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Es incom pleto é imperfecto, como que es solamente una colección de datos, para facilitar la obra del que se resuelva á escribir más tarde la historia de esos pueblos. Es la labor del operario , que acu mula .los materiales, para que el maestro exper to construya un monumento . Este opúsculo no contiene ni siquiera el mérito de simbolizar, mis afectos; porque le daríamos un empleo inú til, ya que he hecho una pública ostentación de que, en Dios, son exclusivamente vuestros; sin reservarme para mí ni siquiera el derecho de - 4 dirigirlos; pues, todos ellos van solamente en caminados á vuestro bienestar. Lo único, que no os pertenecia , era este folleto de investigaciones históricas, que para vuestro ex - cura encierra desde hoy la suma importancia de ir dedicado á vosotros. No tengo más que daros; porque mi alma pertenece a Dios, y mi cuerpo á esa tie rra , que me es querida; y en donde abrigo la esperanza de que mis cenizas descansen revuel tas con las vuestras. Elias LIZANA M. Ex - Cura y Vicario de Guacarhue. ate en que no aciones ucierra -cado á que mi 511 tie APUNTES 100 la PARA LA revuel HISTORIA DE GUACARHUE M. arhue . CAPITULO I LOS PROMA UCAES A mediados del siglo XV, dos poderosos impe rios gozaban de la primacía en el continente ame ricano: Méjico y el Perú . Yupanqui, omnipotente Inca del último de estos reinos, consideró como lí. mites naturales de sus dominios los mares, que ba ñan las costas de la América Meridional . Tevantó poderosos ejércitos que, como los de Alejandro el Grande, sometían á la autoridad de su monarca todos los reinos que visituban . Chile, por la fertili. dad de sus valles y la riqueza de sus minas , había despertado la codicia en el corazón de los Incas, desde tiempos muy remotos. Yupanqui fué traído, como un dios, en hombros de sus vasallos, hasta el . -- 6 desierto de Atacama. Establecióse allí con su corte, confiaudo el mando de sus ejércitos al príncipe Sin. guiruca, quien avanzó hacia el sur con ánimo de vo detenerse, hasta haber establecido el dominio de los Incas, en los confines más australes de conti . nente. El generalísimo de los peruanos llegó victorioso hasta las márgenes del río Cachapoal. Èste era el lindero norte del país de los promaucaes, habitado por tribus belicosas y celosás de su independencia y de la integridad de su territorio, que, extendién : dose de mar á cordillera, reconocía por límites, al sur, las aguas del río Maule. Las pretensiones de Singuiruca fueron trasmitidas con la prontitud del rayo á los habitantes de los valles, como á los po bladores de las selvas y las montañ -s. La funesta noticia del peligro de la patria, concentró á todo aquel pueblo guerrero en las inmediaciones del va lle de Cachapoal. En vano Singuiruca intentó seducir con prome sas y subyygar con amenazas á los valientes pro maucaes . Estos designaron el toquí que debía res ponder á sus compatriotas del éxito de la jornada. La voz lúgubre de cullcull había congregado á millares de naturales en la parte amenazada del país. Era el cullcull un cuerno que se tocaba en las cinas de las colinas y en las cumbres de los mov tes, vecinos á las rucarehues ó poblaciones de los indios. Era la voz de rebato que electrizaba las al mas del belicoso pueblo . En tiempo de paz, era el país de los promaucaes una república federal , en que cada tribu se goberna. ba por sus caciques, especies de patriarcas ó jefes de bilia . Pero en tiempo de guerra , el toqui ó gene. ral en jefe era un monarca absoluto, al que some tían su autoridad los caciques, quienes pasaban á . 7 - ser úlmenes, para formar la oficialidad del toqui. La autoridad de éste no estaba sujeta á otros límites que sus caprichos, ni reconccía más constituciones ni costumbres que su propia voluntad . Sin embar. go, una amplia democracia era la base en que des cansaba la autoridad de los toquíes, los úlmenes y los caciques. Éstos se reuníau en el lépum, en asam blea general, cuando había que deliberar sobre asuntos de trascendencia. El lépum era como un campo de Marte. Li einbajada de Singuiruca fué unánimemente, rechazada por los promaucaes. La suerte de las ar : was debía decidir . É ta fué adversa al invasor. Des pués de una vergonzosa derrota, en que quedaron cubiertas de cadáveres la riberas del Cachapoal, Sin. guiruca volvió a pasar el río, que consideró desde entonces como frontera y término del poder de los Iucas del Perú . Un siglo más tarde, en 1537 , la patria de los pro. maucaes se veía nuevamente amenazada por las invasiones del norte. Diego de Almagro, atravesaba los desiertos de Atacama y victorioso avanzaba has . ta el Cachapoal, tomando posesión del país en nom bre del rey de España. Los atacameños y los ma puches, habituados al dominio de un monarca extranjero, no opusieron resistencia al audaz explo . rador. Eu la conquista de su patria, veían solo un cambio de señor. No así los promaucaes. Almagro, desoyendo los consejos de los peruanos, que le re presentaban el valor y el heroísmo de este belicoso pueblo, atravesó el río, consiguiendo una victoria parcial sobre los indios que defendían la ribera . Alarmados éstos por un sistema de combate desco . nocido hasta entonces para ellos, deslumbrados por el aspecto imponente de las armas de los españoles, aturdidos por el estruendo de los cañones y ame. 8 drentados por el uso de los caballos, como máqui nas de guerra , cedieron al primer empuje de las fuerzas invasoras. Repuestos del primer pavor, vuel ven , como fieras, que se arrepienten de haber deja do escapar su presa ; ya no sólo se defienden, sino qiie obligan al enemigo á abandonarles el campo, de que ya se creían reyes y conquistadores. El paso del Cachapoal por Almagro fué un to. que áá rebato, que conmovió al país de los promau caes, yendo á repercutir sue ecos hasta las sombrías selvas de la Araucanía . Por eso , cuatro años más tarde, al llegar Pedro de Valdivia á las márgenes del Cachapoal, se encontró con una línea de defen sa al sur de este río. Los conas, ó soldados indige nas, estaban provistos de flechas, arcos , lanzas, la quis y macaras, teniendo a la vez un buen repuesto de huesos, piedrezuelas y espines de pescados , que acostumbraban engastar en las puntas de sus lanzas. Michimalongo, talvez de común acuerdo con los promaucaes, había atacado a la ciudad de Santiago, recién fundada el 12 de Febrero de aquel mismo año, 1541. Su salvación fué debida á la entereza de áni . mo y heroísmo de doña Inés de Juárez, la primera mujer española que vino á Chile. La presencia de Valdivia se hacía necesaria en el país ya reconocido, para reedificar la ciudad y pacificar a los indios de Quillota y demás parcialidades del norte, que se habían sublevado . Volver á Santiago, sin atacar al enemigo, que le esperaba en actitud de combate, sería una retirada que los promaucaes interpreta rían como una fuga , que iría á en valentonar á los que, amedrentados, habían abdicado de su libertad , cobardes, aún antes de preseniar batalla. La designación del toquí en esta acción de gue rra, probablemente se había hecho en la persona 9 - del cacique de Guacarhue. Fortificárouse los natu rales en una trinchera, que los españoles designa ron con el nombre de Fuerte del Barbudo, aludien do á las largas barbas del toquí. Su nombre hap creído algunos que era el de Cachapoal. Valdivia obtuvo sobre los indios un triunfo tan espléndido, que aquel primer combate fué decisivo en la paci . ficación del territorio de los promaucaes, en una extensión de más de cuarenta leguas . Al infortu nado toquí se le permitió retirarse, en condición de un rey vencido y en calidad de huinca, cacique aliado, al extremo poniente de la parcialidad de Guacarhue. Allí sería el cacique de la reducción de la isla que formaba el río Claro con los dos brazos en que se dividía el río Cachapoal, en la Punta del Viento. El brazo del oriente seguía al sur, al pie del cordón de cerros del Romeral, y hacia el sur por el oriente de Zúñiga , se unía con el río Caro, que tiene cu coufluencia con el otro brazo del Cacha poal , al pie de la Punta de Peumo. Aquella isla y el cerro que, solitario, se eleva en el centro de ella, tomaron el nombre de Toquihua, ó sea, posesiones del toquí, nombre que conserva hasta nuestros días; pero sin ser en la actualidad una isla , porque todas las aguas corren ahora , unidas, por el brazo ccci. dental, en que entonces se dividían . Sólo en años de creces del Cachapoal, las aguas de este río, sa liendo por la Purta del Viento , amenazan la pinto resca población de Zúñiga . Los indios en sus desvelos por la independencia de la patria , babían establecido poblaciones en las fronteras de su país, en los puntos más expuestos ó menos seguros; como eran los vados de los ríos ó las abras ó lugares en que se abrian las serranías, dejando en comunicación los pueblos ó lugares con el valle central . Toquibua era sin duda considerada - 10 como una fortaleza por su situación estratégica, en el punto de convergencia de los valles de Guacar hue y Taguatagua, al lado del vado que conduce a Peumo y enfrentando con Idahue y parcialidades de Coltauco . Al norte de Ñaicura y del cerro de Guipilmau , hacia el oriente de Coinco y con vista á la reduc. ción de Doñihue, esta ba Copequén, pueblo de im portancia en los primeros tiempos de la conquista. Copequén fué el asiento de las autoridades eclesiás. ticas y civiles de aquende el Cachapoal, que tenía por jurisdicción talvez el territorio que hoy forma la provincia de Colchagua. En las inmediaciones de Toquihua y de las re ducciones de Guacarhue, Tilcoco, Corcolén, Tunca y Taguatagua, debieron los españoles establecer algún fuerte, que, en caso de levantamiento de los naturales, pudiera servirles de baluarte en que sal var su vida y sus intereses. Estos fortines, en mu chos casos consistían sólo en grandes corrales de gruesos trozos de madera, que el vulgo designaba con el preciso nombre de estacadas. Esta presun ción está robustecida con el nombre de Estacada, que tenía en tiempo de la colonia, todo el territorio que, vecino á Guacarhue, en una extensión de tres leguas dividía con la isla de Toquihua. La mayor parte de estos terrenos, aunque subdivididos, con beryan el inismo nombre. Hemos dicho: que la ciudad de Santiago fué fun . dada el 12 de Febrero de 1541. Con esto bernos querido manifestar el respeto que nos merece la autorizada creencia general , basada en la opinión de Rosales y Carvallo Goyeneche, historiadores del tiempo de la colonia . Sin embargo , creemos más aceptable el sentir de Ovalle, Olivares, Gómez de Vidaurre y Antonio de Herrera, que afirman: que - 11 - la ciudad de Santiago fué fundada el 24 de Febrero de 1541 . Los sostenedores de la primera opinión , que es la que se ha seguido generalmente basta hoy, se fundan en que así lo afirma Luis de Cartagena, es cribano del Cabildo. Eu 10 de Enero de 1514, fué autorizado Cartagena para insertar en un libro y rehacer lsis actas que hasta entonces se conservaban en fragmentos de cartas, en retazos de papel ó pe dazos de pergaminos. Los sostenedores de la segunda opinión que, con el trascurso de los tiempos, se ha de abrir paso para prevalecer sobre la primera la hacen despre: derse, como de fuentes de indiscutible autenticidad de algunas cartas de don Pedro de Valdivia , el funda dor de Santiago, y corroboran su aceito con argu fuentos у raciocinios muy dignos de ser tomados en cuenta . En una carta, escrita desde la Serena, el 4 de Septiembre de 1545, dice Valdivia al emperador Carlos V : « en un sitio donde fundé esta ciudad de Santiago de Nuero Extremo; en nombre de V. M., en ) este dicho valle, como llegué á los 24 de Febrero de 1541. » En otra carta, fechada en Concepción el 15 de Octubre de 1550, dice al mismo rey : « poble en un valle que se llama Mapocho, doce leguas de la mar la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, á los 24 de Febrero de 1541, formando cabildo y poniendo jus ticia » . En una instrucción, dada por el mismo Goberna dor, don Pedro de Valdivia, á Alonso de Aguilera, le observa que haga presente á S. M.: que fundó la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo a los veinte e cuatro de febrero del año de mil e quiniento e cua renta i uno formando cabildo e rejimiento » . 12 Ee aceptable suponer al fundador de Santiago error y olvido de esa fecha de especial importancia para él ; y que en beneficio propio cita en documen tos que debía leer el mismo rey, y que debían ser examinados por las Cortes? No podemos dejar de comprender que corremos el peligro de que se nos tilde de disidentes en ma teria de verdades históricas , cuando afirmamos: que creemos que la ciudad de Santiago no fué fundada el 12 sino el 24 de Fibrero de 1541 . CAPITULO II. CREENCIAS Y COSTUMBRES DE LOS PROMAUCAES Respecto de Dios tenían nuestros aborígenes ideas tan absurdas y creencias tan extravagantes como todas las de los pueblos que, sumidos en la barbarie, carecían de las luces de la Revelación . Sin einbar go, en cuanto a los principios fundamentales del alma y Dios, aventajaban à la mayor parte de los primeros pobladores de las diversas potencias del continente americano . Creían en la existencia de un Dios invisible, del cual dependerían otras divi . vidades secundarias, que tendrían á su cargo las atenciones de menor importancia. Sin embargo, no se cuidaban de erigir templos á Dios, ni de rendirle culto externo, que pudiera en alguna forma significar la fe invisible de sus cora zones . Los sacrificios eran muy raros entre ellos . Respecto a la ivmortalidad del alma, había upi . formidad de ideas; pero no así en cuanto a la mane 13 ra de imaginarse la vida futura . Algunos adinitian el castigo en la otra vida , mientras otros lo recha zaban; y la mayor parte de ellos profesaban la creencia de la igualdad de premio. E los concebían la vida futura como un estado de completa satisfac ción a las exigencias de la sensualidad del hombre; y se explicaban de un modo muy superficial la eter nidad de esa vida . Los naturales de Chile no tenían establecido entre ellos el sacerdocio; como conse cuencia lógica de esto reinaba el más completo aparquismo de ideas; bien que poco se preocupa . ban los indios de Religión . En cuanto a la moralidad, podríamos decir, sin tenor de incurrir en exageración : que la coutineu cia era desconocida entre ellos ; y la lascivia y la em briaguez constituían sus placeres habituales. Los sentimientos de los indios de Chile eran muy nobles. Para con los extranjeros eran hospitalarios y extremosamerte obsequiosos. Del patriotismo, en su amor á la libertad , hacían el más sagrado de sus deberes, y todo lo posponían, tratándose de mante ner su emancipación personal y la independencia de la patria. Para ellos la afrenta más ominosa que podía envilecer al hombre, era aquel servilismo for zado, que con el nombre de esclavitud , adınitieron , ó por lo menos por largo tiempo toleraron, los pue blos civilizados. Eu lo que respecta al matrimonio, los indios acep taban la poligamia, sin que fuera obstáculo para ella ni el primer grado de consanguinidad siquiera, en cualquiera de sus órdenes. De consiguiente, el matrimonio era entre ellos como una especie de transacción comercial, en que la mujer, como entre los pueblos más adelantados del paganismo, era una simple propiedad del hombre, para su uso y como: didad. La virgividad de la mujer no se apreciaba 14 entre ellos; y era lo común , que llegara sin ella a tálamo nupcial, sin que esto ocasionara el menor motivo de inquietud al marido. El indio hacía pe. sar sobre sus mujeres el más grosero despotismo, como que concebía el matrimonio como un medio de constituírse señor de quienes debían esmerarse en prodigurle toda clase de comodidades. La escla vitud , que tanto repugnaba al indio, sin darse cuen ta , la tenía establecida en el matrimonio. La mujer era quien debía labrar la tierra y proveer la casa, reservándose sólo para el hombre aquellos trabajos que requerían mayores esfuerzos . Si delinquía la mujer, era castiguda sin piedad ; y ella, resignada, tenía que soportar el castigo, aun que al marido no asistiera más derecho que la fuerza , y en la mujer no pesara más delito que six natural debilidad . El orden de antigüedad consti tuia la jerarquía de las mujeres en el hogar. La ceremonia del matrimonio consistía general mente en un rapto ficticio, en forma determinada , en que el novio arrebataba de la casa de sus padres á la mujer, con aparente resistencia de ésta y con fingida oposición de aquéllos, que en unión de la familia simulaban una verdadera batalla, para evi. tar que el pretendiente la llevara. Éste la conducía á la fragosidad de la montaña ó á las sombras de las selvas ; de donde regresaba. después á cancelar el convencional valor de la mujer; como para resar cir á la familia de los perjuicios , que le causaba el matrimonio de la mujer ; lo que querían significar al oponerse a su salida de la casa. A esta ceremonia seguía ordinariamente una orgia, con que el amante festejaba á ambas familias y á sus más íntimas re laciones. La duración de ella dependía de los recur. sos con que contaran los contrayentes. En esta - 15 clase de fiestas, era desconocida la continencia y muy escaso el pudor. Fácil es comprender la resistencia que debería inspirar á los indios una religión extranjera , im puesta entre los estruendos de la guerra, por el mis mo conquistador; religión que condenaba sus cos tumbres é innovaba entre ellos hasta la forma de constituir la sociedad conyugal . Sin embargo, hubo menos resistencia de la que era de esperar de un pueblo indómito, como era el que forinaba la re za de los indios de Chile. ¡Cosa rara! Nuestros vatura les, desde el primer momento, co:nprendieron la su blimidad de la doctrina evangélica; y distinguieron al mismo tiempo la diferencia de conducta que ha bía entre el soldado, que practicaba la religión cris tiava , y el aventurero que, obrando sólo á impulsos de una insaciable sed de oro, se entregaba a los vi cios más execrables, cometiendo contra ellos los actos de barbarie y cruedad más inaudita que com : cebir pueda la más sórdida avaricia . Los indígenas vivían ordinariamente en familia , en los lugares de mayores recursos naturales, para una cómoda subsistencia, sin imponerse mayores sacrificios. Las frutas silvestres y la carne consti tuían sus alimentos de preferencia; y unas y otra eran fáciles de obtener. Les rucas eran habitaciones semejantes á los ran chos de puesiros campos y á los que, para afrenta de nuestra patria, forman los suburbios de las ciu dades. Aquellas humildes chozas distaban unas de otras lo suficiente, para evitar los gravísimos incon venientes que resultan de las agrupaciones de fa milias, en un país en donde no babía más ley que la de la fuerza, y en donde, si es verdad que se vislumbraba á Dios, no se conocían sus mandamien 16 tos; y en donde apenas se reputaban por faltas los crímenes más enormes . Los que vivian de la caza, que eran muchos, por acomodarse este ejercicio á su indole guerrera , es . tablerían sus rucas á inmediaciones de los bosques ó en faldas de cordillera. Los que gustaban de la ganadería, que sólo erau unos pocos, fijaban sus viviendas en las prominencias de los valles, para poder desde la casa tener a la vista sus ganados. Los que se dedicabau á la agricultura preferían las vegas ó parajes húmedos, que desiganban con el nombre de rulos. El beneficio del riego artificial fué desconocido para ellos, hasta que lo implantaron en este suelo los Incas del Perú. Estos dieron algún impulso á la agricultura , introduciendo entre los chilenos el uso de los huanacos, en las labranzas de las tierras . Hasta esa época se trabajaba sólo con el brazo del hombre, ayudado de los instrumentos de madera que había inventado su propio ingenio . Pa rece que el valle de Ocoa fué uno de los principales centros de la civilización incaica . A la agricultura no se le daba mayor importan . cia . Consistía apenas en el cultivo del maíz, los fre joles, la quinoa y pequeñas cantidades de uno que otro cereal, además de los mencionados. Los usos de la quinoa en bebidas, en guisos y como harina, hicieron que los indios la cultivaran, en el valle de Cachapoal, en tal escala que la producción abun . > dante de ella le valió el nombre de Requinoa á un dilatado campo, en la productiva zona que se ex . tiende entre el citado río y el Claro , al pie de la cor dillera . Las calabazas eran un bocado que sabía bien al paladar de los indios ; por eso dedicaron al. guna atención á su cultivo y esto muy en particular en las inmediaciones de Toquigua, como parece de jarlo comprender el nombre con que designaban 17 una buena extensión de aquel valle Pencahue, que significa en su idioma, lugar de calabazas. El maíz les servía de alimento; pero el empleo mas importante que de él se bizo , fué para la fa bricación de muday, bebida de que gustaban mucho los naturales de Chile. También destilaban licores de frutas y de semillas de molle y litre; como igual. mente preparaban bebidas de maqui y de infusio ues de culén . Esta última es considerada como un excelente tónico estomacal. Con la importación del trigo, cachilla como lo llamaron los indios, y con la asombrosa propagación de la vid , descuidaron los naturales el cultivo del maíz por creerle innecesario, al verle tan ventajosamente reemplazado en sus Usos por el cereal y planta, traídos por los espa ñoles . Confirmación de la creencia de la inmortalidad del alma de los primeros pobladores de este país es el rito que observaban en la ivhumación de sus ca dáveres . En las cumbres de los montes ó en el cen . tro de las islas tenían cementerios para sus caci . ques, como los había en las selvas y al lado de cada reducción para los hijos del pueblo. Esos cemente. rios en desorden erau conocidos con el nombre ge bérico de eltiin . Había uu sinuúmero de estos en la inmensa selva , que, en una extensión de doce leguas, se dilataba en: tre la isla de Toquilua y las faldas de la cordillera. En tiempos muy remotos, la mayor parte de este valle de. bió ser el lecho común de los ríos Cachapoal y Claro, que, juntándose un poco al occidente de la cordillera, inundaria aquellos campos, al pie de los cerros que les sirven de barrera en buena parte de su cur 80. Por otra parte, en algún gran cataclismo ó des helo de la cordillera, el Cachapoal inundó los cam pos APU de NTE Doñihue, de Coínco y de Coltauco; 2y , pro S 18 fundizando con suma facilidad en las capas vegetales de aquel terreno, que tiene muchos metros de espe. sor, formaría el cauce que ahora tiene. El más su. perficial estudios de estos valles lleva al profundo convencimiento de la realidad de estas hipótesis, que reputarán algunos de simplemente antojadizes. En la hacienda de Naicura se deja ver claramente la verdad de lo que venimos sosteniendo. Se nota perfectamente el lugar que ocupó el cauce del río Cachapoal o de algún brazo que de él se desprendía. Don Carlos Campino L. ba gastado ingentes sumas en hacer desaparecer esas hondonadas y en limpiar esos feraces campos de la enorme cantidad de pie . dras, que hasta esos puntos arrastraron las aguas del río que los bañaba. De erial pasó aquella región á ser un suelo exuberante. De la antigua selva de que venimos hablando quedan restos todavía en Cailloma, Quechereguas, Guacarhue, La Patagua , La Esmeralda, Tilcoco, La Quinta y La Estacada. La mayor parte de ella, hasta hace pocos años, era conocida con el nombre de Naicura . Han tenido que invertirse grandes ca. pitales para poder formar de aquellos bosques las valiosísimas haciendas de Apaltas, Camarico , La Esmeralda , Naicura , Santa Isabel, Cailloma y Patagua . La En aquella gigantesca obra de desecación del campo y extinción del bosque, que emprendió con éxito halagador don Raimundo Larrain Covarru bias en La Esmeralda, descubrió algunas sepulturas de indios. Éstos son elocuentes vestigios de que aquellos bosques debieron de formar alguna de las selvas sagradas, en que ocultaban sus cementerios los naturales, en el tiempo de la conquista de su patria por los españoles. Entre algunos aborígenes se acostumbró emplear -- 19 por ataúd una tinaja de greda ó algún trozo de ro ble, de canelo, de lingue ó de arrayán , que, labrado en forma de canoa , aguardaba aquellos despojos de la muerte. La inhumación del cadáver no precisaba ev manera alguna la fecha de la muerte. Retarda base la sepultación semanas y á veces meses, tiempo que guardaba relación con los recursos del extinto. Pero esto no era lo común . El deudo más inmediato debía anunciar, á los parientes y á los amigos del extinto, la funesta nue. va . Éstos acudían al hogar del difunto y deposita ban al lado del cadáver, vestidos, licores y alimen : tos, que como provisiones de viaje, juntos con sus armas de defensa , se depositaban con el cadáver en el sepulcro. A la sepultación precedían algunos ritos , que ja más podían omitirse. De intervalo en intervalo se oían las lúgubres notas de la trutruca, á que inme. diatamente seguían los fingidos ó naturales alaridos que, como suprema expresión del dolor, lanzaban los deudos y amigos del difunto. Era la trutruca un instrumento formado con una caña de bambú, con un cuerno en uno de sus extremos . La trutruca se tocaba con el objeto de hacer saber á Pillán , el de monio, que aquel cadáver estaba rodeado de valien tes, dispuestos á defenderlo, si él pretendiera arre. batarlo. Al sonido de la trutruca, que equivalía también á una voz de alerta , salían algunos de los deudos, blandiendo lanza y asestando golpes en el aire, alrededor de la casa , como quien combate al enemigo. Esto se repetía con más frecuencia en la noche. Llegado el momento de la sepultación , la nota dominante de aquella fúuebre ceremonia era el llan to de los dolientes . Al lado del cadáver se depositaban algunas vian . 20 das , alguna cantidad de licor de que más gustaba en vida y las ofrendas que, como últimos obsequios, le presentaran eus parientes. Sobre el sepulcro se colocaban ramas de canelo, que simbolizaban la paz y el triunfo , después del supuesto combate con el Pillán, dios de una región de fuego. En algunos casos se hazía arder una hoguera, por algunos días , al lado de una tumba , si el extinto era una pereo . na meritoria á la nación, para que aquella coluinna de humo, que salía del sepulcro, al extenderse por el firmamento , atrajera fortuna para la patria . Des pués de la inhumación, seguía una bacanal, que era como el último rito de la ceremonia de una sepultación . CAPITULO III LAS ENCOMIENDAS ( 1 ) En el siglo XVII, en donde imperaba España, allí reinaba Dios y florecía la civilización. Esto no obstaba á que algunos soldados, de aquellos que posponían á las conveniencias personales, la gloria de su patria y los mismos intereses de la religión ( 1 ) Cuando La Revista Católica, en 7 de Diciembre del año 1907, dió publicidad á este artículo, levantó una terrible tempestad contra elá autor de parte de personas, que se han dado por aludidas, a pesar de que se habla on él del estado de los inquilinos , en todo el país en general ; y á pesar de claramente se establece en él : que hay hacendados bue nos y que hay hacendados malos. No reconozco que exista que fundamento para que se le haya acusado de Socialista . Lo hemos conservado literalmente.- EL MISMO AUTOR. - 21 católica , hicieran de una y otra , en Chile, baldón y escarnio á los ojos de los naturales. La disciplina militar en este país tenía que ser una ordenanza de contemporización, por encontrar se los españoles en un país extranjero, á algunos meses de navegación de la patria, y en medio de eneinigos, con quienes se mantenían en una cons tarte guerra . Se requería una delicada prudencia, para poder reprimir los abusos, sin que las medidas correctives ocasionaran disturbios o inconvenientes. Las mismas crueldades de los conquistadores se atenúan, si tomamos en cuenta que aquellos hom . bres habían nacido en medio de los estruendos ó cuando aún vibraban los ecos de una guerra de exterminio y represalias, sostenida contra los mu. sulmanes. Acostumbrados á no dormir en paz , mientras un enemigo pisara el suelo de la patria, no podían wirar sin recelo, ni menos simpatizar con aquella raza de guerrercs . En el Perú , como en el resto de América, habían empeñado batallas para presenciar capitulaciones y ver los reyes de los na. turales , rendidos á las plantas del vencedor, ocul. tando sus tesoros, por reconocerse impotentes para defenderlos. No nos asombremos entonces de la io humanidad del invasor. Sin pretender justificarle, disculpemos. le sus inconsecuencias; que son soldados que obrav, heridos, en eu orgullo de militares y de españoles, por la altivez de los indios, que, siendo derrotados en numerosos combates, indómitos, no se recono. cen jainás vencidos; y eternizan una sangrienta guerra, que les mantiene alejados de eu patria. A lo dicho agréguese la diferencia que existía entre la civilización de entonces y la de ahora. Ade. más, debemos tomar en cuenta la división de cas . tas de la época, en aquella monarquía . Nosotros, en 22 pleno siglo XX y con el sistema de gobierno repu blicano, apenas podemos concebir el estado de ab . yección en que se tenía á la porción degradada de la humanidad, en aquellos tiempos en que la escla . vitud era tolerada por la Iglesia y autorizada por los reyes más católicos . ¡ Cómo se horroriza uno, al pensar siquiera, que muchos de los conquistadores llegaban á negar al indio el común origen en nues tro padre Adán! No nos admiremos rle actos de barbarie de los conquistadores , eu medio de los ardores y enconos de la guerra . Creemos no avanzarnos al decir: que nosotros, los chilenos, que tanto nos vanagloriamos del sistema de gobierno, que rige en nuestro país; nosotros que hacemos un ídolo de la libertad , exce . demos en mucho á la barbarie de los españoles. Estos odiaban á un pueblo sobre el cual se creían con derechos de conquista, y se vengaban de él , porque sus guerras interminables costaban más di. nero y sangre á España , que la conquista de todo el resto de la América . Nosotros ¿qué hacemos ? Despojamos al araucano del resto de tierra de un país , que le habíamos asig nado y reconocido como dominio. En silencio, para que el mundo no se asombre y vitupere nuestra iniquidad, con la opresión extinguimos aquel resto de e £ partanos, que debía conservarse como una re . Liquia de una raza de héroes, á las generaciones venideras. El araucano, oprimido, reclama; y, veja do, se querella ; pero nosotros no escuchamos su voz ni oímos sus lamentos, basados en la equidad y la justicia . De seguro que el araucano preferiria verse des. pojado de sus domivios, en el campo de batalla , antes que en una forma que el califica de latroci . 23 nio, por no encontrar en ella más derecho que el que concede la fuerza . Los españoles se repartían entre sí las minas y los valles del territorio conquistado. Esta distribu ción de terrenos constituía un repartimiento. El dis trito asignado á cada favorecido, formaba una en . comienda ; y el poseedor se llamaba encomendero. El derecho a encomiendas facultaba en un principio al encomendero para poder hacer trabajar á los in dios, establecidos en ellas, en beneficio propio del favorecido. Esto se prestó á inconcebibles abusos. Los reyes dieron severas órdenes en favor de los naturales; pero ellas eran desatendidas. Los excesos de los encomenderos ocasioparon sublevaciones, que fueron muy funestas para la metrópoli. La po . blación disminuía considerablemente. Muchos su cumbían en el trabajo, otros emigraban hacia Arauco , por verse libres de la ominosa serviduinbre al vencedor. Aquel pueblo no estaba habituado al trabajo, sing á una vida de molicie. A tanto extreino llegó la dureza de los encomen : deros para con sus encomendados, que hubo nece . sidad de reglamentar el servicio de los naturales de las encomiendas. El licenciado Santillana, por en . cargo del Gobernador don García Hurtado de Men doza, recorrió el país, inponiéndose del estado de las encomiendas y oyendo las quejas de los indios contra sus señores . El mencionado Visitador ex . puso: « que se acostumbraba hacer trabajar a los indios como si fuerau bestias de carga » . Presentó al Gobernador un proyecto de rig'a mentación sobre encomiendas, que luego pasó á ser ley del reino, con el nombre de Tasa de Santillana. La Iglesia la combatió , por reputaria gravosa para los indios, é injusta en sus fundamentos. Con ella 24 se rompía eólo el primer eslabón de las pesadas cadenas de una simulada esclavitud . Se instituyeron nur vos cargos de administraciór, en las encomiendas. Se nombró defensores de los in dios, que debían relar acerca del cumplimiento de las nuevas ordenanzas. Estos abusaron del mismo cargo, para oprimir á los indios, despojando á su9 protegidos de sus bienes y sustrayendo del erario real los censos que le correspondían. El Iltmo, se ñor Medellín , en carta que dirigía al Rey , con fe cha 15 de Abril de 1580, le decía: que «en lugar de Defensores se les debía llamar Destructores de los indios: » y luego añade, refiriéndose á su visita por el territorio de la diócesis : <« En los pueblos veían mis propios ojos que todos los indios é indias que en ellos estaban, ansi viejos , como mozes, viejas é mozas, niños é niñas, y aún los ciegos y cojos, to dos estaban ccupados en trabajos é ocupaciones de sus encomiendas y peor tratados que si fuesen sal vajes » . Dice el señor Medellín que: « algunos indios, des pués de haber trabajado más de ireinta años , en el laboreo de las minas, no han visto en toda su vida ni un solo tomín » . En carta de 4 de Junio del mis. mo año, dice al Rey Felipe II « que los naturales eran tratados como esclavos , y aún peor que es clavos » . Creyó el caritatiro prelado , que no se podía ab . solver á los encomenderos que, reincidentes, áa pesar de confesai se anualmente en la cuaresma , conti nuaban en sus actos de barbarie y de despojo de los bienes de los indios, apropiándose de su trabajo, y reteniendo lo injustamente percibido. Prohibić á los sacerdotes de sus diócesis dar la absolución á encomenderos, que no presentaran cédula de auto rización para ello, firmada por el Obispo. Antes de 25 darla , el Prelado exigia de cada uno de ellos firmar una solicitud , en que pedían al Gobernador, que para descargo y quietud de sus conciencias, esta bleciera nueva tasa de tributos y trabajos de obli gación de los indios de las encomiendas del obispa . > do de Santiago. Esta medida dió un resultado exce . lente. Dictó el Gobernador una nueva tasa , que se llamó de Gamboa, por su nombre, Martín Ruiz de Gamboa . Por ella e declaraba abolido el trabajo forzoso de los indios de encomiendas, y se les nom braban cuatro regidores, encargados de velar por el exacto cumplimiento de esta ley. El indio debería pagar en lo sucesivo, nuere pesos anualmente al encomendero. El señor Medellín no quedó satisfe cho con su triunfo á favor de sus queridos indíge. vas. Decía : que esta tasa era todavía dura para los naturales. Los encomenderos, por el contrario, la calificaban de tasa agria para ellos. Apelaron, pero sin efecto . Los eclesiásticos siempre estuvieron defendieado los intereses de los naturales, que eran víctimas de la avaricia é implacable ambición de los encomen deros . El Obispo de La Imperial obtuvo que la tasa de Gamboa, dictada para la diócesis de Santiago, se hiciera extensiva también á las encomiendas de su obispado. Algunos sacerdotes, en medio de su ardoroso celo y caridad para con los pobres indios, en vista de que las sublevaciones de éstos eran ordinariamente un necesario efecto de los demanes y crueldades de sus compatriotas, llegaron á condenar la guerra ofensiva á los naturales. La guerra no era el medio adecuado para convertir al araucano, dice un escri tor contemporáneo, La guerra no podía tampoco justificarse con la necesidad de propagar la reli. gión, que no ha menester de ejércitos ni de sangre 26 para conquistar los corazones ; los españoles no te nían derecho alguno para despojar al pobre indíge na y obligarlo á servir cual si fuera su esclavo. Por desgracia, la tasa de Gamboa debía revocar se pronto . Los encomenderos la consideraron rui. mosa para sus intereses . Con la llegada del nuevo Gobernador á nuestras playas, consiguieron los en : compenderos su triunfo sobre los indios. Don Alonso de Sotomayor fué recibido á su llegada á Santiago, bajo arcos triunfales; y aclamado como no lo eran talvez los reyes después de haber obtenido victorias sobre los enemigos de la patria. La abolición de la tasa de Gamboa era el objeto á que con aquellos vitores se aspirabs; recompensa que los organi zadores de las manifestaciones no tardaron en re cibir. Sin embargo, los Obispos no abandonarán en sus desgracias a sus diocesanos oprimidos; y jamás des mayarán en la defensa de su causa , que es la causa de la justicia y el grito de la caridad . Nos horroriza como á hombres, y nos conmueve como á cristianos, la aflictiva condición á que se dejaba reducidos á los pobres naturales, al come terles nuevamente al vasallaje de los españoles. ¡ Cuánta inhumanidad de parte de sus señores! ¡ Qué crímen tap enorme! ¡ Qué vejámenes tan inau ditos! ¡ Qué hombres tan sin entrañas! ¡ Qué instin tos tan sanguinarios! Estas son las exclamaciones, que saltan á nuestros labios, al leer las descripcio nes, que nos hacen sobre el particular los historia dores de aquellos tiempos. El Diccionario nos pa rece defectuoso, en materia de palabras duras , para protestar contra la iniquidad de los españoles, por el crimen cometido por los dueños de encomiendas. Declamanos, elevamos el grito al cielo poh tiempos de los Reyes! ¡aciaga época de la monarquía! ¡Qué - 27 diferencia con nuestros tiempos!... y siguen las lamentaciones. Ahora pregunto yo: ¿qué diferencia existe entre la aflictiva condición del indio de encomienda y la triste situación del inquilino de nuestras haciendas ? ¿Qué diferencia se halla entre la tiranía de los eu . comenderos españoles y el despotismo de alguuos de nuestros hacendados? Nos vemos en el triste deber de responder que: poca , y muy poca . Menos de la que debiera existir entre la colonia de una monarquía y un país libre, con régimen republicano. Esas ideas de socialismo no son en parte el resultado del sistema de expo . liación del inquilino de las haciendas? ¿ No es en ellas donde se engendran los gérmenes del odio contra los ricos, que les oprimen , acrecentándose después , al emigrar á las ciudades, huyendo de las haciendas, en donde la vida les es insoportable ? Pero , sea dicho, en honor de nuestra patria , que hay muchos hacendados, que combaten la opresión al pobre y que se apropian sus desgracias. Estos sentimientos de filantropia cristiana hace de ellos los ídolos populares . El inquilino de nuestras haciendas ordinaria mente recibe un salario, que no sube de la tercera parte de los sueldos, que se pagan en los campos. Las otras dos terceras partes se las reserva el pa tror para sí, como pago de arrendamiento por la habitación, que casi siempre es un rancho misera . ble, rodeado de un pedacito de tierra , que no pro duce; porque se siembra desde el día en que se construyó el rancho . Se le da, coino ración de cha cra, un retazo de terreno, que en las más de las haciendas es un cuarto de cuadra, y en las mejores suele llegar hasta media cuadra. Además se les da permiso para que crien cierto número de animales, 28 en los terrenos que no aprovechan las haciendas. Pero ¿podrá el pobre tener esos tres o cuatro ani: males, siendo que no gana para vivir ? Esto es un beneficio meramente nominal, ya que no pueden reemplazar los animales con otros ajenos, que en este caso les daría la utilidad del talaje . El inquiliro tiene obligación de trabajar desde ei alba hasta la noche durante todo el año; en muchas haciendas hasta los días festivos. Es un empleado por años, que sufre el bombre y la desnudez en el invierno, porque en los días de aguacero no tiene sueldo. Indirectamente tiene esclavizada su con ciencia á los caprichos y á las ideas de sus patro nes, contribuyendo no poco esto á su propia degra dación moral ; sobre todo en materia de sufragios electorales. Hemos dicho: que hay hourosas excepciones, ba: Eadas unas en la caridad cristiana, mientras des cansan otras en el solo fundamento de la boudad natural del individuo. Hacendados conozco yo , que son de esto bellísimo ejemplo. En sus haciendas, una vacancia de inquilinos tiene tantos pretendien tes, como candidatos se presentan á una vacante de empleos fiscales en la República . Allí al pobre se le dan facilidades para las siem. bras y la crianza. En dos épocas del año, se provee gratuitamente de vestuarios á los inquilinos. Si un empleado ó inquilino aspira á obtener un predio, si pretende emprender un negocio ó desea hacer una compra, tiene un Banco, sin intereses, en la caja de su patrón. Ha llegado á hacerse un prorer. biu que «sólo el que no quiere no se hace rico allí » . De todas las necesidades de la hacienda se preocupa Eu poseedor. Para exonerarles de pago de derechos parroquiales, subvenciona en compensación de to dos ellos, al curato á que pertenece esa hacienda, > 29 En tiempo oportuno para el cumplimiento de Iglesia , llevan los bacendados, sacerdotes para que misionen al pueblo y les dispongan para la recep ción de los sacramentos y les hagan la administra ción de ellos. Por las tardes, en aquellos días, se despueblan las baciendas vecinas. Al final de la misión , el día del cumplimiento general de Igle . sia , se da una sunilosa comida á todos los habitan tes del fundo, en las casas de la hacienda; y por la noche se hace una fiesta popular, en que se quema un sinnúmero de piezas de fuegos artificiales. Se hace lujo de gastos para dar solemnidad á la proce . sión que precede á esta fiesta , siendo adınirable el recogimiento en la primera, y el orden en la segun da. Nadie inás feliz que los hacendados, que se go . zan en la satisfacción , que se refleja en el semblante de sus protegidos. Hemos visto, al declinar la tarde, salir en su co che à la señora del fundo. No es que vaya en paseo de recreo . Es la hora en que los jornaleros en las eras ó principales centros de trabajo, esperan su llega da. Su coche va lleno de frutas ó de otras sus . tancias alimenticias, que persovalmente distribuye entre los trabajadores. Estos son sus pasatiempos cuotidianos, durante su estadía en el campo. ¡Qué rasgo de caridad cristiana! ¡ Qué escenas tau tiernas y conmovedoras! CAPITULO IV DOCTRINA DE COPEQUÉN , MALLOA Y TaguataGUA Tan pronto como el territorio de los promaucaes fué sometido á la do ninación española, establecióse en él el servizio religioso de la evangelización de los 30 indios; muy defectuoso , al principio , á causa de la ig. norancia del idioma y de la escasez de sacerdotes . Es tableciéronse doctrinas, que abarcaban , en su exten sión , dilatadas comarcas que, contando con muchos pueblos , se hallaban cruzadas por caudalosos ríos é interceptadas por las montañas, que hacían difícil , si no imposible, un buen servicio religioso. Con la lle gada de nuevos sacerdotes se crearon nuevas doctii . nas y se hizo la división de otras . La doctrina no era otra cosa que una extensa pa rroquia , en que al párroco ó doctrinero, además de los deberes consiguientes á la cura de almas , se le imponía la obligación de enseñar diariamente la doctrina cristiana á los naturales. El doctrinero era una especie de misionero perpetuo, con amplias fa cultades , ó con más propiedad todavía un párroco ambulante . La sede parroquial generalmente estaba en el princi pal centro de población del territorio ó distrito de su jurisdicción . Con el cambio de importancia de los pueblos solía cambiar también el asiento de la parro quia . Otras veces una doctrina tenía dos o más pueblos que, juntos, daban el nombre á aquel cu rato, como que la sede del párroco podía indistin tamente fijarse en una ú otra población. Esto ocurrió con la Doctrina de Copequén , Malloa y Taguatagua, que tuvo por jurisdicción la zona comprendida en tre los ríos Cachapoal y Tinguiririca , desde su naci miento en la cordillera, con excepción al principio, de aquella parte situada en la confluencia de ambos ríos. Hasta 1585, fué conocida sólo con el primero de estos nombres. Pero Copequén vino en decaden . cia, á causa del excesivo trabajo á que se sometió á los naturales y del uso que de ellos se hacía , para cargar los bagajes de guerra y obligarles á combatir contra los defensores de su patria . Dla á día la po - 31 blación se diezmaba ; pues , en Copequén no se le . pitió el milagro de la multiplicación de los hebreos, al tratar de extinguirles por el trabajo los Faraones del Egipto . Es raro que, en esta doctrina no se haga mención de Chanquiahue, que debió ser de grande impor tancia , entre los primitivos pobladores de esta pro vincia. En su valle, á inmediaciones de Rengo, fué donde los ejércitos del Inca del Perú sufrie on sus mayores descalabros; y donde las armas del explo: rador Almagro fueron impotentes para tomar pose. sión del valle, á título de conquista. Fué también allí donde los naturales hicieron mayor resistencia , en el territorio de los promaucaes, al intrépido don Pedro de Valdivia . Talvez aquella nueva Troya su : cumbió , gloriosa, con la libertad de sus heroicos de fensores . Sobre sus ruinas trazaron más tarde los españoles el pueblo de Río -Claro ; y algún tiempo después echaron, en el mismo lugar, los cimientos de la ciudad de Rengo, que no había de prosperar jamás. Quién hubiera podido correr el misterioso velo de la incertidumbre de un lejano porvenir, para haber dicho á los valientes que allí morían : que sobre sus cenizas se había de edificar un pue. blo, cuyo nombre, Rengo, debía ser el monumento de justicia, que Chile erigiría á la memoria de uno de los más denodados defensores de los aborígenes y de la Araucanía; y que ese pueblo había de ser la capital del Departamento, que con su nombre había de perpetuar a las generaciones venideras la memo ria del heroísmo del toquí Caupolicán ! Este es el epitafio más elocuente que la República pudo grabar en la tumba de aquellos héroes, que tiñeron con su sangre la bandera de su patria , entre cuyos pliegues hallaron común mortaja sus cadá veres y la libertad . 32 - El nombre de Chanquiahue pasó a la posteridad, eólo por haberlo conservado una miserable reduc ción , establecida al Este de Rengo, á siete leguas de Guacarhue. Chanquialiue pasó inadvertido en la historia de los pueblos de Chile, basta que, tres si glos más tarde, dió entre sus hijos, que allí mecie. ron su cina, un obispo á la Iglesia y un hombre de lustre á la patria. El Iltmo. Sr. Molina, obispo im . pártibus de Sinópolis, es un timbre de gloria , no sólo para el pueblo que le vió nacer, sino tumbién para la provincia de Colchagua, y, si se quiere, para la América Latina . La feracidad de los terrenos y fuentes naturales de riqueza de la dectrina de Copequén ; su vecindad á Santiago y la paz que reinaba en ella, fueron cau sas que despertaron entre los españoles interés por sus encomiendas. En poco tiempo hubo en ella numerosos extranjeros, que dieron impulso á la agricultura y á otros ramos de comercio . La tierra de los promaucaes, y de preferencia el valle de la doctrina de Cópequén , Malloa y Tagua tagua, fué siempre objeto de la ponderación de los escritores de la época. Los historiadores abundan en conceptuosos elogios, al tratar de las bellezas, del clima y de los riquezas de estas privilegiadas regio nes. En abono de esta aseveración, citaremos algu . ros de los pasajes de los más autorizados de ellos , entre los que escribieron, en tiempo de la colonia, > la historia del Reino de Chile. Aquí juzgainos oportuna una explicación, que en 1666 reputó necesaria el historiador jesuíta, Diego Rosales. Explicando el por qué se llama reino á Chile, siendo que sólo era una provincia, mien tras á los imperios más poderosos de la América se daba sólo el título de virreinatos, dice: « El empera dor (Carlos V) trató de casar á su hijo Felipe II, 33 priucipe de las Españas, con la serenisima dona María , única y singular neredera de los reinos de Iuglaterra, y como los grandes de aquel reino, reco nociendo que doña María era legítima reina, res poudieron que había de ser rey también quien se casase con ella , se trató de que el príncipe se coro nase por rey de Chile, y como ya estas provincias, que antes no tenían otro título estuviesen en poder del emperador y perteneciesen á la corona de Cas 9 tilla, dijo: pues bagamos reino de Chile; y desde entonces quedó con ese nombre, aunque otros di cen que lo hicieron rey de Sicilia » . Elmismo autor, bablando de los ríos de Chile, menciona el « Rapel, que en las tierras más vecivas de la cordillera se llama Cachapual: engruésaple otros rios de mucha sustancia, como son el río de Tipguiririca, Malloa y Chinbarongo, en cuyos valles se apacientan numerosos rebaños de ganados ma yores y menores, y generalmente es ésta la porción mas cultivada, abundante y fructifera de todo el Rei . no, y donde está situada la famosa provincia de los Promaucaes, que fueron los que estorbaron el paso al poderoso ejército del Ioga y á sus capitanes, pre sentándoles tan sangrientas batallas, que los obliga ron á volver atrás y no proseguir con el intento que traían de avasallar todo el Reino al dominio de su emperador. Vióse muy poblado de indios este valle de los Promocacs, que en su lengua significa lugar de bailes y de deleites, porque verdadera mente son tierras muy amenas , frescas y delei . tosas » . El autor designa con el primitivo nombre de Malloa al afluente del Cachapoal que los españoles llamaron río Claro, por la diafanidad de sus aguas. Malloa ha llegado hasta nosotros, conservado ape. nas como distintivo de la villa de ese nombre. Ma . APUNTES 3 34 lloa ha pasado por tantas alternativas de importancia y decadencia, como curvas tiene la calle que lo forma . Parece que el padre Rosales, al decir: que el valle, regado por los rios que menciona, formaba la pro vincia de los .promaucaes (promacaes, ó promo ( aes, como él los llama) , quisiera referirse al territo. rio propia.nente dicho de los indios de ese nombre; pues, los que habitaban la zona comprendida entre el Mataquito y Maule, eran una raza , mezclada con la araucana . Al ponderar la apariencia de los terrenos para la crianza, y la abundancia de ganado mayor en sus valles, no ofrece duda que hace especial referencia á los campos de Guacarhue; pues los indígenas al aplicar el nombre á un lugar, con una precisión propia tan sólo de su idioma, significaban con el algo característico y permanente de la localidad . Hasta en nuestros días se descubre el por qué de muchos nombres; y, si en otros encontramos una anomalía entre su significado y la realidad, no cul . pemos á los indios; pues el nombre que se aplicaba á dilatadas superficies, lo dejaron muchas veces los españoles circunscrito á un reducido espacio, que podia formar una excepción á la razón de ser que tuvo el nombre, al ser aplicado por los paturales. Otras veces los adulteraban , acomodándolos á la pronunciación castellana, ya que ignoraban aquel idioma, que trataron de extinguir, aún antes de co nocerlo. Sobre el particular hemos tenido que repe. tir razones que hemos expuesto antes, en un trabajo semejante á éste. Guacarhue expresa la idea de lu gar de crianza de vacas ; como que sus campos se prestan para ello. El padre Alonso de Ovalle, de la Compañía de 37 Jesús, no es menos explícito que el padre Rosales, al referirse al territorio de los promaucaes. Escribia en 1644, hablando de los ríos Cachapoal y Tingui. ririca : « que eran no menos deudores a la naturaleza humana que el Maipo, por la mucha gente que ha consumido su furioso raudal y rápida corriente ». ¿ Por qué dice Maipo y no Maipú aquel eru lito historiador, que vivía entre los indios y que cono cia tan bien su idioma?. En 1640 , en que el padre Ovalle se dirigió al viejo mundo, no había venido á Chile todavía el francés, que acomodó la pronun ciación de Maipo á su propio idioma. Luego agiega el padre Ovalle, refiriéndose al nombre de promocaes, con que los naturales llama ban la provincia situada entre los ríos Cachapoal y Maule; que no se engañaron en llamarlo pais vie alegrias, para significar las delicias de esta tierra... « Una vez, dice , haciendo viaje por esta tierra lle gando á un lugar ó estancia de algún español, me decía tales alabanzas y cualidades de ella, que hacia yo juicio: que no se hallaría en otro lugar cosa se-. mejante; pero, pasando á otra estancia , me refería su dueño otras de la suya, tan admirables, que ya no me parecían tan extraordinarias las primeras . De esta manera fuí corriendo por aquella tierra , viendo á cada uno tan enamorado de la suya , que últimamente me sirvió esto de estimarlas a todas y á hacer concepto de la excelencia y grandeza de todo el país por su buen temple y por su regalo, ya de la caza de perdices y otras aves y animales, ya de los ríos donde se pescan con tanta facilidad y abundancia los pejerreyes y las truchas, que los cogen cuando quieren , porque las tienen casi tan seguras como en estar ques : oſ contar á muchos ya. rias veces, que si , estando ya sentados á la mesa , se 36 les antojaba una trucha fresca , no tenían sino en . viar a pescarla, y que, antes de levantarse se la traian aderezada , coino gustaban » . El mismu autor trata especialmente de la antigua laguna de Taguatagua, que fue desecada en 1845, encontrándose en su fondo fósiles antediluvianos, de que no había , en los más ricos museos ejempla res semejantes. El padre Rosales, por su parte, relata una anti gua tra'lición indígena, sobre el origen de aquella laguna . Según ella, atribuían á los antiquísimos indígenas del lugar los excesos de Sodoma y las li. cencias de Gomorra; y que, después de haber reci. bido repetidas amonestaciones de parte de seres sobrenaturales, sin que éstas fueran atendidas , las aguas cubrieron el valle, en volviendo a los culpa. bles . Esta tradición de los promaucaes está en conso nancia con las relaciones bíblicas acerca del diluvio universal. Ella viene también en apoyo del origen asiático de los primitivos pobladores de la América . Entre los indios de Chile fué donde los españo les encontraron , en el nuevo mundo, ideas religio. eas, que estuvieran más en armonía con nuestra Sin embargo, era el pueblo que menos manifesta ciones externas hacía para honrar á Dios. Estos puntos de contacto, aunque tan imperfec tos, como remotos, en su origen , facilitaron en par. te el establecimiento de la Religión cristiana entre los indios de la doctrina de Copequén . 37 CAPITULO V CURAS DE COPEQUÉN Francisco de Ochandiano Entre los primeros operarios apostólicos que se ocuparon en el desempeño del ministerio parro quial en Chile, figura el nombre del Pbo. 1). Fran . cisco de Ochandiano. Siendo muy joven aún , reci . bió la unción sacerdotal de manos del Iltmo . Fr. Diego de Medeliin . Su padre era don Juan de Ochandiano, distingui. do militar del Perú. El señor Ochandiano tenia cuatro solares de muy buena situación en la ciudad de Santiago. Uno de ellos estaba en la esquina S. E. de la calle Monjitas con la de las Claras. Otro co rrespondía á la esquina N. E. de la calle de Ague tinas con Morandé. El vigor de espíritu y el celo por la salvación de las almas suplían á los años en el nuevo ministro del Señor. Dedicóse con ahinco al estudio del idio ma de los naturales, que llegó á poseer à la perfec. ción , basta llegar á merecer por ello especial reco mendación al Rey, de parte de su Prelado . El Obispo de Santiago le confió el cuidado de la parroquia de Copequén, una de las más laboriosas de la diócesis. Desplegó allí todo el celo de un apóstol en la conversión de los indios, en cuyo cargo estaba tu 1580. Tan laudables esfuezos le merecieron su promoción á la parroquia de A poquindo, Macul y Tobalaba; donde , en 1585, tenía un emolumento anual de ciento y trece pesos en oro, y comida. La situacióu de los curas no era de las más halagado ras, bumanamente considerada. 38 El señor Ochandiano vivía principalmente de sus rentas. Su padre, don Juan de Ochandiano, había militado por más de un cuarto de siglo en la conquista del Perú y de Chile. En carta de 18 de Febrero de 1585, decía el Obispo al Rey, encomian do las relevantes prendas del señor Ochandiano, que: « era persona hábil y de buen ejemplo é hijo de buenos padres» . En vista de las bellas disposiciones del ex.cura de Copequén, el Iltmo. señor Medellín , de acuerdo con el Gobernador del Reino, le trasladó a la parro quia de la Catedral. De este cargo fue promovido á canónigo de la misma Iglesia, siendo al mismo tiem . po constituído Mayordomo de ella . En 1602, fué residenciado por el Iltmo. Fr. Juan Pérez de Espinosa, quien le condenó á pagar una enorme suma, que se ha hecho subir hasta la can tidad de tres mil pesos. Dos canónigos fueron ele gidos por el Cabildo para conocer en la causa del Sr. Ochandiano. Estos fueron penados por haber acep tado el nombramiento de Adjuntos con este objeto. La causa misma y el fallo en apelación se pronun . ció por el Provisor y Vicario General de Lima, el Doctor don Feliciano de Vega, que inás tarde fué elegido Arzobispo de Méjico. El señor de Ochandia. no figuraba en la aristocracia Santiaguina. Poseía propiedades de importacia en Quillota , casas en la ciudad de Santiago, y un solar de treinta cuadras, que en 1601 , compró al señor Hernández Quintero, uno de sus sucesores en la doctrina de Copºquén. El Sr. Ochandiano terminó sus días en la ciudad de Santiago, el año 1607 , siendo Deán de la Cate. dral , donde se sepultaron sus cenizas. 39 Pero Gómez de Astudillo Respecto al segundo párroco de la doctrina de Copequén , no encontramos otras noticias que las > que nos da el archivo de la Real Audiencia . Según éstas , Górnez de Astudillo formaba parte del cle . ro secular de la diócesis de Santiago. En esta con dición figuraba en 1585, sirviendo en calidad de Cura la doctrina de Copequén, Malloa y Taguita gua . Su renta anual eran trescientos pesos en oro , y comida. Su nombre figuraba en varias piezas de las Notarías de Santiago, en los años siguientes has ia 1596 . El nombre Fero es sincopa de Pedro. Ambos apellidos, Gómez y Astudillo, pertenecían á perso nas de elevada posición social, en las diversas ciu dades del reino, en la época que nos ocupa; y á juzgar por los documentos de notarías, el Cura de Copequén era un sacerdote de recursos. La orden franciscana se había extendido con una rapidez asombrosa, en toda la extensión de los do. minios de España, en el nuevo reino de Chile. Los obispos le prestaban la protección oficial , como que de esta orden fueron los cuatro Obispos, que tuvo la diócesis de Santiago, desde 1510 á 1618 , Francis. cano fué también el primer obispo de La Imperial, que gobernó con tanta sabiduría y acierto, desde 1569 basta 1589, fecha de su fallecimiento , en la aldea de Riobamba, á tres jornadas de Quito á donde se dirigía á tomar posesión de esta selle epis: copal á que había sido promovido. La orden fran ciecana se hallaba en todo su esplendor; como que entre sus frailes la regla se practicaba en toda su aus teridad y rigor. Según Fr. Sebastián de Lezapa, vi . 40 vian tan unidos entre sí, que, si alguna emulación había entre ellos, era la de ser los primeros en los trabajos y en la observancia de la regla » . Al establecerse esta ordeu en la parroquia de Co pequén , escogió uno de los pueblos de mayor im . portancia, que entonces tenia la doctrina, distante del asiento principal de la parroquia y en una si tuación céntrica del radio de acción á que se cir cunscribirían los padres de aquel con vento. Malloa fué la reducción de indios que escogieron para la fundación. Esta conversión la fundó en 1635 el pa dre provincial Fr. Fernando Cid y Avendaño. El local en extensión de cuatro cuadras fué cedido por don Juan Bautista Camino. Los edificios fueron to talmente destruidos por el temblor del 13 de Mayo de 1647. El 18 de Noviembre de 1776 fué cedido el local al Rey , en cambio de la casa que los jesuítas > evacuaron en San Fernando á consecuencia del ge neral extrañamiento de la Compañía de Jesús de los dominios del Rey de España. Ya los franciscanos tenían convento en esta ciudad desde 1740, con el nombre de San Miguel de San Fernando. El de Ma. lloa se conocía con el nombre de San Antonio de Malloa . El cronista 9r. Diego de Córdoba y Salinas, tra tando de los conventos de Chile, dice: « Los religio sos del convento de San Antonio de Malloa se han ocupado, desde su fundación, en los mismos minis terios apostólicos, en continuas misiones, que ha cen por los pueblos, haciendas y estancias, donde asisten los indios, que por estar apartadas, y de por medio muchos ríos y esteros, tienen bien en que merecer y qué ofrecer a Dios sus benditos sier VOS . » Un testimonio tan explícito de aquel escritor con temporáneo no necesita de comentarios, para for - H - marse una idea de la labor de los hijos de San Fran cisco en la doctrina de Copequén . Luis de Molina Parraguez La pobreza del archivo de la Real Audiencia y la falta de documentos de la época que nos ocupa, 1106 hacen imposible satisfacer cumplidamente el deseo que teníamos de proporcionar á los escritores de mañana una uónina completa de los párrocos de la doctrina de Copequén,Malloa y Taguatagua. Mucho más deficiente aún habría sido nuestro estudio , á no contar con la exquisita amabilidad del Pbo. don Luis Francisco Prieto . Este ilustrado sacerdote, que posee tan vastos y profundos conocimientos de la época colonial de Chile,'nos ha prestado un eficaz concurso y ha puesto á nuestra disposición su rica colección de documentos de las tres edades de Chi. le: Conquista, Colonia y República . El capitán español, don Jerónimo de Molina Pa rraguez, casó en Santiago con una distinguida se ñora chilena, doña Francisca de Pajuelo. De este matrimonio nacieron el letrado don Hernando, y cuatro sacerdotes, que desempeñaron un papel de importancia en el clero de su diócesis y aun en las circunvecinas. Entre éstos se contaba don Luis de Moliva Parraguez ,que, después de desempeñar el ministerio en Santiago, pasó a servir la doctrina de Copequén . En este cargo lo encontramos en 1621. Su padre llegó áá ocupar el cargo de Corregidor en la ciudad de Santiago. Don Pedro , sacerdote, como nuestro cura , fué un filósofo de pota , como lo prue ban los tratados que escribió sobre Santo Tomás de Aquino. Los otros dos clérigos don Francisco y don Anto . nio hicieron papeles menos brillantes que los ante 42 riores . Tribaldos de Toledo dice : que estos sacerdo tes tuvieron ocho hermanas monjas profesas en el monasterio de las Agustinas. Los Molinas Parraguez, descendientes de una de las familias más nobles de la Polonia , conti vuaron firmándose, como su padre, haciendo caso omiso del apellido materno. Más tarde debían aún desentenderse de Molina, llegando á reinar en la familia sólo aquel de más lustre y resonancia: Pa rraguez . También éste debía sujetarse á las vicisitudes del tiempo. Hubo quienes lo adulteraron , dejávdolo en Parragué; y otros, más audaces todavía, lo reduje. rou sólo á Parra, forinando así tres familias di versas . Poco tiempo estaría en Copequén don Luis de Molina Parraguez, porque, en 1624, figuraba como Chantre de la Catedral de Santiago del Estero, la ciudad episcopal de la diócesis de Tacumán, en aquellos años. Siendo obispo don Tomás de Torres, susitose el juicio más original, acerca de la identificación de la persona designacia para el cargo de Chantre en la diócesis trasandina. Algunos sostuvieron : que el propuesto por el rey para aquella dignidad no era el sacerdote chileno, sino el Prebendado yу Provisor de la Asunción del Paraguay, que, como el ex-cura de Copequén , tenía el mismo nombre, don Luis de Molina . Nuestro compatriota fué condenado á privación de beneficio . No se resignó tan fácilmente á una prueba tan dura corno extraña. Apeló el señor Mo. lina Parraguez al Metropolitano de la Plata (hoy Sucre) . Allá estuvo seis años, durante los cuales la Prebenda estuvo servida por un substituto , puesto por el obispo. Al cabo obtuvo ejecutoria para su re 13 posición en la dignidad, y pago de los emolumentos que le correspondían , mientras estuvo privado de ella . El señor Molina Parraguez fue promovido á Ar cediano. En 1636 , siendo obispo don Fr. Melchor Maldonado y Saavedra, le propuso al Rey, el pri mero entre varios, para Deán del Cabildo de su diócesis, diciendo de él al monarca : « que era varón de buenas costumbres, de mucho brio y celo de la justicia y servicio de Dios y culto divino; y que ha bía padecido muchos trabajos; y cómo fué restitui do al coro de dicha Iglesia Catedral» . Después de sus trabajos apostólicos de Cope. quén , y después de tan singulares aventuras, veia el señor Molina la bonancible calma, que, acentuan dose cada día más, sucedía á la tormenta de contra tiempos é infortunios, que por tan larga serie de años había tenido que soportar. Entre tanto, llegó desde la corte de España á Santiago del Estero un testimonio que decía: « que la persuna á quien correspondía la dignidad , dis putada en el Cabildo de Tucumán, no era al sacer dote chileno, sino á don Luis Molina , de Paraguay ». Con esto los Prebendados pidieron justicia al Obis . po, quien sentenció en definitiva , deponiendo del beneficio á Molina Parraguez, obligándole á la res . titución de frutos. Y , como si esto fuera poco, « se le acumularon causas acerca de su proceder, su na . tural inquieto, y baber constancia de que era expul so de la Compañía de Jesús » . Antes de recibir la notificación de la adversa sen tencia , se fué Molina Parraguez á la metrópoli de La Plata . Fuente de tan extrañas noticias es una carta, es crita al Rey, desde Santiago del Estero, por el Go bernador de Tucumán , don Felipe de Albornoz. Es 44 de suponer que, lejos de su patria , buscaría Molina Parraguez amparo en sus desgracias . Los nombres de varios sacerdotes del siglo XVII se encuentran seguidos del título Doctrinero de los indios, sin que se exprese, di hayamos podido ave. riguar, el nombre de las parroquias que sirvieron. Por presunciones que no carecen de fundamen to, pero sin quehaya documentos que las autoricen , creemos que el señor Molina Parraguez tuvo por sucesor en la doctrina de Copequén al Pbo. chileno, don Gaspar Lazo de Balcázar, sacerdote originario de Tucapel. Su apeliido materno era el de una de las primeras mujeres que vinieron á Chilé, en 1544, española, oriunda de Canarias, que fué madre de una numerosa prole . El señor Lazo poseía cerca de Malloa , una ha cienda que denominaba Pelenquere, nombre que alterarían los conquistadores en su correspondiente Pelequén , conservando siempre su primitivo signi ficado de barrizales ó campos pantanosos. En 1623, extendía el señor Lazos escritura de arrendamiento de esa estancia al Alférez don Diego Gómez de Ruiseñada . Ya en estos años era insignificante el rucarehue de Copequén . Ya la laguna tau célebre de Cachan tú , no se veía á la hora de la salida del sol rodeada por las indias, que acudían á darse el baño de aseo y á hacer las abluciones de costumbre , segun los ri . tos de su pueblo. Da Copequén nos queda sólo el nombre, que envuelve en sí mismo un significado, que, con el de muchos otros nombres propios de este valle, nos da una idea del estado primitivo de estos parajes al ser ocupados por los naturales. De la laguna de Cachantú tenemos muchas tra 45 diciones vulgares, que se relacionan con las cos · tumbres de los indios de sus alrededores. CAPITULO VI PARROCOS DE MALLOA Alonso de Escobar Eu 1591 vacía en la ciudad de Santiago un bijo al Capitán don Pedro de Escobar, casado cou doña Ivés de Mendoza, hija del Capitán don Juan de las Cuevas. Dedicáronle sus padres a las ciencias ecle . siásticas; y, recibido que hubo el sacerdocio, consa . grárorle sus prelados al ejercicio del ministerio, en su mniema ciudad natal. El Iltino, señor Espinosa, que tan de cerca pudo apreciar los méritos de aquel sacerdote, uno de los primeros frutos del Semina. rio que él había fundado, le contió la administra . ción de la doctrina de Colchagua. Obediente a la voz de su pastor, abandonó la casa paterna y las comodidades del hogar, para ir á habitar entre los indios, y prodigar á esos desgraciados los consuelos de la Religiór. Sin duda, contribuyó no poco al establecimiento de lus jesuítas en Bucalemu. El vuisino año de su llegada a la parroquia ( 1619) uno de sus feligreses, el encomendero don Sebastián García Carreto hizo donación de su hacienda de Bucalemu á lus padres de la Compañía de Jesús, exigiendo de ellos, como retribución , que todos los años misionarau en el partido de los promaucaes. Esta imposición no la aceptó el General como un deber de justicia , sino como una obligación de mera caridad . - 46 - Desde su establecimiento en Bucalenu, los bijos de San Ignacio, basta su inicua expulsión de Chile, recorrieron anualmente el territorio indicado por el insigne donante de aquella valiosa estancia. Mientras el señor Escobar servía aquella parro quia , uno de sus feligreses, el mestizo trasandino Bartolo de Aguilar, fué condenado á muerte, por haber asesinado á su aino . Antes de morir bizo su testamento en Chimbarongo, en la hacienda de don Luis Rodríguez de las Cuevas, en 22 de Enero de 1621. Sus disposiciones testamentarias van segui das de una larga exposición de sus crímenes, en que detalla las circunstancias, designa los lugares y menciona las personas. Concluye, diciendo: que ha ce esas declaraciones para descargo de su concien cia y merecer el perdón de Dios; y agrega, como cláusula de término: «nombro por tutor y adminis trador de mi hijo legítimo, de dos años de edad , al padre Alonso Escobar, mi confesor, presbítero, pa . ra que le enseñe é industrie, de forma que no pare en lo que yo » . Cinco años más tarde, desempeñaba el señor Es . cobar el cargo de Cura y Vicario de Malloa . El pro. gresivo decaimiento de Copequén habría ocasiona do el cambio de la sede parroquial, sin que los lí . > mites de la doctrina hubieran hasta entonces sufrido alteración alguna. En 1629 , aparece como cura de la doctrina de Colina y Lampa. Allí estuvo hasta la muerte, que de una manera súbita le sorprendió, antes de Julio de 1644. No será éste el único caso de muerte re . pentina, que se presentará entre sacerdotes, en el curso de estos Apuntes. Podríamos sentar, como un principio general : que dos terceras partes de los sacerdotes mueren repentinamente, o de una enfer medad ligera ó accidente inesperado, que les da 47 poco tiempo de preparación para rendir la última cuenta . Esto entra en los admirables designios de la voluntad divina, que de los dispensadores de sus misterios, más que de otros, exige una constante preparación . Le heredó abintestato su hermano don Cristóbal, presbítero como él . Sebastián Hernández Quintero Nació dou Sebastián en la ciudad de Santiago, en 1564. Fueron sus padres don Rodrigo Hernández y doña Isabel Quintero. Los primeros años de su vida sacerdotal los pasó en dicha ciudad ; de donde pasó después á la doctrina de Tango. Regresó en seguida á Santiago, donde realizó sus cuantiosas heredades, para ir a establecerse á la Ligua, en fer vicio de aquel curato , que tuvo por siete años. Del curato de Curimón . Aconcagua y Putaendo, que servía en 1610 , pasó al de Rapel en que se encon traba el año 1621. La venta de una cuadra de te. rreno, en sesenta pesos, en la misma ciudad de Santiago, y la de un esclavo en trescientos pesos, en buen oro, al general don Luis Jufré, nos dan una idea de los valores de aquellos tiempos. Durante la administración del señor Hernández, nombró el Gobernador del Reino un Protector de indios para los pueblos de Malloa y Taguatagua, y otro para el pueblo de Copequén. Por su parte el Obispo envió al presbítero don Pedro Sánchez de Araya á imponerse de las principales necesidades de la parroquia. Hablando de éstas, el señor Villa rroel , dice en un oficio al Gobernador del Reino , el Marqués de Baides : «Malloa, con cien ríos, no tiene cien indios; no vale doscientos pesos » . Tratando de los censos de los indios, agrega el 18 mismo prelado: que Copequén producía $ 10,049, mientras que Taguatagua tenía $ 1,299, y Malloa $ 878 . La superioridad del monto de los censos de Co pequéu sobre los de las otras dos reducciones, nos da una idea de la diferencia de población que ha. bría, entre estos diversus Valles de una misma doc trina. Ignoramos la fecha en que el señor Hernán dez llegó á servir esta parroquia. Parece que tuvo su residencia en Taguatagua, porque se titulaba cura beneficiado de ese pueblo,, á pesar de que él mismo designa su curato con el nombre de doctrina de Malloa . El señor Villarroel decia de Malloa : que era una doctrina de más de sesenta leguas de superficie. Veinte años más tarde confirinaba esto mismo el Iltmo. señor Humanzoro, en un informe que daba al Rey acerca del estado de las parroquias de su diócesis: «Malloa es un curato de un contorno de treinta leguas » . El señor Hernández Quintero terminó su vida , siendo cura de esia doctrina, el año 1642, y á los setenta y ocho de su edad . El señor Hernández poseía varios solares en San . tiago, cuya ubicación está determinada en la obra muy ilustrativa, Sintiago en el siglo XVI, de don Tomás Tbayer Ojeda . Francisco de Riquelme Nacido en 1611 , tuvo por padres el señor Ri. quelme al Capitán don Francisco Riquelme de la Barrera y á doña Leonor de Toledo. Era muy co mún, en aquella época, el apocopar el apellido Ri. quelme, empleándose indistintamente una ú otra forma. Pero, sin omitir en ningún caso el de, cuyo -- 49 uso entraba entre las prácticas del buen tovo. Otro tanto ocurría con la y , que ligaba los apellidos del padre y de la madre; que, por regla general, ambos se expresaban á continuación del nombre. El señor Riquelme pasó á la diócesis de Concep ción, en el tiempo en que la gobernaba su primo, el cura de Comuco, el señor de las Boelas. Con mo tivo de la nulidad de una elección de Vicario Capitular, confió á este sacerdote la administración del obispado de Concepción, el Arzobispo de Lima, Metropolitano de las diócesis de Chile. El gobernador don Angel de Peredo propuso al señor Riquelme para cura de la Catedral de Con . cepción , parroquia que sirvió basta el año de su muerte ( 1685 ). El señor Riquelme formó parte de aquel clero secular, del cual decía el Iltmo. Señor Villarroel : « No tengo cárcel de clérigos, porque no hallo deli tos... Pues lo que sé decir de mis clérigos y de mi, es que, ora por mi inala condición, hora por su mucha humildad, apenas hay uno solo, que en dis gustando al Obispo, no represente un difunto ». El señor Villarroel había conseguido el universal cariño de su clero, con el gran interés que se tomó en mejorar la triste condición á que se encontra bap reducidos los sacerdotes , en materia de obven ciones, por sus servicios religiosos. Si los sacerdo tes rehusabau las parroquias y si algunos se dedi. caban al comercio, descuidando su ministerio, que lo calificabau de libre, no era por falta de espíritu eclesiástico, sino porque les faltaba la congrua sustentación , viéndose, la mayor parte de ellos , so metidos á una mezquina ración de hambre. El señor Villarroel fué el más celoso defensor de las inmunidades eclesiásticas, exigente en la obser vancia de la disciplina, y prescripciones canónicas, APUNTES 4 - 50 á la vez que era todo dulzura para sus sacerdotes; así pudo ganarse el corazón de ellos y conseguir, que a los afectos de cariño unieran los sacerdotes un profundo respeto y una servil veneración. Creeinos, y de seguro estamos en la verdad , que no era el señor Riquelme á quien se refería aquel Pre. lado, al escribir lo siguiente: « Hay en esta ciudad un mancebo bien pacido y conocidamente virtuoso : es él feísimo, pero tan supersticiosamente enano rado de su cabello, que sobre su mala cara dispo. nen sus muchas guedejas que sea no retrato, sino original de una furia , haciéndole vás diforme la melepa . Usa el hábito de clérigo, desea mucho verse ordenado: y opónesele á este deseo el temor de las tijeras del Obispo. Quiso desta jarla indemnidad del cabello; hablóme un caballero, deudo suyo , publi cadas las Ordenes en unas Témporas, rogóme mu cho que le conservase el cabello. No quise darme á partido; y hasta hoy no se ha ordenado, ni ha mu dado el hábito, ni reformado los crespos» . Para mejor inteligencia observaremos, que existía entonces una práctica, que condenó el obispo, por prestarse á muchos abusos : ésta era que los seglares pudieran vestir el traje talar de sotana y manteo . Ya que en nuestro entusiasmo por el Iltino, señor Villarroel hemos hecho alguna disgresión, permita senos prolongarla, sobre aquello de las guedejas, que nos dan á conocer las costumbres de antaño. Sobre la moda del empleo de la aristocrática pe luca entre los ancianos y del uso de la rizada cabe. llera entre los jóvenes y galanes, dice el ilustre hijo de la orden de Ermitaños de San Agustín : « Este diabólico abuso se ha hecho ya lugar entre eclesiásticos » . Pero luego ogrega: « Mi clero, en cuanto á guedejas, está reformadísimo, con poca di - 51 ligencia mía , porque la gente de Chile es natural mente modesta ... « Las mujeres usan sobre la frente, en estos tiem . pos, un cerrillo de cabello, que no sé con qué alu sión llaman pepino. Imitan este adorno los guede. judos; dejan crecer una inadeja sobre los ojos, échanla á un lado, ajúslanla mil veces con la mano, cada día , y llamánla pedrada». Y nó á satisfacción de los afectos á la melena había ya dicho antes : « Criar el cabello los hombres fué en la antigüedad indicación de pena y de dolor; fué insignia de luto en casos adversos ... Mas boy pensará alguno que el criar guedejas es de gente ociosa. ¡Oh, qué engaño! ¿ Ocioso un hombre que embaraza un barbero tantas horas, para que iguale lo que nació desigual aquella noche? ¿Gente que entra en consulta para cualquier cabello? Allí, se le esparció el cabello , se junta con cuidado. Allá , si se desacompaña, le compelen á residir en la frente. ¡Oh ! ¡cómo se enojau, si el maestro pasó la tijera menos advertido , y cortó lo que no cortara eu el cabello de una señora ! ¡Cómo se encienden , si le dejan caido, ó ajado; si algunas hebras dejaron su lugar ó desbarataro: el rizo ! ¿ Cuál de éstos no sen tirá menos ver turbada ou República, que hallar descompuestas sus guedejas? ¿Cuál estima en tanto la virtud como el aseo? Una gente tan entretenida entre el peine y el espejo ha de decirse que no está ociosa , Gran a feminamiento debía de haber entre los hombres; y tanto habría cundido el espíritu de lujo y de vanidad , cuando el Prelado de la diócesis de Santiago se vió precisado á declamar contra él , en duro lenguaje de fulininantes avatemas. Volvamos a nuestro argumento. Ignoramos el pombre de los primeros curatos del señor Riquelme; 52 pero, á juzgar por algunos documentos, creemos que no se alejó de la ciudad de Santiago en los priineros años de su sacerdocio . Por la parroquia de Valparaíso no tuvo interés, porque sólo había allí unos treinta indios, y eran los que con los cen . sos propocionaban la vida al cura y duban impor tancia á las parroquias. Juan de Escobar . Después de unos lucidos exámenes, en que alcan zó el grado de Maestro, encontramos á este ilustrado facerdote, ejerciendo el ministerio en Santiago en 1667 , y trece años más tarde sirviendo el curato de Malloa. El mismo año de su llegada á la parroquia fueron modificados los límites de ésta . El 28 de Mayo de 1680, decretó el Iltmo, señor Bernardo de Carrasco la rectificación de limites de algunas doctrinas ; refiriéndose á Malloa , dice: « Al curato de Malloa, que está junto á la cordillera, y por la separación que hacen los ríos de Cachapoal y Tinguiririca, entre los cuales tienen sus términos , > se le agrega toda la tierra que entre los dichos ríos tenía el curato de Colchagua; de inanera que, desde la cordillera , corriendo entre los dichos ríos , basta sus juutas, sea el territorio deste curato , quedardo por linderos dichos ríos de Cachapoal y Tinguiriri ca ; y se le asignan cincuenta pesos con cargo de diecisiete misas » . Después de treinta y un años de servicio en Ma. lloa y cuarenta y cuatro de ejercicio en el ministe rio parroquial, se opuso al concurso de la doctrina de Renca. El Iitmo . don Luis Francisco de Romero, queriendo premiar los méritos del viejo doctrinero , le propuso al Gobernador Ustáriz, ocupando el pri mer lugar de la terna. Este presentó para el beneficio 53 al que iba en tercer lugar de ella . De lo ocurrido se quejó con energia el Obispo al Rey, atribuyendo el proceder de Ustariz á uma ruin venganza, por no haber dado entrada al concurso á un protegido del Gobernador. Exponía el atribulado Obispo: que el candidato oficial de dicho señor Ustariz no reunía ni los merecimientos ni la edad del designado por la Autoridad Eclesiastica ; que la edad del señor Escobar no debia servir de argumento en contra , porque, á pesar de sus setenta años , « estaba muy entero para el servicio > . Dəspués de tan soberano fracaso , volvióse don Juan á su doctrina, donde su ministerio sería me nos fecundo, y hasta estéril, si se quiere; que esto es lo que sucede, cuando los feligreses se dan cuen ta de que un cura está violento en su parroquia. Agustín de Miranda. Después del fallecimiento de don Juan de Esco bar, ocurrido en 1721 , tuvo por párroco la doctrina de Malloa al licenciado don Agustín de Miranda . En 1716, había sido presentado para servir el cura to de Limache. I'n servicio tan penoso y de tanta laboriosidad, como es el de una dilatada parroquia de campo, le hizo permutar esta doctrina por una capellania de dos mil pesos de principal. Por justas causas, que no serían sólo las expuestas, el Obispo y Gobernador del Reino aprobaron esta permuta. Trasladose á la ciudad de Santiago, mientras don Diego José Maríu tomaba el cargo de Cura de la doctrina permutada. Además de dicha capellania, poseía varias otras, y era dueño de ua hacienda en el valle de Colcha. gua. Por ocho años, basta 1739, desempeñó el car go de teniente cura de la parroquia de Santa Ana. 5+ En 1741 falleció súbitamente en Santiago, sien . do sepultado el cadáver de tan distinguido sacerdo te, en la iglesia , del entonces, beaterio de las Rosas . Antes de su muerte, él y su teniente el licenciado don Pedro de Astudillo fueron apedreados y aga rroteados en casa de Lebileguén , cacique de Cope. quen . CAPÍTULO VII, Don Diego José Marín , ÚLTIMO DOCTRINERO DE MALLOS Y PRIMER CURA DE SAN FERNANDO. El apellido Marín era común á varias de las fa. milias de la alta alcurnia de la capital del reino. Su nombre es un claro indicio del alto grado, á que llegó la devoción al Patriarca San José, en aquella época . Este nombre, por sí sólo ó en combinación con otros, vino á substituír á los de Pedro, Juan y Diego, tan comunes en años anteriores. Por des gracia, aquella laudable práctica de imponer los nombres del santo del día del natalicio ó del de nuestra inayor devoción , empieza á decaer hasta en los campos, últimos baluartes de las antiguas costumbres de los tiempos patriarcales de nuestra historia. Cunde la tendencia general de imitación á lo que juzgamos superior. Siguiendo la corriente de las ciudades , que se toman como modelos de cultura y de ilustración , se buscan también en los campos aquellos nombres, que se califican de raros, para disimular con este término y suavizar con esta palabra el significado de ridiculo, y extravagante, que en realidad les corresponden . Ellos revelad más bien la falta de buen criterio que no la carencia de - 55 fe, en las personas que los eligen ; y el deseo de singularizar al niño con aquel nombre estraibó tico o pagano, como si esto fuera un reconocimien . to anticipado ó un funesto vaticivio : que no se espera que por sus méritos, virtudes ó su talento pueda hacer figurar su nombre. Y.como á último recurso , acuden a las puerilidades de un nombre poco común al buen gusto y sentir de sus seme. jantes; aunque esto sea en desmedro del buen sen . tido y de los antecedentes de sus padres, contra quienes directamente van en primer término las consecuencias. Nació don Diego José Marín, á fines del siglo XVII, en la ciudad de Santiago, donde residían sus padres don Domingo Marín y doña Rosa Duarte, quienes eran dueños de la estancia solariega de Chuchunco, en la vecindad de Santiago. Desempe ño, como sacerdote, el cargo de enfermero de la Hermandad de San Pedro, el año 1723. Cuatro años más tarde figura como teniente del Cura de la pa. rroquia de Santa Ana. En 1729, hizo permuta de una capellanía por la parroquia de Malloa, que en cambio le cedió su párroco en propiedad, don Agus . tín de Miranda. Acompañáronle á la doctrina su madre y algunas de eus hermanas. Su padre había emprendido antes el viaje a la eternidad . Para los ministros del Señor, son la madre y hermanas del Cura lo que Marta y María para el Divino Maestro, en las fatigas y amarguras consiguientes á las la bores evangélicas. Si están rendidos, ellas les alien tan ; si sufren les consuelan , si tienen necesidades les sirven . Y, si vienen las horas de la prueba, en el profundo vacío, que produce el general abandono, ellas estarán á su lado, para hacer el papel de la Verónica y después el de la Magdalena , mientras se encuentra el sacerdote en el Calvario. 