EN CAMINO HACIA LA REPÚBLICA INTRODUCCIÓN Este escrito es un ensayo crítico, donde se iniciará a partir de la interrogante de ¿Cómo se germino la constitución y la Republica, como proyecto en Latinoamérica, en el Siglo XVIII y qué relación existe con los conceptos de orden y soberanía? No obstante, es menester tener en cuenta que se usara metodológicamente un ejercicio de constante relacionamiento entre los casos de América Latina, para de esa forma ubicar puntos de encuentro con respecto a los proyectos de formación de las Repúblicas y concomitantemente de sus respectivas revoluciones de independencia, abordando exclusivamente político, filosófico y económico, dejando de lado elementos de tipo militar y de confrontación, con respecto a las diversas campañas independentista por la que atravesaron cada uno de los países del continente que serán una constante referencia para logar responde la pregunta problema. En un segundo momento, este trabajo se desarrollará a partir de la relación entre fuentes o referencias bibliográficas y fuentes primarias, en este caso como fuente primaria se tomarán algunos discursos de Simón Bolívar, mediante los cuales se intentará concatenar un acercamiento al pasado, con respecto a los contextos y a ideas que fundamentaban la constitución de proyectos de Nación en cada territorio. De igual manera, para el desarrollo de dicha idea, se plantea una hipótesis, la cual se ubica temporalmente en el Siglo XVIII, en sus inicios, cuando Napoleón en su campaña político-militar ingresa a España y obliga al Rey Fernando VII a dirigirse a la clandestinidad, que tiene como consecuencia el desmantelamiento del orden jerárquico colonial, obligando de esa manera a la existencia de ideas autónomas entre los pueblos coloniales para intentar políticamente reemplazar el vacío existente. En ese momento de replanteamientos políticos ideológicos, toman preponderancia los conceptos de Soberanía, Orden y Libertad, desde una perspectiva ilustrada, de influencia europea, que incentivan la germinación procesos de formación de Naciones, las cuales serán facilitadas por medio de la realización de constituciones como elementos participes en los proyectos de Repúblicas autónomas y posteriormente independientes. El papel de la constitución, soberanía y el orden en la constitución de la República en los países latinoamericanos En los inicios del Siglo XVIII, después de aproximadamente tres siglos de orden colonial en Latinoamérica, producto del conflicto Bélico entre el rey Fernando VII y Napoleón, existe una obligada modificación del orden jerárquico y constitución de lo político y económico en el continente latinoamericano, debido a la inexistencia en orden directo del Rey, lo cual obligo o permitió a que nuevas fuerzas e ideas tomarán partido o posibilidad para replantear las condiciones de políticas de las ciudades del continente. Debido a que hubo una especie de revolución teórico y conceptual, que “posibilitó su articulación con otros conceptos innovadores, como el de soberanía y nación, politizando el concepto y enlazándolo paulatinamente con la tradición del republicanismo” (Cid, G. 2012. P, 20) producto que anteriormente tanto el concepto de soberanía, como el de orden se encontraban estrechamente ligados a la monarquía, como lo plantea la autora Ana Ribeiro (2013): “El monarca, en cambio, era orden en sí (por “mandato divino”), persistía en el tiempo (“El rey ha muerto, viva el rey”), era un orden ordenante (“Viva el rey, muera el mal gobierno”), que poseía la cualidad de ordenar. Sus sentencias y mandatos se denominaban orden. El monarca no tendía al desorden, sino que, por lo contrario, imponía el orden” (P. 304). De acuerdo con esto, la inexistencia política y estructural del rey se concibió como un desorden que provoco conflictos entre las colonias, como el caso entre la ciudad de Buenas Aires y Montevideo, dado a que se empezaron a plantear las ideas de proyectos autónomas e independientes, pero estos aún no tenían la capacidad de suplantar la figura del rey, porque en ese entonces la concepción de independencia era aún semejante y sinónimo de desorden. No obstante, aunque en un primer momento los proyectos de independencia y autonomía no tenían la capacidad de acuñar o significar políticamente un nuevo orden, si tuvieron la capacidad maniobrar y constituir los proyectos independentistas alrededor de un concepto que se ejemplificaba con la “autodeterminación de un pueblo, aunque lo hacía como proyecto condicionado y endeble” (Ribeiro, A. 2013. P. 303). Pero, ocupando el vacío que había dejado la desaparición política del rey, el cual, así como representaba un orden divino, este se sustentaba en una concepción de soberanía con una característica similar, la cual le fue despojada y por consiguiente, significando un elemento de relevancia para la constitución de los proyectos republicanos, que a partir de este concepto tuvieron mayores posibilidades que con el concepto de orden, dado a que se adecuaba en mayor medida a sus condiciones y el contexto. Por otro lado, se debe tener en cuenta, que para el 1810, en la mayoría de grandes ciudades de Latinoamérica no existía la intención de constituir repúblicas independientes, sino más bien Gobiernos autónomos, sustentados constitucionalmente como Republicas, que fungieran o significaran el orden soberano de la población, pero como lo plantea el Eduardo Cavieres (2013), “no hubo grandes debates doctrinarios, pero sí la necesidad de que el gobierno, aun cuando fuese transitorio a nombre de Fernando VII debía sentar las bases para un autogobierno que fuese respetado incluso por el mismo rey una vez vuelto a tomar posesión de su cargo” (P. 267). De acuerdo con lo anterior, no existía la intención de generar una ruptura, pero que se generó por diversos motivos, en este caso, aunque no es la intención directa de este trabajo, se plantearán dos posibles elementos que promovieron y provocaron la ruptura. El primero de estos elementos, fue la carga fiscal, que “consistía en los tributos sobre la población indígena, cuyos excedentes tras cubrir sus costos enviaba la administración