Divino Salvador Fiestas Agostinas Guillermo Cuéllar-Barandiarán Fotografía 1. Talla característica del patrono religioso de la nación salvadoreña. La adusta imagen posa actualmente en un salón de la cripta de Catedral. De las varias efigies de “El Colocho” que se han labrado en los últimos 200 años, puede decirse que los imagineros han terminado apegándose a tres composturas estéticas para entallar la figura tradicional. Foto del autor (30 de julio del 2022). Introducción El presente escrito expone los primeros resultados de una aproximación crítica a una componenda de carácter sociopolítico-religioso que en el “tiempo de larga duración” 1 se ha sostenido como fermento identitario de la nación salvadoreña. El autor pone en relieve y confronta entendimientos equívocos que conciernen al advenimiento, la instauración y la evolución de tal componenda, a la luz de registros textuales que se encuentran en crónicas coloniales y en sesudos estudios despachados por historiadores contemporáneos. Para avanzar en su cometido, el autor fundamenta el análisis con el discernimiento de cuatro nociones cardinales: 1) Advocación religiosa 2) Efeméride festiva 3) Exhibición pública 4) Simbología imaginera Es necesario indicar que la composición explicativa que aquí cuaja constituye un avance estudioso, un trabajo “en progreso”. Otras perspectivas, nuevas averiguaciones, pueden y deben concurrir, para lograr una visión de conjunto, más rica y certera, acerca del tema que acá se avanza. Las piezas sociopolíticas que arman la nacionalidad de un conglomerado humano se ajustan en un devenir temporal de “larga duración”, con no poca diligencia, la cual concurre, casi siempre, de modo imprevisto o azaroso, pues, aunque descuellen individualidades hábiles y audaces, al final el rescoldo colectivo zanja sin culpa ni beneficio más que en favor de la propia supervivencia en el afluente indeterminado del espaciotiempo. 1 Fernand Braudel (1902-1985), destacado historiador francés adscrito a la escuela de los Annales, nos da mucha luz con su enfoque sobre el "tiempo de larga duración" en distinción del "tiempo de los acontecimientos. El concepto refiere a una dimensión del tiempo histórico que rige a las macroestructuras cuya estabilidad es muy grande en su devenir (marcos geográficos, realidades biológicas, incluso algunos fenómenos ideológicos). Cfr. León-Portilla, Miguel. «La construcción de significado en la historia». En Forum, LASA, 2006, Vol. XXXVII, No. 2. Págs. 7-10. Fotografía 2. Llegó agosto, augusto y caluroso. Los aires embisten con aromas nacionales y cadencias romerianas. La algarabía zarandea desde el primer día. El 5 y el 6 son para el “Colocho”. El patrono sale con su estreno a pasear en carroza por las calles. Helo ahí, saludando y bendiciendo a todo mundo. Es el “Divino Salvador”. El santo protector del amado terruño. Foto del autor (04 de agosto del 2014). Antecedentes 1) La advocación religiosa fundacional i) Para explicar la fundación de la ciudad de San Salvador, ciertos historiadores2 creen encontrar argumento en la constatación de una advocación religiosa vinculada al acontecimiento preeminente: “El día que siguió al asesinato de los señores de Cuzcatlán, fue un domingo, 19 de junio de 1524, en el que entonces cayó la fiesta de la Santísima Trinidad, y fue entonces la primera misa que se dio en Cuzcatlán, oficiando en ella Juan Godines, capellán del ejército…”.3 ii) Fray Antonio Remesal, en su obra Crónica de Chiapas y Guatemala, reporta que el 10 de abril de 1528, al cuadricularse la primera villa de españoles en territorio cuzcatleco sometido a una segunda vuelta de conquista y pacificación, se tomó la iniciativa de nombrar una advocación religiosa para el nuevo