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Don Quijote en la filosofía de María Zambrano

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Don Quijote en la filosofía de María Zambrano
Young-Woo N a m
Univ. Hankuk de Estudios Extranjeros
I. Introducción
Como suele ocurrir con las obras inmortales de la literatura universal, Don
Quijote
ha sobrevivido el paso del tiempo al tener varias vidas con interpretaciones renovadas
a lo largo de la historia. D e las variadas lecturas surgidas en tomo a la obra cervantina,
una que apareció a principios del siglo X X se podrá considerar "muy propiamente
española": por un lado, se trata de una reivindicación llevada a cabo por iniciativa
española (mientras que los rescates más resonantes del Quijote solian venir a mano
de los estudiosos o teóricos extranjeros); por otro, esta nueva interpretación del Quijote
está en estrecha relación con la llamada "alma de España". N o s referimos a la aportación
de Miguel de Unamuno, que se publicó, entre otros, bajo el título de la Vida
Don
Quijote
y
de
Sancho.
La lectura del Quijote que nos ofreció Unamuno pronto se vería continuada, aunque
con matices diferentes, por otros pensadores españoles c o m o Orteta y Gasset o María
Zambrano. En el caso de Ortega y Gasset, el primer libro que publica en 1914 el
entonces j o v e n
filósofo
lleva por título Meditaciones
del Quijote
y contiene unas
ideas m u y sugerentes en relación con el futuro perfil de su pensamiento. En cuanto
a María Zambrano, su interés por la figura cervantina no queda cristalizado en ningún
volumen monográfico, pero algunos de sus escritos sí son suficientes para dejarnos
constancia de dicho interés.
En las páginas que siguen, vamos a ocuparnos de esta última autora en un intento
de revisar sus enunciados sobre El Quijote
estas reflexiones
pensamiento
e indagar por su significado. Y a que
se hallan estrechamente relacionadas con el despliegue de
filosófico,
empezaremos por dibujar un esquema somero de la
su
filosofía
de nuestra autora.
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II. Estructura de la filosofía de María Zambrano
A nuestro modo de ver, una de las claves para adentrarnos en el mundo
filosófico
de María Zambrano nos la ofrece su toma de postura frente a la razón. Para Zambrano,
la razón ha sido un instrumento fundamental para el desarrollo de la civilización
occidental. Desde la eclosión de la filosofía griega, y también a partir del advenimiento
del Cristianismo, con el anuncio de su logos ("En el principio era el verbo."), la
razón "seguía en pie c o m o último raíz del universo". Zambrano no ignora que la
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razón ha tenido que luchar constantemente, desde la época de Parménides hasta llegar
al m i s m o Hegel, para asegurarse el territorio que defiende. Pero el predominio de
la razón ha sido indiscutible a lo largo de la historia y su poder apenas se vio disminuido
aún en los tiempos de signo aparentemente contrario.
Para explicar uno de los triunfos decisivos de la razón, Zambrano cita unos pasajes
de La República
filosófico
de Platón. Según éste, una de las fuerzas que originan el pensamiento
se puede definir c o m o la violencia. A saber, cuando el ser humano siente
admiración ante los espectáculos del mundo exterior, necesita salir de este embeleso
a través de un desgarramiento forzado o violento para comprender el fenómeno que
acaba de presenciar. Para esclarecer el secreto de su pasmo extático, el hombre debe
distanciarse de su emoción inicial y empezar un camino de captura de lo que está
escondido detrás de la apariencia superficial. Es éste el camino que toma el
2
filósofo
para llegar a la cara oculta del objeto, es decir, la cara verdadera según su punto
de vista. Mientras que la admiración es una sensación instantánea y fugitiva, lo que
el
filósofo
busca es algo estático, duradero y ordenado: es decir, se busca el frío
saber intelectual alejándose del delirio emocional.