56 Los vecinos de Malloa, españoles ó chilenos, en su mayor parte , se encontraban vivamente intere. sados en la fundación de una villa en el distrito de la dilatada doctrina de su nombre . Malloa, á pesar de ser cabecera de la parroquia, y tener allí estable cido un couvento los franciscanos , no reunia las condiciones, requeridas para la nueva fundación . Para facilitar la realización de esie universal anhe. lo de los feligreses de Malloa, el Capitán español don Juan José Jiménez y su esposa duña Ana Ma ría de Morales y Albornoz, obsequiaron al Gober nador del Reino con una extensión de setecientas siete áreas de terreno plano, entre los ríos Tingui ririca y Talcarehue, ó río Seco, como le llama Guzmán . El 17 de Mayo de 1742 , encontrándose en Malloa el Presidente don José de Manzo y Velasco , expi. dió el decreto de fundación de la villa de San Fer nando de Tinguiririca. Pero la fundación efectiva no tuvo lugar sino cuatro años más tarde. El año anterior, 1741 , bahía trazado sus calles . Con este inotivo , el señor Marín trasladó el asien . to de la parroquia á San Fernando. En 1745 ya tenía edificada una capilla de treinta varas de largo por nueve de ancho, con techo de paja ; y ya se trabajaban los cimientos de una iglesia de sesenta varas de largo por doce de ancho, para reemplazar á la primitiva. Esto sólo bastaría á dar una idea de la actividad del primer párroco de San Fernando. Ya los frauciscanos tenían también establecido allí un convento, y los jesuítas reconstruían una resi. dencia. San Fernando tenía entonces ciento y se senta casas , con doscientos у veinte y nueve habi . tantes . Estas uoticias hemos podido sacarlas de un informe de dicho año. Tan felices auspicios para la nueva villa , bicieron creer a los gobernantes, que 57 el progreso de San Fernando cobraría gran vuelo, y le prestaron con entusiasmo el concurso oficial. El generoso donante del terreno para la funda. ción de la villa fué sepultado en ella, en la Iglesia del convento de San Francisco, en 5 de Febrero de 1757 , habiendo fallecido á la edad de noventa años, de lo cual dan fe los libros parroquiales de aquella ciudad . En 1743, se establecieron los hijos de San Igna. cio en la villa de San Fernando. Fueron de los pri meros pobladores. El corregidor, don Pedro Gisbert, les prestó su apoyo moral v material, en la villa y entre sus relaciones. Al año siguiente contaba el colegio de la Compañía con ochenta matriculados, que en casi su totalidad asistían diariamente a las aulas escolares. Desde mucho tiempo atrás anhelaban los jesuitas el establecimiento de una casa de misiones en la parte central del valle de las tierras de los proman . caes. San Fernando, por su situación intermedia entre Santiago y Talca, y por su distancia de Buca lemu y vecindad á des reducciones de la cordillera, agrado para el expresado fin á los padres de la Compañia. Convertir la residencia en casa de mi. siones era la suprema aspiración del momento, para los hijos de San Ignacio. Pues con esto se fa cilitarian las misiones, que anualmente daban, los padres de Bucalemu, recorriendo el territorio del Cachapoal al Maule , evangelizando en todos sus pueblos, y deteniéndose en los parajes donde hu biera almas que poder salvar. Eu 1750, el navarro don Manuel de Zelada les hizo donación de su liacienda de San José de Col chagua, para que pudieran realizar su obra, en la villa de San Fernando. El donante se reservó el usufructo de la hacienda, por los días de su vida . 58 Empezaron los padres de la Compañía la cons trucción del templo y del edificio de la casa de mi siones a la vez. Las maderas fueron traídas de la cordillera, por las aguas del río Tinguiririca , y sa cadas á la villa por el camino que hoy forma la calle de Valdivia de aquella ciudad. Las gradas del comulgatorio eran de piedra verde, jaspeada . Al verlas don Miguel Luis Amunátegui , dijo al guar dián del convento de aquella iglesia : que esas pie dras debían conservarlas en fanales de vidrio, has ta que los canteros llegaran á descubrir las minas de donde las extrajeran los jesuítas . Tan poca im portancia se dió a la acertada observación del sabio, que de las piedras de aquellas gradas no nos queda sino el recuerdo . Es probable que esas piedras fueran traidas de la cordillera ó llevadas de alguno de los cerros ve cinos, tan ricos en canteras de piedras, tan varia das en la formación , como en sus colores . En la Puntilla de Guacarhue y en sus colinas inmediatas existe abundancia de una piedra de porfido verde, muy semejanta á la afamada piedra verde de Rau quén. La industria la aprovechará más tarde en construcciones de sillería . Hoy se rompen esos pe. ñascos para utilizarlos en los cimientos de las casas, en pircas ó terraplenes. Aquel vetusto edificio, inmoble como una roca, ha resistido á los recios terremotos de 1835 y 1906 , v á muchos otros violentos sacudimientos de tierra . La parte que no existe ha sido demolida por la mano del hombre, para sustituirla por construc . ciones modernas, en que, si no se encuentra la mis ma solidez , se consultan mayores comodidades, to mando en cuenta la higiene, y siu prescindir de las exigencias estéticas. Contribuyó también á aumentar la importancia 59 de la doctrina de Malloa la fundación de una nueva villa, á dos kilómetros al norte del río Cachapcal, á una altura de quinientos trece metros sobre el nivel del mar. El Presidente don José de Manso, en 1743, echó los cimientos de la villa de Santa Cruz de Triana , en un terreno cedido al efecto por el cacique de Rancagua don Tomás Guaglen . Su progreso fué lento. Dus años más tarde contaba con sólo cuarenta casas . La beroica resistencia de los patriotas en aquella p'az», hizo de Rancagua un teatro glorioso y un uombre célebre . Su béroe, don Bernardo O'Higgins, siendo después Director de la República, en 27 de Mayo de 1818, le concedió el título de ciudad, muy leal y nacional, y á su Municipalidad el de muy ilustre Cabildo. Por el mismo decreto establece que: « Sus armas serán un escudo, orlado con dos ramas de laurel , y en su centro un fénix, renaciente de sus cenizas, y sosteniendo con su garra derecha el árbol de la Libertad ; el cainpo del escudo será rojo, coino color emblemático de la sangre, que ha cos tado á Rancagua su celebridad; el lema, que cir. cuirá al fénix, será el siguiente: «Rancagua renace de sus cenizas, porque su patriotismo la inmorta lizó » . Antes del desastre de Rancagua, y después de la victoria de los españoles , muchas familias abando naron aquella ciudad , poniendo en salvo sus inte. reses y su vida , buscando su refugio en los pueblos circunvecinos . Así vivieron a establecerse algunos de aquellos patriotas en Guacarhue; donde, pren dados de la hospitalidad de sus habitantes, de la benignidad del clima y salubridad del valle, que. daron radicados para siempre, llegando á ser sus descendientes, muchos de los actuales pobladores de esta aldea . 60 En los últimos años de su vida , sirvió el señor Marin el curato por medio de párrocoo coadjutores. En 1750 tenía establecido uu regular servicio reli gioso , en la reducción de Talcarehue, hacia el oriente de San Fernando. Eu Río Claro residía un vice párroco, casi con las mismas facultades que fon propias á un Cura y Vicario . Su jurisdicción comprendía el distrito encerrado por los ríos Cr chapoal y Claro , deslindando al oriente por la cor dillera . La residencia de un sacerdote en aquel lugar remonta probablemente al año de 1692, en que el Presidente Marín de Poveda echó los cimientos de aquella población, que más tarde debía llamarse Villa Deseada, y por fin , ciudad de Repgo. Para el fomento de aquella población debió establecerse allí un sacerdote, que, sin ser propiamente párroco, tuviera las facultades omnimodas de un doctrinero. En 1757 , en vista de la distancia que separaba á los pueblos del sur del río Cachapoal del asiento de la parroquia, encontrándose de visita en ella el Iltmo. don Manuel de Alday y Aspee, solicitaron algunas personas de suposición, la desmembración del curato de San Fernando, en beneficio de los feli greses de los pueblos, establecidos al norte del río Claro. Negóse el Prelado á acceder á ello, fundan do su negativa en que quería mantener en su inte gridad los límites de aquel curato, porque era su ánimo reservarlo, como una parroquia de premio para los curas de mérito, porque no tería nada mejor que ofrecerles . Sólo se pudo obtener que la isla de Toquihua fuera segregada de osta parroquia, para anexarla á la de Peumo, que se ballaba servida por don Au tonio de Zúñiga. El señor Marín , conio los párrocos que le suce dieron , siguieron titulándose Curas de la doctriva 61 de Malloa , pero siu omitir, por supuesto, la noticia de ser Curas y Vicarios de la villa de San Fer pando . Ea 1761 , con la muerte dió término el señor Maríu á las laboriosas tareas del ministerio parro quial en tan dilatada doctrina . De él había dicho el señor Alday: « que era un sacerdote que cumplía fielmente con las obligaciones en el desempeño del ministerio parroquial » . CAPÍTULO VIII. Don José ALVAREZ DE TOLEDO, ÚLTIMO CURA DE SAN FERNANDO CON JURISDICCIÓN SOBRE GUA : CARHUE . Hacia el año 1724, nació en la ciudad de Santia go el párroco de San Fernando, que en este capítu . Jo es objeto de nuestro estudio . Fué su madre doña Luisa de Rojas, y su padre el Capitán don Luis Alvarez de Toledo, entre cuyos ascendientes figu raban los nonbres de esclarecidos militares, que habían prestado importantes servicios á la co rona de España , en las guerras de la Araucanía . Pertenecía el señor Alvarez à la familia de don Francisco de Toledo, que era el español que ocu . paba el primer lugar entre todos los que habían venido á Chile, en cuanto a la influencia de la so . ciabilidad del país, por su oumerosa y distinguida progenie. En los seis primeros gradosde su descen dencia, abrazaron el estado religioso, en Cbile, cin cuenta y una mujeres y ciento ochenta hombres, 62 repartidos entre las diferentes ramas de la familia : Entre éstos se cuenta el jesuíta Melchor Venegas, reputado como canto por sus contemporáneos. Los Iltmos. Dou Alonso del Pozo y Silva , dun Manuel de Alday y Aspee y don José Santiago Rodríguez y Zo rrilla , únicos obispos chilenos de la diócesis de San . tiago, pertenecieron á esta familia , como igualmente don José Alejo Eyzaguirre Arzobispo electo de San.. tiago, y el Iltmo . Don Rafael Valentín Valdivieso pre lado de eterna memoria, para la Arquidiócesis de San. tiago, y por ambas líneas, el Iltmo. don Juan Igna cio González Eyzaguirre, actual Arzobispo de San . tiago. Tainbién figuran entre los descendientes de don Francisco de Toledo los Iltmos. Obispos don José de Toro Zambrano, obispo de la Concepción , y don José Miguel Aristegui , titular de Himeria . Agreguevos á estos nombres el de Monseñor don José Ignacio Víctor Eyzaguirre y los de don Juan Francisco Meneses, Deán de la Catedral de Santiago; de don Bernardino y dos Francisco del Pozo y Silva , canónigos de la Catedral del Plata ; de don Francisco Ortiz de Gatica , canónigo de la de Impe rial ; y de don Francisco de Arechevala, provisor del obispado de Concepción . Estos datos los debemos á las investigaciones del estudiosísimo don Tomás Thayer y Ojeda. También perteneció á esta familia el señor Ri quel de la Barrera, cura de Malloa, de quien antes hemos hablado, y que contó entre sus parientes al más ilustre de los proceres de nuestra independen : cia, don Bernardo O'Higgins, hijo bastardo de doña Isabel Riquelme. El abuelo paterno del Cura de San Fernando era el maestre de campo don José Álvarez de Toledo, que fué escribano de cámara de la Real Audiencia . Más tarde fué Corregidor de Melipilla, donde po 63 seía la hacienda de Puangue. Su casa de babitación la tenía al frente del Convento de Santo Domingo, al lado de la plazuela de este nombre. La hacienda de Puange fué gravada, en 1650), con una capellapía de un mil y cuatrocientos ochenta y nueve pesos. En 1721 , doña Juana de la Barrera, viuda de don Gaspar Hidalgo, tuvo que pasar por el dolor de deshacerse en una forma humi. Tante, de la estancia que le dejara su marido. No tuvo con qué pagar el censo . El mayordomo de la Soledad la ejecutó, Don Juan Jacinto Goygorrotea la sacó en subasta pública , en el censo y mil dos cicntos ochenta y tres pesos al contado. No nos extrañemos del valor de la propiedad , en aquella época de general pobreza, porque atravesaba el país. En aquellos tiempos las propiedades habían alcanzado ya á precios . Exborbitantes, en compara. ción con las del siglo XVII . Podemos, citar como prueba de ese tiempo , la compra -venta del sitio que ocupa la casa de la familia Correa Irárrázaval . El 3 de Abril de 1603, la vendió don Alonso Alvarez de Toledo á don Martin de Briones, en la suma de $ 750. Su frente era de veinticinco varas, y se ex . tendía entre las calles de Huerfanos y de la Merced . El vendedor la había adquirido de don Francisco Bernardo Bustamante . Aunque estos datos son ilustrativos, son muy traídos por los cabellos . Lo reconocemos; pero cou eso queremos distraer un poco la atención llevando la imaginación del lector a ese vetusto relicario de la nobleza colonial , y á esos hermosos parajes de bellos panoramas, que recrean la vista del viajero de Santiago á San Antunio. Ta aridez y monotonía de nuestro tema nos iin poue estas digresiones; ya que no podemos servir nos de la inventiva de la imaginación en suposi. 67 ciones que nos pondrían en el peligro de desvirtuar la verdad histórica. El maestre de campo era hijo jiegitimo del capi. tán don Luis de Toledo, dueño de las haciendas de Codegua y de Angostura. Su domicilio lo tenia al frente de San Agustin, esquina de la calle del Es. tado con la de Agustinas. Los padres dedon José de Álvarez y Toledo, observando la excelente indole, la vivacidad de iu . genio y el conjunto de bellas prendas, que resplan decían en su hijo, se dedicaron con esinero al cultivo de su talento. Hizo grandes progresos en las ciencias y fué condecorado con el grado de Doc. tor. Informado de sus antecedentes, el obispo le confirió el delicado cargo de Promotor Fiscal , que desempeñó por corto tiempo. Persuadido el señor Alvarez, de que, en el servi cio parroquial , es donde más brillan los rasgos de semejanza entre el sacerdote y el divino Maestro; y que en el ejercicio de este ministerio, en el campo, es donde de una especial manera se manifiestan los efectos de la ostensible protección divina, solicitó y obtuvo una de las doctrinas de más laboriosidad , el curato de Cuiimón . Cargado sobre sus hombros el peso de tan penoso ministerio, su celo no reconoció límites. Convencido de que un cura es sólo un mero admi. nistrador de los bienes de la Iglesia , y de que sus emolumentos ha de compartirlos entre el subsidio de sus necesidades y el decoro de la casa de Dios, edificó á sus expensas un nuevo templo parroquial, en el pueblo de Curimón. Dieciséis años más tarde, ,en el concurso de pa . rroquias de 1762, el señor Alvarez ocupaba el pri > mer lugar en la terna para la provisión de la va. cante de la parroquia de San Fernando. 15 En todos los pueblos de su nuevo curato, dejó sentir su influencia el celo del apostólico pastor. A su llegada, formó la vice-parroquia de Guacarhue , desinembrándola de la de Rio Claro, y dándole por límites de su jurisdicción los mismos que tuvo al ser erigida'en parroquia, á excepción de la isla de Toquihua. Hasta entonces, en Guacarhue sólo exis tía una capilla, construída por el piadoso vecin : dario y servida por un sacristán sin sueldo. Las entradas por obvenciones, de que disfrutaba la viceparroquia se dividirían entre el Cura y su vice párroco , debiendo éste dar cuenta mensual a aquél de los emolumentos de los fieles, y datos rela tivos al asentamiento de partidas, que debían cons. tar en los libros parroquiales. La piedad de los habitantes de Guacarhue movió al señor Alvarez á establecer entre ellos una cofra . dia en honor de N. Sra . del Rosario, Patrona del lugar y Titular de esta misma iglesia . Redactó los estatutos y los sometió á la aprobación de la auto ridad del prelado . Eu 1763 se encontraba ya establecida , en el valle de Tilcoco , la capilla de la Estacada, á seis cuadras, hacia el oriente, del recinto que ocupa hoy la igle. sia de este nombre. De aquí viene la confusión en designar con el nombre de Tilcoco ó de Guacarhue, la viceparroquia en el citado año, en el archivo pa rroquial de la ciudad de San Fernando. Á dicha ca pilla se le llamó más tarde de los Tricahues, por los ( trricau ) loros que anidaban en las cavidades de sus murallas. A poca distancia de ella , estaba el cementerio de los indios, que valió el nombre de El Panteón á aquel lugar. Tilcoco era el nombre que se aplicaba á una con siderable extensión de terreno, que se dilataba por la ribera norte del río Claro, eutre La Faltriquera y APUNTES 5 66 Salsipuedes, enfrente a las residencias de Cantarra nas y Corcolén. Río de por medio, al sur del Çla ro, tuvo su encomienda el capitán don Florián Ramírez, progenitor de numerosa y distinguida prole . En esta época presteron sus servicios en la vice parroquia , los franciscanos Fr. Domingo Trincado y Fr. Ramón Silva, pertenecientes á dos distivguidas familias de los alrededores de Guacarhue. Por cé. dula, expedida en 18 de Octubre de 1764, disponía el rey Carlos III de España : que los párrocos esta blecieran residencias de tenientes-cuias, en todos los parajes poblados, que distasen más de cuatro leguas de las cabeceras de las parroquias. Para poder dar fiel cumplimiento a la ordenanza real , el Doctor don José de Alvarez , vendió su estaucia de la Rinconada. Así pudo emprender la obra de erigir capillas , estableciendo allí tenientes con un servicio constante en ellas . Sin duda alguna los pueblos quedaron entonces en mejores condiciones, que las en que se encuen tran muchas poblaciones en nuestros días, debido al aumento de población en el país y á la dismi . nución del clero en él . Registrando el archivo de defunciones de la pa rroquia de San Fernando, dimos con la fe de muerte del novicio jesuíta, el presbítero don Francisco de Gamboa, viudo de doña Antonia Maldonado. El año 1764, ficha de su muerte, contaba con sesev ta años de edad . Había vacido en Colchagua, y fueron sepultados sus restos en la iglesia de la Compañía, en la villa de San Fernando. En 1765, practicaba el señor Alday la segunda visita de su diócesis. Después de recorrer basta los más apartados parajes de esta doctrina, firmó el auto de visita de esta parroquia, en el pueblo de - 67 - Guacarhue, á donde se hizo traer el libro de defun ciones de la ciudad de San Fernando . Una dạra prueba estaba reservada al Doctor don José de Alvárez . El sereno de San Fernando anun . ciaba las tres de la mañana del día 26 de Agosto de 1767. El ecº de su voz va á confundirse con el so . nião de los golpes de una mano, que con insisten . cia llama enla portería del colegio de la Compañía de Jesús. Una escolta de milicianos, bien provista de pertrechos y municiones de guerra, como si fuera á tomar por asalto una inexpugnable fortaleza, está formada en la plazuela de los jesuítas. Embozados con la clásica capa española , y ostentando las in signias de sus dignidades, aguardan á la puerta el Regidor de la villa, el Notario de la ciudad y un Alg del Rey . Tan luego como se abre la puerta, toman por asalto la casa del colegio. Al ruido de las armas, despiertan, sobresaltados, del sueño tran quilo de su reposo los religiosos , que se durmieron libres para despertar prisioneros. Había allí cuatro padres y tres hermanos coadjutores. Se les reúne en una sala , donde se da lectura á la maquiavé'ica cédula real , en que el Rey les condena al destie . rro perpetuo de los dominios de España , en recom : pensa de los servicios, prestados en la pacificación del Reino de Chile, y en el establecimiento y pro pagación de la fe entre los naturales del país . Se les comunica la confiscación de sus bienes, de que se hará un escrupuloso y prolijo inventario. Se les in tima la orden de prisión y el abandono de cu casa ; de donde son sace dos á la calle, para esperar en la plazuela, en aquella fría noche de invierno, la pri mera luz de la aurora de aquel aciago día , para ponerse en marcha á Santiago. Humildemente se someten aquellos apóstoles de la fe á las severas disposiciones de su muy católico monarca . 68 -- Los pacíficos pobladores de la villa de San Fer pando fueron sorprendidos con tan inesperada como infausta nueva , en la mañana de aquel día de duelo nacional. Aquella sensacional noticia hizo derramar muchas lágrimas, que eran la más elocuente expre sión), con que solamente se permitía deplorar la in . justicia y lamentar la pérdida del bien . Una palabra de protesta ó una señal de simpatía por la Compa ñla , habrían sido consi leradas como un crimen de lesa Majestad ; tanto más cuanto que, con su távica ingenuidad, se había acudido á la razón de estado de una conspiración contra la inonarquía , formada por jesuítas, para independizar los diversos Estados de América que estaban bajo la autoridad del Rey , Todos debían guardar silencio, para no parecer comproinetidos en la supuesta rebelión. Talvez, en aquella misina caluinnir, vinieran de la misma Es. paña los primeros gérmenes de la idea de la eman cipación política . Fué la única vez , que en el tiempo de la colonia, se pudo hablar de ella , sin temor de 9 que las autoridades calificaran estas ideas de una conspiración contra el dominio de la corona. Y se sentó la justificación de ella , en el solo hecho de supover: que la totalidad de los jesuítas de América y los residentes en la miema España , eran los an . tores de la idea del sacudimiento del yugo de ia monarquía. El prestigio y siinpatías universales, de que gozaban los jesuítas en América, justificaban todos sus actos, sin descender á la deliberación de ellos. Fué entonces la primera vez que los america nos , al través de las tinieblas del colonioje, vislum braron los primeros destellos de los fțlgores de la libertad . La voz de los jesuítas incesantemente se oyó en la corte, abogando en favor de los naturales de América , protestando de las crueldades de los sol 69 dados, y calificando de inicua уy bárbara la forma en que se hacia la guerra, no tanto por extender los dominios de la corona, cuanto por despojar al indio de sus riquezas. Esto debſa de servir de pretexto á sus enemigos, para culparles de conspiradores. El padre Pedro Carvallo, superior de la residen cia de San Fernando, y el hermano procurador, re tardaron todavía el viaje. El primero, por su grave enfermedad; y el segundo, porque debía dar uma cuenta prolija al Alguacil real , de todos los bienes y propiedades, de que disponían los Padres de aque lla casa . La finca del Olivar que se extendia hacia el Sur del colegio, el molino de la villa y la bacienda de San José de Colchagua fueron vendidas en subasta pública . La casa del colegio con su capilla fueron cedidas, en 1771 , á los franciscanos, á quienes se impuso el indefectible deber de mantener constan temente en la villa , una escuela pública de prime ras letras. Los Padres de Malloa abandonaron eu ruinoso edificio, para trasladarse á aquella casa , en wión de los que en San Fernando habían empren . didu la obra de establecer aquí la orden . Al tiempo de la expulsión , se ocupaban los je . suítas en concluír los altares de la iglesia y en aglo merar materiales, para la construcción del claustro, que pensaban juiciar, en la primavera de aquel mismo año. Con la pérdida de tan laboriosos operarios y con el abandono que de Malloa bicieron los francisca noś, se dificultó en gran mavera el servicio de la parroquia de San Fernando. Hubo necesidad de es tablecer un sacerdote en Malloa , con las facultades extraordinarias de un cura y con la delegación de las facultades que le son propias á éste. Un sacer dote del celo de don José de Álvarez , no podía 70 desmayar ante las dificultades, que se presentaban como insuperables, para la realización de una obra de imperiosa necesidad para cus feligreses de Ma lloa . El último resto de su patrimonio lo dedicó á la adquisición de un terreno y construcción de una humilde casa , que sirviera en el pueblo de Malloa · para residencia o habitación del sacerdote, que pres . tara allí los servicios religiosos á aquella apartada porción de su querida grey. La paternal solicitud de este celoso pastor ha servido de norma de con ducta á sus sucesores, entre lus cuales ha tenido dignos émulos en el entusiasmo, caridad y despren diraiento . Los habitantes de Taguagua y caseríos circun. vecinos experimentaron también los efectos del celo de aquel apóstol. En beneficio de ellos y con sacrificio voluntario de una parte de sus obvencio nes estableció un sotacura en esta localidad; cargo quedesempeñaba , en 1773 , el padre agustino Fr. Va lentín Gaete . Igual cargo deseinpeñaba en Cuenca el franciscano Patricio Villamartín . No entramos en por menores, para no explotarel vasto campo que, rico en antigüedades, presenta el valle de Taguatagua, co mo tema interesante, á la pluma de un historiador ó las investigaciones de un cronista . Desde 1768 encontramos datos en el archivo de la parroquia de San Fernando; y desde siglos atrás los hallamos en el archivo de la Real Audiencia ó en las informa ciones de los obispos. Diseminados por las orillas del río , hasta llegar á la cordillera, vivían algunos feligreses del señor Alvarez, en los extremos más remotos de su curato. El caserío de Gultro, la reducción de Requinoa y el pueblo del Olivar, por su distancia de la villa , se veían privados de los beneficios que reporta a la vecindad la parroquia . No pudo mostrarse indi - il ferente el señor Alvarez á la suerte de aquella par: te de su feligresia . Estableció en el Olivar un susti tuto, que recibía cada tres meses la visita del señor cura , que, por cuatro veces al año, recorría todo el distrito de su jurisdicción, jinponiéndose de sus necesidades, para procurer su propio remedio. El padre Francisco de Corvalán , religioso de la orden de San Francisco , hacía de teniente del cura en es . te pueblo , el año de 1773. En este mismo año, hacía entrega de la vice pa rroquia de Guacarhue, al agustino Fr. José Flores de la Oliva , el seráfico Fr. José de Calderón , que la habia servido desde 1771. De ese tiempo, no se conserva sino el libro de Fábrica, que llevaba el sa cristán Carlos Lártiga. Inútiles fueron cuantas dili . gencias practicó el doctor Alvarez para juntarse con los otros libros, que debieron forinar el primer cuerpo del archivo de la vice parroquia de Guacar hue. Es verdaderamente sensible que, en la mayor parte de las parroquias, nos encontremos con tan notables defectos en materia de archivos parroquia. les, y que éstos estén tan mal conservados, en al . gunas de ellas, que muchos de sus libros están sin pasta , otros hay desencuadernados, y de algunos sólo hay fragmentos, á los cuales no se les dedica la atención que merecen . Los archivos parroquiales son verdaderos monumentos nacionales, en los cua. les se ha ido dejando sentir la acción del tiempo. Nuestro Gobier : 0 debía mirar con más interés la conservación de ellos, y destinar alguna suma, para la adquisición de estantes contra incendio, que con. serven á la posteridad aquellos documentos, en que descansa la estabilidad de inuchas fortunas y la legitima herencia de otras. Los autos de visitas de los obispos y visitadores parroquiales están llenos de decretos, ordenanzas y 72 disposiciones, relativas a la conservación de los ar chivos parroquiales. Pero esas disposiciones , tan discretas como severas, no pasan de ser sólo una confirmación de la necesidad de un remedio, sin que los curas las lleven á la práctica , porque no se les proporciona el dinero necesario para ello . De biera exigirse que la Fábrica de cada curato desti nara anualmente un tanto por ciento de sus entra das á la corpostura de sus respectivos archivos. Como la distancia á que te encuentran algunas parroquias de los centros de población hace muy difícil que pueda encontrarse en la localidad quien lleve a cabo la obra, talvez lo más practicable sería contratar un empastador ambulante, que por cuenta de la Autoridad eclesiástica hiciera los trabajos del ramo, que se imponen en los archivos de las parro quias . Y éstas en un plazo, fijado como fatal por la misma autoridad, deberían cancelar la demanda ante el Tribunal de Cuentas Diocesanas. No es puestro intento trazar reglas de conducta á nues . tros superiores diocesanos. Como se comprende, es una simple idea ; y talvez un tanto de cabe llada . Con el mismo fervor de los primeros años de su episcopado, emprendió el infatigable obispo de Sin . tiago la tercera visita de la diócesis . En 1777 prac ticó la visita de San Fernardo, sin dejar de reco rrer, como en las dos anteriores, hasta los villorrios más apartados y los más miserables lugarejos, aunque para ello debiera trepar los montes, para descender después á las fragosidades de las quebra das . Era sacerdote, y era obispo. Del señor Alday podríamos decir, sin exageración : que era la historia viva de su clero, y que en su cabeza estaba á la perfección gralado el mapa más completo de la diócesis de Santiago. 73 En Guacarhue sometió á su aprobación el vice párroco Flores de la Oliva el libro de cuentas de fábrica, que lleva su aprobacióü con la firma del obispo. Eu éstas van comprendidos gastos extraor dinarios : como el de veinte reales , en una guitarra pare la iglesia ; el de tres reales para encordadura del arpa ; y de un real , en la adquisición de un ina nijo, para completar la orquesta. Entre los gastos ordinarios figuran el de ocho reales al año, como renta del arpista; y el de cuatro reales en cera, para las misas de todo el año . Las entradas de Fábrica ascendieron , en 1773, á la suma de veintiún pesos y cincuenta centavos. También se avota , alyvina tiempo después, la circunstancia de haber ascendido el sueldo del sacristán , en premio de sus buenos servicios , á la suma de cuatro reales al mes. En 1778 , el Dr. Alvarez donó á la iglesia de Gua carhue, por instrumento público, de que hay copia en este archivo parroquial, un terreno que forma actualinente la plaza del pueblo , al lado de la igle . sia. El producto del arrendamiento lo destino al culto del Señor Sacramentado, cuya lámpara se ali mentaba con grasa derretida. El señor Alvarez fue el último cura de San Fernando, que tuvo jurisdic ción sobre Guacarhue, y el principal obstáculo con que se tropezó para la erección de la parroquia de este pombre . CAPÍTULO IX . Don ANTONIO DE ZÚÑIGA . Dedicaremos este capítulo á la memoria de un digno sacerdote, cuyas virtudes le hicieron merece . dor de hacer llegar hasta nosotros su nombre, pre 74 cedido del título de « el santo cura de Peumo », con que le designaban sus contemporáneos. Por más de veinte años, fué el párroco de la isla de Toquihua, perteneciente hoy á Guacarhue. Este es el motivo que nos asiste para dedicarie estas líneas . Nacido en la ciudad de Santiago, en Junio de 1728 , tuvo por padres á don Hilario López de Zú : ññiga y á doña Rosa Ruiz de Luengo, originarios de Santiago y de Concepción respectivamente; ambos ilustres por la nobleza de sus progenitores, como hu mildes por la fortuna que de ellos habían heredado. En compañía de nueve de sus hijos, ejercía don Hila rio la profesión de minero . Don Antonio quedó en Santiago al cuidado de si : madre y de su hermana, asistiendo al mismo tiempo al colegio, que tenían en dicha ciudad los padres de la Compañía . Estos fueron sus maestros; quienes tuvieron el consuelo de ver en él demostraciones de la más tierna piedad , que reve laban lo que había de ser más tarde el contraído discípulo. El Iltmo. Señor González de Melgarejo , impuesto de la cantidad de Antonio, le ofrece las sagrados órdenes, que con dispensa de la edad canónica, le confiere, en 1751 , ordenándole á título de servicio de iglesia . Empezó su larga tarea apostólica , como teniente del cura de la doctrina de Renca ; quien de. clipó en el joven sacerdote todo el peso del trabajo, á pesar de las disposiciones tan explícitas, como ter minantes de los cánones de los concilios y leyes dis ciplinarias de la diócesis, sobre la labor que corres. ponde á los párrocos, que se ayudan de sotacuras en el ejercicio de su ministerio. En Febrero de 1757 , cuando estaba para trasla dorse á la ciudad de Santiago, para vivir en calidad de tepiente, al lado del cura de San Isidro, le orde 10: el señor Alday y Aspee, que sin demora se diri 75 giera á la doctrina de Peumo, á servir de teniente de cura de don Andrés de Carrasco que se hallaba gravemeute enfermo. A la muerte de este sacerdote se le despachó el título de cura interino; y en 1759 se le extendió su nombramiento en propiedad, des. pués del concurso , en que, en dicho río, se convo caba al clero á la provisión de aquel curato. El se ñor Zúñiga debía conservar aquella parroquia has ta su muerie, a caecida en 15 de Enero de 1812. Con el cel de un apóstol, emprendió con ardor 1 :1 obra de regeneración moral, cuyos frutos pudie . ro ! hotarse, desde el primer momento de su llega da á Peumo. Afable con todos en su trato , inalte rable en la paciencia, desprendido para con los po bres y de buen is maneras para con los ricos, y presentándose don Antosio de Zúñiga, adornedo de todas las virtudes propias del sacerdote de Cristo, supo ganarse universalmente la voluntad de sus feligreses ; y no solamente de éstos sino también de to las las personas que le trataban . A la misa parro. quial de los días festivos, atrajo innumerable con curso de gentes, deseosas de aprender de sus labios las santas máximas que les enseñaba, para alcanzar la vida eterna , Construyó en Peuino, el infatigable obrero de la viña del Señor, una casa de ejercicios , en donde se deban al principio tres, y más tarde hasta seis co rridas al año. Erigió también allí dos escuelas, para enseñanza de niños de ambos sexos. Påra procurarse cooperadores en el desempeño de tan vasta labor, estableció un beaterio en una casa vecina al templo parroquial . Las asiladas to maron á su cargo la instrucción en los colegios, cuidar del decoro del culto, y atender a los trabajos propios de su sexo en los días de ejercicios espiri . tuales. Entre las reclusas del beaterio de Peuno - 76 había también algunas, que podríamos desiguar como Magdalenas, porque buscaban allí su refugio después de haber dado pruebas inequívocas de su conversión, después de una vida libre, ó por lo me nos descuidada . Establecióse también allí una sección de escuela para niñas desamparadas, y para las que , viviendo lejos de la aldea , se veían privadas de los beneficios de la enseñanza pública . Eu este colegio se ense ñaba además , canto , órgano, clase , guitarra y obras de mano . Entre estas labores, ocupaban lugar de preferencia aquellas que reportaban una utilidad práctica á cada una, según su condición social . Como una curiosidad de antaño, daremos á nues tros lectores el horario, á que se sujetaba diariamen te en sus ejercicios el beaterio de Peumo. « Primeramente, á las cuatro de la mañana se levantan y van todos a la iglesia, se lee un punto de meditación y tienen una hora de oración men tal; la que concluyen rezando un tercio de Rosario á Nuestra Señora . Se sigue la misa, y en ella co mulgan espiritual ó sacramentalmente (las que tie nen licencia ) y luego se retiran á sus cuartos . « Pasado un cuarto de hora, se llaipan al cuarto de hace oficio de maestra á tomar un corto mate, y entre tanto se lee algún libro espiritual . « Acabado el mate, se retiran á su labor de ma nos, que por lo común se endereza toda ella á be neficio y aseo de la iglesia , y muy poco ó nada á la que > utilidad propia, por darles yo (á la que le falta) todo lo necesario para pasar una vida pobre . « A las diez de la mañana vuelven todas á la igle sia á visitar al Santísimo Sacramento ; rezan una estación mayor, con sus oraciones jaculatorias y se retirau á su labor. « Á las once van á la iglesia y rezan otro tercio 77 de rosario y se lee media hora de lección espiritual; y el tiempo que resta á las doce lo tienen de exa men de conciencia. « Á las doce van á comer, en comunidad, y du rante la comida se lee algún libro espiritual, comen de viernes, si no es tieinpo en que se dau los ejer. cicios, seis veces al año , las pascuas y tres días de carnestolendas; ó cuando estáu epfermas. « Acabada la comida, vuelven a la iglesia á dar gracias ; rezan una estación menor al Señor sacra mentado y se vuelven al cuarto de la maestra, y allí tienen un cuarto de hora de recreación unas con otras, y acabado, se van a dormir siesta hasta las dos de la tarde . « A las dos van á la iglesia , rezan otro tercio de rosario, con que enteran los quince misterios ; rezar al Señor San José lo acostumbrado y se retiran á sus çuartos. « A los tres van todas al cuarto de la maestra, to. man mate, con la lección dicha espiritual y, acaba do el mate, se retiran á su labor. « Á las seis van todas á la iglesia á visitar al San tísiino Sacramento, y rezın una estación mayor cón şxis preces ó jaculatorias. « A las siete ran a la iglesia , leen los puntos y tienen una hora de oración mental, y, acabada, tienen un rato de examen de conciencia , y de allí salen al refectorio ,hacen colación y, acabada , vuel ven á la iglesia á dar gracias y rezan una estación menor al Santisimo Sacramento, y, acabada , vuel. ven al cuarto de la maestra, y allí tienen un cuarto de hora de recreación , que todo ello dura hasta las 9 nueve . * A las nueve se concluyen las distribuciones y desde esta hora hasta las cuatro de la mañana, tie. nen licencia para ocupar el resto de la noche, en 78 - dormir, si quieren , ó en la iglesia en rezos, oración ó penitencias, según el espíritu de cada una. De modo que, por lo común, jamás faltan en la iglesia algunas que estén sirviendo de guardia al Santísimo Sacramento, de día y de noche ein fal. tar. Desde las cuatro de la mañana hasta las ocho de << la noche, tiene cuidado la que hace oficio de maes . tra de que vayan á la iglesia de dos en dos cada hora al Santísimo Sacramento , las que se ocupan en rezos y oraciones, según el espíritu de cada una; de modo que de 24 en 24 horas nunca falta quien esté velando al Santísimo Sacramento . Por no ser la instrucción, en este artículo, nues tro tema , no nos detenemos más en extraer muchos datos y noticias curiosas, que contiene un oficio del cura de Peumo á don Ambrosio de O'Higgins, que lleva fecha del 19 de Enero de 1790 , y que se halla en la Biblioteca Nacional, en el Archivo de la Ca pitanía General. El beaterio de Peumo tuvo la vida de su funda . dor. Los transtornos políticos que agitaban al país entero, comprometieron profundamente todo orden civil y religioso. Esta fué, sin duda , una de las cau sas que contribuyeron á la extinción de aquella obra; pero sin creer que ésta sea la principal razón. No podemos excusar de alguna culpa en esto al mismo santo fundador. A su muerte , no pudo sa berse lo que pertenecía a la iglesia de Peumo, lo que era del uso y domivio del beaterio, ni lo que era de exclusiva propiedad del cura . La fama de la santidad del señor Zúñiga no tuvo por límites los de su patria, ni siquiera los del nue vo mundo. De la misma España vinieron tres no bles señoras de la familia de Carvajal , parientes cercanas del rey Carlos III, á concluir sus días en 79 .- . Peumo, bajo la dirección del santo sacerdote, en el beaterio que él había fundado. En estos últimos años, la obra del señor Zúñiga ha experimentado un notable resurgimiento en la escuela y en los ejercicios , gracias al celo del pár ro co, dou Eliseo Fernández Hidalgo . Hay necesidad de conocer á Peumo, de estudiar las tendencias de la sociedad y el carácter de los individuos, para po der apreciar el valor de estas obras. Respecto a la memoria de don Antonio de Zúñi. ga, heinos tenido la desgracia de que el vulgo baya confundido la superchería con la verdad histórica de los hechos y vida de aquel hombre extraordina rio. Por orden de su confesor, él mismo escribió su vida, de que se conservan sólo fragmentos, en que se manifiesta á las claras el propósito del autor: sa tisfacer á un mandato, haciéndose desmerecer á sí mismo, y manifestándose hasta visionario , sin al . 9 cances y sin talento. Mensualınente acudía , desde Peumo á Santirgo, & confesarse y á oir en penitencia á las monjas de los diferentes monasterios, que solicitaban su dirección , ¡Cuán fructuosa es la labor del sacerdote, que so hace acreedor á la fama de santo! En el pico más culminante de las serranías de Gu lutrén colocó una cruz, en el mismo punto en que hoy se eleva la gigantesca cruz de fierro, que sin igual en valor y en dimensiones, es motivo de cristiano orgullo para los peumenses, que la reputan , tulvez no sin razón, como la primera de las maravillas de la provincia de O'Higgine . Èu 1768, estableció el señor López de Zúñiga un sacerdote en el caserío de Santa Inés, que, con las más amplias facultades, desempeñaba el cargo de to niente de cura entre los muchos habitantes, que po blaban entonces aquellos parajes . - 80 Después de la expulsión de los jesuítas, obtuvo V para su parroquia las tres campanas, que éstos po eelau en el templo de Bucalemu. Todavia se con serva la mejor de ellas . A juzgar por los inventarios de Peumo, aquella parroquia fué sin duda una de las más ricas en alhajas y en propiedades, en el tiempo de la dominacióu española en Cbile. Interesado el celoso párroco, no sólo en e ! bien espiritual de su feligresía, trabajó con tesón, por veinte años, para obtener el título de villa para la cabecera de su curato . Eu 1793 , sirviéndose de la influencia de lus marqueses de Villapalma, los más conspicuos de sus feligreses, consiguió de don Am brosio de O'Higgins, que Peumo pasara de aldea á villa . El marquesado de Villapalma fue creado, en 5 de Octubre de 1728, á favor de don Diego Calvo de Escalada, quien casó cou doña Antonia Silva . El segundo marqués fcé don Manuel Calvo Encalada. Este fue el padre de don Martin Calvo Encalada , uno de los proceres de vuestra independencia. Don Eleazar Bravo, feligrés de Guacarhue, posee un birlocho autiguo, que dice: haber sido del uso de los marqueses de Villapalma, según las tradiciones, re . cibidas de sus mayores . A propósito de antigüedades, pero muy á despro pósito de la materia de que vamos tratando: tam bién hay entre aquellos feligreses quien se precia de poseer el birlocho del General Maroto , el jefe realista vencido en Chacabuco . Pero de esa reliquia no que dan sino restos, después de la metamorfosis por que ha tenido que pasar, en las repetidas autopsias á que le sometieron las despiadadas manos de los he. rreros . · Dou Rubén Araneda , en Guacarhue posee un te i soro de antigüedad ; y es una cajuela , especie de - 81 necesaire, como dirían los galiparlistas . Está talla. da en madera de patagua, y tiene un gran escudo es . pañol, con esta inscripción: Para el uso de don Ig nacio de la Carrera . Probablemente fué su dueño el padre de los generales Carreras. Péomo es el nombre primitivo que los españoles convirtieron después en Peumo, facilitando la pro nunciación de él. Su origen estará en relación con las seculares selvas y montañas de árboles de este nombre, que abundaban antiguamente en aquellos hermosos parajes. Los conquistadores los benefi ciaron en la industria de la curtiduría , como en épo. cá menos remota lo hicieron con los bosques de lingues de los valles del Cachapcal y el Claro. Los cueros de cabras, transformados en cordobanes; co mo los de bobinos, preparados en la curtiembre, eran exportados al Perú y Bolivia; de donde volvían , convertidos en mercaderías de retorno . La cecina no tenía aceptación sino en épocas anormales. Las carnes se quemaban. Iſacemos referencia á aquellos años, en que una vaca tenía que ser de una calidad superior para encontrar quien diera doce reales por ella . Las virtudes del cura de Zúñiga valieron la cele bridad , que tuvo Peumo en los últimos tiempos de la colonia y en la primera edad de la República; y aún la que ha llegado hasta nosotros. Peumo es deudor insolvente á la gratitud á que se hizo acree dor el caritativo sacerdote, que consagró su vida y su fortuna al servicio de sus feligreses, al cultivo de su inteligencia y al progreso material de la locali dad . Pero ese hombre extraordinario, cuyos méri tos todos confiesan, lleva un pecado sobre su fren. te, que impide las manifestaciones del entusiasmo de los que se llaman admiradores de la ciencia y pregoneros del progreso. Ese hombre para ellos ha APUNTES 6 82 bría merecido una estatua de héroe, ó ser represen tado por un genio, iluminando con una antorcha ei paso á la libertad ; pero ese hombre tiene una afren ta ; y es el haber sido sacerdote. ¡ Qué su nombre sea relegado al olvidol . Más agradecida aún que Peumo ha sido para con don Antonio de Zúñiga, la parroquia de Gua carhue. Ésta ha conservado á la posteridad su nombre, desiguando con su apellido la viceparro quia de Zúñiga, que comprende en eu jurisdicción, el valle de Toquihua, que por tantos años + stuvo bajo la dependencia espiritual del expresado sacer dote. La aldea y la comuna lievan igualmente su mismo nombre. Allí estableció, en conformidad á la cédula de Carlos III, una capilla , que se desigua. ba con el nombre de la capilla del cura Zúñiga . Este es origen primitivo de este nombre. En un informe del Iltmo, señor Alday, qu « data de 1768 , dice del presbítero dou Antonio de Zúñiga que: « es un sacerdote de ejemplar aplicación á su ministerio y de mediana suficiencia » . Creemos que con la palabra suficiencia, empleada por el obispo, y después por el Gubernador, no se ha querido signi ficar la careucia de capacidad, sino la falta de re . cursos . De otra suerte , incurrirían en manifiesta contradicción . El celo del cura no decayó jamás, porque siempre tuvo presente que era sacerdote. En un informe oficial, referente al cura de Peu mo, decía el Gobernador don Antonio de Bennyi des: « que era de honesto linaje, de suficiencia, y de tal virtud que era modelo de curas... Di- traído de todo interés y comodidad particular, dedica todos sus copatos á proveer á sus feligreses de abundantes doctrivas y medios para que vivan cristianamente. Socorre con liberalidad a los pobres; erigió y man . 83 tiene por sí un beaterio de mujeres ; costea frecuen tes ejercicios espirituales ... ) Si mediana suficiencia se tomara en la verdadera acepción de estas pala. bras, ello no vendría á hacer desmerecer al cura , 9 sino á confirmar aquello : que no siempre son los mejores párrocos los que sobresalen por su talento, cualidad que es común al sacerdote y á los seglares ; sino aquellos que se distinguen más por la piedad y virtudes propias de tan santo estado. El presbítero don Juan Ramón Ramírez, conser va , como una reliquia, una de las disciplinas que fueron del uso de don Antonio de Zúñiga. Esta ha bía sido obtenida por don José Mercedes Araneda, cuando era cura de la parroquia de Peumo. La ve neración de estos sacerdotes guacarhuinos por el santo cura de Zúñiga está en consonancia con los piadosos sentimientos de estos pueblos, que conser van , transmitidos de padres á hijos, los recuerdos de tan benemérito párroco. En poder de una distinguida familia colonial, en la casa de los señores Parracidas, en Los Andes, se ha conservado un retrato de don Antonio de Zúñi. ga ; á él vincula la tradición la historia de un estu . pendo prodigio, que las fábulas populares ban he. cho degenerar en lo ridículo, confundiendo la ver dad de aquello con la inventiva de la superstición. Sobre la omisión, que hace don Autovio, del ape. llido López, no debemos sorprendernos, porque era práctica , muy generalizada en aquellos años, la de alterar los patronímicos ó elegir uno ó dos de los apellidos de sus antepasados, sin dar importancia al orden genealógico, á que tan estrictamente nos ceñimos en estos tiempos. De allí proceden las difi cultades, para el entroncamiento de lae familias. Pertenecen á la familia del señor López de Zúñi. ga los presbíteros don Ricardo Mesa y don Ernesto 87 Herrera , como igualmente el religioso mercedario Fr. Clodomiro Henríquez . Un Subdelegado de Rancagua quiso encontrar en la fuga de una de las asiladas , un pretexto para encausar al Cura , denigrarle ante la sociedad y acu sarle ante sus Prelados. Sus móviles no eran otros que los deseos de una iuin venganza. No puede ocultarse la conveniencia, que á nues: tro juicio existe, en la designación de Visitadores, para inquirir acerca de los cargos, formulados en contra de los gobernantes. Esta práctica es tan provechosa en el orden civil como útil en la disci plina eclesiástica . En cien veces los obispos serían engañados. La garantía del inocente está en que se abra paso á la luz; en que se corra el velo del mis terio . Unos, abusando de las influencias, que pudieran proporcionarles sus relaciones, su posición y fortu . na; otros, sirviéndose , como de un recurso, de la amistad y favores , que se les prouigan ; y quienes sin más títulos que los que les proporciona su au . dacia , cinismo é iniquidad, tienden insidiosas redes , en que pretenden ver envueltos, al sacerdote, ca. yendo como una víctima , y al obispo, condenándole inocente , Por otra parte, es de todo punto indiscutible la conveniencia, que existe, en que se procese á los sacerdotes ante el tribunal eclesiástico, acerca de los cargos graves, que sean de trascendencia pública ó que afecten y comprometan su dignidad y buen nom bre. El sacerdote tiene deberes sagrados que cum . plir ante el clero, ante su familia y ante la sociedad. Para ello necesita de una reputación inmaculada, que esas colectividades tienen derecho á exigir. La sentencia favorable, emanada de la curia eclesiásti tica, será siempre la más luminosa vindicación del sa 85 cerdote. A su vez la sanción social , adversa á los acusa dores, sería el anatema más fulminante, que pudiera caer sobre ellos; á cada cual en su esfera . Mas, si el sacerdote es culpable ........ que expíe él su pecado, bajo el peso de los considerandos, en que se funde el castigo. En el caso presente la inocencia del cura brilló más que la luz del día ... ...... y la perfidia de sus detractores les envolvió en el manto de la igno. minia, más regra que la noche obscura. CAPÍTULO X. ERECCIÓN DE LA PARROQUIA DE GUACARHUE. En uno de los últimos días del mes de Enero de 1778 , un venerable anciano subía por un tortuoso sen ) dero la cuesta de los cerros de Idahue, que separan á Coltauco de Peumo. Es el más ilustre de los obis pos , que tuvo la diócesis de Santiago, en el periodo colonial; es el infatigable pastor, que quince años antes había merecido de Su Santidad, Clemente XIII , este conceptuoso elogio:... « Eres ejemplo de todas las virtudes y modelo de perfección para to dos los que os observan » . Es el Iltmo. Dr. Don Ma. nuel Alday y Aspee, que sobreponiéndose á sus años, visita por tercera vez su diócesis. Á su lado va el Dr. Ochoa , su Notario de visita . Va seguido de numeroso séquito, que le acompaña hasta la cumbre del cordón de cerros, donde le espera una distinguida comitiva, que desde Ptumo ha venido á su encuentro . Desde el punto más culminante del portezuelo, pudo explayar su vista el distinguido viajero, por 86 los amenos campos de Coltauco, Doñihue, Coinco y el Olivar; cuya exuberante y vigorosa vegetación han valido á aquellos deliciosos parajes los símiles con el Edén , que en sus inspirados cantos les han prodigado los poetas. Al lado opuesto, hacia el sur y veste de las se rranías, disputan su belleza y feracidad á este valle hermosos y fecundos campos, que recrean á los que les contemplan y enriquecen a los que les poseen: tales son Peamo y sus alrededores . Hacia el oriente, se les presenta un panorama encantador, cuyo horizonte se dilata hasta las ne. vadas crestas de los Andes. Es el piutoresco valle de Guacarhue, que se extiende hacia el este del río Cachapoal , que baña el pie de la montaña, que en estos momentos sirve de punto de observación. A veces se presenta interceptado por cristalinos arroyuelos, ó entrecortado por bosques seculares de salvaje pero sorprendente hermosura. Forman be. llísimos paisajes con sus ensenadas las aguas del río Claro, al internarse sus corrientes en la espesura de la selva . Á la distancia, rodeando la humilde choza, que sirve de abrigo à la familia del colono, se ven los risueños huertos, que el hombre cultiva, y embellece con su industria . Aquí está Toquihua, donde don Antonio de Zúñiga , en 1765, erigió una capilla . Un poco al sur está Tunca, donde tiene su residencia el acaudalado industrial don Alejandro Araneda, cuyas valiosas propiedades, comenzando en la Es. tacada, llegaban hasta San Vicente. Don Alejandro, como su hermano el sacerdote don Mateo Araneda , eran originarios de Concepción . También era pen . cón de origen don José María de la Peña y Lillo, que en esta época se estableció en Guacarhue, donde contrajo matrimonio con doña Tránsito Ra 87 mírez y Molina, de quienes proceden los Peña y Lillos, que residen en esta parroquia. Guacar hue tie. ne al sur un pequeño caserío de planta irregular, cu yos habitantes, propietarios en su mayor parte, ban edificado sus casas en orden disperso, en medio de bus fincas. Más inmediata se balla la hacienda de la Estacada, patrimonio de la familia Silva, una de las más influyentes por su pobleza y fortuna, en la jurisdicción de la viceparroquia. A cinco kilómetros al oriente de Guacarhue, un poco al sur del cerro de Cailloma, tiene sus casas el Maestre de campo , don Juan Bautista de las Cuevas . Allí se ha edifi cado y dotado una capilla , que durante algún tiem po ha servido su cuñado el presbítero don Andrés Ramírez y Molina. Al noroeste de Cailloma , á un kilómetro al po. niepte de la colina de Caucho, están las bodegas y habitación de la opulenta familia Triucado, empa rentada con los Silvas de la Estacada y los Gálvez de Guacarhue. Todos estos pueblos presentan un aspecto rústico y melancólico ; y sus pobladores maneras agrestes y un temperamento tínido y reservado. Sólo en Gua carhue existe un poco más de vida y animación . La numerosa descendencia del antiguo y rico encomendero don Pedro Gálvez, se había dividido sus inmensas propiedades, que se extendían en tiempos remotos desde Quechereguas basta la isla de Toquihua. En su mayor parte habían pasado á mavos extrañas. Er esos años poseía una parte de ellas don José Gálvez Marchantt, hijo del Capitán don Tomás Gálvez, y padre de don José Gálvez Villanueva. Subdividida la propiedad, se aprovechó la apariencia del clima y bondad de la tierra para el cultivo de las viñas. Sus resultados sobrepujaron á las expectativas de sus propietarios. No sucedió 88 lo mismo con los nogales. La excesiva humedad del suelo fué perjudicial á las plantas. El árbol se de. sarrollaba esbelto y vigoroso, pero la producción de sus frutos era muy insignificante. Después del desecamiento y desinonte, efectuados en aquellos campos , un nogueral sería un negocio de utilidad segura. Estableciéronse dos inolinos: en Guacarhue y en la Estacada. También hubo al poniente de esta hacienda una curtici uría muy bien montada. El comercio estaba reducido á los artículos de iudis . pensable consumo, que se vendían en dos ó tres casas , en el callejón de los Baratillos, al poniente de la población. El señor Alday tenía muy frescos estos recuer dos, como que sólo tres meses antes había visitado aquellos contornos. Los habitantes de esos luga res se le habían manifestado violentos con la mo . lesta situación, en que les colocaba la distancia de la parroquia . Diez leguas y dos ríos separaban la aldea de Guacarbue de la villa de San Fernando. Veinti cinco años de empeños y de trabajos no habían bas. tado á mejorar su triste situación. Aquellos momentos de reposo no fueron de des . canso para el obispo. El punto más culminante del portezuelo lo convirtió en tribunal de justicia el fa tigado viajero. Desde allí pudo apreciar en todo su mérito los sacrificios de los sacerdotes, que servían tan dilatadas doctrinas, y la justicia que asistía á los feligreses de Guacarhue, Coinco y Corcolén , al solicitar de su Prelado la erección de una nueva parroquia. El cura de Peumo, por su parte, hace presente al obispo el abandono religioso á que se ven redu cidos sus feligreses de Toquihua , en la mayor parte del año, á causa de las grandes creces del Cacha poal , con las lluvias en el invierno, y por los des 89 bielos en el verano. Además, cuando él voluntaria . mente agregó aquella isla á su curato, se encontraba joven ; y lo hizo, en atención á la imposibilidad de servirla, en que se encontraba, por su avanzada edad y achaques, don Diego José Marín . Su pobla . ción de ciento sesenta y cuatro adultos y niños, con . siguientes á este número, exigia que se arbitrara un medio más práctico de servicio. El señor Alday ordenó al señor de Zúñiga , que presentara por escrito estas consideraciones ;y dispu so que el señor Ochoa biciera presente al Promotor Fiscal la premiosa necesidad de erigir en curato la vice parroquia de Guacarhue. El día tres de Febre . ro, estando de visita en Peumo, recibió el obispo la petición , en la forma indicada á don Antonio de Zúñiga . Dos meses más tarde, el Promotor Fiscal , don José Antonio Errázuriz, impetraba como una gracia para los vecinos de Guacarhue, yу solicitaba, como una medida de buen gobierno la erección de la parroquia de Guacarhue. El párroco de San Fernando, don José Alvarez de Toledo, se opuso tenazmente á la desmembra ción de su parroquia. En la defensa de la integri dad del territorio de su curato, hizo lujo de erudición , en las citas de las disposiciones do los Sumos Pon . tífices, opiniones de los canopistas, autoridad de los Santos Padres y cánones de los concilios. Nombró como apoderado á su hermano, don Manuel de Al varez, abogado de la Real Audiencia, y por su Pro curador á don Juan José Guzmán . Es interesantísimo el expediente de erección de esta parroquia. El Cura y el Promotor adoptaron un temperamento poco parlamentario, en sus comu. picaciones al obispo. El señor Alvarez interpela al señor Alday. El Promotor Fiscal , porsu parte, cali. fica de falto de sindéresis al cura de San Fernando . 90 Mil incidentes más ... Es la batalla del cántaro con la piedra. El Procurador de don José de Álvarez sacó los autos de la oficina del tribunal. El señor Alday le conminó con la censura de excomunión mayor ipso facto, si en el plazo de tres días no hacia entrega de ellos . El 3 de Julio del mismo año, el obispo de San tiago presentó al Gobernador del reino, don Agus tín de Jáuregui, el proyecto de creación de la pa rroquia de Guacarhue, para que, en virtud de las regalías del real patronato, prestara su consenti. miento . Ignoramos la fecha en que se decretara su erec ción. La última partida, que menciona á Guacar. hue como vice parroquia, lleva fecha 24 de Enero de 1779; y la primera en que se le designa como parroquia es del dia 4 de Febrero del mismo año. Sin embargo, parece que la entrega formal no la hizo el señor Alvarez autes del 3 de Marzo . No obstante, el 8 de Febrero recibía su primer Cura informaciones matrimoniales, en el pueblo de Gua carhue. El último vice párroco , el padre Fray José Flores de la Oliva, tomó una parte muy activa en favor de la erección del nuevo curato. Esto le mereció seve ras increpaciones de parte del señor Alvarez, co mo consta del expediente á que antes nos hemos referido . Tan pronto como su cura en propiedad , don Ma nuel de Carmona, tomó posesión de su parroquia, el religioso agustino se alejó de su querido pueblo. Digno ejemplo que siempre debieran tener en la memoria todos los párrocos cesantes en la adminis tración de una parroquia. Una triste experiencia - 91 nos enseña que por una inconsecuencia, natural á la diversidad de afecciones, su permanencia en el curato es siempre funesta para la piedad, un obs táculo á la libertad de acción que necesita el suce sor; y ordinariamente, germen de desunión en el seno de la feligresía. Reprobamos, al misino tiem po, á los que, ingratos, no vuelven á visitar a sus parroquias, cultivando sus relaciones y mantenien . do en ella la influencia del sacerdote, que puede ser muy útil en beneficio de la causa religiosa . No es menos funesta la práctica, que ya podríamos calificar de general, y es la de adquirir predios den . tro de la jurisdicción de sus parroquias. La maledi. cencia explota aquello en desmedro del sacerdote, el pueblo, con una lógica socialista , ve aquello con desagrado. Aquel edificio, esta finca, esa propie dad .. le traen á la memoria el recuerdo de los de . rechos parroquiales, que en esta ó aquella circuns . tancia pagó al Cura , olvidándose ingratamente de las fatigos y privaciones, que por servirles á ellos se impuso durante una larga serie de años. El padre Flores se retiró al convento de la Estre lla , para entregarse allí á las austeridades de la regla que profesan los ermitaños de San Agustin . En 1791 , el ex - vicepárroco de Guacarhue se trasladó á Quillota , á desempeñar el cargo de Prior del con vento, que los agustinos tenían en esta ciudad. Ter. minado el período de su administración , fué desti nado nuevamente, como conventual , al convento de la Estrella. Jamás se olvidó el anciano religioso de su que rido pueblo de Guacarhue . Muchas veces, y aún sólo unos pocos meses antes de su muerte, encon tramos su nombre en los libros parroquiales, en la administración de los santos sacramentos. Con su 92 conducta, probó el padre José la inexactitud del vul garísimo refrán que reza : Los loros frailes y gatos... son los eeres más ingratos ...... El 4 de Septiembre de 1808, después de sesenta años de profesión religiosa, le sorprendió la inuerte, en la parroquia de Peumo, al lado de don Antonio de Zúñiga, con quien le ligaban antiguos y estre chos vínculos de amistad . La labor apostólica del padre Flores de la Oliva , no sólo no sería estéril , sino que sería muy fecunda , en un pueblo que dió pruebas de su piedad, con la construcción de la iglesia y provisión de ella , sólo á expensas del vecindario, como lo apota el Promotor Fiscal. Esa generosidad de los hijos de Guacarhue no ha sido jamás desmentida, habiendo pasado á ser proverbial en los pueblos de Colchagua. La nueva parroquia tuvo por límites: al sur, la cumbre de los cerros, que separan el valle de Gua carhue de los de San Vicente, y Malloa, una línea ima ginaria y que, paciendo de los cerros de Tunca , fuera a morir en el vado del cerro de Peumo; por el oeste y norte la separaría el río Cachapoal de la parro quia de Peumo; por el oriente deslindaría con las viceparroquias del Olivar y Río Claro. La casa de babitación del cura y comodidades consiguientes para el buen servicio de la parroquia , á que se refiere el expediente de erección del curato, parece que estaban en lo que pasó á ser más tarde la finca de las Merlos y después de los señores Sal divares, donde nació el ex diputado del Congreso Nacional, don Tristán Gálvez, cuyos hermanos se encuentran hoy en legítima posesión de esa pro piedad. Delos ornamentos y albajas, á que alude el se ñor Errázuriz, no nos han llegado otras noticias que las que él nos suministra. De aquella época -- 93 quedan tres atriles, que no tienen otra importancia que la de su remota antigüedad . La calderilla del agua bendita, fabricada en piedra , pasó á ser pro . piedad del coleccionista don Rubén Araneda, Las fiestas religiosas de Guacarhue alcanzaron una notoria celebridad, por el esplendor que en ellas se ostentaba . La Pascua de Navidad gozó de nombradía , que después se convirtió en ignominia para el pueblo, por los desórdenes en que degeneró. CAPÍTULO XI. PRIMEROS Párrocos DE GUACARHUE. Don Manuel Carmona .