UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY Escuela Superior de Ciencias Jurídicas y Políticas CURSO DE INGRESO 2023 Carrera: ABOGACÍA Módulo III Módulo III: Nociones básicas de Derecho Fecha: del 26 al 30 de junio de 2023 Evaluación: 01 de julio de 2023 Recuperatorio: 05 de julio de 2023 Equipo docente: Dra. Ana Miriam Olivera Rodríguez Dr. Federico García Salverry Programa académico: ¡Bienvenidos! Para llegar a esta instancia del curso de Ingreso de la carrera de Abogacía en la Universidad Nacional de Jujuy debieron haber cumplido con las instancias de cursado y evaluación de los otros dos módulos que integran este Curso: Lectura y comprensión de textos en la práctica del derecho; e Introducción a las Ciencias Sociales. Los módulos anteriores los prepararon para abordar éste módulo, pero sobre todo se constituyeron en una suerte de basamento de conocimientos para abordar el primer cuatrimestre de la carrera que eligieron cursar. Se buscó –desde la Escuela Superior- brindarles las herramientas que les permitirán comprender cabalmente la labor que tienen por delante, en los años que le insumirá a cada uno (porque de aquí en adelante la carrera que hacen es con ustedes mismos, a veces acompañados de los mismos grupos, a veces en solitario, pero es SU carrera) alcanzar la meta de un título universitario en Derecho. En éste módulo tendrán un acercamiento a cuestiones medulares del derecho, que es una ciencia amplia, con muchas ramas, incumbencias, líneas ideológicas, métodos…como toda ciencia social, el Derecho fluctúa en esto según la persona o grupos de personas que lo enseñan, que lo estudian, que lo crean o lo aplican. Lo importante de este primer acercamiento es entender principalmente eso: corresponde a cada uno de los interesados en estudiar esta carrera elegir la base ideológica, el método, la rama que lo apasiona y seguirla. Aquí vamos a intentar dar un panorama de las diferentes opciones que hay, para que las conozcan, y desde ése conocimiento, tomen sus elecciones. El módulo será planteado desde tres ejes principales: - Eje 1: La Justicia - Eje 2: El Derecho - Eje 3: El Abogado Cuando concluyamos el cursado notarán que son ejes inescindibles, que la ausencia de cualquiera de ellos impedirá comprender la ciencia del derecho en su integralidad. En el primer eje veremos: - ¿Qué vínculo hay entre el derecho y la Justicia? ¿Por qué Justicia con mayúscula? - Derecho y valores. - Vínculo entre la filosofía y el derecho Derecho/Justicia/Constitución de un estado. Control de constitucionalidad. Control de convencionalidad En el eje siguiente buscaremos comprender - ¿Qué es el derecho? Derecho como producto humano, social, histórico. Derecho en tanto relación (entre personas. Entre personas y cosas. Entre personas e instituciones/organismos/el Estado. Entre estados) Fuentes del Derecho. Modelos de derecho en el mundo. Common law. Derecho de base romanista. Codificación - Iuspositivismo/iusnaturalismo (breve repaso) - Derecho y coacción. Ética y derecho El derecho y la norma. Norma Jurídica. Norma y lenguaje. Kelsen y la pirámide jurídica. Tipos de normas (Primarias y Secundarias – Herbert Hart). Dworkin. El derecho más allá de la norma. Los principios rectores. La Teoría Trialista del derecho. Ramas del derecho: un esquema a grandes rasgos: Derecho Público -Derecho Privado. Derecho internacional/Nacional y Local. Derecho de fondo y de forma. En el Eje 3 hablaremos del abogado - ¿Por qué es necesario un abogado? - Toda persona tiene derecho a tener un abogado. ¿Y si no puede pagarlo? - El abogado que litiga. El abogado que juzga. El abogado que asesora El poder Judicial federal/ el poder judicial provincial. Los distintos fueros. Los juzgados multifuero. - Los fiscales. Los Defensores. Ministerio Público de la Defensa. Ministerio Público Fiscal - La mediación. El arbitraje - “Nuevas” ramas del derecho: indigenismo/aeroespacial/contable Bibliografía A continuación se encuentra la bibliografía específica seleccionada para los diferentes temas a abordar. Se incluyen además dos Manuales (a los que se accede en forma gratuita en los repositorios de Universidades Nacionales, por eso nos permitimos compartirlos con uds. Se suben en calidad de material de consulta. No es necesaria ni su reproducción total en fotocopias, ni que los estudies en su totalidad. Son una herramienta a la que recurrir en caso de que algún tema del programa no hubiera quedado claro en el dictado del módulo, o con la apoyatura de la bibliografía específica) Control de convencionalidad en Argentina Lautaro Pittier* 1. El control de convencionalidad Como ya sabemos, en distintos países se ejerce el llamado “control de constitucionalidad”, el cual se encarga de realizar una comparación entre la Constitución y las demás normas del sistema jurídico de jerarquía inferior, estableciendo que la primera debe prevalecer por sobre las demás. Es así que encontramos un sistema difuso de control de constitucionalidad, en donde dicho control es llevado a cabo por todos los jueces, ya sean provinciales o nacionales, sistema adoptado, entro otros, por Estados Unidos (por medio del célebre caso Marbury vs. Madison1) y Argentina (receptado por los fallos Sojo2 y Elortondo3); y un sistema concentrado, donde un cuerpo único es el encargado de llevar a cabo la revisión, el cual es creado para ese fin exclusivamente, sistema que ha sido adoptado en algunas constituciones europeas, y también latinoamericanas. * Abogado, Director de Asuntos Jurídicos de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora; Director del Instituto de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora; Docente Adjunto de Derechos Humanos, Facultad de Derecho UNLZ; integrante del Centro de Estudios Judiciales de la UNLZ; ex coordinador del programa Empoderar de la Universidad de Buenos Aires. 1 “Supreme Court of the United States in Marbury, William vs. Madison, James. 1 Cranch 137; 2 L. Ed. 60; 1803”. En Villanueva, Marcos Agustín. “El control de convencionalidad y el correcto uso del margen de apreciación: medios necesarios para la protección de los derechos humanos fundamentales”. 2 CSJN, “Sojo, Eduardo”, Fallos 32:120. 3 CSJN, “Municipalidad de la Capital c/Elortondo”, Fallos, 33:162. 162 Revista IIDH [Vol. 64 El control de convencionalidad puede ser entendido como una concordancia que realizan los jueces de las normas de derecho interno vigentes de cada país subscriptos a la Convención Americana de Derechos Humanos y el mismo instrumento supranacional. El control de convencionalidad, busca, establecer si la norma que está siendo objeto de revisión se adecua a lo determinado por la Convención de Derechos Humanos, es decir, si la misma resulta convencional o no. En caso de ser tenida como “inconvencional”, el efecto que la misma trae aparejada es su invalidez y esto por ende determina que la misma no pueda ser aplicada, incluso si se trata de la propia Constitución Nacional, como lo deja ejemplificado el célebre fallo “La Ultima Tentación de Cristo”4. El control de convencionalidad se debe realizar teniendo en cuenta las cláusulas de la CADH, más las interpretaciones que de ello ha hecho la Corte IDH en sus sentencias y opiniones consultivas. Coincidimos con Sagüés5: El control de convencionalidad desempeña un doble papel: por el primero, obliga a los jueces nacionales a inaplicar las normas internas (incluso las constitucionales) opuestas al referido Pacto (o Convención Americana sobre los Derechos del Hombre), y a la interpretación que sobre dicho Pacto ha realizado la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por el segundo, también los obliga a interpretar al derecho 4 Hit ters, Ju a n Ca rlos, “Cont rol de const it ucionalid ad y cont rol de convencionalidad. Comparación”, La Ley 2009-D, 1205. 5 Sagüés, Néstor P., “Dificultades operativas del ‘Control de Convencionalidad’ en el sistema interamericano”, artículo de doctrina publicado en La Ley, 2009-B, P. 1. 2016] Revista IIDH 163 doméstico de conformidad al Pacto y a su interpretación por la Corte Interamericana. Es la interpretación “armonizante” o “adaptativa” del derecho local con el Pacto y la exégesis dada al Pacto por la Corte Interamericana. Ello conduce a desechar las interpretaciones del derecho nacional opuestas al referido Pacto y/o a la manera en que fue entendido por la Corte Interamericana. El término “control de convencionalidad” fue mencionado por primera vez, en el caso Myrna Mack Chang, en el año 2003, a través del voto razonado del Juez Sergio García Ramírez6. Esto no quiere decir que sólo a partir del citado asunto la Corte IDH haya ejercido tal potestad, sino que desde siempre el cuerpo hace una comparación entre ambos esquemas, destacando por supuesto la prioridad de la regla supranacional; lo que en verdad ha sucedido es que a partir de ese momento se comienza a utilizar el término. Años después, la Corte IDH amplió el concepto del control de convencionalidad en el Caso Boyce y otros vs. Barbados7, en el cual estableció que el objetivo del control de convencionalidad es determinar si la norma enjuiciada –por contraste con la CADH–, es o no “convencional”. Si la norma es contraria a esta, es decir, si es “inconvencional”, sobreviene el deber judicial de no aplicarla. La norma repudiada es inaplicada, pero no derogada. Por resultar incompatible con el derecho superior, no se la efectiviza8. 6 Corte IDH en “Myrna Mack Chang vs. Guatemala”, sentencia del 25 de noviembre de 2003, Serie C N° 101 del voto razonado del juez Sergio García Ramírez. 7 Corte IDH en Boyce y otros vs. Barbados, sentencia del 20 de noviembre de 2007, considerando N° 78. 8 Sagüés, Néstor P. “Dificultades operativas del ‘Control de Convencionalidad’ en el sistema interamericano”. 164 Revista IIDH [Vol. 64 Como ya hemos mencionado, la Corte Suprema de la Nación y Tribunales inferiores, realizan este control de convencionalidad, incluso desde antes de la última reforma constitucional, por lo que a la fecha, existe una numerosa recepción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en la jurisprudencia de la República Argentina. También la jurisprudencia de la Corte IDH ha tenido una directa y significativa influencia en la transformación del derecho interno, a través de célebres fallos como la causa “Eduardo Kimel”9, que provocó en el año 2010, la reforma del Código Penal, en el capítulo que trata de injurias y calumnias. Además, en otros casos; como por ejemplo en “Badaro”, se cita el caso “Cinco Pensionistas vs. Perú”; o en la causa “Mazzeo Lilio”, se cita “Almonacid Arellano” y “Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú”. 1.1 Evolución Así, podemos desarrollar la evolución jurisprudencial de la CSJN en los siguientes fallos: 1. Año 1992, la CSJN en oportunidad de expedirse en el caso “Ekmekdjian c/Sofovich”10 falló “que la interpretación de la CADH debe, además, guiarse por la jurisprudencia de la Corte IDH”. Aquí la corte, reconoce la supremacía legal de los tratados por sobre las leyes nacionales. 2. Con la Reforma Constitucional del año 1994, por la cual se incluyen a la Constitución Nacional los tratados internacionales de derechos humanos que pasan a tener 9 Caso Kimel vs. Argentina. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia. Resolución de la Corte de 15 de noviembre de 2010. 10 CSJN en “Ekmekdjian c. Sofovich”, sentencia del 7 de julio de 1992, considerando N° 21, Fallos 315.1492. 2016] Revista IIDH 165 igual jerarquía que la propia Carta Magna, conformando un “bloque constitucional”; en el año 1998, en “Acosta”11, la CSJN retrocede en el proceso de reconocimiento del carácter vinculante de los fallos de la Corte IDH, cuando sostiene que la jurisprudencia no podrá afectar la cosa juzgada a nivel interno. 3. Año 2004, una nueva composición de la CSJN inicia una etapa de reconocimiento de la jurisprudencia internacional con el caso “Espósito”12, donde sostuvo que la jurisprudencia de la Corte IDH constituye una imprescindible pauta de interpretación de todos los deberes y obligaciones que derivan de la CADH. 4. Año 2007, en el caso “Mazzeo”13, la CSJN confirmó la doctrina utilizada en Almonacid14 cuando establece que el poder judicial debe ejercer una especie de control de convencionalidad, teniendo en cuenta no solo la CADH, sino también la interpretación que la propia Corte IDH haya realizado. 5. En el año 2012 se dicta el fallo “Rodríguez Pereyra c. Ejército Argentino s/daños y perjuicios”15, por medio del cual la CSJN, en posición mayoritaria, expresó la importancia que exige la correspondiente y adecuada coordinación del sistema de 11 CSJN en “Acosta”, sentencia del 28 de diciembre de 1998, considerando N° 6, Fallos 321.3564. 12 CSJN en “Espósito Miguel Ángel s/incidente de prescripción de la acción penal promovido por su defensa”, sentencia del 23 de diciembre de 2004, E. 224. XXXIX. 13 CSJN en “Mazzeo, Julio Lilio s/recurso de casación e inconstitucionalidad”, sentencia del 13 de julio de 2007, Fallos 330.3248. 14 Corte IDH en Almonacid Arellano y otros vs. Chile, sentencia del 26 de septiembre de 2006. 15 CSJN, R. 401. XLIII, sentencia del 27 de noviembre de 2012. 166 Revista IIDH [Vol. 64 control de constitucionalidad con el de convencionalidad (ambos difusos), fundamentando que: “la jurisprudencia reseñada no deja lugar a dudas de que los órganos judiciales de los países que han ratificado la CADH están obligados a ejercer, de oficio, el control de convencionalidad, descalificando las normas internas que se opongan a dicho tratado. Resultaría, pues, un contrasentido aceptar que la Constitución Nacional que, por un lado, confiere rango constitucional a la mencionada Convención (artículo 75, inc. 22), incorpora sus disposiciones al derecho interno y, por consiguiente, habilita la aplicación de la regla interpretativa –formulada por su intérprete auténtico, es decir, la CorteIDH– que obliga a los tribunales nacionales a ejercer de oficio el control de convencionalidad, impida, por otro lado, que esos mismos tribunales ejerzan similar examen con el fin de salvaguardar su supremacía frente a normas locales de menor rango”16. Así, podemos observar una breve evolución de nuestra Corte Suprema, a través de distintos fallos previamente seleccionados, con el fin de plasmar, en forma meramente ejemplificativa, cómo se fue implementando y consolidando el control de convencionalidad en nuestro país. 16 CSJN, R. 401. XLIII, sentencia del 27 de noviembre de 2012. Posición mayoritaria, considerando 12. En: Sagüés, María Sofía., “Concordancia procesal entre el control de convencionalidad y control de constitucionalidad. aplicación en el recurso extraordinario federal argentino”. Disponible en http://www. iberoconstitucional.com.ar/wp-content/uploads/2013/09/2B-014.pdf [consulta 15/11/2013]. 2016] Revista IIDH 167 1.2 Primer planteo en el ámbito interamericano El control de convencionalidad fue introducido en la jurisprudencia de la Corte Interamericana en el Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile del año 2006. En dicho caso, la Corte Interamericana estableció específicamente en su considerando 124 que: …cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. Coincidimos con Loianno 17 en señalar en esta primera aproximación se insinúan las reglas básicas que identifican el procedimiento de verificación de compatibilidad entre el derecho interno y el derecho internacional de los derechos humanos: La ratificación de un tratado internacional (no solo la CADH) obliga a los Estados a velar por su cumplimiento aún por encima del ordenamiento jurídico interno. 17 Loianno, Adelina. El control de convencionalidad y la justicia constitucional. Retos de la justicia constitucional y el control de convencionalidad. Ed. UCES. Consultado en línea, el 18/01/2016: http://dspace.uces.edu.ar:8180/xmlui/ bitstream/handle/123456789/2502/Control_Loianno.pdf?sequence=1. 168 Revista IIDH [Vol. 64 a) Los jueces como parte del aparato del Estado están sometidos a lo que disponen los tratados (no solo la CADH). b) Los jueces deben velar por que los tratados (no solo la CADH) sean aplicados y a procurar su plena efectividad. c) Los jueces deben tener en cuenta no solo el tratado, sino también la interpretación que ha hecho la Corte IDH18. 2. Incorporación en el ámbito interno argentino Particularmente en Argentina, desde la sanción del fallo Mazzeo en 200719, fue que comenzó en lo fáctico un lento proceso de asimilación normativa que ha costado incorporar y poner en marcha. El caso reseñado se refiere a un tema jurídica y políticamente controvertido, como es el de la validez de indultos decretados por el Poder Ejecutivo, respecto de delitos de lesa humanidad. En efecto, en el considerando 21 del voto mayoritario de ese fallo, el tribunal adhiere expresamente al criterio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostenido en el apartado 124 de la sentencia “Almonacid Arellano”, que se dictó el 26 de septiembre de 2006. La tesis, según la Corte argentina, repitiendo las palabras de la Corte Interamericana, es la siguiente: “…Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional, como la Convención Americana (de derechos humanos), sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les 18 Loianno, Adelina. Ibíd. 19 M. 2333. XLII. y otros. Mazzeo, Julio Lilo y otros s/rec. de casación e inconstitucionalidad. 2016] Revista IIDH 169 obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos”. Continúa después la Corte Suprema argentina, citando a la Interamericana: “En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de ‘control de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos”20. En esa tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. De acuerdo entonces con este criterio, resulta en definitiva que: a) el tratado sobre derechos humanos debe primar sobre “las normas jurídicas internas” que estorben su aplicación (la Corte Suprema argentina no exceptúa de ellas a la Constitución); b) en el caso del Pacto de San José de Costa Rica, aparte del texto de la convención, vale igualmente la exégesis que de él haga la Corte Interamericana de Derechos Humanos; todo ello obliga a los jueces locales, incluyendo a la Corte Suprema, a realizar un análisis de “convencionalidad” que dé primacía a la convención y a su interpretación por la Corte Interamericana, descartando por no válidas a las normas locales 20 Pittier, Lautaro Ezequiel, “El control de convencionalidad en la Argentina y algunas experiencias de evasión de compromisos internacionales. Conventionality control in Argentina and experiences of evasion of international commitments”. Revista CES Derecho ISSN 2145-7719, Volumen 3, Número 2 Julio-Diciembre 2012. Pág: 122-127. Disponible en línea en: http://revistas.ces.edu.co/index.php/ derecho/article/view/2535/1795. 170 Revista IIDH [Vol. 64 opuestas a ella. En definitiva, es factible incluso un “control de convencionalidad” sobre la misma Constitución; c) aunque la Corte Suprema argentina se refiere puntualmente al Pacto de San José de Costa Rica, las palabras de la Corte Interamericana en “Almonacid Arellano” que repite literalmente la primera, hablan en general de “un tratado”, mencionando al Pacto de San José de Costa Rica a título de ejemplo; d) la Corte Suprema argentina no ha diferenciado en el considerando 21 de “Mazzeo”, a tratados con nivel constitucional (como es en tal país el Pacto de San José de Costa Rica, a tenor del citado art. 75 inc. 22 de la constitución), o sin esa jerarquía. El caso “Mazzeo”, en resumen, importa una fuerte definición en pro de los tratados de derechos humanos, sobre la Constitución. En efecto en el citado fallo se dijo que: Los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de ‘control de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre 2016] Revista IIDH 171 Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. A partir de la doctrina reseñada, nuestra CSJN ha inaugurado la Doctrina del Control de Convencionalidad emanada del caso de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el fallo “Almonacid Arellano c/Chile” de 2006. En la citada doctrina, se sostiene que el principio de no regresión en materia debe su significado y alcance al principio de desarrollo progresivo, consagrado en el ámbito de la protección internacional de los derechos humanos (art. 26 de la CADH). En ese sentido, su fundamentación a nivel interamericano obedece a lo dispuesto en el artículo 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, disposición a partir de la cual los Estados Partes asumen, junto al deber de “respetar los derechos y libertades reconocidos” en la Convención, el deber de “garantizar su libre y pleno ejercicio” (art.1.1 convencional). El objetivo del “control de convencionalidad” es determinar si la norma enjuiciada a través de la convención es o no “convencional” (Corte Interamericana de Derechos Humanos, “Boyce y otros vs. Barbados”, considerando 78). Si lo es, el juez la aplica. Caso contrario, no, por resultar “inconvencional”. Dicha “inconvencionalidad” importaría una causal de invalidez de la norma así descalificada, por “carecer de efectos jurídicos”. La inconvencionalidad produce un deber judicial concreto de inaplicación del precepto objetado. Aparentemente, el “control de convencionalidad” es asimilable en sus efectos al resultado del control de constitucionalidad ceñido al caso concreto, con efectos inter-partes. 172 Revista IIDH [Vol. 64 La norma repudiada es inaplicada, pero no derogada. Por resultar incompatible con el derecho superior (en este caso, la Convención Americana), no se la efectiviza. Una duda emerge si el órgano que realiza el control de convencionalidad posee, según el derecho constitucional del país del caso, y en materia de control de constitucionalidad, competencia para abolir o derogar a la norma inconstitucional. ¿Podría en tal caso nulificar o derogar erga omnes a, por ejemplo, una ley “inconvencional”? La Corte Interamericana de Derechos Humanos no ha aclarado este subtema. Formalmente, a ella le basta con que, en el caso puntual, no se efectivice la norma local opuesta a la Convención Americana, reputada “inconvencional” por los jueces domésticos. Sin embargo, si el órgano control de constitucionalidad, por semejanza a sus funciones en la materia, tiene en el país del caso autoridad para derogar a la regla inconstitucional, desde luego que el sistema interamericano no se ofendería si también elimina, por analogía y con resultados erga omnes, a la norma “inconvencional”. El “Control difuso de convencionalidad”21 convierte al juez nacional en un juez interamericano: en un primer y auténtico guardián de la Convención Americana y de la jurisprudencia de la Corte Interamericana que interpreta dicha normatividad22. 21 Fajardo Morales, Zamir Andrés. “El control difuso de convencionalidad en México: elementos dogmáticos para una aplicación práctica”. Disponible en el siguiente enlace: http://www.sitios.scjn.gob.mx/reformasconstitucionales/sites/ default/files/material_lectura/Fajardo%20Control%20Convencionalidad.pdf 22 Ver además: fallos Giroldi (CSJN- 07/04/1995 - Sentencia “Giroldi, Horacio y otro”) que en su considerando 11 expresamente dice: “Que la ya recordada ‘jerarquía constitucional’ de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (consid. 5°) ha sido establecida por voluntad expresa del constituyente, ‘en las condiciones de su vigencia’ (art. 75, inc. 22, párr. 2°, esto es, tal como la 2016] Revista IIDH 173 Tienen los jueces y órganos nacionales la importante misión de salvaguardar no sólo los derechos fundamentales previstos en el ámbito interno, sino también el conjunto de valores, principios y derechos humanos que el Estado ha reconocido en los instrumentos internacionales y cuyo compromiso internacional asumió. Aunque las partes no lo soliciten, los jueces lo deben declarar de oficio cuando califiquen a la norma como palmariamente contraria a la Constitución o las Convenciones, pues su superioridad sobre las restantes disposiciones es una cuestión de orden público que es extraño y va más allá del deseo de las partes. Convención citada efectivamente rige en el ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes para su interpretación y aplicación. De ahí que la aludida jurisprudencia deba servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en la medida en que el Estado Argentino reconoció la competencia de la Corte Interamericana para conocer en todos los casos relativos a la interpretación y aplicación de la Convención Americana (confr. arts. 75, Constitución Nacional, 62 y 64 Convención Americana y 2°, ley 23.054) y “Bramajo” (CSJN, 1996, Bramajo, Hernán Javier s/incidente de excarcelación –causa n° 44.891–), que expresamente dice en su considerando 8: “Que la ‘jerarquía constitucional’ de la Convención Americana sobre Derechos Humanos ha sido establecida por voluntad expresa del constituyente, en las condiciones de su vigencia” (art. 75, inc. 22, 2° párrafo) esto es, tal como la convención citada efectivamente rige en el ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes para su interpretación y aplicación. De ahí que la opinión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debe servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en la medida en que el Estado argentino reconoció la competencia de aquélla para conocer en todos los casos relativos a la interpretación y aplicación de la Convención Americana, art. 2° de la ley 23.054 (confr. doctrina de la causa G.342.XXVI. “Giroldi, Horacio David y otros/recurso de casación”, sentencia del 7 de abril de 1995). 174 Revista IIDH [Vol. 64 2.2 Avances y desarrollo del control de convencionalidad La Corte Interamericana continuó desarrollando y ampliando la conceptualización del control de convencionalidad a través de sus sentencias. Posterior al caso Almonacid Arellano, en el caso Trabajadores Cesados del Congreso, la Corte IDH retomó su criterio de control de convencionalidad y además enfatizó la necesidad que la CADH y los demás tratados internacionales de derechos humanos tengan un efecto útil, procediendo consecuencialmente a determinar que “los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de constitucionalidad, sino también ‘de convencionalidad’ ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. Esta función no debe quedar limitada exclusivamente por las manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto, aunque tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros presupuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia de ese tipo de acciones”23. Así, este segundo precedente pone en cabeza de las autoridades judiciales la garantía del efecto útil de los tratados internacionales, relacionando de manera inescindible el control de constitucionalidad con el control de convencionalidad24. Señala la Corte que si bien el control de convencionalidad no es irrestricto, pues está sujeto a presupuestos formales y materiales, sí debe ejercerse sin hacerlo depender de las 23 Corte IDH, Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú, sentencia de 24 de noviembre de 2006, serie C No. 158, párr. 128. 24 En idéntico sentido ver, Corte IDH, Caso Boyce y otros vs. Barbados, sentencia de 20 de noviembre de 2007, Serie C No. 169, párr. 78. 2016] Revista IIDH 175 manifestaciones o actos de las personas accionantes en cada caso concreto (naturaleza oficiosa). En el Caso Gelman vs. Uruguay25 se produce un avance que plantea un control más allá de los jueces, al señalar que “cuando un Estado es parte de un tratado internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, están sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin, por lo que los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un ‘control de convencionalidad’ entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes y en esta tarea, deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana. La Corte en el caso Gelman señaló: “La sola existencia de un régimen democrático no garantiza, per se, el permanente respeto del Derecho Internacional, incluyendo al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, lo cual ha sido así considerado incluso por la propia Carta Democrática Interamericana. La legitimación democrática de determinados hechos o actos en una sociedad está limitada por las normas y obligaciones internacionales de protección de los derechos humanos reconocidos en tratados como la Convención Americana, de modo que la existencia de un verdadero régimen democrático está determinada por sus características tanto formales como sustanciales, por lo que, particularmente en casos de graves violaciones a las normas 25 Gelman vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia de 24 de febrero de 2011. 176 Revista IIDH [Vol. 64 del Derecho Internacional de los Derechos, la protección de los derechos humanos constituye un límite infranqueable a la regla de mayorías, es decir, a la esfera de lo “susceptible de ser decidido” por parte de las mayorías en instancias democráticas, en las cuales también debe primar un “control de convencionalidad” […], que es función y tarea de cualquier autoridad pública y no sólo del Poder Judicial. Asimismo, esta Corte considera pertinente recordar, sin perjuicio de lo ordenado, que en el ámbito de su competencia “todas las autoridades y órganos de un Estado Parte en la Convención tienen la obligación de ejercer un ‘control de convencionalidad’”26. La Corte IDH ha precisado que el control de convencionalidad puede implicar la expulsión de normas contrarias a la CADH, o bien, su interpretación conforme a la misma. En efecto, tanto en el Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile27 como en el Caso Mendoza y otros vs. Argentina28, la Corte IDH dejó establecido que la inconvencionalidad trae como consecuencia la inaplicabilidad en el caso concreto. Recordemos que en el Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, la Corte dijo: 26 Cfr. Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia. Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones. Sentencia de 30 de noviembre de 2012. Serie C No. 259, párr. 142, y Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del Pueblo Mapuche) vs. Chile, párr. 436. 27 Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. 28 Caso Mendoza y otros vs. Argentina. Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones. Sentencia de 14 de mayo de 2013 2016] Revista IIDH 177 El Estado, desde que ratificó la Convención Americana el 21 de agosto de 1990, ha mantenido vigente el Decreto Ley No. 2.191 por 16 años, en inobservancia de las obligaciones consagradas en aquella. Que tal Decreto Ley no esté siendo aplicado por el Poder Judicial chileno en varios casos a partir de 1998, si bien es un adelanto significativo y la Corte lo valora, no es suficiente para satisfacer las exigencias del artículo 2 de la Convención en el presente caso. En primer lugar porque, conforme a lo señalado en los párrafos anteriores, el artículo 2 impone una obligación legislativa de suprimir toda norma violatoria a la Convención y, en segundo lugar, porque el criterio de las cortes internas puede cambiar, decidiéndose aplicar nuevamente una disposición que para el ordenamiento interno permanece vigente29. Asimismo, en el caso Caso Mendoza y otros vs. Argentina: …cuando un Estado es parte de un tratado internacional como la Convención Americana sobre Derechos Humanos, dicho tratado obliga a todos sus órganos, incluidos los poderes judicial y ejecutivo, cuyos miembros deben velar por que los efectos de las disposiciones de dichos tratados no se vean mermados por la aplicación de normas o interpretaciones contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas internas 29 Destacado del autor. 178 Revista IIDH [Vol. 64 y los tratados de derechos humanos de los cuales es Parte el Estado, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia, como el ministerio público, deben tener en cuenta no solamente la Convención Americana y demás instrumentos interamericanos, sino también la interpretación que de estos ha hecho la Corte Interamericana. Asimismo, según lo hemos reseñado anteriormente, la Corte IDH ha puesto de relieve la importancia de la realización del control de convencionalidad en el ámbito interno para evitar que los Estados incurran en responsabilidad internacional, considerando que ellos son los primeros llamados a cumplir con la labor de protección de los derechos humanos. En este sentido, la Corte IDH ha destacado la subsidiariedad del sistema internacional (en lo contencioso) y ha dado cuenta de la progresiva incorporación del control por parte de la jurisprudencia constitucional comparada. Todo ello significa que –en la práctica– se ha instaurado un control dinámico y complementario de las obligaciones convencionales de los Estados de respetar y garantizar derechos humanos, conjuntamente entre las autoridades internas (primariamente obligadas) y las instancias internacionales (en forma complementaria), de modo que los criterios de decisión puedan ser conformados y adecuados entre sí. Así las cosas, la Corte IDH no puede realizar de manera exclusiva el control de convencionalidad, porque el alcance de su competencia contenciosa no cubre más que una exigua proporción de los diferentes casos en los que, día a día en nuestro 2016] Revista IIDH 179 hemisferio, diferentes autoridades públicas se enfrentan a normas internas que violan los derechos humanos reconocidos en las constituciones o en el DIDH. Por ello, el estándar de control de convencionalidad hace que las autoridades internas tengan la obligación de garantizar que el objeto y fin de los tratados se cumpla, enviando además con la adopción de este estándar el mensaje de que cualquier materia judicial o de otra índole puede estar relacionada con el ejercicio de sendos derechos humanos. 3. Los jueces y el control de convencionalidad Tienen, por lo tanto, los jueces y órganos nacionales la importante misión de salvaguardar no sólo los derechos fundamentales previstos en el ámbito interno, sino también el conjunto de valores, principios y derechos humanos que el Estado ha reconocido en los instrumentos internacionales y cuyo compromiso internacional asumió. Este es el desafío que enfrenta el Derecho para construir un verdadero Estado Constitucional. Lo cierto es que hay una “circulación mundial” de problemas constitucionales y una circulación igualmente planetaria de las correspondientes soluciones. Por eso es que se habla de una “propensión ultranacional, sino universal, de las funciones nacionales de la justicia constitucional”30. Dicha propensión estaría anudada a la existencia de una comunidad de jueces constitucionales que con frecuencia celebran reuniones, seminarios y congresos en los que dialogan e intercambian experiencias, creando así una suerte de “sociedad abierta de la justicia constitucional”, la cual puede ampliarse para hablar incluso de una sociedad abierta de la justicia convencional. 30 Zagrebelsky, Gustavo, “Jueces constitucionales”. En: Carbonell, Miguel (Ed.), Teoría del neoconstitucionalismo. Ensayos escogidos. Trotta. Madrid, 2007. Pág. 92. 180 Revista IIDH [Vol. 64 Las nuevas fronteras entre derecho nacional, tras la recepción del derecho internacional son hoy más borrosas que nunca y por eso es que los abogados deben estar listos para utilizar en sus razonamientos tanto normas internas como normas internacionales. No hay duda, a la luz de lo que ya llevamos expuesto, que el control de convencionalidad es obligatorio y que por tanto los operadores jurídicos deben conocer a fondo y con detalle la jurisprudencia de la Corte IDH; pero dicha obligatoriedad no se verá reflejada en la práctica si no conseguimos desarrollar una mentalidad más afín a los pronunciamientos de la jurisdicción interamericana. El mayor reto será de los formadores de dichos operadores, las casas de alto estudio. En este punto tendrán un papel fundamental por desarrollar las facultades de derecho, pues será en ellas en donde se formen las nuevas generaciones de abogados, para las cuales temas como el control de convencionalidad serán vistos como algo normal y cotidiano, al revés de lo que sucede en la actualidad con algunos jueces y abogados. Con lo antes señalado, recae en el juez como operador principal de la justicia y del derecho, velar porque el respeto por la persona humana sea una realidad. Este control debe desplegarse sobre las normas y sobre los actos jurídicos que, de modo eventual, violen derechos y garantías avalados por los tratados a los que se comprometió Argentina. Esta transformación pone al juez en un nuevo rol de control más amplio, en el cual la Constitución, junto con los derechos fundamentales –individuales y colectivos–, deja de ser superstición declamada para ser una realidad aplicada. 2016] Revista IIDH 181 El expresado “nuevo rol” significa que, al emitir una “decisión fundada”, el juez ya no está atado a la literalidad de la norma, sino que debe acudir a una pluralidad de fuentes y concretar una interpretación contextual y armónica del ordenamiento jurídico. Como no hay derecho sin juez, al ser estos derechos mayoritariamente operativos, se amplía el alcance y la intensidad del control. Esto no implica “garantismo” ni “activismo judicial”, ni el ejercicio de la función política por parte de los jueces, ni que estos administren o legislen. De lo que se trata es de un control más amplio y profundo, pero siempre dentro de la ley y del orden jurídico. Por eso, el control de los actos de los otros poderes del Estado debe respetar el “núcleo duro” o la “zona de reserva constitucional” que a ellos les incumbe para valorar la oportunidad, el mérito y la conveniencia de sus decisiones. En este marco, el hecho de que un juez ejerza el control amplio de juridicidad no significa el gobierno de los jueces, sino la primacía de la Constitución (de sus principios y valores), de los tratados y de las leyes. El Juez como operador del Derecho se debe allegar de todos los principios y valores reconocidos y legitimados por la sociedad, para estar así en posibilidad de respetar los derechos humanos reconocidos actualmente por nuestra constitución, y que en muchos de los casos se encuentran desarrollados en tratados internacionales o en la interpretación que se ha hecho al respecto por tribunales internacionales, tales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El Juez es el pilar del sistema del Derecho para implementar en todo momento una 182 Revista IIDH [Vol. 64 justicia “pro homine”31 y sobre todo cuando tiene la potestad tan importante de hacer un control de convencionalidad respecto de las leyes internas que sean incompatibles con el sistema de protección más favorable al ser humano. A la luz de lo expresado, el juez de control es aquel operador jurídico que ejerce una vigilancia de los derechos constitucionales (intimidad, libre comunicación, inviolabilidad del domicilio, libertad personal, propiedad, etc.) dentro del proceso judicial, bajo las reglas del control judicial, sobre aquellas diligencias, actos procesales o comportamientos de las agencias formales del sistema de justicia que pongan en peligro o lesionen los derechos constitucionales de los sujetos procesales. Cuando un Estado es Parte de un tratado internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos sus jueces, también están sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin. Los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes32. Frente a este panorama el juez de control no está exento de cumplir con esta obligación, aun si las partes intervinientes en el proceso no lo hayan solicitado. En esa inteligencia, en el presente 31 Gómez Reyes, José Alfredo. “La reforma constitucional en materia de derechos humanos”. En: Universita Ciencia: revista electrónica de la Universidad de Xalapa, núm. 3, enero-abril de 2013, ISSN: 2007-3917. 32 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Cabrera García y Montiel Flores con México, de 26 de noviembre de 2010. 