PSICOBIOLOGÍA XIV. PSICONEUROINMUNOLOGÍA. La conducta es una consecuencia de la actividad integrada del SN y del sistema endocrino que permite al organismo relacionarse de forma activa y adaptativa con el medio en que éste se desarrolla. Los diferentes factores biológicos que determinan la expresión de la conducta, como los genes, el proceso evolutivo, la compleja organización del SN y la forma en que éste actúa de forma coordinada con el sistema endocrino. Los complejos sistemas encargados de procesamiento del información procedentes del medio interno y externo, y de la emisión de la respuestas adecuadas a esta información. Los sistemas implicados en la conducta y procesos específicos en los que están involucrados complejos circuitos formados por la gran diversidad de núcleos, estructuras nerviosas y glándulas, cuyas células liberan diversas sustancias químicas entre los que se encuentran los neurotransmisores y las hormonas, entre estos circuitos neurales se hallan los sistema responsables de las emociones, de la motivación, del aprendizaje, de la memoria, del pensamiento y del lenguaje. El SN y el sistema endocrino desempeñan un papel fundamental en la expresión de modulación del comportamiento de los seres vivos, las complejas interrelaciones que se establecen entre nuestro organismo y nuestra conducta no puede olvidarse del sistema inmune. El SN, el sistema endocrino y el inmune constituyen un sistema único e integrado cuyo objetivo es lograr la adaptación del individuo a su entorno, garantizando su supervivencia y reproducción. En las respuestas de defensa desencadenados por el sistema inmune contra los agentes extraños, se liberan sustancias químicas que, tienen un papel regulador de las interacciones entre los elementos que componen este sistema, también modulan la expresión de la conducta y producen cambios en la actividad nerviosa y hormonal. El comportamiento puede, producir cambios en el funcionamiento del sistema inmune, del SN y del sistema endocrino, por lo que las interacciones entre estos tres sistemas y la conducta tienen un carácter bidireccional. EL NACIMIENTO DE LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA. El sistema inmune era considerado como un sistema de defensa, en cierta forma autónomo, que se autorregulaba y cuyo funcionamiento era independiente del SN. Al final de los años 60 el nacimiento de la Psiconeuroinmunología, término empleado por primera vez por Robert Ader,1980 cuyo objeto de estudio son las interrelaciones que se establecen entre el SN, el sistema endocrino, el sistema inmune y la conducta. El SN, el sistema endocrino y el sistema inmune constituyen único e integrado sistema de defensa, cuyo objetivo es lograr la adaptación del individuo su medio, garantizando la supervivencia de su especie. Cada uno de los componentes de este sistema integrado desempeña funciones especializadas, recibe y responde a la información procedente de los demás componentes del sistema. El sistema inmune podría desempeñar un papel similar al de un receptor sensorial que estaría especializado en el reconocimiento y en la respuesta a los estímulos o agentes extraños al organismo, información que comunicaría al SN para que éste pueda poner en marcha las respuestas adecuadas. Se ha comprobado la existencia de una regulación nerviosa y endocrina de las respuestas del sistema inmune y, viceversa, que los acontecimientos que ocurren como parte de la respuestas defensivas del sistema inmune pueden afectar la actividad del SN y del sistema endocrino. Hay evidencia de que los factores psicológicos/conductuales pueden afectar la función inmune y que a su vez el sistema inmune es también capaz de modular diferentes aspectos de la conducta. UNA VISIÓN GENERAL DEL SISTEMA INMUNE. Los seres vivos están expuestos permanentemente a numerosos microorganismos presentes en el medio ambiente y que pueden afectar los procesos biológicos básico de supervivencia. Proceden del medio ambiente externo y del medio interno. El organismo dispone de mecanismos de defensa contra estos agentes que le mantienen a salvo de enfermedades. La respuestas de defensa contra estos agentes extraños pueden considerarse una parte esencial de la homeostasis, asegura la integridad del medio interno ante agentes nocivos como bacterias, hongos, virus y parásitos y ante enemigos internos como las células tumorales. El sistema encargado de desencadenar las respuestas de defensa ante los agentes extraños es el sistema inmune, diseminado por todo el organismo. Comprende una serie de órganos y tejidos que reciben el nombre de linfoides y que funcionan de forma integrada. Los órganos linfoides primarios, órganos donde se originan