Renovar el marxismo político1 RESEÑA DE “COMUNISMO Y ESTRATEGIA” DE ISABELLE GARO DANIEL TUTT 3 de agosto, 2023 Comunismo y estrategia: Repensar las mediaciones políticas de Isabelle Garo VERSO BOOKS 2023 Traducido de “Renewing Political Marxism”, Daniel Tutt, Spectre, 3 de agosto 2023. Disponible en: https://spectrejournal.com/renewing-political-marxism/. Última consulta: 5 de agosto 2023. [N. del t.] 1 1 Daniel Tutt EL MARXISMO POLÍTICO DE WOOD A GARO Pocos años antes del colapso de la URSS, la historiadora marxista Ellen Meiksins Wood escribió una crítica incisiva del estado de la teoría marxista en aquel momento. La ahora tristemente célebre obra de Wood, The Retreat from Class: A New “True” Socialism, fue escrita a finales de los años ochenta, en un contexto social en el que las reformas neoliberales – desde el desmantelamiento de los servicios sociales y el declive del movimiento obrero hasta la desaparición de los partidos socialistas y de masas – ya eran rasgos consolidados de la vida social. En este contexto despolitizado, en el que no parecía vislumbrarse ninguna alternativa al capitalismo, Wood acusó a los teóricos marxistas de apoyarse en una filosofía opaca y de despojar al marxismo de su núcleo radical. Su polémica se centró principalmente en la muy leída obra de 1985, Hegemonía y estrategia socialista, de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Este texto pretendía reajustar fundamentalmente la estrategia socialista para un mundo postsoviético sintetizando conceptos filosóficos surgidos de la teoría francesa y el marxismo althusseriano durante los años sesenta y setenta. Inspirándose en Althusser y en una mezcla de teoría francesa, postestructuralismo y psicoanálisis lacaniano, Laclau y Mouffe dejaron de entender la clase como una cuestión de explotación vinculada a las relaciones de trabajo productivo y pasaron a entender la clase y la subjetividad política en relación con el discurso y el lenguaje. Pero no fue sólo la ecléctica terminología filosófica y académica que introdujeron de contrabando en el pensamiento marxista lo que resultó problemático en opinión de Wood. Fue la forma en que Laclau y Mouffe, junto con Nicos Poulantaz y otros “posmarxistas”, habían alterado gravemente, si no irreparablemente, los principios fundamentales del marxismo. La tesis más perjudicial que propuso esta constelación de pensadores fue la noción de que no hay nada en la lógica del capitalismo que determine el desarrollo de una clase obrera unida.2 Esta nueva era de teóricos “post”– marxistas había retrocedido a lo que Marx y Engels llamaron el “verdadero socialismo” en el Manifiesto Comunista. Los llamados “verdaderos socialistas” de la época de Marx y Engels eran socialistas de la intelectualidad revolucionaria como Bruno Bauer y Moses Hess, que desarrollaron concepciones filosóficas abstractas del socialismo desvinculadas de los intereses de la clase obrera. 2 Wood, Ellen-Meiksins. The Retreat from Class: On The New True Socialism. Verso Books, 1996, pág. 179. 2 Reseña de “Comunismo y estrategia” de Isabelle Garo Han pasado treinta y cinco años desde la publicación de la polémica de Wood. Aunque el estado actual de la teoría marxista suele quedar relegado a las revistas y conferencias académicas, sería injusto juzgar la teoría posmarxista como completamente desconectada de las luchas prácticas de la izquierda. Al contrario, muchos teóricos marxistas – tanto si adoptan el apelativo a menudo peyorativo de “posmarxistas” como si no – han contribuido a dar forma a las estrategias y las ideas de los movimientos políticos de la izquierda. La serie Imperio de Antonio Negri y Michael Hardt tuvo una gran influencia en las tácticas de los movimientos de protesta altermundistas de principios de la década de 2000, y las ideas de Laclau y Mouffe resultaron fundamentales para las luchas antiausteridad y populistas de izquierda posteriores a 2008. Gran parte de las tácticas retóricas de la izquierda durante este tiempo, desde el eslogan populista de izquierda de Occupy