2016] Revista IIDH 183 apartado estableceremos el armazón operativo que requiere el citado operador jurídico para cumplir con tal cometido, para luego finalizar con el estudio de determinados casos prácticos. En tal sentido, a la luz de lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y lo receptado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación podemos identificar las siguientes características del control difuso de la convencionalidad de las normas: a) El juez nacional como juez interamericano. Los jueces de los Estados parte se convierten en guardianes de la convencionalidad de las leyes –federales y locales– y demás actos nacionales, al permitirles realizar un ejercicio o test de compatibilidad entre éstos y la Convención Americana. Tienen los jueces y órganos de impartición de justicia nacionales la importante misión de salvaguardar no sólo los derechos fundamentales previstos en el ámbito interno, sino también el conjunto de valores, principios y derechos humanos que el Estado ha reconocido en los instrumentos internacionales y cuyo compromiso internacional asumió. Los jueces nacionales se convierten en los primeros intérpretes de la normatividad internacional, si se considera el carácter subsidiario, complementario y coadyuvante de los órganos interamericanos con respecto a los previstos en el ámbito interno de los Estados americanos y la nueva “misión” que ahora tienen para salvaguardar el corpus iuris interamericano a través de este nuevo “control”. b) Carácter difuso. Se encomienda dicho control a todos los jueces nacionales, sin importar la materia, jerarquía o si son jueces ordinarios o constitucionales, en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. 184 Revista IIDH [Vol. 64 Existe, por consiguiente, una asimilación de conceptos del derecho constitucional, lo cual está presente desde el origen y desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos, especialmente al crearse las “garantías” y “órganos” internacionales de protección de los derechos humanos. Se advierte claramente una internalización del derecho constitucional, particularmente al trasladar las “garantías constitucionales” como instrumentos procesales para la tutela de los derechos fundamentales y salvaguarda de la “supremacía constitucional”, a las “garantías convencionales” como mecanismos jurisdiccionales y cuasi jurisdiccionales para la tutela de los derechos humanos previstos en los pactos internacionales cuando aquéllos no han sido suficientes, por lo que de alguna manera se configura también una “supremacía convencional”. c) Ex officio. Este control lo deben realizar los jueces nacionales con independencia de petición o solicitud de parte, en el caso que estén conociendo. En esa inteligencia, la obligación de los jueces es el de armonizar la normativa interna con la convencional, a través de una interpretación convencional de la norma nacional, sin estar condicionada a las manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto. El control de convencionalidad que deben realizar los jueces nacionales es la consecuencia de la aplicación del derecho internacional en general y de los derechos humanos en particular, concretando así la regla del derecho consuetudinario reflejada en el art. 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados que impide a los Estados hacer prevalecer su derecho interno por sobre el derecho internacional. Esa obligación de procurar la compatibilidad del derecho interno e internacional responde al deber de los Estados de hacer “los mayores 2016] Revista IIDH 185 esfuerzos” para que las normas internacionales tengan “efecto útil”33. El art 2.2. CADH dispone la obligación de “adoptar disposiciones de derecho interno” tanto legislativas como “de otro carácter” para hacer efectivas los compromisos asumidos al ratificar la CADH. Esas medidas de otro carácter incluyen seguramente la actuación de los poderes judicial y administrativo, quienes también deben proceder de modo que la armonía y congruencia de las normas internas e internacionales sea la guía de su actuación en lo que corresponde a sus competencias34. En tal sentido, los jueces deben realizar “interpretaciones constitucionales” que sean compatibles con los estándares internacionales35, llegando incluso a la aplicación directa de la jurisprudencia de la Corte IDH. La necesaria compatibilidad entre la interpretación constitucional y convencional obliga también a desalojar del sistema interno, no solo a las normas contradictorias, sino también a la jurisprudencia local que provoque el mismo conflicto. Quizás sea éste el mayor desafío para los jueces nacionales de todas las instancias, porque la CADH marca un deber genérico para todos ellos, que los coloca muchas veces en una situación incómoda frente a sus propias obligaciones constitucionales y a la vez, si las hacen prevalecer por sobre los estándares internacionales que elabora la Corte IDH, dejan expuesto al Estado a la responsabilidad internacional. 33 Alcalá Zamora, Niceto. Boletín de derecho comparado, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM. México, 2012. N° 135, pág. 1185. 34 Ferrer, Mac Gregor. Panorámica del Derecho Procesal Constitucional. Marcial Pons. Madrid, 2013. Pág. 959. 35 Corte IDH. Caso Radilla Pacheco vs. México, Serie C, n° 209, 26 de noviembre de 2009, párr. 340. 186 Revista IIDH [Vol. 64 Finalmente, corresponde concluir que el juez de control debe de aplicar el control difuso de convencionalidad de las normas; para ello deberá conocer y emplear los principios referidos a la interpretación convencional, complementados con los aportes del derecho internacional de los derechos humanos, así como del derecho constitucional. Conclusión No es posible desconocer que esas dificultades se generan en las particularidades de cada país en materia de jurisdicción, competencias de control, normativa constitucional e infraconstitucional. Esas diferencias muchas veces provocan situaciones de difícil solución porque los sistemas implementados a nivel nacional no siempre han evolucionado en igual medida que lo ha hecho la Corte IDH y otros tribunales en la materia, al crear nuevos estándares para resolver conflictos en el ámbito de los derechos humanos. El desarrollo progresivo de los derechos humanos exige el esfuerzo de complementación y coordinación del derecho nacional e internacional en lo que hace a la interpretación conforme a la protección de los derechos humanos, porque la finalidad del sistema es lograr que los jueces domésticos, siendo quienes tienen la inmediación con el problema, sean quienes resuelvan mediante la utilización de los mencionados estándares internacionales. El trabajo incipiente de los jueces requerirá mayores esfuerzos en el conocimiento y manejo de los estándares internacionales específicos para poder atender y dictar justicia a los planteos sobre regresividad. 2016] Revista IIDH 187 La inconstitucionalidad –más aún, la inconvencionalidad de oficio– es una figura propia del activismo judicial y consideramos que es uno de los institutos que más ha consolidado el rol del juez como juez constitucional. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, luego de dudar un buen tiempo, ha convalidado este criterio, cosa que celebramos. Los principios y valores como fuentes del derecho Principles and values as sources of law Sergio Sebastián Barocelli* RESUMEN El presente artículo aborda la cuestión de las fuentes del derecho, junto a la caracterización de los principios y de los valores jurídicos. También, profundiza sobre sus fundamentos y sobre su recepción en el derecho argentino, junto al análisis de sus funciones y de su trascendencia. PALABRAS CLAVE: Fuentes del derecho; Principios; Valores; Legislación argentina. ABSTRACT This article addresses the question of the sources of law, together with the characterization of legal principles and values. It also delves into its foundations and its reception in Argentine law, along with the analysis of its functions and its significance. KEYWORDS: Sources of law; Principles; Values; Argentine law. I. INTRODUCCIÓN La cuestión de los principios y de los valores como fuentes del derecho genera diferentes miradas desde la visión iusfilosófica y, a lo largo del tiempo, ha despertado distintos intereses, teniendo actualmente, como se verá, singular importancia. * Doctor en Derecho (UBA). Profesor regular adjunto por concurso. Contratos Civiles y Comerciales y Elementos de Derecho Civil (UBA) Profesor Titular ordinario. Derecho Civil III (USAL). Profesor permanente de posgrado UBA-USAL-UCA. Investigador adscripto al Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja” (UBA). Miembro de la Mesa Directiva de la Asociación Internacional de Derecho del Consumidor (IACL). Secretario Académico del Instituto Argentino de Derecho del Consumidor (IADC). Director Nacional de Defensa del Consumidor de Argentina (20202022). En el presente trabajo indagaremos sobre qué entendemos por fuentes del derecho e intentaremos caracterizar a los principios y a los valores jurídicos. También, indagaremos sobre sus fundamentos y analizaremos cómo la cuestión ha sido abordada en el derecho argentino, para finalmente analizar sus funciones y su trascendencia. II. Sobre la noción de las fuentes del derecho En primer término, recapitularemos sobre qué entendemos por fuentes del derecho. Borda (2013, p. 38) señalaba que dicha expresión podía encontrar tres perspectivas: 1. Desde una visión filosófica, fuentes del derecho serían la esencia de la disciplina. 2. Desde una perspectiva histórica, fuentes del derecho serían los antecedentes que constituyen la base de un ordenamiento jurídico; por ejemplo, algunas de las fuentes del Código Civil de Vélez Sarsfield son el Esboço de Freitas, el Código Civil francés de 1804, el derecho canónico, la legislación española o el derecho patrio. 3. En un sentido estricto u orgánico, fuentes del derecho son los medios en que se expresa el derecho: la ley, la costumbre, la jurisprudencia, los principios, la doctrina, etcétera. Tradicionalmente, como explica Tobías (2018, p. 64), se distinguía entre fuentes formales —aquellas a las que se dotaba de obligatoriedad y autoridad, como la ley, la costumbre y, en algunos casos, la jurisprudencia plenaria— y fuentes materiales — aquellas que, careciendo de obligatoriedad, complementaban la tarea del operador jurídico en la determinación de la expresión del derecho, como la doctrina, jurisprudencia o los principios—. Como observaremos en esta exposición, los principios y valores cumplen las tres perspectivas que se les asignan a las fuentes del derecho, y si bien tradicionalmente se les asignó el carácter de fuente material como fuente del derecho, en los últimos tiempos han cobrado mayor protagonismo, cuestionándose incluso su asignación como fuente material. III. Caracterización de los principios y valores Ahora bien, ¿cómo podemos caracterizar los principios y los valores? Etimológicamente, el término latino principium está compuesto por la raíz derivada de pris, que significa “lo antiguo” y “lo valioso”, y de la raíz cap, que aparece en el verbo capere —tomar— y en el sustantivo caput —cabeza—. Tiene, entonces, un sentido histórico —“lo antiguo”—, un sentido axiológico —“lo valioso”— y un sentido ontológico —“cabeza” — (Sánchez de la Torre, 1993, p. 17). En el decir del jurista alemán Robert Alexy (2008), se trata de “mandatos de optimización”; esto es, enunciados abiertos e indeterminados que obligan a cumplir un mandato en la mayor medida de sus posibilidades (p. 67). De acuerdo con Plá Rodríguez (1978, p. 9), constituyen líneas directrices que informan algunas normas e inspiran directa o indirectamente una serie de soluciones, por lo que pueden servir para promover y encauzar la aprobación de nuevas normas, orientar la interpretación de las existentes y resolver los casos previstos. Se los ha definido, también, como criterios regulativos para el establecimiento jurídico de normas a los que su fuerza interna de convicción los convierte en factores conformadores del desarrollo jurídico. Son ideas en el sentido de “verdades jurídicas” objetivas, evidentes por sí mismas. Así, según Larenz (1966), los principios “son formas de expresión, direcciones de movimiento, tendencias del espíritu objetivo que se abren paso en la conciencia jurídica general y que encuentran su expresión en la ley y en la jurisprudencia”. Junto a ello agrega que “Como ‘verdades jurídicas’, están, pues, referidas relativamente al contenido total de la conciencia ‘jurídica’, en cuanto que es conciencia de aquellos principios en los que se concretiza y representa la idea jurídica [...]”. Estos principios jurídico-éticos son hallados o descubiertos y no establecidos, ya que se adquiere conciencia de ellos mediante la labor de la doctrina o la jurisprudencia (pp. 326-327). Señalaba el jurista estadounidense Roland Dworkin (1993) que el derecho está compuesto de dos tipos de normas: reglas y principios. Tanto los principios como las reglas establecen la dirección que la decisión debe tomar, y por tanto ambos son vinculantes, pero mientras las reglas son aplicadas de forma automática, a todo o nada (prohibido, obligatorio, permitido), los principios no tienen ese carácter automático, sino que abren una serie de posibilidades y requieren de su ponderación (caps. 2 y 3). Por nuestra parte, entendemos a los principios no como verdades reveladas inmutables y trascendentes, sino como directrices políticas que suponen una preferencia axiológica y poseen una dimensión valorativa acentuada. En cuanto a los valores, etimológicamente el término deriva de la voz latina valoris, que significa “fuerza” o “fortaleza”. Los valores son ideas directrices genéricas de naturaleza ética, filosófica o política, que una sociedad en tiempo y lugar determinado decide proteger, preservar o promover, y que deben guiar su acción en lo concreto (Coviello, 2009, p. 729). Por último, con respecto a la diferenciación entre los principios y los valores, se sostiene que encuentran la distinción en el diferente grado de concreción de ambos. Los valores no contienen especificaciones sobre los supuestos en que deben ser aplicados, ni las consecuencias jurídicas que deben seguirse en concreto: son ideas directivas generales del ordenamiento que forman el contexto histórico espiritual en la interpretación de la Constitución. En cambio, los principios entrañan un mayor grado de concreción y especificación que los valores respecto a las situaciones en que pueden ser aplicados y sus consecuencias, pero sin ser aún normas analíticas. Por lo tanto, se les asigna un significado hermenéutico (metodológico), o como fuentes del derecho (ontológico) o como determinaciones de valor (axiológico); “reciben su peculiar orientación de sentido de aquellos valores que especifican o concretan” (Coviello, 2009, p. 729). IV. Fundamentos de los principios y valores Ahora bien, ¿cuál es el fundamento de los principios y valores? Aquí encontramos también diferentes posiciones que tienen consecuencias en cuanto a la enunciación de estos (Vigo, 2000, p. 123): 1. Una posición que podríamos caracterizar como historicista sostiene que deben indagarse los principios y valores en un derecho pretérito, como el derecho romano. Aquí, podemos mencionar como valores la justicia y la equidad, y como principios los de Ulpiano: 1. Honeste vivere, vivir honestamente; 2. alterum non laedere, no dañar a otro y 3. suum cuique tribuendi, dar a cada uno lo suyo. 2. Una visión positivista, que sostiene que los principios y valores son aquellos que el propio ordenamiento jurídico refiere. Así, por ejemplo, en nuestra Constitución nacional, los valores de justicia o bienestar general, o en la Constitución española los valores supremos de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político. En el caso de los principios, el paradigma de los derechos humanos incardina el principio de respeto de la dignidad de la persona humana, reconocido por la Constitución alemana. Nuestro Código Civil y Comercial reconoce expresamente, sobre todo en su título preliminar, principios como los de buena fe, orden público, prohibición del ejercicio abusivo de derechos, entre otros. También numerosas normas especiales, como la Ley N.° 25675 General del Ambiente o la Resolución 36/GMC/2019 del MERCOSUR en materia de relaciones de consumo tienen sus propios principios. Podemos también referirnos a la soft law, que, si bien tuvo su mayor desarrollo en el derecho internacional, también aparece en el derecho de fuente interna. Los instrumentos de soft law carecen de fuerza vinculante, aunque no de efectos jurídicos o al menos con cierta relevancia jurídica, pero son principios abstractos cuya operatividad está dada a partir de su aplicación judicial. Podemos mencionar aquí varios supuestos, como la Directrices de Naciones Unidas de Protección al Consumidor, los Principios de Yogyakarta sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos con relación a la orientación sexual y la identidad de género, o en el ámbito interno, la Guía de Buenas Prácticas en las Relaciones de Consumo con Perspectiva de Géneros y Diversidades, aprobada por Resolución N° 1040/2021 de la Secretaría de Comercio Interior. 3. Encontramos también una visión cientificista, que encomienda la determinación de los principios y valores a la ciencia jurídica o a las ciencias morales, respectivamente, allí jugará un rol fundamental la doctrina1. 4. Finalmente, existen visiones que podemos enmarcar como “metapositivistas”, entre ellas las perspectivas iusnaturalistas, realistas, trialistas o críticas, que refieren a la determinación de los principios del derecho natural, la razón o las creencias de una comunidad determinada. En estas perspectivas, podemos encontrar visiones con un carácter estático, donde los principios serían universales e inmutables, en todos los tiempos y sociedades o visiones dinámicas, que pueden tener un carácter constructivista y modificarse según las posiciones dominantes en una sociedad, en un lugar y tiempo 1 En este contexto, se destacan obras como la obra colectiva Principios generales del Derecho. Homenaje al Profesor Oscar Ameal, dirigida por Carlos A. Ghersi (2013), o en el ámbito particular, la obra Principios Fundamentales de los Contratos, de Juan Carlos Rezzónico. determinado. V. La cuestión en el derecho argentino En el derecho argentino la cuestión ha pasado por diferentes etapas. Las mencionaremos a continuación. El Código Civil de Vélez Sarsfield (1869) establecía en su artículo 16 que si una cuestión civil no puede resolverse ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso. Como es sabido, este artículo reconoce su fuente de inspiración iusnaturalista en el Código de Austria, si bien este remitía directamente a los principios de derecho natural. Ello venía a complementar lo normado por el artículo 15 del Código Civil, similar al artículo 4 del Código francés, en virtud del cual los jueces no pueden dejar de juzgar bajo pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes. La codificación napoleónica pretendía, en forma seria, lograr una legislación completa y coherente y ello era una condición necesaria para poder exigir al juez que se limitara a aplicar esas normas sin modificaciones, suponiendo que existiera un orden jurídico completo que diera respuesta a todos los interrogantes jurídicos. Una vez sentada esta regla, el Código Civil determinaba de qué manera debían ser resueltas las cuestiones cuando no había posibilidad de encontrar una solución adecuada en el derecho positivo, estableciendo un orden de prioridades a la hora de resolver. Pasando por una interpretación del texto de la ley, llega a los principios de normas análogas y a los principios generales del derecho. La intención de este tipo de normas es otorgar una solución para todo caso que pueda plantearse, previendo la posibilidad de que algunos de ellos no encuentren respuesta en la ley, entonces remite al juez a una norma que abarque todos los casos posibles, por lo que los principios generales del derecho deberían ser interpretados en el sentido de su máxima amplitud (Cossari, 2017). El Código, por tanto, asignaba a los principios generales del derecho solo una unción interpretativa y con carácter subsidiario. Sin perjuicio de ello, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha destacado la importancia de los principios y valores en fallos, como por ejemplo “Saguir y Dib”, “Ekmekdjian” o “Gualtieri”. Vigo (2000), a través del estudio de la jurisprudencia y ateniéndose textualmente al contenido de la sentencia de nuestra Corte Suprema, mencionó como valores la paz, el orden público, la justicia, el bien común, la vida, la libertad, el honor, la propiedad, la seguridad jurídica, la verdad (p. 127). Asimismo, la doctrina ha destacado la importancia de estos en las XI Jornadas Nacionales de Derecho Civil, desarrolladas en la Universidad de Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires en 1987, como tema de la Comisión Nº 9, Principios generales del derecho: sistema latinoamericano. Se señaló en las conclusiones de dicho evento científico (1987) que: Los Códigos Civiles latinoamericanos imponen a los principios generales del derecho como pautas integradoras o interpretativas de las leyes (argentino, art. 16; uruguayo, art. 16; colombiano, art. 32; guatemalteco, art. 2430; del Distrito Federal de México, de 1932, art. 10; brasileño de 1916; art. 4; panameño de 1917, art. 13; peruano de 1984, art. VIII del Título Preliminar; paraguayo de 1985, art. 6; venezolano, art. 4; y equivalentes expresiones se encuentran en el C. C. de Ecuador en su art. 18, párrafo 7 y en el C. C. Procesal Civil chileno de 1902, art. 170 Nº 5. El C.C. peruano da también un primer paso hacia la identificación del Derecho de los pueblos latinoamericanos conclusión 1) y que los principios generales del Derecho son normas axiológicas que, aún inexpresadas, tienen función similar a la de otras y valen para toda una materia (negocios jurídicos, propiedad, familia, responsabilidad civil, etc.), para toda una rama del Derecho (civil, penal, administrativo, constitucional, etc.), o directamente para toda la esfera de las relaciones jurídicas. (conclusión 2) Basándonos en lo expuesto, se recomendaba que al reformarse el artículo 16 del Código Civil, fuera redactado de la siguiente manera: Si el caso no pudiera ser resuelto por las palabras, ni por el espíritu de ley, se tomarán en cuenta su finalidad, las leyes análogas, los usos y costumbres, los principios generales del Derecho y preferentemente del sistema jurídico latinoamericano, conforme a las circunstancias del caso2. Un nuevo panorama arribó en 2014 con la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación, por Ley 26994. En artículo 2.°, “Interpretación”, se establece que la ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento. Es importante señalar que la norma ya no refiere a los principios generales exclusivamente, sino a “principios y valores”, pudiendo comprender a los principios de una rama del derecho (civil, ambiental, administrativo) o a un microsistema (derecho del consumidor, derecho de daños, derecho de familia, derecho de los contratos, etcétera). En sus fundamentos, los autores del Anteproyecto3 que dio origen al Código 2 Disponible en: https://jndcbahiablanca2015.com/wp-content/uploads/2014/01/Ed-anteriores-15-XIJornadas-1987.pdf [Fecha de consulta: 28-04-2022] 3 Disponible en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/anteproyecto_codigo_procesal_civil_comercial_nacion.pd hacen hincapié en la necesidad de que los operadores jurídicos tengan: 1. Guías para decidir en un sistema de fuentes complejo, en el que, frecuentemente, debe recurrirse a un diálogo de fuentes, y a la utilización no solo de reglas, sino también de principios y valores. Así, recuerda que ley es una fuente principal del derecho, pero no la única, lo cual promueve la seguridad jurídica y la apertura del sistema a soluciones más justas que derivan de la armonización de reglas, principios y valores. 2. Se señala también que a la hora de la interpretación deben tenerse en cuenta los conceptos jurídicos indeterminados que surgen de los principios y valores, los cuales no solo tienen un carácter supletorio, sino que son normas de integración y de control axiológico. Señalan también que no consideran conveniente hacer una enumeración de principios ni de valores, por su carácter dinámico. 3. Sin embargo, a título enunciativo, el título preliminar menciona algunos principios, como la buena fe, el orden público, la prohibición de ejercicio abusivo de derecho o el fraude a la ley. 4. También reconoce principios particulares, por ejemplo, en materia de capacidad, relaciones de familia, contratos, derechos reales, relaciones de consumo, entre otros. VI. Funciones ¿Cuáles son las funciones que desempeñan los principios y valores? Siguiendo a Bobbio (1987, p. 865) podemos identificar las siguientes funciones de los principios: 1. Una función interpretativa, que implica que, al interpretar la norma, el operador debe inspirarse en los principios, para garantizar una cabal interpretación. f [Fecha de consulta: 30-04-2022] 2. Una función integradora significa que quien va a colmar un vacío legal debe inspirarse en los principios para que el derecho se convierta en un sistema hermético. 3. Una función creativa, también llamada directiva o finalística, que orienta la actividad de los diferentes poderes públicos en el desarrollo de sus funciones: inspiradora del Poder Legislativo en la sanción de normas y de la Administración y la Justicia en sus funciones de reglamentación y resolución de conflictos, respectivamente. 4. Una función correctiva: como limitativa de la autonomía privada y jurigética de deberes de conducta, como se da, por ejemplo, en el principio de buena fe. En cuanto a los valores, podemos señalar como funciones, siguiendo a Vigo (2000) y a Genaro Carrió (1994), los siguientes: 1. Interpretativa, es decir orientando la tarea hermenéutica. 2. Fundamentadora de las instituciones y del ordenamiento jurídico, equivalente a los “valores fundamentales” de la doctrina alemana. 3. Orientadora, en el sentido dinámico, del orden jurídico-político hacia fines predeterminados. 4. Crítica, ya que sirven de criterio para justipreciar hechos y conductas (Carrió, p. 211). VII. CONCLUSIÓN Como puede observarse de acuerdo a lo expuesto en el presente trabajo, los principios y valores juegan una importancia y una transcendencia destacada dentro del campo jurídico. En un derecho cada vez más complejo, signado por la fragmentación y la pluralidad de fuentes, la constitucionalización y convencionalización del derecho privado y ante la mayor complejidad de las realidades actuales —con escenarios vinculados a los impactos del desarrollo tecnológico, a los entornos digitales, a los desafíos de la bioética, a las nuevas demandas sociales o a las situaciones de crisis, como la pandemia de COVID 19— que estamos viviendo, los principios y valores juegan un rol, en el decir de Gonzalo Sozzo (2018, p. 1), de “caja de herramientas”, ya que sirven a los operadores jurídicos para que, apelando a un diálogo de fuentes coherente y coordinado, se busquen soluciones dinámicas y justas para los casos difíciles y las nuevas demandas de nuestro tiempo. Referencias bibliográficas ALEXY, R. (2008). Teoría de los derechos fundamentales, 2° ed. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. BOBBIO, N. (1987). Teoría General del Derecho. Bogotá: Temis. BORDA, G. (2013). Tratado de Derecho Civil. 14.ª edición. Buenos Aires: La Ley. CARRIÓ, G. (1994). Notas sobre derecho y lenguaje. 4.ª ed. Buenos Aires: AbeledoPerrot. COSSARI, M. (2017). Aproximación a los principios jurídicos. Buenos Aires: El Derecho. COVIELLO, P. (2009). Los principios y valores como fuente del derecho administrativo. Publicado en cuestiones de acto administrativo, reglamento y otras fuentes del derecho administrativo. Buenos Aires: Ediciones Rap. DWORKIN, R. (1993). Los derechos en serio. Barcelona: Ariel. GHERSI, C. (dir.) (2013). Principios generales del Derecho - Homenaje al Profesor Oscár Ameal. Buenos Aires: La Ley. LARENZ, K. (1966). Metodología de la ciencia del Derecho. Trad. Enrique Gimbernat Ordeig. Barcelona: Ariel. PLÁ RODRÍGUEZ, A. (1978). Los Principios del Derecho del Trabajo. Buenos Aires: Ediciones De Palma. REZZÓNICO, J. (1999). Principios Fundamentales de los Contratos. Buenos Aires: Astrea. SÁNCHEZ DE LA TORRE, A. (1993). Los principios del derecho como objeto de investigación jurídica. Madrid: RAJL. TOBÍAS, J. (2018). Tratado de Derecho Civil. Parte General, Tomo I. Buenos Aires: La Ley. VIGO, R. (2000). Los principios jurídicos. Perspectiva jurisprudencial. Buenos Aires: Depalma. SOZZO, G. (2018). Proteger los bienes comunes como función del Derecho privado. La necesidad de herramientas que incluyan las acciones de clase. La Ley, 12-032018. Apartado normativo y de jurisprudencia Jurisprudencia de la Corte Suprema de la Nación Ekmekdjian. Fallos: 315:1492. Gualtieri. Fallos: 340:411. Saguir y Dib. Fallos: 302:1284. Legislación Nacional Código Civil y Comercial. Código Civil. Ley 25675 (Ley General del Ambiente). Ley 26994 (Código Civil y Comercial. Aprobación). Resolución 1040/2021 (de la Secretaría de Comercio Exterior). Normas del Mercosur Resolución 36/GMC/2019. Normativa internacional Código Civil de Francia. Código de Austria. Directrices de Protección al Consumidor (Naciones Unidas). Principios de Yogyakarta sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos. UNA INTRODUCCION “INTRODUCCION 'A' . DERECHO” AL ERNESTO GRU‘N DR. Profesor I.—Pienso la jurídica tiene, carrera implica que de con y métodos sus de adentrarse tutela la mundo novedosos, seguían a paso que y de la enseñanza le resultan que profesores estudios desconocido totalmente acostumbrado, estudio de de los al Derecho. de plan de dificultad ubicación, la natural que egresado de la escuela secundaria, recién ese está el en paso tan dife- universitaria, abandonado y sus progresos dificultades. Asimismo su para acerca ubicación formación esfuerzo ha me conocimiento su en aquél al cual (i) materia su por el estudiante para tener rente Adjunto primera esta que Introducción de profesional de debe aIumno un poseer adecuado que ella reviste y trascendencia a. las demás materias para posteriores y aun su no pretenda limitar ulterior, que para frente intento al parecido que el de la importancia la aprobar “pasar materia, ”, dice como'se jerga estudiantil. en la la cátedra, reflexiones Tales y fundamentalmente a de “Introducción experiencias las movido han me a quienes redactar deben Derecho”, al a fin este de una primera aproximación a sus temas las de que no todas Soy consciente compartidas sin más por los profesores Facultad nIJestra calmente que general que las que líneas aún, habrá más y, algunos con o muchos he de dar. que Creo. de no recogidas en el ejercicio de pequeño trabajo, destinado próximamente al estudio abocarse que y reciban de por seguramente de cátedras distintas las aun no provecho con serán de radi- quien disienta mis conceptos y obstante, que ello siguen puedan resultar intermedio su problemática. que expondré aquí su ideas el enfo- óbice para también para es 45 estudiantes aquellos el enfoque aun efecto II.—Es necesario trarse uno en abocarse a de más humana tifacética ideas una técnica y cada forma en través a razas, en sociedad, hace Ello acuerdo más aunque todo con no sea formación la en distintas y más años de depurada y por hom- eficiente. mulpoder apreciarlo plenitud y sin dejarse por ello confundir por su infinidad introducirse en la comparciales, sea necesario la forma en se manejan partiendo de una que de los conceptos más generales que la investigación en para que de miles propósitos, que ha ido decandestinada a regular la conducta vez su en su complejidad, matices de elaborado diversas laboriosamente en sobre comparación de y con material un las tándose de materia profesores, Derecho no destacar, ante todo, que estudiar necesario adenalgo simple, sino que resulta de los más complejos fenómenos de la sociedad humana, enfrentarse implica la cursar —pero confrontación la ideas. de de' tales siempre que juristas—- tiene opuestas bres habrán que enseñanzas las y el saludable por de los aspectos y prensión de ellos y sistemática noción en lenta y laboriosamente a tracientífico-jurídica ha ido estructurando de los siglos en su pretensión de ordenar, clasificar y encuadrar realidad manifestaciones; jurídica en sus diversas aprendiendo a de cómo funcionan desde el comienzo, un y qué esquema vés la manejar, y los con No (le aquello implica aprehender técnica y la entre y técnicas del derecho básicas nes la 46 ya de los métodos rudimentos hace tales a su métodos de su estudio cien- práctica, al mismo tiempo que captar de otras metodologías científicas y los conocer necesario los distintos ángulos desde los con los variael material jurídico, de acuerdo del el conocimiento pueden perseguirse mediante captación de lo jurídico no se agota con el estudio una de las pretensioel presente,.sino que pasado, ni aun fude los juristas es poder predecir y plasmar el derecho se dable es sea hace enfocar propósitos mismo, ya turo, los que profesionales. Además cuales dos y menos la mayor atañe que la diferencia del derecho, en qué forma lo estucam-pos los prácticos, juristas, filósofos, y lo usan jueces desde imprescindible resulta poder diferenciar claridad de lo que es jurídico posible el campo a otros fenómenos sociales lo que y naturales, diversos científicos abogados. el inicio tífico los tienen alcance dian que que la tratando legislación 'o la de prever jurisprudencia las decisiones del mañana. judiciales, ya proyectando Todo lo está antedicho indicando _ el carar resultaría que ineficiente en- jurídico de lo simple a lo complejo, en una forma de absorción mnemotécnica y gradual de nuestro ejemplo, como puede quizá hacerse con otras técpuede que sea capaz de aprender a construir una aprendizaje inductiva meramente derecho positivo, por albañil El nicas. pared avanzando etapa tras etapa en la observación y ejercitación de solamente colocación de ladrillo sobre ladrillo, auxiliado por algureglas prácticas simples y algunos utensilios rudimentarios. No abogado o el juez. la nas así el Los matices ximada previa y constituir Es — más tener otro es apro- ha manejo principio nociones, un de muchas de que las abstracta. de los uno el estudiante desde presente el presupone sumamente quizá, es que la. base imprescindible de naturaleza Este enfrentarse que forma estudio derecho del estudio tantos y de tal complejidad sea en podrá eaptarse, aunque profundizado, el vasto campo del ejercicio profesional. son el cual un a el futuro en III. el y facetas mediante el sistema problemas recién que más comienza arduos su con que de ha universitaria. carrera no secundaria escuela está, generalproblemas de orden conceptual de un preparado para encarar en Y en éstos consisten, alto grado de abstracción. última instancia, la mayor parte de los problemas jurídieocientíficos, en cierto grado, Por formación la recibida en la mente, lo por menos. ser, Suele a verdadero un además, generalmente shock el las disposiciones legales, yoría. de los estudiantes Pero es que que el no la mayor sean primer una que sorpresa, tales tema de conceptos estudio, puede llegar abstractos cosa y que la no ma- espera. teoría parte de lo que constituye la llamada tales conceptos y los problemas que estudia del Derecho, que natural‘ aparejados, expuestos en forma muy Simplificada.Y as en de la que hablamos. constituye la base de la materia báSÏCOS así suceda natural puesto que los conceptos que japonés o cualel Derecho argentino, norteamericano, ya sea ello se llama “general”, por quiera que esa teoría, que justamente los ladrillos y utensilios estudia constituyen algo así como y examina, a se va con que siempre imprescindibles para el albañil, los elementos a necesitar manejar, cualquiera sea la obra va encontrar y que siempre general ellos traen mente, cierto a modo todo que se le encomiende. Pero ¡ved qué diferencial, en vez de cosas con- 47 hay cretas, aprender que a nociones manejar valores... abstractas, palabras, ideas, - Ahora si bien, de carece se sistemática base esta y conceptual un estudio consciente de “Introducción proporciona justamente de las posteriores al Derecho”, la captación materias, que exponen del derecho positivo y de las ciencias aSpectos fragmentarios que que ha estudian de resultar evidentemente al estudiante tener como lo delante de un del cual no sc ha visto nunca rompecabezas piezas sueltas fácilmente cuanto más dicompleta. Resulta comprensible armar de tal modo el juego. Y si bien imposible, resultaría del derecho —el armado del rompecabezas aprendizaje siguiendo una tarea de toda la vida, que de ninguna, manera símiles ter- de si la imagen fícil, o aun el el mina la con obtención de la materias las del carrera, desde poder entrar la jurisprudencia, doctrina más de las o edificio elaborado encuentra por título enfocada servir como universitario cuán comienzo la cultura no con las una que o con la aprobación de resulta imprescindiblede la legislación, la guía, con una imagen asienta ese imponente se humana. Derecho”, tal al tal --si el laberinto teoría sobre de acuerdo una útil en y la bases “Introducción IV. —La se pretende el clara menos con el guía, como como programa una la concibo de estudios orientación y como vigente básica que del derecho (casi diría el esqueleto) y ayuda a construir algo asi como un andamiaje mental sobre el cual en años posteriores sea posible al estudiante de las materias ordenar los datos, conceptos e ideas que el aprendizaje internacional le irán e específicas del derecho argentino, extranjero proporcionando. trata de las ciencias mostrar que el esquema lo estudian y Para ello muchos profesores hacen hincapié en la familiarización la la ciencia con la aplicación de los métodos elaborados para por aprehensión y ordenación de su material, ello específicamente en cuanto los hechos con al campo que sociológico, esto es en lo relacionado recurre a la mosse También influyen y son influidos por el derecho. el camde cuanto tración puede hacer el análisis lógico para aclarar po del lenguaje y los conceptos jurídicos, esto es en la mejor comprensión y redacción último de leyes, fallos doctrinarias. Este y obras es de suma a los aspecto crítica frente importancia pues la actitud escritos de los autores a lo largo de frecuentados que tendrán que ser la carrera 'es necesaria como complemento de _la formación universi48 taria que personal e justamente requiere la elaboración de un criterio y opinión independiente. se desde el primer momento quiere enfrentar al alumno axiológico, con los valores y las valoraciones que la creación, aplicación e interpretación de las normas Asimismo el con problema inciden sobre legales, los lo expuesto ha modificado materia la comprenden de nombre el que de tal verdadera ha propedéutica comprendido que racterísticas recién de es de que conocía se alguno de con el arbitrio provee solamente de infinidad una memorizadas, sin captación puede ser captadouna vez cada.m_ateria. esbozar, como ya una Derecho. del se ha de su efec- dicho, las ca- piedras angulares sobre las que se asienta. en defidel conocimiento, práctica, creación y aplicación en derecho a ningún especial, sino, ello, sin referirse del Derecho, cuyos conceptos dicho, a la Teoría General de las se pretenden dicos trata la de el edificio Y Derecho. ya se modo enciclopédico mediante forzosamente sentido pormenorizado hoy que nitiva, todo del con verdadera una convencimiento el en en enseñanza afán tal que son cuyo el estudio como de —lo Facultad cumplir, la a conocimientos de contenido, Lo a no ilusión una tuado crítica, forma enfoque moderno que a través del tiemal Derecho”, suspanorámica y por fuerza integran los cinco cursos Jurídica— alcanza se que nuestra en Enciclopedia manera de definiciones cabal carrera visión materias función el de “Introducción una las de que- modalidades antiguas proveer contenido del con de estudiante, en derecho, al logro enseñanza la de el intento sintética Se al el desprende se las caracterizado han tituyendo que familiarizando llegar, mediante de Justicia. V.