Subido por Carlos A. del Bosque

La labor de las Misiones Pedagógicas en la provincia de Valladolid (1931-1934)

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LA LABOR DE LAS MISIONES PEDAGÓGICAS EN LA PROVINCIA DE
VALLADOLID (1931-1934)
Carlos A. del Bosque
Universidad Rey Juan Carlos
[email protected]
Resumen
La proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931 trajo consigo
vientos de cambio para la gran masa de población española que había visto tradicionalmente vedado su acceso a la educación y la cultura. Apenas mes y medio después
de la instauración del nuevo régimen, un Decreto del Gobierno Provisional creaba
el Patronato de Misiones Pedagógicas con el encargo específico de “difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas
y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural.”
La Provincia de Valladolid, con un índice de analfabetismo general que afectaba
a alrededor del 35% de sus algo más de trescientos mil habitantes, se convirtió en
objetivo de algunas de las medidas emprendidas por el Patronato, beneficiándose
del enorme esfuerzo de difusión cultural emprendido por el nuevo gobierno republicano.
Este estudio pretende, primeramente, realizar un acercamiento a la forma en que
se desarrollaron las Misiones Pedagógicas, centrándose después en la descripción y
análisis de la actividad misional que tuvo lugar en tierras vallisoletanas entre 1931 y
1934.
Palabras clave: Misiones Pedagógicas, Valladolid, Segunda República, educación popular.
Abstract
The proclamation of the Second Spanish Republic on April 14, 1931 brought
winds of change into the great mass of population that had been traditionally banned from their access to education and culture. Just a month and a half after the
introduction of the new regime, a Decree of the Provisional Government created
the Patronage of Pedagogical Missions with the task of "spreading the general culture, modern educational orientation and citizenship education in villages, towns and
places with special attention to the spiritual interests of the rural population."
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The Province of Valladolid, with an overall illiteracy rate of about 35 % among its
more than 300.000 inhabitants, became a priority objective for some of the measures undertaken by the Patronage and different places were benefited from the big
efforts made by the government of the Spanish Republic in the diffusion of education and culture into rural areas. Firstly, this study attempts to make an approach to
the way the Pedagogical Missions were developed, then focusing on the analysis and
description of the misional works around the Province of Valladolid between 1931
and 1934.
Key words: Pedagogical Missions, Valladolid, Second Spanish Republic, popular education.
1. Introducción
Si bien no pueden ser consideradas nominalmente como una iniciativa netamente
republicana1, resulta innegable que las Misiones Pedagógicas han acabado por identificarse como parte fundamental de las numerosas iniciativas en pro de la extensión
de la educación y la universalización de la cultura emprendidas desde el primer momento de su instauración, el 14 de abril de 1931, por la Segunda República.
La influencia de las corrientes pedagógicas propugnadas por la Institución Libre de
Enseñanza a partir de su creación en 1876, así como la plena conciencia del atávico
atraso cultural y educativo de la población española, dramáticamente agudizado en
el medio rural, llevaron al Gobierno Provisional de la República, presidido por Niceto Alcalá-Zamora y con Marcelino Domingo como Ministro de Instrucción Pública y
Bellas Artes, a trabajar activamente en la búsqueda de medidas que pudieran, si no
resolver, al menos remediar paulatinamente esta situación de anacronismo. Así, la
construcción de nuevas escuelas, la dignificación del papel del maestro a través de
mejoras formativas y salariales, la supresión de la instrucción religiosa, la creación de
bibliotecas, la defensa de la escuela única… dieron pie a algunas de las disposiciones
empleadas como auténtica punta de lanza por el nuevo régimen en su esfuerzo por
modernizar el país. Un esfuerzo, sin embargo, que se vio inevitablemente sujeto a
los vaivenes provocados por los distintos cambios políticos sucedidos en los convul1 Tal y como señala Francisco Canes Garrido, desde principios del siglo XX se advierten distintas
referencias documentales a las Misiones Pedagógicas. Algunas de estas referencias pueden encontrarse
en las disposiciones publicadas en la Gaceta de Madrid, antecedente del Boletín Oficial del Estado, así
como en distinta documentación oficial de la época conservada, por ejemplo, en el Archivo General
de la Administración. Por otra parte, Azucena López Cobo apunta al discurso de Rafael Altamira con
motivo de su ingreso en la Academia de Ciencias Políticas y Morales en 1912 como “la primera vez que
se cita el sintagma misiones pedagógicas.” (López Cobo, 2007, pp. 83-98).
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sos años que llevan hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936, lo que sólo sirvió
para ralentizar, minimizar y finalmente paralizar muchos de los notables proyectos
inicialmente emprendidos.
2. Creación del patronato de misiones pedagógicas
Reconociendo la responsabilidad del Estado en la tarea de elevar el nivel cultural
y ciudadano “de suerte que sus gentes puedan convertirse en colaboradores del
progreso nacional y ayudar a la obra de incorporación de España al conjunto de los
pueblos más adelantados”2, un Decreto de 29 de mayo de 1931, publicado al día
siguiente en la Gaceta de Madrid, establecía la creación de un Patronato de Misiones
Pedagógicas que, a través de dos ejes fundamentales de actuación, encaminados por
un lado al fomento de la cultura en general y, por otro, a la orientación pedagógica,
se planteaba ambiciosos objetivos:
Se trata de llevar a las gentes, con preferencia a las que habitan en localidades
rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus estímulos morales y en los ejemplos del avance universal, de modo que los pueblos
todos de España, aun los apartados, participen en las ventajas y goces nobles
reservados hoy a los centros urbanos3.
