Subido por Comedia Municipal

BRASAS

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BRASAS (FUEGO DE NOCHE)
De ROGELIO BORRA GARCIA
Verano. Noche cerrada. Calor. Calor agobiante. El viento parece
haber muerto. Pesan
todos los sonidos nocturnos: los grillos, las ranas, algún perro.
Galería de una vieja casa en Oroño, paraje de la provin
cia de Santa Fe que alguna vez
fue casi pueblo, que alguna vez tuvo vida.
Una vieja casa en el medio de una corta extensión de campo. Una vieja
casa rodeada de paraísos mustios y soledad.
A la débil luz de un farol, CELINA se abanica, sentada descalza en
el piso; a su lado, sobre un banquito de madera, una añosa radio
desgrana tenues melodías.
NOEMI, en una sillita de paja, borda. NOEMI no parece sentir el
calor y tampoco escucha la música NOEMI simplemente borda, con
agónica lentitud.
CELINA.(con voz cansada y la respiración dificultosa) Por qué hará
tanto calor... (eleva su mirada) Va a llover, creí ver un refusilo...
¡Qué noche más negra!... Si ALCIRA nos dejara, podríamos salir a cazar
ranas... Pero ALCIRA no nos va a dejar (se desprende algunos boton
es de la blusa) No sé qué me pasa. Tengo mucho calor y estoy
tan... aburrida... Noemí... ¡Noemí!
NOEMI
(Sin levantar la mirada) Qué.
CELINA
Este domingo hay baile en Gessler, ¿creés que podamos ir?.
NOEMI
(sorprendida, la mira) ¿A un baile? ¿Quiénes?.
CELINA
A un baile. Este domingo. Vos y yo. (se arrastra, ansiosa, hasta
NOEMI)
¿Creés que podamos ir?.
NOEMI
Mamá no nos deja ir a los bailes.
CELINA
Pero Mamá está enferma.
NOEMI
Por eso, no podemos ir a un baile.
CELINA
Mamá no tiene por qué enterarse.
NOEMI
Qué decís? ¿Y ALCIRA?.
CELINA
(sombría) ALCIRA que se muera. ¡Quiero ir a ese baile!
NOEMI
¿Por qué?
CELINA
Porque nunca fui a un baile!
NOEMI
¡Mentirosa! En el casamiento de LEONOR, bailaste. Bailaste un vals.
CELINA
(Tristemente) No era un vals. No sé lo que era, porque me hicieron bailar
con
el tío Pepe, que tenía un aliento de vino y me apretaba y me pisaba
sin piedad. ¡Pero esto es distinto, Noemí! Es un baile... ¡sin parientes!
¿Me entendés?
NOEMI
Yo no conozco a nadie y no sé bailar! A mí dejáme
seguir bordando.
CELINA
Yo te puedo enseñar.
NOEMI
¿A... bailar? (CELINA asiente con la cabeza) ¿Y vos dónde aprendiste?
CELINA
¿Me prometés que no se lo vas a contar a nadie?
NOEMI
(entusiasmada) ¿Un Secreto?
CELINA
¿Me prometés?
NOEMI
(con aire conspira
torio) Te lo prometo.
CELINA
(atisbando hacia la puerta que lleva a la habitación) Ramón. Ramón
me enseñó (el rostro de NOEMI se ensombrece) fue en el
galponcito, hace unos días... Había música en la radio y yo le dije que...
NOEMI
No quiero oír más! (vuelve a su bordado, nerviosa)
CELINA
Me tomó de la cintura. Me hizo girar sin que mis pies tocaran el suelo.
NOEMI
No quiero oír más! (se cubre los oídos)
(CELINA la mira un instante, luego regresa a su sitio junto a la
radio y permanece sentada en el suelo, abanicándose; NOEMI sigue
bordando, con un pañuelo se seca los ojos)
CELINA
(con la mirada fija en NOEMI) Si no me acompañás, voy a ir
sola. Y voy a bailar toda la noche con el primero que me invite.
Voy a bailar hasta que esté tan cansada que ya no pueda caminar. Y me
voy a sacar los zapatos, sabés? ¡Y voy a volver descalza, en el primer auto
que se ofrezca a traerme!
