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como se fundaron pueblos de antioquia

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MEMORIA
LOCAL
REVISTA DE LOS CENTROS DE HISTORIA
DE ANTIOQUIA
ACERCA DE LA REVISTA
MEMORIA LOCAL es la revista del Departamento de Antioquia que busca agrupar todos los centros de historia a la fecha constituidos, fue creada
en el segundo semestre del 2021 y tiene como objetivo publicar artículos
inéditos que presenten resultados de investigación histórica, así como reflexiones académicas relacionadas con el estudio del pasado local. La calidad de los artículos se asegura mediante un proceso de evaluación interno,
el cual es realizado por un comité editorial.
La revista cuenta con la siguiente estructura: un director, un editor, dos
asistentes editoriales y un comité conformado por los representantes de los
centros de historia que la han creado y un delegado de la Academia Antioqueña de Historia.
MEMORIA LOCAL, revista de los centros de historia de Antioquia, pretende contribuir al desarrollo de la disciplina histórica en un país que
necesita fortalecer su estudio y el de todas las Ciencias Sociales para una
mejor comprensión de su entorno social, político, económico y cultural.
En este sentido, se busca fortalecer la investigación de la historia local en
nuestros pueblos.
El público de la revista será variado, y van desde académicos, como estudiantes hasta personas interesadas en la historia local, o en los estudios
históricos. Las secciones de la revista son las siguientes: La carta a los lectores o presentación del dossier que informa sobre el contenido del número
y la pertinencia del tema que se está tratando; la sección de artículos que
divulga resultados de investigación y balances historiográficos, el dossier
reúne trabajos que giran alrededor de una temática específica, un personaje invitado, quien, mediante una entrevista, conoceremos a fondo y de manera personal su vida y obra; por ùltimo las reseñas y los
ensayos bibliográficos que ponen en perspectiva publicaciones historiográficas consideradas importantes.
COMITÉ EDITORIAL
DIRECTOR Rodrigo Campuzano Cuartas, Centro de Historia El
Retiro
EDITORES:
Daniel José Acevedo Arango, Centro de Historia El Retiro
Juan Guillermo Toro Martínez- Centro de Historia de la ciudad de
Antioquia
Maria Amantina Osorio Ramírez, Centro de Historia de Itagui
Ricardo Zuluaga Gil, Centro de Historia San Vicente Ferrer
Antonio Maria Estrada Saldarriaga, Centro de Historia de Fredonia
Luis Fenando Múnera López, Academia Antioqueña de Historia
Patricia Franco Olmos, Centro de Historia San Jerónimo
TABLA DE CONTENIDO
Carta a los Lectores
6-7
Artículos Fundación de los Pueblos de Antioquia
Presbítero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan10-27
Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas28-48
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales
para la historia local
Antonio M. Estrada Saldarriaga50-63
Fredonia, historia y proceso fundacional
Fernando Keep Correa64-79
El surgimiento de Turbo
Maria Amantina Osorio Ramírez
Itagui, de sitio a parroquia: desarrollo histórico
80-102
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
104-123
Mauricio Alejandro Gómez Gómez
124-137
Rodrigo Moreno Martínez
138-161
Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velàsquez
San Rafael, por los caminos del oro y del agua
162-181
El Origen multifacético de Marinilla
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste
antioqueño
El curato de nuestra señora de la Candelaria, Guarne 1811-1820
Personaje Invitado
Juan Guillermo Toro Martínez
Personaje invitado: Luis Fernando Múnera López
182-194
Reseñas
Guillermo Zuluaga Ceballos
195-206
Rodrigo Campuzano Cuartas
207-209
Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno
ambiental y social de El Poblado.
La relación de Antioquia en 1808
CARTA A LOS LECTORES
Amigo lector, tiene usted ante sí una publicación creada para que los pueblos
antioqueños den a conocer sus historias. La componen representantes de los
Centros de Historia de los municipios de la Ciudad de Antioquia, Fredonia, San
Vicente Ferrer, Itagüí , San Jerônimo y El Retiro, con el apoyo de la Academia
Antioqueña de Historia. La hemos bautizado Memoria Local. Revista de los
Centros de Historia de Antioquia. Consideramos que vale la pena fomentar
y difundir el estudio del pasado de los pueblos en cualquier parte del mundo
porque cada uno es una experiencia de vida colectiva, no importando la dimensión de un lugar.
En la experiencia histórica de los hombres sobre la cual las preguntas son
incontables, la revista ofrecerá la posibilidad de apreciar en cada edición una
temática determinada. Las puertas están abiertas para todos los que crean que
vale la pena dar a conocer sus diversas localidades. Creemos que hay allí, en la
historia local, todavía, un gran espacio por explorar y contrastar la variedad de
sus circunstancias. La fundación de los pueblos remite a una de sus preguntas
fundamentales, aquella que nos habla del momento formativo de una nueva
comunidad colonizadora. Queremos conocer en conjunto, sus orígenes, cuáles
son los relatos e historias que se esconden detrás, cuáles fueron las circunstancias políticas, económicas y sociales que lo permitieron. Entender, acercarnos
a sus principios, nos permite construir una lectura más amplia de lo que fue
y ha sido este departamento, de las culturas y pueblos que allí conviven y la
conformación de sus gentes, sus tradiciones y su memoria.
La revista será virtual, queremos darle un mayor alcance para que más lectores
tengan la posibilidad de apreciar simultáneamente la afinidad y discrepancia
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de los hechos y procesos. Su periodicidad será semestral y difundiremos las
actividades de los centros de historia, obras destacadas, y en entrevistas
permitirá conocer personajes valiosos de nuestro quehacer en sus trayectorias
como investigadores.
Para este primer número, el tema que hemos escogido es el interrogante:
¿Cómo se originaron los municipios antioqueños? En la revista número uno,
estarán los artículos de Fredonia, Turbo, Amalfi-Anorí-Segovia, Marinilla,
Guarne, Itagüí, Támesis y San Jerónimo. En la número dos, los artículos de
Sonsón, Venecia, San Rafael, Jericó, Pueblo Rico, Bello, San Luis, San Vicente
Ferrer y Apartadó
Por último, es pertinente contarles que para el presente año saldrá una nueva
convocatoria referida a un problema histórico igualmente atractivo para su
estudio. Además, informamos que como apoyo a la primera edición, la Academia Antioqueña de Historia financiará la publicación impresa de una cantidad
limitada de la revista, con el objeto de que pueda ser recibida físicamente
por las bibliotecas públicas de Antioquia.
RODRIGO CAMPUZANO CUARTAS
Director
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FUNDACIÓN DE
LOS PUEBLOS
DE ANTIOQUIA
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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
UNA HISTORIA PARA CONTAR…
SAN JUAN DEL PIE DE LA CUESTA - SAN JERÓNIMO
RESUMEN
A STORY TO TELL...SAN JUAN
DEL PIE DE LA CUESTA - SAN
JERONIMO
SUMMARY
Desde época muy temprana en la incora- Since very early in the incorporation of the
porción de los dominios españoles en Spanish dominions in America to their
América a su corona, existieron las nor- crown, there were norms that regulated
mas que regularon las visitas de la tierra the visits of the land destined to regulate
destinadas a reglamentar las relaciones the relations between the encomenderos
entre los encomenderos y sus indígenas. and their natives. In the province of
En la provincia de Antioquia la pobla- Antioquia, the indigenous population
ción indígena había sido incorporada a had been incorporated into the parcels
ese régimen de las encomiendas después regime after decades of confrontation
de décadas de confrontación y sólo a and it was only at the beginning of the
principios del siglo XVII la Audiencia 17th century that the Audiencia ordered
dispuso que se realizase una visita de that a visitation of the land be carried
la tierra en ella. Resultado de ellos nació out there. As a result, the reservation of
el resguardo de San Juan del Píe de la San Juan del Píe de la Cuesta was born.
Cuesta. Su creación es el origen del hoy Its creation is the origin of today's San
San Jerónimo.
Jerónimo.
Palabras Clave: indígenas, encomenderos, Key words: Indians, encomenderos, founfundación
dation
GENARO MORENO
PIEDRAHITA e
INTEGRANTES
CORPORHISAN
. Miembro fundador de la Corporación Centro de Investigaciones de la Historia,
Cultura y Patrimonio de San Jerónimo- CORPORHISAN, actualmente se
desempeña como fiscal de dicha corporación. Miembro fundador también de la
Corporación Universitaria Católica de Occidente en Santa fe de Antioquia., presta
su servicio pastoral en la ciudad de Bogotá actualmente, miembro de Número
del Centro de Historia de Santa fe de Antioquia y de la Academia Colombiana
de Historia Eclesiástica , Diplomado en Historia de la Iglesia de América Latina
(Universidad de Navarra), Licenciado en Filosofía y ciencias religiosas de la
Universidad Católica del Oriente
Email:
• [email protected][email protected][email protected]
• Teléfono de contacto: +57 320 6861209 - +57 304 6625001
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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
UNA HISTORIA PARA CONTAR…
SAN JUAN DEL PIE DE LA CUESTA - SAN JERÓNIMO
1. El trato al indígena
Desde el comienzo de la conquista y de la colonización hispana en América,
la corona dispuso que los indígenas no fueran esclavizados y en su lugar se
les sometiese para cristianizarlos y estuvieran al servicio de los encomenderos. Esta política proteccionista fue difícil de aplicar y fueron muchos los
abusos cometidos por lo encomenderos. El instrumento básico empleado se
llamó la Visita de la Tierra y consistió en una inspección realizada por un
oidor de la Real Audiencia a las regiones que abarcaba la jurisdicción de
la Audiencia. En el caso de la provincia de Antioquia esta se efectuó sólo
a principios del siglo XVII y estuvo a cargo del oidor Francisco Herrera y
Campuzano.
Su intervención fue bien tardía pues las visitas se habían dado a partir del año 1550, queriendo ello decir que en los casi 70 años anteriores los
indígenas estuvieron a merced de los encomenderos, pero sólo los sometidos, pues una característica muy influyente consistió en que en ese lapso de
tiempo entre indígenas ocupantes españoles existió una violenta relación
en la que los últimos se resistieron a quedar bajo el dominio de su enemigo.
Es decir, para la época de la visita de este Oidor, un territorio en que los
primeros conquistadores encontraron una gran cantidad de grupos indígenas,
sobrevivía muy poca población en ellos. La guerra, el trabajo y las epidemias
son quizás razones más influyentes en esta situación.
El portador del mandato en la Visita de la tierra, verificaba la ejecución de las leyes en favor de los naturales, procuraba impartir justicia,
11
Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
definía la tributación y nucleaba los indígenas para facilitar la regulación
de su vida política y religiosa y darles ubicación les designaba su territorio,
este espacio se le llamó el resguardo. Así nacieron los pueblos indígenas,
fruto de la reunión de rezagos de pequeños agrupamientos. Es bien diciente
la imagen que se tenía de la provincia en el año de 1582, imagen que asume el historiador Juan David Montoya al describirla así: “Cuando el fraile
Juan Jerónimo de Escobar visitó a Santafé de Antioquia en 1582, la describió
como una ciudad con poco “orden y justicia” y habitada por 18 vecinos, que
daban refugio a “mil hombres forajidos” (Montoya Guzmán, 2021). Autor
agrega más agravantes: una ciudad en decadencia, la población indígena reducida en manera “dramática” e igual la producción aurífera de las minas
de Buriticá. Esta era la capital provincial dos décadas antes de la visita de
la tierra, una situación de la que se pueden deducir muchos aspectos, entre
ellos los rezagos de la población indígena manejados según los criterios casi
incontrolados de sus encomenderos.
Si se admite la información obtenida por otro historiador, Luís Miguel Córdova Ochoa, la visita de Herrera y Campuzano contuvo una comisión específica para resolver una causa mortuoria en que quedaban en el aire
la propiedad de 300 esclavos de un señor de cuadrilla recién fallecido. La
Audiencia ante esta necesidad la aprovechó para ordenar que interviniera la
situación indígena. En esta última misión una de las tareas era acabar con
“los servicios personales” a los que era sometidos los indígenas a cambio de
establecer “un tributo fijo” (Córdova Ochoa, 2014: 235).
Bien se puede apreciar que sí el indígena no tenía suficiente tierra
para tributar y ella estaba protegida, la reforma del visitador no funcionaba.
Como la situación encontrada era pequeños grupos frágiles a merced del
encomendero, lo lógico fue congregarlos y delimitarles la tierra.
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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
Al considerarse a la Audiencia respecto a la provincia como región lejana a su influencia y no intervenida desde su conquista con una visita, la
de Herrera y Campuzano como oportunidad no debía restringirse a los dos
asuntos indicados, la mortuoria y la conexión encomenderos indígenas. Por
lo tanto en su instructivo expresamente ordenó estas cosas:
· Hacer una visita general a los naturales de la provincia y gobernación de Antioquia, debiendo visitar ciudades, villas, lugares, sujetos
y comprendidos en ellas como las rancherías, estancias y reales minas y asientos.
· La visita debe ser por el término de un año, donde debe ver y visitar
personalmente los pueblos, tanto de indios como de españoles.
· Debe mirar que no haya corrupción ni encubierto algún daño suyo
o de los encomenderos y que se asiente cada indio por su nombre,
con su mujer e hijos, qué edad tienen y oficio.
· Debe conocer el temple y clima del pueblo, las frutas, sementeras
y legumbres que en él se dan y cogen; la comida de los indios y de
los españoles.
Cuando el Oidor interrogó a los indígenas, superando ellos el temor y la
sorpresa de ser citados a responder ante un alto funcionario desconocido, tal
circunstancia a lo largo de sus vidas no había ocurrido. Superando los riesgos algunos se atrevieron a responder sobre diversos temas de su existencia
cotidiana entre ella los castigos de los encomenderos y sus capataces.1 Es
llamativo el tamaño de la población nativa que existió en tiempos de la visita y el número de encomiendas. El visitador contabilizó en la ciudad de
1 Éste último tema es el que ha asumido el historiador Luís Miguel Córdova. He aquí la que considero
su conclusión: “(…) encomenderos y mineros (…) desarrollaron drásticos tratos y severos castigos a los
indígenas de ambos sexos (…)”. La visita posibilitó sancionar y castigar abusos y delitos “más notorios”,
más ella superada no detuvo la drasticidad. Los indígenas y españoles de entonces mutuamente habían
cruzados sus culturas. (Córdova Ochoa, 255).
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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
Antioquia 366 indígenas y 20 encomiendas. En el resto de la provincia 423
y 29 (Cuevas Arenas y Castañeda, 2919, 139). Impresiona la disminución e
indica que la intervención proteccionista de la visita fue más que oportuna
para evitar una total desaparición.
Para proteger pues a estos indios y sus comunidades el Oidor Francisco
Herrera Campuzano funda varios pueblos de indios, entre ellos uno en el
lugar del Pie de la Cuesta que llamó San Juan del Pie de la Cuesta, y que hoy
conocemos como San Jerónimo
.
2. El sitio escogido y las exigencias para fundar
El sitio que escogió el visitador para fundar un resguardo indígena que con
el correr del tiempo se llama San Jerónimo pero que su nombre original es
San Juan del Píe de la Cuesta, bien corresponde a la descripción que hizo
hace años el historiador Joer Castaño Pareja.
[…]En las vegas del rio Cauca, cerca de la villa de Santa Fe de Antioquia y de los pueblos de San Juan del Píe de la Cuesta y Sopetrán, se
localizaba el más antiguo núcleo destinado para la cría y levante de
ganado mayor. Alrededor de las quebradas Seca, Sucia, Pocuná, Niverengo y Sisquiarco había unas cuantas estancias de ganado mayor. En
estos lugares, explotados para la ganadería desde los últimos 30 años
del siglo XVI, eran muy comunes los ojos de sal. Ganado vacuno y caballar era criado en la parte más baja y cálida, rica en hierbas naturales,
como también en la franja montañosa […] (Castaño Pareja, 2007, 272).
Si este paisaje se superpone el de encomiendas y la minería bien puede deducirse las conexiones. El espacio ganadero estaba en función del consumo
minero y los indígenas al servicio de ambas economías como mano de obra
forzada cada vez más escasa. Sólo al reunirse estos últimos en una mezcla
organizada de varios grupos nativos para que estuviesen bajo el gobierno
de una autoridad pública (el Corregidor) y religiosa (el cura doctrinero) se
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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
preservaban y vivirían en debido orden, dispondrían de tierra para su subsistencia y contribución a la sociedad en general.
No se sabe cómo reaccionaron los encomenderos al cambio que conllevó la creación de pueblos de indios. Al parecer frente a la acción del visitador Herrera y Campuzano no tuvieron el suficiente poder para impedir
su accionar, porque les implicaba un replanteamiento en su relación con los
nativos que controlaban. Incluso el espacio asignado a los poblados indios
parece segregado del territorio bajo el dominio de los encomenderos.
De esta forma, el 8 de julio de 1615 el Licenciado Francisco de
Herrera Campuzano estando en la ciudad de Antioquia ordenó que se construyan tres poblaciones de indios.2 Uno de ellos fue el del Pie de la Cuesta
en un lugar que se acomodó a sus criterios por tener lo necesario: clima
adecuado, aguas, leña y tierras para cultivar.
El responsable de construir a su costa el poblado desde donde girará la vida del resguardo es el encomendero Bartolomé de la Rúa en plazo
de dos meses. El lugar a escoger debe ser sano y que fácilmente se pueda
entrar a pie o a caballo, que tenga buenas aguas, buenos aires y fértil para
las rosas. La traza debe ser como exigen las normas: la plaza en medio, de
buena proporción y de ella salgan todas las calles y solares conforme a la
gente que haya; los solares y casas deben ser de veinte varas cuadradas. Se
haga la Iglesia junto con la casa del padre doctrinero. Se debe procurar que
los indios planten plataneras y otros árboles frutales (yucas, batatas, y otras
2 “… Dixo que mandaba y mando que se hagan tres poblaciones de todos los indios desta ciudad. Que la
una se haga en el Sitio que llaman del pie de Laquesta, y la otra en El hatobiejo que llaman de doña María
de Quesada, por ser los dos sitios los más acomodados y que concurren en ellos las cosas necesarias para que
asienten en ellos y hagan las dos dichas poblaciones de buenos temples, agua… y tierras para su sustento,
maíz y comida de los dichos indios…” (1615. Santafé de Antioquia: reducción y distribución de indios. –
Fondo Visitas. Sección Colonia. Archivo General de la Nación de Colombia).
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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
raíces y semillas y las demás legumbres y algodonales) que se dan en esos
sitios y sus alrededores. Se ordena abrir caminos y se hagan puentes, que
los indios hagan barbacoas en sus bohíos. Que en los bohíos haya alguna
cruz y que también haya imágenes del Señor, de la Virgen y de los santos.
También se pide que delante de la Iglesia, en la plaza y en otras partes se
coloquen cruces grandes.
Según esto el lugar escogido para el sitio de San Juan de Pie de la
Cuesta no fue escogido al azar, sino después de analizar el territorio y ver
que ese lugar era el más conveniente, aunque después se vea necesario
trasladar la población al sitio donde actualmente está asentado el municipio
de San Jerónimo.
3. Fundación de San Jerónimo
Joaquín Villa Jiménez, el más notable historiador de Sopetrán, hijo adoptivo de San Jerónimo, en su libro Monografía de San Jerónimo presenta el
documento donde el escribano de la visita da constancia de la creación del
pueblo de indios en el sitio de Pie de la Cuesta:
[…]Estando en los aposentos que llaman de la Estancia del Pie de
la Cuesta, que solía ser del Capitán Alonso de Rodas, jurisdicción
de la ciudad de Antioquia, a veintidós (22) días del mes de Febrero
de 1616 años, el señor Licenciado Don Francisco de Herrera Campuzano (…) dijo que por cuanto Su Merced mandó hacer y se ha
hecho, una población en el sitio de San Juan del Pie de la Cuesta
a que se ha reducido y mandado reducir los indios de los repartimientos y encomiendas que consta de los autos […] (Villa Jiménez,
1989, 17-20).
En el fragmento se advierte que la expresión “solía ser” al referirse a “la
estancia”, insinúa que no existía al momento de creación del resguardo.
No de otra manera se explicaría que un personaje de la talla de Alonso de
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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
Rodas fuese perjudicado.3 El Visitador aprovecho esta circunstancia para no
causar problemas al no tomarse entre los encomenderos como una expropiación de sus privilegios relativos a la tierra
[…] y conviene señalarles términos y resguardos suficientes para
sus rozas y sementeras, así de particulares como de comunidad,
como para propios, pastos y baldíos y crianza de sus ganados que
tienen y tuvieren; considerando no solo el estado presente y número de los dichos indios, sino el crecimiento que podrían tener,
como su Majestad lo manda […] (Villa Jiménez, 17-20).
He aquí el punto característico de toda creación de un resguardo, el relativo
a la tierra. Es bueno señalar los aspectos en consideración: estar claramente
delimitado el terreno, su tamaño adecuado a la cantidad de ocupantes teniendo presente su crecimiento futuro, especificar cómo debía usarse, señalar se dividiera en tierra para el núcleo familiar indígena y para el conjunto
social y en el trasfondo de la entrega, la soberanía del rey sobre una estancia
abandonada.
[…]Dijo que señalaba y señaló por términos y resguardos (…): Desde el sitio donde se juntan las cuatro quebradas que llaman de “las
Guaracúes”, la del Pie de la Cuesta, la de los Cedros Grandes y la de
los Cedros Chicos y desde las dichas juntas, como dicho es, cortando
la loma arriba a dar a la cordillera y Loma Hermosa, del hato del Alguacil Mayor Domingo Gómez y toda la dicha loma adelante a unas
vertientes a la quebrada de “Los Guaracúes” y a la dicha población.
Revolviendo arriba, cortando por los altos y lomas en redondo, aguas
vertientes al dicho pueblo, que venga cortando a la quebrada “La Saltadera”, que llaman Del Pie de la Cuesta, y toda ella abajo, de una a
otra parte, aguas vertientes a ella, hasta llegar a las dichas juntas de las
3 Alonso de Rodas representaba el linaje de su padre a pesar de ser hijo de una indígena catia. “Los
Rodas formaban una especie de feudo mestizo que aprovechaba al máximo las libertades que les otorgaba
su doble situación marginal –geográfica y social – en una región fronteriza que se mantuvo casi siempre
en guerra permanente (Montoya Guzmán, 2016, 49).”
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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
dichas quebradas […] (Villa Jiménez, 17-20).
Bien valdría la pena posteriormente intentar el croquis de esta delimitación. Se observa en ella que el agua fue muy importante en la escogencia del terreno y en la ubicación estratégica del poblado. La imagen
que refleja el señalamiento es el de una ladera de una montaña por donde
desciende varias quebradas hasta sus “juntas” y próxima a este el sitio
para erigir el centro del resguardo, su zona llamémosla urbana aunque
sea impropio.
Un aspecto esencial, la entrega del derecho a poseer la tierra. El
acto incluyó la orden al Alcalde de la ciudad de Antioquia de derribar de
los bohíos de Rodas y si había de otros igual. Él en el acto era un subalterno del Visitador. De nuevo figura allí el uso a dar al bien cedido y de paso
se les dice a los nuevos ocupantes que trasladen el ganado.
[…]Todas las cuales dichas tierras, inclusas en los dichos términos
y linderos, señalaba y señaló, adjudicaba y adjudica a los dichos
indios (…) para sus tierras y resguardos y que todas ellas las gocen
y posean, labren y cultiven y traigan sus ganados y usen de ellas
como suyas, en que se incluye y comprende la estancia y aposentos
que poseyó y tuvo el Gobernador Gaspar de Rodas y, por su fin y
muerte, el Capitán Alonso de Rodas, su hijo y heredero. […]
Es impreciso saberse que calidad pudo tener esta adjudicación, al parecer
no es un derecho absoluto que se adquirido sobre el bien sino un derecho
de usufructuo. Otra cosa sucedió al transcurrir los años: los indígenas terminaron convertidos en propietarios del suelo ocupado. Sea como fuere
el tipo de derecho entregado era indispensable protegerlo, sobre todo en
las condiciones de inferioridad en que vivía el indígena:
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Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
[…] y ninguna persona ocupe las dichas tierras ni parte alguna de
ellas, so pena de $ 300 pesos de oro de 20 quilates, para la Cámara de
su Majestad, en que desde luego los da por condenados, lo contrario
haciendo, y que se demolerá a su costa lo que dentro de los dichos
resguardos se edificare y que lo que se sembrare, sea para dichos
indios, a los cuales les dejen libremente las dichas tierras y de aquí
en adelante no se las ocupen so dicha pena. […]
El último tema que incluyó el Visitador fue la construcción de una acequia
para el poblado, con el objeto que sus habitantes tuviesen lo más próximo
posible una buena agua. El mandato era pertinente porque existía otra quebrada más cercana pero no de tan buena calidad y dada la congestión de
trabajo para construir las viviendas y los cultivos, apreció que sin su orden
no se haría y la responsabilidad quedó en manos del Protector de Naturales.
[…]Mandó que luego que acaben los indios las dichas rozas que están
haciendo, se saque la dicha acequia de agua de la dicha Quebrada
Grande y se meta al dicho pueblo, de manera que todos los dichos
indios se aprovechen de ella, y lo cometió a Gonzalo Muñoz, el cual
y con los dichos indios, informaron sería trabajo de dos o tres días de
una docena de indios Montoya Guzmán y González Jaramillo Visita
a la provincia…, 2010, 320-333). […]
Así quedó el marco legal de este resguardo previsto por un cuidadoso
Visitador. Fue su solución ante la circunstancia encontrada, la aplicación
del mandato que se le ordenó ejecutar y una vez dispuesto darlo a conocer
a todos como en efecto lo hizo: se registró en el libro del Cabildo, se pregonó, se remitió a los alcaldes ordinarios de la ciudad de Antioquia y se
envió a la Audiencia.
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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
Pueblo de indios
La expresión “pueblo de indios” no alude a un asentamiento prehispánico
ni denomina un asentamiento informal de naturales de la tierra, sino que
corresponde a una división administrativa del territorio creada por los españoles, como lo eran también las ciudades, las villas y los reales de minas.
Los pueblos de indios se fundaban anexos a las ciudades o a los reales de
minas para su servicio, se asociaban a tierras de resguardo y en ellos estaba
prohibido el asiento de otras razas. Esta figura salió de la legislación con
la Independencia (“Quedan abolidos los nombres de pueblos con que eran
conocidas las parroquias de indígenas…”. Ley del 11 de octubre de 1821).
El surgimiento de los pueblos de indios no fue una determinación tomada por ellos, fueron mandados fundar por el rey Carlos I mediante cédulas reales de 1549 para Nueva España y en 1551 para Tierra Firme o Castilla
del Oro. De las Cédulas Reales se desprende que la intención de la Corona
Española al crear los pueblos de indios es cristianizarlos, poniéndoles una
capilla, juntándolos, dándole una estructura de gobierno, el Corregidor, el
Cura Doctrinero y autoridades propiamente indígenas gobierno.
En la asignación del resguardo se integraron varias comunidades
que en parte se cruzan por nexos matrimoniales entre algunos integrantes
de ellas, pero que cada una se asumía como una unidad étnica. En conjunto
sumaron en el registro de la visita, un poco más de 620 habitantes que previamente estaban divididos por “repartimientos” propiedad de siete encomenderos. Los datos de los tres encomenderos con más indígenas permiten
apreciar la diversidad geográfica donde estaban, la tipología clasificatoria
de los nativos usada en la visita y el tamaño de las encomiendas.
Francisco Martínez en el Sitio del Píe de la Cuesta disponía indíge20
Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
nas “guaracues, catias”, 29 llamados “útiles”, cinco “reservados” y a útiles
y reservados incluyeron 83 mujeres e hijos, en total 108. Miguel de Urnieta
tenía una mezcla de noques, urraos y guaracúes, no se indica donde, sumaban 41 “útiles”, 7 “reservados” y 120 mujeres e hijos, en total 168. El tercero, Francisco de Arce tenia peques, 18 “útiles”, 6 “reservados” y 56 mujeres
e hijos, en total 70 (Montoya Guzmán y González Jaramillo, 2010, Visita
a la provincia…, 333). Varias características se pueden enunciar sobre esta
población, advirtiéndose que por el carácter de este artículo no su pueden
profundizar. Fueron grupos sometidos que habían pasado por varios propietarios encomenderos, situación que les implicó sostenerlos a costa de su
paulatino deterioro físico, perder paulatinamente sus precedentes culturales
ancestrales a cambio de asimilar los hispanos. La vida de estos hombres y
mujeres “útiles” estaba bajo el dominio prácticamente absoluto de sus encomenderos y en función de sus capacidades productivas en la agricultura, la
ganadería y la minería y la intensidad de la explotación hacia que tuviesen
poca disponibilidad para trabajar por su propia subsistencia. La base de su
sometimiento era el trato violento y sorprende la incapacidad del débil para
rebelarse. La explicación se encuentra inscrita en el contexto en que trascurrió su existencia.4 Sus amos eran hombres de guerra que al tiempo que
los explotaban para su lucro se dedicaban a conquista de otros indígenas
en regiones diversas de la geografía de la provincia. Eran fronteras bélicas
amenazantes sobre los espacios dominados, provista de posibilidades auríferas ambicionadas. Ahora con la presencia de un Visitador dispuesta por
la Audiencia se introducía una variable que alteraba sin abolir el dominio
que ejercían sobre sus indígenas y ese cambio lo tenían que aceptar según
se reglamentara.
4 Los puntos de vista de los sometidos consta en el referenciado trabajo del historiador Luís Miguel Córdova
Ochoa y de forma directa en los interrogatorios del visitador Herrera Campuzano (Montoya Guzmán y
González Jaramillo. Visita a la provincia…, 2010).
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Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
4.
Las nuevas reglas de juego
Un libro publicado en la Colección Bicentenario de Antioquia con la
visita del Oidor fue un importante aporte de la Universidad Nacional de
Colombia Sede de Medellín a la conmemoración del 20 de julio de 1810.
En él están transcritas las regla previstas por este funcionarios para los
pueblos de indios que dispuso crear que por cierto no fueron pocos. Ellas
pretendieron introducir una transformación notable en la situación encontrada relativa a la relación entre encomendero se indígenas. Qué tan eficaz, que tanto logró, de nuestra parte se ignora y también se presume que
es un gran vacío histórico general. De por medio estuvo la disposición de
las dos partes afectadas, los encomenderos y los indígenas. Para los primeros las medidas les implicaban pérdida de autoridad sobre los segundos
y pérdida económica, para los segundo adquirir autonomía relativa de sus
sujetadores, convivir con otros nativos, admitir la subordinación religiosa
con el doctrinero y la gubernamental con un funcionario responsable de
ellos ante el Cabildo y la gobernación y cambiar el sitio donde se residía a
otro más inmediato a un poblado desde donde sus vecinos los requerirían.
Quienes habían tenido el control de una situación, los encomenderos, la
perdieron con la presencia del Visitador pero retirado, retornaba a ellos
alterada por las órdenes impartidas. En conclusión, por ahora el conocimiento que aquí se maneja de la situación generada, sólo alcanza hasta lo
visitador quiso que sucediera. Sirve de referencia a este esbozo sus deseos
respecto a San Juan del Píe de la Cuesta.
El traslado de los indígenas al nuevo sitio le correspondía costearla
y disponerla al encomendero y en esta tarea con el rigor necesario para
evitar que ningún indígena se oculte y recoger a todos los dispersos. Los
nativos al llegar inmediatamente iniciar las rozas y sementeras individuales
22
Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
y, en conjunto, la de la “comunidad”. En el cultivo debía incluir frutales,
platanares y plantas alimenticias que fuesen aptas: “yucas batatas y otras
raíces y semillas y las legumbres y algodones”. La construcción del poblado
no tendría demora, a él se debía poder acceder a píe o a caballo, hacerle caminos y bohíos para pernoctar, puentes si se requiriesen. El poblado nacería
conforme a la usanza de las leyes urbanísticas: una plaza en medio, calles
con solares a lado y lado, el tamaño de las casas según las medidas ordenadas, la adjudicación de lotes de modo que los parientes estén próximos con
el fin de “el capitán de cada repartimiento” los pueda reunir para los trabajos que tengan que hacer, el tamaño de la iglesia a proporción del número de
habitantes e inmediato a ella se construye la casa del padre doctrinero, en la
fachada de la iglesia imágenes religiosas y la cruz etc. (Montoya Guzmán y
González Jaramillo, 335-336).
El Visitador reglamentó otros aspectos esenciales referidos a las relaciones económicas entre los encomenderos y los indígenas. Dispuso abolir el servicio personal que desde hacía 70 años existía, a cambio de tazar
la contribución indígena en dinero y especie, según los indígenas definidos
“útiles. El monto difirió entre los pueblos que dispuso crear, en la misma
medida que la región donde se ubicaron su economía era más o menos rica.
En San Juan del Píe de la Cuesta la taza que se pagaría por cada año fue
de “dos pesos y medio de oro de veinte quilates y dos fanegadas de maíz y
dos gallinas”. De la obligación exceptuó a “los caciques y capitanes principales”, determinación que debió ser tradicional en la fijación de la tasación
y acorde a estimular esta jefatura nativa. No se tiene idea de cuan gravosa
fuese la carga impuesta por falta de referencia de costos de los bienes en
ese entonces. En comparación con las exigencias que antes recaían sobre el
indígena aparenta ser una circunstancia más favorable.
23
Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
Sí el anterior costo le correspondió al indígena, al encomendero
le recayeron otras responsabilidades económicas, en donde se nota la intención de comprometerlo en varios temas. Uno fundamental fue el sostenimiento del cura doctrinero. Los afectados debían pagar “220 pesos 25
fanegadas de maíz cada año”, un costo conforme a la cantidad de indígenas “útiles” que le tributaba. La suma parece alta respecto a la contribución grabada para el conjunto de indígenas útiles y deja la impresión de
instituir un eclesiástico bien retribuido, que se llevase una buena porción
de lo que los indígenas entregaban a su encomendero.
Hubo otras cargas más: crear un censo de mil pesos de oro de veinte quilates sobre el capital recibido de los indígenas, con el fin de ayudarles en sus
necesidades, fundar una capellanía “por las ánimas de los indios difuntos
y que adelante murieren”, entregar ropas, herramientas y rosarios a los
nativos.
Dónde pudo quedar el resguardo. ¿Sobrevivió?
Son preguntas que surgen después de conocer tantas disposiciones y los
antecedentes de la situación. El padre Francisco Luis Toro, autor de Ripios
Históricos da varios datos que ayudan algo; escribió:
[…]En un documento de 1639, documento de entrega de tierras de
Isima al Capitán Fernando de Toro Zapata (…) el Licenciado Rodrigo de Santander, cura doctrinero de Nuestra Señora de Sopetrán, en
su informe señala como linderos desde los asientos de la población
vieja de San Juan, loma arriba…etc. Más adelante (…) dice al Gobernador D. Juan Vélez de Guevara y Salamanca: Que una ha de
empezar a correr desde donde tuvo sus casas y asientos el Capitán
Alonso de Rodas, que es más debajo de donde fue la población de
San Juan... etc. Y en una petición del mismo año 39 sobre las mismas
tierras se dice: para que le diese la posesión de las tierras y estancias
de San Juan del Pie de la Cuesta de San Gerónimo y tierras de Isima
24
Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
y di posesión en este sitio que fue ranchería del Capitán Alonso de
Rodas…etc. Todos estos datos reunidos están señalando como sitio
preciso la antigua y desparecida población de lo que hoy llamamos
Llanos de San Juan, al sur de San Jerónimo, y al Pie de la cuesta
llamada Urquitá […] (Toro, 1932, 178-180).
El padre Toro deduce de lo anterior, que el resguardo duró muy poco basado en que 33 años después se alude a una vieja población desaparecida.
Sí así aconteció, se requiere saber la circunstancias derivadas de la Visita
o sea los motivos de su fracaso. Pudo ser el retorno del visitador a la
Audiencia santafereña como el Padre lo cree. No se sabe más y tampoco
cómo apareció el nombre San Jerónimo cuando el original era San Juan.
Los hallazgos del padre Toro permiten saber que en el año 1653 se
usaba la nueva denominación San Jerónimo donde residían indígenas un
tanto bebedores y parranderos:
[…]Es el caso que en 1653 murió en el camino de las minas de los
Remedios el hermano Juan Gómez Castrillón, que durante 10 años
estuvo recorriendo las poblaciones de Zaragoza, Cáceres, Mompós,
Guamacó y los Remedios en la empresa de recoger limosnas para
construir de tapias y tejas la Iglesia de San Jerónimo que era de paja.
Su piadoso corazón sufría angustias al pensar que los indios en sus
frecuentes juergas y peloteras pudieran incendiar la casa de Dios, y
esta consideración lo movió a hacer voto de practicar tan larga y penosa peregrinación, en la que según las crónicas, alcanzó hasta Quito
[…] (Toro, 1932, 178-180).
Llegarse hasta este punto en la historia del nacimiento de San Jerónimo es
no resolver en su totalidad su proceso formativo. Sobre su suerte, resta a
acudir a un concepto general que hace suponer que así como las encomiendas a comienzo del siglo XVII no eran de tamaño apreciable, los pueblos
de indios que de ellas se forjaron igual fueron débiles.
25
Una Historia Para Contar...San Juan del Pie de la Cuesta-San Jerònimo
Los afecto la ambición y la necesidad respecto a la tierra; La raza
indígena se fue mezclando, la coexistencia con otros aumento cada vez, ellos
terminaron teniendo mayor peso político, etc. Es decir, la normatividad de
este Visitador y de todos ellos la derrotaron muchas transformaciones. No
obstante, para el año 1616, ella tenía pleno sentido.
San Jerónimo, 200 años después de la visita de Herrera y Campuzano era otro lugar. El poblado tenía 46 casas pajizas, iglesia de tapia techo de
teja y una administración subalterna de tabaco y aguardiente. Fuera de él 206
casas y “bujíos”. La autoridad era un Alcalde pedáneo, contaba con 179 “vecinos principales”, 262 mestizos, mulatos 761 y 77 esclavos. Estaba situado
el lugar entre el río Aburrá y la quebrada Muñoz (Relación de Antioquia en
1808, 2008, 103-104)
26
Presbìtero Genaro Moreno e Integrantes Corporhisan
BIBLIOGRAFÍA
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27
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
LOS PRIMEROS POBLADORES DE THE FIRST SETTLERS OF
TÁMESIS, 1858-1885 Y ALGUNAS TÁMESIS, 1858-1885 AND SOME
FUENTES DOCUMENTALES PARA DOCUMENTARY SOURCES FOR
LOCAL HISTORY
LA HISTORIA LOCAL
RESUMEN
Este artículo hace un aporte a la construcción de la historia de Támesis Antioquia
fundado en 1858 por una familia campesina proveniente de Sonsón, a quienes
siguieron muchos otros individuos, oriundos de muy diversos lugares de la región
en su aspiración de obtener un pedazo de
tierra y un mejor futuro para sus familias.
Aquellos hombres, mujeres y niños que se
aventuraron a descuajar monte para construir en alguna montaña y cerca de algún
río su espacio de vida. ¿Quiénes llegaron,
de dónde llegaron y a qué se dedicaron
los primeros pobladores de Támesis? Los
censos de población, los registros parroquiales y los archivos notariales son algunas fuentes que permiten responder estas
preguntas y dan elementos que ofrecen
una mejor comprensión del proceso de
formación social y económica de este
pueblo. Es esta una oportunidad para reconocer a los ancestros, quienes machete
en mano, construyeron la patria chica e
hicieron de ella, el lugar al que siempre se
quiere volver.
ABSTRACT
This article makes a contribution to the
construction of the history of Támesis
Antioquia, founded in 1858 by a peasant family from Sonsón, who were followed by many other individuals from
different parts of the region in their
aspiration to obtain a piece of land
and a better future for their families.
Those men, women and children who
ventured to cut down the mountains to
build their living space in some mountain and near some river. Who arrived,
where did they come from and what
did the first settlers of Támesis do?
Population censuses, parish records
and notarial archives are some of the
sources that allow us to answer these
questions and provide elements that
offer a better understanding of the process of social and economic formation
of this town. This is an opportunity to
recognize the ancestors who, machete
in hand, built the small homeland and
made of it the place to which one always wants to return.
Palabras claves: Támesis, suroeste, coloKey words: Tamesis, southwest, businización empresarial, fuentes documenness colonization, documentary sourctales.
es.
