flanco de rey. La dama
b l anca -pod ría entonces i rr u m p i r
pe l i g rosamente. E s p r_eciso_
_
calcular bien l as opcio n es
defensivas de las neg ras para
evitar q u e el ataq ue �_r: i �­
q uede en ag u a de bouajas.
Busque la sol ución m ás
favorable.
Problema 5
El e n roq ue negro ha q u ed ado
bastante desprotegido como
consecuencia del movi m iento
del peón «g», q u e se h a
desplazado a «f6» para capturar
una pieza b lanca. Pero ahora la
b
e
d
e
g
h
J uegan blancas
3
¿ P uede encontrar l as j ugadas
claves?
b
e
d
a
b
e
d
e
g
Juegan blancas
Problema 6
a
4
e
g
h
J uegan blancas
En esta posición , e l e n roq u e de
l as neg ras carece de protección
suficiente. La clave d e su
d efensa reside e n e l peón de
f6, q u e tapo n a la col u m n a «f»
para q u e la dama blanca no
penetre por e l l a . Pero ese peón
Esta posición es algo m ás
com p l eja. Se trata de n u evo de
dar jaq u e con la dama e n h5,
s i m p l e mente para evitar q u e el
rey negro alcance l a seg u ri d ad
del e n roque. Para e l lo h ay q u e
log rar previamente d o s cosas :
q u e el cabal lo negro de f6
desaparezca, y q u e el cabal l o
blanco de f 3 salte ganando
tiempos con el pl anteam i e nto
de alg u n a amenaza. La pista
en este caso puede ser e l
hecho de q u e en c6 las neg ras
tienen un caballo protegido por
u n alfi l , pero que no puede
move r s i n d ejar i n defenso a ese
mismo alfi l . Por ahí viene la
sol ución para establecer e l
salto m ás conve n i e nte d e l
cabal lo de f3.
SO LU C I O NES
6
Solución 1
Solución 4
1 . dS gana al menos u n peó n ,
y a q u e s i 1 . . . . , Cd4 seg u i rá
2 . Cxd4, exd4 3. Dxd4. Si
1 . . . . , Cb8, entonces 2 . fxe5,
dxeS 3. CxeS. Peor todavía es
1 . . . . , CaS por 2 . b4, q ue gana
el cabal lo por u n peó n .
1 . Axh6, Cxe5 (Si 1 . . . , gxh6
las negras deberían aceptar,
después d e 2 . D h5 + , Rd8
3. Cf7+ , l a pérdida de u n a
torre) . 2 . Axg7 (Atacando l a
torre y el cabal lo) , 2 . . . . , Cg6
Solución 6
.
3. Axh8, Cxh8 4. OhS + , Rd8
con ventaj a apl astante
de l as blancas.
5. Dxh7,
Solución 2
1 . Cxg5 gana por la amenaza
D h5 + . Si l as neg ras rep l ican 1 .
. . . , fxgS, e ntonces 2 . Dh5 + ,
Re7 3. Axg S + , gana l a dama
negra .
6
5
4
3
Solución 3
1 . CxeS, . . . (G ana u n peón
central i m portante) . Las neg ras
no deben to mar el cabal lo por
1 . . . , fxe5 2 . Df7 + , Rh8
3. Dg7+ + (o Ag7+ + ) .
.
Solución 7
1 . Axf6, gxf6 2 . Cd4, . . .
(Ahora s e presionan los pu ntos
débi les de l as negras. La dama
bl anca d ará en h5 u n j aq u e
q u e n ad i e puede c u b r i r, y si el
cabal lo negro tom a en d4, el
alfil blanco tom ará a s u vez , e n
b7, atacando de paso l a torre,
lo q ue sería ganador)
2 . . . . , Axd4 (si 2 . . . , 0-0-0
3. Ae6 ganaría la dama por u n
alfi l , ya q ue ésta n o pod ría
reti rarse so pena de dejar
i n d efenso a su rey) 3 . DhS + ,
Rd8, y e l rey neg ro ya no
podrá e n rocar e n esta partida,
q u edando en el centro en g rave
peligro. Tras 4. cxd4, . . . l as
blancas cuentan con m uc h a
ventaja.
.
1 . d 6, cxd6 ( ú n i ca para no
perder e l alfi l de e?) 2 . Cxf7,
gana la dama negra o l a
torre de h8. Tam bién e s u n a
cont i n uación m uy efectiva
1 . Cxf7, Rxf7 2. d6 + , seg uida
d e 3 . Txe7, q u e d eja al rey de
l as negras en una situación d e
g ran peligro.
a
b
e
d
e
g
h
• • •
Solución 5
1 . Dh6, . . . (Plantea l a amenaza
2. Cxf6 + , Rh8 3. Dxh7 m ate) .
Las negras j uegan 1 . . . . , Rh8,
pero después de 2. Cxf6 sólo
pueden retrasar el m ate
sacrificando i n mediatam ente l a
d a m a p o r el cabal lo.
7
5
5
4
4
3
3
a_
120
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
7
U N I DAD
S abemos ya que, al alcanzar la última fila del campo
adversario, el simple peón adquiere el p oder de
metamorfo searse en cualquiera de las piezas de su
b ando, a excepción del rey. De modo que un simple
peón que avanza y s e aproxima a la fila mágica, es un
arma de un extraordinario potencial: puede alterar de
forma radical el curso de toda la partida.
D
Rey y peón contra rey
D
Resumen
D
Partidas famosas
D
Ejercicios
D
Soluciones
• La carre ra
• La l ey d e l c u a d rado
• El rey como soporte
d e l peón
• La opos i c i ó n
• Las pec u l i a r i d ades de l as
col u m nas d e to rre
• U n i d ad
7
• Derrotar a u n cam peón
del m u n d o.
M a rg ate, 1 937
• Ej e m p los y p ro b l e m as
Rey y peó n
contra rey
Por lo general, el peón sólo adquiere posibilidades de coronar cuando
se aproxima el final de la partida y la mayoría de las piezas pesadas
han desaparecido del tablero ; pero en ocasiones es posible crear la
amenaza de promoció n en el medio j uego. Entonces puede verse
a un bando j ugar con dos damas, o bien con tres torres, caballos
o al files . La promoción del peón es un elemento capaz por sí solo
de decidir la partida. Un peón próximo a la casilla de coronación
ofrece toda una serie de posibilidades tácticas y un amplio campo
a la iniciativa del j ugador que disfruta de esa ventaj a .
Por e s o es d e l a mayor importancia conocer desde buen princi­
pio las aplicaciones y las reglas más sencillas de esta facultad de
la más modesta de las piezas que componen el ej ército del tablero.
La carre ra
Cuando la partida se acerca a su conclusión y un peón avanza ha­
cia la casilla de promoción , el factor tiempo pasa a tener una im­
portancia decisiva. Con frecuencia todo se reduce a una carrera en­
tre el peón que avanza y el rey que trata de capturarlo, o entre dos
peones que compiten por llegar a la meta antes que el adversario.
Por ello la posición avanzada de un peón o la lej anía del rey con­
trario se convierten en elementos fundamentales de la posición . U n
simple tiempo de más o de menos convierte a un peón en una baza
de triunfo invencible, o lo relega al rango de un accesorio inútil .
Analicemos en primer lugar un ej emplo elemental .
Posición de partida
6
5
Un simple golpe de vista permite apreciar que los peones avanza­
rán libremente porque ninguno de los dos reyes está en condiciones
de detener al peón contrario. La posición está equilibrada en mate­
rial , pero cualquiera que sea el bando al que corresponda j ugar, la
vi ctoria será para las blancas.
122
4
3
2
Rey y peón con tra rey
¿ Por qué? Porque su peón está más avanzado, y llegará antes a la
última fila. Entonces podrá i mpedir la coronación de su homóni ­
m o negro. Veámoslo.
8
7
6
l . b6, gS
2. b7, g4
3. b8
D + , Rg7
4. Dg3, ...
5
4
=
3
2
E n l a j ugada siguiente e l blanco capturará e l peón negro, y luego
dará mate con su dama por el procedimiento ya estudiado.
Es fácil apreciar que, si en la posición inicial les corresponde j ugar
a las negras, el resultado no varía:
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
l. ... , gS
2. b6, g 4
3. b7, g3
4. b8
D + , Rg7
5. D x g3 + , ...
6
5
4
=
3
2
Y
de nuevo se t rata de dar mate con la dama .
Todo esto es muy sencillo. Pero veamos ahora la posición del diagrama . El blanco cuenta con un peón más . ¿Qué ocurre si intenta
coronarlo por el simple procedimiento de avanzarlo?
6
l . b4, Rf7
2.
bS,
Re6
3.
b6, Rd6
4.
b7,
Rc7
al llegar el peón b lanco a la octava fi la y pedir dam a , el rey negro
la captura y se llega a u n a posici ó n de tablas . ( Luego veremos que
las blancas no han j ugado bien; debieron apoyar el avance del peón
con su rey ) .
Y
5
4
3
2
E n cambio, si en la anterior posición el rey negro est uviera e n h 8
e n lugar de en g 8 , t o d o hubiera cambiado:
l . b4, Rg7
2. bS, Rf6
3. b6, Re6
4. b7, Rd7
S. b8
D, ...
=
5
4
3
2
las blancas ganan. Como se ve, e l res ultado de la partida dependió de un tiempo.
Y
1 23
Rey y peón con tra rey
La conclusión que se debe extraer de estos ej emplos es la siguiente:
Cuando se aspira a coronar un peón , es necesario ante todo con­
tar los tiem pos para com probar si el rey adversario llegará a de­
tenerlo o no. Sólo así podrá saberse si basta con avanzarlo di­
rectam ente, o es preciso apoyarlo con el propio rey.
La ley del cuad rado
En un final de rey y peón contra rey o en casos similares, cuando
uno de los dos bandos dispone de un peón pasado y pretende coro­
narlo, tiene dos formas de averiguar si el rey adversario llegará a
capturarlo. Una es el cálculo directo : realizar mentalmente las j u­
gadas de ambos bandos hasta ver claramente el resultado. Es un
cálculo sencillo, e incluso recomendable para el j ugador novel . Pero
hay otro procedimiento, de carácter geométrico, que permite aho­
rrar esa tarea: es la llamada «ley del cuadrado» .
Cóm o defi n i r el cuad rado a part i r d e l a posición d e l peón
S i e n la posición del d i ag rama de l a izq u ie rda
j uegan l as blancas, obte n d rán la victoria; s i e n
cam bio l e s toca j ugar a l as negras, l a partida será
tablas. Para evitar la tarea de calcu lar j ugada a
j u gada, debe i mag i n arse u n cuadrado cuyo vértice
se sitúa e n la cas i l l a ocu pada por e l peó n , y cuyo
l ado se prolonga hasta l a octava fila, como
m uestra el d i agrama. E n este caso e l cuadrado lo
8
8
8
7
7
7
6
6
6
5
5
5
4
4
4
3
3
3
2
2
2
a
1 24
forman cuatro cas i l l as en vertical y en horizontal .
Si el rey adversario está dentro de ese cuad rado,
log rará d ete ner e l peón ; s i está fuera del
cuad rado, no lo logrará.
Pued e comprobarse a través de los d i agramas del
centro d e l recuadro Q ugando las blancas pri mero)
y de la derecha (su pon iendo q u e sean l as negras
l as q u e j u egan en primer l u gar) .
b
e
d
e
g
h
a
e
e
g
h
Pos i c i ó n i n icial: el rey negro
Pos i c i ó n después de 1 . b6,
q ueda fuera del cuadrado.
Re7 2. b7, Rd7. El peó n
Re7 2 . b6, Rd7 3. b7, Rc7.
coron a .
Tab l as.
Posición después de 1
.
. .
.,
Rey y peón con tra rey
El conocimiento de la ley del cuadrado resulta de valor inaprecia­
ble para el j ugador. En posiciones claras el cálculo j ugada a j ugada
resulta sencillo; pero en posiciones complej as, las posibilidades de
un error de cálculo aumentan; entonces, trazando mentalmente el
cuadrado y comprobando si el rey negro queda dentro o fuera de
él, todo se simplifica.
Veamos un último ej emplo. En la posición del diagrama, j uega el
blanco y desea saber si le conviene cambiar todas las piezas mayo­
res para coronar su peón. Al trazar mentalmente el cuadrado del
peón, observa que el rey negro queda fuera del cuadrado. Pero des­
pués de los cambios:
l.
8
7
6
5
Tx f6, D x f6
4
2. D x f6 + , R x f6
3
La situación ha cambiado: el rey negro, al capturar la dama, ha en­
trado en el cuadrado y alcanzará el peón . Véase cuánto se ha sim­
plificado la tarea.
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
El rey como soporte del peón
Pero prosigamos el análisis de la posición después de los cambios
de piezas. El rey negro en f6 está dentro del cuadrado del peón blanco
de b4. Si las blancas se limitan a avanzar el peón, el rey negro lo
alcanzará. ¿Quiere esto decir que no hay forma de ganar?
Veamos lo que ocurre si entra en acción el rey blanco:
3. Rb2, Re6
4. Rb3 , Rd6
5. Ra4, Rc6
6. Ras, ...
El blanco no ha avanzado el peón sino el rey, con la idea evidente
de proteger de ese modo la coronación.
Supongamos que la partida continúa del siguiente modo:
8
6 . ... , Rb7
7
7. RbS , Rc7
6
8. Ra6, Rb8
5
9. Rb6, ...
4
3
El rey blanco se ha colocado delante del peón, y entre ambos hay
una casilla de distancia. Esta posición es ganadora para las blan­
cas, porque el rey contrario no podrá evitar la coronación.
2
125
Rey y peón con tra rey
La maniobra de las blancas debe analizarse con atención:
9 . ... , Rc8
9
, Ra8 no varía el
resultado
.
...
10.
11.
12.
13.
Ra7, Rc7
bS, Rc8
b6, Rd7
b7, ...
El rey blanco ha llegado a controlar la casilla de coronación del peón,
y se ha asegurado así la victoria.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
e
g
h
En los finales dé rey y peón contra rey, el bando que tiene la ven­
taja debe tratar de controlar con su rey la casilla de coronación
del peón.
Esta, como todas las reglas generales que se aplican en aj edrez, tiene sus excepciones, y el j ugador debe verificar su vigencia en cada
caso. Veamos lo que ocurriría si en el curso de la partida anterior
las negras hubieran j ugado 9 . . ., Ra8 , en lugar de 9 . . . ., Rc8 :
.
5
10. Rc7, Ra7
11. bS, Ra8
12. b6, ...
3
2
Y de pronto ha surgido la bomba: el rey negro no puede mover ni
está en j aque: la partida es tablas por ahogado.
Este ej emplo sencillo tiene una importancia fundamental . Ilustra
sobre los peligros de los finales de rey y peón contra rey, en los que
las posibilidades de ahogar al rey que se defienda son constantes.
El j ugador de aj edrez debe mantener despiertos sus sentidos hasta
el final de la partida, pues aun la posición aparentemente más clara encierra peligros que sortear.
La posición anterior se gana, efectivamente. El procedimiento correcto es el señalado hasta la j ugada 12 de las blancas (b6) , que es
un error garrafal . En su lugar las blancas debieron j ugar:
12. Rb6, Rb8
13. Ra6, Ra8
No varía nada 5
.
, Rc8 o 5
...
.
...
, Rc7
14. b6, Rb8
15. b7, Rc7
16. Ra7, ...
rey blanco ha vuelto a controlar la casilla de coronación, pero
ahora el rey negro no dispone del borde del tablero para intentar
la maniobra del ahogado; el peón corona .
El
126
a
b
e
d
Rey y peón con tra rey
La opos i c i ó n
Volvamos al análisis d e una posición ya conocida . En l a posición
del diagrama, el negro j ugó:
6 . ... , Rb7
8
7
6
5
4
3
2
Con el resultado que hemos visto. Pero también pudieron j ugar de
modo distinto.
Imaginemos una secuencia distinta de jugadas :
6 . ... , Re7
7. RbS?, Rb7
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
e
g
8
7
6
5
4
3
Hemos llegado a otra posición clave: las negras obtienen aquí las
tablas porque han logrado enfrentar su rey al enemigo y éste está
obligado a j ugar.
En este caso se dice que el rey defensor «ha ganado la oposición» ,
y con ella el empate. Comprobémoslo :
8. Re s, Re7
9. RbS, Rb7
10. Ras, Ra7
2
8
6
5
4
3
El rey negro impide al blanco avanzar y dej ar, entre su posición y
la del peón, una casilla en blanco, que como vimos es la forma de
ganar.
Veamos ahora lo que sucede si el blanco intenta ganar avanzando
el peón .
11.
12.
13.
14.
RbS, Rb7
Res, Re7
bS, Rb7
b6, ...
2
8
7
6
5
4
3
2
Este es otro momento crucial . Tres de las j ugadas de que dispone
el negro pierden, pero la cuarta hace tablas .
127
Rey y peón con tra rey
Las negras no pueden j ugar 14 . . . . , Ra6? por 1 5 . Rc6 y ganan fácilmente; ni 14 . . . . , Ra8 ? 1 5 . Rc6, Rb 8 1 6 . b7, Ra7 1 7 . Rc7 y ganan;
ni tampoco 14 . . . . , Rc8 ? 1 5 . Rc6, Rb 8 16. b7, Ra7 1 7 . Rc7 , y el resultado es el mismo. La j ugada correcta es:
14 . ... , Rb8 !
8
7
6
5
15. Rc6, Rc8
4
16. b7 + , Rb8
3
17. Rb6, ...
2
El rey negro está ahogado, y la partida es tablas. Las blancas no
podían j ugar el rey a otra casilla sin perder el peón.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
La importancia de esta posición es trascendental . Es la clave de los
finales de rey y peón contra rey. Se da con muchísima frecuencia
en las partidas vivas (tanto la posición en sí como la posibilidad
de que se produzca) , y es imprescindible conocerla bien . En ella reside el peligro fundamental que debe sortear el j ugador que intenta
coronar un peón cuando el rey del adversario está delante del mismo. Para comprenderla bien es preciso manej ar dos conceptos importantes : uno es el de «oposición» , que estamos estudiando, y el
otro es el de la «derrota por obligación de mover» , que se conoce
con la palabra alemana zug-zwang .
En la posición del diagrama, ya conocida, al tocar j ugar a las negras su suerte está echada: pierden la «oposición», y con ella la parti da.
6
l.
... , Rb8
2. b7, Ra7
3. Rc7 , ...
5
4
3
Y las blancas ganan . Pero si las negras pudieran «pasar» , o sea renunciar a su derecho a mover, la partida sería tablas (l . b7 + , Rb8
2 . Rb6 y el rey está ahogado) .
Este principio se aplica aquí en su forma más sencilla, aunque su
complejidad y sus posibles aplicaciones se extienden a muchos otros
casos. De momento conviene retener simplemente la siguiente norma:
Mover no es solamente un derecho, sino también una obligación
que en ciertos casos puede representar la derrota .
En cuanto al concepto de «oposición» , es muy sutil y tiene aplica­
ciones que se encuentran entre lo más difícil que el aj edrez puede
llegar a producir. Pero la esencia del concepto reside en estas posi­
ciones elementales .
128
2
---
(1 91 6-1 975)
Avanzada ya la tercera década
de este siglo un estoniano con­
mocionó el mundo ajedrecís­
tico por sus meteóricos pro­
gresos, incluidas sus victorias
sobre varios campeones mun­
diales (Capablanca, Alekhíne,
Euwe) y su triunfo (empatado
con Fine) en el torneo AVRO de
1938, que reunió a los ocho
aspirantes más capacitados a
la corona mundial. La guerra
frustró entonces su espetado
encuentro con Alekhíne.
Paul Keres, nacido en Tallínn el
7 de enero de 1916, trabó co­
nocimiento con el ajedrez
cuando apenas contaba 4 ó 5
años de edad, observando las
partidas que su padre jugaba
en casa. La primera vez que
tomó parte en una prueba fue­
ra de su país fue en 1935,
como integrante del equipo es­
toniano durante la Olimpíada
de Varsovia.
Finalizada la guerra, Keres
ocupó el tercer lugar en el tor­
neo de Candidatos de 1948 (La
Haya-Moscú), y fue invariable­
mente segundo en los de Zu­
rích (1953), Amsterdam (1956),
Yugoslavia (1959) y Cura9ao
(1962). Hasta su muerte en
1975, no perdió la costumbre
de derrotar repetidamente a
campeones mundiales en par­
tidas de responsabilidad (Bot­
vínník, Smyslov, Tal, Físcher,
Spassky).
Keres poseía un estilo muy vis­
toso y personal, primordial­
mente de ataque, aunque con
un fino instinto posicional. Para
muchos ha pasado a la histo­
ria como «el campeón sin co­
rona».
130
PAR TIDA S
Paul Keres
Derrotar a un campeón
del mundo
Partida jugada en Margate, 1937.
Blancas: Paul Keres
Negras: Alexander Alekhine
l.
e4, e5
2. Cf3 , Cc6
3. Ab5, a6
4. Aa4, d6
5. c4, ...
Este movimiento, mucho me­
nos utilizado que 5. c3 , . . . , tie­
ne como obj etivo fundamen­
tal el dominio del centro con
todos los peones .
miento, y valoró que la cap­
tura del peón (1 3 . . . , Cxe5) ha­
ría peligrar la posición de su
rey en el centro. Sin embargo,
análisis posteriores revelaron
que la posición podía defen­
derse.
14. Dd5 ! , Af8
5 . ... , Ad7
6. Cc3 , g6
7. d4, Ag7
8. Ae3 , Cf6
9. d x e5 , d x e5
10, Aes, ...
Tras el cambio de peones pre­
cedente, las blancas ocupan
esta casilla con el alfil e impi­
den el enroque corto de las ne­
gras.
10 . ... , Ch5
1 1 . Cd5, Cf4
12. Cxf4, exf4
13. es, g5 ?
Alekhine meditó largamente
antes de efectuar este moví-
e
g
Ahora caen las negras en la
cuenta del error que significa
14 . . . . , g4?, debido a 1 5 . e6 !
A x e6 (Y no 1 5 . . . , f x e6 1 6 .
Dh5 + + ) 1 6 . A x c6 + , b x c6
1 7 . D x c6 + Ad7 1 8 . De4 +
Ae6 19. Tdl , . . . con una situa­
ción excelente para Keres.
15. A x f8 Tx f8
16.
0-0-0,
De7
17. A x c6 ! , A x c6
18. Dd3, Ad7
19. C x g5, ...
El ajedrez por correspondencia
'
7
5
4
3
a
b
e
d
e
19 . ... , 0-0-0
Las negras han perdido un
peón, pero ese es el mínimo
precio que podían pagar para
sacar a su rey del centro del
tablero. No puede ser 19 . . . . ,
D x g5 ? ? 20. D x d7 + + .
20.
21.
22.
Cf3 , f6
e x f6, Tx f6
Thel , Db4?
Alekhine no se apercibe de la
amenaza de su adversario y
comete el error definitivo. De­
bió j ugar 22 . . . . , Te6; en cual­
quier caso la situación de las
'blancas era ya muy superior.
23.
La competición tradicional de ajedrez «ante el tablero" no es Ja
única versión que ofrece el juego de las 64 casillas. La
búsqueda de la «partida perfecta» está mucho más cerca de
culminarse en el ajedrez por correspondencia. La partida postal
proporciona un tiempo de reflexión mucho más amplio; cada
contendiente dispone de días para planificar su jugada y
enviarla al adversario. En ese tiempo se pueden consultar
libros, manuales de apertura, analizar exhaustivamente cada
variante y, en definitiva, poner en práctica todos Jos
conocimientos teóricos que se poseen y que se adquieren en
el largo transcurso de Ja partida.
El ajedrez postal cuenta con un número muy elevado de
practicantes en todo el mundo, lo que ha llevado a la creación
de una federación propia, la ICCF (lnt'ernational
Correspondence Chess Federation), al margen de Ja FIDE
(Fédération lnternationale des Échecs) que regula el «ajedrez
vivo». El primer campeonato del mundo de esta modalidad dio
comienzo en 1947 y finalizó en 1953 con el triunfo del
australiano Purdy. En la actualidad el británico Penrose ocupa
el primer puesto del ranking de la ICCF, seguido muy de cerca
en puntuación por el soviético Lapienis. España cuenta con un
número importante de practicantes, entre Jos que destacan los
catalanes Garriga y Noria, que ocupan un lugar muy destacado
en la clasificación mundial.
Alexand e r Ale khi ne,
ruso nacionalizado francés,
aparece aq u í d ispo n i én d ose
a efectuar una j u gada e n
u n a sesión de s i m u ltáneas.
D x d7 + ! ! , ...
Las negras se rindieron.
A 23 . . . . , Tx d7 seguirá 24 .
Te8 + Td8 25 . Td x d8 + + .
Alekhine era el campeón del
mundo el año en que se dis­
putó esta partida en el tradi­
cional torneo de Pascua de
Margate. La victoria de Keres
fue, según sus propias pala­
bras , su más importante
triunfo hasta aquella fecha.
131
Rey
y
peón con tra rey
Ahora el rey negro debe j ugar, y como no puede renunciar a ese
derecho, pierde la oposición y la partida.
l.
2.
3.
4.
... , Rb6
Rb4, Rc6
Ras, Rb7
RbS, ...
El blanco ha colocado su rey por delante del peón y a una casilla
de distancia. Hemos visto ya que desde esta posición el final se gana.
Podemos comprobar que el factor « tiempo» es fundamental .
8
7
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Con frecuencia, la única forma de ganar los finales de rey y peón
contra rey consiste en perder un tiempo para que el rey adver­
sario pierda la oposición.
El último ej emplo que vamos a analizar dentro del apartado dedi­
cado a la importancia de la oposición en este tipo de finales, es aún
más complej o que los anteriores, aunque sin duda resultará perfec­
tamente comprensible para quien haya seguido con atención la ex­
posición hasta este punto.
La posición del diagrama, equilibrada en material, no es tablas como
podría parecer a primera vista: gana el bando al que corresponde
j ugar. ¿Por qué? Porque puede ganar la oposición. Supongamos
que j uegan las blancas .
l. Re2, Re7
2. Re3, Re6
3. Re4, Rf6
La primera tarea ha sido llevar el rey al centro. Ahora es preciso
elegir el peón enemigo que se capturará.
Ha llegado el momento de contar los tiempos: si las blancas j uegan
4. Rd5 , las negras replicarán 4 . . . . , Rf5 y los peones coronarán al
mismo tiempo. Pero si se aplica el principio de la oposición, pronto se descubrirá la j ugada correcta:
4. Rf4 ! , ...
8
7
6
5
4
3
El rey blanco ha ganado la oposición y dej ado a su rival sin j ugadas buenas .
132
Rey y peón con tra rey
Veamos lo que ocurre si el rey negro se desplaza a e6:
4.
s.
6.
7.
8
7
... , Re6
RgS, Res
R x hS, RfS
Rh6, Rf6
6
5
4
3
2
El rey negro tiene la oposición y acorrala a su rival en la banda del
tablero. ¿Cómo deben continuar las blancas ? .
Por fortuna, pueden usar u n «tiempo » d e forma que s u rival se vea
obligado a dej ar salir de su encierro al rey blanco.
8. hS, Rf7
9. RgS, Rg7
10. RfS, ...
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
8
7
6
5
4
3
Y las blancas ganan capturando el peón de b5 y coronando su peón
«b » . El rey negro debe ir a capturar el peón de h5 y no llegará a
tiempo de obstaculizar el avance del otro infante.
2
Si después de 4. Rf4 las negras hubieran optado por retirar su rey
a g6, la secuencia hubiera sido la siguiente:
4.
s.
6.
7.
... , Rg6
Res, Rg7
Rd6, Rg6
Res, RfS
8. R x bS, Rg4
9. Ras, R x h4
10. bS, Rg4
11. b6, h4
12. b7, h3
13. b8 = D, h2
14. D x h2, ...
Las blancas han ganado al conseguir la oposición en la j ugada 4.
Calcular todas estas secuencias de j ugadas, con sus posibles deri­
vaciones, a partir de la posición inicial es un trabaj o prolij o y fati­
goso, que además puede fácilmente conducir a omisiones o errores
de apreciación. Todos estos inconvenientes pueden ahorrarse si se
conoce la siguiente regla:
Cuando los reyes están situados frente a frente, es n ecesario
co ntar las casillas que hay entre am bos: si el n ú m e ro es par, el
rey que juega primero ganará la oposición; si es impar, el que
deba jugar perderá la oposición.
133
Rey y peón con tra rey
Las pecu l iaridades d e las col u m nas de to rre
Los ej emplos que hemos mostrado pueden aplicarse, con diferen­
cias de detalle, a posiciones en las que el peón esté en cualquiera
de las columnas del tablero. Por supuesto, si el peón está en las co­
lumnas «C», «d», «e» o « f» , las tablas por ahogado que se analiza­
ron más arriba no son posibles, pero en general los ej emplos estu­
diados son válidos aunque la posición se traslade de una columna
a otra.
Pero las columnas de torre, esto es, la «a» y la «h», presentan una
peculiaridad. Si el peón del bando en ventaj a está en esas colum­
nas, la posición de tablas se obtiene mucho más fácilmente.
En la posición del diagrama, según el principio estudiado las blan­
cas deben ganar, porque tienen colocado el rey delante del peón y
a una casilla de distancia.
Posición de partida
7
5
3
Pero en el caso del peón de torre, si el rey débil controla la casilla
de coronación, no es posible desaloj arle, j uegue quien j uegue y al
margen de la oposición.
Vamos a verlo en un sencillo ej emplo:
l. Rb6, Rb8
2. as, ...
2
a
b
e
d
e
9
a
b
e
d
e
9
a
b
e
d
e
9
8
7
6
5
4
3
2
El rey negro pierde la oposición, pero no la partida.
El monarca se refugia en la casilla « a8 » , es decir, en la de corona­
ción del peón .
8
7
2 . ... , Ra8
3. Rc7, Ra7
6
5
4
3
2
El resultado es un empate. El bando blanco no puede obligar al rey
negro a salir del rincón .
134
Rey y peón con tra rey
En vez de 3 . Rc7 , las blancas podían optar por avanzar el peón:
3. a6, Rb8
4. a7 + , Ra8
5. Ra6, ...
Tablas de nuevo. El rey negro está ahogado.
La peculiar posición del peón j unto a la banda ofrece aún otro tipo
de sorpresa posible. Veamos una nueva variante, siempre a partir
de la posición inicial:
l. Rb6, Rb8
2. a5, Rc8 ! ?
El rey negro ha abandonado la celosa custodia de « a8 » . Pero ¿pueden aprovecharlo las blancas? No, incluso realizando j ugadas que
alej an al rey de su obj etivo, como ésta, nada aconsej able. Si 3 . a6,
Rb8 , volvemos a las posiciones ya conocidas.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
6
5
4
3
2
Por ello las blancas intentan:
3.
4.
5.
6.
Ra7, Rc7
Ra8, Rc8
a6, Rc7
a7, Rc8
6
5
4
3
2
He aquí la sorpresa. ¡ Es el rey del bando fuerte el que ha quedado
ahogado en esta posición !
Naturalmente, la j ugada 6 de las blancas no era la única posible.
Pueden obligar al rey negro a dej ar salir a su rey del rincón . . .
6. Ra7, Rc8
7. Rb6, Rb8
3
2
. . . pero entonces el rey negro vuelve a asumir el control de la casilla
clave, y el resultado no cambia.
135
Rey y peón con tra rey
RES U M E N : u n idad 7
O
En los finales de rey y peón contra rey, lo primero que ha de hacerse es
contar los tiempos para saber si el rey defensor llega a tiempo o no de
detener el peón.
• Este cál c u l o se fac i l ita m ed i ante la l l amada « reg l a d e l c u ad rado» : si el rey defe n sor
está de ntro d e l c u ad rad o que fo r m a l a cas i l l a que o c u p a e l peón con l a d e
coro n ac i ó n y l as cas i l l as l ate rales correspo n d i e ntes, alcanzará e l peó n ; si está f u e ra
d e ese c u ad rad o, no lo alcanzará.
O
Si el rey de bando con ventaja se sitúa delante de su peón con una casilla
entre ambos, ganará el final.
• Pe ro si el peón se e n c u e nt ra en u n a de l as col u m n as de torre («a» o « h » ) , e l b a n d o
d é b i l con seg u i rá e l e m pate s i e m p re q u e co n s i g a contro l a r con s u rey l a casi l l a d e
coro n aci ó n .
O
Las posibilidades de empatar del bando defensor están vinculadas a la
posesión de la ccoposición» .
• La opos i c i ó n p u e d e perd e rse por l a o b l i g ac i ó n d e j u g a r (z u gzwang) .
• C u a n d o dos reyes se e nfrentan a d i stan c i a y l as cas i l l as s i t u ad as e ntre am bos
s u m a n un n ú m e ro par, gana l a opos i c i ó n e l bando q u e j u eg a . C u an d o e l n ú m e ro de
cas i l l as es i m par, e l q u e j u e g a p i e rde l a opos i c i ó n .
EJ E RC I C I OS
Ejemplo 1
7
La seg u nda alternativa res u lta
m ás atractiva: 1 . Rb2, Rg7 2 .
Rc3, Rf6 3 . Rc4, R e 6 4 . RcS!,
. . . (Cl aro que 4. d5?, . . .
perm itiría a l negro e m p atar con
4 . . . , Rd6; lo cual i m p ide el
paso del rey por del ante del
peón) . Tras la correcta cuarta
j ugada del b l anco la partida
pod ría proseg u i r 4 . . . . , Rd7
5. RdS. Con e l l o no se ha
alcanzado l a posición conocida
como ganadora e n todos los
casos (con l a excepci ón de l as
col u m n as «a» y «h»), o sea, u n a
cas i l l a entre el rey y su peó n ,
pero l a partida s e gana porq ue
e l rey b l anco tiene l a oposició n .
E l fi n de l as neg ras está ya
cerca: 5 . . . . , Re7 6. Rc6, Rd8
7. Rd6, . . . y por fi n hemos
alcanzado l a posición q u e
prete n d íamos. E l peón b l anco
coron ará sin re m i s ió n .
Ejemplo 2
Trate de estab lecer el resu ltado
de la partida en este seg u ndo
ej em plo.
.
Juegan blancas
Anal ice la posición del
d i ag rama deten idamente y trate
de averiguar: a) ¿ P u ed e el peón
coronar s i m plemente
avanzando? b) ¿ Logra el b l anco
pasar delante de su peón con el
rey y lograr así la posición
ganadora q u e se conoce?
Es evi dente q u e el peón no
alcanza a coronar si em prende
solo el viaj e : basta trazar
me ntal mente el cuadrado para
ve r q u e el rey negro está de ntro
de éste. Veamos: 1 . d5, Rg7
2. d 6, Rf7 3. d7, Re7, y el
peón acaba pereciendo.
5
4
3
2
a
5
4
3
2
g
h
e
d
e
g
h
J uegan blancas
Apare nte mente todos los
factores j uegan en favor d e l as
blancas. Su rey tiene u n a
situación más avanzada y e l
peón neg ro parece próx i m o a
sucu m b i r. ¿ P u eden l as neg ras
salvarlo? No, no es esta l a
cuestión q u e debe plantearse,
sino m ás bien ¿es la pérd i d a
del peón u n a causa suficiente
para sufri r la derrota? El turno
de j uego para el p r i m e r j ugador
es, en este caso, un
i nconve n i e nte, puesto que e l rey
negro tiene la oposición y e l l o
le aseg u ra el em pate : 1 . Rc5,
Rc7 2 . R x bS, Rb7!
Con esta senci l l a «persecución»
del rey, l as negras tienen un
fác i l em pate. Vanos serán l os
i nte ntos para log rar e l t r i u nfo :
3. Res, Rc7 4. b5, Rb7 5. b6,
Rb8! 6. Rc6, Rc8 (En e l
momento j u sto, de n u evo l a
oposición) 7. b7+ , Rb8 8 . Rb6,
. . . Tablas.
E J E R C I C I OS
7
Problema 1
Problema 2
E n n u estro primer problema
debe averiguar si el bando que
j u ega, e n este caso el bl anco,
está e n co n d i c i o nes de forzar la
victoria.
¿ P ueden ganar l as blancas l a
s i g u i ente posición? Razo ne la
respu esta.
Problema 3
a
e
d
e
g
h
J uegan blancas
J uegan blancas
Juegan blancas
To m e en cue nta los s i g u i e ntes
facto res : a) Am bos peo nes
están a l a m isma d i stancia de la
cas i l l a de coro n ació n , pues
a u n q u e el peón blanco está u n
cuadro más avanzado, el negro
p u ede avanzar dos pasos. E l
p e ó n negro, s i n em bargo, l l ega
a l a octava fila dando j aq u e con
l a dama coronada. b) Los dos
reyes están fuera de los
respectivos cuadrados, de modo
que l a coro n ación de los
peones es i nevitable.
Los reyes están alej ados y
e nfre ntados. Contando l as
cas i l l as q u e hay entre am bos,
ve mos que son c u atro ; de
acuerdo con la reg l a conocida,
e l b l anco al j u gar gan ará l a
oposición . Pero ¿ p roporciona
eso l a victoria si el negro j u ega
correctamente? La situación del
rey y el peón blancos
proporciona en este caso u n
e l e m e nto d e refl�ión ad i c i o n al .
Anal ice la posición y trate de
averiguar si el f i n al es tab l as o
gana u n o de los bandos; y, s i
es as í, c u á l e s el proced i m i e nto
para obtener la victoria.
E l t i e m po, u n a vez más, puede
te ner u na i m portancia
fundamental e n el dese n l ace ; y
e l lector hará b i e n en te ner
prese nte la conocida máxi m a
de q u e «q u i e n golpea p r i m ero,
golpea dos veces» .
Es obvio q u e nada puede
i m ped i r q u e aparezcan e n el
tab lero u n a dama por bando,
pero ¿es ello suficie nte para
q ue l as negras resu e lvan l a
partida c o n u n as tab l as? Anote
la vari ante princi pal .
E J E RC I C I OS
7
Problema 4
N o todas l as j u gadas de rey
conducen a u n mismo
resu ltado. E n u n a posición
ganada, u n movi m i e nto erróneo
con el mon arca p uede, i n cl uso,
l l evar a l a de rrota .
2
8
¿Q ué es lo q u e ha cambiado?
La d iferencia la debe e n contrar
el lecto r para dar con la
so l u c i ó n del prob l e m a , o sea,
para averiguar cuál será el
resu ltado de l a l u c h a tras el
mejor j u ego por ambas partes.
¿Sería el mismo el resu ltado si
les correspondi era j u gar a l as
neg ras?
7
Problema 7
6
J u egan negras
5
4
3
2
a
b
e
d
e
Juegan blancas
¿C uál será el res u l tado de esta
posición con un j uego correcto
por am bas partes? Trate el
lector de e nco ntrar l a m ejor
fo rma de j u gar por am bos
bandos. No olvide que e l primer
mov i m i e nto es m u y i m portante
para defi n i r la l ucha.
Problema 5
Q u é duda cabe de q u e las
blancas pers i g u e n la victoria e
i nte ntarán la capt u ra d e l ú n i co
peó n negro. La amenaza sobre
el m ismo es m uy pod erosa, y
tal vez el bando b l anco logre el
obj etivo de capt u rarlo. Pero aun
así la victoria no está c l ara.
¿C uál es l a mejor manera para
las neg ras de proseg u i r?
Esta posición es u n notable
estudio del g ran j u g ador y
com positor de pro b l e m as
checos lovaco R i cardo Ret i .
8
7
5
4
Problema 6
La posición del d i ag rama tiene,
en apari encia, u n a g ran
s i m i l itud con la del p rob l e m a
anterior, pero en rea l i d ad es
totalme nte d isti nta.
E n u n o de los eje m p los h e mos
analizado una posición m u y
s i m i lar a l a q u e ofrece el
d i ag rama.
3
2
a
b
e
d
e
g
J uegan blancas
Todos los i n d icios apu ntan a
q u e l as blancas están perd i d as,
pero el f i n al es tab las.
Encuentre la forma de lograr el
empate aparente m e nte
i m posible. E n la sol u c i ó n se
com b i nan la amenaza de e ntrar
e n el cuad rado con l a de
apoyar el propio peón pasado.
Obviame nte, el j u ego b l anco
debe ser m u y p reciso.
