POSIBILIDADES Y LÍMITES DE LAS POLÍTICAS MONETARIAS

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POSIBILIDADES Y LÍMITES DE LAS POLÍTICAS MONETARIAS
PARA IMPULSAR EL CRECIMIENTO Y EL EMPLEO EN LA
ZONA EURO
1. Política monetaria del BCE durante la crisis: análisis.
Tras la crisis financiera, los EEUU han empleado los estímulos fiscales de forma
modesta y los monetarios de forma expansiva, lo que produjo, tras el desplome de 2009,
un moderado crecimiento económico y unas decrecientes tasas de paro, aunque parte del
descenso del desempleo es debido a la reducción de la población activa.
La eurozona experimentó una crisis en “W”, donde la recaída que comenzó en
2011 tomó la forma de una gran recesión en los países centrales y de una Gran
Depresión en gran parte de su periferia. Hoy, aproximadamente un tercio de la
población de la eurozona vive en estados con niveles de desempleo equivalentes a una
Gran Depresión.
Las causas de las diferencias en cuanto a crecimiento y desempleo a ambos lados
del Atlántico son varias: los EEUU se han centrado en una rápida reestructuración del
sector bancario, el desapalancamiento del sector privado ha sido impulsado por políticas
fiscales y monetarias expansivas han favorecido, moderando el impacto recesivo que
tiene la reducción de los elevados niveles de deuda de particulares y empresas. El ajuste
y consolidación fiscal sólo comenzó cuando el proceso de desapalancamiento del sector
privado casi había finalizado.
En la zona euro, sin embargo, el proceso de ajuste de los balances bancarios se
ha retrasado en la mayoría de los países. El incremento de créditos no rentables y
activos problemáticos, herencia de la crisis financiera y las posteriores recesiones,
suponen un lastre para la capacidad de los bancos para conceder préstamos a empresas y
hogares. La consolidación fiscal comenzó tras 2010, empujando gran parte de la zona
euro a una recesión de balances. Los defectos del diseño institucional de la zona euro,
así como la falta de auténticos avances en la Unión Fiscal y Bancaria, han expuesto los
países de la periferia al riesgo de pérdida de liquidez, el contagio y los impagos
internos.
Desde finales de 2008, las políticas del BCE han seguido una senda expansiva,
pero muy lenta. A principios de 2008, los tipos de interés en los EEUU y en la zona
euro eran de cerca del 4%. Durante el año siguiente, la Reserva Federal bajó
rápidamente la tasa interbancaria federal hasta un 0,25%. Ese año el BCE redujo su tasa
hasta el 2,5%, habiéndola incrementado una vez durante el año. Desde entonces, la
política de tipos de interés del BCE fue reduciéndose muy lentamente. El BCE
incrementó los tipos de interés en abril y en julio de 2011, cuando el euro se precipitaba
a una nueva recesión. En noviembre de 2013, el BCE redujo los tipos al 0,25%, cinco
1
años después de que la Reserva Federal hubiera alcanzado ese nivel. Incluso con
medidas no convencionales, el BCE ha resultado menos determinante. Después de que
la tasa interbancaria federal hubiera descendido casi a cero, en diciembre de 2008, la
Reserva Federal comenzó una compra de activos a gran escala, incluyendo bonos del
estado, la llamada expansión monetaria cuantitativa con importantes efectos de
estímulo. El BCE también amplió sus balances, fundamentalmente mediante
inyecciones de liquidez en los bancos (y sobre todo con operaciones de refinanciación a
largo plazo) que caza vez se resistían más a prestarse unos a otros. Para ser más
precisos, los bancos de las economías en recesión sufrían de falta de liquidez mientras
esa liquidez era depositada preferentemente en bancos de los países centrales del euro
que a su vez depositaban el exceso de liquidez en el BCE. Lo que las operaciones de
refinanciación del BCE hacían era redirigir ese exceso de liquidez hacia los bancos de
los países periféricos. De ahí que las políticas monetarias del BCE fueran esenciales
para evitar el colapso bancario en las economías deudoras de la periferia que se
enfrentaban a una fuga de liquidez.
