2014, Año de la doble porción

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2014, Año de la doble porción
2014, año de doble porción II
El proceso de la preparación para recibir la doble porción
2Reyes 2.9-10
9Cuando
habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que
yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea
sobre mí. 10El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te
será hecho así; mas si no, no.
Eliseo meditó muy bien en lo que habría de pedir. Sabía de la responsabilidad que
sería el ser el elegido como sucesor de uno de los más grandes profetas de Israel. No
era el asunto solo pedir, sino saber que pedir. No era un asunto personal, sino un
asunto del reino de Dios. Seguramente Eliseo no estaba pidiendo algo que le
enalteciera o sirviera a los propósitos personales, sino aquellos que le traería las
herramientas y habilidades necesarias para desarrollar su comisión profética en esta
tierra.
A decir verdad, Eliseo mostró la humildad, madures e inteligencia de una persona que
había sido formado durante años. Ahora estaba en la antesala de lo que sería un
glorioso llamado como profeta de Israel. Llegar hasta aquí no fue un asunto de
casualidad, hubo una preparación para lograr llegar hasta este punto. ¡No hay
formación, no hay doble porción! Dios dice que no nos pondrá una carga que no
podamos sobrellevar. La doble porción puede ser una carga que en lugar de edificar
puede destruir.
Elías llevó en un proceso a Eliseo para graduarlo como un profeta verdadero. Este
proceso de aprendizaje fue el pre-ambulo para llegar al momento de recibir la doble
porción.
El punto de contacto para recibir la doble porción fue en el Jordán, pero antes tuvo
que pasar por tres lugares: Gigal, Bet-el, Jericó, Jordán. Cada uno de estos lugares
representa un trato especial de Dios en la vida de Eliseo. Al final, vemos a un Eliseo
listo para recibir la impartición de parte de Dios para desarrollar efectivamente su
llamado en esta tierra.
Parte I. Eliseo pasó por Gilgal
Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con
Eliseo de Gilgal (2Reyes 2.1).
En primer lugar, tanto como Elías como Eliseo habían logrado una relación
sumamente cercana. Estaban juntos habían logrado una unidad como personas,
discípulo y alumno, caminando juntos haciendo la voluntad de Dios. Esto me habla de
que Eliseo tuvo que trabajar en romper el individualismo, la rebeldía, y buscó tener un
sometimiento al liderazgo de su maestro.
Dios entregará la doble porción aquellos que están prestos para guardar la unidad en
el cuerpo de Cristo, aquellos que saben entrelazar lazos de amor, comprensión, honra,
respeto, tanto a sus autoridades espirituales, como a sus hermanos en la fe.
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2014, Año de la doble porción
Gilgal significa círculo de piedras. Esto nos dice que Elías estaba cubriendo a su
alumno. Aquí se aprecia la protección, el cuidado, la cercanía y el consejo. El maestro
había puesto un cerco seguro alrededor de su alumno. Eliseo fue dócil para recibir la
protección de su maestro. Esto se llama sometimiento, para lograrlo se necesita una
buena rasión de humildad.
Gilgal era una ciudad cananea donde los israelitas, al mando de Josué, derrotaron al
rey de Goim (Josué 12.23). Goim quiere decir naciones. En aquel círculo de piedra,
Eliseo fue entrenado para gobernar sobre naciones. El proceso en Gilgal nos prepara
para aspirar a cosas grandes, a tener visión y tener el anhelo de ser verdaderos
representantes de Dios en la tierra.
Esta ciudad estaba situada al lado oriental de Jericó donde por primera vez los
israelitas acamparon dentro de Canaán tras pasar el Jordán (Josué 4.19). Josué erigió
en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán (Josué 4.20). Allí fueron
circuncidados los varones que habían nacido en el desierto, fue quitado el oprobio de
Egipto de sobre los israelitas, celebraron la pascua y comieron del fruto de la tierra, y
cesó el maná (Josué 5.9–12).
Esto me dice que Gilgal significa el inicio de todas las cosas. En Gilgal, Elías ayudó a
Eliseo a valorar la santidad y fue circuncidado quitando todo oprobio. Fue aquí donde
el alumno pasó por un proceso de santificación, sanidad interior y liberación.
Todo llamado grande inicia en algo pequeño cuando los pactos se hacen con
responsabilidad. ¡Fue lo que hizo Eliseo! Gilgal significa el lugar donde hacemos
verdaderos compromisos con Dios.