28
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
SANDRA PATRICIA RAMIREZ
PATIÑO y ELSY
Sandra Patricia Ramírez con Doctorado de la Universidad de Antioquia
Elsy Karim Leon Vargas Magister de la Universidad de Antioquia
Email:
[email protected]
[email protected]
KARIM LEON
VARGAS
29
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
LOS PRIMEROS POBLADORES DE TÁMESIS, 1858-1885 y ALGUNAS FUENTES DOCUMENTALES PARA LA HISTORIA LOCAL
Introducción
Cuando se intenta responder a la pregunta sobre el origen o fundación de algún lugar asaltan las dudas sobre cuáles son las fuentes documentales que permitirían dar una respuesta a este interrogante. Lo primero
que se pretende saber es la procedencia de quienes habitaron por primera
vez aquel territorio, ¿de dónde venían?, la siguiente pregunta es ¿por qué
decidieron abandonar su lugar de origen para aventurarse en tierras nuevas y muchas veces ajenas? ¿a quienes pertenecían esas tierras? y una vez
conformadas y habitadas las nuevas poblaciones se quiere indagar por los
aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que le dieron dinamismo a la localidad.
El presente artículo responde estas preguntas para el caso del municipio de Támesis en Antioquia, fundado en 1858 por un grupo de hermanos
oriundos de Sonsón quienes migraron a las tierras del suroeste antioqueño
en busca de fortuna y mejores alternativas para su subsistencia y la de sus
familias. De manera paralela esta investigación analiza las posibilidades
que brindan los archivos notariales, los registros parroquiales y los censos
de población como fuentes documentales para la investigación, en especial para el conocimiento de la Historia Local, con el objetivo de animar
a otros historiadores profesionales o empíricos a hacer usos de ellas, para
así contribuir al conocimiento y la difusión de las historia municipales y
regionales.
30
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
La colonización y la Concesión Caramanta
Habitantes y espacio habitado
Cuando se indaga por el territorio y por la propiedad de la tierra en
las cuales se da fundación a un lugar, una de las fuentes con más información
y que permite reconstruir pieza por pieza la propiedad de la tierra y la
adjudicación de esta, son los archivos notariales en donde reposa, entre otras,
la información sobre compra, venta, permuta, donación, hipotecas, embargos,
sucesiones y mortuorias. Es esta una tarea de filigrana, que implica recolectar
y sistematizar la información que facilita conocer la tradición de un bien, en
este caso, inmueble. Estas pesquisas posibilitan saber, por ejemplo, a quiénes
pertenecieron las tierras en las cuales se fundó el municipio de Támesis y
algunos pueblos aledaños.
El análisis de las escrituras notariales permitió establecer que en
1829 el rico comerciante de Medellín Gabriel Echeverri Escobar en asocio
con Pedro Sáenz López, Juan Uribe Mondragón y Juan Santamaría Isaza,
compraron algunos terrenos cerca al poblado de Fredonia en la banda oriental
del río Cauca. Hasta entonces, dicho río era una barrera natural que mantenía
inhóspitas las tierras de la banda occidental. En 1831, esas tierras al otro
lado del río fueron declaradas baldías y pertenecientes a la nación, fue así
como don Gabriel en compañía de sus socios, decidió solicitarlas al estado
el 24 de febrero de 1835, como pago por unos bonos de deuda pública que
tenían a su favor, en consecuencia, el 23 de julio del mismo año, les fueron
rematadas 160.496 fanegadas de tierra, situadas en la montaña de Caramanta
en el Cantón de Antioquia cuyos límites eran: “del río Cauca para el este
desde la confluencia de la Quebrada Arquía hasta la del río San Juan hasta
su nacimiento en lo más alto de la cordillera, siguiendo luego al filo de la
cordillera que divide las aguas que vierten hasta el nacimiento de la quebrada
31
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
Arquía, siguiendo el curso de ésta hasta su confluencia en el Cauca con las
que éste río tiene en la parte que sirve de límite.”1 La Sociedad compró las
tierras de Caramanta así: la mitad de ellas para don Juan Uribe y la otra mitad
para la Sociedad Echeverri -Santamaría. El valor de las tierras adquiridas
se pagó en vales del Gobierno de la siguiente manera: $155.711 en 1835
cuando le fueron adjudicadas a la Compañía y $4.785 con 6 reales restantes
para pagar en 15 cuotas con sus respectivos intereses, deuda que saldaron en
1837.2
Los nuevos propietarios decidieron donar algunos de sus lotes, mediante escritura pública, para fundar un caserío en donde se pudieran establecer los nuevos pobladores, a esta primera fundación dieron el nombre de
Nueva Caramanta (1835). Valga señalar que hasta 1850, se habían fundado
al suroeste de Antioquia solo cinco localidades, Amagá (1788) y Fredonia
(1830), ambas en la banda oriental del río Cauca y Concordia (1830), Nueva
Caramanta (1835) y Bolívar (1839) significaron el cruce del río, con lo cual
se activaron económicamente esas tierras que hasta entonces eran selva virgen.
La fundación de Nueva Caramanta atrajo a los colonos y propició
la apertura de caminos. En 1837 el Estado otorgó a la misma sociedad de
Echeverri la concesión para abrir un camino que debía empezar en Fredonia y finalizar en el norte del departamento del Cauca, con una extensión
aproximada de sesenta kilómetros, con el fin de conectar a Medellín con los
importantes centros mineros de Marmato y Supía.3 La obra se realizó con
dineros de Echeverri y culminó cuatro años más tarde, dándole el derecho
1 Archivo Histórico de Antioquia (A.H.A). Escribanos de Medellín. 1837. Escribano Hilario Trujillo.
2 A.H.A. Escribanos de Medellín. 1837. Escribano Hilario Trujillo.
3 Juan Carlos Vélez Rendón. Los pueblos allende el río Cauca: La formación del Suroeste y la cohesión
del espacio en Antioquia, 1830-1877, (Medellín. Universidad de Antioquia. 2002), 25.
32
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
de cobrar por el uso del camino y del paso del río Cauca en donde se estableció un pasero que según una tarifa trasladaba de un lado al otro del río a
los viajeros, sus mercancías y pertenencias.
En agosto de 1841, don Gabriel Echeverri fue nombrado Gobernador de la Provincia de Antioquia, cargo que aprovechó para aprobar la erección del Distrito de Nueva Caramanta y con esta nueva categoría Echeverri
daba más dinamismo y autonomía a los habitantes del caserío. Entre tanto,
y gracias a la información derivada de las escrituras públicas, se pudo establecer que cada socio con su capital emprendió explotaciones, comenzando
por las tierras bajas muy aptas para el engorde de ganado; pero pronto, en
1848, la sociedad fue liquidada por algunos desacuerdos y mediante protocolo notarial, correspondió a los herederos de Santamaría las tierras de los
actuales municipios de Jericó, Tarso y Pueblorrico, a los de Uribe las tierras
que luego pasarían a ser el distrito de Valparaíso y las restantes, Caramanta
y Támesis para Echeverri y sus herederos.
Una vez liquidada la sociedad de Echeverri, Uribe y Santamaría, y
luego de dirimir los conflictos existentes y establecer las propiedades
correspondientes a cada uno, se inició un proceso de fraccionamiento, pasó
de ser un solo terreno para convertirse en tres, pero pronto se fraccionaría
mucho más, pues a cada heredero le correspondió un lote y además se inició
un proceso de compra y venta sistemática de estos terrenos, entre ellos, los
que harían parte del municipio de Támesis.
El surgimiento del caserío de Támesis
El 16 de abril de 1851, ante el escribano público de Supía, Vicente
Bueno, comparecieron los señores Pedro Orozco Ocampo y Eleuterio López vecinos de Caramanta con el fin de otorgar poder especial a Mariano
33
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
Anito Orozco Ocampo para que representara sus personas, derechos y acciones e interviniera en los arreglos que hubiera lugar para la partición de
los terrenos de Caramanta por todos los interesados. Una semana después,
es decir, el 24 de abril del mismo año, en la Notaría Primera de Medellín
bajo la escritura 133 comparecieron los señores Joaquín Mejía Echeverri
vecino de Santa Bárbara, Mariano Anito Orozco Ocampo por sí y como
apoderado de Pedro Orozco Ocampo y Eleuterio López, Cristóbal Uribe
vecino de Fredonia, Francisco Ossa vecino de Nueva Caramanta, Baltazar
Vélez, vecino de Fredonia, Toribio Robledo vecino de Medellín, Dr. Pedro Antonio Restrepo vecino de Medellín como apoderado del Pbro. José
María Montoya; Waldo Ochoa y José Antonio Ochoa vecinos del Retiro y
dijeron que ellos poseían un terreno proindiviso ubicado en Caramanta en
el paraje denominado de Nueva Caramanta, el cual estaba dividido en 18
acciones con un valor de $875 cada una y que habían convenido dividir el
terreno de una manera amigable. Informaron además que habían obtenido
dichos terrenos por compras hechas a Santiago Santamaría, José Antonio
Escobar Trujillo, Cristóbal Uribe, presbítero José María Montoya, presbítero José Ignacio Montoya, Fernando Escobar, Baltasar Vélez, Gorgonio
Uribe, Toribio Robledo, Indalecio Peláez y Eugenio Ruiz4. Fue así como
Pedro Orozco Ocampo y su hermano Mariano Anito obtuvieron parte de
los terrenos en donde años después fundarían a Támesis.
En 1854 Pedro Orozco compró algunas tierras en las inmediaciones de Caramanta y Jericó. La gran mayoría de ellas las obtuvo Orozco por compras
a José Antonio Escobar Trujillo, fundador de Fredonia y suegro de Santiago Santamaría B. y a Indalecio Peláez Velásquez quien posteriormente
4 A.H.A. Notaría 1 de Medellín. Tomo: 5. 1851, esc. 133.
34
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
daría fundación al poblado de Jardín, también en el suroeste de Antioquia.
Esto significa que Pedro Orozco estando radicado en Nueva Caramanta
adquirió unas tierras selváticas en las cuales cuatro años después, es decir,
en 1858, dio fundación al caserío de Támesis en donde se radicó con su
familia.5
Con esta nueva compra, Pedro y Mariano Orozco acrecentaron su propiedad y veían la necesidad de hacer que esas tierras les resultaran lucrativas,
eran hombres de negocios y todo el tiempo buscaron la forma de hacer en
estas tierras grandes riquezas. Los Orozco se dedicaron a la cría de ganado en sus haciendas ubicadas en las vertientes del río Cartama, cultivaron
productos como la caña, explotaron minas de sal en la Quebrada el Salado, donaron terrenos para la construcción de algunos edificios, adjudicaron
gratuitamente lotes para atraer a algunas gentes y vendieron infinidad de
solares a los nuevos pobladores. 6
Una vez radicados en Támesis se inició el proceso de atracción de
personas y familias al nuevo poblado. La estrategia usada fue la misma
que tiempo atrás había utilizado don Gabriel Echeverri, la adjudicación
gratuita de tierras a quienes se radicaran en Támesis. Según el archivo
notarial de Támesis, se pudo establecer que por lo menos a 46 personas
se les adjudicaron tierras bajo esta modalidad antes de 1870 (ver Tabla
1).7 La contraprestación por dichas tierras era destinar algunos días en la
construcción de las obras públicas para el adecuado funcionamiento del
caserío, por ejemplo, la construcción de la iglesia, la casa consistorial, la
5 A.H.A. Notaría 1 de Medellín, 15 de marzo de 1854.
6 Notaría única de Támesis, 1865-1885.
7 Notaría única de Támesis, 1865-1885.
35
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
pila de agua, la apertura y mantenimiento de caminos y puentes, entre otras.
Tabla 1 Personas que recibieron solares gratuitamente en Támesis antes de
1870
Nombre
Arteaga de los Ríos, Vicente
Cardona Cardona, José de Jesús
Cardona Martínez, Juan de los Santos
Cardona, Antonio José
Cardona, José
Cuervo Cardona, Raimundo
Cuervo, Maximiliano
Gallego, José de Jesús
Giraldo Ramírez, Serapio
Giraldo, Juan de Jesús
Giraldo, Pedro José
Henao Cárdenas, Juan Bautista
Henao, José
Hincapié Hincapié, Julián
Ledesma, María
Londoño Londoño, Pedro
López Orozco, Eleazar
Marín, Tomás
Mejía Vallejo, Martín
Montes Franco, Manuel
Muñoz Ospina, Jesús Ma.
Naranjo Gómez, Álvaro
Naranjo Quiceno, Emelesio
Naranjo Ruiz, Antonino
Obando Muñoz, Juan
36
Ubicación inmueble en Támesis
Cll. Cúcuta
s.d.
Cll. a Nueva Caramanta
Cll. a Nueva Caramanta
Cll. La Cuchilla
Plaza
Plaza
Cll. Córdoba
Cll. Santander
Plaza
Cll. Berrío
Cll. del Cabildo
Cll. Sucre
Cll. Naranjo
Cll. Bolívar
Cll. La Cuchilla
s.d.
s.d.
Cll. a Nueva Caramanta
Cll. San Antonio
Cll. La Cuchilla
Cll. Pisaflores
s.d.
Cll. a Jericó
Cll. “del Maestro Jaramillo”
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
Nombre
Orozco Ocampo, Manuel Salvador
Orozco Ocampo, Mariano Anito
Orozco Ocampo, Pedro
Orozco Ocampo, Sandalio
Orozco, Rafael
Ortiz, Epitasio
Ospina Bedoya, Felipe
Ospina Castaño, Felipe
Ospina, Juan Bautista
Otálvaro, Juan Ma.
Patiño Ocampo, Antonio
Pérez González, Arsecio
Ramírez Martínez, Deogracias
Restrepo Orozco, Toribio
Restrepo, Antonino
Velásquez Ocampo, Celestino
Velásquez, Pedro
Vélez Vásquez, Rafael
Vélez, Braulia
Vélez, Juan Bautista
Zuleta Castrillón, José
s.d.: sin dato
Ubicación inmueble en Támesis
Cll. detrás de la Iglesia
Cll. detrás de la Iglesia
Cll. a Jericó
s.d.
Cll. al Naranjo
s.d.
Cll. La Soledad
Cll. La Cuchilla
Cll. La Cuchilla
Cll. A Nueva Caramanta
Cll. Córdoba y Cll. Guanacas
Cll. Cúcuta
Cll. Sucre
Cll. a Jericó
Cll. Berrío
Plaza
s.d.
s.d.
Cll. Naranjo
Cll. Pisaflores
Cll. Aljibes
Fuente: Ramírez Patiño, Sandra Patricia. Támesis: Nacimiento y formación de un
pueblo en el suroeste antioqueño, 1858-1885. Medellín: Fundación Confiar, 2014,
59-61.
Según el archivo notarial y como se aprecia en Tabla 2, algunas de las
personas que recibieron solares gratuitamente en Támesis como pobladores
en el marco de la plaza fueron: los hermanos Orozco Ocampo, Juan de Jesús
Giraldo, Maximiliano y Raimundo Cuervo Cardona, Manuel Franco, Celestino
37
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
Velásquez Ocampo y Álvaro Naranjo Gómez. En 1870 eran propietarios en
la plaza los ya referidos hermanos Orozco Ocampo, Celestino Velásquez
Ocampo, Juan de los Santos Cardona, Valentín Hincapié Hincapié y Paulino
Naranjo. Es de resaltar que don Pedro Orozco era una de las personas con
mayor poder económico en el pueblo, pues tenía propiedades en tres de los
costados de la plaza.
Tabla 2 Propietarios de la plaza mayor de Támesis. 1865-1875
5
6
4
3
2
1
C
L
L
Iglesia
34
33
32
B
O
L
I
V
A
R
7
10
11
12
13
C
A
L
L
E
S
U
C
R
E
31
30
29
Casa
Consistorial
Pedro Orozco Ocampo
38
9
PLAZA MAYOR
No.
predio Propietario
1
Casa Cural
2
8
28 27
26
25
24
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
No.
Predio Propietario
15
Valentín Hincapié Hincapié
Juan de Jesús Giraldo, antes
16
1874.06.08
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
3
3
8
8
9
9
9
9
10
Mariano Orozco Ocampo hasta
1878.08.09
16
Pedro Orozco Ocampo desde
1878.08.09
17
Juan de los Santos Cardona
Froilano Toro y José María
Vélez Duque
Francisco Robledo, antes de
1874.08.06
Marco
Antonio
Robledo
Gaviria hereda antes de
1874.08.06
Lázaro Robledo Gaviria desde
1874.08.06
Froilano Toro y José María
Vélez Duque compran una
tienda en 1874.08.06
Sandalio Orozco Ocampo
Juan Bautista Henao Cárdenas
desde 1874.06.08
23
Pedro Londoño
Manuel Montes antes de
1874.04.15
Bibiano Londoño e Inés Toro
desde 1874.04.15
28
Paulino García
23
29
Celestino Velásquez antes de
1872.04.10
Nereo Álvarez después de
1872.04.10
30
Casa Consistorial
29
Fuente: Ramírez Patiño, Sandra Patricia. Támesis: Nacimiento y formación de un
pueblo en el suroeste antioqueño, 1858-1885. Medellín: Fundación Confiar, 2014,
125.
Otro indicativo de la dinámica económica y social de Támesis lo
ofrece precisamente su fundador, don Pedro Orozco quien entre 1854 y 1885,
realizó 461 actos notariales en Támesis, comprendidos en 105 compras, 345
ventas y 11 permutas de terrenos, casa, piezas o solares en Andes, Anserma,
Caramanta, Jericó, Valparaíso y especialmente en Támesis. A su vez, estableció relaciones de compadrazgo con sus vecinos al apadrinar a 292 niños entre
1867 y 1885, de igual manera, su esposa doña Rafaela Gómez Trujillo sumó
39
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
en total 537 ahijados en el mismo periodo.8
Los habitantes de Támesis
Habiendo respondido a la pregunta sobre de quién era la tierra, resulta pertinente indagar por la procedencia de los primeros pobladores, es
cuando cobra importancia otra fuente muy valiosa para esta clase de estudios, los censos de población.
Como ya se mencionó, a Nueva Caramanta fueron llegando pobladores atraídos por un pedazo de tierra a cambio de trabajos comunales. En
1843 se contaron allí unos 690 pobladores y en 1851 ya eran aproximadamente 1.100 habitantes, la mayoría de ellos llegados del valle de Aburrá y
del oriente de Antioquia principalmente. Entre los colonos atraídos hacia la
zona del suroeste llegaron a Nueva Caramanta provenientes de Sonsón dos
jóvenes hermanos, Pedro y Mariano Orozco Ocampo. Según el censo de
1843 la familia Orozco Ocampo se encontraba dividida debido al proceso
de colonización del suroeste. Se pudo establecer que para aquel entonces
residían en Nueva Caramanta algunos de los hermanos Orozco Ocampo:
Mariano de 29 años, casado con María Antonia Tascón de 17 años y su
hija Mercedes de un año de nacida. Pedro, soltero de 25 años, Leandro de
23, Epifanio de 17, Manuel Salvador de 4 y Francisca de 31.9 En Sonsón
permanecían los padres, don Ramón Orozco González y doña María Josefa
Ocampo Zuluaga junto con algunos de sus hijos, Jorge de 10 años, Indalecio de 8 y Francisco de 6 años. Además de Bernardina de 20 años quien
se encontraba casada con Ramón López.10 Podría pensarse que las noticias
sobre posibilidades de acceso a la tierra allende el río Cauca los motivó a
8 Archivo Parroquial de Támesis, Parroquia San Antonio, Partidas de bautismo 1867-1885.
9 A.H.A., Censos y Estadística, 1843, Tomo 2692, doc. 3.
10 A.H.A., Censos y Estadística, 1843, Tomo 2690, doc. 15.
40
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
dejar atrás su pueblo natal y a aventurarse en búsqueda de fortuna en tierras
nuevas.
Ocho años más tarde, es decir, en 1851 un nuevo censo de población
permitió establecer que para entonces ya la familia se encontraba reunida en
Nueva Caramanta. Según el censo, el padre don Ramón contaba ya con 60
años y se dedicaba a las labores de la agricultura, la madre doña Josefa de
56 años se dedicaba a la costura y residían junto a ellos Epifanio de 24 años
agricultor, Jorge de 19 quien declaró ser comerciante, Sandalio de 16 también agricultor, Francisco de 12 y Manuel Salvador de 11 años, ambos estudiantes. El hermano mayor, Mariano de 38 años se dedicaba al comercio,
por su parte, Pedro de 35 años, se dedicaba a la agricultura y se encontraba
casado con Rafaela Gómez Trujillo, costurera de 20 años. Francisca de 42
años, se dedicaba a la costura, estaba casada y con cuatro hijos. Bernardina
tenía 25 años, se dedicaba a la costura, estaba casada y tenía seis hijos.11 Los
Orozco Ocampo eran una familia dedicada a las labores agrícolas y de comercio, actividades que les permitió con los años aumentar su patrimonio.
Como ya se mencionó, en 1858 los hermanos Orozco dieron fundación a Támesis, y el 1864, un nuevo censo de población contó allí 1.097
habitantes y tan solo 3 años después, este número había aumentado a 2.003.
Un incremento demográfico como este no puede explicarse por medio de
un crecimiento vegetativo, es más bien, el resultado de una oleada de migrantes esperanzados en un pedazo de tierra y en mejores oportunidades de
subsistencia.
El cruce de información derivada de los censos de población de
1843, 1851, 1864 y 1869 permitió establecer la procedencia de 282 personas radicadas en Támesis entre 1864 y 1885. El 59% de los primeros po11 A.H.A., Censos y Estadística, 1851, Tomo 2700, doc. 15.
41
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
bladores identificados, vinieron de lugares como El Retiro, Santa Bárbara,
Guarne, La Ceja, Granada, Marinilla, Guatapé, El Carmen de Viboral y El
Santuario. Este alto porcentaje de gentes venidas del oriente se explica porque, desde la época colonial esa era una sociedad de pequeños propietarios
y al aumentar el tamaño de las familias la tierra ya no era suficiente y un
número apreciable de hijos debió buscar la subsistencia en otras latitudes.
El suroeste que apenas abría sus fronteras a mediados del siglo XIX era un
buen atractivo para esos hombres en búsqueda de oportunidades.
De la provincia del centro, principalmente de La Estrella, Medellín
y Envigado provenían 34 personas, es decir el 12%. Del sur, es decir, de
Abejorral, Sonsón y Salamina se sabe que al menos llegaron 31 personas
que correspondían al 11% y del occidente (Anzá, Ebéjico y Sopetrán) y del
norte (Angostura, Santa Rosa y San Pedro) llegaron un 2% respectivamente. Llama la atención que de Fredonia llegaran 41 personas, correspondientes al 14%. Esta cifra podría explicarse por la cercanía y la relativa facilidad
para desplazarse, motivados por la posibilidad de acceder a un pedazo de
tierra.
De estos pueblos llegaron a Támesis muchas gentes que dieron vida al naciente caserío, fue así como se conformó el pueblo que según el censo parcial de 1869 contaba con 384 agricultores, 22 artesanos, 6 comerciantes, 4
mineros, 2 ganaderos, 2 curas, 1 fabricante, 1 profesor, 74 estudiantes, 35
sirvientes, 1 transeúnte, 9 administradoras domésticas, además de 1.139
personas sin ocupación establecida, de los cuales una parte importante debían ser niños y mujeres.
Es preciso señalar que Támesis fue poblado en su mayoría por gente
joven. En 1869, de los 1.678 habitantes, 901 (54%), estaban entre los 0 y 15
años, 629 personas estaban en edades entre 16 y 40 años, lo que significa
42
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
que el 34% de la población era apta para realizar cualquier tipo de trabajos
y estaban en edad productiva y reproductiva, factores indispensables para
entender por qué la población tamesina creció rápidamente tanto en lo económico como en lo demográfico.
Es evidente la utilidad que tienen los censos de población para conocer y entender la configuración de un lugar y de una sociedad, pues además de ofrecer datos estadísticos dan cuenta de aspectos sociales y económicos como, por ejemplo, género, edad, tamaño de la familia, estado civil
y ocupaciones, además indica la residencia o vecindad de un individuo en
un momento determinado.
La erección del Distrito de Támesis
Con el caserío fundado y las tierras repartidas, el 20 de julio de
1864, algunos vecinos de Támesis ─entre ellos Pedro, Mariano Anito y Manuel Salvador Orozco Ocampo, solicitaron al señor presidente de la Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Antioquia lo siguiente:
Deseosos, pues, de gozar de las ventajas de una pronta administración pedimos a la H. Asamblea se nos erija en Corregimiento esta fracción,
bien sea que se discuta o se piense en discutir una ley sobre división territorial, o bien sea que se discuta a este propósito un proyecto especial. Alimentamos la esperanza de que no seamos desatendidos; al pedir la erección en
Corregimiento pedimos una carga, pedimos una carga que es odiosa; pero
nos resolvemos a pedirla a trueque de conseguir otras ventajas.
Nada pierde la Asamblea, nada arriesga, no viola ninguna garantía, ningún perjuicio causa al expedir la ley que nos erija Corregimiento.
Nosotros somos los que arriesgamos; désenos pues lo que pedimos que, si
no pudiéremos con la carga, el mismo derecho que nos asiste hoy para pedir
una erección, ese nos queda para pedir después una eliminación. Déjenos
ensayar nuestras fuerzas, que estamos seguros que nuestro ensayo será útil
al Estado.12
12 “Primicia Histórica” Distritos 6, Medellín. Junio-Julio, 1965, 8.
43
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
En consecuencia, el 23 de agosto de 1864 mediante la Ley 1313 la
Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Antioquia erigió a Támesis como distrito y delimitó sus linderos así: “desde la confluencia del
Riofrío con el Cartama este arriba hasta su confluencia con el río Conde;
este arriba hasta su nacimiento, tomando la cordillera Cartama que separa
las hoyas del San Juan y Conde por esta al alto denominado “Patria”: de
aquí tomando la cuchilla que va a terminar en el morro y peñón de la Torre;
de éste tomando la cuchilla “San Luis”, ésta abajo hasta terminar en las
orillas del Riofrío; éste abajo hasta su confluencia con el Cartama primer
límite”14. Fue a partir de esta fecha en la que Támesis alcanzó autonomía y
se le asignó su propia jurisdicción.
Migración de la familia Patiño Restrepo
Al igual que los Orozco, hubo muchas familias que experimentaron procesos similares de migración a la zona, este es por ejemplo, el caso
de la familia Patiño. Todo parece indicar que el primer Patiño en llegar a
Támesis fue Antonio Patiño Ocampo junto con su familia, provenientes
de La Ceja, pues allí fueron censados en 1851 así: Antonio de 35 años de
ocupación labrador, su esposa Teresa Restrepo Valencia de 26 años y sus
hijos Úrsula de 11, Leandro de 8, Fernando de 6, Cornelio de 4 y María
Genoveva de 3.15 No es posible establecer la fecha exacta en la que la
familia decidió migrar hacia Támesis, sin embargo, se tiene la certeza de
que en 1864 la familia ya estaba radicada en Támesis en donde se les había
adjudicado gratuitamente como pobladores un terreno en la calle Córdoba
13 A.H.A., Medellín, Constitución Leyes y Decretos, Asamblea Constituyente del Estado Soberano de
Antioquia. Tomo i 380, 1864-1865, 60.
14 A.H.A. Tomo Asamblea. Medellín, 1864.
15 A.H.A., Censos y Estadística, 1851,Tomo 2698, doc. 4
44
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
antes de 1875 (ver Tabla 1).16 Al realizarse el seguimiento a la familia en los
diferentes censos de la época, 1843, 1851, 1864 y 1869 se pudo evidenciar el
proceso de migración de esta familia originaria de La Ceja y radicada posteriormente en Támesis. (ver Tabla 3).
Tabla 3 Migración y crecimiento de la Familia Patiño Restrepo, 1843-1869
La Ceja La Ceja
1843
1851
Nombre
Edad
Patiño Ocampo, Antonio
30
Restrepo Valencia, Teresa 22
Patiño Restrepo, Úrsula
3
Patiño Restrepo, Leandro
1
Támesis 1864
Támesis 1869
Edad
Edad
Ocupación
Observación
Edad
O c u p a - Observación
ción
35
46
Agricultor
Casado
56
Artesano
47
Administradora doméstica
Casada
58
25
Administra- Casada y
dora domés- con una
tica
hija
28
Casado
con 2
hijos
Agricultor
Casado
y con 2
hijos
28
Casado
con 4
hijos y 2
Agricul- sirvientor
tes
Casado
con una
hija
26
11
8
23
Patiño Restre- Sin napo, Fernando cer
6
18
Agricultor
Casado
y sin hijos
24
Patiño Restre- Sin napo, Cornelio
cer
4
17
Agricultor
Soltero
22
15
Administradora doméstica
Soltera
20
Agricultor
14
Patiño Restrepo, María Sin naGenoveva
cer
3
Patiño Restre- Sin na- Sin napo, Ismael
cer
cer
12
Soltero
Casado
Casada
Agricultor
Soltero
Casada
sin hijos
E s t u diante
Soltero
16 Notaría Única de Támesis, 17 de marzo de 1875, esc. 159.
45
Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
La Ceja La Ceja
1843
1851
Nombre
Edad
Edad
Támesis 1864
Edad
Patiño Restre- Sin na- Sin napo, Camila
cer
cer
10
Ocupación
Administradora doméstica
Támesis 1869
Observación
Edad
12
O c u p a - Observación
ción
Soltera
Fuente: Elaboración propia a partir de AHA, Censos y Estadísticas, La Ceja 1843,
1851, Támesis 1864, 1869.
Varios asuntos se derivan de la Tabla 3, el más evidente es la migración desde La Ceja en el oriente del departamento hacia Támesis en el suroeste; en segundo lugar, el crecimiento constante de la familia con el nacimiento
de un hijo cada dos o tres años, la inexactitud en las edades, el matrimonio
y la conformación de nuevas familias a medida que los hijos crecían. Este
es el caso de Leandro, uno de los hijos mayores de la familia, quien contrajo
matrimonio con María del Carmen Naranjo Quiceno, natural de Nueva Caramanta. Del matrimonio Patiño Naranjo nacieron en Támesis once hijos entre
1861 y 1884 así: Marco Antonio, Heracleo, Jesús María, Juan Pablo, María
de Jesús, Ramón María, Miguel María, Juan de Jesús, Eufrasio de Jesús, Luis
Enrique y María del Carmen. Leandro se ganaba la vida como agricultor y en
1873 se hizo propietario de un terreno en la fracción de Otrabanda por medio
de una compra a Pedro Orozco Ocampo por valor de $160.17 Al año siguiente
compró a su cuñado Proceso Naranjo Quiceno una acción y derecho sobre un
terreno en el sector de Corozal por un valor de $160.18 En total, entre 1873 y
1885 compró 22 bienes inmuebles. La propiedad más costosa la adquirió por
17 Notaría Única de Támesis, 29 de dic. de 1873, esc. 279.
18 Notaría Única de Támesis, 30 de marzo de 1874, esc. 23.
46
Sandra Patricia Rámirez Patiño - Elsy Karim Leon Vargas
compra a Pedro Orozco O. en 1876 por un valor de $640, predio ubicado en
el sector de San Antonio.19 A Julio Agudelo le compró una casa en el sector
urbano, en la calle del Cabildo por un valor de $88.20 Todo parece indicar
que la familia prosperó en tierras tamesinas y se convirtieron en miembros
de la élite local, tanto que en 1884 Leandro ocupaba el cargo de Procurador
Municipal.21
El trabajo con los registros parroquiales y con los censos de población
permitió la recuperación de datos indispensables para conocer individuos y
grupos familiares que configuraron los primeros asentamientos decimonónicos en el poblado. El valor de las escrituras notariales como fuente para esta
investigación fue fundamental, pues amplió las posibilidades del estudio al
aportar datos exactos sobre la posesión del mercado de tierra durante la segunda mitad del siglo XIX. Permitió recrear las dimensiones de la fundación
de Támesis, al igual que otros pueblos del suroeste antioqueño, Támesis se
constituyó en una alternativa para muchos hombres y mujeres venidos de
otras latitudes, que vieron en estas tierras posibilidades para ganarse la vida,
formar una familia, una nueva comunidad e incorporar ese territorio a la
dinámica regional. La activación económica de los territorios allende el río
Cauca fue una respuesta a la demanda de tierras y posibilidades de subsistencia de la creciente población antioqueña, caracterizada por ser una sociedad
de pequeños y medianos propietarios.
19 Notaría Única de Támesis, 30 de julio de 1876, esc. 86.
20 Notaría Única de Támesis, 30 de marzo de 1875, esc. 164.
21 Notaría Única de Támesis, enero de 1884, esc. 4.
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Los Primeros pobladores de Támesis, 1858-1885 y algunas fuentes documentales para la historia local
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Archivo Histórico de Antioquia, Medellín Colombia (AHA)
Escribanos de Medellín, 1837.
Fondo Censos y Estadísticas, 1843, 1851, 1864, 1869.
Constitución de Leyes y decretos Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Antioquia.
Notaría 1 de Medellín.
Archivo Parroquial de Támesis, Parroquia San Antonio, 1867-1885
Notaría Única de Támesis, 1865-1885
BIBLIOGRAFÍA
Distritos 6, Medellín. Junio-Julio, 1965
Ramírez Patiño, Sandra Patricia. Támesis: Nacimiento y formación de un
pueblo en el suroeste antioqueño, 1858-1885. Medellín: Fundación
Confiar, 2014
.
Vélez Rendón, Juan Carlos. Los pueblos allende el río Cauca: La formación del Suroeste y la cohesión del espacio en Antioquia, 1830-1877.
Medellín. Universidad de Antioquia. 2002
48
49
Fredonia, Historia y proceso fundacional
FREDONIA, HISTORIA Y PROCE- FREDONIA, HISTORY AND FOUNDING PROCESS
SO FUNDACIONAL
RESUMEN
El articulo habla sobre los primeros procesos de colonización y poblamientos
de las tierras fredonitas y la posterior
erección en 1830. El atractivo del territorio, y sus potencialidades en el campo
de la minería, la ganadería y sus tierras
productivas llevaron al origen de una
gran historia. Cerro Bravo y Guarcitos
fueron los primeros núcleos de poblamiento desde donde, poco a poco, se fue
expandiendo. Los grandes comerciantes
terratenientes, quienes requerían mano
de obra, incitaron a que se profundizará
la ola de familias que llegaban en busca
de una nueva oportunidad y de la posibilidad de adquirir un terruño. Fredonia se
convirtió, con el tiempo, en un punto central de toda la colonización del suroeste
antioqueño.
Palabras clave: Poblamiento, Ganadería, Cerro Bravo, Guarcitos, Religión,
fundación.
SUMMARY
The article talks about the first processes of colonization and settlement of the
Fredonite lands and the subsequent erection in 1830. The attractiveness of the
territory, and its potential in the field of
mining, cattle raising and its productive
lands led to the origin of a great history.
Cerro Bravo and Guarcitos were the first
nuclei of settlement from where, little
by little, it expanded. The large landowning merchants, who required labor,
encouraged a wave of families to arrive
in search of a new opportunity and the
possibility of acquiring a piece of land.
Fredonia became, with time, a central
point in the colonization of southwestern Antioquia.
Key words: Settlement, Livestock,
Cerro Bravo, Guarcitos, Religion, foundation.
Licenciado en Geografía e Historia. Magíster en Educación y Desarrollo
Comunitario. Doctor en Pedagogía. Presidente del Centro de Historia de Fredonia
.
ANTONIO M.
ESTRADA
SALDARRIAGA
50
Email:
[email protected]
Teléfono de contacto: 3117478594
Antonio M. Estrada Saldarriaga
FREDONIA, HISTORIA Y PROCESO FUNDACIONAL
Introducción
El surgimiento de Fredonia tuvo por contexto un proceso más amplio que
trasformó la provincia de Antioquia: la colonización de gran parte de su
territorio. Mi pueblo hace parte del proceso fundacional ocurrido en el Suroeste y en el como en los demás municipios al nacer significó la formación
de una nueva sociedad, provista de sus particularidades y de rasgos afines
a otras localidades. Sus gentes fueron originarias del oriente Antioqueña y
de los poblados de Valle de Aburrá y ellas una vez establecidas erigieron
un lugar que por su ubicación geográfica fue una especie de puente hacia el
poblamiento del interior del Suroeste.
Antes de Fredonia….
Varias décadas atrás las tierras del actual Fredonia ya habían despertado el
interés de personas que no eran propiamente colonizadores sino adquirentes de extensas propiedades destinadas a acapararlas. Muy probablemente
sus expectativas se refirieron a alguna o algunas de este tipo de posibilidades: Servían para establecer hatos de ganado venía desde el Valle del Cauca
al mercado representado por la minería antioqueña.1 Quizás los ojos de sal
de sus quebradas fuesen un recurso valioso y a la vez se viera la posibilidad
de ser tierra promisoria en yacimientos de oro. Pudo acontecer fuese una
posibilidad para beneficiarse de algún camino nuevo y del comercio entre
Antioquia y Popayán.
1 “A partir de los escasos y fragmentarios datos cuantitativos hallados en algunos protocolos notariales y
libros de registros del pago de sisas y alcabalas, sabemos que por lo menos 5.421 vacunos y 1.893 puercos
llegaron al mercado antioqueño entre 1592 y 1603 desde las zonas pecuarias de la gobernación de Popayán
y que más de 6.817 reses y 689 cerdos lo hicieron entre 1617 y 1649. (Castaño Pareja: 2019, 66-70).”
51
Fredonia, Historia y proceso fundacional
Por entonces, la comparación entre población y territorio era inmensamente desproporcional y los pocos que habitaban estas tierras se encontraban
distantes de los poblados principales de Antioquia. Su capacidad para transformar la fisonomía natural del territorio era poca hasta que el panorama
empezó a cambiar a mediados del siglo XVIII: se produjo por una determinación gubernamental, la ampliación significativa de la jurisdicción provincial de Antioquia. La adición le permitió integrar a su influencia la vasta
región situada del norte de su vecina la provincia de Popayán, una área que
correspondía a la decaída ciudad de Arma e incluía el sitio de Santa Bárbara
y buena parte de lo que hoy es suroeste antioqueño.2 El hecho coincidió
con una época en la cual economía y la población crecían y ambos desarrollos implicaron una cierta concentración de los habitantes en dos regiones,
el Valle de Aburrá y el Oriente Antioqueño. Fue en este contexto se inició
el proceso expansivo de la población para colonizar la tierra en varias direcciones.3 El aliciente de todos fue adquirirla, unos, en su mayoría, por
necesitarla y otros por especular al presentir que se crearía una apreciable
demanda. También motivó el desplazamiento la predisposición gubernamental para concederla, primero de parte de los gobernantes de la segunda
mitad del siglo XVIII y después los de la época republicana.
En el desarrollo espacial participó una población diversa, incluyó a pobres,
2 El límite fronterizo entre las dos provincias quedó en el río Chinchiná. La modificación pretendió mejorar
el control administrativo debido a que ejercerlo desde la lejana ciudad de Popayán era bien difícil. La
reorganización fue más allá pues incluyó, a nivel neogranadino, a tres gobernaciones, Cartagena, Antioquia
y Mariquita. Ayapel y Guamocó pasaron a ser de la primera, el sitio de Marinilla perteneciente a Mariquita
y su espacio hasta el río Magdalena pasó a Antioquia. No falto mucho tiempo para que en el pujante sitio
de Ríonegro y Llanogrande se acogiera la idea del gobernador Francisco Silvestre de ubicar allí una ciudad,
no nueva sino retomando el privilegio de la deteriorada ciudad de Arma.
3 La coincidencia de la determinación virreinal y el despegue colonizador no quiere decir que el primero
determinó al segundo. Al influjo se adicionó las políticas estatales tendientes a fomentar el crecimiento
económico con la incorporación de nuevas tierras y la acción espontánea de la población.
