Las elites intelectuales y políticas en Marruecos son claramente

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Las elites intelectuales y políticas en Marruecos son claramente francófilas. España
cuenta con pocos aliados en el poderoso entorno de los cercanos al rey Mohamed VI. Las
decisiones en Marruecos se toman en el sur, donde Francia tiene ganada la partida. Para
reafirmar su presencia, España tiene que aprovechar la nueva coyuntura que se
vislumbra detrás de los cambios mas recientes que se han producido al otro lado del
Estrecho. Esto es imprescindible para la buena marcha de las relaciones hispanomarroquíes.
Dos factores a tener en cuenta: el personalismo del poder y la influencia
francesa
El personalismo del poder ha sido la verdadera constante del sistema político marroquí
desde la independencia. La constitución de 1996, vigente en la actualidad, no es una
excepción. La gran concentración de poder en manos del soberano, está camuflada por
una barroca arquitectura constitucional. Los expertos en el sistema político marroquí,
hablan además de un entramado de poder paralelo compuesto por las redes leales a
Palacio. El Rey es el epicentro de esta oscura organización tradicionalmente conocida con
el término intraducible de Majzen.
Entre las muchas competencias que la constitución reserva al monarca marroquí, el
control del ejecutivo es una de las que tiene mayor trascendencia política. Según el
artículo 24, la Corona es soberana en la elección del primer ministro. Así lo demostró
Mohamed VI en 2002 al nombrar para tal cargo a un tecnócrata sin una clara afiliación
política (Driss Yettu), ignorando el juego de mayorías revelado por las urnas. Además,
desde el primer y tímido intento por respetar los resultados electorales en la formación
de gobierno en 1993, el Rey se reserva el nombramiento de los responsables de las cinco
carteras ministeriales claves del ejecutivo: asuntos exteriores, asuntos islámicos, interior,
defensa, y justicia. Esta posición clave de la Corona, hace que la evolución del sistema
político marroquí y sus relaciones exteriores, dependan en gran medida del entorno mas
cercano al monarca y de sus preferencias. Tal afirmación puede parecer exagerada. Sin
embargo, un estudio del núcleo duro de aquéllos que gozan con la confianza del Rey,
permite entender ciertas tendencias y hechos puntuales que de otra manera resultarían
incomprensibles. Las relaciones hispano-marroquíes no son una excepción a la regla.
La vida política e intelectual marroquí se encuentra sometida a dos influencias
desiguales: la francesa y la española. La francofonía es una realidad aplastante en
Marruecos. El francés y lo francés, dominan la casi totalidad de las escuelas privadas y
universidades marroquíes en las que se forma la elite dirigente del país. Muchos de sus
miembros surgen directamente en las Grandes Escuelas superiores francesas, y en
menor medida, en centros anglosajones de Estados Unidos o del Reino Unido. Frente a
esto, y como no podía ser de otro modo, la proximidad de España, marca la vida en el
norte del Reino, mucho más desfavorecido y, en opinión de muchos, mas desatendido,
que el resto del territorio. El desequilibrio entre ambas tradiciones ha tenido y tiene
muchos reflejos en la historia de Marruecos y en su vida intelectual. Así se entiende por
ejemplo, el reducido porcentaje de norteños que han ocupado carteras ministeriales
desde la independencia. Mucho mas relevante para el tema que nos ocupa es cómo se ha
reflejado esta dicotomía en Palacio. La corte de Hassán II, poco asiduo en las ciudades
del norte, reflejó siempre su afinidad personal con Francia. Sus relaciones privilegiadas
con todos los presidentes y primeros ministros de la República, o su diplomacia con
aquéllos con los que tuvo menor sintonía -como fue el caso del Presidente François
Mitterrand, o lo es el del Primer Ministro Lionel Jospin- es la cómoda base sobre la que se
asientan las siempre fluidas relaciones franco-marroquíes. A esto también ha contribuido
el hecho de que para Francia, las relaciones con Marruecos son tradicionalmente una
cuestión de estado. Ni en el pasado ni en la actualidad, ningún político de la izquierda o
de la derecha francesa, se ha saltado este principio, salvo en contadísimas ocasiones. La
vida en el Palacio Real de Rabat no puede entenderse fuera de esta fuerte vinculación.