NOEMI
(deja de bordar y se santigua tres veces)
CELINA
No hagas eso! (le arroja el abanico) ¡No lo hagas!
ALCIRA
(aparece desde la habitación) Ché, ché, ¿qué es eso? ¿Qué les pasa?
(NOEMI vuelve a bordar; CELINA mira el cielo, respirando agitada)
Siempre con esos arranques vos, eh. ¿Quién te creés que sos? (levanta el
abanico) ¿Qué pasó?
CELINA
Nada
ALCIRA
Apagá esa radio, querés. ¡Tu madre está enferma y vos!..
CELINA
Mamá no se va a sanar porque la radio esté apagada.
ALCIRA
Hay que ver que tenés humos... ¡Qué lindas contestaciones! ¡La
chica que va a la escuela! Esa insolencia te enseñan en la escuela?
CELINA
(Bufando) Hace calor. Dejáme de hinchar, ALCIRA.
(ALCIRA se dispone a apagar la radio; rápida, CELINA le aferra el
brazo y clava en ella sus ojos encendidos; NOEMI ha levantado la
vista, atónita observa a sus hermanas
enfrentadas en tenso silencio y balbucea tímidamente:)
NOEMI
Es linda la música, ALCIRA...
(ALCIRA se libera bruscamente de su hermana y patea el banquito;
la radio cae con estrépito y cesa la música; CELINA se arroja al
suelo, tocando el aparato, moviendo en
vano sus perillas rotas)
CELINA
(al borde del sollozo) No, no, no.
NOEMI
¿Se rompió?
(ALCIRA se ha sentado en su sillón y se abanica; CELINA le dirige
una mirada
furibunda y hay ronca cólera en su voz)
CELINA
Vos, ALCIRA!...
ALCIRA
Cuidado con esas miradas, CELINA. Y cuidado con lo que vas a
decir. El
rebenque está colgado en el ropero y mamá no puede usarlo, pero yo sí.
(CELINA deja caer intencionalmente el aparato, se pone de pie y camina
hasta el otro extremo de la galería.)
CELINA
Ya ni siquiera música podremos escuchar!
ALCIRA
Te dije que lo apagaras y no me hiciste caso. ¡Nunca me hacés
caso! ¡Tu Madre está postrada en la cama, pero a vos lo único que
te importa es escuchar esa maldita radio!
NOEMI
Es linda la música, ALCIRA...
ALCIRA
Es una falta de respeto escuchar música con la pobre mamá en ese
estado. Pero a ustedes parece que no les doliera verla en esa cama,
incapaz de levantar los brazos, incapaz de pronunciar una palabra,
sólo moviendo sus ojos tristes, velando por
nosotras desde su lecho.
CELINA
(como para sí, estrujando sus manos en nervioso movimiento) Vigilando...
ALCIRA
¿Qué dijiste?
CELINA
Nada.
ALCIRA
¡No te oí!
CELINA
No dije nada!
ALCIRA
¿Qué hacés descalza?
CELINA
(gira y camina hacia el otro extremo de la galería) Tengo calor.
ALCIRA
¡Abrocháte esos botones! Porque haga calor hemos de
andar desnudas?
NOEMI ¡
Desnudas!... (emite una risita infantil y se ruboriza)
CELINA
Tengo calor, ALCIRA!
ALCIRA
¡Yo también tengo calor! Pero estuve ahí adentro, abanicando a
mamá,
mojándole la cara con paños frescos y hablando de cualquier cosa,
para que no se sintiera tan dolorida. ¡Estuve porque es deber de una
buena cristiana cuidar a su madre hasta el final!
NOEMI
(pregunta por curiosidad, sin dejo de preocupación) ¿Mamá está dolorida?
ALCIRA
(con intención trágica) ¡Mamá está luchando con la muerte!
CELINA
Hace tres años que nos venís diciendo lo mismo.
ALCIRA
¿Qué estás queriendo decir? !¡¿Qué?!
CELINA
Qué estoy cansada de verla sufrir todos estos años. ¡Que no
soporto acercarme a su cama y ver esos ojos que me miran, que me
suplican, que me traspasan!
ALCIRA
(Se pone de pie, centelleante) ¡Tenés la conciencia sucia porque sabés que
no fuiste una buena hija!