52
Antonio M. Estrada Saldarriaga
ricos y personas de mediana condición. Como el recurso tierra disponible abundó, al parecer, todos salieron favorecidos, cada uno según su dimensión. En particular en el Suroeste los mayores beneficiados fueron los
negociantes de la tierra y se les considera gestores de una “colonización
empresarial”. En esta situación de acaparamiento del territorio estuvo incluido Fredonia.4
La especificidad de su proceso
Anota la historiadora Luz Eugenia Pimienta Restrepo que a finales del siglo
XVIII varias áreas básicas del hoy Fredonia, Guarcitos, Poblanco y Combia, estaban en la jurisdicción de la ciudad de Arma y los herederos del
Alcalde de la ciudad eran los propietarios, junto con dos familias de vecinas de Anserma y un personaje más dueño de las cabeceras de la quebrada
Sinifaná. Este precedente caracterizaba un modelo de ocupación ambicioso
del espacio inculto y al privatizar la tierra ejercer un dominio excluyente
que continuo en quienes heredaron hasta llegar al siglo XIX y dar inicio a
una época de fraccionamientos de propiedades que se vendían a adquirientes llegados, de apertura de los montes y de establecimientos de migrantes
pobres. Sus orígenes eran la reciente población de Amagá y los poblados
del sur del Valle de Aburrá. Ya para entonces había haciendas ganaderas,
cacaoteras y productoras de sal en “la zona de Pueblanco” y del río Cauca (Pimienta Restrepo 2014, 183)”. En esencia, para Pimienta Restrepo el
evolutivo desarrollo del proceso incluyó una fase de larga duración poco
productiva y con pocos protagonistas y desembocó en otra dinámica que
4 Previamente a la llega de colonos hubo propietarios del estilo de Juan Flórez Paniaga el cual, en 1774,
era el dueño de tres leguas en la parte más alta de las laderas de Cerro Bravo, en las cabeceras del Sinifaná.
La concesión la heredó su hijo Carlos Paniagua Maya y en asocio con sus cuñados Gregorio Uribe Mejía
y el doctor Ignacio Uribe Mejía, inició un proceso de apertura de la montaña y allí, el establecimiento de
colonos pobres.
53
Fredonia, Historia y proceso fundacional
precedió al nacimiento de Fredonia.
Su planteamiento coincide con el de los investigadores de la colonización
del Suroeste cuando señalan que fue un poblamiento que estuvo marcadamente influida por dos corrientes migratorias, la del Valle de Aburrá y la
del Oriente Antioqueño. La novedad de esta historiadora esta en destacar
la importancia de Santa Bárbara en esta última corriente debido a su ubicación en la vertiente de la cordillera hacia el río Cauca y ella a su vez en
conexión con el altiplano de esa región oriental en expansión.5
Una evidencia de la progresión migratoria es que en 1812 en el futuro suelo “fredonita”, se le nombrara un Alcalde Pedáneo para El Cerro Bravo; el
hecho indica que existía un conjunto de habitantes necesarios de ser gobernados. Así lo consideró el Gobernador creador del cargo y el cabildo de
la villa de Medellín que nombró al funcionario. Según Pimienta Restrepo
mientras esto aconteció respecto a Cerro Bravo en Guarcitos algo semejante sucedió: en 1814 se le considero como un “Partido”.6 Así que Cerro
Bravo y Guarcitos fueron núcleos originarios del poblamiento y ambos al
constituirse pasaron a estar más relacionados con Amagá que con Santa
Bárbara, aunque sólo el primero estaba
jurisdicción de Amagá, pues Guarcitos aun pertenecía a Santa Bárbara y se
5 Santa Bárbara se constituyó en puerta de entrada y así como las tierras hasta la quebrada
Sinifaná fueron obtenidas por vecinos de Medellín, las tierras de Santa Bárbara y Guarcitos fueron
adquiridas por vecinos de Arma y Ríonegro.
6 Afirman distinguidos estudiosos, que lo de Guarcitos, tiene mucho que ver con el poblamiento de
trabajadoras familias migrantes que llegaron del Retiro. A ellos se les atribuye esta denominación al
querer mantener el recuerdo de su tierra de origen. No es de extrañarse que familias de apellido Mejía y
Castañeda se enorgullecen de tener sus raíces en las tierras de la prestigiosa libertadora de los esclavos,
doña Javiera Londoño.
54
Antonio M. Estrada Saldarriaga
demoró hasta 1828 para cambiar.7
La incidencia del factor religioso en la relación entre un lugar principal,
la sede de la Parroquia, y otro secundario se ajustó al mejor acomodo
posible un entorno de lugares habitados a los cuales suministró asistencia,
consistente en que el Cura Párroco delegó en eclesiástico auxiliar desplazarse a la periferia a atender las necesidades de la feligresías respectivas.
Es decir, el servicio espiritual en Cerro Bravo llegó desde Amagá y se
presiente que en Guarcitos desde Santa Bárbara o la ciudad de Arma 8
Sinifaná, Cerro Bravo, Guarcitos, Combia e Isletas de Túnez eran cinco
sitios escogidos por los migrantes para establecerse. Ninguno regia a los
demás y los habitantes eran insuficientes encada uno para constituir un
poblado que fuese reconocido oficialmente. Comenzaron así las gestiones
para lograr una unidad entre sí a partir de establecer un pueblo. Al censarse los habitantes para mostrar al gobierno central y la Iglesia que existía
población suficiente, ella ascendió a 2.142 habitantes.
Cada lugar era un pequeño núcleo campesino apartado y juntos eran tantos que superaban a poblados reconocidos antes por las autoridades. El
paso inicial fueron las declaraciones juradas sobre la conveniencia ante
las autoridades centrales e indicar cómo dividir el territorio perteneciente
a Amagá. Así los testimonios definieron puntos esenciales:
El conocimiento de las montañas y parajes, la distancia entre Amagá y
7 El interés por las tierras de Amagá se había presentado desde finales del siglo XVIII, cuando fueron
adjudicadas varias mercedes de tierras a visionarios de su valorización y al mismo tiempo ocurrió la llegada
de pobladores necesitados. Unos y otros integraron una nueva comunidad dinámica en crecimiento que
hizo presentir las colonizaciones futuras (Campuzano Cuartas, 1985, 278-308).
8 El 30 de septiembre de 1829, el Presbítero José María Montoya Correa cura de Amagá, certificó a los
vecinos de Guarcitos, Túnez, Cerro Bravo, Combia y Sinifaná, de renuncia de dicho curato, para que los
vecinos de los 5 parajes pudieran tramitar la erección de uno nuevo.
55
Fredonia, Historia y proceso fundacional
los asentamientos a través de pésimos caminos.9 La implicación religiosa
de esta dificultad, sobre todo en invierno que con la lluvia hacía crecer las
aguas, causa por la cual era difícil que los sacerdotes se desplazaran a administrar los santos sacramentos a tantos infelices que moraban en esas montañas. La garantía de ser capaz de aportar lo suficiente para el sostenimiento
del Cura Párroco, ello sin perjudica al curato de Amagá al que le quedaban
muchos feligreses y aliviando las muchas responsabilidades que este tenía.
No menos indispensable fue establecer los linderos de la nueva jurisdicción
y la calidad de la tierra, su amplitud, su adecuación para la cría de ganado,
la existencia de explotaciones mineras en Combia, de ojos de sal en las quebradas y buenas maderas.
Al llegar las declaraciones al Gobernador y otros documentos de respaldo,
en ese entonces el coronel José Manuel Montoya los admitió y pasó al
obispo Fray Mariano Garnica para que le diera su concepto. Inicialmente el
Obispo rechazó la solicitud, pero pronto cambió de opinión ante la presión
de reiteradas insistencias de los interesados. El 18 de agosto de 1830 dio su
aceptación, luego de que los vecinos notables de Guarcitos se comprometerse a ajustar lo que faltara para el sustento del señor cura de Amagá.
El decreto canónico creó la parroquia de Guarcitos y la aprobó el 2 de octubre el Presidente de la República, el General José Rafael Urdaneta, militar
venezolano nacido en Maracaibo. Por último, el Intendente Alejandro Vélez
decretó que existiese Fredonia como distrito un nuevo Distrito Municipal.
9 Guarcitos a poco más o menos cuatro leguas y lo mismo de Cerro Bravo; Combia a seis leguas, Sinifaná
a tres y de Isletas de Túnez a Amagá de 10 a 12.
56
Antonio M. Estrada Saldarriaga
Fotografía 1: Al pie del Cerro Bravo, nació Guarcitos, el primer poblado con Juez Pedáneo
como autoridad. Foto de Héctor Peláez A. Miembro de Número del Centro de Historia.
Dos aspectos incluyó el Intendente, primero los límites que fueron éstos: de
la embocadura de la quebrada Sinifaná en el Cauca, río arriba a la embocadura de la quebrada Puebloblanco, ésta hasta su nacimiento en el Alto de
San Miguel, de él a la cabecera de la quebrada Sinifaná y de ella a la embocadura en el Cauca, primer lindero. El segundo, delegó la escogencia del
lugar donde se hará la población a comisionados y que eligieron La Mesa
del Obispo.
El territorio difirió en su topográfica y clima y así se había escogido por
los colonos asentados en él. Su conformación nada uniforme fue inevitable
porque la geografía no ofreció otra opción al carecer de valles y sabanas. En
57
Fredonia, Historia y proceso fundacional
compensación la tierra era buena y esto fue fundamental. De algún modo
debió existir un consenso entre los que habitaban lugares poblados para
elegirse el sitio del nuevo lugar, el acuerdo lo propició los comisionados
quienes definieron un terreno que no era público sino privado. Su propietario, Cristóbal Uribe Mondragón, junto con un Prefecto acordaron que el
dueño cediera 8 cuadras y media de tierra y allí se hiciera la iglesia, la plaza,
el cementerio, cárcel y la casa del Señor Cura. Lo que sobrara, se debían
vender a los que quieran poblar el lugar, y el producto aplicarlo para la
construcción de la iglesia y la cárcel.
Por lo anterior el surgimiento de Fredonia se atribuye a Cristóbal Uribe
Mondragón y José Antonio Escobar Trujillo. Ambos fueron determinantes;
representaron los intereses de los pobladores ante el gobierno de la provincia y la Iglesia y escogieron el lugar y el primero cedió el lote donde
se construyó el poblado. No obstante su papel requiere matizarse: en toda
fundación existieron personas que desempeñaron papeles semejantes y no
por ello se les llaman los fundadores de un lugar. Tras ellos estuvo los que
iban a residir presentes como un esfuerzo social integrado.
De la infancia de Fredonia a su prestancia
Pronto, recién fundada Fredonía surgió la primera escuela y hubo un primer
dato estadístico sobre la industria pecuaria existente: 1.000 cabezas de ganado vacuno, 1.500 de caballar, 80 mulas, 6 asnos, 1.600 cerdos y 20 ovejas.
Las cifras por su magnitud hablan por sí solas sobre un lugar próspero. Más
eso mismo hacia que la iglesia ya no fuera adecuada y que Gobernador
decretase que se hiciera.
58
Antonio M. Estrada Saldarriaga
Fotografía 2: La imponencia del templo, de la Parroquia Santa Ana y el homenaje a la Chapolera, con la escultura del artista Guillermo Sánchez Betancur.
En sólo cinco años de existencia, los habitantes habían aumentado notoriamente; eran 1.372 en 1835 contra 2.142 en el año 1830 (Ramírez Bacca y
González Toro, 2010, 136). A más de los recién nacidos la explicación fueron los recién llegados. Este factor, mucho después, hizo que Manuel Uribe
Ángel, llamara a Fredonia un “cuartel general” desde donde se produjo la
conquista del “bosque, las fieras y el clima” a fin “de alcanzar la victoria
civilizadora del Suroeste (Uribe Ángel, 1985, 159). En efecto, la migración
no paró e influyó la fama de que desde allí partiría un extenso camino de
59
Fredonia, Historia y proceso fundacional
penetración hacia la tierra por abrir. Era el de Caramanta, una vía esencial
para cruzar la selvática y ardiente rivera del río Cauca y llegar a la promisoria tierra del oro de Supía y Marmato. Muchos trabajaron en la obra y
muchos la transitaron. No es casual que de él se anotase: “La construcción
del camino (…) motivó el poblamiento de los predios aledaños a la vía y
permitió la configuración de núcleos poblacionales en ese espacio intermedio (Vélez Rendón, 2002, 25).”
Si por Fredonia cruzaron muchos, lo motivo el estímulo de quienes Roger
Brew llamo “comerciantes terratenientes” que dominaron el escenario colonizador de la región. Ellos ilusionaron con promesas de adquirir la tierra a
cambio de trabajarles. Eran dueños propiedades inmensas valorizadas con
el poblamiento y el nacimiento de los poblados. Básicamente, la apertura
de la frontera virgen fue su negocio y establecer los colonos no fue nada
contrarío a sus intereses.10
¿Qué rasgos se conocen de los primeros habitantes? Dos historiadores se
han analizado los censos de 1835 y 1843, donde los totales de población
fueron 3.372 y 4.719 habitantes respectivamente (Ramírez Bacca y González Toro, 2010). Entre los rasgos que destacaron están los siguientes.
Para el primero de estos años, 1835, el 57% de la población tenía menos
de 16 años y el porcentaje rebajado al 52% ocho años después. El rasgo
es diciente: refleja la juventud del vecindario, una condición esencial para
afrontar el duro reto de colonizar y resistir el riesgo de las enfermedades y
accidentes, bien factibles en medio de una naturaleza incipientemente inter10 Escribió Brew: “La migración, la colonización y la creación de una clase campesina de pequeños
propietarios fue fomentada en el suroeste por los mismo grandes propietarios y duró, por lo menos, hasta
los años ochenta. Para entonces éstos habían logrado en gran parte su propósito original de conformar una
reserva permanente de mano de obra que, mantuviera transitables los caminos. (Brew, 1977, 177).
60
Antonio M. Estrada Saldarriaga
venida. De uno a otro censo el número de familias aumento al pasar de 517
a 719. O sea, se presentó un ciclo de expansión rápido, una situación que
denota la diferencia entre los que comenzaban unas condiciones de vida y
los que estaban allí. Nótese que existía una especie de micro-sociedad incipiente, donde existió la receptividad y el rechazo. El proceso organizativo
precario necesitaba tiempo para estabilizarse, mientras tanto debieron las
imposiciones de los fuertes sobre los débiles tuvieron poco control.
Para apreciar la cohesión social que llegó a crearse, el referente es el historiador quien investigó la situación de los poblados “allende el río Cauca”.
Lo que allí encontró es esta caracterización. Se formaron dos sectores un
grupo social privilegiado, la élite, articulada por nexos horizontales y una
base social que se relacionó con ella mediante conectores verticales de paternalismo, obediencia y control, además de enlaces económicos (Vélez
Rendón, 213-225). Este esquema requiere constatarse respecto a Fredonía,
pero por ahora es el único referente de apariencia más viable debido al contraste de riqueza y nivel social entre los que se consideraran los fundadores
del pueblo y los demás.
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Fredonia, Historia y proceso fundacional
BIBLIOGRAFIA
Brew, R. (1977). El desarrollo económico de Antioquia desde la Independencia hasta 1920. Bogotá, Banco de la República.
Campuzano Cuartas, R. (1985). Fundaciones de Yarumal, Sonsón, San
Carlos y Amagá. (Trabajo de Grado de historiador). Medellín, Universidad de Antioquia.
Castaño Pareja, Y. J. (2019). Eslabones del mundo andino. Comercio,
mercados y circuitos pecuaríos en el Nuevo Reino de Granada y Audiencia de Quito 1580-1715. Medellín, EAFIT.
Ramírez Bacca R. y González Toro S. B. (2010). Sociedad, trabajo y población en Fredonia (Antioquia), 1830-1852. Una perspectiva demográfica y socio-económica según los censos y padrones. Historia y Sociedad,
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Pimienta Restrepo, L. E. (2013). Colonización en el suroeste antioqueño
(1750 – 1870): Titiribí y Fredonia, una comparación de dos procesos de
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Pimienta Restrepo, L. E. (2014) La puerta de entrada de la colonización
al Suroeste desde el Oriente Antioqueño: Santa Bárbara y Fredonía. En:
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62
Antonio M. Estrada Saldarriaga
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Vélez Rendón, J. C. (2002). Los pueblos allende el río Cauca: La formación del Suroeste y la cohesión del espacio en Antioquia, 1830-1877.
Medellín, Universidad de Antioquia.
63
El surgimiento de Turbo
EL SURGIMIENTO DE TURBO
THE RISE OF TURBO
RESUMEN
SUMMARY
Para considerar cómo fue fundado In order to consider how Turbo was
Turbo se ha tenido en cuenta los he- founded, the facts that gave rise to it
chos que dieron origen y su presencia and its presence in the Gulf of Urabá
en el Golfo de Urabá y Bajo Atrato. In- and Bajo Atrato have been taken into
teresó la circunstancia que propició la account. The circumstances that led
conversión de un caserío en un pobla- to the conversion of a hamlet into an
do oficialmente instituido con alcance officially established town with interinternacional a pesar de su pequeñez. national scope despite its small size
Para contextualizar el curso histórico were of interest. In order to contexque precedió el acontecimiento se tualize the historical course that prehace un muy rápido recorrido en que ceded the event, a very quick tour is
se destaca un largo pasado respecto a made, highlighting a long past with
la presencia del hombre en la región. respect to the presence of man in the
Finalmente, se presentan algunas evi- region. Finally, some evidence is predencias que ilustran las causas del sented to illustrate the causes of the
dinamismo de Turbo en los años si- dynamism of Turbo in the years following its creation.
guientes a su creación.
Palabras Clave: Indígena, Coloniza- Key words: Indigenous, Colonization, Urabá, Atrato, Rubber.
ción, Urabá, Atrato, Caucho
FERNANDO
KEEP
CORREA
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Historiador nato del Distrito de Turbo, salvaguarda de la historia de toda una región a través de la inmortalización de los sucesos y hechos históricos en sus textos.
Ha sido galardonado con el Pisingo de Oro, máxima condecoración que entrega
el Distrito. También fue concejal de Turbo, dirigente deportivo, patrocinador y
director técnico del primer equipo de fútbol infantil de Turbo que marcó la pauta
hacia el profesionalismo de la juventud turbeña en este deporte. Fue docente en la
Escuela de Computación y Sistemas (ECOSISTEMAS)Cofundador y presidente
del Centro de Historia de Turbo., adscrito a la Academia de Historia de Antioquia,
Autor de la Monografía de Turbo y de la Monografía de Urabá. Director de la
Revista Huellas Turbeñas.
Email: [email protected]
Fernando Keep Correa
EL SURGIMIENTO DE TURBO
Introducción
Turbo se encuentra ubicado en una amplia y calurosa planicie marítima
y fluvial del Golfo de Urabá y de la desembocadura del Atrato. Su nombre esta asociado a la fuerza y la vitalidad de la naturaleza cuando en ella
se presentan los fuertes chubascos con descargas eléctricas y vientos muy
comunes en época de invierno y sus habitantes dicen que ha ocurrido una
turbonada. Más distante es la relación de su nombre con la palabra inglesa
Waffe que las gentes pronuncian mal al decir Wharf. Ella traduce embarcadero o pequeño muelle. Al unirse los dos sentidos, queda claro que ha sido
un poblado inmediato al mar, sometido a las eventualidades del tiempo.
Bien puede decirse desde muchos siglos antes de existir cuando se produjo los movimientos del poblamiento de Suramérica esta condición natural
estuvo presente.
Corrobora tan lejana referencia el hallazgo de puntas de proyectil de piedra en zonas como Bahía Gloria cerca de las bocas del río Atrato y que en
ámbito del saber arqueológico exista la denominación “Complejo Cultural
de Urabá”, relativa a una amplia área de dispersión que se extiende hasta el
Golfo de San Miguel y Río Bayano en Panamá y hasta el Alto y Bajo Sinú.1
¿Hace cuánto han habitado los Tules la costa Norte del Istmo de Panamá
desde el Golfo de Urabá hasta donde hoy está situada la ciudad de Colón?
La respuesta es tan incierta que admite la imaginación: “Una vieja leyenda
los hace descender de los famosos Tules, la raza que pobló el desaparecido
1 Las evidencias son abundantes, únicamente en la margen oriental del Golfo se han encontrado grandes
acumulaciones de conchas de molusco con cerámica modelada incisa, objetos líticos y restos óseos de fauna,
además de entierros humanos y fogones en Necoclí y en el Estorbo (Turbo), entre otros.
65
El surgimiento de Turbo
continente de la Atlántida (Fernández Gómez: 1991).”
Imagen 1: Indigena Caribe
Cuando llegaron al Caribe los conquistadores españoles, bien se sabe que
sus primeros tanteos de lo que era Suramérica, Golfo de Urabá fue un lugar
prioritario. De ello dejó más de uno su crónica, por ejemplo el italiano Pedro Martín de Anglería, que sin haber visitado nunca las Indias Occidentales
supo de ellas e hizo la siguiente descripción cómo estaba habitado el golfo:
(…) en la primera frente que se entra en el mar, en cuyo trecho diji-
mos que tomó tierra Hojeda, hacia el ángulo, a nueve millas, está el
pueblo Caribana, llamado Fueteracá; a tres millas de él cae el pueblo
de Urabá, del cual se cree que tomó nombre todo el golfo, porque en
algún tiempo fue cabeza del reino; a seis millas de ese pueblo está
Feti, y a nueve millas de Feti, Zerema; a doce millas de él, Sorache.
Estos pueblos los encontraron los nuestros llenos de gente (…) (Anglería: Pedro Mártir de Angleria. Dec. III, Lib. X, cap. II)”.
66
Fernando Keep Correa
Y Alonso de Ojeda se quedó con Nueva Andalucía entre el Cabo de la Vela
y el Golfo de Urabá, y Diego de Nicuesa con Veragua o Castilla de Oro
desde el Golfo de Urabá hacia el Occidente hasta el Cabo Gracias a Dios.
Es decir el golfo visto como un punto de corte de dos jurisdicciones destinadas a ser usufructuadas. Poco después surge San Sebastián de Urabá,
primer poblado construido por los españoles en tierra firme americana precedido por las cabalgadas costeras de saqueo y esclavización de indígenas
para llevar a Santo Domingo. El acoso de los indios y sobre todo el pánico
que tenían a las flechas envenenadas, mantenían a los colonos prisioneros
en su propia fortaleza, allí tienen que refugiarse, donde heridos, como dice
Las Casas: “Rabiando morían”. Y allí estuvo el bachiller Enciso y Vasco
Núñez de Balboa que invadieron el pueblo “Darién” y fundando, según el
primero, a Santa María de la Antigua del Darién, en el oeste del Golfo y su
interior. Y poco después, otra fugaz fundación de denominación pintoresca:
San Sebastián de Buenavista.
¡Y luego que aconteció? Que los conquistadores perdieron su interés por
Urabá a cambio de preferir las conquistas del interior. Cuando en el
año 1.569 Andrés de Valdivia fue nombrado primer Gobernador y Capitán
General de Antioquia, supuestamente incluyó el Mar del Norte, pero no
se llegaba a él por tierra sino por rio Magdalena. De esa región distante
del golfo se tiene el dato según el cual una cédula real dio el título de Año
1.620 dio el título de Gobernador y Capitán General de la Provincia de
Urabá “a don Francisco Maldonado. Se presiente que fue una determinación tendiente a resguardar el golfo de los piratas y filibusteros y se ignora
que tanto se pudo hacer y desde dónde. Según fray Pedro Simón quedó
determinado que Urabá no perteneciera a la provincia del Darién, ni a la
gobernación de Cartagena, ni de Antioquia, como se pretendía de ambas
67
El surgimiento de Turbo
partes (Simón: tomo V)”. Igual es una incógnita sí esa provincia subsistió
hasta 1786 cuando aparece un último gobernador, don Andrés de Ariza en
1786 a quien se le había encargado construir varios fuertes.
El gran problema que perduró fue no tenerse asegurada la navegación por
el rio Atrato y el golfo en los siglos coloniales. En especial en el XVIII la
situación parece más difícil: “(…) mientras no esté asegurado el Darién y
resguardadas las Bocas del Atrato (…) tampoco lo estarán las provincias
del Chocó de los insultos de los enemigos de la Corona; no dejarán de extraerse la mayor parte de los Oros que se produzcan en aquellas Provincias
(Silvestre: 1968, 41).” Sí, el control gubernamental de Uraba del siglo
XVIII fue un reto y Francisco Silvestre no encontró otro recurso que sugerir el siguiente para dominar estas fronteras donde estimaba que existían
1.500 “Yndios Gentiles” fraccionados en “parcialidades”: establecer poblados cercanos “con destacamentos a corta distancia” para la defensa y así
“(…) irlos cercando y estrechando y aun escarmentando y acometiendolos sin atención ni miramiento algunos a cualquier leve daño que cometan
como apóstatas de la religión y del Estado, como enemigos crueles y malos
vecinos (…) (Silvestre: 73)”. En particular, durante el mandato del arzobispo-virrey caballero y Góngora. Dos acontecimientos datan de entonces;
en 1783, según el Atlas de Uraba, “la Corte española había ordenado la
reducción o extinción de los indios de Urabá (Loic Menanteau: 2007, 66)”.
El poblamiento de Turbo
Turbo nace no oficialmente como un caserio desde principios del siglo XIX
debido a un proceso espontanea en el que unos cuantos pobladores habitaron las orillas de un caño que atraviesa hoy el casco urbano del municipio y
que hasta hace varios años era el principal brazo del río Turbo cuando este
68
Fernando Keep Correa
surtía sus aguas a la bahía Pisisí. Quienes allí llegaron venían del Cauca,
del Chocó y de ámbitos caribeños bolivarenses y arrastraban tras de sí las
dificultades que experimentaban en sus regiones de origen. Algunos no
estaban tan distantes del nuevo lugar a ocupar tales como los últimos que
por el mar desde Cartagena se comunicaban con Quibdo a través de un
cruce comercial y otros que tenían por su actividad económica recorrer en
botes a vela las costas del norte de Urabá cazando tortugas.2 A todos les
interesó realizar sus expectativas: acceder a una tierra virgen proximidad al
mar, provista de recursos; disponer de amplios espacios de selva para abrir
si así lo requirieran; pescar y utilizar los caños, ríos y quebradas donde la
naturaleza les brindaba amplias posibilidades; acceder a la tagua y el caucho negro y las maderas como riquezas valiosas; aislarse de los peligros
representados por las guerras.3
Estos pobladores no indígenas eligieron por lugar el golfo en su constado
oriental en su parte media, una zona al otro lado de él con el mar de por
medio con la extensiva y numerosa presencia de los pueblos de la nación
cuna. La zona estaba precedida por una especie de conquista debido al éxito del gobierno virreinal sobre parte de los grupos cunas después de duras
choques bélicos.4 Esta circunstancia permitió la ocupación por parte de la
2 Así fue descrita su intervención: “Desde 1820 caribeños de la isla de Barú dedicados a la caza de tortuga
que abundaban por los lados del Cerro del Aguila, venían en botes a vela y levantaban sus ranchos en las
costas y luego de recoger el carey volvían a sus lugares de origen. Actividad que continuó por más de un
siglo (INER: 1997, 14).”
3 En las inmediaciones estaba el Caño de Chucunate, hoy día un sector de la población inmediato a la
quebrada que luego se llamó Las Delicias. Su nombre proviene de los indios Chucuna, una comunidad
fiera según la memoria oral de Toribio Cuadrado. Agustín Quejada igualmente menciona que el ex alcalde
Roque Viera llamó a los pobladores de este sector de Turbo Los indios Chucunate, comparándolos por su
agresividad con una tribu antropófaga del Darién Panameño.
4 Al respecto escribió Luís Fernando González Escobar que la reducción de “la frontera cuna” le
permitió a la española llegar a “gran parte del Atrato”, proyectarse al Darién 2y establecerse en Urabá.
San José de Murrí, sostiene, que al consolidarse fue la base desde donde se intervino hacia el norte
69
El surgimiento de Turbo
población no indígena y también de otros si indígenas, los chocoes que
habitaban el bajo Atrato.
Ubicarse allí en medio del golfo significó estar al tanto de su dinámica
mercantil, en particular la oportunidad de sacar dividendos de ella así fuese
modestamente. Por ejemplo, se podría aportar el trabajo de acerrar y disponer las maderas más apreciadas de la selva que los comerciantes ingleses o
franceses necesitaban y con lo recibido adquirir sus mercancías. Se podría
explorar en busca de la riqueza aurífera en los ríos, ¿acaso así no habías
surgido sitios como Pavarandó, Beberá y Murrí en donde convivían blancos, mestizos mulatos zambos, esclavos e indígenas?
Imagen 2: Óleo de Chucunate, autor: Jorge Cortés Valenzuela (q.e.p.d.)
El nuevo caserío del golfo permaneció sin nombre hasta que lo adquirió en
la década de 1840. Fue determinante en tener identidad su ubicación central en el golfo, un escenario de salida del Chocó hacia el mar y de entrada
desde éste para el comercio y el contrabando. Aconteció que el gobierno
(González Escobar: 2011, 174-175)”.
70
Fernando Keep Correa
naciente de la republica neogranadina estaba sujeto a los ingresos derivados de gravar su comercio externo y en un espacio a sí requirió ubicar
en el mejor sitio posible una dependencia fiscal que interviniese el tráfico
ilegal y recaudase los derechos aduaneros. Las existentes previamente a él,
en la época de la República de Colombia o llamada gran Colombia también, estaban ubicas en los puertos principales de la costa Caribe y ahora
entendió la necesidad de ampliar su cobertura. Una nueva había surgido
desde hace algunos años de una Aduana en Matuntugo, pero una de las
bocas del Atrato pero no era el lugar adecuado. Las opciones fluctuaban
entre Quibdo, un poco más abajo del curso medio en el rio y al frente de
las desembocaduras en el golfo (Laurent: 2008, 160-165). La deliberación
estaba afectada por el desconocimiento geográfico de la zona en el alto gobierno, los costos, los intereses comerciales, las consultas y las opiniones
de prensa. Finalmente, un decreto ejecutivo dispuso el traslado y el caserío
que se llamaría Turbo fue la nueva sede de la Capitanía y un Resguardo,
dos dependencias que alteraron su fisonomía de un precario asentamiento
de gentes sin importancia para el gobierno.
En el gobierno de Antioquia el cambio no fue bien recibido y de tras de él
estaban los grandes comerciantes vinculados al comercio exterior. Quizás
apreciaron la ubicación como muy distante de su radio de injerencia, tal
vez les convenía que estuviese en el curso medio del Atrato. De todas maneras en su propio territorio no estaría sino en la provincia del Cauca, antes
de que admitiera de ella que de él, se desprendiera la espacialidad asignada
a la nueva provincia del Chocó. Indica el desagrado la protesta, el oficio
que el Concejo Municipal de Santa Fe de Antioquia dirigió al Presidente
de la República donde “sostenía que no debía de ninguna manera perju71
El surgimiento de Turbo
dicar el derecho histórico del Departamento a la Costa de Urabá (Gómez
J.A.: 1952, 738)”. Su argumento al hablar de “el derecho histórico”, debió
ser referido a que por Urabá había comenzado la conquista de su territorio
en el siglo XVI. Al dado de este argumento y soterradamente estuvo la
intensión de quienes practicaban el comercio ilegal del oro y las importaciones, los cuales se presiente eran bastantes en el gremio mercantil.
Otro aspecto digno señalarse por ser un cambio cualitativo del caserío
“turbeño”, consistió en que en el año 1.839, se asignaron trescientos pesos
anuales para el sostenimiento de un doctrinero. El significado que se puede
atribuir a este acontecimiento consiste en ser un aliciente para que la Iglesia estuviese en él. El valor de la suma de dinero debió ser alto, suficiente
para que algún sacerdote estuviera dispuesto a permanecer en un lugar tan
apartado y precario. Se nombró un padre de apellido Ochoa y “se duda si
realmente viajó (Sayago Guerrero, F.: 1988)”. Así no lo hubiera hecho, ya
estaba establecido el criterio según el cual la presencia estatal debía estar
al lado de la asistencia religiosa. El complemento de fuerzas sería bien
necesario, así se presintió, en el campo organizativo y regulador de una
naciente comunidad fronteriza y apartada.
Y luego no tardó la fundación oficial, producida el 28 de agosto de 1840.
La ordenó un decreto del presidente José Ignacio de Márquez, quien como
estímulo y de acuerdo a una política aplicada a veces cuando se autorizó la
creación de un lugar, Turbo recibió ocho mil fanegadas de tierras baldías.
La medida, se suponía, fuese un medio para fomentar la colonización, obtener ingresos y desarrollarse entregando predios a colonos.
72
Fernando Keep Correa
Nótese la particularidad de Turbo: el suyo tuvo un origen previsto en parte por los habitantes del lugar y sobre todo por la necesidad gubernamental de tener en el golfo un poblado formalizado previsto para regular
en lo posible el tráfico comercial y su ilegal. Existe un personaje que
se menciona en el decreto gubernamental como el vocero de un grupo
solicitante, pero es desconocido y de nombre singular: don Baltasar de
Casanova. Como no se sabe más de él el campo de la especulación queda
abierto: ¿Sería un funcionario de aduanas?, ¿un comerciante? ¿Un vecino
del caserío? ¿Qué intereses pudo tener? El apellido Casanova es propio
de un criollo neogranadino.
Seis años después Turbo se convirtió en un Distrito Parroquial. Es decir
la sede un cura párroco que administró espiritualmente una feligresía de
un amplio espacio en el cual se formarían con el tiempo otros pequeños
lugares. La aprobación conjunta entre la Iglesia y el gobierno siguió la
tradición de dos poderes unidos en el que el último tenía voz y autoridad
para crear parroquias e incidir en el sostenimiento de su eclesiástico. La
Iglesia intervino representada por la Diócesis chocoana de Quibdó, quien
incluyó la parroquia en la jurisdicción de Murrí. La presencia del religioso implicó la tarea colectiva de construir el templo, es decir movilizar a
los habitantes a este esfuerzo.
Los límites de la jurisdicción turbeña fueron acordados en el decreto de
creación de la parroquia por el entonces presidente neogranadino Tomás
Cipriano de Mosquera. Éste dispuso que fuesen “los mismos del partido
de Turbo, con excepción de las islas Mulatas que pertenecen a otra sección política de la República”. El artículo tercero de su decreto agregó:
73
El surgimiento de Turbo
“El gobernador del Chocó dictará sus providencias para la completa organización del nuevo distrito, conforme a las leyes de administración parroquial, y demás que sean aplicables”. Por último, el artículo cuarto dispuso
que el decreto se le comunicara a la Diócesis para que organizara la nueva
Parroquia y definiera su alcance espacial igual al político.
Turbo se expande
Hubo motivos suficientes para ello. En el aspecto comercial lo corrobora
este referente de apariencia insólita: Los Estados Unidos consideró que
necesitaba en Turbo tener un consulado y en el año 1852 nombró a Antón
Michler. El personaje llegó a instalarse en un poblado tan pequeño que
tendría, según escribió, alrededor de 230 habitantes. A pesar de su pequeñez y precariedad no se sintió inconforme y sí más bien complacido
por su ambiente natural; anotó en sus papeles: “El tiempo era delicioso
y encantador en extremo, los días casi siempre claros y cómodamente tibios; las noches siempre frescas y refrescantes”5 El cónsul no era el único
foránea, existía también un inglés comprador de caucho Michler, 2016)”.
Vale la pena resaltar el contexto de la presencia de los dos extranjeros.
Allí estaban por representar a países foráneos dispuestos a incidir con
su presencia en la dinámica del golfo de Urabá, debido a su importancia
geoeconómica y política. Eran años en que internacional y nacional se
consideró urgente la construcción de un canal interoceánico que uniera
los océanos Pacífico y Atlántico para facilitar un comercio internacional creciente. Por ello el pequeño Turbo atrajo las miradas y comenzó a
adquirir importancia como un lugar propicio para suministrar materias
primas naturales selváticas destinadas a industrial en las economías avan-
74
Fernando Keep Correa
zadas del siglo XIX.
Una faceta más: Ocurrió un auge de la exploración de Urabá como un
territorio factible para para la construcción del canal. Con este propósito en el año1876 dos geógrafos franceses recorrieron la región Fueron
Luciano Napoleón Bonaparte Wyse y Armando Reclus quienes muy seguramente estuvieron en Turbo. Es de destacar que Wyse representó
a Francia en la negociación con el gobierno de los Estados Unidos de
Colombia y se firmó un acuerdo con el Presidente Salgar para que se
hiciese el canal.
Imagen 3: La aldea de Turbo en 1870, ilustración anónima.
Caucho, Tagua y bullerengue
Unas décadas después de ser fundado, Turbo atrajo la migración durante
el auge de la extracción del caucho y la tagua. El rasgo característico de
la situación que la llegada de una determinada cantidad de población,
75
El surgimiento de Turbo
en su mayoría migrantes del sur de Bolívar, hoy día los departamentos
de Córdova y Sucre, consistió en no ser una población que se retirara al
pasar los ciclos económicos. Al convertirse en residentes estables expandieron la ocupación de la tierra, en particular, colonizaron el río León
y sus afluentes: Juradó, Guapá, Bujíos, Chigorodó, Vijagual, Churidó,
Apartadó, Riogrande y Micuro. La avanzada colonizadora dio lugar a la
fundación de los más importantes campamentos de caucheros y tagüeros.
Imagen 4: Caucheros y tagüeros
Los bolivarenses se convirtieron en la mayor cantidad de habitantes de
esta zona y su presencia precedió a otras dos migraciones, la chocoana
y la antioqueña. Culturalmente implantaron tradiciones y costumbres,
tal como “El Bullerengue”, primer aire musical no solo de Turbo sino
de toda Urabá. También implantaron la conmemoración del once de noviembre de 1809, fecha en que fue declarada la Independencia de la
Provincia de Cartagena del dominio español.
76
Fernando Keep Correa
Conclusión
La explicación sobre el surgimiento de Turbo ha indicado su singularidad
respecto al común de los poblados antioqueños. Nace en una región con
largos antecedentes en su trajinar histórico. Lo admite un gobierno que
hacía poco estaba establecido, al romperse la estructura creada por la
constitución de Cúcuta en 1821. Procedió a convertir un caserío en una
población formal y la apoyó para tener una mayor presencia en el Golfo
de Urabá. Igualmente, experimentó un impulso notable años después debido a sus riquezas forestales y bióticas.
En este transcurso aún no estaba articulado a Antioquia pero sí al Chocó,
de donde procedieron nuevos habitantes que establecidos se compenetraron a la población residente con igual fluidez a cómo ocurría con las
genes oriundas de las sabanas bolivarenses.
Esta simbiosis cultural y social marcó diferencias con la expansión que
sucedía al interior de la región antioqueña. Se tendría que esperar la
construcción de la carretera al mar, para que se produjera una nueva migración: con el arribo a Urabá, de las gentes antioqueñas. En otras palabras, la siguiente estrofa de un poema de mi autoría sintetiza lo dicho.
Urabá en su historia ha pertenecido,
a Cartagena, Antioquia, Cauca y El Chocó,
también
fue provincia independiente
y últimamente a Antioquia se trasladó
77
El surgimiento de Turbo
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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
ITAGÜÍ, DE SITIO A PARROQUIA: ITAGÜÍ, FROM A SITE TO A PAR-
DESARROLLO HISTÓRICO ISH: HISTORICAL DEVELOPMENT
RESUMEN
Conocer el pasado de nuestras localidades nos posibilita comprender las vueltas que han dado las sociedades desde la
prehistoria hasta la actualidad. No solo
quiénes habitaron estos territorios antes de la llegada de los españoles, sino
también cómo fue el proceso de poblamiento de las personas que llegaron de
España, y posteriormente las diferentes
olas migratorias producidas por circunstancias diversas. Así mismo, conocer los
diferentes poderes e instancias que obligaban a las colectividades que se estaban formando a pasar por diferentes reclamaciones que les posibilitara adquirir
los diferentes estatus y reconocimientos
que la reglamentación, tanto de la iglesia
como de los poderes españoles, exigían
para adquirirlos. Pasar de sitio a partido y a parroquia o distrito llevó a diferentes personas a solicitar por años que
fuera reconocida la autonomía de Itagüí,
pues con la conformación de la nueva
parroquia consagrada a Santa Gertrudis,
en Envigado, en 1776, el sitio de Itagüí
quedaba relegado y perdía su carácter de
partido que había adquirido entre 1755 a
1769. El 7 de marzo de 1832 se aprobó
por el vicepresidente de la República el
decreto de la conformación de Itagüí en
distrito parroquial.