- (1779-1788 ). Entre los españoles venidos á Chile en la prime ra mitad del siglo XVIII, figuraba el nombre del sevillano don José Julián de Carmona. Aquel hi. dalgo andaluz establecióse en Santiago, donde con trajo matrimonio con una distinguida dama de esa ciudad , doña Margarita de Baeza. De este enlace pació , en 1741 , un niño, á quien sus padres dieron el nombre de Manuel. Recibió el hijo de dor Julián una educacićn co rrespondiente a la elevada posición de su familia. Curso Filosofía en el Seminario de Santiago; y , ba. jo la dirección de hábiles maestros, hizo sus estu . dios de Teología en el mismo centro de educación . Al mismo tiempo que adquiria los conocimientos que exige el magisterio del sacerdote, asistía á prestar sus servicios, como acólito, á la Catedral . Así 94 estaba ordenado á los jóvenes, que se preparaban para el sacerdocio. El año 1764, recibido que hubo el presbiterado, pasó á ocupar un asiento entre los capellanes del coro de la Catedral. Diez años después, desempeño el cargo de teniente del cura de la misma iglesia. Aun no se había hecho la separación del Sagrario. Era muy asiduo al confesonario y consagrado á la predicación. Jamás faltaba á les conferencias mo rales , que periódicamente se daban al ciero residen te en Santiago. Erigida la parroquia de Guacarbue, se citó á concurso á los sacerdotes, que tuvieran interés en venir á prestar en ella sus servicios. El señor Carmona fué uno de los opositores. Más afortunado abora que en los dos concursos anterio. res, de que había formado parte, fué el favorecido con el curato que se trataba de proveer. Trasladóse lue. go á Guacarhue; y, el 3 de Marzo de 1779, entró en posesión efectiva de aquella parroquia , que en don Manuel de Carmona tenía su primer cuia . Pesado estreno el del señor Carmona. Es ardua empresa la de ser fundador, aunque en estos casos se cuente con el entusiasmo, que despierta este género de no vedades . Fueron eficaces cooperadores del nuevo pastor los religiosos franciscanos Fr. José Ramón Zapata, Fr. Carlos José Cubillos y Fr. Domingo Trincado. Este último era teniente del- cura, pero con residen cia en la Viña, donde tenía su familia. En la mis. ma forma, sirvió el seráfico religioso al cura don Cornelio de Rojas, durante toda su administración . El clima húmedo y de bruscas alternativas, que caracteriza á Guacarhue, no se acomodó al tempera mento delicado del señor Carmona . En Jupio de 1784, dejó la parroquia á cargo de su tenieute, el padre Cubillos y él se retiró a la ciudad de San. 95 tiago, á cuidar de su salud, ya bastante quebran tada. En 1788 bizo permuta con la parroquia de Choa pa Baja, Cuzcuz, Mincha ó Illapel, con cuyos nom . bres indistintamente se le designaba . Siendo cura de esta doctrina, murió repentinamente en la ciu dad de Santiago. Su cadáver fué sepultado en la iglesia de las monjas de la Victoria, donde se le hi cieron suntuosos funerales. Don Cornelio de Rojas. -( 1788-1807 ) . Entre los estudiantes de Teologia con que conta ba el Seminario Conciliar de Santiago, en 1764, se hallaba el joven don Cornelio de Rojas, á quien su padre don Manuel había colocado en aquel plantel de educación, tan luego como el niño hubo apren dido en la escuela las primeras letras. La precoci. dad de su talento le hizo sobresalir entre sus con discípulos, entre quienes tuvo el cargo de pasante, que le confiaron sus maestros. En 1764 recibió la tonsura clerical , y en el año siguiente todas las órdenes mayores. Era práctica de la época, no alejar de Santiago á los sacerdotes en los primeros años de su sagrado ministerio. Los obispos querían observar de cerca las aptitudes de los nuevos operarios de la Iglesia , para consagraries á aquellos ministerios á que les llamara su natural inclinación . Entre los cargos que se les confiaban en sus primeros años, se hallaban las capellanias del coro de la Catedral, que más tarde pasaron á ser una mezquina recompensa para los méritos de sacerdotes, á quienes los años imposibilitaban para seguir prestando sus servicios en la vida activa del sacerdocio. El señor Rojas fué designado por el se 96 ñor Alday para llenar una de las vacantes, que tenia el coro, al tiempo de su ordenación. El cura de Andacollo hizo presente al prelado las dificultades, que presentaba el servicio religioso en su parroquia, á causa de encontrarse muy re partida su feligresía en los diferentes centros mi neros del territorio de su jurisdicción. Los " uevos alcances en las minas acrecentaron la emigración hacia aquella región aurifera. Aumentándose la mies, fué preciso que se aumentaran los obreros. Se necesitaba un sacerdote joven , que resistiera á los ardores del clima y á las fatigas de tan laborio so cargo. Ninguno mejor que el señor Rojas llena ba estas condiciones, que armonizaban con su vir tud y celo. El año 1769, pasó á Mincha , en calidad de cura interino. Al año siguiente , se opuso al concurso; y en él , dados su talento y méritos, no le fué difícil obtener en propiedad la parroquia que servía inte rinamente . En 1776 , se opuso á un nuevo concurso de pa . rroquias. El obispo le proponía en el tercer lugar, > entre los sacerdotes más competentes de su clero, que se ofrecían para prestar sus servicios , en el cargo de la cura de almas de sus diocesanos de Mendoza, en la provincia de Cuyo. En su oficio al Gobernador encomiaba en estos términos los méri. tos del Cura de Cuzcuz, que, como antes se ha di cho, es la parroquia de cuatro nombres . « En Choa. pa , ha sido siempre un fiel cumplidor de los debe . res , que le impone su cargo . ,» Satisfecho por el alto concepto en que le tenían sus prelados, pero con el natural desabrimiento del que ha sufrido una de rrota, regresó á su apartada parroquia . Después de la expulsión de los jesuítas, en reem plazo del convictorio de San Francisco Javier, man 97 dó establecer el rey Carlos III un nuevo Convicto. rio, al que se dió el nombre de Carolino, en honor de su fundador. El vulgo lo desiguó con el nombre de Colegio Colorado, como al Seminario Colegio Azul , por el color de la banda que usaban sus estu . diantes. Su existencia fué precaria , como que nacía entre las convulsiones de la agitación , que eu las conciencias produjo la expulsión de tan benéfica institución, cual era la Compañía de Jesús en Chile. En 1778, el gobernador don Agustín de Jáuregui reemplazó el antiguo colegio por otro. Con el mismo nombre y plan de estudios, en realidad de verdad , no era otro que el viejo Convictorio, al cual la pro tección del Gobierno, hacía salir del sepulcro, lleno de vida . Con el apoyo que le prestaba el Fiscal de la Real Audiencia, don Ambrosio de Cerdán , sur gió asombrosamente. Escogióse á las personas de más vasta ilustración y que más se distinguían por sus dotes de gobierno, para encargarles la enseñanza y confiarles la direc ción del establecimiento. Pensose desde luego en el inteligente cura de Mincha. Se le nombró Ministro ó Pro- rector del Convictorio Carolino, ofreciéndole algunas asignaturas, de aquellas que, por la inteli . gencia y preparación que suponen , honran á los catedráticos . No era la educación el elemento vital para el celo de don Cornelio Rojas . A 14 de Marzo de este mismo año, tomó pose sión de la parroquia de Guacarhue, que, con el consentimiento del obispo y aprobación del Gober nador, había permutado por la parroquia de Choa pa. Gobernó esta parroquia durante algún tiempo, por medio de uno de sus tenientes. No obstante, él sólo firmaba las partidas. Según práctica común de entonces, se redactaban cual si el cura personal mente administrara los Sacramentos. APUNTES 7 98 - Ei celo del señor Rojas no decaía con la edad. No es facil explicar el tierno y afectuoso cuidado, con que este sauto pastor miraba por su rebaño, ni la infatigable solicitud con que dilataba su vigilan cia por los contornos de su doctrina. Estableció servicio religioso en las capillas de Tilcoco, Tunce, El Rulo, Corcolén , Toquibua y Coinco. Tuvo por tenientes á los religiosos Fr. Carlos José Cubillos, Fr. Domingo Trincado, Fr. Antonio de Asaldegui, y á los presbíteros don Andrés Ramirez y don Luis Gálvez. También figuran en los libros parroquiales, prestando sus servicios al curs , los religiosos fran . ciscanos, Manuel, Ramón y Juan Silva , el agustino Fr. Manuel Silva y los presbíteros don Diego y don Gregorio Silva , miembros todos de una sola fami lia : los Silves de La Estacada . El padre Juan de Silva fué el primer vice-párro co de Coinco. En vista de la población de Coinco y de la distancia de este pueblo de Guaca hue, y en parte por las facilidades, prestadas por don Gerva sio Disz Muñoz, estableció allí el señor Rojas una vice-parroquia, en los primeros años del siglo XIX, Sirvióla el padie Silva , hasta que los primeros acontecimientos de la guerra de la Independencia vinieron á perturbar la paz social y religiosa del país. El religioso franciscano simpatizaba, como su familia, con la causa de los patriotas. Durante el período de la reconquista estuvo Coínco á cargo de don Ramón Carrasco . El señor Rojas poseyó en Guacarhue valiosas propiedades. Sobre una parte de ellas fundó una obra pía, de que luego tendremos ocasión de hablar. En 1799, en representación del Iltmo. don Fraucis co José Marán , visitó esta parroquia el canónigo D. José Antonio Errázuriz. En el auto de visita es tampa un juicio sobre el señor Rojas, que no uece 99 sita de comentarios. « Se encarga; dice, al mencio. nado cura, proceda en lo sucesivo con igual cuidado y vigilancia, que ha manifestado hasta aquí, llenan do tan perfectamente los deberes de su ministerio . La salud del cura de Guacarhue se resintió mu cho en los últimos años de su vida . Desde Septiem . bre de 1798, cirvió la parroquia por medio de sus tepientes: el presbítero don Luiz Gálvez y el fran ciscano Fr. Cipriano de Morales. Hasta el 1.9 de Septiembre de 1800, el señor Gálvez se daba el tí. tulo de cura interino . Eu esta fecha se hizo cargo de la parroquia, como cura coadjutor, el sobrino del señor Rojas, don Rafuel Brayar. A fines de Diciem bre de 1805, anota el señor Rojas en los libros pa rroquiales : que en la Pascu .: de ese mes y año se vuelve á su parroquia, un tanto repuesto de sus habituales enfermedades. Autes de volver á Guacarhue, hizo testamento cerrado, en 29 de Octubre de este mismo año . En 15 de Agosto de 1807 le agregó un codicilo. Dispo . ne en su testamento : que su cuerpo sea sepultudo con mortaja de S. Francisco, en el convento de San . to Domingo, vecino al cual poseía un cómodo solar. Doua, para después de sus días, la libertad a todos sus esclavos, y perdona á todos sus deudos de cuan . to le debieran). Establece un legado, á favor de las señoras , Josefa y Dolores Saldívar, que durante mu . cho tiempo habían cantado en la iglesia. Parece que fué satisfecha esta disposicióu testamentaria con el predio de la familia Gálvez, de que antes hemos hablado. En el rigor del invierno, en el mes de Julio de 1807 , en una época en que tan difíciles se haciau los viajes entre Guacarhue y Santiago, se trasladó á la capital gravemente enfermo, el presbíterodon Cornelio Rojas. Dejó la parroquia encomendada al 100 presbítero don Luis Gálvez y á su teniente Fr. An tonio de Asaldegui. Dispúsose piadosamente para morir aquel ancia-. no sacerdote, que descendió al sepulcro, cargado de virtudes, en Octubre de 1807. Hasta el último mo . inepto quiso el señor Rojas probar á sus feligreses de Guacarhue el entrañable amor, con que los dis tinguía. Así lo vamos a ver luego , al tratar de la capellania, que estableció á perpetuidad en beneficio de su alma y las de sus feligreses y en provecho de la instrucción de los niños de ambos sexos de su amado pueblo de Guacarhue. Don Juan Rafael Brayar. Mientras servía la parroquia de Illapel el presbí: tero don Cornelio Rojas, nació en esta ciudad su sobrino don Juan Rafael, en 1770. Recibió las ór denes sagradas en 1800, estableciéndole don Cor nelio la congrua sinodal, sobre los bienes raíces, que poseía en su parroquia de Guacarhue. Los prime. ros años de su vida de sacerdote los pasó al lado de eu familia , atendiendo los intereses de su tío y cui . dando de la parroquia, en calidad de coadjutor. Los primeros ejercicios de su ministerio estuvieron en relación con la mayor parte de su vida. El período crítico de la salud de su anciano tio prolongóse hasta por cinco años. Restablecido el señor Rojas, y en posesión de su curato, se alejó de Guacarhue el señor Brayar, para dirigirse á su pue. blo natal, á servir interinamente la parroquia de esta ciudad . Fue nombrado coadjutor de Illapel su intimo amigo, D. Luis Gálvez, que acompañaba co mo teniente á D. Cornelio de Rojas. Pronuncióse la vacante de Illapel. El señor Brayar se opuso al con. curso, con grandes probabilidades de éxito. Los 101 vecinos más caracterizados de aquel curato dirigie ron una presentación al Capitán General don Luis Muñoz de Guzmán , solicitando: que se les diera por párroco al señor Brayar. El Gobernador se limitó á enviar el memorial al Obispo. Algúu tiempo des pués se presentó en un nuevo concurso de parro quias, que vacarou en la provincia de Cuyo. Estu vo muy próximo al beneficio, porque ocupó segun . do lugar en las ternas. En 1807, tuvo lugar un nuevo concurso, á que no se inanifestó indiferente el señor Brayar. Su nombre llenaba el tercer lugar en la terpa para párroco del Rosario, pero la fortu pa le fué adversa . En 1810, una nuerte prematura arrebató su existencia al coadjutor de Illapel , el presbítero don Luis Gálvez. Entró á sucederle don Rafael Brayar, en la coadjutoría, en que demostró á eus conciuda danos de Mincha las bellas prendas que le adorva bap . Rodeóse de dos teniente, personal indispen . sable para poder servir en debida forma una parro quia tan extensa y de población tan dispersa. En 1811 , cuando el Congreso Nacional suprimió los derechos parroquiales, el señor Brayar se vió en la imperiosa necesidad de servir por sí solo tan di latado curato . El impremeditado acuerdo de los caudillos de nuestra independencia , fué una medida funesta para - la causa de los patriotas. Las personas timoratas, y de una particular manera el clero, temieron por la suerte de la Iglesia, si se triunfaba de la monar quia. Don Juan Rafael Brayar, por medio de apode rado, segúu estilo de la época solicitó del Gobier no los subsidios, prometidos para la subsistencia de los curas, si queria que el continuara en el servicio de la parroquia. La entereza del señor Brayar no 102 fué úpica entre los sacerdotes. La audacia del sa cerdote es ordinariamente coronada por el éxito, y la firmeza de carácter, aunque le conduzca al sa crificio le reviste con aureola de gloria. Por el con : trario, la pusilanimidad de espíritu, disfrazada con los nombres de timidez, humildad ó prudencia, le arràstran al servilismo y le hacen despreciable ante el concepto de los pueblos . Eu Febrero de 1823, se confió al señor Brayar la delicada misión de ir, como cura suplente, á Ran cagua , en circunstancias anormales para aquella parroquia. Su estadía allí fué breve, pero suficiente para captarse las universales simpatías. El Cabildo de aquella ciudad, apreciando los méritos de tan digno sacerdote, elevó una solicitud á la Autoridad Eclesiástica, encomiando las prendas del señor Bra yar, y pidiendo, como merced: que se le designase como párroco de la expresada ciudad . Nuevo fra caso para el señor Brayar. Con aquella tenacidad, propia de los hijos de los pueblos del norte, se presentó á un nuevo concur so. Diósele colación de la parroquia de Santa Ana de Río Claro, que entró á servir en 1825, para ha cer entrega de ella en 1827. Don Juan Rafael Bra. yar fué más afortunado como cura suplente que como párroco en propiedad. Diez años más tarde estuvo supliendo en Rengo, su antigua parroquia de Rio Claro . En Guacarhue hay feligreses del señor Brayar que le recuerdan con entusiasmo, como hemos co nocido á otros que pronuncian con ternura y cariño el nombre de don Cornelio Rojas. La memoria de un buen cura se mantiene por largos años ; y la influencia de sus doctrinas se deja sentir en el áni mo de los pueblos, que mantienen sus afectos. De consiguiente, consideramos enorme la responsabili. 103 dad del párroco, que no se hace querer de sus feli . greses. El pueblo es naturalınente, en Chile, incli. nado á amar á sus párrocos . Para aborrecerles ne cesita bacerse violencia. En verdad que nunca faltan excepciones. Creemos que una de las obras más di . fíciles para un cura, en la zona central de este país, es el conseguir haceree odiar de la generalidad de su feligresia . Nuestra autoridad, la propaganda y la enseñanza deben descansar, en el amor al pue blo , que de antemano está dispuesto á corresponder. pos . Esa reciprocidad de afectos entre el rebaño y el pastor, liará que sean ellos unos , coino uno será entre ellos el fin , y como unos serán los medios de que se sirvan para conseguir obtenerlo. CAPÍTULO XII. CAPELLANÍA DE LA ESTACADA . Una parte considerable del valle, que hoy forma el territorio de la jurisdicción de la parroquia de Guacarhue, en tiempos no muy remotos, pertene ció á sacerdotes, que fijarou su resideucia en sus respectivas propiedades. Éste fué el origen de las capellanias colativas, con que cuenta este curato. La más antigua é importante de estas obras pías es la fundación de La Estacada. Antes de tratar de ella, dareinos la genealogía de la familia á que pertene. cía su fundador, el presbítero don Dionisio Silva. Agregaremos algunos datos genealógicos, que se rán de algún interés para los miembros de aque. llas ramas, que tienen su vinculación más próxima 104 con los primitivos troncos de la familia Silva de La Estacada . Ésta es la genealogía de la familia Silva de La Estacada en Chile. En la isla de Madera, posesión del Portugal , eu el Atlántico, habían fijado su resi . deucia un acaudalado señor y una muy ilustre da ma que, unidos en matrimonio, legaron a sus hijos en la sangre, la nobleza del español y la hidalguía de la raza lusitana. Eran éstos don Juan Gonzalez de Bórguez y doña Catalina Alvarez Chávez de Silva . Según la costumbre de la época, podían sus hi jos tomar indistintamente, á su arbitrio, cualquiera de los diversos apellidos de que se hubieran servido sus antepasados. Conformándose con la práctica de aquellos años, algunos de sus descendientes iippu. sieron en el bautismo á sus hijos los nombres y apellidos de algunos antepasados ilustres, cuya ile. moria deseaban conservar á la posteridad . De aquí se originan las grandes dificultades con que se tro . pieza , eu las investigaciones genealógicas. A no ser por los profundos conocimientos del erudito escritor don Tomás Thayer Ojeda y las 110. licias, que nos suministrarou los presbíteros don Luis Francisco Prieto, don Luis Silva Lezaeta y dou Juan Ramón Rainirez, no habríamos podido completar este estudio de dificilísima labor. Del antedicho matrimonio, nació á fines del siglo XVI don Juan de Silva Bohórquez, que adoptó para sí los apellidos maternos de sus padres, caste Ilanizando el portugués Bórguez, que á su ejemplo adulteraron después sus hijos, dándoles nuevas for mas: Bohórquez y Borgues. Un regio matrimonio conmovió con su resonan: cia a la ciudad de Santiago, el año 1621. El bizarro Capitán don Juan de Silva Bohórquez había obtenido 105 la mano de doña Juana, bija del capitán don Luis Montes de Sotomayor y de doña Mariana Bernal del Mercado Martinez Nieto. El padre de la novia era hijo del conocido Vicencio del Monte sobrino del Papa Julio III, factor y veedor de la Real Ha cienda . No es del caso referir su interesante bisto . ris . El novio presentó por dote á su prometida una estancia en Acuyo, y la parte de herencia que te . nía en la villa de Cáceres en España. Como arras. le dió mil ducados, que cabiau en la décima parte de sus bienes. Era , á juzgar por esto, inmensamente rico, eu relacióu con las grandes fortunas de la épo ca. Dou Luis del Monte tenía solar en la calle de la Merced N. E. con la de San Autonio . Hijo póstumo de este matrimonio fué el capitát ) don Francisco Ignacio Diego de Silva Bohórquez. Contrajo éste primeras nupcias con doña Catalina Pé . rez de Valenzuela, hija delaguerrido General de los ejércitos del Rey, dou Francisco de Valenzuela. Eu tre otros, vació de este matrimonio el capitán dou Francisco de Silva Buhórquez, que en 1672, se ca só eu el Sagrario cou doña Autonia del Campo, li. ja del muy hidalgo don Juan del Campo Lantadilla. Del expresado matrimuovio nacieron doce hijos. Dos de éstos, Diego y Manuel, abrazaron el esta: do religioso. Don Francisco fué á establecerse en Talca, después de haberse casado con doña Josefa Rita de Gaete. Fué el fundador de la familia Silva en Talca, y uno de los vecinos que más interés tu marow , por el adelauto de aquella progresista ciu dad. A sus expensas construyó en ella la casa del Cabildo y la Cárcel, en 1745. Don Juan de Silva, tío del anterior, casó en Oc tubre de 1668, en la ciudad de Santiago cou doña Mariana, hija de don Juan de Arraño y de doña Leonor de Aráuguiz. En dote y arras obsequió a la 106 novia el opulento don Juan Silva , con la cantidad de siete mil setecientos noventa y siete pesos . Esta cantidad era reputada enorme. Hijo de don Juan y de doña Mariapa fué don Francisco, que contrajo matrimonio, en Febrero de 1715, con doña María Clara Trincado, hija de los españoles don Juan Trincado y doña Clara de Mo. rales. Éste es el entroncamiento de las familias Silva y Trincado. La primera dominó en La Estacada y la segunda en La Viña . Don Francisco de Silva Arraño compró á los he. rederos de don Luis Guzmán la hacienda de La Es tacada , y contigua á ella compró, al poniente de Guacarhue, una estancia á doña Mariana Cabrera. Habiendo en viudado don Juan de Silva Bobór quez, contrajo segundas nupcias con doña Clara Donoso Riquel . De este matrimonio tuvo otros trece hijos. Del matrimonio Silva Trincado nacieron pueve hijos. Uno de ellos, Ramón, ingresó á la orden se ráfica. Don Dionisio se hizo clérigo, en la diócesis de Santiago, en 1756. En el expediente de tousura se le da el título de Licenciado . Más tarde se le lla. ma Maestro y se le califica de Doctor. Si en justicia le hubiera correspondido alguno de estos títulos, habría sido graduado fuera de Chile ó en la Univer: sidad de los jesuítas, porque no aparece entre los condecorados en la Universidad de San Felipe, ni en la pontificia de los domínicos. Hemos de tener pre. sente que en Chile, en aquellos tiempos, sobre todo los escribanos, prodigaban los títulos de Licenciados á los clérigos, con la misma facilidad con que hoy dan el de Doctores á los sacerdotes, en la Repúbli > ca Argentina. El señor Silva residió por algún tiempo en su ca ea de la plazuela de Santa Ana , sirviendo desde - 107 ella, en dos épocas, como teniente, al cura de la ex presada parroquia. A la muerte de su padre, tomó la dirección de los negocios de doña Clara de Trin . cado, quien al testar, en Febrero de 1766, le nom bró por su albacea . Con este motivo se traslado don Dionisio á resi dir en La Estacada, donde pasó el resto de su . vida . Durante la adıninistración de la hacienda, reedi ficó el molino, mejoró la viña éintrodujolos adelantos de la época , en la explotación del fundo. En el mo. lino de Guacarhue, fundó, en representación de su madre, una capellanía, que corresponde, como á le. gítimo patrono, al actual cura de Lampa, don José María Carreño, quien por exonerarse de las moles tias consiguientes de un juicio, la ha dejado en po der de los que, sin fundamento, le disputaban su > derecho. En la partición de bienes, que siguió á la muer te de su madre, se asignó una parte de la hacienda á don Dionisio con dos de sus hermanas. Éstas re. nunciaron a la herencia, en beneficio del presbítero, á condición de que éste cuidara de su sustentación. El señor Silva era patrono de la capellania im. puesta en la hacienda de los Rastrojos , en el valle de Taguatagua , no lejos de San Vicente. Lo que forma hoy el pueblo de Carrizal formaba en aquel tiempo parte de la hacienda de La Estacada . Don Dionisio Silva cedió esa parte a uno de sus deudos inmediatos, que fué el tronco de los Silvas del Carrizal , entre los que se cuenta el presbítero don Benjamín Silva . En Julio de 1786 , concluyó para don Dionisio Sil va una vida, que había compartido entre las labores del sacerdocioy las privaciones del trabajo del cam po. Su cuerpo fué sepultado en la Catedral de San-. 108 tiago, sin os tentación alguda , como él lo había dis puesto en su testamento . Sintiéndose próximo á morir, dictó sus últimas disposionur, que revelan la piedad del sacerdote, el buen criterio y la ilustración de un hombre de ex periencia . Hay una copia de su testamento , en el Archivo de la Curia Eclesiástica , entre las piezas 0 del N.° 30, en el legajo 52. ) En el mencionado testamento establece la capella . pía de que hemos venido hablando. Para formarnos una idea de ella , transcribiremos literalınente algunas de las cláusulas testamentarias y solamente daremos la idea substancial de otras. En la cláusula 11. dispone que:... para el bene ficio espiritual del vecindario de aquella bacienda se erija en ella una Capilla, con el título de la Santi sima Trinidad ... » Prescribe el número y calidad de imágenes, que se han de colocar en el altır. Dispc. ne: que la plata labrada que posee, se convierta en vasos sagrados y vinajeras. Ordena terminantemen. te: que la hacienda se mantenga en arriendo, hasta que con ella se haya construido la Capilla yу dotado de para mentos necesarios para el culto. La cláusula 13.a dice: ... « Mando que, acabado el edificio de dicha Capilla , con el producto de los dichos arriendos entren al goce de la hacienda mis sobri . nos, hijos de don Antonio de Silva , mi hermano, en calidad de patrono de la misma capellania , con la obligación de tenerla con un decenie culto , llaman do en primer lugar al bijo mayor de dicho don An . tonio, nombrado don Diego de Silva , y por sus gr& dos á todos los demás varones , prefiriendo siempre el mayor al menor y el yarón á la hembra, y á todos el que fuera clérigo sacerdote, como que éste es más apto para mantener el culto divino, á cuya perpe - 109 tualidad aspiro, llevando para sí el mayor usufruc to que la hacienda produjere. < 14.* Item mando que en respecto á que el ma yor valor de esta hacienda consiste en el molino, plantio y ganados, que por desidia ó mala versación se exponen a perder, quedando así la obra pía per judicada, y talvez en el todo burlada mi voluntad, mando que para tener ingreso mis sobrinos á este patronato den seguro bastante de su perpetuidad en el priucipal que reciben y de que cumplirán con todas las obligaciones anexas á él , estándose á la mira de ello, por el señor Juel Eclesiástico; y por que la experieucia me ha enseñado que muchas ve ces por amistades, colusiones y otras relaciones, si lencian los curas los detriinentos que reciben estas fundaciones, ruego y pido al señor Juez Eclesiásti co , que esté à la mira de proveer de sujeto que cele por el mejor cumplimiento deesta disposición, en que tanto se interesa el bien de las almas, y desde ahora pongo á su arbitrio el que pueda remover á cuales . quier llamados, en caso que su conducta no corres ponda á la mejor administración de este fundo o su mala versación de fundada sospecha de alguna fa. tal resulta, siu que para esto necesite mucho cono. cimiento de causa ni que en perjuicio de la obra pía se impendan costas, procediendo prudencial . mente como yo lo baría. « 15 Item mando que todos los octa varios de la Santísima Trinidad , de los Santos San Pedro, el Ar cángel San Miguel , Nuestra Señora de los Dolores, y.en los días.de renovación del Santísimo Sacra . mento, se digan por ahora sus respectivas inisas, pagada por la limosna ordinaria de ocho reales y costeando la cera , vino y demás de los productos de la hacienda; y que, cuando ella, deseinbarazada de fábrica y mejorada, tuviese mayor fundo, se paguen 110 las misas por dos pesos, llevando el sacerdote que fuese patrón , y de no el mismo actual patrón secu lar, en cuyo beneficio invirtiese todo el beneficio de la hacienda eclesiástico el sacerdote. < 37 Item que, acabada y extinguida la familia de los hijos de don Antonio, entren los hijos de don Francisco de Silva, también su hermano, al goce de la hacienda, con las mismas condiciones que la ban de gozar los primeros » . Una capellavía, establecida de una manera tan explicita, como terminante, en sus disposiciones, no debería haberse expuesto jamás á dudas, ni á cul pables omisiones de parte de los patronos, para no incurrir en las faltas, por que el Ordinario podría privarles de este beneficio. Sin embargo, no siem . pre ha sucedido así . Hace muchos años que los patronos no cumplen con las cargas de la capellanía, sin que la autoridad eclesiástica haya usado hasta hoy de las atribucio nes, que le copfiere el testamento . Nos inclinamos á creer que los párrocos de Gua carhue no habrán impuesto al Ordinario de lo que sobre este particular ocurre. Algo semejante á lo que sucede ahora ocurrió también a mediados del siglo XIX. En vista de la inacción del patrono don Saturni. no Silva, el Iltmo. y Rymo. Sr. Arzobispo, Dn. Ra fael Valentin Valdivieso, decía, en 16 de Abril de 1850, al cura de Guacarbue, en una carta , que se conserva en estě archivo: « el poseedor de la hacien da de La Estacada lo es solamente á título de pa tión de la capilla, que debe haber en ese fundo, y que, por la fundación él sólo puede llevar para si el sobrante de los productos, deducidos los gastos necesarios para el sostén del culto en la dicha capi Hla» ... , « que costee en ella la celebración de los ac 111 tos del culto; en inteligeucia que de no hacerlo pro cederé á usar de las facultades que se me confiereo en el instrumento de fundación ; ...... En oficio del 17 de Julio de 1954, decía el mismo obispo al cura: « En virtud de la cláusula 14 del tes . tamento de don Dionisio Silva , siendo los poseedo res de la hacienda de La Estacada negligentes en < el cumplimiento de las condiciones, mediantes las cuales les concede su goce, puede el Ordivario Ecle. siástico removerlos, y llamar á otros á la posesión de dicha hacienda. Hallándose pues en este caso el que al presente la tiene, según lo que Ud . me dice en su nota del 3 delque rige, quiero que Ud.vea alque en su defecto debe entrar á disfrutar del patronato , para que sepa de él , si está dispuesto á promover y seguir, si el expresado actual poseedor le resistiere, juicio á su costa , hasta arrancar á éste del fundo , sustituyéndole él , como estamos resueltos á decla . rarlo, á condición de que con la debida exactitud cumpla por su parte con todas las cargas del citado patronato ...» El 4 de Noviembre del mismo año, decía en una nota al párroco el señor Valdivieso : « Estaba dis. puesto á preparar y ejecutar la destitución del ac tual patrón de la obra pía consabida y al noinbra miento del respetable sujeto, á que Ul . hace refe. rencia . Más, ha venido el dicho patrón y ha hå blado conmigo y después de haber procurado co nocerlo, he suspendido mi primera determina ción ... » Don Saturnino prometió en su entrevista al ener gico prelado: que, en lugar de reconstruir la iglesia antigua , edificaría una nueva, en un local más apro. piado, que se presentaba, como á seis cuadras al po niente de la capilla primitiva. Cumplió roligiosa mente sus compromisos. Ése es el templo que exis 112 - te actualmente en las casas de la hacienda de La Estacada. Esta capilla ¿es pública ó particular? Esta fué uma pregunta del Iltmo. Sr. Casanova, á que no se dió respuesta en la visita pastoralde esta parroquia , practicada en Febrero de 1891. Era párroco enton ces el presbítero don Juan Ramón Ramirez . Aquella interrogación del ilustrado Metropolitano uo significaba una duda, acerca de lo que los cáno . nes disponen sobre el particular? Era un arranque de refinada diplomacia. Muy al contrario de lo que él pudo imaginarse, su voz no hizo eco; sus pala bras, si causaron alguna impresión no dieron resul. tado alguno. Esta misma pregunta del Iltino. Sr. Arzobispo pios hacemos también hoy nosotros. Sólo la voz de Su Señoría pudo sacarnos de se wejante duda . Es una declaración, que se impone, como una necesidad , para que los patronos tengan á que atenerse para la satisfacción de las cargas de la Obra Pía . Es un asunto de suma trascendencia éste; y ha de ventilarse no en la humilde oficina de up cura to, sino en la sala de despacho de un obispo. La ra. zón se impone á la vista. ¿En qué situación tan desventajosa para su tranquilidad se colocaría al cu ja? Fácil es comprenderlo. El presbítero don Diego Silva Saavedra, primer patrovo de la capellanía de La Estacada , murió re. pentivamente en Guacarbue, á 11 de Septiembre de 1813. Apenas contaba con cuarenta años de edad . El patronato pasó á don Enrique Silva Saavedra, hermano del malogrado don Diego y casado con doña Dolores Campo. Después de la muerte de éste, se dió colación de patronato á su hijo don Antonio, esposo de doña Antonia Fuentes. A la muerte de 113 don Antonio Silva Campo, entró en posesión de la capellanía su hijo don Saturnino, por medio de su curadora doña Rita Silva, señora que vinculó su nombre á la historia de todos los aconteciinientos de trascendencia de su época, ocurridos en la pa rroquia de Guacarhue. Don Saturnino Silva Fuentes, coutrajo nupcias con doña Emilia Araneda . De este matrimonio na cieron varios hijos, que formaron uno de los hoga res más honrados de la parroquia . La hacienda de La Estacada salió del poder de la faipilia Silva, por inedio de la venta más original que pudiera haber ideado su vendedor don Satur nino, para pasar de la opulencia á una vida modes ta . No pudo hacer don Santiago Prado una compra más ventajosa, sin que bubiera de parte del vende dor el propósito de favorecerle. Don Saturvino vino á darse cuenta de lo que hacía, sólo cuando, en lu. gar de recibir el oro á manos llenas, como lo espe. raba, se vió sometido á percibir una mezquina renta. Èl no pensó que el capital de la capellania debía quedar radicado en el fundo. La capellauia se balla actualmente rodimida en arcas fiscales . Hay quienes creen que la hacienda puede volver, mediante un largo y costoso juicio, á poder de los patronos de la capellania, porque di cen: que la exvinculación no se hizo en conformi. dad á las prácticas legales . Nosotros suspendemos nuestro juicio sobre el particular. A la muerte de don Saturnino, entró corno pa. trono, su hijo don Arturo Silva Araneda, percibien do la renta de cuatro mil y doscientos pesos al año. Creyóse con mejor derecho á este beneficio el pres. bítero don Ricardo Canales Granifo, biznieto de don Enrique Silva Campo, como lo era don Arturo APUSTES 8 114 Silva Araneda . Ventilóse un largo juicio en que fa. voreció la sentencia á don Arturo Silva, por haber se encontrado ya en posesión de la capellania . Hace poco que ha fallecido don Arturo Silva Araneda ; creemos que la capellanía corresponde sin disputa , en este caso , al presbítero don Ricardo Canales . Hay, sin embargo, personas que creen que debe heredarla el hijo mayor del patrono extinto. Pues, subsiste la dificultad de probar el entroncamiento porque faltan hojas en el archivo parroquial de Guacarhue;. mientras hay otras partidas, que han > sido evidentemente adulteradas . La hacienda de La Estacada pertenece hoy á don Exequiel Fernández Iñíguez , quien la compró li. bre de gravámenes, pues ya se había hecho la re dención del ceneo . Absolutamente en nada afecta á él lo enojoso de este asunto . Continuaremos con la genealogía de la familia Silva, tomando en cuenta solamente las estirpes ó individuos, que tengan alguna relación con là bis toria de la parroquia de Guacarhue. Don Francisco de Silva Trincado, hermano del fundador de la capellania, casó con doña Rafaela Gálvez . Fueron fruto de este matrimonio el seráfi co Fr. Manuel de Silva , guardián del convento de San Francisco de Rancagua, y el presbítero don Gregorio Silva, fundador de la capellania de legos, al lado de Guacarhue, de que es patrono hoy don Pío Ouofre Silva . Entre otros hijos, nacieron tam bién de dicho matrimonio Ciriaco, Justa , Pilar, Jo sefa , Juana, María y Francisco. Hablaremos de al . gunos . I. Don Ciriaco Silva Gálvez casó con doña Dolo . res Silva Saavedra . Fueron sus hijos don Pedro, que murió soltero, sin dejar sucesión legítima, y las señoras Rosenda y Tránsito; que casaron con don 115 Alejandro Araneda Silva . De la primera fué bijo don Juan Ramón Araneda , padre de los señores Aranedas y Torrealbas . Don Alejandro, es el que más ba figurado entre estos últimos . II. Doña Justa Silva Gálvez prefirió entre sus muchos pretendientes á don Elías Vergara, distin. guido joven de la autigua familia de este apellido en Talca . III. Doña Pilar Silva Gálvez fué la esposa de don Joaquín Valenzuela, y la madre del presbítero don Ciriaco Valenzuela, y de doña Isabel Valenzuela Silva, que contó entre sus pietos al presbítero don Amadeo Valenzuela . Por esta línea tiene derechos sobre la capellavía de Lo Julio y La Rinconada, fundada por don Gregorio Silva Gálvez, como antes hemos dicho. IV . Doña Josefa Silva Gálvez casó con don José Carreño, de quien tuvo por hijo á don Manuel. Éste fué el padre del presbítero don José María Carreño y de la esposa de don Juan de Dios González, que tuvo por nietos á los presbíteros don Francisco Ja . vier y don Ernesto González Ramírez, curas de Santa María el primero y de Doñihue el segundo . V. Don Francisco de Silva Gálvez fué casado res pectivamente con los señoras doña Mariana Ramí. rez Elizondo, doña Leonor Grez Cevero y doña Ma riana Ramírez Garzón . De estos matrimonios pro creó numerosos bijos , que en su mayor parte pasa ron á ser estirpes de honorables familias. Don Alejandro Tadeo Silva Ramírez fué el padre de don Manuel Silva Vergara, quien tuvo á su vez por hijo al presbítero y abogado don Samuel Silva de la Fuente. Don Juan Francisco Silva Ramírez contó entre sus bijos á don José María Silva Barazarte, consi. derado como un prodigio de talento natural . No 116 desmintieron de esta verdad sus hijos el ex diputa do don Clodomiro Silva , el Ministro de Corte don Luis Iguacio Silva y el infatigable adalid del Parti do Conservador, en Valparaiso, don Enrique Silva. Don José Antonio Silva Ramírez, ahijado del Iltmo. Obispo de la diócesis de Concepción , don Diego Antonio de Elizondo, era considerado como el Mentor de la familia , por la solidez de su criterio, su Fue el padre de don José rectitud yy discernimiento. Fué María Silva Vergara, quien tuvo por hijo al Pre bendado de la Iglesia Metropolitanay Secretario del Arzobispado de Santiago, el abogado don Carlos Silva Cotapos. Antes de tratar de la descendencia de don Francisco de Silva Trincado, hemos hecho referencia á algu. nos hijos de su hermano don Antonio. Completare. mos ahora los datos, que pueden interesarnos con relación á nuestro estudio , Don Antonio de Silva Trincado, hemos dicho que casó con la distinguida matrona doña Isabel Saave dra. De este matrimonio dijimos también: que ha bían nacido el presbítero don Diego, que usaba por apellido Silva Bohórquez, y algunos otros, cu yos nombres hemos ya mencionado antes. I. Del matrimonio de don Enrique Silva Saave dra con doña Dolores Campo nacieron don Anto nio, padre de don Saturnino Silva, doña Rita, que quedó soltera y doña Carmen que desposó con don Mateo Canales, originario de Talca. Entendemos que sería miembro de aquella antigua familia colo nial Canales de la Cerda, que fué de tanta influencia y fortuna en la provincia de Curicó. Ramificose des pués por Talca y delretumbante apellido primitivo se formaron los de Canales y Cerda . Por tradiciones de familias, que los llevan tenemos datos sobre egos entroncamientos. Don Ricardo Canales Silva, hijo 117 de don Mateo , fué el padre del presbítero don Ri cardo Canales Granifo y de su hermano, el abogado don Francisco Rafael ; sobrinos ambos del distingui. do militar de la guerra del Pacífico, don Rafael Granifo. II. Doña Dolores Silva Saavedra contrajo matri inovio con don Ciriaco Silva , como antes lo hemos hecho notar. III. Doña Teodora fué la madre de don José Ara neda, quien tuvo por hijes al virtuoso sxcerdote don José Mercedes dianeda, a 'gunas monjas y al padre del actual Primer Alcalde de Guacarbue don Rubén Araneda. IV . Duña Carmen Silva Saavedra Crisó con el más acaudalado feligrés de la parroquia de Guacar hue. Era éste don Alejandro Araveda, perteneciente á una distinguida familia del Sur. Don Alejandro era un Hércules. Tales han sido también casi todos sus descendientes directos . De este matrimonio nacieron don Alejandro, de quien hemos hablado ya , otros y doña Rosa Araneda de Silva . Duña Rosa se unió en matrimonio con don Francisco de Silva , perteneciente á la rama de su familia que se babía establecido en Talca . De este matrimonio nació en Tunca , el presbítero don Die. go Silva Araveda. De las segundas nupcias de don Francisco de Silva nació el distinguido escritor y Vicario Apostólico de Autofagasta don Luis Silva Lezaeta, que con el prebendado don José Ramón Saavedra constituyen dos honrosos timbres de glo. ria del pueblo de Tunca y del curato de Guacar hue. La intimidad de relaciones que reinó, en los pri meros tiempos, entre los Silvas de La Estacada y los Silvas de la ciudad de Talca , estableció una 118 mutua ernigración y correspondencia de visitas, que fueron motivo de que se emparentaran las principales familias de Talca con los más ricos pro pietarios de la provincia de Colchagua . CAPÍTULO XIII . CAPELLANÍA DE Tilcoco . A mediados del siglo XVIII, tres grandes ha ciendas ocupaban en su mayor parte el dilatado valle, que se extiende al norte dei río Claro. Eran éstas: Tilcoco, Naicura y La Estacada . El resto del campo lo ocupaban las estancias, las fincas y ma juelos de la gente de menos suposición . Duña Bartolina de Várgas, dueña de la hacienda de Tilcoco, contrajo matrimonio, en Santiago, con don Pedro de Ramírez . De este matrimonio nació don Ramón, que celebró sus primeras nupcias con doña Cecilia Molina y Roco. Su madre le hizo tras paso de la hacienda, que, con motivo de las parti . ciones, ha tenido que pasar después por un sindú . mero de divisiones, remates y transferencias. Hija de don Ramon Ramirez Várgas fué doña Josefa Ramírez de Molina, que celebró esponsales, confirmados con matrimonic, con el Maestre de campo don Juan Bautista de las Cuevas Oyarzún . El título de Maestre de campo se daba a los que hubieran desempeñado los cargo de Alcalde ó de Regidores del Cabildo. Por doble motivo era acree dor á él don Juan Bautista de las Cuevas . Había sido Alcalde de Santiago, y mediante una ingente suma de dinero, había obtenido, en subasta públi 119 ca, el cargo de Regidor perpetuo. Por su esposa pasó á ser dueño de la bacienda de Tilcoco. Daremos la genealogia de don Juan Bautista , desde el primero de sus antepasados, que vino des de el viejo mundo, hasta llegar á aquel de sus biz vietos, que couserva en la familia Cuevas el último resto de la antigua hacienda. Su nombre: el ex.di. putado don Daniel Ortúzar Cuevas. I. El primero de los antepasados de la familia Cuevas, que vino de Europa a América , fué el ca pitán don Andrés de Jiménez de Mendoza, origi. nario de la villa de Edcalla de la Sierra, en el reino de España. Distinguióse como militar en algunas batallas del Perú, y sucumbió heroicamente, en de. fensa del rey, en la reñida batalla de Jaquijaguana. II . Hija de don Andrés y de doña Catalina de Monteagudo fué doña Catalina de Mendoza, que casó con el capitán don Juan de Cuevas Bustillos y Terán . Éste fué uno de los más esforzados com . pañeros, que llegaron á Chile con el conquistador don Pedro de Valdivia. Contrajo matrimonio, en Santiago, con doña Catalina de Mendoza. III. Timbre de gloria para las familias Cuevas y Mendoza fué el valiente General don Luis, que dió pruebas de audacia y de pericia , en el reñido com bate de Quintero. Fué Corregidor de Santiago y sucedió á su padre en el dominio de las extensas encomiendas de Vichuquén , Loncomilla y Huen chullani. IV. El capitán don Luis de las Cuevas heredó el nombre y gran fortuna del General, su padre, y las preclaras virtudes que distinguieron á su ma dre, doña Beatriz de Balcázar. Contrajo matrimo vio con doña Francisca de Barba y Torres, que re gistraba entre sus pergaminos de familia los nom bres de ilustres abolengos . 120 Hijo del capitán don Luis fué don Francisco de las Cuevas y Barba . Celebró matrimonio con doña Clara de Navia y Berrío , De la unión de estas dos ilustres familias procedieron en Chile los Cuevas y Navia, de cuya historia no tenemos para que tratar. Sólo nos interesa seguir con don Nicolás . VI . Don Nicolás José de las Cuevas se desposó con doña Elvira de Asturga Ureta , hija de don Bar tolomé de Astorga y de doña Margarita de Urtta . Sólo mencionaremos á aquel de sus hijos, que con . tinúa la línea de eutroncainiento, basta llevarnos al digno esposo de la fundadora de la primera ca. pellanía de Tilcoco. VII. Don Francisco Anastasio Cuevas y Astorga, en 1712 , celebró con pompa regia , en Santiago, en la parroquia de Santa Ana, sagrado bimeneo con doña Elena de Oyarzún , hija del capitán don Agus tín de Oyarzún y de doñ , Catalina de Toledo . VIII. Fruto de la avtedicha unión fué don Juan Bautista de las Cuevas Oyarzúu, mo de los más activos y acaudalados industriales con que contó en su tiempo el valle del río Claro. Contrajo matri monio en Santiago con doña Josefa Ramírez y Mo lina, que aportó al matrimonio, entre sus bienes, la hacienda de Tilcoco, que vino á forinar la princi pal base de la fortuna de su marido. De este ma : trimonio no hubo sucesión . Al lado de don Juan Bautista se estableció su hermano don Bernabé, que contrajo matrimonio con doña Mercedes Ra mírez y Molina , hermana de la esposa de don Juan Bautista de las Cuevas . Don Bernabé falleció en Guacarhue, en Octubre de 1796 . Tío de don Juan Bautista era el Comisario gene ral , don Bartolomé de las Cuevas y Astorga, casado el 15 de Noviembre de 1739 con doña Agusiina Pérez de Valenzuela . De éstos fueron hijos don 121 Bernardo y doña Nicolasa Javiera de las Cuevas: Ésta casó con don Ignacio de la Carrera y Ureta , abuelo de lus ilustres generales Carreras, Padres de la Patria . Hijo de don Bernardo y de doña Manuela Gue vara Guzmán , su esposa , fué el Coronel Bernardo, conocido con el nombre de El Colorado Cuer as, que murió heroicamente en el sitio de Rancaguo, y en cuyo honor se dió el nombre á la calle de Cuevas de dicha ciudad . Hermana del anterior fué doña María de la Cruz Cuevas , con quien contrajo matrimonio don Narci. so Fariña y Bravo. Este era hijo de don Pedro Fa riña y Gil , natural de Santiago de Galicia . Fruto del matrimonio Fariña - Cuevas fué don Manuel Fa . riña , padre de los distinguidos sacerdotes don Ma nuel y don Pío Alberto Fariña, párroco de Petorca y catedrático del Seminario de Santiago, respecti. vamente . Doña Josefa Ramírez y Molina mandó instituir una capellanía en su hacienda de Tilcoco . Su espo . so dispuso en su testamento: que esta capellania fuera llevada á efecto, fundandose en un capital de $ 5,800. De esta suma se dedicaron $ 4,000 á ins. tituir el capital de la dicha capellania, según se de duce del párrafo que copiamos en seguida , del vo lumen 1535, fs , 161 vta. p.4 2.4 « 19. – 136 . ps. 5/2 reales que adeudaron de rédi. tos los predichos 2,000 ps . desde el 22 de Diciem bre de 1802 hasta el de 1804, en que se conoció 1,000 ps. de imposición de una capellania, impues ta sobre sus fincas, la que se impuso para el entero de los 4,000 ps . que mandó fundar doña Josefa Ra mírez y Molina , su primera mujer de don Juan Bau . tista, como se acredita por el instrumento que corre en el cuaderno de inventarios á p. 110, su fha. 5 de 122 Mayo de 1804; y que hasta esta fecha corrió un año cuatro meses y trece días, y adeudaron de ré . ditos los citados 2,000 ps. 136 ps. 5/2 reales » . « El deudor en cuyo poder estaba y quedó parte de este dinero era don Eugenio de las Cuevas ) . Doña María del Carmen Agüero mandó instituír otra Capellania de tres mil pesos, para la capilla que ordenó doña Josefa Ramírez y Molina. La señora Agüero redimió el principal , en 1903; pero en Agosto de ese año se impusieron de nuevo á censo en la hacienda de don Manuel Mena , según cousta del Vol . 1535, p . 2. p. 155 vta. y 163 vta. R. Aud . a Queda en esto una remota duda, y es: si los $ 1,000 impuestos en las fincas de don Eugenio, juntos con los $ 3,000 impuestos por la señora Agüero, completaban los 4,000, mandados imponer por doña Josefa Ramírez, ó si la imposición de la señora Agüero es completamente distinta . Yo soy de este último parecer ; y lo fundo en una autoriza dísima opinión , la de don Tomás Thayer Ojeda. La fundación de la otra capellania de $ 2,500 fué hecha por don Juan Bautista de las Cuevas, y aparece en este párrafo: « 14—1696 ps. que importan trece años, seisme ses veinticuatro días que han corrido desde el falle cimiento del finado don Juan Bautista , que fué en 29 de Abril de 1803 , hasta la entrega, que se hizo de Tilcoco, en 23 de Noviembre de 1816 , cuya im . portancia es de la capellania de $ 2,500 que el citado finado dejó impuestos, para que con sus intereses se pagasen las misas de los días de fiestas, gastos de cera, trastejadura de la capilla, etc. , etc.; lo que decla raron los jueces compromisarios, que los actuales ) intereses, corridos desde el fallecimiento de di cho señor, se entregaran al albacea , para los fines relacionado » . 123 De todo lo expuesto parece deducirse: que en la hacienda de Tilcoco se establecieron tres capella nías, que afectaban a todas las hijuelas, en que más tarde se dividió la hacienda. La primera capellanía sería de cuatro mil pesos , mandada jostituír por doña Josefa Ramírez y Mo. lina. La segunda fundación sería la hecha por doña Maria del Carmen Agüero. El capital sería la suma de tres mil pesos; y la tercera reconocería el capital de dos mil y quivientos pesos, y sería la fundada por don Juan B. de las Cuevas, en cumplimiento de lo dispuesto por su inujer. Esclarecer lo que baya sobre el particular, co rresponde al Cura de Guacarhue. Las circunstan . cias no pueden ser más propicias, en atención á que la antigua hacienda está en poder de don Raimun . do Larraín Covarrubias y de don Daniel Ortúzar C. , caballeros tan cristianos, como delicados de con : ciencia. La sola duda sobre estos particulares hará que ellos esclarezcan los hechos, dejando las cosas en su debido lugar. Como estos asuntos requieren una contracción y estudio, á que no se puede dedi. car un Cura , se hace necesario el nombrainiento de un comisionado ad hoc, y no sólo para estas cape llavías, pues hay varias otras en la parroquia, que se encuentran en semejantes óó peores condiciones. IX . Don Juan Bautista de las Cuevas no se re signó á morir ein sucesión . No se conformaba con que se extinguiera en él el apellido Cuevas , como en el último vástago de aquella rama de proge. nitores tan ilustres . Casó, en segundas nupcias , con doña María Josefa de Santelices . De este enlace na ció un hijo, en cuyo nombre quiso don Juan Bau. tista vincular su memoria y el recuerdo de su pa dre. Éste fué don Juan Francisco de las Cuevas y Santelices . 124 Algunos de los muchos hermanos de su primera mujer se establecieron en la parroquia de Guacar. hue. Esto dió origen á divisiones de las propieda des de don Ramón Ramírez , primer suegro de dour Juan Bautista de las Cuevas . Así se formaron es . tancias y fincas en las vecindades de Tilcoco. Podríainos establecer, como un principio general, que en la parroquia de Guacarhue, está perfec tísimamente bien diseñada la distinción de castas. Pero, si dejamos fuera de concurso el grupo de seis hacendados, el resto de la feligresía entra en una fusión para constituir como una gran familia, en que los que no están ligados por los lazos de la san gre, lo están por la afiuidad; ó por lo menos, vin culados á esa colectividad por la proporción de la fortuna. Entre las personas oriundas del curato de Guacarhue es muy difícil encontrar quien no lleve sangre de Silvas, Ramírez ó Gálvez . He aquí el origen de la unión y á la vez también el principio de las rivalidades de familias y de las emulaciones de los pueblos . Al poniente de un estrecho sendero , que servía de camino á la hacienda para salir por La Viña al camino público, que couducía á Santiago, pasando por el portezuelo de Chillehue, compró don Juan Bautista, parece que á uno de sus afines, una finca, de cuyos primitivos árboles quedan todavía algunos olivos seculares de mezquina producción. A propó. sito de olivos y de la finca de don Juan Bautista di remos algo sobre algunos árboles de huerto. Según el inca Garcilaso, don Antonio de Ribera trajo desde Sevilla al Perú, en 1560, cien pies de olivos ; de los cuales consiguió que brotaran tres, en eu huerto de los alrededores de Lima . Con estas plantas pensó establecer el monopolio de sus pro ductos, en los países de la América española . Con 125 sagró algunos esclavos y dedicó algunos perros á la custodia de aquellas plantas, que tenía defendidas con elevadas murallas. A pesar de una vigilancia tan esmerada, una de las plantas desapareció mis . teriosamente del huerto de don Antonio de Ribera . Ese árbol fué trasladado á Chile, para ser la planta de origen de todos los olivares del país . Aquí tanto le favoreció el clima, que a fines de ese misino siglo, ya se exportaba aceite desde este reino para los países vecinos. Principalmente en Colchagua dedi. caron atención á esta industria . Creemos que las falidas me ivdionales del cordón de cerros, que divide el valle de Cachapoal, reúnen todas las condiciones, que requiere el olivo para su desarrollo y producción . Es una planta que cre muy bien , en los terrenos calcáreos y en los de clives de las colinas. De consiguiente es apropiada para utilizar con ella los terrenos menos aprovecha bles. Hecha la plantación, después de cuatro á ocho años de paciencia, con poco ó casi ningún trabajo, se extiende la mano para recibir la plata . En la pri. mera edad del mundo, cuando las plantas crecían, silvestres, en los campos, sin recibir la menor aten ción del hombre, el olivo descollaba en las cúspides de los montes, inclinadas por el viento en toda di. rección sus ramas, como dando al mundo la señal de paz . Así lo deja entender Moisés, en las páginas sagradas de sus sublimes relaciones. La palome , despedida por Noé, volvió en el segundo de sus via jes, trayendo en su pico un ramo de olivo con sus hojas verdes. De aquí dedujo el patriarca, y lo com . prendemos también nosotros, que las aguas einpe zaban á recogerse hacia sus abismos, dejando en descubierto las copas de los árboles, que corona ban los puntos más culminantes de las montañas del Asia. Lección de historia natural , deducida de 126 las relaciones bíblicas, y dedicada á los guacarhui. nos, para que aprovechen los rulos de su suelo . Desde Guacarhue al poniente, en varios puntos se han hecho grandes plantios de naranjos, de limas y limoneros. Sus resultados han sido sobremare ra excelentes. Tanto crédito han alcanzado sus fru tas en el mercado de Santiago, que las naranjas le han valido un renombre á Tunca. También se han hecho plantaciones de paltos; y, como por ensayo, de caquis , de castaños, de tilos y basta de alcanfoi eros, todo con éxito lisonjero . En la hacienda de La Estacada , hace algún tiempo, se cultivó la morera con ánimo de instalar allí una se ricicultura . E' árbol crece lozano y se desarrolla vi goroso . El ingeniero don Miguel Angel Droguett P. , en Zúñiga , su pueblo natal , ha emprendido , en este último tiempo, la plantación de ciruelos . Esta obra será de beneficio para él , por sus utilidades; y pro vechosa para la localidad, que se sentirá impelida á seguir el ejemplo del señor Drı guett, cuyas ex: pectativas no serán defraudadas . La generosidad y desprendimiento de los pobla dores de este valle degenera en una especie de indo : lencia. Se contentar con muy poco, fácilmente se conforman con su suerte. Con un pequeño capital es muy fácil hacerse rico en estos pueblos. Cari to dos los ramos del negocio están descuidados, debido al carácter, ó falta de ánimo para emprender nego cios de utilidad problemática. Los que explotan aquellos pueblos son los comerciantes, que van de afuera . Un poco de tiempo ... y basta , para hacerse de una fortuna . En cambio, las antiguas familias van en decaimiento, y sirviendo de peldaños para que otros se levanten. Los hijos, en la pobreza , ex. piarán la muy reprensible inacción del padre. To 127 dos los pueblos cuentan con excepciones, que les hacen honcr, por la actividad en el trabajo y los relevantes méritos de las personas que hacen de él una virtud . Si el valle de Guacarhue, por la permeabilidad del suelo, no es aparente para el incremento del olivo, no sucede lo mismo con el peral . Como Renca por las frutillas y el Huasco por sus ricas uvas, Guacarhue en otro tiempo fué famoso por sus ex quisitas peras. Eran tan apetecibles por su calidad, como por su gran variedad , que llegaba a treinta y siete clases, si es cierto lo que nos dicen . Los co merciantes ambulantes entraban con recuas en el mes de Abril; y hacían la exportación de las peras secas y la miel de esta fruta, que en gran cantidad producía Guacarhue. Toda esa región es adecuada a la industria de la arboricultura . Creemos que en este ramo del co. mercio se encierra el porvenir más seguro y bala güeño del pequeño propietario. La vía férrea re impone, como uva de las necesidades más imperio. sas, para las productivas haciendas de esa zona. Ella vendrá á facilitar la salida de los productos, que serán llevados , con beneficio de sus dueños, hasta la ciudad de Santiago. La propiedad está muy subdividida en estos lugares; y creemos por ésa , entre otras razones, que la plantación de árboles frutales es el negocio más claro, que se presenta para mañana á los dueños de esos relazos de terre nos. Cuando, en calidad de Cura, servimos en esos pueblos, 108 empeñamos en infundir estas ideas. Fomentábamos las plantaciones, insinuando la con veniencia , que existe, en reemplazar la estaca por el árbol frutal, en los deslindes húmedos de los pe queños predios. Aconsejábamos también : que, el dia del nacimiento de un hijo, lo conmemoraran sus 128 padres, plantando un árbol frutal , dedicado en eus frutos especialmente para el uso particular del niño. Con la edad del hijo crecería la planta, que en tiem po oportuno le proporcionaría frutas para su ali mento y renta para sus juguetes . La idea , por lo original , tuvo una favorable aco gida. La finca del Sr. Cuevas se designaba con el nom bre de la quinta de la hacienda de Tilcoco. Aquí edificó don Juan Bautista uvas espaciosas casas para la hacienda. Fueron una novedad en el valle de Guacarhue. El primer piso lo formaba un sub terráneo, al estilo de los calabozos de los castillos de la edad media . El tercero descansa sobre sólidas murallas y horcones de pellíu de espino, de boldo y de canelo. Contigua a la casa, edificó, en 1771 , una pequeña capilla, dotada de una torre, especie de fortaleza feudal de señores de escasa fortuna . Estos edificios son las últimas reliquias que nos quedan , como re cuerdos de las construcciones del siglo XVIII, en la parroquia de Guacarhue . ¿El secreto de tanta solidez? No es un misterio . El que construía, en tiempo de nuestros abuelos , vigilaba personalmente los trabajos, señalaba por sí mismo al labrador los árboles que debían cortar ee y la época en que debía hacerlo. Sacrificaban el gusto á la solidez, y la comodidad á la seguridad . El que debía cortar adobes en Octubre, en Julio estaba revolviendo el barro, que llevaba por lo me nos una tercera parte de paja , que se había tenido cuidado en que no se mojara con las lluvias del in: vierno. Se empleaba un afán constante en revolver ese barro, para que, entrando en fermentación con la paja, adquiriera cierta viscosidad que la da una consistencia calcárea . 129 El mismo cuidado ee tenía en preparar el harro, con que se ligan los adobes; así formaban un todo compacto, en que el barro con dos quintas partes de paja adquiría una consistencia semejante á la de la argamasa A cada diez ó quince hiladas de adobes se colo. caban marcos de madera , en todo el contorno de las murallas, ligados entre sí por tirantes transver sales. Todo esto, y lo que después diremos, hemos podido observarlo en el edificio que ramos descri . biendo. Todo cayó en desuso en tiempo de nuestros padres . Los constructores á contrata clasifican de antiguallas y de atrasos de antaño ese género de construcciones. No tienen la franqueza de decir : que son construcciones poco lucrativas para ellos . También hay quienes denominan construcciones jesuítas esta clase de trabajos, porque en todos los edificios que pos ban quedado de ellos, hemos teni. do que observar y admirar la seguridad y solidez . Edificaron con ánimo de no reedificar. En el techo, para soporte de las tejas, se emplea . bau varillas de maqui , de boldo, de patagua, de ca. welo, de lingue y de arrayán. Para mayor elegan . cia, y con la ventaja de la mayor duración, se les despojaba de la corteza . Es digno de verse el aguamanil de piedra, que, incrustado en la pared, existe en la sacristía . La puerta del templo pertenece a las obras del estilo de lujo , que se usaba en aquellos años. El altar se con serva en perfecto estado. En el trono fué colocada una imagen de N. S.a del Carmen , vestida de gra. cia. El titular dió el nombre à la finca , que, eu es crituras posteriores, se denomina « Quinta de N.a < S.a del Carmen de Tilcoco » . Más tarde este nombre se hizo extensivo á la hacienda y al pintoresco pue. APUNTES 9 - 130 blo que allí se está formando. La comuva ha toma do también el nombre de « La Quinta » . Dicha ima gen , como las otras que había en el templo fueron proscritas de aquel lugar por viejas y por feas. Ante el rigor de la ley espartana recibieron hospitalario refugio en las casas de algunos sirvientes, donde se conservan todavía . El púlpito de aquella iglesia tiene algunos em blemas, de los más originales que hasta ahora se hayan esculpido en las cátedras sagradas. Llamau la atención dos relieves, dorados al fuego, y tallados á cuchillo. Representan un arado, en actitud de pe netrar en la tierra , y un podón, eu que se ve el cu.. chillo desprendido de su mango. ¿Qué relación tienen esos símbolos con la predi cación de la palabra divina, ó con el culto de nues tra augusta religión, para que esas figuras fueran grabadas en el púlpito de aquella iglesia ? ¿No és esto poner en ridículo las cosas santas? Creemos que nó; y creemos baber interpretado la verdadera idea de don Juau Bautista de las Cuevas. Parece que el pensamiento del hacendado de Til. coco fué: que mientras el sacerdote explicase á su auditorio los medios de adquirir los tesoros del cie. lo, aquellos emblemas enseñaran á su vez al pueblo los medios de que el hombre se había servido, yy de que debían usar con constancia, para explotar los vereros inagotables de riqueza, que contienen las tierras de esta hacienda . Cieptos de años no han bastado todavía al hombre, para concluir de dee montar sus espesas selvas. No pudo discurrir el señor de las Cuevas un medio más ingenioso para signifi car las dificultades, que el brazo del hombre ba le nido que veucer, para aprovechar sus campos en la agricultura. Desde entonces, incesantemente, du rante ciento treinta y cinco años, esa tierra ha sido 131 regada con el sudor del labrador, que explota su fecundidad, la cual aumenta en lugar de agotarse. Esta tierra siempre se manifiesta grata á las fatigas del labriego. Bien puede ser tambiéu , que esos símbolos sig. nifiquen la devoción que donJuan Bautista profe sara á San Isidro Labrador. Y esto no sería raro, porque en uno de los costados de la capilla le hizo un altar, cuyo trono ocupó la imagen del sauto. Del resto del valle de Guacarhue podríamos decir otro tanto, con pequeña discrepancia, que lo que hemos dicho de los terrenos de « La Quinta », esta blı ciendo la diferencia que, mientras más al po niente, mejores son sus suelos, hasta llegar a las in mediaciones de Zúñiga , que fué el lecho pedregoso de la coufluencia de los ríos Cachapoal y Claro, en tiempos muy remotos. El temperamento del valle está en la misma rela ción , á la inversa de lo que en orden patural de. biera suceder. Á medida que más se desciende, aumenta la salubridad. La explicación que encontra mos es la de la vegetación uatural de las plantas indígenas de nuestros bosques. Otro fenómeno no menos inexplicable es el efecto coutrario, que pro ducen en este valle, ó el temperamento ó las aguas. Este consiste en la calvicie en el hombre, y en la bellosidad en la cara de la mujer. Pero ésta aungue en muchos casos es abundante, en la generalidad de ellos es proporcionada á constituír un adorno, que llega á constituir una gracia peculiar, cuando no pasa de ser la oscura sombra de un ligero bigote. Concluyamos con don Juan Bautista de las Cue Vas . El 29 de Abril de 1803, llorado por su familia, y sentido por su servidumbre y por cuantos le cono 132 cieron , descendió á la tumba don Juan Bautista de las Cuevas . Su cadáver fué sepultado en el templo del convento de los Ermitaños de San Agustin , en la calle del Estado, de la ciudad de Santiago. Su partida de defunción se registra en el archivo de la parroquia del Sagrario. Doña Manuela Santelices quedó de tutora y cu . radora de su hijo. Su marido, al morir, dejó en arriendo á su sobrino y albacea , don Antonio Lavín , las haciendas de Huemul y de Tilcoco. El canon estipulado por ambas fué la suma de tres mil cin cuenta y tantos pesos (sic). Sobre esto inició un jui . cio la señora Manuela al arrendatario . Eu los autos se hace relación a la siguiente cláusula del testa mento del señor de las Cuevas : « Las dos haciendas son realeygas, solo la de Tilcoco tiene el corto gra vamen de las misas y subsistencia de la capilla » . El último precio de venta de esta propiedad había sido la cantidad de treinta y seis mil pesos. La viuda de don Juan Bautista de las Cuevas, señora llena de atractivos, por su posición , belleza y furtuna , contó entre sus admiradores y pretendien tes, al muy integro caballero don Miguel de Daroch, á quien dió su mano en 1807 . Don Antonio de Lavin pasó á ser curador de su primo, don Juan Francisco de las Cuevas y Sante lices. En 1815, éste le inició un ruidoso juicio so. bre la entrega de las haciendas y rendición de cuen tas de la curatela . La actitud de don Antonio La vín , en favor de la causa del rey, en la guerra de la independencia, le daban , en aquel período de la reconquista, una gran ventaja sobre eu pupilo, á quien asistía a todas luces la justicia. Antes que don Juan Francisco llegara á la edad de veinticinco años, se le entregaron las haciendas, como resultado de las gestiones, que al efecto praca 133 ticó ante la Real Audiencia . Al arrendatario y cura dor se le reservó el derecho compensativo, por el tiempo que le faltaba. El juicio de la liquidación de cuentas terminó después de la muerte de don Juan Francisco de las Cuevas, en 1825. X. Del patrimonio de don Juan Francisco con la señora Mercedes Avaria nacieron don Eduardo, doña Irene y doña Alejandra Cuevas, quienes se dividieron en proporciovales partes la hacienda de Tilcoco . La que se adju licó a la señora Irene tomó el nombre de Cailloma, por un cerrito que se en . cuentra en esta bijuela. Después del terremoto de 1906 , los fieles erogaron limusnas con el fin de eri gir un monumento a la Virgen en la cúspide de esta colina tau aparente para este objeto. Las otras dos bijuelas, después de algún tiempo, quedaron en poder de un solo dueño; y se designarou por el solo nombre de La Quinta: Estas, del dominio de la señora Alejandra, pasaron a aumentar el nú. mero de las haciendas de don Raimundo Larrain Covarrubias. Cailloma, del poder de la señora Irene, pasó al de su hijo don Daniel Ortúzar C. En 1873 , doña Alejandra Cuevas y su esposo don Fraucisco de Borja Valdés impetraron de la autori dad eclesiástica la reducción de misas, para poder, con los intereses del capitul, cumplir con la imposi ción de la celebración de la misa, en los días festi vos, en la capilla de Tilcoco. El Iltino , señor Valdi . vieso proveyó, diciendo: que no estaba en sus fa cultades el otorgar la gracia que se pedía ; que acu . dieran á Roma los solicitantes, haciendo valer las razoues que les asistían . Para cumplir con los deseos y lo dispuesto por los fundadores de la capellania, respecto á la misa del día festivo, se solicitaron erogaciones populares. De otra manera se dejaría de celebrar la misa. Dos - 134 matronas de distinguida piedad y notoria filantro pía, doña Alejandra y doña Irene Cuevas, en re . cuerdo de su abuelo dou Juan Bautista de las Cue vas, fundador de la capellania, se comprometieron á completar la renta que se necesitara para sufra gar un capellán . Pero, murió la señora Irene; y la señora Alejandra se deshizo de su . hacienda. Un tiempo más... y la misa concluyó en Tilcoco. Don Raimundo Larraín C. obtuvo de la autoridad ecle siástica , que se le permitiera satisfacer aquella obli. gación de la capellanía , dando anualmente en di. cha capilla una misión. Los intereses del capital no alcanzaban á producir la renta requerida para el pago de capellán . El señor Larrain C., satisfa. ce religiosamente las cargas de las capellanias en la forma en que las ha establecido la autoridad ecle siástica de la arquidiócesis. Últimamente el señor Larrain C. , ha ofrecido al arzobispado la capilla, que construyó don Juan B. de las Cuevas, con sus paramentos del culto, y la plazuela que media entre ella y el camino público, si por su parte el ordinario se compromete á cum plir con las cargas de la obra pía, que a él le ha. bían sido conmutadas en la misión anual, debien do además decir una misa por su alma. Si cae la capilla y no vuelve á reedificarse, lo cedido pasará á formar parte de la hacienda. A nuestra llegada a la parroquia de Guacarhue, en 1906, prestamos toda atención al mejoramiento del servicio religioso, en el pueblo de La Quinta. En Zúñiga, para poder establecer un vice-párroco de una manera permanente, el vecindario de ma yores recursos contribuyó con una cuota anual de un mil y doscientos pesos. Para La Quinta pretendi-. mos algo más que uva simple vice-parroquia. Pre 135 septamos al prelado un proyecto de erección de un curato, desinembrado del de Guacarhue, de Rengo y de Malloa. El fondo del proyecto mereció los elo . gios del metropolitano. El Iltmo , señor Casanova estuvo en La Quinta Después de animarnos á continuar en la obra de convertir en una realidad tan bella idea , vos agre gó: « hasta aquí solo se ve el entusiasmo de usted y los piadosos deseos de sus feligreses. Pero, con eso no se erige una parroquia. Ha dicho usted en su oficio: que por lo menos se necesitan cuatro cuadras de terreno para iglesia, casas, huertos y potrerillos. Hasta hoy nadie ofrece lo que usted juzga indis. pensable ». Don Carlos Campino L. , por nuestro intermedio, ofreció al Iltmo. señor Arzobispo diez cuadras del mejor terreno de su hacienda, suelo para cemente . rio y un censo de cien pesos mensuales á beneficio del cura, si S. Señoría , quisiera establecer parro quia en el fundo de Naicura. El prelado nos encar gó darle las gracias y manifestarle sus sentimientos de gratitud por tan generosa oferta , significándole al mismo tiempo, que, si la parroquia no se esta blecía en La Quinta, las cosas quedaban en el mis mo estado que autes. Por desgracia así sucedió. No nos desanimamos con este primer descalabro . Alimentamos la idea de entregar la casa de ejer cicios á una comunidad religiosa. Necesitábamos ocho mil pesos. Una persona, desprendida, y de gran celo por la gloria de Dios, secomprometía áá propor. cionarlos. Pero, hubo otra clase de dificultades, y nada se pudo hacer. Los moradores de estos pue. blos viven, elaborando proyectos y sueñan , reali . zaudo ideas. Desde nuestra llegada al curato nos contagiamos de este mal. Concebimos una nueva 136 idea : establecer una viceparroquia , en la misina for ina que ea Zúñiga. Nueyo descalabro, y últimna de. cepción . Sólo se pudo mantener el servicio religioso con las mismas deficiencias de antes. No se extiende á más allá de la Misa del día festivo ¿y qué inás se puede pretender, si los recursos no pasan de la li inosna del clásico platillo y de unas pocas erogacio wes ? La cuota más subida, con que se contribuye, es la de un peso semaval, Iglesias, sí que no faltan ; las tenemos por demás en esta localidad . Eu el misino pueblo están las ca pillas de Tilcoco y la de la Casa de Ejercicios, yy los oratorios de don Daniel Ortúzar y de doña Andrea Ramírez; y no lejos de La Quinta se hallan la ca pilla de La Viña y los oratorios de don Luis Pizarro y del presbítero don Juan Francisco Bravo . Éste es el estado actual del servicio religioso, en el importunte centro de población de Le Quinta . Todos deploran la necesidad, pero nadie propor. ciona los recursos, con que se puede remediar el mal . CAPÍTULO XIV . CAPELLANÍA DE DON CORNELIO DE ROJAS. Seamos sinceros. No siempre es una gloria para los obispos la erección de una nueva parroquia , Suele ser objeto de descontento, en algunos casos, y motivo de murmuraciones en otros. No siempre se ven en los actos de los superiores las razones que les asisten . De ordinario no son á la generali. 137 dad conocidos los motivos, que cohonestan sus pro cedimientos. Entre los sacerdotes generalıpeute se protesta de toda creación de parroquia incongrua , porque ella lleva en principio los gérmenes del ser vilisino, que en vilece la dignidad sacerdotal. On sacerdote á ración de hambre no puede ser genero so, ni siquiera remediar las necesidades, en la for: ma y proporciones, que su ministerio exige. En la colocación del clero en una apreipiante situación económica ha descubierto la impiedad el secreto , para deprimir el carácter del sacerdote, y privarle de la popularidad y del ascendiente social, indis pensables de ordinario, como medios de propagan da de ideas . Lo que hay de verdad en esto es : que en la dió cesis de Santiago, en otros tiempos, y en la arqui diócesis, eu nuestros días, siempre las parroquias han dado á los sacerdotes que les sirven las entra das necesarias, para vivir con la mediana comodi dad de su estado. Hemos de confesar también , que las obvenciones de los fieles casi siempre están en armonía con el celo y entusiasmo, con que el Cura sirve á su feligresía . En los primeros tiempos eran menos exigentes los párrocos, y de mucha más laboriosidad y de mayores privaciones su ministerio . Para la parroquia de Guacarhue se creyó suficien te comodidad el pequeño predio, que la Iglesia po seía en este pueblo. Uno de sus primeros curas, don Cornelio de Rojas, fijó su residencia en las casas de una finca, que él mismo había comprado, al costa do de la plazuela de la iglesia . Las casas parroquiales las dedicó a escuela de primeras letras, que regentaron en su primer tiem: po las señoras Dolores y Josefa de Saldívar, que formaron parte del beaterio de Peumo, bajo los 138 auepicios de Don Antonio de Zúñiga . Ellas mismas tuvieron á su cargo el canto de la iglesia , como en otros tiempos lo habían tenido las niñas Merlos, fa. mosas arpistas, que tanto contribuyeron, en los tjempos antiguos, al renombre de las fiestas de Na vidad de Guacarhue. La educación de la mujer había sido objeto de general despreocupaciónen el tiempo de la colonia. El señor Rojas fué uno de los pocos curas, que re accionaron en contra de aquella común indolencia . Sus ideas estaban en oposición con las rancias preo cupaciones de la época. Muchos padres de familia se resistían á que sus hijas aprendieran á escribir... como si éste hubiera sido el único recurso, de que puede servirse la mujer para decir á su novio : te pertenezco; es tuyo mi corazón ...... Quiso don Cornelio de Rojas que los párrocos, que vinieran después de él, continuaran la obra que él había comenzado. Con este objeto, legó su finca a la parroquia de Guacarhue. Esta propiedad tenía el gravamen de censo de doscientos pesos anuales, como congrua sinodal , al presbítero don Rafael Brayar y Rojas. En su testa mento ordena el señor Rojas: que esa propiedad adeba contribuir perpetuamente con los dichos dos cientos pesos; cuya distribución la ha de hacer en la manera siguiente (el párroco de Guacarhue): Cin . cuenta pesos dará á un maestro, para escuela de primeras letras, y diez para los utensilios de ella; y otros tantos dará para escuela de mujeres; cuya pensión ha de pagar forzosamente, aun cuando ha. ya quien enseñe por menos, ó por otras partes ten ga otras obvenciones; y en caso de que se retarden dichos establecimientos, deberá repartir en limos nas el tanto que corresponda al sexo que no se hu biere repartido, por la dicba demora, el viernes 139 santo . Y de los restantes ocherta pesos pagará dos músicos á cuatro reales para las renovaciones men suales; y de los restantes sesenta y ocho dirá ó pa gará por mí y mis feligreses difuntos las misas de todos los sábados á Nuestra Señora, y las doce re novaciones, con un responso á lo último. Y dicha pensión deberá pagar el cura que coseche los fru tos, aunque el antecesor emprendiere costos, que se entenderán compensados con la habitación ». El testamento de un hombre puede considerarse conno un boceto de su retrato . En el cada una de sus disposiciones es una línea en que se bosquejan sus sentimientos y las afecciones de su vida. En el suyo, don Cornelio de Rojas deja ver la inteligen cia y previsión del hombre ilustrado y observador, á quien una larga experiencia hace temer, si no desconfiar, de sus deudos y legatarios. En sus últi mos momentos, como lo había sido en el curso de su vida, se manifiesta amante para con sus feligre. res, piadoso para consigo mismo, y caritativo para con quienes le habían servido bien. A sus esclavos, que eran algunos, les dona la li . bertad , dejándoles, á los más antiguos, legados de algún valor. El buen esclavo se vendía entonces por 600 pesos. A la Virgen del Rosario de esta parroquia , le de ja dos blandones de plata con sus respectivas aran . delas. También impone á la finca el censo de una arroba de vino, por valor de dos y medio pesos, todos los años y perpetuamente. Cuando hizo su testamento el señor Rojas, en 1805 , la finca estaba cerrada con murallas, y provista de bodega, suficiep te cantidad de vasija y de todo lo necesario para hacer el trabajo y la cosecha. La viña y antiguas plantaciones desaparecieron. Sólo existe un retazo de viña, plantada mucho des 140 pués, que se encuentra couvertida en una red de zarzamora. Sus terrenos están infestados por esta inisma planta. Cuando se fundó esta obra pía , formaban parte de este curato casi todo el territorio de la jurisdic . ción de las parroquias de Pencahue y Cuinco, la viceparroquia de Corcolén (de Malloa), y parte de las parroquius de Rengo y de San Vicente de Ta guatagua. Además, no existía la viceparroquia de Zúñigu, donde reside un sacerdote, que la sirve . En otros tiempos fué considerado Guacarbue como una parroquia de premio para los sacerdotes de mérito . Eu esta coudición fué ofrecida por el Iltıno . señor Vicuña al Cura de Pencahue don Du mingo Méndez. El cambio de situación nunca valió como argumento para la reducción de cargas que impone esta capellanía á los curas. Sólo en 1907 , hemos podido obtener que se reduzca á veinte y cinco el número de misas; y esto por el término de cinco años. El legado para escuelas ha despertado la avsricia de los maestios de Guacarhue, en algunos casos ; y los deseos de legislar sobre esto en los subdelega dos del pueblo y en los Gobernadores de Rengo . La inversión de este legado ha sido ua arma , que en más de una ocasión han esgrimido las autorida. des locales, en contra de los párrocos. Actualmente se reparte, al arbitrio del cura , en beneficio de la 9 instrucción, en escuelas de la parroquia. Siendo pá rroco de Guacarhue el autor de este estudio histó. rico, el presbítero don Samuel Garcia Huidobro ob sequió tres mil pesos á esta parroquia , para que se proporcionara una casa para escuela parroquial. El día antes de su muerte, en 1907, había escrito á dicho párroco, manifestándole su determinación de abrir en Octubre de ese mismo año la escuela pa . - 1+1 rroquial . Su muerte fué un rudo golpe para aquel pueblo que contaba con sus simpatías. En su tes tamento, hecho en la Notaría de Curicó, dispone: que con el capital de veinticuatro mil pesos se es tablezca un censo con un interés del cinco por cien to anual, para pago de maestro de la escuela parro . quial de Guacarhire . Digno ejomplo de generosidad que debieran imitar los sacerdotes originarios de ese pueblo. Daremos cabida en este artículo á otras dos cape llanías, correspondientes por la fecha de su funda ción al tiempo de la a ministración del señor Rojas, ya sea por sí ó por sus coudjutores. Don Juan Diego Gálvez dispuso: que sobre su fir.ca, situada al oriente de la iglesia de Guacarhue, reconocieran sus herederos una capellanía de tres arrobas de vino, á favor del alumbiarlo del Santí. simo Sacramento, en el templo parroquial de Gua carhue. Talvez obraría así por insinuación del Cura. Hemos observado, en los testamentos de los sa cerdotes de la última mitad del siglo XVIII y de los primeros años del siglo diecinueve, un gran celo por el culto al Santísimo Sacramento . Bello ejem : plo, que hemos recibido, como una sagrada heren cia , de los que nos precedieron en el ministerio de la evangelización de los pueblos. Si ellos vivieran en nuestros tiempos, mirarían con santa euvidia á los que, residiendo en Santiago, podrían visitar con frecuencia los templos, en que diariamente se con serva expuesta la Majestad Divina . No comprende rían cómo los fieles, yу hasta los mismos sacerdotes, casi no conocen ni la ublicación siquiera de aque . llas pocas iglesias que, como la de Corpus Dómini, disfrutan de la dicba de tener en ellas un jubileo perpetuo. Aquellos apostólicos ministros del Señor habrían 142 dedicado algunos instantes de las horas de su repo 80 , á visitar al Augusto Sacramento, en tan vene randos santuarios. Aunque en todos los sagrarios se conserve, no se encuentra en ellos exactamente lo mismo. Existe la diferencia, que puede establecerse en la forma de las audiencias, con que suelen reci bir los monarcas de la tierra. Mientras más visibles se nos presentan , mayor satisfacción nos producen y más fundadas esperanzas nos inspiran. No es lo mismo, que nos hablen , desde la sala , eu que tras los cortinajes ocultan su grandeza, á que nos reciban al pie de su trono, en donde se nos presentan , revestidos con las insignias, que simbolizan su Ma jestad y poder. Si nos empeñamos en festejar á los reyes, cuando visitan los pueblos, haciendo osten tación de su grandeza ¿ por qué no reudimos home najes al Rey del cielo que, ocultando en los acciden . tes del pan los esplendores de su gloria , desde el trono en que se le expone, nos hace ostentación de los prodigios de su misericordia ? ¡Qué místico está el autor! Parece que quisiera darnos á entender que es el capellán de las monjas Sacramentiuas. Hemos dicho que se había establecido una reci proca inmigración entre Guacarhue y los pueblos de la provincia de Talca . Residían á la sazón en esta parroquia dos caballeros, que se distinguían por su ilustración y carácter, entre los que habíau venido del sur á establecerse en ella. Erau éstos don Mar ciano José de Olivares y don José Marful . El pri. inero de Peucabue de Talca y el segundo de Lon tué. Ambos fueron subdelegados y jueces de esta localidad . En la judicatura del primero de los expresados señores, tuvo lugar la particióu de bienes de la eu. cesión de don Juan Diego Galvez , en 1803. En la hijuela de don Lúcas Gálvez se radicó la capellania, 143 ordenándose á la vez: que, por los caídos de esta fundación, se diera á la parroquia una parte de la finca. Ese terruño lo dedicó el señor Rojas para vi . vienda de los sacristanes y desde luego entró en su posesión el viejo Carlos Lártiga. Siendo cura don José Ramón Ramírez, cayeron las casas del sacristán, que no volvieron a edificar se. De ellas apenas se ven los vestigios de una anti gua muralla . Más tarde, dicho señor Ramírez com pró las antiguas propiedades de los Gálvez á que se balla vinculada la capellania. Como recibía per juicios por el prediu de la parroquia, por encontrar se abierto, sacó el cierro á orillas del camino. No pensó en ello más tarde, ni los curas, sus coadjuto res, se preocuparon de aquel terruño. Sus deudos lo recibieron después entre los bienes que les lego. al morir. Mientras se ventilaba en el juzgado de Guacar hue la erección de la capellavia anterior, hacía su testamento en este mismo pueblo el presbítero don Gregorio Silva Gálvez. En él nombra patrono de una capellanía á la parroquia , después que se ex : tinga una familia, que por su extraordivaria fe . cundidad, está llamada á perpetuarse por los siglos de los siglos. El señor Silva se levantó de la cama , desde don . de dictó sus últimas disposiciones, creyendo llegado ya para él el momento del desenlace, que se retardó por veintisiete años más. Era un sacerdote de un decidido gusto por las carreras de caballos, á pesar de sus setenta años de edad . En los sacerdotes, particularmente, se cumple aquella sentencia, tremenda para unos, y de inefa ble consuelo paraotros, que :como es lavida es la muerte. El 6 de Enero de 1830, tenían lugar unas grandes carreras en la cancha de Tilcoco . El señor 1 144 Silva montaba los más briosos corceles de Guacar hue y vestia elegantemente con los valiosos aderezos de que habla en su testamento . En la misma can cha de sobrevino uu ataque, que le hizo caer del caballo. Con la velocidad del viento, corrierou á Guacarhue, los que montaban caballos más ligeros, en busca del cura, mientras algunos de sus amigos le conducían á su C:: 88 . Bastaron unos instantes pa ra concluir con su vida , sin que pudieran aprove. charle los auxilios de la religión , que él había pres tado á otros . Sus bienes se repartieron entre los pa . rientes , que llama la ley en los casos ab intestato. Algunos años más tarde, mediante una buena propina, unos de sus parientes reveló al legitimo heredero la existencia del testamento de don Gre. gorio, en la oficina de ... ... ... ... Siguióse un largo juicio , que terminó sólo en 1883, entrando á gozar de las capellanías don Pío Onofre Silva , que actual mente se encuentra en posesión de ellas. Insertaremos las cláusulas con que se instituyen estas fundaciones: « Declaro por mis bienes un sitio inmediato á la iglesia parroquial de Guacarbue, el cual se halla con arboleda y perales, que me dejó el finado Juan Ahumada por su fallecimiento , del que tengo cedido al cura coadjutor don Juan Rafael Brayar, para que se levante una casa de ejercicios con la pensión que constará en dicho instrumento, según tengo presente, ha de ser: Todos los años que se den ejercicios, se ha de aplicar un novenario de misas en esta forma : tres a favor de mi alma , y las otras seis á favor de los donantes . Y en el caso de po verificarse la construcción de la casa de ejerci. cios, pase este sitio y lo en el edificado y plantado á miº hermano don Ciriaco Silva ; y desde el día que entre en posesión , tenga cuidado en mandar decir el nove. nario de misas, como se lleva dicho interin los hijos 145 de mi hermano don Francisco, alguno de ellos se or dena de sacerdote; quienes lo poseerán con la pen. sión que se lleva dicho; ya cabándose éstos, sigan los hijos de don Ciriaco, si se casare y tuviere hijos varo. nes; y se vaya sucediendo en los hijos de mis herma. nos procediendo el orden del mayor al menor, enten diéndose que sólo prefierese el sacerilote; y , si no lo hubiere en la familia, sea la sucesión de este sitio de legos; y, por fin, acabada la familia de los expre sados mis hermanos, recaiga el sitio al beneficio de la iglesia parroquial, gozando el cura que se man tuviese en aquel con la expresa pensión de las nue ve misas, entrando é igualmente la mitad de una finca que del otro lado del estero me donó el refeci do fivado ... ) « Item. Declaro que tengo por mis bienes un sitio á inmediaciones de esta plaza de Guacarhue, y lo mismo una finca , la cual se halla tapiada, que me dejó la finada mi tía doña Magdalena Gálvez en ca pellanía ... » De esta capellanía no tenemos para qué tratar, porque sólo interesa á los sacerdotes descendientes de don Francisco Silva , á quien pasó, como segundo patrono, ó á sus descendientes, según el orden que establecería la fundadora , doña Magdalena Gálvez. Respecto á la forma en que hizo su donación don Juan Abumada, nada podemos decir, porque no conocemos la escritura ó su testamento. La casa de ejercicios no pasó de ser un proyecto. Ahora pre guntamos: ¿ Pudo venderse esa finca, siendo que á ella va vinculada esa capellania de la familia Silva, que alguna vez puede pasar a la parroquia? Cree mos que nó, sin reconocer el censo ó sin que éste baya eido redimido. Pasa en seguida el testador á enumerar los mu chos bienes raíces que forman la masa de la heren APUNTES 1) 146 cia . Si á su muerte hubiere fallecido su madre, dice: que sobre todos ellos funda una segunda capellania, que de otra manera habría reconocido en capital de quinientos pesos solamente. Esta impone la obli gación de mandar decir diez misas por su alma, todos los años . Están llamados á ser patronos los inismos, y en sl misroo orden que se establece en la primera capellania. La parroquia, como en la an terior, tendrá opción sólo en caso de que desapa rezca la fumilia Silva , en las ramas de los hermavos del fundador. Los sacerdotes de la familia excluyen á los patrocos legos . Estas capellanias producen una pingüe entrada á sus patronos, como que de todos los predios se forman hermosos fundos ; que, aunque no son grandes, la calidad del suelo suple á la ex tensión de ellos . CAPITULO XV. Don JOAQUÍN DE CAÑAS ALDUNATE. Doña María Loreto , hija del Gobernador de Val. paraíso , el castellano don José del Portillo de Evi . lla , casó a mediados del siglo XVIII, con el Gere. ral español don Pedro José de Cañas, Alcalde ordi . nario de Santiago, y más tarde Corregidor de esta misma ciudad . Este distinguido militar tuvo por cuna el pueblo de Santa María, y por padres á don Nicolás Teodoro Cañas de Trujillo y á doña Juana Catalina de Vervort. Entre los once hijos del guerrero de Arauco, se contaban tres monjas y un sacerdote; y entre SUS nietos tuvo ocho monjas y cinco sacerdotes. Com pletaba el número de estos últimos el Presbítero 147 don Joaquin de Cañas, bijo del Tesorero de la Real Hacienda don Antonio de Cañas y de doña Maria Mercedes de Alduvate . Los progresos que hizo, en las ciencias divinas y humanas, le valieron dispensa de la edad canónica , para recibir las sagradas órdenes, en 1794, cuando apenas contaba veintidós años. En 1796 , se trasladó á Chocalán, á servir como Párroco interino aquella doctriva. Esta parroquia es la mism : de San Pedro, que fue creada con el nombre de Sa: to Domingo, en 1680, por el Ilustii simo señor Currasco. En el auto de su erección de 28 de Mayo dice: « La parte que está entre los ríos de Maipo y Rapel sea un curato, que se llame San to Domingo ». Este nombre primitivo fué substituído por el de San Pedro de Chocalán . Asi se la llamaba ya en 1760, cuando la obtuvo don Tomás Aedo. En ella estuvo don Joaquin de Cañas, hasta 1799 , en que se opuso á concurso, obteniendo en propiedad la parroquia de Lontué. Después de la muerte del Presbítero don Cornelio de Rojas, se le dió colación del curato de Guacarhue. Le hizo eu entrega el te. niente de cura Fr. Antonio de Asaldegui. La sirvió por sí mismo ó por sus tepientes hasta 1819. El 21 de Agosto de ese año fué sepultado su cadáver en la iglesia del monasterio de las Clarisas , en la ciu dad de Santiago. El celo siempre benéfico del virtuoso Párroco, su incansable laboriosidad y una caridad á toda prue . ba , le granjearon muy pronto las simpatías de to . dos sus feligreses. Tiempos difíciles para la iglesia chilena y delica dos para la administración de las parroquias, fue ron la mayor parte de los años del gobierno del señor Cañas, en el curato de Guacurhue. 