colonial a España (las denominadas remesas de Indias). En la última década del Siglo XVIII, dichas remesas representaban más de la mitad de los envíos a España desde las colonias americanas” (Prado, L. 2009, P. 389-390). El segundo elemento para tener en cuenta, fue la germinación de ideas independentista que trascendieron concomitantemente del proyecto de formación de repúblicas autónomas, que previamente ya habían sido participes de tensiones con las estructuras fieles al poder monárquico, que incluso se generaron una serie de acusaciones sobre la génesis y los motivos ideológicos que proyectaban la construcción de Republicas, en el caso de México se ubica que desde “el letrado virreinal ponía el énfasis en la conexión de los insurgentes con la tradición ilustrada y masónica francesa, con el fin de descaracterizarlos como católicos y fernandistas” (Rojas, R. 2012. P, 117). Con base en lo anterior, es menester plantear que aunque si existía una clara influencia por el pensamiento ilustrado producto de la Revolución Francesa, no hay prueba fehaciente de un direccionamiento claro para promover proyectos independentista por parte de Francia y se debe tener en cuanto que así como había una influencia ideológica francesa, también existieron influencias de la independencia norteamericana y de su modelo de organización federativo, además como en el caso de Simón Bolívar hubo una influencia por parte de los modelos de Republicas Romanas y del pensamiento Griego. Por ende, aunque había puntos de encuentro en el proyecto de Repúblicas y realización de Congresos, para la construcción de constituciones en Latinoamérica no se puede comprender como un proyecto uniforme, sino diverso, acorde a las condiciones de cada territorio, pero de igual forma es común encontrar elementos similares y esto respondía a que Latinoamérica entera se encontraba en las mismas condiciones socio-políticas. Concatenado con lo anteriormente expuesto, se encuentra el caso de la Revolución Oriental, en Montevideo, dirigida por Artigas, que según Barbara Diaz (2009), este acuña un carácter moderno, usando categorías “como «ciudadano», «contrato», «constitución», «voluntad general». A los «ciudadanos» se dirige Artigas en su discurso inaugural, como depositarios de la soberanía, recordando que el origen de su autoridad fue «el voto sagrado de vuestra voluntad general». Asimismo, se manifiesta como un líder democrático, que no decide por sí en «una materia reservada sólo a vosotros». Más adelante se refiere a la necesidad de una constitución escrita” (P. 212). De igual forma, se encuentran discursos similares al planteado por Artigas, para la misma época, como es el caso del famoso discurso de Simón Bolívar ante el Congreso de Angostura en el año de 1819, donde plantea lo siguiente: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los Gobiernos Democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo Ciudadano el Poder. El Pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la Libertad Republicana, y nuestros Ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo Magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente (…) Señor, que exponga con la franqueza de un verdadero Republicano mi respetuoso dictamen en este Proyecto de Constitución, que me tomo la libertad de ofreceros en testimonio de la sinceridad y del candor de mis sentimientos” (2019. P, 399). Continuando con la misma idea, ambos discursos tienen un contenido conceptual parecido, adjudica un objetivo similar, pero las intenciones de ambos no eran las mismas, por ejemplo, mientras Artigas no promulgaba una independencia definitiva, Simón Bolívar mediante el ejercicio de la constitución ya pretende poner en practica todo un andamiaje conceptual, para la formación de la Republica y construcción de una Nación, por consiguiente se podría plantear que la línea divisoria entre los proyectos de Repúblicas autónomas e independientes eran ante la jerga discursiva y conceptual, imperceptibles. CONCLUSIÓN En América Latina a partir de la desaparición forzada del rey Fernando VII hubo un proceso de replanteamiento en cuanto a lo conceptual, este replanteamiento respondía tanto a la socavación del orden monárquico, como a la influencia global que estaba teniendo la producción filosófica que emanaba del pensamiento ilustrado, en donde se popularizo y se modificaron los conceptos de Soberanía y Orden, arrebatándoselo al rey y entregándoselo a la concepción de pueblo, la cual se materializaba en el proceso de Constitución para la formación de la Republica, en donde se garantizaba un ejercicio democrático. Sin embargo, no fue un proceso uniforme, dado a que los partidarios al proyecto de Repúblicas independientes y Autónomas, acuñaban el mismo lenguaje, pero con diversas intenciones y esta respondía a los contextos se fueron apareciendo en la medida que se ejercía la gobernabilidad y se ubicaban mejores condiciones en la dependencia que asumidos en la colonia, pero se debe tener en cuenta, que esto estuvo sometido a un proceso de transición de proyectos Autónomos a Independientes. Además, este proceso no fue sencillo, ni rápido, amerito la constitución de nuevas instituciones para formular un nuevo Estado, en donde hubo dificultades de todo orden, militar, en el sentido que hubo diversas guerras civiles en los territorios y económico. Aunque ya no se debía otorgar los tributos a España, lo cual garantizaba un incremente en recaudo, se debía estructurar un modelo fiscal que se encargara de las funciones de tipo administrativos que cubría la corona. Por último, en este contexto las nuevas constituciones y las Repúblicas independientes, donde se toma el concepto de soberanía para garantizar la participación democrática y modificar el concepto de orden en los ciudadanos, que transitara de Monarquía a Republica, lo cual se encontraba ligado a proceso pedagógicos de autodeterminación y de formación de Nación, que tardaron décadas en aplicarse, y que produjo un constante desbalance dado a que al no existir estructuras fuertes, siempre estuvo el peligro de simbolizar el desorden y alejarse de la soberanía.