Palabras clave: Itagüí, distrito parroquial, valle de Aburrá, arqueología
80
SUMMARY
Knowing the past of our localities allows
us to understand the twists and turns that
societies have taken from prehistoric
times to the present day. Not only who
inhabited these territories before the arrival of the Spaniards, but also how was
the settlement process of the people who
arrived from Spain, and later the different migratory waves produced by different circumstances. Likewise, to know the
different powers and instances that forced
the collectivities that were being formed
to go through different claims that made it
possible for them to acquire the different
statuses and recognitions that the regulations, both from the church and the Spanish powers, demanded to acquire them.
Going from site to party and parish or
district led different people to request for
years that the autonomy of Itagüí be recognized, because with the formation of
the new parish consecrated to Santa Gertrudis, in Envigado, in 1776, the site of
Itagüí was relegated and lost its character of party that it had acquired between
1755 and 1769. On March 7, 1832, the
Vice President of the Republic approved
the decree of the conformation of Itagüí
as a parish district.
Keywords: Itagüí, parochial district,
Aburrá valley, archaeology
Maria Amantina Osorio Ramìrez
Antropóloga de la Universidad de Antioquia, con Especialización en Investigación en Ciencias Sociales de
la misma universidad, tiene una Maestría en Antropología de la Universidad de Montreal y un Doctorado en
Antropología de la misma universidad. Integrante del
MARIA
Centro de Historia de Itagüí-CHI
AMANTINA
OSORIO Correo electrónico: [email protected]
RAMIREZ Contacto: +57 3137823681
81
Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
ITAGUÍ, DE SITIO A PARROQUIA: DESARROLLO HISTÓRICO
Estudios arqueológicos del Valle de Aburrá
Los estudios arqueológicos del valle de Aburrá permiten determinar según Santos (2010) una ocupación por parte de diversos grupos humanos,
que van desde cazadores y recolectores que llegaron al valle desde hace
aproximadamente 10 000 años, hasta los grupos de alfareros y agricultores
encontrados por los conquistadores españoles en el siglo XVI.
La ladera occidental estuvo ocupada principalmente durante el período tardío
por los indios aburráes, hasta el contacto con los españoles en el siglo XVI.
(Aristizábal, P. 2015).
La ocupación del valle de Aburrá está representada por el estilo cerámico
tardío, el cual se distribuye en Antioquia por la cuenca montañosa del Cauca,
la altiplanicie de Rionegro y en el Valle de Aburrá donde se han reportado
hallazgos en diferentes partes, entre ellos Itagüí (Santos y Otero de Santos,
1996). Dichas investigaciones se hicieron sobre tumbas y piezas cerámicas
y líticas halladas accidentalmente durante el proceso de urbanización de la
ciudad hacia la periferia.
Los primeros estudios arqueológicos realizados en el valle de Aburrá fueron
efectuados por el antropólogo Graciliano Arcila Vélez en la década de 1950,
en los barrios periféricos donde se estaba iniciando una expansión urbana.
Existen reportes de estructuras funerarias en inmediaciones de los barrios
Simón Bolívar, La Castellana, Guayabal, El Poblado y el municipio de Itagüí.
La ladera occidental del valle de Aburrá presenta varias estribaciones o
cuchillas montañosas, como la cuchilla o loma de Manzanillo en Itagüí, y
la cuchilla el Ajizal, que descienden desde las cotas más altas como el cerro
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Maria Amantina Osorio Ramìrez
o Alto Barcino, el cerro del Padre Amaya, el Boquerón, el Páramo de las
Baldías, etc., hasta las zonas planas del valle en el lugar que hoy ocupan
los barrios de Guayabal y Belén, y los municipios de Itagüí y La Estrella.
Dichas estribaciones están también bañadas por quebradas torrenciales que
vierten sus aguas al río Medellín, tales como las quebradas Guayabala, Ana
Díaz, Aguas Frías, Doña María, Iguaná, etc.
Según Juan Pablo Díez (2018), para considerar la presencia indígena en
el Municipio de Itagüí en épocas anteriores a la conquista española, deben
tenerse en cuenta las siguientes precisiones:
El Municipio no puede ser considerado en forma aislada, se debe considerar
un contexto geográfico que recibe el nombre de Valle de Aburrá; unidad
paisajística que presenta características de fauna, flora y geomorfología
similares. Se sabe del intercambio y choque cultural entre los distintos
grupos y aún se pueden rastrear caminos precolombinos (Bello, Guarne,
Santa Elena, San Cristóbal, Santafé de Antioquia, San Antonio de Prado).
El contacto con las huestes conquistadoras españolas y las posteriores luchas
que de ello se derivaron, sumado a la propagación de enfermedades, significó
la pérdida de muchas vidas indígenas, generando una ruptura cultural, social,
y económica. Así describe Lucas Fernández de Piedrahíta tal encuentro:
maltratados [los indios] por los nuestros con daño considerable, huyeron tan
escarmentados, que no volvieron más, y Robledo pudo llegar sin embarazo
a la noticia de la abundancia de semillas, perros mudos, conejos y frutas que
había en el país; y a éste, que aunque angosto tiene todas las calidades para
ser bueno, y sus naturales llamaban de Aburrá, llamaron los españoles el valle
de San Bartolomé, donde la riqueza de sus sepulcros ha sido grande y su
fertilidad y temperamento ha obligado a que de presente se haya fundado una
buena villa.1
1 Lucas Fernández de Piedrahíta. Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de
Granada, capítulo II de la parte quinta. Este cronista vivió entre 1624 y 1688, y la obra
83
Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
Llegada de Robledo, descubrimiento del valle de Aburrá
Lo poco que se sabe de primera mano acerca de las comunidades que habitaron el valle durante la época de contacto se debe a los relatos escritos por
los cronistas que acompañaron a Jorge Robledo en su viaje desde Cali, contenidos en las Crónicas de Indias, información que se reduce a una decena
de párrafos. La expedición del Mariscal Jorge Robledo partió de Cali el 29
de septiembre de 1540, siguiendo la ruta de la ribera occidental del río Cauca con rumbo norte, hasta la villa de Anserma. El objetivo de dicha misión
era la de fundar una villa en Buriticá. Durante este viaje, Robledo decidió
desviarse hacia el oriente en busca de un rico valle que le habían descrito,
llamado Arví, del que le dicen los indios es “tierra de gran riqueza y poblazón” (Aristizábal. P. 2015)
Desde Murgia (que los españoles llamaron el pueblo de la Sal y que hoy
corresponde al municipio de Heliconia), mirando hacia el norte, Jorge Robledo observó el 10 de agosto de 1541 que la cordillera presentaba cierta depresión; y como todo había que explorarlo, despachó enseguida a Jerónimo
Luis Tejelo que fuera a descubrir aquellas partes…subió la cordillera central
y encontró el Valle de Aburrá, a donde siguieron todos los españoles… Con
las primeras luces de la aurora los castellanos fueron vistos y atacados por
numerosos enemigos que no dieron parlamento alguno, y cayeron sobre los
visitantes por espacio de varias horas… fueron descubiertos, al parecer por
centinelas que tenían apostados los indios del valle previendo las incursiones
de sus inamistosos vecinos del otro lado de la montaña2, … pero luego entró
tal espanto a los bitagüies –pues éste era el nombre de los habitantes de este
valle – que no solo abandonaron el campo sino que se ahorcaban con sus
propias mantas ante la visión, para ellos terrífica, de los hombres blancos, de
lenguas barbas y mal agestados.”3
El sitio de ingreso de los españoles al valle bien pudo ser por el corregifue publicada después de su muerte (disponible en internet).
2 Las construcciones abandonadas revelan que en tiempos de la conquista había una lucha entre pueblos
del noroeste invasores y de otros que estaban replegándose hacia la región de los Tahamíes, región entre el
Porce y el Magdalena. (Arcila, Graciliano, 1977 p.19).
3 Robledo, Emilio. Descubrimiento del Valle de Aburrá En: Libro de oro de Medellín en el tricentenario
de su erección en Villa 1675 -2 de noviembre Ed. Bedout S.A. 1975.
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Maria Amantina Osorio Ramìrez
miento de San Antonio de Prado, por donde va el trazado de la actual carretera Medellín-Itagüí-Heliconia; por el corregimiento de Belén Altavista,
que presenta huellas de caminos prehispánicos o bien por La Estrella. (Uribe
Ángel, M:24). La aldea indígena primigenia, por su parte, estaría situada en
el centro del valle de Aburrá, actual sector de Guayabal4.
A partir de 1953 y 1954, se dispone de los trabajos de salvamento efectuados por el Dr. Graciliano Arcila, en los que se refiere esencialmente a lo que
denominó Estación Arqueológica de Guayabal (Medellín), sitio éste en donde un guaquero ubicó una serie de tumbas de las que dio aviso al Servicio
Etnológico de la Universidad de Antioquia para que pudieran ser estudiadas
convenientemente. Deduce el autor que el sitio en cuestión era el poblado
indígena que hallaron los españoles el 10 de agosto de 1541 y que se trataba
de un sitio de textileros, a juzgar por la gran cantidad de volantes de huso5.
En este valle permaneció Robledo más de veinte días sin hacer fundación, el
valle de Aburrá fue un mero lugar de paso, por no contar con recursos auríferos (Caicedo, 2014:8).
El valle de Aburrá y su población
A la llegada de los españoles en el siglo XVI, el valle de Aburrá estaba
poblado por numerosas tribus indígenas, se habla de cifras entre 500.000 y
1.000.000 de indios según Jorge Orlando Melo. La etnia Caribe tenía varias
4 Desde mediados del siglo XX las investigaciones arqueológicas han revelado la existencia de una
importante aldea precolombina en Guayabal, extendiéndose sus casas entre el mogote o cerro Nutibara y
la quebrada de Doña María, a la entrada de Itagüí. (Caicedo, L.J. 475 años de la entrada de los españoles al
Valle de Aburrá y 400 de la fundación del pueblo de indios de San Lorenzo de Aburrá (1541-1616-2016).
5 Gilberto Cadavid (1989). “El Macizo Central Antioqueño”, en: Álvaro Botiva Contreras, Ana María
Groot de Mahecha, Leonor Herrera y Santiago Mora. Colombia prehispánica: regiones arqueológicas.
Bogotá, Colcultura, Instituto Colombiano de Antropología, (http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/
arqueologia/prehisp/cp05.htm).
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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
familias en Antioquia: dos de ellas, los Tahamies6 y los Nutabes7, habitaban
en la región, grupos humanos seminómadas de cazadores, recolectores y
horticultores, los cuales presentaron diversos modos de vida, desarrollando
múltiples estrategias de adaptación al entorno biogeográfico.
Los indios llamaban en su lengua al valle “Avurrá”, que significa “Pintadera”,
y al que los españoles pusieron San Bartolomé8, donde se encontró mucha
comida, tanto de agricultura (maíz y fríjol) como de animales (curíes y
perros americanos) (Caicedo, 2014:26).
El patrón de poblamiento era en pequeños núcleos dispersos de población.
Estos grupos no producían oro, pero acostumbraban a comerciarlo con Urabaes, Zenúes o habitantes de la región Quimbaya.
Al parecer, los aburráes fueron un pueblo de textileros, pero no producían
su materia prima, el algodón, que era sembrado por las poblaciones asentadas en la cuenca del río Cauca, y lo intercambiaban con los grupos del valle
de Aburrá, quienes lo necesitaban para cubrirse del frío. Sin embargo, se
especializaron en el hilado y la elaboración en telares de mantas de algodón
tejidas y pintadas, las cuales luego eran comerciadas con otras poblaciones
(Aristizábal, P. 2015).
6 Los tahamíes cubrieron vastísimas regiones de montaña de Antioquía. Además de
Medellín, los actuales municipios de El Retiro, El Carmen de Viboral, Rionegro, Marinilla, Segovia,
Amalfi, El Peñol, La Ceja, Puerto Nare, Guarne, La Pintada, entre otros,
7 Los relatos indican la presencia de esta tribu en el Valle de Aburrá en municipios como Itagüí,
Envigado y Sabaneta, también en los municipios de Toledo, San Andrés de Cuerquia, Sabanalarga
(corregimiento Orobajo) e Ituango.
8 “Aunque los españoles llamaron a este valle San Bartolomé, este nombre no perduró, sino el original
usado por los naturales, que traduce pintadera, tal vez por el oficio textilero que ejercían” (Roberto Luis
Jaramillo, “De pueblo de aburráes a Villa de Medellín”, en: Jorge Orlando Melo, editor. Historia de Medellín.
Tomo I. Suramericana de Seguros, 1996, pág. 107). Esta etimología proviene del Diccionario de la Lengua
Katía publicado por el padre Constancio Pinto García en 1974: “Aburrá n. pintadera, marca para pintarse”
(Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, ob. cit., pág. 37).
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Maria Amantina Osorio Ramìrez
El río Aburrá parte en dos el Valle de Aburrá y la ocupación de las tierras
que se denominan sitios, se hizo de forma dispersa por hatos a lo largo y
ancho del valle. Alberto Bernal Nicholls (1976:16) señala que para 1614
ya existían de norte a sur los potreros de Barbosa, la Tasajera, Fontidueño
y Hatoviejo; en la parte central del Valle, el sitio de Aná, el pueblo de San
Lorenzo; luego el sitio de Guayabal, el sitio de La Culata, Santa Gertrudis, en
Envigado, e Itagüí. Estas propiedades fueron el resultado, en su mayoría, de
las adjudicaciones de mercedes por parte del Cabildo de Antioquia y de los
gobernadores, siendo Gaspar de Rodas quien otorgó las primeras mercedes
(Hoyos y Molina, 1994:19).
El poblamiento del valle se fue dando por medio de pequeños núcleos que
sucesivamente se irían llamando capillas, sitios, parroquias, curatos, distritos o municipios.
El censo ordenado por Miguel de Aguinaga, según Javier Piedrahita
(2000:255), examinando el censo realizado el 19 octubre 1675, dio un total
de doscientas ochenta y ocho cabezas de familia con más de tres mil personas
entre chicos y grandes y reportó 186 familias de blancos, 32 de mestizos, 28
de mulatos, 32 de indios y 2 de negros. La población esclava de Itagüí, por
su parte, estaba compuesta por 73 hombres y 62 mujeres.
Esta distribución demográfica estaba relacionada con las actividades agrícolas, los potreros y hatos; al norte, la principal actividad fue la cría de ganado.
Las actividades laborales eran variadas y dan una idea de la composición
social: se censaron “carpinteros, empajadores de casas, herreros, jornaleros,
vaqueros, traficantes de sal, entre otros; distribuidos en Aná, Poblado de San
Lorenzo, Guayabal, La Culata (San Cristóbal), Itagüí, Hatoviejo, Tasajera
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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
(Copacabana), Hatogrande (Girardota) y Potrero de Barbosa”.9
Mauricio Hoyos y Ángela Molina (1980 p.28) señalan que el valle, unidad
geográfica y ambiental, empezó a fragmentarse, primero por las mercedes
de tierra, luego por las heredades y ventas. Así, a los primeros hatos siguieron las explotaciones agrícolas, y a la par una ocupación del suelo que no
obedecía a las leyes de poblamiento, pero sí a la concertación de propiedades. Es difícil determinar cuáles fueron las pautas de este poblamiento,
pues los registros documentales generalmente apenas hacen referencia a los
vecinos blancos. Sólo en expedientes judiciales o en otros documentos que
toquen con las castas, se podría realizar una mejor pesquisa, y esto para ciudades o villas, ya que en el Valle de Aburrá estos documentos son escasos
en el siglo XVIII y casi inexistentes para el siglo XVII.
Sitio de Itagüí
El 6 de marzo de 1616, por decreto dado por el Licenciado, Oidor y Visitador general de la provincia de Antioquia Don Francisco Herrera y Campuzano, fundador de otros pueblos en las vertientes del río Cauca, le entregó
a María de Quesada, viuda del capitán Juan Daza las tierras de Itagüí y del
Ancón de los Yamesíes, con el fin de compensarle las tierras que se le quitaron para un resguardo en Sopetrán10. Es considerada la primera propietaria
de tierras de la zona sur del Valle de Aburrá11, tierras dedicadas a la cons9 Libro de actas del M y Cardo y rexmto de la Villa de Medellín 1675-1813).
10 Certificación de Francisco José de Solórzano, escribano público de la villa de Medellín, del 11 de
julio de 1771, en que constan las mercedes de tierras concedidas en el valle de Aburrá, transcrita por
Javier Piedrahita Echeverri, Documentos…, págs. 350-353. Fue una excelente anfitriona. Igualmente fue
generosa y caritativa ante los indios de sus dominios. En una de las frecuentes pláticas de don Francisco
de Herrera Campuzano, en mayo 19 de 1615, ante los indios de la Provincia de Antioquia les preguntó
que: “donde era el buen sitio y la buena tierra para que hicieran población y dijeron que en el hato viejo
de doña María de Quesada”.
11 Los linderos que se le señalaron fueron: “Desde la Quebrada que está pasando el “Guayabal” toda la
tierra que hay Valle arriba, orilla del río Aburra y de la Sierra que llega al margen del Llano, hasta la otra
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Maria Amantina Osorio Ramìrez
trucción de grandes hatos ganaderos y explotaciones agrícolas en donde se
cultivaba maíz caña, plátano y fríjol. El río que atraviesa el territorio tomó
el nombre de doña María en su honor y fue conocido como sitio de Itagüí12.
Desde 1639 las tierras empezaron a cambiar de dueño, razón por la cual se
expresa que en Itagüí la posesión de las tierras estuvo marcada por cierta
movilidad, pues, aunque éstas eran adjudicadas a herederos, también eran
vendidas a otros personajes importantes quienes, además. tenían tierras y
posesiones en otros lugares. Estas tierras eran las que se le habían adjudicado en los años 1616 a doña María de Quesada13.
Parece, sin embargo, que el interés por estas tierras no era habitarlas; sus
propietarios vivían en la villa de Medellín para administrar desde allí todas
sus propiedades. Sin embargo, los lazos de continuidad entre los propietarios del Valle de Aburrá se mantuvieron, ya que las propiedades de la
época de la colonia pasaron a manos de grandes comerciantes y mineros o
terratenientes del siglo XVIII por medio de compraventa de tierras, matrimonios entre familiares, herencias etc.; hubo, empero, cierta movilidad en
la posesión de las tierras que permitió a mestizos ricos y pobres acceder a
ella como ocurrió en el caso de don José Bruno de Saldarriaga (Hoyos y
Molina, 1994:28).
A partir de 1650 se inicia el poblamiento de negros libertos, debido a la
manumisión iniciada desde 1631. De otro lado empezaron a llegar a la parte sur del Valle de Aburrá esclavos fugados de sus encomiendas, cargueros,
arrieros, e indígenas venidos de las más remotas regiones.
banda de la quebrada que llaman de “Aguasal”, todas las sabanas, montes y cañadas que hay en dicho
termino y llano” (Betancur Agapito. 1931).
12 El sitio de Guitagüí o Ytagüí se menciona desde el año de 1616.
13 A.H.A. “Tierras”, vol. 183, doc. 4612.
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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
Nuevo curato y erección del distrito parroquial de Itagüí
El licenciado y visitador don Francisco de Herrera Campuzano, en las ordenanzas para indios que dictó, ordenó a los encomenderos que en cada
una de las poblaciones se tuviera “iglesia decente”, con imagen de “nuestra
Señora” y ornamentos necesarios para el servicio y administración de los
santos sacramentos.
Existieron en Itagüí dos capillas en los tiempos de la colonia. Para el año
de 1743 se edificó la primera capilla del sitio de Itagüí ubicada en el paraje
de El Tablazo,14 edificada en la hacienda de campo de don José Bruno de
Saldarriaga clérigo y presbítero, propietario de una considerable extensión
de tierra, desde el Tablazo, en pie de monte del pico El manzanillo, hasta
los nacimientos de la quebrada Doña María15. Se solicitaba que la capilla
que fue consagrada a Nuestra Señora del Rosario y que tenía colocada en
la capilla de la Viceparroquia del Tablazo se le mantuviera con alhajas y
ornamentos, para que se le diera culto a la soberana reina de los ángeles,
sin que se pudiera sacar de dicha capilla alhaja alguna16. La licencia fue
concedida por el Ilustrísimo señor Obispo Dr. Francisco José de Figueredo
y Victorias, a petición del Maestre de Campo Dr. José de Saldarriaga, con
fecha de 19 de diciembre de 1743: tal capilla distaba de la Parroquia de
Medellín más de dos leguas: asegurando su permanencia y esta advocación
mariana. Dicha capilla se arruinó totalmente.
14 Dicha capilla obtuvo licencia en 1743, “concedida por el Ilustrísimo señor Obispo Dr. Francisco
José de Figueredo y Victorias, a petición del Maestre de campo Dr. José de Saldarriaga”. Este último,
alférez de la Villa y padre de don José Bruno. Esta “Capilla Vice-parroquia” estaba dedicada a nuestra
señora del Rosario, asegurando su permanencia y esta advocación mariana. (A.H.A. Escribanos.
Testamento de José Bruno de Saldarriaga. 1777. f.212).
15 La importancia que tuvieron las capillas en el desarrollo urbano es evidente, entre otros en la
asistencia que los propietarios de hatos y estancias, muchos de los cuales eran clérigos, quisieron
proveer a los pobladores de sus propiedades, y evitarse viajes fatigosos y difíciles al asistir a los actos
religiosos en las iglesias de los poblados cercanos. (Área metropolitana 2010 :34)
16 Betancur, Agapito, Monografía de Itagüí. Medellín, Imprenta Oficial 1931 p.14
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Maria Amantina Osorio Ramìrez
La segunda capilla fue edificada en 1755 por el Pbro. Francisco José de
Toro quien residía en Envigado. Fueron finalmente los doctores Francisco
de Saldarriaga y Francisco Reaza, quienes donaron al principio del siglo
XIX media cuadra de terreno a la capilla del Rosario y ésta fue la que sirvió
después de parroquia cuando Itagüí se convirtió en curato dependiente de
Envigado.
La nueva parroquia enfrentaba nuevas responsabilidades, no sólo la
construcción de la plaza pública; también era menester la escuela, la cárcel,
vías y puentes. Los tres primeros, considerados espacios de socialización
obligada, no encontraron fácil salida. Las exiguas rentas parroquiales no
podían acelerar, ni llevar a cabo la construcción de edificios públicos.
Con la creación de esta capilla se “oficializaba” de alguna manera el sitio
de Itagüí y acercaba a sus vecinos, ya que estos moraban a lo largo de
toda la parte sur del valle de Aburrá, en un hábitat rural tan disperso que el
cura de la parroquia de Medellín que asistía a todos los feligreses de esta
parte del valle carecía de fuerzas y tiempo para atenderlos. Con esta nueva
capilla se acercaba más a su inmenso feligresado17.
El libro I de bautizos de la “capilla” de Nuestra Señora del Rosario de
Itagüí18, comienza en diciembre de 1825, firmado por el cura Felipe de
Restrepo (Hoyos y Molina, 1994:135).
El poder local no estaba precisamente caracterizado por la oficialidad de
sus representantes. Aunque algunos de los propietarios de tierras en Itagüí
eran además ricos exfuncionarios de la Corona, su papel en estas tierras no
17 Estos “sitios” constituían no sólo una realidad material articulada entre sí y con el exterior; su
vitalidad trascendía y se cruzaba con lo espiritual. El comportamiento moral de los gestantes pobladores
era cuestionado, si no por la lejana capital de la provincia, por su propio arreglo social que transgredía la
ley escrita, en pos de una ley que les permitiera convivir (Hoyos, M. y Molina, A. 1994)
18 A.P.I Archivo Parroquial de Itagüí, tomo I de Bautizos 1825-1830
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Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
era oficial, sus móviles eran personales. Algunos como doña María de
Quesada, don Diego Muñoz de Bonilla y su esposa María de Alarcón, entre
otros, se avecindaron permanente o transitoriamente en el sitio de Itagüí,
creando vínculos estrechos con la población de libres, indígenas, esclavos
y españoles blancos que se asentaron alrededor de sus hatos, estancias y
capillas. (Hoyos, M y Molina, A.).
Parece que quienes definitivamente vinieron a ocupar el sitio de “Guitagui”
eran personajes importantes o hijos de cabildantes de la Villa tanto por su
riqueza y nombre como por sus posiciones políticas, es el caso del alguacil
mayor Juan Jaramillo de Andrade, cabildante elegido por el gobernador
Miguel de Aguinaga.
Todas estas familias tenían vínculos de sangre y alianzas con familias
fundadoras de la Villa. El sector comercial estaba fundido al poder político y a la sociedad local a través de múltiples compromisos, se transparentaba y entrecruzaba con el de propietarios de minas, esclavos, haciendas
y escaños en el Cabildo (Rodríguez, P. 1992).
El poder y la vida cotidiana del valle y el sitio de Itagüí estuvieron
determinados por un proceso de expansión y colonización que se dio en
dicho valle y sus alrededores, estimulando a su vez y retroalimentado por la
fuerte demanda de alimentos de otras zonas. La gran cantidad de afluentes,
algunos caudales de ríos como la quebrada Ayurá o la Doña María, fueron
la piedra en el zapato que impidieron una continua comunicación al menos
con Itagüí, ya que el camino que de la Villa conducía a Itagüí iba primero
a Envigado y de allí giraba a Itagüí y el pueblo de La Estrella, teniendo
que cruzar el río Aburrá. Este relativo aislamiento generó una economía de
autoconsumo con excedentes para el intercambio (la producción de maíz
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Maria Amantina Osorio Ramìrez
y caña de azúcar merecía la mayor atención, ya que sus ciclos productivos
debían ser atendidos oportunamente para obtener la cosecha, el plátano,
por su parte, no requería de tanta atención y su producción era silvestre).
Para ese momento los sitios que formaban la Villa de Medellín eran del
valle de abajo para arriba: Sitio de Aná, Pueblo de San Lorenzo, Sitio de
Guayabal (a una legua de la Villa), Sitio de la Culata, sitio de Guitagui (a
más de dos leguas) (Rodríguez, P. 1992).
De partido a distrito parroquial
El sitio de Itagüí fue elevado a la categoría de partido, junto a otros seis
sitios, en 1763 durante la gobernación de José Barón de Chaves, reformador
de la administración de la villa, cambiando, elevando, dividiendo e
impulsando diferentes fracciones del valle (A.C.M, tomo 1763).
El partido de Itagüí, carente de contextura urbana, disemina su territorio
en medio de campos de labranza y hatos. Para 1774 las tierras de Itagüí
ya habían dejado de ser un espacio cubierto de montes y cañaverales y
estaban dedicadas a la agricultura y en ella predominaban los cultivos de
caña, plátano, maíz, fríjol, yuca, árboles frutales, hortalizas y otros, concentrándose su producción y abundancia en las vegas del río. Lo restante
estaría dedicado a pastos para la cría de ganados.
Durante la visita del Oidor Mon y Velarde en 1786, se levantó un censo de
familias del partido de Itagüí y estaba formado por 2.103 habitantes. Tal
censo brinda una información variada en la que se confirma la estabilidad
conseguida por los libres y un mejoramiento material en las condiciones
generales de vida, expresado en el grado de domesticación y explotación
del territorio (A.H.A. censos. Tomo 337 documento No 1786). En el
censo de este año aparecen siete personas con “trapiche” y por lo menos
93
Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
3 son “cañeleros”, la población libre de Itagüí estaba formada por 1021
hombres y 961 mujeres. De esta manera había una presencia mayoritaria
de pequeños propietarios en todo el valle alentados por el bajo precio de la
tierra en algunas zonas como Itagüí19.
El 16 de abril de 1776, los Alcaldes Ordinarios, Alférez Real y Procurador General de la Villa de Medellín pasaron a reconocimiento del sitio
donde debería erigirse el Curato de Envigado e Itagüí y consideraron ser
más conveniente el llano que comprendía el sitio de Envigado, cuyas
tierras eran del Sr. Joseph Antonio Isasi, el cual, a pesar del perjuicio
que se le seguía con la nueva fundación, ofreció vender a precios justos
y regulares los solares en que debía dividirse el dicho llano, exceptuando
media cuadra para la fábrica de la iglesia, sacristía y casa del cura, y una
cuadra entera para la plaza pública. Los vecinos por su parte deberían
comprometerse también a la apertura y composición del camino que iba
para Itagüí, junto con la construcción de un puente de madera por donde
se pudiera pasar a caballo. La distancia entre uno y otro sitio, lo mismo
que las continuas avenidas del río, dificultaron en gran parte el comercio
y beneficio espiritual de los vecinos, motivo que más tarde sería el elemento de más peso para que se erigiera un nuevo curato en el Partido de
Itagüí.
El sitio de Itagüí, entonces, quedaba relegado y perdía su importancia
de partido que había adquirido entre los años de 1755 a 1769, cuando
era gobernador de la provincia don José Barón de Chaves, quien
inició la transformación borbónica cambiando y dividiendo diferentes
fracciones del valle. La dependencia era total, en el partido de Itagüí
19 La dinámica interna de Itagüí se generó desde cierta marginalidad, provocada en parte por su
situación geográfica y sus características hidrológicas, hechos que determinaron en muchas etapas de
su vida política, la vinculación con zonas más al sur y al suroeste.
94
Maria Amantina Osorio Ramìrez
ni siquiera había un cura permanente para que atendiera el feligresado
y la capilla construida a principios del siglo XIX amenazaba ruina.
No puede hablarse de Itagüí, sin dejar de mencionar a Envigado20. Para
este momento no existía subordinación entre Itagüí y Envigado, ambos
como sitios y partidos tenían la misma categoría.
Desde 1773 se había solicitado la posibilidad de ser erigida la parroquia
de Itagüí, solicitud que fue negada en varias ocasiones. Las razones por
las que se solicitara la separación del curato de Envigado y de erección
en parroquia del sitio de Itagüí fueron de índole estratégica, espacial y
económica, política y religiosa. El partido de Itagüí se veía aislado y casi
que absorbido por el curato de Envigado21. La separación que producía
el río, difícil de cruzar, y sus puentes “de a pie y de a caballo” deficientes,
había hecho que desde fines del siglo XVII se dividieran y repartieran en
cada sitio algunos cargos como los de jueces, los de párrocos, etc.
Por el crecido número de habitantes, la distancia y el obstáculo puesto por
el río en tiempo de invierno, juzgaron los vecinos de Itagüí la conveniencia
y necesidad de que se erigiera un nuevo curato independiente del de Santa
Gertrudis. El 29 de abril de 1825, algunos de ellos dieron poder “bastante
20 La capilla de Santa Gertrudis de Envigado tenía más expresión urbana cercada de viviendas y con
buenas rentas. El gobernador Francisco Silvestre escogió este lugar para el nuevo templo y plaza entre
Itagüí y El Envigado donde se trazaron calles y manzanas. Por muchos años, los curas de Envigado
asistieron a los fieles de Itagüí. El Ancón, El Prado y las nuevas colonias agrarias de Amagá y de Titiribí
(Área metropolitana 2010: 21).
21 El nombramiento no importaba si era religioso o civil porque siempre implicó, primero, la
rivalidad de las poblaciones, ya que el ascenso de un lugar implicaba la pérdida de poder de almas,
población, territorio y rentas. En segundo lugar, se reflejó especialmente, la consolidación de las
capillas –plazas que se asumían como centro de poder para esos sitios debido a que el poder religioso
fue más dominante que el civil e iba de la mano de todas las actividades sociales y económicas. (Área
metropolitana, 2010: 33)
95
Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
y necesario” al Sr. Joaquín Velásquez, del mismo vecindario, para que los
representara en todos los pleitos y negocios civiles y eclesiásticos, para
pedir ante quien correspondiera un Cura que les facilitara los auxilios
espirituales, comprometiéndose a nombre de todos los exponentes a
paramentar la iglesia que tenían, o a construir una mayor en otro lugar, si
se creía conveniente.
La solicitud de ser erigido en distrito parroquial, que se venía haciendo
desde 1773,22 volvió a presentarse el 24 de diciembre de 1831 a don
Juan Carrasquilla, personero del Cantón de Medellín, quien lo consideró
ajustado a la realidad y sugirió la conveniencia de la nueva creación.
“Con fecha 24 de diciembre de 1831 el Prefecto del Departamento, Dr.
Francisco Montoya, con la firma de su secretario, Dr. Mariano Ospina
Rodríguez, en vista del informe dado por el Personero del Cantón,
Sr. Carrasquilla, encontrando el expediente conforme a las leyes y
ordenanzas sobre poblaciones, decretó la erección del partido de Itagüí
en Distrito parroquial, desmembrando del curato de Envigado toda la
zona comprendida a la izquierda del río Medellín.” (A.H.A. 1832). El 7
de marzo de 1832, mediante la Resolución Número 28, el vicepresidente
del Estado comunicó a través del Encargado de la secretaría del Interior
y Justicia, Dr. J. Francisco Pereira, la aprobación oficial del Decreto de
24 de diciembre de 1831, por el cual fue erigida la nueva Parroquia de
Itagüí23.
22 El Partido de Itagüí comenzó su carrera independentista del curato y distrito de Envigado desde
mediados de la segunda década del siglo XIX.
23 Historiadores han señalado que para el caso itagüiseño, el 24 de diciembre de 1831, no se
erigió el municipio sino la nueva parroquia de Itagüí, decreto que fijó los límites del nuevo distrito
segregándolo definitivamente de Envigado. Sin embargo, se afirma también que aquella erección
correspondía a la de distrito y parroquia a la vez.
96
Maria Amantina Osorio Ramìrez
Gloria Rendón (1994) anota como se ha confundido “la erección en parroquia o distrito parroquial con la erección en municipio. Como consecuencia, se ha creado una gran confusión respecto a la cronología de la
vida municipal, y muchos de los municipios actuales, cuya población es
antigua, se busca inútilmente el acto legal que les otorgó el estatuto de
municipios en la colonia o en la primera mitad del siglo XIX y se consideran perdidos archivos que no tienen por qué existir, como los correspondientes a los concejos o cabildos municipales.”24 Queda pues claro que en
1831 no se erigió el municipio de Itagüí, sino la Parroquia de Itagüí, tal
como lo constata una comunicación de la Secretaría del Interior y Justicia del Estado, de la Nueva Granada, al señor Gobernador de Antioquia.
Esta comunicación fechada el 7 de marzo de 1832 le dice al Gobernador
que el vicepresidente del Estado aprobó el decreto del 24 de diciembre
último, erigiendo la nueva parroquia de Itagüí. El 21 de marzo de 1832 se
comunicó el decreto, los límites y la aprobación del gobierno del Concejo
Municipal y del señor obispo25.
Las nominaciones que recibió Itagüí durante el siglo XIX oscilaron por lo
general entre parroquia y distrito o distrito parroquial (Hoyos y Molina,
1994:84). Fue nombrado primer alcalde municipal al Señor Francisco Vélez, el primer Mayordomo de Fábrica de la Nueva Parroquia al señor José
Apolinar Quiroz y como cura al presbítero Felipe Restrepo.
Las parroquias, además de tener una jurisdicción eclesiástica, tenían: “una
jurisdicción civil, cuya administración está subordinada a un concejo mu24 Rendón C., Gloria Margarita. División político territorial den Antioquia siglo XIX (1821-1886).
Informe de avance. Medellín: Sección Archivo Histórico. Secretaría de Educación y Cultura. 1994
25 Hoyos M. y Molina Á. (1994)
97
Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
nicipal y a un jefe político, ambos de orden cantonal..., ni durante la administración española, ni durante los años de la República, las parroquias
tienen el estatuto de municipios.” 26 Para la época estas dos esferas de
poder se confundían: si el poder monárquico viene directamente de Dios,
bien podrían servir los curas para ejercer la justicia humana.
Itagüí no se acomodó al procedimiento sugerido para fundar ciudades,
villas, parroquias y pueblos. Su conformación urbana, que data de los primeros decenios del siglo XIX, se dio como hecho consumado, aun cuando el territorio llevaba por los menos dos siglos de ocupación y poblamiento. La erección de la parroquia y su planimetría tuvo características
de devastación. La imposición del viejo modelo ideal colonial ajedrezado
de las poblaciones no respetó las construcciones que existían en lo que
sería posteriormente plaza pública y camino del Estado (AHA Republica,
tomo 1323 D.17604. 1832).
En los años de 1850 apenas empezaba a conformarse un cordón
urbano, ya se notaban ciertos asentamientos poblacionales, conocidos
como Partidos: El Guayabal, La Salada, Prado y Rincón Santo. En el
centro del distrito se habían conformado varias manzanas que daban la
apariencia de un casco urbano definido.
En el proceso de erección de la Parroquia de Itagüí fue menester, además
de la construcción de la plaza pública27, que empezó a formarse en 1900
al frente del templo de Nuestra Señora del Rosario, que se construyeran la
cárcel, escuelas, vías, puentes y espacios públicos. Paulatinamente se fue
conformando un casco urbano centrado en la plaza e iglesia, casas desperdigadas a lo largo de su vía principal, y el resto de los pobladores, al
26 Rendón C., Gloria Margarita, op. Cit.
27 La plaza es el legado español y su existencia no sólo es necesaria, sino que es una forma de
mostrar que los sitios ascendieron como centro de poder religioso, político, social y económico. La
plaza ha sido el lugar del intercambio de todo tipo: mercado, encuentros, discusión, festividades
religiosas sagradas y de espectáculos (Área metropolitana,2010: 34).
98
Maria Amantina Osorio Ramìrez
occidente en las laderas de la montaña, en zonas como el Rosario, Pedregal, el Rincón y el Tablazo. El territorio fue adquiriendo su propio ritmo,
moldeando sus particularidades con arreglo a sus habitantes.
A diferencia de Medellín, Itagüí no tuvo una élite local que se preocupara
por su desarrollo. Para comienzos del siglo XIX Itagüí aún era el lugar
preferido por los “ricos” de Medellín para tener sus fincas de recreo como
La Navarra, La Tulia, Camparola o Monteverde, con algo de sembrados
de plataneras, cañaduzales, yuca, frijoles y ganados.
En el año de 1883 Itagüí aparecía con una población de 6.448 habitantes,
siendo la tercera más poblada del Valle de Aburrá después de Medellín y
Envigado. Cada vez la población iba en crecimiento, producto de migraciones desde otras regiones del departamento28 atraídas por las posibilidades laborales que el municipio ofrecía paulatinamente; también como sitio
de recepción de pobladores provenientes desde zonas rurales desplazados
por condiciones políticas de conflicto que desde el siglo XIX ha afectado
la vida campesina en el país (Hoyos y Molina, 1994:67).
La población mayoritariamente campesina, tenía precarias condiciones
educativas y de salud pública. Itagüí contaba con escasos centros educativos,
mínimas actividades para el espíritu, una atmósfera moral y existencial
sesgadas y provincianas. Para los gobiernos locales, la educación y la
cultura no eran pilares de sus políticas. La intervención de la municipalidad
28 Cada ola migratoria que se desplazó a poblar determinadas regiones de la Cordillera Central tuvo
características específicas: unas espontáneas, otras institucionales y algunas empresariales. Pero todas
tuvieron en común el desplazamiento de un crecido número de pobladores desposeídos, la formación de la
amplia capa de pequeños y medianos propietarios, la apropiación de recursos naturales, la consolidación
de pueblos como centros de intercambio y lugar desde donde se orientó la ocupación de nuevos territorios.
(Valencia, A. 2017: 29)
99
Itagui, de sitio a parroquia: Desarrollo històrico
en el ornato, higiene y adecuación de puentes y vías locales no fue muy
notoria, su actividad estaba limitada a la reglamentación de estos asuntos y
a su sanción.
Gracias a la insistencia del padre Juan Nepomuceno Cadavid Giraldo, quien
llegó a la parroquia de Nuestra señora del Rosario el 28 de junio de 1907 y
fue párroco por más de treinta y cinco años, llegó el progreso en la década
del 20. Se reunía con los patriarcas del pueblo, bien en la casa cural o en otro
lugar para pedirles hacer algo por Itagüí. Fue a él a quien le correspondió
hacer una transición tanto en obras eclesiásticas como en las civiles.
El territorio fue adquiriendo su propio ritmo, moldeando sus particularidades con arreglo a sus habitantes. En la provincia de Antioquia fue escasa la
presencia institucional; al menos hasta finales del siglo XVIII, los vastos
territorios sin domesticar, ausencia de buenos caminos y el aislamiento
geográfico de la región lo impidieron, solo la iglesia católica logró penetrar
desde la conquista, y logró exorcizar con oración y devoción la incertidumbre, la enfermedad, el hambre, la pobreza y la muerte a medida que se
fundaron ciudades o aparecieron centros urbanos de manera espontánea,
y se construyeron iglesias, catedrales, capillas y ermitas. La educación y
moral cristiana están fuertemente arraigadas en la mentalidad y formas de
actuar de los habitantes de Itagüí por lo menos hasta los años 60, fue el
termómetro que midió lo escandaloso, lo prohibido, lo impío y la verdad.
