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Divino Salvador Fiestas Agostinas

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Divino Salvador
Fiestas Agostinas
Guillermo Cuéllar-Barandiarán
Fotografía 1. Talla característica del patrono religioso de la nación
salvadoreña. La adusta imagen posa actualmente en un salón de la
cripta de Catedral. De las varias efigies de “El Colocho” que se han
labrado en los últimos 200 años, puede decirse que los imagineros han
terminado apegándose a tres composturas estéticas para entallar la
figura tradicional. Foto del autor (30 de julio del 2022).
Introducción
El presente escrito expone los primeros resultados de una aproximación crítica a una
componenda de carácter sociopolítico-religioso que en el “tiempo de larga duración” 1 se
ha sostenido como fermento identitario de la nación salvadoreña.
El autor pone en relieve y confronta entendimientos equívocos que conciernen al
advenimiento, la instauración y la evolución de tal componenda, a la luz de registros
textuales que se encuentran en crónicas coloniales y en sesudos estudios despachados por
historiadores contemporáneos.
Para avanzar en su cometido, el autor fundamenta el análisis con el discernimiento de
cuatro nociones cardinales:
1) Advocación religiosa
2) Efeméride festiva
3) Exhibición pública
4) Simbología imaginera
Es necesario indicar que la composición explicativa que aquí cuaja constituye un avance
estudioso, un trabajo “en progreso”. Otras perspectivas, nuevas averiguaciones, pueden y
deben concurrir, para lograr una visión de conjunto, más rica y certera, acerca del tema
que acá se avanza.
Las piezas sociopolíticas que arman la nacionalidad de un conglomerado humano se
ajustan en un devenir temporal de “larga duración”, con no poca diligencia, la cual
concurre, casi siempre, de modo imprevisto o azaroso, pues, aunque descuellen
individualidades hábiles y audaces, al final el rescoldo colectivo zanja sin culpa ni beneficio
más que en favor de la propia supervivencia en el afluente indeterminado del espaciotiempo.
1
Fernand Braudel (1902-1985), destacado historiador francés adscrito a la escuela de los Annales, nos da
mucha luz con su enfoque sobre el "tiempo de larga duración" en distinción del "tiempo de los
acontecimientos. El concepto refiere a una dimensión del tiempo histórico que rige a las macroestructuras
cuya estabilidad es muy grande en su devenir (marcos geográficos, realidades biológicas, incluso algunos
fenómenos ideológicos). Cfr. León-Portilla, Miguel. «La construcción de significado en la historia». En Forum,
LASA, 2006, Vol. XXXVII, No. 2. Págs. 7-10.
Fotografía 2. Llegó agosto, augusto y caluroso. Los aires embisten con aromas nacionales y cadencias
romerianas. La algarabía zarandea desde el primer día. El 5 y el 6 son para el “Colocho”. El patrono sale con
su estreno a pasear en carroza por las calles. Helo ahí, saludando y bendiciendo a todo mundo. Es el “Divino
Salvador”. El santo protector del amado terruño. Foto del autor (04 de agosto del 2014).
Antecedentes
1) La advocación religiosa fundacional
i) Para explicar la fundación de la ciudad de San Salvador, ciertos historiadores2
creen encontrar argumento en la constatación de una advocación religiosa
vinculada al acontecimiento preeminente: “El día que siguió al asesinato de los
señores de Cuzcatlán, fue un domingo, 19 de junio de 1524, en el que entonces
cayó la fiesta de la Santísima Trinidad, y fue entonces la primera misa que se
dio en Cuzcatlán, oficiando en ella Juan Godines, capellán del ejército…”.3
ii) Fray Antonio Remesal, en su obra Crónica de Chiapas y Guatemala, reporta que
el 10 de abril de 1528, al cuadricularse la primera villa de españoles en
territorio cuzcatleco sometido a una segunda vuelta de conquista y
pacificación, se tomó la iniciativa de nombrar una advocación religiosa para el
nuevo asentamiento: "… todos juntos y unánimes y conformes dieron
advocación a la iglesia y la dedicaron a la Santísima Trinidad, «Padre, Hijo y
Espíritu Santo», tres personas en una esencia divina".4
iii) Ciertos indicios pueden resaltarse en virtud de los cotejos documentales:
(a) Al margen de la discusión acerca de la existencia o no de un doble
emprendimiento conquistador y fundacional en el señorío de
Cuxcatan—uno fallido en 1524 y el otro definitivo verificado 4 años más
tarde con el efectivo establecimiento de la villa— el hecho es que la
“Santísima Trinidad” permanece inamovible como advocación
fundacional en ambos episodios de la composición narrativa.