y diferencian toda las células inmunitarias, son el timo y la médula ósea. En la médula ósea se originan no sólo las células inmunitarias, que son los glóbulos blancos o leucocitos, sino también el resto de células sanguíneas, como los glóbulos rojos o hematíes y las plaquetas. Originadas y diferenciadas, muchas células inmunitarias abandonan los órganos linfoides primarios y circulan por todo el organismo formando parte de la sangre, alcanzando los tejidos corporales y los órganos linfoides secundarios, entre los que se encuentran el sistema linfático, el bazo, el apéndice, las amígdalas y ciertos tejidos del tubo digestivo y de los pulmones. Todos los seres vivos son capaces de detectar y rechazar los agentes extraños, la respuesta de defensa de alguno de ellos, como las plantas, las esponjas o los insectos constituyen una respuesta inespecífica, no existe un reconocimiento específico de cada una por separado, sino un reconocimiento global de todos ellos como agentes extraños, existiendo una respuesta que es común para todos, es en general una respuesta rápida que desempeña un papel fundamental en la fase inicial de defensa que se desencadena ante los microorganismos invasores. En los vertebrados aparece por primera vez un nuevo tipo de respuesta que recibe el nombre de respuesta inmune específica o adaptativa, existiendo mecanismos expresivos de reconocimiento de un determinado agente y respuestas específicas contra esa agente. Este tipo de respuesta es lo que se denomina respuesta inmune y es común a muchas especies. Se trata de una respuesta que requiere un cierto tiempo para su puesta en funcionamiento, la utilidad de la respuesta inespecífica es evidente, siendo dos estrategias de defensa que se ponen en marcha de forma integrada y en las que participan muchas células inmunitarias que cooperan entre sí para contrarrestar al invasor. LA RESPUESTA INMUNE ESPECÍFICA. Este tipo de respuesta puede ser provocada por la presencia de cualquier molécula que sea reconocida como extraña el organismo, pudiendo proceder del exterior como del interior del organismo. Recibe el nombre de antígeno cualquier molécula que, dentro del organismo, pueda ser reconocida por el sistema inmune y sea capaz de desencadenar una respuesta de este sistema. Si estas respuestas no son las adecuadas a la situación, puede dar lugar a diferentes tipos de trastornos; en algunas ocasiones, moléculas que normalmente no desencadenan una respuesta del sistema inmune y no son nocivas, se convierten en antígenos provocando una respuesta de este sistema, como sucede en las alergias. En otros casos, algunas moléculas propias del organismo son consideradas moléculas extrañas, convirtiéndose en antígenos que el sistema inmune ataca y destruye, originando las enfermedades autoinmunes -miastenia gravis donde los receptores colinérgicos de las células musculares son destruidos; la diabetes tipo I o insulinodependiente donde las células pancreáticas productoras de insulina son destruidas; esclerosis múltiple donde las células inmunitarias destruyen la envoltura de mielina de los axones, dificultando interrumpiendo la trasmisión información en el SN-. La respuesta específica se caracteriza, por su especificidad, el sistema inmune reconoce de forma particular un determinado antígeno; por su eficacia, se ponen en marcha respuestas específicas eficaces contra ese antígeno concreto y por su memoria inmunológica, la exposición a un determinado antígeno protege al organismo durante años incluso durante toda la vida. Las principales células inmunitarias mediadoras de la respuesta específica son un tipo de leucocitos denominados linfocitos. Hay dos tipos principales de linfocitos, los linfocitos B y los linfocitos T -células B y células T-. Se denominan así porque los linfocitos B se originan en la médula ósea -B de bone marrow- y los linfocitos T porque logran su estructura y función característicos en el timo, aunque se originan a partir de células madre de la médula ósea igual que los linfocitos B. En difieren en la forma en que se enfrentan al agente extraño, originando dos tipos de respuesta específica: la respuesta mediada por anticuerpos, en el caso de los linfocitos B y la respuesta mediada por células, en el caso de los linfocitos T. LA RESPUESTA MEDIADA POR ANTICUERPOS. Este tipo de respuesta inmune recibe también el nombre de inmunidad humoral, tienen lugar en los humores o líquidos corporales entre los que se encuentra la sangre. Esta respuesta está mediada por los linfocitos B, que no atacan directamente al antígeno sino que producen unas moléculas específicas denominadas anticuerpos. Los anticuerpos son proteínas que reciben ese nombre