CELINA
Lo único que sé es que preferiría que muriera!
ALCIRA
(aferra a CELINA de un brazo) ¿Qué decís? ¡Qué decís!
CELINA
¡Qué terminara de sufrir! ¡Y vos esperás lo mismo! (ALCIRA
levanta su brazo para golpearla) ¡Podés pegarme, romperme la boca
para que deje de hablar, pero las dos sabemos que ésa es la verdad!
ALCIRA
(la suelta con violencia; camina hasta el sillón y se sienta,
extenuada) Mamá
tenía razón: Cría cuervos, que te sacarán los ojos... (se cubre el rostro con
un pañuelo)
¡Pobre Mamá!
NOEMI
No llorés, ALCIRA.
ALCIRA
(visiblemente acongojada) ¿Qué clase de hija es la que desea la
muerte de su madre?
CELINA
Hay cosas que no tienen remedio, ALCIRA. Mamá no se levantará
jamás de
esa cama.
ALCIRA
¡Pero está viva!
CELINA
¡Sufriendo! ¡Lo único que hace es sufrir!
ALCIRA
¡Pero está viva! (se levanta y enfrenta a CELINA)
CELINA
(Con cierta histeria) ¡Yo también estoy viva!
ALCIRA
(que parece no haberla oído) Y mientras mamá esté viva, las tres
nos quedaremos en esta casa, en permanente vigilia, alrededor de su cama,
día y noche si es preciso, para que sus ojos nos encuentre y sepa que sus
hijas no la han abandonado ni la abandonarán.
CELINA
¡Yo no estoy postrada! ¡Yo me muevo, respiro, siento cosas!.
ALCIRA
¡Calláte!
CELINA
¡No quiero secarme como ella!
ALCIRA
(la abofetea con violencia y retrocede, como si aquella acción la
hubiese
herido y sorprendido también a ella)
NOEMI
ALCIRA... Le pegaste...
ALCIRA
(a CELINA) ¡Es tu madre! ¡Y vas a acompañarla hasta la
mismísima tumba, hasta donde sea necesario!
CELINA
(mirándola furibunda, acariciando el golpe, con ronca voz) No me
volvás a tocar, ALCIRA...
ALCIRA
(la agarra de un brazo y la sacude) ¡Vas a caminar derecha! ¡Vas a
aprender!
Mamá no puede vigilar todos tus pasos... ¡pero yo sí!
CELINA
(Se desprende de su hermana) No me volvás a tocar!
ALCIRA
Y si me obligás, voy a atarte a los barrotes de la ventana grande,
como lo hacía mamá cuando eras mas chica y le contestabas con la
misma insolencia, que tenés ahora!
CELINA
(con sombría amenaza) Hacé la prueba, ALCIRA... Yo no te tengo
miedo. Ahora no te tengo más miedo.
ALCIRA
(tratando de controlarse) Medí la lengua y ablandá esos ojos, CELINA. Por
el bien de todas... ¡Y no se hable más del asunto! ¡Nunca más!...
Ahora vení. ¡Vení! Tenemos que dar vuelta a Mamá. Yo sola no puedo
hacerlo. Y le vas a mojar los labios con agua fresca y le vas a preguntar
cómo se siente, ¿entendiste?.
(ALCIRA regresa a la habitación. CELINA se limpia los ojos con el
dorso de la mano y se abotona lentamente la blusa)
ALCIRA
(desde adentro) ¡ CELINA!
CELINA
(en casi un grito de impotencia) ¡Voy! (entra a la habitación)
(NOEMI ha quedado sola, deja lo que hace y mira el cielo, sonriente.)
NOEMI
¡Uuuuy!... ¡Una centella! ¡Roja, roja, roja! Va a venir tormenta...
¡Una gran tormenta! Cuando era una nena, le tenía miedo a las
tormentas. No iba a estar sentada aquí afuera, tan tranquila, en una
noche como ésta... Me quedaba enmi cuarto, con
puertas y ventanas cerradas, y una vela encendida. Oía como el
viento sacudía los eucaliptos y hacía volar las chapas del gallinero,
como los truenos hacían temblar las
paredes. Y pensaba que la casa se iba a derrumbar, con todas
nosotras adentro. Y pensaba que si papá estuviera vivo, yo no le
tendría miedo a las tormentas... Ahora le perdí el miedo a las
tormentas, aunque papá siga estando tan muerto como siempre.