Wall Street “1% contra el 99%”, hasta las coaliciones políticas democráticas de Syriza en Grecia y PODEMOS en España, fueron articulaciones de un método laclauiano de política. Pero con la derrota de estas coaliciones de gobierno, combinada con la derrota de Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, y mezclada con un mundo post–COVID en el que las agitaciones obreras y la militancia sindical son ascendentes, el estado de la teoría marxista se merece otra sacudida. La obra recientemente traducida de Isabelle Garo, Comunismo y estrategia: Repensar las mediaciones políticas, salió a la venta en la primavera de 2023,3 en medio de las mayores revueltas obreras que ha vivido Francia en décadas. Garo es una filósofa comunista cuya obra es menos conocida en contextos angloamericanos que en Francia. Su trabajo examina el legado de la filosofía francesa de los años sesenta y setenta y su interacción, a menudo idiosincrásica, con la teoría y la práctica marxistas y comunistas contemporáneas. El trabajo más sustancial de Garo anterior a Comunismo y estrategia se titula Foucault, Deleuze, Althusser & Marx; en él sostiene que el marxismo althusseriano ha dado lugar a una generación de filósofos marxistas que han contribuido a la despolitización de la práctica marxista.4 El legado de Althusser es responsable de que el marxismo se haya vuelto demasiado filosófico. Al tiempo que proscribía una nueva concepción politizada de la lucha, ésta permanecía alojada enteramente dentro de la teoría y la filosofía. La obra original, en francés, titulada Communisme et stratégie, fue publicada en 2019 por Éditions Amsterdam. Puede adquirirse en: http://www.editionsamsterdam.fr/communisme-et-strategie/ [N. del t.] 4 Garo, Isabelle. Foucault, Deleuze, Althusser & Marx – La politique dans la philosophie. Démopolis: París, 2011. 3 3 Daniel Tutt Los discípulos de Althusser, desde Jacques Ranciére, Étienne Balibar y Alain Badiou, hasta figuras más conocidas como Michel Foucault y Gilles Deleuze, siguen siendo pilares y piedras de toque de la teoría marxista contemporánea. En la lectura de Garo, Althusser se erige como el pensador marxista preeminente del que este surtido de luminarias de la teoría francesa extrajo su comprensión del marxismo. En la lectura de Garo, Althusser declaró, simultáneamente, la derrota del marxismo y ofreció una dirección completamente renovada que el marxismo debe tomar, una en la que la comprensión filosófica del antagonismo ya no se basa en un relato hegeliano de la mediación. En particular, Althusser incorporó una concepción psicoanalítica de los antagonismos sociales que bebe del psicoanalista francés Jacques Lacan. Se basó en particular en la idea de “sobredeterminación”, un concepto en el que las contradicciones sociales y políticas se conciben como irreductiblemente complejas y generadas por múltiples factores, en lugar de analizarse como formas compuestas por una unidad causal. En su polémica con el estalinismo francés, Althusser declaró la derrota del marxismo y procedió a una importante revisión de la teoría y la práctica marxistas. En particular, esta revisión alejó al marxismo del humanismo y el hegelianismo y lo acercó a un nuevo fundamento científico basado en la tradición epistemológica francesa. Pero Garo argumenta que esta revisión contribuyó a un alejamiento de un punto de apoyo en la crítica de la economía política y alejó la práctica marxista del compromiso con los sindicatos y las organizaciones políticas. La concepción de Althusser de la “práctica teórica”, o los medios por los que el teórico llega al conocimiento científico, ha contribuido a una politización de la filosofía dentro de la práctica marxista. Sin embargo, al desenfatizar la centralidad de la crítica de la economía política, Althusser despolitizó aspectos centrales de la lucha práctica centrados en el trabajo. Es con este escepticismo hacia el legado del marxismo francés con el que debe evaluarse la última obra de Garo, Comunismo y estrategia. El libro no debe entenderse como un