porque reconocen de forma específica a los antígenos o cuerpos extraños al organismo -anti-cuerpo-, aquellos que no son reconocidos como propios. El hombre de antígeno se debe precisamente a su capacidad para generar anticuerpos contra sí mismo anti-geno/anticuerpos-génesis-. Son particularmente activos contra las bacterias, los virus y la sustancias tóxicas que estos producen. Las células inmunitarias responsables de la respuesta inmune mediada por anticuerpos son los linfocitos B. Hay una gran variedad de linfocitos B, capaces de reconocer un antígeno específico,portan en sus membranas celulares diferentes tipos de receptores. Cuando un linfocitos B reconoce un determinado antígeno, es decir, posee un receptor cuya estructura molecular es complementaria a la del antígeno, establece una unión con él que es similar a la que forman los neurotransmisores y su receptores en el SN. Esta unión produce la activación de ese linfocitos B, que aumenta de tamaño y sufre sucesivas divisiones celulares, dando origen a dos tipos de células hijas: las células plasmáticas y las células de memoria. Ambos tipos de célula producen anticuerpos, las células plasmáticas son las responsables de la producción masiva de anticuerpos contra un antígeno específico. Las células plasmáticas y la células de memoria difieren en la duración de su ciclo vital, las primeras viven sólo unos pocos días, las segundas permanecen en algunos tejidos linfoides con una vida media más larga que puede igualar la vida del organismo. Las células de memoria no secretan anticuerpos por sí mismas, únicamente cuando son nuevamente expuestas al mismo antígeno, es fácil deducir que las células de memoria son la responsable de desencadenar una respuesta inmune rápida ante una nueva invasión del mismo agente y que esta respuesta es la base de la memoria inmunológica y de la eficacia de las vacunas contra diversas enfermedades. Los anticuerpos una vez producidos por las células plasmáticas son liberados el exterior celular pasando al plasma sanguíneo -anticuerpos circulantes- donde se unen a los antígenos formando el denominado complejo antígenoanticuerpo que pone en marcha diferentes mecanismos para contrarrestar al invasor. LA RESPUESTA MEDIADA POR CÉLULAS. La respuesta mediada por anticuerpos es una respuesta muy específica ante un determinado antígeno. Existe otro tipo de respuesta específica que no esta mediada por anticuerpos, sino por células que atacan de una forma más directa al agente extraño, denominada respuesta inmune mediada por células. Es un tipo de respuesta complementaria a la desencadenada por los linfocitos B, pues los anticuerpos no son capaces de proteger al organismo contra los agentes extraños en todas las situaciones. Los microorganismos de algunas enfermedades tuberculosis, malaria-, pasan rápidamente al interior celular donde establecen la infección, de forma que no pueden ser detectados por anticuerpos circulantes. Algunos virus, bacterias y parásitos son difícilmente controlables por los anticuerpos por lo que la respuesta mediada por los linfocitos B no es eficaz. Sin embargo el sistema inmune dispone de otros mecanismos que detectan esa células infectadas para destruirlas y en ella participan otro tipo de linfocitos, los linfocitos T. Los linfocitos T se encuentra patrullando por el organismo poseen receptores en su superficie celular que están especializados en el reconocimiento de un determinado antígeno. Este proceso de reconocimiento implica que la estructura molecular del antígeno tiene que ser complementaria a la del receptor de un determinado linfocitos T. A diferencia de los linfocitos B, lo receptores de los linfocitos T no son capaces de reconocer los antígenos libres, no se fijan a la molécula completa del antígeno, sino que únicamente reconocen y se unen a pequeños fragmentos del mismo, los fragmentos del virus son exhibidos en la superficie de la célula infectada, reconocidos entonces por los linfocitos T. Los linfocitos T reconoce los antígenos ocultos en las células, actuando de forma coordinada con los linfocitos B, cuyos anticuerpos reconocen y contrarrestan los antígenos enteros libres, los linfocitos T solo reconocen fragmentos del antígeno, necesitan la colaboración de otras células, que les muestren esos fragmentos del antígeno, razón por la cual las células que cumplen esta función reciben el nombre de células presentadoras de antígenos, entre las que se encuentran muchas células del organismo y células inmunitarias. En este proceso de reconocimiento del antígeno por parte de los linfocitos T se requiere, el fragmento del antígeno sea presentado por unas proteínas especializadas -proteínas CMH- de