Gustav Klimt. El abrazo ¿Y SI TOMAMOS UN POCO MÁS EN CUENTA A LA AFECTIVIDAD? Ruth Harf Constantemente nos enfrentamos o abordamos situaciones que involucran no solo aspectos cognitivos y motrices sino también variedad de estados afectivos: Ejemplos: § Alguien se nos adelanta en la cola, cola del banco, del peaje, del correo, de la escuela, etc. § Tenemos que enfrentar situaciones nuevas: nuevos trabajos o nueva escuela, conocer otras personas, mudanzas, ataques, etc. Antes estas y otras situaciones algunos sienten miedo, alegría, angustia, bronca, etc. Y reaccionan atacando, huyendo, se paralizan, lloran, ríen, etc. Nos preguntamos: 1. ¿Por qué resolverían cada situación como la resolvieron? 2. ¿Por qué hay diferencias entre chicos y adultos, y entre los chicos entre sí y los adultos entre sí en cuanto a cómo resuelven una situación? 3. ¿La afectividad se enseña? 4. ¿Qué función debe asumir la escuela frente a los diversos estados afectivos y sus manifestaciones? ALGUNAS IDEAS Y CONCEPTOS PARA COMPARTIR Sin entrar a hacer disquisiciones, ni adherir a una concepción teórica en especial, hemos seleccionado algunas ideas, que no por elementales y básicas dejan de ser esenciales para reconocer “dónde estamos parados” en este tema. El mundo de la afectividad es el que más vivimos y el que menos conocemos. El hombre se pone en relación con el medio a través de su posibilidad motriz, cognitiva y afectiva. Esta esfera afectiva constituye el principal engranaje que impulsa toda la vida psíquica de la persona. Uno siempre se encuentra en estado afectivo. Podemos hablar de una carga energética en tanto el mundo de la afectividad es el motor (motivación) que impulsa nuestros actos. Es la forma de reaccionar de cada uno frente a los estímulos. ¿Hay algo que pueda generalizarse?: Si!!: Toda la afectividad oscila entre los polos opuestos: placer y displacer. No importa de qué modo lo denominemos: toda la vida nos pasamos buscando el placer y escapándole al displacer. No detallaremos ahora cuáles son las conductas, personas o situaciones que cada uno de nosotros puede considerar placentera o displacentera, ya que es imposible hacerlo, porque lo que puede ser placentero para una persona, puede no serlo para otra. Lo que reiteramos es el principio general de búsqueda de placer y evasión del displacer. Por otro lado me parece interesante compartir con ustedes una diferencia que es posible colabore para entender y atender mejor a los estados afectivos, especialmente en el ámbito escolar. 1. Estímulos: aquellos que producen estados afectivos. Todo puede ser estímulo, así de simple. 2. Estados afectivos: los que se producen a partir de esos estímulos. 3. Modo en que se ponen de manifiesto los estados afectivos Es importante diferenciarlos para saber sobre qué aspecto debe trabajar la escuela. Puedo ver que en la vida en general y en la escuela en particular y desde mi rol docente o directivo si apelo a estos tres puntos me puedo hacer una diversidad de preguntas y puedo orientar mi mirada y decidir acciones. 1. ¿Qué estímulos están provocando esto que veo?, ¿producen el mismo efecto en todos?, ¿puedo o debo hacer algo para modificar o mantener ese mismo acto o acción que actúa a modo de estímulo? 2. ¿Los estados afectivos que están teniendo las personas son justamente los estados afectivos que nos parecen pertinentes dadas las circunstancias? 3. ¿El modo en el cual estos estados afectivos se ponen de manifiesto son modalidades aceptables en este contexto? ¿Cómo debo actuar ante estas circunstancias? De a poco me comienzo a dar cuenta de que no siempre puedo controlar qué estímulos podrán o no provocar determinados estados afectivos, pero al mismo tiempo puedo anticipar que algunos sucesos o personas u objetos es casi seguro que provocarán estados afectivos más o menos deseados. Por ejemplo fotos, relatos y, lo más común, lo que llega por los medios masivos de comunicación. Llego así a la pregunta más provocadora y provocativa: ¿Los estados afectivos más básicos, se enseñan? En realidad no: no se enseña el miedo, la ira, el amor. Lo que sí se enseña es el modo en el cual pueden ponerse de manifiesto, es decir lo que podemos denominar “modos socialmente válidos”. Parece una verdad de Perogrullo aclarar que no podemos manejar el que a alguien le produzca enojo una conducta de un compañero; lo que sí podremos hacer es plantear claramente que no es lo mismo explicitar verbalmente lo que siente, que tomar un elemento y agredir físicamente al otro, por más deseos que pueda tener. Es decir: en la escuela no actuamos directamente sobre