Subido por Antonio Baeza

Trastornos del espectro autista (TEA) Apuntes, resumen y cuadros conceptuales (Spanish Edition)

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Trastornos del espectro autista (TEA)
Apuntes, resumen y cuadros conceptuales
Steven Hawthorne
Copyright © 2022 Steven Hawthorne
All rights reserved
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by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording, or otherwise, without express written
permission of the publisher.
ISBN-13: 9781234567890
ISBN-10: 1477123456
Cover design by: Art Painter
Library of Congress Control Number: 2018675309
Printed in the United States of America
Contents
Title Page
Copyright
Índice.
Introducción.
¿Qué es un trastorno mental?
Trastorno o enfermedad.
Trastornos mentales.
Clasificación del DSM-5.
Psicopatología infantil y adolescente.
Clasificación de los trastornos infantiles y juveniles.
Trastornos del espectro autista.
TEA. Criterios diagnósticos del DSM-5.
Diagnóstico diferencial.
Factores de riesgo.
Tratamiento y pronóstico.
Bibliografía.
Trastornos del espectro autista (TEA)
Apuntes, resumen y cuadros conceptuales
Steven Hawthorne
Copyright © 2022 Steven Hawthorne.
Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un
sistema de recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier
medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin el
permiso expreso del editor.
Índice.
1.
1.
2.
3.
4.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
Introducción.
¿Qué es un trastorno mental?
Trastorno o enfermedad.
Trastornos mentales.
Clasificación del DSM-5.
Psicopatología infantil y adolescente.
Clasificación de los trastornos infantiles y juveniles.
Trastorno del espectro autista. (TEA).
TEA. Criterios diagnósticos del DSM-5.
Diagnóstico diferencial.
Factores de riesgo.
Tratamiento y pronóstico.
Bibliografía.
Introducción.
Este libro ofrece una introducción a los trastornos del espectro autista.
Cuando hablamos de espectro nos referimos a que no hay un solo tipo de
autismo, sino muchos. Los trastornos del espectro autista se caracterizan por
la alteración y afectación de diversas áreas del desarrollo, tales como la
comunicación e interacción sociales, las vinculaciones afectivas y la
presencia de conductas e intereses repetitivos y restrictivos. Además, suelen
manifestarse conductas extravagantes, manieristas y estereotipadas.
Se considera trastorno cuando se presentan insuficiencias significativas
en la comunicación práctica y en el conocimiento social, así como cuando
las conductas, intereses y actividades no son socialmente funcionales.
En los casos más graves el espectro del autismo afecta a las capacidades
de comunicación y de interacción social, así como de imaginación, el
infante presenta patrones restringidos y repetitivos de conductas e
intereses.
¿Qué es un trastorno mental?
Según la décima edición de la Clasificación Internacional de las
Enfermedades (CIE-10) el concepto “trastorno mental” se asocia a un
comportamiento o grupo de síntomas que causan malestar o interfieren con
la actividad del individuo. La delimitación de trastorno psíquico o mental no
está clara, a lo largo de la historia ha ido cambiando en función de la cultura,
por ejemplo, la homosexualidad se consideró un trastorno mental hasta 1973
y actualmente se consideran comportamientos patológicos otros que no
habían sido considerados anteriormente: los que fueron llamados vicios
(juegos patológicos, exhibicionismo), los considerados productos de la
maldad humana (cleptomanía, pedofilia, piromanía) o aquellos que resultaban
normales (trastornos del deseo sexual, trastornos orgásmicos).
Las relaciones sociales se consideran de significativa importancia en los
trastornos mentales, es más, el periodo histórico y el grupo cultural del
individuo tienen una enorme relevancia en la enfermedad mental. Por tanto,
la delimitación de trastorno mental es compleja, y actualmente se evalúa
desde diferentes puntos de vista: biológico, psicológico y socio-cultural. Un
trastorno mental puede ser definido desde el terreno de la medicina y la
biología o bien desde el contexto social y el tipo de circunstancias
ambientales del individuo. La perspectiva que se sitúa en el terreno de la
medicina y la biología considera el trastorno mental como resultado de una
lesión o disfunción fisiológica y lo considera una enfermedad en sentido
médico estricto -al margen de consideraciones sociales o psicológicas-.
La perspectiva que considera el trastorno mental en el marco del contexto
social y el tipo de circunstancias ambientales del individuo afirma que el
individuo se enfrenta a conflictos psicológicos causados bien por la alteración
de relaciones interpersonales o por la desintegración en grandes
estructuras sociales. La postura más extrema reduce la enfermedad psíquica
a una enfermedad de la sociedad (sociosis).
Modelo biológico
La enfermedad
mental se concibe como
Modelo psico-social
La enfermedad mental es el resultado de
conflictos interpersonales y sociales: los factores
una anormalidad
biológica subyacente.
La causa es
orgánica.
El diagnóstico se
hace desde los síntomas
y conduce al
pronóstico. El modelo
es categorial y
descriptivo.
El tratamiento es
biológico y se dirige a
la causa orgánica de la
enfermedad.
sociales e interpersonales desempeñan un papel
significativo en el desarrollo y persistencia de la
enfermedad mental, siendo estos su causa.
La causa reside en el ambiente.
El diagnóstico adopta una perspectiva
dimensional entre salud y enfermedad (desde
alteraciones emocionales leves, a neurosis o a
psicosis). Existe una continuidad entre salud y
enfermedad.