La forma de cumplir con el proyecto de difundir la cultura se basaría, de acuerdo
con el Decreto, en la creación de bibliotecas populares (fijas y circulantes) y en la
organización de lecturas y conferencias públicas relacionadas con esas bibliotecas;
en la celebración de sesiones de cinematógrafo, de actuaciones musicales de coros
y pequeñas orquestas, así como audiciones de discos seleccionados, y en la organización de exposiciones reducidas de obras de arte (lo que se denominaría Museo
circulante o Museo del pueblo). En cuanto a los trabajos de orientación pedagógica,
incluirían visitas a escuelas tanto rurales como urbanas para conocer su estado y
necesidades o la celebración de cursillos de perfeccionamiento para maestros. Un
tercer eje de actuación, más reducido y que no suele mencionarse al tratar los fines
de las Misiones Pedagógicas, se destinaría a la educación ciudadana dentro de “los
principios democráticos que son postulado de los pueblos modernos”4; esto vendría a ratificar la tesis que afirma la pretensión del Gobierno Provisional de “crear
una nación de ciudadanos republicanos con los restos de un cuerpo político hecho
añicos” (Holguín, 2003, pp. 3-4), algo que, de forma prácticamente unánime, recha-
2 Gaceta de Madrid, 150 (1931), pp. 1033-1034.
3 Ibídem.
4 Ibídem.
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zan en sus testimonios aquellos que estuvieron directamente implicados en la labor
cultural de las Misiones.
Buscando un fin de colaboración social, se pretendía contar con la participación
de “personas cualificadas de las respectivas localidades, tanto de la enseñanza como
de fuera de ella”5 y, por último, se indicaba también en el Decreto la necesidad de
que existiera la mayor flexibilidad posible en la organización de las misiones como
forma más eficaz de alcanzar los objetivos pretendidos en una zona determinada.
Ciertamente, las oscilaciones en el presupuesto asignado al patronato, que alcanzó
su cenit en el año 19336, convirtieron esa flexibilidad en algo forzosamente inherente a la actuación general de las Misiones Pedagógicas durante el periodo republicano.
3. Organización del patronato de misiones pedagógicas
El nombramiento del personal encargado de organizar y dirigir la labor de las
Misiones Pedagógicas se demoraría hasta el 6 de agosto de 1931, fecha en la que
Marcelino Domingo haría recaer la presidencia del Patronato en Manuel Bartolomé
Cossío. Discípulo directo y colaborador de Francisco Giner de los Ríos, fundador
de la Institución Libre de Enseñanza, Cossío era una respetada figura intelectual
con una extensa trayectoria profesional forjada en cargos como el de Director del
Museo Pedagógico Nacional que, en el momento de ser designado como Presidente
del Patronato de Misiones Pedagógicas, llevaba medio siglo defendiendo la creación
de misiones que se encargaran de dinamizar las zonas rurales para, a través de la
educación y la cultura, sacarlas de su ancestral atraso. Aunque cansado y enfermo,
todavía “un hombre extraordinario desconocido del gran público” (El Norte de
Castilla, 1931) que llegó a ser propuesto como posible Presidente de la República
por Alejandro Lerroux, Manuel B. Cossío consagró sus últimos años de vida a materializar el viejo sueño de las Misiones Pedagógicas. Junto a él, una Comisión Central
en la que destacaban nombres como Luis Bello, Rodolfo Llopis, Pedro Salinas o Luis
A. Santullano se encargó de poner en funcionamiento el Patronato, que en 1932
instaló sus dependencias en el edificio de la Escuela Normal de Maestros, sita en el
Paseo de la Castellana de Madrid7 y sede también del Museo Pedagógico.
5 Ibídem.
6 El presupuesto general siguió un camino ascendente en los ejercicios de 1931, 1932 y 1933. Ese
año, la subvención general concedida al Patronato de Misiones Pedagógicas fue de 700.000 pesetas, a
las que habría que sumar 100.000 pesetas más destinadas a los servicios de bibliotecas. A partir de ahí,
los resultados electorales del 19 de noviembre de 1933 determinaron reducciones significativas del
gasto público en el proyecto.
7 En el Archivo General de la Administración (caja 31/6154) se conserva el proyecto de instalación
del Patronato de Misiones Pedagógicas en dicha ubicación. Las carpetas incluyen planos, proyectos
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En lo que respecta al personal directamente responsable de ejecutar las misiones
sobre el terreno, se componía principalmente de estudiantes que procedían de universidades o escuelas de maestros, y también de profesores de Enseñanza Primaria
o niveles educativos superiores. Su trabajo era voluntario en todos los casos, y no
recibían ninguna remuneración ordinaria por su trabajo8. Unos y otros se organizaban en comisiones según el tipo de actividad a realizar, encargándose de todos los
aspectos relativos a una misión concreta.
Antes de iniciarse una Misión resultaba imprescindible presentar al Patronato un
informe, así como un cuestionario estandarizado que recogía información sobre la
población aspirante a acogerla y su comarca: geografía, vías de comunicación, características culturales y económicas, etc. Esta propuesta podía proceder de “Inspecciones de Primera Enseñanza, Consejos provinciales o locales, miembros del Patronato o particulares de solvencia social” (Patronato de Misiones Pedagógicas, 1934),
y era al aprobarse cuando se pasaba a designar al equipo encargado de llevarla a
cabo, proveyéndole de los medios necesarios. Además, una vez terminada la misión
solía redactarse una memoria en la que se daba debida cuenta de las actividades
realizadas y del alcance de éstas.
La primera Misión Pedagógica se celebró en Ayllón (Segovia) entre los días 16 y 23
de diciembre de 1931, cuando ya Fernando de los Ríos había sustituido a Marcelino
Domingo al frente del Ministerio de Instrucción Pública9. En la primera Memoria del
y presupuestos generales, además de todo lo referido a distintas obras de reforma realizadas hasta
mediados de 1933.