118 La general conmoción del país, que siguió á la invasión de Napoleón á España; y las perturbacio . nes de las colonias, con motivo de la abdicación de Fernando VII, comprometieron desde el primer moinento los destinos de la provincia de Colchagua, y los intereses de sus acaudalados propietarios. Don Joaquín de Cañas, con la prudencia que exigían aquellas circunstancias azarosas, abrazo con entusiasmo, desde el primer momento , la causa de la independencia. El estaba ligado con vínculos de familia a los más conspicuos campeones de aquella arriesgada empresa . La parroquia de Guacarhue se distinguió por su patriotismo. Sus hijos no desmin tieron del patriotismo legendario de la sangre pro maucae . Desde el primer momento vino la exaltación de las pasiones, que produjo aquella novedad de ideas. El nombre de impío se confuudió con el de ene migo del rey, y el de fanático con el de realista . Sinónimos de patriotas fueron los de chilenos é in surgentes. Al clero en general le fué difícil formarse con ciencia de la justicia de la causa . No así á lus sa cerdotes originarios de Guacarhue, como después tendremos ocasión de hacerlo notar. Se pensaba en la responsabilidad de las funestas consecuencias, que podrían seguirse para la Iglesia, en el caso de un fracaso en aquel lance de aventuras y de teme ridad , en que todo parecía presagiar un desenlace funesto. Para unos la guerra sería el germen de una relajación de ideas; para otros era simplemente un eacudimiento de la dominación extranjera. Entre los más entusiastas agitadores de la opi nión pública en el país se distinguió el rico hacen . dado de La Estacada, que estuvo tres veces prisio. nero, y otras tantas rescatado con ingentes sumas; 149 las.que se dedicaban á mantener la guerra en con trá de su patria. Sus haciendas de Nos, Chimba rongo, Culevar y La Estacada y otras estuvieron sometidas á la barbarie de los vencedores de Ran . cagua , hasta el triunfo de Chacabuco. Cuando San Martin atravesó los Andes, don Francisco de Silva puso á sus órdenes un batallón , organizado con los inquilinos de sus haciendas. La oficialidad la for maban sus hijos, imberbes en su mayor parte. Después de la sorpresa de Cancha Rayada, don Francisco de Silva y dou Esteban Ortúzar, como generales que rehacen sus ejércitos, recorrían los caminos de Chimbarongo a San Fernando, reunien do á los fugitivos, que se dirigian de Talca á San tiago, pensando en atravesar nuevamente la cordi. Tlera de los Andes. Así se reorganizaron las huestes de los patriotas. El intrépido guerrillero, don Manuel Rodríguez, hizo centro de sus operaciones el valle de Colcha gua y baluarte de refugio los bosques de Naicura. Eutre sus más entusiastas confidentes y cooperado res , en los alrededores de San Fernando, se conta ban el babilísimo montonero don Juan Pablo Ra mírez y los hacendados don Francisco de Silva , don José de Salas, don Feliciano Silva y su esposa do Da Mercedes Hidalgo. Ellos fueron los que forma ron la escolta á Manuel Rodríguez, cuando á la ca beza de un escuadrón de huasos de la aldea de Ro . ma, se apoderaron de San Fernando, en las avan zadas horas de la noche del 12 al 13 de Enero de 1817 . El subdelegado, don Manuel López de Parga, y el comandante de Milicia, don Antonio Lavin , des packan en aquella misma noche al más audaz de los soldados de su mando, con un pliego cerrado. En él dan cuenta al Presidente, don Casimiro Mar 150 có del Pont: que un poderoso ejército de patrio . tas ha atravesado la cordillera de los Andes, y que, en esa misma noche ha pasado por San Fernando, en dirección á Santiago. Fácil es comprender el pánico , que se apoderería de los realistas. La estra tageina de Manuel Rydríguez dió el resultado, que él se esperaba . Lo que las autoridades de San Fer nando habían creído un furinidable ejército no eran sino los susodichos patriotas, que, dando vivas á la patria , habían entrado á la ciudad , a rastraudo cue ros de vaca, cargados de piedras y de tarros, que siunulaban el ruido de las cureñas y de las máqui. nas de guerra . Perdonen nuestros benévolos lectores . Somos chi lenos; y , como tales , no podemos hablar de aquella época de nuestra existencia, sin dedicar un recuer do a la memoria de aquellos espertos pilotos que, audaces, bogando entre los arrecifes de un mar de savgre , condujeron , victoriosa, al puerto, la nave 1 portadora de nuestra libertad. Hemos dicho, que Rodríguez tuvo en este valle bu centro de acción . Recordemos, que O'Higgins era deudo no lejano de los Riquelmes ó Riquel de Malloa; y relacionado también por la sangre con la numerosa yу distingui da familia Camilo, que desde tiempo antiguo re sidía en Malloa y los alrededores de San Fernando. Agregaremos, que don Ignacio de la Carrera Itur. goyen, primer Carrera venido á Chile, y padre del tatarabuelo de los Carreras de la Independencia, fué dueño de las encomiendas de Malloa y el abuelo de los Padres de la Patria, casado con una sobrina del dueño de la hacienda de Tilcoco. Doña Javiera ber mana de los héroes de la Independencia, (don Mi guel , don Juan José y don Luis) había sido esposa de don Pedro Díaz Valdés, familia que tuvo como 151 fuente de riquezas la antigua bacienda de Naicura . Razones son éstas, que justifican puestras digre. siones . Al recuerdo de la guerra de la Independencia, nos han venido a la memoria los nombres gloriosos de O'Higgins y los Carreras, Rodríguez y San Mar. tin ; nombres que debemos pronunciar siempre con respeto y con cariño, por recordarnos á los héroes, que nos legaron por patria á Chilo, libre de la do minación española . Cou justicia la Historia, y con ella la posteridad les llama Padres de la Patria. Sus glorias son las nuestras , porque son los triunfos de la patria. Chile ha esculpido sus no :mbres en el bronce, en el mármol y el acero. Sus compatriotas los ban gra . bado con caracteres indelebles , en lo íntimo de sus corazones. Rancagua, Chacabuco y Maipo sou los laureles más gloriosos de abnegación y heroísmo, á que puede aspirar el guerreio. Temeraria empresa era, sin duda, la de aquellos esforzados campeones, que, convertidos en caudi llos de un puñado de valientes, se atrevieron á de. safiar el poder de la reina de dos mundos, la pode rosa E.paña. El grito de rebelión resonó en toda América , y el eco fué á repercutir al trono de los reyes de España . Se mandaron ejércitos ; y se llegó á creer que no sería difícil ahogar en sangre log principios de la libertad y á los sostenedores de la causa de los patriotas. Ignoraba España, que en Cbile habría héroes , y no soldados, que lucharían cou denuedo hasta la muerte , por conseguir la li. bertad . Nuestra bandera, victoriosa , llegó a enarbolarse en el palacio de gobierno; y triunfante, flameaba en las torres de los templos. Hubo un momento, en que densas nubes empañaron la estrella solitaria de 152 nuestro tricolor. El heroísmo fué iinpotente para resistir á la abrumadora superioridad de los ejérci tos enemigos. La bandera de la patria ocultaba, ep . tre sus pliegues, á los sobrevivientes de Rancagua, que atravesaban los Andes, para volver tres años más tarde á continuar la redención empezada. El triunfo de Chacabuco y la espléndida victoria de nuestras armas en Maipo aseguraron la indepen: dencia de Chile . Evarbolóse el pabellón chileno, y triunfante se paseo por los mares de sus dominios; yy cruzando el océano, va á darse á conocer a las potencius extran jeras . Los Gobiernos lo saludan con respeto; y , á la sombra del tricolor, graban el nombre de Chile en el mapa de las naciones. Entre todos los acontecimientos grandiosos, ca. paces de hacer época en los anales de nuestra his toria, ninguno de consecuencias políticas imás trans cendentales que la jura de nuestra independencia, en el 18 de Sptiembre de 1810. El recuerdo de ese dia memorable despierta el patriotisino en los co razones más helados. Los ancianos, olvidándose de sus años, rivalizan con la juventud , en entusiasmo por celebrar el aniversario de nuestra emancipación política . El triunfo de nuestras armas no es gloria exclu siva del hombre. Cupo a la mujer chilena una labor superior á sus fuerzas, en aquella edad de sangre de nuestra historia . Ella alentaba el valor de los guerreros en los ardores del combate. Aprovechan . do las horas del poder de las tinieblas, sin otros testigos que los muertos, y sin más antorchas que el pálido reflejo de las estrellas, recogia los cadáve. res de los patriotas, que habían caído en los cam. prs de batalla. Los cargaba sobre sus hombros, co mo preciosas reliquias, para darles sepultura entre - 153 las rocas del monte , en las riberas del río, en la so ledad del campo ó en la fragosidad de la selva . No sé, en verdad , si admirar más á los soldados, que generosamente dan eu vida por la patria, ó a la abnegada mujer que, en medio de los peligros, sepulta sus cadáveres. Bajo su natural timidez ocul . taba aquella hoguera, que abrasaba en el fuego sa grado del patriotismo, al amante con las promesas, al esposo con sus caricias, al padre con la ternura , y al hijo con su puro amor . Id á la guerra , les de cía . No miréis por mi viudez, no os inquiete wi or fandad ; ni penséis en mi vejez .¡Este es el heroísmo en el grado más sublime! Es una negra ingratitud, recordar las glorias de la patria y cantar las bazañas de sus héroes, sin ha cer mención de la mujer chilena, infatigable coo. peradora de puestra libertad. Y es tan común oír los vítores, con que se aclama el genio del arquitec to, que dirigió la construcción de un soberbio mo numento, de un espléndido palacio ó de un suntuo : so templo; sin que se haga una alusión siquiera á la memoria del albañil, que hizo sus cimientos, del cantero que pulió sus piedras, ni del ebanista que entalló sus delicadas decoraciones. Así sucede á la mujer de la Independencia. Los historiadores no la toman en cuenta , debiendo presentarla como perso nificación de la heroicidad . Mientras el ruido de las armas y el espectáculo de los combates mantuvieron al país en ese vértigo violeutr, á que lo arrastraron los excesos de la gue . rra fatricida; mientras rugía la tempestad de la per secución y se desencadenaba el rayo de las vengan zas, al sacerdote con cura de almas correspondía asumir la actitud del padre conciliador, en los de sacuerdos de sus hijos. Pueblos enteros eran aban . donados, por verse libres sus moradores del rigor 154 de la ley, que imponía el vencedor. Comarcas flo recientes se vieron convertidas en desiertos al ver brillar de nuevo bajo su cielo, después del desastre de Rancagua, las armas victoriosas de España. El Presbítero don Joaquín Cañas, en su parro. quia de Guacarhue, y la inayor parte de los curas, en sus respectivos curatos, supieron mantenerse en esa actitud serena, que inspiraba la confianza á uno y evitaba la sospecha del otro de los dos bandos, que en la parroquia se disputaban el dominio de todo el país . Concluiremos este capítulo con las palabras que el general venezolano, don Francisco Miranda, de cía al estudiante Bernardo O'Higgins, en una de sus cartas, escritas desde Londres. « Es un error > creer que todo individuo, que lleva una corona en la cabeza , ó se sienta en la poltrona de un canóni go, sea un fanático intolerante ó un enemigo de los derechos del nombre. Sé por experiencia, que en esta clase se encuentran los hombres inás ilus trados y liberales de Sud América ; pero la dificultad está en descubrirlos». Y no se equivocaba el Ge neral Miranda, porque son los sacerdotes católicos los que más trabajan siempre por mantener incó lumes los fueros de la libertad. Son ellos los que, infatigables, siempre luchan en favor del débil con tra la opresión avasalladora del fuerte, cuando tra tan de vejarle . 155 CAPÍTULO XVI . Don JOSÉ CIRIACO DEL CAMPO. Guacarhue tiene sus héroes, que han dado gloria al país, que hau sido orgullo de su pueblo y hau legado á sus deudos un apellido honorable. Entre éstos se contaba al hijo de don Pedro José del Campo y de doña Rosa Valenzuela , cou cuyo nom . bre hemos encabezado estas líneas. Nació don Ci . riaco en 8 de Agosto de 1794. Siendo muy niño aun , lo enviaron sus padres al colegio de Santo Domingo, en la ciudad de Santiago, donde hizo sus estudios de humanidades y de Teologia hasta el segundo año de Dogmática. El Derecho lo curso en el Instituto Nacional, bajo la dirección de com petentes maestros. En 1816 ingresó el señor Campo al clero secular de la diócesis de Santiago. En esa época estaba muy adelantado en los estudios de la Teologia Moral. En 1817 , después de haber recibido el diaconado se opuso á concurso de parroquias. Fué aprobado en el examen respectivo, pero no se le asignó cu rato algumo. En cambio, se le nombró Capellán de Coro de la Catedral de Santiago. No debemos extrañar las pretensiones del audaz guacarhuino. Cuando se proveían por concurso las parroquias, no se requería el sacerdocio para ser beneficiado de un curato. Como nuestra, el caso del Cura de Pichidegua, Dn . José Ignacio de 7 Zambrano, que ingresó al clero en 1786. Siendo sinple minorista, obtuvo en concurso la parroquia de Pirhidegua, y se le dió colación de ella el 19 de Noviembre de 1788. El señor Zambrano nos dejó 156 prueba de esto en la siguiente nota : « El tiempo que pasó, desde la colación hasta la fecha , goberné esta doctriva por medio de un teniente; y en el in terin recibí las sagradas órdenes, y así para que conste lo anoto en este libro, en que asientan las partidas de bautismo de castas» . Hubo otros casos semejantes. Los señores Toro Zambrano y Alday Aspee se ordenaron después de la oposición que hicieron á una de las cavongias de la Iglesia Catedral de Santiago. Ambos llegaron á ser dignísimos obispos. El diácono, don José Ciriaco del Campo, no gozó por largo tiempo del beneficio, con que se le había favorecido. Como buen colchagüino 110 podía mos trarse indiferente, ni mantenerse en la inacción en aquellos días de tremenda prueba, porque pasaba su querida patria . Mientras O'Higgins y los Carreras agotabar: su actividad en los países vecinos, formando nueros ejércitos , organizando una escuadra ó procurándose pertrechos de guerra, Chile no dormía. Manuel Ro. dríguez agitaba las provincias con sus guerrillas, amenazaba á las ciudades con las montoneras y avivaba el patriotisino entre sus hermanos. El beneficiado de la Catedral 110 participaba de las ideas de su obispo. El Humo.don José Santiago Rodríguez Zorrilla , si creía justa la revolución, no la juzgaba oportuna. Él temia que en sus consecuen cias llegara hasta los abominables excesos de la re volución francesa . Temía ver repetidos en Chile los horrores de Francia, con sus cuadros de desolación y sus escenas de sangre. El señor del Campo estuvo en connivencia con Rodríguez y en comunicación con los caudillos O'Higgins y San Martin, que en la república trasan. dina preparaban la redención . Don José Ciriaco puso 157 á disposición de ellos su patrimonio, que envió con los emolumentos de alguuos de sus amigos. La obra del señor del Campo fue descubierta por los agentes del gobierno realista , y el diácono con ducido á las lóbregas mazmorras del sanguinario San Bruno. El jefe de los Talaveras no depondría su brutal fiereza a la vista de una sotana, que le recordaría el sayal , que él por largo tie :npo había llevado en los claustros de un convento . Rotas con violencia las cadenas de su prisión , disfrazado de peregrino, y conducido por el mismo Rodríguez, según lus tradiciones de familia, atra vesó los Andes para buscar lejos de su patria la se guridad de su vida. Nuevo Exequiel, como el pro feta á las orillas del río Cobar, el señor del Campo en las riberas cristalinas del Plata consolaba á sus compatriotas en el destierro; y desde Buenos Aires , como Exequiel desde Babilouia , pronosticaba el fin del cautiverio y vaticinaba la ruina del poderío ex tranjero. Su carácter de eclesiástico le inpidió formar par te del ejército, destinado á romper en Chacabuco y pulverizar en Maipo las seculares cadenas de una dura esclavitud ; cuyos eslavones creyeron ver re machados en Rancagua los que iguoraban que el chileno no puede vivir vencido. La libertad es para él lo que el agua para el pez. En 1818 , recibió el señor del Campo la orden sacer. dotal , en la ciudad de Buenos Aires, de manos del Iltmo, señor Obispo don Juan Nicolás del Pino. De seguro que el señor del Campo habría preferido, para la celebración de su primera Misa, la humilde Iglesia de su pueblo natal á la suntuosa basílica de la capital del Plata . El nuevo ministro del Señor, tan presto como re cibió el presbiterado, abandonó aquella hospitalaria: 158 república, para dirigirse á su patria , que había aban dopado, esclava; y que ahora le recibe libre. ¡Con qué piedad daría gracias al cielo; y con qué entusiasmo vivaría á Chile, al pisar de nuevo en las cumbres de los Andes aquella tierra , que por pri mera vez le recibía , como Estado libre ! Mientras España aliviana su corona , y recoge el cetro al tra zar el radio de los límites de la monarquía ; sale al encuentro de los proscritos, que regresan del ostra cismo, la República, coronada con los laureles de la victoria , desplegando al aire libre el pebellón na cional , y legislando para sus hijos las leyes de los pueblos libres. Bastante conocidos eran , en el gobierno eclesiás tico, los méritos del señor del Campo. El Goberna dor del Obispado , don José Ignacio Cienfuegos, le llevó como su Secretario y capellán, en la visita que practicó en la diócesis . Las circunstancias eran ex tremosainente delicadas . De parte del señor Cien . fuegos , como de su secretario, se requerían el ma. yor tino, prudencia y diplomacia. Se comprende la necesidad de la designación de Curas , que fueran una garantía para la República. A la muerte del señor Carmona, ocurrida en 1819, se extendió el nombramiento de cura interino de Guacarhue al presbítero don José Ciriaco del Campo. En el concurso de 1824, se le dió colación de la parroquia que servía. A su llegada á Guacarhue, inició los trabajos de un cementerio, al costado de la Iglesia . En Febrero de 1820, ya prestaba el cam po santo sus servicios . En 1811, el Diputado de los Angeles, don Ber nardo O'Higgins, propuso el proyecto de cemente . rios públicos en los suburbios de los pueblos. Solo en 1821 pudo llevarse á efecto la bella idea del se ñor O'Higging. 159 En 1824, con motivo de la creación de la parro quia de San Francisco de Pencabue, se suscitó una dificultad acerca de límites parroquiales en el va lle de Tunca . Fué nombrado árbitro el cura de San Fernando, don Juan Antonio Vargas. El Cura de Pencahue, don Manuel José Pizerro y el señor del Campo fijaron por deslindes de sus curatos una lí nea imaginaria, que naciendo en la puntilla de Tun . ca , fuera á morir á la Punta de Peumo, pasando entre las casas y la capilla de doña Carmen Silva . El cura de Guacarhue se obligó á servir por un teniente dicha iglesia , comprometiéndose por otra parte á proporcionarla á los párrocos de Pencabue, siempre que la solicitaran para la admivistración de los Sacramentos á los enfermos. Del oratorio de Zúñiga no podían servirse los párrocos por las malas condiciones en que se en contraba . El mismo pueblo era , en este tiempo un caserío insignificante, muy inferior en todo a la po blación de Tunca ; Zúñiga ba venido á tomar iin pulso, sólo á mediados del siglo diecinueve;; y quien se lo vino á dar fué el padre del ex-diputa do dou Jenaro Lisboa. Seríamos injustos sino reco nociéramos el interés que por el progreso de la lo . calidad han tomado en algún tiempo él , los dos doctores Lisbo9, como igualmente el abogado don y el Capellán de Ejército don Francisco Lis. boa, hermanos todos é hijos del mismo pueblo de Zúñiga . Luis La Viñilla fué segregada de Guacarhue para anexarse al territorio de Pencahue, al hacerse la erección de esta parroquia . Más tarde tomó el nom bre de San Juan Evangelista de Taguatagua, el primitivo curato; por fin , el de San Vicente, que parece ya no variará , por el incremento que ba to mado allí la población , que será más tarde et 160 asiento de una gran ciudad . De Pencahue tendre inos ocasión de hablar al tratar de la erección de la parroquia de Tunca . Entre los sacerdotes que sirvieron , como tenien tes á don José Ciriaco del Cainpo, podemos hacer mención de Fr. Miguel Cubillos que le acompañó por muchos años; del agustino Fr. Ignacio Oviedo, que falleció a su lado, el 18 de Marzo de 1822 ; de don Gregorio Silva , de quien antes hemos hablado; y de don Fermín Bayona, que con su celo y entu siasmo cooperó en gran parte á la beneficiosa ad . ministración dei señor del Campo. Era don Fermín Bayona chileno de nacimiento. Recibió las sagradas órdenes en 1822. Fué por cua . tro años sotacura de Rancagua . En Guacarhue de. sempeñó por ocho años este mismo cargo. Siendo teniente de Guacarhue, se opuso á concurso de pa : rroquias, en 1829, figurando sin éxito su nombre, en cuatro ternas para provisión de curatos. En Febrero de 1830 , el Gobierno pasó una nota al Vicario Apostólico de la diócesis, Do. Manuel Vicuña, en que le decía : « que los vecinos de Doñi hue estaban en disposición de no admitir otro pá rroco, que al teniente del cura de Guacarhue, el presbítero don Fermín Bayona ». El prelado con testó á la original comunicación del Gobierno: « que ya tenía designada para cura interino de Doñihue á una persona de las mejores aptitudes para esa parroquia ». El pomposo elogio del señor Vicuña prestigió al párroco electo y dejó conforme á los doñibuanos . La vasta ilustración y el sano criterio del cura de Guacarhue, le inerecieron un asiento en la asamblea ó congreso de los hombres dirigentes de el gobierno de la República El sillón del señor del Campo ha sido ocupado 161 posteriormente, en varias ocasiones, por miembros de su familia que, conservando su apellido, han mantenido en las deliberaciones del Congreso, la franqueza, energía y fogosidad, que distinguen al temperamento colchagüino. En su familia se ha contado tainbién la esposa de uno de los presiden . tes de esta República que él tanto amo. También fué miembro de ella el presbítero guacarl:uino, con José Guerrero, de quien hemos oído decir á hom . bres , que son figura de nuestro mundo social é in . telectual : que don José Guerrero era el talento natu ral más esclarecido, que habian conocido. Sin embargo, en sus maneras y en su porte en nada lo demostraba. Era una perla, encerrada en una cásca za de nuez. El 10 d : Marzo de 1823 , fué don Ciriaco del Campo elegido en San Fernando, como diputado suplente del antiguo cura de Colchagua, don Mi guel Eduardo Baquedano. Estas diputaciones eran á la Asamblea de Santiago, que se reunió en aquel mismo mes y precedió al Congreso Plevipotencia rio , abierto el 30 del propio Marzo. En seguida fué elegido nuevamente, como Su plente de la Diputación por Colchagua, al Congreso Constituyente, instalado el 12 de Agosto del mismo año 1823. Los Diputados propietarios fueron cinco y otros tantos los suplentes. Por tercera vez volvió a ser elegido, como su plente del Diputado de San Fernando, al Congreso Nacional de 1824 y año siguiente. Ea ninguno de los periodos de suplencia correspondió al cura de Guaca :hue poner en ejercicio sus facultades. En 1826, fué elegido Diputado propietario de San Fernando, al Congreso Nacional de dicho año. En la primera sesión preparatoria, del primero de Julio de aquel año, se aprobaron sus poderes y se APUNTES 11 162 le noinbró miembro de la Comisión informante acerca de los poderes de los demás diputados. En la sesión de 7 de Agosto de 1826 , presentó una moción para que se encargase al Gobierno dar cuenta del cumplimiento de la ley de elecciones de los Gobernadores, y de la ley que prohibía las pro rratas, mocióü que fué aprobada en la misina se sión . El texto de la moción del cura de Guacai hue comienza así : « El Catilina de Chillán amaga peli grosamente la existencia política y civil de la Re pública chilena. La guerra civil está solamente de clara da contra ésta , desde que, comprendiendo la imprevisión de los chilotes y corrompiendo la fuer za arma la, se hizo proclamar el caudillo de estos mercenarios .Los elementos de su poder son el há bito á la servidumbre, la ignorancia y la actual de presión, á que habíamos sumido á aquel pueblo, recargado de gabelas y de estancos ...» El señor del Campo era, desde un mes antes, uno de los cuatro miembros de la Comisión eclesiástica de este Congreso . El periódico Sesiones del Congreso Constituyente lios ha conservado, en el número 1 , una muestra de la oratoria parlamentaria del Cura -Diputado de Guacarhue. « El señor Campos: En la práctica de dieciséis años de una guerra asoladora, en que no hemos visto sino savgre, muerte y exterminio, agobiados con el peso de una servidumbre horrible, viviendo sólo para ser esclavos y juguete de los déspotas, me es muy sensible el oir al señor preopinante la indi cación del retardo á la única forma de gobierno capaz de salvar los sacrificios, en que hasta hoy los pueblos han gemido, degradados, aludiendo para su realización, los grandes conocimientos, de 163 que deben estar poseídos los representantes y de. mora que debe presidir estas revoluciones; y, si ya tocamos de cerca los bienes que resultan á la na : ción cop los consiguientes ramos de la federación , que cree tan difíciles el señor Diputado, ¿qué es lo que puede detener al Congreso en una sanción que, por la primera vez, va á darles á los pueblos las ventajas, que hasta hoy no han conocido ? Los bie . nes de pública beneficencia no exigen un examen abstracto , sino recibirlos y gozarlos. De aquí creo, que, los pueblos, al recibir esta primera canción de la Sala , bendecirán á sus representantes, y verán la libertad, que compraron á precio tan caro; y tras la que, como un fantasia, ban corrido dieciséis años » . Esto es todo el primer discurso del Cura Campo, que se conserva en el Boletín citado. E : el acta de la sesión del 6 de Noviembre se lee: « El señor Campos. - Conforme al artículo 55 del reglamento interior pidió: que el señor Campiuo le satisficiese de las expresionez ofensivas, que en la discusión le había dirigido, y se acordó: que, en la sesión siguiente, se tomara en consideración su queja ». El aludido era don Joaquín Campino, uno de los prohombres, que daban honor á su patria por su esclarecido ingenio, fecundidad de ideas, suma dis creción en la diplomacia, gran fortuna y lustre de su familia, una de las más nobles, que habían venido del viejo mundo á Chile. No es del caso ha cer su historia . Pertenecía la fa nilia Campino á una de las diecinueve, en que existían mayorazgos de consider ción , cuando sobrevino la guerra de la Independencia. Don Joaquín Campino había sido Ministro de Estado del Directorio en 1823 y 1825, lo era en 1826. Más tarde fué distinguido Di. plomático en los Estados Unidos de Norte América . 164 La entereza de ánimo del cura de Guacarbue no se en vileció ante el prestigio é influencia de su co!). tendor; ni su libertad de criterio se ofuscó ante el brillo de la fortuna y aureola de nobleza del gran patricio. En la sesión del día 8 de Noviembre, el diputado propietario de Coquimbo recibió una censura de parte del Congreso. En el acta de la sesión de ese día se estamparon las siguientes líneas : « En este es tado el señor Campos, reiterando su queja sobre las expresiones , que en la sesión anterior había profe. rido el señor Cumpino, y que dicho señor Campos creyó ofensivas, se tomó en consideración y se de . claró: que ellas jamás podrían ofender la repu . tación del señor Campos, y que, mirando la sala con sumo desagrado la falta de orden que se había notado en el señor Campino, esperaba que en lo su : cesivo no se diese lugar á iguales resultados» . Desde hace algunos años, la parroquia de Gua carbue ha contarlo entre sus feligreses roiembros inmediatos de la familia de don Joaquín Campino; y en todo tiempo, ellos han sido el principal apoyo de los párrocos, que han servido el pueblo de ori . gen y parroquia del émulo de don Joaquín , el pres bítero don José Ciriaco del Campo El señor Campo, como él se firma, ó Campos co ma le designan en el Boletín de sesiones, asistió al Congreso hasta Junio de 1827 , en que éste se cerró . El Congreso de 1826, aprobó el sistema de Go . bierno Federal , siendo el diputado del Campo uno de sus más ilusos partidarios. La Constitución Fe. deral de Chile quedó en proyecto , que no alcanzó á sancionarse. Pero se pusieron en práctica las Asambleas Provinciales; con un Diputado por cada parroquia. En la Asamblea provincial de Colcha 165 gus , fué elegido diputado por Guacarhue, en 1827, don Antonio Rafael Velasco . También se puso en práctica en 1826 la provi. sión de parroquias que vacaban, por medio del su fragio popular. El odio á la monarquía llevaba la exaltacióu republicana hasta los ipás peligrosos ex. tremos de un amplio federalismo. Tras aquella algarabía de patriotas y patrioteros vino á borrarlo todo la Constitución de 1828 , que precedió á la actual. El señor del Campo era primo del religioso secularizado dun Félix Campo de las Cui v s , cura de Doñihue en 1824. Creemos que era guacarhuino como dun José Ciriaco. Ambos . suprimierou el inútil del de su apellido; que habían llevado sus padres, y que más tarde han hecho re vivir sus deudos para españolizarlo más. Nosotros hemos querido deliberadamente usarlo en sus dos formas. En 1833, fue promovido dou José Ciriaco á la parroquia de Rancagua , donde estuvo hasta 1844. Allí le serprendió la muerte , en Septiembre de 1845. Como párroco fué muy contraído al cumpli miento de sus deberes; y como chilevo, su amor á la patria rayaba en fanatismo. Siendo cura de Rancagua , puso á disposición del Gobierno su fortuna y su persona , en la forma en que Chile pudiera utilizarlas, en la guerra contra la confederación Peruano Buliviana. En 1833, se trasladó á Razcagua . Vanas é inúti. tiles fueron las represevtaciones de sus feligreses, pidiendo su permanencia entre ellos; y sin efecto quedaron las lágrimas de los pueblos, que sentían vivamente su separación). Según el testimonio de uno de los concurrentes á sus exequias: Jamás se han visto en Rancagua funerales más suntuosos vi entierro más concurrido. 166 A su muerte heredó principalmente á don José Ciriaco su sobrina doña Corina Silva , que desposó con un miembro de la familia Duval, de distingui. da originalidad francesa CAPÍTULO XVII. Dov MARTÍN CRUZ , Deslizábanse para el joven Martín los primeros años de la adolescencia, en el convento de los ermi. taños de San Agustin , en Santiago. Sus padres, don Pascual Cruz y doña Rosario de Segovia , deseosos de corresponder á las piadosas inclinaciones de su hijo, le colocarou bajo la sabia dirección de los re ligiosos de la comunidad agustiniana. Con los quince primeros años de su edad , concluía á la vez para Martín el tiempo de su noviciado. En 1809 profesó la castidad perpetua, la pobreza monacal y la obe diencia religiosa. En 1824, mudó el hábito de la orden por la so tana del clérigo. Obtuvo este indulto del Vicario Apostólico, que en ese año vino á Chile. Firmaba , como Secretario del Arzobispo de Filipos, Juan Mastai Ferreti, exaltado después al solio de San Pedro , con el pombre de Pío IX . El 16 de Octubre de 1824, el Gobierno instituyó al señor Cruz una congrua de doscientos pesos anua. les , sobre los bienes secuestrados á las comunidades religiosas. Opúsose en este mismo año al concurso de parroquias, en que sólo obtuvo el nombramiento de coadjutor de Casablanca . No alcanzó á entrar en el ejercicio de este cargo, porque á los pocos días 167 - se le dió en propiedad la parroquia de Allué, por renuncia que de ella hizo el que la babía obtenido en concurso . En la nota que con este motivo pasó el señor Cienfuegos al Supremo Gobierno, decía: que el se ñor Cruz era uno de los sacerdotes de más mérito , que habían tigurado entre los opositores al último concurso . En 1829 tomó uma parte muy activa en las elec ciones de diputados en Melipilla , llegando á figurar como presidente de la mesa receptora de los sufra gios del pueblo. Era don Martín Cruz de Segovia uno de los sa : cerdotes que más se distinguían por su celo y dotes oratorius, entre los curas de campo de la diócesis de Santiago . El 31 de Enero de 1833 , fué desigualo para ou . ceder en Guacarhue al presbítero don José Ciriaco del Campo, á quien el día anterior se le había ex tendido nombramiento de cura de la ciudad de Ran . cagua . A su llegada al curato estableció los ejercicios pú blicos , á los cuales acudía gente de todos los pue. blos circun vecinos. Después que el gran terremoto del 20 de Febrero de 1835 , destruyó el templo pa . rroquial, el celoso párroco continuó dando esos ejercicios anuales en el patio de la casa parroquial, donde se improvisó un oratorio, para el desempeño de las sagradas funciones de su ministerio. El señor Cruz impelería probablemente al pres. bítero don Tomás Argoinedo á que diera cumpli. miento á las disposiciones testamentarias de uno de eus deudos, en lo que se refiere á la erección de la casa de Ejercicios de Tilcoco . En aquellos años se experimentaban ya los efec tos de las propagandas filosóficas de los agitadores 168 revolucionarios, que trataban de inspirar al pueblo ideas subversivas á las autoridades eclesiásticas y civiles . Los principios liberales en pezaban a abrirse paso. El liberalismo de entonces era un anarquismo moderado, nacido del odio á la monarquía . Mien tras los mandatarios ejercían la autoridad con resa . bios de un despotismo monárquico , el pueblo com . prendía y exigía el sistema republicano en una forma tan amplia que tendía al socialisino . Hasta en la familia y en el gobierno de la Iglesia querían ver establecido el sistema republicano. Era un rudo golpe asestado al principio de autoridad. Los subdelegados eran una especie de mandari nes, que se servían de las leyes como de esprutajos, que hacían sombra sus arbitrariedades. La auto ridad de los curas y su influencia en la dirección de los pueblos les molestuba, por ser un estorbo á sus caprichos y corta pisa de sus desmanes. La fupesta . ambición del mando no consiente frente al suyo este otro poder soberano é independiente; aunque sólo reine por la persuasión y se inponga por el solo amor . La administración de justicia en los campos co rrespondía á los subdelegados. Ésta era uva arına que blandian á mansalya, en beneficio de sus ami gos y en perjuicio de sus adversarios. Para un sub delegado la razón era la fuerza, los deberes eran sus caprichos, y la ley de su gobierno tenía por norma sus antojos. Él no sufría sobre sí el peso de pingún poder. La autoridad superior era de influen cia muy remota en los casos particulares. Allí nadie le mandaba. Nadie le molestaba. De aquí es que el Cura era siempre una sombra para la férula de los reyezuelos, que sin trabas ni fiscalización ejercita ban la autoridad en los campos. Era don Martin Cruz un celoso defensor del pue 169 blo, cuando le veía vejado por la oligarquía ó víc . tima del despotisino. La longevidad de algunos fe. ligreses de Guacarhue nos ha facilitado en mucho la formación de este trabajo. Esto mismo será tam . bién un motivo para callar los nombres propios, en la relación de algunos hechos. La casa de don Mar tín Cruz fué en sus primeros años la casa de los feligreses de mayor suposición; y hasta, si se quiere, un centro social de reunión de las más aristocráti. cas familias del curato . Olvidábase el señor Cruz, que la amabilidad del cura debe ser universal, sin convertirse en familiaridad jamás; y que así será respetado por los pobres y considerado por los ricos, salvándose el gran inconveniente de que al guien se crea pospue: to . Don Antonio Silva Campos obtuvo del señor Cruz que adıninistara solemnemente el bautismo en un oratorio, vecivo al lugar de su residencia . En vista del inminente peligro de muerte, en que se hallaba el párvulo, accedió don Martin Cruz a las súplicas del señor Silva y á los reiterados ruegos de doña Antonia Fuentes, su esposa . Nació también un hijo ol subdelegado de Gua carhue. No quiso ser menos que el señor. Silva Campos. Solicitó la gracia que aquél, para el bau. tizo de su hijo, sin alegar más mérito de su parte que el ser subdelegado del lugar. Las terminantes disposiciones de la Iglesia sobre esta materia no con formaron al impertinente bacendado. Horas muy amargas debía costar al señor Cruz aquella justa negativa. La concesión al señor Silva Campos debía servir de pretexto á un fútil argumento, en contra de la buena reputación del cura. La misma prodigalidad del cura , en el festejo á sus huéspedes, debía ser presentada por ellos, como un simple efecto de su 170 glotonería. Las horas empleadas en atenderles, se. riau para sus adversarios una prueba de su falta de contracción al cumplimiento de los deberes de su sagrado ministerio . El señor X X , que así designaremos al subdele. gado, en medio de su soberbia, había asegurado á sus ainigos que él haría salir al cura . Sus influen . cias palaciegas y la razón de su gran fortuna, eran la base en que hacía descansar la seguridad del éxito. Los espíritus débiles nada opondrían, sino su timidez y su reserva, creyendo más prudente com batir al subdelegado con resistencia pasiva que irri. tarle con ataques vigorosos. Formaron la camarilla de X. X. , los subalternos de la autoridad, entre los cuales se prestó, como ciego instrumento, don P. P. , afin inmediato del cura Campo, de quien antes hemos tratado. Las letras P. ? . han reemplazado aquí al nombre que pusimos al publicar este artículo en La Revista Católica, el 10 de Agosto de 1908. Con esto hemos dado gusto á algunos deudos del señor P. P. Murió la mama señora o nodriza de X. X. Hubía que hacer de aquella muerte una oportunidad . Se le sepultaría en condición de mendigo. ¡ Negra in. gratitu i ! Los portadores del cadáver recibieron ins. trucciones de parte de su señor. Se negaron á pagar los clásicos dos reales de la puerta que formaban la propiva del panteonero. Ante la exigencia del pá. rroco , dejaron tirado el cadáver en las cercanías del campo santo. Bien sabía el señor X. X que hay un pecado, que jamás perdona el pueblo á un sacer dote. De todo podrá disculparle, pero nunca está dispuesto a transigir con las exigencias del cura, en materia de derechos parroquiales, por más justos que ellos sean . Éste fué el maquiavélico recurso para hacer, sino simpática, por lo menos aceptable 171 su causa á los ojos del pueblo, que tanta estimación tenía por su diguo párroco . Un caritativo transeúnte in virtió un cuartillo en uma vela de sebo, que encendió al lado del cadáver . l'n perro, tomando la vela en el hocico, huyó con ella encendida, por la calle principal uel pueblo. Aquella tea funeraria debía causar un incendio más voraz que el de Troya, como que lo producía en la opinión pública. Se explotó con toda malicia aquella insignificante circunstancia. En la noche, el párroco hizo entrar el cadáver al cementerio, para enterrarlo al día siguiente. El vulgo dijo: que había sido de vorado por los perros . Se levantó un proceso y se hizo un acta de pro testa , en que se persuadía y se obligaba al pueblo á firmar una solicitud, en que se pedía la destitución del cura. Le fué lle vara el más prestigioso de los feligreses del curato, el jefe de los hombres de ideas avanzadas en el valle de Guacarhue. Era éste don Alejandro Araneda Silva, quien calificó de felonía la conducta de los adversarios del cura y de villa nos y calumuiadores á los autores de tal solicitud . En aquel tiempo se había inaugurado la casa de ejercicios de Cailloma. El distinguido orador, el cura don Martín Cruz, concluía de dar la segunda corrida de ejercicios, cuando recibió orden de tras ladarse temporalmente á Santiago, dejando la pa . rroquia á cargo de don Tomás Argoinedo, como Cura suplente de ella. Recibióse éste del curato, por inventario, el 9 de Noviembre de 1810, haciendo de comisionado en aquella transmisión el párroco de San Fernando, don Pedro José de la Cerda La tramitación del juicio contra el señor Cruz se prolongaba en la Curia de Santiago. El señor Ar gomedo hizo renuncia de un cargo que mantenía en inquietud su delicada conciencia. El señor Pro 172 visor hizo presente al Arzobispo electo, el Iltmo . don Manuel Vicuña , la conveniencia que había en nombrar otro cura interino, que sirviera la parro quia de Guacorbue, mientras se daba completa luz y se justificaba legalmente la inocencia del señor Cruz. En esta conformidad , se dispuso que el mismo señor Cruz viniera á hacer la entrega de εu parro quia á don José María Rrjas y González . En los primeros dias de Enero de 1842, regresó á su curato la víctima de las iras del subdelegado de Guacarhue. Sus enemigos, en lugar de las satis facciones y en vez del arrepentimiento, tomaron como un deber continuar con su obia . La declara . ción de la inocencia del señor Cruz era la condena . ción de la conducta de sus detractores. El pueblo recibió en triunfo al digno cura de Guacarhue. Aquellas inanifestaciones eran un toque á rebato para X. X. y sus secuaces . Residía á la sazón en Almahue, don Manuel Or túzor, de gran prestigio en Santiago y de grande influencia ante el Gobierno. Discurrieron un medio de hacerle aparecer en causa comúu con ellos. X. X. , acompañado de sus ocho amigos de mayor prefe rencia, se dirigió a la bacienda de Almahue. Recibió á la comitiva en el corredor, en que se encontraba con Francisco Salinas, testigo ocular de lo que vamos refiriendo, quien lo contaba hasta hace curtro años, fecha en que murió en Santiago . Expuso el subdelegado la historia de los aconte . cimientos, que ya eran bien conocidos para el ha Cendado de Almalue. Concluyen todos, pidiéndole: que les insinúe el medio de poder bacer calir al señor Cruz , que acababa de llegar á reasumir las funciones de su cargo.-El medio es muy sencillo, contestó don Manuel Ortúzar. Mandó al dicho Sali nas por nueve varillas de los mewbrillos de su 173 huerto . Las repartió entre los nueve de Guacarbue, y les invitó a entrar á su dormitorio. No acertaban ells á comprender el significado de tan extraño enigma. Allí tomó entre sus manos un Cristo , que tenía á la cabecera de su cama. Y , presentándolo á los enemigos del señor Cruz, les dice : Dé cada uno cincuenta varillazos al Maestro, y en seguida vaya á echar de la parroquia á su discípulo.Al inespe. rado fallo del señor Oriúzar, siguió una inclinación de los huéspedes guacarhuinos, quienes se retiraron avergonzados, por la sabia lección que no espera ban recibir. Entre los amigos de X. X. figuraban los nombres de tres Pepes, y también el de una señora, que se hizo triste y vergonzosaniente célebre, por la parte que tomó en la inmunda escena de la Pascua de Reves . La llamaremos N N. Era el 6 de Enero del mencionado año . Un con curso extraordinario de fieles oía con profundo reg . peto la palabra elocuente y persuasiva del señor Cruz, en la espaciosa enramada en que, al lado del campo santo, se celebraban los divinos oficios. Mien . tras el pueblo escuchaba, enternecido, las sabias ins trucciones de su pastor, la señora N. N. y el caballero Q.Q. uno de los tres Pepes, se ocupaban en emba durnar las puertas de la casa del Cura, en llenar las ollas de la cocina, las compoteras de la repostería, y el servicio de mesa de su comedor, con la inmundi cia que de las letrinas habían sacado en esos días . La vista de un espectáculo semejante indignó á todo el pueblo y afectó de tal manera al Cura, que,, sentándose en un trozo de madera, que había en el interior de su casa, dió curso libre á sus lágrimas, en inedio del más copioso llapto. No era más con movedor el cuadro de dolor, que presentaba Jere 174 mías, al deplorar, abatido , el estado de miseria y ruinas en que se hallaba Jerusalén , su patria . Eufermó de muerte en aquellos días, en el pue blo de la Rinconada el anciano don Sebastián Za morano, tio abuelo del ex-diputado don Tristán Gálvez . Vino en busca del cura su sobrino don Ra món Gálvez , quien interrogado por el señor Cruz acerca del estado del paciente, manifestó : que el ca so no era de urgencia, sino más bien achaques de la vejez . En esta virtud , celebró el Santo Sacrificio an . tes de auxiliar al enfermo. Llegó á la casa de don Sebastián en los precisos momentos en que se en contraba en las últimas agonías. Le absolvió у ad ministró la santa Extremaunción . Los enemigos del señor Cruz quisieron encontrar en esto un nuevo motivo de acusación . El Subdele gado se hallaba ese día en el pueblo; y se ocupaba en sus maquiavélicas correrías. Andaba formando la opinión de las familias, para pedir por párroco al teniente cura, don José Ramón Ramírez, hijo de Guacarhue, muy relacionado por la sangre y las amistades con muchas familias de la parroquia. És te fué el más hábil de los ataques en contra del señor Cruz , Al tener conocimiento de lo ocurrido en la Rin conada, estableció X. X. su tribunal en la casa , que hoy ocupa el Almacén de don Horacio Arévalo, ac tual segundo Alcalde de Guacarbue. Se abrió un proceso contra el cura Cruz . Se llamó al joven Ra món Gálvez, al cual se hizo fuerza para que decla rara , desvirtuando los hechos. Como éste se negara á perjurar le arrastraron á la cárcel y le fijaron en el cepo. Sobre él cometió desmanes el jefe de la po . licía , en el cuartel, que se hallaba entonces á poca distancia de la casa que actualmente habita el ter cer Alcalde de la Municipalidad , don Agustín Uribe. 175 Los últimos acontecimientos llevaron por segun . da vez á Santiago al párroco de Guscarhue. El señor Rojas González continuó supliéndole, como cura , y sirviendo de paño de lágrimas de aquella piadosa y leal feligresía que, inconsolable, lloraba las desgracias de su buen pastor. Ya las persecuciones habían dado al señor Cruzcier ta celebridad. De paso á la capital alojó en el Mosta zal , donde el pueblo estaba en misiones. Se pidió al afamado orador, que dirigiera la palabra. Lo hizo con tanta unción , que al día siguiente se despobló la aldea para acompañarle en romería hasta la An gostura de Paine. En su alocución de despedida, empeñó el compromiso de que, tan pronto como se vindicara de los cargos que se le hacían, renunciaría su parroquia , para ir a concluir sus días allí, entre sus nuevos amigos. La muerte, ocurrida en ese mis. mo año, en el 27 de ese mismo mes, impidió al señor Cruz la realización de sus compromisos, contraidos sólo doce días antes de pasar á la eternidad. Las persecuciones abreviaron los días de su vida. Mu. rió, como el divino Maestro, perdonando á sus verdugos. El señor Cruz descendió al sepulcro, que sus ene migos, adelantándose á la misica muerte, le habiau abierto con la persecución. Murió el señor Cruz, oprimido bajo el peso de un mundo de desengaños y decepciones. Al llegar á Guacarhue, fué mimado y agasajado por todos sus feligreses. Al arribo á una parroquia el sacerdote está , como el reo en un ban . quillo . Se recogen sus palabras, se pesan sus ruzo bes, se estudiau sus modales y se calculan sus pro yectos . Todos quieren adelantar sus ideas; y todes se creen con derecho á hacer pública su opinión. Y de tal manera se aferran á ella, que explotan las más débiles apariencias ó las más insiguificantes 176 circunstancias para alegarlas, como pruebas que vienen en confirmación del juicio , que se formaron en un principio. Pocas veces se resignan á ser fran : cos y á confesar su ligereza en las apreciaciones y su precipitación para forinarse un juicio. El señor Cruz debió de salir incóluine en el paso de esta horca caudina, en que un paso incierto, ó una irre Hexión ó ligereza suelen ser la causa de un borras. Coso porvenir. Da la circunspección y prudencia, observadas en estos casos , depende el ascendien te futuro del sacerdote eu el ánimo de sus feligreses . En la elección de sus amigos, no excusamos de alguma falta al señor Cruz. No lo llamaremos de mal juicio, de poco criterio, sin tino, ni sin experiencia,... porser frases tan trilladas, como que forinan la termi nalogía habitual de cuerdos é iguorantes, al atacar al sacerdote, cuando en el no encuentran mayores cargos que hacer. Tan comunes como aquellas son estas frases, que forman como la letanía antisacer. dotal, á que hacen coro hasta las personas devotas descontentas piadosamente con el párroco que las sirve: La piedaid está muerta ; aquí no hay orden ; todo sale á destiempo; la fe se acaba, etc., etc. No debió olvidar el señor Cruz, que lo que nos son rie en la mañana, en el instante de la prosperidad , puedo mostrarsenos adusto por la tarde del mismo día, en las horas de la adversidad . Las amistades no son de duración , cuando des . cansan como en su fundamento, pó en los méritos de las personas, sino en el valor de su fortuna ó en el provecho que esa relación pudiera reportarnos. Esto último es prostituír el sagrado nombre de la amistad , para desig ar con él la repugnante idea del más mezquino egoísmo. Para que exista la amis 7 tad verdadera debe haber entre las personas cierta equiparación; de otra suerte se establece necesaria 177 mente el proteccionismo, dispensado por el uno, y el vil servilismo, aceptado por el otro. Cuando la amistad es sincera , las adversidades la robustecen ; como que ellas con el crisol en que puede disti: guirse. Si es falsa, ó más bien dicho, si en realidad no existe, los infortunios dejan el más profundo vacío á nuestro alrededor, desde el momento en que los que medraban nuestros favores, ya no pueden recibir nuestros beneficios. En el sacerdote, la dignidad suple las exigencias humanas, que pudieran en el faltar. Pero, no pode mos desentendernos de que vuestra dignidad sa aprecia bajo la influencia de la fe ; mientras que nuestras cualidades personales se miran con los ojos materiales, posponiendo de ordinario la luz de la razón . Del círculo de las relaciones del señor Cruz salie. ron sus adversarios . Entre sus enemigos más in . placables, figuraba el nombre de una señora de alta alcurnia, de influencia social y de una merecida fama de ilustrada é inteligente. La voz de un des. medido afecto por la sangre le ofuscó esta vez en su criterio. Con un celo, digno de mejor causa, abrazó con entusiasmo la causa de persecución al cura. Don Martíu Cruz recordaría entonces, que el Bautis ta pudo decir en las riberas del Jordán á los fari seos; « pueblo de dura cerviz, sepulcros blanqueados, raza de viboras», pero jay de él ! desde el momento en que se atrevió a provocar las iras de una mujer. Herodías dijo: la cabeza de Juan Bautista ; y no es tuvo satisfecha mientras no vió al profeta , sacrifi . cado, como una víctima de su venganza. Las tempestades casi siempre se presentan en tal forma, que las nubes , si dejan pasar alguna luz, ésta es la portadora del rayo de d strucción . En ese cielo encapotado, no se descubre la luz, que pu > APUSTES 12 178 diera de alguna manera formar el iris de la bo nanza . Los sacerdotes vecinos, aquellos que estaban al corriente de la realidad de los hechos, los llamados á ser los testigos espontáneos de la inocencia del Sr. Cruz no desdijeron de la pusilanimidad de los sacerdotes del colegio apostólico, en el sacrificio del Redentor. El miedo á una mujer amedrentó á Pe. dro, el respeto á una nujer debía atemorizar á éstos. El temor á los pontífices, á Pilatis y el Saliedı in a terrorizó á los apóstoles, el miedo a las autoridades locales bizo enmudecer á los párrocos vecinos. El pueblo de Guacai hue, como se verá eu la vio . dicación del señor Cruz , se mantuvo siempre fiel y en te da circunstancia leal para con su cura. La fi delidad de aquella buena gente debió ser para el señor Cruz un consuelo semejante al que propor cionó al divino Maestro, en las horas de infortunio, el llanto de las piadosas mujeres de Jerusalén . Los perseguidores del señor Cruz tuvieron todos un triste fin . Los que no murieron en la miseria , tuvieron un fin trágico, ó sufrieron enfermedades en que se vió evidentemente el castigo de Dios , nos decía un hijo de don Ramón Gálvez. X. X. tuvo un cáncer horroroso eu la lengua. Dos de los tres Pepes tuvieron una enfermedad semejante; el otro murió en la mayor miseria. ·No podía dejar de tener su confirmación aquella verdad : que jamás quedan sin castigo, en esta vida, los perseguidores de los sacerdotes . Esta es una verdad , que los hechos no han desmentido jamás. Mientras los honbres atribuyen las de gracias a las causas naturales, ó á la casualidad , que es una palabra vana, los ele mentos están sirviendo á Dios como ministros de su justicia. Saulo persiguió al diácono Esteban , y Dios antes de admitirle en el apostolado le castigó, - 179 hiriéndole con el rayo, sufriendo la caída desde el caballo, que moutaba, y perdiendo el uso de la vista . El que persigue al ministro de Cristo, persigue al divino Maestro. Si Judas Iscariote hubiera sido per seguido, sus perseguidores habrían sido castigados. Herodes, Herodias y su hija persiguieron á Juan Bautista . Todos ellos tuvieron un triste fin . Para esto no necesitó Dios violentar las leyes de la patu raleza. Una nueva reminiscencia, sacada de la historia del pueblo escogido. Elias , aquel profeta d estirpe desconocida, enrostró á los reyes de Israel sus crí. menes; y pronosticó desgracias para sus súbditos, que expiarían con calamidades públicas las iniqui dades de sus gobernantes y los pecados de la corte. Vaticivó el exterminio de la casa de Acab y el trágico fin de la mujer, que le había instigado a las más repugnantes abominaciones. El profeta atacó y destruyó, en el reino, el culto que se reudía á Baal, cual si fuera un verdadero Dios. Había quitado la máscara , que encubría la perfidia é hipocresía de los que, prostituyendo la dignidad sacerdotal en Israel, quemaban incienso, doblaban la rodilla y ofrecían sacrificios al abomi. nable ídolo de Baal. Una mujer de la real estirpe de los monarcas de Sidón , juró en el nombre de sus falsos dioses la rui na del profeta Elias . Dios velaba sobre el thesbita, fiel ejecutor de los divinos mandatos . El ángel del Señor guiaba sus pasos, siendo su custodio tutelar. El cielo proveia de una manera maravillosa á sus necesidades. No obstante, tuvo que experimentar Elías las consecuencias del odio diabólico de Jezabel . Se vió precisado á dejar su casa , para recorrer, errante, los desiertos de la Palestina. Deja su pueblo (que como suyo lo consideraba ya , desde 180 que era el campo, que Dios le había señalado, para pronunciar sus sagrados vaticinios )y, fugitivo, se oculta en las más apartadas cavernas ó en las espe suras de los montes. Abatido ante la persecución, pide á Dios : que, como remedie de sus males, le envíe la muerte; ya que en la tierra se veía solo y perseguido con satánica tenacidad de parte de sus enemigos. Dios premió al profeta; y castigó á los reyes, que le habían perseguido y á los secua ces que habían cooperado á sus perfidas sugestiones. El cadáver de Jezabel fué devorado por los perros en el campo como lo fué también el del rey Acab. CAPÍTULO XVIII. Don José María Rojas.—VINDICACIÓN DE DO Y Martín Cruz , Las más violentas pasiones, sustentadas con en cono por los enemigos de don Martin Cruz, se agi taban en todas las escalas sociales de la feligresía de Guacarhue . En, orden a la consecución del triunfo, en el desenlace de tan encontrados ideales, se fo. mentaban las animosidades por los caudillos de las dos fracciones. De un incidente personal entre el subdelegado y el cura , nacieron en un principio los círculos de afecciones, para ser origen , después, de una categórica pronuuciación de ideas . Así se dise ñaron , en la parroquia , los dos partidos políticos beligerantes en el gobierno de la República: libera les y conservadores . Después de la revuncia del cargo de cura suplen. te, que con carácter de indeclinable había hecho el señor Argomedo, fué para los prelados un verdade 181 - ro conflicto la elección del sucesor . Se pensó en el presbítero don José María Rojas. La elección no pudo ser más acertada , porque nadie, comc él , reu nía las condiciones que las circunstancias reque. rían . Con su carácter bondadoso y conciliador, supo atemperar la violencia de las pasiones parti. daristas . Era el señor Rojas un tipo del verdadero colchagüino: franco, charlador, jovial, alegre y ge . peroso . Había nacido don José Maria Rojas, el 11 de Ju rio de 1811 , en uno de los pueblos de la provincia de Colchagua. Sus piadosos padres don Cayetano Rojas y doña Manuela González, le colocaron en el convento de San Francisco en Santiago, donde con cluyó sus estudios de Filosofía. Cambió más tarde el hábito de la orden por la cotana del clérigo secu lar. Cinco años después, en 1838, recibió las sagra das órdenes. Por algún tiempo sirvió como teniente, al parroco del Sagrario. En el año de su adminis tración de la parroquia de Guacarhue, dió pruebas de un entusiasmo, desinterés y celo no comunes. De este cui ato fué promovido al de Nancagua, donde mantuvo casa de ejercicios y estableció una escuela para niñas desvalidas. Emprendió la reparación de la ig'esia, que desde el terremoto del año treinta y cinco, se hallaba en pésimas condiciones. En 1870 se le privo de la administración de esta parroquia, después de repetidas instancias para que presentara su renuncia: la que se negó á hacer, por no recono cerse culpable de los cargos que contra él había. No participamos de la manera de pensar del señor Rojas. Y , fieles con nuestros principios, hemos ob ervado siempre una conducta diversa; y nuestra sa f lida de las parroquias, en todos los casos, ha ido pre cedida de algunas renuncias del curato . Sostenemos: que tan pronto como el sacerdote - 18 comprenda que su permanencia en aquel puesto no satisface á los deseos de sus superiores , debe retirarse de él , porque desde el momento en que no ' cuenta con su absoluta confianza deja de ser el re . presentante genuino de sus prelados. Siempre debemos allanar los obstáculos al Obis po, y nunca crearlos, para que los pueblos stau servidos por curas , que desempeñen sus cargos á satisfacción del Diocesano. Desde su salida de Nancagua, el señor Rojas vi.. vió en el libre ejercicio de su ministerio, hasta el 2 de Octubre de 1892, en que le sorprendió la muer. te, en la ciudad de Rancagua. Durante la suplencia del señor Rojas , terminó la causa de enjuiciamiento, seguida al señor cura Cruz . Según el mismo señor Rojas refería, las pri meras noticias del triunfo del párroco fuerou reci. bidas con el recelo del que teme verse fascinado por los anhelos del deseo de una realidad. La noti cia oficial fué recibida con el entusiasmo con que se celebran los más difíciles y espléndidos triunfos , que deciden de la suerte de la patria . La imprenta de La Opinión había dado á luz en Santiago la proclama reivindicatoria, que con profusión se dis tribuyó al pueblo en ese día. Hemos tenido la suer te de ser obsequiados con uno de esos ejemplares, cuyo tenor es el siguiente: 183 VINDICACION DEL PRESBITERO DON MARTÍN Cruz, Cura INTERI NO 9 * GUACARHCE , DE LA ('ALUMNIA ABOKTADA Por don N. N. , ( 1 ) SUBDELEGADO DEL MISMO Dis TRITO . Omnia si perdas, famam servare momento . A mis feligreses : Después de un año de opresión os dirijo la pala bra. Tengo presente vuestros ardientes votos, ja más podría defraudarlos sin faltar á la houradez y á la justicia. Quiero hablaros, para haceros presen te que los males que temíais, y cou que habéis sido muchas veces amenazados, caerán , no lo dudéis , sobre la inisma mano que los prodigaba, y la pú blica execración que se quiso provocar contra mi reputación y buen nombre producirá su efecto te rrible sobre mis émulos. Fuí acusado, procesado y en vuelto en la tempestad que tramó la maledicen . cia de aquellas almas viles, que vosotros desde hoy en adelante nombraréis con el distintivo que su perversidad les ha ganado: ' De - Calumniadores Esta es la inisma voz de la autoridad . Ella es la que me vindica, la que proclama mi inocencia, y la que me restituye á vosotros. Mas, esta gloria que me ha merecido una serie de continuas fatigas , vo . sotros la habéis sostenido, la habéis defendido, y ( 1 ) En el original , que se conserva en el archivo parro. quial de la parroquia, se expresa el nombre del Subdelega do. Nosotros lo omitimos por deferencia á su familia, que es una de las más distinguidas de la parroquia. 184 habéis triunfado. Vuestro nombre a la vez será pro munciado con placer por las almas amantes del or. den y de la justicia. La fidelidad será en lo futuro el renombre que os clasifique. Sí, fieles os llamarán , y el intimo sentido os prestará un testimonio tanto más lisonjero, cuanto más lo habéis merecido, su friendo, sin traicionar la justicia, el ridículo, la amenaza , la usurpación de vuestros derechos, el mal ceño y demás arterias que se han hecho valer para intimidar vuestra fidelidad . El triunfo es el or dinario efecto de la constancia. Lo adquiristeis !! Participando con vosotros de este triunfo, podría dejar correr la pluma con toda la libertad que la ley concede á mi defensa: podría hablar de un enemigo, y de un enemigo tanto mayor y más cruel, cuanto más abiertamente la atacado iui fa ma ; pero mi alma más poble quiere olvidar estos medios y continuar el sacrificio de moderación que he ofrecido y cumplido en mis alegatos. Podría , sin dejar de ser inocente á presencia de la ley , publi. car otro libelo tal vez más capaz de crédito, que el que compuso el señor N. , podría tomar los ejemplos de S. Jerónimo contra Rufino, de S. Gregorio Na cianzeno, de S. Buenaventura, eic. , pero no quiero que mi causa tenga otra apología que aquella que han formado los jueces que han entendido en ella . Quiero presentar a la faz del mundo una vindica ción en que intervenga no el interés propio ó per sonal, sino aquel que en la balanza de la justicia he mi recido. Leed pues con atención las dos pie. zas que os preseuto, y después consiento en que se me juzgue . SEÑOR PROVISOR Y VICARIO GENERAL: El presbítero Martín Cruz en autos con don N. N., subdelegado de Guacarhue, ante V. S. res. 185 petuosamente dice : que V. S. se ha servido sen tenciar definitivamente esta causa , y mandar se me dé de la sentencia una copia autorizada para mi reivindicación . Mas , una causa como la mía, la máy grave, por ser coutra el honor, exige tocar medius eficaces, que borreu en la opinión pública las si niestras impresiones que puede haber hecho la pro vunciada calumuia. Quiero que la prensa , con su grito imponente, baga saber al mundo moral el muodo tan enérgico con que la justicia ha favorecido mi inocencia y mihonradtz, tan vilmente vulnera da. Quiero que, para llevar adelante estas ideas, que no sólo salvau al individuo, sino también a la corporación á que pertenece, se digne V. S. man dar se me dé asimismo una copia de 1 :1 vista del señor Promotor Fiscal, para que una y otra vtau la luz pública, y ambas presenten el agradable em . peño de la ley persiguiendo al delito.- Por tanto , A V. S. suplico proveerlo así por ser justicia, etc. Martin Cruz. Santiago, Diciembre 1 de 1841. — Como lo piile , con citación del Promotor -Sepúlveda. Fiscal. - Dr. Meneses. Eu cuatro de Diciembre hice saber el proveido auterior al presbítero dou Martin Cruz, doy fe .Sepúlveda. En el mismo día lo hice saber al Promotor Fis cal , doy fe.- Sepúlveda. VISTA DEL PRO3OTOR FISCAL. Señor Provisor y Vicario General. - El Promotor Fiscal ha reconocido el proceso ) que se na formado por denuncio contra la conducta del presbítero don 186 Martín Cruz, cura de la Doctrina de Guacurhue, sobre varias imputaciones relativas al desempeño de sus deberes parroquiales; y después de bien exa minado no encuentra comprobado un solo cargo de los muchos que comprende el denuncio ; y sí, por el contrario, una satisfacción completa á todos ellos, en la declaración por vía de diligencia de fojas treinta y nueve á cuarenta y dos, ratificada poste riormente en su confesión de fojas cuarenta y tres vuelta á cuarenta y seis, satisfacción corroborada por treinta testigos de las personas principales de aquella Doctrina, que en lo sustanciul de los hechos absuelven uniformemente los diecisiete artículos de que se compone el interrogatorio de fojas cin cuenta y una á que debe agregarse que la ratifica ción de los testigos del sumario, a excepción de uno ó dos , los demás ó retractan sus declaraciones, asegurando unos haberse suplantado expresiones que no han dicho, otros manifestando la violencia que se les hizo para que prestasen sus declaracio nes , sin separarse de su vista el sujeto mismo que Jos había conducido, con la circunstancia de ser muchos de ellos parientes por consanguinidad con el mismo denunciante; de suerte que, aun cuando el presbítero Cruz no hubiera rendido prueba alguna, la ratificación miema de los testigos del sumario, sería su mejor defensa contra las calumnias que se le prodigan sin el menor respeto ni consideración á su persona, al carácter que in viste, y al delicado cargo que ejerce . Todo el sumario no es otra cosa que una intriga meditada, y puesta en ejecución , sin prever que el Párroco de Guacarhue en su jus ta defensa tendría cómo hacer brillar la verdad contra los tiros de unos pocos émulos. Así ha suce dido en la presente causa, y no debe ser de poca satisfacción para el acusado, el haber por este me . - 187 dio acreditado para con el público su inocencia y puesto á cubierto su conducta con el Prelado, y mavifestado con ella que no ha rlesmerecido el car go que se le ha confiado, y que desempeñará con la misma exactitu i que lo ha hecho hasta aquí . Así lo siente el Promotor Fiscal, que, sin traspasar la órbita de su ministerio, se ve obligado en justi cia á continuar en su defensa, lejos de tener cargos con que poderle acusar. — De las cuentas que ase gura tener corrientes el presbitero Cruz sobre los productos de la finca que dejó su antecesor el fina do don Cornelio Rojas, para que con ellos se plan tease una escuela pública, resultará si puede ó no fer efectiva aquella disposición, deducidos los gas tos que demanda su conservación , y las otras pen siones con que dejó gravado el fundo. No lo han verificado los Curas que le han precedido, á excep ción del presbitero Campos, que la estableció y sostuvo muy corto tiempo, y al fin tuvo que renun ciar el proyecto por falta de fondos para sostenerla. Esto mismo expone el actual Cura don Martin Cruz, contestando al cargo que se le hace por el sumario; y es un arrojo intolerable querer acriminarle sin da tos suficientes sobre el particular. - Otro tanto puede decirse en cuanto a la suma que por disposición del Gobierno Supremo se le entregó por los Ministros del Tesoro público para la reedificación de la Igle sia parroquia !. Sólo se le pasaron trescientos pesos , y quizá algo más tiene ya invertido en los útiles que constan de su confesión y declaraciones de la mayor parte de los testigos , absolviendo la cuarta pregunta del interrogatorio de fojas cincuenta y una. Los demás pormenores con referencia al de . · sempeño de las obligaciones de su ministerio, están desmentidos del mismo modo que los anteriores, sin que sobre ellos merezcan crédito alguno los di. 188 chos de aquellos que no han sido ratificados en el plenario, segúu es expreso en derecho; y su resis tencia, por la exposición del párroco comisionado en su ivforme de fojas ochenta y nueve, da mar gen para pensar que se retrajeron de hacerlo por ahorrarse la confusión y pudor que naturalmente ocasiona el tener que desdecirse, sin que por ello se liberten de la nota de falsarios, comprobado como está en el proceso todo lo contrario de cuanto de . pusieron . -- Por mérito de lo expuesto el Promotor Fiscal concluye pidiendo: que el presbítero don Martín Cruz sea restituído á su Curato de Guacar hue, y se le reserve su derecho por daños y perjui cios , para que lo deduzca como mejor le convenga ; y en atención á las consecuencias fuuestas que son de esperar de avances como el presente por las au : toridades civiles, con el justo designio de recalar el remedio oportuno, se dé cuenta al Supremo Go . bierno del resultado de la presente causa , ó lo que V. S. estiine de justicia . Santiago, Noviembre vein titrés de mil ochocientos cuarenta y uno . — Tollo. i ECRETO Santiago, Noviembre veinticuatro de mil ocho. cientos cuarenta y uno. —Autos y se cite para sen tencia .-- Dr. Meneses. — Sepúlveda. En el mismo día notifiqué al presbítero don Mür. tín Cruz, doy fe. - Sepúlveda. En el propio al Promotor Fiscal , doy fe.- Sepúl veda . SENTENCIA Nós, el Dr. don Juan Francisco Meneses y Echa Dee, Canónigo Doctoral de esta sauta Iglesia Metro politana, Provisor y Vicario General de este Arzo. 189 bispado , etc. En la causa seguida de oficio contra el Presbítero don Martín Cruz, Cura y Vicario inte rino de la Doctrina de Guacarhue, sobre excesos cometidos en su administración de aquel Curato, deduci los por don N. N. , subdelegado del respecti. vo distrito : visto y considerado atentamente el mé. rito del proceso. - Fallamos, que el mencionado presbítero don Martín Cruz ha probado completa. mente cuanto le convenía probar en su defensa,, al mismo tiempo que por la ratificación mandada bacer de los testigos del suunnio, aparece este des vanecido ; estando ya ile miniliesto haber sido todo él una obra de la calumnia ejercitada contra este párroco, según todo se manifie -ta con la simple lec tura de los autos . En consecuencia , declaramos al mismo presbítero inocente y vindicado de los car. gos que se le han hecho, sin que ellos eu manera alguna puedan en ningún tiempo perjudicar su re putación y buen nombre, ni el mérito que hasta aquí ha contraído en el servicio de la Iglesia . Así mismo declaramos que debe ser restituido al servi. cio del mismo Curato, de que fué separado, y rein. tegrado de los daños y perjuicios que ha recibido, dejándole para ello su derecho á salvo para que lo ejercite contra las personas que mejor le convenga. Dése al mismo presbítero don Martin testimonio de esta sentencia para los efectos indicados, y para que le sirva de satisfacción; y publíquese en aque lla Parroquia para reparar en parte las vejaciones que ha experimentado con motivo de esta causa, copiándose igualmente en el libro principal de la wisma para la debida constaucia . Y á fin de que tenga lugar la restitución del presbítero don Martin al Curato de Guaca , hue, ó de que se le emplee en otro destino que juzgue más conveniente el Ilustri simo señor Arzobispo, pásense á su Señoría Ilustrí . 190 sima los autos, después de publicada la sentencia , dejándose á la discreción del mism ? Ilustrísimo señor poner en noticia del Supremo Gobierno el re . sultado de esta ruidosa causa para los efectos que expresa el Promotor Fiscal en su respuesta de fojas ciento doce vuelta . Y sin perjuicio de todo, el mis mo don Martín presentará cuenta instruida de los productos de la finca que dejó el finado don Corne lio Rojas, para que en vista de ella se tomen por separado las providencias convenientes al cumpli miento de las disposiciones piadosas del citado don Cornelio en la parte que fuere posible. Y por esta nuestra sentencia definitivamente juzgando, así lo declaramos y mandamos. Fecha y pronunciada en esta Audiencia Arzobispal de Santiago a dos de Di. ciembre de mil ochocientos cuarenta y un años. -- Juan Francisco Meneses.