—De po así ir para intentos y eficiente ha ser válidos, en principio, para todos los jurí- ordenamientos modernos. extraídos a ejemplos frecuentemente quita que se recurra país en especial y también del extranpositivo de nuestro al mismo tiempo que la captación jero, lo que permite al estudiante gradualmente en el apasionante de los principios generales, adentrarse mundo de la ley y de los fallos judiciales. Ello del VI. el teria, Facultad uno no derecho un — De nuevo acuerdo la orientación con unificado programa ha quedado amplio tema dividido de lo que de impresa todas las al estudio cátedras de la de doce capítulos, que abarcan generalmente se consndera la en ma- nuestra cada TeOI‘la 49 del General dido Derecho, cada de los uno subtemas. en cuales ha quedado a su vez divi- ,_ más que presentar una somera naturalmente, indide cada uno de ellos, veámoslos en-su orden: como capítulo “El Derecho objeto y su conocimiento” de investigación del jurista, como asi también el campo acota indica los distintos niveles a cuáles son el y enfoques que puede someterse de lo jurídico, señalando también una conocimiento primera aproximaacceder a los fenómenos ción a la metodología empleada para que se investigan. En el segundo, “La Norma Jurídica” en luego de describir qué las normas en consisten general, es decir todas aquellas prescripciones finalidad tienen por regular la conducta, se distingue a las juríque en dicas de las sociales en general y de las morales particular. en Luego de analizar qué consisten, esto es, si la norma jurídica un un es mandato, imperativo, un juicio o una directiva, se la. desen sus estructura. elementos su compone básicos, a fin de mostrar de esta se estudian Derivados descomposición estructural luego el derecomo tales algunos de los conceptos jurídicos fundamentales, la obligación, el hecho cho subjetivo, ilícito y 1a sanción, como así también quiénes son los sujetos de derecho. en es’pecial aquellos técnicamente llamados “personas jurídicas”. el tercer capítulo Descripta la base del sistema, esto es la norma, son los crienfoca “El cuáles Ordenamiento Jurídico”, analizándose de normas, terios validez a un sistema otorgar para qué es lo que, le como da unidad jurídicas los hombres. y por qué las reconocen del sistema, sino la. unidad de comprender No solamente se trata Sin cación pretender, del contenido El primer también obtener l claridad cuanto en a cuáles son cómo y se relacionan juríy jerarquías se produce la creación y aplicación de ellas y, finalmente, con relación al espacio, son sus diferentes de validez ámbitos y. la materia. tiempo, las personas el anterior, con es tratado Otro problema diferente, pero conectado Ya no se en el Capítulo IV “La eficacia de las normas”. o vigencia trata entes del análisis de ellas en abstracto, como ideales, sino de su actuación e influencia la realidad en social, y de cómo eventualmente tienen su y la revoorigen en esa realidad, a través de la costumbre los distintos de niveles normas dentro sentido externo de un orden dico, cómo cuáles al l H lución. Otro 50 ángulo, esta vez, en cierto al Derecho mismo pe_ro íntimamente relacionado con él y de extraordinaria importancia, del Capítulo V “Los Valores Jurídicos”, donde se aborda, en primera. aproximación la base que posibilita un estudio científico mismos, la axiología, y se describen las características que tienen valores, para pasar al problema luego una de la rápida revista Justicia, esto es, la aplicación de los valores al derecho, exponiéndose tanto las antiguas ideas al respecto de los griegos hasta Santo Tomás, llegándose hasta las modernas concepciones sobre' el tema, uno de los es tema una de los tales más controvertidos filosofía de la jurídica de nuestro siglo. en el Derecho”, materia del Capí“Principios clasificatorios los principios VI, luego de exponerse científico-epistemológicos de en someramente las grandes general, se describen 'En tulo clasificaciones las divisiones demás sociales ral, así de los público y privado, como subgrupos especializados que la complejidad de las relaciones ha ido formando: el derecho rucomercial, administrativo, tradicionales del derecho etc. Capítulos Los VII diversos en abarcan X indirectamente o humana del 1a realidad de campos directa a “Fuentes llamadas nalmente las diversos aspectos de las tradicio- Derecho”. social normas Es decir, de aquellos muy de la que surgen, y personal jurídicas que rigen la conducta sociedad. el Capítulo en generales contenidas Luego de las consideraciones nuestros en al menos refiere a se que, VII, el VIII aquella fuente (América latina y Europa Continental países de ¡tradiciónromanista caa sus en especial) es predominante, “la ley”, pasándose revista racteres y elementos, qué se entiende por “sentido formal y material” sentido en su tiene exteriorizaciones que de “ley”, y las distintas reglamenleyes, ordenanzas, leyes, decretos constituciones, material; Otro tos. aspecto a conexo los anteriores es la consideración del pro- así también las caractelegislativo de creación de las leyes como llarísticas, ventajas y desventajas de ese tipo especial de leyes que “códigos”. de de derecho fuente “La, Costumbre” (Capítulo IX), es una extraordinaria importancia en las comunidades primitivas. Lógicamenceso mamos te las normas creadas importancia menor tante es guirlas necesario de los meros por en una estudiar usos la reiteración de actos sociales son de mucho moderna y Organizada- N0 °bs' comunidad distincaracterísticas, por un lado para sus sociales y por el otro porque tOdaVía tiene“ 51 importancia bastante cional también, y Así la como secundaria, también Pero atención. mayor país influencia Su básica es de sus y normas nues- los países en recibe judicial de fuente como Interna- Civil. el ámbito en la sentencia plenarias, el recurso extraordinario, fallos los de nuestro en Derecho el y Derecho Canadá, Inglaterra ,(EE.UU., anglosajona principalmente). través el en fundamental como campca tradición de minios Comercial el Derecho en aunque ley Jurisprudencia” (Capítulo XI) “La países, tros do- ex cada se vez a expresa de de ley, la inaplicabilidad son en este casación que y el recurso capítulo analicon un aspecto zados, conjuntamente práctico del tema, la búsqueda en los libros de precedentes jurisprudenciales “reespeciales llamados ’. pertorios jurisprudenciales ’ último Por el XI Capitulo histórica la trascendencia y se de ocupa “la de los actual aun Doctrina” de autores futuro, jurídicas en la proyección del derecho de ley y como consolidaciones legislativas, los proyectos piración para los jueces. y obras Dejando atrás señalando comentarios través a de las de ins- fuente _ “fuentes”, el Capítulo XII en_su primera parte a “Las Técnicas de aplicación y creación del Derecho” refiere se y en de un aspecto muy su importante de la prác“segunda parte se ocupa con de íntimamente el de las técnicas tica del Derecho, relacionado “Métodos de Interaplicación y creación, cual es el de los llamados escuelas a de las distintas través que históripretación” desarrollado camente Puede advertirse a cuán importantes estudios de la. materia y importancia en al estudiante de etapa nera de carrera, del y de ellos a lo más prefieren tres en autores, asi en los nues- expuestos actividad su de distintos muy como los en diversa asi su ir para esta prima- inte- también ‘ " desarrollarlos particularmente de de Y obras textos programa, Z'a actualidad amplios primer del jurista. un cultura programa de cuán programa atisbo desarrollados sido bibliografía que figura en--el puedan indicar los profesores. Muchos dos que e] campo con han autores exposición comprenden el breve esta temas de la la que uno, la los diferentes por grantes los tópicos integrantes familiarizando mera través son v quizá. se logre y posterior formación la VII.—Los en hasta días. tros a Media la Edad desde ocupado del problema, han se las siguiendo jusfilósofos.¿'ilf Ross, Hans tener una o tiendo disímiles una confusión el Ello quita siendo que, estudio a el en el VIII.—Considero real da se que de diante la que al este en después de elucubraciones miento programa aquélla aun y de luz una resultar resumir conocimiento estéril las ma- de los temas el en y o del basado sin la como propio a peor, fenómeno un por examinar. a humano. sólo social, asequible El conoci- transmitido ser lo la personal Bibli0grafía profesores social. realidad puede algo objetivo, y los algo metafísico indudablemente impor- la indiquen pueda inducir la más criterio el análisis en limitaciones que la curiosidad derecho como características las ejercicio mundo, no como alejadas de fenómeno este enseñanza de real de una universitario contenida clase su trataba se búsqueda independiente de conocimientos ideas, que se consulte General ob- permite la parece pocas erudición un una de las más diversas en a en de proporciones. mental no del tantes cuando a Ello que palabras o frases muchos pensadores expusieron parfilosóficos. Se ha comprendido que conduce casos de síntesis que sucede no Cossío. conjunto Carlos y epistemológica, y presupuestos ello mejor de los en Hart una opiniones lo que a de estudio- terias sino A. homogénea visión filosófica recorrer que diferentes de —similarmente L. menos útil más las muy de H. Kelsen, más orientación definida mucho en menos me- algunos de de los valoaspectos. Más difícil y más subjetivo és‘la transmisión el Derecho, con las valoraciones relacionadas que se conya sea ciba la J usticia como algo intemporal e inmutable, ya como y lo Justo y el tiempo en que se da. algo relativo y condicionado por la sociedad sus res y aquí nadie mejor que los profesores que por su íntima profesional con todos los aspectos del Derecho y la prosefunción anexa habitual en su Justicia, particularmente transmitir de jueces, abogados o legisladores, para el ejemplo tales mediante veces muchas mediante la palabra y aun el contacto reviste personal del nociones. De allí la importancia que actualmente ser bien alumno el profesor, logrado con que puede muy también Pero vinculación cusión a la en la de la universitaria Facultad, Por aún ello la poco es asistencia que suficiente se ello por preocupe la ni aconsejable de los textos, y sino participación que por efectivas social técnica de control importancia capital para lograr una IX.—La una a no la memorización provecho que cada el estudiante. lectura mera el contraria, en las vez .V menos es de 811m0 clases. llamamos mejor derecho convwencla tiene humana más es y instrumento un de perfeccionado bres, los entre como de al progreso la imprescindible verdadera una lo el para social, paz Todo pueblos. logro cada tanto lleva cual en vez los hom- entre última instancia humanidad. técnica, Esta toda como técnica, sustenta se en conocimientos de de normas. de hechos sociales de diferente tipo acerca y naturales, no Además basta con la dominar valores aprehender. que es necesario también saber de sus fundamentos técnica, es menester lógicos, episteuna Sólo mediante adecuada fundamentación de mológicos, filosóficos. la formación de juristas que en el mundo de este tipo puede lograrse se modifica y apliquen y evoluciona, elaboren hoy que tan velozmente los mecanismos momento sean en su que eficientes, ya sea desde el del legislador o el sillón del abogado. Sólo del Juez, el sitial estrado del manejo artesanal así se logrará salir y empírico del material juríinadecuado nuestro tiemdico, proceder que resulta absolutamente para en no al desprestigio que sufriepoca medida po y que ha contribuido ran las ramas incluso de una “decajurídicas y a que se haya hablado del derecho”. dencia Introducción La de acuerdo encarada al Derecho. lo con expuesto, moderna del puede ser el primer paso cn esta conformación mayor ya, y quizá en profesional y refleja indudablemente algunas de las materias posteriores, la revolución y translas antiguas tradiciones y métodos, bajo que están sufriendo el embate de la sociología, la lógica, la filosofía, la axiología, y también indirectamente investigaciones, de la ciberpor obra de las recientes nética e otras ramas investigación operativa, la psicología, y muchas de las ciencias naturales de reciente y sociales gestación. creo que estudio medida que formación El Derecho, como otras una' acelerada transformación plenitud, crítico quemas La 54 y desde un que interminable hacen lucha esferas tantas que comienzo, por el estudio moderno básicos a de su por es de la vida, está sufriendo necesario en su y conocer captar útil emprender con un espíritu fundamentales y los es- ello es las nociones conocimiento, el Derecho y a su práctica. así lo requiere. INTRODUCCIÓN EL CONTEXTO DEL DERECHO (Carlos NINO) El derecho, como el aire, está en todas partes. Por ejemplo, puede ser que hoy usted se haya contenido de ejercitar su agradable voz bajo la ducha, recordando que vecinos con poca sensibilidad artística podrían hacer valer ciertas ordenanzas contra los ruidos molestos; seguramente usted se habrá vestido al salir de su casa, porque entre otras razones, usted sabe bien que hay regulaciones jurídicas que desalientan una excesiva ligereza en el vestir; probablemente usted haya celebrado un contrato tácito de transporte al ascender a un ómnibus público o, si ha conducido su automóvil, habrá seguido, o simulado seguir, algunas reglamentaciones y habrá hecho uso de la facultad jurídica de transitar por la vía pública; es casi seguro que usted debe haber celebrado hoy varios contratos verbales de compraventa (al adquirir, por ejemplo, el periódico o cigarrillos) y de locación de obra (al llevar, por ejemplo, sus zapatos a arreglar) ; aunque usted no tenga un físico imponente, usted tiene alguna confianza en que probablemente no será golpeado, insultado, vejado o robado gracias a la "coraza" normativa que le proporciona el derecho; la organización donde usted trabaja o estudia (es de esperar que usted no sea un miembro de una asociación ilícita) está seguramente estructurada según una serie de disposiciones legales; si usted tiene que hacer un trámite quizá no advierta que cada uno de sus intrincados pasos está prescripto por normas jurídicas. Todos estos contactos con el derecho le ocurrirán a usted en un día normal; piense en cuánto más envuelto en el derecho estará usted cuando participe de algún suceso trascendente, como casarse, ser demandado judicialmente. Esta omnipresencia del derecho y la circunstancia de que él se manifiesta como una parte o aspecto de fenómenos complejos hace que sea muy difícil aislarlo conceptualmente para explicar su estructura y funcionamiento. Es tentador buscar ese aislamiento conceptual por el lado de la finalidad, preguntándonos cuál es el objeto característico de esta vasta y complicada maquinaria social que llamamos "derecho". Pero no es fácil encontrar una respuesta a esta pregunta si nos negamos a dejarnos llevar por la fantasía y evitamos las fórmulas vacuas (como "el objeto del derecho es regular la conducta humana"). Por supuesto que cada uno de los actos que ponen en movimiento esa maquinaria tiene una intención definida de muy distinta índole (o sea los propósitos diversos que mueven a los legisladores a dictar leyes, a la gente a celebrar contratos o a casarse, etc.), pero es mucho menos obvio que el conjunto del orden jurídico satisfaga algún propósito definido de alguien. En cambio, parece más plausible sostener que, aunque el derecho no es el producto de la persecución de cierta finalidad única y general sino de diversos propósitos de alcance parcial que no son especialmente distintivos, sin embargo el derecho cumple con ciertas funciones características, aunque no sea el propósito de nadie en particular el de satisfacerlas. El derecho, como muchas otras instituciones sociales, contribuye a superar dificultades que están relacionadas con ciertas circunstancias básicas de la vida humana. Esas circunstancias, que han sido vívidamente señaladas por autores como Hobbes y últimamente por H. L. A. Hart, incluyen la escasez de recursos —que hace que no puedan satisfacerse las necesidades y deseos de todos—, la vulnerabilidad de los seres humanos ante las agresiones de otros, la relativa similitud física e intelectual de los hombres —que hace que ninguno pueda, por separado, dominar al resto—, la relativa falta de simpatía de los hombres hacia las necesidades e intereses de los que están fuera de su círculo de allegados, la limitada racionalidad de los individuos en la persecución de sus propios intereses, el insuficiente conocimiento de los hechos, etcétera. Estas circunstancias llevan a los hombres, al mismo tiempo, a entrar en conflicto unos con otros y a buscar la cooperación de otros. Las mismas circunstancias que generan conflictos entre los individuos son las que los mueven a colaborar mutuamente para eliminar o reducir los factores que determinan el enfrentamiento y limitar algunas de sus consecuencias más desastrosas. El derecho cumple la función de evitar o resolver algunos conflictos entre los individuos y de proveer de ciertos medios para hacer posible la cooperación social. Esto no quiere decir que las funciones mencionadas estén siempre en la mente de todos los actores en el proceso jurídico — muchas veces los propósitos que los mueven están muy lejos de coincidir con estas funciones—, ni que todo sistema jurídico cumpla con estas funciones en forma adecuada, ni que algunos aspectos de un sistema jurídico no puedan ser causa de nuevos conflictos y trabar la cooperación social, ni que no haya otras exigencias que un orden jurídico deba satisfacer para ser valorado positivamente. Pero decir que el derecho contribuye a superar algunos conflictos y a lograr cierto grado de cooperación social no es decir mucho, puesto que, como se verá, también se alega que la moral cumple la misma función de contrarrestar las circunstancias que llevan a los hombres a enfrentarse entre sí y a no colaborar mutuamente en el grado necesario. Lo importante es determinar de qué forma el derecho satisface esa función. Hay a primera vista dos elementos que parecen ser característicos de la forma en que el derecho consigue persuadir a los hombres de que adopten comportamientos no conflictivos y cooperativos y generar un sistema de expectativas que faciliten esos comportamientos: la autoridad y la coacción. En primer lugar, el derecho establece órganos o instituciones encargados de indicar cuáles son las conductas genéricas que se supone deseables y de resolver, en casos particulares, conflictos que se hayan generado por falta u oscuridad o por desviación de aquellas directivas generales. Las reglas que los órganos jurídicos establecen están dirigidas tanto a disuadir a los hombres de realizar ciertas conductas (como la de lastimar a otros), como a promover determinadas expectativas a partir de la ejecución de ciertos actos (como la expectativa de recibir una suma de dinero si otro formuló palabras que implican un compromiso a tal efecto). La autoridad de estas reglas generales y de las decisiones que ponen fin a conflictos particulares no dependen del todo, a diferencia de la de las reglas y decisiones de índole moral, de su calidad intrínseca, sino, en gran medida (aunque no exclusivamente) de la legitimidad de los órganos en que se originan. Por supuesto que el grado en que se consiga obtener conformidad con las directivas y decisiones jurídicas, sobre la base de la legitimidad de los órganos que las dictaron, dependerá de hasta qué punto las concepciones morales de la gente concurren en considerar legítimos a tales órganos, y en qué medida la población esté dispuesta a observar lo prescripto por autoridades que considera legítimas. Para los súbditos y funcionarios que están así dispuestos, las razones operativas que los mueven a actuar según lo prescripto son razones morales, y el hecho de que ciertos órganos hayan ordenado o decidido alguna cosa y no otra es sólo una circunstancia que incide en la particularización de aquellas razones morales. Para estos súbditos y funcionarios el derecho aparece como una extensión de su sistema moral; las normas jurídicas gozan de la misma validez que las pautas morales, ya que esa validez deriva, en realidad, de ciertos principios valorativos que otorgan legitimidad a los órganos jurídicos en cuestión. Que este tipo de disposición se dé en buena parte de los súbditos y funcionarios de un orden jurídico es una condición necesaria para que éste se mantenga y alcance cierta estabilidad; de ahí la preocupación aun por parte de los gobernantes más cínicos, de apelar al sentido de justicia de la comunidad en apoyo de su autoridad y del contenido de sus mandatos. Pero difícilmente un orden jurídico pueda mantenerse sólo sobre la base de las creencias y actitudes relacionadas con la legitimidad moral de sus disposiciones. Hay, por cierto, en toda comunidad un grado menor o mayor de divergencia moral e ideológica que determina que muchos no tengan razones morales para obedecer las prescripciones jurídicas; por otro lado, es obvio que, mientras los hombres sean como son, siempre habrá gente que no está inclinada a obrar según sus razones morales sino según otro tipo de razones, como las de autointerés. Esto hace necesario buscar la forma de que la obediencia a las prescripciones jurídicas sea en interés de quienes las observan. Para que eso ocurra, aun en los casos en que la conducta prescripta sea, en sí misma, contraría al autointerés del agente, debe prometerse o bien una recompensa para el caso de obediencia o bien un castigo para la desobediencia (por supuesto que la promesa debe cumplirse para ser creíble) que compensen el interés por abstenerse de la acción indicada. Por razones prácticas, en la mayoría de los casos, aunque no en todos, se suele preferir, en la búsqueda de conformidad con las directivas j úricas, la técnica de motivación a través del castigo más que a la que envuelve la promesa de premios. Esto implica recurrir a la coacción. El Estado, que detenta un cuasimonopolio de la fuerza disponible en una sociedad, por un lado emplea esa fuerza para persuadir a la gente de actuar de modo de satisfacer fines y objetivos establecidos por los órganos competentes, y, por otro lado pone esa fuerza a disposición de los particulares para que hagan valer los esquemas de cooperación en que hayan entrado voluntariamente en persecución de sus fines particulares. Hay, entonces, directivas jurídicas cuya desviación está amenazada con el empleo de la coacción estatal, y hay otras directivas jurídicas que es necesario satisfacer si se quiere contar con la coacción estatal para hacer efectivo un arreglo privado. En todo caso, la necesidad de evitar o de contar con el respaldo de la coacción proporciona razones prudenciales que pueden ser efectivas cuando no lo son las razones de índole moral. Para los que sólo tienen razones prudenciales para observar lo prescripto por el derecho, éste aparece más bien como una serie de reacciones probables de ciertos funcionarios que, según sea el caso, es preciso eludir o promover. El derecho vigente tiene, de este modo, que ser tomado en cuenta, ya sea en virtud de razones morales o prudenciales, en el razonamiento práctico —o sea el razonamiento dirigido a elegir un curso de acción— de quienes son destinatarios de sus directivas. Entre esos destinatarios hay un grupo de funcionarios —los jueces— que ocupan, por varias razones, un lugar central en la comprensión del fenómeno jurídico. Los jueces deben decidir, según lo establecen ciertas normas del sistema jurídico, si ciertas otras reglas son aplicables a casos particulares que se les plantean para su resolución, y deben disponer, en algunos casos, la ejecución de las consecuencias que esas reglas disponen. Las decisiones de los casos planteados pueden ser justificadas generalmente, aunque, por razones que luego veremos, no siempre, en las reglas del sistema jurídico. Pero la decisión de aplicar tales reglas no puede ser justificada sobre la base de ellas mismas, ya que las reglas jurídicas no proporcionan razones para que ellas deban ser aplicadas. La decisión de aplicar el derecho puede estar motivada por razones prudenciales, pero es obvio que los jueces no pueden justificar decisiones que afectan a terceras personas en meras consideraciones de autointerés. Los jueces, como todas las demás personas moralmente responsables, no pueden eludir justificar, frente a sí mismos y ante los demás, sus decisiones sobre la base de razones morales. Generalmente habrá razones morales fuertes que indican aplicar las normas de un sistema jurídico vigente; pero habrá casos excepcionales en que esas razones se vean contrapesadas por razones morales que presionan en diferente dirección. Esta situación ineludible de los jueces hace que ellos tiendan, más que otra gente, a ver el derecho como una prolongación de concepciones morales que consideran válidas, y a las normas jurídicas como aquellas normas que están moralmente justificados en reconocer y aplicar. El punto de vista de los súbditos y de los jueces frente al derecho contrasta notablemente con el de quienes ocupan el rol, no de destinatarios de normas jurídicas, sino de elaboradores de ellas. Desde esta perspectiva el derecho aparece como un instrumento, no del todo maleable, para obtener efectos sociales que se consideran deseables. Como ya vimos, ese instrumento funciona principalmente, aunque no exclusivamente, como una técnica de motivación —como lo es también, por ejemplo, la propaganda— que apela tanto a la conciencia de la gente como a su autointerés. También el derecho puede interponer obstáculos físicos a ciertos comportamientos, gracias a la intervención de funcionarios que, a su vez, están motivados por el derecho a actuar de cierta forma. Como un instrumento para obtener cambios sociales de diferente índole, el derecho es el reflejo de ideologías y esquemas valorativos dominantes y recibe los embates de diferentes grupos de presión y de distintas circunstancias sociales y económicas. Los efectos sociales que se persiguen a través del derecho a veces son directos —cuando la mera conformidad con sus normas constituye el efecto buscado—, y otras veces son indirectos — cuando los efectos se producen a través de hábitos generados por el derecho, o de medios que éste provee, o de instituciones que él crea. La interpenetración entre el derecho y cosmovisiones dominantes, concepciones éticas vigentes, circunstancias sociales v económicas, presiones de diferentes grupos sociales, relaciones entre quienes controlan los distintos factores de producción económica, etc., hace que el derecho no pueda ser dejado de lado por los estudiosos de la realidad social —como antropólogos, sociólogos, científicos políticos— y constituya muchas veces un espejo en el que se reflejan los datos básicos de la sociedad que están interesados en analizar. Desde este punto de vista, el derecho sólo cuenta en tanto se traduzca en regularidades de comportamiento efectivo y en actitudes y expectativas generalizadas que permitan explicar diferentes fenómenos sociales. No es, por cierto, lo que prescriben las normas jurídicas lo que interesa, ni cuál es su justificación, ni qué reacciones de los órganos jurídicos es posible predecir, sino cuáles son los factores que condicionan el dictado de tales normas y las reacciones en cuestión, cómo ellas son percibidas por la comunidad y cuáles son las transformaciones sociales y económicas que el "derecho en acción" (según la expresión de Alf Ross) genera. El punto de vista de los abogados es radicalmente diferente del anterior. Los abogados, como dicen Henry Hart v Sachs, son "arquitectos de estructuras sociales". Ellos diseñan diferentes combinaciones de conductas posibles dentro del marco del orden jurídico. Esto se advierte claramente en el rol del abogado de redactar contratos, estatutos sociales, testamentos, reglamentos, etc.; allí el abogado debe prever cuáles son las posibles circunstancias sobrevinientes y la eventual conducta de diferentes actores, y proyectar, con el trasfondo del orden jurídico general, un esquema para encauzar los efectos de esas circunstancias y acciones. También se advierte esta función de arquitecto de estructuras de conducta en el papel del abogado de evacuar consultas acerca de las posibilidades de acción a que da lugar el derecho vigente, sea que la preocupación del consultante por averiguar los "topes" jurídicos a los diferentes cursos de acción esté motivada por razones prudenciales o por razones morales. Pero también esta función de los abogados se pone de manifiesto en su tarea de litigar ante los tribunales, la que consiste, fundamentalmente, en presentar ante los jueces el "mundo posible" más favorable a su representado que sea compatible con las normas jurídicas vigentes y con las pruebas acreditadas; en este caso el diseño del abogado se proyecta no hacia el futuro sino hacia el pasado. En todos estos roles, el derecho se les aparece a los abogados como un marco relativamente fijo, como un dato con el que es necesario contar para calcular las posibilidades de acción. Las normas jurídicas son para el abogado algo parecido a lo que son las leyes de la perspectiva para un pintor o las leyes de la resistencia de los materiales para el ingeniero o el arquitecto: constituyen un límite a los proyectos alternativos que pueden ser viables y una base con la que se puede contar para obtener ciertos efectos deseados. Es materia de discusión cuál es la perspectiva frente al derecho que corresponde a los juristas teóricos, y si ellos cuentan con un punto de vista peculiar o si reciben, de segunda mano, la visión del derecho que tienen los jueces, o los legisladores, o los abogados, o los sociólogos, o el "hombre malo" movido sólo por razones prudenciales. Hay aspectos del derecho que se ponen más de relieve desde cada una de estas perspectivas, que parecen ser de interés para el jurista académico. Por ejemplo, él no puede desentenderse de determinar cuál es el derecho en acción de cierta comunidad, qué factores sociales han incidido en su conformación, cuál es su eficacia como instrumento para obtener los efectos perseguidos, cuál es la justificación moral de sus disposiciones y qué alternativas serían más satisfactorias desde el punto de vista valorativo, qué estructuras de relaciones jurídicas y de decisiones judiciales posibles permite el derecho vigente frente a distintas circunstancias, etcétera. Es obvio que la adopción de cada uno de estos puntos de vista diferentes frente al derecho incide en los alcances del concepto de derecho que se emplea, en el significado y función del lenguaje que se utiliza para formular los enunciados característicos del punto de vista en cuestión, en la percepción de las dificultades y posibilidades que ofrece la manipulación del derecho, en la determinación de qué forma asume el conocimiento del derecho, etcétera En la elaboración que sigue trataremos de mantener, en la medida de lo posible, cierta distancia respecto de los diferentes puntos de vista que se acaba de mencionar, planteándonos una serie de preguntas que son fundamentales para la comprensión y el manejo de la realidad jurídica desde cualquiera de esas perspectivas: ¿Cómo se emplea y cómo es conveniente que se emplee la expresión "derecho"? ¿A qué tipo de fenómenos hace referencia? ¿Cómo son las "unidades" elementales que constituyen un sistema jurídico? ¿Cómo se identifica un sistema jurídico existente, distinguiéndolo de sistemas normativos no jurídicos, de otros sistemas jurídicos y de sistemas jurídicos no existentes? ¿Cuál es el alcance de los conceptos fundamentales con que se hace referencia a la realidad jurídica? ¿Qué dificultades aparecen en la aplicación de normas jurídicas generales a casos particulares? ¿Hay una "ciencia" específica para conocer y controlarlos fenómenos jurídicos? ¿Cuál es la relación entre los principios morales que consideramos válidos y el orden jurídico? ¿Cómo se determina qué principios morales son válidos? ¿Cuáles son esos principios? ¿Cuáles son sus implicaciones para distintas instituciones jurídicas? La tarea de contestar todas estas preguntas, y muchas otras relacionadas con ellas, no es cosa fácil; pero la tentativa de hacerlo no puede dejar de ser provechosa, porque empezar a comprender la estructura, el funcionamiento y las posibilidades de perfeccionamiento de la maquinaria jurídica, es una forma de comenzar a vislumbrar la compleja trama del tejido social que envuelve la vida humana. DERECHO, COACCION y COACTIVIDAD Lic. Genero M{L Gonzále:z Los problemas del Derecho interesan y apasionan no sólo al estudioso de la ciencia jurídica, sino a todo hombre que vive sujeto a una normatividad. Las normas de conducta dictadas por el Estado afectan por igual al jurista y al que no lo es; ante ellas sólo son posibles tres actitudes: o simple curiosidad, o la necesidad imprescindible de conocerlas para cumplirlas lo mejor posible, o la investigación acuciosa de quien desea saber sus más remotas causas y razones póstumas. Pero no se puede permanecer indiferente ante la norma. Dentro de la problemática del Derecho hay un tema en esta noche -en el ciclo de Conferencias con que la Escuela Libre de Derecho celebra el cincuentenario de su fundación- que pensamos abordar no con el simple deseo de un planteamiento bizantino, sino por el contrario, aceptando previamente la pasión que puede sugerir el sólo enunciado del propio tema, que penetra en los terrenos de la Introducción al Derecho, de la Teoría del Estado y de la Filosofía del Derecho. Desde un principio deseamos pedir una excusa, y lo estamos prácticamente anticipando nuestra tesis. mucho tiempo aún era un principio dogmático esta breves palabras: la coacción es elemento esencial del al hacerNo hace serie de Derecho. ~sta noche pretendemos ser un poco rebeldes, con esa rebeldía que nuestra Escuela nos enseñó, porque vamos a atrevemos a preguntarnos si realmente la coacción es elemento esencial del Derecho. 33 Nadie jurídico. camente, nalísimo puede negar que existe un formalismo en el campo Un formalismo que Del Vecchio ha llamado satíriejemplificando a sus expositores, con el título origíde horno [urídícus, al cual caracteriza con tres notas: Coacción' es el empleo racional de "lá fuerza' física para asegurar la inviolabilidad del Derecho. Pero la coacción jurídica puede tomarse en dos sentidos: uno actual y otro potencial. ,'" 1. Predominio absoluto de una mentalidad jurídica que todo lo observe. El horno juridicus se preocupa por ser, en único análisis, una personalidad juridizada. 1. La coacción tomada en sentido actual, se identifica con el empleo que se hace hic el nunc '-aquí y ahorade la fuerza físi~a, ya p~ra evita~. que e! Derecho sea violado, ya p.ara que SI lo .~a SIdo se eXIJa al VIOlador las debidas repara~IOnes, o tambIer: para restablecer, por la aplicación de penas Just~s y ..!?roporcIOnadas, el recto orden social perturbado por la violación del Derecho. Según se dé el primero, el segundo, o ~mbos presupuestos, obtendremos el fin privado ,o el fin público de la pena. ' • 2. El horno juridicus identifica tablecida. el Derecho de la Ley es- 3. El horno juridicus es un ejemplar de formalismo relativo; relativo porque su formalismo no se extiende más allá del régimen jurídico existente; pero formalismo, y muy acentuado, porque se conforma con el hecho de que la legalidad sea sólo formalmente eso: legalidad. ' Como protesta contra esa actitud, en una ansia de nueva autenticidad, ha surgido, en esta época de crisis, un ejemplar humano que, por contraste con el horno [urldícus, podríamos denominar "hombre antijurídico" que encarna, por paradójico que parezca, un ideal de justicia que es rebeldía contra el formalismo legal establecido, y que representa, a no dudarlo, un valor más substancial que el puro aspecto formal que ostenta el horno juridicus. Esta idea de Del Vecchio es la misma a la que ya se refería Ortega ,y Gasset en su Rebelión de las Masas. Séanos permitido invocarla sin que esta actitud represente, ni lejanamente, más' de lo que en sí misma desea ser: simple búsqueda, particular anhelo, de ,encontrar soluciones a uno de tantos problemas del Derecho. La pregunta planteada, por ende, pendiente de solución, es la siguiente: ¿es la coacción elemento esencial del Derecho,? Iniciemos' el trazado con los 'conceptos más precisos POSIbles sobre estos tres términos: Derecho, coacción y esencia. Derecho es la norma de conducta, encaminada al bien público dictada por la autoridad que tiene a su cuidado la comunidad. Esencia' es la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable en ellas, lo que hace que un ser sea precisamente ese ser y no otro. 34 2. La coacción jurídica tomada en sentido potencial .es la facultad que asiste al Estado por regla general, y en ~ca~ siones a los mismos individuos, .sujetos o titulares del Derecho, para emplear la fuerza físiéapara el logro de los fines antes específícados. Para seguir un orden lógico en nuestra exposición' hemos querido reunirla en un antecedente histórico tres tesis y una conclusión que se desprende de ellas. ' El antecedente histórico, por fuerza debe ser muy conciso. Los jurisconsultos romanos pecan de identificación absolut~ ~~tre Moral y Derecho en cualquiera de sus dos clásicas deflm:10nes; para C~lso, el Derecho es el arte de 10 bueno y d~ lo Justo; para Ulpiano los preceptos del Derecho tienen 'una triple , manife~tación: , vivir .honestamente, ,nc> .dañar a otro y dar a cada qUIen lo que es suyo. " , , Las dos normas -la jurídica y la moralaparecen. entrelazadas y su separación es, prácticamente", imposible. ~ste concepto informa las múltiples deñnícíones que van surgIendo durante largos siglos: . ' I Corresponde a Christian Thomasius en su obra Fundamen~ to Juris Naturaeel Gentium la tesis de separar irreductible y Completamente el orden: jurídico y"el orden moral distinguiendo tres nociones: ' . "':', " ., ':,el iustum; el bonum honestum, el bonum morale. y 35 El derecho cae, según el maestro de Leipzig fuera del bonum honeslum y del bonum morale: no existe relación alguna entre el Derecho y la Moral. La tesis de Thomasius, lanzada a principios del siglo XVIII, la hace suya, con gran aparato científico, Manuel Kant. Se empieza a hablar de las supuestas notas que caracterizan al derecho y a la Moral .. , interioridad y exterioridad. .. coercibilidad e incoercibilidad... autonomía y heteronomía... unilateralidad, bilateralidad. Sin embargo, la idea preponderante tanto en Thomasius como en Kant es muy lacónica: la coacción es parte esencial del Derecho. En épocas mucho más recientes Van Ihering acentúa aún más el carácter esencial de la coacción en el Derecho, cuando escribe: "El Derecho es el conjunto de normas coercitivas y coactivas vigentes en un Estado". Para entonces nadie destruiría ese dogma. La frase, acuñada como moneda, circulaba de mano en mano. y en nuestros días, ese gran talento que es Hans K~lsen no ha podido retraerse a la influencia del filósofo de Koemgsberg, y ha confesado en el capítulo III de su Teoría General del Esfado para sorpresa de muchos que aún no le conocían a fondo que: "Si el Derecho es un orden jurídico, cada norma es coactíva. Su esencia es ser coactiva". Llegamos así a la afirmación más radical. Thomasius y Kant están amplificados, como con un gigantesco pantógr~fo, en el pensamiento de una de las más brillantes inteligencias del campo del Derecho. Con tales antecedentes históricos, resulta harto difícil enjuiciar y valorar una sentencia que ha sido usada como verdad incontrovertible. y sin embargo -señoras y señoresesto es lo que esta noche, precisamente, pedimos licencia de hacer. TESIS PRIMERA TODO DERECHO ES COACTIVO, PERO SOLO EN SENTIDO POTENCIAL En esta tesis pretendemos probar que la noción del Derecho produce necesariamente el concepto de coacción jurídica, pero no en su alcance esencial, sino en sentido potencia Para prevenir malas, interpretacio?,es conviene advertir ya desde ahora que la cantidad o extensión del sujeto de la tesis -todo Derechoes universal, sólo con la universalidad que los, dialécticos acostumbran llamar de orden moral. Hemos creído hacer necesarra esta salvedad porque existen Derechos que a. pesar de ser verdad~ros y estrictos Derechos, no se puede afirmar que sea? c?actIvos, en l~ significación que acabamos de dar .a tal termmo. Nos referimos, por ejemplo, al de~echo que. tiene tod? hombre para que nadie juzgue mal de el temeranamente, sm fundamento sólido y bastante para ello, Hecha esta salvedad pasemos a demostrar la tesis. El Derecho se encamina, por virtud de su naturaleza a asegur~r ~l. ejercicio legítimo de la libertad e independencia de los mdIvlduos, de las familias y de las varias asociaciones infraestatales o infrasoberanas que viven y actúan en el seno de la comunidad política, Corresponde al Derecho -atendidos su naturaleza el poder suficiente para hacerla respetar. y fines- h Ahora bien, presupuestos también el modo de obrar de los rombres especialmente de aquellos que tienen cifrada su conlanza en la superioridad de los medios materiales y físicos e~rres~eto de,los derechos ajenos no se vería suficientement~ : ;n~Izado sm el poder para emplear razonablemente la fuerbastante para prevenir, reprimir y sancionar las viola.Islca aCIOnes. Luego de la noción del Derecho fluye necesariamente el eoncepto d ' , , ídí te· e coacción jun ica, por lo menos en su sentido po - ~~ 36 37 De la argumentación que precede se colige con toda claridad que la coacción jurídica, considerada potencialmente, es ' al menos, propiedad natural del Derecho - Pero a la Filosofía del Derecho le interesa algo más. ¿Puede sostenerse que la .coacción jurídica, no en cuanto potencia, sino próxima y actual, constituya parte esencial del Derecho, a la manera como el cuerpo y el alma son partes esenciales del compuesto humano? Precisamente con un criterio más humanista se buscan otras soluciones menos radicales. Porque el hombre es una criatura demasiado compleja, por mucho que quisiéramos simplificar .sus .múltiples aspectos, siempre quedarían prendidas un sinfín de sugerencias que únicamente en labor de muchos años de 'cátedra pueden tener su comentario . . Principiaba la rebeldía de los juristas -no de los teólogos ni de los escolásticoscontra el dogmatismo jurídico que nos mantenía divididos en dos esferas, ilógicas e inhumanas: el mundo moral y el mundo jurídico. Jellinek, profesor en las Universidades de Viena, Basilea y Heidelberg, no dudó en afirmar: "El Derecho y la Coacción jurídica son términos distintos, por tanto es falsa la identificación -esencial entre Derecho y coacción, los autores ya no creen esa falsa sentencia, .y tal doctrina difícilmente puede sostenerse con razones sólidas y fundadas en nuestros días". Carneluf:ti se ha expresado así: "La fuerza de la coacción es ciega, y no sólo el verdugo sino el juez son fuerzas desencadenadas .. Contener estas fuerzas en el ámbito de la justicia es el insoluble problema. Por esta necesidad han de pasar aquellos cíenrííícos del Derecho para destruir aquella tonta idolairía qué también a mí me fue inspirada en los bancos de la escuela hasta parecerme qué el Derecho y la Coacción se idenflficaban y eran un solo fin, un infalible fin". . Con estos antecedentes entremos. a la segunda tesis. 