Cuando el rendimiento de los bonos del estado de los países periféricos estaba
alcanzando niveles insosteniblemente altos, el BCE introdujo el Securities Market
Program (SMP) en mayo de 2010. Este programa incluía la compra de deuda pública y
privada, y oficialmente su objetivo era restablecer un adecuado sistema para que la
política monetaria del BCE se transmitiera a los países con problemas, ya que la política
de bajos tipos de interés del BCE no se había tenido en cuenta ni los rendimientos de los
mercados de valores, ni en los tipos de interés a pymes y particulares aplicados en los
sistemas bancarios, que eran prohibitivamente elevados. Dos años después de la
aprobación del programa SMP, el BCE, con el mismo razonamiento, anunció la OMT
(Transacción Monetaria Directa), un programa bajo el que los bancos centrales
realizarían compras en mercados financieros secundarios, siempre que los países
2
emisores de bonos estuvieran de acuerdo con someterse al Mecanismo Europeo de
Estabilidad.
A día de hoy, la OMT no ha sido activada, aunque su anuncio ha resultado muy
efectivo al reducir considerablemente los diferenciales de la deuda pública en la
eurozona1. Sin embargo, ambos programas, el SMP y el OMT, no aumentan la base
monetaria, al no ser operaciones de flexibilización cuantitativa son completamente
estériles. Esto significa que el BCE está, o va a estar, reabsorbiendo la liquidez
inyectada al sistema.
En resumen, al contrario que los EEUU, las políticas monetarias tomadas en la
zona euro han supuesto un estímulo menor en el conjunto de la economía. Su mayor
éxito ha sido restablecer parcialmente los mecanismos de transmisión de las políticas
monetarias en las economías con problemas y evitar la ruptura monetaria de la Unión.
2. Desinflación y riesgo de deflación en la zona euro.
Durante más de un año, la inflación estuvo reduciéndose (desinflación) de
manera constante y, mes a mes, ha bajado repetidas veces por debajo de las
expectativas y previsiones oficiales. Según una reciente estimación preliminar, en
mayo de 2014 el nivel de precios aumentó un 0,5% en tasa interanual; en abril la
inflación aumentó hasta el 0,7%.
1
De Grauwe, P, & Ji, Y. (2013). "Panic-driven austerity in the Eurozone and its implications"
Vox EU, Paper on voxeu.org, 21 February 2013.
3
Pese al hecho de que la desinflación es un fenómeno general en todos los países
de la zona euro (que se extiende también a países de la Unión fuera del euro), los
datos agregados ocultan grandes diferencias entre los países de la zona. En abril,
Grecia (-1,6%), Chipre (-0,4%), Eslovaquia (-0,2%) y Portugal (-0,1%)
experimentaron deflación; Austria (1,6%), Finlandia (1,3%) y Alemania (1,1%)
mostraron las mayores tasas de inflación de la zona euro, pero incluso estos se
encuentran todavía muy por debajo del objetivo del BCE, cercano al 2% a medio
plazo. En consecuencia, las economías con mayores problemas tienen unas tasas de
interés reales mucho mas elevadas. De este modo, los países periféricos del euro que
son los que más necesitaban recibir estímulos, son los que están recibiendo menos.
Estos son también los países que se han visto forzados a un desapalancamiento de la
deuda privada y pública y a la llamada “devaluación interna”. En la economía
dominante y en la mayor parte de las organizaciones internacionales, la reducción de
salarios y precios se ven como procesos de ajuste naturales e incluso beneficiosos,
hacia un nuevo equilibrio competitivo para países que había vivido “por encima de
sus posibilidades”. Esta estrategia de “devaluación interna” ha aumentado el riesgo
de deflación y ha resultado contraproducente al menoscabar la sostenibilidad de la
deuda reduciendo el crecimiento.
