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Aparato Urinario - Apuntes 9
Fisiología (Universidad de Alicante)
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TEMA 3: DESCRIPCIÓN ANATÓMICA Y BASES FISIOLÓGICAS DEL APARATO
URINARIO: RIÑÓN Y VÍAS URINARIAS. FISIOLOGÍA RENAL.
0. JUSTIFICACIÓN
1. INTRODUCCIÓN: órganos del sistema urinario y funciones.
2. LOS RIÑONES
2.1- Anatomía renal. Irrigación e inervación.
2.2- Morfología renal.
2.3- Vías urinarias intrarrenales.
3. LAS VÍAS URINARIAS EXTRARRENALES:
3.1- Uréteres.
3.2- Vejiga urinaria.
3.3- Uretra.
4. FISIOLOGÍA RENAL
4.1- Formación de la orina:
· La filtración glomerular (membrana de filtración).
· La reabsorción y secreción tubular.
4.2 Mantenimiento del equilibrio osmótico e hidroelectrolítico.
4.3 – Mantenimiento del equilibrio ácido-base.
5. ATENCIÓN AL PACIENTE RENAL
1. INTRODUCCIÓN:
Habitualmente se ingiere una cantidad de agua e iones superiores a las necesidades
corporales que deben ser eliminados para mantener la homeostasis sanguínea. Esto se
consigue a través de la orina, el principal líquido de desecho del organismo que varía en
cantidad y composición, para mantener el medio interno constante en composición y
volumen. El aparato urinario es el conjunto de órganos que producen y excretan la
orina. Está localizado entre la región abdominal inferior y la pelviana y está constituido
por dos riñones, órganos densos productores de la orina, de los que surgen sendas pelvis
renales como un ancho conducto excretor que al estrecharse se denomina uréter. A
través de ambos uréteres la orina alcanza la vejiga urinaria, donde se acumula.
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Finalmente a través de un único conducto, la uretra, la orina se dirige hacia el meato
urinario y el exterior del cuerpo.
Las funciones del aparato urinario, y más concretamente de los riñones son:
- el mantenimiento del equilibrio osmótico e hidroelectrolítico (regulan la volemia, el
balance iónico y la osmolaridad sanguínea),
- el mantenimiento del equilibrio ácido-base de la sangre y los fluidos corporales
(regulan la concentración de iones tampón fosfato, carbonato y amonio),
- la excreción de residuos hidrosolubles del cuerpo, productos nitrogenados del
catabolismo celular (urea, ácido úrico, creatinina) y xenobióticos de fármacos y tóxicos.
- Además tienen una importante función endocrina, participando en la producción de
hormonas fundamentales para el organismo, como la renina, que regula la tensión
arterial. La eritropoyetina, segregada por las células medulares del riñón en condiciones
de anoxia, que actúa sobre la médula ósea estimulando la maduración y proliferación de
los glóbulos rojos. Las prostaglandinas y cininas que participan en el control del flujo
sanguíneo y los procesos inflamatorios. Además son los responsables de la activación de
la vitamina D (1,25-dihidroxicolecalciferol), que estimula la absorción activa de calcio a
nivel intestinal y favorece la actividad hipercalcemiante de la paratohormona a nivel
renal y óseo.
2. LOS RIÑONES
2.1.- Anatomía renal. Irrigación e inervación:
Los riñones están situados en el abdomen a ambos lados de la región dorsolumbar de la
columna vertebral, aproximadamente entre la 12ª vértebra dorsal y la 3ª vértebra
lumbar, situándose el derecho en un plano inferior al izquierdo, debido a la presencia
del hígado. La cara posterior de cada riñón se apoya en la pared abdominal posterior y
su cara anterior está recubierta por el peritoneo, de ahí que se consideren órganos
retroperitoneales. A través de la membrana peritoneal, los riñones se relacionan con los
órganos intraabdominales vecinos. El polo superior de cada riñón está cubierto por la
glándula suprarrenal correspondiente, que se integra en la cápsula adiposa renal, y cuya
función es puramente endocrina.
Externamente los riñones son de color rojizo, tienen forma de habichuela, en el adulto
pesan unos 140 g cada uno y tienen aproximadamente el tamaño del puño de un adulto.
En cada riñón se distingue un polo superior y uno inferior; dos caras, la anterior y la
posterior; dos bordes, el externo o lateral convexo y el medial o interno cóncavo. Este
último presenta en su porción central el hilio renal, una ranura por donde entran y salen
nervios, vasos linfáticos, vasos arteriovenosos y la pelvis renal. Los vasos
arteriovenosos y la pelvis renal constituyen el pedículo renal. Envolviendo
íntimamente al parénquima renal se encuentra primero la cápsula fibrosa, protegida a su
vez por la cápsula adiposa. Aún más externamente se sitúa la aponeurosis renal.
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La irrigación sanguínea de los riñones es muy abundante en relación a su peso y se debe
a la función de depuración sanguínea que éstos realizan. Las arterias renales derecha e
izquierda son ramas de la arteria aorta abdominal, que, tal como se ha comentado,
penetran a su riñón por el hilio renal formando parte del pedículo renal. Estas arterias
aseguran un aporte de sangre suficiente para la posibilitar la producción de orina (unos
1200 ml por minuto). En el interior de los riñones las arterias renales se ramifican
disminuyendo progresivamente su calibre hasta las arteriolas aferentes y los capilares
glomerulares. Los capilares glomerulares tienen un endotelio extremadamente
fenestrado (con fenestraciones de 20-50 nm) para facilitar el paso de plasma y, por