—Proveyó y firmó la ante rior sentencia el señor Dr. don Juan Francisco Me neses y Echanes, Canónigo Doctoral de esta Santa Iglesia Metropolitana, Provisor y Vicario de este Arzobispado, en el día de su fecha; de que doy fe . Ramón Sepúlveda. – Notario Mayor. Concuerda con las piezas originales de su refe rencia, y para que conste, en virtud de lo mandado en el decreto que va por cabeza doy la presente. Santiago , Diciembre seis de mil ochocientos cueren ta y uno . Ramón Sepúlveda, Notario mayor. Justificado ante sus prelados y vindicado ante sus feligreses, exclamaría el señor Cruz , con la satis facción y serenidad del venerable anciano Simeón: Ya, Señor, podéis dar por terininada la misión de vuestro siervo en la tierra ; porque ya mis ojos han 191 visto brillar la luz de la justicia, que con sus res plandores ha disipado las densas nubes, que empia ñaban mi reputación y honor..... El señor Cruz no había de tener el gusto de vel ver á ver á sus feligreses; y ellos no habían de z.o. der llevar á efecto la grandiosa manifestación con que se preparahan á recibirle. Rendido bajo el peso de los horrendos padeci: mientos, que le proporcionaron sus perseguidores, descendió al sepulcro el señor Cruz, muy llorado por sus feligreses, que lamentaban eu pérdida. Al mismo tiempo presagiaban las calamidades con que la viudicta divina había de hacer que la parro quia de Guacarhue expiara la persecución á su ini. nistro. Ya les parecía ver brillar en el cielo el rayo vengador, que redujo á pavesas á las ciudades nie . fandas; ó ya creían oir los apatemas del exter minio que el Salvador pronunció sobre la deicida Jerusa lém , que había apedreado á sus profetas , desprecia do su ley y perseguido á sus ministros. Con el desaparecimiento del señor Cruz del esce nario de la vida , con la muerte de la víctima, em pezó para sus verdugos aquella serie de desgracias, que los ancianos recuerdan , y que, para escarmien . to , refieren á sus familias, como el más tétrico de los castigos. CAPÍTULO XIX. Don Tomás ARGOMEDO VALLADARES . La importancia de la persona de Don Tomás Ar gomedo y la de su obra, la Casa de Ejercicios de Tilcoco, que ha inmortalizado á su fundador, ine 192 recen extensos capítulos, que con gusto les habría mos dedicado, si antes que nosotros no hubiera es crito, sobre estos particulares, la pluma maestra del fecundo literato guacarhuino, el Pbo. Don Juan Ramón Rainírez. El estudio es minucioso y su his toria interesante, como pueden recordarlo los lecto res de La Revista Católica . Nacido en Casablanca, el último día del mes de Febrero del año bisiesto de 1796 , pasó en aquella ciudad los primeros años de su vida. Era tar sin gular que, á no haber pacido rico y de padres no bles, sus rarezas habrían inspirado sospechas de alguna perturbación en sus facultades mentales. Sus piadosos padres inspiraron desde temprano, en el corazón del niño, un temor santo de los pre. ceptos del Señor y una tierna devoción á su Santí. sima Madre. El niño dió desde luego claros indicios de lo que debía ser más tarde el hombre. Su inclina ción á las cosas santas, su modestia y recogimiento, y su afición al estudio de las ciencias eclesiásticas, fueron para sus padres señales inequívocas de que Dios le llamaba al sacerdocio. Cursó latinidad en San Fernando , Derecho en el Instituto y Teología en el Seminario de Santiago. A la muerte de su padre se vió precisado á inte. sruumpir sus estudios, por cuatro años, para ponerse á la cabeza de los negocios que, después de dejarlos encaminados en debida forma, volvió á abandonar, para continuar sus estudios . En 4 de Octubre de 1825 , recibió el orden sacerdotal . El n'evo sacerdote fijó su residencia en Guacar hue, donde había recibido valiosas propiedades, en herencia de sus padres ó por legados de sus parien tes . El señor Argomedo había crecido, oyendo la fama de la santidad del incomparable cura de Peu mo. Le tomó como modelo; y se esforzó por imitar 193 le, en la austeridad de su vida y en la ejecución de sus obras. La casa de don Tomasito, como hasta hoy le de signa el vulgo, era un santuario. Él se hizo digno de la fama de santo, que es el medio más eficaz de que puede servirse el sacerdote, para hacer fructí fera la la or de su ministerio . Digna lección, que deberíamos teuer siempre en la memoria todos los sacerdotes. Es tan fácil conformarse, y hasta darse por satisfecho, con la efímera gloria de que se nos elogie, diciendo que tenemos buen carácter, que so mos entusiastas é incansables en el trabajo . Estas alabanzas, que nos son comunes con los seglares, son una triste elegía , siempre que no vayan acom pañadas del calificativo de santos. El señor Argomedo se levantabą á las cuatro de la mañana, se recogia temprano y rezaba diaria. mente los quince dieces del rosario. Ayunaba los Miércoles y los Viernes de todo el año, con el rigor de los primitivos cristianos. Se dedicaba mucho al estudio de los Santos Padres y á la lectura de obras ascéticas. En algunos puntos de Moral discentia de la opinión de los teólogoe ; y en materia de liturgia rechazaba algunas doctrinas de los más autorizados preceptistas; y, pasando sobre todos ellos, obraba en contravención al común sentir de los autores. Era el señor Argomedo un implacable adversario de la silla de montar de la mujer, y un furibundo enemi go de los calzones de ésta. No aceptaba que la pri mera se visara en substitución de los antiguos sillo nes; ni toleraba que los calzoues llegaran a las tablillas de su confesionario . Mientras vosotros cali. ficamos de ridículas extravagancias sus teorías , él las justificaba, impugnando aquellos usos, como con trarios á la moral cristiana . En ningún caso aceptaba el matrimonio de la APUNTES 13 191 mujer fea , á no ser que lo hiciera con un baldado ó con un cctogenario. En este caso, más bien que esposa, desempeñaría esta desgraciada el papel de Hermana de Caridad. No excusala de culpa al que dejaba algún legado de valor á una fea . Decía que era hacerse cómplice de un atentado, en contra de la felicidad de ella ; porque esa fortuna la expondría al peligro de que alguien quisiera casarse con ella por el interés, antes que por el cariño. Mientras fué Cura suplente de Guacarhue, en reemplazo de don Martín Cruz , se negó tenazmente á practicar las informaciones matrimoniales de las pobres hijas de Eva, faltas de hermosura, que acertaron a encontrar quién fijara los ojos en ellas. El señor Argomedo se excusaba , diciendo: que su misión era de paz y nó la de un verdugo ante sus feligreses . Esto dió origen á serias protestas, que trajeron por resultado su renuncia . El señor Argomedo ha trazado á los sacerdotes el camino, que han de seguir, cuando los pueblos no se manifiestan contentos con sus servicios . La voz. del pueblo es la voz de Dios, ha dicho la Verdad Suprema . Los pueblos ordinariamente no claman porque los sacerdotes seamos inalos ; lo que exigen es que seamos mejores, ó ser servidos por otros que nos aventajen en cualidades. Es verdad que, en muchos casos, el pueblo obra como una máquina, guiado por la audacia de unos pocos . Pero , concediendo que esto sea asi ; aunque el pueblo marche con criterio errado, debe bastar nos á nosotros saber: que nuestra misión no es fruc . tífera, para que abandonemos el campo á otros ope . rarios, que hagan una labor más beneficiosa á nues. tra causa , que es la de la Iglesia, de quien somos ministros ; y es la de Dios , á quien representamos. Enorme es la responsabilidad del sacerdote que , 195 obedeciendo a las sugestiones del amor propio, se empecina en sostenerse en una parroquia , por no dar gusto á una buena parte del pueblo que desea su salida . En todo caso debemos estar dispuestos á lo que sobre el particular resuelven les prưlados, Ellos con los jefes y nosotros los soldados. A ellos toca mandar y á nosotros obedecer. Ellos con los llamados á decidir lo que la prudencia enseña . Los sacerdotes tenemos la desgracia de no oir las censurar, de nuestros procedimientos, porque casi siempre se hacen de solapa. Cuando el descontento transciende al público, hasta llegar á nuestros oídos, debemos preocuparnos del bien general de la parro. quia , con sacrificio de nosotros mismos. Así nos haremos dignos de los títulos de padres y de pasto . res, buenos y no mercenarios. Fácil es comprender las inquietudes de concien cia de que sería víctima , por su original criterio, el señor Argomedo. ¡Cuántas anécdotas y episodios podríamos traer á colación ! El baile lo condenaba en absoluto, entre personas de distinto sexo. No toleraba ni siquiera la cueca, nuestra danza nacional; que podía haberla celebrado, por ser la más entretenida de las escenas de un es pectáculo de saltimbanques. En cuanto al baile serio, no comprendía, en su angelical candor, como podía una madre permitir á un joven que hiciera á su hija , ante testigos ó en estado de movimiento, lo que no babría tolerado hacer con ella en privado ó en estado de quietud . Aquello de tomarle del brazo, de ponerle la mano en el hombro ó en la cintura, eran para don Tomasito licencias, que calificaba de tolerancia anticristiana . La mesa del señor Argomedo era abundante para sus comensales; pero, él sólo se servía alimentos frugales y con edificante parsimonia. Su vajilla la - 196 = formaban un plato de arcilla, una cuchara de hoja lata y un jarro de loza ordinaria. Justificaba estas exterioridades, diciendo : que él era lugartepiente de la inilicia de Cristo; y que el buen general es el que participa de las privaciones del soldado, y uó el que disfruta de las regalías de la oficialidad. En su casa, los huéspedes ha'laba! toda clase de comodidades ; eu ella estaban previstas las mayores exigencias, pero él usaba por cama sólo unos cue ros de caruero, que no habían de ser de oveja. Adonde iba, si no había de volver en el día, llevaba su pobre ajuar de cama. Si viajaba en coche, se servía de él, como de una valla , que impidiera el contacto de su cuerpo con el de las señoras, que pudieran ir á su jado . El candor de don Tomasito nos hace recordar las siinplicidades del seráfico Fr. Junípero, subli . mado por las crónicas franciscanas y por la pluina de la escritora española , doña Emilia Pardo Bizán . El señor Arg imedo , á ejemplo del santo cura de Peumo, tuvo la idea de establecer un beaterio de señoras, que tuviera á su cargo la Casa de Ejerci cios de Cailloma. Con este nombre, y nó con el de Tilcoco, debiera designarse. Entre las muchas reglas que consultó , ninguna más á su satisfacción , ni más conforme con las prácticas de su vida, que la impuesta por Santa Marcela, en los monasterios de que fue fundadora, en Roma . Descansaba, como en sus fundamentos, en la ora ción y el ayuno . El señor Argomedo era miembro de la familia de doña Josefa Ramírez y Molina, esposa de don Juan Bautista de las Cuevas . De esta señora heinos tra. tado ya , al hablar de la capellanía de Tilcoco. El señor Argomedo pertenecía á la familia de don Florián Ramírez, que es el nombre más conocido, entre los que, en tiempo de los españoles, llevaron 197 ese apellido en los alrededores de Guacarbue. En obsequio á la memoria de don Tomás Argomedo, daremos aquí algunos datos relacionados con esa antigua familia, I. En la provincia de Navarra habían fijado su residencia don Sancho García de Miranda y doña María de Bideba , unidos entre sí con los icdisclubles vínculos del matrimonio. En 1517 , les nació un hijo, que desde sus primeros años dejaría ver su inclinación por la guerra, en la afición que tendría por los juegos militares. Así podemos conjeturarlo, a juzgar por la temprana edad, en que se separó de aus padres y se ausentó de la patria, embarcándose en dirección á América. En el Perú dió pruebas de audacia y demostraciones de arrojo y de bravura , peleando como soldado, bajo las órdenes de Fran cisco Pizarro. Ávido de aventuras, dominado por un febril entusiasmo por adquirir glorias militares, se enroló en el ejército, que con don Pedro de Valdivia partió desde el Perú para reconocer y conquistar el reino, que había visto don Diego de Almagro. Desde luego supo captarse el cariño de los solda dos y ganarse la coi fianza de sus jefes y de Valdi via. El Gobernador le envió con Monroy en misión de confianza al Perú . Los indios lo bicieron su pri. sionero en Copiapó, donde tuvo que soportar un duro cautiverio de tres meses, hasta que pudo esca par de las prisiones. Desempeñó muchos cargos de importancia en el reino . Fué Regidor por muchos años , Alcalde en yarios períodos, Procurador de la ciudad , Alférez real , etc. Fué don Pedro de Miranda uno de aquellos de nodados guerreros , que con sus proezas militares se hizo digno de los elogios, que con tanta facilidad 198 prodigaban los bistoriadores de la época á los sol . dados españoles, dejándonos á veces en la duda de cuál sería la realidad del hecho. El rey de España quiso premiar los buenos ser vicios del hidalgo navarro . Al efecto, le asignó la encomienda del oriente de Doñihue, en la ribera norte del río Cachapoal . Del apellido del encomen dero tomó el nombre la reducción, en que tenía su habitación don Pedro. Lo Miranda , se denomina hasta nuestros días aquella antigua población , en donde residen muchas familias, que hasta ahora cuentan con remotas vinculaciones con el capitán don Pedro. Casó el valiente guerrero de la Araucanía con una sobrina del Adelantado Alderete. Se llamaba doña Esperanza de Rueda , y pertenecía á una fa. milia de distinción de Zaragoza, donde ella había venido al mundo. Para estos datos nos hemos servido principal. inente de las obras del tantas vt ces citado escritor, dou Tomás Thayer Ojeda. De suma utilidad nos ha sido también el interesantísimo árbol genealógi c ., formado por don Leandro Ramírez. Esuna obra de paciencia y de erudición, que hace bonor al se ñor Ramírez. El viejo inilitar don Pedro, ostentaría con el or gullo de la sangre ibera las gloriosas cicatrices, que había sacado de las sangrientas batallas, eu que se había batido como un león , para extender en Chile los dominios de conquista de los reyes de las Espa ñas . Eu más de una ocasión formarían sombra co. bre su cabeza las nubes de las flecbas, con que los naturales pretendían impedir el avance del inva . sor por el suelo libre, que habían recibido, como herencia de sus abuelos . En cien veces, temerario, se arrojaría, en lo más recio de la refriega, por en 199 tre las filas enemigas, buscando a los más valientes caudillos del araucano, para medir con ellos cuer po á cuerpo sus fuerzas como militares , y su em . puje como valientes. La muerte siempre le respetó. Sus días debían concluir de una manera trágica, cual jamás él podría haberla imaginado, porque no era posible concebir, en su yerno tan horrenda ale. vosia . Era la tarde del día 1.º de Noviembre de 1573. La esposa del capitán don Pedro, al sentir el toque á vísperas de difuntos, en la iglesia mayor de la ciudad, se dispone á ir al templo á elevar al cielo sus plegarias, por las alınas que en la eternidad, claman por nuestra misericordia. Convida á tan piadosa obra á su hijastra, doña Catalina de Miran da . Esto dió origen å un violento altercado con don Bernabé Mejía, el esposo de Catalina. En medio de su arrebato, el exaltado militar, desen vaina su es. pada, y traspasa con ella el corazón de doña Espe ranza y volviendo el acero, á fuerza de feroces gol . pes, parte la cabeza de su esposa Catalina. Como una furia, da la muerte en las entrañas de su sue . gra y de su esposa á los hijos, que dentro de poco tiempo ellas habían de dar á luz . Eu aquellos tétricos momentos, al ruido y voces, despierta el capitán don Pedro, que á aquella hora dormía siesta . Preso del pavor corre al teatro de aquella horrorosa escena . La espada de su yerno hace rodar por tierra su cabeza . Y luego, volvién . dose el sanguinario Bernabé á Francisco Soto, hués . ped de aquel hogar, le hace ver su espada ensan . grentada, que luego va á clavarse en el corazón de Soto . El misino Bernabé cayó también allí, ó suicide do con la misma espada, ó linchado por el pueblo, que enseguida arrastró su cadáver por las calles de 200 la ciudad , y descuartizado, fué colgado en pedazos en las puertas de la casa, eu que tuvo lugar esta horrorosa tragedia. II. Entre los hijos del malogrado don Pedro, figu ra uno que couservó su nombre y que le sucedió en la posesión de la encomienda. Éste fué don Pe. dro de Miranda, quién fué como su padre, Regidor y Alcalde ordinario del Cabildo. Contrajo matrimonio con doña Baltazara , hija del General don Juan Jofré, uno de los compañe. ros de más prestigio, que vinieron á Chile, con el conquistador don Pedro de Valdivia. El año 1624 , el Regidor don Pedro se hizo reli . gioso del convento de Santo Domingo, llegando á ser Provincial en la orden , no muchos años más. tarde. Su esposa profesó en el monasterio de las Agustinas. III. Entre los hijos, que quedaron del anteriorma trimonio, haremos especial mención de doña Luisa de Miranda Jofré, quien casó en terceras nupcias con don Agustín Ramírez de la Sierra. Antes había sido esposa de don Luis Guzmán Coronado, antiguo dueño de La Estacada. IV. El personaje de mayor suposición de apellido Ramírez, áá que hacen referencia los que llevan el mismo apellido, en el valle del río Claro , es don Florián , bijo de los anteriores. Casó con doña Apo linarda Toro Mazote. Tenía cerca de Malloa la va. liosa encomienda de Corcolén . Su hermano don Nicolás casó con doña Leonor Fernández . De este matrimonio hubo doce hijos. Algunos de ellos se radicaron por Rancagua, mientras otros se esta blecieron por San Fernando, en Paredones, en Til coco y ctros puntos. V. El maestre de campo, don Pedro Ramírez Toro Mazote, es el que continúa la línea hasta lle 201 varnos a la esposa de don Juan B. de los Cuevas. La asombrosa fecundidad de la familia Ramírez, ramifira mucho sus vástagos, baciéndose por esto muy difícil el poder precisar el entroncamiento de las diversas estirpes. VI. Hijo dei anterior, y padre de doña Josefa y otros, fué dou Ramón Ramírez Várgas, de quien hicimos mención al tratar de la capellauía de Tilcoco . También fue su hijo, entre varios otros, el capi táp don Pedro , padre de don Ramón Ramírız Du : bourg. Éste fi.é casado varias veces en Guacar hue, y falleció en esta misma parroquia. Ente sus hijos se cuentan los Capitanes de cuestro Ejército , don Mariano y don Eusebio, que se distinguieron por su valor en la batalla de Yungay, en el Pení, eu 20 de Euero de 1839. Con este triunfo de nues. tras armas se puso término á la Confederación Pe . rú Boliviana, que fué el origen de esta guerra. El Capitán Eusebio quedó en el campo de latalla . VII . Doña Josefa Ramírez y Molina, de quien hemos hablado ya lo suficiente , pondrá término á esta genealogia . Ya es muy fácil continua la hasta nuestros días. No tenemos para qué detenernos en esto . Hemos de recordar, sí, que la mencionada se ñora murió sin sucesión . Su esposo don Juan Bau tista, a pesar de su avanzada edad, contrajo segun das nupcias y dejó sucesión. Aquí debe tomarse la continuación de la genea . logía de doña Mercedes Ramírez Molina, esposa de don Bernabé, de quien hemos bablado también en otra parte. Allí se puso como padre de los clérigos Fariña al que es solo su abuelo. No omitiremos algunos datos de interés para las familias de la descendencia de don Florián . La suegra de este rico encomendero, doña Inés de 202 Córdoba, tenía por padre al Maestre de campo, don Alonso de Córdoba . Se le llamaba el joven, para distinguirle de dou Alonso, su padre, á quien á su vez designaban sus contemporáneos con el califica tivo de el viejo. Éste vino, como compañero de Pe. dro de Valdivia. En un viaje, que hizo á España, casó con doña Olalla de Merlo. Fué Regidor y Al calde ordinario varias veces, y Procurador de la ciudad de Santiago. Su hijo, el capitán don Juan de Córdoba se casó con una sobrina carnal de San. ta Teresa de Jesús, llamada Jerónima Ahumada, quedando alguna sucesión en Chile. El hermano de la santa residió en nuestra patria por algunos años . Don Alonso era sobrino del inmortal don Gon: zalo de Córdoba, conocido por sus gloriosas hazañas, si hemos de dar crédito á las tradiciones de familia . El rey de España concedió muchas gracias á don Alonso, entre otras la del escudo de armas, que se le otorgó con fecha 31 de Mayo de 1552. Así lo des . cribe S. M. « un escudo , que haya en él una forta leza de plata en campo verde i encima della un brazo armado con una bandera d ? oro con ocho Cruces de -Jerusalén coloradas, ii por divisa un yelmo cerrado i encima dél un brazo armado con una espada desnuda. en la mano con sus trascoles i dependencias a folla : jes de azul y oro » ... Entre los descendientes del rico encomendero de Corcoléu, figuraba una familia, que ostentaba, co mo timbre de honor, el apellido de don Florián, en medio de la inconstancia que había experimentado de parte de la fortuna. Su misma sangre había co rrido por las venas de los abuelos de don Tomás Argomedo. Algunos de los miembros de esta fami. lia, aquellas personas que más se distinguían por su virtud, vivieron por muchos años al lado del 203 fundador de la Casa de Ejercicios , acompañándole en sus privaciones, dirigidas por tan recto maestro, é imitándole en sus virtudes. Ellas debían ser las herederas de su fortuna . El señor Argomedo no era un orador, pero había sido favorecido por el cielo con el singular dóu de la unción de su palabra. Eu el esplendor del culto no omilía sacrificios. La espaciosa capilla de la Ca -sa de Ejercicios la tenía provista de elegantes pa ramentos y de preciosos vasos sagrados . Estaba per. suadido don Tomasito de que el mejor medio de grabar las enseñanzas en el pueblo, es sensibilizar å sus ojos las verdades de nuestra augusta religión . El señor Argomedo no hacía consistir la solemni. dad de las fiestas en el concurso de los fieles en la fama del orador, ó en la esplendidez del canto . ÈI preguntaba: ¿Cuántas comuniones bubo ? Como fru io de la predicación, ¿cuántos vendrán hoy á confe. -sarse ? A causa de la mucha lectura , perdió en absoluto la vista , en los últimos años de su vida. Aquella ce guedad la iniraron, como un castigo del cielo, los ad miradores del cura perseguido, don Martin Cruz . Al Pbro. don José Ramón Ramírez se había amputado una pierna. Ambos sacerdotes habían sido feligre ses del señor Cruz; y observaron una couducta pres cindente en la persecución á don Martín , en la pa rroquia de Guacarhue. Después de tan tremendas desgracias para ambos clérigos ¡es la mano de Dios! decían los viejos amigos del señor Cruz . No. -sotros suspendemosnuestro juicio, obedientes al pre cepto evangélico. No militaron , es verdad , entre los enemigos del cura ; pero también es cierto, que no figuraron entre sus defensores. Sus razoves ten . drinn. El 2 de Enero de 1876, le reapareció una antigua 204 - enfermedad de hernia, que le llevó al sepulcro , cuatro días más tarde. Le sobrevino la muerte pre cisamente en el instante en que de rodillas concluía el rezo de las tres partes del rosario, que jamás por ninguna causa omitia. Una humildisima lápida sobre su sepulcro, en la capilla de la Casa de Ejercicios . de Cailloma, es el único homenaje, que se ha ren . dido a la memoria del sacerdote santo; elocuente lección para los que esperan que, después de sus días, los vivos hagan por su alma lo que ellos no hicieron antes de su muerte. Bien podríamos dar cabida en este lugar á una descripción sobre los suntuosos funerales, con que se hizo la inhumación del cadáver del señor Argo medo . Pero, esto va teniendo ya un pronunciado sabor á misticismo; y es natural, siendo un sacer dote el autor, y la historia de una parroquia el te ma . Creemos que será del caso llamar la atención á lo estrambótico de algunas inscripciones, y á lo ridícu lo de algunos geroglíficos o emblemas simbólicos, grabados en las lápidas fúnebres de las iglesias de campo . En la del señor Argomedo, hacia la cúspi. de de ella , hay una especie de payaso alado que es un insulto á la belleza estética y una inhumana profanación del arte. Pues, lo que se quiso estam . par en ella fué un ángel, velando sobre aquel sepul cro, que encerraba tan venerables despojos. No podemos sino llamar venerandas las cenizas de aquel hombre santo. Más original es todavía el emblema, esculpido en la lápida de don Francisco Javier Rojas, ex cura de Guacarhue, sepultado en el templo de San Vicente de Taguatagua . Consiste en una calavera , como in jertada entre dos hojas de palma, cubierta la cabe za con un bonete de cuatro picos, cayendo del cue. 205 llo los extremos de una estola, mientras aprieta con los dientes un libro abierto, que representa el santo Evangelio. La idea será talvez ingeniosa, pero el grabado es á todas luces estrafalario. La mas importante de las obras de don Tomás Argomedo fué la fundación de la Casa de Ejercicios , de que hemos venido hablando. En aquel gran edi . ficio se ve sólo la mano y dirección del constructor vulgar. Se tomó únicamente en cuenta la solidez , haciendo caso omiso de la higiene, prescindiendo del buen gusto , y sin buscar allí ni siquiera la como didad . Es verdad que aquellos trabajos se iniciaron á raíz del terremoto del 20 de Febrero de 1835. En -semejantes casos, se piensa sólo en la seguridad . El predio de la Casa de Ejercicios y el edificio mismo han sido designados con el nombre de La Obra. Creemos que este nombre trae origen del tejar, que hubo allí por muchos años . Á esa clase de establecimientos el pueblo los denomina comun : mente « Obras » . La RealAcademia se sirve del mismo térınino, para designar los edificios en construcción. Bien habría cuadrado esto á la Casa de Ejercicios de Caillouna, que en tales condiciones estuvo por muchos años. El señor Argomedo incurrió en el mismo defecto, que el santo Cura de Peumo. En sus disposiciones testamentarias, no deja suficientemente esclarecido lo que corresponde á la Casa de Ejercicios, y lo que es de su dominio particular. Esto dió origen á serias dificultades, que el Iltmo, señor Valdivieso trató de subsanar, nombrando un representante ante los he rederos universales, que estableció en su testamento el benemérito sacerdote. Insertamos algunos frag. -mentos de documentos oficiales, referentes á este asunto . Por ellos verá el lector, que descansa en de recho legal ó se funda en concesiones de la Autori 206 - dad Eclesiástica el uso y dominio, de que disfrutar las mencionadas señoras Ramírez, sobre las propie dades y muebles del señor Argomedo. En su testamento, otorgado en Nancagua, el 2 de Marzo de 1845, la señora Elena Valladares fundó con el remanente de sus bienes una capellavía, que después de los días de su sobrino don Tomás Ar gomedo, debió dividir sus réditos por mitad entre las casas de ejercicios de Nancagua y de Tilcoco . Esta capellavía está en juicio. También percibe esta casa parte del censo de una capellania, con que está gravada una de las hacien . das dei valle de Taguatagua . En su testamento del 11 de Noviembre de 1873; declara lo siguiente: « Quinto . Declaro que por dis posición de mi finado padre, otorgada ante el Escri. bano de San Fernando, en diez y nueve de Agosto de mil ochocientos veintiuno, se me entregó una hijuela de terreno, como de treinta y dos cuadras más o menos, situada en el lugar llamado Tilcoco, jurisdicción de Caupolicáu , apreciada con otros muebles, en cerca de cuatro mil pesos, como valor del quinto de los bienes de dicho mi padre, para que trabajase una Casa de Ejercicios, en su estan cia , que tenía en dicho lugar . La expresada casa no la trabajé en la estancia , como él lo dispuso, ya por no haber encontrado un terreno aparente en toda ella, ya porque el valor de los productos de la hi juela no suministraba lo necesario para la construc ción , sino únicamente para ayudarla; por lo cual compré el terreno que está en el mismo Tilcoco, muy cerca de la antedicha estancia , en el cual tra bajé la casa , en que vivo y cuido. El Ordinario eclesiástico aprobó la elección que yo hice del locals y me concedió el permiso para verificar la funda 207 ción de la Casa de Ejercicios donde hoy se encuen tra funcionando ». « Décimra séptima. Instituyo por mis únicas y universales herederas de todos mis bienes presen . tes y futuros, acciones y derechos á doña Leonor y doña Murgarita Ramírez y Martínez, imponiéndo. les por obligación que anualmente hagan dar dos co rridas de ejercicios gratis á los pobres, ya sean de hombres ó ya de mujeres. Los ejercicios deben dar se precisamente en la casa que dejo construída con este fin , y si la casa construida se destruyere por algún evento, es mi voluntad que el dinero que de. biera emplearse eu dar los ejercicios se invieria en la reedificación de ella . También les impongo por obligación que inviertan anualmente veinticinco pesos en la fundación de Tres Horas del Señor, y otros veinticinco en la novena y función de Nues. tra Señora del Tránsito , siendo indispensable que ambas funciones se hagan y celebren en la capilla de mi Casa de Ejercicios, y si ésta se destruye, es mi voluntad que la cantidad legada se invierta en su reedificación . En virtud de lo expuesto se declaró Casa de Ejer : cicios públicos la de Tilcoco . Las funciones de Tres Horas y de Nuestra Señora del Tránsito se hacen con esplendor. Las herederas del señor Argomedo, al otorgar la escritura de fundación de la Casa de Ejercicios, en defecto y reemplazo de dicho fuudador, impusieron ciertas condiciones, que aceptó el Ordinario eclesiás tico, en beneficio de ellas y de la señora doña Mer cedes, doña Candelaria, doña Edulia y doña An drea Ramírez. En 29 de Noviembre de 1897 , se hi. cieron extensivas las mismas prerrogativas á sus sobrinas Plácida y Margarita Ramírez y á doña - 208 - Francisca Argomedo, sobrina del fundador. Eu este caso se obró, inediante el estímulo de una dona ción, que á dicha casa ofreció la señora Andrea Ra mírez . No sucedió así en el primer caso , como se deduce del documento que insertamos, que tiene fe- . cha 13 de Mayo de 1879. .. Y considerando que aún cuando las dichas herederas no tienen derecho para reservarse durante su vida y las de sus cuatro berina pas el uso de una parte de una casa pública de ejer cicios, destinada al culto de Dios y á la santifica ción de las almas , no obstante, puede toleraise esa reserva en atención á que con ella no se estorban las tandas de ejercicios que se queran dar y se evi ta un pleito dispendioso con las citadas berederas, se autoriza al presbítero don Domingo Carreño, pt. ra que, en representación del Prelado Diocesano de Santiago, concurra al otorgamiento de la escritura de fundación ..con la reserva , durante la vida vatural de ellas y de sus cuatro hermanas, del uso: prime ro, del patio del campanario; segundo, del putio que sigue al poniente con exclusión del espacio de trece varas, que se destinará a la comunicación del patio de entrada con el de la cocina por medio de una muralla de tres metros de alto, á lo menos , cos. teadas por las herederas; y tercero, de una exten. .sión de diecinueve varas en el patio de la cocina, de oriente á poniente, con división), hecha y costea da por las mismas, para conservar durante la reser va el uso de los lugares que allí existen ... » La inscripción de este convenio se halla en el Re. gistro de Hipotecas y gravámenes, en la ciudad de Rengo. 209 CAPÍTULO XX. Don Isidro ECHAVARGÍA . - Don José DE LOS Santos Campos . Á la muerte del señor Cruz, se dió por sucesor á este digno sacerdote al presbítero don Isidro Echa. varría, originario de la ciudad de Santiago. Sus pa. dres, don Joaquín Echavarría y doña Carmen Gon zález, ocupaban una posición expectable y eran de numerosas vinculaciones, entre las más distingui. das familias de la ciudad. El año 1837 , y á los veinticuatro de su edad, re . cibió la tonsura y todas las sagradas órdenes. Su celo por la gloria de Dios, y la natural comisera ción, que le inspirabau las desgracias de sus seme jantes, hicieron desde luego del nuevo sacerdote un apóstol de la caridad . Nombrado segundo capelián del Instituto Evangélico ó Hermandad de Dolores, tuvo oportunidad el señor Echavarría de ejercitar aquellas dos virtudes en el grado más sublime. Era el Instituto de Caridad Evangélica qua aso ciación , que debía su existeucia á las más horribles desgracias y horrorosas privaciones; á que pudo so. meterse, en el destierro , á sus fundadores. Para ma die son un misterio las inauditas crueldades, de que usaron los españoles con los patriotas, que no al canzaron á atravesar los Andes, después del desas. tre de nuestras armas en Rancagua, el 2 de Octu bre de 1814. Muchos de los que llevaron su amor á la patria hasta el heroísmo, fueron confinados á la isla de Juan Fernández. En su mayor parte eran personas de valer, que habían nacido en la abun dancia y vivido en la opulencia . En la proscripción supieron lo que es el hambre, cuando falta el pan APUNTES 14 210 para saciarla ; lo que es el frío, cuando se carece de un abrigo para minorarlo; y lo que es la desnudez, cuando no se puede disponer de medios para evi . tarla . Un corazón sensible no puede palpar una vez las desgracias, sin coumoverse con la idea del dolor de los que las experimentan constantemente. En medio de aquel cúmulo de miserias, los pa dres de la patria, relegados en Juan Fernández , concibieron la idea, que sellaron con el voto, de fundar un Instituto de Caridad , bajo los auspicios de la Virgen de los Dolores , si volvían á gozar de la libertad en el seno de la patria . Nuestras armas vencedoras rompieron las prisio nes de Juan Fernández. A los vítores a la patria y > á los himnos de júbilo, con que los repatriados sa ludaron á nuestras playas, siguió el pronto cumpli miento de su sagrado voto, haciéndose los funda dores de la Hermandad de Dolores , que tantos con suelos prodiga á los afligidos. La prudencia y discresión del señor Echavarría la aprovecharon sus superiores eclesiásticos , con fiándole el cargo de Vice-rector del Seminario de Santiago . Este puesto es de una enorme responsa bilidad, como que de él depende en gran parte la conservación y la pérdida de las vocaciones. Cuando don Tomas Argomedo hizo entrega de la parroquia de Guacarhue al señor Rojas y Gon zález , el señor Echavarría vino á este pueblo , como Comisionado del Gobierno Eclesiástico, para presen ciar la entrega , por los inventarios vigentes en el curato . Ojalá que viéramos revivir aquella antigua yу lau dable práctica de que un sacerdote, comisionado por la Autoridad Eclesiástica , pusiera en posesión al cura en su parroquia. Así se evitarían aquellas. divergencias entre el párroco, que entrega y el cura 211 que se recibe. Con desmelro del sacerdocio, con per juicio de la fe y con escándalo del pueblo, suele suceder á veces que la transferencia de una parro quia es pábulo de desunión entre sacerdotes. En 1842, el señor Echavarría volvió otra vez á Guacarhue, pero esta vez, como sucesor de don Martín Cruz,á recibir del señor Rojas la parroquia, de que un año antes le había dado posesión. Como sus relevantes prendas eran demasiado conocidas, fué recibido por sus feligreses con las señales de tervura y de adhesión, con que el pueblo pove en evidencia el respeto y ol cariño, que le inspiran las virtudes del sacerdote. El nuevo pastor supo hacer se grato á su rebaño, distribuyendo con entrañas paternales los tesoros de la Religión . Á su llegada al curato continuó la benéfica obra de los ejercicios públicos, iniciada por el señor Cruz, Edificó la iglesia parroquial , que había sido destruída por el terremoto del año treinta y cinco. Para hacer los cimientos, los días domingos se tras. Jadaba, acompañado de todos los concurrentes á la Misa , al cerro iamediato a la población. De allí él y todo el pueblo volvían , trayendo sobre sus hombros una piedra, en proporción á sus fuerzas . Otro tanto hizo para la conducción de adobes; y algo por el estilo, en la construcción del edificio . Reconocemos que, en el presente caso fué justifi . cado el trabajo en el día festivo , pero la experien cia ha venido confirmaado los funestos resultados de esta práctica, de que con tanta frecuencia se hàce uso. El pueblo no raciocina, estableciendo la diferencia de motivos para justificar el trabajo de los unos y reprobar, condenando el trabajo de los otros. Y se llega á la perniciosa consecuencia de la profanación de las fiestas. El nombre del señor Echavarría lo pronuncian con 212 cierta veneración las personas que le recuerdan . Tanto era el respeto que inspiraba á sus feligreses, en todas las esferas sociales , que, si él pasaba por un camino, en donde estuvieran en divertimiento de carreras, al verle, todos se dispersaban , aunque los caballos estuvieran á punto de partir. Esto su: cedió en más de una ocasión . Aquellos de nuestros lectores, que no conocen las carreras , sino por lo que ven en el Club Hípico de la ciudad, no podrán formarse una idea de lo que son en general en las aideas y en los campos. Ordinariamente son ger men de disgustos y motivos de bacanales. Para los campos sólo en teoría se pueden considerar, co mno medio de evitar la embriaguez. 'En las hacien das, con sacrificios de sus dueños, podría llevarse esto á la práctica ; y con excelentes resultados . Pe. ro , ¿qué sucede? En la mayor parte de los fundos existe un despacho, que beneficia el hacendado ó algún comerciante, que ha comprado el derecho de venta . Y, si allí se organizan carreras, es para faci. litar el expendio del licor. No se nos hable de las leyes; porque sabemos que en inuchas partes la ley es muy elástica , cuando no se la considera como letra muerta. Hablamos, en estas observaciones, del país en general. Hemos consultado, hemos observado y hemos inquirido, llegando a la conclusión : que en la ma yor parte de los pueblos son los Alcaldes y Muni cipales los dueños de las taberuas ó lugares de ex pendio de bebidas alcohólicas, dy la ley ...? Según lo expuesto, no podreinos desconocer la razón que asistía al señor Ech. varría, al reprobar el juego de carreras. No tenemos para que detener nos a hacer la apreciación de sus consecuencias, para justificar al párroco . Eo 26 de Agosto de 1844, el Vicario Capitular 213 de la Arquidiócesis el Pbdo. dou Alejo Eyzaguirre, erigió la parroquia de San Saturnino, al noroeste de la ciudad de Santiago. Este barrio , á mediados del siglo diecisiete era habitado por los huerpes ó natu rales de Cuyo, que formaban allí algo como uva colonia , en que conservaban sus costumbres; y hasta hablaban su idioma propio, « l huerpe, cuyo nombre les servía de distintivo de su nacionalidad. Ordinariamente es una misión bastante penosa la de ser cura fundador de una parroquia. Hay que verse sometido á un sinnúmero de privaciones, que sólo la abuegeción cristiana y la gracia especial de Dios dan fuerzas para soportar. El señor Ecba varría recibió orden de trasladarse á la nueva parroquia de Santiago. Jamás, dicen, se ha visto mayor concurso de gente en Guacarhue, ni jamás se han derramado con mayor espontanei dad más lágrimas, que el día en que se despidió de sus feligreses . Éstos fueron á encaminarle, como en romería, hasta los confines de su parroquia. El 15 de Septiembre de 1844, tomaba posesión de su vueva parroquia el señor Echavarría. Su ce . lo desplegó nuevos brios. Se impuso trabajos tan superiores á sus fuerzas, que concluyeron por lle varle al sepulcro , en Julio de 1846 . Don José de los Santos Campos. — El religioso se. cularizado , don José de los Santos Campos, fué trasladado de la parroquia de Rauco á la de Gua carhue, para que viniera á continuar en ésta las labores apostólicas de su abregado antecesor. Difi cil era esta obra y superior á las fuerzas de don Jo. sé de los Santos Campos. Siendo un sacerdote muy bueno , daba pretexto el señor Campos á que la maledicencia pudiera in terpretar mal sus actos. Sus ideas republicanas las llevaba hasta el pernicioso extremo del desprecio 214 de la autoridad. Sus principios democráticos, sin basarlos en la sindéresis del buen sentido, le hacían descender á una indiscreta familiaridad, que más tarde había de dar motivo á que se dañara su re putación . Nada le importaba el decir de las gentes , siendo que el sacerdote, para evitar el escándalo, ha de tomar muy en cuenta esta especial circuns tancia . Siendo cura de Rauco, ó sea de Tutuquén , el año 1844, un periódico de Santiago, « El Progreso insertó en dos de sus números, injuriosos libelos en contra de este digno sacerdote. Acusó al diario por sus artículos difamatorios y calumniosos. Ob tuvo la condenación del periódico denigrante. El asunto llevóse hasta la Corte, en donde hizo una brillante defensa del cura el jurisperito don Mu. 4 . nuel Antonio Tocornal. El señor Campos dió á luz un folleto en que, como vindicación, publicaba su querella y las sentencias coodenutorias del diario . Replicó, por otro folleto, don Manuel García Rodríguez. Publicaba éste dos cartas, que atribuía al cura Campos. Las reprodujo, en sus columnas, « El Siglo » , diario de Santiago. Su lectura dejó la impresión de que esas cartas eran sólo una burda invención de García Rodrí. guez. En los sufrimientos, porque tuvo que pasar el señor Campos , querrán encontrar la confirmación de sus ideas los que sostienev : que los religiosos ex. claustrados son siempre desgraciados. Estamos muy lejos de participar de la manera de pensar de éstos. Miramos también como una burda invención de fábula aquellaspalabras, que se atribuyen á Su San tidad Pío IX, al autorizar una secularización : Firmo un pasaporte para el infierno . Entre los religiosos secularizados, hemos tenido 215 modelos de virtudes sacerdotales y ejemplos de apóstoles abnegados. El país en general y muchos pueblos en particular, deben en parte á la labor de ellos el estado actual de la fe . Nada más natural que ver el ejemplo de su misión á los prelados , en aquellos que renunciaron de su propia voluntad , para vivir en el claustro, es clavos de la más absoluta obediencia á sus superio res . No podrán sino ser muy desprendidos de los bienes de la tierra , los que por los sagrados votos repudiaron los honores y renunciaron de los bienes del mundo, para vivir voluntariamente dentro de Jas privaciones, que impone el voto de pobreza. ¡Cuántos nombres estampariamos aquí, sino te miéramos berir la modestia de nuestros hermanos en el sacerdocio! Sus virtudes son desconocides, como lo es la vida y hasta la muerte de la genera lidad de los sacerdoies. Digo hasta la muerte, porque muere el sacerdote y nadie se preocupa. Con su vida concluye también su memoria . Mientras que vemos que muere el portero de un establecimiento ó el último empleado del gremio carrilano, y se le recuerda como á mártir y se le cita como á modelo, por haber muerto en el cumplimiento de su deber. Para el sacerdote 110 hay jubilación ni tampoco gratitud. Él renunció al mundo, y el mundo le ol. vida á él . Creemos que sería obra útil para la historia pro fana y eclesiástica del país , que los obispos en sus respectivas diócesis y los superiores de las comuni. dades religiosas , en eus casas centrales, abrieran concursos históricos, en fechas determinadas en cada año, en que se tuviera por teroa la vida minu . ciosa y detallada de sus sacerdotes, fallecidos en el año anterior. El concurso es el medio de difundir la ciencia, y el premio es el estímulo que mueve al > -- 216 hombre; y la historia contemporánea es el legado más precioso que podeinos legar á la remota pos teridad . Los enemigos del señor Campos armaron una verdadera máquina de guerra contra él , en la ci > dad de Santis go . Tocaron todos los resortes , que sus relaciones sociales podían ofrecerles, para ha cer aparecer ante sus prelados, que se imponía, co mo una necesidad de bien general de la parroquia , la salida del cura de Rauco . En Junio de 1844 , fué trasladado a la parroquia de Gurcarhue, que sirvió hasta el 10 de Enero del año siguiente. De aquí pasó, en calidad de interino, al curato de Doñihue. En este pueblo, sus relacio nes de intimidad fueron los pobres; y sus visitas de preferencia eran á las casas de ellos. Vivía á la sazón , en la simpática aldea de Doñi. hue, acompañando á su madre, una joven pobre, pero de muy finas maneras y de distinguida figura, La piedad de estas señoras alejaba de ellas toda sombra de sospechas, áa pesar de las redes, que con su fortuna tendían á dicha niña algunos jóvenes. de familia, que podiau ser considerados como los Tenorios de la localidad. El principal obstáculo á la realización de sus pérfidos desiguios lo veían en la persona del cura . Este iba dos o tres veces por semana á tomar, en su casa , por las tardes el clá sico mate de las once, vieja práctica de sus abuelos, continuada por sus padres y sancionada por él . J. y X. , que así designaremos á los corruptores de la joven , asechaban una ocasión favorable , que no tardó en present irseles . Un día , encontrándose sola la apetecida zegala , llegó don José de los San tos aá hacer eu habitual visita. Cuando ya empezaba el servicio del mate, se cierra de súbito la puerta, que es asegurada por fuera con la armella , que le - 217 servía de cerradura exterior. Mientras uno de los jóvenes queda custodiando la entrada, el otro va á la casa del subdelegado y da en el pueblo la diabólica voz de alarma: que han sorprendido al cura, en las pretensiones de los viejos jueces de Israel; y que la joven defendía su hovor, con la heroicidad de la casta Susana. El pueblo, conocedor de la impudencia de aque llos jóvenes, no dió crédito á la calumnia; y habría linchado á los de tractores , á no estar éstos, favore cidos y secundados por la autoridad del lugar. La acusación fué llevada á Santiago, con aparen tes visos de verdad . En vista del escándalo, el pre lado creyó prudente suspender provisoriamente al párroco y quitarle el beneficio de su curato . Quiso con esto poner de wavifiesto la severidad , de que estaba dispuesto á usar en tan delicado asunto . Sin einbargo, no pudo resolverse tan de pronto de una manera definitiva. De los minuciosos inquirimien tos apareció en toda su deformidad, la grosera ca lumnia, contra el párroco . Por las declaraciones, se llegó á la conclusión : que el crimen había sido fraguado, de acuerdo con la joven , que, en la amis. tad del cuia con su madre, veía coartada su liber tail , y en el párroco un fiscal severo de sus actos. El fiu del principal autor de la calumnia fué es tupendamente trágico . Estaba en cieria ocasión , sentado, en el patio de su casa . Pasaba por allí uno de los bueyes más mansos, que podrían imaginar ee. Al llegar frente á X , se transforına en fiereza su mansedumbre, embiste contra él y, arrojándole á los aires , con la caída al suelo , le causa una muer te instantánea. Traspasa con sus cuernos el cadáver nfeliz, que con aquella desgraciada muerte ha perpetuado su triste memoria, entre los habitantes de Doñihue. Las ofensa á los sacerdotes las venga - 218 Dios antes que los hombres. Jamás quedan sin cas tigo en este mundo, aunque no lo reciban en la eter > nidad . La pérfida cómplice de los calumniadores no tar dó en recibir el merecido castigo de su felonía . Abandonada de los suyos, en el último grado de miseria, pasó los últimos días de una dolorosa en. fermedad en el hospital de Rancagua. Próxima á morir, llamó á un ministro de fe , ante el cual se retractó, y declaró la forma en que se había urdido tan borrenda calumuia, y los móviles que la habían inducido á ella . En 1846 , el Arzobispo de Santiago, don Rafael Valentín Valdivieso, haciendo referencia a este asunto, pasó al Supremo Gobierno una enérgica nota , en que le decía : que ya en su clero nadie quería aceptar el servicio de las parroquias, á con . secuencia de las hostilidades, que los curas r :cibían de parte de las autoridades, en los campos y pue. blos de provincias. Los infatigables campeones de la causa hostil á -Ja iglesia en Chile, desplegaban en todos los pue. blos una actividad silenciosa . Sus efectos no los ad. vertían los adalides de la idea religiosa, por eso no los resistían , ni siquiera se sentían incómodos por ellos. El plan era desarrollado, en una forma de re finada prudencia , y el golpe era asestado de un mo do que no hiciera ruido. Se atacaba al fuerte por la parte débil. Se minaba el baluarte por los granitos que, perdidos en la tierra, formaban el fundamen to de la fortaleza . Las víctimas debían ser esos hombres apostólicos, que desconocidos de la socie: dad , sin aliciente humano, ni por venir de ascenso trabajan solo por Dios en la viña del Señor. L'us pobres curas de aldea debían ser el blanco de las iras de los ejecutores del gobierno. La influen 219 cia del cura, adquirida con la constancia del traba jo de la hormiguita , en las labores de la abeja obre. ra, es una fuerza que , en tiempo de paz, á todos in . comoda y que en tiempo de lucha todos solicitan . La situación de los curas se hacía insostenible. Los hombres de gobierno no lo sabían , ó no le die. ron importancia sino cuando el Iltmo. Sr. Valdivieso, como obispo, se apropió los ataques á sus represen . tantes, tomando la defensa de ellos; y como pastor , se interesó por la suerte de su rebaño. Ya el wal había tomado alarmantes proporciones. La voz de desaliento había llegado a los curatos más apartados, Los curas no se encontraban garantidos yу rebusa ban aceptar parroquias. Así lo confiesa, el señor Valdivieso en la nuta , pasada al Gobierno, tomando la defensa del clero . ¿El Gobierno no lo sabía ? Nos inclinamos á creer que nó. Las autoridades viven de ordinario en un perpetuo secuestro , en todos los países del mundo, en lo que se refiere a los acontecimientos de secun daria transcendencia. Su horizonte es limitado; y á la distancia no dominan sino aquello, que se pre senta en abultadas proporciones. Lo común es que tengan que girar, en la esfera de su acción , por la línea que les trazan las personas, que forman su círculo de intimidades Los sentimientos de afecto por el gobernante, ori ginan á reces, que se le oculten los sucesos desagra dables. Otras veces, inóviles de propia conveniencia personal , motivan un mutismo pernicioso, que iin . pide á los gobiernos reaccionar, para enmendar los yerros ó desaciertos administrativos, en que sus adláteres les hacen incurrir. El mismo respeto, que inspira la autoridad, impone un silencio ó reserva , que mantiene á sus genuinos representantes en una apacible serenidad ; mientras el volcán se agita en 220 ebullición á sus pies, y la tempestad se desencade na sobre su cabeza, á una altura que no alcanzar ellos á ver . En estos siglos de las luces la prensa, usando del derecho que le concede la libertad de imprenta , con su severa fiscalización ha venido á remediar en gran parte los necesarios defectos, de que adolecen los gobiernos de los pueblos , ya sean monárquicos Ó republicanos. Por eu medio la opinión del pueblo llega hasta ellos; los clamores de descontento resue nan en sus palacios, y el grito de la indignación hace eco al pie de los tronos . En una diversidad de casos , en todos los países del mundo, hemos visto, que la fiscalización del dia rio ha hecho suspender las leyes, queinconsultas se promulgaran . Otras veces ha detenido el curso de los decretos, que en su cumplimiento ocultaban el gérmen de muchos males. Para justificar á los prohombres, que en aquellos tiempos llevaban las riendas del gobierno, hemos tenido que suponer en ellos la ignorancia de los acontecimientos que, en provincias , en contra de los curas se desarrollaban . Generalmente sucede que, á Santiago no llegan , sino aquellos sucesos de mayor resonancia y que pueden ser de grandes consecuencias . Son asuntos que se ventilan en la Curia. Si su transcendencia llega al público, no preocupan la atención de éste, sino es para formar comentarios ó relaciones, que se deforman ó ee adornan con tales supuestas cir cunstancias, que envuelven en denea vube la reali dad de las cosas, basta impedir que se haga luz en ellos. Y, si sobre estos ó aquellos particulares se con sulta á los sacerdotes, muchos no saben explicar los cosas, por falta de medios de poder saberlas. Una 221 capa de reserva o de prudencia disimula á veces la ignorancia. En cien veces debemos los sacerdotes estar al corriente de los acontecimientos, que en el país guardan relación con el sacerdote ó con la Iglesia, para poder dilucidar los casos, para vindi car al inocente y colocar las cosas en su lugar de bido. Muchos se excusarán de saber siquiera, para evi. tar mezclar sus nombres en historias, cuentos ó ardides. Creemos que eso debería calificarse de un egoísmo vituperable. La defensa del inocente se im pone; y los velos del misterio han de correrse, cuando se oculta tras ellos la reputación del ministro del Señor. El sacerdote no ha de conformarse con hacer el papel que los tímidos apóstoles hicieron , en la persecución de su Maestro. Amaban, pero en silencio, por miedo á sus enemigos. El espíritu de solidaridad es la base de unión del clero; como el sentimiento de interés por el gremio, es el principio de la unióu social . Para los fines que podrían perseguirse , en lo que venimos exponiendo, se deja sentir cada día más la necesidad de que en Santiago baya un estableci miento, como centro de reunión , para que el clero residente en la ciudad entre en intimidad y acer camiento. Este lugar debería tener una situación central y ser como el salón de lectura, con sus mesas de billar, con servicio de peluquería y mesa modesta de té. Será extravagante é irrealizable la idea ; pero no se podrá dejar de confesar que el centro de acercamiento lo reconocen, como necesi dad , desde las corporaciones científicas hasta los gremios de suplementeros . ¿Qué sucede hoy ? Que la mayor parte de los sacerdotes del arzobispado son los unos desconocidos para los otros; y no se ve esa intimidad entre ellos, porque ni saben siquiera 222 - quiénes son . Mi libertad de criterio en expresar mis ideas me valdrá talvez la censura de mis co legas. Retiro mis ideas y palabras, ante todos los que no las acepten. CAPÍTULO XXI . DON JOSÉ RAMÓN RAMÍREZ. En la noche del treinta al treinta y uno de Agos. to de 1814, vino al mundo, á inundar de gozo un honrado hogar, el piño José Ramón de la Rosa . Su padre, don Andrés Ramírez, era persona de distin ción en la parroquia de Guacarhue, ya por su po sición holgada, ya por sus antecedentes de familia . La esposa de éste, doña Dolores Silva , era una señora que gozaba de bien sentada fama de una singulur virtud . Los nombres del niño estuvieron en relación con los santos del martirologio de la fecha de su vaci miento. José, como antes hemos dicho, era poco menos que un nombre patrimonial , común a todas. las familias del país, en aquellos años . Siendo inseparable de la verdadera piedad cris tiana la devoción á la Santísima Virgen, era afec tuosísima la de la señora Silva á la Virgen de los Dolores. Supo a su vez inculcarla , desde los pri. meros años,en el corazón de su hijo. Éste la con -servó por toda su vida , como el más precioso de los legados que recibiera de su madre. Observando sus padres en el niño una marcada inclinación al estado religioso, le colocaron en el convento de Ermitaños de San Agustín . Allí se distinguió por una virtud eminente y por su amor 223 á las ciencias eclesiásticas . Fué sobresaliente sur erudición filosófica. Tuvo por maestro á Fr. Le renzo Soto, uno de los fundadores de la Facultad de Teología, en la Universidad del Estado . « En sus estudios de Teología se distinguió por eu aprove. chamiento y por su preciosa conducta en su ju . ventud » , reza la letra de un documento. Eu 1834 ingresó en el clero secular, recibiendo el presbiterado el 18 de Febrero de 1838. Al ser ordenado in sacris, su familia le estableció congrua sinodal, para que pudiera recibir las órdenes á títu lo de patrimonio. El nuevo sacerdote manifestaba en sus comien zos un fervor edificante; y en todas sus obras des plegaba el celo de un apóstol por la divina gloria. Siempre conservó á su parroquia natal un profundo apego, y por toda su familia el más entrañable afecto. Eu fuerza de la vehemencia de estos dos cariños , se alejó de la ciudad de Santiago, para ser útil á su pueblo y vivir entre los suyos. Sirvió como teniente al cura de Guacarhue. El joven sacerdote se inmolaba en aras de la caridad , despertando la admiración de todos, y atrayendo á las prácticas religiosas á los más rehacios a las en señanzas evangélicas. Establecióse una corriente de mutuos afectos entre el señor Ramírez y sus com. patriotas. Entre sus múltiples relaciones alguna le había de ser funesta . Sobrevino la encarnizada persecución á don Mar. tín Cruz de Segovia . Sus enemigos, con satánica sagacidad, pretendieron cohonestar su actitud hostil al cura, ante los deudos y relaciones del señor Ra mirez. Presentáronse, como que obraban á impul. sos del cariño por el pueblo , á quien pretendiau darle por cura uno de sus hijos, que con su espíritu progresista incrementaría sus adelantos. 224 Después de retirarse el señor Echavarría, mien tras llegaba don José de los Santos Campos, gober nó como interino, durante algunos meses, la parro quia de Guacarhue. El 10 de Enero de 1845 , se hizo cargo de ella , como cura propietario. La había obtenido en el concurso del dieciséis de Diciembre del año anterior. Sin pretender alcanzar lo que no consiguió el mismo N. S. jesucristo, no le arredró al señor Ramírez la verdad que encierra la divina palabra : que ninguno es profeta en su propia pa tria . Muchos han tenido que lamentar el haberse desentendido de esa especie de anatema ó sentencia anticipada. Horas aciagus le estaban reservadas, en su parroquia de origen . Dolores acerbos le esta. ban aguardando, en el pueblo en que se meció su cupa. Un poema de lágrimas se ocultaba en su por venir . El 23 de Mayo de 1845 , se erigió una pueva pa rroquia en el pueblo de Malloa. Para formar el te rritorio de su distrito, se desmembro de la jurisdic ción de Guacarhue el valle de Corcolén . Otro tanto se hizo con el pueblo de Salsipuedes. Una voz de protesta hubo de levantarse entre sus babitantes, porque se les dejaba en condiciones bien sflictivas. Aquel paraje es una península fluvial. La rodea el río Claro sin dejarle otra salida que una faja de terreno, que le une por el norte con las haciendas de don Raimundo Larraín C. En aquel tiempo per tenecían á Guacarhue; hoy forman parte de la pa. rroquia de Rengo. Tres años más tarde se rectifi caron los linites de jurisdicción eclesiástica en el pueblo de Salsipuedes . Lo que se hizo fué romper el último eslabón, que lo ligaba á Guacarhue. Con esto se puso fin á las divergencias de los curas co lindantes. Con un celo infatigable trabajaba el señor Ra. 225 mirez , en mejorar la condición de los habitantes, que formaban las poblaciones del poniente de su curato. El 18 de Mayo de 1847 , obtuvo la erección de la viceparroquia de Zúñiga. A expensas del ve. cindario había construído allí una humilde capilla . Se le dió por Titular á San Alfonso Maria de Li gorio; no obstante los deseos del pueblo, que pedía por patrona á Nuestra Señora de la Merced . Oupó el trono del altar una antigua imagen de Ja Virgen de la Mercel, que había sido traída á Guincarhue, después de demolida la antigua Iglesia de Corcolén , que había quedado amenazando ruina , después del terremoto del año 1835. En 1860 los pobladores de Corcolén, por intermedio de su pá rroco, don Francisco Jiménez, reclamaron á la Au. toridad Eclesiástica l» antigua imagen de su devo ción . Los feligreses de Zúñiga adquirieron para su teinplo otra muy superior á aquella de que se les privaba. En los tiempos de que venimos hablando, la po . blación de Zúñiga carecía de caininos transitables y no tenía los medios de comunicación de ahora. El servicio de capellá :) , siquiera para el día festivo, se habría hecho penoso para el sacordote, y oneroso para el Cura y los feligreses . Los párrocos para re. inediar en parte las necesidades religiosas de este pueblo , dejaban algunas veces sin miza el asiento de la parroquia, para celebrarla en algunas festivi . dades en la capilla de la aldea de Zúñiga . Esta prác . tica no puede seguirse en nuestros días. Hay en contra una resolución terinin inte de parte de la au . toridad eclesiástica . Á nosotros mismos nos la die. ron , siendo Cura de San Lorenzo del Ingenio. Eu los curatos muy extensos y en los pueblos más apartados de la cabecera de la parroquia, y adonde sea inuy difícil que otro sacerdote fuere á cele APUNTES 15 226 brar, se impone como una necesidad (sino de justi . cia) de imperiosa. caridad , que el párroco bine al . gunas veces en el año. No somos del mismo parecer cuando se trata de parroquias, en que pueda esta blecerce un servicio de capellán, para la misa de los domingos. En estos tiempos tan calamitosos, la binación ha venido á constituir un recurso, para hacer menos sflictiva la situación de los sacerdotes, procurando les un nuevo emolumento. No pode nos dejar de re conocer que, si es verdad que la segunda misa få. cilita á unos pocos el medio de poder oírla, también es cierto, que el servicio religioso se bace deficiente para todos, en esos dias. El púlpito y el conf- sona. rio con dos armas poderosas , para extender el reino de Jesucristo. Binando no se les puede prestar la misma solicitud. Casi hay que concluir con la con fesión y comunión de los domingos, vieja y piadosa práctica que se heredaba de padres á hijos. Y., si se confiesa á algunos, hay que absolverlos con la pre cipitación del médico, que receta sin tomar el pul 80. No se podrían así mantener en buen pie las so ciedades religiosas , ni fomentar en ellas la comunión en las principales fiestas. Los pobres ordinariamen te sólo pueden en los días festivos acudir a las Iglesias. Se ros podría argumentar, que la binación abre un nuevo camino a Jesucristo, para que vaya al corazón de los hombres; y que procura al celo del párroco un nuevo campo de acción; y que muy le. jos de empeorar el servicio parroquial lo facilita, allanando dificultades y abreviando las distancias . Hemos hecho explícita nuestra opinión , haciendo distinciones de parroquias. Es muy probable , que en esto aparezcamos excéntricos, para los que no conocen los campos, en otra forma que de viajes ó en vacaciones. Los mismos sacerdotes, que no han 227 ejercitado el ministerio parroquial en los campos, nos juzgan talvez, bajo la severa austeridad de los principios teológicos, sino dilatan el horizonte más allá del solo precepto de oír la misa en el día fes tivo. Pero á que suponer ese juicio en ellos? Me retracto . No debo tenerlo ; porque estoy se. guro de que apreciarán las circunstancias, calcula rán los inconvenientes y medirán las ventajas. No obrarán como muchos canonistas del viejo mundo, que desde su bufete legislan , para las parroquias de América, cuando ellos sólo conocen las de algu nos países de Europa, que sou como miniatures de nuestros dilatados curatos. No yerran ,pero nos dejan en la incertidumbre y en la inquietud . No es nuestro intento sentar principios, ni repro bar el proceder de otros, es sólo la expresión de nuestra manera de pensar, que muy bien pudiera ser errónea y falsa . No la sostenemos ante quien la rechace . El terreno, donado para la viceparroquia en Zú ñiga , lo aceptó el señor Ramírez sin ceñirse a todas las formalidades legales . Esto ha dado origen á largos y dispendiosos juicios, en que se ha visto en > vuelta la viceparroquia . Antes hemos podido observar, al tratar de la ca pellanía de La Estacada , el eficaz interés que tomó el señor Ramírez, para que se obligara á los pa. tronos de aquel beneficio á que cumplieran con las Cargas Pías , impuestas por su fundador, don Dio nisio Silva , No cabe duda que el señor Ramírez influyó mu cho en el ánimo de don Ascensio Trincado, para que, al disponer de sus bienes, dedicara la mayor parte de ellos á fundar la capellania de La Viña, en beneficio de su crecido vecindario. Un crimen horripilante fué perpetrado en el 228 pueblo de Guacarhue, resonando la alevosia del sa crílego atentado hasta en los contornos más apar tados del país. Era el año de 1856. Había caducado en él el pe. ríodo de las funciones del Juez Iuspector de esta subdelegación. Dos candidatos se disputaban la ju dicatura en vacancia. El inspector cesante era una persona hostil al cura . Con sus arbitrariedades se había rodeado de una atmósfera de desprestigio y de uriversal descontento de parte del vecindario. Con fundados motivos confiaba en su reelección . Su contendor, don José Tomás Pizarro, era un sujeto de merecida reputación . La rectitud de su criterio le había granjeado las simpatías populares. Su fa milia era una de las más distinguidas de la loca lidad . Dada la longevidad de la gente de estos lugares, podríainos llamar de ayer el hecho, que venimos relatando. Designar - mos al ex inspector con el noin bre de N. N. Su hogar había sido como la casa del cura don José Ciriaco del Campo. Segúu la práctica de aquellos años , la promulga ción del nombramiento del inspector se llevaba á efecto por un bando, á la hora de la salida de la mi sa parroquial. En aldea , esta ceremonia se hacía con imponente aparato, duda la solemnidad que re vestía el acto y las amplias atribuciones que tenía y que se tomaba un juez. Este cargo lo desempeña ba un inuñidor de elecciones . Don José Tomás Pizarro desistió de la judicatura de Guacarhue. En los días precedentes á la elec ción del juez iuspector, el párroco había sido es piarlo muy de cerca por los paniaguados de N. N. Una concurrencia extraordinaria afluyó en aquel día, desde los puntos más apartados, á la misa de Guacarbue. N. N. se presentó á ella rodeado de grau - 229 boato. Cenía al cinto el viejo sable ó catana, insig nia de su autoridad . Concluída la misa, el pueblo se aglomera al rededor de una tribuna, que ocu pa el Notario don José Marful. Los seis gendarmes del distrito, de poncho al hombro, con trabuco al cinto y sable en mano, aguarden oir el nombre del agraciado, para presentarle rendición de armas. N. N. está arrogante, como quien ha conquistado á viva fuerza un triunfo sobre sus rivales. Ufano, domina la multitud con su vista . Rompe el Notario la cubierta del pliego , que con tiene el decreto del Subdelegado don Juan Silva. Empieza, en voz pausada y clara la lectura de su contenido. Era el señor Marful un escrupuloso observante de aquel formulario de ceremonias de aldea , en semejantes actos . Es interrumpido por N. N. , que, como un energúmeno, vocifera con su voz de trueno : ¡Mientes, ipfame! ¡Bien caro has de pagar tus intrigas, insolente!...Había oído procla mar el nombre de su adversario, como inspector del lugar ... Lo que oyes, replicó el señor Marful ; quién , impasible y tranquilo, continúa dando lectu ra al decreto ... Pero .. si yo he visto con estos ojos, extendido ayer mi nombramiento, grita el señor N. N .... Un momento de reflexiones; y N. N. se da cuenta de lo ocurrido ... Con lenguaje incoherente, prorrumpe , como una furia, en las diatribas más violentas con : tra el señor Ramírez . En las avanzadas horas de la noche del día sá bado, acompañado del prestigioso hacendado, don Alejandro Araneda Silva , se presentó el Cura en la casa de don Juan Silva . Aquella visita nocturna dió por resultado lo que, en un momento de calma, pu do explicarse N. N. Costó no poco trabajo vencer la resistencia de don Tomás Pizarro, para que se re 230 solviera á aceptar un cargo que él antes había pre teudido; y en el cual sus conciudadanos le deseaban para su propio bien . Cuentan los contemporáneos de N. N. , que al sentarse éste á la mesa , á que había pensado invi. tar á sus amigos en aquel día, en eu un momento de rabia y de frenesí, dijo, como exasperado. ¿Soy yo un padre tan desgraciado, que no tengo entre mis hijos quien me lave, con la sangre del Cura de Guacarhue, la afrenta que he recibido hoy ? Agre gau que el mayor de ellos le contestó: Cálmese, pa dre, no diga , ni por broma, una cosa semejante ..... - Cobardes! gritó indignado N. N. , dando un fuer te golpe en la mesa . Poniéndose de pie otro de sus hijos, y empuñando en su mano el revólver, le dice: Tranquilícese, papá. Le juro: que yo he de matar al cura ...- ¡Gracias, hijo! Eran las once y media de la noche del 21 de No. viembre de 1856. El señor Ramírez salía de la casa de la familia Gálvez, donde aquella tarde había es . tado de visita . Se retiraba á su casa , sirviéndose de una linterna para alumbrar el camino. Agazapado junto al apoyo de una casa por donde debía necesa riamente pasar el curu , está el hijo de N. N. - ¿Qué está haciendo ahí, don Juan ? le dijo al verle el se ñor Ramírez. El eco de sus palabras se confundió con la detonación del revólver, que descargó sobre el señor Ramírez. Al sentirse herido en un mus! por el proyectil , cayó al suelo, sin poder ahogar un angustioso alarido, que le arrancó el dolor. El cri . minal buyó; pronto fué habido y reducido á pri sióv ; pero luego fué puesto en libertad, por no ha ber pruebas del hecho. N. N. estaba ya vengado .... Al cura hubo que amputarle la pierna, como úui co recurso, para poder conservarle la vida. Los an . cianos recuerdau la ejemplar resignación de aquel . 231 facerdote en sus dolencias. Desde esa época hasta su muerte, la parroquia de Guacarbue estuvo servi da por curas coadjutores suplentes. Estos tenían que dar avualmente al señor Ramírez doscientos pesos, coino á cura propietario. El eeñor Ramírez era patrono de la capellania colativa de La Viña . En esta localidad radicó su re sidencia. Adquirió nuevas propiedades, que en unión de las anteriores, le proporcionaron pingües entradas. Los últimos años de su vida se entregó de lleno á las austeridades de los antiguos penitentes, en su silencioso retiro del fundo de la capellania deLa Vi. ña . Siempre conservó , como herencia de su virtuo . 8a madre, la devoción á la Virgen de los Dolores, que en la infancia le inspiró, al prodigarle en su regazo las caricias maternales. Todos los años, por el tiempo de Pasión, se trasladaba el señor Ra . mírez desde La Viña á Guacarhue, para celebrar en la Iglesia Parroquial un septenario a la Virgen de Dolores. Como se llevaba a efecto con suntuosa so lemnidad , este septenario suponía considerables gas tos, que eran hechos á expensas del señor Ramírez. Quiso que esta práctica se perpetuara después de sus días, en la parroquia de su pueblo. Con este fin grayó, en su testamento , una propiedad dejada á don Miguel Angel Granifo Ramírez, con la Carga Pía de celebrar todos los años, con el esplendor que él acostumbraba, un septenario á la Virgen de los Do lores, debiendo aplicarse por su intención las misas de esos días. No siempre se ha cumplido con sus santas intenciones y piadosas disposiciones. Dejó por heredera de sus bienes á la señora Eu . melia Ramírez de Granifo . El 10 de Febrero de 1885, en la ciudad de Ren go, le arrebató la muerte de entre los suyos. Su ca. - 232 dáver, en ' conformidad á sus deseos, fué traído á Guacarhue. Una gran romería de sus deudos y ex feligreses salieron al encuentro de las cenizas del sacerdote, que más amó á Guacarbue, entre los mu. chos que en los últimos tiempos, ó si se quiere en el transcurso de un siglo, ba dado á la Iglesia esta parroquia. Una modeeta plancha de mármol señala , en el presbiterio del templo, el lugar en que repo ean los despojos, que de él nos dejó la muerte. Esa lápida fué obsequio de don Joaquin Gravifo, quien, por una rara coincidencia, debía seguirle después al sepulcro, víctima de un balazo, recibido también en una pierna, en el mismo pueblo de Guacarhue. Los crímenes, perpetrados en este pueblo, contra personas tan conocidas, han redundado en despres tigio de Guacarhue. Aunque los autores de tan cri. mipales atentados, en la mayor parte de los casos, por no decir en la totalidad de ellos, no han perte necido al vecindario, sino á alguno de los pueblos ó caseríos de los alrededores del lugar. Guacarhue es un antiquísimo pueblo, cabecera de distrito, ó de subdelegación y asiento de la parroquia; y de con siguiente centro obligado de reunión y de concurso de gente, por lo menos en los días festivos . Los pue. blos de Zúñiga y de La Quinta son relativamente modernos, así es que Guacarhue era también el em porio de aquellos parajes. Por estas razones al hablar de los acontecimien tos, ocurridos en villorrios desconocidos, se precisa ba ó localizaba el hecho por la aldea más conocida ó por el nombre de la parroquia. Pasaba con Guacarbue entonces lo que sucede hoy con El Rosario en este mismo valle . En las crónicas sociales están apareciendo conti nuamente listas de veraneantes, que parten á El Ro sario, o que regresar de ese pueblo. Y sucede que 233 Rosario es solamente la estación donde se bajau 6 se embarcan ; y que el punto á que se dirigen es el de Guacarhue, el de La Quinta , La Viña, ó cual .. quiera otro de los lugares de menor importancia to davía . Rosario sirve solamente para crientar y hacer en tender bacia qué zona se encuentran; así pues su cedía con Guacarhue, en tiempos más remotus. CAPÍTULO XXII . CAPELLANÍA DE LA VIÑA . Entre las obras benéficas que se llevaron á cabo, durante la administración de don José . Ramón Ra mírez, en la parroquia de Guacarhue, fué sin duda alguna la más importante de todas ellas la funda ción de la capellania eclesiástica de La Viña . Fué eu fundador el presbítero don Ascensio Trincado Gálvez, perteneciente a una antigua y distinguida familia de ! a localidad . Su partida do defunción, que se encuentra en el archivo de la parroquia del Sagrario, dice, en términos generales : originario de Colchagua, de sesenta y siete años de edad ... Los primeros años de su ministerio los consagró al servicio de la vice parroquia de Malloa, donde su celo y generosidad dojaron imperecederos recuer dos. En ese cargo dedicó especial atención al case rio de Corcolén y al villorrio de Cantarranas, aun que no estaban comprendidos estos lugares en los límites de su jurisdicción , Antes del año 1804, se opuso al concurso, abierto por el Iltmo. Obispo de Santi : go, para la provisión de la parroquia de Chimbarongo . Sus relevantes 234 méritos le valieron la colación del curato. Sin embargo, no tomó posesión formal de él hasta el 24 de Marzo de 1805, en que le hizo su entrega el presbítero don José Donoso y Arcaya . Desde la nebulosa región de Chimbarongo, pre eenció el señor Trincado los primeros movimientos de la revolución de la Independencia. Einparentado muy de cerca con don Francisco de Silva Gálvez, propietario de su parroquia, y dueño de La Estacada, entró en relaciones con los caudillos de la revolu ción . Preparó entre sus feligreses y vecinos la opi .. nión pública, para abrir el paso á la libertad. Presto un apoyo eficaz á los patriotas, imponiéndose para ello grandes é increíbles sacrificios . Era el señor Trincado un atalaya y un baluarte para los agita dores del sur y los patriotas del norte . El gobierno realista pidió y obtuvo la separación del párroco de Chimbarongo . Se le nombró coadjutor. El señor Trincado rehusó volver a servir personalmente quel curato . Lo conservó, no obstante, como un beneficio eclesiástico, hasta el día de su muerte. Al morir dejó la fiuca y casas con los muebles, que poseía en Chimbarongo, á la iglesia de este pueblo, para su culto y aseo . De Chimbarongo tras! adó su residencia á Tunca . Sirvió esta viceparroquia, hasta después de 1822 . Se estableció por algún tiempo en Peumo, viniendo en seguida á radicuree en La Viña, donde había heredado y adquirido importantes propiedades . Desde su humilde retiro sirvió la capellavía də F Tilcoco, ayudaba al cura en su laborioso cargo y acompañaba á don Tomás Argomedo en sus obras de evangelización. E ! señor Trincado sentía una profunda devoción á la Santísima Virgen , bajo el título del Carmen. La había heredado de sus padres, quienes, como 235 todos los pobladores de aquel lugar, le profesaban un tierno afecto, como á la Patrona y Titular de la capilla de Tilcoco, única iglesia que había entonces en los alrededores. Á impulsos de esta devoción , construyó á la Virgen del Carmen una Iglesia, en las casas de su fundo. Y en su testamento estable. ció una capellania , con el objeto d etributarle culto. Antes de bablar de ella , permitasenos una digresión histórica acerca del particular. La hacemos, en > atención á que el señor Trincado fué, durante toda su vida , un apóstol de la devoción de la Virgen del Carmen . Durante la monarquía española, gozaron de no table influencia en elgobierno las órdenes religiosas , en Chile. Hubo una época, en que el ascendiente de los agustinos se consideraba omnipotente; y en todo tiempo sus ivflujos fueron tenidos como de gran valer. Los religiosos de esta orden propagaron en el país la devoción á la Santí- ima Virgen, bajo el título del Carmen . Dada la influencia de los er unitaños , la propaganda se hizo fácil , y general 7 la devoción . Un hecho curioso para los que no lo acepten como extraordinario , vino á acrecentar más esta devoción en Santiago. Cerca del mediodía del Miér coles 13 de Octubre de 1786, una ráfaga de viento sur arrebató de las manos de un vendedor de obje tos religiosos una estampa de la Virgen del Car men . Elevada paulatinamente por el torbellino á una considerable altura , fué llevada por el viento hasta el barrio de la Chimba, yendo á caer en el punto donde después se le erigió_ un templo, que lleva el vombre de La Estampa. Este hecho fué de gran efecto para el pueblo, y se divulgó por el pais , como un estupendo milagro . El primer templo, erigido en aquel lugar, en ho - 236 nor de la Virgeu que aquella estampa representaba, se debió á la benignidad del Iltmo. señor Obispo don Francisco José de Marán . Fué un homenaje de gratitud , con que este dignísimo Prelado quiso sig nificar a la Virgen del Carmen , que á ella era deu dor de su vida. La obra fué digna de su munifi cencia . Visitaba el señor Marán las parroquias de su dió cesis de Concepción, antes de ser promovido a la de Santiago. Formaban parte de la comitiva el pa dre franciscano Lorenzo Núñez, el capellán de Dragones don Juan Ubera, el capellán de coro don Antonio Vargas y los coroneles de artillería , Juan Zapatero y José Miguel Uresberoeta, etc. Su regio equipaje de cincuenta y siete cargas despertó la co dicia de los naturales de las parcialidades de la Araucanía. Entre las selvas de Tirúa y las monta ñas de Toquihua, es atacada su comitiva por grue. sos destacainentos de indios. Era el plan combina do de los caciques hermanos Aucatemu y Haute lemu . Después de algunos días de angustiosa é infructuosa fuga, cae en poder de los indios la sa grada persona del Obispo. Igual suerte corren su numerosa comitiva y el espléndido botín , que fué origen de sus desgracias. Dividiose la opinión de los úlmenes y los caciques, en cuanto à la persona del Obispo . Había quienes optaban por su muerte ; mientras otros con más cordura se oponían á ella , alegando los castigos con que los españoles asola rían á su patria, para escarmiento de ellos y para vengar la sangre del Obispo. Dejóse oír la autori-. zada voz del cacique Curimilla , quien , como un medio de transacción en tales divergencias, propu so: que decidieran la causa en una triple partida de chueca. Los indios gustan mucho de este juego; de aquí es que acogieron con febril entusiasmo la idea 237 de Curimilla. Señalóse la cancha ó llanura , y se fijó la aparición de la aurora del siguiente día , para dar principio al juego. Ya están formadas las filas, у al . ternados en sus puestos los beligerantes de aquella gran partida, en que se cuentan por millares las chuecas , que han de jugar. Ya está fabricada la olla ; y en ella se cuece la bola de corazón de espino , que ha de ser arrastrada por las chuecas. La olla es una pequeña cavidad , que en proporciones ca paces de contener la bola , se abre en el punto cén trico de la cancha . Ya los dos caciques más carac . terizados tienen cruzadas sus chuecas, tocando a la hoca de la olla, por lados opuestos á la bola. El ilu -tre prisionero presenciará aquel acto, para el tan solemne, como que decide de su vida . Dirige al cielo las plegarias inás fervorosas desu vida , y pro mete á la Virgen del Carmen : que, si le conserva la vida, la dedicará á propagar su devoción . Reina un silencio sepulural, que se impone á los luchado res en aquellos instantes, que se consideran como solemnes. Todas las miradas están fijas en la olla; y los oídos, puestos en la forma adecuada para afi. nar el sentido. Con toda la fuerza de sus pulmones los dos caci ques contendores pronuncian el altercado de estilo: ¿ Cuándo se coció esta bola ? — A yer tarde ó medio . día — ¿ Por quéno me convidaste? —Porque no estaba cocida - Ála una y á las dos!