Carta de renuncia Yo, Díaz Jonathan, trabajador del área de mantenimiento, le digo a usted Sr. Veracruz encargado de esta área que renuncio a mi cargo. Agradezco que el contrato se haya extendido por más de 10 años. Ser el limpiador del año me ha abierto ofertas en la transnacional de esta compañía; pero no me gusta dirigir, solo limpio, y con muchas ganas. El motivo no es debido a la empresa, sino personal. Como ya he mencionado, estoy satisfecho por haber trabado aquí, y haber dejado tan limpios los cuartos y muebles que más que nuestros reflejos en ellos pueden verse sus esencias. Sin embargo, me ha ocurrido un mal, uno que aqueja a los grandes hombres, si bien recuerdo mi paso por la universidad; pero yo no soy uno, porque no me he entregado a la vida melancólica, solo quiero cambiar de aires. Hasta el párrafo anterior puede mostrarlo a la empresa, Sr. Veracruz, porque desde aquí le cuento un poco de mí. Estoy yéndome de Lima a una provincia donde viven mis abuelos, sé que el grupo de limpieza solicitarán los datos, pero no quiero ver a nadie. Ayer en la tarde lo pensé bien. Ha muerto mi padre, y desde hace una semana no he estado tan tranquilo como ayer en la tarde. ¿Sabe?, por él me hice conserje, y pensé que con su muerte acabaría mi carrera. Mi padre murió, pero ayer vi una mancha en mi vaso con agua. Mi agua cristalina era atravesada por una mancha de comida de ayer. No pude lavar bien el vaso. Y no sabe cuántas lágrimas he acumulado. En fin, él murió, y sin él, sin el trauma, ya no sirve de nada cargar con este oficio.