(b) En este sentido, llama la atención la afinidad del relato cuzcatleco con
el de la fundación de la primera ciudad en territorio nicaragüense, cuya
fecha también “se ha establecido el 15 de junio de 1524, Fiesta de la
Santísima Trinidad, día en que el Conquistador Gil González Dávila toma
posesión de Nicaragua y funda la ciudad de León, a la orilla del Lago
Xolotlán, junto al poblado indígena de Imabite. Ese día el P. Diego de
Agüero celebra la Santa Misa: La Primera Misa que se celebra en
territorio nicaragüense”.5
2
Revisar autores que retoman esta explicación.
3
Lardé y Arthés. Jorge. 1960. Pág. 379.
4
Remesal, Fray Antonio. Año. Pág.
Revisar las crónicas coloniales correspondientes.
5
(c) Cuando se comparan los dos fastos fundacionales, el nicaragüense y el
cuzcatleco, puede entreverse la implicación de un molde ad hoc. Este
molde se pone de manifiesto cuando se analizan sus elementos
principales: Una fecha (día, mes y año); una advocación religiosa; un
acto religioso; un oficiante; una fundación pública; un fundador.
Fastos
fundacionales
Relato nica
Relato
cuzcatleco (1)
Relato
cuzcatleco (2)
Fecha
Advocación
Acto
Oficiante
1524,
junio 15
Santísima
Trinidad
Primera misa
Diego de Agüero,
presbítero
1524,
junio 19
Santísima
Trinidad
Primera misa
Juan Godines,
capellán (laico)
1528,
abril 10
Santísima
Trinidad
Dedicación del
primer templo
Antonio Lozano,
capellán
Fundación
Fundador
León (León
viejo)
Gil González
Dávila
San Salvador
(Ciudad vieja)
Diego de
Alvarado
(d) Claramente se ve que las relaciones siguen un molde —el que hemos
encuadrado— y que, al hacerlo, acaban sorprendentemente
asemejados en varios de sus elementos estratégicos. (Obsérvense los
segmentos sombreados en el esquema). Con lo que, en consecuencia,
podría considerarse que se operó, de algún modo, un calco o un
transvase en ambas vías, por supuesto.
(e) Si acaso esta conclusión que se extrae del recurso comparativo
resultara inaceptable por cualquier razón —adoptándose la alternativa
de un prodigioso albur en la asimilación narrativa de los dos
acontecimientos— la designación de La Santísima Trinidad quedaría
siempre en evidencia, para los propósitos de este estudio, como una
advocación preeminente en la época y en la mente de los
conquistadores peninsulares.
2) Una exhibición pública sin santo
i) Fray Francisco Vásquez, con la crónica que escribiera a fines del siglo XVII,6 nos
ayuda a enfocar varias cuestiones sustanciales:
(a) Aunque sea desacertada su referencia a una batalla victoriosa acaecida
el 6 de agosto de 1526 contra los pipiles —ya que esto es un acomodo
narrativo insostenible como ya se ha demostrado 7— lo innegable en su
escrito es su observación y descripción de un evento público pomposo
que se estilaba en la ciudad de San Salvador a fines del siglo XVII.8
6
Crónica de la Santa Provincia del Dulcísimo Nombre de Jesús de Guatemala, la cual en cierta parte se
refiere a la ciudad de San Salvador de fines del siglo XVII y principios del XVIII.