estrecho tratado polémico contra la teoría posmarxista. La primera mitad del libro es un análisis comparativo de tres teóricos posmarxistas radicalmente divergentes: Alain Badiou, Ernesto Laclau y Antonio Negri. Aunque incompatibles entre sí, cada uno de ellos son pensadores marxistas distinguidos y populares que han hecho contribuciones cruciales al pensamiento marxista. En los cuatro primeros capítulos, Garo se centra en lo más novedoso de las aportaciones de estos autores al pensamiento marxista. En el caso de Badiou, se trata de la cuestión del Estado y el partido; Laclau es un pensador de la estrategia 4 Reseña de “Comunismo y estrategia” de Isabelle Garo revolucionaria, aunque en términos radicalmente revisados respecto a aquellos en los que Marx teorizó la revolución; Negri es un pensador de las condiciones cambiantes del trabajo y la propiedad. Los capítulos restantes del libro se refieren al singular enfoque de Garo para leer a Marx a través de una teoría de lo que ella llama “estrategia”, o un estudio de lo que permite “la construcción colectiva de un proyecto de transformación general, movilizador y radical por parte de los explotados y los dominados”.5 Pero antes de considerar las prescripciones de Garo para un marxismo político revitalizado, primero debemos volver a su lectura original de Laclau, Badiou y Negri, ya que no es exactamente la lectura de Wood. La obra de Isabelle Garo examina el legado de la filosofía francesa de los años sesenta y setenta y su interacción, a menudo idiosincrásica, con la teoría y la práctica marxistas y comunistas contemporáneas. DESVINCULAR AL PROLETARIADO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA MARXISTA Una afirmación central de Hegemonía y estrategia socialista, de Laclau y Mouffe, es que el fracaso del comunismo implica que la idea misma de socialismo también ha quedado desacreditada. Esto significa que prácticamente todo en la teoría marxista puede ser devuelto a la mesa de dibujo y evaluado de nuevo. Para comprender la radicalidad de las revisiones de Laclau y Mouffe del pensamiento marxista, Garo muestra de forma convincente que no se trataba de revisiones inspiradas principalmente en análisis empíricos nacidos del auge del capitalismo neoliberal y la caída de la URSS. La radicalidad de su revisión del pensamiento marxista se descubre en la obra anterior de Laclau, Política e ideología en la teoría marxista, publicada en 1977. En esta obra, Laclau comenzó a alejarse de lo que consideraba una visión del mundo fundamentalmente reduccionista de clase en el propio pensamiento de Marx y en el posterior marxismo del movimiento obrero. Equipado con las ideas epistemológicas de la filosofía francesa y prestando especial atención a los conceptos psicoanalíticos lacanianos, Laclau trató de hacer del marxismo una teoría que, como cualquier otra teoría, debe estar “sujeta a la exigencia de una coherencia construida más que a la de 5 Garo, Isabelle. Communism and Strategy, trad. Gregory Elliott, Verso Books: Nueva York, 2023, pág. 4. 5 Daniel Tutt un conocimiento verificable”.6 En su opinión, las ideas marxistas se aclaran mediante sus propias reglas internas y formales de construcción y Garo sostiene que esto tiene el efecto práctico de que la ideología ya no necesita “relacionarse con los intereses de clase o las lógicas objetivas”.7 En esta primera intervención, Laclau rechaza tanto la afirmación de un antagonismo básico entre capital y trabajo como la noción de que el capitalismo pueda interpretarse como un modo de producción. Al plantear que no existe un antagonismo básico entre el capital y el trabajo, propone una explicación de la sociedad contemporánea como un estado continuo de desequilibrio ontológico. A lo largo de su obra, Laclau acaba adoptando una concepción populista de la política que se basa en el controvertido concepto de lo político del jurista alemán Carl Schmitt, una posición que sostiene que la política está neutralizada por la esfera social. En consecuencia, el poder social de la retórica y el