8 De forma general, sólo los puestos de responsabilidad en el Patronato de Misiones Pedagógicas
tenían asignado un sueldo con cargo a sus presupuestos. Así, en el Archivo General de la Administración
(caja 31/02087) es posible encontrar algunas relaciones de nóminas que nos permiten conocer la
cuantía de esos salarios; por ejemplo, el Presidente del Patronato (Manuel Bartolomé Cossío) percibía
10.000 pesetas anuales (833,33 pesetas al mes de las que se deducía el porcentaje correspondiente
al denominado Impuesto de Utilidades), mientras que el sueldo bruto del Secretario (Luis Álvarez
Santullano) ascendía a 4.000 pesetas al año (333,33 pesetas mensuales menos el citado Impuesto).
La nómina de haberes correspondiente al mes de diciembre de 1933 incluye a un total de diecinueve
personas, entre las que se cuentan Rafael Dieste (Encargado del Museo Circulante), Luis Cernuda
(Encargado del Servicio de Bibliotecas), José Val del Omar (Encargado del Servicio de Documentación
Gráfica) o Matilde Moliner (Servicios Administrativos), con asignaciones que oscilan entre las 3.000 y
las 3.900 pesetas brutas anuales. Por otra parte, algunos recibos sueltos acreditan el pago de pequeñas
gratificaciones puntuales a determinados colaboradores habituales por su participación en misiones
específicas.
9 Marcelino Domingo pasaría a desempeñar la cartera de Agricultura, Industria y Comercio el 16
de diciembre de 1931. Por su parte, Fernando de los Ríos ocuparía el puesto de Ministro de Instrucción
Pública y Bellas Artes desde esa misma fecha hasta el 12 de junio de 1933, cuando fue sustituido por
Francisco Barnés y Salinas, vocal del Patronato de Misiones Pedagógicas.
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Patronato, que abarca los trabajos realizados entre septiembre de 1931 y diciembre
de 1933, quedó así recogida:
Es la primera salida, la Misión de ensayo, cuyos resultados y aportaciones
han de señalar, con amplio margen de flexibilidad, el rumbo espiritual de las
Misiones subsiguientes. Forman en ella los vocales del Patronato doña Amparo
Cebrián de Zulueta y don Enrique Rioja; y los colaboradores señorita Elena
Felipe y don Guillermo Fernández, profesores auxiliares del Instituto-Escuela
de Madrid; don Abraham Vázquez, abogado; don Carlos Velo, comisario de
la F. U. E., y don Antonio Bellver, estudiante. Colabora también espontánea y
gratuitamente la Sociedad de Industrias Eléctricas Españolas con la aportación
de un cine sonoro. La Misión tropieza con dificultades de orden material; sólo
compensadas por el entusiasmo y la adhesión cordialísima de todo el pueblo:
local mezquino, voltaje insuficiente, tiempo desapacible, frío intenso10.
A la Misión de Ayllón le seguirían las de Navalcán (Toledo) y Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara), ya en febrero de 1932. En ellas, y en todas las que se celebraron a
continuación, quedó institucionalizada la apertura de las actividades misionales con
la lectura de las palabras de Manuel B. Cossío que definen, desde su primer párrafo,
el propósito y razón de ser de las Misiones Pedagógicas:
Es natural que queráis saber, antes de empezar, quiénes somos y a qué venimos. No tengáis miedo. No venimos a pediros nada. Al contrario; venimos a
daros de balde algunas cosas. Somos una escuela ambulante que quiere ir de
pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matricula, donde
no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rodillas,
donde no se necesita hacer novillos. Porque el Gobierno de la República que
nos envía, nos ha dicho que vengamos ante todo a las aldeas, a las más pobres,
a las más escondidas, a las más abandonadas, y que vengamos a enseñaros
algo, algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde
otros lo aprenden, y porque nadie, hasta ahora, ha venido a enseñároslo; pero
que vengamos también, y lo primero, a divertiros. Y nosotros quisiéramos
alegraros, divertiros casi tanto como os alegran y divierten los cómicos y los
titiriteros11.
La victoria electoral de las derechas coaligadas en noviembre de 1933 provocó
un cambio de rumbo en las políticas educativas que, a pesar de la escasa estabili-
10 Patronato de Misiones Pedagógicas (1934). Septiembre 1931 – Diciembre 1933. pp. 16.
11 Patronato de Misiones Pedagógicas (1934). Septiembre 1931 – Diciembre 1933. pp. 12-15.
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dad en los puestos ministeriales12, vino a determinar reducciones significativas en la
creación de escuelas y de plazas de maestros; en definitiva, “se trataron de rectificar
las directrices seguidas en el bienio anterior”13 (Pérez Galán, 2000, p. 328), lo que
afectó a todos los niveles de la enseñanza y, por supuesto, al funcionamiento del
Patronato de Misiones Pedagógicas que vio progresivamente mermada su consignación presupuestaria. Aún así, se llevó a cabo el mayor de los esfuerzos por mantener
los distintos servicios que ya se habían puesto en marcha14 durante la etapa política
precedente, alcanzando nuevas poblaciones y regiones.
La muerte de Manuel Bartolomé Cossío el 2 de septiembre de 1935 llevó también a un cierto cambio de orientación en la dirección del Patronato, que trató de
hacer frente a las limitaciones de su presupuesto apoyándose en las delegaciones
que, con la consolidación del proyecto, se habían ido creando en distintos puntos
del país.
En febrero de 1936, el Frente Popular resultó ganador de las elecciones generales
y, aunque Marcelino Domingo volvió a desempeñar la cartera de Instrucción Pública
y Bellas Artes durante los tres primeros meses de gobierno de la gran coalición
izquierdista, no hubo tiempo material para retomar las antiguas políticas culturales y
educativas. Con el estallido de la Guerra Civil, ya nada volvería a ser lo mismo.