Juegan blancas
139
SO LU C I O N ES
7
Solución 1
Solución 4
Solución 6
Las blancas ganan porq u e la
coro n ación d e su dama contro l a
la coronación d e la d a m a
e n e m iga: 1 . a 4 , hS 2 . as, h4
3. a6, h3 4. a7, h2 S. a8 = 0,
h1 = D + 6. D x h1 !, y el resto
es fáci l .
La posición está ganada por l as
b l an cas ; pero el p roced i m i e nto
encierra u n a sutileza. La
apare nte j u gada 1 . Rg7 no sólo
n o gana, s i n o que p i e rd e : 1 .
Rg7, Re6; 2 . Rh6, R x f6 3. R h 5,
Rf5 y las negras ganan porq u e
c o n e l rey propio i m pi d e n q u e el
adve rsario obstac u l ice e l
avance del peó n .
L o correcto e s em pezar con
1 . Rg8!, . . .
La d iferencia fundamental
estriba en q u e el peón negro
está en la tercera fila, y en ese
caso, y sólo e n ese, poco
i m porta q u e e l negro logre la
oposición : 1 . Re6, Rg7 2. Re7,
Rg8 3. R x f6, Rf8 4. Rg6, Rg8
S. f6, Rf8 6. f7, Re7 7. Rg7,
. . . ; coronando l a dama e n l a
s i g u i e nte movida.
N o cam bia e l res u ltado que e l
negro m u eva primero, p u es l a
capt u ra del peón e s i rremed iable :
1 . . . . , Rf7 2 . Rd6, Rg7 3. Re7,
Rg8 4. R x f6, . . . ; etc.
Solución 2
Las b lancas ganan si l as negras
j u egan m a l : 1 . Rc4, Re?? 2 .
Rc5, Rb7 3 . Rb5, Re? 4 . Ra6, . . . ;
y se co n s i g u e u n a victoria fáci l .
S i n e m bargo, · 1 as neg ras
cons i g u e n e ntab lar rec u perando
l a oposici ó n : 1 . Rc4, Rb8!!
2 . Res, Rc7 3. bS, Rb7 4. b6,
Rb8! S. Rc6, Rc8; y son tab las.
Sol ución 7
Solución 3
1 . c6, g3 2 . c7, g2 3. c8 = D,
g 1 = D. Con las damas en e l
tabl e ro l a posición parece
tab l as, pero al estar el rey en la
banda . . .
4. Dh8 + , Rg4 S. Dg7 + !!, Rf3
6. O x g1 , . . . ; con u n a victoria
m uy fác i l . Cuando se cal c u l a un
final d e peones q u e coro n a n , es
n ecesario seg u i r calc u l ando l o
q u e sucederá u n a vez q u e las
d a m as h ayan i rr u m p i d o e n el
tab lero, porq u e pueden
p rod u c i rse situaciones como
ésta.
a
b
e
d
e
g
h
Tanto si se pros i g u e con 1 . . . . ,
Re8 2 . Rg7, Rd7 3. R x f7, Rd8
4. Rg7, ... ; como con 1 . . . . ,
Re6 2 . Rg7, Rd6 3. R x f7, . . . ;
l as bl ancas logran ve ncer.
Solución 5
E l peón negro se perd e rá pero
e l e m pate es fact i b l e ganando
l a oposició n , lo cual se
co n s i g u e con 1 . . . . , Rc6
2 . Re6, Rc7 3. R x dS, Rd7!! E l
m ismo res ultado se conseg u ía
con 1 . . , Re? 2 . R x d5, Rd7.
.
.
La posición parece ganada
fác i l mente por el negro : e l peón
negro está fuera d e l cuadrado
del rey bl anco, m i e ntras que el
rey negro captu rará fác i l m e nte
el peón adversario. S i n
em bargo, sobre el espacio
geométrico d e l tablero n o rige
e l principio matem ático q u e
d ice q u e la d istancia m á s corta
entre dos p u ntos es la recta, y
por esa razó n el b l anco l l ega a
capt u rar el peón adve rsario o,
en su defecto, a p romocionar el
propio: 1 . Rg7, h4 2 . Rf6, h3
3. Re6!, h2 4. c7, Rb7
S. Rd7, . . . ; y como los dos
peones se transforman en
dama, l a partida es tab l as.
Otra variante pos i b l e es
2 . . . . , Rb6 3. ReS!!, . . .
Amenazando apoyar
n u evame nte el peón con R d 6 ;
3. . . . , R x c6 4. Rf4, . . . , y el rey
ha logrado e ntrar en e l
cuad rado. S i h a h a l l ad o la
sol ución , ¡ ¡ en horab u e n a ! !
8
U N I DAD
Una vez realizado el despliegue básico d e las piezas
en la apertura, el j ugador de aj edrez se enfrenta
normalmente a situaciones cambiantes , llenas de
posibilidades recíprocas muy diversas . Es necesario
establecer un orden en ese laberinto de alternativas :
establecer la planificación del futuro de la p artida.
D
Después de la apertura
D
Partidas famosas
D
Ejercicios
D
Soluciones
• J u g ad as co n o bj etivo
• Peo n es d é b i l e s
• Deb i l i d ad d e l p e ó n
y ataq u e al rey
• P l an e s d efe n s i vos
• E l «fuego s i c i l i ano» .
Z u r i c h , 1 953
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
Después de la
apertura
En una partida de aj edrez, no todos los planes se centran en la
consecución del mate. La mayor parte de las veces, las j ugadas
tienen obj etivos mucho más modestos: amenazas sobre puntos
débiles, lucha por casillas clave, etc. La maestría en alcanzar
estos obj etivos parciales o estas etapas del camino, marca las
diferencias y puede ir decantando el combate en favor del más
hábil.
Jugadas con objetivo
Cuando la apertura ha finalizado, las piezas están ya en sus posi­
ciones « de combate» , el rey en una razonable seguridad y el centro
del tablero en disputa, ¿cómo conviene seguir? Por ej emplo, ¿qué
deberían hacer las blancas en la posición del diagrama?
Posición de partida
La situación parece equilibrada, si bien puede plantearse una ame­
naza concreta en la siguiente j ugada (l . Dh3 , amenazando dar mate
en h7) .
La amenaza de j aque no necesariamente es la mej br j ugada, pero
ofrece una pista a considerar. Para establecer una línea de j uego y
encontrar lo mej or existen, sin embargo, otras claves . La situación
de las piezas y peones era muy significtiva en este caso.
Las negras efectúan la réplica lógica:
l . ... , g6
Defiende la amenaza de mate
2. Cg3, Db7
3. fS, Tf8-b8
Para colocar el alfil en f8
Ahora se advierte con claridad que las blancas tienen una posición
superior.
142
a
b
e
d
e
g
h
Después de la apertura
La orientación del j uego venía ya definida, en este caso, desde la
apertura. Las j ugadas iniciales de la partida fueron las siguientes:
l. e4, es
2. d4, dS
3. es, es
4. c3, ...
6
5
4
Ambos bandos han construido una cadena de peones que orienta­
rá el desarrollo futuro de la partida. Las blancas atacarán en el flanco
de rey, donde dominan más espacio, y las negras llevarán la inicia­
tiva en el flanco de dama .
3
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
9
h
g
h
Por eso desde la posición de la j ugada cuarta el j uego ha evolucio­
nado atendiendo cada bando a sus propios obj etivos , centrados en
la j ugada « f5 » para las blancas y en la j ugada «b4» para las ne­
gras . En la posición antes considerada se aprecia cómo ambos han
dispuesto las piezas para llevar a cabo esos obj etivos .
Cada j ugada d e la partida no debe considera rse aisladamente,
sino en función de un plan general a medio o largo plazo trazado
con anterioridad.
La tónica de las siguientes j ugadas (tras l. Dh3 , g6 2. Cg3 , Db7
3 . f5 , Tf8-b8) sigue las ideas respectivas :
4. CgS, ...
Nueva amenaza de mate
4. . .. , AxgS
S. AxgS, Ca7
Las negras no han creado peligro de ningún tipo todavía, cosa que
no se puede decir de las blancas . Excepto la torre blanca de «bl » ,
todas las figuras están en disposición d e atacar al rey negro y l a victoria está a pocos pasos.
(.
El plan de ataque prosigue con coherencia en las siguientes j ugadas:
6. fxg6, fxg6
7. Dh6, ...
Para jugar 8. Af6 y luego Dg 7 +
+
.a
6
7 . ... , Dc8
Con la pretensión de replicar a 8. Af6 con Df8 , y las negras po­
drían defenderse.
2
143
Después de la apertura
Pero las blancas disponen de un recurso drástico y decisivo.
8. Axg6, ...
A m enaza Dxh 7 mate
8 . ... , hxg6
9. Dxg6 + , Rh8
10. Af6 + +
El mate no ha caído del cielo, sino como consecuencia de seguir
coherentemente el plan inicial, atacando donde se era más fuerte.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
No se hubiera producido el decisivo sacrificio del alfil si el bando
blanco no hubiera apreciado con claridad que la disposición de los
peones imponía desde el principio el obj etivo correcto de ataque.
Los peones fo rman una estructura, parecida al armazón de u n
edificio, que puede sugerir la m ejor ubicación de l a s piezas y los
planes de ataque o defensa idóneos.
Peones débi les
La situación de los peones es una pista, por tanto, para bien o para
mal, a la hora de trazar un plan . En el siguiente ej emplo hay un
peón negro que va a ser difícil de defender.
Posición de partida
Se trata de apreciar cuál puede ser el peón débil en esta configura­
ción.
La situación de un peón tiende a ser peor en la medida en que se
encuentra bloqueado (con pocas posibilidades de moverse) y resul­
ta más vulnerable. En función de lo dicho, el más débil peón negro
es el de d6, fácil de atacar. Las blancas así lo hacen.
l. Cc4, Af8
Única defensa posible
6
5
4
3
La dama blanca amenazaba tomar el peón. Ahora puede volver a
plantear esa amenaza con Tdl y serán ya tres las piezas blancas que
confluyan en d6.
1 44
Después de la apertura
Bastante peor hubiera sido comenzar con:
l. Tdl, Ces
7
A tacando la dama
6
5
4
3
Como el caballo blanco de d2 y la torre de dl no refuerzan todavía
el ataque de la dama blanca sobre el peón, no es posible j ugar Dxd6.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Mucho peor todavía es lo que sucedería después de:
· 2. Dd5, Ae6
Mate a la dama
La dama ha quedado acorralada en el centro del tablero. Esto suce­
de con alguna frecuencia. Ha sido aquí posible debido a que las
blancas no atacaron el peón de forma directa ya en su primera j u­
gada.
g
h
g
h
Como quedó dicho, la forma exacta era empezar con l . Cc4, Af8
2. Tdl , tras lo cual las negras pueden seguir con:
2.
3.
4.
5.
... , Cf6
Dxd6, Td8
Dxe7, Txdl +
Axdl, Axe7
Y ahora el caballo ataca el peón blanco de e4 . Esta amenaza no
es muy grave porque las blancas pueden defender el peón con 6. Ac2,
o bien tomar el peón negro de e5 .
f
No obstante, la mej or j ugada blanca en el tercer movimiento, antes
de tomar el peón negro de d6, es:
3. Aa3, ...
Ataca de nuevo el peón, para escoger la captura del mismo con al­
fil, caballo o dama. Ha quedado de manifiesto que se trataba real­
mente de un peón muy débil; y también que las blancas han elegido
el mej or orden de j ugadas. Aa3 no hubiera sido la mej or elección
en la segunda j ugada, debido a la réplica 2 . . . . , Cc5 , una vez más .
a
b
e
d
e
f
g
h
145
Después de la apertura
D espués de 3 . Aa3 , es preciso que las negras se resignen a perder
su peón de d6 y empiecen a preocuparse de no perder también el
de e5, que va a quedar débil a continuación.
¿Qué es un peón o casilla débil? Básicamente, el que no está de­
fendido por otros peones ni puede defenderse fácilmente. También
es preciso que haya piezas contrarias dispuestas a atacarlo y sacar
ventaj a de su debilidad .
La casilla que no puede ser defendida por peones -y por pie­
zas sólo precariamente- se considera débil (fuerte para el otro
bando). El peón situado en una casi lla débil será también débil,
y en función de las posibilidades d e que las piezas contrarias
lo ataqu en, su captura resultará más o menos fác il.
Debi l i d ad de peón y ataq u e al rey
La captura de un peón central , como el «d6» del ej emplo anterior,
es un obj etivo muy considerable, que puede decidir por sí mismo
la suerte de la partida. En el caso que sigue, la captura de un peón
débil , suficientemente importante de por sí, va unida a la posibili­
dad de amenazar seriamente al rey negro.
Observemos la posición siguiente:
8
Posición de partida
6
5
4
2
Las blancas atacan el peón negro de h7 con su dama y su caballo
de g5; si no fuera por la dama negra, la captura Dxh7 sería mate.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
El plan de las blancas consistirá en llevar una torre a atacar el pun­
to h7 para ganar ese peón y crear la ocasión de dar mate:
l. Tf3, ...
Las blancas amenazan jugar 2. Th3 seguido de 3. Dxh7 + ; este plan
coloca el rey negro en serios aprietos .
146
g
h
Después de fa apertura
Las negras se apresuran a efectuar una maniobra defensiva consis­
tente en el cambio de damas .
l . ... , Dg7
2. Th3, ...
La torre blanca apoya a su dama. No importa demasiado que las
negras se defiendan mediante el cambio igualado de damas, ya que
el plan de amenazar mate con la torre se va a revelar muy fuerte.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
a
b
g
h
Las negras, en efecfo, buscan su salvación en el cambio de damas :
2.
... , Dxh6
3. Txh6, ...
Y el peón de h7 ya no puede ser defendido.
Las negras deciden apartar a su -rey, pero éste encontrará difícil elu­
dir las nuevas amenazas de las piezas blancas .
3 . ... , Rg8
4. Cxh7, Ce7
5. Cf6 + , ...
Defiende el peón de g6
Las negras advierten que si cambian los caballos pierden otro peón:
5 . . . . , Cxf6 6. exf6, y el caballo de e7 , defensor del peón de g6, debe
mover al verse atacado, lo cual permitirá 7 . Txg6 + .
.
De modo que optan por no plantear ese cambio, para ser ellas quie­
nes ataquen la torre blanca:
S . ... , Rg7
6. Th7 + , Rf8
Única jugada
Se aprecia que el caballo de e7 es ahora débil , atacado como está
por la torre y solamente defendido por el rey.
e
d
e
g
h
147
Después de la apertura
Este tema permite urdir un nuevo plan, consistente en amenazar el
caballo desde a3 con un alfil .
8
7
7. a4, ...
7 . ... , es
6
L ibera la casilla «a3 »
para que la ocupe
el alfil
Obstruye la diagonal
5
8. Aa3, ...
3
Esta j ugada es muy fuerte a pesar de todo. Si las negras mueven
ahora su peón de c5 , avanzando o capturando, seguirá 9 . Axe7 j aque mate. Por otra parte, el peón de c5 está atacado por el alfil.
Por esa razón las negras deben defenderlo con otro peón, y entonces las blancas podrán crear nuevas amenazas, esta vez sobre una
torre, con su otro alfil:
8 . ... , b6
9. Aa6, Tc7
10. as, ...
10 . ... , bxaS
2
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
5
4
A leja el peón b6 de la defensa
3
2
Una j ugada forzada, porque 1 1 . Axc5 sería muy bueno para las
blancas .
La posición del bando negro es crítica; no dispone de planes razonables y menos aún de la posibilidad de crear algún peligro. La razón consiste en que partió de una situación ya muy desfavorable.
Naturalmente, el haber dispuesto las piezas ya desde la apertura con
coherencia y una cierta picardía o haberlas amontonado sin <lemasiado sentido no es independiente del hecho de disponer luego de
planes que comporten algún peligro o meramente de planes defensivos (e incluso éstos precarios) y tener un j uego más que difícil,
que es lo que les sucede a las negras. Desde el comienzo de la partida es preciso coordinar con precisión el desarrollo de las piezas y
establecer estructuras armónicas y sin debilidades .
Veamos l a continuación d e l a partida:
10 . ... , Cxf6
Finalmen te,
hay que cambiar
8
11. exf6, Cg8
12. f7, Cf6
13. Th8 + , ...
7
5
4
Y ahora la torre irrumpe en campo enemigo. Las blancas ganan la
torre indefensa de d 8 . En apariencia, 1 3 . . . . , Re7 podría ser una solución, pero 14. Txd8 , Rxd8 1 5 . f8 = D + , . . . sería peor aún p ara las
negras que perder una torre.
148
3
2
Después de la apertura
De este modo el ataque que la torre, el caballo y el peón blancos
han desarrollado en el flanco de rey, con la colaboración de los dos
alfiles y los peones de d4 y a5 desde el otro flanco, ha recogido el
fruto de una ganancia decisiva de material . El plan era claramente
armónico, ya que implicaba la colab oración ordenada de bastantes
piezas con obj etivos comunes. Este tipo de planes debe preferirse
a las «guerrillas » llevadas a cab o por unos poco « francotiradores » .
Los planes e n los que colabora n l a mayor cantidad posible d e
piezas y peones, d e fo rma armónica, para logra r objetivos co­
m u nes, son por regla general los m ás co rrectos.
Las blancas no han conseguido dar j aque mate, pero eso no significa que su plan no fuera correcto. Para evitarlo, las negras han debido ceder ventaj as menores, pero sustanciales. El equilibrio se ha desnivelado en su contra.
Veamos ahora un nuevo ej emplo, en el que elementos ya estudiados (control del centro, iniciativa, avance de peones) son cruciales
en la elaboración de los principales planes.
8
Posición de partida
Evidentemente el bando blanco controla el centro y ha de luchar
por aumentar ese control , reforzar sus peones avanzados de d5 y
e5 , y avanzarlos más o tal vez abrir paso a las piezas que los empuj an desde atrás .
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
El control del centro constituye un óptimo trampolín para el ataque en una de las alas (en especial aquella en la que está el rey contrario) . En este caso hay debilidades de peones negros en b6 y b7
sobre todo, por lo que el plan que las blancas conciben derivará en
muchas ocasiones hacia el sector de dama, más que hacia el del rey.
En primer lugar, las blancas consideran la posiblidad de ir directamente a por el peón de b6:
l. Ae2, Ta6-a8
2. Dxb6, CxdS
7
6
3
La situación no es del todo convincente. Las blancas han cambiado
su peón central de d5 por el débil peón de b6 y las perspectivas de
ganar más peones no están suficientemente definidas .
2
149
PAR TIDA S
El ccfuego siciliano»
11. Df3, bS
12. es, ...
Partida j ugada en Zurich, 1953
Blancas:
Negras:
Y. Averbakh
M. Taimánov
l. e4, es
Esta popular j ugada, conoci­
da con el nombre de defensa
siciliana, se practica muchísi­
mo, especialmente desde me­
diados de siglo. Varios gran­
des maestros soviéticos, entre
ellos Mark Taimánov, han he­
cho aportaciones muy valio­
sas a su estudio y análisis. La
idea es cambiar el peón «C»
por el peón central blanco de
la columna «d», cediendo en
general espacio, pero con bue­
nas posibilidades de contra­
golpe.
2. Cf3, Cc6
3. d4, cxd4
4. Cxd4, Cf6
S. Cc3, d6
6. Ac4, e6
7. 0-0, a6
8. Ae3, Dc7
9. Ab3, ...
Una sana precaución, por ha­
berse colocado la dama negra
en la columna «C» . El desa­
rrollo básico de las piezas
blancas está ya ultimado. Las
negras, por su parte, adoptan
un dispositivo conocido como
«erizo» , por la coraza de púas
(figurada) que recubre su po­
sición.
1 50
9 . ... , Ae7
10. f4, ...
a
4
3
b
e
d
e
g
e
d
e
g
h
Jugada posible debido al ata­
que descubierto de la dama
blanca sobre la torre negra de
a8 . Las negras, de algún
modo, «j uegan con fuego» al
permitir un ataque blanco
que 'creen poder defender
adecuadamente.
5
a
b
h
La j ugada blanca indica el
propósito de agresión central .
Los peones de e4 y f4 están
preparados para avanzar un
paso más en cualquier mo­
mento, incluso sacrificándo­
se, si es preciso, para abrir
brecha contra el rey negro.
10 . ... , CaS
Con intención de cambiar el
peligroso alfil blanco. No
obstante, tiene el inconvenien­
te de costar tiempo y retrasar
el enroque.
12 .
13.
14.
lS.
... , Ab7
Dg3, dxeS
fxeS, ChS
Dh3, ...
Las blancas podían ganar pie­
za atacando f7 con 1 5 . Df2 y,
en caso de 1 5 . . . . , 0-0, 1 6 . g4
. . . ; tal vez pensaron que en­
tonces las negras j ugarían 1 6 .
. . . , Dxe5 y l a « aireación» del
rey blanco podía implicar pe­
ligros que compensaran la
pieza. Averbakh no desea ser
atacado con pieza de más,
¡ sino atacar con pieza de
menos!
lS . ... , DxeS
16. Axe6! , ...
1
' FA MO SA S
El Torneo de
Zurich 1 953
con superioridad de posición
y dos peones; la resistencia
será inútil .
a
e
d
e
g
h
Antes de que el negro enro­
que, se trata de abatir sus ba­
luartes defensivos.
16 . ... , fxe6
17. Cxe6, Ac8
Ahora las blancas recupera­
rán la pieza quedando con
peones de más .
18.
19.
20.
21.
22.
DxhS + , DxhS
Cxg7 + , Rd7
CxhS, Cc4
Ad4, Tg8
CdS, ...
22 .
23.
24.
25.
26.
27.
28.
Protege indirectamente el
peón de c2 . En efecto, si 2 8 .
. . . , Cxc2, seguiría 29. Tc5 + ,
. . . , y al retirarse el rey, 30.
Txc2 .
28 .
29.
30.
31.
32.
33.
34.
... , CbS
Ae3, Cc3
Cf8, Tg7
Tf6 + , Rc7
Ah6, Tg4
Te7 + , Rd8
Th7, ...
a
a
e
d
e
g
h
Amenaza ir a f6, con ataque
doble sobre la torre y el rey
negro. El bello sacrificio de
pieza ha dej ado a las blancas
... , TgS
Ch5-f6 + , Axf6
Cxf6 + , Rc6
Cxh7, Tg6
Tal-el, b4
b3, Ca3
Tes, ...
b
e
d
e
g
h
Ya todo está preparado para
dar mate.
34 . ... , Tb8
35. Ce6 + , Axe6
36. Tf8 + +
Jaque mate.
La partida Averbakh- Taimánov
de 1953 se jugó en el torneo de
Candidatos al título mundial de
Zurich, el cual enfrentó a doble
vuelta a quince jugadores, con
un total de treinta rondas. Este
maratoniano torneo era el últi­
mo paso de la serie de compe­
ticiones previas al campeonato
del mundo individual, iniciadas
con los campeonatos naciona­
les de todas las federaciones
afiliadas a la FIDE (Federación
Internacional de Ajedrez). Cada
tres años (desde 1949) la si­
guiente fase del campeonato
del mundo individual reúne en
los torneos «zonales» a los me­
jores jugadores de las distintas
zonas geográficas. Más tarde
vienen los torneos ínter-zonas
o interzonales, que agrupan a
los vencedores en los torneos
zonales previos, y tienen ya un
fortísimo nivel. Por fin se cele­
bra el torneo de Candidatos, en
el que participan los primeros
clasificados de las cribas de
los dos años anteriores. El ven­
cedor se enfrenta al campeón
en el match por el título.
En Zurich 1953, nueve soviéti­
cos se situaron entre las once
primeras plazas. Tan sólo el nor­
teamericano Reshevsky (4.º) y
el argentino Najdorf (7.0) se in­
tercalaron entre los soviéticos
Smyslov (1 .0), Bronstein (2.º),
Keres (3.0), Petrosian (5.º), Ge1/er (6.º), Kotov (8.0), Taimánov
(9.º), Averbakh (10.º) y Boles­
lavsky (1 1 .0). Vassily Smyslov
ganó por primera vez el dere­
cho a disputar el título frente a
otro ruso, Mijaíl Botvinnik. El
match había de finalizar empa­
tado a 12 puntos y, según las
reglas, Botvinnik retuvo el título.
151
Después de la apertura
Es preciso elaborar otro plan: reforzar la situación del peón de d5
con una torre en dl para tratar de ganar alguno de los peones ne­
gros de la columna «b» sin perder el peón del centro. Además, la
torre colocada en « d l » quedará en la misma columna que la dama
negra, con lo que tal vez pueda atacarla más adelante.
l. Tfl-dl, Cxd5
8
7
3
Las negras se deciden a cambiar en « d 5 » antes de que las blancas
efectúen la j ugada que proyectaban: Ae2 seguida de Axa6 o bien,
si la torre mueve, de Dxb 6 .
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
Tras e l cambio d e caballo, las blancas seguirán su plan .
7
2. Cxd5, exd5
3. Ae2, Ta6-a8
6
Retira la torre atacada
4. Dxb6, ...
3
La situación de la torre en dl ha permitido posponer la recaptura
en d5 hasta más tarde, y dedicarse en primer lugar a los peones de
la columna «b» .
2
Ahora se amenaza Tc7, y hay grandes posibilidades de ganar el peón
de b7 y el de d 5 , para no hablar del de a5 . Todos estos peones pue­
den ser considerados débiles, y crear tantas debilidades es un éxito
de las blancas, que demuestra que han seguido un plan correcto des­
de la misma apertura.
4. . .. , Tf8-c8
5. Af3, ...
Evita Tc7, q u e atacaría
la dama
Vuelve a por el
peón de d5
5 . ... , Dd8
6. DJb7, ...
Las blancas comienzan a recoger los frutos de su plan .
Los peones del ala de dama han caído, y es el momento de llevar
de nuevo las operaciones al centro.
6 . ... , Tc8-b8
El peón de d5 n o podía
ser defendido
7. Dxd5, Dxd5
8. Axd5, Ta7
9. Tc6, Rf8
8
6
3
Ahora, tras 1 0 . Txg6, las negras podrían contestar 10 . . . . , fxg6
sin descubrir su rey ante el alfil de d5 , como sucedía cuando
aquél estaba en g 8 .
152
2
Después de la apertura
De todas maneras, los problemas de las negras no han acabado.
Tienen ya dos peones menos y las blancas plantean atacar esta
vez los peones del flanco del rey:
8
7
6
10. e6, ...
Esto permitirá tomar el peón de f7 , y probablemente el de g6. El
dominio del centro vira ahora hacia el flanco de rey como antes lo
hizo hacia el de dama.
Pero no es preciso seguir el curso de la partida . Las blancas poseen
ventaj a suficiente para garantizar la victoria.
5
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
A partir de la posición de partida, podría considerarse otra j ugada
negra de cierto interés . Las blancas, como sabemos, movieron
l . Tfl-dl . Las negras podían haber replicado (en vez de l . . . . , Cxd5)
con:
l . ... , Td8
Amenazando de nuevo el peón de d5 . Pero la presencia de la torre
blanca en dl hará notar ahora sus efectos.
Las blancas derivan inmediatamente hacia el flanco de dama:
2. Ae2, Ta6-a8
3. Dxb6, CxdS
Ahora la maniobra blanca tiene más valor del que tenía sin la torre
de dl . El motivo es que, tras 4 . Cxd5 , las negras no pueden recap­
turar centralizando su dama ya que, a 4 . . . . , Dxd5 , sigue 5 . Txd5 ,
y la ganancia blanca de material es neta.
Las acciones prosiguen en el centro, el territorio crucial .
4. CxdS, exdS
5. Af3, ...
,
El alfil se dispone a retomar el peón de d5 . En caso de que éste
mueva, tomará el de b 7 . La ganancia de material por parte de las
blancas está asegurada.
Otra fuerte j ugada que las blancas hubieran podido hacer ahora,
o que harán más tarde, es Tc7 , amenazando dama y peón.
153
Después de la apertura
Planes defensivos
Se debe tener presente que ni siquiera con un j uego perfecto será
posible siempre llevar a cabo planes de ataque al rey o a otras pie­
zas . Evidentemente no basta sólo con desearlo, sino que es preciso
que la situación resultante de la apertura lo permita.
En la posición del diagrama, por ej emplo, derivada de un análisis
de la teoría de aperturas, el bando atacante es el blanco, pero son
las negras las que tienen una posición preferible.
Posición de partida
Las blancas, para poder atacar, han sacrificado un caballo. Así han
conseguido la iniciativa, pero ante una defensa correcta ésta no lle­
va necesariamente a la victoria.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
g
h
Las negras se esforzarán por cambiar piezas, mej orar la posición
de su rey, y hacer valer más adelante su caballo de ventaj a (contra
un peón) . No conviene menospreciar los planes defensivos . Si hay,
como en este caso, compensación material suficiente, es frecuente
que el futuro sea más risueño para el defensor que para el atacante.
En la posición considerada, las blancas no logran amenazas sufi­
cientemente fuertes . Empiezan por colocar su torre en f7 para ata­
car un alfil negro, pero esto es eficazmente contrarrestado:
l. Tf7, De8
Ahora, si la torre toma el alfil de g7 , la dama negra captura la blanca.
Naturalmente, el blanco opta por otra j ugada:
2. Ae3, ...
Desarrollando una pieza
2 . ... , Rd8
3. Cd2, Cd7
4. Df3, ...
Ahora la torre de f7 sí amenaza el afil de g7 , porque las damas ya
no está en la misma diagonal .
154
Después de la apertura
Pero las negras disponen de recursos defensivos suficientes.
4 . ... , Tg8
También era posible . . . , Tf8 , con la amenaza de tomar la dama si
las blancas j uegan Txg7 . Tras esa j ugada, las blancas hubieran res­
pondido posiblemente 5. Tfl , . . . , que seguramente es lo mej or tam­
bién contra 4 . . . . , Tg8 . Las blancas disponen de cierta presión, pero
ésta no compensa el caballo.
a
e
d
e
g
e
d
e
9
e
d
e
9
b
h
Veamos otro ej emplo de regrupamiento defensivo, a cargo de un
j ugador que fue campeón del mundo nada menos que durante 27
años:
Posición de partida
Sería un exceso de optimismo definir la situación negra como con­
fo rtable. Las blancas colocarán sus dos torres y su dama en la co­
lumna f y presionarán el enroque negro.
Pero Emmanuel Lasker, que j ugaba con negras, inició un regrupa­
miento que colocó cada pieza en el lugar idóneo con vistas a la de­
fensa más eficaz y también de cara al futuro ataque:
l . ... , Ae7
2. Tal-Jl, Tf8
3. Dd3, Ae8
4. Dg3, Dd8
Se aprecia algo curiosísimo. Las piezas negras se dej an sitio unas
a otras (el alfil a la torre, ésta al otro alfil) para ocupar casillas idó­
neas, evitando las amenazas blan�as y manteniendo el control.
a
b
h
La posición negra no parece impresionante, pero es tremendamen­
te sólida, dentro del escaso espacio disponible.
5. Cdl, Cd7
6
5
4
2
El caballo dej a paso al peón y aumenta el control de e5 . De hecho,
esa es una de las claves de la posición .
a
b
h
155
Después de la apertura
Si se examina la situación en el centro, se aprecia que las blancas
no pueden avanzar fácilmente el peón de e4 a e5 , porque el control
negro es sólido. Ello demuestra que, pese a que las negras han debi­
do ceder espacio, no tienen ninguna desventaj a irremediable en su
contra.
6. Ce3, AgS
El alfil mueve de nuevo, atacando la torre blanca con ganancia de
tiempo. Luego, si fuera necesario, podrá cambiarse por el caballo
blanco de e3 antes de que éste se vuelva peligroso.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
La torre blanca retrocede una casilla.
7.
Tf4-f3, f6
A um en ta el control del
centro y da paso al alfil
8. Df2, ...
Y ahora ocurre algo
sorprenden te
8 . ... , hS
Naturalmente, antes de realizar este avance Lasker tuvo que consi­
derar la debilidad que crea en la posición de su rey. Pero al tener
sus piezas adecuadamente dispuestas para defenderlo, el avance de
los peones protectores del rey es un luj o que las negras pueden per­
mitirse.
Una de las ideas de 8 . . . . , h5 es evitar el salto del caballo de h2 a
g4, manteniéndolo fuera de j uego (las blancas debían haber efec­
tuado ese salto antes) .
9. Tg3, h4
La torre blanca tiene problemas insolubles
10. Tg4, AhS
Las negras ganan material . El ataque blanco se estrelló contra un
b aluarte y, para postre, la torre quedó copada.
Como no hay ninguna compensación esencialmente adecuada por
la pérdida de material, la situación negra se vuelve muy ventaj osa
y, en efecto, Lasker ganó ya fácilmente la partida. Triunfo, por tan­
to, del correcto plan defensivo.
La anterior partida está repleta de enseñanzas útiles. Tal vez la
principal sea que el bando atacante no tiene necesariamente por qué
estar mej or. El j uego defensivo exige en general buenos nervios y
cabeza fría, pero sus réditos en el terreno deportivo pueden ser muy
elevados . No sólo Lasker, sino otros grandes campeones como el
armenio Tigran Petrosian, han llegado a las más altas cimas del aj e­
drez gracias a su habilidad defensiva. El principiante hará bien en
no desmoralizarse rápidamente si se ve sometido a violentos ataques.
156
EJERC I C I OS
Ejemplo 1
Vamos a estudiar en p r i m e r
l ugar los elementos lóg icos q u e
com porta l a el aboración d e u n
peq ueño p l a n ofensivo.
a
b
e
d
e
g
h
8
la dama c o n otra fi g u ra , la torre,
y para e l l o necesitan col u m n as
abiertas. La col u m n a «g»
proporcion ará una vía de
penetración idónea. As í, tras el
conj u nto d e j ugad as 1 . . . . , gxf6
2 . . . . , Rh8 y 3 . . . . , Tg8, l as
blancas, cualesq u i era q u e sean
sus movidas, no tienen u n a
sol ución efectiva para evitar q u e
s u rey reci ba m ate. A l o s u m o
deben conform arse con
sacrificar una pieza para
prorrogm l a ago n � : 2 . Dc�
Rh8 3. Af4, Dxf4.
q u e i n d ica hacia d ó n d e deben
apu ntarse las piezas y a q u é
cuad ros s e h a n d e d i ri g i r para
q u e desarro l l e n su m áx i m a
actividad . E s d e s u m a
i m portancia, p o r tal razó n ,
saber identificarlos. Ej ercite esta
facultad en la s i g u i e nte
posición .
8
7
J u eg a n neg ras
·
Al estud iar con d ete n i m ie nto la
posi ción , se puede fác i l m e nte
co ncl u i r q u e la princi pal
d e b i l idad de las blancas es la
situación d e su rey, ya que la
formación d e peones q u e lo
protege está i ncom pleta. Ahora
b i e n : sólo l a dama amenaza el
e n roque, l o cual es a todas
l u ces i nsuficiente para
e m prender acciones q u e
preocu pen . El plan idóneo debe
fac i l itar la i ncorporación al
ataq ue de otras piezas y
ade m ás, como es lógico, no h a
d e olvidarse de la capt u ra del
Cf6 blanco. La conti n u ación
apropiada es 1 . . . . , gxf6! Pero
¿ por q u é debi l itar g rat u i tamente
la estruct u ra d e peones si e l l o
no es necesario? ¿Acaso no s e
pod ía captu rar el caballo con
cualqu i era de las otras pi ezas?
Efectivame nte así es, pero l a
j u gada se i ncl uye en el p l a n d e
ataq ue trazado. Las negras
pretenden apoyar la ofens iva d e
6
a
5
4
a
b
e
d
e
g
h
E l. futuro de l as blancas en esta
partida, dada su i nferioridad
m aterial , es poco halagüeño.
Eje mplo 2
Como ya hemos i n d i cado a lo
largo d e esta u n i d ad , se l laman
peones d é b i l es los q ue no
pueden ser proteg idos por otros
peo nes. Análogame nte se
l l aman cas i l l as d é b i l es aq u e l l as
e n q u e se puede i n stalar u n a
pieza s i n te mor a q u e l a
d esaloj e u n peón e n e m i go. E l
conoc i m i e nto d e u nos y otras es
m uy i m portante de cara a la
e l aboración d e un plan , pu esto
b
e
d
e
g
h
Po r lo q u e respecta a l as
blancas, los peones q u e m ás
fác i l m e nte pueden sufri r u n
ataq ue son d4 y b4, por ej e m plo
con las j ugadas Td8 o Tb8,
co m b i n adas con Cb5 o Cd5.
Las cas i l l as en que pueden
hacerse fuertes, en cam b i o, son
f5, trasladando cual q u ie ra d e
l o s cabal los all í, o b i e n d6 o b6,
a donde puede desplazarse e l
cabal lo d e e 3 med iante e l salto
i ntermed io Cc4.
Las neg ras deben te n e r c u i d ado
con sus peones c6 y a6, q ue
carecen del apoyo d e otros
peones. En cam b i o son p u ntos
m uy i m portantes para i n stalar
las piezas l as cas i l las d5 y b5,
fundamental mente l a p r i mera,
ya q ue es u n excele nte cuad ro
centra l . Este peq u e ñ o análisis
si rve de g u ía para trazar e l
fut u ro p l a n a seg u i r, tanto por
parte del bando b l anco como
del negro.
157
E J E RC I C I OS
8
.
Problema 2
P roblema 1
Problema 3
Le corresponde elaborar ahora
u n plan de ataq ue sobre el rey
negro, ya q u e el turno de j uego
corresponde a l as b l ancas.
8
6
5
8
7
3
2
5
a
b
e
d
e
g
h
4
3
J u eg a n b l a n cas
Antes de pensar en u n a
cont i n uación adecuada,
identifi q u e los peones y cas i l l as
d é b i l es de l as neg ras (cas i l l as
fuertes bajo el p u nto de vista
de l as b l an cas) . Dete r m i n e cuál
o c u áles de d i c hos peones
p u eden ser más fáci l m e nte
sometidos a presió n . Señale,
de e ntre l as j u g adas que a
conti n u ación se detal l an , cuáles
considera m ás lógicas después
d e l análisis rea l i zado con
anterioridad : a) 1 . g4; b) 1 . Ce5 ;
c) 1 . Cd2; d) 1 . Te1 ; e) 1 . Tcd 1 ;
f) 1 . b4.
a
b
e
d
e
g
h
J u eg a n blancas
Al i g u al q u e en el Eje m p l o 1 ,
nos encontramos ante u n a
posición e n l a q u e l a p r i n c i pal
debi l id ad del bando negro es l a
i nsegu ridad de su rey. L a causa
es tam bién que el esc udo
p rotecto r del e n roq ue h a
q uedado seriamente dañado
por las escaramuzas anteriores
de l a partida. La dama sol a no
p u ede cond ucir el ataq u e de
manera p e l i g rosa, y n ecesita la
colaboración de otras piezas. El
plan correcto h a de procu rar a
la dama el apoyo q u e ésta
p recisa. ¿Qué conj u nto de
j ug ad as considera el m ás
apropiado para l l evar a cabo
esa e m p resa?
Identificar l os p u ntos d é b i l es d e l
adversario e s , c o m o se h a
ven ido repitiendo a l o l argo de
l a u n i d ad , e l paso p revio y e l
h i l o co nductor de todos los
futuros proyectos e n l a partida.
Tanto es así q u e e n ciertos
casos puede con d u c i r a l a
obtención de u n a ventaj a
tang i b le, e i n c l uso al tri u nfo
i n mediato. E n otros casos es
s i m p l e m e nte un paso
i ntermedio para m ejorar l a
posición de l as piezas pro p i as o
alcanzar u n objetivo posi cional .
E n el prese nte ej ercicio, este
análisis conduce a logros
m ateriales m í n i mos pero
suficientes para pensar e n
adj u d icarse e n el fut u ro e l
triu nfo.
8
6
5
4
2
a
b
e
e
g
J u egan blancas
Identifiq ue l a pri n c i pal debi l i dad
de l as negras y trace un plan
para someterla a presión .
P i e nse en la u b i cación ó pt i m a
de l as piezas.
EJ E RC I C I OS
Problema 4
8
Problema 6
Problema 5
N o se trata e n este ej e rcicio de
e l aborar u n plan ganador o que
conduzcaa u n a su perioridad
m aterial notab le, s i n o d e
e l i m i nar debi l i d ades para
sustrae r al adversario un motivo
de ataq ue.