discurso se convierten en la preocupación central del pensamiento político posterior de Laclau. Laclau hace de la coordinación de demandas sociales heterogéneas de una serie de movimientos sociales vagamente izquierdistas la principal tarea de la política; a continuación, aspira a la conversión y organización de estos grupos de identidad social en coaliciones democráticas más radicales. Este marco político exige de manera importante una nueva vocación del intelectual de izquierdas que, como hemos señalado anteriormente, ha sido muy influyente en la izquierda tanto en el periodo altermundista de principios de los noventa como en el giro posterior a 2008 hacia la antiausteridad y el populismo de izquierdas. El intelectual laclauiano no es un analista crítico de las condiciones materiales, sino un conductor y esloganista al servicio de bloques coalicionales que incluyen una panoplia de causas, desde ecológicas, antirracistas y obreras, hasta feministas, etcétera. Habiendo abandonado el principio central de Marx de que la fuerza de trabajo es una mercancía que debe ser abolida, Laclau amplía la base de las reivindicaciones izquierdistas mediante una concepción del proletariado ampliamente ligada a una idea de los desvalidos o la “plebe”. Sobre la base de estas revisiones significativas de los principios marxistas fundamentales relativos a la comprensión del capital y el trabajo, Laclau ha sido acusado a menudo de caer en una posición posmodernista. Aunque Laclau cree en el poder del discurso en la configuración de las identidades políticas, dota al poder del 6 7 Garo, Communism and Strategy, pág. 61. Ibid., pág. 61. 6 Reseña de “Comunismo y estrategia” de Isabelle Garo discurso de lo que Garo llama acertadamente un “poder casi demiúrgico” una vez que se encarna. Por lo tanto, las acusaciones de que Laclau es un posmodernista que de alguna manera se somete a una concepción fundamentalmente ilusoria de la realidad es una acusación que no describe con precisión su trabajo. Aunque Laclau ha hecho importantes contribuciones a la estrategia radical de la izquierda, sostiene problemáticamente que el capitalismo es fundamentalmente intrascendible. Por lo tanto, Laclau no sólo abandona una explicación de clase entendida en términos de relaciones de dominación y explotación, sino que su idea central del poder hace que la perspectiva de lo que puede lograr una coalición de gobierno populista de izquierda cargada retóricamente sea fundamentalmente confusa. La obra de Laclau nos deja con lo que Garo denomina “una hiperpolítica, aislada de la realidad de la explotación, la injusticia social y todas las formas de dominación”, es decir, una política “basada nada más que en sí misma”.8 En la obra de Alain Badiou encontramos una confrontación y reelaboración igualmente creativas del pensamiento marxista; pero, a diferencia de Laclau, Badiou insiste en un rechazo sistemático de la participación en elecciones, sindicatos y otras instituciones capitalistas. Badiou propone un marxismo del siglo XXI radicalmente renovado en el que los militantes comunistas deben sustraer su actividad de la maquinaria de las instituciones políticas dominadas por el capitalismo, una posición inspirada en la crítica de Mao a la representación burocrática. Garo lee el pensamiento político de Badiou como un arma de doble filo para el marxismo contemporáneo: si bien realiza importantes contribuciones al comunismo en los ámbitos del partido, el Estado y la estrategia revolucionaria, su pensamiento es también voluntarista y abstractamente desconectado del mundo de las instituciones existentes. Este retrato de Badiou corre a veces el riesgo de caer en los mismos tópicos en los que cayó el mentor de Garo, el pensador comunista Daniel Bensäid, en su análisis de Badiou como voluntarista teológico.9 A veces, Garo descuida la inmensidad de la obra de Badiou y las múltiples lecturas que se pueden extraer de ella, incluyendo incluso una crítica de la economía política. Garo no presta mucha atención a las formas en que la filosofía de Badiou está informada por la firme declaración de que nuestro momento histórico es “post– leninista”, una teoría que deriva de la actividad militante política local con un grupo Ibid., pág. 84. Bensäid, Daniel, “Alain Badiou and the Miracle of the Event” en Think Again: Alain Badiou and the Future of Philosophy, Peter Hallward (ed.), Continuum: Londres, 2004. 