7
Cfr. García, Miguel Ángel. 1958. Pág. 311; Lardé y Arthés. Jorge. 1960. Págs. 403-408
8
Vásquez, Fray Francisco. 1937. Pág. 235.
(b) Lo que presencia Vásquez es una exhibición pública ajustada a una
efeméride que fuera instituida por el pontífice Calixto III en 1457.
(c) La observancia de “la Transfiguración” —que en el santoral católico
corresponde al 6 de agosto— se había transformado, por efecto de una
constitución del sumo pontífice, en una efeméride extensiva “… a la
Iglesia Universal, para recordar la victoria que se obtuvo en 1456 en
Belgrado contra los turcos, y cuya noticia llegó a Roma el 6 de agosto”.9
(d) Esta efeméride es, entonces, preexistente al acontecimiento de la
conquista y la colonia en América, y termina incrustándose en el
continente con una significación de reconquista europea, vinculada,
naturalmente, a una exhibición pública pomposa que celebra una
victoria militar, que no es por cierto aquella pretendida contra las
huestes nahua-pipiles.
(e) Además –y por si fuera poco– esta efeméride, en su origen, no reporta
indicio alguno acerca de la concurrencia de una efigie sacra distintiva.
(f) Por lo tanto, el partícipe fraile no presencia en el instante un lucimiento
de imaginería alguna en aquel evento pomposo que registra en su
crónica de San Salvador; Vásquez reporta nada más que se sacaba “… el
pendón real, la víspera, y día de la Transfiguración, desde la Iglesia
parroquial, por las calles públicas, con muy lucido acompañamiento de
caballería; que, de verdad, no le hace ventajas en el aparato, pompa,
galas, y nobleza de concurso, otras ciudades más numerosas”.10
(g) Resulta revelador este vacío de referencia a una estatua principal para
esta efeméride y exhibición pública, ya que el cronista seráfico es en
verdad prolijo a la hora de consignar en su relato otras efigies, cultos y
ceremonias relevantes en la sociedad sansalvadoreña de esa época. 11
ii) Con todo esto, puede colegirse, con bastante seguridad, que el vínculo entre la
efeméride del 6 de agosto y una imagen distintiva no consta en territorio
cuzcatleco sino hasta después de la época que testimonia el cronista Vásquez,
es decir, hasta ya entrado el siglo XVIII.
9
Sgarbossa, Mario & Luis Giovannini. 1994. Pág. 298.
Vásquez, Fray Francisco. 1937. Pág. 235.
10
11
Vásquez si anota en su crónica la visión de una imagen nombrada como la Virgen de La Presentación,
hacia la cual se profesaba una veneración relevante en la ciudad de San Salvador.
3) Una imagen del siglo XVIII.
i) Pedro Cortés y Larraz, arzobispo de Goathemala, luego de una diligente
inspección in situ de los 113 curatos de su territorio entre los años 1768-1770,
redacta un esmerado y extenso informe en el que no oculta su escándalo ante
las deplorables condiciones que observa en el temple moral y religioso del
clero y de la población peninsular.12 Por ejemplo, en la parroquia de San
Salvador, encuentra “… que es esta ciudad la Sodoma de las provincias… para
llenarme de horror”.13
ii) En su informe —“remitido a su Majestad Carlos III”, quien lo recibe “hasta el 15
de septiembre de 1774”— el prelado urge a que se tomen medidas radicales
que enmienden el decepcionante panorama que ha descubierto en sus fueros;
entre las medidas que recomienda se encuentra la partición en dos grandes
segmentos de su propio territorio arquidiocesano.14
iii) En su “detalladísimo informe sobre más de quinientas Cofradías, el 1º de junio
de 1775”,15 Cortés y Larraz da cuenta de las 78 cofradías que funcionaban en
San Salvador,16 de las cuales puede constatarse que ninguna ostenta un
“instituto o advocación” que la relacione con la festividad de la Transfiguración.
iv) Posterior a la visita e informes del Arzobispo de Goathemala, aparece en 1777
una imagen “… esculpida por el san salvadoreño don Silvestre Antonio
García…”17, aparentemente para fomentar religiosidad.
v) “El mismo doctor Luna nos dice en su crónica18, que el maestro García asumió
la responsabilidad de hacerle… fiesta todos los años, novenario y jubileo, lo cual
cumplió hasta su muerte acaecida en 1807”.19
12
13
Aguilar Avilés, Gilberto. 1996. Pág. 75.