tanto, la depuración de la sangre. Están rodeados de células mesangiales, encargadas de
su sostén. Además participan en la contracción de los capilares y tienen actividad
fagocítica para eliminar residuos macromoleculares de la filtración. Contienen
receptores para angiotensina II y otros vasoconstrictores. A la salida del glomérulo renal
los capilares se reagrupan, en arteriolas y arterias eferentes, recuperando
progresivamente su calibre hasta las venas renales que, de nuevo como parte del
pedículo renal, salen de los riñones a través del hilio para drenar a la vena cava inferior.
La inervación de ambos riñones corre a cargo de los nervios renales que, formando el
plexo renal, penetran en los riñones acompañando a las arterias renales. Su principal
función es vasomotora (inervan vasos sanguíneos), de manera que participan en la
regulación del flujo sanguíneo renal.
2.2.- Morfología renal:
En un corte frontal del riñón observamos dos elementos bien diferenciados: una cavidad
llamada seno renal, cuyo orificio es el hilio renal, y el tejido llamado parénquima renal.
Este presenta a su vez dos zonas de distinto aspecto y coloración: la corteza renal, lisa y
rojiza, en la periferia, y la médula renal, de color marrón y textura estriada, situada entre
la corteza y el seno renal. El seno renal es la cavidad del riñón que se forma a
continuación del hilio renal. Contiene arterias y venas renales, los ramos nerviosos
principales del plexo renal y las vías urinarias intrarrenales: los cálices renales menores
y mayores y la pelvis renal. Todo ello se encuentra rodeado de tejido graso que
contribuye a inmovilizar dichas estructuras.
El parénquima renal es la parte efectora del riñón y está constituido por tejido
conjuntivo muy vascularizado que sustenta entre uno y tres millones de nefronas: las
unidades estructurales y funcionales del riñón. Cada nefrona consta de un corpúsculo y
de un sistema tubular que se organizan dentro de las estructuras del parénquima.
En el corpúsculo los capilares glomerulares forman un ovillo llamado glomérulo que
queda alojado en el interior de una cápsula esférica llamada cápsula de Bowman con la
que mantiene un íntimo contacto. Esta estructura es la responsable de la diálisis
sanguínea. La cápsula de Bowman se parece a una esfera hueca, abierta por su polo
superior para recibir a los capilares glomerulares, con dos membranas de epitelio plano
simple que delimitan el espacio capsular: la pared visceral, en íntimo contacto con la
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pared de los capilares, y la pared parietal o externa que se continúa sin interrupción con
el túbulo renal.
La pared visceral de la cápsula consiste en una membrana basal constituida por una
lámina rara interna, en contacto directo con los capilares glomerulares, una lámina
densa y una lámina rara externa. Las láminas raras están formadas en su mayor parte por
ácido siálico, cargado negativamente, que ayuda a evitar el paso de proteínas durante la
ultrafiltración. La lámina densa adquiere este nombre por su visualización al
microscópio electrónico, que debe a su alto contenido en colágeno tipo IV. Contribuye a
la filtración por impedimento de tamaño. Como curiosidad añadir que el desarrollo de
autoanticuerpos anti colágeno tipo IV es una de las causas de algunas glomerulonefritis.
Bajo la lámina rara externa se encuentran los podocitos, que recubren el interior de la
cápsula de Bowman en contacto con su luz. Son células muy especializadas polarizadas
que presentan multitud de prolongaciones citoplasmáticas primarias a modo de dedos
denominados pedícelos que literalmente abrazan, a través de la membrana basal, los
capilares glomerulares. Además los podocitos vecinos se relacionan abrazando sus
pedícelos entre sí, formando una red que deja espacios o fisuras intercelulares de unos
25 nm. Los pedícelos entrecruzados están conectados mediante complejos moleculares
que forman los llamados diafragmas de hendidura, por donde se realiza la
ultrafiltración.
El túbulo renal nace a continuación de la cápsula de Bowman, presenta cuatro
segmentos con características histológicas, funcionales y topográficas distintas,
rodeados por la red capilar peritubular. Su función es la de ajustar la composición del
ultrafiltrado producido por el glomérulo, por medio de procesos de reabsorción y
secreción, con la finalidad de recuperar sustancias útiles y facilitar la eliminación de
sustancias nocivas. Los segmentos son:
- El túbulo contorneado proximal, un tubo sinuoso de unos 13 mm de longitud que
consta de un epitelio cuboide simple de citoplasma eosinófilo, cuyas células poseen un
borde en cepillo de microvellosidades que aumenta su capacidad de absorción. Además
presentan interdigitaciones laterales con las células vecinas. Su función principal es la
de reabsorber hasta el 80% del filtrado glomerular.
- El asa de Henle, que está constituido por dos ramas en forma de horquilla: la rama
descendente que parte a continuación del tubo contorneado proximal y se introduce en
la pirámide medular a más o menos profundidad; y la rama ascendente, que retorna
hacia la corteza renal.
Las nefronas se pueden clasificar como yuxtamedulares (el 20%) o corticales (el 80 %)
en función de la longitud del asa de Henle. En las corticales el asa penetra a penas en la
zona superficial de la pirámide medular y su corpúsculo suele ser muy fronterizo. En las