Los párrocos, desde el púlpito, exhortan a la sociedad a llevar sus vidas
acordes con la doctrina católica y el clero alcanza amplia influencia en las
decisiones de la administración municipal.
100
Maria Amantina Osorio Ramìrez
BIBLIOGRAFÍA
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102
Maria Amantina Osorio Ramìrez
103
El origen multifacético de Marinilla
EL ORIGEN MULTIFACÉTICO DE THE MULTIFACETED ORIGIN OF
MARINILLA
MARINILLA
RESUMEN
El territorio que hoy ocupa la Ciudad
de Marinilla fue descubierto por los
españoles por el año de 1556. Hacia
1664 llegó a estas tierras Fray Miguel
de Castro Rivadeneira, quien alrededor de una ermita en honor a San José
inicio el poblamiento. En 1690, Sabina
Muñoz de Bonilla donó terrenos para
la nueva cabecera municipal, hubo un
cambio de lugar pasando a ser llamado
el sitio de San José de la Marinilla. En
1787, el Rey Carlos III, le otorgó el título de Villa, por lo que el lugar se llamó
Villa de San José de la Marinilla y en
1794 adquirió el honor de recibir del rey
Carlos IV un Escudo de Armas que la
ennobleció. En 1813 por sus servicios
patrióticos el Presidente Dictador Juan
del Corral, le concedió la acreditación
de Ciudad.
Palabras claves: Marinilla, poblamiento, título de sitio, Título de Parroquia,
título de villa, título de ciudad.
SUMMARY
The territory that today occupies the city
of Marinilla was discovered by the Spaniards in 1556. Around 1664, Fray Miguel
de Castro Rivadeneira arrived to these
lands, who started the settlement around
a chapel in honor of San José. In 1690,
Sabina Muñoz de Bonilla donated land
for the new municipal seat, there was a
change of place and it was called the site
of San José de la Marinilla. In 1787, King
Carlos III, granted the title of Villa, so the
place was called Villa de San José de la
Marinilla and in 1794 acquired the honor
of receiving from King Carlos IV a Coat
of Arms that ennobled it. In 1813 for its
patriotic services the President Dictator
Juan del Corral, granted it the accreditation of City.
Key words: Marinilla, settlement, site title, parish title, town title, city title
Miembros de la Corporación Centro Académico de Historia de San
José de la Marinilla.
ROBERTO DE JESÚS
RAMÍREZ MORENO
Y DAVID RICARDO
RAMÍREZ GÓMEZ
104
E-mail:
[email protected],
[email protected]
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
EL ORIGEN MULTIFACÉTICO DE MARINILLA
Anotaciones históricas a los inicios de Marinilla
Marinilla, situada en el valle de San Nicolás nació en un espacio bien apropiado para que allí se fundase. Un clima no muy frio y sano, una tierra
buena para la cría de ganado y la agricultura, un rio cruzando cerca abastecido por numerosas quebradas, situada en la parte de la cordillera en tierra
sinuosa pero sin grandes elevaciones donde termina la larga vertiente que
llega distante a las riveras del Rio Grande la Magdalena, éste rio erigido
en la vía principal de comunicación entre el Caribe y el interior del Nuevo
Reino de Granada, la ubicación estratégica como lugar obligatorio de cruce
hacía el interior de la provincia de Antioquia, finalmente el rio Rionegro
erigido como límite de ella con el espacio hasta donde llegaría la provincia
de Mariquita con su activo puerto de Honda.
De los primitivos habitantes que antes de ella existieron, nada de cierto
sabemos aunque la tradición dice, que era habitada por indígenas de la familia de los tahamíes. El poco conocimiento existente, sólo aporta datos
generales de este grupo indígena al que se atribuye la ocupación de un gran
territorio e identificaría la población nativa que entró en contacto con el
conquistador español. Aún más grande, es el desconocimiento que se posee
sobre los habitantes de estos territorios anteriores a los tahamíes hasta llegar
a quienes por primera vez lo poblaron.
La presencia inicial española se remite al año 1556 y fue fugaz. Sucedió
cuando arribaron los conquistadores al Valle de Aburra y se desplazaron por
las tierras del hoy Oriente Antioqueño en busca de pueblos indígenas y oro,
los dos alicientes que determinaron la conquista. Su lucha contra los nativos
105
El origen multifacético de Marinilla
estaba en plena acción y no parecía terminarse en corto tiempo como en
efecto aconteció.
Ocurrió por entonces, que el esfuerzo avasallador de los ocupantes tuvo
fortuna en las décadas finales de ese siglo XVI cuando las ciudades de Remedios y Zaragoza aportaron ricos tesoros y grandes excedentes auríferos,
despertaron ambiciones, requirieron la importación de una numerosa cantidad de esclavos, causaron un gran dinamismo comercial que les proporcionó mercancías y alimentos, atrajo a muchos interesados y en particular,
repercutió en que con esas ilusiones colonizaran tierras propicias para el
sostenimiento del ganado que con destino a esos centros mineros, llegaba
de sitios distantes. En este contexto, puede situarse al primer propietario
en tierras que luego corresponden a Marinilla. Fue el Capitán Pedro de
Beltrán, vecino de la ciudad de Arma quien obtuvo en el año de 1573 por
influencia de su yerno, el regidor Don Rodrigo Hidalgo, una concesión del
Cabildo de dos leguas de terreno en el valle de la Marinilla, para destinarla
a la cría y ceba de ganado. Bien vale la pena retomar a Germán Colmenares
para resaltar la dimensión de estas circunstancias:
“A partir de 1580 se incorporaron los grandes descubrimientos an-
tioqueños (de San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza) que, con el concurso de mano de obra esclava, hicieron elevar la producción a magnitudes sólo igualadas dos siglos más tarde. El apogeo no duró sino
treinta años y hacia 1610-1620 mineros y oficiales reales comenzaron
a percibir una crisis ( ) (Colmenares: 1978, 240)”.
Es decir, tanto el auge aurífero del Nordeste de la provincia como su declive, incidieron en que la tierra del Oriente Antioqueño y del Valle de
Aburrá adquiriera valor y fuesen ocupados. De ahí la presencia de
106
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
ese capitán pariente del regidor del cabildo de Arma iniciando el acaparamiento, al hacerse dueño de dos leguas de tierra en un espacio en que ella
abundaba, pero era pertinente tenerse para sí la más apropiada. Es lógico
pensar que el capitán Beltrán, fue uno de esos encomenderos que en Arma
mandaban la parada y recibía los beneficios de un cabildo que como en
otras ciudades, repartía tierra a sus allegados para satisfacerles sus ambiciones de riqueza, nobleza y poder.
A este tipo de personajes tan notorios, a sus indígenas sometidos les cambió las circunstancias históricas cuando a comienzo del siglo XVII, se hizo
evidente la reducción impresionante de la población nativa y con ello,
las encomiendas como fuente básica de aporte en trabajo gratuito a sus
dueños. Ante la percepción de la corona española, esto motivó su política
de reunir en resguardos los restos de población nativa que existía, la cual el
citado Colmenares afirma, era algo así como el “10% de su tamaño original”. También en este siglo la fisonomía aurífera de la región antioqueña
se amainó, entrando en escena un transcurrir más ligado a la tierra como
fuente de riqueza agraria. En paulatino aumento de la presión por poseer
los mejores predios por su ubicación, hizo que el privilegio de poseerlos
fuera esencial para sus dueños. En esta perspectiva, puede apreciarse que
las dos leguas de tierra del capitán Beltrán pasaran en el año 1610 a manos
de Francisco de Alcalá, Pedro de Aldana, Gonzalo Ortiz Diente y Diego
Suárez. En febrero de 1655, don Diego Muñoz de Bonilla y su esposa doña
Ana María de Alarcón adquirieron estas tierras. (Ramírez, 1961).
Por entonces hacia las décadas de 1660-1670, en el Valle de Aburrá podían
vivir, a lo largo y ancho de él, tres mil personas de diversa condición racial,
107
El origen multifacético de Mrinilla
social y económica. Se ignora pero se presiente, que el altiplano del rio
Rionegro pudo tener una parecida distribución extensiva de su ocupación
quizás no de tanta magnitud. En los dos ámbitos comenzaban a formarse
haciendas y latifundios que dominaban la escena y sus dueños, al ser las
personalidades con mayor capacidad, les interesaba que se formase poblados desde donde coordinaran la dinámica del territorio. Pues bien, existe
la referencia según la cual el 13 de junio de 1662, un juez eclesiástico
llamado don Gaspar de Borja y Ezpeleta, expidió copia de declaraciones
tomadas “en este sitio de la Marinilla e iglesia de San José”. Situar allí
unos testimonios que no se sabe respecto a qué asunto se refirieron, denota la existencia de la identidad de un lugar. No importa lo incipiente que
hubiese sido, estaba presente en la geografía de este altiplano. El por qué
pudo existir en época tan temprana no se sabe, pero una factible razón
se debe a la necesidad de tenerlo, por una parte con relación a un largo,
difícil y peligroso camino que carente de un lugar intermedio articulaba al
interior de la provincia con el rio Magdalena. No sería el único caso en el
que una ruta hubiese propiciado el surgimiento de un lugar en el basto espacio del Nuevo Reino de Granada. Por otro motivo, ser un referente de la
posesión de espacio considerado atractivo que apenas estaba en proceso
de ocupación y por esto, formando su caracterización y reconocimiento.
Otro dato que ratifica la existencia del pequeño lugar llamado Marinilla,
es que dos años después allí hubiera llegado un fraile llamado Miguel de
Castro Rivadeneira con la tarea de desempeñar su oficio de “Comisario de
Jerusalén”. En parte, el motivo de su arribo fue recaudar limosnas para enviar a Tierra Santa, una tarea en la cual se especializó la orden franciscana
y la ejerció como un privilegio dentro del conjunto de las comunidades
108
Roberto de jesus Ramirez Moreno y David Ricardo Ramirez Gómez
religiosas. (Mantilla, 1886).1
Varios aspectos son importantes considerar respecto a este franciscano.2
Sin autorización de la autoridad eclesiástica regular, fundó una capilla en
la incipiente Marinilla carente hasta ese momento del auxilio espiritual.
A sus habitantes y al fraile les convenía que existiera, pero La versión
común, le otorga el mérito al fraile e incluso se le atribuye que propició
el nacimiento de Marinilla. Una interpretación más cercana sería reconocerle que con la capilla, el lugar se consolidara debido a la profunda
sensibilidad religiosa de la población. El segundo tema importante, es que
su comportamiento causó dos litigios interreligiosos. En este contexto el
19 de mayo de 1667, llegó fray Francisco de Caro por orden de su superior
provincial desde Santa Fe de Bogotá con la orden de inspeccionar las actividades misionales de Fray Miguel; al llegar, lo encontró ejerciendo funciones sacerdotales y en extrema pobreza, pues solo tenía: “el hábito que
traía encima y dos tuniquillas y el breviario viejo, una frazada, una sábana
de lienzo de Pasto, un toldo, (…) y una silla de andar a caballo” (Ramírez,
1961). Según anota Luis Carlos Mantilla, el fraile salió por expresa orden
de su padre provincial y dejó establecida una capilla dedicada a San José
(Mantilla, 1886).
Según el historiador franciscano Carlos Mantilla, fray Miguel encontró
1 De este personaje se ha dicho que reconstruyó y reformó una capilla en honor a San José y se dedicó,
sin licencia, a celebrar la eucaristía y otras ceremonias como bautismos y casamientos (Mantilla, 1886).
2 En Antioquia al gran propietario de una hacienda o de un real de minas le interesó tener una capilla
propia. La quiso por estar su propiedad distante de la iglesia parroquial, por el honor distintivo de tenerla
y por estar dispuesto a realizar la inversión que conllevo respecto a la construcción, la aprobación por la
autoridad competente, el sostenimiento y el pago del eclesiástico. Sobre el tema, pero para el siglo XVIII
consúltese la obra de Francisco Silvestre, en la cual cuestiona a los eclesiásticos que la aprovechaban
como recurso económico (Silvestre: 1998, capítulo 10).
109
El origen multifacético de Marinilla
por un lado indígenas llegadas de Quinchía, un territorio de la ciudad
de Anserma, y por el otro, un grupo de españoles provenientes muchos
de Mariquita. Como había desavenencias entre los dos grupos, el fraile
decidió separarlos. A los indígenas los reunió en torno a una capilla que
construyó en San Antonio del Remolino hoy el Peñol y a los españoles,
los congregó para fundar a Marinilla por entonces en el alto de Belén
donde estuvo la capilla (Mantilla, 1886).
La particularidad de la versión del padre Mantilla, es que usualmente
la formación de pueblos indígenas no era una competencia de un fraile
sino de un funcionario designado por el gobierno. La evidencia de ello,
había sido el desempeño del visitador Francisco Herrera y Campuzano
a comienzos del siglo XVI. Esta vez varió el esquema, ya sea porque
se hubiera dado atribuciones que no tenía o se las delegaran y alguna
autoridad gubernamental igual estuvo presente en San Antonio de los
Remolinos. Otro aspecto inquietante de la versión retomada del padre
Mantilla, es atribuirle una gran capacidad interventora. Según Mantilla,
el fraile separó dos grupos en conflicto, cuando la realidad consistió
en que el último a través de las encomiendas, ejercía un gran dominio
sobre la población indígena. Ella era su fuente de trabajo y ahora, al
establecerla en un resguardo cambiaron las reglas de juego. Un fraile
para logran tan acentuada delimitación, debió tener una gran autoridad e
influjo propio de un regidor, enviado por la Real Audiencia santafereña
hacía cincuenta años antes como fue el caso de Herrera y Campuzano.
Existe la referencia de una carta que tres años después a la llegada del
fray Miguel envió otro fraile al superior provincial de su orden desde Ma110
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
rinilla, llamado Fray Caro. Al parecer, su misión fue informarle sobre la
labor cumplida allí por el primero y ordenarle a éste regresar al convento. Escribió el enviado: “(…) me he estado veinte días viendo toda esta
tierra y he hallado muchos vecinos españoles que ha agregado y cantidad
de indios que ha ido sacando de sus montes.” Denota esta referencia, que
efectivamente fray Miguel indujo a ambos sectores a reunirse cada uno
distantes entre sí y en cada lugar propició que se construyeran iglesias
erigidas como referentes central de atracción. También la carta del fraile
expuso algo más: “las cuales doctrinas ha estado sirviendo el padre, por
carta del Reverendo padre Fray Pedro de Angecira y una real provisión
despachada por su paternidad por cuya causa no tiene hecho más fruto
del que ha hecho, por haberle ordenado por ella suspendiese y no pasase adelante.” Cuatro leguas de distancia existió entre los dos poblados
y la cita anterior indica que fray Miguel se dedicó a ser doctrinero del
indígena y una especie de cura párroco del de españoles, en cumplimiento del mandato de su superior y de “una real provisión” que éste había
logrado del gobierno. En esta labor estuvo tres años entre 1664 y 67 y
según lo escribió fray Caro, adquirió mucho aprecio entre sus feligreses
hasta el punto que enterados de la orden según la cual debía regresar a
su convento, el vecindario español se resintió notoriamente: “(…) les he
prometido de parte de vuestra paternidad les dar a todos consuelo, para
lo cual se han obligado los vecinos españoles a dar 92 pesos de oro fino
cada año y tiene hecha escritura (…)”. También los indios se afectaron:
“(…) se obligaron a hacerle al padre Doctrinero que estuviere dos rosas
cada año (…) (Acevedo Moreno: 1967, 15)”.
Al despertar la presencia del fraile, sentimientos de respeto y acepta-
111
El origen multifacético de Marinilla
ción de ellos cuando llegó el otro religioso, se conjugaron con el presentimiento de un vació espiritual por quedar sin la asistencia de un sacerdote. No eran tiempos ni lugares donde abundaran y tener uno propio era
un privilegio. Existía un monje en un sitio próximo a Marinilla que se
llamaría un siglo después la ciudad de Santiago de Arma de Rionegro
y con él fray Miguel tuvo problemas, debido a que éste asumió su presencia como un despojo de jurisdicción religiosa. El conflicto fue propio
de una división acostumbrada del territorio y la feligresía eclesiástica e
igual algo debió influir estar situados el sitio de Marinilla y el pueblo
indígena de San Antonio del Remolino, en la jurisdicción de la ciudad
de Los Remedios en una zona fronteriza con la ciudad de Antioquia y la
ciudad de Arma.
El traslado de Marinilla y su constitución en Parroquia
Más o menos 30 años después de la presencia franciscana, otro hecho determinante. En 1690, Sabina Muñoz de Bonilla esposa del encomendero
de la ciudad de Arma Francisco Manzueto Giraldo, donó un fragmento
de los terrenos que había recibido en herencia de sus padres, don Diego
Muñoz de Bonilla y doña Ana María de Alarcón, para trasladar el caserío
(Arbeláez, 20 02).3 Con ocasión a este acontecimiento, la historiografía
tradicional resalta su significado hasta el punto de asignar a la donación
la fundación de Marinilla y a la señora y su esposo, ser los personajes
determinantes. Más allá del hecho, no se conoce un documento que permita apreciar el o los motivos para la donación. Lo que sí se deduce es
3 El terreno comprendía, entre dos aguaitas, por el sur la margen norte de la quebrada la Marinilla, por
el norte el alto del Calvario; por el occidente la quebradita de occidente y por el oriente la quebradita
de oriente. Medía cuatro cuadras de longitud por cuatro de anchura y forma lo que hoy es el centro
histórico. (Urrea, 1984).
112
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
una especie de sentido cívico dirigido a fomentar el progreso de Marinilla. Conceder un fragmento de la tierra de una gran propiedad que muy
posiblemente era la de los esposos Girando y Muñoz, no les implicaría
una gran pérdida y sí un factible beneficio al tener el poblado inmediato
a ella. De todas formas, se realizó el traslado al nuevo lugar, siendo el
precedente un paraje conocido hoy día con el nombre de Belén, cercano la
quebrada Cimarronas poco antes de desembocar al rio Rionegro. La ubicación definitiva quedó en los márgenes del rio Marinilla entre las quebradas Occidente y Oriente. No hay una fecha del traslado ni un testimonio de
la adjudicación de la tierra para los solares, la demarcación de la plaza, los
nombres de los participantes, sus cifras, etc. Los gestores de esta acción se
afirma fueron Juan Duque de Estrada y Francisco Manzueto Giraldo y por
tanto los creadores del nuevo pueblo, siendo Duque de Estrada uno de los
primeros alcaldes pedáneos y el segundo, el esposo de Sabina Muñoz de
Bonilla. Es de suponerse que ambos gozaran de una gran acogida entre los
pobladores, de otra manera no se comprende que admitieran irse a un nuevo lugar que les implicaba construir de nuevo sus viviendas y trasladar
sus actividades y bienes domésticos. Igual que los gestores del traslado, a
todos los demás, (que no se sabe cuántos) el cambio de lugar, finalmente
lo consideraron beneficioso.
El 10 de julio de 1722, el Gobernador de Antioquia ante la apremiante
situación de pobreza de la provincia, envió al Virrey la propuesta de anexar
a Marinilla y la ciudad de Arma a ella. Ya fuese por no ser conveniente un
cambio espacial tan grande o por otras razones desconocidas, pasaron siete
años y de nuevo llegó la solicitud en 1729 al Virrey de la Nueva Granada,
con la inclusión de estas angustiosas palabras: “Hágalo Vuestra Majestad
así para bien de esta provincia, ya en los últimos términos de aniquilarse”.
113
El origen multifacético de Marinilla
A pesar de tanto lamento, solo el primero de junio de 1756 el Virrey Solís,
decretó, de acuerdo con el entonces gobernador Manuel del Castillo, que
“La ciudad de Arma y su jurisdicción perteneciente al gobierno de Popayán y la Marinilla y su distrito perteneciente al distrito de Mariquita
estén sujetos, y sus moradores, al dicho gobernador de Antioquia” (Llano,
2018). Tanto para Marinilla como para el sito de Arma de Rionegro, la
incorporación de un espacio inmenso despoblado posibilitó el inicio a un
proceso expansivo poblacional con ambos lugares como sus epicentros,
pero con una acentuada diferencia en sus dinámicas.
Cinco años antes a la anexión territorial, el 5 de diciembre de 1750, el
Obispo de Popayán don Francisco José de Figueredo y Victoria, autorizó
al Visitador General, Dr. Melchor Gutiérrez de Lara para segregar a la
viceparroquia de Marinilla del curato de Rionegro, lo que se concretó con
el decreto de 18 de febrero de 1751 (Ramírez, 1961). Al nacer la nueva
Parroquia de San José de la Marinilla, su jurisdicción comprendió desde
la margen derecha del rio Rionegro a la margen izquierda del Río de la
Magdalena. De tan basto espacios, al surgir nuevo lugares, se desmembraron las parroquias de Concepción, El Peñol, San Carlos, El Carmen,
Vaos o Granada, Guatapé y Cocorná. Siete parroquias en total procedentes de la de San José de la Marinilla que quedó reducida al terreno
comprendido dentro de los siguientes accidentes naturales:
“ del desemboque de la quebrada llamada El Águila en el Rione-
gro, ésta arriba hasta donde se divide en dos, siguiendo la vena
mayor hasta sus nacimientos; de aquí atravesando la cuchilla a
buscar los nacimientos de una agüita pequeña; de aquí a caer a la
quebrada la Puerta, por esta abajo hasta la desembocadura hasta la
quebrada o río La Cimarronas; ésta arriba hasta donde entra la quebrada Rivera; por esta arriba hasta sus nacimientos; de aquí hasta el
114
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
morro de Velásquez; de aquí a buscar los nacimientos de la quebrada de Aldana, ésta aguas abajo hasta la quebrada Pavas; esta aguas
arriba hasta sus nacimientos: de aquí en línea recta hasta la sierra
de Bodeguitas y por toda la cumbre hasta en frente de la quebrada Montañita, esta aguas abajo hasta el alto de las Cuevas, de este
punto girando sobre la izquierda hasta la cordillera de las Cuevas
encerrando todas las vertientes de dicha Montañita, por esta cordillera hasta la cumbre, y de aquí por línea recta hasta el nacimiento de
la quebrada de Pozo, ésta abajo hasta su confluencia con Rionegro,
ésta aguas arriba hasta donde se desemboca la quebrada el Águila,
primer lindero”. (Ramírez M. , 1961).
Ser una parroquia significó un paso esencial de consolidación religiosa
y administrativa de Marinilla y también en su presencia externa ante la
Iglesia y el gobierno de la provincial. Aún era un partido como el sitio de
Rionegro y los dos se dividían el basto espacio del Oriente Antioqueño.
Como epicentro eclesiástico de su jurisdicción en el año 1770, tenía muchas menos viceparroquias a cargo, por ser su jurisdicción menos habitada y esto en parte debido a una geografía más hostil a su ocupación. Eran
en total cinco.4
Un “Sitio” se convierte en “Villa”
El 12 de noviembre de 1774 se inició el proceso para la consecución del
título de Villa, un trámite dispendioso y complejo al pasar por muchas instancias aprobatorias hasta llegar a España. No se logró en ese entonces a
4 La parroquia contaba con las siguientes: el cura párroco tenía una en su “hacienda de campo” de “Las
simarronas”, a dos leguas del casco urbano y desde hacía siete años. Su hermano en su hacienda de campo
a seis leguas desde hacía cinco años. Los nombre de estos eclesiásticos-hacendados son, el doctor don
Fabián Sebastián Jiménez y Fajardo y el padre don José Jiménez Fajardo. Otro hacendado-sacerdote dispuso
de la suya a seis leguas de la iglesia parroquial en Guatape a seis leguas de distancia y se llamó el doctor
don Francisco Xavier Echeverri. Otro eclesiástico más, el padre don Pedro de Orozco fue el dueño de una
a sólo un cuarto de legua del centro urbano. Luego, el hacendado fue el capitán don Antonio Gómez de
Castro con su capilla del Santuario a casi un día de camino (Escobar, Escobar, 1960).
115
El origen multifacético de Marinilla
pesar que para sus gestores lo justificó el que su poblado tuviera el honor
de ser una Villa; la razón principal era la falta de autonomía que privaba
a los marinillos de tener jueces propios, por lo que los litigios civiles y
penales debían ser resueltos por los jueces de la ciudad de Antioquia de
la cual era provincia. Esto implicaba, que los pobladores del sitio tuvieran que recorrer el largo y tortuoso camino hacia Santa Fe de Antioquia.
(Arbeláez, 2002 ). Después de 10 años de espera, el rey de España Don
Carlos III el 19 de diciembre de 1787, concede el título en virtud de una
real cédula denominando a Marinilla, Villa de San José de la Marinilla.
El título implicó admitir la existencia de un Cabildo formado por un Alcalde Ordinario, cuatro regidores, un Alguacil, un Mayordomo de Propios,
un Escribano Público y de Cabildo. Por esto, el 4 de marzo de 1790 un
Teniente de Gobernador posesionó a un grupo de personajes que compraron los cargos de los regidores según fueron rematados en diversos
valores. La Alcaldía Ordinaria se le concedió a don Ignacio de Hoyos, el
puesto de Regidor Decano para don Javier Gómez, los regidores sencillos
para don Juan Fernando Duque, don Pablo Ramírez y don José Esteban
de Hoyos, finalmente don José Zuluaga fue el Alguacil Mayor (Arbeláez,
2002 )
116
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
Imagén 1. Primera página de la Real Cedula que la confiere a Marinilla el título de Villa.
117
El origen multifacético de Marinilla
Posteriormente, por Real Cédula expedida en Aranjuez, el 2 de marzo de 1794, el Rey Carlos VI para resaltar el reconocimiento de la
Villa, le adjudicó un escudo de armas, que probablemente demandó
largas gestiones. El documento lo describió don Pascual Antonio de
la Rúa Ruiz de Noveno, cronista del Rey de la siguiente manera:
“Ceñida al todo de su empresa o emblema a dos brazos de encarnación, que
sobre campo azul, símbolo este color de perseverancia, recompensa y lealtad,
se hallan unidos y vestidos a la Española Antigua y original traje indio…
pendiente de la mano Española el arpón y la saeta, y de la india el mosquete
o fusil, poblado este escudo de oro y demostraciones de su actual y futura
propiedad, y de letras negras este lema: “Pro religiono et rege, munera antioquitatis novis, comunia” en Español “Por la religión y el rey los dones de
los antiguos nos son comunes ”..dando a entender la orla y su lema que el
vecindario de la Villa de Marinilla, como compuesto de vecinos españoles
e indios , pactaban y consolidaban con sus armas sus antiguos vínculos y
establecen de nuevo , haciendo comunes sus vidas e intereses en defensa de
su Religión y el Monarca” (Archivo Histórico de Marinilla, sin referencia).
A continuación la imagen del escudo en donde se hace visible la intensión
simbólica de ubicar en un pedestal la presunta armonía entre el indígena
y el español, cuyas armas propias se unen y su fuerza unificada las hace
más poderosas. El cronista del Rey por su parte deduce que así aconteció
el encuentro de ambas culturas y luego su coexistencia.
118
Roberto de Jesus Ramirez Moreno y David Ricardo Ramirez Gómez
Imagén 2. Escudo
Antecedentes del título de ciudad
El recorrido histórico de la manera como Marinilla transitó por diferentes
reconocimientos como poblado, concluye con la adquisición del título de
ciudad, acontecimiento sucedido en la época de la Primera República
antioqueña. Este honor se le adjudicó entre otras razones, por su desempeño como pueblo merecedor de un reconocimiento a la contribución
tenida en ese proyecto político desde su mismo comienzo. En efecto, el
11 de agosto de 1813, reunidos los delegados de Antioquia al mando del
Presidente Dictador Juan del corral en la Casa Consistorial de Santa Fe
119
El origen multifacético de Marinilla
de Antioquia, redactaron el Acta de Proclamación de la Independencia
de Antioquia y Marinilla estuvo representada en la junta que declaró
la independencia por el insigne marinillo, Don Juan Nicolás de Hoyos,
quien ejercía el cargo de Vicepresidente del Estado de Antioquia y el
Dr. Presbítero Jorge Ramón de Posada, cura párroco de Marinilla.
El 14 de agosto de dicho año, el representante en la redacción del acta de
proclamación de independencia, Juan Nicolás de Hoyos, tomó juramento
de fidelidad a la causa de la independencia, en la plaza principal de
Marinilla a sus funcionarios y sacerdotes. El coronel Gutiérrez Caviedes
habló al pueblo desde los balcones de la casa cural pidiendo reforzar
la compañía de Marinilla que se desplazaría con el general Nariño.
Como respuesta a este pedido, el Dr. Jorge Ramón de Posada entregó el
curato al Pbro. Ramón Gómez y se fue de pueblo en pueblo a levantar
el entusiasmo de los habitantes por la independencia y a recoger dinero
para sostener a los soldados. De esta manera el Dr. Posada organizó el
contingente de 125 jóvenes de lo más selecto de la sociedad Marinilla,
para marchar al sur a combatir a Sámano. (Ramírez U. , 1984)
En síntesis, la Villa de San José de la Marinilla, junto a la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, se hicieron ciudades para
equilibrar su importancia política y motivar a sus vecindarios. La
nivelación fue relativa a las ciudades de Antioquia y Rionegro y el
estímulo cumplió su propósito, el pueblo marinillo estuvo acorde al
momento histórico que exigió la incondicional adhesión a una nueva
República en peligro (Echeverri, 2010)
120
Roberto de Jesús Ramírez Moreno y David Ricardo Ramírez Gómez
Consideraciones finales
En los párrafos escritos, bien queda sintetizado el prolongado proceso según
el cual Marinilla evolucionó por distintas etapas hasta alcanzar ser una
ciudad. Se extendió desde la segunda mitad del siglo XVI a principios
del XIX. No fue un curso ajeno a la evolución contextual de la región y
en particular del Oriente Antioqueño y en general a la misma provincia.
En sus logros sobresale el papel desempeñado por diferentes personajes
que lideraron las situaciones y tras de sí, estuvieron el conjunto de los
habitantes que persistieron en continuar su existencia allí.
Hoy Marinilla se perfila actualmente como una ciudad cosmopolita, con
más de 60.000 habitantes. Una buena parte de ellos son personas venidas
de otros lugares sin raíces en ella, unos la han valorado en su existencia
otros son indiferentes a los retos que afronta en este presente. Las viejas
casonas están siendo demolidas para dar lugar a la construcción de bloques de apartamentos de cinco y más pisos. La rueda del progreso y del
cambio está rodando y es imposible detenerla.
121
El origen multifacético de Marinilla
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123
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
AMALFI, ANORÍ Y SEGOVIA. FUNDACIONES MINERAS DEL SIGLO
XIX EN EL NORDESTE ANTIOQUEÑO
AMALFI, ANORÍ AND SEGOVIA.
MINING FOUNDATIONS OF THE
19TH CENTURY IN NORTHEASTERN OF ANTIOQUIA
RESUMEN
El oro fue el principal producto de exportación de Colombia en la segunda mitad
del siglo xix. De las minas de Antioquia
salió más del 70% de esa producción, en
especial las explotaciones ubicadas en
el nordeste del departamento. La riqueza aurífera de las minas de aluvión y de
veta de los municipios de Amalfi, Anorí
y Segovia, jalonó importantes procesos
de poblamiento y colonización del territorio, con lo que se formó una sociedad
con características particulares; además,
en sus minas se hicieron las primeras innovaciones tecnológicas que permitieron
el crecimiento de la producción minera en
Antioquia.
SUMMARY
Gold was Colombia’s main export
product in the second half of the 19th
century. More than 70% of this production came from the mines of Antioquia, especially the mines located in the
northeast of the department. The gold
wealth of the alluvial and vein mines in
the municipalities of Amalfi, Anorí and
Segovia, marked important processes
of settlement and colonization of the
territory, which led to the formation of
a society with particular characteristics.
In addition, the first technological innovations that allowed the growth of mining production in Antioquia were made
in its mines.
Palabras clave: Minería antioqueña,
Colonización, Sociedad de frontera, Enclave.
Key words: Antioquian mining,
Colonization, Frontier society, Enclav
Profesor de la Universidad de Antioquia, Doctor en Historia de la
Pontificia Universidad Católica de Chile, Magister en Historia de la
Universidad de Antioquia, Historiador y docente de la misma.
MAURICIO ALEJANDRO GÓMEZ GÓMEZ
124
Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
AMALFI, ANORÍ Y SEGOVIA. FUNDACIONES MINERAS DEL
SIGLO XIX EN EL NORDESTE ANTIOQUEÑO
AMALFI
El municipio de Amalfi se encuentra ubicado a 130 kilómetros de distancia
de Medellín. Es uno de los municipios más extensos del departamento con
una superficie de 1,880 Km2. La cabecera municipal está a una altura de
1,600 metros sobre el nivel del mar y tiene una temperatura media de 19º
C. (Toro, B: 1937).
De acuerdo con Manuel Uribe Ángel, Amalfi fue fundado entre 1836 y
1840 por algunos mineros de Riachón, domiciliados en Carolina del Príncipe, pero originarios de Rionegro y La Ceja. El primer nombre que tuvo fue
el de “Nueva Población”, pero poco después el obispo de Antioquia, Juan
de la Cruz Gómez Plata, lo cambió por Amalfi. Entre sus fundadores están
el presbítero Juan José Rojas, Antonio Aguilar; José Domingo, Casiano y
Nepomuceno Botero; José Santamaría, Alberto Escobar, Nazario Echeverría, Nepomuceno Uribe, Esteban Álvarez, Vicente Mejía y Pedro Bernal,
todos ellos integrantes de un proyecto de colonización familiar impulsado
por la élite del Oriente Antioqueño (Uribe Ángel: 1885, 135-138).
Amalfi formó parte del auge minero que se produjo en Antioquia entre
1830 y 1850, que situó a esta provincia como la más rica en oro del país.
Por aquel entonces tuvo lugar el resurgimiento de Remedios y Zaragoza,
la bonanza de Anorí y la aparición de Segovia y Amalfi como principales
centros mineros (Paniagua Muñoz: 1993, 83).
125
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
El rápido crecimiento económico y poblacional de Amalfi, impulsó a sus
vecinos a postular ante el gobernador el distrito como cabecera del cantón
en 1847. Para impedir que esto sucediera algunos habitantes de Remedios
dirigieron el 13 de marzo de 1847 una carta a El Antioqueño Constitucional, en la cual argumentaban que, aunque Amalfi era rico en oro, estaba
condenado a la ruina por las personas que lo gobernaban.
¿Quién ignora la decadencia de aquel pueblo de tres años para acá?
Todos ven, todos miran que la parroquia de Amalfi camina con
precipitación a su ruina, socavada por carcoma que embarga su
seno; y si la langosta (empleados públicos) porque tanto anhelan…
se ceba sobre sus mieses, después de haber dejado yermos nuestros
campos... adiós para siempre (…) adiós (El Antioqueño Constitucional: 1847, 25).
En el mismo 1847, Remedios perdió el título de cabecera del cantón pese
a los esfuerzos de su élite por conservar su hegemonía; entonces Amalfi se
convirtió en el centro político administrativo del nordeste. Más adelante,
durante el Estado Soberano de Antioquia, Amalfi fue nombrado capital del
departamento de Amalfi, mediante la ley de 17 de diciembre de 1859. En
medio de la agitación política de la segunda mitad del siglo xix, Amalfi fortaleció su posición como centro político y administrativo de la región; así,
en el tiempo que estuvo vigente la Constitución de Rionegro (1863-1885),
Amalfi fue la capital del departamento del nordeste (Melo: 1988, 116).
El crecimiento poblacional de Amalfi fue continuo durante el siglo xix;
esto puede atribuirse al agotamiento de la minería en el Valle de los Osos
desde finales del siglo xviii, el cual impulsó a los mineros de tierra fría a
abrir esta nueva frontera minera en las sabanas del Cancán en el nordeste.
126
Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
Unos años después, en la década de 1830, las élites económicas de Medellín y Rionegro expandieron sus inversiones en minería en el río Porce,
primero se establecieron en Carolina del Príncipe y luego en Amalfi. En
1808, en Cancán, primigenio asentamiento sobre el cual se fundó Amalfi,
vivían 562 personas. En 1835 su población era de 882 habitantes. Después
de su fundación hubo un rápido aumento y llegó a tener 2.009 habitantes
en 1843. Desde entonces continuó con un crecimiento acelerado de la población y en 1870 ya contaba con 6,817 habitantes. Sin embargo, a inicios
de la década de 1880 su población algo decreció y en 1883 se censaron
6,613 habitantes (Álvarez Morales: inédito).
Un viajero alemán en 1880 decía que en casi todo el territorio de Antioquia había oro, aunque las regiones mineras más importantes eran las del
Nordeste, de Amalfi decía que allí “se encuentran muchas minas de oro en
su mayoría pequeñas (Von Shenk: 1949, 11.259)”. Años más tarde Julio
Toro explicaba de forma técnica la razón de todas esas minas pequeñas en
la “intensa mineralización de este distrito, casi todos los ríos quebradas y
arroyos llevan oro en sus arenas. Sin embargo, la explotación en grande
escala y con maquinaria moderna ha sido escasa, pues en general los ríos
de Amalfi corren en la mayor parte de su curso por cañones estrechos (Uribe Ángel, 154)”.
ANORÍ
Anorí dista 150 kilómetros de la capital antioqueña, tiene una extensión de
1,430 Km2, está situado a una altura sobre el nivel del mar de 1,535 metros
y cuenta con una temperatura 21º C.
127
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
De acuerdo con Uribe Ángel, en 1808 los hermanos Benito, José Antonio
y Miguel Uribe vecinos de Rionegro construyeron las primeras casas de
Anorí, pero años antes algunos exploradores provenientes de Santa Rosa,
entre ellos Juan de la Rosa Leonín de Estrada y un señor de apellido Patiño, fueron quienes descubrieron los ricos filones auríferos a lo largo del
río Anorí, y desde entonces “La buena noticia de la riqueza minera de estas
tierras atrajo gran número de colonos (Zapata Cuencar: 1941, 41-44)”.
En el caso de Anorí se dio un proceso de colonización minera por parte de
empresarios mineros, así como de sectores populares buscadores de oro.
Entre las personas que llegaron a Anorí atraídas por la fama de su riqueza minera, había ingenieros de minas extranjeros y hombres acaudalados
de la provincia. Algunos de ellos eran, el inglés Tyrrel Moore, el sueco
Carlos Segismundo de Greiff y el empresario antioqueño Julián Vásquez
Calle, quienes introdujeron avances técnicos para la minería e impulsaron
el desarrollo económico de la región. Al respecto, Gabriel Poveda Ramos
afirma que en 1824 el anoriseño Gregorio Baena construyó con madera el
primer molino antioqueño de pisones, con cuatro bocartes y movido por
agua; es decir, antes de que en 1830 Tyrrel Moore importara el primer molino inglés de seis pisones, llamado Cornish Mill (Poveda Ramos: 1988,
213).
Anorí vivió un auge entre las décadas de 1830 y 1850, años en que la
migración de técnicos extranjeros e inversionistas antioqueños activó la
minería; sin embargo, Uribe Ángel afirmaba que a partir de 1850 “una
desconsoladora decadencia comenzó a notarse, decadencia que tuvo su
origen en el empobrecimiento gradual de las minas, en el abandono del lugar por algunos ricos capitalistas y en el descuido completo en que estuvo
128
Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
allí siempre la agricultura (Uribe Ángel: 152).”.
Frente a esa crisis el gobierno de Antioquia fomentó la economía de este
distrito por medio de la repartición de tierras entre sus pobladores, que con
el tiempo llegarían a ser agricultores. En 1858, Demetrio Viana, representante del despacho de hacienda, avisó a los antioqueños sobre la adjudicación de tierras en Anorí. Los adjudicatarios contraían obligaciones como:
“Construir en sus respectivas posesiones y cultivar estas por espacio de
cuatro años no interrumpidos, haciendo en cada uno de ellos una roza en
que coja el maíz necesario para el consumo de su familia”. La extensión
del terreno adjudicado era proporcional al tamaño de la familia de cada
individuo: “Soltero de 21 años cumplidos, de 60 a 80 fanegadas colombianas. Casados sin hijos 80 a 100. Casados con cuatro hijos 100 a 125.