8 9 7 Daniel Tutt que cofundó llamado Organisation Politique, que organiza a los trabajadores inmigrantes, los sans papier, o “los sin papeles” en la sociedad francesa. Y sin embargo, a pesar de todas sus reservas con respecto a la incapacidad de Badiou para pensar la economía política – la misma acusación que lanza contra su mentor, Althusser –, Garo considera que la obra de Badiou es incisiva y radical, especialmente en un contexto de ideología neoliberal que parece haber minado cualquier determinación de que surja una alternativa al capitalismo. Desde principios de la década de 2000, los libros de Badiou gozan de gran popularidad y a menudo se le cita entre los tres filósofos más importantes del mundo. Tras la crisis del sistema capitalista provocada por la gran recesión de 2008, las obras de Badiou han atraído a la izquierda, que aspira a una concepción revitalizada del comunismo, como la que encontramos en La hipótesis comunista y El renacimiento de la historia, textos que abordan la Primavera Árabe y el Movimiento de las Plazas. Entre los pensadores marxistas actuales, Garo escribe que Badiou es “el único teórico que propone una visión negativa de las instituciones, de los partidos en su conjunto y de las movilizaciones en curso, lo que en un mismo movimiento contribuye a amplificar la tendencia a la despolitización y a alimentar el espíritu de rebelión”.10 Aunque Badiou insiste en separar la política de las cuestiones sociales, esta postura tiene como consecuencia la despolitización de su idea más amplia del comunismo. En la obra de Badiou, “las cuestiones de la alienación social de los productores y las relaciones sociales de sexo y raza” están ausentes y esta separación da lugar a una paradoja en la que su pensamiento acaba vinculando la tradición liberal con el maoísmo.11 En lugar de impugnar activamente la hegemonía liberal dentro de las instituciones sociales y pensar esa relación de forma mediada – como Garo lee que hace Marx –, el enfoque sustractivo de Badiou acaba siendo involuntariamente cómplice de las formas liberales de poder, precisamente porque su enfoque se caracteriza por negarse a impugnar las instituciones liberales. Es este fracaso a la hora de mediar el radicalismo comunista con las instituciones políticas existentes lo que lleva a Garo a articular una teoría de la mediación en los últimos capítulos de su libro. Aunque la política de Badiou insiste en una sustracción de la política representativa, su obra tiene el mérito de mantener viva una llama de radicalismo al politizar la idea del comunismo en medio de un periodo de triunfo 10 11 Garo, Communism and Strategy, pág. 51. Ibid., pág. 42. 8 Reseña de “Comunismo y estrategia” de Isabelle Garo neoliberal y de desempoderamiento de la izquierda. Así pues – aunque Garo se olvida de debatir cómo la filosofía de Badiou ha influido en movimientos políticos como el Movimiento de los Moradores de las Chozas, conocido como “Abahlali base Mjondolo” en Sudáfrica, o las formas en que Badiou influyó en el militante congoleño Ernest Wamba dia Wamba – como se ha señalado, extrae ideas útiles sobre algunas deficiencias teóricas específicamente implicadas en la aplicación del pensamiento de Badiou a la práctica política en general. Aunque Badiou difiere profundamente de Laclau en su negativa a comprometerse con las instituciones capitalistas y parlamentarias, ambos pensadores comparten una concepción general del proletariado como desvinculado de las relaciones de trabajo productivo y explotación. Al igual que Wood, Garo señala cómo el abandono de las cuestiones concretas del trabajo, la explotación y la dominación redefinen la política de ambos