—¡Y á las tres , que Falió ! Con esto se da por empezada la lid. Los dos ban dos luchan , hasta que el vencedor consigue, á golpe de chueca, hacer pasar la bola de la línea , que había sido trazada, como térınino de la cancha. La pri mera partida fué adversa para la suerte del Obispo. Pero las dos restantes fueron favorables; y el juego se dió por terminado . 238 ¡Gracias á Dios! ¡ La Virgen del Carmen me ha salvado !... serían las tiernas exclamaciones en que prorrumpiría , prosternándose en tierra y derramando lágrimas de emoción , el Iltmo. Señor Marán. Sus defensores habían triunfado. En el acto se le pone en libertad, para que vuelva a vivir entre los suyos. Jamás babía de poder borrarse de la me moria del señor Marán aquel día 4 de Diciembre de 1787 , en que se jugó su vida . Daremos aquí cabida á algunos fragmentos de la carta , en que con fecha 22 de Diciembre de 1787 , daba cuenta desde Concepción , de este arriesgado lance al Presidente, Regente y Ministro de la Real Audiencia de Santiago . « Muy podero : 0 señor: Derrotado, enfermo y he cho un varón de dolores, acabo de llegar á mi pala cio, por uno de los grandes efectos de la divina Providencia, manifestada sensiblemente en diversas > ocasiones, después del horrorosu insulto que el vein tiocho del pasado cometieron los indios conmigo y toda ini comitiva, y después de nueve días en que, tragando la muerte por instantes, fugitivo, pasando á pie las risquerías y'albergándome en lo más fra goso de las montañas, la casualidad de una suerte á que me ví expuesto , decidió á favor de mi liber. tad y de la escasa vida que me queda ... me parece, no obstante, muy propio de mi deber , poner en la alta consideración de vuestra alteza, no mi persona insultada, despojada violentamente de todo el equi. paje pontifical y vasos consagrados al servicio del altar, fugitiva entre riscos, precipicios yу montañas, entre las necesidades , sustos y temores que necesa riamente son consiguientes entre unos enemigos bárbaros , iuhumanos é irreconciliables, que por todas partes cortan el camino y comunicación para cerrar la puerta á la libertad; sino la dignidad epis 239 copal , atropellada en el giro de la visita , profava dos los ornamentos y sagrados vasos, y talvez en usos de la embriaguez, conculcados los sagrados óleos y santo crisma , vulnerado y quebrantado el salvo conducto, que con anticipación se había dado á la Dignidad, expuesta basta al azar de un juego de chueca, y después de todo sin poder ejercer función alguna de su ministerio ... el veintiocho del mismo mes (de Noviembre) cerca del mediodía, en los pinares que están entre las famosas montañas de Tirúa y de Toquihua, nos asaltaron de repente los indios, armados de coleto, cotas de malla y lan zos, en multitud tan numerosa, que aún apelando à la mas presurora fuga, puede decirse que sólo por milagro librainos la vida , quedando algunos muertos y otros cautivos , de quienes 110 fe tiene noticia . Casi treinta leguas caminé aquella tarde de regieso hasta el río de Tirúa, con lossustos , quebrau tos , temores y dolores consiguientes á tanto camino, á tanta edad , á mi débil y delicada complexión , y cuando después de una noche de muerie al abrigo de un cacique esperaba impaciente el dia para con tinuar la fuga , amanecido el veintinueve , nos ha llamos cercados y cortado el paso para el regreso... después de atravesar á pie aquellas formidables risquerías; después de pasar con mil peligros aque llas ásperas montañas, hallamos cerrado el paso por la Imperial... Siete días estuve en esta aspereza , pisando peligros por todas partes para buscar mi libertad , y sólo conseguía con las funestas noticias que venían por instantes, tragar en cada instante mil muertes » ... Continuemos con la historia del señor Trincado. Sintiendo que sus fuerzas se debilitaban y que crecía una enfermedad que desde algún tiempo atrás le atormentaba, dictó sus disposiciones testamentarias 240 en el mismo pueblo de La Viña. Extractaremos de su testamento sólo las cláusulas ó apartes, que nos interesei , en nuestro estudio sobre las capellaniae, que establece en él . Lleva fecha 9 de Febrero de 1849 . « ... He resuelto hacer tresheredades de mis fundos y demás bienus...La primera heredad ó hijuela cons ta de mis edificios, fincas, muebles, aperos y anima les de todas clases ... Item declaro: que esta heredad queda con la pensión perpetua de tres novenarios de misas anuales que los patronos y poseedores tie nen que mandar decir, aplicables por mi alma y que dar cuenta todos los años de haberlo cumplido - á los párrocos , de esta doctrina, á los cuales faculto > para que exijan su cumplimiento ... en esta deno minada heredad ... dejo quinientos pesos á razón de cinco por ciento en dote para mi capilla , para que con su interés se sostenga eu ser, se réfaccione y se cuide de su aseo; los cuales quinientos pesos reconocerán los patronos de dicha heredad y capi. lla, como los constituyo patronos desde ahora. Y, si por algún contratiempo sucumbiese ésta y no fuese posible reedificarla, cesan los intereses ... » El patrono de esta heredad es don Ramón Luis Ramírez. El vecindario se siente molesto; por el completo abandono en que se tiene la capilla . Tam : poco se cumple con los novenarios de misas, si esto puede desprenderse de que desde hace algunos años no se da cuenta al párroco, en la forma que el testador ordena. Refiriéndose á la segunda heredad, dice el señor Trincado ... dejo esta bijuela en capellania perpetua eclesiástica con elgravamen de una misa todos los días festivos, dotadas por el estipendio de catorce reales cada una, las que se deberán celebrarse indis pensablemente en mi capilla; y se aplicarán por las 241 almas de mi intención . Item mando que inmedia tamente que fallezca se entregue esta heredad y pa. tronato al primer patrón, que lo es y nombro al presbítero párroco don Ramón Ramírez, á fin de que se continúen las misa +, los días festivos, en mi capilla; y , fallecido éste, pasará al presbítero don Marcelino León, ambos iris deudos consanguíneos; y, muerto éste, á los parientes que se ordenaren de clérigos sacerdotes, siendo de la descendencia legí . tima de dun Roque Trincado, mi abuelo , sucedién dose por su antigüedad; y , caso que no haya pa riente alguno presbítero, tomarán posesión los pá rroco3 , sucediéndose los unos tras los otros hasta que se crdeve alguno de los parientes, á quienes tocaba preferencia y que dicha heredad le sirva de congrua para su ordenación ... Item mando: que, si en algún tiempo los patronos y capellanes de esta beredad no cumpliesen con el encargo de decir las misas ... Su Señoría Iltma. se sirva disponer lo que estime conveniente, a fin de que inis disposiciones no caduquen ... » Es patrono de esta capellanía el presbítero don Juan Ramóu Ramírez. Cuando lo era don Marce i . no León, ei señor Ramírez se querelló enérgica mente en contra de él, ante la Autoridad Eclesiásti. ca, para que el Ordinario le obligara á cumplir con la voluntad tan explícita como terminante del tes tador: que el patrono cumpla con el oficio de la Misa del dia festivo, en la capilla de la Viña , para que pueda percibir, como beneficio, los frutos de esa cape Tlania . Nada inás equitativo; y es diguo de aplauso el celo de los párrocos, que velan por el cumpli miento de fundaciones que, como ésta ,benefician á un vuneroso vecindario. Además producía un es -cándalo la percepción de la renta , sin celebrar alli la misa. APUNTES 16 - 242 Después de los días de do: Marcelino Leon , pasó el patronato de esta capellania al presbítero dov Juan Ram Ramírez. El cura de Guacarhue, don Benjamin Silva, hizo una presentación en contra suya , exigiende: que dijera la misa en la capilla de La Viña indefectiblemente, en los días festivos , co mo lo ordena su fundador. Se tramitó este asunto , en forma de juicio ordinario, en la Curia eclesiásti. ca de Santisgo. Duró algún tiempo. El señor Ramírez sostuvo: que la fundación era de un legado pío, y no de una capellania celativa; y que podín cumplir con la voluntad del testador, diciendo la misa en cualquiera iglesia . En 12 de Octubre de 1899 , se dictó sentencia en su contra, declaraudo: que la fundación es capellanía colativa, y que el patrono está obligado á dicir la misa los días festivos, en la capilla de la Viña. Entre los considerandos, aduce el Promotor Fiscal lus mis mas razones y argumentos que presentó el mismo señor Ramírez, en contra de dou Marcelino León .. Las disposiciones del testamento son tan claras como terminantes, que no parecen prestarse á du das. No obstante la anterior sentencia, no siempre se ha cumplido con lo que dispone el señor Trincado. Después del actual patrono, son llamados á suce derle los presbíteros don Juan Francisco Bravo, y don Ricardo Canales Grapifo . Determina en seguida el señor Trincado lus bie nes , que constituirán la tercera heredad. Luego agrega :... « esta tercera heredad se halla gravada con el principal de mil quinientos pesos de censo á favor de las monjas Agustinas ... es mi voluntad que después de redimido el censo, quede esta heredad con la pensión de tres novenarios de misas re zadas perpetuamente todos los años ... advirtiendo 243 que los dus novenarios, de Nuestra Madre (del Carmen ) y de las ánimas deberán rezar la novena; y, si por algún motivo, en algún tiempo no se pu diese celebrar en mi capilla, por haber sucumbido ésta , y nó por otra causa, se podrán celebrar en la parroquia o en otra iglesia ... » Fija luego después los patronos, y dispone que, extinguida su descen dencia legítina, esta heredad se agregue á la pri mera , debiendo afectar las cargas de esta tercera heredad el patrón de la primera. No se cumplen tampoco las cargas de esta capellania. « Item mando y es mi voluntad , á más de lo que dejo dispuesto en esta mi disposición: que teniendo por experiencia que muchos se descuidan en el exacto cumplimiento de las obras piadosas con per juicio de las almas y de su conciencia; si en esto faltase notablemente algún patrono y poseedor de las mencionadas heredades , se dé parte al señor Arzobispo de esta Metropoli, para que, como juez se sirva Su Señoría Iltma. tomar providencia, á fin de que se cumpla todo, como lo dejo ordenado, nombrando, si fuese necesario, de la familia que su : cede, nuevos patronos, capaces de cumplir, para que las almas no carezcan de sufragios. Más, si llegase el caso de extinguirse las familias de todos los nom brados, se podrán elegir por su Iltma . los que le parecieren idóneos .» Don Ramón Trincado, en su testamento del 17 de Enero de 1883 , fundó también en favor de la capilla de La Viña una misión, en conformidad á la cláusula , que literalmente transcribimos : « Veintitrés. El remanente que quedare de mis bienes mi albacea lo invertirá hasta adonde alcance en una misión anual , que se dará en la época de cuaresma en la capilla de don Ascensio Trincado. – Veinticuatro . Para ejecutar este mi testamento - 244 nombro por mis albaceas y tenedores de bienes con juntos á doña Petronila Ríos y dou Joaquíu Ahu . mada » . Ambos han fallecido. Llamamos la atención de los curas de Guacarhue á esta capellanía, que tampoco se cumple sino año de por inedio. La pa rroquia de Guacarhue debería tener copia legalizada del testamento, en que se establece esta fundación, y constancia de las tramitaciones legales á que ha sido sometida, para que los párrocos puedan saber á lo que deben atenerse, lo que deben exigir y á quién lo han de pedir. Don Manuel Ascensio Trincado murió en la ciu. dad de Santiago, en Agosto de 1850. En su última enfermedad fué solícitamente atendido por su con discípulo y amigo de colegio, el Dean de la Catedral de Santiago, don José Alejo Eyzaguirre. En la vís pera de su muerte, en la noche del 2 al 3 de Agos to , pasó este santo sacerdote endulzando con sus piadosas exhortaciones la agonía del señor Trincado. Le dispuso á la recepción de los úlumos sacramen . tos; y él mismo fué en persona al convento de Santo Domingo , en las avanzadas horas de aquella noche de deshecha tempestad, en busca de un confesor para su viejo amigo. Las agitaciones de aquel día y las fuertes emociones, recibidas al lado del lecho del moribundo contribuyeron en gran parte á aquel mortal ataque, que nos arrebató la querida existen cia del señor Eyzaguirre, el dia 4 de Agosto de 1850. Él era esperado en el cielo por el señor Trin . cado; mientras la patria deploraba la pérdida de uno de sus más preclaros hijos y la Iglesia chilena lloraba, en el señor Eyzaguirre, la muerte de uno de sus ministros, que por sus virtudes y talentos, ha merecido que su figura y su nombres ean grabados, en la primera págiva de la historia del clero ame. ricano. 245 CAPITULO XXIII . SUCESORES DEL PBRO. D. JOSÉ RAMÓN RAMÍREZ , Hemos llegado, en nuestro estudio sobre la parro. quia de Guacarhue, á una época en que carecería mos de la libertad de criterio, que se necesita para apreciar los hechos , si como cronistas, tuviéramos que referirlos. Si continuáramos la publicación de nuestras in . vestigaciones bistóricas, en la forma minuciosa y detallada , que basta ahora hemos venido empleando, nos veríamos precisados á eludir la narración de al gunus sucesos, que no carecen de alguna importan . cia intrínseca ; y que son de capital interés local. De otra suerte, heriríamos la modestia de los deudos ininediatos de algunos de los ex -párrocos de este pueblo, al hacerles justicia de nuestra parte, prodi. gándoles los elogios á que sus obras de celo y demás virtudes les hicieron acreedores. Sin pretenderlo, podríamos molestar en sus sen timientos de afecto natural á miembros de algu nas familias de hogares muy honrados, vinculados muy de cerca con algunas personas, que fueron ó enemigos francos ó instigadores secretos de las persecuciones á los curas. Pues á ningún párroco le han faltado, como que siempre ha habido en el curato quienes pretendan ejercer protectorado sobre los curas. Lo que ha sucedido en Guacar hue ocurre en la mayor parte de las parroquias de nuestra diócesis . Los seudónimos no serían en nuestro caso un suficiente recurso, para ocultar los nombres y escudar la honra ; porque los habitantes de estos contornos, en su incomparable amor al te 246 - rruño, conservan cual tesoro precioso la tradición de los hechos, que se relacionan coil el lugar. Aunque estamos en posesióa de documentos, que podrían suministrarnos terma para interesantes ca pítulos sobre la vida de !os sucesores, suplentes y coadjutores de don José Ramón Ramírez, por las razones expuestas, reservamos para nuestra vejez , o dejamos al que escriba después da nosotros, esta parte del estu lio histórico sobre la parroquia de Guacarhue. Dare nos sí la nómina completa de los sacerdotes, que han ejercitado su celo apostólico en beneficio de esta feligresía , ya en calidad de vica rios, ya en condición de auxiliares, como suplentes ó coadjutores. Si bien es verdad que no particularizamos con nuestra crítica á ninguno de los curas, no podemos <lejar de trazar aquí los rasgos generates, que carac terizaron á la mayor parte de ellos . Hagamos su apoteosis. Hubo unos que se merecieron el respeto de las gentes, por su gravedad y circunspección, ó por sus mo lales extrictamente ajustados a las leyes de la modestia, que deben distinguir á un sacerdote. Otros se ganaron el afecto de toda clase de per sonas con su entereza de carácter, resistiendo a los po lerosos, que se empeñaban , en formar de los mi . bistros de los altares y de las leyes del Señor, tronos y diademas, que les hicieran aparecer majestuosos á la vista de sus subalternos y demás clases infe. riores. Hubo quienes tuvieron que luchar obstinada mente con los obstáculos que les creaban las per: sonas de antigua preponderancia, que temían ver contrarrestada su influencia, con el ascendiente de que sus obras ro leaban á los curas . A aquellos sa cerdotes que vivían penetrados de la dignidad é 247 importancia de su ministerio, fué á quienes ordi . nariamente se opusieron dificultades de esta natu raleza . Algunos se empeñaron en empresas, que tendian alengrandecimiento material del pueblo, como me dio de procurar el engrandecimiento moral de aque llos corazones, á quienes los vicios no habían eman cipado de las nobles influencias del espíritu. Para obtener los resultados apetecidos, desplegaron siem pre una actividad constante. La transformación mo . ral de los pueblos es una verdadera ciencia, que requiere tino, paciencia , discernimiento y espíritu de observación . Exige conocimientos prácticos co bre la vila, que no se aprenden en el colegio, sino que se adquieren en el seno de la sociedad ,median te las lecciones de la experieucia . Nómina de los curas da Guacarhue desde 1856 hasta 1918 inclasive José Ramón Ramírez S. Francisco Javier Valenzuela G. Evaristo Lazo Ponce de León Manuel Correa " Tomás Mateo y Ramos Francisco Javier Rojas M. Serapio Contreras M. Manuel Gálvez .José Tomás Dore ! A. R'cardo Salas Diego Silva A. Juan de Dios Navarro José Ramón Sotomayor V. Cargo Fecha en que cesó su cargo Colado 10 Febrero 1885 Suplente Coadjutor Suplente Coadjutor 19 Mayo 1857 17 Agosto 1857 12 Dicbre . 1858 Suplente 19 Febrero 1859 5 Mayo Coadjutor 15 Junio >> 1859 1862 >> 21 Setbre . 1865 5 Enero y Suplente 22 Agosto 1865 1869 Coadjutor 12 Mayo 20 Junio > 26 Julio Juan Ramón Rimírez G , Benjamin Silva P. Elías Lizana M. Ricardo Ramírez Ríos 1869 1874 16 Agosto 1875 Manuel Arrieta Ezequiel Ortiz Juan Andrés Ferrari 3 Febrero 1858 30 Abril 1881 Coad . y V. 20 Febrero 1886 Cura y » 21 Mayo 1894 > 1.º Agosto 1906 >> 23 Setbre . >> > > 1908 1909 248 Todos estos sacerdotes forman una pléyade lumi nosa en el cielo de la Iglesia Sin afectada humildad haremos entre ellos una excepción en la persona del autor. Ellos abrazaron el estado eclesiástico, llevados del deseo de su propia santificación y consagraron su vida al servicio de sus semejantes, á impulsos del celo por la gloria del Señor. Como el joven Samuel de la Historia Santa, oye ron la voz del Rey del cielo, que les llamaba, para hacerles los depositarios de sus doctrinas y los dis pensadores de sus gracias sobre su pueblo. Como el hijo de Elcang corrió al Sumo Sacerdote Helí, asi ellos, presurosos, acudieron a los pies de sus prela dos, para que interpretaran los conceptos del len guaje misterioso, con que Dios les invitaba á parti. cipar de las fatigas y privaciones del apostolado. Corrido el velo del misterio, disipados los temores de la duda, y purificados en el crisol de la prueba , respondieron con la ingenuidad y entereza, emplea das por el niño Samuel , por consejos del anciano Pontífice de Israel : « Ecce ego, mitte me. Héme aquí, Señor, dispuesto a seguir las insinuaciones de tu divina palabra ... Habla, que tu siervo escucha» . Á tan desinteresada , como generosa resolución, correspondió el Señor con la comunicación de sus gracias, constituyéndoles sacerdotes de su Iglesia , y ligando á sus destinos la suerte de la humanidad , en la parte que les fué confiada. Abnegados marcharon, en seguimiento del divino Maestro que les invitaba. Abandonaron en la in fancia el hogar paterno, para ir á recibir en el cole gio la preparación para las sagradas órdeues. Deja ron á sus padres , quienes en la vehemencia de su cariño, confundían los sollozos del llanto con las 249 fervorosas plegarias, que por su felicidad elevabair entonces al cielo, en aquellos conmovedores instan . tes, en que se daban el abrazo del adiós, en tierna despedida. Pero, esas lágrimas que rodaban por sus mejillas, no eran bijas del dolor, sino efecto de las grandes emociones, que engendraban en su alma un gozo santo. Adiós dijeron a sus hermanos, á quienes dejaron , conmovidos por la natural ternura , que despertaba en ellos el verles abandonar talvez para siempre, aquel hogar, en donde juntos pasaron los felices años de la inocencia. Renunciando á los encantos de la vida , despre. ciaron las halagüeñas ilusiones, con que el mundo seduce y encadena á la juventud , en aquella edad irreflexiva, en que todo se presenta con color de rosa. Sin deslumbrarse por las apariencias, rompie. ron y arrojaron sobre el camino de su viaje la copa, que, rebozando aparente felicidad , les ofrecía el mundo, mientras en su fondo se contenía la hiel de los dolores y la amargura de los desengaños de un más allá , que se busca ; y no se puede encontrar lejos de Dios. El que pretende encontrarla aquí en la tierra , obra con el candor del niño, que buscara entre las arenas de la playa la perla , que sus padres arrojaran á los abismos, en las alturas del mar. Ese tesoro de la felicidad lo perdieron nuestros prime ros padres, en el paraíso de delicias ; y sus hijos, aquí en el mundo no la hallarán . La felicidad es una flor, que sólo crece en los jardines del cielo ; en la tierra es una plauta exótica , que el brillo del oro la marchita, el peso de los honores la ofusca y la agosta el ardor de los placeres . Los mortales apenas recibiinos los destellos de los fulgores de esa joya divina. Y los que los reciben con los que, en los bre. ves momentos de la prosperidad , y en las largas 250 horas del infortunio , ven en en todo la voluntad de Dios, que con singular orden y armonía dirige las cosas de la vida presente, encaminadas á la eterna felicidad futura . Los curas de Guacarhue, persuadidos de esta verdad, sacrificaron su libertad, para no tener otra que la voluntad de sus superiores; y repudiaron la fortuna, que, por los medios ajenos a la santidad del ministerio sacerdotal, enriquece al hombre, para no tener más herencia que la pobreza evangé. lica, en proporción á su estado. Esos fueron sus sentimientos, esas sus nobles aspiraciones, al re nunciar al mun lo, para continuar entre sus seme . jantes la misión del divino Maestro . En todo el curso de este estudio, de una manera indirecta, hemos venido dando á conocer el carác ter de los habitantes de estos pueblos, haciendo la topografia del valle, ponderando la belleza уy feraci. dad de sus campos y dando una idea, aunque vaga , del estadio moral de la feligresía . Como complemen to de lo que antes hemos dicho, y como térmnino de nuestro trabajo, agregaremos una última pala bra . Al costado meridional de la cadena de cerros, que desde Requívoa hasta Zúñiga , divide los valles de Cachapoal y del Claro, á seis leguas al poniente de las estaciones de Rosario y Rengo y á doscientos cincuenta metros sobre el nivel del mar, se encuen tra el pintoresco pueblo de Guacarhue. Apenas se conoce su existencia . Es una aldea de antiguo ori . gen. Hoy es solo un pequeño pueblo, pero un pue blo de pocvenir; y en él einpieza a sentirse un mo . vimiento que le engrandece: el resurgimiento mo. ral. Á este pueblo, que reúue tantas ventajas le fal. tan las vías de comunicación . La carencia de vías expeditas para la exportación 251 de sus productos y para la introducción de las mer caderías, son la principal rémora para su progreso. Se halla en un paraje plano, cruzado por calles angostas, poblado de arboledas, de viñas y abu dantes aguas. La exuberancia de la vegetación del valle, la notabilísima salubridad del clima, que ex cluye las transiciones bruscas de la temperatura, los paseos naturales de las colinas y bosques veci nos, los baños fríos de los esteros del pueblo, y los más templados, que á una legua, ofrece el río Claro, forman las delicias de los veraneantes, que visitan esta locali lad. Y esto no es sino uma parte de las dotes con que la Providencia quiso hacer felices á sus moradores. Creemos que no carecían de razón dos visitadores diocesanos, que habían recorrido casi todo el terri torio de la Arquidiócesis al decirnos: que Guacar hue era el mas pintoresco, entre todos los pequeños pueblos del Arzobispado. El plan de la población es irregular. Una parte de sus habitantes tienen sus casas á orillas de la calle principal; y ellas con su aspecto vetusto y sus corredores junto á las aceras 103 recuerdan las al deas del tieinpo de la dominación española en Chile. La mayor parte de la población está diseminada, en orden disperso, en las pequeñas propiedades, de los contornos de Guacarhue. Su población fluctúa entre mil quinientos y dos mil habitantes, incluyendo sus alrededores más in . mediatos. Posee una iglesia parroquial, que casi ha sido rehecha , después del terremoto de 1906. Es asiento de oficinas de correo y de registro civil , y tiene escuelas gratuitus para niños de arnbos sexos. La plaza del pueblo es propiedad de la parroquia. El centro de ella tiene un bosque de plantas fores tales, entre las que se levanta, esbe'ta y gigantesca, 252 una hermosa palmera, plantada por el cura dor Diego Silva, el año 1866. Al costado sur de la plaza ! corre, bullicioso, entre sauces y acacias, un arroyo, formado por las cristalinas aguas de las vertientes naturales de los bosques y los derrames de los ca nales de riego de las haciendas. Los habitantes de estos pueblos, de cualquiera condición que ellos sean , se distinguen por un trato agradable, la bondad en sus palabras y su expedi. ción en el decir. Casi todos son de modales sencillos. y graciosos, que los hacen muy simpáticos, desde el primer momento. La jovialidad del rostro, con una permanente sonrisa en sus labioe, da á esta gente cierto atractivo, que se hace irresistible, cuando estas cualidades unen , como ordinariamente sucede, un carácter que se amolda á todo, baciéndose con descendientes, aun á costa de algunas molestias . Todos en general profesan un fetichismo funesto por las autoridades. Decimos funesto, porque esa depresión del carácter trae como consecuencia un servilismo, que engendra la indolencia, y es un pe ligro para los sentimientos morales del bombre. La fe de la palabra de la generalidad de los habi tantes de estos lugares es una fe púnica, cuando de la falta á ella se puede sacar provecho. Así debe. ríamos decir, si juzgáramos á las colectividades por los individuos que las desacreditan , con su falta de seriedad . Para evitar un juicio desfavorable hemos tratado de persuadirnos, que los que ante nosotros han obrado de esa suerte han sido las excepciones de los que forman la regla general. Guardaremos reserva, acerca de lo mucho que sabemos sobre infidencia, para el desempeño del cargo de albacea . Para albaceas hay necesidad de hacer importación de hombres, exclamaríamos tris temente impresionados, si nos formáramos opinión 1 253 por los casos que conocemos. Pero, protestamos: que son casos aislados los de las personas poco de. licadas en estas materias. No nos es posible creer : que sean muchos los faltos de seriedad, ni los faltos de honradez. Nadie debe ofenderse, como que nadie debe darse por aludido . En todo hay casos y cosas . En la feligresía de Guacarhue hay personas de tanta iutegridad yy deli cadeza, que se les puede confiar los intereses de una gran fortuna y entrar en negocios con ellas sin exi girles una firma , con la seguridad de que su pala bra vale tanto como el documento dado en la ofi cina de un ministro de fe . Es muy difícil que el bisturí de un facultativo haga una incisión en la parte delicada de un pa ciente, sin que el enfermo manifieste con sus la mentos el dolor, que causa la herida. En la sala de un hospital es muy frecuente oir las protestas de los enfermos, que critican la manera cómo el doc tor aplica la medicina, ó reprueban la forma, en que el cirujano efectúa la amputación de un miem bro. En virtud de esto, no sería extraño entonces, que de los labios de las personas, que se pudieran encontrar culpables, oyéramos palabras de descon . tento, por lo que venimos escribiendo. Pero, si somos francos en la exposición de nuestra manera de pensar, hemos de desentendernos de la crítica, para ser sinceros. Podrá decirse: que escribimos con pluma envenenada. No es nuestro intento el provo car la ira ; es nuestro objeto escribir la historia. Ya que hablamos sobre los'albaceas , nos permi tiremos una palabra más sobre una materia, que guarda relación con ellos . Pocos son los curatos en donde, aunque sea de tarde en tarde , no se dejen algunos legados piadosos , por medio de testamen tos . Pero, no siempre se cumplen. 254 - Démonos la satisfacción de ejecutar en vida lo que dese -m's, que se convierta en una realidad . Para muchos los legados píos son algo así, como los bienes fiscales, ó como los fondos de un candidato, para una lucha electoral . Todos se creen con dere cho á usufructuar de ellos, siempre que sea posible salvar las apariencias de la honradez . El que no es delicado aprovecha las oportunidades. Dicen: que en política todo es lícito y permitido. Parece que creyeran, que en esos días de elecciones se suspen . dieran las leyes de Dios , del decoro y del buen sen tido . Entre tanto, la gente honrada protesta, уy la de pudor se desespera . Esa época podriamos calificarla de crisol de los hombres en Chile . Tratándose de legados píos; con el no cumpli . miento de ellos, para muchos la conciencia no se inquieta y la honradez se conserva . Esto pasa en todo el mundo. Para paliar los grandes robos se ha inventado, con toda ingenuidad la palabra desfalco; para calificar los hurtos de un ladrón vulgar nos servimos de esta otra robo; pero para designar á los que se apropian los bienes de los legados no tene. mos un término, que nos precise en realidad la idea . ¿ Cómo podríamos designarles? Ya que éste no es un estudio serio , sino un aco. piamiento dedatos para una historia, creemos poder" dar cabida á los recuerdos de la niñez que, á pro . pósito de lo que vamos diciendo, nos vienen ahora : á la memoria . Don Cristóbal era el nombre del protagonista de unas tandas de titiriteros. Este señor, muy notable , de procedencia de condes y de marqueses, según el maestro Tapia , quedó de albacea de los bienes de su padre . Su esposa,la nunca suficientemente pondera-. da doña Clara, le instaba á que diera cumplimiento pronto á los legados , dispuestos por su señor suegro.. - 255 Severico oyó la conversación de sus amos . Tomó tam . bién parte en ella , y con sutilezas y silogismos les salva las torturas de la conciencia , y les pereuade á aprovecharse de aquella preciosa oportunidad. ¡Ne gro había de ser, para que fuera tan bellaco ! Ilustrado el criterio de don Cristóbal con los ar gumentos de su Ital servidor, discurre en esta for ma : « Primeramente deja mi padre un legado a los pobres , yo como albacea debo determinar los po bres , que lo perciban . Pues bien, yo soy pobre, y como á tal me lo asiguo. Segundo dice : dejo una cantidad (que determina) para sufragios por ani al ma . Bien ¿quién mejor que yo podría cumplir con esta disposición ? Pues, todos los días le encomen daré a Dios. Asi se cumplirá con sus deseos, y este -legado quedará en poder de su hijo. En la tercera cláusula ha dispuesto: que se dedique una suma de dinero, para las almas más necesitadas dei purga torio, ¿qué purgatorio más terrible que el mío ? y qué alma sufrirá más que la mía, cuando me hallo en la pobreza? Aliviemos sus necesidades; minore mos sus desgracias, asignándole este socorro . Dedi quémosle á ella todo lo que mi señor padre deja ... » Los abogados eabrán, si se puede entablar juicio, por su albaceazgo en este testamento á don Cristóbal. No faltarán leguleyos, que crean encontrar culpa en él . Una de las pasiones más dominantes, en estos pueblos, es la venganza. A ella se debe el luto en muchos hogares y la desgracia de muchas familias. Una tolerancia , que podíamos llamar autorización , ha sido por muchos años la causa de la degradación moral y de la intemperancia, que existe en los di versos centros de población del curato . Es nuestro deber hacer de Zúñiga una excepción honrosa . A la generalidad del pueblo animan sentimientos 256 devotos . Pero, cuando los manifiestan de una ma . nera más ostensible, es en las solemnidades de la Virgen , por quien en todas las familias reina un verdadero amor. La gratitud de los feligreses de Guacarhue, para con los que les sirven yу de cora :: zón les quieren , y especialísimamente para con sus párrocos, ha pasado á ser proverbial. Reina allí tan ta unión , como que casi todos sus habitantes están ligados entre sí por los vínculos de la misma sangre . Siempre están dispuestos á cooperar, y con despren dimiento , en atención á sus recursos, á toda obra de piedad ó de beneficencia local . El corazón del guacarhuino, quiere con delirio y odia.cou horror. Una vez que se adquiere el ascendiente en el áni . mo del pueblo, es fácil conducirlo á los extreinos que se desee . Concluiremos este estudio histórico sobre ese pueblo, que nos es querido, con las pala bras , que hace poco nos decía un Ministro de Esta do, en medio del entusiasmo con que nos hablaba de él : « Guacarhue es un pueblo antiguo. Las vir < tudes de sus habitantes son de las de los hombres de otro tiempo; de los tiempos patriarcales. He tenido que admirar sobre todo en ellos la virtud de la leal tad ... cualidad tan difícil de enconirar en estos días . Guacarhue es un pueblo extraordinario, es un pueblo esencialmente amante de sus curas » . APUNTES PARA LA HISTORIA DE PENCAHUE DE TALGA POR Elias Lizana M. 1909 DEDICATORIAL Feligreses de la parroquia de Pencahue ( Pocoa ó Corinto ): Con la ternura con que una madre cariñosa recuerda, en la ausencia, al hijo, que le costara mayores congojas, y le impusiera más penosos sacrificios, así recuerdo yo ese dilatado curato . Las enormes distancias, que separan á las po blaciones, los vastos páramos de los campos y la escabi osidad de los senderos de las serranías casi inaccesibles, hacen muy difícil un buen servicio religioso, en tan extensa parroquia · Nunca podré olvidar que, gracias á vosotros mismos, fué menos improba mi labor en ella . En prueba de mis recuerdos, os dedico la parte de este estudio, que guarda relación con la his toria de esa parroquia . Elias Lizana M. Ex - Cura y Vicario de Pencahue 1 APUNTES PARA LA HISTORIA DE PENCAHUE CAPÍTULO I. SERVICIO PRIMIT.VO DE LAS PARROQUIAS. Difícil es determinar con precisión la fecha de la erección de las parroquias, que remontan en su ori. gen al primer siglo de la conquista de Chile. La falta de documentos de aquella época lo hace poco menos que imposible. A medida que los primeros conquistadores exten uieron los dominios del rey de España en las som brías selvas de la Araucanía, la luz del Evangelio iluminaba las áridas regiones del norte, para exten. derse, al través de los fértiles valles del centro , hasta las montañosas campiñas del extremo sur. Adondequiera que, en señal de dominio, flameara 260 la gloriosa bandera de España, allí el abnegado mi. sionero ó el cristiano conquistador colocaba una cruz , en la colina más visible del valle, para sigui. ficar el reinado de Jesucristo en la comarca, y para que a su sombra naciera la civilización. Al lado de los conquistadores que, ávidos de gloria y de fortuna, desafiaban los peligros del mar y se exponían á los azares de una guerra de exter mirio, siempre vemos al misionero católico . El sin más ambición que la salvación de las almas y sin otro aliciente que la recompensa del cielo, busca al indio para convertirle. Constitúyese en seguida, en su defensor contra las vejaciones de los soldados, haciéndose después su abogado ante las cortes y el rey . En la época que nos ocupa , la escasez de clero en Chile hacia del sacerdote un apóstol, que tomaba sobre sus hombros una carga extremosamente pe sada . Su abnegación es sublime, hasta rayar casi en lo in verosimil . El servicio religioso se estableció al principio. distribuyendo el territorio, no diremos conquistado sino reconocido, en tantas doctrinas ó parroquias antos eran los sacerdotes que podían ejercitar en el país el ministerio . En algunos curatos había pá rrocos con cura de almas y párrocos de doctrina, que se ocupaban en convertir y en mantener en la fe á los indígenas. Los prixneros eran incongruos , por la exigüedad de sus rentas; y los segundos de. sempeñaban sus funciones gratuitamente, en calidad de misioneros permanentes. Pero, ordinariamente ambos ministerios fueron desempeñados por el mismo sacerdote . Llegó á ser general, que por la escasez de clero secular, las parroquias fueron pro vistas con regulares , á pesar de que el rey pedía con instancias á los obispos que gobernaran su 261 - gray con clero propio. Esta ordenanza del monarca tuvo que convertirse en consejo y aún en petición , por la protesta de los regulares, principalmente de los dominicos . Las doctrinas tomaban el nombre de las reduc ciones ó poblaciones de mayor importancia, que los indios tenían o que los españoles establecían , en el distrito de cada parroquia . El Iltmo. Fr. Diego de Medellín estableció una doctrina, que tuvo por límites de jurisdicción la di. latada zona , comprendida entre los ríos Mataquito y Maule y entre el mar y la cordillera . Los centros de población, que podían darle el nombre, eran : Peteroa al sur de Mataquito , Duao al norte del Maule, Huenchullamí en la costa y Perales y Pocoa, en el centro de Este á poniente, separadas por el río Claro, en su confluencia con el estero de los Puer cos y con el Maule . El historixdor Gay dice Purales, por el antiguo puerto fluvial de Perales, cuya po . blación hizo desaparecer la gran avenida de 1877 . Creemos que Gay esté en la verdad , y que esta voz no se ha derivado del árbol, que conocemos con el nombre de peral, sino de algo característico de la localidad . Si los españoles le llamaron Perales, fué sin duda por la semejanza de sonidos entre esta palabra y el nombre indígena, que debió ser Pu raull, los pantanos, en atención á que aquel campo ha sido un lecho desecado de río. Pu es el plural los, y raull significa pantanos. También pudieron darle los indios el nombre Puráleuv, que significa ocho rios. Se forma de las palabras Pura, ocho, y leuv, río. Ocho, entre los araucanos, es un número con que solían significar una pluralidad indefinida, como el setenta veces siete de la Santa Escritura y el mil y una de nuestro idioma . En este caso el nombre aludiría á la confluencia de los tres ríos en 262 Perales , después de haber recibido numerosos afluen : tes de importancia. Elpárroco era una especie de misionero sin resi dencia fija. Se establecia temporalmente en el 111. gar donde había necesidades que remediar, indios que instruír o enfermos que confesar. Su equipaje consistía en una muda de ropa yy los paramentos sagrados para ofrecer el santo Sacrifi . cio . Su biblioteca la formaban el Breviario y un li . bro de asentamientos de partidas de bautizos, de defunciones y matrimcnios. ¿Y la cama? ¿y los muebles? No los tenían aque llos apóstoles de la caridad, porque la cama la veían representada en la alforja de las provisiones de via je, y los muebles en el bastón del peregrino ob jetos que el divino Maestro prohibió llevar consigo á los predicadores del Evangelio . Esto sería por considerarlos superfluos, ya que no faltarán Suna mitis, que les provean en sus necesidades; siempre que , como Eliseo, el sacerdote se haga digno con sus virtudes, de las palabras: este varón es santo, que del profeta dijo la hija de Sunam . Los curas de aquella edad no necesitaban hacer testamento, porque no tenían bienes de que dispo ner. Y ojalá que, en su desprendimiento, no hubie . ran tenido aquella especie de despreocupación , en asegurar la vida propia de una parroquia. Muy al contrario de las órdenes religiosas, las parroquias antiguas no disponían ni de una pequeña heredad , fuera del templo y de la casa parroquial. Y aun el dominio de éstas se perdió en muchos cuiratos, al efectuar su traslación y emanciparse da la tutela, de ordinario onerosa , de los señores de hacienda . En sus excursiones apostólicas , los párrocos le vantaban altar en el paraje de su alojamiento , te viendo por mesa para fijar el ara santa de inmola 1 263 ción , en algunos casos un tronco de añoso roble, en otros una piedra , y á veces una barranca . Para aquellos que nunca han salido de las ciudades y que no se imaginan á Chile antes de la civilización, sumido en la barbarie, parecerán estas cosas inven ciones de una exaltada fantasia. En las reducciones el doctrinero improvisaba ora torios, convirtiendo eu templo alguna ruca , á cuyas puertas se aglomeraba la multitud á presenciar los divinos oficios, deseosa de oir la palabra de su pastor. Los ricos estancieros españoles , con la coopera. ción de los indios, trataron de reparar necesidad tan apremiante, erigiendo capillas al lado de sus casas de habitación. Este fué el origen de las pri meras iglesias de la parroquia . Eo ellas se enseña. ba la doctrina, por lo menos en los días festivos. La persona, encargada de hacerlo, recibía el título de fiscal ó catequista. Este era á la vez licenciado para bautizar, en caso de necesidad, y encargado para ayudar á bien morir. El ejercicio de estas funciones granjeaba al fiscal cierta posición y aprecio en el pueblo, que los párrocos aprovechaban para la pro pagación de la fe. El único nombre, que ha llegado hasta nosotros, de los curas de la priinitiva parroquia de la actual provincia de Talca, es el del presbítero don Juan de Océs . Vos lo ha conservado el Iltmo. Señor Mede lliu en un oficio que , el año 1580, dirigió al rey Felipe II. Dando cuenta al católico monarca del es tado de su grey , le hace presente como por la esca sez de clero ha tenido que confiar á un solo sacer dote, don Juan de Océs , la atención de Peteroa y otros pueblos. Por razón de brevedad, no enumera el obispo los otros pueblos: Pocoa , Dúao, Huenchu . llami y Perales, á que se refiere. Sólo hace mención 264 de Peteroa , por ser nombre bien conocido para el rey, por el descalabro que las armas españolas habían sufrido allí , veintitrés años atrás, cuando Lautaro, el Viriato chileno, como le llamó un histo riador, se fortificó en aquel lugar. Y sólo lo aban. donó, después que los úlmenes hubieron ceñido sus cobrizas sienes con el canelo de la victoria. El joven vencedor, que apenas cuenta dieciocho años de edad , abandona el campo de batalla á los vencidos; y por senderos que ellos no conoceu atraviesa los cerros de Tapihue, en la misma noche de la victo. ria, y se dirige al sur por Tutucura, Pencahue y Pocoa. Necesita rehacer su hueste, porque ha con cebido el atrevido proyecto de tomarse la ciudad de Santiago y destruírla hasta sus cimientos. En el español no ve un semidiós sino un soldado, que no carece de valor. Para él los cañones no son furias que vomitan rayos, sino armas que dan ventajas en los combates. Él , como palafrenero que fué de Pedro de Valdivia , sabe que los caballos no son monstruos indomables, sino animales que pueden utilizarse , con suma facilidad , en la guerra . Así lo decía el denodado toquí á los indios de las reduc . ciones araucanas, al pedirles, como Gedeon, los más valientes guerreros de cada tribu, para marchar sobre la ciudad fuerte de los invasores de su patria . En sus filas no admitía sino soldados á toda prueba. Los habitantes de Mingres y Nirivilo se distin . guían por su astucia y maña para la guerra , como lo significan los mismos nombres de los lugares, que están en relación con los animales que simbo lizan sagacidad y astucia . Nirivilo es como decir nido de culebras; Mingres equivale á guaridas de zorras. Lautaro necesitaba de estos hombres, para la realización de tan ardua como temeraria em presa . 265 - Eu 1556 , atravesó la costa de la provincia de Talca (de donde algunos pretenden hacerle origina. rio), recorriendo de uno en uno sue pueblos, invo . cando el recuerdo de las victorias de sus antepasa. dos sobre los Incas del Perú . Inflamaba sus cora. zones en el fuego sagrado del patriotismo, al grito guerrero: La patria gime en las cadenas. Nuestras madres dicen : Antes que esclavo, ve, hijo, á morir. En su marcha estratégica, nada significaban las distancias al Escipión de Arauco, como le llama un escritor . Atravesó el Mataquito, frente a la reduc · ción de Lora . Siguió por su ribera basta Licantén , la reducción de hombres fuertes como diamante, que significa el nombre. Siguiendo por Hualañé, en Barandica giró el ejército hacia el lomaj2 occi dental de Cáone, que los españoles denominaban Peralillo. Parece que el vencedor de Tucapel y Pe teroa pensaba tomar en esta parte el camino, que conduce de la Huerta á Santa Cruz de Colchagua, pasando por Los Negros y Lolol . Así evitaba el en cuentro de los ejércitos de los españoles, que ha bían salido á interceptar el paso del atrevido toquí . Al amanecer del jueves 29 de Abril de 1557 (según el antiguo cómputo de los años) , fueron sorprendi dos por los españoles los ejércitos de Lautaro , que dormían profundamente, rendidos por el cansancio de tan penosas jornadas. Más que una batalla hubo una carnicería de víctimas, que voluntariamente se entregaban á la venganza de los españoles, por no sobrevivir á su caudillo, á quien veían traspasa do de parte á parte en el pecho , por una lanza. Se. gún el sentir de muchos no fué clavada por el es pañol, sino por la mano de esposa infiel. Y já que todo esto con la historia de la parroquia de Pencahue? Perdone el lector el incidente, y vol. veremos sobre nuestro tema. 266 - El celoso obispo de Santiago no omitia sacrificio, para obtener del rey, que enviara nuevos misione ros á Chile, á compartir con él la pesada labor de la conversión de la Araucanía , como llamaban á Chile en el viejo mundo. Atendiendo la corte á las justas y reiteradas sú. plicas del Obispo de Santiago, envió algunos sacer. dotes de la península á ponerse bajo las órdenes del seráfico prelado. Su llegada á nuestras playas fué mirada como un distinguido favor del cielo. El primer pensamiento del diocesano de Santia go fué aprovecharse de auxiliar tan poderoso y . oportuno, para dividir la doctrina de las riberas del Mataquito y Maule. Se impuso personalmente de las necesidades del territorio, y de la forma más conveniente, en que se había de practicar su di visión . La ribera del Maule había tomado extraordinario incremento. Hacia esta parte se habían replegado los Promaucaes, que se resistían á aceptar la domi nación española , bien que no se atrevían á comba tirla á mano armada . Llamábase Promaucaes á los indios que habitaban el territorio, comprendido en tre el Cachapoal y el Maule. El significado arauca no de esta palabra está compendiado en el tipo del verdadero colchagüino: franco, valiente, festivo y generoso . De esta última cualidad dió pruebas ex plícitas Lautaro, cuando en Tucapel , en el calor del combate dijo á su antiguo amo , don Pedro de Val divia: Huye, si no quieres pagar con la muerte los azotes que me diste, cuando estaba en tu servicio. Eu Peteroa no fué menos noble, cuando aconsejó á al . gunos españoles , por quienes tenía aprecio: que no entraran en la batalla , si no querían morir en ella . Los indios más recelosos del dominio extranjero , habitaban la zona del poniente. En las selvas de la 1 207 montaña, se ejercitaban en el manejo de las armas, esperando una ocasión propicia, para lavar con su sangre la afrenta de haber sobrevivido á la esclavi . tud de su patria . Los indios , que habitaban la ribera meridional del Maule, uo aceptaban; sólo toleraban apenas , que los españoles extendieran sus dominios hasta la margen septentrional del río. Estas circunstancias, fuera de otras muchas, obraban en el ánimno del señor Medellín , para de sear con tanto anhelo la división de esta doctrina. Eu 1585 , se hallaban ya realizadas las santas as piraciones del celoso pastor. Para eilo había nece. sitado combinar el servicio religioso de la provincia de Talca con el de la provincia de Curicó. En una carta que escribía al rey , el 18 de Fe'rero del ex presado año, le daba cuenta del estado del catolicis. mo en Chile, en la parte de territorio del reino que le había sido encomendada. En lo que esa corres pondencia se refiere a nuestra materia, decía el obis po: « Fray Alejandro de Beteta , de la orden de San to Domingo, sirve la doctrina de Duan, Perales y Pocoa ; el salario son doscientos y ochenta pesos en oro y comida. Hernando Sánchez, clérigo presbíte. ro , sirve la doctrina de Peteroa y los dos Gualemos; su salario es cuatrocientos pesos en oro y comida. Diego Lovera , clérigo presbítero, sirve la doctrina de Guanchillami, Vichuquén y Lora; su salario, setecientos y veinte pesos en oro y comida . » Con la expresada división, se mejoraba corside rablemente el servicio religioso de la provincia de Talca y la situación de los párrocos de ella. Los Obispos de aquellos tiempos dividíun, los del presente subdividen . Los párrocos de antaño bus . caban el abrigo de las casas de los encomenderos, los de hoy día rehuyen el protectorado seglar. ¡ Có. 268 mo cambiar los tiempos! ¡Y con los tiempos los hombres ! La doctrina de Huenchullamí no fué de larga duracióv. Su territorio, que comprendía la costa de la provincia de Talen, fué repartido entre las doc. trinas de Peterva y Pocoa . Perales fué abandonada por la mayor parte de sus primitivos pobladores, que enigraron al sur , temiendo caer en poder de los españoles. Además, no era mucho lo que perdían , dejando la reducción, porque sus propiedades se reducían á un estrecho valle, que se extendía al pie de cerros áridos y sin vegetación entre los ríos Claro y Maule. Sus habi. tantes se dedicaban á la pesca de pejerreyes en el Claro y de truchas en el río Maule. Unos y otras gozan de reputación por su calidad , sin competen cia en sus especies. La reducción ó caserío de Duao, por su situación en el valle central, cerca del vado del río Maule, se hallaba expuesta á las invasiones de los indios y á los ataques de los españoles . Los indígenas la aban donaron; y los españoles no pudieron conservarla . El Gobernador don Antonio de Acuña construyó allí un fuerte, en 1675 , pero , esto no sólo no bastó para hacerla progresar, sino que ni siquiera sirvió para impedir su decadencia. Sin embargo, por su situación parecía que le estaba reservado un hala güeño porvenir. En Duao se fijaban todos los ojos, al pensar en una ciudad, en el partido de Maule. Pronto tendremos ocasión de volver a tratar sobre esta misma materia . En el valle del rio Claro, Pocoa era la única po blación indígeua, que conservaba su carácter de tal , en el primer cuarto del siglo XVII. Los caci . ques de Pocoa se sometieron al rey de España , en calidad de tributarios, conservando su soberapía. 269 Es verdad que fueron despojados de sus terrenos, basta dejar reducidos sus dominios al solo valle de Pocoa, comprendido entre el estero de Los Puercos y los antiguos deslindes de Rauquén . Por el norte limitaba el cacicato por una línea imaginaria, que pasaba de oriente á poniente, como á diez cuadras de la cadena de colinas, sobre cuyas faldas se en cuentra la población , que hasta nuestros días pre senta, más o menos pronunciado, el aspecto de una antigua reducción, pues, la mayor parte de sus casas, son bajas, estrechas y construidas según el sistema del siglo que nos ocupa. La sede doctrinal no se encontraba en la pobla ción indígena , sivo en una hacienda del convento de San Agustin , que entre otras fué regalada por el capitán don Juan Alvarez de Luna. Esta era Rauquéu , punto céntrico de los valles del oriente, de Pichinguileo, del río Claro y la costa, y que te nía la ventaja de encontrarse al lado de la reduc ción de Pocoa . Allí los estancieros españoles habían edificado una capilla , que pasó después á prestar los servicios de una iglesia parroquial. Los terrenos de la provincia de Talca , en su ma . yor parte fueron cedidos á viejos soldados, que se hubian distinguido en las guerras de la Araucanía . Entre los más favorecidos figuraba Guillén Asme de Casanova, sargento mayor de los ejércitos de su majestad , el rey . Con el nombre de Pichinguileo poseía , en 1616 , una hacienda de más de tres mil cuadras. Sus límites por el vorte eran los caminos > reales de Peteroa , en el valle meridional del río Mataquito. Por el oriente en parte se internaba en el valle de Lontué. Por el poniente los antiguos deslindes de sur á norte, que tenía la hacienda de Libún , que también entraba en sus posesiones, con el nombre de Popilebúu. Las haciendas de Pichin . 270 guileo, de La Peña , Las Palmas, Litú y demás fun dos y propiedades intermedias en esos valles y se rranías, formaban parte de las propiedades del expresado Asme de Casanova, antiguo Comisario General de la caballería del rey . No menos católico que valiente, se determinó Guillén á hacer dona ción de su bacienda á alguna comunidad de regu lares, que viniera á establecerse en Pichivguileo, para que evangelizara entre los indios, que habita: ban aquellas fragosas serranías. Entre las órdenes religiosas, que habían venido á Chile, optó por los ermitaños de San Agustín , que habían sido tan per seguidos á su llegada . En 1618, les hacía donación de sus propiedades. En 1619, se establecían en Pichinguileo, teriendo por convento la casa habi. tación del donante y por templo un rancho , que no decía con el esplendor del culto que los Agustinos daban á Dios en él . El progreso se abrió paso con la llegada de los religiosos al lugar. La fe tuvo en Pichinguileo un baluarte. Mientras los sacerdotes misionaban, los legos establecían un molino de in vierno y cultivaban una viña, que proporcionaba . pingües entradas á la comunidad . En este mismo año, el Gobernador don Lope de Ulloa y Lemus amplió los dominios de la comuni. dad , haciéndole merced de mil cuadras más de te rreno . Actualmente la vida se puede reputar como un destierro en aquel lugar: ¿qué sería en los primeros años del siglo XVII? Así lo comprendió el capitán don Juan Alvarez de Luna. Para mejorar la condi . ción de aquellos religiosos les cbsequió con la gran hacienda de San Francisco de Panqueco, entre el Claro y el Lircay, y cinco haciendas más, entre las cuales hace mención de Pencahue. Con estas dona ciones quedaron dueños los Agustivianos de casi - 271 todos los terrenos, comprendidos entre el Claro y el Pichinguileo, y muchos otros al poniente de este estero. En 1628 , abandonaron los ermitaños de San Agustín su Tebaida de Picbinguileo, para es . tablecerse en las casas de la hacienda de San Frav cisco de Panqueco. En su nueva residencia conti. nuaron infatigables, en el trabajo de la salvación de las almas . En este mismo año, el Gobernador don Luis Fernández de Córdoba hizo donación a la comuni dad , en el nombre del rey, de todos los terrenos que pertenecieran á la corona de España entre los dos ríos Claros . El Lircay aquí es designado con el nombre de Claro, con que en ese tiempo le cono cían algunos . Con esto quedaban los religiosos de San Agustio dueños de la mayor y mejor parte de los terrenos del departamento de Talca, de algunos del de Lon . tué y de muchos del de Curepto . En esta época enajenaron la mayor parte de los terrenos , que no estaban dentro del territorio , ence. rrado entre el Claro y el Lircay. El Padre Almeida quería dejar circunscritas las propiedades de la comunidad Agustiniana á sólo ese recinto . En 1651 , recuperaron la gran bacienda de Pi . chinguileo , dando a su dueño, que era el mismo á quien ellos la habían vendido, la suma de 4,170 pesos . Con esta misma fecha, doña Isabel de Mendoza hizo donación al convento de una casa y pro piedades que tenía en Talca , paraje bien situado, por encontrarse al lado del Claro, y porque una parte de sus campos era fertilizada por el riego natural de las aguas del Piduco , El convento se trasladó á su nuevo predio, para 272 fijar ya de una manera estable su asiento en aque lla localidad. Es verdad que muchos años más tar de abandonó el sitio, que hoy ocupa la Penitencia ría, para trasladarse al cómodo y espacioso edificio, en que se halla actualmente al norte de la Alameda . En 1665, se vieron los ermitaños precisados á vender por segunda vez la hacienda de Picbingui leo, que era la despensa уy el banco de los conven tos de Santiago y Talca . La hacienda de Pichin . guileo propiamente dicho, que comprendía Las Palmas, Pichinguileo , Botalcura, Constancia, Toto ral y Rinconada, se vendió en diez mil pesos á don Antonio de Vergara, que se comprometió á pagar la á censo , dando al convento quinientos pesos cada año. Sucesivamente fueron vendiéndose las demás propiedades, hasta quedar solo con El Pí. cazo , en las faldas de la cordillera, tal vez porque no hallaron compradores. Verdaderamente causa pena ver el abandono en que se halla esa hacienda por falta de capitales para hacer su explotación. Tiene caropos, á los cua les no sería muy fácil proporcionarles los beneficios de la irrigación. Las montañas poseen bosques de robles seculares y selvas vírgenes de gigantescos cipreses . Es natural suponer que, establecidos los Padres en la doctrina, en una época en que tanto escaseo el clero secular, á ellos encomendaran los obispos el cuidado de está porción de su rebaño. No podríamos precisar el año en que los párro cos fijaron de una manera estable su residencia en la estancia de Rauquén . Ni siquiera podemos dar el nombre de algunos de los sucesores del Reveren . do Padre Beteta, hasta el 14 de Mayo de 1664, en que aparece sirviendo este curato, el presbítero don Antonio Heroz de Puebla . 273 Con dicha fecha, como en continuación de un libro de defunciones, se encuentra anotada la muerte del Alférez dou Audrés Correa , que bien pudiera ser el tronco de procedeucia, en Chile, de la distinguida familia Correa , que de Talca se ha ramificado por toda la República.. En la segunda mitad del siglo XVII, había varia do mucho el estado del servicio religioso en la pa . rroquia de Rauquén . Los párrocos, persuadidos de la ventaja que reporta para los fieles y de la conve . niencia que resulta, para ellos mismos, de la mul. tiplicidad de templos en una parroquia, habiau es. tablecido tres viceparroquias en los puntos más po blados del curato . En Huilquilemo había construí do à sus expensas una capilla, la piadosa señora · doña Catalina Vilches. En la pacienda de Libún , el acaudulado estanciero, don Andrés García Nei ra , tenia una iglesia, dedicada al glorioso San Nico lás . Esto hace suponer que fué obra de los Agusti. nos , cuando poseyeron esa hacienda. Aun se con servan restos de murallas de ese mismo templo, reedificado inás tarde por el párroco don Jacinto Rojas. En Pichinguileo, la antigua iglesia de los Agus tipos continuó, prestando sus servicios. Don Anto niɔ Vergara se esperaba en su conservación; y como él los demás dueños de Pichinguileo. La construcción era tan sólida, que no hace muchos años que prestaba todavía sus servicios. Sobre todo en tiempo de don Pascua! Corvalán, había ordina. riamente un sacerdote, que atendiera á las necesi dades espirituales de los babitantes de la estancia . Por lo menos para las principales fiestas de la ha cienda y festividades religiosas, aquel venerable anciano de costumbres patriarcales, á quien con ternura recuerdan sus contemporáueos, llevaba, sa APUNTES 18 274 cerdotes , que fueran á confesar á sus inquilinos, siendo él y su familia los primeros en acercarse al tribunal de la penitencia. Don Pascual es el tronco de distinguidas familias de este apellido, que se hallan establecidas en las provincias y ciudades de Talca y de Curicó . Al lado de las casas de la hacienda, se dejan ver aún algunos restos de ruinas del antiquísimno tem plo, que hizo demoler don Francisco Opazo, cuña do del conocido escritor don Benjamíı Vicuña Mackenna . Estas capillas eran ordinariamente atendidas por los mismos párrocos de Rauquén. Como buenog pastores, periódicamente se trasladaban á esos leja . pos lugares, para dedicarse á la instrucción de aquella apartada porción de su rebaño. A juzgar por la redacción de las antiguas parti das, de que dan fe los libros parroquiales de aque la época, los párrocos pasaban la inayor parte del año en los oratorios. Para ello tenían razón, porque del número de bautizos, entierros y matriinonios se deduce que la principal parte de la feligresía es . taba lejos, muy lejos del asiento de la parroquia. Pero, para atender a los estremos, convenía su eitua ción en la hacienda de Rauquén , Las visitas parroquiales y aún las episcopales, si es lícito emplear estos términos, se practicaban en la mayor parte de los casos, en Libún ó Pichin guileo. Es voz común : que, en tiempo de la colonia, estos dos lugares contaron con mucha población . Los patrones, parece que en aquella época, eran menos absorbentes, que muchísimos de los hacen dados del siglo XX. Se oprimía menos al inquilino, ó lo que es lo mismo, según su lenguaje propio : Las haciendas daban alivio al pobre. Otra prueba , que podríamos aducir en favor de 275 la antigua importancia de esos lugares, son los ár boles frutales, que solitarios se dejan ver en los campos, en las faldas de los cerros ó en sus que . bradas. Allí donde no se ven ni escombros ni rui nas de una antigua habitación , esas bigueras, aquel manzano ó este peral, que para su conservación no necesitaa de la atención del hombre, se nos presen : tan como elocuentes vestigios de una antigua resi dencia. Ellos nos recuerdan y dan ideas de la pobla: ción de otro tiempo . Algunos curas de ésta época . De los numerosos documentos que, para la for mación de un Diccionario de Parroquias, ha acu mulado un ilustrado sacerdote de la ciudad de San tiago, hemos obtenido algunos de les datos, á que hacemos referencia . En su mayor parte fon sacados del Archivo de la Real Audiencia. Respecto al dominico Fr. Alejandro de Beteta, que hemos mencionado, como Cura de los pueblos del partido de Maule, hemos de advertir: que es el mismo á quien el padre Ghigliazza da el nombre de Alonso, en su Historia de la orden dominicana . El mismo y no otro es también el Antonio de Be. teta , de que nos habla el historiador Olivares. Esta confusión de nombres proviene probablemente de las abreviaturas con que se escribían los nombres propios antiguamente. De este Cura dice el jesuíta Olivares: El padre Fray Antonio de Beteta fué ve merable por su canta vida y afanes apostólicos , que pasó doctrinando y bautizando inillares de estos indios, en cuyo cultivo pasó sus mejores años; y cargado de ellos y rico de merecimientos, entró á poseer el gozo prometido á los fieles sieryos del Señor » , 276 La aldea de Duao, favorecida por el fortiu de su nombre, era considerada como el asiento de las autoridades civiles y militares del partido de Maule. Después de su destrucción por los indios, y funda ción del fuerte de Plaule, el lugar de este nombre gozó de las prerrogativas de aquél . Por eso es que los Curas de aquellos años se titulaban indistinta mente Vicarios de Duao ó Párrocos de Maule; como á los de « Las Hijuelas» se les llama Curas de Pu rutún, y á los de Corinto, párrocos de Penicahue. A la traslación de sede parroquialno sigue de ordi nario inmediatamente el cambio de nombre del cu rato . Esto no se hace, mientras no se impone como una necesidad . Entre los soldados , venidos de España para tomar parte en las guerras de Chile, se encontraba Cris tóbal de Buiza , que se distinguía entre sus compa ñeros de armas por sus sentimientos humanitaries para con los indios. Las desgracias de éstos, en el orden temporal como espiritual, le movieron á cam biar la espada del guerrero por el bordón del pere. grino, que busca por los bosques al salvaje para aliviarle en sus miserias é instruirle en los miste rios de la Santa Religión. Troco Cristóbal la casaca militar por el hábito de los religiosos de Santo Do mingo de Guzmán . Este estado de vida se confor maba mejor con los sentimientos é inclinaciones del guerrero de Arauco . Desempeñó eu la orden el delicado cargo de Procurador del Convento de San . tiago; y como tal figura en un juicio acerca de la ermita de Monserrat. A fines del siglo XVI, encon tramos á este nuevo religioso, desempeñando la misión de Cuca de los pueblos del partido de Maule. Hasta su muerte conservó consigo al indio Diego de Reinoguelén, que él había tomado prisionero en la guerra , dedicadole á su servicio é iustruído en 277 la Religión C tólica . Este indio dió margen á dos ruidosos litigios, que terminaron por mandamientos de amparo de los Gobernadores del Reino, don Ro. drigo de Quiroga y don Alonso García de Ramón . El primero favorecía á Fray Cristóbal de Buiza y el segundo a la orden Dominicana; en la posesión de Diego de Reinoguelén . En 1565, dió en Santiago un poder á sus herma nos Juan y Luis de Buiza y á don Gonzalo Ron guillo de Peñaloza , para que se presentaran por él , ante el Real Consejo, á representar « lo mucho que la ampliación , sustentación, defensa de estas pro vincias y el descubrimiento de sus comarcas y gas. tos que por ello de mi hacienda he hecho (decía el poder) y el estado de pobreza en que por ello estoy » . No sabemos que providencia tomaría al respecto el Real Consejo . El padre Buiza murió trágicamente, en la destrucción de Duao, el 2 de Agosto del año 1600 , como tendremos ocasión de referirlo más tarde. De los sesenta y ocho años de su vida , em pleó la mayor parte de ellos en el servicio del Rey y en la evangelización de los indios. El año 1587 , ya se hace mención de él en el número de los doc. trineros dominicos. Huenchullamí, en esta época , formaba parte de la doctrina de Lora. En 1616, tenía por párroco á don Lorenzo de Pineda. Al año siguiente figura como tal don Pedro Sánchez de Araya . De esta parroquia decia el Obispo Villarroel: que tevía los pueblos de Vichuquén y Huenchullamí. Después escribió, que « Lora hoy es una con la de Peteroa por la cortedad del estipendio » -y en efec. to, en 1642. era cura interino de Peteroa y Lora el agustino Fray José Márquez. En acuerdo entre el citado Obispo y la Real Au diencia , el 26 de Noviembre de 1546, para asignar 278 sínodo á los curas incongruos, se lee esta modifica ción en las parroquias: «La de Lora se suprime y comparte entre Maule y Cauquenes » . De consi. guiente una gran extensión de la costa de la pro vincia de Talca formó parte por algunos años de la parroquia de Cauquenes, que en ese tiempo perte necía al Obispado de Santiago. El río Maule era un gran obstáculo para que los párrocos de Cauquenes pudieran servir esta región , tan remota y aislada de su doctrina. Como inedida prudente y de necesi dad , fué anexada esta parte á la parroquia de Maule ó Rauquén . Eu 1620, figura don Francisco Gómez de Ruise ñada , como cura y Vicario del pueblo de Duao. Don Francisco Gómez nació en Santiago, en los primeros años de la conquista del Reino de Chile. Sus padres don Francisco Gómez de las Montañas y doña Beatriz de la Cruz , se distinguían por muchos títulos, entre las familias fundadoras de la ciudad de Santiago. Por su madre era nieto de Gabriel de la Cruz, uno de los ciento cincuenta con que Pedro de Valdivia entró á Chile, en 1540. Desde 1626 á 1629, aparece el presbítero Gómez como cura de Aculeo . Falleció el año 1640. Tan desconocida fué en España su muerte, que, por real cédula de 7 de Juvio de 1646, se le promovia á ca. nónigo de la Catedral de Santiago . En 1626 encontramos, dándose el título de Cura de Maule, al Presbítero don Juan de Cárdevas Alva rado . Era este sacerdote natural de Concepción, hijo del Maestre de Campo don Alonso de Alvara do y de doña Catalina de Cervantes. Entre sus her: manos se contaban Fr. Alouso de Alvarado, Provin cial de los Dominicos, y Fr. Bartolomé de Cárde . nas, Comendador del Convento de Nuestra Señora de la Merced, de Chimbarongo. Este apellido lo ha. 279 brían tomado de algún abuelo, según costumbre de la época. El señor de Cárdenas y Alvarado había sido Cura de Peteroa, en 1617 ; y en 1622 lo fué de Chimbarongo. De Peteroa fué párroco poco más de un año. Prendado de la feracidad de esos cam. pos, vivo más tarde á establecerse en ese hermoso . valle, donde compró una estancia, viña y bode gas que en parte donó á una de sus hermanas, legando el resto en testamento á su demás familia . Parece que tenía un decidido gusto por las viñas. En 1601 , babía sacado en remate, en Santiago, una cua dra de viña en la suma de quinientos pesos, canti. dad no despreciable en aquella época . Fué su última voluntad; que sus restos fueran inhumados en el convento de Santo Domingo. Don Diego de Valdivia se encontraba sirviendo la doctrina de Maule, en el año 1642. Había nacido en 1598, pero su filiación nos es desconocida. En 16 + 6 dió poder, para que testara después de su muerte, á su hermana doña Isabel de Mendoza y á su cuñado don Diego de García Neira, á quienes instituyó a la vez por herederos únicos de sus bie nes . Don Diego era deudo inmediato de los Gar cías y Neira de Libún . Doña Isabel Mendoza es aquella caritativa protectora del Convento de San Agustín de Maule, que le donó los terrenos en que se fundó la ciudad de Talca . Pidió el señor Valdivia, y le fué concedido, ser sepultado en la iglesia del Convento de Sau Fran cisco de Santiago . Por presunciones, que descansan en sólidos fun . damentos, y con inequívocos visos de verdad , cree mos que el presbítero Jerónimo López de Arrai gada fué uno de los sucesores de don Diego de Valdivia; y que en la declaración que vamos á citar, 280 hecha en 1642, hace referencia á la parroquia de Rauquén. Antes de esa fecha, babía ido por fuerza á servir una doctrina « en donde estuve, dice, seis años, pasando los mayores trabajos del mundo, eiendo de cincuenta leguas de contorno, con infini tos ríos y esteros, sin tener en ella de estipendio cien pesos » , y agrega, que para librarse de ella había acudido por vía de fuerza a la Real Au diencia , El Gobernador Alonso de Rivera hizo donación al señor Arraigada de quinientas cuadras de terre no, que estaban en las Peñuelas de Vichuquén. Éste las vendió en cuatrocientos pesos á un sobrino, que pudo ser el que adulteró su apellido de Arrai. gada en Arriagada. En la costa de Curicó quedan retoños de la anti. gua familia de los Arraigadas de Peñuelas . Algu . nos hau wezclado por el matrimonio la sangre de los Arraigadas con la de los Toledos de Vichuquén . Estos proceden del Sargento Mayor de los ejércitos del Rey de España, don Luis Toledo Mejía, quien ejercía el cargo de Alguacil mayor de gobernación , eu 1608. El Gobernador don Alonso de García Ra. món le concedió quinientas cuadras de tierra en Lolol , en decreto que lleva fecha 3 de Julio de 1610. ) Era el señor Arraigada, vieto por línea materna de uno de los compañeros de Valdivia , en su llega da á Chile . Las iglesias de la parroquia se encontraban en estado de suma pobreza , debido a las circunstancias del tiempo y talvez en parte á la indolencia de los fieles y al descuido de los rectores de esos templos. Esto no ofrece duda yу excita una santa indignación , si se da crédito al Procurador General de los Agus. tinos en Chile, que decía en una carta á la Real Audiencia: « Pues casi todas las demás (Iglesias) de 281 este Reino sou de paja , excepto una o dos , y ape. nas las hay por estar todas hechas habitaciones de cabras, ovejas, caballos, lechuzas y murciélagos; todo lo cual protesto probarlo » . Respecto á entradas por asignaciones, esta pa rroquia figuraba entre las de campo, que se halla ban en mejores condiciones . Sobre el particular decía en una carta el Obispo Fr. Gaspar de Villa rroel : que llegaba á reunir doscientos pesos por año de proventos, que tenía el pueblo de Pocoa y éste ciento ocheuta y cuatro pesos y cuatro reales de capital de censos de indios. CAPITULO II . FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE Talca . Crueldades de los conquistadores . Las rebeliones parciales de algunas tribus indíge. nas, que tuvieron lugar á principios del siglo XVII, y el levantamiento general , ocurrido á mediados del mismo siglo, tuvieron que comprometer nece sariamente el orden religioso de la doctrina de la ribera del Maule . En su odio para con los extranjeros, el arauca no miró con abominación todo lo que decía rela ción con los blancos. Su amor á la patria rayaba en grosero fanatismo. Los templos fueron des. truídos, las imágenes arrojadas de sus tronos y asaeteadus, en presencia del sacerdote que, prisio. nero , aguardaba la sentencia de los caciques para dar la vida por la fe. Después de la muerte de éste, los toquíes ó úlmenes de mayor importancia se - 282 arrojaban, como fieras bambrientas, sobre el cadá ver; sacábanle el corazón y se lo comían, palpitante aún, después de haber teñido con su sangre el bie. rro de sus lauzas. Las tibias ó cavillas las conver: tían en pífanos ó flautas. Cortaban en seguida la cabeza, cuyo cráneo transformaban en copa de liba ciones para las grandes fiestas de los señores to quíes. Las mandíbulas se descarnaban y luego se las forraba en piel de zorra , para hacer de ellas morriones, que constituían honrosos distintivos de los más esforzados de sus guerreros. Cada uno de los mieinbros de aquel cadáver era repartido entre los vencedores. Los indios, en tiempo de guerra, miraban la reli gión de Cristo como una farsa abominable de los españoles, para reducirles a la más ominosa escla. vitud . Para hacerse cristiano necesitaba el indígena ser un héroe de la más sublime abnegación. Sus compatriotas le habían de mirar como un renegado, y , lo que para él era peor, como enemigo de la pa tria. Por su parte, el español le convertía en instru mento abyecto, para saciar su desmedida sed de oro . La condición de un indio de encomienda dife . ría muy poco de la desgraciada suerte de un escla. vo. Sea dicho en honor de la corona de España, que los reyes siempre fueron solícitos en recompen dur á sus súbditos: que usaran de sentimienios humanitarios con los indios. En la corte siempre tuvieron acogida favorable las protestas de los mi sioneros contra los gobernadores o encomenderos, que usaban de vejámenes contra los indios, sonieti. dos al dominio del rey de España . Hemos de coufe. Bar: que en la generalidad de los casos, los levarta mientos de indios no eran otra cosa que una justa excitación popular, que provocaban los invasores con actos de barbarie, de licencia é de ambición . 2 3 La civilización aparece degradada y la religión cris . tiana en vilecida . García Hurtado de Mendoza, después de una victoria, hizo cortar las manos á los prisioneros y despedirlos á sus relucciones. Esos brazos mutila. dos hablaban por sí mismos á sus compatriotas, que veían escrita, con caracteres de la sangre que de ellos destilaba , la sentencia de iguerra á muerte al invasor ! Alonso de Reinoso hizo atar, á la boca de los ca ñones, á los úlmenes ó jefes , que disparados por los aires, fueron arrojados hacia los campos del enemigo. Sus cenizas, llevadas por los vientos, fue. ron como chispas eléctricas, que inflamaron el pa triotisino en las selvas de la Araucania . El vencedor de Caupolicán le hizo sentar en una aguda pica, que traspasó las entrañas del indómito araucano . Entre las convulsiones de la muerte, le levantan en los aires, haciendo caer sobre él una lluvia de dardos. El cadáver « le aquel mártir de la libertad , colocado entre la tierra yy el cielo, fué como un estandarte guerrero. Å su sombra vivieron sus compatriotas á jurar la venganza de la afrentosa muerte del denodado campeón. En sus heridas le . yeron el testamento y credo de libertad, que decía á los chilenos: ; Vencer ó morir ! Alonso de Sotomayor recorrió el territorio , á san gre y fuego. Los indios que caían en sus manos eran empalados, como Caupolicán; ó descuartizados, eran dejados en los árboles del camino. Los que co rrían inejor suerte, ante aquel inonstruo de crueldad, eran mutilados en el rostro , y después de cortarles las manos , se les ponía en libertad. Muy lejos de amedrentarse los naturales, con semejantes cruelda. des . Por el contrario, del uno al otro de los confines de sus dominios se oía el grito de exasperación: - 284 ¡ Ay del araucano, mientras viva en sus tierras el es pañol! El Padre Valdivia recuerda un hecho, en que se pegó fuego á un rancho para quemar vi. vos á cuatrocientos judios que estaban encerrados en él . Actos de esta naturaleza, que me es duro recor dar, por mi amor á la inadre patria , establecian un abismo entre el araucano y el español. Un decreto del rey Felipe III vino á excitar más los ánimos. Por real cédula de 1608 , declaraba : que fueran tenidos como esclavos los prisioneros de gue rra. Esto se prestó á grandes abusos de parte de los eúbditos del monarca. El araucano no podía aceptar semejante despotismo y tirapia . La guerra se eternizaba, por la deslealtad de unos y la ambición de los otros. Tal magvitud tomaba la sublevación general , que el Fiscal de la Real Audien cia, insinuó al rey la idea de fijar el Maule como lí. nea fronteriza, abandonando la raya del Biobío. Le decía : que despoblara las ciudades del sur, en vista del estado calamitoso é irreparable del reino, pasan . do sus habitantes á establecerse al norte del río Mau . le , para que con ellos se fundara una nueva ciudad en los fértiles parajes de Duao, que serviría como de baluarte de defensa del vado de dicho río . Además, el señor Solarzo le aconsejaba la funda ción de otra aldea en la desembocadura del Maule, en Quivolgo; y el establecimiento de otros tres fuer tes, con doscientos hombres cada uno, al norte del mismo río. La propiedad ya estaba muy subdi. vidide ; pero se indicaba al rey que, para mayor seguridad y progreso, se hiciera una nueva división en ella . Los fuertes consistían en corrales de tapia ó empalizadas, que contevían en su centro una ha bitación espaciosa y segura para los soldados. 