Casados con más de cuatro hijos 125 a 150 (Viana: 1858).”.
En 1869, un viajero antioqueño que estuvo de correría por los pueblos del
norte de Antioquia a lomo de mula, se llevaría una grata impresión de los
anoriseños, aunque no del aspecto de Anorí, que tal vez mostraba los efectos de aquella crisis minera.
Confieso francamente que el aspecto exterior de esta población no
me fue simpático. Me imaginaba un pueblecito muellemente reclinado al pie de una colina, coqueto y engalanado; y me hallé con
unas cuantas irregulares casas, malamente distribuidas en una cuchilla antipoética y sin vida. ¡Pero que! ¡Bajo esa mala capa hay un
magnífico bebedor! El interior de Anorí, es decir, la gente que lo
habita es de la más caballeresca y cumplida que he tenido ocasión
de conocer y apreciar (El Oasis: 1869).
La población de Anorí en el siglo
xix
muestra los ciclos de auge y crisis
129
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
minera. En 1835 vivían allí 2,615 personas, pero en 1851 su número disminuyó a 1,924. La política adjudicación de tierras, al parecer, tuvo efectos positivos, pues en 1864 había 3,537 habitantes, es decir, casi el doble
del censo anterior. En los años siguientes la población permaneció estable,
en 1870 el pueblo tenía 4,124 habitantes y en 1883 había 4,202 anoriseños
(Álvarez Morales, Materiales).
Dentro de la historia local de Anorí se destaca la trayectoria de la mina
“La Constancia”. Según varios autores, su explotación la iniciaron los hermanos José María y Pedro Vásquez Calle en 1824, quienes eran sus dueños junto con Nicolás Gómez. En 1830 ofrecieron a su hermano Julián la
cuarta parte de la mina, quien se trasladó administrarla después de casarse
con María Antonia Barrientos. Por muchos años la Constancia fue la mina
más productiva del distrito, luego pasó a ser dirigida por su hermano Luis
Vásquez a quien sucedió, después de su muerte, su nieto el ingeniero Pantaleón Sánchez (El Montañés: 1899, 249-258).
Entre las principales innovaciones tecnológicas introducidas en la Constancia, se cuentan la luz eléctrica, la planta de cianuración y el molino
californiano. A mediados del siglo xix la mina contaba con un personal de
200 a 250 obreros; ocho molinos cada uno con ocho pisones, arrastre para
triturar las jaguas, fragua y carpintería. El rendimiento diario era de 3 a
4 libras de oro, vendido en el comercio de Anorí a 14 reales el castellano
(Estrada López: 1967, 52-53).
La empresa fue más tarde vendida a una compañía inglesa que construyó
la carretera de Anorí a Dos bocas con una extensión de 83 kilómetros y
130
Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
un costo de 800,000 libras esterlinas, equivalentes a 4 millones de pesos,
cuando el peso tenía el mismo valor que el dólar. Esta sociedad poseía un
barco llamado “Vapor Anorí”, que navegaba entre el puerto de Dos bocas
y el de Barranquilla, en el que se movilizaban las máquinas requeridas por
la empresa (Estrada, 53).
La riqueza de las minas mencionadas se debe a que se ubican en la veta
más importante de la región. Según Carlos E. López, esta veta es la llamada Anorí o La Constancia, “de cajón que se conoce en dos leguas de trayecto con dirección constante este-oeste e inclinación sur y cuya potencia
llega hasta 6 metros. La riqueza de este filón, explotado en varias minas,
es muy variable pues tiene zonas muy ricas y otras completamente estériles”. Las minas que se han trabajado sobre este filón son: Chiquinquirá,
La Chucha, La Constancia, Los Radas, La Palma, Santa Rosita, Santana,
Quebraditas, Quebrada Negra y Solferino (López: 1936,3.719-3.732).
SEGOVIA
El municipio de Segovia está asentado en las estribaciones de la cordillera
central, a 227 kilómetros de distancia de Medellín. Tiene un área de 1,231
km², una altura de 650 metros sobre el nivel del mar y una temperatura
media de 28°C. Sus límites son, por el norte los municipios de Zaragoza
y El Bagre; por el oriente el departamento de Bolívar; por el occidente los
municipios de Amalfi y Anorí; y por el sur el municipio de Remedios.
El poblamiento y fundación de Segovia tuvo un proceso diferente con respecto a Amalfi y Anorí. El territorio de la actual Segovia formaba parte del
131
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
municipio de Remedios. Algunos acontecimientos que tuvieron lugar en
la segunda mitad del siglo xix marcaron su origen como asentamiento humano hasta llegar a constituirse en una unidad administrativa autónoma.
En la década de 1840 se inició una migración de exploradores mineros
quienes conformaron un lugar llamado “Tierradentro”. En solo unos años
ya se laboraban allí las minas de Bolivia, La Gonzala, Vera, Cogote, La
Reina, La Hondura, Cristales y Segovia. Tiempo después se empezaron
a explotar las minas La Salada y El Silencio. Esta migración minera fomentó el poblamiento de un caserío. En 1865, el entonces gobernador de
Antioquia, Pedro Justo Berrío, por medio de un decreto del 24 de agosto
de ese año, promovió Tierradentro a “fracción”, al mando de un inspector
de policía, bajo la jurisdicción del Distrito de Remedios. A partir de entonces se establecieron allí varias empresas mineras, algunas con capital extranjero, lo que impulsó su crecimiento demográfico. En 1880, mediante
decreto 100, la fracción de Tierradentro llegó a ser el “Municipio de Segovia”, todo esto gracias al liderazgo de Liborio Bataller, Cesáreo Escobar
y otros lugareños que se empeñaron en esta gestión. Por desgracia, dicha
categoría apenas duró un año, pues Segovia fue anexada de nuevo a Remedios en calidad de corregimiento. Tiempo después, el 17 de septiembre
de 1884, Segovia recuperó el título de municipalidad. Esta determinación
se hizo efectiva el 3 de junio de 1885 (Villa Pérez: 1982, 347-349).
Las empresas extranjeras que se afincaron en el territorio promovieron el
aumento poblacional en el territorio y la posterior fundación del municipio de Segovia. En 1864 vivían en Tierradentro apenas 371 personas;
cinco años después el pueblo ya tenía 1,334 habitantes; y en 1877 ya eran
132
Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
2,500 habitantes (Álvarez, Materiales). Con la actividad minera se creó
un modo de acumulación de capital e inversión en empresas mineras, lo
que llevó a consolidar una economía de enclave precursora del sistema
capitalista en el nordeste antioqueño. Las formas precapitalistas de producción minera que predominaban en Antioquia hasta 1850, se transformaron cuando se implantó el nuevo sistema de producción introducido
con las inversiones extranjeras (Henao: 1985, 141).
Dentro de las empresas de capital extranjero, la Frontino Gold Mines Limited tuvo el papel más destacado en la historia de Segovia. Las diversas
compañías mineras que se establecieron antes de la consolidación de Segovia como municipio han hecho que sean algo confusos los orígenes de
esta empresa y su relación con Segovia. Algunos autores nos dan claves
para comprender mejor este proceso.
De acuerdo con Leidy Diana Uribe, los orígenes de Frontino Gold Mines
se pueden rastrear en las propiedades mineras que poseían en Antioquia
dos acaudalados comerciantes de Rionegro, se trata de Sinforoso García
Salgar y de su hijo Mamerto García Montoya. En Remedios eran dueños
de las minas Ñemeñeme o Bolivia y Juan Criollo, también terrenos aledaños al río Pocuné. En Frontino los García tenían los minerales del cerro
de Frontino que habían sido explotados precariamente. El 7 de diciembre
de 1852 Sinforoso y Mamerto vendieron sus propiedades a una compañía
inglesa denominada Mariquita y Nueva Granada cuyos representantes
eran John Whitefford y John Hearne Breffil. A su vez, en 1863 esta compañía vendió sus propiedades a The Frontino and Bolivia Gold Mining
Company (Uribe Betancur: 2019, 371). Según el nombre de esta empresa,
133
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
contaba con las explotaciones del cerro de Frontino y de la mina Bolivia
ubicada en Tierradentro, nombre del caserío por entonces.
Michael Hill aporta un dato adicional, según este autor, dos minas de los
minerales de Ñemeñeme llamadas Cristales y San Nicolás, en la segunda
mitad del siglo xix fueron trabajadas por una empresa francesa y por esos
años también fueron adquiridas por The Frontino … De esta forma, la
compañía inglesa terminó con sus trabajos en el municipio de Frontino
–en el occidente de Antioquia– y se trasladó con su personal y equipos
al municipio de Segovia, en donde se dedicó a explotar varias minas de
socavón, entre ellas El Silencio, Bolivia, Manzanillo, Marmajito, Cogote,
Córdoba y más adelante San Nicolás, Tres y Media, y la Italia. También
tenía dos minas de aluvión: Hilo Este y Cecilia (Davey: 1998, 23-24).
De acuerdo con Pablo Liemann, las propiedades de la compañía en el
pueblo de Frontino –minas El Cerro y El Carmen– en 1884 pasaron a ser
propiedad de la Antioquia Company Limited. Con todos sus frentes de
explotación ubicados en Segovia, en 1911 hubo una reorganización en la
compañía y fueron abandonadas varias minas. En 1920 se formó otra subsidiaria llamada The Marmajito Mines Limited, para reabrir esa mina de
viejo descubrimiento. En enero de 1931 The Marmajito Mines Limited y
The Frontino & Bolivia (South América) Gold Mining Company Limited,
se fusionaron y conformaron una nueva compañía denominada Frontino
Gold Mines Limited. En sus años de funcionamiento, esta compañía extrajo oro de una gran cantidad de minas, de las cuales “El Silencio” fue la
más importante desde su apertura en 1864 ( Leimann: 1963).
134
Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
Consideraciones finales
Las localidades del nordeste y norte de Antioquia fueron pobladas a la
par con la búsqueda de oro en el territorio. Algunas fundaciones permanecieron desde el proceso de conquista española con frecuentes periodos
de crisis y decadencia a causa de la falta de tecnologías propicias para
la extracción de oro. Después de la independencia de Colombia, surgió
de la necesidad de buscar nuevos frentes económicos por medio de la
ampliación de la frontera agrícola y la colonización de los territorios con
potencial económico.
Durante el siglo
los municipios de Amalfi, Anorí y Segovia fueron
escenario de un proceso de exploración y explotación de nuevos yacimientos mineros, que involucró un crecimiento demográfico en la región del nordeste antioqueño, la introducción de nuevas tecnologías en
la extracción aurífera con el consiguiente aumento de productividad y un
posicionamiento político de los nuevos pueblos como polos de desarrollo
económico del departamento de Antioquia.
xix
El minero como tipo humano producido históricamente por las condiciones impuestas por el medio ambiente en la búsqueda de oro, se vio
insertado en un nuevo tipo de economía. Muchos de ellos pasaron de
conformar cuadrillas de “mazamorreros” que buscaban oro en las quebradas de forma independiente, a formar parte como “obreros” de empresas capitalistas provenientes de inversores nacionales o extranjeros que
impusieron una nueva forma de explotar los recursos minerales.
135
Amalfi, Anorí y Segovia: fundaciones mineras del siglo XIX en el nordeste antioqueño
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Mauricio Alejandro Gòmez Gòmez
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137
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
EL CURATO DE NUESTRA THE CURATO DE OUR LADY
SEÑORA DE LA CANDELA- OF CANDELARIA, GUARNE,
RIA, GUARNE, 1811-1820
1811-1820
RESUMEN
En la historia del origen de Guarne
resaltan dos hechos que se rememoran como notables. En el año de
1796 el vecindario mostró su fortaleza cuando se resistió a cambiar el
día dominical del mercado público,
dispuesto la determinación del cabildo de Rionegro. El segundo acontecimiento sucedió en los años del proceso de la Independencia y se refiere
a la obtención de su ansiado curato
parroquial. El artículo abarca ambas
circunstancias desde diversos puntos
de vista, el cultural, político y socioracial.
SUMMARY
In the history of the origin of Guarne, two
events stand out as remarkable. In the year
1796 the neighborhood showed its strength when it resisted to change the Sunday
day of the public market, as determined
by the town council of Rionegro. The second event took place during the years
of the Independence process and refers
to the obtaining of its longed-for parochial curatorship. The article covers both
circumstances from different points of
view, cultural, political and socio-racial.
Key words: Commerce, demography,
slavery, politics, culture.
Palabras Claves: Comercio, demografía, esclavitud, política, cultura
.ABREVIATURAS: AAM (Archivo de la Arquidiócesis de Medellín). AGN
(Archivo General de la Nación). AHA (Archivo Histórico de Antioquia). AHR
(Archivo Histórico de Rionegro). APG (Archivo Parroquial de Guarne). APR (Archivo Parroquial de Rionegro).
Investigador y docente Universitario
Miembro del Grupo Vigías del Patrimonio de Guarne
RODRIGO
MORENO
MARTINEZ
138
Rodrigo Moreno Martìnez
EL CURATO DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA,
GUARNE, 1811-1820
Introducción
En las narrativas históricas locales, el municipio de Guarne sobresale por
varias circunstancias. La primera de ellas obedece a la insurrección comunera de los negros y libertos contra las reformas fiscales y tributarias
prescritas por la corona española en 1781. Ha sido objeto de una aclamada inspiración colectiva y en la actualidad integra la toponimia comercial
y es un referente de identidad histórica. Cuenta con expresiones artísticas
emblemáticas y dispone de una abundante bibliografía descriptiva, entre
la cual figura la transcripción de la causa criminal incoada contra los protagonistas del levantamiento, hecha por el Departamento de Historia de la
Universidad de Antioquia.1
La historia del municipio también es reconocida por una curiosa tradición cultural conocida como tapetusa. Así fue bautizado el aguardiente
clandestino, otrora destilado en parajes fragosos o en sectores específicos
de la población. La obra Tapetusa, del finado escritor local Luis Alfonso
Díaz Ospina, es un cuadro costumbrista que retrata en prosa corrida la
dinámica social y cultural de la destilación ilícita de aguardiente. En otra
1 Entre las versiones más conocidas —y repetidas— sobre la insurrección de los comuneros en Guarne,
figuran: “Los comuneros de Guarne”, Distritos 42 (1987): 52-53; Iván Duque Escobar, Los comuneros de
Guarne, 1781-1981: documentos para un estudio del movimiento comunero de Guarne, texto del notable
manifiesto de 1781 (Medellín: Imprenta Departamental, 1981); Félix Antonio Cardona Sánchez, Ensayos
sobre los comuneros de Guarne (Alcaldía de Guarne, 1991); del mismo autor: Comuneros, reinas y
valores de Guarne (s. c.: 1993); sobre la transcripción, véase: Departamento de Historia/Universidad de
Antioquia, Documentos para la historia de la insubordinación comunera en la provincia de Antioquia,
1765-1798 (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 1982); Instituto de Estudios Regionales,
Guarne-Antioquia: estudios de localidades (Medellín: INER/Cornare, 1993), Abelardo Ospina López,
La insurrección comunera de Guarne (Medellín: s. e., 1998) y Juan Guillermo Espinal Barrientos, “Las
sublevaciones comuneras en la provincia de Antioquia: el papel de los grupos socioeconómicos desde
los procesos judiciales” (Trabajo de Investigación, Maestría en Historia, Universidad de Antioquia,
Medellín, 2016).
139
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
de sus producciones, Díaz Ospina describe el proceso de producción,
conservación y venta, la cultura material de la destilación y la infraestructura física y artesanal asociada a la producción del aguardiente.2 La
minería aurífera aluvial, la producción de manufacturas derivadas de la
penca y el paso del Tranvía de Oriente también forman parte de los temas
clásicos abordados por la historiografía tradicional. Del primero, deviene
toda una cultura oral sobre la presencia extinta de la esclavitud y de la
riqueza aurífera del distrito. Del segundo, existe un copioso anecdotario
impreso sobre la génesis de la cabuya, acompañado de micro biografías
conmemorativas a las reinas de su certamen anual.3 Y del tercero, aún
falta por investigar en los archivos municipales la incidencia del Tranvía
en el desarrollo económico local.
Sin embargo, y a pesar de su importancia, estos temas no agotan
los intereses y los problemas concernientes a la historia local. De hecho, son una muestra parcial de la inmensa riqueza histórica que oculta
el municipio en sus diversos testimonios documentales, cartográficos,
iconográficos y orales, repartidos en archivos públicos y privados, del
orden local y regional. El territorio dispone de una historia de esclavos,
comerciantes, ricos propietarios, pobres de solemnidad, empresarios mineros, agricultores y párrocos ultra conservadores, como el cura Juan
José Henao, que gobernó la localidad en el siglo XIX.
En esta línea de reflexión, este artículo pasa revista por los principales momentos y los actores más sobresalientes de la creación del curato de Guarne, nombre con el cual fue conocida la primera comunidad
2 Luis Alfonso Díaz Ospina, Tapetusa (Medellín: Impresos Jiménez, 1971) y del mismo autor: De
Guarne y de todas partes (Medellín: Impresos el Día, 1995).
3 Véase especialmente: Luis Alfonso Díaz Ospina, Historia de Guarne (Medellín: Impresos el Día,
1990); Félix Antonio Cardona Sánchez, Comuneros, reinas y valores de Guarne y del mismo autor
Recordando a Guarne y los 50 años de las Fiestas de la Cabuya (Medellín: Impresión Divegráficas, 2002).
140
Rodrigo Moreno Martìnez
política independiente hace ya más de 200 años. El análisis comparado
de los registros bautismales, padrones de población, reclamos judiciales,
visitas eclesiásticas y mortuorias de sucesión permitirá entender la dinámica de aparición del poblado de Guarne en los albores del ordenamiento
jurídico nacional del siglo XIX.
En los reales de minas de la Mosca
El 1 de enero de 1796, el cabildo de la ciudad de Arma de Rionegro
decidió cerrar el mercado de la plazuela de Guarne, que tenía lugar los
domingos y días feriados. Allí concurrían pulperos, rescatantes y comerciantes que intercambiaban el oro extraído de los minerales locales por
manufacturas y productos agrícolas traídos de otras partes de la provincia
de Antioquia y del virreinato del Nuevo Reino.4 La atención puesta a las
actividades comerciales y la escasa participación en los oficios eclesiásticos justificó la clausura. En opinión del ayuntamiento de Rionegro, el
mercado debía realizarse los días jueves, para dedicar los domingos al
santo sacrificio de la misa.5 Tres meses después, los vecinos de la Mosca
trataron de persuadir al gobernador de la provincia la conveniencia de
reanudar el comercio en los días establecidos, toda vez que los esclavos
mineros, libertos mazamorreros y mestizos agricultores solo abandonaban sus labores los días feriados, para atender el doble propósito del comercio y la asistencia a la eucaristía.6
El 5 de marzo de 1796, don Francisco José Mejía, vecino de la ciudad de Rionegro y apoderado de los residentes de Guarne, quiso persua4 AHR, Gobierno, tomo 10, flo. 126r.
5 AHR, Gobierno, tomo 10, flo. 126r.
6 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62r.
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El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
dir a la corporación cabildante del perjuicio ocasionado por tal medida y
la urgencia de regresar al calendario preexistente. En primer lugar, sostuvo que en el valle de la Mosca había importantes cuadrillas de esclavos
dedicados a la extracción de oro. Según testimonios acopiados, cerca de
la plazuela residían las cuadrillas de doña Josefa García, don Joaquín
Isaza, don José García, don Juan de Marulanda —vecino de Rionegro—,
y don José de Ossa. Al sur de la quebrada la Mosca estaba la cuadrilla
de don Esteban Jaramillo, quien además tenía otra iglesia viceparroquial,
construida de tapia y teja, ofrendada a Nuestra Señora del Rosario y en
excelentes condiciones para oficiar los servicios religiosos.7 Debido a las
exigencias del trabajo minero, estos esclavos no podían abandonar sus
labores dos días a la semana, tal cual lo ordenaba el cabildo de Rionegro.
Por el contrario, solo disponían del domingo para asistir simultáneamente al mercado y al rito religioso.8 Tal circunstancia hacía impopular la
medida de cierre e ilegitimaba las decisiones unilaterales del cabildo.
En segundo lugar, don Francisco Mejía aseguraba la existencia de
otras gentes que poblaban parajes cercanos a la Mosca, como Ovejas,
Piedras Blancas, La Honda y el Tambor, integrados por decisión del citado cabildo al partido o sitio de Guarne, un par de meses antes, específicamente el 20 de noviembre de 1795.9 Dichas gentes, formadas por
pobres mazamorreros y trabajadores libres, concurrían los domingos a la
plazuela de Guarne para recibir los sacramentos y participar en los tradicionales rescates semanales, celebrados desde hacía un tercio de siglo en
el lugar.10 En su justificación, los esclavos buscaban “con qué vestirse y
7 AHA, Eclesiásticos, tomo 81, doc. 2252, flo. 254r.
8 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62r.
9 AHR, Gobierno, tomo 10, flo. 116r.
10 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62v.
142
Rodrigo Moreno Martìnez
los víveres necesarios para ayudarse a mantener”.11 Además, tanto libres
como esclavos tenían la costumbre de lavar el oro trabajado el sábado
anterior, para adquirir los comestibles en la plazuela el día del oficio
religioso. Alterar el ritmo temporal del mercado era una agresión a la
dinámica del trabajo minero y agrícola.
Con el fin de refutar las intenciones arbitrarias del cabildo, el señor
Mejía reafirmaba los derechos de propiedad de la iglesia viceparroquial
de Nuestra Señora de la Candelaria. Según su real entender y saber, el
templo había sido donado a los libertos de la Mosca por el prestigioso
propietario de tierras y minas don Sancho Londoño Zapata, uno de los
hombres más ricos de la provincia de Antioquia de la segunda mitad del
siglo XVIII.12 La Virgen de la Candelaria contaba con uno de los más
lujosos ornamentos, entre los cuales figuraban dos coronas de oro puro,
una planchita de oro, una vela pequeña de oro, nueve rositas de diferentes piedras engastadas en oro, dos zarcillos de oro, doce estrellas pequeñas de oro, dos pulseras de perlas y dos rosas pequeñas de oro.13 Los
atavíos dorados de la Virgen eran una expresión simbólica y material de
la riqueza aurífera del valle. Como la posesión de la iglesia era del colectivo libre incorporado a la capilla viceparroquial, el cabildo no podía, en
opinión del señor Mejía, emitir prohibiciones directas y contradictorias
al uso legítimo del espacio.
Por último, la restricción del ayuntamiento contribuía con el agravio
de las circunstancias que buscaba mejorar. Los comerciantes escondían
desde el sábado las mercancías en los bosques y difícilmente cumplían el
11 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62v.
12 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 62v. Beatriz Amalia Patiño Millán, Riqueza, pobreza
y diferenciación social en la provincia de Antioquia, siglo XVIII (Medellín: Editorial Universidad de
Antioquia, 2012) 102.
13 AHA, Eclesiásticos, tomo tomo 81, doc. 2252, flo. 254r.
143
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
precepto religioso por estar atentos al cuidado de sus efectos materiales.
Tampoco vendían los jueves porque no había ningún esclavo o liberto
que asistiera al mercado reprogramado. En opinión de don Francisco
Mejía, el problema no era el día del expendio, sino la capacidad limitada
de la iglesia para albergar a sus feligreses. En el interrogatorio levantado
para el acopio de las pruebas, el señor Mejía preguntaba:
Digan si es cierto que en la iglesia de la Candelaria por su estrechura se queda afuera la más parte de la gente, haya o no haya
mercado. Digan si en los domingos que ha habido ventas de comestibles antes de prohibirse y cuando el juez ha celado que no
se abran cargas hasta después de misa han notado algunos desórdenes, irreverencias o desacatos al santo sacrificio que se celebra. Digan si consideran que habiendo el mercado el domingo
y celándose por el juez que no se venda antes de misa, se sigue
beneficio al común y por el contrario graves perjuicios [...].14
Los desórdenes, las irreverencias y los desacatos al santo sacrificio respondían a circunstancias ajenas al mercado dominical. O bueno,
esa era la estimación del apoderado de los vecinos de Guarne.
Pese a la prohibición del cabildo de Rionegro, el tráfico de mercancías reanudó su curso habitual. El 11 de octubre de 1816 fue objeto
de nuevas prohibiciones basadas en las mismas razones sostenidas veinte
años atrás: desórdenes, irreverencias y desacatos al precepto eucarístico
por atender los intereses profanos del rescate y del comercio.15 Sin embargo, en esta ocasión, los vecinos pudientes del valle habían reaccionado con antelación para conquistar autonomía en el manejo administrativo de su vecindario. ¿Quiénes fueron y qué hicieron?
14 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 63r.
15 AHA, Independencia, tomo 852, doc. 13415, flo. 57r-58v.
144
Rodrigo Moreno Martìnez
Poblamiento colonial en el sitio y viceparroquia de Guarne
De acuerdo a la Relación de Antioquia de 1808, sumariada por el ilustrado antioqueño José Manuel Restrepo, el partido de Guarne solo disponía
de una iglesia de teja y cuatro casas aledañas.16 No sabemos a ciencia
cierta si este modesto inventario correspondía al templo de la Candelaria
y a las residencias cercanas, puesto que había otras dos iglesias con el
título de viceparroquia. La primera se encontraba en el paraje de Batea
Seca, rendía culto a Nuestra Señora de Belén y pertenecía al citado esclavista don Juan de Ossa. Y la segunda se hallaba en las minas de don
Esteban Jaramillo. Estaba consagrada a Nuestra Señora del Rosario y,
en opinión del obispo de la diócesis de Popayán, Ángel Velarde y Bustamante, disponía de la mejor infraestructura y el adecuado ornamento
eclesiástico.17 Así pues, la única iglesia que tenía plaza y mercado era la
de Nuestra Señora de la Candelaria. Y, aunque la estrechez de su templo
limitaba el acceso de la feligresía en los días de feria, su existencia sirvió
para justificar la creación de un curato autónomo en la década de 1810.
¿Cómo se hizo?
Es necesario comenzar con una crítica de fuentes. La reducida nómina de José Manuel Restrepo desdibuja por completo la importancia
económica y demográfica del poblamiento colonial en los minerales de
la Mosca y en el sitio de Guarne. ¿En verdad había solo cuatro casas?
Realmente, no. En 1782, por ejemplo, había varias rancherías y casas
dispersas.18
Además, según el censo levantado el 1 de diciembre de 1786, el
partido de Guarne contaba con aproximadamente 1258 almas repartidas
16 Víctor Álvarez Morales, ed., La relación de Antioquia en 1808 (Medellín: Expedición Antioquia,
2008) 37.
17 AHA, Eclesiásticos, tomo tomo 81, doc. 2252, flo. 253V.
18 AGN, Sección Mapas y Planos, mapoteca nro. 4, referencia 579-A.
145
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
en tres clases sociales: la de los españoles y blancos, la de los cuarterones
y mestizos, y la de los mulatos y negros.19 Una estadística descriptiva del
censo ayuda a entender esta particular composición demográfica. Para
empezar, El grueso de la población, tanto masculina como femenina,
era marcadamente joven (véanse gráficas 1 y 2). La edad de la mitad del
sitio oscilaba entre la niñez temprana y los dieciséis años. A renglón seguido estaba el cuerpo económicamente activo —o aquel dedicado a las
faenas, domésticas, agrícolas y mineras—, correspondiente a las edades
comprendidas entre los 16 y 50 años. En esta categoría aparecen leves
variaciones: un 10% de la población masculina (equivalente a 132 hombres) pertenecía a este rango, en discreto contraste con la femenina, que
representaba el 9% (equivalente a 116 mujeres). Conviene subrayar que
casi una tercera parte de la población estaba casada (27% de la misma) y
había unos cuantos viudos y viudas residentes en el partido.
Interesa por último dirigir la vista al conteo de esclavos. El censo
tiende a ocultar un poco su número, puesto que arroja en promedio una
docena de ellos, una cifra irrisoria para un sitio que desde hacía casi
medio siglo precisaba del trabajo esclavo para la explotación aurífera y
el comercio. Los primeros registros bautismales, depositados tanto en la
catedral de Rionegro como en la iglesia de Guarne, exhiben decenas de
ellos. Es más, muestran la presencia de esclavistas de Rionegro, Llanogrande y La Ceja en el valle de la Mosca. Una de las figuras más notables
del censo era don Esteban Jaramillo. Párrafos atrás había aparecido con
cuadrillas de esclavos e iglesia viceparroquial suficientemente paramentada al sur de la Mosca. Esta vez, su presencia arroja luz sobre la estruc19 AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flos. 187r-200r.
146
Rodrigo Moreno Martìnez
tura esclavista de la época. En 1786, el señor Jaramillo era propietario de
dos familias de esclavos. Los padres de la primera eran Sinforoso y María
Jaramillo, ambos contaban con 35 años y tenían cuatro hijos de 20, 18, 15
y 13 años. La segunda familia estaba formada por Lucas, de 33 años, y su
esposa sin nombre. Tenían dos hijos menores de dos años, Carlos y María,
y en conjunto integraban el patrimonio esclavista de don Esteban.20 Por
último, aparecían dos esclavos jóvenes con el apellido heredado de su
amo: Gabriela y Plácido Jaramillo, al parecer hermanos, con edades de
22 y 11 años.
Dos elementos sobresalen de este ejemplo. Primero: la propiedad
esclavista en el Guarne de antaño estaba integrada por descendientes de la
misma familia. No sobra recordarlo: la reproducción vegetativa de los esclavos acrecentaba la fortuna personal y disminuía los costos de adquisición. El aumento del caudal esclavista seguirá esta lógica, o por lo menos
así lo develan las fuentes bautismales. Segundo: los esclavos son jóvenes
y potencialmente valiosos. Se encuentran en la edad económicamente activa o en dirección a ella. Fundamentan la riqueza y el patrimonio de la
próspera y eminente élite local.
Además de otros datos relevantes, el censo de 1786 dividió la población en tres categorías: la de españoles y blancos, la de cuarterones y
mestizos, y la de mulatos y negros. Esta clasificación continuará vigente
en los albores de la vida republicana e indica de paso la permanencia de
varias familias en el poder y en la economía local. En términos cuantitativos, el sitio presentaba las siguientes características:
20 AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flo. 191r.
147
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
Cuadro 1. Composición demográfica de Guarne, 1786
Categoría social
Primera clase: blancos y españoles
Segunda clase: cuarterones y mestizos
Tercera clase: mulatos y negros
Total
Número de personas
85
324
849
1258
Gráfica 1. Composición demográfica de Guarne, 1786
Elaborado con base en: AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flos. 187r.-200r.
Como puede apreciarse, más de la mitad de la población era mulata
y negra. Su presencia en la localidad será constante y determinante en los
siglos XIX y XX. De hecho, en el censo nacional de 1912, ya formado el
municipio, todavía habrá un considerable número de negros. Una tercera
parte del sitio está formada por los mestizos y cuarterones, cuyo estatus social cambiará en la década de 1820 por la denominación “segunda
148
Rodrigo Moreno Martìnez
clase de blancos”.21 Por último, un 7% de la comunidad corresponde a
la “noble clase de blancos y españoles” (85 personas). Trece familias la
integran y a ella pertenecen las élites políticas y económicas del futuro
Guarne. Para los propósitos de este ensayo, conviene presentar a la de
don Juan Antonio de Henao y doña Teresa María Arias, ambos vecinos
del real de minas y padres de 9 hijos: Manuel, Juan, José, Manuel, Juana,
María Josefa y María del Carmen.22 El segundo Manuel, de 17 años, será
el protagonista de la última parte de este texto.
A la conquista de una jurisdicción eclesiástica: el curato de Guarne
Toda investigación documental sobre el Guarne de hace doscientos años
tiene referencia obligada: don Manuel Henao Arias. Este vecino de la
Mosca era dueño de esclavos, tierras, minas, ojos de sal, ganados y predios ubicados en el marco de la plaza. También era un importante comerciante, ya que conducía tabaco hacía el Puerto de Juntas, cerca de la
desembocadura del río Nare en el río Magdalena, y desde allí regresaba
con mercancías importadas de Europa.23 Según consta de su testamento,
era dueño de inmensas propiedades repartidas por todo Guarne: en Garrido, Yolombal, el Sango, Batea Seca, Piedras Blancas, el Ochuval (hoy
conocido como Alto Medina), la Brizuela y Charanga.24 Además de poder
económico, don Manuel acumuló una cuota nada despreciable de poder
simbólico. Su residencia sobresalía en el marco de la plaza. Allí tenía tienda, billar y una inmensa riqueza doméstica, conformada por manufacturas
de plata y mercancías importadas del extranjero. Su prestigio gozaba de
21
22
23
24
AHR, Gobierno, tomo 171, flo. 245v.
AHA, Censos y estadísticas, tomo 337, doc. 6492, flo. 187r.
AHA, Escribanías, Escribano José Vicente de la Calle, 1816, flos. 343r-344r.
AHR, Mortuorias, tomo 220, flos. 171r. y ss.
149
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
reconocimiento público, toda vez que tenía escaño único y selecto en la
iglesia regentada por su hijo. Era miembro de la cofradía de San Francisco de Rionegro, cuyo hábito aspiró a vestir en sus honras fúnebres.25
La familia de don Manuel Henao Arias estuvo conformada por su
esposa doña Josefa Dávila y siete hijos: Ruperto, Juan José, Bruna, Pantaleona, Antonia, Damasia y Ana Francisca.26 El primero de ellos militó en
el embrionario ejército republicano. El segundo gobernó el pueblo desde
la magistratura religiosa y la tercera contrajo matrimonio con Ramón
Zuluaga, uno de los compadres comerciales favoritos de don Manuel. De
los otros cuatro solo sabemos que recibieron parte de las acreencias de su
padre, después de su fenecimiento.
Hay tres puntos a destacar en la presencia e incidencia política de
este personaje. El primero de ellos:e provenía de una potentada familia
de la colonia, que logró diversificar sus fuentes de ingresos en la minería,
la ganadería, la acumulación de tierras y el comercio. El segundo alude a
la cultura política en la cual estaba inmerso. Don Manuel pertenecía a un
régimen de transición; experimentó la mutación de las instituciones públicas y la aparición de un Estado en teoría centralizado. Su experiencia
estuvo marcada por la superposición y combinación del ordenamiento
jurídico republicano sobre el ordenamiento jurídico colonial. Al momento de colaborar con la creación del curato de Guarne, empleó discursos
propios de una mentalidad colonial, sustentada en el bien común, en la
utilidad pública de un colectivo mancomunado y en las ganancias espirituales y temporales derivadas de una comunidad organizada sobre una
plaza y una iglesia.27 Y el tercer punto corresponde a su actuación como
25 AHR, Mortuorias, tomo 220, flo. 165r.
26 AHR, Gobierno, tomo 171, flo. 241r. y AHR, Mortuorias, tomo 220, flo. 163r.
27 Esta explicación es propia de la cultura política corporativa que caracterizó la organización del
150
Rodrigo Moreno Martìnez
representante y apoderado de los vecinos de la Mosca. Sobre este nos concentramos en los siguientes párrafos
.
El 20 de octubre de 1811, don Manuel Henao Arias solicitó al cabildo de Rionegro copia autenticada del documento oficial que acreditaba
la separación del curato de Nuestra Señora de la Candelaria de Guarne de
la iglesia matriz de Rionegro. Esta escritura abriría el acopio de pruebas
necesarias para asegurar la conveniencia pública de un curato autónomo y
con límites definidos. Ocho días después, don Eusebio Martínez, alcalde
del sitio, convocó a los vecinos más prestantes y a los apoderados de quienes no lograron llegar, a una reunión en la plaza, con el propósito de suscribir, mediante escritura pública, el compromiso colectivo de responder
por las obligaciones necesarias para la erección del curato. Su compadre,
el sobre citado don Manuel, encabezó la lista de los convocados. Entre
todos asumieron tres obligaciones específicas. La primera: cada año iban
a sufragar el festejo público de Nuestra Señora de la Candelaria, patrona
tutelar del naciente poblado. No sobra llamar la atención: esta es la fiesta
más antigua del Guarne contemporáneo. La segunda: el propio don Manuel, en compañía de los vecinos pudientes, se obligaban a mantener la
congrua sustentación del cura párroco y a costear el suministro de la oblata
de pan, el vino y la cera para la celebración frecuente del santo sacrificio
de la misa. En otras palabras, respondían por la remuneración periódica
del cura y los gastos de funcionamiento de la iglesia parroquial. Y la tercera: aseguraban la colecta suficiente de limosnas para el sufragio anual
poder en el Antiguo Régimen Hispanoamericano. Véase a: Annick Lempérière, Entre Dios y el rey: la
república. La ciudad de México de los siglos XVI al XIX (México: Fondo de Cultura Económica, 2013)
25-71 y Antonio Manuel Hespanha, La gracia del derecho. Economía de la cultura en la Edad Moderna
(Madrid: Centro de Estudios Constitucionales/Colección Historia de la Sociedad Política, 1993).
151
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
de las Benditas Ánimas del Purgatorio.28 El centro de la obligación, ubicado en medio la responsabilidad económica de costear dos fiestas religiosas, descansaba en el sostenimiento del cura párroco y de la iglesia.
Su presencia permanente garantizaría la estabilidad y el crecimiento del
poblado. Y es curioso que uno de los hijos del apoderado don Manuel
fuera a ocupar este lugar.
Faltaban tres pasos para obtener el aval de las autoridades civiles y
eclesiásticas. El primero lo adelantó don Eusebio Martínez, don Manuel
Henao y el cura de Rionegro don Manuel José Echeverri. Entre los tres
definieron los límites del emergente curato, de tal forma que no afectaran los dominios vecinos de San Vicente, el mismo Rionegro, Medellín
y Copacabana. El 4 de noviembre de 1811, demarcaron en conjunto el
siguiente globo:
De los encuentros de la quebrada de la Mosca y la Garrido, está
arriba hasta sus cabeceras y de allí mirando derecho al alto llamado El Gordo y de este mirando derecho a la cuchilla de la Honda,
por esta arriba volteando a coger los vertientes de la quebrada del
Salado y del Tambor hasta dar en la raya del curato de Medellín,
por esta hasta la del curato de Copacabana, por esta a dar a la raya
del curato de San Vicente, por esta hasta dar en el camino que
viene de San Vicente para la Mosca, por este a coger una cuchilla
que baja por en medio de la casa de Juan Antonio Franco y la del
difunto Luis Gómez hasta dar en la quebrada llamada la Castro
y por esta abajo hasta donde encuentra con la Mosca del primer
lindero.29
Diez días después, don Eusebio dio el siguiente paso, al formar el
padrón completo del número de familias y personas dispuestas a con28 AHA, Fundaciones, tomo 49, flos. 82r., 140r.
29 AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 84v.
152
Rodrigo Moreno Martìnez
gregarse. El conteo arrojó una cifra de 264 familias y 1630 almas,30 el cual
cumplía con las condiciones trazadas por la iglesia católica romana para
formar un curato autónomo.31
Finalmente, se acopiaron los testimonios probatorios para comprobar la necesidad, urgencia y utilidad de un nuevo distrito eclesiástico. Con
base en ellos, don Eusebio y don Manuel esgrimieron los siguientes argumentos. Para empezar, el curato de la ciudad de Rionegro, en el que estaba
englobado el real de minas de Guarne, era demasiado extenso, dilatado
y difícil de transitar. Los curas de la ciudad evitaban ir a la Candelaria,
porque el camino estaba saturado de terrenos doblados, pantanos, “varias
aguas” y pasos intransitables en temporadas de invierno. Y si los curas no
querían desplazarse, los vecinos de Guarne tampoco. Para estos, era fatal
abandonar sus labores mineras y agrícolas, bajo el pretexto de asistir a los
preceptos sacramentales oficiados en Rionegro. Luego, sostuvieron que un
vecindario numeroso demandaba, según lo disponía el derecho canónico,
de un cura propio y permanente, financiado con los recursos derivados
del rescate,32 la venta de víveres y el cambio de plata llevados a cabo con
frecuencia y desde hacía rato en la plaza del sitio.33 Además, allí tenían
asiento importantes esclavistas de la provincia, capaces de aportar valiosos estipendios a la causa perseguida. Entre ellos estaban el mismo don
Manuel, don José de Llano, don Agustín Bravo, don Carlos Londoño, don
Juan de Marulanda, don José Manuel Jaramillo, don Pedro Jaramillo, don
Ramón Gómez y doña Rita Marulanda; 34 esta última tenía esclavos en
30
31
32
33
34
AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 139v.