asentamiento: "… todos juntos y unánimes y conformes dieron advocación a la iglesia y la dedicaron a la Santísima Trinidad, «Padre, Hijo y Espíritu Santo», tres personas en una esencia divina".4 iii) Ciertos indicios pueden resaltarse en virtud de los cotejos documentales: (a) Al margen de la discusión acerca de la existencia o no de un doble emprendimiento conquistador y fundacional en el señorío de Cuxcatan—uno fallido en 1524 y el otro definitivo verificado 4 años más tarde con el efectivo establecimiento de la villa— el hecho es que la “Santísima Trinidad” permanece inamovible como advocación fundacional en ambos episodios de la composición narrativa. (b) En este sentido, llama la atención la afinidad del relato cuzcatleco con el de la fundación de la primera ciudad en territorio nicaragüense, cuya fecha también “se ha establecido el 15 de junio de 1524, Fiesta de la Santísima Trinidad, día en que el Conquistador Gil González Dávila toma posesión de Nicaragua y funda la ciudad de León, a la orilla del Lago Xolotlán, junto al poblado indígena de Imabite. Ese día el P. Diego de Agüero celebra la Santa Misa: La Primera Misa que se celebra en territorio nicaragüense”.5 2 Revisar autores que retoman esta explicación. 3 Lardé y Arthés. Jorge. 1960. Pág. 379. 4 Remesal, Fray Antonio. Año. Pág. Revisar las crónicas coloniales correspondientes. 5 (c) Cuando se comparan los dos fastos fundacionales, el nicaragüense y el cuzcatleco, puede entreverse la implicación de un molde ad hoc. Este molde se pone de manifiesto cuando se analizan sus elementos principales: Una fecha (día, mes y año); una advocación religiosa; un acto religioso; un oficiante; una fundación pública; un fundador. Fastos fundacionales Relato nica Relato cuzcatleco (1) Relato cuzcatleco (2) Fecha Advocación Acto Oficiante 1524, junio 15 Santísima Trinidad Primera misa Diego de Agüero, presbítero 1524, junio 19 Santísima Trinidad Primera misa Juan Godines, capellán (laico) 1528, abril 10 Santísima Trinidad Dedicación del primer templo Antonio Lozano, capellán Fundación Fundador León (León viejo) Gil González Dávila San Salvador (Ciudad vieja) Diego de Alvarado (d) Claramente se ve que las relaciones siguen un molde —el que hemos encuadrado— y que, al hacerlo, acaban sorprendentemente asemejados en varios de sus elementos estratégicos. (Obsérvense los segmentos sombreados en el esquema). Con lo que, en consecuencia, podría considerarse que se operó, de algún modo, un calco o un transvase en ambas vías, por supuesto. (e) Si acaso esta conclusión que se extrae del recurso comparativo resultara inaceptable por cualquier razón —adoptándose la alternativa de un prodigioso albur en la asimilación narrativa de los dos acontecimientos— la designación de La Santísima Trinidad quedaría siempre en evidencia, para los propósitos de este estudio, como una advocación preeminente en la época y en la mente de los conquistadores peninsulares. 2) Una exhibición pública sin santo i) Fray Francisco Vásquez, con la crónica que escribiera a fines del siglo XVII,6 nos ayuda a enfocar varias cuestiones sustanciales: (a) Aunque sea desacertada su referencia a una batalla victoriosa acaecida el 6 de agosto de 1526 contra los pipiles —ya que esto es un acomodo narrativo insostenible como ya se ha demostrado 7— lo innegable en su escrito es su observación y descripción de un evento público pomposo que se estilaba en la ciudad de San Salvador a fines del siglo XVII.8 6 Crónica de la Santa Provincia del Dulcísimo Nombre de Jesús de Guatemala, la cual en cierta parte se refiere a la ciudad de San Salvador de fines del siglo XVII y principios del XVIII. 7 Cfr. García, Miguel Ángel. 1958. Pág. 311; Lardé y Arthés. Jorge. 1960. Págs. 403-408 8 Vásquez, Fray Francisco. 