Los diferenciales de inflación tienden a amplificarse de forma natural. Unas tasas
de interés elevadas en la periferia causarán una presión a la baja aún mayor sobre los
precios, al contraer la demanda y ampliaran la espiral deflacionista. Esta dinámica es
especialmente severa en economías que experimentan aún altos niveles de deuda. La
deflación aumenta el riesgo de caer por un largo periodo en la llamada trampa de
liquidez, una situación de tipos oficiales de interés cero, deflación y expectativas de
4
inflación baja o incluso deflación, como sucedió en Japón durante casi dos décadas.
En este caso, a pesar de los tipos oficiales de interés cero, los tipos de interés reales
son demasiado elevados, y el resultado es una deflación continuada y altas tasas de
desempleo.
En una situación deflacionista entran en juego dos mecanismos que la refuerzan.
Primero, al crearse expectativas de que los precios bajarán el año siguiente
incentiva que los consumidores pospongan sus compras y que las empresas retrasen
sus inversiones, ya que se espera que los beneficios caigan con el descenso de los
precios. Como resultado de todo ello, la demanda agregada cae, empujando aun más
a la baja a los precios.
Segundo, debido a que la deuda pública y privada se fija en términos nominales,
la caída de los precios aumenta la carga real de la deuda. Dicho de otra manera, al
caer los precios, los ingresos estatales y privados disminuyen mientras que el pago de
la deuda permanece inamovible. Esto fuerza a los sectores público y privado a gastar
una parte cada vez mayor de sus ingresos al pago de la deuda, lo que los fuerza a
recortar sus gastos en bienes y servicios. A su vez, esto incrementa la intensidad del
proceso de deflación. El peso de la deuda de los hogares y empresas crece,
especialmente si se compara con una inflación que hubiese sido del 2%. La inflación
ha caído muy por debajo de lo que se esperaba y esto significa que los precios han
pasado a ser considerablemente inferiores de lo previsto. Lo que quiere decir que la
deuda real se ha hecho mucho mayor de lo que los prestatarios habían pensado y para
lo que se habían preparado. Esta dinámica de deuda-deflación es, probablemente, el
efecto negativo más importante de la deflación, en comparación con su efecto en el
retraso del consumo. Particularmente en países donde la deuda es aún elevada.
Dada la amenaza de la deflación, desde el BCE se ha hablado durante algunos
meses de impulsar una flexibilización cuantitativa, esto es incremento de la base
monetaria, con la esperanza de que tan pronto como el auge económico aumente su
base, la deflación se revierta sin que sea necesario tomar ninguna medida de política
monetaria. Los argumentos contrarios a la toma de medidas monetarias cuando los
tipos de interés se encuentran próximos a cero) son frecuentes y se formulan frente a
diferentes bases ideológicas. Las diferentes versiones del monetarismo apuntan a un
exceso de liquidez, al riesgo hiperinflación y a las asignaciones de capital
inapropiadas. El argumento del despilfarro fiscal (“riesgo moral”) si el BCE compra
deuda pública en el mercado secundario, es muy popular entre los opositores a la
flexibilización cuantitativa. Recientemente el argumento del riesgo moral se ha
extendido a los bancos. En esta línea de razonamiento, la compra de bonos bancarios
disminuiría la conciencia de riesgo de los gerentes bancarios, ya que la
correspondiente disminución de los costes de refinanciación incentivaría
comportamientos excesivamente arriesgados. Pero también hay problemas más serios
expuestos por economistas progresistas, como las implicaciones negativas sobre la
distribución de la riqueza, la flexibilización cuantitativa o las políticas monetarias
5
expansivas y sus efectos en el comercio impulsan burbujas especulativas en el precio
de los activos, beneficiando a los adinerados propietarios de títulos de valores y
participaciones. Otro argumento hace hincapié en la falta de efectividad de las
políticas monetarias a la hora de contener la amenaza de la deflación, ya que la
deflación puede no ser un fenómeno monetario, según esta posición la deflación sería
debida en gran parte a las políticas de austeridad y a los ajustes asimétricos en la
zona euro, que han hecho que creciera el desequilibrio entre el ahorro y la inversión
y han debilitado la actividad económica. Además, todo el peso del ajuste en el
transcurso de la crisis se impuso a los países deudores, mientras que las economías
centrales de la zona euro aún muestran grandes superávits por cuenta corriente. Más
que utilizar las políticas monetarias, las herramientas para reforzar el crecimiento
deberían centrarse en políticas fiscales expansivas, el aumento de los salarios y, de
manera más general, en cualquier política que reduzcan el desequilibrio entre el
ahorro y la inversión, especialmente mediante una distribución más equitativa de los
ingresos y la riqueza.