Concilio Ecuménico de Trento, Sesión XXI, Capítulo IV.
Nombre con el cual se denominaba el intercambio de oro por mercancías de todo género.
AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flos. 142r. y ss.
APR, Bautismos, cuaderno primero, flos. 49r.-51v., 56v.-58v., 60r. y 71r.
153
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
Llanogrande, el Vallejuelo (hoy La Unión) y La Ceja.35
A renglón seguido, don Eusebio y don Manuel sostenían que el
nuevo curato traería consigo el mayor beneficio temporal para los vecinos y residentes de los parajes aledaños. La autonomía eclesiástica
fortalecería el mercado semanal, aumentaría el número de viajeros y redundaría con la consolidación de un poblado firme y estable. En opinión
de ambos, el paraje donde estaba ubicada la iglesia de la Candelaria era
seco, bien ventilado y de regular extensión. Se hallaba circundado de
aguas puras y saludables; a su alrededor tenía montes suficientes para
la extracción de maderas, pajas y bejucos; vetas de barro para la fabricación de tejas, adobes y ladrillos; y tierra apta para la construcción
de tapia. La iglesia de la Candelaria era de regular extensión; disponía
del mejor mobiliario y tenía el potencial de ensancharse y mejorarse,
como efectivamente se hizo años después.36 El curato disponía de linderos fijos, o por lo menos así lo creyeron los tres personajes que habían
cartografiado el lugar. Visto en conjunto, todo esto contribuiría al bien
común, a la utilidad pública del cuerpo de vecinos residentes y congregados desde hacía décadas en el real de minas de la Mosca.37 Iban por
fin a prescindir de la injerencia política de autoridades externas y ajenas
a la tradición, la experiencia y el derecho práctico de dichos vecinos.
El gobernador y vicepatrono don Pantaleón Arango aprobó la
nueva creación en el mes de diciembre de 1811.38 Esta medida fue, sin
embargo, suspendida. Los testimonios disponibles no son claros y toda
35
36
37
38
AHA, Fundaciones, tomo 46, doc. 1400, flos. 56r. y 76r.
AHA, Eclesiásticos, tomo 2505, doc. 1832, flos. 277r. y ss.
AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 146r.
AHA, Fundaciones, tomo 49, doc. 1416, flo. 170r.
154
Rodrigo Moreno Martìnez
explicación al respecto no ha dejado de ser una mera suposición. Naturalmente, el breve colapso de las instituciones coloniales durante la Independencia pudo haber interrumpido el curso del proceso adelantado por
don Manuel y don Eusebio. Como la Santa Sede desconoció el derecho
de patronato de los jóvenes republicanos —esto es, la facultad de incidir
en nombramientos y asuntos eclesiásticos—,39 es probable que el aval del
señor gobernador haya perdido todo fundamento jurídico. Por lo tanto, el
trámite debió esperar hasta diciembre de 1817 y enero de 1818, fecha en la
cual recibió las últimas y definitivas aprobaciones.
En el intermedio, los vecinos congregados adelantaron otras gestiones. La iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria siguió funcionando, o
por lo menos así lo indican sus consecutivos bautismales, que no dejaron
de emitirse. Entre 1811 y 1817 fueron registrados, aproximadamente, 460
niños.40 Por primera vez, hubo un concurso de oposición para la administración eclesiástica de la iglesia. Resulta que, pese a la escasez crónica de
curas en Antioquia por la pobreza de las parroquias, Guarne era una de
las mejores opciones para oficiar el sacerdocio. Y las razones eran obvias.
Como dependían de la riqueza de su vecindario, el de Guarne ofrecía todas
las posibilidades económicas para una decente sustentación.41
El 11 de julio de 1814, una superior providencia decidió cambiar el
nombre de algunos poblados y colonias de Antioquia por topónimos griegos. La justificación era la siguiente:
39 Juan Pablo Restrepo, La Iglesia y el Estado en Colombia, tomo I (Bogotá: Biblioteca Banco Popular,
1987) 313.
40 APR, Bautismos, cuaderno primero, flos. 55v.-72v. y APG, Bautismos, Libro I, flos. 1-69r.
41 AAM, Popayán, expediente formado para la provisión del nuevo curato de Nuestra Señora de la
Candelaria de Guarne. Caja 4, carpeta 2, 19 flos.
155
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
Habiendo muchas colonias en la república cuyos nombres disonantes e ingratos han sido dictados por la barbarie o conservados del rústico y primitivo idioma de los antiguos indígenas
o puestos al capricho de los primeros pobladores sin elección
o discernimiento alguno, el gobierno deseoso de conservar la
denominación de algunas aldeas o lugares de la Grecia que al
mismo tiempo que participan de la dulzura de aquella lengua
culta, recuerdan la memoria de unos lugares que fueron la escuela del género humano en todos los ramos de la civilización
y el teatro del patriotismo y del valor decreta que en lo sucesivo
se llame la colonia de Abejorral Mesenia; la de Vahos, Larisa; la
de Guarne, Élida; la de Urrao, Olimpia; la de Canoas, Canope;
la de Titiribí, Pilos; y de la Angostura, Amiclas. En su consecuencia, se circulará el presente decreto a los cabildos de la
república para su publicación y cumplimiento y para que llegue
a noticia de todos […].”42
El decreto circuló y fue efectivo. El primer libro del archivo parroquial, con fecha de 1814, reza: “sitio y parroquia de Nuestra Señora de
la Candelaria de Élida”.43 Por su parte, don Manuel Henao figura como
vecino de Élida en las transacciones comerciales y fianzas otorgadas
ante escribanos de Medellín.44 Al parecer, el peso de la tradición eclipsó
la fuerza del decreto republicano, puesto que su antiguo nombre reapareció en los trámites civiles y religiosos en 1816.
La creación definitiva del curato en 1817 desató nuevos procesos
sociales, políticos y económicos, jalonados por el mismo vecindario y
estimulados por los cambios del nuevo ordenamiento jurídico nacional.
Así, el 10 de marzo de 1819, don Manuel Henao, a la cabeza de varios
vecinos, solicitó a la gobernación de Antioquia la provisión de un juez
poblador, que ayudara con la demarcación y el trazo de las calles, el
42 AHA, Independencia, tomo 830, doc. 13121, flo. 109r. El subrayado es del original.
43 APG, Bautismos, libro I, flo. 1r.
44 AHA, Escribanías, escribano Hilario Trujillo, 1815, flos. 80r.-81v.
156
Rodrigo Moreno Martìnez
emplazamiento adecuado de las residencias, la construcción de las casas,
el cuidado de la plaza, el embellecimiento de la iglesia y la definición de
las áreas susceptibles de expansión.45 En 1820, el cura párroco, Francisco
Antonio Suárez, y el ahora alcalde, don Manuel Henao, levantaron un nuevo padrón de almas, con el fin de mostrar el crecimiento demográfico experimentado en el sitio, tres años después de haber obtenido la autonomía
eclesiástica.46 Desde entonces, la estructura urbana y el gobierno político
del poblado cobraron nuevos rumbos, protagonizados esta vez por los descendientes de don Manuel y de don Eusebio. La cordialidad y el trabajo
mancomunado de ambos terminó en disputas jurídicas por el acceso a la
tierra y las visiones que uno y otro tenían sobre el ordenamiento espacial
del territorio. Al final de sus días, don Eusebio Martínez formó alianza
con don Agustín Henao, otro potentado vecino, con el fin de evitar los
presuntos abusos cometidos por don Manuel al momento de tirar y trazar
las calles del distrito parroquial de Guarne.47
El señor Martínez murió el 6 de marzo de 1832, a la edad aproximada de 59 años.48 Recibió la mejor sepultura eclesiástica y fue enterrado en
el cementerio viejo de la localidad. Su antiguo aliado, don Manuel, falleció
nueve años después. Aunque vivió, trabajó y gobernó toda una vida en el
distrito que ayudó a formar, en su testamento pidió sepultura en la ciudad
de Rionegro, donde era miembro activo de la cofradía de San Francisco.49
Quienes leen todo su juicio de sucesión, desde el testamento hasta la liquidación del caudal de bienes y acreencias, quedan perplejos por la inmensa
fortuna acumulada en el Guarne de la primera mitad del siglo XIX.
45
46
47
48
49
AHA, Independencia, tomo 873, doc. 13652, flos. 59r.-60r.
AHR, Gobierno, tomo 171, flos. 241r.-295r.
AHA, Documentos generales, doc. 14333, flos. 291r. y ss.
APG, Entierros, libro II, flo. 9r.
AHR, Mortuorias, tomo 171, flo. 165r.
157
El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
Notal final
El siglo XIX trajo variaciones en el ordenamiento político y administrativo del territorio. La legislación nacional respetó y usó la división eclesiástica de los curatos para administrar las pequeñas unidades rurales nucleadas en torno a una iglesia.50 Con el paso del tiempo, recibieron el nombre
de distritos parroquiales o simplemente distritos. Después de la Regeneración de 1886, recibirán en propiedad y hasta el sol de hoy el título de
municipios. El primer gobierno republicano conglomeró estos pequeños
territorios en unidades mayores conocidas como cantones, departamentos
o prefecturas, denominaciones establecidas según la época. Cada cantón
tenía su jefe político y cada distrito su alcalde. La elección del segundo
la hacía el primero, previo conocimiento de una terna de candidatos enviada por los vecinos prestantes de cada localidad. El distrito de Guarne
perteneció inicialmente al cantón de Rionegro. Luego, en la década de
1850, pasó a formar parte del Departamento del Centro, con sede en Medellín. Durante la época federal, 1863-1886, transitó de la Prefectura del
Centro a la de Oriente, cuya capital era Marinilla. Y el resto del siglo fue
un municipio más de la prefectura de Medellín. Tras haber desaparecido
las prefecturas en la década de 1910, el municipio de Guarne estableció
relaciones directas con la Gobernación, supremo ente regulador de los
municipios antioqueños en las primeras décadas del siglo XX.
50 “Ley orgánica del 8 de octubre de 1821, sobre organización y régimen político de los departamentos,
provincias y cantones en que se divide la república”. Codificación nacional de todas las leyes de Colombia
desde el año de 1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912, tomo I (Bogotá: Imprenta Nacional, 1824)
97-104 y “Ley orgánica del 11 de marzo de 1825, sobre organización y régimen político y económico de
los departamentos y provincias”. Codificación nacional de todas las leyes de Colombia desde el año de
1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912, tomo I (Bogotá: Imprenta Nacional, 1824) 17-34.
158
Rodrigo Moreno Martìnez
BIBLIOGRAFÍA
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Popayán
Archivo General de la Nación (AGN)
Sección Mapas y Planos
Archivo Histórico de Antioquia (AHA)
Censos y Estadísticas
Eclesiásticos
Escribanías
Documentos generales
Fundaciones
Independencia
Archivo Histórico de Rionegro (AHR)
Gobierno
Mortuorias
Archivo Parroquial de Guarne (APG)
Bautismos
Entierros
Archivo Parroquial del Rionegro (APR)
Bautismos
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El Curato de nuestra señora de la candelaria, Guarne, 1811-1820
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1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912. Tomos I y II. Bogotá:
Imprenta Nacional, 1824.
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161
San Rafael por los caminos del oro y del agua
SAN RAFAEL POR LOS CAMI- SAN RAFAEL ALONG THE GOLD
NOS DEL ORO Y DEL AGUA-1
AND WATER ROADS
RESUMEN
San Rafael surge en 1863 de un asentamiento minero que fue adquiriendo
vocación de poblado. Su primer impulso productivo en torno al oro, le
alcanzó para erigirse en distrito en
1871. Pero se afianza con el vínculo
que los nuevos pobladores construyen
con la tierra para obtener un sustento
menos azaroso que el de la mina. Y
es, justamente, un laborioso sacerdote agricultor, el que se empeña en liderar el traslado de su cabecera cuyo
acto, podríamos decir, de refundación
tiene lugar el 5 de agosto de 1905. Su
desarrollo va unido a la agricultura y
la minería con fluctuantes periodos de
auge y declive. Desde los años sesenta, fue perfilándose como centro de
generación hidroeléctrica, un proceso
que significó sustanciales cambios en
la misma configuración poblacional
y, sobre todo, en la relación de los
sanrafaelitas con su territorio, dentro
del cual también influyó el conflicto
armado.
Palabras clave: San Rafael, Municipio, fundación, minería, conflicto
armados.
SUMMARY
San Rafael arose in 1863 from a mining settlement that gradually acquired
the vocation of a town. Its first productive impulse around gold was enough
to become a district in 1871. But it was
strengthened by the bond that the new
settlers built with the land to obtain a
less hazardous livelihood than that of the
mine. And it is, precisely, a hard-working farmer priest, who is determined to
lead the transfer of its headwaters whose
act, we could say, of re-foundation takes
place on August 5, 1905. Its development
is linked to agriculture and mining with
fluctuating periods of boom and decline.
Since the 1960s, it has been emerging as
a center of hydroelectric power generation, a process that has meant substantial
changes in the configuration of the population and, above all, in the relationship
of the people of San Rafael with their
territory, which was also influenced by
the armed conflict.
Key words: San Rafael, Municipality,
foundation, mining, armed conflict.
1-Este escrito retoma apartados del texto Memoria Cultural del municipio de San Rafael elaborado en
el año 2005 dirigido por Juan Alberto Gómez Duque, mediante convenio con la administración
municipal, el cual es un document inédito
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
Luz Estella Quintero Gallo es Tecnóloga en Procedimientos Judiciales y diplomada en Gerencia y Liderazgo de EAFIT. Cultora, fue Directora de la Casa
de la Cultura y de la Biblioteca Pública. Miembro
LUZ ESTELLA fundadora del Centro de Historia Belisario Giraldo
QUINTERO Morales.
GALLO
ESTEBAN GÓ- Esteban Gómez Velásquez Abogado. Secretario GeMEZ VELAS- neral y de Gobierno. Cultor e integrante del Centro
QUEZ de Historia Belisario Giraldo Morales
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San Rafael por los caminos del oro y del agua
SAN RAFAEL, POR LOS CAMINOS DEL ORO Y DEL AGUA
Conquistar y colonizar por el oro
El resplandor dorado del oro que enardecía las cabezas españolas llevó
a Francisco de Ospina a recorrer las mismas zonas de Francisco Núñez
Pedroso en el año de 1560. Fundó a orillas del río Guatapé, en el valle del
Corpus Chirsti la ciudad de Remedios como centro para la explotación
del oro y sometimiento de los indígeneas. Cabe detenerse un poco sobre
esta fundación para hacerse una idea de la fragilidad y movilidad de estos
hombres aventureros. Esta ciudad de conquista que parece se dio en el
territorio actual de San Rafael fue trasladada cuatro veces, a las inmediaciones de San Carlos en 1567; a la zona del actual Yolombó en 1569; en
1588 a Cancán, también cerca de Yolombó; y, finalmente, al valle de San
Bartolomé en 1594. “Mudanzas y desasosiegos” denominó la historiadora Yirla Marisol Acosta Franco a la movilidad que caracterizó este tipo
de comportamientos al explorar el tema de las “Ciudades Móviles” de los
años 1509 a 1611 en el Occidente del Nuevo Reino de Granada (Acosta
Franco: 2015). Al margen de ello, la búsqueda de oro de tan temprano
tiempo puede tomarse como una premonición de la historia de este pueblo propiciado por ella, por la llamada “Fiebre del oro”.
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
Mazamorrero en el rio Arenal. La movilidad en busca del oro y a su explotación y comercio
han contribuido por siglos a formar el carácter andariego del minero antioqueño. San Rafael
no fue la excepción y puede decirse que desde la conquista recibió la visita a veces esporádica, otras veces constante, de personas en busca del preciado metal que se encontraba en sus
numerosos ríos y quebradas.
Uno de las razones que atrasó la presencia del deseo de adquirir el mineral precioso en los selváticos territorios de San Rafael fue la trayectoria que siguió la minería colonial antioqueña. Partió de la conquista
y se expandió en parte occidental de territorio en torno a Buriticá y los
placeres del rio Cauca, después el auge de Zaragoza, Remedios y Guamocó en el nordeste, luego el altiplano de Santa Rosa al norte y llegó
al oriente en una etapa posterior, cuando se inició la ruptura de su difícil acceso y establecimiento en una naturaleza rica en ríos y quebradas
promisorias, pero a su vez en medio de montañas selváticas temibles
por su condición inhóspita. En este contexto hubo una colonización
lenta en una tierra que en mucha parte de los siglos coloniales no llegó
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San Rafael por los caminos del oro y del agua
a pertenecer a la provincia. Sucedió a mediados del siglo XVIII dentro
del sitio de San José de la Marinilla y su amplia cobertura espacial que
se extendía al oriente hasta el rio Magdalena.
En este territorio nacieron primero los asentamientos destinados a ser
nuevos poblados: Vaos, San Carlos del Priego y Canoas. Estos lugares
marcaron una trayectoria larga antes del primer denuncio de minas en
áreas de San Rafael. Este data del año de 1771, o sea algo así como cerca
de 80 años después de establecerse. Ventura de Arbeláez fue el nombre
del personaje denunciante, un influyente vecino de Rionegro. Tierra y
oro fue su ambición y le fue factible cumplir su deseo, así fuese una distante montaña aun sin abrirse.1
Al entrar el siglo XIX la conexión de economía antioqueña con el mundo
exterior se intensificó notoriamente y los caminos de Juntas y posteriormente Islitas fue cada vez más vital. En este contexto, la circulación de
mercancías importadas y pagadas a través de la exportación del oro que
proporcionó la minería se canalizó por esta vía y ella atravesó el territorio
de San Rafael. Ya en 1825 se mencionan parajes intermedios de la ruta,
tales como los de Media Cuesta, Falditas y el Alto del Páramo. Recuas de
mulas, y cargadores, viajeros hombres y mujeres con bultos a sus espaldas cruzaron por allí (Gosselman: Pero el flujo no fue insuficiente para
prontamente justificar el nacimiento de un poblado en estos predios, más
sí algún tambo en donde se pernoctara y no tenerse que dormir a campo
abierto. Sólo el trasegar del camino parece fue la utilidad esencial de
este territorio y la minería aun no estuvo presente por décadas ante estar
1 Su actitud se asemeja a la de los lejanos conquistadores del siglo XVI deseosos de poseer para sí
la riqueza en potencias de los lugares vírgenes.
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
la atención de su dinamismo enfocada en otra dirección., por lo menos
así parece transcurrieron las décadas de la primera mitad de siglo XIX,
hasta que explayara más en la segunda mitad.
Nace un caserío
El avance de la minería del siglo XIX incluyó, con marcada desigualdad en los resultados, a todos los pueblos de Antioquia. La exploración
general de ríos y quebradas fue un ir y venir prolongado de buscadores
del oro y allí donde se halló abundante en determinado lugar despoblado fue un referente de atracción de otros mineros. A esta situación
corresponde la forma como don Belisario Giraldo Morales describió el
despuntar de su pueblo: “A finales de 1863 o principios del 64, un grupo de mineros encabezados por el señor Cemente Escudero descubrió
una mina de oro cerca d elos arroyuelos El Tachuelo y La Veta (…)
he aquí la partida de nacimiento de un pueblo (…) sencillo origen en
dorada cuna (Giraldo Morales: 1980, 21).
Efectivamente primero entro en acción “el olfato minero” (expresión
de Giraldo morales) y luego el interés del otros que acudieron en busca
de igual suerte que catearon en las aguas de los ríos Guatapé, Arenal y
Bizcocho y las quebradas que los alimentaban. Los primeros llegados
en 1863 venían de Santa Rosa, un norte antioqueño de activa producción aurífera pero que, tal vez, las condiciones no les fueron propicias
y aventuraron en otras tierras vírgenes en exploración y ellas fueron
las el futuro San Rafael. El lugar de su asentamiento fue el paraje El
Sueldo y los nombres de esos pioneros de los que no se sabe más que
ello fueron el que los dirigió Claudio Roldán Yepes y sus compañeros
Clemente Escudero, Bonifacio Mesa, Tomás Viana y los hermanos Je167
San Rafael por los caminos del oro y del agua
sús, Evaristo y Agustín Mira (Zapata Cuencar: 1978, 246).
Cuando 20 años después Manuel Uribe Ángel escribió su Geografía
registró el hecho anterior con esta anotación: “Poco después del año
1864, y á consecuencia de haberse descubierto ricas minas de oro (…)
se construyó en el paraje denominado el Sueldo, una especie de Bodega
para asilar a mineros de profesión que concurrían a esa parte, de algunos
pueblos del norte del Estado (Uribe Ángel: 1985, 314).” Esa especie de
bodega que menciona insinúa que además de surgir un caserío minero,
el asentamiento almacenaba productos, tal como si asumiera un doble
papel minero y comercial para los que viajaban en la ruta procedente del
Puerto de Nare hacia el centro de Antioquia.
Otro rasgo que caracterizó de momento inicial del poblado fue la presencia de influencias que provenían de lugares aledaños: San Carlos, El
Peñol, Guatapé y Marinilla.Ya desde 1769 el cura párroco de ésta última localidad, Fabián Sebastián Jiménez, y el señor Alejandro Velásquez
tenían cuadrillas de trabajadores buscando minas por el río Bizcocho y
San Lorenzo y Existen registros de doce minas denunciadas antes de la
llegada de los expedicionarios santarrosanos. Las circunstancias se los
descubrimientos en el suelo de San Rafael no fueron tan fugases porque
trascendió la fama bajo la lógica de si unos encontraron oro por allí nosotros también podremos hallarlo en las proximidades. En estos términos el
gobierno no tardó en apreciar que en el caserio necesitaba una Inspección
de Policía para velar por el orden público y la creo incorporada al distrito
parroquia de Guatapé. Sí hubo in Inspector para que impusiera orden en
un conjunto de mineros contrapuestos por ejercer el predominio, una
situación muy lógica en las circunstancias del despuntar aurífero prome168
Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
tedor. No sólo ello hubo, “Como acto de comunidad, de manifestación
de civilidad, de expresión de sentimiento, fue, después de localizadas
las minas, levantar capilla (Giraldo Moráles, 33).”
Vida municipal
Con la ley 199 del 18 de octubre de 1871 el Estado de Antioquia reordenó su territorio y al hacerlo creó nuevos distritos, entre ellos transformó
a la “fracción” del Sueldo en nuevo y lo llamó San Rafael. Que este
tipo ascenso de categoría ocurriera se debió al reconocimiento gubernamental de su dinamismo y fue además una especie de actualización
de las demandas locales de los poblados a la Legislatura para que admitieran sus aspiraciones. Aun así, todo dependió de una productividad
minera de cual no se conocen sus detalles, pero al parecer no duró o tal
vez las utilidades se quedaban en manos de las sociedades de mineros
Roldán y Duque y Rúa y Moreno. Un indicio de la situación fue un decreto del 22 de junio de 1870; suprimió una escuela pública que hacía
poco fue establecida por considerar demasiado reducido el número de
habitantes, “siendo además todos pobres”. Esto ocurría un año y medio
antes de ser declarado Distrito y es una paradoja difícil de entender. 2
Como a todo poblado lo rigió el Estado y la Iglesia y sus influjos se
dieron en dos niveles el ocal y el provincial, aquel para disponer la categoría del lugar, el territorio y el nombramiento de representantes allí
y éste para intervenir directamente en la cotidianidad local. Pues bien,
2 El logro de ser un Distrito para un nuevo lugar era un respaldo del gobierno a un proceso de
colonización próspero. Décadas atrás la gestión era ardua y costosa por sus trámites ante la Iglesia
y la gobernación. Para la década de 1870 las cosas habían variado y en San Rafael fue suficiente
la “influencia del Sr. Eduardo Espinosa” y un memorial de los habitantes “en la Bodega” (Uribe
Ángel, 315).
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San Rafael por los caminos del oro y del agua
en esos inicios del poblado aconteció que para efectos eclesiásticos San
Rafael siguió perteneciendo a la parroquia de Guatapé a la que se anexó
en 1870, luego de que los habitantes del caserío extendieron una solicitud
expresando los inconvenientes de la distancia y lo malo del camino para
pertenecer a la lejana parroquia de Canoas, corregimiento de San Carlos.
Facsímil de la ley 199, que crea el distrito de San Rafael
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
Sí la inestabilidad en los asuntos anteriores, la categoría política y
eclesiástica del poblado, afectó a San Rafael naciente, ellos no fueron
los únicos. Desde el mismo 2 de enero del año de 1872 se pensó en
el traslado del caserío. Ocurrió cuando un grupo de ciudadanos de El
Peñol envió al Presidente del Estado de Antioquia una solicitud para
que ordenara el cambio de lugar porque el sitio que ocupaba presentaba
“muchos y graves inconvenientes”, tales como la falta de espacio para
edificar. El gobierno rechazó la petición y ratificó la ubicación de la
cabecera, con un decreto que en su artículo único sentenciaba: “la cabecera del distrito de San Rafael será en el que actualmente se encuentra
el caserío de El Sueldo” (Zapata Cuencar, 246).
No se sabe exactamente si para el año 1878 el auge minero había decaído pero se presentó el riesgo de que la Legislatura despojara al lugar de
su status de Distrito y San Rafael retornara a ser una “fracción” de Guatape. Varios vecinos se movilizaron y solicitaron que no se eliminara,
pues de por medio existió una extraña solicitud de otros habitantes.
Según parece, se había ocurrido una especie de conspiración de unas
pocas personas incitadas por el Corregidoror y vecinos importantes de
Guatapé. La reacción de los sanrafaelitas produjo con enérgicas protestas, ponderando las riquezas minerales del poblado y comparando
sus importantes rentas con las del rival Guatapé. Llegaron al punto de
sostener que “este pueblo (San Rafael) en su reciente creación fue tiranizado por aquél (Guatapé). Logró su independencia, no quiere volver
a ser su esclavo Gómez Duque, 2005)”.
La rivalidad entre los dos pueblos venía desde la creación del distrito
de San Rafael, pese a que muchos guatapenses se radicaban en él, o
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San Rafael por los caminos del oro y del agua
quizá justamente por eso: consideraron a su nuevo pueblo como su patria
chica y esto puedo producir resentimientos. En este punto cabe resaltar
del documento la afirmación en el sentido de que “la mala política y gobierno que ha habido en Guatapé ha hecho que hasta sus vecinos se estén
trasladando y avecinando aquí (Gómez Duque, 2005)”.
El sacerdote agricultor que sembró un pueblo.
El poblamiento en La Cuchilla nunca logró echar raíces firmes al mantener el aire de ranchería transitoria para extraer oro pese a que existían
algunas construcciones de tapia. Según Zapata Cuencar estaba ubicado
en una topografía inapropiada para que creciera el poblado y presentaba
dificultad con la obtención del agua. Su razón de ser era la minería y no
la agricultura y la primera no prosperaba, condición indispensable para
que llegaran allí más pobladores. Una carta del año 1872 solicitando
el traslado demuestra que los pobladores no estaban conformes con su
ubicación. Aun así, pasó el tiempo y nada cambió, allí continuaba residiendo los de personas, lo único que varió ocurre en el año 1887 cuando
la Iglesia consideró pertinente crear la parroquia y así lo decretó, más
hubo demora para que el primer Cura Párroco se radicase; el padre José
de Jesús Correa Jaramillo llegó a La Cuchilla el 6 de noviembre de 1894.
Con su investidura sacerdotal y su tenacidad de labrador, reúne las condiciones para emprender el traslado definitivo de la población.3 Rápidamente inicia las gestiones y el 5 de agosto de 1897 da el primer golpe de
hacha en el valle, sitio ubicado a un kilómetro de la cabecera. Durante
3 Se desconoce cuál fue el papel que cumplió el funcionario que estuvo al frente del gobierno de la
localidad y a los demás habitantes en el traslado del pueblo. La tradición y Heriberto Zapata Cuencar
atribuyen el protagonismo al padre Correa.
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
ocho años trabaja hombro a hombro con sus feligreses derribando monte. Convoca a la gente en convites y se entregan a una labor colectiva
y contrata ingenieros prácticos como Isidro Cardona para trazar las calles, fija la ubicación del templo y de la plaza en cuyo centro deja crecer
un árbol que todavía es uno de los emblemas del municipio: el Cabuyo.
En esencia, movilizó al pueblo y fundó a San Rafael; porque así lo
consideran los sanrafaelitas: su fundador.
El cinco de agosto de 1905 aconteció el traslado de la población una
vez terminada la guerra de Los Mil Días. Por entonces el vecindario
era poco, lo indica las elecciones para consejeros municipales del año
1903. San Rafael registró sólo 1.156 habitantes y en ellos el predominio de 210 votos conservadores contra 44 liberales. La filiación partidista conservadora ha prevalecido tradicionalmente en San Rafael.
Construcción del Templo a principios del siglo xx
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San Rafael por los caminos del oro y del agua
Minería y agricultura.
En la primera mitad del siglo XX en San Rafael surgieron importantes
empresas de explotación de oro de veta que movilizan personal y maquinaria pesada. Los mineros ingleses Henry Jencks y Walter Bowen, por
ejemplo, acondicionaron un molino de pisones californiano en la vereda
“Las Camelias”, donde se alcanza a formar un caserío. San Rafael vive
una relativa prosperidad minera y agrícola, evidenciado en sus numerosas construcciones en tapia y las inversiones en obras públicas. Incubó
una vida parroquial y familiar sin mayores sobresaltos, salvo algunos
brotes de violencia partidista en los años cincuenta. El templo que construyó la población entre convite y convite hecho fuertes raíces al igual
que la autoridad civil.
Aspecto del mercado en el parque principal
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Hoy día aunque sigue predominando el trabajo de extracción del oro
por parte de mazamorreros, especialmente el de oro corrido en los cauces de quebradas y ríos, la agricultura predomina en la vida de los sanrafaelitas. La producción se basa en el maíz, la panela, el fríjol, la yuca
y el plátano. Con el tiempo a cobrando fuerza el café, además de crecer
la producción de huevos. Se establece un comercio activo por medio
de los caminos hacia Caracolí, San Roque y Jordán por el oriente y el
nororiente y con los pueblos del altiplano y Medellín por el occidente.
El asunto de los límites
En cuestión de límites de San Rafael, hasta 1913 no se definió de manera más o menos clara.
Después de la creación del municipio de Alejandría a principios del
siglo XX, formado con una tercera parte a San Rafael, los santafaeleños
empeñaron en resolver, de una vez por todas, la situación incómoda de
los límites. El municipio de San Carlos llegaba hasta el otro lado del
río Guatapé, prácticamente hasta las calles de la cabecera. Mediante
una carta enviada al presidente Rafael Reyes en 1907, los habitantes de
San Rafael pedían la segregación de una fracción del municipio de San
Carlos. La controversia se extendió durante 5 años y llenó ciento tres
folios en un espiral de argumentos y defensas. Intervinieron peritos y
hasta el ingeniero Críspulo Rojas dibujó un mapa para ayudar a dirimir
el litigio.
Finalmente el 23 de abril de 1913 la asamblea expidió la ordenanza que
resolvía la disputa en favor de San Rafael sobre los siguientes términos:
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San Rafael por los caminos del oro y del agua
“…Art único: los límites entre San Rafael y San Carlos son los
siguientes: de los encuentros de La Dorada y el río Nare; Dorada
arriba, hasta su nacimiento; de aquí línea recta al Alto de La Dorada, en la cuchilla divisoria de las aguas del río Chico y Llanadas;
por esta cuchilla sobre la derecha, a buscar el camino que viene de
San Rafael; por todo el camino, al lado de La Mulata; de aquí sobre
la izquierda, siguiendo por la cordillera que separa las aguas que
van al (río) Guatapé, hasta el Alto del Cerro; de aquí siguiendo la
cuchilla llamada El Hacha, a caer al río Guatapé; este arriba hasta
donde le cae una cuchilla que separa las aguas de El Cardal y el río
Guatapé, primero, y después las de El Cardal y la quebrada Playas;
por dicha cuchilla hasta la cordillera que separa las aguas del río
Coco de las que van al Guatapé; siguiendo dicha cuchilla o cordillera, hasta enfrente de los nacimientos del riachuelo Chiquito; este
abajo, hasta el desemboque de la quebrada La Rápida; esta arriba
hasta su nacimiento; de aquí a buscar la cordillera del Páramo, límite con Granada (Giraldo Morales, 1980)”.
En el proceso de los límites jugó un papel central el señor Raimundo
Hernández quien lideró la causa de San Rafael con inteligencia y conocimiento.
Una nueva etapa: los embalses y las centrales hidroeléctricas
La irrupción de megaproyectos hidroeléctricos en el Oriente Antioqueño
provocó cambios en todos los órdenes. Para San Rafael significó una
sacudida inevitable por la magnitud de los trabajos que se desarrollaron
en su territorio. Desde 1964 se intensificaron las obras de los embalses.
Compañías constructoras extranjeras así como ingenieros y obreros nacionales desbordaron la capacidad de asimilación del pueblo ante el nuevo horizonte que se abría. La compra por parte de Empresas Públicas de
Medellín y de Interconexión Eléctrica S.A. de, aproximadamente, seis
mil hectáreas de tierra como áreas inundables y de protección, suscitaron
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
un movimiento de población sin precedentes. Muchos propietarios de
predios rurales vendieron y se fueron para el pueblo o para la ciudad
de Medellín, otros tantos se vincularon a las compañías. El dinero y
el empleo ocasionaron el crecimiento acelerado de la población, principalmente en el casco urbano. Se estima que la población se duplicó
entre esos primeros años de los sesenta hasta mediados de los ochenta
pasando de 10 mil a 20 mil habitantes a una tasa de crecimiento en la
cabecera (1964 -1985) del 8,53% anual.
En los años 70 y 80 la incidencia de varias fuerzas políticas y armadas
en el país encontraron un escenario propicio en San Rafael. Los partidos de izquierda nacidos de la insatisfacción por la situación del país,
especialmente después de las elecciones de 1970 y la consideración de
la lucha armada como una alternativa, encontraron eco en el Oriente
Antioqueño durante tan convulsa época. Se organizaron movimientos
populares que exigían un compromiso más directo de Empresas Públicas de Medellín e ISA en las soluciones al impacto generado por
las construcciones de las hidroelécricas. Se efectuaron movilizaciones,
paros y marchas para solicitar obras públicas, discusión del tema de los
servicios públicos, indemnización y vinculación de personal de la zona
a las empresas.
Con la paulatina terminación de las obras después de 1985, la situación
se tornó más tensa porque San Rafael ofrecía un panorama distinto.
La fisonomía del territorio y, sobre todo, la relación de la gente con el
mismo se alteraron sustancialmente. Las luchas de intereses se agudizaron en julio de 1987 con la inundación de un sector del área urbana
provocada por el aumento del caudal del río, que la gente atribuyó al
177
San Rafael por los caminos del oro y del agua
vertimiento de aguas del embalse.
En el río Guatapé, que recorre el pueblo de occidente a oriente, los sanrafaelitas comenzaron a simbolizar la dimensión de su cambio. Y a tratar
de apropiarse de un paisaje nuevo con todas las pérdidas y ganancias que
esto les generó. La vocación agrícola y minera de muchos, pasó a ser
asalariada durante las obras. Hubo dinero y trabajo. San Rafael vivió una
especie de marea temporal que dejó sus huellas en todos los campos y
que le ofrecía otro panorama de saldos diferentes.
Después de la agitación San Rafael ha venido elaborando su duelo por lo
que perdió pero apropiándose de sus nuevas posibilidades y capitalizando sus ganancias. La nueva generación de sus habitantes que ha crecido
con las hidroelécricas no ha perdido el carácter abierto de las anteriores
y aporta su mirada fresca al paisaje. El pueblo siguió soportando años
difíciles de violencia en la década de los noventa en la misma medida en
que también los soporta un país y una región en conflicto.
Trascurrido el umbral del milenio, San Rafael viene recuperando su vocación agrícola y se esfuerza por restaurar su identidad. Mantiene símbolos
de su historia entre los que se cuentan los ríos y el templo; y aprovecha
los emblemas nuevos como sus embalses y su popular título de Capital
Hidroenergética de Colombia. Ha gestado, en una especie de proceso
arduo de ensayo-error, una vocación turística sobre dos de sus principales capitales naturales: sus ríos y el carácter abierto y acogedor de sus
habitantes. Estos últimos valores constituyen una especie de metáfora
de lo que fue la visión que se les presentó a los muchos exploradores que
trasegaron este territorio en busca de oro mirando desde el Alto de Gua178
Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
caica: el llamado Abra de Oriente. El Abra, un trazo geográfico al que
se le define como “la abertura despejada y ancha entre dos montañas”.
De modo que esa misma característica de acogedora expansión, podría
reseñarse como la más prominente de la querida tierra los sanrafaelitas,
de aquellos como don Belisario su cronista comparten su expresión
siguiente: “Ah bueno que es saber hartas cosas del pueblito¡ (Giraldo
Morales, 11).”
Su futuro ¿en el turismo?
Balneario la Cazuela
179
San Rafael por los caminos del oro y del agua
Hoy, después del “extraño” periplo que ha vivido esta tierra de historia y
promisión, con la certidumbre de que las mismas plantas generadoras de
energía, llegaran al final de vida útil, este territorio tiene su esperanza de
desarrollo cifrada en el turismo. Sin duda alguna, en vista de sus exuberantes paisajes, de sus aguas privilegiadas, es la fortaleza más grande que
poseemos, para continuar la marcha. Nos falta mucho para aprender a
vivir de este renglón del turismo, pero en ese camino estamos, y así como
hasta ahora lo hemos hecho, saldremos adelante.
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Luz Estella Quintero Gallo y Esteban Gómez Velásquez
BIBLIOGRAFIA
Acosta Franco (2015) Mudanzas y desasosiegos de los cristianos: Ciudades Móviles del Occidente del Nuevo Reino de Granada, 1509-1611.
Medellín: IDEA.
Giraldo Morales, B. (1980). Apuntes para la historia de San Rafael.
Bogotá: MULTI-CELAM.
Gómez Duque J.A. (2005). Memoria Cultural de Municipio de San Rafael. Compendio inédito.
Gosselman, C. A. (1981) .Viaje por Colombia 1825 y 1826. Bogotá:
Banco de la República.
Uribe Ángel, M. (1985). Geografía General del Estado de Antioquia en
Colombia. Medellín: Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia.
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PERSONAJE
INVITADO
LUIS FERNANDO MUNERA LÒPEZ
182
Juan Guillermo Toro M.
LUIS FERNANDO MÚNERA LÓPEZ
Juan Guillermo Toro M.
Centro de Historia de la ciudad de Antioquia
[email protected]
“Ingeniero civil nacido en Medellín. Egresado de la Facultad de Minas de
la Universidad Nacional de Colombia, Master of Science en Sistemas de
Recursos Hidráulicos de Colorado State University” dice de nuestro entrevistado, actual vicepresidente de la Academia Antioqueña de Historia,
don Luis Fernando Múnera López, el libro Momentos, publicado por esa
entidad hace pocos años.
Como todas las notas biográficas, la que citamos se queda corta. Nos cuenta en detalle de la formación y de la experiencia profesional del reseñado,
pero poco del ser humano, de cómo llegó a dónde está, de qué piensa, de
quién es.
Luis Fernando Múnera López es un ser humano jovial, cercano con quienes le rodean, “un tipo sin pretensiones”, siempre dispuesto a servir y pleno de ideas para hacer de la Academia Antioqueña de Historia (en adelante
AAH) una institución cada vez más al servicio de la cultura antioqueña.
Nos tomamos un rato para conversar con él sobre sus experiencias como
académico y como persona.
Aquí registramos sus ideas sobre diferentes temas, pero con un hilo conductor claro: la historia
.
183
Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez
MEMORIA LOCAL (ML): Quiero comenzar con un tema que es de
tu mayor interés y que probablemente algunos piensen que no tiene
que ver con historia. Me refiero a Empresas Públicas de Medellín. Yo
sé que trabajaste allá mucho tiempo y en los últimos días te hemos visto defender con bastante convicción. ¿Cuál es la importancia de EPM
para la historia de la industria antioqueña y cómo ves su futuro?