1937. Pág. 235. (b) Lo que presencia Vásquez es una exhibición pública ajustada a una efeméride que fuera instituida por el pontífice Calixto III en 1457. (c) La observancia de “la Transfiguración” —que en el santoral católico corresponde al 6 de agosto— se había transformado, por efecto de una constitución del sumo pontífice, en una efeméride extensiva “… a la Iglesia Universal, para recordar la victoria que se obtuvo en 1456 en Belgrado contra los turcos, y cuya noticia llegó a Roma el 6 de agosto”.9 (d) Esta efeméride es, entonces, preexistente al acontecimiento de la conquista y la colonia en América, y termina incrustándose en el continente con una significación de reconquista europea, vinculada, naturalmente, a una exhibición pública pomposa que celebra una victoria militar, que no es por cierto aquella pretendida contra las huestes nahua-pipiles. (e) Además –y por si fuera poco– esta efeméride, en su origen, no reporta indicio alguno acerca de la concurrencia de una efigie sacra distintiva. (f) Por lo tanto, el partícipe fraile no presencia en el instante un lucimiento de imaginería alguna en aquel evento pomposo que registra en su crónica de San Salvador; Vásquez reporta nada más que se sacaba “… el pendón real, la víspera, y día de la Transfiguración, desde la Iglesia parroquial, por las calles públicas, con muy lucido acompañamiento de caballería; que, de verdad, no le hace ventajas en el aparato, pompa, galas, y nobleza de concurso, otras ciudades más numerosas”.10 (g) Resulta revelador este vacío de referencia a una estatua principal para esta efeméride y exhibición pública, ya que el cronista seráfico es en verdad prolijo a la hora de consignar en su relato otras efigies, cultos y ceremonias relevantes en la sociedad sansalvadoreña de esa época. 11 ii) Con todo esto, puede colegirse, con bastante seguridad, que el vínculo entre la efeméride del 6 de agosto y una imagen distintiva no consta en territorio cuzcatleco sino hasta después de la época que testimonia el cronista Vásquez, es decir, hasta ya entrado el siglo XVIII. 9 Sgarbossa, Mario & Luis Giovannini. 1994. Pág. 298. Vásquez, Fray Francisco. 1937. Pág. 235. 10 11 Vásquez si anota en su crónica la visión de una imagen nombrada como la Virgen de La Presentación, hacia la cual se profesaba una veneración relevante en la ciudad de San Salvador. 3) Una imagen del siglo XVIII. i) Pedro Cortés y Larraz, arzobispo de Goathemala, luego de una diligente inspección in situ de los 113 curatos de su territorio entre los años 1768-1770, redacta un esmerado y extenso informe en el que no oculta su escándalo ante las deplorables condiciones que observa en el temple moral y religioso del clero y de la población peninsular.12 Por ejemplo, en la parroquia de San Salvador, encuentra “… que es esta ciudad la Sodoma de las provincias… para llenarme de horror”.13 ii) En su informe —“remitido a su Majestad Carlos III”, quien lo recibe “hasta el 15 de septiembre de 1774”— el prelado urge a que se tomen medidas radicales que enmienden el decepcionante panorama que ha descubierto en sus fueros; entre las medidas que recomienda se encuentra la partición en dos grandes segmentos de su propio territorio arquidiocesano.14 iii) En su “detalladísimo informe sobre más de quinientas Cofradías, el 1º de junio de 1775”,15 Cortés y Larraz da cuenta de las 78 cofradías que funcionaban en San Salvador,16 de las cuales puede constatarse que ninguna ostenta un “instituto o advocación” que la relacione con la festividad de la Transfiguración. iv) Posterior a la visita e informes del Arzobispo de Goathemala, aparece en 1777 una imagen “… esculpida por el san salvadoreño don Silvestre Antonio García…”17, aparentemente para fomentar religiosidad. v) “El mismo doctor Luna nos dice en su crónica18, que el maestro García asumió la responsabilidad de hacerle… fiesta todos los años, novenario y jubileo, lo cual cumplió hasta su muerte acaecida en 1807”.19 12 13 Aguilar Avilés, Gilberto. 