los deseos del otro sino sobre las acciones concretas: me encantaría que todos se amen, pero no lo puedo garantizar. Lo que puedo es tratar de que el “no amor” no se ponga de manifiesto en conductas que el contexto social y el momento no consideren pertinentes, dadas las circunstancias. Lo que se debe enseñar es el manejo, el control de la manifestación de los estados afectivos. Y seguimos anudando estas ideas con otras y nos hacemos una pregunta esencial: ¿Cómo hacer para que los chicos se sientan bien en la escuela? Y en este momento queremos hacer referencia a esta dimensión afectiva, poniendo un momento en perspectiva o entre paréntesis los temas referidos a la enseñanza de contenidos disciplinares, a aspectos didácticos e incluso el juego Vemos muchas veces a la educación como una entidad semejante a la pantalla de un radar o sonar: debe estar girando constantemente, oteando el horizonte, para captar las necesidades de los tiempos venideros, para no quedarse anclada en el pasado a veces cómodo, a veces seguro, pero casi nunca suficiente. De este modo se podrá captar la enorme importancia que tiene salir de una práctica muchas veces meramente “adaptativa”, reproductiva e incluso repetitiva y acrítica. Debemos apuntar esencialmente al desarrollo de la autoestima en los chicos entendida como sensación esencial de eficacia y sentido inherente de mérito, sería la suma integrada de confianza y de respeto hacia sí mismo. El punto de partida para que un chico “se sienta bien” se encuentra justamente en el valor que se otorga a sí mismo o autoestima. Hace referencia tanto a la percepción que tiene de sí mismo como a las emociones que esas percepciones le producen. ¿QUÉ NOS PROPONEMOS? Ofrecer entornos de óptima calidad que permitan a los niños construir significados, es decir, imprimir una dinámica de progreso en la vida de los niños y niñas, tendiente a su realización personal y ciudadana. Es “buscar lo mejor” o “lo óptimo dadas las circunstancias”: tener como fundamento mejorar lo que se hace, alcanzar niveles siempre más altos de responsabilidad y compromiso, de ética y estética. Proponemos apoyarnos en el diálogo, en la escucha, en la evaluación colectiva de propuestas y acciones, lo que pensemos para los chicos habla de quiénes somos y lo que esperamos de nosotros como sociedad. Preguntas que nos disparan ¿La escuela en la actualidad juega más un papel socializador que un papel de reforzadora de la autonomía individual? ¿Entendemos que las escuelas son ecosistemas regulados, porque están reguladas desde los suprasistemas a los que pertenecen y, a la vez, ellas mismas generan sus propias regulaciones internas? ¿Cuál es el “modo de ser y de estar en el mundo” que tienen los chicos? ¿En qué medida se toman en consideración el juego, la imaginación, las preguntas, la investigación y exploración de lo real?. ¿Qué estamos haciendo y qué más podemos hacer para que ellos vivan mejor, aprendan más, sepan más del mundo que los atañe? ¿Cómo podemos organizar ese ambiente y las actividades, para que sean un tiempo y espacio de alegría, felicidad, placer, de expresión, descubrimientos, interacción social constructiva? ¿QUÉ TENEMOS EN CUENTA EN LA ESCUELA AL PENSAR EN LOS NIÑOS Y SU ESTAR BIEN O BIENESTAR? Aunque parezca frase añeja, en mi juventud, uno se preguntaba y preguntaba a los demás: “¿Estás realizado?” “Te sentís realizado?” . No pretendemos repetirlo porque no sabíamos cuáles eran los parámetros para decidir esta “realización”. Igual recurrimos a esta idea para plantear que apuntamos a promover la realización personal y social, brindar igualdad de oportunidades educativas, manifestar respeto y apuntar al reconocimiento de la diversidad, así como a una noción de libertad basada en la participación, la solidaridad y la inclusión. Creemos que ello se logra al promover el enriquecimiento del "encuentro" con los demás y el enriquecimiento del propio bagaje personal en todos los ámbitos (no sólo en el cognitivo). Nos parece importante distinguir entre una escuela que actúa como contexto de vida enriquecedor para los niños que asisten a ella y una escuela (una forma de enfocar y desarrollar la acción escolar) que no sólo no mejora las posibilidades de desarrollo de los chicos sino que introduce ruidos y alteraciones en su desarrollo. Las escuelas deberían ser espacios potenciadores de la curiosidad, de actividades de búsqueda y experimentación, de apertura a nuevos retos intelectuales y personales. Las escuelas deberían ser puertas abiertas al entorno, al mundo natural, al social, al cultural, al lúdico; constituirse