8
7
6
8
6
5
4
3
2
2
8
a
b
e
d
e
g
h
a
6
b
e
d
e
g
h
5
J u egan b l a n cas
Al i g ual q u e en el ejercicio
anterior, es preciso desc u b r i r e n
primer l ugar cuál e s l a flaq u eza
fundamental de l as negras, y
trazar u n p l an lógico y
consiste nte para material izar l a
ventaj a q ue, s i n d u d a , posee n
l as blancas.
Juegan blancas
4
3
a
b
e
d
e
g
h
J u egan neg ras
Existe u n peón de este bando
que carece de l a p rotección de
sus compañeros: e l situad o e n
«d6» . ¿ Es por e l l o u n a
d e b i l idad? N o , a m e n os q u e
pueda atacarse o b i e n ofrezca
la pos i b i l idad de ser cam b i ado.
Con ayuda de estas pautas
e n c u e ntre el movi m i e nto
adec uado, q u e i m pide a l as
b l an cas conso l i dar u n a cierta
ventaja y trazar un plan contra
l a debil idad de la posición
negra.
S i j ug aran l as blancas, ¿cuál
cree q u e sería e l m ejor
movi m i e nto?
La lógica es la princi pal arma
del j ugador de aj edrez. Uti l ícela
para descubrir l a conti n uación
precisa. ¿C uál es e l p u nto m ás
frág i l de l a estruct u ra d e
peones negros? Po r l o q u e s e
ha estudiado e n esta u n idad , e s
fác i l constatar q u e «C6» es el
peón q u e más d ificu ltades
ofrece para ser defe n d ido por
l as neg ras. ¿ Debemos, p u es,
atacarl o? ¿Cómo? Es obvio q u e
no hay u n cam i no fác i l para q u e
e l rey s e arprox i m e, pero existe
otra pieza q u e sí puede
hacerlo . . .
SO LUCION ES
Solución 1
Las debil idades del negro son
los peones «e6» y «C6» , pero al
estar el pri me ro e n u n a
col u m n a abierta resu lta m u c h o
m ás fác i l d e atacar. E l cabal lo
negro d efi ende d i c h a cas i l l a , y
ade m ás i m pide q u e el alfil lo
ataq u e con Ab3. Por tanto l a
man iobra correcta e s . 1 . b4,
Cb7 2. Ab3, Af6 3. Tfe1 , . . . ;
etc.
8
Solución 3
Solución 5
¿Qu é p u nto carece del apoyo
de otros peones? S i n d u d a ,
«C6» es l a respuesta. Las
s i g u ie ntes j ugadas blancas
deben estar dest i n ad as a
p resionarlo: 1 . Af3, Ce7 2 . Tc1 ,
Tc8 3. CaS, . . . (O bien 3. Cd4) .
E n cualq uier caso la captu ra del
peón es i n evitable.
E l m ejor plan d efe nsivo de las
negras es e l i m i n ar su d e b i l i d ad ;
y p ueden conseg u i rlo con u n a
sola j ugada: 1 . . . . , d S.
8
7
Solución 2
6
Para cont i n uar el ataq u e l a
dama n ecesita la ayuda de u n a
de l as torres. L a conti n u ac i ó n
i n d icada es 1 . Tf3! , . . .
(Se amenaza 2 . Tg3 + , R h 8 3.
Dg7+ + ) 1 . . . . , Rh8 2. Th3!, . . . ,
para conti n uar con 3. Dxh7 + + .
b
e
d
e
¿ Desde q u é cas i l l a puede ser
atacada l a d e b i l i d ad negra m ás
i m po rtante, es decir, «C6»? U n
rápido análisis revel a q u e e l alfi l
bl anco puede h acerlo desde l a
cas i l l a «a4» . ¿Cómo l l egar h asta
e l l a? El plan correcto es 1 . Af3,
, para proseg u i r con 2. Ad 1 , 3.
Aa4 y 4. Axc6. El alfi l negro, al
c i rc u l ar por cas i l l as negras, n o
p u ede defender s u peó n , y
tampoco el rey l lega a t i e m po
de h acerlo.
• • •
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
Solución 4
a
Solución 6
E l peón «g5» d e l as neg ras n o
t i e n e apoyo suficiente : 1 . Tg3!!,
Tg8. Y ahora, aprovechando
q u e el peón no puede ser
defend ido con t0tra p i eza,
avanzamos el rey bl anco para
pos i b i l itar su capt u ra : 2. Rd3,
Rb8 3. Re4, Rc8 4. RfS, Rd7
5. TxgS, . . . El plan d e l as
blancas h a c u l m i n ad o con éxito.
8
5
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
9
U N I DAD
En la b atalla que s o stienen las piezas blancas y las
negras s obre el tablero de aj edrez, se establecen
relaciones de equilibrio precario o de predominio, que
pueden variar con las diferentes maniobras y capturas
de material , en especial en el caso de los cambios
iguales o desiguales de piezas , y de los s acrificios .
D
El balance de material
• Los cam b i os de m ate r i a l :
conve n i e ntes e
i n conve n i e ntes
• Los ca m b ios h eterog é n eos
• Los sac r i f i c ios
D
Resumen
D
Partidas famosas
D
Ejercicios
D
Soluciones
• U n i d ades
8
y
9
• Cast i g o s u m arís i m o
Lo nd res, 1870
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
El balance de
material
Al comienzo del Curso se estableció ya el valor relativo de cada pieza
(peón un punto, caballo o alfil tres, torre cinco, dama diez, tenien­
do el rey un valor infinito) . Aunque estos valores son meramente
indicativos, resultan fiables en el 95 % de los casos. Por un lado,
el j ugador necesita tenerlos en cuenta para saber si una serie de cap­
turas sucesivas por parte de ambos bandos favorece o no a sus inte­
reses; por otro lado, estos valores no han de prevalecer sobre los
superiores intereses de la partida (especialmente la seguridad del rey),
que pueden llegar a convertirlos en un cálculo absolutamente inú­
til . En ocasiones el espíritu triunfa sobre la materia, lo cual reviste
al aj edrez de una belleza especial .
Los cambios de material : convenientes e i nconven i entes
Si se observa la situación del diagrama, se puede apreciar que las
blancas, a quienes les corresponde el turno de j uego, tienen la oca­
sión de entrar en una serie de cambios de material.
Posición de partida
El análisis muestra la posibilidad de bifurcaciones en diversas va­
riantes o �lternativas (en función de cómo j ueguen las blancas), de
una cierta complej idad .
El bando blanco se ve obligado a decidir si se adentra o no por el
camino de los cambios de piezas . Los espíritus medrosos suelen re­
huir los cambios por sistema, pero evidentemente ese no es el cami­
no para progresar en aj edrez . El j ugador debe acostumbrarse al cál­
culo preciso de las distintas posiblidades que pueden aparecer sobre
el tablero, y adentrarse sin miedo en las complicaciones cuando ha
establecido que su resultado final será positivo. Hay que valorar si
la variante merece la pena y, si con ella se obtiene ventaj a, no dej ar
pasar la oportunidad de lograrla. Pero para estar seguros, es nece­
sario aprender a valorar bien el resultado final, partiendo de los
valores de las piezas que ya conocemos.
1 62
a
b
e
d
e
g
h
El balance de material
En este caso la variante es la siguiente:
l. Tx c6, ...
El cambio de una torre (5 puntos) por un caballo (3 puntos) no pa­
rece ofrecer interés. ¿Por qué motivo, pues, las blancas podrían es­
tar interesadas en el mismo?
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
El alfil de e5 está defen di do por el caballo de c6; por tanto, 1 . Tx e5
no resulta atrayente. Pero al capturar el caballo con la otra torre,
las blancas calculan la siguiente maniobra:
l . ... , Tx c6
2. Tx e5, ...
Se han ganado seis puntos (caballo + alfil) contra cinco (una torre) .
Hasta aquí el razonamiento de las blancas es plenamente correcto,
pero la cosa no es tan fácil . Las negras , de entre las réplicas disponibles a 1 . Tx c6, escogen una contestación aparentemente mucho
mej or que l . . . . , Tx c6.
l . ... , A x g3 .
8
7
5
4
3
La típica captura intermedia, así llamada por ir intercalada entre
dos j ugadas que aparentemente debían seguir una a la otra (en este
caso l . Tx c6 y l . . . . , Tx c6) .
Esta j ugada de las negras parece cambiar radicalmente la situación.
Contra 2 . D x g3 , . . . , sí sería buena ya 2 . . . . , Tx c6 (ver posición
en el diagrama) .
Posición después de
2. D x g3, Tx c6
f
8
7
5
4
3
El cambio intermedio del alfil negro por el caballo (igualado) ha
dej ado el balance de material nuevamente en un cambio de torre
blanca por caballo negro, desfavorable para las blancas.
163
El balance de material
Pero también las blancas disponen de capturas intermedias :
8
7
2. Tx c8, ...
Esta captura se intercala entre l. . . . , A x g3 y 2 . D x g3 , dej ando mo­
mentáneamente a las blancas con otra ventaj a (una torre en este caso)
y, en caso de 2 . . . . , D x c8 3 . D x g3 , con ventaj a sustancial también
de las blancas, un alfil en este caso.
5
4
3
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
La idea l . Tx c6 parece de nuevo reivindicada, pero las negras si­
guen con más capturas intermedias:
2 . ... , A x f2
Tras esta captura de la pieza blanca más poderosa, no cabe duda
respecto de qué pieza negra conviene capturar a continuación .
Las blancas toman, en j usta reciprocidad, la dama negra:
3. Tx d8, ...
Esta captura decide ya definitivamente quién va a <!J.uedar con ven­
taj a . Se observa que el material existente sobre el tablero en el mo­
mento presente favorece a las blancas, quienes tienen una torre de
más .
Las negras pueden recuperar momentáneamente esa desventaj a cap­
turando cualquiera de las torres blancas, pero siempre les quedará
una pieza atacada que las blancas tomarán, ya sin posible represa­
lia; bien se trate del alfil de f2 , capturado por el caballo de h3 , . o
del caballo de d6, capturado por la torre de d 8 .
3 . ... , A x el
4. Tx d6, ...
Las blancas quedan con un caballo de ventaj a.
1 64
El balance de material
Evidentemente, si en la primera j ugada las negras hubieran acepta­
do la torre blanca ofrecida en c6, su desventaj a no hubiera sido tan
grande. Esto sólo demuestra que, en este caso concreto, entrar en
la dinámica de las capturas intermedias era perj udicial para las ne­
gras. En otras ocasiones puede ser bueno, y lo que se debe hacer
es procurar calcularlo todo con la mayor exactitud , basándose en
el baremo de puntuaciones habitual . Si la posición no ofrece algu­
na compensación, un solo peón puede decantar la partida; y con­
seguir más de un peón, o un punto de material , resulta casi siempre
decisivo.
Obtener tras algunos i ntercam bios de piezas dos o tres pu ntos
de ventaja de material según el recuento convencional, si no exis­
te compensaci ó n , debe ser suficiente para ganar la partida.
Los cambios heterogé neos
En el siguiente ej emplo, muy animado y con muchas variantes que
obligan a un constante recuento del material, existen también cap­
turas intermedias, si bien las piezas que toma un bando y las que
toma el otro son de valores distintos .
Analicemos l a posición que aparece e n e l diagrama:
Posición de partida
Las negras, que tienen un peón de más, acaban de mover a d5 el
cab allo que tenían en b4; este caballo y el alfil de a5 amenazan el
caballo blanco de c3 , y el alfil capturaría la dama blanca si el caba­
llo se retirara.
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
Las blancas deben buscar el mal menor; j uegan y consideran la po­
sibilidad de entrar en los cambios que siguen:
l. C x dS, ...
La situación se complica muchísimo tras esta captura.
1 65
El balance de material
Si las negras toman el caballo, la dama blanca capturará el alfil en
a5 . De modo que la siguiente j ugada negra, además de buena, es
obligada.
l . ... , A x d2
2. C x c7 + , ...
El rey negro debe tomar una determinación: si mueve a f8 , la torre
de h8 no protegerá a su compañera, que será tomada por el caba­
llo; pero si mueve a e7 o d 8 , el caballo de f6 quedará inmovilizado
por el alfil de g5 .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
f
g
h
g
h
f
g
h
f
g
h
Las negras calculan que esta posibilidad no es tan grave como la
anterior.
2 . ... , Re7
3. c x d6 + , ...
De nuevo una captura intermedia, apoyada en la mayor compul­
sión posible en aj edrez: la amenaza al rey.
Aunque se trata de un cambio igualado de peones, la situación del
rey negro se hace más insegura.
3 . ... , R x d6
4. C x a8, A x g5
5. C x g5, ...
En su j ugada cuarta las negras hubieran podido optar por .. ., Tx a8 ,
pero entonces hubiera caído el alfil de d2. Realizaron la captura in­
termedia del alfil blanco de g5 con la esperanza de tomar luego el
caballo de a8 .
Pero ahora el otro caballo ataca la dama, que debe mover y no tie­
ne manera de privar al caballo blanco de a8 de su única escaptoria
por b6.
5 . .. , Df8
6. Cb6, Rc7
7. C x d7, ...
5
4
3
8
7
4
3
Las negras retomarán ahora el caballo. Pero esto plantea una cues­
tión interesante: ¿con qué pieza deben hacerlo?
1 66
El balance de material
No se debe creer que da lo mismo hacerlo con el caballo o con el
rey. En caso de 7 . . . . , C x d7 seguiría 8 . Ce6 + , con ataque simultá­
neo a la dama y al rey. Esto dej aría con gran ventaj a de material
a las blancas . Con 7 . . . . , Rd7 , en cambio, esa ventaj a no se da.
Después de que las blancas realicen su próxima j ugada (como
por ej emplo 8. Ac4) , podremos establecer ya el recuento de los pun­
tos ganados y perdidos a partir de la posición inicial, en la que las
negras tenían peón de ventaj a.
He aquí el recuento del material intercambiado: las blancas han
capturado una torre, dos alfiles, un caballo y dos peones , dieciséis
puntos en total . Las negras han capturado la dama, un alfil, un ca­
ballo y un peón, en total diecisiete. Las negras han perdido piezas
ligeramente menos valiosas y han salido ganando, por tanto. Pero
tan sólo un punto, que hay que añadir al que ya llevaban . Por otro
lado, el rey negro y en parte también la dama están en situación
incómoda.
U n a pequeña ventaja de m aterial, de un peón o análoga, puede
'
ser compensada fácilmente por la mala situación del rey del ban­
do fuerte o de otras piezas. En estos casos, el bando fuerte sue­
le devolver el material que lleva de ventaja si con ello consigue
equilibrar la posición.
De todas maneras las blancas quieren considerar, en la posición ini­
cial, la posibilidad de efectuar otras j ugadas que resuelvan sus pro­
blemas de forma más satisfactoria. Existe otra j ugada, posiblemente
mej or, que también implica diversos cambios heterogéneos de ma­
terial:
l. Ac4, A x c3
De lo contrario, las blancas desmontarían las amenazas negras . Contra l . . . . , 0-0 por ej emplo, resultaría una j ugada muy efectiva 2 .
A x f6, . . . , quitando apoyo al C d 5 que cubre e l rey y a la dama.
Las blancas prosiguen las hostilidades con una amenaza directa al
rey negro.
2. Tdl-el + , ...
Como las negras han capturado el caballo, se trata de intentar
complicarles la vida al máximo con el obj etivo de recuperarlo.
De ahí este j aque intermerdio. Y, en efecto, la próxima j ugada
de las negras será un error.
1 67
El balance de material
Inmovilizar un alfil delante del rey, con l . . . . , Ae6, hubiera conlle­
vado ciertas dificultades, pues la defensa del caballo de d5 se vería
debilitada. Pero la j ugada elegida es aún peor.
2 . ... , Rd8?
3. A x d5, ...
Ahora e l inmovilizado e s el caballo de f6. Por otra parte, l a dama
negra resulta atacada tras esta captura intermedia no menos de lo
que lo estaba la dama blanca.
La opción 3 . . . ., D x d5 permitiría el j aque 4 . A x f6 + , . . ., tras el
que caería también el alfil de c3 , de modo que hay que transigir
con el cambio de damas :
3 . ... , A x d2
4. A x f7, A x el
5. A x f6 + , ...
5 . .. , Rc8
Forzada
6. A x h8, ...
Jaque intermedio
2 . ... , Rf8
3. Ah6 + , ...
Jaque intermedio
3 . ... , Rg8
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
7
5
4
3
Las blancas quedan con un alfil de más. La situación está ganada
por las blancas que tienen material de más (dos puntos) no com­
pensado.
Evidentemente, las negras no j ugaron bien. Disponían de una se­
gunda j ugada mucho mej or. Era ésta:
a
7
5
4
3
Ahora las blancas, en caso de j ugar 4. A x d5 , C x d5 , quedarían
con un alfil y un peón de menos por nada. Lo mismo tras 4. Cg5 ,
A x d2 5 . C x f7 , A x el .
La j ugada que escogen finalmente, suponiendo que no resulte tam­
poco suficiente para ganar, al menos no pierde:
4. D x c3, C x c3
5. A x f7 + , R x f7
6. Cg5 + , Rg8
Las negras tienen un caballo y un peón de más y, si les tocara mo­
ver ahora, escogerían entre Cd5 , que impide a la torre de el llegar
a e7 , y Ab 5 , que da una especie de j aque a la torre de fl .
168
El balance de material
Pero es el turno de las blancas y lo aprovechan para obtener com­
pensación por los puntos materiales que llevan de menos .
7. Te7, AbS
8. Tg7 + , Rf8
Forzada
9. Tx c7 + , ...
7
5
4
3
¿ Jaque? Sí, con el alfil de h6 «en descubierta» (pues la torre al mo­
ver descubre el alfil que tenía detrás) .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Pese a ir perdiendo un cab allo, gracias al ataque al rey las blancas
tienen razonables posibilidades de intentar ganar.
9 . ... , Re8
10. Tel + , ...
Las blancas disponían de otras continuaciones atractivas, como Cf7 ,
o Ag7 que se asemej an p o r i r ambas tras l o s cinco puntos de l a to­
rre de h 8 , o también podían limitarse a capturas modestas, como
Tx b7 o c x d6. No obstante, estas j ugadas no acababan de resolver
sus problemas, pues la torre blanca de f1 se halla atacada asimismo.
Por ese motivo deciden ante todo retirarla dando j aque; pero ¡ cui­
dado ! , conviene recordar que uno de los modos de defender un j a­
que es cubrirlo con pieza, y que ésta puede, en ciertas ocasiones,
dar j aque a su vez . Es lo que va a suceder ahora.
10 . ... , Ce2 + ·
11. Rh2, ...
Tras 1 1 . Rfl , Rd8 (atacando la torre) 12. Txb7 , . . . (u otra j ugada
de esta torre) , Cc3 + , el cab allo, liberado ya de la defensa de su rey,
se zafaría permitiendo al alfil de b 5 dar j aque.
Esto es lo que las blancas quisieron evitar al no colocar su rey en fl .
11 . ... , d x cS
La situación negra era sumamente inestable. Tenían en peligro el
caballo de e2, precariamente sostenido; el peón de b7, así como el
de d6, débiles, y una situación del rey sumamente delicada, en el
centro del tablero (perdieron en su momento la ocasión de enrocar) .
169
PAR TIDA S
....�
.. Johann H .
Zukertort
El primer candidato oficial a l tí­
tulo de campeón del mundo de
ajedrez nació en 1842 en Lu­
blin, Polonia, pero fue inglés
durante la mayor parte de su
vida. Zukertort, resulta sin du­
da un ejemplo acabado y exi­
mio de hombre universa/ y
polifácetico. Fue militar de pro­
fesión, excelente en todos los
aspectos del deporte (equita­
ción, tiro, natación), políglota,
frecuentador de los salones
elegantes, aventurero, experi­
mentador de novedades, due­
lista, apostador, culto y román­
tico, y con una extraordinaria
facilidad para el ajedrez.
Tras conseguir extraordinarios
éxitos en el juego ciencia, Zu­
kertort declaró que no veía mo­
tivos para seguirle soportando
al austrohúngaro afincado en
Inglaterra Wilhelm Steinitz su
pretensión oficiosa de ser el
campeón del mundo. En diver­
sas sedes de Estados Unidos,
entre ellas Nueva York, Fila­
delfia y San Luis, se celebró en
1886 el esperado match Stei­
nitz-Zukertort. Steinitz ganó la
primera partida y Zukertort las
cuatro siguientes, por lo que el
título parecía al alcance de su
mano. No fue así, y acabó su­
perado por el sólido y científi­
co estilo de su adversario (10
a 5 victorias, y 5 tablas). Zuker­
tort quedó tan desmoralizado
que en adelante sólo pudo lo­
grar resultados mediocres en
torneos. En 1888, cuando juga­
ba una partida en el Simpson 's
Divan de Londres, cayó sobre
el tablero fulminado por una
hemorragia cerebral.
170
Castigo sumarísimo
Partida jugada en Londres, 1870
Blancas:
Negras:
Johann Zukertort
De Vere
l. e4, es
8. Cd4-bS, ...
La defensa siciliana era muy
poco frecuente hace ciento
veinte años, y a sus practican­
tes se les consideraba . poco
menos que excéntricos. En
realidad, es una defensa tan
complej a que cualquier míni­
mo desliz puede ser castiga­
do de forma implacable.
2.
3.
4.
S.
Cf3, Cc6
Cc3, e6
d4, c x d4
C x d4, a6
Impide el salto de alguno de
los dos caballos a b 5 , desde
donde podría amenazar dar
j aque en d6, o capturar la
dama si ésta se instala en c7 .
6. Ae2, DC7
7. 0-0, Cge7
El error ha aparecido ya . 7 .
. . . , Cf6 7 . . . . , Ac5 y 7 . . . . , d6
serían, entre otras, posibilida­
des normales de esta defensa.
Pero las negras no pueden
bloquear de este modo el al­
fil de rey en una ocasión tan
temprana sin exponerse a
consecuencias muy desagra­
dables .
a
e
d
e
g
h
El sacrificio temporal de un
caballo permitirá al otro lle­
gar a d6.
8 . ... , a x bS
9. C x bS, Das
Esta j ugada no es muy útil,
pero peor sería Dd8 , que per­
mitiría el mate en una j ugada.
10. Ad2, ...
Las blancas no dan j aque con
el caballo en d6 todavía, pues­
to que si las negras j ugaran la
dama a a6, por ej emplo, se­
ría más práctico darlo en c7 .
Por eso la siguiente j ugada es
forzada.
\
La defensa sici liana en el siglo
pasado
10 .
11.
12.
13.
... , Db6
Ae3, Das
Cd6 + , Rd8
C x f7 + , Re8
La defensa 1 . . , es es considerada hoy en día como la más
interesante, bien que complicada, respuesta de las negras
contra la apertura del peón de rey. Es el arma favorita de
infinidad de jugadores, desde los principiantes hasta el
campeón del mundo, que la domina como un auténtico
virtuoso. Pero quizá resulte sorprendente saber que un jugador
tan potente como Paul Morphy la consideraba errónea y
juzgaba severamente a sus practicantes como poco menos que
corruptores de la noble belleza del juego clásico, el que se
desarrolla a partir de 1. e4, es.
¿Cómo es posible que a través de varios siglos subsistiera un
prejuicio tan evidente? En primer lugar, en el juego típico que
se obtiene en muchas variantes de la defensa siciliana, las
negras deben estar dispuestas a defenderse con habilidad de
violentos ataques con amenazas de mate, y a preparar el
contraataque con sutiles maniobras estratégicas que en
ocasiones llegan a inspirar la imagen del paseo al borde del
abismo. A menudo un solo paso en falso equivale a
despeñarse sin remedio, tal como le sucedió a De Vere y
desde entonces a muchos otros jugadores de menor categoría.
Solo a través de la supervivencia a innumerables derrotas la
defensa siciliana ha logrado reivindicar su buen nombre frente
a los prejuicios de Morphy y de otros jugadores. Es, sin duda,
una defensa correcta y muy popular hoy en día por su
contenido de lucha y su sutileza.
.
Y ahora 14. C x h8 dej aría a
las blancas con cuatro puntos
de más . Pero Zukertort aspi­
ra a una ventaj a todavía más
radical .
14. Cd6 + , Rd8
15. Cc4, Db4
La dama quiere mantener el
control de d6, debido a que,
contra 1 5 . . . . , Da4, por ej em­
plo, las blancas pueden j ugar
también 1 6 . Ab6 + , Re8 1 7 .
Cd6 + + . Pero l a defensa de
ese punto d6, que garantiza la
supervivencia del rey, puede
ser anulada por las blancas .
16. a3,
.
U na partida d e ajed rez e n u n
café vienés, e n 1 897. D i b uj o
a
b
e
d
e
d e F. Kaske l i n (M useo de
l a C i udad , Viena) .
g
Tras esto ya no hay remedio.
16 . ... , D x c4
17. A x c4, ...
Con seis puntos de desventaj a,
las negras se rindieron aquí.
171
El balance de material
Así que . . . , d x c5 no es una mala defensa, pues de momento este
peón quiere hacerse valer, y j ugar activamente es la única forma
de intentar salvarse cuando, como en este caso las negras, un ban­
do se halla en serio peligro de perder.
12. Cf7, Tg8
13. Cd6 + , ...
Para eliminar al alfil de b 5 , defensor del caballo de e2 .
e
d
e
g
h
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
a
.
Pero el rey negro mueve efectuando un ataque intermedio a la torre.
13 . ... , Rd8
14. C x b5, a x b5
15. Tx c5, ...
7
6
5
4
3
El recuento del material nos indica que las negras tienen aún tres
puntos de más, pero las blancas confían en su ataque al caballo de e2.
La siguiente j ugada negra trata de evadirse de dicha dificultad, pero
no será el fin de todos sus problemas, pues todavía hay otras ame­
nazas.
7
6
15 . ... , Te8
16. Ag5, ...
5
4
3
El caballo no puede mover porque dej aría descubierto al rey, que
no puede dej arse capturar j amás .
Por consiguiente, las negras deben buscar j ugadas defensivas for­
zadas.
16 . ... , Ta6
17. Te5, ...
También esta j ugada resulta muy fuerte. Si el caballo de e2 mueve,
las blancas j uegan 1 8 . Tx e8 + , y esta torre no resulta capturable
por le caballo ni por el rey (el rey j amás puede dej arse matar) . Peor
aún resultaría 1 7 . . . . , Ta6-e6 1 8 . Tel x e2, y también el caballo negro
de f6 estaría perdido.
172
El balance de material
En vista de ello, las negras se avienen a un cambio de torres que,
al menos, les permitirá salvar uno de los dos caballos.
17 . ... , Tx e5
8
7
18. d x e5, Re8 !
Muy buena jugada
5
4
Parecía lógico salvar en seguida uno de los dos caballos (el de e2,
único que podía mover sin dej ar indefenso a su rey) , pero tras 18 .
. . . , Cc3 1 9 . e x f6 , el rey negro tendría el paso cortado hacia el peón
de f6 , peligrosísimo pues amenazaría convertirse en dama dentro
de dos j ugadas .
3
Ahora el rey acude a controlar el peón blanco avanzado.
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
8
7
19. e x f6, Te6
20. g4, f x g4
21. h X g4, Cd4
6
5
4
Tras el intercambio igualado de peones, las negras proponen otro
intercambio igualado de torres. Las blancas no tienen que aceptar­
lo ahora obligatoriamente, pero les será difícil esquivarlo.
La ventaj a blanca es realmente muy pequeña. Haciendo el recuen­
to del material veremos que las puntuaciones están igualadas.
3
Volvamos ahora a la j ugada 1 2 de las blancas para comprobar si
tenían una opción mej or a su disposición:
12. Ag7, Cd5
13. Tx b7, Tg8
Nuevamente, con todas sus piezas comprometidas las negras j ue­
gan la baza del contraataque. La torre de b7 amenaza tomar el alfil
de b 5 , tras lo cual cae el caballo de e2 (un cambio de alfil y caballo
contra torre es similar a la ganancia de un peón) .
Pero no podrán hacerlo mientras tengan que defender el alfil de g7 .
14. d x c5, Rd8
15. C x h7, Tc8
En el proceso de reagrupamiento de sus piezas, las negras han transigido con nuevas pérdidas de peones, pero aún mantienen una li­
gera ventaj a de material (un punto, diferencia entre un cab allo y
dos peones) , y la torre de b7 sigue pendiente del alfil de g7 .
_
173
El balance de material
Las blancas se proponen resolver ese peligro con su próxima j ugada:
16. Cf6, Tx g7
17. Tx g7, C x f6
18. Tx g6, Re7
8
7
5
4
A través de estos últimos cambios, las negras han mantenido su punto de ventaj a. El material sobre el tablero es heterogéneo pero debemos considerar que las piezas negras tienen un valor ligeramente
superior.
No obstante, como las torres blancas están activas y siguen planteando ciertas amenazas, la partida se mantiene tensa.
19. b4, Rf7
20. TgS, Re6
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
8
5
3
Con difícil pronóstico. En resumen, a través de todos los análisis
efectuados, se comprueba que las posibilidades de las blancas tras
1 . Ac4, no son inferiores a las que tenían tras 1 . C x d5 .
En ocasiones, a través de las d iversas amenazas y maniobras,
se entrecruzan las posibilidades de m ejorar la posición y las de
ganar o perder material. Un factor pesa más o menos que el otro
según los casos, pero a m bos deben ser tenidos en cuenta.
Los sacrificios
Hay situaciones eri que el material no es tan importante como las
oportunidades que se pueden presentar, en particular si hay oca­
sión de dar mate.
Veamos a continuación una posición en la que eso es j ustamente
lo que ocurre:
Posición de partida
Las blancas deben j Ú gar, y la última j ugada negra (f7-f6) ha
constituido un serio error, al debilitar seriamente la posición de
su rey; este peón debía permanecer inmóvil para ofrecer la
mej or defensa.
1 74
El balance de material
Su movimento permite a las blancas un sacrificio considerable
de material (al menos en apariencia) : la diferencia entre una
dama y un alfil (siete puntos) .
l. D x g6 + , h x g6
2. Th8 + , ...
La posibilidad de esta j ugada (y la siguiente) es lo que las blancas
buscaban con su aparente sacrificio (aparente puesto que en reali­
dad pretenden la infinita ganancia de material que significa el j a­
que mate o captura del rey negro) .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
El rey negro no tiene escapatoria posible.
7
2 . ... , Rf7
3. Thl-h7 mate
6
4
3
El mismo mate hubiera seguido a 2. . . . , Rg7 .
Las blancas han renunciado gustosas al material (su dama en este
caso) , ante la posibilidad de dar mate. Su j uego ha sido profunda­
mente lógico pero no por ello menos insólito, ante la evidencia de
que el 99 % de las veces no conviene cambiar una dama por un alfil.
Se denominan sacrificios de m aterial j ug�das que n o represen­
tan en realidad un sacrificio a uténtico más que de forma tempo­
ral , puesto que pretenden recuperar el m aterial entregado o dar
mate poco después.
Estos sacrificios, aparentes en realidad, constituyen probablemen­
te el elemento más artístico y atractivo del j uego del aj edrez, y son
ej emplos del triunfo antes mencionado del espíritu sobre la mate­
ria. Veamos otro caso.
Posición de partida
Esta vez juegan las negras, y poseen varias piezas (la torre de g 5 ,
l o s d o s alfiles y, aunque n o l o parezca a primera vista, l a dama)
que pueden confluir sobre el rey blanco.
a
b
e
d
e
g
h
175
El balance de material
Nuevamente, para acabar con el rey se realiza una j ugada aparente­
mente errónea consistente en un cambio que hace perder cuatro
puntos :
8
7
l . ... , Tx g3 +
2. f x g3, Ae3 +
3
La torre dej ó paso al alfil y éste hace lo propio con la dama. Todo
ello es sencillo, en realidad, pero se supone que para las blancas
fue inesperado.
Tras la siguiente j ugada blanca, sea cual sea la pieza que cubra en
f2, habrá mate.
2
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
8
7
3. Af2, Dhl + +
3
Esto era forzado tras el cambio de la torre por el peón. Por otra
parte, en caso de no haberse aceptado el presente griego de la torre,
2 . . . . , Af4 hubiera llevado también al mate.
RESU M E N :
u n i dades a
2
f
g
y 9
O N o deben moverse s i n sentido las piezas, s i n o trazar planes para varias
j u g adas y con la part i c i pación de disti ntas p i ezas.
Los o bjetivos pueden ser muy variados:
• Ve ntaj a de desarro l l o.
• L u c h a por l a i n i c i at iva y d o m i n i o d e l centro.
• Ataq u e a peones o p i ezas d é b i les.
• Reag r u pa m i e nto d efe n sivo d e l as p i ezas p ro p i as .
O E n los i ntercambios d e material conviene g u iarse por l a tab la i n d i cat iva
de los val o res de las p i ezas.
• En l as recaptu ras convi e n e med itar e n la pos i b i l i d ad d e j u g ad as i nte rmed i as q u e
cam b i e n l a valorac i ó n d e l a pos i c i ó n , a favo r o e n contra .
· • U n a g a n a n c i a , i n c l uso m ín i m a , d e m ate r i a l s i n co m pe n s ac i ó n s u e l e dete r m i n ar e l
tri u nfo e n l a part i d a .
O E l sacrificio de piezas se j u stifica c u a n d o perm ite el ataque d i recto
decisivo al rey e n e m i g o o cuando entraña l a posterior recu perac ión de
material con ventaja.
h
EJERC I C I OS
Ejemplo 1
8
7
6
4
3
a
b
e
d
e
9
J uegan blancas
C u ando pueden prod u c i rse
i ntercam b ios de m ate rial en la
partida, es preciso ser
s u m am e nte c ui d adoso al
cal c u l a r a q u ié n favorecen
real me nte. E n ocasiones existe
el peligro de dejarse l l evar por
una pri m era i m agen
« i m p resi o n i sta» , por así decir,
q u e no cal c u l a real m e nte lo q u e
h ay. S i u n bando pierd e l a
dama, q u e es l a pieza m ás
poderosa y de m ayor val o r (d i ez
p u ntos) y e l otro no, existe e l
peligro de creer q u e e l bando
que p i e rde la dama ha de sal i r
necesariamente perj u d i cado.
Desde l u ego, no es así e n todos
los casos. En este eje m p l o
s u cede j u stame nte lo contrario.
Las neg ras, que tienen e n f5
una torre atacada por e l cabal lo
b l anco de d4 (recordemos q u e
l a d i fe rencia de valor e ntre torre
y cabal lo es de dos p u ntos a
favor d e la torre) , acaban de
m over s u otra torre a d6, con la
falsa i magen « i m presion ista» de
9
q u e si las blancas tom a n ahora
l a torre de f5, e l l as podrán
« l i q u idar» la dama b l anca
forzando una pos i c i ó n favorab le.
N o es así, porq u e olvidan la
pos i b i l i dad de captu ras (y con
j aq ues al rey) i ntermed i as, esas
«mald itas» j ugadas q u e tantas
veces cam bian la valo rac i ó n .
Las b lancas, pese a todo,
toman e n f5 : 1 . Cxf5, y contra
1 . . . . , Txd2 , toman otra p i eza,
ésta con j aq u e : 2 . Cxe7 + , . . . , ,
tras l o cual l as negras deben
m over 2 . . . . , R h 7 (o . . . , R h 8,
q u e es lo m is m o) . La m a n i o b ra
se re mata con 3. Tx:d2 , tras l o
c u al , l as blancas, q ue ya
l l evaban u n peón de m ás en l a
posición i n icial , h a n
acrecentado e s a ventaj a e n tres
p u ntos m ás.
a
b
e
d
e
g
h
E n efecto, han captu rado
m aterial por valo r de trece
p u ntos: dos torres, valor c i n co,
y un alfi l , valo r tres; m i entras
que Jas neg ras se har:l l i m itado
a captu rar u na dama, valor
d i ez . En real i d ad si l as negras,
tras 1 . Cxf5, h u b ieran
reconocido s u erro r y
recaptu rado 1 . . . . , Axf5, s u
pérdida de m aterial h u b i era sido
algo menor ( u n a desventaj a d e
d o s p u ntos e n vez d e tres) .
Ejemplo 2
8
6
5
4
3
a
b
e
d
e
9
h
J uegan blancas
E n el presente eje m p lo, ciertos
d etalles son parecidos a l a
posición anterior. Las blan cas
no olvidan la acción de s u
d a m a en la col u m n a « d » , y se
dan cuenta d e que existe u n
alfi l negro e n d 7, defe n d i d o
solamente p o r e l caba l l o negro
de f6. Si l as blancas p rocede n
al i ntercambio de cabal los e n
f6, dando j aq u e al rey negro, d e
paso consigu en u n d o b l e
p ropósito : l i berar l a col u m n a « d »
y e l i m i nar la pieza d efensora
del alfi l de d7. El cambio e n e7,
por eje m plo, o e n c7, d e l m is m o
cabal lo de d5 n o sería n i con
m ucho tan i nteresante, p uesto
q u e l as negras, después d e
tomar c o n s u torre, ten d rían e l
alfi l de d 7 doblemente
defend ido, por la torre y el
cabal lo de f6. La cont i n uación
p referible para l as b l a ncas es,
pues, 1. Cxf& + , Axf& 2 . Dxd7,
Axb2 3. Tab1 , con dos p u ntos
de ventaj a .
EJERC I C I OS
9
Problema 2
Problema 1
Problema 3
8
7
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
J uegan blancas
J uegan blancas
J uegan blancas
N u evam ente nos encontramos
con l a pos i b i l i d ad de destru i r
u na defensa mediante u n a
captu ra o i ntercam bio previo.
La dama negra es la defe nsora
exc l u siva de dos p iezas de su
bando: e l alfi l de b7 y el
cabal lo de g4, atacados,
respectivamente, por el alfi l
b l anco de g2 y la dama. Pero
convie n e reco rdar q u e «no se
puede serv i r al tiempo a dos
señores» . Las blancas pueden
real izar p r i mero u n i ntercam bio,
y después ganar p i eza. ¿ Por
qué i ntercam b i o em pezarán? E l
p roced i m ie nto es típico (tras u n
p r i m e r i ntercambio de i g ualdad
aprox i m ada, l a segunda p i eza
q ueda en el ai re) y nos lo
e n co ntraremos en más casos,
por lo q u e conviene recordar l a
necesidad de p reve n i rlo. De lo
contrario todo parece estar
defe n d ido, pero . . . « l as
apariencias engañan » .
Estamos ante u n caso s i m i lar al
anterior. N uevamente u n a p i eza
negra (el alfi l de d 7) tiene
encomendada l a m i s i ó n d e
defender a d o s com pañeras al
m ismo tiempo (las dos torres) .
Pero es difíci l estar en dos
sitios al m ismo tiempo y
c u m p l i r eficazmente u n a doble
m isión de este ti po. A la
situación del alfi l (o de l a dama
d e l p roblema anterior) se l e
d e n o m i n a «sobrecarga» . L a
capt u ra de la pri mera p i eza
d efe n d i d a por l a. p i eza
sobrecargada obliga a ésta a
m over, dej ando i n d efe nsa l a
seg u nda. N at u ra l m e nte, al
efectuar u n a man iobra de este
tipo se debe tener c i e rto
c u idado con las j ugadas
i ntermed i as del bando contrario.
E n e l p resente p robl e m a , no da
lo m ismo capturar c u a l q u iera
d e l as dos torres. Debe evitarse
la posi b i l id ad de u n a resp uesta
táctica q u e da la vuelta a l a
valoración de la posici ó n .
La p i eza negra q u e caerá e n
poder de las atacantes blancas
aparece e n la posición del
d i ag rama sólidame nte
defendida, y ni siq u i era está
atacada todavía. Un s i m p l e
i ntercambio de p i ezas dej ará,
e n cam bio, la p roporc i ó n
atacantes-defe nsores e n l a
relación 2 a 1 favorabl e a las
blancas. Se trata con estos
ejercicios de profu n d i zar en l as
características de la pos i c i ó n y
en l as relaciones d e fuerza q u e
u ne n l as d i sti ntas piezas.
Despu és de pos i b l es cam bios
de p i ezas, apare ntem e nte
i g ualados, debe perc i b i rse l a
pos i b i l idad de u n a seg u nd a (o
tercera, etc.) capt u ra , q u e es l a
q ue d ará la ve ntaj a , pero q u e
sólo e s posi ble u n a vez
u lti m ada con l as ante riores
acciones l a destrucción de l as
defensas adversarias.