Cortés y Larraz, Pedro. 2000. Pág. 39-40.
14
Cfr. Cortés y Larraz, Pedro. 2000. Pág. 13; Arias Gómez, 2007, pág. 40; López Jiménez, Ramón. 1960. Pág.
21; Aguilar Avilés, Gilberto. 1996. Pág. 75.
15
16
Cortés y Larraz, Pedro. 2000. Pág. 16.
Montes, Santiago. 1977. Tomo II. Págs. 47-49.
17
Kuny Mena, Enrique. 1983. Pág. 10.
18
Luna, Alberto. Las fiestas de El Salvador en los años 1525 a 1821. La Quincena, Tomo II, 1904.
19
Arias Gómez, Jorge. 2007. Pág. 142.
vi) “En verdad, hemos tenido a la vista varias solicitudes de los vecinos de San
Salvador, encabezadas por el señor García en las cuales se solicitaba permiso —
tal era nuestro estado— a la curia de Guatemala para esas celebraciones, y
hemos leído las concesiones otorgadas por el Obispo Francos y Monroy”.20
vii) Por esta misma época aparece otra imagen más grande, más elaborada y
maciza, la cual, según la tradición, fue donada por el propio rey de España. 21
4) El “Divino Patrono” de José Matías Delgado.
i) Desde el informe de Cortés y Larraz, José Matías Delgado se propone lograr
que San Salvador se erija en diócesis sufragánea pero separada de la
arquidiócesis de Guatemala, para lo cual entiende que debe asegurar dos
puntales: Un templo digno y una simbología preeminente.
ii) En su afán de edificar un templo digno (1797-1808)22 el Presbítero se endeuda
y solicita apoyos interesados. En este aspecto destaca Silvestre García.23
iii) Delgado, entonces, se apropia de la piadosa iniciativa del notable varón y
asocia imagen, cofradía, exhibición pública y efeméride –aquella del 6 de
agosto– decretada por el papa Calixto III en 1457.
iv) En su lecho de muerte (1832), frente a la imagen llevada y traída de don
Silvestre, el párroco sansalvadoreño balbucea su última voluntad a los
notables: “Quiero que juréis ante la imagen de nuestro Divino Patrono que
primero aceptaréis la muerte, antes que ver perdida la libertad de la Patria”.24
20
San Salvador y sus Hombres. 1967. Pág. 323.
Si hubo un rey que obsequiase una imagen distintiva a la provincia sansalvadoreña habrá sido, en todo
caso, Carlos III , no el citado por la tradición: Carlos V de Alemania y I de España.
21
El templo —hoy iglesia del Rosario— llegará a ser la primera Catedral cuando una bula papal del 28 de
septiembre de 1842 decrete la oficial erección de la diócesis de San Salvador.
22
23
24
Vidal, 1974, pág. 89.
Ibid. pág. 89-90.
Fotografía 3. Maciza imagen obsequiada por el rey Carlos III a los sansalvadoreños en
1778. Actualmente, tiene su sitial de honor en la Catedral metropolitana. De las varias
tallas representativas del patrono, ésta es la que menos han seguido los imagineros en su
composición estética. Tal vez por ello, es la menos conocida popularmente.