285 Á causa de las lluvias, y, como consecuencia de ellas , por el caudal de los ríos, las guerras eran or. dinariamente periódicas . Considerábase como tiem po de tregua el comprendido entre Mayo y Octu: bre. Para los primeros días de Octubre los soldados de temporada debían trasladarse de su cuenta y ries . go á la doctrina de Pocoa, al valle de Talca . Aquí recibían armas, caballos, vestuario y rancho. En las ciudades alojaba cada soldado donde más le acomo. dara , á falta de cuarteles de alojamiento. Los pobladores de Chillán abandonaron la ciudad al formidable araucano, que marcaba sus triunfos cois la desolación y el exterminio. En las encomien das del corregimiento de Maule, fueron hospitalaria mente recibidos, hasta que ocho años más tarde, en 1663, el gobernador Peredo pacificó aquella tierra é hizo volver á ella á sus antiguos pobladores. La parroquia de Pocoa tuvo que experimentar también los desastres de una invasión indígena. El 15 de Marzo de 1657, !osPegüenches y los Puelches abandonaron sus habitaciones de la falda de la cor dillera de los Andes, para maloquear las estancias del fértil valle, que se extendía al pie de sus reduc. ciones. Las estaucias de doña Catalina Vilches, del capitan don Juan Vilches, de don Francisco García , de don Cristóbal Muñoz, las de Salas, de Cerda y la de Perque de los Jesuitas, fueron asoladas y sa queadas, llevándose el enemigo doscientos prisione. ros y gran cantidad de vacas y caballos. La real Au diencia organizó un ejército exclusivamente para la pacificación de los rebeldes cordilleranos. Las hor das invasoras se replegaron á sus quebradas. El estado político del país, en los tres cuartos de siglo, que preceden á 1664, dan una idea más fácil de concebir que de explicar, acerca del estado reli gioso del curato de la ribera del Maule. El estado de 286 . progreso relativo, en que se encontraba el territorio, la paz de que ordinariamente gozaban sus habitan: tes , y la silu ición misma, al lado del teatro de la guerra, habían hecho de esta doctrina una de las parroquias más importantes del obispado de San . tiago. Algunos de los hechos á que hacemos referencia, parecen ajenos del objeto y aun del mismo nombre de « Apuntes para la historia de la parroquia de Pen cahue » ; pero hemos creído suplir en parte, la rela. ción de ellos, con los datos propiamente históricos de 5 que en esta época carecemos . Fundación de la ciudad. La traslación del convento de San Agustín á Tal . ca dió origen á que muchos de los naturales de aquellos campos construyeran sus chozas en los al rededores del templo , ya fuera como dependientes, ya como arrendatarios de la comunidad agusti. niana . Las orillas del Piduco y las márgenes del río Claro, de páremos solitarios, silenciosos y abando. nados, se vieron convertidas, en poco tiempo, en una alegre y bulliciosa reducción . El espíritu de sociabilidad, que caracterizaba á los indios de las riberas del Maulé, hizo concebir á los religiosos de San Agustín la idea de una ciudad en los ángulos de confluencia del estero de Baeza con el Piduco, y de ambos con el río Claro . El local no podía ser más inadecuado, por lo quebrado del terreno; pero no podía ser más aparente, si se toma ban en cuenta la abundancia de aguas y su sit'ia ción al pie del cordón de cerros , que se extienden de sur á norte, dilatándose hacia el poniente. En las faldas de sus colinas podrían levantarse, con 287 suma facilidad, fuertes de defensa contra los indios, en caso de ataque á le población. Las construcciones de aquella época eran ordina riamente de barro y piedra, y los medios de tras portes escasos y muy costogos. La abundancia de materiales de construción era un factor del cual no se podía hacer caso omiso, al resolver el tras cendental problema de la ubicación de una ciudad. Por espíritu de patriotismo, como obra de ade lanto del país, y para el resguardo de sus propie. dades, interesaba á los ermitaños de San Agustin la fundación de la villa . Los padres debieron, sin duda, interponer ante los gobernadores la omnimoda influencia de que gozaban en la capital del reino . Ofrecerían dar te rreno para calles , para plazas y edificios de gobier. po, y venderían los eitios á censos, que estuvieran al alcance del más necesitado . El común anhelo de los religiosos de San Agus tín y de los habitantes del corregimiento de Maule no debía , sin embargo , realizarse antes del año 1692, eu que el gobernador don Tomás Marín de Poveda trazó las calles de la ciudad de Talca , dándole por centro la placilla. Esta población fué en decadencia ; y sólo tomó forma de aldea cincuenta años más tarde , cuando el gobernador don José Antonio de Manso la trasladó al poniente, dándole por ceritro la plaza , que hoy figura como uva de las de más gusto con que cuentan las ciudades de toda la Re. pública . El historiador Gay, hablando de esta fundación , dice : que se hizo al norte del río Maule y sur del Talca . Entre todos los autores antiguos, que hemos consultado, es éste el úvico que menciona con el nombre indígena al río Claro . Los españoles le lla maron Claro por la particularidad de sus aguas, 288 que son tan diáfanas como el cristal . Esta peculia ridad es debida á que desde su nacimiento, al norte del Descabezado, se desliza sobre un lecho de tosca, hasta llegar á Talca , después de haber recorrido una distancia de ciento treinta kilómetros, serpen teando por el dilatado valle, que se extiende entre el Lontué y el.Lircay . Entre los primitivos pobladores, era costumbre designar con el nombre del río la más importante comarca de la región que bañaban sus aguas. La importancia no la hacían consistir en el mayor ó d 1 menor número de habitantes, sino en la calidad de sus terrenos, aunque éstos no fueran de grande ex tensión . Así se explica el nombre, impuesto por los naturales al campo , en que debía después fundarse la progresista ciudad de Talca . El año 1693, el Capitán don Antonio Soto de Pe . drero recorría los campos del sur, pacificando a los indios rebeldes, cuando se presentaron á él muchos indios, querellándose contra los de cierta tribu, á quienes acụsaban de dar muerte con hechicerías á sus hijos. Este era uno de los pocos crímenes que, según las leyes de su pación , merecían pena de muerte. El capitán falló, librando la vida a los su puestos delincuentes, y dejando satisfechos á los supersticiosos delatores. Hizo trasladar á todos los hechiceros al norte del Maule, para que aumentaran la población de la nueva ciudad de Talca. ¿No serán éstos los antepasados de los farsantes, que pululan en la provincia, explotando la buena fe del pueblo con reducir á mal impuesto todas las enfermedades ? No podemos desentendernos de dar una ojeada , aunque ligera, al estado de las industrias de la pa rroquia, á mediados del siglo XVII . La agricultura , á la cual iba unida la ganadería, había sido una de las primeras industrias estableci . 6 289 das en el dilatado territorio de la doctrina de Rau. quén , y una de las principales fuentes de entrada, que aquí tuvo la corona de España, en la época de la colonia . Los indios libres de Pocoa y los habitantes de Rauquén, se consagraban de preferencia al cultivo del maíz, aprovechando la exuberante feracidad de aquellos terrenos en la producción de ese cereal ; virtud que conservan hasta nuestros días. La hoja de fumar, tan apreciada en los mercados de San tiago y Valparaiso, con el nombre de hoja de Talca, es la que producen los valles de Pocoa, Corinto y Rauquén , y que preparan sus habitantes, como tendremos ocasión de decirlo más tarde. Esta es la industria propia de la mujer corintia. Los encomenderos españoles se dedicaron prin cipalınente á la siembra de trigo, que alcanzó, en épocas de escasez, el fabuloso precio de dos pesos y dos pesetas por fanega. Para el cultivo de sus tie. rras empleaban los bueyes, á cuyo uso costó habi. tuar a los indios, que estaban acostumbrados y gus . taban de trabajar con parejas de chilihueques, o sea , de guanacos con arados, especiales . En algunos casos , para hacer las siembras y or . dinariamente para hacer las trillas, los estancieros organizaban mingacos, que por lo regular tenían lugar en los días festivos. Por eso es que los Obis pos protestaban de ellos. Los concurrentes trabaja ban sin más remuneración que la abundante comi. da y la cufa , que se servía á discreciou . Era esta bebida un licor de maíz, que preparaban los indios, y que era muy de su agrado. Todos los asistentes al mingaco, antes de concluir el trabajo ; terminaban por quedar cufifos . Si el mingaco era de deshoja de maíz, tenía lugar en alguna noche de hermosa luna. Empezaba por APUNTES 19 290 formarse el montón de choclos sobre una tinaja de cufa ó de aguardiente, enterrada en el suelo. Había interés por concluir la deshoja, para poder vaciar el chuico. Ésta era la recompensa. Estos mingacos eran generalmente muy concurridos y animados, como que en ellos tomaban parte personas de am . bos sexos y de todas edades . Se prodigaban las pa llas y no escaseaban los dicharachos. En la cús. pide del montón no podía faltar una cantora , que mantuviera el entusiasmo con sus canciones á lo di. vino. Ella no deshojaba, pero cargaba con la obliga . ción de pagar todas las hechuras; y no podía bajar mientras no se desmoronara_la pila de maíz. Este era un episodio de la fiesta. El mingaco, en cuanto al trabajo, tocaba ya á su fin . La ganadería había tomado tanto incremento, que una vaca no valía más de dos pesos; y algunos años después, la internación del ganado argentino hizo bajar en una cuarta parte este valor. En el ve. rano tenían lugar las quemas, que en algunos casos se hacían con estrepitoso aparato . Las quemas lle. garon á ser en los campos las fiestas populares de la época . Consistian éstas en grandes rodeos, orga nizados por los estancieros, con el objeto de matar los animales, para quemar sus carnes , como des perdicios , después de haberles extraído la grasa y los cueros, que eran llevados, como mercaderías de retorno, al Perú y al Potosí . Los Jesuitas establecieron un astillero á inme diaciones de Constitución , que entonces se llamaba Maule. De esa suerte pudieron beneficiarse siquie . ra en parte las maderas, en que abundaban las mon tañas de la costa . Este astillero llegó á ser el mejor de la época , en toda la costa de Chile. La comunidad de San Agustín poseía una gran viña en la hacienda de Pichinguileo, que cubría 291 sus gastos y dejaba una buena utilidad á sus due. ños . Nos inclinamos á creer que el valle de Lontué, en ese tiempo , pertenecía ya á la parroquia de Pe . teroa, cuyos deslindes serían en esta parte el ríu Claro y Punta de Rara. En los tiempos más remo tos dela colonia, se estableció en grande escala una crianza de cerdos, en el valle del estero de Pichin . guileo. Con motivo de esto , el estero y valle toiparon la denominación de Los Puercos, que conserva has to muestros dias . Este nombre es una herencia ne. tamente española, porque los chilenos le habríamos llamado estero de Los Chanchos. Deliberadamente hemos invertido el orden cro nológico de los hechos que vamos refiriendo , y aun que, hasta cierto punto , sou ajenos de la materia que hemos anunciado , les ampliaremos todavía, dando cabida aquí á los documentos que dan fe de la donación de terrenos, hecha por los Padres Agus tinos al Rey para lil segunda fundación de Talca. « 1.er TRATADO = DONACION = Fs. 516. = Con vento de San Agustin de Talca = a Su Majestad En la nueva fundación de San Agustín de Talca en cinco días del mes de Noviembre de mil sete . cientos cuarenta y cuatro años.- Estando en el Convento de nuestro padre San Agustin de la nue. va fundación á son de campana tañida se juntaron como lo han de uso y costuinbre el R. P. lector ju bilado fray Luis Caldera, prior provincial de esta provincia de nuestra señora de Gracia de este reino de Chile, y el R. P. lector jubilado fray Lorenzo Guerrero prior actual de este Convento, el R. P. Maestro fray José Solís , reverendos padres presen . tados fray Alonso de Soto y fray Justo Vélez, y de. más religiosos que abajo firmarán sus nombres. Y estando así juntos Su Paternidad muy Reveren da , dicho Padre Provincial, les propuso á Sus Pa 292 ternidades como la dicha su provincia había hecho donación á Su Majestad ( Dios le g. ) de las tierras que necesitase para fundar una villa ó ciudad en las que tiene este dicho Convento en esta situación de TALCA , dejando la asignación de la cantidad que se necesitase al superior arbitrio del Excmo. se. ñor don José Manso, caballero de la Orden de San tiago, del Consejo de su Majestad , Teniente Gene ral de los ejércitos, Gobervador y Capitáv General de este Reino y Presidente de la Real Audiencia, que en su nombre, la había aceptado. — Y que res pecto de que dicha donación se había hecho dona ción sin consulta del Convento , siendo legitimo dueño de las tierras donadas, cuya circunstancia pudiera en algún tiempo dar motivo á que por al guno de los prelados que se subsiguieren en lo fu turo se intentare algúo movimiento que sirviese de inquietud á los pobladores, era su ávinno, á más de . la donación hecha por la dicba su provincia, á ex .. planarla nuevamente en ésta asignando las cuadras que se han de ocupar en dicha fundación.- Y que es su parecer, que la dicha villa ó ciudad, á más de la cuadra en que tiene señalada la plaza , haya de tener desde dicha plaza para cada uno de sus cua tro costados seis cuadras, exclusive la de la dicha plaza, con la circunstancia que, si la figura de la tierra por alguno de sus costados no pudiese alcan : zar á tener las seis cuadras por algún legítimo em barazo, lo que á éste le faltare se prolongue por otro de los dichos costados donde no se ofrezca im . pedimento; de suerte que es su ánimo que dicha villa ó ciudad tenga trece cuadras de longitud y otras tantas de latitud y que encierre en su área ciento sesenta y nueve cuadras.--Y que le parece suficiente sitio para una población , muy conducente para este vecindario.-- Y que así mismo, siendo pre - 293 ciso asignar tierras para caidos y de esas le parecía conveniente se asignare la cantidad de ciucuenta cuadras por la parte que las hubiere, exceptuando sólo el potrerillo de este Convento, porque éste había de quedar exento y libre para el uso de los religiosos de él ; y que Sus Paternidades muy reve. rendas diesen sus dictámenes sobre este asunto ; á que todos, unánimes y conformes, dijeron que, aunque pudieran reservar esta solución para el ter cer tratado, no obstante ?) el celo, que movía á Su Paternidad muy Reverenda, éste sólo se dirija al beneficio común de todo el vecindario de este par. tido por el mucho que importaría en el logro del pasto espiritual con la congregación y enseñanza así de la doctrina cristiana como política y otros amentos en el culto divino, desde luego con ad vevían y dabar sus pareceres para lo que Su Pa .. tervidad muy Reverenda lo proponía. Y que lo mis. ino ratificaria en el segundo y tercero tratado; y asi la otorgaron y firmaron , á quienes yo el presente escribano doy fe que conozco , siendo presentes por testigos los capitanes don Pedro Vélez, don Manuel Guerrero y dun Bernardo Antonio Rey .-Fray Luis Caldera, prior provincial . – Fray Lorenzo Guerrero, prior --- Bray José Solis - Fray Alonso de Soto - Fray Justo Vélez – Fr. Luis de Quero - Aute mi -J. Ant. Cherinos, E. P. de C . » — « 2. ° TRATADO . = EU la nueva fundación de - San Agustín de Talca, en seis días del mes de No viembre de mil setecientos cuarenta y cuatro años . -Estando en el Convento de nuestro Padre San Agustín de esta nueva fundación, se juntaron á son de campava tañida , como lo han de uso y costum . bre, el muy Reverendo Padre lector jubilado fray Luis Caldera, prior provincial de esta provincia de Nuestra Señora de Gracia de CHILE, уy Reverendo 291 Padre lector jubilado fray Lorenzo Guerrero, prior actual de dicho Convento, el Reverendo Padre Maestro fray José Solís, Reverendos Padres presen tados fray Alonso de Soto y fray Justo Vélez y el Reverendo Padre predicador fray Luis de Quero, suprior da dicho Convento; y estando así juntos, Su Paternidad muy Reverenda, dicho Padre Provin cial , les propuso cómo ya en el antecedente tratado les había dicho el fin á que se dirigían las consul tas que se continuaban aquí, con particular agra deciiniento les estaba obligado por la igual concu . rrencia que con Su Paternidad Reverenda tenian en materia de tanta importancia como la que se les había propuesto por los fundamentos que van ex presados, y por reportar en ello el logro de remune. var en parte las muchas mercedes que de su Ma jestad (Dios le g ) continuamente estaban recibien do y que, sin embargo de tener dados sus dictáme. nes, viesen si sentían alguna cosa en contrario ó que fuera contra su sagrado Instituto; á que todos respondieron que no tenían que innovar cosa algu na y que sólo se sirviese Su Paternidad inuy Reve renda de explicarles el modo cómo se entendía la donación de las CINCUENTA CUADRAS, que se asignaban para caídos; á que Su Paternidad muy Reverenda les respondió que las dichas cincuenta cuadras se habíau de entender en área, esto es, con siete cuadras y un cuarto de longitud y otras tan tas de latitud,en cuyo número multiplicado un cos tado por otro se incluyesen las dichas cincuenta cua dras en área ; á que todos, unánimes y conformes, condescendieron , dándole á Su Reverendísima las repetidas gracias por la obra tan acepta que ejecu . taba y que para el último tratado revalidarian sus dichos ; y así lo otorgaron y firmaron ; á quienes yo el presente escribano doy fe que conozco, siendo 295 presente por testigos don Manuel Guerrero , don Bernardo Antonio Rey y don Joaquín de Acevedo. - Fray Luis Caldera, prior provincial- Fray Lo. renzo Guerrero, prior-Fray Alonso de Soto-Fray Justo Vélez - Fray Luis de Quero - Aute mi - J . Ant. Cherinos, E. P. de C .» « 3.er TRATADO . En la nueva fundación de San Agustín de Talca, en siete días del mes de No. viembre de inil setecientos cuarenta y cuatro años. - Estando en el Convento de nuestro Padre San Agustín de esta dicha nuestra fundación, ee junta ron á son de campana tanida , coiao lo han de uso y costumbre, el muy Reverendo Parlre lector jubi lado fray Luis Caldera , prior provincial de estu pro vincia de Nuestra Señora de Gracia de CHILE, el Reverendo Padre lector jubilado fray Lorenzo Gue rrero, el muy Reverendo Padre Maestro fray José Solís , Reverendos Padres presentados fray Alonso de Soto y fray Justo Vélez y el muy Reverendo Padre predicador fray Luis de Quero, suprior de dicho Convento, y estando así juntos, Su Paterni dad muy Reverenda, dicho Padre Provincial, les dijo á Sus Paternidades como en la primera y se . gunda consulta les había propuesto el fin á que se dirigían las dichas consultas; y que, aunque en los dos antecedentes tratados, mostrando la magnifi cencia de sus ánimos y el gran celo con que concu rrían á la ejecución de tan santa obra, no obstante, para que tuviesen mayor mérito, quería Su Puter: vidad Reverenda, oírles en este último tratado final resolución para pasar á ejecutar sobre el dicho asunto el formal instrumento, en que se declarase la asignación que pretendía hacer así para la situa ción de la construcción de villa ó ciudad, que se está fundando, como para sus efectos y deseos; y que Sus Paternidades muy Reverendas diesen sus 296 dictámenes en dicha materia; á que todos, unáni. mes y conformes, respondieron que desde luego podia Su Reverendisima con el conocimiento de su voluntario concurso y rendida obediencia , la que sacrificarían con igual complacencia por lo mucho que importarían en la dicha fundación, como ya lo experimentaban con estar en sus principios por lo que veían en lo que logran los pobladores en el pasto espiritual que continuaban reportando, y que Su Paternidad Reverenda desde luego podía otor gar el instruwento ó instrumentos, que fuesen ne cesarios á fin de corroborar la donación que por la dicha su provincia le tenía hecha á Su Majestad (que D. g.), para lo que le daban todo su poder cum plido cuanto en derecho es necesario con tanta am . plitud y generalidad cuanto en estos casos necesita. re, porque quieren y es su voluntad la consecución de la sujeta materia; y así lo otorgaron y firmaron ; á quienes yo el presente escribano doy fe que co nozco, siendo presentes por testigos los capitanes don José Gregorio Guerrerni, don Manuel Guerre ro, y el comisionado don Andrés de Escudero. Fray Luis Caldera, prior provincial - Fray Lorenzo Guerrero, prior-Fruy Alonso de Soto - Fray Jus to Vélez-- Fray Luis de Quero — Ante mi- J. Ant. Cherinos, E. P. de C » . CAPÍTULO III. FUNDACIÓN DE LA PARROQUIA DE TALCA . PÁRROCOS DE RAUQUÉN . Nos encontramos en una época, en que no había más cernenterios públicos que los que poseían los 297 indios . En la reducción de Pocoa se encontraba el panteón de indios, precisamente en el mismo lugar en que, á mediados del siglo pasado, se edificó el molino de Corinto. Las ceremonias de la corrida á Pillán , (espíritu del mal) que prevedian inmediata mente á la sepultación , parece que se efectuabau en la explanada del cerro de los Brujos, que está no muy distante de la población Los cristianos, ya fueran españoles, ya naturales del país, se sepultaban en la iglesia parroquial, en las capillasde Huenchullamí, Huilquilemo, Libún y Pichinguileo, ó en el templo de San Agustin , siendo de preferencia este último . La razón es obvia . La iglesia más próxima á la residencia del ex tinto era comunmente la que guardaba sus cenizas. Hubo casos en que, desde el apartado valle del Ma ' taquito y desde las mismas márgenes de aquel río, fueron trasladados algunos cadáveres hasta la capilla de Libún y Picbivguileo. De esto dan fe las parti das que literalmente copiamos : « en la dha estancia del Dho cpn . Andrés garsia de neira en 24 de agosto de 71 años enterre á un indio de la encomienda del Dho cpn andrés garsia de neira llamado quilalirgo que murió aogado en mataquito baquero de Dha dotrina entierro menor en la Dba iglesia Antto de Aguilar». La otra partida es de la misma fecha, y debió de tener la misina firma del expresado señor Aguilar. « en pichinguileu estancia del cpp , autto de bergara enterre en su iglesia semiparroquial a P.• Orbes que le allaron muerto en mataquito de una puñia lada y le trajeron a esta Dha parroquia tan pobre que de limosna se i880— » No extrañe el lector el ver figurar tantos capita nes, que no son de ejército, sino capitanes de amigos, 298 especie de subdelegados y jueces de las reducciones de indios . Una mañana de Diciembre de 1695, los pacíficos habitantes del caserío de Talca despertaron sobre saltados con el confuso clamoreo de centenares de indios, que invadían la población , iMalón! ¡ Malón ! ¡Dios mío, misericordia ! ¡San Agustín me valga ! serían las pavorosas exclamaciones de aquella sen cilla gente. Los fúnebres y descompasados acordes de los pifanos , con sus melancólicos ipif!... ¡ pif! ... ipif!... ¡pif!... significaban á los lugareños, que se trataba de un acompañamiento funerario y nó de una irrupción á picas y macanas . La paz renace en los corazones. No hay motivo para inquietarse. Son los indios de Pocoa , que vienen á confiar á los er mitaños de San Agustin la custodia de las cenizas de su soberana. Ha muerto doña Ana, la última de sus cacicas ; y con ella se extingue el último vástago de los toquíes de su raza . Con doña Ana sepultarán los indios, para siempre, el último resto de la mo. parquía araucava en el valle de Pocoa . El Cura y Vicario de Rauquén, don Antonio Heroz de Puebla , se trasladó a Talca , para presidir personalmente la inhumación del cadaver de doña Ana. De esta manera da cuenta él de aquel acto : « En primero de disiembre de mil y seis sientos y sesenta y sinco enterre a da Ana yndia cassica de pocoa en el conbento del Sr. Sn . Augustin Antto. heroz de puebla ». Es digno de notarse que en la redacción de la partida le haya dado el señor Heroz el tratamiento de doña á una india . Esto es asombroso , y cosa muy rara en un español de aquella época. El ser cacique no era título suficiente para semejante tratamiento, porque no daban gran importancia á esta dignidad. Es de suponer que doña Ana estaba adornada de 299 relevantes prendas personales, que la harian acree. dora á toda clase de consideraciones de parte de los mismos españoles . Al márgen de la partida anota el señor Heroz la circunstancia de haber liecho la sepultación bajo el rito menor, y con dos posas ó estaciones con res. ponsos. Las posesiones de los caciques de Pocoa pasaron á los dominios del Rey , quien hizo merced de ellas al capitán don Pedro de Toledo. Estas fueron sub dividiéndose, con el transcurso de los años. Pero una parte considerable de ellas se conservó, como herencia de familia , entre los descendientes del ca. pitán Toledo, hasta la segunda mitad del siglo XIX . Pasaron en aquella época a formar la parte más productiva vie la hacienda de Rauquén . Daremos una idea de la familia que tuvo en la antigüedad el señorío de este valle, el primero en la fe : acidad del suelo , en el departamento de Talca . De esta familia desciende el presbítero don Juan de Dios Toledo Vergara, que por algunos años fué Vi. sitador parroquial del Arzobispado. Es nacido en el valle de Rauquén. I. Don Manuel Osorio de Toledo, natural de Ma . drid , casado con doña Maria Arce, natural de Maule. Con este nombre se designaba á Constitución y un partido de muchas leguas. II. Don Pedro Osorio de Toledo ( capitán ), hijo de los anteriores, casado con doña Micaela de la Torre y Almonacid, originaria de Concepción. III. Doña María Rosa de Toledo, hija de los an . teriores, casada con don Valentin Gaete, maestre de campo de Maule . IV. Doña Dionisia Gaete, hija de los anteriores , casada con don Florián Ramírez, éste es distinto del encomendero de Corcolén . 300 Con estos datos es fácil continuar el entrouca . miento de las familias. El año, que nos ocupa, 1665, comisionado por el Iltmo. señor Humanzoro, llegó a esta parroquia el prebendado don Cristóbal Sánchez de Abarca , á hacer la visita de la doctrina . En el auto de visita se refiere á un libro de matrimonios de noventa y ocho páginas, revisado por su antecesor don Am brosio de Zabala . Del dicho libro y decreto del señor Zabala no nos queda sino el recuerdo, que en el mencionado auto vos ha conservado el señor Sán chez de Abarca . Dos años más tarde el Visitador Parroquial , don Antonio Quintanille, levantaba un auto, en que con severidad y dureza recouvenía al señor Heroz de Puebla por no haber puesto en práctica las orde. nanzas de sus antecesores, acerca del correcto modo de redactar las partidas de defunciones. Una repri . mienda tan enérgica como justa , debió de desagra dar al señor Heroz, basta resolverse á abandonar el servicio de la parroquia. Desde ese día no vuelve á figurar como párroco. El visitador debió confiar interinamente la atención del servicio parroquial á los religiosos de San Agustín . Por espacio de diez años se alternaron , como Curas y Vicarios, los pa dres Fr. Pedro Garragurri , Fr. Diego de Tobar, Fr. José de Vergara y Fr. Antonio Aguilar, Los reyes habían ordenado a los Obispos de San . tiago que procuraran hacer la provisión de parro quias con sacerdotes del clero secular. Semejante determinación supone el aumento del clero de la diócesis . En 1669 eutró á prestar sus servicios de párroco de Rauquén el presbitero don Francisco Daza. Su permanencia en el curato fué de muy corta dura. ción . Las partidas de matrimonio más antiguas 30 ) datan del tiempo del señor Daza . Al retirarse de la parroquia, hizo entrega de su cargo al presbítero don Antonio de Vergara, que tuvo por sucesor á don Miguel López de Quintarilla. El señor López se dedicó de lleno á la pesada Jabor del ejercicio del ministerio parroquial en tan dilatada doctrina. Se imponía el penoso deber de visitar periódicamente las apartadas capillas de Libún уy Picbinguileo , para lo cual tenía que reco rrer largas distancias. Hacia el poniente, desde el estero de Pichin . guileo hasta tocar con el mar, se extienden esas interininables cadenas de cerros y montañas, que se suceden unas 'en pos de otras. Sus hondonadas forman pequeños valles, que se ballan convertidos en pequeños centros de reducciones. El abandono de aquellas almas, que se veían privadas de todo auxilio religioso, fué causa de continuos desvelos para el celoso pastor. A más de diez leguas de Rauquén, perdida entre las selvas y oculta entre los montes, se hallaba la reducción de Palhuén . Dejando al sureste los fra gosos montes de qualles, con sus copiosos mapan tiales. Entre las enmarañadas montañas de palgüe. nes, el señor López de Quintanilla construyó una iglesia, que desde luego declaró como viceparro. quia. División de la Parroquia. La multiplicación de oratorios y de iglesias me joraba, es verdad , la condición de los feligreses, pero no remediaba del todo las necesidades. La po. blación aumentaba de día en día , principalmente en los alrededores de Talca. El gran caudal de agua, que arrastra el río Claro, en la estación de 302 las lluvias y en los meses del deshielo de la cordi llera, privaban a los feligreces que habitaban entre Claro yу Mi ule, de los auxilios religiosos que nece sitaban recibir del párruco. Esta incomunicación duraba la mayor parte del año. Es verdad que los religiosos de San Agustín eran un recurso podero so para los feligreses del valle oriente . Los Obispos tenían conocimiento de esto , pero la escasez de cle. ro no les permitió la erección de nuevas parroquias. Los Iltmos. SS. Villarroel , Humanzoro y Carrasco se habían impuesto personalmente de esta oecesi dad en la Visita pastoral que, como Prelados, habían practicado en la parroquia . Las circunstan cias variaron para la diócesis de Santiago; y el Iltmo. señor Obispo Fray Bernardo Carrasco dió el decreto de creación de la parroquia de Talca . La jurisdicción del párroco de Talca se extendería en el territorio comprendido entre los ríos Claro y Maule , desde su nacimiento, en la cordillera, hasta su confluencia, en el puerto de Perales . A la nueva parroquia se anexó la vice parroquia de Villa Vicencio, que está al sur del Maule. En 1720, todavía formaba parte del curato de Talca , según consta de un auto, notificado , en Pichin guileo, al cura de Talca , por el secretario de Visita, 1 don Cristóbal Guerrero . Está en el conocimiento de muchos, que las islas de Maule y de Cauquenes estuvieron bajo la juris dicción de los obispos de Santiago, durante la ma yor parte del tiempo de la dominacióp española en Chile . La erección de la parroquia de Talca remonta al 28 de Mayo de 1680, en que el Iltmo, señor Ca rrasco expidió el decreto de su ereccióv . Refirién dose á la desmembración de esta parroquia de la de Rauquén , ó de Maule como él la denomina, 303 dice, entre muchas otras cosas: « Maule que corre de la cordillera al mar se divide de por medio en longitud, con línea de noite á sur, tomando la linea por el convento de Talca de la orden de San Agus . tin , de manera que quedando, desde Talca, exclu sive, al mar para un curato que se llame Maule; de allí para la cordillera será otro curato que se llaine Talca; y á cada uno se le asignan ciento y cincuen ta pesos con cargo de cincuenta misas . » Fué rombrado cura fundador de la nueva parro. quia el presbítero don Miguel López de Quintanilla. Era este venerable sacerdote hijo de don Diego López de Quintanilla y de doña Nicolasa de Vega , que se contaban entre los hidalgos del Reino. Fue hermano de otros dos sacerdotes, que figuraron por su celo apostólico en la conversión de los iudige. pas. Más tarde fué promovido á Rauquén, y en los últimos años de su vida trasladado a Ñuñoa. Dejó establecido por testamento : que sus exequias se ce iebraran en el templo de San Agustín , donde se le hicieron euntuosos funerales. Por muchos años, des. pués de la fundación de la parroquia de Talca, los párrocos de Rauquén continuaron sirviéndose del templo de San Agustin para el ejercicio de sus fun . ciones, en la administración de los Sacramentos. Con la desmembración de Talca , los párrocos pudieron prestar más atención á la feligresía de la costa . En el año 1686, el señor López de Quintanilla da cuenta de haber presenciado el matrimonio de Nicolás de las Cuevas, cacique principal de Huen. chullamí, con la mestiza doña Agustina Neira. Este es el último cacique que figura en los libros parro quiales de Rauquén. Después de una administración muy laboriosa y relativa:nente larga , hizo el señor López entrega de 304 la parroquia á don José Lizana. Apenas sirvió dos años el señor Lizana la parroquia de Rauquén . Es de lamentar, por cierto, la corta administración de este párroco, que por sus virtudes y talento parecía destinado por la Providencia á ser la felicidad de su feligresía . Dos años de apostolado; y en 1698 le lla wan sus Prelados; para coufiarle el cargo de Visi tador parroquial y promoverlo al curato de Talca; y después a la parroquia de Cauquenes, que en ese tiempo era provista por los Obispos de Santiago. En 1727, aún siendo cura de Cauquenes, recibió orden de emprender la visita de un determinado número de parroquias de la diócesis de Santiago. En dicho año firma el auto de Visita en Gutalcura. Probablemente se había trasladado allí á dar algu La misión . Botalcura está como á seis leguas al norte de Pen cahue. Siendo cura de esta parroquia construíunos alli un cementerio parroquial y erigimos un orato rio, con lo que se facilitó mucho el servicio religio so á los moradores de esos lugares . El licenciado don Santiago de la Mata fué el sa cerdote designado para suceder al señor Lizana. En Octubre de 1699, llegó á Libúo el Visitador General del Obispado, don Pedro Martinez de la Puebla . Los libros parroquiales le fueron llevados al mencionado lugar. Encontró deficiente la forma de redacción de partidas de defunción, y pres cribió que se sometieran en esto los párrocos de Rauquén á un formulario , casi del todo semejante al que establece nuestro actual Sínodo Dioce. sano . Conmina el señor Martinez á la observancia de sta ordenanza bajo severísimas penas, que textual mente trauscribimos:...... « pena de Excomunión maior Latae Sententiae ipso facto incurrenda y de 305 Sinquenta pesos aplicados En la forma ordina . ria ... ... » El ilustrado párroco de Rauquén , cómo leería y volvería á leer el formidable edicto del señor Mar. tínez de la Puebla . Más tarde, cuando el fué visi . tador, estuvo muy distante de einplear tan tremen das penas . Esto nos hace recordar un edicto análogo del Iltmo. Sr. Huinanzoro, que pocos años antes había prohibido las representaciones de comedias en los monasterios «bajo pena de excomunión mayor La tae Sententiae, » cuya absolución quedaba reservada á él ; á las súbditas privaba de voz activa y pasiva por siete años , y á las que no tuvieran voto en las elecciones, bajo pena de cárcel por cuatro años, y de ayunos á pan y agua y una disciplina de correc. cior cada tres días todas las semanas; y á las demás novicias y niñas de elucación , y criadas del con . vento so pena de que serían echadas de él irreme. diablemente para no poder volver á él en toda su vida . ¿ De qué se trata, dirá el lector , cuando el será fico Prelado fulmina pevas tan severas ? Sencillamente de representaciones y de sainetes jocosos , que tenían lugar para Pascua en algunos monasterios. Si se empleó semejante severidad con tra personas tan tímidas , no extrañemos la forma empleada por el señor Martínez de la Puebla al exigir de los párrocos de Rauquén que se ponga en práctica un simple formulario de partidas. En 1706 sucedió al señor de la Mata el presbítero don Nicolás Bravo, quien tuvo como teniente cura al presbítero don Jacinto Rojas , que era originario de Libún , donde estableció su residencia hasta 1616, en que fue nombrado para suceder al señor Bravo . APUNTES 20 306 Don Jacinto Rojas. Era el señor Rojas un sacerdote activo y em prendedor. Verdaderamente asombra como pudo emprender a la vez obras de tanto aliento como la construcción de cincu iglesias; y en puntos tau distantes entre sí , como son Libún , Rauquén , Pal huén, Talpén y Coipué. Cuando acababa de con cluirse la Iglesia , y estaba aún sin hacerse la sacris tía y por terminarse el altar, llegó de santa Visita el Iltino. señor Obispo D. Juan Bravo de Rivera , que, según dice el auto, « recorrió los principales parajes , visitando todas las capillas, confirmando en todos ellos é imponiéndose así mismo del estado y costumbres de la feligresía .>> La Visita de un Obispo siempre ha sido un acontecimiento, por la novedad del caso y por los bienes que reporta. En algunas circunstancias los reyes daban a los obispos la investidura de visitadores reales, durante el tiempo de la visita diocesana, facultándoles para oir las querellas de sus vasallos contra los jueces. Enton . ces a las funciones propias del episcopado uníanse las que corresponden a la suprema magistratura. Esto era provechosísimo, porque no quedaban im punes los abusos y tropelías que se cometían , contra los indios principalmente, a la sombra de la auto . ridad judicial. Muchos debieron de ser los vejáme. nes á que los españoles sometían á los indios, en estos lugares, cuando el Iltmo. señor Bravo llegó á establecer en el auto de aquella Visita: « que el párroco procurara proteger a los indios contra los jueces seculares , principalmente en el cobro de con tribuciones indebidas. >> - . 307 Luego que llegó á la parroquia, el obispo ordenó al señor Rojas que, acompañado de su notario, bi. ciera el inventario de los bienes eclesiásticos de Rauquén, Libún y Palhuén . Era la que se practicaba esto. Se siente pena llos inventarios de una parroquia y antiguas . ¡ Qué pobres y descuidados en aquella época! primera vez al leer aque capillas tan los templos, Es en aquel inventario de Rauquén, en donde por primera vez se hace mención de la imagen mi. lagrosa de Nuestra Señora de Purisima de Penca hue. Dicho inventario dice así : « Ytt. sobre el dho. sagrario en bulto de N.& S.a de inedia vara de alto ...... » Después hablaremos de esta imagen, en párrafo separado. El templo parroquial tenía sólo « Dos casullas de iaso viejas.» - La de Palhuén poseía « una casulla vieja pero servible . » La capilla de Libúu tevía sus ornamentos en un estado más lamentable todavía: « un ornamento muy viejo, y yndecente que se compone de casulla , alba, amito, manteles y fron tal , todo viejísimo = . El Iltmo. señor Bravo, antes de retirarse de > Rauquén , quiso darse la piadosa satisfacción de reservar el Santísimo Sacramento, en el nuevo tem plo. Al efecto él mismo hizo colocar puertas al sagrario. Entre las ordenanzas, que dejó al párroco esta blece: « que diga indefectiblemente misa los días festivos, en el templo parroquial y que vaya á de cir segunda misa a la capilla de Libún - y que el Vice-párroco de Carrizal diga segunda misa, los días festivos en Palhuén . » Para poder apreciar en todo su rigor y peso la orden del Iltmo. señor Bra har vecesidad de haber recorrido primero las Serranías de esa interminable montaña 308 de la costa, en que se encuentran, separados por enormes distancias, Libún , Palbuén у Carrizal . También dispone que procure el cura extirpar los Mingacos y el juego á la chueca en los días fes tivos. Sus órdenes acerca de la predicación del día festivo son terminantes. Sobre esto dice: « que en. carga la conciencia del párroco, por la notable falta que con mucho dolor de su corazóu ha notado en esta tan debida y principal obligación del ejercicio parroquial. » En 1745 el señor Rojas recibió la Visita de un nuevo Obispo. El sacerdote paraguayo, don Juan González de Melgarejo , había sucedido al señor Bravo de Rivero , después de su promoción al Ar: zobispado de Arequipa. El nuevo pastor quiso co nocer su diócesis y visitar á su grey. En Pichin guileo levantó el auto de Visita , retirándose muy complacido del estado actual del servicio religioso en el curato . Después de veintinueve años de una vida labo . riosa y de grandes beneficios para esta parroquia , salió de ella el sacerdote que por más años la-sirvió en Rauquén. Su ida debió de ser llorada, como una desgracia común, por los feligreses de esta doc. trina. Miembro aunque lejano de la familia del señor Rojas es el presbítero don Fidel Rojas, nacido en Tanguado, en la vecindad de Libún . Las familias Bravo, Rojas, Valenzuela, Silva , Vergara, Donoso, Letelier y Correa son las más numerosas, en la provincia de Talca . El Iltino, señor González tuvo lugar á presenciar los actos más heróicos á que puede llegar el celo de un cura de campo. El viejo sacerdote, que por tau. tos años había servido esta parroquia, llevan is vida sobremanera laboriosa , se sentía ya 309 zas para continuar en el desempeño de tau pesada labor. Sin embargo, su entusiasmo, prontitud y agi. lidad, no eran las de un anciano. Su voluntad y ab . negación le hacían sobreponerse á sus años, en el desempeño de su ministerio . El celo del señor Ro. jas hizo sentir su influencia basta en los más apar tados confines de la doctrina. Recorría anualmente el curato, misionando en los principales centros de la población española, como en las miserables re ducciones de los indios, fortaleciendo de esa mane. ra á los unos en la fe y alumbrando en su cegue. dad á los otros . El señor Rojas siempre correspon . dió dignamente á la confianza y al cariño con que le distinguieron sus Prelados; y satisfizo cumplida mente a las esperanzas, que abrigaban sus deudos y feligreses, al ser nombrado cura de la parroquia de su nacimiento . Desde su llegada á Rauquén , desplegó gran celo y eritusiasmo por el mejoramiento material y espi ritual de su parroquia. Comprendiendo la imposi bilidad de servir por sí solo tan dilatada doctrina, solicitó y obtuvo el nombramiento de un teniente, en la persona del presbítero don Bernardino Fer nández, á quien fijó por residecia el Carrizal, ha cia la costa de Putú . Aquí la población se acrecen taba día á día considerable mente, y la presencia de un sacerdote se hacía más y más necesaria , para la conservación de la fe y el mantenimiento de las buenas costumbres. Muy sati fechos del celo del párroco de Rauquén debieron encontrarse siempre los Obispos Romero, Rojas , del Pozo , Sarricolea , Bravo de Rivero y González de Melgarejo, que gobernaron la diócesis de Santiago, mientras don Jacinto Rojas fué cura de esta doctrina . El primero de estos obispos , el Iltmo. don Luis 310 Francisco Romero, en la visita que hizo á su dióce sis , se sintió verdaderamente apenado, al ver el desconsuelo á que se veían sometidos los párrocos , cuando enfermaban . Las enormes distancias, que separaban á las cabeceras de las parroquias, hacían muy difícil que los curas pudieran recibir la asis . tencia de un sacerdote, en las supremas angustias de la muerte. Compadecido del abandono á que se veían reducidos en su últiina enfermedad , impuso entre algunos curas la obligación de auxiliarse inu tuamente en aquellas circunstancias, siempre que fuerau solicitados sus servicios por el que se encon: traba en artículo de muerte. En 1710, determinó el señor Romero entre qué párrocos existiera esa reci . procidad de obligaciones. El cura de Rauquén y el párroco de Talca , según órdenes del Obispo, debe . rían prestarse entre sí los últimos auxilios de la re ligión . En una declaración, prestada por el señor Rojas de Sandoval, eu 1743, decía : que era cura de Rau quén más tiempo de treinta años. Probablemente computaba también el tiempo , que había sido vice. párroco de Libún . El Iltmo, señor González de Melgarejo, al impo nerse de que el párroco se estaba quitando la vida , soportando sobre sus hombros una carga más pesa da de lo que las fuerzas permitían al venerable au ciano, le eximió del cargo de cura de esta doctrina. En once de Marzo de 1749, «hallándose en cre cida edad » , como dijo, permuto, con licencia del obispo, el curato de Rauquén por uvas capellanias, que en su lugar le dió don Pedro de Bárcena, quién nunca llegó á ser párroco de este curato. Falleció don Jacinto Rojas el año 1756. Era uno de los sa. cerdotes , que en su tiempo formaban la Herman dad de San Pedro . Don Jacinto obtuvo el grado de 311 Maestro; y figuró como uno de los sacerdotes más ilustrados de su tiempo. Sucedió al señor Rojas don Antonio de Quintanilla, quien obtuvo en el clero , como su antecesor, el grado de Maestro . Á la muer te del señor del Pozo y Silva , ya era sacerdote, por que fué uno de los que aplicaron misas por el alma del prelado, en la forına que él lo había establecido antes de morir. Ew 1745 , aparece en el número de los presbíteros residentes en Santiago. Dificil era al señor Quintanilla granjearse desde el primer mo . mento la voluntad de sus feligreses, que lloraban en el señor Rojas la pérdida de su padre, de un pastor y de un apóstol. El señor Quintanilla continuó la penosa tarea del ministerio parroquial, que con tanto celo había ejer citado el señor Rojas, imitando en cuanto pudo á su antecesor. El nuevo párroco se consagró de lleno á la evangelización de los rudos habitantes de la montaña. En esta tarea, al parecer tan ingrata, en contraba sus delicias el ministro del Señor. Estimu lado en su celo con el abundante fruto, que resul taba de las misiones, las daba todos los años en Libún, Picbingueleo, Palhuén y Coipué. Ayudabanle en estas obras sus dos tenientes, don Mateo de Ma rigorta y otro sacerdote de apellido Roa , que se es tableció en la capilla de Palhuén, dos leguas al norte de Gualleco . En esta época llevaban libros parroquiales en la vice- parroquia de Carrizal . Parece que el señor Quin . tanilla reaccionó en este sentido, dándose el trabajo de asentar personalmente las partidas, en confor. midad á los datos que el vice-párroco le suminis traba . En 1748, el Iltmo, señor Govzález de Melgarejo volvió á visitar nuevamente esta doctrina . Muy sa. tisfecho debió retirarse el Prelado en vista del celo 312 del virtuoso cura, que con ejemplar desprendimiento y sublime abnegación servía tan extensa doctrina . En este mismo año se hizo donación a los jesuítas de los fundos Quivolgo y Guenón, en la región más occidental de la parroquia, en la desembocadura del río Maule. Los jesuítas denominaron estas propie. dades fundo del Corazón de Jesús de Quivolgo . Es. tablecieron allí molinos, astilleros, é hicieron plan . taciones de viñas , llevando el progreso á aquella apartada comarca, sumida hasta entonces en la bar barie . Estos fundos favorecieron en las estaciones del invierno y primavera la crianza de animales, que los jesuítas tenían en el Fuerte de Duao . Esta estancia se llamaba antiguamente Perquén . Los je. suítas la désignaron después Santa María del Fuerte, por el fortín que tuvieron allí los españoles . Des. pués del extrañamiento de la Compañía de Jesús de Chile, este fundo se vendió en dos mil pesos , la ka cienda de Guenón , en $ 6,317 , y la Estancia de Cai mauchin en $ 6,820. Cuando vino la ley de des tierro de los jesuítas, se ocupaban éstos en construir la iglesia de su residencia, en Talca , en lo que forma hoy el convento de Santo Domingo. La presencia de los jesuítas en la parroquia, si era una garantia de progreso para la costa de la provincia , era á la vez uno de los grandes triunfos de la fe en las playas de la provincia. El celo de los hijos de San Ignacio no se limitaria sólo a la cate. quización de sus súbditos. Su celo no reconoce lí. mites. El señor Quintanilla así debió comprenderlo; y debió experimentar gran regocijo, con la venida de nuevos operarios á un extremo tan apartado de su curato . 313 D. Pedro José de la Barrera . En 1749, el señor Quintanilla hizo entrega de la parroquia al Licenciado don Pedro José de la Ba. rrera. En 1751 , fue nombrado cura de Talca dou Antonio de Quintanilla . Siendo cura de esta ciu . dad , en 1758, vióse azotada su parroquia por el flagelo de la viruela . Tanto terror había en aquellos tiempos por esta epidemia , que a los enfermos se les aislaba, como se hacía con los leprosos en el Oriente. Sus cadáveres eran sepultados en las mon . tañas . Todo lo que había servido para su uso era quemado y echado al agua , ó esparcidas al viento sus cerizas. Las personas que habían asistido ó co municado con los variolosos , debían someterse á una extricta cuarentena, antes de aparecer en el seno de la sociedad . Los mismos párrocos estaban sometidos á un régimen semejante, que rayaba en ridiculez . Las autoridades civiles y eclesiásticas ha bían dictaminado sobre el particular y dictado se. veras ordenanzas. El señor Quintanilla consideraba extremosas las precauciones sanitarias, tomadas por las autorida des, y reputaba pusilavimidad lo que sus feligreses juzgaban una medida de prudencia. Por todos los medios posibles , trataba de convencerles de que esas exageraciones eran más bien, hasta cierto punto, perjudiciales para ellos mismos. Él salía a la calle é iba á casa de su familia, con escándalo de sus fe. ligreses, que habrían deseado que pasara encerrado, aspirando alcanfor, ó dándose sahumerios de ajenjo y de yerba ruda. El mismo Cabildo de Talca tuvo que tomar cartas en el asunto . Quejóse esta Ilustre Corporación al obispo, porque el cura no guardaba cuarentena , cuando iba a confesar variolosos , según 314 disposición del Prelado y exhorto del Cabildo, á decir de éste ; y así añadía que: « habiendo salido a confesar sobre treinta apestados , se viene á esta villa , inetiéndose de poche á casas particulares, y no sufriendo su buen miramiento permanecer oculto, salió a la calle, después de tres días , haciendo poco caso del peligro y del respeto a la seriedad del man dato y de esta Villa » . Estas reyertas tuvieron por consecuencia el des contentamiento de los mos y el aburrimiento del otro . Ese mismo año abandonó el señor Quintani . Ila la parroquia, siendo propuesto algunos meses después, por el Gobierno, como párroco propietario de la doctrina de Rauquén). El Obispo de Santiago, deseoso de imponerse de las nuevas necesidades de la parroquia de Rauquén , y no pudiendo hacerlo personalmente, encargó ha cerle una visita al Vicario Foránes de Valparaíso, don José del Pozo y Silva , En 1751 arribó á Libún el . Visitador. Se bizo conducir á dicha vice- parroquia los libros corrientes del curato, para hacer la revisión de ellos . Estable. ció algunas ordenanzas relativas al manejo del ar chivo, é impuso su observancia, « bajo las penas arbitrarias á su dignidad ». Algunos feligreses se querellaron de que el señor Barrera presentaba dificultades para que los cofra des de Nuestra Señora de la Gracia se sepultaron en la iglesia del convento de San Agustín de Talca . Otros le hicieron cargo de « que obligaba con apre mio eficaz á los indios á asistir á misa y á la expli . cación de la doctrina, en los días festivos » . El señor del Pozo instruyó sobre lo primero y amonestó por lo segundo al señor de la Barrera. No sabemos que en Rauquén hubiera en este tiempo otra cofradía que la de Animas; уy de la exis -315 tencia de ésta no tenemos otros datos que los que se relacionan con las gracias, que por un breve es . pecial le fueron concedidas por Su Santidad Bene dicto XIV. Por otro breve , que lleva la misma fecha, concedió el Sumo Pontifice dos días de jubileo anual, á cada fiel que visitara la iglesia parroquial de Rauquén . El señor Barrera , por medio del Pro curador gestionó el reconocimiento de esos breves, en la curia de Santiago. La presentación del párroco y el decreto del obis . po, con el informe del Comisario Apostólico son los documentos más antiguos de correspondencia ofi cial, con que cuenta el archivo de esta parroquia . Hareinos una transcripción literal de los dos pri meros originales, conservando en ellos hasta las faltas ortográficas . ( S.2a Illusmta . S.a ElLizi. Dn . Juan Frías como apoderado del D.° Du . Pedro de la Barra Cura y Vir de la doctrina de Rauq " . por eso ante V. S. Illusma. coino mas aya lugar en dro, digo que según los dos brebes de N. S. P. Benedicto decimo quarto, varias indulgen cias se concedieron á la Iglesia Parroquial de dho Ruuq" . assi para las animas del Purgatorio como tambn, para uno y otro sexe que la visitaren y por que los dias que se hau de señalar se dexan al arbi trio del hordinario, en esta atenzºn se ha de servir V. S. Illusma . de conseder liciencia para su publi. cacion conforme al passe del Comº . Appcº. seña lando dhos dias, y lo demas que en dbos brebes se previene aqui por expresso por tanto = A V. S. Illusm". pido y supcº , que aviendo por presenta 316 dos dhos y brebes y licencias se sirva demandar lo que llevo pedido que es just.a Fr. J. Frias y Salgado. Al pie de esta misma solicitud contestó el señor Alday en la forma siguiente: « En la ciud. de Santiago de Chile en dies dias de el mes de D.e de mil sets . sinqa. y quatro años el Yit. Sr. D .: Manuel de Alday Canonigo Doctoral desta Santa Yglesia Catedral Obpo electo de esta ciud . de el Consejo de Su Magd. y Governador de este Obpdo . = aviendo visto dos brebes de Nro . Muy Santo Padre Benedicto Desimo Cuarto dado en Roma a siete de Nob.e del año pasado de mil sets Sing y dos en que por el primero consede a los co frades Difuntos de ambos secsos de la cofradía de las Benditas Animas de la Iglesia Parrogl de Rau quen que Selebrándose por eilas Misa en el altar de dha cofradia de la Conmemorasion de los Difun . tos , en los de la Octaba, y en uno de cada Semana, que señalare el ordinario; salgan las almas de dhos cofrades por quienes se aplicase el Sacrificio de las penas del Purgatorio=y en el segundo consede yn dulgencia Plenaria á todos los fieles que confesados y comulgados visitaren dha Iglesia Parroql y roga ren por las necesidades comunes de la Iglesia y dos dias del año que se asignaren por el ordinario. Cuios brebes estan pasados por el Sr. Com . Gl . de la Santa Cruzada=Dixo que Mandaba y maudo se cumplan y executen . y el Cura de la expresada Doctrina Publique las dhas Gracias y le dio Comi. sion , para que señale asi el dia de cada Semana, en que a de ser Pribilegiado el altar de la cofradia como los dos del año, en que se ha de ganar la in - 317 dulgeucia Plenaria. Poniendo á continuación de dho auto la asignacion que hisiere. y que trasunte dhos brebes y esta probidencia con la asiguasion en los Libros Parroquiales Guardando en el archivo los originales y asi lo proveyo mando y firmo Su S. Sa. Ylta. de que doy fee . = Dr. Aldays . Por Mando de el Obp. mi Señor Joseph Rodrigues Noto Pubo » . Los pases áá que se hace alusión fueron expedidos en Madrid , el 20 de Julio de 1753, por don Andrés Zerezo y Nirva, á quien fueron presentados los breves, de que vamos hablando. Los originales se encuentran en el archivo parroquial , como antes ee ha dicho. En cuanto al primer privilegio, el altar de Rau. quén se declaró privilegiado en todos los domingos del año. Por lo que respecta al segundo copiaremos textualmente las palabras del señor José Palina, No tario Público, ante el cual hizo la asignación de dichos días el pirroco, Sr. Barrera . « ... y qe. por qto tenia experiencia de qe en el dia de Vera Seño ra de la Limpia Concepcion era grande el concurso de la gente á la adoracion de la Limpia Concepcion, y qe assimismo concurria mucha gente en el dia de Pasqua de Resurreccion por la obligassion de ei cumplimiento anual con ntra Sta. M.e Iglesia ; decla raba por dias de Jubileo los expresados dias ... » Llamaremos la atención hacia la concurrencia extraordinaria de fieles el 8 de Diciembre. El Jubi . leo de este día vino á aumentar más la devoción, que desde tantos años atrás tenían los fieles á María , en el misterio de su Concepción Inmaculada . 318 Los feligreses de Rauquén hicieron llegar nuevas quejas al Obispo de Santiago en contra de su pá rroco, el señor Barrera . Entre los cargos, era el pri mero: que dejaba la iglesia parroquial sin Misa , en algunos días festivos, por ir á decirla, como á cinco leguas, al norte de Rauquén , en las casas del fundo de Tutucura , adonde ocurría una afluencia de fie les cinco veces mayor que en Rauquén ; por ser Tutucura un punto céntrico de los lugares poblados del valle de Pencahue. Se presentaba como un crimen , que el Cura po seyera y beneficiara la mina La Pata de vaca . Se levantó el grito al cielo, porque un enfermo murió sin confesión , porque el Cura, encontrándose enfermo, no fué á confesarle, esperándose para ir al día siguiente, llevándole á la vez el Viático, desde Tutucura á Mataucilla, á dos leguas de distancia. Él creia que la enfermedad no era tan grave. Se acusó al señor Barrera de que establecia rama das de matanza, levado por espíritu de lucro . El Obispo de Santiago mandó un Visitador, que se trasladara á Rauquén , Libún Tutucura y demás puntos en relación con los cargos hechos al párro co; y que tomara declaraciones minuciosas y jura mentadas de la gente seria y conocedora de los acon tecimientos de la parroquia . En el caso presente, como en la generalidad de los casos, unos cuantos descontentos, que nunca pueden faltar en un curato, se apropian la repre. sentación de toda una feligresía para detractar á un párroco, que no satisface á sus caprichos. Los Prelados , tan celosos del bienestar de su grey, na turalmente se sienten alarmados; y son en algunos caeos sorprendidos. De las informaciones practica das , resultaron ser infundadas las quejas de los fe ligreses de Rauquén . 319 Según las declaraciones hitchas por el señor Ba rrera para justificarse de los cargos que se le ha cían ; y, según lo que dijeron los otros declarantes, en lo que se refiere a las ramadas de matanza: Era verdad que había hecho beneficiar una partida de cabras que tenía, debido á que, por la escasez de dinero, los feligreses satisfacían sus derechos, pa gando á razón de tres cabras por cada óleo. Antes de comentar desfavorablemente la con . ducta del señor Barrera, atendamos á las costum bres y circunstancias de la época. Si en pleno siglo XX escasea , en muchas ocasiones el circulan te, que no sucedería en aquellos tiempos, en que la metrópoli, si no pretendía absorberlo todo, por lo menos tenía que dedicarlo todo á sostener los gas . tos de las guerras de la Araucanía ? - En casos como éstos las transacciones comerciales, las satisfaccio nes de deudas ó derechos, las limosnas y donacio - nes , necesariamente tendrían que hacerse en sus equivalentes. Sólo en 1601, circuló moneda por pri mera vez en Chile. Hasta esta fecha los negocios se hacían cambiando especie por especie, ó pagan dolas en oro en polvo al peso. En tiempo del Ilustrísimo señor Villarroel, á causa de la escasez de numerario, llegó á hacerse una práctica común el que los fieles satisficieran sus derechos con cabras, que abundaban mucho y eran de un infimo valor en aquella época. Sobre el particular dice el señor Villarroel: « En mi obispado siempre se ha usado tever los clérigos cabras, criarlas, matarlas, y vender sus cordobanes. Y si estos ganados son nuestros frutos, porque en Chile esa es la gruesa de nuestros diezmos, si los tomáre. mos para beneficiar nuestras especies; ó de los que sacan dispensas cobrásemos en cabras por facilitar la paga : y las recogiésemos , criásemos y tomásemos; 320 . no me parece nos encontraríamos en la categoría de los Clérigos mercaderes » , Las dificultades, presentadas al señor Barrera, no fueron suficientes para aminorar el celo y entusias mo con que trabajaba por mantener y fomentar la piedad entre sus feligreses. Convencido estaría el señor Barrera de que el Párroco, más que otro alguno, debe rectificar diariamente la intención de sus obras, si no quiere seutirse profundamente afectado por las decepciones, que a cada paso se le presentan. Su Calvario será el campo, que más haya regado con sus sudores; y sus verdugos, las personas, que más de cerca hubieren experimenta do sus beneficios. Pues, es tal la condición de un Párroco, que si practica noventa y nueve obras, de ciento que hay que hacer, sus feligreses se olvida rán de que hizo noventa y nueve, para preocuparse solamente de la una que dejó de bacer. Y de esto harán pábulo sus enemigos, para procurar su ruina y con ella la de la fe. CAPÍTULO IV. DIVISIONES DE LA PARROQUIA . El Iltmo. señor González de Melgarejo, en las Visitas, practicadas en el corregimiento de Maule, había palpado las necesidades espirituales y parti cipado de las miserias temporales de los habitantes de las doctrinas de Peteroa y Rauquén . Una y otra exigían una pronta desmembración ; ó que, como medida provisional, se trasladaran los asientos de 321 estas parroquias á puntos inás céntricos de sus reg . pectivos territorios de jurisdicción. En esta época había abrazado el sacerdocio y re . cibido una prebenda en la Iglesia metropolitana, el más íntegro é ivfluyente de los jurisconsultos de Santi: go, don Manuel Alday y Aspee. Este aboga. do se liabía hecho notar por su talento sobresaliente, y por un “ ( aridad y desprendimiento no comunes. Si Alday y Aspee no aceptaba una causa , era un indicio de que no era justa. Si un pobre le confiaba un pleito, su defensa era gratuita. Alday y Aspee tenía por principio: que un abogado no debe reci bir bonorario, sino por los pleitos en cuya defensa ha obtenido el triunfo . Desde que vistió la sotana el señor Alday , sus compatriotaa aspiraban á verle ( bispo, prometién dose de su actividad , virtud y talento , los bienes que inás tarde reportó al episcopado chileno. El preben : dado de la Catedral de Santiago estaba tan al co . rriente del gobierno de la diócesis, como el mismo Obispo. A la muerte del señor González de Melga rejo, con gran contentamiento de todos sus compa triotas , fue designado el señor Alday para sucederle . Una de las primeras necesidades, que trató de re mediar el nuevo obispo, fué el servicio de la parro quia de Peteria, trasladando la cabecera de este curato á Longocura. Parece que esta traslacion no alteró les limites de la parroquia de Rauquén . En 1756 , se comunicó al señor Barrera la facultad , que Su Santidad concedía de aplicar indulgencia ple. paria á los moribundos. El señor Alday bizo trans cribir y firmó la fórınula, establecida para estos ca 808. Los sellos que se empleaban en esta época, consistían en la aplicación de una pieza de cera so. bre el pliego, colocando sobre ella un pedazo de APUNTES 21 322 papel, encima del cual se aplicaba el sello, que que daba como grabado de relieve. Desde su promoción al obispado, el señor Alday se vió animado del más vehemente deseo de visitar el territorio de su diócesis, para conocer á sus feli greses, para imponerse de sus necesidades y arbi trar los medios de remedisrlas. En 1758, arribó basta Rauquén , recorriendo las poblaci nes, y visitando hasta las más fragosas eerranías. Buscaba entre és tas al pobre para consolarle. En los parajes pobla dos levantaba altar, para administrar los Sacra mentos, propios de su orden , é instruir á su rebaño en los principales rudimentos de nuestra fe. Si el señor Alday se retiraba de aquel lugar, y si sulía de la parroquia, era después de baber ejecutado cuanto era practicable, según las circunstancias del tiempo y de las personas en aquella localidad . Ep el auto de Visita dejó algunas instrucciones, refe . rentes a la corrección de forma de asentamientos de partidas . Pues en todo tiempo los obispos han sido celosos custodios y escrupulosos fiscales de archiyo parroquial . En 1759, el señor Quintavilla volvió á bacerse cargo del curato, que diez años antes había entre gado al señor Barrera, á quien ahora vino á suce der, como cura en propiedad. Don Pedro Barrera fué después cura de Illapel. Los últimos años de su vida los pasó en Santiago, donde murió el 25 de Junio de 1770 . Acompañaba al Sr. Quintanilla el presbítero don Rafael Urquiola, á quien confió la atención de la vice-parroquia de Carrizal. Los fravciscanos trasladaron á Carrizal, en 1735 , la Conversión que habían establecido en la Huerta de Maule, en 1729 . La importancia de ocasión , que tuvo en aquel 323 tiempo Talpén, hizo que el párroco y s : ñor Urquío la trasladaran la cabecera de la vice- parroquia á este lugar, situado á menos de cinco kiiómetros al S. E. de Putú . En la especificación de castas, que se anotaba en los libros parroquiales, al margen de las partidas, se observa la disminución progresiva de los indios, debida á la emigración bacia el sur , y á la mezcla de razas , que dió origen á que se upieran en la misma sangre el valor del araucano y la nobleza del español. Fr. Justo Alvarado . El señor Quintanilla, cargado ya de años, en el ejercicio del ministerio parroquial, comprendiendo las dificultades que ofrece el servicio de una parro quia extensa , á un sacerdote anciano, se buscó un tepiente cura activo y competente, en el cual hizo pesar el trabajo, reservando para sí la responsabili dad. Fray Justo Alvarado le acompañó, en esta con dición , por muchos años. En muchos casos sucede que el cura se lleva la gloria y el sotacura el traba jo . La Iglesia condena esta práctica . La intimidad de relaciones de amistad , que siem pre mediaron entre el señor Alvarado y los reli giosos del convento de San Agustín de Talca, fué muy beneficiosa á los feligreses de Rauquén. Cou frecuencia vemos figurar el nombre de uno ú otro padre de dicha comunidad , en los libros parroquia les, prestando los últimos auxilios de la religión á un moribundo, ó haciendo en seguida sus funera. les; haciendo ingresar al niño al seno de la Iglesia , y presenciando después su matrimonio . En este tiempo, había en la ciudad de Talca un sacerdote, que se distinguía por su abnegación 324 a postólica, entre todos los ormitaños de la orden de San Agustin . Era éste Fray Pedro Bravo, cuyos mé ritos debían elevarle más tarde al superiorato del convento de dicha ciudad . La provincia de Talca y especialmente la parroquia de Rauquén , fueron el teatro de las correrías apostólicas de Fray Pedro. Por medio año estuvo evangelizando la doctrina de Rauquén . E tre otras misiones dió una eu Huilli volvo (Huilliborboa ), en la hacienda de don Garcia Ramírez , tronco de la distinguida faipilia de ese apellido, que conserva como herencia, parte de aquellos campos. El celo del padre Bravo despertó en el corazón de don García sentimientos de cariño por el padre y por su orden . Probó su ainor á la comunidad, estableciendo en su favor censos sobre sus dos huciendas de Huilliborboa y El Durazno, (al norte de Litú). Cada una de estas haciendas te. nía más de mil quinientas cuadras de extensión. El padre Pedro tiene un fiel imitador eu Talca, en un religioso de su misma orden. El padre Agus tín Valenzuela es uu apóstol en la provincia. Todos los pueblos reciben las influencias de su celo y los beneficios de caridad . En 1763, se declaró privilegiado el altar mayor de la Iglesia parroquial de Reuquén, en cuyo trouo estaba la imagen de Nuestra Señora de Purísima, que actualinente se veuera en la iglesia de Corinto . Eu los últimos días delines de Diciembre de 1761, el Ilustrísimo señor Alday llegó por segunda vez de Visita , recorriendo los escabrosos senderos de la montañosa comarca del curato de Rauquén . Se necesitaba el celo de un Obispo y la caridad de un apóstol , para resolverse á empreuder una segun da Visita á una diócesis tun dilatada y sin vías de comunicación, como era entonces el obispado de Santiago. Por otra parte, él se imponía un excesivo 325 trabajo. Compartia con los misioneros el número de pláticas y las horas de confesiones . En los libros parroquiales no encontró grandes defectos que co rregir, no teniendo por esto, mayores observacio nes que hacer. En esta época , en el extremo occidental de la pa rroquia, tuvo lugar un hecho, que fué de gran re scpancia en todo el reino de Chile. No están acor des los historiadores, al determinar el año en que ocurrió este suceso. Seguiremos la autorizada opi. nión de don Francisco S. Asta- Buruaga . Había salido de Cádiz, en dirección á Chile, una embarcación española , cargada con mercaderías de gran valor. El Oriflama, que este era su nombre, vióse sorprendido por una furiosa tempestad, que se desencadenaba en los mares de la costa de la doctrina de Rauquén . En las avanzadas horas de la noche del 25 de Julio de 1770, el navío, hecho el juguete de las olas, vino á encallar en la desembo . cadura del estero de Libúp que, al vaciarse en el mar , toma el nombre de Huenchullamí. Allí, hasta hace pocos años se veían los restos del buque, en la resaca del mar. Entre los cadáveres, arrojados por los furias del mar á las playas de Huenchullami, se encontró el de una señora, que tevía aferrado al pecho, entre sus brazos yertos, una imagen del Niño Dius. Dicha imagen se ha trasmitido, como preciosa herencia entre los miembros de la familia Andrade, una de las que formaba la antigua nobleza de la ciudad de Curepto. Ese piade so legado histórico lo ha recibido últimamente el párroco de Cáhuil, don Luis Alber to Rivera de Andrade. Contra la opinión del autor citado está la de otros, que hacen ocurrir este naufragio antes de 1760. Don Benjamín Viruña Mac kenda, en esta 326 divergencia de opiniones, se sirve con Eagacidad, de la expresión allá por los años 1760 ....... Así no hay peligro de errur ; aunque á él poco le iinportaba esto . Eu el <« Album de la Gloria de Chile », dice el se. ñor Vicuña M.: « Todos los Letelier de Chile, sin excepcióv) , arrancan la procedencia de su raza de un caballero francés que respondía al apellido del famoso padre Letelier, pero áa quien los antiguos cronistas, como Molina, que ponderó su prole de doscientos hijos y nietos, llainaban Lothalier, Apor tó el fundador náufrago del pavío Oriflama, en la costa de Huenchullallí, provincia de Talca , allá por los años 1760 » . Si el señor Vicuña Mackenna hubiera registrado el archivo de la parroquia de Rauquén , no habría hecho una afirmacióa tan cutegórica como falsa; que todos los Letelieres, sin excepción, descienden de un náufrago de Huenchullamí. Y no habría tampoco necesitado del Oriflama, para hacerles venir de Francia. La faina y popularidad de que goza el se ñor Vicuña Mackenna, por la fecundidad de su in gepio , establecen la necesidad de exhibir documen . tos, para desmentirle en sus aseveraciones. Y aun así correremos el.peligro de que no se nos crea. En el archivo, mencionado poco antes, se registra la siguiente partida de matrimonio, que transcribi. remos literalmente : « En veinte y siete de Julio de mil setestos y seis años case y vele, según el orden de nta" . Suta Me . Yglesia católica Romana á thomas de lotelier, natu ral de Samalo Reino de fransia , hijo legítimo de Josefh de lotelier y michaela flores, cou D.a Marga: rita de Vergara , hija legítima del Oap . Mil. de Vergara y de D.a María carbajal naturales del parto. de inaule, en la Viceparroquia de libun, como cons 327 ta de sus informaciones a que me Remito . - Nicolas Bravo » . Entre otros, procedieron de este matrimonio doña Micaela, que casó, siendo muy joven, con el chilla nejo don Javier Rivera; doña María , esposa del teniente don Juan de Miño, que fué madre de nu merosos hijos, en la costa de la provincia; doña Ana, que dió su mano á don Juan José Vergara , para formar, con su hermano Pedro, en matrimo. nio con doña Micaela Núñez, dos hogares muy dig . tinguidos del corregimiento de Maule. De estos y otros matrimonios nacieron numerosos hijos, que fueron bautizados, y algunos aúu casa dos, en la parroquia de Rauquén, antes del vaufra gio del malbadaro Oriflama . La familia Letelier ha dado en la parroquia de Rauquén , ó Pencahue, sacerdotes á la Iglesia, hé. roes á la Patria, filólogos á las letras y jurisconsul tos , que han dado lustre al foro chileno. Elaño 1777 , el Iltmo. Señor Alday á pesar de tus sesenta y tres años de edad, se sintió con fuer zas todavía para recorrer las setenta leguas de ca. mino, que median entre Santiago y Talca, para hacer una nueva visita á la doctrina de Rauquén . Esta es una de las pocas parroquias de Chile, que han tenido la dicha de recibir tres Visitas pastora des, practicadas por el mismo Obispo. Acompañaba al señor Quintanilla , en este tiem. po, como teniente de cura , el padre Justo Alvarado, tad celoso como competente en el manejo de la parroquia . El anciano párroco descargó todo el peso del trabajo en el activo sacerdote que le acompa naba. Nisiquiera las partidas recibían la autoriza ción de su firma . Sobre esto último le amonestó el Visitador, don Pedro Pablo de la Carrera, exigién clole, que si no escribía él mismo las partidas, de 328 bería , por lo menos, dictarlas personalmente, y en todo caso firmarlas de su puño y letra. Sucedió en aquel tiempo, que el señor Alvarado preseació dos patrimonios, cuyos contrayentes, de mala fe, ocultaron los parentescos de afinidad , que dirimían ambos matrimonios. Arrepentidos de su falta, ocurrieron á solicitar del párroco la revalida ción del acto. El señor Alvarado dió cuenta del be: cho al Iltmo. señor Alday . Al márgen y pie de la misma carta , contesto de su mano el Obispo, auto rizando la revalidación y aconsejando al párroco que: « para escarmiento de los fieles suspenda la censura á los contrayentes en la puerta de la igle. sia ; y que cada uno de ellos de seis pesos para la fábrica de la parroquia, ó trabaje personalmente por un mes, en las reparaciones , que en el templo se estaban practicando. Esto de ocultar impedimentos es más común de lo que se puede tener idea . De aquí pace también, que haya más matrimonios pulos de lo que parece creible. Nos consta este caso. Desde ocho leguas de distancia, llegaron dos amantes á la oficina parro quial de un cura. Solicitaban que se les recibiera las informaciones matrimoniales , que venían á ren . dir. Traían por testigos á la madre y á un tío ma terno de la joven. La pobreza y la distancia , según ellos, habían sido la causa de no encontrar otras personas, que quisieran acompañarles. Juramenta dos en la debida forma , declararon los testigos: que creían que no hubiera habido relación alguna, que anulara aquel matrimonio. Para el dia del casa miento llevaron como testigos, (llamados vulgar meute padrinos) á dos habitantes del lugar, asiento de la parroquia, á quienes ni conocían . Las razones del primer viaje, eran una excusa , alegadas en el 329 - segundo. Se confesaron yy comulgaron en la misa de la bendición nupcial . Un tiempo más ...... y? Lo que pasa en los matrimonios: el primer disgusto. En seguida al tribunal . De las declaraciones salió á luz: que el dicho fulano era casado con una hermana de la sutana, inscrito en el registro civil con otra hermana, tenía hijos de otras dos de ellas; y talvez estaba en relaciones ilícitas con la modre. ¡Qué bo rrur! ¿y ese monstruo ? Escapó dy el enjambre fra. terpal de furias ? Quedó en el nido de la buena ma dre, llorando como palomas la ausencia de su que rido. ¡Cuántas anécdotas podríamos referir! El señor Alvarado había emprendido trabajos de conservación en la iglesia y edificios parroquiales. Después de tener acopiadoe los materiales, solicitó la aprobación de su prelado. El señor Alday le esti muló á continuar en aquella obra, que había llega do á constituír una vecesidad en la parroquia . La erección de la parroquia nueva de Peteroa , que pasó después á Lontué y en seguida á Molina, la babía llevado a cabo el señor Alday , el año 1767 , sin comprometer en pada los intereses de la doctri na de Rauquén . En 1783, la antigua parroquia de Peteroa, trasladada antes á Longocura, y conocida en esa época con este nombre, pasó a establecer su cabecera eu La Capellania de Curepto. Esta trasla. ción debió afectar en parte el orden espiritual de la sección de montañas y de la costa del curato de Rauquén . Eu 1785, don Antonio de Quintavilla hizo entre. ga de la parroquia al cura interino, don José Dono so y Arcaya . Durante los veinticinco años de per manencia del señor Quintanilla en Rauquén sirvió la vice-parroquia de Carrizal el presbítero señor Ur; quiola , de quien en otra ocasión hemos bablado. Á 330 este sacerdote le sucedió Fr. Valentín Garte, Defi. nidor del Convento de Ermitaños de San Agustin de Talca . El señor Alvarado se retiró también de la doc. trina. Sus méritos recibieron por premio ser el pri. iner párroco de Pelarco, en 1787, en que el señor Alday erigió esta nueva parroquia, desmembrán . dola de la de Talca . El señor Alvarado aparece un párroco modelo. Tendría por regla: que nadie saliera descontento de la oficina parroquial. Principio sabio y fácil de cum. plir, si se usa de generosidad, amabilidad y buena voluntad. Esta última condición supone otra eu el cura de