La patología se afronta desde psicoterapias y/o
la transformación de las estructuras sociales.
Actualmente el DSM-5[1] considera el trastorno mental como
“un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del
estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un
individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos,
biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental.
Habitualmente los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo
o una discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes.
Además, este síndrome o patrón no debe ser meramente una respuesta
culturalmente aceptada a un acontecimiento particular (p. ej. la muerte de un
ser querido). Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como la
manifestación individual de una disfunción comportamental, psicológico o
biológica. Ni el comportamiento desviado (p. ej. político, religioso o sexual),
ni los conflictos entre el individuo y la sociedad son trastornos mentales, a no
ser que la desviación o el conflicto sean síntomas de una disfunción) … El
patrón comportamental o psicológico es de significación clínica y aparece
asociado a un malestar (p.ej. dolor), a una discapacidad (p. ej. deterioro en
una o más áreas de funcionamiento) o a un riesgo significativamente
aumentado de morir, o de sufrir dolor, discapacidad o pérdida de libertad”.
Tanto el DSM-5 como la CIE-10 se basan en un modelo categorial y
descriptivo de los trastornos mentales, clasificándolos en separadas y
diferentes categorías que se basan en rasgos definitorios.
Los trastornos mentales están integrados en tres tipos, además de las
toxicomanías y los trastornos psíquicos de causa orgánica conocida:
1.
Las psicosis: esquizofrenia, trastornos bipolares y psicosis
afectivas. En este tipo de trastornos el individuo pierde contacto
con los criterios de realidad y queda inserto en un mundo propio
cualitativamente distinto. Los trastornos psicóticos son las
enfermedades mentales en sentido estricto.
2.
Trastornos psíquicos no psicóticos: trastornos psicosomáticos,
trastornos de la alimentación, patología sexual y neurosis clásicas.
Este tipo implica síntomas y malestar o sufrimiento del individuo
o un riesgo de vida.
3.
Trastornos de la personalidad: la patología responde a rasgos
de la personalidad que no consisten en síntomas clínicos, pero que
hacen sufrir al individuo o le generan conflictos en las relaciones
interpersonales o sociales.
La naturaleza de estos trastornos responde a orígenes diferentes, bien
educacionales, ambientales, biológicos, genéticos y psicosociales. Además,
unos conllevan síntomas clínicos (psicosis y neurosis) y otros generan
conflictos (trastornos de la personalidad).
El trastorno mental es un patrón psicológico o de comportamiento o un
grupo de síntomas que interfieren en la actividad del individuo y le causan
malestar. El trastorno mental implica:
presencia de sufrimiento físico o emocional,
reducción o deterioro de las habilidades en el funcionamiento,
riesgo para uno mismo o para otros y/o
conducta social inaceptable.
Debido a la compleja naturaleza de los trastornos mentales (biológica,
psicológica y/o social) se clasifican las patologías en diferentes áreas:
- las psicosis se contemplan desde el modelo médico, como auténticas
enfermedades mentales,
las neurosis (trastornos psíquicos no psicóticos) se contemplan
desde modelos psicológicos y sociales),
los trastornos de la personalidad se establecen desde
consideraciones estadísticas, sociales, morales, personales y otras.
Trastorno o enfermedad.
La psiquiatría necesitar delimitar su campo centrándose en la enfermedad
mental, frente al de la salud mental que es más amplio y excede los ámbitos
de la psicología y la medicina.
La enfermedad mental se define cuando:
☐
☐
☐
☐
☐
☐
El estado morboso es cualitativamente distinto al premórbido y la
recuperación consiste en que el paciente pueda volver a
reajustarse a su condición inicial (excepto en la esquizofrenia que
suele causar deterioro). Ruptura biográfica.
La enfermedad mental implica malestar subjetivo (excepto los
estados maniacos).
La libertad personal queda reducida, debido a la rigidez del
individuo en la elección de posibilidades existenciales.
La enfermedad mental consiste en algún tipo de síndrome,
reconocido por la presencia de síntomas.
La enfermedad mental tiene un pronóstico y un curso
predecibles.
La enfermedad mental suele responder a un tratamiento
biológico específico, aunque las prácticas psicoterapéuticas
contribuyan a un mejor pronóstico.
Los trastornos mentales se diferencian de las enfermedades mentales en
que las segundas implican una base genética, anomalías biológicas,
coherencia y estabilidad clínica, ruptura biográfica y no se deben al
medio.
Enfermedad mental
Base genética
Anomalías biológicas
Trastorno mental
X
(excepto los trastornos de la
personalidad que recientes estudios afirman
una base genética)
X
Ruptura biográfica
Coherencia y estabilidad
X
(el medio puede influir el
comportamiento del individuo,
pero no modifica la clínica y
evolución de la enfermedad)
Tratamiento biológico
positivo
Continuidad y prolongación de
conflictos
Fluctuaciones sintomáticas
Cambios diagnósticos
Influencia del medio:
Incidencias externas
Psicoterapia
(excepto en las crisis de angustia y los
trastornos obsesivos, así como algunos
trastornos de la personalidad, que también
se necesita tratamiento farmacológico)
En un sentido estricto, se puede decir que únicamente los trastornos
psicóticos son enfermedades mentales, en cuanto a que su naturaleza y
desarrollo cualitativo y cuantitativo los separa de la norma social. De
cualquier forma, se podría delimitar el concepto de enfermedad a que siempre
tiene una causa o etiología física.