38. T E S 1S SEGUNDA TESIS SEGUNDA LA COACCION JURIDICA NO CONSTITUYE EN SENTIDO ACTIVO PARTE ESENCIAL DEL DERECHO Esta tesis es la parte medular de nuestra charla. Para refutar la tesis de Thomasius, podríamos esgrimir dos argumentos. Kant y Van Ihering, Primer argumento. El derecho implica un poder esencialmente moral, no meramente físico. En virtud de su misma esencia el Derecho se distingue del poder físico y material. Ahora bien, si la inviolabilidad, elemento esencial del Derecho-poder, se hiciera consistir como pretenden Kant, Van Ihering o en nuestros días Kelsen, en la potencia física y material actual -hic et nunc- para hacer reconocer Y respetar el Derecho, la misión del Derecho vendría a confundirse lastimosamente con la noción de un poder meramente físico y material. Es necesario sostener que el Derecho, es verdadero y estricto Derecho aun cuando eventualmente no se halle respaldado por ninguna coacción que pueda ser ejercida hic et nunc por los poderes públicos o por los particulares. Esto equivale a afirmar que la coacción jurídica no constituye parte esencial del Derecho. Bastará probar la proposición menor, ya que las demás proposiciones son evidentes. El poder, la coacción, cuyo ejercicio y esencia dependen de algo físico y material, puede y debe llamarse con toda razón poder puramente físico y material. Luego, si quisiéramos sustentar la tesis que combatimos, deberíamos aceptar que la coacción física y material es elemento esencial del Derecho, y estaríamos introduciendo conceptos físicos y materiales en algo que -como el Derechopor esencia, no es ni físico ni material. 40 El Derecho se nos transformaría de un poder moral en un poder de fuerza. ' Segundo argumento. Dos .ejen:plos serán más que suficientes para ver el absurdo que implica la tesis kantiana, defendida modernamente por Von Ihering y Kelsen. , ?upongamos que un transe~nte pacífico es sorprendido de subIto po~ unos asaltantes, quienes lo despojan de todas sus pertenencIas porque no le es posible -"aquÍ y ahora"defen~erse po~ ,medio del recurso de la fuerza, ni mucho men;s aplícar sancion alguna. Supongamos asimismo, que una nación no puede, por determ~nada~ .cIrcunstancias, .defender su soberanía e independen~Ia polItl~a en una franja de su territorio, sobre el cual inc1USIve- existe un fallo internacional. Tant.o en el primer. c.aso, como en el segundo, si aplicamos la doctrma de la coactividad como elemento esencial del Derecho, resultarí~ que ni el transeúnte tenía derecho al dinero que llevaba, ni la nación a exigir su territorio. ¿Si no es posi~le la aplicación de ninguna coacción -que e~ elemento esencial del Derechono existe por ende ningun Derecho? " . A ese absurdo, como ha señalado Radbruch en frase que c~tarem~s más adelante, llegaríamos en caso de adoptar la teSlS que Impugnamos. No hace falta ser estudiante de Derecho para resistirnos :l:ceptar conse~u~n~ias :an abs:xrdas, ya que estaríamos prod mando el prmcipio barbaro, mverosÍmilmente retardatario e q~e el Derecho, para existir, requiere esencialmente la exist enCIa de la fuerza. tad S~ preguntará cuál es ~l. sujeto en quien reside la faculh e em~lear la fuerza física como medio de garantizar y acer efectiva la inviolabilidad del Derecho. síd Pa~a responder conviene distinguir entre la facultad conera a en SI misma y el ej~cicio de dicha facultad. ' jetoL~ i~cultad corresponde de suyo y en primer lugar al suotros c'lIVO del Derecho de cuya seguridad se trata' y a los so o de manera secundaria. ' 41 Para el ejercIcIO de esa' facultad compete, en círcuristan. cias normales, a las autoridades estatales, pues de lo ~ontrario -dada la facilidad con que los hombres, aun. los mas probos y honrados se suelen alucinar en causa propia+- el orden público se vería no pocas veces gravemente perturbado: . TESIS TERCERA LA SEPARACION OMNIMODA y ABSOLUTA ENTRE ORDEN JURIDICO y ORDEN MORAL ES INADMISIBLE Dije que el ejercicio de la facultad es disi.inio de laf~cu~. iad misma. Uno es el Derecho Sujetivo, pr~dl~able y atribuíble a cada individuo, y otro el Derecho .Objetivo, norma abstracta. No es que existan dos derechos, smo uno s?lo pero con diferentes puntos de vista. Un solo Derecho con diversas perspectivas. Para Federico Julio Stahl el sujeto o titular de la coacción jurídica no es el individuo en cuanto t~l, ~ino el, pueblo mismo, considerado en su umdad; ~or conslgmente .s,oloel Estado viene a ser el único sujeto posible de la coaccion, nunca los particulares. No quiero insistir en hacer notar las extrañas cor:secuencias a que conduciría este sistema, ya que en ~':: virtud, e~ que es atacado de súbito no podr~a defenderse hcIt~I?ente, m en su vida ni en sus bienes, recurriendo a l~ fu~;za física o material si no ha recibido de antemano autOrIZaCIOnformal y expresa' de los poderes públicos. Por lo demás el concepto de Federico J ;tlio Stahl s~bre el aspecto coercitivo del Derecho lo contemplo ya en su tiempo, captándolo y refután~olo. es~léndidamen~e con arrebatad?r~ elocuencia Marco Tulio Cicerón en el capitulo IV de su cele bre discurso Pro Tiio Annio Milone. Tan genial anticipo, tan clara perspectiva, nos excluyen de incurrir en una tautología de argumentos. La separación tajante propuesta por Thomasius, aceptada y difundida por Kant, enseñada durante muchos años, defendida más por inercia que por convicción, ha empezado a ser discutida. La crítica de J ellinek abrió la brecha. Después los autores han probado lo deleznable de la separación kantiana. No pretendemos decir, entiéndase bien, que el orden jurídico está supeditado al moral, o que los órdenes moral y jurídico se confunden entre sí. Sostenemos que no se observa, entre los dos, aquella separación absoluta e irreductible que se pretendió establecer. Determinemos y aclaremos un poco más este pensamiento. Todo deber jurídico basado en la ley de la naturaleza es moral, por cuanto quien no lo cumple ejecuta un acto contrario a la naturaleza racional del hombre, y quien lo cumple realiza un acto conforme a tales exigencias. Mas no todo deber moral es deber jurídico. A mayor abundamiento recordemos que el Derecho se puede tomar en dos sentidos: subjetivo y objetivo. Ahora bien, el Derecho Objetivo -ordenación de la razón para el bien común establecida por quien tiene a su cuidado la comunidad y promulgada debidamenteo el Derecho Subjetivo -poder moral e inviolable sancionado por la ley para hacer o no hacer, exigir o retener algo- tiene relación con el orden moral. Gusfavo Radbruch. en - su Introducción a la Filosofía del Derecho ha analizado aquellas tradicionales diferencias que se establecían como criterios separatistas entre la Moral y el Derecho. Y hay que reconocer Ldesapasionadamenteque Radbruch ha triturado tales diferencias. - Se no.s hablaba de que la Moral es interna y el Derecho externO,.. . y Radbruch-replíca: . "Es evidente que el Derecho 42 43 trasciende también a la vida interior del hombre". y era lógico suponerlo: todo acto externo. fue inicialmente, primordialmente, un acto interno. Se nos habla de que el Derecho se contenta con el cumplímiento puramente externo de la legalidad. .. Radbruch contesta: "Esto no puede ser la esencia del Derecho, porque el orden jurídico no renuncia a exigir y alentar las intenciones jurídicas, es decir, intenciones morales". Se nos habla de que el Derecho era. heterónomo, por oposición a la Moral que era autónoma .. , y Radbruch arguye: "Una obligación heterónoma es una contradicción lógica, pues no es la norma externa, como tal, la que puede obligarnos, si": no solamente la aceptación de la norma por nuestra conciencia. La obligatoriedad del Derecho, su validez, descansa, en último término sobre el deber moral. Si el Derecho no puede realizar la moral, sí puede hacerla posible. Hacer posible la moral constituye la meta del orden jurídico". Sir Paul Gavrilovich Vinogradoff, el eminente jurista, nacido en 1854 en Kostroma, cerca de Moscú, catedrático en Oxford, muerto en París en 1935, dejó escrita una página que no resisto en releer: "Es notable la íntima relación entre las nociones morales y jurídicas. No se debe al azar el hecho de que en todos los idiomas europeos, con excepción del inglés, coincidan los términos que expresan las ideas del Derecho subjetivo y objetivo: íus, recht. droit, diri:l:to, derecho, pravo. significan, por una parte, el orden jurídico, la norma jurídica general, la noción de justicia, y por la otra, el derecho concreto esgrimido por una persona frente a otra. El Derecho no puede divorciarse de la moral". Podría creerse que la tradicional Inglaterra, la sistematizada Alemania, Francia, campeona de las libertades, se rebelaban contra las tesis jurídicas de Thomasius y de Kant como una explicación acorde con sus características como naciones. Pero no han sido los únicos países europeos cuyos jurisconsultos rompen el cerco formalista. La propia Rusia Soviética no ha dudado en hacerla. Golunskii y S:l:rogovich en su Teoría del Es:l:ado y·del Derecho, publicado en Moscú en 1940 por la Universidad mos- covit~ en ~u sección editorial de lenguas extranjeras han dicho: El vmculo entre la Moral y el derecho es muy estrecho". ¿No es ~e l~amar la atención que en el Estado más absorbente que jamás conoció la humanidad se perfile la relación entre Moral y Derecho con tales expresiones? ., C;onvendría decir, por vía aclaratoria, que los autores sovíéticos que ar;te~ he citado difieren de los autores burgue~es en que estos ,:lt~mos .dan por sentado que el capitalismo es moral y el socialismo mmoral, en tanto que Golunskii y StrogovICh creen que el socialismo es moral y el capitalismo inmoral. Las consecuencias de aceptar una división absoluta Moral y Derecho serían prácticamente insospechadas. 1. La normatividad jurídica -como han dicho los autores que me he permitido citardesaparecería. n. El hombre, no pudiendo escindirse antinómicamente en "h?:r:n?~e.jurídico" y "hombre moral" tendría que busca~ una dificilísima postura unitaria. Adviértase que al hablar de relaciones entre Moral y De:echo ~o est~m?s. introduciendo un elemento perturbador de msegurlda~, Jurld~ca en las decisiones judiciales, ni siquiera ~n la función de lr:terpretación y aplicación del Derecho. El Juez, en. tanto <;lueJuez, ha de aplicar el derecho en función de su propio ser:tId?: pero si humanamente, moralmente, le repugna la aph~acIOn de una norma inmoral,· entonces la soluel.o~ no es aplicar una norma distinta, ni abstenerse de juzgar ~ ~nvent~r una norma ~ás de acuerdo con la moral. .. sin~ enunc~a al cargo. Solo un hombre íntegro conserva esta :uprema libertad frente al Derecho. Y para ser francos acep 1emdos qEuede ellos .tenemos menester en las funciones j~dicia: es e l stado Mexicano. . t en, por tanto, las relaciones entre Derecho y Moral PrE~e~ls sup erecho descansa en la Moral, considerada ésta como eho rec~a norma. de conducta. La Moral descansa en el DereVist mo un SIstema normati o que representa un punto de recho.sobre la conducta humana lógicamente distinto del De'Zan~o se confunden, no se invaden. 45 44 entre Simplemente se 'arrnoni- En efecto el valor del Derecho es inferior al valor,~~ral: , In . ferior en el orden de l'los. valores, resuna unpero porque es damental o fundante en el orden onto OglCO. Axioló icamente -en el mundo de los valoresla moral . g 1 D h Ontológicamente -en el mundo es superior a erec o. 1 M 1 de los seres- el Derecho es básico fundamento de a ora., N o se trata de dos círculos concéntricos, ni de dos cIrc~os . . t t d dos valores, de dos entes cuyas re ac?mcIdensttae'n s, sgerI'tar~dao ~s jurisconsultos ClOnes e .. ., de todos los países, superando la añeja y separatista eSCISlOn. . Hasta ahora hemos planteado el problema, precIt~adndotl.o ., . ídi tanto en sen 1 o ac 1- qU~M~e~~~:;,~~~~~~a~~l~~ni:::~ ~~~~ncia,l.Ese planteamie~en tres tesis que podríamos sintetizar e ~~ lo desarrollamos la siguiente forma: . 1. Todo Derecho es coactivo, pero sólo en sentido potencial. it 2. La coacción jurídica en sentido activo, no consti uye parte esencial del Derecho. "El Sol, la Luna, las estrellas -decía poéticamente Kírchmannbrillan hoy como hace milenios; la rosa sigue floreciendo hoy como en el paraíso; el Derecho, en cambio ha variado con el tiempo ... " y la poética censura de Kirchmann es valedera . El Derecho varía, no es torre de marfil, para la tranquila investigación, ni tampoco laboratorio aséptico, como desearía Kelsen, donde la norma pura ignorase, o fingiese ignorar, las realidades humanas. El Derecho se injerta, por lo contrario, en la problemática del hombre. Mientras el mundo de la naturaleza está creado de una vez para siempre, variando. solamente sus apariencias, el Derecho es re-creado por el hombre. Ya lo decía uno de los maestros de nuestra escuela, el licenciado Jerónimo Díaz, cuando al inaugurarse los cursos el año de 1938 pronunciaba estas palabras: "La ciencia vive en continua rectificación: 10 que ayer se consideraba como verdad axiomática, hoy se considera absurdo". > 3. La separación omnímoda y. ~bso 1u t a en tre el Orden Jurídico y el Orden Moral es inadmisible. Se impone ya la. elaboración d~ una conclusión. 1 f amos una extraña sensa. Pero antes de Ptresde?~ara, c~~ne~ctitudes con enseñanzas ción. Romper con ra IClOnes,. ' que nos fueron conocidas, no es SIempre grato. '.' . . Para mantenernos fie~es. a ellas no es vale~ero ~Ir~~i~~era el magister díxít, ni los similares argumentos e au o ,. razon, , h a bí.I!lmos e levado categoSí muy cierto, tenéis . 1 a 1laDerecho. ' 1 pto: la coaccion es esencia a ría de dogma, e conce. . ptables los dogmas ju[Fue nuestro error ... ! porque son mace . rídicos. . . 1 1 d gmas los Séame permitido un paréntesis persona, oSen ~as demás acepto dentro de la altísima esfef~ d:~:e f~xl::~os, porque la disciplinas humanas me son o a m ciencia cambia constantemente. Ki hm nn haViene a mi memoria aquella censura que re a cía al Derecho: 46 Esa frase, al igual que el concepto del homo antijurídico expresado por Del Vecchio y que nosotros reproducimos en la parte inicial de este trabajo, justifican, sinceramente lo creemos, nuestra actitud. La serie de jurisconsultos que nos guiaron, aval a la lealtad de nuestra opinión. Podremos estar equivocados, pero no aceptamos la tacha de mala intención. . Para .ejemplificar cómo cambian las ideas; recordemos que a raíz de la última guerra mundial muchos conceptos jurídicos se cimbra ron en sus más hondas bases. Era una verdad incontrovertible que eran cuatro los elementos senciales del Estado: el pueblo, el territorio, la autoridad y el fin. Sin embargo, la mayor parte de los tratadista s de Teoría del Estado señalan que el territorio no es ya elemento esencial del Estado, sino mera condición de existencia. . La guerra objetivizó el problema. Lo que antaño era esenc~al, se convirtió en condicióo/de existencia ... , así como el atre no es esencial al hombre, sino que constituye, tan sólo eso: una condición de existencia. y lo que aconteció con el territorio, como elemento del Estado, sucedió con muchos otros conceptos del Derecho. 47 . Acepto, de buen talante, que puede haber apasionamiento; sí apasionamiento por recuperar la verdad. He aquí, por tanto, nuestra conclusión: . Presuponemos -- como ya quedó probadola existencia de una coacción actual y de una coacción potencial. La crisis seccionista defendida por Thomasius· y Kant, ~mpliada por Kelson, ya había sido, desde a~tes de la guerra, Impugnada. Muchos fueron -sólo hemos c~ta~~ unos cuantoslos jurisconsultos que se opusieron a la dlf~slOn absoluta entre Moral y Derecho. y al ha~erlo, .f?eron abnend~ la p,u~rta para una sencilla y lacónica aflrmaclOn, que se deriva 10gIc~mente de sus afirmaciones: la coacción no es elemento sencíal del Derecho. La visión unitaria -pero no absorbente- 1. La palabra coacción, en sentido actual significa el hecho cumplido de la aplicación de la fuerza. Evidentemente hay muchísi~os ~asos en que ~a coacción actual es imposible, o en que inclusive-se renuncia voluntariamente a su aplicación. se iba imponien- Si no es posible la coacción, o si es renunciable ya no es un elemento esencial del Derecho. ' do. La Escuela de Viena ya empezaba a ser discutida. Ciertamente ninguno de nosotros podr~ negar e~ fenómeno: Europa entera reaccionaba contra la teSIS que en lmea recta va de Thomasius a Kant y a Kelsen. Del Vecchio J ellinek. .. Carnelutti... Radbruch... ViG~lunskii .. , Strogovich... Legaz-Lacambra ... nogra d off .. , incid 1 pugnan por una tesis unit.aria, y todos coinci en que a coacción no es elemento esencial del Derecho. . Si la ciencia vive en perpetua rectificación, la Escuela Libre de Derecho no puede permanecer ~l margen de t~les avances, cambios y evoluciones, por angustlOsas y apremiantes que sean tales variaciones. No es concebible enseñar a las gen~raciones que se suceden en las aulas la ciencia del Derecho sm que cada ve~ se e~ve a grados de rigurosa perfección moral la personalIdad e cada alumno, infundiéndole conciencia plena de su responsabilidad. Por esto esta charla -esta "rebeldía jurídica"sólo de lózico diagramarla Y pronunciarla en nuestra escuela, don e la blibertad de cátedra sí es ser y quehacer permanente, esencia y presencia indeclinable. Finalmente, séame permitido señ~lar, que, en con~ra ,de tesis de Kant y Kelsen no he citado nmgun teologo, nmgun te colástico, nadie que pudiera juzgar. con sombra de apar:do prejuicio de las doctrinas c.on~rovertIdas. La~ .fu~ntes h~~s de única y exclusivamente Junsconsultos... IJunsconsu grenuestra época ... ! nada de tradicionalismo s ofuscados o re siones al pasado por el hecho escueto de ser el pasado. ¡! 2. Si la coacción no acompaña siempre al Derecho habla~ ~e. De:ec~~-coactivo n? e? un ju~cio analítico a priori' sino un JUICIOsintético a pcsteríorí. extraído de la experiencia, pero que puede ser desmentido por otras experiencias. 3. Si la coacción en sentido actual no es elemento esencial de~ Dere~ho, sólo lo es la coacción en sentido potencial. Para diferenciar con una sola palabra ambos tipos de coacciones, designamos con el nombre de coacción propiamente dicha a la coacción actual, y coactividad a la coacción en potencia. 4. Atento lo anterior, concluimos que la coacción no es esencial al Derecho; sólo lo es la coactividad. y es. que el Derech?, tiene tan alta calidad ontológica que no requiere, de suyo, m ha menester, de la coacción actual como elemento esencial. Al suprimir la coacción como ma, no menguamos, en un ápice, recho, a. la mvers~, lo concebimos ThomaslUs. .. mas humano que ro que el propio Kelsen. norDeque pu- Señoras y señores: Pe~í previamente una excusa y me acogí a vuestra benevo~e~cIa. Me la habéis dado, con creces, por la atención que prOdIgamente me concedísteis. Séame permitido concluir esta charla como la principié. p Esta noche hemos pretendido ser un poco rebeldes, tal vez orque nos seduce esa otra expresión magistral de Carnelutti: 49 48 elemento esencial de la la calidad ontológíca del y sabemos más vigoroso Kant... inclusive más E~~:~~~~' . t trágico error: buscar "Hemosáte~do, ~~ce s~ debería decir siempre siempr;':e~ho ef;ccu~l no significa no poner na~a eI'l:el lugar menos ' ti tuí 1 orden por la anarquia, smo crear del I?e.recho,o sus 1 uir eda confiarse cada vez menos en la condlclOnes·pa:,a que pUde ás en la bondad para la funfuerza -coaCClOn- y ea a vez m ción de la paz". EL MAR TERRITORIAL LA PLA TAFORMtA CONTINENTAL, y EL DIFERENDO COLOMBO- VENEZOLANO Rubén Daría López Z., Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia. CONTENIDO Introducci6n. PRIMERA PARTE: EL MAR TERRITORIAL A - Conceptos del Derecho Internacional Positivo y de la Doctrina. B - Conceptos personales: Tesis del Privilegio. Geográfico. C- Costas de Estados frente a frente y adyacentes - A- .SEGUNDA PARTE: LA PLATAFORMA CONTINENTAL Concepto del Derecho Internacional Positivo, de la Jurfsprudencia Doctrina. B - Concepto Jurídico. e - Definición científica D- (Conceptos topográficos Soluciones . y oceanográficos). Conceptos personales. TERCERA PARTE: EL DIFERENDO COLOMBO-VENEZOLANO (Véanse mapas 1 y 2). A - Posición oficial de Colombia. R - Posición oficial de ·Venezueia. A- CUARTA PARTE: CONCLUSIONES: Conclusiones generales. B- Conclusiones sobre el diferendo Colombo-Venezolano. BIBLIOGRAFIA. 51 50 y de la CORE Metadata, citation and similar papers at core.ac.uk Provided by Universidad Carlos III de Madrid e-Archivo La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 17 LA ÉTICA DE ANTÍGONA, LAS LEYES NO ESCRITAS Y EL ERROR DE CREONTE* ANTIGONE’S ETHICS, THE AGRAFOI NOMOI AND CREON’S MISTAKE EUSEBIO FERNÁNDEZ GARCÍA Universidad Carlos III de Madrid Fecha de recepción: 20-5-15 Fecha de aceptación: 10-6-15 Resumen: En el presente trabajo analizamos la tragedia Antígona, la famosa obra de Sófocles, especialmente los conflictos morales en torno a la ley de la ciudad, la ley de la familia, la política y el poder. La tragedia griega sigue siendo un importante referente de reflexión filosófica para el pensamiento contemporáneo, principalmente de filosofía moral, jurídica y política. En nuestro trabajo vemos las leyes no escritas (nomoi agrafoi) y sus interpretaciones. Abstract: This papers consists of a study of the tragedy ‘Antigone’, the famous work of Sophocles, with particular regard to the moral conflicts about the law of the polis, the law of the family, politics and power. The Greek tragedy continues to be an important reference of philosophical reflection for contemporary thought, in particular in relation to moral, legal and political philosophy. The focus is on the unwritten laws (nomoi agrafoi) and their interpretations. Palabras clave: Keywords: 1. conflictos trágicos, leyes no escritas, desacuerdos morales. tragics conflicts, agrafoi nomoi, moral discords. INTRODUCCIÓN Hace ya varias décadas C.M. Bowra comenzaba el Prefacio de su conocido libro La Atenas de Pericles con estas palabras: “son innumerables los * La realización de este trabajo ha tenido lugar en el marco del proyecto de investigación Identidades y Ciudadanías. Fundamentos político-jurídicos de la diversidad (DER2012-36142), que dirige el profesor José María Sauca. ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 18 Eusebio Fernández García autores que han estudiado desde todos los ángulos, la historia de Atenas en el siglo V a.C., especialmente en los años centrales asociados a Pericles; puede por ello, parecer innecesario volver a abordar el tema. Y sin embargo, cada generación, involuntariamente, ve el pasado a su manera y halla en él algo aplicable a sus propias necesidades y experiencias. Este continuo cambio de enfoque mantiene vivo el pasado”1. La descripción de las cuestiones que afronta C.M. Bowra en este párrafo es perfectamente trasladable a nuestro tiempo. Y podemos atrevernos a hacer el experimento de sustituir Atenas por la tragedia Antígona, esa obra maestra de Sófocles. Tanto han aumentado en los últimos tiempos los buenos estudios sobre la Atenas de Pericles como lo han hecho los autores y obras consagradas a analizar y valorar el papel y el alcance de la Antígona de Sófocles. Y no hay temporada de teatro en cualquier población importante donde no se represente Antígona. Y por supuesto una Antígona frecuentemente adaptada a las necesidades y experiencias de cada generación, tomada ésta en su enriquecedora diversidad y no como un todo compacto y uniforme. De ahí la pluralidad de interpretaciones que brindan los papeles de Antígona, Creonte o Polinices. Además, como señala C.M. Bowra, este continuo cambio de enfoque mantiene vivo el pasado. Esto parece una apreciación acertada a la que se podría añadir que, en el caso de Antígona, su oportunidad y continua vitalidad se encuentra también en la importancia de las cuestiones que trata y en la riqueza humana de sus personajes. La excelencia de la conciencia moral individual, la necesidad de las leyes y el orden político, la lealtad familiar, los deberes sociales y la obligación política, los condicionamientos del destino, la muerte, la libertad, la desmesura a que puede llegar el gobernante, los peligros del poder político, las atrocidades de toda tiranía, la responsabilidad moral y política, la existencia de leyes morales superiores a las leyes positivas y a los mandatos del poder político o las consecuencias y justificaciones del desafío a la autoridad pública son algunas de las cuestiones contempladas en esta tragedia de Sófocles que contactan con problemas permanentes de la Ética, la Filosofía Política o la Filosofía del Derecho. Por ello, no debe sorprendernos que existan autores, contemporáneos nuestros, que se identifiquen con Antígona (me parece que los más) pero C.M. BOWRA, La Atenas de Pericles, trad. de Alicia Yllera, Alianza Editorial, Madrid, 1974, p. 9. Acerca de la personalidad de C.M. Bowra puede leerse el capítulo dedicado a él por Isaiah BERLIN en sus Impresiones personales, comp. Henry Hardy, introd. de Noel Annan y trad. de J.J. Utrilla y A. Coria, Fondo de Cultura Económica, México, 1984, pp. 242 y ss. 1 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 19 también los hay que piensan que la tragedia, a pesar de su nombre, es la tragedia de Creonte o que éste es el “centro de atención” del poeta2, incluso, quien expresa claras simpatías políticas por Creonte3. La adscripción de Creonte a la terrible razón de Estado es puesta en duda por Bernard Lévy, al mismo tiempo que Martha C. Nussbaum analiza de manera brillante las relaciones entre la ética griega y la fortuna, dedicando un apartado especial a Antígona, mientras que otros autores ven en el desarrollo argumental de la tragedia de Sófocles los atisbos de la democracia deliberativa4. Ya G. Steiner nos ha puesto al tanto de la variedad de interpretaciones y lecturas que se han hecho de Antígona, insistiendo, por su parte, en que «no es un texto “cualquiera”. Es uno de los hechos perdurables y canónicos en la historia de nuestra conciencia filosófica, literaria y política»5. Respecto al título, podemos adelantar que en este trabajo se quiere ensalzar la actitud ética de Antígona (independientemente de las razones que la sostienen y del alcance y riesgos teóricos que conlleva la referencia a las leyes no escritas, aunque sin poder soslayar esas importantes cuestiones), se desea insistir en los peligros de toda utilización desmesurada y no sujeta a límites y controles morales y jurídicos del poder político y se quiere hacer un pequeño homenaje a la defensa del individualismo moral y al imperativo de la disidencia. 2 J. Mª LUCAS DE DIOS, Introducción a su traducción de Sófocles. Áyax, Las Traquinias, Antígona y Edipo Rey, Alianza Editorial, Madrid, 1988, p. 43. 3 A. TOVAR, Antígona y el tirano o la inteligencia y la política, artículo publicado en la revista falangista Escorial, 1942, recogido en su libro Ensayos y peregrinaciones, Ed. Guadarrama, Madrid, 1960, pp. 1 y ss. 4 B.H. LÉVY, El testamento de Dios, trad. de Joaquim Sala-Sanahuja, El Cid Editor, Buenos Aires, 1979, pp. 95-96. M.C. NUSSBAUM, La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega, trad. de Antonio Ballesteros, Ed. Visor, Madrid, 1995, pp. 89 y ss. E. HERRERAS, “Antígona y la democracia deliberativa”, en Sistema. Revista de ciencias sociales, núm. 212, Madrid, sept. 2009, pp. 87 y ss. 5 G. STEINER, Antígonas. La travesía de un mito universal por la historia de Occidente, trad. de Alberto L. Bixio, Ed. Gedisa, Barcelona, 2009. Se puede leer con provecho el trabajo de Mª O. SÁNCHEZ MARTÍNEZ, “Las Antígonas merecen ser vividas. Reflexiones sobre género y paz”, en E. FERNÁNDEZ y J. I. MARTÍNEZ GARCÍA (eds.), Los derechos en el contexto ético, político y jurídico, El Tiempo de los derechos 1, Consolider-Ingenio 2010, Tirant lo Blanch, Valencia 2014, pp. 235-261. ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 20 2. Eusebio Fernández García TEMAS DE ANTÍGONA Voy a dar por conocida la estructura de la tragedia Antígona. En su lugar voy a seleccionar textos extraídos de tres momentos de su desarrollo. Para un análisis del texto, me parece recomendable dirigirse al tratamiento que han hecho estudiosos insignes de la tragedia griega, y de la aportación de Sófocles a ella, como Karl Reinhardt en su libro Sófocles6 o Albin Lesky en su obra La tragedia griega7. Su manera sencilla y concisa de efectuarlo puede ser más recomendable, en un primer momento, que otras interpretaciones más singulares. En cuanto a los párrafos seleccionados en tres lugares de la tragedia, es indudable que el segundo es el que contiene más ideas y cuestiones aprovechables para este trabajo. 1º. Después del diálogo de Ismene y Antígona y de conocer Creonte, por boca de un guardián que alguien ha manipulado el cadáver de Polinices, el Coro, en la Estrofa 1ª, exclama: “Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada más asombroso que el hombre. El se dirige al otro lado del blanco mar con la ayuda del tempestuoso viento Sur, bajo las rugientes olas avanzando, y a la más poderosa de las diosas, a la imperecedera e infatigable Tierra, trabaja sin descanso, haciendo girar los arados año tras año, al ararla con mulos”8. A esta referencia de admiración hacia la especie humana y al trabajo agrícola añadirá, en la Antistrofa 1ª el aprendizaje humano de la caza y la pesca, y en la Estrofa 2ª los conocimientos acerca del lenguaje, el pensamiento, las reglas civilizadas del comportamiento y las maneras de protegerse contra las inclemencias del tiempo. Y también se insistirá en distinguir entre el bien y el mal, a la vez que tomará nota de los beneficios de vivir en sociedad, cumpliendo las leyes humanas y las divinas. Este acento prometeico puede comprobarse en el texto de la Antistrofa: “Poseyendo una habilidad superior a lo que se puede uno imaginar, la destreza para ingeniar recursos, la encamina unas veces al mal, otras veces al bien. 6 K. REINHARDT, Sófocles, trad. de Marta Fernández-Villanueva, Ed. Destino, Barcelona, 1991. 7 A. LESKY, La tragedia griega, trad. de Juan Godó, revisada por Montserrat Camps y present. de Jaume Pòrtulas, El Acantilado, Barcelona, 2001. 8 SÓFOCLES, “Antígona”, en Tragedias, introd. de José S. Lasso de la Vega, trad. y notas de Assela Alamillo, Ed. Gredos, Madrid, 1998, p. 261. DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 21 Será un alto cargo en la ciudad, respetando las leyes de la tierra y la justicia de los dioses que obliga por juramento. Desterrado sea aquel que, debido a su osadía, se da a lo que no está bien. ¡Que no llegue a sentarse junto a mi hogar ni participe de mis pensamientos el que haga esto!”9. Esta teoría optimista sobre la especie humana que aquí desenvuelve Sófocles es análoga a la que encontramos enunciada por el sofista Protágoras, su contemporáneo, en la evocación hecha por él del mito de Prometeo10 en el diálogo platónico Protágoras. Resulta paradójico un elogio de la vida política, la existencia de las leyes y la necesidad de obediencia y respeto a ellas en una tragedia que va a girar en torno a las razones para un acto de desobediencia, de tal magnitud, a las leyes emanadas del poder político. Werner Jaeger en su conocida Paideia. Los ideales de la cultura griega, ha comentado al respecto: “(primer canto del coro) El coro entona un himno a la grandeza del hombre creador de todas las artes, dominador de las poderosas fuerzas de la naturaleza mediante la fuerza del espíritu y que como el más alto de todos los bienes ha llegado a la concepción de la fuerza del derecho, fundamento de la estructura del estado (…).Y en el ritmo del coro de Sófocles podemos comprobar el orgullo prometeico que domina este primer ensayo de una historia natural del desenvolvimiento del hombre. Pero con la ironía trágica peculiar de Sófocles, en el momento en que el coro acaba de celebrar al derecho y al estado, proclamando la expulsión de toda sociedad humana de aquel que conculca la ley, cae Antígona encadenada (…)”11. 2º. El segundo texto, el núcleo de la tragedia, ya en pleno dialogo entre Creonte y Antígona, contiene la arenga de ésta: “No fue Zeus el que los ha mandado (se refiere a los decretos de Creonte) publicar, ni la Justicia que vive con los dioses de abajo la que fijó tales leyes para los hombres. No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder como para que un mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Éstas no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron. No iba yo a obtener castigo por ellas de parte de los dioses por miedo a la intención de hombre alguno”12. Idem p. 262. Ver, al respecto, el libro de C. GARCÍA GUAL, Prometeo: mito y literatura, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2009, pp. 220 y ss. 11 JAEGER W., Paideia. Los ideales de la cultura griega, trad. de Joaquín Xirau y Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 1990, p. 259. 12 SÓFOCLES, Antígona, cit. p. 265. 9 10 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 22 Eusebio Fernández García Sófocles sabe muy bien retratar las dos posturas irreconciliables de Creonte y Antígona. Lo son tanto en el carácter como en la manera de comportarse ante auténticos y trágicos retos a la convivencia y al bien de la polis. Pero también es una lucha entre dos normas éticas, la intemporal amparada por los dioses y la que protege la vida de la ciudad, y dos derechos, el constituido por las normas no escritas y de la tradición familiar y el derivado de los mandatos del soberano. En este punto Sófocles debería haber sabido que estaba aportando a la posteridad un tema de debate moral, político y jurídico que ha continuado hasta el presente. Y, por último, aunque Hegel y muchos de sus seguidores en esta línea, diera lugar a una interpretación preponderante que sitúa en el mismo plano moral a Creonte (pretensiones legítimas del poder político soberano) y a Antígona (pretensiones justificadas en la tradición y el derecho familiar), no parece que ésta sea la última palabra evaluadora. Tras una lectura atenta de la tragedia de Sófocles deberíamos coincidir con Albin Lesky en su opinión: “Antígona lucha realmente por las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses, como ella dice, leyes a las que la polis jamás debe oponerse. Pero Creonte, en su comportamiento, no representa en modo alguno a esa polis, la voz de esta polis, unánime, está de parte de Antígona (vv. 733 ss.), la disposición del tirano se basa absolutamente en la arrogancia y la maldad”13. 3º. Y llegamos al final. Antígona, fiel a su familia, a su ética y a las leyes no escritas se suicida, da la vida por sus convicciones y nos ayuda a comprobar su valentía y su coherencia. Creonte, por otro lado, cambia de parecer, impresionado y miedoso, al oír a Tiresias, pero ya es tarde. No muere, pero su derrumbe moral es más que evidente. Éste es consecuencia de su desmesura. Leamos: Creonte: “(…) Mientras que yo, ya que he cambiado mi decisión a ese respecto, igual que la encarcelé, del mismo modo estaré presente para liberarla. Temo que lo mejor sea cumplir las leyes establecidas por los dioses mientras dure la vida”14. Antígona está llena de llamadas a la reflexión y a la prudencia. Su última enseñanza está recogida en las líneas finales: Corifeo: “La cordura es con mucho el primer paso de la felicidad. No hay que cometer impiedades en las relaciones con los dioses. Las palabras arrogan13 14 A. LESKY, La tragedia griega, cit. p. 209. SÓFOCLES, Antígona, cit. pp. 290 y 291. DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 23 tes de los que se jactan en exceso, tras devolverles en pago grandes golpes, les enseñan en la vejez la cordura”15. En el caso de Creonte, y como ha señalado Karl Reinhardt: “La tragedia concluye no tanto con el juicio y el castigo del culpable, ni con la expiación del acto deleznable, sino sobre todo con la imagen del superviviente inútil (…). No es siquiera la falta que ha cometido la que le precipita en su caída, sino la forma y la manera de su ser”16. 3. LAS LEYES NO ESCRITAS La orden que contenía la prohibición de dar sepultura a los traidores (y Polinices es un traidor a Tebas, su patria) cuenta a su favor con la doble justificación de provenir de un poder político legítimo, aunque Creonte se comporte aquí como un tirano, y de tratarse de una norma jurídica sancionadora vigente en Atenas y en muchas otras partes. Por el tono que encontramos en algunos fragmentos de la tragedia no podríamos decir que Antígona no sea consciente de este dato y de la responsabilidad que comporta la desobediencia a la ley (positiva). La validez y la vigencia de la norma jurídica que prohíbe dar sepultura a los traidores puede ser documentada en la Helénicas de Jenofonte y en la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides. En el discurso de Euriptólemo, con motivo del proceso en Atenas a los estrategos de las Arginusas, que nos narra Jenofonte, se hace referencia a la existencia de una ley contra los saqueadores de templos y traidores que rezaba: “si uno traiciona a la ciudad o roba objeto sagrado, sea juzgado ante un tribunal, si fuere condenado, que no sea enterrado en el Ática, y sus bienes sean confiscados”17. Por su parte Tucídides cuenta el interesante caso del enterramiento de Temístocles, de esta manera: “pero sus huesos, según cuentan sus parientes, fueron repatriados por disposición suya y enterrados en el Ática a escondidas de los atenienses, pues no era lícito sepultarlo dado que era un exiliado acusado de traición”18. El caso Antígona versus Creonte, lleno de numerosos y variados matices y sujeto a interpretaciones y valoraciones enfrentadas, puede ser visto, en SÓFOCLES, Antígona, cit. p. 299. K. REINHARDT, Sófocles, cit. p. 134. 17 JENOFONTE, Helénicas, Libro I, 7, 22, trad. y notas de Orlando Guntiñas Tuñón, introd. general de F. Javier Gómez Espelosín, Ed. Gredos, Madrid, 2000, p. 36. 18 TUCÍDIDES, Historia de la guerra del Peloponeso, Libro I, 138, 6, introd. general, trad. y notas de Juan José Torres Esbarranch, Ed. Gredos, Madrid, 2000, p. 252. 15 16 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 24 Eusebio Fernández García palabras de Luís Gil, de esta manera: “una muchacha muere por desobedecer un mandato del poder establecido que pugna con imperativos ético-religiosos de orden superior, un gobernante, accedido al poder en trágicas circunstancias, bienintencionado quizá, pero en exceso celoso de su mando, incurre en la hybris de un autócrata tiránico; por último el derrumbamiento de éste, con la reacción en cadena de suicidios que su actitud, modificada demasiado tarde, provoca”19. Parece, por tanto, que hay que leer Antígona como la pugna entre lo perdurable y siempre válido de las leyes no escritas (e inquebrantables de los dioses) y las leyes de los hombres que se enfrentan a los contenidos de aquellas. La superioridad y la primacía en su respeto de las leyes no escritas sobre las del poder político es, sin lugar a dudas, la primera consecuencia que podemos y debemos sacar de la narración de la tragedia Antígona. Ello significa dejar de lado una interpretación muy seguida desde que Hegel la expusiera en su Estética (II, 2, I), o en su Filosofía del Derecho (Parte Tercera, sección primera, 166), describiéndola como un conflicto entre dos derechos, el familiar y el estatal, igualmente válidos. En todo caso, la última palabra y la jerarquía superior la tienen las leyes no escritas de carácter divino. Y por ello es repudiado Creonte por parte de su hijo y prometido de Antígona, por parte de los dioses por medio del adivino Tiresias, y por su propia esposa Eurídice. Y, además, no parece haber dudas en el hecho de que no solo las simpatías, sino las convicciones de Sófocles estén del lado de Antígona. Por ello no es difícil coincidir con Albin Lesky, cuando, frente a la interpretación hegeliana, ha señalado que “trasladada a Antígona, la teoría de los valores igualmente legítimos que chocan entre sí es una interpretación errónea”20. La fórmula que hace su aparición en uno de los momentos cumbre de la Antígona: “leyes no escritas e inquebrantables de los dioses” no admite gran discusión en cuanto al objetivo de su utilización por parte de Sófocles. Parece incuestionable que las leyes no escritas son las leyes seguras e intemporales de los dioses, es decir, la ley divina. Pero ya en la época de Sófocles la propia 19 L. GIL, Presentación a su traducción de Sófocles. Antígona, Edipo rey y Electra, Ed. Labor, Madrid, 1986, p. 5. 