EJERC I C I OS
Problema 4
9
Problema 6
Problema 5
8
8
6
6
5
5
4
4
3
3
4
2
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Juegan negras
J uegan blancas
J uegan negras
Este ej ercicio puede parecer
algo m ás com p l i cado. Se trata
de capt u rar u n peón
aparentemente defend ido. No
obstante, l a ganancia del peón
es legít i m a , por cu anto si l as
blan cas recaptu ran perderán a
su vez u n alfi l . Pe ro l a situación
se com p l i ca cuando adve rti mos
que las blancas pueden
efectuar a su vez u n a capt u ra
i ntermed ia y atacar la dama
negra. S i se profu nd iza e n l a
posici ó n , s e advert i rá q u e l as
neg ras d i sponen a su vez de
u n a capt u ra i ntermed i a que
tiene ya carácte r defi n itivo, y. . .
e n res u m e n todo acaba b i e n
para e l bando q u e capt u ró e l
peó n . ¿Vale la p e n a med itar
tanto para ganar un peón? La
resp uesta es afi rmativa. La
« b usca de la exce lencia» exige
q u e, si existe ocasión de
captu rar i m p u nemente u n peón
e n e m igo, no sea pasada por
alto.
Co ntra la mejor defensa de l as
negras el botín será en este
caso tam b i é n u n modesto peó n ,
i m portante como y a s e h a
d i cho. E l l o es a s í porq u e e n l a
primera j u gada s e captu rará u n
peó n , en u n cam b i o i g u alado
e n apari encia. Pero, e n caso de
q u e se retom e el peón blanco,
una pi eza n eg ra q ue habrá
q uedado doblemente atacada y
doblem ente defe n d i d a podrá ser
p rivada de u no de sus
defensores. Las blancas
to marán ese defensor e n u n
cam bio aparente m e nte
desve ntaj oso, pero tras él l a
p i eza prete n d i d a podrá caer
como fruta mad u ra.
La pri mera j u gada consist i rá
esta vez , no en u n a capt u ra ,
s i n o en u n a amenaza sobre dos
p i ezas blancas. La m ás
i m portante de l as p i ezas
atacadas d i spondrá de u n a
j ugada q u e le perm i t i rá
s i m u ltáneamente zafarse del
ataq ue y defender a su
com pañera, pero ésta será
capt u rada, a pesar de todo, en
un cambio apare nte m ente
desventajoso para l as neg ras.
La clave de la maniobra debe
b uscarse en l a tercera j ugada
negra, e n l a que este bando
captu rará una pieza que h abrá
dej ado de estar defe n d i d a , y de
esta manera obte n d rá u n a
peq ueña ve ntaj a , n o p o r e l l o
despreciab l e : u n p u nto d e
m aterial .
SO LU C I O N ES
Solución 1
9
l as blancas, q u e apu ntará
j u stame nte a d6) ,
, e x fS
2 . D x d6, D x d6 3. Tx d6, con
una pieza l i mpia de ventaj a .
. • •
1 . A x b7, D x b7 2 . D x g4, . . .
lipico primer cam bio d e
destrucción d e l a defe nsa o
desviación de la m isma para
l u ego captu rar s i m plem ente la
p i eza q u e h a q uedado
i ndefensa.
Solución 2
1 . Tx e8 + , . . , y las blan cas
q u ed arán con u n a torre de
m ás. Si, e n cambio, l as blancas
j ugaran 1 . Tx cS, esperando
1 . . . . , A x es 2 . Tx eS + , con torre
d e m ás asi m ismo, las neg ras
pod rían j ugar 1 . . . . , Tx e1 + (la
capt u ra i ntermedia) en vez de
1 . . . . , A x es, con l o cual
mantend rían l a l igera ventaj a
de m aterial de la q u e d i sfrutan
(un peón) después de 2 . D x e1 ,
A x es. E n cam bio ahora se ve n
o b l i g ad as a j ugar 1 . . . . , A x es
2 . Tx c8.
.
Solución 4
1 . . . . , C x e4 (A partir de aq u í
l as negras van a q uedar
cuando menos con peón de
ventaj a , j u stame nte el peó n
central q u e ahora han
captu rado. Si l as blan cas
j u egan 2. C x e4, sigue 2 . . . . ,
A x g5 3. C x g5, D x g5,
reteniendo el peón de más.
Pe ro l as b l ancas efect úan u n a
captu ra i nte rmed ia,
ap a renteme nte más peligrosa)
2 . A x e7, . . .
8
7
6
5
4
3
2
a
a
b
e
d
e
g
h
Solución 3
1 . A x fS, . . . (Destrucción de l a
d efensa del alfi l y descubierta
de la bate ría dam a-torre de
180
b
e
g
h
Las blancas esperan 2 . . . . ,
D x e7 3. C x e4, con dos p u ntos
de ventaj a . Pero tam b i é n l as
neg ras se hallan en d i sposición
de hacer peligrosas captu ras
i nterm edias : 2 . . . . , C x c3 3.
A x d8, C x d1 (Con peón d e
m ás todo el tiem po. Ahora l as
blancas tomarán j u stamente u n
peó n , restab leciendo
m o m e ntáneame nte l a i g u al d ad
de m aterial) 4. A x c7, . . .
(Esperando 4 . . . . , Tx c7 5 . Tx d 1 ,
pero . . . ) 4 . . . . , Cc3 (Ahora no es
aco nsejable 5. Tb3 debido a l a
prese ncia del alfil d e e 6 q u e
pod ría to mar l a torre) . G racias
a eso, tras la cont i n uación 5.
Ta1 , Tx c7, l as neg ras q uedan
con tres p u ntos -el valor de
u n caballo- de ve ntaj a .
8
7
6
2
a
b
e
d
e
g
h
Solución 5
1 . d x cS, . . . (Ahora l as blancas
q u edarían al menos con peón
de más tras, por ej e m plo, 1 . . . . ,
Ac6. Las negras j u egan otra
cosa) . 1 . . . . , b x cS (Lógica a
primera vista, pero ahora el alfi l
de d5 se halla atacado por l a
d a m a y l a torre, y defe n d i d o tan
sólo por la dama negra y el
«supri m i ble» cabal lo de f6.) 2.
Tx f6, g x f6 3. D x dS, D x dS 4.
Tx dS, . . Las blan cas han
conseg u ido ventaj a de m aterial .
.
Solución 6
1 . . . . , Tc3 (Ataq ue s i m u ltáneo
sobre la dama y e l caba l l o de
f3) 2 . Dd1 , Tx f3 (A pesar de
todo hay q u e e l i m i n ar este
cabal lo, pues defi ende el alfi l
b l anco de g5) 3. D x f3, D x g S.
La maniobra forzad a ha
resu ltado cl arame nte favorab l e
para el b a n d o negro.
10
U N I DAD
Comenzamos en la presente unidad el estudio de los
elementos «tácticos» del ajedrez, es decir, los que no
derivan directamente de las estructuras o elementos
más permanentes de la posición, sino que aprovechan
de manera fulmin ante debilidades que aparecen
O
Curso de táctica (1)
• . La c l avad a abso l u ta
y l a c l avad a re l at i va
• E l rec u rso d e l a c l avad a
co m o te m a d e ataq u e
• Las c l avadas n o s o l o
afectan a l as p i ezas
• U n a p a rt i d a m o d e l o
circunstancialmente en el campo contrario. La clavada
es el ejemplo más acabado de maniobra táctica .
O
Partidas famosas
• La f u e rza b r u ta .
C a l i fo r n i a , 1 964
O
Ejercicios
• Ej e m p l o s y p ro b l e m as
O
Soluciones
Curso de táctica (1)
D e todos los elementos tácticos que pueden aparecer en la práctica
del aj edrez, sin duda el más frecuente es el de la «pieza clavada» .
La aplicación de este recurso puede conducir a la definición de la
lucha, provocar una ganancia de material relevante o simplemente
neutralizar una amenaza o lograr un obj etivo posicional concreto.
La « clavada» es un terna que no sólo aparece en las fases inicial
e intermedia del j uego; también puede desarrollar un papel muy irn. portante en los finales de partida. Por eso es fundamental conocer
todas las potencialidades que nos brinda y sus métodos caracterís­
ticos de empleo.
La clavada abso l uta y la clavada relativa
¿Qué es la clavada? ¿Cuándo se dice que una pieza no puede mover
porque está clavada? A modo de aproximación de este concepto bá­
sico introduciremos la definición siguiente: cuando tres piezas, dos
de ellas del mismo color, se hallan en una misma diagonal, colum­
na o fila, se habla de «clavada» si la tercera pieza, la de color dis­
tinto, ej erce una amenaza tal que inmoviliza a una de las piezas ene­
migas porque, de moverse, dej aría indefensa la segunda pieza. Esta
inmovilización tiene un carácter temporal, motivado por la amena­
za de pérdidas de material importantes o por imposibilidad legal
de mover en el caso de que la pieza descubierta sea el rey.
La definición avanzada puede resultar un tanto enrevesada, pero
en realidad, corno los siguientes ej emplos aclararán, .el concepto que
trata de expresar es muy elemental . Conviene retener sobre todo el
hecho de que la pieza clavada se ve forzada a la inmovilidad por­
que se interpone entre una pieza enemiga y un obj etivo importante.
Estudiemos los siguientes movimientos:
l. e4, es
2. Cf3, d6
3. d4, Cc6
4. AbS, ...
6
5
El caballo negro que ocupa la casilla "c6 " se encuentra momentá­
neamente inmovilizado, al menos mientras su rey permanezca en
la misma situación. Podernos señalar, entonces, que ha sido some­
tido a una « clavada», y añadir aún un adj etivo adicional: «clavada
absoluta», porque su inmovilidad obedece a un imperativo regla­
mentario.
1 82
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Curso de táctica (!)
Cuando una pieza enemiga está sometida a una clavada absoluta,
no hay peligro en colocar ninguna de las figuras propias al alcance
de la misma, puesto que la captura no está permitida. Por tal razón
las negras no pueden proseguir el desarrollo de manera descuida­
da, ya que sufrirían las primeras consecuencias de que una de sus
piezas esté clavada:
4 . ... , Ae7?
6
5
4
3
Estaj ugada implicaría una pérdida de material, apenas transcurri­
dos los primeros movimientos de la partida.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
¿Cómo pueden aprovechar las blancas la circunstancia? De la si­
guiente manera:
S. d x eS, d x eS
6. C x eS ! , ...
6
5
4
3
El caballo blanco, a pesar de estar dentro de las posibilidades de
captura de su homónimo negro, no puede ser tomado por dicha pie­
za; como resultado, las negras han perdido un peón .
Retrocedamos nuevamente a la posición del primer diagrama y es­
tudiemos lo que sucede adoptando un j uego más sensato. Las ne­
gras pueden impedir mermas materiales por ej emplo del siguiente
modo:
4 . ... , e x d4
5. C x d4, ...
Cuando una pieza se interpone entre el rey propio y una figura ad­
versaria, su limitación es tan grande que a efectos prácticos, aun­
que de manera temporal, es como si esa figura no existiera.
6
5
4
3
Las negras utilizan ahora una de las maneras posibles de defender­
se de una clavada.
S . ... , Ad7
Al colocar una pieza del mismo (o inferior) valor entre el rey y la
pieza previamente clavada, se devuelve a ésta la libertad de movi­
mentos; siempre y cuando, claro está, la pieza que interpolamos esté
convenientemente defendida. En el presente ej emplo, el alfil situa­
do en "d7 " disfruta de la protección de su dama y también del rey,
por lo que el caballo ya dispone de la posibilidad de desplazarse.
1 83
Curso de táctica (!)
La partida prosigue con un cambio igualado:
6. A x c6, b x c6
7. 0 -0, Cf6
8. Ag5, ...
6
5
Las blancas se defienden del ataque sobre su peón central mediante
una nueva clavada del caballo recién desarrollado. A diferencia del
caso precedente, la pieza clavada no ' 'debe' ' ser movida, aunque
legalmente tiene la posibilidad de hacerlo, puesto que el reglamen­
to del j uego se lo permite. Se ha dado lo que se llama «clavada rela­
tiva» .
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
La clavad a absoluta consiste en el ataque sobre una pieza que
se i nterpone entre la figura atacante y el rey. Cuando la pieza
amenazada cubre el ataque sobre otra que, no siendo el mismo
monarca, es de valor superior a la pieza agresora, o simplemente
no está bien protegida, se p roduce una clavada relativa .
Obviamente la captura del peón no interesa, ya que la pérdida de
la dama casi equivaldría a la derrota en el j uego. A efectos prácti­
cos los dos tipos de clavada llevan al mismo resultado. Pero en cier­
tos casos esa pequeña diferencia de matiz resulta importante.
Recuerde el lector el conocido mate de Légal estudiado en una uni­
dad anterior:
A partir de esta posición, las blancas hicieron casQt omiso de la cla­
vada relativa de su caballo y sacrificaron la dama para ej ecutar de
modo sorprendente al monarca negro : 1 . C x e5 , A x dl 2. A x f7 + ,
Re7 3 . Cd5 + + .
El diagrama ilustra un ej emplo de clavadas sobre el rey, es decir,
absolutas .
La dama blanca en ' 'c6 ' ' no permite el movimiento del caballo. En
" h 6 " se encuentra una torre blanca presta a capturar la dama ad­
versaria debido a que los efectos de la clavada no permiten su hui­
da. En el centro y desde una mayor distancia, la torre ataca el ca­
ballo negro en "e5 " e impide su desplazamiento mientras se
encuentre en la misma columna que su propio rey.
1 84
Curso de táctica (!)
En esta otra posición se ilustran clavadas de carácter relativo sobre
diversas piezas .
Arriba a la izquierda, si el caballo de b7 se retira, la torre se perde­
rá. El mismo efecto sufrirían la " Dg8 ", la " Dgl " y el "Ae7 " si se
desplazaran las torres y alfiles que los cubren . Como se observa,
las consecuencias de una clavada pueden soportarlas todas las pie­
zas . También todas ellas pueden clavar, excepto el caballo, debido
a su peculiar movimiento. También la limitación de movimientos
del peón excluye la posibilidad de tal tipo de ataque.
a
b
e
d
e
g
h
Cómo devolve r la m ovil idad a u na pieza clavada
Volviendo al ej e m p l o princi pal , vamos a exa m i nar
d i fere ntes métodos de afro ntar e l hecho de q u e
u n a p i eza propia s e h al l e clavad a. Analícense l as
s i g u i entes movidas : 8 . . . . , Ae7. Las neg ras deciden
e nfre ntarse a la clavada de l a manera q ue antes
se apu ntaba, es dec i r, situando u n a p i eza defe n d i ­
d a tras la f i g u ra clavad a.
Pero existe otro sistem a : mover l a p i eza q u e es
motivo de la clavad a , es dec i r, l a f i g u ra situada
d etrás de l a pieza atacada. E n este caso la dama
negra pod ía re h u i r l a clavada moviendo, por ej e m ­
p l o, 8 . . . . , Db8.
Aún se áprec i a u n tercer método de desclavarse.
Tras l as j ugadas 8 . . . . , h6 9. Ah4?, g5, las neg ras
re n u evan sus pos i b i l idades de j ugar el cabal lo, e
i n c l uso pod rían capturar el peón central con
9 . . . . , C x e4? , decisión nada acertada p u es te n ­
d rían q u e soportar u n a clavada m uc h o más i n cisi­
va q u e l a anterior: 1 0. Te1 ! .
6
5
4
3
a
b
e
d
e
Pos i c i ó n después de 8 . . . . , Ae7.
a
b
e
d
e
g
h
Pos i c i ó n después d e 8 . . . . , Db8.
a
b
e
d
e
g
h
Pos i c i ó n después de 8 . . , h 6
9. Ah4? , g 5 .
.
.
Existen varias fo rmas de ccdesclavar» una pieza: la primera , mo­
ve r la pieza que motiva la clavada , es decir, aquella c uya indefen­
sión determina la inmovilidad de la i nterpuesta ; la seg unda, si­
tuar una pieza defendida detrás de la clavada; la tercera, «tapar..
la pieza clavada interponiendo otra delante.
1 85
Curso de táctica (/)
El recu rso de la clavada como tema de ataq u e
E l ataque con clavadas puede resultar u n arma táctica muy pode­
rosa si se dan las condiciones adecuadas para su explotación. Para
comenzar, analicemos un ej emplo elemental de cómo especular con
los inconvenientes de una clavada en el campo enemigo.
6
5
4
En seguida se comprende que la torre negra en « f7 » está condena­
da por los resultados de la clavada a que le somete el alfil, aunque
ello tampoco garantiza a las blancas el triunfo puesto que con la
toma simplemente se restablece el equilibrio material .
3
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e ·
g
a
b
e
d
e
g
h
¿Hay algún medio mej or de conducir la batalla? Sí, así es:
l. Dg7 + +
6
5
4
La torre y el alfil protegían el importante punto «g7 » , pero dicha
defensa era ficticia puesto que ambas piezas se hallaban inmovili­
zadas . Sólo el Ah6 blanco ej ercía un auténtico control sobre la ca­
silla mencionada.
3
La posibilidad de aprovechar una situación de ataque a través de
la clavada no surge en el tablero de manera casual, sino que en mu­
chos casos se produce a raíz de un sutil planteamiento encaminado
a mostrar debilidades ocultas a primera vista . Las dificultades que
ocasiona la clavada al bando que la sufre favorecen especulaciones,
y a menudo surgen situaciones en el tablero en las que el aj edrecis­
ta maniobra para provocar una clavada al adversario que le provee­
rá de ventaj as materiales o ataques ganadores.
A continuación se estudiarán ciertos casos en los que el motivo
combinatorio desencadenante es el tema que nos ocupa.
Para subrayar la dimensión práctica, nada abstracta, de los temas
que a partir de esta unidad van a ser tratados, se introducirán, en
la mayoría de los casos, posiciones pertenecientes a partidas dispu­
tadas, bien por aj edrecistas de primera fila en sus respectivas épo­
cas, bien por j ugadores de menor relevancia.
5
4
3
Rossolimo, con blancas, y Kottnauer (Bad Gastein 1948) son los pro­
tagonistas de este interesante combate.
1 86
h
Curso de táctica (!)
El conductor de las blancas optó por la j ugada:
l. C x c6, b x c6
Error; era necesario
0- 0
...
,
2. D x dS ! ! , ...
Se ha producido una curiosa circunstancia, la llamada « clavada en
cruz » . La torre clava el peón « e6» y el alfil clava el peón «C6»; am­
bas clavadas son absolutas, pero además se produce una clavada
relativa, ya que 2 . . . . , c x b 5 no es aconsej able puesto que la dama
capturaría la torre en « a8 » . Las blancas afrontan el resto de la par­
tida con una sustancial ventaj a .
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
U n desenlace más contundente, s i cabe, s e puede producir e n e l ej em­
plo que sigue a continuación.
Posición de partida
La dama negra en « e4» está cubierta por su caballo en « f6 » . Si se
consigue que esta última pieza quede clavada de manera absoluta,
la dama quedará indefensa.
Tras esta consideración, y· aprovechando el detalle de que el otro
caballo ya está clavado, el j ugador de blancas encuentra una solu­
ción notable:
6
l. Td8 + ! ! , R x d8
2. D x e4, ...
La dama queda sin
protección efectiva
5
4
3
La partida está prácticamente ganada.
Incluso con escaso material , la aplicación de la clavada puede de­
mostrar una fuerza excepcional .
Posición de partida
8
7
6
5
4
3
La posición del diagrama corresponde a una partida de exhibición
j ugada por Tarrasch, uno de los aj edrecistas más destacados de la
historia, ante un aficionado.
2
1 87
Curso de táctica (/)
Las blancas destrozaron con una sorprendente j ugada toda la ventaj a de su oponente.
l. Tx eS ! ! ...
8
7
6
5
4
3
El alfil negro estaba clavado de manera absoluta por su colega blanco, pero como ambas piezas actúan en diagonal , la clavada no resultaba efectiva al existir la posibilidad del intercambio.
Tras el sacrificio realizado la torre negra ocupará el lugar del alfil,
sin poder moverse mientras el rey permanezca tras ella. De esta clavada sí que resultará imposible liberarse.
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
6
l . ... , Tx es
2. g3 ! ! , ...
¿ Por qué este movimiento tan inofensivo? El veneno reside precisamente en la falta de amenaza que representa. En la unidad 7 se introduj o un concepto muy peculiar del aj edrez: la inconveniencia que
representa en ocasiones la obligatoriedad de mover.
Al no disponer de una j ugada útil las negras pronto se verán en el
deber de abandonar la defensa de su torre, con lo que el alfil la capturará limpiamente.
5
4
3
2
8
7
6
2 . ... , f4
¿Qué otra opción tenía el negro? El rey no podía mover a cuadro
alguno en el que continuara protegiendo la torre. Mover el otro peón,
es decir 2 . . . . , g4, planteaba el mismo problema para la siguiente
movida, después de que Tarrasch moviera, por ej emplo, 3 . Rg2, 3 .
Ad4 o cualquier otra j ugada de espera .
Las blancas eliminan ahora la posibilidad de que el rey negro se traslacte a « f5 » , desclavando la torre.
3. g4! , f3
4. Rgl, f2 +
5. R x f2, ...
5
4
3
2
8
7
6
5
4
3
2
Los recursos de las negras se han agotado. Ahora su única opción
es mover el rey y abandonar la torre a su suerte.
1 88
Curso de táctica (/)
Otro caso muy ilustrativo de creación y explotación de una clavada
nos lo brinda el siguiente ej emplo.
Algunos años antes de que el soviético Mij aíl Botvinnik se procla­
mara campeón del mundo, cosa que sucedería en 1 94 8 , se enfrentó
en esta interesante partida, conduciendo las piezas negras, ante su
compatriota Alexander Kotov. Este último j ugador ha planteado
el cambio de las torres con el obj eto de aliviar un poco la presión
a que se ve sometido por las piezas contrarias .
La medida no resultó acertada pues facilitó al futuro campeón del
mundo una bonita secuencia de j ugadas basada en el tema que ya
conocemos.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
6
l. ... , D x g2!
5
4
3
2
¿Con qué obj eto? Pues sencillamente porque tras l a captura l a dama
blanca quedará clavada y, por tanto, no podrá ya defender la torre.
El j uego continuó de la siguiente manera:
2. D x g2, Tx e2
3. D x c6, ...
8
3 . ... , b x c6
L a dama n o tiene
escapatoria y decide
morir matando
7
6
5
4
3
Las negras han logrado una torre y un peón a cambio de un alfil,
lo que sumado al peón que ya tenían de ventaj a, supone una supe­
rioridad prácticamente decisiva .
2
E l peón es una figura poco valiosa, excepto, claro está, e n e l caso
que exista la posibilidad de coronación. Tal vez ello induzca a su­
poner que invertir una pieza en restringir su movilidad mediante
la clavada puede resultar un derroche. Lo cierto es que este tipo de
clavadas se da con mucha frecuencia en la práctica, y no sólo se
lleva a cabo para la consecución de un obj etivo posicional concre­
to, sino también para infligir pérdidas materiales al adversario o cul­
minar sorprendentes ataques de mate.
En el siguiente ej emplo veremos un ataque fulminante sobre el
rey que se basa en la clavada de un modesto peón confinado en su
casilla inicial .
1 89
Robert James
Fischer,
leyenda viva
del ajedrez
1 90
Si alguna persona, en la activi­
dad que desarrolla y en su propia época, ha sido elevada por
la opinión unánime del público
a la categoría de leyenda, ese
es sin duda Bobby Fischer. No
es exagerado afirmar que en el
ajedrez e_xiste un antes y un
después de Fischer; que tras
su irrupción en el mundo del ta­
blero, hasta los más profanos
comenzaron a tomar interés
por los diferentes aspectos re­
lacionados con el mundo de las
sesenta y cuatro casillas. Las
razones han sido muchas y va­
riadas, desde su singular capa­
cidad para el ajedrez hasta las
dificultades en establecer ese
límite entre lo genial y lo excén­
trico que rodeaba cualquiera de
sus sorprendentes decisiones,
sobre todo la que le determinó
a abandonar de una vez por to­
das el ajedrez cuando se halla­
ba en la cúspide de su carrera.
Robert J. Fischer nació en Chi­
cago el 9 de marzo de 1943. A
los catorce años se proC!amó
campeón absoluto de Estados
Unidos sin perder una sola par­
tida ante los maestros de la na­
ción. Un año más tarde obtuvo
el título de Gran Maestro, caso
insólito de precocidad ajedre­
cística. Representó a su país en
tres Olimpiadas (Campeonato
del mundo de naciones), obte­
niendo en todas ellas resulta­
dos excelentes. Pero tal vez los
resultados más impresionantes
de su carrera fueron los que ob­
tuvo en 1971 en las pruebas de
�n�� � fflu0 d� moo�
en las que eliminó sucesiva-
PA R TIDA S .
La fuerza bruta
Partida j ugada en California, 1964
(simultáneas)
Blancas:
Negras:
l.
2.
3.
4.
Robert Fischer
Celle
e4, es
Cf3, Cc6
Ac4, Aes
b4, ...
negro se ve obligado a renun­
ciar a uno de los peones.
El Gambito Evans fue em­
pleado hasta la saciedad du­
rante el pasado siglo. Fischer,
en algunas de sus partidas,
heredó el espíritu romántico
de sus antecesores.
4.
S.
6.
7.
8.
9.
... , A x b4
c3, Ae7
d4, d6?
d x eS, C x eS
C x eS, d x es
DhS ! , g6
4
3
a
3
a
10. D X eS, Cf6
11. Aa3, Tf8
e
g
h
El ataque sobre los puntos
« f7 » y «e5 » no podía ser re­
chazado a la vez . Por eso el
b
e
d
e
g
h
La fuerza de la clavada del
Ae7 se manifiesta tras esta ju­
gada. Las negras han tenido
que renunciar al enroque y su
rey quedará peligrosamente
expuesto en el centro del ta­
blero. Más secuelas de la cla­
vada: tras 1 1 . . . . , Rf8 las ne­
gras hubieran perdido una
pieza con 1 2 . D x f6 ! , ya que
el clavado alfil no puede le­
galmente mover para capturar
la dama.
12. 0-0, Cg4
13. Dg3, A X a3
������=��=�=�
FA MO SA S
mente y por tanteos escan dalo­
cistas de la época: Taimánov (6-
sos a tres de /os mejores ajedre­
14. C x a3, De7!
15. Ab5 + , c6
16. Cc4 ! , De6
6
0), Larsen (6- 0)
(6-2).
y Petrosian
sa muy tenaz; por eso Fischer
toma la decisión de lanzar to­
das sus piezas contra el rey.
Esta demostración de fuerza
bruta se verá recompensada
con un hermoso final .
privó de la oportunidad de dis­
20 . ... , g x f5
21. e x f5, Tac8
lificado por m uchos, no sólo re­
Su excéntrico temperamento le
1972,
putar la corona mundial hasta
año en que se enfrentó al
soviético
Boris
Spassky
El
«match del siglo», como fue ca­
sultó un encuentro memorable
5
en el plano deportivo, sino ade­
4
más cargado de implica ciones
3
políticas para los comentaristas,
que lo convirtieron en una pro­
longación de la «guerra fría».
a
b
e
d
e
g
Sin duda Celle intuyó que tras
1 6 . . . . , c x b 5 1 7 . Cd6 + , Rd8
1 8 . Tadl el ataque de las blan­
cas sería demoledor, tanto
por la peligrosa exposición
del rey a las piezas blancas,
como por la mala ubicación
de las figuras propias .
17.
18.
19.
20.
Después de ser derrota do en
h
Tadl, c x b5
Dc7, Ad7
Cd6 + , Re7
Cf5 + ! ! , ...
/os dos primeros juegos (en el
segundo por incomparecencia),
Fischer se impuso al soviético
a
b
e
d
e
g
h
En las últimas j ugadas las ne­
gras han realizado una defen-
b
e
d
e
g
h
y ya no volvió a dis­
putar jamás una partida oficial.
Ren unció a defender su título
En vista de las dificultades las
negras adoptan una continua­
ción de emergencia . La res­
puesta lógica 21 . . .. , D x f5
conducía a un mate curioso:
22 . Dd6 + , Re8 23 . Tfel +
Ae6 24. Dd7 + + . Otra vez la
pieza clavada es causa de una
derrota. Las siguientes j uga­
das blancas culminarán bri­
llantemente la ventaj a táctica
acumulada por las blancas .
22.
23.
24.
25.
26.
27.
a
(12 '5-8 '5)
por cua tro puntos de ventaja
Tx d7 + ! ! , D x d7
f6 + , C x f6
Tel + , Ce4
Tx e4 + , Rf6
D X d7, Tfd8
Dg4, ...
La dama blanca cubre el mate
en dl . Las negras se rindieron
en vista de la desproporción
de material .
ante Ana ta/y Kárpov, por lo que
1975.
éste fue proclamado campeón
del mundo en
U n a i magen q u e añoran
m uchos aficionados: e l
Fischer «hambriento» de
victorias de 1 970.
Curso de táctica (!)
La siguiente posición corresponde a un enfrentamiento entre dos
ingleses poco conocidos: Abrahams y Thynne (Liverpool, 1 93 2) .
6
5
Ambos reyes s e hallan e n comprometida situación (ya s e h a dicho
repetidas veces que un enroque bien cubierto es la mej or protec­
ción para el monarca) , pero precisamente el centro del tablero pa­
rece ofrecer, en este caso, cierto refugio al soberano negro, amena­
zado ante la inminente irrupción de la dama.
4
3
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Por ej emplo, la j ugada más obvia después de un examen superfi­
cial de la posición no supone ningún progreso tangible:
l. Dh8, Re7
El ataque de las blancas no prospera por ese sendero.
Pero disponen de una alternativa más espectacular, y más positiva.
Sobre el tablero no existe aún ninguna pieza negra clavada. El si­
guiente movimiento va encaminado a provocar dicha circunstancia.
l. Dg8 + ! ! , ...
El «inconveniente» de esta j ugada es obvio, ya que la dama no goza
de protección. Pero las virtudes son muchas : ahora 'el rey no puede
huir hacia el centro porque existe la réplica 2 . D x f7 caso de l . . . . ,
Re7 , lo que representa una notable diferencia respecto a la variante
anterior.
Pero el auténtico mérito de l . Dg8 ! ! se comprueba en seguida:
l . ... , R x g8 ? ?
2. Cg6 ! ! , ...
Era menos perniciosa
l. , Re7, a pesar de
todo
...
Las blancas no sólo atacan la dama, sino que plantean la impara­
ble amenaza 3 . Th8 + + . Las negras se ven fo rzadas a inclinar el
rey antes de recibir el mate.
1 92
Curso de táctica (/)
Propiciar clavadas sobre los peones, a pesar de ser éstos figu­
ras poco val iosas, también puede reportar i m p o rtantes benefi­
cios.
Las clavadas no sólo afectan a las piezas
Generalmente se denomina clavada a la inmovilización de una pie­
za que cubre a otra de superior valor que la atacante. Existe, sin
embargo, otro tipo de clavadas que se suelen dar con cierta frecuencia
en las partidas de aj edrez .
En algunas ocasiones las piezas defensoras interceptan el paso, no
hacia una figura, sino hacia una casilla del tablero que, de ser al­
canzada por el contrario, supondría un grave perj uicio. Se les pue­
de denominar «clavadas indirectas » .
La inmovilización d e una pieza porque tras ella s e encuentra otra
de mayo r valor es el caso más frecuente de clavada, pero ta m­
bién puede quedar i n m ovilizada una figura que se interpone en­
tre la unidad atacante y un pu nto determinado que resu lte i m ­
po rtante conquista r.
Estudiemos, por ej emplo, la posición que nos brinda el diagrama.
5
Es fácil constatar que si el alfil negro no interceptara la acción de
la torre, las blancas podrían ej ecutar al soberano de las negras con
1 . Df7 + , Rh8 2 . Dg7 + + . Por tal razón se puede considerar que
el alfil negro se halla clavado, y el punto « f7 » es la causa de que
así sea.
4
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Si se amenaza el alfil con una pieza blanca más, éste deberá sucumbir
o permitir el mate mencionado. La j ugada definitiva es:
l. Ac5 ! ! , A x es
5
4
2
No había modo de proteger el alfil. Ahora éste ha desbloqueado
el camino hacia la casilla crítica.
1 93
Curso de táctica (1)
Por esa razón se puede efectuar ya la siguiente maniobra:
2. Df7 + , Rh8
3. D x g7 + +
5
4
2
La imaginación de las blancas ha triunfado.
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
U na partida modelo
Tal vez la más conocida partida de Morphy sea la que j ugó a la
ciega con el duque de Brunswick y conde de Issouard, durante
los entreactos de una representación de El barbero de Sevilla en la
Opera de París, el año 1 8 5 8 . En ella no sólo se comprueba el portentoso ingenio táctico del ganador, sino que se pueden apreciar nítidamente los distintos tipos de clavada que se han estudiado a lo
largo de estas páginas. Por dicha razón, el estudio de los movimientos
realizados por las blancas resulta muy instructivo. La belleza de la
combinación final , además, es realmente antológica.
Así acontencieron las cosas:
l.
2.
3.
4.
e4, e5
Cf3, d6
d4, Ag4? !
d x e5, A x f3
6
5
4
3
Necesario, pues tras 4 . . . . , d x e5 , las blancas desharían la clavada
del caballo con 5. D x d8 + , R x d 8 , y después capturarían el peón
central: 6 . C X e 5 .
Las blancas toman con s u dama e l alfil y prosiguen e l desarrollo:
5. D x f3, d x e5
6. Ac4, Cf6
7, Db3, ...
Este movimiento repetido de la dama se j ustifica por la doble ame­
naza sobre los peones «b7» y « f7 » , que las negras no pueden de­
fender a la vez .
1 94
Curso de táctica (J)
Pero además obliga a la dama enemiga a ocupar una casilla nada
conveniente para el desarrollo posterior del alfil .
7 . ... , De7
8. Cc3, ...
6
5
El espíritu romántico de Morphy no concibe la mera ganancia de
un peón si con ello el rival aligera, aunque sea mínimamente, la pre­
sión. Con 7. D x b7 , . . . , la ventaj a de las blancas era evidente, pero
las negras solucionaban muchos de sus ahogos tras el cambio de
damas : 7 . . . . , Db4 + ! 8. D x b4, A x b4 + .
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Ahora el peón negro puede protegerse, pero la iniciativa sigue en
manos del norteamericano.
8 . ... , c6
9. AgS, ...
Clavada relativa del caballo.
Las negras empeoran su posición, ya delicada, con una j ugada im­
precisa.
9 . ... , bS? !
10. C x bS ! , c x b5
11. A X b5 + ! , Cbd7
12. 0-0-0, ...
Autoc!avada absoluta,
y forzada, del caballo
El sacrificio de una pieza ha permitido la apertura de líneas de ata­
que, lo cual favorece al bando que tiene mej or dispuestas las pie­
zas . La situación de las negras es muy precaria, con el rey en el cen­
tro y ambos caballos inmovilizados .
Morphy explotará con destacable acierto esta última circunstancia .
De momento se amenaza 1 3 . Tx d7 , especulando c o n que la clava­
da del otro caballo no permite a dicha figura capturar la torre. Las
negras toman medidas contra ello:
12 . . . , Td8
13. Tx d7! ! , ...
.
Igualmente, ya que da un tiempo para la incorporación al j uego de
la otra torre.
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
6
5
4
3
1 95
Curso de táctica (/)
Ahora será la torre negra la que quede inmóvil y suj eta a nuevas
amenazas .
13 . ... , Tx d7
14. Tdl, De6
Las negras se han apresurado a desclavar el caballo superviviente,
y o frecen el cambio de damas como medida para soslayar la fuerte
presión.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
Pero Morphy, tal vez inspirado por la aérea música de Rossini , pre­
para una maniobra genial que desvelará las debilidades ocultas de
la posición negra.
15. A x d7 + , C x d7
Ahora ha surgido el tercer tipo de clavada al que hacíamos referen­
cia en el último apartado. Una visión de «rayos X» revela la exis­
tencia más allá del «Cd7 » , concretamente en «d8 » , de una casilla
que de ser ocupada por la torre significaría el mate al soberano negro.
Gracias a un movimiento magistral, el aj edrecista de Nueva Orleans
forzará al cab allo a desviarse de su intercepción y liberará de obs­
táculos la columna « d » .
16. Db8 + ! ! , C x b8
17. Td8 + +
Jaque mate
El sacrificio de la dama permitió el largo «salto mortal» de la torre.
«Una hoj a de acero damasquinado cortando un coj ín de seda»; es
la imagen que empleó un comentarista especializado para expres ar
la bella y rotunda lógica que aplicó Morphy para rendir la defensa
de las negras.
Es obvio que Morphy no se enfrentaba en este caso con una opo­
sición digna de su excepcional j erarquía, aunque j ugara a la ciega.
Pero la precisión, la economía de medios y la belleza del s acrificio
de la dama con el obj eto de desviar al caballo de la defensa, con­
vierten a esta «miniatura» (nombre que reciben las partidas resuel­
tas en menos de 25 j ugadas) en una j oya del aj edrez .
1 96
EJ E RC I C I OS
Ejemplo 1
10
Ejemplo 2
neg ras logran escapar a l a
q uema.
A lo l argo de esta u n idad
hemos exp l i cado ya l a
d iferencia q u e existe entre
clavad a absol uta y relativa. La
posición de n uestro primer
eje m p l o ofrece u n caso p ráctico
de la efectividad de una y otra.
8
6
5
4
3
a
a
b
e
d
e
g
h
Juegan blancas
Las blancas, a q u ienes
corresponde j u gar, tienen l a
pos i b i l idad de efectuar u n a
clavada absol uta (1 . Ab5) o
deci d i rse por u n a clavada
re lativa sobre l a torre de "ªª" (1 .
Ae4) . ¿C uál de los dos sería el
movi m i e nto acertado?
Ante todo es n ecesario
plantearse que l a j ugada 1 . Ae4,
. . . ofrece l a pos i b i l idad « l egal»
de mover e l cabal lo. Dicho
desplazam iento debe est u d iarse
dete n idamente ya q u e la torre
de "ªª" q u edaría baj o el ataq u e
d e l alfi l ; ¿si g n ifica e s o q u e l a
pérd ida de material es
i rrevers i b le? No, pu esto q u e l as
neg ras pod rían capt u rar el alfi l
b l anco de «e5» con el cabal l o
de «C6» y p l antear a su vez u n a
amenaza sobre l a dama del
contrario. Veamos: 1 . Ae4,
C x e5 2. d x e5, Tb8 y l as
b
e
d
e
g
h
La exp lotación táctica d e l a
clavad a res u lta m uy frecuente
en la práctica y es motivo de
n u m erosas victorias. A veces, la
situación de la p i eza
i n movi l i zada por el ataq u e
sobre otra q u e está tras e l l a no
se encuentra aún p l as m ad a
sobre el tab lero cuando la
m a n iobra es concebida por uno
de los j ugadores, pero p u ed e
prese ntarse, p o r ej e m plo, tras
u n a serie de i ntercam b ios de
p i ezas.
La relatividad de la clavada h a
permitido u n contraataq u e q u e
salva la partida. E n cam b i o l a
clavada absol uta (1 . Ab5) dej a
absol utamente i n m ovi l i zadas a
l as neg ras. E l caba l l o atacado
no se p u ede mover, y tras la
secuencia forzada 1 . Ab5, Dd7
2 . De4!, . . . , la caída del caballo
negro de c6 es u n h ec h o.
a
b
e
d
e
g
h
J u egan blancas
Aparente me nte conte m p l amos
una situación tran q u i l a, pero l as
debi l idades de l as neg ras q u e
real m e nte existen e n esta
posición se man ifestarán
pronto : 1 . A x d5, e x d5 2 .
C x d7, Tx d7. Ahora s e observa
q u e el alfi l negro de c7 está
i m posi b i l itado de move r debido
a l a i ndefensión de l a torre d e
«C8» a la q u e está c u b r i e n d o d e l
ataq ue de su homóloga b l anca;
por lo tanto e l bando bl anco
puede provocar l a ganancia d e
material c o n la cont i n uación
3. b6!, ... , q u e ataca el alf i l
clavado.
1 97
EJ E RC I C I OS
Problema 1
10
Problema 2
Reproduzca sobre su tab lero l as
s i g u i e ntes j ug adas a part i r de l a
posición i n icial de cualq u ier
part i d a : 1. e4, e5 2 . Cf3, Cc6
3. d4, e x d4 4. Ac4, Cf6 5. 0-0,
C x e4 6. Te1 , d5 7. Ab5, Ag4.