4. Situación contextual en la provincia de Valladolid
De acuerdo con el Censo de Población de 1930, la Provincia de Valladolid incluía
en ese momento un total de 236 Ayuntamientos agrupados en diez partidos judiciales15 (Medina del Campo, Medina de Rioseco, Mota del Marqués, Nava del Rey,
12 Sirva el ejemplo de Salvador de Madariaga que, como independiente, desempeñó el cargo de
Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el corto lapso de 57 días, entre el 3 de marzo y
el 28 de abril de 1934.
13 Sorprende leer en las páginas del vallisoletano Diario Regional, en su crítica al modelo educativo
implantado durante el Bienio Azañista, al que acusa de fomentar “la propaganda subversiva y revolucionaria”, la siguiente declaración: “Y es indiscutible que hay un factor poderoso en este engrosamiento
de las filas marxistas por parte de los maestros: el abandono en que el estado tiene esta profesión, que
debería ser una de las profesiones mimadas por el Estado. Abandono en el estado de las escuelas, en
los sueldos, en los medios de enseñanza, en la educación del maestro.” (Diario Regional, 16/11/1935).
14 Esto es, el servicio de bibliotecas, el servicio de música, el servicio de cine y proyecciones, el
Coro y Teatro del pueblo, el Museo Circulante, el retablo de fantoches y los cursos para maestros.
15 En su página 298, dentro de los resultados generales correspondientes a la Provincia de
Valladolid, el Censo de 1930 incluye la siguiente nota: “Con posterioridad a la formación del censo, se
restableció el partido judicial de Valoria la Buena con los mismos ayuntamientos que le integraban antes
de su supresión”. En el Censo inmediatamente anterior, el de 1920, el Partido Judicial de Valoria la
Buena aparece formado por los siguientes Ayuntamientos: Amusquillo, Cabezón, Canillas de Esgueva,
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Olmedo, Peñafiel, Tordesillas, Villalón de Campos y los dos de Valladolid capital). En
conjunto, 301.571 habitantes desigualmente repartidos de los que una tercera parte
se declaraban analfabetos. Un porcentaje que ascendía hasta el 37% si excluimos los
resultados de la ciudad de Valladolid y nos fijamos únicamente en los del resto de
la Provincia. Datos muy inferiores a los de Provincias como Murcia, Jaén, Cáceres,
Cuenca o Toledo, todas ellas con unos índices de analfabetismo por encima del 50%,
pero igualmente preocupantes para un Estado que pretendía hacer de la Educación
y la Cultura su bandera, y que desde el Artículo 48 de la Constitución aprobada el
9 de diciembre de 1931 prometía legislar para que cualquier español pudiera tener
acceso a todos los grados de enseñanza, sin hallarse “condicionado más que por la
actitud y la vocación.” (Constitución de la República Española, 1931).
Predominaban en la Provincia los pequeños enclaves con poblaciones por debajo
de los mil habitantes, con muchas (cerca de un 40%) que ni siquiera alcanzaban
los quinientos y sólo algunas cabezas de partido superando los 4.000 habitantes
(Medina de Rioseco, Nava del Rey, Peñafiel y Tordesillas); únicamente Medina del
Campo rebasaba los 5.000, aunque sus 12.084 vecinos aún quedaban muy lejos de
los 91.089 censados en la capital. Es decir, se aprecia un predominio del mundo
rural, del campo, lo que conlleva el mantenimiento de estructuras en las que el
sindicalismo de corte nacional-sindicalista de las JONS o el conservador de los agrario-católicos encontrarán terreno abonado para su permanencia y expansión ante el
avance, partiendo de la capital, de los socialistas y la UGT. Puede decirse, así, que en
el campo vallisoletano, al igual que ocurre en toda Castilla, “el púlpito es el principal
propagador cultural, ideológico y mental dentro de la región, y los párrocos rurales sus principales valedores” (Hernández Sánchez, 1995, pp. 349-350) lo que se
apreciará sin ambages en los artículos publicados en Libertad, órgano principal del
particular fascismo vallisoletano16, en contra de la coeducación, la escuela única y, en
general, todo lo que se encuentre en el punto de mira de sus fijaciones ideológicas
(masonería, comunismo, judaísmo, socialismo, catalanismo…).
Castrillo-Tejeriego, Castronuevo de Esgueva, Castroverde de Cerrato, Cigales, Corcos, Cubillas de
Santa Marta, Encinas de Esgueva, Esguevillas de Esgueva, Fombellida, Mucientes, Olivares de Duero,
Olmos de Esgueva, Piña de Esgueva, Quintanilla de Trigueros, San Martín de Valvení, Torre de Esgueva,
Trigueros del Valle, Valoria la Buena, Villaco, Villafuerte, Villanueva de los Infantes, Villarmentero de
Esgueva y Villavaquerín.
16 El fundador de esta publicación, en junio de 1931, fue Onésimo Redondo, quien unos meses
más tarde haría lo propio con el grupo Juntas Castellanas de Actuación Hispánica. En noviembre
de 1931 nacieron las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) al fusionarse la agrupación de
Onésimo con la de otro destacado representante del fascismo castellano, Ramiro Ledesma Ramos.
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De acuerdo con una información publicada por Diario Regional en su sección
“Notas escolares”17, tras el avance en la creación de nuevos grupos escolares, en
febrero de 1933 existían en la Provincia de Valladolid un total de setecientas veintitrés escuelas nacionales de Enseñanza Primaria (sesenta y ocho de ellas en la capital)
y veinticinco más de carácter privado que, a efectos de la Inspección de Primera
Enseñanza, se dividían en cinco zonas para la capital y otras cinco para el resto de
la provincia. Como se ha señalado anteriormente, la Inspección de Primera Enseñanza era órgano competente para solicitar la actuación del Patronato de Misiones
Pedagógicas, aunque en este caso, tal y como veremos en el siguiente apartado, no
parece que se mostrara muy activa.