Una preocupación generalizada sobre las medidas no convencionales en las
políticas monetarias es que el BCE corre grandes riesgos en sus balances cuando
compra activos de empresas, bancos y gobiernos que pueden no ser capaces de pagar
toda su deuda, o al tomar valores de alto riesgo como garantías para préstamos
concedidos a los bancos en el curso de operaciones de refinanciación a largo plazo.
A continuación, discutiremos las posibilidades y límites de las políticas
monetarias para impulsar el crecimiento y el empleo en la zona euro, analizando en
detalle los mecanismos de transmisión de las políticas monetarias que están en juego.
3. Potencialidad de las políticas monetarias expansivas con tipos de interés
cercanos a cero.
Cuando la tasa de interés nominal del banco central cae hasta cero y la economía se
encuentra en recesión, en principio pueden tomarse medidas de flexibilización
cuantitativa y/o de facilitación de crédito.
Con la flexibilización cuantitativa, el banco central adquiere una amplia cartera de
activos públicos (en el mercado secundario) 2 y activos privados (en los mercados
primario y secundario) financiándose con la creación de reservas bancarias centrales,
ampliando la base monetaria. Existen numerosos canales a través de los que estas
medidas pueden finalmente traducirse en empleo y crecimiento. Primero, la compra de
activos empujará los precios al alta de estos y disminuirá su rendimiento, ya que el
precio de los activos y sus rendimientos están inversamente relacionados (ya que están
fijados en valores nominales sobre los activos). Esto disminuye el coste de
endeudamiento de los valores adquiridos. Por ejemplo, al reducir los costes de la deuda
pública a los gobiernos, se reduce la presión sobre estos a la hora de aplicar medidas de
ajuste contraproducentes.
2
6
En segundo lugar, esto, bajo determinadas condiciones, generaría un efecto
desbordamiento (spillover) sobre los precios de otros activos. En consecuencia, una
generalización de precios más elevados de los activos deberían aumentar el valor de las
empresas y de los activos inmobiliarios y, por tanto, deberían conducir hacia un mayor
consumo e inflación al reducirse los costes financieros y las expectativas de inflación.
En tercer lugar, las expectativas pueden ser importantes también, por ejemplo, al dar
indicaciones sobre la orientación de las políticas monetarias y, así, aumentando las
expectativas de inflación.
En cuarto lugar, lo más probable es que la flexibilización cuantitativa lleve a una
depreciación de la tasa de cambio del euro, al hacer el euro menos atractivo a los
inversores ya que ofrecería unos intereses a largo plazo más bajos. Habitualmente, esto
se considera el medio más eficaz por el que la flexibilización cuantitativa puede
impulsar el crecimiento, lo que se dejaría sentir especialmente en el sur de Europa,
donde las exportaciones han sufrido debido a la fortaleza del euro. En la zona euro, los
otros mecanismos son, probablemente, menos efectivos que en el mundo anglosajón,
debido a que en la zona euro los mercados de capital, donde el impacto de la
flexibilización cuantitativa se deja sentir más, son menos importantes a la hora de
financiar la inversión en comparación con los bancos.