en un taller de experiencias que permite primero mirar y después disfrutar de una manera enriquecida de todo lo que nos rodea. A su vez puede ser un escenario ampliado capaz de enriquecer sustantivamente sus registros experienciales. Las pensamos como "estructuras sociales destinadas a mejorar las condiciones de vida de los sujetos ofreciéndoles la oportunidad de optimizar sus expectativas de desarrollo, de aprendizaje y de calidad de vida (incluyendo, desde luego, su nivel de felicidad personal)". La educación debería enfocarse hacia la creatividad, sin verla únicamente instalada en las expresiones “artísticas” sino en todo el quehacer humano. Los aspectos creativos hacen referencia a afrontar lo inesperado, lo incierto, lo no necesariamente programado o programable, las alteraciones imprevistas, los reajustes, etc. No puede dejarse de lado el apuntar al desarrollo de actitudes democráticas, el respeto por los demás y por uno mismo; la comprensión de la necesidad de normas compartidas para la convivencia en la sociedad, no pueden ser simples declaraciones de principios: deben estar acompañadas de conductas concretas. Los chicos necesitan interactuar en un espacio áulico contextualizado y rico en estímulos, para poder aprender desde su realidad, donde puedan mirar, tocar, explorar, imitar, inventar. Los chicos necesitan ser escuchados, valorados, sentirse seguros y confiados. Y es bueno recordar que poner límites y establecer regulaciones no son contrarios a esta necesidad de sentirse valorados, confiados y escuchados. No es dejarlos hacer porque sí, sino decidir qué sí y que no pueden hacer en este ámbito especializado que es la escuela Resaltamos la necesidad de brindar una atención fundamental a los aspectos emocionales. Todos sabemos que los aspectos emocionales juegan un papel fundamental en la vida de las personas. Además son estos aspectos emocionales los que tiñen, estimulan o bloquean todos los demás aspectos de la vida. § Seguridad: es imprescindible que los niños se sientan seguros § Escucha: los chicos necesitan ser escuchados y tomados en cuenta. § Placer: disfrutar de lo que hace y sentirse bien es esencial. § Enfrentar desafíos: asumir riesgos § Autonomía: afrontar el reto de tomar decisiones y atenerse a consecuencias § Estar con sí mismo y con los demás. § Establecer relaciones sociales, aceptando la diferencia y diversidad. Reiteramos que los estados afectivos de los niños necesitan oportunidad para expresarse, siempre que esta expresión sea de modos socialmente válidos. Por lo tanto estos modos de expresión deben ser aprendidos. Y lo que se debe aprender se debe enseñar. Las interacciones entre adultos y chicos, adultos y adultos, chicos y chicos son también factores condicionantes del “bienestar” Las interacciones pueden tomar una forma de contacto corporal, palabras, textos, gestos, miradas, etc. Y tienen una gran incidencia en el desarrollo afectivo, cognitivo y social de los chicos. Es importante que los chicos cuando llegan, se sientan bien recibidos, respetados en sus identidades, sus diferencias, sus necesidades; que se sientan comprendidos por los adultos, en vez de relegados o castigados sin fundamento; que sientan que son aceptados por sus compañeros, integrados en el grupo, en vez de apartados o rechazados Desde chicos nuestros alumnos aprenden que una sonrisa es indicio de aprobación y quienes la reciben tienden a repetir esa misma conducta; y un fruncimiento de cejas muy pronto es interpretado como indicio de desaprobación y quienes la registran tienden a no repetir la conducta Se registra así la importancia que tiene una interacción con adultos, que sea física, verbal y emocionalmente consistente y acorde con los comportamientos de ambos.. Todos los chicos necesitan sentirse parte, ser perteneciente a. La escuela quiere construir pertenencias, no legitimar exclusiones. Para todos los chicos es imprescindible saber que hay otro, familiar o no, que se preocupa de él, el chico necesita saber que es necesario e importante para otro. El docente es adulto de referencia para los chicos: esto enriquece el ejercicio de su profesión e implica compromiso. Debe estar capacitado para hacer frente a situaciones de cambio e incertidumbre, a situaciones conflictivas de diverso tipo; Interesado en el trabajo colaborativo: educar para poder afrontar juntos los problemas de nuestro mundo. El vínculo afectivo que se establece entre chicos y docentes se constituye en una fuerza psicológica evidente; establecer un vínculo positivo con el adulto a quien percibe como figura de afecto y de autoridad.