1996. Pág. 75. Cortés y Larraz, Pedro. 2000. Pág. 39-40. 14 Cfr. Cortés y Larraz, Pedro. 2000. Pág. 13; Arias Gómez, 2007, pág. 40; López Jiménez, Ramón. 1960. Pág. 21; Aguilar Avilés, Gilberto. 1996. Pág. 75. 15 16 Cortés y Larraz, Pedro. 2000. Pág. 16. Montes, Santiago. 1977. Tomo II. Págs. 47-49. 17 Kuny Mena, Enrique. 1983. Pág. 10. 18 Luna, Alberto. Las fiestas de El Salvador en los años 1525 a 1821. La Quincena, Tomo II, 1904. 19 Arias Gómez, Jorge. 2007. Pág. 142. vi) “En verdad, hemos tenido a la vista varias solicitudes de los vecinos de San Salvador, encabezadas por el señor García en las cuales se solicitaba permiso — tal era nuestro estado— a la curia de Guatemala para esas celebraciones, y hemos leído las concesiones otorgadas por el Obispo Francos y Monroy”.20 vii) Por esta misma época aparece otra imagen más grande, más elaborada y maciza, la cual, según la tradición, fue donada por el propio rey de España. 21 4) El “Divino Patrono” de José Matías Delgado. i) Desde el informe de Cortés y Larraz, José Matías Delgado se propone lograr que San Salvador se erija en diócesis sufragánea pero separada de la arquidiócesis de Guatemala, para lo cual entiende que debe asegurar dos puntales: Un templo digno y una simbología preeminente. ii) En su afán de edificar un templo digno (1797-1808)22 el Presbítero se endeuda y solicita apoyos interesados. En este aspecto destaca Silvestre García.23 iii) Delgado, entonces, se apropia de la piadosa iniciativa del notable varón y asocia imagen, cofradía, exhibición pública y efeméride –aquella del 6 de agosto– decretada por el papa Calixto III en 1457. iv) En su lecho de muerte (1832), frente a la imagen llevada y traída de don Silvestre, el párroco sansalvadoreño balbucea su última voluntad a los notables: “Quiero que juréis ante la imagen de nuestro Divino Patrono que primero aceptaréis la muerte, antes que ver perdida la libertad de la Patria”.24 20 San Salvador y sus Hombres. 1967. Pág. 323. Si hubo un rey que obsequiase una imagen distintiva a la provincia sansalvadoreña habrá sido, en todo caso, Carlos III , no el citado por la tradición: Carlos V de Alemania y I de España. 21 El templo —hoy iglesia del Rosario— llegará a ser la primera Catedral cuando una bula papal del 28 de septiembre de 1842 decrete la oficial erección de la diócesis de San Salvador. 22 23 24 Vidal, 1974, pág. 89. Ibid. pág. 89-90. Fotografía 3. Maciza imagen obsequiada por el rey Carlos III a los sansalvadoreños en 1778. Actualmente, tiene su sitial de honor en la Catedral metropolitana. De las varias tallas representativas del patrono, ésta es la que menos han seguido los imagineros en su composición estética. Tal vez por ello, es la menos conocida popularmente. Institucionalidad cívico-religiosa 1) Institución poscolonial de “la función del Divino Salvador”. i) Espectacularidad que despunta poco después de la muerte del seráfico García en 1807. 