Como otros miembros de su familia, Mohamed VI se educó en el Colegio Real. En esta
institución, localizada físicamente dentro de Palacio, Mohamed VI compartió pupitre con
alumnos cuidadosamente elegidos en distintos puntos del país casi siempre por su
brillantez. Lo menos sabido es que el Colegio Real está financiado por la República
Francesa, que elige y costea la contratación de destacados catedráticos de todas las
disciplinas –incluidas las lenguas extranjeras como el castellano- de las mejores
universidades francesas. Durante la escolarización del futuro Mohamed VI, el Colegio
Real estaba dirigido por un antiguo preceptor de Hassán II, el francés Raymond Deville.
Según un informe del Senado francés del año 2001 (Comisión de Finanzas del Senado,
número 83), el Colegio Real supone al erario francés unos setecientos mil euros anuales.
La educación de la Familia Real marroquí, es un tema prioritario para Francia. Frente a
esto, la presencia de lo español en el proceso de formación de Mohamed VI ha sido muy
reducida -por voluntad de su padre contó con una institutriz española, razón por la que
domina el castellano. Como la mayor parte de los jóvenes de la elite marroquí que desde
hace generaciones estudian en Francia –el propio Hassán II estudio en Burdeos-,
continuó su educación en la Universidad Mohamed V de Rabat y en la Universidad Sofía
Antípolis de Niza, donde se doctoró en Derecho en 1993. Otras experiencias profesionales
también han estado supervisadas por franceses, como su estancia en la Comisión
Europea en tiempos de Jacques Delors.
Dados estos dos factores, el absoluto personalismo del sistema político marroquí, y el
entorno cuidadosamente francófilo en el que ha crecido el monarca, se entenderá porqué
España cuenta con pocos anclajes en el círculo de íntimos del Monarca, favoreciendo la
omnipresencia de consejeros y asesores francófonos y de inclinación francófila.
El entorno del Rey: la preeminencia de lo francés
Como su padre, Mohamed VI gusta de rodearse de asesores, que reciben el título de
consejeros reales. Éstos representan en muchos casos al monarca y actúan como sus
portavoces. ¿Quiénes son estos consejeros? La lista puede resultar larga si incluimos a
los que sin ostentar el título formal, se encuentran entre los cercanos del Rey. Esta grupo
forma un auténtico y poderoso segundo gobierno en la sombra. A pesar de lo oscuro del
tema es conveniente adentrarse en la especulación fundada y apuntar algunos de sus
nombres.
De los cercanos a Hassán II, pocos permanecen en el entorno de Mohamed VI. No
olvidemos que el primero en desaparecer fue el todopoderoso Driss Basri, favorito de su
padre, a cuya caída, el Ministerio del Interior fue copado por algunos de sus adversarios,
como Hamid Laanigri, Fuad el Himma y Ahmed el Midaui. El más conocido de entre los
supervivientes es el consejero real franco-marroquí André Azulay, judío que vivió durante
veinticinco años en París donde trabajó para la banca Paribas. Azulay ya estuvo entre los
consejeros mas destacados de Hassán II, para quien fundó el grupo de reflexión y
asesoramiento <<G14>>. A pesar de que su popularidad en Marruecos es inestable –ha
sido acusado de sionista en varias ocasiones- su posición no lo es. Como él, muchos
consejeros reales compatibilizan varios cargos. Así por ejemplo, Mounir Charaibi y Abbès
Jirari son miembros del <<G14>>, Mohamed Moatassim y Ahmed Allal Sinaceur lo son
del Comité Consultivo de Derechos Humanos, Abdelaziz M. Belfkih es director de la
Fundación Mohamed VI para la Reforma de la Educación y director de la Oficina Real, y
Zulika Masri, encargada de preparar la polémica visita del rey a Alhucemas tras el
reciente terremoto, es miembro del consejo de administración de la Fundación Mohamed
V para la solidaridad. Algunos de los consejeros son ex ministros, como Mohamed el
Kabbaj, Amed el Midaui y el mismo Moatassim. En este círculo suele mencionarse a
aquéllos que ocupan o han ocupado carteras ministeriales de soberanía real y al Primer
Ministro. En el grupo también hay militares como los generales de brigada Hamid
Laanigri, director del Departamento de Seguridad Nacional y, sobre todo, Ahmed el
Harchi, director de los servicios de espionaje (Dirección General de Estudios y
Documentación). Entra también aquí el general Hosni Benlismán, Jefe de la Gendarmería
y presidente de la Federación Marroquí de Fútbol, muy cercano al actual Rey ya en
tiempos de Hassán II.