(Alguien golpea las manos y NOEMI se estremece; es LEONOR,
que viene del patio y entra a la galería.)
LEONOR
(Sonríe) ¿Te asustaste? (se sienta en el sillón de ALCIRA,
quitándose los zapatos.)
NOEMI
¿Cómo te animaste a venir sola hasta aquí?
LEONOR
¿Y quién me va a comer? ¿Y las otras?.
NOEMI
Adentro, con Mamá.
LEONOR
Cuando entré, estabas hablando sola, como cuando eras chica. Eso es
malo, te podés acostumbrar y después no vas a querer hablar con
ninguna otra persona, y eso es malo, muy malo.
NOEMI
Estuviste tomando...
5
LEONOR
Me preparé licor de mandarina. ¡Y estaba de rico! La abuela me
enseñó a hacerlo, sin que Mamá se enterara, claro. ¿Por qué te creés
que la abuela dormía tan profundamente?.
NOEMI
¿Se emborrachaba?
LEONOR
¡Se alegraba! Pero aquí no había lugar para la alegría... Entonces,
se acostaba a dormir y soñaba... Al día siguiente, las dos solas bajo
la sombra de la higuera, ella me contaba las cosas que soñaba y yo
me ponía colorada y me reía... ¡La
abuela soñaba cada cosa! (ríe con tristeza)
NOEMI
(interesada) ¿Qué cosas?
LEONOR
Cosas... Cosas lindas que una quisiera hacer cuando está despierta y
no se anima. ¿Vos nunca tenés esos sueños?.
NOEMI
(haciendo la distraída) Casi nunca... (se golpea la pierna) ¡Hay mosquitos!.
LEONOR
Pero a mí el licor de mandarina no me hace soñar. Me hace pensar y
pensar también es malo, muy malo... (se estira desgarbadamente en el
sillón y levanta una pierna desnuda) Julio me decía que tenía lindas
piernas... Yo sé que no me mentía... Pero me dejó sola... Y se
olvidó de decirme, antes de morirse, como tenía que hacer para volver
a vivir sola, ahora que lo tenía a él por todos los rincones de mi cuerpo.
NOEMI
(se levanta, inquieta) Voy a traerte una silla.
LEONOR
Si estoy sentada.
NOEMI
Pero es el sillón de ALCIRA.
LEONOR
¡Pobre ALCIRA! ¡Lo único que tiene en este mundo es un sillón! (empieza
a reír)
(Entran ALCIRA Y CELINA.)
CELINA
¡LEONOR! (corre y le da un beso, sinceramente feliz de ver a su hermana)
ALCIRA
(más atrás con el mismo tono seco de siempre) ¡Qué milagro! ¡Te
acordaste de tu madre y de tus hermanas!.
LEONOR
¿Y cuándo las olvidé, ALCIRA? ¿Quién puede olvidar? Yo no
puedo. Ni quiero. Lo que sí quiero es algo fresco para tomar. Tengo
la boca seca y hace tanto, tanto calor... Tanto calor... ¿Hay vino?.
NOEMI
¿Vino?.
ALCIRA
¿Te creés que esto es el boliche? ¡Nadie toma vino aquí!
LEONOR
(Con una sonrisa) Ramón sí.
NOEMI
(horrorizada) ¡No pensarás ir a su rancho a pedirle vino!.
ALCIRA
(retando a Noemí por la sola idea) ¡Claro que no! ¿Cómo se te ocurre?.
LEONOR
¿Por qué no? Cuando venía para acá, lo vi... Medio desnudo, tirado
en un catre bajo el naranjo, lleno de la luz de un farol.
(NOEMI y CELINA tratan de ver en la oscuridad lo que LEONOR acaba
de describir)
ALCIRA
(a sus dos hermanas) ¿Qué hacen? (las dispersa de un brazo) ¿Pero
qué hacen? ¿Se volvieron locas?.
LEONOR
(tranquila) Quieren ver a un hombre, ALCIRA. Dejálas.