A partir de ese momento se convirtió en un lugar de gran significación en la historia
del pueblo de Israel: Josué usó Gilgal como su base de operaciones para varias
conquistas, comenzando con Jericó. El reparto de la tierra comenzó a hacerse en Gilgal
donde los gabaonitas engañaron a los israelitas (Josué 9.6). Hay una mención de que el
ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim para anunciar a Israel que por su
desobediencia los pueblos que ellos no habían exterminado serían azotes para sus
costados (Jueces 2.1–5).
¿Qué significa todo esto? Que Gilgal es el cimiento de todo lo que viene en camino.
Aquí inicia la comisión profética más grande de Eliseo. Cuando las cosas inician bien,
bien terminan. Todos debemos pasar por un Gilgal donde seamos entrenados para
cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas. Aquí seremos sanados, liberados de
toda atadura, llenos del poder de Dios y listos para emprender la ruta de los grandes
éxitos.
Parte II. Elías llevó a Eliseo a Bet-el
Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo
dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. Y saliendo
a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te
quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad (2Reyes 2.2-3).
Estudiemos las lecciones aprendidas en Bet-el. Elías probó el compromiso de Eliseo.
Quédate ahora aquí, esta era una buena oportunidad para Eliseo para realizar
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proyectos personales. Era el momento de visitar a la familia o simplemente ir al cine o
ir a una plaza. Eliseo tenía toda la libertad de tomar un poco de independencia. Pero
esto significaba que estaría lejos de su maestro; además, se perdería la oportunidad de
aprender las lecciones que Dios tenía preparadas en Bet-el. Eliseo pasó la prueba.
¡Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré!
Eliseo dio el paso de fe mas importante, ahora estaba frente a una historia nueva.
Había salido del momento de aceptar compromisos para ahora iniciar la segunda
parte del proceso. Bet-el significa casa de Dios. Es la ciudad que los cananeos llamaban
Luz, luego fue israelita. Estaba situada a unos 17 km al norte de Jerusalén. Quedaba
cerca de la ciudad de Hai. Entre ambas ciudades plantó Abraham su tienda y edificó
allí un altar a Jehová, quien le había aparecido (Génesis 12.7–8).
Elías enseñó a su alumno a estar en la casa de Dios, buscar y valorar SU presencia. Es
aquí donde el proceso de la formación empieza a tomar más forma. Si no hay
presencia de Dios en nuestra vida, simplemente los dones no son manifestados. ¡En
esta etapa aprendemos a edificar altares a Dios!
El nombre le fue puesto por Jacob, que tuvo allí su famoso sueño y revelación cuando
huía de Esaú (Génesis 28.10–22). Este es el lugar de las revelaciones proféticas. Es
donde los dones toman forma. Es el lugar de la activación en lo sobrenatural. ¡Elías
enseño a Eliseo a buscar la revelación del Espíritu! Aquí no entra la carne para nada,
todo viene por el Espíritu Santo para el propósito de la comisión que Dios nos ha
entregado.
Aquí se llevó a cabo la invasión a Canaán, los israelitas al mando de Josué pelearon
contra Hai y Bet-el (Josué 8.17), pero fue en tiempos de los Jueces que se logró la
conquista final de Bet-el, cuando la casa de José subió contra Bet-el y tomó la ciudad
(Jueces 1.22–25). ¡Bet-el es el lugar de nuestra conquista! Aquí aprendemos a luchar
en el Espíritu para lograr entrar al corazón de Dios y ver y oír lo que nos quiere
entregar.
Bet-el es el lugar de vencer nuestros enemigos personales y visualizar una vida llena
de gloria. Es el momento de crecimiento de carácter, donde nuestro si es si y nuestro
no es no. Este es lugar donde decidimos derribar nuestras debilidades para hacernos
fuertes por medio de la relación íntima con el Espíritu.
Cuando la división del reino quedó en manos de Jeroboam I, la convirtió en un lugar
de culto, erigiendo un becerro y poniendo sacerdotes suyos, con el fin de evitar que el
pueblo fuera a adorar a Jerusalén. Esto, como es natural, encontró la oposición de los
profetas. Un varón de Dios predijo que el altar de Bet-el se quebraría y se derramarían
sus cenizas, lo cual sucedió (1Reyes 13.1–5).