25 Se trata de una reavivación simbólica que consigue mayor arraigo y participación popular. Esto es obra intelectual del Cura Rector de la ciudad. ii) La sanción de Matías Delgado en su lecho de muerte (1832) juega un papel clave en la institucionalidad cívico-religiosa de la festividad patronal. iii) La aparatosidad. Un tinglado sociopolítico espeso se fue tejiendo desde la segunda mitad del siglo XIX, reforzado luego en las primeras 4 décadas del siglo XX.26 Organización estatal y un prolongado programa popular: (a) Involucramiento privilegiado de autoridades y notables. “… la municipalidad nombraba oficialmente a los organizadores del festejo… Hubo un tiempo en que la lista era encabezada por el jefe del Estado, ministros y otros elevados funcionarios”.27 (b) Autoridades ocupaban las fiestas para reforzar sus estatus. “… viéndose en algunos barrios al Señor Presidente de la República bailar con las mengalitas… sin andar con escoltas o guardaespaldas…”.28 (c) Un prolongado programa garantizaba la amplia participación popular. Comenzaba en mayo con la gestión de la elección de las “capitanas” de los 9 barrios de la ciudad.29 iv) En definitiva, la institucionalidad cívico-religiosa es expresión de: (a) Expansividad demográfica y económica a fines del siglo XIX y principios del XX. (b) Construcción de una nacionalidad, amalgamando la significación religiosa con la legitimación del estado. 25 Cfr. Luna, Alberto. Las fiestas de El Salvador en los años 1525 a 1821. La Quincena, Tomo III, 1904. En Arias Gómez, 2007. págs. 142-143. 26 “… las Fiestas Agostinas tuvieron su apogeo allá por las 4 primeras décadas de este siglo”. Castro, Julio C. 1982. Pág. 160. 27 Arias Gómez, 2007, Pág. 143. 28 Castro, Julio C. 1982. Pág. 157. 29 “Las Fiestas Agostinas se animaban desde la fecha en que eran nombradas las Capitanas.” Ibid. Pág. 156. 2) En el siglo XX acaecen dos hechos que remozan la significación de la simbología. i) Refuerzo alegórico con una efigie empotrada en un monumento, todo ello donado por familia Araujo en 1942, 30 y “localizado en la plaza de las Américas, al final de la Alameda Roosevelt…” cuyo diseño alude a la “bajada” y “descubrimiento” de la fiesta patronal agostina. ii) Resignificación radical en los años 70 con Monseñor Romero. (a) El arzobispo mártir tuvo especial predilección por esta fiesta. Presentaba sus cartas pastorales en este marco festivo.31 (b) La Transfiguración de Jesús con la Transfiguración del Pueblo. La Gloria de Dios radica en que el pobre viva.32 Esta reformulación romeriana es la que inspira el Himno al Divino Salvador que Monseñor Romero solicitó a “… un compositor y poeta…” nacional: «Y una nota simpática, también de nuestra vida diocesana, que un compositor y poeta nos ha hecho un bonito himno para nuestro Divino Salvador. Próximamente lo iremos dando a conocer…».33 La efigie, alusiva a la Resurrección del Señor, “… originalmente decoraba el mausoleo del doctor Manuel Enrique Araujo (presidente de la República entre 1911 y 1913)… Fue obsequiado por la familia Araujo y develado como monumento en 1942, durante la celebración del «primer Congreso eucarístico nacional en San Salvador»... Rodríguez Herrera, 2002. Página 77 bis. 30 31 Las 4 cartas: Iglesia de la Pascua (abril, 1977); La Iglesia Cuerpo de Cristo en la Historia (agosto, 1977); La Iglesia y las organizaciones políticas y populares (agosto, 1978); Misión de la Iglesia en medio de la crisis del país. (Agosto, 1979). 32 “He reformulated the maxim “Gloria Dei, vivens homo” – the glory of God is the living person – of St. Irenaeus, into “Gloria Dei, vivens pauper” – the glory of God is the living poor person”. Jon Sobrino: Archbishop Romero. Memories and Reflections, New York: Orbis Books, 1990, pp.15-16. 33 Romero, Oscar. Homilía del 23 de marzo de 1980. Sus componentes fundamentales 1) La Fecha i) “Barrios decidió cambiar la fecha de realización de las fiestas. Por medio de un decreto dado el 25 de octubre de 1861, las pasó al 25 de diciembre de cada año… Para 1864, y ya bajo el gobierno de Francisco Dueñas, las fiestas volvieron a realizarse en agosto”.34 2) Las “entradas” i) En 1809, “… se nombró, por primera vez, una Capitana, de nombre Dominga Mayora, quien organizó una pequeña entrada, germen de lo que llegaría a ser el principal atractivo popular de las fiestas agostinas”.35 “… la fiesta consiste en las entradas”. Crónica del colombiano Juan Coronel. Diario del Salvador, 8 de mayo 1901. 