5. Actuación del patronato de misiones pedagógicas en la provincia de
Valladolid entre 1931 y 1934
La actuación del Patronato de Misiones Pedagógicas en la Provincia de Valladolid
se resume en tres aspectos muy concretos: la creación de bibliotecas, las exposiciones del Museo Circulante y la actuación del Teatro y Coro de las Misiones.
Fue la creación de bibliotecas la que alcanzó cifras más altas en la acción del
Patronato en tierras vallisoletanas, ya que tanto el Museo Circulante como la representación del Teatro y Coro sólo suman una única actuación en cada caso hasta el
cierre de 193418.
5.1. Creación de bibliotecas
Un Decreto del 7 de agosto de 1931 establecía la obligatoriedad para toda Escuela Primaria de poseer una biblioteca que quedaría bajo vigilancia del maestro,
siendo éste responsable de la conservación de los libros y de guardar registro de sus
entradas y salidas. Además, el Decreto confiaba su cumplimiento al Patronato de
Misiones Pedagógicas, por lo que este organismo pasó a encargarse de la selección,
adquisición y distribución de las bibliotecas entre las escuelas solicitantes. Aunque
el presupuesto destinado a la creación de bibliotecas no fue todo lo elevado que
cabría esperar para una tarea de estas características, sólo en los años 1932 y 1933
se distribuyeron un total de 3.151. A éstas habría que añadir las 1.487 que aparecen
reflejadas en el Anuario Estadístico de España correspondiente al año 1931 y que
17 Ver Diario Regional del 2 de febrero de 1933.
18 Aunque excede los límites temporales establecidos para este trabajo concreto, es preciso señalar que el Museo Circulante volvió a visitar la Provincia de Valladolid a finales de 1935, pasando por
Villalón de Campos (3 al 6 de noviembre), Medina de Rioseco (10 al 15 de noviembre), Mota del
Marqués (17 al 22 de noviembre), Tordesillas (24 al 29 de noviembre) y Medina del Campo (1 al 6 de
diciembre).
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no constan en la Memoria del Patronato de Misiones Pedagógicas que recoge el
periodo septiembre 1931-diciembre 1933. En cuanto a 1934, la última Memoria del
Patronato aporta una cifra de 1.306 bibliotecas.
Hablaríamos, en conjunto, de cerca de 6.000 bibliotecas para el periodo 19311934, de las cuáles 109 recaerían en la Provincia de Valladolid: 22 en 1931, 19 en
1932, 61 en 1933 y sólo 7 en 1934. El nombre de las poblaciones vallisoletanas a
las que se concedió la biblioteca en los años 1932 y 1933 ha quedado registrado en
la memoria correspondiente del Patronato. Son las siguientes: Alaejos, Aldeamayor de San Martín, Arrabal de Portillo, Ataquines, Bahabón, Bercero, Berrueces de
Campos, Campaspero, Canalejas de Peñafiel, Carpio, Casasola de Arión, Castrillo
de Duero, Castrodeza, Castronuño, Cogeces de Iscar, Cogeces del Monte, Corcos
del Valle, Corrales de Duero, Cubillas de Santa Marta, Encinas de Esgueva, Fresno
el Viejo, Fompedraza, Fuente el Sol, Iscar, Medina del Campo, La Pedraja de Portillo,
Portillo, Mayorga, Megeces de Iscar, Mota del Marqués, Mucientes, Nava del Rey,
Olmedo, Padilla de Duero, Pedrosa del Rey, Piña de Esgueva, Pobladura de Sotierra,
Quintanilla de Abajo, Quintanilla de Trigueros, Rábano, San Cebrián de Mazote, San
Miguel del Arroyo, San Pedro de Latarce, San Román de Hornija, Santa Eufemia del
Arroyo, Santervás de Campos, La Seca, Sieteiglesias de Trabancos, Simancas, Tiedra,
Tordesillas, Torrescárcela, Traspinedo, Trigueros del Valle, Tudela de Duero, Valdestillas, Valoria la Buena, Valladolid, Vega de Valdetronco, Velilla, Velliza, Villabrágima,
Villagómez la Nueva, Villalar de los Comuneros, Villalbarba, Villamuriel de Campos
y Zaratán19.
En algunos casos concretos se concedieron varias bibliotecas a la misma población. Fue el caso de Alaejos, Castronuño, Olmedo, Piña de Esgueva, Quintanilla de
Abajo y Villalar de los Comuneros. A Cogeces del Monte se enviaron tres bibliotecas: dos destinadas a escuelas y la restante al Centro de Colaboración Pedagógica
de la localidad. Por último, la ciudad de Valladolid recibió cinco bibliotecas, de las
cuales cuatro se destinaron a distintas escuelas y otra recaló en la Universidad Popular Pablo Iglesias.
La evolución bibliotecaria en la capital del Pisuerga siguió un camino en parte
separado del Patronato de Misiones Pedagógicas debido a la implicación directa
del Ayuntamiento. Así, en el Archivo Municipal se conservan algunos documentos
que dan cuenta de la adquisición de fondos para bibliotecas existentes o de nueva
creación hasta finales de junio de 1936, y un completo reportaje de Diario Regional
19 La memoria del Patronato incluye también en este listado a Fuentesaúco de Fuentidueña.
Erróneamente, ya que esta población pertenecía en realidad, como hoy día, a la Provincia de Segovia.
