Subido por Cristian Gómez

LEYENDA DEL CERRO DEL TORO DE ACAMBARO

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LEYENDA DEL CERRO DEL TORO DE ACAMBARO
En Acámbaro mucho representaba, una puesta de sol para todos sus habitantes que
acostumbraban a leer en las maravillas del cielo, la grandeza del señor que no es, sino un
mensaje de tranquilidad para este pueblo hospitalario, por ello todo es conmovedor y apacible
agonía del día que muere, invita a todos a la meditación, de pronto la paz es perturbada un
día en Acámbaro por la insólita aparición de dos seres extraños: por el toro y la mona, que
llenaban de miedo a todo el pueblo.
A pasado el toque del ángelus, la oración
por la tarde y se escucha el eco piadoso del
“alabao” que se pierde entre el caserío y la
densa oscuridad que lucha entre la tenue
luz de los mecheros que encendían en las
esquinas de las calles, los guardianes del
orden publico, avanzaba la noche, a lo lejos
se deja ver la silueta de un provinciano
trasnochador que comenzaba a deambular
y mientras mayor era la obscuridad, este
trasnochador no tardaba en volver
acompañado d otros, que llenos de miedo, retornaban a sus casas; habían visto descender
al toro, un animal que bajaba bramando del acantilado del cerro conocido como el Biombo,
echando chispas de fuego en el hocico, y que su exaltada imaginación veían los pobladores
toreando precisamente por una mujer, a quien le llamaban por su ingenua sencillez: “La
Mona”, aterrorizados unos valientes otros, descontando algunos que caían desplomados por
la obsesión que tenían, de que era un espíritu diabólico, continuaban inmensos en aquél
espectáculo, los valientes se quitaban el típico patio, “Que era una prenda de vestir de los
hombres humildes, que se ponían en la cintura, sobre los calzoncillos” o usaban la frazada
para torearlo.
Esto hizo arraigar la costumbre de cantar a la hora de ángelus “el alabao” por los Caciques
del pueblo, que contestaba el vecindario las ultimas palabras de la piadosa oración hasta
perderse en el silencio de la noche.
Por esta leyenda se le ha llamado “El Cerro del Toro” y ya no el Biombo como se le conocía.
Anteriormente al fundarse San Francisco de Acámbaro, en 1526 dicho sitio, era conocido era
conocido como el cerro azul, el nombre del cerro del toro, es reciente y permanece hasta hoy
en día, siendo el que semicircunda, a la zona urbana, hay uno mas “El del Chivo Blanco” pero
esa es otra leyenda. Esto lo confirma mas aun, su fe, quedando como testigo las estampas
del mismo toro y la mona en el peñascoso y acantilado del cerro, formados por manchas
oscuras en la roca. Final del formulario
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