LUIS FERNANDO MÚNERA (LFM). En dos palabras, Empresas Públicas de Medellín nació en 1955, pero tuvo una abuela, una mamá y
una bisabuela, hasta que nació. La bisabuela es que a finales del siglo
xix se crearon una empresa de acueducto, una empresa de energía y una
de teléfonos en Medellín. Luego, en el año 20 se juntaron en una sola
para darle más fuerza porque la ciudad empezaba ya empezaba a crecer
rápido y necesitaba servicios públicos de mucha eficiencia, especialmente la industria. Entonces, en 1920 hubo una primera empresa municipal de servicios públicos que consiguió presupuesto de dos millones
de dólares, cuando el presupuesto de era de 1´200.000 pesos y el del
municipio de 700.000 pesos. Es decir, EPM tenía un presupuesto que
era tres veces más grande que el del municipio y dos veces más grande
que el del departamento y se dedicó a fortalecer el acueducto de Medellín y a la generación eléctrica. Esa generación eléctrica fue la que hizo
que en las décadas del 20 y del 30 despegara la industria.
ML: ¿Y cómo ves el futuro de EPM?
LFM: Medellín y Antioquia necesitan a EPM para siempre. Pero, a
pesar de ser una empresa con fortalezas es una empresa frágil. Si siguen haciendo lo que le están haciendo, golpeándole su rigor jurídico,
golpeándole su rigor financiero, golpeándole su rigor administrativo y,
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Juan Guillermo Toro M.
sobre todo, golpeándola en la idoneidad de la gente que la dirige, puede
fracasar como fracasaron las empresas públicas de Cali, la de Bogotá y
de Barranquilla. La de Barranquilla nació antes que EPM y era modelo
en el país y se hundió. Igual la de Cali, que hoy está intervenida por
la Superintendencia. EPM, Dios no lo quiera, puede sufrir un colapso
parecido.
ML: Esperemos que vos y otros sigan defendiendo ese patrimonio de
Antioquia…
LFM: Esa defensa le corresponde a toda la ciudad.
ML: Dejemos el tema ahí. Cuando uno mira tu perfil profesional, tu
historia de vida, se encuentra con que eres un ingeniero con maestría
en el exterior en temas de ingeniería muy específicos en hidráulica
y en docencia universitaria también en esos temas, uno podría sorprenderse con alguien tan apasionado en temas históricos que se nota
que lo disfrutas bastante. ¿Cómo nació ese interés por el estudio de la
historia? ¿Hubo alguna influencia especial?
LFM: Sí, siéntate firme para que no te caigas. La influencia fue la facultad de minas. La semilla del interés por la historia como instrumento
para entender la realidad del país me la sembró la facultad de minas. Yo
estudié allí entre 1970 y 1975, me gradué en el 76 y acababa de salir la
facultad de la década de los sesentas que fue una década de mucha revisión de la visión de la sociedad y la facultad de minas, desde esa década,
comenzó a incluir formación humanística en la formación técnica de los
ingenieros. Cuando yo empecé en la década de los setentas, la carrera
duraba diez semestres y en cada uno había una asignatura humanística.
185
Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez
De las cuales cuatro eran de historia: había Historia Universal I y II,
Historia de las doctrinas políticoeconómicas e Historia socioeconómica de Colombia. Yo ya venía del colegio más o menos con una buena
formación en historia universal pero la historia de las ideologías políticoeconómicas fueron novedosos para mí. Pero cuando me dieron Historia socioeconómica de Colombia, por Dios, entendí que la realidad
de Colombia hoy en la parte económica, social, cultural, política, viene
desde la colonia, viene desde los españoles, en un desarrollo muy claro
que nos ha traído a lo que hoy somos. Ese curso lo montó y lo dictaba
Álvaro Tirado Mejía, el gran historiador. El texto guía era su tesis de
grado como abogado: “Introducción a la historia económica de Colombia”. Él tomó el curso hasta el año en que yo ingresé, de modo que no
me tocó con él. El año pasado lo conocí personalmente y le conté que
él había sido, sin darse cuenta, el culpable de mi desarrollo personal
y le saqué una sonrisa. También nos daban cursos de problemas del
desarrollo, del probemas socioeconómicos, de economía política. Diez
cursos que me abrieron la visión de que las humanidades, sobre todo
la historia, eran fundamentales en la formación de un profesional para
entender el medio en el que se iba a desempeñar y desde eso viene mi
interés por la historia.
ML: Evidentemente, ahí hubo una gran oportunidad para interesarte
por la historia. Quizá en tu caso había ya algo que te hizo hacer ese
clic que te condujeron al interés por ese tipo de materias.
LFM: Toda mi educación fue con los padres benedictinos. Para ellos
la visión humanística de la vida era importante, esos años también me
dejaron huella, pero fue la facultad de minas la que me disparó ese chip.
186
Juan Guillermo Toro M.
ML: Leímos tu nombre por primera vez hace unos diez años, cuando
encontramos en la internet el libro Fidel Cano, su vida, su obra y su
tiempo. Supimos entonces que eras su bisnieto. Me imagino que decidiste escribir ese libro, entre otras razones, por la admiración que
sentías por ese gran hombre. ¿Hubo algunas otras razones?
LFM: Un compromiso con mi abuela materna, hija de Fidel Cano. Ella
vivió hasta los 102 años; murió, completamente lúcida, cuando yo tenía
36 años. Desde niño, conversar con mi abuela era una delicia, era una
mujer de gran sencillez y sabiduría, muchas veces sacaba ejemplos de
la vida de su padre. Yo iba guardando eso en mi memoria, pero nunca
se me ocurrió escribirlo. Afortunadamente, un primo sí lo hizo y dejó
una crónicas escritas de mi abuela que me sirvieron. Un día le dije que
me estaba hablando de su papá hacía tiempo, cuéntame con quién tenía
ese conflicto político en El Espectador. Me respondió: yo no me acuerdo, mijo, lo que sí sé es que mi papá era un hombre muy bueno y el
otro señor era muy malo. Le dije que algún día tenemos que sentarnos
a escribir la historia de tu papá. El asunto es que ella murió sin hacerlo.
Pensé que tenía que saldar esa deuda. Una noche de vela, decidí escribir
las historias de mi abuela, como cartas para mis hijas. Ese fue el génesis
del libro. Me tardó tres años. Al segundo año pensé que ya estaba listo
y lo presenté a la Universidad de Antioquia a ver si me lo publicaban.
Me lo devolvieron con una dura nota, en la que tenían razón, que decía
que el libro estaba crudo. Miguel Escobar Calle, director académico de
la BPP me estaba ayudando con el libro, le pregunté por el tema y me
dijo que Otto Morales Benitez me podía ayudar. Me dio su teléfono y lo
llamé. Me pidió que fuera a Bogotá para hablar del libro, que por teléfono no me contestaba nada. Me encontré con él en esa ciudad y me dijo,
que efectivamente, al libro le faltaba más de la mitad. Me señaló cinco
187
Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez
puntos en los que según él debía trabajar. Al despedirnos me abrazó y
me dijo que estaba muy contento porque creía que yo iba a ser capaz de
sacarlo adelante.
Estuve un año más trabajando en esos cinco puntos. Al tercer año me
llamó Juan José Hoyos, periodista de El Colombiano quien pensaba escribir un artículo sobre Fidel y me dijo que había encontrado un escrito mío en la U de A sobre Fidel Cano. Le conté que el libro ya había
avanzado más, él lo llevó a la Universidad y el rector le dijo que ellos lo
publicaban. Así salió el libro
.
ML: ¿Y esas cartas a tus hijas que mencionas, serán publicables?
LFM: ¡Claro que sí! Inclusive Juan José Hoyos, cuando salió el libro,
yo hice una introducción muy técnica. Él me dijo, debiste haber publicado las cartas a tus hijas. Ya tengo un borrador para la segunda edición.
Cuando salga, irá con las cartas a mis hijas. El libro tiene dos capítulos
nuevos.
ML: ¿Fue ese tu primer libro?
LFM: No. El primero fue una semblanza de Diego Calle Restrepo, el
mejor gerente que tuvo EPM. Antes había sido gobernador, director de
Planeación Nacional, ministro de Hacienda de Guillermo León Valencia
y director del Banco Interamericano de Desarrollo.
ML: Has publicado otros libros… Entre ellos El puente de Occidente1
y la integración de Antioquia… Tu último libro es Historia de Colombia con cuentagotas2, publicado por la AAH hace unas semanas. Y
1 Link: https://docplayer.es/94475643-El-puente-de-occidente-y-la-integracion-de-antioquia.html
2 Link: http://academiaantioquenadehistoria.org/nuevas-publicaciones/
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Juan Guillermo Toro M.
también has escrito infinidad de artículos. ¿Llevas la cuenta de ellos?
LFM: La verdad es que no. Soy colaborador de la revista… del Suroeste. Un periódico de Támesis.
ML: Nuestra revista eligió ese nombre porque pretende resaltar la importancia del estudio de la historia local. ¿Te parece importante conocer la historia desde una perspectiva local?
LFM: Es fundamental. Uno coge un libro de historia de Colombia y,
por muchos tomos que tenga el libro, te da una síntesis de lo que es el
país. Pero el país es el conjunto de un montó de regiones y las regiones
de un montón de municipios y estos están conformados por familias. La
historia es un instrumento formativo para entender quiénes y por qué
somos hoy como somos. A un profesor le oí una frase muy linda: Dos
preguntas fondamentales del hombre soy Yo quién soy y yo dónde estoy.
La primera pregunta la contesta la historia y la segunda la geografía.
Desafortunadamente, ambas materias desaparecieron de los currícula de
los colegios y tenemos ya dos generaciones que no han sido educadas
en esas dos disciplinas. Claro que sí. Lo primero que uno debe conocer
es la historia de la familia. Después la del municipio y la región. Eso es
lo más formativo para conocer por qué uno y su familia son como son.
Por eso la tarea que en buena hora nos hemos propuesto de revivir la
historia local es un instrumento indispensable. Hay que apoyarlo, hay
que estimularlo, hay que desarrollar. Es una obligación con las nuevas
generaciones.
ML. Tú escribiste en El Mundo tanto la Historia de Colombia a cuentagotas como la Historia de Medellín a cuentagotas, de manera que
tienes experiencia en ambas perspectivas, lo local y lo global. ¿Será
189
Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez
que una de esas perspectivas ha invisibilizado a la otra?
LFM: Ambas perspectivas se complementan. Porque mucha parte de
los fenómenos de la historia de Colombia tuvieron repercusión en Antioquia, especialmente en la ciudad de Antioquia, Medellín y Ríonegro,
aunque Antioquia fue una provincia muy apartada de la Nueva Granada
y se tardó mucho en integrarse. Pero de alguna manera la historia de
Colombia influye en la de nuestras ciudades. Pero al revés también, y
mucho más importante, hay muchos procesos que se dieron en Medellín,
en la ciudad de Antioquia y en la provincia que influyeron mucho en la
historia de Colombia. De modo que todo eso está imbricado.
ML: ¿Pero no crees que la perspectiva de arriba hacia abajo, de lo general a lo particular, ha prevalecido normalmente en la historiografía
colombiana?
LFM: Sí, y es un error. Debería ser al contrario: de lo particular a lo
general. La historia de las familias, como parte de la historia del pueblo,
luego esta en todas sus dimensiones y en la región y de allí a los departamentos y finalmente a la nación
ML: Memoria Local espera publicar su primer número pronto. Elegimos para el número inicial un tema muy recurrente en la historiografía antioqueña, sobre todo en los centros de historia. Es el tema de las
fundaciones de los pueblos. Es un tema que, desafortunadamente, se
hace en forma muy local, en el ámbito local, aisladamente en cada uno
de los pueblos. ¿Qué tan importante es el acto de divulgación de esos
hechos a nivel regional?
LFM: Es fundamental. Hay una justificación para que la historia se centre en el propio pueblo y se olvide de los vecions. Es incompleto verlo
190
Juan Guillermo Toro M.
así, porque cada pueblo tenía una influencia sobre sus vecinos. Esa interconexión, esa visión horizontal, o transversal, de la historia de los pueblos no se puede perder; pero, hay que fortalecer también la visión local
porque metodológicamente hay que concentrarse en un tema para poder,
luego, expandirse y mirar alrededor. De manera que me parece que la
metodología que e stá proponiendo la revista es adecuado y va a ser un
aporte muy importante a la historiografía de los pueblos y de Antioquia.
ML: Cambiemos un poco de tema. Hablemos de los centros de historia y de la AAH. En los últimos años hemos visto crecer el número de
centros de historia en el departamento, gracias a las gestiones de algunos académicos, como Gustavo Bustamante Moratto y don Rodrigo
Campuzano. Es realmente importante la creación de nuevos centros
de historia?
LFM: Sí, por lo que ya había dicho. La historia de cada pueblo es importante para cada municipio y para su región de influencia. Los centros de
historia locales son un foco de convergencia de los historiadores, de la
gente interesada en el tema, para apoyarse mutuamente, para buscar recursos y manejo de información y archivos y fortalecer ese trabajo. Ahí
hay una cosa clave, creo yo, y es que como en toda empresa humana, el
factor de éxito principal es la gente. Los recursos económicos, de información, los archivos, la misma sede, son instrumentos, pero, eso no es lo
que hace al centro de historia. Es la gente la que lo hace, la gente que se
compromete con el tema y se vincula al centro de historia. Y es en manos
de esa gente, y sólo en manos de ella, que el trabajo va a ser exitoso
.
ML: Esa es una preocupación constante. ¿Cómo hacemos para mantener el impulso inicial de atreverse acrear el centro de historia. Eso
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Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez
nos lleva a otra pregunta. La AAH ha apoyado tradicionalmente a los
centros de historia, por ejemplo, con la realización anual del encuentro de centros de historia. ¿Qué otros esfuerzos está haciendo la Academia, no sólo para apoyar la formación de nuevos centros, sino para
visibilizar su quehacer y lograr la formación de los integrantes de los
centros de historia- que normalmente no tenemos mucha formación
en metodología, por ejemplo, qué está haciendo, qué puede hacer la
Academia para apoyar a los centros.
LF: Te doy la respuesta en dos etapas. Primero, el éxito de un centro de
historia está en producir, en entregar productos concretos a la comunidad: revistas con artículos de buena calidad, rigurosos, libros, documentación. Una cosa muy sólida que ustedes están haciendo en la ciudad
de Antioquia es fortalecer la documntación, recogiendo protegiendo sistematizando y entregando al a comunidad la documentación. Esos son
productos conretos que el centro de historia le entrega a la comunidad.
La segunda parte es el aporte que la academia ha venido dando y que
debe profundizar a los centros de historia. Hay varios frentes en los que
la AAH ha apoyado pero que debe fortalecer y profundizar. Es la cooperación. Trabajo conjunto entre la Academia y los centros de histira en
el desarrollo de esos productos. La Academia debe estar ahí presente
ayudando en metodologías, en otro tipo de cosa en que puede apoyar.
Segundo,a poyar en eventos, en actividades colectivas con los centros de
historia que se dirigan a ese fin. Tú mencionabas el Encuentro anual de
centros de historia en la AAH. Esa reunión hay que seguirla haciendo y
no solamente una en el año y seguramente haya que cambiar el formato
para que haya más participación de los centros de historia. El formato
del encuentro anual se puede cambiar. Otro es mecanismos de estímulo
a la producción en los centros de historia. La AAH venía hace algunos
192
Juan Guillermo Toro M.
años realizando el concurso de historia Jaime Sierra García. Me tocó una
convocatoria de ese concurso que resultó fallida, se declaró desierta porque faltaba un enfoque mejor en la temática del concurso y en el apoyo a
los centros de historia en las metodologías. Ahora revivimos el concurso
con un alcance y una metodologái que creemos que aporta en esas metas.
Hay un tercer campo en el que la AAH puede fortalecer, puede apoyar a
los centros de historia y nos estamos proponiendo desarrollar conjuntamente con los centros que es una actividad formativa, sistemática, permamente en formación de historiadores en metodología y en contenidos.
Ya estamos en conversaciones muy avanzadas con la U de A y la UPB
para diseñar unos primeros talleres de formación en historia, orientado a
los centros de historia de los municipios. Ya la junta directiva de la AAH
tomó el tema como uno de sus capítulos de trabajo para darle vida a
ese programa de formación y de capacitación. Hay otras actividades que
irán surgiendo y, repito, no es una actividad unilateral, sino un trabajo
conjunto, mancomunado, de doble vía, transversa, entre los centros de
historia entre sí y con la AAH
.
ML. Afortunadamente la formación hoy es mucho más fácil con el uso
de las nuevas tecnologías. Para los centros de historia es muy importante sentir el apoyo de la AAH.
Terminemos hablando del asunto de la enseñanza de la historia. Sabemos que hay una comisión integrada por el Ministerio de Educación,
del que hacen parte las academias de historia, pensada para la modificación en la enseñanza de la historia en la educación básica y media.
¿Qué podemos hacer las academias y los centros de historia para acercar a nuestros jóvenes al estudio de su pasado?
LFM: Esa ha sido una preocupación nuestra en la academia. En la medi193
Personaje invitado: Luis Fernando Mùnera Lòpez
da en que nosotros como AAH y como centros de historia podamos llegar
alos colegios a apoyar la formación en historia, podemos hacer un aporte
concreto. No es fácil porque la capacidad operativa de la Academia y de
los centros no es grande. Y segundo porque por parte de los colegios hay
muchas restricciones porque ellos se ciñen a unos programas curriculares que deben cumplir. La AAH ha hecho el intento en varias oportunidades con las secretarías de educación de Medellí y Antioquia para que
nos abran puertas en los colegios y no ha sido posible. Lo que sí podemos hacer, es ser estratégicos en el sentido de que actividades nuestras
en el centro de historia y en la Academia convoquen jóvenes a preparar
material, libros y audiovisuales, que puedan llegar a los colegios y sean
instrumentos efectivos para esa difusión de la historia en los colegios.
Un buen ejemplo, son las crónicas que don Samuel Aguinaga escribe en
el centro de historia de la ciudad de Antioquia, de material de ese tipo.
La academia también, muchas de sus actividades las graba y las sube a la
página de la Academia. Lo que tal vez nos falta es difusión. Aprovechar
las redes sociales para que ese mensaje le llegue a los jóvenes.
194
RESEÑAS
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Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.
POBLADO DE ESPANTOS
Reseña
Peralta, Jaime Andrés. Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado. Fondo Editorial Universidad Eafit, 2001, 188 páginas.
Guillermo Zuluaga Ceballos
Periodista Historiador
“Eso nos teníamos que levantar a las tres de la mañana para alcanzar la
misa de cinco. Ese día bajábamos por los caminos a pie pues los pobres
éramos muchos, solo teníamos un par de zapatos y eso solo se los podía
poner uno cuando se llegaba al parque. Las piedras de las trochas de herradura eran duras y los dedos se cortaban muy fácil. Además de todo, las
niguas se metían por las uñas y cada golpecito dolía como un verriondo.
Todos, hombres y mujeres nos sentábamos a llorar. Lo bueno era que se
iba conversando y chismoseando con los vecinos y hasta las parejas se
cuadraban en estos paseos de fin de semana”
Cuesta creerlo, pero doña Alba Judith Nieto habla de su experiencia en
uno de los sectores más exclusivos de Medellín. La anécdota hace parte
del libro Los paisajes que han tejido nuestra historia evolución histórica
del entorno ambiental y social de El Poblado, en el cual el historiador y
periodista Jaime Andrés Peralta buscó la recuperación de la historia socio
ambiental de un sector de la ciudad, que hoy -gracias a una concepción
equivocada de lo que debe ser el modernismo- no es de nadie y donde
el cemento ha reemplazado gran parte de los vestigios de identidad que
196
Guillermo Zuluaga Ceballos
marcaron sus inicios en el tiempo.
Este trabajo académico se convierte en un ameno recorrido por los hechos que han marcado la historia de este sector de Medellín. Se inicia con
una formación de las primeras construcciones coloniales que le dieron
vida, continúa con la conformación de la pequeña ciudad durante el siglo
XIX hasta el primer tercio de la centuria siguiente y llega hasta la irrupción de las grandes avenidas y los rascacielos de oficinas y apartamentos
que se venden en la actualidad. Y a la par de lo anterior, se hacen también
algunas proyecciones hacia el futuro del sector, con base en nuevas herramientas de gestión urbana como los planes de ordenamiento y manejo
integral de cuencas hidrográficas y el Plan de Ordenamiento Territorial
sectorial.
A diferencia de algunas teorías y autores que en los últimos años se han
dedicado a parcelar a las diversas ramas de las Ciencias Sociales, en cuyo
contexto aparece constantemente la diferencia entre el método histórico
y el método periodístico, Peralta le hace una apuesta al hallazgo de lazos
de acercamiento. Por ello, se adentra en las posibilidades de construir una
historia social y ambiental con base no solo en la búsqueda y análisis de
documentación de archivo, sino que echa mano de la entrevista periodística como una forma de ayudar a recoger testimonios y vivencias de
quienes habitan esta zona para formar así su biografía colectiva. Igualmente, valiosos fueron los talleres intergeneracionales donde los jóvenes
y los viejos compartieron sus percepciones relacionadas con los cambios
sufridos en el espacio y las relaciones sociales de la colectividad. Peralta
resume así esta experiencia: “ambos -grupos sociales- se dieron cuenta
de la importancia que sus experiencias tienen para el sector, los unos
desde su pasado, los otros desde sus vivencias dentro de la ciudad con197
Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.
temporánea, se percataron que tenían una historia en común, punto de
partida de cualquier proyecto de gestión colectiva para este y otros sectores de la ciudad de Medellín”. Estas entrevistas a las que se sumaron
varios foros de debate donde se socializaron y corrigieron los resultados
obtenidos con grupos organizados del área como juntas de acción comunal, juntas administradoras locales, grupos parroquiales colegios, etc.,
más elaboración de talleres con niños y jóvenes, pintura, redacción de
cuentos, etc., y la revisión de archivos gráficos y fotográficos que reposan tanto en lugares especializados como en los álbumes familiares, entre otras estrategias, arrojaron una metodología cualitativa que permitió
compendiar una trayectoria histórica de varias décadas.
En cuatro capítulos de una manera rigurosa en sus procesos pero a la
vez de fácil comprensión por parte de sus propios protagonistas y de
personas alejadas de los discursos académicos, la importancia de este novedoso trabajo parece resumirla el autor cuando analiza que “a medida
que más voces y voluntades se unen para transformar las realidades que
hoy se viven habrá motivos de esperanza para El Poblado, o para otros
parajes de esta ciudad donde la concertación ciudadana y la expresión
democrática han brillado por su ausencia y donde han sido los intereses
particulares de grupos de poder los que han marcado los senderos de lo
público”.
Cultura y territorialidad
Con base en lo anterior, todo el relato tiene un hilo conductor: la cultura.
Para ello el autor explica el término cultura citando a Gerhard Maletzke
“como el grupo de hombres que participan de un pensamiento vivencial
que los lleva a tomar una posición y una actitud distinta a las asumidas
198
Guillermo Zuluaga Ceballos
por otro grupo frente a las circunstancias que rodean su presente”. De
allí que el análisis de Peralta se adentra en el estudio histórico de la conformación de la Comuna 14 no tanto a partir de los actos emanados de la
institucionalidad estatal sino de los elementos de identidad colectiva y
de arraigo territorial formados desde el contacto cotidiano de los pobladores con los recursos del medio físico que lo rodea, creando de manera
subsiguiente no solo modos de vida diferenciados sino una cosmovisión
y una forma de pensar y de actuar en el mundo tan distintiva como particular en la relación del hombre naturaleza. Ocupa pues un puesto de
privilegio en este texto toda vez que el autor toma “la cultura” como
parámetro fundamental para entender la vida en sociedad. Para lograrlo,
comienza por ubicar geográficamente el sitio de su investigación con
base en los límites administrativos de la comuna, asunto que cuestiona
muy rápidamente porque estos linderos desconocen en muchos casos
las dinámicas colectivas que han conformado la sección suroriental de
la capital antioqueña, las delimitaciones de fronteras son fenómenos atados a la razón administrativa y ella tiende a desconocer otros ejes estructurantes del espacio que, como en el caso de la cultura, diferencian al
sector en al menos tres realidades distintas. En tal sentido, el texto habla
de tres poblados totalmente diferentes, aunque complementarios entre
sí: un Poblado histórico, un Poblado de Las Lomas y un Poblado de los
Altos. Y cada uno de estos lugares se inició como espacio social desde
el otorgamiento mismo de los nombres que como los de las quebradas
marcarían la permanencia de una colectividad humana en sus linderos.
Y así, por las páginas del libro se escurren las aguas de las quebradas El
Indio, La Zúñiga, La presidenta, La Volcana La Aguacatala, La Poblada,
La Loca, La Yerbabuenala, La Escopetera y La Carrizal entre otras, y se
habla de sus orígenes en el tiempo. Por ejemplo, al indagar el autor por
199
Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.
la apelación de La Escopetera no es otro que su nacimiento, pues como
lo refiere un anciano de la zona “era un punto muy bueno para la casa
de pavas, conejos y guaguas. Hasta El Poblado abajo se oía el tronar
de las escopetas y de pronto por decir que se oían muchos tiros se decía,
oigan la escopetería que se oye en esa quebrada”.
Más allá de esta anécdota el autor explica la importancia de la asignación
de cada distintivo. “Una vez asignado un nombre el elemento natural
dejó de ser una presencia extraña. La naturaleza se incorporó a la vida
cotidiana. Y una vez se conocieron de cerca aguas, montes y hombres,
nació la experiencia comunitaria”. Así, en cada porción del territorio
la fauna, flora, bosques etc., ayuda a configurar la realidad territorial
de los “poblados”. Quizá por ello, también se reitera la queja de otro
tiempo donde la naturaleza tenía gran importancia en su vida colectiva y
Martiniano Montoya habla por muchos de los habitantes cuando afirma
que “la naturaleza era parte de nuestra vida. Antes había una buena
vegetación, y muchos animales; hoy las basuras, las grandes edificaciones, las vías mal planteadas y la falta de cariño de la gente por el medio
ambiente, han ocasionado que la mayoría de las especies reduzca su
cantidad o desaparezca en medio de la indiferencia de los habitantes de
los nuevos barrios. Mucho se ha perdido y hasta las fuentes de agua las
han canalizado. Ellas son el ejemplo más claro del daño que los hombres le han causado al medio ambiente de el poblado. A las quebradas
las han ahorcado, ya no tienen espacio suficiente para ser fértiles los
campos y sus aguas se van secando. Cuando les ponen concreto y las
tapan, las canalizaciones se vuelven caja mortuoria donde ellas mueren
y con ellas lo hace la vida”.
200
Guillermo Zuluaga Ceballos
Los tres poblados de Medellín
En este orden de ideas, se señala la existencia de un Poblado histórico,
establecido a partir de los criterios de lo urbano “oficial”. El autor delimitó su indagación sobre su origen a partir de las postrimerías de la colonia española y durante el siglo XIX, cuando se inició el asentamiento
humano de las cercanías de las riberas del Río Medellín, y que siempre
ha sentido la presencia tutelar del Estado y de la Iglesia. Precisamente
alrededor de esta última institución de control y regulación social se
consolidó su sociedad, pues desde 1876 se constituyó la parroquia de
San José de El Poblado. En este orden, el libro recorre los parajes que
hoy están ocultos por el hormigón y el cemento que no dejan ver otra
cosa que no sea la imagen del progreso comercial. Peralta reconstruye
con los viejos pobladores las añosas casas y caminos de la zona. Puede
sentirse el eco de las pisadas por la calle del “Totumo”, la del “Talego”,
la calle del Frito “, La Ranchería del Poblado y demás espacios de épocas pasadas que los jóvenes ignoran, pero que los habitantes de antaño
convirtieron en su hogar. Es así como Los paisajes... habla también de
las viejas casas de amplios zaguanes y ampulosas salas de las familias
aristocráticas de Medellín que se asentaron en estos parajes, como las
evocadas por Emma Ossa de Rodríguez que “tenían grandes salones,
las vajillas y los enseres eran todos importados y la ropa de cámara
finísima. Tiempos atrás, me contaban en mi familia que los ricos tenían
a su servicio a muchas gentes de las cercanías y ellas le servían para
todo”. Y agrega: “en todo caso ellos serán una minoría y nosotros los
pobres una mayoría”.
El texto rescata también la trayectoria de las gentes “del común” que
construyeron a esta parte de El Poblado. Y en ese sentido, en el libro
201
Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.
queda claro que desde los primeros años de vida barrial empezaban
a evidenciarse profundas diferencias sociales que marcarían al sector
hasta nuestros días. Los más ancianos las recuerdan desde simples detalles como el hecho de que en la iglesia de San José existieran sillas
reservadas adelante del templo para las familias pudientes, las cuales
no podían utilizar los pobres; en este contexto de desigualdades el autor
habla de los primeros negocios que dinamizaron al sector desde “abajo” como el Zanjón de las Peruchas, donde unas hermanas “vendían
tamales chorizos, huesos aliñados de marrano, chicha y guarapo”, de
los alambiques clandestinos, los tejares y demás iniciativas que gestaron una sociedad local.
También nos hace claridad este capítulo sobre los albores de la industrialización en la zona referidos a eventos como la prestación de servicios públicos: la canalización del río, la apertura de predios al comercio
inmobiliario, la inauguración de las estaciones del Ferrocarril de Amagá, lugar del actual centro comercial Monterrey, y la de La Aguacatala,
o la irrupción del tranvía eléctrico y luego de las avenidas para carros
que fueron el presagio de su anexión definitiva a la marcha de la capital
del departamento.
Luego se aborda el Poblado de las Lomas, formado un poco más recientemente. A finales del siglo XIX, a partir de la inmigración de campesinos de municipios vecinos, y que conservó hasta hace poco tiempo
rasgos propios de sus lugares de origen. Por lo tanto, su experiencia de
vida fue desde un comienzo de orden netamente rural, basado en la ubicación de parentela en las diversas colinas de los Parra y los González,
con fuertes lazos de solidaridad comunitaria entre ellas y con una ca202
Guillermo Zuluaga Ceballos
rencia evidente de cobertura institucional. Fue, por lo mismo, un espacio
gestado desde lo “informal”, y a partir del propio esfuerzo para lograr la
dotación de servicios básicos para la vida en comunidad como acueducto, centros educativos, movimientos organizativos entre otros. Es que, a
diferencia de lo pensado a la luz del presente, la historia de este sector
no siempre ha sido la de las riquezas que se contemplan. “Yo llegué de
Rionegro -cuenta en la obra don Martiniano - pero he vivido en estas lomas por más de seis décadas y me siento tan pobladeño como cualquier
otro. Por acá se ha sufrido mucho, no todos han sido ricos como se cree.
Había mucha pobreza, pero gran solidaridad. Los caseríos de Loreto,
los de los Parra, los de los González, mi viejo y querido barrio El tesoro,
y como tantos otros que se iban haciendo en las faldas conformadas por
personas que al tener que compartir una misma historia de pobreza se
ayudaban”.
Un tercer Poblado, el de los Altos, bastante invisible a los informes oficiales, es el que se encarama en la cordillera. Aunque tiene rasgos rurales, allí la propiedad se concentró rápidamente en manos de grandes propietarios de tierra que abrieron el área al capitalismo agrario mediante
iniciativas productivas como la cría de ganado vacuno y ovino. Peralta
explica mejor su diferencia con la sección anterior: “Siempre en las lomas las gentes se dedicaban a sus pequeñas parcelas productivas, las de
los altos comenzaron a ser asalariados; si en las primeras eran inmensa
mayoría propietarios de sus tierras, aquí pasaron a ser arrendatarios o
estar inscritos en los terrenos de las grandes fincas”
.
Mitos y leyendas
Otro punto interesante del libro es el rescate que se hace de parte de la
203
Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.
memoria cultural de esta parte de Medellín. Seguramente las historias
que ahora aparecen en las pantallas de los grandes y amplios cinemas
de El Poblado oculten -y de hecho lo hacen- parte de ese patrimonio
colectivo que, como los mitos y leyendas, hablan de otra forma de poblar los paisajes urbanos. Es así como estas narraciones ayudaron a los
habitantes entender su medio y a posicionarse asimismo frente a él y
por ende, no es extraño que se encontraran en sus parajes con La Madreselva, El Colmillón, El Gritón, que vieran guacas por doquier o que
en sus relaciones sociales aparecieron de manera reiterada las brujas,
sus contras, y demás espantos rurales y urbanos.
Estás creencias les ayudaron a apropiarse de su territorio. Por ello el
texto es enfático en afirmar que más allá de preguntarse por la veracidad de sus palabras o por la racionalidad de las mismas, hay que mirar
cómo la relación del hombre con su entorno construye su propia realidad. Tal es el caso del “caballo de medianoche”, un “colosal garañón”
que varios vieron “en la quebrada la escopetera, arriba del chambón.
En ese lugar la quebrada hacía una enorme cascada más o menos en
la actual calle 1 con carrera 29 y en sus alrededores los habitantes de
la loma de los Parra sentían el relinchar y el galope de un caballo en
algunas noches oscuras. Pero este no pasaba al otro lado de la quebrada o se perdía entrando a la finca Campo Amalia”.
Hoy son referentes más “modernos” los que tejen experiencia ciudadana y eso está bien. Lo negativo es que lo construido en el pasado se
olvidó y se edifique un futuro sin tener en cuenta la memoria acumulada por generaciones atrás. Como lo resume un habitante del barrio, los
204
Guillermo Zuluaga Ceballos
mitos sobre tesoros indígenas o sobre botines de guerra se han perdido
y hoy es otra clase de oro la que brilla en El Poblado del presente. “El
Poblado sí tiene oro y en grandes cantidades. Ese gran tesoro está a flor
de piel, está representado en los edificios de 10 ó 20 pisos que se levantan en las lomas del poblado. Su capital está allí, está la vista y mucho
más se esconden en cada apartamento, en los carros y los lujos de los
dueños. En resumen, este tesoro no se ha perdido. Ahí está y, para bien
o para mal, ha convertido en nuestro barrio y en un lugar donde viven
los ricos y los pobres se han tenido que marchar”.
Tiempos modernos
La parte final del trabajo analiza la visión unilateral del progreso que
empezó desde los años 40 con normas estatales poco concertadas y con
la irrupción de grandes capitales al área que se afianzaron en gran medida en los años 70 del siglo XX. El testimonio recogido de Patricia
Gómez es quizá el más diciente sobre esta problemática: “De aquí nos
han venido sacando a los pobres en forma callada. Yo he vivido aquí
casi 40 años, s he visto ya como a los campesinos no nos quieren dejar
vivir tranquilos. Toda la vida han existido algunos ricos en esta parte
alta, pero de la carretera a las palmas hasta la cordillera eran numerosas las familias con abuelos que vinieron desde varios pueblos muchos
años atrás. Aquí cultivábamos la tierra y así sobreviví amos. Pero como
cada vez resultaba más jodido educar a los niños, pagar médicos y los
servicios con lo poco que da la agricultura, nos tocó comenzar a vender
la tierrita a los señores de Medellín que querían hacer fincas de recreo
obtener lotes de engorde. Fue muy duro tener que trabajarles como jornaleros mayordomos o muchachas de servicio a los que venían a vivir a
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Paisajes que han tejido nuestra historia. Evolución histórica del entorno ambiental y social de El Poblado.
lo que fue nuestro “.
Y, para –ojalá- corregir en algo estas situaciones, este texto cuestiona
enseguida los aspectos positivos y negativos del Plan De Ordenamiento Territorial que definirá al destino de la zona en un futuro inmediato.
En este orden de ideas, Peralta manifiesta que “el desarrollo no puede
sustentarse sobre la destrucción de las memorias y los paisajes que
construyeron muchos y variados mundos. No hay ideal de porvenir
por noble que parezca, que se pueda consolidar desplazando a personas y arrancando de tajo sus sueños y esperanzas. Puede que existan enormes y lujosos edificios, pero si no hay aceras para caminar
parques para disfrutar lugares para el encuentro de los viejos con los
jóvenes, nada vale. Si las calles están vacías como si la cara del otro
se vuelve un motivo de horror y de rechazo, ese modelo de desarrollo
no es una meta por la cual valga la pena luchar”.
206
APROXIMACION A LOS POBLADOS ANTIOQUEÑOS DEL
AÑO 1808
Es un documento colonial que ha sido publicado como libro se pueden
conocer cómo eran las poblaciones antioqueñas que existían en el año
1808. Más exactamente, con su lectura se conoce cómo cada lugar fue
descrito por sus jueces o principales vecinos, en respuesta a un agudo
cuestionario que el gobierno virreinal dispuso con el fin reunir información útil para sus gestiones.
El título asignado al libro fue La Relación de Antioquia en 1808.
Su conformación es así: una corta presentación que ubica al lector y
luego el cuestionario, sigue la transcripción y al final la imagen del documento original de 55 folios de letra pequeña densa. Los estudiantes
de la carrera de historia de la Universidad de Antioquia han sido los
trascriptores, su procedencia es el Archivo Histórico de Antioquia y el
editor fue el profesor Víctor Álvarez Morales.
El Cuestionario que dio lugar al documento constó de ocho preguntas
sobre cada poblado. Las respuestas fueron similares y para tener una
idea de cómo era Antioquia habitada hay que formularse preguntas en
la perspectiva de conocer las características en vísperas de iniciarse el
proceso de la Independencia. Fueron 29 lugares que forman una colección de “imágenes”. 1
Téngase presente que, la comparación es un recurso útil para detec1 El compilador afirma en su presentación que el documento incluye 34 descripciones, pero el
libro publicado describe 29.
207
La relacion de Antioquia en 1808
tar los aspectos que identifican las realidades que se desean conocer.
Entre las posibilidades que ofrece están: el contraste en los poblados,
en las regiones, entre pueblos indígenas y no indígenas, entre pueblos
según los clima y tamaños y entre los cuatro centros principales: la
ciudad de Antioquia, las villas de Medellín y San José de la Marinilla
y la ciudad de Arma de Rionegro. Otro tanto se puede agregar sobre
el tamaño de las localidades y los vecindarios con sus tipos de viviendas, composición racial, extensiones de los territorios abarcados,
rasgos geográficos, e hidrografía.
Las riquezas naturales están prolíferamente indicadas. Bien se sabía
cuáles eran, puesto que los sitios incluían ambientes naturales. Por
ello el vecindario estaba familiarizado con las maderas útiles, los animales de caza, las plantas medicinales, y los animales peligrosos.
El espacio que rodea a cada pueblo era amplio. Es llamativa la prolífera descripción de la naturaleza y los rasgos geográficos y topográficos.
La fauna abunda al igual que las plantas, los informantes están bien
familiarizados al vivirse en contacto cercano con este ambiente natural. En el abigarrado cuadro, se destaca la riqueza de los nombres de
las plantas que se emplean como remedios y entre ellas algunas bien
extrañas.
Mencionan que los ríos cruzan, especifican la tierra cultivada y la
destinada al ganado. La vida agraria era intensa y sus productos poco
variados.2
Cada caserío está próximo a una fuente de agua, dispone de su indis2 Es el caso de los pueblos, llama la atención la Zaragoza actual, provista de un largo y rimbombante
título: Nuestra Señora de la Concepción de las Palmas de la nueva Zaragoza de Indias, Piña de Oro.
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Rodrigo Campuzano Cuartas
pensable iglesia, varios con más de una, la ubicación esta medida por
leguas de distancia o por el tiempo de viaje a otros lugares. Se residía
en espacios urbanos pequeños en un territorio amplio. Los tamaños
difieren, aunque no mucho. La infraestructura que importó anotar fue
alguna dependencia estatal, la escuela es excepcional.
Para quienes redactaron los informes fue indispensable diferenciar la
calidad racial de las personas y señalar sus cantidades. El leguaje descriptivo presenta diferencias interesantes respecto al de hoy en día. Las
localidades indígenas se encuentran afectadas por un gran mestizaje y
son pequeños vecindarios.
En resumen, el libro abre la posibilidad de ser utilizado bajo diversas
perspectivas e intereses, según cuan aguda sea la mirada del lector y
hacia dónde se dirija su necesidad.
Rodrigo Campuzano Cuartas
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REVISTA MEMORIA LOCAL
REVISTA DE LOS CENTROS DE HISTORIA DE ANTIOQUIA
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