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sobre la Biblioteca Popular del Ayuntamiento revelaba que los libros eran adquiridos
a través de la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros20, señalando que:
el incremento de los fondos es principalmente debido a que parte de los gastos que la Biblioteca habría de sufragar – como luz y calefacción – los abona el
Ayuntamiento y de ese modo, la cantidad consignada para aquellos gastos, se
dedica íntegramente a la adquisición de libros (L.P., 1933, p. 5)
Resulta curioso constatar que, salvo raras excepciones21, las bibliotecas concedidas por el Patronato de Misiones Pedagógicas se destinan a los lugares más poblados
de la Provincia, quedando fuera de los envíos la mayor parte de pueblos que con
dificultad oscilaban entre los cien y los quinientos habitantes. Teniendo en cuenta
que la iniciativa de solicitar la concesión de una biblioteca debía partir de los propios
municipios interesados, y aprobarse previo informe de los Inspectores de Primera
Enseñanza u otras personas autorizadas, no se aprecia un excesivo interés en los
lugares menos poblados de la Provincia por acceder a la lectura, lo que nos lleva
a recordar la conversación con un labrador de algún lugar en los alrededores de
Medina del Campo que Luis Bello refleja en su “Viaje por las escuelas de España”:
- ¿Cómo andan ustedes de escuelas?- le pregunto.
- De escuelas, demasiado bien. Ahora, de maestros. . . ¡Para lo que se merecen! Siempre están quejándose del aire, de la luz, del material, de la casa.. .
¡Disculpas embusteras! Lo que no quieren es trabajar. El maestro es el enemigo pagado, créame usted. Lo mismo que el médico. Allí en Madrid nos mandan
lo que quieren: el desecho, y nosotros nos lo tenemos que tragar. Si a mí me
hicieran caso en el pueblo, todo esto se acababa de una vez. Yo les llamaría a
capítulo: «O se enmiendan ustedes, o aquí va a haber una gorda.» Y le juro a
usted que o cumplían con su obligación, o les hacía pedazos22.
Las bibliotecas concedidas por el Patronato estaban formadas inicialmente por
cien volúmenes que, sin faltar clásicos de la literatura española y universal, incluían
las más variadas temáticas. Precisamente, fue la selección de las obras la tarea más
20 Creada por Decreto el 21 de noviembre de 1931. Su organización y funcionamiento aparece
amenamente tratado en la tesis doctoral de Ana Martínez Rus (Universidad Complutense de Madrid,
2001). La misma autora ha publicado varios artículos relacionados con el tema, algunos de los cuáles
han sido consultados para la redacción de este trabajo y se encuentran listados en la correspondiente
bibliografía.
21 Es el caso de Pobladura de Sotiedra, con 178 habitantes de acuerdo con el Censo de 1930, o de
Velilla y Fompedraza, con 341 y 327, respectivamente.
22 Bello, 1926, p. 154.
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complicada, por ir destinadas “a un público rural, no habituado al goce de la lectura23.”
Algunos de los títulos que constan en las facturas conservadas24 revelan una cierta
predilección por autores españoles como Blasco Ibáñez, Azorín, Juan Valera o Gabriel y Galán, junto a escritores foráneos como Dickens, Stephenson o Dostoyevski.
Por otra parte, aparece reflejada la adquisición de obras generalistas sobre Geografía, el cuerpo humano, novelas seleccionadas o diccionarios junto a clásicos como
“La Ilíada” o “La Odisea”. Sin fecha, pero en la misma carpeta correspondiente al
último trimestre de 1933 en la que se depositan las facturas citadas, se conserva un
recibí de la Editorial Roja (domiciliada en el número 10 de la calle Raimundo Fernández Villaverde, en Madrid) en la que manifiesta haber recibido 750 pesetas del
Patronato de Misiones Pedagógicas por el importe de quinientos ejemplares de la
obra de Engels “Origen de la Familia, de la Propiedad Privada y del Estado”.
Distintos trabajos de investigación25 aportan otros títulos y autores, facilitando
una visión general bastante clara de la lectura que era posible encontrar en las bibliotecas enviadas por el Patronato de Misiones Pedagógicas a las escuelas.
Además de los libros, el patronato se encargaba de enviar papel para forrar los
libros y talonarios para registrar los préstamos, así como instrucciones claramente
didácticas para la buena conservación de los volúmenes enviados.
5.2. El museo circulante (Olmedo, julio 1933)
El Museo circulante, también conocido como museo del Pueblo, cumplía con
el propósito inicialmente expresado en el Decreto de creación del Patronato de
Misiones Pedagógicas de acercar representaciones artísticas célebres a la población
rural. Se crearon para ello dos colecciones, compuesta cada una por catorce copias
de cuadros famosos cuyos originales formaban parte de las colecciones del Museo
del Prado, de la Academia de San Fernando y del Museo Cerralbo. Las copias se
encargaron directamente a jóvenes pintores como Eduardo Vicente, Juan Bonafé y
Ramón Gaya ya que, de acuerdo con el testimonio de este último26, Cossío insistió
23 Patronato de Misiones Pedagógicas (1934). Septiembre 1931 – Diciembre 1933. p. 63.
24 Archivo General de la Administración, caja 31/2087.
25 Cabe destacar los de Carmen Diego Pérez o Antonio de la Cruz Solís y, también, el de Mariano
Boza y Miguel Ángel Sánchez.
26 Ver la trascripción del relato de Ramón Gaya en “Mi experiencia en las Misiones Pedagógicas
(1931-1936). Con el museo del Prado de viaje por España” en “Val del Omar y las Misiones Pedagógicas”
(pp. 19 y ss.).
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Historia contemporánea
en el hecho de que los responsables del trabajo fueran pintores y no meros copistas.
La implicación del Presidente del Patronato en este proyecto fue, pues, total. De
hecho, él fue quien escogió directamente los cuadros que serían copiados y enviados a los pueblos como parte del Museo. Gaya incide, además, en el carácter lúdico
que se pretendía dar a las Misiones, lejos de toda intención adoctrinadora, al repasar
las instrucciones recibidas del propio Cossío para el funcionamiento del Museo, en
las que éste recomendaba huir de cualquier tipo de carácter pedagógico o paternal
para evitar ofender a la gente: “Les van a enseñar ustedes cosas, pero no vayan en
plan de presumir de ellas27.”