como local y experimental (en el caso de Badiou) e hiperpolítica (en el caso de Laclau). Aquí se nos presenta la novedad del trabajo de Garo: muestra cómo el ecosistema intelectual de la filosofía francesa de los años setenta ha contribuido a una refundición del proletariado moderno que lo aleja de la clase obrera como agente revolucionario de la lucha socialista. Por ejemplo, la concepción de Badiou de la clase obrera en Europa y Estados Unidos se considera ya integrada y pacificada en el sistema capitalista. Laclau mantiene una posición similar sobre la clase obrera, pero su posición se deriva de un rechazo principalmente teórico de Marx y del movimiento obrero histórico supuesto reduccionismo de clase.12 En el tercer capítulo, “Teorías de lo común, o la transición permanente”, Garo evalúa al filósofo marxista italiano Antonio Negri prestando especial atención a su serie Imperio en tres volúmenes, coescrita con el filósofo estadounidense Michael Hardt. Aunque estas obras han contribuido sin duda a una idea revitalizada de la política radical, Garo demuestra convincentemente que se basan en posiciones teóricas dudosas y contradictorias. Inspirándose en la idea de biopolítica de Michel Foucault, que sostiene que la política y la producción se han fusionado de tal forma que el capitalismo ya no organiza la producción, Hardt y Negri sostienen que el capitalismo contemporáneo ya no es una relación vertical con una figura de autoridad basada en una relación contractual. Las antiguas formas de soberanía del Estado–nación se han derrumbado y han dado paso a un capitalismo descentralizado y desterritorializado. 12 Ibid., págs. 48–49. 9 Daniel Tutt Hardt y Negri refunden y redefinen el proletariado de Marx como poseedor de una actividad cooperativa y social, y dotan con optimismo a esta clase emancipadora, “la multitud”, de la capacidad de destruir la distinción tradicional entre luchas económicas y políticas.13 Aunque a la multitud se le encomienda esta nueva agenda liberadora, Garo muestra convincentemente que el poder de la multitud se debe paradójicamente a los compromisos de Negri con la tradición del marxismo operaísta italiano. El operaismo italiano (o “marxismo obrerista”) propuso la tesis de que la clase obrera es el motor de los avances y cambios capitalistas. Sin embargo, cuando esta tesis se combina con la tesis biopolítica de Foucault, que suprime las relaciones de clase, la multitud se considera desvinculada de las relaciones de explotación y trabajo productivo. Negri y Hardt se alinean así con Laclau y Badiou, aunque desde puntos de influencia teórica completamente distintos, al rechazar la idea del proletariado entendido como relaciones de explotación y trabajo productivo. El quid del argumento de Hardt y Negri es que el trabajo inmaterial, principalmente el cognitivo y el de servicios, ha llegado a generalizarse en el capitalismo contemporáneo y esto ha dado paso a un potencial liberador para la acción cooperativa entre estos sectores de trabajadores. Pero en un cuidadoso estudio de sus teorías de lo común en Commonwealth, el tercer volumen de la serie Imperio, Garo muestra que la base de su idea de revolución se vuelve disparatada y, en última instancia, corre el riesgo de una base tecnocrática en lugar de democrática. Al igual que Laclau, Hardt y Negri no buscan una ruptura con el capitalismo, sino que pretenden abrazar “las tendencias en marcha en lugar de luchar contra ellas en vano”.14 El resultado es una teoría de la revolución en la que, paradójicamente, la revolución ya ha ocurrido y ya se ha realizado. En conjunto, las críticas de estos teóricos resuenan poderosamente en el contexto de nuestra situación política actual. Estamos siendo testigos de los estruendos de la agitación de la clase obrera y los movimientos basados en los trabajadores en el trabajo y la insurrección, desde los gillets jaunes, o el movimiento de los chalecos amarillos en toda Francia, a las manifestaciones masivas en respuesta a las reformas de pensiones de Emmanuel Macron en toda Francia, a las huelgas de sindicalización de los servicios públicos en los Estados Unidos, por nombrar solo los ejemplos más visibles. Los teóricos marxistas deben hacer frente a esta creciente militancia de la clase obrera o arriesgarse a una regresión continua en lo que Garo llama acertadamente una 13 14 Michael Hardt y Antonio Negri, Empire, Cambridge: Harvard University Press, 2000, pág. 56. Garo, Communism and Strategy, pág. 95. 