La enfermedad siempre tiene una causa o etiología física.
Trastornos mentales.
Actualmente los trastornos mentales están integrados en tres tipos,
además de las toxicomanías y los trastornos psíquicos de causa orgánica
conocida:
1.
Las psicosis: esquizofrenia, trastornos bipolares y psicosis
afectivas. En este tipo de trastornos el individuo pierde contacto con
los criterios de realidad y queda inserto en un mundo propio
cualitativamente distinto. Los trastornos psicóticos son las
enfermedades mentales en sentido estricto.
2.
Trastornos psíquicos no psicóticos: trastornos psicosomáticos,
trastornos de la alimentación, patología sexual y neurosis clásicas.
Este tipo implica síntomas y malestar o sufrimiento del individuo o un
riesgo de vida.
3.
Trastornos de la personalidad: la patología responde a rasgos
de la personalidad que no consisten en síntomas clínicos, pero que
hacen sufrir al individuo o le generan conflictos en las relaciones
interpersonales o sociales.
Las psicosis son un tipo de enfermedades en las que el paciente parece
perder el contacto con la realidad, se consideran, por tanto, una de las
manifestaciones más severas de la enfermedad mental. Comúnmente se
conoce la psicosis como “locura”.
Suele compararse con las neurosis, que es un tipo menos grave y más
común de trastorno mental; los neuróticos suelen estar deprimidos y ansiosos,
pero no sufren delusiones o alucinaciones y son conscientes de su estado.
Además, existe un tercer tipo categorizado como “trastornos de la
personalidad” que se caracterizan por patrones disfuncionales permanentes
en la relación con los demás.
A pesar de que cada individuo es diferente se pueden establecer patrones
estables de conducta y de interacción con los otros, cuando estos patrones se
consideran anormales (es decir, cuando generan sufrimiento o inadaptación)
dan lugar a un trastorno de personalidad (TP).
Conforme a la Organización Mundial de la Salud (OMS) los modelos
desviados -que pueden o no causar tensión e inadaptación social- pertenecen
a aquellos individuos que, de forma persistente y duradera, presentan
peculiares estilos de vida dentro de una cultura para relacionarse con los
otros y consigo mismo. El individuo con TP sufre un funcionamiento
deficitario de la persona en su conjunto y no sólo en un aspecto o conducta en
concreto.
Trastornos de la personalidad
Clasificación del DSM-5.
Esta clasificación está basada en un modelo médico de enfermedad y
utiliza un sistema politético, en el que han de cumplirse un determinado
número de criterios para diagnosticar una patología. Esto implica que se toma
como referente una clasificación binaria: la normalidad y la patología se
definen en función de criterios diagnósticos (es patología cuando cumple x
criterios diagnósticos). El modelo categorial se fundamenta en diferencias
cualitativas entre normalidad y patología: un conjunto de síndromes
presentes en un individuo define su patología. Por ejemplo, tomemos como
analogía una patología de la gripe en la que la presencia de tos, fiebre, dolor
muscular son los criterios para el diagnóstico. La edición vigente (DSM-5)
para los trastornos (sección II) utiliza un modelo categorial,
representándolos como síndromes clínicos cualitativamente distintos. Sin
embargo, propone en la sección III un modelo dimensional alternativo para
futuras ediciones.
El DSM-5 sigue evaluando las mismas áreas de funcionamiento que el
DSM-IV, pero sin el modelo multiaxial, poniendo en el mismo nivel los ejes
I, II y III (trastornos psiquiátricos, trastornos de la personalidad, otras
condiciones médicas) con anotaciones separadas para los factores
contextuales y psicosociales (eje IV) y el nivel de funcionamiento (eje V). La
intención de evitar el modelo multiaxial se debe a la incorporación de las
investigaciones de neurociencia, genética, práctica clínica y ciencias
cognitivas.
Se trata de una aproximación de la clasificación psiquiátrica al resto de la
medicina, que no emplea ejes. De esta manera, se incluyen los trastornos de
la personalidad en igualdad de condiciones que el resto[2].
No se han aumentado el número de trastornos, pero se han ordenado de
forma diferente. Por ejemplo, suprime el capítulo “Trastornos de inicio en la
infancia, la niñez o la adolescencia” y muchos de estos trastornos se incluyen
en un nuevo capítulo: “Trastornos del neurodesarrollo”, el resto se han
incluido en otros más afines.
La nueva estructura reúne los trastornos relacionados entre sí o similares.
Además, el orden de los capítulos responde a las etapas del desarrollo a lo
largo de la vida: se presentan en primer lugar los trastornos más típicos de la
infancia seguidos por los de la adolescencia, adultez y edad avanzada.
La clasificación se divide en tres secciones:
Sección I:
Conceptos básicos del DSM-5.
Sección II: Criterios y códigos diagnósticos.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
Trastornos del neurodesarrollo.
Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
Trastorno bipolar y trastornos relacionados.
Trastornos depresivos.
Trastornos de ansiedad.
Trastorno obsesivo compulsivo y trastornos relacionados.
Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés.
Trastornos disociativos.
Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados.
Trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de
alimentos.
Trastornos de la excreción.
Trastornos del sueño-vigilia.
Disfunciones sexuales.
Disforia de género.
Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la
conducta.
Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos.
Trastornos neurocognitivos.