Las actividades organizadas en torno a la exposición se completaban con la proyección de otros cuadros de los mismos autores que componían cada colección
circulante y con la entrega al público asistente, a modo de recuerdo, de pequeñas
reproducciones de las obras expuestas. Además, y siempre que el presupuesto lo
permitiera, solía hacerse entrega al Ayuntamiento de la localidad que acogía al museo de reproducciones enmarcadas de mayor tamaño para que decoraran las dependencias municipales en las que, normalmente, se efectuaba la exposición.
Por lo general, y una vez decidido un determinado itinerario, la Secretaría del
Patronato se ponía en contacto directamente con los alcaldes de los pueblos, siempre cabezas de partido para asegurar la existencia de carreteras adecuadas para el
transporte de los cuadros, al objeto de tratar sobre la cesión del local destinado a
albergar la exposición temporal. También se contactaba con los maestros nacionales de los alrededores, enviándose carteles para dar a conocer el acto entre los
vecinos. Es decir, la llegada del Museo requería de un proceso de preparación que
podía prolongarse cierto tiempo.
Dado que, como se ha indicado, el transporte de los cuadros se hacía por carretera, los itinerarios de las dos colecciones circulantes se elaboraban teniendo en
cuenta distancias no excesivamente grandes entre un pueblo y otro. Así, sabemos
gracias a la primera Memoria del Patronato de Misiones Pedagógicas que la colección que llegó a la villa de Olmedo el 23 de julio de 1933 había estado previamente
expuesta en Madrigal de las Altas Torres, en la Provincia de Ávila pero distante poco
más de 40 Kilómetros. El 29 de julio el Museo terminó su exhibición en Olmedo,
desplazándose hasta Toro (Zamora), apenas 80 Kilómetros al Noroeste, donde se
instaló al día siguiente.
27 Ibídem.
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Historia contemporánea
Sabemos también que el Museo que llegó a Olmedo se componía de la primera
colección circulante, por lo que incluía las siguientes copias de cuadros: “Auto de
fe” (Berruguete); “Retrato del príncipe Don Carlos” (Sánchez Coello); “Resurrección” y “Retrato de un Caballero” (El Greco); “El Sueño de Jacob” (Ribera); “Las
hilanderas”, “Retrato de la infanta Margarita” y “Don Antonio el inglés” (Velázquez);
“La visión de San Pedro Nolasco” (Zurbarán); “El niño Dios pastor” y “Santa Isabel
de Hungría” (Murillo); “Los fusilamientos del Dos de Mayo”, “La maja vestida” y “El
pelele” (Goya). No hemos encontrado, sin embargo, ninguna referencia en el libro
de actas correspondiente a los plenos del Ayuntamiento celebrados entre 1932 y
1934, por lo que no hay constancia acerca de dónde se celebró la exposición ni si,
como en otros casos documentados, la corporación municipal tuvo algún tipo de
atención con los misioneros que acompañaban al Museo, lo que no deja de resultar,
cuando menos, llamativo.
Se repartieron entre los visitantes del Museo ciento sesenta y ocho reproducciones con un tamaño de 13x18 centímetros, dejándose copia fotográfica enmarcada
de cada uno de los cuadros con un tamaño de 26x35 centímetros.
La única referencia directa que hemos podido hallar acerca de la Misión a Olmedo procede de El Magisterio Español, periódico de Instrucción Pública que, en un
artículo publicado en su número correspondiente al 10 de agosto de 1933, confirma
la presencia en la villa vallisoletana de Rafael Dieste, escritor gallego que ocupó el
puesto de Encargado del Museo Circulante el 30 de marzo de 1933. Al frente de la
primera colección, él fue el responsable de explicar a los visitantes el tema, técnica y
contexto de cada cuadro expuesto, mostrando el artículo la buena acogida general
dispensada a la iniciativa del Patronato y la disposición a recibir nuevas Misiones en
la localidad:
Por la noche se proyectaban cuadros de los mismos autores para completar la
visión artística de cada uno, y preciosas películas, que hicieron las delicias del
público, quedando altamente satisfecho de la labor de las Misiones y deseando
que lleguen aquí las demás ramas por ellas organizadas28.
En resumen, y como señala Carmen Rodríguez, si de algo puede presumir el Museo Circulante es de "conseguir perpetuar un cambio en la forma de entender las relaciones sociales, al poner en contacto a grupos humanos pertenecientes a mundos
distintos, mediante un ambiente relajado y emotivo que facilitó un intercambio de
vivencias altamente significativo para ambas partes” (Rodríguez Fernández-Salgueró,
2015).
28 El Magisterio Español, 10/8/1933, p. 16.
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Historia contemporánea
5.3. Coro y teatro (San Vicente del Palacio, julio 1934)
Formado por alrededor de cincuenta voluntarios, el Coro y Teatro del Pueblo suponía una de las apuestas más ambiciosas del Patronato por las dificultades técnicas
y logísticas de desplazar a medio centenar de personas con todos sus bagajes (escenario, telones, vestuario, atrezo) de un pueblo a otro. Sin embargo, solventando
todos los inconvenientes, pudieron llevarse a cabo numerosas representaciones en
pueblos de Madrid, Toledo, Ávila, Zamora, Guadalajara o Segovia. En la Provincia de
Valladolid, la única población visitada fue San Vicente del Palacio, a pocos kilómetros
de Medina del Campo y, por tanto, en el eje que comunicaba Madrid con el Noroeste peninsular lo que, al igual que ocurre con la exhibición del Museo Circulante en
Olmedo, lleva a pensar que pudo ser el propio Patronato de Misiones Pedagógicas
quien se encargara de cerrar determinadas fechas libres a lo largo de una ruta ya
prefijada.
De una forma u otra, hasta San Vicente del Palacio llegaron el 1 de julio de 1934,
con su repertorio de romances, canciones populares, poemas y entremeses, los
voluntarios que formaban el servicio de Teatro y Coro, desmontando el escenario
para volver a montarlo al día siguiente en Mombuey (Zamora), algo más de ciento
ochenta kilómetros al noroeste.