estas células presentadoras de antígeno y que también son reconocidas por receptores específicos en la superficie celular de linfocitos T. El sistema inmune reconoce a las células del organismo como propias gracias a estas proteínas localizadas en la superficie de las células de todos los mamíferos y que están codificados por genes que forman parte del denominado Complejo Mayor de Histocompatibilidad -CMH-. En el ser humano recibe el nombre de complejo Antigénico Leucocitario Humano o HLA. Mediante los distintos receptores que poseen los linfocitos T, éstos son capaces de reconocer, a un determinado antígeno y, por otra parte, una célula propia del organismo que al estar infectada, debe ser destruida. Sino ocurre este doble proceso de reconocimiento, el linfocito T no se activa. La activación desencadena, sucesivas divisiones celulares que dan origen a dos tipos de células hija, las células activas y las células de memoria. Los linfocitos T resultantes de estas divisiones celulares son células idénticas al linfocito originalmente activado por el antígeno, por lo que destruirán todas las células infectadas por este antígeno -eficacia y especificidad de la respuesta inmune-. En la respuesta mediada por células también se producen células de memoria que pueden permanecer indefinidamente en el organismo y activarse ante la nueva presencia de este antígeno -memoria inmunológica-. Entre las células T se encuentran diferentes tipos de linfocitos, que desempeñan un papel fundamental en la proliferación y diferenciación de los leucocitos B a células plasmáticas productoras de anticuerpos de células de memoria. Entre los diferentes mecanismos de defensa de los que dispone el organismo para enfrentarse a los agentes extraños, encontramos que estos mecanismos se ponen en marcha de forma coordinada constituyendo una respuesta integrada del sistema inmune ante el invasor y en la que participan muchas células inmunitarias. INTERACCIONES ENTRE SISTEMA NERVIOSO, EL SISTEMA ENDOCRINO. Entre las células inmunitarias se establecen complejas interacciones que hacen posible que el sistema inmune puede desencadenar de forma integrada diferentes tipos de respuesta frente a los agentes extraños. El sistema inmune no es un sistema independiente con funcionamiento totalmente autónomo, forma parte del sistema integrado de defensa, junto con el SN y el sistema endocrino. El SN y el sistema endocrino puede modular la actividad del sistema inmune y el sistema inmune también puede afectar la actividad de los sistemas mencionados, existiendo diversos mecanismos mediadores de esta interacción bidireccional. EL SISTEMA NERVIOSO Y EL SISTEMA ENDOCRINO COMO MODULA DORES DE LA FUNCIÓN INMUNE. El sistema neuroendocrino es capaz de modular la actividad del sistema inmune mediante diversos mecanismos que implica la liberación de neurotransmisores, de hormonas y de neuropéptidos. Entre estos mecanismos cabe destacar la liberación de neurotransmisores por parte del SN autónomo y la liberación de hormonas por parte del sistema endocrino. En los años 80 se describió la existencia de fibras nerviosas simpáticas en los órganos linfoides descubriéndose una vía de comunicación entre el SN y el sistema inmune a través del SN autónomo. Las inervaciones simpáticas de los tejidos linfoides se forman tempranamente en el curso del desarrollo y parecen disminuir en el otro extremo del ciclo vital. Los órganos linfoides primarios -médula ósea y timo-, como los secundarios -bazo, ganglios linfáticos y otros tejidos linfoides-, están inervados por fibras nerviosas simpáticas noradrenérgicas -fibras postganglionares-, que establecen contactos similares a la sinapsis con las células inmunitarias localizadas en estos órganos. Diversas células del sistema inmune -linfocitos, monocitos/macrófagos y granulocitos-, poseen receptores noradrenérgicos. El sistema neuroendocrino puede modula la actividad del sistema inmune mediante otra vía que está mediada por la liberación de hormonas. La actividad inmunomoduladora de las hormonas producidas en el SN central -hipotálamo-y en distintas glándulas del sistema endocrino como la hipófisis, las glándulas suprarrenales, la glándula pineal, la glándula tiroides, las gónadas y el timo. Las neurohormonas y las hormonas liberadas por las diferentes glándulas llegan a través de la sangre a los diferentes tejidos y órganos del cuerpo, incluidos los tejidos linfoides. En las células inmunitarias se han descubierto receptores para diferentes hormonas, como ACTH, hormonas tiroideas, hormona del crecimiento-GH-, prolactina -PRL-, hormonas esteroideas -esteroides sexuales y corticosteroides-, algunas catecolaminas y varios factores