10 Reseña de “Comunismo y estrategia” de Isabelle Garo “hiperpolítica, aislada de la realidad de la explotación, la injusticia social y todas las formas de dominación”.15 Garo pretende refundar la política comunista con la fuerza laboral en el centro. LA ESTRATEGIA MARXISTA DE GARO A diferencia de la crítica más aguda de Wood al posmarxismo, Garo consigue extraer los puntos fuertes del trabajo de estos teóricos y aplicarlos a su propia concepción original de un marxismo político revitalizado. Los capítulos 4 a 6 intentan establecer una concepción del marxismo político que sitúe el concepto de estrategia en el centro mismo del análisis. La estrategia se define no sólo como un método de lectura de la lucha de clases en el que el comunismo se piensa más allá de las formas de ganar simplemente el poder de la clase obrera, sino también como un medio para escapar activamente del control del Estado y reapropiarse de dominios clave de la existencia social. Frente a la negativa postmarxista a pensar la fuerza de trabajo en su dimensión subjetiva como una forma relevante de alienación que hay que superar, Garo busca refundar la política comunista con la fuerza de trabajo en el centro mismo. El comunismo debe preocuparse por la conquista del poder y el objetivo de lograr el control obrero sobre el modo de producción. Con la orientación estratégica, el comunismo debe interrogar tres áreas de la vida política: la democracia y la gobernanza, las áreas superpuestas de emancipación (luchas antirracistas, ecológicas, feministas y antifascistas), así como el trabajo. Contra Laclau, las demandas que surgen de estos ámbitos de la vida social no deben abordarse con un marco estrechamente social, sino con un objetivo político que mantenga la centralidad del trabajo en cada uno de estos lugares de lucha. Para llevar este argumento a su terreno, Garo ofrece una lectura del compromiso de Marx con las luchas prácticas en su propia época, desde la década de 1840 hasta la Comuna de París y sus consecuencias en la década de 1870, pasando por sus reflexiones posteriores sobre el poder estatal en la Crítica al Programa de Gotha. Garo evita el compromiso althusseriano con una ruptura epistemológica, que supuestamente se produjo en el paso de un Marx joven al Marx más maduro de El 15 Ibid., pág. 84. 11 Daniel Tutt Capital, mostrando las formas en que Marx mantuvo un enfoque consistente en la mediación estratégica revolucionaria a lo largo de su obra. Esto significa que, a nivel filosófico, el compromiso de Marx con el universalismo ilustrado debe vincularse a su temprano proyecto de comunismo, pensado como la reapropiación de la propiedad y la riqueza. Esta orientación pensada como un universal concreto situado en el nivel de los individuos sociales y su actividad sigue siendo una orientación constante a lo largo de la vida de Marx.16 El enfoque estratégico se encuentra en la concepción temprana del comunismo de Marx, anterior a 1848, y comienza a madurar inmediatamente después de la Comuna de París de 1871, en particular en su obra La guerra civil en Francia. En esta obra, Marx comienza a teorizar que cualquier futura revolución socialista necesita priorizar primero el objetivo político de ganar tiempo libre para la toma de decisiones autónoma y colectiva entre la clase obrera. La actividad comunista implica un proceso de lucha revolucionaria en el que la clase obrera gana poder político y se reapropia activamente de todas las áreas de la existencia social proletaria a través de la cultura, las instituciones democráticas y el trabajo. Esta visión estratégica sigue