campo, y es que tenga buenos y bastantes caballos. La razón es obvia . La afabilidad excluye los modales grotescos y la charlatanería, que tan mal cuadran en el sacerdote. Tinpone á la vez un continuo vencimiento de si mismo, ya que el ministerio parroquial, por la mis. ma razón de lo que es en sí, se presta al desagrado y al descontento en el trato con tanta diversidad de caracteres. El recuerdo del divino Maestro, en su trato con aquellos hombres rudos del apostolado, con los hipócritas, con lo3 fariseos y con las masa populares, son un aliento para los ministros del Se. ñor. Los pobladores de Tocovey, pequeño valle que se extiende al poniente de las serranías de Tangua: do, á inmediaciones del río Maule, eran los feligre. res que se hallaban en peores condiciones, bajo el punto de vista de servicio religioso. Construyóse allí una iglesia , que en 1786 Aparece como vice parroquial, cainbiando asi la situación de aquellos sencillos habitantes, que hasta ahora se distinguen por sus costumbres patriarcales. - 331 Señores Arcaya y Gutiérrez . Don José Donoso y Arcaya nació en Santiago, en 1758. Fueron sus padres , don José Donoso y Gaete v doñi Maria del Carmen Arcaya y Varas, muy Tien einparentados ambos entre las familias colo niales de la aristocracia santiaguina. Esto de las re. laciones era algo que preocupaba mucho a las an tiguas familias. Ingresó al clero, en Mayo de 1782; ſué ordenado á título de capellanía; y recibió el presbiterado, en Septiembre de 1783. Muy joven to davía fué vombrado cura interino de la parroquia de Rauquén, en 1785. Antes debió ausentarse de Santiago á ejercer el ministerio sacerdotal, porque en el mismo mes de su ordenación daba poder á su deudo, el Alcalde ordinario de Santiago, don José Ventura Arcaya , para que le cobrara unos réditos ve capellanias. En 1791 era vice-párroco del Olivar. Sirvió la parroquia de Lontué, hoy Molina, desde Enero de 1793 á Octubre de 1799. En este año ob. tuvo en concurso la parroquia de Chimbarongo. En 1805 fue trasladado a la parroquia de Valpa. raíso, en cuyo servicio estuvo hasta su muerte, ocu rrida en esa ciudad en Agosto de 1822. El Presbítero don Francisco Prieto , gran fuente de recursos para los que quieren escribir sobre anti güedades, entre los muchos datos que nos ha sumi . nistrado para estos apuntes, nos dice: que ha visto una carta del señor Donoso y Arcaya, escrita en los últimos años de su vida, y que, á juzgar por unos versos que se contienen en ella , era don José Donoen verificador fecundo y chietoso . En 1787 , por circular del 21 de Agosto, comuni . có el señor Alday nuevas ordenanzas del Rey de 7 332 España , sobre el consentimiento paterno á los me nores de edad para contraer matrimonio. Las circulares en aquella época eran trasmitidas por el Obispo á los curas de cada corregimiento o colectividad, por medio de un mismo oficio que, al recibir un cura debía firmarlo y copiarlo en los li bros parroquiales, dándole curso en seguida, para que llegara á manos del párroco, á quien , según el orden establecido, correspondiera recibirlo. Así su cesivamente, hasta que llegaba al último párroco del corregimiento, á quien incumbía la obligación de devolverlo a la Curia episcopal . Los medios de comunicación , que tenían los pue. blos de provincias con la ciudad de Santiago, no tran otros al principio que los que cada cual se . proporcionaba, por medio de propios o enviados, de cuenta personal . Más tarde hubo un servicio par ticular, de cuenta del conde de Castillejo. Sólo en 1775, se estableció el servicio ordinario de correos, por cuenta del real erario. Dos años antes se había establecido el servicio de correo marítimo, entre los puertos de Chile y la Península Ibérica. Los correos de Santiago hacían una vez al mes el viaje entre Concepción y esta ciudad . Valparaí.. so estaba en las mismas condiciones que la metró. poli del sur, y no se necesitaba más . Era un acon tecimiento, cuando la baliju conducla inás de quince cartas entre la capital y el Puerto. En estas condi ciones se estuvo por algún tiempo. Los habitantes de Santiago creyeron que no tenían qué envidiar á España, cuando tuvieron el servicio de correos hi semanal entre Valparaíso y Santiago, y de dos ve ces al mes entre Santiago y Concepción. El primer administrador de correos, don Ferpan do José de Urizar, estableció la oficina central en su casa de habitación , calle de Santo Domingo, es 333 quina S. O. con Teatinos. Por muchos años se de. signó este edificio con el nombre de casa del correo viejo. En este tiempo empieza a figurar Junquillar de Tölpén ; pero nada de cierto puede establecerse acerca de si allí había alguna capilla ó si solamente se trata de algúu oratorio. En 1788, tomó posesion de la parroquia el cura en propiedad , don Tomás Gutiérrez. Don Tomás Gutiérrez había estudiado Filosofía y parte de la Teología en la Real Universidad. Luego de baberse ordenado de sacerdote, pasó á servir de teniente cura á in parroquia de Renca. Se opuso á dos con cursos de curatos. En uno de ellos, en Euero de 1779, obtuvo el de Cáhuil, de donde fue el primer Párroco. Este benemérito sacerdote se distinguía por una acrisolada virtud, actividad y prudencia. Rauquén descubría campo vasto al fervor de los párrocos, dilatándose su territorio hasta el Pacífico; abrigi ei su seno multitud de valles y quebradas, habitadas por indios, españoles y mestizos, en su mayor parte olvidados de sus deberes religiosos. Los españoles, ávidos de fortuna, acomodabau la religión á sus ambiciones. A los naturales, inclina dos por gevio á la guerra, no les importaba sino lo que tuviera relación con ella . Fuera de la creencia de un Dios, lo demás les era indiferente. Este era el aspecto religioso, que presentaba la parroquia de Rauquén, á la llegada del señor Gutiérrez . Rauquén había dejado de ser el centro de la doc trina de su pombre, á causa de las desmembracio nes porque había tenido que pasar. Pocoa , el an tiguo asiento indígena de la reducción de aquel valle, había venido en decadencia, desde que se extinguió, con doña Ana, la familia de sus caciques. La iglesia parroquial se encontraba en estado de 334 ruivas, y había que preocuparse, más que de repa raciones, de la construcción de una nueva. Los pá rrocos estaban sometidos al mezquino servilisino, consiguiente á una parroquia , establecida en una bacienda, Dos siglos de existencia no habían bastado, para que alrededor del templo de Rauquén se formara una población. El excelente temperamento, la be niguidad del clima, la situación al lado del río Claro, y la fecundidad prodigiosa de los dilatados campos de Rauquén , convida kan á la fundación de una ciudad , que habría sido de porvenir en la colo nia y de importancia en nuestros tiempos. Pero, los hacendados de Rauquén estaban vivamente in teresados en la integridad de aquellas propiedades , herencia recibida de sus abuelos. Aún más, ejercían los Vergaras , ya en aquel tiempo , acción de domi . pio en una gran parte de las posesiones de los To ledos , quienes las habían empeñado á los primeros en cincuenta carneros . Estas consideraciones entre otras debieron influir en el ánimo del párroco , don Tomás Gutiérrez , al pensar en la traslación de la cabecera de la parroquia . Desde eu llegada al cura to, se sintió dominado por esta idea , que no tardó en poner en práctica . Los fundos del valle de Pencahue, en el exten sión de quince leguas, entre el Claro y las cumbres de los cerros, que le separan de Villa Prat, eran ep su mayor parte bosques impenetrables de espinos seculares; y los cerros se hallaban cubiertos de montañas de boldos, peumos, litres, robles y qui. llayes, que la mano del hombre después ha benefi ciado, y en su mayor parte desperdiciado, al con vertir las antiguas estancias de ganadería en fundos de agricultura. Pencabue no presentaba entonces el aspecto de tristeza y desolación de hoy. Situado 335 en el punto de cruce de los caminos de Curepto y de Tapihue á Talca , era la estación obligada de descanso para los viajeros. Una gran posada, al lado de las casas de los dueños de la hacienda, los señores Olivares, y unos cuantos ranchos de inqui linos era toda la población . Pero, la vegetación era abundante, debido al aprovechamiento que se hacia de las aguas de uva vertiente, que se conser va basta nuestros días, y que se encuentra á punto de extinguirse. Fuera de los terrenos del litoral del río Claro, tendráu riego artificial con el tiempo Los Cristales, Aguada , Pichinguileo, Matancilla y Libún , si se llevan á efecto las obras de tranques, que se pre sentan practicables. Pencahue era el local más aparente y εdecuado para establecer la cabecera de la parroquia, supues ia la alteración de los límites del curato, con la erección de una nueva parroquia en la costa, cuyas necesidades y conveniencias, desde largo tiempo atrás, venían imponiéndose en el ánimo del Obis po y de los Gobernadores del reino. Una señora de apellido Orellana, cuyo nombre no 1 : os ha sido posible averiguar, obsequió al señor Gutiérrez algunas cuadras de terreno, en Pencahue, para que biciera allí la traslación de la parroquia, tan anhelada por él y tan deseada por la mayor parte de su feligresía. Las maderas, para la cons trucción del nuevo templo, fueron enviades desde Libún por los señores Corrers, acaudalados propie. tarios de la montaña. El Maestre de campo don José Antonio Rojas y su esposa doña María Merce des Aguirre, prestaron un decidido y eficaz apoyo al celoso Párroco de Rauquén. Era don José Anto. pio, hermano del entusiasta Cura don Jacinto Ro jas, de quien nos hemos ocupado en otra parte, y 336 - abuelo de don Ramón Rojas, sacerdote nacido en la Huerta de Libún , que no hace muchos años que dejó de existir. El rey había concedido á don José Antonio la merced de Casa de Cadena, en la Huer ta de Libún, que formaba con el Manzano, Monto nera y Matancilla una sola estancia del togado señor. Los privilegios del señor de la casa de cade na constituían inviolabilidad del recinto, circunda do por la cadena, semejante á un consulado. Los que pasaban por el carpino, contiguo á la cadena , debían hacerlo con la cabeza descubierta, siempre que el favorecido por la merced del Rey estuviera á la vista. El mencionado señor Rojas interpuso su influencia y prestó su concurso para que se efec tuara la traslación y se llevaran á feliz térmnino los trabajos . Los Ramírez en Huilliburboa, los Corbalanes en Pichinguileo, los Olivares en Pencahue, los Aceve dos en El Estero, los Labras en Tapihue, los Valen . zuelas en Tanguado y los Díaz en Batuco, coadyu. varon , como personas pulientes y piadosas, en la obra de construcción del templo y casas parroquia les de Pencahue. Acumulados los materiales, se iui. ciaron los trabajos en la primavera del añ 1793. Marcharon con tanta rapidez, que en Marzo de 1794 estaban ya la iglesia y casa habitación del cura , en condiciones de prestar servicios. El templo, aunque sólo de regulares proporciones , tenía la ca pacidad suficiente para contener la concurrencia ordinaria de fieles en los días festivos . La casa era de construcción sólida; pero el techo en la mayor parte de paja. La iglesia era de una nave, y su po sición , mirando hacia el Oriente. Sus dimensiones eran de cuarenta y dos varas de longitud por diez de latitud . Las casas parroquiales formaban un claustro al 337 poniente del templo, y todo estaba rodeado de co credores. No podríamos precisar la fecha en que se efectuó la traslación de la parroquia á Pencahue. De esto no nos ha dejado constancia el señor Gutiérrez De la redacción de partidas se desprende que el 15 de Abril de 1794, ya se encontraba establecido en el nuevo asiento del curato. Horas amargas debió de pasar el párroco, en aquel tiempo que podríamos calificar, por otra parte, como días de su felicidad , porque había einpren-: dido y realizado una obra ariua y difícil , que para él no presentaba otro aliciente que el deber cum . plido, en beneficio de la generalida del pueblo. Bien sabía él , que aquella natural satisfacción debía ir amargada por el acíbar de los resentiinientos. Los habitantes del extremo sur del valle de Pacoa y de Rauquén no pudieron mostrarse indiferentes á la pérdida de aquel bien. Su valor supieron apreciarlo en su justo mérito, sólo después de haber experi mentado sus consecuencias, en la disminución de valor de las propiedades y en las molestias, que im : pone la práctica de la religión, en los puntos apar. tados de los templos. El egoísmo de aquellos que habían disfrutado de los beneficios imponderables, que les reportaba la inmediación de la iglesia , no les permitió ver jamás la razón de conveniencia, que en estos casos obra. El párroco, que en caso como éste actúa , lleva sobre si el apateina de los perjudicados, y carga con odiosidades , que los ene. migos de la Iglesia explotan , convirtiéndolas en ren cores encarnizados, que sólo terminan con la muer te de las personas que los sustentan . Con la construcción de la iglesia había empren . dido el entusiasta Cura la fundación de una nueva aldea . Proporcionaba sitios por un cánon ínfimo APUNTES 22 338 - de arrendamiento; y prestaba su concurso á las construcciones con abnegación y desinterés, que llegaron á ser tradicionales. Así lo oímos de perso. nas que le conocieron, y que nos ha referido que el pueblo le daba el tratamiento de taitita Chuma, con que gozaba el ceritativo pastor. Unas pocas personas piadosas, unos cuantos pro pietarios de cierta posición y algunos necesitados fueron los primeros pobladores de Pencahue. La mayor parte de ellos, ahogando en su pecho los re mordimientos de la conciencia, abusaron del desin terés de los párrocos en cobrarles los cánones de arrendamiento . Alegando prescripción , despojaron á la parroquia del dominio de aquellos terrenos, que por derecho divino y eclesiástico todavía le - pertenecen . Después de una constancia á toda prueba , y des pués de vencer todo género de dificultades, pudo ver el señor Gutiérrez, que al lado de la iglesia se formaba una población, que él creía de un gran porvenir. Datos sobre algunos pueblos . Daremos aquí cabida á una tradición popular, que remonta hasta la época que nos ocupa ; y que está en relación con la primera parte de la vida de uno de los Padres de la Patria . Si ella correspon- diera á la realidad y pudiera ser alguna vez confir mada , vendría á llenar un vacío de la historia de uno de los proceres más ilustres, que actuaron en nuestra emancipación política . Corcolén pasaría á la posteridad , como un nombre célebre, conservado por la Historia. Corcolén es un caserío disperso , situado en loma jes de pendientes suaves, en el valle de su nombre 339 ó de Lo Figueroa, como ba dado en llamársele, por el apellido de los principales propietarios de la lo calidad , que hubo allí á mediados del siglo dieci nueve. Para el viajero que se dirige de la costa á Talca, se presenta a la derecha del camino el par que Buschman, que parece una ilusión fantástica de aquellos contrastes del capricho, que se forjan sólo en la mente del poeta . A la izquierda, quedan los miserables ranchos de los primitivos poblado. res ; siguen los cerros con sus arideces; y luego al oriente, á una distancia , que no podemos llamar considerable, empieza el fundo de Quepo, de pro. piedad de la familia Cruz, durante tres cuartos de siglo. A corta distancia del camino, se deja ver una vertiente con un bosque de arrayanes, hacia el norte de la carretera . Viene después la quebrada, paral·la al camino, que une á Pencabue con la ca pital de la provincia. Algunos perales é higueras, entre las rocas de la quebrada, manifiestan que allí existió alguna antigua habitacióv . Fijando la aten ción , se notau , ocultos entre los arbustos y los es. pinos, los escombros de una casa . En ese montón de ruivas se oculta un misterio de la historia na cional . La tradición apenas nos hace vislumbrar allí la morada , en que probablemente pasó los pri. meros años de su vida el más ilustres de los héroes de nuestra Independencia . · « Esta es la chea de Domingo Bascuñán , en que se crió don Bernardo O'Higgins , aquel niño que mató tantos godos en la ausión de Rancagua », fueron las palabras con que un anciano nos trajo a la me moria el recuerdo de lo que, en otro tiempo, cuan do aún no conocíamos estos lugares , oímos referir á un aficionado á la bistoria. Era éste uno de ayue. l'os, que con el Cura don Tomas O’Rian pasaban 340 las noches de invierno, al lado del brasero, contando lo que vieron, lo que oyeron y supieron de la gue rra de la independencia de Chile. Por desgracia, puestro interlocutor, que era un arsenal de tradi. ciones, no tenía otro medio de autenticidad que el así dicen, incontrastable argumento de los anti . guos. Con una costancia á toda prueba , nos hemos empeñado en desenterrar las tradiciones, que guar den relación con la bistoria de los lugares de de pendencia de la parroquia de Pencahue . Pero siem pre nos encontramos con la misina fuente de auto ridad , así dicen. ¿Quiénes lo dicen? Quién sabe. Ellos lo oyeron de sus padres, á quienes lo contaron sus abuelus. Pocos son los documentos, que nos dan luz acer ca de la infancia de don Bernardo O'Higgins. Don Diego Barros Aranja cree que se crió en la casa de don Juan Albano Pereira, áá cuyos cuidados lo confió don Ambrosio O'Higgins, para poder salvar el honor de la aristócrata chillaneja, y para la conservación de su propio crédito . La presencia del viño, en el propio hogar del se ñor Pereira, podía despertar sospechas contra algún miembro de su familia. Además, no habría sido éste el medio más conducente á la reserva requerida . Bien pudo suceder , que en el fundo de Quepo los parientes de la esposa del señor Pereira recomenda ran la casa de Bascuñán, como aparente para el ob jeto , por la condición de la familia, por estar á corta distancia de Talca y por hallarse en el fundo de la familia Cruz . Si estas conjeturas no pasaron de ser gratuitas, vendrían á arinonizar lo que nos enseña la historia con las tradiciones populares . Don Diego Barros Arana, en la Historia de Chile, y don Enrique Espinosa en su « Geografía Descrip tiva » , traen el uno como documentu, y el otro como 341 curiosidad , la partida de bautismo de don Bernardo O'Higgins Pero ambos la presentan tan adulterada que nos bemos sentido movidos á insertarla en esta digresión histórica, en bien de la verdad. No nos hemos conformado con copiarla personalmente del original, bemos hecho autorizarla, en fe de la exac titud de la travecripción. Dice así: « Parroquia de San Agustín de Talca. « Certifico que á fojas 24 vl . del libro número 5 de Bautismos de esta parroquia, se encuentra apo. tada la partida que sigue: « Don Pedro Pablo de la Carreia, Cura y Vicario de la Villa, y doctrina de San Agustin de Talca , certifico y doi fee, la necesa nia , en derecho, que el dia veinte de el mes, de 9 enero, de miil , setecientos, ochenta , y tres años , en Ja iglesia Parroquial de esta Villa de Talca , puse oleo, y chrisma, y baptise sub conditione a un niño llamado Bernardo Higins, que nacio en el Obispado de Concepcion, el dia reinte, de el mes de Agosto de mil setecientos, setenta, y cche, años, bijo natul val de el M.° de Campo General de este Reino de Chile, y Coronel de los Reales exercitos de S. Md. Dn . Ambiosio Higius, soltero, y de una Señora Prin . cipa !, de aquel Obispado, también soltera, que por su cédito, no he expresadoaquí su nombre; el qual niño Beruaido Higins, está á cargo de Don Juan de Alvano Pereira, resino de esta Villa de Talca , quien me expresa, hahérselo, remitido su Padre el referi do Dn. Ambrosio Higins, para que cuidede su crian sa , educación y doctrina correspondiente, como consta de sus cartas, que para este fiu le tiene es . critas, y existen en su poder, bajo de fu firma; en : cargándole assimesmo, que ordeve estos asuntos de modo , que en cualquier tiempo pueda constur, ser su hijo y lo bautice sub conditione, por no haberse podido averiguar si estaría baptirado, quando lo tia 342 jeron, o si sabría baptisar el que lo baptisaría; ni quienes serían sus Padrinos de agua para poder to mar rason de ellos si estaría bien baptisado. Padri . nos de oleo, y chrisma, y de este baptismo condi . ciona lo, fueron, el mesmo Don Juan de Alvado Pereira , que lo tiene a su cargo, y su esposa Dona Bartolina de la Cruz; y para que conste, di esta eu estos tér :ninos, de pedimento verbal de el referido Dn . Juan de Alvano Pereira , en esta Villa de Talca á veinte y tres de Enero de mil sotesientos ochenta y tres años ; y la auote en este libro pa . que sirba de partida, de que doi fée. = D . Pedro Pablo de la Carrera . » « Bernardo Higins español» = Talca, ( tubre 16 de,1905.Es copia cou la ortografía del original . José Luis Espínola Cobo, Cura y Vico . Foráneo. Sabemos por la Historia , que tan pronto como los poredres de doña Isabel Riquelme se dieron cuen ta del estado interesante, eu que se encontraba su hiju, la despidieron de su casa ,yendo la joven á 80 licitar hospedaje á una casa vecina donde, proscri. ta del hogar paterno, dió á luz á don Bernardo O'Higgins, el má ilustre de los Pa Irés de la Patria. En esta parroquia, como en Talca, hay muchas fa 2 milias que tienen relaciones de parentesco con O'Hig. gins. La familia de don Toribio Pequeño conserva un revólver, un anteojo de batalla, una tabaquera y muchas cartas de Dn . Beruurdo á don Toribio. Las cart s las reprodujo y los objetos los fotografió La Revista Católica . Don Benjamin Vicuña Mackenna hizo mucho por obtener para el Museo esas reliquias históricas. Eu busca de tradiciones acerca de la infancia de puestro héroe, nos trasladamos, á quince leguas de Talca , á la hacienda de Las Lomas, que fué de don 343 Albano Pereira . Nuestro viaje fué infructuoso, hasta el extremo de que los ancianos con quienez bablá . bamos, manifestaban sorpresa al oir por primera vez el nombre de O'Higgins . Visitamos en El Carretón , á poca distancia de Las Lomas, un parrou de tronco tau enormemente grue. so , que mide tres inetros su línea de circunferencia . Fuiinos llevados allí, porque se nos dijo: que, dicho árbol era conocido con el nombre de Pairón de O'Higging. Abrigamos la esperanza de poder avan zar algo en nuestro objeto. El viaje fué tan infruc tuoso, que con el desapareció la última esperanza , que teníanos de confirmar la tradición de Cor . colén . Cuando interrogamos á un anciano de El Carretón dei había oido algo de la historia de O'Higgins? nos contestó: « No, señor. Por estas islas no ha vivido ningún gringo de ese mombre. ¡Qué de cepción! Y haber andado quince leguas para ir á consultar fuentes de esta naturaleza. El litoral de la parroquia día a día ganaba in mensamente con la fundación de nuevas aldeas, que eran uu recurso para los campos, que se exteu. dían entre los ríos Mataquito y Maule. E : 1790, se iniciaban los trabajos de la formación de una nueva villa, con el nombre de Curepto, en los terrenos de La Capellanía de Rojas . El nombre primitivo era Curetu, tierra neyra. También el color de algunos de esos muudos guarda relación con el significado de su nombre. Esto es debido al sol abrasador de la costa , que deja con gran fuerza sentir allí su in . fluencia. Si no fuéramos cureptanos, traeríamos á colación este mote, que encierra un mundo de ver dari : El hijo de Curepto es hombre sin defecto. Fácil 008 sería comprobar esto, con una nómina comple. ta de las personas, que dan lustre á aquella ciudad y parroquia . Daremos el nombre del padre Gene. 344 - ral de los mercedarios de todo el mundo, el lingüie. ta insigne Fr. Pedro Armengol Valenzuela . Sería mos indiscretos, y havíamos una revelación , si nom bráramos á otras personas de nuestro mundo social , porque hasta los últimos meuestero508, nacidos en esos lugarejos de costa de la provincia de Talca , si han de decir de dónde son , categoricamente res ponden : yo soy tarquino de Tarca .. En 1794, don Ambrosio O'Higgins fundaba en la aldea de Maule, en la desembocadura del río de este nombre, la villa de Nueva Bilbao. La nueva ciudad viuo á dar vida al territorio austral y mari timo de la vice-parroquia de Tulpen Establecióso un servicio constante de embarcaciones entre la villa y Quivolgo. Los Letelieres, que se habían multiplicado de una manera prodigiosa , los Verga ras y los Miños , de posición tan expectable como los anteriores, interpusieron su influencia ante el Obispo de Santiago, para obtener la creación de una nueva parroquia en la costa , donde ellos tonian vinculados sus intereses. Su petición no debía ser desatendida . Nueva Bilbao, en su progreso, arrastraba el ade . lanto de las industrias y la importancia de los vi llorrios de la parte occidental del curato de Penca hue. La suerte de Nueva Bilbao debía también más tarde marcar el rumbo de los destinos de los pue. blos, que tomaban incremento á la sombra de aquel haluarte inexpugnable de defensa . Está protegido por el mar, resguardado por los fuertes de los ce rros y favorecido por el río, que, con una profun didad inmeusa, se extiende en ma anchura de más de ochocientos setenta metros hacia el embarcade ro de Quivolgo. Aunque en verdad es extemporáneo y fuera de nuestro asunto , permítasenos hacer algunas remi 345 niscencias históricas, ya que hablamos de Nueva Bilbao. Auticipamos los hechos, porque con la créa ción del curato de Tulpén, el territorio de la costa dejará de formar materia de puestro tema, priván donos así de la oportunidad de referir los hechos que guardan relación con la historia de Constitu ción y de la costa de la provincia de Talca. El 12 de Abril de 1812, caía Constitución ó Nue . ra Bilbao, como entonces se llamaba, en poder de los patriotas. Después del desastre de Rancagur, las banderas españoles se paseaban victoriosas por las aguas del río Maule y triunfantes flamearon en los fuertes de la ciudad. En los primeros dias dy Abril de 1818 , extenuados por las fatigasde un lar go y penceo viaje vestidos de incógnitos unos cuan tos españoles, tomaban una embarcación, que des de Quivolgo debía conducirles hacia la parte opues ta del río. Eran el coronel Osorio , el vencedor de Rancagua, que, dorrotado en Naipo, acompañado solo de unos pocos soldados, fieles , emprendía la fuga al sur . Perseguido por los indios del cacique Vilu en Viehuquén , y molestado por las montone ras de Huenchullami, mil veces había estado ex puesto a perder la vida el desgraciado brigadier. Castit ución ya no le pertenecía. El tricolor, izado en la torre de la iglesia, pregonaba el dominio de los patriotas . Para evitar caer en manos de estos , atra vesó el río avistando á Mutrún, frente al monumento que, para escarnio de Constitución , se ha erigido, en el paseo rie La Poze, al dios del Comercio. días que un Mercurio,parece un Lucifer, precipitándose á los abismos. El 7 de Morzo de 1830, quiso don Ramón Freile atrevesar la barra en el Aisineva; pero con tan poca felicidad , que el buque encalló entre las arenas, pe . reciendo una parte de la tripulación, estando el 346 mismo caudillo de la revolución á punto de aho garse. Su secretario y auditor de guerra, don Fran cisco Fernández, auduvo menos afortunado, pués fué una de las víctinas del naufragio. Después de la catástrofe continuó Freire su gira revolucionaria por el valle de Maule, alojándose una noche en Tanguado, en la parroquia de Pencahue, de donde continuó su viaje en lancha, por Perales, hasta Lon coinilla . En Corinto, donde sus habitantes son tan aferra dos á las costumbres, como á la terminología del antiguo pueblo, Constitución es comunmente desig nada por el vulgo con su primitivo nombre Maule, con que le conocieron los españoles . CAPITULO V. PARROQUIA DE PENCAHUE . Erección de la parroquia de Talpén . Bajo la administración del señor Gutiérrez, debía producirse otro acontecimiento de trascendencia para la parroquia de Pencahue. La vice parroquia de Talpén había acrecentado considerablemente su población, y se imponía la necesidad de erigir allí una parroquia . A fray Gregorio Arriano, sucesor del padre Velasco, se le autorizó para que llevara allí libros parroquiales de asentamiento de partidas de bautismo, de defunciones y matrimonios. Con esto se mejoraba la condición del Cura; pero no 347 cambiaba la situación del pueblo. Pues tenía éste que practicar las informaciones matrimoniales en Pen cahue, que se encuentra á gran distancia de las po blaciones de la costa . Por su parte los Párrocos de Pencabue se interesaban en mantener los límites de su curato ; porque, quitándoles con la división de ella los emolumentos que les producían, se les deja. ba reducidos á una mezquina ración de bambre. No les sería posible manteuer á su lado á un sacerdote que, en calidad de teniente cura , compartiera con ellos el trabajo de la parroquia, El señor Gutiérrez había obtenido en concurso el título de Cura en propiedad, Era justo que, después de haber trabajado tanto en esta doctriva, se le con servara en su integridad. Tal vez, debido á ésto, fué que los Curas de Talpén , sólo obtuvieron nombra mientos en calidad de coadjutores , mientras estuvo en Pencahue el señor Gutiérrez. En el casillero de documentos históricos del presbítero don Luis Fran cisco Prieto, hemos encontrado algunos datos rela tivos á Talpén. Según ellos, el presbítero con Rafael Urquiola, sobrino del Cura de Rauquén , don Anto nio de Quintanilla , se dió el título de Cura y Vica rio de la Parroquia de Rauquén, al extender una sibligación en Santiago, eu Noviembre de 1766. Eo 1780 , doña Mercedes Quintanilla, esposa del Capi tán don Ramón Urquíola, menciona entre sus siete hijos á don José Rafael Urquiola, Cura y Vicario de Talpén . Ocho años más tarde, doña Rosa Urquío. la de Aguila, daba poder á don José Ramos para que cobrara los bienes que hubiere dejado el Cura, su hermano, muerto intestado. En la Descripción histórico -geográfica del Reino de Chile, escrita á finnes del siglo XVIII por don Vi cente Carvallo y Goyeneche, el territorio de Maule figura con seis parroquias, Talca, Curicó, Lontué 348 (antiguamente Peteroa), Longocura , Vichuquén y Rauquén con sus anexos y tres vice-parroquias. Lo mismo dice don Cosme Bueno, cosmógrafo pervano, en su DESCRIPCIÓN DE LOS OBISPADOS de Santiago y Concepción , obra escrita en aquel mismo tiempo. Estas descripciones, sólo a la parroquia de Vichu quén , fuera de la de Rauquén, le ponen lo que lir man anexo, el de ésta no lo nombran, y sí el de aquélla, en el lugar de Paredones; y Paredones era parroquia desde 1778 , muchos años antes que los señores Carvallo y Bueno escribieran sus obras. ¿No pasaría lo mismo con el otro avexo de Rauquén , que no dijeron dónde estaba y que sería simple a ente el Curato de Talpén ? Estos autores nos colo can en un laberinto, del cual sólo podemos salir, desentendiéndonos respetuosamente de sus afirma ciones . Contra esto, y sobre los títulos que el señor Ur quíola se daba á sí mismo, y con que le condecora ban sus deudos, está la autoridad del archivo de la parroquia de Rauquén, que presenta como Cura á don Antonio de Quintanilla; y que coloca á Talpen solamente en la categoría de las vice parroquias hasta Noviembre de 1798 . El 15 de Enero de 1799 , encontramos ya hecha la erección de la doctrina de Talpen. La creación de ella fué obra del Ilustrísimo don Francisco José Marán . El señor Gutiérrez, que tau de cerca había podido apreciar los relevantes méritos del presbítero don Alejo de San Cristóbal, que le había acompa Dado por dos años, como teniente cura , lo propon- dríu al Prelado, como sujeto idóneo y digno de car. gar con la respoveabilidad de la administración de aquella nueva parroquia . La última partida, en que Talpén figura como vice-parroquia de Pencahue, 349 tiene fecha 25 de Noviembre de 1798. Al pie de esa partida , el 14 de Enero de 1799, e ! Visitador señor Errázuriz, proveyó lo siguiente: « Agréguense estas partidas á sus respectivos, que se hayan formado para la antigua Parroquia de Rauquén ». Este decreto fué expedido en la ciudad de Talca, donde se en contraba el señor Errázuriz practicando la Visita de la Parroquia. Allí llevó el libro de partidas de la vice parroquia de Talpén, el teniente cura que la servía , mientras se hacía cargo de ella el párroco que había sido noinbrado. Talvez sobrevivo alguna divergen cia entre él y el señor Gutiérrez acerca del archivo á que correspondía agregar aquellos documentos. Por un feliz olvido ó por un oportuno descuido, don Alejo de San Cristóbal , cuando fue promovido de Talpén á la parroquia de Pencahue, re trajo al gunas boletas de informaciones matrimoniales, que son las que nos han dado luz sobre el particular. El señor Gutiérrez, después de practicada la di visión de la parroquia, parece que solicitaria el nombramiento de un párroco coadjutor. Desile Eve. ro de 1799, aparece como tal el presbítero don Ma . nuel Valenzuela Letelier. Este sacerdote era origi. nario de Curepto, de donde se trasladó á residir en Pencahue, en unión de su familia, cuando se hizo cargo del Curato. Aqui se relacionó con las familias más distinguidas de la parroquia, por matrimonio de dos de sus hermanas, efectuados en el segundo año de su llegada á este pueblo. Una de ellas casó con el Maestre de Campo don José Antonio Rojas y Olivares, y la otra con don Mateo Orcaistigui y Bárcena. Algún tiempo después otra de sus herma nas se casó con don Toribio Montero. Antes de pasar al siglo XIX, observemos á la ligera el grado de progreso á que hayan alcanzado las industries, en el territorio de la parroquia du 350 rante el siglo XVIII. Entre El Morro y Tanguado se estableció una curtiduría . Esta industria cambió el nombre de aquel lugar por el de Curtiduría, que ha llegado basta nosotros. Ubicóse en este punto por la facilidad de exportación, sirviéndose de las aguas del río Maule para salir á Constitución, dels Claro para llegar á Talca y de: Loncomilla ó Maule para arribar hasta San Javier y otros pueblos. Además contribuyó también á esto la existencia en la localidad de grandes montañas de lingue y peu mo, de que hace uso esta industria . Hasta de las provincias del norte se acudía á las afamadas curtidurías del río Maule . Este establecimiento no tuvo mucha vida. Sin embargo, fué muy beneficioso al ramo de gana dería , porque se aumentó la crianza; y se estable cieron cabrerías, en grande escala , en las montañas : vecinas á Libán y en los cerros fronterizos á Peu cahue y Tutucura. La agricultura había alcanzado un gran progre 80, con la introducción furtiva de herramientas europeas, hecha por los franceses. Eu las montañas de Libún y sus alrededores , se dedicaban los lugareños á la labranza de maderas, que con gran dificultad conducían hasta Talca . Las industrias propias de la mujer del siglo XVIII, en la parroquia de Pencahue, fueron la pre paración de la hoja de fumar, y los tejidos de man tas , frazadas y bayetas . Eu los cerros del poniente del Claro, con vista á la ciudad de Talca , como en los cerros de Las Pal mas, hacia el extremo norte del curato, se hicieron algunos alcances mineros; que, por la baja ley de sus metales, fueron luego abandonados. En las se rranías de Tanguado y Libún se descubrieron algu nos yacimientos de tierras auríferas . En este últi 351 mo lugar, en la sección superior de la quebrada Las Mivas, se beneficiaron con muy buen resulta do, los ricos veneros que allí existían . El número de lumbreras , que en ese lugar se encuentran , dan fe de ello. Sólo el año 1859, con la emigración mi pera á California, se abandonaron y echaron en olvido los lavaderos de Libún . En el Estero, se descubrieron abundantes depó sitos de tiza de una calidad sựperior, que hoy se benefician con buen resultado. A los terrenos de los contornos de estos yacimientos se dió el nombre de Las Tizas . Distan como una legua de la estación de Corinto . En Tapihue también se explotaron minas de esta naturríltza; pero la distancia de las ciudades y la dificultad de transporte no ha permitido á la industria aprovecharse de ellas. Molinos existían sólo de harina de hoja. Había establecimientos de esta clase en Baluco, Libún , Pichinguilfo y otros lugares, en que se establecían ; en las quebradas, molinos de invierno. En Picbinguileo había viñas, que producían muy buenos vivo:; pues los terrenos se prestan para es ta industria en toda la extensión del vaile . En la hacienda de Rauquén se descubrieron las abundantes canteras de pói fido, conocido con el noinbre de piedra de Rauquén, que es muy a pre ciada por su calidad y color. Las producciones de esta parroquia se sacaban á Talca á lomo de mula , ó bien se llevaban a Consti . tución por el río Maule . La falta de vías de comu nicación bacia que los negocios no pasaran de tran eacciones de poca monta , que se llevaban á efecto en las mismas localidades. Para la comunicación con los pueblos del sur, tenía establecido el rey un lanchadero en El Morro; y para el paso común , una embarcación , que colo 7 352 caba a los colonos en mejores condiciones que las en que nos encontramos en la actualidad . Esta lau cha estaba ya al servicio público en 1640, según el padre Rosales. Antes de continuar la serie cronológica de los hechos, como por vía de apevdice de los capítulos anteriores , daremos el significado, que corresponde en castellano, á algunos de los nombres propios de lugares, de origen araucano, de que hayamos hecho mención en el curso de estas crónicas de la parro. quia de Pencahue. La diversidad de idiomas que hablaban los in. dios de una y otra ribera del Maule y el contacto inmediato, en que se encontraban ambos pueblos, promaucae y araucano, ha dado origen á la especie de dialecto, que como idioma propio, hablaban los riberanos del Maule. De aqui proviene la dificultad de conocer el origen y significado de algunas de sus palabras. Además, los españoles nos trasmitie ron esos nombres, como sonaban á sus oídos ó como se acomodaban más á su pronunciación , y nó como debieran pronunciarse ó escribirse. Por otra parte, los españoles no se cuidaron de conservar la distinción tan marcada de sonidos de palabras semejantes, que distingue al idioma araucan ). Los nombres propios son ordinariamente compuestos con partículas, que caracterizan y determinan lo que eu ello quieren significar. La incertidumbre de su etimologia deja campo abierto á interpreta ciones antojadizas, muchas de ellas de sentido dia metralmente opuesto entre sí . No ha habido pueblo en el mundo, que haya usado de más precisión que el araucano , para de signar los lugares , expresando lo característico de cada paraje . Con un laconismo admirable, propio sólo de su idioma, forma combinaciones de pala 353 bras, que dan á conocer la topografia del lugar, sus principales producciones, hechos constantes ó acon tecimientos de suma iinportancia, ocurridos en el lugar. En la mayor parte de ellos encontramos la razón de ser de esos nombres, que debieron de ser impuestos, muchísimos años atrás, cuando el indio conoció esti tierra . Debemos tener presente, que los nombres de lu gares han ido pasando por una especie de meta morfosis orográfica, que les ha dejado en condicio nes de que el misino araucano ponga en duda, si esa palabra formó alguna vez parte de su propio idioma. En algunos casos parece un verdadero adefesio encontrar un nombre aplicado á un lugar, que de ninguna manera podría cuadrarle bien . No debemos olvidar que las múltiples divisiones á que están sometidas las propiedades en la transmisión de do . ininio, hacen que los nombres que antes se referían á dilatadas extensiones de terreno, queden á veces circunscritos á una parte insignificante; y en mu chos casos, á lo que podía haber formado una ex : cepción del paraje, que con el noinbre se trataba de siguificar . Chile.-Si se busca su origen en la climatología, siguifica frío ó nieve, que es la idea que expresa la palabra Tchili, del antiguo idioma del Perú. Otros creen que se tomó del thili- chili, canto de los triles, que abundan en las regiones húmedas del centro y del norte del país . Talca.- Para significar el temblor, el trueno ó ruídus sordos, que se les semejan, usaban los in dios de la palabra Thalca . En la ciudad de este nombre sou frecuentes los temblores, durante el curso del año; y no son raros los truenos, en la es tación del invierno. Talvez, debido á esto, los natu APUNTES 23 354 rales llamaron Talca al río y valle de este nombre. También se debieron tomar en cuenta los ruidos continuos y violentos que, en una época remote , debió de producir El Descabezado, curndo se pre. sentaba en actividad . Nuestros campesinos han con : servado la pronunciación araucana de la palabra y con ella también su siguificado, llamando tracas ó tralcas á los truenos, dando á las letras th el sonido de thr, característico de aquel idioma. Pocoa . — Hua y gua son dos partículas del mismo significado, de que hacen uso con frecuencia los araucanos en la formación de los nombres propios de lugar. Entrando de componentes, en fin de dic ción , suelen sincoparlas en la última de sus letras, sin que por eso cambien de significado. Ejemplo ile esto tenemos en Pocoa , que se descompone en Puco hua . Hua significa un lugar cualquiera , siir especificar sus condiciones tipográficas. Puco es como decir puquios, vertienies ó manantiales. De donde resulta que Pocoa, formado por esas pala bras, nos daría por equivalente lugar de vertientes. La existencia de algunas de ellas, en la actualidad , corrobora nuestros fundamentos al darle esa etimo . logía . También pudo formarse este nombre con Poor manchada, con agua , y hua, que, alteradas, queda rían en Pocoa, lugar de aguas manchadas. Esto podía hacer referencia al aspecto que presentan las aguay del Claro al mezclarse con las cenagosas del estero de Los Puercos, en su confluencia en el valle de Pocoa . También podríamos formar el nombre con co y hua, anteponiéndole la partícula Pu , que entre otros significados, tiene el de en medio de. De esta combi pación de términos resultaría Pocoa, con el signifi cado de lugar en medio de las aguas . Aplicaríase 355 esto á la situación del valle, en el ángulo de unión de di hos ríos y estero. Es indudable que la for:pación literal de más semejanza, que podemos formarle es la de Pocohua, lugar de zapos. Pero, por más que los coicoyes abun deu extraordinariamente en el lugar, los pocoenses se resisten á aceptar esta etimologia del nombre. Cada cual puede en esto formarse opinión á su arbitrio; y tolerar, si no se aceptan , las opiniones ajenas, por extravagantes que parezcap. RA QUÉN.--- Rah significa greda; quen es la pala bra que servía a los promaucaes para significar una lapura ó un campo más o menos plano. Unidas estas dos palabras, y dándoles á la gh el sonido fuerte de g, nos queda la palabra que los españoles cambiaron después en Rauquén, que quiere decir campo gredoso. La abundancia de arcilla en la parte árida de esta hacienda determinó á los indi genas a designarla con este nombre. MAULE. — Desde el río de este nombre al sur comprendían los araucanos la zona lluviosa del país. A menudo sucede que llueve en el lecho del rio, sin que la lluvia se haga extensiva al valle que fe cundan sus aguas ó á los cerros que le forması valla . Estos aguaceros empiezan por el poniente, avanzando en sentido inverso á la corriente de lis aguas del río. Este fenómeno, que tantas veces bemos observado, ó bien la razón que dimos al prin cipio , explicarían; la formeción del nombre con las palabras Mau leu ru , que significan respectivamente lluvia y río, cou que tendríamos río lluvioso. Si se quiere buscarle uva nueva etimología, la encontraría mos en Meuleu , que traduciríamos en río que forma remolinos. También le cuadraría perfectamente esta particularidad al caudaloso Maule, que entre cavi. dades tortuosas al pie del cordón de cerros de Tan 356 guado, forma remolinos tan forinidables que son una amenaza y una ruina cierta para las einbarca . ciones que, guiadas por inexpertos lancheros, ó arrastradas por la fuerza de la corriente, se acercan á aquel abisino. Esto le ha valido el nombre de Infiernillo á aquel lugar. Los indios le llamaban Toconey, que significa ondas bullidoras. LIBÚN. - Livn es el primitivo de este nombre, y - servía á los indígenas para expresar la idea de la claridad, que significan el crepúsculo y la aurora de nuestro idioma . No se escapó á la observación y perspicacia de los naturales que ni en las noches inás tenebrosas del invierno falta alguna claridad hacia el cenit de este lugar. El uso ha autorizado el empleo de la b en lugar de v con que por etiino logía debiera escribirse. PichinLEC Ó Picbinguileo se desconpone en Pi. chin y kuvu, que significan pequeño río o estero. Pichíu es una palabra que el vulgo ha conservado, en el sentido de un si es no es, en el estilo fami . liar. COREP'00 .-E . archivos antiguos hemos encon: trado este nombre sincopado en Cureto. Entre los indios era frecuente el cambio de la o por la u y viceversa. Otro tanto puede decirse de la e y de la i. Da ainbos tenernos prueba en Curepto, cuyos componentes son Curi negro y tu tierra . Los espa . ñoles, por acomodar el sonido á su pronunciación le intercalarían caprichosamente la p, conservando siempre su significado de tierra negra; ó bien esta letra vino á subsistir a la u de Cureuto , con que apa. rece escrito en inuchos archivos del siglo XVIII. También se escribió Curecto. PELARCO.-- Algunos han querido formar el nom bre con Penlar cum , significado en donde se ve todo arruinado . Esta etimologia sería semejante á 357 la que ciuco años atrás daba un ingeniero á Colin . Interrogado, al llegar a la estación de este nombre, acerca del significado de esa palabra , joh ! es muy sencillo , contestó á su interlocutor, que con interés escuchaba la respuesta, que anotó en su cartera de viaje : Colin e diminutivo de cola . Gracias; merci, monseiour, le dijo nuestro buen francés, que quedó tan satisfecho, como tranquilo el improvisado Ci cerone . El nombre primitive fué Pilarco, y así aparece en los archivos antiguos. Su significado es agua es carchada ó aguas en donde biela ; y está bien en consonancia con la realidad de las cosas . TANGUADO. - Muy fe ices anduvieron los indios al ponerle este nombre que , con su significado de laderas escarpadas, nos da una idea exacta y pre cisa de la peculiaridad de aquellas serránias. La dirección del ferrocarril cambió, en esta palabra , la g, por h , al designar una de las estaciones con este nombre. Parece que con ello pretendió dar una sa tisfacción al idioma, restituyéndole esa letra que había suprimido á Halcones, en el ramal de San Fernando á Pichilemu. PENCAHUE. -Hue significa como hua un lugar cualquiera . La h se encuentra á menudo sustituida por la g en su eonido fuerte, conservando idéntico significado. Penca es el correspondiente de zapallo. Pencahue sería , en este caso, lugar en que se pro ducen zapallos ó calabazas. Pero allí no bay zapa llones, ni quien de las calabazas. PANGUILEMO.- Puede significar dos cosaa muy diversas, según la palabra de que hagamos derivar resu primer componente Pangui. Como se ha dicho, los españoles no dabap inportancia á la etimologia de las palabras. Éste es el motivo porque nos ha llegado sólo una corruptela de palabras de aquel - 358 hermoso idioma, que procuraron extinguir antes de alcanzar a conocerlo. Lemu significa bosque ó selva . Pangue es una planta palúdica ; paugui significa león. Nos inclinainos á creer que el nombre indíge. na no ha sufrido alteración; de consiguiente signi ficaría selva de leones. Los nombres de Leovera, Cuesta de los Leones, y otros del departamento de Talca, nos prueban la abundancia de leones que hubo en estos lugares, y esto vendría como una confirmación de nuestra opinión, TUTUCURA.— Tutu es el chuncho, ave agorera; cura significa piedra . Este nombre, piedra del chun . cho, dado á un paraje, que fué de importancia en otro siglo, está en relación con supersticiones tan burdas como inverosimiles, que de ellas ni siquiera queremos hacer meucióu . Se impone como una necesidad un nueva divi. sión en la parroquia de Pencahue. Igual cosa suce de con las demás del departamento de Curepto. Se reconoce la conveniencia, pero se ve al mismo tiem po la falta de emolumentos, para la conveniente subsistencia de los curas. La principal fuente de entrada de estos curatos son las primicias. En nues tro tiempo, en Pencahue, se recolectaban más de doscientos hectolitros de trigo. La distancia á que se halla un centro de pobla ción de otro, y la gran extensión del curato hacen que el cura lleve una vida de penosos sacrificios, y que los fieles no puedan dirfrutar de los beneficios de la parroquia . ¡Pobres curas! ¡ Pobres feligreses! Entre los medios de incremento de los pueblos estan la erección de templos y la provisión del ser vicio religioso en ellos . Esta es la suprema uspira ción del pueblo. Allí se agrupan los fieles, yy de una manera insensib'e se abre paso el comercio, y lue 359 go sigue el progreso. Así se ha operado la civiliza ción del mundo. Para todo se establecen sociedades en Santiago . Ojalá que la esfera de acción de alguna de ellas lle. gara á extenderse basta preocuperse del servicio re ligioso, aunque fuera en los Domingos, en los pue blos, en que en absoluto carecen de él . Así hay muchos. Ya que hablamos de necesidades de los campos,, permítasenos repetir una vez más, que es inconce bible el estado de miseria y abandono en que se encuentran sus capillas, y hasta algunas iglesia : parroquiales. Eu Pencahue, al principio del siglo XX , no se reservaba el Santísiino, desde bacía algu 1:08 años , por falta de copón. El que existía era un objeto de antigüedad que, desde algún tiempo, se encontraba eu condiciones de no prestar servi cios. Criemeras no poseía aquella antiquísima pa . parroquia. Unas botellas de pequeñas dimensiones suplían alli la falta. De pila bautismul servía una gran olla, que siquiera tenía la condición de ser de fierro. ¿ A qué seguir contando iniserias? En Guacarhue, apenas había como celebrar los divinos oficios, con una escasa decencia , cuando pos hicimos cargo de esa parroquia, hace tres años. Ni uno ni otro pueblo son cabeceras de parroquias de costa . La de Pencahue deslinda por el río Claro con la misina ciudad de Talca . Si preguntamos á los curas de campo acerca de los medios con que han contado, para construir ese teroplo, para levantar aquel nonumento ó reparar esa casa, sus respuestas casi siempre se reducen á e -la sola : es la obra del centavo del pobre; es lo que hace el cinco del platillo de los días festivos. Cues da convencerse de que no sean la obra de la gene 360 rosidad de los que tienen en aquel curato sus fun dos , que son la despensa y el banco, que les pro porciona los medios para vivir en la opulencia, en las ciudades ó en viajes de instrucción ó de placer. En ninguna iglesia hemos visto basta hoy lo que para nosotros es una pila ideal , para el agua bendi ta . Esta consistiria en un depósito automático que manara agua, al ser comprimido un botón , que ha bría en la misma fuente. El líquido , después de hu medecer los dedos con que se signa el cristiano, excurriendo al fondo de la misma fuente, por sus cavidades iria á perderse en la piscina, que habría al pie de ella. ¿No es cierto que esta novedad evita ría muchos inconvenientes y reportaría grandes ventajas? Sucesores del Sr. Gutiérrez . Fue nuestro primer intento terminar con el siglo XVIII nuestra labor de cronieta, en la acumuleción de datos, que pueden servir de fuente para escri bir la historia de la parroquia de Pencahue. La presente reseña de los curas, con que pondremos término á nuestra obra , tendrán solamente el ca rácter de apéndice ó complemento de la historia. Don Alejo de San Cristóbal fue promovido de Talpén á la parroquia de Pencahue, en 1806, en calidad de cura coadjutor. En 1812 tuvo que aban douarla , á causa de su decidido patriotismo en la gue. rra de la Independencia. Se retiró á Chocalán, de jando en Pencahue, á cargo de sus intereses, á su hermano, el padre del Rector de la Universidad , don Diego de San Cristóbal , pacido en este pueblo. Un fanático realista , el dominico Fray Marcos Rodriguez, vino á sucederle, hasta el día en que con la derrota de Maipo, el 5 de Abril de 1818 , el 361 español perdió para siempre el dominio del reino de Chile, que jamás había conseguido subyugar. Emprendió Fray Marcos la fuga hacia el sur, lle vando los libros parroquiales corrientes de aquellos años . En 1902, se practicaron diligencias en Chi Hlán y Temuco, por si hubieran quedado en estos. purtos, que fueron residencias posteriores del ven) cido realista . El resultado fué tan infructuoso, como lo había sido para el señor Novoa , en 1861 . El señor Gutiérrez, cura en propiedad, tuvo que hacerse cargo de la parroquia , que había, quedado céfala con la fuga del padre Rodríguez .Á la muer te del señor Gutiérrez, ocurrida en 1919, sirvió in ferinamente la parroquia Fr. Mavuel Arellano, has. 1a 1822 , en que le sucedió el argentino don Fran cisco de Pavón, que se titulaba Capellán Honorario de los ejércios de Chile. Llegaron quejas de sus feligreses á los Prelados, quienes pidieron informe al Cura de Talca . Este opinó: «que se removiera al señor Pavón , por no ver repetida la escena de Vi. chuquén , en que sus feligreses, levantados contra él , le bicieron salir de sus términos á carrera de ca ballo » . Por su parte el señor Pavón decía que « Penca hue era un enjambre de desdichados, en donde lo que hacían era robarle las aves, que tenía para su manutención ...... » y solicitaba mudar la cabecera de la parroquia, por verse libre de esa clase de gen te ... En 1823 tuvo por sucesor á don Juan de la Cruz Ortiz. El ex padre don Domingo Méndez obtuvo el cuiato en concurso , en 1824. Avotó en los libros parroquiales las circunstancias de haber llegado á Pencahue, en la tarde, en día martes y de los Santos Inocentes. Este ilustrado sacerdote fué el descubri . dor de las aguas sulfurosas de Tanguado. Eu 1851 362 fué el segundo firmante del acta de proclamación de la candidatura de don José María Cruz, en Lon . tué. Fue uno de los caudillos de la revolución de aquel año en la provincia de Talca ; como tal fue llevado prisionero á Valparaíso, donde tuvo por carcelero á don Miguel Ferná idez, á quieu él había bautizado, y que vive actualmente en Talca. Es el dueño del <<Hotel Universo Nos cuenta el anciano don Simón Carreño, y nos lo decían también algunos sacerdotes, contemporá neos de don Domingo Méndez que: más que las penalidades de la cárcel, afectaban al sacerdote, en su cautiverio el abandono de sus amigos y la indo lencia de sus correligionarios políticos. Aquellos de quienes se creía él con menos títulos para esperar favores, fueron los que se impusieron mayores sa crificios, para conseguir su libertad. Es una incon . secuencia que ve.nos repetiree á inenudo. Siempre, después de la adversidad, se hace necesario renovar el escalafón de los amigos . Sucedió al discípulo lo que al divino Maestro. En el camino del Calvario, y mientras en aquel monte santo se desarrollaba el drama savgriento del Sa crificio, con sus escenas de horror y con sus cuadros de iguominia ¿ quiénes le dieron alguna señal de pena , ó quiénes tomaron interés por él? Sólo reci bió demo -traciones de afecto de quienes menos de bía de esperarlas, por la timidez natural, por su carácter ó por la condición, propia de su sexo; úni. cainente recibió homenajes de gratitud de las mu . jeres que, con su llanto, expresaban así el dolor. Pilatos vaciló en condenarle, pero el miedo al César le hizo obrar contra sus sentimientos. Habría que referir una larga historia para poder establecer el símpil. Las piadosas mujeres se desentienden de las iras del poder, no temeu la venganza de los fa 363 riseos, desprecian los insultos del pueblo y confun den sus gemidos y sollozos con las blasfemias , in properios y sarcasmos, que salen de los labios de los judíos. Doce eran los apóstoles; y uno sólo asis tió al Calvario; y éste amaba sólo en silencio. Milla res fueron sus discípulos; y sólo dos de ellos , Nico demo y el de Arimatea acuden á prestar servicios. Y todavía, escogen la hora en que las tinieblas les favorezcau , para ro ser teni los por discípulos del Crucificado. Esta es ordinariamente la lógica con que discurren los que no conciben el concepto de la amistad, sino bajo el punto de vista de la propia conveniencia. Son consecuentes con sus principios, cobre todo tratándose del sacerdote. En la generalidad de los casos, el hombre que desee saber en dónde están sus enemigos, no ha de buscarlos entre las personas para quienes hubiere sido indiferente, sino entre aquellos que hubieren recibido sus favores y mayores demostraciones de Cariño y de interés . Contiene un mundo de verdad aquel adagio: De riquezas y bondades, la mitad de las mitades. También encierra otro inuudo de veri similitud esta otra sentencia: En horas de adversi dudes,... milésimas de amistades. El señor Méndez era llamado el cura de las hebillas de oro, por las que usaba en el calzado y en la cinta de su sombrero . Era sacerdote de gran popularidad; y por esto fué que se atrevió á bacerse caudillo dei conato de revolución de Molina. Era muy conside rado, y al mismo tiempo temido por la vehemencia de su carácter. Como sacerdote recibía huipildemen te las ofens- s; pero , como hombre, aplicaba el correc. tivo con puño á aquel que se las infería. Sutil era la distinción . Rasgos de semejanza con el señor Mécdez tenía por su valor el presbítero don Gregorio Novoa, uno 364 - de los más activos y emprendedores, entre todos los curas que tuvo, durante medio siglo, la parroquia de Pencahue. Era llamado el cura del loro, por un pa . pagayo parlante que hablaba con primor. Gustaba de los bombros del cura , quien experimentaba sa tisfacción en recibirlo en ellos . Solía llevarlo á Tal ca y también á otros pueblos. Esto le valió aquel apodo, que él mismo solía darse. El señor Novoa fué una noche tomado prisionero , y atado de pies y manos. Fué víctima de las trope lías de un piquete de desalmados montoneros, que capitaneaba el caudillo Tapia. Esto ocurrió en la noche, víspera del día en que don Celedonio Co rrea, el famoso guerrillero de Libún , en conniver cia con los enemigos del gobierno, pensó tomarse la ciudad de Talca . Tan pronto como el señor Correa tuvo conoci . miento de los desmanes, cometidos contra la perso va del cura , se trasladó personalmente á Pencahue y le puso en libertad . El señor Novoa era partida 3 rio oculto del movimiento revolucionario , que se operaba en la provincia. Los montoneros, fuera de los principales jefes , nada de esto sabían . Algunos enemigos del señor Novoa emprendie ron una ruda campaña para hacerle salir del cura. to. Entre los cargos, alegados para conseguir el fin que se proponían , presentaron algunos, relaciona dos con el juego de azar. El pueblo ordinariamente no distingue (ó no quiere distinguir, tratándose de sacerdotes) la diferencia que existe entre el juego de naipes, tomado por pasatiempo, y el juego de baraja, por móviles de avaricia, que es el que dege vera en vicio. Fácilmente confunden el garito, á que acude diariamente el tahur, con la casa de reu nión , á que acuden otros, por las noches, á ameni zar la monotonía de la vida , ó á abreviar las horas, 365 reservadas al descanso . De esta confusión de ideas y de hechos procede, en muchos casos , el cargo que suele hacerse contra la buena reputación de sacer dotes intachables, apoyándose en la razón de darse aquel honesto pasatiempo. Es el escándalo de los pusilápimes, es el grito del fariseo, -s el castillo de los ilusos, es la espada de la maledirencia. Como no jugamos, ni por pasatiempo, nos encontramos con la lib . rtad de hablar. Hemos de ser ju - tos, y ojalá que fuéramos cuerdos en nuestras apreciacio . nies . Continuemos cou la historia, que ya está muy azermonado el tema. Eu cierta ocasión , salieron á asaltar á don Do ipingo tres bandidos en la Cuesta de Talca . El se ñor Méndez Gingió que huía. Nuevo Horacio, al ver separados á los asaltantes, vuelve contra ellos, dán . doles caballazos, hasta hacerles caer en tierra . Les hace atarse mutuamente las manos por la espalda. Así les conduce á la ciudad, donde después de ha cerles dar un paseo en esta forma por la plaza , les pone á disposición del juez. En 1844, se presentó á concurso para la provi sión de la parroquia de Molina. Entre sus certifica dos presentó uno de don Diego Benavente, que decía : < eer el señor Méndez de acendrado pitriotis mo y de conducta irreprochable ». De otro certifica . do consta que el Iltino, señor Vicuñá le había ofre cido la parroquia de Guacarhue, en recompensa de sus méritos. En 1849, se le dió colación de Molina. Desde 1840 á 1843, sirvieron la parroquia de Pencahue, como Curas coadjutores Fr. Joaquín Se . púlveda y don Rafael del Canto. E , 1849 , fué Cura subtituto en ella don Domingo Leal . En este inismo año hizo entrega definitiva del curato el señor Méndez al presbítero don Manuel Je- ús Grez . Éste tuvo por sucesor á don Autonio Basoalto, quien 366 hizo entrega á don Gregorio VII Novoa , en 1854 . Pasó después á establecerse en Constitución . En la iglesia de esa ciudad descansan sus cenizas. Don Manuel Jesús Grez, aunque pacido en San Fernando , era de origen guacarhuino por la familia de los Ramírez. Otro tanto sucedía respecto al presbítero don Perfecto Grez . Era don Manuel Jesús un sacerdote de costumbres muy sencillas. Bien In comprendieron los diarios de Venecia, al dar cuenta de los pasatiempos á que se entregaba, cuando es. tuvo en aquella ciud - d , con su amigo inseparable, el sacerdote don Ventura Pizarro . Celebraban las revistas venecianas la caridad de los dos viajeros chilenos, quienes todos los días compraban una lira de trigo, para entretenerse en hacer bajar con él las palomas de la histórica torre de San Marcos. Siendo estudiante en San Fernando, su ciudad natal, sus maestros, los padres franciscanos, le hi cieron rendir exámenes en la plaza pública, ante una inmensidad de gente . El señor Grez era un gran talento natural, que, por la misma condición de su carácter, no supo cultivarlo ni tampoco ba cerlo lucir. Pedríainos decir de él con toda propie dad : que era un diamante sin pulir. Las joyas de esta condición necesitan de la esmerada atención de un bábil artífice, para que puedan presentarse en una forma, en que se sepa apreciar su valor real. Bajo la capa de la apacible humildad del sacer dote, abrigaba el señor Grez un carácter indoma ble, una energía de fierro, cuando se trataba del cumplimiento de lo que é! juzgaba un deber. Los halagos no le seducían, ni los obsequios tenían po. der para trastornarle. Su rectitud no cedía un ápice . É ! sentía la gratitud , pero comprendía al mismo tiempo, que nunca ha de llevarse hasta el extremo de hacerla degenerar en una esclavitud del criterio 367 propio, haciendo una abdicación humillante basta de la libertad del discervimiento personal. Tuvo el señor Grez más de una ocasión , para dar pruebas de la energía de su carácter, en el poco tiempo que sirvió el curato . Las dificultades templau y robus tecen la entereza de carácter del fuerte; mientras se apoca y se deprime con las contradicciones en el débil. El señor Grez no era de aquellos, que arrojau rayos y despiden centellas, y hacen la apologia del valor, y dicen que su ídolo es la lucha, y que de. stan combates para obtener victorias , y que quieren la guerra para cegar laureles... pero mientras el enemigo está lejos ... Enmudecen , cuando éste se presenta ... Sou como los que hablan del león , por el miedo que le tieven . Raro será el cura , que no tiene en cien días de gobierno ciento y una pruebas por que pasar. La discreción y la virtud tienen que hermanarse en él , para poder lidiar con tanta di versidad de caracteres. Cuán dignos son de nuestra , y cuán pocos los que le compadecen ! lástima, Todos los feligreses piensan en que tienen dere. chos para ser servidos; pero, te olvidan de los debe. res que ellos tienen que cumplir, para con sus på rrocos . Cuesta menos extender la mano para recibir, que alargarla para ofrecer. Aunque el ofrecimiento es el sayo de los mezquinos. Es el medio de apare cer generosos, sin el sacrificio del desprendimiento. Hace más el que pide, que el que da.El que quiere cumplir con el deber de ayudar á una persona, si tiene interés por ella , no la bace pasar por la vilez ó la humillación de solicitar sus favores. Eso seria hacerle pagar muy caro aquello que se le concede; y haría disminuir el mérito de la persona, que lo otorga . Tanto más debe tomarse en cuenta esto , cuando se trate de favorecer a la parroquia ó al sa cerdote, que la sirve . 368 No es por ser parciales, que nos hayamos desen tendido de los defectos de los sacerdotes, que en este estudio hemos tenido en tela de juicio. Son hombres; no los creemos perfectos. Pero disentimos de la manera de obrar de aquellos, que, si tienen que observar á una persona o criticar alguna pro . ducción literaria , se epzañan contra sus defectos, cual si tuvieran un enenigo al frente, dedicando una atencióu secundaria á las buenas cualidades de la persona ó á los méritos de la obra. Ese criterio no es el propio de los hombres, sino el que carac teriza á los inonitores de escuela ó inspectores de colegios. En 1856 ocurrió el incendio de la Iglesia parro quial , que había edificado el señor Gutiérrez . L'i imagen de la Virgen quedó carboniza la, conser. vándose integros hasta los menores detalles de la escultura . Esto aumentó la devoción entre los fieles, que vieron un milagro en aquel hecho tin singular. Una capa de pintura ha preservado aquella vene. runda efigie de la destructora acción de tiempo. En 1902, se sacaron más de diez mil innágenes, que han sido repartidas entre sus devotos. El 8 de Septiem bre y el domingo siguiente á la fiesta de Purisima, se establece un servicio especial de trenes á Corinto para las romerías que, desde hace algunos años, se dirigen desde Talca á aquel pueblo, á visitar la imagen de que hemos hecho mención . El 9 de Febrero de 1856, visitó el Iltmo señor Valdivieso el curato de Peucahue. La presencia del distinguido prelado, entre las humeantes ruinas del templo parroquial, fué motivo de gran consuelo para los angustiados habitantes de aquel lugar. Con motivo de verse enyuelto el señor Novoa en ciertos juicios, incompatibles con su dignidad, se retiró temporalmente de la parroquia, reemplazán . Galería de algunos curas de Guacarhue José María Rojas Tomás drgomedo José Tomás Doren Diego Silva A. Juan Ramón Ramirez José Ramón Ramirez Fco . Javier Valenzuela Evaristo Lazo Ezequiel Ortiz Juan A. Ferrari José Ramón Sotomayor Benjamin Silva Elías Lizana M. Ricardo Ramírez 4 H | 1 369 dole, como interino, su hermano don Manuel María Novoa . En 1864, fue nombrado Cura de Pencahue don José Tomás O'Ryan. Interesantísima es su historia, como Cura y como ex -párroco de Pencahue. Acu . mulamos numerosos datos que, unidos á las curio sas anécdotas del Cura Méndez y á los singulares juicios del señor Novoa , podráu servir de tema á un escritor de la posteridad . Sacerdote inuy activo, muy desprendido y virtuoso , fué siempre poco afortunado, en las obras que emprendió. Tuvo por sucesor á don José Perfecto Grez, cuyos méritos le granjearou el filial cariño con que hasta hoy le recuerdan los que fueron sus feligreses en aquel curato. Era originario de Punta de Rosas y sobrino de don Manuel Jesús Grez . Ambos pertenecieron á la familia Ramírez de Guacarhue. En 1882 fué trasladado á Pencahue el Cura de Curacaví, don José del C. Toledo, que en 1901 tuvo por sucesor al Cura de Ingenio, que esto escribe. En la administración del señor Toledo tuvo lugar la visita del Iltmo. Señor Arzobispo Dr. don Maria no Casanova . No hemos querido hacer mención de ella ni de la fundación de la parroquia de Gualleco, hecha por el Iltmo. Metropolitano, por ser materia , que nos reservamos para un trabajo especial que tenemos entre manos . El sucesor del señor Toledo se hizo cargo de la parroquia el 28 de Febrero de 1901. Este mismo día trasladó la cabecera del curato á Corinto, á seis cuadras de la estación de este nombre, en el ferro carril de Talca á Constitución Todos los visitadores estaban contestes en que se hiciera esta traslación . ¿Quién querría cargar con las odiosidades ?. El ferrocarril á Constitución fue golpe mortal para Pencahue; y el camino á Curepto por el norte APUNTES 24 370 de Talca, pasando el estero de Los Puercos, por el puente de Botalcura ha sido el golpe de gracia á esta población, cuya decadencia aumenta día á día . Desde Corinto se sirven por el ferrocarril los centros de población del sur. La distancia se acerca para Libúv. Para atender i Huilliburgoa , y la parte vecina á Talca, (el río es la división ) mientras fui. mos curas de Corinto ibamos todos los martes ó miércoles á dicha ciudud . Los feligreses lo sabían , ahí nos buscaban para servirles. Así se facilitaba la atención para ellos, y disminuía el trabajo para nosotros. Se compraron doce cuadras de terreno; y en la falda de una colina, que domina el pin toresco Valle, se edificó a la moderna una es paciosa casa, que es una de las mejores casas pa rroquiales que hay en el arzobispado. Se edificaron dos nuevos cementerios, en los extremos sur y nor te del curato y se abrieron varios oratorios, que mejoraron el servicio de la parroquia é hicieron in sensible. la mudanza del asiento de ella. El dia de su llegada , el nuevo párroco abrió un Libro de Cró nicas de la Parroquia, que fué llevado minuciosa mente al dia , hasta la fecha en que hizo entrega del curato á don Arturo Moya, el 29 de Julio de 1906. En dicho libro se da cuenta de todos aquellos hechos, que guardan relación con la historia de la parroquia . Si en todas las parroquias se anotaran sus crónicas, se haría menos difícil escribir la his. toria eclesiástica ó profana del país. Y de esta suer te podría apreciarse, después de muchos siglos, el progreso material y el desarrollo moral de los pue blos . - 371 CONCLUSION En un estudio póstumo, que aparecerá con el nombre de MI TESTAMENTO, dareino á conocer la historia civil y eclesiástica de las parroquias de Guacarhue y de Pencahue , durante nuestra perma nencia en ellas. Incluiremos en el plan de la obra los efectos de los acontecimientos, que hubieran te nido desenlace durante nuestra administración en esos curatos . Seremos minuciosos en los detalles de las relaciones de interés local , y observaremos un criterio justiciero, aún en lo que pudiera perjudi carnos . Comprendemos perfectamente que corremos el peligro de que se nos llame petulantes, y se nos ca lifique de presuntuosos. Rogamos á nuestros lecto) . res : que, por caridad , no formen prejuicios, que son rectas las intenciones, que nos animan y son santos los fines, que nos inducen . Fe de Erratas deshelo deshielo estudios estudio aguardaba guardaba de del demanda Antouia Silva Decesaire deuda Catalina Chacón nécessaire padre PÁGINA buelo del de los un una el de el el del la parroquia Guararhue apoyo nombres ean poyo nombre sean Dejando dejando de caridad de eu caridad En en 17 18 19 20 72 80 81 121 135 140 146 160 183 230 244 301 324 305 LÍNEA 34 4 3 500W DÍGASE DICE 18 17 .1 16 2 25 7 34 2 de la nota 23 34 22 23 1 NoTA.- No se ha de confundir Carrizal de Talpén con Carrizal , de que hablamos en la página 322, al tratar de la conversión franciscana de dicho pueblo . ADVERTENCIAS Y PROTESTA Ya podría llamarse nuestro estudio una lata feno menal, y á nosotros designaruos con el calificativo de latero, si , fuera del trato extrictamente familiar, se permitiera el empleo de estas palabras. Hemos obrado á la mavera de cierto misionero de un afecto desmedido por la predicación. Los veinte minutos, que precedían inmediatamente á la miga, los dedicaba á cierto género de pláticas, que califi caba de advertencias. Terminado el Santo Sacrifi cio, solicitaba la anuencia del auditorio, para decir una palabra más. Esto suponía el mínimun de un cuarto de hora de tiempo. Excusado será decir: que mayor tiempo era el que dedicaba á la exposición del santo Evangelio . Como el aludido predicador, nosotros no nos he mos contentado con las dedicatorias, con la conclu sión, ni con la fe de erratas ... Ahora salimos, agre gando advertencias, y terminando con protesta. En la fe de erratas no anotamos los errores de puntuación y de acentos ortográficos, porque habría sido historia de nunca acabar jagáchate, cajista! Siempre heinos aplaudido á los autores, que con 374 generora amabilidad obsequien con sus obras á sus relaciones más íntimas. Nosotros, aunque ya nos vamos sintiendo autor, estamos tan convenci. dos de la deficencia de este estudio, que no nos atrevemos a hacer de él un objeto de nuestro obse . quio . En algunos casos sería ofrecer la daga, para que con ella nos hirieran . No es una excusa de que quieramos servirnos, para cohonestar nuestra mez quindad. Después de leer las pruebas, hemos encontrado tan chabacano el estudio, que estábamos por uo darlo a la publicidad. Ya estábamos resueltos ...... cuando una amable persona, por puro amor al arte, tuvo la galanteria de comprarnos toda la edición. Sólo correrá de nuestra cuenta el soportar los gra dos de fiebre, que la crítica produzca en nuestras orejas. Como medida precautoria, nos hicimos inocu lar la vacuna. Temores infundados y precauciones inútiles. Pasará con nnestros Apuntes lo mismo que con los artículos de los periódicos , que los que los leen con más interés son los mismos que los es: criben ; y á veces ellos solos. Si estamos persuadidos de lo que venimos dicien do đá que publicar entonces el folleto ó panfleto, como otros querrán llamarlo? Por una inconsecuen cia hemos incurrido en lo mismo que hemos criti cado, en los tribunos populares, enlos predicadores de fuste y en los oradores principiantes. Los prime ros, con un afectado aire de timidez, los segundos con deinostraciones de una verdadera humildad, y los terceros con una insulsa petulancia, empiezan por solicitar indulgencia y continúan por manifes taree indignos. ¿Si están segurcs de no obiener el éxito, y ciertos de no encontrarse con la competen. cia con veuiente, á que presentarse entonces en la cátedra ó la tribuna ? El auditorio tiene derecho á 375 - ciertas exigencias. Otra cosa muy diversa es, cuando se trata de improvisaciones, que no hayan sido es . critas, estudiadas y aprendidas. Con lo dicho hemos pronunciado una sentencia, fulminada como un anatema, en contra de nosotros 'inismos. Si juzgamos nuestro estudio, indigno de ver la luz pública ¿á qué darlo a la publicidad en touces ? Concluyamos por fiv . Terminemos pronto, acabe mos presto. La conciencia nos remuerde, por la pro favación que hemos hecho de la Historia, y el abuso coa que nos hemos servido de la imprenta. Los remordimientos engendran el delirio. Nos pa rece ver, vagando indignadas, y con seinblaute adusto, las sombras de Heródoto, padre de la Histo toria, y de Gutenberg, el inventor de la imprenta, que fijando en nosotros una mirada lastimera, nos dicen , en tono imperativo: quebra la pluma ... que ma el papel.... rompe el tintero. Det INDICE APUNTES PARA LA HISTORIA DE GUACARHUE Y DE PENCAHUE DE TALCA PÁGS. DEDICATORIA ... CAPÍTULO I.-Los promaucaes .. Capítulo II .-Creencias y costumbres de los pro . 12 20 maucaes CAPÍTULO III .-Las encomiendas.... CAPÍTULO IV. -Doctrina de Copequén ; Malloa guatagua ..... 3 5 Ta 29 CAPÍTULO V.-Curas de Copequén.-Francisco de 37 39 41 Ochandiano ..... Pero Gómez Astudillo .. Luis Molina Parraguez.... Capítulo VI . -Párrocos de Malloa . - Alongo de Es cobar ... 45 Sebastián Fernández Quintero .. Francisco de Riquelme.... 47 48 Juan de Escobar 52 Agustín Miranda.. 53 CapítuLO VII.— Don Diego José Marín , último doc . trinero de Malloa y primer cura de San Fernando ........ APUNTES 54 25 378 PÁG8 . CAPÍTULO VIII .- Don José Alvarez de Toledo, último cura de San Fernando con jyrisdicción sobre Guarcahue.-Expulsión de los Je suitas 61 CAPÍTULO IX .-Don Antonio de Zúñiga, el santo Cura de Peumo...... 73 CAPÍTULO X.-Erección de la parroquia de Guarca. hue ...... CAPÍTULC XI. - Primeros párrocos de Guarcahue. Don Manuel Carmona ( 1779 1788). Don Cornelio de Rojas (1788-1807).. Don Juan Rafael Brayar ... CAPÍTULO XII .-- Capellanía de la Estacada .- Genea. logía de la familia Silva..... CAPÍTULO XIII.—Capellania de Tilcoco.- Genealogia de la familia Cuevas. — Datos sobre la Quinta ..... CAPÍTULO XIV.-Capellanias de don Cornelio Rojas, de Lo Julio y otras... CAPÍTULO XV .-- Don Joaquín Cañas Aldunate .— La Independencia de Chile... CapítuLO XVI.- Don José Ciriaco del Campo .. Capitulo XVII .- Don Martín Cruz de Segovia ... CAPÍTULO XVIII.-- Don José María Rojas González.. Vindicación de don Martin Cruz .... 85 93 95 100 103 118 136 146 155 166 180 183 CAPÍTULO XIX . - Don Tomás Argomedo . - Genealogia de la familia Ramírez.- Fundación de la Casa deEjercicios de Tilcoco.... CAPÍTULO XX . - Don Isidro Echavarría ... Don José de los Santos Campos..... CAPÍTULO XXI.- Don José Ramón Ramírez ... 191 209 213 222 CAPÍTULO XXII. -Capellanias de la Viña.- Don As rencio Trincado .... 233 CAPÍTULO XXIII . - Sucesores del Pbro . don José Ra . món Ramírez .... 245 APUNTES PARA LA HISTORIA DE PENCAHUE DE TALCA DEDICATORIA CAPÍTULO I.- Servicio primitivo de las parroquiae. Primeras divisiones de la doctrina .... 358 259 . 267 379 - Pags . CAPÍTULO II.- Fundación de la ciudad de Talca. Crueldades de los conquistadores .. Fundación de la ciudad ...... 281 286 CapituLO III . - Fundación de la parroquia de Talca. – Párrocos de Rauquén División de la parroquia .. Don Jacinto Rojas ........ Don Pedro José de la Barrera .... CAPÍTULO IV . - Divisiones de la parroquia ... Fr. Justo 296 301 306 313 320 Alvaradı.- Procedencia de la familia Letelier...... Señores Arcaya y Gutiérrez Datos sobre algunos pueblos...... 323 331 338 Capítulo V. - Parroquia de Pencahue.- Erección de la parroquia de Talpén ....... Sucesores del Sr. Gutiérres . Conclusion Fe de erratae . Advertencias y Protesta ... Indice ........... Anexo Galería de algunos curas de Guacarhue. 346 360 371 372 373 376 1 1 1 | SA 6710.5 Apuntes para la historia de Guacarh 005815249 Widener Library 3 2044 080 523 871 HD