Trastornos de la personalidad.
Trastornos parafílicos.
Otros trastornos mentales.
Trastornos motores inducidos por medicamentos y otros efectos
adversos de los medicamentos.
Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica.
Sección III:
Medidas de evaluación.
Formulación cultural.
Modelo alternativo del DSM-5 para los trastornos de la personalidad.
Afecciones que necesitan más estudio.
Psicopatología infantil y adolescente.
Su agrupación corresponde a que se inician durante el período de
desarrollo y presentan déficits. Suelen aparecer en la infancia o en la
adolescencia, aunque pueden continuar en la edad adulta. La discapacidad
intelectual sustituye a la denominación anterior de retraso mental y enfatiza
más tanto en los déficits intelectuales como adaptativos que en el nivel
medido de inteligencia.
Se propone una nueva categoría para el espectro del trastorno autista que
comparten déficits en la interacción social y patrones conductuales
restringidos y repetitivos: el trastorno autista, el trastorno desintegrativo
infantil, el trastorno de Asperger. Otras categorías son el trastorno por déficit
de atención e hiperactividad, el trastorno específico del aprendizaje, los
trastornos otores y otros trastornos del neurodesarrollo.
Jorge Luis Tizón señala que la psicopatología del desarrollo está influida
por una serie de factores:
1.
2.
3.
4.
Causas genéticas.
Influencias intrauterinas y perinatales.
Relaciones interpersonales originarias de la primaria infancia.
Relaciones interpersonales propias de la cultura y de la
sociedad del infante.
Este tipo de patologías se diferencian de otras debido a que el punto de
vista del que se parte se centra en el individuo, situándose en un enfoque
contextual que examina las dinámicas entre el individuo y su entorno. A
pesar de que el entorno no es el único responsable de la experiencia
individual, ya que los sujetos influyen de forma activa en sus vivencias, sí se
puede decir que los niños no deciden sus circunstancias y no pueden
modificarlas.
Por tanto, desde la perspectiva del enfoque contextual la psicopatología
infantil se considera producto de las transacciones entre el individuo (y sus
particularidades psicobiológicas), su historia y su contexto actual.
Otra diferencia se basa en que el cerebro del niño está en desarrollo y
tanto la forma de presentación como el tipo de patología varía con respecto a
las de los adultos.
Los comportamientos humanos dependen de las circunstancias concretas
en las que ha vivido el individuo. En los niños la influencia de la situación
es más intensa y frecuente que en los adultos. Es habitual que los padres de
un paciente describan un comportamiento distinto al que se puede señalar en
la escuela. Los niños no se comportan igual en todos los contextos. Esto
dificulta la tarea del clínico que deberá recopilar la información necesaria de
todos los contextos del infante.
Clasificación de los trastornos
infantiles y juveniles.
La quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales (DSM-5) establece las siguientes categorías de los trastornos
infantiles y juveniles:
1.
Trastornos del desarrollo neurológico.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Discapacidades intelectuales.
Trastorno de la comunicación.
Trastorno del espectro del autismo.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Trastorno específico del aprendizaje.
Trastornos motores.
Trastorno de tics.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
Trastorno de desregulación destructiva del estado de ánimo.
Trastorno de ansiedad por separación.
Mutismo selectivo.
Trastorno del apego reactivo.
Trastorno de relación social desinhibida.
Pica.
Rumiación.
Trastorno de evitación o restricción de alimentos.
Trastornos de excreción: enuresis y encopresis.
Disforia de género en niños.
Trastorno negativista desafiante.
Trastorno explosivo intermitente.
Trastorno de conducta.
Trastornos del espectro autista.
El trastorno del espectro autista (TEA), fue llamado anteriormente
“trastorno generalizado del desarrollo” (TGD) y agrupaba diferentes subtipos:
- Trastorno autista.
- Trastorno desintegrativo de la infancia.
- Trastorno de Asperger.
- Trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
En la actualidad se contempla desde un punto más dimensional y como
un conjunto de trastornos del neurodesarrollo que difieren en intensidad y
grado, más que como categorías con síntomas definidos separados. Aunque
se considere un trastorno del neurodesarrollo no existe actualmente ninguna
explicación satisfactoria del marcador o mecanismo biológico que explica
esta patología. Se cree que el origen debe ser multicausal y con diversos
mecanismos, tales como factores intrauterinos, neonatales, genéticos,
temperamentales, ambientales, etc. Estos factores serían los responsables de
la perturbación precoz del sistema nervioso.
Los trastornos del espectro autista se caracterizan por la alteración y
afectación de diversas áreas del desarrollo, tales como la comunicación e
interacción sociales, las vinculaciones afectivas y la presencia de conductas e
intereses repetitivos y restrictivos. Además, suelen manifestarse conductas
extravagantes, manieristas y estereotipadas.
Se considera trastorno cuando se presentan insuficiencias significativas
en la comunicación práctica y en el conocimiento social, así como cuando
las conductas, intereses y actividades no son socialmente funcionales.
En los casos más graves el espectro del autismo afecta a las capacidades
de comunicación y de interacción social, así como de imaginación, el
infante presenta patrones restringidos y repetitivos de conductas e
intereses.
Trastornos de la relación social.
El niño autista muestra una ausencia parcial o absoluta de reciprocidad
social y respuesta emocional:
- No suele establecer vínculos socioafectivos significativos.
- El contacto ocular es huidizo o no existe.
