Subido por Leonel Ayala

Relato autobiográfico (2)

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Relato autobiográfico:
Si bien desde muy chico toque la guitarra, no había tenido posibilidad alguna de tomar alguna
clase. Recuerdo que en una oportunidad me acerque a una clase, que se dictaba en La Casa
de la Cultura en Florencio Varela, donde había varias personas tocando a la vez el feliz
cumpleaños. Salí de ese lugar bastante decepcionado, porque creía que no era para mí tomar
clases porque era aburrido.
Así desde esa experiencia comencé a estudiar en la escuela de arte Republica de Italia, donde
en mi primera clase de guitarra el profesor me hizo tocar lo que me representaba.
Automáticamente toque folklore, ya que es lo que me representa por haberlo hecho desde
muy chico, tanto como músico, como así también bailando.
En ese momento el profesor me dijo que se notaba que sabía tocar, y me pregunto ¿Qué
experiencia tomando clases tenia?
Automáticamente vino a mí la experiencia de la casa de la cultura, y no la contaba como una
experiencia de clase, ya que me parecía muy mala. Así mismo mi respuesta fue que “nunca
había tenido una clase” y no comente la misma.
Comenzamos con las cosas comunes a la hora de aprender el lenguaje musical. Tanto figuras
básicas, como tiempos musicales. Se podría decir que a través del dialogo con el profesor,
fui demostrando mi interés musical, porque en una de las clases siguientes él me animaba a
tocar una partitura. Para mí era un momento de mucha alegría, porque sentía que estaba
haciendo algo que llamaba mi atención desde muy chico. Sin más vueltas me metí en la obra
intentando descifrar lo que estaba escrita en la misma. Aunque era algo nuevo, con la ayuda
del profesor podía poner en sonido lo que estaba en el papel. Fue ahí donde descubrí con gran
sorpresa que lo que estaba tocando era una milonga campera, que tantas veces había
escuchado pero no podía tocar de la manera correcta, y sin tanta dificultad ahora si lo estaba
haciendo.
En ese momento comprendí que el profesor había buscado una obra que me represente, no
cualquier cosa para que haga, sino algo de lo que yo también le había mostrado cuando nos
vimos la primer clase, donde el me dio libertad para que toque lo que me representaba y mi
primer sonido fue hacia el folklore.
Desde ahí aprendí que cuando las obras van en favor de los estudiantes, sus gustos y demás,
es mucho más llevadero y agradable tanto para el docente como para el estudiante en sí.
Gastón Firmapaz
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