nefronas yuxtamedulares, cuyo corpúsculo está situado en la zona de la corteza próxima
a la médula, el asa de Henle es larga y penetra profundamente en la pirámide medular.
En la porción ascendente de su asa de Henle, se distingue el segmento delgado seguido
del segmento grueso. Este último presenta un epitelio cuboide simple, a diferencia del
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resto del asa, que se caracteriza por un epitelio escamoso simple. Estas asas largas crean
un gradiente de concentración de sodio en el intersticio de la médula renal (mayor
concentración salina cuanto más cerca de la papila) que posibilita la máxima
concentración de la orina.
- El túbulo contorneado distal es de epitelio cuboide simple en el que destacan las
células principales, con receptores para las hormonas antidiurética y aldosterona. Este
segmento sigue la rama ascendente del asa de Henle y en su porción inicial se situa
entre las arteriolas aferentes y eferente. Las células de esta porción se especializan en
células de la mácula densa. La confluencia de estas tres estructuras forma el
denominado aparato yuxtaglomerular. Las células de la mácula densa son las
encargadas de responder a bajas concentraciones de sodio en el túbulo distal con la
producción de renina. Esta hormona actúa sobre el angiotensinógeno de origen hepático
para producir angiotensina I, que a nivel pulmonar será modificado a angiotensina II.
Esta hormona tiene varios efectos que conllevan el aumento de la filtración glomerular.
Por un lado estimula la producción de aldosterona y el aumento de la natremia. Por otro
estimula a las células mesangiales extraglomerulares de la arteriola eferente provocando
su contracción, lo que provoca un aumento de la presión hidrostática a nivel de los
capilares glomerulares.
- El túbulo o conducto colector presenta una porción cortical y otra medular. Es un
tubo rectilíneo que se forma por confluencia de los túbulos contorneados distales de
varias nefronas. El conjunto de nefronas que confluyen a un mismo túbulo colector
determinan un lobulillo renal. A su vez varios túbulos colectores confluyen en un
conducto papilar que, junto con otros similares, drena en un cáliz menor. Estos
conductos, se prolongan desde la corteza hasta la papila renal, atravesando en altura
toda la pirámide. El colector se asemeja al distal en cuanto al tipo de epitelio que lo
constituye, además de las células principales posee muchas células intercaladas que
intervienen en la homeostasis del pH sanguíneo.
Así pues, la corteza renal es la zona del parénquima situada inmediatamente por debajo
de la cápsula fibrosa, tiene un espesor aproximado de 1 cm y está constituida por los
corpúsculos de las nefronas. La corteza se inserta en la médula renal con prolongaciones
denominadas columnas de Bertin constituidas por los conductos contorneados de las
nefronas y de los vasos sanguíneos más finos.
Por su parte, la médula renal consta de 8 a 18 estructuras cónicas llamadas pirámides
renales o de Malpighi, cuyos vértices, dirigidos hacia el seno renal, se denominan
papilas renales. En las pirámides se sitúan las asas de Henle, los conductos colectores y
los conductos papilares. La unión de una pirámide de Malpighi, con sus columnas de
Bertin adyacentes, conforman un lóbulo renal, la unidad macroscópica estructural del
riñón.
2.3 Vías urinarias intrarrenales:
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Las vías urinarias intrarrenales son el conjunto de canales excretores que conducen la
orina definitiva desde su salida del parénquima renal hasta el exterior del riñón.
- Los cálices menores son unas estructuras visibles macroscópicamente, en forma de
copa, situados en el seno renal. Recogen la orina procedente de los conductos papilares
que desembocan en la papila renal (vértice agujereado de cada pirámide de Bertin). En
cada riñón hay tantos cálices menores como pirámides, es decir entre 8 y 18.
- Los cálices mayores, de 2 a 3 por riñón, se forman por la reunión de varios cálices
menores y conducen la orina de los cálices menores a la pelvis renal.
- La pelvis renal se forma por la reunión de los cálices mayores. Es un reservorio con
capacidad para 4-8 ml de orina. Tiene actividad contráctil que contribuye al avance de la
orina hacia el exterior. La pelvis renal tiene una porción intrarrenal, situada en el seno
renal y una porción extrarrenal, a partir del hílio, que se hace progresivamente más
estrecha hasta continuarse con el uréter. El epitelio en esta estructura se diferencia ya
del epitelio renal y se conoce como epitelio de transición, aunque es un epitelio muy
fino que se engrosará en los uréteres.
3.- LAS VÍAS URINARIAS EXTRARRENALES:
3.1- Uréteres
La pelvis renal de cada riñón se continúa con el uréter correspondiente. Estos son dos
finos conductos que conducen la orina hacia la vejiga mediante movimientos
peristálticos. Tienen una posición retroperitoneal y realizan un trayecto de entre 25 a 30
cm, con una porción abdominal y una pelviana, hasta desembocar en la base de la vejiga
urinaria.
Su pared gruesa músculomembranosa (de entre 4 y 7 mm de diámetro) consta de tres
capas. La más interna es una capa mucosa revestida de epitelio transicional que presenta
una lámina propia de tejido conectivo denso. La pared muscular intermedia está
compuesta por células musculares lisas con actividad contráctil. La combinación de