siendo coherente en el comentario de Marx, Crítica al Programa de Gotha, donde argumenta que la toma del poder estatal por parte de la clase obrera y la transición al comunismo se entienden mejor como un proceso que ocurre dentro de las formas estatales tal como son, y como un movimiento que está continuamente refundiendo la propia política.17 La estrategia implica el proceso de triangulación de la construcción de mediaciones políticas que incluye formas de movilización y organización, programas y proyectos políticos, y la reconstrucción de una cultura de oposición común asociada a formas rediseñadas de existencia social.18 Es importante destacar que el comunismo no es completamente reducible a la perspectiva estratégica, dado que también es el heredero del orden social cuya abolición pretende promulgar. Así pues, la revolución no debe interpretarse como una reconciliación fusional de la sociedad consigo misma, sino como una reapropiación política; una práctica que continúa después de que la clase obrera tome el poder. Aunque los contornos de cómo debe producirse este movimiento de reapropiación no se articulan completamente en Comunismo y estrategia, Garo apunta algunas ideas sobre cómo podría pensarse. Ibid., pág. 146. Ibid., pág. 200. 18 Ibid., pág. 221. 16 17 12 Reseña de “Comunismo y estrategia” de Isabelle Garo Y lo que es más interesante, este movimiento reclama una nueva forma de razón práctica que sea capaz de realizar y llevar a cabo esta reapropiación colectiva a gran escala de los medios de producción. Para articular esta idea, Garo recurre a Antonio Gramsci, el pensador marxista que también influyó profundamente en Laclau y otros posmarxistas. Pero Garo invoca a Gramsci como un pensador más antagónico a las instituciones liberales de lo que los pensadores posmarxistas han tendido a pintarlo. El proceso de reapropiación no debe producirse en el ámbito de las economías alternativas, como defiende el sociólogo marxista Erik Olin Wright, sino en la agitación política militante.19 La reapropiación debe evitar esta trampa tecnocrática del mismo modo que debe evitar la trampa libertaria que han adoptado movimientos de extrema izquierda como el movimiento de asamblea ciudadana Nuit debout. El marxismo político de Garo se propone ampliar la escala y las tácticas de la confrontación social, para incluir la politización de ámbitos superpuestos de emancipación y lucha política dentro de la esfera de las instituciones democráticas. Aunque Garo no se opone a la política electoral, está atenta a la forma en que el electoralismo conduce a menudo a la despolitización y a la inercia organizativa de la izquierda. La visión de Garo exige que la actividad comunista parta de las luchas existentes, especialmente las luchas feministas, ecológicas y antirracistas en las formas que adopten dentro de las organizaciones existentes, aunque las instituciones burguesas sean directamente responsables de perpetuar y distorsionar lo que está en juego en estos conflictos. Aunque los planteamientos comunistas deben comprometerse y mediar en las luchas populares con las instituciones existentes, también deben abordar la discordia que los discursos identitarios, antiesencialistas y pseudouniversalistas provocan en la izquierda. La actividad política comunista debe verse a sí misma como capaz de articular la forma en que las luchas antirracistas, por los derechos de género, ecológicas, feministas y antifascistas están vinculadas a la explotación, a las formas de dominación y, específicamente, a la fuerza de trabajo. Cualquier renovación del marxismo político debe proponerse la tarea de vincular continuamente estas luchas con las relaciones sociales capitalistas y su reproducción social. Palabras clave: Althusser, Reseña de libros, Hardt, Laclau, Mouffe, Negri, Filosofía DANIEL TUTT es autor de “Psychoanalysis and the Politics of the Family”, de la Palgrave Lacan Series, y de la próxima “How to Read Like a Parasite: Why the Left Got High on Nietzsche” con Repeater Books. 19 Ibid., pág. 240. 13