¡Esto quiere decir que Bet-el representa la posibilidad de la soberbia y el orgullo! Aquí
se edifican altares falsos. Así que en este paso del proceso, Eliseo aprendió los
cuidados de un verdadero hijo y ministro de Dios. Bet-el es el desafío de permanecer
en la formación. Los hijos de los profetas probaron el carácter del alumno al
anunciarle que Dios le quitaría a su maestro. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas
que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti?
Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad (1Reyes 2.3).
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En lugar de ser un obstáculo, Eliseo lo tomó como una gran oportunidad de
permanecer cerca de su maestro. En el proceso de tutoría siempre el enemigo tratará
de destruir la relación y dejar inconclusa la formación total.
Parte III. Elías llevó a Eliseo a Jericó
Nuevamente el carácter del alumno es probado. El individualismo es una de las
maldiciones más terribles en el proceso de formación. El alumno siempre será tentado
para que adelante los tiempos y piense que está listo para caminar por su propia
cuenta. Es verdad que frecuentemente el enemigo nos estorba para que no lleguemos
a nuestro destino profético, pero también a veces nos empuja para que nos
estrellemos.
Los hijos de los profetas anuncian de nuevo la separación y la próxima titulación del
alumno. Al serle quitado su maestro, ahora estaría caminando solo en la comisión
profética que le sería encomendada.
4Y Elías, le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a
Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues a Jericó. 5Y se
acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y dijeron: ¿Sabes que
Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Si, yo lo sé; callad (2Reyes 2.45).
Elías probó de nuevo el compromiso de Eliseo: Quédate ahora aquí. El maestro es muy
responsable de formar carácter en la vida del discípulo. Probar no es pecado, de hecho
Jesús, probó el corazón de los discípulos muchas veces y es así como podemos ver el
avance que hemos tenido.
Eliseo estaba determinado a iniciar y terminar el proyecto de tutoría. Vive Jehová, y
vive tu alma, que no te dejaré. La actitud humilde y sumisa del alumno es una buena
columna de crecimiento. Esta dispuesto a ser tomado por la mano del maestro para
llevarlo por el camino de la formación y del aprendizaje hasta ser aprobado.
¡Este es el desafío del alumno! Ahora veamos cual es el proceso que se desarrolla en
Jericó. Se dan varias interpretaciones para el nombre de Jericó. Algunos eruditos
coinciden en decir que significa ciudad de la luna. Es la más antigua ciudad de Israel,
situada en una amplia llanura del valle del Jordán, al pie de la subida donde comienzan
los montes de Judá, teniendo del otro lado el sistema montañoso de Moab
(Deuteronomio 34.1).
En este sentido, Jericó representa el lugar donde se conquistan los sueños (ciudad de
la luna). Donde nos enfrentamos con el desafío de soltar nuestro sueño y adoptar el
sueño de Dios.
Para los hijos de Dios sólo debe existir un sueño y un anhelo: ¡El hacer solo la voluntad
de Dios! Cumplir la instrucción del que nos tomó por soldado, morir completamente y
en todos sentidos al YO, a nosotros mismos, y permitir que Cristo viva su vida en la
nuestra.
En Jericó aprendemos el valor de la obediencia y actuamos con determinación en la
conquista de los valores más altos de la verdad de Dios en nuestra vida. Los israelitas,
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al terminar la peregrinación por el desierto, acamparon en los campos de Moab, junto
al Jordán, frente a Jericó (Números 22.1). La lección en Jericó se aprende con paciencia
con el ingrediente de la actitud positiva.
Los espías enviados por Josué recibieron la protección de Rahab, que vivía sobre la
muralla. Siguiendo instrucciones divinas, Josué dirigió al pueblo a dar vueltas a la
ciudad. En un momento dado, el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas... y
el muro se derrumbó. Rahab y su familia, sin embargo, fueron librados. La ciudad fue
totalmente destruida, y se lanzó una maldición sobre quien intentara reedificarla
(Josué 2.1–24; 6.1–27).
Jericó es el lugar donde ponemos en práctica lo aprendido. Aquí descargamos el poder
y la unción que hemos recibido para ver los resultados esperados. ¡Este es lugar de la
guerra de la obediencia! Es aquí donde recibimos la revelación profética y la ponemos
en práctica. Es donde los dones fluyen en paralelo con el nivel de obediencia que
hemos logrado. En este lugar del proceso de Elías, le permite a Eliseo poner en
práctica lo aprendido.