epitelio transicional y los pliegues longitudinales extensos permite la distensión del
uréter. Los 2/3 superiores del uréter poseen 2 capas de músculo liso; la capa interna es
longitudinal y la externa circular (disposición inversa de la que prima en el intestino).
La capa más externa del uréter, la adventicia, es una membrana serosa constituida por
tejido conectivo fibroelástico con vasos sanguíneos, linfáticos y nervios.
Cada uréter presenta tres estrechamientos. El primero, en su origen, coincide con la
unión pelvicoureteral. El segundo se produce a nivel pélvico, en su cruce con los vasos
Ilíacos. El tercero, el más acentuado, se encuentra en la pared vesical, en su
desembocadura a la vejiga.
En su trayecto abdominal, los uréteres descienden verticalmente, apoyados sobre la
pared muscular abdominal posterior (a lo largo del músculo Psoas), recubiertos por el
peritoneo. Al penetrar en la cavidad pélvica, cruzan los vasos ilíacos comunes
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iniciándose su trayecto pélvico. A continuación, en el hombre, los uréteres pasan por
debajo de los conductos deferentes, mientas que en la mujer lo hacen por debajo de las
arterias uterinas. Finalmente los dos uréteres llegan al fondo vesical donde se abocan,
atraviesan la pared vesical siguiendo un trayecto oblicuo de arriba abajo y de fuera
adentro. Este trayecto explica la ausencia de reflujo vesicoureteral cuando la vejiga está
llena, y se puede considerar una verdadera válvula fisiológica.
3.2 Vejiga
La vejiga urinaria es un órgano muscular hueco situado en la cavidad pélvica. Es un
reservorio de orina con capacidad máxima fisiológica de hasta 800 ml, aunque en
determinadas patologías puede exceder bastante este volumen. Cuando está vacía, la
vejiga adopta una forma triangular de base ancha situada hacia atrás y hacia abajo, el
fundus. El cuerpo vesical se estrecha hacia delante coincidiendo en su borde anterior
con el borde superior de la sínfisis púbica. La cara superior (sobre la cual se apoya el
útero en la mujer) es ligeramente cóncava, a no ser que contenga un gran volumen de
orina, en cuyo caso, la cara superior forma una cúpula que sobrepasa la sínfisis púbica.
En el fundus vesical hay tres orificios, los dos ureterales, separados por unos 4-5 cm y el
orificio uretral, punto de partida de la uretra. Los tres delimitan un espacio triangular
denominado trígono vesical.
La capa muscular de la pared vesical está constituida por una potente red de fibras
musculares lisas denominada músculo detrusor, que permite una contracción uniforme
de este órgano. La capa muscular está revestida interiormente por la mucosa de epitelio
transicional y la submucosa. Cuando la vejiga está vacía el epitelio muestra seis a ocho
capas, cuando está llena presenta tres a cuatro capas de células aplanadas. La distensión
de las paredes de la vejiga como resultado del depósito de orina, permite acomodar la
mucosa por aplanamiento de sus innumerables pliegues y expansión del epitelio
transicional que al final termina por parecerse al plano estratificado. Las células
superficiales del epitelio presentan una membrana celular con concavidades alternadas
con placas de engrosamiento. Esto permite soportar la distensión y también restringir el
movimiento de líquidos. Estas células superficiales, además, están unidas por zónulas
ocludens que forman una barrera impermeable que impide la salida de agua desde la
orina (solución hipertónica).
3.3 Uretra
El orificio uretral vesical y el inicio de la uretra están rodeados por dos esfínteres: uno
de control involuntario formado por haces del músculo pubovesical y otro de control
voluntario formado por fibras del músculo transverso profundo del periné, que forma
parte del diafragma urogenital.
La uretra femenina es un conducto de unos 3-4 cm de longitud destinado
exclusivamente a conducir la orina. Nace en la cara inferior de la vejiga, desciende
describiendo un trayecto ligeramente cóncavo hacia delante, entre la sínfisis púbica por
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delante y la pared vaginal por detrás, desemboca en el meato uretral externo de la vulva,
entre el clítoris por delante y el orificio vaginal por detrás. Poco antes del meato, la
uretra atraviesa el músculo transverso profundo del periné que constituye su esfínter
externo, de control voluntario.
La uretra masculina tiene una longitud de entre 20-25 cm repartidos en varios
segmentos:
- uretra prostática, segmento de unos 3-4cm de longitud y 1cm de diámetro que
atraviesa la próstata.
- uretra membranosa de aproximadamente 1 cm de longitud, que atraviesa el músculo
transverso profundo del periné, el esfínter voluntario del conducto.
- uretra esponjosa, que se dispone a todo lo largo del cuerpo esponjoso del pene, hasta el
meato uretral.
En general, el extremo proximal de la uretra está revestido por epitelio transicional y el
extremo distal, en el punto en el que se acerca al orificio externo, por estratificado plano
no queratinizado. La lámina propia de la uretra es gruesa y fibroelástica. Junto a ella hay
una capa muscular poco delimitada, compuesta de una capa longitudinal interna y otra
circular externa de músculo liso. En el orificio externo, la uretra está rodeada por un
esfínter uretral doble, siendo el interno involuntario y el externo voluntario e integrado
por fibras de músculo estriado.
4. FISIOLOGÍA RENAL