ALCIRA
¿Para eso viniste? Lo mejor que podrías haber hecho es quedarte encerrada
en tu casa, guardando luto por tu esposo... Todo el pueblo murmura
cosas; todo Oroño habla de vos...
LEONOR
(a voz en cuello) ¡
No vivimos en Oroño, ALCIRA! ¡Ya no! (se pone de pie
y se pasea por la galería) Le cambiaron el nombre a este pueblo,
¿no te enteraste?... ¡Qué te vas a enterar! Siempre encerrada en la
cueva... como una vizcacha huraña! (ríe locamente)
NOEMI
(tentada, se tapa la boca para no reírse) Como una vizcacha...
ALCIRA
(mirando perpleja a LEONOR) Virgen santa, ¡estás borracha!
LEONOR
¡La virgen no está borracha!
ALCIRA (Se santigua rápida; NOEMI también) Dios mío!.
LEONOR
(con desesperada alegría) ¡Dios tampoco está borracho! ¡Yo tampoco
estoy borracha! ¡Estoy alegre! ¡Quiero estar alegre! ¡Como la abuela,
que se reía de la vida y ahora se ríe de la muerte!.
ALCIRA
¡Estás borracha! Por eso en el pueblo dicen que...
LEONOR
¡Le cambiaron el nombre, ALCIRA!
NOEMI
¿Ya no se llama Oroño?.
ALCIRA
(a NOEMI) ¡No le hablés! ¡Vamos adentro! ¡Vamos!.
NOEMI
¿Ya nos vamos a dormir?.
LEONOR
(en la misma cara de ALCIRA) ¡No se llama más Oroño! ¡Vivimos
en Otoño! ¡Otoño! ¿No ves que nos estamos secando, marchitando,
deshojando? ¿Te estás deshojando, ALCIRA? (ALCIRA la empuja,
separándola de sí; LEONOR se sienta en el sillón) ¿No? Yo creo que
sí...
ALCIRA
(levanta a LEONOR de un brazo) ¡Andáte a tu casa! Si seguís
borracha, olvidáte de tu familia!.
LEONOR (vuelve a sentarse, tran
quila) Tengo la garganta seca; a lo mejor, todo el
cuerpo se me está secando... (se mira los brazos, casi al borde del
sollozo) ¿Tan rápidamente me estoy secando, ALCIRA?
ALCIRA
Lo único que agradezco a Dios es que mamá no pueda verte en
ese estado.
Noemí,
traéle agua fresca del pozo.
NOEMI
¡Tengo miedo de ir al pozo!.
ALCIRA
¡No seas pava! ¿Quién te va a agarrar? Lleváte el “sol de noche”.
(NOEMI sale, de mala gana.)
LEONOR
No, nadie la va a agarrar, nadie, nadie... (ahora sí solloza con amargura)
ALCIRA
A vos lo que te hace falta es un té con mucho limón y tilo... (se
dispone a salir, cuando ve a CELINA con los ojos fijos en la
oscuridad, desabotonando lenta,
sensualmente su blusa), ¿Qué estás haciendo? ¿Qué estás mirando?
(mira hacia la oscuridad, apartando a CELINA) ¡Es ese hombre! Él está
en la oscuridad... ¡Es eso!.
CELINA
¡No! No hay nada en la oscuridad.
LEONOR
Estás equivocada, CELINA. ¡Tantas cosas están en la oscuridad!
Cuando entraba a la chacra, una lucecita se me prendió a los tobillos y me
subió por las piernas. Era como una brasa encendida.
CELINA
(algo asustada) ¿En serio?.
ALCIRA
Pero no le hagás caso. ¿No te das cuenta de que está borracha? ¡Y
no le da vergüenza!.
LEONOR
Sí, ALCIRA, me dan vergüenza todas estas cosas que siento. ¡Pero
las siento! ¡Las siento! Cada noche, cuando comprendo que estoy sola en
la cama...
ALCIRA (a CELINA) ¡Andáte adentro!
LEONOR
... cuando me arde el cuerpo y se me secan los labios y grito: ¡Julio!
¡Julio!... Y sé que él no está...
ALCIRA
¡Basta!
LEONOR
¡Y sé que él no va a estar nunca más!.
CELINA
¡Pobrecita LEONOR! (se arrodilla a su lado)
ALCIRA
¡Mamá te puede oír! ¿Pero qué te pensaste? ¡No vengás a trastornarnos
con tu borrachera!.