Dentro de este complicado esquema, destacan algunos de los compañeros de Mohamed
VI en el Colegio Real: Fuad el Himma, director del Gabinete Real y, tras la caída del
Ministro del Interior Driss Basri, Secretario de Estado de Interior; Mohamed Rochdi
Charaibi, secretario personal del Rey y también director del Gabinete Real; Abdelhak
Lamrini, Jefe de la Casa Real; y, en menor medida, Hassán Aurid, periodista y destacado
intelectual berebere poco implicado en política, que es portavoz de Palacio.
Casi todos los mencionados en esta lista tienen en común haber sido formados en el
sistema de educación privado francés y/o en universidades francesas.¿Quiénes son los
hispanófilos en este entorno? Pocos. Sin duda muchos menos que los pertenecientes al
primer grupo. Fadel Benyaich, cercano al <<G14>>, es encargado de misión y está
adscrito al Gabinete Real. Benyaich es hijo de madre andaluza, y, tras viajar a Madrid en
primavera de 2002, ha ocupado un lugar destacado en la última crisis bilateral. Por
pertenecer los Ministerios de Justicia y Asuntos Exteriores a las carteras de soberanía
real, podría citarse también a Omar Azzimán y a Mohamed Bennaissa respectivamente.
Casualmente, Azzimán nació en Tetuán y Bennaissa en la ciudad de Arcila, en el norte
hispanófono del país. Bennaissa fue Ministro de Asuntos Exteriores durante la última y
larga crisis en las relaciones hispano-marroquíes. Su sintonía con España parece haber
sido estratégicamente constreñida con el nombramiento como Secretario de Estado para
Asuntos Exteriores del, también cercano al Rey, Taieb Farsi Fihri, antiguo estudiante de
La Sorbona y del elitista Instituto de Estudios Políticos de París. Medios diplomáticos
españoles señalan a Farsi Fihri como uno de los principales instigadores de la crisis en las
relaciones hispano-marroquíes. Farsi Fihri recibió del Rey el encargo de estar a cargo del
seguimiento de la crisis con España. Las problemáticas relaciones hispano-marroquíes
han estado normalmente contrapesadas por otras figuras del norte como el embajador
marroquí en Madrid, Abdessalam Baraka.
Las consecuencias del desequilibrio para las relaciones hispano-marroquíes
No sería justo, ni tendría sentido alguno asociar de forma radical francofilia e
hispanofobia. Sin embargo, dado el personalismo del sistema y tenida cuenta de la
influencia del entorno del rey en sus decisiones, si es cierto que el equilibrio entre
francófilos e hispanófilos en el entorno real y en la vida intelectual marroquí, es capital
para los intereses de España y Francia. Es innegable que los dos países compiten en
Marruecos desde la época colonial, y desde hace años como inversores y como líderes del
proceso de integración euro-mediterráneo. Ambos países son sensibles en temas tan
espinosos como la inmigración ilegal marroquí y subsahariana, que utiliza Marruecos
como plataforma de acceso a Europa. La historia común y la proximidad geográfica de
España juegan a su favor. Sin embargo, las relaciones hispano-marroquíes, a diferencia
de las que Marruecos mantiene con Francia, están contaminadas por varios conflictos
territoriales de diversa intensidad: Ceuta y Melilla, y sobre todo el conflicto del Sahara
Occidental. Francia nunca ha sido partidaria de la independencia del Sahara, un estado
que tendría vínculos muy especiales con España en un área geográfica donde la
preeminencia francesa es incuestionable. La posición española en la Unión Europea sobre
el tema del Sahara, fue una de las primeras causas alegadas por Marruecos para
justificar la retirada de su embajador, incluso después de que el presidente francés
Jacques Chirac hubiera propuesto la aceptación del Plan Baker para el Sahara Occidental,
que aunque plantea la convocatoria de un referéndum, no deja de prever la entrega del
territorio a la soberanía marroquí sin mas, aunque, eso si, salvando en parte su
autonomía.