El Coro actuaba bajo la dirección de Eduardo Martínez Torner, mientras que el
Teatro lo hacía a las órdenes de Ricardo Marquina primero y de Alejandro Casona,
después. Inicialmente el espectáculo se componía, como señalan las dos memorias
publicadas por el Patronato, de obras cortas de Juan del Encina, Lope de Rueda,
Calderón o Cervantes, junto a canciones populares procedentes de Zamora, León,
Asturias, Salamanca o Galicia y los romances tradicionales del Conde Sol y el Conde
Olinos, ambos incluidos entre las grabaciones originales que se conservan del Coro
de Misiones29.
En 1934 el repertorio se ampliaría con la inclusión de nuevos romances, adaptaciones y recitaciones. Todo ello encaminado a hacer pasar un buen rato a un público
no demasiado habituado a espectáculos de este tipo y buscando, al mismo tiempo,
recuperar una tradición cultural que emanaba del propio pueblo. Como señala Patricia Rodríguez Corredoira, “es evidente que los miembros del Patronato creían en
las cualidades educativas del teatro y por eso siguieron fielmente la máxima hora29 Estas grabaciones se realizaron en 1934 bajo la dirección de Martínez Torner y se han conservado en sus discos de pizarra originales, poniéndose por primera vez a disposición del público en 2006 a
través del extenso catálogo de la gran exposición temática que, organizada por la Sociedad Estatal de
Conmemoraciones Culturales, fue comisariada por Eugenio Otero Urtaza.
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Historia contemporánea
ciana sobre la que se había construido el teatro del Siglo de Oro: instruir deleitando”
(Rodríguez Corredoira, 2010, p. 42).
Las actuaciones solían realizarse en fin de semana y periodos vacacionales, de manera que no afectara a las clases de los participantes, principalmente estudiantes que
dedicaban su tiempo libre a la tarea de entretener a otros, imbuidos por el espíritu
que inspiró todas las acciones de las Misiones Pedagógicas de la Segunda República.
Al igual que ocurre en todos los demás casos, la prensa vallisoletana se muestra
silenciosa ante el paso del servicio de Coro y Teatro de las Misiones Pedagógicas
por San Vicente del Palacio, lo que no deja de resultar sorprendente si se tiene en
cuenta, por ejemplo, la reiterada cobertura que Diario Regional da a las representaciones teatrales que los alumnos de la Escuela Normal de Magisterio Primario
de Valladolid realizaron ocasionalmente en pueblos de la provincia con la obra “El
Caballero de Olmedo”, de Lope de Vega. El diario resalta los buenos propósitos
educativos de dichas representaciones y define al teatro como “escuela de buenas
costumbres” (Diario Regional, 1935), pero no ofrece noticia alguna sobre las actividades del Patronato de Misiones Pedagógicas. Está pendiente la consulta del libro de
actas del Ayuntamiento de San Vicente del Palacio30 para confirmar si, como en el
caso de Olmedo, ese silencio alcanza también a la corporación municipal que regía
la localidad en 1934.
6. Conclusiones
En una España atrasada y eminentemente rural en la que, como señalara Rafael
Dieste, había incluso “hambre endémica y tradicional”31 y amplias masas de población soportaban duras condiciones de subsistencia, las Misiones Pedagógicas supusieron un temprano intento de la Segunda República por hacer partícipe a todos sus
ciudadanos de los beneficios (“de las ventajas y goces nobles”, diría el Decreto de
creación) de la cultura en todas sus facetas, desarrollándose en el marco del amplio
proceso de renovación educativa emprendido por la conjunción republicano-socialista durante el bienio 1931-1933. Valorar en su conjunto las actividades desarrolladas por el Patronato supone comprender, y en cierta medida también compartir, el
alto grado de idealismo que caracterizaba a todos aquellos que, de una u otra forma,
se vieron relacionados con esas actividades. Citando de nuevo a Dieste, “después
30 Actualmente el municipio no alcanza los 200 habitantes y el funcionamiento de las dependencias
municipales, como se ha comprobado, tiene un carácter discontinuo. Además, se da el caso de que la
Diputación de Valladolid, que se ha encargado de catalogar los archivos municipales de prácticamente
todos los pueblos de la provincia, aún no lo ha hecho con los de San Vicente de Palacio.
31 Entrevista a Rafael Dieste por Eugenio Otero Urtaza (2001).
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Historia contemporánea
de haber sido misionero, difícilmente se podría ser marrullero en política, ficticio o
pedante en arte, descuidado en asuntos de ética profesional32.”
En lo que se refiere a los trabajos de campo del Patronato de Misiones Pedagógicas, resulta evidente que éstos no tuvieron en la Provincia de Valladolid la frecuencia
ni la importancia cuantitativa alcanzada en provincias limítrofes como Ávila o Segovia. Los motivos pueden atribuirse en buena medida al característico conservadurismo del agro vallisoletano, claramente reflejado durante todo el periodo republicano
en la prensa predominante en la región33. Sin embargo, sí hay que destacar los logros
conseguidos en la creación de bibliotecas que, aún arrojando cifras globales por debajo de otras provincias castellanoleonesas como Soria y León, supuso un notable
avance para un buen número de localidades que hasta entonces, y como tantas
otras en toda España, habían permanecido en una suerte de aislamiento cultural. El
estallido de la Guerra Civil en 1936 y la brutal represión llevada a cabo en la Provincia de Valladolid impidió, sin embargo, que la semilla plantada llegara a germinar.
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32 Ibídem.
33 En su trabajo sobre el anarquista vallisoletano Valeriano Orobón, José Luis Gutiérrez Molina se
refiere a los dos diarios principales editados en Valladolid capital como el “conservador El Norte de
Castilla y el integrista Diario Regional”.
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