LEONOR
No estoy borracha... ¡Estoy sola!
CELINA
¿Lo extrañás a Julio, LEONOR?.
ALCIRA
¡Virgen santa! ¿Qué les pasa a estas mujeres? ¡Es el diablo el que
anda merodeando! Y ese hombre... ¡Ramón! ¡Mañana mismo lo pongo de
patitas en la calle!.
CELINA (se incorpora presurosa) ¡No!... (mide su voz) ¿Qué te hizo él,
ALCIRA?
LEONOR
Nada.
A ALCIRA nunca nadie le hizo nada. Ningún hombre, ningún...
ALCIRA
Respetáme, LEONOR porque soy capaz de... !
LEONOR
¡Ya sé de cuántas cosas sos capaz! Siempre me envidiaste,
ALCIRA, siempre. Porque yo era más alegre, porque yo era más
linda, porque tuve novio y pude
casarme... ¿Qué pensás ahora que me quedé más sola que todas ustedes
juntas?
ALCIRA
¡Sos una pobre mujer!.
LEONOR
¿Te alegra verme así? Yo me acuerdo, ALCIRA. No puedo olvidar.
Por ser mayor que yo, me azotabas con la fusta sólo porque mamá te lo
pedía.
ALCIRA
¡Merecías cada uno de esos golpes!.
LEONOR
¡Y me golpeabas con gusto, por toda la envidia que me tenías!.
ALCIRA
(medida la voz) Va a ser mejor que volvás a tu casa...
LEONOR
¡No me voy, ALCIRA! Ya no le tengo miedo a tu fusta. Ya no le
tengo miedo a vos, ni a mamá, ni a la oscuridad, ni a las tormentas,
ni al cementerio... ¡Perdí todos los miedos, ALCIRA! Y perder el miedo
es algo... milagroso! Es como cuando un hombre te abraza por primera
vez y sentís que se te afloja el cuerpo y que se mueve el
suelo bajo tus pies...
CELINA
¿Todo eso sentís?.
LEONOR
Y mucho más. Cosas que no se pueden explicar.
(ALCIRA se ha marchado al otro extremo de la galería, mirando a la
oscuridad con ojos brillosos; su rostro se ha ablandado y aparece cansada
de repente, lejana, vencida.)
CELINA
(inclinada junto a LEONOR) Por qué se tuvo que morir Julio... Vos eras
feliz con él, eras distinta.
LEONOR
Lo tuve tres meses, tres meses apenas... Y ahora...
CELINA
¿Te vas a volver a casar?
ALCIRA (cerrando los ojos con fuerza) CELINA...!
CELINA
(insistente) ¿Te vas a volver a casar?.
LEONOR
CELINA, antes de venir para acá, fui al cementerio...
CELINA
(Impresionada) ¿De noche y con esta tormenta?
LEONOR
Recorrí las tumbas y llegué hasta la de Julio... (se pone de pie, se
abraza los hombros) Me acosté sobre su tumba, pensando que así iba
a recibir el mismo calor que cuando Julio me abrazaba... Pero no,
no... La tierra me lo niega. La tierra es fría... fuera de sí) ¡Enterré
mis manos en esa tierra! ¡Escarbé! ¡Escarbé hasta que me
sangraron las uñas!
(CELINA se ha puesto de pie y retrocede; ALCIRA se estremece)
ALCIRA
¡Te volviste loca! ¡No sabés lo que estás haciendo!
LEONOR
(angustiada)
Yo quería que él me abrazara, ¡una vez más! ¡Qué vas a
entender vos de eso!
(NOEMI entra con un jarro de agua.)
NOEMI
Creo que mamá quiere darse vuelta; respira mal.
ALCIRA
Vayan ustedes dos.
NOEMI
ALCIRA, yo no puedo.
ALCIRA
¡Sí podés! Ayudále, CELINA.
(NOEMI le da el jarro de agua fresca a LEONOR, quien parece
absolutamente ausente)
ALCIRA
Y pueden quedarse en sus piezas. ¡No son horas de estar levantadas!.
CELINA
¡Hace calor!.