3) “El Descubrimiento”. i) “En el cuarto año (1811), construyeron un modesto carro de madera y papel de colores, sobre el que colocaron al santo patrón, y llevándolo en procesión por las principales calles, entraron después a la Plaza de Armas, en donde tuvo lugar, por primera vez, el tradicional «Descubrimiento».36 4) Un “carro de nubes” i) La imagen se transportaba por todo lo alto, “en su carro de nubes”, a una altura “de entre 17 y 20 metros”.37 Gracias a esta disposición se suscita el percance famoso que en adelante marcó una suerte de tradición funesta 38: “Un acontecimiento desgraciado llenó de pavor a los habitantes de esta capital, la caída del Divino Salvador desde su carro de nubes… en este acontecimiento la gente sólo vio desgracias futuras, entre ellas la caída del gobierno del doctor Dueñas, predicción que en verdad se cumplió el año siguiente agosto de 1870”.39 34 Miguel Ángel García Tomo II, págs. 79, 80, 89; López Bernal, Carlos G. Fiestas, religiosidad y civismo popular. San Salvador a mediados del siglo XIX. 35 36 Luna, Alberto. 1904. En Arias Gómez, 2007. págs. 142. Luna, Alberto. 1904. En Arias Gómez, 2007. págs. 142-143. 37 Rivas, Ramón. Revista Fiestas Agostinas 2009. Pág. 17. “Aquí había una… ya le digo… A la imagen del Divino Salvador, el Colocho como le dicen aquí, si a veces se meneaba un poco en el descubrimiento o se escapó a caer: ¡Terremoto!… ¡Golpe de Estado!… ¡Todas las cosas habidas y por haber”! Esta suerte de maldición que rememora don Alfonso Valldeperas se fundamenta en un acontecimiento históricamente registrado en San Salvador entre los años 1869-1870. Cuéllar, Guillermo. Revista Fiestas Agostinas 2009. Pág. 22. 38 39 García Tomo II 1954. Página 329. 5) “La Bajada”. i. Desde 1811 “… a 1963, la procesión iniciaba desde la iglesia El Calvario con destino a la Plaza de Armas (hoy parque Libertad)… Un informante comentaba que como la iglesia El Calvario en la topografía antigua quedaba más arriba de lo que hoy es el parque Libertad (aún hoy se puede observar ese declive) de ahí le viene el sobrenombre de “La Bajada”.40 ii. “Hoy es el acto más lucido de esta fiesta popular, la bajada del Salvador del Mundo desde El Calvario y su transfiguración en el Tabor, cuyo acto es esperado en la Plaza principal por más de 15 mil espectadores…”.41 iii. Pero también puede referir a la bajada de la imagen, ya que, en efecto, la imagen se paseaba por todo lo alto, “en su carro de nubes”, para luego ser bajada literalmente, “donde los bomberos bajaban la imagen del carro y un grupo de personas previamente seleccionado la recibía para introducirla a la catedral” 42 luego de su paseo-procesión por el centro capitalino. 6) El Programa i) “Característica destacable de las fiestas agostinas era la amplia participación popular en su organización”.43 ii) “Las Fiestas Agostinas… solían comenzar prácticamente en el mes de mayo… se animaban desde la fecha en que eran nombradas las Capitanas.”44 iii) “Programa oficial comenzaba el 25 de julio: Salida de El Correo o Heraldo de las Fiestas Agostinas… el 30 le tocaba al barrio La Vega; el 31 a Concepción; el 1o de Agosto a San José; el 2 a Candelaria; el 3 al Centro; el 4 a El Calvario…”.45 7) “El campo de la feria con las ruedas”. i) “… no existía Campo de la Feria, pues los juegos mecánicos se colocaron en lugares centrales… Plaza 14 de Julio y plaza Hula-Hula… en el predio de la Ex-Alcaldía y en la plaza Zurita, y también en el Cuartel Quemado”.46 40 Rivas, Ramón. Revista Fiestas Agostinas. 2009. Págs. 15-16. 