4.1- Formación de la orina:
La formación de la orina pasa por tres etapas fundamentales: la filtración glomerular, la
reabsorción tubular y la secreción tubular.
* Filtración glomerular:
La filtración glomerular es la etapa inicial en la formación de la orina, consiste en el
paso de parte del plasma sanguíneo que circula por los capilares glomerulares del riñón,
hacia el espacio capsular de Bowman, atravesando la membrana de filtración. Tal y
como se ha explicado, ésta es un filtro complejo formado por tres estructuras: el
endotelio fenestrado de los capilares glomerulares, la membrana basal de la pared
visceral de la cápsula de Bowman y la capa de podocitos que los rodea.
Los elementos formes de la sangre (hematíes, leucocitos y plaquetas), así como las
proteínas plasmáticas no pueden atravesar la membrana de filtración, de ahí que el
filtrado, orina primitiva u orina inicial que se recoge en el espacio de Bowman tenga
una composición similar a la del plasma, excepto en lo que concierne a las proteínas. La
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única proteína, que en condiciones normales, puede filtrarse es la albúmina, aunque
siempre será en concentraciones mínimas.
Para que forzar el paso del agua y solutos del plasma hacia el espacio capsular de
Bowman y por tanto haya filtración glomerular debe haber suficiente presión sanguínea
en los capilares glomerulares. La presión arterial sistólica (PAS) debe ser igual o
superior a 60 mm Hg, ya que cifras menores se traducirán en una presión hidrostática
insuficiente. Pero la presión neta de filtración (PNF) es el resultado de diferentes
fuerzas contrapuestas:
1) la presión hidrostática que ejerce la sangre en los capilares glomerulares (PHc) que
depende de la PAS y favorece la filtración,
2) la presión hidrostática que ejerce el filtrado en la cápsula de Bowman (PHb),
3) la presión coloidosmòtica u oncótica que ejercen las macromoléculas sanguíneas en
los capilares glomerulares (POc) que es contraria a la filtración y
4) la presión coloidosmòtica u oncótica que ejercen las macromoléculas en la cápsula de
Bowman (POb), que favorece la filtración pero es despreciable.
Así pues, la PNF = PHc – (PHb + POc)
Su valor final ronda los 10 mm Hg y se mantiene relativamente constante gracias a
distintos mecanismos reguladores en los que, entre otras, intervienen hormonas
producidas por el propio riñón (la renina del aparato yuxtaglomerular).
La tasa de filtración glomerular (TFG) es otro de los parámetros relevantes en el
estudio de la fisiología renal. Es el volumen de filtrado que se produce por unidad de
tiempo, y su valor es de unos 120 ml/min, que en 24 horas supone la elevada cifra de
180 l. Este enorme volumen de filtrado se debe a la gran cantidad de sangre que reciben
ambos riñones por unidad de tiempo, unos 1200 ml/min, que representa del 20 al 25%
del gasto cardíaco en reposo.
Para estudiar la TFG se mide la concentración de substancias en orina que cumplen los
siguientes requisitos:
- se filtran en forma de molécula libre, no ligada a proteínas,
- no se reabsorben ni se secretan a nivel tubular,
- no se producen ni destruyen por el riñón, ni modifican el funcionamiento del mismo.
Las más utilizadas con este propósito son la inulina y la creatinina.
* Reabsorción y secreción tubular:
Para alcanzar el volumen total definitivo de orina, la diuresis, que en general en el
adulto es de unos 2 l/día, es necesario un proceso de reabsorción que se produce a nivel
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tubular. Además, durante su flujo por los túbulos, la composición de la orina también
será ajustada para mantener la homeostasis sanguínea, por lo que será necesario un
proceso de secreción tubular acoplado al proceso de reabsorción. Las principales
sustancias secretadas son H+, K+, NH4+ y ciertos fármacos como la penicilina.
La reabsorción tubular, por tanto, es el retorno de gran parte del filtrado al torrente
sanguíneo: por un lado, el agua necesaria para mantener el equilibrio hídrico y por otro
parte de las sustancias filtradas que son imprescindibles para el cuerpo como la glucosa,
los aminoácidos, vitaminas, parte de la urea e iones. Para que pueda darse esta
reabsorción, la tensión sanguínea en los capilares peritubulares es mucho menor de lo
normal.
Los mecanismos por los que se realizan la reabsorción y la secreción pueden ser:
- el transporte pasivo, a favor de gradiente, por difusión. Tal es el caso del agua y de
parte de la urea filtrada.
- o bien el transporte activo de sustancias en contra de su gradiente de concentración
con gasto de energía en forma de ATP. Para conseguir este ATP, la cara basal de las
células tubulares es rica en bombas de Sodio/potasio (ATPasa de Na+/K+). Estos
dispositivos moleculares consumen energía en forma de ATP para poder transportar
iones en contra de su gradiente (habitualmente Na+), creando un flujo acoplado de
retorno que se aprovecha para reabsorber otras moléculas.
La reabsorción del 99% del filtrado sucede a todo lo largo del túbulo renal
especialmente en el segmento contorneado proximal (un 80% aprox.), mientras que el
ajuste preciso del volumen y composición de orina definitiva se efectúa en el túbulo
contorneado distal y colector.
En los 180 L de filtrado producidos diariamente en el glomérulo renal hay
aproximadamente 1,5 Kg de NaCl, del que sólo será excretado el 1%. En el túbulo