A l otro lado de la figura del
filósofo,
está la del poeta, el que se mantiene
fiel
a la primera impresión del éxtasis. El poeta vive fascinado por las apariencias
momentáneas de las cosas, que el filósofo rechaza por ser engañosas. Para Platón,
pues, el poeta es propagador de fantasías e ilusiones falsas, por lo cual deberá ser
expulsado de su República. C o m o recuerda Zambrano, la taxativa condena de Platón
a los poetas significa otro triunfo decisivo de la razón, en el camino de búsqueda
de la verdad, en detrimento del sentimiento.
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Para nuestra autora, sin embargo, la segregación de la sensibilidad poética supone
un grave error que obstaculiza el acceso al conocimiento total. La vida del hombre
se rige por las leyes de la razón, pero al m i s m o tiempo se somete a las leyes de
la pasión. En otras palabras, hay algo en el hombre que no es razón. Por lo tanto,
cuando el filósofo se apoya exclusivamente en la razón para establecer el orden del
universo, c o m o de hecho ha ocurrido en la historia occidental, corre el riesgo de
ofrecer unas verdades a medias o mutiladas.
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Para la autora de Filosofía y poesía,
la crisis de la civilización europea contemporánea
viene originada del predominio tradicional de la razón en el Occidente. Para conocer
a sí mismo, el hombre occidental siempre se ha apoyado en este instrumento y la
objetividad que se deriva de él. Sin embargo, Zambrano insiste en que la esencia
de la vida concreta del individuo no se clarifique del todo a través de la fría razón.
D e ahí que nuestra autora aboga por una nueva vía del conocimiento
filosófico,
que
más tarde vendrá a llamarse "razón poética".
La "razón poética" es un término que sintetiza el intento zambraniano de aunar
las distintas facultades del hombre para llegar a la percepción íntegra del mundo
exterior, tanto por la vía intelectual c o m o por la sentimental o emocional. Se trata
de rehabilitar la fase de la "admiración" que había sido desechada violentamente
en el proceso del nacimiento del pensamiento, ese pensamiento inteletual a la medida
de la razón. La propuesta de Zambrano es, pues, el fruto de unas reflexiones de
marco muy amplio que se remonta al mismo origen del discurso filosófico occidental.
Más tarde, la filosofía de Zambrano seguirá su camino hacia un terreno místico
religioso. Pero esta evolución no significaría un cambio de rumbo de su doctrina
filosófica.
El misticismo se puede considerar c o m o una culminación del proceso de
la percepción poética, y Zambrano sigue de esta manera su particular búsqueda de
la luz salvadora para el hombre contemporáneo sumergido en la crisis de civilización.
III. Visión de España de María Zambrano
Si la razón fue un eje fundamental en el desarrollo de la filosofía occidental, España
ha consitituido, para Zambrano, un territorio de excepción. A lo largo de su historia,
España fue un país que no g o z ó del poderío de la razón, y su poca contribución
a los grandes sistemas
filosóficos
se ha considerado con frecuencia c o m o un síntoma
de pobreza mental del pueblo español. Este hecho se evidencia aún más en la época
en que la civilización europea entra en su momento aúreo, es decir, la Edad Moderna,
con la marcha triunfal de la ciencia y la
filosofía
racionalistas.
Pero cambiando del punto de vista, la susodicha pobreza mental puede resultar
riqueza espiritual, porque la razón o el pensamiento funcionaría de una manera bien
distina en este país. A este respecto, Zambrano recuerda los dos procesos que intervienen
en la formulación del pensamiento: la "admiración" y la "violencia". El pensamiento
llega a producirse cuando un sujeto se aparta violentamente del encantamiento o
admiración que le engendra el contacto con el mundo exterior. En la mentalidad
del hombre prototipo español, sin embargo, ocurre c o m o si este proceso se detuviera
en la fase de la admiración. A l observar "la peregrina situación de que en la vida
española el pensamiento no aparezca jamás en forma sistemática", María Zambrano
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se pregunta: "No será tal vez que el pensamiento español no sea hijo de la violencia,
sino únicamente de la admiración?" D e acuerdo con esta perspectiva, el español es
una persona que vive sumergida en una especie de "éxtasis en que la vida queda
suspensa y encantada".