liberadores hipotalámicos. La interacción entre las hormonas y su receptores en las células inmunitarias puede modular la función inmune alterando la actividad celular y la producción de la sustancias químicas liberadas por las células inmunitarias en el curso de la respuesta del sistema inmune. De esta forma, algunas hormonas parecen poseer un efecto positivo produciendo la activación del sistema inmune, como la de GH, otras, como los glucocorticoides, desempeñan el papel contrario, poseen un efecto inmunosupresor. El SN es capaz de influir sobre el sistema inmune mediante la liberación de los neurotransmisores del SN autónomo y de las hormonas del sistema endocrino. También se ha localizado receptores para otros neurotransmisores en las células inmunitarias, como la serotonina-5-HT-, la dopamina -DA y la acetilcolina -ACh-. Las interacciones entre los neurotransmisores y las células inmunitarias son muy complejas, los neurotransmisores pueden actuar no sólo de forma directa sobre ellas, también liberando, moléculas que actúen de intermediarias entre los terminales nerviosos y la células inmunitarias. El SN podría modular la función inmune mediante la liberación de neuropéptidos. Se ha descubierto la presencia de péptidos, de fibras nerviosas que liberan péptidos y de receptores para estas sustancias en algunos órganos linfoides -timo, bazo, ganglios linfáticos y tejido linfoide del intestino-. Entre esas sustancias cabe destacar los péptidos opioides endógenos, como las encefalinas y las endorfinas, localizándose receptores para estas sustancias en diferentes componentes del sistema inmune -linfocitos, monocitos, granulocitos y sistema de complemento-. Los péptidos opioides endógenos parecen modular las respuestas del sistema inmune de diferentes maneras, dependiendo de diversos factores, pudiendo producir una estimulación de la función inmune o el efecto contrario, es decir, inmunosupresión. Las encefalinas parecen ejercer un papel estimulador a dosis bajas y un efecto inmunosupresor a dosis altas. Células inmunitarias -macrófagos, linfocitos y células asesinas- son muy sensibles a la acción de estas sustancias. La administración de sustancias opíaceas puede afectar la respuesta del sistema inmune desencadenando, mediante su efecto en el SN central, diversos mecanismos inmunosupresores. EL SISTEMA INMUNE COMO MODULADOR DE LA ACTIVIDAD DEL SISTEMA NERVIOSO Y DEL SISTEMA ENDOCRINO. En la década de los años 70, se comprobó que la activación de la respuesta inmune mediante la presentación de diversos antígenos, producía cambios en el SN central y en el sistema endocrino. La activación del sistema inmune por la presencia de agentes extraños es comunicada al SN para que éste pueda coordinar la respuestas metabólicas, endocrinas y conductuales necesarias para restaurar la homeostasis que el microorganismo ha puesto en peligro. Se considera que el hipotálamo es el centro encefálico fundamental en la comunicación que se establece entre sistema inmune, el SN y el sistema endocrino, integrando la respuestas emitidas por estos sistemas. Las células inmunitarias liberan diversas sustancias químicas cuya función es regular las interacciones que tiene lugar entre ellas para actuar de forma coordinada. Estas sustancias se denominan, interleucinas sí son liberadas por los leucocitos, linfocinas sí son liberadas por los linfocitos o monocinas sí son liberadas por los monocitos/macrófagos. Se ha comprobado que también eran liberadas por otros tejidos del organismo, incluido el SN, y recibieron el nombre más genéricos de citocinas. Coordinan y regulan casi todo los procesos fisiológicos, implicadas en la modulación de una gran variedad de conducta y procesos psicológicos. Las citocinas pueden modular también el funcionamiento del SN y del sistema endocrino, produciendo cambios en la actividad nerviosa y hormonal. Se les considera los principales mensajeros químicos liberados por el sistema inmune para trasmitir información al SN y al sistema endocrino, capaces de afectar a complejos circuitos neurales implicados en la regulación de las funciones fisiológicas y de diversos aspectos de la conducta. Se han descubierto, receptores de citocinas en el SN y en el sistema endocrino, distribuidos en diferentes núcleos y estructuras encefálicas, en neuronas, células gliales y en célula secretoras de hormonas. A través de esto receptores, la citocinas son capaces de producir cambios en la niveles de neurotransmisores y de hormonas, a nivel central -hipotálamo-, como directamente en diversas glándulas. Uno de los efectos comunes a muchas citocinas es la estimulación del eje hipotalámico-hipofisarioadrenal -HHA-, con el aumento de