Problema 3
6
5
4
3
6
a
b
e
d
e
g
h
5
4
J uegan negras
3
a
b
e
d
e
g
h
E n la posición resu ltante, q u e
e s l a reflej ad a en el d i ag rama,
señale cu áles, entre los
m ovi m i e ntos q ue han efectuado
am bos bandos, i m p l ican u n a
clavad a y m atice s i ésta es
abso l uta o re lativa.
1 98
La situación de su rey p lantea
al bando negro u n a serie de
d ificu ltades : su caballo de f6,
atacado por u n alfi l blanco, no
puede m ove r (se encuentra
c l avado de manera abso l u ta) y
debe ser defend ido por otra
p i eza. De los posib les
mov i m i e ntos que c u m p l e n tal
objet ivo defe nsivo y a
cont i n uación se s u g i e re n ,
seleccione el q u e considere
m ás adecuad o : a) 1 . . . . , Cd7; b)
1 . . . . , Re7; e) 1 . . . . , Ae7; d) 1 . . . . ,
Tg6.
Razone su respuesta i nd icando
qué j ugarían l as blancas contra
u n a j u gada negra d i st i nta de l a
ú n ica co rrecta, y q u é le
su cedería e ntonces al bando
negro.
A través de n u m erosos
ej em plos anteriores se ha
pod ido co m p robar que el
princi pal de los i nconve n i e ntes
de te ner u n a p i eza clavad a es
la i n movi l i zación a l a que la
m i s m a se ve suj eta. Si sufre
e nto nces el ataq ue de u n a
pi eza contraria de m e n o r valor,
o bien de vari as p i ezas de
cualq u i e r valor pero e n n ú mero
su perior al de l as q u e puedan
eventual mente defenderla, el
bando «Clavado» perderá
i rre m isiblemente m aterial .
J uegan blancas
E n l a posición del d i ag rama l as
blancas aprovechan su
c i rcu nstancial ve ntaj a para
ganar u n a pieza. ¿Cómo?
EJ E RC I C I OS
Problema 4
10
Problema 6
Problema 5
7
6
6
5
5
5
4
4
4
3
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Juegan blancas
J uegan blancas
Juegan blancas
Apare nte mente, e l ataq u e de l as
b l ancas no es excesivame nte
pel i g roso para el rey adversario.
Efectivame nte, e l mon arca
negro n o corre pel i g ro, pero su
dama está colocada en u n a
sugere nte vertical , l a m i s m a d e
su rey. E l lo proporciona a l as
b lancas la idea de u n a peq u e ñ a
co m b i n ación q u e aprovecha u n
te m a táctico m u y conocido. La
c l ave, después de un cambio
apare nte mente desve ntaj oso,
reside e n l a seg u n d a j u gada
blanca.
E l hecho de que los alfi les de
c4 y de e6 estén e n l a misma
d i agonal d e l rey negro s i g n ifica
e n este caso dos cosas : l a
pri m era q u e e l alfi l negro está
c l avado, y la seg u nd a , q u e e n
caso de q u e l as neg ras
procedan al cam � io, la dama
b l anca retom ará con jaque al
rey. E n defi n itiva, l a situación
de l as neg ras es i nseg u ra y e l l o
perm ite a l as blancas l a
real i zación de u n a espectac u l ar
j u gada q u e saca provecho de
todo e l l o ganando m aterial de
forma forzosa. ¿Có m o?
Estud i e con dete n i m i e nto l as
amenazas blancas y b u sq u e l a
manera de hacerlas m ás
poderosas. Observe q u e l a
dama negra es l a p r i n c i pal
defensora del e n roq u e, y q u e
s i n e l l a el b l anco pod ría dar
mate, con 1 . D x f7+ , . . . , y
2 . D x h7 mate. Las b l ancas
d isponen de un m ovi m i e nto
decisivo. La amenaza de m ate
antes com entada perm ite l a
pos i b i l idad de plantear
i n med iatamente una clavada
q u e res uelve la parti da. ¿C u á l ?
1 99
SO LU C I O N ES
Solución 1
Las j ugadas blancas Te1 y Ab5
p l antean clavadas absol utas de
los cabal los negros. La j u gada
negra Ag4 plantea una clavada
rel ativa a la dama del cabal lo
b l anco de f3.
10
tam poco por el peó n negro de
g5 al ser víct i m a ese peón
j u stamente de una «Clavad a
absol uta» .
6
Solución 2
1 . . . . , Ae7 es i a ú n ica
resp uesta correcta pues
deshace la clavada (el cabal l o
de f 6 y a pod rá mover) y por lo
tanto l a amenaza blanca, q u e
consist ía en e5, para exp l otar l a
clavad a, pierde valor. Contra
c u al q u i era de l as otras
d efe nsas, el avance 2. e5, . . . ,
ganaba e l cabal lo clavado a
cambio de u n peó n .
Solución 3
Las blancas j uegan 1 . Af4, . . . ,
presionando más e l caballo
clavado de b8, con lo cual l as
blancas capt u rarán en l a
s i g u ie nte j ugada ese cabal l o o
la to rre. E l alfi l no puede ser
captu rado por el rey negro al
estar defe n d i d o por su peón de
g3, y no puede ser captu rado
5
4
3
a
e
d
e
g
h
Solución 4
1 . Tx h6, g x h6 y ahora,
después de ese cam b i o e n
p r i n c i p i o desfavorab le, l as
blancas fuerzan u n o m u cho
m ás favorable con 2 . Tg1 , ... ,
clavando la dama negra. La
capt u ra con el peón de g7
abrió la col u m n a «g» para l a
terri ble clavad a. Au n perd i e n d o
p i eza, l a j ugada 1 . . . . , D x f2 s i n
to mar l a torre h u b iera
constituido la opción menos
'
mala para l as negras.
1 . Cd7, . . , ataca la dama y e l
alf i l de c5. S i l as negras
m u eve n la dama, e ntonces
2 . C x c5, . . . o 2 . A x e6 + , . . . ,
ganan s i e m p re u n o de los
alfi les. S i l as negras optan por
1 . . . . , A x c4, entonces l as
b l ancas j u egan tranq u i l am e nte
2. C x f6 + , . . . , dando j aq u e al
rey. Finalmente, a 1 . . . . , C x d7,
l as blancas ganan torre por alfi l
con 2. D x e6 + , D x e6 3.
A x e6 + , Tf7 4. A x f7 + .
.
Solución 6
La dama negra es «desvi ada»
por medio de una clavad a :
1 . Tg4, . . . , l a cual captu ra l a
dama o da mate ( s i 1 . . . . , D x g4
2 . D x f7+ , R h 8 3. D x h7+ + ) .
5
4
a
a
200
b
Solución 5
b
e
d
e
g
h
b
e
d
e
g
h
11
U N I DAD
La fuerza de una pieza s e hace más manifiesta, inclus o
se multiplica, cuando actúa e n coordinación c o n otra.
El llamado ataque a la descubierta conj uga el poder de
dos figuras : una que descubre y la otra cuyo campo
de acción queda despej ado con el movimiento de la
primera. Temibles amenazas pueden construirse a su
amparo.
O
Curso de táctica (1 1)
O
Resumen
O
Partidas famosas
• ¿ E n q u é co n s i ste e l ataq u e
e n desc u b i e rta?
• D i sti ntas var i a ntes de
ataq u e a l a desc u b i e rta
• Ej em p l os d e
co m b i n ac i o n es basad as
en el ataq u e d o b l e
• E l j aq u e d o b l e
• U n i d ades
10
y
11
. • V i aj e i nfe r n a l
Lo n d res, 1 91 2
O
Ejercicios
O
Soluciones
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
Curso de táctica (1 1)
En la anterior unidad, analizamos las posibilidades tácticas que ofre­
cía el tema de la pieza clavada. La disposición de la descubierta es
similar, pero en este caso es el b ando atacante quien posee dos pie­
zas en una misma línea o diagonal, y al mover de su lugar la pieza
intermedia descubre la acción de la otra con mortíferos efectos .
¿ E n q u é consiste el ataqu e e n descubierta?
Surge un ataque en descubierta cuando una determinada figura se
retira para permitir el ataque de otra del mismo color s obre una
pieza o punto estratégico importante del campo enemigo.
8
7
6
5
4
En el margen izquierdo del diagrama la torre no da j aque al rey contrario porque una pieza propia intercepta la columna. Lo mismo
ocurre en el otro flanco con el alfil, cuya amenaza sobre la torre
se ve interceptada por el caballo.
Retirando el alfil a cualquier casilla , incluso a una controlada por
una pieza contraria pues la amenaza s obre el rey es prioritaria, dicha pieza « descubre» la acción de la torre y el monarca negro queda b aj o amenaza.
3
2
a
b
a
b
e
d
e
g
e
g
8
7
6
5
4
3
2
De igual modo, al mover el cab allo en cualquier dirección, el alfil
que circula por casillas blancas ataca la torre adversaria.
Razonando un poco se pueden adivinar fácilmente las múltiples apli­
caciones que tiene este movimiento característico. Su fuerza primor­
dial radica en que la pieza que actúa como barrera entre atacante
y defensor, es decir, ' l a pieza que descubre, puede dirigirse a cual­
quier punto, no importa si está protegido o no, siempre y cuando,
claro está, el obj etivo amenazado sea de mayor valor que la figura
«sacrificada» . Al mismo tiempo la pieza que mueve puede crear nue­
vas amenazas, imposibles de detener.
202
h
Curso de táctica (//)
Mucho más eficaz, a la vez que difícil de responder, es la descu­
bierta sobre el rey, variante de este recurso conocida como j aque
a la descubierta . Como es lógico el monarca es la única de las pie­
zas que no puede ser sacrificada baj o ningún concepto, y ello limi­
ta sobremanera las posibilidades del bando defensor.
El ataq ue a la descubierta sobre el rey es una de las modalida­
des más incisivas de este tem a , y es conocido como ccjaque a
la descubierta»
Contemplemos el siguiente ej emplo :
6
4
En este instructivo ej emplo, rey negro y dama blanca comparten
la misma columna. El caballo impide que la situación sea j aque.
Si lo retiramos el monarca tendrá que afrontar el ataque vertical
de la dama.
3
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
Apártese el caballo, pues , a una situación comprometedora para el
contrario.
l. Cc4 + , ...
Otra posibilidad (l . C X d5 + , . . . ) , por idéntica razón a la que posi­
bilita la j ugada del texto, hubiera ganado un peón, pero el horizon­
te de las blancas es mucho más alto.
J
Da igual que dos piezas negras (el peón «d5» y el caballo «b6 »
controlen el punto crítico. La captura del Cc4 no es posible mien­
tras rey y dama estén en contacto directo. Las negras pueden inter­
ceptar el j aque:
l . ... , Ae7
6
4
3
Pero no con ello han podido evitar la consiguiente pérdida de ma­
terial .
203
Curso de táctica (//)
Veámoslo de inmediato:
2. C x as,
El resto de la partida será rutinario si las blancas saben explotar
la importante ventaj a que han adquirido gracias al ataque a la des­
cubierta .
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
En realidad este interesante caso ha mostrado la auténtica fuerza
de un elemento primordial de la táctica: el hecho que un solo movi­
miento puede representar dos amenazas simultáneas con dos pie­
zas distintas . Muy frecuentemente resulta imposible parar ambas .
El ataque en descubierta perm ite plantear con un sólo movimien·
to amenazas d iferentes sobre piezas o pu ntos del tablero disti n·
tos: con frecuencia, resulta i m posible defender am bas.
La siguiente posición es algo más laboriosa y se puede encuadrar
en el grupo de las combinaciones . Las blancas realizan un sacrificio
aparente para recuperar con creces el obsequio:
En el diagrama aparece una posición muy característica, favorable
para la culminación de un j aque doble que defina la partida.
A primera vista resulta difícil determinar qué tiene mayor funda­
mento : la persistente presión con las piezas negras sobre el punto
« C4 » , o bien el eventual ataque sobre el ala de rey que las blancas
puedan organizar.
4
2
El siguiente movimiento deshace todo género de dudas al respecto:
l. Dg4! ! , ...
Planteando la más directa amenaza en aj edrez, el j aque mate (2 .
D x g7 + + ) . Por evidente que parezca la amenaza, las blancas se
aseguran con ella el triunfo inminente.
204
h
Curso de táctica (JI)
Las negras defienden el punto crítico avanzando el peón .
l . ... , g6
4
3
2
Para desarmar la amenaza las negras disponían también del avance
l . . . . , f6 , que permitiría el acceso de la dama a la defensa .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Tampoco esta medida impedía e l siguiente golpe mortal:
2. Ch6 + , ...
4
Ataque simultáneo al rey y a la dama con dos piezas distintas. Des­
pués de 2 . . , Rg7 3. D x d7 , . . . , no cabe duda de que el destino
del negro es ser derrotado. U na mínima demostración de técnica
será suficiente para concretar la ventaj a material .
2
. .
E l ataque a la descubierta es una de las armas m ás tem i bles de
l a táctica ajedrecística, ya que general mente fuerza la respues­
ta del contrario y le impide controlar todos los puntos atacados.
La pieza que se reti ra puede, en u n jaque descubierto o amena­
zando a una figura m ás poderosa , m overse a cualqu i e r casi lla
i ndependientemente d e que ésta se encuentre p rotegida o no.
D isti ntas variantes de ataq u e a la descubierta
Además del ya analizado «j aque a la descubierta» , existen otros mo­
dos de amenaza indirecta tras una pieza propia. Característico es
el ataque sobre una unidad de valor superior, pero distinta al rey.
Generalmente una pieza de valor alto que se encuentre indefensa
proporciona al bando que tiene la iniciativa algún recurso. Por tal
razón la Tc7 negra es un interesante punto de mira para lanzar la
ofensiva .
205
Curso de táctica (Il)
Como dicha pieza se encuentra en la misma columna que la torre
del primer j ugador, surgen las primeras ideas : retirar el alfil , pero . . .
¿dónde? 1 . Ad2 , Tx el no sería más que un mero cambio de piezas .
Hay que buscar algo más incisivo :
l. A x f6! ! , ...
Dos piezas blancas están indefensas, pero a la vez plantean sendos
ataques. Ello crea una disyuntiva muy triste a las negras : capturar
la torre para perder la dama o bien eliminar el alfil a costa de sacri­
ficar su torre.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Como es lógico escogen el camino menos perj udicial:
l . ... , A x f6
2. Tx c7, ...
Las blancas han conquistado una torre y un peón al módico precio
de un alfil . El balance les resulta muy favorable.
En otros casos el obj etivo principal de la descubierta no es el rey
mismo ni otra pieza. Se puede conj ugar la amenaza s obre una figu­
ra con la búsqueda de una casilla clave para nuestros planes :
No cabe duda de que e l caballo se ha instalado e n u n cuadro exce­
lente, pero aún menos dudoso resulta que si no estuviera en él las
blancas matarían en una sola j ugada con l . Dh8 + + .
Como la dama no tiene la facultad de atravesar sus propias piezas,
deben tomarse medidas sutiles :
l. CdS ! ! , ...
6
5
4
He aquí lo que anunciamos anteriormente. La amenaza sobre la
dama negra, con todo lo que significa, no es más que una cuestión
secundaria, de la misma manera que lo es la posible captura del
caballo sacrificado.
206
Curso de táctica (JI)
Lo realmente crucial es que la dama aspira a desplazarse a «h8 » ,
desde donde provocaría automáticamente una situación d e mate.
l. ... , DgS
La mej or manera de sobrevivir, en vista de l . . . . , e x d5 2. Dh8 + + .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Ahora la dama negra acude a interceptar el j aque.
2. Dh8 + , Dg8
Aparen temen te todo
resuelto, pero...
3. Ag7 + ! , ...
6
5
4
2
Ya conocemos este tema, estudiado en la unidad anterior. El hecho
de que la dama está clavada impide la captura del alfil .
La respuesta negra es forzada:
3 . ... , Re8
4. D x g8 + , ...
El fin de las negras está muy cerca.
Eje m plos de combi nacio nes basadas en e l ataq u e doble
Afirmar que la mej or defensa contra un ataque a la descubierta es
evitar que tal posibilidad surj a en el tablero casi suena a Perogru­
llo, pero nos da la auténtica dimensión de la fuerza que posee este
golpe.
Generalmente ambo s b andos emplean estrictamente esta regla,
por lo que aplicar este recurso no es fácil de conseguir a menos que
se fuerce una situación favorable mediante la realización de prepa­
rativos previos, entre los que se incluyen pequeños sacrificios y ma­
niobras tácticas .
207
Curso de táctica (//)
En la presente posición las blancas disponen de la posibilidad de
despej ar, es decir descubrir, la acción de su torre « d l » mediante el
simple cambio de peones .
8
7
5
3
De poco ha de servir esta circunstancia puesto que la Td7 se halla
muy bien protegida, entre otras piezas por el caballo.
El primer paso para alcanzar el triunfo es dej ar al segundo j ugador
desprovisto de dicha salvaguardia:
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
8
7
l. Tx f6 ! , g x f6
5
Primer obj etivo cumplido. Pero ¿de qué nos ha servido el sacrificio? A primera vista de nada, puesto que tras 2 . d x c5 , . . . , las negras cambian la torre dando j aque, con lo que eliminan la opción
de capturar la dama y será en realidad ésta la que mate el peón.
3
Gracias a ello nos damos cuenta de que uno de los caminos de con­
trarrestar el ataque a la descubierta es la toma, bien de la pieza agre­
sora o bien de la que descubre, dando j aque simultáneamente, con
lo que se impide la concreción inmediata de la amenaza.
U n a de las fo rmas de contrarresta r u n ataq ue a l ¡t descu bierta
consiste en la captura con jaque de una de las dos piezas que
participan en la ofensiva .
Pero los recursos del blanco no se han agotado:
2. D x d7 + ! ! , ...
8
7
5
4
3
Con esta j ugada se consigue que rey negro y torre blanca compar­
tan la misma columna .
208
Curso de táctica (JI)
Las negras no disponen de la defensa antes apuntada, sencillamen­
te porque es el rey la pieza atacada.
8
7
2 . ... , R x d7
3. d x cS + , ...
5
4
3
Ahora sí que es una acción efectiva el descubrir.
a
b
e
d
e
g
h
Después de la continuación 3 . . . . , Rc7 4 . c X b6 + , R x b6, es hora
de hacer recuento. Las blancas han conquistado una dama (Db6) ,
una torre (Td7) y u n caballo (Cf6); mientras que el negro ha logra­
do a cambio una dama y una torre. Como vemos, el primer j uga­
dor aventaj a a su rival por una pieza.
Ver algo más a l l á de la combi nación
l l evan u n a desgrad able sorpresa: 1 . . . . , D x h7
2 . Tx d6, D b1 + , y en seg u i d a fuerzan m ate.
El seg u nd o caso tuvo un dese n l ace si m i lar. U n a
m ovida apare nte me nte ag uda d e l alfi l (1 . Af8, . . . )
desc u b re l a acción de la torre a la vez q u e
p lantea u n a amenaza sobre la dama.
Pe ro antes de dej arse arrastrar por un
e nt u s i as m o poco fundamentado, debiero n haber
medido m ejor l as consecuencias. E l j uego
p ros i g u i ó 1 . . . , Tx f8 ; 2 . Tx b7, Ac6 + , y cuando e l
j aq u e s e a c u b i e rto e l alfi l captu rará l a torre (véase
el tercer d i ag rama) .
Es u n error frecue nte el conc l u i r el cál c u l o de una
co m b i n ación con la captu ra de l a p i eza q u e se
p rete n d ía co n q u i star. E n ciertas ocas i o nes e l l o
p u ed e reportar desag radables sorpresas. Resu lta
conve n i e nte est u d i ar una o dos j ug adas más a l l á
para evitar sobresaltos.
En l a pri m era de l as posiciones l as blancas se
ciegan con l a pos i b i l i d ad de captu rar u n a torre
desc u b riendo con j aq u e e l alfi l : 1 . A x h7+ ? , . . . es
l a j u gada que escog iero n . La maniobra funciona si
l as negras capturan con rey o cabal lo, pero se
.
8
8
7
7
5
4
a
b
e
d
e
Las b l ancas j u garo n aq u í
1 . A x h7?
3
3
2
2
a
b
e
d
e
g
Las b l an cas j u g a ro n 1 . Af8.
h
a
b
e
d
e
g
h
Posi c i ó n después d e 1 . Af8
Tx f8 2. Tx b7 Ac6 + .
209
PAR TIDA S
Londres
210
A finales del siglo xv111 el aje­
drez era una afición muy difun­
dida entre la aristrocracia y la
floreciente burguesía británica,
y en Londres había clubes Divan, Westminster- cuya ac­
tividad fundamental era el jue­
go del ajedrez. El gran Philidor
vivió en Londres desde 1 792
hasta su muerte, acaecida en
1 795, y sus exhibiciones des­
pertaron gran interés. En los
años treinta del siglo XIX juga­
dores de gran prestigio, como
Cochrane o Alexander Mac­
Donnell, fueron considerados
entre los mejores de Europa;
MacDonnell disputó seis legen­
darios encuentros, en el West­
minster Club de Londres, con­
tra el francés La Bourdonnais.
La derrota de MacDonnell hirió
profundamente el orgullo londi­
nense, y numerosos jugadores
decidieron dedicarse al ajedrez
para lavar esa mancha; el prin­
cipal de ellos fue Howard
Staunton (1810- 1874). Staunton
organizó en Londres el primer
gran torneo internacional de
ajedrez {1851), cuya celebra­
ción es un hito básico en la his­
toria del juego. En aquellos
años Londres era la meca del
ajedrez europeo, y los más
grandes jugadores del mundo
ansiaban viajar a la capital bri­
tánica: La Bourdonnais, murió
allí, Lowenthal la escogió como
patria de adopción, y Wilhelm
Steinitz vivió en ella muchos
años, al igual que Zukertort.
En la última parte del siglo Lon­
dres decayó como centro de
atracción ajedrecístico y aun­
que siguieron saliendo de sus
clubes grandes jugadores
(como Bird, Blackburne o Yates), los viejos días de gloria habían pasado.
Viaje infernal
Partida jugada en Londres, 1912
Blancas:
Negras:
Edward Lasker
George Thomas
l. d4, fS
La llamada Defensa Holan­
desa; las negras avanzan su
peón «f» para evitar que el
blanco constituya un centro
de peones con 2. e4 .
2. Cc3, ...
Procura jugar inmediatamen­
te e4. La mej or jugada es aquí
2. c4 , aunque también resul­
ta muy fuerte el sacrificio de
peón 2 . e4 (Gambito
Staunton) .
2.
3.
4.
S.
6.
. . . , Cf6
AgS, e6
e4, f x e4
C x e4, Ae7
A x f6, ...
En este caso conviene cam­
biar el alfil por el caballo de
f6, porque el caballo blanco
quedará muy bien ubicado en
el centro.
9. Ces, Ab7
10. DhS, ....
Las blancas han desarrollado
sus piezas antes que su adver­
sano, y crean graves amena­
zas sobre el enroque. La más
inmediata es 1 1 . C X f6 + , se­
guida de 1 2 . D x h7 + + . La
defensa 10 . . . . , g6 permitiría
el sacrificio 1 1 . C X g6.
10 . ... , De7
Con esto las negras creen sal­
var lo peor, pues si ahora 1 1 .
C x f6 + , g x f6, y el mate en
h7 queda defendido; pero en
este momento las blancas rea­
lizan una serie de j ugadas
(«combinación») que culmi­
man en mate.
11. D x h7 + ! ! , ...
6 . ... , A x f6
7. Cf3, 0-0
8. Ad3, b6
Thomas busca poner en j ue­
go el alfil por b7 (lo que se
llama un «fianchetto» ) .
.1
d--==
b-==
=ª=-c =-he=---==9=--
¡;::;��;:�;::;���:;;���
El ajedrez rápido
De aquí en adelante todas las
jugadas de las negras son for­
zadas .
11 . ... , R x h7
12. C x f6 + , ...
Un j aque doble «a la descu­
bierta»; el caballo da j aque y,
a la vez, descubre la acción de
su alfil, que también amena­
za al rey.
12 . ... , Rh6
Claro que si 1 2 . . . . , Rh8
1 3 . Cg6 mate.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
Ce5-g4 + , RgS
h4 + , Rf4
g3 + , Rf3
Ae2 + , Rg2
Th2 + , Rgl
Rd2 + +
;
L a hermosa partida que aparece e n esta página n o s e jugó a un
ritmo normal de torneos; fue una partida amistosa de las
llamadas «rápidas», en las que cada uno de los adversarios
tiene un tiempo breve de reflexión.
Las partidas de torneos normalmente se juegan a un ritmo de
40 jugadas cada dos horas de reflexión para cada jugador; esto
es, cada uno de los contrincantes tiene dos horas en su reloj al
comenzar el juego. Cuando haya consumido esas dos horas de
su tiempo, debe haber cumplido la jugada n.0 40; si no lo ha
hecho, pierde la partida. Si la partida no ha concluido aún, se
establece un n uevo límite de 1 hora para 20 jugadas. Si aún
persiste la lucha entonces, la partida se aplaza. En las partidas
«rápidas» el tiempo convenido es mucho menor: a veces 15
minutos, a veces 10, a veces 5, para cada jugador y para tod� la
partida. Lógicamente, de esta manera las jugadas se meditan
menos y las partidas suelen ser muy incorrectas; pero en
cambio son muy intensas y emocionantes, dado que no sólo hay
que jugar bien, sino rápidamente. Un final de partida con ambos
adversarios apremiados de tiempo, con las banderas de sus
relojes a punto de caer, es uno de los espectáculos más
emocionantes que puedan contemplarse; evoca los dramá ticos
finales de algunos partidos de baloncesto, cuando ambos
equipos tienen opción al triunfo.
En los últimos años se ha popularizado un ritmo de juego
intermedio, en el que cada contrincante tiene media hora para
toda la partida («Chess Active», o «Ajedrez Activo»).
U n a sesión de s i m u ltán eas a
cargo del campeón d e l m u nd o
G arry Kaspárov. E n esta
Foto GAMMA
a
b
e
d
e
g
·
A partir de la posición del
primer diagrama, ¿qué hubie­
ra opinado el lector si alguien
le hubiera dicho que las blan­
cas darían mate forzado con
la torre de dama . . . y sin mo­
verla?
modal idad el j u gador t ien e
tam b i é n u n t i e m po l i m itado
para efectuar sus j ug ad as.
Curso de táctica (Il)
El ej emplo que se trata a continuación ilustra un pequeño gran triun­
fo de la lógica.
5
4
3
Ambas damas se encuentran enfrentadas tras la simple barrera de
un alfil . Las blancas aspiran a realizar una descubierta, pero sin que
el cambio de damas sea posible. ¿Cómo?
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
La única posibilidad es dar j aque. Es necesario prepararlo :
l. Tx e6 + ! ! , ...
7
5
4
3
Situado el rey en el centro, el j aque de un alfil sólo puede venir por
las diagonales a4-e8 o h5-e8 . El alfil negro intercepta la primera,
mientras que la segunda está obturada por el peón f7 .
La j ugada del texto ofrece material, si bien envenenado; cualquiera
que sea la toma, el alfil dará j aque en una u otra diagonal . Vea­
mos. Si l . . . . , f x e6 2. Ag6 + , . . . O bien:
l . ... , A x e6
2. AbS + , ...
En ambos casos la dama será capturada. Debe advertirse que nin­
guna de las respuestas es forzada: el rey negro puede mover a d8
o f8 , pero las blancas consiguen un peón de ventaj a y privan al rey
contrario de la posibilidad del enroque.
La siguiente partida no contiene una sino dos descubiertas, cuya
conj unción conduce al fin de las negras. Es un juego real disputa­
do por Ahues y un aj edrecista desconocido en Berlín, el año 1 9 3 2 .
8
7
3
2
L o m á s curioso d e la posición es q u e e l Ab3 , aparentemente ino­
fensivo por su lej anía respecto del enroque, será el arma decisiva.
212
Curso de táctica (ll)
La combinación empezó abriendo líneas para la penetración de las
piezas a la vez que haciendo los preparativos para la primera des­
cubierta .
l. Dh7 + ! ! , R x h7
2. Cg6 + , ...
Al costoso precio de una dama las blancas eliminaron algunas de­
fensas del monarca y realizaron su primer ataque descubierto.
Obviamente basaron sus sacrificios en un cálculo preciso de lo que
ha de acontecer eh los próximos movimientos, que fueron los si­
guientes:
2 . ... , Rg8
3. Th8 + , Rf7
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
8
7
5
3
Las apariencias son engañosas. Puesto que el cuadro « f8 » está baj o
el control de l a dama, cabría pensar que el rey negro h a encontrado
un refugio seguro.
Nada más alej ado de la realidad:
4. Tf8 + ! ! , ...
2
g
h
8
7
3
¿Por qué? Sencillamente porque con ello se obliga a la dama a le­
vantar el bloqueo sobre el peón « d » , lo que permitirá la incorpora­
ción del alfil blanco al ataque.
Lo vemos de inmediato tras la continuación:
4 . . . , D x f8
5. d6 + + .
2
8
7
.
5
3
2
Una hermosa conclusión. Con seguridad cualquiera desearía ha­
ber sido su autor.
213
Curso de táctica (JI)
El jaq u e doble
Imaginemos situaciones como las que a continuación se reflej an:
8
7
6
5
4
3
A ambos lados del tablero se está produciendo un j aque doble, como
consecuencia del ataque de dos piezas distintas sobre el rey. ¿Cuál
ha sido la última j ugada del blanco?, cabría preguntarse.
Si el soberano de las negras ya se encontraba sometido a un ataque,
¿cómo ha podido una segunda pieza dar j aque de nuevo? Esta pre­
gunta sólo tiene respuesta partiendo de estas otras posiciones.
2
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
8
7
6
5
4
No existe j aque alguno, pero con l. Cc4 + , . . . , o bien l. Ae6 + , . . . ,
se alcanzan las situaciones del diagrama anterior. Lo que nos da
a entender que el j aque doble es una variante del j aque descubierto.
3
2
Pero aún cabe señalar un aspecto más . El j aque descubierto simple
reserva en algunos casos la posibilidad de interceptarlo mediante
la oposición de una figura. En esta nueva variante la duplicidad de
ataques fuerza al rey a mover en todos los casos. Eso lo hace aún
más temib le.
En el jaque doble, el rey amenazado sólo tiene la opción de mo­
ver a un cuadro que no esté controlado por las piezas ag resoras.
La bella combinación que ahora sigue es difícil de adivinar excepto
para aquellos aficionados que intuitivamente capten la imagen de
mate, pero es, sin duda, una excelente demostración de la fuerza
que posee el tema táctico que nos ocupa .
2
Se trata de una partida diputada p o r el ingenioso maestro soviético
Kasparian, durante una exhibición de simultáneas .
214
h
Curso de táctica (JI)
Los movimientos iniciales de las blancas obedecen a un análisis pro­
fundo.
l. Tx c6! , ...
Desde los primeros pasos de la partida, todas las j ugadas se reali­
zan con un obj etivo a corto, medio o largo plazo. En este caso la
sutil visión de las blancas prevé con bastante antelación los aconte­
cimientos de la futura lucha.
Las negras toman la torre ofrecida.
l. ... , A x c6
2. Dc4 + , Rb7
La respuesta de las negras no podía ser otra, puesto que se necesi­
taba defender el alfil para no quedar en inferioridad material .
Sin embargo, existen serios inconvenientes :
8
7
3. D x c6 + , ...
6
3
2
La antesala de la descubierta es este brillante sacrificio inesperado
de la dama.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
De nuevo las negras deben aceptar el presente:
3 . ... , R x c6
4. Ces + ,
...
Jaque doble
¿Por qué en esta casilla y no en otra? Primero porque otra j ugada
de caballo permitiría la intercepción del j aque con 4 . . . . , d5; y se­
gundo, porque el obj etivo que se persigue es atraer el rey hacia el
centro del tablero, donde será más vulnerable al ataque de las pie­
zas blancas, y otra descubierta que no fuera la del texto daría op­
ción a retirarse hacia la retaguardia (4 . . . . , Rd7) .
3
2
215
Curso de táctica (JI)
A h o ra l a res p u esta d e l as n e g ras n o p u e d e ser ot ra q u e . . .
4 , Rc5
5. Cd3 + ,
.
•. .
...
Nuevamen te empuja al
rey hacia adelante
5 . ... , Rd4
6. Rd2! ! , ...
¡ Maravilloso! Dado que un j aque eficaz no era posible, Kasparian
prepara el siguiente y definitivo.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Esta «tranquila» j ugada da protagonismo al rey blanco, que ahora
cubre los cuadros «c3 » y « e3 » . Nada puede impedir que las negras
reciban mate en el próximo turno.
6 . ... , De6
7. c3 + +
Pocas veces el rey en el centro geométrico del tablero, cuando aún
hay muchas piezas en j uego, puede escapar a la ej ecución.
RESU M EN :
u n i d ades 1 0
y 11
O S e dice q u e u n a pieza está c l avada c u a n d o s u m ov i m iento i m p licaría la
capt u ra d e u n a pieza del m i s m o color situada d et rás.
• La c l avad a es abso l uta si la p i eza c u b i e rta es el rey, en c u yo caso el m ov i m i e nto es
reg l a m e ntar i a m e nte i m pos i b l e .
• Para d e s c l avar u n a p i ez a , p u ed e m overse l a p i eza i n d efe n s a s i t u ad a d et rás d e l a
p r i m e r a , o i nterpo n e r d e l a nte o d etrás d e ésta otras f i g u ras b i e n d efe n d i d as .
• L a s c l avad as no afecta n s ó l o a p i ezas, s i n o tam b i é n a p u ntos d e i m porta n c i a c l ave
p a ra e l ataq u e contra r i o .
O E l ata'q u e a la descu b i e rta cons iste en el ataqu e s i m u ltáneo d e d o s
p i ezas, el movimiento d e u n a d e l a s c u a l e s ccdesc u b reu la a c c i ó n de l a
otra.
•
La d e sc u b i e rta con j aq u e a l rey c o n t ra r i o s u po n e u n a d e l as m o d a l i d ades m ás
p e l i g rosas d e este m ov i m i e nto
• La d e sc u b i e rta s u po n e la pos i b i l i d ad de atacar s i m u l tá n e a m e nte con dos p i ezas
varios p u ntos dsti ntos d e l tab l e ro.
• Si e l j aq u e a l a d e sc u b i e rta e s d o b l e (con l as dos p i ezas) , e l b a n d o d efe n s o r
ú n i c a m e nte t i e n e e l rec u rso d e m ove r s u rey, y n o e l d e capt u rar l as p i ezas
ag reso ras o el de i nte r po n e r ot ras p i ezas.
216
EJ E RC I C I OS
Ejemplo 1
11
Ahora ya es pos i b l e a p l i car el
g o l pe est u d i ad o : 2. Ab4!, . . .
Las b l ancas d isponen de l a
oport u n idad de preparar u n
ataq ue sobre d o s p iezas, lo q u e
l e s v a a proporcionar u n a
s u c u l e nta ventaj a material .
¿C uál es l a secuencia correcta
para lograrlo?
alfi l y e l su bdesarro l l o d e l ala
de dama. La pos i b i l i d ad de
amenazar mate, s i n j aq u e pero
con ataq ue i n d i recto sobre e l
rey, abre el cam i no para
obte ner u n a su perioridad
considerable. La j ugada exacta
es 1 . Cg5, . . .
4
6
a
b
e
d
e
g
h
5
4
a
b
e
d
e
Tras lo cual l as neg ras han de
perder su dama ya que l a
captu ra de l a torre i m p l ica,
además, l a ej ec ución s u m ar i a
d e l soberano negro : 2 . . . ,
Tx e4 3. A x a5, . . . con u n a
su perioridad decisiva.
.
J uegan blancas
Para rea l i zar un ataq u e a la
desc u b i e rta es n ecesario q u e
d o s p i ezas contrari as
com partan la misma l ínea
(co l u m na, f i l a o d i agonal). E l
primer paso e s conseg u i rlo, a l o
cual v a dest i n ado e l s i g u i e nte
movi m i e nto : 1 . Ae7, . . . La to rre
negra sólo tiene u n a casi l l a
para escapar a l acoso d e l alfi l ,
a u n q u e e n vista d e los
res u ltados tal vez debía
considerarse su sacrificio como
mal menor. Veamos: 1 . . . . , Te8.
Ejemplo 2
3
a
b
e
d
e
h
g
Las blancas amenazan
p r i n c i pal mente 2. D x h7 + + , lo
que req u iere medidas para
evitarlo por parte de l as negras.
E l cabal lo está i ndefenso, pero
como vere mos este hecho tiene
sus compensaciones. Tras 1 . . ,
D x gS 2 . A x b7, . . . , l a to rre
negra en «a8» no t i e n e
escapatoria. E s necesario
defenderla, pero tras 2 . . . . , Cd7
3. A x a8, Tx a8 es claro que l as
blancas han sal ido favo reci d as
en los cam bios.
.
a
b
e
d
e
g
J uegan blancas
Un caracte rístico m étodo de
exp l otar l a i n defensión de u n
h
.
EJ E R C I C I OS
11
·
Problem a 1
Problema 2
Problema 3
8
8
8
6
5
4
3
3
2
a
b
e
d
e
9
h
2
a
b
e
e
9
a
b
e
d
e
9
J uegan blancas
J uegan blancas
J uegan blancas
M ás q u e un auténtico
p roblema, cabe considerar esta
pos i c i ó n como un mero
ej ercicio o recordatorio del
te m a tratado e n esta u n idad : el
ataq u e a l a descubierta.
Tam b i é n es útil para aprender
u n a reg l a p ráctica muy lógica
pero q u e los principiantes con
frec uencia suelen olvidar: que
los movi m i e ntos activos no son
s i e m p re « h acia ad elante» .
Conté m p lese la posición con
o bj etividad . Para su caballo l as
blan cas disponen de u n a
casi l l a m uy adecuada en «e5» ,
donde no puede ser desalojado
y desde l a cual puede hostigar
a l as p i ezas e n e m i gas. N o cabe
d u d a que tarde o te m prano
deberá ocuparla, pero ¿tiene
q u e hacerlo i n med i atame nte, o
d i spone en este i n stante de
m ejores alternativas?
E n esta pos ición no existe l a
posi b i l i d ad de u n j aq u e a l a
desc u b i e rta, puesto q u e el rey
no se encuentra en la m i s m a
l ínea q u e alguna de las p iezas
b l an cas. S i n em bargo, ya
hemos e n u merado otro tipo de
ataq ues e n descubierta que no
i nvo l u cran al mon arca . Es hora
de ap l icarlos y de demostrar su
comprensión con este caso
p ráctico. La prim era j u gada es
fu ndamental para conseg u i r
u n a su perioridad material
i m po rtante. Ded uzca
•
lógicamente cuál es la j u gada
correcta .
En la u n idad precede nte se
estudió el sign ificado de l a
«pieza clavada» y p o r tal razón
es fác i l constatar que el caballo
en «e5» de l as blancas no
p uede actuar con e ntera
l i bertad debido a l a amenaza
sobre la dama. Tam b i é n se
aprendió que cuando tras la
pieza clavad a no se encuentra
e l rey, d icha clavad a sólo es
re lativa. En ciertos casos, como
e l p rese nte, cuando l a p i eza
clavante y la q u e se encuentra
tras l a fig u ra i n movi l izada
pueden atacarse
recíprocame nte, existe l a
pos i b i l idad de q u e l a
desclavad a s e prod uzca
g racias, p recisame nte, a u n
ataq ue en desc u b i e rta sobre l a
u n idad ag resora. C o n estas
pistas, trate de averiguar cuál
es l a cont i n uación más
adecuada en la posición del
d i ag rama.
EJ E RCI C I OS
Problema 4
11
Problema 6
Problema 5
8
7
7
6
6
6
5
5
5
4
4
4
3
3
3
2
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
J uegan blancas
J uegan blancas
J uegan blancas
Ya h e mos advertido q ue, debido
a la pel i g rosa fuerza del ataq u e
a l a descubierta , el j u gador q u e
defiende no suele d a r
fac i l idades para i ncu rri r e n é l , al
m e nos de una manera s i m p l e y
d i recta. Casi en todos los casos
e n q u e se prod uce este te m a ,
sucede porq ue e l bando
atacante l o pre para con
movi m i e ntos previos q u e
m uc h as veces encierran
sacrifi cios. A l argo pl azo d i chos
p reparativos son profu n d as
com b i n aciones, pero cuando
bastan pocas j ugadas se trata
de maniobras tácti cas m ás
fác i l es de captar. En la posición
d e l p rob lema, l as blancas crean
con un preciso movi m i e nto l as
co nd icio nes adec uadas para
q u e e l ataq ue a la desc u b i e rta
te n g a efectos decisivos en el
j u ego. Descubra la secu encia
correcta .