Si bien se considera que la flexibilización cuantitativa puede ser útil para
contrarrestar la deflación, o la inflación cuando es “demasiado baja durante demasiado
tiempo”, también se pueden utilizar más instrumentos para facilitar el crédito, para
reanimar directamente el flujo de crédito en la economía y así mejorar el
funcionamiento del mecanismo de transmisión de la política monetaria. Aunque el
riesgo de deflación ha ganado importancia en los últimos meses, lo que ha llevado a
solicitar un programa de flexibilización cuantitativa a gran escala, el endurecimiento de
las condiciones de crédito se remonta a 2008 y se han seguido deteriorando en países
que sufren el círculo vicioso de la volatilidad de capital, la recesión de balances, en
correspondencia con unos malos balances bancarios, aumento de las tasas de interés,
desinflación o deflación.
A lo largo de los últimos años ha habido continuas llamadas a lanzar programas
concretos para facilitar el crédito, debido a que el BCE ha sido menos efectivo a la hora
de solucionar los problemas de los mecanismos de transmisión de sus políticas
monetarias a través de medidas no convencionales (por ejemplo, operaciones de
refinanciación a largo plazo con bancos). Las operaciones de refinanciación, de tres
años de duración, que el BCE llevó a cabo entre finales de 2011 y principios de 2012,
que incluyeron inyecciones de capital a los bancos a gran escala, funcionó para aliviar la
presión del desapalancamiento sobre algunos bancos con problemas. Pero algunos otros
bancos han utilizado esta liquidez barata para comprar bonos y otros activos financieros
7
(“cary-trade” 3), mientras que el impacto directo en el préstamo a empresas y hogares ha
sido débil o incluso no significativo. Sin embargo, junto con el OMT, sirvió para reducir
los tipos de interés de la deuda pública en los países periféricos, porque los bancos de
esos países compraron gran cantidad de deuda pública de sus respectivos países.
Los instrumentos para facilitar el crédito deberían establecerse si las deficiencias en
la canalización del crédito se consideran el principal problema. Con estos instrumentos
los bancos centrales comprarán sólo un tipo de activos (de modo que se reduce la
rentabilidad de dichos activos y de los costes de refinanciación) o aportaran liquidez a
los bancos o aumentaran el flujo de crédito neto hacia familias y empresas. En
particular, son los países periféricos los que sufren de falta de disponibilidad de crédito
para pequeñas y medianas empresas y hogares (ver Gráfico 2). Mientras que haya una
escasez en la demanda de crédito, debido a las medidas de austeridad y el descenso de
los salarios, la contracción del crédito también estará ocasionada por la falta de voluntad
de los bancos a la hora de dar crédito en condiciones razonables. De acuerdo con
estudios realizados entre pequeñas y medianas empresas, éstas denuncian la resistencia
de los bancos para concederles crédito, sobre todo en Gracia, Italia, España y Portugal 4.
Los instrumentos para facilitar el crédito deberían favorecer que el crédito fluya a
empresas y hogares, dado que el funcionamiento de los mercados de crédito se
encuentra seriamente afectado en dichos países. Se pueden encontrar ejemplos de
mecanismos para facilitar el crédito en el Reino Unido y Hungría. Son bastante
complejos en sus detalles técnicos, pero la idea es simple: se incentiva a los bancos para
prestar capital a la economía real, proporcionándoles fondos durante un largo periodo de
tiempo, tanto el precio como la cantidad de los fondos que se les proporcionan
dependen del grado en que los bancos prestan a pymes y particulares. La efectividad de
estos programas está estrechamente ligada a diseño y al volumen, y el hecho de que los
estudios de evaluación sobre la experiencia de fondos para préstamos (Banco de
Inglaterra) y del programa de fondos para el crecimiento (Banco Central de Hungría) no
resultan totalmente convincentes, no es razón para descartar los instrumentos para
facilitar el crédito en su conjunto.