La repercusión de los contenciosos territoriales que España mantiene con Marruecos va
mas allá de la relativa importancia de las plazas en litigio. La integridad territorial de
Marruecos y la reunificación del reino, fue una gran fuente de legitimidad y apoyo
popular para Mohamed V y para Hassán II. No en vano, el nacionalismo marroquí adoptó
el mapa del ‘Gran Marruecos’ -desde Mauritania hasta Argelia, incluyendo las Islas
Canarias- de su ideólogo Allal el Fassi. Y, cómo no, las elites marroquíes son
profundamente nacionalistas, y es el interés de Francia que lo sigan siendo. Mientras
España continúe teniendo conflictos territoriales con Marruecos, ya sea por , Ceuta,
Melilla o el Islote de Perejil, la preponderancia de Francia al otro lado del Estrecho está a
salvo. Preservar sus buenas relaciones con Marruecos fue el objetivo prioritario de
Francia en la crisis del Islote, por encima incluso de sus relaciones con su socio en la
Unión Europea. La prueba: Francia no tuvo reparos en frenar el impulso condenatorio de
la Presidencia Danesa de la Unión Europea en favor de la posición española.
Sin embargo algo está cambiando en el entorno del Rey. Desde el nombramiento de
Yettu como Primer Ministro, es evidente que Mohamed VI, muy probablemente asesorado
por su pragmático consejero económico, André Azulay, ha decidido relegar los perfiles
políticos en favor de los tecnócratas con experiencia empresarial en los últimos
nombramientos. Esta estrategia persigue atraer el capital extranjero a un país escaso en
inversores externos. El ejemplo mas claro es el propio Driss Yettu, un tecnócrata que
vino a sustituir al histórico dirigente del socialismo marroquí Abderrahman Yussufi. Yettu,
administrador del gigantesco holding empresarial Omnium Nord Africain, fue directivo de
la Oficina Jerifiana de Fosfatos antes de ser nombrado temporalmente Ministro del
Interior. Desde las elecciones de 2002,
Yettu dirige el ejecutivo marroquí. Los
tecnócratas en alza entre la clase dirigente marroquí, no son partidarios de una relación
bilateral demasiado tensa con España que aún invierte en Marruecos por debajo de sus
posibilidades y se sitúa muy por detrás de Francia, el primer inversor extranjero. Sin
embargo España es un prometedor inversor. Su volumen de inversión en Marruecos no
ha parado de crecer, incluso durante la crisis en las relaciones bilaterales. En cambio, las
inversiones de Francia, aun estando por encima de las españolas, sufren desde hace
tiempo un ligero declive.
Los tecnócratas marroquíes quieren inversiones españolas. Si la privatización de Maroc
Telecom benefició al grupo francés Vivendi, Meditel, liderado por el grupo Telefónica,
avanza en el mercado de la telefonía móvil. Tangiers Free Zone es un atractivo plan para
los inversores extranjeros con grandes incentivos fiscales. Telefónica ya ha sucumbido y
atiende desde Tánger las llamadas de su servicio de información Atento. Endesa también
se ha instalado con fuerza en Tánger. Inditex y Sol Meliá han recibido guiños, y el
desembarco de la empresa gallega parece inminente. Fuera del norte este proceso es
muy lento –por ejemplo Dragados perdió en 2002 un contrato millonario en Rabat que
finalmente se llevó Vivendi. Pero hay indicios de cambio. Durante la crisis bilateral,
Marruecos se ha esforzado por asegurar estabilidad a los empresarios españoles, y éstos
lo han creído.