Muestra una falta de interés evidente por la voz humana, la sonrisa
social, la gesticulación, etc. Por ejemplo, no adopta posturas
anticipatorias de querer ser cogido en brazos.
- Puede existir aversión al contacto físico con otras personas, lo que le
conduce al aislamiento.
- Carece de empatía.
- No comparte intereses ni actividades.
Vallejo Niagara señala que un biomarcador potencial precoz de autismo
puede ser no mirar a los ojos y sí a la boca de los demás cuando tienen 2
años.
Relación con el mundo físico.
La relación con el mundo físico está también alterada. El niño pequeño
manipula los objetos de forma muy simple, no funcional y estereotipada. Se
manifiesta la incapacidad de un juego simbólico con representación de
papeles.
El autista suele agitar, girar o golpear los objetos. Tiene tendencia al
rebuscamiento excesivo empleando manierismos rápidos con los dedos o con
las manos, aparentemente con la intención de estimulación. Suele mantener
las cosas que le rodean ordenadas, manteniendo un estilo de juego de carácter
ritualista e inflexible. Y cuando estas rutinas físicas se alteran suele
desencadenarse una crisis de ansiedad aguda.
Trastornos de modulación sensorial.
Todos los canales sensoriales están afectados, o bien se da una ausencia
de respuesta o una reacción exagerada a la estimulación.
La hiporreactividad se manifiesta claramente: los ruidos intensos que
asustan a otros niños dejan impasible al autista, que, además, ignorar o le es
indiferente las llamadas y órdenes verbales. También puede ignorar las
informaciones visuales significativas: objetos, paisajes, personas. Los
movimientos ritualizados aparentan ser la función estimulante que les activa:
golpes o crujidos, balanceos, giros sobre sí mismos, movimientos rítmicos de
la cabeza y otras estereotipias motoras corporales.
Trastornos del movimiento
Los trastornos del movimiento incluyen manierismos, rituales y
estereotipias. Son involuntarios y pueden producirse de forma intermitente o
continua. A veces se presentan conductas autolesivas: cabezazos,
mordeduras, arañazos; y algunos pacientes pueden pasar por períodos breves
de inmovilidad adoptando posturas extrañas del tronco o de las extremidades.
Imaginación y patrones restringidos y repetitivos de conductas e
intereses.
Los niños autistas presentan un deterioro de la capacidad imaginativa, de
simbolismo y de integración de sensaciones. Suelen manipular los objetos sin
creatividad y de forma poco funcional, convirtiendo el juego en una
estereotipia.
Sus intereses son restringidos y estereotipados, normalmente dirigidos por
conductas rígidas y ritualizadas.
La conducta es ritualizada, manifiestan un apego exagerado a
determinados objetos, así como rigidez mental y resistencia al cambio tanto
de rutinas como del ambiente. Por esta razón muestran un malestar extremo
cuando se producen pequeños cambios.
El pensamiento es rígido y necesitan realizar rituales en todas las
circunstancias que experimentan.
Comunicación.
Los niños autistas presentan un deterioro cualitativo bien sea en el ámbito
de la comunicación verbal o no verbal.
Se presenta una grave alteración en el habla, esta suele retrasarse y en
numerosos casos no llega a establecerse. Cuando el lenguaje sí se produce no
suele ser comunicativo y carece de intencionalidad social. Las ecolalias son
frecuentes, el niño repite involuntariamente una frase o palabra que acaba de
pronunciar él u otra persona en su presencia. También es habitual la inversión
pronominal, de tal modo que el niño se refiere a sí mismo utilizando el
pronombre “tú” o “él” y no “yo”. Así como el empleo de neologismos y
agramatismos.
La comunicación gestual también está alterada: la expresión facial, los
gestos o señalar con el dedo o la mano no generan información a quienes le
rodean. La comprensión también se presenta perturbada.
Síntomas generales.
Los síntomas característicos del espectro autista son:
-
En la infancia hiperactividad.
En la adolescencia y edad adulta hipoactividad.
Labilidad emocional.
Baja tolerancia a la frustración.
Alteraciones del sueño.
Impulsividad.
Autoagresividad.
Heteroagresividad (menos frecuente).
Estereotipias.
Trastornos de la alimentación, selección según colores, texturas, sin
reflejo de succión, pica, etc.
Hiperreactividad o hiporreactividad sensorial, o interés inusual en
aspectos sensoriales del entorno. Por ejemplo, indiferencia aparente
al dolor, a la temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas
específicas, oler o tocar objetos en exceso, fascinación por los
objetos que giran o por las luces.
Se distingue al niño retrasado mental del niño autista por estos déficits de
la comunicación no verbal. El retrasado suele carecer de habla, mientras el
autista cuando la tiene ésta es arrítmica y carente de inflexiones de tal modo
que no es posible vincular lo que dice con estados emocionales.
Algunos autistas tienen un nivel intelectual normal, pero 3 de cada 4
casos padecen de algún grado de discapacidad intelectuales. Estos niños
presentan mayor déficit en las habilidades verbales que en las visuoespaciales
o manipulativas. Aunque la fisonomía suele presentar con normalidad, no la
expresión facial o emocional.
En 1 de cada 4 casos el autismo se ve acompañado de trastornos
cerebrales orgánicos: la epilepsia suele ser habitual en algún momento de la
vida del niño.