3
Carry trade se refiere a una estrategia en la que un inversor toma prestado dinero a un
interés bajo con el objeto de invertir en un activo que probablemente proporcionará mayores
beneficios.
4
ECB (2014), Survey on the Access to Finance of Small and Medium-Sized Enterprises in the
Euro Area, April 2014.
8
Debido a las fuerzas ligadas a la deflación producen un impacto directo en la
desaceleración de la demanda agregada y elevadas tasas de desempleo, mediante la
austeridad fiscal y la reducción de los salarios en grandes áreas de la zona euro, lo que
se requiere es una combinación de programas de facilitación del crédito junto con un
programa de flexibilización cuantitativa a gran escala. El BCE podría comprar deuda
pública y privada. El contraargumento, según el cual las tasas nominales de rentabilidad
estos activos son históricamente bajas de todos modos, no resulta convincente, ya que
las rentabilidades reales son altas, especialmente en la periferia, debido a la deflación y
la desinflación. Además, es más probable que la flexibilización cuantitativa deprecie el
tipo de cambio del euro. El euro se ha revaluado frente a sus socios comerciales desde
mediados de 2012, como resultado directo del aumento de superávit en cuenta corriente
(el ahorro excede ampliamente la inversión) junto con importantes entradas netas de
inversión en cartera. El euro, fuerte y sobrevaluado, se suma a las fuerzas deflacionarias
y que se oponen a la inversión. El argumento de que la flexibilización cuantitativa
aumentará aún más el superávit actual en cuenta corriente, al depreciar el euro, se
encuentra desenfocado si la flexibilización cuantitativa viene apoyada por medidas que
incrementen la demanda doméstica agregada y haga los ajustes más equilibrados, por
ejemplo mediante el aumento de los sueldos también en los países centrales de la zona
euro.
Junto con la deuda pública, empresarial y bancaria, el BCE también puede comprar
bonos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del Fondo Europeo de Inversiones
(FEI), a gran escala en el mercado secundario. Así contribuiría a apoyar un nuevo
programa de inversiones de gran calado, para revertir la recesión, fortalecer la
9
integración europea y la cohesión social. Esto favorecería la inversión directa a la
economía real de la zona euro5.
4. Límites de las políticas monetarias expansivas en la situación actual
Las políticas monetarias expuestas arriba sólo pueden ser efectivas para reducir las
presiones deflacionarias, revitalizar los préstamos a empresas y hogares e impulsar el
crecimiento y el empleo, si se acompañan con una estrategia completamente diferente
en cuanto a las políticas económicas coordinadas a lo largo de la zona euro. Los
defectos de diseño de la Unión Monetaria Europea no han sido subsanados de forma
efectiva. Los países centrales aún muestran grandes acumulaciones de superávit en
cuenta corriente (debido al ajuste fiscal y la moderación salarial), el ajuste ha sido, hasta
el momento, asimétrico ya que la clase trabajadora de la periferia ha sufrido el peso del
ajuste, junto con los grupos sociales de bajos ingresos en los países centrales. De forma
repetida, la mezcla de las causas y los síntomas de la crisis - como el relato de la crisis
de deuda pública- ha ocultado un simple hecho: el aumento de los grandes
desequilibrios entre ahorro e inversión antes y, en particular, durante la crisis. Es
necesaria una combinación de políticas que sean capaces de reducir estos desequilibrios,
sobre todo una redistribución de los ingresos y la riqueza desde aquellos que ahorran
(ricos) hacia aquellos no lo hacen y/o que piden préstamos, esto es, programas de
inversión pública, expansión fiscal en general financiada mediante impuestos de
sociedades e impuestos progresivos, al tiempo que se reduce la presión fiscal sobre los
trabajadores con bajos ingresos, sindicatos fuertes así como tasas de interés reales bajas
o negativas. En relación con la política monetaria, puede ser bastante poderosa cuando
ciertas medidas innovadoras se apliquen junto a políticas que fortalezcan la demanda
agregada. Dado el gran exceso de ahorros, la tasa real de interés que es capaz de
equilibrar ahorro e inversión, es negativa y la cifra exacta probablemente se encuentre
lejos de cero.