Jericó era una ciudad amurallada e impenetrable. Esta ciudad era estratégica porque
aquí se dividía Canaán en dos partes. Josué era un experto en la guerra y sabía que si
tomaba Jericó, los reyes del norte no se podrían unir con los del sur para hacer fuerza
en su contra.
Aunque tenía doble muralla y la poseían los mejores ejércitos de Canaán, Josué decidió
entrar por ahí como estrategia de guerra. Josué podría haber decidido empezar la
conquista de la tierra prometida por ciudades más pequeñas y fáciles de tomar, pero
decidió entrar por lo más difícil. Esto desataría el temor del resto de las ciudades.
En la formación, Elías llevó a Eliseo a empezar por lo difícil. Aquí aprendemos a que lo
invisible se hace visible, lo imposible se vuelve posible. Nuestra vida normal es una
vida sobrenatural a cada minuto de nuestro caminar en Cristo. ¡Jericó representa el
lugar de los desafíos y de las grandes victorias!
Parte IV. Elías llevó a Eliseo al Jordán
Este es el lugar de la graduación, es el momento en que el tutor deja al alumno listo
para iniciar el oficio y la comisión que se le ha entregado.
Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él
dijo: Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron
cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon junto al Jordán. Tomando
entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a
otro lado, y pasaron ambos por lo seco (2Reyes 2.6-8).
¿Qué aprendemos en esta fase del proceso? Durante su desarrollo, el carácter del
alumno ha sido pasado por fuego. Hay que vencer la independencia y el
individualismo. La tentación de hacer las cosas por si mismos siempre estará latente,
el sentir que somos autosuficientes y podemos hacerlo solos. El enemigo siempre
estará tocando la puerta para meternos a una cueva y decir como Elías, solo yo he
quedado.
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Eliseo fue probado en carácter. El sometimiento fue pasado por fuego. El maestro
estaba a punto de graduar al alumno y era necesario vencer la tentación del
individualismo una vez más. Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues,
ambos.
Observamos que aún los hijos de los profetas estaban listos para ser testigos de la
graduación oficial del alumno. Ya no le dijeron que Dios se llevaría a Elías, sabían que
estaban frente al final de todo un largo proceso. No sólo sería la graduación, sino la
activación definitiva y la llave de entrada al oficio al que había sido llamado. ¡Se
pararon junto al Jordán! Elías y Eliseo ahora estaban juntos (unidos, unánimes),
habían logrado tener una intimidad profunda caminando al lado uno del otro.
¿Qué representa el Jordán como la parte final del proceso de formación? Veamos
algunos puntos importantes. Jordán quiere decir el que desciende. Este río fluye hacia
el sur desde las montañas del Antilíbano, entra en el mar de Galilea en su extremo
norte y sale por el extremo sur, hasta desembocar en el Mar Muerto. Las fuentes del
Jordán se alimentan de nieve derretida del monte Hermón, así como de numerosos
manantiales. Recorre una distancia de 205 km entre el mar de Galilea y el mar Muerto
su longitud llega a 300 km.
En esta parte de la formación entendemos que hemos llegado al lugar donde la
conexión con el Altísimo debe ser permanente. Estamos conectados con El que
desciende, con el Espíritu Santo, sabemos que lo necesitamos a él más que a cualquier
cosa, sin Él nada podremos lograr, caminar sin su presencia, no entra en los planes de
un hijo de Dios.
Tanto la anchura como lo largo del río es la extensión y la abundancia de la presencia
del Espíritu Santo sobre nuestras vidas. El Jordán siempre tenía agua porque se
alimenta de nieve derretida y muchos manantiales. De esta manera nuestro río
siempre llevará agua porque el Espíritu es nuestra fuente inagotable de la gloria de
nuestro Dios.
La parte baja del Jordán, que en un tiempo incluía el valle de Sidim con Sodoma,
Gomorra y otras ciudades (Génesis 13.10; 14.3; 19.29), es lo que se llama la llanura del
Jordán, región que llamó la atención de Lot por su fertilidad. La llamada espesura del
Jordán en Jeremías 12.5; 49.19 y 50.44 es una referencia a la abundante vegetación y
bosques que existen en ambas riberas del río.