ALCIRA
¡En todas partes hace calor! ¡Vayan a atender a su madre!.
CELINA
(aferrándose al brazo de LEONOR) Después, vuelvo a hablar con
LEONOR.
ALCIRA
¡LEONOR ya se va! ¡Atendé a mamá y andáte a dormir! ¡Movéte!.
CELINA
ALCIRA, te lo ruego: ¡No lo echés al Ramón! LEONOR, decíle... ¡Decíle!.
ALCIRA
¿Qué es esto? ¿Qué son esos ruegos? CELINA... (la sacude de un
brazo)
¡CELINA!.
CELINA
(se deshace de ella con violencia) ¡No me toqués! ¡No tenés
derecho! ¡No tenés ningún derecho!
ALCIRA
¡Sos una perdida! Todo el tiempo pendiente de lo que hace ese
hombre, espiándolo desde tu ventana, si yo te he visto... ¡Te he visto!
CELINA
(con ira) ¡Sí! ¡¿Y qué?!
ALCIRA
(parpadea vacilante ante la furiosa actitud de CELINA,
enfrentándola) No hagás que te pegue, CELINA. No quiero pegarte...
¡Andá a atender a tu madre!.
NOEMI
(tímidamente) Mamá respira mal...
ALCIRA
(a CELINA) ¡Apuráte!
CELINA
(aún con la ira reflejada en sus ojos) Si lo echás al Ramón, te juro que te
vas a arrepentir...!!
(CELINA sale rápida por la habitación, seguida por NOEMI que
corre con pasitos cortos; ALCIRA permanece perpleja, lleva una
mano a la frente y la baja lentamente
hasta sus ojos.)
LEONOR
(con arrastrada voz) Cuidado con las mujeres cuando pierden el
miedo, se vuelven como la tormenta cuando suelta los rayos.
ALCIRA
(Se acerca, derrotada) Dáme mi sillón.
LEONOR
No, ALCIRA. No tengo ganas de darte el sillón. (la mira fijamente)
ALCIRA
(se sienta en el banquito de Noemí, lentamente, mirando el cielo)
Dios mío... ¿Qué pasa esta noche?
LEONOR
Es el calor, ALCIRA. Es la noche. ¿No lo sentís? El aire... Hay...
brasas encendidas en el aire. Que se te suben por las piernas y se te
enredan en los vestidos...
ALCIRA (baja la cabeza y fija repentinamente sus ojos encendidos en
la oscuridad del patio.) ¡Es ese hombre! No debí permitirlo aquí.
Nosotras solas podríamos arreglarnos con el trabajo de la chacra. Pero...
CELINA es tan haragana y Noemí tan inútil... y yo sola no puedo
con todo esto... ¡no puedo! Estoy tan... cansada.
LEONOR
(la mira como si viese por primera vez a su hermana, como si
descubriera
una imagen desacostumbrada de ella) Qué cosa rara... verte ahí
sentada, hablando sin
gritar...
ALCIRA
(se cubre la cara con las manos) Estoy tan cansada...
LEONOR
(ansiosa, súbitamente ansiosa, se arrodilla junto a ALCIRA)
Deberíamos vender la chacra.
ALCIRA
Nunca.
LEONOR
Irnos lejos. Tiene que haber algo mejor que todo esto.
ALCIRA
Mamá no me lo perdonaría.
LEONOR
¿Lo pensaste, ALCIRA? ¿Lo pensaste alguna vez? (la abraza en un
arranque de histérica y desesperada ternura)
ALCIRA
(se pone de pie, desarmando el abrazo de su hermana, que
permanece arrodillada en el suelo, mirándola con gesto ansioso.) Va
a ser mejor que te vayas a tu casa, antes de que empiece a llover.
LEONOR
Nunca me perdonaste que me casara... ¿Es eso?
ALCIRA
(avanza hacia la oscuridad unos pasos) ¡Cómo pesa el aire! No voy
a poder dormir en toda la noche. ¡Y esta tormenta!.
LEONOR
Contestáme, ALCIRA.