41 Diario Oficial No. 179 de 31 de julio de 1880: García, 1958. Diccionario Tomo III. Pág. 7. Rivas, Ramón. Revista Fiestas Agostinas. 2009. Pág. 15. 42 43 Arias Gómez, 2007, Pág. 143. 44 Castro, Julio C. 1982. Pág. 156. 45 Ibid. Pág. 158-159. ii) Desde 1931, por la expansividad demográfica y urbanística, fue apareciendo el concepto de “Campo de Feria”, y el primero fue el Campo de Marte. 47 8) Una imagen múltiple. Desde que inició la tradición sansalvadoreña hace ya más de 200 años, el protagonista de los festejos se ha mostrado en varias composturas talladas a la medida de los imagineros y de los acontecimientos. He aquí un breve recuento de las más relevantes: i) La “conocida popularmente por «El Colocho», esculpida por el san salvadoreño Don Silvestre García en 1777”. 48 ii) La donada por el rey de España, Carlos III, después de 1778. 49 iii) La conocida como “El Peregrino”. Se trata de “una versión del patrono… tallado todo en madera”, esculpida por Luis Alfonso Valldeperas García, en cumplimiento a un encargo de la curia luego del incendio de la primera Iglesia catedral el 8 de agosto de 1951. Llegó a ser conocida popularmente en la época como «El Peregrino», porque servía para ser llevado en andas ágilmente durante rápidas incursiones que se hacían por los céntricos barrios, recaudando fondos para la reconstrucción del templo mayor. “Ahora esa imagen la han puesto en el frontispicio”.50 iv) Una imagen “facsímile”. Alfonso Valldeperas hijo recuerda cuando «… por ahí por los años 60 más o menos… los maestros… se habían tomado la Catedral… Dijeron que no iba a haber “Descubrimiento” si no les hacían las demandas el gobierno… Pero previsoramente la curia… el párroco de Catedral… él me dijo que hiciera un facsímile de la imagen del mismo tamaño y todo eso. Y lo hicimos en aquel tiempo… Ellos calladamente llevaron el facsímile a la basílica del Sagrado Corazón y se lo trajeron para acá. Y entonces existió el “Descubrimiento” para esa fiesta de agosto, y el pueblo tranquilo.»51 46 Castro, Julio C. 1977. Pág. 77. 47 Castro, Julio C. 1982. Pág. 161. Kuny Mena, Enrique. 1983. Pág. 10. 48 49 En 1778, luego de la visita de Cortéz y Larraz, se planteó al rey Carlos III el caso del obispado sufragáneo san salvadoreño. Cfr. López Jiménez, 1960, pág. 21. 50 51 Cuéllar, Guillermo. Revista Fiestas Agostinas. 2009. Págs. 19-22. Cuéllar, Guillermo. Revista Fiestas agostinas 2009. Pág. 21. Fotografía 4. El niño, Alfonso Valldeperas Ulloa, posa al lado de una versión del patrono “tallado todo en madera” por su padre, Luis Alfonso Valldeperas García, en cumplimiento a un encargo de la curia luego del incendio de la primera Iglesia Catedral el 8 de agosto de 1951. La foto se tomó en octubre de ese mismo año al concluir el acendrado imaginero su delicada labor. BIBLIOGRAFÍA Academia Salvadoreña de la Historia. (1967). San Salvador y sus Hombres. San Salvador: DPI Ministerio de Educación. Aguilar Avilés, G. (1996). De Tiempos y Hombres. San Salvador: DPI-CONCULTURA. Arias Gómez, J. (2007). San Salvador. Ciudad de 450 años. San Salvador: PROMOCULTURA. Castro, J. C. (1977 y 1982). Estampas del viejo San Salvador. San Salvador: Imprenta Nacional. Cortés y Larraz, P. (2000). Descripción Geográfico-Moral de la Diócesis de Goathemala. San Salvador: DPICONCULTURA. Cuéllar, G. (2009). «El último imaginero cuzcatleco». (S. S. Alcaldía, Ed.) Fiestas Agostinas 2009 , 19-22. García, M. Á. (1954). San Salvador. Diccionario histórico enciclopédico de El Salvador Tomo II. San Salvador: Imprenta Nacional. García, M. Á. (1958). Diccionario histórico enciclopédico de la República de El Salvador Tomo III. San Salvador: Imprenta Nacional. Kuny Mena, E. (1983). 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