El 70% de los niños autistas tienen un trastorno comórbido y el 40% al
menos dos. Estos suelen ser trastornos de ansiedad, TDAH y trastorno
oposicionista.
La interacción con los demás, así como la posibilidad de comprender y
compartir el entorno, resulta muy difícil debido a la falta de intencionalidad
comunicativa y de respuesta a actos iniciados por los demás.
El DSM-5 no establece como diferentes categorías el trastorno de
Asperger del resto de los trastornos del espectro autista, sin embargo, la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) sí lo hace. En el
trastorno de Asperger la alteración de la interacción social es importante, pero
no llega al extremo del autismo.
Los Asperger suelen manifestar afecto plano, contacto ocular pobre,
dificultades para participar en una conversación y extraña prosodia. La falta
de empatía se manifiesta claramente, pero no existen retrasos significativos
en el lenguaje y el comportamiento adaptativo es suficiente.
Mientras los autistas suelen ser diagnosticados a los 5 años, los Asperger
a los 11. Los niños con Asperger tienen intereses muy desarrollados:
matemáticas, geografía, u otros temas.
Con respecto a la neuroanatomía estudios recientes muestran que el
volumen de sustancia gris cerebral de los autistas es mayor que el de otros
niños normales, especialmente el de aquellos que muestran alto rendimiento,
mientras los niños con Asperger se sitúan en una media.
Estudios comparativos han mostrado que los niños con trastorno de
Asperger suelen mejorar sus habilidades con el tiempo y reducir los síntomas.
El tratamiento de los Asperger se centra en las habilidades sociales y la
empatía y no suelen necesitar tutelas especiales ni instituciones.
TEA. Criterios diagnósticos del DSM5.
A Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la
interacción social.
1.
2.
3.
Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional varían:
desde el acercamiento social y fracaso en la conversación con
disminución en intereses, emociones o afectos compartidos, hasta
el fracaso en iniciar y responder a las interacciones sociales.
Las deficiencias en la comunicación no verbal utilizada en la
interacción social varían: desde poco integrada con anomalías en el
contacto visual y lenguaje corporal, de gestos o de comprensión,
hasta la falta absoluta de expresión facial y de comunicación no
verbal.
Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y
comprensión de las relaciones varían: desde dificultades para
ajustarse a diversos contextos sociales no siendo capaces de
compartir juegos imaginativos y de hacer amigos, hasta la ausencia
total de interés por otras personas.
B Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, actividades o
intereses, se manifiestan en 2 o más de las siguientes áreas:
1.
2.
3.
4.
Movimientos, habla, utilización de objetos estereotipados o
repetitivos (alienación de los juguetes o cambio de lugar,
estereotipias simples, ecolalia, frases idiosincráticas).
Persistencia en la monotonía, inflexibilidad de rutinas, patrones
ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (angustia frente
a cambios pequeños, patrones de pensamiento rígidos, dificultad en
las transiciones, rituales de saludo, necesidad de repetición de los
mismos alimentos cada día o de tomar el mismo camino).
Intereses muy restringidos y fijos, que son intensos o anormales
como foco de interés (perseverancia extrema en el objeto de interés,
apego o preocupación fuertes por objetos inusuales).
Hiper- o hiporreactividad a los estímulos sensoriales o interés
poco habitual por aspectos sensoriales del entorno (indiferencia
aparente al dolor o a la temperatura, respuesta adversa a sonidos o
texturas específicos, palpación u olfateo exceso de objetos,
fascinación visual por movimientos o luces).
E Las alteraciones no se pueden explicar mejor por la discapacidad
intelectual o por el retraso global del desarrollo. El trastorno del espectro
autista y la discapacidad intelectual coinciden con frecuencia, para hacer
diagnósticos de comorbilidades en el que se den ambos a la vez es necesario
que la comunicación social esté por debajo de lo previsto para el nivel de
desarrollo.
Diagnóstico diferencial.
En el Síndrome de Rett, más común en las niñas, se puede observar una
alteración de la interacción social, por tanto, un porcentaje de las niñas
pequeñas afectadas pueden cumplir los criterios diagnósticos del espectro
autista; sin embargo, sólo debe diagnosticarse si se cumplen todos los
criterios del espectro autista. El Síndrome de Rett presenta una afección en la
forma en que se desarrolla el cerebro y causa una pérdida progresiva de las
habilidades motoras y del habla. Habitualmente las personas con síndrome de
Rett mejoran sus habilidades para la comunicación social y los rasgos propios
del autismo no suponen un problema.
El mutismo selectivo presenta alteraciones en las capacidades de
comunicación apropiadas en ciertos contextos y entornos, pero incluso en
aquellos en los que el niño está mudo la reciprocidad social no se ve
deteriorada y no se presentan comportamientos restringidos o repetitivos.
Los trastornos del lenguaje y de la comunicación social (pragmático)
presenta problemas de comunicación y dificultades sociales secundarias, sin
embargo, no están asociadas con una comunicación no verbal anormal, ni con
patrones de comportamiento, actividades o intereses restringidos y
repetitivos.
El trastorno del desarrollo intelectual sin trastorno del espectro autista
suele ser difícil de identificar y el criterio de demarcación se basa en que la
comunicación y la interacción social deben estar significativamente
deterioradas comparadas con el nivel de desarrollo de las capacidades no
verbales del individuo, por ejemplo, las habilidades motoras finas y la
resolución de problemas no verbales. La discapacidad intelectual es el
diagnóstico apropiado cuando no hay discrepancia aparente entre el nivel de
las capacidades sociales o comunicativas y el de las demás capacidades
intelectuales.