ALCIRA
(la mira, se le acerca; LEONOR de rodillas y ella de pie; con voz
creciente:)
Te voy a contestar, sí: Te casaste, te fuiste. Qué te importaron tus
tres hermanas
cargando en sus espaldas todo el peso de una chacra a la que
debían mantener en pie, porque era lo único que les daba el pan que
llevaban a la boca. Te casaste y te fuiste, sin pensar en tu madre enferma,
empeorando día tras día, sumando angustias y sacrificios a
tus tres miserables hermanas ¿A qué venís ahora, que quedaste sola?...
Volvé a tu casa,
LEONOR, no hay lugar para vos acá; a tu cama de soltera la
desarmé y la vendí... Vos tenés una cama de dos plazas, que te
aproveche. (se aleja de LEONOR, cerca de la puerta que lleva a la
habitación) Ahora, andáte; voy a apagar la luz.
(NOEMI aparece en la puerta, con un desaliñado camisón de franela
y un gesto de temor.)
NOEMI
ALCIRA...
ALCIRA
(gira, sobresaltada ante la súbita aparición de NOEMI) ¿No te dije
que te fueras a dormir?.
NOEMI
No puedo... Hay muchos perros al lado de mi ventana.
ALCIRA
¿Perros?
NOEMI
Vinieron por la Perlita, sintieron el olor. Pero ella está encerrada en
el galponcito, yo la encerré. No le pueden hacer nada.
ALCIRA (furiosa) ¡Les dije que esa perra nos iba a traer fastidio, pero
ustedes...! Voy a buscar la azada, ¡esos perros me van a matar algún
pollo! (sale hacia el patio, perdiéndose en la oscuridad.)
NOEMI
(mira a LEONOR, arrodillada, con los ojos fijos en el cielo y el
jarro de agua fresca a su lado.) ¿Qué hacés, LEONOR? ¿Estás contando
las estrellas?.. (mira también al cielo) Pero si no hay estrellas... ¿Qué
mirás, entonces? (LEONOR no le responde;
NOEMI se encoge de hombros y se acerca al extremo de la galería,
al borde de la oscuridad.) El Ramón apagó el “sol de noche”...
ALCIRA lo quiere echar porque tiene miedo que en el pueblo
hablen de nosotras. De nosotras y de él. Y hace bien: Que lo
eche... (sonríe ruborizada) La Perlita anda en celo, ¿sabías,
LEONOR? Pero está
encerrada en el galponcito y no le pueden hacer nada... (seria de
repente) No le pueden hacer nada, ¿no es cierto, LEONOR? No,
claro que no... (se acerca a LEONOR, que permanece en su posición
inmóvil) LEONOR, mamá respira mal. ¿Vas a venir mañana?
Te espero con el mate. (mira el cielo, siguiendo los ojos de
LEONOR) ¡Qué linda tormenta! (retrocede hasta la puerta que lleva
a la habitación; levanta su mano, sin importar que LEONOR no la vea)
Buenas noches, LEONOR... (mira el cielo y sale.).
(LEONOR baja la mirada; hay una extraña sonrisa en su rostro; toda ella
parece haberse iluminado de repente. Se pone de pie, despacio, selibera
el cabello y sacude su cabeza, se abre lentamente el vestido y luego,
levantando el jarro de agua fresca, lo eleva sobre
su cuerpo y vierte el agua sobre ella, con la expresión de una planta
que ansiaba el roce de la lluvia, voluptuosa y sonriente. Así,
chorreando el agua, con el rostro feliz, camina hasta perderse en la
oscuridad, descalza y con pasos flojos.)
ALCIRA
(desde fuera de escena:) Noemí... ¡Noemí!
(ALCIRA entra a la galería por el extremo opuesto
al que saliera LEONOR; al mismo
tiempo, entra NOEMI desde la habitación, aferrando el escote de su
camisón, con el
rostro demudado.)ALCIRA
(enojada) ¡Noemí! ¡La perra se escapó! ¡No cerraste bien la
puerta!...(repara en el mudo temor de NOEMI) ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa?
NOEMI
(con temblorosa voz) CELINA... No está en su pieza... No está...
(El rostro de ALCIRA se transfigura en una máscara de terror;
retrocede, llena de presagios y se precipita hacia la habitación.)
ALCIRA
CELINA... ¡CELINA! (sale corriendo)
NOEMI
(se sienta en su banquito, lánguida, mortecina, los ojos fijos en la
oscuridad cada vez más…)
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