20 A. LESKY, Historia de la literatura griega, versión española de José Mª Díaz Regañón y Beatriz Romero, Ed. Gredos, Madrid, 1989, p. 307. En este sentido se expresa también el juicio de José S. LASSO DE LA VEGA en su Introducción a Sófocles. Tragedias, Ed. Gredos, Madrid, 1998, pp. 78 y 79. Ver, también, la breve presentación de Antígona en Esquilo, Sófocles, Eurípides. Obras completas, bajo la coord. de Emilio Crespo, Ed. Cátedra, Madrid, 2004, pp. 523 y 524. DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 25 idea de ley no escrita amplió su significado a otras leyes, igualmente universales, fijas e intemporales que no tienen necesariamente un origen religioso o divino. Y a ello no es ajena la evolución social y política, el pensamiento ilustrado de los sofistas y los avatares de la ley democrática en Atenas. J. de Romilly utiliza este dato como una de las aportaciones que la Grecia clásica ha regalado a la cultura universal: “Ahí reside el prodigio, ya que ese pueblo, hechizado por la escritura y las bases seguras que ofrecía a todos, inventó, sin embargo, la idea de las leyes no escritas para todo aquello que se sitúa más allá del terreno de las leyes. Esas leyes no escritas son muy conocidas gracias al elogio que hizo Sófocles en Antígona y en Edipo rey. Imponen, por ejemplo, el respeto por los suplicantes y los heraldos, el entierro de los muertos y la ayuda a los oprimidos. Pero lo importante es que son, contrariamente a las leyes escritas, universales”21. Y pone como ejemplos además textos de Jenofonte, Isócrates y Aristóteles. Volviendo al caso de Sófocles, este autor hace uso de esa fórmula, en el sentido de ley divina, también en un conocido texto de su tragedia Edipo rey, cuando, en un momento de su desarrollo, el coro resalta: “¡Ojalá el destino me asistiera para cuidar de la venerable pureza de todas las palabras y acciones cuyas leyes son sublimes, nacidas en el celeste firmamento, de las que Olimpo es el único padre y ninguna naturaleza mortal de los hombres engendró ni nunca el olvido las hará reposar! Poderosa es la divinidad que en ellas hay y no envejece”22. Según el análisis de W.K.C. Guthrie: “la expresión “leyes no escritas” se aplicaba, en primera línea, a ciertos principios morales tenidos por universalmente válidos o válidos, al menos, para todo el mundo griego. Sus autores eran los dioses, y ninguna infracción podía quedar sin castigo”23. Este sería el caso que nos ocupa, aunque además, unas líneas más tarde, añade, lo siguiente: “A mediados del siglo V iba ganando terreno una tendencia secular de pensamiento, a expensas del teísta que, de todas formas, no desapareció del todo”. Y aquí es donde debemos situar la utilización que de la fórmula “ley no escrita” hace Pericles en su J. DE ROMILLY, ¿Por qué Grecia?, trad. de Olivia Bandrés, Ed. Debate, Madrid, 1997, p. 251. Ver, también, otro de sus libros, Problèmes de la démocratie grecque, Ed. Hermann, París, 1975, pp. 80 y 81. 22 SÓFOCLES, “Edipo rey” (863 y ss.), en Tragedias, introd. de José S. Lasso de la Vega, trad. y notas de Assela Alamillo, Ed. Gredos, Madrid, 1986, pp. 343 y 344. 23 W. K. C. GUTHRIE, Historia de la Filosofía griega, tomo III, siglo V: Ilustración, trad. de Joaquín Rodríguez Feo, Ed. Gredos, Madrid, 1988, p. 134. 21 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 26 Eusebio Fernández García discurso fúnebre, que nos ha narrado Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso, cuando destaca con vehemencia: “Si en nuestras relaciones privadas evitamos molestarnos, en la vida pública, un respetuoso temor es la principal causa de que no cometamos infracciones, porque prestamos obediencia a quienes se suceden en el gobierno y a las leyes, y principalmente a las que están establecidas para ayudar a los que sufren injusticias y a las que, aun sin estar escritas, acarrean a quien las infringe una vergüenza por todos reconocida”24. Según ha señalado J. de Romilly en referencia a las leyes no escritas en general, tanto las religiosas, como las laicas, se trata de leyes admitidas por los hombres, no incluidas en ningún código jurídico, que venían a solucionar las insuficiencias de las leyes escritas y que se veían como universales e intemporales. Una demostración de la preeminencia de lo eterno sobre lo perecedero y de lo seguro sobre lo precario. Y además se encontraban inscritas en la conciencia de los hombres. Cuando por influencia de postulados más ilustrados en el siglo V a.C. ganan en contenido moral y pierden en el religioso, pretenderán sustentarse más en un simple, pero reconocido, consenso humano. Por ello, de la lectura de Antígona podemos concluir, coincidiendo con J. de Romilly, que “contra la legalidad política encarnada en Creonte, Antígona representa un orden de los dioses, evidente para el corazón de los hombres y sancionado por unos y otros”25. Y quizá ahí radique el hecho de que la lectura de esta tragedia de Sófocles no haya perdido interés y oportunidad con el paso del tiempo. 4. ANTÍGONA EN LA FILOSOFÍA DEL DERECHO En las historias del Derecho Natural y de la Filosofía del Derecho no es raro encontrar referencias a la Antígona de Sófocles, concretamente al texto donde se enfrentan las “leyes para los hombres» con «las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Éstas no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie 24 TUCÍDIDES, Historia de la guerra del Peloponeso, Libro II, 38, 3, op. cit. pp. 344 y 345. Ver, al respecto, la obra de N. LORAUX, La invención de Atenas. Historia de la oración fúnebre en la “ciudad clásica”, trad. de Sara Vassallo, Ed. Katz, Madrid, 2012. 25 J. DE ROMILLY, La ley en la Grecia clásica, trad. de Gustavo Potente, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2002, p. 31. DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 27 sabe de dónde surgieron”. Pero un problema que surge inmediatamente es si esa idea de leyes no escritas nos remite a la ley natural o a la ley divina o a un combinado de ambas. Es difícil encontrar una respuesta clara y segura a esta pregunta. Así, por ejemplo, en un texto de Derecho Natural, claramente inspirado en un iusnaturalismo tomista, Miguel Sancho Izquierdo y Javier Hervada señalan respecto a la tragedia Antígona: “Ya Aristóteles se refiere a ella y es difícil encontrar escritos sobre el derecho natural que deje de aludirla. En términos poéticos, no filosóficos, Sófocles plantea en esta tragedia un dilema de todos los tiempos: qué hacer ante el mandato de la autoridad que contraviene la ley divina, manifestada en los dictados de la propia conciencia. Y lo resuelve en el sentido que la conciencia universal ha captado como el único recto: hay que obedecer antes la ley divina que la humana”26. Para Antonio Truyol y Serra, Sófocles suscita el posible antagonismo entre las leyes humanas y divinas, a la vez que “proclama que hay límites infranqueables para la acción del legislador”27. Para Guido Fassó el contraste ley humana –ley superior (divina, eterna e inmutable) está descrito con claridad en la Antígona, dándose los primeros pasos de una concepción iusnaturalista que admitirá expresiones variadas desde el siglo V a.C. hasta nuestros días, pero una predominante y unívoca función: la de cuestionar la existencia, el carácter y el valor de las normas del derecho positivo cuando se enfrentan a dicha ley superior. O lo que es lo mismo, plantea un triple problema: “Problema jurídico, porque a propósito de este tema surge la discusión acerca de la validez de las leyes, pero también moral, porque se apela a la íntima conciencia del hombre, y político, porque contempla los límites del poder del Estado”28. Y junto a esta breve lista de intérpretes iusfilosóficos de la tragedia de Sófocles, no pueden faltar las reflexiones y las emotivas palabras que Ernst Bloch dedicó a Antígona en su Derecho Natural y dignidad humana:”Antígona tiene por violencia e injusticia la orden de Creón, y opone a ella el viejo Derecho no escrito de los lazos de la sangre. La tragedia de Sófocles no está construida como un problema ético-político, ni basada en un conflicto de deberes, sino basada en el conflicto entre dos Derechos. De un lado, el Derecho natural demetérico, del que Antígona 26 M. SANCHO IZQUIERDO y J. HERVADA, Compendio de Derecho Natural, I, Eunsa, Pamplona, 1986, p. 82. 27 A. TRUYOL Y SERRA, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado, De los orígenes a la baja Edad Media, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1970, p. 127. 28 G. FASSÓ, Historia de la Filosofía del Derecho, 1º. Antigüedad y Edad Media, trad. de José F. Lorca Navarrete, Ed. Pirámide, Madrid, 1978, pp. 25 y 26. ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 28 Eusebio Fernández García dice: “su existencia no es de ahora o de ayer, sino de siempre”; de otro lado, el nuevo Derecho, el Derecho masculino o de Zeus, al que se aferra Creón como rey”29. La discusión sobre la distinción entre legalidad y justicia, deudora, en parte, de las teorías iusnaturalistas, en la que reaparece el principal motivo, ya señalado, de la Antígona de Sófocles como pretexto, sigue siendo una cuestión actual de la Filosofía del Derecho. No en vano Hasso Hofmann en su Filosofía del Derecho y del Estado, en su segunda parte Derecho injusto del Estado y Derecho por naturaleza nos encontramos un capítulo primero con el título La ira santa de Antígona, donde leemos: “La imposición jurídica injusta de un poder estatal tiránico y la espantosa envoltura de rígida sofistería son, si bien se mira, antiguas y siempre repetidas experiencias. Por ello Antígona y Creonte en su lucha en torno al entierro de Polinices nos hablan directamente hoy, más allá de la profundidad del abismo de los tiempos (…). El sacrificio de Antígona rubrica el carácter inextinguible de la pregunta por la justicia conforme con el derecho o de los límites de la legitimidad del derecho”30. Y un filósofo del Derecho actual, tan poco dado a veleidades iusnaturalistas, como Luigi Ferrajoli, ha escrito: “La primera consecuencia de la primacía axiológica de la persona, con la que hemos identificado el “punto de vista externo”, es su autonomía en caso de conflicto entre derecho vigente y derechos fundamentales. La cuestión tiene antiguas resonancias, que evocan el conflicto entre derecho y moral, es decir, entre obligación política de obedecer las leyes aun cuando sean injustas y autodeterminación moral de las personas. La opción por la autonomía de la persona frente al estado se encuentra expresada de manera ejemplar en la tradición griega por la figura de Antígona”31. 5. CONCLUSIÓN: HACÍA UN NUEVO IDEAL DE CIUDADANÍA 29 E. BLOCH, Derecho Natural y dignidad humana, trad. de Felipe González Vicén, Ed. Aguilar, Madrid, 1980, p. 117. Ver, al respecto, el excelente artículo de F. GONZÁLEZ VICÉN, “Ernst Bloch y el Derecho Natural”, en Sistema, núm. 27, noviembre de 1978, pp. 45 y ss. Incluido en su libro Estudios de Filosofía del Derecho, Ed. Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, La Laguna, 1979. 30 H. HOFMANN, Filosofía del Derecho y del Estado, trad. de Luís Villar Borda, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2002, pp. 108 y 110. 31 L. FERRAJOLI, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, prólogo de Norberto Bobbio, trad. de Perfecto Andrés Ibáñez, Alfonso Ruiz Miguel, Juan Carlos Bayón Mohino, Juan Terradillos Basoco y Rocío Cantarero Bandrés, Ed. Trotta, Madrid, 1997, p. 920. DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 La ética de Antígona, las leyes no escritas y el error de Creonte 29 Teniendo en cuenta el papel tan determinante que juegan las leyes inquebrantables de los dioses en la interpretación de las leyes no escritas, cabe preguntarse si el papel crítico de éstas se agota en su sentido religioso. El análisis del contenido de la Antígona podría llevar a una interpretación más amplia y generosa que, sin olvidar las interconexiones entre política y religión, se fijara más en la actitud de nuestro personaje Antígona que en las razones utilizadas para desobedecer las leyes humanas. ¿Cabe una lectura de la tragedia de Sófocles que de lugar a la exaltación de un heroísmo cívico, más allá de la defensa de una religiosidad arcaica? Francisco Rodríguez Adrados se ha hecho una pregunta similar32 y me parece que el tratamiento de su posible contestación posibilita una respuesta afirmativa, al insistir que la obra añade al temor del castigo al impío otra perspectiva nueva. En su trabajo Religión y política en la Antígona, recogido años más tarde en el libro Democracia y literatura en la Atenas clásica, señala que “la Antígona descubre una nueva libertad, la virtud cívica del ciudadano que se opone a los abusos del tirano (…). No es esto, evidentemente, lo más importante desde el punto de vista de Sófocles, pero sí seguramente desde el de la posteridad. Esta reaccionaria, defensora sin esperanza de un rito fúnebre tradicional, funda casi sin darse cuenta el derecho a la discrepancia abierta frente al poder que quiere poner a su servicio la vida y las creencias todas del ciudadano (…). Sófocles abre de otra parte, con el sacrificio de Antígona, la vía para un futuro más humano”33. En esta interpretación de la postura de Antígona, no estaríamos muy lejos de la defensa de la obligación moral de desobediencia al poder tiránico, de las razones morales para la desobediencia a las leyes injustas o del imperativo de la disidencia que se ha evocado anteriormente. Y lo mismo se podría concluir del tratamiento de otro catedrático de Griego, compatriota también, y estudioso de la Antígona de Sófocles por la misma época. Para Luís Gil habría que seguir la línea, paradójica al fin y al cabo, de ver a Antígona como la defensora de una moralidad negativa o crítica con el poder tiránico. Él nos recuerda que Antígona “defiende hasta el sacrificio de la vida una norma de derecho divino –la de recibir sepultura– que es a la 32 F. RODRÍGUEZ ADRADOS, Religión y política en la Antígona, Revista de la Universidad de Madrid, núm. 13, 1964, pp. 493-523 e Ilustración y política en la Grecia clásica, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1966, pp. 316 y ss. 33 F. RODRÍGUEZ ADRADOS, Democracia y literatura en la Atenas clásica, Alianza Universidad, Madrid, 1997, pp. 211 y 212. ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 30 Eusebio Fernández García vez un derecho humano”34. Y a la hora de desentrañar el sentido que Sófocles quiso dar a su tragedia y la enseñanza que quiso extraer de ella para los ciudadanos de Atenas, cabría entenderlo como “un nuevo modelo de heroísmo cívico contrapuesto al ideal heroico”, “Antígona sería un anticipo mítico de un ideal de ciudadanía que habría de encontrar años más tarde su más cabal encarnación en Sócrates”35. EUSEBIO FERNÁNDEZ GARCÍA Instituto derechos humanos Bartolomé de las Casas Universidad Carlos III de Madrid c/Madtrid, 126 Getafe 28903 Madrid e-mail: [email protected] L. GIL, Presentación a Sófocles. Antígona, Edipo rey y Electra, cit., p. 14. Op. cit. pp. 16 y 17. Ver su artículo “Antígona o la areté política. Dos enfoques: Sófocles y Anouilh”, Anuario de Letras, II, México, 1962, pp. 159-190. 34 35 DERECHOS Y LIBERTADES Número 34, Época II, enero 2016, pp. 17-30 ISSN: 1133-0937 DOI: 10.14679/1018 Universidad Nacional de San Juan Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencias Jurídicas Carrera de Abogacía Nociones de Derecho Autor: Gerardo Tripolone (coordinador de Nociones de Derecho) II. ¿Qué es una norma jurídica? Lenguaje y derecho Normas, en general, no se encuentran sólo en la ciencia jurídica. La sociología, la etnología, la filosofía moral, la lingüística, entre otras ciencias, utilizan, estudian y elaboran normas. Además, las normas como órdenes normativos que indican conductas – como recordará del capítulo anterior– no son exclusivamente jurídicas. La moral y los usos también determinan pautas de comportamiento. Si queremos saber qué es una norma jurídica, primero tendremos que decir algo sobre lo que son las normas en general. Y si queremos saber qué son las normas en general, tenemos que tener algunas nociones mínimas sobre los usos del lenguaje. Una norma (en general, no sólo las jurídicas) forma parte del lenguaje “prescriptivo” (C. Nino, Introducción al análisis del derecho, Astrea, p. 63). ¿Qué significa esto? Con el lenguaje pueden hacerse muchas cosas. Cuando emitimos una oración (acto locucionario) tenemos una intención (acto ilocucionario) (J. Searle, Actos de habla. Ensayos de filosofía del lenguaje, Planeta-Agostini, pp. 31-34). A su vez, lo que decimos genera un efecto, es decir, consecuencias en el mundo real. Esto es lo que Austin llamó actos “perlocucionarios”. Usamos el lenguaje para describir la realidad (o intentar hacerlo), por ejemplo, diciendo “el documento de nociones de derecho es largo”. Se puede también expresar una emoción diciendo “¡qué agradable leer sobre nociones de derecho!”. También se puede requerir información, como cuando un estudiante del cursillo de ingreso pregunta “¿hay que estudiar todo el documento de nociones de derecho?”. Se puede suplicar pidiéndole al profesor que no obligue a leer el texto entero o bien aconsejar a un amigo que lo lea completo. El uso del lenguaje también puede constituir la acción misma como cuando el testigo en un juicio afirma: “juro decir la verdad”. En ese caso está jurando. La acción de jurar consiste en decir que jura decir la verdad. Por último, una persona también puede intentar dirigir la conducta de otra a través de una orden, como cuando el policía grita “¡alto ahí!” a un delincuente que intenta escaparse. En este sentido se utiliza el lenguaje prescriptivo, es decir, cuando la función que cumple el lenguaje es dirigir el comportamiento de las personas. Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? Por supuesto, el lector rápidamente agrega que la función que cumple el lenguaje depende de la situación. Y tiene razón. La proposición “está caliente” parece descriptiva. Está constatando una realidad. Sin embargo, si un padre Descriptivo y prescriptivo o una madre le grita esta frase a su hijo menor que está Con el lenguaje no sólo se describen caminando con los bracitos extendidos hacia una olla en realidades, sino que –entre otras ebullición, hasta el menor sabrá que lo que está cosas– se prescriben conductas. queriendo decir es: “¡no toques la olla!”. Es decir, está prescribiendo una conducta y no describiendo la temperatura del metal. Hecha esta aclaración, volvamos a las normas. Las normas son, entonces, prescriptivas. Indican acciones que debe realizar un sujeto. Como señala Nino, jurista argentino del siglo XX, las prescripciones implican una superioridad física o moral del individuo que la emite sobre el sujeto que debe acatar el mandato. Sólo quien tiene autoridad para mandar a otro prescribe conductas. Nadie le ordena qué hacer al jefe (y dura en el trabajo para contarlo). Ya sabemos del capítulo anterior que una norma puede prescribir una obligación o una prohibición. Se obliga cuando se indica una acción que sí o sí hay que hacer. La maestra le ordena al estudiante que haga su tarea. Para el estudiante no es facultativo hacerla. Se prohíbe cuando se veda la posibilidad de realizar una acción. Está prohibido pisar el césped, puede anunciar un cartel en un parque. La acción está, en este caso, vedada. Finalmente, la norma también puede permitir hacer algo, como cuando en un museo el encargado nos indica que “puede visitar la muestra permanente”. También podemos ir al museo sólo a comprar recuerdos y sacarnos una foto. Nadie nos obliga a visitar la muestra permanente. Podemos no hacerlo. Cuando la norma permite, podemos tanto hacerlo como no hacerlo. Sin embargo, en este caso no parece que haya una indicación de conducta del dueño del museo hacia el visitante. Lo que existe aquí es una promesa del museo de no interferir en la visita a la muestra permanente. Recuerde en este punto el ejemplo que vimos antes: la Constitución garantiza que los habitantes publiquen sus ideas en la prensa. Hay una permisión. No obstante, también hay una prohibición dirigida a terceros. ¿La recuerda? Normas y enunciados normativos Atención aquí. No deben confundirse las normas de los enunciados normativos. Es cierto que a lo largo de su carrera en la Universidad como en su vida profesional utilizará indistintamente ambos términos. Incluso en estos textos de nociones de derecho los confundiremos (conscientemente). Sin embargo, es importante saber que una norma no es lo mismo que un enunciado normativo. Robert Alexy, un importante jurista alemán, da un ejemplo de enunciado normativo (Teoría de los derechos fundamentales, CEPC, pp. 33-34): “Ningún alemán puede ser extraditado1 al extranjero” (artículo 16 párrafo 2 frase 1 de la Ley Fundamental alemana). El enunciado transcripto expresa la norma, pero no es la norma. La norma podría ser expresada por otro enunciado normativo. Podría decirse: “Está prohibida la extradición de los alemanes al extranjero”. La norma es la misma, más allá de que el enunciado 1 ¿Qué es extraditar? Si no lo sabe, puede buscarlo en internet y seguro encontrará una definición rápida para utilizar ahora y que luego profundizará durante la carrera. 2 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? normativo es distinto. La norma es el significado del enunciado normativo. El enunciado normativo es el vehículo en el cual se expresa la norma. Veamos un ejemplo del derecho argentino. El artículo 10 de la Constitución Nacional afirma: “En el interior de la República es libre de derechos la circulación de los efectos de producción o fabricación nacional”. El enunciado normativo vehiculiza una norma que prohíbe establecer impuestos para la comercialización de bienes de producción o fabricación nacional. Por “circulación de los efectos” debe entenderse el transporte de una provincia a otra de lo producido por industrias nacionales. Que un producto sea “libre de derechos” significa que no está gravado por impuestos. El bodeguero que produce vinos en San Juan puede venderlos en Mendoza y el traslado está libre de impuestos. Ahora bien, preste la debida atención a que el enunciado normativo afirma que la circulación de efectos “es libre de derechos”. A primera vista parece que el enunciado es descriptivo, es decir, constata una situación de hecho. Afirma que, efectivamente, en la Argentina es libre de derechos la circulación de efectos de origen nacional. Sin embargo, la norma no está describiendo, sino que está prohibiendo el establecimiento de derechos a la circulación de los efectos de producción nacional. En otras palabras, el enunciado normativo traduce una norma que afirma: “la circulación de los efectos de producción o fabricación nacional debe ser libre”. Esto último es importante porque las normas (en general y también las jurídicas), recuérdelo siempre, pertenecen al lenguaje prescriptivo y no descriptivo, más allá de que parezca lo contrario. Algo que debe suceder Hans Kelsen elaboró una teoría de las normas jurídicas en varias de sus obras. Para el autor oriundo de Praga, una norma establece un “querer”, un “acto de voluntad” por el cual el legislador consigna que algo “debe suceder”. La norma señala una conducta “debida”, es decir, que debe ser realizada por el agente (Teoría Pura del Derecho, p. 6062). La pregunta es: ¿qué debe suceder? Las normas jurídicas prohíben, ordenan o permiten ciertas conductas (¿cuántas veces lo va a repetir?): Está prohibido ser legislador nacional y ministro del Poder Ejecutivo a la vez. Es obligatorio que los funcionarios públicos presenten su declaración jurada. Está permitido formar parte de una asociación civil legítima. Como puede ver, en la prohibición la acción está absolutamente vedada. El ordenamiento jurídico proscribe que un individuo sea ministro del Poder Ejecutivo y, a la vez, senador o diputado nacional. 3 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? El segundo caso es un mandato, es decir, una obligación de realizar algo. En otras palabras, no puede no realizarse. La doble negación (“no puede no…”) es equivalente a la obligación de realizar. Ya vimos que en la permisión (el tercer supuesto) existe un permiso de hacer y un permiso de omitir. Está permitido asociarse, pero también está permitido no asociarse. Usted puede afiliarse al Club Sportivo Desamparados, pero también puede decidir no hacerlo. Sobre la permisión hay algo interesante que resaltar y que analizará con mucho detenimiento a lo largo de la carrera. El artículo 19 de la Constitución Nacional establece: “Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que la ley no manda, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Es necesario poder desobedecer la norma jurídica ¿Qué? Sí, eso mismo. Las normas jurídicas deben regular conductas que sean posible desobedecer. Una norma jurídica supone la posibilidad de su incumplimiento. ¿No me cree? Imagine la siguiente norma: “es obligatorio pestañar al menos una vez por hora”. No tendría sentido una norma así porque no es posible violarla. No podría usted incumplir la obligación de pestañar una vez por hora. Una norma jurídica tiene sentido si es posible incumplir la conducta obligada o realizar la prohibida. Por ejemplo, está prohibido vender algo que no me pertenece. La norma tiene sentido porque realmente podría hacerlo y, de hecho, algo así ha sucedido y sigue sucediendo. Por ejemplo, Victor Lustig, un persuasivo sujeto que vendió la Torre Eiffel a unos incautos que realmente creyeron que era suya. ¿Se imagina a alguien vendiendo y otro comprando el Monumento a la Bandera de Rosario? De esta norma resulta una permisión general de todas las conductas que no estén expresa o tácticamente prohibidas ni ordenadas. Los habitantes de la Nación pueden realizar todo lo que no está prohibido y pueden no realizar todo lo que no esté obligado. Veamos el caso de asociarse o no al Club Sportivo Desamparados. El derecho de asociarse a un club de fútbol es parte del más general “derecho a asociarse” a cualquier entidad con fines lícitos y “útiles”. El deporte es un fin útil y lícito, como lo son las ONG, las fundaciones, las asociaciones de trabajadores, patronales, cámaras empresarias, etc. Este derecho de asociación está expresamente establecido en el artículo 14 de la Constitución Nacional. Todos los habitantes de la Nación, según la Constitución, tienen derecho a “asociarse con fines útiles”. El lector atento exclama “¡¿para qué este artículo?! ¿Qué necesidad hay de colocar un artículo expreso en el que se determine que está permitido asociarse con fines útiles? Si asociarse con fines útiles no está ni prohibido ni obligado –piensa el lector sagaz– entonces ¡está permitido por el artículo 19 de la Constitución! El artículo 14 es redundante” No parece necesario consagrar expresamente la permisión de asociarse. En la medida en que no esté ni obligado ni prohibido, está –por el artículo 19 de la Constitución– permitido. Parece redundante o bien superfluo consagrar una permisión, porque se deduce del principio general que afirma que lo que no está obligado ni prohibido está permitido. 4 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? Sin embargo, la norma no es superflua por una razón fundamental. Usted seguramente ya sabe que la Constitución Nacional es la norma suprema de la Nación. Las normas dictadas por el Congreso Nacional, el Poder Ejecutivo Nacional, las legislaturas provinciales, los gobernadores provinciales y La Constitución, norma suprema las sentencias de los jueces son normas de Todo el ordenamiento jurídico debe rango inferior a la Constitución. Las normas de subordinarse a la Constitución Nacional, rango inferior nunca pueden contradecir la que es suprema. En la misma jerarquía Constitución. que la Constitución se encuentran ciertos Pues bien, si la permisión de asociarse está consagrada en la Constitución, sancionar una ley del Congreso que prohíba u obligue asociarse es inconstitucional (contrario a la Constitución). Al contrario, si no existiese el artículo 14 de la Constitución que garantiza el derecho a asociarse, una ley de rango inferior a la Constitución podría prohibir u obligar a asociarse. Reconocer una norma tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional, como la Convención Americana de Derechos Humanos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre otros. En un escalón inferior se hallan otros tratados internacionales. Más abajo se encuentran las leyes emanadas del Congreso de la Nación y luego los decretos presidenciales. Las sentencias judiciales deben adecuarse a esta legislación. Es fácil reconocer una norma porque se utilizan ciertos términos comunes al lenguaje prescriptivo. Por ejemplo: “se prohíbe”; “no podrá”; “podrá”; “se permite”; “está facultado para”; “se permitirá”; “está obligado”, “deberá”. Sin embargo, hay normas que no utilizan estos conceptos. Es más, hay un ejemplo importante de un cuerpo normativo que no lo utiliza: el Código Penal. En efecto, el Código Penal establece prohibiciones de conductas de otra forma. No dice: “Se prohíbe hurtar cosas”. Lo que establece es una pena para quien hurte algo. Fíjese cómo está redactado el artículo 162 de nuestro Código Penal: “Será reprimido con prisión de un mes a dos años, el que se apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena”2. Note, querido lector, que el Código Penal parece estar dejándole libertad para que hurte (¡no lo haga!), sólo que le impone una pena si lo hace. Algo así como “si usted quiere hurtar, hurte, pero aténgase a las consecuencias (de un mes a dos años de prisión)”. ¡Pero pensar así sería sólo un sofisma!, es decir, una afirmación que parece verdadera, pero no lo es. Si a usted le imponen una pena por una acción, entonces esa acción no está permitida, por más que no se usen conceptos como “está prohibido”. Me explicaré mejor haciendo referencia a la noción de libertad. Thomas Hobbes, un gran filósofo inglés del siglo XVII, afirma que la libertad se reduce a la posibilidad de movimiento físico. Mientras usted pueda moverse, es libre. Si alguien es llevado al borde de un barco en alta mar y es amenazado “o saltas por la borda o te mato”, esa persona es, según las ideas de Hobbes, libre de saltar o no. El infeliz puede elegir entre las opciones: saltar por la borda (y seguramente morir) o morir en manos del amenazante marino. Usted verá fácilmente que no puede decirse que el desdichado sea libre. Nadie es libre si es coaccionado física o moralmente. De forma análoga, nadie está facultado a realizar Este breve enunciado normativo contiene múltiples conceptos que verá a lo largo de la carrera: “prisión”, “apodere ilegítimamente”, “cosa mueble”, “total o parcialmente ajena”. Lo importante, por ahora, es que comprenda de forma genérica e incluso imprecisa qué es hurtar algo. 2 5 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? una conducta cuando existe una amenaza de sanción si se realiza. De esta forma se entiende por qué el Código Penal prohíbe hurtar (y robar3, matar, secuestrar, corromper menores, abusar sexualmente, extorsionar, entre otras cosas) más allá de que nunca lo enuncia expresamente. El enunciado normativo sólo dice que se penará con prisión al ladrón. La norma, que traduce el significado del enunciado, explicita que está prohibido hurtar. Validez de la norma jurídica La norma, entonces, explicita lo que está prohibido, permitido, facultado u obligado. Ahora bien, ¿cuándo esa norma es obligatoria para los sujetos? Es decir, ¿cuándo existe como norma jurídica dentro de un sistema jurídico? Preguntar por su existencia es preguntar por su validez como norma jurídica. Notará el lector cuán importante es esta pregunta. Hemos atrasado la respuesta por varias páginas, pero ahora debemos afrontarla. Aristóteles afirma que la validez de la ley deriva de su obediencia. Específicamente dice: “la ley no tiene ninguna otra fuerza más que hacerse obedecer, a no ser la costumbre, y eso no se produce sino con el paso de mucho tiempo” (Aristóteles, Política, 1269ª 24). En otras palabras, Aristóteles está diciendo que una norma es obligatoria porque es obedecida o porque la costumbre lo indica así. Si la ley que impone abrocharse el cinturón de seguridad al conducir es válida es porque es obedecida o porque la repetición de la conducta en el tiempo (la costumbre) así lo indica. Aunque con modificaciones, esta posición es sostenida por filósofos del derecho en la actualidad. Se afirma que la validez del derecho es inseparable de la obediencia de las normas. El derecho es válido porque la población lo cumple (que es lo que normalmente sucede) en cierto grado. Y si alguien no lo cumple, la validez del derecho se prueba porque existe una reacción por parte del Estado para hacerlo cumplir. Veamos un ejemplo: es obligatorio cumplir los contratos. Esto está expresado en una norma válida porque la población, en su abrumadora mayoría, obedece el precepto y los cumple. Pero en caso de que ciertas personas no lo hagan, el Estado reacciona ante la demanda del afectado y obliga coactivamente a cumplirlo. De esa forma el afectado satisface su derecho a que se cumpla el contrato. Pero también es importante que note la función comunicativa del derecho. El Estado le “dice” (en sentido figurado, entenderá el lector): “tu acción de no cumplir el contrato es contraria al derecho; el derecho es válido y, por tanto, tienes que cumplirlo”. El lector inquieto detiene la lectura aquí y exclama: “pues entonces las normas que no se obedecen, ¡carecen de validez!”. Si de forma generalizada no se obedece el derecho o si ante violaciones a la ley no hay una reacción estatal, entonces el derecho no sería válido. Esto puede ser cierto si la situación es constante en el tiempo. Pero cuidado con afirmarlo a la ligera. Por más que muchos hechos que en apariencia son delictivos no sean penados o que ciertas leyes no se cumplan en casos individuales (aunque sean más casos que los deseables), esto no significa que la norma jurídica no sea válida. 3 ¿Sabe cuál es la diferencia entre robar y hurtar? Lo invito a buscarla. 6 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? Es más, hay autores que no hacen depender la validez de la norma en su cumplimiento. Hans Kelsen, por ejemplo, exigía un mínimo de eficacia en las normas jurídicas. Pero la validez se relacionaba principalmente con que la norma jurídica emane de una autoridad legitimada por el orden jurídico para dictarla. Es decir, la norma jurídica será válida si existe, a su vez, otra norma que permita al órgano dictarla. ¿Complejo? Veamos un ejemplo: aunque no nos guste, el artículo 75 inciso 2 de la Constitución Nacional faculta al Congreso de la Nación a crear ciertos impuestos. Si el Congreso dicta una ley que crea un impuesto en base a esta facultad constitucional, la norma Validez y vigencia Para que sea más preciso y claro el análisis será válida. La razón de la validez no está en el cumplimiento de la ley, sino en que ha sido emanada de un órgano que está facultado por una norma para hacerlo. Si el impuesto lo hubiese creado el presidente, la norma sería inválida porque el Poder Ejecutivo no tiene esa facultad. Sólo el Congreso puede hacerlo. Por último, hay quienes argumentan que la validez de una norma jurídica estará dada por su compatibilidad con un sistema moral. Esto significa que la norma será válida solamente en caso en que sea moralmente válida. Si una norma no es moralmente válida, entonces no podrá ser válida jurídicamente. Este es uno de los temas más importantes de la filosofía del derecho y volveremos sobre él más adelante cuando tratemos la relación entre el derecho y la moral. del derecho, es posible distinguir la idea de validez de la de vigencia. La validez refiere a la existencia de una norma jurídica y, por tanto, a la pertenencia de ella a un sistema jurídico. La vigencia del sistema jurídico es algo distinto. Ahí sí vamos a analizar el grado de cumplimiento de las normas. Como afirma Nino, el sistema tiene vigencia, cuando las reglas que impone “son generalmente observadas” por los sujetos obligados y “son efectivamente aceptadas [las normas] en sus decisiones por los órganos que tienen, de hecho, la posibilidad de disponer la ejecución de medidas coactivas” (Nino, Introducción al…, p. 140). Es decir, una norma sistemática y generalizadamente incumplida por la población, sumado al desentendimiento del Estado por hacerla cumplir, puede no tener vigencia, pero sí validez. Normas coactivas, exigibles por una autoridad La norma jurídica explicita una conducta que es debida. ¿Qué pasa si quien está obligado a realizar cierta conducta no la realiza? Supongamos que su vecino, fruto del ahorro, compra una casa. Todos tenemos derecho a que se respete nuestra propiedad privada según el artículo 17 de la Constitución Nacional. Ese derecho impone conductas al resto de la sociedad y al Estado sobre la casa de su vecino. Una conducta que impone es la de no violar su domicilio, es decir, no entrar en su propiedad sin autorización del dueño. ¿Qué sucede si usted, aprovechando que su vecino se fue a un paseo en lancha con piso transparente, entra a su nueva casa, organiza allí una fiesta y, peor aún, no quiere devolverla? Él tendrá una acción judicial para desalojarlo. Su propiedad está protegida por el derecho y la forma de protegerla es ofreciendo la posibilidad de que, por medio de una demanda, un juez le ordene irse de su vivienda. Los ejemplos podrían multiplicarse. Si usted es contratado en una empresa, tiene derecho a cobrar su salario y, por tanto, su empleador4 está obligado por una norma ¿Sabe la diferencia entre “empleado” y “empleador”? Aclarar estos términos le servirá para entender el ejemplo. 4 7 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? jurídica a pagarle el sueldo. ¿Qué implica esto? Implica que, en caso de que no le pague, podrá exigirlo mediante una demanda judicial u otro medio legal. En base a estas ideas es que Hans Kelsen postula que toda norma jurídica, para serlo, debe contener una acción (el deber ser) que sea exigible coactivamente por medio de una autoridad. No existe norma jurídica si no puede imponerse la acción prescripta por medio de la coacción. Una norma jurídica sin dicha acción es, para Kelsen, “irrelevante”. Kelsen sostiene que el derecho debe: “hacer valer el incumplimiento de [la] obligación [que establece la norma jurídica] mediante demanda, es decir, de poner en marcha el proceso que lleva al establecimiento de la sentencia judicial en la cual se estatuye una sanción concreta como reacción contra la violación de la obligación” (Kelsen, Teoría pura del derecho, p. 181). ¿A eso se reduce una norma jurídica? La teoría es seductora. Es bastante sensato pensar que, en la medida en que no podamos hacer efectivos mediante un juicio los derechos consagrados en las normas jurídicas, no podemos decir que tengamos ese derecho. Suelen ofrecerse ejemplos de normas consagradas en tratados internacionales de derechos humanos que, lamentablemente, no se “No hay derecho sin espada” cumplen ni se poseen acciones para cumplirlas. Esta frase resume una idea importante sobre el derecho. Para que exista una obligación o un derecho, debe existir “una espada” (el Estado) que coactivamente imponga el cumplimiento de la obligación o la satisfacción del derecho. ¿De qué serviría tener el derecho a la remuneración por el trabajo si, en caso en que no se hace efectivo, no puedo recurrir a un juez que coactivamente obligue al empleador a abonármelo? ¿De qué sirve el derecho a un ambiente sano y saludable para la persona que vive a metros de un basural y un juez rechaza su demanda para que se limpie la zona? O, peor aún, ¿de qué sirve la sentencia de un juez que ordena al Estado a limpiar el basural pero éste último no cumple la orden? Esta teoría, siendo plausible, contiene un problema: no todas las normas jurídicas poseen la estructura con la que Kelsen las definió. Este es el punto importante ahora: no todas las normas jurídicas imponen obligaciones que pueden ser exigidas judicialmente. El sistema jurídico está integrado por distintos tipos de normas. Tipos de normas jurídicas Hasta ahora hemos visto un tipo de normas jurídicas: aquellas que establecen un comportamiento debido y la consecuencia que surge de no realizarlo. Por ejemplo, la norma jurídica que permite publicar ideas en la prensa que, como vimos, posee una prohibición para el Estado de interferir en la publicación de la idea. Si el Estado interfiere, un juez podría ordenar que cese esa interferencia e incluso establecer una sanción. Estas normas son conocidas por el jurista inglés Herbert L. A. Hart como normas primarias. Las normas primarias necesitan, para funcionar, de normas secundarias (Hart, El concepto de derecho, Abeledo-Perrot, pp. 113-114). Un sistema jurídico no puede componerse sólo de normas que enlazan conductas con reacciones del ordenamiento jurídico. Antes de saber cuáles son las conductas obligadas, permitidas y prohibidas por el derecho, debería preguntarse lo siguiente: ¿cómo reconozco cuáles son las normas jurídicas que establecen conductas? 