contorneado proximal (TCP) se reabsorbe el 75% del Na+ por trasporte activo a través
de las Bombas de Sodio/Potasio, una proporción similar de iones Cloro le sigue por el
gradiente eléctrico, es decir, la diferencia de cargas eléctricas que se crea y el agua
acompaña a ambos siguiendo un gradiente osmótico. Al final de este segmento, el
volumen de filtrado se ha reducido mucho pero se mantiene isotónico con respecto al
plasma sanguíneo, es decir, ambos fluidos presentan una similar concentración de sal.
En la porción descendente del asa de Henle, siguiente segmento tubular de la nefrona,
apenas sucede transporte activo de Na+ y consecuentemente tampoco de Cl-. En
cambio, sus paredes son muy permeables al agua. La porción ascendente del Asa de
Henle presenta características contrapuestas a la anterior, es decir, una activa
reabsorción de NaCl y gran impermeabilidad al agua. Esta configuración del Asa de
Henle, típica de las nefronas yuxtamedulares, produce un gradiente de salinidad de
menos a más a medida que desciende por el asa y una recuperación de la concentración
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a medida que recorre el tramo ascendente, de manera que la orina que llega al túbulo
contorneado distal tiene un volumen mucho menor y es hipotónica respecto al plasma.
Cuando el cuerpo precise agua, se concentrará la orina mediante la reabsorción de agua
en los últimos segmentos tubulares de las nefronas, el túbulo distal y el conducto
colector, bajo regulación de la hormona antidiurética (ADH o vasopresina). En su
ausencia las paredes de ambos son casi impermeables. Esta hormona se produce en el
hipotálamo y se almacena y segrega por la hipófisis posterior a la sangre en respuesta a
variaciones en la concentración sanguínea. Además, en el túbulo distal y la porción
inicial del conducto colector la hormona de origen suprarrenal aldosterona promoverá la
reabsorción de Na+ en función de las necesidades del organismo.
4.2 Mantenimiento osmótico e hidroelectrolítico
La osmolaridad de los líquidos corporales está en relación directa con la concentración
de NaCl y el volumen hídrico del plasma sanguíneo. Los riñones, regulando ambos
parámetros bajo el control hormonal, modifican las características de la orina,
contribuyendo al mantenimiento de la homeostasis hidroelectrolítica del organismo.
Para mantener la constancia hídrica del medio interno, las pérdidas hídricas deben ser
proporcionales a las ganancias, de modo que se pierden unos 2500 mL /día por 4 vías: la
renal que excreta un 60% aprox. de este volumen en forma de orina, la dérmica que, a
través del sudor, elimina un 8%, la pulmonar que, a través del aliento, elimina
aproximadamente un 28% y la gastrointestinal que elimina un 4% en el agua incluida en
las heces. Tanto las ganancias como las pérdidas de agua van acompañadas de las
correspondientes de electrolitos, principalmente de Na+, Cl-, K+ y Ca2+. Ya hemos visto
cómo se regula el balance hídrico y de Na+ y Cl-.
El potasio juega un papel crucial en la excitabilidad neuromuscular y en principio es
totalmente reabsorbido en el TCP y sólo aparece en la orina cuando, por efecto de la
aldosterona y en respuesta a un exceso de potasio o un déficit de sodio en sangre
(hiperkaliemia), se secreta y elimina en el segmento terminal. En lo que respecta al
calcio, sumamente importante en las reacciones celulares y en los componentes óseos,
tras filtrarse en el glomérulo es reabsorbido pasivamente a todo lo largo del túbulo
renal, a excepción del segmento contorneado distal, donde su reabsorción dependerá de
la paratohormona (PTH), hormona hipercalcemiante secretada por las glándulas
paratiroides.
4.3 Mantenimiento del equilibrio ácido-base
El metabolismo celular produce bases como el amoniaco (NH3) y sobre todo sustancias
ácidas como el ácido sulfúrico (H 2SO4), el ácido fosfórico (H3PO4), el ácido úrico, el
ácido láctico, el ácido acetoacético y el ácido ß-hidroxibutírico. La cantidad de todos los
anteriores, sin embargo es insignificante si se compara con la enorme cantidad de ácido
carbónico (H2CO3) formado diariamente a partir del CO2 liberado durante la respiración
celular.
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Los ácidos en general (AcH) son compuestos que en disolución acuosa tienden a
disociarse totalmente si son fuertes, o parcialmente si son débiles, produciendo en el
medio un aumento en la concentración de iones hidrogeno (H +). El pH es el parámetro
que evalúa la acidez o basicidad de un medio y se define como el valor que resulta del
negativo del logaritmo de la concentración de H + libres del medio, expresada en
moles/L (pH = - log [H+]). Cuanto mayor es la concentración de hidrogeniones, menor
es el valor del pH y hablamos de pH ácido. Al contrario, cuando menor es su
concentración, mayor es el valor del pH y hablamos de pH básico. La concentración de
hidrogeniones de los fluidos biológicos suele ser muy pequeña, del orden de 10-7 M, por
lo que pH=- Log [10-7] =7.
La estructura funcional de nuestras proteínas, la mayoría de procesos fisiológicos del
organismo y todas las reacciones químicas intracelulares, requieren unas condiciones de
acidez constantes (próximas a la neutralidad) para desarrollarse con normalidad. El
equilibrio ácido base contempla los mecanismos moleculares y fisiológicos que tratan
de mantener la acidez sanguínea constante y estable, alrededor de un pH de 7,4 (entre
