Subido por María Victoria Muela Álvarez

La lengua de las mariposas

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Ramón es un niño de apenas seis años. De apodo en el pueblo le pusieron
gorrión, por su forma de corretear por la Alameda “...Así pasaba gran parte del día
correteando por la Alameda, y fue Cordeiro (…) el que me puso el apodo...” Acá
podríamos decir que autor quiso usar una metáfora, tal vez, a los gorriones. Estas
aves, a lo largo de la historia han representado la libertad y moralidad. Y teniendo
como es el retrato que nos da el narrador (un narrador interno, de la primera
persona del singular, un Ramón del futuro) sobre cómo es Ramón; un niño chico,
con ignorancia del mundo que lo rodea y con inocencia, pero siempre buscando la
libertad. Pero en el momento que sucede está historia, esos aspectos el lector los
puede ver peligrosos para lo que es la época en la que está situada, una época de
censura, cosa que un niño, como Ramón, no entiende,
“...Y otra cosa muy importante Moncho. Papá no le regaló un traje al maestro.
-Sí que se lo regaló.
-No Mocho. No se lo regaló. ¿Entendiste bien? ¡No se lo regaló! ...”
El padre de Ramón se refleja asustado y nervioso por la situación. Siendo que a
lo largo del relato siempre se encontró como una persona firme a sus creencias y
calma, al final se ve doblegado por la verdad de la situación.
Se nos va contando como Ramón, un niño que le temía a las clases por las ideas
que su padre le metía en la cabeza “... ¡Ya verás cuando vayas a la escuela! Mi
padre contaba como un tormento...” Hasta que va y conoce al profesor, que él
describe con cara de sapo. Un profesor que no tiene que ver con nada de lo que su
padre le habían contado. Poco a poco los padres de Ramón también le agarran
cariño a este profesor, que hasta el padre que es sastre le hace un traje y la madre
le prepara la merienda cada vez que él y Ramón van de excursión, porque Ramón
le gusta los bichos y el profesor le cuenta cosas interesantes sobre ellos.
Al final, el ejército de la capital viene y se llevan a presos, que van en contra de los
ideales políticos de la época. Entre ellos, al profesor. Ramón no entiende que está
pasando, pues es solo un niño. Pero de algún modo la rabia y angustia de los
mayores a su alrededor se contagia y termina gritando con ellos y apedreando el
carro en el que van
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