8 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? Necesito una regla que me indique cuáles son las reglas jurídicas que establecen conductas. Este es un tipo de norma secundaria y Hart le llama “regla de Normas primarias y secundarias reconocimiento”. La regla de Las normas primarias enlazan conductas a premios reconocimiento posibilita identificar qué y castigos. Si usted realiza algo que está prohibido (pasar un semáforo en rojo), obtendrá un castigo normas constituyen el derecho válido. (pago de multa). A su vez, si usted alcanza una cierta edad y ha realizado aportes previsionales durante cierta cantidad de años, recibirá una jubilación. Las normas primarias tratan sobre las conductas de los humanos. Las normas secundarias (tanto las de reconocimiento como las de cambio y adjudicación) establecen potestades para ciertos órganos o personas. El Congreso de la Nación puede modificar una norma primaria (regla de cambio) y son los jueces los habilitados para aplicar estas normas primarias (regla de adjudicación). Además, determinan qué normas son primarias (regla de reconocimiento). Las normas secundarias tratan sobre cómo operan las normas primarias. En el derecho primitivo, el problema era que no se sabía qué normas componían el sistema jurídico. Había una falta de certeza sobre las normas jurídicas. Los sistemas jurídicos contemporáneos poseen una regla de reconocimiento que establece que un cierto conjunto de normas primarias integran el sistema jurídico. Por ejemplo, ¿cómo sabe usted cuáles son las normas jurídicas que integran el sistema jurídico argentino? Lo sabe porque tenemos una Constitución Nacional que indica, entre otras cosas, que las normas jurídicas dictadas por el Congreso de la Nación o los decretos del presidente constituyen normas primarias que establecen conductas que debemos cumplir. Por otra parte, usted sabe que además de un Código Civil existen leyes que determinan cómo debe aplicarse ese Código. ¿Ha escuchado hablar del Derecho Procesal? Puede ser que sí. Y si no, con seguridad ha escuchado hablar de los procesos judiciales. Los procesos judiciales (los juicios, para decirlo rápidamente) están guiados por una serie de reglas destinadas a determinar quién aplica las normas primarias y cómo deben aplicarse. Este es el segundo tipo de normas secundarias llamadas “reglas de adjudicación” e indican cómo debe aplicarse la ley. La norma primaria establece que si el inquilino no paga el alquiler de un departamento, el propietario podrá desalojarlo. Ahora bien, ¿quién ordenará el desalojo? ¿Cómo se probará que efectivamente no ha pagado el alquiler? Llegado el caso, ¿cómo se realizará el desalojo? Necesitamos normas de adjudicación que prescriban, por ejemplo, que es un juez el que debe ordenar el desalojo. Debe determinarse qué pruebas necesita el propietario, los momentos para que el inquilino se defienda (alegando que sí ha pagado el alquiler, por ejemplo), entre otras cuestiones. Finalmente, también sabe –y lo hemos visto antes– que es posible modificar el Código Civil. Para hacerlo es necesario que existan “reglas de cambio”. Ya vimos (con horror, quizás) que la legislación puede cambiar. El Código Civil, Penal o la Constitución Nacional pueden ser modificados. Pero esto no puede hacerlo cualquiera, en cualquier momento y por cualquier método. Debe determinarse qué órgano puede modificar qué tipo de normas, por qué procedimientos y en qué circunstancias. Por ejemplo, la modificación del Código Civil debe hacerla el Congreso Nacional. Que lo deba hacer el congreso y no, por ejemplo, el presidente, lo imponen las reglas de cambio. 9 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? Llegado a este punto, ¿podría explicar cuáles son los tipos de normas según Hart? Generales y particulares Todos los ejemplos que hemos visto constituyen normas jurídicas generales. ¿Qué significa esto? Que prescriben conductas para todos los miembros de una clase en relación a una generalidad de actos. Por ejemplo, a “ningún habitante de la Nación” se lo puede penar “sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso” (artículo 18 de la Constitución Nacional). Fíjese que esta norma protege a todos los habitantes de la Nación en la generalidad de los procesos criminales. No está demás repetirlo: se habla de una generalidad de actos (en este caso, los juicios criminales) y para todos los miembros de una clase de personas (en este caso, los habitantes de la Nación). Veamos otro caso. El artículo 238ter del Código Penal prescribe una pena para el militar que desobedece una orden legal de un superior frente a un enemigo. ¿Es general o particular? Alguien podría decir, “es particular, porque no abarca a todos los habitantes”. Pero el lector atento ha tomado nota de que la norma es general en la medida en que prescriba conductas generales aplicables a todos los miembros de una clase. En este caso, aplica a todos los miembros de la clase “militar” y a una conducta genérica: desobedecer una orden frente a un enemigo. La norma no legisla la conducta del soldado Ryan o del sargento primero Welsh. Legisla sobre todo militar que esté en una situación general. La norma, entonces, sigue siendo general. La pregunta que surge es ¿cuándo es particular una norma jurídica? Lo es cuando la norma está dirigida exclusivamente a una persona (o un grupo de personas determinado) en concreto por un acto específico. Las normas jurídicas particulares también obligan, permiten o prohíben ciertas acciones. La diferencia es que esa obligación, permisión o prohibición se dirige a una persona en particular (o un grupo definido con nombre y apellido) y establece un acto concreto que debe realizarse, que se permite o que se prohíbe. ¿Hay ejemplos? Por supuesto: las sentencias judiciales. Toda sentencia judicial es una norma jurídica particular que obliga, permite o prohíbe algún acto. El juez de familia obliga al progenitor llamado T a suministrar una cuota alimentaria al hijo menor de edad llamado X. O bien, el juez penal prohíbe a L acercarse a Z por medio de una orden de restricción debido a un delito. O, finalmente, el juez comercial permite continuar con el negocio que P y M llevan juntos porque están aprobados los balances de la empresa que fueron cuestionados judicialmente. Los sujetos y las acciones están individualizados. Son concretos. Estas normas no regulan conductas generales. Sí, es cierto lo que está pensando: se basan en normas generales. Se basaron en el Código Civil y Comercial en el primer y tercer ejemplo y en leyes penales en el segundo. Pero el juez dictó una norma particular dirigida a un individuo concreto y que prescribía órdenes especificadas. Si el juez dicta normas particulares, ¿quién dicta las normas generales? Creo que usted sabe la respuesta. En principio (y sólo en principio), quien dicta las normas generales es el Congreso de la Nación en su esfera de competencias. En la carrera verá que hay otros órganos que dictan normas generales. Pero por ahora usted puede quedarse con una 10 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? distinción primigenia entre normas generales, que dicta el Poder Legislativo, y normas particulares, dictadas por el Poder Judicial. Escritas y no escritas Un amigo suyo está fascinado con Rápido y furioso. Su ídolo es “Dom” Toretto, el personaje protagonizado por Vin Diesel. La influencia lo llevó a querer correr picadas callejeras con su nuevo auto Costumbre preparado al efecto. Sin embargo, El derecho primitivo es predominantemente no algo le dice que son ilegales. Es más, escrito. Hoy nos parece común o lógico, pero escribir cree que son un delito que lo puede las normas jurídicas no es algo que exista desde llevar a la cárcel. siempre. Los orígenes del derecho están relacionados típicamente con normas jurídicas que se creaban por la práctica constante reconocida como obligatoria. En la actualidad, los derechos nacionales de los Estados son predominantemente escritos. Países como Gran Bretaña conservan parte de su derecho en la costumbre, pero son la excepción en Occidente. El área donde la costumbre es más importante es en el derecho internacional, en donde las relaciones entre Estados se rigen por tratados internacionales (normas escritas) y por la costumbre (la práctica entre Estados reconocida como derecho). Por ejemplo, las normas que regulan el trato a los embajadores, representantes diplomáticos o cónsules tuvieron origen en la costumbre. Y aunque ahora hay un tratado al respecto, incluso los países que no lo han firmado deben respetar la costumbre internacional. De paso, ¿qué sucede si un Estado incumple una norma internacional, sea escrita o no escrita? ¿Quién la hace cumplir? ¡Qué buena pregunta! No hay un “Estado mundial” y centralizado. Por tanto, el cumplimiento estará en manos de otros Estados que exigirán el respeto de la norma por medio de sanciones o incluso del uso o amenaza de la fuerza. Si el aspirante a Toretto le pregunta “che, vos que estás haciendo el módulo de nociones de derecho, correr una picada en la calle, ¿es un delito?”. Para contestar, usted debería ir al Código Penal y consultarlo. En algún momento llegaría al artículo 193bis y tendría la respuesta. En el Código Penal están las normas que establecen delitos. Esas normas son un ejemplo de normas escritas. El Código Penal es una ley escrita que establece delitos y sus penas. Todos los ejemplos que hemos dado hasta aquí son de normas jurídicas escritas (en la Constitución, en los códigos o en leyes). Ahora bien, no todas las normas jurídicas están escritas. Parte del derecho argentino se regula por normas no escritas que llamamos costumbre. La costumbre es una práctica reiterada por un conjunto de personas. La costumbre exige regularidad (Nino, Introducción al análisis del derecho, Astrea, p. 69). Para que esa costumbre sea norma jurídica, debe generar derechos o deberes que sean obligatorios desde un punto de vista jurídico. ¿Recuerda el final del capítulo anterior y lo que vimos en éste más arriba? Las normas jurídicas consuetudinarias (es decir, establecidas en la costumbre) deben estar respaldadas por el aparato coercitivo del Estado que haga cumplir la conducta obligada o impida la prohibida o bien garantice la posibilidad de hacer lo que se permite. Directivos y justificativos Algunos autores entienden que las normas jurídicas poseen un elemento directivo y un elemento justificativo (Bouvier, H., Particularismo y derecho, Marcial Pons, p. 319). El elemento directivo es la conducta que prohíbe, obliga o faculta. El elemento justificativo es la “razón subyacente” a la norma. Es subyacente porque está debajo (“sub”, debajo) de 11 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? la norma. En otras palabras, es el motivo (o los motivos) por el cual se determina qué conducta se espera de los individuos. Si una norma jurídica determina que “está prohibido arrojar basura en la calle”, el elemento directivo es, por supuesto, la prohibición de arrojar basura en la calle. La norma jurídica busca dirigir la conducta del individuo en un sentido particular: que no arroje basura en la calle. Pero esta norma tiene una justificación, aunque el texto legal no la explicite: es valioso que la gente no tire basura en la calle; protege el medio ambiente, la estética de la ciudad, etc. Aunque no lo diga, la norma jurídica tiene una razón para prohibir una conducta. Es un buen ejercicio de interpretación buscar ese elemento justificativo de las normas jurídicas. Por ejemplo, lea este artículo de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos (también llamada Pacto de San José de Costa Rica): Artículo 7.4: “Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella”. Es claro que la norma obliga al Estado a hacer algo: informar a cualquier persona detenida cuál es el motivo de la detención. Pues bien, ¿cuál es la razón subyacente o elemento justificativo de esta norma? ¿Por qué debería informarse de los motivos de la detención? Normas y principios Lo invito a leer dos normas (enunciados normativos) obligatorias para todos los habitantes de nuestro país. “Son deberes de los progenitores: a) cuidar del hijo, convivir con él, prestarle alimentos y educarlo” (art. 646, Código Civil y Comercial de la Nación). Esta es, como se ve, una norma del Código Civil y Comercial argentino. La norma contiene una enumeración de los deberes principales de los progenitores (los padres) frente a sus hijos menores de edad. Entre ellos, vemos que están obligados a “cuidar del hijo, convivir con él, prestarle alimentos y educarlo”. Por supuesto, cuando estudie más adelante en su carrera el Derecho de Familia verá que estos deberes contienen una regulación particular que hacen surgir interesantes problemas jurídicos, sociales y culturales. Por ahora nos quedaremos con esta norma que obliga a los progenitores a cuidar a los hijos menores, convivir con ellos y prestarles alimentos y educación. Ahora preste atención al siguiente enunciado normativo: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas […] una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño” (art. 3.1 Convención sobre los Derechos del Niño). Como verá, estamos frente a una norma de la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional que Argentina firmó y que es derecho obligatorio para todos los habitantes de la Nación. Es más: tiene la misma jerarquía que la Constitución Nacional. Lo invito a que repase la norma de la Convención y piense cuál es la conducta que ella obliga, prohíbe o faculta. 12 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? Si lee con atención, el verbo que utiliza la norma es “atender”. Afirma que, en caso de medidas tomadas por las instituciones públicas (un juez, por ejemplo) o privadas (una escuela privada), “se atenderá” el interés superior del niño. Fíjese que no establece ninguna acción en concreto. No dice, como la norma del Código Civil y Comercial que vimos antes, que “cuidará” del niño, “convivirá” con él o lo “alimentará”. Estas son acciones concretas, determinables. Pero “atender el interés superior del niño” no establece ninguna acción particular. Querido lector, estamos frente a un principio jurídico. En este caso el “principio del interés superior del niño”. Hay otros: en Género: Norma Jurídica derecho penal encontramos un principio enunciado en latín que Especies: Principios afirma in dubio, pro reo, es decir, en caso de duda de si un acusado Jurídicos y Reglas Jurídicas cometió o no un delito, debe estarse a favor del acusado y, por tanto, absolverlo5. En derecho internacional público el “principio de buena fe” que establece que los Estados deben cumplir de buena fe las obligaciones contraídas. Y así irá aprendiendo a lo largo de la carrera otros. Un principio es una norma jurídica. La norma es el género y el principio es la especie, así como un texto sobre nociones básicas de derecho para ingresantes a Abogacía es una especie del género de las cosas interesantes de la vida. Introducimos aquí una precisión conceptual muy valiosa para el estudio del derecho. Las normas jurídicas, como género, se dividen en reglas jurídicas, por un lado, y principios jurídicos, por el otro. ¿Cuál es la diferencia entre un principio y una regla? Ya sabemos que las respuestas de knock-out, es decir, una respuesta final y sin matices, no son habituales en el derecho. Como en todo, se discute qué distingue un principio de una regla. Una pista muy valiosa se encuentra párrafos más arriba. La norma del Código Civil y Comercial estable una serie de acciones que los progenitores deben cumplir: cuidar al niño, convivir Los principios como “mandatos de con él, alimentarlo y educarlo. optimización”, según Alexy “El punto decisivo para la distinción entre reglas y principios es que los principios son normas que ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes. Por lo tanto, los principios son mandatos de optimización, que se caracterizan porque pueden cumplirse en diferente grado y que la medida debida de su cumplimiento no sólo depende de las posibilidades reales sino también de las jurídicas” (Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, pp. 67-68). El principio de la Convención sobre los Derechos del Niño, en cambio, manda a que, cuando se tome una medida, se “atienda” el interés superior del niño. No precisa una conducta determinada, sino que fija una pauta de actuación en caso de tomarse medidas. ¿He logrado explicar la diferencia? ¿No? Pues vamos de vuelta. El principio jurídico del ejemplo ordena atender el interés superior del niño en cada acción que lleven adelante las entidades públicas y privadas. La regla jurídica ordena que los progenitores del niño realicen acciones particulares. El principio no fija qué conducta hay que realizar, sino que establece cómo debe realizarla: en este caso, atendiendo el interés superior del niño. Mientras que la regla ordena una conducta en particular, el principio ordena que, 5 ¿Absolverlo? Si no conoce el término, puede buscarlo o consultarlo con compañeros o docentes. 13 Nociones de Derecho – ¿Qué es una norma jurídica? cualquiera sea la acción que se realice, ella se lleve a cabo en la mayor medida y de la mejor manera posible. Ejemplo: el niño tiene derecho a la educación. Ahora bien, ¿cómo debe ser la conducta de las escuelas frente a este derecho? Si nos atenemos al principio de interés superior del niño, la educación debe ser proveída de la mejor manera posible teniendo en cuenta las circunstancias particulares. En otras palabras, sin decirnos qué en concreto hacer, nos obliga a que se haga lo mejor posible. De ahí que Robert Alexy defina a los principios como “mandatos de optimización”. Recapitulación Hemos visto el concepto de norma jurídica. No fue sencillo, pero avanzamos desde el lenguaje prescriptivo (por oposición a descriptivo), pasamos por una caracterización de lo que es una norma jurídica, los tipos de normas y la justificación subyacente de las normas. Finalmente, hablamos de la distinción entre normas jurídicas y principios jurídicos. ¿Ha quedado todo claro? Es importante que así sea. Si no está todavía lo suficientemente claro, le recomiendo volver sobre estas páginas porque comprender lo que sigue depende de ello. 14 LA ESTRUCTURA LOGICA DE NORMA JURIDICA LA SUMARIO : I. - Introducción. — I I . - L a Lógica en general; lógica y ciencia; la lógica como ciencia epistemológicamente " f u n d a n t e " . — I I I . - L a Lógica Jurídica; los elementos del fenómeno jurídico: norma, fáctum y valor; derecho y norma. — I V . - L a norma; norma y juicio; los juicios; los juicios según su relación; diversas clases de disyunción; la norma como juicio hipotético; la norma como juicio disyuntivo. — V . - L a imputación; deber ser lógico y deber ser axiológico; la imputación, categoría del conocimiento jurídico. — V I . - Las categorías; juicios de percepción y de experiencia. — V I I . - L a norma como juicio imputativo; las categorías kantianas y el " d e b e r s e r " ; las categorías en función de la lógica formal y las ontologías regionales; la estructura disyuntiva y el objeto Derecho; formulación de la norma. — V I I I . - Juicios de " d e b e r s e r " y juicios de " s e r " : su imposible reducción recíproca; disciplinas teoréticas y normativas; juicios de " s e r " y de " d e b e r s e r " como " f u n d a n t e s " y fundados; el deber ser como legalidad específica del Derecho. I. — INTRODUCCIÓN En una de las sesiones hebdomadarias del Instituto de Filosofía del Derecho y Sociología de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que preside el profesor Dr. Ramón M. Alsina, se planteó la posibilidad de que un juicio de "deber ser" se resuelva •en uno de " s e r " . Invitados a pronunciar una conferencia sobre el punto, efectuamos, como necesaria introducción, un análisis de la 55 estructura lógica de la norma, arribando a la conclusión que se concreta en el trabajo que hoy damos a publicidad. II. — LA LÓGICA E N GENERAL El conocimiento científico, es conceptual. Toda ciencia es conocimiento conceptual. El conocimiento mienta al objeto en una relación gnoseológica. Toda expresión, enseña Husserl, dice algo acerca de algo; ese algo que se dice, es un concepto. De ahí la relación entre Lógica y Ciencia; ésta es conocimiento conceptual y aquélla apunta a la debida conceptuación del objeto que estudia el científico. La Lógica le da al científico el instrumento necesario para conceptualizar correctamente los objetos de sus investigaciones, ya que, repitamos, conocer científicamente es conocer conceptualmente. La Lógica es, según Husserl, una ciencia puramente teorética que constituye el fundamento más importante de todo arte del conocimiento científico, y posee el carácter de una ciencia " a priori" y puramente demostrativa. La Ciencia se refiere al saber, y en el saber poseemos la verdad, como objeto de un juicio justo. Pero esto solo no basta; el concepto de la ciencia y de su misión implica algo más que mero saber; la Ciencia aspira a darnos multiplicidad de saber, pero no mera multiplicidad; es necesario algo más, a saber: conexión sistemática en sentido teorético, y esto implica la fundamentación del saber y el enlace y orden pertinentes en la sucesión de sus fundamentaciones. La esencia de las ciencias implica, pues, la unidad del nexo de las fundamentaciones, en el que alcanzan unidad sistemática no sólo los distintos conocimientos sino también las fundamentaciones mismas y, con éstas, los complejos superiores de fundamentaciones que llamamos teorías. Y este hecho de que necesitemos fundamentaciones para remontarnos en el conocimiento, en el saber, no sólo hace posibles y necesarias las ciencias sino, con las ciencias, una teoría de la ciencia; una Lógica. 56 El hecho de que existan fundamentaciones no basta para posibilitar la Ciencia y la Teoría de la Ciencia. Si las fundamentaciones careciesen de forma y de ley; si no fuese verdad fundamental que a todas las fundamentaciones les es inherente cierta forma; si sucediese mas bien lo contrario en todo esto, no habría Ciencia. La forma regular de las fundamentaciones hace posible la existencia de las Ciencias; y la independencia de la forma con respecto a las distintas esferas del saber (independencia que existe en amplia medida), hace posible, por otra parte, una Teoría de la Ciencia. Si no fuese cierta esta independencia, habría una serie de lógicas coordinadas entre sí y correspondientes aisladamente a las distintas ciencias, pero no habría una Lógica general. Pero son necesarias ambas cosas: investigaciones sobre Teoría de la Ciencia, concernientes por igual a todas las ciencias, y, como complemento de las mismas, investigaciones especiales, concernientes a la teoría y al método de las distintas ciencias y dedicadas a investigar lo peculiar de ellas. La lógica es, pues, para Husserl, la "Teoría de la Cienc i a " ; es una disciplina cuya peculiaridad consiste en ser "Ciencia de la Ciencia"; sus investigaciones afectan a todas las ciencias del mismo modo, porque se refieren a lo que hace que las ciencias sean ciencias. Estas referencias a los estudios de Husserl nos llevan a la caracterización de la Lógica como disciplina que está a la base de las ciencias. Como ciencia epistemológicamente " f u n dante". III. — LA LÓGICA JURÍDICA La Ciencia del Derecho, como toda ciencia, apunta a un objeto peculiar: la conducta humana, entendiendo por tal un acto (fáctum) valioso mentado por una norma. Surgen de esto último tres elementos que integran el fenómeno jurídico y, si bien se dan juntos en la realidad for57 mando una unidad inescindible —el derecho no sería tal si uno de ellos faltara—, son susceptibles de aislarse abstractivamente a efectos de su estudio. Esos tres elementos son: el fáctum o contenido dogmático, la valoración, ínsita en aquél, y la estructura lógica en cuya virtud conceptualizamos como jurídico a aquel fáctum valioso: la norma. Los contenidos dogmáticos son todos los objetos mentados por la norma. Se estudian con método empírico-objetal y el resultado de ese estudio es la Ciencia Dogmática. —La valoración o estimativa jurídica es el sentido de la conducta. Se estudia con método empírico-dialéctico y su resultado es la Estimativa Positiva del Derecho. —La estructura lógica es el concepto con que el jurista mienta su objeto (la conducta humana). Se estudia, por ser un objeto ideal, con método racional-deductivo y su resultado es la Lógica Jurídica, que es el conjunto de estructuras intelectuales que están supuestas en el conocimiento jurídico, necesarias para pensar jurídicamente (Cossio). Esta elucidación de los elementos que integran el fenómeno jurídico y las tres distintas disciplinas a que conducen, tiende a dos finalidades: Primero, deslindar la esfera de la Lógica Jurídica; y segundo, mostrar desde el comienzo que el menester de la lógica jurídica se reduce a estudiar la conceptuación del hecho jurídico; por tanto, si bien al trabajar con conceptos la Lógica Jurídica opera con objetos ideales, lógicos, eso no quiere decir, ni con mucho, que el Derecho es un objeto ideal o lógico. Sobre este particular, Kelsen ha sido víctima de una interpretación deplorable: porque hace Lógica Jurídica, se le enrostra que el Derecho no es sólo Lógica, como si él identificara Lógica Jurídica y Ciencia del Derecho. El objeto de la Lógica Jurídica es un objeto ideal: normas; el objeto de la Ciencia del Derecho es un objeto cultural: la conducta humana. La Ciencia del Derecho es normativa, no porque su objeto sean las normas —vicio del racionalismo—, sino porque mediante normas lo conceptualizamos. 58 Concretemos la tarea de la Lógica Jurídica: dijimos ya que la Lógica está a la base de toda Ciencia, fundándola. La Ciencia tiende al conocimiento conceptual de un objeto y la Lógica estudia al concepto; no al objeto, como la Ciencia, sino al conocimiento del objeto, o sea al concepto. Cuando estudiamos al objeto como pensamiento, hacemos Lógica formal. Cuando lo estudiamos como conocimiento, Lógica trascendental. Detengámonos en el primer supuesto: La Lógica Jurídica formal estudia el pensamiento del científico; nos dice cómo piensa el jurista cuando hace Ciencia del Derecho. Dijimos ya que el objeto de esta Ciencia es la conducta humana; pero sabemos también que la norma integra la conducta; ¿en qu. relación se hallan entonces? El Derecho es conducta; la norma integra la conducta; ergo, la norma integra el Derecho. Lo integra, forma parte de él, pero no se identifican, como no se identifica el Derecho con la Ley, que es la concreción gramatical —expresión— de la norma —significación—. Y si, pues, no se identifican conducta y norma —como es obvio atento a que la norma integra la conducta—, se hace necesario establecer qué relación media entre ellos. IV. — LA NORMA Atendamos a Kelsen: un acontecimiento determinado — por ejemplo la muerte de un hombre por otro—, "como elemento del sistema de la Naturaleza, no es objeto de conocimiento específicamente jurídico, y no es, por tanto, nada jurídico. Lo que convierte a ese suceso en acto jurídico —o antijurídico— no es su facticidad, no es su " s e r " natural, esto es, su " s e r " causalmente determinado y contenido en el sistema de la Naturaleza, sino el sentido objetivo que está ligado a ese acto; la significación que él tiene. El hecho en cuestión recibe el sentido específicamente jurídico, su peculiar signifi59 cación jurídica, mediante una norma que se refiere a él con su cbntenido, que le confiere la significación jurídica de suerte tal que el acto puede ser interpretado de acuerdo con esa norma. La norma hace las veces de esquema de interpretación". Esto nos dice que un hecho, si no es mentado por una norma, no tiene relevancia jurídica. Para alcanzar esta significación es necesario que se halle referido por una norma; de lo contrario, es un mero hecho natural (v. gr., el granizo, como simple hecho en el último supuesto, y como antecedente, si es mentado por una norma, de una eventual obligación de abonar un seguro). Y la norma, para este autor, es " u n juicio hipotético que expresa el enlace específico de una situación de hecho condicionante con una consecuencia condicionada". Es decir: la norma es un juicio. Pero este juicio, en tanto que conocimiento de un objeto, es un concepto —Cossio—, no obstante que en su expresión gramatical se forma por dos conceptos —el de sujeto y el de predicado— y la cópula. La relación, pues, entre norma y conducta es la que media entre concepto y objeto; es una relación gnoseológica; relación de conocimiento. Pero la norma, en tanto que juicio, nos ofrece esta particularidad: en vez de formularse " s i A es, es B " , se formula con otra cópula —el verbo "deber s e r " — : " s i A es, debe ser B " . Ésa es la formulación esquemática de la norma jurídica. Dejemos esto momentáneamente y atendamos a la norma como juicio. El juicio es, digamos por ahora, la operación lógica por la cual se afirma o se niega algo de algo. Abstrayendo todo el contenido de un juicio en general, Kant hace la siguiente clasificación en doce juicios, de los cuales deduce otras tantas categorías: 60 Categorías División de los juicios por su cantidad: í Universales | Particulares (Singulares Unidad Pluralidad Totalidad Afirmativos Realidad ( ( Negativos Negación Indefinidos Limitación Categóricos . . . Substancia y accidente Hipotéticos . Causalidad y dependencia Disyuntivos Acción recíproca Problemáticos.. Posibilidad-Imposibilidad Asertóricos . . Existencia-No existencia Apodícticos Necesidad-Contingencia ¡ Nos interesa particularmente la división de los juicios según su relación: categóricos, hipotéticos y disyuntivos. —En los categóricos, sólo se consideran dos conceptos: S es P, S no es P. —En los hipotéticos se consideran dos juicios: Si A es B, C es D. —En los disyuntivos hallamos varios juicios relacionados unos con otros en una relación no de consecuencia, sino de oposición lógica, en tanto que la esfera de una excluye a la otra. Dividimos la disyunción en entitativa y proposicional. a) Es entitativa cuando la disyunción se da en uno de los elementos entitativos del juicio (sujeto o predicado), y puede por lo tanto ser: —Sustantiva, cuando la disyunción se halla en el sujeto (A o B es C). —Predicativa, cuando la disyunción se halla en el predicado (A es B o C). b) Es proposicional cuando son dos juicios los que se consideran, en función disyuntiva: A es B o C es D. Anticipamos que, para el Doctor Cossio, la norma se da como juicio disyuntivo-proposicional (Dado A debe ser B o dado no-B debe ser C). Sobre esto volveremos más adelante. 61 Según Kelsen, la norma, en cuanto estructura relacional, es un juicio hipotético: " L a norma jurídica no es comprendida como imperativo, a semejanza de la norma moral, como las más de las veces lo hace la doctrina tradicional; sino como juicio hipotético que expresa el enlace específico de una situación de hecho condicionante con una consecuencia condicionada". La situación de hecho condicionante es el hecho —conducta humana— a que sigue la sanción como consecuencia, unidos por un nexo de deber ser: Dado el crimen debe ser la pena. Sería un juicio hipotético porque la aplicación de la sanción que enuncia la norma está supeditada al cumplimiento de una condición. El crimen es la condición lógica de la pena, y de ahí el carácter hipotético de ese juicio. A los efectos que siguen debemos señalar que esta norma, así formulada, es lo que Kelsen llama norma primaria, integrada con el acto coactivo como elemento primordial para ese autor. Pero en estas normas va implícita, digamos así, la conducta que evita la coacción: la conducta contraria a la mentada como antecedente; a esta conducta lícita apuntaría la norma secundaria que expresaría, por ej., no se debe matar, se debe restituir un préstamo, etc. " L a norma que estatuye la conducta que evita la coacción —dice Kelsen— y que el orden jurídico tiene por finalidad, solamente importa una norma jurídica bajo condición de que con ella deba expresarse —en forma abreviada, por razones de comodidad— lo que sólo la proposición jurídica enuncia correctamente: que bajo condición de la conducta contraria ha de acontecer un acto coactivo como consecuencia". Para Kelsen, pues, sólo la norma primaria tiene valor ontológico-jurídico; la norma secundaria carece de esa relevancia y sólo se emplea para expresar una conducta por razones de comodidad. El Doctor Cossio entiende, en cambio, que también la norma secundaria tiene valor ontológico-jurídico. La norma jurídica, para este autor, tiene dos miembros: endonorma y perinorma. La primera conceptualiza la presta62 ción —norma secundaria de Kelsen—; la segunda conceptualiza la sanción —norma primaria de Kelsen—. Obsérvese que no son dos normas, sino dos partes de la misma norma, operando entre ellas como elemento funcional la conjunción o que da el carácter disyuntivo al juicio. La conducta puede conformarse con uno u otro de esos miembros, cayendo en la endonorma —caso de la prestación— o en la perinorma —caso de la sanción—; pero en cualquiera de ambos casos la conceptuación de la conducta se obtiene no con el miembro a que conviene la conducta supuesta, sino con la norma total. Al dato que cae dentro de uno cualquiera de los miembros se lo piensa siempre con el sentido de la estructura completa de la norma. La realización de cualquiera de las conductas a que la norma completa apunta implica el cumplimiento total de la misma. Así, sea que el sujeto cumpla su deber de no robar —endonorma—, sea que, caso contrario, se le encarcele —perinorma—, la norma se ha verificado; ha tenido cumplimiento pleno en una de las dos direcciones en que puede tenerlo —dice Cossio— porque el sentido de cualquiera de sus miembros está definido por la totalidad del sentido de la disyunción en que ellos se encuentran dentro de una única estructura. Pero obsérvese esto: una norma dice, p. ej., en su endonorma, que no se debe robar; y en su perinorma, que quien roba debe ser encarcelado. Pero otra norma dice esto último en su endonorma (quien roba debe ser encarcelado), y en su perinorma dice que en caso contrario debe ser el procesamiento del Juez. De modo que una misma conducta —el encarcelamiento del ladrón— es perinorma y endonorma: perinorma de la norma que mienta la conducta del ladrón, y endonorma de la norma que mienta la conducta del Juez. Esto muestra un tránsito entre una norma y otra, tránsito que se da merced a la endonorma y de ahí su valor ontológico-jurídico; en virtud de este tránsito, a un deber —el de no robar— subsigue otro deber —el del juez de encarcelar al ladrón—, " e n una normatividad que es así porque el sentido 63 del primero como realidad humana se integra en el sentido del segundo que también es realidad humana. Tanto la perinorma de la primera norma —que, repitamos, mienta la sanción—, como la endonorma de la segunda norma —que mienta el deber— dicen "dado el robo debe ser el encarcelamiento del ladrón". Pero estos dos conceptos parciales, el de aquella perinorma y el de esta endonorma, sólo implican una identidad de extensión, pero no de comprensión lógica, ya que integran dos normas y, por lo tanto, dos significaciones distintas, que mencionan dos cosas diferentes: en un caso la conducta del ladrón, en otro la del Juez" (Cossio). Concretamente: la norma es, en tanto estructura lógica, un juicio. Hipotético para Kelsen, disyuntivo para Cossio. Más adelante volveremos sobre esto. V. — LA IMPUTACIÓN Habíamos señalado que la conducta se integra con una estructura lógica —la norma—; elementos fácticos, cuyo estudio compete a la Dogmática Jurídica, y la valoración jurídica, que es el sentido de una conducta en su interferencia intersubjetiva. La norma apunta, pues, a una conducta valiosa, pero ella en sí es neutra al valor, desde que se trata de un objeto ideal. Pero el valor integra también el fenómeno jurídico, lo cual muestra, de paso, que éste no se agota en la norma; no se identifica con ella. Deslindados estos tres elementos —norma, fáctum y valor—, que si bien se dan unidos en la realidad podemos separarlos abstractivamente, interesa precisar la distinción entre norma y valor, ya que ambos juegan en el campo del "deber ser' \ Kelsen, para arribar a la pureza metódica que postula, comienza separando al derecho de todo lo que pertenece al mundo del " s e r " : física, biología, psicología, sociología. El 64 derecho, a diferencia de esas disciplinas, opera en el mundo del "deber ser". Pero también hallamos al valor en este campo. Por eso Kelsen hace una segunda purificación y distingue así el deber ser lógico del deber ser axiológico. El deber ser lógico es la imputación de un consecuente a un antecedente (Nada más que imputación). El deber ser axiológico es, en cambio, no lo que se imputa, sino lo que debe ser en razón de su intrínseco valer. Radiado esto último en esa segunda purificación, arriba Kelsen al deber ser en tanto es deber ser lógico, y esa es la estructuración imputativa que nos interesa. Detengámonos ahora en la imputación: Es ésta, según Kelsen, " l a legalidad particular del derecho. Así como el efecto es atribuido a la causa, la consecuencia jurídica lo es a su condición jurídica". Imputar, pues, significa atribuir, a una conducta supuesta como antecedente, otra conducta como consecuencia, conducta esta última que muy bien podría ser distinta y aun contraria a la que es, sin que medie un nexo causal entre ambas. La distinción que hace Kelsen entre causalidad e imputación, es neta: " L a referencia de la pena al delito, de la ejecución a la situación de hecho antijurídica civil, no tiene significado causal: tiene significado normativo. La expresión de esta referencia designada como imputación, y, por tanto, la expresión de la existencia específica del derecho, de su validez, es decir, del sentido peculiar en que son puestos en recíproca conexión los hechos pertenecientes al sistema "derecho" —y no otra cosa—, es el deber ser con que la Teoría Pura del Derecho presenta al derecho positivo". Y en la Teoría General del Estado, se lee: "Podemos designar el enlace específico de hecho y consecuencia con el nombre de imputación, distinguiéndolo así, con toda plucritud incluso desde el punto de vista terminológico, de la causalidad". Es decir: la pena subsigue al delito porque se imputa a éste; no lo sigue causalmente. Y así como la causalidad es 65 una categoría de nuestro entendimiento, la imputación también lo es; la específica del conocimiento del derecho. VI. — LAS CATEGORÍAS Las categorías son los conceptos originarios del entendimiento; puras funciones intelectuales, indeterminadas con relación a todo objeto, que, no obstante ser independientes de toda experiencia, contienen los principios de la posibilidad de ésta. Ya en el fenómeno existe una síntesis intuitiva; y la unidad sensible se universaliza, constituyendo así la experiencia de la realidad natural, mediante las categorías. Estas transforman un juicio de percepción —que es subjetivo— en una de experiencia, que tiene valor objetivo. Los primeros —juicios de percepción— no necesitan para ser tales de ninguna noción intelectual pura, sino solamente de la mera asociación de ideas en el sujeto. Los de experiencia, por el contrario, exigen siempre, independientemente de las representaciones de la intuición sensible, nociones particulares producidas originariamente en el entendimiento, que dan al juicio de experiencia su valor objetivo. Para que pueda objetivarse un juicio de percepción, es menester, pues, que éste se halle sometido a una noción intelectual pura. Las categorías, entonces, sea que constituyan el objeto —Kant—, sea que simplemente lo fijen —Husserl—, acusan la peculiaridad señalada de noción puramente intelectual que permite transformar en juicio de conocimiento científico lo que, con prescindencia de aquella noción, sólo serían meras intuiciones empíricas, realizadas por el enlace de las sensaciones en las formas puras de espacio y tiempo (formas " a prior i " de toda sensibilidad). A objeto de que pueda haber juicio de experiencia por un juicio de percepción, es necesario que la percepción se halle sometida a una noción intelectual, dice Kant, y aclara. 