5. Resumen
La inacción del BCE y otros aspectos de las políticas económicas llevadas a cabo,
suponen un riesgo creciente al empujar la zona euro a una espiral deflacionaria. Desde
comienzos de 2013, el BCE no llega a alcanzar los niveles de inflación esperados, sino
que permanecen cerca del 2%.
Las políticas monetarias no convencionales son necesarias, pero pueden ser
efectivas sólo si se acompañan de otras políticas económicas que ayuden a reducir el
exceso de ahorro. Además, el BCE necesita cambiar drásticamente el enfoque de sus
políticas monetarias. El objetivo de inflación inferior del BCE, aunque cercano al 2%,
es demasiado bajo, dados los errores de cálculo el comportamiento esperado de la
inflación. Estos estudios sobrevaloran constantemente la inflación, tema que se discutió
ampliamente durante la transición a la Unión Monetaria Europea, pero que en la
5
See Varoufakis, Y., Holland, S. and J.K. Galbraith, A Modest Proposal for Resolving the
Eurozone Crisis – Version 4.0. http://yanisvaroufakis.eu/euro-crisis/modest-proposal/
10
actualidad ha desaparecido del debate público. Además, un objetivo de inflación más
alto puede repartir la presión del ajuste de un modo más equitativo entre individuos y
países. Una inflación más elevada reduciría más fácilmente la presión de la deuda de
empresas, hogares y gobiernos, y redistribuiría la riqueza desde los acreedores a los
deudores. Pero, aunque el BCE no ajuste sus objetivos al alza, durante los próximos
meses el BCE tendría que superar sus objetivos temporalmente para cumplir su
mandato. El Consejo del BCE decidió hace muchos años que “por debajo y cerca del
2%” debe alcanzarse a medio plazo.
Desde el punto de vista de la legitimidad democrática, los objetivos de un banco
central deberían fijarse desde el público en general y no desde el banco central. El hecho
de que el BCE fije el objetivo de inflación, es una práctica incompatible con los
estándares de nuestras democracias representativas. Más aún, el mandato, estipulado en
el Tratado de la Unión Europea, establece claramente que la inflación es el principal
objetivo de las políticas monetarias. Sin embargo, el comportamiento del BCE también
es evaluado en función de otros objetivos de la política económica, como el crecimiento
económico. Sin embargo, dar a los objetivos de crecimiento y de empleo el mismo peso
que la inflación entre los objetivos del BCE, similar al mandato de la Reserva Federal,
no viene respaldado por el Tratado. 6
No obstante, el punto más importante es que, desde comienzos de 2013, el BCE
incluso falla a la hora de cumplir su ya restrictivo mandato. Ciertamente, los 19
millones de desempleados en la zona euro se merecen que el BCE haga todos los
esfuerzos necesarios para estimular una recuperación que merezca tal nombre.
Elisabeth Blaha, economista, Austria
6
El Tratado de Maastricht asigna al BCE un mandato de inflación estricto, y que tan solo “sin perjudicar
el objetivo de la estabilidad de los precios, apoyará las políticas generals de la Comunidad” (art.2). En los
EEUU, en cambio, la Ley de Presupuestos de 1978 (la Ley Humphrey-Hawkins) enmendó la Ley de la
Reserva Federal al establecer un doble objetivo, la estabilidad de precios y el pleno empleo, para las
políticas monetarias.
11
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