E n esta posición se observa a
s i m ple vista q u e e l peón pasado
y avanzado de l as blancas
l i m ita m ucho la actividad de l as
p i ezas neg ras. E n con c reto l a
d a m a v e m uy restr i n g i d a su
capacidad de movi m ie nto, ya
q u e desempeña la exc l u s iva
tarea de evitar q u e d i c h o peón
se transforme e n dama, lo cual
hará tan pronto alcance la
octava fila. Sin e m bargo, la
l abor del primer j ugador será
ard u a si no consig u e que el
contrario ceda e n s u b l oq ueo.
Po r fort u n a eso es algo q u e
p u ede suceder m uy p ro nto si
actúa con p recisión y aprovecha
tod as l as ventaj as de q ue e n
este preciso i nstante goza.
Part i c u l armente cabe señalar la
situación del rey negro e n la
seg u n d a horizonta l .
E l ú l t i m o de los p ro b l e m as es
un ej ercicio co m p l eto d e táctica.
Encierra los preparat ivos de u n
j aq u e e n desc u b i e rta , l a
ej ecución de d i c h o ataq ue y por
último l a exp lotaci ó n de u n a
p i eza clavada q u e c u b re u na
cas i l l a decisiva donde e l b l anco
acabará dando u n b ri l l ante
mate. Trate de desc u b r i r l a
secuencia co m p l eta s i n efectuar
l as j u g ad as sobre el tab l e ro.
Será un excele nte ej ercicio de
cálcu lo, al q u e debe come nzar
a habituarse. S i no logra dar
con l a sol ución , i nténte l o
ento nces moviendo alg u n as
p iezas en l as j ugadas i n iciales.
SO LU C I O NES
Solución 1
La m ejor j u gada es u n
retroceso con e l caba l l o : 1 .
Ce1 + , . . . Oaque con l a torre) .
Después de q u e el rey m u eva,
el cabal l o captu rará la torre.
Las negras están perd i d as.
Solución 2
11
Solución 3
Solución 5
Au n q u e el caballo blanco está
clavado, puede l i b rarse de ese
peso con u n a amenaza tan
poderosa como la q u e pesa
sobre su dama: 1 . C x d7!, . . .
Ataq u e a l descubierto sobre l a
dama. S i 1 . . . . , Tx d 7 2 . D x e8,
. . . ; m i entras que a 1 . . . . , Tx e2
s i g u e 2 . C x f6 + , Rg7 3. Tx e2,
. . . , con u n a n eta su perioridad
para las blancas.
Si el peón blanco p u d i era
avanzar en este preciso
i nstante, ade m ás de coronar, la
torre blanca daría j aq u e al rey
negro. Por eso : 1 . D x f8!!, . . . y
tras 1 . . . , D x f8, sí q u e se
p uede cont i n uar 2. c8 = D + , . . .
a l a descu bierta con l a torre.
La torre b l anca en «b1 » y l a
negra e n « b 8 » se encuentran e n
l a m i s m a co l u m na, ú n i camente
separad as por seis cas i l l as y u n
alfi l . S i logramos q u e e l alfi l
desaparezca creando a su vez
u n a amenaza m ás fuerte, la
torre negra será presa fác i l . La
cont i n uación para e l l o es
1 . Ag8!!, ... Cuando el alfi l sea
captu rado (1 . . . . , D x g8, por
ej e m plo), las blancas
captu rarán la torre : 2. Tx b8.
Para realizar u n ataq u e a la
desc u b i e rta deben crearse l as
cond i c i o nes adecuadas :
1 . C x c7, . . . ataca la torre "ªª" ·
q u e no p u ede mover, pero s i
1 . . . . , D x c7 2 . A x e& + , A x e&
3. D x c7, . . ganando l a
i m portante d a m a negra.
6
6
5
5
Solución 4
.
.
Solución 6
U n a sol ución algo m ás
comp lej a , q u e se i n ic i a de l a
s i g u i ente manera. 1 . Dd7 + !! , . . .
P re para el s i g u i e nte j aq u e a l a
descu bierta. 1 . . . . , A x d7
2 . Cd6 + (a l a desc u b i e rta) , . . .
I m pide q u e e l rey h uya por «f7» .
2 . . . . , Rd8 3. Cf7+ , Rc8. Ahora
el alfi l «d7» está clavado
c u briendo l a cas i l l a «d8» d onde
l a torre blanca asp i ra a d ar
m ate apoyada por el cabal lo.
Debe aprovech arse esta
c i rcu nstan cia: 4. Te8 + , A x es
5. Td8 + + . U n bello problema.
4
3
3
6
2
5
4
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
e
g
h
3
a
b
e
d
e
g
h
12
U N I DAD
Uno de los temas tácticos que se dan con mayor
frecuencia en la práctica es el de la pieza que ataca de
manera simultánea a dos o más contrarias. Casi
siempre estas amenazas múltiples, particularmente
temibles, originan la ganancia forzosa de m�terial. La
presente unidad se dedica especialmente a su .estudio.
O
Curso de táctica (11 1)
• El ataq u e d o b l e c o m o
a r m a e n l a p a rt i d a
• E l ataq u e d o b l e c o m o
te m a d e c o m b i n ac i ó n
• Ataq u e s d o b l es con a l f i l e s ,
torres y rey
O
Partidas famosas
• E l ataq u e v i rt u oso.
M a h r-Ostra u , 1 923
O
Ejercicios
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
O
Soluciones
Curso de táctica (1 1 1)
La acción ofensiva de las diversas piezas permite en el curso de la
partida crear desde una determinada .casilla amenazas diferentes so­
bre piezas o puntos clave del bando contrario. La fuerza de estos
ataques dobles es tal que en muchas ocasiones no hay inconvenien­
te en prepararlos con algún sacrificio de material , que se verá com­
pensado con creces al finalizar la maniobra.
El ataq u e doble com o arma e n la partida
Ante todo, conviene clarificar exactamente qué es un doble ataque
o ataque doble. El concepto no es difícil de entender.
Tomando por ej emplo la posición del diagrama, queda claro que
la dama blanca está amenazando al mismo tiempo el alfil y la torre
negras . Ambas piezas pueden mover como la dama en un cierto sen­
tido, pero ésta muestra su superioridad sobre ellas atacando a la
torre en diagonal y al alfil por la fila, es decir, por la vía por la
que cada una no puede replicar. Las negras sólo pueden salvarse
j ugando l. . . . , Tf8 , que defiende el alfil, o contraatacando por otro
sector (un j aque, por ej emplo) . Si no existen estas posibilidades, de­
ben perder material .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Así, en este otro ej emplo, una situación similar a la de antes de­
muestra no tener solución satisfactoria.
Las negras tienen atacados el caballo de c5 y la torre de a8, y las
j ugadas que podrían defender a ambo s no surten efecto.
Por ej emplo, tras l . . . . , Cb7 2. D x b7 , la dama blanca captura igual­
mente al caballo. Si la torre intenta proteger al caballo con l . . . . ,
Ta5 o l . . . . , Tc8 , comprueba que no puede, debido a la presencia
de los peones de a6 y c7; la dama negra no puede socorrer a la vez
a ambas piezas atacadas, como no lo puede hacer tampoco ningu­
na otra pieza negra, ni se puede dar j aque ni contraatacar. Las ne222
g
h
Curso de táctica (!JI)
gras pierden material y la última j ugada blanca (suponemos que
fue Dd5) fue un acierto. Ahora bien, imaginemos que las blancas,
entreviendo la posibilidad de llegar a esta situación, la hubieran for­
zado mediante un pequeño sacrificio de material . Diríamos enton­
ces que han ej ecutado una correcta combinación táctica.
Esto podría haber sucedido, por ej emplo, a partir de la posición
del diagrama.
7
5
Las blancas juegan l. f6, . . . , con la vista puesta en llegar a la posi­
ción que ya conocemos, lo cual podría suceder tras las siguientes
j ugadas : l . . . . , A x f6 2: C x f6 + , D x f6 3 . Dd5 .
3
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Evidentemente, en este caso la devolución momentánea del peón
de más de que gozaban las blancas antes de j ugar l . f6 , habría que­
dado más que justificada, pues posteriormente han ganado todo
un caballo.
El ataque doble se prepara muchas veces de forma combinativa. La
amenaza puede consistir tanto en la ganancia de material como en
un j aque mate, lo cual sucede en la siguiente posición:
Las blancas pueden j ugar l. De4, atacando la torre de a8 y amena­
zando Dh7 + + , ya que la dama cuenta con el apoyo del alfil de
d3 . En este caso, aunque en h7 no hay ninguna pieza negra, se trata
exactamente de un ataque doble, pues la amenaza de j aque mate
implica un ataque directo al rey.
Precisamente los ataques dobles que incluyen un j aque al rey son
especialmente temibles, porque excluyen la posibilidad de un con­
traataque intermedio en otro sector del tablero mientras el rey sea
obj eto de una amenaza directa.
6
5
4
Son muy frecuentes los ataques dobles efectuados por la dama y
pueden producirse ya en las primeras j ugadas de la partida. Así en
la posición del diagrama, si las blancas creen que es buena idea atacar
al caballo negro de f6 avanzando su peón, están en un error.
3
223
Curso de táctica (!JI)
Comprobémoslo con la siguiente variante:
1. eS?, Das +
2. Cc3, D x es +
El ataque doble de la dama ha ganado un peón. Otros ataques do­
bles con j aque similares pueden ganar una pieza .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
a
b
e
a
b
e
�
f
g
h
e
g
h
d
e
g
h
d
e
Un ej emplo de ataque doble con j aque que gana una pieza fuerte
y puede darse en plena apertura de la partida es el siguiente:
Las negras acaban de j ugar l . . . . , Aa6, que constituye un error.
Su intención es cambiar el alfil por el blanco de d3 , lo que podría
estar bien fundamentado, pero no advierten el ataque doble que se­
guirá a continuación:
2. A x a6, C x a6
3. Da4 + , Dd7
4. D x a6, ...
Como consecuencia, se ganó el caballo.
5
4
3
Veamos a continuación otro ej emplo, sacado de la teoría de las aper­
turas .
Juegan las negras, y la teoría les recomienda l . . . . , Dd5 ; pero no
es posible descubrir la razón de esta j ugada sin darse cuenta exacta
de lo que las blancas amenazan .
224
Curso de táctica (ll/)
Parecería mucho más lógico j ugar l . . . . , D x f6, pero en ese caso
se perdería un alfil del siguiente modo:
l . ... , D x f6
2. C x e6, ...
es posible tomar con J a dama debido a la presencia de la torre
de el .
Nó
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Si, en cambio, las negras siguen:
· 2 .... , f x e6
3. DhS + , g6
4. D x cs, ...
Se había perdido el alfil de c5 . Nuevamente se muestra la gran ca­
pacidad de la dama para atacar a distancia y con rapidez, debido
a su gran movilidad , y la peligrosidad del ataque doble con j aque,
en particular cuando existen piezas indefensas en el tablero, como
lo estaba el alfil de c5 .
7
6
5
4
3
Si el ataque doble es siem pre un arma pode rosa , cuando uno
d e los dos ataques se efectúa sob re el rey mediante una amena­
za de m ate o u n jaque d i recto, se convie rte en especialmente
d ecisivo, ya que impide en general toda posibilidad de contraa­
taque.
El ataq u e doble como tem a de combi nación
Como ya se h a dicho, e l ataque doble sirve muchas veces para l a
recuperación, incluso c o n creces, d e u n material previamente entre­
gado.
Por ej emplo aquí las blancas ganan un peón basándose de nuevo
en un ataque doble con j aque (en realidad de un ataque triple) efec­
tuado por su dama.
225
Curso de táctica (Ill)
La combinación se inicia con la entrega del alfil:
l. A x f7 + , R x f7
2. DdS + , ...
2 . ... , Re8
3. D x e4 + , ...
A taque triple: al rey
y a ambos caballos
También era posible 3. D x a5 . Evidentemente, l. Dd5 , C x c4 2 .
D x e 4 + , n o hubiera logrado nada d e todo ello, ya que con 2 . . . . ,
De7 , las negras clavarían la dama blanca, impidiendo la captura
del caballo. Por eso había que comenzar con el sacrificio aparente
A x f7 + , capturando en seguida el peón .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Aquí las blancas conciben la posibilidad de tomar el peón de c6
con su alfil para atacar de manera simultánea e8 y b 7 .
Para que ello s e a efectivo es preciso hacer desaparecer, mediante
un cambio momentáneamente desventaj oso, el alfil defensor de e8 .
Previamente será preciso cambiar damas:
l. D x b7, Tx b7
2. Tx e8 + , Tx e8
Ahora se ha atraído ya a las torres negras a las casillas adecuadas .
Por consiguiente, el ataque doble despliega toda su eficacia:
3. A x c6, ...
Y las blancas han ganado un peón . Es digno de destacarse que a
las negras les hubiera ido mucho peor en caso de haber tomado en
la segunda j ugada con el rey, ya que, combinando el tema de la cla­
vada, ya conocido, con un segundo ataque doble, las blancas hu­
bieran podido ganar más material (2 . . . . , R x e8 3 . A x c6 + ): la to­
rre de b7 o la de a8 sin compensación.
226
Curso de táctica (Ill)
De hecho, si las negras intentaran 3 . . . . , Td7 4. A x d7 + , R x d7 ,
todavía empeorarían s u situación, debido a 5 . Cb6 + que ganaría
también la otra torre (véase el diagrama) .
7
5
4
3
En este caso c6 fue la casilla clave desde donde el alfil planteó sus
eficaces ataques múltiples .
En la siguiente posición, las blancas deben j ugar y tienen atacado
el caballo de e5 .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
a
b
e
d
g
h
e
g
h
e
g
h
8
7
6
5
4
3
Pero por otra parte Tc7 , que ahora, mismo no es una j ugada efecti­
va por estar la dama negra controlando esa casilla, puede serlo si
esta torre entra en acción en combinación con su dama.
Teniendo en cuenta que la dama y la torre dobladas en la séptima
fil a resultan especialmente efectivas, las blancas conciben la posibilidad de llevar su dama a g7, y emprenden camino hacia allí inmediatamente pese al caballo atacado.
l. Dg3, f x e5
2. Dg7, ...
Esta j ugada puede ser considerada perfectamente una amenaza doble, ya que ataca la torre de h8 y amenaza Tc7 al mismo tiempo
(el ataque es triple si contamos también el indefenso peón de e 5 ,
pero e s e e s u n detalle d e menor importancia e n este caso) .
La j ugada negra es la única que salva la torre.
2 . ... , Tf8
3. Tc7, ...
8
7
6
5
4
3
8
7
6
5
Con doble amenaza -triple en realidad- de j aque mate en e7 o
d7 y de captura del alfil de b7 . Las negras deben escoger entre 3 .
. . . , D x c7 4 . D x c7 , Ad5 5 . D x e5 , d3 6 . b3 , con cambio de dama
y peón (once puntos) por torre y alfil (ocho puntos) que les dej a
en desventaj a neta, o bien intentar 3 . . . . , Dd6 .
4
3
227
Curso de táctica (!JI)
Veamo s esta última j ugada y sus probables consecuencias .
3 ... , Dd6
4. Tx b7, d3
S. Ta7, ...
Se amenaza 6 . Ta8 seguido de j aque mate.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
Las negras deben procurar evitar esa j ugada, y tener constantemente
en cuenta que su dama está atada a la defensa del mate en e7 y d7 .
S . ... , Dd8
6. D x h7, TfS
6
5
3
Las blancas amenazaban 7 . Dg6 + , . . . , seguida de j aque mate, por
lo que las negras proporcionan un escape a su rey.
El remedio, no obstante, es efímero.
7. Dg8 + , Tf8
8. D x e6 + , ...
8
7
6
5
Seguida de j aque mate a la siguiente. (8 . . . ., De7 9 . D X e7 + + ) . En
este ej emplo se ha podido observar el ataque doble ipropiamente dicho en la tercera jugada, pero debemos considerar la segunda (Dg7)
una especie de ataque doble «de segunda generación» consistente
en amenazar una pieza (torre de h8) al tiempo que otro ataque doble.
En la posición del siguiente diagrama las negras se dan cuenta de
la gran fuerza que tendría la colocación eventual de la dama en e3 ,
donde ahora tienen una torre, para realizar un ataque doble con
j aque al rey, que ganaría la torre de d2 y tras capturarla probablemente podría llevar la partida al j aque mate.
4
3
8
7
6
5
4
Naturalmente, en e3 no se puede de momento colocar la dama pues
ya está situada otra pieza y no hay tiempo para lentos preparativos
por cuanto las blancas amenazan 2 . Dh8 + , que podría venir seguida de j aque mate entrando en h7 con la torre.
228
3
Curso de táctica (/JI)
Por ese motivo, la torre negra de e3 «se aparta» y dej a el sitio a
su señora aun a costa de su propia vida, y lo hace de la forma más
compulsiva: dando j aque al rey.
l . ... , Tf3 +
2. g x f3, ...
Jugada forzada
En efecto, tras 2 . Rgl , Del + 3 . Rh2, Dg3 + 4. Rgl , Tel + 5 . Afl ,
Tx f1 + + , también sería j aque mate.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
La dama se sitúa ahora en . la casilla clave.
2 . ... , De3 +
3. Rg2, D x f3 +
Recuperando con creces el material entregado, y con muchas posi­
bilidades de dar mate. Se podía también, por supuesto, haber to­
mado ya con la dama la torre de d2, recuperando el material antes
entregado.
Pero, como vamos a ver, la j ugada elegida por las negras es más
fuerte aún .
4. Rh2, ...
O bien
5. Rh2,
4.
Rgl, Tel +
Tx hl mate
4 . ... , D x hl +
Esto implica una nueva variedad específica de ataque doble: la dama
negra da j aque al rey y, cuando éste se aparta del j aque, puede cap­
turar una pieza (en este caso la dama blanca) situada detrás del rey
en la línea por la que se dio el j aque (en este caso la columna h) .
Se habla en este caso de ganancia de material « a través » del rey o
de ataque doble atravesando al rey. Naturalmente, también se dan
ataques dobles « atravesando» la dama o incluso otras piezas , pero
es un tem a que con muchísima frecuencia va relacionado con un
j aque al rey.
S. Rg3, Te3 +
Y, finalmente, las negras no capturan ni la dama ni la torre sino
que van directamente a por el obj etivo supremo: el rey.
3
229
'
El ataque virtuoso
14.
lS.
16.
17.
18.
19.
Partida jugada en Mahr-Ostrau, 1923
Blancas:
Negras:
Akiba Rubinstein
Karel Hromadka
PAR TIDA S
Ce2, 0-0-0
C x d4, A x d4
c3, Ab6
aS, Ac7
Ae3, Rb8
Rc2, ...
8
l. e4, es
2. f4, ...
El Gambito de Rey, apertura
que fue cara a los j ugadores
del siglo pasado y que aún se
utiliza ocasionalmente en tor­
neos de alta competición .
el peón de c2 con j aque y luego
toman la torre, la dama blan­
ca toma el peón de g7 , atacan­
do la torre y el punto f7 , y ob­
tiene un ataque fortísimo.
9 . ... , De7
10. f x eS, d x eS
11. Rdl, ...
3.
4.
S.
6.
Cf3, d6
Cc3, Cf6
Ac4, Cc6
d3, Ag4
Ambos bandos han respetado
rigurosamente las leyes del de­
sarrollo, y la posición está
más o menos equilibrada .
7. h3, A x f3
8. D x f3, Cd4
9. Dg3, ...
Si las negras ahora capturan
230
3
2
a
2 . ... , Aes
Una de las respuestas de que
disponen las negras; las otras
son 2 . . . . , e x f4 y 2 . . . . , d5 (el
Contragambito
Falkbeer) .
Esta j ugada de las negras es
posible porque si ahora el
blanco jugase 3. f x e5?, . . . las
negras destruirían la posición
adversaria por medio de 3 . . . . ,
Dh4 + .
4
b
e
d
.e
g
h
Las negras estaban amenazan­
do ahora 1 9 . . . . , C X e4 , que
antes no servía por Dg4 + .
19 . ... , Ra8
20. Tf3, CdS
a
b
e
d
e
g
h
Si el blancb jugase ahora 1 1 .
D x g7 , . . . seguiría 1 1 . . . . , Tg8 ,
y e l que atacaría sería e l ban­
do negro.
11 . ... , c6
12. a4, Tg8
13. Tfl, h6
Se amenazaba la molesta 1 4 .
Ag5 .
Elegante jugada; si las blancas
tomaran el caballo, seguiría
21 . . . . , e4, atacando la dama
y la torre y recuperando ma­
terial.
21. Agl ! , ...
A partir de esta profunda j u­
gada Rubinstein inicia un ata­
que sobre el rey enemigo, ata­
que que conducirá con fineza
de virtuoso.
21 . ... , Cf4
22. Df2, ...
Amenazando mate.
22 . ... , Ab8
23. g3 !, ...
•,
, FA MO SA S
Esto parece un error, pues per mite la captura del peón de
h3 , atacando la dama y elimi­
nando el alfil de gl; pero Ru­
binstein ha calculado muy
lej os.
La dama no podía alej arse del
ataque y seguir defendiendo
su torre (si 26 . . . . , Dc7 27 .
D x c7 , Tx c7 28 . Tx c7,
A x c7 29. A x g8); por lo tan­
to, las negras tratan de cam­
biarla por varias piezas.
23 . ... , C x h3
24. Tx f7, Dd6
27. A x d6, Tf2 +
Si 24 . . . . , C x f2 25 . Tx e7 ,
Tgf8 26. Tx g7 , . . . , ganando
un peón .
Si ahora 28 . Rb3 , A x d6, y las
blancas no pueden tomar la
torre de g8 pues ahora sí se
puede capturar su dama. Las
negras quedarían con una to­
rre y un caballo por la dama
y podrían resistir. Pero Ru­
binstein, el virtuoso, culmina
su obra de arte con un finísi­
mo ataque doble:
25. Db6 ! ! ,
28. D x f2!, C x f2
29. AcS ! ! ,
4
-� ·
3
2
a
b
e
e
d
g
h
Sobre esta sorpresa pivotaba
todo el · ataque blanco. Se
amenaza mate en b7 y la
d<!..ma no puede tomarse: 25 .
·
: :·: �� a x b6 26. a¿<: b6 + (descubi érta de Ja to ri-e)., Aa7 27 .
Tx a7 + , Rb 8 28 . TÍ"7� b7 + ,
Rc8 29 . Aa. 6, . . :·; ganando.
'
25 . .. �; ·Td7
. ..
26. AcS ! , !�'.��,/
� .:.
.
3
.
2
-/-=-'
a
b
e
d
e
g
h
Nada daba 29 . A x b 8 , Tx b8;
en cambio, con la que se j ugó
las blancas atacan el caballo
de f2 y la torre de g8; como
ésta no puede defender el ca­
ballo desde f8 porque el alfil
la tomaría, las negras pierden
una pieza sin· compensación,
y por lo tanto se rindieron.
Akiba
Rubinstein
El que llegaría a ser uno de los
jugadores de ajedrez más com­
pletos y efectivos de todos los
tiempos nació en 1882 en Sta­
wisky, Polonia (aunque enton­
ces pertenecía a Rusia), en el
seno de una familia judía. Su
padre pretendió encauzarle hacia los estudios religiosos, pero
el joven aprendió a jugar al ajedrez a los 16 años y dedicó todas sus energías a este juego.
Sus progresos fueron especta­
culares, y a partir de 1905,
cuando ganó un torneo importante en Barmer, fue considerado uno de los jugadores más
fuertes del mundo. Ganó u
ocupó primerísimos puestos en
las más duras pruebas entre
1907 y 1912; este fue, precisa­
mente, su gran año, pues que­
dó primero en los cuatro tor­
neos que jugó: San Sebastián,
Piestany, Breslau y Vilnius. Po­
siblemente en este momento
de su carrera Rubinstein era el
mejor jugador del mundo, pero
el Campeón Mundial Dr. Em­
manuel Lasker planteó condi­
ciones tan duras para poner en
juego su título que Rubinstein
se quedó sin su oportunidad.
El estallido de la guerra del 14
terminó abruptamente con las
negociaciones. Durante el con­
flicto el gran jugador polaco su­
frió grandes penurias que afec­
taron gravemente su equilibrio,
y aunque siguió obteniendo ex­
celentes resultados hf:lsta
1922, no recuperó su anterior
contundencia. Afectado de
"
agorafobia y de manías perse­
cutorias, acabó por perder to­
talmente el control de sus fa­
cultades intelectuales. Falleció
en 1961.
_.-.
231
Curso de táctica (/JI)
La siguiente j ugada blanca es forzada.
6. Rf2, Del + +
Jaque mate.
Muy b onito, desde luego. Debe destacarse que, aunque en este caso
se realizó el ataque doble De3 , las negras desdeñaron después la con­
tinuación lógica del mismo (la captura de la torre) , al encontrar una
variante aún mej or.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Lej os de conformarse con la captura de las piezas menores, así, las
blancas buscaron la posibilidad óptima, y ésta resultó ser un ata­
que de mate, iniciado a partir de 3 . . . . , D x f3 + .
E n la partida de ajedrez hay que buscar siem pre el movim i ento
ópti m o ; incl uso cuando se ha descubierto algo bueno, convie­
n e segu i r buscando algo m ejor. Evidente m ente, si existe la po­
sibilidad, nada será m ejor que dar jaque m ate, objetivo m áxi m o.
En el siguiente ej emplo, las blancas encadenan en su ofensiva dos
ataques dobles.
Posición de partida
El primero implicará un sacrificio de peón, pero preparará el segundo, que es el que decidirá la partida.
Las blancas efectúan un ataque doble con un peón:
l. fS, A x fS
5
4
3
La j ugada realizada por las negras parece, desde luego, la única manera de no perder el alfil.
232
Curso de táctica (/JI)
Pero tras la siguiente j ugada, el alfil no escapa de las garras de la
dama blanca.
2. Des,
...
A taque doble:
mate y el alfil
2 . ... , Dg4
3. C x f5 + , ...
Para dar escape
al rey por g6
De modo que el ataque doble dio sus frutos . Se puede preguntar :
¿Por qué no empezar con Dc5 , alterando el orden de las dos j uga­
das? La respuesta es que tras l: Dc5 , f5 ! no habría ni mate (el rey
negro escapa por f6) ni ataque doble.
El rey negro utiliza la vía de escape abierta:
3 . ... , Rg6
4. Tg8 + , ...
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
h
8
6
5
4
3
Y ahora tenemos un ataque doble « atravesando» al rey, como an­
tes se comentó .
Lo que sigue es una auténtica carnicería:
4 . ... , Rh5
5. Cg3 + , ...
Jaque con dos piezas a l tiempo
5 . ... , Rh4
En caso de haberse j ugado 5 . . . . , Rh6 , seguiría 6. Df8 + , y mate
a la siguiente j ugada.
h
Ahora perecen sucesivamente la dama y el rey negros .
6. Tx g4 + , R x g4
7. DfS + , Rh4
8. DhS + +
También 8 . Df4 era mate. En este remate se ha podido ver, además
del ataque doble, un j aque doble (por tanto, en descubierta) y la
busca del mate más corto.
233
Curso de táctica (JI!)
Ataq u es dobles con alf i l es, torres y rey
En la mayoría de casos, como se ha podido ver, la dama se muestra
muy eficaz para los ataques dobles, por su extraordinaria movili­
dad y potencia. También el peón y el caballo son atacantes dobles
temibles porque su j uego, a corta distancia, y el hecho de que nor­
malmente tengan menor valor que las piezas que pueden atacar, ha­
cen que su ataque doble sea casi siempre muy ventaj oso para su ban­
do. Pero el ataque doble es consustancial a todas las piezas por su
capacidad de moverse en direcciones distintas; también el alfil , la
torre y el propio rey pueden efectuar ataques dobles con eficacia .
A continuación se estudiarán ej emplos d e ataques dobles efectua­
dos por estas tres piezas, y en la próxima unidad se estudiarán ca­
sos de ataques dobles con peones, caballos y piezas diversas .
Cualquier pieza puede en ajed rez atacar a otra y por tanto pue­
de efectuar un ataque doble. Los ataq ues dobles de peón o ca­
ballo se producen en m uchas ocasiones sobre piezas m ás va­
liosas situadas a corta d istancia, y suelen ser m uy peligrosos.
La dama, torre y alfil atacan desde lejos, y en especial la dama
aprovecha m uy bien su gran m ovilidad.
En el siguiente caso, torres negras y alfil se combinan bien para ga­
nar dos peones con el tema del ataque doble.
2
Las negras apuntan con sus torres y su alfil al punto c3 . Este, no
obstante, parece bien protegido.
Pero el alfil abrirá brecha para la penetración de las torres, aprovechando que el rey blanco y el caballo están a tiro de ataque doble.
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
8
7
l . ..... A x c3
2. b x c3, Tx c3 +
El ataque doble
3. Re2, Tx b3
4. Tx d6, Tc2 +
5. Rfl, Tx h2
6. Rgl, Tb3-b2
A menaza Thl + que
ganaría la torre de al
6
3
2
Con dos peones de más y posición muy superior, las negras han
decidido la partida a su favor.
234
Curso de táctica (lll)
En el siguiente ej emplo las blancas ganan con un j aque de la torre
que implica un ataque doble « atravesando» al rey o un j aque mate,
pero aún más curiosa es la j ugada inicial , un j aque que implica un
ataque doble al rey y al alfil efectuado por ¡ un alfil !
6
3
¿ Puede un alfil atacar a un colega que, como es lógico, tendrá oca­
sión de matarlo primero a él? En este caso sí, pues con ello zafa
del ataque a su dama.
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Las blancas pueden j ugar l .· Tc8 + , Rd7 , pero su dama sigue ataca­
da por el alfil enemigo y la dama negra evitará la j ugada 2. Dc7 + .
Así que en vez de eso j uegan:
l. AbS + , ...
Jugada q u e implica u n ataque doble
Si el alfil es capturado por su colega negro, la dama blanca se verá
libre del ataque, y tras l . . . . , A x b5 2. Tc8 + , Rd7 3 . Tx h 8 , . . . , las
blancas habrán ganado material ya que, como se s abe, la torre vale
más que el alfil .
Por ello las negras toman el alfil blanco con su dama.
l . ... , D x bS
2. Tc8 + , Re7
La dama blanca sigue atacada, y aún no se puede por tanto tomar
la torre de h 8 , pero la diferencia es que ahora la dama negra ya no
cubre c7 .
Las blancas aprovechan de inmediato esta circunstancia:
3. Dc7 + , Dd7
Y no 3 . .. ., Cd7,
a causa de 4. Dd6 +
+
4. Des + , ...
Sería un error el intercambio de damas para tomar después la torre
de h8 , ya que tras 4 . D X d7 + , C X d7, las torres se defienden mu­
tuamente.
235
Curso de táctica (lll)
La réplica negra es forzada, y única.
4 . ... , Dd6
5. D x d6 + +
6
Jaque mate
5
3
2
El ataque doble del alfil fue el preludio de un ataque mortal sobre
el rey efectuado por la dama.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
En este ej emplo, de manera muy sencilla, el propio rey de las blancas amenazará dos piezas negras.
7
6
5
4
3
Es cierto que la colocación de éstas es deficiente en grado extremo,
pero también puede extraerse la conclusión de que el rey mismo puede ser una eficaz pieza de ataque.
En efecto, el primer movimiento del rey blanco dej a el alfil atacado
con tan sólo una casilla a donde ir, tras lo cual sobreviene el ataque
doble.
2
7
6
l. Rc8, Aa7
2. Rb7, ...
5
4
3
2
Muevan el alfil o el caballo, las negras pierden la otra pieza. Las
blancas quedarán con una ventaj a decisiva .
El rey también puede ser una pieza atacante, en especial cuan­
do queda poco material sobre e l tablero, y desde luego puede
asi mismo efectuar ataques dobles.
A modo de conclusión, puede afirmarse que el ataque doble, tri­
ple, etc. , es una útil arma para ganar material , bien por sí sola o
bien enlazada con otros recursos como el j aque, la descubierta, la
clavada, etc. Es también un frecuente tema inspirador de combina­
ciones .
236
EJ E RC I C I OS
Ejemplo 1
a
b
e
d
e
g
h
En esta posición existe n c u atro
p i ezas fuertes de las blan cas,
ade m ás del rey. Cada u n a de
e l l as p uede efect uar un ataq u e
d o b l e , m á s o menos eficaz
seg ú n los casos. ¿ De q u é
ataq ues s e trata?
E n p r i m e r l u gar, la torre de d1
puede i r a d7 y al l í amenazar al
m is m o tiempo el alfi l de a? y el
peón de e?, forzando por tanto
la ganancia de un peó n , no
tanto porq ue el alfi l esté
o b l ig ado a mover (está
p rotegido por el Cb5) , s i n o
porq u e el citado p e ó n no tiene
u n a defensa satisfactoria. Este
ataq ue, además de recu perar
poco material , tiene el
i n co nve n i e nte de perm itir el
j aq u e 1 . . . . , Ta1 + , bastante
fuerte, y por lo tanto es u n
movi m i e nto poco efectivo, q u e
estrictame nte no s e puede
calificar de ataq ue doble.
12
La torre de e3, por su parte,
p u ede to mar el peón de e6 y
as í atacar al t i e m po e l alfi l d e
g6 y el cabal lo de a6, dos
p i ezas fuertes e i n d efe nsas. Es
algo más eficaz por tanto q u e
el anterior pero ad m ite, e ntre
otras, la fuerte rép l ica de
contraataq ue 1 . . . . , Ac2
(1 . . . . , Tb1 sería u n a respu esta
a ú n más exacta) . En c uanto a
los alfi les b l ancos, e l de g2
p u ede efectuar el m ovi m i ento
1 . Ac6, . . . , con ataq u e al cabal lo
de b5, y q u e i m p l ica u n a
seg u n d a amenaza i n d i recta
sobre la torre de a4
«atravesando» el caba l l o. Este
puede ser defend ido, s i n
e m bargo.
El más fuerte de todos los
«dobles» y l a mejor j u g ada q u e
l as blancas pueden hacer e n
esta posición es 1 . Ae5 + , . . . ,
ataq ue doble con j aq u e q u e
amenaza tam oién l a i nd efe nsa
to rre negra de b2. Tras, por
ej e m plo, 1 . . . . , R h7 2 . A x b2 , . .
.
a
b
e
d
e
g
Ejemplo 2
a
b
e
d
e
g
h
J uegan blancas
El modo de ganar, esta vez , es
senci l l o : la dama b l anca está e n
condiciones de efectuar u n
buen ataq u e d o b l e , s i e m p re q u e
antes le fac i l iten el cam i n o c o n
u n peq ueño sacrifi cio d e
material , q u e será rec u perado
con creces. ¿Se h a visto ya la
manera? Desde l u ego, se trata
de j ugar 1 . Tx c3, . . . , para q u e
l a pos i b i l idad d e l ataq u e doble
con j aq u e al rey q u e se
plantearía con 2 . De5 + ,
defi enda i n d i rectam e nte esta
torre b l anca de c3 de la torre
adversari a. S i el rey negro e n
vez de e n h8 estuviera e n g7,
em pero, esta pos i b i l i d ad no
servi ría debido a q u e tras 1 .
Tx c3, Tx c3 2 . De5 + , cabría la
defensa 2 . . . . , Df6.
h
Las blancas mantienen otras
amenazas de ataq u e doble y
han recuperado más material
que de cualq u i e r otra man era
(su desventaj a de material ,
seg ú n la cuenta convencional ,
sería ahora de sólo tres p u ntos) .
237
EJ E RC I C I OS
Problema 2
Problema 1
12
o
Problema 3
8
7
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
e
b
d
e
Juegan blancas
Juegan blancas
J uegan blancas
Existe n d i versas p i ezas neg ras
s i n defensa, en particu lar dos
de e l l as que parecen
suscept i b les de ataq ue doble,
especi a l m e nte por parte de l a
dama b l a n c a . Cabe recordar
q u e l a dama es eficaz atacando
al alfi l por co l u m na o fila y a l a
torre por d i agonal , c u a n d o no
pueden rep l i car. Po r supuesto,
la torre de h4 p uede mover a e4
y defender su alfi l . Se trata , por
tanto, de encontrar có mo la
dama puede atacarlos a am bos
d o m i nando de paso e4.
Te n i e n d o e n cuenta la g ran
m ovi l id ad de l a dama, no ha de
ser i m posible encontrar esa
cas i l l a .
E l peón negro de d4 puede ser
captu rado por tres p i ezas
d i sti ntas (caballo, alfi l y peó n) ,
m as l l a m a la atención q u e es el
p u nto de confl uencia de la
d i agonal donde está e l rey
negro y de aq u e l l a otra donde
está su alfi l de b6. Esto
pos i b i l ita a l as blancas el
e m pleo de u n proced i m i e nto
típico : peq ueño sacrificio para
destr u i r la defensa de d4, y
atracción s i m u ltánea a b6 de
una p i eza de mayor valor, para
conc l u i r con un j pq u e con
ataq u e doble q u e recogerá los
frutos de lo se m b rado.
Tal vez aq u í no se vea c l aro de
entrada el ataq ue doble, pero sí
la pos i b i l idad de efectuar un
cam bio de caballo por alfi l . H ay
q u e estudiar p ues la situación
antes y después de ese pos i b l e
cam b i o forzado. U n deta l l e :
am bas torres neg ras están e n l a
m i s m a d i agonal . Recordando l a
pieza blanca q u e m u eve por l as
d i agonales, sabremos q u i é n h a
de asestar u n g o l p e q u e
i m p l icará ve ntaj a de material .
Problema 4
La partida acaba de em pezar y
ya l as blancas han cometido u n
g rave error (las j u gadas han
sido 1 . e4, e5 2 . f4, g6 3.
f x e5?, . . . ) La pieza más móvi l
de l as negras entrará
i n med iatame nte en j u ego, pues
le han abierto cam i no para dar
j aq u e al rey contrario. Con u n
ataq ue doble, poco después, se
gan ará una to rre, peones
aparte. Para l as blancas la
ú n ica alternativa sería rec i b i r
mate. Todo e l l o p o r prete nder
.
EJERC I C I OS
12
Problema 6
comer u n peón negro q u e
resu ltó poco «Comest i b le» .
Problema 7
8
7
6
5
4
3
2
a
b
e
d
e
a
g
J uegan negras
P roblema 5
a
b
e
d
e
g
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
h
h
J uegan blancas
Un se n c i l l o caso de ataq ue
doble con e l rey. Las negras
posee n alfi l y cabal lo y, en caso
de correspo nderles j u gar, sería
suficiente ese material para q u e
tuvieran pos i b i l idad de dar
m ate. Pero toca move r a las
blancas y u na de ambas p i ezas
mori rá n ecesariame nte si hacen
la j u gada idónea, con lo que e l
resu l tado fi nal será de tab las.
J uegan negras
J u egan blancas
M ed i ante u n a se n c i l l a capt u ra,
l as neg ras conseg u i rán tres
cosas : amenazar u n a p i eza
i m po rtante de las blancas,
atacar un peón s i g n ificativo por
l as pos i b i l id ades de dar m ate, y
amenazar otro ataq u e doble,
medi ante la técn ica de
«atravesar» l a dama b l anca para
captu rar la p i eza de atrás. E n
res u m e n , l as neg ras cuentan
con una desve ntaj a m aterial de
cabal lo y peó n , pero están en
condicio nes de resarci rse, s i n
duda.
E n esta posición e l p r i m e r
j ugador está e n d isposición d e
asegu rarse u n peq u e ñ o
a u m ento de su « p l us» d e
m aterial . E l primer cam b i o será
i g u alado y el seg u nd o
aparenteme nte favorable a l a s
neg ras, pero la c l ave estará e n
la tercera j ugada. E l t e m a de
clavada tam bién tiene q u e ve r
con todo el lo, al evitar q u e u n a
de l as p i ezas obj eto d e l ataq u e
doble pueda mover d efe n d i e n d o
a la otra.