66 el sentido de su expresión con un ejemplo: si el sol cae sobre una piedra, la calienta; juicio de percepción. Mediante la categoría ''causalidad'' el juicio se unlversaliza y decimos: " e l sol calienta la piedra". La causalidad no la encontramos ni en la piedra ni en el sol; es la estructura mental que nos permite unlversalizar un juicio originariamente subjetivo. VII. — LA NORMA COMO J U I C I O IMPUTATIVO Ahora bien: para la deducción trascendental de las categorías, Kant utiliza a los juicios como "hilo conductor", según sus palabras. Arriba, así, a las doce recordadas. Pero si la imputación es también una categoría —la específica del conocimiento jurídico—, ¿cuál es el juicio que conduce a ella? ¿El hipotético (Kelsen) ? El disyuntivo (Cossio) ? Hasta aquí, la respuesta que corresponde es la negativa; esos juicios nos llevan a la causalidad y a la acción recíproca, no a la imputación. Veamos cómo se resuelve este aparente problema: Sabemos que Kant trabajó con objetos físico-matemáticos. La "Crítica de la Razón P u r a " tenía como objeto el conocimiento de las ciencias de la naturaleza, y Kelsen comienza ubicando al derecho fuera de ésta, en su aceptada distinción entre ser y deber ser. Estudió Kant, pues, el conocimiento de la naturaleza; el conocimiento del ser. Por eso no llegó, en su deducción trascendental de las categorías, a una que posibilitara el conocimiento de lo que opera en el ámbito del deber ser, como el derecho. Aceptemos, pues, que las categorías kantianas no nos dan la solución buscada. Pero es que con idénticos elementos de lógica pura, con una misma estructura mental, podemos enfocar, hablando con Husserl, diversas ontologías regionales. Si nos quedamos en la pura lógica formal, la situación, en tanto nuda estructura, es siempre la misma; pero al colocarnos, ya en posición trascendental, frente al objeto, las ca67 tegorías que resulten serán distintas en tanto sean distintas las ontologías regionales enfocadas. Kant, como sabemos, apuntó al conocimiento de la naturaleza; frente a objetos naturales dedujo las doce categorías recordadas; y atendiendo a otra clase de objetos —culturales por ejemplo— las categorías que posibiliten su conocimiento, con idéntica estructura lógico-formal, serán distintas. Y es que las categorías de causalidad, acción recíproca, etc., si bien responden a una clasificación lógico-formal, también responden a las notas de una determinada ontología regional. Cambiando ésta, cambian aquéllas, por más que, repitamos, la pura estructura lógico-formal de nuestro entendimiento sea la misma. Por eso, con la misma estructura disyuntiva con que Kant, ante un objeto natural, dedujo una categoría determinada (la acción recíproca), podemos deducir, ante un objeto de diversa ontología regional —la conducta humana—, una categoría distinta a aquélla: la imputación, atentos a que, digámoslo una vez más, la deducción trascendental de las categorías, por el mismo hecho de ser trascendental, no nos permite reducirnos a la mera estructura lógico-formal de nuestro entendimiento, sino que supone la determinación de un objeto. Puede verse claro ahora que, si bien los juicios enunciativos no son operantes en el campo del deber ser, donde Kelsen ubica el derecho, el ángulo de enfoque desde el cual so los distingue por su relación es igualmente aplicable al objeto cuyo conocimiento nos interesa, y eso nos permitirá caracterizar a la norma como un juicio disyuntivo. Pero, como ya señalamos, el distinto objeto ante el cual nos colocamos, en actitud trascendental, impone para su debido conocimiento la categoría específica del mismo: la imputación. Y ese juicio que Kelsen descubre —aunque se equivoca al llamarlo hipotético—, es correstamente formulado por Cosido en esta forma: Dado un hecho con su determinación temporal, debe ser la prestación de alguien obligado frente a alguien pretensor; o, si es la no prestación, debe ser la sanción 68 a cargo de un órgano obligado por la pretensión de la comunidad. O sea, esquemáticamente: Dado A debe ser B o dado no-B debe ser S. Norma integrada por diez conceptos fundamentales: ocho entitativos (hecho con determinación temporal; prestación; alguien obligado; alguien pretensor; no prestación; sanción; órgano obligado; pretensión de la comunidad) y dos funcionales: el verbo deber ser y la conjunción o. La norma, pues, es un juicio distinto de los enunciativos, construido con la cópula "debe ser" y que conduce a una categoría específica: la imputación. Proponemos que a este juicio se lo llame imputativo. Cabe repetir, por tercera vez en este trabajo, y aun a riesgo de pecar de insistentes, que la norma jurídica así estructurada no es el derecho, sino la mera conceptuación lógica de éste; uno de sus aspectos. Motiva nuestra pertinacia en deslindar claramente los distintos elementos del fenómeno jurídico, y la no identificación de éste con alguno de aquéllos, la moda que puede observarse en el sentido de atribuir gratuitamente a algunos autores un criterio de asimilación entre derecho y norma, para luego declamar, con perogrullesca suficiencia, que el derecho no se reduce a su aspecto lógico. ¿Quién dice lo contrario, como no sea en tren de un racionalismo irremediablemente periclitado? Es que siempre ha sido cómodo, para facilitar la réplica, atribuir al contrario los mayores dislates. Siempre, excepto, claro está, cuando lo impide un imperativo elemental de honestidad intelectual. VIII. — JUICIOS DE " D E B E R S E R " IMPOSIBLE REDUCCIÓN Y JUICIOS DE " S E R " ; SU RECÍPROCA Esto sentado, entremos de lleno a nuestro tema: se trata de saber si un juicio de "deber ser", peculiar del derecho, puede reducirse a un juicio de ser, en cuyo caso desaparecería la Lógica Jurídica y todo lo construido sobre ella. 69 Al efecto, nada mejor que remitirnos a Husserl, cuyo estudio sobre el particular se considera definitivo en el sentido de probar la coexistencia de ambos, cada uno en su esfera. Este autor demuestra en forma palmaria que las ciencias normativas tienen por fundamento una o varias ciencias teoréticas; y un juicio normativo — d e "deber s e r " — supone un juicio teorético— de " s e r " . Husserl trabaja con el deber ser axiológico: el hecho de que un guerrero valiente sea un buen guerrero —juicio teorético— fundamenta el juicio normativo " u n guerrero debe ser valiente". Empero, sus análisis igualmente nos interesan. Entendemos que en la endonorma va implícito también un juicio de valor; la conducta que mienta la endonorma — la conducta es siempre y necesariamente valiosa— es la deseada en razón de Justicia, Orden, Solidaridad o cualesquiera otros valores jurídicos. Por eso, cambiando la valoración, cambia la conducta mentada como deseada —lícita—, aparejando sanción la conducta contraria. La esclavitud era lícita en otras épocas porque la valoración ínsita en ella era contraria a la actual, que la considera injusta, y así con muchas otras instituciones. Por eso dice bien Husserl cuando afirma que "toda proposición normativa supone cierta clase de valoración", en un análisis tendiente a demostrar que las disciplinas teoréticas son el fundamento de las normativas. Dice Husserl: ' ' Empezamos sentando una proposición que es de importancia decisiva para la investigación subsiguiente: que toda disciplina normativa, e igualmente toda disciplina práctica, descansan en una o varias disciplinas teoréticas, en cuanto que sus reglas han de poseer un contenido teorético, separable de la idea de normación — de deber ser —, contenido cuya investigación científica compete a esas disciplinas teoréticas". "Para poner esto en claro, empecemos por considerar el concepto de ciencia normativa en su relación con el de cien70 cia teorética. Las leyes de la primera expresan, según se dice habitualmente, lo qne debe ser, aunque acaso no sea, ni pueda ser en las circunstancias dadas; las leyes de la segunda, por el contrario, expresan pura y simplemente lo que es. Y se pregunta: ¿qué se quiere decir con ese "deber ser" opuesto al " s e r " puro y simple?". " E s patentemente harto estrecho el sentido primitivo del deber, que se refiere a cierto desear o querer, a una exigencia o a un mandato; por ejemplo, tú debes obedecerme, X debe venir a mi casa. Así como en un sentido amplio hablamos de una exigencia, incluso donde no hay nadie que exija, ni eventualmente nadie tampoco a quien exigir, así también hablamos con frecuencia de un deber, prescindiendo de todo desear o querer. Si decimos " u n guerrero debe ser valiente", esto no quiere decir que nosotros ni nadie deseemos o queramos, ordenemos o exijamos tal cosa. Mejor cabría sostener la opinión de que semejante deseo y exigencia está justificado en general, esto es, con respecto a todo guerrero. Pero tampoco esto es completamente exacto, pues no es necesario que tenga lugar realmente semejante valoración de un deseo o una exigencia. " U n guerrero debe ser valiente" significa más bien: sólo un guerrero valiente es un buen guerrero; y esto implica que un guerrero que no sea valiente será un mal guerrero... Porque este juicio de valor es válido, tiene razón todo aquel que exija de un guerrero que sea valiente". Vemos cómo, pues, un juicio de valor fundamenta a uno normativo; hay entre éstos la relación de "fundante" a fundado — lo cual nos dice, por lo tanto, de su no identificac i ó n — ; a tal punto no hay entre ellos más que esa relación, que el mismo Husserl dice: "los juicios sobre un deber no implican ninguna afirmación sobre un ser correspondiente". Agrega poco más adelante: "Vemos, pues, por estos análisis, que toda proposición normativa supone cierta clase de valoración". Y ello así porque "toda disciplina normativa, y " a fortiori" toda disciplina práctica, supone como fundamento una o varias disciplinas teoréticas"; y unos párrafos 71 más adelante agrega: "así, por ejemplo, toda proposición normativa de la forma " u n A debe ser B " , implica la proposición teorética "sólo un A que es B tiene las cualidades C " . Husserl arriba, pues, a la bien lograda conclusión de que toda disciplina normativa supone como fundamento una o varias disciplinas teoréticas. Ello muestra en forma palmaria que ambas son cosas distintas, excepto su relación de " f u n dante" a fundada, y, en consecuencia, la imposible reducción recíproca de esas disciplinas y sus correspondientes juicios. Usando de la evidencia que da el absurdo, supongamos, a solo título de hipótesis, que un juicio imputativo se redujera a un juicio de valor: tendríamos que la endonorma " n o se debe robar", en vez de llevar —caso de que se robe — a la perinorma" quien roba debe ser encarcelado", se resolvería en este juicio de valor: "quien roba es un hombre injusto" —compendiando en el valor justicia-injusticia todos los valores jurídicos — ; y a fe que en esta forma solamente se podría estructurar un derecho utópico del cual estamos muy distantes... La razón es clara si recordamos que la norma simplemente " i m p u t a " un hecho a otro, con prescindencia del factor axiológico que sólo opera en tanto interesa el sentido de la conducta antecedente o consecuente, pero careciendo por completo de relevancia causal. Por otra parte, y volviendo a Husserl, el hecho de que los juicios de " s e r " y de "debe ser" se conjuguen en función de fundado a "fundante", dice bien a las claras de su autonomía. El análisis de la estructura lógica de la norma nos hizo arribar al juicio de deber ser ya estudiado, y nada hemos encontrado que permita la posibilidad de resolver este juicio en un juicio de ser. Los doctores Cossio ( " L a Teoría Egológica del Derecho y el Concepto Jurídico de Libertad); Soler ("Ley, Historia y Libertad") y García Máynez, G. ( " L a Teoría de Schreier y los Conceptos Fundamentales del Derecho", en 72 Rev. " L a L e y " , t. 28 secc. doctr., 1942), citan el pasaje de Huserl recordado como la demostración terminante de la irreductibilidad recíproca de los juicios de deber ser y de ser. Y es que la circunstancia de que el derecho sea un objeto cultural, conceptualizado mediante una norma que imputa un hecho a otro en una relación no causal, implica la necesidad del "deber ser" como legalidad específica. OSVALDO J. MAFFIA Miembro del Instituto de Filosofía del Derecho y Sociología de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires 73 LA TEORÍA TRIALISTA DEL MUNDO JURÍDICO SEGÚN WERNER GOLDSCHMIDT Por GERMÁN J. BIDART CAMPOS SUMARIO: I. INTRODUCCIÓN. — II. EL ORDEN DE REPARTOS. — III. EL ORDEN DE NORMAS. — IV. EL VALOR JUSTICIA. — V. SÍNTESIS. — VI. VALORACIÓN FINAL DE LA TEORÍA. I. INTRODUCCIÓN 1- La teoría trialista que GOLDSCHMIDT ha llevado a su culminación en la 3* edición de la Introducción al Derecho (La teoría trialista del mundo jurídico y sus horizontes), (Ed. Depalma, Buenos Aires, 1967) completa en forma que podemos juzgar como definitiva, todos sus anticipos de las dos anteriores ediciones, y de La Ciencia de la Justicia (Ed. Aguilar, Madrid, 1958). 2- Como la voz "derecho" sigue provocando múltiples controversias, hasta el punto de que con la misma palabra los autores designan a veces objetos diferentes (por ej.: la escuela egológica mienta con ella a la conducta humana en interferencia intersubjetiva, y la escuela de KELSEN a las normas), GOLDSCHMIDT ,utiliza en su reemplazo la locución "mundo jurídico", con la que designa al fenómeno jurídico en la totalidad de sus tres elementos: conductas, normas y valor. Desde ya podemos anticipar que las conductas son comportamientos humanos; las normas son descripciones y captaciones lógicas de las conductas; y el valor justicia —como valor que es— se realiza a través de los hombres en el mundo jurídico, y nos permite valorar las conductas y las normas. Es usual, dice GOLDSCHMIDT, designar al mundo jurídico mediante la voz "derecho", con la que significamos la totalidad de ese mundo en cuanto orden de conductas, ordenamiento normativo y justicia. Pero también la voz "derecho" ha poseído siempre un sentido de valor sublime, por lo que conviene reservarla para significar los criterios de justicia descubiertos en un momento pasado determinado (debiendo advertirse que, entonces, la palabra "derecho" ya no debe utilizarse para señalar los criterios de justicia que nos son contemporáneamente actuales, porque en tal caso los conceptos de derecho y justicia se identifican). Tenemos, de esta manera, que a los regímenes pasados los podemos calificar como regímenes de derecho si realizaron los criterios de justicia que conocían los hombres de su época, aunque no hayan realizado los que conocemos hoy; en tanto a los regímenes presentes los valoramos con nuestros criterios de justicia actuales, denominándolos regímenes de derecho y de justicia (porque ambos conceptos se identifican ahora) si realizan los criterios de justicia que conocemos actualmente. Es difícil que regímenes pasados hayan realizado los criterios de justicia hoy conocidos, dado el creciente progreso humano para descubrir y realizar nuevos criterios de justicia, de manera que aplicando retroactivamente a aquellos regímenes nuestros criterios de justicia contemporáneos, hallaremos que no fueron realizados; y por eso a tales regímenes les reservamos el título de regímenes de derecho (en cuanto realizaron los criterios de justicia conocidos en su época), pero no los llamamos regímenes de justicia (porque no realizaron los criterios de justicia todavía no descubiertos entonces, pero conocidos ahora). II. EL ORDEN DE REPARTOS 3- Las conductas que, como comportamientos, cumplen los hombres, realizan lo que GOLDSCHMIDT llama un "reparto". Todo reparto es promovido por hombres, y consiste en adjudicar "potencia" e "impotencia". La potencia significa un beneficio para quien la recibe; la impotencia significa un perjuicio o una carga (1).Así, por ej.: el juez que en su sentencia ordena a Juan abonar su deuda a Pedro, efectúa un reparto en el que adjudica potencia a Pedro (recipiendario del pago) e impotencia a Juan (que debe efectuar ese pago a Pedro). Igualmente, el legislador que establece un impuesto adjudica a los contribuyentes la impotencia de tener que tributarlo, y al fisco la potencia de recaudarlo. El locador y el locatario se adjudican recíprocamente potencia e impotencia: el locador se adjudica la impotencia de entregarla cosa, y la potencia de cobrar el alquiler, en tanto el locatario se adjudica la potencia de recibir y usar la cosa, y la impotencia de pagar su precio. El reparto viene a constituirse, así, en la realidad fundamental del fenómeno jurídico. Sin aislarse de la integralidad tridimensional del mundo jurídico, podemos decir que compone su núcleo o meollo, desde que las normas son descripciones de repartos — proyectados o realizados— y la justicia toma al reparto como material u objeto de valoración para predicar del mismo reparto su justicia o su injusticia. Con todo, el aspecto normativo y el aspecto dikelógico (2) se compenetran en la realidad de modo indisoluble. 4- Las conductas de reparto forman un orden de repartos. Por un lado, verticalmente, los repartidores supremos —que son siempre hombres ("los que mandan", dice GOLDCHMIDT) articulan los criterios rectores del reparto que componen un plan de gobierno. Por otro lado, funciona la ejemplaridad de los repartos: los repartos que se reputan ejemplares son imitados a través del seguimiento; un reparto "modelo" suscita reiteración en otros repartos semejantes en situaciones análogas. Los repartos que no son tenidos como ejemplares, están fuera del orden de repartos, o sea, constituyen lo ilícito dentro de ese régimen. El reparto es siempre llevado a cabo por hombres, a quienes denominamos repartidores. En cambio, los recipiendarios que reciben potencia o impotencia en el reparto pueden ser también —según GOLDSCHMIDT— animales o cosas (3); pero, por supuesto, los recipiendarios fundamentales son, asimismo, los hombres. Lo que se reparte (objeto del reparto) es siempre potencia e impotencia, que no debemos confundir con los objetos materiales sobre los cuales se ejerce la potencia o la impotencia. El reparto presenta dos categorías o clases. Un reparto es "autoritario" cuando su autor lo lleva a cabo sin preocuparse del consentimiento de los recipiendarios. Un reparto es "autónomo" cuando se realiza mediante el acuerdo de sus protagonistas; tal acuerdo no exige un encuentro positivo de declaraciones de voluntad, sino únicamente una coexistencia de conductas coincidentes. Ninguno de ambos repartos es de por sí injusto; la injusticia o la justicia dependen del reparto en sí mismo, sea ese reparto autoritario o autónomo; lo que ocurre es que en el reparto autónomo los repartidores están justificados, porque precisamente el acuerdo entre ellos hace que actúen justamente como repartidores, en tanto en el repartoautoritario es menester justificar al repartidor, con prescindencia del contenido del reparto. 6- El orden de repartos, como ya puede apreciarse, pertenece a la realidad social, y tiene naturaleza temporal. El orden de repartos ha sido (pasado), es (presente), o será (futuro). A tal realidad temporal se la suele llamar positividad, y por eso decimos que un derecho fue positivo, o es positivo, pudiendo también predecirse —pero con falibilidad— que será positivo (por ej.: el derecho interplanetario). Con todo, la nota de positividad suele reservarse al derecho actual o presente (el pasado o el futuro fue o será, pero no "es" aquí y ahora). 7- Todo reparto autoritario ordenancista (o sea, el reparto que se realiza al hilo de "ordenanzaobediencia", en oposición al que se lleva a cabo directamente mediante la fuerza o la violencia) contiene un deber ser real, o sea, un deber ser que "es". El repartidor que manda pagar una deuda o un impuesto, crea un deber ser real; tal deber ser real se produce por el mero hecho de que el repartidor pide algo a alguien, convirtiendo a ese "algo" como debido. En cambio, en el reparto autoritario directo (que es el que se ejecuta mediante la violencia o la fuerza —por ej.: el ladrón que arrebata un objeto, o el juez que remata un bien del deudor—), y en el reparto autónomo, no existe un deber ser real. III. EL ORDEN DE NORMAS 8- El orden de repartos se refleja en el orden de normas, y se compenetra con él. El ordenamiento normativo se compone de normas, así como el orden de repartos se compone de repartos. GOLDSCHMIDT elabora su teoría de la norma en forma clara y persuasiva. La norma es la captación lógica de un reparto por parte de un tercero neutral. La norma describe el reparto, es decir, la voluntad del autor del reparto, por lo cual decimos que el ordenamiento normativo posee una función descriptiva. Pero desde ya conviene advertir que al hablar de norma no debemos pensar tan sólo en la norma escrita, que tiene una expresión lingüística, sino también en la norma no escrita que carece de esa formulación. Si la norma es la captación lógica de un reparto por parte de un tercero, nos encontramos con las siguientes afirmaciones: a) que tanto los repartos autoritarios como los autónomos son captados como normas que los describen; b) que la captación lógica con forma normativa que hace el tercero, tiene lugar tanto cuando el tercero es realmente ajeno al reparto, como cuando se coloca imaginaria o hipotéticamente como espectador neutral. La función descriptiva que cumplen las normas se desdobla a su vez: a) en una descripción del contenido de la voluntad del autor de la norma, o sea, una descripción del pasado; b) en una descripción del cumplimiento de esa voluntad, o sea, una descripción anticipada a modo de pronóstico. Cuando, en lo referente al primer aspecto, la norma describe fielmente la voluntad de su autor, hablamos de norma fiel; es decir, reproduce literalmente lo que quiso ese autor; de lo contrario, la norma es infiel, y ello puede ocurrir si la norma expresa más de lo que quiso el autor, como si expresa menos. En orden al segundo aspecto, la norma es exacta en caso de eficacia, es decir, cuando asegura el cumplimiento de la voluntad del autor. 9- Pero además de la captación lógica que en forma normativa hacen los terceros de un reparto, hay otra captación lógica efectuada, no por terceros ajenos (reales o imaginarios) sino por los protagonistas del reparto. Esta captación lógica es el imperativo, que sólo se encuentra en el reparto autoritario ordenancista. En efecto, como enseña GOLDSCHMIDT, el deber ser real de un reparto de este tipo es captado lógicamente por sus protagonistas (autores y destinatarios, repartidores y recipiendarios) como deber ser lógico, con lo que el deber ser lógico no se da en la norma, sino en el imperativo. Y dándose sólo con respecto al reparto autoritario ordenancista, tenemos otra diferencia con las normas: éstas son captaciones lógicas de todo tipo de reparto (autoritario y autónomo), mientras el imperativo es captación lógica del reparto autoritario ordenancista por sus protagonistas, que no se da, entonces, en el reparto autoritario directo ni en el reparto autónomo. IV. EL VALOR JUSTICIA 10- Y así como hemos hablado de un deber ser real en el reparto, y de un deber ser lógico en el imperativo, abordamos ahora el deber ser dikelógico, propio del valor. La justicia, como todo valor, posee intrínsecamente un deber ser ideal, propio de su valencia. El valor vale, y vale aunque no esté realizado. La no realización, o la realización humanas del valor en nada afectan —ni en menos ni en más— la valencia íntima del valor. Pero el valor no realizado nos permite deducir del deber ser ideal un deber ser actual: es el deber ser actual de que la injusticia cese; y de él, a su vez, surge un deber actuar para que, siendo posible la realización del valor, se realice; o, lo que es lo mismo, un deber de actuar para que la injusticia cese efectivamente. Cada vez que es hacedero abolir la injusticia, el deber actuar acompaña al deber ser actual. He aquí la gran faena del mundo jurídico: realizar el valor justicia a través del orden de repartos. 11- El valor justicia es absoluto, y tiene una función pantónoma: abarca todos los repartos habidos y por haber. Pero como humanamente es imposible el cumplimiento de esa función pantónoma, los hombres realizamos la justicia de modo fraccionado. Las causas del fraccionamiento provienen de obstáculos que derivan del porvenir, del pasado y del presente. 12- En los tres despliegues del valor justicia, GOLDSCHMIDT añade al ya señalado de la valencia de la justicia, la valoración y la orientación. El valor vale, el valor valora, y el valor orienta. La justicia sirve para valorar; lo valorado se llama material estimativo. Pero la justicia también orienta, porque al hilo de las valoraciones los hombres inducimos criterios de valor. En el orden del conocimiento (gno-seológico), primero valoramos y después componemos los .criterios de valor; en el orden del ser (ontológico) los criterios de valor son anteriores a las valoraciones, de forma que con las valoraciones tan sólo "descubrimos" los criterios de valor. Por fin GOLDSCHMIDT elabora una axiología dikelógica, que contempla la estructura formal de la justicia, y una axiosofía dikelógica, que enfoca su contenido. V. SÍNTESIS 13- No se nos escapa que nuestro enfoque, a título de brevísimo panorama, peca de insuficiencia. Mucho, muchísimo, queda sin referir o siquiera insinuar. La obra es en sí tan densa, que imposibilita materializar el esfuerzo de ofrecer una síntesis. Con todo, nuestro modesto propósito de familiarizar al lector con el pensamiento y la terminología de GOLDSCHMIDT puede quedar satisfecho si llega a proporcionar una visión de lo que significa la estructura trialista del mundo jurídico. A modo de recapitulación final, y pese a la insistencia, queremos reiterar a) Que el orden de conductas de reparto muestra la realidad de una adjudicación huma na de potencia e impotencia; b) Que el reparto autoritario ordenancista (o sea, excluido el reparto autoritario directo por la violencia o la fuerza) contiene un deber ser real que definimos como un "deber ser que es", que establece algo como debido; c) El reparto es captado lógicamente como norma por terceros neutrales; d) El reparto autoritario ordenancista es captado lógicamente como imperativo por los protagonistas del reparto (repartidores y recipiendarios); e) El deber ser lógico es propio del imperativo, y no de la norma; f) La norma describe todo tipo de repartos, en tanto el imperativo es la forma lógica de captación del reparto autoritario ordenancista por sus protagonistas; g) El deber ser dikelógico es propio del valor justicia. El deber ser ideal de la justicia genera el deber ser actual de suprimir la injusticia, y el deber de actuar si es hacedero y posible el cese de esa injusticia; h) El deber ser ideal puro del valor justicia no padece por la falta de realización del mismo valor; i) El valor justicia nos permite valorar el material estimativo, y nos orienta con los criterios de valor que inducimos gnoseológica-mente de las valoraciones efectuadas. VI. VALORACIÓN FINAL DE LA TEORÍA 14- La tesis de GOLDSCHMIDT supera en mucho a todas las perspectivas iusfilosóficas intentadas por otros autores, tanto enrolados en la tridimensionalidad como en la uni o en la bidi-mensionalidad. Se trata de un iusnaturalismo moderno, compaginado con la teoría de los valores, que sin apartarse de la línea tradicional del derecho natural, lo fortalece y lo vivifica con un acercamiento a la realidad que llega a culminar en la inserción plena y cabal de la justicia dentro del mundo jurídico. Diríamos que el derecho natural ha quedado depurado del idealismo y del racionalismo que fueron su descrédito, para acoplarse al fenómeno jurídico tal como real y sociológicamente lo vivimos y lo aprehendemos. Descartadas, asimismo, las polémicas sobre imperativismo, coactividad y positividad del derecho, la norma se nos aparece como captación lógica y descripción de los repartos, en una función integradora del orden de conductas. Y por fin, el deslinde entre deber ser real, deber ser lógico, y deber ser dikelógico, completa el aporte significativo del trialismo, sin confusiones ni divorcios entre los tres ámbitos u órdenes del mundo jurídico. 15- GOLDSCHMIDT expone en su obra tres horizontes del mundo jurídico, que son como otras tantas proyecciones del universo jurídico. La Jurística Sociológica, que se ocupa del material estimativo del valor justicia —o sea, de los repartos— tiene su horizonte en la Sociología Jurídica* que analiza los efectos de las agrupaciones sociales sobre el derecho. La Jurística Normológica, que se ocupa de la captación lógica de los repartos y de sus conjuntos, halla su horizonte en la Lógica y Metodología jurídicas. Y la Jurística Dikelógica, que se ocupa de valorar los repartos y —de modo derivado— las normas, encuentra su horizonte en la Filosofía de la Justicia (4). Por último, el autor se detiene en las partes especiales del mundo jurídico, pero no al modo como lo hace la llamada Enciclopedia Jurídica —para brindar el panorama de cada rama del derecho—, sino aplicando a ellas la estructura trialista. Pasa, así, revista al Derecho Internacional Público, al Derecho Canónico, al Derecho Constitucional, al Derecho Administrativo, al Derecho Penal, al Derecho Procesal, al Derecho Privado y al Derecho Internacional Privado, en los que aborda el orden de repartos, el normativo, y la justicia. 16- Por todo este saldo provechoso, la doctrina de GOLDSCHMIDT está llamada a cubrir proficuamente los esfuerzos docentes, emplazándose en el cauce aconsejado para la enseñanza del derecho por las Primeras Jornadas Nacionales de Ética de la Abogacía, realizadas en Rosario en octubre de 1967, cuya conclusión X del Tema I9 reza así: "El deber ético del profesor de derecho de impartir a sus alumnos una noción auténtica de su disciplina, supone una enseñanza dinámica que tome en cuenta no sólo la norma jurídica, sino también su inserción y perspectivas vitales, que se mantenga actualizada, que muestre a los alumnos la problemática del acontecer jurídico, que forme en ellos un agudo sentido crítico para descubrir la solución justa con base jurídico-científica y ética, y, en fin, que les inculque una honda fe en el derecho; en suma, el verdadero maestro de derecho enseñará no sólo normas, sino también experiencias y valores". GOLDSCHMIDT puede titularse, con creces, verdadero maestro. Y nosotros, procurando serlo con toda humildad y sinceridad, acogemos su elaboración para aplicarla a ese sector del mundo jurídico que llamamos el Derecho Constitucional. Notas: (1) Con respecto a recipiendarios animados, y sobre todo a hombres —dice GOLDSCHMIDT—, el valor rector dentro de la convivencia a fin de enjuiciar lo que debe estimarse potencia y cuanto ha de estimarse impotencia, es la vida en su plenitud. Potencia es todo cuanto segura, enaltece y prolonga la vida: salud, libertad, educación, seguridad, independencia económica, política y cultural, etc. Impotencia es lo contrario de todo ello (Introducción al Derecho, 3^ ed., cit.i>. 50). (2) La voz "dikelógico", así como su originaria "dikelogía", provienen de la griega "dike" = justicia. Dikelogía es la ciencia de la justicia. Dikelógico, lo que se relaciona con la justicia. (3) Ver GOLDSCHMIDT, ob. cit., ps. 48/9, donde señala que los animales pueden ser recipiendarios de potencia e impotencia. De potencia cuando —por ejemplo— se los protege en la legislación prohibitiva de la crueldad; de impotencia cuando —por ejemplo— se carnean las reses. Con respecto a cosas inanimadas, cabe atribución de potencia e impotencia en el caso de respetar o dar a la cosa su idoneidad de cumplir positivamente algún valor (ser útil, hermosa, poderosa), o de respetarla o darle la idoneidad de cumplir algún valor negativamente (ser inútil, fea, enclenque). (4) La innovación que introduce GOLDSCHMIDT en esta 3* ed. es importante, porque supone el esfuerzo de arribar a la pureza de la ciencia jurídica sin incurrir en mutilaciones «por razón de método. Mientras se ha creído que el método crea su objeto, se ha afirmado que una ciencia tiene nada más que un método —el "suyo"—. Pero GOLDSCHMIDT muestra que una sola ciencia puede usar métodos diversos -para captar un mismo objeto, cuyo carácter es gnoseológicame ítem inagotable. Los tres horizontes vienen a comprobar que la Sociología Jurídica, la Lógica Jurídica y la Filosofía de la Justicia, con ser ciencias afines a la Juristica sociológica, normológica y dikelógica, son ciencias distintas. Decálogo del Abogado I. Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serás cada día un poco menos Abogado. II. Piensa. El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. III. Trabaja. La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la Justicia. IV. Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia. V. Sé leal. Leal con tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el Juez que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas. VI. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya. VII. Ten paciencia. EI tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración. VIII. Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz como substitutivo bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz. IX. Olvida. La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota. X. Ama tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea Abogado. Eduardo J. Couture (1904-1957) LECCIONES Y ENSAYOS 5 BREVES REFLEXIONES SOBRE EL PODER JUDICIAL MIGUEL ANGEL EKMEKDJIAN 1. Consideraciones Generales El Poder Judicial de la Nación está integrado por la Corte Suprema de Justicia, y por la totalidad de los tribunales federales distribuidos a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. Este Poder está estructurado en forma piramidal, con un órgano en su cúspide que es la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Si bien el más alto tribunal del Poder Judicial de la Nación, tiene su sede en la Capital Federal, los demás tribunales que lo integran están distribuidos en todo el territorio nacional. Esto es independiente de la radicación de los jueces provinciales, ya que, como es sabido, cada provincia tiene la obligación de organizar su propio Poder Judicial. En efecto, aunque coexistan geográficamente los jueces federales y provinciales, no hay superposición de funciones entre ambos, ya que cada uno de ellos (el Poder Judicial de la Nación y los respectivos poderes judiciales provinciales) tiene un ámbito de materias propio y distinto del otro. Para analizar el rol institucional del Poder Judicial es necesario recordar la influencia de dos líneas de pensamiento, que han tenido distintas concepciones acerca del papel de la administración de justicia. Esas dos corrientes son la francesa y la norteamericana, precursoras del constitucionalismo clásico, que lograron difusión universal a causa de los dos hechos políticos más importantes de fines del siglo XVIII: las revoluciones norteamericana y francesa. En los países europeos de origen latino, Francia en especial, había desconfianza hacia los jueces. Este sentimiento se inspiraba en el mal recuerdo de los “comisionados regios” y de los “parlamentos judiciales”, quienes administraron justicia durante el Ancien Régime. Esos funcionarios no se preocupaban por asegurar en sus fallos la vigencia de la justicia y de los derechos del pueblo, sino 6 MIGUEL ANGEL EKMEKDJIAN sólo protegían los privilegios del rey y de la nobleza, de quienes eran meros delegados. A causa de este sentimiento, la Revolución Francesa negó a los jueces la posibilidad de que ampliaran sus funciones, limitando su actividad administrar el servicio público de justicia, tal como lo concibió Montesquieu. Se pretendió impedir todo avance del Poder Judicial sobre el Poder Legislativo, al cual se consideraba —según la tesis de Siéyés y de Dantón— el verdadero depositario de la soberanía del pueblo. A los jueces sólo se le confirió competencia para intervenir en los asuntos entre particulares. En los países de raíz anglosajona (Gran Bretaña y Estados Unidos, fundamentalmente este último) en cambio, había confianza en los jueces, y por ello, se amplió su ámbito jurisdiccional, extendiéndolo a los conflictos en los cuales el Estado o sus órganos son partes y, fundamentalmente, en aquellos en que están en juego los derechos individuales. Volveremos sobre este tema unos renglones más abajo. Las tres funciones del Estado (legislativa, administrativa y judicial) existieron y existen en todos los grupos humanos más o menos diferenciados. Fueron asumidas ya sea por un mismo detentador del poder (autócrata) o por distintos detentadores. Lo relevante y revolucionario del movimiento que se dio en llamar “constitucionalismo clásico” consistió en que a partir de él, estas tres funciones fueron imputadas a órganos relativamente independientes entre sí, como sistema para garantizar su separación, trasformados ahora en “poderes”. Esta no es, entonces, una simple separación de funciones que responda a una necesidad práctica de división del trabajo, para facilitar el gobierno del Estado. Tiene una base esencialmente política, que es la de dividir el poder para debilitarlo y así evitar que éste se desmesure. De esa manera se asegura el espacio de la libertad individual. En la discusión de este tema tiene fundamental relieve el análisis de una de las funciones más importantes del Estado de Derecho: el control de constitucionalidad de las leyes y de los actos del Poder Ejecutivo. Como es sabido, la atribución de esta función al Poder Judicial le otorga verdadero poder de veto sobre los actos de los otros poderes, lo que robustece la famosa doctrina de los “cheks and balances”. La doctrina europea no tenía una noción clara ni uniforme sobre el rol institucional que debían jugar los tribunales de justicia. LECCIONES Y ENSAYOS 7 En Locke no aparece todavía el Poder Judicial como órgano independiente. Recién Montesquieu, que elabora la teoría de la separación de poderes, piensa en un Poder Judicial distinto y separado de los otros dos, aunque le da un nombre algo exótico: “poder ejecutivo de las cosas atinentes al derecho civil” (1). Montesquieu entendía que administrar justicia era igual que administrar los otros servicios públicos a cargo del Estado, es decir, una función de la misma naturaleza que la del Poder Ejecutivo. Ejecutar o aplicar normas eran actos de la misma esencia jurídica, pero estos últimos eran detraídos al Poder Ejecutivo para evitar el peligro de la concentración de ambas competencias en una misma mano. En otras palabras, el temor a la acumulación del poder lo lleva a propiciar la separación de aquéllas, pero sin que esto implique conferir al Poder Judicial la naturaleza que la doctrina estadounidense le dará más adelante. En ninguna de las constituciones francesas posteriores a la Revolución, hasta la última de 1958, se les otorgó a los jueces la competencia de controlar la constitucionalidad de los actos administrativos o legislativos. Sus funciones se han limitado a las de los funcionarios de la administración de justicia, como un servicio público más, aunque independiente. En cambio, el sistema de los países americanos (en especial, el de los Estados Unidos) le da gran amplitud de funciones al Poder Judicial. En el Congreso de Filadelfia se estructuró un Poder Judicial federal, elemento totalmente novedoso. Como es sabido, el sistema federal fue creación de la Constitución de Filadelfia. Las formas de Estado hasta entonces conocidas eran el Estado unitario (de consolidación o unidad) y la confederación de Estados. Al crear un gobierno en el cual coexistían poderes locales y poderes centrales, se ubicó al Poder Judicial, no como mero órgano administrador de justicia, sino como tercer poder del Estado, encargado de velar por el mantenimiento de la doble separación de competencias y órganos: la horizontal o funcional de los poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) situados en una misma jerarquía, y la vertical o territorial, mediante la coexistencia de ese doble orden de competencias estaduales y centrales. (1) Charles de Secondat, Barón de la Brede y de Montesquieu, L’Esprit des lois, Cap. V. 8 MIGUEL ANGEL EKMEKDJIAN La Corte Suprema recién creada aparecía aún como un cuerpo cuyo rol no estaba bien especificado, ni lo estaban los límites de sus facultades. A partir del famoso caso “Marbury vs. Madison” (2) nació y se afianzó el control jurisdiccional de constitucionalidad en los Estados Unidos de América. Fue el chief jusfice de la Corte, John Marshall, quien redactó este fallo, que daría el fundamento del control jurisdiccional y que imprimiría un sello definitivo en la jurisprudencia del más alto tribunal estadounidense. Esa consolidación ulterior del rol de la Corte Suprema de Justicia norteamericana, que la convierte en guardián de la supralegalidad constitucional mediante el ejercicio intenso del control de constitucionalidad de las leyes, motiva la expresión de Lambert sobre el “gobierno de los jueces”. Según este autor, la mayor parte de las medidas legislativas que el Congreso de los Estados Unidos dicta no tiene valor definitivo hasta que la Corte Suprema se expida sobre su validez constitucional (3). La mayoría de los países latinoamericanos han seguido el modelo norteamericano con relación a la organización de sus tribunales judiciales, aunque en su aplicación práctica tengan muchas veces sesgos o variantes distintas. 