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Se trata, pues, de uno de los rasgos peculiares de la vida española que parece
haber quedado desposeída de la capacidad del saber científico europeo. Y es precisamente
de esta pobreza o limitación del conocimiento racionalista donde surge la riqueza
del saber español. Es decir, el pueblo español fracasaría si intentara hacerse racionalista,
pero, en cambio, el español es capaz "de encontrar su equilibrio, de conservar la
fluidez de su vida por la poesía, por el conocimiento poético de las cosas y sucesos".
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Esta forma de llegar al conocimiento supone la restauración de la integridad
cognoscitiva, que estaba perdida desde hace mucho tiempo en la cultura europea.
La aparente "anarquía del pensamiento español" puede aportar una valiosa alternativa
a la civilización moderna porque tradicionalmente el español se ha nutrido de "otros
incógnitos y misteriosos manantiales del saber", en lugar de los grandes sistemas
filosóficos
o grandes principios del conocimiento científico.
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D e esta manera, mientras que los últimos avances de la ciencia y la técnica n o
han podido llevar al hombre a la plenitud vital sino, más bien al contrario, a una
sensación de asfixia y soledad, una "nueva ciencia" puede surgir del conocimiento
poético español para recuperar la integridad del hombre. En este contexto, España
es un país que se perfila, en términos de Zambrano, como "el tesoro virginal dejado
atrás en la crisis del racionalismo europeo".
IV. Reflexiones sobre Don
Los textos literarios reflejan
fielmente
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Quijote
los particulares modos de sentir y pensar
del ser humano, por lo cual siempre se ha servido de un dato primordial para conocer
al hombre. Este papel de la literatura adquiere una capital importancia en el caso
de España porque el español capta la esencia de la realidad a través de la percepción
poética, y no por medio de la abstracción racional. Zambrano es muy consciente
de este hecho cuando indica que el pensamiento español se ha vertido en la literatura
al no tener un desarrollo filosófico sistemático y que la interpretación de esta literatura
es indispensable para el entendimiento de la vida española. D e esta manera, en Zambrano
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las reflexiones sobre las obras de la literatura española se desarrollan paralelas a
su discurso
filosófico
con mucha
frecuencia.
Las deliberaciones más importantes de Zambrano sobre D o n Quijote están recogidas
en su libro España,
sueño y verdad
que se publicó en 1965. En su prólogo, la autora
define el libro como una segunda parte del Pensamiento
y poesía
en la vida
española,
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cuya primera edición data de 1939, donde aparecieron las primeras observaciones
sobre las herencias literarias de su patria. España,
sueño y verdad
se abre con un
apartado dedicado a D o n Quijote, que consiste en los tres artículos titulados: "La
ambigüedad de Cervantes", "La ambigüedad de D o n Quijote" y "Lo que le sucedió
a Cervantes: Dulcinea".
Pero antes de ocuparnos de su contenido, vamos a detenernos brevemente en otro
texto de la autora que salió a luz con anterioridad. Si bien Zambrano apenas se refiere
a la obra cervantina en el Pensamiento
y poesía
en la vida española
salvo menciones
aisladas, hay un artículo suyo de aquel tiempo donde dedica unas líneas bastante
extensas a este tema: "La reforma del entendimiento español" .
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En estas páginas, Zambrano concibe al Quijote como una encarnación de la voluntad.
Es decir, éste es un personaje lleno de voluntad para realizarse a sí mismo infinitamente
y, por lo tanto, destinado ineludiblemente al fracaso. Se trata de una de las ideas
básicas de la autora sobre la figura cervantina, que se irá profundizando con el tiempo.
Sin embargo, la nota particular del artículo la marca el llamamiento a la convivencia
de los españoles. Según Zambrano, una de las virtudes más destacadas de D o n Quijote
es su capacidad de convivencia con Sancho, que es un hombre distinto a él. La
armonía que media entre estos dos personajes manifiesta la "profunda confianza en
el hombre" que lleva por dentro nuestro protagonista. La nobleza de éste, quien "lleva
clara e inequívoca la noción del semejante en el centro de su espíritu", crea en esta
obra un ambiente de mutua confianza y reconocimiento entre los h o m b r e s .