Institucionalidad cívico-religiosa
1) Institución poscolonial de “la función del Divino Salvador”.
i) Espectacularidad que despunta poco después de la muerte del seráfico García
en 1807. 25 Se trata de una reavivación simbólica que consigue mayor arraigo y
participación popular. Esto es obra intelectual del Cura Rector de la ciudad.
ii) La sanción de Matías Delgado en su lecho de muerte (1832) juega un papel
clave en la institucionalidad cívico-religiosa de la festividad patronal.
iii) La aparatosidad. Un tinglado sociopolítico espeso se fue tejiendo desde la
segunda mitad del siglo XIX, reforzado luego en las primeras 4 décadas del siglo
XX.26 Organización estatal y un prolongado programa popular:
(a) Involucramiento privilegiado de autoridades y notables. “… la
municipalidad nombraba oficialmente a los organizadores del festejo…
Hubo un tiempo en que la lista era encabezada por el jefe del Estado,
ministros y otros elevados funcionarios”.27
(b) Autoridades ocupaban las fiestas para reforzar sus estatus. “… viéndose
en algunos barrios al Señor Presidente de la República bailar con las
mengalitas… sin andar con escoltas o guardaespaldas…”.28
(c) Un prolongado programa garantizaba la amplia participación popular.
Comenzaba en mayo con la gestión de la elección de las “capitanas” de
los 9 barrios de la ciudad.29
iv) En definitiva, la institucionalidad cívico-religiosa es expresión de:
(a) Expansividad demográfica y económica a fines del siglo XIX y principios
del XX.
(b) Construcción de una nacionalidad, amalgamando la significación
religiosa con la legitimación del estado.
25
Cfr. Luna, Alberto. Las fiestas de El Salvador en los años 1525 a 1821. La Quincena, Tomo III, 1904. En Arias
Gómez, 2007. págs. 142-143.
26
“… las Fiestas Agostinas tuvieron su apogeo allá por las 4 primeras décadas de este siglo”. Castro, Julio C.
1982. Pág. 160.
27
Arias Gómez, 2007, Pág. 143.
28
Castro, Julio C. 1982. Pág. 157.
29
“Las Fiestas Agostinas se animaban desde la fecha en que eran nombradas las Capitanas.” Ibid. Pág. 156.
2) En el siglo XX acaecen dos hechos que remozan la significación de la simbología.
i) Refuerzo alegórico con una efigie empotrada en un monumento, todo ello
donado por familia Araujo en 1942, 30 y “localizado en la plaza de las Américas,
al final de la Alameda Roosevelt…” cuyo diseño alude a la “bajada” y
“descubrimiento” de la fiesta patronal agostina.
ii) Resignificación radical en los años 70 con Monseñor Romero.
(a) El arzobispo mártir tuvo especial predilección por esta fiesta.
Presentaba sus cartas pastorales en este marco festivo.31
(b) La Transfiguración de Jesús con la Transfiguración del Pueblo. La Gloria
de Dios radica en que el pobre viva.32 Esta reformulación romeriana es
la que inspira el Himno al Divino Salvador que Monseñor Romero
solicitó a “… un compositor y poeta…” nacional:
«Y una nota simpática, también de nuestra vida diocesana, que
un compositor y poeta nos ha hecho un bonito himno para
nuestro Divino Salvador. Próximamente lo iremos dando a
conocer…».33
La efigie, alusiva a la Resurrección del Señor, “… originalmente decoraba el mausoleo del doctor Manuel
Enrique Araujo (presidente de la República entre 1911 y 1913)… Fue obsequiado por la familia Araujo y
develado como monumento en 1942, durante la celebración del «primer Congreso eucarístico nacional en
San Salvador»... Rodríguez Herrera, 2002. Página 77 bis.
30
31
Las 4 cartas: Iglesia de la Pascua (abril, 1977); La Iglesia Cuerpo de Cristo en la Historia (agosto, 1977); La
Iglesia y las organizaciones políticas y populares (agosto, 1978); Misión de la Iglesia en medio de la crisis del
país. (Agosto, 1979).
32
“He reformulated the maxim “Gloria Dei, vivens homo” – the glory of God is the living person – of St.
Irenaeus, into “Gloria Dei, vivens pauper” – the glory of God is the living poor person”. Jon Sobrino:
Archbishop Romero. Memories and Reflections, New York: Orbis Books, 1990, pp.15-16.
33
Romero, Oscar. Homilía del 23 de marzo de 1980.