7,35 y 7,45), lo cual asegura una concentración correcta de ácidos y bases a todos los
niveles del cuerpo, tanto en la sangre como en los tejidos.
De estos mecanismos reguladores el primero en actuar, de manera independiente, es el
tampón proteico. Las proteínas son los sistemas amortiguadores orgánicos más eficaces
y abundantes de la sangre, ya que poseen en sus aminoácidos constituyentes grupos
funcionales carboxílicos, de carácter ácido, (-COOH) capaces de ceder hidrogeniones al
medio, y grupos amina, básicos (-NH2), capaces de captarlos siempre que la proporción
de éstos se vea alterada. Esta regulación de la [H+] en el medio es inmediata y de rápida
acción.
Cuando la amortiguación de las proteínas no es suficiente para restaurar el pH, el
organismo pasa al segundo mecanismo disponible: los sistemas tampón extracelulares.
El más importante es el sistema HCO3−/CO2, que se describe con la siguiente ecuación:
Al tratarse de un sistema tampón basado en un ácido débil, ante cualquier cambio en la
concentración de alguna de sus especies químicas esta reacción se desplazará a
izquierda o derecha para compensarlo y recuperar el equilibrio de concentraciones
regulando con ello el pH, tal y como describe la ecuación de Henderson-Hasselbalch:
La regulación de sistema HCO 3−/CO2 es bilateral. Por un lado, la ventilación alveolar
concentraciones de CO2, y la excreción renal se encarga de controlar rigurosamente las
concentraciones de H+ y HCO3−. Así pues, un aumento en la concentración de H + desvía
la ecuación hacia la derecha generando CO 2 y viceversa. Este importante sistema
amortiguador está estrictamente regulado bilateralmente. El aumento de la
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concentración de CO2 está estrechamente regulado por la modificación de la ventilación
pulmonar, de su profundidad y del ritmo ventilatorio pulmonar, que se instaura a los
pocos minutos de producirse una alteración del pH sanguíneo. En el otro lado, ante el
aumento de H+ y HCO3− encontramos el control renal, capaz de modificar la
composición de la orina con excreción del exceso del ácido o de la base. A pesar de ser
el más lento, el mecanismo renal resulta el más eficaz en el control del equilibrio ácido
base.
Los riñones controlan el pH mediante el ajuste de la cantidad de HCO 3− que se excreta o
es reabsorbido. La reabsorción de HCO3− es equivalente a la excreción de H+ libre
puesto que desplazará la reacción del sistema hacia la derecha. Las respuestas para
manejar los trastornos del equilibrio ácido base se desarrollan entre horas y días después
de que sucedieron los cambios en este equilibrio.
Toda el HCO3− en el suero se filtra a medida que pasa a través del glomérulo. La
reabsorción de HCO3− se produce sobre todo en el túbulo proximal y, en menor medida,
en el túbulo colector. El agua dentro de la célula tubular distal se disocia en
hidrogeniones e hidroxilos (OH−); en presencia de CO2, el hidroxilo se combina con
este formando HCO3−, que regresa al capilar peritubular, mientras que el H + se secreta
hacia la luz tubular y se une con el HCO 3− filtrado libremente formando CO2 y H2O, que
también se reabsorben. En consecuencia, los iones de HCO 3− reabsorbidos distalmente
vuelven a sintetizarse y no son los mismos que se filtraron. La disminución del volumen
circulante efectivo (como durante la terapia con diuréticos) aumenta la reabsorción de
HCO3−, mientras que la elevación de la concentración de hormona paratiroidea en
respuesta a una carga de ácido disminuye la reabsorción de HCO 3−. Asimismo, el
aumento de la PCO2 incrementa la reabsorción de HCO3−, mientras que la depleción de
cloruro (Cl−) (típicamente, debido a la depleción de volumen) estimula la reabsorción de
Na+ y la generación de HCO3− en el túbulo proximal.
Además, en los túbulos proximales y distales se secretan ácidos activamente, donde se
combinan con amortiguadores urinarios, en particular el sistema fosfato (HPO 4−2) (que
se filtra libremente), la creatinina, el ácido úrico y el amoníaco, para de esta manera
excretarse del organismo. La mayor importancia del sistema amortiguador de amoníaco
es que los demás amortiguadores se filtran en concentraciones fijas y pueden agotarse
frente a cargas elevadas de ácido, mientras que las células tubulares regulan activamente
la producción de amoníaco en respuesta a los cambios en la carga de ácido. Así pues, el
pH arterial es el principal factor determinante de la secreción de ácido, pero la excreción
también depende de las concentraciones de potasio (K+), Cl− y aldosterona.
5. PATOLOGÍAS MÁS FRECUENTES
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En cuanto a las patologías más frecuentes que afectan al funcionamiento del riñón y las
vías urinarias encontramos:
- El síndrome nefrítico: inflamación de las nefronas a nivel glomerular, con el
consecuente deterioro de su función. Cursa con hematuria u orinas oscuras, oligoanuria,
y el aumento de retención de Na y agua, y consecuentemente edema e hipertensión.
- El síndrome nefrótico: Se debe a un aumento anormal de la permeabilidad de la
membrana basal glomerular. Provocado por causas primarias o por secundarias a
infecciones, fármacos, neoplasias, etc. La clínica se basa en proteinuria, edemas por
hipoalbuminemia, insuficiencia renal, hipercoagubilidad, hiperlipidemia, etc.
C) INSUFICIENCIA RENAL
Incapacidad de los riñones para hacer sus funciones