El Jordán representa la abundancia de vida que desatan los que han sido formados y
llenos de la presencia de Dios. Hemos llegado al punto donde no hay retorno. Damos
vida porque hemos decidido morir. Regaremos los corazones más perdidos como
Sodoma y Gomorra, y daremos vida a las almas desérticas porque hemos llegado a ser
la abundancia del Jordán. Dios no nos diseñó para que fuésemos un pequeño arroyo,
sino un río crecido y abundante para regar la tierra desértica de los corazones.
Los vados del Jordán, los lugares por donde se podía cruzar el río no eran muchos. Por
eso, en varias ocasiones era estratégico controlarlos. Así, en tiempos de Aod, luchando
contra los moabitas, se tomaron los vados del Jordán a Moab, y no dejaron pasar a
ninguno (Jueces 3.28). Lo mismo hizo Gedeón en la pelea contra los madianitas
(Jueces 7.24). En un pleito entre efraimitas y galaaditas estos últimos tomaron los
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vados del Jordán y exigían a los que querían cruzar que pronunciaran la palabra
Shibolet. Los que la pronunciaban mal eran muertos (Jueces 12.1–6) porque se
consideraban enemigos.
Estamos en el proceso de la profundidad. Como el Jordán, hemos logrado profundidad
en la palabra, la revelación es tan grande como profunda. El poder del Espíritu esta
sobre nuestra vida y nuestra lucha depende de la gloria de Dios que en nosotros
permanece.
Así como los de Galaad probaron a los de Efraín para saber si eran verdaderos al
pronunciar una palabra, en esta fase de la formación somos probados si somos
genuinos hijos de Dios y hemos aprendido a caminar en los principios del reino.
Uno de los eventos más famosos en relación con el río Jordán es su cruce por el pueblo
de Israel para entrar en Canaán (Josué 3.1–17). En ése glorioso día, las aguas del río se
detuvieron para que el pueblo pasara en seco a la tierra prometida. El Jordán
representa el lugar de los milagros. Lo mismo sucedió con Elías al tomar su manto y
tocar las aguas para que se detuvieran y pasar en seco.
En el proceso, hemos llegado al lugar de las señales y milagros. Hemos sido formados
para llevar una vida sobrenatural en cada paso que damos. Nos hemos convertido en
el paso de las personas que van a poseer la tierra prometida. La unción abre el camino
a las promesas de Dios para sus hijos. Abrimos los cielos, reprendemos los demonios,
somos reparadores de portillos y calzadas.
Juan el Bautista ministraba en el Jordán (Mateo 3.5–6). Allí bautizó al Señor Jesús
(Mateo 3.13–17; Marcos 1.5–9; Juan 1.28).
En esta fase final hemos decidido ser bautizados con el bautismo de Jesús que es el
sufrimiento y padecimiento por su causa.
Hemos decidido, por nuestra propia voluntad, decir como el apóstol Pablo: Pero
cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como perdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo
tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia
justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por
la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus
padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase
a la resurrección de entre los muertos (Filipenses 3.7-11).
Conclusión: El premio del proceso es la doble porción
Hemos llegado al momento en que el maestro suelta al alumno para pasar al nivel de
ejecutar su oficio. ¡El día de la graduación ha llegado! Ha sido un largo camino,
maestro y alumno han caminado juntos, han llegado al momento decisivo. El maestro
ha dejado huella y el alumno está listo para ejecutar lo aprendido.
Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que
yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea
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sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te
será hecho así; mas si no, no (2Reyes 2.9-10).
¿Qué aprendemos en esta fase final? No es como iniciamos la carrera sino como la
terminamos. Las grandes empresas inician con algo pequeño y terminan en algo
grande cuando tenemos cuidado de aquello que es puesto en nuestras manos.
La paternidad y la tutoría son esenciales para lograr que lo pequeño sea grande en un
futuro. Alguien ya paso por donde nosotros vamos a pasar. Otro ya se tropezó con la
piedra que nosotros podemos tropezar. La humildad es premiada por Dios, la semilla
de fe germina cuando cae a la tierra y muere. La humildad hace germinar la semilla del
ministerio y vence los obstáculos que impiden ver la gloria de Dios.
Elías sabe que Eliseo está a punto de graduarse y por supuesto desea darle un buen
regalo de graduación como un padre a un hijo. Pide lo que quieras que haga por ti,
antes que yo sea quitado de ti. No es una frase a la ligera, es la última prueba para
Eliseo, es la prueba del atrevimiento, de la osadía, de la visión de águila, de los sueños
y anhelos. ¡Como es tu atrevimiento será la anchura y profundidad de tu llamado!