los niveles de CRH, ACTH y corticosteroides y puesto que éstas hormonas pueden producir un efecto inmunosupresor, se ha planteado que la activación del eje HHA podría constituir un mecanismo de regulación de la función inmune por parte del SN, que disminuiría la excesiva actividad del sistema inmune sea ésta pudiera llegar a ser dañina y pusiera en peligro la homeostasis. En la década de los 80, se descubrió que las células del sistema inmune- linfocitos y macrófagos-,también liberaban péptidos, hormonas y neurotransmisores, entre los que se encuentran los péptidos opioides endógenos, la ACTH, la sustancia P, la serotonina 5-HT, la noradrenalina -NA-y la acetilcolina -ACh-. Pueden constituir otra vía de comunicación por la que el sistema inmune puede modular la actividad del SN central, del SN autónomo y del sistema endocrino que se sumaría a la vía principal mediada por las citocinas. INTERACCIONES ENTRE SISTEMA INMUNE LA CONDUCTA. Existe evidencia de que estas interacciones se establecen también entre el sistema inmune y la conducta, los factores conductuales pueden afectar la función inmune y, viceversa, la sustancias liberadas durante la respuesta del sistema inmune son capaces de modular diversos aspectos de la conducta. EL SISTEMA INMUNE COMO MODULADOR DE LA CONDUCTA. La implicación de la citocinas liberadas por el sistema inmune en la regulación del comportamiento, es un importante foco de atención de la psiconeuroinmunología. Las citocinas pueden regular diversos tipos de conductas produciendo, una disminución en actividad actividad general, de la ingesta de comida, de la actividad exploratoria del medio ambiente, una inhibición de la conducta sexual, un empeoramiento del aprendizaje de la memoria, así como síntomas de ansiedad. Durante el desarrollo de un proceso infeccioso, el individuo enfermo muestra a nivel conductual una serie de alteraciones: disminución del nivel de actividad, poco o ningún interés por estímulos medioambientales, falta de cuidados personales y una disminución del apetito conocidos como sicknessbehavior-. Además, sufre fatiga, malestar y apatía y, en ocasiones confusión mental. Se sabe que estos síntomas pueden ser inducidos por la citocinas liberadas por las células inmunitarias mediante su efecto en el SN central. Se ha planteado que los cambios conductuales que se producen en los sujetos enfermos podrían constituir una estrategia altamente organizada, importante para la supervivencia del organismo, que reflejaría la reorganización a nivel central del estado motivacional durante la enfermedad. Durante la enfermedad, las citocinas actuarían como señales endógenas en el SN central para activar las estructuras nerviosas implicadas en la regulación, tanto de los componentes fisiológicos de la enfermedad -fiebre-, como de sus componentes subjetivos y conductuales. El uso clínico de alguna citocinas para tratamiento de infecciones virales y tumores malignos pone de manifiesto los efectos que estas sustancias ejercen sobre la conducta. La terapia con citocinas ha sido asociada con el desarrollo de desórdenes cognitivos y psiquiátricos variados, sutiles empeoramientos de la atención y de la memoria, a delirios y psicosis. Han sido asociados con síntomas como disforia, anhedonia, fatiga, apatía y enlentecimiento del actividad mental. Los resultados en los estudios han planteado que la citocinas podrían participar, al igual que diversos neuropéptidos, hormonas y neurotransmisores, en la regulación de las funciones adaptativas del organismo que serian integradas por el sistema límbico y el hipotálamo. Algunas de ellas afectada diferentes aspectos de la conducta, el estado de ánimo o a las capacidades cognitivas. MODULACIÓN CONDUCTUAL DE LA FUNCIÓN INMUNE. A finales de los años 20 trabajos aislados demostraron que la actividad del sistema inmune podía ser alterada mediante comportamientos condicionados, lo interesante fue comprobar que la simple presentación del estímulo neutro era capaz de desencadenar una respuesta inmune, si ese estímulo neutro era previamente presentado junto con el antígeno, por ejemplo se producía una respuesta inflamatoria inespecífica y un aumento de los niveles de anticuerpos. Estos experimentos demostraron que la respuesta del sistema inmune, como otras respuestas fisiológicas y conductuales, podrían ser modulada por procesos de condicionamiento, estos descubrimientos pusieron de manifiesto que los procesos inmunes podían ser estimulados o inhibidos mediante comportamientos condicionados. Se ha comprobado la eficacia de la inmunosupresión condicionada, que parece afectar especialmente la respuestas de los linfocitos T. Podría utilizarse la inmunosupresión