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Esta apreciación de la virtud quijotesca debe ser entendida dentro del propio marco
histórico en que se encontraba Zambrano en aquel entonces. Escritas en plena guerra
civil española, el artículo evidencia el deseo de encontrar la paz y el fin del conflicto
fraticida.
Por eso, no es de extrañar que desaparezcan en los textos posteriors esas
menciones a la virtud convivencial. En todo caso, este escrito demuestra una v e z
más que el desarrollo del pensamiento zambraniano está estrechamente relacionado
con las crisis históricas a las que ella asiste a lo largo de la vida, por una parte,
y también con el profundo amor que siente ella hacia su patria, por orta.
Volviendo a los artículos de España,
sueño y verdad,
las reflexiones sobre la obra
cervantina y su protagonista se mezclan íntimamente con las reflexiones sobre los
géneros literarios y, naturalmente, con las ideas filosóficas zambranianas. A este respecto,
queda claro el paralelismo entre estos enunciados y el libro de Ortega,
del Quijote,
Meditaciones
que Zambrano habría tomado c o m o modelo. Hay que admitir, pues, que
son muchos los puntos de vista que comparte Zambrano con su maestro aunque tampoco
faltarían divergencias.
El punto de partida de las deliberaciones de nuestra autora es el conflicto del Quijote
con los entornos que le circundan. D o n Quijote es un personaje que busca la realización
de su ser enfrentándose con los obstáculos exteriors. Se trata de una de las consabidas
ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Young-Woo NAM. Don Quijote en la filosofía d...
imágenes del héroe trágico, que se ha visto repetidamente a partir de la época romántica
hasta llegar a la Vida de Don
Quijote
y Sancho
de Unamuno.
La novedad que aporta Zambrano consiste en el examen de esta figura bajo el
filtro de su sistema
filosófico.
Zambrano compara al Quijote con los héroes de los
mitos primitivos. Los protagonistas mitológicos difieren de los de la novela por el
hecho de que pertenecen a un mundo "donde todo era posible". Es decir, el mito
es un espacio en el que "los dioses andan mezclados con los hombres"; o sea un
espacio que se caracteriza por "la anchura del mundo sin límite a l g u n o " .
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En este
universo el hombre no existe todavía con una conciencia independizada puesto que
vive bajo el dominio de una cosmovisión sagrada.
En cambio, la novela ha nacido para representar a un mundo que se rige por la
cosmovisión humanizada. Es decir, su espacio está habitado por los personajes que
tienen la clara conciencia de sí m i s m o y de la realidad del entorno. Las aventuras
que se desarrollan en este mundo ya no pueden ir acompañadas de "la inocente fe
de los héroes" antiguos: es que "aquella categoría heroica de que tenía el hombre
en la edad del mito pasa a ser ahora invento, desvarío, novelería".
En El Quijote
12
se pueden encontrar varios testimonios de ese conocimiento a sí
mismo, c o m o cuando el protagonista declara: "Yo sé quién soy". Sin embargo, al
mismo tiempo, D o n Quijote es un personaje que oscila constantemente entre la cordura
y la locura. A qué viene entonces esa cadena de andanzas y desafíos irracionales,
delirios continuos, que encama la figura del Quijote? La interpretación que da Zambrano
a este hecho viene muy estrechamente vinculada al núcleo de su pensamiento
filofófico.
Según Zambrano, el hombre moderno, aun viviendo bajo el dominio de la razón,
no perdería del todo la nostalgia de la edad primitiva que queda reflejada en los
mitos. Es decir, aunque ha adquirido "la naturaleza racional" con el progreso de la
historia, el hombre "conserva siempre algo de la primitiva mezcla sagrada, de la
participación misteriosa y primaria con la realidad t o d a " .
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S e trata de un instinto
oculto que anhela recuperar el conocimiento completo, el cual se logrará a través
de la percepción poética de la realidad.