Sus componentes fundamentales
1) La Fecha
i) “Barrios decidió cambiar la fecha de realización de las fiestas. Por medio de un
decreto dado el 25 de octubre de 1861, las pasó al 25 de diciembre de cada año…
Para 1864, y ya bajo el gobierno de Francisco Dueñas, las fiestas volvieron a
realizarse en agosto”.34
2) Las “entradas”
i) En 1809, “… se nombró, por primera vez, una Capitana, de nombre Dominga
Mayora, quien organizó una pequeña entrada, germen de lo que llegaría a ser el
principal atractivo popular de las fiestas agostinas”.35 “… la fiesta consiste en las
entradas”. Crónica del colombiano Juan Coronel. Diario del Salvador, 8 de mayo 1901.
3) “El Descubrimiento”.
i) “En el cuarto año (1811), construyeron un modesto carro de madera y papel de
colores, sobre el que colocaron al santo patrón, y llevándolo en procesión por las
principales calles, entraron después a la Plaza de Armas, en donde tuvo lugar, por
primera vez, el tradicional «Descubrimiento».36
4) Un “carro de nubes”
i) La imagen se transportaba por todo lo alto, “en su carro de nubes”, a una altura
“de entre 17 y 20 metros”.37 Gracias a esta disposición se suscita el percance
famoso que en adelante marcó una suerte de tradición funesta 38: “Un
acontecimiento desgraciado llenó de pavor a los habitantes de esta capital, la
caída del Divino Salvador desde su carro de nubes… en este acontecimiento la
gente sólo vio desgracias futuras, entre ellas la caída del gobierno del doctor
Dueñas, predicción que en verdad se cumplió el año siguiente agosto de 1870”.39
34
Miguel Ángel García Tomo II, págs. 79, 80, 89; López Bernal, Carlos G. Fiestas, religiosidad y civismo
popular. San Salvador a mediados del siglo XIX.
35
36
Luna, Alberto. 1904. En Arias Gómez, 2007. págs. 142.
Luna, Alberto. 1904. En Arias Gómez, 2007. págs. 142-143.
37
Rivas, Ramón. Revista Fiestas Agostinas 2009. Pág. 17.
“Aquí había una… ya le digo… A la imagen del Divino Salvador, el Colocho como le dicen aquí, si a veces se
meneaba un poco en el descubrimiento o se escapó a caer: ¡Terremoto!… ¡Golpe de Estado!… ¡Todas las
cosas habidas y por haber”! Esta suerte de maldición que rememora don Alfonso Valldeperas se fundamenta
en un acontecimiento históricamente registrado en San Salvador entre los años 1869-1870. Cuéllar,
Guillermo. Revista Fiestas Agostinas 2009. Pág. 22.
38
39
García Tomo II 1954. Página 329.
5) “La Bajada”.
i. Desde 1811 “… a 1963, la procesión iniciaba desde la iglesia El Calvario con destino
a la Plaza de Armas (hoy parque Libertad)… Un informante comentaba que como la
iglesia El Calvario en la topografía antigua quedaba más arriba de lo que hoy es el
parque Libertad (aún hoy se puede observar ese declive) de ahí le viene el
sobrenombre de “La Bajada”.40
ii.
“Hoy es el acto más lucido de esta fiesta popular, la bajada del Salvador del Mundo
desde El Calvario y su transfiguración en el Tabor, cuyo acto es esperado en la
Plaza principal por más de 15 mil espectadores…”.41
iii.
Pero también puede referir a la bajada de la imagen, ya que, en efecto, la imagen
se paseaba por todo lo alto, “en su carro de nubes”, para luego ser bajada
literalmente, “donde los bomberos bajaban la imagen del carro y un grupo de
personas previamente seleccionado la recibía para introducirla a la catedral” 42
luego de su paseo-procesión por el centro capitalino.