condicionada para inhibir la actividad del sistema inmune en las enfermedades autoinmunes. La utilización de la inmunosupresión condicionada en la práctica clínica ha demostrado ser eficaz en algunos casos de esclerosis múltiple y lupus eritematoso. Aunque se desconocen las bases neurales y endocrinas del condicionamiento de la respuesta del sistema inmune, la inervación simpática, la capacidad de células inmunitarias para recibir señales neuroendocrino y la capacidad del SN para liberar citocinas, proporcionan mecanismo muy diversos por los que estos procesos de aprendizaje podrían tener lugar. Las diferentes situaciones de condicionamiento podría generar diferentes patrones de respuestas neurales, autónomas y endocrina se influir de forma diferente la función inmune. Se ha comprobado alteraciones en la respuesta del sistema inmune en algunos trastornos psicopatológicos, enfermedades psiquiátricas han sido asociadas con estados de inmunosupresión presentando, un mayor riesgo de sufrir enfermedades. Los trastornos depresivos ha sido relacionados con la disminución de algunos parámetros de la función inmune -bajos niveles de linfocitos B y T y una disminución del actividad de las células asesinas-. En muchos de estos trastornos era también un activación del eje hipotalámico-hipofisarioadrenal y la consiguiente elevación de las concentraciones sanguíneas de diversas hormonas, entre las que destacan la CRH y el cortisol que, pueden ejercer efectos inmunosupresores. Este podría ser uno de los mecanismos que explicaría el estado inmunosuprimido de muchos pacientes depresivos de ayudaría a entender fácilmente el aumento de la incidencia de enfermedades víricas y de tipo tumoral de los estados depresivos. En sujetos esquizofrénicos parece existir, un aumento de la actividad del sistema inmune, una de las hipótesis explicativas de la esquizofrenia, plantea el origen autoinmune de ese trastorno como consecuencia de la respuesta inmune desencadenada quizás por una afección vírica y que posteriormente actuaría contra el tejido nervioso, se basa, en el hallazgo de que estos sujetos muestran una nevada presencia de anticuerpos que pueden estimular de forma obsesiva los receptores cerebrales de dopamina -DA-. Otros trabajos han puesto de manifiesto que algunas funciones fisiológicas del organismo que se encuentran bajo el control del SN autónomo, como la presión arterial, la tasa cardíaca, la temperatura corporal,etc., Pueden ser reguladas por medio de técnicas con un enfoque conductual -meditación-. En la década de los años 60, se comprobó que también la respuesta del sistema inmune como como respuesta fisiológicas que son, podía ser modificadas mediante la utilización de técnicas de relajación, hipnosis y biofeedback que, en algunos casos, conseguido una disminución del actividad inmune. Alguna estas técnicas han demostrado producir, además cambios en actividad nerviosa y hormonal, lo que proporcionen medio por el que podrían afectar la función inmune. Las características de la conducta y de la personalidad de los individuos y los estados afectivos o emocionales puede modular también el estado funcional del sistema inmune Algunos estudios han asociado características individuales negativas -estilo represivo, pesimismo,carencia de relaciones sociales-, con alteraciones en la respuestas del sistema inmune -disminución de la actividad de las células asesinas y de los linfocitos T-. Otros estudios han demostrado que el bienestar psicológico -buenas relaciones de pareja, familiares y sociales, falta de ansiedad y depresión-, ejercen un efecto protector en el desarrollo de enfermedades autoinmunes. Los factores psicológicos y sociales pueden desempeñar en la progresión o remisión de algunas enfermedades como el cáncer. Se encontrado una mayor tasa de supervivencia en sujetos que han recibido psicoterapia o formación en técnicas de relajación, de afrontamiento del estrés o apoyo psicosocial, encontrándose además un aumento del actividad inmuneaumento del número de linfocitos y de células asesinas-. Los sentimientos de indefensión, desesperanza, ansiedad, fatalismo o aceptación estoica han sido asociadas con la progresión más rápida del cáncer. Diferentes factores psicológicos y sociales pueden afectar el estado emocional del individuo, en cuya regulación desempeña un papel importante el sistema límbico. Se conocen diversas vías de comunicación entre el SN, sistema endocrino y el sistema inmune es posible que los factores psicosociales pueden modular, través de estas vías, la función inmune y, por tanto, la susceptibilidad a las enfermedades, el ejemplo más representativo de que los factores psicosociales pueden