Eliminar desechos metabólicos

Realizar sus funciones reguladoras
Consecuencias:

Acumulación de agua, electrolitos y productos de desecho metabólicos en los
líquidos corporales

Alteración funciones endocrinas y metabólicas

Alteración del equilibrio hidrolítico y equilibrio ácido-base
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA
Fallo repentino. Puede ser reversible si se corrige la alteración inicial que provocó la
insuficiencia.
Tiene 2 períodos:

Oliguria: disminución en la eliminación de la orina y alteración de la
concentración de orina

Poliuria: aumenta la diuresis. La orina eliminada es abundante
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INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA
Destrucción progresiva de las nefronas y esclerosis (endurecimiento) renal.
Manifestaciones clínicas:

comienzan lentamente, ya que las nefronas sanas continúan funcionando.
En caso de insuficiencia crónica no estable puede hacer falta diuresis.
D) PIELONEFRITIS (inflamación de la pelvis renal)
Infección bacteriana del riñón, desde el torrente sanguíneo o por la uretra, a partir del
meato.
Las crisis de pielonefritis pueden evolucionar hacia la cronificación y las nefronas
pueden verse afectadas y morir.
E) CISTITIS
Inflamación de la vejiga urinaria, debida a una infección por microorganismos
provenientes de la uretra.
Es más frecuente en las mujeres, ya que el conducto de la uretra es más corto que la del
hombre.
Síntomas:

escozor al orinar

urgencia urinaria

polaquiuria (ir mas veces al baño y orinar muy poco)
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
tenesmo (deseo constante de orinar)
F) LITIASIS
Puede ser:

NEFROLITIASIS: presencia de cálculos en el riñón

UROLITIASIS: presencia de cálculos en las vías urinarias
Los cálculos se cristalizan. Son de color y tamaño variable
Síntomas:

dolor muy intenso

náuseas y vómitos

polaquiuria

hematuria

disuria

tenesmo rectal
4.2. Trastornos del metabolismo: agua, sodio y potasio

HIPERHIDRATACIÓN: aumento del agua dentro del cuerpo

HIPERPOTASEMIA: aumento del Potasio (K) en sangre

HIPOPOTASEMIA: disminución del Potasio (K) en sangre
4.3. Trastornos del equilibrio Ácido-Base
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

ACIDOSIS: exceso de sustancias ácidas en sangre
o
ACIDOSIS RESPIRATORIA: aumento de CO2
o
ACIDOSIS METABÓLICA: disminución de HCO3-
ALCALOSIS: exceso de sustancias básicas en sangre o disminución de
sustancias ácidas
o
ALCALOSIS RESPIRATORIA: disminución de CO2
o
ALCALOSIS METABÓLICA: aumento de HCO3-
6. ATENCIÓN AL PACIENTE RENAL
La enfermedad renal crónica constituye hoy día un importante problema de salud en las
sociedades desarrolladas y está íntimamente vinculado a otras patologías. Esta
enfermedad se asocia a una importante morbimortalidad cardiovascular con las
consecuencias que todo ello conlleva. Es fundamental el abordaje precoz en pacientes
con enfermedad renal crónica; en estadios iniciales, centrando la atención en la
promoción y prevención de la salud; así como, el manejo de las terapias sustitutivas en
los estadios avanzados
Fuente: Gerard J. Tortora y Bryan Derrickson. PRINCIPIOS DE ANATOMIA Y
FISIOLOGIA. Panamericana 2006
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