6) El Programa
i) “Característica destacable de las fiestas agostinas era la amplia participación
popular en su organización”.43
ii) “Las Fiestas Agostinas… solían comenzar prácticamente en el mes de mayo… se
animaban desde la fecha en que eran nombradas las Capitanas.”44
iii) “Programa oficial comenzaba el 25 de julio: Salida de El Correo o Heraldo de las
Fiestas Agostinas… el 30 le tocaba al barrio La Vega; el 31 a Concepción; el 1o de
Agosto a San José; el 2 a Candelaria; el 3 al Centro; el 4 a El Calvario…”.45
7) “El campo de la feria con las ruedas”.
i) “… no existía Campo de la Feria, pues los juegos mecánicos se colocaron en lugares
centrales… Plaza 14 de Julio y plaza Hula-Hula… en el predio de la Ex-Alcaldía y en
la plaza Zurita, y también en el Cuartel Quemado”.46
40
Rivas, Ramón. Revista Fiestas Agostinas. 2009. Págs. 15-16.
41
Diario Oficial No. 179 de 31 de julio de 1880: García, 1958. Diccionario Tomo III. Pág. 7.
Rivas, Ramón. Revista Fiestas Agostinas. 2009. Pág. 15.
42
43
Arias Gómez, 2007, Pág. 143.
44
Castro, Julio C. 1982. Pág. 156.
45
Ibid. Pág. 158-159.
ii) Desde 1931, por la expansividad demográfica y urbanística, fue apareciendo el
concepto de “Campo de Feria”, y el primero fue el Campo de Marte. 47
8) Una imagen múltiple.
Desde que inició la tradición sansalvadoreña hace ya más de 200 años, el protagonista
de los festejos se ha mostrado en varias composturas talladas a la medida de los
imagineros y de los acontecimientos. He aquí un breve recuento de las más relevantes:
i) La “conocida popularmente por «El Colocho», esculpida por el san salvadoreño Don
Silvestre García en 1777”. 48
ii) La donada por el rey de España, Carlos III, después de 1778. 49
iii) La conocida como “El Peregrino”. Se trata de “una versión del patrono… tallado
todo en madera”, esculpida por Luis Alfonso Valldeperas García, en cumplimiento a
un encargo de la curia luego del incendio de la primera Iglesia catedral el 8 de
agosto de 1951. Llegó a ser conocida popularmente en la época como «El
Peregrino», porque servía para ser llevado en andas ágilmente durante rápidas
incursiones que se hacían por los céntricos barrios, recaudando fondos para la
reconstrucción del templo mayor. “Ahora esa imagen la han puesto en el
frontispicio”.50
iv) Una imagen “facsímile”. Alfonso Valldeperas hijo recuerda cuando «… por ahí por
los años 60 más o menos… los maestros… se habían tomado la Catedral… Dijeron
que no iba a haber “Descubrimiento” si no les hacían las demandas el gobierno…
Pero previsoramente la curia… el párroco de Catedral… él me dijo que hiciera un
facsímile de la imagen del mismo tamaño y todo eso. Y lo hicimos en aquel
tiempo… Ellos calladamente llevaron el facsímile a la basílica del Sagrado Corazón
y se lo trajeron para acá. Y entonces existió el “Descubrimiento” para esa fiesta de
agosto, y el pueblo tranquilo.»51
46
Castro, Julio C. 1977. Pág. 77.
47
Castro, Julio C. 1982. Pág. 161.
Kuny Mena, Enrique. 1983. Pág. 10.
48
49
En 1778, luego de la visita de Cortéz y Larraz, se planteó al rey Carlos III el caso del obispado sufragáneo
san salvadoreño. Cfr. López Jiménez, 1960, pág. 21.
50
51
Cuéllar, Guillermo. Revista Fiestas Agostinas. 2009. Págs. 19-22.
Cuéllar, Guillermo. Revista Fiestas agostinas 2009. Pág. 21.
Fotografía 4. El niño, Alfonso Valldeperas Ulloa, posa al lado de una versión del patrono “tallado todo en
madera” por su padre, Luis Alfonso Valldeperas García, en cumplimiento a un encargo de la curia luego del
incendio de la primera Iglesia Catedral el 8 de agosto de 1951. La foto se tomó en octubre de ese mismo año
al concluir el acendrado imaginero su delicada labor.
BIBLIOGRAFÍA
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