En el trastorno de movimientos estereotipados también se dan
estereotipias motoras que se incluyen como características del trastorno del
espectro autista. Pero ambos deben diagnosticarse cuando las estereotipias
causan autolesiones y llegan a ser motivo de tratamiento.
EL trastorno por déficit de atención/ hiperactividad (TDAH) comparte
con el del espectro autista las alteraciones en la atención: el niño está
excesivamente centrado o se distrae con facilidad. Se debe diagnosticar
TDAH cuando las dificultades de atención o la hiperactividad superan las de
otros individuos de edad mental similar.
La esquizofrenia de inicio en la infancia suele desarrollarse después de
un período de normalidad o casi normalidad. En el estado previo prodrómico
se produce deterioro social, creencias atípicas e intereses peculiares, lo que
podría confundirse con las deficiencias sociales del espectro del autismo.
Sin embargo, la presencia de alucinaciones y delirios no es característica
del trastorno del espectro autista.
Factores de riesgo.
Julio Vallejo Ruiloba[3] afirma que los factores genéticos son de
indudable trascendencia y señala que los estudios de epidemiología familiar
muestran que en la génesis de todo trastorno psiquiátrico intervienen factores
genéticos. Los factores genéticos se manifiestan en el temperamento, el cual
predispone a ciertos trastornos y facilita el riesgo. El temperamento modula
las respuestas de estrés y condiciona las reacciones emocionales. Los demás
factores también intervienen de forma secundaria para padecer un trastorno.
Los factores de riesgo se distinguen entre los llamados “marcadores” y
los “causales”. Los marcadores no se relacionan causalmente con la
psicopatología y pueden ser fijos (el sexo, por ejemplo) o variables (la
condición socioeconómica o la edad). Para poder distinguir los causales es
necesario establecer que el factor de riesgo sea previo al inicio de la
psicopatología. Debido a la dificultad de un conocimiento cierto con respecto
a las causas, los factores de riesgo se contemplan como potenciales
probabilísticos (por ejemplo, no todos los hijos de alcohólicos desarrollan una
patología).
La psicopatología no es causada por un único factor de riesgo, sino por la
suma de muchos en combinación con factores contextuales. Actualmente se
denominan “cadenas causales”.
Factores de riesgo en psicopatología infantil y adolescente[4]::
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Circunstancias del embarazo.
Circunstancias perinatales.
Temperamento.
Factores familiares.
Interrelación padres-hijos.
Factores socioeconómicos.
Factores de riesgo en psicopatología infantil y adolescente[5]:
Circunstancias del embarazo:
Embarazo con dificultades de relación, usualmente en preadolescentes y
adolescentes.
Posible abuso sexual, se ignora la identidad del padre.
El hijo no es deseado.
El embarazo es de riesgo, bien por consumo de drogas u oculto, o
hospitalización o inmovilidad.
Embarazos en familias con un número elevado de hijos o muy continuos
en el tiempo.
Circunstancias perinatales:
Niños prematuros, posmaturos. Sufrimiento fetal. Nacidos con
malformaciones o defectos.
Hospitalizaciones prolongadas durante el primer año de edad.
Separación prolongada entre la madre y el hijo durante el primero año.
Temperamento.
Temperamento difícil ya observado en recién nacidos.
Niños problemáticos o complicados desde las primeras semanas de vida.
Humor negativo: irritable, colérico o triste.
Arrítmico: alimentación, eliminación, sueño o vigilia.
Dificultad para controlarlo o apaciguarlo.
Reacciones desmesuradas o intensas.
Tendencia a la inhibición social o al retraimiento.
Adaptación muy lenta a nuevas situaciones: alimentos, objetos o
personas.
Factores familiares:
Padre o madre con problemas de adicción.
Familia con historia de violencia (física o verbal) o bien maltrato infantil.
Padres menores de edad, muy jóvenes o muy mayores.
Familias monoparentales o ruptura familiar.
Padre o madre con enfermedad orgánica crónica.
Padre o madre con minusvalía.
Padre o madre con historia de enfermedad mental.
Madre con depresión posparto prolongada o intensa.
Madre con psicosis puerperal.
Pérdida de un familiar significativo.
Niño adoptado o en acogimiento familiar.
Interrelación padres-hijos:
Separación de la madre en el período neonatal precoz impidiendo
contacto físico entre ambos.
Escasas visitas al niño cuando está ingresado o desinterés o rechazo hacia
el recién nacido.
Maltrato físico o sexual al infante.
Padres indiferentes, ansiosos o con actitudes incoherentes.
Comportamientos llamativos del padre o de la madre: excitación, gran
tristeza, llanto, incomunicación, contradicción, ocultamientos, negativa a
hablar con profesionales o continuas preguntas.
Los cuidados parentales son discontinuos.
Ausencia del padre en el cuidado del bebé.
Factores socioeconómicos:
Familias con problemas económicos: ausencia de domicilio, precariedad
económica.
Aislamiento social: falta de apoyos familiares y sociales, emigración.
Otros hijos con medidas de protección: tutela o guarda.
Dificultad social: delincuencia, narcotráfico, mendicidad, privacidad de
libertad, prostitución.