¿Recuerdas las palabras del salmista David? Pídeme, y te daré por herencia las
naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra (Salmos 2.8). ¿Cuáles eran los
límites? ¡Las naciones y los confines de la tierra! ¿Cuáles son nuestros obstáculos para
llegar hasta donde nuestro amado Salvador desea llevarnos? ¡Nosotros mismos!
Necesitamos ver como Dios ve, tener la mente de Cristo para ser como él; tener visión,
vencer el temor y la duda; creer en Dios, pero creerle a él. Es cuchamos la voz del
Señor una vez más diciendo: Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes
andar; Sobre ti fijaré mis ojos (Salmo 32.8). Debemos de perder el temor de ser vistos
por Dios envueltos en grandes empresas. Regularmente Dios cree más en ti de lo que
tú mismo crees en ti mismo.
Eliseo quitó todo obstáculo y fijo sus ojos en lo más alto, no midió sus posibilidades
humanas, sino el poder infinito de Dios para llevarlo hasta donde él mismo no podría
llegar. ¡Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí!
¿Doble porción? Elías se sorprendió de la petición. Eliseo había visto los más grandes
milagros en la vida de su maestro. No era el corazón de un hombre soberbio pidiendo
grandeza, era el corazón de un hombre poniendo a funcionar una pequeña semilla de
fe creyendo que la pureza de su corazón y la determinación podría llevarle a glorificar
al Dios de Israel haciendo lo doble que su maestro.
Tal vez fue lo mismo que Jesús vio en sus discípulos cuando les dijo: De cierto, de cierto
os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores
hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré
(Juan 14.12-14).
¡Obras mayores a través de la fe! Todo depende de nosotros. Dios nos ha dado la fe
para ser aplicada, lo pequeño se convierte en algo grande cuando nos enfrentamos al
futuro con un corazón puro y determinado a glorificar al que nos ha llamado como
soldado.
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2014, Año de la doble porción
Elías sabía que no era sencillo que hubiera ganado la confianza de Dios para lograr
obtener lo que pedía. Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti,
te será hecho así; más si no, no. Cuando el proceso de formación es bien desarrollado,
el alumno seguramente podrá llegar al doble del maestro y el maestro se sentirá
satisfecho de lo que ha logrado en la formación del alumno.
Elías hizo el último milagro frente a su alumno. Tomando entonces Elías su manto, lo
dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos
por lo seco. ¿Casualidad? ¡No! Nada que sale del corazón de Dios es en vano, siempre
tiene un gran propósito en la vida. Esta acción despertó la fe de Eliseo. La fe es
desarrollada cuando vemos los resultados de su aplicación en las obras realizadas a
través de creer que algo sucederá. ¿Estás listo para llegar hasta tu graduación? El
proceso de la tutoría es a largo plazo, pero el esfuerzo de llegar hasta el final tendrá un
fruto glorioso.
Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de
fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba:
¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y
tomando sus vestidos, los rompió en dos partes (2Reyes 2.11-12). Hay dos cosas que
sucederán en el proceso de formación. En primer lugar, el alumno llegará a ver lo que
el maestro ve y llegará como mínimo a la estatura del maestro. En segundo lugar, la
relación llega a ser tan fuerte que termina convirtiéndose en paternidad. ¡Padre mío,
padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!
El día de graduación marcará un antes y un después. El proceso del aprendizaje
profético ha terminado, ahora abrimos una nueva página caminando en la ejecución
del oficio al que hemos sido llamados. 12Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre
mío, carros de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos,
los rompió en dos partes. 13Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y
se paró a la orilla del Jordán. 14Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó
las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo
modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo (2Reyes 2.12-14).
¡Nuestra credibilidad está en nuestras propias manos! Las personas creen y respetan
lo que somos y aprecian lo que hacemos cuando hemos ganado su confianza. Esto es lo
que aconteció con los hijos de los profetas.
La doble porción producirá grande logros por el reino de Dios, pero seguramente
muchos de ellos tocarán a nuestra puerta y seremos bendecidos.
EL desafío es permitir que Dios nos lleve a cada lugar del proceso y disfrutemos de la
formación para llegar al momento de la doble porción.
Con amor… JGFC
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