Para Zambrano, D o n Quijote es un personaje que pertenece, al m i s m o tiempo,
al mundo moderno y al de los héores antiguos míticos: los dos espacios que corresponden,
respectivamente, a la fase racional (cordura) y a la irracional (locura) del protagonista.
Así sus aventuras simbolizan la reivindicación de aquella sensibilidad vital silenciada
en el interior del hombre desde la lejana edad antigua. En este contexto, la búsqueda
de la libertad máxima del Quijote se traduciría como un acto de añoranza a la verdad
íntegra del mundo exterior. A este respecto, resultan m u y significativas las palabras
de la autora quien nos advierte que "un loco es un 'inocente', un ser inspirado por
el que se abre paso a ratos la v e r d a d " .
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D e esta manera, la figura de D o n Quijote
renace una v e z más, ahora c o m o el despertador de la antigua sensibilidad olvidada
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del hombre, quien sólo podrá alcanzar la plenitud vital a través de la unión armoniosa
de sus distintas facultades.
V. A modo de conclusión
C o m o hemos observado hasta ahora, María Zambrano ha seguido muy de cerca
la línea reivindicativa del Quijote trazada por sus inmediatos antecesores: es decir,
la línea interpretativa que surgió con la Generación del 98 a principios del siglo
X X , que procuraba encontrar la clave de la obra cervantina en la indagación de lo
español.
La deuda que tiene Zambrano de sus maestros es tan grande que saltará a la vista
de cualquier lector. Por ejemplo, la autora denota claramente las influencias de Unamuno
en sus argumentos de rechazo al racionalismo y al cientificismo. Asimismo, su forma
de acceder a la figura del Quijote, basándose en la teoría de los géneros literarios,
nos recuerda la metodología empleada por Ortega en Meditaciones
del Quijote.
En
resumidas cuentas, su filosofía de la "razón poética" es un fiel reflejo de los legados
intelectuales que ella ha heredado de estos maestros. Sin embargo, este hecho no
va a aminorar los méritos de su trabajo c o m o pensadora porque tampoco p o d e m o s
negarle el logro de haber ensanchado y enriquecido dichas herencias con su retoque
personal.
Como ocurrió con los hombres de la Generación del 98, María Zambrano ha vivido
un acontecimiento histórico trágico, en este caso la guerra civil de su patria, y ello
habría influido mucho en el desarrollo de su pensamiento filosófico. Esta guerra habrá
podido servir de uno de los motivos a su escepticismo hacia la civilización occidental,
pero ella encuentra también la llave de la salvación en la m i s m a España.
Zambrano concibe el drama de Don Quijote como el drama de la historia de España,
es decir, una historia de los delirios ininteligibles. Es un elogio de ese m o d o de
ser peculiarmente español, que supone la rebelión de la "vida" contra la soberbia
de la "razón". Para concluir, lo que presenciamos con el ejemplo de Zambrano es
una prueba más de que la obra inmortal de Cervantes de nuevo ha servido del espejo
para que sus lectores se miren a sí m i s m o s y encuentren el norte de su vida.
Bibliografía
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María Zambrano,
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Madrid, Trotta, 2000
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Madrid, Endymion, 1996
Barcelona, Anthropos, 1989
NOTAS
María Zambrano, Filosofía y poesía,
1
Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2001, p.
15
2 Ibid., pp. 16-17
3 Ibid., p. 39
María Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, Madrid, Endymion, pp.
26-27
5 Ibid., p. 50
María Zambrano, Senderos, Barcelona, Anthropos, 1986, pp. 89
María Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, op. cit., p. 23
8 Ibid, p. 47
El artículo se publicó en 1937 en la revista Hora de España. Citamos por la edición
de Senderos, Barcelona, 1989, Anthropos, donde está recogido el artículo.
María Zambrano, Senderos, op. cit., p. 98
María Zambrano, España, sueño y verdad, Barcelona, Edhasa, 2002, pp. 24-25
12 Ibid., p. 31
13 Ibid., p. 27
1 Ibid., p. 42
4
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