Los niños que han sido sometidos a condiciones extremas de crianza o de
dificultades en la vida y no han desarrollado deterioro de su salud mental, ha
llevado al concepto de resiliencia.
La resiliencia es la capacidad mediante la cual un individuo consigue una
buena adaptación a pesar de circunstancias adversas en las que vive o ha
vivido. Se considera que estos niños resilientes han superado las dificultades
manteniendo la habilidada para ser activos y autónomos.
Se han considerado diversas razones por las cuales se desarrolla la
resiliencia, una de ellas establece que esta depende del tipo de personalidad
del niño. En este caso la resiliencia sería un rasgo de la personalidad. Sin
embargo, no se cree que la resiliencia sea únicamente una característica
innata o genética, sino un proceso dinámico.
Tratamiento y pronóstico.
El tratamiento del autismo es sintomático. Principalmente requiere de un
programa de enseñanza o educación especial por parte de profesionales en el
que la familia ha de implicarse necesariamente. La intervención
psicopedagógica persigue los siguientes objetivos:
- Promover el desarrollo cognitivo, lingüístico y social.
- Promover el aprendizaje.
- Reducir las estereotipias y la rigidez.
- Eliminar las conductas desadaptativas.
- Reducir el estrés familiar.
En los casos más graves los niños necesitan centros especiales, aunque la
intervención psicológica es recomendable cerca de los padres. Se proporciona
a la familia herramientas y especialmente apoyo emocional y social (si es
necesario también psiquiátrico). Actualmente se considera imprescindible una
terapia en la que no se culpe a la madre (como acostumbraba a hacerse).
Con respecto al tratamiento farmacológico se usa la risperidona, la
olanzapina y la quetiapina para reducir la irritabilidad, las agresiones, la
hiperactividad, el negativismo, las autolesiones, la ansiedad y las conductas
repetitivas. A pesar de la eficacia mostrada para estos síntomas, aún los
psicofármacos no reducen los síntomas nucleares del autismo.
El pronóstico es que casi la mitad de los niños autistas consiguen un
lenguaje funcional suficiente a los 5 años de edad, aunque puede ocurrir más
tarde. A pesar de esta mejora persisten irregularidades del habla y del
lenguaje. Es importante señalar que el 75 % de los niños autistas también
padecen algún grado de discapacidad intelectual.
Según van creciendo parecen mostrar más interés por los demás y un
deseo de tener amigos, aunque siguen teniendo dificultades para expresar
emociones y ser recíprocos socialmente debido a la ausencia de empatía.
Los datos actuales son que entre un 5% y un 17% de los autistas llegan a
alcanzar una vida escolar, social y laboral normales o casi normales. Sólo
entre el 1 y el 2% llegan a una normalidad plena. Los predictores de un buen
pronóstico son la ausencia de retraso mental, una aparición del trastorno
tardía o menos severa y la aparición del lenguaje antes de los 5 años.
A pesar de estos datos no se puede concretar ni el curso ni el pronóstico,
debido a que cuando hablamos de espectro del autismo nos referimos a
muchos tipos de autismo y no sólo a uno. Sin embargo, aun no habiendo
encontrado una cura conocida, sí se observan mejorías significativas en la
sintomatología con tratamiento psicoterapéutico y farmacológico.
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Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. DSM- IV.
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¿Crees que estás loco? Piénsalo dos veces; Richard Bentall et al.
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Perfectionism: Theory, Research, and Treatment: Theory, Research and
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Manual de trastornos de la personalidad. Descripción, evaluación y
tratamiento: V. E. Caballo.
La presentación de la persona en la vida cotidiana; Erving Goffman.
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Personality Psychology: Domains of Knowledge about Human Nature;
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Personality and Psychopathology; C. Robert Cloninger.
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Neurosis and human growth; Karen. Horney
Our inner conflicts; Karen Horney.
Comprender la vida; Alfred Adler.
Volver a aprender a montar en bicicleta. Trastorno Límite de la
Personalidad; Dr. Tomás de Flores Formentí et al.
Deja de andar sobre cáscaras de huevo; Paul T. Mason et al.
La superación de la dependencia emocional: Cómo impedir que el amor
se convierta en un suplicio; Jorge Castello Blasco.
How to spot a histrionic personality: Joe Navarro.
“Diferencias de personalidad entre población general y población
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Los narcisistas perversos y las uniones imposibles; Enrico María Secci.
El Trastorno Límite de la Personalidad; Dr. Tomás de Flores Formentí et
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Manic-depressive insanity and paranoia; Emil Kraepelin.
Einführung in die psychiatrische Klinik; Emil Kraepelin.
El síndrome del perfeccionista. El anancástico; Manuel Álvarez Romero.
Domingo García- Villamisar.
Soliloquios en Inglaterra y soliloquios posteriores; George Santayana.
Trastorno de Personalidad (TP); Steven Hawthorne.
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Reservados todos los derechos.
[1] El Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM).
[2] Este modelo ha recibido numerosas críticas. A pesar de que las razones del cambio son
relevantes, se elimina una clasificación que había sido muy útil en el diagnóstico clínico.
[3] Introducción a la psicopatología y la psiquiatría; Julio Vallejo Ruiloba.
[4] R. Riera; Conexión emocional: como se forma nuestra manera espontánea y no voluntaria de
reaccionar emocionalmente.
[5] R. Riera; Conexión emocional: como se forma nuestra manera espontánea y no voluntaria de
reaccionar emocionalmente.
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