SO LU C I O N ES
12
Solución 1
Solución 4
Solución 6
1 . De1 , . . . , con ataq ue doble al
alfil de e6 y a l a to rre de h4. El
otro ataq ue doble pos i b l e
(1 . Df6, . . . ) no resultaba tan
fu erte, debido a que e nton ces l a
3 . . . . , Dh4 + . Este j aq u e es
fuerte por i m p l icar un ataq u e
d o b l e al rey y al p e ó n de e4.
Las blancas han permitido esta
j u g ada con su errónea capt u ra
de la j ugada 3. Si ahora
m u even 4. Re2, D x e4 + 5. Rf2 ,
Ac5 + . d4, A x d4 + 7. Rg3, h5, y
es m uy probable q u e reci ban
m ate bastante pronto, debido a
l a exp u esta situación de s u rey.
Algo menos «trág i ca» puede ser
l a cont i n uación 4. g3, . . . , pero
perm ite el ataq ue doble a rey y
torre : 4 . . . . , D x e4 + 5. De2,
D x h1 .
1 . . . . , D x f3 2 . Tf1 , . . . ( Ú n ica
defensa 1 . . . . , Te4 h u b i era dado
resu ltado.
Solución 2
1 . Tx b6, Tx b6 2. A x d4 + , . . . ,
ganando la torre. Tras l a
p r i m e ra j ug ada la pi eza está
perd i d a y no es pos i b l e l a
rép l ica de ataq ue doble con
j aq u e que pod ría s u poner 1 . . . . ,
Tc1 + , debido a la prese ncia del
cabal l o b l anco en e2 q u e cu bre
l a cas i l l a c1 .
7
6
5
Solución 3
4
3
1 . C x a5, C x a5 2 . Ad5, . . .
N atu ral m e nte, am bas torres
neg ras pueden move r a e8 con
lo cual una defenderá a la otra,
pero el cam b i o de torre por alfi l
s i g u e siendo m uy ve ntaj oso
para las blancas.
a
b
e
d
e
g
h
Solución 5
1 . Rb5, . . . gana u n a de l as
p i ezas neg ras. Si el rey negro
estuviera en el, este ataq ue
doble sería bastante i n ofe nsivo,
debido a q u e se podría rep l i car
con 1 . . . . , Rd6.
j ug ada aceptab l e ; defi ende al
m i s m o tiempo l a torre y el peón
de f2 , q u e pod ía ser captu rado
con un peligrosís i m o j aq u e) 2 .
. . . , De4 + (Jaq ue i ntermedio
para · e m peorar l a posición del
rey blanco q u e ya n o pod rá
en rocar) 3. Rd2, Ta8-c8 (Y l as
neg ras efectúan a pesar de
todo u n seg u ndo ataq u e doble)
3. D x a7, Tx c6. Si l as b lan cas
h u b ieran e n rocado corto en su
2 .ª j u gada, este movi m i e nto
encerraría, además, la amenaza
4 . . . . , Tg6 + + ,
Las neg ras amenazan los
pod erosísi mos j aq ues Td6 o
Td8. Las blan cas pueden
evitarlos con 4. De7, . . . pero e n
ese caso las neg ras j u egan 4 .
. . . , Df4 + , y la exp uesta
situación del rey blanco les d a
cierta ve ntaj a , pese a l l evar u n
peó n de menos.
Solución 7
1 . A x d4, A x d4 (1 . . . . , e x d4
perm iti ría i n m ed i atame nte e l
ataq ue doble) 2 . Tx d4, e x d4
3. Te7, con ataq ue doble al
caballo de d 7 y al alfi l de f7. Si
éste no estuviera c l avado al rey,
cabría la defensa 3 . . . . , Ae6,
pero al no ser ello pos i b l e l as
blan cas to marán l i m p i am e nte
u n a de las dos p i ezas por l o
menos, c o n lo c u a l a u m e ntarán
su ventaj a de material a tres
peones.
13
U N I DAD
Continúa en ésta unidad el desarrollo del tema táctico
del ataque doble, del que se ofrecieron diversos
ej emplos en la unidad antedor. En ésta s e estudian los
dobles del caballo, los más importantes y frecuentes .
También s e tratan l o s ataques dobles d e l o s peones y
s e realiza un breve análisis del ataque doble como
D
Curso de táctica (IV)
• E l cabal l o, pad re d e l
ataq u e d o b l e
• Ej e m plos d e d o b l es
de cab a l l o
• Los ataq u es d o b l es
fal l i d os
• Los ataq u e s d o b l es
con el peón
• E l «fÓ u rc h ette» o
« g afas»
• Ataq u e d o b l e y
coro n ac i ó n
• Las «gafas» ta m b i é n
fal l an
amenaza que, aun sin producirse efectivamente,
permite extraer ventaj as de una determinada p o sición .
D
Partidas famosas
• La ar m o n ía d e l acoso.
V i e n a , 1 929
D
Ejercicios
D
Soluciones
• Ej e m p l os y p ro b l e m as
Curso de táctica
(IV)
En la unidad anterior s e analizó un arma táctica de gran importan­
cia en el desarrollo de la partida de aj edrez: el ataque doble, recur­
so mediante el cual uno de los bandos obtiene ventaj a material -y
en casos más sutiles, posicional- por medio del ataque simultá­
neo a dos obj etivos diferentes .
El caba l l o, pad re del ataq u e doble
Todas las piezas, incluso el rey, pueden realizar ataques dobles; pero
esta es el arma predilecta de los caballos. No es exagerado decir que
el caballo es el padre del ataque doble; éste es su gran recurso y la
b ase de su peligrosidad .
El diagrama muestra un ej emplo elemental .
8
7
Tras la j ugada l . . . . , Ce3 + , tenemos lo que se llama «j aque a toda
la familia» en el lenguaj e coloquial de los aj edrecistas . Desde e3 ,
el terrible caballo ataca al mismo tiempo al rey adversario, a la dama
y a ambas torres. El blanco deberá j ugar su rey y el caballo captu­
rará la dama o cualquiera de las otras piezas .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Es interesante que el lector observe que, aunque hubiera piezas blan­
cas o negras en las casillas f3 , f2, e2, d2, d3 , etc. , no afectarían a
la movilidad de la pieza agresora.
Eje m plos de dobles de caballo
U n ej emplo de aplicación práctica más corriente l o vemos e n e l dia­
grama:
7
6
Posición de partida
5
4
3
En esta posición les corresponde j ugar a las blancas , y el tema del
ataque doble se entrelaza aquí con el del ataque al punto f7 , cuya
importancia ya se ha analizado.
242
g
h
Curso de táctica (I V)
El blanco j uega su caballo, saltando a la casilla crítica:
l. C x f7, ...
Atacando a la vez la dama y la torre de h8 .
Las negras no pueden capturar el caballo ni retirar ninguna de sus
dos piezas con j aque o atacando algún obj etivo importante del ad­
versario, de modo que deben resignarse a j ugar la pieza de más valor de las dos que están baj o ataque.
l . ... , De7
2. C x h8, ...
Es posible que las negras logren evitar la salida del caballo y termi­
nen por capturarlo; pero aun así el bando blanco queda con venta­
j a: ha ganado una torre y perderá sólo un caballo.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
a
b
e
d
g
h
f
g
h
e
f
g
h
e
f
g
h
6
5
4
3
El punto c2 de las blancas y el c7 de las negras suelen ser también
obj eto del ataque doble de los caballos:
Posición de partida
En la posición del diagrama j uegan las negras, y su ventaj a de de­
sarrollo les permite introducir un ataque doble de efectos contun­
dentes.
'
El salto del caballo al centro del tablero coloca a las blancas ante
problemas insolubles:
l . ... , Cd4
La amenaza es 2 . . . . , C x c2 + , atacando el rey y la torre a la vez .
Las blancas no tienen defensa satisfactoria ante esta amenaza. No
es una solución desarrollar su caballo a a3 , porque las negras j uga­
rían . 2 . . . . , A x a3 , seguido de 3 . . . . , C x c2 + . Tampoco es posible
j ugar 2. Rdl , . . . porque existe un j aque a la descubierta que gana
la torre igualmente: 2 . . . . , Cb3 + .
243
Curso de táctica (IV)
Las blancas deben resignarse a perder una calidad (torre por un ca­
b allo) .
2. 0-0, C x c2
3. Cc3, C x al
4. Tx al, ...
Las negras disponen de calidad y peón de ventaj a, más que sufi­
ciente para ganar con un j uego correcto.
Es poco frecuente que el doble de caballo aparezca directamente;
en esos casos suele tratarse de un descuido de uno de los bandos .
L a verdadera fuerza del doble reside e n s u aparición como comple­
mento de una maniobra en la que intervienen otras piezas . Veamos
un ej emplo.
Posición de partida
En esta posición, que surge de una Defensa Philidor (l . e4, e5 2 . Cf3 ,
d6) , el caballo blanco realiza una auténtica exhibición de movili­
dad a base de ataques dobles, y en un raudo galope deglutirá nada
menos que la torre de a8 .
Analicemos atentamente la secuencia de j ugadas:
l. CgS, 0-0
2. A x f7 + , ...
Este sacrificio habilita al caballo la casilla e6, desde donde realiza­
rá su segundo ataque doble (el primero fue la amenaza s obre f7) .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Con e l salto a e6, el caballo atacará l a dama y e l peón d e c7 .
2 . ... , Tx f7
3. Ce6, ...
6
5
4
3
La dama no puede permanecer en su casilla de origen ni defender
el punto c7 .
244
f
g
h
Curso de táctica (IV)
En la práctica, dispone de una única retirada:
3 . ... , De8
4. C x c7, ...
Tercer y decisivo ataque doble.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
La dama debe volver a j ugar, y el caballo captura la torre de a8 .
4 . ... , Dd8
5. C x a8, ...
6
5
4
3
El caballo que hace cinco j ugadas estaba en f3 ha capturado, gra­
cias a una serie de ataques dobles, la lej ana torre de a8 . Júzguese
si es o no un arma poderosa ésta de los ataques dobles del caballo.
g
h
El caballo, en colaboración con otras piezas, adq uiere una g ran
fuerza en el ataq ue gracias a su posibilidad de realizar ataques
s i m u ltáneos a más de un objetivo. Es necesario tener siempre
p resente esta posibilidad de ataq ue a dos puntos si m u ltáneos
por parte de esta pieza, que resultan particularmente peligrosos
por la dificultad de prevenirlos, al ser el caballo l a única pieza
habilitada para saltar sobre · 1as demás.
Combi nación con ataq u e doble de caba l l o
Ya se han visto algunos casos e n los que e l caballo, e n colab oración
con otras piezas , ej erce su facultad de atacar dos obj etivos diferen­
tes . Vamos a ver ahora algunos ej emplos más ricos en contenido.
6
Posición de partida
En esta posición, derivada de una Defensa Siciliana (l . e4, c5), j ue­
gan las negras . El problema estructural básico de su posición es el
peón atrasado de d6, que por no disponer del apoyo de otro peón
y estar situado en una columna abierta, es débil .
5
4
3
245
Curso de táctica (IV)
Al tratar de librarse de esa debilidad , las negras no realizan la me­
j or j ugada (1 . . . . , a6) , sino que cometen un instructivo error.
l . ... , d5
Tres piezas blancas atacan el peón que acaba de avanzar y tres pie­
zas lo defienden, de modo que la j ugada parece muy buena; adiós
debilidad del peón y de la casilla d5 .
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Pero véase lo que sucede en realidad:
2. e x dS, C x d5
3. C x d5, A x d5
6
5
4
3
Todo parece estar baj o control, pero no es así; el caballo de b 5 está
al acecho.
Sigue un golpe inesperado:
3. D x d5 ! , ...
Una captura soprendente; para no quedar directamente con pieza
de menos, las negras deben tomar la dama ofrecida.
Así lo hacen de inmediato :
4 . ... , D x d5
5. Cc7 + , ...
5 . ... , Rd7
6. C x d5, ...
E l caballo ataca a un tiempo
al rey y a la dama.
Las blancas, gracias a esta combinación culminada con el ataque
doble del cabal¡o, han ganado una pieza. El sacrificio transitorio
de la dama blanca forzó a su similar negra a abandonar la vigilancía del punto c7 , lo que permitió el doble ganador del cab allo.
246
6
5
4
3
Curso de táctica (I V)
Este nuevo ej emplo no hace más que aplicar los principios que ya
hemos desarrollado, aunque de forma más complej a .
. Juegan las blancas; la posición está tomada de una partida Reti­
Tartakower, del gran torneo de Nueva York de 1 924; se trata de una
variante que pudo haber sucedido, pero que no se j ugó sobre el ta­
blero. Las negras acaban de capturar un peón en g4, y las blancas
no pueden tomar el caballo: si l . D x g4 + , . . , sigue sencillamente
l . . . . , Rh7 ! y la dama blanca se pierde al quedar clavada por el ata­
que de la torre sobre el rey. Si se opta por l . C x g4, . . . , las negras
responden l . . . . , Db6 + , y una vez que las blancas muevan el rey
o cubran con su dama, sigue 2 . . . . , D x d8 , ganando una calidad .
.
8
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Pero las blancas disponen de un recurso espléndido que les permite
alzarse con la victoria:
l. Td6 ! ! ,
Movimento basado
e n la m ovilidad del Ce3
l. ... , D x d6
2. D X g4 + , ...
La captura que no era posible en la j ugada anterior, ahora sí lo es.
El rey negro se retira a h7 ; pero no variaba nada 2 . . . . , Rf7 .
2 . .. , Rh7
3. D x g7 + ! ,
8
6
5
4
3
La clave de toda la maniobra: rey y dama negros han sido arrastrados a posiciones en las que serán víctimas de la agilidad del caballo
blanco.
Obviamente, el rey negro no tiene más opción que capturar.
3 . ... , R x g7
4. CfS + , ...
5
4
3
Un limpísimo ataque doble: el caballo capturará la dama y el blanco quedará con pieza de ventaj a y posición ganadora .
247
Curso de táctica (I V)
Los ataq ues dobles fal l idos
No siempre el ataque doble es arma de victoria, o medio para sal­
var una posición comprometida. A veces el recurso falla, y es bue­
no que se conozcan ej emplos al respecto.
Posición de partida
Juegan las blancas, y aparentemente disponen de un golpe formi­
dable. Pero como veremos, afortunadamente ningún recurso tácti­
co ni principio estratégico es de aplicación universal en aj edrez, con
la única excepción del que dice que si se da j aque mate al rival, se
gana la partida.
El caballo mueve a una casilla desde la que efectúa, no ya un ata­
que doble, sino triple:
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
8
7
l. CfS, ...
5
4
3
Se amenaza tomar la dama en e7 con j aque, la torre en d6, y por
si fuera poco, la dama amenaza además dar mate en g7 , apoyada
por el caballo.
Sin embargo, e i blanco no obtiene ninguna ventaj a con este golpe
aparentemente decisivo, porque las negras, con una sola jugada, neu­
tralizan las tres amenazas :
l . ... , Df6!
2. D x f6, Tx f6
El cambio de damas resultaba prácticamente obligado, porque las
demás opciones llevaban a posiciones aún más precarias .
Los ataq u es dobles con el peón
El más modesto de los trebej os , el peón, j uega un papel decisivo
en la partida de aj edrez . El gran Franc;ois A. Danican Philidor, uno
de los mayores pensadores que ha dado el aj edrez, sostenía -y con
mucha razón- que «los peones son el alma del aj edrez» . Y no sólo
por la posibilidad de transformarse en una pieza mayor si alcanzan
la última fila del campo adversario, sino por su propia potencia como
pieza. Ya se ha examinado someramente el tema, sobre el que se
248
g
h
Curso de táctica (I V)
volverá con mayor profundidad en unidades posteriores del presente
Curso, de cómo la configuración de peones es lo que determina,
en esencia, el valor real de las piezas y la estrategia general de la
partida. Pero ahora vamos a ocuparnos de una de las posibilidades
combativas características del peón: la de atacar dos obj etivos dife­
rentes del adversario; su facultad de introducir ataques dobles.
Estudiaremos sucesivamente las dos posibilidades esenciaels de
ataque doble del peón: el ataque a dos piezas o «gafas » , y el ataque
con amenaza de coronación.
Rudolf
Spielmann
PAR TIDA S
La armon ía del acoso
El gran maestro Rudolf Spiel­
mann se caracterizó siempre
Partida j ugada en Viena, 1929
por intentar ganar las partidas
con el mayor grado de belleza
puramente artística posible,
Blancas: Spielmann
dando menor importancia a la
Negras: Honlinger
técnica o a la filosofía abstrac­
ta del ajedrez (naturalmente,
l. e4, c6
Amenaza 1 8 . D x h7 + + .
esas apreciaciones pueden ser
2. d4, dS
objeto de muchas matizacio­
3. Cc3, d x e4
17 . ... , g6
nes; la polémica entre estética
4. C x e4, Cf6
18. Cg4, ...
y técnica, que probablemente
es una falsa antítesis, es tan
Las negras han planteado la
vieja como el ajedrez). Spiel­
defensa Caro-Kann, de moda
mann nació en la Viena impe­
por entonces en los círculos
rial en 1883. Fue uno de los ni­
vieneses .
ños prodigio del ajedrez que, al
contrario de otros, pudieron su­
S. Cg3, e6
perar ese inicio para llegar a
6. Cf3, cS
triunfar también de mayores.
7. Ad3, Cc6
Lo que más le perjudicó proba­
8. d x cS, A x es .
blemente para llegar a lo más
9. a3, 0-0
alto fue un temperamento ex­
10. 0-0, b6
tremadamente nervioso. Era
e
e
b
a
11. b4, Ae7
muy tuerte en las posiciones
12. Ab2, Dc7
complicadas, pero no logró de­
Amenaza 1 9 . Ch6 + + .
rrotar a maestros como Capa­
Tras la próxima j ugada, que
blanca, de gran virtuosismo
dej a un caballo negro arrin­ 18 . ... , Af6
técnico y sangre fría. Ganó di­
conado en la banda y poco
versos torneos menores pero
activo, la posición blanca de­ Después de 1 8 . . . . , Cf6
solamente uno, ya hacia el fi­
muestra claramente ser más
1 9 . De5 , Rg7 20. Ch5 + ,
nal de su carrera, de auténtica
armoniosa y coherente con su g x h5 21 . Dg5 + , Rh8 22 .
primera fila: el de Semmering
proyecto : ataque al enroque.
C X f6, . . . , las negras estarían
de 1926, delante de Nimzo­
totalmente perdidas .
witch y Alekhine, que un año
13. bS, CaS
después llegaría a campeón
14. Ces, Ab7
19. C x f6 + , C x f6
del mundo.
lS. Cg4, ...
20. Dh6, Tc8
En España jugó el fuerte tor­
21. Tal-dl, De7
neo de San Sebastián de 1912,
Comienza el acoso sistemáti­ 22. Tfl-el, ...
en el que consiguió el tercer lu­
co y la eliminación de las de­
gar. En general, en todos los
fensas.
La armonía del acoso blanco
torneos en los que participaba
es total . Diversos temas tác­
se mostraba como un compe­
lS . ... , Dd8
ticos se van a suceder ahora
tidor siempre peligroso para
16. Ce3, CdS
en aras de la consecución del
cualquier adversario, y derrotó
17. DhS, ...
mate.
a los campeones mundiales en
más de una ocasión. Reti le
consideró el último represen- �---.--..--.r-...,.... �_.....,_.'.":"'ll-:::--::--:::--:::-':::111'::
111 �:::;:�
tante de la tradición romántica.
250
El ajedrez y la Viena de
entreguerras
22 . ... , Ce8
23. CfS, ...
Clavada (del peón e6) y aper­
tura de diagonal (23 . . . . , g x f5
24 . A x f5 , con mate en h7 o
captura del alfil con el peón
e6 , ganando la dama) .
23 . ... , Des
24. Tes, AdS
2S. Ce7 + , ...
Despej e de fila (la 5 � ) , ame­
naza intermedia y ataque
doble.
2S . ... , D x e7
26. D x h7 + , ...
8
La partida Spielmann-Honlinger fue jugada en el torneo de
Viena de 1929. Dicha ciudad había sido hasta el año 1918 la
capital del extenso Imperio Austrohúngaro, una de las
principales potencias europeas desde hacía siglos. En esa
época anterior a la primera guerra mundial, muchas
personalidades célebres de los diferentes campos de la cultura
eran vienesas o residieron en Viena durante períodos decisivos
de sus vidas; en ajedrez, por ejemplo, Wilhelm Steinitz, el
primer gran maestro reconocido oficialmente como campeón del
mundo. Tras la guerra y la desmembración del Imperio podía
pensarse que la ciudad entraría en una decadencia rápida. Pero
en todos los campos de la cultura y entre ellos en el ajedrez, de
forma casi sorprendente, no sólo no ocurrió así sino que el astro
vienés siguió iluminando Europa con una luz más intensa que
antes, si cabe. Fue la época del Círculo de Viena (Popper,
Carnap, Ayer. . .) y de los geniales Reti, Spielmann, Nimzowitch,
Grünfeld, Breyer, Hromdaka y otros ajedrecistas que, vieneses o
n ó, eran participantes habituales o contertulios asiduos de los
clubs y centros ajedrecísticos vieneses de aquellos momentos.
Hasta el trágico advenimiento del Ansc h l uss hitleriano, también
en ajedrez, alemanes, judíos, checos y cosmopolitas se
encontraban en Viena como en su casa.
6
Ecos de u n esplendor
pasad o : u n a plácida ses ión
4
3
/
2
a
b
e
d
e
g
h
Destrucción de defensa,
atracción del rey a casilla des­
favorable y provocación de
clavada del peón de g6.
26 . ... , R x h7
27. ThS + , ...
Clavada y descubierta del al­
fil de b2.
27 . ... , Rg8
28. Th8 + +
Jaque mate.
d e aj ed rez en u n parq u e
de Viena.
Curso de táctica (IV)
Al igual que sucede en otros ataques dobles ya estudiados, las «ga­
fas» directas rara vez aparecen en una partida de cierto nivel; sola­
mente un grave descuido puede permitir un ataque de estas caracte­
rísticas . Sin embargo, el ataque doble del peón puede ser un arma
mortal en el curso, o como culminación, de una maniobra combi­
nativa, con participación de otras piezas . Veamos:
Posición de partida
6
5
4
3
En esta posición las negras acaban de j ugar . . . , Dd6, que es un gra­
ve error.
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
g
h
Las blancas aprovechan su superior desarrollo para ganar material
con unas «gafas » :
l. es, ...
6
5
4
3
E l peón puede capturarse; pero l a dama negra quedará e n l a misma
columna que el rey.
Este detalle j ustifica sobradamente la entrega del peón.
l . ... , D x eS
2. Tel, Ce4
6
5
4
3
Ú nica para tratar de salvar la dama; pero el recurso no es suficiente.
Las siguientes j ugadas lo demuestran:
3. C x e4, d x e4
4. Tx e4, ...
La dama sucumbe. Las «gafas » han resultado decisivas .
252
h
Curso de táctica (IV)
Ataq ue doble y coronación
El ataque doble con el peón no se limita sólo a las «gafas » ; tam­
bién, dada la facultad que tiene de transformarse en otra pieza, el
peón puede realizar un ataque doble amenazando alguna pieza ene­
miga y al mismo tiempo la coronación.
Esta posibilidad deriva de una característica del peón que ya co­
nocemos : su doble movilidad . En efecto, avanza en vertical y cap­
tura en diagonal . Por esa razón, si está situado en la séptima fila,
su avance constituye en sí mismo una amenaza tan decisiva como
la de ganar sin compensación la dama enemiga.
Veamos un ej emplo instructivo de esta posibilidad:
8
6
Posición de partida
5
4
3
En la posición del diagrama, las blancas tienen una torre de menos. Sin embargo, los peligrosos peones de e6 y e7 son una arma
que, bien explotada, les dará la victoria.
La casilla de coronación ( e8) está celosamente controlada, pero el
caballo de f6 está atacando y, si se retira, el alfil podrá tomar la
torre. Si el negro, a quien corresponde j ugar, retira su caballo a g4
o d 5 , el blanco gana mediante 2. A x h8 , Tx h8 3 . Tf8 , . . . , y el peón
de e7 corona. De modo que no hay otra j ugada que la del texto:
l . ... , Ch7
2. A x h8, Tx h8
3. Tf8 ! , ...
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
h
8
6
5
4
3
Las negras controlan así la casilla f8 , con lo que previenen la maniobra apuntada .
Pero e l recurso n o es suficiente, como se verá d e inmediato :
a
8
6
5
4
3
A pesar de todo. Ahora no se puede j ugar 3 . . . . , C x f8 , por 4 .
e8 = D + .
h
253
Curso de táctica (I V)
De modo que no hay más remedio que j ugar:
3 . ... , Tx f8
4. e x f8 = D, C x f8
5. e7! , ...
8
6
5
4
3
Amenaza al caballo de f8 y la j ugada e8 = D + : un ataque doble en
toda regla.
·a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
El negro pierde la pieza que tiene de ventaj a, y con ella la partida:
5 . ... , Rf7
6. e x f8 = D + , R x f8
7. Rdl, ...
Con final fácilmente ganado.
El ataque doble con el peón tiene dos formas: o bien la agresión
a dos piezas del adversario s i m u ltáneamente (co m ú n m ente lla­
mada cegatas»), o bien la agresión a una pieza con la amenaza
s i m u ltánea de coronar en otra casilla. Estos rec ursos son muy
i m portantes, pues suelen constituir elementos decisivos de una
maniob ra combinativa.
Las cegatas,, también fal lan
Para finalizar con e l tema, vamos a comprobar que tampoco e l do­
ble ataque con un peón es un arma infalible. Nos valdremos para
ello de un ej emplo célebre:
Posición de partida
Esta histórica posición se produj o en una partida entre Adolf An­
derssen, con blancas, y Max Lange. Este último había permitido
unas «gafas » a sus dos piezas desarrolladas -el caballo de e4 y el
alfil de g4- porque ninguna de las dos puede tomarse inmediata­
mente: si l . f x e4, A x dl ; y si l . f x g4, Dh4 + 2. g3 , C x g3 , con
fortísimo ataque.
254
Curso de táctica (I V)
Anderssen, confiado en la fuerza de sus «gafas » , j ugó:
l. 0-0, ...
6
5
4
3
Ahora el rey parece seguro y las piezas siguen atacadas . Una caerá
forzosamente (si l . . . . , Ah5 2. g4) .
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
Pero eso no significa que las blancas tengan ventaj a . ¡ Ni mucho
meno s !
l . ... , d3 !
6
5
4
3
Este poderoso golpe paraliza el j uego blanco, al evitar el desarrollo
de su flanco de dama.
Las blancas toman el alfil (es obvio que no valía 2 . f x e4? A x d l ) .
2. fx g4, Aes +
3. Rhl, Cg3 + !
6
5
4
3
Ofrece una segunda pieza a las blancas, que no puede ser rechazada.
Sin embargo, las blancas están perdidas: sus piezas no tienen j uego
y el rey se encuentra en grave peligro.
4. h x g3, DgS
Amenaza .. ., Dh6 +
6
+
5. TfS, hS !
5
4
3
Si ahora las blancas capturan la dama con 6 . Tx g 5 , . . . , es mate
de inmediato 6 . . . . , h x g4 + + .
255
Curso de táctica (I V)
Las blancas aún encuentran un recurso :
6. g x hS, D x fS
6
5
4
3
No podía ser 6 . . . . , Tx h5 + ? por 7 . D x h5 , y las blancas ganarían .
- a
b
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
Ahora parece que las blancas llegan a tiempo de defender lo más
grave:
7. g4, Tx hS + ! !
6
Conduce al mate inevitable
5
8. g x hS, De4
4
3
Con la amenaza 9 . . . . , Dh4 + + . La dama negra debía j ugar a esta
casilla para clavar el peón de g2 .
g
h
g
h
Después de esa precisa j ugada, los esfuerzos de las blancas son inú­
tiles :
9. Df3, Dh4 +
10. Dh3, Del +
11. Rh2, Agl +
6
5
4
3
La colaboración del alfil es decisiva, al obstruir la vía de escape.
El rey negro no tiene más que una casilla a su disposición.
12. Rhl, Af2 +
13. Rh2, Dgl + +
Jaque mate
6
5
4
3
Unas «gafas » que hicieron historia . . . a pesar suyo.
256
f
EJ E RC I C I OS
Ejemplo 1
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
h
Juegan blancas
La situación es de ig ualdad
m aterial ; s i n e m bargo, l as
blancas logran obtener ve ntaj a
decisiva por medio de u n a
com b i n ación cuyo obj etivo e s
u n ataq u e d o b l e . ¿ P uede usted
enco ntrarl a?
E l cabal lo negro está atacado
por dos p i ezas blancas, pero
está tam b i é n defe n d i d o por dos
u n i d ades neg ras, de modo q u e
si l as blancas l o captu ran
d i rectam e nte perderán u n a
«cal idad» (torre contra cabal l o) .
Los j aq u es de l a dama blanca
e n d4 o b2 no parecen ofrecer
u n a ventaj a i n med iata decisiva,
a u n q u e tal vez por medio de
1 . Dd4 + . . . l as b l ancas obtengan
u n a posición su perior. S i n
e m b argo, veamos q u é sucede
si las blancas captu ran el
cabal lo negro : 1 . Tx c5, Tx c5.
Ahora es pos ib l e dar el j aq u e
de caballo en e 6 ; si l as neg ras
m u eve n su rey, enton ces el
caba l l o captu ra la torre de c5 y
gana; y s i l as negras toman e l
caballo c o n su d a m a (2 . Ce6 + ,
D x e6) , l a torre de c5 q u eda
i n d efe nsa. La posición
13
res u l tante en este último caso
no s i g n ifica ventaj a a l g u n a para
l as b l ancas ; han perd id o u n a
to rre p o r u n cabal lo, y han
rec u perado l u ego una torre por
u n caballo, y l a partida está
i g u alada. Pero esta posi b i l idad
de dar j aq u e con el caballo e n
e6 nos d a l a clave de l a
solución : 2 . D x c5!, D x c5 3.
Ce6 + , Rf6 4. C x c5, . . . Las
blancas, con el ataq u e doble
d e l cabal lo, han ganad o u n a
p i eza
Ejemplo 2
a
b
e
d
e
Juegan blancas
Las blancas tienen u n a cal i d ad
de m e nos, y aparente m ente
están perd i d as. E l i ntento d e
g a n a r l a dama d e l adve rsario
por medio de 1 . Cf7+ , Rg8 2 .
Ce5 j aq u e desc u b i e rto (con l a
dama) , fracasa por 2 . . . . , D x c4.
Sin e m bargo, las blancas ganan
e n esta posición por medio d e
u n o de l o s m ates m ás
espectacu l ares d e l aj edrez;
mate que es pos i b l e por un
terri ble ataq u e doble del
cabal lo. ¿Có mo se logra esa
posición ganadora?
El problema p r i n c i pal consiste
en q u e la dama b l anca está
atacada; de manera q u e s i
después de 1 . Cf7 + , R g 8 el
cabal l o vue lve a j u gar, el rey
negro q u eda en j aq u e («a l a
descubierta») , pero l a dama
blanca es capt u rada. S i n
em bargo, el caballo p u ed e sal i r
dando tam bién j aq u e : 1 . Cf7+ ,
Rg8 2 . Ch6 + , . . . Ambas p i ezas
blancas dan j aq u e : cad a u n a de
e l l as puede ser capt u rada, pero
la otra cont i n u aría dando j aq u e,
de modo que sólo es posi b l e
m ove r el rey. S i 2 . . . . Rf8, s e
seg u i ría 3 . Df7 mate, d e modo
q u e el rey debe vo lver a h 8 :
2 . . . . , Rh8. H e m os descu b i e rto
q u e el bl anco al m e n os tiene
tab l as por j aq u e perpet u o :
3 . Cf7+ , R g 8 4. C h6 + , . . . , y as í
hasta el i nf i n ito. Pero sabe m os
q u e el b l anco puede ganar.
¿ H ay en esta posición u n a
forma de obtener l a victoria? S í
la h ay, y podremos encontrarl a
s i consideramos q u e el cabal lo,
desde h 6, no solamente ataca
el p u nto f7, s i n o tam b i é n el
p u nto g8. Así, la espectacu l ar
j ug ada q u e sigue n o res ulta tan
d i fíci l : 3. Dg8 + !!, . . .
L a dama s e sacrifica j u nto al
rey defend ida por e l cabal l o ;
pero éste no ha dej ado de te n e r
baj o su m i ra el p u nto f 7 : 3 . . . . ,
Tx g8 4. Cf7+ + .
Este hermoso mate s e conoce
con la denom i n ac i ó n francesa
«eto uffé» , o mate ahogado. En
español se l e l l ama, m u y
g ráficamente, « m ate de l a coz» .
257
E J E RC I C I OS
13
Problema 2
Problema 1
8
6
5
4
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Las negras d i sponen de u n a
d a m a neta de ventaj a , y l as
blancas sólo d isponen de u n
cabal lo y dos peones para crear
prob lemas al rey negro,
bastante mal situado. S i n
em bargo, p o r medio de u n a
m u y b e l l a maniobra logran
salvarse, apl icando desde l u ego
e l tema del ataq ue doble. La
posición se deriva de u n a
famosa co m posición ( o sea, n o
de riva de partida viva) .
Problema 4
J u egan blancas
J uegan blancas
Las blancas tienen material de
menos (ca l i d ad y peón); pero, al
co rresponderles el tu rno, se
aseg u ran u n a ventaj a mate rial
decisiva por medio de u n a
co m b i n ación i ntegrada p o r u n
ataq u e doble y e l poder de l a
dama y el alfi l e n l a g ran
d i agonal .
En esta posición las negras,
ad e m ás de un peón de ventaj a ,
d isponen de u n a ag resiva
pos i c i ó n de sus p i ezas, lo q u e
parece otorgarle buenas
perspectivas de log rar la
victoria. Sin em bargo, su rey se
e n c u e ntra e n posición precari a .
¿Có mo sacan las b l ancas
ve ntaj a de esta c i rcu nstan c i a ,
te n iendo en cuenta q u e l e s
corresponde j ugar?
8
7
5
4
3
a
b
e
d
e
g
h
J uegan blancas
Problema 3•
La d i ferencia material e n favor
de l as negras es ab r u m adora
pero l as blancas d i spo n e n de
u n a l arga y hermosa m a n i o b ra,
basada e n los ataq ues dobles
d e l cabal lo, q u e le proporciona
l a victoria. ¿ P uede el lecto r
encontrarla antes de m i rar l a
solución?
a
b
e
d
J
J uegan blancas
258
e
g
h
EJ E RC I C I OS
13
Problema 6
Problema 5
8
7
6
5
desplazar su rey, y el avance
del peó n , amenazando e8 = D o
e x d 8 = D parece ganador. ¿Es
esto así? ¿ D isponen l as neg ras
de alg ú n recu rso contra esta
amenaza?
Problema 8
4
3
2
8
a
b
e
d
e
g
7
h
6
J uegan blancas
J uegan blancas
En este estudio extraord i n ario
del g ran j ugador, teórico y
com positor R icardo Reti (1 8891 929) , l as blancas, que tienen la
mano, parecen i m ponerse
fác i l m e nte por med io de 1 .
Tx c1 , d x c1 = D 2 . Cb3 + , . . . , con
p i eza de ve ntaj a . Com pruebe el
lector si esa variante
proporciona realme nte la
victoria, y s i no es así, trate de
e n co ntrar e l cam i no correcto.
Las neg ras tienen ventaj a
m aterial , pero s u rey está m uy
mal situado. ¿ P ueden l as
b l ancas sacar ve ntaj as de esta
situación? ¿Al g u n o de los dos
j aq ues que puede dar e l alfi l de
f1 (Ac4+ o Ah3 + ) perm ite
obtener la victoria?
5
4
Problema 7
J uegan blancas
Aparente me nte, l as blancas
ganan por med io de un ataq u e
doble del peón ; después d e :
1 . Cf5 + , . . . , l as negras deben
3
2
a
b
e
d
e
J uegan blancas
Esta posición es el final de u n
d ifíc i l y bello estudio del
com positor Kasantsev. Las
b l an cas se i m ponen con cuatro
e nérg i cos gol pes, tres d e los
cuales se dan con peones.
J u ega un papel decisivo el
peón de e3, q u e ej erce doble
acción sobre las cas i l l as f4 y
e4, decisivas para el m ate q u e
s e prod uce.'
SO LUCION ES
Solución 1
1 . Ch6 + , . . . , con ataq ue doble
al rey y a l a dama. E l cabal lo
puede tom arse con el peón d e
g7: 1 . . . . , g x h6, pero e ntonces
se abre l a d i agonal a la
« m aq u i n a» i ntegrada por el
caballo y el alfi l . La solución
com p leta es, entonces, así: 1 .
Ch6 + , g x h6 2 . Dh8 + + . Sí 1 .
. . . , R h 8 2 . C x f7+ , gan ando.
Solución 2
S i e l blanco trata de j u gar
1 . Ce?, amenazando Tg8 m ate,
l as neg ras captu rarían ese
cabal lo dando j aq u e «a la
descubierta» con su dama, y
gan aría n . Pero si el rey negro
ya estuviera en g8, e ntonces sí
sería pos i b l e j u gar e l cabal lo
blanco a e7, dando j aq u e doble
a rey y dama, p ues el cabal l o
negro d e d5 q u edaría «Clavado»
por l a dama blanca. Una vez
q u e se ha razo nado de esta
forma, la so l ución es sen c i l l a :
1 . Tg8 + , R x g8 2 . Ce7+ , . . .
ganando l a dama l a partida.
Solución 3
Las blancas, co ntra u n j u ego
correcto de las neg ras, no
p u eden ganar la partida pero s í
salvarse de la derrota c o n u n
· recurso ocu lto y bel l o : 1 . Cb6 + ,
R x c3. C l aro q u e si 1 . . . . , Rc5
2. C x d7+ , . . . , capt u rando el alfi l
y dando j aq u e doble al rey y a
l a dama. Pero ¿q ué pasa
después de la j ugada del texto?
Las blancas d isponen de u n
j aq u e doble de cabal lo en d5,
260
º
pero el peón de c6 captu raría
d i c h a pieza, de modo q u e l a
posición parece desesperada.
S i n e m bargo, u n a vez m ás l as
apariencias engañan :
2 . Cd5 + !!, c x d5. Y la part i d a
es tablas, pues el rey d e las
blancas está ahogado.
Solución 4
U n a sucesión notab le de
ataq ues a la dama con l a torre
aparentemente i ndefe nsa, pero
en real idad p rotegida por los
j aq u es dobles del cabal lo,
perm ite a las blancas
i m ponerse: 1 . Tb4, Dc8. S i
1 . . . . , Da8 2 . Tb8, . . . , y l a dama
está perd i d a ante el j aq u e de
cabal lo en c6. 2 . Tc8, Dh3.
Como p u ede com p robarse, es
l a ú n ica ret i rad a. Si 2 . . . . , D x c8
3. Cc6 + . 3. Th8!, Ch4. Otra vez
forzad a; si 3 . . . . , D x h8 4. Cg6 + .
4. Tx h4!, Dc8 5. Th8, Db7
6. Tb8, y la dama negra está
cazada .
Solución . s
La j ugada 1 . Tx c1 , . . . , fracasa,
p u es l as negras res po nden , no
1 . . . . , d x c1 = D 2 . Cb3 + ,
gan ando, sino 1 . . . . , d x c1 = C ! ! ,
con tablas. Este recu rso
i n gen i oso es el q ue el lector
debía tratar de desc u b r i r por sí
solo. La sol u c i ó n verdadera es
l arga y bastante co m p lej a , de
modo q u e, si no logró hal larla,
n o debe desmoral i zarse:
1 . Tc2!, d 1 = D 2 . Tx c1 , . . .
Ahora sí; si l a dama capt u ra l a
torre, el blanco j uega 3 . Cb3 + y
gana. La dama debe reti rarse
13
º
e nto nces, y tiene sólo u n a
cas i l l a para escapar a los
dobles de cabal l o o a los j aq u es
de torre : 2 . . . . , Dd5 + 3. e4,
De5. Otra vez ú n ica; sí 3 . . . . ,
Da2 4. Ta1 ! , . . . , seg u ido d e
Cb3 + . E n tod as l as d e m ás
cas i l l as la dama se p i erde ante
un jaq u e de caballo o d e torre.
4. Ta1 + !! , . . . Y las neg ras
p i erden la dama. Si 4 . . . . , D x a1
5. Cb3 + , y cualq u i e ra de las
dos j u g adas posi bles de rey
perm ite el jaque mortal del
cabal l o en d3 o d7.