Yettu llegó al gobierno de Marruecos prometiendo el fin de la crisis bilateral y, de
momento, parece haberlo conseguido. El entorno del Rey, el gobierno marroquí y los
tecnócratas, saben que para mantener e incrementar las inversiones, las relaciones con
España tienen que mejorar. Los medios de comunicación oficiales han atacado con
dureza al gobierno del Partido Popular (PP) y no han ocultado su preferencia por una
victoria del partido socialista (PSOE) en las elecciones de marzo de 2004. El entorno del
Rey tiene una relación mas fluida con el PSOE que con el gobierno del PP, incluso
descontando el malestar que los socialistas españoles han causado en Marruecos después
de hechos como el referéndum no oficial sobre la autodeterminación del Sahara en
Andalucía, o alguna declaración de José Bono sobre el carácter dictatorial de la
monarquía marroquí. No podemos olvidar que José Luis Rodríguez Zapatero fue recibido
con honores de jefe de estado en diciembre de 2001, cuando viajó a Marruecos en plena
crisis bilateral. Zapatero incluso se entrevistó con Mohamed VI, con Yussufi y varios
ministros y visitó las dos cámaras del Parlamento. No obstante hubo concesiones.
Zapatero se manifestó a favor de la salida autonomista para el Sahara, lo que rompió con
el tradicional apoyo del socialismo español a la causa del Frente Polisario. Esto levantó
ampollas en ciertos sectores del PSOE. Sobre todo en las bases.
España debe aprovechar el pragmatismo que el entorno del Rey ha demostrado al valorar
el perfil tecnocrático frente al político. Esto puede ayudar a mejorar las relaciones
bilaterales. Para ello, España debe promover el intercambio intelectual con las elites
marroquíes con el fin de equilibrar su preferencia por Francia y lo francés. En el pasado
ya han existido algunos intentos. El Comité Averroes y las reuniones del conocido como
Grupo de Gredos eran una buena plataforma para reforzar el intercambio entre
intelectuales y personalidades de la vida política y económica de España y Marruecos. Por
desgracia, ninguna de estas dos iniciativas permanece activa. El intercambio universitario
que promueven las becas de la Agencia Española de Cooperación también puede ayudar,
pero debe crecer y ser mas constante.
En los medios de comunicación que mas han seguido la evolución de la crisis hispanomarroquí, y en los entornos diplomáticos españoles, nadie sostendría que el sesgo
francófilo de las elites marroquíes haya beneficiado al entendimiento entre los dos países.
Sin embargo, la presencia de personalidades muy allegadas a Mohamed VI avalando la
implantación de empresas españolas al otro lado del Estrecho, y su implicación en
iniciativas de intercambio cultural, abre una nueva estructura de oportunidades que
España no puede desaprovechar. España tiene que desterrar la ramplona, excluyente y
poco eficaz identificación entre hispanófilos y personalidades del norte de Marruecos.
Para ello es imprescindible que España se haga mas presente en el sur del país. Las
empresas españolas tienen que instalarse con fuerza mas allá de las fronteras del
antiguo protectorado. La cooperación al desarrollo española también tiene que
diversificarse -se acumula en el norte, donde llega nada mas y nada menos que el 90%
del total. El gobierno español está muy involucrado en el desarrollo del depauperado
norte del país, en gran parte para atajar el problema de la inmigración ilegal. Esta tarea
es loable y probablemente eficaz, pero guste o no, las decisiones en Marruecos se toman
mas al sur, donde la débil implantación empresarial, económica y, sobre todo intelectual
de España tiene que ser entendida como una cuestión de estado.
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