alterar la respuesta del sistema inmune está constituido por la respuesta del organismo de situaciones de estrés. Desencadenan alteraciones en diversos sistemas orgánicos, el sistema inmune, el sistema cardiovascular, el sistema digestivo y el sistema reproductor además de alteraciones producidas cero funcionamiento del SN del sistema endocrino. LAS RESPUESTAS DEL ORGANISMO ANTE EL ESTRÉS: UN EJEMPLO DE LAS INTERACCIONES ENTRE LA CONDUCTA, EL SISTEMA NERVIOSO, EL SISTEMA ENDOCRINO Y EL SISTEMA INMUNE. En la década de los años 50 y 60, algunos estudios investigarán el efecto que diferentes agentes estresantes ejercía sobre el desarrollo de algunas enfermedades causadas por virus , comprobando que la susceptibilidad a la infección viral dependía del estímulo estresante utilizado. Sugirió que las condiciones psicológicas-conductuales en que se encuentra un individuo podían regular la función inmune. kiecolt-Glaser y cois,1984 comprobaron una mayor susceptibilidad a las infecciones en estudiantes de medicina cuando se encontraban en época de exámenes. Tanto en animales como humanos, una gran variedad de acontecimiento psicosociales, que son percibidos como estresantes por el organismo, pueden producir alteraciones de la función inmune. En situaciones de estrés puede darse en principio una activación del sistema inmune, si el estrés es intenso y prolongado, se produce inmunosupresión y estos efectos inmunosupresores afectan tanto a la respuesta específica como la respuesta inespecífica -disminución de la actividad de las células asesinas, del número de linfocitos T, de los niveles plasmáticos de las proteínas del sistema de complemento, de la fagocitosis de macrófagos y de la producción de anticuerpos-. Se ha planteado que las experiencias vitales estresantes podrían afectar el estado de salud del individuo al alterar la función inmune. En las situaciones de estrés se produce una activación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal -HHA-,con la consiguiente elevación de los niveles de ciertas hormonas como la CRH, la ACDH y los glucocorticoides, así como una activación del SN simpático que libera catecolaminas. La activación del eje HHA parece constituir un mecanismo de regulación de la función inmune por parte del SN para evitar que una excesiva activación del sistema inmune pueda poner en peligro la homeostasis. Los glucocorticoides constituyen uno de los principales mecanismo mediadores de la inmunosupresión producida por el estrés. En situaciones de estrés también son liberados otras hormonas, como la prolactina, y neuropéptidos como las endorfinas y las encefalinas. Los péptidos opioides endógenos parecen ejercer a dosis altas, equiparables probablemente a una situación de estrés prolongada, efectos inmunosupresores, mientras el papel de la prolactina podría ser el del restablecer la inmunosupresión producida por las otras hormonas liberadas en estas situaciones. Ante situaciones de amenaza peligro, los organismos desencadenan una serie de respuesta fisiológicas que favorecen su supervivencia, al ponerse en marcha mecanismo que facilitan una respuesta rápida. Los estímulos percibidos como estresantes son traducidos a modificaciones en la actividad de los sistemas de neurotransmisores, neuropéptidos y hormonas, pudiendo afectar al estado emocional del individuo, en cuya regulación desempeñan un papel fundamental el sistema límbico. El sistema límbico envía información a otros núcleos y estructuras del SN, entre los que se encuentra el hipotálamo, principal centro regulador del SN autónomo y del sistema endocrino. Estas conexiones nerviosas proporcionan el medio por el que las situaciones percibidas como estresantes pueden producir cambios en la actividad del SN autónomo y del sistema endocrino, que constituyen, dos importantes vías de comunicación con el sistema inmune. Mediante estas vías, los factores psicosociales percibidos como estresantes pueden alterar la función inmune y, afectar la salud del individuo al aumentar la susceptibilidad a las enfermedades. El SN, el sistema endocrino y el sistema inmune constituyen un único e integrado sistema de defensa, cuyos componentes liberan citocinas, hormonas, neuropéptidos y neurotransmisores, y en los que se han localizado receptores para todas esas sustancias. El hecho de compartir estos mediadores químicos hace posible que estos diferentes sistemas puedan comunicarse y responder a la señales procedentes de los demás de una manera selectiva e integrada para lograr la adaptación del individuo a su medio ambiente y el equilibrio del medio interno, lo que garantiza su supervivencia y reproducción, y en definitiva la perpetuación de sus genes.