Solución 6
1 . Ah3 + , f5. Ú n ica. 2 . e x f6 + .
La capt u ra «al paso» perm ite
to mar el peón con j aq u e y, al
m ismo tiem po, atacar l a d a m a
de el y l a torre de g7. 2 . . . . ,
Rf7+ (en desc u b i e rta) 3. f x e7,
, y ganan .
• • •
Solución 7
No siem pre los ataq ues dobles,
como se ha visto, son
recomendables: 1 . Cf5 + , Rf6
2 . e7, . . . Con ataq u e doble al
cabal lo y a la cas i l l a de
coronación 2 . . . . , A x f5!
3. e8 = D, Th2 + + .
Solución 8
1 . h4 + , Rf5 2 . g4 + !!, . . . Para
q u e el peón negro q u ite a su
propio rey la casi l l a g4. 2 . . . . ,
h x g4 3. Tf4 + ! , . . . E l peón
apoya el j aq u e de torre en f4.
3. . . . , A x f4 4. e4 + + . U n final
espectacu lar.
14
U N I DAD
En el estudio sistemático de los elementos tácticos del
aj edrez , toca el turno en esta unidad a la desviación,
una maniobra consistente en anular la fuerza de una
pieza contraria por el procedimiento, no de capturarla
ni de « clavarla» :Sino de alej arla de la situación clave
que ocupaba.
O
Curso de táctica (V)
O
Partidas famosas
O
Resumen
O
Ejercicios
O
Soluciones
• La i m porta n c i a de
desviar una p i eza.
• La desvi ac i ó n en los
ataq ues al rey
• M odos típi cos de
desviación : j aq ue,
c l avada y a m e n aza
• La pieza
sob recarg ad a
• La s u pre m a
e l egancia.
N u eva Yo rk,
• U n i dades
1910
12, 13
y
14
• Ej e m p los y pro b l e m as
Curso de táctica
(V)
Cuando una pieza contraria bien ubicada impide culminar con éxi­
to un ataque o simplemente llevar a cabo una misión defensiva fun­
damental, no cabe duda de que el mej or procedimiento para luchar
es eliminarla. No es la captura el único método de lograrlo. La po­
tencia de una figura puede quedar anulada mediante la clavada,
como pudo comprobarse en la unidad diez . También la pieza pue­
de dej ar de ser un obstáculo si se alej a premeditadamente de su si­
tuación privilegiada, lo cual se consigue mediante la « desviación» .
La i m portancia d e desviar u n a pieza
El razonamiento que sirve de base a este tema fundamental de la
táctica es inapelablemente lógico : Si una pieza A está defendiendo
a una pieza B que a su vez está amenazada o puede estarlo, atacan­
do a la pieza A se conseguirá ganar una de las dos.
A través del siguiente ej emplo se comprenderá algo mej or lo que
queremo s significar.
A ambos lados del tablero vemos reflej adas situaciones diferentes pero que, como se verá, explotan un recurso idéntico. En el margen izquierdo observamos que una torre blanca ataca el cab allo del
b ando contrario, pero como el alfil negro lo protege su captura no
es adecuada. En el flanco derecho se plantea un problema similar
a las negras. Al caballo de f2 lo defienden la torre y el alfil . Caso
de que ambas piezas abandonaran su escaque, especialmente la torre ya que el alfil está clavado y no ej erce bien su misión, la captura
del caballo blanco por el negro causaría estragos materiales .
8
7
6
5
3
a
b
e
d
e
g
a
b
e
d
e
g
¿Se puede obligar a las piezas clave a abandonar «voluntariamente» sus respectivos cuadros? Sí, si se plantea una amenaza suficientemente poderosa.
Posición después de l. aS, A X aS
2. Tx cS
Obsérvese lo que sucede en la mitad izquierda del tablero si las blancas adelantan su peón de torre dama (1 . a5 , . . . ) . El rey impide la
retirada hacia atrás del alfil; por tanto la única posibilidad es ceder
en la defensa del caballo (1 . . . . , A x a5 2. Tx c5) .
262
6
5
4
3
h
Curso de táctica ( V)
Al otro lado, el mismo efecto se consigue con un sorprendente mo­
vimiento:
8
7
l . ... , Tx gl +
2. Tx gl C x f2 +
6
5
4
3
El esquema de mate obligó a la torre a abandonar la protección del
caballo, lo que aboca al bando blanco a pérdidas notables. Con un
ataque doble, el caballo negro ha logrado también capturar la dama.
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
La maniobra de desviación tiene por objeto alejar a una pieza
contraria de una importante misión defensiva , lo que perm ite
conquistar una pieza o casilla fundamental .
Sobre la base de secuencias de partidas reales, vamos a estudiar se­
guidamente las posibilidades de utilización táctica del tema de la
desviación. Observaremos de paso que, como sucede en otros ca­
sos, la desviación aparece frecuentemente asociada a distintos te­
mas tácticos (clavadas, ataques dobles, etc.) .
E n l a posición siguiente las negras cometieron el error d e dar a su
adversario la posibilidad de recurrir a una desviación. Se trata de
un j uego real , Dworzinsky-Balanel (Praga 1956) .
Posición de partida
Nada de especial hubiera acontecido de j ugar las negras l . . . . , Tx d5 .
Inclus o podía considerarse preferible su posición debido a la ma­
yor actividad de las piezas y la dificultad que tienen las blancas para
defender su peón b2.
Pero tomaron una decisión equivocada:
l . ... , D x dS
Al valorar que el cambio de damas les era favorable j uzgaron esta
j ugada la más oportuna. La centralización de la dama es una bue­
na medida una vez se ha completado el desarrollo y dicha pieza no
puede ser atacada con peligro por el oponente. Sin embargo esta
regla tropieza aquí con inconvenientes tácticos que el conductor de
las negras tenía que haber previsto.
263
Curso de táctica (V)
La j ugada blanca es decisiva.
2. Te8 + ! ! , ...
Al estar los peones del enroque en su posición inicial , el rey no tie­
ne la opción de apartarse del j aque dej ando la primera fila. La úni­
ca elección para las negras es capturar la torre con la suya, pero
con ello sólo consiguen desviarla de la protección de la dama. El
cambio es netamente desfavorable.
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Esta es la secuencia que calcularon las blancas :
2 . ... , Tx e8
3. D x dS, ...
La superioridad material alcanzada puede considerarse prácticamen­
te decisiva .
En la siguiente partida (Steinitz-Hirschfeld, Londres 1 8 7 1 ) , dos fac­
tores confluyen para propiciar la victoria del blanco.
Posición de partida
En primer lugar la pieza que defiende a la dama está indefensa,
y en segundo lugar, está a tiro de j aque de caballo.
Las blancas encuentran una j ugada que tiene efectos decisivos :
l. ChS ! ! , ...
Tentativa para desviar a l caballo que guarda la dama. Por supues­
to, l . . . , C x h5 no es posible por 2. D x e4 .
.
264
Curso de táctica ( V)
El cambio de damas no soluciona el problema:
l . ... , D x d3
2. C x f6 + , Rg7
3. c x d3, ...
Tras los cambios Steinitz logró la ventaj a de una calidad .
a
b
e
d
e
g
h
La desviación en los ataq u es al rey
El tema de la desviación en los ataques de mate ofrece un amplio
abanico de variantes y recursos. Cuando se persigue la cabeza del
rey nunca es excesivo el dispendio de material si con ello se alcanza
el obj etivo. Ej ecutar al monarca está muy por encima de cualquier
otra ventaj a.
La desviación como apoyo a l a defensa
General mente al hablar de desviación en
situaciones de acoso al rey, se entiende que este
rec u rso forma parte de los te mas uti l i zados por el
bando agresor. No obstante, y aunque no es
frec u e nte, en ciertos casos la desviac i ó n es
e m p l eada por el j ugador forzado a defenderse.
Característi co res u lta e l alej a m i e nto de l a p i eza
q u e está a p u nto de real i zar u n m ate
aparenteme nte i n evitable. En el p r i m e r d i ag rama
l as blancas desvían l a dama de l a amenaza de
m ate en g2 medi ante u n sacrificio, para después
rec u perar mate rial con u n ataq u e dob l e : 1 . Db3 + ,
D x b3 2 . Ac4 + , D x c4 3. Tx c4, . . . Con e l lo no sólo
han escapado a l a derrota sino q u e han q u edado
con p i eza de ventaja.
E n e l seg u n d o caso tam b i é n l as neg ras t i e n e n
d ificu ltades para lograr la victoria, a pesar de su
ve ntaj a m aterial . N o pueden transformar
i n m ed i atame nte su peón en dama i g norando la
amenaza b l anca 1 . Th8 + + . Para ganar la partida
debe alejarse pri mero al rey contrario de la
oposi ción : 1 . . . . , D x f5 + ! ! . Cuando el rey blanco
reto me, podrá coron arse el peón sin pel i g ro : 2.
R x f5, g 1 = D (véase tercer d iag rama)
8
8
7
6
6
5
5
5
4
4
4
3
3
3
2
2
2
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Las b l a n cas d esvían la d a m a
Las n e g ras a l ej a n a l rey n e g ro
Posi c i ó n t ras 1 . . . . , D x t5 + 2 .
n e g ra con 1 . Db3 + .
con 1 . . . . , D x t5 + ! !
R x fS g 1 = D.
265
Curso de táctica ( V)
Un ej emplo interesante de desviación en un ataque al rey es el que
a continuación se presenta.
6
5
Posición de partida
4
3
La partida se j ugó en el gran torneo de Londres del año 1 8 5 1 , ganado por Anderssen, y los protagonistas fueron Harwitz y Szen .
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Para empezar las blancas colocaron sus piezas en las casillas adecuadas, forzando a las negras a una defensa incómoda.
l. Tg3 + , Rh8
2. Dh6, Tg8
La intención de dar mate con 3 . Dg7 ha hecho necesario este movimiento. Ahora podemos comprobar la inmovilidad de las figuras
negras . La Tg8 no puede abandonar su columna para controlar el
mate de la dama, y tampoco la dama puede abandonar el control
de la casilla f6 so pena de recibir mate en dos j ugadas .
6
5
4
3
¿Cómo aprovechó esta circunstancia el primer j ugador ?
3. Te8 ! ! , ...
6
5
4
3
Planteando una elección desesperada. Las negras pueden escoger
entre desviar su torre o que sea la dama la alej ada del dominio de
la casilla clave que en el anterior comentario se apuntó .
Cualquiera de las opciones conduce al mismo resultado. Veamo s :
3 . . . . , T x e8 4 . Dg7 + + . O bien:
3 . ... , D x e8
4. Df6 + , Tg7
5. D x g7 + + .
6
5
4
3
La dama alcanza en ambos casos la casilla clave y da mate.
266
Curso de táctica ( V)
No es posible hacer desaparecer la dama, pero cabe desplazarla de
la diagonal que ocupa, lo cual se consigue con:
4. Ch6 + ! ! , ...
¡ Se ha alcanzado el obj etivo ! La captura con el peón no es regla­
mentariamente posible por culpa de la calvada a que le somete la
dama. Ni se puede mover el rey a h8 porque facilitaría sobremane­
ra la tarea de las blancas, las cuales darían mate (Tx f8 + + ) .
La respuesta sólo e s una, pero tampoco soluciona gran cosa:
4 . ... , D x h6
s. Tx f8 + , R x f8
6. Dd8 + + .
8
6
5
4
3
La victoria de las blancas se ha gestado gracias al tema de la des­
viación de una pieza que impedía el paso de la dama hacia la casi­
lla del futuro mate.
Son m uy frecuentes los casos en que u n a pieza adversaria con­
trola una debilitada octava fila. E n tales casos la desviación es
un método m uy efectivo d e culminar e l ataque.
M odos típicos de desviació n : jaq u e, clavada y amenaza
La desviación mediante j aque tiene un capítulo muy destacado en
este tema táctico. Con mucha frecuencia la amenaza del rey está
combinada con ataque de mate o ganancia de material .
La partida que a continuación se expone (Tartakower-Wood, Has­
tings 1 946) demuestra la fuerza del j aque como complemento tácti­
co de la desviación .
Posición de partida
El tablero muestra un contacto entre torres blanca y negra, y esta
última está únicamente protegida por la dama.
268
a
b
e
d
e
g
Curso de táctica (V)
El hecho de que la dama, a su vez, carece de protección y la defi­
ciente seguridad del rey, propician un j aque definitivo :
l. Dg4 + ! ! , ...
Ataque simultáneo sobre rey y dama que desvía esta última pieza
de la defensa de la torre.
Tras la toma de la dama blanca, se produce la sopresa:
l .. , D x g4
2. Tx e8 + ! ! , ...
.
É sta es la base del cambio propuesto en la j ugada anterior. Cuando
el rey se desplace para eludir el j aque, la dama negra será captura­
da. El resultado es una torre de ventaj a.
a
b
e
d
e
El siguiente ej emplo es todavía más contundente:
Posición de partida
Ningún j aque de la dama negra parece revestir excesivo peligro. Por
ej emplo l . . . . , Df5 + 2. Rh4, . . . , y el ataque ha concluido. Pero . . .
¿qué sucedería de no existir el peón blanco de g 5 ? Pues que las ne­
gras darían mate a la siguiente j ugada (2 . . . . , Dh5 + + ) .
Esta simple constatación nos muestra e l cambio d e l a primera ju­
gada.
l . ... , f5 + ! !
3
2
¿Qué alternativa queda a las negras ? Retirar el rey hacia la colum­
na h (2 . Rh4) es condenarse al mate tras 2 . . . . , Dhl + + .
269
PAR TIDA S
Capablanca
El único campeón mundial his­
pano, y para muchos el mayor
jugador de todos los tiempos,
nació en La Habana, Cuba, el
19 de noviembre de 1888. Faltaban aún diez años para que, ,
en el marco de Ja gran crisis de
1898, la isla antillana se inde­
pendizase, de modo que José
Raúl Capablanca y Graupera
nació español a todos los efec' tos. Su padre era un militar de
buena posición, hombre culto
y aficionado al ajedrez, y La
Habana era entonces uno de
los centros ajedrecísticos más
' importantes de América.
Capablanca fue uno de los ca­
sos de precocidad más extraor­
dinarios que se conocen en
este juego lleno de «niños­
prodigio». Las anécdotas sobre •
su tempranísimo y agudo talen- ;
to se multiplican y rozan lo in- :
verosímil; se dice que aprendió
las reglas a los 4 años con sólo
ver jugar a su padre con sus
amigos, y que muy pocos me- :
ses después les derrotaba con
facilidad. Con ocasión del '
match Chigorín-Steinitz, dispu­
tado en la capital cubana en
1892, el niño de cuatro años
dejó atónitos a varios fuertes
jugadores cubanos al mostrar
con todo detalle una variante
que se Je había escapado a
Steinitz y que le hubiera permi­
tido ganar una partida que aca­
bó perdiendo.
A los 12 años de edad derrotó
en un match al más fuerte ju­
gador de Cuba, Juan Corzo, y
se clasificó campeón de Ja isla.
Poco después su familia le en­
vió a Estados Unidos a comple­
tar sus estudios secundarios y
comenzar una carrera universitaria en Columbia . El joven '
1
La suprema elegancia
Partida jugada en Nueva York, 1910
Blancas:
Negras:
José R. Capablanca
Fonaroff
l. e4, es
2. Cf3, Cc6
3. AbS, ...
La apertura Española, tam­
bién llamada Ruy López; es el
sistema más consecuente y
efectivo de continuar el ata­
que sobre el peón del rey de
las negras que comenzara con
2. Cf3 .
3 . ... , Cf6
La llamada «defensa Berline­
sa»; las negras se desarrollan
atacando a su vez el peón
blanco de e4 .
4.
S.
6.
7.
de e5, . pues su adversario
amenaza tomar el caballo de
c6 y luego capturar en e5 dos
veces . Esta toma, conocida
como un « abandono del cen­
tro » (el peón central del ne­
gro desaparece, mientras el
blanco conserva el suyo en
e4) , es aquí la mej or conti­
nuación, pues la inferioridad
de las negras es mínima.
8. C x d4, C x d4
9. D x d4, A x bS
10. C x bS, 0-0
0-0, d6
d4, Ad7
Cc3, Ae7
Tel, e x d4
a
3
a
e
g
h
Las negras ya no pueden sos­
tener por más tiempo su peón
e
g
Las negras han simplificado
la posición, cosa conveniente
si se tiene menos espacio, y su
posición no tiene debilidades.
Pero a partir de este momen­
to Capablanca inicia una se­
rie de maniobras de gran pro­
fundidad que le permiten
obtener una posición gana­
dora.
�=�==��������;:=:;����;=:=:;;;==�=���
;
�����
270
FA MO SA S
11. Dc3 ! , c6
De esta forma el negro se ha
visto obligado a debilitar su
peón de d6, que ha quedado
sin defensa de otro peón y en
una columna abierta. En sus
próximos movimientos Capa­
blanca concentra sus fuerzas
sobe este peón al mismo tiem­
po que apunta el enroque ad­
versario.
12.
13.
14.
lS.
16.
Cd4, Cd7
CfS, Af6
Dg3, Ces
Af4, Dc7
Tadl, Tad8
Todas las piezas blancas
apuntan, directa o indirecta­
mente, sobre d6; pero las ne­
gras parecen haber llegado a
tiempo. Precisamente en este
momento Capablanca inicia
una combinación que explo­
ta la activa posición de sus
fuerzas con suprema elegancrn.
.
'
Amenaza la torre de d6 y j u­
gar
A x f6
seguido
de
D x g7 + + . Las negras no
pueden j ugar ahora 18 . . . . ,
A x es por 1 9 . D x e5 , . . . ame­
nazando mate y la torre, que
no puede moverse a g6 por­
que la dama está indefensa.
18 . ... , Tdl
Amenazando . . . , Tx el + + y
. . . , A x e 5 , con lo que parece
que se ha evitado lo peor. Ca­
pablanca, sin embargo, rema­
ta la partida con una bella
combinación. En vez de
18 . . . ., Tdl las negras dispo­
nían de 18 . . . . , Da5 , que era
algo mej or.
19.
20.
21.
22.
Tx dl, A x es
Ch6 + ! , Rh8
D x eS! ! , D x eS
C x f7 + , ...
8
7
6
17. Tx d6! ,
8
7
6
a
5
4
3
a
17 . ... , Tx d6
18. A x es, ...
e
g
b
e
d
e
g
No se puede capturar el caba­
llo porque seguiría 23 . Td8 + ,
y mate a la siguiente; las ne­
gras deben j ugar su rey, y des­
pués de la respuesta blanca
23 . C X e5 , . . . , quedan con
pieza de menos , por lo que
abandonaron.
José Raú l Capab lanca, para
m uchos el mejor ajed recista de
todos los tiem pos.
-atildado, elegante, extraordi­
nariamente apuesto- se hizo
socio del Manhattan Chess
Club y pronto llamó la atención
por la potencia de su juego; na­
die era capaz de ganarle una
partida. Con ocasión de una vi­
sita a Nueva York del campeón
mundial, Dr. Emmanuel Lasker;
Capablanca jugó contra él en
una sesión de simultáneas y
ganó su partida; Lasker co­
mentó, admirado, que su joven
adversario no había cometido
error o imprecisión alguna, y
que su juego había bordeado
la perfección. Muy pronto el
nombre del estudiante cubano
se conocía en los círculos aje­
drecísticos de todo el país, y al­
guien consideró una buena
idea organizar un encuentro
amistoso entre el campeón de
los EE. UU. , Frank Marshall, y
la nueva estrella; el resultado
dejó asombrado a todo el mun­
do: Marshall, el gran vencedor
de Cambridge-Springs 1904,
cayó derrotado por 8 a 1 ante
su desconocido adversario.
Capablanca decidió dejar los
estudios para dedicarse profe­
sionalmente al ajedrez.
271
Curso de táctica ( V)
Por tanto sólo hay una opción: capturar « al pas o » .
2. g x f6, ...
Y sigue la secuencia
que an tes se an unció
2 . ... , DfS +
3. Rh4, DhS + + .
8
7
6
5
4
3
2
Una vez se ha desviado el peón molesto, el obj etivo propuesto se
ha alcanzado sin dificultad .
a
b
e
d
e
g
h
Para alejar la pieza adversaria de u n a situación defensiva con­
creta, el jaque se revela como un recurso m uy eficaz, puesto que
la amenaza sobre una pieza combi nada con el ataque al rey es
más difícil de neutralizar.
Cuando una figura de valor relativamente alto impide la maniobra
ganadora, en ciertos casos puede lograrse su alej amiento o captura
mediante un acoso constante.
Veamos un ej emplo extraído de la partida Lasker-Ragozin (Moscú
1 93 6) .
Posición d e partida
El inconveniente de que el rey y dama blancos compartan la misma
diagonal ofrece al negro la posibilidad de especulair con una clavada que tendría efectos decisivos. Por el momento ello no es factible
puesto que la torre blanca controla la sexta fila y en particular el
escaque b6.
4
3
2
a
b
e
d
e
h
g
Sin embargo, debido a esta circunstancia, la torre apenas disfruta
de movilidad real . En ello se basaron las negras:
l . ... , Ac7!
2. Tf6, ...
3
2
La necesidad de mantener el control de la casilla antes mencionada
hace esta j ugada indispensable.
272
a
b
e
d
e
g
h
Curso de táctica ( V)
La partida prosiguió con el motivo del acoso a la torre:
2 . ... , Ad8 !
3. Td6, Ae7! !
8
7
5
4
El acoso persiste, pero ahora se añade otra circunstancia: cuando
la torre se retire deberá proteger también el cuadro c5 .
Como ello no es posible, las blancas optan por un contraataque sobre la dama negra:
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
g
h
8
7
4. Tb6, ...
5
4
3
2
La idea de las blancas es lógica; cuando la dama se retire j ugarán
5 . b4, . . . , e impedirán momentáneamente la pérdida de material .
Sin embargo, no han contado con un detalle fundamental:
4 . ... , D x b6 !
s. D x b6, Aes +
8
7
5
4
3
Doble ataque a rey y dama. Esta última capturará el alfil, pero como
previamente las blancas habían perdido una torre, quedarán en inferioridad .
2
La pieza sob recargada
Un famoso y atinado adagio castellano afirma que no se puede servir
a dos amos al mismo tiempo. Otro, no menos sensato, dice que casa
con dos puertas, mala es de guardar. En aj edrez, muchas veces , una
pieza no puede cumplir al tiempo dos funciones defensivas por una
razón muy simple: la figura que vigila simultáneamente dos obj eti­
vos es mucho más sensible a un ataque. En definitiva, si se ataca
por uno de los lados, lo más probable es que la pieza encargada
de protegerlo se vea obligada a abandonar la defensa del otro.
273
Curso de táctica (V)
La j u steza de estas observaciones se apreciará mej or con el examen
de un caso típico:
Posición de partida
8
7
5
4
La dama negra cumple la función doble de defender sus alfiles y
ello dificulta que su vigilancia sea efectiva. ¿Por qué? Sencillamen­
te porque cualquier ataque sobre una de ambas piezas la forzará
a desviarse de la defensa de la otra.
2
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
a
b
e
d
e
La tarea de las blancas resulta sumamente sencilla:
l. Tx d7! ! , D x d7
Ahora el alfil de casillas negras está atacado por dos piezas blan­
cas, mientras que sólo el caballo lo defiende.
Las blancas han desviado la dama con un movimiento muy simple
y ahora recogen los frutos.
8
7
2. A x f6, ...
5
4
2
Han capturado dos piezas menores a cambio de una torre. La tran­
sacción es ligeramente favorable al primer j ugador.
No se deben desechar por sistema las j ugadas que cumplen varias
funciones (por ej emplo el caballo que en la apertura controla dos
cuadros del centro) . Dichas j ugadas son muy aceptables, puesto que
economizan recursos. Sólo se produce la sobrecarga desvaforable
cuando el bando enemigo puede atacar ambos puntos vigilados y
generar una desviación.
Se entiende como pieza sobrecargada aquella que c u m ple dos
o más m isione.s defensivas al m ismo tiempo y es sensible a la
desviación efectiva de una de e llas.
274
g
h
Curso de táctica (V)
Es frecuente la situación en que una pieza sobrecargada vigila una
pieza propia y un punto crítico de la posición . Contemplemos un
caso elemental:
8
6
Posición de partida
5
4
Al analizar la situación del diagrama surgen las siguientes reflexio­
nes . ¿Qué pieza cubre el mate en la casilla g7 ? La dama negra. Y
aún otra pregunta . . . ¿por qué figura está defendido el alfil de la
primera fila negra? La respuesta es la misma.
3
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
a
b
e
d
e
g
h
Esa duplicidad de funciones no va a resultar nada saludable.
l. Tx e8 + , D x e8
Desviación obligada de la dama
2. Dg7 + +
Las blancas han aprovechado de modo muy simple la sobrecarga
de la dama.
En ciertos casos el mérito del ataque no reside tanto en desviar la
pieza defensora como en saber detectar que una pieza tiene s obrecarga. La interpretación es a veces sutil . Obsérvese esta interesante
partida.
En apariencia todo indica que las blancas tienen una posible amenaza, el ataque sobre el alfil negro, aunque momentáneamente está
bien cubierto por dama y torre. ¿Algo más? Obsérvese lo que sucedería si la dama blanca pudiera viaj ar a g6 sin que su homónima
negra tuviera la facultad de capturarla: las blancas amenazarían 2 .
D x h 6 + + , y l a torre negra n o podría dej ar paso a s u soberano porque debería cuidar también el mate en la casilla g7 (2 . D x g7 + + ) .
Este análisis nos h a mostrado e l camino:
l. Tx c8 ! , ...
8
7
6
5
3
8
7
6
5
3
Gracias a él hemos descubierto una escondida sobrecarga de la dama:
debe vigilar al mismo tiempo el alfil y el acceso de la dama al punto g6.
275
Curso de táctica (V)
La j u g ad a d e l texto l a desvía d e l a seg u n d a d e s u s f u n c i o n e s :
l . ... , D x c8
2. Dg6, ...
Las blancas han alcanzado el punto que pretendían, y han dej ado
a su rival sin defensa adecuada.
No existe j ugada que impida 3 . D x h6 + + � Por ej emplo:
a
b
e
d
e
f
g
h
a
b
e
d
e
f
g
h
8
7
2 . ... , Tf8
3. Dg7 + +
6
5
Detectar la sobrecarga es el paso previo decisivo, y en ocasiones no
simple, para culminar el ataque con el recurso táctico de la desviación.
RES U M E N :
u n i d ades 1 2 , 1 3
y 14
D E l ataq u e doble consiste e n e l ataq ue s i m u ltáneo a dos piezas u
o bjet ivos co ntrarios, de fo rma q u e dificu lta la d efensa.
• El ataq u e doble es e se n c i al m e nte pe l i g roso c u a n d o uno d e los obj et i vos atacados es
e l rey contrario, m e d i ante j aq u e o a m e n a�a d e m ate.
• La d a m a , to rre y a l f i l p u e d e n ataca r d e l ej o s , a p rovec h a n d o en el caso d e la d a m a
s u g ra n m ov i l i d ad .
• Ta m b i é n e l rey p u e d e efect u a r ataq u e s d o b l es , e n e s p ec i a l c u a n d o q u e d a n pocas
p i ezas en el tab l e ro.
• El cab a l l o ataca obj et i vos c e rc a n os y m ú lt i p l es , a l estar h ab i l itado para saltar s o b re
l as d e m ás p i ezas .
• E l p e ó n p u e d e atacar tam b i é n dos p i ezas s i m u l t á n e a m e nte, o u n a p i eza y l a
coro n ac i ó n .
D La m a n i o b ra de desviación a l eja u n a pieza c o n t raria de u n a m i s i ó n
defensiva fundamental.
• El j aq u e, la c l avad a y el acoso son recu rsos pod e rosos p a ra forzar la d esvi ac i ó n d e
u n a p i eza d e s u pos i c i ó n d efe n s i va .
• L a d esvi ac i ó n es m ás efect i va c u a n d o se ej e rce s o b re u n a p i eza sobrecarg ad a , e s
d ec i r, q u e ej e rce m ás d e u n a f u n c i ó n d efe n s i va .
276
EJ E RC I C I OS
Eje m plo 1
A n u lar la defensa de p i ezas
amen azadas es u n a táctica m uy
útil q ue, cuando hay ocasión de
e m p learla, acost u m b ra a
proporcionar notables
beneficios. A lo largo de esta
u n i d ad se ha est u d i ado u n
método m uy eficaz de lograrlo.
La m ayoría de l as veces i m p l ica
sacrificios provisionales q u e
i n m ediatame nte s e rec uperan
con creces. La ese ncia de este
recu rso, s i n e m bargo, no hace
n ecesario recu rri r a e ntregas
materiales en todos los casos.
La j u gada más pacífica puede
ser causa de los mayores
destrozos entre los efectivos
contrarios.
14
E l caballo negro de e4 es l a
p i eza más com p ro m et id a. Está
atacado por dos fig u ras
blancas, y otras dos neg ras lo
defienden . É stas son l a dama y
el alfi l . Si se logra desviar a
cualq u i e ra de e l l as, el cabal lo
se rá presa fác i l . N o res u l ta
se n c i l lo apartar l a dama, y e n
cierto sentido no conviene
p uesto q u e g rac i as a l a posición
q u e ocupa, el cabal lo no puede
mover. Si se prueba con e l alfi l
el resu ltado será m ejor:
1 . g 4 ! , . Para desd i c h a de l as
negras no exi ste u n a reti rada
adecuada. Abandonar la
d i agonal b1 -h7 s i g n i fi ca perder
e l cabal lo, y a u n q u e 1 . . . , Ag6
mantiene el co ntacto, éste se
p i e rde tras 2. C x g6, h x g6
3. A x e4, . . U n a p i eza de
ve ntaj a ha sido e l resu ltado.
.
.
.
.
2
a
b
e
d
e
g
Ejemplo 2
a
b
e
d
e
g
h
Sospechosam e nte cercado se
encuentra el rey negro. ¿ Pod ría
dárse le mate? La eventual
ret i rada hacia atrás l o d ificu lta.
Pero observemos qué sucede ría
si la sexta l ínea estuviera l i b re
para la acc ión de la Ta6 blanca:
1 . Cd3 + , . . . (para ganar la
cas i l l a f4 para el peón y desviar
e l peón «e4» negro de l a
pos i b i l idad de capt u rar al
paso) , . . . , e x d3 ; 2 . f4 + + . U n
mate bri l l ante q u e i l u m i n a el
cam ino del tri u nfo. 1 . Tx d5 + !!,
e x d5. Ya se ha despej ado l a
tercera horizontal . E l resto es l a
cró n i ca de u n m ate a n u nciad o :
2 . Cd3 + , e x d3 3 . f4 + + .
h
277
EJ E R C I C I OS
14
Problema 2
P roblema 1
Problema 3
P i eza sobrecargada y
desviación está ínti mamente
re lacionad as. G raci as a la
i ntervención de l a seg u n d a se
man ifiesta l a d e b i l i d ad que
supone la pri mera.
8
7
a
6
b
e
d
e
a
b
e
d
e
g
h
5
4
2
a
b
e
d
e
g
h
J uegan blancas
De l as p i ezas q u e tiene el
negro, ¿cuál de e l l as rea l i za
m ás de u n a función defens iva,
es dec i r, está sobrecargada?
P u ede aprovecharse esta
c i rc u nstancia para lograr a l g u n a
ventaj a , de s e r decisiva mejor.
Desc u b ra l a m ejor j u gada para
l as b l ancas en esta posición .
J uegan blancas
J uegan blancas
De los i nconve n i e ntes q u e s ufre
u n a p i eza clavad a nos h ici mos
eco en l a u n idad déc i m a de
este c u rso. E l tema táctico de
l a desviación puede ser un
buen co m p l e m e nto para forzar
u n a situación favorable.
E n l a posición del d i ag rama l as
b l an cas deben darse prisa e n
aprovechar su ve ntaja, p uesto
q u e si dan t i e m po a q u e su
adversario j u ege .. ., Ae7, éste
habrá pal i ado en parte los
i n conve n i e ntes de su posi ción .
D i c h a j u gad a, com b i n ad a con
un eve ntual .. ., Ta?, permiti ría l a
l i berac i ó n del cabal l o clavado, y
la victoria no sería nada
senci l l a de log rar. H ay q u e
expri m i r a l máximo l a situación
act u a l , donde aún l as p i ezas se
hallan co m p rometidas y existe n
pos i b i l i d ades, por el mome nto
algo ocu ltas, de dar mate.
E n c u e ntre la maniob ra
ganadora. La prim era j ugada es
clave y defi n itiva, y se basa e n
e l te m a est u d i ado a lo l argo de
l a prese nte u n idad .
Como l as p i ezas blancas están
sometidas a un m ú lt i p l e ataq u e
(están amenazadas l a dama, l a
to rre y el alfi l), todo i nd uce a
s u poner q ue su posición es
prácticamente desesperad a.
Au n q u e el alfi l consiga salvarse
g raci as al i ntercam b io, dando
j aq u e, con su homó n i m o negro,
l as p i ezas pesadas del b l anco
amenazadas tienen más
d ificu ltades en sobreviv i r. U n a
ret i rada de l a dama haría
perecer la torre, y lo m ismo l e
sucede a l a rei n a si l a torre
comete la eq u ivocación de
move r. Todo lóg ico ¿no? N o del
todo, e n u n p u nto i ntermed io de
este análisis lógico cabe
i nsertar una pos i b i l idad no
conte m p lad a : alg u n a de l as
p i ezas puede j u gar pl anteando
una amenaza más terrible q u e
l a q u e q ueda pendiente. D i c h a
amenaza t i e n e , además
carácte r decisivo. ¿ Por q ué?
Porq ue desvía u n a pieza crucial
para l a defensa y plantea
amenazas i n salvab les de mate.
H echos estos apu ntes, ¿c uál es
l a m ejor conti n u ación?
EJ E RCICIOS
Problema 4
14
Problema 6
Problema 5
8
7
7
6
6
5
5
4
4
3
3
a
b
e
d
e
9
h
a
e
9
h
a
b
e
d
e
9
h
Juegan blancas
J uegan blancas
J uegan blancas
Crear la sobrecarga de u n a
p i eza forma parte de l as
co m b i naciones (algo m ás
co m p l ej as q u e l as s i m p les
maniobras) q u e e m p l ean el
rec u rso de la desviació n . Y eso
es precisame nte, lo q u e deben
h acer las blancas para adq u i ri r
u n a ventaj a material y
posicional consistente en esta
posici ó n . Dé con la maniobra
ganadora y asegú rese bien de
que es co rrecta .
C u ando l a posición del j u gado r
contrario e s precária res u lta
m ás senci l l o crear e l caldo de
c u ltivo adecuado para la
táctica. Sólo se deben hacer
m ás notorias l as deficiencias de
l a otra banda del tablero,
a u n q u e tam b i é n para e l l o
d e b e n uti l i zarse a veces ciertas
dosis de i n gen io.
La torre blanca h a log rado
i rru m p i r e n l a ú l t i m a f i l a .
S i n e m bargo, l a situación n o
parece alarmante p uesto q u e las
neg ras co m p i te n por e l d o m i n io
de l a i m portante horizontal y e n
las actuales c i rcu n stan c i as todo
apu nta a que l a to rre debe
cam b i ar o reti rarse.
Analizando más profundamente
se descubre q u e no es así: l a
torre necesariamente debe
cubrir el cabal l o p u esto q ue s u
captu ra i m p u ne por las b l ancas
eq u ivaldría a u n a situación de
m ate. Todo e l l o revela q u e la
torre no p uede moverse de s u
p r i m era fila, l o q u e puede
aprovechar el primer j u gador
para crear amenazas
alternativas m ás poderosas,
i ncl uso, q ue e l acoso sobre su
torre. Cuando la to rre negra
ac uda a contrarrestarlas
q u edará n u evamente abierta l a
pos i b i l i d ad de m ate apu ntada,
Este conj u nto de p i stas debe
ayudar al lector a enco ntrar
una j u gada absol utame nte
decisiva, q u e convi erte la
situación negra en desesperada .
M uy i nteresante es el ú l t i m o
problema de esta serie. S u
resol ución req u i e re u n est u d i o
a l g o más lógico y m i n ucioso,
pero tal vez l a s i g u i e nte serie
de i n d icaciones fac i l ite l a tarea
al lector.
Evidentemente el m ate q u e
asp i ran a d a r las blancas
ap rovecha la debi l i dad de los
cuadros negros del e n roque
(1 . Af6 para seg u i r con 2 . Dg7+ + ).
S i n embargo, el i ntento d i recto
fracasa porq u e el alfi l de cas i l l as
oscu ras se i ncorpora con rapi d ez
a l a defensa (co n Af8) . E l i m i nar
esta p ieza con u n a capt u ra
haría reto mar con l a dama.
Dos cosas, por tanto, h ay que
real izar para alcanzar e l m ate
deseado. E l i m i n ar la pri n c i pal
p ieza defe nsora y desviar la
dama. E l orden correcto y
ejecución de estas prem isas
perm ite l l egar al mate deseado ·
o en su defecto alcanzar u n a
ve ntaj a material sufi c i e nte m e nte
i m portante co mo para q u e l a
partida p u e d a considerarse
ganada. Las dos pri meras son
l as j ug adas clave.
SO LU C I O NES
Solución 1
Si la torre negra no proteg i e ra
su prim era fila, la j ugada Tc8
prod uciría j aq u e mate. La
m i s m a torre es, ade más, l a
defensora ú n ica de l a dama
negra. Am bas funciones no
pueden l l evarse a l a vez de
manera efectiva, p uesto q u e l a
j ugada i n icial 1 . Tc8 + !, . . .
fuerza a l a capt u ra de esta
pieza y por tanto la dama se
pierd e : 1 . . . . , Tx c8 2. D x b2 .
14
Solución 3
Solución 5
Si la torre negra de h8 n o
ocu para l a pri mera fila, l as
blancas matarían e n u n a
j u gada (1 . Tf8 + + ) . H ay, por
tanto, que desviar l a pieza
cl ave en la vigilancia del rey: 1 .
D x h7!!, Tx h7 2 . Tf8 + + .
La torre negra no p u ede
aban donar su p r i m era
horizontal debido a q ue se
enfrentan l a amenaza Tx f8 + + .
Por e l l o l as blancas m u even 1 .
Dc4!!, . . . , amenazando el
i m parabl e mate 2 . Dg8 + + .
Como ya hemos d i c h o 1 . . . . ,
Tx c4 2 . Tx f8 + + tam bién acaba
e n triu nfo b lanco.
Solución 6
6
5
Solución 2
4
3
E l ataq ue d i recto sobre e l
caba l l o (1 . Tf1 , . . . ) no conduce
a n ada p u es l as neg ras
encuentran defensa con 1 . . . . ,
Ae7. Lo correcto es proceder
con m étodos m ás violentos :
1 . Te8!!, O x ea 2 . A x f& + , Rg8
3. D h8 + + . G racias a l a
desviación de la dama, l a
partida ha conc l u ido c o n
victoria blanca.
a
b
e
d
e
g
h
Solución 4
Para ganar d esviando es
m uchas veces preciso c rear
una sobrecarga. Un peq u e ñ o
sacrificio puede ser suficiente
para com p rometer l as p i ezas
contrarias de manera q u e l a
consigu iente desvi ación perm ita
ganancias m ayores. Con tal
idea e n m e nte l as b l an cas
j u garo n : 1 . A x f7 + , D x f7.
Ahora la dama sólo está
vig i l ad a por el rey. Si se s i g u e
2 . Td8 + , R x d8, habrán
ganado l a dama (3. D x f7) y su
posición será m u y su perior.
La primera medida es e l i m i n ar
l a p i eza defensora m ás
i m portante : 1 . Tx cS!, D x cS. La
j u gada 2 . Af6, . . . a ú n ten d r ía
u n a rép l ica consistente (2 . . . . ,
Df8) ; por eso lo p rocede nte es
j ugar 2. AbS!!, . . . Ataca la
torre, q u e no tiene casi l l a . Tanto
2 . . . . , Tf8, como 2 . . . . , D x b5
perm iten 3. Af6, . . . , tras lo cual
4. Dg7 + + es i rrem ed i ab l e. La
seg u n d a j u gada blanca ha sido
u n proced i m i e nto sutil d e
desviar l a dama.
6
5
4
2
a
b
e
d
e
g
h
Descargar