2. Rol Institucional del Poder Judicial de la Nación El Poder Judicial debe ser el celoso guardián del cumplimiento de los preceptos constitucionales; y controlar a los otros dos poderes para evitar que éstos se salgan del cauce que les ha marcado la Constitución, en perjuicio de los habitantes del país. Esta función de control sobre las actividades del Congreso y del Poder Ejecutivo debe ser ejercida con valentía y decisión, ya que ella es la única garantía que tienen los gobernados frente a los abusos de poder de los gobernantes. Para ello es imprescindible mantener a cualquier precio la independencia del Poder Judicial. Sagüés se refiere al “rol sistémico” del Poder Judicial, en pro, substancialmente, de la preservación del sistema constitucional, a través de vetos a la actuación de los otros dos poderes y de adopción de decisiones de desarrollo constitucional. Afirma ese autor (2) C.S.E.U. in re: “Marbury vs. Madison”, 5 U. S. (Cranch) 137 (1803). (3) Edouard Lambert, “Le gouvemernent de juges et la lutte contre la legislation sociales aux Etats-Unis”, Ed. Marcel Giard, Paris, 1921. LECCIONES Y ENSAYOS 9 que el desempeño deficiente de ese rol priva a la Constitución de realidad existencial transformándola en una Constitución nominal, al decir de Loewenstein. Nuestra Corte Suprema de Justicia, desde un primer momento, tuvo conciencia cabal de la naturaleza del poder que la Constitución le atribuía al Poder Judicial. No obstante ello, hubo algunas confusiones ulteriores, derivadas, entre otras cosas, de la influencia que el derecho continental europeo ha tenido en la formación juspublicistica argentina (muy impregnada del derecho francés). Cuando el entonces presidente de la República Argentina, Bartolomé Mitre, puso en posesión de sus cargos a los primeros jueces de la Corte Suprema, en su discurso dijo que éstos integrarían un tribunal que tendría a su cargo la alta función moderadora del sistema político argentino. Esta idea está presente en varios de los fallos de la primera época de la Corte. Las sentencias más importantes dictadas en recursos extraordinarios, en el período que va desde 1862 hasta la creación de las cámaras federales de apelación, están principalmente dirigidas a preservar la separación de poderes en el gobierno federal, o a salvaguardar la separación de las competencias locales con respecto al poder central. En todos estos fallos, la Corte Suprema de Justicia desecha en forma manifiesta el modelo francés o europeo y se asienta en el modelo estadounidense del Poder Judicial. En los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictados entre 1947 y 1955 no hay prácticamente ninguna declaración de inconstitucionalidad, lo cual es inédito en la historia judicial argentina. Esta situación se repite a partir del período que se inicia en 1989. Fuera de esos hiatos, la Corte Suprema de Justicia, ha ejercido el control de constitucionalidad de los actos de los otros dos poderes con altibajos, aunque se puede decir que el balance —haciendo abstracción de algunas épocas— en general es, en pequeña medida, positivo, aunque no tanto como sería de desear. La mayor garantía para la defensa de los derechos individuales, frente a los posibles abusos del poder, se basa en la fuerza moral y en la integridad de los magistrados del Poder Judicial, en especial de los de la Corte Suprema de Justicia. Las sentencias de la Corte tienen entonces una fuerza que no es la de la bolsa ni la de la 10 MIGUEL ANGEL EKMEKDJIAN espada, sino otra mayor aún: la fuerza de convicción y el respeto que despierta el derecho en el pueblo. La misión del Poder Judicial de constituirse en un poder de Estado para la garantía de la libertad de los ciudadanos, está reservada a las personas sin orgullo ni vanidades, que acepten trabajar en el silencio y el anonimato. El Poder Judicial no trabaja en el estrépito, ni tiene por escenario la televisión, ni necesita de reconocimientos públicos o de premios. Hay un viejo aforismo que dice que “los jueces sólo hablan por medio de sus sentencias”. Esa misión proviene del hecho de que la Corte Suprema de Justicia es la intérprete final de la Constitución, sus fallos, bien o mal, le han dado carnadura, a lo que era un simple papel escrito. Ha dicho con acierto Vanossi, que los fallos de la Corte son el derecho viviente de nuestro país (4), aunque muchas veces no nos gusten las conclusiones a las que arriba. Más aún, aunque formalmente no lo tenga, en la realidad la Corte Suprema de Justicia ejerce un verdadero poder constituyente, al agregar o quitar contenidos a la norma constitucional, lo que es mucho más que pura interpretación. Charles Evans Hugues, dejó esta famosa afirmación: “Vivimos bajo una Constitución, pero la Constitución es lo que los jueces dicen que es”. Esto demuestra que es cierto aquello de que los jueces participan en el gobierno en una proporción no desdeñable. Es de suponer que, a mérito de lo expuesto, la Corte Suprema debía estar como Némesis, en la defensa del espacio de la libertad, contra los arrebatos del poder. Lamentablemente ello está lejos de la realidad. Desde hace muchas décadas, el Poder Judicial de la Nación, y más precisamente su cabeza, la Corte Suprema de Justicia, se han ubicado —erróneamente en nuestro criterio— como fiadores y avalistas —incluso como socios solidarios— de los poderes políticos, convalidando —con construcciones jurídicas más o menos ingeniosas— ciertos actos de esos poderes, que son y han sido clara, notoria y rotundamente inconstitucionales; a veces lo han hecho fundándose en el conocido instituto de la emergencia, otras —en cambio— ni siquiera con esa excusa. Esta actitud del Poder Judicial tiene como (4) Jorge R. Vanossi, Teoría Constitucional, Depalma, Buenos Aires, 1978, t. II, p. 97. LECCIONES Y ENSAYOS 11 objetivo —que prima facie pareciera ser loable— el de no obstaculizar la gestión del gobierno, sino —al contrario— tratar de facilitarla. Esta actitud condescendiente que asume el Poder Judicial frente a los desbordes de los otros dos poderes (en especial los del Ejecutivo) cada vez más amplios, ha permitido que el Poder Ejecutivo y los funcionados de la administración pública —abroquelados en esta irritante impunidad— hayan llegado a resistir el cumplimiento de decisiones judiciales, en actitudes que —normalmente— estarían encuadradas en el Código Penal. Ese aval que la Corte Suprema de Justicia otorga permanentemente a los poderes políticos, justificando las violaciones de claras normas constitucionales, ha tenido varias consecuencias graves para el sistema constitucional: significó el traslado de la titularidad del poder constituyente de su legítimo dueño, el pueblo, a los funcionarios que integran los poderes constituidos y —en última instancia— a la Corte Suprema de Justicia, que lo ejerce sin derecho. Se ha creado así un sistema constitucional paralelo (y distinto) al de la constitución formal, aunque encubriéndolo cosméticamente como si se tratara de una simple interpretación actualizada del texto constitucional, cuando en realidad se lo cambió substancialmente. Se ha suprimido, también, uno de los caracteres esenciales de nuestra Constitución: su rigidez. En efecto, como hemos expresado en diversas oportunidades, nuestra Constitución nacional ya no es rígida sino flexible, similar a la del Reino Unido, pues sus normas pueden modificarse por una simple ley o decreto. En síntesis, ya no existe separación estricta entre el poder constituyente y los poderes constituidos. Ante tanta confusión, a los ciudadanos se nos hace difícil recordar, por ejemplo, que el Poder Ejecutivo debe tener sólo el 33 % del poder real. Es así que cuando el Congreso no sanciona un proyecto de ley remitido por el Poder Ejecutivo, el periodismo y gran parte de la opinión pública se lanzan a criticar a los legisladores, acusándolos de negligencia y de inoperancia, olvidándose que, en muchos casos, si los proyectos del Poder Ejecutivo no se sancionan, no lo es por negligencia, sino porque la abstención es la voluntad congresional discrepante con la del Ejecutivo, y que los legisladores no tienen oportunidad de manifestarlo expresamente. La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, influye profundamente en la vida política e institucional del país. Sus fallos no afectan sólo a los litigantes que recurren ante sus estrados sino 12 MIGUEL ANGEL EKMEKDJIAN que, por su trascendencia política e institucional, producen efectos sobre todos los habitantes, sean o no litigantes ante ella. Piénsese solamente en el fallo que legitimó la confiscación que hizo el Poder Ejecutivo de los fondos depositados en los Bancos a plazo fijo, fondos que se devolvieron en bonos externos, con vencimiento a varios años vista (5). No se nos escapa que si la Corte Suprema de Justicia declarara la inconstitucionalidad de una ley que —supuestamente— hiciera peligrar el plan económico, seguramente gran parte de la opinión pública la atacaría, como si ello fuera un sabotaje a la estabilidad. Sin embargo, un plan económico no es propiedad de un funcionario en particular, sino que debe ser el producto de la voluntad de los tres poderes. Más aún, aunque económica o técnicamente, dicho plan fuese perfecto, esto no lo legítima para lesionar las garantías constitucionales. De otra manera, habría que reemplazar a la Constitución nacional por un libro de economía política y consagrar a éste como ley suprema. Hemos llegado a la situación de virtual quiebra del Estado —entre otras causas— porque los gobiernos de las últimas décadas —de todos los colores políticos— ejercieron desorbitadamente el poder saliéndose de los carriles que fija la Constitución. ¿Nuestro país habría llegado a la situación actual si el Poder Judicial hubiera tomado una actitud principista y se hubiera negado a apuntalar ese desmesurado avance del poder estatal? ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si la Corte Suprema de Justicia se hubiera negado a convalidar las distintas leyes de emergencia económica? Es posible que esto hubiera obligado al gobierno a ensayar otras soluciones, más realistas y menos dañinas para la economía. En síntesis, ¿puede curarse un envenenamiento, aplicando al enfermo nueva dosis del mismo veneno? Si se efectúa una investigación de las líneas jurísprudenciales de la Corte Suprema de Justicia, sobre ciertas materias que están íntimamente relacionadas con el ejercicio del poder se puede apreciar que el criterio subyacente de los fallos es esencialmente político antes que jurídico y tiende a apuntalar las medidas de los otros dos poderes, aunque éstas sean claramente inconstitucionales. Para eso se recurre a ingeniosas construcciones, muchas veces importadas de sistemas jurídicos que poco o nada tienen que ver con el nuestro. (5) C.S.N. in re: “Peralta Luis Arcenio c. Estado Nacional s/ amparo”, El Derecho del 22 de abril de 1991, con nota de Germán Bidart Campos. LECCIONES Y ENSAYOS 13 No basta que un gobierno sea eficiente para que se pueda considerar bueno. La eficiencia puede también servir mal a su destinatario, cuando lo conduce rápida y eficientemente hacia el abismo. La historia humana está cuajada de ejemplos de esta clase. La reforma constitucional de 1994 no sirvió para atenuar tantas anomalías. Según Gentile, los intereses políticos que impulsaron la reciente reforma de la Constitución no se identifican con las necesidades de cambio que la doctrina venía madurando, especialmente en lo que se refiere al tema de la Justicia, que es una muestra de esa afirmación (6) Afirma Morello que debe rescatarse el valor fundante que tiene la justicia. Debe difundirse un pensamiento acorde con el afán de reconquistar su registro institucional y jerárquico que, por tantos enroques, se ha despeñado en la desconcertante y explosiva situación en que se encuentra, que languidece en la impotencia (7). Los ojos expectantes de la sociedad se encuentran posados sobre el Poder Judicial, sobre la honestidad de sus magistrados (8), porque los ciudadanos saben que, según como se pronuncien los jueces, aquéllos estarán o no protegidos contra las demasías y abusos del poder, que pretende siempre ampliarse a expensas de la libertad de los habitantes (9). (6) Jorge H. Gentile, La Justicia en la Constitución reformada, La Ley del 21/11/94. (7) Augusto M. Morello, El servicio de justicia que languidece, El Derecho del 4/3/96. (8) Ver Santos Cifuentes, La protección del honor de los jueces y la responsabilidad de los medios de prensa. Equívocos y confusiones a propósito de los casos “Gesualdi” y “Morales Solá”, El Derecho del 11 de abril de 1997. (9) Entre otra nutrida bibliografía, ver además: Pablo Ramella, La función judicial: dos fallos inquietantes, La Ley del 20 de diciembre de 1989; Horacio Rodríguez Alcobendas, Algunos apuntes en torno a los jueces, La Ley del 25 de noviembre de 1998; Alfredo Durante, Justicia, Política y Control de Constitucionalidad, La Ley del 26 de diciembre de 1989; Mario Cadenas Madariaga y otro, El Poder Judicial y su perfeccionamiento, La Ley del 28 de marzo de 1995; María A. Gelli, Los deberes de los jueces en una República, nota a fallo, La Ley del 31 de julio de 1990; Julio C. Cueto Rua, El juez distante, La Ley del 15 de junio de 1990; del mismo autor, Sobre la administración de los recursos del Poder Judicial en la Argentina, La Ley del 5 de octubre de 1988; Fernando H. Payá, El servicio jurisdiccional trabado por las cuestiones de competencia, El Derecho del 19 de febrero de 1990; Adrián Ventura, Golpe al Poder Judicial, La Nación del 19 de diciembre de 1997, p. 25. Los medios alternativos para la solución de conflictos Nos proponemos entonces, a lo largo de esta monografía procesal, ingresar al estudio de esos medios alternativos al proceso en procura de la solución o resolución de los conflictos jurídicos, procurando no repetir lo que ya ha sido dicho por connotados estudiosos o no caer en la reiteración de cuestiones que la doctrina procesal tiene bien definidas y clarificadas; sin embargo, sí pretendemos atisbar o especificar algunos conceptos científicos y filosóficos que, de seguro, nos permitirán entender tales "formas alternativas". Definición La mera expresión "medios alternativos de solución de conflictos" nos plantea la siguiente interrogante: ¿alternativos respecto a qué? La respuesta que se ha venido dando a la misma connota que es en relación al proceso legal o judicial. Sin embargo, la misma no es lógica, dado que, del mismo modo, podríamos señalar que el proceso es alternativo en relación a la mediación, a la conciliación, el arbitraje, etc. Esta ilogicidad amerita un cierto grado de discernimiento o análisis conforme al cual postulamos el concepto de que referir la existencia de medios alternativos al proceso que permiten la solución o resolución de conflictos, constituye toda una impropiedad de lenguaje, por lo que lo más correcto y conveniente sería hablar de la existencia de medios o métodos de solución o resolución de los conflictos jurídicos. Por otra parte, la palabra alternativa o alternativo, conforme al Diccionario de la Real Academia Española, define como una cualidad que puede ostentar un cierto orden de cosas en el que participan más de dos elementos. Que una cuestión sea "alternativa" respecto a otra, implica que ostente la capacidad de alternar con función igual o semejante y, es claro que, no es del todo cierto que todos los medios de solución o resolución de los conflictos tengan una función igual o semejante, inclusive esto puede advertirse en el carácter o estado del caso juzgado que solamente puede derivarse de la sentencia y ciertos tipos de autos que adquieren la condición de inmutables e inimpugnables, como es el caso, en materia penal, del auto que postula un sobreseimiento definitivo firme y ejecutoriado. Otros ejemplos que podríamos presentar son los siguientes: la mediación –en la que la solución es de naturaleza convencional; la amigable composición – también la solución es pactal-; etc. Gozaíni, siguiendo a Alcalá Zamora y Castillo, ha sostenido, en atención a lo que hemos venido señalando, que proceso judicial, auto-composición y auto-defensa presentan las variables posibles para resolver un litigio, sin que ello signifique ponerla en pie de igualdad, ni que entre ellas se repelan.[5] Por otra parte, la palabra "alternar" tiene diversos significados que van desde el variar las acciones diciendo o haciendo ya unas cosas, ya otras, y repitiéndolas sucesivamente; distribuir alguna cosa entre personas o cosas que se turnan sucesivamente; cambiar los lugares que ocupan los términos medios o los extremos de una proporción; hacer decir una cosa o desempeñar un cargo; sucederse unas cosas a otras recíproca y repetidamente; hacer vida social, tener trato en ciertas salas de fiesta o lugares similares, tratar las mujeres contratadas para ello con los clientes para estimularlas a hacer algo en su compañía, del cual obtienen porcentaje; entrar a competir con alguien. Como se puede advertir, luego, la palabra "alternativo-va" es de naturaleza multívoca y tal calificativo es proscrito por el lenguaje científico y técnico que es el que debe ser empleado en todo conocimiento con pretensiones científicas en el que debe imperar la valiosidad y univocidad de las palabras. Fundamento y naturaleza ¿Cuál es el fundamento de estos medios o métodos de solución o resolución de conflictos?; ¿Cuál será su naturaleza jurídica? Si el proceso, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arbitramento, el defensor del pueblo –Ombudsman-, etc., son todos y cada uno de ellos efectivos medios y métodos para encontrar una conclusión que brinde, a su vez, una solución o resolución al conflicto, tendríamos que plantearnos el fundamento y la naturaleza jurídica de los mismos. En ese orden de ideas, al igual que el proceso, entendemos que ninguno de ellos tiene naturaleza jurídica, ya que como advierte Alvarado Velloso respecto al proceso "...para explicar la esencia de la serie lógica y consecuencial de instancias bilaterales conectadas entre sí por la autoridad, que se utiliza como medio pacífico de debate dialéctico entre dos partes antagónicas ante un tercero que es imparcial e independiente, no se precisa buscar su encuadramiento en otra figura del Derecho en razón de que es un fenómeno único en el mundo jurídico y, por ende, inconfundible por irrepetible".[6] Además, hoy día a nadie se le ocurre discutir en torno a la naturaleza jurídica del proceso por lo que se sostiene, con rigor científico, que carece de tal naturaleza.[7] Cada uno de esos medios implica la realización de un fenómeno insustituible, irrepetible e inconfundible en el plano de la realidad social. Ahora bien, podría argumentarse y sostenerse que la naturaleza jurídica de la mediación, la cláusula compromisoria para la celebración del arbitraje, la conciliación, etc., siguen la suerte propia de las relaciones jurídicas bilaterales, consensuales, en consecuencia le es común a todas ellas una naturaleza contractual; sin embargo, la naturaleza jurídica, que importa determinar, no es la del instrumento, acto o negocio jurídico que viabiliza la celebración de uno de estos medios, la cual es obvia, sino la del efectivo conflicto intersubjetivo de intereses que se suscita u origina en el plano de la realidad social y que se proyecta de modo bilateral, esto es, entre las partes antagónicas, lo cual permite que exista un pretendiente y un resistente, sólo que a diferencia del proceso, no se hace el debate frente a un tercero independiente e imparcial, sino que las partes ponen o deponen la solución o resolución de sus diferencias en el diálogo civilizado, pacífico y metódico en el cual impera la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza. En base a todo lo expuesto en este epígrafe, precisa que connotemos y denotemos a estos medios de solución o resolución de conflictos, y determinar, de una vez por todas, si ellos son efectivos equivalentes jurisdiccionales o, de alguna manera, encierran a diversas instituciones sustitutivas del proceso público. A nuestro juicio, no son ni una cosa ni la otra. La recién afirmada tesis de que tales medios carecen de encuadramiento en alguna categoría general del Derecho y habiendo brindado el concepto dominante en la actual teoría del Derecho Procesal respecto a la carencia de naturaleza jurídica del proceso, es menester expresar, que el concepto de "equivalente jurisdiccional" está ausente de todo sustento científico y ello por cuanto que no puede ser, desde el punto de vista lógico, histórico, ideológico y filosófico, que exista equivalente alguno al proceso que se connota, de modo exclusivo, en el ámbito de la jurisdicción. Inclusive, el propio Alvarado Velloso, se plantea serias preocupaciones en torno a la connotación pública del arbitraje y su ambivalencia jurisdiccional. La tesis de que esos medios, formas o métodos de solución o resolución de controversias son equivalentes del proceso, fundamentalmente, civil; y, pertenece a Carnelutti como sustitutivos del proceso público a Prieto Castro; sin embargo, Piero Calamandrei opina que son medios que sirven de auxilio a la justicia y Niceto Alcalá Zamora y Castillo considera que tales medios son representativos de las vías autocompositivas y autodefensivas. Ninguna de estas tesis tiene la razón, aun cuando de cada una de ellas pueda advertirse la buena fe y sana intención que las alienta y anima. Como hemos sostenido ut supra, se tratan de medios sui generis que eligen las partes en conflicto y cuyas voluntades de arreglo o entendimiento se ven animadas y fortalecidas por la nobleza; la efectiva inclinación a la disolución del conflicto o diatriba; la intención positiva y una acendrada creencia y fe en la paz y el mantenimiento necesario de la convivencia armónica entre los hombres. Marco para la resolución de conflictos Existen algunos elementos para crear un marco de resolución de conflictos. 1) Determinar los roles al empezar el proceso de resolución de conflictos. Abogado: representa y aboga por un interés particular Árbitro: toma una decisión a pedido de los interesados Componedor: el que convoca, inicia y diseña el proceso de resolución de conflictos junto a los interesados Experto: provee información que puede ser útil para resolver el conflicto El que toma las decisiones: tiene autoridad para decidir, puede o no ser una autoridad Mediador: Sirve como parte neutral para asistir a los interesados a resolver el caso. Negociador: participa como un representante de un interés particular en discusiones con otros interesados para resolver el conflicto. Interesados: los individuos o grupos que están directamente involucrados en el conflicto o quienes están afectados por la forma en la que el conflicto será resuelto. 2) Apreciación general: es un intento estructurado de evaluar la naturaleza del conflicto. Se debe determinar quiénes están involucrados y obtener otra información que podría ser útil en diseñar un proceso de resolución de conflicto efectivo. 3) Involucrar a las partes interesadas afectadas. Esta es la fase de comunicación y negociación en la que se hace el intento de encontrar una solución que responda a los intereses reales de los interesados. 4) Implementación y evaluación. En esta etapa las soluciones son implementadas y evaluadas. Luego, suele ocurrir que el proceso se repite a medida que se identifican más temas y ocurren más conflictos. Clases de medios alternativos de solución de conflictos Existen varios estilos para resolver conflictos. Algunos de los más comunes son la negociación, la mediación, el arbitraje, la conciliación y la transacción, adjudicación. La adjudicación es usada en los tribunales estatales de justicia de algunos países de Latinoamérica como Argentina, Perú, Ecuador, Venezuela, entre otros. A los otros estilos de resolución de conflictos se les ha denominado medios alternativos de resolución de conflictos, connotando con este adjetivo que son maneras de resolver conflictos alternativas a la administración pública de justicia. Esta característica, sin embargo, se está desvaneciendo en la medida que estos métodos están siendo incorporados en la estructura jurídica y de justicia del Estado.[8] Presentamos brevemente las características de cada uno de estos métodos. Empezaremos por aquellos que no son coercitivos y que dejan más espacio para la decisión de las partes. 1. La transacción es un contrato por el cual las partes, mediante recíprocas concesiones, terminan un litigio pendiente o precaven un litigio eventual". Existen por tanto, dos tipos de transacción, a saber: la extrajudicial mediante la cual las partes se ponen de acuerdo con el fin de evitar un litigio, y la judicial –objeto del presente análisis- en la cual las partes manifiestan su mutuo consenso para poner fin a un juicio ya iniciado. Con relación a la naturaleza jurídica de la transacción, RENGEL-ROMBERG señala que la transacción constituye "una especie del negocio de declaración de certeza (negocio di acertamento), que es una convención celebrada por las partes con el objeto de establecer la certeza de sus propias relaciones jurídicas, o regular relaciones precedentes, eliminando ciertas faltas de certeza, al amparo del principio general de la autonomía de la voluntad privada, en aquellas zonas del derecho en que las partes pueden disponer del objeto que desean regular"[9]. Así, cuando ese negocio jurídico tiene por objeto poner fin a un litigio ya existente, mediante la recíproca voluntad de las partes, se está en presencia de la transacción. 2. La negociación.- Es una forma de resolver un conflicto mediante la que las partes intentan llegar a una decisión conjunta en asuntos de interés mutuo y en situaciones conflictivas donde tienen desacuerdos. • • • • • • • No implica la participación de un tercero Sólo participan las partes y sus representantes Éstas tratarán de buscar un acuerdo y presentarán propuestas para ello Es un proceso privado No tiene carácter de cosa juzgada Las decisiones son tomadas por las partes No es de obligatorio cumplimiento 3. La mediación.- Es un proceso de negociación más complejo que implica la participación de un tercero que no es una de las partes. • • • • • • • El mediador puede ser un individuo, un grupo de individuos, o una institución Las partes escogen al mediador Debe ser neutral No debe hacer juicios, ni tomar decisiones vinculantes para las partes Es únicamente un 'facilitador' Actúa para ayudar a las partes a llegar a un acuerdo consensual; puede usar la persuasión y mejorar la comunicación Las partes deciden si aceptan sus sugerencias 4. El arbitraje.- La definición de arbitraje la damos, en un primer tramo, una definición legal[10]Por otro lado la doctrina define al arbitraje como un proceso cuasi-judicial que vincula a las partes con un árbitro.[11] Es la labor de un tercero (os) a cuya decisión otros se someten. El árbitro es escogido por las partes, salvo excepciones y sus decisiones son imperativas; y el resultado de su decisión se constituye en un laudo arbitral con efectos jurisdiccionales y de obligatorio cumplimiento. El juicio arbitral debe seguir ciertas normas procesales pre-establecidas; y así mismo, en las decisiones que tome el árbitro sólo recurrirá a su criterio de conciencia y en base a éste evaluará las posiciones de las partes, y propondrá una solución que deberá ser aceptada por las partes, y éstas se obligan a no llevar la controversia a los tribunales ordinarios sin el previo fallo arbitral. La decisión del o de los árbitros, o sea el laudo arbitral, tiene efectos erga omnes 5. La conciliación intra-proceso.- Es la facultad que tienen el juez y las partes de resolver el conflicto aviniendo los intereses contrapuestos de las partes en cualquier etapa del proceso judicial de primera instancia. Para algunos autores consideran que la conciliación es un acto trilateral o sea las partes, sus representantes y el juez, sin embargo para nosotros al pie de la propia actividad forense creemos que es una acto de las partes y el juez, excluyendo a sus representantes, toda vez que desnaturalizaría el verdadero sentido de la conciliación. En algunos países de América latina es obligatoria[12] Las partes pueden rechazar la decisión o fórmula conciliatoria (pero si la fórmula establece derechos iguales o mayores a los de una sentencia previa, se impone una multa pecuniaria por rechazarla) Tiene efectos de cosa juzgada 6. La conciliación extra-proceso.- Es un camino previo al proceso judicial y también implica la participación de un conciliador, las partes y sus representantes. Los conciliadores pueden ser funcionarios de la administración pública, abogados, otros profesionales o cualquier persona con ciertas habilidades El conciliador es escogido por las partes, y el objetivo es evitar un proceso judicial. Las materias conciliables por lo general son Derechos disponibles de las partes; alimentos, régimen de visitas y violencia familiar; y cuantía de la reparación civil derivada de la comisión de delitos. El acto de conciliación, implica una intensa persuasión por parte del conciliador, esto es manejar todas las herramientas conciliadoras y permitidas por la ley. El resultado de la conciliación es meramente privado, esto es inter pares, confidencial. Las partes pueden rechazar la decisión o fórmula conciliatoria En algunos países de Latinoamérica la conciliación extra-proceso es un requisito previo a ciertos procesos judiciales. Conclusiones El presente trabajo no constituye, de ninguna manera, un intento de desentrañar los contenidos, mecanismos de operatividad, requisitos ni procedimientos de los distintos medios de solución o resolución de los conflictos intersubjetivos de intereses y de contenido jurídico. Hemos pretendido desentrañar, desde el plano de la ciencia jurídica, la importancia de tales medios. Es por ello que los hemos insertado no como una temática propia del Derecho Procesal, que por cierto no lo es, y de esto ya hay consenso en la doctrina, pero sí como cuestiones propias que interesan a una teoría general del Derecho, y a una Sociología Jurídica. Desde esta perspectiva, la filosofía del Derecho mucho tiene que decir frente a una existente y palpable crisis de los soportes del Derecho frente a los resortes del diálogo. La cultura de la paz impone que los hombres dialoguen entre sí, y cuando ello no es posible, que se asistan de un tercero que componga o heterocomponga el conflicto. Si este tercero solamente sugiere la solución, estaremos en presencia de una mediación; si la impone, se tratará de un árbitro y si la heterocompone de modo oficial, hablaremos de un juez. Si se trata de un mero componedor, podríamos estar pensando en la persona de un defensor del pueblo. Como ya lo hemos visto, ut supra, el mediador induce a las partes a identificar los puntos de la controversia. De allí que hacemos nuestro el criterio del profesor Alvarado Velloso cuando señala que el amigable componedor no propone solución alguna; el mediador asume la dirección de las tratativas y hace proposiciones que las partes tienen plena libertad para aceptar o rechazar, y la decisión del tercero – juez o árbitro – se impone por resolver definitivamente el conflicto, dado que las partes se han comprometido en forma previa a acatarla. En el Derecho civil, comercial, empresarial y sobretodo en el Penal, cada día más, la mediación y la conciliación ganan mucho más terreno frente al proceso. Por ende, en el caso penal, no se debe tener al principio de legalidad criminal y procesal penal como obstáculo o freno para la viabilidad de ellas. El ius puniendi y el ius poenali frente a estos medios, indiscutiblemente, tiene que ser replanteado, no desde la perspectiva de la persecución, sino en plena consideración de lo que las partes persiguen, reparación frente al conflicto trascendente que capta el Derecho penal, pero también satisfacción frente al conflicto intrascendente que es captado por el derecho privado; pero, también, sin que se soslaye el conflicto humano que subyace en todo tipo de conflicto intersubjetivo de intereses jurídicos. Es importante, finalmente, destacar que la cultura de la paz, de la mediación y la conciliación, debe imponerse sobre la cultura del litigio, si es que esta última pueda ser tenida como tal y no como una subcultura. La cultura del litigio, hoy en día, está tomando un papel menos importante como se solía tener en los siglos pasados, y así han surgido otras maneras de disolver o resolver los conflictos, vgr. la experiencia norteamericana, en donde se prescriben conferencias para arreglos judiciales – judicial settlement conferences; el examen preliminar y neutral del caso – earle neutral evaluation-; los pequeños o cortos juicios – Mini Trials; los procedimientos privados – Private Trials -; el arbitraje como un derivado judicial – Court Annexed Trial – y la determinación por experto judicial – Neutral Expert Factfinding – entre otros. Esperamos que este pequeño y breve trabajo, permita a los interesados en este tema, sobretodo en la heterocomposición penal, anidar y alentar a profundizar la investigación en búsqueda de nuevas soluciones en el apartado de la Política Criminal. Bibliografía ALVARADO VELLOSO, Adolfo. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL DERECHO PROCESAL, Primera Parte. Reimpresión. 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Algunos procesalitas creen que en el plano del proceso existe un conflicto y emplean el pensamiento de CARNELUTTI para sustentarlo, señalando que antes del proceso existe una especie sub-judice lis est, lo cual es, indiscutiblemente cierto, pero no en el sentido de inexistencia de conflicto sino, por lo contrario, de la efectiva afirmación de un conflicto que llevado al proceso se convierte en puro litigio, esto es, litem inferre o litem orare., el proceso mismo decía Carnelutti. SISTEMA DE DERECHO PROCESAL CIVIL.Tomo I, Edit.Uthea, Bs. Aires, 1994, p. 45 [5] GOZAINI, Osvaldo. FORMAS ALTERNATIVAS PARA LA RESOLUCIÃ"N DE CONFLICTOS. Ediciones Depalma-Buenos Aires, Argentina, 1995, p.8. [6] ALVARADO VELLOSO, Adolfo. LA CONCILIACIÃ"N COMO MEDIO PARA SOLUCIONAR CONFLICTOS DE INTERESES, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, 1986. [7] Es importante destacar que la más autorizada doctrina procesal española ya ha advertido esta situación. Por otra parte, todas las teorías que han intentado brindar una fundamentación so pretexto de explicar la naturaleza jurídica del proceso han fracasado, precisamente, por ser objeto de reducciones y asistematizaciones, pero además, porque no es posible, desde el punto de vista científico, insertarlas en una Teoría General del Proceso [8] Como ejemplo tenemos al principio de oportunidad incorporado en muchos cuerpos normativos procesales penales, con vista a resolver entre víctima, victimario y Fiscal, los delitos de bagatela. [9] RENGEL-ROMBERG, Arístides, TRATADO DE DERECHO PROCESAL CIVIL VENEZOLANO. Tomo II. Editorial Arte. Caracas, 1997. [10] Véase Ley 60/2003, de 23 de diciembre, BOE Nº 309 del 26 de diciembre del 2003 concordante con el Reglamento de Arbitraje [11] HINOJOSA SEGOVIA, Rafael (coordinador), COMENTARIOS A LA NUEVA LEY DE ARBITRAJE. Edit. Grupo difusión, Barcelona, 2004, pp.26 y 27 [12] Perú: La ley 26872 del 12/11/97 y el D.S. 001-98-JUS del 13/01/98 La justicia argentina (https://www.argentina.gob.ar/justicia/argentina) Administración de justicia El sistema de justicia de la República Argentina está compuesto por el Poder Judicial de la Nación y el Poder Judicial de cada una de las provincias. Integran también el sistema de justicia argentino el Ministerio Público Fiscal, el Ministerio Público de la Defensa y el Consejo de la Magistratura. La organización judicial responde al carácter federal del Estado Argentino. De este modo, existe por un lado una Justicia Federal con competencia en todo el país que atiende en materia de estupefacientes, contrabando, evasión fiscal, lavado de dinero, y otros delitos que afectan a la renta y a la seguridad de la Nación. Por otro lado, cada una de las provincias argentinas cuenta con una Justicia Provincial que entiende en el tratamiento de los delitos comunes (también denominada justicia ordinaria), con sus propios órganos judiciales y legislación procesal. Poder Judicial Nacional Se encuentra conformado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el Consejo de la Magistratura de la Nación, los Juzgados de Primera Instancia y las Cámaras de Apelaciones. Corte Suprema de Justicia de la Nación Es la instancia superior dentro del Poder Judicial y se encuentra compuesta por 5 miembros: un presidente y 4 ministros. Entiende sobre los recursos extraordinarios en todos aquellos puntos regidos por la Constitución y las leyes de la Nación, y posee competencia en forma originaria y exclusiva en todos los asuntos que conciernen a embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los que alguna provincia fuese parte. Tiene a su cargo, conjuntamente con el Consejo de la Magistratura, la administración del Poder Judicial. Consejo de la Magistratura Tiene a su cargo "… la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial" pero no ejerce funciones del Poder judicial. (Art. 114 CN). Es un órgano colegiado, representativo de diversos sectores del poder público, entre cuyas funciones se cuentan: 1. Selección de magistrados. 2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los tribunales inferiores. 3. Administrar los recursos judiciales. Nombra al Administrador General del Poder Judicial. 4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados. 5. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados. 6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios de justicia. Fueros Dentro del Poder Judicial de la Nación se encuentran distintos fueros, los cuales funcionan separadamente unos de otros. Estos fueros están dados, en general, en razón de la materia. Así tenemos fuero civil, fuero comercial, fuero penal, fuero laboral, contencioso-administrativo federal, etc. Dentro de cada fuero actúan los Juzgados de Primera Instancia y las Cámaras de Apelaciones. Estas Cámaras son Tribunales que revisan lo actuado en Primera Instancia, se dividen en "Salas" y son tribunales pluripersonales. Ministerio Público Se trata de un órgano independiente, con autonomía funcional y autarquía financiera, que tiene por función, de acuerdo al artículo 120 de la Constitución Nacional, promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad, de los intereses generales de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la Nación. Es un órgano bicéfalo constituido por el Ministerio Público Fiscal y por el Ministerio Público de la Defensa. El primero nuclea y coordina la acción de los Fiscales y el segundo la de los Defensores Públicos Oficiales. Ministerio Público de la Defensa Tiene a su cargo la representación y defensa de pobres y ausentes, proveyéndoles defensa pública y asistencia legal requerida, no sólo a las personas de bajos ingresos, sino también a aquellas que se niegan a tener un abogado particular. El Gobierno Federal tiene la obligación de garantizar el derecho de defensa en juicio. Ministerio Público Fiscal Tiene como función actuar ante los jueces durante todo el procedimiento judicial, planteando acciones pertinentes y los recursos. En materia penal, les corresponde instar la acción penal pública. Puede observarse que el sistema judicial de nuestro país está claramente integrado por el Poder Judicial y organismos del Poder legislativo y del Poder Ejecutivo. El principio republicano impide que el conocimiento de causas y aplicación de sanciones pueda ser ejercido por otro poder que el Judicial. Sin embargo, impone que los restantes poderes coadyuven en el cumplimiento de las leyes y en el goce de los derechos constitucionales.